mis primeras sonorizaciones: felipe gonzalez

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MIS PRIMERAS SONORIZACIONES:
FELIPE GONZALEZ
A finales del año 1974 conocí a Oscar Fernández
Fernández, José Manuel Tazón Moreno y Andrés
Fernández Fernández, vecinos de Puente Castro que ya
militaban en el PSOE. Oscar y Andrés, a pesar de
apellidarse exactamente igual, no tenían entre sí
parentesco alguno.
Años más tarde, cuando conocí a más socialistas, pude
comprobar, que al menos en la capital, este trío había sido el único y primer grupo
socialista organizado. Ellos constituían un pequeño universo, un grupo de camaradas y
amigos o un minipartido que funcionaba un poco por libre, haciendo lo que podían
hacer en la difícil década de los 70, pero dentro de la Organización y disciplina del
PSOE.
Oscar era asturiano de nacimiento y residente en León. Regentaba un bar en el barrio de
Puente Castro, llamado Bar Caudal donde nos reuníamos.
José Manuel Tazón, fue mi primer contacto con el grupo y también, junto a Andrés
Fernández, mi padrino o introductor en el partido, ya que en aquellos tiempos, para
integrarte, tenías que tener al menos el aval de dos militantes. La figura de Tazón era
impresionante: Era el más inquieto y activo del grupo y también, el único que entendía
la multicopista de manivela y que sabía repararla cuando se atascaba. Guardo de él muy
buenos recuerdos de altruismo, entrega, trabajo y apoyo a cualquier iniciativa, que
rápidamente se convertía también en la suya. Le encantaba preparar acciones y tareas.
Siempre hacía autocrítica y le gustaba repasar como se habían hecho las cosas,
preocupándose de la perfectibilidad y la coordinación de todos nosotros.
Tazón trabajó en los años ochenta, como restaurador y conservador de pallozas en el
Bierzo y la Cabrera. Falleció en un desgraciado accidente de tráfico cuando regresaba a
León en su furgoneta Citroen 2 CV.
Andrés era el "jefe", organizaba al grupo y era además el que más se movía o al menos,
el que más se arriesgaba en las acciones que emprendíamos, sobre todo por la
noche. Nos referíamos a él, cariñosamente, llamándole "el Trosko" ya que con
frecuencia se radicalizaba muchísimo en cuestiones absolutamente obvias. Este
apelativo cariñoso se lo puso meses antes el propio Alfonso Guerra, por su forma de
entender
la
militancia.
Al
igual
que
Tazón,
era
hiperactivo.
Años más tarde, llegaría a ser Diputado en las Cortes Generales por el PSOE de León,
como sustitución de Baldomero Lozano, tras su fallecimiento, en una proclamación de
candidatura no exenta de polémica.
En plena legislatura le expedientaron y tras suspenderle de militancia, tuvo que
abandonar el partido, acabando en el Grupo Mixto del Congreso de los Diputados.
Jesús García, el Beatle
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Oscar, Tazón y Andrés, cuando les conocí, ya andaban por el centro y por los barrios
pegando carteles -subversivos, para la época- y repartiendo ejemplares de El Socialista.
Yo empecé a colaborar con ellos ayudando en las pegadas nocturnas de cartelería,
sintiendo una excitación y emoción difícilmente explicables con palabras. Aquellas
fuertes sensaciones nos transmitían a todos los miembros de aquel pequeño grupo, sin
lugar a dudas, que en ese momento estábamos haciendo lo que debíamos de hacer.
También colaboré en la venta de bolígrafos y llaveros que venían de Noruega y en el
reparto de El Socialista, teniendo que repartir y recaudar al mismo tiempo. Los escasos
fondos que conseguíamos, los teníamos que enviar a Madrid, por transferencia bancaria
a una cuenta del Banco Hispano Americano, a nombre de un desconocido para nosotros,
por aquel entonces, llamado Luis Solana.
En 1976, los ejemplares de El Socialista y otras publicaciones de la vietnamita que
manejaba Tazón, con maestría, los repartía en mano en el Banco Popular, mi centro de
trabajo, a compañeros y a algunos clientes. Utilizando el correo por valija del propio
banco, circulaban sin problema por toda la red de sucursales de la provincia. La
publicación también se repartía por todos los bancos de la capital, aprovechando el
desayuno de mediodía, en la desaparecida Cafetería Alaska de la calle Gil y Carrasco.
Allí había montado "una pequeña distribuidora" aprovechando el momento, las
instalaciones y la concurrencia de otros compañeros de bancos, cajas de ahorros y
oficinas de seguros.
Los repartos y los contactos se fueron organizando cada vez mejor. Alcanzamos el cénit
cuando se creó la Cámara de Compensación Bancaria de León, en la planta 7 del
edificio del antiguo Banco Industrial de León en la Plaza Santo Domingo (hoy Caja
España). Cada banco tenía allí un representante que presentaba cheques y letras al resto
de bancos, practicando la liquidación oportuna al término de la sesión. Casualmente yo
fui el elegido para tal cometido por mi propio banco. Aquella circunstancia posibilitó un
reparto fulminante y eficaz, aunque había alguno que se negaba rotundamente "a
transportar la propaganda política" que le entregaba, para sus compañeros de oficina. La
elección de mi persona por el Banco Popular fue un hermoso regalo. Empezaba 1977 y
los tiempos de la clandestinidad se estaban acabando.
Volvamos al trío Oscar, Tazón y Andrés. Andrés me pidió en nombre de todos, que les
ayudase a extender el mensaje del partido, porque querían empezar a moverse por toda
la provincia para establecer contactos y explicar a la gente las opiniones y los puntos de
vista del partido, para preparar a la sociedad para el cambio imparable que se avecinaba.
Como yo me trasladaba a Bembibre todos los fines de semana (actuaba con un conjunto
musical en la Sala Dancing Club) me ofrecí de correo para llevar documentación del
partido a personas del Bierzo, con las que habíamos establecido contactos previos.
Durante un tiempo fui el enlace del grupo de la capital con los compañeros de aquella
zona. En mi auto Seat 127 transporté un montón de folletos y propaganda del partido,
que recibíamos de otros compañeros de Burgos, para Luis Fernández Velasco, Celso
López Gavela y otros cuyos nombres no recuerdo.
Al poco tiempo de comenzar a trabajar juntos, constituímos la primera gestora que tuvo
el PSOE en León de la cual formé parte, ocupando la Secretaría de Prensa y
Propaganda. La pequeña asamblea de constitución, se celebró una noche de noviembre
de 1975 en la desaparecida cafetería La Canasta de la calle Ramiro Valbuena.
Jesús García, el Beatle
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Andrés Fernández Fernández, Enrique Rueda Blanco, José Manuel Tazón Moreno,
Jesús García González, Jesús García Martínez, José David Alvarez Velasco, Oscar
Fernández Fernández y Norberto Ortego Centeno, fuimos investidos e instruidos como
los primeros gestores, por unos compañeros venidos de Burgos (Isaías Herrero Sanz) y
otro de Zamora (Luis Alonso Novo).
A aquella casi familiar, asamblea constituyente acudió como invitado Juan Rodríguez
García-Lozano, por entonces director de los servicios jurídicos del Ayuntamiento de
León y más tarde Decano del Colegio de Abogados de León.
Juan Rodríguez era hijo de un represaliado militar que permaneció fiel al Gobierno de la
República (el capitán Juan Rodríguez Lozano) y padre del que años más tarde sería
Presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero. Aunque le pedimos
que se uniese al grupo, declinó el ofrecimiento y no quiso participar en aquella aventura,
tal vez por razón de sus cargos.
El 30 de Abril de 1976, en la parte baja del comedor de Casa Celso, en el Barrio
Húmedo, se constituyó la primera gestora que tuvo la UGT a la que también acudí. Para
evitar problemas, disfrazamos la asamblea como una merienda de amigos, con vino,
tortilla, embutidos y otras raciones.
El 1 de Julio de 1976, es decir, un día más tarde, en la sede del PSOE y de UGT que
teníamos camuflada como cooperativa de viviendas, en la calle 24 de Abril,
constituímos la primera Ejecutiva Provincial que tuvo el partido en León, repitiendo
cargo: Secretaría de Prensa y Propaganda. El cargo me venía un poco grande. Mi labor
sería la confección y reparto de revistas y panfletos, Los panfletos se fotocopiaban y se
repartían bastante bien, pero la revista que creamos, El Socialista Leonés, sólo tuvo la
tirada de una única edición. Asumí la comunicación a la sociedad con el punto de vista
del partido y la redacción y emisión de comunicados que nos llegaban con cierta
frecuencia.
También entregaba notas de prensa a los dos diarios locales. Puede resultar
sorprendente, pero en aquellos tiempos existía una cierta permisibilidad y aquella forma
anónima de comunicarse con los medios (metiéndoles el folio por el buzón y sin
conocernos) funcionaba perfectamente y casi todo lo que les enviabas te lo publicaban.
Otras veces, sin esperar a que te publicasen las notas de prensa, o cuando,
sencillamente, no lo hacían, por su fuerte contenido, se fotocopiaba el texto y se repartía
o pegaba en lugares visibles.
Anduvimos también por bibliotecas, bares y colegios de toda la provincia enseñando el
nuevo catecismo a los parroquianos interesados o curiosos que con bastantes miedos
asistían a las charlas. Particularmente emotivos fueron los momentos y situaciones en
los que alguien se acercaba suavemente y con voz baja nos decía con los ojos húmedos
o llorosos, que también era de los nuestros.
En Valencia de Don Juan y Matanza de los Oteros, descubrimos un grupo aislado y
secreto de viejos socialistas que habían mantenido el tipo y la ideología durante toda la
larga dictadura. Se habían confeccionado ellos mismos, unos carnets rudimentarios, en
cartulina roja con la leyenda: "Carnet del Partido Socialista Obrero Español" ...
memorable.
Jesús García, el Beatle
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Para cualquiera de nosotros, el suceso más emocionante, era descubrir y encontrarnos
con aquellos viejos socialistas anónimos, que habían vivido tanto tiempo en el temor y
el ostracismo.
Si todo iba bien, explicábamos las cosas, hablábamos, cenábamos y hacíamos unos
cuantos contactos y amigos. Pero en alguna ocasión, merodeaba la Guardia Civil por los
alrededores y a veces entraban en el mismo bar a tomarse unos cafés o vinos. Si alguien
se alarmaba o transmitía a los demás inquietud o temor, tenías que intentar explicar que
no iba a suceder nada y mantener el tipo. A veces se conseguía y a veces no, porque los
ánimos se encrespaban en vez de relajarse. Era algo completamente normal, porque el
miedo y las emociones eran libres y afloraban fácilmente.
Recuerdo con especial cariño, los viajes por la provincia con los compañeros Andrés
Fernández, Jesús García González y Baldomero Lozano (estos dos últimos fallecidos)
en los que en algunas ocasiones llevábamos un pequeño equipo de sonido de mi grupo
de música, que constaba de un micrófono de mesa y un simple bafle. Llevábamos
también cola de zapatero y pintura blanca, negra y roja en spray para aprovechar las
visitas: pegábamos cartelería y pintábamos sobre los indicadores del nombre de las
localidades que aún tenían los símbolos franquistas (el yugo y las flechas). Una vez
tuvimos que escapar a toda pastilla. Lo contaré:
En uno de esos viajes por la provincia, al regresar a León a altas horas de la madrugada,
observamos que el letrero indicador con el nombre de una localidad berciana, estaba
medio caído, sobre la pequeña base de hormigón que lo sustentaba. Como era de
aquellos que tenía el símbolo franquista citado, decidimos derribarlo y llevárnoslo con
nosotros como trofeo. No pudimos arrancarlo a pesar de tirar tres personas a la vez y de
que estaba medio suelto. Decidimos enganchar una cuerda al parachoques del auto y
tirar de él para desprenderlo. Tras varios intentos, cada vez con mayor fuerza, se acabó
doblando el parachoques trasero. Finalmente, tras seguir insistiendo con fuertes tirones,
se desprendió del chasis o carrocería, quedando el parachoques doblado y tirado en la
cuneta, pero eso sí, bien sujeto con la cuerda a la señal que no pudimos arrancar. Un
sentimiento común, entre pánico, miedo y frustración se apoderó de nosotros y salimos
de aquel pueblo a toda velocidad ...
De todo lo que cuento, no tengo desgraciadamente, foto alguna; alguien las tendrá si se
hicieron. La foto más antigua que conservo es ésta en la que aparezco con Felipe
González en el Teatro Emperador de León el 20 de Noviembre de 1978 dando su primer
mitin en esta ciudad.
Yo estoy detrás de él, aunque casi no se me ve. Allí andaba, controlando el audio para
que se oyese bien y medio organizando. Tengo un block en la mano donde estaban
anotadas cuestiones organizativas del acto, como el orden de los oradores y la previsión
de tiempos aproximados de cada intervención. En los cambios, mientras se jaleaban las
intervenciones y entraba el siguiente, metía suavemente por el equipo de sonido que
aporté para el acto, canciones de Serrat de su LP dedicado a Miguel Hernández. Al
finalizar, cenamos con el compañero Felipe González en el restaurante Casa Ibáñez, de
La Virgen del Camino.
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