ÍIARRIBA ESPANAI! tener presente que nunca yerra quien nada h^ce. UN DOCUMENTO HISTÓRICO La prensa con sus artículos y grabados, los oradores en sus mítines y hasta los ciegos a sueldo en sus canciones cailcjeras, pusieron todo su empeño en desprestigiar su augusta persona, con toda clase de insidias y calumnias de refinada malicia, pero, el autentico españoJ ateniéndose a aquella célebre frase de Antonio Maura, de que «Las palabras son como los proyectiles, cuyo efecto depende del arma que las dispara^ no dio el menor crédito a tanto embuste y siguió recordándolo en el destierroj con todo el respeto y veneración de que era merecedor, y hoy, aí saber su muerte, movido por humano dolor, traslada su pensamiento a la fúnebre majestad de la estancia d o n d e todo respira españolismo y entre el chisporroteo de cirios y murmullos de responsos, inclina respetuosamente su cabeza ante el cadáver cubierto por la bandera rojo y gualda de aquel que fué su Rey; reza una oración para su alma, y no puede menos que meditar por un momento sobre estos dos puntos: La ingratitud de los hombres y la pequenez de jas grandezas de la tierra... Institución ¿e ln Fiesta Nacional J RAMÓN CARRERAS 28 de Febrero de 1 9 4 1 . en honor de los Mártires de la Tradícíc Vcnecía, 5 de Noviembre de 1895. M u y querido gue por telégrafo mí nombre a los toda España me mi tiesta, Ccrralbo: Ya le rodieras las gracias en muchísijiïos que de felicitaron ayer por A l reiterarlas p o r ' e s c r i t o , quiero comunicarte un pcnsamienio q u e , desde hace mucho tiempo^ deseo encerrar en forma concreta.»» Cuántas veces encerrado en mí despacho, en las largas horas de mí largo' destierro, fijos los ojos en el Estandarte de Carlos V , rodeado de otras 50 Banderas, tintas en sangre nobilísinia, que representan el heroísmo de un gran pueblo, evoco la memoria de los que han caído como buenos, combatiendo por Dios, la Patria y el Rey! Los O l i o y los Ulibarri, los Francesch y ios Andéchaga, los Lozano, los Egaña y los Balanzátegui, nos han legado una herencia de gloria que contribuirá, en parte no pequeña, al triunfo definitivo que con su martirio prepararon. ' ' ' Y al fin cada uno de esos héroes ha -• los carlistas caídos, una misma la bandera que aquéllos y estos levantaron, idéntico el grito que les lanzó a ta pelea" e igual e! juramento de ambos. Los primeros combatieron las fuerzas del invasor. Las demás, laí iáes-s, las leyes, las instituciones y los intereses que a pesar de su derrota importó a España el Soberan o de la RevoluciónY, todavía, se nos antoja más interesante, el que si D . Carlos instituyó esta Fiesta Nacional en honor a los Mártires que desde los albores dieciochescos perecieron a la sombra de la bandera de Dios, Patria y Rey» para honrar su memoria y estimulo y ejemplo de ios carlistas jóvenes, fueron los hijos de éstos quienes, tras mantener vivo en ellos el fuego sagrado del amor a la Santa Causaj acaudillados por la in ^'icta espada de Franco pudieron ser factor decisivo en el Glorioso Alzamiento Nacional, el cual nO se produjo para defender o instaurar un trono y una dinastía, sino, como antaño, por una idea excelsa: aniquilar la Revolución p a r a salvar a España. ^ ' Doble debe ser, pues, nuestro homenaje a los M á r t i r e s de la Tradición. P o r su heroísmo sublime y ejemplar. Por la fecundidad de su sangre derramada a torrentes en el aliar santo del común Ideal. El'Jefc de! Estado se lo rindió cumplida y admirablemente vindicando su sagrada memoria en múltiples actos. Celebremos nosotros con tributos Proscrita, la fiesta a ellos dedicada, a agradecidos a su epopeya y-arentos a les saludamos con el grito de rigor: Mártires i del corazón cual dispuso la Lcgiiimidad la vez q u e , brazo en alto, admirados y la disciplina de la comunidad espiritual, ' *-,.'• '• ' de Id Tradición: ¡Presente! ^ , ' ./ dejado en la historia una página que resplandece su nombre. En cal bio, cuántos centenares de valeroJ soldados, no menos heroicos, he vi3 caer juntó a mi, segados p o r N balas, besando mi mano, como sí ella quisieran dejarme con su úliíi aliento su último saludo a la patria! cuántos he estrechado sobre mi col zón en su agonía! Cuántos rostJ marciales de hijos del pueblo, apagi dosc en la muerte con sublime esti cismo cristiano, llevo indeleblemei grabados en lo más h o n d o de pecho, sin que pueda poner nombre sobre aquellas varoniles guras! -' ' •' . Todos morían al grito de viva religión! viva España! viva el Rey! Con la misma sagrada invocaci en los labios, cuántos otros han ent gado ei alma a Dios, mártires incruí tos, en los hospitales, en la emigracioj en !as cárccleSj en la miseria, matad aún mis que por el h a m b i e , por humillaciones, y iodo por n o falta la fe jurada, por ser fieles al honi^' p o r no doblar la rodilla ante la usU^ pación triunfante! Nosotros, continuadores de su o y herederos de las aspiraciones todos ellos, tenemos el d e b e r inelii ble de honrar su memoria. ,Con este objeto propóngome q<| se instituya una fiesta nacional honor de los mártires que desde principio del siglo X I X han perecí í la sohibra de la bandera de Di Patria y Rey en los campos de bata y en el destierro, en los calabozos y Tos hospitales, y designo para celebra' la el To de marzo de cada año, día C', i' que se conmemora el aniversario ^' la muerte de mi abuelo Carlos V . N a d i e mejor que aquel i n o l v í d a ^ antepasado mío personifica la liicfe gigantesca sostenida contra la revolví: ción por la verdadera España durarilí •il nuestro s i g l o . " ' " • En los albores de éstCy digno cm lo de los héroes de la Independencí por su entereza y por su ¡nflexibilid*' en el cumplimiento del deber, irguió^'^ I e. _' / ^ -\ _ í . r Diputació de Girona — Servei de Biblioteques