Nuevo sistema de documento nacional de identidad chino Durante casi dos décadas, los ciudadanos chinos se han visto controlados, juzgados y, en algunos casos, obligados por su documento nacional de identidad multiusos: un carnet del tamaño de una tarjeta de crédito. Sin embargo, a partir del próximo año van a afrontar algo increíblemente innovador: una tarjeta electrónica que portará información en un chip de cada uno de los 960 millones de ciudadanos registrados, y que podrá ser consultada por las autoridades desde cualquier lugar. Los funcionarios esperan que gracias a la nueva tarjeta de identificación se pueda luchar mejor contra el fraude y la falsificación de los actuales DNI, protegiendo a millones de ciudadanos y ahorrando miles de millones de dólares. No obstante, la magnitud del proyecto (que se espera completar en cinco o seis años) y la falta de concreción han hecho levantar algunas críticas ya que el registro de datos puede atentar contra la privacidad de los ciudadanos. Este nuevo documento de identidad aparece exactamente en el momento en el que China obstinadamente quiere situarse como potencia económica en línea con los estándares que marca la Organización Mundial del Comercio. Pero el gobierno está también luchando por controlar un incesante flujo de población rural que gravita hacia los núcleos urbanos. De esta forma los funcionarios creen que los nuevos carnets les pueden ayudar a llevar a cabo dos acciones importantes, aunque quizás paradójicas: promover la liberalización económica por un lado, pero controlar a los ciudadanos chinos en el éxodo hacia las ciudades por el otro. Ha habido un escaso debate público o comentarios con respecto a la nueva identificación, con la excepción de breves reseñas en la prensa oficial en la que se muestra que los carnets “protegerán a los ciudadanos” con respecto a una nueva ley que prohíbe a cualquier grupo o persona comprobar o apoderarse de la identificación de otro. Pero los chinos más críticos con su gobierno, tanto dentro del país como en el extranjero, se muestran escépticos con la medidas ya que creen que habrá demasiada información privada y personal en las manos de control del gobierno. Nicolas Becquelin, director para las investigaciones sobre derechos humanos en China, con sede en Hong Kong, señaló: "si damos todos los datos al gobierno chino para proteger la privacidad de sus ciudadanos y les ofrecemos el control de la corrupción, ¿cómo podemos estar seguros que esa información confidencial se gestiona adecuadamente?”, añadiendo: “me da miedo lo que está haciendo el gobierno chino, porque no se le está criticando." La tarjeta de identificación original, introducida en 1985, contiene datos personales como la nacionalidad, la fecha de nacimiento y un número de identificación de 18 dígitos. Además indica el registro doméstico o kukou, por el que tradicionalmente una persona queda vinculada a su provincia de nacimiento. El pasado mes de junio, el más alto cuerpo legislativo chino, el Comité Permanente del Congreso Nacional del Pueblo, aprobó la ley nacional sobre identificación de la ciudadanía al igual que los nuevos carnets. Aunque los microchips guardarán datos personales, en las nuevas tarjetas van a aparecer únicamente los mismos datos que ya aparecían antes. El uso de tarjetas electrónicas no es una novedad, ya que otros gobiernos y empresas llevan tiempo usándolas. Hong Kong comenzó a emitir tarjetas de identificación electrónica en junio. Frank Xu, director ejecutivo de Smart Card Forum, ciudadano de Huzhou, una de las ciudades en las que se está experimentando las nuevas tarjetas, comentó: “si quieres vivir en los tiempos que corren, dependerás de la tecnología, pero perderás en libertad ya que debe de haber algunas normas de control”. Fuente: The New York Times Edición y traducción: InterChina Consulting