Dictamen nº: Consulta: Asunto: Aprobación: 94/11 Consejero de Sanidad Responsabilidad Patrimonial 23.03.11 DICTAMEN de la Comisión Permanente del Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid, emitido por unanimidad, en su sesión de 23 de marzo de 2011, sobre expediente de responsabilidad patrimonial instruido a nombre de R.O.C. y E.S.R., al amparo del artículo 13.1.f) 1.º de la Ley 6/2007, de 21 de diciembre, de creación del Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid, en solicitud de indemnización de 300.000 euros por los daños y perjuicios sufridos a consecuencia del fallecimiento de su hija C.O.S., así como a la defectuosa asistencia sanitaria que le fue dispensada a E.S.R. en el seguimiento inmediato del parto, y que atribuyen al mal hacer del personal sanitario del Hospital Universitario de Getafe y del Hospital Universitario 12 de Octubre. ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO.- El día 16 de febrero de 2011 tuvo entrada en el registro del Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid solicitud firmada por el consejero de Sanidad el día 4 anterior, referida al expediente de responsabilidad patrimonial por deficiente asistencia sanitaria aludido en el encabezamiento. A dicho expediente se le asignó el número 65/11, comenzando el día señalado el cómputo del plazo para la emisión del dictamen, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 34.1 del Reglamento Orgánico del Consejo 1 Consultivo, aprobado por Decreto 26/2008, de 10 de abril, del Consejo de Gobierno. Su ponencia ha correspondido, por reparto de asuntos, a la Sección I, cuyo presidente, el Excmo. Sr. D. Jesús Galera Sanz, firmó la oportuna propuesta de dictamen, la cual fue deliberada y aprobada por unanimidad por la Comisión Permanente del Consejo Consultivo, en sesión celebrada el día 23 de marzo de 2011. SEGUNDO.- El expediente de responsabilidad patrimonial remitido tiene su origen en la reclamación presentada el 11 de julio de 2008 en el registro del Servicio Madrileño de Salud. En la misma, los reclamantes, E.S.R. y R.O.C., cónyuges y padres de la niña C.O.S., narran los hechos de los que, a su juicio, se infiere la responsabilidad patrimonial de la Administración sanitaria madrileña. Con anterioridad al año 2007, E.S.R., de 29 años de edad en el momento de los hechos, presentaba como antecedentes clínicos de interés, útero arcuato y un aborto que requirió legrado en dos ocasiones y que, posteriormente, precisó histerectoscopia. Más tarde, E.S.R. volvió a quedarse embarazada, calificándose su gestación de alto riesgo, y siendo portadora de la bacteria streptococus agalactiae. El 25 de junio de 2007, cuando se encontraba E.S.R. de 34+3 semanas de gestación, a las 2:30 horas ingresó en el Hospital Universitario de Getafe por rotura prematura de bolsa, presentando 4 cm de dilatación. La posición del feto era longitudinal y cefálica, procediéndose a la inducción al parto a las 12:00 horas. A continuación, la reclamación distingue, de un lado, entre la atención dispensada a la recién nacida, y la atención que le fue prestada a la madre. 2 Respecto de la recién nacida, el bebé nació finalmente a las 00:04 horas del día 26 de junio, tras un parto muy traumático, que precisó de la utilización de espátulas para la extracción y maniobra de Kristeller (presión ejercida sobre la tripa de la madre con el antebrazo para acelerar la expulsión), y que provocó importante desgarro vaginal y anal de la madre. La niña pesó al nacer 1.980 gr., midió 43 cm de longitud, y tenía un perímetro cefálico de 31 cm. El bebé fue ingresado en la Unidad de Neonatología, donde se inició la administración de sueros, comunicándose a los padres que, dado lo traumático del parto, así como el bajo peso de la niña y su prematuridad, debía permanecer unos días en el hospital, aunque su estado era aparentemente bueno. El 29 de junio de 2007, a las 9:00 horas aproximadamente, los padres acudieron al hospital a visitar al bebé, siendo informados por el pediatra de que el estado de su hija era muy grave. La enfermera entrante en el turno de las 8:00 horas fue quien se percató, según se les informó, de que el abdomen de la recién nacida estaba muy distendido, tenía restos abundantes biliosos y sanguinolentos por sonda nasogástrica, rectorragia, coloración pálido-sucia y mal estado general. Un Rx objetivó un neumoperitoneo y aire portal. Según se dice en el escrito de reclamación a este respecto, “sorprende mucho que ni los facultativos ni las enfermeras, se percataran de la evolución tórpida de la niña antes de llegar a dicha situación clínica que, lógicamente, requiere un proceso previo de horas. Si había neumoperitoneo era porque se había producido perforación intestinal consecuencia de una patología no detectada consistente en necrosis intestinal, posiblemente debido a una hipoxia por el sufrimiento en el parto mal dirigido, que siempre va precedida de síntomas específicos que tienen su evolución”. 3 Según los reclamantes, a pesar de conocer que el cuadro clínico de abdomen agudo que presentaba la recién nacida precisaba de cirugía de urgencia, C.O.S. no fue trasladada al Hospital 12 de Octubre hasta las 12:30 horas aproximadamente, con el diagnóstico de enterocolitis necrotizante. Ingresó intubada, taquicárdica, chocada y con distensión abdominal; canalizadas las venas y arteria umbilical, perfundiéndole sedoanalgesia y drogas vasoactivas. Sobre todo, según los padres, “llamaba la atención la distensión abdominal con dolor y defensa a la palpación del abdomen a tensión”. La pequeña C. ingresó en el Hospital 12 de Octubre con hemograma inicial que objetivó leucopenia, neutropenia y anemia; la Rx abdominal reveló neumoperitoneo y neumatosis masiva, y la ecografía abdominal halló gas en el sistema portal, neumatosis gástrica y alguna imagen hiperecogénica puntiforme en superficie hepática, sugestiva de neumoperitoneo, asas de intestino delgado con abundante agua y alguna de ellas con signos de hipervascularización, así como líquido ecogénico libre. Con este cuadro clínico, la niña no fue intervenida hasta las 17:00 horas aproximadamente, de ese mismo día. Los padres señalan que habían pasado 9 horas desde que se advirtió la gravedad del estado de salud de la pequeña y la necesidad de intervención quirúrgica, sin perjuicio del periodo anterior de evolución de la patología no advertida. En la intervención quirúrgica, se encontró gastroenterocolitis necrosante masiva con líquido peritoneal sucio, marronáceo y maloliente, con las asas intestinales mal prefundidas, con áreas de necrosis, neumatosis y una perforación (que ya se sabía desde las 9:00 horas por el neumoperitoneo que reflejaba la primera Rx abdominal). Además, el colon y el esófago estaban necróticos y el mesentérico isquémico. Se colocaron drenajes abdominales y se cerró con malla de Gore-tex, con intención de nueva valoración quirúrgica para controlar la viabilidad gastrointestinal. Para 4 llegar a esta situación –según afirman los padres- es necesario un proceso de muchas horas previas sin riego en el mesentérico, estando absolutamente contraindicada la administración de alimentación oral. Ante la evolución tórpida de la niña –según los reclamantes, “lógica, teniendo en cuenta el tiempo transcurrido desde la isquemia intestinal y perforación a la que dio lugar hasta que se operó”- tuvo que reintervenirse a la pequeña el día 3 de julio de 2007, así como el 9 de julio de 2007, sin presentar mejoría. Dado el mal pronóstico gastrointestinal, sin viabilidad posible, se decidió, de acuerdo con sus padres, la adecuación del esfuerzo terapéutico el día 12 de julio de 2007, falleciendo en brazos de sus padres y con cuidados de confort del equipo sanitario neonatal. El estudio anatomopatológico de la necropsia confirmó el diagnóstico clínico de enterocolitis necrosante masiva. En cuanto a la atención dispensada a la madre, E.S.R., en la reclamación se dice que el día 27 de junio de 2007, aquélla, dados sus antecedentes, preguntó al equipo de obstetricia si no sería aconsejable la práctica de una ecografía de control para asegurar que no le habían quedado restos de placenta. La respuesta fue negativa. Al día siguiente, cuando se le prescribió el alta hospitalaria, la paciente volvió a insistir en su preocupación, y se rechazó su petición igualmente con el argumento de que, de persistir restos de placenta, obligatoriamente presentaría fiebre. El 1 de julio de 2007 comenzó con fiebre cuando acudió al Servicio de Urgencias del Hospital de Getafe, donde se visualizaron restos puerperales de 30 mm captados por Doppler. Dada la situación de la paciente, se decidió tratamiento ambulatorio con antibiótico. El 3 de julio de 2007 E.S.R. fue ingresada, por persistir la fiebre, para ser sometida a legrado, pues en la ecografía que se realizó a su ingreso se visualizó útero en AV, con contenido ecomixto compatible con restos de 5 34 mm, mala delimitación endomiometrial en cara anterior, con zonas puntuales de captación de Doppler. El legrado se realizó el 5 de julio de 2007 por aspiración evacuador bajo control ecográfico, con dificultad para extraer la totalidad de los restos. Ante la persistencia de picos febriles, se cambió la antibioterapia y se realizó ecografía de control que no descartó la persistencia de restos, por lo que se programó histeroscopia, siendo necesario realizar hasta dos. El alta hospitalaria se dio el día 13 de julio de 2007. Tras citar los fundamentos legales que consideran de aplicación, los reclamantes solicitan del Servicio Madrileño de Salud ser indemnizados en la cantidad de 300.000 euros por los daños y perjuicios sufridos. Junto con su reclamación, los interesados aportan Libro de Familia, del que se desprende que son padres de la pequeña C. fallecida, así como los informes médicos correspondientes al traslado de la menor del Hospital de Getafe –donde nació- al Hospital 12 de Octubre, informe de alta hospitalaria de la madre tras el parto, e informe de necropsia de la recién nacida. TERCERO.- Por el Servicio Madrileño de Salud, en fecha 18 de septiembre de 2008, se incoa expediente de responsabilidad patrimonial al amparo del Título X de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común (LRJAP-PAC). Se remite la reclamación y la documentación anexa a A, Correduría de Seguros, que acusa recibo de la misma mediante escrito fechado el 8 de octubre de 2008, comunicando el traslado de la reclamación a B, Compañía de Seguros del Servicio Madrileño de Salud. Asimismo, en fecha 10 de octubre de 2008, se da traslado de la reclamación patrimonial interpuesta a la Inspección Sanitaria de la 6 Consejería de Sanidad, y se recaban las historias clínicas de E.S.R. y de la menor C. de los Hospitales de Getafe y 12 de Octubre. Ambas historias clínicas son remitidas e incorporadas al expediente, uniéndose también los informes de los Servicios de Neonatología del Hospital 12 de Octubre, y de Ginecología y Obstetricia y de Pediatría del Hospital de Getafe. Unida esta documentación al expediente, se evacua informe por parte de la Inspección Médica de la Consejería de Sanidad de 21 de junio de 2010. Mediante escrito fechado el 1 de septiembre de 2010, se otorga trámite de audiencia a los reclamantes, sin que conste que por los mismos se hayan formulado alegaciones. CUARTO.- Del informe de la Inspección Médica, se extraen los siguientes hechos, de interés para la emisión del dictamen: a) Relativos a la asistencia médica dispensada a ambas, madre e hija. 1. El 25 de junio de 2007, a las 02:30 horas E.S.R. acudió al Servicio de Urgencias del Hospital Universitario de Getafe por bolsa rota. 2. El 25 de junio de 2007 a las 08:00 horas quedó ingresada en el Servicio de Ginecología y Obstetricia. Se procedió a exploración física completa, se objetivó salida de líquido amniótico claro en escasa cantidad y un test de Bishop de 3 puntos, con incremento de la dinámica uterina. Las otras pruebas diagnósticas realizadas (analítica de sangre y orina, ecografía abdominal, ecocardiografía fetal, toma de sangre fetal) aportaron una estática fetal con situación longitudinal y presentación cefálica, tonos fetales normales. Se indicó inducción del parto a las 12 h de ese mismo día, con cobertura antibiótica (ampicilina). Se aplicó analgesia epidural a las 14:30 horas. La evolución de la dilatación se registró como normal. 3. El 26 de junio de 2007 se produjo el parto, con monitorización biofísica y bioquímica del feto pretérmino (34+4 semanas de gestación) a 7 las 0:04 h. Se alivió el expulsivo con espátulas, procediéndose a la extracción manual de la placenta, siendo ésta y el cordón normales. No se registraron incidencias ni complicaciones durante el parto ni durante la sutura de la episiotomía practicada. Se pautó tratamiento antibiótico preventivo intraparto (5 dosis de ampicilina). Se revisa el canal del parto y se sutura episiotomía. En el tacto rectal se tocan puntos, por lo que se revisa episiotomía (de sutura) y se pauta curoxima. b) Relativos a la recién nacida C.O.S. 1. El 26 de junio de 2007 a las 0:04 h se registró el parto. La recién nacida presentó un peso de 1.980 gramos, longitud de 43 cm, perímetro cefálico de 31 cm. Precisó sólo reanimación superficial de forma exclusiva en paritorio. Se realizó profilaxis ocular y antihemorrágica al nacimiento. La menor fue ingresada en la Unidad de Neonatología consignándose tanto en el evolutivo médico como en los registros de enfermería constantes vitales normales y analítica normal. Se mantuvo a la recién nacida en observación en la incubadora por prematuridad y riesgo infeccioso (amniorrexis prolongada y madre portadora de SGB) con dieta absoluta y fluidoterapia periférica. La emisión de meconio y orina se reseñó como normal en las primeras 24 horas. Asimismo se pautó antibioterapia (ampicilina y gentamicina) y nutrición parenteral. 2. El 27 de junio de 2007, según las reseñas efectuadas en los tres turnos, tanto en el evolutivo médico como en los registros de enfermería, se inició tolerancia oral con leche hidrolizada y pecho de la madre que fue bien tolerada por la lactante disminuyendo de forma lentamente progresiva la alimentación parenteral. La exploración mostró un buen estado general con un ligero tinte subictérico y un cefalohematoma en reducción lenta y un hematoma en ojo y oreja izquierda. La diuresis y el tránsito intestinal eran positivos. 8 3. El 28 de junio de 2007 se mantuvo la alimentación enteral siendo ésta bien tolerada, con emisión apropiada de deposiciones y ruidos intestinales presentes que evidenciaban tránsito digestivo correcto y una diuresis adecuada, según se constata en las anotaciones realizadas en las notas de enfermería por los sanitarios responsables de los tres turnos con actividad ese día y en el evolutivo médico por los facultativos responsables de los dos turnos correspondientes. La exploración física y las constantes valoradas se reseñaron como apropiadas y los controles analíticos mostraron valores dentro de los límites de la normalidad. Se practicó el primer test metabólico. En la guardia de las 20 horas (nota de enfermería y evolutivo médico) se refirió una extravasación de vía que no se pudo resolver, sin apreciarse ninguna alteración en la lactante. 4. El 29 de junio de 2007, a las 08:30 horas se consignó en la hoja de enfermería el aviso inmediato a los pediatras ante la detección de un abdomen hiperdistendido con emisión de restos gástricos biliosos por la sonda nasogástrica, deposición con moco y restos hemáticos, diuresis presente, palidez y mal estado general. Se constata en el evolutivo que la niña “había pasado la noche bien, tolerando adecuadamente la alimentación enteral con TA dentro de los límites de la normalidad, apropiadas glucemias y tránsito (+)”. La nueva situación clínica era sugerente de enterocolitis necrosante por lo que se procedió a su estabilización (intubación y ventilación mecánica, perfusión intravenosa continua de sedoanalgesia y drogas inotrópicas), añadiendo clindamicina a la antibioterapia pautada y a la realización de pruebas diagnósticas complementarias con carácter urgente. Existe constancia escrita de que la paciente mantuvo las constantes vitales dentro de la normalidad en todo momento así como que soportó adecuadamente todas las manipulaciones precisas. Ante el resultado de las pruebas realizadas, y en concreto ante la evidencia radiográfica, se procedió a una nueva evaluación física de la 9 paciente, gestionándose el traslado de la paciente al Hospital 12 de Octubre con el juicio clínico de recién nacido pretérmino (RNPT) de peso adecuado a su edad gestacional (PAES) con sospecha de enterocolitis necrosante (NEC) y neumoperitoneo que precisaba intervención quirúrgica. Se registra la llegada de la UVI móvil para el traslado al Hospital 12 de Octubre a las 12:40 horas. Asimismo existe reseña de la información suministrada a los padres en todo momento de la gravedad del cuadro presentado por la recién nacida. 5. El 29 de junio de 2007, a las 13:04 h ingresó en el Servicio de Neonatología del Hospital 12 de Octubre, donde se realizó valoración completa por Cirugía Infantil, observándose vasoconstricción cutánea y distensión abdominal dolorosa a la palpación. Las constantes vitales estaban mantenidas sin taquicardia y TA (tensión arterial) en el límite alto de la normalidad. La clínica detectada y la radiografía objetivada eran compatibles con abdomen agudo por enterocolitis necrosante con neumoperitoneo, shock y dolor secundario a dicho proceso. Se procedió a la estabilización de la paciente previa a la cirugía urgente indicada, con expansores del plasma, sedoanalgesia y drogas vasoactivas. 6. El 29 de junio de 2007 a las 18:15 h entró en quirófano para laparotomía urgente, durante el curso de la cual y según las anotaciones efectuadas en el historial clínico (hoja circulante de quirófano, hoja operatoria, evolutivo médico, hoja de enfermería), se observó “líquido peritoneal sucio, marronáceo y maloliente con asas intestinales con muy mal color, áreas de necrosis, neumatosis y una perforación, colon y estómago necrótico (coloración negruzca), mesentereo isquémico”. Ante la imposibilidad de realizar osteotomía de descarga dado el estado de isquemia-necrosis de prácticamente todo el estómago, intestino delgado y grueso, se procedió a instalar drenajes abdominales cerrando el abdomen con malla de Gore-tex, dejando abierta una nueva valoración quirúrgica 10 que señalase la viabilidad gastrointestinal ante la evidencia de una gastroenterocolitis necrosante masiva. Se pautó sedoanalgesia. Se mantuvo la estabilidad respiratoria (intubación aérea), hemodinámica (dopamina a dosis bajas) y metabólica precisándose la transfusión de tres concentrados de hematíes y uno de plaquetas. Se pautó continuación de la antibioterapia establecida previamente (ampicilina 7 días y clindamicina- gentamicina 10 días) y nutrición parenteral a través de catéteres centrales (arteria femoral izquierda, umbilical y epicutáneo central). La paciente, según las reseñas del evolutivo médico, mantuvo la estabilidad clínica, con buenas tensiones y diuresis positivas. 7. El 30 de junio de 2007, tras exploración completa, se consignó que la paciente tuvo un postoperatorio estable todo el día, con buenas diuresis y tensiones mantenidas, aunque con ligera tendencia a la hipotensión en probable relación con hipovolemia por tercer espacio. Se registró una extubación accidental que se resolvió sin incidencias. Se transfundió un concentrado de hematíes. 8. El 1 de julio de 2007, la evaluación física realizada evidenció que la niña mantuvo estabilidad clínica, emitiendo escasos restos por sonda y drenajes y con mejoría en la diuresis, sin signos de infección. 9. El 2 de julio de 2007, la situación clínica se encontraba estabilizada. La niña precisó transfusión de un “pool” de plaquetas. 10. El 3 de julio de 2007 se realizó reintervención quirúrgica para efectuar la valoración de la viabilidad del tubo digestivo, durante la que puso de evidencia “un intestino de color amarillento con alguna bulla algo más vascularizada, no se ve zona para realizar la derivación por lo que se dejan de nuevo drenajes y se coloca malla de Gore-tex en músculo”. En los controles físicos y analíticos efectuados por la tarde y noche se registró la situación de la paciente como estable. 11 11. El 4 de julio de 2007 continuó la situación clínica estacionaria, con normalización de parámetros hemáticos hasta el 5 de julio de 2007. Se realizaron los ajustes pertinentes según los hallazgos analíticos de las pruebas que se realizaban diariamente. La exploración física reveló un abdomen con mejor aspecto. 12. El 5 de julio de 2007 se realizó interconsulta al Servicio de Cardiología. 13. El 6 de julio de 2007 se registra un empeoramiento de la paciente, con reacción leucemioide hemática y emisión de abundantes restos fecaloideos con prolapso de un asa intestinal de mal aspecto entre drenaje y piel que precisó intervención del Servicio de Cirugía. El resto de las pruebas analíticas rutinarias realizadas se consignaron como dentro de la normalidad. 14. El 7 de julio de 2007, aun manteniendo las constantes vitales adecuadamente y precisando mínima asistencia respiratoria, se objetivó salida de restos fecaloideos con restos de epiplón por ambos drenajes y permanencia de la reacción leucemioide con plaquetas normales en el hemograma, con resto de las pruebas analíticas rutinarias dentro de la normalidad. 15. El 8 de julio de 2007 tiene lugar la salida espontánea del drenaje derecho, que el cirujano decidió no reponer. La paciente continuaba estabilizada con emisión de restos fecaloideos muy abundantes e incremento de la distensión abdominal. Las pruebas analíticas de control rutinario realizadas se mantuvieron dentro de los límites de la normalidad. 16. El 9 de julio de 2007, con la finalidad de una nueva valoración, se realizó la tercera intervención quirúrgica que puso en evidencia la mala evolución del cuadro hacia la necrosis generalizada gastrointestinal con la reseña de “asas digeridas completamente con zonas de plastrón en la región 12 del drenaje izquierdo”, por lo que se procedió a cerrar de nuevo con malla y con drenajes. El estudio anatomopatológico de las piezas operatorias confirmaron el diagnóstico de gastroenterocolitis masiva. Se consignó en el evolutivo médico la conversación mantenida con los padres de la paciente sobre la conveniencia de LET (limitación del esfuerzo terapéutico). Las pruebas analíticas de control realizadas se mostraron aún dentro de los perfiles de la normalidad 17. El 10 de julio de 2007 se reseña en el evolutivo el diagnóstico de necrosis enteral masiva inviable con estabilidad respiratoria, hemodinámica y metabólica y la continuación de las medidas de LET/confort. Los padres expresaron el deseo de donar los órganos, pero fueron informados de la imposibilidad de efectuarlo por no haberse producido la muerte cerebral. Éstos dieron el consentimiento para la extubación de la paciente al día siguiente. 18. El 11 de julio de 2007, la situación era estacionaria con empeoramiento lentamente progresivo clínico y analítico que precisó incremento de la analgesia y sedación. Al tener la madre que ser ingresada por problema ginecológico, se demoró la extubación para que ésta la pudiese acompañar en el acto. 19. El 12 de julio de 2007, con el consentimiento de los padres se procedió a la extubación continuando las medidas de confort sanitarias y sedoanalgesia. 20. El 13 de julio de 2007 a la 1:30 horas tuvo lugar el exitus. Del estudio necrópsico se extrajo el informe de “Enterocolitis necrotizante masiva que afecta a todo el intestino delgado y grueso con peritonitis y adherencias viscerales múltiples estado post-laparotomia en hipocondrio derecho. Hemorragias focales pulmonares bilaterales y congestión generalizada de órganos viscerales. Sistema nervioso central sin lesiones relevantes”, determinando como causa de la muerte la enterocolitis 13 necrotizante masiva secundaria a prematuridad, reseñado éste como padecimiento principal (causa inmediata: enfermedad o condición que finalmente causa la muerte; y causa fundamental: enfermedad o lesión que inició los hechos que condujeron a la muerte) c) Relativos a la madre E.S.R. 1. Del 26 al 30 de junio de 2007, la madre presentó un puerperio postparto fisiológico sin registro de incidencias ni complicaciones, siendo dada de alta hospitalaria el 28 de junio de 2007. 2. El 1 de julio de 2007 acudió al Servicio de Urgencias del Hospital de Getafe por cuadro febril. Allí fue diagnosticada de retención de restos puerperales tras la realización de exploración ginecológica y las pruebas protocolizadas (ECO Doppler, que determinó la existencia de restos puerperales de 30 mm.). Ante la situación personal de la paciente, con la recién nacida ingresada en el Hospital 12 de Octubre, se decidió tratamiento farmacológico ambulatorio (Methergin y Augmentine) y se programó un Eco-Doppler para el día 3 de julio de 2007, que no fue efectuado al no acudir la paciente a la cita. 3. El 4 de julio de 2007 a las 11:15 h acudió al Servicio de Urgencias del Hospital 12 de Octubre por cuadro febril. Allí, se le practicaron analítica completa con hemocultivo y urocultivo; ecografía, que reveló útero en anteversión, con contenido eco-mixto compatible con restos de 34 mm, mala delimitación endometrial en cara anterior y zonas puntuales de captación de Doppler. Tras establecer como diagnóstico “fiebre puerperal por retención de restos” se ingresó a la paciente a cargo del Servicio de Ginecología y Obstetricia iniciándose tratamiento antibiótico por vía endovenosa con Unicilina, Dalacin y Gentamicina. 14 4. El 5 de julio de 2007 se realizó legrado evacuador por aspiración bajo control ecográfico. Existe reseña de la dificultosa extracción de todos los restos retenidos que precisó extracción de los restos con cuchara de Pinard y legrado intracavitario con legra roma. La ecografía post-operatoria de control que mostró útero vacío 5. El 6 de julio de 2007 se realizó reseña de persistencia de picos febriles y, ante la posibilidad de infección por anaerobios, se realizó interconsulta con el Servicio de Infecciosas para confirmar la pauta terapéutica correcta, estableciéndose tratamiento con Ertapenem lg / 24 h) 6. El 7 de julio de 2007 la paciente continuaba con febrícula. Se decidió continuar tratamiento pautado. Se le realizó un TAC abdominopélvico, que puso de manifiesto un útero con contenido y burbujas de aire en su interior, que en el contexto clínico de la paciente habría que valorar por posibles cambios inflamatorios o infecciosos. No aparecía líquido libre peritoneal, ni signos de trombosis de venas ováricas. 7. Del 8 al 10 de julio de 2007 las reseñas del evolutivo confirman la situación clínica de la paciente como estabilizada, sin picos febriles aunque persistiendo febrícula ocasional 8. El 11 de julio de 2007, la paciente permanece apirética. Tras interconsulta con el Servicio de Infecciosos se restableció tratamiento oral con Augmentine Plus 2 g / 24 h. La ecografía abdominal reveló una imagen redondeada de 20 x 30 mm en cara posterior y canto derecho, intensamente vascularizado de ecogenicidad similar al miometrio aunque formando interfase con él, que no parece corresponder a restos, aunque no puede descartarse por completo, por lo que estaría indicado realizar una histeroscopia para descartar pólipo placentario.. 15 9. El 13 de julio de 2007, la paciente es dada de alta con buen estado general. Se pautó nueva cita en consulta de histeroscopia, manteniéndose el tratamiento antibiótico hasta el 18 de julio de 2007. 10. El 10 de agosto de 2007 se realizó una histeroscopia visualizándose hemicavidad derecha obliterada y hemicavidad izquierda acogida por rotos. Se practicó limpieza parcial. El Informe de Anatomía Patológica determinó restos deciduo-coriales abortivos. 11. El 2 de octubre de 2007 nueva histeroscopia por retención de restos en Hospital 12 de Octubre. 12. El 3 de octubre de 2007 consulta en Servicio de Obstetricia del Hospital 12 de Octubre para estudio hematológico de hipercoagulabilidad y seguimiento de futuros embarazos. QUINTO.- Obra la siguiente documentación incorporada al expediente: 1. Historias clínicas de madre e hija remitidas desde los Hospitales de Getafe y 12 de Octubre. 2. Informe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario de Getafe, evacuado el 15 de septiembre de 2009, en contestación a la reclamación patrimonial interpuesta, y respecto de la asistencia prestada en ese hospital a E.S.R. Después de referir los hechos consignados en la historia clínica relativos a esta paciente, se afirma que “Revisada la Historia Clínica creemos que el seguimiento y tratamiento de la paciente fue el adecuado en todo momento. (…) a pesar de los antecedentes ginecológicos de la paciente (útero arcuato y aborto anterior) calificados de alto riesgo, la paciente presentó una evolución totalmente normal en esta gestación hasta la semana 34, por lo que el seguimiento y control obstétrico se ajustó en todo momento al protocolo. La rotura prematura de membranas pretérmino es una complicación durante el embarazo que no está causada por ningún mal control ni por situaciones 16 físicas que actúen como desencadenantes, tampoco tenemos ningún test o criterio diagnóstico para predecirlo. El curso y la actuación de los ginecólogos y matronas, durante la dilatación y el parto, fue el correcto en todo momento, se aplicaron todas las dosis de antibiótico como profilaxis de su infección por estreptococo B. El parto mediante espátulas se realizó para aliviar el expulsivo, no se puede hablar de parto complicado, ni se refiere en la historia que existiesen desgarros vaginales. Lo que se suturó fue la episiotomía, la cual se realiza de forma sistemática en todos los partos instrumentales. Creemos que desde el punto de vista obstétrico, se actuó correctamente y bajo protocolo durante todo el periodo de dilatación, parto y puerperio inmediato de la paciente”. 3. Informe del Servicio de Pediatría del Hospital de Getafe, suscrito conjuntamente por tres médicos neonatólogos de ese servicio el 13 de noviembre de 2009. En conclusiones, y tras citar los antecedentes clínicos de interés, se recogen, en lo que aquí interesa, las siguientes afirmaciones: “1º. Dado que se mantuvo a la paciente a dieta absoluta durante las primeras 24 horas de vida tras el nacimiento, iniciándose entonces con ruidos intestinales presentes, emisión de deposición y exploración abdominal normal, la alimentación enteral que fue adecuadamente tolerada nos parece poco probable que el cuadro clínico que la paciente presentó tres días después sea debido a supuestos acontecimientos pre o intraparto. 2º. La niña se mantuvo estable, con adecuada alimentación oral, exploración y tránsito digestivo normales, los días siguientes a su nacimiento y hasta las primeras horas del día 29/06/2007. 3º. El cuadro se presentó de manera súbita, procediéndose a realizar las pruebas diagnósticas y terapéuticas necesarias. La niña fue intubada, se inició ventilación mecánica convencional, se administró sedoanalgesia, drogas inotrópicas, antibióticos, etc. y se avisó a la coordinadora del 17 SUMMA para buscar una cama en un hospital con intensivos neonatales y cirugía pediátrica, y realizar el traslado medicalizado, procedimientos todos que requirieron cierto tiempo. 4º. Dada la extensión de la enfermedad (gastroenterocolitis) y la evolución atípica del cuadro que presentó la niña, resulta necesario realizar otras pruebas diagnósticas a la madre y/o subsiguientes hijos con el fin de descartar alguna alteración que, transmitida de forma hereditaria a los descendientes, pueda ser la desencadenante de cuadros similares al que presentó C., tal y como queda reflejado en el informe emitido por el Hospital 12 de octubre”. 4. Informe del Servicio de Neonatología del Hospital Universitario 12 de Octubre, acerca de las tres intervenciones quirúrgicas realizadas a la menor los días 29 de junio de 2007, y posteriormente, los días 3 y 7 de julio, así como los tratamientos y estudios diagnósticos que se le realizaron. 5. Informe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital 12 de Octubre, acerca de la intervención realizada a E.S.R. consistente en legrado el día 4 de julio de 2007 y de histeroscopia el siguiente 10 de agosto. 6. Informe de la Inspección Médica de 21 de junio de 2010. El informe, minucioso y exhaustivo en el estudio de los antecedentes clínicos de la madre y la menor fallecida, realiza una serie de consideraciones científicas suscitadas a propósito del estudio del caso, en particular, respecto del recién nacido pretérmino y la enterocolitis necrosante. Además de abundante material bibliográfico consultado –citado prolijamente al final del informe- incluye, como anexos, una serie de comentarios médicos sobre los principales conceptos manejados para la emisión del informe: parto prematuro/parto pretérmino; rotura de membranas (amniorrexis); infección por estreptococo agalactiae; monitorización fetal; partograma; hipoxia neonatal; recién nacido pretérmino; enterocolitis necrosante. 18 En el extenso apartado de conclusiones, se deja recogido en el número 6.i), como colofón del análisis de la asistencia sanitaria prestada a la menor C.O. que “La valoración inicial así como el seguimiento y control de la recién nacida fue absoluto, meticuloso y continuado, no detectándose ningún evento adverso ni situación comprometida que hiciese dudar de la buena evolución de la lactante, restando sólo el factor de la prematuridad para adjudicar el cuadro subsiguiente de enterocolitis necrotizante masiva y que, una vez instaurado éste, fue de tal gravedad que, a pesar de la diligencia en la actuación sanitaria y exhaustividad de los medios diagnósticos y terapéuticos empleados, fue totalmente irresoluble”. Por lo que respecta a la asistencia sanitaria dispensada a la madre E.S.R., se hace constar en el número 6.k) que “(…) le fueron practicadas todas las exploraciones precisas en cada momento según lo requería su situación clínica, realizadas todas las pruebas diagnósticas pertinentes y efectuados todos los tratamientos reglamentarios, tanto farmacológicos como procedimentales, siendo determinantes para la situación generada las anomalías anatómicas de la paciente (útero arcuato) que ya habían ocasionado un aborto diferido en 2006 con la necesidad de dos legrados terapéuticos y una histeroscopia ante la dificultad en la extracción de los restos deciduocoriales y que posteriormente tras un nuevo parto eutócico en 2008 precisase nuevamente histeroscopia por retención, una vez más, de restos de material decidual necrótico”. Señala en el párrafo final de la conclusión el informe de la Inspección Médica, que “Según lo expuesto y salvo mejor criterio, las diversas actuaciones efectuadas por esta Médico Inspectora permiten concluir que la asistencia sanitaria prestada a E.S.R. y a C.O.S., se ha ajustado siempre a la lex artis, evidenciándose, tanto respecto a la madre como respecto a la hija, un adecuado cumplimiento de los procedimientos diagnósticos y terapéuticos considerados obligatorios según los protocolos establecidos universalmente para las sintomatologías objetivadas en las referidas 19 pacientes, como en el seguimiento realizado durante el ingreso de ambas en los respectivos centros hospitalarios”. En fin, concluye, “la evolución fatal de C.O.S. y las complicaciones clínicas sufridas por E.S.R. pueden ser adjudicadas plenamente a circunstancias previas y/o adversas de las propias pacientes (prematuridad en la hija, útero arcuato en la madre) y no a una inadecuada o negligente práctica profesional, pues no ha existido en ningún momento ni incorrecta consideración del estado previo, ni falta de atención sanitaria, ni escasez en la realización de pruebas diagnósticas, ni tardanza en las actuaciones efectuadas, ni falta de agotamiento de los recursos existentes según el estado de la ciencia actual”. SEXTO.- Concluida la tramitación del expediente, por la viceconsejera de Asistencia Sanitaria –por delegación de la secretaria general del Servicio Madrileño de Salud, según Resolución 26/2010, de 28 de julio- se dictó propuesta de resolución en fecha 11 de enero de 2011, en que se desestima la reclamación indemnizatoria presentada por considerar que, “todos los profesionales que atendieron tanto a la madre como a la hija, lo hicieron de manera adecuada poniéndose a disposición de éstas todos los medios necesarios para la resolución de su proceso, de acuerdo con la «lex artis ad hoc», no evidenciándose signos de mala praxis en ninguna de las actuaciones. En este caso concreto, se ha realizado un adecuado cumplimiento de los procedimientos diagnósticos y terapéuticos considerados obligatorios por la técnica actual, en función de la diversa sintomatología acaecida con cada una de las pacientes”. Dicha propuesta de resolución ha sido informada favorablemente por el Servicio Jurídico en la Consejería de Sanidad el pasado 3 de febrero de 2011. En este informe, se señala que “a la luz de los informes de la Inspección Médica así como de los datos obrantes en la Historia Clínica, se desprende que la asistencia sanitaria que les fue prestada fue conforme a 20 la «lex artis», y que el fallecimiento de la niña y la evolución postparto de la madre no se debió a un negligente o inadecuado seguimiento médico”. A los hechos anteriores, les son de aplicación las siguientes CONSIDERACIONES EN DERECHO PRIMERA.- Es preceptiva la solicitud y emisión de dictamen por la Comisión Permanente del Consejo Consultivo, de acuerdo con el artículo 13.1.f).1º de la Ley 6/2007, de 21 de diciembre, reguladora del Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid, conforme al cual este órgano deberá ser consultado en el caso de “Expedientes tramitados por la Comunidad de Madrid, las entidades locales y las universidades públicas sobre: 1.º Reclamaciones de responsabilidad patrimonial, cuando la cantidad reclamada sea igual o superior a 15.000 euros o cuando la cuantía sea indeterminada”. En el caso que nos ocupa, la reclamación patrimonial presentada se ha cifrado por el reclamante en 300.000 euros, por lo que resulta preceptivo el dictamen del Consejo Consultivo. El dictamen ha sido recabado de órgano legitimado para ello –el consejero de Sanidad-, a tenor del artículo 14.1 de la misma Ley. La competencia para resolver los procedimientos sobre responsabilidad patrimonial corresponde al consejero de Sanidad, en virtud de lo establecido en el artículo 55.2 de la Ley 1/1983, de 13 de diciembre, de Gobierno y Administración de la Comunidad de Madrid. La tramitación incumbía antes al director general del Servicio Madrileño de Salud según el artículo 27.2.h) del Decreto 14/2005, de 27 enero, si bien tales competencias de tramitación han sido atribuidas al viceconsejero de 21 Asistencia Sanitaria, por el artículo 23.2.h) del Decreto 24/2008, de 3 de abril. SEGUNDA.- Los reclamantes solicitan indemnización por los daños y perjuicios que se les han causado por la muerte de su hija. El daño que se les habría irrogado a los reclamantes sería, pues, de índole moral. A este respecto, como tiene declarado abundantísima jurisprudencia, la indemnización a favor de los perjudicados en caso de fallecimiento de una persona se fija «iure proprio», es decir, por el perjuicio personal causado a quien se encontraba con el difunto vinculado con un lazo de parentesco, afectividad o convivencia, y que, precisamente por ese fallecimiento, sufre un daño susceptible de indemnización, daño que se califica de daño moral. El daño moral es un daño personalísimo, que sólo puede ser reclamado por quien lo sufre, o por un tercero, siempre que aquél le hubiera conferido su representación o, en el caso de ser menor o incapacitado, ostente su representación legal (vid. por todas, la Sentencia del Tribunal Supremo – Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 6ª- de 30 de diciembre de 2002). Concurriendo en los reclamantes la condición de interesados (exigida por mor de los artículos 31 y 139.1 de la LRJAP-PAC), por haber sufrido un daño moral a consecuencia del fallecimiento de su hija –y habiendo acreditado la existencia del vínculo paterno-filial mediante el Libro de Familia, que aportan, junto con su escrito de reclamación-, ostentan legitimación activa para promover la presente reclamación patrimonial. Debe notarse, también, que además del daño moral apuntado, del tenor del escrito de reclamación se desprende que se está solicitando indemnización por los daños sufridos a raíz de la defectuosa asistencia sanitaria dispensada a la madre E.S.R. en el Hospital de Getafe, donde, al no haberle practicado una ecografía de control tras el parto, no se 22 apercibieron de la presencia de restos placentarios dentro del útero, que obligarían a realizarle días después un legrado y posterior histeroscopia. Se trata éste de un daño físico, respecto del cual la legitimación activa para reclamar por razón del mismo reside exclusivamente en quien lo ha sufrido, que es la citada E.S.R. Así pues, respecto de este último concepto indemnizatorio, no estaría legitimado su cónyuge y padre de la menor, sino sólo la madre, que es quien habría padecido los daños. La legitimación pasiva resulta indiscutible que corresponde a la Comunidad de Madrid, toda vez que el daño cuyo resarcimiento se pretende fue supuestamente causado por personal médico integrado dentro de la red sanitaria pública madrileña, del Hospital Universitario de Getafe y del Hospital Universitario 12 de Octubre. En cuanto al plazo para el ejercicio de la acción, es de un año, contado desde que se produjo el hecho o el acto que motive la indemnización, o de manifestarse su efecto lesivo (cfr. artículo 142.5 de la LRJAP). Añade dicho artículo que “En caso de daños de carácter físico o psíquico a las personas, el plazo empezará a correr desde la curación o la determinación del alcance de las secuelas”. En este caso, el fallecimiento de la menor C.O.S. se produjo el 12 de julio de 2007, siendo ésta la fecha que debe tomarse en cuenta para el cómputo del plazo de prescripción. Habiéndose interpuesto la reclamación –según sello de registro de entrada en el Servicio Madrileño de Salud- el 11 de julio de 2008, aquélla se habría presentado dentro de plazo. Lo mismo cabe afirmar respecto de la acción indemnizatoria ejercitada por razón de los daños físicos sufridos por la madre. Si tomamos como dies a quo para el cómputo del plazo de prescripción, y atendiendo a la historia clínica, el 2 de octubre de 2007, fecha en que se le practicó una segunda histeroscopia en el Hospital 12 de Octubre para la retirada de los restos 23 deciduocoriales que todavía quedaban en el útero, es claro que la reclamación también se presentó dentro del plazo prescriptivo. TERCERA.- El procedimiento para la tramitación de las reclamaciones de responsabilidad patrimonial, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 35 del Estatuto de Autonomía de la Comunidad de Madrid, aprobado por Ley Orgánica 3/1983, de 25 de febrero, y artículo 55 de la Ley 1/1983, de 13 de diciembre, de Gobierno y Administración de la Comunidad de Madrid, se encuentra regulado en el Título X de la LRJAP-PAC (artículos 139 y siguientes), desarrollado en el RPRP. A este procedimiento se encuentran sujetas, en virtud de la Disposición Adicional duodécima de la LRJAP-PAC (en redacción dada por la Ley 4/1999, de 13 de enero) y la Disposición Adicional primera del RPRP, las entidades gestoras y servicios comunes de la Seguridad Social, sean estatales o autonómicas, así como de las demás entidades, servicios y organismos del Sistema Nacional de Salud. En este caso, se han recabado y emitido informe por los Servicios de Pediatría y de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Getafe, y los Servicios de Neonatología y de Ginecología y Obstetricia del Hospital 12 de Octubre, donde tuvieron lugar las asistencias sanitarias cuestionadas. La preceptividad de estos informes resulta del artículo 10.1 del RPRP. También se ha solicitado y evacuado informe de la Inspección Sanitaria, trámite no preceptivo, si bien, como resulta del apartado IX.9.1 de la Circular 3/1999, de 30 de noviembre, de la Presidencia Ejecutiva del INSALUD, sobre Organización y Funciones de la Inspección Sanitaria cuya aplicación opera en el ámbito autonómico con carácter supletorio-, en la Inspección Médica “elaborará los informes que le sean solicitados, en relación con los expedientes de responsabilidad patrimonial”. Así pues, este informe garantiza el acierto de la decisión administrativa que ponga fin al procedimiento, constituyendo un elemento de juicio de indudable valor. 24 Asimismo, se ha dado trámite de audiencia a los interesados, de conformidad con los artículos 84 de la LRJAP-PAC y 11 del RPRP, sin que conste que aquéllos hayan hecho uso de su derecho a formular alegaciones. De todo lo anterior, cabe concluir que la instrucción del expediente ha sido completa, sin que se haya omitido ningún trámite que tenga carácter esencial o que resulte imprescindible para resolver. Respecto del plazo para la resolución del procedimiento, el artículo 13.3 del RPRP, dispone que “Transcurridos seis meses desde que se inició el procedimiento, o el plazo que resulte de añadirles periodo extraordinario de prueba, de conformidad con el artículo 9 de este Reglamento, sin que haya recaído resolución expresa o, en su caso, se haya formalizado el acuerdo, podrá entenderse que la resolución es contraria a la indemnización del particular”. En este caso, el procedimiento se incoó el 18 de septiembre de 2008, siendo ésta la fecha que ha de tomarse en consideración para el cómputo del plazo de seis meses de duración del procedimiento. Luego, éste debió haber concluido antes del 30 de marzo de 2009 (al no haberse acordado periodo extraordinario de prueba). Sin embargo, en este caso no se ha recabado el dictamen preceptivo de este Consejo hasta el pasado 16 de febrero de 2011 (dos años, menos un mes, después de la fecha en que debió haberse dictado y notificado resolución expresa). Pese a este llamativo retraso (injustificado, dado que el expediente no reviste especial complejidad, y que los informes médicos solicitados fueron evacuados todos ellos en noviembre de 2008, a excepción del de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Getafe, que es de 15 de septiembre de 2009), debemos apuntar, como en otras ocasiones, a que el 25 transcurso del plazo máximo sin haberse dictado y notificado resolución lleva a que debe entenderse desestimada la reclamación presentada por silencio negativo, en aplicación de los artículos 142.7 de la LRJAP-PAC y 13.3 del RPRP, sin perjuicio de que subsiste la obligación de la Administración de resolver ex artículo 42 de la misma Ley, así como de emitir dictamen para este Consejo Consultivo. CUARTA.- El instituto de la responsabilidad patrimonial de la Administración se reconoce en el artículo 106.2 de la Constitución Española de 1978, desarrollado por los artículos 139 y siguientes de la LRJAP-PAC, y supone el reconocimiento del derecho de los particulares a ser indemnizados de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos. Según abundante y reiterada jurisprudencia, para apreciar la existencia de responsabilidad patrimonial de la Administración son precisos los siguientes requisitos: a) La efectiva realidad del daño o perjuicio, evaluable económicamente e individualizado con relación a una persona o grupo de personas. b) Que el daño o lesión patrimonial sufrida por el reclamante sea consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos, en una relación directa e inmediata y exclusiva de causa a efecto, sin intervención de elementos extraños que pudieran alterar dicho nexo causal. c) Ausencia de fuerza mayor, y d) Que el reclamante no tenga el deber jurídico de soportar el daño. La responsabilidad de la Administración es objetiva o de resultado, de manera que lo relevante no es el proceder antijurídico de la Administración, sino la antijuridicidad del resultado o lesión, siendo imprescindible que exista nexo causal entre el funcionamiento normal o anormal del servicio público y el resultado lesivo o dañoso producido. La 26 STS (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 6ª) de 5 de junio de 1998 (RJ 1998\5169), se pronunció al respecto del carácter objetivo de la responsabilidad de la Administración, previniendo frente al riesgo de erigir dicho principio de responsabilidad objetiva en un sistema providencialista que llevaría a la Administración a responder de cualesquiera daños que se produjesen como consecuencia del funcionamiento de un servicio público o de la utilización de bienes de titularidad pública, sin exigir la presencia de ese nexo causal de todo punto imprescindible para la apreciación de dicha responsabilidad. El fundamento primero de dicha Sentencia se pronunciaba en los siguientes aclaratorios términos: “(…) esta Sala ha declarado reiteradamente que no es acorde con el principio de responsabilidad objetiva, recogida en los artículos 40.1 de la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado y 139.1 de la vigente de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común de 26 de noviembre de 1992,, la generalización de dicha responsabilidad más allá del principio de causalidad, aun en forma mediata, indirecta o concurrente, de manera que, para que exista aquélla, es imprescindible la existencia de nexo causal entre la actuación de la Administración y el resultado lesivo o dañoso producido, que en este caso, como ha declarado la sentencia de instancia, no puede apreciarse ya que la socialización de riesgos que justifica la responsabilidad objetiva de la Administración cuando actúa al servicio de los intereses generales no permite extender dicha responsabilidad hasta cubrir cualquier evento por el mero hecho de que se produzca dentro de sus instalaciones cuando ni éstas constituyen un riesgo en si mismas ni sus características arquitectónicas implican la creación de tal situación de riesgo ni, mucho menos, se ha acreditado que el accidente lesivo se haya producido por un defecto en la conservación, cuidado o funcionamiento de éstos, de tal manera que el hecho causal causante del accidente es ajeno por completo al actuar de la Administración y en consecuencia ninguna 27 relación existe entre el resultado lesivo y el funcionamiento normal o anormal del servicio público, ni de manera directa ni indirecta, inmediata o mediata, exclusiva ni concurrente. La prestación por la Administración de un determinado servicio público y la titularidad por parte de aquélla de la infraestructura material para su prestación no implica que el vigente sistema de responsabilidad patrimonial objetiva de las Administraciones Públicas convierta a éstas en aseguradoras universales de todos los riesgos con el fin de prevenir cualquier eventualidad desfavorable o dañosa para los administrados que pueda producirse con independencia del actuar administrativo, porque de lo contrario, como pretende el recurrente, se transformaría aquél en un sistema providencialista no contemplado en nuestro ordenamiento jurídico”. En el ámbito de la responsabilidad médico-sanitaria, el matiz que presenta este instituto es que por las singularidades del servicio público de que se trata, es que se ha introducido el concepto de la «lex artis ad hoc» como parámetro de actuación de los profesionales sanitarios, siendo fundamental para determinar la responsabilidad, no sólo la existencia de lesión, en el sentido de daño antijurídico, sino también la infracción de ese criterio básico, siendo obligación del profesional sanitario prestar la debida asistencia y no garantizar, en todo caso, el resultado. Además, en materia de daños causados como consecuencia de la prestación de asistencia sanitaria, es también doctrina jurisprudencial reiterada, por todas las sentencias de 20 de marzo de 2007 (recurso 6/7915/03), 7 de marzo de 2007 (recurso 6/5286/03), 16 de marzo de 2005 (recurso 6/3149/01) que "a la Administración no es exigible nada más que la aplicación de las técnicas sanitarias en función del conocimiento de la práctica médica, sin que pueda sostenerse una responsabilidad basada en la simple producción del daño, puesto que en 28 definitiva lo que se sanciona en materia de responsabilidad sanitaria una indebida aplicación de medios para la obtención del resultado, que ningún caso puede exigirse que sea absolutamente beneficioso para paciente", por lo que no cabe apreciar responsabilidad sólo por producción de un resultado dañoso, debiendo éste reunir además condición de antijurídico. es en el la la Como antes se dijo, en el caso de la responsabilidad patrimonial de la Administración, nos hallamos en presencia de una responsabilidad objetiva, en el ámbito de la cual la jurisprudencia se ha encargado de ir perfilando los caracteres y requisitos que ha de reunir para poder apreciar o no su concurrencia. Así, si la actuación de los servicios públicos sanitarios no puede garantizar siempre un resultado favorable a la salud del paciente, por razones obvias, se hace necesario establecer un requisito adicional que nos permita diferenciar los casos en que debe responder la Administración Sanitaria, de aquellos otros en los que se ha de considerar que el daño no es antijurídico y que no procede de la actuación administrativa, sino de la evolución de la propia patología del enfermo. Este requisito, que se debe a la jurisprudencia y a la doctrina, sirve para establecer un límite razonable a la aplicación rigurosa del carácter objetivo de la responsabilidad, evitando así el riesgo de llegar a un estado providencialista que convierta a la Administración Sanitaria en una especie de aseguradora universal de cualquier resultado lesivo. Pues bien, este requisito adicional y específico en materia sanitaria, no es otro que la infracción de la «lex artis», basado en que la obligación del profesional de la medicina es de medios y no de resultados, de tal forma que los profesionales de la salud están obligados a prestar la atención sanitaria a los enfermos mediante la adopción de cuantas medidas diagnósticas y terapéuticas conozca la ciencia médica y se hallen a su alcance, no comprometiéndose en ningún caso a la obtención de un resultado satisfactorio, por ser contrario tanto a la naturaleza humana como a las 29 limitaciones de su arte y ciencia. Esto es, si la prestación sanitaria es correcta y con arreglo a los conocimientos y prácticas de la ciencia médica, se dirá que la actuación médica se ha ajustado a la «lex artis», sin que nazca entonces responsabilidad alguna. En este sentido, el Tribunal Supremo ha declarado que la responsabilidad surge del carácter inadecuado de la prestación médica dispensada, lo que ocurre cuando “no se realizan las funciones que las técnicas de la salud aconsejan y emplean como usuales, en aplicación de la deontología médica y del sentido común humanitario” (vid. SSTS de 14 de diciembre de 1990, 5 y 8 de febrero de 1991, 10 de mayo y 27 de noviembre de 1993, 9 de marzo de 1998, y 10 de octubre de 2000), a lo que hay que añadir que ‘la violación de la «lex artis» es imprescindible para decretar la responsabilidad de la Administración, no siendo suficiente la relación de causa efecto entre la actividad médica y el resultado dañoso, pues el perjuicio acaecido, pese al correcto empleo de la lex artis, implica que el mismo no se ha podido prever o evitar según el estado de los conocimientos de la ciencia o de la técnica existentes en el momento” (STS de 14 de octubre de 2002). Y a mayor abundamiento, la STS de 25 de abril de 2002 (Sala de lo Contencioso- Administrativo), es concluyente al establecer que el posible resultado dañoso no puede calificarse como antijurídico cuando la atención médica es prestada con corrección desde el punto de vista técnicocientífico, añadiendo que “prestada la asistencia sanitaria con arreglo a la regla de la buena praxis desde el punto de vista científico, la consecuencia de la enfermedad o el padecimiento objeto de atención sanitaria no son imputables a la actuación administrativa y por lo tanto no pueden tener la consideración de antijurídicas”. 30 Conforme a las reglas generales aplicables en orden a la carga de la prueba, es al reclamante a quien corresponde, de ordinario, probar tanto la violación de la lex artis como la existencia de nexo causal. QUINTA.- Como hemos visto en los antecedentes de hecho, la reclamación que examinamos versa sobre dos asistencias médicas: la prestada a la menor C.O.S., y la dispensada a su madre, y también reclamante, E.S.R. Por seguir el mismo orden en que la reclamación está planteada, comenzaremos tratando de la primera asistencia sanitaria puesta en cuestión, que es la que tiene que ver con el tratamiento dispensado a la recién nacida. Los padres reprochan al personal sanitario del Hospital de Getafe, donde nació su hija el 26 de junio de 2007, que no se percataran del grave estado de salud en que se encontraba la niña el día 29, cuando acudieron a visitarla (dado que la menor había quedado ingresada). Así, afirman que, al llegar ese día al hospital a las 9 de la mañana, fueron informados por el pediatra de que el estado de su hija era muy grave, considerando aquéllos que para que la menor presentara neumoperitoneo (detectado en la radiografía) tenía que haberse producido una perforación intestinal, y que esto último “requiere un proceso previo de horas”. En concreto, afirman que esa perforación se habría generado por una patología no detectada consistente en necrosis intestinal, “posiblemente debido a una hipoxia por el sufrimiento en el parto mal dirigido”. Por ello, entienden que “sorprende que ni los facultativos ni las enfermeras se percataran de la evolución tórpida de la niña antes de llegar a dicha situación clínica”. A ello, añaden que, una vez se detectó el cuadro de abdomen agudo que precisaba de cirugía de urgencia, no se trasladó a la menor hasta el Hospital 12 de Octubre –donde había unidad de cirugía neonatal y de intensivos pediátricos- hasta las 12:30 horas, en vehículo medicalizado, y con el diagnóstico de enterocolitis necrotizante. La pequeña no sería intervenida 31 en este hospital hasta las 17:00 horas, cuando, según señalan sus padres, ya habían pasado 9 horas desde que se advirtió la gravedad del estado de salud de la menor y la necesidad de la intervención quirúrgica. De este breve resumen que se ha hecho de la reclamación, se desprende que son dos los reproches que se dirigen frente a los médicos y demás personal sanitario que atendieron a la pequeña en el Hospital de Getafe: a) de una parte, negligencia por no haber apreciado la evolución negativa del estado de salud de la recién nacida, propiciando que se precipitase la gravedad del cuadro; y, b) de otra, retraso en la instauración del tratamiento adecuado, una vez se tuvo el diagnóstico de enterocolitis necrotizante que sufría la niña. Antes de entrar en el análisis de la historia clínica e informes médicos unidos al expediente, debemos rebatir una serie de afirmaciones interesadas (y falsas) que se vierten en el escrito de reclamación, y que, según el informe de la Inspección, no gozan de ningún sustento probatorio. Según el escrito de reclamación, el parto fue muy traumático, provocándole a la madre importante desgarro anal y vaginal, y precisándose, además de espátulas, de realizar la maniobra de Kristeller (ejerciendo presión sobre la tripa de la parturienta) para facilitar la extracción del bebé. Ciertamente, la menor nació prematuramente (en la semana 34+3 de gestación), y en el parto se utilizaron espátulas para acelerar el expulsivo, pero no se registraron incidencias significativas ni complicaciones reseñables durante el parto ni tampoco durante la sutura de la episiotomía. Así lo reflejan las anotaciones realizadas en la historia clínica de la paciente, diciéndose expresamente a este respecto en el informe de la Inspección (apartado 5 relativo a la “Valoración de los hechos y 32 consideraciones científicas”, subapartado a.6) que el ingreso de la menor en la Unidad de Neonatología se pautó por prematuridad y riesgo infeccioso (por amniorrexis –rotura de membranas- prolongada y por ser la madre portadora de streptococus agalactiae), y no se prescribió porque el parto fuera traumático –como se dice en la reclamación- que no lo fue. La primera conclusión que cabe extraer de todo ello es que, por lo que hace a esta primera decisión médica de ingresar a la niña a cargo de la Unidad de Neonatología para tenerla sometida a un más estrecho control en sus primeros días de vida, fue correcta y ajustada a la lex artis ad hoc, por adecuarse a los protocolos existentes al efecto. En cuanto al cuadro de enterocolitis necrotizante masiva que la niña sufrió a partir del día 29 de junio, los padres sostienen que los médicos y personal de enfermería deberían haberse apercibido de la gravedad del cuadro, el cual suponía un proceso previo de horas, durante los cuales –se entiende de su reclamación- la niña no estuvo adecuadamente vigilada ni atendida. Esta afirmación carece, como inmediatamente veremos, de ningún sostén probatorio que la refrende. Así, el informe del Servicio de Pediatría del Hospital de Getafe, directamente implicado en la asistencia sanitaria puesta en entredicho, manifiesta con rotundidad que el día 29 de junio de 2007, tras haber realizado la niña las primeras tomas de alimentación de forma normal, presentó a las 8:30 horas de forma súbita un cuadro de distensión abdominal con restos biliosos y mal estado general sugerente de enterocolitis necrosante. A partir de ese momento, se procedió a la estabilización de la paciente, con intubación y ventilación mecánica, perfusión intravenosa continua de analgesia y drogas inotrópicas (dopamina y dobutamina) y antibioterapia. Una vez confirmado el diagnóstico de enterocolitis y, dada la necesidad de cirugía pediátrica, se contactó con el 33 SUMMA para trasladar a la menor a un hospital con unidad de neonatología (intensivos) y cirugía pediátrica, realizándose su traslado medicalizado al Hospital 12 de Octubre. También el informe de la Inspección coincide en que el cuadro de abdomen agudo que presentó la pequeña tuvo un “debut hiperagudo”. A este respecto, cita al final del informe bibliografía médica especializada a propósito de esta patología, señalándose que la enterocolitis necrosante “varía ampliamente en su forma de presentación, aunque fundamentalmente tiene dos cursos clínicos bien diferenciados, según su forma de presentación, pudiendo ser fulminante o insidiosa”. En el caso de la niña C. es incuestionable, a la vista del informe del Servicio, ratificado por el de la Inspección Médica y corroborado por la literatura científica, que el inicio del cuadro tuvo lugar de forma súbita y brusca (“inicio fulminante” o “debut hiperagudo” son las expresiones empleadas en el informe de la Inspección), sin que ningún dato objetivo hasta ese momento hubiera permitido presagiar la inminencia del mismo. En concreto, sostiene la médico inspectora en la conclusión 6.i) que no se detectó hasta entonces “ningún evento adverso ni situación comprometida que hiciese dudar de la buena evolución de la lactante”. Por ello, “una vez instaurado el cuadro, fue de tal gravedad que, a pesar de la diligencia en la actuación sanitaria y exhaustividad de los medios diagnósticos y terapéuticos empleados, que fue totalmente irresoluble”. Descartado, pues, que el personal médico y de enfermería no tuvieran adecuadamente controlada a la niña durante su estancia en la Unidad de Neonatología del Hospital y que no se percataran del inicio del cuadro por negligencia, debemos centrarnos en la adecuación a la normas de la lex artis de los procedimientos terapéuticos seguidos para con la pequeña a partir de la aparición súbita del cuadro de enterocolitis necrotizante. 34 Los padres de la menor sostienen que hubo un retraso en la instauración del tratamiento quirúrgico que, añadido al tiempo en que la niña permaneció desatendida –siempre según su reclamación-, provocó a la postre la muerte de la misma. Así, refieren que, desde la aparición de los primeros síntomas hasta la operación en el Hospital 12 de Octubre, pasaron más de 9 horas. Este supuesto retraso habría tenido, según ellos, una incidencia decisiva en el ulterior desarrollo de los acontecimientos y en el fatal desenlace. Esta afirmación, como la anterior, tampoco se sostiene. Como ha quedado dicho, los médicos, una vez apreciada la severidad del cuadro que presentó la pequeña a partir de las 8:30 horas del día 29 de junio de 2007, se centraron en estabilizar a la menor, mediante su intubación y ventilación mecánicas, así como mediante la perfusión intravenosa de analgesia y drogas inotrópicas y antibioterapia. Asimismo, procedieron a realizarle radiografía, que confirmó las sospechas de que se trataba de una enterocolitis necrosante, que precisaba de intervención quirúrgica de urgencia. El traslado, en efecto, se realizó en vehículo medicalizado del SUMMA a las 12:30 horas al Hospital 12 de Octubre. Por el Servicio de Neonatología de este hospital, se afirma en su informe de 15 de diciembre de 2008, que la niña llegó al hospital con el mismo tratamiento instaurado en el Hospital de Getafe, presentando vasoconstricción cutánea y tensión arterial en el límite alto de la normalidad, y pinzada. También presentaba distensión abdominal con dolor y defensa a la palpación del abdomen (que estaba a tensión). Se interpretó el cuadro clínico y radiológico como compatible con abdomen agudo por enterocolitis necrosante con neumoperitoneo, shock y dolor secundarios a dicho proceso. La niña es valorada por Cirugía Infantil, que indica cirugía urgente, previa estabilización. Hasta la subida a quirófano, se mantiene con el 35 mismo tratamiento precisando un bolo de analgesia extraordinario. Se canalizó catéter epicutáneo central para la administración de seudoanalgesia y drogas vasoactivas, subiendo a quirófano a la paciente a las 19:00 horas. Respecto del supuesto retraso en la instauración del tratamiento médico quirúrgico, queda desmentido en el informe de la Inspección. En la conclusión 6.g), se dice que “No existió más demora en la intervención quirúrgica realizada en el Hospital 12 de octubre, que la obligada por la propia situación de la paciente, cuyo estado de shock seguía condicionando su realización al incrementar los riesgos inherentes a la operación. En este caso, se continuó actuando según la más estricta normopraxis”. En la literatura médica especializada consultada por la autora del informe de la Inspección Médica, se confirma la adecuación a la lex artis de los procedimientos seguidos en el Hospital 12 de Octubre. Así, se afirma en el último anexo del informe que “El momento adecuado para llevar a un paciente a cirugía (por enterocolitis necrotizante) es cuando se hace evidente la necrosis intestinal, previa a la perforación. (…) Antes de llevar a cabo la cirugía debe hacer compensación de sus parámetros hemodinámicas y metabólicos. La contraindicación para el manejo quirúrgico son la coagulopatía severa, cardiopatías complejas o descompensadas, falla respiratoria e inestabilidad hemodinámica”. Más adelante, se dice que “En caso de no mejoría del cuadro abdominal debe ser llevado a cirugía cuando las condiciones clínicas lo permitan”. Así pues, no hubo tal supuesto retraso en el abordaje quirúrgico de la enfermedad gravísima que presentó la recién nacida, sino que se hacía preciso en primer término estabilizar a la pequeña, la cual, al encontrarse en estado de shock según todos los informes médicos, no estaba en condiciones de ser operada sin grave riesgo de su vida. Una vez estabilizada la paciente, sería posible la intervención quirúrgica. La actuación médica se puede considerar impecable, desde el punto de vista de la lex artis. 36 Dado que no se cuestiona la adecuación a la lex artis ad hoc de las intervenciones quirúrgicas realizadas, no vamos a entrar en ellas. En conclusión, y ciñéndonos a los términos en que aparece planteada la reclamación, la asistencia sanitaria dispensada a C.O.S., desde la aparición súbita de los primeros síntomas de su patología, fue del todo acorde a lo que la ciencia prescribe en el momento actual, sin que hubiera retraso alguno en la instauración del tratamiento adecuado. Pese a haberse puesto todos los medios al alcance para lograr su curación, no se alcanzó el resultado apetecido, por lo que, en consecuencia, el daño sufrido por la muerte de la hija de los reclamantes no merece la consideración de antijurídico. Desde este punto de vista, se puede afirmar la falta de antijuridicidad del daño moral sufrido por los padres derivados de la muerte de su hija. Este carácter no antijurídico resulta del artículo 141.1 de la LRJAP-PAC, que en su segundo inciso –cuya redacción se debe a la reforma operada por la Ley 4/1999, de 13 de enero- establece: “No serán indemnizables los daños que se deriven de hechos o circunstancias que no se hubiesen podido prever o evitar según el estado de los conocimientos de la ciencia o de la técnica existentes en el momento de producción de aquéllos (…)”. La nueva redacción dada a este artículo ha supuesto la consagración legal de la llamada “cláusula de los riesgos del progreso”, de la cual se hacía eco, entre otras, la Sentencia del Tribunal Supremo (Sala 3ª) de 14 de octubre de 2002 (RJ 2003\359): “La cláusula de los riesgos del progreso fue incorporada a la Directiva 85/374/CEE, de 25 de julio de 1985, y traspuesta a nuestro ordenamiento interno por los artículos 6.1.e) de la Ley 22/1994, de 6 de julio, y 141.1 de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, en la modificación introducida por la Ley 4/1999, de 13 de enero, pero anteriormente venía siendo utilizada por la jurisprudencia para definir el daño como no antijurídico cuando se había hecho un 37 correcto empleo de la «lex artis», entendiendo por tal el estado de los conocimientos científicos o técnicos en el nivel más avanzado de las investigaciones, que comprende todos los datos presentes en el circuito informativo de la comunidad científica o técnica en su conjunto, teniendo en cuenta las posibilidades concretas de circulación de la información”. Del empleo de dicha cláusula dan cuenta numerosas sentencias de nuestros Tribunales de Justicia que, a fin de evitar el recurso a los términos en ocasiones de difícil caracterización del caso fortuito o la fuerza mayor, recurren a esta terminología. Valga como ejemplo la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 9ª) núm. 257/2008, de 24 de marzo (JUR 2008\284875), que afirma que “Son daños indemnizables los que sean evitables con arreglo al estado de los conocimientos de la ciencia médica al tiempo de los hechos”. En el concreto caso de la menor C., ha quedado evidenciado del relato de hechos que antecede, que el personal médico y de enfermería puso al alcance de su curación todos los medios que la ciencia médica tiene a su disposición en el momento actual, pese a lo cual no pudo lograrse que la niña superara el grave cuadro de enterocolitis necrosante que la aquejaba, y que acabó con su vida. SEXTA.- Una vez examinada la asistencia médica prestada a la recién nacida, y habiendo concluido en la adecuación a la lex artis de la actuación sanitaria, debemos centrar nuestra atención en la madre de la menor, que también recrimina a los profesionales sanitarios que la atendieron un defectuoso tratamiento en el seguimiento inmediato de su parto. Así, alega que, tras dar a luz, y pese a sus antecedentes personales de útero arcuato y aborto que precisó legrado en dos ocasiones, no se le practicó ecografía para comprobar que no quedaban restos puerperales. A los pocos días de recibir el alta hospitalaria, la paciente, en efecto, hubo de volver al hospital por fiebre, y el doppler que se le realizó puso de manifiesto la presencia de 38 restos de placenta en el útero, que precisarían para su extracción de legrado y de dos histeroscopias. Para comprobar la verdad de estas afirmaciones, debemos acudir a las anotaciones realizadas en la historia clínica. E.S.R., tras el parto de su hija C. en el Hospital de Getafe, fue dada de alta el 28 de junio de 2007. El 1 de julio siguiente precisó acudir a Urgencias del mismo hospital por presentar fiebre, revelando el ecodoppler que quedaban en el útero restos puerperales. Dada la situación personal de la paciente, con su hija ingresada en el Hospital 12 de Octubre, se pautó tratamiento antibiótico de forma ambulatoria (con methergin y augmentine), programándose un eco-doppler para el 3 de julio siguiente. La paciente no acudió a la cita. El 4 de julio de 2007 la paciente acudió nuevamente al Servicio de Urgencias, esta vez del Hospital 12 de Octubre, por presentar cuadro febril. En la ecografía realizada, se visualizó un útero en anteversión, con contenido eco-mixto compatible con restos puerperales de 34 mm. La paciente quedó ingresada a cargo del Servicio de Ginecología y Obstetricia. Resumiremos a continuación los hitos fundamentales de su proceso asistencial: una vez ingresada, se le practicó legrado evacuador el 5 de julio, existiendo la anotación en la historia de lo dificultoso de la extracción. El 6 de julio, ante la persistencia de picos febriles, se realizó interconsulta al Servicio de Infecciosos para establecer que la pauta terapéutica era la correcta. El 7 de julio, la paciente seguía con febrícula, continuándose con el mismo tratamiento. Ese mismo día se le practicó también un TAC abdomino-pélvico. Del 8 al 10 de julio, la situación clínica de la paciente se mantuvo estabilizada, si bien persistía la febrícula ocasional. El 11 de julio, al estar la enferma apirética (sin fiebre), y tras consulta con Infecciosos, se volvió a pautar tratamiento con Augmentine Plus, y se le realizó una ecografía abdominal. La paciente fue finalmente dada de alta el 13 de julio 39 de 2007, prescribiéndose el tratamiento antibiótico hasta el día 18 del mismo mes. Finalmente, se le practicaría una histeroscopia el día 10 de agosto de 2007, en la que se practicó limpieza parcial del útero, determinando el informe de Anatomía Patológica la presencia de restos deciduo-coriales abortivos. La histeroscopia habría de repetirse también el día 2 de octubre de 2007 en el Hospital 12 de Octubre, por retención de restos. A la vista de lo expuesto, es evidente que el seguimiento de la paciente tras el parto fue exhaustivo: se le practicaron todas las pruebas que se consideraron precisas en cada momento, a medida que lo requería su situación clínica. Asimismo, se le fue pautando el tratamiento farmacológico adecuado, y que permitió que superara la infección por presencia de residuos deciduo-coriales en el útero. La propia morfología del útero de la paciente fue, en efecto, la que condicionó la realización de legrado y de dos histeroscopias. Lo dificultoso de la extracción de los restos placentarios se ve confirmado también por sus antecedentes personales –había tenido aborto anterior en 2006 que precisó de legrado y de histeroscopia-, y porque la misma tuvo un nuevo parto eutócico en 2008 –según informe de la Inspección Médica- que precisó igualmente de histeroscopia por retención de restos de material decidual necrótico. En definitiva, pues, la actuación de los servicios médicos se puede considerar irreprochable desde el punto de vista de adecuación de los procedimientos a la lex artis ad hoc, viniendo condicionado el tratamiento dispensado a la paciente por las anomalías anatómicas de su útero (arcuato), como lo pone de manifiesto el análisis de su historia clínica. No existe, pues, relación de causalidad entre los daños que dice haber sufrido la paciente –la cual, por otra parte, fue tratada con éxito de su patología, 40 como lo demuestra que tuvo un parto posterior en 2008- y la actuación de los servicios sanitarios. A la vista de todo lo anterior, el Consejo Consultivo formula la siguiente CONCLUSIÓN La reclamación de responsabilidad patrimonial presentada debe ser desestimada. A la vista de todo lo expuesto, el Órgano consultante resolverá según su recto saber y entender, dando cuenta de lo actuado, en el plazo de quince días, a este Consejo de conformidad con lo establecido en el artículo 3.7 del Decreto 26/2008, de 10 de abril, por el que se aprueba el Reglamento Orgánico del Consejo Consultivo. Madrid, 23 de marzo de 2011 41