BIBLIOGRAFIA El alto contenido jurídico del Diccionario Jurídico reside en que realiza abstrae­ ci6n de preceptos forales concretos, formulando en lo posible fórmulas de carácter general. La buena voluntad del jurista redactor del Diccionario Jurídico opino que está guiada por un ferviente patriotismo. Se defiende la unidad política de los navarros frente a la monarquía, insistiendo en que el poder real no es originario , no viene de Dios en la medida que ello justifi­ que unas potestades que vayan más allá de las necesarias para ejercitar la función de la realeza. Sin embargo, esta pretendida soberanía popular, queda restringida en su mayor medida a la nobleza, a travé s de su prepotencia en las Cortes, en la Adminis- . traci6n de Justicia y el estar exentos de tributos. Nuestro sistema jurídico hasta la primera década del siglo XVI es soberano en sí mismo. Tanto el derecho consuetudinario como los derechos locales, la legislación de Cortes ' y las ordenanzas reales se incardinan en un sistema unitario y de conjunto, que nace y se desarrolla por y para una comunidad politica concreta. En cambio a partir del comienzo de la dominación castellana todo el universo jurídico queda con­ dicionado y reducido a un estatus de segunda, de supeditación en relación con el Po­ der político y jurídico de Castilla. Nace entonces el espurio concepto de Fuero como sistema de derecho particular de un territorio en referencia permanente con el dere­ cho común, que ya no es el Romano , sino el de Castilla. Todo sistema jurídico ne­ cesita para desarrollarse la soberanía de los entes creadores de derecho: el pueblo, el parl amento, los tribunales, el poder ejecutivo. Tomás Urzainqui Mina VV.AA : 1 Congreso de Historia de Navarra de los siglos XVIII, XIX Y XX, " Prín­ cipe de Viana", anejo 4 (594 págs.) y anejo 5 (656 p ágs.), 1986. La necesidad de afrontar nuestro pasado más cercano de forma serena, la evi­ dencia de constituir la historia contemporánea de Navarra un ámbito cronológico poco cultivado por la historiografía y el intento de dilucidación de sus problemas cla­ ve fueron las motivaciones fundamentales que impulsaron al Instituto Gerónimo de Ustáriz -bajo la apoyatura del Gobierno de Navarra- a organizar el I Congreso de Historia de Navarra de los siglos XVIII, XIX Y XX en los primero días de diciembre de 1985. A casi dos años del acontencimiento, el comentario sucinto de sus Actas -pu­ blicadas hace uno s meses en forma de anexo de la revista Príncipe de Viana- puede servir para orientarnos acerca del estado de la investigación y de las lineas directrices más destacables, especialmente desde una perspectiva jurídica. En el área de demografía, tras repasar la bibliografía producida y analizar las comunicaciones presentadas, la disertación del profesor Pérez Moreda (V. Pérez Mo­ reda: Algunas reflexiones sobre la poblaci án de Navarra en los tiempos contempo­ ráneos) desarrolla un esquema sintético de la evolución poblacional navarra, a la vez que ahonda en los porqués del lento crecimiento navarro durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX en comp aración con otras regiones españolas. La explicación radica no en el crecimiento vegetativo, que siempre arrojó saldos positi­ vos, sino en la particular incidencia de la emigraci6n que hizo que Navarra fuera en el período que comprende las décadas finales del XIX y las iniciales del XX la región española "de emigración relativa más intensa" . La consistencia de esta interpreta­ ción se ve corroborada por trabajos puntuales como el de Orta Rubio (E, Orta Rubio: El cólera de 1885 en Navarra. Centenario de una crisis) que muestra cómo la pobla­ ción navarra fue capaz de 'protagonizar una muy temprana y dinámica recuperación -aún en las zonas más afectadas- de las pérdidas ocasionadas por la epidemia de có­ lera de 1885. • . BIBLlOGRAFIA En realidad, la caracterización de Navarra como comunidad exportadora de ex­ cedentes poblacionales y, por tanto, de mano de obra, encuentra su razón de ser en la inexistencia de una revolución industrial. Aun cuando la historia económica del período que va de 1700 a 1850 está aún por hacer -debiéndose dirigir las futuras in­ vestigaciones hacia el grado de comercialización de la economía navarra; la evolu­ ción de las variables económicas, sobre todo las agrarias; y las transformaciones pro­ vocadas tanto por el propio desarrollo económico como por la superestructura jurí­ dico-política (A. Arizkun: La historia económica en Navarra, 1700-1850. El estado de la cuestión y propuestas de lineas de investigación)-, la relevancia del sector agra­ rio está descrita en el habitual autoabastecimiento del mercado de grano y en la fre­ cuente situación excedentaria (A. Arizkun: La evolución de la coyuntura agrícola en Navarra, 1700-1841. Los precios del trigo). Sin embargo, la acumulación de capitales a partir de ese sector se vio dificultada por las repercusiones negativas de la legisla­ ción contra la exportación de cereal. Según Sorauren, por medio de las reformas de tipo jurídico establecidas en las Cortes de 1817-18181a agricultura navarra quedó pre­ parada para la economía librecambista que exigían los tiempos, libre de trabas mer­ cantilistas, pero tal transformación iba a ser anulada por la reestructuración de las aduanas francesa y española que aprisionaron a la economía navarra hasta hacerla inviable. De esta forma, los obstáculos puestos por la Corona -bajo la excusa del con­ trabando- a [a exportación de los productos navarros estrangularon el desarrollo agrí­ cola de Navarra (M. Sorauren: Algunos aspectos de la agricultura navarra en el trán­ sito del Antiguo al Nuevo Régimen). En sí, diversas comunicaciones abordan el tema del comercio exterior navarro del Antiguo Régimen. El debate sobre si las aduanas debían trasladarse al Pirineo O permanecer en el Ebro señala opiniones un tanto contrapuestas. Analizadas las mo­ tivaciones y los nexos respecto del liberalismo de quienes apoyaban la colocación en el Pirineo (l.M. Barrenechea, J . Astigarraga, E. Lluch: Valentín de Foronda en Na­ varra y el proyecto de traslación de aduanas de Berriechea y Zarigaiz de 1781; de los mismos autores: En torno a una familia liberal pamplonesa del XV/fJ: los Vidarte), el propio Sorauren se interroga acerca de la posibilidad en los momentos finales del Antiguo Régimen de construcción de un mercado vasco, dejando , no obstante, cons­ tancia del progresivo deterioro de la economía foral a causa del aumento de la pre­ sión del gobierno central contra los privilegios navarros y del déficit cada vez mayor de la balanza comercial con Francia debido al cierre del mercado francés a las ex­ portaciones del reino (M. Sorauren: El comercio de Navarra y la unidad de mercado estatal). De otro lado, Del Río concibe la posición liberal de traslado de las aduanas y de integración en el mercado estatal, como "una necesidad para el desarrollo de la economía navarra" . Si bien en determinados productos, el traslado supondría un in­ cremento de los precios para la masa consumidora, ello sería compensado con el im­ pulso que recibirían los sectores productivos, protegidos de la competencia francesa y sin trabas arancelarias respecto del resto de la monarquía . Los únicos perjudica­ dos, según esta interpretación, serían los comerciantes vinculados al gran comercio con Francia, responsables del contrabando con Castilla, y los habitantes de las zonas pirenaicas que necesitaban del comercio a pequeña escala con aquel país para subsir­ tir (R. del Río: Mercado español y crisis · del Antiguo Régimen en Navarra). Por otra parte, otros comunicantes han atestiguado la existencia de más puntos conflictivos en el seno de la sociedad navarra durante las últimas décadas del XVIII y las primeras del XX. De [a Torre, por ejemplo, nos aproxima al endeudamiento municipal ocasionado por la Guerra de la Convención y la Guerra de la Independen­ cia (J. De [a Torre: Miseria en la Montaña navarra. Secuelas de la guerra contra la Convención y años de malas cosechas, 1793-1807; Aproximación al endeudamiento municipal en Navarra durante la Guerra de la Independencia. La Ley de privatiza­ ción de bienes concejiles en las Cortes de 1817-18), que daría pie a una ingente des ­ viación de capitales hacia [a tierra al enajenar los ayuntamientos sus propios y parte del campesinado sus tierras, benficiándose unos pocos de estos procesos (X. Martín BIBUOGRARA y F. Mikelarena: La evolución de la propiedad de la tierra en Vera de Bidasoa a fi­ nales del Antiguo Régimen. Las ventas de comunales y las ventas de tierras entre par­ ticulares) . Mientras tanto, en la esfera de lo político Tx . Castillo muestra la existen­ cia de una corriente revolucionaria dentro del conjunto de los reunidos en las Cortes de 1794-95 que llevó incluso al establecimiento de negociaciones de alcance con la Re­ pública francesa (Tx. Castillo: Konbezioko Cerio Nafarroan). En relación con el carlismo, [as causas del apoyo popular que recibió también son objeto de controversia. Si un cronista coetáneo a los hechos negaba que los fue­ ros formasen parte en principio del ideario carlista, haciendo hincapié en el empeo- . ramiento de la situación material del campesinado (J . Extramiana: Un análisis fran­ cés de la primera guerra carlista en Navarra) , Bullón de Mendoza ha locali zado ma­ nifestaciones a favor de los fueros desde fecha s tempranas en las proclamas carlistas (A . Bullón de Mendoza: Ideologia carlista y régimen foral, 1833-1845). La Ley Paccionada de 1841 marcó el fin de toda una época para Navarra . Do­ nézar defiende el papel del liberalismo moderado -expresi ón ideológica de los bene­ ficiados por la desamortización de Mendizábal- en el Pacto, en el qu e, en su opinión , se salvó lo útil del fuero, mantener [a autonomía fiscal y administrativa (J. Don ézar: La primera burguesia liberal navarra) . A partir de 1850 -y hasta 1960 aproximadamente- la economía navarra pro siguió bajo moldes tradicionales. Entre aquella fecha y 1935, aun cuando la agricultura de­ sarrolló una gran capacidad de modernización, llegando a superar con prontitud la crisis finisecular, los ínfimos avances en la industria convirtieron a la provincia en mera suministradora de alimentos y fuerza de trabajo a [as zonas más indu strializa­ das del país . (D. Gallego: Algunas reflexiones sobre la evolución de la agricultura na­ varra desde mediados del siglo X1X a 1935). Otro punto de interés es el concerniente a los movimientos sociales de la primera mitad del presente siglo. ¿Por qué los movimientos socialcatólicos consiguieron una base social fuerte y capaz de ser movilizada para un proyecto contrarrevolucionario sin paliativos posibilistas, por medio de la ruptura violenta? (M. Tuñ ón de Lara: Na­ varra en los movimientos sociales de la Historia contemporánea de España). Dos co­ municaciones profundizan en el contenido ideológico del sindicalismo católicosocial asentado sob re el carlismo y en abierta oposición contra el liberalismo y al socialis­ mo (l.M . Pejenaute: La Federación Católico Social Navarra y los partidos poltticos del momento, 1910-/6; S. Carrasco : Los sindicatos católicos libres en Navarra, 1915-23). Un autor destaca la paz social reinante en Navarra, con una clase obrera bien pagada y protegida (A. Soto: Las relaciones laborales de los trabajadores indus­ triales en Navarra, 193/-35). En contraposición, otro relata la repercusión de la re­ volución de octubre de 1934 en Navarra (E. Majuelo: Nafarroan 1934ko Urriaren Iraultzari Buru zko zertzetada batzu} y otro se centra en la conflictividad social en base a un ejemplo local de monopolización de las tierras comunales (J . J . Madoz: Los comunes de Cáseda a partir de la dictadura de Primo de Rivera) . Todo ello no obsta para que, en definitiva, pueda hablarse de una yuxtaposición y confluencia en julio de ]936 entre la insurrección militar y el levantamiento popular. (A. Pascual: Navarra 1936 ¿insurrección militar y /o levantamiento popular?) En el capítulo de instituciones [as relaciones Navarra-Estado ocupan un lugar cen­ tral. Para Esarte el Decreto Ley de 4 de noviembre de 1925 y el Convenio económico de 1927 supusieron una dism inución efectiva de la autonomía foral en cuanto que el primero permitió la aplicación del Estatuto municipal de Calvo Sotelo a los ayunta­ mientos navarros y la merma consiguiente de las facultades de Diputación, y el se­ gundo equivalía a la pérdida de la jurisdicción reglamentaria navarra en materia de contribuciones, rentas e impuestos, así como el reconocimiento al Estado de la po­ testad de imponer sus propios tributos en Navarra. (P. Esarte : Las relaciones de Na ­ varra con el Estado en la época de Primo de Rivera). Por su parte, Loperena y Raz ­ quin describen las características y poderes de las instituciones navarras a lo largo de la historia -llegando hasta la LORAFNA de 1982- en su relación con el poder central _..- - - - ­-----,-------- -- - - -- (D. Loperena-M. Razquin: Fuentes normativas de las instituciones de Navarra a lo largo de la historia) . Sobre esa ley y sobre el Amejoramiento de nuestros días, más críticamente ataca Larumbe a los seguidores de la teor ía de la " peculiaridad foral" , concluyendo que "la organización institucional de Navarra es igual a la de cualquier ot ra Comunidad Autónoma" y que incluso "el procedimiento seguido en la elabo­ ración y tramitación del Amejoramiento , no tiene respaldo constitucional" (K . La­ rumbe: Notas juridicas sobre /a Ley Orgánica 13//982 de 10 de agosto). FERNANDO MIKELARENA PEÑA - ­