UNIVERSIDAD DE MÁLAGA FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES MÁSTER EN COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y POLÍTICAS DE DESARROLLO La Primavera Árabe y el Modelo Cíclico de Ibn Jaldún El caso de la Yamahiriyya libia Narjisse Ben Mousssa Directores del Trabajo de Fin de Máster: Dr. Antonio García Lizana Dr. Nicolás Roser Nebot Julio del 2012 Málaga- España TRABAJO DE FIN DE MASTER MÁSTER UNIVERSITARIO EN COOPERACIÓN INTERNACIONAL Y POLÍTICAS DE DESARROLLO CURSO ACADÉMICO 2011/2012 D. Antonio García Lizana, Catedrático de Economía Aplicada (Política Económica) y Director del Máster de Cooperación Internacional y Políticas de Desarrollo ; y D. Nicolás Roser Nebot, Profesor Titular del Departamento de Traducción e Interpretación de la Universidad de Málaga, han dirigido el Trabajo de Fin de Máster de la alumna Dª Narjisse Ben Moussa, titulado “La Primavera Árabe y el Modelo Cíclico de Ibn Jaldún: El caso de la Yamahiriyya libia”, y dan su conformidad para la lectura y defensa del mismo, que tendrá lugar en la Universidad de Málaga. Málaga, 13 de Julio de 2012 Fdo.: Fdo.: 2 INDICE ABSTRACT .................................................................................................................... 6 INTRODUCCION GENERAL ..................................................................................... 8 PRIMERA PARTE. ..................................................................................................... 13 RESEÑA BIOGRAFICA DE IBN JALDÚN. ............................................................ 13 1. SU VIDA.......................................................................................................... 13 2. SU OBRA ........................................................................................................ 14 SEGUNDA PARTE. ..................................................................................................... 16 EL MODELO CÍCLICO DE IBN JALDÚN ............................................................. 16 1. PRECISIONES SOBRA EL CONCEPTO DE ‘ASABIYYA...................... 16 2. FASE DE CONSTITUCIÓN......................................................................... 17 3. FASE DE DESARROLLO Y APOGEO. .................................................... 19 4. FASE DE DECADENCIA ............................................................................. 20 5. LAS OPCIONES DE SALIDA...................................................................... 23 TERCERA PARTE. ..................................................................................................... 26 EL MODELO CICLICO APLICADO AL CASO DE LA YAMAHIRIYYA LIBIA 1. PRIMERA ETAPA DE CONSTITUCIÓN ................................................. 27 2. SEGUNDA ETAPA DE CONSOLIDACIÓN Y DE DESARROLLO ...... 32 • LA ABUNDANCIA DE LOS RECURSOS NATURALES Y EL PASO HACIA LA URBANIZACIÓN ....................................................................... 32 • REFORMAS PARA EL MANTENIMIENTO DEL PODER.............. 33 • UN PODER EXCLUYENTE Y ELIMINACIÓN DE LA OPOSICIÓN …………………………………………………………………………….33 3 • MANTENIMIENTO DE LA ‘ASABIYYA Y APOYO POPULAR. ... 34 3. TERCERA ETAPA DE SENILIDAD Y DE DESINTEGRACIÓN.......... 35 • CRISIS DE PETRÓLEO, SANCIONES DE LA ONU Y DEGRADACIÓN SOCIO-ECONÓMICA................................................. 36 • EL EMBARGO INTERNACIONAL ................................................... 38 4. TENTATIVAS DE RECUPERACIÓN POLÍTICA ................................... 38 5. LA CAÍDA DEL RÉGIMEN GADDAFI..................................................... 40 • LAS CONDICIONES PREVIAS A LA REVOLUCIÓN. .................... 40 • EL LEVANTAMIENTO LIBIO Y LA CAÍDA DE GADDAFI. ......... 41 6. EL PORVENIR LIBIO DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN DEL 2011... 43 • UN ESTADO SIN INSTITUCIONES .................................................. 43 • REORGANIZACIÓN TRIBAL............................................................ 43 7. LAS OPCIONES DE SALIDA...................................................................... 44 • LA HEGEMONÍA TRIBAL O LA APARICIÓN DE UNA NUEVA ‘ASABIYYA UNIFICADORA...................................................................... 45 • LAS REIVINDICACIONES INDEPENDISTAS Y EL PELIGRO DE UNA GUERRA CIVIL................................................................................. 45 • LA DIFICULTAD DE RENOVACIÓN DE LA ELITE POLÍTICA.46 CONCLUSION GENERAL ........................................................................................ 48 BIBLIOGRAFIA .......................................................................................................... 49 4 AGRADECIMIENTOS Me gustaría que estas líneas sirvieran para expresar mi más profundo y sincero agradecimiento a todas aquellas personas que con su ayuda han colaborado en la realización del presente trabajo. Al Dr. D. Antonio García Lizana, director de esta investigación, por la orientación, el seguimiento y la supervisión continúa de la misma, pero sobre todo por la motivación y el apoyo recibido a lo largo de estos meses. Especial reconocimiento merece el interés mostrado por mi trabajo y las sugerencias recibidas del Dr. D Nicolas Roser Nebot que ha tenido la amabilidad de codirigir esta tesina. También me gustaría agradecer la ayuda recibida por mis amigas y compañeras Marcela Pinto, Noelia Ripoll, Estefania Torreblanca y Lara Valseca, que han hecho que este trabajo salga de la mejor forma posible. A mis compañeros del Máster de Cooperación Internacional les agradezco su amistad y sus ánimos. Un agradecimiento muy especial merece la comprensión, paciencia y el ánimo recibidos de mis amigos. A Alba, Betty, Miguel y a Paco les agradezco estar siempre a mi lado a pesar del tiempo y de las distancias. Todo esto nunca hubiera sido posible sin el amparo incondicional de mi familia. Gracias a mis padres por su profundo apoyo y amor, por su paciencia y confianza. A mis hermanas por su alegría y disponibilidad. A todos ellos, muchas gracias. 5 ABSTRACT The ability of a discipline to make valid predictions is a sign of its maturity (Collins 1995:1588). The Social Theory of Ibn Khaldun is definitely one of the most brilliant contributions to modern sciences. The cyclical model of the rise and fall of nations not only provides insights into the underlying social mechanisms, but it also predicts the natural evolution every state goes through. The Arab Uprising we are witnessing today marks the collapse and the twilight of long date regimes which have totally lost their ‘asabiyya and legitimacy among a population eager for social justice and better life conditions. La teoría social de Ibn Jaldún ha sido una de las más interesantes contribuciones a las ciencias modernas. El modelo cíclico del nacimiento apogeo y decadencia de las dinastías, no solo proporciona una visión profunda sobre los mecanismos sociales de dicho proceso, sino que también permite predecir su evolución natural. El levantamiento árabe que vivimos hoy día ha marcado el crepúsculo de regímenes de largas décadas que perdieron toda su ‘asabiyya y legitimidad ante un pueblo en búsqueda de justicia social y mejores condiciones de vida. La théorie sociale d’Ibn Khaldoun est certainement une des plus brillantes contributions aux sciences modernes. Le modèle cyclique sur la constitution et la chute des dynasties et empires traite avec précision et une incomparable profondeur les mécanismes sociaux qui prévoient l’évolution naturelle que ces états sont « condamnés » suivre. Le Printemps Arabe dont nous sommes témoins aujourd’hui marque le crépuscule de règimes de longue date qui ont perdu toute leur ‘asabiyya et légitimité au yeux d’un peuple en recherche de justice sociale et de meilleurs conditions de vie. 6 7 INTRODUCCION GENERAL Es curioso constatar que las llamadas revoluciones árabes hayan empezado en Túnez, tierra natal del gran filosofo Abdurrahmán Ibn Jaldún. Este brillante autor del siglo XIV, se considera como el pionero de la modernización de las ciencias humanísticas y, por tanto, un referente esencial para diferentes áreas del saber y del conocimiento, como la sociología, la economía, la política, la antropología o la historia moderna. El estudio jalduní, pese a ser medieval, ha influido sobre el pensamiento sociológico, económico y político actual. Es un legado histórico que ha inspirado a diversos autores occidentales como Spengler, Toynbee, Lacoste y Emile Durkheim, entre otros. Abordar, a día de hoy, el análisis político, sociólogo y económico de este gran historiador, es un ejercicio estimulante y curioso a la vez. Ibn Jaldún, por encima de todo, ha desarrollado un corpus analítico y metodológico propio que combina a la vez la visión empírica y el modelo racional. Nuestro autor ha iniciado, por lo tanto, una nueva etapa en el pensamiento socio-histórico mediante la introducción de nuevos modelos explicativos del funcionamiento social. Su metodología sistemática y racional le ha permitido alcanzar un alto nivel de precisión y una profundidad descriptiva sin precedente. Su visión universal ha sido novedosa para su época y sus teorías han superado los límites temporales y geográficos. La obra de Ibn Jaldún ha interrogado los fundamentos sobre el desarrollo humano, las causas que mueven los hechos sociales y los mecanismos que configuran las relaciones humanas. Para él, la sociedad, es un objeto de estudio científico sometido a una expli8cación racional que no descarta sin embargo la fuerza y el impacto de las cuestiones morales. La historia es un conjunto, la observación de hechos pasados y su inquisición permite indagar el curso del pasado para comprender el momento presente. El trabajo de Ibn Jaldún es el reflejo de sus observaciones y de su contexto histórico. Tal como lo señala Juan Goytisolo, nuestro autor vivió en una de esas épocas de tránsito histórico, de cambio de paradigma civilizatorio en el que el futuro está en manos de quienes lo protagonizan y depende de ellos errar o acertar. Ibn Jaldún fue 8 testigo de una fase clave en la historia del mundo musulmán, que sufría en aquel momento, el comienzo de una decadencia continúa y la desintegración de grandes dinastías que, se consideraban como las más avanzadas de su época. La historia tiende a ser recurrente: al Muqaddima (introducción, prolegómeno)1, su obra maestra, analiza este ciclo histórico que acompaña la evolución de las dinastías que, como los seres humanos, atraviesan varios periodos de fuerza, debilidad, recuperación y más tarde un periodo de decadencia que les llevará tarde o temprano (dependiendo de la habilidad política de cada estado) a desaparecer. El pueblo es una componente fundamental en este análisis, las dinastías e imperios son organizaciones políticas que evolucionan naturalmente según un modelo que podemos atrevernos a calificar de “predeterminado”. El elemento humano o sea el pueblo sin embargo no desaparece, las opciones de salida plantean varias alternativas para retomar un nuevo ciclo. La forma en la que se puede lograr tal proceso de iniciación política depende del contexto de cada país y las características históricas, culturales de los pueblos. Las dinastías mueren, pero los pueblos no, la historia de los pueblos no está escrita, son ellos mismos los que la dibujan. Según los médicos y astrónomos, la edad natural de los hombres es de ciento y veinte años (…) y las del los estados también. Y aunque varía bajo la influencia de la conjunción, su duración no supera las tres generaciones… […] La senilidad es algo natural al estado y ocurre, como todos los sucesos en él, tal como se produce la senilidad en el organismo vivo. La senilidad es una enfermedad crónica que no se puede curar pues es algo natural y las cosas naturales no cambian. Por esta razón, muchos gobernantes de los que tienen previsión política, y al darse El título completo es al Muqaddima fi fadl ‘ilm al-tari’j wa tahqiq madahibi-hi wa-l-ilma’ li-ma ya’ridu mu’arrijin min magalit wa dikr shay’ min asbabi-hi, (preámbulo sobre la excelencia de la Historia, definición de sus distintas escuelas, indicación de los errores en los que caen los historiadores y mención de algunas de sus causas). Sin embargo, el título del que viene siendo considerado capítulo primero resulta más preciso en cuanto al contenido y desarrollo de la obra: “De la sociedad humana y de los fenómenos que en ella se presentan, tales como la vida nómada, la vida sedentaria, la dominación, la adquisición de los medios para ganar la subsistencia, los oficios, las ciencias y las artes. Indicación de las causas que conducen a estos resultados.” 9 1 cuenta de los síntomas de senilidad en su estado, creen en la posibilidad de impedirla. Intentan cuidarlo para que recupere su temperamento inicial. Les parece que el deterioro del Estado es el efecto de la incapacidad o la negligencia de los servidores del estado. Pero se equivocan, ya que se trata de la evolución natural de un estado y son las costumbres desarrolladas en él las que impiden remediarlo, porque estas mismas se erigen como una segunda naturaleza. (ا ون, Ibn Jaldún. 1377:2005. I3.180,312). El modelo analítico de Ibn Jaldún es universal y se puede aplicar a varias realidades y a distintos momentos históricos tal como el que vivimos a día de hoy. El estudio de la Muqaddima, más allá de cualquier tipo de anacronismo histórico, supone un paso enorme hacia el entendimiento de la situación actual. El año 2011 ha sido extraordinario, esperanzador y revolucionario. La toma de conciencia y las protestas espontáneas de Túnez se han extendido a otros territorios vecinos: manifestaciones, revueltas y unas supuestas revoluciones que han acabado por el derrocamiento de regímenes y dictaduras de muchas décadas. El levantamiento árabe ha marcado el fin de unas largas vacaciones históricas de un pueblo “conformista y sometido”, y ha iniciado al mismo tiempo, un proceso transitorio y complejo. Lo que hasta entonces se consideraba como un callejón sin salida, es a día de hoy, una realidad que de hecho, tiene muchas opciones aún no bien definidas. Siguiendo el análisis desarrollado por Ibn Jaldún, intentaremos explicar, desde una nueva perspectiva, los mecanismos que han condicionado esta nueva ola de cambio socio-político. El caso libio de hecho, puede que sea el más ilustrador. La estructura tribal del país, su configuración socio-política igual que la evolución de su modo de gobernanza son elementos muy reveladores que reflejan una descripción casi de manual de la teoría cíclica. De igual manera, aprovecharemos ese mismo fundamento teórico para el análisis de las varias salidas probables de la situación actual. La organización de este trabajo se articulará de la manera siguiente: La primera parte consistirá en una introducción biográfica, seguida por la presentación del modelo cíclico sobre el auge y la decadencia de las dinastías e imperios. Detallaremos las tres etapas que lo constituyen, y también analizaremos las posibles salidas que imprimirán diversos modos de responder a la última etapa, en términos de recuperación (lo que permitiría 10 retomar el ciclo histórico), desaparición, estancamiento, etc. La tercera parte tratará específicamente del caso libio, intentando relacionar la evolución de la Yamahiriyya libia con dicho fundamento. Las reflexiones finales recogerán conclusiones y plantearán nuevas cuestiones y problemáticas para ser tratadas en el futuro. Metodología de trabajo. En la segunda parte se realiza un estudio de contenido de la Muqaddima, partiendo de la lectura y traducción de la edición árabe ( و أ ا ا، ا ون ن، ا" وت#$% & ا،'ا( و. 2005), cotejándola con las siguientes versiones: • Versión española: Ibn Jaldún. Introducción a la Historia Universal (alMuqaddima). Traducción de Juan Feres y comentarios de Elias Trabulse. México, Fondo de Cultura Económica, 1997. • Versión francesa: Ibn Khaldūn. Les Prolégomènes. Traduits en Français et commentés par W. Mac Guckin de Slane. Imprimerie impériale, 1868. En esta misma parte se da cuenta, además, de las aportaciones realizadas sobre el pensamiento de Ibn Jaldún por diferentes especialistas a fin de consolidar el análisis con distintas reflexiones. Apoyaremos también nuestro estudio con fragmentos textuales de la obra, pues uno de los objetivos de esta presentación, es aprovechar nuestro conocimiento lingüístico del árabe y del castellano a fin de intentar traducir de la mejor forma posible algunos extractos de la Muqaddima. Tratándose de un volumen con seis apartados, con varias decenas de capítulos cada uno, y en razón de indicar con precisión al lector la ubicación de los pasajes referidos, hemos decidido proceder de la siguiente forma: nombre del autor, año (de la obra y de la edición), numero del volumen, número del libro y número de la página. Ejemplo. (ا ون, Ibn Jaldún. 1377:2005. I-1. p.151). En lo que se refiere a los demás pasajes que provienen de otras versiones traducidas, la cita se organizará de esta manera: nombre del autor, año, número del volumen y número de página. 11 Ejemplo. (Trabulse. 1997. I-153). Para el resto de las referencias que reflejan ideas y reflexiones de otros autores sobre el trabajo de Ibn Jaldún, hemos concluido que sería mejor precisar la fuente directa (nombre del autor, titulo, página, edición, año). Para el desarrollo de la tercera parte, nos hemos basado en lecturas sobre el tema del levantamiento árabe actual, con enfoque especial hacia la revolución libia (artículos, revistas especializadas, trabajos de investigación…etc.). Hemos podido también asistir a varios eventos y jornadas que tratan de este mismo tema (entre otros, el curso de la UIMP “El Mediterráneo y las Revoluciones del 2011”. Noviembre 2011. Barcelona). Para la reproducción en caracteres latinos de los títulos y nombres en árabe hemos optado, en aras de facilitar la lectura y en razón de no ser especialistas en su uso, por un sistema de transcripción que sigue de cerca el sistema de transliteración de la escuela de arabistas españoles, pero que no sigue al completo las normas establecidas en él. 12 PRIMERA PARTE. RESEÑA BIOGRAFICA DE IBN JALDÚN. Ibn Jaldún concibió y formuló una filosofía de la historia que es, sin duda, el trabajo más grande que jamás haya sido creado por una persona en ningún tiempo y en ningún país. Arnold J. Toynbee 1. SU VIDA Gran personalidad en su tiempo, Ibn Jaldún fue historiador, sociólogo, filósofo, economista y demógrafo, y en general cultivó todas las actuales ciencias sociales. Nació el 27 de mayo de 1332 en Túnez, en una familia andaluza originaria de la costa sur de la península arábiga que había emigrado al norte de África y de ahí a España alrededor del siglo IX. En Sevilla, sus antepasados ocuparon lugares prominentes en las dinastías omeya, almorávide y almohade. A mediados del siglo Xlll, la familia Jaldún abandonó su ciudad cuando fue tomada por los castellanos y se estableció en Túnez, ocupando también puestos importantes en la administración. Ibn Jaldún mismo siguió también una carrera administrativa y fue un hábil político que a lo largo de su vida vivió en las cortes de Granada, Sevilla, El Cairo, Damasco, Túnez y Fez. Su existencia sin embargo ha sido bastante agitada. En 1357, fue encarcelado durante dos años por haber participado en una conspiración contra el sultán mariní Abu ‘Inán (gobernó entre 1348-1358). Entre 1363 y 1374 conoció numerosas tribulaciones con altibajos en Fez, en Sevilla (embajador musulmán ante la corte de Pedro el Justiciero), en Granada, en Bugía y en Biskra (Constantina, Argelia), pasando sin cesar de una función política efímera a sus amados estudios. De este modo descubrió sobre el terreno el desmembramiento social y político del Occidente musulmán, lo que reforzaba su gusto por el estudio y la reflexión. Muy impresionado por la muerte de su gran amigo y colega, el médico, historiador y místico granadino Lisan al-din Ibn al-Jatib (1333-1375), estrangulado en la cárcel de Fez, se refugió durante cuatro años (776-780 H./1375-1379) en el castillo de Qalat-IbnSalama, en el sudoeste de Frendah (46 kms. al oeste de Tiaret, Orán, Argelia). 13 Terminó entonces la primera redacción de su Muqaddima. Regresó a la ciudad de Túnez para enseñar y acabar la primera redacción de la llamada «Historia Universal» (en árabe Kitab al-‘ibar = el libro de los ejemplos), del que la Muqaddima constituye su introducción y el primero de su volúmenes. Una intriga tramada por enemigos celosos de su éxito, le obliga esta vez a marchar a Egipto, donde ocupará —también con numerosas vicisitudes— el cargo de Gran Cadí (Juez supremo) de la escuela jurídica malikí en la administración de los sultanes mamelucos burÿíes (1382-1517) de origen circasiano. Posteriormente, residió un tiempo en Damasco (1399-1401) y durante el asedio de esta ciudad por los invasores mongoles (enero y febrero de 1401), salvó la vida gracias a la admiración que Timur Lang (13361405), llamado Tamerlán en Occidente, tenía por los sabios pero también a su sagacidad para tratar con semejante conquistador. Finalmente, se estableció como magistrado en El Cairo y fue profesor de la Universidad de Al-Azhar. Falleció el 17 de marzo de 1406 y fue sepultado en el cementerio de los sufíes de esta ciudad. 2. SU OBRA Las circunstancias de la vida personal de Ibn Jaldún y de su época fueron realmente lo que le indujeron a escribir la Historia Universal (por el título de la traducción francesa de Vincent Montéil en 1967 y por la versión española de Juan Feres de 1977 –en su primera edición- antes indicada), principalmente para aprender de ella y ayudarse a comprender el presente y sus problemas, al contrario que otros historiadores. La combinación de sus ricas experiencias políticas y sociales así como su gran sentido crítico formaron una realidad a la hora de comprender y plasmar sus ideas en la historia. Su obra es un conjunto de libros en los que se trata de la historia a través del tiempo y del futuro tras la decadencia de las dinastías musulmanas y el auge de la civilización occidental. Crea una auténtica historia universal tal como se entiende hoy, abarcando economía, sociología, ética y política, con una auténtica visión de futuro, y un análisis hasta entonces desconocido en otros ámbitos culturales y sabido en sus términos generales, pero no en sus detalles, en la cultura islámica. La más famosa de sus obras es la Muqaddima. Más conocida en occidente como los Prolegómenos (por el título de la traducción de Slane antes indicada), fue escrita en 1377 como prefacio a su historia mundial. No obstante, ya en vida del autor, fue 14 considerada como una obra independiente, de carácter enciclopédico que engloba entre otros, el conjunto de los conocimientos del siglo XIV en el ámbito islámico: la filosofía, la historia, la economía, la sociología, la política, el urbanismo, la medicina e incluso el desarrollo sostenible. En este libro, Ibn Jaldún comienza por establecer las reglas de la crítica histórica que permiten fijar con certeza los hechos; entra el tema de su materia estableciendo la gran división entre pueblos de tribus nómadas y sedentarias; describe la formación de las ciudades, la influencia que ellas ejercen sobre sus habitantes, el nacimiento de todo poder por el espíritu del seno de la familia, la fundación de imperios y las causas de su decadencia; la naturaleza de los diferentes especies de reinos, del califato y del imamato, es decir, de la sucesión en la dirección de la comunidad musulmana y de las características de la administración política en ella. La Muqaddima es más que una obra de sociología, es un análisis atemporal de las civilizaciones y su evolución. 15 SEGUNDA PARTE. EL MODELO CÍCLICO DE IBN JALDÚN El modelo de Ibn Jaldún en la Muqaddima es ante todo una investigación científica sobre las varias formas de vida propia del ser humano. Sus observaciones le permitieron elaborar esquema evolutivo que trata el desarrollo de las civilizaciones anteriores y las de su época. Su teoría es la proyección del progreso social y humano, un estudio racional y objetivo que asimila los Estados, imperios y demás dinastías a un ser vivo, que pasa por tres fases de nacimiento, desarrollo y decadencia. 1. PRECISIONES SOBRA EL CONCEPTO DE ‘ASABIYYA La ‘asabiyya es el eje del pensamiento de Ibn Jaldún, un factor que él considera determinante en la constitución y la formación de las dinastías de al Magreb. Más que una simple noción propia a la dinámica del grupo, es un parámetro socio-polñiticoeconómico que condiciona la organización social e inicia el ejercicio de la autoridad. Para lograr el poder, hay que desarrollar un sentimiento de la ‘asabiyya. Las raíces de la ‘asabiyya se encuentran en la ascendencia común o alcurnia (nasab), en el orgullo de los méritos adquiridos en la actuación social (hasab) y en el sentimiento de pertenencia que une a los miembros de una comunidad (‘asabiyya propiamente dicha). Proviene de la palabra árabe ‘asaba que significa, entre otras cosas, “los parientes agnaticios, pues son los que auxilian al hombre y en los que se apoya” y “el grupo de personas que toma partido por alguien y el auxilia y apoya” y también de la palabra ‘isaba, “todo aquello que sirve para ligar o sujetar algo y reunirlo”. ‘Asabiyya, también tiene el significado de “defensa y sostén de alguien por quien se toma partido”. En Ibn Jaldún el término tiene el sentido de “el espíritu gregario de un grupo determinado y basado en la pertenencia a un origen familiar común y a unos intereses vitales compartidos” que es el significado con que aparece en los hadices o dichos del Profeta Mahoma. En los hadices y en los textos anteriores a la Muqaddima, la ‘asabiyya tiene un sentido peyorativo y negativo, que en Ibn Jaldún pasa a ser neutral, pues 16 constituye una forma natural de reunión de los grupos humanos y tiene un papel decisivo en la constitución de las sociedades y los estados. No existe una traducción exacta del término, pero la palabra suele ser traducida por la expresión “sentimiento de grupo” (Rosenthal, 1969). La ‘asabiyya un sentimiento de pertenencia natural que se manifiesta sobre todo en situaciones de injusticia, lo que lleva los miembros de un grupo determinado a defender a los suyos (ver ا ون, Ibn Jaldún. 1377:2005. I-2, p.137). Generalmente y en pocas palabras, el termino ‘asabiyya se refiere al espíritu de grupo o a la solidaridad tribal con fines políticos (ver Goldsmith. 2011, p.33) Peter Turchin (2005) explica que la cohesión social tribal responde primero a la necesidad de disponer de una organización a fin de asegurar el mantenimiento del orden interno y la lucha contra las posibles amenazas externas, mientras que en Ibn Jaldún es al contrario: la ‘asabiyya precede a cualquier organización socio-política, ya sea tribal o estatal, y funciona contra las amenazas y agresiones externas del grupo que comparte una misma ‘asabiyya (Ibn Jaldún, alMuqaddima, 109): Apartado decimoséptimo en cuanto a que el objetivo de la ‘asabiyya es el poder efectivo (mulk). Y esto es así porque, como hemos adelantado, mediante la ‘asabiyya se consigue la protección, la defensa y la demanda de cualquier cosa o asunto que pretende llevar a cabo el grupo. La ‘asabiyya es un concepto que supera la simple consideración psicológica propia a la dinámica del grupo. En realidad, es un fenómeno que, como veremos más adelante, acompaña la formación de las agrupaciones sociales y estatales, su desarrollo y su desaparición. 2. FASE DE CONSTITUCIÓN 17 La vida en sociedad es una necesidad del ser humano para asegurar su subsistencia y seguridad. La solidaridad de sangre y el espíritu de grupo le confieren una cierta homogeneidad y una cohesión que le conducen a agruparse y organizarse de tal forma que pueda defender sus intereses colectivos y satisfacer sus necesidades. De allí se inicia un proceso de cooperación. Las tribus solidarias, bravas y valientes, comparten sus bienes, aguantan las privaciones, y terminan creando una organización social que les une en torno a un objetivo común. La ‘asabiyya en este nivel, interviene como una fuerza dinamizadora, y crea una jerarquía tribal y desde luego un juego político entre los varios grupos. Esto conduce al final a que una familia llegue a beneficiar de un ascendente moral que le permite controlar y dominar las demás ‘asabiyyat2. El dominio directivo se fortalece gracias a factores que apoyan dicha iniciativa, entre ellos la religión o cualquier ideología que cumpla la función de la religión. La nueva ‘asabiyya más potente que nunca, sus aspiraciones la llevan a luchar por la instauración de una nueva autoridad, concretamente, un nuevo Estado u otra forma de gobernanza. Si la dinastía o el poder existente muestran señales de desintegración y de debilidad, la nueva ‘asabiyya no tardará en sustituirlo y a crear una nueva organización política. Si al contrario el sistema se encuentra en toda su buena forma y aún cuenta con el apoyo de sus líderes, la ambición de la nueva fuerza emergente se reducirá a una integración en el gobierno actual. De allí se forma bajo el poder soberano, uno nuevo. El nuevo Estado en esta fase, pretende gobernar respetando los grandes valores tales como la igualdad y la ley. El gobernador es tolerante, generoso, atento a las necesidades de su pueblo, aplica la ley, defiende a los pobres y a los oprimidos, invierte dinero y tiempo en el bien estar general, cumple sus promesas, y perdona los errores. También comparte autoridad y poder con los miembros de su tribu o grupo político. Son ellos los que se encargan de gestionar los impuestos y proteger el territorio del imperio. Consciente de la importancia del apoyo de sus cercanos y aliados, el mismo gobernador no se atreve en atribuirse ventajas exclusivas y se abstiene en dejarse llevar por sus ambiciones. Porque la misma ‘asabiyya que le ha llevado a triunfar y a apropiarse el poder, es la que le permitirá mantener su autoridad (ver ا ون, Ibn Jaldún. 1377:2005. I-3, p.185). 2 Plural de la palabra Asabiyya, significa grupo o un conjunto de personas que disponen de este espíritu de grupo. 18 Económicamente, el comportamiento del Estado traduce su voluntad en construir su poder sobre bases solidas que le permitirán más adelante beneficiarse del apoyo incondicional del pueblo. Su estrategia le permite ganar la total lealtad (wala’) de las varias clases sociales. Es más, su política económica en esta fase no solo pretende crear un ambiente de confianza y favorecer el crecimiento, sino que también, busca el fortalecimiento de la cohesión política y de su ‘asabiyya. Los vínculos entre gobernador y pueblo son aún más fuertes, los ciudadanos creen fuertemente en su Estado que pretende estar preocupado constantemente por su bien estar. 3. FASE DE DESARROLLO Y APOGEO. El desarrollo del Estado se acompaña paralelamente por un paso hacia la estabilidad y la creación de núcleos sedentarios que definen un nuevo modo de vida. Los ciudadanos comparten nuevas actividades, acumulan conocimiento y riquezas. Nacen nuevas y diversas formas de subsistencia: la división del trabajo y la abundancia de los recursos naturales promuevan un crecimiento sin precedente. La riqueza aumenta mediante la multiplicación de los trabajos. El Estado trata de mantener los impuestos en una escala baja y accesible e intenta respetar las normas que rigen sus transacciones. Los ingresos aumentan gracias a las bajas tasas tributarias, que estimulan la iniciativa privada y el deseo creciente de contribuir en el progreso de su nación. Los individuos entonces están más motivados para trabajar, lo que finalmente conduce al crecimiento económico. Sin embargo, y tal como lo explica nuestro autor, de esta acumulación surge la búsqueda del lujo que a largo plazo, amenaza el sistema socioeconómico, daña la actividad y debilita el ejercicio del poder. Cuando la opulencia sustituye la escasez, el ejercicio del poder se convierte poco a poco en una práctica individual excluyente. El gobernante al usurpar toda la autoridad, rechaza cualquier tentativa que supone la intervención de otros actores aunque sean de su propio clan familiar. Es más, busca apoyo acerca de hombres de influencia a fin de reprimir el espíritu de insubordinación que anima a su tribu y a sus parientes. Tal actuación supone muchas dificultades: Sus antecesores se apoyaban en la cohesión interna para triunfar y vencer las fuerzas ajenas a su propio clan. El gobernante al 19 contrario, usa el apoyo de pocos actores ajenos para contralar las reivindicaciones de sus familiares y expandir sus ambiciones. El pueblo se queda al margen de estos nuevos acontecimientos. Demasiado indolente e insensible a todo lo que se refiere a la participación ciudadana, la población está más preocupada por asuntos materiales y la satisfacción de sus necesidades de lujo. El espíritu de grupo que lo animaba se debilita hasta un cierto punto. Los que fueron testigos de esos momentos gloriosos donde reinaban valores y orgullo, aún conservan algo de su ‘asabiyya que esperan recuperar un día por completo. Una vez que el gobernante llega a eliminar sus rivales y a asegurar su poder, empieza la fase de ociosidad, sinónimo de un incesable manifestación de lujo y de opulencia. El estado se dedica a colectar los impuestos y a gastar el dinero correspondiente en la construcción de palacios, vastos edificios, grandes e inmensas ciudades y enormes monumentos (ver ا ون, Ibn Jaldún. 1377:2005. I-3, p.185). El gobernador honra a los jefes de tribus, prodiga sus aliados y cercanos y enriquece además todos aquellos que vienen a felicitarle y a manifestar su profunda e hipócrita lealtad. También cuida personalmente de su ejército, y gasta cuantidades innombrables en su mantenimiento, a fin de generar admiración entre sus partidarios y sembrar miedo entre sus enemigos. El crecimiento de la natalidad acompaña la expansión de las tropas. La nueva generación opulenta contribuye al fortalecimiento de las fuerzas armadas, el contigente de los militares supera los demás aliados. El gobernante sigue la misma línea de sus predecesores, se conforma con su lujo presente sin preocuparse del bien común de su nación y el porvenir de sus sucesores. 4. FASE DE DECADENCIA La civilización material o Umrán es una finalidad última. De hecho, cuando se alcanza, se convierte en un modo de vida opulento que conlleva a la senilidad del estado. La fase de apogeo marca el comienzo de la decadencia de un poder corrupto, injusto y cada vez más excluyente. El mulk o poder efectivo se basa en dos elementos fundamentales: la ‘asabiyya (en este caso la fuerza militar) y el dinero que sirve para mantenerla (ver ا ون, Ibn Jaldún. 20 1377:2005. II-3, p.313). La desintegración del Estado es una consecuencia natural del disfuncionamiento de la cohesión social y la gestión del bien público. En esta fase, las tendencias intervencionistas del Estado para mantener su autoridad, crean la división y rompen la cohesión social. Al ofender y apartar los jefes de la nación de los asuntos políticos, el jefe del estado se cree enemigos que solo esperan el momento oportuno para traicionarlo (ver ا ون, Ibn Jaldún. 1377:2005. II-1, p.185). El desarmamiento de la población y la erradicación de su ‘asabiyya alimentan las diferencias sociales y los conflictos. Las prácticas de la autoridad son más injustas y coercitivas que nunca, y las sanciones son aún más severas. La población le tiene miedo a un poder tiránico que impide cualquier forma de participación. Sus actuaciones egoístas terminan modelando el comportamiento de los ciudadanos: las personas se convierten en individuos corruptos e irresponsables que usan todos los medios ilegales para lograr sus fines y sobrevivir bajo un sistema que les castigue por expresar su malestar y su desaprobación. Por otra parte, la acumulación de la riqueza y la satisfacción de las necesidades primarias conllevan la aparición de otras nuevas. La búsqueda del lujo se convierte en una obsesión, conduce al crecimiento del gasto público y la disolución de los valores que terminan favoreciendo de hecho el desorden político y la corrupción. La población huye el trabajo duro y el ejercicio de las armas. La obediencia, sustituye la valentía y las solidaridades naturales. El contexto económico, los importantes gastos en defensa y la desmotivación del sector privado desaniman la producción y deterioran la ‘asabiyya. La gestión de los recursos públicos es aleatoria y se derrocha mucho dinero para sostener los placeres privados del gobernante, que confía además la gestión de los asuntos del estado a sus falsos cortesanos que a su vez no saben cómo administrarlos. Los impuestos suben, la demografía se reduce y la sociedad es cada vez más individualista y sometida. Aparecen entonces las turbulencias políticas, crece la baja la tasa de empleo, los niveles de pobreza y la paz social se ve amenazada. Las señales de la fragilidad del Estado ponen en duda su legitimidad y fomentan la aparición de aquellos nuevos grupos que reivindican poder y cambio. La represión que han sufrido por parte del régimen existente les lleva a manifestarse con más fuerza 21 después de tanto tiempo de actividad silenciosa y pasiva. Muchas veces son minorías políticas de inspiración religiosa u otro tipo de doctrina ideológica, que surgen a la periferia del poder. Las buenas intenciones, la verdadera doctrina y sus creencias religiosas y políticas no les son suficientes, deben ante todo movilizar su espíritu de grupo para lograr sus objetivos. Sus reclamaciones por más justas y legítimas que sean, no pueden triunfar si no hay detrás una solidaridad que les une en torno a un proyecto común que le dé sentido a su misión. La sociedad vive entonces en un ambiente revolucionario. El contexto general supone una fuerte crisis que sin embargo no conlleva necesariamente una revolución efectiva. Es un parámetro que indica que la situación ahora más que nunca roza un punto de no regreso, una situación de caos pasivo que tarde o temprano, terminará con un fuerte movimiento de rebelión popular. En este nivel, es importante señalar que la opinión de Ibn Jaldún no siempre ha apoyado la revuelta como medio de cambio. Es más, considera que si una “revolución” fracasa, es porque se lo merece. Los que iniciaron dicha tentativa no han estado a la altura de las circunstancias, y no supieron organizarse y mover sus grupos para crear una verdadera cohesión capaz de fortalecer sus reivindicaciones. Los movimientos reformistas si no disponen de las condiciones necesarias para reclamar cambio y poder, terminan destruyendo su propia organización, deformando el discurso religioso, ofendiendo las creencias divinas y sembrando discordia y desorden (ver ا ون, Ibn Jaldún. 1377:2005. I-2, p.169-170). Cuando las cosas se ponen más serias y las fuerzas emergentes ganan un cierto apoyo, el estado juega todas sus cartas para sembrar miedo y discordia. Introduciendo nuevos grupos ajenos a la estructura sociopolítica, el gobernante intenta recuperar la aréola del poder. De hecho, no duda en proporcionales todas las ventajas que necesiten en términos de dinero y fuerza para que estos grupos cumplan su misión. Al fin y al cabo, es un intento desesperado que pretende inducir que la caída del sistema político actual no provocará sino que un desorden social cuyas consecuencias hundirán la vida cotidiana de los 22 ciudadanos. El estado pretende asegurar una unión y un estado de estabilidad que terminará si se le ocurre al pueblo rebelarse. Paralelamente, la lucha hacia el poder se hace más aguda: alianzas, intrigas, lobbies, disidencias y juego de intereses terminan debilitando aún más el poder y lo pueden llevar a desaparecer. La economía se hunde de forma alarmante, la seguridad social desaparece. Un nuevo ciclo empieza y nuevas opciones de salidas se plantean. 5. LAS OPCIONES DE SALIDA Aceptar el carácter cíclico propio a la evolución de los estados, implica la admisión de una fase de recuperación que marca un nuevo inicio. No podemos hablar de posibilidades sistemáticas, ni de un periodo determinado, la fase post depresión admite muchas probabilidades estrechamente vinculadas a las circunstancias de cada país y época. Sin embargo, generalmente, la lógica jalduní trata varias opciones de salidas, consecuencias naturales del ambiente revolucionario que caracteriza la fase de senilidad. Primera opción: la fase de recuperación y reconstrucción marca el inicio de un proceso de estabilización, de afirmación social y de adaptaciones políticas. La recuperación política implica la renovación de la elite gobernante que cambia en función del contexto. Dos posibilidades se plantean: 1. Emerge una nueva clase de distinta identidad política que poco a poco gana terreno y llega a imponerse. 2. La antigua elite modifica su mensaje político, su ideología y su funcionamiento administrativo. De todas maneras, la renovación de la elite ayuda al gobernante a reconstruir la sociedad y a reafirmar su autoridad. No obstante, es la elite política quien tiene gran protagonismo en esta fase. Su presencia es fundamental para la creación de una dinámica socio-política capaz de garantizar una cierta estabilidad social. La alianza entre elite e instituciones es importante para instaurar la ley y el orden, pero no impide una vuelta hacia el estado de depresión (ver Butzer. 2011:1996). La reconstrucción no siempre se convierte en una recuperación completa, pues la misma puede fracasar. Ibn Jaldún señala que muchas veces, cuando un Estado se encuentra en la fase de senilidad, puede que atraviese un breve periodo de regeneración socio-política, una victoria 23 ilusoria que precisamente marca el colapso y desaparición del mismo (ver ا ون, Ibn Jaldún. 1377:2005. I-3, p.313). La fase de estabilidad y reconstrucción es una alternativa que permite la recuperación de la situación es una etapa que implica un modelo político diferente, genera nuevas ideologías, cambios sociales y recuperación cultural. En pocas palabras, la fase de recuperación es una etapa que implica un modelo político diferente, genera nuevas ideologías, cambios sociales y recuperación cultural. Segunda opción. La primera consecuencia de la desaparición de la ‘asabiyya general de un estado es su desintegración (ver ا ون, Ibn Jaldún. 1377:2005. I-3, p.313). Efectivamente, la pérdida de credibilidad conlleva una división territorial y social. El gobernante, al ejercer un poder unilateral, excluye cualquier tipo de participación, lo que hace que sus aliados, principal fuente de su ‘asabiyya, empiecen a poner en duda su legitimidad. A fin de evitar una eventual traición por parte de sus sujetos, el gobernante generalmente recurre a la eliminación de sus rivales potenciales empezando por su círculo familiar más cercano. Los que hasta entonces fueron los más leales del estado, se convierten en un peligro para el mantenimiento de la figura única del poder. Temiendo por su seguridad y buscando nuevas perspectivas para recuperar sus ventajas políticas, los nuevos opositores huyen y se refugian en zonas lejanas intentando crear nuevos núcleos administrativos. De allí se inicia una gran división social y territorial que varía en función de las nuevas fuerzas emergentes y su capacidad en movilizar las masas. A estas alturas, el poder central suele tender a retrocederse, y a limitarse en las zonas cercanas de la capital. Los alcaldes de las regiones más lejanas empiezan a reclamar su “independencia”, a desarrollar su propia ‘asabiyya, a luchar por el poder, y desde luego crear sus propios estados. Los nuevos estados recién constituidos entre ellos lucharán por el mulk, pero suelen mantener unas relaciones muy distantes con el poder central (ver ا ون, Ibn Jaldún. 1377:2005. I-3, p.319). Sus ambiciones políticas no pretenden gobernar más allá de sus fronteras, por lo cual no entran en guerra con el estado caído, muy débil para emprender cualquier operación militar a fin de recuperar estos territorios. Esta nueva situación induce a la degradación de la situación socioeconómica y fomenta las luchas entre las varias entidades creadas. 24 Tercera opción. La constitución de un nuevo estado no sólo surge al final del proceso de fragmentación territorial y política, sino que también es posible cuando interviene una fuerza externa al estado, más dinámica y cohesionada que llega a construir una nueva organización política capaz de vencer el Estado existente y sustituirlo. Esta fase de transición puede durar años incluso décadas. En el caso de un régimen en decadencia hay que tener en cuenta que la senilidad no implica necesariamente su desintegración instantánea. La nueva fuerza emergente emprenderá una lucha constante que muchas veces terminará perdiendo, hasta el punto de conformarse incluso con la situación y aceptar la superioridad del gobierno. El Estado, sobre todo a principios de su fase de decadencia, no es lo suficientemente débil para dejar libre ruta a nuevos opositores. Sus raíces están muy ancladas en el sistema socio-político y su poder sigue intimidando a sus rivales que se dejan impresionar por su aparente y falsa fuerza. De hecho, la nueva fuerza externa al estado no podrá lograr el mulk, hasta que el estado caído no muestre fuertes señales de debilidad. Es precisamente en ese momento cuando vuelvan a manifestarse otra vez, para finalmente apropiarse el poder.3 Cuarta opción. El cambio no implica necesariamente el progreso. La desintegración de un Estado puede provocar una involución severa hacia situaciones socioeconómicas pretéritas, un estancamiento que puede durar largos años (ver García Lizana. 2006). CONCLUSIÓN La teoría cíclica de Ibn Jaldún abarca todos los aspectos de la sociedad y los cambios que acompañan la evolución del sistema gobernante. El destino de los estados y de sus gobernantes, depende de la cohesión social que les apoya y que en su caso está condicionada por otros factores que definen su fuerza y magnitud: religión, creencias y costumbres sociales, prácticas políticas de la elite gobernante, su gestión económica del bien público y de la propiedad privada. El soporte popular es una base fundamental e imprescindible que mantiene los sistemas políticos y se nutre principalmente de la legitimidad y confianza que los líderes políticos inspiran o tratan de transmitir mediante un proyecto común que unifique el pueblo en torno a una misión determinada ó a la 3 Ibn Jaldún. Al-Muqaddima. Volumen I, página 320. 2005 25 figura de su líder. La perdida de la legitimidad es inevitable, pues es una consecuencia lógica y racional del mismo proceso de evolución. El auge de un estado implica su decadencia, las prácticas de lujo conllevan una desintegración moral y política que causa una estratificación social continua y que daña profundamente la ‘asabiyya. La cohesión social termina desintegrándose igual que la solidez política. Aparecen nuevas fuerzas que reclaman su presencia y luchan contra la represión de un régimen débil e inseguro. La última etapa de la fase de depresión da lugar a varias salidas que implican una nueva configuración socio-política que a su vez, marca el inicio de un nuevo ciclo histórico. TERCERA PARTE. EL MODELO CICLICO APLICADO AL CASO DE LA YAMAHIRIYYA LIBIA Libia combina dentro de las fronteras de un único país virtualmente todos los obstáculos al desarrollo que se puedan encontrar en cualquier lugar: geográficos, 26 económicos, políticos, sociológicos, tecnológicos… Si Libia puede ser llevada a un nivel de desarrollo sostenido, hay esperanza para cualquier lugar del mundo. Benjamin Higgins Es bastante obvio constatar, a base de esta primera aproximación a la teoría jalduní, que los regímenes árabes que nacieron después de la descolonización, no se diferencian, tanto en su mecanismo de formación como en su funcionamiento, de aquellas dinastías descritas detalladamente en la Muqaddima. Lo que está ocurriendo a día de hoy en el mundo árabe está muy relacionado con este proceso. Los sistemas políticos gobernantes en Túnez, Libia, Yemen y otros países árabes, han experimentado en el 2011 lo que se considera como el más difícil reto de todo su mandato. La pérdida de legitimidad ha sido flagrante, el espíritu de solidaridad del grupo se ha ido extinguiendo, los que hasta muy poco gobernaban con mano de hierro, ya no dan tanto miedo como antes. El caso de la Yamahiriya4 libia es un ejemplo perfecto para la ilustración de las tres etapas descritas en la Muqaddima. Gaddafi basó precisamente su sistema sobre el concepto de la ‘asabiyya. En esta tercera parte veremos cómo el “Guía de la Revolución” supo mantener su poder durante los 42 años de su mandato gracias a esta solidaridad tribal que muy pocas veces le falló. Los ingresos petroleros además, le han permitido aprovechar directamente de todos los beneficios, y usar dicha renta tal como le parecía para proteger su estado y pagar la lealtad de los libios más ingenuos. 1. PRIMERA ETAPA DE CONSTITUCIÓN Se trata de un neologismo árabe que el propio Gaddafi plantea en el Libro Verde, compendio de sus ideas políticas y sociales. Yamahiriyya significa “estado de masas” en el sentido de que son, en teoría, las masas populares de Libia las que ostentan la soberanía y legitimidad del estado. Yamahir (públicos, masas, grupos sociales) es el plural árabe de yumhur (público, grupo, grey). De yumhur proviene el término yumhuriyya, república, y yamahiriyya deYamahir. En la creación del neologismo existe una voluntad de cambio en el concepto de estado y de su gestión. Se trata de una innovación social, política e histórica del régimen de Gaddafi. 27 4 Según Ibn Jaldún, la fase de la constitución inicia un nuevo ciclo después de la desintegración y desaparición del Estado anterior. Aparece un nuevo líder, una nueva fuerza movilizadora, una diferente ‘asabiyya que reúne al pueblo en torno a un proyecto común, un objetivo político, una ideología propia o un mensaje religioso concreto. El apoyo popular es de mayor importancia en esta fase, el sistema político necesita ganar la confianza de sus partisanos para legitimarse y asegurar su cohesión social. Es esta misma ‘asabiyya la que fortalece la posición del régimen gobernador en el futuro. El modo de gobernanza en esta fase se forma en el reflejo de las aspiraciones populares y se adapta en función de las particularidades de una realidad a veces compleja y con varias dimensiones. La llegada de Muaamar Gaddafi al poder ha marcado el fin de un ciclo que terminó por el derrocamiento del poder de la monarquía anterior. La descolonización de Libia en 1951, después de la Segunda Guerra Mundial, se llevó a cabo de forma pacífica, pero los Senusis, la dinastía real que gobernaba Libia desde la independencia, fueron brutalmente eliminados por un golpe de estado a finales de los años sesenta. Dicho acontecimiento anunciaba precisamente un cambio en la dinámica socio-tribal que regía las relaciones políticas de la Libia recién constituida. Las grandes e importantes tribus5 se organizaban en función de una nueva realidad, olvidándose de su gran simpatía hacia una monarquía ahora corrupta y reaccionaria, a favor de una nueva y ferviente obediencia hacia el joven coronel Gaddafi. Tras el destronamiento del rey Idriss I, Gaddafi pretendía hacer desaparecer el sistema de influencia tribal e instaurar una nueva República Árabe de Libia. Efectivamente, la junta militar, de tendencia naserista y panarabista, llegó a unir las tribus y otros grupos políticos en torno al nuevo y carismático líder que prometía una nueva era, un nuevo estado moderno y reformado. Al principio de su “reino”, Gaddafi tendía a condenar el tribalismo, pues lo consideraba anticuado, una herencia de las prácticas del antiguo régimen monárquico e incluso un peligro para el nacionalismo. Según él, la lealtad tribal debilita el sentimiento nacional y conlleva a su detrimento (El Libro verde, III-4). 5 Para el orientalista Jacques Berque, «il n’y a pas de tribus, il n’y a que des noms de tribus, des signes, des emblèmes onomastiques.». Es cuestión de sentimiento y creencia en una pertenencia, pero no necesariamente de lazos sanguíneos, de geografía o de culto. 28 Así, se propuso eliminar la organización administrativa que se basaba en filiaciones tribales y despidió a los funcionarios que habían sido nombrados según su pertenencia familiar. Siguiendo el modelo naserista, creó en 1971, el único partido del país, la Unión Socialista Árabe, con el fin de canalizar la movilización revolucionaria. En realidad dicho partido funcionaba como un instrumento de control social: cada libio tenía que afiliarse mediante los varios comités locales o provinciales. Para darle mayor legitimización a su poder recién constituido, se metió en el papel del gran anti-imperialista. Recuperó las tierras fértiles que estaban en mano de más de 13.000 propietarios italianos. Terminó nacionalizando las propiedades recuperadas, e instauró normativas inspiradas a la vez en su cultura religiosa y en su inclinación panarabista: el alcohol está prohibido, las iglesias y discotecas ya están cerradas, el árabe ahora es el único idioma oficial para las comunicaciones administrativas. Gaddafi, como nueva figura “unificadora” de libia, aspiraba a una gran unión con otros países vecinos. Tras la humillación de la guerra de los Seis Días6, la nación árabe en general, y la libia recién salida de un complicado pasado colonial, necesitaban un nuevo aire, un nuevo personaje que adoptara sus inspiraciones hacia una nación más unida. Durante la década de los años 70, Gaddafi hablaba de una posible unión socialista con Egipto, Túnez y Siria. Sus tentativas fueron infructuosas, pues la ambición panarabista nunca se cumplió. La ideología naserista terminó desintegrándose progresivamente. En el ámbito interior, el nuevo “presidente” y durante los primeros años de su mandato, supo conjugar la solidaridad del grupo y la fuerza militar a fin de ganar un gran apoyo popular. Un soporte fundamental que le permitió ejercer un control sobre su pueblo y dictar sus propias políticas y estrategias. Pero su ejercicio individualista de la autoridad fue rápidamente criticado por sus otros compañeros revolucionarios. Le acusaban de tomar decisiones sin ningún tipo de concertación, de negar la necesidad de la instauración de una constitución permanente y un sistema electoral libre. Estas reivindicaciones provocaron entre el año 1969 y 1971, varias tentativas de golpe de estado, llevadas a cabo por ministros o partidarios de la monarquía. 6 Guerra de junio de 1967 fue el conflicto desatado por el ataque de Israel con contra las tierras y de Egipto, Jordania, y Siria entre el 5 y el 10 de junio de 1967 que finalizó con su ocupación. Sólo Egipto ha recuperado la península del Sinaí, arrebata por Israel en ese guerra de junio de 1967. 29 El gran cambio llegó pocos años después, cuando Gaddafi “tuvo” que reorientar su estrategia política. Tras otra tentativa de golpe de estado llevada a cabo por unos de sus confidentes más cercanos en 1975, el líder libio procedió al purgación del CCR (Consejo de Comando Revolucionario), convirtiéndole en una simple institución sin ningún tipo de influencia en cuanto a la toma de decisiones importantes. Consciente de la complejidad tribal y los fuertes valores tradicionales que regían su sociedad7, decidió refugiarse en el tribalismo para proteger su autoridad y fortalecer su poder. Intentó enfrentar a unos clanes con otros y comprar la lealtad de algunas tribus. Debido a que su familia es relativamente pequeña y no muy influyente, decidió aliarse con las tribus más importantes del país, principalmente los Warfalla y los Maghraha8. Los Warfalla siempre han protegido el clan nativo de Gaddafi, y un pacto entre los dos grupos les fortalecía recíprocamente. En octubre del mismo año, viajó a Bani Walid9 para aceptar un juramento de lealtad de los grandes jeques de la tribu. Pocos meses después, Gaddafi publica la primera parte de su Libro verde, un manual donde exponía sus ideas políticas y su pensamiento socio-económico. Presenta entonces su “tercera teoría universal”, una nueva alternativa que se sitúa entre el capitalismo explotador y el comunismo totalitario. Su nueva república, al-Yamahiriya10 encarnaba la perfecta organización política “popular” donde las tribus estaban directamente unidas a sus jefes respectivos. “Un gobierno del pueblo y para el pueblo” decía Gaddafi. Una bonita ilustración de la mentalidad tribal que glorificaba la participación de las tribus en la protección de la nación gracias a sus virtudes y su valentía natural. Los ingresos de los productos petrolíferos tuvieron un papel importante en el mantenimiento de la cohesión tribal. Gaddafi, después de la crisis petróleo de 1973, se impuso como único perceptor de dicha renta, sin ningún tipo de intermediario, lo que le permitió hacer uso propio de los recursos económicos. Donaba y repartía dinero a fin de a crear una cierta dependencia hacia sus favores y garantizar desde luego el apoyo de sus aliados. 7 Gaddafi era miembro de al-Gaddafa, un clan semi nómada de la zona costera central del país. Los Gaddafa no desempeñaron un papel destacado en la lucha anticolonial. 8 Desde entonces, todos los miembros del cuerpo de seguridad personal del líder eran reclutados entre estas dos tribus. 9 Hogar de la tribu Warfalla, ciudad de la costa oeste del país, situada en el Distrito de Misrata. 10 “República de las masas”. El Congreso General Popular asumió el poder legislativo y el Comité General Popular sustituyó al Consejo del Mando Revolucionario en el ejecutivo. Sin embargo, Gaddafi conservó realmente el poder. 30 En 1979, el “líder de la gran y nueva nación libia” propuso una nueva conformación de la sociedad libia con la creación de comités populares de participación ciudadana. La idea era de descartar los sistemas parlamentarios considerados decadentes a favor de una representación popular directa. Naturalmente, Gaddafi y sus aliados mantuvieron un poder de hierro, pues las participaciones populares fueron muy concretas y puntuales. A las sesiones del congreso popular se convocaba muy poco, y cuando tienen lugar, era para afirmar y aprobar las decisiones del líder de la revolución. En realidad, los comités populares funcionaban como aparatos auxiliares de los servicios secretos. Más tarde aparecen los comités revolucionarios, una especie de instancias sin estatus definido, creados especialmente para acelerar la puesta en marcha del nuevo sistema. Las verdaderas intenciones del régimen eran la creación de una milicia capaz de controlar los comités populares. Además de seleccionar a los delegados, los comités revolucionarios disponían de sus propios tribunales y se beneficiaban de un gran poder para proceder a detenciones y sentencias totalmente arbitrarias. La primera fase del largo mandato del líder de la Yamahiriyya, fue una etapa importante en el asentamiento de su poder. Gaddafi intentó primero constituir un Estado moderno anti-imperialista, anti-tribal, unificado e independiente. Su nuevo proyecto estatal ilusionaba a su pueblo que aspiraba a una nación unida y vencedora. Pero la forma de gestionar el nuevo modelo de gobernanza no satisfacía a sus compañeros políticos. El cambio de ideología política desde luego fue inminente e inevitable. Gaddafi supo transformar los vínculos tribales en una sólida unión que ilustra una moderna ‘asabiyya y un inconfundible espíritu de grupo. De hecho, no dudó en crear instituciones de “participación popular” para canalizar sus aspiraciones políticas y eliminar a sus rivales. En la imaginación de su pueblo encarnaba un nuevo cambio, un moderador, un árbitro que sabía cómo mantener un estado de equilibrio entre las diferentes fuerzas11 . Sus reformas, sus reclamaciones panarabistas (aunque fracasadas), sus eslóganes popularistas y sobre todo las ayuda económicas que concedía a las diferentes tribus sedujeron al pueblo libio que le ofreció un apoyo sin precedente. 11 Los comerciantes de las grandes ciudades, el pueblo, las tribus, los Senusi, importante organización religiosa y tribal que había proporcionado el primer régimen monárquico y su titular tras la independencia de Italia. 31 Su supuesta gobernanza participativa y la autogestión comunitaria le permitieron movilizar masas importantes dotadas de un fuerte sentimiento de pertenencia, un pilar imprescindible para el ejercicio de su autoridad y el mantenimiento de su mandato. 2. SEGUNDA ETAPA: DE CONSOLIDACIÓN Y DE DESARROLLO La etapa de consolidación y de crecimiento se acompaña por un paso hacia la estabilidad política y económica. La abundancia de los recursos naturales favorece el crecimiento económico y fomenta la creación de núcleos urbanos. Nace un nuevo modo de vida, los ciudadanos aprecian las nuevas reformas sociales y las medidas fiscales que les animan a trabajar, a invertir y a seguir apoyando a su clase gobernante. En el ámbito político, la cabeza del régimen o el gobernante empieza a monopolizar el poder, y poco a poco se deshace de sus familiares en búsqueda de otros aliados sólidos en su corte. Las prácticas de lujo sustituyen a la valentía natural. Tanto la elite gobernante como el pueblo se dejan llevar por la opulencia. Construcciones suntuosas, enriquecimiento y una exagerada demostración de lujo y de fuerza son las principales características de esta fase. La eliminación de la oposición y la ociosidad son de hecho, un arma de doble filo. De allí empieza un proceso de estabilidad pasivo que conduce más tarde a una senilidad irreversible. • LA ABUNDANCIA DE LOS RECURSOS NATURALES Y EL PASO HACIA LA URBANIZACIÓN La consolidación del régimen de Gaddafi empezó a principios de los años ochenta en plena fiebre de los petrodólares. Libia se había convertido en el tercer productor de petróleo después de Arabia Saudí y Kuwait. La abundancia de recursos naturales y, consecuentemente, los importantes ingresos, aceleraron y amplificaron el éxodo rural. El territorio libio es desértico en más de 95%, las condiciones de vida son muy difíciles12, la sobrevivencia se hace algo complicada, pues existe un importante desequilibrio en cuanto a la ocupación y organización del espacio. Esta situación explica la migración hacía las zonas más urbanas y más cuando los beneficios del petróleo se hicieron sentir. El estilo de vida nómada había desaparecido a 12 Libia es, por su situación, una de las regiones más áridas del mundo, con una precipitación anual que oscila entre los 10 y los 500 litros por metro cuadrado. Sólo en un cinco por ciento del territorio la lluvia excede de 100 l/m2 al año. 32 finales de los 60s13, a día de hoy, más del 80% de la población libia se concentra en núcleos urbanos. • REFORMAS PARA EL MANTENIMIENTO DEL PODER En la esfera socio-económica, Gaddafi presentó unas reformas sin precedente que le permitieron ganar la confianza de su pueblo y mantener su poder. En materia educativa, pretendía luchar contra el analfabetismo y reforzar el papel de la comunidad universitaria. También introdujo importantes cambios para redefinir el rol de la mujer libia en una sociedad muy conservadora. Su gobierno apostó por la I+D y el aumento de los bienes de consumo. Nacionalizó la economía, principalmente el petróleo. Clausuró las bases áreas británicas en Tobruk y las estadounidenses en Trípoli. Igualmente emprendió el proyecto del “Gran Rio Artificial” en 1983 e hizo abrir miles de pozos artesianos para dotar de agua a las zonas desérticas. A las familias campesinas, les concedió tierras, viviendas, tecnología e instrumentos de labranza. El gran desarrollo económico libio llamó la atención de la mano de obra vecina. Una gran masa de expertos técnicos y otros trabajadores emigraron a Libia para beneficiarse de las notables oportunidades de empleo. Gaddafi, pretendía aplicar las recomendaciones de su Libro Verde14. De hecho, no perdía ninguna ocasión para insistir sobre el rol del pueblo en los congresos populares. Para ilustrar su compromiso socialista, volvió gratuito y universal el sistema de salud. Los obreros industriales obtuvieron importantes participaciones en los rendimientos de las empresas. • UN PODER EXCLUYENTE Y ELIMINACIÓN DE LA OPOSICIÓN Durante esta segunda fase, Gaddafi instauró un comunitarismo tribal sin precedente, y estableció un sistema violento, invencible pero bien dominado. La década de los 80 fue testigo de un régimen más severo y coercitivo. El fracaso de un golpe de estado en 1984 provoca la condena de miles de personas. La represión ha sido bastante sangrienta, durante largas semanas, la televisión libia retransmitía ejecuciones públicas, con el objetivo de sembrar miedo entre los eventuales opositores. 13 25 % de la población en 1945, 10 % en 1969. El Libro verde rechaza la democracia liberal moderna europea y alienta la institución de una forma de democracia directa basada en "comités populares de base". Expone la mezcla personal de Gaddafi de socialismo, elementos de la religión islámica y nacionalismo árabe. 14 33 • MANTENIMIENTO DE LA ‘ASABIYYA Y APOYO POPULAR. Gaddafi, y a pesar de sus brutales intervenciones asesinas para controlar a su país, se beneficiaba de un sorprendente y amplio apoyo popular. En un país donde la lealtad hacia el Estado era inexistente, el “Guía de la Revolución” sustituyó el patriotismo por una obediencia directa hacía su persona. Gaddafi aprovechó las diferencias tribales para consolidar y mantener su poder como única y legítima autoridad. Una estrategia muy común en los países árabes, que consiste en la creación de una conciencia popular en cuanto a las divisiones que amenazan la seguridad general y el bienestar del pueblo. Su figura se convirtió entonces en un símbolo de unificación nacional. Una forma de orgullo que se desarrolló bajo una ideología política propia que carece de cualquier noción de ciudadanía. Pero el incondicional apoyo de los libios durante esta fase fue un fenómeno algo ambiguo. El poder coercitivo que ejerció el coronel durante su largo mandato condicionó sin duda y hasta un cierto punto su popularidad. Es más, la supuesta solidaridad tribal disimulaba una realidad compleja y bastante corrupta: Gaddafi buscaba apoyo cerca de las tribus más potentes, les concedía muchos privilegios económicos para el desarrollo de sus territorios y dejaba al margen aquellos otros grupo y tribus que pudieran movilizarse contra él. Para protegerse contra otros eventuales golpes de estado, Gaddafi purgó al ejército con férrea mano. Para reducir el impacto de las reivindicaciones islámicas, intentó fundir el Islam y el socialismo. Se definía como celoso representante de la fe musulmana y un ferviente defensor de la identidad árabe. Ayudó en la construcción de prestigiosas mezquitas, reclamaba la legitimidad de la causa palestina, y en algún momento buscó borrar los rastros de la cultura occidental y sus valores. Gaddafi desarrolló un Estado de bienestar amplio que le permitió mantener una base de apoyo importante para sí mismo entre la población. Esta segunda etapa fue una era de innovación y de varias reformas para proteger la cohesión social que le respaldaba y conservar su organización política. Sin embargo esta misma evolución política ha sido algo compleja. Gaddafi abusaba de su legitimidad y de los recursos económicos públicos para eliminar a sus opositores islámicos, comprar la lealtad de las tribus y acallar las demás reivindicaciones. La relativa prosperidad y cohesión social no 34 tardarán en caer en una profunda crisis que provocará más tarde, serias fracturas en el espíritu de grupo libio. 3. TERCERA ETAPA DE SENILIDAD Y DE DESINTEGRACIÓN Según Ibn Jaldún, la etapa de senilidad comienza cuando el poder y las prácticas de lujo corrompen las virtudes y la cohesión tribal del gobernante y de los que le rodean. La fragilidad del estado es la consecuencia directa de la desintegración progresiva del espíritu de grupo y del disfuncionamiento económico que debilita la legitimidad y crea un ambiente de discrepancia popular. • LOS AÑOS NOVENTA: EL INICIO DEL HUNDIMIENTO El caso de libia no fue muy distinto. Los años 90 marcaron el inicio de una etapa complicada para el régimen de Gaddafi. Varios retos amenazaban su estabilidad: Primero la caída de los precios del petróleo, los golpes de estado, la lucha islamista y luego el aislamiento internacional y la degradación de la situación socio-económica del país. La suspensión del embargo internacional a principios de los años 2000, permitió a Libia, sin duda ninguna, integrarse de nuevo en la escena internacional y mejorar aparentemente sus indicios socio-económicos. No obstante, la reconciliación con Occidente se acompañó por una obvia y verdadera constatación: al-Yamahiriyya perdió su legitimidad y se encontraba en plena fase de senilidad. • LA POLARIZACIÓN TRIBAL El sistema libio se mantenía gracias a las alianzas tribales. Sin embargo, la admiración popular no reflejaba de ninguna manera un consenso político general. Las varias e incesantes tentativas de golpe de estado traicionaban una profunda lucha hacia el poder y grandes conflictos de intereses. La cohesión tribal desde luego no tardó en experimentar serias fracturas. El fallido golpe de estado de 1993, lanzado por miembros de los Warfalla, fue una de las primeras señales de fragilidad del espíritu de grupo tribal libio. La fuerza de la ‘asabiyya sufrió una lesión bastante severa, pues los parientes cercanos se convirtieron en un peligro que amenazaba directamente el poder de Gaddafi, que ya no confiaba en 35 el apoyo las grandes tribus. De hecho, hizo purgas periódicas en la jerarquía militar, eliminó sus posibles rivales y los sustituyó por los leales a su régimen.15 • LOS GRUPOS FUNDAMENTALISTAS Durante los años noventa, Gaddafi quería anticipar la contestación religiosa insistiendo cada vez sobre el papel del Islam, incluso recurriendo a la aplicación de algunos aspectos de la Shari’a o ley revelada islámica. La Yamahiriyya se presentaba como ferviente defensor de la fe musulmana y su difusión. Sin embargo, esto no impidió la aparición de los grupos islámicos sobre todo en la zona oriental del país (en Bengasi y Derna), donde se declaró la resistencia armada (yihad) contra la figura del líder libio, acusado por “haber debilitado el espíritu de participación de los jóvenes musulmanes libios, matando a personas que querían aportar su energía para luchar contra el mal y la corrupción”. La rebelión islámica y su violencia se justifican en parte por un conflicto histórico entre el régimen y la región de Cirenaica, muy partidaria aun de la monarquía y el movimiento Senusi. Bengasi, la capital de Cirenaica, siempre tuvo fama de su falta de fervor revolucionario, sus elites usaron la religión como motor para la resistencia contra un sistema corrupto, incluso herético. Entre 1995 y 1998, Gaddafi emprendió una verdadera lucha armada contra los activistas islámicos, bombardeando incluso sus refugios y masacrando sus detenidos16. A principios de la década del 2000, la detención y tortura de los militantes islámicos en Libia se convirtió en un acontecimiento común (tal como en Egipto y Túnez). La recién reconciliación con Occidente fue la excusa perfecta para esmerarse a fondo en la eliminación de los opositores islámicos. • CRISIS DE PETRÓLEO, SANCIONES DE LA ONU Y DEGRADACIÓN SOCIOECONÓMICA. 15 Ascendió a algunos miembros de su subclan “al-Qahus” a posiciones más importantes cencediéndoles privilegios en detrimento de las dos anteriores tribus. 16 En 1996, 1,200 detenidos de la cárcel Abu Salim fueron masacrados, quienes en su mayoría pertenecían a la oposición islámica al régimen. 36 El notable y considerable desarrollo económico de los años 80 fue una consecuencia lógica de los ingresos petroleros. La mejora de las condiciones de vida de los 6 millones de habitantes libios se quedó sin embargo desproporcionada, teniendo en cuenta las importantes rentas del país. Más aún, el supuesto crecimiento ha estado marcado por varias turbulencias y limitaciones que impactaron profundamente la economía interna: alta tasa de desempleo, caída del poder de adquisitivo, degradación de las infraestructuras...etc. La crisis petrolera del año 1988 obligó Gaddafi a anunciar una serie de reformas de acuerdos con las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional: liberalización del comercio, eliminación de las subvenciones públicas (té, cereales entre otros), posibilidad de efectuar ventas en mercados privados, reducción de los funcionarios, implementación de una ley para las inversiones extranjeras y el acceso a los préstamos públicos para las empresas privadas. Unos años más tarde, el régimen había emprendido varios proyectos para promover el turismo y la convertibilidad del dinar libio. Pero, estos cambios no tuvieron el éxito esperado y tampoco sirvieron para salvar la economía libia, cada vez más informal más sumergida, y aislada por el embargo internacional. Los precios de los bienes de consumo subieron un 200% entre 1992 y 1997. El salario medio de 250 dinares ya no cubría las necesidades de una población que hasta muy poco disponía de un poder adquisitivo bastante correcto y racional. La devaluación de la moneda nacional y la emergencia de una economía informal17 empeoraban la situación. Gaddafi consideraba el comercio privado como una verdadera estafa y las medidas que propuso para controlar las desviaciones económicas al respecto fueron un poco extremas. La realización de operaciones de cambio contrarias a la ley del Banco Central Libio igual que la especulación sobre productos de primera necesidad, fueron considerados como un delito que conllevaba la pena de muerte. En 1998, el Congreso General del Pueblo evaluó el coste de la penalización internacional en 28.000 millones de dólares. La dependencia del sector petrolífero ha sido determinante: la estructura del PIB ha conocido una ligera diversificación, pero el 95% del la renta proviene principalmente del petróleo y del gas. La economía informal es parte de la economía sumergida. Está constituida por aquellas producciones y transacciones que se realizan fueran del marco de la economía regulada por lasa leyes estatales sin ser actividades económicas delictivas en su naturaleza. Junto con las actividades económicas delictivas por naturaleza forman la economía sumergida. 37 17 • EL EMBARGO INTERNACIONAL El embargo internacional servía de buena excusa para disimular el fracaso del sistema libio y de su inspiración ideológica en cuanto a las causas que habían llevado al deterioro socio-económico. La degradación continua del poder adquisitivo de los libios provocó un malestar general y profundo, que el embargo internacional no llegaba a justificar. En realidad, las sanciones de la ONU sirvieron a los intereses de las instituciones revolucionarias y de la elite libia. El embargo fue la fachada perfecta para ocultar la gran corrupción interna y disimular el fracaso de las políticas económicas del país. Las críticas populares señalaban prácticas ilícitas como la especulación sobre la moneda nacional en el mercado negro o la reventa de los productos subvencionados en círculos privados. Gaddafi en su momento no se atrevió a denunciar dichas desviaciones, pues podía poner en peligro el soporte de los que lo apoyaban. Su actitud pasiva alimentó profundas frustraciones entre los libios que creían que la legitimidad de su líder se basaba precisamente en su capacidad de instaurar un cierto igualitarismo entre los varios componentes de la sociedad. La redistribución de una parte de los ingresos petroleros suponía aliviar las duras condiciones de la vida de una gran parte de la población. 4. TENTATIVAS DE RECUPERACIÓN POLÍTICA Las transformaciones socio-económicas que sucedieron durante el periodo del aislamiento internacional fueron acompañadas por una serie de cambios políticos. El sentimiento de vulnerabilidad que sufrió el régimen libio le obligó a emprender nuevos cambios a fin de integrarse otra vez en la comunidad internacional y controlar la disidencia islámica. La suspensión de las sanciones de la ONU y la vuelta hacia la escena internacional debilitaron aún más la legitimidad interna de las instituciones populares del régimen. Su doctrina política a lo largo de la nueva década experimentó sorprendentes giros y varias mutaciones. En enero del año 2000, el mismísimo Guía de la revolución denunciaba la ideología revolucionaria, que califica de obsoleta y anticuada. 38 Las Cha‘abiyyat (comisiones populares) sustituyen a los comités generales; todo lo que se refiere a la gestión de los presupuestos dependerá de las comunidades y de los comités populares. Gaddafi pretendía la creación de un nuevo mecanismo de control social, implementando un sistema descentralizado, donde el pueblo pudiese tener una participación más directa a través los varios consejeros municipales encabezados por los jefes de las tribus. Estos nuevos cambios políticos pretendían la creación de una nueva elite a fin de favorecer la recomposición del poder después de la suspensión de las sanciones. La institucionalización de la fuerza tribal mediante los comités populares fue una respuesta a las varias críticas en cuanto al acaparamiento del poder por los tradicionales grupos cercanos del círculo Gaddafi. Estas mismas mutaciones políticas pretendían, de igual forma, calmar la creciente contestación islámica, que muchos consideraban como una fuerza emergente, una alternativa capaz de imponerse en la escena política. La suspensión definitiva de las sanciones internacionales en 2003, permitió la reinserción de Libia en el comercio internacional. La tercera crisis del petróleo (200208) hizo posible el aumento vertiginoso de las rentas procedentes de la venta de los hidrocarburos. Gracias a ello, la economía libia pudo progresar rápidamente: el crecimiento económico entre el 2003 y el 2007 fue del 5%. En 2008, las reservas que acumulaba Libia se evaluaron en unos 100.000 millones de dólares. La llegada de Saif al Islam a la escena política libia pretendía darle un nuevo aire. El hijo del coronel propuso la transformación de la revolución en un estado constitucional y la instauración de una economía de mercado subordinada por una institucionalización de la revolución. Un paso hacia la creación de un marco económico más abierto acompañado por garantías constitucionales para calmar la oposición de los revolucionarios. La Yamahiriyya habia sido durante largas décadas, un absurdo pero generoso instrumento de enriquecimiento. El cuestionamiento del nuevo sistema económico levantó grandes dudas sobre la credibilidad del régimen y sus intenciones. Las declaraciones de Gaddafi no pudieron calmar las masas revolucionarias, pues el descontentamiento no tardó en manifestarse. Las primeras declaraciones populares contra el régimen Gaddafi se filtraron durante una manifestación contra las famosas caricaturas danesas en 2006. La represión fue muy rápida. Once muertos y más de treinta y cinco heridos entre los 193 manifestantes. 39 A lo largo de los años que siguieron, los libios de varias regiones, edades y categorías sociales, a menudo se quejaban de la ausencia de una ley clara y de unas sanciones severas contra el nepotismo tribal. A pesar de la inexistencia de una viable y verdadera sociedad civil, los libios a finales de la década de los 2000, cada vez mostraban una cierta conciencia general y nacional de oposición social y política al régimen. Pero la sensibilidad nacional y opositora se desarrolló, sobre todo, bajo una notable crisis socioeconómica, consecuencia lógica de un sistema altamente tribal, cada vez más opresor y corrupto. 5. LA CAÍDA DEL RÉGIMEN GADDAFI • LAS CONDICIONES PREVIAS A LA REVOLUCIÓN. Durante décadas, Libia fue asociada a la imagen controvertida y poco convencional de su líder. Pero detrás de las extravagancias y el lujo beduino se hallaba un pueblo al borde de una situación de desahogo social sin precedente. El fracaso económico alimentó un profundo sentimiento de frustración. Las injusticias sociales, las altas tasas de desempleo, al igual que las prácticas corruptas y excluyentes de la elite libia debilitaron la cohesión social y el apoyo popular que mantenía el sistema político. A partir de los años 90, la economía libia dejó de ser una estructura clientelista para convertirse en una red cerrada donde la elite militar, los miembros de la seguridad nacional, pero, sobre todo, el círculo familiar, controlan las grandes empresas del país. Durante los últimos años del régimen, la familia del coronel y sus aliados políticos jugaban un papel importante en la gestión de la economía, tanto la pública como la privada. Las tribus y las demás redes de influencia regional no se beneficiaban de las mismas ventajas de antes. Los Gaddafi disponían de un acceso ilimitado a los fondos del estado, y podían intervenir en la gestión de la renta petrolera sin ningún tipo de inspección18. El ejército se convirtió en una empresa familiar, donde los hijos ocupaban altos cargos en el Consejo de Seguridad Nacional, y dirigían incluso su propio batallón privado. Los hijos 18 A través de la Compañía Petrolera Nacional, pues ninguna otra institución podían investigar las cuentas de este sector de actividad económica y fiscal. 40 encarnaban el modelo capitalista moderno, y su protagonismo creciente evidenciaba un proceso hereditario progresivo y patente. De un poder socialista, el régimen Gaddafi se convirtió en una maquina corrupta neoliberal. Los supuestos buenos índices económicos disimulaban una economía desequilibrada, marcada por profundas desigualdades sociales y una impresionante corrupción. El ranking de Transparency Internacional lo ponía en la posición 146e, la tasa de desempleo en 2009 ascendía a un alarmante 30%19. • EL LEVANTAMIENTO LIBIO Y LA CAÍDA DE GADDAFI. Habría sido muy fácil predecir el porvenir del régimen libio teniendo en cuenta todo lo que hemos expuesto hasta ahora. Todas las señales dejaban ver una organización política corrupta y preocupada por los intereses de una minoría gobernante en detrimento del bienestar de todo un pueblo que llevaba largos años de crisis, de injusticia, represión y paro. La lógica y modelo de Ibn Jaldún que hemos tratado situaría Gaddafi a estas alturas en la fase de depresión que precede generalmente la desintegración final. Sin embargo, nadie esperaba tal resultado. La poca cobertura mediática de la Libia de Gaddafi y la pasividad del mundo árabe en general, hacía muy difícil creer que algo pudiera cambiar, al menos a medio o a corto plazo. El pueblo, a primera vista, parecía muy conforme con la situación, no disponía de ninguna fuerza movilizadora que le permitiera reclamar sus derechos y suponer un frente rival al poder. Las contestaciones islámicas neutralizadas, la oposición política estaba muy dispersa, exiliada y débil como para poder manifestarse. Sin embrago, el país vivía en un ambiente revolucionario que no tardó en explotar después de la primera ola del levantamiento árabe en la zona. La caída de Ben Ali y de Husni Mubarak levantaron los ánimos de los libios de la zona oriental del país. El 13 de febrero de 2011, explotaron las primeras manifestaciones en la ciudad de Bengasi, cuna histórica de la oposición. Las protestas, ante la intransigencia gubernamental y la represión brutal, degeneraron en una revuelta que se extendió rápidamente en el Este, por la Cirenaica, tradicionalmente hostil a Gaddafi. Gran parte del ejército en esta zona se unió a los opositores, mientras los leales al régimen 19 Según estimaciones del Ministerio de Asuntos Exteriores francés. 41 abandonaron las armas y los cuarteles. A finales de febrero algunas ciudades de la zona occidental del país cayeron bajo el control de los contrarios a Gaddafi, quedando Trípoli, la capital del país, rodeada de ciudades controladas por los manifestantes. En dichos núcleos ocupados se formaron gobiernos municipales provisionales y en Bengasi el gobierno local nombró a un oficial de alto rango para que comandase a las fuerzas antigubernamentales de la ciudad. Pero Gaddafi no daba señales de rendición y, por el contrario, envió tropas leales y mercenarios a recuperar las ciudades rebeldes del oeste más cercanas a Trípoli librándose sangrientos combates con los alzados. El tono amenazador del coronel, sus discursos extremos, sus ataques aéreos y las atrocidades cometidas por sus tropas no lograron acallar los enfrentamientos cada vez más sanguinarios. Los rebeldes, apoyados por soldados y políticos desertores, organizaron el Consejo Nacional de Transición (CNT) con sede en Bengasi estableciendo un gobierno paralelo en las zonas fuera del dominio de Gaddafi. El 17 de marzo de 2011, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución para la introducción de una zona de exclusión de vuelos sobre Libia y que da la posibilidad de llevar a cabo una operación militar foránea contra las fuerzas de Gaddafi. Después de seis meses de combate, el 22 de agosto de 2011, las fuerzas del CNT se apoderaron de la capital Trípoli. El régimen de Gaddafi se desmoronaba. Dos meses más tarde, la toma de Sirte, el último refugio gaddafista y la muerte humillante del coronel libio concluyeron un largo conflicto armado y un mandato de 42 años de duración. El tan esperado ocaso de la “dictadura revolucionaria” vino después de largos meses de una sorprendente resistencia. Gaddafi y gracias a toda la ‘asabiyya que supo cultivar a lo largo de los años, no cayó fácilmente, y se mantuvo a pesar de la furia internacional. La intervención militar de la OTAN bombardeó sus tropas, destruyó sus centros de control, armó a los rebeldes, patrulló sus costas y prohibió cualquier tipo de transacción comercial de su petróleo. El coronel perdió medio país en unas semanas, pero no el apoyo de muchos de sus aliados. Su fuerte y consistente ‘asabiyya se basaba en la lealtad de las tres tribus que siempre le habían acompañado desde sus inicios. Gaddafi 42 siempre les favorecía y les concedía ventajas y poder. De hecho, no tenían ningún tipo de empatía hacia los rebeldes que luchaban contra su líder. Es más, los miembros de estas tribus seguían apoyándole hasta después de haber perdido el control de la capital. La ‘asabiyya de Gaddafi, aunque reducida, se mantenía bastante firme: los de su propio clan nunca abrazaron la revolución. Los Warfalla se negaron a entregarse a los rebeldes y los de Mgharaha mantuvieron su posición a pesar de las duras condiciones, hasta que Gaddafi se fue de Sebha. En muchas otras ciudades tales como Brega por ejemplo, los más leales del régimen reclamaban su ciego e incondicional apoyo. No se trataba de los típicos mercenarios africanos que Gaddafi solía usar para consolidar sus tropas. Estos fueron simplemente los gritos de las masas que Gaddafi supo manipular. Fue precisamente esto lo que hizo posible que el régimen aguantara los siete meses de bombardeo, que seguramente nadie habría podido soportar más de un par de semanas. 6. EL PORVENIR LIBIO DESPUÉS DE LA REVOLUCIÓN DEL 2011. • UN ESTADO SIN INSTITUCIONES Seis meses después de la caída del Yamahiriyya, la situación libia deja mucho que desear. El final desastroso de Gaddafi ha dejado el país ante un futuro incierto. Los frecuentes enfrentamientos reflejan la ineficiencia del sistema político y la complejidad de una sociedad regida por alianzas tribales, competiciones interterritoriales y un conflicto de intereses que implica además de los actores regionales, a toda la comunidad internacional. La población libia entonces emprende la fase post Gaddafi con mucha inseguridad. Primero porque el país tiene una laguna institucional enorme: el concepto de Estado nunca ha sido desarrollado. Durante su largo mandato, el Líder de la Revolución eliminó toda huella de Estado regido por la ley, con partidos políticos, prensa independiente y dotado de estructuras ajenas a su persona. La organización política fue estrechamente vinculada hacia su figura que encarnaba la totalidad de los poderes. • REORGANIZACIÓN TRIBAL 43 La sociedad libia, ya lo sabemos, está altamente dividida, un abanico de grupos tribales diversos e inspiraciones políticas y culturales. El sentimiento de pertenencia nacional depende principalmente y sin duda ninguna del orgullo tribal. El colapso de Gaddafi ha marcado de hecho una renegociación del equilibrio estratégico entre las varias tribus. El poder ha sido fragmentado entre las distintas facciones rivales (las de Misrata, Zentán, Bengasi y de las tribus dueñas del petróleo). Pero más allá de las típicas y clásicas diferencias tribales, el panorama libio hoy día refleja una intensa competición territorial alimentada por una profunda lucha hacia el control de los importantes y estratégicos puntos petrolíferos. Los factores históricos contribuyen también a dicha situación, pues Libia hasta 1963, había sido un país federal dividido en tres grandes regiones: Tripolitana, Cirenaica y Fezzan. La abolición de la constitución federal en 1963 y las reformas territoriales de Gaddafi fomentaron un sistema de clientelismo sin lograr la eliminación de la huella tribal que volvió a surgir con más fuerza después de la revolución del 2011. Efectivamente, ahora más que nunca, las diferencias entre grupos tribales igual que las reivindicaciones separatistas, ponen en peligro las ilusiones y el porvenir del pueblo libio. 7. LAS OPCIONES DE SALIDA Abordar el futuro libio desde la perspectiva de Ibn Jaldún examinando la viabilidad de cada opción de salida es una labor que conlleva el análisis de todos los aspectos de la situación actual. El contexto histórico es complejo y existen muchos parámetros que intervienen a lo largo del proceso transitorio. Libia atraviesa un periodo transitorio confuso y poco logrado. Teniendo en cuenta el contexto actual y el giro que han emprendido las cosas después de la finalización de la misión de la OTAN, el porvenir del país roza un gran riesgo de guerra civil. La intervención militar ha creado enemistades, ha abierto antiguas heridas y desde luego ha entorpecido el proceso transitorio. El rápido paso de un levantamiento popular espontáneo a un movimiento dirigido por una minoría y con apoyo exterior impidió que la revolución siguiera un rumbo lineal. A continuación, trataremos las diferentes posibilidades que se plantean bajo las circunstancias actuales. 44 • LA HEGEMONÍA TRIBAL O LA APARICIÓN DE UNA NUEVA ‘ASABIYYA UNIFICADORA. La hegemonía tribal es una opción que puede aportar una cierta estabilidad, pero, a largo plazo, es una alternativa que conlleva un alto riesgo de inestabilidad política. Es algo simplista, incluso ingenuo, creer que una sola tribu pueda reunir una aceptación por parte de todos y más representar la sociedad tribal libia en toda su pluralidad. La hostilidad que pueda generar este estilo de gobernanza provocará incesantes turbulencias y aumentará el riesgo de un posible conflicto armado. Los partidos y grupos religiosos, duramente perseguidos en tiempos revolucionarios, han entrado en la escena política con mucha fuerza y representatividad y habrá que esperar el alcance del apoyo popular a los mismos y el papel que puedan jugar en el consenso o discordia nacionales. Con anterioridad al colapso de la Yamahiriyya se dió la aparición de varios grupos de oposición de inspiración religiosa, severamente castigados durante el gobierno de Gaddafi y que se han visto fortalecidos con la nueva situación. Los grupos islámicos pertenecen a distintas ideologías y formas de comprender el islam. Algunos son propios de Libia, como el movimiento místico y socio-político de los Senusis. Otros grupos comparten ideología con otros movimientos similares en todos el mundo islámico y, en especial, los países árabes como son los hermanos musulmanes y los salafíes. También hay que contar con la minoría amazig o bereber en el suroeste de Libia, que han incrementado sus reivindicaciones de autonomía, e incluso independencia, política y de reconocimiento y apoyo institucional a su lengua y a su cultura particular, cosa que había sido ignorada por la revolución libia durante toda la existencia de la Yamahiriyya. LAS REIVINDICACIONES INDEPENDISTAS Y EL PELIGRO DE UNA GUERRA CIVIL. 45 La autoproclamación independentista de la zona petrolera de Cirenaica en marzo de este año, supone un difícil reto para el Consejo Nacional Transitorio. Los líderes locales critican el abandono sufrido por la zona durante la era Gaddafi y reclaman al nuevo Gobierno de Trípoli una mayor autonomía. El deseo de descentralización no sólo pone en cuestión la legitimidad del CNT sino que también anuncia el inicio de un probable proceso de desintegración del frágil estado libio y la vuelta hacia un sistema federal o en su caso una guerra civil general. El federalismo o la descentralización podría ser una buena alternativa si el Estado dispusiera de fuertes y eficientes instituciones a fin de llevar a cabo tal proceso. Lamentablemente, Libia a día de hoy, no está preparada para construir un estado “moderno y democrático”, y menos lo está para canalizar las aspiraciones independistas dentro de una institucionalizada estructura federal. • LA DIFICULTAD DE RENOVACIÓN DE LA ELITE POLÍTICA. La organización de las elecciones en junio de 2012 aunque siga en pie, parece improbable, pues el consenso en torno a un sistema electoral “justo, representativo y equitativo” es una labor complicada. Sin abordar el tema de seguridad, que por cierto tiene un peso importante en la ecuación electoral, hay que señalar que los libios nunca han organizado elecciones y menos han participado en algunas de ella. La falta de una verdadera conciencia política es un obstáculo que impide cualquier forma de organización correcta y legitima. Los libios carecen de cultura política, dice Mahmud Yibril: Sus conocimientos al respecto son nulos. No tenemos hábito de respetar la diferencia, no estamos acostumbrados a tolerar a quien piensa lo contrario. La gente no sabe lo que es una Constitución o un sistema parlamentario. (ver el País 30 /03/2012.) Las elecciones son una diligencia imprescindible dada la organización moderna de los asuntos políticos, pero lo que realmente hace falta es encontrar la manera de reunir a los actores en torno a un mismo objetivo común. En realidad, Libia se encuentra en un callejón sin salida. De momento, las frecuentes luchas internas y el sectarismo del CNT 46 igual que la presencia de otros actores poderosos revelan una organización política frágil. A pesar del gran apoyo internacional, el consejo de transición no llega a desarmar las milicias, y tampoco dispone de los medios necesarios para establecer su legitimidad o instaurar un verdadero consenso político viable. Cuando las diferencias desaparezcan, podremos hablar de cómo lograr construir un estado de derecho que respete la variedad socio-cultural y política y que tenga en cuenta los demás parámetros económicos, regionales e internacionales. Una tarea difícil de llevar a cabo dado el contexto complicado, la intervención de otros países extranjeros y el peso que tiene la producción petrolera en la ecuación política. CONCLUSIÓN El desplome del régimen Gaddafi dejó tras sí un país inflamable sin ningún tipo de aparato estatal para tapar el vacío institucional y garantizar la seguridad del de los libios. Ya como lo hemos expuesto, hasta el día de hoy, no existe una renovación definida de la clase dirigente. El CNT carece de legitimidad, de autoridad y de medios necesarios para imponerse. Libia carece de una verdadera organización política a la altura del papel transitivo que se le ha asignado, lo cual supone una inmensa influencia internacional al servicio de los intereses de las grandes multinacionales. El país roza el peligro de una guerra civil alimentada por las reclamaciones independistas y las milicias armadas que no llegan a desaparecer. Hasta ahora, no podemos concluir que exista un líder o una figura capaz de anular las rivalidades. La reconstrucción en un país unificado tiene muchas dificultades en el horizonte cercano. Hay algunas señales que predicen una posible desintegración y en su caso guerra civil, lo que si beneficia a mayor medida los intereses internacionales Para evitar una posible guerra civil es importante saber gestionar las diferencias, borrar las divisiones y reunir a los demás actores nacionales en torno a un objetivo común. Para salir adelante, Libia necesita una clase política cohesionada, una sociedad civil activa y una conciencia de unidad nacional. La movilización de las masas y la regeneración de una nueva ‘asabiyya capaz de unificar al pueblo libio son fundamentales. Sin todo ello, el país sufrirá severamente las consecuencias de la persistente división política que se desarrolla bajo múltiples presiones geopolíticas. 47 Puede que la inestabilidad y el desorden general acaben arrastrando a Libia a un enorme agujero negro hacia años atrás. CONCLUSION GENERAL El pensamiento de Ibn Jaldún, su teoría cíclica y el concepto de la ‘asabiyya han sido un gran descubrimiento académico, que me ha abierto nuevas perspectivas críticas a fin descifrar una realidad tan compleja que rozaba sin llegar a entender del todo. La lectura de la Muqaddima fue una experiencia curiosa e interesante. Curioso fue para mí descubrir sólo ahora una de las grandes obras del pensamiento político musulmán que nunca ha sido correctamente valorada en tierras del Islam. Una gran paradoja que, de hecho, ilustra perfectamente el estado de hibernación del mundo árabe y su malestar científico y cultural. Un estancamiento que disimula una profunda crisis social y de identidad, una tradición de intolerancia intelectual que se ha desarrollado bajo unos gobiernos autoritarios que impiden el desarrollo de las ideas en su matriz islámica y en contacto con otras civilizaciones. Las derrotas históricas, la intervención extranjera, la inmovilización socio-política, las desigualdades y la precariedad económica han pasado factura al mundo árabe y a su pueblo. La regresión continúa, sus primeras señales, lo hemos comentado, surgieron precisamente en los tiempos de nuestro autor. El pensamiento político de Ibn Jaldún tiene una dimensión universal y atemporal. Abordar el levantamiento árabe desde un enfoque jalduní ofrece una visión distinta que busca el más allá de las circunstancias actuales. En este trabajo hemos tratado el caso de Libia como un ejemplo de gran relevancia para la aplicación de esta hipótesis teórica. Hemos podido comprobar hasta qué punto la teoría de la ‘asabiyya sigue funcionando y aun no ha perdido su validez científica. La evolución de un régimen sigue la misma dirección que Ibn Jaldún ha predicho, quizás no de forma sistemática, pues sus descripciones abarcan varios aspectos y quedan condicionadas por un contexto histórico bien definido. 48 El efecto dominó de la revolución tunecina fue una consecuencia lógica de una herencia común que refleja fuertes relaciones históricas, religiosas, culturales y de identidad que hacen que el futuro de estos pueblos esté estrechamente vinculado. Una nueva ‘asabiyya popular que hizo posible este movimiento. El argumento que hemos usado para explicar la cuestión libia se puede extrapolar por lo tanto a otros sistemas políticos árabes que se encuentran, a día de hoy, en el mismo callejón revolucionario. La historia de Ibn Jaldún es un tesoro que revela muchos elementos explicativos para un mejor entendimiento de estas sociedades. Es una enseñanza de gran calidad que puede ser de gran utilidad para contemplar el futuro con más serenidad y sabiduría. 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