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Publicación oficial de la
Federación Psicoanalítica de América Latina
Volumen 5, Año 2004
Luis B. Cavia 2640 apto. 603 Montevideo - C.P. 11.300 - Uruguay
Tel: (5982) 707 7342
Telefax: (5982) 707 5026
E-mail [email protected]
Página web: www.fepal.org
Revista
Latinoamericana
de Psicoanálisis
Diseño Gráfico: Estudio Conci/Melnizki
[email protected]
Impresión:
Latingráfica SRL
Rocamora 4161, Buenos Aires
sgbrint falta dirección
<Gloria: conseguir>
© Federación Psicoanalítica
de América Latina (FEPAL)
Índice
6
7
8
9
INSTITUCIONES PSICOANALÍTICAS COMPONENTES DE FEPAL
COMISIÓN DIRECTIVA 2002-2004
COMISIÓN FISCAL
COMITÉ EDITOR
CONSEJO CONSULTOR
EDITORIAL
Gloria Gitaroff
11
PALABRAS DEL PRESIDENTE
Serapio Marcano
de los tiempos actuales
17
¿Qué sujeto para el siglo XXI?
Articulaciones entre lo íntimo y lo público
Marcelo Viñar (Asociación Psicoanalítica del Uruguay)
Esboço para uma cena primária e para uma
cena analítica no início do séc XXI
Introducción al Foro electrónico preparatorio al XXV Congreso de FEPAL
Problemas clínicos en el abordaje de la sexualidad
Marcio de Freitas Giovannetti (Sociedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo)
Analizar en tiempos de agudas crisis sociales
(Argentina 2001)
Raúl Tebaldi - Diana Valenti (Asociación Psicoanalítica Argentina)
Simbolización y sobrevivencia
Introducción al Foro electrónico preparatorio al XXV Congreso de FEPAL
El psicoanálisis en tiempos de conmoción (Vulnerabilidad – Desamparo –
Sufrimiento psíquico)
Fanny Blanck Cereijido (Asociación Psicoanalítica Mexicana - Asociación Psicoanalítica Argentina)
De todos los tiempos: la ética, los valores,
los mitos
Cuando el analista maltrata al paciente
Una perspectiva ética y epistemológica
Reyna Hernández de Tubert (Asociación Psicoanalítica Mexicana)
Los valores en la transmisión teórica en psicoanálisis
Horacio Rotemberg (Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires)
El proceso de separación como origen de los mitos
Marco Antonio Dupont Villanueva (Asociación Psicoanalítica Mexicana)
“Todo un mundo de ensueño...”
Premio Sigmund Freud 2002 (para candidatos) otorgado por FEPAL
Jöelle Hullebroeck (Sociedad Peruana de Psicoanálisis)
4
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 5/ 2004
De la sexualidad
La sexualidad infantil en el contexto freudiano
Raúl E. Levin (Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires)
La masturbación en la niña como expresión de su feminidad
Casilda M. Casado Sastre (Asociación Psicoanalítica Argentina)
Problemática de la sexualidad en la clínica contemporánea
Introducción al Foro electrónico preparatorio al XXV Congreso de FEPAL
Problemas clínicos en el abordaje de la sexualidad
Marta Labraga de Mirza (Asociación Psicoanalítica del Uruguay)
De la técnica, la clínica y la metapsicología
Las tensiones que introduce la técnica de abstinencia
Héctor Ferrari, Manuel J. Gálvez, Jorge Luis Maldonado, Rodolfo Moguillansky, Julio
Moreno, Guillermo Seiguer (Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires)
La interpretación no verbal
Repercusiones de la teoría de la mente modular
Andrés Guillermo Castaño Blanco (Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires)
Estruturação psiquica de crianças consideradas como “produção
independente” pela mãe
Teresa Rocha Leite Haudenschild (Sociedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo)
Procesos terciarios
Premio FEPAL 2002
Rubén Zukerfeld - Raquel Zonis de Zukerfeld
(Asociación Psicoanalítica Argentina - Sociedad Argentina de Psicoanálisis)
Problema metapsicológico de la frecuencia de sesiones
Introducción al Foro electrónico preparatorio al XXV Congreso de FEPAL
La construcción del espacio psicoanalítico en la clínica de hoy
Norberto C. Marucco (Asociación Psicoanalítica Argentina)
Del psicoanálisis de niños y adolescentes
Construçoes da temporalidade no desenvolvimento normal
Premio Psicoanálisis de Niños y Adolescentes 2002, otorgado por FEPAL
Ingeborg Bornholdt (Sociedade Psicanalítica de Porto Alegre)
Requisitos para la publicación de artículos
EN LA REVISTA LATINOAMERICANA DE PSICOANÁLISIS
Requisitos para a publicação de artigos na
REVISTA LATINOAMERICANA DE PSICOANÁLISIS
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 5/ 2004
5
COMISIÓN DIRECTIVA 2002-2004
Presidente
Serapio Marcano
(Sociedad Psicoanalítica de Caracas)
Secretaria general
Adriana Prengler
(Sociedad Psicoanalítica de Caracas)
Tesorero
Fernando Gómez
(Sociedad Colombiana de Psicoanálisis)
Coordinador científico
Fernando Grinberg
(Sociedad Psicoanalítica de Mendoza)
Coordinador del Departamento de Niños y Adolescentes
Guillermo Carvajal
(Sociedad Colombiana de Psicoanálisis)
Director de Sede
Álvaro Nin
(Asociación Psicoanalítica del Uruguay)
Directora de Publicaciones
Gloria Gitaroff
(Asociación Psicoanalítica Argentina)
Directora del Consejo Profesional
Norah Gramajo Galimany
(Asociación Psicoanalítica Argentina - Asociación Psicoanalítica Mexicana)
Director de Comunidad y Cultura
Luis Antônio Bocchino de Toledo
(Sociedade Brasileira de Psicanálise de Ribeirão Preto)
COMISIÓN FISCAL
Pedro Gomes de Oliveira Lopes Jr.
(Sociedade Brasileira de Psicanálise do Río de Janeiro)
Mauro Gus
(Sociedade Psicanalítica de Porto Alegre)
Carlos Rozensztroch
(Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires)
COLABORADORA DE LA COMISIÓN DIRECTIVA
Coordinadora de la página Web FEPAL
Susana García
(Asociación Psicoanalítica del Uruguay)
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 5/ 2004
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COMITÉ EDITOR
Gloria Gitaroff
Editora
Leticia Glocer Fiorini
Secretaria
Roberto Doria Medina Ponce
Asesor (Asociación Psicoanalítica Argentina)
Integrantes
Graciela V. Consoli
Adriana Guraieb
Cecilia Lauriña de Greco
María Cristina M. de Cipolatti
(Asociación Psicoanalítica Argentina)
CONSEJO CONSULTOR
Soraya Aparicio Turbay: Sociedad Psicoanalítica Freudiana de Colombia IPA – FEPAL - Vera Lucía Benchimol de Faría: Sociedade Psicanalítica do Rio de Janeiro (Río 1) - Daniel Biebel: Sociedad Argentina de Psicoanálisis - Hannah
Bitran: Asociación Psicoanalítica Chilena - Telma Barros: Sociedade Psicanalítica de Recife - Teresa Bolaños: Sociedad Peruana de Psicoanálisis - José Calich: Sociedade Psicanalítica de Porto Alegre - Marcia Cámara: Grupo de
Estudos Psicanalíticos do Mato Grosso do Sul - Beatriz de León de Bernardi: Asociación Psicoanalítica del Uruguay
- João Baptista França: Sociedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo - Pedro Gomes de Oliveira Lopes Jr.: Sociedade Brasileira de Psicanálise do Rio de Janeiro - Mariano Horenstein: Asociación Psicoanalítica de Córdoba Leila T. Guimarães: Grupo de Estudos Psicanalíticos do Mato Grosso do Sul - Gustavo Jarast: Asociación Psicoanalítica Argentina - Gildo Katz: Sociedade Brasileira de Psicanálise de Porto Alegre - Raúl Levin: Sociedad Argentina
de Psicoanálisis - Heloísa Lemos: Grupo de Estudos Psicanalíticos Río 3 - Rafael López: Asociación Venezolana de
Psicoanálisis - Martha Maria de Moraes Ribeiro: Sociedade Brasileira de Psicanálise de Ribeirão Preto - José Nepomuceno: Sociedade de Psicanálise de Brasília - Ana Parra: Asociación Psicoanalítica de Córdoba - Juan Vives:
Asociación Psicoanalítica Mexicana - Álvaro Rey de Castro: Sociedad Peruana de Psicoanálisis - Alejandro Támez
Morales: Asociación Regiomontana de Psicoanálisis - Ana Teresa Torres: Sociedad Psicoanalítica de Caracas - Jorge Velasco: Sociedade Psicanalítica de Pelotas - Ricardo Yamin: Sociedad Colombiana de Psicoanálisis.
Correctora de español
Marta Castro
Correctora y traductora de portugués
Beatriz de Alcántara Lima
Corrección del inglés
Thesaurus Traducciones
Secretaria ejecutiva
Silvia Bechler
Secretaria administrativa
Thais Marcano
Las opiniones vertidas por los autores son de su exclusiva responsabilidad.
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Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 5/ 2004
EDITORIAL, Gloria Gitaroff*
Estimados colegas:
Entregamos hoy este número de la Revista Latinoamericana de Psicoanálisis, al tiempo que queremos compartir con ustedes la propuesta editorial que nos
planteamos al iniciar nuestra tarea de edición.
Pensamos que, por tratarse de la publicación oficial de la Federación
Psicoanalí-tica de América latina, y en consonancia con el tema del XXV Congreso de
FEPAL,1 sería importante que desplegara un panorama de las preocupaciones teóricas,
metapsicológicas y clínicas que conmueven actualmente a los psicoanalistas
latinoamericanos.
Un modo de lograrlo hubiera sido realizar una convocatoria a los miembros
de las 26 organizaciones que componen la Federación para que escribieran sobre
estos temas en particular, pero elegimos un camino diferente y, si se quiere, más incierto, dejando a la libre elección de los colegas el tema a presentar, como un modo de descubrir por dónde pasan sus intereses y preocupaciones, al comunicarlos
en la actualidad de su escritura.
Nos encontramos con que precisamente fueron los autores, con el desarrollo
de sus ideas, quienes guiaron la compaginación de la Revista, ya que nos proporcionaron los hilos conductores para agrupar los trabajos de modo de formar un todo coherente. Pudimos ver, asimismo, que los denominadores comunes para la mayoría de los trabajos son la renovación en el planteamiento de los problemas
psicoanalíticos, sin desconocer la presencia freudiana y de sus continuadores, y
una mayor inclusión, en sus teorizaciones y en su clínica de la realidad material,
que la que se daba en otras épocas. Se trata, sin duda, del tinte peculiar que otorga a
nuestra disciplina el hecho de contar con más de un siglo de fecunda existencia, y
de transitar por los albores del convulsionado siglo XXI.
Dado que parte de los trabajos respondían específicamente a una reflexión
psicoanalítica sobre nuestro tiempo, acerca de la compleja y particular realidad que
nos toca vivir y de los desafíos clínicos que ésta nos propone, los hemos reunido bajo
el tema: "De los tiempos actuales". El siguiente título, "De todos los tiempos",
abarca los temas clásicos, los que se refieren a la ética, los valores, los mitos. Otros
trabajos se alinean alrededor del tema princeps "De la sexualidad". Por último, bajo
el título "De la clínica, la técnica y la metapsicología", están reunidos aquellos que
buscan hoy enriquecer, desde su propia perspectiva, el instrumento psicoanalítico,
junto a los que continúan indagando sobre la indispensable metapsicología. En
cuanto al procedimiento de evaluación, los textos enviados por los colegas fueron
leídos por evaluadores y, en algunos casos, cuando se requerían conocimientos
específicos, también por miembros del Consejo Consultor, respetando el sistema del
doble anonimato.2
* Directora de Publicaciones de FEPAL
1
El psicoanálisis en Latinoamérica hoy - Teoría y practica en tiempos de crisis XXV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis 26 al 29 de sep
tiembre de 2004, Guadalajara, México
2
El sistema del doble anonimato consiste en mantener en reserva los nombres de los evaluadores de un trabajo para el autor y, reciprocamente,
el de este para sus evaluadores
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Editorial, Gloria Gitaroff
Entre todos los que resultaron aceptados, consideramos necesario hacer una
nueva selección, esta vez atendiendo a una distribución equitativa y proporcional
al número de trabajos enviados por las distintas Sociedades cuyos miembros respondieron a nuestra convocatoria. Cuando se consideró conveniente, la tarea de
edición incluyó sugerencias o diálogo con los autores, sobre la base de los comentarios escritos por los evaluadores.
Otra forma de consonancia con el Congreso ha sido incluir en el contenido de
la Revista, en forma conjunta con Susana García, coordinadora de la página Web y
los Foros de FEPAL, algunas introducciones a los Foros científicos electrónicos de
FEPAL, textos intensos en su brevedad, concebidos como motivadores de las discusiones previas al Congreso, realizadas en la página Web. Quisimos así dejar registrada en estas páginas, en alguna medida, esta valiosa y nueva forma de propuesta de intercambio de ideas acorde con la realidad electrónica.
Por último, y en cuanto forma parte de la distinción recibida, se han publicado los trabajos premiados por FEPAL en 2002, con la característica de no haber sido agrupados debido a tal condición, como es habitual, sino incorporados a los títulos mencionados (o con un título propio, como el de "Premio Psicoanálisis de Niños y Adolescentes").
La entrega de esta Revista coincide con la despedida de la Comisión Directiva
2002-2004, de la que tuve el placer de formar parte y a la que le correspondió ser,
desde la creación de FEPAL en 1980, la primera cuyos integrantes, en lugar de residir en un mismo país, como había sucedido hasta entonces, estuvimos diseminados
a lo largo de la vasta geografía de Latinoamérica. La experiencia fue muy grata. Los
abundantes mails, las reuniones semanales en un salón de chat y un puñado de oportunidades para encuentros personales se desarrollaron en un clima especialmente
amistoso y democrático. A su presidente, Serapio Marcano, a Adriana Prengler, secretaria general, y demás colegas de la Comisión Directiva, mi reconocimiento por
el afectuoso apoyo que me brindaron en las tareas propias de mi función.
Quiero agradecer la colaboración de Roberto Doria Medina, en su condición
de asesor, y de los miembros del Consejo Consultor. Mi reconocimiento también
a Leticia Glocer Fiorini, que trabajó estrechamente conmigo, a las integrantes del
Comité Editor, Graciela V. Consoli, Adriana Guraieb, Cecilia Laurina y María
Cristina M. de Cipolatti, a Olga Varella Tello, que supervisó la impresión en
Guadalajara, así como a nuestra secretaria ejecutiva, Silvia Bechler.
Los invitamos a leer este número de la Revista y esperamos que encuentren
que nuestra propuesta editorial ha sido lograda en buena parte, y que hemos podido dar cuenta del pensamiento psicoanalítico latinoamericano, de la
representatividad de las distintas Sociedades en la medida en que sus autores nos
hicieron llegar sus trabajos, y de la realidad actual latinoamericana, bajo el prisma
del psicoanálisis, nuestra común vocación.
10
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6'2004
PALABRAS DEL PRESIDENTE, SerapioMarcano
EL psicoanálisis en Latinoamérica hoy:
Teoría Y práctica en tiempos de crisis
La Comisión Directiva de FEPAL, a través de la Dirección de Publicaciones,
bajo la conducción de Gloria Gitaroff, está cumpliendo el mandato de su máxima
autoridad, la Asamblea de Delegados, en cuanto a establecer un criterio uniforme,
de aquí en adelante, para la presentación de su órgano editorial oficial, la Revista
Latinoamericana de Psicoanálisis. A través de ella se divulgarán los pensamientos
psicoanalíticos contenidos en los trabajos de aquellos autores que han sido seleccionados para su publicación. El darle un carácter estandarizado, de acuerdo con
las normas internacionales, hace que nuestra Revista se constituya en una fuente de
referencia seria y confiable.
Siguiendo un cierto criterio editorial que viene de la administración anterior,
la Revista recoge las ideas psicoanalíticas que se relacionan de una manera u otra
con el tema central del Congreso y con sus propuestas afines, es decir, con las teorías, clínicas y prácticas psicoanalíticas que tienen que ver con un mundo en tiempos de crisis y conmoción social en el comienzo del siglo XXI.
Busquemos descubrir en los textos aquí presentados:
a) ¿Qué teorías y qué prácticas se hacen presentes en las producciones psicoanalíticas latinoamericanas en los comienzos de este siglo XXI?
b) ¿Están estas teorías y prácticas en consonancia con las transformaciones
que vive la cultura de una manera vertiginosa en su pasaje de la modernidad a la
posmodernidad?
c) ¿Qué puede permanecer, en los tiempos actuales, de las prácticas, de las
estructuras clínicas y de las teorías metapsicológicas establecidas a través de los
tiempos y cuáles son las nuevas propuestas que deben incorporarse dentro del espectro con que pensamos y accionamos en nuestro oficio? Uno de los retos que
enfrentamos los psicoanalistas es problematizar las tesis psicoanalíticas bien establecidas para tratar de crear nuevas síntesis. De hacerlo así, seguiríamos el modelo que presentó el psicoanálisis al conocimiento científico del siglo XIX,
cuando cuestionó lo que estaba bien establecido dentro de una psicología
fundada en la conciencia, demostrando, mediante el descubrimiento de la
importancia de los procesos inconscientes, que era posible una nueva propuesta,
llamada metapsicología, para pensar el funcionamiento de la mente y explicar la
conducta humana.
d) ¿Cuáles son las condiciones de constitución del sujeto humano que pueden ser descifradas a través de los discursos que se dan en la intimidad del espacio
analítico? ¿Es posible seguir sosteniendo que al develamiento de los procesos de
inconscientización sólo se puede acceder a través de un psicoanálisis centrado en
la palabra como definitoria de su práctica, o hay que explorar la creación de nuevos territorios psicoanalíticos metapsicológicos, clínicos y prácticos donde también
la acción, que muchas veces invade el campo psicoanalítico y produce intensas y
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Serapio Marcano
particulares transferencias y contratransferencias, regresivas y narcisistas, puede
ser incorporada como una nueva forma de acceder a lo vivido no recordado? Pero
también como medio o instrumento para construir nuevos espacios psíquicos que
nunca tuvieron ocasión de constituirse.
Cuando nos hacemos esta pregunta, siempre recordamos al Freud que en Recuerdo, repetición y elaboración nos hablaba de los pacientes que en el análisis repiten en lugar de recordar, y al del Esquema del psicoanálisis cuando nos decía que:
"Hay algunos analizandos que han permanecido tan infantiles, que aun en el análisis, sólo es posible tratarlos como a niños". Sigo pensando que la relectura cuidadosa de la obra freudiana continúa siendo un semillero de posibles futuros desarrollos
de nuestra disciplina, como lo ha sido hasta ahora para aquellos que han presentado
nuevas propuestas. Quizás entonces podamos incorporar al psicoanálisis, de una manera fundamentada, lo que hasta ahora se ha considerado, incluso peyorativamente,
como psicoterapia. Es preocupante que en muchos institutos psicoanalíticos, cediendo a la presión que se ejerce desde lo externo social, se tienda a suministrar a los
analistas en formación una lectura informativa y recortada de la obra de Freud, en
vez de adentrarse en sus textos para pensarlos de una manera crítica y reflexiva, no
dogmática sino, por el contrario, abierta al descubrimiento de lo que allí quedó en
germen, para que pueda desarrollarse a partir del develamiento de las contradicciones que encierra.
e) ¿Cómo nos ubicamos, en tanto psicoanalistas latinoamericanos, en particular, y miembros de un mundo globalizado, en general, frente a la irrupción vio
lenta, muchas veces traumática, a veces catastrófica, de los hechos sociales en la
mente de los analizandos, en nuestro trabajo con ellos, en nuestras vidas privadas
y en nuestro mundo interno?
A esta pregunta no puedo sino reaccionar con una serie de nuevas preguntas,
que, reconozco, encierran una serie de respuestas o, si se quiere, una toma de posición. ¿Es posible sostener una práctica sin preguntarnos acerca de nuestra constitución como sujetos en nuestros procesos históricos particulares en una interacción
permanente con los procesos históricos sociales regionales y globales que nos constituyeron y continúan haciéndolo? ¿Cuál es la ideología acerca del sujeto humano
que subyace en nuestra práctica? ¿Es posible sostener hoy en día el postulado de un
analista totalmente abstinente y neutral como ideal del análisis que se adscribe al llamado psicoanálisis clásico, que ni el mismo Freud practicaba? ¿Es posible un analista sin ideologías? ¿Cómo se procesan, en la práctica analítica, estas vivencias
constitutivas para intentar sostener nuestro discurso dentro de lo que sería el vértice
específico psicoanalítico? En todo caso, ¿qué es lo que define a este último para diferenciarlo, siguiendo a Bion, de los otros vértices con los que podemos operar dentro de nuestra práctica?
f) Es pertinente también examinar en los textos de qué manera los hechos
sociales inciden en los vínculos familiares, en las funciones que ejercen los padres
y las madres, como transmisores de los determinantes histórico-sociales, en la
creación, dentro de la mente, de la psicosexualidad en estos tiempos posmodernos,
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Palabras del presidente
en los cuales han variado los valores y los roles adjudicados al sexo biológico y
que ahora se estudian a través del novedoso concepto de género, con sus prescripciones y proscripciones generales y particulares tanto en la identidad como en la
elección de objeto sexual. ¿Cuáles son los cambios que se fueron dando a lo largo del siglo XX, con los que entramos en el siglo XXI en relación con la moral
sexual cultural y que tienen incidencia en la "nerviosidad actual"? ¿Cómo
inciden los cambios en los modos y en los medios de comunicación social de la
actualidad, con sus propuestas invasivas de goces sexuales virtuales, en la
creación de una nueva moral sexual cultural? ¿Tiene que ver todo esto con una
nueva propuesta de goce vinculada a un modo de funcionamiento signado por la
satisfacción inmediata, con una temporalidad más propia de los procesos
primarios y la búsqueda de gratificaciones narcisistas? ¿Podríamos decir que la
cultura de los tiempos actuales está basada en el narcisismo y que, por lo tanto,
sus propuestas de constitución de sujetos se realizan a partir de su modo
dominante de funcionamiento?
Finalizaré diciendo que sé, a partir de mi propia experiencia, que interrogarnos acerca de nuestros lugares comunes equivale a problematizarnos, y que ello
nos saca de una posición confortable. Pero creo que cualquier texto, sea en forma
de revista, de libro, o a través de otros medios, como los foros electrónicos, que
se ofrezca para ser compartido con los lectores, debe esperar ir más allá de cumplir una mera labor informativa: transformarse en fuente de conocimiento. Para
que los lectores logren este objetivo, que también es el de nuestra Revista, debemos intentar suspender las preferencias que, hondamente arraigadas en nuestra interioridad, nos dominan. Si lo logramos, podremos ir resolviendo las contradicciones en conflicto en un intercambio dialéctico que nos permita extraer nuevos conocimientos, lo que equivale a extraer más vida.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
De los tiempos actuales
Marcelo Viñar
Asociación Psicoanalítica del Uruguay
¿QUE SUJETO PARA EL SIGLO XXI?
Articulaciones de
lo íntimo y lo público*
1. Mi pretensión (sin duda no exenta de una cierta dosis de soberbia y vanidad) es que mi conferencia no sea sólo una comunicación académica, sino que logre cierta afinidad, en su texto o su textura, con lo que de ordinario ocurre en una
sesión analítica. Y que a partir de un pretexto cualquiera (en este caso, una ocurrencia mía) podamos debatir opiniones o posiciones en la Torre de Babel del psicoanálisis actual: algunos de los problemas candentes de la práctica, la reflexión y la
transmisión psicoanalítica hoy en día.
Como todos saben, el oficio de analista es sedentario, y por el colesterol y los
triglicéridos, los analistas viejos solemos caminar, antes o al final de la consulta. Momento privilegiado de itinerancia, no sólo en el aparato locomotor (huesos y músculos), sino en la mente, privilegiando la actividad del fantasear, del sueño diurno. Allí
ocurrió lo que sigue: Yo estaba concernido o preocupado por el intercambio didáctico en México. En mi mente, el diálogo imaginario amistoso, pero también un poco
paranoico, con Griselda Sánchez y Juan Tubert, más o menos así: "Ellos me van a decir que yo escoja el tema y yo quiero que me orienten, que me digan...". Extraños los
caminos de la mente... Inesperadamente, a continuación, sin saber ni cómo ni por qué,
sin continuidad lógica aparente, me invadió un recuerdo de la infancia, localizable en
esos tiempos brumosos del comienzo del pensar, donde realidad y ficción no tienen
bordes netos. En verdad, radicalmente nunca los tienen, realidad y ficción carecen de
fronteras netas toda la vida.1,2,3Pero allí, en el comienzo de la mente y la infancia de
Dirección del autor: Joaquín Núñez 2946, CP 11300 Montevideo, Uruguay. E-mail: [email protected]
'Trabajo presentado en el Intercambio Didáctico FEPAL, Asociación Psicoanalítica Mexicana, marzo de 2003.
1
Habermas, J. El futuro de la naturaleza humana. Creer y saber, Paidós, Barcelona, 2002. Publicado también en Relaciones N° 221, diciembre de 2002.
2
Freud, S. "Por desdicha (?) rara vez se es imparcial cuando se trata de las cosas últimas de los grandes problemas de la ciencia y de la vida." En:
Más allá del principio del placer.
3
Feyeraband, P. La conquista de la abundancia, Paidós, Barcelona, 2001. "Parece estar más próximo a los hechos y a la naturaleza humana un plu-
ralismo ontológico (o epistemológico). La ciencia no es hoy una unidad coherente, sino un contingente de muchas opiniones, procedimientos,
hechos, principios. Aquellos que aún creen en un mundo uniforme y no quieren perder o romper la conexión con su experiencia, verán en la diversidad apariencias confusas de una realidad que nunca podrá ser conocida. Hay otras personas que prefieren los enfrentamientos constantes a una
paz sepulcral. La pregunta sobre lo que es real y lo que no lo es (falso y verdadero) carece de respuesta."
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6/ 2004
Marcelo Viñar
las cosas, la fusión y confusión son totales. No sé tampoco entonces cuánto hay del
recuerdo original y cuánto de racionalización ulterior.
El recuerdo infantil que emergió en mi mente fue éste: En la Sal Cerebos (era
una marca comercial) estaba impresa la estampa de un niño corriendo un ave con
el brazo extendido. Y la moraleja de esta imagen era la siguiente: "Podrás capturar
la gallina cuando le pongas sal en la cola..."
Nunca supe la razón por la que la imagen de la Sal Cerebos -aún la veo- me
inquietaba. Hoy, que soy culto y adulto, me doy cuenta de que ese gesto es una metáfora festiva de lo imposible, una asíntota de lo inalcanzable. Y en ese sentido materializa la idea del no-todo central en la teoría de la castración. En aquella época
infantil, la historia de la Sal Cerebos me turbaba e inquietaba: me parecía estúpida
porque no la entendía... ¿o no la entendía porque yo era estúpido? Esta duda -sobre mi estupidez- me aterrorizaba e inhibía de hacer preguntas aclaratorias, y el tema de capturar la gallina me acuciaba de tanto en tanto con recurrencia.
En todo caso, la Sal Cerebos no era sal común. La ciudad de mi infancia era
muy húmeda y la sal común se hidrataba y compactaba, volviéndose inservible; sólo
la Sal Cerebos, por su envase o algún aditivo, permitía la dosificación exacta. Por eso
mi madre la apreciaba y la cuidaba. Decía que había que cerrarla con cuidado para
que no se humedeciera, porque era cara. Y eso ¿qué tendrá que ver con el chamaco
(chiquilín) del envase comercial, corriendo la gallina, si le echas sal la alcanzas?...,
¡pero ningún niño alcanza gallinas volando! Metáfora de una meta inalcanzable;
pero también del gesto, del movimiento esperanzado, ingenuo, de que ese imposible
se lleve a cabo por un instante, aboliendo el sentido de realidad, el sentido común,
la sensatez. Porque sólo con sensatez y sentido común los hermanos Wright no
hubiesen inventado la aviación. Quizás el gesto, el movimiento de arrojo: volar,
erección, deleite, me deslumbraban como yo quiero hacer ahora con ustedes.
¡Qué confesión bochornosa!
Pionero, descubridor, ese momento en que está a punto de producirse lo imposible... Aprehender la presa, momento fugitivo y totalidad perenne conjugados
en un instante. Un reverso de megalomanía ante el desamparo de la página en blanco. De no tener tema para mi conferencia.
¿Cuál será la dosis exacta entre principio de realidad y delirio (o sueño diurno), entre la mesura adaptativa de la razón y la desmesura del deseo o la pulsión?
¿Habrá un punto "ideal" de equilibrio entre uno y otro? ¿O lo normal (en el análisis y en la vida) es que estemos siempre en el exceso, o de razón o de locura? En
todo caso, esa vacilación u oscilación me ocurre diariamente escuchando a mis pacientes, o escuchándome en el divagar interior. La razón aristotélica, la racionalidad ordinaria no son lo más suculento de la experiencia freudiana; es en sus bordes
borrosos donde nos enganchamos y sumergimos. La realidad que se actualiza en la
sesión está bien definida cuando Freud establece el isomorfismo entre la mente del
neurótico, la del niño y la del primitivo. Pensamiento animista de la libre asociación y la atención flotante..., pero cumplir esta consigna... ¡Dios me salve! Paradoja de la mente en sesión entre racionalidad y disparate.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6 2004
¿Qué sujeto para el siglo XXI?
La imagen de la Sal Cerebos -recuerdo encubridor- me sirve de puente entre
una preocupación actual -adulta, consciente, razonable-, mi preocupación por la conferencia y un espacio infantil de omnipotencia y megalomanía. Su "efecto terapéutico" fue romper el bloqueo ante la página en blanco, poner en marcha el deseo de la
escritura y delimitar un área temática: un enésimo retorno al tema de los orígenes.
Lo que importa no es tanto el contenido de las respuestas, la validez de la mía
o de las mil otras que ustedes o yo podemos inventar. Lo que importa es que para
un niño, mejor dicho, para una mente infantil, es decir, de alguien que tiene cuatro
o cuarenta años y está en análisis, allí muerde un enigma a veces trivial, que se sostiene en el tiempo, que se atasca, que nos atrapa y molesta. Que exige respuestas,
que poco a poco deslizan desde la curiosidad infantil hasta la investigación científica, desde el devaneo hasta la teorización.
Ustedes, perspicaces, creerán que yo hablo de mi mamá, no de la Sal Cerebos, pero en verdad yo he superado mis apetencias incestuosas; apenas me queda
el mate, como reliquia del pecho materno y eterno, colmando en la regresión oral
la dura ley de la cultura. Agarrar "la cola" de la gallina era mi manera de tramitar
mi curiosidad sexual y el enigma de dónde vienen los niños, formulación que, de
tan sabida, se vuelve banal.
En verdad, todo esto es artificio de escritura, porque el recuerdo de la Sal Cerebos, en los albores de mi conciencia, enuncia una metáfora para aludir a nuestra
fascinación por capturar los orígenes, en concomitancia con lo imposible o inalcanzable de aprehenderlos. Es el gesto inacabado, el movimiento que se despliega y no
concluye, prosigue hacia una asíntota que axiomáticamente nunca llegará.
La libre asociación y la atención flotante son el pan nuestro de cada día, la
regla de oro para promover un pensar analítico. Es una rutina que amenaza hacernos naufragar en la puerilidad y la tontería. Salvo que, de tanto en tanto, brote de
ella un chispazo de sagacidad, de lo cotidiano trivial a una teorización que el paciente puede usar para promover su insight si el analista lo ayuda, que el analista
puede usar para entender una pizca más de cómo funciona la mente, si el paciente
lo ayuda. Un laberinto donde hay zonas desérticas y otras creativas, a la medida de
cada uno. Así pienso hoy la experiencia de análisis.
Entre la inmediatez cotidiana de la sesión y el hallazgo hay un itinerario más o
menos bizarro de situaciones cercanas o distantes que, por reiteración e insistencia,
van configurando los núcleos donde actúan las compulsiones a la repetición. Es el paciente recorrido de ese itinerario lo que diferencia el insight bipersonal (o la fantasía
básica del campo) del eureka de una falsa revelación. Es en ese camino donde se trueca el círculo de la repetición por la espiral de la perlaboración. Desde la rutina repetitiva y hasta la comprensión, lo que requiere apartarse y poner una distancia crítica
del suceso traumático, desanudar la tiranía del pasado y abrir al futuro alguna incierta pero nueva posibilidad, fabricar nuevos vínculos posibles para el futuro.
2. Mi tema será, pues, preguntarnos con qué noción de sujeto trabajamos en
la sesión y -entre permanencia y cambios- preguntarnos en qué las premisas freuRevista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6/2004
Marcelo Viñar
dianas son suficientes y en qué, falentes para pensar al sujeto del tercer milenio.
Menuda ambición. Quisiera que mi plática trajera preguntas y problemas para pensar, no respuestas, y menos respuestas dogmáticas y de escuela.
Yo creo -y es algo que por tan obvio y sabido puede dejarse de lado- que los
psicoanalistas pensamos a la infancia y a la sexualidad infantil como el inicio de
las cosas. Donde comienzan los desacuerdos es en el estatuto a dar a este horizonte
fundador y al lugar de ese pasado. Dos posturas epistemológicas -con sus efectos
en la práctica y en la reflexión- vienen de la bifurcación o superposición de un
enfoque naturalista y de otro estructuralista.
A. En el comienzo, Freud adhería a los axiomas de la ciencia positiva, en la
ilusión de mirar el mundo tal cual es y con los criterios de causalidad vigentes en
el mundo de la naturaleza. Mutatis mutandis, y llevando esta lógica a nuestro campo
teórico-clínico, los fieles a Freud y Klein creíamos que en las relaciones de objeto primarias en ese tiempo infans de los inicios (en lo early, lo precoz o lo arcaico) estaba
el cogollo de la personalidad y la psicopatología, la causa prima de las cosas.
Este criterio genético-evolutivo, desarrollista, este principio de continuidad
genética presente en Freud desde los comienzos (y sacralizado en un artículo clásico de Paula Heimann4), sanciona que el antes es causa del después, que lo más
arcaico y primario es lo más "veraz" y que los padecimientos actuales tenían un
origen en aquello. Una relación de causa-efecto casi como la del genotipo al fenotipo, como en la frase del poeta: "de aquellos polvos vendrán estos lodos", de un
potrillo sólo saldrá un caballo y el olmo no dará peras. Una fijeza temporal y causal que ordena determinismos predictibles.
Un aparato psíquico que madura por estratificación, como las láminas de la
cebolla en la leyenda de Peer Gynt. Las fases del desarrollo psicosexual ordenan
una secuencia retro-anterógrada, donde caben la regresión y la fijación, donde se
va de lo primitivo a lo actual, con la fijeza determinística y la predictibilidad que
pedía la cientificidad de esa época. La lectura estructuralista cuestiona esta
direccionalidad.
B. La conmoción o subversión lacaniana, dice Jean Laplanche, es introducir
la estructura, el orden simbólico, allí donde regía la observación genético-evolutiva
(la que empuja la escena analítica a los criterios de objetivación de las ciencias
naturales y, tarde o temprano, a su medicalización).
Desarrollo y/o estructura son desde entonces dos ejes heterogéneos para
inscribir la comprensión de la constitución del sujeto psíquico en la experiencia
analítica: un intervalo que no se puede suturar entre "verdad objetiva" y "verdad
histórico-vivencial". Los criterios de causalidad y de prueba y evidencia no tienen común medida en ambos referentes porque apuntan a metas distintas. El descubrimiento de algo que ya está allí, objetivable, es la meta de la ciencia natural,
4
Heimann, P. Desarrollos en psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1962. 20
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¿Qué sujeto para el siglo XXI?
creando un objeto reificable. Propone un desarrollo integrativo y una culminación de síntesis en una lógica determinista, en su temporalidad y teleología.
Desde una perspectiva estructural, se renuncia a reificar (sustancializar u
ontologizar) el inconsciente, haciéndolo asible como un objeto de la naturaleza, se
renuncia a la perspectiva del saber monológico de las ciencias naturales. En las
ciencias del sujeto no se descubre la cosa tal cual es (la esencia del sujeto es inescrutable, en su naturaleza y atributos); en vez de ello se produce una circulación
dialógica que apunta a ahondar la penetración expresiva, en un tiempo dislocado
de significaciones inestables.
Lo inescrutable del objeto exige más que la observación empírica de hechos e
inferencias. Los fantasmas originarios o las tópicas freudianas modelizan la realidad
de lo que vemos, escuchamos o hacemos de otra manera que el proceso
inductivo-deductivo de la ciencia natural. ¡Es la puerta de entrada al "todo vale"!,
claman los cientificistas. Pero una postura estructuralista debe atenerse a los datos y a
los hechos con tanto empeño y empecinamiento como el más paciente taxonomista;
sólo en la insistencia y en la regularidad brota la capacidad de reconocer el trazo
singular de un sujeto, de cómo "su" edipo es igual pero diferente de todos los edipos,
porque la relación entre el "caso" y el "universal" es de inclusión, no de constancia.
Paul Ricoeur (1969) reafirma las diferencias entre ciencias de la naturaleza y
ciencias humanas. En un paradigma positivista el dato se descubre, en un paradigma interpretativo, se construye. Las ciencias naturales se ocupan de la generalización (son nomotéticas), las humanas, de individualizar (son ideográficas).
Como bien insiste Jean Laplanche (1987), no es una temporalidad lineal, la del
tiempo cosmológico, la del reloj y el calendario, la que importa en la experiencia analítica, sino la temporalización historizante del aprés-coup, que funciona en la causalidad circular de la resignificación, esa que de modo críptico está anticipada desde la
Carta 52 (que desde Lacan ha pasado al estrellato). Una temporalidad circular de la
retroacción y el aprés coup, donde se produce la disyuntiva entre repetición y elaboración. Tiempo laberíntico, dislocado caleidoscopio. La noción de causalidad no es
aquí lineal y determinística. Es la causalidad circular de la resignificación.
Entonces, el antes y el después de la represión originaria, o el trabajo del sueño entre fijeza y diversidad simbolizante, instala dos niveles de funcionamiento
distintos, el consciente-preconsciente y el inconsciente. No es un antes o un después cronológico, sino lógico, que pone a un sujeto ante una angustia traumática,
en la disyuntiva entre la repetición y la perlaboración.
El horizonte infantil no es un pasado hipostasiado y sustantivo, una infancia
biográfica fija de lo que fue, sino una marmita significante, una fuente que
reformula una y mil veces el origen de las cosas propias: el modo en que cada sujeto
singular se inscribe en la estructura. Es un pasado vivo en presente, que llamamos
inconsciente dinámico.
Me releo, y la solemnidad de la teorización me asusta. ¿Cuánto de ella es
mío? ¿Cuánto, un plagio, copia o robo, o simplemente un procedimiento que me sitúa en la cadena de generaciones?
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6/ 2004
Marcelo Viñar
Un trazo mínimo de este movimiento es el que he querido dar con el ejemplo
trivial del inicio: mi preocupación por la Sal Cerebos, surgiendo en la preocupación
actual de un niño que cursa la tercera edad. No hay lógica consciente para articular mi
preocupación actual por un intercambio didáctico de FEPAL con la escena infantil de
la Sal Cerebos. ¿Qué las anuda? Mi hipótesis es que es el tema de la estupidez, sin duda vinculado a la vergüenza (complejo de castración). Indudablemente, ahora -como
entonces- yo no quiero hacer papelones, no quiero hacer el ridículo, y el susto ante la
página en blanco enfrentando el desafío de ¿dictar una conferencia o presentar un trabajo?, y la salida megalomaníaca de compararme con los inventores de la aviación.
¿Con qué criterios de objetividad definimos lo que pasó en mi infancia, en cada infancia? ¿Cuáles son los límites de ficción y realidad? ¿Es la infancia vivida o
pensada? ¿Es la imaginada y temida? Tan difíciles son estas preguntas que han fundado un campo de experiencia disciplinario: la propia experiencia psicoanalítica.
La fascinación por los orígenes ha tomado en el psicoanálisis el nombre de
constitución del sujeto psíquico; captura, tarde o temprano, a cada practicante del
psicoanálisis, a cada autor, a cada escuela. Porque es allí donde se fijan los cimientos o fundamentos y, por lo tanto, se fija la forma del edificio teórico. Allí también
se inician las querellas teóricas, porque en el modo de formular los problemas se
configuran las respuestas; por lo tanto, las divergencias hay que fijarlas en los puntos de partida y no sólo en los desarrollos y resultados.
Después de nuestro origen monoteísta en los trabajos del fundador, muchos
autores posfreudianos han reformulado estas ideas del origen que configuran el elemento referencial de las teorías. Por dar un muestreo: las relaciones de objeto primario y la teoría de las posiciones de Melanie Klein, que prohijaron la parte
psicó-tica de la personalidad y los elementos a y (3 en Bion; la simbiosis y la
indistinción primitiva u originaria en Bleger y Mendilaharsu, la fase del espejo en
Lacan, del pictograma al enunciado y el contrato narcisista en Piera Aulagnier, el
retorno de la represión primaria en Silvia Bleichmar y la desmentida estructural de
Myrta Casas, y las tantas otras que ni siquiera conozco o son inabarcables. ¿Cómo
orientarse en este bizarro y abigarrado panorama del psicoanálisis actual, que
plantea complejos problemas para su enseñanza y transmisión?
3. Si bien el problema de la multiplicidad de teorías en psicoanálisis plantea
problemas apasionantes y difíciles, no tengo ni la competencia ni la vocación para
abordarlos, al menos hoy. He aludido a ellas y hecho su repertorio de modo sumario para sostener que -a pesar de la babelización- todos postulamos la necesidad de
un referente teórico para nuestro quehacer, aunque a veces sea difícil entendernos
y confundamos rigor con dogmatismo, y eclecticismo con cualquier cosa.
Dejo en suspenso este problema nuclear del psicoanálisis -de nuestra
monodisciplina, como dice Sélika Acevedo de Mendilaharsu- para ocuparme de un
problema de los bordes -de la frontera con la interdisciplina, de otras ciencias del
sujeto.
No se trata de tirar por la borda la valiosa y legítima tradición de autores
psicoanalíticos, como tampoco de someterse a un conservadurismo
fundamentalista.
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¿Qué sujeto para el siglo XXJ?
Vale la pena, entonces, el riesgo de asomarse a las fronteras y arriesgar algunas
preguntas. La necesidad de contar con una noción de sujeto en la experiencia
psicoanalítica no admite dudas. ¿Sujeto del inconsciente? El riesgo es atenerse a
que estas nociones sean autosuficientes. La alternativa de ir a otros territorios de
vecindad y fundar una frontera, saber lo que no es espacio psicoanalítico, sirve al
menos como vacuna de explicaciones reductivas o monocausales. ¿No procedió
así Freud con la antropología de su época para producir Tótem y tabú, y con Le
Bon para Psicología de las masas! Yo creo que vale la pena explorar a algunos sociólogos (como Manuel Castells, Todorov, Hobsbawm, Moscovici), historiadores
(como José Pedro Barran, J. P. Vernant, Duby), politólogos... ¡Ay, si la vida y el
tiempo alcanzaran! Creo que es útil confrontarnos con definiciones/caracterizaciones del sujeto tal como se las utiliza en vecinos limítrofes.
Por otra parte, a los psicoanalistas se nos llama a opinar sobre los problemas
de la sociedad: el aborto, la procreación asistida, la violencia, el terrorismo, la
adopción, la corrupción, la filiación en parejas iso-sexuales, el racismo y la xenofobia. ¿Cómo hacerlo de modo autárquico, desde nuestra tribu? O, ¿no tendremos
que aprender a pensar también en la multidisciplina y la interdisciplina?
Para empezar a decirlo de modo simple y casi pueril, ¿cómo articular al sujeto de la experiencia freudiana (en los laberintos de su intimidad) con el sujeto que
anda por el mundo, sumergido en sus vicisitudes cotidianas y las de un mundo inestable y cambiante? ¿Cómo se recorta el sujeto de la experiencia analítica con el que
transita por la vida consciente y sus conflictos ciudadanos? Antonin Artaud dice:5
"Vivimos sobre un odioso atavismo fisiológico, que hace que aun en nuestro
cuerpo, y solos, ya no somos libres, porque cien padres y madres han pensado y vivido por nosotros antes que nosotros. Y lo que podríamos en un momento dado, en la edad llamada de la razón, encontrar de nosotros mismos,
la religión, el bautismo, los sacramentos, los ritos, la educación, la enseñanza, la medicina, se han apresurado a sacárnoslo".
Lo oficialmente específico del psicoanálisis es un eje de comprensión explorado por muchos autores psicoanalíticos, es el del sujeto de la marmita de pulsiones
e identificaciones, buscadores de los objetos en los que anhela la satisfacción. Este
sujeto autárquico recorre desde el sincretismo y la indistinción primitiva (o simbiosis originaria) hasta la discriminación de los objetos y la conciencia de sí mismo,
donde reconoce al objeto como distinto e independiente. Esta dimensión, aunque
importante y necesaria, es la más trillada en la experiencia analítica. (Las nociones
de proyección, identificación proyectiva e introyectiva, son vicisitudes de ese itinerario madurativo.) El riesgo sería confundir la parte con el todo y pensar que esta
perspectiva es exhaustiva. Cierta lectura de Freud y los kleinianos empuja en esta
dirección: afirmación de individuación, mitología de la autonomía del sujeto, del
5
Artaud, A. Histoire vécue d'Artaud-mómo (Historia vivida de Artaud chiflado). Obra completa, pp. 172. (Traducción personal.)
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I
¿Qué sujeto para el siglo XXI?
rentado, sexualidad, ocio y placer, descaecimiento del orden patriarcal y del Estado
nación, para mencionar sólo algunos. Soy consciente de que reúno con rapidez vectores que afectan a veces al sujeto de la intimidad y otras, al de la vida pública, ciudadana. Pero es que esta misma frontera está convulsionada.
Como señala desde la sociología Manuel Castells, la mundialización del comercio y la información ha traído por contraste la exacerbación de los particularismos identitarios étnico-raciales, religiosos o nacionales, y un resurgimiento de los
fundamentalismos.
La libertad de la orientación sexual está actualmente consagrada. La homosexualidad no es hoy ni delito ni enfermedad, y una figura de derecho consagra estas uniones, aunque sin legitimar la descendencia y la procreación asistida.
La profusión e instantaneidad mediática de la globalización llevan a uniformar
estilos discursivos o a un galimatías donde el mundo se vuelve indescifrable. Con la
computadora se puede chatear más con el desconocido de Alaska que con el vecino
de enfrente. Cuando niños, la Segunda Guerra Mundial era lejana, las de Irak e Israel
se nos vienen encima. Sobre todo en las grandes urbes, donde lo local se vuelve anónimo y desleído. El estilo de convivencia se hace furtivo y confunde la plétora y la
carencia. Uno conoce tanta gente que ya no conoce a nadie. Nos presentamos con el
nombre de pila pero sin el patronímico, dando por sentado lo fugaz del contacto.
4. Los cambios son muchos, y más que sumirnos en una contemplación abrumada y nostálgica, nos compete trabajar los hechos nuevos en su impacto sobre la
subjetividad y la psicopatología.
Estima Manuel Castells que estos hechos son cruciales y modifican los procesos habituales de construcción de la identidad colectiva (nacionalidad, etnia, barrio), y producen fenómenos reactivos de exaltación identitaria (fundamentalismos
religiosos y étnicos que han alcanzado su auge en las últimas décadas). Cómo opera todo esto en los meandros de una vida íntima es un nuevo desafío que los analistas debemos asumir: en la producción y sujeción del sujeto a las figuras del Otro
(sus maneras de pensar, hablar, creer, trabajar, comer o cantar), que probablemente
siguen carriles diferentes de los de las generaciones que nos precedieron.
¿Cuáles son los procesos de subjetivación y de creación de lazo social que se
fomentan y se proscriben en el mundo humano del tercer milenio?
¿Derrumbe o transformación? ¿Desmoronamiento o marcha ineluctable de la
historia, que transita por caminos no predecibles? Tal vez un poco de ambos, y, más
que hacer pronunciamientos catastrofistas debemos, de buen talante, tratar de leer
con sagacidad, para ver qué es lo que cambia y qué es lo que permanece.
Es probable que los referentes simbólicos de hoy sean más rizomáticos y
menos coherentes que los de antaño, y nuestro deber es ser porosos ante esta innovación, lo cual, al menos en mi caso, no es sencillo. Poder digerir y asimilar los
códigos gestuales, musicales, de indumentaria y comportamiento de las nuevas
generaciones, su relación con el consumo de objetos y drogas no es nada sencillo.
Y el gesto defensivo de llevar la valoración a pautas autocentradas y autorreferidas
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fija como momento ideal aquella fecha en que yo era Superman, disfrazado, por
modestia, en la timorata figura de Clark Kent (ya ven si estoy fuera de moda). Pero sobre todo la relación con las palabras y con el tiempo interior. Desde leer a
Proust, Román Roland o García Márquez, al videoclip, hay un abismo de estilos
cuya extrañeza recíproca cabe interrogar. La disponibilidad de descentramiento y
asombro ante lo inédito es una consigna cada vez más urgente en nuestra práctica cotidiana.
El tema de anudar avatares y destinos personales y colectivos fue antaño contaminado por veleidades revolucionarias y me llevó, entonces, a explorar el desierto
del freudismo-marxismo, aunque la lectura de Bleger, Lefort, Althusser, Henríquez,
Nancy y Lacoue-Labarthe sembró algunas inquietudes y conocimiento.
La actualización del tema del sujeto público vuelve como problema de reflexión y debate por vía de los pacientes y de las instituciones. No sólo la analítica,
con la disminución de aspirantes a analizarse, sino el derrumbe de los recursos destinados a educación y salud, tan contrastante con el de hace pocas décadas. Aun
más, el cambio de los referentes sociales -continuos y constantes en la historia- se
ha acelerado de tal modo que se habla de vértigo civilizatorio. Desde la revolución
informática y la instantaneidad globalizada de la comunicación y las finanzas, hasta los procesos productivos, de automatización y robotización, que merman la importancia de la mano de obra humana en la elaboración del producto terminado. Este proceso ha devorado millones de horas de trabajo, con lo cual la referencia del
tiempo laboral rentado como referente social se pulveriza cada vez más. Este cambio ha comenzado hace pocas décadas y está en ebullición.
La familia, durante milenios unidad básica de la sociedad, que ordenaba prescripciones y proscripciones en el orden moral y sexual, se modifica por tasas de divorcio en crecimiento constante, familias monoparentales y filiaciones y parentescos
mucho más diversos que los del legítimo y el bastardo de la sociedad tradicional. Una
relación con el ocio, el placer y la sexualidad sin pautas claras, maniqueas; el peligro
de hoy es una ambigüedad difusa de los límites entre lo permitido y lo prohibido.
¡Ay, las neurosis de antes ya no son lo que eran!, lloramos por momentos.
El tema de las nuevas patologías (y correlativamente, las nuevas normalidades), la merma de pacientes, es decir, de sujetos ávidos de padecer las peripecias
que implica la larga aventura del diván, me empujaron a plantear el tema que propongo: ¿en qué sujeto pensamos para el siglo XXI?
Esta preocupación viene ante todo de la práctica clínica, pero también de este discurso social en mutación y de lecturas de otras disciplinas que me han ayudado
en la práctica clínica. Es casi obvio recalcar que tales cambios del mundo tienen que
producir cambios en la mente, y sería un fundamentalismo dogmático pensar que
en la experiencia analítica van a quedar intactos los parámetros fundacionales de su
práctica. En la práctica diaria irrumpen a raudales los problemas del mundo y uno
se pregunta, con más dificultad que antes, dónde están los conflictos internos,
aquello donde la teoría de las pulsiones y los fantasmas originarios constituía un
referente suficiente.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6 2004
¿Qué sujeto para el siglo KM?
Construir con pacientes jóvenes adolescentes un espacio analítico es una artesanía más compleja y penosa que hace un tiempo. No se lea esta reflexión como queja, sino como desafío, no como nostalgia de que todo tiempo pasado fue mejor, sino
como desafío picante a develar lo que nos tiene atónitos y desconcertados. ¿Acaso no
entender no es el sendero más frecuente que transitamos en el trabajo analítico?
Que lo celebremos o lo lamentemos -pensaba Serge Leclaire6-, el mundo
mediático (y ante todo la TV) es un elemento constitutivo de la cultura de masas de
hoy en día. Un enorme cuerpo textual de imágenes y sonidos inextricables que circulan y dejan marcas en el fuero interior, mezcla de saberes, sugestión e hipnosis.
El acontecer de hoy se escribe en el tumulto de informaciones diseminadas y anárquicas, "instantáneas" recurrentes de un bombardeo cotidiano; ¿hacen historia?, ¿la
inscriben?
¿Qué marcas quedan en el relato interior que cada uno debe inventar y tramitar? Desde la perspectiva del psicoanálisis, el sufrimiento está siempre ligado a las
dificultades e impasses de la invención de nuestra propia historia. Las grandes coordenadas del espacio biográfico:7 "el peso de la infancia y la trama familiar, la
fabulación identitaria y la representación de sí como síntesis contradictoria de
experiencias que cristalizan; las creencias, los modelos de éxito y las estrategias de
autocreación, están enmarcados por los cambios vertiginosos del mundo que nos
rodea".
Las fuerzas sociales que impulsan estas coordenadas son hoy más que nunca
ajenas al sujeto mismo y rebeldes a los saberes estatuidos, son enigmáticas respecto
de la asignación de sentido y se modifican con el tiempo y el ritmo acelerado del
mundo de hoy, donde se dibujan, como telón de fondo, los campos de exterminio
junto con la publicidad de Coca-Cola, de McDonald's y de los cosméticos.
No se trata de desdeñar las coordenadas básicas del funcionamiento psíquico que son la herencia y el fundamento de nuestra disciplina, pero tampoco de desconocer los ejes inéditos que la invaden hoy día.
Es difícil -hoy y siempre-, en el quehacer del psicoanalista, sustraerse a las
modas de éxito y adaptación, y buscar un sujeto que se desmarque de identidades
miméticas para aventurarse a ser el agente y el destinatario de sentidos propios. Para ser viviente, estos sentidos tienen que tener algo de enigmático y, sin cesar, inventar con otros el próximo paso, que siempre será rengo... La historia de hoy, dice
Leclaire, ya no es santa, ni épica, ni nacional, sino el borroso resultado de los
progresos y del malestar en la civilización.
"El sujeto singular, habitado por una pluralidad contradictoria, tiene que inventar la marmita donde cocinar las narrativas de su vida y sus conjeturas
identitarias. Tenemos que clausurar la antinomia individuo-sociedad y revelar su
intrincación profunda. La articulación de lo público y lo íntimo es a reformular."8
La expansión tecnológica y el crecimiento geométrico de la urbe nos alejan
" En: Una réplica a su participación en Psi-Show.
^ Arfuch, L. El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2002.
^Arfuch, L, op. cil.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6. 2004
Marcelo Viñar
de la experiencia íntima de las relaciones interpersonales. Anomia despersonalizante o su expresión reactiva en los desbordes de subjetividad de particularismos
identitarios: de las tribus urbanas a los fundamentalismos.
Arfuch afirma que, más allá de que los abordajes críticos del psicoanálisis y
la historia evidencien el carácter ilusional de la autorrepresentación y la falacia de
la unidad imaginaria del sujeto, por vía reactiva se busca acentuar la individualidad biográfica y de destino. Lo original como contracara o formación reactiva de
la anomia.
El psicoanálisis ha construido durante un siglo la especificidad de su campo
de práctica y reflexión. Algunos pensadores lo ubican como uno de los grandes relatos organizadores del pensamiento del siglo XX. Los paradigmas de la modernidad exigían a cada ciencia la obligación de precisar con rigor los límites de su campo, de su método y de su objeto. Hoy la zona de fronteras interdisciplinarias está
de moda, no siempre para bien, promoviendo un conocimiento por yuxtaposición
que suma frutas con tallarines, más productos de tienda y ferretería, y que, si bien
nos da la ilusión de acumular datos para un saber enciclopédico, no tiene incidencia como transformador de la realidad o generador de nuevos universos semánticos. No es esto lo que me interesa de la interdisciplina, sino su capacidad de generar espacios para nuevas preguntas y problemas. No en el nivel de la acumulación
de enfoques múltiples, con la pretensión de que así sabemos más.
Si los referentes sociales y materiales que organizan nuestra mente han cambiado sustancialmente (familia, trabajo, dinero, sexualidad, placer, ocio); si por otra
parte el mundo mediático quiere llevar al psicoanálisis al mundo de las psicoterapias, serias o triviales, lo que está en juego no es la especificidad, sino problemas
de clientela o de marketing. Más allá de los problemas de mercado y subsistencia
-para nada desdeñables- está el problema de cómo proceder en la construcción de
un espacio analítico en la cultura actual cuando el procedimiento de confección de
hace pocas décadas (venga cuatro veces, hable y pague) parece ser un modelo en
crisis y ya inoperante.
5. Mi atención flotante me informa (¿qué valor tiene esto, cuando cada uno
de los miles de practicantes no tenemos ni el genio ni el valor de referencia del fundador?), mi atención me dice que hay cambios discursivos en el material que crean
problemas "transculturales" graves entre las generaciones. Por ello, la creación del
dialecto propio de la intimidad analítica lleva más penuria y esfuerzo que en las décadas precedentes. La masividad de los problemas de la "realidad exterior" o social
parecen un biombo o parapeto donde cada vez es más difícil leer el relato de la intimidad y la fantasía, lo propio del espesor de un sujeto (el que busca el psicoanálisis). Sujeto que actualmente nos parece sin espesor, derramado en el mundo, sin
un foro interior reflexivo, autoteorizante de anhelos, proyectos y temores. Esto que
no está o que está como hoyo, como vacante, hay que crearlo.
Me parece, de lo que precede, que la búsqueda de complicidad de un código y
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6, 3004
¿Qué sujeto para el siglo XXI?
un lenguaje compartido es una prioridad para la instalación de un proceso analítico
y que disciplinarse en la proscripción de hacer teoría aplicada es más urgente que
nunca, sobre todo (como se sabe desde siempre) porque en la ignorancia y el desconcierto el recurso más habitual es recurrir a los estereotipos conocidos. Soportar la incomprensión y la ignorancia sin apresurarse a intervenciones de teoría aplicada es un
consejo técnico conocido desde hace mucho, pero hoy más urgente que nunca.
Si el diálogo con la interdisciplina puede tener el riesgo de perder la especificidad del psicoanálisis y caer en una difusión de identidad, tenemos que dar crédito y fe a una identidad analítica consolidada por largos años de diván y supervisión y arriesgarse en los barrios vecinos. Entre nosotros (uruguayos), Daniel Gil ha
sido pionero en la exploración de los bordes y ha sido por ello castigado como hereje por la ortodoxia, con el anatema siempre eficaz de: "Esto no es psicoanálisis",
como si la única manera de seguir siendo psicoanalista fuera una ortodoxia conservadora de los textos fundadores.
W. Bion siempre enseñaba que la teoría en psicoanálisis hay que olvidarla para que resurja inédita en el material de la sesión. Cuánto hay de permanente y cuánto
de cambio en este resurgimiento, debe surgir de la experiencia clínica y no de la adopción ideológica de axiomas de partida o de autores consagrados que nos llevan a
mimetizar un psicoanálisis. Claro que es más tranquilizador ir acompañado por Freud
u otro sabio que ir solo y a tientas, corriendo el riesgo de extravíos, balizando el
terreno entre colegas, diálogo, debates, confrontaciones. No se trata de tirar la
herencia freudiana por la borda, tampoco de ser un conservador y catequista; vaya
uno a saber dónde está el punto de síntesis creativa de estos dos extravíos
empobrecedores.
Resumen
El comienzo del texto es una parodia autorreferencial que procura ilustrar cómo la lógica de
la asociación libre propone secuencias y temas diferentes de los de la intervención analítica, en
un juego lúcido con la locura a mitad de camino entre la razón y el dislate.
Se procura mostrar algo de la "especificidad" del diálogo psicoanalítico, en contraste con
otros diálogos humanos (gobernar, educar, moralizar, pasatiempo). Desde allí, y tomando argumentos de sociólogos y politólogos relevantes, abrir interrogantes sobre cómo se procesan en
la escena analítica los parámetros de la sociedad actual.
Resumo
0 começo do texto é urna parodia auto-referencial que procura ilustrar como a lógica da
associação livre propõe seqüência e temas diferentes aos da intervenção analítica em um jogo
lúcido com a loucura na metade do caminho entre a razão e o dislate.
Procura-se mostrar algo da "especificidade" do diálogo psicanalítico, em contraste com
outros diálogos humanos (governar, educar, moralizar, passatempo).
A partir daí, e tomando argumentos de sociólogos e politicólogos relevantes, abrir
interrogações sobre como se processam na cena analítica, os parámetros da sociedade atual.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6/ 2004
Marcelo Viñar
Summary
The text begins with a self-referential parody trying to iIIustrate how the logic of free
association proposes sequences and themes that are different from those of an analytical
intervention in a lucid play, which keeps madness halfway between reason and absurdity.
In this paper, the author aims at showing the "specificness" of psychoanalytical dialogue to
some extent, in contrast with other human dialogues (for governing, educating, moralizing,
leisure purposes). From that perspective, and resorting to arguments presented by major
sociologists and political analysts, questions are raised about how the parameters of today's
society are processed in the analytical scene.
Bibliografía
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Zygouris, R. ¿Semejante o enemigo? Editorial Trilce, Montevideo, 1998. (Compilado por Marcelo Viñar.)
30
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6 2004
Marcio de Freitas Giovannetti
Sociedade Brasileira de Psicanálise de Sao Paulo
Esboço para uma cena primária
e para uma cena analítica no
início do séc XXI
Introducción al Foro electrónico preparatorio al XXV Congreso de FEPAL,
Problemas clínicos en el abordaje de la sexualidad
O foco de minha fala estará colocado na contemporaneidade, ou melhor, na
clínica contemporânea, urna clínica que coloca em questão o "confortável" lugar
em que o psicanalista se situava, ao longo do século xx, em contraposição tanto ao
inicio da clínica freudiana quanto ao inicio deste novo século. Dessa perspectiva, o
próprio conceito de material clínico necessita ser revisto pois nunca foi tão evidente
quanto agora, neste inicio de milênio, que o diálogo entre analista e analisando se
dá dentro de um momento histórico e na especificidade de um contexto
sociocultural. O "aqui e o agora" de urna sessão analítica re-tomam a dimensão
freudiana originaria, num mundo em que tanto o aqui quanto o agora implicam em
registros outros que não os das fronteiras, conforme nos mostrou Sonia Abadi em
"Entre a fronteira e a rede".' Os conceitos de nosso considerável acervo teórico
construído ao longo do século serão utilizados mais como sinalizadores de um
percurso feito que emoldura a perplexidade com que cada um de nos psicanalistas
deste inicio de milênio se defronta hoje, seja em seu consultório, seja no mundo.
Urna breve vinheta clínica será tomada como mote: um jovem paciente,
estudante de medicina, tem chegado invariavelmente atrasado as suas poucas
sessões semanais de análise, muitas vezes me ligando de seu celular para me avisar
que está preso no trânsito, ou no hospital, não sabendo se chegará a tempo de
termos alguns minutos para conversar ou se seria possível remarcar a sessão para
um outro momento. Tem estado deprimido nos últimos tempos, em sua forma de
dizer, sem vontade de sair de casa, sem vontade de fazer esportes, sem vontade de
estudar ou de ler. "Sinto-me desperdiçando tudo que tenho, até eu mesmo", diz
ele. A descrição que dá da humanidade e da vida é radical: a enfermaria de AIDS,
Endereço do autor Rúa Itacolomi, 601 - cj 33 - Higienopohs, São Paulo Brasil E-mail giovannetti@sbpsp org br
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Marcio de Freitas Giovannetti
a de queimados, a velhinha com um câncer avançado, os bebês desnutridos da
emergência pediátrica. Como pano de fundo, as dificuldades financeiras repentinas de seu pai, profissional muito bem sucedido, que de poucos anos para cá vem
passando por dificuldades econômicas. "Felizmente, mudaria logo para a
Obstetrícia, e poderia respirar melhor", dizia ele. Nova decepção: o ar não
melhorara nem um pouco... As mulheres só tinham filhos porque não conseguiram
abortar a tempo ou por medo de cometer um ato ilegal ou imperdoável, do ponto
de vista religioso. "A única vantagem que vejo é que ficou claro que sou hetero
mesmo... Depois de ver tantos condilomas vaginais e não mudar é sinal de que ao
menos isto está definido". E passa a descrever o parto normal que acabara de
realizar, no qual tivera "dificuldade em discriminar entre a cabeça da criança e o
condiloma da mãe".
Não tomarei o material clínico para discutir a problemática específica
deste meu jovem paciente, mas sim como material modelar para levantar
questões significativas para o psicanalista de hoje: qual é o sujeito, ou qual é a
subjetividade de nossos novos pacientes, aqueles nascidos pós revolução
cibernética, para os quais "os acontecimentos desfilam como num travelling,
tempo de reflexão sofre um curto-circuito e a tela quebrou a distancia entre o
acontecimento, a imagem e a percepção... (onde) a proliferação de imagens é
tamanha que já ultrapassamos um limiar crítico que impede uma decodificação
real", conforme escreveu Baudrillard.4 Um "spam" imagético, semelhante á
invasão cotidiana de todos nossos computadores pelos inúmeros "sites sexuais"
que anunciam gozo acessível a qualquer hora do dia, da forma que melhor nos
aprouver: com a filha, com a mãe, com as tias, com o pai e com a mãe, com qualquer animal, com aditivos ou sem, aparelhados ou não com objetos que
funcionariam como verdadeiros "insumos" da obtenção do maior prazer... Como
discriminar a cabeça de hoje do condiloma da qual ela emerge? E portanto, como
estabelecer um processo analítico quando o tempo se torna tão exíguo e a
permanência, um conceito absolutamente alheio á velocidade das transformações
do mundo? Ou como pensar em digestão mental se as representações do mundo
são de natureza tão violentas e desesperançadas que se aproximam muito mais de
uma experiência traumática que de alimento para o psiquismo? Ou dizendo de
outra forma, se os restos diurnos possuem tal contundência que dificultam
enormemente o adormecer, o sonhar e, portanto, as associações livres na sala de
análise? Quem de nos não se lembra de como foi invadido pelo 11 de setembro de
2001, veiculado por um de nossos pacientes que chegou atônito e perplexo para
sua sessão.
Como estabelecer um processo onde a experiência emocional prevalente é
a traumática? No aprés-coup, respondeu-nos Freud no inicio do século passado.
No só depois, como nos sonhos repetitivos daquelas pessoas que passaram por
experiências traumáticas, como na guerra. Mas o que fazer quando o depois
também é uma nova experiência traumática? Quando ele também é um agora
que atinge de forma desestabilizadora a subjetividade já traumatizada?
Quando a
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Esboço para uma cena primaria e para uma cena analítica no inicio do sec XXI
guerra acontece a qualquer hora e em qualquer lugar, quando já não há mais campos de batalha delimitados e o terror e os governos redimensionam a próprio
conceito de guerra? Para Paul Virilio,7 "com as telecomunicações, a Internet, a
instantaneidade, o tempo é mundial. Não vivemos mais o tempo local, dos
calendários, das efemérides, mas o tempo mundial, astronômico, da compressão
temporal. Vivemos 'live'. A caixa de ressonância desses acontecimentos é a
concentração urbana". Por isso, "mais o progresso técnico se desenvolveu, mais a
catástrofe se tornou desmesurada", colocando "pela ubiqüidade, pelo imediatismo e
pela instantaneidade, todas as cidades no centro do mundo", o que possibilitou
que a guerra de hoje se faca através da "metro política" do terror, o "Pânico Frio
substituindo a Guerra Fria": "a cada momento um sentimento vem despertar o
pânico do fim ñas populações".
Os desenvolvimentos da psicanálise emergiram no contexto de um século, o
xx, que se caracterizou pelas mudanças de fronteiras geográficas numa velocidade
bastante significativa: o mapa-múndi do inicio do século xx era constituído
basicamente pelos impérios britânico, francês, alemão, austro-húngaro e russo, por
um lado e, por outro, pelos impérios orientais, o otomano, o chinês e o japonês. A
América era uma grande colônia. Menos de vinte anos depois, por primeira grande
guerra, essas fronteiras se transformavam basicamente com a ampliação das fronteiras geográficas quando nos anos quarenta, nova alteração se faz no mapa, com a
expansão do império russo e a emergência do império norte-americano. O
move-mento psicanalítico também expandia suas fronteiras: não apenas tinha seu
centro irradiador se mudado de Viena, como havia se dividido agora em três
grandes centros produtores e exportadores de conhecimento: o inglês, o francês e o
americano. Conquistara também, de forma colonizadora, a América Latina mas não
penetrara nem no império russo, nem nos impérios orientais. De todo modo, uma
grande modificação se fizera dentro de si mesmo: o processo psicanalítico que, de
inicio, durava alguns meses, passava a durar vários anos, contrariando de modo
espetacular um dos maiores paradigmas do século xx, o aumento da velocidade.
Quanto menos duravam as coisas mais duravam as psicanálises... (Também a media
de vida humana aumentava embora num aumento significativamente menor que as
análises).
De forma significativa, o impacto da presença ocidental no Oriente se dá com
a primeira bomba atômica. E também com a exploração dos poços de petróleo.
Começara a nova ordem mundial, juntamente com a invasão de cada espaço privado pela mídia: a televisão levava a cada espaço de intimidade um sem número de
imagens com um potencial transformador insuspeitado, no mesmo momento em
que o homem conquistava a lua e fazia a revolução sexual: a genética e a
sexualidade eram naquele momento a própria revolução que alterava as fronteiras.
Uma decorria dos desenvolvimentos bio científicos; a outra, da des-repressáo, ou
do levantamento da censura da qual a psicanálise havia sido a ponta de lança;
"oriente" e "ocidente" deixavam de ser partes distintas da geografia e passavam a
coabitar no mesmo lugar: Berlim era dividida em uma parte chamada de ocidental e
a outra de
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 3004
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Marcio de Freitas Giovannetti
oriental. O espaço também se atomizara. E as psicanálises se ocupavam também
dos processos de atomização da subjetividade: neurose e psicose conviviam na
mesma personalidade e emergiam, do ponto de vista conceitual, as personalidades
borderlines, fronteiriças. Lisérgicas por assim dizer, criadas artificialmente pelas
drogas sintetizadas em laboratórios. E pelas supressões bruscas das fronteiras
geográficas e naturais.
Se a psicanálise emerge com a teoria dos sonhos nos finais do século xix, e se
a teoria dos sonhos é a base estrutural de seu arcabouço teórico, é mister repensá-la
num momento em que a mais natural das fronteiras, aquela que separa o dia da noite,
já não mais existe para urna geração que, ao simples toque de um mouse, define o
horário e o local em que está. O espaço cibernético modifica também a experiência
temporal. O conceito de permanência e durabilidade se desfaz. A separação entre
lugar privado e público, referencia estruturante de todo um século, é implodida pela
globalização, ou pela planetarização. E com isso, o de subjetividade.
Não é de causar surpresa, portanto, que o paciente que nos procura hoje
apresente um serio distúrbio do seu mecanismo de trocas: não é isso que nos
mostram os anoréxicos, bulímicos, e os afetados por urna síndrome de
despersonalização cada vez mais e mais freqüente? Para quem não faz o mínimo
sentido se falar em tratamento que tem a duração de alguns anos, com vários
encontros semanais? Como estabelecer um contrato psicanalítico clássico com
urna pessoa para quem nem o sentido de fronteiras nem o de permanência
existem? Como definir um processo psicanalítico de urna pessoa que nasceu de
urna fertilização assistida, foi alimentada por urna mãe fascinada pelo noticiário
ou pela novela da televisão recebendo portanto colheradas de urna saudável sopa
rica em vitaminas, proteínas e aminoácidos, enriquecidos com quantidades
Imensuráveis de imagens mediáticas de um mundo perplexo e criador de
perplexidades? A terceira dimensão da guerra, segundo Virilio:7 já que "a
informação se tornou um elemento determinante do real, que produz e fabrica o real"
estamos diante da possibilidade de urna guerra ao real, cada individuo se
perguntando o que é ou não real". Portanto, a informação "spamizada" se
transforma numa arma de guerra que funda de modo traumático a nova
subjetividade.
Se a Psicopatologia da vida cotidiana,6 publicada no inicio do século
passado, começava com um capítulo dedicado a problemática do nome próprio,
seu segundo capítulo colocava em questão a problemática da palavra estrangeira,
aliquis, que remetia a um mundo em transformação. Felizmente, para nos analistas, os "aliens" não vieram de outros planetas: o nosso mesmo se encarregou de
criá-los. Seremos capazes de conversar com eles? É esse o nosso desafio. E para
fazermos frente a ele, necessitamos de um aggiornamento, urna atualização, tanto
de nossa teoria quanto de nossa técnica.
Um aggiornamento cujo modelo é aquele do Freud ainda não psicanalista
-aquele que abandonou a neurologia e se dispôs a escutar urna fala nova, criando
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Esboço para urna cena primaria e para urna cena analítica no inicio do sec XXI
um lugar próprio. O psicanalista de hoje para escutar a fala de seu novo paciente
necessita "recriar" o seu próprio lugar. O que não significa jogar fora todo seu acervo teórico mas tampouco significa tentar "compreender" seu novo paciente apenas
com ele. Significa repensar o conceito de trauma que não é mais sexual - mas
informacional. Significa repensar a questão edípica a partir da inexistência de
fronteiras, apagadas que foram ao longo do século passado: não depende o Édipo
de urna estruturação específica de lugares? Desde a encruzilhada tebana, na tragédia
grega, até a teoria freudiana das fantasias originarias, o Édipo vem sempre
associado a um lugar e a um tempo (genealogias) específicos.
Significa, portanto, repensar a teoria dos sonhos e a teoria da sexualidade,
bases estruturantes de nosso oficio a partir da apreensão de que a mais natural das
fronteiras, a que separa o dia da noite, já não mais existe para aquele que está navegando pelo espaço cibernético, da mesma forma que não mais existe aquela
fronteira que separa a intimidade da publicidade. "Separar a cabeça do
condiloma", conforme articulou de forma tão expressiva meu jovem paciente, é
a tarefa de cada novo par analista-analisando, que implica na reconstrução de
um outro lugar para o analista, um "nao-lugar", para utilizar a expressão de
Marc Auge,1 que torne possível a construção e a discriminação do sonho de cada
um daquele outro que já vem dado para todos nos, seja pela profusão de imagens
que nos invade, seja pela quase impossibilidade de estabelecermos urna "barreira
de contato"(Bion),5 sonambúlicos que estamos todos em decorrência da
vertigem de nosso tempo.
Afinal, ninguém consegue se deitar em um diva quando os restos diurnos
não são apenas restos mas sim o real ainda não assimilável: um condiloma,
fetiche de urna cena primaria difícil (ainda?) de ser representada. Denis Arcand,
cineasta canadense, nos dá alguma pista a esse respeito em seu magnífico filme
As invasões bárbaras: lá, ele colocou a câmara numa distancia suficientemente
próxima da cena humana para retratá-la em toda sua crueza, mas suficientemente
longe para não devassá-la, não violentá-la. Ao retratar, simultaneamente, a
agonia de urna geração e o nascimento de urna outra, ele dá urna lição de
humanismo neste inicio de milênio. Essencial para todos nos que tentamos
-ainda- trabalhar com a alma humana.
Bibliografía
1. Abadi, Sonia. "Entre a fronteira e a rede, anotações para urna metapsicologia da liberdade." Rev. Bras.
Psicanál., v. 37, N° 1, 2003, pp. 159-74.
2. Arcand, Denis. Les Invasions Barbares. Producáo: Daniel Louis e Denise Robert; Direção: Deny Arcand,
Canadá, 2003.
3. Auge, Marc. Não lugares: introdução a urna antropologia da supermodernidade, Papirus, Campiñas, 1994.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Marcio de Freitas Giovannetti
4. Baudrillard, Jean. "Os limites do fotojornalismo", entrevista publicada no Caderno Mais da Folha de S.
Pauto em 02/11/2003.
5. Bion, W. R. [1962]. 0 aprender com a experiência, Imago, Rio de Janeiro, 1991.
6. Freud, S. [1901]. A psicopatologia da vida cotidiana, Imago, Rio de Janeiro, 1976. [Edição Standard
Brasileira, v. 6.]
7. Virilio, Paul. "Pânico frio substituí guerra fria." Publicado na Folha de São Paulo em 04/04/2004, pp. A24.
São Paulo, escrito em novembro de 2003 e ligeiramente reformulado em abril de 2004.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6'2004
Raúl Tebaldi - Diana Valenti
Asociación Psicoanalítica Argentina
Analizar en tiempos
de agudas crisis sociales
(Argentina, 2001)
Introducción
El motivo de nuestra presentación es la influencia que ejercieron sobre los
análisis las particulares circunstancias sociales que tuvieron lugar en Buenos Aires
a fines de 2001 y principios de 2002, cuando se desencadenó la crisis social y económica ante el derrumbe de las estructuras gubernamentales.
Si bien no es nuestro objetivo hacer un análisis exhaustivo de esos tiempos,
es importante describir aquella atmósfera social. Diciembre de 2001 marcó el comienzo de una quiebra institucional muy grave, que desembocó en varios cambios
de presidentes en pocos días. Las modificaciones en la política económica determinaron el famoso "corralito"; los bancos argentinos inmovilizaron los fondos de sus
clientes, limitando la circulación de dinero y los pagos en efectivo. Surgió un movimiento popular profundo y generalizado contra la dirigencia política. La inmediata reacción social se expresó a través de los "cacerolazos", así como de saqueos de
supermercados y situaciones de gran inseguridad. Los más combativos expresaron
su disgusto mediante "piquetes", grupos que cortaban rutas y calles. El centro de la
ciudad se convirtió en el "centro de operaciones de la expresión popular"; muchas
veces era peligroso transitar por allí.
Este caos social expresaba el profundo cuestionamiento a las instituciones, a la
dirigencia política, a la falta de justicia y, por otra parte, existía una enorme preocupación por los crecientes índices de pobreza. Este clima de hondo pesar e
incertidumbre se agravaba por el estado de anomia generador de la desprotección
generalizada.
Dirección del autor: Raúl Tebaldi: Juan María Gutiérrez 2631,4° A (1425) Buenos Aires. E-mail: [email protected]
Dirección de la autora: Diana Valenti: Medrano 1950,12° B (1425) Buenos Aires. E-mail: [email protected]
Los autores agradecen afectuosamente a la Lic. Gloria Gitaroff por su colaboración a través de la realización de comentarios propios y de los evaluadores.
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Raúl Tebaldi - Diana Valenti
Ciertos sectores de la población se armaban para proteger propiedades y comercios. Este desorden se extendió de diversas maneras por todo el país. Durante
su desarrollo, las semanas transcurrían bajo el dominio del caos multiplicado por
los diarios, la radio y la televisión. La acción mediática aumentaba el efecto traumático. El final del proceso no se vislumbraba, incrementando la angustia general.
Muchas personas intentaban emigrar del país. Estas circunstancias perduraron hasta que una salida institucional restableció lentamente el orden social y económico.
Para nuestros intereses es necesario destacar la sensación de caos sin límite temporal, que nos parece patognomónica de este tipo de trauma social.
En tales circunstancias, el quehacer de los psicoanalistas se vio tan
conmocionado que en más de una oportunidad fue noticia de tapa en los diarios.
Por una parte, debido a los requerimientos de demanda asistencial masiva y, por
otra, a causa del reconocimiento de las dificultades para sostener los encuadres de
los tratamientos acosados por la crisis socioeconómica. Acotar estos detalles es
para nosotros crucial, porque creemos que da fundamento al carácter masivo del
trauma social. Los tiempos de crisis sociales nos recondujeron necesariamente,
una vez más, a revisar la teoría y la clínica del trauma.
Creemos que las crisis, aun las del psicoanálisis, cuestionan sobre todo el
pensamiento elaborativo, buscando soluciones "concretas". Ciertamente, queremos
indagar en la metapsicología, como forma de acercarnos a estas situaciones paradigmáticas del análisis actual, rescatando el pensamiento psicoanalítico, muchas
veces cuestionado por las circunstancias.
La "neurosis social”. Una forma de expresión
clínica del Trauma
El término "trauma", tan caro al psicoanálisis, no figura en el vocabulario de
Laplanche y Pontalis. Podría ensayarse una definición general de él, como un acontecimiento que modifica de modo sustancial la vida psíquica de un individuo. El
trauma, como cantidad de excitación que proviene del exterior, desorganiza el campo representacional, se caracteriza siempre por el encuentro sorprendente con una
realidad inesperada.
Desde los inicios de la obra freudiana, el tema del trauma conduce las reflexiones de la metapsicología psicoanalítica a las influencias del mundo externo;
primero a través de la seducción infantil y, más adelante, con el estudio de la melancolía y las neurosis de guerra. "La realidad material", en Freud, compone numerosos apuntes de distintos significados, hasta adquirir el carácter pulsante que
tendrá como uno de los vasallajes del yo (1923). Conceptualiza entonces ese mundo externo, siempre cambiante, con su dimensión incognoscible, que nos confronta con lo azaroso del devenir humano, y el determinismo proveniente del mundo
interno y de los conflictos inconscientes.
Si todo trauma produce una alteración temporal y de los espacios y barreras
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Analizar en tiempos de agudas crisis sociales
mentales, ya que el psiquismo se pone a su servicio con el dominio de la compulsión de repetición, el trauma social, con su perdurabilidad temporal, merece una
consideración especial. Creemos que en quienes lo padecen sería posible distinguir
una "neurosis social", concepto que se vincularía con la manera como Freud describió los fenómenos producidos por la neurosis de guerra (Freud, 1920).
Esta "neurosis social" que postulamos nos sumerge en un "todo ocurre en el
presente". Muchas de sus manifestaciones son las de una neurosis actual. Ésta no
sería una apreciación trivial. Por el contrario, significaría una explosión de la temporalidad psíquica, un encuentro abrupto entre situaciones traumáticas del pasado y
del presente. Fuera del contenido simbólico verbal, escapando a lo representable,
sus manifestaciones persecutorias, depresivas o somáticas enmarcan la tarea en el
campo analítico. El pasaje al acto lógicamente afectará a la transferencia-contratransferencia; inaugura de este modo un territorio de reacciones lindantes con el desequilibrio narcisista, evidenciando una afectividad amenazada por el desamparo.
Podemos constatar, desde las observaciones de M. Khan (1963), que el trauma por amenaza de pérdida o desencuentro con el objeto genera una alarma que
vuelca el accionar mental hacia el sistema perceptual y el mundo externo. El sujeto busca infructuosamente, en la realidad material, el objeto capaz de propiciar la
acción calmante. El trauma social del que hablamos vuelve a mostrar que su efecto no se reduce a un problema de cantidad. Incluye la pérdida de una percepción
organizadora, cuya función se revela en el cambio abrupto de esa secuencia perceptual significativa, que en este caso es el orden social. Los síntomas refieren preferentemente a la zona psíquica vinculada al narcisismo (Marucco, 1998), y en algunos casos pueden emerger manifestaciones del narcisismo tanático (Green, 1990).
El funcionamiento psíquico queda así comprometido en la reproducción angustiosa de la realidad traumatizante.
Esta realidad traumática aparece como la trama oportuna, el resto diurno que,
sin deponer su propio efecto devastador, da oportunidad para la transferencia sobre
ella de lo arcaico, de lo traumático primario. Este resto diurno, a diferencia de los
sueños, representa una pieza destructiva enclavada en el interior del psiquismo. El
yo se encuentra, como en las pesadillas de la infancia, debatiéndose inerme ante la
pesadilla que es la realidad misma.
EL campo analítico y la enfermedad de realidad
En estas circunstancias de trauma social, amenazados por una disminución
del trabajo, del éxito en la tarea -hechos ante los cuales los psicoanalistas no podíamos permanecer ajenos-, se desarrollaron nuevas y acuciantes situaciones
transferenciales-contratransferenciales.
Nuestras observaciones indicarían que el campo analítico se transforma cuando el paciente instala "la realidad" como única responsable de los fenómenos psíquicos que lo aquejan, dominado por profundas ansiedades de intrusión o pérdida
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catastróficas. Las asociaciones libres, las fantasías, los sueños, van dejando su espacio a la actividad casi excluyente de reproducir esa realidad traumática, a veces rememorando el pensamiento operatorio. Se instala una particular distancia con el
mundo interno, y el discurso cierra el acceso a expresiones que signifiquen aperturas hacia nuevos contenidos derivados del inconsciente reprimido. El sufrimiento, la
impotencia, la ansiedad, alternan con la depresión y las somatizaciones.
El problema técnico así planteado a partir de las circunstancias traumáticas sociales muestra su eje conflictivo en la nueva articulación de las vertientes
de lo común y lo particular. Ambos, analista y paciente, comparten la misma realidad traumática, situación que afecta -con cualidades particulares- los diferentes procesos y campos analíticos. Pero algo es seguro, la repetición compulsiva
nos incluye. Formamos parte de ella en las dimensiones dramatizadas en el escenario de las sesiones.
La generalización del trauma social que atenúa la conciencia de la acción y participación del mundo interno -con sus componentes de identificaciones masificantes
(Freud, 1921)- como causa compartida de los conflictos, tiene un efecto que podríamos denominar contrario al analítico. Es el momento de la amenaza de alienación, de
pérdida de contacto con el sí mismo en el seno de la sesión, y es capaz de cristalizar
en una configuración resistencial en la cual puede quedar atrapado el mismo analista.
La repetición compulsiva nos incluye y no siempre logra su fin libidinal; por
el contrario, muchas veces la repetición es retraumatizante. Algo de esto saben los
medios de comunicación masiva. Baste recordar las mil y una repeticiones de los
aviones atravesando las Torres Gemelas para constatar que el espanto convoca a la
pantalla, en una repetición tan fidedigna que limita el efecto elaborativo.
En esta enfermedad de realidad que nosotros conceptualizamos, el discurrir del paciente sobre los sucesos puede inducir al analista a creer en demasía
en su aspecto elaborativo, quedando encubiertos los efectos de anulación del objeto analítico.
Ante el trauma, la mente del analista también contiene dimensiones que luchan por restablecer el principio del placer perdido. Inevitables resonancias inconscientes donde la desmentida se confronta con la repetición, donde las estructuras básicas de seguridad interna reflejan su puja por sostener la dinámica psíquica cuestionada por las reiteradas ansiedades catastróficas. Esta insuficiente
descripción de algunos aspectos que tiñen la vida mental del analista conforma el
fundamento sobre la contratransferencia, previa a la transferencia y, por ello, participante en la cristalización de la transferencia. Contratransferencia que ya no
expresa sólo el efecto del dolor del paciente sobre la mente del analista, sino que
confronta al analista con su propio dolor, una vez más ese día, y con el dolor de
todos sus pacientes.
El paciente confirma las fantasías catastróficas en la mente del analista a través de una repetición de diálogos e informaciones que ya la han poblado desde otros
espacios. Una contratransferencia previa que el discurso narcisista reafirmaría desde
su propia autorreferencia desesperanzada, pero no sólo limitada a ser respuesta, en el
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Analizar en tiempos de agudas crisis sociales
aquí y ahora, a las asociaciones del paciente. En síntesis, proponemos el concepto de
"contratransferencia ampliada".
Racker nos había advertido ya tempranamente, en 1957, que "[...] así como
la contratransferencia es la respuesta psicológica a las transferencias (reales e imaginarias) del analizado, así también la transferencia es la respuesta a las contratransferencias (imaginarias y reales) del analista. El análisis de las fantasías del
analizado con respecto a las contratransferencias, las que constituyen las causas y
consecuencias de las transferencias, es una parte integrante del análisis de estas últimas. La captación de las fantasías del analizado referentes a la contratransferencia dependerá a su vez del grado en que el analista mismo perciba sus procesos
contratransferenciales, o sea del grado (la continuidad y profundidad) de su
contacto consciente consigo mismo" (Racker, 1979).
Es entonces posible hablar de una amenaza en el campo analítico con la creación inconsciente de un baluarte (siguiendo los trabajos de Baranger, Baranger y
Mom, 1982) capaz de detener el proceso, si se atribuye a la realidad material el predominio de lo que ocurre en la sesión, omitiendo otras dimensiones.
De este modo se hace necesario no sólo revisar los conceptos como herramientas de trabajo sino también poder realizar una "segunda mirada sobre el campo", por cierto muy complicada teniendo en cuenta las particulares circunstancias.
Algunas reflexiones técnicas
En este contexto, el retorno al mundo interno del paciente, la creación de una
escisión que permita un "más allá" de la realidad material para sostener la realidad
psíquica resulta al mismo tiempo difícil y necesaria. Necesaria porque ese mundo
interno contiene las fantasías y deseos capaces de restablecer algún predominio del
principio del placer. Las dificultades se vuelven más comprensibles si consideramos que el ideal del yo tiene en su constitución una vertiente social (Freud, 1913),
la cual, al entrar en conflicto, activa profundamente afectos que van de la culpa a
la solidaridad. La sensibilidad social de las personas normalmente no puede quedar
indiferente ante el hambre, la miseria, la anomia o la muerte.
Una actitud empática, que habitualmente puede haber sido una herramienta
útil en un determinado análisis, puede ahora transformarse en el riesgo de quedar
atrapado en los mandatos de un sometimiento absoluto a la realidad paralizante. La
victimización de paciente y analista, el analista sintiéndose casi obligado a aceptar
todas las limitaciones que el paciente le impone desde la invocación de la realidad,
son una amenaza al vínculo. En esta dialéctica, el límite sádico implícito en el masoquismo es difícil de vislumbrar, como neblinoso el pasaje de víctima a victimario, que por otra parte se ve facilitado en todo el ámbito social.
El imperio de la realidad traumática avanza incontenible. Es el analista quien
se ve obligado a compartir ese poder que le otorga, desde el discurso y la afectividad, la verdad perceptual de los hechos invocados por el paciente.
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En las situaciones extremas de algunos pacientes, esta realidad, más que
castratoria parece destructiva, y su poder puede llegar a la destrucción del vínculo
analítico. Más allá de las posibilidades económicas reales o de los daños sufridos,
muchos pacientes invocan su imposibilidad de pagar, la inutilidad del esfuerzo en
estas circunstancias, y, de modo subyacente, un ¿para qué me sirve el análisis? La
identificación con las ansiedades de pérdidas se revierten y se expresan como desinvestidura del objeto analítico y, por último, del vínculo analítico. Toda técnica se
basa en una aproximación metapsicológica. Nos propusimos, entonces, reconsiderar las situaciones traumáticas previas a lo actual. Pensamos que en las neurosis de
destino, aquellas situaciones que lindan con lo tanático, como las RTN, pueden salvarse sólo si se alude al vínculo objetal negativizado, a aquellas identificaciones
portadoras de ausencias y desinvestiduras (Green, 1993).
Ligar el Trauma
La posibilidad de ligar el trauma se vincula con la capacidad de representar
y de tolerar las representaciones que puedan aportar las intervenciones del analista. En estas condiciones psíquicas, el pensamiento estructurado en torno a la "realidad" se vuelve una barrera. Este rechazo suele incrementar la desazón del analista. Proponemos tener presente que el funcionamiento mental del paciente pudo haberse modificado en un sentido casi psicótico, que se expresa no sólo en el nivel de
las ansiedades sino del pensar. Estos cambios en el paciente pueden ser rechazados
por el analista. A partir de allí, en algunos casos observamos que se establece una
lucha entre dos realidades distintas, la del analista y la del paciente.
Es posible que en ciertas circunstancias esta característica del pensamiento
tenga un valor alucinatorio y delirante. La convicción de lo inmodificable y catastrófico, en personas que no han sufrido en lo personal daños o agresiones, confirmaría ese tinte delirante. Por otra parte, la intolerancia al contacto con otras dimensiones psíquicas probablemente implica su negativización y luego una acción de relleno con la "realidad", que pasa a tener casi un valor alucinatorio.
Estos señalamientos apuntan a destacar la tolerancia que se debe mantener
frente a lo limitado del insight, sobre todo en la dificultad de retomar la representación en una dimensión en la cual no sea proveedora de sentido único, de certeza
(Lutemberg, 2003).
En nuestra experiencia, como primera aproximación a las posibilidades de ligar, pensamos en el rescate de la subjetividad. En ese sentido, el conocimiento de
la historia del análisis del paciente puede ser eficaz en el proceso de construcción
de aquellos referentes íntimos de la experiencia analítica que permitan ligar el desamparo y las ansiedades primitivas a otros momentos del análisis y del pasado del
paciente. Lo subjetivo se recupera por el encuentro con los otros traumas subyacentes que en esta oportunidad desaparecen y retornan desde la realidad.
Estas razones fundamentan nuestra propuesta; la ligadura del trauma debe ser
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6 2004
-Analizar en tiempos de agudas crisis sociales
una actividad que no debe abandonarse, por acuciantes que sean las situaciones externas, refiriéndolo a todas las dimensiones posibles de la subjetividad. Estas propuestas no deben pensarse como un refugio en una visión endogenista del trauma. Se
trata, por el contrario, de redimensionar el efecto del trauma actual en el psiquismo.
Varios de los cuadros a los cuales nos referimos evolucionaron hacia situaciones extremas de acuerdo con las patologías narcisistas previas. Si la resignificación a
posteriori es determinante del significado de los sucesos infantiles, las situaciones actuales traumáticas reactualizan áreas ligadas al efecto psíquico de la desprotección
del objeto parental y fenómenos vinculados al vacío, la desinvestidura, lo no significado. En el trabajo analítico, las construcciones son el camino de elección, en el intento de desdoblar lo actual y lo histórico que se condensan en "la realidad".
Como resurgimiento de lo primario, las manifestaciones citadas muestran al
trauma como un hecho que asienta en las fronteras psíquicas. El psiquismo
efraccionado por el trauma muestra a la vez la necesidad de ser contemplado en su
aspecto diádico, en el cual cada intervención puede significar una intrusión
destructiva, como, en el otro extremo, una reconstitución de una envoltura
contenedora.
Es en el ámbito del pensamiento donde se tornan visibles gran parte de los
trastornos de las fronteras. El trabajo en el campo analítico se centrará en tratar de
restablecer esas fronteras.
Material clínico
Lidia, de 27 años, inició su análisis de alta frecuencia semanal unos cuatro años antes
de los sucesos mencionados. Su consulta se debió a crisis de angustia y conflictos
agresivos en el seno de la familia. Era una joven muy inteligente, que padecía de
asma bronquial, con una delgadez que completaba una imagen general de fragilidad.
Su familia distinguía especialmente al primogénito. Su madre, dominante,
oscilaba entre el asma, la angustia, la agresión y la depresión. En la infancia se encargaba de promover el interés en la escolaridad de Lidia, quien respondía siendo
una brillante alumna. Un objetivo materno francamente narcisista, ya que así esa
mamá confirmaba sus propias cualidades.
El padre, distante, se mantenía poco comunicado y seguía la voluntad de su esposa. Cierta omnipotencia, fundada en su riqueza, lo dispensaba aparentemente de intervenir. El asma de Lidia nunca había sido tratada en forma adecuada, como si representase una denuncia del narcisismo parental patológico, que impedía que los padres
pudieran asistir a la Lidia real. El ambiente familiar infantil parecía inadecuado para
generar sentimientos de seguridad en Lidia. Descalificada en su condición femenina,
sometida al primogénito, sin poder encontrar mayor comprensión afectiva, con frecuencia era agredida y tratada casi de inútil. A la vez, su condición femenina era motivo de la rivalidad materna y negada por el padre. La sobreadaptación intelectual parecía la única solución a esta amenaza por la falta de reconocimiento familiar. Insegura, no tuvo una adolescencia feliz, le costaba tomar contacto con los varones y tener
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novio. La investigación sexual infantil tampoco había sido un tema sencillo para ella,
ya que la agresión y los problemas con la identificación materna parecían teñir parte
de su mundo pulsional, derivando a fantasías siempre próximas al sadomasoquismo.
El análisis transcurrió inicialmente no sin dificultades, ya que al pagarlo los
padres, muchas veces estuvo cuestionado. Sin embargo, permitió una sensible mejoría de las crisis asmáticas. El vínculo analítico había posibilitado la elaboración
de fantasías y ansiedades preedípicas en la conflictiva materno-filial.
La transferencia mostraba muchas veces el temor de Lidia a perder el control del analista o la dificultad para considerar la injerencia de su mundo interno,
que muchas veces quedaba subsumido proyectivamente en los conflictos de la
"realidad". Otras veces los sueños, o la manifestación de conflictos, parecían mucho más enunciados para ser expulsados que para ser elaborados. Un temor a la
pérdida, siempre presente como trasfondo persecutorio, rodeaba la ansiedad dominante vinculada al abandono materno, oscilante entre la intrusión-absorción y la
dominación por abandono.
Para Lidia, decidir por sí misma, en su configuración conflictiva, era enfrentar el miedo al error y no ser más querida. Un conflicto que se reflejaba en la esfera
de la construcción del deseo. Lidia se recibió (brillantemente) de abogada. Trabajaba en una empresa multinacional y poco antes de la crisis social rechazó una
oferta de trabajo en los Estados Unidos, no sin conflictos de ambivalencia. De alguna manera sentía que se había animado a seguir una determinación personal, un
deseo propio, rompiendo con las ideas de sus familiares y de su competitivo grupo
de amistades. Confiaba en sí y en la posibilidad de desarrollar su propio estudio con
una socia. Sabemos que esta determinación no era ajena, en absoluto, a la transferencia y a la prosecución de su tratamiento. En un sentido implicaba cierta protección omnipotente depositada en el vínculo analítico.
Nos referiremos a sesiones que tuvieron lugar durante los acontecimientos de
los que hemos hecho mención al comienzo del trabajo (fines de 2001, principios de
2002). El clima de crisis social y las noticias que circulaban generaban pánico.
Lidia llega a sesión con un discurso similar a otros pacientes; una reiteración
de malas noticias que inundan al analista. La contratransferencia, "marcada" por la
repetición de discursos en diferentes ámbitos y por otros pacientes, se presenta como imposibilidad de modificar la "realidad", de la cual, aparentemente, depende
toda la afectividad de Lidia.
Dos sesiones atrás no había podido llegar a sesión por los violentos cortes
de tránsito.
L.: Me sigo sintiendo mal. Ayer no pude dormir bien. No quiero levantarme
para trabajar. Anoche tenía algo de asma. Después de tanto tiempo. Tengo miedo de
que me agarre de nuevo. A la tarde estuve con mi amiga Elisa. Me decía que viera
que yo estaba loca. Que cómo me había quedado en este país, donde todos son ladrones. Por qué había renunciado a la compañía. Mi papá está mal. No puede hacer
ni un negocio. Perdió mucho dinero. Tengo miedo que le dé un ataque al corazón.
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Mi hermano también. Me dijo que yo estaba loca de quedarme [llora, angustiada].
Para colmo lo del diario de hoy. La gente armada en mi country. Yo no sé nada, no
vi nada. ¿Vos sabes algo? No quiero venir al centro. Pero no me animo a quedarme
sola, si mi familia se viene a trabajar.
A. (La contratransferencia es concordante con el desamparo de Lidia): Le señalo que el asma parece una alarma que por la noche no la abandona. Y además,
me muestra que no puede encontrar tranquilidad.
L.: Sí, claro que es así. No puede ser de otra manera. También pienso que
ahora no puedo irme. Estoy como atrapada. Estuve con Liza, que me contaba que
se va a Estados Unidos a vivir. ¿Yo por qué no me fui?
A.: Atrapada en la realidad, inerme como un niño que está desprotegido.
L.: Como todos. Como no puedo sacar plata del banco no voy a poder pagarte. Además a mi papá ya no le puedo pedir. Lo voy a tener que ayudar a él con mi
dinero. En el estudio los clientes no me pagaron. Ayer las dos personas que vi, creí
que no podía atenderlas. Sentía que me desmayaba. Todo lo mismo [llora], ahora
no tienen para pagarme la cuota mensual y la quieren cancelar. Prefieren suprimir
todos los gastos.
A. (La contratransferencia es de desazón frente a la realidad y de sentimientos de pérdida): Parece que no hubiera mucho que hacer ante la realidad. Como si
dentro tuyo no hubiera calma y la buscas alrededor y tampoco la encontrás. Tal vez
pensás que yo puedo ayudarte a restablecer esa calma.
L.: Es así. Todos están muy mal. No creo que vos puedas hacer algo. Más bien
creo que voy a venir una vez por semana hasta fin de mes y luego tendré que dejar.
A.: Parece contradictorio en un sentido; no venir no estando bien. En otro
sentido, yo creo que tu escepticismo es una manera de compartir tu angustia y que
yo la sienta como vos.
L.: Puede ser. Pero yo ya no puedo venir a analizarme cuando en mi casa no
hay plata. Y yo no tengo trabajo. Ver la gente que pasa hambre.
A. (Sentía que interpretar no parecía muy útil, si la paciente continuaba su
identificación con la generalidad del caos): Tal vez habría que pensar en los sentimientos de culpa que te obligarían a sufrir y a causarte pérdidas como pasar hambre de análisis, cosa que ocurriría de interrumpir tu tratamiento ahora.
Como puede observarse hasta aquí, el analista no establece nexos con el pasado de Lidia, ni con el trauma infantil, pero en el sentido de las intervenciones se
puede reconocer en el presente el retorno de los conflictos arcaicos.
Luego de un silencio, Lidia se incorpora del diván y me mira desconcertada.
Y agrega que ella no puede seguir escuchándome cuando todo está tan mal.
Falta a la sesión siguiente. Luego del horario de la sesión me llama la madre,
preocupada. Lidia se encuentra en cama con "fatiga", no quiere salir y pide que no
la dejen sola. Hablo con ella por teléfono y acuerda en venir acompañada por alguien de la familia. Al día siguiente llega a su sesión. Se la ve cansada. Explica que
por suerte pudo usar broncodilatadores que la calmaron. Que la mamá le dio uno
de los que ella misma usaba.
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L.: No tenía ganas de venir, salir me da miedo. Además, puedo volver a tener asma.
A.: El asma parece una forma de estar junto a mamá. Un pedido de protección.
L.: No creo. Ella me dio los remedios de ella. Nada más. Ahora no puedo ir a
trabajar. Por suerte mi prima me espera abajo con el auto. Me voy a la casa de ella.
A. (Siento su rechazo a mis intervenciones): Me parece que resulta muy difícil pensar por todo lo que sentís que te pasa.
L.: Sí, no quiero pensar más.
A.: Tal vez yo tampoco he sido tan poderoso como para evitarte todos los peligros. Pero aún podemos comunicarnos y tratar de que tus problemas no empeoren en tu cuerpo o en tu mente.
A partir de esta intervención puedo empezar a construir que si quiere caminar fuera de la "casa-mamá", los peligros la amenazan. Pero si vuelve a estar con
mamá queda asfixiada. La mamá, cuando ella era chica y tenía asma, se tornaba absorbente y le transmitía su angustia de muerte. Ahora la realidad la inunda tanto como la mamá. Más adelante puedo agregar que ella se ve inundada por la realidad,
pero si yo quiero intervenir, me rechaza. Es que yo sería alguien que la separaría
de la madre-realidad destructiva.
Cuando las palabras no bastan, ciertos actos pueden ser significativos.
Unas sesiones más tarde, por un hecho fortuito, el analista llega al consultorio
junto con la paciente. La ve descender de un auto importado muy llamativo y lujoso,
cuando era conocido el miedo a la agresión, sobre todo en el centro de la ciudad.
En la sesión me entero de que la paciente pensaba trasladarse a las oficinas
del padre con el auto. Éstas se encontraban en una zona céntrica muy peligrosa,
donde manifestantes amenazaban con agredir y romper todo a su paso. La paciente parece ahora indiferente al peligro real. La alarma desmentida se sitúa del lado
del analista. Este acto masoquista obligó a romper en cierta manera el encuadre y
a detener activamente la actuación de la paciente. Esta intervención, con el señalamiento de la búsqueda activa de un destino autoagresivo confirmatorio de un lugar
masoquista, sirvió para reinstalar el objeto analítico perdido.
El caso de Lidia pone de manifiesto que estas situaciones sociales se ofrecen,
para muchos pacientes, como vehículo para el cumplimiento en la realidad de un
destino de sufrimiento. Éste tendría antecedentes en los maltratos infantiles. Nos
preguntamos si estamos frente a esas circunstancias en las cuales Tánatos se entramaría en el destino que pone en riesgo la existencia misma del paciente.
Comentarios
En nuestras investigaciones anteriores, destacábamos que los pacientes, ante
el derrumbe social y el fracaso laboral, ponían en evidencia su fragilidad
narcisista ante una especularidad negativa, que los confrontaba a una pérdida
esencial para el equilibrio logrado sobre el éxito. El caso de Lidia nos lleva a un
avance en
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nuestra investigación, a un cuestionamiento mayor. Ya no sólo se trataría de una resonancia de las dramáticas circunstancias de los vínculos fuera del marco analítico
lo que provocaría la caída del equilibrio narcisista. Se sumaría en cierta medida la
pérdida de la dimensión habitual del mundo interno del propio analista que, percibida por el paciente, participaría también en esta regresión. Una declinación quizá, para muchos pacientes, habitualmente casi imperceptible de la disposición
empática o tal vez, aunque suene osado, de la omnipotencia del analista. Para
ciertos pacientes la realidad limita la idealización omnipotente primaria,
proyectada en el analista, heredero de las imagos omnipotentes parentales. En
cierta medida, el sostenimiento de la omnipotencia por parte del analista parece
necesario en estas crisis narcisistas profundas. No nos referimos a una negación de
la realidad externa acuciante, sino que nuestra propuesta tendría mayor relación
con la idea de "sobrevivir al derrumbe", en el estilo del pensamiento de Winnicott.
Sin negar la realidad, poder seguir pensando y, fundamentalmente, analizando.
Por esta razón, ante la conflictiva narcisista creemos necesario rescatar una
transferencia subyacente, en la cual el analista sostiene una función
decodificadora y simbolizante primaria que el objeto no cumplió.
Creemos que la viñeta clínica expresa claramente cómo el campo analítico
se enferma de realidad. Analista y paciente son, a la vez, protagonistas de la misma tragedia; esta crisis no sólo afecta al encuadre sino, como dijimos, sobre todo a
la mente del analista, que debe realizar de manera sostenida un análisis de sentimientos, estados mentales, en suma, su contratransferencia (tomada en un sentido
ampliado), con la finalidad de no comprometer su capacidad de pensar.
La problemática narcisista que activan estos traumas sociales tiene además
un correlato, en forma de conflicto esquizoide; el terror se mantiene disociado, al
igual que la idealización -no ajena al temor- de los mandatos familiares. Estos aspectos disociados y simbióticos de la paciente (Bleger, 1967) hacen eclosión adheridos a la realidad, y es de la mano de ésta que parecen retornar provocando el resurgimiento del masoquismo en relación con la intrusión materna primitiva.
Pensamos que son válidas las construcciones formuladas sobre la transferencia que tendieron a relacionar, en este caso, un origen traumático preverbal de las
somatizaciones con una tendencia a volcar el psiquismo al mundo externo. Un territorio que podemos considerar equivalente en sus consecuencias al de los traumas
acumulativos (Masud Khan, 1963).
El superyó actúa invocando la realidad para gestar la culpa. Sin duda, ésta se
genera al alejarse de la madre enferma y dolorida. Esta realidad traumática se ofrece para reiterar el sometimiento primario. De hecho, la paciente deja su actividad
simbólica cuando sólo comparte su pensamiento con la realidad catastrófica que
pintan sus padres, en particular su madre. Lucha de "realidades", que se resisten al
pensamiento del analista, en el fondo no ajeno a la realidad, pero rechazado en
cuanto portador de un proceso de simbolización personal. Ante nosotros se despliega lo desmentido, lo negativo que la estabilidad ocultaba. Emergencia de un rico
material, pero en circunstancias difíciles para su aprovechamiento.
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Ganar nuevamente un espacio interpretativo no es sencillo cuando la realidad
se ofrece de esta manera para sostener la resistencia. Por otra parte, las mismas intervenciones del analista llevan a una sensación de intrusión. Por ejemplo, cuando
el analista, al intervenir, separaría a la paciente de la madre por su acción como tercero. Pero, más profundamente, se encontraría reiterando la misma intrusión materna, forzando a la paciente a comprenderlo. Esta realidad psíquica es mucho más
fácil de enunciar que de volver operativa desde las interpretaciones. Sin embargo,
el hecho de que el análisis tuviese su propia historia, en la cual las interpretaciones
y construcciones sobre la relación entre la somatización, el vínculo materno, las
identificaciones tanáticas, la culpa, ya fuesen señaladas permite un rico sustento para
las nuevas formulaciones.
En cuanto a lo social, la actividad simbólica de la población en general se ve sustituida por la incorporación de una realidad que no siempre se puede tramitar, y trata de
desembarazarse del trauma en la búsqueda de soluciones concretas. El pensamiento
analítico, quizás en alguna dimensión en el propio analista, parece desacreditado.
De allí deriva una contratransferencia que afecta y determina la transferencia
(Neyraut, 1976) mediante la influencia de un contexto sociocultural determinado
por el momento histórico.
El campo del análisis en situaciones de traumas sociales requerirá, a nuestro
entender, de muchas exploraciones, ya que la violencia globalizada, el terrorismo
social y económico, avanzan sin cesar y generan un "plus" de malestar que opera
de manera colectiva, subyacente y silenciosa, afectando nuestro marco
representacional social, nuestra seguridad individual y el sistema de ideales que
dan sustento a nuestra identidad. Consideramos central que nuestra tarea de
analistas es justamente poder descubrir la especificidad en cada caso particular,
donde la historia individual determinará la acción singular del trauma en la
subjetividad.
De acuerdo con estas cuestiones, no pretendemos más que hacer un pequeño
aporte documental que, por supuesto, no agota el tema; intenta ser al mismo tiempo un recurso elaborativo.
Resumen
Las situaciones traumáticas sociales nos permiten ingresar al estudio de campos y procesos analíticos específicamente vinculados a áreas narcisistas.
La realidad enferma el campo analítico. Desde el discurso del paciente y como fuerza destructiva es capaz de afectar la contratransferencia del analista. Se atribuye toda la incapacidad
elaborativa y la sustracción de intereses sobre el análisis.
Definimos esta situación como una "neurosis social" donde "todo ocurre en el presente", como una neurosis actual. Esta condición hace estallar la temporalidad psíquica y altera los procesos de pensamiento y simbolización.
La acción del trauma social se expresa por una particular circunstancia: paciente y analista
comparten la misma realidad traumática.
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La técnica analítica se ve sustancialmente modificada, no sólo en la dimensión formal del encuadre habitual, sino también por la acción del trauma en la mente del analista. Consideramos una
contratransferencia ampliada, su incidencia en la transferencia y su necesaria investigación en un
segundo tiempo, para impedir el establecimiento de un baluarte que congele el proceso analítico.
En estas circunstancias, más que en otras, el destino del masoquismo autoagresivo de los
pacientes puede depender de las elaboraciones sobre el campo, en un terreno que muchas veces es literalmente de vida o muerte.
Resumo
As situações traumáticas sociais nos permitem entrar no estudo de campos e processos
analíticos específicamente vinculados a áreas narcisistas.
A realidade adoece o campo analítico. A partir do discurso do paciente e como força
destrutiva é capaz de afetar a contratransferência do analista. Atribui-se toda a incapacidade de
elaboração e a subtração de interesse sobre a análise.
Definimos esta situação como urna "neurose social" onde "tudo ocorre no presente", como
urna neurose atual. Esta condição faz estalar a temporalidade psíquica e altera os processos de
pensamento e simbolização.
A ação do trauma social é expressada por urna circunstancia particular: paciente e analista
compartilham a mesma realidade traumática.
A técnica analítica é substancialmente modificada, nao só na dimensão formal do enquadre
habitual, mas também pela ação do trauma na mente do analista. Consideramos urna
contratransferência ampliada, a sua incidencia na transferencia e a sua necessária investigação
em um segundo tempo, para impedir o estabelecimento de um bastião que congele o processo
analítico.
Nestas circunstancias, mais que em outras, o destino do masoquismo auto-agressivo dos
pacientes pode depender das elaborações sobre o campo, num terreno que é, muitas vezes, literalmente de vida ou morte.
Summary
According to the authors, social traumatic situations allow us to study psychoanalytical fields
and procedures that are particularly related to narcissistic áreas.
Reality sickens the analytical field. Arising from the patient's discourse, and as a destructive
force, reality may impact on the counter-transference of the analyst.
This traumatic reality is wholly blamed for the patient's processing inability and lack of
interest in the analysis.
We call this situation a "social neurosis" in which "everything takes place in the present", as
a present neurosis. This condition causes the psychic time to explode and changes the
processes of thought and symbolization.
The effect of the social trauma is shown through a particular circumstance -patients and
analysts share the same traumatic reality.
The analytical technique is materially modified in the usual form of the setting due to the
effect of trauma in the mind of the analyst. The authors have taken into consideration a broader
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counter-transference, along with its incidence on transference and the need to research on it in
a second instance, in order to prevent any bastion from freezing the analytical process.
Under these circumstances, more than under any other ones, the destiny of the patient's
self-aggressive masochism may depend on the processing on the field, in a scenario that is
literally more often than not a question of life or death.
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Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6. 2004
Fanny Blanck-Cereijido
Asociación Psicoanalítica Mexicana - Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
Simbolización y
sobrevivencia
Introducción al Foro electrónico preparatorio al XXV Congreso de FEPAL, El psicoanálisis en
tiempos de conmoción (Vulnerabilidad - Desamparo - Sufrimiento psíquico)
Muchos psicoanalistas tenemos experiencia en la atención de personas que
sufrieron experiencias conmocionantes y catastróficas: prisión, violencia, degradación, terror y pérdida de un mínimo marco referencial.
Si bien conocíamos estas experiencias por la historia europea del siglo xx,
los procesos de las sangrientas dictaduras militares de los 70 en el Cono Sur y las
crisis económicas, con sus secuelas de desempleo y miseria de vastas zonas de la
población, se han agregado a la casuística de los campos de concentración nazis y
soviéticos como generadoras de patologías sociales. La ruptura brutal de las condiciones de existencia cotidiana, del enmarque propio de la vida, traen desamparo,
vulnerabilidad y dolor psíquico. La existencia transcurre en un medio material y
emocional que permite la emergencia de la individualidad, del deseo inconsciente
y de las historias particulares y colectivas. La aparición de lo humano depende del
otro, y consignemos que el Diccionario de María Moliner (1990) define desamparo como falta de ayuda o protección, desabrigo, desvalimiento. Dice: "Volver la cabeza y no tener adonde, volver la mirada, no tener a quién".
En condiciones extremas, el terror, la vida en constante peligro, el aislamiento, la desaparición de los valores, leyes y prohibiciones, con la anomia consiguiente, dan lugar a un contexto impredecible, cambiante, aterrorizador y desorganizador.
Esto sucede con alguien que está en prisión pero también, de otro modo, con alguien
que no sabe si conservará su trabajo, su posibilidad de subsistencia, o si la falta de
medios lo va a orillar a la emigración.
La existencia del marco social, del reconocimiento del otro, posibilita la emergencia de la sublimación y de la socialización. La sublimación, afirma Castoriadis
(1987), define la vida humana a través del dominio del placer de la representación
Dirección de la autora Francia 131 casa 2, Colonia Florida/San Ángel C P 01030, México, D F, México E-mail cerei]ido@laneta apc org mx
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Fanny Blanck-Cereijido
sobre el placer de órgano, y de la búsqueda de objetos investidos socialmente. La socialización permite el acceso a la genealogía personal, familiar y social. La ruptura
de la trama intersubjetiva y transubjetiva destruye estas funciones y, si es afortunado, el individuo logra mantener la autoconservación, forma en la que el yo se representa la conservación de la vida, pero difícilmente la autopreservación, que atañe a
los enunciados identificatorios del yo (Bleichmar, 2003).
Como respuesta al sinsentido imperante, los campos de concentración y las
prisiones estaban llenos de sujetos que permanecían aislados, no se levantaban, no
comían ni llevaban a cabo las mínimas acciones que les podrían haber dado alguna esperanza de vida. Se los llamaba "musulmanes" y sucumbían rápidamente al
hambre o a manos de sus captores. Las condiciones de la vida laboral y social se
ven no sólo en prisión, sino circulando por nuestras ciudades.
De los que pasaron por campos y prisiones, algunos individuos lograron,
asombrosamente, sobrevivir. Hice una serie de reflexiones acerca de esta posibilidad de supervivencia a partir de un relato que aparece en un libro de Theo
Richmond (1995), periodista y cineasta inglés, sobre la historia de Konin, una
pequeña ciudad en la frontera entre Alemania y Polonia, en la que habían nacido sus
padres. Este libro incluye un relato muy peculiar, acerca de un sobreviviente de un
campo de concentración nazi, Mike Jacobs, que, según él, había logrado sobrevivir
gracias a un objeto que él mismo se construyó con un vidrio, un trozo de metal y
una banda elástica: "un reloj". Pensaba que con este objeto, absolutamente ficticio,
había podido conectarse con los hombres de afuera del campo, que conocían la
manera de medir el tiempo, y que con ello se alejaba de la condición infrahumana
en la que querían colocarlo sus captores. "Esto me mantuvo andando", explica
Mike, al ser entrevistado por Richmond. "Cuando veía a uno de los SS usando su
reloj, yo me decía: 'Afirman que no soy humano, que no tengo cerebro. Pero yo sé
que lo soy, que construí mi reloj con restos de partes que hacíamos para los
Messerschmitts, y hasta le puse mi número de prisionero: 11860'." Luego comentó
que si hubieran descubierto que usaba dicho "reloj", no habría vivido para contarlo.
"Mi brazo era muy delgado y me permitía usar mi reloj muy arriba, bajo la manga.
Cuando lo miraba podía ver la hora. Bueno, sabía que no podía ver realmente la
hora, que era un 'haz de cuenta que'. Pero así y todo era más que un reloj, pues lo
había hecho yo, era mío, tenía algo a que aferrarme." Pienso que frente a
situaciones de aniquilación o devastación que aparecen en catástrofes sociales
como los genocidios, las posibilidades de supervivencia residen en la conservación
o instauración del registro simbólico atacado. Se trata de situaciones en las que el
objeto a salvar es la cultura, el lazo social y el lenguaje estético compartido. En el
caso que describo esto se logró merced a la construcción de un objeto con
características ilusorias y gracias a la desmentida parcial de la realidad inaceptable.
Las posibilidades de creación en estos casos dependen sobre todo de un intenso
impulso libidinal, de la fuerza del deseo de sobrevivir. El "reloj" de Mike es una
creación que pertenece a lo sublimatorio, a lo cultural, que establece un nexo entre
el sujeto y la humanidad. Su afirmación de haber logrado su unión con los otros
hombres a partir de la posesión
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Simbolización y sobrevivencia
de un "reloj" y de la lectura del tiempo, implica la creación, en su mente, de otros con
quienes él establece una comunidad a través de un bien de la cultura. Las nociones
de tiempo y espacio, los apriori kantianos, suministran el telón de fondo para el pensamiento lógico. Esto lo saben los psiquiatras cuando le preguntan al paciente en qué
lugar se encuentra y la fecha, para saber de su "cordura". Mike debía intuir la importancia de la función temporal en su búsqueda del tiempo de los hombres. A través de
su "reloj" crea de esta manera un grupo humano en el que él mismo se incluye, que
lo reconoce como miembro y que, en su mundo interno, le otorga significación de
persona. De este modo rehace una posibilidad de ser reconocido como sujeto pensante
y creativo, escapando a la muerte que le impone la falta de reconocimiento en que se
lo sumerge. Se rescata así del poder total que el ambiente represivo y brutal trata de
ejercer sobre él (Blanck-Cereijido, 1998).
Frente a estas condiciones el "reloj" de Mike descerraja un mecanismo propio del sujeto, que le da una posibilidad de orden y sentido, como si fuera un efecto catalizador que lo reinstala en un universo con legalidad. Protege de esta manera
su narcisismo con las funciones yoicas que dependen de él: pensamiento, discriminación, autoestima, noción témporo-espacial.
Es valioso tener en cuenta las diferencias que establecen algunos autores entre trauma, acontecimiento y catástrofe. Según Lewkowicz (2003), el trauma acontece cuando, a pesar de la conmoción sufrida, el aparato psíquico puede retornar a
modos de funcionamiento previos. Si el aparato es arrasado, sin posibilidades de
recomposición, estamos frente a una catástrofe. Acontecimiento supone pensar en
una experiencia, una situación que no se apoya en un saber pasado, sino en una posibilidad de inventar una experiencia nueva, ya que se detectan orígenes múltiples
que crean situaciones novedosas. Cuando la clínica nos presenta sujetos afectados
por estos procesos, el analista no se reduce a encontrar lo que ya existía, puesto que
la trama existencial se ha perdido, sino que colabora para crear contenidos nuevos,
que den lugar a un producto diferente. Se trata de una nueva producción de sentido, a partir de un real nuevo que ingresa, que debemos ayudar a significar mediante
nuevas simbolizaciones (Bleichmar, 2003).
Estas líneas se centran en las condiciones de supervivencia en situaciones de
catástrofes sociales que ocasionan anomia y desubjetivización. Estos procesos pueden considerarse desde varias vertientes, como la desaparición del sujeto y del discurso o el ataque a la identidad y a la historia. La generación de condiciones de supervivencia del sujeto como tal consisten, a mi entender, en la creación o recreación de la experiencia simbólica, de una dimensión transubjetiva que une al sujeto
con aquellos otros con quienes comparte la historia y los valores.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6
2004
Fanny Blanck-Cereijido
Bibliografía
Blanck-Cereijido, F. El objeto salvador. Respecto del psicoanálisis. La tinta en el diván, México, 1998.
Bleichmar, S. Citado por Rolfo et al. "Conclusiones, ideas, problemas." En: Clínica psicoanalítica ante
las catástrofes sociales, Paidós, Buenos Aires, 2003.
Castoriadis, C. The Imaginary Institution of Society, The MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 1987.
Lewkowicz, I. Citado por Rolfo et al. "Conclusiones, ideas, problemas." En: Clínica psicoanalítica ante
las catástrofes sociales, Paidós, Buenos Aires, 2003.
Moliner, M. Diccionario de uso del español, Gredos, Madrid, 1990.
Richmond, T. Konin, Pantheon Books, Nueva York, 1995.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
De todos los tiempos:
la ética, los valores, los mitos
Reyna Hernández de Tubert
Asociación Psicoanalítica Mexicana
Cuando el analista
maltrata al paciente
Una perspectiva ética
Y epistemológica
Freud y Ferenczi: DOS concepciones del mundo
En una serie de trabajos previos (Hernández de Tubert, 2000a, 2000b;
Tubert-Oklander y Hernández-Hernández, 1993) he expuesto la hipótesis de
que toda nuestra experiencia y conocimiento del mundo se basan en el conjunto
de presuposiciones, creencias y valores que constituye nuestra concepción del
mundo (Weltanschauung, en alemán). Esa visión del mundo es, en su mayor parte, inconsciente, y ha sido adquirida en la infancia a partir de las primeras identificaciones. Se trata de una estructura psicológica real, no de un sistema de pensamiento consciente. Todos tenemos una concepción del mundo, aunque no lo
sepamos ni estemos necesariamente en condiciones de expresarla en palabras.
Algunos de nosotros nos dedicamos a reconstruir, en términos lógicos, algunos
aspectos de esta concepción del mundo con el fin de compartirla y discutirla con
otras personas. Pero es fundamental que distingamos entre la concepción del
mundo, como estructura psicológica, y su reconstrucción lógica, como tema del
discurso.
Jean Piaget (1967) ha desarrollado la teoría de que todas nuestras percepciones de la realidad surgen del encuentro de los estímulos con los esquemas inconscientes previos, a los que llama "esquemas de acción". Toda nueva situación
es interpretada en términos de un esquema preexistente; a este proceso lo llama
"asimilación". En un segundo tiempo, el esquema puede modificarse para incorporar algunos aspectos novedosos de esta nueva experiencia; denomina a esto
"acomodación". Es el proceso sin fin de asimilación-acomodación-nueva asimilación el que nos permite aprender cosas nuevas. Ello corresponde al "interjuego
Dirección de la autora Magisterio Nacional 2-B, ColoniaThalpan Centro, 14000 México D F, México E-mail ReynaHdzTubert@aol com
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Reyna Hernández de Tubert
de identificaciones proyectivas e introyectivas" que describe Melanie Klein
(1946) y al "aprendizaje de la experiencia" de Bion (1962).
La posibilidad de cotejar permanentemente nuestros esquemas con la realidad es la base de los procesos de conocimiento. Sin embargo, no todos los esquemas tienen el mismo peso ni son igualmente revisables. Algunas de nuestras presuposiciones son tan fundamentales para la estructura de nuestros sistemas de pensamiento que resultan prácticamente inmodificables. Además, dado que impregnan
toda nuestra experiencia de la realidad, son muy difíciles de identificar como creencias, ya que todo lo que vivimos parece confirmarlas. El resultado es que no las
consideramos en absoluto como pensamientos nuestros, sino simplemente como
"la forma en que son las cosas".
Propongo, por lo tanto, la hipótesis de que la concepción del mundo es una estructura mental, que es originalmente y en su mayor parte inconsciente, y que incluye un conjunto de presuposiciones, valores, creencias, códigos de representación y
procedimientos, con los que interviene en la construcción de nuestra "realidad"
experiencial. En consecuencia, no sólo determina la forma en que interpretamos
nuestras percepciones y experiencias, sino que también participa en su propia
génesis.
La concepción del mundo es una estructura a la vez colectiva y personal. Si
bien es válido plantear que cada ser humano tiene su propia concepción del mundo, esta concepción personal se inserta siempre en el contexto de una concepción
colectiva, propia de la sociedad, la cultura y el momento histórico en el cual ha nacido y se ha formado el individuo. Una de las consecuencias de ello es que la comunicación entre personas de diferentes culturas resulta difícil, en el mejor de los
casos, e incluso imposible, a veces.
Sin embargo, también dentro de una misma cultura existen diferencias en las
concepciones del mundo, que suelen obstaculizar la comunicación. La concepción
del mundo propia de una cultura carece de coherencia lógica; dado que se trata de
una estructura fundamentalmente inconsciente, obedece a las leyes del pensamiento inconsciente, que permiten la coexistencia de conjuntos de ideas mutuamente
incompatibles. Si bien es cierto que cada individuo incorpora de manera insensible todos los temas, las creencias y los problemas centrales de su cultura, también
recibe de su familia y su medio social inmediato una serie de mandatos respecto
de cuáles elementos de este complejo sistema ideológico ha de reconocer y asumir,
y cuáles, desconocer o reprimir.
Sigmund Freud y Sándor Ferenczi eran ambos miembros de la misma cultura: judíos europeos, con una formación médica, identificados con los ideales de la
ciencia del siglo XIX, pero también influidos por el movimiento romántico y con
intereses místicos no totalmente confesados, sobre todo en el caso de Freud.
Obviamente, éstos eran elementos contradictorios, que reflejaban las
contradicciones de la cultura que los originó. Pero las soluciones que cada uno de
ellos dio a estas contradicciones dependieron de sus particulares experiencias de
vida.
Freud fue el hijo preferido de una madre un tanto absorbente, mientras que
su padre lo decepcionó, por no estar a la altura de la figura fuerte e idealizada que
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Cuando el analista maltrata al paciente
buscaba en él. Por otra parte, todo el entorno de su infancia favoreció en él el desarrollo de expectativas grandiosas respecto del lugar que habría de ocupar en la
sociedad, las que cobrarían la forma de una identificación infantil con Aníbal
(Freud, 1900). El resultado fue una estructura neurótica de personalidad en la que
su identidad de base no estaba cuestionada, pero en la que buscaba sistemáticamente el reconocimiento y el prestigio a través de adecuarse a un ideal de cientificidad,
al tiempo que reprimía o negaba sus intereses románticos o místico-religiosos.
Ferenczi, por el contrario, jamás se sintió querido por su madre, lo cual lo llevó a una búsqueda sin fin de amor y reconocimiento. Todo ello lo hizo ubicar a la
experiencia emocional en el centro de sus preocupaciones teóricas y terapéuticas.
A pesar de compartir los ideales científicos de Freud, esto no le impidió explorar
más abiertamente sus intereses místicos. También pudo reconocer, a diferencia de
Freud, que las características absolutamente novedosas del psicoanálisis lo alejaban
en forma irremediable de los modelos epistemológicos desarrollados por las ciencias naturales del siglo XIX, y que debería, por lo tanto, encontrar sus propias formas de validación y de convicción.
Estas dos perspectivas del mundo, de la ciencia, de la vida y del ser humano,
no podían dejar de entrar en conflicto en algún momento (Tubert-Oklander, 1999).
Y el principal punto de conflicto se centró en el problema de los valores y la ética.
La ética del psicoanálisis
Como todos lo sabemos, los aspectos éticos de la práctica analítica son muy
complejos. Se superponen en parte con los de las demás profesiones de ayuda, tales
como la medicina, el trabajo social o el sacerdocio, pero presentan también características únicas, en función de las circunstancias exclusivas de la práctica
psicoanalítica. Además, no pueden disociarse los aspectos técnicos y teóricos de
los valores éticos que subyacen en la práctica analítica. Así lo señala Etchegoyen
(1986), en su conocido texto de técnica psicoanalítica, cuando nos dice:
"Así como hay una correlación estricta de la teoría psicoanalítica con la técnica y con la investigación, también se da en el psicoanálisis, en forma singular, la relación entre la técnica y la ética. Hasta puede decirse que la ética
es una parte de la técnica o, de otra forma, que lo que da coherencia y sentido a las normas técnicas del psicoanálisis es su raíz ética. La ética se integra
en la teoría científica del psicoanálisis no como una simple aspiración moral
sino como una necesidad de su praxis" (Etchegoyen, 1986, p. 27).
Estoy de acuerdo con este autor en lo referente a que la ética es una parte integral de nuestra práctica, y que sus transgresiones invalidan la aplicación de las mejores teorías y las técnicas más elaboradas. Difiero, sin embargo, en la presuposición
implícita de que existe un solo conjunto posible de valores subyacente al ejercicio
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Reyna Hernández de Tubert
del psicoanálisis. La realidad es que los psicoanalistas estamos divididos en función
de nuestras diferentes concepciones del mundo y del ser humano, y que éstas son
una parte integral del modo en que concebimos y practicamos el psicoanálisis.
Todos sabemos que Freud (1923) definió al psicoanálisis en su triple acepción
de método de investigación, método terapéutico y teoría psicológica. Los psicoanalistas presentamos importantes divergencias en el peso relativo que otorgamos a estos diferentes aspectos de nuestra disciplina, determinando así el surgimiento de lo
que André Green (1997) denomina las grandes "familias espirituales" de la comunidad psicoanalítica. Estos valores no son inherentes a la teoría y la técnica
psicoanalíticas, sino que provienen de la concepción del mundo y la ideología
personales del analista, las cuales son previas a su formación profesional y no se
basan en argumentos demostrables (Tubert-Oklander y Hernández-Hernández,
1993; Hernández de Tubert, 2000b).
Los valores son criterios generales respecto de lo posible, lo deseable y lo debido. De ellos no cabe decir que sean "verdaderos" o "falsos", ya que no son proposiciones acerca de la realidad, sino los propios cimientos sobre los que se construye
nuestra experiencia de la realidad. No existen valores "objetivos" y, por lo tanto,
cualquier discusión productiva acerca de ellos sólo puede conducirse a partir de la
explicitación de los valores de cada una de las partes y del respeto por el derecho de
cada uno a sostenerlos. (Esta afirmación es, desde luego, también ideológica, y
constituye un principio fundamental de la democracia.) Comenzaré, por lo tanto,
explicitando los valores que orientan mi práctica, ya que sólo en este contexto
podrán entenderse las siguientes consideraciones.
Toda la discusión siguiente se basa en mi creencia de que la esencia y la razón
de ser del psicoanálisis se encuentran en su mandato terapéutico. Más allá de ser éste
el principal interés que me trajo a esta profesión, es importante destacar que también
es el de los pacientes. La mayor parte de los analizados han llegado al tratamiento analítico en busca de alivio para sus sufrimientos y limitaciones, y para mejorar su calidad de vida. Aun en los casos en los que llegan planteando otras razones, tales como
el interés profesional o el deseo de conocerse, la indagación analítica acaba por develar un sufrimiento latente y una oculta esperanza de aliviarlo. En consecuencia, no resulta aceptable que un psicoanalista tome en tratamiento a una persona que plantea
una demanda terapéutica, a menos que esté dispuesto a respetarla y aceptarla.
No desconozco que existen colegas que no comparten esta forma de concebir nuestra disciplina. Algunos de ellos destacan el aspecto del psicoanálisis como
método de investigación del inconsciente, mientras que otros asignan a la teoría
psicoanalítica un lugar fundamental como doctrina filosófica que da cuenta de la
existencia humana. Esto plantea algunos conflictos morales, derivados de la discordancia entre la petición del paciente y las convicciones del analista. Sería interesante saber cómo manejan esta situación aquellos analistas que creen firmemente que
el psicoanálisis no tiene -o no debe tener- una función terapéutica. Pienso que una
solución posible consistiría en que el psicoanalista informara al analizado que lo
que le está ofreciendo no es un camino para el alivio de sus sufrimientos, sino sólo
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Cuando el analista maltrata al paciente
una oportunidad privilegiada para conocerse. Esta medida tendría la virtud de ser
clara, explícita y honesta, pero podría caer en el riesgo, desde mi punto de vista, de
constituirse en una complicidad inconsciente del analista con las defensas del paciente. Una persona que ha debido negar, para sobrevivir, su fragilidad, su sufrimiento
y su desesperado anhelo de ayuda y de cuidado, podría aceptar con entusiasmo una
propuesta de tratamiento que le garantiza que no corre el riesgo de entrar en contacto con sentimientos tan dolorosos. Pero, ¿debe acaso el analista hacerles el juego
a estos temores del analizado? Éste es un tema que, por lo menos, merece ser
ampliamente discutido en nuestra comunidad. Este contraste entre un punto de vista que define al psicoanálisis como un método de investigación privilegiado para el
conocimiento del inconsciente, y otro que destaca su cometido terapéutico, no es
algo nuevo. Existe desde los comienzos del psicoanálisis, como lo señalaron
Ferenczi y Rank en El desarrollo del psicoanálisis (1923), al hablar del "efecto
recíproco de la teoría y la práctica":
"El análisis ha presentado, desde sus comienzos, dos aspectos bien diferentes
que entran permanentemente en contacto, se superponen y entrecruzan, y todo
depende del ángulo desde donde lo vemos. Si uno considera a la técnica analítica como un medio para encontrar nuevos hechos y conexiones psicológicas,
es decir, para la investigación de la vida mental, podrá decir entonces que su
valor terapéutico es puramente accidental. Si, por lo contrario, la ve desde el
punto de vista de la terapia, los resultados científicos serán bienvenidos como
un deseable subproducto" (Ferenczi y Rank, 1923, p. 46, traducción personal).
Por otra parte, esta divergencia respecto de los objetivos del psicoanálisis fue
también uno de los ejes del trágico desencuentro entre Freud y Ferenczi
(Tubert-Oklander, 1999). El primero de ellos mostró siempre un muy escaso
interés por la terapia. Sabemos, por sus propias declaraciones, que se sentía
mucho más investigador que médico, y que para él la práctica clínica del
psicoanálisis era fundamentalmente un medio que le permitía continuar
desarrollando sus intereses científicos. Ferenczi, en cambio, era un terapeuta
apasionado, y así lo describe Balint:
"Si tuviera que definir en una palabra lo que fue realmente nuestro maestro en
su corazón, debiera decir que fue un médico en el mejor y más rico sentido de
la palabra. [...] Lo único que podía mantener permanentemente su interés, y
en lo que su inquieto espíritu podía hallar reposo, era ayudar, curar. [...] Su
única meta, la cual jamás perdía de vista, era aliviar los sufrimientos de las
personas mentalmente enfermas" (Balint, 1933, p. 235, traducción personal).
Esta divergencia en los valores de estos dos analistas, la cual sólo puede explicarse en función de sus respectivas concepciones del mundo, no podía dejar de
perturbar su relación profesional y, en última instancia, también su amistad.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol 6
2004
Reyna Hernández de Tubert
LO Que el paciente puede esperar del analista
Habiendo dejado establecido el cometido terapéutico como el valor básico
que debe regir el tratamiento, al menos desde mi punto de vista, quisiera enumerar
lo que el paciente tiene derecho a esperar del analista, tanto en términos de conductas concretas como de actitudes. Winnicott (1954) desarrolló algunos de estos
puntos en su clásico trabajo "Aspectos clínicos y metapsicológicos de la regresión
dentro del marco psicoanalítico". Allí describe minuciosamente lo que el analista
ofrece, como persona real, para la constitución del encuadre. El psicoanalista está
siempre, en el curso de las sesiones: 1) presente, 2) puntual, 3) vivo, 4) despierto,
5) atento, 6) emocionalmente disponible, 7) dispuesto a comprender y compartir su
comprensión y 8) al servicio del paciente. Todo esto se resume, en palabras del autor, diciendo que "el analista se comporta como es debido, sin que ello le cueste
demasiado por el sencillo hecho de que es una persona relativamente madura" (p.
387). Y agrega un comentario de la mayor importancia: "En la situación analítica,
el analista es mucho más confiable que lo que es la gente en la vida corriente. Es
en general puntual, no hace berrinches, no está expuesto a enamoramientos compulsivos, etcétera" (p. 387).
Este énfasis en la contribución al proceso terapéutico de la personalidad y las
conductas concretas del analista dista mucho de la tradicional concepción del psicoanalista como "pantalla en blanco", sobre la cual se proyectan los objetos del
mundo interno del paciente. Se trata, no obstante, de un punto de vista compartido
por una buena parte de la comunidad psicoanalítica, en particular por aquellos que
se identifican con la llamada "teoría de las relaciones objétales" (Hernández de Tubert, 1995, 1997, 1999; Tubert-Oklander, 1997, 1999; Tubert-Oklander y Hernández de Tubert, 1995).
Otro aspecto de la contribución del psicoanalista a la constitución de la situación analítica se deriva de los diferentes componentes de lo que denominamos
la actitud analítica. 1) La veracidad es el valor fundamental del psicoanálisis: un
psicoanalista no teme decir lo que piensa y, sobre todo, no tiene miedo a llamar a
las cosas por su nombre. 2) El analista tiene un compromiso con el paciente: un
analista es alguien que cumple lo que promete y que no promete lo que no puede
cumplir. 3) El analista asume una actitud de apertura emocional; no se defiende
ni evita el contacto con el paciente, y reconoce y acepta los sentimientos de amor
y de odio que éste le despierta. 4) La empatía es la capacidad y disposición a identificarse con el paciente, con el fin de conocerlo mejor "desde adentro", a partir de
una actitud de aceptación y respeto. 5) La neutralidad consiste en la firme decisión de evitar tomar partido ante cualquier conflicto del analizado, sea éste un conflicto consigo mismo o con alguna otra persona o instancia del mundo externo.
Ello no supone que el analista opere sin un conjunto de valores propios, sino que
éstos se subordinen al respeto por los valores del paciente. 6) Por último, está la
abstinencia, término acuñado por Freud (1919) para referirse a la recomendación
de que el analista no gratificara los deseos neuróticos del paciente, y que poste Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Cuando el analista maltrata al paciente
riormente se amplió para referirse a su compromiso moral de no utilizar a este último para gratificar sus propios deseos y necesidades.
La restricción planteada por la abstinencia es mucho mayor para el analista
que para el paciente. Existen diversas situaciones clínicas en las que el analista puede
tener que hacerse cargo de necesidades emocionales no neuróticas del paciente.
Esto es particularmente notable en el caso de las regresiones terapéuticas (Hernández de Tubert, 1995, 1997, 1999; Winnicott, 1954, 1955-1956). Pero el psicoanalista tiene la obligación de atender y resolver sus propias necesidades, emocionales o
de otro tipo, para evitar cargar con ellas a sus pacientes. Un psicoanalista es una persona que se pone, sincera y abiertamente, al servicio de otro ser humano sufriente,
procurando comprenderlo y atender sus necesidades emocionales, con exclusión de
aquellas que contribuyen al mantenimiento de su perturbación, y que evita, de todas las maneras posibles, someterlo a cualquier forma de explotación o abuso.
Sin embargo, es un hecho conocido que con cierta frecuencia los psicoanalistas y terapeutas no estamos a la altura de estas elevadas exigencias morales. No
es extraño encontrar casos en los que los profesionistas tratantes caen en un acting
out sexual con algunos pacientes, reaccionan con violencia ante ellos, se aprovechan de ellos desde el punto de vista económico, político o social, o los utilizan
para algún tipo de explotación narcisista. Este tema no suele discutirse abiertamente, si bien es motivo de muchos chismes y comentarios de pasillo. Cuando se
lo toca, a veces -cuando el terapeuta en cuestión es amigo del que hace el comentario- se atribuye la transgresión a la grave patología del paciente; otras -cuando
se está hablando de un enemigo o rival- se la explica por la patología o la falta de
análisis del colega en cuestión. Se trata, no obstante, de un fenómeno clínico que
merece ser estudiado y que, desde mi punto de vista, surge de la interacción entre
el paciente y el analista.
Un caso de abuso terapéutico
Quisiera presentar una breve viñeta para ilustrar cómo pueden acumularse
las situaciones de abuso y explotación de un paciente cuando se conjugan los graves rasgos narcisistas y masoquistas de su personalidad con la patología de sus terapeutas. Pablo, un joven artista que había sufrido experiencias de abuso sexual
durante la infancia, se sentía interferido en sus actividades por una intensa angustia, y ante las fallas frecuentes de sus planes, que contrastaban con el incipiente
éxito de sus amigos, comenzó a aislarse y por fin buscó ayuda profesional. Ingresó así a un grupo terapéutico, en el que desarrolló su tratamiento en forma aparentemente normal.
Poco después, conoció a dos mujeres terapeutas en un congreso al que asistió y entabló amistad con ellas. Decidió, entonces, buscar a ambas para solicitarles
ayuda terapéutica. Así fue que, en forma simultánea, asistía al grupo e iba a consulta con Remedios y Daniela. La relación con estas dos mujeres acabó siendo una
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Reyna Hernández de Tubert
extraña mezcla de tratamiento y acting out sexual. Con Remedios tuvo relaciones
sexuales, y pronto acabó la supuesta terapia. En cambio, con Daniela solía tener
primero una sesión y luego tenían relaciones sexuales.
Esta situación se prolongó durante varios meses, sin que en apariencia el terapeuta de grupo interviniera en forma alguna. También es importante el hecho de
que en el grupo tuvo, junto con otros compañeros, un acting out autodestructivo
muy grave, poniendo en riesgo su vida. El terapeuta connotó este episodio en forma positiva, e incluso llegó a presentarlo públicamente en un ámbito profesional
como un ejemplo de éxito terapéutico. Fundamentaba esa opinión en que, a pesar
del riesgo corrido, no hubo un desenlace trágico, y esto habría permitido la expresión y elaboración de sus conflictos inconscientes.
El grupo se dio por terminado, en un aparente final feliz, pero Pablo continuó sintiéndose en una situación de caos y atrapado en una actividad sexual promiscua, sobre todo con una de las dos terapeutas que, en algún momento, habían
asumido el compromiso de ayudarlo. En consecuencia, decidió viajar a otro país,
donde permaneció durante un período prolongado. Al regresar a México, buscó a
su terapeuta de grupo, que representaba para él una figura paterna, con el deseo de
retomar el tratamiento. Éste le dijo que no contaba con tiempo para atenderlo y lo
despidió en forma sumaria. Pablo vivió esto con mucha desolación, por considerarlo
un rechazo. Tuvo la impresión de que el terapeuta no deseaba en realidad enterarse
de sus sufrimientos, ya que el grupo había sido supuestamente un éxito. Además,
era probable que no estuviera ahora en condiciones de pagar sus honorarios.
Recurrió entonces a diferentes profesionales, con los que no logró consolidar un
tratamiento, abandonándolos en las primeras sesiones, hasta que llegó a mí e inició
un tratamiento psicoanalítico tradicional.
Más allá de la discusión de las complejas relaciones transferenciales
-contratransferenciales que se dieron en sus tratamientos, quisiera destacar los
problemas éticos que éstos plantearon. No cabe duda alguna de que las dos
terapeutas transgredieron todos los límites, en parte por ignorancia y en parte por
su patología. Pero también lo hizo el terapeuta de grupo. El grupo en el que estuvo
Pablo tenía una orientación teórico-técnica que fomentaba la expresión irrestricta
de los deseos y emociones de sus miembros. De allí que el grave acting out, con
peligro para la vida de quienes participaron en él, fuera calificado como un logro.
EL paciente como niño maltratado
El caso que acabo de relatar puede verse desde varias perspectivas. No se trata aquí sólo de una situación de ineptitud, irresponsabilidad o descuido por parte de
los tres terapeutas, sino de algo mucho más típico y profundo. Aquellos pacientes
que han padecido experiencias de abuso y maltrato durante su infancia, tienden a
repetir esta situación en la relación con su terapeuta, y esto plantea pesadas exigencias para éste, quien debe utilizar todos sus recursos para evitar reproducir la situaRevista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Cuando el analista maltrata al paciente
ción traumática inicial. En aquellos casos en los que no cuenta con los conceptos
teóricos y los instrumentos técnicos necesarios para identificar y enfrentar este problema, es posible que no pueda evitar reeditar el abuso y el maltrato que el paciente sufriera en su niñez. Lo mismo sucede cuando se da una superposición entre las
patologías y situaciones de vida del paciente y del terapeuta (Puget y Wender, 1982;
Tubert-Oklander, 2002).
Pablo padecía, desde mi punto de vista, de un trastorno narcisista de la personalidad. Basaba mi diagnóstico en sus vivencias de vacío, pobre autoestima,
búsqueda desesperada de relaciones empáticas en las que no acababa de creer, y
sentimientos de vergüenza con vivencias de fragmentación, así como en las características de su transferencia, en la que se defendía de la intimidad y el contacto
emocional con el fin de evitar la catástrofe que para él representaría una respuesta de rechazo o incomprensión. En aquel momento, pensé que el pronóstico podría ser bueno si lograba persistir en el tratamiento, por su juventud, inteligencia,
creatividad e insistencia en la búsqueda de ayuda adecuada, a pesar de las
insatisfactorias experiencias previas. El riesgo de abandono del análisis estaba,
sin embargo, siempre presente, debido al sentimiento de profunda humillación y
desconfianza con que vivía tanto sus emociones como la necesidad de ayuda, y a
la inautenticidad de sus relaciones. Esto se extendía también, desde luego, a la relación conmigo. Otro elemento que complicaba la situación era el hecho de ser
yo mujer, lo que lo llevaba a identificarme con sus terapeutas previas.
Pablo llegó al tratamiento sintiéndose sumamente angustiado, con fenómenos de despersonalización y angustia catastrófica. Relataba también dificultades
para iniciar y concluir casi cualquier actividad laboral. Se presentaba suspicaz y temeroso, ambivalente ante las relaciones, con una grave conflictiva conyugal, y con
una historia previa de tratamientos signados por la confusión y las transgresiones
al encuadre.
Ya en la relación conmigo, pasó por una primera etapa de desconfianza e
incertidumbre, expresando mucho miedo a la crítica y sintiendo que en cualquier
momento podía yo dar por terminado el tratamiento. Sentía vergüenza por
necesitar ayuda y aceptación de mí. Sus relatos estaban llenos de explicaciones,
interpretaciones y tecnicismos psicoanalíticos. Al mismo tiempo que me
demandaba ayuda y aceptación, trataba de encontrar por sí mismo los mecanismos
intelectuales que dieran respuesta a sus múltiples interrogantes y ocultaran sus
carencias tan profundas y humillantes para él. El trabajo analítico se realizó sobre
todo en función de interpretar esta primera fase de desconfianza y fortalecer una
alianza de trabajo, así como de interpretar sus resistencias, en especial la
intelectualización.
Pablo también expresaba confusión y deseos de huir ante las situaciones que
le generaban angustia. Tenía la expectativa catastrófica de que yo podía rechazarlo
de manera violenta si no cumplía con los deseos que suponía que yo tenía hacia él.
Posteriormente desarrolló una mayor aceptación de la relación conmigo, viviéndola con menos angustia. Debe destacarse que presentaba, en el curso de las sesiones,
la referida confusión y sentimientos de poca autenticidad frente la inminencia de
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Reyna Hernández de Tubert
posibles separaciones o amenazas al tratamiento, así como ante las separaciones
por fines de semana o vacaciones.
En todo esto se manifestaba el conflicto básico de mi paciente: tenía una necesidad desesperada de renunciar a sus defensas, acercarse a mí y ponerse en mis manos
sin reservas, para que yo lo cuidara realmente, pero al mismo tiempo se sentía absolutamente incapaz de confiar en otro ser humano. Recurría, en consecuencia, a diversas
maniobras que le permitían un sustituto, una mala imitación de la cercanía emocional,
sin dejar la esfera de su control omnipotente. Así intentó primero los halagos, la seducción intelectual y luego la sexual, al acercarse a mí con piropos. Con sus otros terapeutas, sus maniobras tuvieron éxito y la relación se desvirtuó. Yo, por mi parte, procuré
mantenerme dentro los límites exigidos por las normas del tratamiento psicoanalítico,
lo cual generó nuevos problemas, como veremos más adelante.
Es importante destacar que en la historia infantil de Pablo encontramos los
elementos característicos de las personalidades narcisistas. Tanto la madre como el
padre fueron distantes desde el punto de vista emocional. Con este último logró tener una relación sólo en la medida en que se adaptó a sus intereses intelectuales, en
una explotación narcisista por parte del padre. Además, sufrió una situación de abuso
sexual concreto por parte de un primo mayor. El resultado de todo esto fue una
grave desconexión respecto de sus propios sentimientos, aunada a un
hiperdesarrollo de sus funciones intelectuales, que ocupaban el lugar de su
verdadero self. Winnicott (1949, 1960) ha descripto esta modalidad de falso self,
centrada en el desarrollo de las capacidades mentales, disociadas del psique-soma
original. En esta situación, el sujeto se identifica con su mente, aislada de la
existencia corporal, y pierde así el contacto con su vida emocional.
En el campo de sus relaciones interpersonales, se apreciaban en Pablo dos
rasgos característicos de los pacientes narcisistas: la evitación perversa de la intimidad y la cercanía, y la adaptación excesiva a las necesidades de los demás. En la
primera, la cercanía emocional a la vez se busca y se evita. De este modo se genera
una paradoja lógico-pragmática (Bateson, 1972), que puede formularse en los siguientes términos: "Te ordeno que te acerques a mí, con la condición de que no te
acerques nunca". La solución de esta exigencia imposible se da cuando se subvierte
el significado de "mí" y de "ti". Si la persona que se acerca no soy yo, sino un
personaje inventado por mí, yo ya no corro riesgo alguno en la relación, pero tampoco encontraré jamás la respuesta auténtica que anhelo. Lo mismo ocurre si la persona a quien me acerco no eres tú, sino un títere, creado por mi omnipotencia y manejado por mis identificaciones proyectivas. Así, Pablo quedaba finalmente atrapado, como todos los narcisistas, en un mundo devastado, en el que no existían otros
seres humanos capaces de responder a su búsqueda de aceptación, cariño y cuidados, y así se mantenía indefinidamente su vacío interior.
Ésta era la razón de su constante mimetismo, en el que ponía toda su inteligencia y sensibilidad al servicio de la detección de los deseos y necesidades del
otro que tenía delante, para luego transformarse en una imitación de lo que éste esperaba de él. De esta manera recreaba las diferentes situaciones de abuso, de las
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Cuando el analista maltrata al paciente
cuales él era coautor. Esto sucedió muy notablemente con las dos terapeutas que
conoció en el congreso, y con quienes primero entró en "terapia", para luego pasar
a tener relaciones sexuales con ellas. Pero también se dio una situación semejante
con el terapeuta del grupo, si bien menos grosera en sus manifestaciones.
Según el relato del paciente, el conductor del grupo puso fin al tratamiento
poco después del grave acting out suicida, que puso en peligro su vida y la de otros
pacientes. Éste fue interpretado como un logro terapéutico, por haber permitido la
expresión de sentimientos profundos que luego habrían sido elaborados en términos del "paso a la etapa edípica". Además, en la última sesión se pidió a los pacientes que evaluaran lo que habían obtenido de la terapia. Todos ellos, incluyendo a
Pablo, hicieron comentarios muy elogiosos. Él, en particular, se refirió a sus muchos progresos, omitiendo comunicarles que se encontraba en una situación emocional caótica, confundido por su relación con las otras dos terapeutas, sintiéndose
abandonado por la terminación del grupo y abrumado por sus propias carencias.
Todo esto lo llevó a huir al extranjero. En consecuencia, una vez más, Pablo le dio
a su terapeuta lo que él suponía que éste quería escuchar.
Por otra parte, esta técnica de desempeño de roles no sólo crea al interlocutor el espejismo de que el sujeto es precisamente lo que él desea, sino que contribuye aun más a la evitación de la cercanía y la intimidad. Ésta fue la mayor dificultad del tratamiento de Pablo, ya que él buscaba evitar, por todos los medios posibles, el contacto personal conmigo. Así se despersonalizaba, transformándose en
una serie de personajes de su invención, o me quitaba toda cualidad humana, incorporándome a la esfera de su omnipotencia narcisista, buscando hacerme caer en la
trampa de un mutuo acting out, que confirmaría su inexistencia y la mía, transformándonos en meros personajes de una telenovela que él escribía, dirigía y actuaba.
Después de una serie de sesiones en las que interpreté de manera sistemática
estos mecanismos defensivos, apareció fugazmente en él el miedo de que tuviera
que terminarse el análisis. Poco después, se enteró de que yo iba a participar en un
evento científico, con una conferencia, y logró que lo comisionaran en su trabajo
para asistir a él, incluso sin pagar inscripción, ya que iba como reportero. Me sorprendió descubrirlo entre el público, y luego él se acercó con bastante timidez a saludarme. Yo le respondí amablemente. Cuando por fin se publicó su artículo sobre
la reunión, me trajo una copia, que le agradecí, aunque también le interpreté su deseo de transgredir la relación analítica, transformándola en otro tipo de relación,
menos amenazante para él.
Pablo se sintió molesto y rechazado. Era obvio para mí que él hubiera esperado que su regalo trajera como consecuencia un cambio en nuestra relación. Incluso me reprochó por qué no era yo como su terapeuta anterior, con quien mantenía
largas discusiones intelectuales, las cuales, según él, lo enriquecían en grado sumo.
Yo continué interpretando su miedo a una verdadera relación conmigo, como un ser
humano real e independiente de él.
Poco tiempo después, comenzó a llegar tarde y a faltar a sus sesiones. En forma paradójica, mi negativa a responder a lo que yo consideraba como sus intentos
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de seducción lo llevó a identificarme insistentemente con Daniela, la terapeuta con
quien tenía relaciones sexuales. Poco después, dejó el tratamiento.
¿Qué sucedió con Pablo? En retrospectiva, pienso que no pudo tolerar la ruptura de la relación diádica narcisista que buscaba, al descubrir que yo obedecía a
una instancia ajena a ésta -un código de ética profesional- que intervenía a modo
de un tercero que imponía la Ley. Esta presencia dentro de mí, representante de mi
comunidad profesional y de su tradición y normas, debe habérsele presentado como un objeto incomprensible, siniestro y aterrador, ya que era ajeno a toda su experiencia de vida, en la que siempre fue objeto o sujeto de explotación narcisista.
Por otra parte, también es posible que mi conducta profesional, al estar sujeta a la norma, haya sido vivida por él como una crítica implícita a sus objetos primarios. De ser así, Pablo se habría enfrentado a un conflicto de lealtades, que favoreció el que abandonara el tratamiento, dado que no logré darme cuenta e interpretarlo en ese momento.
Pero también me pregunto -siguiendo la sugerencia de Ferenczi (1933) de
que consideremos siempre la posibilidad de que los reproches del paciente sean válidos, hasta que no se demuestre lo contrario- si la experiencia de rechazo vivida
por Pablo no tendría algún sustento en mi participación personal en nuestra interacción. En retrospectiva, pienso que la conjunción de la tendencia de mi paciente a
invitar a la explotación y el abuso, con los antecedentes de graves actuaciones por
parte de sus terapeutas anteriores, me llevó a mantenerme en un estado de alerta
frente a la posibilidad de que se repitiera esta situación. Ahora pienso que esto me
restó espontaneidad en la relación, ya que, aunque mi actitud emocional hacia él
fue siempre de simpatía y aprecio, procurando relacionarme con él en términos de
consideración y respeto, mi reacción ante su regalo del artículo fue muy -tal vez
excesivamente- cautelosa. Si bien no cabe duda de que sus expectativas eran de
que yo me incorporara a la esfera de su control omnipotente, volviéndome "como
su terapeuta anterior", lo cual por cierto requería una respuesta mesurada y una interpretación transferencial, creo ahora que él necesitaba un mayor reconocimiento
de mi parte que el simple agradecimiento. En ese sentido, es posible que yo no haya logrado mantenerme en la delgada línea que corre de la sumisión a la demanda
omnipotente del paciente y la omisión de una respuesta contratransferencial positiva
justa, necesaria y adecuada a sus necesidades de reconocimiento.
Este desenlace podría verse como un fracaso terapéutico, ya que no alcanzamos el punto en el que mi paciente pudiera renunciar a sus defensas de toda la vida
y establecer una nueva relación, más profunda y auténtica, no sin antes "poder vivir
la rebelión y el duelo ante la no-disponibilidad de los padres de cara a [sus] necesidades narcisistas primarias" (Miller, 1979, p. 33). Considero, sin embargo, que el
tratamiento fue efectivo, hasta donde pudimos llegar, ya que Pablo se fue con una
nueva experiencia en su haber: la relación con un objeto real no corruptible, que
mantiene su propia coherencia en función de una serie de valores éticos no negociables, sin perder por ello su conexión empática con él. Pienso que esta experiencia,
totalmente novedosa para él, pudo haber creado las condiciones para que pudiera
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Cuando el analista maltrata al paciente
aceptar un nuevo tratamiento en el futuro, en el que sí lograra resolver sus profundas heridas narcisistas. Ignoro si éste podrá realizarse conmigo o si lo hará con algún otro analista, pero sí estoy convencida de que mi paciente se fue mejor de lo que
llegó, y ése es, desde luego, nuestro primer objetivo en todos los tratamientos.
Conclusiones
La concepción del mundo y los valores -éticos y de otra índole- de un psicoanalista determinan qué tipo de fenómenos considerará reales y dignos de su indagación analítica, así como la conducta profesional que habrá de asumir frente a ellos.
Esa conducta dependerá tanto de la personalidad, las experiencias previas, la posición
teórica y técnica del analista, como de las características y la patología del paciente.
El trabajo con pacientes narcisistas plantea particulares exigencias éticas. El
analista se ve sometido a una importante movilización emocional, como consecuencia de la presión de las complejas maniobras defensivas transpersonales que
ellos instrumentan para confirmar su omnipotencia y evitar la relación emocional
auténtica con otro ser humano. Sobre todo, esta situación tiende a activar las heridas narcisistas del analista, que pudieran haber quedado sin resolver en su análisis
didáctico (Miller, 1979; Finell, 1985).
Sabemos que los psicoanalistas estamos en parte protegidos, por nuestra experiencia analítica personal, formación y pertenencia a una comunidad profesional, ante
el riesgo de un acting out sexual o agresivo. Pero la situación es más grave y difícil en
lo que al acting out narcisista se refiere, ya que éste es más difícil de identificar.
Si hay algo de cierto en la hipótesis planteada por Alice Miller (1979) de que
el trabajo analítico ejerce una particular atracción para algunas personas que padecen las consecuencias emocionales de una herida narcisista temprana, de ello se deriva el riesgo de que estos aspectos de la personalidad del analista sean activados
por la relación transferencial-contratransferencial con el paciente narcisista. La
principal defensa contra estos peligros reside, obviamente, en un adecuado análisis
personal. Pero también es necesario contar con una teoría psicopatológica que registre y dé cuenta de todos estos fenómenos relaciónales, y esto es algo que podemos encontrar en la fecunda línea de investigación de las relaciones objétales que
se deriva de la obra pionera de Sándor Ferenczi.
Resumen
La concepción del mundo y los valores -éticos y de otro tipo- de un psicoanalista determinan qué tipo de fenómenos considerará reales y dignos de su indagación analítica, así como la
conducta profesional que habrá de asumir frente a ellos. Uno de los mayores problemas éticos
generados por la clínica psicoanalítica es el del abuso de los pacientes por parte del analista o
terapeuta. Esta situación surge cuando se conjugan los graves rasgos narcisistas y masoquisRevista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6
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Reyna Hernández de Tubert
tas de la personalidad de los pacientes con la patología de sus terapeutas, y puede verse favorecida cuando el marco referencial de estos últimos no cuenta con los conceptos teóricos y los
instrumentos técnicos necesarios para identificar y enfrentar este problema.
La autora presenta el caso de un paciente narcisista que fue víctima de abuso por parte de sus
terapeutas previos. Muestra cómo la patología de personalidad de éste lo llevaba a invitar a la explotación y el abuso por parte del objeto, y cómo esto se manifestaba en el campo de la transferencia-contratransferencia. Contrasta, asimismo, los puntos de vista de Sigmund Freud y Sándor
Ferenczi sobre este problema, y su relación con sus respectivas concepciones del mundo.
Resumo
A concepção do mundo e os valores -éticos e outros- de um psicanalista determinam quais
fenómenos serão considerados reais e dignos de sua indagação analítica, assim como a
con-duta profesional que assumirá frente a eles. Um dos maiores problemas éticos gerados
pela clínica psicanalítica é o de abuso de pacientes por parte do analista ou terapeuta. Esta
situação surge quando se conjugam os graves tragos narcisistas e masoquistas da
personalidade dos pacientes com a patología de seus terapeutas, e pode ser favorecida
quando o marco referencial do terapeuta nao conta com os conceitos teóricos e os
instrumentos técnicos necessários para identificar e enfrentar este problema.
A autora apresenta o caso de um paciente narcisista que foi vítima de abuso por parte de
seus terapeutas anteriores. Mostra como a patología da personalidade do mesmo o levava a
convidar á exploração e ao abuso por parte do objeto, e como esta característica se
manifesta-va no campo da transferéncia-contratransferéncia. Contrasta, desta maneira, os
pontos de vista de Sigmund Freud e Sandor Ferenczi sobre este problema, e sua relação com
suas respectivas concepções de mundo.
(Traducción al portugués del Dr. Altamirando Matos de Andrade Júnior.)
Summary
The analyst's conception of the world and values -ethical ones and others- determine which
phenomena he/she will consider real and worthy of analytical inquiry, as well as the professional
behavior he/she will have towards them. One of the greatest ethical problems of
psychoanalytical clinical practice is that of the abuse of patients by their analyst or therapist.
This occurs when there is a confluence of the patient's severe narcissistic and masochistic
personality traits and the therapist's pathology. This situation may be compounded when the
therapist's theoretical and technical framework lacks the elements required to identify and deal
with this problem. Also, the author presents the case of a narcissistic patient who was a victim of
abuse by his former therapists and shows how his personality disorder drove him to invite
object exploitation and abuse, and how this was manifested ¡n the transference
counter-transference process. Finally, the author contrasts Sigmund Freud's and Sander
Firenze’s views on this problem, and their relation with their respective conceptions of the
world.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Cuando el analista maltrata al paciente
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Horacio Rotemberg
Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
Los valores en la transmisión
teórica del psicoanálisis
"Por otra parte, y con mayor profundidad, son los valores los que
suponen valoraciones, 'puntos de vista de apreciación' de los que deriva
su valor intrínseco. El problema crítico es el valor de los valores, la valoración de la que procede su valor, o sea, el problema de su creación. La
evaluación se define como el elemento diferencial de los valores correspondientes: a la vez elemento crítico y creador."
Gilles Deleuze. Nietzsche y la filosofía, 1986, p. 8.1
En la transmisión teórica del psicoanálisis los valores adscriptos a ciertos
contenidos o a ciertas corrientes de pensamiento nos impiden, muchas veces, ejercer una función crítica que desmitifique el campo y permita incluir una valoración
más diferenciada, a la vez crítica y, como dice Deleuze, creativa.
La frase de Deleuze que citamos en el acápite surge dentro de una larga tradición filosófica consciente de los obstáculos surgidos dentro de la búsqueda del
conocimiento debido a la tendencia a la coagulación del conocimiento.
En la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX, diversos
aportes metodológicos intentan neutralizar esta tendencia. Uno de ellos fue el de
Husserl. El valor del aporte fenomenológico en la construcción epistémica no sólo
radica en la intencionalidad de la epojé: esa suspensión del juicio doctrinal para
Dirección del autor: Santa Fe 3146 P. 2 (1425) Buenos Aires, Argentina. E-mail: [email protected]
^ Entiendo que la frase citada de Deleuze sintetiza claramente el problema acerca del valor que me Interesa desarrollar en este trabajo. Mi concepción metodológica, no obstante, y creo que mi escrito así lo pondrá de manifiesto, se aparta del pensamiento de este autor. Yo adscribo a la utilidad de los sistemas y al reconocimiento de leyes generales a partir de las cuales los fragmentos de conocimiento pueden ser integrados, a la necesidad de una actividad metateórica integradora.
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Horacio Rotemberg
arribar a la reducción fenomenológica, a la captación más depurada del fenómeno.
Esta intención reverbera en las concepciones descontructivistas lideradas por
Derrida y en la arqueología del saber desarrollada por Foucault.2 Ambas pueden
entenderse como retoños fenomenológicos fructíferos, por momentos radicales,
que buscan descomponer y comprender las prácticas sociales y delimitar y
reconocer el origen y la función de los conceptos dentro de determinados contextos
que pueden ahogar el reconocimiento de lo diferencial y evitar la aparición de lo
nuevo.
Es decir, en la historia del pensamiento surgen búsquedas que apuntan a desmontar los subterfugios de las construcciones culturales plasmadas en ideologías y
rituales sociales institucionalizados. Si así lo deseáramos, esa práctica crítica, articulada con determinados elementos metodológicos aplicados en particular sobre
documentos escritos, nos permitiría captar los nudos conflictivos presentes en el
accionar institucional psicoanalítico y, dentro de éste, en la práctica de la transmisión teórica del psicoanálisis. Estos métodos tienen un origen conceptual y un ámbito de aplicación que los diferencia del método clínico psicoanalítico, destinado a
la indagación singular de las manifestaciones particulares de un determinado sujeto
del inconsciente en transferencia.
Esta aclaración implica una delimitación metodológica que lleva a la demarcación teórica de dos disciplinas con objetos de estudio diferenciables. Se delimitan así dos dimensiones conceptuales con distintos campos de aplicación: el singular y el cultural. El hecho de que las dos disciplinas hagan referencia a un sustrato
a desentrañar no autoriza a equipararlas ni a verlas como concepciones estrictamente
complementarias, aunque ambas apunten a los modos de producción de sentido
dentro del acontecer humano. El término demarcación, con una larga historia dentro de los desarrollos lógicos, se usa aquí como criterio de diferenciación de disciplinas que poseen objetos de estudio distintos (en este caso, el inconsciente tópico
freudiano y la sobredeterminación cultural ideológica), con recursos en su abordaje
de campo también diferenciables. Es decir que la demarcación lleva a prácticas
diferenciables y recíprocamente excluyentes.3
La demarcación de esta disciplina crítica me permite incluir en ella dos recursos metodológicos:
1. El término complementariedad, introducido en alguno de los párrafos anteriores, se desprende del principio de complementariedad de Bohr, que permite aplicar sobre un mismo objeto de estudio explicaciones lógicas aparentemente incompatibles. El principio de complementariedad actúa cuando, dentro de una misma disciplina teórica, surgen corrientes de pensamiento que aportan criterios explicativos
diversos, y el conjunto de estas explicaciones es el que puede abarcar la compleji2
Mi interés en hacer referencia a autores como Deleuze, Derrida y Foucault parte del hecho de que sus concepciones han sido influidas por cier-
tas lecturas psicoanalíticas.
3
El término demarcación se utiliza clásicamente para deslindar y evaluar lo que es un aporte formal científico de aquel que no lo es. El uso que le
doy en este trabajo es de deslinde de un aporte formal propio de una determinada disciplina teórica y no de otra, cada una de las cuales recurre a
criterios de verificabilidad diferentes. El mío es un criterio de demarcación entre disciplinas y no entre ciencia y no ciencia, lo que implica el reconocimiento conceptual de los objetos y de los recursos específicos de cada una de ellas.
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Los valores en la transmisión teórica del psicoanálisis
dad de aquello que se investiga. Dos teorías complementarias se potencian en cuanto a la comprensión que aportan, ya que cada una de ellas apunta al reconocimiento
contextualizado de un aspecto del objeto, y su conjunto proporciona una perspectiva enriquecida, múltiple, acerca de la complejidad de aquello que se investiga.
2. La otra categoría lógica que se debe tener en cuenta está adscripta al principio de contradicción. Las teorías contrapuestas, si se aplica el principio lógico
aristotélico de contradicción, pueden evidenciar incongruencias. La contrastación
muestra una disyuntiva en la definición del fenómeno observado, y esto afecta la
definición misma del objeto de estudio específico. Entiendo que el principio de
contradicción sigue teniendo validez como ordenador comprensivo más allá de las
relativizaciones contextuales y de comportamiento alternativo abarcadas por el
principio de complementariedad.
Si acordamos en establecer y compartir estas herramientas conceptuales propias de una disciplina crítica, el segundo paso es su aplicación sobre las teorías
psicoanalíticas y sobre la transmisión de éstas.
Este paso habilita tres consecuencias: a) delimitar los aportes complementarios que los diversos autores psicoanalíticos pueden haber incluido en el corpus
teórico, con el consiguiente enriquecimiento de éste; b) reconocer si existen contradicciones conceptuales, es decir, una antinomia que implique una redefinición
del objeto de estudio; el reemplazo de una definición por otra, un cambio de paradigma. Vale aquí aclarar que dentro del desarrollo teórico un concepto puede
sufrir transformaciones sin que esto implique una supresión de su sentido inicial.
Todo autor que produce dentro de una disciplina es signatario de una tradición que
lo nutre, lo condiciona y le permite innovaciones en la medida en que reconozca
y formule nuevos matices. Esta interacción entre tradición y contexto puede permitir una precisión significante que resalte y enriquezca la intuición primera; c)
reconocer a aquellas corrientes de pensamiento psicoanalítico que trabajan conceptos ligados a otros objetos de estudio sin demarcar claramente que operan con
herramientas provenientes de otras disciplinas. Esta práctica puede ser válida como intersección entre áreas del conocimiento siempre que se tenga presente que
se ha producido un corrimiento en cuanto al objeto. El realizar, sobre material de
sesión, un estudio de los concomitantes ideológicos que condicionan ciertas conductas es apartarse del reconocimiento de la puesta en acto transferencial de las
sobredeterminaciones infantiles que han condicionado un determinado destino
psicopatológico. Es trabajar sobre la ideología en sí y no sobre el topos inconsciente. Si quisiéramos incidir sobre ese topos, deberíamos entender el tipo de
transacción que en un sujeto se ha establecido entre su inconsciente primariamente
reprimido y ciertas corrientes ideológicas que ha adoptado, transacción que
permite desde una raíz desconocida que éstas se instalen y perpetúen. Entiendo
que en la transmisión teórica del psicoanálisis todas estas premisas metodológicas deberían estar presentes.
Propongo ahora dos breves ejercicios clínicos aclarando que me refiero a la clínica de los conceptos, clínica que posibilita una contrastación semiótica específica.
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Horacio Rotemberg
A. Bion (1966) comienza su libro Elementos de psicoanálisis señalando que,
por sus características, las teorías psicoanalíticas corren el riesgo de favorecer distorsiones de su propio significado. De ahí que se proponga el uso de modelos que
suplementen los sistemas teóricos. Dentro de estos modelos incluye aquel que alude a una progresiva complejización de la mente en función de sucesivas transformaciones de los elementos que conforman el aparato para pensar pensamientos y
sus contenidos. Su punto de partida para esta progresión son los elementos beta. Éstos deben ser procesados por la función revene materna para que surjan en la mente
los elementos alfa. La existencia de estos elementos alfa es precondición para que
se establezca la hilera C, base de los pensamientos oníricos, del sueño y de los
mitos. Bion afirma que no concibe que, sin el mito, el pensamiento pueda construir
un modelo (p. 30). Además postula que todo elemento psicoanalítico debe tener una
extensión en el dominio del mito, dominio al que asimila con el componente como
si (p. 29). Siguiendo esta lógica conceptual, el hecho de que se produzcan perturbaciones dentro de este proceso constitutivo genera la posibilidad de que al menos
una parte de la mente no se consolide en torno al mito; que en la mente la dimensión mítica, esa dimensión como si, constructora de modelos, no advenga parte de
la realidad psíquica. Bion, en su modelo, no utiliza el término fantasía. Es la noción
de mito la que la reemplaza, ya que Bion, con su modelo, produce un corte conceptual con las teorías kleinianas.
La línea de pensamiento bioniana, si aplicamos el principio de contradicción,
es incongruente con la expresada por Susan Isaacs (1971) en su trabajo Naturaleza y función de la fantasía, donde la autora actúa como epígono del pensamiento
kleiniano de esa época, exaltando el papel de la fantasía. En este escrito, la fantasía se define como correlato del instinto. Para Isaacs la fantasía, a diferencia del mito
bioniano, surge d'amble en la mente, sin que previamente haya habido ningún tipo
de metabolización de la energía instintiva.4 Esta radical diferencia no es reconocida
por un autor ulterior, Donald Meltzer. En el capítulo III de Vida onírica, Meltzer
realiza un análisis crítico parcial del pensamiento kleiniano y establece una
continuidad conceptual entre las ideas de Klein y las de Bion, del orden de un enriquecimiento progresivo de los conceptos cuando, de lo consignado anteriormente,
surgen al menos una diferenciación y una controversia en la concepción del papel
de la fantasía versus el mito en los orígenes del psiquismo.
La valoración meltzeriana incluida en ese capítulo (pp. 39-51) establece una
polarización en la que se atribuye a la concepción freudiana un valor exclusivamente neurofisiológico y a la kleiniano-bioniana, en la que Meltzer se ubica como un
continuador, el mérito de ser la primera en establecer la noción de mundo interno.
Así como los complejos desarrollos tópicos freudianos recusan per se la valoración
meltzeriana, ya que están signados por las múltiples inscripciones y articulaciones
de la representación y el afecto, expresión de una caleidoscópica realidad psíquica,
4 Desarrollos en psicoanálisis, cap. III, Hormé, 1971: "Las fantasías son el contenido primario de los procesos mentales inconscientes"; "Surgen directamente por necesidades instintivas"; "No hay impulso ni necesidad instintiva en respuesta que no sea vivida como fantasía inconsciente" (p. 85). "A
través de la experiencia externa las fantasías se elaboran y pueden expresarse, pero no dependen de la experiencia externa para su existencia" (p. 109).
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6 2004
Los valores en la transmisión teórica del psicoanálisis
el mismo Bion retoma, con su noción de elementos beta, las inquietudes freudianas
acerca de la energía no ligada, expresada además en la descripción de las oscilaciones PS-D articulables con la noción de cambio catastrófico. Esta postura implica
una reaproximación a problemáticas hondamente freudianas y una profunda revisión de ciertos aportes kleinianos.5
Las cuestiones vinculadas a esta particular articulación de los aportes de
Freud y Bion no tienen únicamente una importancia académica, ya que no son sólo disquisiciones acerca de los orígenes del pensamiento. Implican la posibilidad de
un abordaje clínico diferenciado de acuerdo con el destino psicopatológico alcanzado por cada sujeto, que implica de modo concomitante instrumentaciones técnicas también disímiles. Llevan a la evaluación de si ciertas manifestaciones clínicas
pueden o no abordarse en forma interpretativa a partir de contenidos supuestamente presentes o irremediablemente ausentes de acuerdo con la estructura alcanzada.
B. Una de las peculiaridades del estilo de Lacan es la de sintetizar en breves
frases lo medular de su posición teórica. Los aforismos (frase breve de contenido
doctrinal) y los matemas (algoritmo lógico que en Lacan coagula el axioma que le
dio origen) anudan lo que se ha dado en llamar su enseñanza. Uno de estos aforismos dice: "El inconsciente está estructurado como un lenguaje".6
En su concepción de regreso a los postulados freudianos, Lacan, en esta frase, opera un reduccionismo conceptual: toma sólo lo que Freud definió como inconsciente dinámico, es decir, aquel que resulta de las transacciones entre el inconsciente primariamente reprimido y el preconsciente. Es en este movimiento,
desplazamiento y condensación mediante, donde la metáfora y la metonimia se
construyen y hacen circular un sentido. En este aforismo queda de lado el inconsciente tópico, elemento medular y complejo dentro del primer esquema de aparato
psíquico freudiano. Esta sustracción es subsanada, en una autora como Piera
Aulagnier, nutrida en su formación por conceptos lacanianos, desde la
construcción teórica personal del término pictograma, que provee de contenidos
primordiales específicos al topos inconsciente freudiano. En Freud este topos está
signado por la pulsión y su interjuego con la represión primaria. En el mismo
Lacan, esa sustracción inicial se compensa con el valor que otros términos
adquieren en su cosmogonía: objeto a, lo real, el ello, siguiendo con este último
término un movimiento ya producido por Freud en su pasaje de la primera a la
segunda concepción tópica.
De todas maneras, ese aforismo ha sido y es potencialmente fuente de malentendidos. El valor que Lacan y los autores lacanianos le han conferido al papel
5 En la página 42 de Transformaciones Bion caracteriza a los elementos beta expresando que "tienen al mismo tiempo la calidad de un objeto inanimado y la de un objeto psíquico, sin ningún tipo de diferenciación entre los dos". Estos elementos beta, al igual que la pulsión freudiana, advienen un concepto límite, aun cuando en este caso es un límite que articula caracteristicas objetales. Sin embargo, en la página 64 del mismo libro
Bion dice de estos elementos beta: "Son objetos compuestos de cosas en si mismas, sentimientos de depresión-persecución y culpa y, por lo tanto, de aspectos de la personalidad ligados por una sensación de catástrofe". En Inhibición, síntoma y angustia, Freud, con otros términos, reflexiona
cuarenta años antes, de un modo coincidente, partiendo de la angustia automática y ubicándola en el inicio de una serie de transformaciones
que incluyen objetos en la estructura condicionados por la amenaza a la propia integridad.
6
Lacan retoma la definición de lenguaje realizada por F. de Saussure: uso/articulación de una lengua hablada por un sujeto.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6 2004
Horacio Rotemberg
de la palabra implica delimitar si se la piensa sólo como la vía insoslayable para recorrer el camino de la cura ("Para que la cuestión misma salga a la luz del día es
preciso que el lenguaje sea", La instancia de la letra en el inconsciente [1971]) o
si se trata de una concepción teórica que reemplaza la teoría del inconsciente por
una teoría del sujeto y ubica únicamente a la palabra como determinante exclusivo
de toda manifestación clínica de ese sujeto del inconsciente (inconsciente, por lo
analizado, debería escribirse con minúscula) asimilado de un modo directo al sujeto de la enunciación.
Si este ejercicio crítico sobre los diferentes aportes teóricos realizados por los
diversos autores delimita con más claridad el objeto de nuestra disciplina, éste
emergerá como una entidad independiente de aquellos que la han creado.
Ya no hablaríamos más del inconsciente freudiano sino del inconsciente a secas, aun cuando Freud lo haya establecido con rasgos insoslayables.
En la transmisión teórica del psicoanálisis se trataría entonces de reencontrar
esos rasgos en aquellos textos en los que se destaquen con más claridad. Esto incluiría textos freudianos y de aquellos otros teóricos que hayan contribuido a su
elucidación.
Una vez demarcado el concepto, la contrastación sobre la base de los principios de complementariedad y de contradicción posibilitaría ver su enriquecimiento
a lo largo de la historia de la disciplina a la que contribuyó a fundar. Esta contrastación incluye los aspectos complementarios en torno a la estructura mental, las diversas dinámicas emanadas de esa complementariedad y aquellos aspectos incongruentes que no habilitan a la redefinición del objeto de estudio y su dinámica o
bien llevan a un cambio de paradigma (por redefinición del objeto de estudio) insuficientemente explicitado.
En el ejercicio A se destaca el procedimiento de ubicar a la fantasía en el lugar del yo como eje excluyente de la operatoria clínica. Este tipo de procedimiento
da cabida a formulaciones interpretativas al estilo de "el pecho que drena", como correlato de un momento clínico donde reine el silencio, o bien a las lucubraciones en
torno a la fantasía hepática, consecuencias ambas del corrimiento conceptual que
desplazó la trabajosa comprensión de la articulación entre el inconsciente y el yo al
atribuir un poder omniabarcador a la denominada fantasía inconsciente.
En el ejercicio B se destaca el procedimiento de subrayar la omnipresencia
clínica de la palabra, con el consecuente corrimiento del énfasis teórico desde el topos inconsciente hasta el sujeto de la enunciación. Esto implica una posible reducción explicativa por el desconocimiento concomitante de aquellos procesos inconscientes previos, dentro de la dimensión transferencial, que preparan o no el advenimiento de la palabra en el camino de la cura.
Este tipo de ejercicios busca establecer el valor epistémico de un método crítico construido sobre valores lógicos y no político-ideológicos. Esta herramienta
conceptual debería formar parte constitutiva en la transmisión del psicoanálisis en
función de relativizar otro tipo de valoraciones que hayan coagulado sentidos conceptuales en desmedro de una clínica viva.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6' 2004
Los valores en la transmisión teórica del psicoanálisis
La inclusión del método crítico en la transmisión teórica del psicoanálisis implica un currículo que desarrolle problemáticas conceptuales a partir de conceptos
fundantes sobre una vasta ejemplificación clínica que revalide esos conceptos, con
un ordenamiento bibliográfico que jerarquice los aportes teóricos que los distintos
autores hicieron con respecto a esas problemáticas, donde términos como fantasía
y palabra adquirirían su articulación apropiada.
Resumen
En la transmisión teórica del psicoanálisis, los valores adscriptos a ciertos contenidos o a
ciertas corrientes de pensamiento nos impiden, muchas veces, ejercer una función crítica que
desmitifique el campo y permita entonces incluir una valoración más diferenciada.
Esta situación coagula el conocimiento, promoviendo posibles confrontaciones condicionadas
más por la sobredeterminación ideológica que por la epistémica. Este problema afecta otros
campos del conocimiento. Diversos autores (Husserl, Foucault, Derrida) han hecho aportes significativos en la búsqueda de un método crítico que contrarreste esta tendencia. Este trabajo sugiere instrumentar, dentro de la transmisión teórica del psicoanálisis, una disciplina crítica que
opere como un instrumento epistémico construido sobre valores lógicos. Destaca, como pilares
de éste, el principio de complementariedad y el principio de contradicción. Incluye dos breves
ejercicios clínicos, tratándose en este caso de una clínica de los conceptos que permita una
contrastación semiótica específica.
El primer ejercicio establece la contrastación entre el modelo bioniano del Mito y el concepto
de Fantasía Inconsciente desarrollado por Isaacs. El segundo muestra el efecto potencialmente
distorsivo de la reducción conceptual operada en el aforismo lacaniano: "El Inconsciente está estructurado como un lenguaje".
Resumo
Na transmissão teórica da psicanálise, os valores adscritos a certos conteúdos ou a certas
correntes de pensamento nos impedem, em muitas ocasiões, de exercer urna função crítica que
desmistifique o campo e permita, então, a inclusão de urna valoração mais diferenciada.
Esta situação coagula o conhecimento, promovendo possíveis confrontações condicionadas
mais por urna super determinação ideológica que epistêmica.
Isto afeta outros campos do conhecimento. Diversos autores (Husserl, Foucault, Derrida) fizeram
contribuições significativas na busca de um método crítico que contra-arreste essa tendência.
Este trabalho sugere, dentro da transmissão teórica da psicanálise, a instrumentação de urna
disciplina crítica que opere como urna ferramenta epistêmica construída sobre valores lógicos. Além
disso, poe em destaque o principio de complementação e o de contradição como seus pilares.
Também incluí dois breves exercícios clínicos, tratando-se neste caso de urna clínica dos
conceitos que permita um específico contraste semiótico.
No primeiro exercício estabelece-se o contraste entre o modelo bioniano do Mito e o
conceito de Fantasia Inconsciente desenvolvido por Isaacs.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6/ 2004
Horacio Rotemberg
No segundo, mostra-se o efeito de potencial distorção da redução conceitual operada no
aforismo lacaniano: "0 Inconsciente está estruturado como urna linguagem".
Summary
In the theoretical transmission of psychoanalysis, the values given to certain contents or
certain currents of thought often hinder the ability to exercise a critical function to demystify
the field, allowing for a more differentiated valuation. This situation stagnates knowledge,
promoting possible confrontations due more to an ideological overdetermination than to an
epistemic one. This problem affects other fields of knowledge. Various authors (Husserl,
Foucault, Derrida) have made significant contributions in their quest of a critical method to
counteract this tendency. This work suggests implementing, within the theoretical transmission
of psychoanalysis, a critical discipline operating as an epistemic tool built on logical values. It
highlights the complementary and contradiction principies as pillars of such epistemic tool. It
includes two brief clinical exercises, such as concepts that allow for a specific semiotic contrast.
The flrst exercise presents the contrast between Bionian's model of Myth and the concept of the
Unconscious Fantasy developed by Isaacs. The second exercise shows the potentially distorting
effect of the conceptual reduction in Lacan's aphorism: "The Unconscious is structured as a
language."
Bibliografía
Aulagnier, P. La violencia en la interpretación, Amorrortu, Buenos Aires, 1976.
Bion, W. Elementos de psicoanálisis, Horme, Buenos Aires, 1966.
Deleuze, G. Nietzsche y la filosofía, Anagrama, Barcelona, 1986.
Derrida, J. La escritura y las diferencias, Anthropos, Buenos Aires, 1981.
Ferrater-Mora. Diccionario de filosofía, Alianza, Madrid, 1986.
Foucault, M. Las palabras y las cosas, Siglo XXI, Madrid, 1968.
- La arqueología del saber, Siglo XXI, Madrid, 1970.
Freud, S. Obras completas, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1979.
Isaacs, S. Desarrollos en psicoanálisis, Hormé, Buenos Aires, 1971.
Lacan, J. Escritos I, Siglo XXI, Madrid, 1972.
Meltzer, D. Vida onírica, Tecnopublicaciones, Madrid, s/f.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6 2004
Marco Antonio Dupont Villanueva
Asociación Psicoanalítica Mexicana
EL proceso
de separación
como origen de los mitos
Introducción
En este trabajo trataré de incursionar en un tema muy ampliamente estudiado en el psicoanálisis desde una perspectiva diferente de la que han tenido hasta
ahora autores latinoamericanos, por ejemplo: Félix Velasco (1995) ha trabajado el
tema de los mitos desde el punto de vista de cómo el mito pasa a formar parte del
informante y cómo a través de él se revelan aspectos inconscientes y reprimidos del
que informa sobre él, lo interpreta o lo deforma. Sara Riwka (1999) lo ha hecho como una forma de estudiar los arquetipos femeninos. Antonio Santamaría F. y Olga
Santa María (1999) han abordado el tema de la sexualidad femenina y la infidelidad en los mitos prehispánicos y colombianos. En los vastos estudios de Luis
Feder (1994) se establecen correlaciones entre los mitos edípicos prehispánicos y
contemporáneos y sus aspectos vitales exitosos y creativos, con aquellos que
culminan en fracasos y destrucción de líderes y seguidores. Arnaldo Rascowsky
(1981) llevó a cabo un estudio profundo del incesto, analizó en los mitos las
contradicciones binarias hacia los sentimientos ambivalentes con los hijos e hizo
notar que el impulso agresivo contra éstos adquiere mayor importancia por el
intenso significado erótico que lleva implícito; también escribió a partir de los
mitos sobre otra oposición binaria, la que se da entre el filicidio y el parricidio.
En el presente trabajo propongo el tema de la separación como un componente
esencial que da lugar a algunos mitos. Para iniciar la siguiente propuesta hago referencia a la descripción de Arnaud y Lancelot en su Grammaire genérale et
raisonné de Port-Royal1 del método científico y de la ciencia como el "arte de
disponer la
Dirección del autor Avenida de las Palmas 755 - 802 Colonia Lomas de Chapultepec - Delegación Miguel Hidalgo C P 11000 México D F México
E-mail madvam@prodigy net mx
1
Delalain, 1830, p 524
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Marco Antonio Dupont Villaanueva
sucesión de pensamientos ya para descubrir la verdad que ignoramos, ya para probar a otros cuando la conocemos".
LOS mitos Y La teoría de psicoanálisis
Partiendo de esta concepción del método y tomando en cuenta el hecho de
que Sigmund Freud basa toda su teoría (Teoría de la segunda tópica) en un mito,
en este trabajo sostengo que los mitos son una de las bases teóricas del psicoanálisis. También acojo la definición que del mito hace el Dr. Juan Vives, quien afirma:
"[el mito] es el prototipo de la creación grupal, es el destino final de una fantasía
inconsciente que ha sido elaborada por generaciones y generaciones de seres humanos".1 La función del mito es transmitir lo prohibido y lo temido o temer lo prohibido; es, por último, una forma de insertar la ley. Al convertir el temor en culpa,
es el modo de transmitir la moral. Además, en este trabajo comparto la fórmula
freudiana según la cual los mitos son las fantasías inconscientes de la humanidad,
lo que los sueños son para el individuo.
Esta concepción coincide con la "idea del pueblo", teoría defendida por
Adolf Bauer,1 quien supone la existencia de pensamientos elementales, de tal modo
que la conciencia unánime de los mitos sería resultado necesario de la disposición
uniforme de la mente humana y del modo de su manifestación, que, dentro de
ciertos límites, son idénticos en todo tiempo y lugar.
El mito empleado por Freud como eje para su teoría del psicoanálisis es
Edipo Rey, donde, en especial, aparecen tres componentes que se encuentran en
todos los mitos: el incesto, el parricidio y el filicidio.
Por otro lado, los mitos, al igual que la tradición, están basados en una serie
de costumbres a través de las cuales se ha transmitido la sabiduría y se ha creado
una identidad. Esta afirmación me obliga a pensar especialmente en el judaísmo,
sin olvidar tampoco que Sigmund Freud era judío.
A continuación describo dos tradiciones judías que ilustran lo mencionado.
La primera es la Brit (la circuncisión): el evento que crea la identidad judía al escribir la letra de Dios en el bebé. Constituye el ritual que hace al nuevo ser miembro
del pueblo escogido y que se debe efectuar a los ocho días después del nacimiento.
Este rito forma parte de la sabiduría del pueblo judío y establece una correlación
con la ciencia, ya que ésta nos confirma que en ese momento, en el octavo día, ya
están presentes los factores de coagulación; la segunda tradición que quiero describir es la Mikva, ceremonia de purificación que realiza la mujer al séptimo día de haberse interrumpido la menstruación, sumergiéndose en agua natural (de lluvia, de
río, etc.). Después de este rito la mujer puede tener nuevamente relaciones sexuales, lo que favorece las condiciones ideales para que se dé la concepción, ya que el
proceso ritual termina en los días en que la mujer se encuentra ovulando. Ambas tra2 Vives R Juan ' José Luis González Un estudioso de los mitos ' En Revista de Análisis Grupal Psicoanálisis - Grupo Familia - Institución, vol V, N"
1 y 2 México 1988
3
Die Kyros Sage und Verwandtes, Sitzb Wien, Akad 100 1882
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
El proceso de separación como origen de los mitos
diciones están en función de la conservación de la especie y de la identidad de una
comunidad, lo que me permite suponer que hay una necesidad de preservación porque existe la posibilidad de extinción, es decir, de hacer conscientes nuestras pulsiones tanáticas.
Los componentes anteriormente mencionados como característicos de todos
los mitos, y que están presentes en ellos, son el incesto, el parricidio y el filicidio.4
En la tragedia escrita por Sófocles y utilizada por Sigmund Freud para ejemplificar
la relación triangular entre el hijo y los padres, Layo, durante su primera adultez,
fue acusado de pederastía5 al seducir a Crisipo, hijo del rey Pelops. Este último -el
que ejerce la ley, o de donde proviene la ley del otro, del rey, del padre, transformándose posteriormente en el oráculo, en el espectro- lo maldice y lo condena a
ser asesinado por su propio hijo; dicho de otra manera, a ser víctima del parricidio.
Yocasta,6 al entregar a su hijo engendrado con Layo a un sirviente para que lo mate,
también está cometiendo filicidio, pero el sirviente, dolido por la pena, en vez de
matarlo lo abandona y lo deja colgado de los tobillos7 a un árbol. Un siervo que pasa
por ahí lo lleva a su señor Pólibo y su esposa Mérope, quienes no habían podido
tener hijos y lo adoptan. Cuando es descubierto el incesto cometido por Edipo,
Yocasta se cuelga suspendiéndose de su lazo y Edipo toma los broches que sujetaban el manto que vestía su madre-esposa para perforarse los ojos.
En este punto del artículo deseo recalcar cómo el incesto es relacionado con
la locura; además, debemos recordar que varios autores de la época hipocrática llaman a cierto tipo de locura "ceguera del pensamiento". Nuevamente, al igual que la
tradición, los mitos transmiten las normas que están en función de la conservación
de la especie, condenando el asesinato en las formas de parricidio y filicidio, así como el incesto,8 que terminaría con la especie debido a las deformidades y enfermedades genéticas y congénitas que ocasiona, según lo ha constatado la ciencia.
Por otro lado, Otto Rank ha establecido como patrón, en El mito del héroe,
el "abandono". Partiendo de esta concepción, considero, como origen de todo mito, el proceso de "separación", en especial, en la forma como la plantea Piera
Aulagnier, al referirse a lo descripto por Freud, Mahler y Klein, entre otros. Pero
es Aulagnier quien lo relaciona directamente con la psicosis. Retomo su
concepción de la "escena primaria", que está compuesta por dos elementos de
importancia. El primero de ellos es la separación, cuando el bebé descubre que la
madre -el pecho- no es parte de él. Aulagnier incluso introduce aquí el término de
castración, como la primera experiencia de pérdida corporal. El segundo elemento
es cuando el bebé se percata de la presencia de un tercero, o sea la del padre -el
Otro-. A partir de estos elementos, y considerando lo que constantemente propone
Freud en cuanto a la compulsión a la repetición y el retorno a lo originario, me
planteo que
4
El orden de la enumeración no implica una jerarquía de importancia
5
Abuso deshonesto cometido en contra de los niños Finalmente una forma de filicidio
6
Epicaste en la Odisea de Hornero Canto XI
7
Era costumbre dejar colgados de los tobillos a los becerros Edipo quiere decir 'hinchado de los tobillos
" En varios países europeos el incesto solo se consideraba tal con los padres y con los hermanos, no así con los abuelos
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Marco Antonio Dupont Villanueva
el ser humano siempre buscará la sensación de plenitud perdida por la separación.
Ésta sólo se podría lograr buscando una fusión -simbiótica, regreso a la fase descripta por Margaret Mahler- con la madre. Desde la genitalidad del adulto, esto sería a través del incesto y con la eliminación del tercero, es decir, del parricidio. La
fusión con la figura de la madre lleva en sí tal grado de regresión que implica entrar en la psicosis; ocurre lo contrario con la mujer, que si no logra individualizarse
respecto de la figura de la madre está expuesta a la psicosis, ya que ella, la mujer,
sólo logra una identidad propia como mujer al lograr separarse de la madre.
Aquí coincido con la postura de varias psicoanalistas9 que cuestionan la envidia del pene. Lo anteriormente expuesto me hace pensar que la figura femenina
es amenazante para el hombre, ya que le recuerda la incompletud en la que se encuentra, estado que la figura femenina resuelve a través de la procreación. Por lo
tanto, esta incompletud en la mujer se ve compensada cuando tiene un hijo, situación por la que el hombre no puede trascender a través del hijo, como lo hace la
mujer. Lo anterior explica por qué de una manera compensatoria el hombre marca
al hijo con su apellido o con su nombre; para lograr una identidad como padre. De
la misma manera que el apellido paterno nos da una identidad de hijo, en el catolicismo la figura de Dios nos da una identidad de hijos. Todo esto me permite plantear una explicación del paso de religiones politeístas a monoteístas y de matriarcales a patriarcales, que se logra en el momento en que el hombre concibe un Dios
que puede procrear, un dios que hace la luz y da a luz. Para mantener esta imagen
de un Dios con las características mencionadas, el hombre ha mostrado a la mujer
como una figura temible.
Como ejemplificación de lo anterior y como demostración de la teoría "del
pueblo", en la cual el mito es una clara manifestación de la disposición uniforme
de la mente humana y de que los mitos son idénticos en todo tiempo y lugar, presento tres mitos: el primero de ellos, de origen judío-hebreo; el segundo, griego; y
finalmente, el tercero, de origen náhuatl precolombino.
Descripción de los mitos
Primer mito: LILITH
Yahvé Dios formó a Lilith, la primera mujer, de la misma manera que lo hiciera con Adán, pero nunca hallaron la felicidad, ni mucho menos la armonía, en
especial por esos momentos en los que Adán deseaba yacer con Lilith; ella se sentía ofendida y sometida por la postura que Adán le exigía, la cual consistía en colocarla siempre reclinada. Como Adán insistía en someterla, Lilith, encolerizada,
pronunció en voz alta el nombre mágico de Dios, quien al escuchar su nombre
enunciado por Lilith, le otorgó alas, tal vez para que con ellas volara hacia él, pero
en vez de eso, voló para abandonarlos y para ver hacia abajo.
" Inicialmente, Helene Deutsch y Karen Horney
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El proceso de separación como origen de los mitos
Adán recurrió a Yahvé Dios para quejarse: "Mi compañera me ha abandonado", por lo que Yahvé Dios mandó a tres ángeles: Senoy, Sansenoy y Semangelof,
para que fueran a buscarla y la convencieran de volver al lado de Adán. Lilith se
encontraba a las orillas del Mar Rojo, morada de los demonios lascivos, con quienes ella había engendrado alrededor de cien de ellos al día. A los hijos de Lilith se
les llama lilim. Los ángeles le dijeron: "Regresa con Adán de inmediato o te ahogaremos". Lilith preguntó: "¿Cómo puedo regresar con Adán a vivir como una esposa honesta después de vivir en las márgenes del Mar Rojo?", a lo que los ángeles le respondieron: "Si te niegas, te ahogaremos". Lilith preguntó: "¿Cómo puedo
regresar con Adán y vivir como esposa honesta después de mi estancia en el Mar
Rojo?", y los ángeles contestaron: "¡Si te niegas, morirás!" A lo que Lilith respondió: "¿Cómo puedo morir, si Dios me ha condenado a que me haga cargo de todos
los recién nacidos: de los niños, hasta el octavo día, día de su circuncisión, y de las
niñas, hasta el vigésimo día?" Y después dijo: "No obstante, si alguna vez veo
vuestros tres nombres o vuestras figuras en un amuleto sobre un recién nacido, prometo perdonarle la vida". Los ángeles aceptaron el trato, pero Yahvé Dios castigó
a Lilith haciendo que un centenar de sus hijos demoníacos perecieran cada día, y
cuando ella no podía destruir la vida de un infante, debido al amuleto angelical, se
volvía con rencor contra los suyos propios, además de terminar chupándoles la
sangre y comiéndose la carne de los hombres a los que seducía.
Segundo mito: Lamia
Belo, hermano gemelo de Agenor, hijo de Poseidón y de Libia, tuvo una hermosa hija llamada Lamia (o Síbaris), quien gobernó Libia. Para agradecerle sus favores íntimos, Zeus le otorgó el don singular de quitarse los ojos, pudiendo volvérselos a poner a su voluntad. De esta relación nacieron varios hijos, pero todos ellos,
menos Escila, fueron muertos por Hera en un arrebato de celos. Lamia, presa de la
desesperación, se fue a ocultar a una cueva, lugar donde se convirtió en un monstruo; su rostro se transformó en una máscara espantosa, y cuando salía de su guarida, lo hacía para vengarse matando a los hijos de otros, chupándoles la sangre; esto lo hacía en especial cuando no estaba borracha.
Tercer mito: Cihuapipiltin
Cuando una mujer moría durante el trabajo de parto, pasaba a ser una semidiosa o mujer celestial llamada Cihuapipiltin y cuyo templo se encontraba ubicado
en Tenochtitlan.10
Estas mujeres, después de acompañar al sol hasta su ocaso, descendían a la tierra durante la noche, diseminándose en busca de husos para hilar y lanzaderas para
tejer y labrar, y todas las demás herramientas que son para tejar y labrar, actividad
10
' Lugar donde abundan las tunas
Ciudad capital de los méxicas fundada en el año 1325 sobre un islote de la laguna de la ciudad de México
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Marco Antonio Dupont Villanueva
esta que aprovecha el diablo para engañar, apareciendo aquí, en este nuestro mundo,
en forma de estas mujeres que se llamaban mocihuaquetzque, y se le aparecía a sus
maridos y les daba naguas y huipiles, y todas las prendas femeninas, para seducirlos
y entrar en sus cuerpos. Andaban juntas por el aire y aparecían cuando querían los
que vivían en la tierra, y a los niños y niñas les provocaban enfermedades como la
perlesía, y también entraban a los cuerpos humanos. Se decía que andaban en las encrucijadas de los caminos, de los barrios donde había calles que se entrecruzaban, haciendo estos daños. Estas mujeres diosas descendían a la tierra cuatro veces al año y
en esos días los padres y las madres encerraban a sus hijos e hijas y no les permitían
salir de sus casas para que no se toparan con ellas y les hiciesen algún daño, y cuando algún niño o niña era aquejado de perlesía u otra enfermedad repentina, o entraba
en ellos algún demonio, decían que estas diosas lo habían hecho.
Estas diosas tenían una cara blanquecina, como si estuviese teñida de color
muy blanco, lo mismo que los brazos y las piernas, tal vez simulando la lividez de
los cadáveres.
Análisis de los componentes de los mitos
El primer mito al que me he referido, el de Lilith, tiene su origen en el estudio del Génesis, donde aparecen elementos contradictorios, ya que en la parte
primera se lee que Dios el séptimo día creó al hombre y a la mujer a imagen y semejanza de él y en la segunda parte, realizó el primer acto de clonación, al crear
a Eva de la costilla de Adán, elementos que han dado pie a la suposición de la existencia de una mujer previa a la sumisa Eva.
Lilith, al cohabitar con Adán, su hermano, está cometiendo incesto, y al pronunciar el nombre de Dios lo reta y lo desconoce, siendo ésta una de las diferentes
formas de parricidio. La condena impuesta por Dios a Lilith de "hacerse cargo" de
todos los niños que no tuvieran nombre y que, cuando no lo lograra, su rencor se
volvería contra los suyos, es una sanción que implica llevar a cabo un filicidio. Lilith se ha asociado con lo demoníaco, con lo temible; incluso en varias versiones se
la asocia con el vampirismo, y aun en las pocas imágenes que existen de ella se la
representa con alas como las de los murciélagos. Y en otras representaciones se la
muestra con características canibalescas: "Les chupaba la sangre y se comía la carne de los hombres a los que seducía".
Este personaje, por cierto, poco conocido por la mayoría de la gente y negado entre aquellos que lo conocen, ha trascendido a nuestra cultura a través de ciertas costumbres, tales como: el atar un cordón al brazo del bebé y/o colgarle una
semilla llamada "ojo de venado" para evitar que sea víctima del mal de ojo, lo que
se traduce como: "protegerlo de la envidia de otra mujer" -la representante de Lilith-. La costumbre de colocar el amuleto al niño demuestra el constante temor
que tiene la madre de perder al bebé: el gran temor a la separación, que es el argumento de este trabajo como origen de los mitos.
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Fl proceso de separación como origen de los mitos
En el segundo mito, el de Lamia, el incesto es representado al volverse ella
la amante del tío abuelo, es decir, de Zeus. El parricidio se puede contemplar nuevamente al desconocer a la figura de Belo, el padre; el acto filicida lo cometen tanto
Hera al matar a los hijos procreados por Lamia y Zeus, como Lamia a través de
sus venganzas. Nuevamente en este mito se muestra a la mujer en forma monstruosa
y como una alcohólica.
En el mito de Cihuapipiltin, las mujeres muertas durante el trabajo de parto
acompañaban al Dios Sol en su trayectoria sobre la Tierra y durante el día. Se unían
a la figura del padre Dios representada por la Deidad del Sol, pero por las noches
lo abandonaban y mientras duraba la oscuridad se convertían en figuras engañosas
y malas. Lo anterior bien puede entenderse como el incesto y el parricidio. (Si se
acepta esta postura, también Antígona comete una variedad de incesto al convertirse
en la acompañante de su padre-hermano Edipo.) En el mundo indígena náhuatl
descripto por Sahagún, cuando un niño o una niña enfermaba, se decía que era culpa de estas semidiosas, pues debe tomarse en cuenta que en aquella época casi todas las enfermedades eran fatales.
En este tercer mito está presente el componente de una madre que deja huérfano al hijo, es decir, la separación, pero en esta ocasión no es como en los otros
dos mitos, donde es la madre quien pierde a los hijos -es separada de ellos-, sino
que es el hijo quien pierde a la madre. El aspecto blanquecino de las cihualpipiltin
es el aspecto antecesor de la Llorona, personaje de una leyenda de la época colonial mexicana con el cual se asusta a los niños."
Conclusión
La mayoría de los que han estudiado los mitos desde las diferentes áreas o
profesiones, como la antropología, la filosofía y, en especial, el psicoanálisis, coincide en que la dimensión y estructura del hombre, así como la naturaleza misma del
mito, es el símbolo; así: "El mito sería el discurso audible de los símbolos; su impulso fundamental consiste en trasformar lo pensado en ocurrido" (Albizu, 1978;
Riwka, 1999).
Si consideramos lo expuesto por dos importantes teóricos de las relaciones
objétales, Winnicott y Bion, encontramos que el primero propone un objeto
transicional que simboliza-representa a la mamá en el transcurso de la separación y
además propone que este espacio que deja la separación de la mamá es lo que
habilita el poder fantasear un primer símbolo (proceso de simbolización). El
segundo teórico de las relaciones objétales, W. R. Bion, propone en su base teórica
para tratar el tema de la psicosis que la representación o lo representable, lo
simbólico, se logra al convertir los elementos beta en elementos alfa -lo
simbólico o representable-.
11 Mujer de traje blanco, con un espeso velo que cubría su rostro, que con pasos lentos y silenciosos recoma las calles de la ciudad de México cada
noche iba por una calle distinta, aunque sin faltar una sola a la Plaza Mayor donde, vuelto el velado rostro hacia el oriente, hincada de rodillas, profería
su ultimo lamento, largo y angustioso, después se ponía de pie y continuaba caminando con su paso lento y pausado hasta que se desvanecía
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Para estos autores, la psicosis es una falta de capacidad para fantasear, es decir, para
simbolizar, en el caso de Winnicott, y la ausencia de producción de elementos alfa,
según Bion.
Mi propuesta es que el incesto implica un retroceso, una regresión, al estado
inicial del ser humano, al narcisismo, donde se depende en gran medida, si no en
su totalidad, del primer objeto de amor, de la madre. Este retroceso implica un ir
sacrificando y perdiendo, en este recorrido, la capacidad de simbolizar; en otras palabras, equivale a un proceso psicótico.
Y por último, en este proceso se entiende el parricidio como un requisito indispensable para llevar a cabo el incesto, ya que la figura del padre lo obstaculiza
y, además, constituye una continuidad, ya que primero se sufre pasivamente y luego se da lugar al parricidio como forma activa.
Resumen
En este artículo se propone abordar el proceso de separación: el momento en el que el infante se percibe independiente de la madre, momento en el cual enfrenta una sensación de
incompletud, de pérdida corporal; además, este proceso se asocia con la presencia del Otro
-figura paterna-. El camino por el cual se tendría que transitar para lograr nuevamente ese
estado de plenitud corporal sería a través de una nueva fusión con la figura materna (incesto) y
la eliminación del Otro (parricidio), elementos que se consideran los fundamentos etiológicos
para la creación de los mitos. Por otro lado, se plantea que es la mujer quien a través de la maternidad llega a superar este estado de incompletud, no así el hombre, quien por envidia ha
llegado a representar a la mujer, en gran parte de los mitos, como una figura malévola. Para
ejemplificar lo anterior, se presentan tres mitos diferentes, el primero, de origen judío hebreo;
el segundo, griego; y por último, un tercero perteneciente a la cultura precolombina.
Resumo
Este artigo visa abordar o processo de separação: o momento em que a criança percebe a
sua independência da mãe, momento em que experimenta urna sensação de estar incompleta,
urna sensação de perda corporal; além disso, este processo é associado com a presença do outro
-a figura paterna-. 0 caminho pelo qual se teria que transitar para ter novamente este estado
de plenitude corporal, seria através de urna nova fusão com a figura materna (incesto) e a
eliminação do Outro (parricídio). Estes elementos são considerados como fundamentos etiológicos para a criação dos mitos. Outrossim, se plante ia que a mulher é quem através da
maternidade chega a superar este estado de sentir-se incompleto, o que não acontece com o
homem, quem por inveja representa a mulher em grande parte dos mitos como urna figura
malévola. Para exemplificar o antes dito, apresentam-se três mitos diferentes, o primeiro de
origem hebraica; o segundo, grego; e finalmente, um terceiro, da cultura pré-colombiana.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
El proceso de separación como origen de los mitos
Summary
This article broaches the process of separation -the precise moment when an infant
becomes aware of being independent from his/her mother, and faces a feeling of incompleteness
and bodily loss. This process is associated with the presence of the Other -the paternal figure.
The path to regain a state of bodily plenitude is through a new fusion with the mother figure
(incest) and the elimination of the Other (parricide). These elements are considered to be the
etiological foundations for the creation of myths. On the other hand, it is argued that it is women
who, through maternity, overcome this state of incompleteness, as opposed to men, who out of
envy have -for the most part- depicted women in myths as being malevolent figures. To
exemplify the foregoing, three different myths are offered: the first one is of Jewish-Hebrew
origin, the second one is Greek, and the third one is taken from the pre-Columbine culture.
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Premio Sigmund Freud (para candidatos)*
Joelle Hullebroeck**
Sociedad Peruana de Psicoanálisis
Todo un mundo de ensueño...
Usos y significaciones de la antigüedad
clásica en la obra de Freud
Introducción
A principios del siglo XX un librero vienes, Hugo Heller, que asistía con regularidad a las reuniones de la Sociedad Psicológica de los miércoles en casa de
Freud, solicitó a un grupo de personalidades que eligieran "diez buenos libros". En
su respuesta, Freud (Briefe, carta no fechada de 1907 [1960]) diferencia sus "buenos libros" de los que serían "obras maestras" (en cuyo caso habría citado a Hornero, Sófocles, Goethe y Shakespeare) o "los libros más importantes" para la humanidad (donde habrían de figurar Copérnico, Darwin, etc.), distintos también de los
que habrían sido sus "libros preferidos" (donde hubiera incluido el Paraíso perdido, de Milton y el Lazarus, de Heine). Por "buenos libros" Freud entiende "libros
a los cuales debemos una parte de nuestro conocimiento de la vida y de nuestra
concepción del mundo, libros que uno ha amado y cuya lectura recomienda fácilmente a otros", libros que son como "buenos amigos". Los diez libros que Freud
escoge como cercanos compañeros de ruta son de una gran variedad de géneros y
lenguas (Gay, 1990), dos de los cuales llaman particularmente la atención: Los pensadores de la Grecia, de Theodor Gomperz, y una novela francesa, Sur la pierre
Manche, de Anatole France.
Gomperz fue un prominente filólogo clásico, filósofo e historiador de las ideas,
que pertenecía a la burguesía judía culta y adinerada (Le Rider, 2002), respetado en
el mundo académico especializado y socialmente influyente en Viena. Sus libros
combinan una impecable erudición con un gran dominio de la lengua y un estilo cautivante con el cual logró interesar al gran público. En su juventud, Freud asistió a una
de sus conferencias sobre los sueños entre los antiguos (Gay, 1990), sobre lo cual
Dirección de la autora A P 18-1410, Lima 18 Perú E-mail joellehu@mfotex com pe
*Este premio intenta incentivar la producción científica de los candidatos y se otorga a un trabajo clínico teórico o de investigación psicoanalitica
Participan en el los trabajos enviados por candidatos de los Institutos de Psicoanálisis de las organizaciones integrantes de FEPAL (del Reglamento de los Premios otorgados por FEPAL) El jurado estuvo constituido por Madeleine Baranger (Argentina) Eduardo Laverde (Colombia) Irene
Maggi (Uruguay) y Ney Marinho (Brasil)
"Candidata en el momento de presentarse al Premio
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Joelle Hullebroeck
Gomperz había publicado un libro1 que Freud cita en La interpretación de los sueños. Gomperz fue también editor de las Obras completas de Stuart Mill, con quien
Freud colaboró por sugerencia del filósofo Brentano (Merlán, 1945) para la traducción de un ensayo sobre Platón. A partir de 1893, Theodor Gomperz empezaría a
publicar en fascículos lo que se convertiría en su obra monumental: Los pensadores de la Grecia. Esta obra, retoño de filosofía de las luces con rasgos de positivismo, sitúa la filosofía griega en su marco histórico y psicológico. Presenta la filosofía como obra de seres individuales originales relacionados con su tiempo más que
con sistemas filosóficos abstractos. Su preocupación por entender la genealogía del
pensamiento griego desde sus inicios lo lleva a proponer analogías y comparaciones con el mundo contemporáneo (Assoun, 1976; A. Croiset, prefacio de Gomperz,
1928). Diversos autores recientes han enfatizado lo significativas que fueron para
Freud tanto la persona como la obra de Gomperz; por nuestra parte, quisiéramos resaltar con esta elección una confluencia de intereses que Freud sustentó toda su vida: la cultura griega estudiada bajo el ángulo de su progresivo desarrollo desde una
fase primitiva de la humanidad, en la pluma de un estudioso judío, rico, respetado
intelectualmente y aclamado por su talento literario.
Anatole France, por su parte, era un autor que Freud admiraba y citaba de
manera reiterada; gustaba de su ironía, de su espíritu escéptico y crítico, políticamente comprometido (Jones, III, 1957; Gay, 1990). Sin embargo, no deja de llamar
la atención que haya dado su predilección a Sur la pierre blanche (1905), una obra
hoy bastante olvidada. Al leerla se ilumina la elección de Freud. De hecho, no es
una gran obra literaria, ni es profunda en el plano psicológico. Su peculiaridad reside en que se desarrolla en distintas épocas, en medio de ruinas romanas y griegas,
descriptas con una suerte de voluptuosidad amorosa. Abundan los diálogos reflexivos entre arqueólogos y pensadores sobre el nacimiento, desarrollo y desaparición
de las civilizaciones. Que Freud haya escogido este libro entre sus "diez buenos libros" testimonia de modo inconfundible cuan grande era su apego afectivo hacia la
ciudad de Roma, la cultura griega, el oficio del arqueólogo, la reflexión
antropológico-filosófica sobre las culturas humanas, y cómo le podía haber
encantado esta especie de fantasía sin pretensiones, escrita en un tono ameno a la
vez que escéptico e inteligente. Por tratarse de un libro publicado en francés en
París, en 1905, nos ofrece de paso otro testimonio de lo interesado y actualizado
que estaba Freud en materia literaria.
Habríamos podido elegir otras anécdotas, que abundan en la vida de Freud:
desde el medallón que sus amigos le ofrecieron con ocasión de sus 50 años, que representa a Edipo contestando a la Esfinge acompañado por el verso "Quien conocía los famosos enigmas y era un hombre muy poderoso", verso idéntico al que la
fantasía juvenil y ambiciosa de Freud había imaginado ver algún día acompañar a
su propio busto en la Universidad de Viena, hasta el hecho de que las cenizas de
Freud, junto con las de su esposa Martha, reposan en una antigua urna griega. Sin
1
Gomperz, Th Traumdeutung und Zaubereí Viena 1866
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Todo un mundo de ensueño
embargo, las numerosas y recurrentes referencias que Freud hace a temas vinculados con la antigüedad clásica, su literatura, su mitología, la arqueología, han concitado hasta ahora poca atención entre los estudiosos de su obra.
Revisemos brevemente la historiografía de las fuentes del pensamiento
freudiano. Siegfried Bernfeld, un psicoanalista vienes próximo a Freud, exiliado en
los Estados Unidos, inició, junto con su esposa, lo que Horacio Etchegoyen llama
la "freudología" (Etchegoyen, 2002) con la publicación de una serie de artículos
acerca de Freud, su infancia, su formación científica, sus comienzos profesionales.
A pesar de ser él mismo filósofo, Bernfeld privilegió casi exclusivamente los
aspectos científicos de la formación de Freud y planteó la hipótesis de que sus
primeras teorías se apoyarían en forma directa en el pensamiento de la fisiología
fisicalista de la Escuela de Helmholz, que considera que toda actividad del cerebro
es el resultado de fuerzas o energías de naturaleza estrictamente fisicoquímica
(Bernfeld, 1944). Como se sabe ahora (Trosman y Wolf, 1973), Bernfeld
intercambió una asidua correspondencia con Ernest Jones, y ambos coincidieron en
sus apreciaciones generales sobre los inicios de Freud. La primera gran biografía
de Freud, de Ernest Jones, contribuyó a orientar la investigación acerca de las
fuentes intelectuales del pensamiento freudiano hacia la ciencia positivista de su
tiempo. De un modo algo sesgado, Jones describió con lujo de detalles la
dedicación y pasión de Freud por la investigación en fisiología, anatomía y
neurología en el Laboratorio de Fisiología de Ernst Brücke, luego sus incursiones
en diversas ramas de la práctica médica, y cómo su relación con Josef Breuer y su
viaje a París, en el entorno de Charcot y luego de Bernheim, tuvieron un papel
decisivo para orientarlo hacia la investigación de enfermedades nerviosas. Como
ilustraría con todo detalle Henri Ellenberger, "los orígenes del psicoanálisis no
podrían entenderse sin tomar en cuenta las diversas corrientes científicas de las
últimas décadas del siglo XIX", temática sobre la cual existe una extensa
bibliografía.
Con el desmoronamiento de la República de Weimar y la llegada inminente
de Hitler al poder en Alemania, muchos psicoanalistas de origen vienes se vieron
obligados a emigrar a los Estados Unidos, donde se encontraron confrontados con
las diferencias de formación y background cultural entre los europeos y los norteamericanos. Algunos observaron con asombro cómo la educación clásica de sus
colegas estadounidenses era pobre o inexistente y cómo sus opciones intelectuales estaban influidas por los valores de un mundo dominado por la tecnología y la
industrialización. En 1968, Richard Sterba, médico psicoanalista de origen vienes,
pronunció una conferencia en la Academia de Medicina de Nueva York que destacaba el trasfondo humanístico de Freud: "El trabajo científico de Freud, el espíritu
con el cual fue llevado, su concepto terapéutico y los objetivos que intentó lograr no
pueden considerarse y evaluarse de modo adecuado a menos que se los entienda como un producto del espíritu del humanismo clásico" (Sterba, 1969); años más tarde,
volvería a enfatizar: "Si bien es cierto que uno puede dudar de si el psicoanálisis moderno puede todavía aferrarse apasionadamente a la tradición humanista, con seguridad también lo es que su fundador y sus fundaciones originales experimentaron la
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Joelle Hullebroeck
profunda influencia de las ideas e ideales humanísticos. ¿Cómo podría ser de otra
manera, dado que los sistemas educativos que formaron el espíritu y el intelecto de
Freud durante los últimos años de su infancia, su adolescencia y su joven madurez
fueron dominados por la ideología de la cultura humanista?" (Sterba, 1974). En la
década del 70 se publicaron así una serie de testimonios y artículos que situaron decididamente al creador del psicoanálisis dentro de una perspectiva humanista. En
todos se enfatiza el importante papel que tuvo la educación clásica en la conformación intelectual de Freud2 (Sterba, Trosman, Gedo y Bettelheim).
Hacia la misma época, Henry Ellenberger publicaba su obra magistral sobre El
descubrimiento del psicoanálisis, que ofrece una síntesis erudita, polifacética y más
equilibrada de las fuentes del pensamiento freudiano. Comparto su afirmación:
"Hombre de gran cultura científica y literaria, lector omnívoro, capaz de captar rápidamente el interés de ideas nuevas, de adoptarlas y de conferirles una forma original,
Freud elaboró una poderosa síntesis donde se ha vuelto casi imposible distinguir lo
que tomó prestado de sus propios aportes personales. Freud tomó prestado de sus
maestros, de sus colegas, de sus rivales, de sus asociados, de sus enfermos y de sus
discípulos" (Ellenberger, 1970). El pormenorizado listado de fuentes elaborado por
Ellenberger, que no recordaré aquí, se ha ido completando con aportes ulteriores, que
ilustraron los impactos sobre Freud de la filosofía y la epistemología, de su autoanálisis, de posibles afinidades con la tradición mística y cultural judía, de sus gustos literarios y, en particular, del romanticismo alemán (sobre todo los libros de Assoun,
Anzieu, Grinstein, Bakan, Robert, Rudnysky y los artículos de Trossman, 1973;
Anzieu, 1986; Ticho, 1986; Grubrich-Simitis, 1986; Vermorel, 1986).
Otro paso importante para la historiografía freudiana fue la publicación progresiva, aun en curso, de la muy numerosa correspondencia de Freud, en particular
sus cartas de juventud, que revelaron cuan constantes e intensos fueron sus intereses y su compromiso intelectual respecto de temas de filosofía, literatura, psicología, historia y ciencias humanas en general.
Otra fuente valiosa de información se encuentra en las obras que iluminan el
contexto amplio de la cultura vienesa de fin de siglo, en especial las de los historiadores C. Schorske (1961), W. Johnston (1972) y, más recientemente, A. Le
Rider (1990, 1994, 2002). Por último, una revisión de la bibliografía debe
mencionar varias obras importantes de historia de las ideas y la filosofía que ubican
a Freud dentro de la historia del pensamiento occidental, en particular: L. Whyte
(1960), M. Henry (1985) y J.-M. Vaysse (1999), aunque todos estos últimos
estudios, tanto históricos como filosóficos, lo consideran desde una perspectiva
externa que ilustra aspectos contextúales pero no ayuda a una comprensión desde
dentro de la propuesta psicoanalítica freudiana.
Reconociendo el abanico de todas estas influencias y fuentes -a las cuales hay
que agregar el aporte de los pacientes y discípulos de Freud-, abanico gestor de una
2 Al parecer, tres testimonios que aun no hemos podido consultar, de psicoanalistas que estuvieron cerca de Freud en Viena también destacaron
estos aspectos Sachs (1944) Reik (1949) y Loewenstein (1951)
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Todo un mundo de ensueño
tensión creadora más que de una verdadera integración, comparto la idea de Anzieu
de que esta multiplicidad de fuentes y referencias culturales es precisamente la que
permitió a Freud descubrir el psicoanálisis: "Freud no era hombre de una sola cultura sino de una interconexión de culturas. Esto explica cómo fue capaz de pensar
la psyche en términos de aspectos entremezclados: el entrecruzamiento entre el inconsciente, el preconsciente y el consciente; la sobredeterminación de los síntomas;
las superposiciones de las fases del desarrollo libidinal, etc." (Anzieu, 1986).
Puesto que hay tantos estudios sobre las fuentes del pensamiento freudiano,
¿qué proponemos de nuevo? Desde hace varios años, estudio las referencias a la
antigüedad clásica diseminadas a lo largo de toda su obra, considerando que constituyen una fuente importante de su pensamiento que, si bien muchos han mencionado, no ha merecido hasta ahora ningún estudio profundo. Tan así es que el detallado ensayo bibliográfico insertado en la última gran biografía de Freud, de Peter
Gay (1988), no incluye sobre este tema ningún párrafo ni obra específica. Sin embargo, mi motivación principal no es aportar elementos nuevos sobre las fuentes
del pensamiento de Freud. Mi propuesta parte de la hipótesis de que la comprensión del uso que hace en sus obras, teóricas y clínicas, de sus conocimientos de literatura, filosofía e historia antigua arroja nuevas luces sobre la propuesta
psicoanalítica misma. En mi opinión, una lectura analítica, y no simplemente
histórico-cultural, de estas referencias ayuda a replantear (revisitar, diría Green)
conceptos centrales del psicoanálisis y contribuir a los debates más actuales acerca
de "los determinantes paradigmáticos en la comprensión psicoanalítica" (Bernardi,
1994); en esta perspectiva tiene tres antecesores: el imprescindible estudio de J.
Forrester El lenguaje en los orígenes del psicoanálisis (1980), el novedoso estudio
de W. Mac Grath El descubrimiento del psicoanálisis por Freud (1986) y la
investigación apasionante de Ricardo Steiner sobre las interrelaciones entre el
contexto cultural y la elaboración freudiana de conceptos psicoanalíticos (In Viena
veritas...?, 1994). El hecho de que Freud haya bautizado algunos de los conceptos
clave del psicoanálisis con palabras y conceptos griegos (la libido, la catarsis, la
reminiscencia, el complejo de Edipo, el narcisismo, Eros, Tánatos...) es más que
anecdótico. Comparto la idea de que "[U]no se queda con la impresión de que para
Freud el pensamiento metafórico servía no sólo para poder comunicar en forma
clara y bella su sensibilidad estética, sino que también era un paso necesario en sus
procesos de insight y elaboración de conceptos" (Gedo y Wolf, 1970).
Probablemente, Freud escogió el mismo nombre de su nuevo método,
psychanalyse (Freud, 1896, en francés), por influencia de un libro de filología
clásica que tenía mucha repercusión entonces, Psyche, de Erwin Rohde
(1890-1894), el primer gran estudio sobre los aspectos irracionales del
pensamiento griego. La elección por Rohde (¡y Freud!) de la palabra psyche se
ubica en la tradición literaria romántica que prefería las raíces griegas a las raíces
latinas {alma, mente...) o germánicas (como Seele, utilizado por la psiquiatría
dinámica) (Gilman, 1991).
Mi propuesta apunta a aportar elementos de comprensión sobre la incorporación de los conocimientos y gustos de Freud por la antigüedad clásica y reflexionar
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Joelle Hullebroeck
acerca de los modos de interacción de estos elementos con su pensamiento creativo
para enriquecer desde dentro los conceptos propios del trabajo analítico. El ensayo
presentado aquí ha sido redactado en especial para FEPAL, con la intención de ofrecer una presentación panorámica, a la vez que muy sintética, dadas las limitaciones
de espacio, de una investigación de largo alcance aun en proceso.
La formación clásica de Freud
Stefan Zweig describe en sus Memorias el ambiente de los jóvenes vieneses
imbuidos de cultura literaria y clásica, testimonio de una época brillante y de gran
bullicio intelectual y artístico. Los escritores Rainer María Rilke, Hofmannsthal,
Karl Kraus, Stefan Zweig, Arthur Schnitzler, Musil, Broch, los pintores Kokoscka,
Schiele y Klimt, los músicos Mahler, Berg, Schönberg, los filósofos Wittgenstein y
Martin Buber, para citar tan sólo a los más destacados, son todos vieneses y tuvieron, al igual que Freud, su apogeo creativo en las primeras décadas del siglo xx.
Después del impulso dado en la segunda mitad del siglo XVIII por Winckelmann,
los poetas y escritores de lengua alemana se habían volcado masivamente hacia
Grecia como principal fuente de inspiración. Si bien Alemania no había tenido un
Renacimiento en los siglos XV y XVI, los ideales clásicos, sobre todo en su
versión griega, ejercieron un enorme impacto durante el movimiento romántico
llamado Sturm undDrang. Escritores y filósofos como Lessing, Goethe, Hölderlin,
Hegel y Nietzsche fueron los principales exponentes de esta pasión por la Grecia
antigua donde buscaban un modelo de belleza, grandeza y serenidad. La filología
clásica, la lingüística histórica y comparada, tuvieron paralelamente un formidable
desarrollo. Así, por ejemplo, la primera gran edición científica de Aristóteles,
Aristotelis Opera, fue publicada por la Academia de Berlín en 5 volúmenes entre
1831 y 1870, los Fragmentos de Aristóteles, en 1863, mientras que las antiguas
inscripciones de Epidauro, sobre técnicas mánticas, se publicaron a partir de 1883,
con gran repercusión pública. Hubo en el mundo germánico una ola de
traducciones nuevas entre las que se destacan las magníficas traducciones poéticas
de Hölderlin de Edipo Rey y de Antígona. ¡La cultura latina y griega formaba parte
de la cultura intelectual y la vida universitaria de un modo hoy totalmente
olvidado!3 (Butler, 1935; Highet, 1949; Johnston, 1972; Schorke, 1961; Le Rider,
1990 y 2002).
El Imperio decimonónico de los Habsburgo había diseñado un sistema educativo marcado por el concepto idealista clásico de Goethe, que apuntaba a la adquisición de una Bildung humanista. En Austria, el modelo del Gymnasium había
reincorporado en 1849 la enseñanza del griego clásico junto con materias científi3 Freud relata en La interpretación de los sueños como los paneles de programas de los cursos en la universidad se redactaban en latín y como
los profesores se dirigían a sus alumnos a veces en ese mismo idioma Jones (1,1953) cuenta otra anécdota que muestra la importancia que tenían
entonces en los círculos científicos los conocimientos de la cultura clásica En la presentación de un trabajo científico de Freud sobre histeria masculina en 1886,' uno de los cirujanos llegó incluso a emitir dudas acerca de la formación clásica de su joven colega al preguntarle si ignoraba realmente que la palabra hystena provenía de hysteron (sic) palabra griega que significa "útero' y que excluía la idea del sexo masculino'
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6
2004
Todo un mundo de ensueño...
cas. Se privilegiaba el estudio de los clásicos griegos y latinos, en el texto original
y con preferencia a otras materias, como forma de introducción al estudio de la civilización y del despertar de las fuerzas creativas (Sterba, 1969; Johnston, 1972).
Freud inició sus estudios a la edad de diez años en el Leopoldstädter
Kommunal-real-und-Obergymnasium, un colegio "real" recién inaugurado que se
caracterizaba por combinar la perspectiva clásica de los bachilleratos de orientación
humanista con una cierta apertura a las ciencias y las técnicas. Los nuevos datos
pormenorizados que aporta la investigación recién publicada de Le Rider (2002)
precisan cómo, desde la escuela secundaria, Freud estuvo sometido a una
enseñanza que buscaba "la conciliación entre las dos 'culturas' científica y
literaria", que implicaba de por sí "una buena familiaridad con los clásicos griegos
y latinos". Freud tuvo entre 6 y 8 horas semanales de latín durante sus 8 años de
formación secundaria, y 6 horas semanales de griego (4 según Le Rider); durante
los 6 últimos años, exploró ampliamente aspectos de la historia, la mitología y la
literatura griega y romana. El aprendizaje de las lenguas antiguas no sólo se
valoraba para comprender la genealogía de la cultura, sino también como el sello
necesario para adquirir estatus cultural e ingresar a las élites sociales e intelectuales.
Diversos testimonios indican que Freud vivió esta experiencia como una apertura
intelectual estimulante. Gracias a las investigaciones de Sterba (1974), conocemos
ahora el detalle del programa de estudios secundarios de Freud y, en particular, los
autores antiguos que leyó: entre los latinos, los historiadores Tito Livio, Salustio y
Tácito, los poetas Ovidio (las Metamorfosis), Virgilio (la Eneida) y Horacio, así
como varios textos de Cicerón; entre los autores griegos, los historiadores
Jenofonte y Heródoto, así como obras de Hornero (la Ilíada y la Odisea),
Demóstenes, Sófocles (Ayax y Antígona) y Platón {Apología de Sócrates y Critón).
Todos ellos aparecen citados con regularidad a lo largo de su obra. Los estudiantes
debían también realizar lecturas personales adicionales. En marzo de 1873, Freud
escribe a su amigo Emil Fluss: "Debo acabar mi carta hoy más temprano de lo que
sería mi deseo, dejando así su curiosidad insatisfecha. Debo leer autores clásicos
griegos y latinos, entre ellos Edipo Rey, de Sófocles. ¡Usted se pierde muchas
cosas exaltantes si no puede leer todo esto!" (Freud, 1899). Las cartas dirigidas por
Freud a su gran amigo y condiscípulo Eduard Silberstein, desde 1871 hasta 1881,
comprueban la amplitud de sus lecturas e intereses en el campo humanístico y su
verdadera pasión por la literatura y la filosofía. Habiendo ya descartado su
proyecto inicial de estudiar derecho y escogido la carrera médica, le escribe en
1873: "Con respecto a mi primer año de universidad, puedo anunciarte que me
dedicaré enteramente a estudios puramente humanísticos, que estarán aún sin
relación con mi profesión, pero que no me serán inútiles. [...] En vista de la meta
que me he fijado, me inscribiré entonces en el primer año en la Facultad de
Filosofía".
Las cartas de juventud de Freud abundan en expresiones latinas y, en menor
medida, griegas; en forma juguetona, escribe a veces en griego o en latín para relatar cosas menudas de su vida cotidiana. Desde el Proyecto Freud usa letras griegas
para referirse a conceptos o para numerar párrafos; a lo largo de toda su obra cita
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol. 6' 2004
Joelle Hullebroeck
versos latinos y usa expresiones en latín o en griego, sin traducción ni transcripción,
aspecto que a veces las traducciones ocultan o que las ediciones contemporáneas deben suplir con aparatos de notas para explicar nociones desconocidas por el público
actual, que en forma mayoritaria ignora el latín y el griego. A título de ejemplo, en
la edición alemana de La interpretación de los sueños, Freud utiliza la expresión latina, sin traducción al alemán, de crimen laesae majestatis, que la traducción francesa sustituye por crime de lése-majesté (Meyerson, p. 222), la traducción inglesa
por an act of lése majesté (Strachey, p. 255), y la traducción española por un crimen de lesa majestad (Ballesteros, p. 503). En este caso, sólo la traducción de
Etcheverry respeta el original consignando en bastardillas crimen laesae majestatis
(Etcheverry, p. 264). Sin saber cuan numerosas pueden ser estas pequeñas ocultaciones, ni tampoco pretender atribuirles demasiada importancia, ¡creo, sin embargo,
que revelan cuan distinto era el contexto cultural de Freud del nuestro! En una carta
a su novia Martha (del 28 de agosto de 1883), evoca su dolorosa separación de ella
haciendo referencia al mito platónico del andrógino, mito que volverá a citar en los
Tres ensayos sobre la vida sexual, así como en Más allá del principio del placer.
Entre sus lecturas e intereses alude reiteradas veces a Hornero y a otros escritores
griegos o latinos como Heródoto, Ovidio y Aristóteles. La juventud de Freud estuvo totalmente envuelta en cultura clásica: ¡Las leyendas griegas formaban de modo
tan natural parte de la formación escolar de un niño, que personajes de Hornero aparecen en sueños a su hijo de tan sólo ocho años! (Freud, 1900). Freud incitó a sus
padres a que llamaran a su hermano menor Alexander, por su admiración hacia Alejandro el Grande, héroe militar de las victorias macedónicas (Jones, I., 1953); también relató que uno de los héroes favoritos de su niñez había sido Aníbal, al punto
de identificarse con este héroe semita que había conocido con la lectura de Tito
Li-vio (Freud, 1900; Jones, 1953; Mac Grath, 1986). Para Gedo y Wolf (1970), la
correspondencia de juventud con Emil Fluss sigue de cerca un modelo formal
extraído de las Odas de Horacio. Prueba inconfundible de lo preciados que fueron
estos años escolares para Freud es el testimonio que él mismo escribió en 1914,
más de cuarenta años después de haber salido de su liceo: "Nuestras vidas, desde
los diez hasta los dieciocho años, volvían a emerger desde los rincones más
apartados de nuestra memoria con sus presentimientos y sus vagabundeos, sus
transformaciones dolorosas y sus logros benéficos, nuestras primeras miradas hacia
un mundo cultural desaparecido que, para mí por lo menos, se iba a convertir en
adelante en mi vida en un consuelo inigualado en los combates de la vida [...]"
(Freud, 1914).
Edipo y las "cadenas asociativas"
En su examen de "matura" (bachillerato), Freud tuvo que traducir unos 33
versos de Edipo Rey, de Sófocles, que, según confiesa, había leído anteriormente
(Freud, 1989). Hay unas sucesivas reinscripciones en la memoria de Freud y una
identificación con el "descifrador de enigmas", es decir, Edipo (Rudnysky, 1987),
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6 2004
Todo un mundo de ensueño
que lo llevaron a plantear la universalidad del complejo de Edipo en su famosa carta
a Wilhelm Fliess del 15 de octubre de 1897. Por cierto, el modelo paradigmático de
la elaboración progresiva de un concepto estrechamente relacionado con la antigüedad a lo largo de toda la obra freudiana es el del complejo de Edipo, cuya progresiva elaboración hemos estudiado de manera pormenorizada en otro trabajo,4 en
paralelo con su análisis de la tragedia de Sófocles. Otros hilos conductores de intereses que mantuvo a lo largo de su vida, a los que Rudnysky llama "cadenas asociativas" y que Freud teorizaría como la "acción diferida del trauma" son, entre otros,
el enigma de la Esfinge de Tebas, la comparación entre las fobias de los animales y
el mito de Kronos, la homosexualidad en la antigüedad y el personaje de Moisés.
Los años de universidad, Brentano y Aristóteles
Entre otros aspectos, las cartas de Freud a Silberstein revelaron cuan apasionado e intelectualmente estimulado estuvo con respecto a los seminarios impartidos por el filósofo Franz Brentano (a los cuales asistió por motivación propia), filósofo cuya independencia y fortaleza de espíritu, seriedad y dedicación al estudio,
inteligencia aguda, elegancia y plasticidad de pensamiento Freud admiraba. En su
segundo año de universidad (1874-1875), asistió a un seminario sobre cuestiones
metafísicas -específicamente, la existencia de Dios- y a otro sobre el principio de
utilidad de Stuart Mill. El impacto sobre Freud fue tan intenso que postergó su proyecto de ir un año a Berlín a seguir los cursos de Helmholtz, Bois-Reymond y
Virchow (entonces, los grandes representantes del materialismo científico) para
seguir concurriendo a los seminarios de Brentano, y evaluó la posibilidad de
seguir conjuntamente estudios de doctorado en filosofía y en zoología, lo cual
revela cuan temprano ha sido su acercamiento dual a la realidad, material y
espiritual (Mac Grath, 1986). Durante el semestre siguiente, eligió un seminario
sobre "lógica" y otro sobre "lecturas filosóficas", que era en realidad un curso
sobre psicología (Mac Grath, 1986). Durante el invierno de 1875-76, asistió a otro
seminario de Brentano, "Lectura de obras filosóficas", y por último, en el verano
de 1876, a un seminario intensivo de tres horas semanales sobre la "filosofía de
Aristóteles". Freud escuchó a Brentano considerar -aunque fuera para descartarlola posibilidad de un inconsciente mental, y desarrollar tópicos sobre la asociación
de ideas. Otros puntos de acercamiento con el pensamiento de Freud se encuentran
en la atención que presta Brentano al área de los sueños, la locura y diversos
fenómenos mentales bizarros, así como también sus ideas sobre el desarrollo
psicológico, sus polaridades amor-odio, placer-displacer, la predominancia
acordada a los instintos en el desarrollo mental, su concepto de intencionalidad
característica de todo fenómeno mental (Merlán, 1945; Ramzy, 1956; Assoun,
1976; Freud, 1985 y 1989; Mac Grath, 1986; Frampton, 1991). De acuerdo con
Mac Grath, la metodología de
4
Cuyas referencias no damos en este trabajo para respetar el anonimato
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Brentano dio a Freud los fundamentos de su investigación psicológica, por considerar las evidencias de la experiencia subjetiva como sujetas a leyes, del mismo
modo que la realidad exterior.
Brentano era un gran conocedor de la obra de Aristóteles. Su tesis de 1862
sobre Aristóteles y las significaciones del Ser inicia la reflexión contemporánea
acerca de la metafísica aristotélica (Aubenque, 1992) y tiene, junto con sus obras
ulteriores, un impacto determinante sobre Husserl, Frege y Heidegger (Etudes
phénoménologiques, N° 27-28, David, 1992). Mis propias indagaciones me han
abierto un vasto campo aún por desbrozar. Además de su gran tratado De Anima,
Aristóteles escribió nueve pequeños tratados que exponen cuestiones referentes a
psicología, fisiología, biología humana y animal, y que suelen agruparse con el
título de Pequeños tratados biológicos o, en latín, Parva naturalia. Freud cita dos
de ellos en La interpretación de los sueños, "De los sueños" y "De la
interpretación de los sueños"; otros también son muy interesantes: "De la memoria
y la reminiscencia" y "Del sueño y la vigilia". Hemos encontrado estrechas
similitudes entre estos textos y diversos puntos planteados por Freud en La
interpretación de los sueños, sobre todo en las descripciones de los sistemas ij> del
capítulo VII, por ejemplo, en lo que se refiere a las leyes de asociación (por
contigüidad o por similitud), la memoria, la relación entre pensamiento, sensación e
imagen, el concepto de huella mnémica, la figurabilidad en el sueño, el deseo
como aspecto distintivo del hombre, el sueño como producto de la mente humana y
dotado de sentidos y la dicotomía "pena-placer" (placer-displacer en Freud). Las
descripciones de la conciencia y de la memoria, en el capítulo IV de Más allá del
principio del placer, también se expresan en términos parecidos a los de Aristóteles.
Un ensayo reciente de Courtine (1998) plantea que existen estrechas conexiones
entre los trabajos de Brentano sobre la ontología aristotélica y su obra Psicología
desde un punto de vista empírico, que habrá que revisar en el texto.
El 21 de febrero de 1875, Freud escribió a Silberstein una carta exaltada donde se refiere a una ponencia suya con un título en latín,"5 sobre la cual afirma que
"su sola existencia bastaría para inmortalizarme como el feliz continuador de Aristóteles" (Freud, 1989). ¡Su identificación, a los 19 años, como el "feliz continuador de Aristóteles" forma parte de una cadena o filiación que aún hay que investigar con mayor detenimiento!
Catarsis Y reminiscencias
Retrospectivamente, y a la luz de toda la obra ulterior de Freud, encuentro
reiteradamente en la lectura de Los estudios sobre la histeria una fuente de reflexión acerca de los elementos constitutivos del psicoanálisis, "cuyo método catártico constituye, por así decir, el eslabón inicial" (Marie Bonaparte). Con la frescura
5
De medis quibus in amoribus efficiendis utuntur poetae (Acerca de los recursos que utilizan los poetas para sus amores)
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de los primeros descubrimientos, previos a su autoanálisis, descubrimiento del
complejo de Edipo y edificación de su primera teoría del inconsciente, Freud enfoca la sexualidad infantil y las representaciones "rechazadas o reprimidas" de lo
consciente que tienen la capacidad de generar sufrimiento y desarreglo psíquico,
así como esboza los conceptos de represión, resistencia, censura, transferencia, defensa y sobredeterminación. El psicoanálisis, que aún no ha sido bautizado con
nombre propio,6 se edifica como un método terapéutico definido entonces como
"supresión de la acción de la representación primitiva que no pasó por abreacción
al permitir la liquidación, mediante expresión verbal, del afecto concomitante". Este
método, llamado catártico, parte de la convicción de que "es de reminiscencia
ante todo de lo que sufre el histérico"; estas reminiscencias están vinculadas por cadenas asociativas y se liquidan, mediante abreacción o catarsis, siempre que entre
no sólo un factor intelectual de comprensión, sino también un factor afectivo (uno
de los ancestros de la famosa expresión de in efigie y, en otra línea de pensamiento,
de las elaboraciones ulteriores acerca de la "repetición" y la "puesta en acto").
Este peculiar método terapéutico se denomina entonces "catarsis", un concepto
elaborado cuatro siglos antes de Cristo por Aristóteles con respecto a la tragedia y
reinterpretado pocos años antes en un libro entonces muy comentado, Dos tratados
sobre la teoría del drama de Aristóteles, de Jacob Bernays, tío de la entonces joven
esposa de Freud, Martha Bernays. Jacob Bernays (1824-1881) había sido un
destacado e influyente filólogo de su tiempo, en estrecho contacto intelectual con figuras de la talla de Nietzsche, Rohde, Mommsen y Wilamowitz. Especialista en
Scaliger, en Heráclito, en Aristóteles7 y en el judaísmo en la época grecorromana, es
autor de varias excelentes ediciones críticas de textos antiguos y de ensayos sobre
Mommsen y Gibbon. Momigliano, uno (si no el mayor) de los filólogos e historiadores de la antigüedad en el siglo XX, le ha dedicado una monografía (1969) donde
testimonia acerca de la estatura intelectual de Jacob Bernays, hijo mayor de un judío ortodoxo versado en el Talmud, que tuvo una destacada trayectoria como filólogo
clásico, con muchas dificultades para conseguir puestos y reconocimientos académicos, por ser víctima de la segregación antisemita a lo largo de su carrera académica. Jacob Bernays tenía un profundo interés y conocimiento de Aristóteles. Su
obra sobre la teoría de la tragedia de Aristóteles "creó sensación y provocó innumerables respuestas y discusiones" (Momigliano, 1969), suscitó "no menos de ciento
cincuenta trabajos de adhesión y repulsa" (Laín Entralgo, 1958).
Las tragedias griegas constituyen descripciones agudas de los conflictos sociales e internos, de las locuras y los padecimientos mentales8 de los héroes puestos
en escena, cuyos efectos sobre los espectadores Aristóteles teorizó en su Arte poética, donde plantea que la representación teatral favorece la "catarsis", una suerte de
6
Ya que Freud utilizo por primera vez la palabra psychanalyse en un texto en trances en 1896
7
Sus principales libros, aun citados en la actualidad por los especialistas de Aristóteles son Gwndzuge der verlorenen Abhandlung des Aristóte-
les über Wirkung der Tragödie (1857), Die Dialoge des Aristóteles in irme Verhaltniss zu seinen übrigen Werken (1863), Zwei Abhandlungen uber die
arist Theorie des Dramas (1880)
8
El mejor texto sobre estos aspectos es, según mi apreciación, el de Bennett Simón (1978)
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evacuación de las emociones mediante la excitación del "horror y la miseria", que
otros traducen como del "terror y la compasión". Las expresiones de Aristóteles sobre la catarsis han generado un sinfín de interpretaciones, desde el Renacimiento
italiano, los ensayistas franceses y alemanes de los siglos XVII y XVIII, hasta
llegar a la influyente y discutida tesis de Jacob Bernays. Apoyado en el análisis
minucioso de una serie de textos antiguos, en particular del corpus hipocrático,
"Bernays rompe resueltamente con la interpretación moral de la definición
aristotélica y entiende la 'catarsis de las pasiones' como una purgación del alma, en
el sentido más puramente médico de tal expresión [...]. El agente purgativo
determinaría un recrudecimiento del trastorno en el humor causante de la
enfermedad, y esta exacerbación del trastorno provocaría la expulsión o 'descarga'
de la materia pecante y restablecería el equilibrio corporal" (Laín Entralgo, 1958).
Momigliano comenta: "No tengo evidencias de que Freud haya estudiado las obras
de Jacob Bernays [...pero] yo estaría sorprendido si el famoso trabajo de Bernays
sobre la catarsis de Aristóteles hubiera sido desconocido por Freud en sus años
formativos".9 Todas las descripciones de los conceptos de Bernays parecen indicar
bastante cercanía con la propuesta de Freud, trasladada del teatro a un método
terapéutico de la histeria, pero sólo la lectura del original mismo de Bernays, sobre
la base de un conocimiento analítico de la obra de Freud,10 podrá confirmarlo o
infirmarlo.
Los Estudios sobre la histeria contienen numerosas expresiones de tono aristotélico, tales como "la causa o el incidente desencadenante", las reflexiones en torno a las "cadenas asociativas" y las "leyes de la asociación", los mecanismos de
"borramiento de los recuerdos" o el énfasis puesto en las representaciones, para citar algunos ejemplos. La palabra misma "abreacción", si bien parece ser un neologismo creado por Breuer y Freud (Laplanche y Pontalis, 1967), tiene en su definición de "descarga emocional mediante la cual un individuo se libera del afecto vinculado con el recuerdo de un evento traumático" (ibíd.) una extraña familiaridad
con expresiones de Aristóteles.
Hay aspectos de la teoría aristotélica de la tragedia, como los conceptos de
anagnorisis (reconocimiento) y peripeteia (cambio de fortuna), que sugieren las
metas y el método de la terapia psicoanalítica; ambos pensadores comparten la idea
de la centralidad de los vínculos familiares (Rudnysky, 1987). En su comprensión
de los sueños, Freud privilegia los mecanismos y las figuras retóricas, aspectos que
también lo acercan al pensamiento aristotélico. De hecho, Steiner (1994) encontró
en la biblioteca de Freud una traducción hecha por Gomperz de la Poética de Aristóteles, publicada en 1897. Una cadena vincula estrechamente a Aristóteles,
Brentano, Bernays, Gomperz y Freud, que habrá que precisar con mayor
detenimiento en las obras mismas de Freud. Queda por delante una exhaustiva
investigación, como las que se escribieron sobre Lacan, que habla de modo más
explícito de su comprensión del Estagirita (Juranville, 1984; Cathelineau, 1998),
para intentar determi9
De acuerdo con una carta de Freud a Arnold Zweig (27 de noviembre de 1932) Freud habría ayudado a la publicación del libro biográfico de Mi-
chael Frankel sobre Bernays (Momigliano, 1967 Le Rider 2002)
1" Investigación que nos proponemos realizar cuando se den las condiciones es decir, la posibilidad concreta de acceder al texto original de Bernays
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nar cuan profunda y directa fue la lectura por parte de Freud de las obras (y cuáles)
de Aristóteles o hasta qué punto esta aparente cercanía proviene de la influencia difusa de este filósofo en la psicología y ciencia contemporáneas de Freud, o directamente de la intermediación de la interpretación de Aristóteles por Brentano y por
Bernays.
La arqueología: "todo un mundo de ensueño"
En la época en que Freud era aún un joven estudiante, la historia de Grecia
arrancaba en 776 antes de Cristo, en coincidencia con los primeros registros de las
Olimpíadas. Se carecía de toda información acerca de tiempos más antiguos; el mundo
homérico se consideraba como legendario, mítico, fantástico (Cottrel, 1953). Así, el
historiador George Grote, entonces autoridad en la materia, afirmaba: "Si se nos
preguntara si realmente hubo una guerra troyana, tendríamos que contestar que, así
como no puede negarse esta posibilidad, tampoco puede afirmarse su realidad. No
poseemos más que el propio poema épico, sin ninguna evidencia adicional" (citado
por Cottrel, 1953). Recordar este contexto ayuda a entender cuan impactantes fueron
las excavaciones que llevó a cabo Heinrich Schliemann en Troya (a partir de 1871) y
luego en Micenas y Tirinto, que sacaron a la luz los restos de un mundo oculto durante milenios. ¡La leyenda se convertía en huellas de un mundo histórico! Todos los
periódicos y revistas culturales de entonces destacaron la emergencia del polvo de la
civilización micénica, que hacía retroceder la historia griega y europea de más de un
milenio. Apenas si se puede comparar con el impacto mundial del descubrimiento en
Egipto de la maravillosa tumba de Tutankamón (Howard Cárter, 1922, ¡cuyos libros
están en la biblioteca de Freud!), o en América latina, de las tumbas de Sipán, descubiertas en Perú por Walter Alva en 1987. El cerco de Troya, las aventuras de Agamenón o Ulises, esas ficciones literarias que habían nutrido la cultura occidental durante
largos siglos, se convertían en eventos históricos que habían dejado maravillosas
huellas, como máscaras de oro, murallas ciclópeas y hermosas joyas. Mientras daba
los retoques finales a su primera gran obra, La interpretación de los sueños, Freud escribió a Fliess: "Me he obsequiado la Ilios, de Schliemann, y me he regocijado con
su historia de niñez. El hombre estaba feliz cuando encontró el tesoro de Príamo, porque la felicidad existe sólo como cumplimiento de un deseo de la niñez".11 Busqué
este texto de Schliemann (1881), y cuan grande fue el deleite de leer el relato autobiográfico de este hombre, un personaje extravagante y extraordinario, sobre el cual
se han escrito luego muchos libros. Cuenta allí su infancia triste, tan sólo iluminada
por las clases de latín que le impartía su padre, por lo demás violento y alcohólico, y
sus amores infantiles con una niña con la cual recorría los alrededores de la ciudad
en búsqueda de restos arqueológicos. Desde su infancia, encontrar los restos de Troya
había sido una ilusión y una convicción pronto convertida en la obsesión de toda
11
Carta a Fliess del 28 de mayo de 1899
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una vida. Pasando de la pobreza extrema a ser dueño de inmensas riquezas, gracias a
sus dones comerciales, se vuelve a casar con una jovencita griega que lo acompaña en sus búsquedas arqueológicas en Troya y luego, en el continente griego. ¡Cómo no imaginar el impacto que este relato pudo tener sobre Freud, la confirmación
de la importancia de los sueños infantiles, cómo no imaginar de qué modo pudo
identificarse con ese niño pobre, soñador, increíblemente exitoso, y terco hasta lograr la realización de sus sueños de infancia, cómo no ver que la recurrencia de las
comparaciones de Freud entre el proceso psicoanalítico y la arqueología tiene arraigo y profundo sentido! Unos meses después, Freud describe a su amigo la cura de
una paciente: "Enterrada en lo profundo bajo todas las fantasías descubrimos una
escena de su prehistoria (antes de los 22 meses) que llena todos los requisitos y en
la que desembocan todos los restantes enigmas [...]. Apenas me atrevo a creer plenamente en ella todavía. Es como si Schliemann hubiera vuelto a 'desenterrar' la
Troya que se creía fabulosa".12
Freud siguió también con mucho interés las noticias de las excavaciones de
Arthur Evans en Creta. Escribió a Fliess: "¿Has leído que los ingleses en Creta
[Cnossos] han 'desenterrado' un antiguo palacio que declaran ser el auténtico
laberinto de Minos? Parece que Zeus originariamente fue un toro. También nuestro
viejo Dios fue venerado quizá como un toro al comienzo, antes de la sublimación
iniciada por los persas. Hay en esto para pensar toda clase de cosas, sobre las que
todavía no se ha de escribir".13 Una cadena asociativa sobre la civilización
creto-micénica, que pasa por Tótem y tabú (1912-1913) y por Sobre la sexualidad
femenina (1931), llega hasta su última gran obra, Moisés y la religión monoteísta
(1939).
¡Quién no ha visto fotografías o leído testimonios acerca de las colecciones
de antigüedades que Freud tenía en su consultorio! El libro iconográfico acerca de
Freud (Freud, E., et al., 1978) muestra fotografías de sus colecciones de antigüedades, hechas de delicadas figurillas egipcias, estatuillas aladas griegas y cuantos objetos reunió a lo largo de su vida. ¡Jones relaciona el interés persistente de Freud
hacia las fuentes de la civilización con "su amor por las antigüedades", que califica
de "su única extravagancia" (Jones, 1953)! Hacia el final de su vida, Freud confesó
a Stefan Zweig: "A pesar de mi frugalidad, de la cual me vanaglorio, he sacrificado
mucho por mi colección de antigüedades griegas, romanas y egipcias, de hecho he
leído más libros sobre arqueología que sobre psicología [...]".14Esta fascinación por
las antigüedades egipcias, griegas y romanas, su pasión por coleccionarlas, lo había
acompañado durante toda su vida. Apenas llegado a París, en octubre de 1885, Freud
se había dirigido al Museo del Louvre, especialmente y tan sólo para ver la sección
de antigüedades. Escribió entonces a su novia Martha: "Ayer fui al Museo del
Louvre, o por lo menos a visitar la sección de antigüedades, donde hay un número
incalculable de estatuas, piedras funerarias, inscripciones cuneiformes y vestigios
12
Carta a Fliess del 21 de diciembre de 1899
13
Carta a Fliess del 4 de julio de 1901
14
Freud, carta del 7 de febrero de 1931 1978
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griegos y romanos. Algunas de esas antigüedades son maravillas, hay innumerables
reproducciones de dioses antiguos. [...] Sólo tuve tiempo de echar un rápido vistazo a las salas asirías y egipcias, que me será menester volver a ver. Había allí reyes
asirios tan grandes como árboles, teniendo en sus brazos leones con melenas magníficamente rizadas, inscripciones cuneiformes tan nítidas como si hubieran sido
grabadas ayer, bajorrelieves egipcios pintados de colores vivos, reyes colosales,
verdaderas esfinges, todo un mundo de ensueño".
Una manera de comprender el interés de Freud hacia las civilizaciones antiguas puede ser tratar de identificar lo que significa en su dinámica psíquica en la
línea propuesta por Cassirer-Bernfeld (1951), donde ella "diagnostica" el interés de
Freud hacia la arqueología como una "sublimación temprana" y una manera utilizada a lo largo de su vida para "manejar problemas y conflictos". Gedo (1992) habla de "objetos transicionales" cuya significación más profunda sería la de "sobrellevar heridas narcisistas producidas por sus decepciones con su familia"; Gay
(1988), de la sobrevivencia de primitivos disfrutes anales, de placeres táctiles y visuales de naturaleza casi adictiva, también de la pasión común a muchos hombres
del norte de Europa por la soleada civilización mediterránea, y una oscura añoranza
por un mundo perdido donde él y su pueblo judío tendrían remotas raíces. Mi
propuesta apunta más bien a incorporar esta dimensión de los gustos, intereses y
conocimientos de Freud en nuestra comprensión del psicoanálisis en todas sus vertientes. Por falta de espacio para detallar cada una de las facetas de nuestro tema,
mencionaremos aquí sólo por memoria las múltiples significaciones que tenían para Freud sus viajes a Roma y luego a Grecia (Freud, 1936), detalladas y finamente
analizadas por Anzieu (1988) y Grinstein (1968).
Un voraz lector: gustos, pasiones y Lecturas de Freud
La publicación de su correspondencia, junto con diversos estudios, en particular sobre su biblioteca (Trosman y Simmons, 1973), y su educación y contexto
cultural (Steiner, 1994), ayudan a tener un panorama bastante completo de las lecturas de Freud. De acuerdo con el catálogo de su biblioteca llevada a Londres, dos
tercios de sus libros trataban temas de artes y humanidades, ante un tercio de libros
referentes a ciencias (sin incluir el psicoanálisis). "Muchos de los libros reflejan el
interés de Freud por la historia y la arqueología, los inicios de la civilización, las antiguas culturas del Oriente Próximo, Egipto, Grecia y Roma. El Renacimiento está
también bien representado; hay pocas obras sobre historia moderna. El mayor grupo de libros, alrededor de 140 títulos (o 330 volúmenes) son del campo de la literatura." "También aparece que durante las últimas décadas de su vida [Freud] adquirió
cada vez menos libros sobre ciencias y psicología y más sobre artes y literatura"
(Trosman y Simmons, 1973). Entre muchas otras obras de historia y antropología,
encontramos los doce volúmenes de La rama dorada (1907-1915), de Frazer, los
cuatro volúmenes de Salomón Reinach (Cultes, mythes et religions, 1905-1912), los
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dos tomos del estudio de Rohde, Psyche, Seelencult und Unsterblickeitsglaube der
Griechen (1903), las Lectures on the religion of the semites, de Robertson Smith
(1894-[1907]) y el ensayo de Bachofen sobre derecho matriarcal (Mutterrecht,
1897), cinco obras influyentes y relevantes en su momento acerca de aspectos antropológicos de las culturas antiguas. Su amplia colección de libros de artes está dedicada en su gran mayoría a aspectos relacionados con la antigüedad o con la época
renacentista. De igual modo, sus libros de historia. Además de Ilios, de
Schliemann, sobre sus excavaciones en Troya, también había adquirido sus
siguientes libros sobre sus excavaciones en Micenas y luego en Tirinto.1" Aníbal, el
personaje con el cual se identificaba en su infancia, aún le llamaba la atención en la
última década de su vida, al punto de comprar una obra sobre él (G. P. Baker,
Hannibal, 1930), así como muchas otras obras acerca de la historia antigua del
pueblo judío, Egipto, Grecia y Roma (por ejemplo, la voluminosa Historia romana,
de Mommsen). Todo parece indicar que completó hasta el último año de su vida los
12 volúmenes de historia antigua publicados por la Universidad de Cambridge
(Bury, J. B., y otros [eds.]. The Cambridge ancient history, 1923-1939), que había
citado, por ejemplo, en 1930 en El malestar en la cultura (un tomo de 1928).
Sabemos ahora, por detallados estudios (Rudnytsky, 1987, Steiner, 1994, entre
otros), cómo la progresiva elaboración del complejo de Edipo por Freud estuvo
acompañada por numerosas lecturas acerca del mito de Edipo en la antigüedad
griega. Entre los interesantes hallazgos en la biblioteca londinense de Freud, se
encuentran dos importantes estudios acerca de la leyenda de Edipo a través de los
tiempos: el libro de Léopold Constans (La légende d'Oedipe étudiée dans
l'Antiquité, au moyen age et dans les temps modernes, 1891), que está muy
subrayado, y otro de Laistner, también muy anotado [Das Rätsel der Sphinx, 1889,
2 vol.). La obra que le sirve de referencia sobre Empédocles en Análisis
terminable e interminable es una edición que acababa de salir en 1935 (Los
presocráticos, de Wilhelm Cape-lle). Freud comentó a Fliess: "Para mi solaz, leo
la Historia de la cultura griega, de Burckhardt, que me brinda inesperados
paralelismos. Mi preferencia por lo prehistórico en todas las formas humanas no
ha tenido variación";16 en la carta siguiente agregó en una nota: "Estoy
profundamente metido en la Historia de la cultura griega, de Burckhardt"; el
año siguiente se refirió a este autor como "nuestro viejo Jacob" (Freud, 1985).
Tanto entusiasmo y familiaridad llaman la atención y pueden mostrar cómo Freud
incorporaba sus lecturas en su proceso creativo. ¡Grubrich-Simitis encontró en
sus notas sobre el trabajo de interpretación una primera prefiguración de la
atención libre flotante con la referencia explícita a las primeras páginas de este
libro de Burckhardt! La nota de Freud, sin fecha, dice textualmente: "Para la
manera de comportarse durante el trabajo de interpretación: Burckhardt Hist(oria)
de la cultura griega, p. 5, un esfuerzo violen-
15
Schliemann, H [1878] Mykenae Bericht ubre meine Forschungen und Entdeckungen in Mykenae und Tiryns (firmado por Freud en 1909), y
Schliemann, H [1886,1888] Tiryns Der prähistorische Palast der Könige von Tiryns
16
Carta del 30 de enero de 1899
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Todo un mundo de ensueño
to es justamente lo que aquí menos resultado ofrece, una escucha discreta acompañada de una asiduidad regular lleva más lejos" (Grubrich-Simitis, 1993). Al leer
la introducción de Burckhardt, ella encuentra varias otras analogías, conceptos
psicoanalíticos que Freud estaba elaborando por esa época.
Toda la obra de Freud está recorrida de modo disperso pero constante por
referencias a obras clásicas y mitos antiguos. Sin ánimo de ser exhaustivos, mencionemos a Catulo, Virgilio, Heródoto, Hesíodo, Horacio, Jenofonte, Propercio,
Cicerón, Tito Livio, Apuleyo, Plauto, a los filósofos Anaximandro, Pitágoras,
Empédocles, Platón, Aristóteles, y a una lista muy larga de estudiosos de la antigüedad. Lo que Freud llamó "todo un mundo de ensueño" lo ha acompañado a lo
largo de su vida y ha impregnado su pensamiento.
Los sueños, la estructura del inconsciente
La portada de la primera edición de La interpretación de los sueños lleva
un verso latino: Flectere si nequeo Superos, Acheronta movebo. Es un verso de
la Eneida, de Virgilio, pronunciado por Juno, la esposa de Júpiter, quien al no lograr ayuda eficaz de los dioses para entorpecer a Eneas, decide acudir a las potencias infernales. Dice entonces: "Si no puedo doblegar los cielos, sacudiré los
infiernos"; desata las diosas siniestras de las tinieblas infernales, propiciando
"guerras sombrías, cóleras, sorpresas traidoras, calumnias mortíferas", discordias
y "convulsiones de odio". Freud utiliza este verso y su referencia a la Eneida para
anunciar a sus lectores que los hace penetrar en un mundo desconocido y engañoso que yace debajo de la conciencia e irrumpe en la mente durante el sueño.
Describe el aparato psíquico mediante la metáfora de un mundo dividido en dos,
con un dinámico juego de fuerzas que se oponen: el mundo de arriba -el de la
conciencia, la razón y la claridad- y el mundo de abajo -el del inconsciente, el
caos, la irracionalidad y las tinieblas-. En las páginas de conclusión, Freud vuelve
a citar este verso justo antes de la famosa afirmación de que: "La interpretación
de los sueños es la vía regia que lleva al conocimiento del inconsciente en la
vida psíquica". Para describir el carácter indestructible, pugnante y siempre renaciente de los deseos inconscientes, Freud recurre a otra comparación, esta vez
proveniente de Hornero: "Los deseos que el sueño presenta como realizados no
son siempre deseos actuales. Pueden ser deseos pasados, superados, reprimidos,
a los cuales se puede atribuir una suerte de supervivencia tan sólo porque volverán a aparecer en los sueños. Su muerte no es la muerte habitual, sino la de las
sombras de la Odisea que vuelven a encontrar algo de vida cuando han bebido
sangre" (Freud, 1900).
La interpretación de los sueños y todo proceso analítico se emprenden como
un viaje aventurero, incierto y doloroso hacia los sustratos más profundos del alma (Bettelheim, 1982), y Freud prefiere usar metáforas poéticas antiguas para darlo a intuir en lugar de racionalizarlo. Hemos estudiado en detalle las ocurrencias
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Joelle Hullebroeck
relacionadas con la antigüedad clásica en La interpretación de los sueños," que la
falta de espacio no permite resumir. Nos conformaremos con hacer hincapié en el
hecho de que Freud revisó minuciosamente, en los textos originales (Aristóteles, Hipócrates, Artemidoro de Daldis, Platón, Macrobio, Herófilo, Lucrecio, Cicerón y
Heródoto), como en prolija literatura secundaria, las teorías antiguas sobre los sueños, que eran más estimulantes y cercanas a sus propias hipótesis que la literatura
científica y psicológica del siglo XIX, que también revisó cuidadosamente. A lo largo de su vida siguió profundizando sus conocimientos sobre las culturas antiguas.
Así, por ejemplo, en la edición de 1900 cita a Artemidoro de Daldis, autor del famoso tratado La llave de los sueños, a partir de fuentes secundarias, pero en la edición
de 1914 agrega una nota, citando a Artemidoro en el texto y dando las referencias
de la edición utilizada. Freud no buscó en la antigüedad teorías de índole racional o
precientífica, sino más bien el reflejo de un estadio de la humanidad más primitiva, menos reprimida, y que compartía con él la convicción de que los sueños tienen sentidos, son producidos por la mente y pueden interpretarse. Se interesa por
las creencias populares, por las experiencias de incubación con fines mánticos (de
adivinación) o curativos, da ejemplos mitológicos y literarios, cita versos, refranes
y expresiones antiguas. En ese sentido, es precursor de las investigaciones antropológicas más recientes, que analizan los pilares irracionales y rituales de la cultura
griega que subyacen debajo de sus creaciones racionales. Sin embargo, a pesar de
ser un buen conocedor de esas materias, Freud no hace un uso académico o erudito
de esas múltiples referencias: las utiliza para nutrir o ilustrar su propio pensamiento
creativo. No tiene interés en la originalidad o novedad de sus planteamientos. Más
bien, en diversas ocasiones encuentra en filósofos y poetas antiguos similitudes con
su propio pensamiento, similitudes que le sirven de legitimación (dado el incuestionable prestigio que tienen para él los autores antiguos) o de convalidación de la universalidad (en el tiempo y el espacio) de sus teorías sobre el ser humano.
Para no concluir
Aquí debemos interrumpir un recorrido que tiene aún muchas estaciones, entre las cuales se destacan los símiles que Freud establece entre la arqueología, el
aparato psíquico y el trabajo analítico, así como su compleja teoría de los mitos y
del lenguaje. Considerar con atención todas las comparaciones y equivalencias que
establece entre las dimensiones arcaicas, infantiles y psicopatológicas arrojaría luz
sobre cómo relaciona la dimensión histórica (cultural) y filogenética (biológica)
con el desarrollo personal (individual) y ontogenético (biológico). Nos falta espacio para exponer cómo incorpora Freud diversos elementos de filosofía griega (Platón, Empédocles y Pitágoras, en particular) y para elaborar la noción de
criptomnesia que sugiere para referirse al modo como sus lecturas, desde la
juventud, influ17
Parcialmente publicado cuyas referencias no damos para respetar el anonimato 110
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6
2004
Todo un mundo de ensueño
yeron de modo soterrado en la elaboración de sus conceptos, criptomnesia que
Jung, apenas en 1905, había descripto como "procesos psíquicos donde una fuerza
creativa automática permite que memorias perdidas reaparezcan en fragmentos
perceptibles y con fidelidad fotográfica".
Encontramos en la literatura psicoanalítica contemporánea un
cuestionamiento recurrente sobre si habría uno o varios paradigmas del psicoanálisis
(Wallerstein, 1990; Bernardi, 1994; Green, 2001). A mi modo de ver, el trabajar con
los procesos anímicos inconscientes constituye el punto único y suficiente, aunque
complejo, que especifica los límites del psicoanálisis. El concepto de
multideterminación debe llevarse hasta sus últimas consecuencias, no como
sustento de un relativismo ecléctico sino como la aceptación del nivel de
complejidad que requiere la comprensión de la mente humana. Freud describe a las
tres Moiras (Freud, 1913), o hilanderas, entretejiendo los lazos de lo innato, de las
leyes naturales ineluctables y de lo fortuito o experiencia vivida, que podrían ser
una metáfora del psicoanálisis mismo, en una perspectiva que acepte conciliar que
el psicoanálisis aspira, como toda propuesta de naturaleza científica, al
establecimiento de leyes universales, sujetas a validación empírica y a permanentes
modificaciones, a la par que se fundamenta en el reconocimiento de lo inédito,
único e insustituible de cada experiencia humana individual. En la literatura antigua
encontró el concepto de Ananké (Avayxn), es decir, la naturaleza con sus leyes
inexorables, "Avayxn que se opone al narcisismo humano" y al principio del
placer (Freud, 1912-1913). En el concepto central de fantasía, Freud encuentra el
modo como el hombre se rebela y escapa a las leyes inmutables de la naturaleza:
"La creación de las Moiras es el resultado de un conocimiento que recuerda al
hombre que él también es una parcela de la naturaleza y que, de acuerdo con esto,
es sometido a la ley inmutable de la muerte. Contra esta sujeción era esperable que
algo protestara dentro del hombre, por cuanto renuncia tan sólo con gran displacer
a su posición de excepción. Nosotros sabemos que el hombre utiliza la actividad de
su fantasía para satisfacer aquellos de sus deseos que no son satisfechos por la
realidad" (Freud, 1913). El hecho de que el hombre sea capaz de crear fantasías, es
decir, que tenga una mente creadora de representaciones con significaciones
múltiples, lo hace irreducible a un concepto que buscara plantear la mente humana, en
la totalidad de sus dimensiones, como sujeta a leyes universales. No deja de estar
sometido al orden de la naturaleza, pero está en una tensión dialéctica permanente
entre las leyes inexorables de la Avayxn y la dimensión de libertad de la mente,
plasmada en deseos, fantasías y creaciones.
Resumen
Este ensayo presenta un amplio panorama sobre las referencias a la Antigüedad clásica en
la vida y obra de Sigmund Freud. La autora propone una reflexión sobre el impacto que estos
gustos y conocimientos de Freud ejercieron sobre su elaboración creadora y sobre el sentido
que puede tener para la comprensión del psicoanálisis.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Joelle Hullebroeck
Resumo
0 ensaio apresenta um amplo panorama sobre as referencias á Antiguidade Clássica na vida e na obra de Sigmund Freud. A autora propõe urna reflexão sobre o impacto que os gostos
e conhecimentos de Freud tiveram na sua elaboração criadora e no sentido que pode ter para
a compreensão da psicanálise.
Summary
This essay offers an ample panorama of Freud's references to Classical Antiquity in both his
lite and work. The author reflects on the impact of Freud's taste for and knowledge of Classical
Antiquity on his creative work and on the meaning it may have for the understanding of
psychoanalysis.
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* Por razones editoriales de limitación de espacio fue preciso reducir esta bibliografía a la sexta parte de su versión original La autora ha optado
por privilegiar los títulos de libros y artículos mas específicos aunque ha utilizado y eventualmente citado otras obras mas conocidas o generales
La bibliografía completa se puede solicitar a joellehu@infotex com pe
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
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Revista Latinoamericana de Psicoanálisis vol 6 2004
De la sexualidad
Raúl E. Levin
Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
La sexualidad infantil en el
contexto del descubrimiento
freudiano y en la actualidad
Esta presentación podría ser categorizada como un breve ensayo
psicoanalítico, que se propone iniciar una discusión acerca de las posibles
diferencias con las que podemos definir el lugar que ocupaba la niñez a fines del
siglo XIX, época en que, como todos sabemos, se inscribe el comienzo de la
indagación y la teorización freudiana, comparándola con el relacionado con el de
la niñez de hoy.
Para iniciar el desarrollo de este tema, intentaré ubicar el contexto
histórico-social que da lugar a la acepción de sexualidad infantil de la segunda
mitad del siglo XIX, en la que se fundamentó Freud para dar entidad primero a una
etiología de las que denominó "neurosis actuales", para luego hacerla extensiva a
todas las neurosis. Luego me propongo efectuar una aproximación a lo que
podríamos considerar como el contexto que en el presente define tanto la
sexualidad como el lugar que se asigna a la niñez.
Algunas cuestiones en torno al concepto de
sexualidad infantil en el siglo XIX
En este primer tramo de mi exposición, tomaré una nota al pie del historial
del "Hombre de las Ratas", en el que Freud hace referencia al onanismo infantil como causal etiopatogénica de la neurosis de ese paciente, para cotejarlo y cruzarlo
con un texto de Foucault en el que éste se refiere al papel, el significado y el sentido de la versión circulante acerca de la sexualidad infantil en esa época histórica.
Los textos que, de acuerdo con lo dicho, trabajaré en conjunto son los siguientes: 1) la nota al pie 39 del caso del "Hombre de las Ratas" (Freud, S. "A
Dirección del autor Pacheco de Melo 2534 4° D CP (C1425AUD), Buenos Aires E-mail relevin@arnet com ar
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Raúl E. Levin
propósito de un caso de neurosis obsesiva", 1909, pp. 162-163), y 2) las clases
dictadas por Michel Foucault en el Collége de France el 5 y el 12 de marzo de
1975 (compiladas en: Michel Foucault, Los anormales, pp. 215-268).
Comenzaré por citar algunos párrafos del texto freudiano, para luego hacer
breves comentarios. Mencionaré dos fragmentos del historial del "Hombre de las
Ratas" que son previos a la nota al pie 39. Cito (p. 161): "Apoyado en éste y parecidos indicios, me atreví a formular una construcción: de niño, a la edad de 6 años,
él ha cometido algún desaguisado sexual entramado con el onanismo, y recibió del
padre una sensible reprimenda. Este castigo habría puesto fin al onanismo, sí, pero
por otra parte dejó como secuela una inquina inextinguible contra el padre, y fijó
para todos los tiempos su papel como perturbador del goce sexual". Sigo con el texto
del historial, unos párrafos más adelante (p. 162): "Una renovada averiguación
[del paciente] ante la madre trajo, aparte de la confirmación de este relato, la confirmación de que él tenía entonces entre 3 y 4 años y mereció el castigo por haber
mordido a alguien. Tampoco la madre recordaba nada más preciso; muy imprecisa,
creía que la persona lastimada por el pequeño pudo ser la niñera; en la comunicación de la madre, ni hablar del carácter sexual del delito". Es en este punto donde
el texto remite a la nota 39.
(Nota al pie 39.) "En los psicoanálisis, uno enfrenta con frecuencia tales episodios de los primeros años de la infancia, en que parece culminar la actividad infantil y a menudo halla un final catastrófico mediante un accidente o una punición"
[...]. "Cabe discernir con nitidez que el ser humano en crecimiento busca, en estas
formaciones de la fantasía sobre su primera infancia, borrar la memoria de su quehacer autoerótico, elevando sus huellas mnémicas al estadio del amor de objeto; o
sea, como un genuino historiógrafo, procura contemplar el pasado a la luz del presente. De ahí, en esas fantasías, la abundancia de seducciones y atentados, cuando
la realidad se limita a un quehacer autoerótico y a la incitación para éste mediante
ternuras y castigos." [...] "Sólo me propongo dar indicaciones técnicas a los efectos de resolver aquellas formaciones de la fantasía que están destinadas a falsear la
imagen del quehacer sexual infantil." [...] "El contenido de la vida sexual infantil
consiste en el quehacer autoerótico de los componentes sexuales predominantes, en
huellas de amor de objeto y en la formación de aquel complejo que uno podría llamar el complejo nuclear de las neurosis, que abarca tanto las primeras mociones
tanto tiernas como hostiles hacia padres y hermanos, después de que se ha despertado el apetito de saber del pequeño, las más de las veces por la llegada de un nuevo hermanito [...]."
Es decir: el "desaguisado sexual" tiene que ver con el onanismo infantil, que
es encubierto por huellas mnémicas que elevan esa actividad al estadio de amor de
objeto; de esa manera borra la memoria de su quehacer autoerótico. Creo oportuno
destacar que Freud llega a esta conclusión fundamentado en el procedimiento técnico de una construcción. Recordemos que más adelante, en "Construcciones en
psicoanálisis" (1937), caracterizará la construcción como una pieza del pasado olvidado del paciente que le es aportada por el analista, con lo cual podríamos penRevista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
La sexualidad infantil en el contexto del descubrimiento freudiano y en la actualidad
sar que, a diferencia de la interpretación, este tipo de intervención se presta especialmente a ser impregnada por la teoría del psicoanalista y por las ideologías propias del momento histórico.
Los recuerdos de determinadas escenas son para Freud "formaciones de la
fantasía destinadas a falsear la imagen del quehacer sexual infantil". Entonces, en
el origen, la causa principal de las neurosis es el onanismo infantil. Lo dice en un
párrafo un poco anterior (p. 159): "El onanismo de los años de pubertad no es otra
cosa que el refrescamiento del hasta hoy siempre desdeñado onanismo de la infancia, que alcanza su apogeo casi siempre hacia los 3, 4 o 5 años; y ésta es, en verdad, la expresión más nítida de la constitución sexual del niño, en la cual nosotros
también buscamos la etiología de las posteriores neurosis".
Me resulta imposible transcribir en este espacio, ni siquiera reseñar, todo el
texto mencionado de Foucault. Es un escrito de un orden totalmente distinto. Se trata, en primer lugar, no de un psicoanalista, sino de un pensador que, si hay que caracterizarlo, diría que es un filósofo, o eventualmente un filósofo de la historia. Se
trata además de desgrabación de clases (no es un escrito de autor), con lo cual también el género de escritura es diferente. Las clases son dictadas con mucha libertad,
dando cuenta no sólo de su notable erudición, sino también de la posibilidad de ir
pensando sobre la marcha, con ideas de enorme riqueza, a veces llevando a ciertas
contradicciones o enunciados algo herméticos que, lejos de clausurar, abren la posibilidad de nuevos interrogantes en el lector. No pretendo entonces intentar una
síntesis o resumen de las dos clases citadas; únicamente mencionaré algunos conceptos puntuales. Tendremos la oportunidad de ampliar en la discusión lo que aquí
presento por escrito.
Lo interesante de trabajar el texto de Foucault relacionado con el de Freud es
que nos permite acceder al contexto histórico, político, social y cultural en el que
se desarrolla la indagación freudiana sobre la sexualidad infantil. Nos informa acerca
del posicionamiento de la sociedad con respecto al tema desde varias décadas
antes del nacimiento de la teoría psicoanalítica.
A partir de lo dicho por Foucault en estas clases, podríamos pensar que el énfasis puesto sobre la sexualidad infantil en la etiología de las neurosis puede ser una
muestra más de la tendencia a hacer converger en el cuerpo del niño (particularmente
en su manifestación sexual) la base de la nueva estructura familiar y social que se
instaura en el siglo XIX. Y lo que es notable, y en ese sentido el pensamiento de
Freud no fue ajeno a las ideas circulantes de la época, es que tal énfasis no recayó
sólo en la sexualidad infantil como promotora de patología, sino, de modo específico, en el onanismo de esa época de la vida. En esa dirección, "el poderío causal
inagotable de la sexualidad infantil, o al menos de la masturbación" (p. 226) tenía
como mínimo dos derivaciones: 1) o bien podía ser etiología de una suerte de "enfermedad total" [...] "polimorfa, absoluta, sin remisión, que presuntamente acumula
los síntomas de todas las enfermedades posibles" [...] "en la que perceptiblemente
se evidencia la presencia de la muerte", y hasta puede producirla, o 2) como otra
forma de "somatización", "ser causa posible de todas las enfermedades posibles".
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis vol 6 2004
Raúl E Levin
Y Foucault, a modo de ejemplo, hace un listado de algunas de ellas (acompañado por
el nombre de la autoridad médica que sustenta la relación causal masturbación-enfermedad): meningitis (Serres); encefalitis y flegmasía (Payen); mielitis y diferentes
afecciones de la médula espinal (Dupuytren); enfermedades óseas y degeneración de
los tejidos de los huesos (Boyer); enfermedades oculares, entre ellas amaurosis
(Scarpa); enfermedades del corazón (Blaud); y por supuesto la tuberculosis (Portal)
y la locura ("alienistas" varios). ¿Podríamos agregar a esta enumeración "la neurosis" (Freud)? Sería, si la enfocamos así, una más de las consecuencias deletéreas de
lo que para la época era algo así como una etiología universal.
Lo que le interesa a Foucault es determinar cómo se configuran las estructuras de poder que a partir de la sexualidad controlarán, vigilarán, garantizarán y
"normalizarán" la constitución, consolidación y perduración de la familia nuclear.
Se trata de un procedimiento ideológico que podríamos sintetizar así: con los cambios introducidos por la Revolución Industrial se requiere un pasaje del otrora
"cuerpo de placer"* a un "cuerpo de producción", de acuerdo con las exigencias
mínimas del Estado para preparar al futuro adulto según las nuevas metodologías
de producción. La familia ampliada (tíos, primos, abuelos, etc., más sirvientes, educadores, etc.; clásicos agentes de seducción del niño) se reduce a la familia nuclear,
restringida. La sexualidad de los hijos, con sus terribles consecuencias, queda bajo
la responsabilidad de los padres, y se constituye en la causa y a la vez en el cimiento
sobre el que se erige esta nueva modalidad de estructura familiar. El garante del
control de la potencialmente peligrosa sexualidad infantil será la autoridad médica;
el de la sexualidad de los padres en relación con sus hijos, expuesta a la nueva modalidad de proximidad corporal, será la autoridad judicial.
Tal es el contexto del que surge la indagación freudiana.
Comentarios
Del texto de la nota al pie 39, que citamos, llama la atención que el agente
etiológico en una psiconeurosis converja en última instancia, casi con exclusividad,
en el onanismo infantil. Sabemos que en general Freud relacionó esa actividad
autoerótica más bien con la producción de las neurosis actuales que con la de las
psiconeurosis. También en otros textos se ocupó de la importancia de la sexualidad
infantil según su relación con la fantasía y sus efectos articulados con la amenaza
de castración y los sentimientos de culpa (por ejemplo, en "Tres ensayos sobre
una teoría sexual" [1905]).
Sin embargo, en el historial del "Hombre de las Ratas" aparece el onanismo
como un último y único factor (a la manera de la opinión médica del siglo XIX), más
* Como referencia a lo que Foucault denomina cuerpo de placer remito a las observaciones sobre la infancia de Luis XIII (1601-1643), realizadas
por Heroard, su medico personal En el texto correspondiente escrito en forma de 'Diario , Heroard consigna conductas relacionadas con la sexualidad del niño, que si en aquella época se consideraban banales o frívolas, hoy serian directamente categorizadas como aberraciones Véanse al
respecto Aries, Ph El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen y De Mausse, Ll Historia de la infancia
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis vol 6 2004
La sexualidad infantil en el contexto del descubrimiento freudiano y en la actualidad
allá de lo edípico, sin las connotaciones emocionales surgidas de éste, quizá más
próximo a aquello a lo que en un texto algo posterior ("Contribuciones para un debate sobre el onanismo" [1912]) alude como "arquetipicidad de lo psíquico", como
una oscura explicación posible del onanismo infantil.
De todos modos, en el último escrito mencionado, Freud concluye con estas
palabras: "Todos estamos de acuerdo en que el tema del onanismo es poco menos
que inagotable".
La fijeza y la universalidad del onanismo infantil que derivarían de su explicación como "arquetipo sexual" estarían avaladas por un comentario que hace
Foucault con respecto a la eficacia de los resultados de las medidas de la autoridad
medicalizada tendientes a suprimirlo. Dice que se sabe que, a pesar de los intentos
"normalizantes" sobre la sexualidad infantil (y sobre el onanismo específicamente), "no sólo ningún padre impidió nunca que sus hijos se masturbaran, sino que los
médicos de la época lo dicen con toda crudeza y cinismo: de todas maneras, los niños efectivamente se masturban. En el fondo se engancha a los padres a la tarea infinita de la posesión y el control de la sexualidad infantil que, de todos modos, se
les escapará. Pero, gracias a esa toma de posesión del cuerpo sexual, los padres soltarán ese cuerpo del niño que es el de prestación o aptitud". "La sexualidad infantil es el señuelo a través del cual se constituyó la familia sólida, afectiva, sustancial
y celular, y al abrigo del cual se le sacó el niño" (p. 243) para entregarlo a los requerimientos productivos del Estado.
Sin embargo, esta atención vigilante y sostenida del interés de los padres sobre la actividad sexual del niño tendrá (aparte de ser el eje que centra la familia nuclear) otra derivación importante, relacionada con la promoción de la curiosidad y
el deseo de saber. Se trata de la constitución de un incesto acariciador (aceptable,
no "consumado"), a través de gestos y miradas alrededor del cuerpo del niño. Cito
nuevamente a Foucault: "Este incesto, este incesto epistemofílico, este incesto del
contacto, de la mirada, la vigilancia, fue la base de la familia moderna" (p. 235).
No hace falta que subraye la importancia de lo que los psicoanalistas solemos llamar el "instinto epistemofílico". Tampoco lo relacionado que está, en diversas variantes, con la sexualidad infantil. Quizá valga la pena enunciar sólo algunas
temáticas que aluden a esta relación entre deseo de saber y sexualidad: sexualidad
como misterio, preguntas infantiles insatisfechas, teorías sexuales infantiles como
"estructura de respuesta", velamiento e intriga con respecto a la desnudez, ignorancia y censura en cuanto a la visualización y conocimiento de los órganos genitales
externos, tabú sobre el interior del cuerpo y muchos más ítem que podrían dar lugar a un listado interminable.
La sexualidad infantil se constituyó entonces no sólo en la razón que opera
en función de estructurar la nueva familia del siglo XIX, sino también en núcleo
que promueve el interrogante sobre la sexualidad y el deseo del sujeto de saber
acerca de sí mismo, tan entramado con lo que se constituirá como demanda de
análisis.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis vol 6 2004
Raúl E Levin
Hacia una caracterización del niño actual
No podemos dejar de plantear la cuestión acerca de si es posible validar circunstancias actuales a partir de su cotejo con otras relacionadas, ocurridas en otro
período histórico. Son experiencias diferentes en contextos culturales en los que no
estuvimos involucrados. No estamos en condiciones de incorporar vivencialmente
valores y circunstancias vitales de un pasado que ya es, por cierto, bastante lejano.
Para evaluar el presente en función del pasado hace falta, como se dice
habitualmente, una cierta distancia histórica, con lo cual ya no estaríamos
hablando de tiempo presente.
También es opinable que para referirnos al papel atribuido al onanismo infantil en el siglo XIX, en tanto fenómeno centrípeto sobre el que convergen tanto
la etiología de numerosas enfermedades (incluida la neurosis) como también los
cimientos de la familia nuclear, hayamos cruzado dos textos de género tan
diferente y tan distantes en cuanto a su fecha de publicación.
Sin embargo, hay ciertas preguntas que en una disciplina como el psicoanálisis se sostienen a lo largo del tiempo y pueden servir de línea directriz para
ensayar respuestas acerca de si hubo eventuales cambios en la comprensión teórica y clínica.
Una de ellas puede enunciarse respecto de cómo comprendemos y en qué fenómenos centramos el origen infantil de una neurosis. En el texto freudiano que tomamos en esta presentación, llaman la atención la certidumbre y la insistencia en
asignar un papel tan importante, como punto etiológico último, al onanismo en la
producción de una neurosis adulta. Pero debemos agregar que además, aunque esto no esté explicitado en el texto, según las opiniones vertidas en el otro de 1912,
se está refiriendo a un onanismo originario, que parece validarse y tener efecto más
allá de eventuales connotaciones fantasmáticas, emocionales o en términos de fantasía apuntalada en relaciones objétales. Es ése el concepto de onanismo infantil
que describe y refrenda Foucault como figura de un imaginario circulante en la
época del descubrimiento freudiano, al que le asigna un importante papel en la centralización operativa de un procedimiento social que deriva en la transformación de
la familia extendida en familia nuclear o restringida.
Cabe preguntarnos sobre nuestro posicionamiento actual ante esa concepción
del onanismo como una de las formas de expresión de la sexualidad infantil, comparado con el de hace un siglo, de carácter "arquetípico" y de suficiente entidad
tanto para sustentar la futura neurosis como para tener efectos en la estratificación
de la sociedad.
Una forma posible de abordar esta cuestión sería, por ejemplo, especular
acerca de cuáles serían nuestra hipótesis y nuestra intervención si el "Hombre de
las Ratas" fuera hoy nuestro paciente. ¿Adjudicaríamos a través de una construcción al onanismo infantil reprimido la etiología de su neurosis? Creo que no.
Seguramente muchos acordaríamos en que lo reprimido sería una escena en la
que se despliega la sexualidad infantil, pero constituida en una representación en
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
La sexualidad infantil en el contexto del descubrimiento freudiano y en la actualidad
la que se juegan relaciones de objeto, con diferentes posibles connotaciones
emocionales.
En general, en la actualidad, salvo en situaciones extremas, sea por su exposición pública o por su carácter compulsivo, se considera el onanismo infantil
como natural y, desde ya, no punible. Aun en los casos recién mencionados, si
llaman la atención desde el punto de vista clínico, se lo considerará como epifenómeno de una perturbación en las relaciones objétales y no como fenómeno aislado, autónomo.
Es cierto que existen todavía reminiscencias de aquella posición
ideologizante del onanismo infantil del siglo XIX que derivó en la intervención de
la autoridad medicalizada en el supuesto de prevenir sus terribles consecuencias.
Sin embargo, sería muy difícil encontrar hoy una opinión médica que fundamente
oficialmente que esa actividad sexual infantil tenga un pronóstico tan extremo,
definitivo, grave, hasta terminal. Actualmente, aunque pueda no ser "bien visto", no
se asigna semejante poderío patógeno al onanismo infantil.
Podemos decir que, en términos generales, no se atribuye a la sexualidad
una "fijeza" -la "arquetipicidad" parece una referencia a un condicionamiento
biológico- tanto en su forma de expresión como en su evaluación nosológica y
aun etiológica. Se admite una sexualidad mucho más extendida en sus manifestaciones y en sus efectos. Tanto el onanismo como las llamadas "neo-sexualidades" tienden a ser aceptadas en tanto tales, sin suscitar más interrogación que la
necesaria para no ser referidas a una escala de valores que las discrimine de otras
formas de sexualidad.
El onanismo infantil fue en el siglo XIX, sin demasiado cuestionamiento,
considerado pretexto para consolidar una familia centrada en la necesaria
protección de ese cuerpo en el que estaría inscripto el futuro productivo de la
sociedad.
El posicionamiento controlador y vigilante de los padres, que derivaba en
una necesaria cercanía de cuerpos y miradas sobre el niño, mantuvo seguramente
la vigencia de una permanente interrogación sobre la sexualidad involucrada, no
sólo sobre la infantil, sino también sobre la adulta interpelada en forma permanente
por la cercanía del niño. Lo que Foucault llama "incesto epistemofílico" nos remite a una posibilidad de pensar la "familia nuclear" no sólo de acuerdo con un
cuerpo de producción en relación con las ideas vigentes de progreso industrial y financiero, sino también a suponer un cuerpo de producción de interrogantes y
subjetividad a partir del enigma sobre el poder de la sexualidad infantil.
Si del anclaje en el onanismo infantil derivó una familia restringida, acotada,
de bordes delimitados e integrantes con funciones establecidas, cabe preguntarse si
las nuevas formas actuales de consideración de la sexualidad también se sostienen
en una dialéctica con nuevas modalidades en la configuración familiar.
En esa dirección, si bien actualmente persiste la familia nuclear (e incluso
puede operar como un ideal), también es cada vez más frecuente una modalidad de
familia de bordes menos precisos, sea por atribuciones más ambiguas de los roles
de sus integrantes como, a la vez, por la facilitación de cambios hacia la constituRevista latinoamericana de Psicoanálisis vol 6 2004
Raúl E Levin
ción de nuevas parejas de los padres, lo cual lleva a una superposición de familias
preformadas, con una significativa movilidad en el desplazamiento de posiciones
identificatorias, en la medida en que no se constituyen ahora núcleos, sino
subnúcleos entramados entre sí en forma diferente, multiplicándose y
complejizándose tanto los roles como la filiación, y llevando la delimitación de lo
que se considera familiar hasta límites a veces indeterminados.
En este caso el niño, a diferencia del de la época de Freud, puede ocupar un
lugar central o ser un integrante periférico, ya que se integra a la nueva unión matrimonial como una "herencia" de la anterior, suscitándose situaciones desdibujadas en cuanto al grado de referencia simbólica en relación con las nuevas parejas
de sus padres, sus vínculos con los que podríamos llamar hermanos u otros parientes "políticos" y, en general, en cuanto a cuáles son las fronteras que corresponden
a los que puede considerar su familia.
Si la familia nuclear se definía en términos de una estructura caracterizada
por la fijeza y la estabilidad, hoy en día es frecuente que las familias se presenten
conformadas en diferentes configuraciones, las que a su vez pueden ser inestables,
con heterogeneidad y desplazamientos de roles de sus integrantes.
El cuerpo infantil puede haber dejado su lugar como punto de convergencia de la mirada vigilante de los padres -sosteniendo así la cohesión de la familia- porque hoy no se constituye en tanto cuerpo de producción, sino como
cuerpo de consumo. Es que la producción ha sido desplazada por el poder hacia
otras formas, respaldada por la extraordinaria evolución de la tecnología y la informática. Al niño la sociedad le ha asignado una amplia franja en el espectro del
mercado de consumo.
Si bien los adultos pueden ser instrumentados como mediadores en la instigación a la demanda infantil de consumo, el niño no deja de ser receptor y protagonista directo del mandato social de consumir que promociona el mercado.
Si la sexualidad infantil contribuía a determinar una estratificación genealógica en que los padres se diferenciaban de los hijos en tanto debían operar como
guardianes que prevenían sus riesgos, hoy el mercado en algún sentido los equipara. Desde este enfoque, hay una tendencia a homogeneizar o trastocar los roles en
la dinámica familiar: todos son igualables como consumidores.
Lo que otrora fue un cuerpo especificado como infantil, fuente de producción
de interrogantes y subjetividad, hoy se ha desdibujado hasta confundirse, en cierto
sentido, con el de los demás integrantes de la familia, todos sometidos al mandato
superyoico de consumir. A la manera del imperativo al goce, tiende a clausurarse la
cuestión de la subjetividad y la pregunta acerca del sí mismo en términos de una
singularidad. No hay interrogación.
En la familia nuclear los padres eran entorno del niño, mediando y mediatizando la sociedad. En las formas de la familia actual a la que aludimos, diluida, de
vínculos menos establecidos y más laxos, con migraciones de integrantes y de roles, el niño puede llegar a ser entorno de los padres y frontera de intercambio entre
familia y sociedad.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
La sexualidad infantil en el contexto del descubrimiento freudiano y en la actualidad
Para concluir, con alguna referencia a la clínica
Si retiramos ahora provisionalmente nuestra mirada de los contextos sociales que determinan ciertas posiciones en relación con el lugar que ocupa el niño,
para así enfocar la cuestión clínica, creo válidas algunas consideraciones.
Los fundamentos de la teoría psicoanalítica en muchos de sus enunciados
se sostienen como invariantes. El concepto de sexualidad infantil, no constreñido al onanismo infantil tal como circulaba y con la función que tenía en el imaginario social del siglo XIX, sino en tanto fuente de investimientos objetales, sustento de la estructuración edípica y de fantasías y emociones concomitantes, es el
que sostiene las producciones que desde sus orígenes fueron objeto de la atención
psicoanalítica.
Por cierto, ésta es la acepción de sexualidad infantil que predominó en el
pensamiento freudiano, y la que sigue sosteniendo la clínica psicoanalítica. Sin
embargo, no deja de llamar la atención que al lado de ésta coexistiera la otra versión, la de la nota 39 del historial del "Hombre de las Ratas", que hemos citado.
Tal vez ambas acepciones fueran necesarias, y Freud no podía y no debía sustraerse a una concepción que quizás era de otro orden, pero dada su impronta en
la determinación de conductas sociales y en efectos patogénicos, era ineludible
considerarla en la clínica.
Pero el nuevo lugar que ocupa hoy el niño en la familia y en la sociedad,
no determinado por una concepción sexual -aunque fuera fija y medicalizada-,
sino sujeto a reglas de un mercado de consumo que tiende a destituir la interrogación, ha modificado en algún sentido la clínica.
Muchas veces predomina la demanda al psicoanalista de que solucione en
forma apremiante y circunscripta la perturbación que quedó designada como
"motivo de consulta", como si fuera en sí misma una más de las muchas mercaderías de las que hay que dar cuenta en forma inmediata.
Como dije antes, es frecuente que no haya interrogación, siquiera un
cuestionamiento en relación con esta ausencia de interrogación.
El sentido actual de operar con "estrategias" puede ser avalado por la necesidad de localizar el interrogante, subsumido, desplazado o aun suprimido de
la demanda.
La necesidad de restituir la posibilidad de interrogación es lo que evita al
psicoanálisis constituirse a sí mismo como una oferta más del mercado de consumo, desconociendo precisamente el papel de la sexualidad infantil reprimida en
términos de conflicto inconsciente; descubrimiento freudiano que ha atravesado
la prueba de más de un siglo en su fundamentación como etiología de las neurosis, más allá de atribuciones culturales que pueden ir variando según la óptica del
momento.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis vol 6
2004
Raúl E Levin
Resumen
En este breve ensayo psicoanalítico el autor se propone comparar lo que pudo ser la concepción sobre la sexualidad y el cuerpo infantil en el siglo XIX -período histórico en el que se inicia la indagación freudiana- con la que surge del contexto socioeconómico actual.
Para dar curso a sus elaboraciones toma como punto de partida dos textos: la nota 39 del
historial del "Hombre de las Ratas", en el que Freud considera agente etiológico determinante
de las psiconeurosis al onanismo infantil, y clases de Foucault compiladas en el libro Los anormales, en las que da cuenta del lugar y el sentido que el imaginario médico y social asignaba a
esa actividad sexual en la época de los inicios del psicoanálisis, tanto como causa de distintas
enfermedades como también en tanto fundamento sobre el cual se erigía una nueva estructura
de la familia, de acuerdo con los requerimientos sociopolíticos de aquel período histórico.
También menciona lo que Foucault llama pasaje del cuerpo de placer al cuerpo de producción, y especula sobre la posibilidad de categorizar para el momento actual una noción de
cuerpo de consumo, la que incluye una tendencia al desconocimiento de la subjetividad como
productora de interrogación y deseo de saber acerca de sí.
Resumo
Minha proposta neste breve ensaio psicanalítico é comparar o que pode ter sido o conceito
de sexualidade e corpo infantil no século xix -momento histórico no qual começa a indagação
freudiana- com o que surge do entorno socioeconômico atual.
Para começar o andamento das minhas construções tenho como ponto inicial dois textos: a
nota n° 39 do historial do "Homem das Ratas", no qual Freud considera como agente etiológico determinante das psiconeuroses ao onanismo infantil, e as aulas de Foucalt compiladas no
livro Os anormais ñas quais explica o lugar e o sentido que o imaginário médico e social nomeava
dita atividade sexual na época dos com egos da psicanálise, tanto como causa de origem de
diversas doenças e também sendo o fundamento sobre o qual construir-se-ia urna nova
estrutura da família, segundo os requerimentos sociopolíticos daquele momento histórico.
Tenho presente também aquilo que Foucault denomina passagem do corpo de prazer ao
corpo de produção e acredito na possibilidade de categorizar para a época atual urna idéia de
corpo de consumo, a qual possui urna tendência ao desconhecimento da subjetividade como
produtora de interrogação e desejo do saber acerca de si.
Summary
In this brief psychoanalytical paper, the author compares what may have been the
conception of sexuality and the infant body in the 19th century -the historical period when the
Freudian investigation began- and the current concept arising from today's socioeconomic
context. This paper is based on two texts: the note 39 of "The Rat-Man", in which Freud regards
child masturbation as the determining etiological agent of psychoneurosis; and certain lectures
by Foucault compiled in The Abnormal. In these lectures, Foucault discusses the weight and
sense that the medical and social imaginary granted to such sexual activity back in the
beginning of psychoanalysis -both as the cause of a number of diseases and as the foundation
on which a
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis vol 6 2004
La sexualidad infantil en el contexto del descubrimiento freudiano en la actualidad
new family structure was to be erected under the sociopolitical requirements of the historical
period. Foucault's concept of transition from the body of pleasure to the body of production
is discussed, and a new notion of body of consumption is proposed by the author for today's
context. Such new notion includes a tendency to ignore that subjectivity produces the
interrogation of and the desire to know oneself.
Bibliografía
Aries, Ph. El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen, Taurus, Madrid, 1987.
De Mausse, Ll. Historia de la infancia, Alianza, Madrid,1982.
Freud, S. [1905]. "Tres ensayos de teoría sexual." En: 0. C, Vil, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1987.
- [1909]. "A propósito de un caso de neurosis obsesiva." En: 0. C, X, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1980.
-[1912]. "Contribuciones para un debate sobre el onanismo." En: 0. C, XII, Amorrortu Editores, Buenos
Aires, 1980.
- [1937]. "Construcciones en el análisis." En: 0. C, XXIII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1980.
Foucault, M. Los anormales, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2000.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Casilda M. Casado Sastre
Asociación Psicoanalítica Argentina
La masturbación
en la niña como expresión
de su feminidad
"La capacidad del individuo para estar solo depende de su habilidad para manejar los sentimientos que se despiertan por la escena primaria. En ella, hay una relación excitada entre los padres, que es percibida o imaginada, y aceptada por el niño que está sano y que es capaz de dominar su odio y ponerlo al servicio de la masturbación [...].
En ella toda responsabilidad por la fantasía consciente o inconsciente
es aceptada por el niño individual, que es la tercera persona en esta relación triangular o tricorporal. El poder estar solo en esas circunstancias implica una madurez en el desarrollo erótico, una potencia genital
o la aceptación femenina correspondiente [...]."
Donald Winnicott, 1958.
Introducción
Intento, a través de este trabajo, arrojar una nueva luz respecto de la interpretación de la masturbación genital infantil como proceso normal en la infancia y discriminarla de la que se observa en situaciones patológicas, tales como la masturbación compulsiva, actos equivalentes a la masturbación, o de las vivencias surgidas
por abuso sexual a través de la masturbación.
La mayor parte de los trabajos psicoanalíticos que he encontrado hace referencia a la masturbación patológica. En su mayoría, siguen el lineamiento teórico
trazado por Freud (1912).
Dirección de la autora Ombu 2988 2° 1425 - Buenos Aires Argentina E-mail casildacasadosastre@yahoo com ar
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6
2004
Casilda M. Casado Sastre
Sabemos que Freud la consideraba "tóxica". Hubo una segunda hipótesis
suya (Freud, 1925) donde la juzgaba como provocada por la excitación sexual proveniente de la escena primaria, y además, en la niña se agregaba la fantasía del deseo de tener un hijo del padre. Sin embargo, no mantuvo esta idea. Concluyó que
se trataba de una formación secundaria, y que el onanismo no tenía que ver con
las investiduras de objeto del complejo de Edipo, sino con la envidia del pene, producto del complejo de castración. Para él (Freud, 1931) la masturbación en la niña tiene siempre estas características: la niña que se masturba lo hace para no ver
que está castrada, es decir, para desmentir la castración; y la que ha logrado abandonar a la madre como objeto de deseo, identificándose con ella como castrada,
abandonaría el onanismo.
Otras autoras posfreudianas que se han preocupado por estudiarla son Joyce
McDougall (1989) y Arminda Aberastury (1970). La primera enfatiza la desmentida
de la castración a través de la recreación de un ideal hermafrodita en todo tipo de
masturbación; la segunda pone el acento en que es la manifestación de una elaboración maníaca del duelo por la bisexualidad. Ambas coinciden en su carácter
traumático, regresivo, ilusorio, al seno materno, preedípico (bisexual), exclusivamente, tal como lo dice Freud.
La observación clínica de niñas latentes, prepúberes y púberes; la observación del juego de niñas pequeñas y latentes fuera del análisis, y el análisis de la sexualidad de pacientes adolescentes, me ha llevado a plantear la importancia de la
masturbación genital infantil como un camino hacia la feminidad, así como también hacia la posibilidad orgástica frente a la penetración en la relación sexual.
Considero que este tipo de onanismo infantil sano, al que en lo sucesivo llamaré "feminizante", es cualitativamente diferente del patológico. Intento demostrarlo en los ejemplos que presento.
La masturbación como acto es siempre una actividad autoerótica. Sabemos
que en la infancia, dada la inmadurez efectora y emocional para la búsqueda de un
objeto amoroso sexual en la realidad, cualquier otra solución es inadecuada.
Sería entonces pertinente tomarla como objeto de estudio sin anteponer a la
observación una visión adultomorfa, teorizándola a partir de la posibilidad de la madurez genital y de la posibilidad de elección de un objeto exogámico, que empieza
en la adolescencia. Llama la atención el hecho de que esto, en general, se olvida.
Quien comprende al niño de este modo es D. Winnicott, quien escribe el párrafo con el que comienzo este trabajo, aunque él no desarrolla su idea.
Winnicott (1972) crea los conceptos de espacio y fenómenos transicionales.
Si bien los conceptualiza en el área sublimada de las pulsiones, yo propongo extenderlos para comprender la concatenación de las redes erógenas y sus significados.
Considero al cuerpo sensible como espacio transicional del devenir erógeno,
como escenario principal primitivo de experiencia donde se juegan la unión y la
falta, e imprescindible para tramitarlas. El campo ilusorio (Winnicott, 1972) es la
base de iniciación de la experiencia, donde se juega esta transicionalidad para elaborar la diada especular (madre-hijo) hasta el surgimiento de la palabra. Propongo
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
La masturbación en la niña como expresión de su feminidad
extenderlo también para comprender la elaboración de la tríada (madre-padre-hija) en
el área no sublimada de la pulsión.
En la infancia, la masturbación es la única versión de la pulsión sexual expresada en el cuerpo erógeno a nivel genital. Si bien la literatura psicoanalítica o la
observación no dan cuenta del tipo específico de excitación, voluptuosidad u orgasmo que experimenta la niña a través de ella, considero que constituye, desde el
campo experiencial, un importante apoyo a la formación y maduración del cuerpo
erógeno femenino y su consecuente fantasmática.
La actividad autoerótica se puede realizar, y tiene características satisfactorias, cuando está ligada a la fantasía de unión objetal (Me Dougall, 1978). El niño
que ha sufrido, tanto de escasas o de excesivas investiduras narcisísticas, no se
masturba o, si lo hace, aparece una versión bizarra de la masturbación (se mece o
se estimula analmente, etcétera).
Para que el cuerpo devenga erógeno, es necesario que medie un espacio entre el niño y la madre (Winnicott, 1958). Éste sería el espacio donde se instala el
deseo, indica que ha habido vínculo, es precursor de la simbolización, representante
de la representación de la pulsión sexual.
La madre, como primera seductora, es quien inaugura las zonas erógenas..., y
el padre las reinaugura, orientando el enhebrado, y las resignifica. Esto podría inferirse a través del estudio de las fantasías subyacentes a la masturbación en las niñas.
Así como sucede con el juego o con otras actividades sublimatorias (escritura, dibujo, etc.), a través del análisis de las fantasías nos percatamos de si el conflicto está en un nivel de elaboración edípico o preedípico. También, de la estructuración del aparato psíquico en cada momento del desarrollo, y del deseo que registra la zona erógena específica. En este caso sería por lo que se ha sentido con la
masturbación.
Si tomáramos en cuenta la posibilidad de existencia de estadios tempranos
del conflicto edípico, esto último no sería verificable. Lo que sí sabemos es que
existe la estimulación manual clitorídea-vulvar, el uso de objetos o el intento de
colocar el chupete en la vagina con movimientos rítmicos, tal como lo señalan E.
Galenson y H. Roiphe en un minucioso estudio hecho con una muestra de treinta
y cinco bebas y niñas muy pequeñas. La masturbación existe desde etapas primitivas del desarrollo.
En el período de latencia, la práctica onanista es frecuente; contrariamente a
lo planteado por Freud, la represión de los deseos incestuosos no es tan intensa. Así
lo sugiere la mayor permisividad de la sexualidad en la actualidad, sin que por ello
se evidencie una disminución en la capacidad simbólica o en los procesos
sublimatorios de las niñas en cuestión.
La niña que percibe la diferencia sexual anatómica se identifica con una madre edípica que está unida al padre eróticamente. Porque se valora, y es valorada,
está abierta, y desea recibir el pene del hombre investido libidinalmente.
A este tipo de identificación femenina se llega. Cuando la niña está
posicionada de esta manera, lo que intentaría elaborar en las fantasías
masturbatorias no
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6
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Casilda M. Casado Sastre
es la bisexualidad, sino su exclusión de la pareja parental. En su juego de
ilusión-desilusión intenta elaborar la renuncia a recibir el hijo incestuoso del
padre.
A partir de la inclusión del padre, la niña se va identificando con distintas
cualidades de la madre. La madre primitiva-especular-simbiótica que cumple una
función adecuada, y la presencia del padre, permiten este proceso identificatorio
prospectivo, garantizando a la niña el beneficio de las nuevas identificaciones propuestas. La menor "bondad" de la madre, y la menor presencia del padre en su función hacen posible que la niña tienda a reprimir con mayor energía sus deseos incestuosos y, por ende, la masturbación infantil o su recuerdo.
Podríamos inferir esto mismo de algunos cuentos infantiles populares:
En el cuento de Blancanieves y en el de la Bella Durmiente, las cualidades
de las "brujas" que perseguían a las niñas eran diferentes. Según el tipo de madre,
una debía parecer muerta, y la otra, dormida.
La madrastra de Blancanieves (oral-especular-primitiva) quiso matarla primero y envenenarla después. La salvaron el "leñador" (padre), y los "enanitos de
la casa del bosque" (su fuerza pulsional).
La madre que perseguía a la Bella Durmiente (fálica-excluida) era la misma
que, desdoblada en hada, le ofrecía la esperanza vital. El padre que la amaba y esperaba su nacimiento estaba presente desde el comienzo; por eso ella sólo debía
"parecer" dormida.
La masturbación "feminizante" no aparece como necesidad en todas las niñas. Muchas no la experimentan, y su evolución psicosexual es saludable, y hay jóvenes mujeres con una vida sexual satisfactoria que no la refieren.
J. Abuchaem (1979) plantea que habría personas que nacen con una marcada facilitación de la vía simbólica; en otras, por lo contrario, se vería más facilitada
la vía sensorial, y existiría un tercer grupo, al que perteneceríamos la mayoría de
los seres humanos, en el que se manifestaría un equilibrio entre ambas.
Ejemplos clínicos
A continuación ejemplificaremos lo planteado. En estas viñetas se ve la diferencia del mundo interno de estas niñas, según la masturbación sea "feminizante",
compulsiva, a través de actos equivalentes, o la provocada por abuso sexual.
1. Tami (diez años)
Tami fue traída a la consulta por ser obesa, tendiente a la hiperobesidad. La
separación de sus padres era disparadora de su síntoma. Comía de manera compulsiva, y esta conducta alimentaria era un equivalente masturbatorio.
Ambos padres eran muy narcisistas, se maltrataban y eran indiferentes hacia
la niña y hacia sus necesidades. Lo que parecía importarles en forma casi exclusiva era que curase a "la gorda". Tami funcionaba para ellos como el "botín de guerra", y melancólicamente se hacía cargo de la imposible tarea de unirlos.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
La masturbación en la niña como expresión de su feminidad
Cuando la niña llegaba a su casa del colegio, nadie la recibía; entonces, de
manera maníaca, intentando llenar su vacío emocional, devoraba los postres que
encontraba en la heladera. Luego se encerraba en su habitación a ver TV. Esta conducta era otro equivalente de la masturbación patológica. La retracción narcisística
al seno materno, el llenar el vacío de objeto con sustitutos adictivos, daban cuenta
de la pobreza de los vínculos que se le ofrecían.
Tenía recurrentemente unos granos en la entrepierna, que se le infectaban por
"roce". Tami se refería al frotamiento que le provocaban sus piernas gruesas al caminar, pero también al roce compulsivo de sus genitales durante sus ensoñaciones
diarias mientras miraba televisión.
Se daba la búsqueda autoerótica por desinvestidura libidinal, además de la
exposición a la mirada desvalorizante ajena y propia, ya que había que hacerle curaciones en su zona genital. Esto aparecía en parte como búsqueda de castigo por
sus sensaciones y, fundamentalmente, como confirmación de su castración. Se
identificaba con una imagen denigrada de mujer.
Sus padres olvidaban permanentemente sus horarios o cambiaban los compromisos de la niña, incluso sus sesiones, para acomodarlos a sus propias conveniencias. Cuando empezó el año lectivo, la madre llevó tarde a la niña al colegio; ella
protestaba porque, al llegar tarde, todas tenían ya compañeras de banco, se sentaban
de a dos, y la clase sumaba un número impar. En su sesión vincular con su madre le
decía: "[.,.] por llegar tarde me siento sola, nadie quiere estar conmigo [...]". Cuando yo le interpretaba lo sola que se sentía cuando mamá le fallaba, ella negaba su
dolor y, enfurecida conmigo (y protegiendo a su madre), me gritaba:
"¡Nooo! Te digo que me siento [del verbo sentar] sola, no que me siento [del
verbo sentir] sola, ¿entendés?"
El tratamiento progresaba; dejó de temer y negar, pudo enojarse y pedir. Luego de tediosas vicisitudes en la relación con su padre, se fue produciendo un encuentro entre ambos. Él fue comprendiendo lo que la niña necesitaba. Había formado también una nueva pareja que trataba con cariño a Tami, y la niña comenzó
a identificarse con ella como modelo de mujer. Este cambio en la relación con su
padre la hacía sentir muy culpable con su madre.
Después de unas vacaciones que la niña pasó junto a su hermano y su padre
solos, se sintió muy valorada y estimulada, ocupando el lugar de la mujer del padre.
Tami conversaba con frecuencia del cuento del Jorobado de Notre Dame; su
preocupación era Cuasimodo, representante de la dama "jorobada", su madre. Luego del viaje mencionado, al que la madre accedió sin quejas, dibujó sin culpa a Esmeralda, la bella gitana protagonista también de esa historia, bailando seductora para
su novio.
Se sucedieron una serie de dibujos que ponían de manifiesto sus fantasías
edípicas a pleno: Esmeralda bailaba con una pandereta en la mano, luego con una
flor en la mano, colocadas sobre sus genitales.
En la sesión se creaba un clima de misterioso silencio, había algo que ella
ocultaba mientras se hamacaba en su silla. Entonces hablamos de su amor por su
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Casilda M. Casado Sastre
padre, de su identificación con la sensual Esmeralda y de su masturbación, poblada por todas estas fantasías "feminizantes".
2. Rocío (ocho años)
Observé a la niña jugar; ella no sabía de mi presencia. Había desplegado en
el piso un escenario hogareño, donde había living, cocina, habitaciones, etc. En esa
casa había varias parejas de Barbies y Kens que se trataban con cariño.
Una pareja partía contenta en auto hacia una fiesta, ella le preguntaba si estaba linda, y él la halagaba por su vestido; otra pareja estaba sentada, se trataban
de: "querida", "mi amor", parecía que charlaban de sus hijos; había otra pareja que
venía caminando, buscándose, y al encontrase se abrazaban y besaban. Comenzó
entonces su actividad onanista.
3
En su trabajo Masturbation in Latency, V. Clower relata el caso de una niña de siete años que se estimulaba con un chorro de vapor en el clítoris, fantaseando que patinaba haciendo piruetas con su profesor de esquí. La escena terminaba con besos y abrazos entre ambos. (En 2 y 3 se observa la masturbación
"feminizante".)
4. Magdalena (nueve años)
Magdalena fue traída a tratamiento por su madre, y su padre se hizo cargo
con posterioridad. Sus padres se habían separado cuando ella tenía tres años. La niña presentaba frecuentes momentos de desconcentración en la tarea escolar que,
como vimos, representaban sus ilusorios "viajes" para reencontrarse con su madre,
su padre o ambos a la vez. Ellos se ausentaban durante largos períodos debido a sus
compromisos laborales, y la niña y su hermano quedaban al cuidado de su abuela
materna, mujer tan cariñosa como lo eran sus padres; pero Magdalena no deseaba
sustitutos.
Ella era vivaz, inteligente y comunicativa. Su juego preferido era el de disfrazarse y jugar a que era una cantante, como su madre.
En una etapa regresiva y de gran frustración en su vida, Magdalena cambió
súbitamente de cualidad en ese juego. Empezó a colocarse la ropa de manera tosca, inadecuada; también a pintarse la cara con colorinches, que más que destacar
sus facciones, las desbordaban. Realizaba esta operación dándome la espalda, a veces sentada en su silla, hamacándose y pivotándola sobre las dos patas traseras.
Luego se volvía hacia mí e intentaba asustarme emitiendo, en tono imperativo, una
voz gruesa, desagradable.
Contratransferencialmente, lo lograba. Además, se generaba un clima sórdido y de tensión angustiante. Su juego era bizarro, ya no era una niña jugando a ser
mujer, sino una caricatura grotesca de una identidad femenina; parecía un travesti.
Intentando comprender y descifrar el cambio a lo largo de sucesivas sesiones, le dije que parecía querer comunicar algo que le daba miedo, que a mí me asusRevista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
La masturbación en la niña como expresión de su feminidad
taba porque me costaba reconocerla. En forma imperativa, con voz ronca y con la
mirada perdida, me mandó callar esa y otras veces; yo debía obedecer.
Interpreté sus pintarrajos como el desborde sensorial en un cuerpo que no podía contener tal excitación, localizada en el asiento de su silla en movimiento rítmico. Yo era su doble pasivo, que debía permanecer callada, soportando su actitud
amenazante. Suponía que se sentía sola porque me daba la espalda, y si yo debía
soportar esa voz como si fuera la suya, era porque alguien estaba viviendo de ese
modo imperativo en su interior; pero le dije que eso no lo íbamos a permitir.
Magdalena dibujó un colectivo. Posteriormente pudo verbalizar que el chofer del micro escolar le tocaba los genitales. Con mucha dificultad fue refiriendo
que, como era la última en el recorrido, acostumbraba sentarse adelante con él y le
pedía que le enseñase a manejar. El hombre accedía y la niña se sentaba con él en
el mismo asiento.
Ella quedaba llena de culpa y confundida, sometida a lo que él le indicaba,
es decir, que no comentara nada, ya que nada había sucedido.
5. Lillie (dieciocho años)
Lillie era hija natural. Si bien sus padres se habían casado, la noticia del embarazo hizo que el padre abandonara el hogar. Desde entonces fue criada principalmente por su abuela materna y por su madre, que cumplía una función de hermana
mayor. Llevaba el apellido de la madre. Estaba también el abuelo, pero parecía no
participar del cuidado de la niña.
La madre había contraído matrimonio nuevamente con un hombre mayor que
ella, que les brindaba seguridad afectiva y económica. Él hizo muchos intentos de
acercarse a la joven, pero ella lo rechazaba.
Lillie vino al análisis por deseo propio, porque se sentía deprimida.
Acostumbraba encerrarse en su cuarto a escuchar música durante horas; también se desvelaba de noche. Una vez transcurrido un largo tiempo de tratamiento,
supe que era una experta en materia musical.
Daba la impresión de estar siempre muy pasiva, sometida y poco rebelde para su edad. Manifestaba el clásico apego a la figura materna que señalaba Freud.
Se relacionaba con los muchachos de modo fóbico o contrafóbico; a veces,
elegía a aquellos que no podían comprometerse con ella, como su padre. Al terminar el colegio, se animó a buscar al padre y él la negó nuevamente. Tuvo mucha dificultad en elegir una carrera; lo hacía de acuerdo con lo que suponía que eran mis
deseos o los de su madre; no tenía permiso para encontrar los propios. A pesar de
ser inteligente, profunda y reflexiva, se desvalorizaba y se sentía sin derechos. Por
lo tanto, su inminente inicio sexual y su futuro como mujer eran preocupantes.
Me sorprendió, entonces, que sus primeras experiencias sexuales fueran satisfactorias; se observaba una buena integración anímica y sensual. Esto, sumado a
que Lillie recordaba su masturbación infantil y puberal con naturalidad, me llevó a
pensar que habría una buena ligazón con el padre inconsciente que aún no había sido descubierta.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Casilda M. Casado Sastre
Otro dato significativo fue un viaje que hicieron ella, su madre y sus abuelos
a Nueva York. Lillie contaba que allí el abuelo se había "escapado" a escuchar jazz
en varias oportunidades, ya que su hija y su mujer gustaban de otros tipos de música. Pero a Lillie también le gustaba el jazz.
Además, había empezado a tomar clases de canto lírico, con un profesor con
quien estableció una relación afectuosa. Él descubrió sus especiales dotes para este tipo de canto y la estimuló para que las desarrollara. En la actualidad Lillie es
una cantante lírica.
Junto a la experiencia mencionada, surgió en su análisis un recuerdo infantil
largamente reprimido: por las tardes, ella y el abuelo escuchaban música juntos,
ella sentada en sus rodillas mientras jugaban al "caballito".
Éste es otro ejemplo de masturbación "feminizante" donde, por el rastreo inverso, dado por la observación de su experiencia sexual actual y a través de un recuerdo infantil, se evidencia la ligazón con el padre.
Conclusiones
Según lo planteado, en el tipo de onanismo "feminizante" se observan las siguientes características:
1. La fantasía que aparece es la de una escena primaria benévola con características edípicas. Priman las imágenes y sensaciones de movimiento, la unión con
un partenaire masculino y la mirada del hombre (padre) que da significado erógeno a su cuerpo.
2. Las niñas se identifican con la madre (o sustituía) en sus deseos femeninos hacia el padre.
3. El padre (o sustituto) que las valora está presente desde lo simbólico y la
realidad. Es decir que la función paterna ha sido experimentada por la presencia del
padre desde la sensorialidad cinética (Salas, E., 1978).
4. No se observan como predominantes fantasías que sustenten deseos bisexuales o pulsiones perversopolimorfas.
Por lo contrario, en la masturbación patológica, o en los actos que sustituyen
a la masturbación (tales como el rocking, el chuparse el pulgar, el tirarse del cabello o arrancarlo compulsivamente, el comer compulsivo, etc.), encontramos las siguientes características:
1. La fantasía que acompaña al acto es regresiva, narcisista, pasiva y con características preedípicas. Priman las escenas de soledad, vacío e indefensión.
2. La niña se identifica con una madre desvalorizada. Regresivamente, se somete a un objeto oral primitivo y frustrante. La fantasía de deseo que aparece es la
de retorno al vientre materno.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol. 6 2004
La masturbación en la niña como expresión de su feminidad
3. Los aportes narcisizantes de sus padres o sustitutos son insuficientes o han
sido interrumpidos, lo que impide un acceso a la figura paterna.
4. Prevalecen las fantasías bisexuales y las pulsiones perversopolimorfas.
En la situación de abuso sexual por masturbación, se observa lo siguiente:
1. La fantasía que acompaña el recuerdo de la escena es regresiva, agresiva
y con características preedípicas. Se escenifican situaciones de parálisis o sensaciones de pérdida de control.
2. La niña se identifica con el agresor. Se siente culpable, y se protege a sí misma y al agresor en sí a través del mutismo o reprimiendo la experiencia. Se siente a
merced de un objeto primitivo, perseguidor, que la fetichiza y la convierte en su falo.
3. No se observa una relación de alteridad.
4. Prevalecen las pulsiones perversopolimorfas.
Resumen
En este trabajo la autora plantea la posibilidad de arrojar nueva luz sobre el tema de la interpretación de la masturbación infantil femenina. A diferencia de lo planteado por Freud, que
la consideraba "tóxica" y ligada exclusivamente al complejo de castración, ella, comparando
también otros autores posfreudianos, discrimina este tipo de masturbación patológica, o actos
equivalentes, de la que llama masturbación "feminizante". Ésta sería saludable en la infancia,
seguiría el camino de la elaboración edípica y contribuiría a la resignificación de las redes
erógenas. Toma extensivamente los conceptos de Winnicott sobre el espacio y fenómenos
transicionales para la comprensión de sus ideas. También hace referencia al impacto
traumático en el psiquismo que provoca la masturbación suscitada por abuso sexual, y lo
compara con los casos anteriores. Realiza esta comparación tomando como puntos de
observación: 1) las fantasías suscitadas, 2) la identificación de la niña, 3) la estructuración
preedípica o edípica y 4) el nivel de integración pulsional y duelo a elaborar. Por último, presenta
varias viñetas clínicas en las que se ejemplifican los distintos casos de onanismo previamente
mencionados.
Resumo
Neste trabalho, a autora estabelece a possibilidade de lançar urna nova luz sobre o tema da
interpretação da masturbação infantil feminina. Á diferença do apresentado por Freud, que a
considerava "tóxica" e ligada exclusivamente ao complexo de castração, ela, comparando
também outros autores pós-freudianos, discrimina este tipo de masturbação patológica ou atos
equivalentes, da que denomina masturbação "feminizante". Esta seria saudável na infância,
seguiria o caminho da elaboração Edipiana e contribuiria com a resignificação das redes
erógenas. Toma extensivamente os conceitos Winnicottianos de espaço e fenômenos
transacionais para a compreensão das suas idéias. Refere-se também ao impacto traumático
no psiquismo que provoca a masturbação suscitada por abuso sexual e compara-o com os
casos anteriores.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Casilda M. Casado Sastre
Realiza esta comparação tomando como pontos de observação: 1) as fantasias suscitadas; 2) a
identificação da menina; 3) a estruturação pré-edipiana ou edipiana; 4) o nível de integração
pulsional e luto a ser elaborado. Finalmente, apresenta varias vinhetas clínicas onde são
exemplificados os diferentes casos de onanismo previamente mencionados.
Summary
The author's aim through thís paper is to shed new light upon the interpretation of feminine
masturbation in childhood. Freud considered it "toxic" and exclusively linked to the castration
complex. However, and differently from other post-Freudian authors as well, she distinguishes
pathological masturbation, or other equivalent acts, from what she calls "feminizing" masturbation. The latter is healthy in childhood because it follows the oedipal working-through process
and contribut.es to resignify erogenous networks. She further expands on Winnicott's concepts
of transitional space and phenomena to explain her ideas. Further, the traumatic impact on the
psyche caused by sexual abuse by means of masturbation ¡s compared to pathological and "feminizing" masturbation, focusing on: 1) the emerging fantasies, 2) the girl's identification, 3) the
oedipal or pre-oedipal structure, and 4) the drive integration and mourning processes. Finally,
the author presents various clinical vignettes to exemplify the aforementioned different kinds of
masturbation.
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Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Marta Labraga de Mirza
Asociación Psicoanalítica del Uruguay
Problemática de la sexualidad
en la clínica contemporánea
Introducción al Foro electrónico preparatorio al XXV Congreso de FEPAL,
Problemas clínicos en el abordaje de la sexualidad
Los problemas clínicos actuales en el abordaje de la sexualidad no provienen
sólo de las situaciones singulares "nuevas" o de novedosa presentación que pueden
estar viviendo hoy nuestros pacientes. Estamos reflexionando sobre los efectos en
el erotismo tal como se nos revela en el ámbito de las sesiones en transferencia, de
la transformación profunda de los modos de vivir la intimidad y de las modificaciones generales de lo íntimo y lo privado en el mundo social de fines del siglo
XX y comienzos del XXI.
Las formas de subjetivación dadas juntamente con las alteraciones del valor
mujer y de lo femenino se diferencian en forma radical de las que subtendían la teorización freudiana de la sexualidad en su origen. Desde una cultura de la culpa y la
represión, en el contexto cultural del siglo XIX, donde la institución pilar de la sociedad era la familia convencional, estatuida en sostén único y nuclear del lazo social y reglamentada de modo modélico por el patriarcado, el psicoanálisis, como
práctica que comporta la ideología de la que surge, encierra la paradoja de gestar
una revolución sobre la sexualidad, en su propio nacimiento, y seguir desarrollándose a lo largo del siglo XX en expansión teórica y en su valor de experiencia clínica, pero "obligado" a revisar una y otra vez sus propuestas fundantes.
Nosotros los analistas somos los que, inmersos en un mundo cambiante y
vertiginoso en su despliegue frenético de imágenes e información, de violencia
deslegitimada y globalizada, en un presente determinado por nuevos contextos
culturales que forman nuestro marco de referencia contemporáneo, escuchamos
nuevas formas discursivas. Recortamos problemáticas diferentes porque las perspectivas teóricas se nos transforman, enriquecen y complejizan con miradas desde otras disciplinas de nuestra contemporaneidad. La formación psicoanalítica
Dirección de la autora José Ellauri 896, ap 401 Montevideo, 11 300, Uruguay E-mail martalabraga@adinet com uy
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Marta Labraga de Mirza
misma se transforma o debe pensar continuamente sus transformaciones, porque
los lugares y funciones sociales y culturales cambiantes moldean, también, nuestras filiaciones teóricas.
¿Ha perdido la sexualidad el lugar "escandaloso" que Freud le diera al concebir un orden sexual basado en el inconsciente? Entendida desde las aperturas
que (sobre todo a partir de la expansión de los diferentes movimientos feministas en sus primeros tiempos) produjeron un efecto fundamental sobre los modos
de vivir la intimidad, de la pareja, de padres e hijos y, en general, entre los seres
sexuados, diríamos que no es escándalo lo que produce hoy en su vertiente social
y cultural.
Pero sí siguen siendo "escándalo" las dimensiones inconscientes y sus efectos, de las pasiones del amor, el odio y la ignorancia que circulan entre esos "tres
primeros" siempre en juego y mucho más allá de cualquier banalización de la peripecia edípica. Porque lo enigmático de la sexualidad para cada sujeto empieza a
desplegarse antes de su nacimiento, desde el deseo parental o desde la forma en
que cierto orden del deseo, articulado simbólicamente de maneras diferentes y de
las que dará cuenta la patología, determina las fantasmáticas de las figuras
parentales que marcan las relaciones con el nuevo sujeto. A medida que nos
alejamos del ámbito neurótico, aparece la necesidad de escuchar las formas del
no-deseo, la presencia de lo tanático y las violencias de la sexualidad vivida sólo
como práctica desafectivizada.
Si es necesario, en cada caso, descentrar el sujeto social del sujeto del inconsciente, esto se da simultáneamente con el reconocimiento de que se engendran juntos, y entonces lo que surge en la clínica es el modo transformador y de profunda
convulsión que el encuentro de los cuerpos sexuados y los modos de verse en la intimidad produce en todos los sujetos. Pero la universalización teórica tiende a disminuir los matices diferenciales que el presente nos obliga a pensar, y es sobre ellos
y desde ellos que debemos posicionarnos.
Podemos apreciar más que nunca la conflictividad de las identidades de los
cuerpos sexuados tal como lo permite la intimidad de la sesión. La presentación
fenomenológica y social reorganiza los géneros y reubica con aparente facilidad
los lugares de hombre y mujer. Pero es en las dimensiones fantasmáticas,
imaginarias y simbólicas de la sesión (o de los personajes literarios) donde la
declaración de identidad aparece en su radical ambigüedad.
La interrelación castración-Edipo sigue mostrando su utilidad clínica si es
reformulada y reubicada, complejizada, en el corpus teórico del analista y en el
discurso del paciente al escucharlo sin simplificaciones neutralizadoras. La
complejidad está en el intento de no desvirtuar, esquematizándolos, la
multiplicación y casi el estallido de los "lugares y funciones" del sujeto en relación
con la violencia y profundidad de los deseos inconscientes, en las filiaciones y
generaciones, en lo que tienen de indestructibles y ajenos a cualquier forma de
"sepultamiento" y a las marcas del lazo social contemporáneo.
El despliegue del narcisismo está siempre sujeto a fisuras pero puede ser alRevista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6 2004
Problemática de la sexualidad en la clínica contemporánea
terado gravemente desde las primerísimas fallas especulares, con efectos en las
configuraciones ideales: relaciones entre yo ideal-ideal del yo, formación del
superyó. El sujeto es llevado a las fronteras de graves perturbaciones yoicas, con
fantasías de desagregación corporal y perturbaciones complejas de los
movimientos pulsionales. Esto aparece en formas de desubjetivación más actuales
y da su impronta a los variados sufrimientos psíquicos que padecen los pacientes en
el ejercicio de su sexualidad o en formas de intimidad que les resultan
intolerables.
Por un lado el psicoanálisis, desde la histeria, nace perturbando toda forma
fácil de decir el sexo, necesitado de reconocer la impostura o la mascarada que
comporta toda identidad sexual y su radical ambigüedad, que sólo se devela parcialmente en la intimidad de la sesión o la obra literaria. Por otro, el hoy nos enfrenta a una dimensión más oscura de esa aleatoriedad, reflejada en desubjetivación, y nos obliga a seguir las identificaciones y las elecciones de objeto en sus profusiones y parcialidades, con el horizonte de ese "todo" imposible de lo humano
"cuyo nombre teórico es castración".
Frente a esto, es habitual el encuentro en la clínica con formas depresivas,
de desaliento y de vacío afectivo, que de modo repetido aíslan al paciente de posibilidades creativas, muy difíciles de trabajar, porque los rasgos caracteriales pasan a primer plano y la esfera fantasmática queda reducida a su mínima expresión. También la simbolización puede aparecer acotada u obstaculizada y la "condición fetichista" del objeto, volverse preeminente con su instrumentalización y
materialidad.
Las formas más actuales de multiplicación del encuentro sexual (y más aun
las promiscuas) parecen dejar afuera el placer y poner en primer plano el goce, tomado en su conjunción violenta de erotismo y sufrimiento, alejando todo encuentro personal. Se buscaría, así, el borramiento de límites "externos" con el fin de
conservar el aislamiento afectivo protector y el vacío radical, para quedar a salvo
de emociones personalizadas y contactos comprometidos, en una sexualidad
adictiva, difusa y dispersa, coartada de toda legalidad vivida como impostura, de
todo límite y toda experiencia de falta.
La posición del analista en cuanto al abordaje a través de la interpretación de
las conflictivas sexuales resulta dificultada por el modo en que estén presentes en
él las perspectivas teóricas e ideológicas, y no sólo sus prejuicios, derivadas de su
modo de entender los discursos culturales y de su historia y su psiquismo.
La asimetría de funcionamientos psíquicos de analista y paciente y las estructuras defensivas de ambos son subrayadas cuando se trata de la sexualidad, porque
el analista se puede ubicar en forma inconsciente en resistencia por sus propios conflictos y hacer obstáculo al interpretar las tramas eróticas del paciente, y sobre todo
cuando puede estar en el horizonte la dimensión del acto y de lo mortífero.
Solemos estar prevenidos sobre aquellas que se nos aparecen abiertamente
como fragilidades psicóticas o perversiones (cuya delimitación, siempre inestable
o prejuiciosa, debemos revisar), pero los rasgos de perversión en la neurosis, las fallas narcisistas en los bordes de neurosis graves, las descompensaciones somáticas,
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Marta Labraga de Mirza
también pueden conducirnos a situaciones de repetición y ausencia de movimiento
psíquico, además de la infiltración defensiva de actitudes condenatorias, detallismo
voyeurista, interrogación inquisitorial, "consejos" vividos con complicidad, seducción erotizante del vínculo, reiteración de lugares de goce masoquista para el paciente pero también para el analista.
Otro problema, relacionado con lo anterior, es la ubicación inconsciente del
analista, desde su formación y estructuración psíquica, de apertura a un trabajo con
la fantasmática del paciente como si ésta existiera verdaderamente, sin poder captar
que su discurso nos conduce una y otra vez a un plano de juego verbal más
intelectualizado, pensable pero no fantasmático. Pensamiento concreto, dificultades
eróticas singulares que "parecen" obedecer a trabas defensivas que el paciente
quiere descubrir, y en realidad vamos captando sus formas de goce que permanecen intocables. Las transformaciones de los ritmos de vida, los excesos y las penurias del consumo y de la comunicación, las difíciles e inestables condiciones de trabajo y de encuentro interpersonal, las formas múltiples de la violencia en el contexto contemporáneo, ¿no producirán transformaciones en la fantasmatización y en
las formaciones del inconsciente, volviéndolas a veces inexistentes o parcelarias e
incapaces de constituirse en formas anticipatorias de la acción? Los triunfos
narcisistas que otorga "el goce del medio" (en relación con los objetos de consumo
que también nos "instrumentalizan" y controlan aumentando la insatisfacción) se
convierten en rivales del objeto de deseo que, construido por la pérdida, es motor
de despliegue erótico y creativo.
En la mayoría de los casos actuales no se trata de una preeminencia de la represión sino de formas de la desmentida patógena. El modo de escuchar lo escindido nos está cada vez más cercano por la escucha de los pacientes graves. Pero,
¿no estaremos muchas veces, con pacientes especialmente complejos, ante
"neosexualidades" o frente a normopatías que quedan fuera de lo que un analista
puede trabajar? Al no aparecer asociación libre, ni sueños, ni recuerdos (pocos y de
anamnesis psiquiátrica), ¿no estaremos a veces estableciendo un continente para
estados de malestar y de tendencia a actuaciones que sólo demandan soluciones
prácticas en la realidad? Y éstas ¿serían siempre una búsqueda del restablecimiento
de un orden cualquiera, perverso, dual, indiscriminado, promiscuo, pero orden al
fin? Nos encontramos con "frialdades", sentimientos de vacío, adicciones,
actuaciones; ¿serían subrogados de un eros que, implicando la opacidad sexual del
otro y un resto enigmático, los enloquecería, y no lo pueden tolerar?
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Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
De la técnica, la clínica
y la metapsicología
Héctor Ferrari, Manuel J. Gálvez, Jorge Luis Maldonado,
Rodolfo Moguillansky, Julio Moreno, Guillermo Seiguer
Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
Las tensiones que introduce la
imposibilidad de cumplir con
la regla de abstinencia:
¿obstáculo u oportunidad?
Sobre lo que queremos discutir
¿Por qué poner en discusión la regla de abstinencia cuando ya se ha escrito
tanto sobre el tema? Una de las razones es ésta: creemos que se la ha banalizado al
considerarla sólo como una norma más del encuadre a seguir. En rigor, postulamos
que la regla de abstinencia -precisamente por la imposibilidad de cumplirla a ultranza- es la que permite construir el encuadre de cada psicoanálisis.1
En nuestro afán para alcanzar el fin propuesto, sugerimos una definición de
esa regla que va más allá de lo que podría ser su caracterización canónica.
La regla de abstinencia implica no sólo la interdicción del intercambio que
exceda lo verbal sino, a la vez, la puesta en juego, por parte del analista, de cierta
suspensión de sus convicciones y teorías para comprender lo que se produce en la
situación analítica. Esto incluye el hecho de que el analista reciba en la mayor medida posible lo que provenga del paciente como material de análisis.2
Si en el párrafo anterior resaltamos "cierta" y "en la mayor medida posible"
Direcciones y e-mails de los autores Héctor Ferrari Laprida 1898,12° K (C1425EKR) - Buenos Aires hferrari@sinectis com ar - Manuel J Galvez
Bulnes 2659 T (C1425 DKU) - Buenos Aires manueljg@mterserver com ar - Jorge Luis Maldonado Juez Estrada 2725 (C1425CPC) - Buenos Aires [email protected] ar - Rodolfo Moguillansky Barrientos 1566 10° C (C1115ABB) - Buenos Aires [email protected] - Julio Moreno Las Heras 2925 PB 4 (C1425ASG) Buenos Aires [email protected] - Guillermo Seiguer Laprida 1898 16° F (C1425EKR)
-Buenos Aires [email protected]
* El encuadre no es solamente aquellos aspectos formales de tiempo, dinero lugar que forman parte de la "tecnología analítica'. Es sobre todo la
'actitud analítica', definida como 'anhelo de representación' 'es el entramado entre las prohibiciones de la regla de abstinencia y los vitalmente
necesarios afectos y acciones del analista en relación con su paciente [ ] Lo conceptuamos como el núcleo de su instrumento de trabajo' (Galvez
y Maldonado, 1993) Esta definición implica conceptos en tensión tales como la 'neutralidad benévola del analista' y' el deseo del analista' 2 Lo
que resulta aquí paradójico es que una aceptación forme parte de una regla que se llama "de abstinencia" (negativa) Esto es así porque en nuestra
propuesta se da una doble negatividad rechazo del rechazo o, lo que sería equivalente abstención del rechazo. No se trata solo de suspensión de
creencias (epojé escéptica) sino también de algo que implica supresión de ciertos afectos vinculados al rechazo y a los 'controles' de la libre
emocionalidad y acción en función de ellos. La acción del analista en interacción con la del paciente forma el campo del enactment (Galvez
2000), tema que aunque vinculado a este trabajo lo excede
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Héctor Ferrari, Manuel J. Gálvez, Jorge Luis Maldonado, Rodolfo Moguillansky, Julio Moreno, Guillermo Seiguer
es porque consideramos que la suspensión de convicciones y la capacidad para recibir lo que proviene del paciente como material son disponibilidades con límites
personales. Es ideal que el analista, aun cuando irremediablemente posea estos límites, sea consciente de ellos. Llamamos a estos límites la "ecuación personal del
analista" (R. Moguillansky, 2003).
Sobre los dos puntos que enfatizamos en cursiva, que introducen relatividades en
la regla de abstinencia -"cierta" y "en la mayor medida posible"-, centraremos nuestra
exposición, ya que procuraremos transformar estos obstáculos inevitables, como lo fue
en su momento la transferencia, en un lugar privilegiado de nuestra práctica.
Unas pocas precisiones sobre cómo se ha pensado la
regla de abstinencia
Recordemos inicialmente que la "regla de abstinencia" nominó algo, que por lo
general se considera como el núcleo duro de las prescripciones y proscripciones que
circunscriben el dispositivo psicoanalítico (S. Freud, 1912a, 1912b, 1913,1914,1915,
1919). Sus efectos y recomendaciones se han conceptuado de diversas maneras, tomando cuerpo a través de múltiples aforismos, expresados por lo común al modo de
oximorones, que pretenden ilustrar la cuestión en juego: "hacer el muerto", "sin memoria y sin deseo", "el analista como pantalla neutra", "neutralidad analítica"..., etc.
En realidad, tal ha sido la difusión de esta regla que se la ha tomado como condición
inmanente, consustancial con la de "ser analista". Su eficacia, y así lo venimos repitiendo desde los artículos técnicos iniciales de Freud, está dada porque por su intermedio se suspenden las satisfacciones sustitutivas y se supone que colabora en el logro
de una situación de cierta frustración en la cual impera la negatividad.
Convengamos en que hemos sido criticados por el cumplimiento de esta regla a rajatabla; incluso se han elaborado muchos chistes -algunos ingeniosos, otros
siniestros- por su observancia férrea. Pero no es sólo porque la opinión pública la
suele ridiculizar que se nos impone escrutarla. Admitamos que, si bien es cierto que
-como decíamos al comienzo de este escrito- el cumplimiento de la regla es condición del análisis, también lo es que, a menos que se entienda el porqué de sus fundamentos, la misma regla de abstinencia y la mentada neutralidad pueden volverse
en contra del objetivo del análisis. Por ello creemos que el fundamento de su
implementación, así como el del concepto, emparentado pero no igual, de
"neutralidad analítica",1 deben revisarse.
Una primera mirada podría hacer suponer que con la regla de abstinencia se
ponía el psicoanálisis a salvo de la sugestión, de una actividad pedagógica o de una
identificación resistencial con el analista (Freud, 1912). Esto encontraba apoyatura
en que, ajuicio de Freud, la regla de abstinencia situaba al psicoanalista en una dis3
Neutralidad es un concepto que fue ensalzado en los años 50 por Ana Freud (1956) Ella afirma que el analista debe mantenerse equidistante,
neutral entre el yo, el ello y el superyo, esto es, que no debe tomar partido por ninguna de las instancias psíquicas
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Las tensiones que introduce la imposibilidad de cumplir con la regla de abstinencia ¿obstáculo u oportunidad'
posición de ánimo "que deja de lado todos sus afectos y aun su compasión humana
y concentra sus fuerzas espirituales en una meta única: realizar una operación
acorde lo más posible con las reglas del arte" (p. 114). Y también: "el médico no
debe ser transparente para el analizado, sino, como la luna de un espejo, mostrar
sólo lo que le es mostrado" (p. 117).4 Principalmente por esto, Freud recomendaba
la exploración analítica de la persona que se dedicara a analizar a otros.
Para ser más precisos diríamos que, apoyándose en la regla de abstinencia, el
analista se rehúsa a hacer intervenir sus teorías y creencias, su saber racional e irracional, y le rehúsa al paciente y se rehúsa a sí mismo la gratificación de las demandas libidinales. El término rehusamiento (prohibirse, privarse, denegarse) traduce
mejor el alemán Versagung, que suele traducirse como frustración.
Algo notable de la regla de abstinencia es que, si bien aparece como algo
"negativo" (en el sentido de prohibir), es responsable de un importante componente
"positivo", pues genera transferencia. Suponemos que la neurosis se desencadenó
porque al paciente se le rehusaron ciertas gratificaciones y éste las reemplazó por
otras: los síntomas. En esa línea, se dice que el rehusamiento del analista permite
el desarrollo de la neurosis de transferencia. Laplanche (1990) explica este punto
cuando dice que las transferencias se desarrollan en todos los vínculos humanos,
pero lo que verdaderamente promueve la transferencia en el seno de la situación
analítica es la regla de abstinencia, la posición y la actitud del analista. Nosotros
agregaríamos una tercera, la receptividad, que implica la doble negatividad
(rehusarse a rehusar lo que viene del paciente) de la que hablamos antes.
En síntesis, podemos decir entonces que esta concepción de la regla de abstinencia aspira a regular las acciones del analista, preservando al analizado tanto de
la influencia sugestiva como de la arbitrariedad, y a la vez indica cuál es el sentido
de la acción terapéutica y delimita el significado de la comunicación: no es la experiencia de vida lo que se transmite de analista a analizado, sino la capacidad de
adentrarse en el mundo del inconsciente.
Sin embargo, los casi cien años de práctica psicoanalítica nos han enseñado
que esta actitud de observador sólo reflejante es una aspiración cuyo cumplimiento es imposible,6 lo que crea un obstáculo, un irremediable foco de tensión en la situación analítica.
4 El contrastaba esa actitud con la de un psicoterapeuta que aunque inobjetable desde el punto de vista práctico combine un tramo de análisis
con una porción de influjo sugestivo con el fin de alcanzar resultados visibles en tiempo más breve (la cursiva es nuestra) (p 117)
5 Como parte de la regla de abstinencia los rehusamientos del analista Laplanche menciona en especial dos: el rehusamiento a intervenir en lo
real, a realizar intervenciones adaptativas manipulativas a dar consejos, etc . El otro rehusamiento del analista al que debe renunciar es a su saber a 'su" saber sobre este paciente en particular a ' aplicar' el saber del analista a los enigmas misterios secretos que solo el trabajo en la
transferencia puede intentar develar. Luego estos rehusamientos (y otros) de la regla de abstinencia generan transferencia en el análisis
6 En este nicho, en esa imposibilidad de acatamiento a la regla de abstinencia, se empezó a teorizar la contratransferencia, y se abrió una polémica todavía no saldada aun hoy en día sobre si esta noción, la de contratransferencia debe conservar el lugar de Cenicienta en tanto expresión de
la neurosis del analista, o de vía regia de comprensión desde el analista hacia el inconsciente del paciente D W Winmcott (1960) luego de tomar
partido por acotar la ' contratransferencia' a 'los anormales sentimientos y las relaciones e identificaciones fijas que se hallan reprimidas en el
analista" (p 191) rescata la noción hipocrática de actitud profesional. A JUICIO de Winnicott, 'el pleno reconocimiento de uno de los aspectos de la
transferencia la necesidad que tiene el paciente de idealizar a su analista, de enamorarse de el o de ella, de soñar (1960 p 193) y agrega que
'el análisis del analista es un reconocimiento de que este se encuentra sometido a tensión al mantener una actitud profesionat' (p 193) para ponerlo a resguardo de la contaminación de los inevitables factores personales (Héctor Ferrari 2002)
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Héctor Ferrari, Manuel J Galvez, Jorge Luis Maldonado, Rodolfo Moguillansky, Julio Moreno, Guillermo Seiguer
La noción de contratransferencia intentó dar cuenta de la tensión que se había
generado en torno a los conceptos de regla de abstinencia y neutralidad psicoanalítica.
Haciéndose cargo de esta tensión, en nuestro país, M. y W. Baranger (1969)
han insinuado que se logra una mejor comprensión de lo que ocurre en la situación analítica si pensamos a ésta como un "campo dinámico", en el que intervienen analista y analizado, lo que sacude aun más la idea del analista como observador aséptico.
Esta nueva mirada que enfatiza la participación emocional del analista, aunque nos enriquece desde una perspectiva heurística, trae nuevos problemas a la definición inicial de la regla de abstinencia. Algo equivalente ocurre con el modo en
que en los últimos tiempos se tiende a entender el término "transferencia". Efectivamente, si éste se entiende como las proyecciones o el despliegue de los clisés del
pasado del paciente sobre un analista "neutral", tal participación emocional del analista es ínfima o descartable; pero si la transferencia se entiende como un vínculo (o
como parte de un vínculo, el vínculo analítico), la participación en él del analista,
con sus reacciones, emociones y vivencias es insoslayable;7 no nos podemos desentender de esta tensión.
Regla de abstinencia y transferencia positiva
sublimada
Esta problemática toma aun más espesor si a la susceptibilidad de influencia
(transferencia) la dividimos, siguiendo a Freud, en: positiva sublimada, positiva
erotizada y negativa u hostil. La recomendación de éste de que debemos intentar
trabajar en un ámbito que tenga como fondo y sostén la transferencia positiva sublimada hace más evidente la dificultad.
Freud de ninguna manera desestimaba el poder de la sugestión, cuya naturaleza "consiste en [...] las condiciones en las cuales se producen influjos sin
base lógica suficiente" (1921, p. 90). "Debemos admitir-dice taxativamente en
1912- que el éxito del análisis se basa en la sugestión [...]" (1912, p. 106) y,
más aun, "Esta influencia personal del analista es nuestra arma más poderosa"
(1926, p. 224).
Freud (1923) llegó incluso a postular que un momento crucial del análisis
transcurre cuando la transferencia positiva sublimada es capaz de atraer, como en
7 En torno a esta cuestión, Wittgenstein (en Assoun, 1992) realizó una importante crítica sobre el psicoanálisis postulando que se trataba de una
práctica sugestiva y seductora. A este punto lo discute Assoun (1992) en su libro sobre correlaciones y cruces entre Freud-Wittgenstein. Si seguimos con alguna minuciosidad el razonamiento de Wittgenstein, creemos que tiene razón cuando piensa que en el análisis aparece lo incógnito y lo
siniestro, y esto produce fascinación, pero nos apartamos de su línea de pensamiento cuando afirma que en tanto lo incógnito y lo siniestro son
fuente de fascinación arrastran al psicoanálisis a una vertiente sugestiva
Nosotros, en este punto, sostenemos una posición diferente en coincidencia con Laplanche (1990). Lo que atrae según Laplanche es el misterio
el enigma, el secreto que hay detrás de la sexualidad infantil reprimida. Esto es lo que lleva al sujeto al análisis suponiendo, además, que el analista 'sabe' de esas cosas. Por eso postulamos que es tan importante si el analista muestra ante su paciente que se rehúsa a utilizar su propio conocimiento y sabe esperar que el paciente vaya encontrando el suyo.
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una alianza, la compulsión de repetición, y de ese modo emerger.8 Luego, esta alianza
es posible, por un lado debido a la confianza creada por la transferencia positiva
sublimada, y por otro, debido a la convocatoria a aspectos infantiles ligados simplemente a la sugestión, que -para Freud- tiene que ver con la influencia "sin base lógica suficiente" de los padres sobre el niño, o sea la creencia más pura y básica. No
es en realidad estrictamente "sin base lógica": en parte depende de la experiencia de
desamparo infantil y en parte de la proyección de la omnipotencia infantil sobre
ellos. Algo de esto se relaciona íntimamente con el concepto de "confianza".
No es un problema menor lograr una definición psicoanalítica de confianza;9 deberíamos discriminarla, por ejemplo, de "credulidad", de "entregarse sin tomar recaudos", de "ingenuidad" y, por qué no, de "estupidez". La confianza no es
ciega: ve.10 Tendríamos también que discutir alrededor de la noción de confianza
los aportes de Winnicott, Ericson y Piera Aulagnier, pero eso nos alejaría del punto
central de esta ponencia.
Tensiones entre las desviaciones y la
imposibilidad que tenemos para no desviarnos
en la terapia analítica
En la tensión que se originó, dada por la imposibilidad de una obediencia sin claudicaciones de la regla de abstinencia, en las últimas décadas surgieron nuevos posibles modos de abordajes terapéuticos y formas de
conceptualizar la experiencia analítica.
Por un lado se pensó que para lograr un cambio en las terapias analíticas era necesario "algo más" que interpretaciones tendientes a hacer consciente
lo inconsciente. Las primeras iniciativas en este sentido provinieron de
Ferenczi (1932), con amplia imaginación pero en forma algo abrupta, lo cual
generó una reacción adversa en la comunidad analítica. Años después tuvo
lugar la concepción de Alexander (1950) de la denominada "experiencia
emocional correctiva". En ésta se consideraba que la actitud objetiva y
comprensiva del terapeuta era suficiente para producir una modificación en la
experiencia patóge
8
'La compulsión a la repetición [esencial para el análisis] no se expresa [ ] hasta que el trabajo del tratamiento haya traspuesto la mitad del ca-
mino, acercándose a lo reprimido y aflojando la represión que opera al servicio del principio del placer [ ] es la transferencia positiva la que provee de auxilio a la compulsión repetitiva Se sella así una alianza entre el tratamiento y la compulsión a la repetición. En primera instancia esta instancia es dirigida contra el principio del placer, pero su último propósito es el establecimiento del principio de realidad' (S.E. XIX pp 117-118)
9
Como un primer intento para delimitar operativamente la noción de confianza nos ha venido bien la clásica distinción médica entre asentimien-
to y consentimiento Con consentimiento se alude a la autorización de que se ejerza sobre uno determinada práctica sobre la cual el sujeto tiene
información y ejerce un JUICIO crítico. En cambio asentimiento se refiere a la aceptación acrítica sin mayor conocimiento de la naturaleza del procedimiento basada sobre todo en la creencia en quien la propone. Recordemos con Freud que la creencia es dar asentimiento y conformidad con
alguna cosa , y que se puede relacionar el dar o no dar asentimiento con (siguiendo a Freud) la operación intelectual del JUICIO con afirmar aceptar decir que si (Bejahung) y con negar disentir decir que no (Verneinung)
10
Aunque lo hace a través de una sutil lente que caracteriza un tipo especial de vínculo, un vínculo que recuerda algunos aspectos del vínculo
parento-filial que posibilita el desarrollo (Moreno, 2002, cap 6) Por eso justamente, la confianza transita por territorios muy cercanos al masoquismo, a la negación y a la idealización. Y por eso el vínculo analítico se construye alrededor de la confianza que sella el pacto del que hablaba Freud
(1922) y que transcribimos en la nota 7
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na. El criterio de que "algo más" que la mera interpretación era necesario para
generar cambios ha recibido un nuevo empuje en años más recientes (Stern et
al., 1998). Estos autores toman como referente las llamadas "interpretaciones
clave" que reorganizan el campo intrapsíquico, las contrastan con lo que denominan "momentos de auténtica conexión de persona a persona" y sostienen que
muchas terapias fracasan, no tanto por interpretaciones inadecuadas, sino por
ausencia de oportunidades de establecer una conexión significativa entre dos
personas.
Esta consideración coincide con la manifestación de Winnicott (1967), quien
sostiene que "sin empatía no hay curación posible". Pero entre la afirmación de
Winnicott -desarrollada ulteriormente por Kohut (1971)- y la de Stern existe un
amplio espectro de posibilidades que permite la inclusión sin discriminación de
procesos que, por la ambigüedad de sus manifestaciones, pueden catalogarse en
forma errónea como factores terapéuticos; queda por discutir si realmente lo son y
si, inclusive, pueden llegar a ser lo contrario."
"Esos diversos factores, que no responden al interpretar, y se apartan del develar los contenidos inconscientes, pueden, no obstante, presentar la facultad de generar mejorías en el paciente de carácter transitorio. Si estas mejorías transitorias
pudieran sentar las bases para consolidar modificaciones estructurales serían altamente significativas, pero el problema reside en que muchas de éstas responden sólo
a fenómenos sugestivos, son de naturaleza evanescente y, en forma paradójica,
derivan de conflictos inherentes al interpretar. Con esto se relaciona el hecho de
que las intervenciones del analista no siempre apuntan sólo a establecer una conexión con el inconsciente del paciente sino que, también, suelen contener sutiles indicaciones que intervienen como inducciones a la acción. Las mejorías transitorias
tienen lugar cuando el paciente, al actuar las sutiles y encubiertas sugerencias del
analista, logra, mediante esa actuación, establecer una identificación narcisista con
el analista" (Maldonado, 2003). En estos casos -aun no tratándose de insight alguno- se pueden generar mejorías efímeras.
"Es posible observar que un componente de acción, aun reducido a su mínima expresión, está contenido en el proceso de develación del inconsciente y a veces forma parte de la espiral que conduce desde el desconocimiento hasta el insight.
El sentido de la regla de abstinencia reside en que orienta las acciones del analista
y preserva su instrumento de trabajo, permitiendo su rescate y protección contra los
espejismos que conducen al deterioro de su función. Implica, por consiguiente, una
propuesta de renuncia a la satisfacción directa con los pacientes tanto de lo no resuelto del complejo de Edipo como de la grandiosidad narcisista que, para su consumación, impone la negación del objeto en su existencia como ser autónomo. A
cambio de esto, la regla de abstinencia ofrece un campo de acción que es el de las
representaciones mediante las cuales sí es posible establecer tanto el diálogo como
el vínculo con el paciente" (Gálvez y Maldonado, 1993).
11 Glover (1931) describió las mejorías producidas en los pacientes por interpretaciones inexactas y propuso una teoría sobre ellas
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Las tensiones que introduce la imposibilidad de cumplir con la regla de abstinencia ¿obstáculo u oportunidad?
El concepto de "momentos de auténtica conexión de persona a persona" es tan
amplio que comprende una variedad inconmensurable de experiencias que oscilan
desde prácticas que ponen en juego la concretización del amor de transferencia hasta la supuesta comunicación auténtica. Algunas de ellas pueden entenderse como experiencias favorables sólo desde una perspectiva personal del propio analista.
En una vertiente opuesta, se ha escrito sobre las dificultades que trae a la situación analítica el no respetar la regla de abstinencia por parte del analista. Un
ejemplo privilegiado de esta posición lo encontramos en un texto reciente de
Gabbard y Lester (1995), quienes han hecho un minucioso rastreo de las múltiples
infracciones de las que, según estos autores, ha sido -y es- objeto el método, y sus
graves consecuencias.
Con otra perspectiva, más afín a nuestro pensamiento en este punto, Merton
Gill (1994) apunta que toda interpretación contiene una sugerencia de acción en la
que paciente y analista intervienen. Textualmente dice: "La situación terapéutica es
una diada, es decir, interviene inexorablemente la psicología de dos. El analista está siempre influyendo al paciente y el paciente está siempre influyendo al analista.
Esta mutua influencia no puede ser evitada, sólo puede ser interpretada" (p. 50).n
Si tomamos como cierta la aseveración de Gill, nos queda que la interpretación, como toda formulación verbal, contiene un costado performativo (Austin,
1962), y por ende sugestivo, al que sólo podemos intentar acotar. En rigor, indicamos que éste es un problema aun más general: no hay modo de que alguien pueda
participar en un vínculo sin vincularse, no hay modo de que la situación inmanente del análisis pueda eludirse con una pretendida posición trascendente del analista. En suma, no se puede "no estar ahí" (o estar ahí como puro sujeto de conocimiento), como lo exigiría la obediencia absoluta de la regla de abstinencia o la neutralidad total.
Conclusiones
Suponemos que todos nosotros compartimos que en el campo del análisis la
llamada hipótesis realista (la observación no altera los hechos observados ni éstos
la observación), supuesto válido en la ciencia clásica del siglo XIX y que constituyó el punto de partida de Freud, ha sido relativizada.
12
Sin embargo, creemos que hay un concepto que puede calificar y categorizar esta influencia mutua. El concepto de "asimetría' de la relación
analítica tuvo entre nosotros un amplio desarrollo en D. Liberman (1971) Podemos adelantar que es esta asimetría la que introduce la' terceridad'
En uno de sus últimos pensamientos sobre el tema, poco antes de su muerte, Gill (1996) expresa que la situación analítica es asimétrica en dos
terrenos principales": "Uno es que el analista en virtud de su profesión y su experiencia, incluyendo por supuesto su propio análisis es consciente
de sus limitaciones, o al menos debería serlo, y tiene la capacidad de reflexionar sobre su influencia intencionada o no sobre el analizado. Por
otro lado, debería también ser capaz de reconocer que, aunque su inconsciente haya sido explorado en cierta medida, no puede ser extirpado. Debe estar siempre listo para cuestionarse. La segunda razón por la que la experiencia que tiene el analista de la relación puede ser menos distorsionada selectivamente que la del paciente es porque el analista tiene la ventaja de conocer mucho más de lo que ocurre en la mente del paciente
que la que tiene el paciente de lo que ocurre en la mente del analista". Si bien estos argumentos no resultan muy satisfactorios muestran un
pensamiento en movimiento relacionado con nuestras ideas.
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Por más que tratemos de disimularlo y por mucho que ayuden los dispositivos, estamos ahí y formamos parte de lo que sucede: el vínculo analítico
-aun siendo uno muy especial, entre otras cosas, por la "abstinencia" y la "neutralidad" del analista- no sólo está atravesado por "transferencias" (puestas en
juego de clisés del pasado) por parte del paciente; hay algo más que tiene que
ver con el campo generado entre el paciente y el analista, campo que es al mismo tiempo sede de posibles producciones novedosas por parte de ambos.
Pensarlo de este modo nos hace vulnerables ante los que nos exigen
reproductibilidad, constatación y "datos concretos". No hay ninguna posibilidad de
ser observadores realistas no interferidos ni interferentes, porque formamos parte
de todo cuanto ocurre en "la sesión". A menos que comparemos nuestro trabajo
con aquel "experimento de laboratorio" con el que Freud ironizaba sus primeros
tiempos de trabajo.11
A aquel primer período, "el experimento de laboratorio", lo sucedió el encuentro con el obstáculo que representaba "la transferencia", y a la par de transformarla en "vía regia", se hizo necesaria la regla de abstinencia.14
Desde este "experimento" surgieron los oximorones: "sin memoria y sin
deseo", "hacer el muerto", "reverie", "pantalla inactiva", "atención libremente
flotante", para designar esa imposible actitud de escuchar sin comprender o de
participar sin vincularse. El meollo de la dificultad es que, según esas recomendaciones, el cénit de la escucha se presenta en un psicoanalista "puro inconsciente", ya que esa posición requeriría del desvanecimiento de la posición de sujeto
del saber y de la observación; ser ajeno a uno mismo, lo cual es imposible, como
lo es no vincularse.
Convengamos en que la capacidad de operación del analista excede su "comprensión" de lo que acontece en la sesión: en el ámbito de la sesión se producen hechos que exceden lo que analista y paciente pueden comprender en ese tiempo.
Para finalizar afirmaríamos que nuestra presencia y sus efectos en ambas direcciones son innegables: el "objeto" paciente no puede no tener en cuenta nuestra
presencia, y al observador" analista no le resulta posible ser puro sujeto de conocimiento. No sólo eso, esa "interferencia" constituye el corazón de lo que hemos intentado reflexionar en este texto, colocándonos frente a esta cuestión en posición
similar a "la tensión que introdujeron en la historia del psicoanálisis las nociones
de transferencia, contratransferencia, etc. Las opciones que frente a este problema
13 "En aquellos años [de la hipnosis escribe en 1914] el paciente se trasladaba a una situación anterior que nunca parecía confundirse con la presente y comunicaba los procesos de ella [… ] transponiendo lo inconsciente a lo consciente [… ] Con la nueva técnica muy poco a menudo
nada queda de aquel delicioso curso de eventos [… ] el paciente no recuerda nada de lo olvidado y reprimido sino que lo actúa (agieren, acted
out). Lo reproduce no como recuerdo sino como acción repite (bajo el impulso de la compulsión) sin saber que lo hace (pp 149-150). Recordar,
como era inducido por la hipnosis, no puede sino darnos la impresión de un experimento de laboratorio […] repetir como es inducido en la
terapia analítica […] implica convocar un trozo de vida real […] de ahí en más la compulsión repetitiva determina la secuencia del material que
será repetido" (p 152)
14
¿Como pensaba Freud que se producía ese maravilloso hecho de 'entender' cual es el sentido latente de aquello que
sucede en la sesión'. El analista, dice en 1912 "[…] debe volver hacia el inconsciente emisor del enfermo su propio inconsciente como órgano
receptor como el auricular telefónico se ajusta al micrófono emisor […] debe estar dispuesto a […] "usar todo (todo por igual sin preferencias ni
prejuicios de comprensión) cuanto le es dicho para interpretarlo sin sustituir por una censura propia la selección que ha realizado el paciente'
(p 117)
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han propuesto Stern y Gabbard son, a nuestro juicio, dos intentos polares de solución que eliminan la "tensión" al descartar uno de los términos.1S
Concluimos sugiriendo, entonces, que el corazón "actual" de nuestros desvelos está dado por delimitar la situación analítica, intentando definir límites que se
nos revelan siempre imprecisos, y en ese sentido proponemos en este escrito que
"la solución" no está en suprimir esta tensión, sino en aceptarla y convivir con ella.
Resumen
Los autores vuelven en este texto sobre la regla de abstinencia, en tanto creen que se la ha
banalizado al considerarla sólo como una norma más del encuadre a seguir. Consideran, en cambio, que esta regla implica no sólo la interdicción del intercambio que exceda lo verbal sino, a la
vez, la puesta en juego, por parte del analista, de cierta suspensión de sus convicciones y teorías
para comprender lo que se produce en la situación analítica. Esto incluye el hecho de que el analista reciba en la mayor medida posible lo que provenga del paciente como material de análisis.
Cuando resaltan "cierta" y "en la mayor medida posible" es porque consideran que la suspensión de convicciones y la capacidad para recibir lo que proviene del paciente como material
son disponibilidades con límites personales. La presencia de analista y paciente en la situación
analítica y sus efectos en ambas direcciones son innegables: el "objeto" paciente no puede no
tener en cuenta la presencia del analista, y al "observador" analista no le resulta posible ser puro
sujeto de conocimiento. Esa "interferencia" constituye el corazón de la reflexión en este texto,
colocándola en posición similar a la tensión que introdujeron en la historia del psicoanálisis las
nociones de transferencia y contratransferencia. Sugieren por último que la regla de abstinencia
-precisamente por la imposibilidad de que se cumpla a ultranza- es la que permite construir el
encuadre de cada psicoanálisis.
Resumo
Neste texto, os autores retornam ao tema da regra de abstinência, pois acreditam que tem
sido banalizada ao ser considerada só mais urna norma do enquadre a seguir. Contrariamente
a essa visão, eles consideram que a regra de abstinência implica não só a interdição de trocas
entre paciente e analista que excedam o verbal, mas também a posta em ação, por parte do
analista, de certa suspensão de suas condições e teorias para compreender o que acontece na
situação analítica. Isto incluí o fato de que o analista receba na maior medida possível o que
provenha do paciente como material da análise. Quando os autores grifam as palavras: "certa"
e "na maior medida possível" é porque consideram que "a supressão das convicóes e a capa15 El analista puede en cambio, y debería, 'gerenciar' (¿conducción de la cura9) el desarrollo y la dirección del tratamiento. Dos enfoques que
tienen en cuenta esta función son la idea de Odgen (1994) de un "sujeto interpersonal descentrado" al que llamó ' tercero analítico' o la concepción de Poland (2000) de una función vinculada también a una terceridad que denomina 'testimonio analítico" Green (1998) sugiere una modificación a la anterior propuesta en su opinión, que considera, además, representante de la tendencia dominante en Francia siempre hay un tercero
en la intersubjetividad, tercero que esta constituido por el A (el Gran Otro) sujeto del lcs y tesoro del significante siguiendo con esto la teoría
lacaniana del significante
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Héctor Ferrari, Manuel J. Gálvez, Jorge Luis Maldonado, Rodolfo Moguillansky, Julio Moreno, Guillermo Seiguer
cidade de receber o que provém do paciente como material da análise" são disponibilidades que
tem limitações pessoais.
A presença do analista e do paciente na situação analítica e seus efeitos em ambas direções
são ¡negáveis: para o "objeto" paciente não é possível não levar em consideração a presença
do analista, e para o "observador" analista não é possível ser puro sujeito de conhecimento.
Neste texto, essa "interferência" constituí o coração da reflexão, ela é colocada numa posição
similar á tensão que produziram, na historia da psicanálise, as noções de
transferéncia-contratransferencia. Os autores sugerem, por último, que a regra de abstinência,
precisamente pela impossibilidade de ser cumprida completamente, é a que permite construir o
enquadre de cada psicanálise.
Summary
In this paper, the authors review trie rule of abstinence as a concept that has been trivialized
as if it were just another setting norm, one to be followed among others. On the contrary, the
authors argue that the rule of abstinence implies not only that an exchange exceeding a verbal one
is prohibited, but also, and at the same time, that the analyst has to somehow suspend his/her
theories and convictions to better understand what the analytical situation brings about. This
allows the analyst to receive what comes from the patient, to the maximum extent possible, as
analytical material. They underline somehow and to the maximum extent possible, as
suspending one's convictions and being able to receive what comes from the patient are
dispositions having personal limits. Both patient and analyst are present in the analytical situation
and their reciprocal influence is undeniable -the patient as "object" cannot ignore the presence
of the analyst, and the analyst as "observer" cannot be a pure subject of knowledge. This paper
is a reflection on this "interference", which is given a status similar to the tensions introduced in
the history of psychoanalysis by the notions of transference and counter-transference. The authors finally suggest that the rule of abstinence, precisely because it cannot be fully adhered to,
allows to build the setting of each psychoanalysis.
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Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Andrés Guillermo Castaño Blanco
Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
La interpretación no verbal.
Repercusiones de la teoría
de la mente modular
Introducción
En lo que respecta a algunas experiencias y prejuicios personales que se
relacionan con el tema a desarrollar como psicoanalista, en el trabajo con niños, siempre me impactó la intensidad de la interacción a diferentes niveles: las
variaciones en el volumen, timbre y música de la voz, el intercambio en el juego, etcétera.
En el trabajo con adultos, también he tenido experiencias en las cuales el
proceso parecía desarrollarse en aspectos diferentes del contenido verbal de las sesiones. Muchas veces, supervisando las sesiones de mis pacientes, a pesar de que
estaban desgrabadas literalmente, palabra por palabra, tenía la certeza de que no lograba transmitir lo que realmente había ocurrido en una sesión específica.
En mi desarrollo personal, desde la niñez la música ha sido una influencia
importante. Cuando escucho una obra por primera vez, prefiero no saber el "argumento verbal" para prestar más atención al "argumento musical", e intento ignorar
los carteles traductores de las óperas que se ven en algunos teatros. Cabe destacar
que la parte argumental de muchas de las óperas es bastante pobre, y sin embargo
siguen teniendo vigencia por su música. Tampoco los títulos que se dan a otro tipo
de obras musicales tienen relación con la estructura musical en sí, es decir que la
música no tiene un argumento similar al de una historia verbal, sino que su argumento es puramente musical. Por ejemplo, nada dice de Romeo y Julieta el Ballet
Op. 64 de Prokofiev, aunque lleve ese nombre.
Dirección del autor Av Las Heras 3745 - 3o D -1425 Buenos Aires Argentina E mail castano@velocom. Com. ar
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Andrés Guillermo Castaño Blanco
Planteo de las principales hipótesis
La palabra es de fundamental importancia para la cura desde el punto de vista del psicoanálisis. De hecho, el concepto de insight implica la cura por el conocimiento por medio de la verbalización. Sin embargo, existen otro tipo de experiencias (no verbales) que se desarrollan en todo proceso psicoanalítico, lo que ha llevado a la necesidad de postular diferentes teorías con el fin de explicarlas y al mismo tiempo intentar darles un sentido en este proceso.
La idea que trataré de desarrollar es que además del conocimiento de tipo discursivo existen otros tipos de conocimientos que llevarían a replantearse el concepto de
aparato psíquico en sus niveles de organización y, en consecuencia, replantearse también la importancia de los diferentes factores que intervienen en el proceso de cura.
En el recorrido por diferentes autores, plantearé primero la concepción vigente para algunos analistas con respecto a la verbalización y su relación con el insight, para analizar a continuación las alternativas teóricas que suponen una cura
con ausencia de insight o de conocimiento, y en otros casos la existencia de insights
no verbales. Luego analizaré cómo los estudios en otras ramas del conocimiento,
en especial la teoría modular del funcionamiento mental, pueden ser útiles para
comprender el paralelismo entre lo verbal y lo no verbal. Me basaré principalmente
en los desarrollos teóricos de Ray Jackendoff.
Las palabras y la cura
La visión clásica de la teoría de la cura enfatiza la importancia del lenguaje,
ya que, por medio de las representaciones verbales, se logra que lo que estaba en el
sistema inconsciente pase al preconsciente. De esta manera se lograría pasar del
proceso primario al secundario. Éste sería el camino para lograr el insight. Es decir que las experiencias pueden llegar a tener una alta organización cognitiva, un
proceso simbólico, sólo en la medida en que puedan recubrirse de palabras. Las vivencias no son algo completo en sí mismas.
Estos conceptos están basados en la teoría de Freud (1915):
"[...] el sistema prcc nace cuando esa representación-cosa es
sobreinvestida por el enlace con las representaciones-palabra que le
corresponden. Tales sobreinvestiduras, podemos conjeturar, son las
que producen una organización psíquica más alta y posibilitan el relevo
del proceso primario por el proceso secundario que gobierna en el
interior del Prcc. Ahora podemos formular de manera precisa eso que
la represión, en las neurosis de transferencia, rehúsa, a la representación
rechazada: la traducción en palabras, que debieran permanecer
enlazadas con el objeto".
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
La interpretación no verbal. Repercusiones de la teoría de la mente modular
Y también Freud (1923):
"Ya en otro lugar adopté el supuesto de que la diferencia efectiva entre una representación (un pensamiento) icc y una prcc consiste
en que la primera se consuma en algún material que permanece no conocido, mientras que en el caso de la segunda (la prcc) se añade la conexión con representaciones-palabra".
Sin embargo, si bien lo considera un método muy imperfecto de
devenir-consciente, no descarta la posibilidad de un pensar visual (Freud, 1923):
"Pero no se nos ocurra, acaso en aras de la simplificación, olvidar la significatividad de los restos mnémicos ópticos -de las cosas
del mundo-, ni desmentir que es posible, y aun en muchas personas
parece privilegiado, un devenir conscientes los procesos de pensamiento por retroceso a los restos visuales. El estudio de los sueños, y
el de las fantasías inconscientes según las observaciones de J.
Varendonck, pueden proporcionarnos una imagen de la especificidad
de este pensar visual".
Posteriormente, la idea de "la cura por el conocimiento" habría de tropezar
con ciertas dificultades. Como ejemplo podemos considerar un informe de la
Menninger Foundation (Appelbaum, 1977). No tiene sentido describir aquí el
exhaustivo y meticuloso método de investigación seguido por los autores. Me
limitaré a citar a Otto Kernberg, quien resume las conclusiones de los autores
después de un seguimiento prolongado de pacientes, diciendo: "Este caso también
ilustra la naturaleza ambigua del insight, un punto que merece comentario
adicional: El Dr. Appelbaum concluye que el desarrollo del insight puede o no
coincidir con el cambio psíquico estructural y la mejoría y que, en contraste, las
técnicas de apoyo pueden lograr lo que parece ser cambio intrapsíquico
estructural". (Traducción personal.) En las conclusiones, los autores recomiendan:
"El hecho de que tales cambios hayan ocurrido en estos pacientes perturbados, generalmente en ausencia de insight, resolución de
conflicto y conciencia psicológica, debería alentar a dar una mirada
más cercana a otros elementos mutativos en el proceso terapéutico,
quizás especialmente los de la relación". (Traducción personal.)
Estas citas hacen que uno se pregunte cuáles pueden ser esos otros elementos
que ayuden a mejorar a los pacientes. ¿Acaso habrá diferentes tipos de conocimiento y de insight, o son otros componentes que no tienen que ver con el conocimiento?
Richfield (1954) se interesa por el tema del insight y hace un recorrido en los
diversos sentidos que se le pueden dar a éste. Según sus ideas, no todos los insights
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6/ 2004
Andrés Guillermo Castaño Blanco
son iguales. Algunos son más "verbales" o "intelectuales" y, paradójicamente, no
son de los más eficaces. Este autor intenta solucionar el problema de los diversos tipos de insight por medio de una clasificación propia. Así, dice que los insights pueden ser: 1) descriptivos, que son los que proporcionan al paciente verdades sobre sí
mismo haciendo uso de su capacidad para comprender las palabras utilizadas en
cualquier interpretación, y 2) ostensivos, que se logran mediante las relaciones cognitivas directas involucradas en la adquisición del conocimiento por familiaridad.
La postulación de Richfield está basada en B. Russell y se refiere a que no es
lo mismo conocer algo por familiaridad que conocerlo por descripción, entendiéndose por "familiaridad" el tener una relación cognitiva directa con el objeto. Por
ejemplo, no es lo mismo conocer muy bien Roma por lo que se leyó en un texto
(descripción), que porque se vivió en esa ciudad (familiaridad).
Hasta ahora aparecen varios intentos de postular otros tipos de conocimiento "más allá de las palabras"; sin embargo, el modelo teórico sigue sin solucionar,
ya que no se especifica cuáles serían esas relaciones cognitivas directas. ¿A qué se
referirán? ¿Quizás a las que se obtienen por la vista, por los sonidos, por sensaciones táctiles, por sensaciones cenestésicas, por el olfato? ¿Pero acaso estas relaciones cognitivas no quedarían dentro de las muy poco organizadas con respecto a la
organización que implica el lenguaje?
Algunos autores, sobre todo aquellos que enfatizan el aspecto vincular del
proceso psicoanalítico, parecen no confiar tanto en las palabras, en su técnica de
trabajo. Aunque en algunos casos se están refiriendo a situaciones especiales (regresión, por ejemplo), dicen que "las palabras se convierten en medios de comunicación en los que no se puede confiar" (Balint, 1979), y propugnan la creación de
"climas" o "atmósferas", en los cuales no sólo no es necesario, sino que a veces no
es conveniente usar las palabras. El problema es que estos conceptos de "clima" y
"atmósfera" resultan bastante vagos, como estos autores reconocen. Winnicott
(1965) también dice que cuando un paciente tiene cierta tendencia a la regresión,
le está dando indicaciones al analista "para que éste sepa cómo comportarse más
que cómo debe interpretar".
Otro autor que se plantea estos problemas es Masud Khan (1974). Expone,
en situaciones particulares, la importancia de la "función no-interpretativa", y en su
artículo "Vicisitudes de ser, conocer y experimentar en la situación analítica" sostiene que esos tres infinitivos son aspectos diferentes que se pueden desarrollar en
un tratamiento psicoanalítico. Da el ejemplo del tratamiento de un paciente que ya
había realizado otros análisis anteriores, que aparentemente sólo habían contribuido a favorecer la inclinación patológica del sujeto a buscar el significado de todo.
El autor afirma que la técnica adecuada consistió en evitar la búsqueda del insight,
con el fin de que el paciente pudiera "experimentar".
Este "comportamiento", lo mismo que los "climas" y el "experimentar",
¿en qué consistirán? ¿Se referirán a miradas, a tonos de voz, a volúmenes de voz,
a gestos?
Kohut (1984) también les da importancia a los aspectos no verbales:
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
La interpretación no verbal. Repercusiones de la teoría de la mente modular
"[...] las reverberaciones emocionales que acompañan sus interpretaciones [las del analista], comunicadas a través del tono de voz y
otros medios, son tan importantes como su contenido verbal. O sea que
incluso una interpretación correcta y exacta puede fallar si el paciente
siente que le es formulada con chatura afectiva, con excesiva preocupación o con desinterés".
Este autor postula en un ejemplo clínico que una interpretación disparatada
en su contenido (según su criterio) de una psicoanalista a su paciente, a quien le había suspendido una sesión, adquiere sentido debido a que había "logrado transmitirle -a través de las palabras elegidas, el tono de voz y probablemente muchos
otros medios de comunicación que todavía no comprendemos lo suficiente, entre
ellos los movimientos corporales, los sutiles olores que emanan del cuerpo, etc.- su
percepción empática correcta del estado devastador en que la paciente se sentía".
En las postulaciones de este autor surgen nuevamente las dudas planteadas a
propósito de Richfield, de Balint, de Winnicott y de Khan. Kohut cree que existen
factores no verbales que son fundamentales en el proceso de cura. Al parecer él
también estaría hablando de factores que tienen un bajo nivel de organización comparados con el lenguaje -imágenes visuales, tonos de voz, olores-. Se anticipa a la
crítica negando que esté describiendo la "cura por el amor" o la "cura por la bondad". ¿De qué estará hablando si niega que estos factores sean cogniciones y al
mismo tiempo niega que sean afectos? Más adelante veremos de qué modo se los
puede considerar.
Vamos a detenernos un poco en el camino que venimos recorriendo y dar una
rápida mirada hacia atrás: el pensamiento de tipo verbal ha sido un elemento fundamental en la concepción de la cura en psicoanálisis (insight). Sin embargo, algunos estudios (Menninger Foundation) dan resultados que cuestionan esta idea y, por
otro lado, varios teóricos han necesitado postular la existencia de diferentes tipos
de insight (Richfield) o han negado que la cognición, en especial la que se obtiene
por medio de la interpretación verbal, sea siempre necesaria (Balint, Winnicott,
Khan), o inclusive sea lo esencial de la cura (Kohut).
El tema que venimos desarrollando se está discutiendo actualmente en el sitio de Internet de The International Journal of Psychoanalysis por medio de un trabajo de Stern D. et al. (1998): "Non-interpretative mechanisms in psychoanalytic
therapy. The 'something more' than interpretation".
Filosofía del arte
Consideremos ahora el mismo modelo desde la perspectiva de la filosofía del
arte. Susanne Langer (1957) sostiene que existe un amplio margen de experiencias
humanas que es imposible traducir en palabras. Se refiere de modo específico a los
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afectos y afirma que el arte es el medio simbólico que trata justamente de ellos. Si
bien la obra de arte expresa sentimientos, no son necesariamente los que el artista
siente, sino aquellos que conoce.
"El enunciado verbal, que es nuestro medio de comunicación
normal y más digno de confianza, resulta casi inútil para comunicar
conocimiento sobre el carácter preciso de la vida afectiva. Toscas denominaciones como 'alegría', 'pesar' y 'miedo' nos dicen tan poco sobre la experiencia vital como las palabras generales 'cosa', 'ser' o 'lugar' sobre el mundo de nuestras percepciones."
Langer afirma que esta forma simbólica del conocimiento es ajena al lenguaje
y no se la puede traducir a él.
Stern (1985) también trata las limitaciones del lenguaje, pero desde el punto
de vista del estudio del desarrollo evolutivo. Señala que pueden existir diferentes
relaciones entre la experiencia no verbal y la parte de ella que ha sido transformada
en palabras. Estas relaciones son muy pocas veces las ideales, es decir que el
lenguaje represente la esencia de la experiencia total:
"La experiencia global podría fracturarse o quedar pobremente
representada, caso en el cual se extravía y lleva a una existencia trasnombrada y mal comprendida. Y por último, algunas experiencias globales de los niveles de relación nuclear e intersubjetiva (tales como el
propio sentido de un sí-mismo nuclear) no permiten un acceso del lenguaje suficiente para separar un trozo y someterlo a una transformación
lingüística. Tales experiencias continuarán en forma subterránea, no
verbalizadas, para llevar una existencia innominada (y, sólo en esa medida, desconocida) pero sin embargo muy real".
Jackendoff y los módulos de la mente
Pasaré ahora a desarrollar las ideas de Ray Jackendoff (1987, 1993) en lo que
se refiere a su concepción de los diferentes niveles de abstracción del funcionamiento mental. Este autor se basa en la teoría de la gramática generativa de Noam
Chomsky y en la teoría modular de la mente de Jerry Fodor (1983).
La idea fundamental en juego es que los procesos mentales no están basados
en el resultado de un único aparato procesador, sino en el de varios aparatos procesadores, cada uno de los cuales se encarga de un tipo específico de información. Esto
es equivalente al concepto de "órganos mentales" de Chomsky o al concepto de
"modularidad" de la mente de Fodor. A su vez, cada uno de estos módulos tiene diferentes niveles de representación, de lo más periférico a lo más central. Es decir
que, de acuerdo con estas teorías, no existiría una percepción "en bruto" y su posRevista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
La interpretación no verbal. Repercusiones de la teoría de la mente modular
terior elaboración por medio del lenguaje, sino que la percepción misma ya implica
un cierto grado de elaboración, que a su vez sigue siendo objeto de elaboraciones
posteriores, dentro del mismo módulo cognitivo.
A continuación desarrollaré estas ideas. Comenzaré con el módulo del lenguaje, siguiendo los conceptos de la gramática generativa de Chomsky, y luego seguiré con otros dos módulos, el de la visión y el de la música, con el fin de intentar establecer un cierto paralelismo.
El lenguaje
Comenzaremos con los niveles de representación de la información lingüística. Existen niveles más periféricos (las señales acústicas) y niveles que alcanzan
una abstracción e integración cada vez mayor.
Lo característico de Jackendoff (siguiendo a Chomsky) es que estos distintos niveles de organización no se alcanzan por medio de asociaciones, sino
que responden a reglas de formación de cada una de las estructuras, que tienen
un altísimo nivel de abstracción y de las cuales no se puede dar cuenta a nivel
consciente. Por ejemplo, se sabe con respecto a la estructura fonológica que lo
que se escucha no es equivalente a las ondas sonoras; nuestra mente las separa
en sílabas y palabras siguiendo estas "reglas de formación de estructuras fonológicas". Cuando alguien escucha un idioma que no conoce, no puede separar en
sílabas y palabras.
A nivel de la estructura sintáctica, se llega a otro nivel de abstracción. En
la gramática generativa se usa la famosa estructura "en árbol" de Chomsky, para granearla.
En nuestro país, Liberman (1983) ha utilizado el modelo "árbol", como en
el ejemplo de la figura, en la que se toma una frase de un paciente ("pensaba que
su sillón es cómodo"). Ha usado este método con el fin de estudiar las modificaciones sintácticas que se pueden producir en la evolución de un paciente en tratamiento psicoanalítico.
Como dijimos, también existen "reglas de formación" de las estructuras
sintácticas. Lo original de Chomsky es que señala que estas reglas son de un altísimo nivel de abstracción y de carácter inconsciente. Si a un niño de ocho años
se le formula una oración como: "La señor llevó a pasear perro su negro", va a
decir que es incorrecta y va a poder decir la oración adecuada: "La señora llevó
a pasear su perro negro" o "El señor llevó a pasear su perro negro". Pero si se le
pregunta por qué, no podrá decir que el artículo debe coincidir en género y número con el sustantivo ni que el adjetivo posesivo debe preceder a su sustantivo. El ejemplo precedente es muy simple, pero se sabe que la cantidad de reglas
que usa un niño de diez años es mayor que aquella de la que pueden dar cuenta
todos los universitarios del mundo que estudian esa lengua. Chomsky postula,
entonces, que cuando un niño aprende un idioma, en realidad ya lo sabe en gran
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parte,1 puesto que va a ir implementando su conocimiento de una "gramática
universal" que aplicará en sus variaciones al idioma específico con el que entra
en contacto.
Lo que deseo remarcar es que el lenguaje tiene una estructura de niveles jerárquicos cada vez más complejos, y esto es lo que ha llevado a que se lo considere
como la esencia del pensamiento, así como el más alto organizador de la experiencia, como veíamos en las primeras páginas de este trabajo. Pero esto mismo ha llevado a ciertos "prejuicios culturales".
"La habilidad para verbalizar y explicar una experiencia a menudo se toma como una condición necesaria para aceptarla como racional o aun real. Lo que no puede ser verbalizado, especialmente si
implica emoción, es misterioso, irracional, amenazador y quizá no
existe" (Jackendoff, 1987, traducción personal).
Sin dejar de reconocer la riqueza del lenguaje, Jackendoff lo considera un
módulo más entre varios en el funcionamiento de la mente humana y se dedica
al estudio de los distintos niveles de organización que tienen otros módulos. En
sus libros efectúa una minuciosa investigación de la visión y de la música, a las
cuales considera como módulos tan ricos como el lenguaje, y postula hipotéticamente otros módulos posibles, como el de la organización social y la gramática de los rostros.2
La visión
Comprender "en el lenguaje", no necesariamente significa comprender el
mundo. Un escolar puede decir muy seguro, en su clase de geografía frente a la
maestra: "Las estaciones se producen porque el eje de la Tierra está inclinado unos
23 grados con respecto al plano de la elíptica que hace alrededor del Sol", pero sólo
comprenderá la razón de las estaciones si tiene "dentro de su mente" dos esferas y
"las hace girar" una alrededor de la otra con el eje inclinado con respecto al plano
de giro, hasta pasar por el equinoccio, donde los dos polos de giro están a la
misma distancia de la esfera central, para a partir de allí alejarse cada vez más un
polo con respecto al otro y en relación con la esfera central hasta llegar a los
solsticios, en los que se logra la máxima diferencia de distancias, para después
completar un giro.
Este modelo significa que nuestras representaciones videoespaciales no son
1
Existe una coincidencia entre las ideas de Chomsky y las de Bion en el sentido de que 'el pensar es un desarrollo impuesto en la psiquis por la
presión de pensamientos, y no al revés' (W. R. Bion 1967)
2 Un autor que se ha ocupado de la importancia de esta gramática en psicoanálisis ha sido Searles (1986) Sostiene que ' las expresiones faciales
del analista constituyen una dimensión altamente, y a menudo, centralmente significativa del psicoanálisis y de la terapia psicoanalítica, una dimensión que ha sido muy descuidada, sin embargo, en la literatura' (traducción personal)
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La interpretación no verbal. Repercusiones de la teoría de la mente modular
imágenes copiadas pasivamente de las imágenes retinianas, sino que se van agrupando y estructurando distintos elementos en unidades cada vez más complejas. Es
decir que no se trata de lo mismo que una cámara fotográfica. Si bien los haces de
luz atraviesan el cristalino y forman una imagen en la retina, no existe ninguna pantalla en el cerebro. A partir de la retina se produce una activa organización del material percibido. Por ejemplo, en la formación del esquema primario interviene la
estructuración de un "contorno".
La conocida figura de las dos caras o la copa es otro ejemplo de que la mente
puede cambiar activamente el sentido de borde.
Dicho de otra manera: el ver implica un modo de interpretar la luz. Esto es
equivalente a lo que decíamos con respecto a la estructura fonológica: escuchamos
en sílabas aunque la emisión de sonido no necesariamente las implique. Es decir
que seguimos con un modelo similar al de Bion, pero aplicado al conocimiento
videoespacial: existirían pensamientos visuales que presionan a la psiquis para
organizar sus percepciones visuales.
A medida que el módulo videoespacial avanza en su nivel de elaboración, se
llega al modelo tridimensional, el que también implica un alto nivel de abstracción.
Por ejemplo, para Marr (1982) en el modelo 3D de una figura humana el miembro
superior está codificado como una parte separada del cuerpo que, a su vez, se divide en brazo y antebrazo, y la mano que, a su vez, se divide en palma y dedos, y éstos, a su vez, en falanges.
Es decir que "lo que es particularmente interesante acerca de la estructura 3D
de un objeto es que es jerárquica: representa la estructura dimensional de un objeto no en términos de forma holística (no es una 'estatua en la cabeza'), sino en términos de descomposición jerárquica de un objeto en partes y partes de partes"
(Jackendoff, 1987; la cursiva es del autor, la traducción es personal).
Esta estructuración jerárquica en el módulo videoespacial y el uso de otras
categorías (como "patos", "gansos" y "cisnes", dentro de la más amplia de "aves
acuáticas") darían cuenta de la conexión directa entre el módulo videoespacial y el
nivel conceptual.
De esta manera se establece un paralelismo entre los módulos del lenguaje y
el de la visión, tanto por las secuencias de los niveles de representación como por
las reglas de formación de cada uno de esos niveles.
Resulta muy interesante que Freud ya hubiera anticipado en su época estos
conceptos del "pensar visual" (como vimos en las primeras citas), que en la actualidad han sido desarrollados tan ampliamente por Marr y Jackendoff.
Relaciones entre el lenguaje y la visión
No hay duda de que ambos módulos están conectados entre sí, ya que podemos hablar de lo que vemos.
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Sin embargo, existen limitaciones muy serias para traducir "formas" y "relaciones de objetos". Se pueden reconocer con exactitud diferentes objetos con formas complicadas y resulta muy difícil poner ese conocimiento en palabras con el
fin de que otro los reconozca. (Un ejemplo: intentemos poner en palabras la forma
de un violín.)
Lo que evidencia aun más lo restringido del lenguaje para dar cuenta del conocimiento videoespacial es la desproporción que existe entre los nombres de objetos y las preposiciones que son referencias verbales correspondientes a situaciones videoespaciales (varias decenas de miles y menos de cien, respectivamente).
Un conocimiento visual que parece altamente especializado es el que se refiere a los rostros: uno puede reconocer una cara entre miles. Si se aplicara este
mismo tipo de reconocimiento a una figura geométrica que tenga una cantidad de
variables similar al de un rostro, el reconocimiento sería imposible.
Este tipo de conocimiento visual también es mucho más rico que el que se
puede lograr traduciendo a las palabras.
La música
En la introducción se ha hablado de cierto intercambio entre analista y paciente que está en un plano diferente del de las palabras. Fernando Guiard (1977)
ha analizado la incidencia de la entonación al hablar en el vínculo con sus pacientes. La importancia que le da al aspecto musical del lenguaje lo lleva a estudiar
exhaustivamente su propia forma de hablar, y llega a describirla en forma bastante
detallada.
"[...] [observé que] suelo subir levemente el tono, lentificar el ritmo y hacer una breve pausa en medio de la frase que crea una incógnita. A veces prolongo la duración de las vocales en medio de la interpretación mientras pienso. El tono y la duración decrecen y el ritmo
se acelera cuando la incógnita queda resuelta mediante mi
verbalización. Por ejemplo:
[...] 'porque le pongo la limitación de [...] de atenderla solamente acá".
Sin embargo, no podemos decir que este autor analice la música (o algún otro
elemento no verbal) como algo con jerarquía propia, más allá del intercambio verbal, sino como uno de sus componentes. Citando a Freud, la pone en el lugar de intermediario, es decir, un accesorio de la palabra y una posible herramienta en el
proceso de insight.
"La conexión parcial entre las imágenes mnemónicas y las vocales permite que haya una noticia de la descarga (Freud, 1895). La representación de palabra está unida a la representación de objeto sólo por la
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La interpretación no verbal. Repercusiones de la teoría de la mente modular
imagen sonora (1982). Esto daría a las representaciones vocales, tonales
o sonoras una función de intermediación entre las representaciones de
palabra y de cosa e importancia para hacer consciente lo inconsciente.
¿Quiere decir entonces que una mayor riqueza de repertorios melódicos
permitirá más enlaces para que las representaciones de cosa alcancen el
nivel lingüístico, para que haya una mayor permeabilidad del inconsciente y una mayor riqueza del preconsciente? [...] ¿Quiere decir que en
la representación del analista en el paciente tendrá particular importancia la 'imagen melódica' de éste, y de la misma manera en la representación de cada paciente y en la 'representación de paciente' (como totalidad integrada por partes de experiencia) del analista será fundamental
la 'imagen melódica'?" (Guiard, 1977).
Jackendoff estudia la música en un plano distinto, fuera del ámbito terapéutico. Según las teorizaciones de este autor, cualquier secuencia musical pasa por
una serie de procesamientos mentales que implican un alto nivel de abstracción.
Estos procesos mentales obedecen a "reglas de formación" de cada una de las estructuras. Si no se ha estudiado música, estas reglas siguen actuando, aunque la persona no pueda dar cuenta de ellas. Pensemos en las ocasiones en las que al escuchar una melodía por primera vez podemos reconocer al compositor. Este fenómeno puede darse sólo si la mente comprende un nivel de organización que identifica
con patrones previos, con los que puede establecer el paralelismo.
Así como la mente cuenta con estructuras que hacen que uno escuche sílabas, palabras y frases aunque no sean emitidas como tales, de la misma manera está equipada con estructuras musicales que organizan lo que se escucha. Siguiendo
con las ideas de Bion, podemos decir que existen pensamientos musicales que fuerzan a la psiquis a pensar musicalmente los sonidos. ¿Cuáles son esas estructuras?
Jackendoff conceptualiza tres:
1. Estructura de frases (Jackendoff la denomina grouping structure). Es la división jerárquica de una obra musical en frases, motivos y secciones.
2. Estructura métrica. Es la que tiene que ver con la organización en tiempos
débiles y fuertes.
3. Estructuras de reducción. Son, por un lado, las que tienen que ver con tema y variación u ornamentación, y, por el otro, las que tienen que ver con tensión
y relajación. Cada uno de los pasos implica una reducción en la que se van eliminando notas relativamente más ornamentales. Se ve también cómo en cada nivel
existe un elemento que es base para la ornamentación.
La conclusión de Jackendoff (1987) es que "la percepción musical, como las
percepciones lingüística y visual, no consiste en tomar información pasivamente
del medio; requiere una estructuración de la información en formas que no están
explícitas en la señal exterior" (traducción personal).
Me ocupé de describir someramente la estructuración jerárquica de tres módulos. Los autores hipotetizan que existen otros. Pero el punto central que deseo
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destacar es el desplazamiento del modelo: no existirían percepciones que sirven como materia prima con el fin de ser elaboradas en un nivel simbólico por medio del
lenguaje. Hay diferentes módulos que están estructurados en niveles jerárquicos de
elaboración y abstracción. A veces se puede lograr un grado limitado de conexión
entre ellos. Por otro lado, aunque estos módulos se conectan con el nivel conceptual, no lo constituyen en sí mismos.
De acuerdo con este modelo, "conocer" no es sólo formular oraciones, así
sean del tipo "Hoy fui al cine", o "Los perros tienen cuatro patas", o "Los volúmenes de los gases son inversamente proporcionales a las presiones que soportan". Se
puede conocer profundamente cuándo un compositor está componiendo su obra o
cuándo un físico está tratando de solucionar un problema videoespacial, aunque no
intervengan las palabras.
Material clínico
Vamos a tratar de aplicar el modelo modular a algunos ejemplos clínicos tomados de Valeros, de Ekstein y de Bollas.
En primer lugar consideraremos la idea de "la interpretación dramática" de
Valeros (1998). Dice el autor:
"Supongamos a una madre que reconoce la sonrisa en el rostro
de su infante y que adivina en la mirada vigilante de éste la expectativa de que ella le sonría para envolverse ambos en el juego de las sonrisas compartidas. Figurémonos que esa mamá permanece seria y le dice a su hijo que ella entiende que él desea jugar a las sonrisas mutuas.
Que jugar a las sonrisas, en ese momento, es una forma de reasegurarse el amor y la disponibilidad de su madre y su propia capacidad de
adorarla, después de que su vínculo de afecto con ella se había dañado
por la hostilidad que él había sentido un rato antes, cuando ella le puso un límite. Supongamos que todo lo que dijo esa madre sea correcto.
Sin embargo, [...] falta la comprensión de que el estado mental de juego necesita ser respondido con juego, universalmente, fuera y dentro
de la sesión analítica. Aun en un juego cuyo sentido sea el comprender
el significado inconsciente, como es el juego analítico, la comprensión
debe tener forma de juego".
Si analizamos este pequeño ejemplo a la luz de las hipótesis que desarrollamos aquí, se diría que Valeros se está refiriendo a dos módulos: el módulo de
expresión facial (ya esbozado en este trabajo) y el módulo verbal. El autor muestra también cómo en este caso la respuesta en un módulo diferente implica incomprensión.
Voy ahora a repasar dos ejemplos dados por Ekstein, acerca de lo que llama
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
La interpretación no verbal. Repercusiones de la teoría de la mente modular
"interpretación en la metáfora". Veamos el primero de ellos, en el que una interpretación falla por no estar formulada en el modo de pensamiento de la paciente. Dice el autor (1966):
"En la terapia de niños (neuróticos), las interpretaciones son dirigidas
primariamente a las realizaciones yoicas más maduras. Sin embargo, en
el tratamiento de niños fronterizos y psicóticos, tales interpretaciones
resultan a menudo en un pánico y en la ruptura precipitada del
contacto. O pueden tener éxito en sobreponer un proceso
seudosecundario sobre una base débil, como una concesión a una
demanda externa de ajuste y conformidad social. [...] El material clínico
es sacado del segundo año del tratamiento de Ana (una niña
esquizofrénica), cuando tenía once años de edad. [...] El terapeuta ofrece
una interpretación que sería apropiada en el tratamiento de un paciente
neurótico. Tal interpretación, enfocada hacia un desplazamiento de
transferencia que la criatura ha estado empleando durante varias
semanas, dispara una regresión psicótica. [...] Le dije que yo pensaba
que lo que sentía hacia mí y sus sentimientos para con Mary eran,
ambos, expresiones de los que tenía hacia su madre. Actualmente, Mary
representa a la madre mala a la cual teme, y yo a la madre buena que
no lastima y a quien trata de complacer. Ana dijo, 'oh, querida
Dorothy, este problema materno sí es grande'. [...] que su problema
materno era el más grande que ella ahora tenía. Si tuviera que actuar
en una forma tonta, ¿lo entendería su madre? [...] 'Siento ganas de
comportarme en una forma tonta. ¿Qué haré? [...] ¿Qué haré?'
Empezó a correr en torno a la silla, oliendo sus manos y
retorciéndose.
[...] La respuesta de Ana demuestra lo tenue de su ajuste: no podía
ser mantenido suficientemente como para permitirle ni la integración de
la interpretación ni su rechazo por medios neuróticos. [...] En efecto, la
interpretación del terapeuta estaba dirigida hacia el pensamiento del proceso secundario y fue entendida, pero sin la mediación del proceso secundario consolidado y sin la capacidad de sintetizar o de defenderse
contra las implicancias de esta interpretación en un nivel neurótico. En
consecuencia, impulsó un derrumbe de los límites del ego y la subsecuente invasión del ego por material de proceso primario: una acción
acompañada de agudo sufrimiento".
Repasemos ahora el segundo ejemplo:
"[...] El siguiente extracto [ilustra] un intento afortunado de emplear la interpretación dentro del modo de pensamiento y nivel de funcionamiento del ego, como manifestado en la comunicación de la niña
(el padre de Ana había estado enfermo mentalmente y se había suicidado durante el tratamiento).
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol 6 2004
Andrés Guillermo Castaño Blanco
[...] Se quedó viendo por largo tiempo una mancha de tinta en
la pared lejana [...], dijo: 'Dorothy, mira el signo de la muerte'. Yo repetí: 'Sí, Ana, es el signo de la muerte'. [...] Tocó la mancha y presa
de pánico salvaje se volvió y corrió hacia mí. Mostrándome el dedo
con el que había tocado el signo de la muerte me dijo: '¡Oh, Dorothy,
haz algo!' Yo tomé su mano y besé la punta de su dedo. Ella dijo: '¡Oh,
Dorothy! Tú me salvaste'. [...] Después tomó un lápiz y se acercó a la
pared, diciéndome que bastaban quince segundos para que el signo de
la muerte pasara hacia su brazo a través del lápiz y quiso que yo tomara el tiempo con el reloj y le avisara cuando hubieran pasado diez
segundos. Le avisé a los diez segundos y ella aventó el lápiz a la pila
de arena, preguntando ansiosamente qué habría pasado si lo hubiese
retenido los quince segundos. Yo le dije que no le hubiera permitido retenerlo tanto tiempo.
[...] La niña emplea el pensamiento y gesto mágicos del proceso primario como el único medio a su disposición para expresar impulsos suicidas. Pide y recibe ayuda del terapeuta en términos del
proceso primario".
Este ejemplo muestra que la interpretación adecuada para Ekstein consistió en
tomar la mano de la paciente y besar la punta del dedo, así como tomar el tiempo y
decirle que la protegería. A pesar de que la comprensión de la terapeuta estaba orientada hacia los impulsos suicidas puestos en la mancha, no hubiera sido adecuado
(siempre según Ekstein) efectuar cualquier formulación que incluyera estos impulsos y los mecanismos empleados. Desde el punto de vista teórico desarrollado en este trabajo se diría que en este segundo ejemplo la analista utilizó para comunicarse
con su paciente el mismo módulo que había empleado ella, con importantes componentes videoespaciales y, posiblemente, también musicales.
Christopher Bollas postula una actitud técnica similar:
"El niño autista no puede decirnos cómo se siente ni indicarnos la constitución de su psiquis; sólo puede mostrarnos todo eso, y
lo hace muy bien si el clínico admite ser usado como un objeto y
guiado a través de su propio mundo interno por entre la memoria que
el sujeto guarda de sus relaciones de objeto. No pretendo soslayar la
necesidad de sostener los puntos de vista clásicos en relación con el
material, aquellos que privilegian la lógica de la secuencia narrativa
como guía para que el analista se forme una interpretación de las íntimas preocupaciones del paciente. Tampoco subestimo las importantes contribuciones de la escuela de Lacan ni la insistencia en la
palabra en psicoanálisis. Pero ni la concepción clásica ni la
lacaniana abordan el drama del sujeto y el otro en la transferencia,
como tampoco el carácter de aquella parte de la psiquis que vive
en el
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6 2004
La interpretación no verbal. Repercusiones de la teoría de la mente modular
mundo sin palabras. Un niño autista tal vez no profiera una palabra,
pero su lenguaje son sus gritos, su denso y preocupado silencio, y su
uso mimético de las personas".
Más adelante, refiriéndose a un ejemplo clínico, dice:
"En la transferencia, Peter se decía como un objeto que requería cuidado: 'estoy mal del estómago', 'me duele la cabeza', 'tengo un
resfriado', 'no me siento bien'. Me hablaba en el lenguaje de suspiros,
quejidos, y una persistente risita que servía a su necesidad de vaciarse de deseos agitados y de suscitar mi aguda atención. Se frotaba las
manos, miraba sus dedos, aflojaba el cuerpo como una bolsa. Cuando
caí en la cuenta de que no se trataba de una rumiadura obsesiva que
hiciera las veces de resistencia, sino de un discurso secreto, recordado de la cultura de sus primerísimas relaciones con la madre, él encontró un inmenso alivio. Me parecía como si tratara de compartir un
secreto conmigo dentro de la transferencia, pero era una manifestación secreta anterior al lenguaje y enmascarada por su cualidad enigmática. Sólo podía 'ingresar' en esta cultura recóndita si le hablaba en
su lenguaje: si me mantenía atento a todos los quejidos, suspiros, revelaciones sobre su cuerpo, etc. Sobre todo, debí aprender que él deseaba oír mi voz, y poco a poco entendí que era por su necesidad de
un sonido bueno. Mis interpretaciones eran apreciadas menos por su
contenido que por su función de experiencias estructuradoras. Raras
veces recordó el contenido de una interpretación. Lo que valoraba era
la sensación de alivio que le aportaba mi voz".
Deseo remarcar en la primera de estas citas de Bollas la equivalencia entre
"lenguaje" y "gritos", "silencio", "uso mimético de las personas". En la segunda,
la equivalencia se da entre "discurso secreto" y "suspiros", "quejidos", "risita",
"frotarse las manos", "mirarse los dedos". Traducido a los términos empleados
aquí, se diría que en este ejemplo clínico el módulo musical de la voz es el predominante en la interpretación del analista.
Conclusiones
El psicoanálisis, como ciencia del hombre, siempre se ha visto influido por
las otras teorizaciones humanísticas que lo acompañaron en su desarrollo en el
transcurrir de los años. Freud, por ejemplo, siempre intercambió y discutió con los
conceptos neurológicos, sociológicos, mitológicos y demás ramas del conocimiento humanístico que tenían relevancia en su época. En los desarrollos posteriores, el
psicoanálisis se fue nutriendo y diferenciando con otros conceptos nuevos que iban
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Andrés Guillermo Castaño Blanco
surgiendo en el campo de las humanidades, como lo hizo Lacan con la lingüística
estructuralista que florecía en su época.
A lo largo de este trabajo intenté describir brevemente conceptos actuales,
fundamentalmente los originados en la lingüística moderna de Noam Chomsky,
que, más allá de lo lingüístico, dan relevancia paralela a otros "módulos mentales".
Estos aportes, aplicados al psicoanálisis, abren y cierran algunas teorizaciones.
Por un lado, ya no existiría oposición, puesto que no tendría sentido cuestionar una cura "por el conocimiento" si se sostiene que el conocimiento también se
puede dar en otros módulos no verbales. Tampoco tendría mucho sentido la recomendación técnica de la "no interpretación" dada en algunos casos por Balint, o
Winnicott, o Khan. Si tomáramos en cuenta las teorizaciones realizadas en este trabajo, esa supuesta no interpretación no constituye una ausencia, sino más bien una
presencia, de la misma manera que los silencios durante una obra musical son un
componente esencial de esa creación (y hasta tienen signos muy específicos que los
representan). Hablar en términos de "no interpretación" significaría seguir adheridos al modelo de la supremacía verbal. Creo que, en esos casos, se debería más bien
hablar de "otras interpretaciones". El mismo error surge de la división que establece Khan entre conocer y experimentar, ya que al primero le otorga el sentido de lo
discursivo, y al segundo parece diferenciarlo del conocimiento. Desde estas teorizaciones, tampoco sería acertada la definición que da Stern (1998) de los aspectos
mutativos de la relación paciente-analista como "conocimiento no-simbólico" por
oposición a lo verbal de la interpretación.
Como consecuencia de lo desarrollado, se postula que el analista está utilizando continuamente diferentes módulos de conocimiento y simbolización mientras está en sesión. El analista transmite a su paciente estos conocimientos por
módulos lingüísticos, por módulos musicales (lo grave y lo agudo, las pausas, los
ritmos de su voz), por medio del módulo videoespacial (ritmo y pausas de sus
movimientos y de sus expresiones faciales). Es decir que el analista interpreta todo el tiempo que está con su paciente, aunque no lo haga en la forma discursiva,
y el paciente percibe durante toda la sesión la actitud total del analista como
significativa-interpretativa.
Al mismo tiempo se abren nuevos interrogantes acerca de la naturaleza del
insight: si éste es esencialmente cognitivo y hemos postulado la existencia de varios módulos cognitivos, ¿no existirán diversos tipos de insight, aparte de los postulados por Richfield? Desde este punto de vista, quizá las investigaciones citadas de la Fundación Menninger se hayan ocupado de evaluar específicamente el
insight descriptivo de Richfield, pero no hayan tenido en cuenta (o no hayan podido evaluar) otros tipos de insight, que hubieran intervenido en esos pacientes.
Por eso hablan de "cambio psíquico estructural" sin que necesariamente esté
acompañado por insight. Cabría analizar si lo que esas investigaciones llaman
"técnicas de apoyo" no incluyen otras formas de insight, desarrolladas en los
"módulos" paralelos al lenguaje. Considero valiosa la recomendación de los autores de estudiar otros elementos mutativos que intervienen en el proceso teraRevista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
La interpretación no verbal. Repercusiones de la teoría de la mente modular
péutico, y en ese sentido parecen coincidir con Searles en cuanto a que se tiende
a desatender los elementos no verbales involucrados en un proceso terapéutico.
Resumen
En este trabajo se intenta esbozar un modelo teórico que abarque tanto los aspectos verbales como los no verbales que intervienen en una sesión analítica.
Jackendoff (a partir de Chomsky) desarrolla la idea de diferentes sistemas de simbolización
no como dentro de un único aparato procesador, sino como módulos interrelacionados pero paralelos. Este paralelismo se da por la existencia de varios aparatos procesadores, cada uno de
los cuales se encarga de un tipo específico de información. La percepción misma por medio de
cualquiera de estos módulos (sea el del lenguaje o no) implica un cierto grado de elaboración,
que se irá complejizando dentro del mismo módulo.
A partir de este modelo de módulos paralelos, se afirma que hay otro tipo de interpretaciones, además de las verbales, que involucran también tipos diferentes de insight, ya que
hay distintos tipos de conocimiento y de sistemas simbólicos. Es decir que el analista interpreta todo el tiempo que está con su paciente, en su actitud, en sus acciones (en el análisis
de niños), e incluso en su tono de voz, ya que utiliza continuamente diferentes módulos de
conocimiento.
Resumo
Neste trabalho intenta-se fazer um esboço de um modelo teórico abrangendo os aspectos
verbais e não verbais que intervém numa sessão analítica.
Jackendoff (desde Chomsky) desenvolve a idéia de diferentes sistemas de simbolização,
mas não dentro de um único aparelho processador e sim como módulos inter-relacionados e
paralelos. Este paralelismo ocorre pela presença de vários aparelhos processadores. A
percepção através de qualquer um destes módulos (seja o da linguagem ou não) envolve um
determinado grau de elaboração, o qual complexar-se-ia dentro deste módulo.
A partir deste modelo de módulos paralelos, determina-se que há um outro tipo de
interpretações, além das verbais, as quais incluem também tipos diferentes de insight, já que
existem diferentes tipos de conhecimentos e de sistemas simbólicos. Então o analista
interpreta o tempo todo enquanto está com o paciente, na sua atitude, ñas sua ações (na
análise de crianças), e inclusive no seu tom de voz, já que emprega permanentemente
diferentes módulos de conhecimentos.
Summary
In this paper, the author attempts to outline a theoretical model comprising both the verbal
and the non-verbal aspects present in an analytical session. Elaborating on Chomsky's theory,
Jackendoff has developed the idea of different symbolization systems, not as a single
processing device, but as interrelated parallel models. This parallelism results from the existence
of vaRevista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Andrés Guillermo Castaño Blanco
rious processing devices, each dealing with a specific type of information. Through any of the
modules, i.e. the language module or others, perception itself implies a certain degree of processing, which will gradually grow more complex within the same module. Based on this model
of parallel modules, it is argued that there are other types of interpretations, apart from verbal
ones, involving other types of insight, as there are different kinds of knowledge and symbolic
systems. This means that analysts are constantly interpreting while they are with their patients
-their attitudes, their actions (in children's sessions) and even their tone of voice, given that analysts permanently use different cognitive modules.
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Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Teresa Rocha Leite Haudenschild
Sociedade Brasileira de Psicanálise de São Paulo
Estruturação psíquica de crianças
consideradas como “produção
independente” pela mãe
A partir da análise de um adolescente considerado pela mãe como sua
"produção independente", a autora propõe que crianças nascidas sob esta condição
(tão freqüente em nosso meio sociocultural a ponto de inspirar temas de filmes
como Central do Brasil e até condutas de vida de atrizes famosas), podem ter
dificuldades na constituição de sua estruturação psíquica, referentes a
internalização das relac5es com cada uma das figuras paternas e com o casal
parental.
Através da compreensão dos afetos confusos e/ou extremamente ambivalentes experimentados em relação a analista, o analisando vai reelaborando essas
relações, a nível pré-genital e genital, e assim constituindo sua estruturação
psíquica e desenvolvendo sua personalidade.
Pedro
Pedro veio para análise com 15 anos e 10 meses: sua mãe estava muito preocupada com sua conduta na escola, onde, segumdo ela, ele estava sempre com a
"turma da bagumça". A última descoberta dela é que ele fumava há um ano,
embora sempre negasse quando ela lhe pergumtava. Ela estava muito temerosa
quanto a possibilidade do uso de drogas. Contou que Pedro tinha nascido de uma
relação casual com o irmão de uma amiga, numa festa, onde ambos estavam
embriagados. Que Pedro, embora tivesse o mesmo nome, não conhecia seu pai,
com o qual ela morara até os dezoito meses do filho. Que este passou a morar com
os avôs (maternos) até os 13 anos numa cidade do sul do país, tendo muita ligação
com o avô. Atualmente ela tinha também uma filha de 7 anos, fruto do casamento
que fizera
Endereço da autora Rua Tome de Souza, 1029 - 05079-200 City Lapa S Paulo SP, Brasil E-mail [email protected]
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Teresa Rocha Leite Haudenschild
há 10 anos. Tudo isso ela me comumica por telefone, contando-me que quem me
indicara fora uma colega minha, sua amiga. Peco-lhe para pedir a Pedro que me
telefone para marcarmos um horário e nesse mesmo dia ele o faz.
Entrevista inicial
Pedro é um rapaz forte, aloirado, cordial, senta-se á minha frente como se
sentisse que era ali o lugar que eu reservara para ele, olha-me nos olhos e aguarda,
parece que contente, que eu lhe fale alguma coisa.
Como ele fica em silencio, apresento-me e lhe digo que, como ele devia
saber, sua mãe me telefonara, preocupada com ele.
Ele nem me deixa acabar a frase e diz: "Ela pensa que eu minto para ela. E
acho que tem razão. Fumo há muito tempo, mas dizia a ela que não fumava. Outro
dia ela descobriu. Também, todos fumam lá em casa... (Pausa.) Minha mãe é um
saco! Ela vive querendo saber da minha vida.
Digo-lhe que gostaria que ele soubesse que este nosso trabalho aqui seria
muito resguardado. E aproveito para informá-lo de que ele talvez me visse as vezes
em sua escola (onde eventualmente tenho reumiões com os professores: o que não
ocorreu depois, durante toda a análise de Pedro), mas que nosso trabalho aqui era
outra coisa.
Ele me diz: "É como num escritório, quando uma secretaria tem um
relacionamento com um executivo: pode até casar. Uma coisa é a intimidade, outra
é o serviço da firma...". (Pausa.) "O Mario [padrasto] é muito legal. As vezes,
quando vou fazer pesquisa para a escola, passo no escritório dele que é perto, e
fico conversando sozinho com ele."
E após ter-me contado sobre o interesse de Mario por ele, diz: "Quando
acabar de estudar quero voltar para perto do meu avô. Morar perto dele, mas na
minha casa. O problema é que lá não tem como ganhar dinheiro. Flores é uma
cidade muito pequena. Tem um tio meu que está muito bem de vida: tem uma
grande oficina mecânica. Eu poderia ter a minha. Poderia ser pequena. Seria um
jeito de estar perto de meu avô e da fazenda dele que é muito perto da cidade: ums
3 quilômetros. Dá até para morar lá. Fazer uma casinha só minha: é só pedir para
meu avô. É o lugar de que mais gosto".
Digo-lhe: "Você se sente bastante forte para fazer planos para o futuro, sente
que pode contar com a ajuda de seu avô, do Mario, do tio... Isso é bom, poder contar com a ajuda de tantos homens..."
Ele diz: "Sabe que não conheço meu pai? Minha mãe não quis. Ele mora em
A., onde eu nasci, no estado de M., onde minha mãe morou quando saiu de Flores.
Como estamos quase no final da hora, falo-lhe um pouco sobre nosso trabalho, que seria o de ajudá-lo a se conhecer, conhecer sua "terra mental" e nela construir um espaço, como uma "casa", como deseja construir a sua na fazenda do avô,
com a ajuda dele.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Estruturação psíquica de crianças consideradas como produção independente pela mãe
Combinamos horários: ele concorda vir 3 vezes por semana, o que é aceito
inicialmente por mim (após um ano e meio de análise ele passa a vir 4 vezes) e ele
se despede com um: "Obrigado!"
Entrevista com a mãe
Beth, a mãe, vem para combinar os honorários (segumdo ela o marido não
pode vir por estar de plantão no serviço) e então me conta que fugiu de casa aos 19
anos por pensar estar grávida, para a cidade de A., em casa de ums parentes seus
para quem trabalha sem receber remumeração alguma, até que a vizinha compadecida, lhe oferece emprego num hotel de sua propriedade.
Ela mora na casa desta senhora e numa festa em que ambos estavam embriagados, engravida do filho dessa senhora, pai de Pedro. Quando descobre estar
grávida, foge e vai trabalhar para outra senhora, que a acompanhou na gravidez e
no parto: D. Nice, madrinha de Pedro.
O pai de Pedro a descobre quando este está com 15 dias e a convida a se casar
e morar com ele no hotel que ele administra. Ela vai, mas não se casa com ele. A
casa deles se resume num quarto de hotel e o pai está sempre ausente, embora dentro do hotel. Ela descobre que ele mantém relações com as clientes que freqüentam
o hotel (que fica numa cidade turística) e resolve então abandoná-lo e voltar para a
casa de sua família, com quem nesse período ela está mantendo um bom
relacionamento, através de cartas e fotos.
Lá chegando, seu pai lhe diz que Pedro pode ficar, mas ela não, pois uma vez
que já "levava a vida", poderia influenciar as irmãs mais novas. Ela conta que seu
pai e sua mãe choravam enquanto conversavam com ela. Disseram-lhe "que podia
ficar ums 2 meses, até o bebê se acostumar com eles...". E assim foi.
Daí ela partiu para a capital de seu estado, depois para São Paulo, onde
arranjou emprego como inspetora de uma escola particular de onde saiu para casar
com Mario, que executava trabalhos para essa escola. Quando se casou, pediu para
que trouxessem Pedro, então com 5 anos, para morar com ela, mas os pais dela não
concordaram, achando que: "Pedro não ia se acostumar".
Hipóteses iniciais
Desde o começo aparece como ponto central na análise de Pedro, a
necessidade de um modelo paterno que psiquicamente o autentique como filho e
lhe assegure o desenvolvimento masculino, servindo-lhe como referencia
identifica tória não mais como menino, mas como rapaz, adolescente. Penso que
Pedro, se por um lado é bem um adolescente, por outro traz, no inicio da análise,
fixações de uma pequena criança, sentimentos confusos que precisam ser
nomeados para ganhar representação psíquica e continência.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Teresa Rocha Leite Haudenschild
A análise de Pedro
Resgatando vivências não-verbais
O primeiro semestre da análise, Pedro passa praticamente em silencio: passa a
mão na parede, no diva, olha para os quadros da sala, chama-me a atenção para o som
dos passarinhos, dos ônibus... Assusta-se com o som de uma pedreira cuja explosão
se dá repentinamente no meio de uma de suas sessões, repetidamente, á mesma hora.
Sinto como se estivesse revivendo ali comigo experiências de quando, aos 18
meses, fora deixado pela mãe, atento a todos os sons que pudessem indicar um
retorno dela. Vou-lhe dizendo então o que penso que ele sente, "nomeando" seus
afetos, sentindo-me contratransferencialmente como a mãe de uma criança muito
pequena que está dando seus primeiros passos na apreensão do mumdo...
Há dias em que atmosfera é tensa, outros triste, mas predominantemente o
clima é de curiosidade e de cooperação. Ele parece estar se abrindo para uma
relação mental íntima, intra e inter psíquica.
Um pouco antes das primeira ferias, ele me traz uma narrativa (Ferro, 1997):
Conta que na viagem em que a mãe o levou para a casa do avô ele sentiu muita
sede, pois perderá seu copo de plástico e só havia copos de vidro nos lugares onde
o ônibus parava. Ele tinha muito medo de tomar água em copo de vidro, pois uma
vez derrabara um e o quebrara e sua mãe lhe dissera para numca mais chegar perto
de copo de vidro. Depois de muito tempo, uma senhora que viajava com eles,
emprestou-lhe um copo de plástico, de seus filhos, e ele então tomara água.
Digo-lhe que demorara para ele perceber que eu lhe podia oferecer um "copo
de plástico" onde ele pudesse beber água sem perigo, receber compreensão sobre
os sentimentos confusos que sentiu, quando a mãe foi embora, deixando-o sozinho
na casa dos avôs. Relaciono então o som da pedreira com o som do copo de vidro
espatifando no chão, e o medo dele de ter explodido a mãe com sua raiva por o ter
deixado, transformando-a em cacos. Agora, na véspera das ferias, ao mesmo tempo
em que podia deixar o silencio e me contar sobre a confiança que tinha em mim,
ele também temia que eu sumisse, como a mãe sumirá...
Pedro começa a falar
Após as ferias, no segumdo semestre de análise, Pedro começa a falar: sobre as
relações sexuais que mantém com varias mulheres, todas mais velhas que ele. Ele as
tem sempre a mão: quando uma não está disponível (são todas casadas ou desquitadas
com filhos) a outra está. Trabalhamos então sobre o seu desejo de possuir
corporal-mente uma mulher adulta, como em pequeno desejara possuir a mãe, que
ele talvez imaginasse que o tivesse deixado para voltar para o pai, ou outro homem
adulto.
Suas associações remetem então as relações com as tias, e á identificação
com o pai que, segumdo ele, a mãe diz ser um Don Juan. Depois de trabalharmos
algum tempo essas relac5es na transferência, aparece um nível de angustia mais
primitiva, na qual ele se sente muito perigoso para uma mulher: "Vou te contar uma
coisa que numca disse para ninguém: meu pênix é muito estranho -pensava que
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Estruturação psíquica de crianças consideradas como produção independente pela mãe
podia machucar as mulheres. Se não tivesse vindo aqui para São Paulo acho que
numca ia namorar. La ficar me achando estranho, ficar longe das mulheres...".
Digo-lhe então que talvez ele sentisse que a forca da sua sexualidade
pode-ria explodir a mulher, e então ele teria que ficar longe, com medo de chegar
perto, como tinha medo de chegar perto de copo de vidro em pequeno. Mas se ele
estava me contando isso agora, é porque já podia se sentir menos estranho e
perigoso, podia se aproximar mais de mim.
"Estou namorando menos e sonhando mais..."
Após trabalharmos seus sentimentos em relação á mulher, na transferência,
laboriosamente, Pedro começa a sonhar. E se espanta de não precisar tanto visitar
suas mulheres, as quais aos poucos vão sendo deixadas.
Quando, numa última sessão da semana aponto-lhe (a partir de associações
anteriores dele), como está sentindo que vai perder nosso espaço de diálogo no
final da semana, ele contesta: "Eu não tenho com quem conversar, mas eu sonho...
Tem gente que não acha importante sonhar. Mas para mim, sonhar é como se
abrisse uma esperança. Hoje eu sonhei que estava indo para Flores. Tinha comprado uma moto e ia casar: era uma moca loira, numca vi na minha vida, mas via
perfeitamente o rosto dela. Eu tinha feito uma casa para mim...".
Se a "lembrança" introduz um tempo histórico, dele, de nossa análise, o sonhar introduz a antecipação, a prospeção: ele já pode pensar em suas aspirações
como futuro homem adulto. Quando Pedro, das atuações com mulheres, passa a
sonhar com mulheres, estas aparecem de um modo menos sexualizado: são
companheiras, tem mais ou menos a idade dele. Pedro parece passar da atuação ao
pensar (Bion, 1965): um pensar as possibilidades dele como homem.
Acredito que, após um ano de análise, Pedro foi tornando-se mais continente
de seus afetos, muitos deles vindos a luz em nosso diálogo. Afetos aceitos e representados, "compreendidos" (Bion, 1959) por ele, agora com uma capacidade mais
estável de "auto-continencia" emocional (Meltzer, 1975).
Pedro, de menino a rapaz
No dia em que faz 18 anos, Pedro recebe um telefonema do pai (o qual fora
encontrado pela mãe através de parentes dela que moravam na mesma cidade), com
quem fala pela primeira vez. Pedro conta que: "Ele tem a voz grossa e me chama
de rapaz."
O pai o convida para passar as ferias na casa dele, em A., e Pedro cometa
então a trabalhar as ansiedades em relação ao encontro futuro com o pai.
Reproduzirei uma sessão onde Pedro fala de seu desejo de ter um "pai de
rapaz" tão bom quanto teve um "pai de menino", sessão que poderia, a partir de
uma frase dita por Pedro, ser chamada assim:
"Sempre procurei, numca encontrei" (18 anos e 3 meses)
1. P. (Entra queimado de sol, conta que esteve no Guarujá.) -Lá em casa
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todos estão brigando comigo. Se arranjar emprego fico até jumho do ano que vem
no máximo e vou embora. Não dá para viver com eles. (Pausa.) O Mario quer mandar no que não pertence a ele: em mim. Ele é só padrasto. Fui criado pelo meu avô
dos 2 aos 13 anos. E ele numca esfregou o dedo na minha cara.
T. -Como?
P. -O Mario disse que estava de olho em mim. Dois dias tive que sair de casa
cedo para ir á escola. Um dia para saber da auto-escola, outro nem sei. Fui direto
para a escola. Ele falou: "Não quero saber. A partir de hoje vai sair daqui as 7 h,
hora de entrada". Comecei a falar, e ele: "Cala a boca". Começou a esfregar o dedo
na minha cara. Falei: "Meu pai [avô] que é meu pai numca esfregou o dedo na
minha cara. A Beth [mãe] fala: "Ta vendo Mario, ainda vai querer dar uma de pai
para ele?" Ele reclama que eu saio cedo todo dia, esfregou o dedo na minha cara.
(Pausa.) Deu vontade de dar umas porradas nele. É melhor ficar quieto do que fazer
alguma besteira. (Silencio.)
T. -Você disse que seu avô numca esfregou o dedo na sua cara...
P. -Uma só vez ele me bateu. Quebrei o espelho do guarda-roupa lá de casa.
Eu vinha andando de olho fechado. Bati no espelho e quebrou. Daí ele me bateu
mas me deixou quieto, não veio esfregar o dedo na minha cara. Ele que me criou
desde pequeno, criando como pai, numca fez isso comigo. E o Mario vai querer
fazer. É a segumda vez que ele faz isso. Ele vem encostando o dedo. Quando eu
falei, ele esfregou mais uma: três vezes! Acho que alguém fazia isso com ele.
Problema dele se alguém fez isso com ele quando era pequeno. Para eles dois só
eles tão certos. E ele fica gritando que ele está certo. Falei para a Beth: "Fica com
teu maridinho ai que eu vou me embora". E ela: "Vai". (Pausa.) Minha tia Vai me
chamou para morar com ela. Ela mora em Santos. Ela vai comprar uma casinha
para ela. Se ela comprar ela pode sair e eu fico lá na casa, tomando conta. Arranjo
um trabalho perto. Posso trabalhar de dia e estudar a noite.
T. -Você gostaria de sair da sua casa?
2. P. -Assim não dá para morar mais. Na Rua 12 tem uma loja de relógios e
o dono é amigo do Mario. Eu ia comprar um relógio mas o Mario disse que não era
para eu ir, para não comprar relógio no nome dele. O dinheiro do relógio eu tenho,
só que eu tenho que comprar um tênis e um relógio. Eu não queria comprar a vista,
tenho dinheiro para receber no mês que vem. Mas o Mario disse que não era para
eu tirar o relógio a prestação.
T. -Vai ver que ele não quer que você tire á prestação.
P. -Outro dia pedi 20 reais a ele emprestados e ele deu, para comprar um relógio. Ele sabe que quando eu quero uma coisa eu compro. (Pausa.) A Beth ganhou um
relógio do Mario. Ele tirou em agosto para pagar em duas vezes. Se ele quisesse me
dar um relógio eu não queria. Se ele chegasse e me levasse para escolher eu iria. Se
fosse do gosto dele eu não queria. (Pausa.) Quando cheguei a primeira vez, ele me
deu um relógio. Quando eu tinha 14 anos. Começou a dar problema, troquei por
outro. Esse também deu problema, foi para o conserto e o relojoeiro estragou ele.
T. -Você gosta de relógio?
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Estruturação psíquica de crianças consideradas como produção independente pela mãe
P. -Eu tinha um muito bom mas vendi. Era Cássio. Vendi com medo dos
caras me assaltarem e levar. Troquei com 2 relógios e o meu colega me deu ainda
mais 20 reais. Um deles eu vendi e o outro está com a pulseira quebrada. É
Technos. E também tenho este... (O que está usando.)
T. -Porque então você quer outro relógio?
P. -Eu gosto a prova d'água. O que está em casa é, mas está com a casca
velha. É digital, dá para eu ir trabalhar com ele.
3. P. -Posso ter 10 relógios daqui pra frente, mas o Cassio que vendi não vou
esquecer.
O original dele, numca vi em loja nenhuma. Sempre procurei, mas
numca encontrei. Era controle remoto de TV e vídeo e som. Eu sei onde vende
dele mas é do Paraguai como o que eu tinha, não é original. Não vou comprar,
não é original mas é de primeira linha. (Silencio.) Meu avô tem um grande, bem
antigo, á prova de choque: é um Cassio Preto.
T. -Seu avô não é seu pai original, mas é de primeira linha. Você sabe onde
ele está: dentro de você, em suas lembranças de Flores. Mas você quer mesmo é
encontrar seu pai original, que você sempre procurou.
P. (Silencio) -Quando eu falava para o Mario que ele não mandava em mim,
ele disse: "Enquanto você estiver dependendo de mim eu mando em você". Vou
mostrar para ele que sou capaz de viver sozinho. Por que só eu não consigo? Ou
ele acha que é só ele que chegou aqui e conseguiu fazer isso? Se eu for sair de casa,
não vou falar: "Estou saindo de casa agora". Depois de dois meses eu ligo para
avisar onde estou. Me matriculo numa escola e procuro um trabalho. (Pausa.)
Já perdi até as contas de quantos relógios eu já tive. No mínimo 20 relógios
desde que cheguei aqui. O Mario já me deu ums 3, agora acho que ele não vai dar
mais não. Nem relógio nem tênis. Assim que eu cheguei aqui eu queria um tênis e
ele me dava outro. Numca tive um tênis que eu queria. Os meus colegas olham relógio e tênis. Óculos também. (Tira os óculos e me mostra.) "Estou bem de óculos.
Estou mal é de tênis e de relógio..."
T. -Acho que você está podendo ver bem as coisas aqui comigo, mas para se
sentir bem como rapaz, você sente que precisa de um homem que queira ser seu pai
com vontade, como seu avô quis quando você era menino...
P. -Tudo que era preciso para mim, ele fazia...
T. -Ele fazia o que era preciso: até repreendia você, se preciso...
Comentários
1. Pedro fala de seu desejo de autonomia: do desejo de viver sozinho, sem
pai nem mãe. Mas para isso ele teria que ter internalizado bem a relação com essas
duas figuras. Conta de seu confronto com o padrasto -"pai" de um rapaz de 18
anos- onde se sente humilhado, diferente do tratamento recebido do avô -seu pai
de menino- que era duro, mas não o humilhava.
Conta da mãe, que desautoriza o padrasto: "Ainda vai querer dar uma de pai para
ele"? Que quando Pedro diz que vai embora, ela diz: "Vai", como que o abortando.
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E do desejo dele de ter uma mulher que queira ficar com ele (a tia Vani)
enquanto a mãe "fica com o maridinho". (O que ele queria era que a mãe ficasse
com ele e dissesse ao padrasto: "Vai".)
Todos os elementos do conflito Edípico aparecem: fazer um casal com a mãe,
o confronto com o pai, o desejo de "dar umas porradas nele" (e até eliminá-lo,
como situação limite). E aparece a passividade, neste momento construtiva: "é
melhor ficar quieto do que fazer besteira".
2. O que Pedro queria do padrasto, é que ele o "levasse para escolher um
relógio", assim como fez com a mãe. No meu entender Pedro reconhece que Mario
deu algo á mãe que nem seu avo nem seu pai conseguiram dar: limites de realidade.
Ela, anteriormente uma pessoa sem limites, é hoje respeitada por sua profissão de
costureira criativa, tem uma família e um marido que lhe é fiel. O que Pedro quer
do padrasto é que este lhe de uma lei de realidade, mas que respeite sua individualidade. Quer também que o padrasto lhe dê o aval, que o autentique, como sente
que faria se fosse seu filho original.
3. Pedro fala então de seu avo, que foi um pai "de primeira linha", embora
não original. Ele pode ter 10 pais (como fala dos relógios) mas numca vai esquecer
do avo, seu "pai de menino". No meu entender, o que Pedro deseja é que o padrasto, embora não original, seja um pai de adolescente para ele, tão bom quanto o foi
seu avo como seu pai de menino. E conta dos "relógios e tênis" dados pelo padrasto á ele, mas numca como Pedro queria.
O relógio "Cássio" e o "tênis" evocam-me "catzo" e pênis: Pedro admira (como
foi admirado) o avo (que tem um Cássio preto). Mas além de estar falando de índices
de masculinidade ("meus colegas olham tênis e relógio"), Pedro fala de seu desejo de
autenticação: ele quer ser olhado como um filho é olhado por um pai autêntico.
O padrasto serve-lhe de figura de identificação: "vou mostrar para ele que sou
capaz de viver sozinho. Ou ele acha que é só ele que chegou aqui e conseguiu fazer
isso?" Ele quer ser como o padrasto (não como seu pai que ainda vive na casa da avô).
Mas para garantir o desenvolvimento de um verdadeiro self Pedro precisaria
internalizar um olhar autêntico de "pai para filho"... O selo de autenticação desse
olhar seria o pai querer escutar o desejo do filho, dando-lhe também limites de realidade, assim como o fez seu avo, quando menino: "tudo o que era preciso para
mim, ele fazia..."
No meu entender, a questão aberta por ele, no momento, seria se seu pai original poderá lhe proporcionar esse olhar...
As vésperas de conhocer o pai
Falando sobre o futuro encontro com o pai e a família deste, Pedro diz:
"Acho que todo mumdo vai se estranhar. Eu vou estranhar todo mumdo e todo
mumdo vai estranhar a mim. Mas depois cada um vai se conhecendo. (Pausa.)
Eu numca vi falar em caso assim, de conhecer o pai com 18 anos. Já vi gente
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procurar e não encontrar mais. Vi na TV um rapaz que tinha sido dado para outra
pessoa criar. Depois de grande ele voltou para procurar a mãe e ela tinha morrido.
(Pausa.) Minha mãe tinha contato com meus avôs, meu pai não. Só faz ums meses
que ele me ligou. A Beth descobriu o telefone dele, ligou pra ele e ele me ligou...
(Silencio.)
Não sei o que o meu avô João vai achar -vou deixar de ir lá para ir para a
casa de meu pai- acho que ele não vai gostar. Mas eu preciso ver meu pai. (Pausa.)
Meu avô me criou como menino -ele me chama assim até hoje. Mas agora sou um
rapaz, como diz meu pai. Meu avô acha que eu vou para lá para ficar. Eu não pretendo ficar, mas se as coisas lá estiverem melhores para mim, se eu arranjar
trabalho... (Pausa.) Se eu tivesse com dinheiro eu ia para Flores [terra do avô]
também... Seria uma boa não? Um mês na casa do pai de rapaz, um mês na casa do
pai de menino?" (Ri gostoso.)
"Preciso emprestar uma mala da minha comadre. (Pausa.) Sou padrinho de
crisma do filho dela: minha mãe era a madrinha e no dia, o padrinho faltou, então
eu fui o padrinho. Já faz tempo. Eu tinha acabado de fazer 15 anos. Era dia dos Pais.
Naquele dia ela me deu o telefone dela e até hoje eu não esqueci (diz o número)."
Digo-lhe que para ir para a casa do pai que não conhece, ele pode contar já
com uma mente, onde, como numa mala, ele pode levar muitas coisas dele, arrumadas, que lhe poderão servir no encontro com o pai. Que, como a sua comadre,
eu confiava nele já como um rapaz, capaz de ser "padrinho" de uma criança, capaz
de usar sua parte mais adulta para proteger a criança que poderia aparecer dentro
dele, temerosa pelo futuro encontro com o pai e os irmãos.
"Os meus primos do Guarujá são gente fina, parecem até irmãos. Chego lá,
eles me abraçam, parece que não me vêem há mais de dez anos... (Pausa.) Estou
louco para viajar: vou chegar no Natal. Tenho 3 irmãs lá, de 5, 7 e 8 anos. E um
irmão de 15. Vou chegar de mãos abanando. Se eu tivesse condições eu ia levar um
óculos para meu irmão... Talvez meu pai gostasse de ganhar um perfume, mas é
muito caro... Minha avô talvez gostasse de uma cornetinha... (Passa a mão no
pescoço.): -Perdi minha correntinha!"
Digo-lhe que, por ter perdido a corrente de ligação com a família paterna,
desde muito pequenininho, sente que perdeu alguma coisa preciosa. Teme então
que seus irmãos, o pai, a avô possam não o valorizar como os primos do Guarujá o
valorizam, como ele gostaria de ser valorizado.
De volta da casa paterna (18 anos e 8 meses)
Primeira sessão após as ferias
P. -Gostei do meu pai. Falei da senhora para ele. Ele achou muito legal. Não
conheci todos lá: ficaram faltando ums primos, mas foi bem melhor do que eu
esperava. Meu pai queria que eu ficasse lá. Todo mumdo queria: minha avô, tios,
irmãos. Meu irmão vai fazer 16 anos e se chama Adriano. Quase toda semana meu
pai, eu e ele íamos pescar; quando era longe, íamos no carro da minha avô.
(Pausa.)
Na hora que eu ia descer do ônibus, eram 4:40 h da manhã, ele me recoRevista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
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nheceu. Eu ainda estava dentro. Quando eu ia descendo, ele encostou do meu lado
e falou: "Vocé é o Pedro nao é?" Eu falei: "Sou". Eu conheci ele também. Ele
me abracou. (Pausa.) A mulher dele também foi legal comigo.
T. Digo-lhe que ele sentía que seu pai o reconhecera mesmo antes de nascer,
quando ele estava ainda dentro da barriga de sua mâe, e é por isso que fora búscalo aos 15 dias e quisera casar com sua mâe... Que agora era ele que ia ao encontró
de seu pai, para reconhecé-lo também. E que desse encontro dos dois, ambos
podiam vir a se sentir mais fortes.
P. -Meu pai queria me registrar. O sobrenome dele é Bueno de Melo. O meu é
Figueiredo de Albuquerque. la ficar Pedro Figueiredo de Albuquerque de Melo: ia
ficar muito estranho. Falei: "Deixa quieto. Já estou acostumado com meu sobrenome".
Fiquei com o nome dele e o sobrenome do meu avô... (Pausa.) Falei com meu avô a
semana passada. Pergumtou se eu tinha gostado de A. Falei que sim. Ele disse "Rapaz,
vem aqui tão pertinho e não vem aqui?" Falei: "Pai, eu estava curto...".
T. Digo-lhe que para ele, seu avô embora não fosse o seu pai original,
continuava sendo o seu pai principal, que o educara para a vida, e do qual ele
herdara o sobrenome e muito do seu jeito de ser.
P. -Quando estava lá em A., no interior, sonhei com a senhora: a senhora estava
do meu lado, numa festa, parecia um casamento, a gente era convidado e eu olhava para
tudo e para todos: era muito bonito. Tinha ums arranjos de flores muito diferentes.
T. -Quem sabe você está me falando de uma "festa no interior" de sua mente:
onde você vai aos poucos fazendo arranjos diferentes, com seu pai de Flores, seu
pai de A., vai casando e ligando momentos de sua vida... E você me sente próxima,
tanto para observar esses arranjos diferentes, quanto para valorizar e admirar jumto
com você o que você tem conseguido.
O pai primordial: ele o "segue sempre"...
P. -Vou fazer 19 anos. Nossa, como passa... Para mim eu tinha 15 anos
ontem... Acho que eu vou ser sempre assim: crianção. Mas tem coisas que tenho
que levar a serio. Se eu brincar nada vai dar certo... Que nem numa prova... Se eu
brincar... Apesar que eu brinco com os professores, mas fora da prova. (Pausa.)
Lá em Flores está chovendo, depois de tanto tempo... Meu avô vem aqui me
visitar, no fim do ano, para a passagem do ano 2000... No filme do Menino
Dourado (1986), que eu contei uma vez para a senhora, o passarinho segue sempre
o herói do começo até o fim, mostrando o caminho: só na hora da tarefa do herói é
que ele se transforma no velho e fala que quem tinha que executar a tarefa era o
herói: só ele podia entrar na sala escura com o copo de vidro com água sem
derrubar e beber para pegar o pumhal... (Pausa.) Tenho que escrever para o meu
avô e lá em casa não tem selo: a Beth não comprou. Se eu esperar cair do céu, a
carta não vai chegar numca. (Pausa.) Eu posso até esperar, mas procurar comprar
também. Passividade prende a pessoa.
T. -Você sente que o seu avô, como o passarinho segue o herói, segue você
sempre, indicando onde está o caminho para você crescer como um homem. E que,
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Reestruturação psíquica de crianças consideradas como produto independente pela mãe
em vez de esperar que ele, eu aqui, façamos por você, você se dá conta que só você
pode andar, fazendo o seu caminho, para crescer.
P. -No ano 2000 dizem que a memória dos computadores vai apagar. E os
videocassetes também. Será que é verdade? Será que os técnicos não tem um jeito
de guardar alguma memória, para prevenir? (Pausa.) Sexta-feira eu vinha da escola
para casa e olhei para um cara e não lembrei quem era. (Pausa.) Lembrei só
agora: é o guardinha da sua rua! Desde sexta-feira estou me matando para lembrar
e só me lembrei dele agora, quando outro guardinha me ajudou a abrir o portão. Ele
foi embora ou está de folga?
Do pai diádico ao triádico
Peter Blos (1982) diz que é da internalizacáo da relação diádica com o pai
primordial, protetor, pré-competitivo, que se institui a confiança básica como
homem, no menino:
"Um resíduo indestrutível desta confiança inicial paterna é transportado para
a tumultuada arena triádica", na qual então é o pai restritivo que vai resgatar o filho
das ilusões infantis: este "é a personificação do principio de realidade, que faz que
o 'tornar-se homem' seja uma expectativa alcançável" (Blos. 1993, p. 91)
No meu entender, quando Pedro traz o avô, como quem "o segue sempre",
ele fala da confiava básica de que um homem o protege. Mas ele não pode ficar
preso á esse homem passivamente, pois "passividade prende a pessoa", diz ele.
Mas quando se ativa a relação com o homem na arena triádica, Pedro teme "perder
a memória" (não reconhecer o guarda), devido a raiva da restrição e conseqüente
temor de castração. Pede então que eu "tenha memória": que eu "guarde" para ele
o que ele "matar" na memória, pedindo, no meu entender, que eu "o siga sempre"
(como o avô-pai primordial), para que ele não se perca, não perca o seu caminho
de individuação, que ele bem sabe que vai ter que fazer sozinho, como o herói do
filme, fazendo o seu caminho, segurando o "seu copo de vidro" sem derrubar a
água, para bebé-la e conquistar o pumhal, conquistar a sua maneira de ser homem...
Algumas considerações sobre o transcurso da
análise de Pedro
O objeto psíquico mais fumdamental, é o objeto continente, constituído na
relação com uma mãe com capacidade de reverie (Bion, 1965), capacidade de
compreender as emoções da criança, desde as mais primitivas. Bion postula que a
capacidade de reverie é fator da fumção alfa da mãe (capacidade de pensar), e que
um dos requisitos para que esta seja utilizada com seu filho, é o "amor da mãe pelo
pai". A mãe de Pedro diz literalmente "numca ter amado" o pai de Pedro. Diz que
viveu com ele um ano e meio por insistência dele: que ela jamais o teria procuraRevista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
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do, que teria criado Pedro sozinha. Assim, que disponibilidade teria tido a mãe para
receber as primitivas projeções de Pedro, acolhê-las, compreendê-las e devolvê-las
com um sentido emocional? Como teria se dado a introjeção do continente-emocional, proporcionada através das primeiras relações com a mãe, resultando na
capacidade auto-continente (Meltzer, 1975) de Pedro?
As interpretações de suas comumicações primitivas, no inicio da análise,
versavam sobre a forca e a discriminação de seus sentimentos e os contextos
relacionais em que apareciam. Foi-se assim instaurando um campo de diálogo, em
que ele aos poucos foi-se apropriando de seus recursos psíquicos,
discriminando-os, podendo então tomar certa distancia e "pensá-los".
Através de suas associações ele nos traz ricos "hologramas afetivos":
imagens pictóricas maturadas no encontro analisando-analista (Ferro, 1992),
trazidas como "lembranças" do passado, mas que só ganham sentido afetivo
(amadurecem), no contexto dos diversos momentos do processo analítico.
Ao fim do primeiro semestre de análise, Pedro traz a narrativa do
copo-de-vidro e do copo-plástico: no meu entender, fruto de nosso trabalho, lento,
de comumicação silenciosa de relações pré e não verbais e de minha "escuta"
compassiva e atenta, as vezes ativa. Se tomarmos esses copos como a
representação do primeiro continente mental de Pedro, a representação deste objeto
continente oscilaria entre: um continente frágil, ameaçado de se quebrar, "explodir"
até (palavra muito usada por Pedro para se referir á ameaça de falta de continência
dele ou da mãe, até hoje) e um continente flexível.
Na relação primaria com a mãe há ainda, como conteúdo, a sexualidade não
reprimida, mas desbordada desta. Se é a mãe que fumda a sexualidade inicial da
criança (Laplanche, 1987), Pedro, no inicio da análise, tem o padrão materno (e
também o paterno) a marcar-lhe a sexualidade: ele próprio é fruto do
transbordamento da sexualidade cega dos pais (estavam bêbados ao concebê-lo).
É esta sexualidade atuada que vai aparecer no segumdo semestre do processo
analítico, podendo então adquirir um "contexto narrativo" ao ser interpretada:
como seu desejo de criança que perdeu a mãe, de ser capaz de "possuir" o corpo da
mãe e assim mantê-la sempre, numca perdê-la.
Aqui "a compreensão do conteúdo afetivo" primitivo dessas atuações, vai
dando "prosseguimento ao processo analítico" (Laplanche e Pontalis, 1973), onde
os vínculos podem deixar de ser concretos e atuados, e passam a ser "sonhados",
assim como os objetos psíquicos.
O segumdo ano da análise, inaugura-se com o telefonema do pai. Como num
teatro interno que vem sendo preparado há muito -primeiro a cena (constatação do
intra-psíquico), com seus elementos (sentimentos, objetos psíquicos de varias
épocas e fantasias que os acompanham determinando relações entre eles)- começa
a desenrolar-se o "drama", esboçado desde a primeira entrevista: o encontro com o
pai original "sempre procurado, numca encontrado". Pedro precisa deixar o avô do
"menino dourado" e ir ao encontro desse desconhecido pai. Para crescer, ele precisa
deixar a segurança da "infância dourada" e soltar-se, para outros amores e raivas.
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Estruturação psíquica de crianças consideradas como produção independente pela mãe
Nesse caminhar, além da coragem para o enfrentamento da realidade (interna
e externa), com sua insatisfação necessária (Schmid-Kitsikis, 1999), é preciso que
persista o amor á verdade, impedindo a evasão para soluções enganosas. Numa das
últimas sess5es, antes de partir de ferias de final de ano, ele diz: "parece que só aqui
as coisas se encaixam uma na outra: é como um quebra-cabeça e aqui as pecas se
encaixam...".
Até o momento, Pedro predominantemente tem feito integrações significativas de suas experiências emocionais, índice, no meu entender, de integrações de
estruturação de self e de personalidade...
Pedro como "produção independente” da mãe
Penso que Pedro teve a sorte de encontrar, no caminho de sua individuado,
as figuras paternas dos avôs como substitutos do casal parental, na infância. E
como referencias masculinas para o desenvolvimento de sua identidade, ele conta
com o avô, a quem até hoje chama de pai, com os tios, o padrasto, e o pai original.
E se não fosse esse o caso?
É claro que os recursos inatos da criança para buscar no ambiente, ou não, o
que necessita para se desenvolver, vai ser um fator determinante também.
No caso de Pedro, embora esteja havendo um desenvolvimento favorável,
ainda há sempre a ameaça de ruptura de continência (e correspondente ameaça de
desestruturação de self) as vésperas de separação ("a memória vai apagar"). Penso
que há ainda muito trabalho a ser feito, relativo á consolidação da
internalizaçãodas relações com as figuras parentais e o casal. E Pedro, no meu
entender, tem uma boa constituído inata.
Mas o que seria de uma criança "produção independente", sem recursos
inatos, ambientais, e sem a oportumidade de uma análise?
A questão está lançada.
Resumen
A partir del análisis de um adolescente considerado por la madre como su "producción independiente", la autora propone que niños nacidos en esta condición (tan frecuente en nuestro
medio sociocultural, al pumto de inspirar temas de películas como Central de Brasil y conductas
de vida de actrices famosas) pueden tener dificultades en la constitución de su estructura psíquica, en relación con la internalización de las relaciones con cada uma de las figuras paternas
y con la pareja parental.
A través de la comprensión de los afectos confusos y/o extremamente ambivalentes experimentados en relación con la analista, el paciente va re-elaborando esas relaciones, en nivel
pre-genital y genital, y de esta manera va constituyendo su estructuración psíquica y desarrollando su personalidad.
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Resumo
A partir da análise de um adolescente considerado pela mãe como sua "produção
independente", a autora propõe que crianças nascidas sob esta condigno (tão freqüente em
nosso meio sócio-cultural a ponto de inspirar temas de filmes como Central do Brasil e até
condutas de vida de atrizes famosas), podem ter dificuldades na constituição de sua
estruturação psíquica, referentes á internalização das relações com cada um das figuras
paternas e com o casal parental.
Através da compreensão dos afetos confusos e/ou extremamente ambivalentes experimentados em relação á analista, o analisando vai reelaborando essas relações, em nível pré-genital
e genital, e assim constituindo sua estruturação psíquica e desenvolvendo sua personalidade.
Summary
This paper is based on the analysis of an adolescent considered by his mother as her
"independent production" [this Brazilian Portuguese term indicates that there has been no
participation of a father in the child's rearing. - TN]. Children born into this situation (so frequent in
our socio-cultural milieu, that it has inspired films such as Central Station and the behavior of
famous actresses) may find it difficult to form their psychic structure regarding the intemalization
of the relationships with each of the parental figures, and with the parental couple. Through the
umder-standing of the confusing and/or highly ambivalent affects felt towards their analyst, patients
can re-work through these relationships at the pre-genital and genital levels, thus becoming able
to form their psychic structure and to develop their personality.
Referencias bibliográficas
Bion, W. "Attaccks on Linking." In: Second Thoughts, Karnac, London, 1959.
- "ATheory of Thinking." In: Second Thougths, Karnac, London, 1962.
Blos, P. The Adolescent Passage, IUP, New York, 1979.
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Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Premio FEPAL, Montevideo, agosto de 2002*
Rubén Zukerfeld - Raquel Zonis Zukerfeld
Sociedad Argentina de Psicoanálisis (SAP) y Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)
Procesos
terciarios
Introducción
"Lo primero que quiero decirle es que puedo advertir cuan molesto resulta que cuando algo se desarrolla en mí por mi crecimiento y
mi experiencia analítica, deseo expresarlo en mi propio lenguaje. [...]
Lo que yo quería el viernes era sin duda que hubiera habido algún movimiento de su parte en dirección al gesto que hago en este artículo. Es
un gesto creativo y no puedo establecer ninguna relación a través de
este gesto si no hay alguien que salga a su encuentro."
Carta del 17 de noviembre de 1952 de Donald
Winnicott a Melanie Klein.
Después de un siglo de psicoanálisis, es legítimo sostener que ciertas concepciones teóricas sobre el funcionamiento psíquico han permanecido y se han consolidado, mientras que otras han mutado o desaparecido. Entre las primeras se encuentran la definición y diferencia fundacional que Freud establece entre procesos
primarios y secundarios en el Proyecto y en el capítulo VII de La interpretación de
los sueños, que Laplanche y Pontalis consideran "referencia inmutable" del pensamiento freudiano.
Los procesos primarios y secundarios son, en la terminología ya consagrada,
modos de funcionamiento que han quedado asimilados a oposiciones como principio de placer-principio de realidad, identidad de percepción-identidad de pensaDireccion de los autores Moldes 981 PB - (1426), Buenos Aires, Argentina E-mail errezeta@fibertel. Com. ar
*EI jurado estuvo constituido por Juan Francisco Jordán (Chile) Luiz Mabilde (Brasil) Elias Mallet Rocha Barros (Brasil) Selika Azevedo (Uruguay)
Fernando Gnnberg (Argentina), José Melia (Venezuela) Juan Carlos Pía (México), Mauro Gus (Brasil) Myrta Casas (Uruguay) y Simón Brainsky
(Colombia)
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Rubén Zukerfeld - Raquel Zonis Zukerfeld
miento y energía libre-energía ligada. Las derivaciones explícitas e implícitas de
estos conjuntos sinonimizados han influido en mayor o menor medida en las concepciones de la cura que tendieron a concebir el "secundarizar" como eje del proyecto terapéutico. De allí que a veces ciertas normatividades aplastaron la riqueza
inicial de los descubrimientos analíticos, e inclusive se expusieron en el mostrador
del adaptacionismo duramente criticado en la Argentina en la década del 70. En este
sentido, se puede pensar que en aquella época los cuestionamientos no estaban
dirigidos sólo contra la psiquiatría manicomial sino también contra un psicoanálisis instalado socialmente. Es decir que determinadas concepciones que pusieron
énfasis en la acción (social, política) y otras que jerarquizaron una salud más cercana a cierta locura que a la normalidad tradicional, surgieron como reacción frente
a cierto psicoanálisis petrificado en reglas donde la inacción1 era una condición.
Desde luego que se trata de una simplificación que puede resultar injusta para psicoanalistas y corrientes teóricas que ya se ocupaban de estas cuestiones, pero que
circulaban más bien o en una heterodoxia tolerada o en cierta marginalidad descalificada. De todos modos, las diversas concepciones de la cura psicoanalítica tuvieron, en última instancia, el objetivo de desmantelar lo dado que de distintos modos
se repite: mejor es recordar, mejor es yo donde estaba ello, mejor es conocer lo que
desde el inconsciente y su poder desiderativo coarta al pobre yo. Pero el objetivo
de este trabajo es realizar en principio una revisión metapsicológica de la que se
obtengan conceptos que permitan entender la cura no sólo como develamiento de
lo viejo que se repite con ropajes distintos, sino como creación de lo nuevo, es decir, de aquello que no poseía aún existencia subjetiva.
Creemos que uno de esos conceptos es el de proceso terciario.
Procesos terciarios
"[...] no se trata tanto de que los procesos secundarios dominen
a los primarios, cuanto de que el analizado pueda hacer el empleo más
creador de su coexistencia, y ello en las actividades espirituales más
refinadas lo mismo que en la vida cotidiana. Tal vez sea mucho pedir."
André Green. El psicoanálisis y los modos
del pensar ordinario.
En 1972, en un coloquio de la Sociedad Psicoanalítica de París sobre la normalidad, Green se pregunta: "¿En qué criterios puede un psicoanalista sustentarse
para definir la normalidad?" Y se responde que en el proceso de la cura analítica es
claro que no puede considerarse como tal ni al control racional excesivo propio del
"insuficiente proceso primario" ni "cuando la supresión del control adopta la forma caricaturesca de la desagregación del pensamiento" del "insuficiente proceso
1
Como señala R Avenburg sería el producto de cierto énfasis ideológico en la noción de acting-out enfrentada con la de insight
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Procesos terciarios
secundario". En consecuencia plantea la necesidad de crear un tercer tipo de procesos que considera justamente terciarios y que define como "aquellos procesos
que ponen en relación los procesos primarios y secundarios de tal manera que los
primarios limitan la saturación de los secundarios y los secundarios, la de los primarios". Y agrega: "Merecen ser aislados en el plano conceptual como procesos de
relación [...] que no está especificada por un tercer término c sino por las relaciones entre a y b. Si hubiera que darles una sigla sería, en la escritura analítica, la x.
Lo cual podría escribirse a(x)b o b(x)a".
Esta puesta en relación2 constituye un equilibrio inestable asociado con la
constitución de un campo de ilusión descripto por Winnicott. En él, como señala
Green, "el trabajo del pensamiento [...] consagrado al ejercicio de los procesos
secundarios, sigue abierto a unos procesos primarios que aseguran la irrupción
de la intuición creadora en el momento mismo de ejercerse la más rigurosa
racionalidad". Y agrega: "El trabajo analítico exige este doble funcionamiento
no solamente en el analizado sino también en el analista". Debe garantizarse en
el campo analítico "la posibilidad del juego en un espacio potencial donde se
pueda hacer como si [...] campo del fantasma reconocido como fantasma [...]
donde se constituirá el espacio analítico propio de la transferencia [...] que pasa
a ser un juego utilizable".
En una entrevista con R Urribarri (1998), Green agrega: "[...] puede decirse
que la noción de procesos terciarios constituye la descripción de una
transicionalidad interna intrapsíquica [...] que permite al sujeto establecer ligaduras
tanto en el plano de la lógica de la realidad como en el de la lógica del fantasma y
del inconsciente, así como entre las diversas lógicas. Ésta es la plasticidad propia
de los procesos terciarios".
A. Escribens (1998) -desde una perspectiva crítica a un psicoanálisis
logo-céntrico- compara las ideas de Horowitz sobre la constitución compleja del
pensamiento consciente (que incluye memorias de respuestas motoras,
representaciones de imágenes y pensamiento léxico), con lo que Green plantea
como proceso terciario cuya agencia es el preconsciente. Así es que señala la
importancia de la noción de Green como una manera de enfrentar la suposición
acerca de que la actividad psicoanalítica consiste en sustituir representaciones de
cosa por representaciones de palabra. Sin embargo -sostiene Escribens-, Horowitz
enriquece el concepto al eludir las diferencias entre instancias y ubicar el valor de
la interpretación no tanto en hacer consciente lo inconsciente sino en permitir un
mejor fluido de representaciones arcaicas a representaciones actuales.
Se puede decir que Green -con cierta raigambre winnicottiana- está
reformulando el campo analítico tanto desde el punto de vista del analista como
del analizado. Se trataría de reflexiones metapsicológicas muy cercanas a la
clínica psicoanalítica donde la idea central sería que la pareja analítica funcionara
en proceso terciario, es decir, siempre incluyendo y siempre equidistante de los
procesos
2
También señalada por Arieti (1976) como combinación o modo de enlace
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
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primarios y secundarios freudianos. En esto consistiría "analizarse" y "analizar",
independientemente de su eficacia como "tratamiento".
De este modo se jugará un juego que implicará no sólo señalar repeticiones
sino desarrollar una creatividad como resultado de la involucración intersubjetiva
y de cada uno de los integrantes de la pareja analítica con sus propios procesos primarios y secundarios.
Según Winnicott, este juego es el que permite al niño -en condiciones de
salud-desplegar el área de la ilusión; esta ilusión se conserva con la condición de que
la paradoja se mantenga como tal.1 En relación con el campo transferencial,
entendemos que la salud del proceso terapéutico estaría dada por la creación de esta
área ilusoria en donde la interpretación por un lado devele, pero por otro sostenga la
paradoja.
Chiozza (1980) es también uno de los primeros autores que plantean la
idea de un proceso terciario cuando refiriéndose al ingreso a la conciencia de
un proceso secundario junto a uno primario pregunta: "[...] ¿cómo debemos llamar a esta amalgama de procesos que ya no se rige por el tiempo cronológico
ni por el espacio tradicional? ¿Puede ser considerada un simple cambio del proceso secundario?"
L. Hornstein (1993), tomando como prototipo las ideas freudianas sobre el
chiste, alude a un principio "más allá del principio de realidad" que entiende como
"principio de creación" y a partir de allí plantea una metapsicología de los procesos creadores.
H. Fiorini (1995) es otro autor que define la tópica creadora como aquel sistema capaz de organizar su eje a partir del trabajo de desorganizar lo dado, de
de-codificar lo codificado. Desarrolla así la noción de sistema creador vinculada
con los procesos terciarios a los que otorga una jerarquía fundamental porque,
entre otras cosas, estos procesos "mantienen las distinciones y oposiciones entre
elementos que son propias de los procesos secundarios, pero sin quedar
restringidos por una lógica de contradicciones y exclusiones [...] contienen
entonces conjugadas energías ligadas y desligadas".
Este autor señala también que sólo la implicación entre primario y secundario no alcanza para dar cuenta de estos procesos. Remarca el poder modificador sobre el mundo que conllevan los procesos creadores y también las transformaciones
que en el mismo sujeto se dan a partir del acto creador. Sobre la base del pensamiento junguiano acerca de los procesos de transformación, Fiorini sostiene "[...]
pensamos que los procesos terciarios son aquellos que pueden, con intervención de
la conciencia, unir en la paradoja o sostener ligado lo que se rechaza".
El interrogante que entonces surge es: si, en general, en los autores citados
proceso terciario tiene que ver con creación, ¿por qué tiene que ser pensado exclusivamente en relación con procesos que operan sobre representaciones de cosa y de
3 Winnicott, en 1951, al explicar la transicionalidad, lo señala así "[… ] se trata de un acuerdo entre nosotros y el bebé en el sentido de que
nunca le preguntamos ¿Concebiste tu esto o te fue presentado desde afuera9 Lo que importa es que no se espera decisión al respecto. No debe
formularse la pregunta"
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Procesos terciarios
palabra, es decir, sólo en términos de lo dado, o sea de lo reprimido y lo represor?
¿No estaríamos acaso -y no es poca cosa, por cierto- develando lo viejo gracias a
la creatividad que surge de esa implicación entre intuición y razonamiento, pero sin
que estrictamente pueda construirse algo realmente nuevo? Por eso pensamos que si
lo nuevo es lo que en un tiempo anterior no tenía existencia y ahora la tiene, es porque estaba fuera del preconsciente pero no por estar reprimido sino por no haber tenido nunca representación. De allí que la noción de creación adquiere una dimensión
fuerte cuando pensamos estos problemas desde el campo de lo irrepresentable.
Lo irrepresentable, el trauma y el inconsciente
escindido
"Ese recuerdo [...] había reaparecido [...] primero como en un
relámpago, sin ser todavía recuerdo sino únicamente un llamado de la
memoria que le hacía saber que estaba acordándose de algo sin saber
de qué."
Juan José Saer. Nadie nada nunca. Seix Barral, Buenos Aires, 1994.
1. Desde el inicio mismo del psicoanálisis, determinadas condiciones clínicas, como las llamadas neurosis actuales, quedaron algo apartadas de su eje central
de desarrollo. Es decir que éste se constituyó sobre la investigación de las
psico-neurosis y, por lo tanto, de los fenómenos de desplazamiento y condensación
que, como se sabe, ocurren entre catexias y representaciones.
Pero también se sabe que el inmenso campo de lo que Green llamó de las "locuras privadas" ha obligado, ya desde la década del 60, a dirigir el interés a lo irrepresentable. Así, numerosos autores posfreudianos, independientemente de su foco
de interés clínico y teórico, se han ocupado tarde o temprano de cuestiones parecidas, que tienen en común el existir apartadas del campo de la representación.
Tal vez el principal haya sido W. Bion, al desarrollar su teoría del pensamiento y describir los elementos y la pantalla beta, que constituyen una aglomeración
no integrada sin niveles de diferenciación. Estos elementos beta se prestan únicamente a ser evacuados e implican un funcionamiento absolutamente distinto del de
los elementos alfa que van a transformar las impresiones sensoriales (vista, tacto,
oído) en las primeras experiencias emocionales, y de cuyo procesamiento surgen el
pensamiento onírico, la memoria y las funciones intelectuales. Posteriormente,
Bion plantea la cuestión de O, tan relacionada con la cosa en sí kantiana que, como señala R. Paz (2000), "confluye con lo tematizado por el último Lacan respecto de lo Real". Es justamente este autor el que plantea en la década del 50 que lo
Real surge como lo que está fuera del lenguaje y es inaccesible a la simbolización,
y veinte años después afirma que lo Real es lo que es estrictamente impensable.
Es claro también cómo P. Aulagnier, que plantea un proceso originario con
una actividad que denomina pictográfica, y R. Kaes, con su concepción sobre la neRevista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Rubén Zukerfeld - Raquel Zonis Zukerfeld
gatividad radical que define como lo no-ligado, irreductible, se han ocupado de lo
irrepresentable.
Entre las nuevas concepciones sobre el "campo de lo negativo", A.
Missenard (1991) señala: "menciono aquí estas evidencias para precisar que el
deseo inconsciente no remite sólo a lo reprimido (constituido, por ejemplo, por
representaciones verbales antes conscientes), sino también a lo que nunca ha sido
representado y que, en consecuencia, permanece no representable, al menos por
medio de palabras. Esto reprimido por una parte y esto no representable por la otra
se sitúan en el núcleo del funcionamiento psíquico inicial y constituyen la
sustancia común de la madre y del infans".
R. Roussillon (1991), al estudiar las paradojas, se ocupa de las experiencias
que "[...] no son rememorables, no pudieron constituirse como recuerdos, ni en
aquel momento ni a posteriori; será labor del trabajo psicoanalítico posibilitar que
estas experiencias se construyan como recuerdos. Recuerdos paradójicos, por cuanto se trata de recuerdos de una experiencia que no advino nunca al yo; citaremos
aquí la noción de un inconsciente ante-represión o fuera de represión".
G. Rosolato (1991) diferencia distintos aspectos de lo negativo, y entre ellos
ubica lo incógnito como lo que "[...] existe irreductiblemente [...] no puede ser abolido y constituye la finitud como límite de todo saber [...] lo inconsciente conlleva
entonces, como también lo dijo Freud, un irreductible potencial de incógnito".
En realidad, es Green quien ha enfatizado el "trabajo de lo negativo". Según
nuestro modo de ver, esto puede apreciarse en su noción de alucinación negativa,
de función desobjetalizante y de narcisismo negativo. Por otra parte, es también este
autor quien señala con claridad en 1987 que "la representación de cosa capta, limita, transforma la energía pulsional [...] no puede ligar por sí sola todo cuanto forma parte del representante psíquico. [...]. De ahí también las descargas por la reacción somática o el pasaje al acto".
I. Berenstein (1999) sostiene que lo irrepresentable funciona como una imposición al sujeto ante la cual lo único que en principio puede hacer es aceptar
sin representar. Constituye el registro psíquico de lo ajeno e incluye: a) lo ajeno
del otro, b) lo que proviene del propio cuerpo y no fue cubierto por el representante de la pulsión (más allá del principio de placer) y c) lo que proviene del mundo social imposible de representar (más allá del principio de realidad). Por otra
parte, señala "[...] lo irrepresentable es la condición de otro campo mental con
otra concepción del origen y como un modo de darle lugar a la inscripción de
alteridad del otro" (la cursiva es nuestra). Pero lo irrepresentable genera emociones intolerables; por eso el trabajo psíquico consistiría en que se realice su inscripción inconsciente. En la labor analítica se tratará de recuperar la representación inconsciente y vincularla con su afecto correspondiente, pero además el analista tendrá que prestar atención a aquello que nunca fue representado y que tendrá que ser inscripto inconscientemente.
Éste es el carácter de novedad de la tarea analítica, que, al generar nuevas
inscripciones, produce nueva subjetividad.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Procesos terciarios
Cuando esto no se produce, ciertas percepciones o ideas permanecen en algún lugar del psiquismo a la espera de un objeto dador de significación, "un analista capaz de transformar en decibles a los contenidos de esa zona".
2. Lo irrepresentable es entonces, en sus diferentes versiones, lo que estando
apartado, escindido del comercio asociativo y de toda transacción, además conserva su eficacia para producir efectos. Ya en 1977 Green plantea que la escisión "es
indispensable para el trabajo psíquico, que no debe ser recargado por la tensión [...]
es un proceso normal [...] es uno de los dos mecanismos básicos", y en 1998 señala
que la escisión es una actividad fundamental del psiquismo porque con ella comienza justamente una diferenciación.
Las concepciones de H. Bleichmar (1999) sobre la estructura modular de los
procesos inconscientes constituyen un aporte teórico-clínico que entendemos vinculado también al campo de lo escindido. Este autor señala que "lo que tenemos no es
ya un inconsciente único, homogéneo en cuanto a su origen, a sus contenidos y a sus
leyes de funcionamiento, sino múltiples formas de existir lo inconsciente. Y no me
refiero al preconsciente, sino a procesos inconscientes profundos, de los que el sujeto no sabe nada ni puede saber simplemente por dedicarle catexis de atención".
La independencia y la eficacia permiten pensar la actividad inconsciente como un topos de lo potencial, "tanto de lo realizado y cohibido, cuanto de lo no realizado (potencial en sentido estricto)", como señala R. Paz (2000). Se trata entonces
de una heterogeneidad y una coexistencia que implican una perspectiva
metapsico-lógica que a nuestro modo de ver da lugar a la noción de inconsciente
escindido (N. Marucco, 1980-1999; E. Raggio, 1989; Zukerfeld, 1990-1999)
diferenciable de las configuraciones que en las dos tópicas freudianas se ordenan
únicamente por acción y efecto de la represión.
Se trata entonces de la construcción del psiquismo entre soma y otro significativo que cumple las funciones freudianas de sostén y modelo, donde la escisión
es un mecanismo fundacional y no sólo un mecanismo de defensa.
A partir de esta perspectiva pensamos que el representante psíquico de la pulsión, desde su anclaje somático, es tramitado a través de ligaduras
representacionales, y siempre quedan escindidas magnitudes pulsionales no
ligadas, que producen huellas activables no evocables.4 Así, las producciones del
inconsciente escindido implican mecanismos universales y permanentes propios de
lo irrepresentable correlativos a la constitución traumática del sujeto.
Y en esto se incluye lo que originariamente quedó más allá de la experiencia
de satisfacción y del entramado desiderativo; es lo no ligado de la experiencia con
el objeto, es lo incognoscible del otro. Lo irrepresentable es traumático porque
siempre es cantidad no ligada que procura descargarse.
Cuando existe un otro que en un primer momento actúa como sostén de esos
excesos de excitación y que en un segundo momento puede otorgar alguna signifi4
En las neurociencias, es clara hoy en día la existencia de memorias implícitas no declarativas, que incluyen la memoria emocional.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6 2004
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cación a lo irrepresentable, recién entonces lo irrepresentable podrá ser presentado
ante el sujeto, adquiriendo la cualidad de lo nuevo. Si esto se inscribe en el inconsciente, estamos en presencia de una creación. La creación como nueva significación, nueva subjetividad, es inconsciente; hasta entonces, dos sujetos jugaron a sostener en suspenso lo irrepresentable manteniendo suspendido el juicio de realidad,
y en ese espacio potencial algo nuevo se genera transformándolos a ambos.
Importa destacar que el funcionamiento preconsciente, de acuerdo con las reglas del conflicto, puede resultar en una mayor o menor riqueza fantasmática, que
la clínica nos muestra en las distintas constelaciones psicopatológicas y en lo que
Green llama normalidad. Pero ¿en qué consiste esa riqueza?
Básicamente, en una fluidez de la dinámica progresiva-regresiva que pone en
relación los procesos primarios con los secundarios. Riqueza del sujeto que puede
transferir, incurrir en actos fallidos, recordar sueños, ensoñarse en la vigilia, decir
o escuchar chistes y jugar. Se trata -dicho de otro modo- de un potencial que llamaríamos hermenéutico, que permite encubrir y develar lo que en términos de R.
Britton (1999) podríamos plantear como "un tipo de ficción cuya función es buscar la verdad y otro tipo de ficción cuya función es evadir la verdad".
Pero uno de los ejes de este trabajo gira alrededor de enfatizar que existe otro
potencial que consideramos creador heurístico cuando integra de alguna manera
aquello que nunca tuvo representación.
De este modo creemos que es necesario diferenciar dos conceptos
interconectados que se utilizan indistintamente y que se relacionan con la noción
de proceso terciario: la creatividad y la creación.
a) Creatividad: En condiciones de fluidez libidinal intrapsíquica, y cuando el
proceso secundario no satura el proceso primario, existe una cantidad de energía libre que buscará recrear el objeto de satisfacción en un movimiento metafórico y
complejo que permite tolerar la ausencia objetal y expresar la creatividad del aparato psíquico. La creatividad es un proceso intrapsíquico individual posible en un
contexto original que desde la perspectiva winnicottiana implica una madre suficientemente buena, suficientemente presente para lograr la satisfacción y necesariamente ausente como para ser nombrada.
b) Creación: En forma simultánea con lo antedicho, se producen los movimientos de descarga de una energía nunca ligada, subsidiaria de un más allá de la
experiencia de satisfacción, cuyas marcas son el núcleo de lo que entendemos como inconsciente escindido.
En este sentido, pensamos que lo apartado o escindido es constante y también
necesario para dar la condición de posibilidad de los dinamismos que operan bajo
el principio de constancia. Esta dinámica libidinal está garantizada por la presencia
de un objeto auxiliar y significativo que actúa como sostén de estos excesos de
excitación, puede semantizarlos y también los tiene a disposición del sujeto para
cuando su entramado representacional esté en condiciones de contenerlos. Estamos
aquí en presencia del otro potencial que entendemos como creador heurístico que
opera con lo irrepresentable o escindido, y que diferenciamos de los mecanismos
de encubrimiento y desciframiento entre representaciones de cosa inconscientes y
de palabra preconscientes-conscientes.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Rubén Zukerfeld - Raquel Zonis Zukerfeld
De acuerdo con el modelo presentado, entendemos una primera implicación
(x) de los procesos primarios (vector a) y secundarios (vector b) de manera tal -como sugiere Green- que siempre habrá una parte de la energía libre del proceso primario que se manifieste en el secundario, es decir que no se satura totalmente. Esta
parte de energía no ligada proveniente del inconsciente reprimido es la que dará
lugar a la creatividad (a [x] b) necesaria para que se produzcan los procesos de
complejización del psiquismo. Por otra parte, todas las manifestaciones provenientes del inconsciente escindido, es decir, de lo irrepresentable (vector c) en condiciones normales de fluidez libidinal, tampoco se saturan o agotan totalmente en la
descarga, y de esta manera pueden ponerse en relación con la producción creativa
que se dio en la implicación de procesos primarios y secundarios {x). Éste sería el
lugar de lo que específicamente denominamos como creación {[a (x) b] (x') c) y
cuya inscripción en el inconsciente define Berenstein como novedad que genera
nueva subjetividad.
Así, entonces, la mayor y más profunda creación, en el sentido de gestación
de lo nuevo, proviene de darle nombre y posibilidad transformadora a lo irrepresentable, que en última instancia es efecto de lo traumático. De allí que, como señala
C. Merea (1994), religión, arte y actividad científica, por distintas vías, crean a partir de la indefensión, el desconocimiento, el caos y la muerte.
La creatividad -que puede entenderse como individual- es requisito de la posibilidad de creación, y a su vez sólo es posible si existió un vínculo con el objeto.
La creación -de acuerdo con el matiz diferencial que planteamos- es en realidad
una construcción colectiva en el sentido de otro a quien decir, con quien construir
un relato y/o realizar una acción transformadora.
Creatividad Y creación en el campo clínico
1. Entre los casos clínicos que de algún modo presentan problemáticas actuales del psicoanálisis hemos elegido el caso llamado Tim por Joyce McDougall.
Aquí la autora describe la historia de "un hombre que soñaba desde su más
tierna infancia con ser inaccesible al dolor psíquico tanto como al dolor físico, que
soñaba con ser un hombre sin corazón". Tim tiene "treinta y tantos años, gafas, suéter de cuello redondo, el aspecto de un joven y serio profesor". McDougall describe
la evolución de este caso y en un momento le señala a Tim que "oía en él a un niño
triste y amargado que había enterrado una parte vital de sí mismo junto con su padre
muerto y a quien, desde aquella época, le costaba creer que su existencia fuera
importante, para él o para los demás. [...] Siguió un silencio, durante el cual Tim
respiraba pesadamente, como si sollozara. 'Lo que acaba usted de decirme, esa idea
de que no existo para los demás', dijo en voz baja, 'me ha impresionado tanto que
me cuesta trabajo respirar'".
Por este entonces McDougall comenta que "más tarde comprendí que en el
mismo momento en que Tim comenzaba a respirar con dificultad, ya estaba expulsando a través de su cuerpo y fuera de su psique el recuerdo de mis palabras y disRevista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6
2004
Procesos terciarios
persando así su repercusión tanto psíquica como física". El proceso terapéutico
continúa y en un momento sucede lo que la autora denomina "el momento más dramático, el más traumático de toda mi relación con Tim": se trata del llamado telefónico de la esposa del paciente que, una semana antes de la fecha prevista para las
vacaciones de la analista, le dice a ella que su marido había tenido un infarto de
miocardio. En la conversación McDougall es informada de que Tim fumaba un cigarrillo tras otro "y a menudo le costaba respirar". Así, la autora escribe: "naturalmente, ignoraba que Tim fumara en exceso, pero volví a pensar en ciertas fantasías
repetitivas que había podido aclarar con él: temía envenenarme, inquietándose por
haber tirado alguna colilla en mi escalera o por haber dejado barro en mi entrada".
En la medida en que McDougall realiza su análisis contratransferencial, se pregunta sobre lo que no habría oído y, por otra parte, decide escribir a su paciente una nota
que comienza con un "Querido Tim" y en la que le expresa lo afectada que está
por lo que a él le ha sucedido. Inmediatamente recibe una respuesta por parte del
paciente donde le dice que cuando leyó las palabras "Querido Tim", "tuvo la sensación, por primera vez en su vida, de que ese nombre le pertenecía".
A partir de aquí cambia totalmente la modalidad del tratamiento analítico y
McDougall le señala al paciente en sesiones cara a cara que había dos factores que
amenazaban su vida: "[...] su modo de funcionar frente a los pensamientos y los
acontecimientos cargados de afecto y el papel que desempeña su tabaquismo en su
economía psíquica". En relación con este último aspecto, Tim declara que no puede vencer su tabaquismo pero que está de acuerdo en intentar descubrir "al menos
las razones psicológicas de su necesidad de fumar tanto". McDougall describe en
la parte final del historial lo que denomina el drama de la adicción e ilustra con un
fragmento de sesión del sexto año de análisis:
"Tim empezó describiendo los problemas de su coche, un tema
frecuente en sus asociaciones:
Tim: 'Naturalmente he vuelto a olvidarme de cambiar el aceite.
Me había dado cuenta de que 'tosía un poco, pero no hice caso, así
que ahora está otra vez en el garaje'.
Le hice observar que muchas veces tratamos a nuestro coche como nos tratamos a nosotros mismos; por su parte, era como si quisiera, al ignorar los ataques de tos de su coche, empujarlo a la muerte.
Tim: 'Sabe usted, no quería decírselo pero ahora he llegado a
fumar dos paquetes diarios, exactamente igual que antes del infarto'.
Al escuchar estas palabras, sentí una vez más aquella inquietud
familiar y le dije:
J. M.: '¿Así que está jugando a la ruleta rusa con su vida?'
Tim: 'Sí... y sin embargo tengo la impresión de que necesitaría
poca cosa para dejarlo. Un pequeño acontecimiento'.
Entonces empecé a sentirme irritada, con la sensación de que
me estaba obligando a observar cómo se dirigía alegremente hacia la
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Rubén Zukerfeld - Raquel Zonis Zukerfeld
muerte, y ello a pesar de mis intentos, desde hacía cuatro años, por
comprender e interpretar aquella conducta mortífera. Como respuesta
a su espera 'de un pequeño acontecimiento', me oí decir: J. M.: '¿Un
segundo infarto, sin duda?'".
Tim responde que se le hace un nudo en la garganta, "como si usted sintiera
que lo que me sucede es realmente grave", y posteriormente surge por primera vez
un aspecto del vínculo entre sus padres donde McDougall se entera de que el padre
de Tim era un gran fumador, para quien "sería fatal beber y fumar tanto", y del odio
y acusación hacia su madre por no haberlo cuidado.
2. Con el caso Tim McDougall ilustra clínicamente los capítulos VI y VII del
libro Teatros del cuerpo, en los cuales aborda desde la perspectiva psicoanalítica la
problemática del afecto y de la adicción y ofrece, gracias a su profundización, numerosas líneas de análisis. En relación con el tema que nos ocupa, analizaremos
tres momentos en el proceso terapéutico de Tim.
a) La desvitalización: McDougall la interpreta como si una parte de él se hubiera muerto junto con el padre y que desde esa muerte a él le costaba creer que su
existencia fuera importante para los demás e incluso para él mismo. Luego de esto, Tim comienza a respirar con dificultad y dice en voz baja que eso lo ha impresionado tanto que le cuesta trabajo respirar.
McDougall entiende la respiración pesada de Tim como un intento de expulsar fuera de la psiquis el recuerdo de sus palabras. Si la tos de Tim es entendida
como la necesidad de dispersión de un afecto doloroso e intolerable para el yo, podemos pensar que esa interpretación había tenido un efecto traumático. ¿Estaba en
condiciones Tim de introyectar el afecto escindido? Este afecto escindido -según
McDougall- no expresa el orden de lo reprimido, y entonces, al ser presentado no
puede ser capturado por ninguna representación; sólo queda como recurso la descarga, la tos, la respiración pesada.
Un estímulo (la interpretación), al no ser modulado por un yo auxiliar capaz
de sostener lo escindido del sujeto, adquiere potencial traumático. ¿Qué fue lo que
actuó como traumático? ¿No habrá sido que la terapeuta le hablara de su deseo-temor-desestimación de ser importante para otros? ¿Podía Tim escuchar que hubiera
otro que se interesaba por él o que lo amaba? La interpretación no generó nuevas
asociaciones, sólo la dificultosa respiración.
b) El acontecimiento: El infarto del paciente es "el momento más traumático
de toda mi relación con Tim". McDougall responde ahora con algo totalmente nue
vo en la relación con su paciente: le escribe una carta que comienza así: "Querido
Tim...". Cuando el paciente la lee dice que por primera vez en su vida tiene la sensación de que su nombre le pertenece. ¿Habrá podido Tim sentir que alguien se vinculaba con él amorosamente? Entendemos que el acontecimiento traumático del
infarto de Tim genera algo nuevo en el vínculo terapéutico que está más allá de la
representación y que provoca que McDougall escriba esas palabras. El efecto en
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Procesos terciarios
Tim de esa mirada amorosa de su terapeuta genera nueva subjetividad: "al leerlas
es que siente por primera vez que su nombre le pertenece".
c) La irritación contratransferencial: En un momento se produce un segundo
acting de McDougall que ella considera falta de empatia y que, por el contrario, nosotros entendemos como el momento de mayor empatía, cuando le pregunta, irritada, "si está buscando un segundo infarto". A Tim se le hace un nudo en la garganta.
La vivencia de lo traumático en ambos (analista y paciente) organiza un nuevo espacio vincular transicional a partir del cambio en el encuadre. Al mismo tiempo, las
manifestaciones de las descargas se realizan en presencia de otro capaz de sostener
sus excesos flexibilizando reglas que dificultaban la libre circulación pulsional.
En a) las palabras de la analista actúan con efecto traumático, cantidad sin
posibilidad de acceder a la cualidad y que debe ser expulsada (tos).
En b) el sentimiento del analista como persona real y no sólo como objeto
transferencial se presenta como lo nuevo que genera subjetividad (pertenencia del
propio nombre).
En c) las modificaciones en el encuadre y la espontaneidad del analista organizan un nuevo espacio vincular y en su acto creador posibilita que en lugar de
tos escindida aparezca angustia conectada ("nudo" en la garganta).
Para que Tim viviera esta emoción se tuvo que generar este espacio vincular
transicional donde paciente y terapeuta puedan sostener lo escindido hasta que pueda ser vinculado. Tanto en b) como en c) existen, en nuestra opinión, funcionamientos en proceso terciario. Esta nueva experiencia terapéutica le permite a Tim recuperar recuerdos del vínculo con su padre y, por otra parte, semantizar aquello ajeno de su madre y poder entender así su desafectivización, instaurando una relación
más afectuosa con su mujer y sus hijas.
Procesos terciarios, salud y prácticas sociales
1. Las modernas concepciones sobre la salud ponen el énfasis en la promoción de ésta, y pensamos que la noción psicoanalítica de proceso terciario, tal como la hemos desarrollado, podría constituir, en ese sentido, una perspectiva útil para el trabajo interdisciplinario.
Creemos que un ejemplo de ello es el constructo resiliencia, desarrollado en
la última década, que se definió como la capacidad humana de enfrentar, sobreponerse y ser fortalecido o transformado por experiencias de adversidad (Grotberg,
E., 1995; Luthar, S. et al, 2000). Se trata de una noción que fue descripta inicialmente por E. Werner y R. Smith (1982) a partir de un estudio realizado en Hawaii
durante más de tres décadas, en niños que -pese a condiciones de contexto muy adversas- tuvieron desarrollos adaptativos exitosos. En ellos -como señala A.
Melillo (2001)- "se observó que todos los sujetos que habían resultado resilientes
tenían por lo menos una persona (familiar o no) que los había aceptado en forma
incondicional, independientemente de su temperamento, su aspecto físico o su
inteligenRevista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Rubén Zukerfeld - Raquel Zonis Zukerfeld
cia. Necesitaban contar con alguien y, al mismo tiempo, sentir que sus esfuerzos,
su competencia y su autovaloración eran reconocidos y fomentados. Werner sostiene que todos los estudios realizados en el mundo acerca de los niños desgraciados
comprobaron que la influencia más positiva para ellos era una relación cariñosa y
estrecha con un adulto significativo. O sea que la aparición o no de resiliencia en
los sujetos depende de la interacción de la persona y su entorno humano" (la cursiva es del autor).
B. Cirulnik (2001) afirma que "para metamorfosear el horror hay que crear
lugares donde se exprese la emoción [...] la transformación se hace sin dificultad
apenas se la puede esbozar, poner en escena, convertir en relato o en reivindicación
militante".
En la recopilación de Melillo y Suárez Ojeda se realizan importantes consideraciones sobre los fundamentos psicológicos del concepto de resiliencia, en las que se
privilegia la interacción con otro que garantice reconocimiento. Además, tomando
ideas freudianas, de Winnicott y de Kohut, jerarquizan la constitución de la autoestima en relación con el humor y la creatividad. D. Rodríguez (2001) se ocupa de estos
últimos aspectos planteándolos como indicadores de resiliencia y como factores promotores de salud, siendo recursos que sostienen la subjetividad y el lazo social.
Pensamos entonces que desde una perspectiva metapsicológica (Zukerfeld,
2002) la resiliencia puede entenderse como la expresión de un funcionamiento en
proceso terciario donde la fluidez del aparato psíquico permite desarrollar recursos de afrontamiento a partir del efecto traumático. Es decir que el sujeto cualifica y crea donde sólo hubo magnitudes, mecanismo que debe diferenciarse del de la
resignificación del trauma. Esto implica sostener que el aparato psíquico posee una
plasticidad que se manifiesta en el potencial creador, que hemos citado anteriormente, de valor decisivo para cualquier acción transformadora. Este potencial sólo
podría ponerse en evidencia en un entramado intersubjetivo de cuyas características dependerá la mayor vulnerabilidad (trauma exitoso) o resiliencia (trauma transformador) de un sujeto. Esto adquiere importancia en el campo analítico en la medida en que se entienda al encuadre como un marco que brinda amparo y al análisis como despertador de potencialidades. De igual modo, se conoce el modo en que
las estructuras familiares y, en general, los dispositivos grupales pueden orientar la
evolución del acontecimiento traumático hacia la creación transformadora
En este sentido la resiliencia implicaría una capacidad del psiquismo de capturar lo traumático -gracias a algún soporte vincular- creando condiciones psíquicas
nuevas, que son justamente las que llamaron la atención a los primeros investigadores que fallaron en sus predicciones sobre el futuro de niños muy maltratados.
2. Además, se sabe que la serie salud-enfermedad se debe estudiar en su contexto histórico, que en la actualidad es el de profundización de la desigualdad asociada con la economía de mercado, con sus efectos de desocupación, expulsión social y apología del eficientismo individualista. Y todo ello incluido como parte de
un discurso único que V. Forrester (1996) presenta dramáticamente: "No hay lucha
alguna, salvo la que reivindica un espacio creciente para una economía de mercaRevista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Procesos terciarios
do, si no triunfante al menos omnipotente, y que por cierto posee una lógica propia
a la cual no se enfrenta ninguna otra. Todos parecen participar del mismo campo,
considerar que el estado actual de cosas es el único natural, que al punto que ha llegado la Historia es el que todos esperaban".
De todos modos, lo que se quiere destacar aquí es la respuesta social, que
implica construcciones psicosociales que deben considerarse como producciones
nuevas.
Todos los dispositivos que implican creación se producen como efecto de
vínculos intersubjetivos que suelen sostenerse en una empatía básica donde la
construcción de nueva subjetividad es producto de la toma de conciencia de un
padecimiento semejante. Así es que todas las manifestaciones autogestivas, autodeterminadas, transversales, tienden a crear objetos en la categoría de lo nuevo,
mientras que su reducción a lo preexistente los puede cristalizar o en aparatos políticos burocráticos (procesos secundarios saturados) o en violencia destructiva.
Como señala D. Najmanovich (1995): "Los sujetos son la fuente de la novedad,
brindan el espacio de la creatividad, lo que Castoriadis (1983) denominó imaginario radical, ese ámbito no sujeto a una lógica determinista, espacio ambiguo
donde habita la diferencia que posibilita la creatividad. Pero la novedad que aporta
el sujeto será parte de la historia sólo cuando logre un lugar en el imaginario
compartido; si no, pasará inadvertida o será tomada por locura" (la cursiva es
nuestra). Por eso -agregamos-, "la diferencia que posibilita" se hace historia y
adquiere sentido nuevo sobre una semejanza fundacional vinculada al registro de
lo traumático. Si no, la creatividad corre el riesgo de ser reducida a un brainstorm
de diversidades valiosas que se puede agotar en sí mismo sin desarrollar una gestión transformadora.
Creatividad es recolectar las intuiciones poniéndolas a jugar con los razonamientos para realizar acciones que resuelvan el conflicto que se repite.
Pero creación es además la realización de gestos espontáneos y compartidos
que permitan construir sobre lo inexistente.
A fines de la década del 70, en el enfrentamiento con el terrorismo de Estado en la Argentina, la creación de las Madres de Plaza de Mayo fue el resultado de
acciones originales a partir de la autogestión asentada sobre el dolor y la
incertidumbre, que produjeron un efecto nuevo en el tejido social. Recientemente,
la crisis económico-social y de representación política que padece el país ha
implicado una modificación significativa e inédita en las formas de participación y
de representatividad a través también de acciones autogestionadas. Esta
experiencia incluye respuestas originales frente a la impunidad ("escraches"),
formas espontáneas de protesta (cacerolazos), modos diferentes de organización
(asambleas barriales) y de intercambio (centros de trueque). Por todo esto es
importante señalar aquí dos aspectos que pensamos cruciales para entender lo que
llamaríamos prácticas sociales en proceso terciario:
a) La experiencia de lo inenarrable como semejanza fundacional donde el
trauma ha dejado de ser una determinación para transformarse en un punto de
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Rubén Zukerfeld - Raquel Zonis Zukerfeld
partida. No se trata únicamente de recordar para no repetir, ni sólo de ingenio individual para la supervivencia, sino de construir alternativas sobre vivencias compartidas donde las inscripciones inconscientes devienen en un potencial de acción.
Se trata en definitiva de desarrollos que se han dado a partir de acontecimientos
traumáticos: la desaparición de los cuerpos en la época de la dictadura y la desaparición de las fuentes laborales y de los patrimonios en la actualidad.
b) La organización autogestionada por fuera de los dispositivos institucionales convencionales en términos de micropolíticas que se van creando a sí mismas,
conjugando diversidades en proyectos comunes. No se trata de proyectos preexistentes sino de producciones que se ponen a prueba y pueden desecharse o recrearse sin mandatos de continuidad axiomática. Se puede pensar que las formas nuevas
y las creaciones surgen ante la crisis de representatividad. Se trata de energías sociales que -dentro de los lineamientos de este trabajo- consideramos que estaban
escindidas, es decir, sin representación. Su potencia está dada justamente por la necesidad del conjunto de crear representaciones que las alberguen y que por definición deben ser nuevas. E. Pavlosky (1996), refiriéndose a acontecimientos de esta
índole, los define como: "Nuevos territorios existenciales. Nuevas formas de solidaridad. Nuevos devenires".
Teniendo en cuenta estos dos aspectos, se hace más comprensible y extensivo lo que anteriormente señalábamos como las ligaduras o puestas en relación
x y x' que constituyen la secuencia creatividad-creación. Las prácticas sociales
tradicionales en proceso secundario saturado son las que pueden sostener como
saludable cierta resignación frente al trauma que puede enmascararse de "realismo". Hay que recordar los discursos de la dictadura sobre la "aceptación" de las
desapariciones de personas y los recientes sobre la "aceptación" del patrimonio
perdido, sin contar el tradicional e histórico axioma del establishment acerca de
que "pobres habrá siempre". Por lo general, esta secundarización saturada y sus
oficiantes son portadores de su propia reacción antagónica, que suele deambular
en el par destrucción-autodestrucción, donde predominan los fenómenos de repetición de lo idéntico.
No sorprende, entonces, que la desesperación y la violencia social aparezcan
como una derivación intrínseca a la "razonabilidad" del pensamiento único.
Conclusiones
Proceso terciario es una noción que entendemos, por un lado, apoyada en el
corazón del pensamiento freudiano y, por otro, como una consecuencia natural de
los desarrollos teóricos posfreudianos y de los desafíos que genera la clínica actual.
Pensamos que constituye el sustento metapsicológico de lo que
psicoanalíticamente se entiende como creatividad y creación. Ambos sustantivos
provienen del verbo crear que -como se comprenderá- genera una alternativa
diferente de la clásica opción recordar o repetir. Creemos que la investigación
clínica y conceptual de diRevista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Procesos terciarios
versos psicoanalistas se ha orientado en ese sentido y que los avances del psicoanálisis dependen de ello.
Es así que el desarrollo del psicoanálisis de niños, adolescentes, parejas, familias y grupos ha generado movimientos de revisión importantes y modificaciones de
dispositivos. Pero de todos modos cierto lastre conceptual de un determinismo lineal
e ingenuo se acantona en una especie de suerte ya echada entre la primera y segunda
serie complementaria. Así entonces se pierde de vista lo que llamamos el potencial
heurístico creador del aparato psíquico o, si se quiere, la posibilidad de producción
de nueva subjetividad a partir de los acontecimientos de la vida.
¿No es acaso notable ver la profundidad del cambio que se produce en sujetos que, en la jerga popular, "han tocado fondo", a partir de un acontecimiento
imprevisto? ¿Cuántos "querido Tim" han producido más movimiento analítico
que interpretaciones adocenadas?
Pero lo que debemos destacar aquí es que la creatividad y la posibilidad de
creación de lo nuevo son potenciales inconscientes universales que entendemos como expresión de procesos terciarios desarrollados en vínculos intersubjetivos. Estos potenciales están asociados con la riqueza fantasmática en la que, como señala
Green, se puede "[...] reconocer la existencia de los procesos primarios de la razón
subjetiva sin negar todo derecho a los procesos secundarios de la razón objetiva".
De esto se trata la creatividad, es decir, el primer nivel de los procesos terciarios,
condición de posibilidad de la creación que se construye con lo escindido que da
lugar, por ejemplo, a fenómenos como la resiliencia en el campo de la salud y al
desarrollo de prácticas sociales nuevas que ponen en evidencia que lo padecido no
es el destino.
¿No significa esto que el campo analítico es en realidad la posibilidad de un
encuentro original que trabaja desde la historia pero que crea historia? ¿No es posible pensar que en el escenario transferencial no sólo se repiten viejas escenas sino que se crean otras nuevas?
Tal vez sea mucho pedir -como escribía Green-, o quizá lo principal sea salir al encuentro de ese gesto creativo que en estado potencial espera a alguien que
le dé forma.
Resumen
El objetivo de este trabajo es realizar una revisión metapsicológica que permita entender la
cura no sólo como develamiento de lo dado que se repite, sino como creación de lo nuevo, es
decir, de aquello que no poseía aún existencia subjetiva. Se plantea así la noción de proceso terciario, que Green (1972) define como "aquellos procesos que ponen en relación los procesos
primarios y secundarios de tal manera que los primarios limitan la saturación de los secundarios
y los secundarios, la de los primarios". Esta noción estaría asociada con la constitución en el
vínculo analítico de un campo ilusorio -como plantea Winnicott- que permitirá el desarrollo de
la creatividad. Pero lo que en este trabajo se propone es extender la noción original a la puesRevista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6 2004
Rubén Zukerfeld - Raquel Zonis Zukerfeld
ta en relación de la creatividad con lo irrepresentable, es decir, con aquello traumático que ha
quedado escindido. En el primer nivel se produciría riqueza fantasmática, y en el segundo, ésta
sería utilizada en presencia de otro con quien construir un relato y/o realizar una acción transformadora. Este segundo nivel de implicancia constituiría lo que estrictamente entendemos como
creación de lo nuevo. Estos dos niveles de procesos terciarios corresponden a potenciales que
se ilustran en un caso clínico de J. McDougall. Asimismo, se plantea la noción de procesos
terciarios como una perspectiva psicoanalítica para dar cuenta de la resiliencia en el campo de
la salud y de las nuevas prácticas sociales que implican nuevas respuestas frente al pensamiento
único, la crisis de representatividad y los traumas sociales.
Resumo
O objetivo deste trabalho é realizar urna revisão metapsicologica que permita entender a cura
não só como desvelamento do ocorrido que se repete, mas também como criação do novo, ou
seja, daquilo que ainda não possuía existência subjetiva. Deste modo, apresenta-se a noção de
processo terciário que Green (1972) define como "aqueles processos que estabelecem urna
relação entre os processos primários e os secundários de tal maneira, que os primários limitam a
saturação dos secundários e os secundários a dos primários". Esta noção estaria associada á
constituição de um campo ilusório no vínculo analítico -como propõe Winnicott- que permitirá o
desenvolvimento da criatividade. Mas o que este trabalho propõe é estender a noção original á
relação da criatividade com o irrepresentável, ou seja, com o traumático que ficou cindido. No
primeiro nível se produziria riqueza fantasmática e no segundo esta seria utilizada na presença
de outro com quem construir um relato e/ou realizar urna ação transformadora. Este segundo
nível de implicação constituiria o que entendemos estritamente como criação do novo. Estes
dois níveis de processos terciários correspondem a potenciais que são ilustrados em um caso
clínico de J. McDougall. Do mesmo modo é apresentada a noção de processos terciários como
urna perspectiva psicanalítica para dar conta da resiliencia no campo da saúde e das novas
praticas sociais que implicam novas respostas perante o pensamento único, a crise de
representatividade e os traumas sociais.
Summary
This paper aims at carrying out a metapsychological revisión in order to understand cure not
only as unveiling that which is given and repeats itself, but also as the creation of the new, i.e.
something which has not yet had a subjective existence. For this purpose, we present the notion
of tertiary process which Green (1972) defines as "those processes that relate primary and
secondary processes in such a way that the former limit the saturation of the latter and vice versa". This notion would be associated to the constitution of an illusory field -as stated by Winnicott-, within the patient-analyst bond, enabling the development of creativity. However, in this
paper the authors try to extend the original notion to include the relationship of creativity wíth
what is irrepresentable -with what is traumatic and part of the split unconscious. At the first
level the production of fantasy richness would occur, and at the second level this richness would
be used in the presence of an other with whom it would be possible to construct a narration,
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Procesos terciarios
and/or carry out a transforming action. This second level of implication would constitute what
the authors understand strictly as the creation of the new. In addition, the notion of tertiary
processes is presented as a psychoanalytical perspective that accounts for resilience in the área
of health, and for new social practices which call for new answers to face the single-minded
thought, the crisis of the representative model and social traumas.
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Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Norberto C. Marucco
Asociación Psicoanalítica Argentina
Problema metapsicológico de la
frecuencia de las sesiones
Introducción al Foro electrónico preparatorio al XXV Congreso de FEPAL, La construcción del
espacio psicoanalítico en la clínica de hoy
Invitado por FEPAL a participar de este Foro para expresar mi opinión sobre el
tema de la frecuencia de las sesiones y su fundamentación metapsicológica, intentaré
aproximar algunas reflexiones que quizá puedan servir de estímulo para el debate.
El tema se inscribe en la problemática de la definición del encuadre en psicoanálisis y sus eventuales modificaciones. Más allá de las diferentes opiniones
que este difícil tema genera, creo que habría consenso en cuanto a que es la clínica misma la que condiciona los cambios: básicamente, las características de la
psi-copatología y las posibilidades de acceso terapéutico. Por supuesto, debemos
considerar como factores de incidencia, entre otros, el avance en el desarrollo de la
me-tapsicología, el contexto sociocultural (incluyendo el factor económico), la
transferencia social hacia el psicoanálisis, etcétera.
El psicoanálisis "clásico", por decirlo así, nos refiere, casi de manera exclusiva, a la clínica de la represión, del inconsciente reprimido, sexual y significante (que
podríamos definir como sistémico), cuyo abordaje atraviesa las vicisitudes de las neurosis de transferencia. En este contexto teórico, el conflicto psíquico se tramita por la
represión que secreta en el inconsciente uno de los polos del conflicto, y a cuyo contenido se puede acceder por vía de un camino regresivo semejante al del soñar, que
va iluminando las líneas asociativas hasta llegar al lugar del recuerdo, donde quedó
reprimido y capturado el deseo. El encuadre se define, entonces, por los conceptos de
represión y de regresión, del mismo modo que definen el soñar. En la técnica lo representarían el diván, la asociación libre del paciente, la atención flotante del analista, y una frecuencia de sesiones que facilita la situación regresiva (situación que
tiende a confundir y al mismo tiempo discriminar la actualidad del aquí y ahora con
la rememoración del pasado reproducida en transferencia).
Dirección del autor San Luis 3364 (C1186ACN) Buenos Aires Argentina E-mail marucco@ciudad, com. ar
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Norberto C. Marucco
Ahora bien, con "Recuerdo, repetición y elaboración" (Freud, 1914), aparece el concepto de acto, de agieren, en lugar del recuerdo, que trae a luz el hecho
sustancial de que hay algo que no se puede recordar. A partir de ahí la cura analítica ya no pasará sólo por el olvido y la memoria; no será únicamente rememoración, sino además la recuperación en actos de aquello que no se puede recordar. Se
nos revela aquí un inconsciente que no se expresa a través de significantes verbales, sino del acto, de la puesta en escena. En el psicoanálisis contemporáneo, el
acting out no será considerado sólo como una resistencia a la cura (producida, por
regresión, en la transferencia, y fomentada por la alta frecuencia de sesiones), sino
como un acto en el que se visualiza una historia que jamás podrá ser contada ni revelada en palabras, sino en conductas. Las palabras deberá ponerlas, en todo caso,
la construcción del analista; y el trabajo elaborativo suplantará la tarea de recuperar recuerdos.
Por otra parte, a partir de "Más allá..." (Freud, 1920), la reconceptualización
del trauma en el psicoanálisis pondrá en cuestionamiento el protagonismo del deseo como único motor del psiquismo. Conocemos el recorrido posterior: la repetición del trauma, de aquello que nunca produjo placer, la puesta en acto y la formulación de la pulsión de muerte. Los hechos reveladores de la clínica son, entre otros,
los fenómenos de la reacción terapéutica negativa, los que fracasan al triunfar, el
sueño como repetición en las neurosis traumáticas, etcétera.
La expresión a través del acto implica también una forma de retorno de lo reprimido, pero implica una modalidad psíquica particular que se presenta con las características de la repetición. Repetición de los fragmentos y ramificaciones del
Edipo, del narcisismo herido y de las huellas mnémicas que llamé ingobernables,
por ser incapaces de ligadura con el proceso secundario. Repetición en acto, historia contada sin palabras, que requieren caminos de acceso diferentes de los de la
búsqueda del recuerdo y la interpretación de los significantes. Entonces, ¿la frecuencia de las sesiones será motivada por el contexto socioeconómico? ¿O será que
el psicoanálisis empieza a movilizarse hacia la interpretación del acto, tanto dentro
como fuera de la sesión? (En "Recuerdo, repetición y elaboración", Freud nos dice
que el individuo repite no sólo en la relación con el médico sino en todos los sectores
de su vida.) Entonces, los "otros sectores" de la vida del paciente, su vida real, no es
un epifenómeno resistencial de la realidad psíquica. Es parte de esa "otra" realidad,
también psíquica, que tenemos que observar con los datos que trae la repetición de
las conductas. Pero, si la atemporalidad del inconsciente nos da la misma esencia
del eterno presente, ¿para qué entonces volcarnos a la regresión? Y si la clave del
análisis no fuera sólo producida por el movimiento regresivo, ¿por qué entonces la
exigencia de una alta frecuencia de sesiones durante todo el transcurso de un
análisis?
El acto, empujado por la compulsión a la repetición vinculada a la pulsión de
muerte (compulsión mortífera, como la llama Green), demanda del analista un trabajo de ligadura, de investidura, que debe montarse sobre la estructura de un tejido psíquico con huellas coaguladas con ausencia de sentido. Se trataría de romper
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Problema metapsicológico de la frecuencia de las sesiones
con la circularidad de la repetición para lograr incluir al paciente, a su funcionamiento psíquico, en la temporalidad del devenir con posibilidades de cambio, de
transformación. (No por nada Green define como "asesinato del tiempo" al estancamiento que produce este tipo de repetición.) (Green, 2001.) Entonces, el acento
pasa del polo del paciente, en su regresión, al polo del analista con su apuesta
pulsional de ligadura, de investidura (Marucco, 2003a). Pero será necesario
atravesar una etapa intermedia, cuyo recorrido podríamos sintetizar,
esquemáticamente, más o menos así: del tiempo asesinado de la repetición, sin
ningún tipo de ligadura, ir al encuentro de lo que podríamos llamar un tiempo
vacío, transicional, que implica ya el reconocimiento de una ausencia en el campo
analítico. Será recién desde allí que se abrirá la posibilidad de creación de un
tiempo nuevo, construido. En esa situación transicional se mueve el psicoanálisis
moderno.
Ahora bien, una vez recuperada en transferencia esta historia en acto generada por la apuesta pulsional del analista (que va más allá del concepto de contratransferencia), y producida la ligadura, veremos entonces emerger la pulsionalidad
del paciente, y, junto con esta pulsionalidad reprimida, aparecerán los síntomas y
su núcleo de angustia (Marucco, 2003b). Y habrá llegado, ahora sí, el momento de
un movimiento regresivo, necesario para el análisis de lo inconsciente reprimido
contenido en esos síntomas. El análisis virará entonces de una o dos sesiones semanales a tres o más sesiones para que el movimiento regresivo ayude a desmontar lo
reprimido por la represión y la cura se reoriente ahora hacia la recuperación del recuerdo. El análisis ya no será entonces un proceso lineal predeterminado desde una
teoría sino que seguirá el derrotero que la vida psíquica del paciente le vaya marcando. En suma, momentos de un análisis: lo construido en el acto, lo recuperado
por la ligadura y lo recuperado como memoria olvidada, y en particular una frecuencia de sesiones adecuada a cada momento analítico.
Voy a terminar recordando una intervención de Winnicott con Guntrip (1975,
p. 23), cuando este último va a verlo luego de su interrumpido análisis con
Fair-bairn. En la primera entrevista, y luego de escuchar el relato de Guntrip
durante el cual le había manifestado la amnesia del trauma por la muerte de un
hermano, Winnicott le interpreta: "No tengo nada en particular que decir, pero si
no hablo usted puede empezar a sentir que no estoy aquí". Esta intervención
legitima, a mi entender, un tipo de contrato analítico que privilegia un encuadre con
la flexibilidad necesaria para hacer evidentes aquellas zonas del aparato psíquico
que es necesario analizar, en los pacientes de hoy y en las condiciones de un
analista de hoy. Y en este marco se incluye, en mi opinión, el tema de la mayor o
menor frecuencia de las sesiones.
Para finalizar, y en procura de una mayor precisión: se trataría de elaborar
un encuadre que permita incluir cada vez más un "espacio de trabajo" -al decir
de Green- que facilite la transformación de la fuerza de la pulsión en representación psíquica.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Norberto C. Marucco
Bibliografía
Freud, S. [1914]. "Recordar, repetir, y reelaborar." En: 0. C, XII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1986.
- [1920]. "Más allá del principio del placer." En: 0. C, XVIII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1986.
Green, A. El tiempo fragmentado, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2001.
- La diacronía en psicoanálisis, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 2001.
Guntrip, H. [1975]. "Mi experiencia analítica con Fairbaim y con Winnicott. ¿Hasta qué punto es completo el resultado de la terapia psicoanalítica?" En: Revista de Psicoanálisis, XXXVIII, 1981.
Marucco, N. C. "El analizando de hoy y lo inconsciente. (Acerca del concepto de zonas psíquicas.)" En:
Edición especial de la Revista de Psicoanálisis de la Sociedad Psicoanalítica de Porto Alegre (SPPA),
2003a.
- "La angustia en las patologías neuróticas." Panel del Symposium Anual de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), 2003b.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Del psicoanálisis de niños
y adolescentes
Premio Psicoanálisis de Niños y Adolescentes 2002, otorgado por FEPAL*
Ingeborg Bornholdt
Sociedade Psicanalítica de Porto Alegre
Construções da temporalidade no
desenvolvimento normal
Introdução
Enfatizando as etapas primitivas, fundadoras do psiquismo, procurarei
destacar a gradual aquisição das noções de temporalidade que ocorre
concomitantemente ao desenvolvimento das relações objetais. Especificamente,
procurarei abordar como e em que medida se pode conceber a noção de futuro.
De fato, sempre medimos o tempo. Assim, atentar para as estac5es do ano,
as fases da lua, as mares, os ciclos menstruais, o canto do galo, o apito da fábrica,
o contar nos dedinhos "quantas vezes preciso dormir para chegar o dia do meu
aniversario", o painel eletrônico do carro, do computador e do avião, entre outras
muitas, são maneiras que servem a diferentes pessoas, de diferentes idades e contextos de fazê-lo. Períodos e medidas como as do relógio, das batidas cardíacas ou
da rotação da terra têm uma característica regular e cíclica. Porém a representação
mental de um passado-presente-futuro implica um tempo linear, em evolução e
delimitado. O tempo da transitoriedade da vida demarcado entre nascimento e morte
perde sua objetividade para um leque de distorções de origem subjetiva e interna.
Defendemo-nos da realidade da finitude e da mortalidade e tornamos o tempo
futuro, no qual não mais estaremos incluídos, de difícil concepção.
Os relógios mecânicos surgiram em torno do ano de 1300 e inicialmente
informavam, além da hora, o curso do sol, da lua e dos planetas. Realizavam
espetáculos mecânicos quando "batiam as horas" desde os edifícios mais importantes das cidades. Os ritmos das estações determinavam o trabalho no campo.
De posse desta herança, hoje nos orientamos fácil mente no tempo objetivo
com este instrumento clássico, o relógio, ou no espaço, pelos ponteiros da bússola.
Endereço da autora Av Carlos Gomes 1550/303 90480-002 Porto Alegre Brasil E-mail ingb@terra. com. br
'Este premio intenta destacar los avances en el conocimiento sobre la teoría del desarrollo psicoanálisis clínico o investigación de campo, así como
lo que se hace cotidianamente en el área de los análisis de niños y adolescentes (Del reglamento de los premios FEPAL) El jurado estuvo constituido por Genys Talberg (Brasil) Luis Kancyper (Argentina), Marta Maldonado (Colombia) y Teresa Lartigue (México)
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Ingeborg Bornholdt
Esse tempo, porém, é muito diferente do nosso tempo subjetivo ou da nossa
temporalidade.
O lento surgimento da temporalidade e as noções de um antes e um depois
são fruto de elaborações de um estado mental que parte da atemporalidade característica do inconsciente.
Em trabalho anterior, comparei a construção mitológica na qual, segundo
Hamilton
(1995),
os
gregos
estabeleciam
relações
entre
seus
"deuses-tornados-humanos" e as construções mentais da criança e suas relações
objetais. Na mente da criança, que pode evoluir ou cristalizar-se nas mais diversas
patologias (insuficientes elaborares do narcisismo), os objetos internos
representam humanos-tornados-deuses. No desenvolvimento normal, cada criança
revisita os mitos da humanidade. Quando nossos pacientes-criancas brincam,
desenham, inventam historias, personificam papéis ou nos atribuem funções, eles
nos abrem uma janela para dentro deste mundo fantástico habitado por
humanos-tornados-deuses, os objetos. O mundo interno que nos mostram é
habitado por objetos que representam aspectos parciais ou totais de suas
representações dos pais, irmãos e desdobramentos ou, ainda, de seu próprio corpo,
de partes deste e dos vínculos deste com outras partes. Á medida que se abre o
cenário interno, nele podemos observar projeções das hipóteses primitivas de
funcionamento do corpo e dos objetos (Bornholdt, 2000).
Primeiras noções de temporalidade
Como ponto de partida da construção da temporalidade no psiquismo, tomo
o nascimento, deixando de lado a pré-história desta aquisição psíquica. É importante, porém, ter em mente que a origem dos fenômenos psíquicos remonta a um
tempo infinitamente mais remoto que o da gestação e nascimento de um individuo.
Antigas relações objetais condensam em si uma historia que pertence a gerações
anteriores ao sujeito.
Aquisições, conflitos e elaborações, defesas e conhecimentos são
transgeracionalmente adquiridos e transmitidos. Freud, em O Futuro de uma
Ilusão, afirma que o homem "é construído com o material das lembranças do
desamparo de sua própria infância e da infância da raça humana... Aquilo em que
está ingressando constitui a herança de muitas gerações, e ele a assume tal como
faz com a tabuada de multiplicar..." (1927, p. 33). Também cabe lembrar os
estudos e recursos de ultra-sonografia atuais sinalizando possíveis respostas do
bebê a mãe na vida intrauterina. O nascimento é, todavia, uma primeira grande
separação, uma ruptura entre corpos e entre pessoas. Partimos deste momento.
Em 1926, em Inibições, Síntoma e Ansiedade, Freud fala em Hilflosigkeit
(desamparo de ajuda - Hilfe). Denominou Urangst (ansiedade primitiva) o estado
original de angustia, ligando-o á separação do seio ou do objeto. Tal angustia é a
base do funcionamento psicológico.
Este estado original de angustia é estudado por todos os autores do desenRevista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol. 6 2004
Construções da temporalidade no desenvolvimento normal
volvimento, uma vez que ele é motor deste. Melanie Klein (1946) destacou o medo
do aniquilamento; Bion (1962) se refere ao "terror sem nome"; Winnicott (1960)
fala em "rupturas no senso de continuidade", em "invasão ambiental", e
denominou de breackdown (1963) o medo do colapso; Meltzer (1975) descreve um
"estado mental de desmantelamento". Estes estados mentais de angustia primitiva,
originada pela separação do objeto quando o ser humano ainda não pode conceber
em palavras ou pensamentos suas vivencias, equivalem ao sucumbir. A dor
psíquica pela separação vem do pesar pela perda de algo anterior, algo passado,
que falta agora, no presente. Primitivamente, esta falta adquire significado de
morte. Pudesse concluir que os primeiros movimentos de elaboração das angustias
de separação se ligam intimamente as mais primitivas noções da temporalidade.
No recém-nascido ao bebe de semanas, no bebê a criança pequena, pode-se
observar o gradativo desenvolvimento do psiquismo e das surpreendentes capacidades
para, a partir de determinados sinais do ambiente (os ruídos dos movimentos da mãe
ao preparar-se para dar de mamar, por exemplo), identificá-los, atribuir-lhes um significado de tranqüilizarão ou de angustia e reagir aos mesmos. A presença materna
desencadeia reações positivas ou negativas na criança. Assim, em etapas muito
iniciais do desenvolvimento, o bebê já correlaciona algo do presente a algo do
passado.
A condição vulnerável do ser humano não é apenas o motor que impulsiona o
psiquismo para níveis evolutivos superiores; também coloca o individuo em uma
perspectiva de absoluta dependência do objeto para existir. Como a mente ainda não
pode discriminar o self do objeto, estes estágios mais primitivos se fundamentam no
narcisismo. O mundo ainda não é algo fora do bebê, é ele mesmo: um espaco-lugar
imenso, um tempo infinito, algo como uma imensidão semelhante a onipotência do
próprio self. Porém esta imensidão pode transformar-se instantaneamente em um
lugar-espaco-tempo que traga o bebê: uma ameaça de aniquilamento.
Primitivas experiências emocionais da posição esquizoparanoide (Klein,
1946), na qual o todo se dissocia em partes e as experiências são cindidas (ou tudo
é oceânico, único ou tudo é caos, perigo de morte), lançam os fundamentos da
construção do psiquismo. O desamparo natural e a fragilidade encontram consolo
na ilusão de fusão, na qual a vivencia passa a ser de completude. O desejo de união
(representando um estado anterior mais continuo) acompanha o psiquismo ao
longo da vida.
A partir de uma fusão entre self e entorno desde antes do nascimento, a vivencia é a de um mundo de substancias e expansões sem limite. Self e entorno,
harmoniosamente misturados, formam uma primitiva relação de mistura
interpenetrante (Balint, 1993). Com o nascimento, surgem objetos com contornos
e limites, em relação aos quais a libido (que anteriormente fluía livre) se concentra
e rarefaz. As falhas ambientais se expressam em termos de relação de objeto. "A
origem da falha básica pode ser identificada com uma considerável discrepância nas
fases formativas precoces do individuo, entre suas necessidades biopsicológicas e
o cuidado material e psicológico, e a afeição disponível em momentos relevantes"
(Balint, 1993, p. 20). Gradualmente surge a representação mental do objeto. No
inicio, ele
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Ingeborg Bornholdt
é sentido como fazendo parte do sujeito, depois passa a ser parcialmente discriminado e, finalmente, estabelecem-se diferenças entre o self e objeto. É uma trajetória
de desenvolvimento psicológico que culmina em um estado de relação com o objeto total. Neste então, se edifica também a temporalidade como resultado da
elaboração do luto pela "mistura interpenetrante".
A articulação dos impulsos e da hereditariedade com as vivencias infantis da
relação com a "mãe suficientemente boa", descrita por Winnicott (1960),
possibilita ao bebê construir um sentimento de continuidade, fundamental para a
construção da noção temporal de futuro.
A lógica do inconsciente (da qual a atemporalidade é uma característica) predomina na proporção indireta da idade da criança.
Aquilo de significativo que ocorre no presente, que repete situações
passadas de gratificação ou de frustração formando registros mnêmicos (Freud,
1950) leva á catexia de objetos. Estes são naturalmente assimilados e
internalizados, passando a povoar um mundo interno com realidade própria (Klein,
1936) e a construir o ego e a temporalidade.
A gradual elaboração da angustia de separação permite um lento construir da
subjetividade da crianças que inclui a temporalidade.
As frustrações pelas separações provém da desilusão que se segue á ilusão de
união ou, ainda, da realidade que se segue á alucinação. Elas precisam ser
assimiladas e elaboradas e podem ser resumidas na palavra "desmame", como
Melanie Klein (1936) descreveu as ansiedades depressivas. A capacidade da
criança para a reconstrução e reparação de objetos perdidos ou danificados vai
direcionando sua mente para o futuro e para o alvo sobre o qual se projeta a
esperança. Isto pode ocorrer a partir de uma confiança básica e de uma sólida
relação de uma mente capaz de conter a outra (Bion).
A temporalidade não pode existir no período de vida em que predomina a
posição esquizoparanoide, considera Baranger (1971). Como nesta posição os
objetos têm características perseguidoras ou idealizadas absolutas, eles são
imutáveis. A frustração pode ser neutralizada pela alucinação do peito idealizado.
Quando a alucinação também falha surge um estado de desespero e desamparo
absoluto, porque a vivencia é a de um seio desaparecido para sempre. A passagem
para a posição depressiva possibilita o surgimento da temporalidade, uma vez que,
nesta posição, o peito desaparecido pode ressurgir (por não ser absoluto). A
ausência-presença possibilitada pela antecipação do ressurgimento e pelas
capacidades simbólicas potencializa a temporalidade nas três dimensões.
Portanto, temporalidade e estruturação da posição depressiva andam juntas e
uma condiciona a outra. Para Meltzer (1979), o bebê tolera as separações e permite
que "os pais se vão para fabricar um novo bebê" quando se capacita a substituir as
identificações projetivas pelas introjetivas. Através destas últimas, o bebê suporta
e tolera a separação, pois conta com um objeto bom firmemente estabelecido no
interior, podendo, então, se identificar com aspectos do mesmo.
O crescente conhecimento inconsciente de que o objeto interno (e externo)
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Construções da temporalidade no desenvolvimento normal
não é tão mau como parecia quando cindido, faz surgir esperança e significa alivio
da dor da separação. O objeto torna-se mais robusto no psiquismo da criança e,
assim, o ego vai-se constituindo paralelamente as noções iniciais do presente (que
se apóia na memória do passado) e desenvolve a capacidade para esperar o
ressurgimento do objeto lá adiante. O futuro emerge como uma possibilidade de
representar e esperar (ao invés de desesperar), de reparar e afetivamente
reencontrar um estado emocional como aquele da união boca-seio. A concepção
de futuro adquire o significado de restabelecer a união, tornando-se, assim, matriz
integradora.
A esperança é como um precipitado de elaborações das ansiedades
depressivas. Ela se fortalece na medida em que capacidades próprias da criança,
articuladas as de réverie da mãe, vão construindo na mente infantil um continente
próprio para albergar objetos com características mais integradas. Com apoio
ambiental os estados mentais frágeis podem ir se desenvolvendo, passo por passo,
e assim também construindo as noções de passado-presente-futuro.
A separação, ou, ainda, o luto pela perda do estado mental da união
boca-seio, precisa ser elaborado gradativamente para a continuidade do
desenvolvimento do psiquismo. Há algo (o estado mental de união) situado no
passado que busca ser reencontrado; isto é, que precisa ser criado mais uma vez.
As vicissitudes do crescimento e da vida vão exigindo que este estado seja
restabelecido, recuperado, reinventado, simbolizado em outro tempo e com outros
elementos.
O trabalho de elaboração permite a manifestação reparadora e criativa. O
aparelho psíquico passa a funcionar cada vez mais em nível de processo secundário,
menos regido pela onipotência.
A memória de vivencias internas e externas, dos ritmos do corpo e da
alimentação pode ir dando significado a vivencia do momento, porque ela lembra
experiências afetivas que estabeleceram representações no psiquismo (Stern,
1988). Um ritmo pode ser antecipado e estruturar subjetivamente a experiência de
tempo (Stern, 1997). O ciclo ou ritmo inicial entre fome e união-bocaseio
estabelece noções circulares de temporalidade. Os espaços entre as mamadas e as
formas que a mãe encontra de acalmar o bebê vão criando intervalos, horários,
ciclos e ritmos próprios e representativos daquela relação de objeto. Nos estágios
iniciais em que self e, objeto só se discriminam parcial e descontinuamente, estes
ritmos da alimentação inscrevem noções de presença ou ausência (de vida e de
morte). Os ritmos do próprio organismo do bebe (como os cardíacos ou os
digestivos), os do corpo materno e os do atendimento recebido (setting) vão
significando, e efetiva-mente representam, continuidades. As diretrizes temporais
se amalgamam! sobre estes ritmos de interação da dupla mãe-bebê.
Ritmos regulares fornecem segurança e continência sendo parte importante
do desenvolvimento assim como do setting no campo analítico.
Encontramos múltiplos exemplos da importância de repetições e ritmos na
elaboração de fenômenos psíquicos no dia-a-dia: a criança pequena nos pede que
repitamos historias sempre de novo, muitas vezes, protestando se na nossa narração
alteramos as palavras. Nas sessões de análise, muitas vezes o paciente-criança arma
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Ingeborg Bornholdt
dezenas de vezes o mesmo cenário lúdico e repete as mesmas atividades como se
fossem rituais sagrados. As repetições e ritmos nos falam sobre um resíduo enigmático. Há problemas ainda não desvendados, fantasias inconscientes que são
muitíssimo mais complexas que a realidade objetiva daquela pequena historia, por
exemplo. Destaca-se que a noção de presente e a construção do pensamento
realizam-se a partir da elaboração da dor causada pela falta ou ausência de algo
anterior, algo do passado.
Freud (1916) ensina que, com a introdução do principio da realidade, o
processo de pensar torna possível suportar o aumento de tensão. O pensamento
antecipa algo postergando a satisfação imediata. Nesse processo, encontramos
tambêm a gênese da temporalidade (a gênese de um antes, agora, depois). Em
épocas anteriores á aquisição da palavra os estados de angustia e as primitivas
sensações ficam impressas no ego sob a forma de "representações". O desamparo
diante da não união ou do "nâo-seio" torna-se um pensamento, escreve Bion
(1962). O pensamento surge como meio de tornar suportável a frustração; ele
procura restituir a ausência e, portanto, é também um processo de construção da
temporalidade.
A partir da relação diádica constroem-se pequenas linhas-distáncias-tempos
que ligam algo do agora a algo do antes. Distancias mínimas de tempo e espaço
entre self e objeto formam uma espécie de sulco ou via pela qual o psiquismo transita, durante toda a vida, no encontro e relação com os objetos.
A evolução da relação diádica para a triangulação (ou para o cenário edípico)
é fundamental para a aquisição da capacidade para processos secundarios; portanto,
é condição para a possibilidade de estruturação da temporalidade. Á medida que a
fantasia de pais combinados vai se elaborando, surgem maiores discriminações. Se
inicialmente a discriminação eu-nâo eu (ou self-objeto) foi a grande solicitação ao
desenvolvimento, agora surge a necessidade de discriminação entre sexos.
O pai significa o limite, a realidade e também a temporalidade. Desde Freud,
em Tótem e Tabú (1913), esta função é amplamente estudada na psicanálise. Saliente
a forca decisiva do limite para que a mente ingresse no tempo subjetivo ou na temporalidade. A capacidade para reconhecer um outro objeto em relação a mãe emerge
da discriminação entre self e objeto e por sua vez, significa também a discriminação
de outro sexo e de toda vida imaginativa da relação entre mãe e pai. Dito de outra
forma: da cena primaria e das embrionárias noções de como é o mundo e a realidade.
A elaboração do conflito edípico implica renuncia, postergação e adiamento.
Algo agora precisa ser guardado e aguardar para depois, para o futuro. Esta
elaboração abrange questões como "não sou tudo", "há outros", "há diferenças"
-entre sexos e gera§5es.
Se o sujeito consegue elaborar as ansiedades de castração (edípicas), adquire a
identificação com os valores dos objetos parentais (renuncia ao incesto e ao
homicídio) e pode rumar a objetos secundários e também á integração da noção de
futuro.
As fantasias onipotentes e narcísicas do ego ideal vão sendo substituídas
pelas do ideal de ego e pela busca de conhecimentos. O ideal de ego resultante da
identificação com as figuras parentais estabelece a capacidade da busca de metas,
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Construções da temporalidade no desenvolvimento normal
propósitos, objetivos e aspirações (Hanly, 1983). O destino passa a ser algo para
realizar, buscar, conquistar -uma meta futura. O sistema narcisista da criança e as
perfeições inerentes a onipotência infantil precisam ser sempre mais elaborados. Os
pais das configurações narcísicas são monopolistas, possuidores de tudo que é
valioso (Kancyper, 1992). A passagem das relações narcísicas para as de dimensão
do real precisa ocorrer em ambas gerações e gera muitas ansiedades.
A consideração e o amor ao objeto também formam vigorosas forcas que
levam a renuncia edípica e a repressão necessária. O principio de realidade vai se
instaurando mais e mais. A criança vai podendo somar ao conhecimento das
diferenças entre os sexos o das existentes entre gerações, ampliando com isto
suas noções espaço-temporais. Isto vai gerando paulatino desenvolvimento das
capacidades para estabelecer relacóes assimétricas, ou ampliacáo da consciência.
O superego é o herdeiro do complexo de Édipo, ensinou Freud (1913). Os
ideais das figuras parentais e equivalentes internalizam-se pelas identificações.
Ambições de "como quero ser" ou "como não quero ser" no futuro significam o "eu
amanhã". Pelo reconhecimento dos limites, das discriminações e diferenças, a temporalidade perde sua circularidade (infinita) e adquire mais e mais sua real
linearidade, ou movimento em espiral ascendente, como Bion sugeriu. A
temporalidade transita de algo que é do agora em direção a algo que é o depois.
A interdição edípica inaugura o período da latência, no qual as forcas
sublimatórias desenvolvem o ego. Urribari (1998) sustenta que há um "trabalho de
latência", o qual consiste na busca do delicado equilíbrio entre o proibido e o
permitido. Aquilo que é proibido fica no passado, e a autoridade dos pais se desloca
mais e mais para novos objetos. Este "caminho exogámico" implica crescentes
investimentos em objetos do meio extrafamiliar, que passam a gerar novas
identificações.
Com a adolescência, ingressamos na última fase de desenvolvimento
psicos-sexual da mente. Freud calcou este longo processo de desenvolvimento no
que denominou "dois tempos da escolha objetal". A latência é um período que
detém a primeira onda; a segunda onda ou tempo sobrevém com a puberdade.
Nenhum dos estágios anteriores das relações objetais (diádicas e triádicas) alcança
real elaboração e solução na infância. Os processos normativos seguem e só
podem encontrar solução com a elaboração dos conflitos da adolescencia (Blos,
1991).
Estamos em terreno firme da constituição da temporalidade, uma vez que a
adolescência é o período no qual culminam os dolorosos processos de
desidealização. Kancyper (1990) considera que a identificação com os objetos
primários e com os ideais anteriores congela o psiquismo dentro de um "para
sempre" (atemporal). A desidentificação e ressignificação na adolescência
requerem o abandono das imagens idealizadas dos objetos parentais, reabrindo o
acesso a novas identificações. Durante esse longo período de negociações
narcisistas, de grandes lutas e ameaças (afetivas, verbais e materiais) há uma
temporalidade ambígua (Kancyper, 1990). O adolescente precisa reorganizar e
revisar toda sua Weltanschaung do passado. A elaboração da crise da adolescência
constrói e abre uma temporalidade mais estruturada e integrada, resultante de um
extenso desabamento temporal no
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Ingeborg Bornholdt
decorrer da crise de adolescência. O adolescente se desorganiza para reorganizarse com base nas ressignificações que pode fazer.
Quando a longa crise da adolescência pode ser elaborada com o que Winnicott
denominou de sobrevivência (do self e do objeto), então também se dá a
integração da temporalidade (com noções de passado, presente e futuro), pelo
fortalecimento da constancia objetal.1 As noções de tempo sofrem os mesmos
movimentos que as da identidade neste período de turbulências e dele podem
emergir com características mais robustas e reais.
A adolescência, postula Winnicott, é uma questão de assassinato que emerge
da infancia e da elaboracáo do afastamento da dependencia, mediante tateamento
gradual em busca do status adulto: "[...] crescer significa ocupar o lugar do genitor. E realmente o é". Na fantasia inconsciente da puberdade e da adolescencia, há
"a morte de alguém [...]" (Winnicott, 1968, p. 196). Há passagem de tempo.
Esta passagem pode ser elaborada por ansiedades depressivas, relação com
objetos totais e a preocupação com o outro. A dor psíquica então, pode ser mais
bem suportada e contida. Gradualmente, a noção de futuro vai se integrando á
circulação psíquica. A esperança vai despontando no psiquismo e auxiliando tanto
na posição depressiva quanto nos processos de sublimação. A capacidade do sujeito
de recuperar seus objetos mediante a própria atividade criadora lhe dá a perspectiva
de imaginar algo á frente, de dirigir-se a algo atingível. A desesperada, ao
contrario, impossibilita a saída do círculo de objetos imutáveis e o
estabelecimento da temporalidade (Baranger, 1971). Os objetos irreparáveis atraem
ao passado toda a temporalidade, dificultando a noção temporal de futuro.
Se as fronteiras espaço-temporais estavam com seus limites borrados nos
períodos iniciais, agora estão mais precisos e discriminados. Há então um fortalecimento da lógica do consciente.
Porém, sendo o psiquismo uma estrutura bi-lógica (Matte-Blanco, 1975) ele
abarca simultaneamente as duas lógicas. Assim, paralelamente a atemporalidade,
existe a temporalidade. A capacidade de reconhecimento consciente de assimetrias
(portanto também da possibilidade de discriminar passado, presente e futuro)
ocorre concomitantemente a relações simétricas. As relações assimétricas vão se
constituindo em processo continuo de desenvolvimento durante a infância,
adolescência e vida adulta do individuo.
Podemos, pois, concluir que as relações de objeto recebem simultaneamente
carregamentos de temporalidades e de atemporalidades. Através de identificações
projetivas e introjetivas, os objetos têm simultaneamente características atuais e
reais bem como aspectos das vivencias primitivas, absolutas, oceânicas. Estes
fenômenos se manifestam tanto na criança quanto no adulto já com a
temporalidade estabelecida e que a perde em situações de grande solicitação
emocional.
A circularidade neurótica tende a ser transformada, gradativamente, em li1 Margareth Mahler desenvolveu amplamente o conceito de constancia objetal Para esta autora a constancia objetal e alcançada quando a em
alcançada tem representações diferenciadas do self e do objeto e suporta separações da mãe Para Mahler todavia, a constancia objetal somente
se instala apos as subfases de autismo normal simbiose normal e individuação/separação em torno do 3 ano de vida
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Construções da temporalidade no desenvolvimento normal
nearidade, que avança de algo do só agora para algo do também depois. Os
encadeamentos, todavia, são menos lineares, apresentando movimentos de ida e
vinda, embora em crescente progressão quando há evolução positiva ou um
"universo em expansão" (Bion). A criança já capacitada a discriminar self e
objeto, dentro e fora, passado e presente, regride muitas vezes a etapas anteriores
em que há simultaneidade e sinterização.
Exemplos clínicos do funcionamento bi-lógico: um menino de nove anos de
idade em uma fase da análise em que o tema central girava em torno dos lutos pelas
separações. Estando ele particularmente quieto e deprimido, começa a contar o
número de batimentos cardíacos no seu pulso e comenta: "Acho que são x batidas
por minuto". Porém parece ficar perturbado e, então, apontando com o queixo para
o pulso da analista diz: "Vê ai se contei certo". Há aqui uma fantasia de fusão
self-objeto ou de simetrização e não separado. Via identificação projetiva, o
paciente estava dentro da analista e, assim, esta poderia contar os batimentos
cardíacos do paciente no próprio pulso.
Outra criança uma menina alguns anos mais nova que se encontrava em
estado de humor alegre e confiante, brincava de ter um universo de coisas
admiráveis: confeitaria, loja de brinquedos, creche com muitos bebês. Assim, era
a analista que passava a visitá-la para conhecer e admirar tudo isto. De repente,
a paciente se dirige a porta e sai: "Me espera, vou fazer coco". Retorna de
imediato e comenta: "O coco não terminou de descer...". Seguiu na brincadeira,
mas, obviamente, estava inquieta e desconfortável pisando ora num pé, ora
noutro, quando de repente comenta: "Me diz quando o coco terminou de
descer...". Novamente podemos observar ai uma fantasia na qual o efeito das
identificações projetivas provoca a fantasia e a vivencia de que a analista
poderia sentir no próprio corpo as sensações corporais da paciente, assim como
a paciente mergulhara para dentro de um mundo da analista-mâe.
Há um desenvolvimento, um continuum na mente do individuo ou na
memória da humanidade. Do mito á realidade e ao pensamento científico, fatos
atuais transitam e se conectam a outros muito mais passados, pretéritos. As
camadas mais próximas a consciência articulam-se cada vez mais com aquelas
soterradas em camadas mais profundas, distantes da consciência e localizadas nas
primeiras vivencias emocionais do bebê.
Novas ressignificações possibilitam que as representações do adulto e do
adolescente cheguem, por camadas, a infância cada vez mais remota.
A continuada elaboração de conflitos ao longo de todo o ciclo vital, permite
sucessivas aquisições de novas formas que Bion denominou de "transformações".
A capacidade de recriar o objeto (adquirida na posição depressiva) permite o
reconhecimento da sua perda na realidade objetiva e a sobrevivência de um ego
capacitado a lidar com esta realidade. A saudade do objeto então, significa sua
presença no mundo interno.
Constancia objetal e contato com a realidade objetiva têm uma relação
estreita entre si, possibilitando que as faltas objetivas ecoem e encontrem
conforto em
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Ingeborg Bornholdt
"presenças" internas, subjetivas. Experiências vividas imprimem-se permanecendo
no inconsciente e de lá agem sobre as situações atuais.
Freud desenvolveu o conceito de Nachträglichkeit, traduzido como a
poste-riori ou aprés-coup. Já em 1896, em carta escrita para Fliess, ele diz que "os
materiais presentes sob a forma de traços mnêmicos sofrem de tempos em tempos,
em função de novas experiências, uma reorganização e reinscrição". Quando há
elaboração e desenvolvimento, novos significados podem ser dados ao que está
guardado nos alicerces do psiquismo, lá distante na infância do sujeito.
As idéias sobre a Nachträglichkeit apóiam-se nos conceitos de series complementares e equações etiológicas de Freud, nas quais os fatores constitucionais,
as antigas experiências emocionais da infância e a experiência atual se interligam,
formando o estado psíquico atual (Freud, 1916).
Paolo, de 5 anos de idade, bem desenvolvido intelectualmente,
excepcionalmente serio para a idade, vinha apresentando crescentes dificuldades
para separarse dos pais. Com grande sofrimento, tem-se encolhido quieto quando os
pais saem. Permanece com pesar aguardando-os e eventualmente explode em
crises de fúria. É exigente e acusatório com os pais estabelecendo cenários
psíquicos em que demandas narcísicas mutuas, culpas e ressentimentos vigoram.
Paolo desenvolveu, então, o seguinte sintoma: próximo a situações de separações
fica pálido, com olheiras, e "cata" coisinhas do chão como se estivesse
desconectado da realidade objetiva. Na análise essa angustia é atuada
transferencialmente. Quando se aproxima o término de algumas sessões, como se
estivesse em outro mundo, repentinamente se ajoelha e passa a procurar com
silencioso desespero algo pelo chão. Aflito, aperta na mão fiapinhos do carpete
ou migalhas de giz que encontra, como se fossem partes de algo valioso e vital
para ele. Há a fantasia de perder definitivamente o objeto. A dimensão temporal de
futuro encontra-se desintegrada. As separações significavam um "nunca mais" ou
morte. Os pequenos ciscos representam sua desesperada tentativa de reter o objeto.
O ressentimento {sentir de novo) e intermináveis pedidos/queixas aos pais
refletem também a circularidade temporal na qual o presente remete ao passado
não podendo evoluir para uma linearidade que abrange o futuro. Ainda não há a
elaboração de um tempo com características lineares e expansivas.
Na vinheta citada observa-se certa imobilização com objetos maus continuamente presentes. Nessa relação viscosa de ressentimentos (Kancyper, 1997), há
pouca ou nenhuma ressignificação da dolorosa vivencia de separação do objeto. No
cenário interno, a temporalidade não pode fluir rumo a sua estruturação de futuro,
uma vez que ela sempre retorna ao passado.
Em tais estados mentais tanto o fluxo temporal quanto o das relações
objetais é dificultado. Um adolescente de 17 anos de idade, diz que se sente
"nadando em uma piscina cheia de cola". Com esta metáfora, ilustra seu
mundo psíquico, no qual os efeitos da Nachträglichkeit não suficientemente
elaborada o retém em um tempo passado, no qual se desdobram suas relações
objetais. Presente e passado, com seus limites relativamente borrados, dificultam
a perspectiva e a
230
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol. 6' 2004
Construções da temporalidade no desenvolvimento normal
concepção de futuro. Há uma relação rancorosa2 com os objetos do seu mundo
interno e externo.
A dor psíquica provocada pelas perdas e renuncias, como as do desmame ou
edípicas, pode entravar o desenvolvimento e prejudicar a integração temporal.
Todavia, sua elabora9áo impulsiona o desenvolvimento para adiante.
Natalia, uma paciente adolescente inteligente e graciosa é bulímica e inicia a
análise em estado físico e emocional muito frágil. Pode chegar á crueldade na
transferência, pelo grau de destrutividade dirigido contra si mesma e contra a analista. Oscila entre fantasias de ser misturada ao objeto (ser uma parte deste) e
fantasias onipotentes de não existência deste e, portanto, de não considerá-lo
minimamente. É como se estivesse, de um lado, em constante estado de ataque
dirigido a si e/ou aos objetos e, de outro, no mais profundo estado de fusão. Há
períodos da análise ou frações de tempo de uma sessão em que ela discorda
sistematicamente das intervenções da analista com muita arrogância. Estabelece
relações de características simétricas. Para ela, a analista precisa ser como uma
parte sua: não deve ter palavras próprias nem vida própria. Maneja onipotentemente
esta relação, transformando aquilo que aceita ao ouvir em algo que saiu dela
mesma. Não suporta a separação, reagindo com defesas como as que Rosenfeld
(1978) descreveu: incorpora o objeto onipotentemente e trata-o como posse. Nega
as fronteiras ou limites entre objeto e si mesmo.
Na sua fantasia, transporta-se para épocas preferencialmente distantes da
atual: ou está em um mundo onde age e exige como uma menininha pequena, ou
fala sobre um futuro grandioso que a aguarda. É um futuro narcísico, onde se vê
unida a pessoas também magníficas como ela. De fato, são representações de seus
objetos internos idealizados. Como são objetos narcísicos do seu ego ideal, fácil
mente passam de idealizados a extremamente maus e perseguidores.
Embora Natalia fale muito sobre o futuro, de fato há uma vida imaginativa
de reconstituição do passado, no qual imperava o narcisismo infantil. Há uma
incessante procura de reencontrar estados mentais do ego ideal, de "sua majestade
o bebê" (Kancyper, 1992). A noção real de futuro, fruto da elaboração do limite e
da diminuição da onipotência já desde o desmame, é fortemente defendida e,
conseqüentemente, de pouca circula9áo psíquica.
Também aqui se observa uma temporalidade com características predominantes de circularidade: o presente retorna ao passado pela repetição e reedição de
vivencias regressivo. E mesmo entre este presente e passado há tão pouca
diferença, que estas dimensões temporais mais parecem condensações com
características do inconsciente.
O narcisismo não elaborado suficientemente impossibilita o reconhecimento
da realidade, o que incrementa a onipotência (que apenas espelha um alto grau de
impotência/desamparo). Pacientes de todas as idades podem, então, construir defe2
Conforme Zimermann (1999) rancoroso tem o étimo latino rancidus que também da origem a rango Assim o ressentimento esta ligado a um
rango de tempo antigo (p 148)
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Ingeborg Bornholdt
sas contra a dependência. Á dificuldade do reconhecimento de limites corresponde
outra que é a da construção de noções de ordem temporal, seqüencial e de futuro.
Muitas vezes, a contenção e limite do setting analítico (que acima de tudo é um
estado mental) possibilitam algum grau de ordem temporal e discriminação
espaço-temporal. No self grandioso de Natalia, por exemplo, o tempo tem a
dimensão de eternidade. A morte, como limite de resistência física, do peso
excessivamente baixo, das drogas ou outros excessos, é negada (verleugnet). Em
outros momentos, a fragilidade, geralmente cindida e negada, se impõe e parece ser
a única realidade psíquica da paciente remetendo-a para dentro de vivencias de
grande desamparo, de breackdown ou de desmantelamento total.
Ao diferenciar o luto -estado emocional transitório- da melancolia, Freud
(1917) descreve as relações ambivalentes com o objeto perdido. Instalam-se estados
mentais nos quais a temporalidade gira em torno deste presente eterno que obstaculiza
ou dificulta o fluir temporal em direção ao futuro. Já no luto normal, a perda do objeto
exige que a libido seja retirada deste para ser investida novamente em outros. "[...]
pouco a pouco, com grande dispêndio de tempo e de energia catexial [...]" ( p. 277).
A herança da elaboração edípica, o ideal de ego, no desenvolvimento normal,
fortalece grandemente a noção de futuro: "Quando eu crescer, serei...", "me
tornarei...", "... serei como". No entanto, Freud (1914) afirmou que um resto de
onipotência acompanha o ser humano durante toda sua vida.
A pessoa regida por orientações narcísicas encontra maior dificuldade em
conceber a finitude de suas possibilidades e de sua própria vida. Em decorrência,
tende a cindir e colocar fora do self a. limitação. A grandiosidade e onipotência das
personalidades narcísicas significam também construções mentais nas quais a
negação (Verleugnung) é empregada para afastar para longe a realidade do limite,
da finitude e da noção de futuro articulada á mortalidade. Pois esta, a mortalidade
é o grande limite.
As fantasias de futuro de pacientes com patologia narcísica são como as das
crianças quando brincam de serem fadas, heróis, reis, rainhas, guerreiros,
super-atletas, terríveis guerreiros, bruxas, belas modelos: é um futuro totalmente
bom ou totalmente mau. Este não restituí o passado, nem pode integrar aspectos
bons e maus dos objetos e do self.
Há um domínio do absoluto, um deixar-se estar no presente eterno ou no passado eternizado com objetos ideais. O limite e o desamparo negados geram
fantasias de uma imortalidade exuberante. Neste estado psíquico (situado em um
tempo muito pretérito, porém vivenciado como atual), não existem as fronteiras da
realidade e do fluir temporal. A onipotência e o absoluto (atributos do objeto ideal
e do ego ideal) constroem relações especulares e simétricas. A infinitude caracteriza tanto o objeto quanto o self, com isto, a noção temporal de futuro se obstaculiza (Sánches, 1994). Em circunstancias assim, o desmoronamento da unidade
espacial e temporal imaginaria não pode ser elaborado (Kancyper, 1997).
Na análise, as crianças atuam freqüentemente essa negação da realidade e do
limite. Facilmente tapam os ouvidos quando não querem ouvir interpretares ou
Revista Latinoamericana de Psicanálises Vol 6 2004
Construções da temporalidade no desenvolvimento normal
intervenções que as angustiam. As vezes, ativamente cantam, fecham os olhos,
encenam de múltiplas maneiras o quanto precisam se defender negando o que se
passa. São formas de aturar o -K (Bion, 1962). Encenam significados como "Não
vou tomar conhecimento disso", "Fecho os olhos e assim eu não vejo", "Isso não
me angustia; pelo contrario, estou cantando!..."; "Isso não existe...".
A temporalidade é como uma fonte subterránea cuja água flui
incessante-mente ao longo do desenvolvimento e do processo psicanalítico.
A transferência reedita antigos conflitos e sentimentos. O analista necessita
do auxilio de seu inconsciente para compreendê-la, mas precisa igualmente do seu
consciente. Precisa disponibilizar esses recursos á relação e ao paciente. Interpretar
o material é o final desta inter e intra-relação que está sendo reeditada. O paciente
precisa ser livre para colocar o seu analista no lugar e tempo que necessita. O analista precisa transportar-se para esta época e lugar, fazer o movimento de volta ao
presente e só então interpretar o material, se entender que este é o timing.
A interpretação continuada dos círculos de repeti9áo neurótica pode abrir a
temporalidade. O analista recebe as projeções de objetos passados, presentes e do
futuro imaginário do paciente. Á medida que objetos arcaicos podem ser discriminados de objetos reais, vai ocorrendo maior discrimina9áo da temporalidade em
todas as suas dimensões (Baranger, 1971).
Algumas discussões e considerações finais
Nas relações objetais se repetem e reeditam vivencias e fantasias primitivas.
Diferentes graus de integração dos aspectos bons e maus dos objetos internos
correspondem, pela identificação com os mesmos, a diferentes graus de atrelamento
ou não ao passado (neurose). Os processos de assimilação e introjeção de objetos
predominantemente bons, com os quais o individuo passa a se identificar,
sedimentam e estabilizam a confiança básica. Das continuadas elaborações de
conflitos, nestas condições, decantam perspectivas de cuidado com o self e com o
objeto. Assim, forcas reparadoras podem ser empregadas na consideração ao outro,
na continuidade das relações e na integração da noção de futuro. O estabelecimento
da temporalidade implica reconhecimento de corte e de limite que o psiquismo pode
assimilar quando ingressa na posição depressiva e no trabalho de elaboração de sua
onipotência.
As descontinuidades e rupturas nos referenciais da criança e do adolescente
(inclusive as externas, como mudanças de ambientes, separações, mortes, etc.),
assim como podem levar ao crescimento quando bem elaboradas também
representam solicitações a mais para a personalidade em formação, pois a "intenção
de todos os esforços humanos é estabelecer -ou, provavelmente, restabelecer- uma
harmonia envolvente com o entorno, para poder amar em paz" (Balint, 1993, p.
59). As descontinuidades desestabilizam justamente o entorno harmonioso e
envolvente.
O registro de como o individuo integra a temporalidade é mais um vértice
possível de observação do psiquismo. Assim, por exemplo, o futuro pode ser uti-
f ---Revista Latinoamericana de Psicoanálisis. Vol 6 2004
Ingeborg Bornholdt
lizado constantemente e constituir-se no refugio e evitação de situações do
passado e/ou do presente. Também pode ser sistematicamente evitado pela
representação de suas exigências: as interdições, a realidade e a mortalidade.
No decorrer do desenvolvimento normal, acredito, as noções de futuro da
criança, do adolescente e do jovem adulto necessariamente são concebidas dentro
de uma natural e saudável perspectiva narcísica. O futuro, nestas fases do
desenvolvimento, tem a magnitude de que o sujeito faz parte. Só paulatinamente a
noção temporal de futuro articulada á mortalidade do próprio sujeito pode ser
elaborada.
Em indivíduos de todas as idades, a memória das experiências vividas flui
subterraneamente. Assim, a elaboração da não fusão e do desmame é reeditada e
representada novamente na interdição edípica com significado de não pode. Na
adolescência, a interdição e o adiamento adquirem a significação de não aqui e, no
idoso, do não mais. No decorrer da vida continuadas reedições de ansiedades anteriores dentro de novos contextos formam mais ressignificações. São continuados
processos de elaboração, para os quais Bion utilizou o modelo de uma espiral num
continuado movimento ascendente e expansivo. Ao longo destes processos
psíquicos, a constancia objetal é a ancoragem mais sólida para cada nova
solicitação e vicissitude.
A noção de futuro dentro do mundo psíquico gera a construção de projetos.
Quando os ideais narcísicos e onipotentes (ego ideal) se elaboram, avançando rumo
aos ideais de ego e gerando investimentos nos objetos internos e externos,
constroem-se projetos. É um processo longo de busca de metas estéticas e éticas,
de capacidade de consideração para com os objetos e de renuncia ao imediatismo
e consumismo (tão evidentes na atualidade).
A banalização da violência e da sexualidade, a tendência as relações simétricas (insuficientes discriminações entre gerações, sexos, ética do justo-injusto, do
certo-errado, etc.) geram crescentes apelos aos estados de excitação, ao
momentâneo, além da intolerância da construção do pensamento através da fala com
o outro, da leitura e da gradativa elaboração. A atual tendência a simetrização
entre gerações (com crescentes tentativas de transformar as crianças em pequenos
adultos e os adultos em adolescentes) impede o confronto, tão importante na
adolescência, para estabelecimento das relações não narcísicas e não incestuosas. A
integração da temporalidade, neste contexto, é dificultada enormemente. A
criança precisa da sustentação do adulto para construir sua subjetividade.
Portanto, se o adulto está evitando processos de elaboração de luto, evitando a
dor psíquica e o tempo necessário para a construção do subjetivo, como poderá
a criança fazê-lo? A tendencia geral de simetrizar coloca em risco de colapso ou
em curto-circuito os condutores naturais da temporalidade (passado? presente?
futuro).
Uma vez que a estruturação da personalidade acontece, basicamente, pela
identificação com aspectos inconscientes dos objetos externos, a tendência
crescente de os adultos agirem como adolescentes (privilegiando o agir em vez
do refletir, a pressa em vez da parada, etc.) atinge seriamente a construção de
identidade e de temporalidade das crianças (Bornholdt et al., 2000).
Revista Latinooamericana de Psicoanálisis Vol 6
2004
Construções da temporalidade no desenvolvimento normal
Os projetos com significado inconsciente de busca dos ideais de ego com
objetos internos vêm sendo atropelados por outros com significado de gratificação
imediata, de "volatilidade", de "descartabilidade", característicos de vínculos
fugazes (Araújo et ai, 2000). São projetos que refletem desejos de gratificação
imediata, a semelhança das forcas narcísicas onipotentes de ego ideal. Neles se
estreita o espaço para o futuro, uma vez que o presente e o "consumismo" são
investidos intensamente. A integração da temporalidade, a constancia objetal e a
capacidade de espera e tolerância as conquistas gradativas ficam prejudicadas. A
tentativa de aceleramento compromete diretamente a construção do mundo interno,
no qual se instalam crescentes vazios no lugar de objetos internos acompanhantes.
A pouca tolerância a espera e aos longos caminhos necessários para
elaborações, estas tendências a não processar suficientemente os sentimentos de
luto e de perdas, dificulta enormemente a construção das noções de futuro
articuladas a mortalidade. Pode-se reconhecer nisto uma perspectiva de
insuficientes capacidades de integração e reparação do objeto interno. As patologias
das adições, o descuido com a integridade física e moral, os desequilíbrios
ecológicos causados pela poluição da civilização são exemplos de áreas nas quais
podemos observar a precariedade da noção de futuro e conseqüente falta de
responsabilidade nos projetos inconscientes e emergentes dos ideais de ego.
O desprezo pelo "velho" e a crença na inexorabilidade do progresso e do
"novo" criam relações de temporalidade maníacas. Para Van der Leeuw (apud
Engel, 2001), o aumento da tolerância com os impulsos destrutivos, "tudo é possível
e permitido", e o aumento do fluxo de informações, impossíveis de serem digeridas,
induzem á superficialidade e colocam em perigo as experiências profundas.
Centralmente, a dificuldade em tolerar o tempo exigido para o
desenvolve-mento de uma personalidade, de uma fase ou de um projeto resulta de
conflitos de formação da própria identidade.
Do nascimento á morte, há uma passagem de tempo objetivo e há diferentes
graus de assimilação desta realidade. Creio que o processo de elaboração desta
realidade, em condições favoráveis, também ocorre ao longo do tempo todo da
existência de um individuo. Partindo do predomínio do inconsciente
(atemporalidade, simetria), do narcisismo e do principio do prazer, há um avanço
em direção ao consciente, ao pensamento lógico, a assimetria, a realidade e a
assimilação da finitude. Esta assimilação requer importante elaboração do
narcisismo respaldado em constancia objetal sólida. Somente quando há renuncia
aos ataques das fontes de dependência e reconhecimento da existência e do valor
destas fontes, as relações objetais adquirem crescentes significados de relações
com objetos bons, merecedores de cuidados e protegidos com forcas reparadoras.
A possibilidade de trânsito nas três dimensões temporais reflete a capacidade
de integração de aspectos do próprio corpo, do self dos objetos e da relação com
os mesmos. Ela emerge como produto da elaboração de lutos e da simbolização. Os
caminhos da integração temporal podem se alargar e ampliar ao longo da vida, em
harmonia com a possibilidade de desenvolvimento do psiquismo.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Ingeborg Bornholdt
A presença do objeto interno começa a se construir no bebê que pode confiar e esperar quando alicerçado no modelo ??. A conservação do objeto no mundo
interno decorrente da capacidade de elabora9áo de ansiedades depressivas é
geradora de esperança que possibilite concepções de futuro. Mas quanto menor o
sujeito, mais este depende realmente do objeto externo para sobreviver A
aquisição da noção de futuro no desenvolvimento normal retrata a capacidade de
espera por algo inteiro, integrado: um objeto bom. Da elaboração do desmame e
das angustias de separação ao complexo de Édipo, a latência e a adolescência, há
sucessivas cadeias de elaborações pelas quais a realidade objetiva vai sendo mais
e mais reconhecida e, com isto, as noções temporais mais integradas. Neste
percurso mental, os conhecimentos se expandem e as fronteiras de capacidades
psíquicas alargam-se. O avanço desde a relação diádica á triangulação vai criando
espaços com profundidade e uma temporalidade que inclui a inscrição das noções
de futuro.
A harmonia entre suportes narcísicos, conquistas gradativas de autonomia
e vinculação com a realidade objetiva integra mais e mais a personalidade, e
também a noção de futuro. Este passa a ser um tempo no qual podem ser
projetados objetos bons.
A constancia objetal, que é precipitada pelo desenvolvimento normal através
dos conflitos ao longo do ciclo vital, possibilita a interlocução com objetos internos integrados e bons. Assim, mesmo quando os objetos estão ausentes na realidade
externa, não se rompe sua relação no mundo interno e as concepções de realidade
e da temporalidade podem seguir se ampliando.
A Constancia objetal é uma sofisticação psíquica conquistada que começa a se
desenvolver a partir de uma relação mâe-bebé, em que confiança e esperança
circulam. Embrionariamente, nesta época remota, vai-se construindo a concepção
de futuro. Em bebês de terna idade, pode observar-se uma capacidade para se reportar
a uma vivencia de união, de não separação ou satisfação anterior. A busca da
reconstituição deste estado e a gradual aproximação pela capacitação simbólica
seguem durante toda a vida.
Resumen
El objetivo de este trabajo es destacar la gradual adquisición de la noción de temporalidad poniendo el énfasis en las etapas iniciales del desarrollo normal del psiquismo. Se discuten aspectos
del desarrollo progresivo de las relaciones de objeto entre el nacimiento y la adolescencia y las
adquisiciones concomitantes de la temporalidad en las tres dimensiones: presente, pasado y
futuro. La autora sostiene que la constancia objetal que resulta de una elaboración suficiente de
la angustia de separación es un requisito básico para el desarrollo de la noción de futuro.
El tema se ejemplifica con algunas viñetas clínicas del tratamiento psicoanalítico de niños y
adolescentes.
Revista Latinoamericana de Psicoanálisis Vol 6 2004
Construções da temporalidade no desenvolvimento normal
Resumo
Com ênfase nos estágios iniciais do desenvolvimento normal do psiquismo, procura-se
destacar a gradual aquisição das noções de temporalidade. Discutem-se aspectos do desenvolvimento progressivo das relações de objeto entre o nascimento e a adolescência e as concomitantes aquisições da temporalidade em suas três dimensões: presente, passado e futuro.
A autora defende a idéia de que a constancia objetal decorrente de suficiente elaboração da
angustia de separação é um requisito básico para o desenvolvimento da noção de futuro.
0 tema é ilustrado com diversas vinhetas clínicas de psicanálise de crianças e adolescentes.
Summary
This paper focuses on the gradual acquisition of the notion of temporality, with emphasis on
the initial stages of the psyche's normal development. Certain aspects of the progressive
development of object relations from birth through adolescence and the concurrent
acquisitions of temporality in its three dimensions -past, present and future- are discussed. It
is argued that object constancy resulting from sufficiently working through the separation anxiety
is key to the development of the notion of future.
Some clinical vignettes of children and adolescents in psychoanalytic treatment are provided.
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