1851- 1909: La influencia del Brasil en la delimitación de

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1851- 1909: La influencia del Brasil en la delimitación de las
fronteras de la República Oriental del Uruguay
Nastasia Barceló Severgnini1
Resumen
El presente trabajo tiene como finalidad estudiar cuál fue el peso de la influencia de la República Federativa del Brasil
en la delimitación de los límites de la República Oriental del Uruguay. A modo de comprender el rol preponderante de
Brasil en la historia uruguaya, en la primera sección es descripto el período entre 1839 y 1951 cuándo tuvo lugar la
denominada “Guerra Grande”; conflicto de gran envergadura para la historia nacional del Uruguay y para las
relaciones con Brasil por la firma de cinco tratados tras el fin de la Guerra; (Alianza, Límites, Navegación, Comercio y
Extradición). Entre 1851 y el final de la “Guerra de la Triple Alianza”, parte de la historiografía uruguaya afirma que se
vivió en una especie de “protectorado virtual” de Brasil como consecuencia de la aplicación de los “desiguales”
tratados de 1851 entre ambas naciones, lo que a su vez derivó en intervenciones armadas de Brasil en Uruguay; en
1853 en respaldo a la resolución de Venancio Flores contra el Presidente constitucional Juan Francisco Giró y en un
segundo momento en apoyo a la “Revolución Florista” contra el Presidente Nacionalista Bernardo Berro que derivó
en el sitio a Montevideo y Paysandú. En esta misma dirección son destacados los factores tanto de índole económico
y financiero que hicieron posible el mantenimiento del “protectorado virtual” hasta finales de la guerra del Paraguay,
las causas de la sucesiva pérdida de influencia de Brasil hasta la revisión de los tratados de 1851 ya a inicios del S.XX
por el Barón de Rio Branco que culminó con la firma de un nuevo tratado de límites en 1909 en donde el Uruguay
recupera la navegabilidad del Río Yaguarón y la Laguna Merím.
Palabras claves: Tratados de 1851, Uruguay, Brasil, límites, Barón de Rio Branco.
Abstract
This paper aims to study what was the weight of the influence of the Federative Republic of Brazil in delineating the
limits of the Oriental Republic of Uruguay. A way to understand the important role of Brazil in Uruguayan history, in
the first section is described the period between 1839 and 1951 when the so-called "Great War" took place; major
conflict for the national history of Uruguay and Brazil for relations with the signing of five agreements after the end of
the war; (Alliance, Limits, Navigation, Commerce and Extradition). Between 1851 and the end of the "War of the
Triple Alliance," part of the Uruguayan historiography claims that he lived in a kind of "virtual protectorate" of Brazil
as a result of the implementation of the "unequal" treaties of 1851 between the two countries , which in turn led to
armed intervention of Brazil in Uruguay; in 1853 in support of the resolution Venancio Flores against the
constitutional President Juan Francisco Giró and a second time in support of the "Flower Revolution" against
President Nationalist Bernardo Berro that led to the site to Montevideo and Paysandu. In this direction are prominent
factors both economic and financial nature that made possible the maintenance of "virtual protectorate" until the end
of the war in Paraguay, the causes of the successive loss of influence of Brazil to the revision of the treaties of 1851
and the early twentieth century by the Baron of Rio Branco which culminated in the signing of a new border treaty in
1909 where the Uruguay River navigability recovers Yaguarón and Laguna Merin.
Keywords: Treaties, Boundaries, Brazil, Uruguay, Rio Branco.
Licenciada en Relaciones Internacionales e Integración por la Universidad Federal de la Integración Latinoamericana
(UNILA). Mestranda en Relaciones Internacionales por el Programa de Pos graduación San Tiago Dantas (UNESPUNICAMP-PUC-SP). Miembra del Núcleo de Estudios y Análisis Internacionales NEAI.
Recebido para Publicação em 08/03/2016. Aprovado para publicação em 04/04/2016.
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1. Los tratados de 1851 entre el Imperio de Brasil y el Estado Oriental del
Uruguay
E
l Uruguay nació a la vida independiente como un Estado reconocido por la comunidad
internacional tras realizarse la Convención Preliminar de Paz2 el 28 de agosto de 1828,
entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y el Imperio de Brasil, y negociada con la
mediación de Inglaterra, en dónde quedo expresado de forma manifiesta que “las tropas
argentinas se retirarían a la margen derecha del Río de la Plata y del Uruguay y que las tropas
brasileñas lo harían para las fronteras del Imperio”
En el período que se extiende entre la primera constitución del Uruguay (1830) hasta la Guerra
del Paraguay (1865), la historia de las relaciones internacionales de Uruguay estuvo dominada por
la internacionalización de los conflictos interiores, en dos grandes dimensiones; en el ámbito
regional, mediante la interconexión constante entre fuerzas políticas de Uruguay, Argentina y
Brasil, claros ejemplos de dicha situación lo constituye la alianza de Rivera con la Revolución
Farroupilha, las relaciones de Oribe con el partido federal de Argentina, y las relaciones entre los
dirigentes del gobierno de la Defensa de Montevideo y el partido unitario bonaerense, y en el
contexto internacional, las intervenciones de países europeos directamente en la política interna
cuya máxima expresión se registró durante la Guerra Grande.
Clemente (2005) caracteriza a esa fase como formativa de la identidad del Uruguay como un actor
internacional que culmina con la Guerra del Paraguay o Guerra de la Triple Alianza, en la cual las
dimensiones descriptas anteriormente tienen una última aunque dramática manifestación: la
intervención militar de Brasil en respaldo de la toma de Paysandú (sitio a Paysandú) por Venancio
Flores, la intervención de la diplomacia británica contra el gobierno nacionalista de Berro, la
interferencia de la diplomacia argentina, y la incorporación de Uruguay en la Triple Alianza y en la
guerra contra el Paraguay (CLEMENTE, 2005)
La denominada posteriormente como “Guerra Grande”3 (1839-1851) culminó con la firma de
cinco tratados entre Uruguay y el Imperio de Brasil; Tratado de Alianza, Extradición, Navegación,
Comercio y de Límites.
2
En agosto de 1828 se reunieron delegados de los gobiernos de Brasil y las Provincias Unidas. No hubo delegados
orientales; en cambio sí participaron algunos diplomáticos ingleses. Discutieron acerca de cómo se realizaría la
declaración de independencia. Se resolvió que lo hicieran por igual el emperador de Brasil y el gobierno de las
Provincias Unidas. También se discutió si la independencia sería definitiva o temporaria. La propuesta fue que hubiera
una especie de período de prueba hasta 1835, en el que los vecinos podrían auxiliar al nuevo Estado si estallaba la
guerra civil. Por último, la Convención establecía que Brasil y las Provincias Unidas debían aprobar la Constitución del
nuevo Estado antes de que se ratificara.
3 Con el nombre de “La Guerra Grande“ se conoce históricamente el extenso conflicto ocurrido en los países del Río de
la Plata entre 1839 y 1851. Fue esencialmente una guerra civil, interna, en el cual estuvieron involucrados bandos
políticos opuestos de la Argentina y el Uruguay, pero también intervinieron Francia, Inglaterra, el Imperio del Brasil y
especialmente las fuerzas italianas comandadas por José Garibaldi. Los bandos fueron, por un lado, el partido de los
federales que encabezaba el Gobernador de Buenos Aires Juan Manuel de Rosas, del cual fue aliado el Presidente
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El Tratado de Alianza declaraba a Brasil garante del orden interno de Uruguay así como de su
constitución, con el derecho a intervenir en los asuntos internos para imponer la paz, también
estipulaba la asistencia militar y financiera del Imperio al gobierno de Uruguay. El Tratado de
Límites fijaba la frontera del norte de Uruguay en el río Cuareim con renuncia a los derechos
históricos sobre el territorio de Misiones cuyo límite norte había sido el río Ibicuy. Ya el Tratado
de Navegación declaraba la libertad de navegación del río Uruguay para el Imperio pero excluía a
Uruguay de la navegación de la Laguna Merím y del río Yaguarón. El de Comercio fijaba una serie
de exenciones arancelarias para las importaciones de origen brasileño así como mayores
facilidades para la exportación de ganado hacia Brasil. El Tratado de Extradición instituía el
derecho a deportar y arrestar en a esclavos fugitivos en el territorio uruguayo. El contenido de
estos tratados provocó muchísimas críticas que subrayaban el carácter desigual de los acuerdos y
la contradicción con algunos principios constitucionales del Uruguay, tales como el que declaraba
que todo hombre que llegara al territorio uruguayo era automáticamente libre.
Entre las críticas se señalaba que la exención para las exportaciones de ganado arruinaría la
industria saladeril del Uruguay en detrimento de la de Río Grande do Sul.
Sin embargo, las opiniones divergentes no impidieron la ratificación de los acuerdos que se
produjo en 1852 (PEREZ ANTÓN, 2007). Sobre el carácter injusto de los tratados de 1851 el Ex
Ministro de Relaciones Exteriores del Uruguay para el período 1990-1995, Dr. Hector Gros Espiell
señaló que:
El régimen era en verdad, monstruosamente injusto y humillante. Tan grande fue la oposición
oriental, que se cuestionó la ratificación del Tratado…Lo injusto de los tratados de 1851, y
sobre todo las condiciones en que se firmaron, hicieron que no sólo el gobierno oriental
buscase su modificación- aunque reconociendo casi siempre su existencia- sino, además, a que
en una ocasión se sostuviera y declarara su nulidad (GROS ESPIELL, 1997).
En este sentido, hubo varios intentos de rectificación de los injustos tratados por parte del
Uruguay, aunque no se obtuvieron buenos resultados hasta comenzado el siglo XX, mediante las
negociaciones entre ambas naciones que culminaron con la firma del Tratado Uruguayo-Brasileño
de 1909.
uruguayo Manuel Oribe encabezando el “partido blanco”; al mismo tiempo que sus rivales argentinos, el partido de los
unitarios encabezado por el Gral. Juan Lavalle, tuvieron como aliados a los “colorados” del Uruguay. Los motivos de la
guerra fueron varios. Había en la Argentina un gran enfrentamiento entre la concepción de los unitarios y aquella de
los federales, que ya venía del tiempo de la Junta de Mayo de 1810; y en el que en gran medida Artigas quedó inscripto
en la corriente federalista, habiendo llegado a ser líder de ella, al menos en cierta época. Pero el federalismo de la
época de Rosas era un concepto muy distinto del de la época de Artigas.
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En diciembre de 1864, con los navíos brasileños en el Río Uruguay, auxiliando en el sitio a la
ciudad de Paysandú4 por las tropas revolucionarias del General Venancio Flores auxiliadas por la
escuadra imperial y por una división brasileña, el entonces Presidente Atanasio Aguirre dictó un
decreto presidencial que declaraba “Rotos, nulos y cancelados los tratados del 12 de octubre de
1851 y sus modificaciones arrancadas violentamente la República por el Imperio del Brasil”.
El Uruguay estaba sumergido en una Guerra Civil que culminó con la paz del 20 de febrero de
1865 suscrita por José María de Silva Paranhos, Ministro del Brasil. De esta manera se consolidaba
el triunfo completo del General Flores erigido como “gobernador Provisorio por influencia
brasileña”. El nuevo contexto político interno del Uruguay acabo por desconsiderar el decreto de
Aguirre de 1864 que declaraba nulos los Tratados
de 1851 (GROS ESPIELL, 1997)
Vale la pena recordar que el primero de mayo de 1865 se firmó el Tratado de la Triple Alianza,
entre la Confederación Argentina, Uruguay y el Imperio de Brasil para luchar contra el Paraguay
en la guerra; hecho que vinculaba aún más la política oriental y aumentaba los lazos de
dependencia con el Imperio.
Parte de la historiografía suele destacar dos momentos en la historia de la conformación de los
límites entre Brasil y Uruguay, como ya fue destacado los Tratados de 1851 y su tardía
rectificación en 1909, sin embargo, hubo numerosas tentativas y negociaciones que constituyeron
un largo proceso de relaciones diplomáticas en torno a la modificación del Tratado de 1851, en
este sentido el Dr. Gros Espiell señala que:
Las misiones de Vázquez Sagastume de 1878 y Carlos María Ramírez de 1887, las gestiones de
Blas Vidal, de Manuel Herrero y Espinosa en 1890, y la de Carlos de Castro de 1895, terminaron
en tristes fracasos. El Brasil por lo demás, justo es reconocerlo, si bien no accedió a las
demandas orientales, nunca tuvo una posición hermética e inflexible. Por el contrario, desde
1844 ilustres juristas como Duarte de Ponte Rebeiro, señalaban que además de la libertad de
navegación para los uruguayos la línea divisoria debería continuar desde la desembocadura del
Yaguarón, por medio de la Laguna, hasta frente los nacimientos del Chuy, siguiendo las aguas
de éste hasta el Océano” (GROS ESPIELL, 1997).
No obstante, frente a los enormes desafíos que se suscitaron por más de cincuenta años desde que
se firmaron los Tratados, la joven diplomacia oriental no ceso en sus tentativas por negociar
condiciones más favorables y justas para el Uruguay.
La «Cruzada Libertadora» de Flores, constituye un antecedente inmediato de la Triple Alianza contra Paraguay. Una
posible alianza entre el gobierno de Montevideo y el de Asunción, que le suministrara a Paraguay una salida al mar a
través del Río Uruguay, hubiera complicado los planes expansionistas de Brasil. Por eso, la instalación en Montevideo
de un gobierno favorable al Imperio, era una condición casi imprescindible para consumar el genocidio paraguayo.
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2. La política de subordinación al Imperio: el “Protectorado Virtual”
De acuerdo a Clemente (2005) los años transcurridos entre la firma de los Tratados en 1851 y el
fin de la guerra de la Triple Alianza están marcados por la existencia de una especie de
protectorado virtual del Imperio sobre el Uruguay; caracterizado por la dependencia económica
del Estado uruguayo así como por las numerosas intervenciones de los diplomáticos de Brasil en
asuntos de orden interno del Uruguay como designaciones ministeriales y de cargos de confianza
dentro del Estado, subordinación de la política exterior, también hubo dos intervenciones
armadas (derecho cedido por el Tratado de Alianza); una en 1853 en respaldo de la revolución de
Flores contra el Presidente constitucional Juan Francisco Giró y la segunda también en apoyo a la
revolución Florista en contra del Presidente Bernardo Prudencia Berro, cuando se produjo el
bloqueo a Montevideo y a Paysandú en donde participó la marina de Brasil (CLEMENTE, 2007)
Los protagonistas, por así llamarlos, que dieron sustento al “Protectorado Virtual” del Imperio
sobre el Estado Oriental del Uruguay, estaban a las dos márgenes de las fronteras; destacándose el
Embajador “perpetuo” de Uruguay en Rio de Janeiro Andrés Lamas, el embajador en Montevideo
de José María do Amaral a quien las legaciones europeas describían como a un “Virrey”, y José
María da Silva Paranhos futuro Vizconde de Rio Branco (CLEMENTE, 2007) .
El famoso en la época Barón de Maúa tuvo gran responsabilidad en la manutención financiera del
protectorado, Maúa era un poderoso empresario del imperio que actuó como prestamista del
gobierno de la Defensa (con sede en Montevideo) durante la Guerra Grande; en sí el régimen de
protectorado fue posible gracias a los subsidios imperiales recibidos entre 1851 y 1854 y la
tolerancia que tenía Gran Bretaña con respecto al Brasil que era su principal socio comercial en la
región.
De esta manera, existen algunos intelectuales uruguayos de gran envergadura como el historiador
Pivel Devoto (1945) que destacan la existencia de algunos actores políticos al interior del Estado
Oriental que defendían la subordinación a Brasil y a ese régimen que posteriormente se denominó
“protectorado virtual”, son los casos de Venancio Flores y Melchor Pacheco y Obes – y dirigentes
partidistas como Manuel Herrera y Obes (Partido Colorado) y Jaime Estrázulas (Partido Blanco)
que esperaban modificar la correlación de fuerzas internas con la ayuda brasileña.
Pivel Devoto también destacó el preeminente papel que ocupó Andrés Lamas 5 quien en varios
documentos defendió la “alianza” con Brasil como el “único medio para asegurar la recuperación
económica y política de Uruguay en un camino de “orden y progreso” y para aislar a Uruguay de la
anarquía política argentina”.
De acuerdo al Dr. Héctor Gros Espiell, la labor diplomática de Andrés Lamas no puede ser comprendida y estudiada
sin tener en cuenta dos elementos. No fue un diplomático clásico o tradicional , un típico diplomático de carrera que a
través de toda la vida se ha dedicado a cumplir instrucciones y a actuar estrictamente en el marco de las órdenes
recibidas de su gobierno. Fue un diplomático, pero fue al mismo tiempo, un político y un historiador, que en función
de sus propias ideas y objetivos llevaba a cabo su gestión diplomática.
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Sin embargo, cabe destacar que la influencia brasilera fue matizada a mediados de los años
cincuenta, es decir que se pasó de una influencia directa como ya fue descripto a una intervención
indirecta. En este sentido, Clemente (2007) destaca;
En 1855 terminaron los subsidios imperiales y en 1856, por presión de Gran Bretaña y otras
potencias europeas, fueron retiradas las fuerzas de ocupación que habían participado en la
revolución florista. Una Comisión Brasileña estableció el balance consolidado de la deuda de
Uruguay en $ 60 millones y estos créditos pasaron a manos del Barón de Mauá quien quedó
convertido en un actor fundamental de la política uruguaya. En 1859 una nueva consolidación
se realizó bajo el control de Mauá y preveía la intervención militar de Brasil en caso de cesación
de pagos. El Banco de Mauá quedó convertido en un banco nacional con permiso de emisión
monetaria y fue el centro de un vasto emporio de actividades comerciales, industriales
(saladeros, astilleros, gas, dique seco) y agropecuarias (importación de ovinos). Con el respaldo
de Mauá, Andrés Lamas presentó un plan para la creación de una unión de libre comercio entre
Brasil y Uruguay, para enfrentar a Argentina, a quien Lamas consideraba un competidor
natural de Uruguay (CLEMENTE, 2007)
Las críticas a esa situación desde el Uruguay toman forma con la asunción a la Presidencia de
Atanasio Aguirre y la reacción “nacionalista” que mantuvo en su gobierno, reacción que tuvo su
mayor expresión mediante la emisión del decreto del 13 de diciembre de 1864 por el cual se
declaraban nulos los tratados de 1851, y a través de otro decreto, del 14 de diciembre del mismo
año se ordenaba extinguir por medio del fuego los tratados en la Plaza Independencia de
Montevideo y se disponía que seis batallones debían asistir al acto, que se produjo el 18 de
diciembre.
No obstante, con la caída de Aguirre y el triunfo de Flores, dichos decretos fueron anulados y
nuevamente entraron en total vigencia los tratados de 1851. En este contexto desfavorable para
los nacionalistas, Andrés Lamas era restituido a su posición de Embajador en Río. y por su vez
Uruguay acabó entrando en la Triple Alianza contra el Paraguay. Es de público conocimiento que
el Uruguay participó con poco entusiasmo en la guerra de la Triple Alianza. En el ámbito
doméstico la oposición a la guerra era muy fuerte en muchos medios influyentes de la sociedad
uruguaya, y el propio Presidente, quien había llegado al poder con el respaldo de Brasil, no
desplegó mayores esfuerzos.
La victoria sobre Paraguay trajo resultados nefastos para todos los beligerantes, sin embargo, no
produjo los mismos resultados para todos los aliados. Paradójicamente, el más perjudicado fue el
Imperio cuya situación financiera quedó seriamente comprometida por el costo que significó el
conflicto, y a su vez la imagen del emperador estaba igualmente dañada, y es así que Uruguay se
convirtió en un protectorado demasiado costoso para Brasil. En la misma línea el emporio
financiero de Mauá, que comprendía una combinación compleja de diferentes empresas, sufrió las
consecuencias de la debilidad económica de su patria de origen, colaborando así para el fin de un
período en la historia nacional del Uruguay, el fin de la supremacía brasilera en ese país (PEREZANTÓN, 2007)
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3. Por razón de justicia: el Tratado Uruguayo-Brasileño de 1909
Como destacaba anteriormente los sucesivos intentos y repetidos fracasos de negociación entre
Uruguay y Brasil no fueron impedimento para la diplomacia de ambos países. En Uruguay de
1907, iniciada la Presidencia de Claudio Williman, resolvió de acuerdo con el Ministro de
Relaciones Exteriores Jacobo Varela, confiar en el funcionario diplomático Carlos María de Pena la
difícil tarea de una exploración confidencial ante la Cancillería brasileña, para evaluar cuáles era
las posibilidades que existían de iniciar una nueva negociación. Proceso que conduciría al arreglo
de viejas pendencias entre ambas naciones, mediante la rectificación de los tratados de 1851.
En este sentido es que el Gros Espiell reconoce que hubiese sido imposible negociar sin la
presencia desde 1902 del destacado Barón de Río Branco, quien reconocía el tratamiento injusto
con el Uruguay, ya que constituía el único ejemplo en todos los casos de ríos o cursos de aguas
limítrofes de Brasil en que ese país se beneficiaba de un régimen que perjudicaba al otro estado
negándole la libertad de navegación.
Como destaca el Embajador uruguayo Alvaro Moerzinger; en 1902 pueden encontrarse algunos
indicios que señalan la el ánimo de Río Branco de promover una instancia en que la reclamación
uruguaya pudiera tener su concreción. Como señalara A. G. de Araujo Jorge en su obra
Introducción a las obras del Barón de Río Branco, era fundamental desconstruir antiguos e
injustificados preconceptos que poseía la opinión pública brasileña, la cual en 1895 se había
manifestado contraria a la propuesta uruguaya presentada por el Dr. Carlos de Castro, Enviado
Extraordinario y Ministro Plenipotenciario del Uruguay en Río de Janeiro, para la obtención de la
libertad de navegación. A la misión de Castro.
Ya en noviembre de 1907 el Dr. De Pena llegó a Río de Janeiro como enviado especial, allí realizó
una conferencia junto al Barón de Río Branco en el “Palacio do Catete”, en dónde pudo anunciar
que: “Los resultados de su misión eran satisfactorios”. En el informe redactado por el Dr. Pena a su
regreso a Montevideo, expresaba:
“ Que era imposible hacer una declaración plena y espontánea por parte de Brasil que
devuelva a la República Oriental su jurisdicción en aquellas aguas limítrofes que dejaría en ese
sentido y deseaba hacer la declaración en la oportunidad debida con el concurso de los
hombres políticos de su país y sin que pueda considerarse como compensación de cosa alguna;
que hablaría a sus amigos de cuya cooperación necesita especialmente al señor Pinheiro
Machcado; que todo esto obligaría a una rectificación de los límites que se trataba; pero él
deseaba hacer ante todo por parte de Brasil una declaración tan amplia como espontánea”
(NAHUM, 2013)
El informe continuaba haciendo referencia a las conversaciones posteriores que tuvo el Dr de
Pena con el Barón de Rio Branco, en donde el último volvió a ratificar lo que había sido dialogado
en el Palacio do Catete. Ya al final del encuentro, el Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil
expresó lo siguiente: “Pido sobre esto la necesaria reserva y para la declaración debe esperarse a
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la oportunidad debida. Puede ser cuestión de algunos meses, si las cosas nuestras marchan bien;
pero para el éxito reitérole reserva” (NAHUM, 2013)
Las negociaciones se mantuvieron en reserva por unos cuantos meses hasta que el Ministro de
Brasil en Montevideo, el señor Da Cunha, confirmó al Ministro de Relaciones Exteriores del
Uruguay- Antonio Bachini, y al Presidente Claudio Williman, los propósitos del Barón de Río
Branco y los avances obtenidos internamente en Brasil para reconocer espontáneamente a la
República Oriental del Uruguay la jurisdicción de las aguas limítrofes que le correspondían
(NAHUM, 2013). Ya en 1908 fue entregada una primera versión del tratado elaborado por la
Cancillería brasileña, que fue re discutida y modificada; por ejemplo el artículo 4 que era el más
polémico en la versión original fue sustituido; originalmente estaba redactado de la siguiente
forma:
Desde la desembocadura del río Yaguarón subirá la frontera por el “Talweg” de ese río,
desviándose apenas lo bastante para que el Brasil conserve la isla de Diniz, y volviendo luego al
“Talweg”, continuará por éste hasta la altura el arroyo Lagoes en la margen izquierda. Desde
ese punto hacia arriba la línea divisoria seguirá la distancia media de las márgenes del
Yaguarón (NAHUM, 2013)
La Cancillería uruguaya presento varias objeciones al artículo número 4, no obstante, no hizo falta
mayores esfuerzos, ya que desde Brasil se anunció inmediatamente que el mismo sería sustituido
por un artículo redactado así: “Desde la desembocadura del río Yaguarón subirá la frontera por el
“Talweg” de ese río hasta la altura de la confluencia del arroyo Lagoes en la margen izquierda”, la
noticia fue comunicada por el Barón de Río Branco a la Legación uruguaya en Río de Janeiro. En
una carta el Barón de Río Branco expresaba que “Espero que esa modificación le será agradable.
Lo que puedo asegurar es que tuve gran satisfacción en quedar habilitado para formularla”
(NAHUM, 2013)Dichas negociaciones significaron un notable avance en las relaciones entre ambas
naciones, sin embargo no era suficientes a los ojos del Presidente del Uruguay Claudio Williman,
quien al reunirse con el Consejo de Ministros ratificó la necesidad de que sea eliminada la cláusula
que establecía que los buques de guerra brasileños podrían navegar por las aguas de los ríos
interiores del Uruguay que desembocasen en la Laguna Merim, este era el último obstáculo para la
aprobación final del tratado.
Las negociaciones fueron arduas para ambos países, pero sobre todo para el Uruguay, y hubiesen
sido peores sin la presencia y entusiasmo plasmados por el Barón de Río Branco; Tal es la
significación de su rol, el cual en diversos actos de reconocimiento ético Uruguay siempre señaló,
que en el mensaje del gobierno uruguayo al parlamento solicitando la aprobación del Tratado se
reconoce:
“el Excmo. Barón de Río Branco ha encarado y resuelto nuestras aspiraciones de todos los
tiempos con un criterio que supera por su amplitud y elevación a esos legítimos anhelos (...) la
Cancillería brasileña ha concedido al Uruguay mucho más de lo que nuestra diplomacia
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demandó en todas las épocas y ha aceptado mucho menos de lo que esa misma diplomacia
ofreció, como compensación en sus constantes gestiones” (MOERZINGER, 2010)
Por otra parte, se ha dicho en reiteradas ocasiones que el abandono por el Brasil en el Tratado de
1909 de la tesis de la “costa seca”, tenía una finalidad política contra Argentina. No obstante, como
argumentó Gros Espiell “ no se han encontrado evidencias diplomáticas que le den rastros de
veracidad a dicha información”. En su época, Brasil y el propio Barón de Río Branco negaron esa
afirmación con argumentos que no deben ponerse en duda. De igual manera es evidente que esa
actitud de Brasil, debilitaba la tesis argentina de la “costa seca” uruguaya en el Río de la Plata y
fortalecía la tesis oriental.
En aquellos años, la cuestión de límites con Argentina mantenía el criterio de costa seca uruguaya,
desacuerdo que acabó por debilitar las relaciones bilaterales y aumentó las tensiones, que solo
serían apaciguadas con la firma del Protocolo Ramírez-Sáenz Peña de 19106.
Ultimas reflexiones
Después de analizar los principales exponentes de la historiografía diplomática Uruguaya
concluyo que la revisión de un tratado de límites como el de 1851 constituye uno de los ejemplos
de más alta nobleza diplomática de Brasil hacia con la República Oriental del Uruguay,
constituyéndose en una muestra de lo mejor de la idea de solidaridad fraterna de los pueblos
americanos y un caso que debe ser promulgado como un precedente inolvidable, capaz de
promover en un futuro próximo soluciones de este tipo.
La actitud de Brasil de Brasil en 1909 y la renuncia de Rio Branco a la tesis de la “costa seca”
uruguaya, totalmente contraria a la postura del Canciller argentino Estanislao Zeballos; su viejo
oponente en el asunto de las Misiones, constituyó un claro apoyo a la posición uruguaya y el
prólogo indirecto al arreglo argentino-uruguayo de 1910, que por su vez fue el acuerdo antecesor
de los Tratados de 1961 y de 1973.
No cabe duda que los contemporáneos valoraron en su real significado al Tratado de 1909, en el
mismo año como homenaje al Barón de Río Branco al que el pueblo uruguayo honró con un
monumento en la ciudad de Montevideo, y un busto que se encuentra presente en la Instituto
Artigas del Servicio Exterior, edificio en dónde funciona la Escuela Diplomática del Uruguay.
En 1910, Gonzalo Ramírez y Sáenz Peña encontraron lugar a expresiones de ponderación para con los expertos que
hicieron posible el establecimiento del protocolo firmado por ambos hombres públicos que restablecía el status quo
de navegación del Río de la Plata
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