TFM Narjisse sobre IJ y Libia - Máster en Cooperación Internacional

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UNIVERSIDAD DE MÁLAGA
FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES
MÁSTER EN COOPERACIÓN INTERNACIONAL
Y POLÍTICAS DE DESARROLLO
La Primavera Árabe y el Modelo Cíclico de
Ibn Jaldún
El caso de la Yamahiriyya libia
Narjisse Ben Mousssa
Directores del Trabajo de Fin de Máster:
Dr. Antonio García Lizana
Dr. Nicolás Roser Nebot
Julio del 2012
Málaga- España
TRABAJO DE FIN DE MASTER
MÁSTER UNIVERSITARIO EN COOPERACIÓN
INTERNACIONAL
Y POLÍTICAS DE DESARROLLO
CURSO ACADÉMICO 2011/2012
D. Antonio García Lizana, Catedrático de Economía Aplicada
(Política Económica) y Director del Máster de Cooperación
Internacional y
Políticas de Desarrollo ; y D. Nicolás Roser
Nebot, Profesor Titular del Departamento de Traducción e
Interpretación de la Universidad de Málaga, han
dirigido el
Trabajo de Fin de Máster de la alumna Dª Narjisse Ben Moussa,
titulado “La Primavera Árabe y el Modelo Cíclico de Ibn
Jaldún: El caso de la Yamahiriyya libia”, y dan su conformidad
para la lectura y defensa del
mismo, que tendrá lugar en la
Universidad de Málaga.
Málaga, 13 de Julio de 2012
Fdo.:
Fdo.:
2
INDICE
ABSTRACT .................................................................................................................... 6
INTRODUCCION GENERAL ..................................................................................... 8
PRIMERA PARTE. ..................................................................................................... 13
RESEÑA BIOGRAFICA DE IBN JALDÚN. ............................................................ 13
1. SU VIDA.......................................................................................................... 13
2. SU OBRA ........................................................................................................ 14
SEGUNDA PARTE. ..................................................................................................... 16
EL MODELO CÍCLICO DE IBN JALDÚN ............................................................. 16
1. PRECISIONES SOBRA EL CONCEPTO DE ‘ASABIYYA...................... 16
2. FASE DE CONSTITUCIÓN......................................................................... 17
3. FASE DE DESARROLLO Y APOGEO. .................................................... 19
4. FASE DE DECADENCIA ............................................................................. 20
5. LAS OPCIONES DE SALIDA...................................................................... 23
TERCERA PARTE. ..................................................................................................... 26
EL MODELO CICLICO APLICADO AL CASO DE LA YAMAHIRIYYA LIBIA
1. PRIMERA ETAPA DE CONSTITUCIÓN ................................................. 27
2. SEGUNDA ETAPA DE CONSOLIDACIÓN Y DE DESARROLLO ...... 32
•
LA ABUNDANCIA DE LOS RECURSOS NATURALES Y EL PASO
HACIA LA URBANIZACIÓN ....................................................................... 32
•
REFORMAS PARA EL MANTENIMIENTO DEL PODER.............. 33
•
UN PODER EXCLUYENTE Y ELIMINACIÓN DE LA OPOSICIÓN
…………………………………………………………………………….33
3
•
MANTENIMIENTO DE LA ‘ASABIYYA Y APOYO POPULAR. ... 34
3. TERCERA ETAPA DE SENILIDAD Y DE DESINTEGRACIÓN.......... 35
•
CRISIS DE PETRÓLEO, SANCIONES DE LA ONU Y
DEGRADACIÓN SOCIO-ECONÓMICA................................................. 36
•
EL EMBARGO INTERNACIONAL ................................................... 38
4. TENTATIVAS DE RECUPERACIÓN POLÍTICA ................................... 38
5. LA CAÍDA DEL RÉGIMEN GADDAFI..................................................... 40
•
LAS CONDICIONES PREVIAS A LA REVOLUCIÓN. .................... 40
•
EL LEVANTAMIENTO LIBIO Y LA CAÍDA DE GADDAFI. ......... 41
6. EL PORVENIR LIBIO DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN DEL 2011... 43
•
UN ESTADO SIN INSTITUCIONES .................................................. 43
•
REORGANIZACIÓN TRIBAL............................................................ 43
7. LAS OPCIONES DE SALIDA...................................................................... 44
•
LA HEGEMONÍA TRIBAL O LA APARICIÓN DE UNA NUEVA
‘ASABIYYA UNIFICADORA...................................................................... 45
•
LAS REIVINDICACIONES INDEPENDISTAS Y EL PELIGRO DE
UNA GUERRA CIVIL................................................................................. 45
•
LA DIFICULTAD DE RENOVACIÓN DE LA ELITE POLÍTICA.46
CONCLUSION GENERAL ........................................................................................ 48
BIBLIOGRAFIA .......................................................................................................... 49
4
AGRADECIMIENTOS
Me gustaría que estas líneas sirvieran para expresar mi más profundo y sincero
agradecimiento a todas aquellas personas que con su ayuda han colaborado en la
realización del presente trabajo.
Al Dr. D. Antonio García Lizana, director de esta investigación, por la orientación, el
seguimiento y la supervisión continúa de la misma, pero sobre todo por la motivación y
el apoyo recibido a lo largo de estos meses.
Especial reconocimiento merece el interés mostrado por mi trabajo y las sugerencias
recibidas del Dr. D Nicolas Roser Nebot que ha tenido la amabilidad de codirigir esta
tesina.
También me gustaría agradecer la ayuda recibida por mis amigas y compañeras
Marcela Pinto, Noelia Ripoll, Estefania Torreblanca y Lara Valseca, que han hecho
que este trabajo salga de la mejor forma posible.
A mis compañeros del Máster de Cooperación Internacional les agradezco su amistad
y sus ánimos.
Un agradecimiento muy especial merece la comprensión, paciencia y el ánimo
recibidos de mis amigos. A Alba, Betty, Miguel y a Paco les agradezco estar siempre a
mi lado a pesar del tiempo y de las distancias.
Todo esto nunca hubiera sido posible sin el amparo incondicional de mi familia.
Gracias a mis padres por su profundo apoyo y amor, por su paciencia y confianza. A
mis hermanas por su alegría y disponibilidad.
A todos ellos, muchas gracias.
5
ABSTRACT
The ability of a discipline to make valid predictions is a sign of its maturity (Collins
1995:1588). The Social Theory of Ibn Khaldun is definitely one of the most brilliant
contributions to modern sciences. The cyclical model of the rise and fall of nations not
only provides insights into the underlying social mechanisms, but it also predicts the
natural evolution every state goes through. The Arab Uprising we are witnessing today
marks the collapse and the twilight of long date regimes which have totally lost their
‘asabiyya and legitimacy among a population eager for social justice and better life
conditions.
La teoría social de Ibn Jaldún ha sido una de las más interesantes contribuciones a las
ciencias modernas. El modelo cíclico del nacimiento apogeo y decadencia de las
dinastías, no solo proporciona una visión profunda sobre los mecanismos sociales de
dicho proceso, sino que también permite predecir su evolución natural. El levantamiento
árabe que vivimos hoy día ha marcado el crepúsculo de regímenes de largas décadas
que perdieron toda su ‘asabiyya y legitimidad ante un pueblo en búsqueda de justicia
social y mejores condiciones de vida.
La théorie sociale d’Ibn Khaldoun est certainement une des plus brillantes contributions
aux sciences modernes. Le modèle cyclique sur la constitution et la chute des dynasties
et empires traite avec précision et une incomparable profondeur les mécanismes sociaux
qui prévoient l’évolution naturelle que ces états sont « condamnés » suivre. Le
Printemps Arabe dont nous sommes témoins aujourd’hui marque le crépuscule de
règimes de longue date qui ont perdu toute leur ‘asabiyya et légitimité au yeux d’un
peuple en recherche de justice sociale et de meilleurs conditions de vie.
6
7
INTRODUCCION GENERAL
Es curioso constatar que las llamadas revoluciones árabes hayan empezado en Túnez,
tierra natal del gran filosofo Abdurrahmán Ibn Jaldún. Este brillante autor del siglo
XIV, se considera como el pionero de la modernización de las ciencias humanísticas y,
por tanto, un referente esencial para diferentes áreas del saber y del conocimiento, como
la sociología, la economía, la política, la antropología o la historia moderna. El estudio
jalduní, pese a ser medieval, ha influido sobre el pensamiento sociológico, económico y
político actual. Es un legado histórico que ha inspirado a diversos autores occidentales
como Spengler, Toynbee, Lacoste y Emile Durkheim, entre otros.
Abordar, a día de hoy, el análisis político, sociólogo y económico de este gran
historiador, es un ejercicio estimulante y curioso a la vez. Ibn Jaldún, por encima de
todo, ha desarrollado un corpus analítico y metodológico propio que combina a la vez la
visión empírica y el modelo racional. Nuestro autor ha iniciado, por lo tanto, una nueva
etapa en el pensamiento socio-histórico mediante la introducción de nuevos modelos
explicativos del funcionamiento social. Su metodología sistemática y racional le ha
permitido alcanzar un alto nivel de precisión y una profundidad descriptiva sin
precedente. Su visión universal ha sido novedosa para su época y sus teorías han
superado los límites temporales y geográficos. La obra de Ibn Jaldún ha interrogado los
fundamentos sobre el desarrollo humano, las causas que mueven los hechos sociales y
los mecanismos que configuran las relaciones humanas. Para él, la sociedad, es un
objeto de estudio científico sometido a una expli8cación racional que no descarta sin
embargo la fuerza y el impacto de las cuestiones morales. La historia es un conjunto, la
observación de hechos pasados y su inquisición permite indagar el curso del pasado
para comprender el momento presente.
El trabajo de Ibn Jaldún es el reflejo de sus observaciones y de su contexto histórico.
Tal como lo señala Juan Goytisolo, nuestro autor vivió en una de esas épocas de
tránsito histórico, de cambio de paradigma civilizatorio en el que el futuro está en
manos de quienes lo protagonizan y depende de ellos errar o acertar. Ibn Jaldún fue
8
testigo de una fase clave en la historia del mundo musulmán, que sufría en aquel
momento, el comienzo de una decadencia continúa y la desintegración de grandes
dinastías que, se consideraban como las más avanzadas de su época.
La historia tiende a ser recurrente: al Muqaddima (introducción, prolegómeno)1, su obra
maestra, analiza este ciclo histórico que acompaña la evolución de las dinastías que,
como los seres humanos, atraviesan varios periodos de fuerza, debilidad, recuperación y
más tarde un periodo de decadencia que les llevará tarde o temprano (dependiendo de la
habilidad política de cada estado) a desaparecer. El pueblo es una componente
fundamental en este análisis, las dinastías e imperios son organizaciones políticas que
evolucionan naturalmente según un modelo que podemos atrevernos a calificar de
“predeterminado”. El elemento humano o sea el pueblo sin embargo no desaparece, las
opciones de salida plantean varias alternativas para retomar un nuevo ciclo. La forma
en la que se puede lograr tal proceso de iniciación política depende del contexto de cada
país y las características históricas, culturales de los pueblos. Las dinastías mueren,
pero los pueblos no, la historia de los pueblos no está escrita, son ellos mismos los que
la dibujan.
Según los médicos y astrónomos, la edad natural de los hombres es de ciento y veinte
años (…) y las del los estados también. Y aunque varía bajo la influencia de la
conjunción, su duración no supera las tres generaciones…
[…] La senilidad es algo natural al estado y ocurre, como todos los sucesos en él, tal
como se produce la senilidad en el organismo vivo. La senilidad es una enfermedad
crónica que no se puede curar pues es algo natural y las cosas naturales no cambian.
Por esta razón, muchos gobernantes de los que tienen previsión política, y al darse
El título completo es al Muqaddima fi fadl ‘ilm al-tari’j wa tahqiq madahibi-hi wa-l-ilma’ li-ma
ya’ridu mu’arrijin min magalit wa dikr shay’ min asbabi-hi, (preámbulo sobre la excelencia de la
Historia, definición de sus distintas escuelas, indicación de los errores en los que caen los
historiadores y mención de algunas de sus causas). Sin embargo, el título del que viene siendo
considerado capítulo primero resulta más preciso en cuanto al contenido y desarrollo de la
obra: “De la sociedad humana y de los fenómenos que en ella se presentan, tales como la vida
nómada, la vida sedentaria, la dominación, la adquisición de los medios para ganar la
subsistencia, los oficios, las ciencias y las artes. Indicación de las causas que conducen a estos
resultados.”
9
1
cuenta de los síntomas de senilidad en su estado, creen en la posibilidad de impedirla.
Intentan cuidarlo para que recupere su temperamento inicial. Les parece que el
deterioro del Estado es el efecto de la incapacidad o la negligencia de los servidores
del estado. Pero se equivocan, ya que se trata de la evolución natural de un estado y
son las costumbres desarrolladas en él las que impiden remediarlo, porque estas
mismas se erigen como una segunda naturaleza. (‫ا ون‬, Ibn Jaldún. 1377:2005. I3.180,312).
El modelo analítico de Ibn Jaldún es universal y se puede aplicar a varias realidades y a
distintos momentos históricos tal como el que vivimos a día de hoy. El estudio de la
Muqaddima, más allá de cualquier tipo de anacronismo histórico, supone un paso
enorme hacia el entendimiento de la situación actual. El año 2011 ha sido
extraordinario, esperanzador y revolucionario. La toma de conciencia y las protestas
espontáneas de Túnez se han extendido a otros territorios vecinos: manifestaciones,
revueltas y unas supuestas revoluciones que han acabado por el derrocamiento de
regímenes y dictaduras de muchas décadas. El levantamiento árabe ha marcado el fin de
unas largas vacaciones históricas de un pueblo “conformista y sometido”, y ha iniciado
al mismo tiempo, un proceso transitorio y complejo. Lo que hasta entonces se
consideraba como un callejón sin salida, es a día de hoy, una realidad que de hecho,
tiene muchas opciones aún no bien definidas.
Siguiendo el análisis desarrollado por Ibn Jaldún, intentaremos explicar, desde una
nueva perspectiva, los mecanismos que han condicionado esta nueva ola de cambio
socio-político. El caso libio de hecho, puede que sea el más ilustrador. La estructura
tribal del país, su configuración socio-política igual que la evolución de su modo de
gobernanza son elementos muy reveladores que reflejan una descripción casi de manual
de la teoría cíclica. De igual manera, aprovecharemos ese mismo fundamento teórico
para el análisis de las varias salidas probables de la situación actual.
La organización de este trabajo se articulará de la manera siguiente: La primera parte
consistirá en una introducción biográfica, seguida por la presentación del modelo cíclico
sobre el auge y la decadencia de las dinastías e imperios. Detallaremos las tres etapas
que lo constituyen, y también analizaremos las posibles salidas que imprimirán diversos
modos de responder a la última etapa, en términos de recuperación (lo que permitiría
10
retomar el ciclo histórico), desaparición, estancamiento, etc. La tercera parte tratará
específicamente del caso libio, intentando relacionar la evolución de la Yamahiriyya
libia con dicho fundamento. Las reflexiones finales recogerán conclusiones y plantearán
nuevas cuestiones y problemáticas para ser tratadas en el futuro.
Metodología de trabajo.
En la segunda parte se realiza un estudio de contenido de la Muqaddima, partiendo de la
lectura y traducción de la edición árabe ( ‫ و أ ا ا‬،‫ ا ون‬
‫ ن‬،‫ ا"
وت‬#$%‫ & ا‬،'‫ا( و‬. 2005), cotejándola con las siguientes versiones:
• Versión española: Ibn Jaldún. Introducción a la Historia Universal (alMuqaddima). Traducción de Juan Feres y comentarios de Elias Trabulse.
México, Fondo de Cultura Económica, 1997.
• Versión francesa: Ibn Khaldūn. Les Prolégomènes. Traduits en Français et
commentés par W. Mac Guckin de Slane. Imprimerie impériale, 1868.
En esta misma parte se da cuenta, además, de las aportaciones realizadas sobre el
pensamiento de Ibn Jaldún por diferentes especialistas a fin de consolidar el análisis con
distintas reflexiones. Apoyaremos también nuestro estudio con fragmentos textuales de
la obra, pues uno de los objetivos de esta presentación, es aprovechar nuestro
conocimiento lingüístico del árabe y del castellano a fin de intentar traducir de la mejor
forma posible algunos extractos de la Muqaddima. Tratándose de un volumen con seis
apartados, con varias decenas de capítulos cada uno, y en razón de indicar con precisión
al lector la ubicación de los pasajes referidos, hemos decidido proceder de la siguiente
forma: nombre del autor, año (de la obra y de la edición), numero del volumen, número
del libro y número de la página.
Ejemplo. (‫ا ون‬, Ibn Jaldún. 1377:2005. I-1. p.151).
En lo que se refiere a los demás pasajes que provienen de otras versiones traducidas, la
cita se organizará de esta manera: nombre del autor, año, número del volumen y número
de página.
11
Ejemplo. (Trabulse. 1997. I-153).
Para el resto de las referencias que reflejan ideas y reflexiones de otros autores sobre el
trabajo de Ibn Jaldún, hemos concluido que sería mejor precisar la fuente directa
(nombre del autor, titulo, página, edición, año).
Para el desarrollo de la tercera parte, nos hemos basado en lecturas sobre el tema del
levantamiento árabe actual, con enfoque especial hacia la revolución libia (artículos,
revistas especializadas, trabajos de investigación…etc.). Hemos podido también asistir a
varios eventos y jornadas que tratan de este mismo tema (entre otros, el curso de la
UIMP “El Mediterráneo y las Revoluciones del 2011”. Noviembre 2011. Barcelona).
Para la reproducción en caracteres latinos de los títulos y nombres en árabe
hemos optado, en aras de facilitar la lectura y en razón de no ser especialistas en su uso,
por un sistema de transcripción que sigue de cerca el sistema de transliteración de la
escuela de arabistas españoles, pero que no sigue al completo las normas establecidas en
él.
12
PRIMERA PARTE.
RESEÑA BIOGRAFICA DE IBN JALDÚN.
Ibn Jaldún concibió y formuló una filosofía de la historia que es, sin duda, el trabajo más
grande que jamás haya sido creado por una persona en ningún tiempo y en ningún país.
Arnold J. Toynbee
1. SU VIDA
Gran personalidad en su tiempo, Ibn Jaldún fue historiador, sociólogo, filósofo,
economista y demógrafo, y en general cultivó todas las actuales ciencias sociales. Nació
el 27 de mayo de 1332 en Túnez, en una familia andaluza originaria de la costa sur de la
península arábiga que había emigrado al norte de África y de ahí a España alrededor del
siglo IX. En Sevilla, sus antepasados ocuparon lugares prominentes en las dinastías
omeya, almorávide y almohade. A mediados del siglo Xlll, la familia Jaldún abandonó
su ciudad cuando fue tomada por los castellanos y se estableció en Túnez, ocupando
también puestos importantes en la administración. Ibn Jaldún mismo siguió también una
carrera administrativa y fue un hábil político que a lo largo de su vida vivió en las cortes
de Granada, Sevilla, El Cairo, Damasco, Túnez y Fez.
Su existencia sin embargo ha sido bastante agitada. En 1357, fue encarcelado durante
dos años por haber participado en una conspiración contra el sultán mariní Abu ‘Inán
(gobernó entre 1348-1358). Entre 1363 y 1374 conoció numerosas tribulaciones con
altibajos en Fez, en Sevilla (embajador musulmán ante la corte de Pedro el Justiciero),
en Granada, en Bugía y en Biskra (Constantina, Argelia), pasando sin cesar de una
función política efímera a sus amados estudios. De este modo descubrió sobre el terreno
el desmembramiento social y político del Occidente musulmán, lo que reforzaba su
gusto por el estudio y la reflexión.
Muy impresionado por la muerte de su gran amigo y colega, el médico, historiador y
místico granadino Lisan al-din Ibn al-Jatib (1333-1375), estrangulado en la cárcel de
Fez, se refugió durante cuatro años (776-780 H./1375-1379) en el castillo de Qalat-IbnSalama, en el sudoeste de Frendah (46 kms. al oeste de Tiaret, Orán, Argelia).
13
Terminó entonces la primera redacción de su Muqaddima. Regresó a la ciudad de Túnez
para enseñar y acabar la primera redacción de la llamada «Historia Universal» (en árabe
Kitab al-‘ibar = el libro de los ejemplos), del que la Muqaddima constituye su
introducción y el primero de su volúmenes.
Una intriga tramada por enemigos celosos de su éxito, le obliga esta vez a marchar a
Egipto, donde ocupará —también con numerosas vicisitudes— el cargo de Gran Cadí
(Juez supremo) de la escuela jurídica malikí en la administración de los sultanes
mamelucos burÿíes (1382-1517) de origen circasiano. Posteriormente, residió un tiempo
en Damasco (1399-1401) y durante el asedio de esta ciudad por los invasores mongoles
(enero y febrero de 1401), salvó la vida gracias a la admiración que Timur Lang (13361405), llamado Tamerlán en Occidente, tenía por los sabios pero también a su sagacidad
para tratar con semejante conquistador. Finalmente, se estableció como magistrado en
El Cairo y fue profesor de la Universidad de Al-Azhar. Falleció el 17 de marzo de 1406
y fue sepultado en el cementerio de los sufíes de esta ciudad.
2. SU OBRA
Las circunstancias de la vida personal de Ibn Jaldún y de su época fueron realmente lo
que le indujeron a escribir la Historia Universal (por el título de la traducción francesa
de Vincent Montéil en 1967 y por la versión española de Juan Feres de 1977 –en su
primera edición- antes indicada), principalmente para aprender de ella y ayudarse a
comprender el presente y sus problemas, al contrario que otros historiadores. La
combinación de sus ricas experiencias políticas y sociales así como su gran sentido
crítico formaron una realidad a la hora de comprender y plasmar sus ideas en la historia.
Su obra es un conjunto de libros en los que se trata de la historia a través del tiempo y
del futuro tras la decadencia de las dinastías musulmanas y el auge de la civilización
occidental. Crea una auténtica historia universal tal como se entiende hoy, abarcando
economía, sociología, ética y política, con una auténtica visión de futuro, y un análisis
hasta entonces desconocido en otros ámbitos culturales y sabido en sus términos
generales, pero no en sus detalles, en la cultura islámica.
La más famosa de sus obras es la Muqaddima. Más conocida en occidente como los
Prolegómenos (por el título de la traducción de Slane antes indicada), fue escrita en
1377 como prefacio a su historia mundial. No obstante, ya en vida del autor, fue
14
considerada como una obra independiente, de carácter enciclopédico que engloba entre
otros, el conjunto de los conocimientos del siglo XIV en el ámbito islámico: la filosofía,
la historia, la economía, la sociología, la política, el urbanismo, la medicina e incluso el
desarrollo sostenible.
En este libro, Ibn Jaldún comienza por establecer las reglas de la crítica histórica que
permiten fijar con certeza los hechos; entra el tema de su materia estableciendo la gran
división entre pueblos de tribus nómadas y sedentarias; describe la formación de las
ciudades, la influencia que ellas ejercen sobre sus habitantes, el nacimiento de todo
poder por el espíritu del seno de la familia, la fundación de imperios y las causas de su
decadencia; la naturaleza de los diferentes especies de reinos, del califato y del
imamato, es decir, de la sucesión en la dirección de la comunidad musulmana y de las
características de la administración política en ella. La Muqaddima es más que una obra
de sociología, es un análisis atemporal de las civilizaciones y su evolución.
15
SEGUNDA PARTE.
EL MODELO CÍCLICO DE IBN JALDÚN
El modelo de Ibn Jaldún en la Muqaddima es ante todo una investigación científica
sobre las varias formas de vida propia del ser humano. Sus observaciones le permitieron
elaborar esquema evolutivo que trata el desarrollo de las civilizaciones anteriores y las
de su época. Su teoría es la proyección del progreso social y humano, un estudio
racional y objetivo que asimila los Estados, imperios y demás dinastías a un ser vivo,
que pasa por tres fases de nacimiento, desarrollo y decadencia.
1. PRECISIONES SOBRA EL CONCEPTO DE ‘ASABIYYA
La ‘asabiyya es el eje del pensamiento de Ibn Jaldún, un factor que él considera
determinante en la constitución y la formación de las dinastías de al Magreb. Más que
una simple noción propia a la dinámica del grupo, es un parámetro socio-polñiticoeconómico que condiciona la organización social e inicia el ejercicio de la autoridad.
Para lograr el poder, hay que desarrollar un sentimiento de la ‘asabiyya.
Las raíces de la ‘asabiyya se encuentran en la ascendencia común o alcurnia (nasab), en
el orgullo de los méritos adquiridos en la actuación social (hasab) y en el sentimiento
de pertenencia que une a los miembros de una comunidad (‘asabiyya propiamente
dicha). Proviene de la palabra árabe ‘asaba que significa, entre otras cosas, “los
parientes agnaticios, pues son los que auxilian al hombre y en los que se apoya” y “el
grupo de personas que toma partido por alguien y el auxilia y apoya” y también de la
palabra ‘isaba, “todo aquello que sirve para ligar o sujetar algo y reunirlo”. ‘Asabiyya,
también tiene el significado de “defensa y sostén de alguien por quien se toma partido”.
En Ibn Jaldún el término tiene el sentido de “el espíritu gregario de un grupo
determinado y basado en la pertenencia a un origen familiar común y a unos intereses
vitales compartidos” que es el significado con que aparece en los hadices o dichos del
Profeta Mahoma. En los hadices y en los textos anteriores a la Muqaddima, la ‘asabiyya
tiene un sentido peyorativo y negativo, que en Ibn Jaldún pasa a ser neutral, pues
16
constituye una forma natural de reunión de los grupos humanos y tiene un papel
decisivo en la constitución de las sociedades y los estados.
No existe una traducción exacta del término, pero la palabra suele ser traducida
por la expresión “sentimiento de grupo” (Rosenthal, 1969).
La ‘asabiyya un
sentimiento de pertenencia natural que se manifiesta sobre todo en situaciones de
injusticia, lo que lleva los miembros de un grupo determinado a defender a los suyos
(ver ‫ا ون‬, Ibn Jaldún. 1377:2005. I-2, p.137). Generalmente y en pocas palabras, el
termino ‘asabiyya se refiere al espíritu de grupo o a la solidaridad tribal con fines
políticos (ver Goldsmith. 2011, p.33) Peter Turchin (2005) explica que la cohesión
social tribal responde primero a la necesidad de disponer de una organización a fin de
asegurar el mantenimiento del orden interno y la lucha contra las posibles amenazas
externas, mientras que en Ibn Jaldún es al contrario: la ‘asabiyya precede a cualquier
organización socio-política, ya sea tribal o estatal, y funciona contra las amenazas y
agresiones externas del grupo que comparte una misma ‘asabiyya (Ibn Jaldún, alMuqaddima, 109):
Apartado decimoséptimo en cuanto a que el objetivo de la ‘asabiyya es el poder
efectivo (mulk).
Y esto es así porque, como hemos adelantado, mediante la ‘asabiyya se consigue
la protección, la defensa y la demanda de cualquier cosa o asunto que pretende llevar a
cabo el grupo.
La ‘asabiyya es un concepto que supera la simple consideración psicológica propia a la
dinámica del grupo. En realidad, es un fenómeno que, como veremos más adelante,
acompaña la formación de las agrupaciones sociales y estatales, su desarrollo y su
desaparición.
2. FASE DE CONSTITUCIÓN
17
La vida en sociedad es una necesidad del ser humano para asegurar su subsistencia y
seguridad. La solidaridad de sangre y el espíritu de grupo le confieren una cierta
homogeneidad y una cohesión que le conducen a agruparse y organizarse de tal forma
que pueda defender sus intereses colectivos y satisfacer sus necesidades. De allí se
inicia un proceso de cooperación.
Las tribus solidarias, bravas y valientes, comparten sus bienes, aguantan las privaciones,
y terminan creando una organización social que les une en torno a un objetivo común.
La ‘asabiyya en este nivel, interviene como una fuerza dinamizadora, y crea una
jerarquía tribal y desde luego un juego político entre los varios grupos. Esto conduce al
final a que una familia llegue a beneficiar de un ascendente moral que le permite
controlar y dominar las demás ‘asabiyyat2. El dominio directivo se fortalece gracias a
factores que apoyan dicha iniciativa, entre ellos la religión o cualquier ideología que
cumpla la función de la religión. La nueva ‘asabiyya más potente que nunca, sus
aspiraciones la llevan a luchar por la instauración de una nueva autoridad,
concretamente, un nuevo Estado u otra forma de gobernanza. Si la dinastía o el poder
existente muestran señales de desintegración y de debilidad, la nueva ‘asabiyya no
tardará en sustituirlo y a crear una nueva organización política. Si al contrario el sistema
se encuentra en toda su buena forma y aún cuenta con el apoyo de sus líderes, la
ambición de la nueva fuerza emergente se reducirá a una integración en el gobierno
actual. De allí se forma bajo el poder soberano, uno nuevo.
El nuevo Estado en esta fase, pretende gobernar respetando los grandes valores tales
como la igualdad y la ley. El gobernador es tolerante, generoso, atento a las necesidades
de su pueblo, aplica la ley, defiende a los pobres y a los oprimidos, invierte dinero y
tiempo en el bien estar general, cumple sus promesas, y perdona los errores. También
comparte autoridad y poder con los miembros de su tribu o grupo político. Son ellos los
que se encargan de gestionar los impuestos y proteger el territorio del imperio.
Consciente de la importancia del apoyo de sus cercanos y aliados, el mismo gobernador
no se atreve en atribuirse ventajas exclusivas y se abstiene en dejarse llevar por sus
ambiciones. Porque la misma ‘asabiyya que le ha llevado a triunfar y a apropiarse el
poder, es la que le permitirá mantener su autoridad (ver ‫ا ون‬, Ibn Jaldún. 1377:2005.
I-3, p.185).
2
Plural de la palabra Asabiyya, significa grupo o un conjunto de personas que disponen de este espíritu de grupo.
18
Económicamente, el comportamiento del Estado traduce su voluntad en construir su
poder sobre bases solidas que le permitirán más adelante beneficiarse del apoyo
incondicional del pueblo. Su estrategia le permite ganar la total lealtad (wala’) de las
varias clases sociales. Es más, su política económica en esta fase no solo pretende crear
un ambiente de confianza y favorecer el crecimiento, sino que también, busca el
fortalecimiento de la cohesión política y de su ‘asabiyya. Los vínculos entre gobernador
y pueblo son aún más fuertes, los ciudadanos creen fuertemente en su Estado que
pretende estar preocupado constantemente por su bien estar.
3. FASE DE DESARROLLO Y APOGEO.
El desarrollo del Estado se acompaña paralelamente por un paso hacia la estabilidad y la
creación de núcleos sedentarios que definen un nuevo modo de vida. Los ciudadanos
comparten nuevas actividades, acumulan conocimiento y riquezas. Nacen nuevas y
diversas formas de subsistencia: la división del trabajo y la abundancia de los recursos
naturales promuevan un crecimiento sin precedente. La riqueza aumenta mediante la
multiplicación de los trabajos.
El Estado trata de mantener los impuestos en una escala baja y accesible e intenta
respetar las normas que rigen sus transacciones. Los ingresos aumentan gracias a las
bajas tasas tributarias, que estimulan la iniciativa privada y el deseo creciente de
contribuir en el progreso de su nación. Los individuos entonces están más motivados
para trabajar, lo que finalmente conduce al crecimiento económico. Sin embargo, y tal
como lo explica nuestro autor, de esta acumulación surge la búsqueda del lujo que a
largo plazo, amenaza el sistema socioeconómico, daña la actividad y debilita el ejercicio
del poder.
Cuando la opulencia sustituye la escasez, el ejercicio del poder se convierte poco a poco
en una práctica individual excluyente. El gobernante al usurpar toda la autoridad,
rechaza cualquier tentativa que supone la intervención de otros actores aunque sean de
su propio clan familiar. Es más, busca apoyo acerca de hombres de influencia a fin de
reprimir el espíritu de insubordinación que anima a su tribu y a sus parientes. Tal
actuación supone muchas dificultades: Sus antecesores se apoyaban en la cohesión
interna para triunfar y vencer las fuerzas ajenas a su propio clan. El gobernante al
19
contrario, usa el apoyo de pocos actores ajenos para contralar las reivindicaciones de sus
familiares y expandir sus ambiciones.
El pueblo se queda al margen de estos nuevos acontecimientos. Demasiado indolente e
insensible a todo lo que se refiere a la participación ciudadana, la población está más
preocupada por asuntos materiales y la satisfacción de sus necesidades de lujo. El
espíritu de grupo que lo animaba se debilita hasta un cierto punto. Los que fueron
testigos de esos momentos gloriosos donde reinaban valores y orgullo, aún conservan
algo de su ‘asabiyya que esperan recuperar un día por completo.
Una vez que el gobernante llega a eliminar sus rivales y a asegurar su poder, empieza la
fase de ociosidad, sinónimo de un incesable manifestación de lujo y de opulencia. El
estado se dedica a colectar los impuestos y a gastar el dinero correspondiente en la
construcción de palacios, vastos edificios, grandes e inmensas ciudades y enormes
monumentos (ver ‫ا ون‬, Ibn Jaldún. 1377:2005. I-3, p.185). El gobernador honra a
los jefes de tribus, prodiga sus aliados y cercanos y enriquece además todos aquellos
que vienen a felicitarle y a manifestar su profunda e hipócrita lealtad. También cuida
personalmente de su ejército, y gasta cuantidades innombrables en su mantenimiento, a
fin de generar admiración entre sus partidarios y sembrar miedo entre sus enemigos.
El crecimiento de la natalidad acompaña la expansión de las tropas. La nueva
generación opulenta contribuye al fortalecimiento de las fuerzas armadas, el contigente
de los militares supera los demás aliados. El gobernante sigue la misma línea de sus
predecesores, se conforma con su lujo presente sin preocuparse del bien común de su
nación y el porvenir de sus sucesores.
4. FASE DE DECADENCIA
La civilización material o Umrán es una finalidad última. De hecho, cuando se alcanza,
se convierte en un modo de vida opulento que conlleva a la senilidad del estado. La fase
de apogeo marca el comienzo de la decadencia de un poder corrupto, injusto y cada vez
más excluyente.
El mulk o poder efectivo se basa en dos elementos fundamentales: la ‘asabiyya (en este
caso la fuerza militar) y el dinero que sirve para mantenerla (ver ‫ا ون‬, Ibn Jaldún.
20
1377:2005. II-3, p.313). La desintegración del Estado es una consecuencia natural del
disfuncionamiento de la cohesión social y la gestión del bien público.
En esta fase, las tendencias intervencionistas del Estado para mantener su autoridad,
crean la división y rompen la cohesión social. Al ofender y apartar los jefes de la nación
de los asuntos políticos, el jefe del estado se cree enemigos que solo esperan el
momento oportuno para traicionarlo (ver ‫ا ون‬, Ibn Jaldún. 1377:2005. II-1, p.185).
El desarmamiento de la población y la erradicación de su ‘asabiyya alimentan las
diferencias sociales y los conflictos. Las prácticas de la autoridad son más injustas y
coercitivas que nunca, y las sanciones son aún más severas. La población le tiene miedo
a un poder tiránico que impide cualquier forma de participación. Sus actuaciones
egoístas terminan modelando el comportamiento de los ciudadanos: las personas se
convierten en individuos corruptos e irresponsables que usan todos los medios ilegales
para lograr sus fines y sobrevivir bajo un sistema que les castigue por expresar su
malestar y su desaprobación.
Por otra parte, la acumulación de la riqueza y la satisfacción de las necesidades
primarias conllevan la aparición de otras nuevas. La búsqueda del lujo se convierte en
una obsesión, conduce al crecimiento del gasto público y la disolución de los valores
que terminan favoreciendo de hecho el desorden político y la corrupción. La población
huye el trabajo duro y el ejercicio de las armas. La obediencia, sustituye la valentía y las
solidaridades naturales.
El contexto económico, los importantes gastos en defensa y la desmotivación del sector
privado desaniman la producción y deterioran la ‘asabiyya. La gestión de los recursos
públicos es aleatoria y se derrocha mucho dinero para sostener los placeres privados del
gobernante, que confía además la gestión de los asuntos del estado a sus falsos
cortesanos que a su vez no saben cómo administrarlos. Los impuestos suben, la
demografía se reduce y la sociedad es cada vez más individualista y sometida. Aparecen
entonces las turbulencias políticas, crece la baja la tasa de empleo, los niveles de
pobreza y la paz social se ve amenazada.
Las señales de la fragilidad del Estado ponen en duda su legitimidad y fomentan la
aparición de aquellos nuevos grupos que reivindican poder y cambio. La represión que
han sufrido por parte del régimen existente les lleva a manifestarse con más fuerza
21
después de tanto tiempo de actividad silenciosa y pasiva. Muchas veces son minorías
políticas de inspiración religiosa u otro tipo de doctrina ideológica, que surgen a la
periferia del poder. Las buenas intenciones, la verdadera doctrina y sus creencias
religiosas y políticas no les son suficientes, deben ante todo movilizar su espíritu de
grupo para lograr sus objetivos. Sus reclamaciones por más justas y legítimas que sean,
no pueden triunfar si no hay detrás una solidaridad que les une en torno a un proyecto
común que le dé sentido a su misión.
La sociedad vive entonces en un ambiente revolucionario. El contexto general supone
una fuerte crisis que sin embargo no conlleva necesariamente una revolución efectiva.
Es un parámetro que indica que la situación ahora más que nunca roza un punto de no
regreso, una situación de caos pasivo que tarde o temprano, terminará con un fuerte
movimiento de rebelión popular.
En este nivel, es importante señalar que la opinión de Ibn Jaldún no siempre ha apoyado
la revuelta como medio de cambio. Es más, considera que si una “revolución” fracasa,
es porque se lo merece. Los que iniciaron dicha tentativa no han estado a la altura de las
circunstancias, y no supieron organizarse y mover sus grupos para crear una verdadera
cohesión capaz de fortalecer sus reivindicaciones.
Los movimientos reformistas si no disponen de las condiciones necesarias para reclamar
cambio y poder, terminan destruyendo su propia organización, deformando el discurso
religioso, ofendiendo las creencias divinas y sembrando discordia y desorden (ver ‫ا‬
‫ون‬, Ibn Jaldún. 1377:2005. I-2, p.169-170).
Cuando las cosas se ponen más serias y las fuerzas emergentes ganan un cierto apoyo, el
estado juega todas sus cartas para sembrar miedo y discordia. Introduciendo nuevos
grupos ajenos a la estructura sociopolítica, el gobernante intenta recuperar la aréola del
poder.
De hecho, no duda en proporcionales todas las ventajas que necesiten en términos de
dinero y fuerza para que estos grupos cumplan su misión. Al fin y al cabo, es un intento
desesperado que pretende inducir que la caída del sistema político actual no provocará
sino que un desorden social cuyas consecuencias hundirán la vida cotidiana de los
22
ciudadanos. El estado pretende asegurar una unión y un estado de estabilidad que
terminará si se le ocurre al pueblo rebelarse.
Paralelamente, la lucha hacia el poder se hace más aguda: alianzas, intrigas, lobbies,
disidencias y juego de intereses terminan debilitando aún más el poder y lo pueden
llevar a desaparecer. La economía se hunde de forma alarmante, la seguridad social
desaparece. Un nuevo ciclo empieza y nuevas opciones de salidas se plantean.
5. LAS OPCIONES DE SALIDA
Aceptar el carácter cíclico propio a la evolución de los estados, implica la admisión de
una fase de recuperación que marca un nuevo inicio. No podemos hablar de
posibilidades sistemáticas, ni de un periodo determinado, la fase post depresión admite
muchas probabilidades estrechamente vinculadas a las circunstancias de cada país y
época. Sin embargo, generalmente, la lógica jalduní trata varias opciones de salidas,
consecuencias naturales del ambiente revolucionario que caracteriza la fase de
senilidad.
Primera opción: la fase de recuperación y reconstrucción marca el inicio de un proceso
de estabilización, de afirmación social y de adaptaciones políticas. La recuperación
política implica la renovación de la elite gobernante que cambia en función del
contexto. Dos posibilidades se plantean: 1. Emerge una nueva clase de distinta identidad
política que poco a poco gana terreno y llega a imponerse. 2. La antigua elite modifica
su mensaje político, su ideología y su funcionamiento administrativo.
De todas maneras, la renovación de la elite ayuda al gobernante a reconstruir la
sociedad y a reafirmar su autoridad. No obstante, es la elite política quien tiene gran
protagonismo en esta fase. Su presencia
es fundamental para la creación de una
dinámica socio-política capaz de garantizar una cierta estabilidad social. La alianza
entre elite e instituciones es importante para instaurar la ley y el orden, pero no impide
una vuelta hacia el estado de depresión (ver Butzer. 2011:1996). La reconstrucción no
siempre se convierte en una recuperación completa, pues la misma puede fracasar. Ibn
Jaldún señala que muchas veces, cuando un Estado se encuentra en la fase de senilidad,
puede que atraviese un breve periodo de regeneración socio-política, una victoria
23
ilusoria que precisamente marca el colapso y desaparición del mismo (ver ‫ا ون‬, Ibn
Jaldún. 1377:2005. I-3, p.313). La fase de estabilidad y reconstrucción es una
alternativa que permite la recuperación de la situación es una etapa que implica un
modelo político diferente, genera nuevas ideologías, cambios sociales y recuperación
cultural. En pocas palabras, la fase de recuperación es una etapa que implica un modelo
político diferente, genera nuevas ideologías, cambios sociales y recuperación cultural.
Segunda opción. La primera consecuencia de la desaparición de la ‘asabiyya general de
un estado es su desintegración (ver ‫ا ون‬, Ibn Jaldún. 1377:2005. I-3, p.313).
Efectivamente, la pérdida de credibilidad conlleva una división territorial y social. El
gobernante, al ejercer un poder unilateral, excluye cualquier tipo de participación, lo
que hace que sus aliados, principal fuente de su ‘asabiyya, empiecen a poner en duda su
legitimidad. A fin de evitar una eventual traición por parte de sus sujetos, el gobernante
generalmente recurre a la eliminación de sus rivales potenciales empezando por su
círculo familiar más cercano. Los que hasta entonces fueron los más leales del estado,
se convierten en un peligro para el mantenimiento de la figura única del poder.
Temiendo por su seguridad y buscando nuevas perspectivas para recuperar sus ventajas
políticas, los nuevos opositores huyen y se refugian en zonas lejanas intentando crear
nuevos núcleos administrativos.
De allí se inicia una gran división social y territorial que varía en función de las nuevas
fuerzas emergentes y su capacidad en movilizar las masas. A estas alturas, el poder
central suele tender a retrocederse, y a limitarse en las zonas cercanas de la capital. Los
alcaldes de las regiones más lejanas empiezan a reclamar su “independencia”, a
desarrollar su propia ‘asabiyya, a luchar por el poder, y desde luego crear sus propios
estados.
Los nuevos estados recién constituidos entre ellos lucharán por el mulk, pero suelen
mantener unas relaciones muy distantes con el poder central (ver ‫ا ون‬, Ibn Jaldún.
1377:2005. I-3, p.319). Sus ambiciones políticas no pretenden gobernar más allá de sus
fronteras, por lo cual no entran en guerra con el estado caído,
muy débil para
emprender cualquier operación militar a fin de recuperar estos territorios. Esta nueva
situación induce a la degradación de la situación socioeconómica y fomenta las luchas
entre las varias entidades creadas.
24
Tercera opción. La constitución de un nuevo estado no sólo surge al final del proceso
de fragmentación territorial y política, sino que también es posible cuando interviene
una fuerza externa al estado, más dinámica y cohesionada que llega a construir una
nueva organización política capaz de vencer el Estado existente y sustituirlo.
Esta fase de transición puede durar años incluso décadas. En el caso de un régimen en
decadencia hay que tener en cuenta que la senilidad no implica necesariamente su
desintegración instantánea. La nueva fuerza emergente emprenderá una lucha constante
que muchas veces terminará perdiendo, hasta el punto de conformarse incluso con la
situación y aceptar la superioridad del gobierno. El Estado, sobre todo a principios de
su fase de decadencia, no es lo suficientemente débil para dejar libre ruta a nuevos
opositores. Sus raíces están muy ancladas en el sistema socio-político y su poder sigue
intimidando a sus rivales que se dejan impresionar por su aparente y falsa fuerza. De
hecho, la nueva fuerza externa al estado no podrá lograr el mulk, hasta que el estado
caído no muestre fuertes señales de debilidad. Es precisamente en ese momento cuando
vuelvan a manifestarse otra vez, para finalmente apropiarse el poder.3
Cuarta opción. El cambio no implica necesariamente el progreso. La desintegración de
un Estado puede provocar una involución severa hacia situaciones socioeconómicas
pretéritas, un estancamiento que puede durar largos años (ver García Lizana. 2006).
CONCLUSIÓN
La teoría cíclica de Ibn Jaldún abarca todos los aspectos de la sociedad y los cambios
que acompañan la evolución del sistema gobernante. El destino de los estados y de sus
gobernantes, depende de la cohesión social que les apoya y que en su caso está
condicionada por otros factores que definen su fuerza y magnitud: religión, creencias y
costumbres sociales, prácticas políticas de la elite gobernante, su gestión económica del
bien público y de la propiedad privada. El soporte popular es una base fundamental e
imprescindible que mantiene los sistemas políticos y se nutre principalmente de la
legitimidad y confianza que los líderes políticos inspiran o tratan de transmitir mediante
un proyecto común que unifique el pueblo en torno a una misión determinada ó a la
3
Ibn Jaldún. Al-Muqaddima. Volumen I, página 320. 2005
25
figura de su líder. La perdida de la legitimidad es inevitable, pues es una consecuencia
lógica y racional del mismo proceso de evolución. El auge de un estado implica su
decadencia, las prácticas de lujo conllevan una desintegración moral y política que
causa una estratificación social continua y que daña profundamente la ‘asabiyya. La
cohesión social termina desintegrándose igual que la solidez política. Aparecen nuevas
fuerzas que reclaman su presencia y luchan contra la represión de un régimen débil e
inseguro. La última etapa de la fase de depresión da lugar a varias salidas que implican
una nueva configuración socio-política que a su vez, marca el inicio de un nuevo ciclo
histórico.
TERCERA PARTE.
EL MODELO CICLICO APLICADO AL CASO DE LA
YAMAHIRIYYA LIBIA
Libia combina dentro de las fronteras de un único país virtualmente todos los
obstáculos al desarrollo que se puedan encontrar en cualquier lugar: geográficos,
26
económicos, políticos, sociológicos, tecnológicos… Si Libia puede ser llevada a un
nivel de desarrollo sostenido, hay esperanza para cualquier lugar del mundo.
Benjamin Higgins
Es bastante obvio constatar, a base de esta primera aproximación a la teoría jalduní, que
los regímenes árabes que nacieron después de la descolonización, no se diferencian,
tanto en su mecanismo de formación como en su funcionamiento, de aquellas dinastías
descritas detalladamente en la Muqaddima. Lo que está ocurriendo a día de hoy en el
mundo árabe está muy relacionado con este proceso. Los sistemas políticos gobernantes
en Túnez, Libia, Yemen y otros países árabes, han experimentado en el 2011 lo que se
considera como el más difícil reto de todo su mandato. La pérdida de legitimidad ha
sido flagrante, el espíritu de solidaridad del grupo se ha ido extinguiendo, los que hasta
muy poco gobernaban con mano de hierro, ya no dan tanto miedo como antes.
El caso de la Yamahiriya4 libia es un ejemplo perfecto para la ilustración de las tres
etapas descritas en la Muqaddima. Gaddafi basó precisamente su sistema sobre el
concepto de la ‘asabiyya. En esta tercera parte veremos cómo el “Guía de la
Revolución” supo mantener su poder durante los 42 años de su mandato gracias a esta
solidaridad tribal que muy pocas veces le falló. Los ingresos petroleros además, le han
permitido aprovechar directamente de todos los beneficios, y usar dicha renta tal como
le parecía para proteger su estado y pagar la lealtad de los libios más ingenuos.
1. PRIMERA ETAPA DE CONSTITUCIÓN
Se trata de un neologismo árabe que el propio Gaddafi plantea en el Libro Verde, compendio de
sus ideas políticas y sociales. Yamahiriyya significa “estado de masas” en el sentido de que son,
en teoría, las masas populares de Libia las que ostentan la soberanía y legitimidad del estado.
Yamahir (públicos, masas, grupos sociales) es el plural árabe de yumhur (público, grupo, grey).
De yumhur proviene el término yumhuriyya, república, y yamahiriyya deYamahir. En la creación
del neologismo existe una voluntad de cambio en el concepto de estado y de su gestión. Se trata
de una innovación social, política e histórica del régimen de Gaddafi.
27
4
Según Ibn Jaldún, la fase de la constitución inicia un nuevo ciclo después de la
desintegración y desaparición del Estado anterior. Aparece un nuevo líder, una nueva
fuerza movilizadora, una diferente ‘asabiyya que
reúne al pueblo en torno a un
proyecto común, un objetivo político, una ideología propia o un mensaje religioso
concreto. El apoyo popular es de mayor importancia en esta fase, el sistema político
necesita ganar la confianza de sus partisanos para legitimarse y asegurar su cohesión
social. Es esta misma ‘asabiyya la que fortalece la posición del régimen gobernador en
el futuro. El modo de gobernanza en esta fase se forma en el reflejo de las aspiraciones
populares y se adapta en función de las particularidades de una realidad a veces
compleja y con varias dimensiones.
La llegada de Muaamar Gaddafi al poder ha marcado el fin de un ciclo que terminó por
el derrocamiento del poder de la monarquía anterior. La descolonización de Libia en
1951, después de la Segunda Guerra Mundial, se llevó a cabo de forma pacífica, pero
los Senusis, la dinastía real que gobernaba Libia desde la independencia, fueron
brutalmente eliminados por un golpe de estado a finales de los años sesenta. Dicho
acontecimiento anunciaba precisamente un cambio en la dinámica socio-tribal que regía
las relaciones políticas de la Libia recién constituida. Las grandes e importantes tribus5
se organizaban en función de una nueva realidad, olvidándose de su gran simpatía hacia
una monarquía ahora corrupta y reaccionaria, a favor de una nueva y ferviente
obediencia hacia el joven coronel Gaddafi.
Tras el destronamiento del rey Idriss I, Gaddafi pretendía hacer desaparecer el sistema
de influencia tribal e instaurar una nueva República Árabe de Libia. Efectivamente, la
junta militar, de tendencia naserista y panarabista, llegó a unir las tribus y otros grupos
políticos en torno al nuevo y carismático líder que prometía una nueva era, un nuevo
estado moderno y reformado. Al principio de su “reino”, Gaddafi tendía a condenar el
tribalismo, pues lo consideraba anticuado, una herencia de las prácticas del antiguo
régimen monárquico e incluso un peligro para el nacionalismo. Según él, la lealtad
tribal debilita el sentimiento nacional y conlleva a su detrimento (El Libro verde, III-4).
5
Para el orientalista Jacques Berque, «il n’y a pas de tribus, il n’y a que des noms de tribus, des signes, des
emblèmes onomastiques.». Es cuestión de sentimiento y creencia en una pertenencia, pero no
necesariamente de lazos sanguíneos, de geografía o de culto.
28
Así, se propuso eliminar la organización administrativa que se basaba en filiaciones
tribales y despidió a los funcionarios que habían sido nombrados según su pertenencia
familiar. Siguiendo el modelo naserista, creó en 1971, el único partido del país, la
Unión Socialista Árabe, con el fin de canalizar la movilización revolucionaria. En
realidad dicho partido funcionaba como un instrumento de control social: cada libio
tenía que afiliarse mediante los varios comités locales o provinciales.
Para darle mayor legitimización a su poder recién constituido, se metió en el papel del
gran anti-imperialista. Recuperó las tierras fértiles que estaban en mano de más de
13.000 propietarios italianos. Terminó nacionalizando las propiedades recuperadas, e
instauró normativas inspiradas a la vez en su cultura religiosa y en su inclinación
panarabista: el alcohol está prohibido, las iglesias y discotecas ya están cerradas, el
árabe ahora es el único idioma oficial para las comunicaciones administrativas.
Gaddafi, como nueva figura “unificadora” de libia, aspiraba a una gran unión con otros
países vecinos. Tras la humillación de la guerra de los Seis Días6, la nación árabe en
general, y la libia recién salida de un complicado pasado colonial, necesitaban un nuevo
aire, un nuevo personaje que adoptara sus inspiraciones hacia una nación más unida.
Durante la década de los años 70, Gaddafi hablaba de una posible unión socialista con
Egipto, Túnez y Siria. Sus tentativas fueron infructuosas, pues la ambición panarabista
nunca se cumplió. La ideología naserista terminó desintegrándose progresivamente.
En el ámbito interior, el nuevo “presidente” y durante los primeros años de su mandato,
supo conjugar la solidaridad del grupo y la fuerza militar a fin de ganar un gran apoyo
popular. Un soporte fundamental que le permitió ejercer un control sobre su pueblo y
dictar sus propias políticas y estrategias. Pero su ejercicio individualista de la autoridad
fue rápidamente criticado por sus otros compañeros revolucionarios. Le acusaban de
tomar decisiones sin ningún tipo de concertación, de negar la necesidad de la
instauración de una constitución permanente y un sistema electoral libre. Estas
reivindicaciones provocaron entre el año 1969 y 1971, varias tentativas de golpe de
estado, llevadas a cabo por ministros o partidarios de la monarquía.
6
Guerra de junio de 1967 fue el conflicto desatado por el ataque de Israel con contra las tierras y
de Egipto, Jordania, y Siria entre el 5 y el 10 de junio de 1967 que finalizó con su ocupación. Sólo Egipto
ha recuperado la península del Sinaí, arrebata por Israel en ese guerra de junio de 1967.
29
El gran cambio llegó pocos años después, cuando Gaddafi “tuvo” que reorientar su
estrategia política. Tras otra tentativa de golpe de estado llevada a cabo por unos de sus
confidentes más cercanos en 1975, el líder libio procedió al purgación del CCR
(Consejo de Comando Revolucionario), convirtiéndole en una simple institución sin
ningún tipo de influencia en cuanto a la toma de decisiones importantes. Consciente de
la complejidad tribal y los fuertes valores tradicionales que regían su sociedad7, decidió
refugiarse en el tribalismo para proteger su autoridad y fortalecer su poder. Intentó
enfrentar a unos clanes con otros y comprar la lealtad de algunas tribus. Debido a que su
familia es relativamente pequeña y no muy influyente, decidió aliarse con las tribus más
importantes del país, principalmente los Warfalla y los Maghraha8. Los
Warfalla
siempre han protegido el clan nativo de Gaddafi, y un pacto entre los dos grupos les
fortalecía recíprocamente. En octubre del mismo año, viajó a Bani Walid9 para aceptar
un juramento de lealtad de los grandes jeques de la tribu.
Pocos meses después, Gaddafi publica la primera parte de su Libro verde, un manual
donde exponía sus ideas políticas y su pensamiento socio-económico. Presenta entonces
su “tercera teoría universal”, una nueva alternativa que se sitúa entre el capitalismo
explotador y el comunismo totalitario. Su nueva república, al-Yamahiriya10 encarnaba
la perfecta organización política “popular” donde las tribus estaban directamente unidas
a sus jefes respectivos. “Un gobierno del pueblo y para el pueblo” decía Gaddafi. Una
bonita ilustración de la mentalidad tribal que glorificaba la participación de las tribus en
la protección de la nación gracias a sus virtudes y su valentía natural.
Los ingresos de los productos petrolíferos tuvieron un papel importante en el
mantenimiento de la cohesión tribal. Gaddafi, después de la crisis petróleo de 1973, se
impuso como único perceptor de dicha renta, sin ningún tipo de intermediario, lo que le
permitió hacer uso propio de los recursos económicos. Donaba y repartía dinero a fin de
a crear una cierta dependencia hacia sus favores y garantizar desde luego el apoyo de
sus aliados.
7
Gaddafi era miembro de al-Gaddafa, un clan semi nómada de la zona costera central del país. Los Gaddafa no
desempeñaron un papel destacado en la lucha anticolonial.
8
Desde entonces, todos los miembros del cuerpo de seguridad personal del líder eran reclutados entre estas dos
tribus.
9
Hogar de la tribu Warfalla, ciudad de la costa oeste del país, situada en el Distrito de Misrata.
10
“República de las masas”. El Congreso General Popular asumió el poder legislativo y el Comité General Popular
sustituyó al Consejo del Mando Revolucionario en el ejecutivo. Sin embargo, Gaddafi conservó realmente el poder.
30
En 1979, el “líder de la gran y nueva nación libia” propuso una nueva conformación de
la sociedad libia con la creación de comités populares de participación ciudadana. La
idea era de descartar los sistemas parlamentarios considerados decadentes a favor de
una representación popular directa. Naturalmente, Gaddafi y sus aliados mantuvieron un
poder de hierro, pues las participaciones populares fueron muy concretas y puntuales. A
las sesiones del congreso popular se convocaba muy poco, y cuando tienen lugar, era
para afirmar y aprobar las decisiones del líder de la revolución. En realidad, los comités
populares funcionaban como aparatos auxiliares de los servicios secretos. Más tarde
aparecen los comités revolucionarios, una especie de instancias sin estatus definido,
creados especialmente para acelerar la puesta en marcha del nuevo sistema. Las
verdaderas intenciones del régimen eran la creación de una milicia capaz de controlar
los comités populares. Además de seleccionar a los delegados, los comités
revolucionarios disponían de sus propios tribunales y se beneficiaban de un gran poder
para proceder a detenciones y sentencias totalmente arbitrarias.
La primera fase del largo mandato del líder de la Yamahiriyya, fue una etapa importante
en el asentamiento de su poder. Gaddafi intentó primero constituir un Estado moderno
anti-imperialista, anti-tribal, unificado
e independiente. Su nuevo proyecto estatal
ilusionaba a su pueblo que aspiraba a una nación unida y vencedora. Pero la forma de
gestionar el nuevo modelo de gobernanza no satisfacía a sus compañeros políticos.
El cambio de ideología política desde luego fue inminente e inevitable. Gaddafi supo
transformar los vínculos tribales en una sólida unión que ilustra una moderna ‘asabiyya
y un inconfundible espíritu de grupo. De hecho, no dudó en crear instituciones de
“participación popular” para canalizar sus aspiraciones políticas y eliminar a sus rivales.
En la imaginación de su pueblo encarnaba un nuevo cambio, un moderador, un árbitro
que sabía cómo mantener un estado de equilibrio entre las diferentes fuerzas11 . Sus
reformas, sus reclamaciones panarabistas (aunque fracasadas), sus eslóganes
popularistas y sobre todo las ayuda económicas que concedía a las diferentes tribus
sedujeron al pueblo libio que le ofreció un apoyo sin precedente.
11
Los comerciantes de las grandes ciudades, el pueblo, las tribus, los Senusi, importante organización religiosa y
tribal que había proporcionado el primer régimen monárquico y su titular tras la independencia de Italia.
31
Su supuesta gobernanza participativa y la autogestión comunitaria le permitieron
movilizar masas importantes dotadas de un fuerte sentimiento de pertenencia, un pilar
imprescindible para el ejercicio de su autoridad y el mantenimiento de su mandato.
2. SEGUNDA ETAPA: DE CONSOLIDACIÓN Y DE DESARROLLO
La etapa de consolidación y de crecimiento se acompaña por un paso hacia la
estabilidad política y económica. La abundancia de los recursos naturales favorece el
crecimiento económico y fomenta la creación de núcleos urbanos. Nace un nuevo modo
de vida, los ciudadanos aprecian las nuevas reformas sociales y las medidas fiscales que
les animan a trabajar, a invertir y a seguir apoyando a su clase gobernante. En el ámbito
político, la cabeza del régimen o el gobernante empieza a monopolizar el poder, y poco
a poco se deshace de sus familiares en búsqueda de otros aliados sólidos en su corte.
Las prácticas de lujo sustituyen a la valentía natural. Tanto la elite gobernante como el
pueblo se dejan llevar por la opulencia. Construcciones suntuosas, enriquecimiento y
una exagerada demostración de lujo y de fuerza son las principales características de
esta fase. La eliminación de la oposición y la ociosidad son de hecho, un arma de doble
filo. De allí empieza un proceso de estabilidad pasivo que conduce más tarde a una
senilidad irreversible.
•
LA ABUNDANCIA DE LOS RECURSOS NATURALES Y EL PASO HACIA LA
URBANIZACIÓN
La consolidación del régimen de Gaddafi empezó a principios de los años ochenta en
plena fiebre de los petrodólares. Libia se había convertido en el tercer productor de
petróleo después de Arabia Saudí y Kuwait. La abundancia de recursos naturales y,
consecuentemente, los importantes ingresos, aceleraron y amplificaron el éxodo rural.
El territorio libio es desértico en más de 95%, las condiciones de vida son muy
difíciles12, la sobrevivencia se hace algo complicada, pues existe un importante
desequilibrio en cuanto a la ocupación y organización del espacio.
Esta situación explica la migración hacía las zonas más urbanas y más cuando los
beneficios del petróleo se hicieron sentir. El estilo de vida nómada había desaparecido a
12
Libia es, por su situación, una de las regiones más áridas del mundo, con una precipitación anual que oscila entre
los 10 y los 500 litros por metro cuadrado. Sólo en un cinco por ciento del territorio la lluvia excede de 100 l/m2 al
año.
32
finales de los 60s13, a día de hoy, más del 80% de la población libia se concentra en
núcleos urbanos.
•
REFORMAS PARA EL MANTENIMIENTO DEL PODER
En la esfera socio-económica, Gaddafi presentó unas reformas sin precedente que le
permitieron ganar la confianza de su pueblo y mantener su poder. En materia educativa,
pretendía luchar contra el analfabetismo y reforzar el papel de la comunidad
universitaria. También introdujo importantes cambios para redefinir el rol de la mujer
libia en una sociedad muy conservadora. Su gobierno apostó por la I+D y el aumento de
los bienes de consumo. Nacionalizó la economía, principalmente el petróleo. Clausuró
las bases áreas británicas en Tobruk y las estadounidenses en Trípoli. Igualmente
emprendió el proyecto del “Gran Rio Artificial” en 1983 e hizo abrir miles de pozos
artesianos para dotar de agua a las zonas desérticas. A las familias campesinas, les
concedió tierras, viviendas, tecnología e instrumentos de labranza.
El gran desarrollo económico libio llamó la atención de la mano de obra vecina. Una
gran masa de expertos técnicos y otros trabajadores emigraron a Libia para beneficiarse
de las notables oportunidades de empleo.
Gaddafi, pretendía aplicar las recomendaciones de su Libro Verde14. De hecho, no
perdía ninguna ocasión para insistir sobre el rol del pueblo en los congresos populares.
Para ilustrar su compromiso socialista, volvió gratuito y universal el sistema de salud.
Los obreros industriales obtuvieron importantes participaciones en los rendimientos de
las empresas.
•
UN PODER EXCLUYENTE Y ELIMINACIÓN DE LA OPOSICIÓN
Durante esta segunda fase, Gaddafi instauró un comunitarismo tribal sin precedente, y
estableció un sistema violento, invencible pero bien dominado.
La década de los 80 fue testigo de un régimen más severo y coercitivo. El fracaso de un
golpe de estado en 1984 provoca la condena de miles de personas. La represión ha sido
bastante sangrienta, durante largas semanas, la televisión libia retransmitía ejecuciones
públicas, con el objetivo de sembrar miedo entre los eventuales opositores.
13
25 % de la población en 1945, 10 % en 1969.
El Libro verde rechaza la democracia liberal moderna europea y alienta la institución de una forma de democracia
directa basada en "comités populares de base". Expone la mezcla personal de Gaddafi de socialismo, elementos de la
religión islámica y nacionalismo árabe.
14
33
•
MANTENIMIENTO DE LA ‘ASABIYYA Y APOYO POPULAR.
Gaddafi, y a pesar de sus brutales intervenciones asesinas para controlar a su país, se
beneficiaba de un sorprendente y amplio apoyo popular. En un país donde la lealtad
hacia el Estado era inexistente, el “Guía de la Revolución” sustituyó el patriotismo por
una obediencia directa hacía su persona. Gaddafi aprovechó las diferencias tribales para
consolidar y mantener su poder como única y legítima autoridad. Una estrategia muy
común en los países árabes, que consiste en la creación de una conciencia popular en
cuanto a las divisiones que amenazan la seguridad general y el bienestar del pueblo. Su
figura se convirtió entonces en un símbolo de unificación nacional. Una forma de
orgullo que se desarrolló bajo una ideología política propia que carece de cualquier
noción de ciudadanía.
Pero el incondicional apoyo de los libios durante esta fase fue un fenómeno algo
ambiguo. El poder coercitivo que ejerció el coronel durante su largo mandato
condicionó sin duda y hasta un cierto punto su popularidad. Es más, la supuesta
solidaridad tribal disimulaba una realidad compleja y bastante corrupta: Gaddafi
buscaba apoyo cerca de las tribus más potentes, les concedía muchos privilegios
económicos para el desarrollo de sus territorios y dejaba al margen aquellos otros grupo
y tribus que pudieran movilizarse contra él.
Para protegerse contra otros eventuales golpes de estado, Gaddafi purgó al ejército con
férrea mano. Para reducir el impacto de las reivindicaciones islámicas, intentó fundir el
Islam y el socialismo. Se definía como celoso representante de la fe musulmana y un
ferviente defensor de la identidad árabe. Ayudó en la construcción de prestigiosas
mezquitas, reclamaba la legitimidad de la causa palestina, y en algún momento buscó
borrar los rastros de la cultura occidental y sus valores.
Gaddafi desarrolló un Estado de bienestar amplio que le permitió mantener una base de
apoyo importante para sí mismo entre la población. Esta segunda etapa fue una era de
innovación y de varias reformas para proteger la cohesión social que le respaldaba y
conservar su organización política. Sin embargo esta misma evolución política ha sido
algo compleja. Gaddafi abusaba de su legitimidad y de los recursos económicos
públicos para eliminar a sus opositores islámicos, comprar la lealtad de las tribus y
acallar las demás reivindicaciones. La
relativa prosperidad y cohesión social no
34
tardarán en caer en una profunda crisis que provocará más tarde, serias fracturas en el
espíritu de grupo libio.
3. TERCERA ETAPA DE SENILIDAD Y DE DESINTEGRACIÓN
Según Ibn Jaldún, la etapa de senilidad comienza cuando el poder y las prácticas de lujo
corrompen las virtudes y la cohesión tribal del gobernante y de los que le rodean. La
fragilidad del estado es la consecuencia directa de la desintegración progresiva del
espíritu de grupo y del disfuncionamiento económico que debilita la legitimidad y crea
un ambiente de discrepancia popular.
•
LOS AÑOS NOVENTA: EL INICIO DEL HUNDIMIENTO
El caso de libia no fue muy distinto. Los años 90 marcaron el inicio de una etapa
complicada para el régimen de Gaddafi. Varios retos amenazaban su estabilidad:
Primero la caída de los precios del petróleo, los golpes de estado, la lucha islamista y
luego el aislamiento internacional y la degradación de la situación socio-económica del
país. La suspensión del embargo internacional a principios de los años 2000, permitió a
Libia, sin duda ninguna, integrarse de nuevo en la escena internacional y mejorar
aparentemente sus indicios socio-económicos. No obstante, la reconciliación con
Occidente se acompañó por una obvia y verdadera constatación: al-Yamahiriyya perdió
su legitimidad y se encontraba en plena fase de senilidad.
•
LA POLARIZACIÓN TRIBAL
El sistema libio se mantenía gracias a las alianzas tribales. Sin embargo, la admiración
popular no reflejaba de ninguna manera un consenso político general. Las varias e
incesantes tentativas de golpe de estado traicionaban una profunda lucha hacia el poder
y grandes conflictos de intereses. La cohesión tribal desde luego no tardó en
experimentar serias fracturas.
El fallido golpe de estado de 1993, lanzado por miembros de los Warfalla, fue una de
las primeras señales de fragilidad del espíritu de grupo tribal libio. La fuerza de la
‘asabiyya sufrió una lesión bastante severa, pues los parientes cercanos se convirtieron
en un peligro que amenazaba directamente el poder de Gaddafi, que ya no confiaba en
35
el apoyo las grandes tribus. De hecho, hizo purgas periódicas en la jerarquía militar,
eliminó sus posibles rivales y los sustituyó por los leales a su régimen.15
•
LOS GRUPOS FUNDAMENTALISTAS
Durante los años noventa, Gaddafi quería anticipar la contestación religiosa insistiendo
cada vez sobre el papel del Islam, incluso recurriendo a la aplicación de algunos
aspectos de la Shari’a o ley revelada islámica. La Yamahiriyya se presentaba como
ferviente defensor de la fe musulmana y su difusión. Sin embargo, esto no impidió la
aparición de los grupos islámicos sobre todo en la zona oriental del país (en Bengasi y
Derna), donde se declaró la resistencia armada (yihad) contra la figura del líder libio,
acusado por “haber debilitado el espíritu de participación de los jóvenes musulmanes
libios, matando a personas que querían aportar su energía para luchar contra el mal y la
corrupción”.
La rebelión islámica y su violencia se justifican en parte por un conflicto histórico entre
el régimen y la región de Cirenaica, muy partidaria aun de la monarquía y el
movimiento Senusi. Bengasi, la capital de Cirenaica, siempre tuvo fama de su falta de
fervor revolucionario, sus elites usaron la religión como motor para la resistencia contra
un sistema corrupto, incluso herético.
Entre 1995 y 1998, Gaddafi emprendió una verdadera lucha armada contra los activistas
islámicos, bombardeando incluso sus refugios y masacrando sus detenidos16.
A
principios de la década del 2000, la detención y tortura de los militantes islámicos en
Libia se convirtió en un acontecimiento común (tal como en Egipto y Túnez). La recién
reconciliación con Occidente fue la excusa perfecta para esmerarse a fondo en la
eliminación de los opositores islámicos.
•
CRISIS DE PETRÓLEO, SANCIONES DE LA ONU Y DEGRADACIÓN SOCIOECONÓMICA.
15
Ascendió a algunos miembros de su subclan “al-Qahus” a posiciones más importantes cencediéndoles privilegios en
detrimento de las dos anteriores tribus.
16
En 1996, 1,200 detenidos de la cárcel Abu Salim fueron masacrados, quienes en su mayoría pertenecían a la
oposición islámica al régimen.
36
El notable y considerable desarrollo económico de los años 80 fue una consecuencia
lógica de los ingresos petroleros. La mejora de las condiciones de vida de los 6
millones de habitantes libios se quedó sin embargo desproporcionada, teniendo en
cuenta las importantes rentas del país. Más aún, el supuesto crecimiento ha estado
marcado por varias turbulencias y limitaciones que impactaron profundamente la
economía interna: alta tasa de desempleo, caída del poder de adquisitivo, degradación
de las infraestructuras...etc.
La crisis petrolera del año 1988 obligó Gaddafi a anunciar una serie de reformas de
acuerdos con las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional: liberalización
del comercio, eliminación de las subvenciones públicas (té, cereales entre otros),
posibilidad de efectuar ventas en mercados privados, reducción de los funcionarios,
implementación de una ley para las inversiones extranjeras y el acceso a los préstamos
públicos para las empresas privadas. Unos años más tarde, el régimen había emprendido
varios proyectos para promover el turismo y la convertibilidad del dinar libio. Pero,
estos cambios no tuvieron el éxito esperado y tampoco sirvieron para salvar la economía
libia, cada vez más informal más sumergida, y aislada por el embargo internacional.
Los precios de los bienes de consumo subieron un 200% entre 1992 y 1997. El salario
medio de 250 dinares ya no cubría las necesidades de una población que hasta muy
poco disponía de un poder adquisitivo bastante correcto y racional. La devaluación de la
moneda nacional y la emergencia de una economía informal17 empeoraban la situación.
Gaddafi consideraba el comercio privado como una verdadera estafa y las medidas que
propuso para controlar las desviaciones económicas al respecto fueron un poco
extremas. La realización de operaciones de cambio contrarias a la ley del Banco Central
Libio igual que la especulación sobre productos de primera necesidad, fueron
considerados como un delito que conllevaba la pena de muerte.
En 1998, el Congreso General del Pueblo evaluó el coste de la penalización
internacional en 28.000 millones de dólares. La dependencia del sector petrolífero ha
sido determinante: la estructura del PIB ha conocido una ligera diversificación, pero el
95% del la renta proviene principalmente del petróleo y del gas.
La economía informal es parte de la economía sumergida. Está constituida por aquellas
producciones y transacciones que se realizan fueran del marco de la economía regulada por lasa
leyes estatales sin ser actividades económicas delictivas en su naturaleza. Junto con las
actividades económicas delictivas por naturaleza forman la economía sumergida.
37
17
•
EL EMBARGO INTERNACIONAL
El embargo internacional servía de buena excusa para disimular el fracaso del sistema
libio y de su inspiración ideológica en cuanto a las causas que habían llevado al
deterioro socio-económico. La degradación continua del poder adquisitivo de los libios
provocó un malestar general y profundo, que el embargo internacional no llegaba a
justificar.
En realidad, las sanciones de la ONU sirvieron a los intereses de las instituciones
revolucionarias y de la elite libia. El embargo fue la fachada perfecta para ocultar la
gran corrupción interna y disimular el fracaso de las políticas económicas del país.
Las críticas populares señalaban prácticas ilícitas como la especulación sobre la moneda
nacional en el mercado negro o la reventa de los productos subvencionados en círculos
privados. Gaddafi en su momento no se atrevió a denunciar dichas desviaciones, pues
podía poner en peligro el soporte de los que lo apoyaban. Su actitud pasiva alimentó
profundas frustraciones entre los libios que creían que la legitimidad de su líder se
basaba precisamente en su capacidad de instaurar un cierto igualitarismo entre los varios
componentes de la sociedad. La redistribución de una parte de los ingresos petroleros
suponía aliviar las duras condiciones de la vida de una gran parte de la población.
4. TENTATIVAS DE RECUPERACIÓN POLÍTICA
Las transformaciones socio-económicas que sucedieron durante el periodo del
aislamiento internacional fueron acompañadas por una serie de cambios políticos. El
sentimiento de vulnerabilidad que sufrió el régimen libio le obligó a emprender nuevos
cambios a fin de integrarse otra vez en la comunidad internacional y controlar la
disidencia islámica.
La suspensión de las sanciones de la ONU y la vuelta hacia la escena internacional
debilitaron aún más la legitimidad interna de las instituciones populares del régimen. Su
doctrina política a lo largo de la nueva década experimentó sorprendentes giros y varias
mutaciones. En enero del año 2000, el mismísimo Guía de la revolución denunciaba la
ideología revolucionaria, que califica de obsoleta y anticuada.
38
Las Cha‘abiyyat (comisiones populares) sustituyen a los comités generales; todo lo que
se refiere a la gestión de los presupuestos dependerá de las comunidades y de los
comités populares. Gaddafi pretendía la creación de un nuevo mecanismo de control
social, implementando un sistema descentralizado, donde el pueblo pudiese tener una
participación más directa a través los varios consejeros municipales encabezados por los
jefes de las tribus. Estos nuevos cambios políticos pretendían la creación de una nueva
elite a fin de favorecer la recomposición del poder después de la suspensión de las
sanciones. La institucionalización de la fuerza tribal mediante los comités populares fue
una respuesta a las varias críticas en cuanto al acaparamiento del poder por los
tradicionales grupos cercanos del círculo Gaddafi. Estas mismas mutaciones políticas
pretendían, de igual forma, calmar la creciente contestación islámica, que muchos
consideraban como una fuerza emergente, una alternativa capaz de imponerse en la
escena política.
La suspensión definitiva de las sanciones internacionales en 2003, permitió la
reinserción de Libia en el comercio internacional. La tercera crisis del petróleo (200208) hizo posible el aumento vertiginoso de las rentas procedentes de la venta de los
hidrocarburos. Gracias a ello, la economía libia pudo progresar rápidamente: el
crecimiento económico entre el 2003 y el 2007 fue del 5%. En 2008, las reservas que
acumulaba Libia se evaluaron en unos 100.000 millones de dólares.
La llegada de Saif al Islam a la escena política libia pretendía darle un nuevo aire. El
hijo del coronel propuso la transformación de la revolución en un estado constitucional
y la instauración de una economía de mercado subordinada por una institucionalización
de la revolución. Un paso hacia la creación de un marco económico más abierto
acompañado por garantías constitucionales para calmar la oposición de los
revolucionarios. La Yamahiriyya habia sido durante largas décadas, un absurdo pero
generoso instrumento de enriquecimiento. El cuestionamiento del nuevo sistema
económico levantó grandes dudas sobre la credibilidad del régimen y sus intenciones.
Las declaraciones de Gaddafi no pudieron calmar las masas revolucionarias, pues el
descontentamiento no tardó en manifestarse.
Las primeras declaraciones populares contra el régimen Gaddafi se filtraron durante una
manifestación contra las famosas caricaturas danesas en 2006. La represión fue muy
rápida. Once muertos y más de treinta y cinco heridos entre los 193 manifestantes.
39
A lo largo de los años que siguieron, los libios de varias regiones, edades y categorías
sociales, a menudo se quejaban de la ausencia de una ley clara y de unas sanciones
severas contra el nepotismo tribal. A pesar de la inexistencia de una viable y verdadera
sociedad civil, los libios a finales de la década de los 2000, cada vez mostraban una
cierta conciencia general y nacional de oposición social y política al régimen. Pero la
sensibilidad nacional y opositora se desarrolló, sobre todo, bajo una notable crisis socioeconómica, consecuencia lógica de un sistema altamente tribal, cada vez más opresor y
corrupto.
5. LA CAÍDA DEL RÉGIMEN GADDAFI
•
LAS CONDICIONES PREVIAS A LA REVOLUCIÓN.
Durante décadas, Libia fue asociada a la imagen controvertida y poco convencional de
su líder. Pero detrás de las extravagancias y el lujo beduino se hallaba un pueblo al
borde de una situación de desahogo social sin precedente. El fracaso económico
alimentó un profundo sentimiento de frustración. Las injusticias sociales, las altas tasas
de desempleo, al igual que las prácticas corruptas y excluyentes de la elite libia
debilitaron la cohesión social y el apoyo popular que mantenía el sistema político.
A partir de los años 90, la economía libia dejó de ser una estructura clientelista para
convertirse en una red cerrada donde la elite militar, los miembros de la seguridad
nacional, pero, sobre todo, el círculo familiar, controlan las grandes empresas del país.
Durante los últimos años del régimen, la familia del coronel y sus aliados políticos
jugaban un papel importante en la gestión de la economía, tanto la pública como la
privada. Las tribus y las demás redes de influencia regional no se beneficiaban de las
mismas ventajas de antes.
Los Gaddafi disponían de un acceso ilimitado a los fondos del estado, y podían
intervenir en la gestión de la renta petrolera sin ningún tipo de inspección18. El ejército
se convirtió en una empresa familiar, donde los hijos ocupaban altos cargos en el
Consejo de Seguridad Nacional, y dirigían incluso su propio batallón privado. Los hijos
18
A través de la Compañía Petrolera Nacional, pues ninguna otra institución podían investigar las cuentas de este
sector de actividad económica y fiscal.
40
encarnaban el modelo capitalista moderno, y su protagonismo creciente evidenciaba un
proceso hereditario progresivo y patente.
De un poder socialista, el régimen Gaddafi se convirtió en una maquina corrupta
neoliberal. Los supuestos buenos índices económicos disimulaban una economía
desequilibrada, marcada por profundas desigualdades sociales y una impresionante
corrupción. El ranking de Transparency Internacional lo ponía en la posición 146e, la
tasa de desempleo en 2009 ascendía a un alarmante 30%19.
•
EL LEVANTAMIENTO LIBIO Y LA CAÍDA DE GADDAFI.
Habría sido muy fácil predecir el porvenir del régimen libio teniendo en cuenta todo lo
que hemos expuesto hasta ahora. Todas las señales dejaban ver una organización
política corrupta y preocupada por los intereses de una minoría gobernante en
detrimento del bienestar de todo un pueblo que llevaba largos años de crisis, de
injusticia, represión y paro. La lógica y modelo de Ibn Jaldún que hemos tratado situaría
Gaddafi a estas alturas en la fase de depresión que precede generalmente la
desintegración final. Sin embargo, nadie esperaba tal resultado. La poca cobertura
mediática de la Libia de Gaddafi y la pasividad del mundo árabe en general, hacía muy
difícil creer que algo pudiera cambiar, al menos a medio o a corto plazo. El pueblo, a
primera vista, parecía muy conforme con la situación, no disponía de ninguna fuerza
movilizadora que le permitiera reclamar sus derechos y suponer un frente rival al poder.
Las contestaciones islámicas neutralizadas, la oposición política estaba muy dispersa,
exiliada y débil como para poder manifestarse. Sin embrago, el país vivía en un
ambiente revolucionario que no tardó en explotar después de la primera ola del
levantamiento árabe en la zona.
La caída de Ben Ali y de Husni Mubarak levantaron los ánimos de los libios de la zona
oriental del país. El 13 de febrero de 2011, explotaron las primeras manifestaciones en
la ciudad de Bengasi, cuna histórica de la oposición. Las protestas, ante la intransigencia
gubernamental y la represión brutal, degeneraron en una revuelta que se extendió
rápidamente en el Este, por la Cirenaica, tradicionalmente hostil a Gaddafi. Gran parte
del ejército en esta zona se unió a los opositores, mientras los leales al régimen
19
Según estimaciones del Ministerio de Asuntos Exteriores francés.
41
abandonaron las armas y los cuarteles. A finales de febrero algunas ciudades de la zona
occidental del país cayeron bajo el control de los contrarios a Gaddafi,
quedando Trípoli, la capital del país, rodeada de ciudades controladas por los
manifestantes. En dichos núcleos ocupados se formaron gobiernos municipales
provisionales y en Bengasi el gobierno local nombró a un oficial de alto rango para que
comandase a las fuerzas antigubernamentales de la ciudad.
Pero Gaddafi no daba señales de rendición y, por el contrario, envió tropas leales y
mercenarios a recuperar las ciudades rebeldes del oeste más cercanas a Trípoli
librándose sangrientos combates con los alzados. El tono amenazador del coronel, sus
discursos extremos, sus ataques aéreos y las atrocidades cometidas por sus tropas no
lograron acallar los enfrentamientos cada vez más sanguinarios.
Los rebeldes, apoyados por soldados y políticos desertores, organizaron el Consejo
Nacional de Transición (CNT) con sede en Bengasi estableciendo un gobierno paralelo
en las zonas fuera del dominio de Gaddafi. El 17 de marzo de 2011, el Consejo de
Seguridad de la ONU aprobó una resolución para la introducción de una zona de
exclusión de vuelos sobre Libia y que da la posibilidad de llevar a cabo una operación
militar foránea contra las fuerzas de Gaddafi.
Después de seis meses de combate, el 22 de agosto de 2011, las fuerzas del CNT se
apoderaron de la capital Trípoli. El régimen de Gaddafi se desmoronaba. Dos meses
más tarde, la toma de Sirte, el último refugio gaddafista y la muerte humillante del
coronel libio concluyeron un largo conflicto armado y un mandato de 42 años de
duración.
El tan esperado ocaso de la “dictadura revolucionaria” vino después de largos meses de
una sorprendente resistencia. Gaddafi y gracias a toda la ‘asabiyya que supo cultivar a
lo largo de los años, no cayó fácilmente, y se mantuvo a pesar de la furia internacional.
La intervención militar de la OTAN bombardeó sus tropas, destruyó sus centros de
control, armó a los rebeldes, patrulló sus costas y prohibió cualquier tipo de transacción
comercial de su petróleo. El coronel perdió medio país en unas semanas, pero no el
apoyo de muchos de sus aliados. Su fuerte y consistente ‘asabiyya se basaba en la
lealtad de las tres tribus que siempre le habían acompañado desde sus inicios. Gaddafi
42
siempre les favorecía y les concedía ventajas y poder. De hecho, no tenían ningún tipo
de empatía hacia los rebeldes que luchaban contra su líder. Es más, los miembros de
estas tribus seguían apoyándole hasta después de haber perdido el control de la capital.
La ‘asabiyya de Gaddafi, aunque reducida, se mantenía bastante firme: los de su propio
clan nunca abrazaron la revolución. Los Warfalla se negaron a entregarse a los rebeldes
y los de Mgharaha mantuvieron su posición a pesar de las duras condiciones, hasta que
Gaddafi se fue de Sebha.
En muchas otras ciudades tales como Brega por ejemplo, los más leales del régimen
reclamaban su ciego e incondicional apoyo. No se trataba de los típicos mercenarios
africanos que Gaddafi solía usar para consolidar sus tropas. Estos fueron simplemente
los gritos de las masas que Gaddafi supo manipular. Fue precisamente esto lo que hizo
posible que el régimen aguantara los siete meses de bombardeo, que seguramente nadie
habría podido soportar más de un par de semanas.
6. EL PORVENIR LIBIO DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN DEL 2011.
•
UN ESTADO SIN INSTITUCIONES
Seis meses después de la caída del Yamahiriyya, la situación libia deja mucho que
desear. El final desastroso de Gaddafi ha dejado el país ante un futuro incierto. Los
frecuentes enfrentamientos reflejan la ineficiencia del sistema político y la complejidad
de una sociedad regida por alianzas tribales, competiciones interterritoriales
y un
conflicto de intereses que implica además de los actores regionales, a toda la comunidad
internacional. La población libia entonces emprende la fase post Gaddafi con mucha
inseguridad. Primero porque el país tiene una laguna institucional enorme: el concepto
de Estado nunca ha sido desarrollado. Durante su largo mandato, el Líder de la
Revolución eliminó toda huella de Estado regido por la ley, con partidos políticos,
prensa independiente y dotado de estructuras ajenas a su persona. La organización
política fue estrechamente vinculada hacia su figura que encarnaba la totalidad de los
poderes.
•
REORGANIZACIÓN TRIBAL
43
La sociedad libia, ya lo sabemos, está altamente dividida, un abanico de grupos tribales
diversos e inspiraciones políticas y culturales. El sentimiento de pertenencia nacional
depende principalmente y sin duda ninguna del orgullo tribal. El colapso de Gaddafi ha
marcado de hecho una renegociación del equilibrio estratégico entre las varias tribus. El
poder ha sido fragmentado entre las distintas facciones rivales (las de Misrata, Zentán,
Bengasi y de las tribus dueñas del petróleo). Pero más allá de las típicas y clásicas
diferencias tribales, el panorama libio hoy día refleja una intensa competición territorial
alimentada por una profunda lucha hacia el control de los importantes y estratégicos
puntos petrolíferos.
Los factores históricos contribuyen también a dicha situación, pues Libia hasta 1963,
había sido un país federal dividido en tres grandes regiones: Tripolitana, Cirenaica y
Fezzan. La abolición de la constitución federal en 1963 y las reformas territoriales de
Gaddafi fomentaron un sistema de clientelismo sin lograr la eliminación de la huella
tribal que volvió a surgir con más fuerza después de la revolución del 2011.
Efectivamente, ahora más que nunca, las diferencias entre grupos tribales igual que las
reivindicaciones separatistas, ponen en peligro las ilusiones y el porvenir del pueblo
libio.
7. LAS OPCIONES DE SALIDA
Abordar el futuro libio desde la perspectiva de Ibn Jaldún examinando la viabilidad de
cada opción de salida es una labor que conlleva el análisis de todos los aspectos de la
situación actual. El contexto histórico es complejo y existen muchos parámetros que
intervienen a lo largo del proceso transitorio.
Libia atraviesa un periodo transitorio confuso y poco logrado. Teniendo en cuenta el
contexto actual y el giro que han emprendido las cosas después de la finalización de la
misión de la OTAN, el porvenir del país roza un gran riesgo de guerra civil. La
intervención militar ha creado enemistades, ha abierto antiguas heridas y desde luego ha
entorpecido el proceso transitorio. El rápido paso de un levantamiento popular
espontáneo a un movimiento dirigido por una minoría y con apoyo exterior impidió que
la revolución siguiera un rumbo lineal. A continuación, trataremos las diferentes
posibilidades que se plantean bajo las circunstancias actuales.
44
•
LA HEGEMONÍA TRIBAL O LA APARICIÓN DE UNA NUEVA
‘ASABIYYA UNIFICADORA.
La hegemonía tribal es una opción que puede aportar una cierta estabilidad, pero, a
largo plazo, es una alternativa que conlleva un alto riesgo de inestabilidad política. Es
algo simplista, incluso ingenuo, creer que una sola tribu pueda reunir una aceptación por
parte de todos y más representar la sociedad tribal libia en toda su pluralidad. La
hostilidad que pueda generar este estilo de gobernanza provocará incesantes
turbulencias y aumentará el riesgo de un posible conflicto armado. Los partidos y
grupos religiosos, duramente perseguidos en tiempos revolucionarios, han entrado en la
escena política con mucha fuerza y representatividad y habrá que esperar el alcance del
apoyo popular a los mismos y el papel que puedan jugar en el consenso o discordia
nacionales. Con anterioridad al colapso de la Yamahiriyya se dió la aparición de varios
grupos de oposición de inspiración religiosa, severamente castigados durante el
gobierno de Gaddafi y que se han visto fortalecidos con la nueva situación.
Los grupos islámicos pertenecen a distintas ideologías y formas de comprender el islam.
Algunos son propios de Libia, como el movimiento místico y socio-político de los
Senusis. Otros grupos comparten ideología con otros movimientos similares en todos el
mundo islámico y, en especial, los países árabes como son los hermanos musulmanes y
los salafíes.
También hay que contar con la minoría amazig o bereber en el suroeste de Libia, que
han incrementado sus reivindicaciones de autonomía, e incluso independencia, política
y de reconocimiento y apoyo institucional a su lengua y a su cultura particular, cosa que
había sido ignorada por la revolución libia durante toda la existencia de la Yamahiriyya.
LAS REIVINDICACIONES INDEPENDISTAS Y EL PELIGRO DE UNA
GUERRA CIVIL.
45
La autoproclamación independentista de la zona petrolera de Cirenaica en marzo de este
año, supone un difícil reto para el Consejo Nacional Transitorio. Los líderes locales
critican el abandono sufrido por la zona durante la era Gaddafi y reclaman al nuevo
Gobierno de Trípoli una mayor autonomía. El deseo de descentralización no sólo pone
en cuestión la legitimidad del CNT sino que también anuncia el inicio de un probable
proceso de desintegración del frágil estado libio y la vuelta hacia un sistema federal o en
su caso una guerra civil general.
El federalismo o la descentralización podría ser una buena alternativa si el Estado
dispusiera de fuertes y eficientes instituciones a fin de llevar a cabo tal proceso.
Lamentablemente, Libia a día de hoy, no está preparada para construir un estado
“moderno y democrático”, y menos lo está para canalizar las aspiraciones independistas
dentro de una institucionalizada estructura federal.
•
LA DIFICULTAD DE RENOVACIÓN DE LA ELITE POLÍTICA.
La organización de las elecciones en junio de 2012 aunque siga en pie, parece
improbable, pues el consenso en torno a un sistema electoral “justo, representativo y
equitativo” es una labor complicada. Sin abordar el tema de seguridad, que por cierto
tiene un peso importante en la ecuación electoral, hay que señalar que los libios nunca
han organizado elecciones y menos han participado en algunas de ella.
La falta de una verdadera conciencia política es un obstáculo que impide cualquier
forma de organización correcta y legitima. Los libios carecen de cultura política, dice
Mahmud Yibril:
Sus conocimientos al respecto son nulos. No tenemos hábito de respetar la
diferencia, no estamos acostumbrados a tolerar a quien piensa lo contrario. La gente
no sabe lo que es una Constitución o un sistema parlamentario. (ver el País 30
/03/2012.)
Las elecciones son una diligencia imprescindible dada la organización moderna de los
asuntos políticos, pero lo que realmente hace falta es encontrar la manera de reunir a los
actores en torno a un mismo objetivo común. En realidad, Libia se encuentra en un
callejón sin salida. De momento, las frecuentes luchas internas y el sectarismo del CNT
46
igual que la presencia de otros actores poderosos revelan una organización política
frágil. A pesar del gran apoyo internacional, el consejo de transición no llega a desarmar
las milicias, y tampoco dispone de los medios necesarios para establecer su legitimidad
o instaurar un verdadero consenso político viable. Cuando las diferencias desaparezcan,
podremos hablar de cómo lograr construir un estado de derecho que respete la variedad
socio-cultural y política y que tenga en cuenta los demás parámetros económicos,
regionales e internacionales. Una tarea difícil de llevar a cabo dado el contexto
complicado, la intervención de otros países extranjeros y el peso que tiene la producción
petrolera en la ecuación política.
CONCLUSIÓN
El desplome del régimen Gaddafi dejó tras sí un país inflamable sin ningún tipo de
aparato estatal para tapar el vacío institucional y garantizar la seguridad del de los
libios. Ya como lo hemos expuesto, hasta el día de hoy, no existe una renovación
definida de la clase dirigente. El CNT carece de legitimidad, de autoridad y de medios
necesarios para imponerse. Libia carece de una verdadera organización política a la
altura del papel transitivo que se le ha asignado, lo cual supone una inmensa influencia
internacional al servicio de los intereses de las grandes multinacionales. El país roza el
peligro de una guerra civil alimentada por las reclamaciones independistas y las milicias
armadas que no llegan a desaparecer. Hasta ahora, no podemos concluir que exista un
líder o una figura capaz de anular las rivalidades. La reconstrucción en un país unificado
tiene muchas dificultades en el horizonte cercano. Hay algunas señales que predicen una
posible desintegración y en su caso guerra civil, lo que si beneficia a mayor medida los
intereses internacionales
Para evitar una posible guerra civil es importante saber gestionar las diferencias, borrar
las divisiones y reunir a los demás actores nacionales en torno a un objetivo común.
Para salir adelante, Libia necesita una clase política cohesionada, una sociedad civil
activa y una conciencia de unidad nacional. La movilización de las masas y la
regeneración de una nueva ‘asabiyya capaz de unificar al pueblo libio son
fundamentales. Sin todo ello, el país sufrirá severamente las consecuencias de la
persistente división política que se desarrolla bajo múltiples presiones geopolíticas.
47
Puede que la inestabilidad y el desorden general acaben arrastrando a Libia a un enorme
agujero negro hacia años atrás.
CONCLUSION GENERAL
El pensamiento de Ibn Jaldún, su teoría cíclica y el concepto de la ‘asabiyya han sido un
gran descubrimiento académico, que me ha abierto nuevas perspectivas críticas a fin
descifrar una realidad tan compleja que rozaba sin llegar a entender del todo. La lectura
de la Muqaddima fue una experiencia curiosa e interesante. Curioso fue para mí
descubrir sólo ahora una de las grandes obras del pensamiento político musulmán que
nunca ha sido correctamente valorada en tierras del Islam. Una gran paradoja que, de
hecho, ilustra perfectamente el estado de hibernación del mundo árabe y su malestar
científico y cultural. Un estancamiento que disimula una profunda crisis social y de
identidad, una tradición de intolerancia intelectual que se ha desarrollado bajo unos
gobiernos autoritarios que impiden el desarrollo de las ideas en su matriz islámica y en
contacto con otras civilizaciones. Las derrotas históricas, la intervención extranjera, la
inmovilización socio-política, las desigualdades y la precariedad económica han pasado
factura al mundo árabe y a su pueblo. La regresión continúa, sus primeras señales, lo
hemos comentado, surgieron precisamente en los tiempos de nuestro autor.
El pensamiento político de Ibn Jaldún tiene una dimensión universal y atemporal.
Abordar el levantamiento árabe desde un enfoque jalduní ofrece una visión distinta que
busca el más allá de las circunstancias actuales. En este trabajo hemos tratado el caso de
Libia como un ejemplo de gran relevancia para la aplicación de esta hipótesis teórica.
Hemos podido comprobar hasta qué punto la teoría de la ‘asabiyya sigue funcionando y
aun no ha perdido su validez científica. La evolución de un régimen sigue la misma
dirección que Ibn Jaldún ha predicho, quizás no de forma sistemática, pues sus
descripciones abarcan varios aspectos y quedan condicionadas por un contexto histórico
bien definido.
48
El efecto dominó de la revolución tunecina fue una consecuencia lógica de una herencia
común que refleja fuertes relaciones históricas, religiosas, culturales y de identidad que
hacen que el futuro de estos pueblos esté estrechamente vinculado. Una nueva ‘asabiyya
popular que hizo posible este movimiento. El argumento que hemos usado para explicar
la cuestión libia se puede extrapolar por lo tanto a otros sistemas políticos árabes que se
encuentran, a día de hoy, en el mismo callejón revolucionario. La historia de Ibn Jaldún
es un tesoro que revela muchos elementos explicativos para un mejor entendimiento de
estas sociedades. Es una enseñanza de gran calidad que puede ser de gran utilidad para
contemplar el futuro con más serenidad y sabiduría.
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