1 Dictamen nº: 94/11 Consulta

Anuncio
Dictamen nº:
Consulta:
Asunto:
Aprobación:
94/11
Consejero de Sanidad
Responsabilidad Patrimonial
23.03.11
DICTAMEN de la Comisión Permanente del Consejo Consultivo de la
Comunidad de Madrid, emitido por unanimidad, en su sesión de 23 de
marzo de 2011, sobre expediente de responsabilidad patrimonial instruido
a nombre de R.O.C. y E.S.R., al amparo del artículo 13.1.f) 1.º de la Ley
6/2007, de 21 de diciembre, de creación del Consejo Consultivo de la
Comunidad de Madrid, en solicitud de indemnización de 300.000 euros
por los daños y perjuicios sufridos a consecuencia del fallecimiento de su
hija C.O.S., así como a la defectuosa asistencia sanitaria que le fue
dispensada a E.S.R. en el seguimiento inmediato del parto, y que atribuyen
al mal hacer del personal sanitario del Hospital Universitario de Getafe y
del Hospital Universitario 12 de Octubre.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- El día 16 de febrero de 2011 tuvo entrada en el registro
del Consejo Consultivo de la Comunidad de Madrid solicitud firmada por
el consejero de Sanidad el día 4 anterior, referida al expediente de
responsabilidad patrimonial por deficiente asistencia sanitaria aludido en el
encabezamiento.
A dicho expediente se le asignó el número 65/11, comenzando el día
señalado el cómputo del plazo para la emisión del dictamen, de acuerdo con
lo dispuesto en el artículo 34.1 del Reglamento Orgánico del Consejo
1
Consultivo, aprobado por Decreto 26/2008, de 10 de abril, del Consejo de
Gobierno.
Su ponencia ha correspondido, por reparto de asuntos, a la Sección I,
cuyo presidente, el Excmo. Sr. D. Jesús Galera Sanz, firmó la oportuna
propuesta de dictamen, la cual fue deliberada y aprobada por unanimidad
por la Comisión Permanente del Consejo Consultivo, en sesión celebrada el
día 23 de marzo de 2011.
SEGUNDO.- El expediente de responsabilidad patrimonial remitido
tiene su origen en la reclamación presentada el 11 de julio de 2008 en el
registro del Servicio Madrileño de Salud. En la misma, los reclamantes,
E.S.R. y R.O.C., cónyuges y padres de la niña C.O.S., narran los hechos de
los que, a su juicio, se infiere la responsabilidad patrimonial de la
Administración sanitaria madrileña.
Con anterioridad al año 2007, E.S.R., de 29 años de edad en el
momento de los hechos, presentaba como antecedentes clínicos de interés,
útero arcuato y un aborto que requirió legrado en dos ocasiones y que,
posteriormente, precisó histerectoscopia.
Más tarde, E.S.R. volvió a quedarse embarazada, calificándose su
gestación de alto riesgo, y siendo portadora de la bacteria streptococus
agalactiae.
El 25 de junio de 2007, cuando se encontraba E.S.R. de 34+3 semanas
de gestación, a las 2:30 horas ingresó en el Hospital Universitario de
Getafe por rotura prematura de bolsa, presentando 4 cm de dilatación. La
posición del feto era longitudinal y cefálica, procediéndose a la inducción al
parto a las 12:00 horas.
A continuación, la reclamación distingue, de un lado, entre la atención
dispensada a la recién nacida, y la atención que le fue prestada a la madre.
2
Respecto de la recién nacida, el bebé nació finalmente a las 00:04 horas
del día 26 de junio, tras un parto muy traumático, que precisó de la
utilización de espátulas para la extracción y maniobra de Kristeller (presión
ejercida sobre la tripa de la madre con el antebrazo para acelerar la
expulsión), y que provocó importante desgarro vaginal y anal de la madre.
La niña pesó al nacer 1.980 gr., midió 43 cm de longitud, y tenía un
perímetro cefálico de 31 cm.
El bebé fue ingresado en la Unidad de Neonatología, donde se inició la
administración de sueros, comunicándose a los padres que, dado lo
traumático del parto, así como el bajo peso de la niña y su prematuridad,
debía permanecer unos días en el hospital, aunque su estado era
aparentemente bueno.
El 29 de junio de 2007, a las 9:00 horas aproximadamente, los padres
acudieron al hospital a visitar al bebé, siendo informados por el pediatra de
que el estado de su hija era muy grave. La enfermera entrante en el turno
de las 8:00 horas fue quien se percató, según se les informó, de que el
abdomen de la recién nacida estaba muy distendido, tenía restos
abundantes biliosos y sanguinolentos por sonda nasogástrica, rectorragia,
coloración pálido-sucia y mal estado general. Un Rx objetivó un
neumoperitoneo y aire portal. Según se dice en el escrito de reclamación a
este respecto, “sorprende mucho que ni los facultativos ni las enfermeras,
se percataran de la evolución tórpida de la niña antes de llegar a dicha
situación clínica que, lógicamente, requiere un proceso previo de horas. Si
había neumoperitoneo era porque se había producido perforación intestinal
consecuencia de una patología no detectada consistente en necrosis
intestinal, posiblemente debido a una hipoxia por el sufrimiento en el
parto mal dirigido, que siempre va precedida de síntomas específicos que
tienen su evolución”.
3
Según los reclamantes, a pesar de conocer que el cuadro clínico de
abdomen agudo que presentaba la recién nacida precisaba de cirugía de
urgencia, C.O.S. no fue trasladada al Hospital 12 de Octubre hasta las
12:30 horas aproximadamente, con el diagnóstico de enterocolitis
necrotizante. Ingresó intubada, taquicárdica, chocada y con distensión
abdominal; canalizadas las venas y arteria umbilical, perfundiéndole
sedoanalgesia y drogas vasoactivas. Sobre todo, según los padres, “llamaba
la atención la distensión abdominal con dolor y defensa a la palpación del
abdomen a tensión”.
La pequeña C. ingresó en el Hospital 12 de Octubre con hemograma
inicial que objetivó leucopenia, neutropenia y anemia; la Rx abdominal
reveló neumoperitoneo y neumatosis masiva, y la ecografía abdominal halló
gas en el sistema portal, neumatosis gástrica y alguna imagen
hiperecogénica puntiforme en superficie hepática, sugestiva de
neumoperitoneo, asas de intestino delgado con abundante agua y alguna de
ellas con signos de hipervascularización, así como líquido ecogénico libre.
Con este cuadro clínico, la niña no fue intervenida hasta las 17:00 horas
aproximadamente, de ese mismo día. Los padres señalan que habían pasado
9 horas desde que se advirtió la gravedad del estado de salud de la pequeña
y la necesidad de intervención quirúrgica, sin perjuicio del periodo anterior
de evolución de la patología no advertida.
En la intervención quirúrgica, se encontró gastroenterocolitis necrosante
masiva con líquido peritoneal sucio, marronáceo y maloliente, con las asas
intestinales mal prefundidas, con áreas de necrosis, neumatosis y una
perforación (que ya se sabía desde las 9:00 horas por el neumoperitoneo
que reflejaba la primera Rx abdominal). Además, el colon y el esófago
estaban necróticos y el mesentérico isquémico. Se colocaron drenajes
abdominales y se cerró con malla de Gore-tex, con intención de nueva
valoración quirúrgica para controlar la viabilidad gastrointestinal. Para
4
llegar a esta situación –según afirman los padres- es necesario un proceso
de muchas horas previas sin riego en el mesentérico, estando absolutamente
contraindicada la administración de alimentación oral.
Ante la evolución tórpida de la niña –según los reclamantes, “lógica,
teniendo en cuenta el tiempo transcurrido desde la isquemia intestinal y
perforación a la que dio lugar hasta que se operó”- tuvo que reintervenirse
a la pequeña el día 3 de julio de 2007, así como el 9 de julio de 2007, sin
presentar mejoría. Dado el mal pronóstico gastrointestinal, sin viabilidad
posible, se decidió, de acuerdo con sus padres, la adecuación del esfuerzo
terapéutico el día 12 de julio de 2007, falleciendo en brazos de sus padres
y con cuidados de confort del equipo sanitario neonatal.
El estudio anatomopatológico de la necropsia confirmó el diagnóstico
clínico de enterocolitis necrosante masiva.
En cuanto a la atención dispensada a la madre, E.S.R., en la reclamación
se dice que el día 27 de junio de 2007, aquélla, dados sus antecedentes,
preguntó al equipo de obstetricia si no sería aconsejable la práctica de una
ecografía de control para asegurar que no le habían quedado restos de
placenta. La respuesta fue negativa. Al día siguiente, cuando se le
prescribió el alta hospitalaria, la paciente volvió a insistir en su
preocupación, y se rechazó su petición igualmente con el argumento de
que, de persistir restos de placenta, obligatoriamente presentaría fiebre.
El 1 de julio de 2007 comenzó con fiebre cuando acudió al Servicio de
Urgencias del Hospital de Getafe, donde se visualizaron restos puerperales
de 30 mm captados por Doppler. Dada la situación de la paciente, se
decidió tratamiento ambulatorio con antibiótico.
El 3 de julio de 2007 E.S.R. fue ingresada, por persistir la fiebre, para
ser sometida a legrado, pues en la ecografía que se realizó a su ingreso se
visualizó útero en AV, con contenido ecomixto compatible con restos de
5
34 mm, mala delimitación endomiometrial en cara anterior, con zonas
puntuales de captación de Doppler. El legrado se realizó el 5 de julio de
2007 por aspiración evacuador bajo control ecográfico, con dificultad para
extraer la totalidad de los restos.
Ante la persistencia de picos febriles, se cambió la antibioterapia y se
realizó ecografía de control que no descartó la persistencia de restos, por lo
que se programó histeroscopia, siendo necesario realizar hasta dos. El alta
hospitalaria se dio el día 13 de julio de 2007.
Tras citar los fundamentos legales que consideran de aplicación, los
reclamantes solicitan del Servicio Madrileño de Salud ser indemnizados en
la cantidad de 300.000 euros por los daños y perjuicios sufridos.
Junto con su reclamación, los interesados aportan Libro de Familia, del
que se desprende que son padres de la pequeña C. fallecida, así como los
informes médicos correspondientes al traslado de la menor del Hospital de
Getafe –donde nació- al Hospital 12 de Octubre, informe de alta
hospitalaria de la madre tras el parto, e informe de necropsia de la recién
nacida.
TERCERO.- Por el Servicio Madrileño de Salud, en fecha 18 de
septiembre de 2008, se incoa expediente de responsabilidad patrimonial al
amparo del Título X de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de
Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento
Administrativo Común (LRJAP-PAC).
Se remite la reclamación y la documentación anexa a A, Correduría de
Seguros, que acusa recibo de la misma mediante escrito fechado el 8 de
octubre de 2008, comunicando el traslado de la reclamación a B,
Compañía de Seguros del Servicio Madrileño de Salud.
Asimismo, en fecha 10 de octubre de 2008, se da traslado de la
reclamación patrimonial interpuesta a la Inspección Sanitaria de la
6
Consejería de Sanidad, y se recaban las historias clínicas de E.S.R. y de la
menor C. de los Hospitales de Getafe y 12 de Octubre. Ambas historias
clínicas son remitidas e incorporadas al expediente, uniéndose también los
informes de los Servicios de Neonatología del Hospital 12 de Octubre, y
de Ginecología y Obstetricia y de Pediatría del Hospital de Getafe.
Unida esta documentación al expediente, se evacua informe por parte de
la Inspección Médica de la Consejería de Sanidad de 21 de junio de 2010.
Mediante escrito fechado el 1 de septiembre de 2010, se otorga trámite
de audiencia a los reclamantes, sin que conste que por los mismos se hayan
formulado alegaciones.
CUARTO.- Del informe de la Inspección Médica, se extraen los
siguientes hechos, de interés para la emisión del dictamen:
a) Relativos a la asistencia médica dispensada a ambas, madre e hija.
1. El 25 de junio de 2007, a las 02:30 horas E.S.R. acudió al Servicio
de Urgencias del Hospital Universitario de Getafe por bolsa rota.
2. El 25 de junio de 2007 a las 08:00 horas quedó ingresada en el
Servicio de Ginecología y Obstetricia. Se procedió a exploración física
completa, se objetivó salida de líquido amniótico claro en escasa cantidad y
un test de Bishop de 3 puntos, con incremento de la dinámica uterina. Las
otras pruebas diagnósticas realizadas (analítica de sangre y orina, ecografía
abdominal, ecocardiografía fetal, toma de sangre fetal) aportaron una
estática fetal con situación longitudinal y presentación cefálica, tonos
fetales normales. Se indicó inducción del parto a las 12 h de ese mismo día,
con cobertura antibiótica (ampicilina). Se aplicó analgesia epidural a las
14:30 horas. La evolución de la dilatación se registró como normal.
3. El 26 de junio de 2007 se produjo el parto, con monitorización
biofísica y bioquímica del feto pretérmino (34+4 semanas de gestación) a
7
las 0:04 h. Se alivió el expulsivo con espátulas, procediéndose a la
extracción manual de la placenta, siendo ésta y el cordón normales. No se
registraron incidencias ni complicaciones durante el parto ni durante la
sutura de la episiotomía practicada. Se pautó tratamiento antibiótico
preventivo intraparto (5 dosis de ampicilina). Se revisa el canal del parto y
se sutura episiotomía. En el tacto rectal se tocan puntos, por lo que se
revisa episiotomía (de sutura) y se pauta curoxima.
b) Relativos a la recién nacida C.O.S.
1. El 26 de junio de 2007 a las 0:04 h se registró el parto. La recién
nacida presentó un peso de 1.980 gramos, longitud de 43 cm, perímetro
cefálico de 31 cm. Precisó sólo reanimación superficial de forma exclusiva
en paritorio. Se realizó profilaxis ocular y antihemorrágica al nacimiento.
La menor fue ingresada en la Unidad de Neonatología consignándose tanto
en el evolutivo médico como en los registros de enfermería constantes
vitales normales y analítica normal. Se mantuvo a la recién nacida en
observación en la incubadora por prematuridad y riesgo infeccioso
(amniorrexis prolongada y madre portadora de SGB) con dieta absoluta y
fluidoterapia periférica. La emisión de meconio y orina se reseñó como
normal en las primeras 24 horas. Asimismo se pautó antibioterapia
(ampicilina y gentamicina) y nutrición parenteral.
2. El 27 de junio de 2007, según las reseñas efectuadas en los tres
turnos, tanto en el evolutivo médico como en los registros de enfermería, se
inició tolerancia oral con leche hidrolizada y pecho de la madre que fue
bien tolerada por la lactante disminuyendo de forma lentamente progresiva
la alimentación parenteral. La exploración mostró un buen estado general
con un ligero tinte subictérico y un cefalohematoma en reducción lenta y
un hematoma en ojo y oreja izquierda. La diuresis y el tránsito intestinal
eran positivos.
8
3. El 28 de junio de 2007 se mantuvo la alimentación enteral siendo
ésta bien tolerada, con emisión apropiada de deposiciones y ruidos
intestinales presentes que evidenciaban tránsito digestivo correcto y una
diuresis adecuada, según se constata en las anotaciones realizadas en las
notas de enfermería por los sanitarios responsables de los tres turnos con
actividad ese día y en el evolutivo médico por los facultativos responsables
de los dos turnos correspondientes. La exploración física y las constantes
valoradas se reseñaron como apropiadas y los controles analíticos mostraron
valores dentro de los límites de la normalidad. Se practicó el primer test
metabólico. En la guardia de las 20 horas (nota de enfermería y evolutivo
médico) se refirió una extravasación de vía que no se pudo resolver, sin
apreciarse ninguna alteración en la lactante.
4. El 29 de junio de 2007, a las 08:30 horas se consignó en la hoja de
enfermería el aviso inmediato a los pediatras ante la detección de un
abdomen hiperdistendido con emisión de restos gástricos biliosos por la
sonda nasogástrica, deposición con moco y restos hemáticos, diuresis
presente, palidez y mal estado general. Se constata en el evolutivo que la
niña “había pasado la noche bien, tolerando adecuadamente la alimentación
enteral con TA dentro de los límites de la normalidad, apropiadas
glucemias y tránsito (+)”. La nueva situación clínica era sugerente de
enterocolitis necrosante por lo que se procedió a su estabilización
(intubación y ventilación mecánica, perfusión intravenosa continua de
sedoanalgesia y drogas inotrópicas), añadiendo clindamicina a la
antibioterapia pautada y a la realización de pruebas diagnósticas
complementarias con carácter urgente. Existe constancia escrita de que la
paciente mantuvo las constantes vitales dentro de la normalidad en todo
momento así como que soportó adecuadamente todas las manipulaciones
precisas.
Ante el resultado de las pruebas realizadas, y en concreto ante la
evidencia radiográfica, se procedió a una nueva evaluación física de la
9
paciente, gestionándose el traslado de la paciente al Hospital 12 de
Octubre con el juicio clínico de recién nacido pretérmino (RNPT) de peso
adecuado a su edad gestacional (PAES) con sospecha de enterocolitis
necrosante (NEC) y neumoperitoneo que precisaba intervención
quirúrgica. Se registra la llegada de la UVI móvil para el traslado al
Hospital 12 de Octubre a las 12:40 horas. Asimismo existe reseña de la
información suministrada a los padres en todo momento de la gravedad del
cuadro presentado por la recién nacida.
5. El 29 de junio de 2007, a las 13:04 h ingresó en el Servicio de
Neonatología del Hospital 12 de Octubre, donde se realizó valoración
completa por Cirugía Infantil, observándose vasoconstricción cutánea y
distensión abdominal dolorosa a la palpación. Las constantes vitales estaban
mantenidas sin taquicardia y TA (tensión arterial) en el límite alto de la
normalidad. La clínica detectada y la radiografía objetivada eran
compatibles con abdomen agudo por enterocolitis necrosante con
neumoperitoneo, shock y dolor secundario a dicho proceso. Se procedió a la
estabilización de la paciente previa a la cirugía urgente indicada, con
expansores del plasma, sedoanalgesia y drogas vasoactivas.
6. El 29 de junio de 2007 a las 18:15 h entró en quirófano para
laparotomía urgente, durante el curso de la cual y según las anotaciones
efectuadas en el historial clínico (hoja circulante de quirófano, hoja
operatoria, evolutivo médico, hoja de enfermería), se observó “líquido
peritoneal sucio, marronáceo y maloliente con asas intestinales con muy
mal color, áreas de necrosis, neumatosis y una perforación, colon y
estómago necrótico (coloración negruzca), mesentereo isquémico”.
Ante la imposibilidad de realizar osteotomía de descarga dado el estado
de isquemia-necrosis de prácticamente todo el estómago, intestino delgado
y grueso, se procedió a instalar drenajes abdominales cerrando el abdomen
con malla de Gore-tex, dejando abierta una nueva valoración quirúrgica
10
que señalase la viabilidad gastrointestinal ante la evidencia de una
gastroenterocolitis necrosante masiva. Se pautó sedoanalgesia. Se mantuvo
la estabilidad respiratoria (intubación aérea), hemodinámica (dopamina a
dosis bajas) y metabólica precisándose la transfusión de tres concentrados
de hematíes y uno de plaquetas. Se pautó continuación de la antibioterapia
establecida previamente (ampicilina 7 días y clindamicina- gentamicina 10
días) y nutrición parenteral a través de catéteres centrales (arteria femoral
izquierda, umbilical y epicutáneo central). La paciente, según las reseñas
del evolutivo médico, mantuvo la estabilidad clínica, con buenas tensiones
y diuresis positivas.
7. El 30 de junio de 2007, tras exploración completa, se consignó que la
paciente tuvo un postoperatorio estable todo el día, con buenas diuresis y
tensiones mantenidas, aunque con ligera tendencia a la hipotensión en
probable relación con hipovolemia por tercer espacio. Se registró una
extubación accidental que se resolvió sin incidencias. Se transfundió un
concentrado de hematíes.
8. El 1 de julio de 2007, la evaluación física realizada evidenció que la
niña mantuvo estabilidad clínica, emitiendo escasos restos por sonda y
drenajes y con mejoría en la diuresis, sin signos de infección.
9. El 2 de julio de 2007, la situación clínica se encontraba estabilizada.
La niña precisó transfusión de un “pool” de plaquetas.
10. El 3 de julio de 2007 se realizó reintervención quirúrgica para
efectuar la valoración de la viabilidad del tubo digestivo, durante la que
puso de evidencia “un intestino de color amarillento con alguna bulla algo
más vascularizada, no se ve zona para realizar la derivación por lo que
se dejan de nuevo drenajes y se coloca malla de Gore-tex en músculo”. En
los controles físicos y analíticos efectuados por la tarde y noche se registró
la situación de la paciente como estable.
11
11. El 4 de julio de 2007 continuó la situación clínica estacionaria, con
normalización de parámetros hemáticos hasta el 5 de julio de 2007. Se
realizaron los ajustes pertinentes según los hallazgos analíticos de las
pruebas que se realizaban diariamente. La exploración física reveló un
abdomen con mejor aspecto.
12. El 5 de julio de 2007 se realizó interconsulta al Servicio de
Cardiología.
13. El 6 de julio de 2007 se registra un empeoramiento de la paciente,
con reacción leucemioide hemática y emisión de abundantes restos
fecaloideos con prolapso de un asa intestinal de mal aspecto entre drenaje y
piel que precisó intervención del Servicio de Cirugía. El resto de las
pruebas analíticas rutinarias realizadas se consignaron como dentro de la
normalidad.
14. El 7 de julio de 2007, aun manteniendo las constantes vitales
adecuadamente y precisando mínima asistencia respiratoria, se objetivó
salida de restos fecaloideos con restos de epiplón por ambos drenajes y
permanencia de la reacción leucemioide con plaquetas normales en el
hemograma, con resto de las pruebas analíticas rutinarias dentro de la
normalidad.
15. El 8 de julio de 2007 tiene lugar la salida espontánea del drenaje
derecho, que el cirujano decidió no reponer. La paciente continuaba
estabilizada con emisión de restos fecaloideos muy abundantes e
incremento de la distensión abdominal. Las pruebas analíticas de control
rutinario realizadas se mantuvieron dentro de los límites de la normalidad.
16. El 9 de julio de 2007, con la finalidad de una nueva valoración, se
realizó la tercera intervención quirúrgica que puso en evidencia la mala
evolución del cuadro hacia la necrosis generalizada gastrointestinal con la
reseña de “asas digeridas completamente con zonas de plastrón en la región
12
del drenaje izquierdo”, por lo que se procedió a cerrar de nuevo con malla
y con drenajes. El estudio anatomopatológico de las piezas operatorias
confirmaron el diagnóstico de gastroenterocolitis masiva. Se consignó en el
evolutivo médico la conversación mantenida con los padres de la paciente
sobre la conveniencia de LET (limitación del esfuerzo terapéutico). Las
pruebas analíticas de control realizadas se mostraron aún dentro de los
perfiles de la normalidad
17. El 10 de julio de 2007 se reseña en el evolutivo el diagnóstico de
necrosis enteral masiva inviable con estabilidad respiratoria, hemodinámica
y metabólica y la continuación de las medidas de LET/confort. Los padres
expresaron el deseo de donar los órganos, pero fueron informados de la
imposibilidad de efectuarlo por no haberse producido la muerte cerebral.
Éstos dieron el consentimiento para la extubación de la paciente al día
siguiente.
18. El 11 de julio de 2007, la situación era estacionaria con
empeoramiento lentamente progresivo clínico y analítico que precisó
incremento de la analgesia y sedación. Al tener la madre que ser ingresada
por problema ginecológico, se demoró la extubación para que ésta la
pudiese acompañar en el acto.
19. El 12 de julio de 2007, con el consentimiento de los padres se
procedió a la extubación continuando las medidas de confort sanitarias y
sedoanalgesia.
20. El 13 de julio de 2007 a la 1:30 horas tuvo lugar el exitus. Del
estudio necrópsico se extrajo el informe de “Enterocolitis necrotizante
masiva que afecta a todo el intestino delgado y grueso con peritonitis y
adherencias viscerales múltiples estado post-laparotomia en hipocondrio
derecho. Hemorragias focales pulmonares bilaterales y congestión
generalizada de órganos viscerales. Sistema nervioso central sin lesiones
relevantes”, determinando como causa de la muerte la enterocolitis
13
necrotizante masiva secundaria a prematuridad, reseñado éste como
padecimiento principal (causa inmediata: enfermedad o condición que
finalmente causa la muerte; y causa fundamental: enfermedad o lesión que
inició los hechos que condujeron a la muerte)
c) Relativos a la madre E.S.R.
1. Del 26 al 30 de junio de 2007, la madre presentó un puerperio
postparto fisiológico sin registro de incidencias ni complicaciones, siendo
dada de alta hospitalaria el 28 de junio de 2007.
2. El 1 de julio de 2007 acudió al Servicio de Urgencias del Hospital de
Getafe por cuadro febril. Allí fue diagnosticada de retención de restos
puerperales tras la realización de exploración ginecológica y las pruebas
protocolizadas (ECO Doppler, que determinó la existencia de restos
puerperales de 30 mm.).
Ante la situación personal de la paciente, con la recién nacida ingresada
en el Hospital 12 de Octubre, se decidió tratamiento farmacológico
ambulatorio (Methergin y Augmentine) y se programó un Eco-Doppler
para el día 3 de julio de 2007, que no fue efectuado al no acudir la paciente
a la cita.
3. El 4 de julio de 2007 a las 11:15 h acudió al Servicio de Urgencias
del Hospital 12 de Octubre por cuadro febril. Allí, se le practicaron
analítica completa con hemocultivo y urocultivo; ecografía, que reveló
útero en anteversión, con contenido eco-mixto compatible con restos de 34
mm, mala delimitación endometrial en cara anterior y zonas puntuales de
captación de Doppler. Tras establecer como diagnóstico “fiebre puerperal
por retención de restos” se ingresó a la paciente a cargo del Servicio de
Ginecología y Obstetricia iniciándose tratamiento antibiótico por vía
endovenosa con Unicilina, Dalacin y Gentamicina.
14
4. El 5 de julio de 2007 se realizó legrado evacuador por aspiración bajo
control ecográfico. Existe reseña de la dificultosa extracción de todos los
restos retenidos que precisó extracción de los restos con cuchara de Pinard
y legrado intracavitario con legra roma. La ecografía post-operatoria de
control que mostró útero vacío
5. El 6 de julio de 2007 se realizó reseña de persistencia de picos febriles
y, ante la posibilidad de infección por anaerobios, se realizó interconsulta
con el Servicio de Infecciosas para confirmar la pauta terapéutica correcta,
estableciéndose tratamiento con Ertapenem lg / 24 h)
6. El 7 de julio de 2007 la paciente continuaba con febrícula. Se decidió
continuar tratamiento pautado. Se le realizó un TAC abdominopélvico, que
puso de manifiesto un útero con contenido y burbujas de aire en su
interior, que en el contexto clínico de la paciente habría que valorar por
posibles cambios inflamatorios o infecciosos. No aparecía líquido libre
peritoneal, ni signos de trombosis de venas ováricas.
7. Del 8 al 10 de julio de 2007 las reseñas del evolutivo confirman la
situación clínica de la paciente como estabilizada, sin picos febriles aunque
persistiendo febrícula ocasional
8. El 11 de julio de 2007, la paciente permanece apirética. Tras
interconsulta con el Servicio de Infecciosos se restableció tratamiento oral
con Augmentine Plus 2 g / 24 h. La ecografía abdominal reveló una
imagen redondeada de 20 x 30 mm en cara posterior y canto derecho,
intensamente vascularizado de ecogenicidad similar al miometrio aunque
formando interfase con él, que no parece corresponder a restos, aunque no
puede descartarse por completo, por lo que estaría indicado realizar una
histeroscopia para descartar pólipo placentario..
15
9. El 13 de julio de 2007, la paciente es dada de alta con buen estado
general. Se pautó nueva cita en consulta de histeroscopia, manteniéndose el
tratamiento antibiótico hasta el 18 de julio de 2007.
10. El 10 de agosto de 2007 se realizó una histeroscopia visualizándose
hemicavidad derecha obliterada y hemicavidad izquierda acogida por rotos.
Se practicó limpieza parcial. El Informe de Anatomía Patológica
determinó restos deciduo-coriales abortivos.
11. El 2 de octubre de 2007 nueva histeroscopia por retención de restos
en Hospital 12 de Octubre.
12. El 3 de octubre de 2007 consulta en Servicio de Obstetricia del
Hospital 12 de Octubre para estudio hematológico de hipercoagulabilidad
y seguimiento de futuros embarazos.
QUINTO.- Obra la siguiente documentación incorporada al expediente:
1. Historias clínicas de madre e hija remitidas desde los Hospitales de
Getafe y 12 de Octubre.
2. Informe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital
Universitario de Getafe, evacuado el 15 de septiembre de 2009, en
contestación a la reclamación patrimonial interpuesta, y respecto de la
asistencia prestada en ese hospital a E.S.R. Después de referir los hechos
consignados en la historia clínica relativos a esta paciente, se afirma que
“Revisada la Historia Clínica creemos que el seguimiento y tratamiento de
la paciente fue el adecuado en todo momento. (…) a pesar de los
antecedentes ginecológicos de la paciente (útero arcuato y aborto anterior)
calificados de alto riesgo, la paciente presentó una evolución totalmente
normal en esta gestación hasta la semana 34, por lo que el seguimiento y
control obstétrico se ajustó en todo momento al protocolo. La rotura
prematura de membranas pretérmino es una complicación durante el
embarazo que no está causada por ningún mal control ni por situaciones
16
físicas que actúen como desencadenantes, tampoco tenemos ningún test o
criterio diagnóstico para predecirlo. El curso y la actuación de los
ginecólogos y matronas, durante la dilatación y el parto, fue el correcto en
todo momento, se aplicaron todas las dosis de antibiótico como profilaxis
de su infección por estreptococo B. El parto mediante espátulas se realizó
para aliviar el expulsivo, no se puede hablar de parto complicado, ni se
refiere en la historia que existiesen desgarros vaginales. Lo que se suturó
fue la episiotomía, la cual se realiza de forma sistemática en todos los
partos instrumentales. Creemos que desde el punto de vista obstétrico, se
actuó correctamente y bajo protocolo durante todo el periodo de dilatación,
parto y puerperio inmediato de la paciente”.
3. Informe del Servicio de Pediatría del Hospital de Getafe, suscrito
conjuntamente por tres médicos neonatólogos de ese servicio el 13 de
noviembre de 2009. En conclusiones, y tras citar los antecedentes clínicos
de interés, se recogen, en lo que aquí interesa, las siguientes afirmaciones:
“1º. Dado que se mantuvo a la paciente a dieta absoluta durante las
primeras 24 horas de vida tras el nacimiento, iniciándose entonces con
ruidos intestinales presentes, emisión de deposición y exploración
abdominal normal, la alimentación enteral que fue adecuadamente
tolerada nos parece poco probable que el cuadro clínico que la paciente
presentó tres días después sea debido a supuestos acontecimientos pre o
intraparto.
2º. La niña se mantuvo estable, con adecuada alimentación oral,
exploración y tránsito digestivo normales, los días siguientes a su
nacimiento y hasta las primeras horas del día 29/06/2007.
3º. El cuadro se presentó de manera súbita, procediéndose a realizar
las pruebas diagnósticas y terapéuticas necesarias. La niña fue intubada,
se inició ventilación mecánica convencional, se administró sedoanalgesia,
drogas inotrópicas, antibióticos, etc. y se avisó a la coordinadora del
17
SUMMA para buscar una cama en un hospital con intensivos neonatales
y cirugía pediátrica, y realizar el traslado medicalizado, procedimientos
todos que requirieron cierto tiempo.
4º. Dada la extensión de la enfermedad (gastroenterocolitis) y la
evolución atípica del cuadro que presentó la niña, resulta necesario
realizar otras pruebas diagnósticas a la madre y/o subsiguientes hijos con
el fin de descartar alguna alteración que, transmitida de forma
hereditaria a los descendientes, pueda ser la desencadenante de cuadros
similares al que presentó C., tal y como queda reflejado en el informe
emitido por el Hospital 12 de octubre”.
4. Informe del Servicio de Neonatología del Hospital Universitario 12
de Octubre, acerca de las tres intervenciones quirúrgicas realizadas a la
menor los días 29 de junio de 2007, y posteriormente, los días 3 y 7 de
julio, así como los tratamientos y estudios diagnósticos que se le realizaron.
5. Informe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital 12 de
Octubre, acerca de la intervención realizada a E.S.R. consistente en legrado
el día 4 de julio de 2007 y de histeroscopia el siguiente 10 de agosto.
6. Informe de la Inspección Médica de 21 de junio de 2010. El informe,
minucioso y exhaustivo en el estudio de los antecedentes clínicos de la
madre y la menor fallecida, realiza una serie de consideraciones científicas
suscitadas a propósito del estudio del caso, en particular, respecto del
recién nacido pretérmino y la enterocolitis necrosante. Además de
abundante material bibliográfico consultado –citado prolijamente al final
del informe- incluye, como anexos, una serie de comentarios médicos sobre
los principales conceptos manejados para la emisión del informe: parto
prematuro/parto pretérmino; rotura de membranas (amniorrexis); infección
por estreptococo agalactiae; monitorización fetal; partograma; hipoxia
neonatal; recién nacido pretérmino; enterocolitis necrosante.
18
En el extenso apartado de conclusiones, se deja recogido en el número
6.i), como colofón del análisis de la asistencia sanitaria prestada a la menor
C.O. que “La valoración inicial así como el seguimiento y control de la
recién nacida fue absoluto, meticuloso y continuado, no detectándose
ningún evento adverso ni situación comprometida que hiciese dudar de la
buena evolución de la lactante, restando sólo el factor de la prematuridad
para adjudicar el cuadro subsiguiente de enterocolitis necrotizante masiva
y que, una vez instaurado éste, fue de tal gravedad que, a pesar de la
diligencia en la actuación sanitaria y exhaustividad de los medios
diagnósticos y terapéuticos empleados, fue totalmente irresoluble”.
Por lo que respecta a la asistencia sanitaria dispensada a la madre E.S.R.,
se hace constar en el número 6.k) que “(…) le fueron practicadas todas las
exploraciones precisas en cada momento según lo requería su situación
clínica, realizadas todas las pruebas diagnósticas pertinentes y efectuados
todos los tratamientos reglamentarios, tanto farmacológicos como
procedimentales, siendo determinantes para la situación generada las
anomalías anatómicas de la paciente (útero arcuato) que ya habían
ocasionado un aborto diferido en 2006 con la necesidad de dos legrados
terapéuticos y una histeroscopia ante la dificultad en la extracción de los
restos deciduocoriales y que posteriormente tras un nuevo parto eutócico en
2008 precisase nuevamente histeroscopia por retención, una vez más, de
restos de material decidual necrótico”.
Señala en el párrafo final de la conclusión el informe de la Inspección
Médica, que “Según lo expuesto y salvo mejor criterio, las diversas
actuaciones efectuadas por esta Médico Inspectora permiten concluir que la
asistencia sanitaria prestada a E.S.R. y a C.O.S., se ha ajustado siempre
a la lex artis, evidenciándose, tanto respecto a la madre como respecto a la
hija, un adecuado cumplimiento de los procedimientos diagnósticos y
terapéuticos considerados obligatorios según los protocolos establecidos
universalmente para las sintomatologías objetivadas en las referidas
19
pacientes, como en el seguimiento realizado durante el ingreso de ambas en
los respectivos centros hospitalarios”.
En fin, concluye, “la evolución fatal de C.O.S. y las complicaciones
clínicas sufridas por E.S.R. pueden ser adjudicadas plenamente a
circunstancias previas y/o adversas de las propias pacientes
(prematuridad en la hija, útero arcuato en la madre) y no a una
inadecuada o negligente práctica profesional, pues no ha existido en
ningún momento ni incorrecta consideración del estado previo, ni falta de
atención sanitaria, ni escasez en la realización de pruebas diagnósticas, ni
tardanza en las actuaciones efectuadas, ni falta de agotamiento de los
recursos existentes según el estado de la ciencia actual”.
SEXTO.- Concluida la tramitación del expediente, por la viceconsejera
de Asistencia Sanitaria –por delegación de la secretaria general del Servicio
Madrileño de Salud, según Resolución 26/2010, de 28 de julio- se dictó
propuesta de resolución en fecha 11 de enero de 2011, en que se desestima
la reclamación indemnizatoria presentada por considerar que, “todos los
profesionales que atendieron tanto a la madre como a la hija, lo hicieron
de manera adecuada poniéndose a disposición de éstas todos los medios
necesarios para la resolución de su proceso, de acuerdo con la «lex artis ad
hoc», no evidenciándose signos de mala praxis en ninguna de las
actuaciones. En este caso concreto, se ha realizado un adecuado
cumplimiento de los procedimientos diagnósticos y terapéuticos considerados
obligatorios por la técnica actual, en función de la diversa sintomatología
acaecida con cada una de las pacientes”.
Dicha propuesta de resolución ha sido informada favorablemente por el
Servicio Jurídico en la Consejería de Sanidad el pasado 3 de febrero de
2011. En este informe, se señala que “a la luz de los informes de la
Inspección Médica así como de los datos obrantes en la Historia Clínica,
se desprende que la asistencia sanitaria que les fue prestada fue conforme a
20
la «lex artis», y que el fallecimiento de la niña y la evolución postparto de
la madre no se debió a un negligente o inadecuado seguimiento médico”.
A los hechos anteriores, les son de aplicación las siguientes
CONSIDERACIONES EN DERECHO
PRIMERA.- Es preceptiva la solicitud y emisión de dictamen por la
Comisión Permanente del Consejo Consultivo, de acuerdo con el artículo
13.1.f).1º de la Ley 6/2007, de 21 de diciembre, reguladora del Consejo
Consultivo de la Comunidad de Madrid, conforme al cual este órgano
deberá ser consultado en el caso de “Expedientes tramitados por la
Comunidad de Madrid, las entidades locales y las universidades públicas
sobre: 1.º Reclamaciones de responsabilidad patrimonial, cuando la
cantidad reclamada sea igual o superior a 15.000 euros o cuando la
cuantía sea indeterminada”.
En el caso que nos ocupa, la reclamación patrimonial presentada se ha
cifrado por el reclamante en 300.000 euros, por lo que resulta preceptivo
el dictamen del Consejo Consultivo.
El dictamen ha sido recabado de órgano legitimado para ello –el
consejero de Sanidad-, a tenor del artículo 14.1 de la misma Ley.
La competencia para resolver los procedimientos sobre responsabilidad
patrimonial corresponde al consejero de Sanidad, en virtud de lo
establecido en el artículo 55.2 de la Ley 1/1983, de 13 de diciembre, de
Gobierno y Administración de la Comunidad de Madrid. La tramitación
incumbía antes al director general del Servicio Madrileño de Salud según el
artículo 27.2.h) del Decreto 14/2005, de 27 enero, si bien tales
competencias de tramitación han sido atribuidas al viceconsejero de
21
Asistencia Sanitaria, por el artículo 23.2.h) del Decreto 24/2008, de 3 de
abril.
SEGUNDA.- Los reclamantes solicitan indemnización por los daños y
perjuicios que se les han causado por la muerte de su hija. El daño que se
les habría irrogado a los reclamantes sería, pues, de índole moral. A este
respecto, como tiene declarado abundantísima jurisprudencia, la
indemnización a favor de los perjudicados en caso de fallecimiento de una
persona se fija «iure proprio», es decir, por el perjuicio personal causado a
quien se encontraba con el difunto vinculado con un lazo de parentesco,
afectividad o convivencia, y que, precisamente por ese fallecimiento, sufre
un daño susceptible de indemnización, daño que se califica de daño moral.
El daño moral es un daño personalísimo, que sólo puede ser reclamado por
quien lo sufre, o por un tercero, siempre que aquél le hubiera conferido su
representación o, en el caso de ser menor o incapacitado, ostente su
representación legal (vid. por todas, la Sentencia del Tribunal Supremo –
Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 6ª- de 30 de diciembre de
2002).
Concurriendo en los reclamantes la condición de interesados (exigida por
mor de los artículos 31 y 139.1 de la LRJAP-PAC), por haber sufrido un
daño moral a consecuencia del fallecimiento de su hija –y habiendo
acreditado la existencia del vínculo paterno-filial mediante el Libro de
Familia, que aportan, junto con su escrito de reclamación-, ostentan
legitimación activa para promover la presente reclamación patrimonial.
Debe notarse, también, que además del daño moral apuntado, del tenor
del escrito de reclamación se desprende que se está solicitando
indemnización por los daños sufridos a raíz de la defectuosa asistencia
sanitaria dispensada a la madre E.S.R. en el Hospital de Getafe, donde, al
no haberle practicado una ecografía de control tras el parto, no se
22
apercibieron de la presencia de restos placentarios dentro del útero, que
obligarían a realizarle días después un legrado y posterior histeroscopia.
Se trata éste de un daño físico, respecto del cual la legitimación activa
para reclamar por razón del mismo reside exclusivamente en quien lo ha
sufrido, que es la citada E.S.R. Así pues, respecto de este último concepto
indemnizatorio, no estaría legitimado su cónyuge y padre de la menor, sino
sólo la madre, que es quien habría padecido los daños.
La legitimación pasiva resulta indiscutible que corresponde a la
Comunidad de Madrid, toda vez que el daño cuyo resarcimiento se
pretende fue supuestamente causado por personal médico integrado dentro
de la red sanitaria pública madrileña, del Hospital Universitario de Getafe
y del Hospital Universitario 12 de Octubre.
En cuanto al plazo para el ejercicio de la acción, es de un año, contado
desde que se produjo el hecho o el acto que motive la indemnización, o de
manifestarse su efecto lesivo (cfr. artículo 142.5 de la LRJAP). Añade
dicho artículo que “En caso de daños de carácter físico o psíquico a las
personas, el plazo empezará a correr desde la curación o la determinación
del alcance de las secuelas”.
En este caso, el fallecimiento de la menor C.O.S. se produjo el 12 de
julio de 2007, siendo ésta la fecha que debe tomarse en cuenta para el
cómputo del plazo de prescripción. Habiéndose interpuesto la reclamación
–según sello de registro de entrada en el Servicio Madrileño de Salud- el
11 de julio de 2008, aquélla se habría presentado dentro de plazo.
Lo mismo cabe afirmar respecto de la acción indemnizatoria ejercitada
por razón de los daños físicos sufridos por la madre. Si tomamos como dies
a quo para el cómputo del plazo de prescripción, y atendiendo a la historia
clínica, el 2 de octubre de 2007, fecha en que se le practicó una segunda
histeroscopia en el Hospital 12 de Octubre para la retirada de los restos
23
deciduocoriales que todavía quedaban en el útero, es claro que la
reclamación también se presentó dentro del plazo prescriptivo.
TERCERA.- El procedimiento para la tramitación de las reclamaciones
de responsabilidad patrimonial, de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 35 del Estatuto de Autonomía de la Comunidad de Madrid,
aprobado por Ley Orgánica 3/1983, de 25 de febrero, y artículo 55 de la
Ley 1/1983, de 13 de diciembre, de Gobierno y Administración de la
Comunidad de Madrid, se encuentra regulado en el Título X de la
LRJAP-PAC (artículos 139 y siguientes), desarrollado en el RPRP. A
este procedimiento se encuentran sujetas, en virtud de la Disposición
Adicional duodécima de la LRJAP-PAC (en redacción dada por la Ley
4/1999, de 13 de enero) y la Disposición Adicional primera del RPRP,
las entidades gestoras y servicios comunes de la Seguridad Social, sean
estatales o autonómicas, así como de las demás entidades, servicios y
organismos del Sistema Nacional de Salud.
En este caso, se han recabado y emitido informe por los Servicios de
Pediatría y de Ginecología y Obstetricia del Hospital de Getafe, y los
Servicios de Neonatología y de Ginecología y Obstetricia del Hospital 12
de Octubre, donde tuvieron lugar las asistencias sanitarias cuestionadas. La
preceptividad de estos informes resulta del artículo 10.1 del RPRP.
También se ha solicitado y evacuado informe de la Inspección Sanitaria,
trámite no preceptivo, si bien, como resulta del apartado IX.9.1 de la
Circular 3/1999, de 30 de noviembre, de la Presidencia Ejecutiva del
INSALUD, sobre Organización y Funciones de la Inspección Sanitaria cuya aplicación opera en el ámbito autonómico con carácter supletorio-, en
la Inspección Médica “elaborará los informes que le sean solicitados, en
relación con los expedientes de responsabilidad patrimonial”. Así pues, este
informe garantiza el acierto de la decisión administrativa que ponga fin al
procedimiento, constituyendo un elemento de juicio de indudable valor.
24
Asimismo, se ha dado trámite de audiencia a los interesados, de
conformidad con los artículos 84 de la LRJAP-PAC y 11 del RPRP, sin
que conste que aquéllos hayan hecho uso de su derecho a formular
alegaciones.
De todo lo anterior, cabe concluir que la instrucción del expediente ha
sido completa, sin que se haya omitido ningún trámite que tenga carácter
esencial o que resulte imprescindible para resolver.
Respecto del plazo para la resolución del procedimiento, el artículo 13.3
del RPRP, dispone que “Transcurridos seis meses desde que se inició el
procedimiento, o el plazo que resulte de añadirles periodo extraordinario
de prueba, de conformidad con el artículo 9 de este Reglamento, sin que
haya recaído resolución expresa o, en su caso, se haya formalizado el
acuerdo, podrá entenderse que la resolución es contraria a la
indemnización del particular”.
En este caso, el procedimiento se incoó el 18 de septiembre de 2008,
siendo ésta la fecha que ha de tomarse en consideración para el cómputo
del plazo de seis meses de duración del procedimiento. Luego, éste debió
haber concluido antes del 30 de marzo de 2009 (al no haberse acordado
periodo extraordinario de prueba).
Sin embargo, en este caso no se ha recabado el dictamen preceptivo de
este Consejo hasta el pasado 16 de febrero de 2011 (dos años, menos un
mes, después de la fecha en que debió haberse dictado y notificado
resolución expresa).
Pese a este llamativo retraso (injustificado, dado que el expediente no
reviste especial complejidad, y que los informes médicos solicitados fueron
evacuados todos ellos en noviembre de 2008, a excepción del de
Ginecología y Obstetricia del Hospital de Getafe, que es de 15 de
septiembre de 2009), debemos apuntar, como en otras ocasiones, a que el
25
transcurso del plazo máximo sin haberse dictado y notificado resolución
lleva a que debe entenderse desestimada la reclamación presentada por
silencio negativo, en aplicación de los artículos 142.7 de la LRJAP-PAC y
13.3 del RPRP, sin perjuicio de que subsiste la obligación de la
Administración de resolver ex artículo 42 de la misma Ley, así como de
emitir dictamen para este Consejo Consultivo.
CUARTA.- El instituto de la responsabilidad patrimonial de la
Administración se reconoce en el artículo 106.2 de la Constitución
Española de 1978, desarrollado por los artículos 139 y siguientes de la
LRJAP-PAC, y supone el reconocimiento del derecho de los particulares a
ser indemnizados de toda lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y
derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que la lesión sea
consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios
públicos.
Según abundante y reiterada jurisprudencia, para apreciar la existencia
de responsabilidad patrimonial de la Administración son precisos los
siguientes requisitos: a) La efectiva realidad del daño o perjuicio, evaluable
económicamente e individualizado con relación a una persona o grupo de
personas. b) Que el daño o lesión patrimonial sufrida por el reclamante sea
consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios
públicos, en una relación directa e inmediata y exclusiva de causa a efecto,
sin intervención de elementos extraños que pudieran alterar dicho nexo
causal. c) Ausencia de fuerza mayor, y d) Que el reclamante no tenga el
deber jurídico de soportar el daño.
La responsabilidad de la Administración es objetiva o de resultado, de
manera que lo relevante no es el proceder antijurídico de la
Administración, sino la antijuridicidad del resultado o lesión, siendo
imprescindible que exista nexo causal entre el funcionamiento normal o
anormal del servicio público y el resultado lesivo o dañoso producido. La
26
STS (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 6ª) de 5 de junio de
1998 (RJ 1998\5169), se pronunció al respecto del carácter objetivo de la
responsabilidad de la Administración, previniendo frente al riesgo de erigir
dicho principio de responsabilidad objetiva en un sistema providencialista
que llevaría a la Administración a responder de cualesquiera daños que se
produjesen como consecuencia del funcionamiento de un servicio público o
de la utilización de bienes de titularidad pública, sin exigir la presencia de
ese nexo causal de todo punto imprescindible para la apreciación de dicha
responsabilidad. El fundamento primero de dicha Sentencia se pronunciaba
en los siguientes aclaratorios términos:
“(…) esta Sala ha declarado reiteradamente que no es acorde con el
principio de responsabilidad objetiva, recogida en los artículos 40.1 de la
Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado y 139.1 de la
vigente de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común de 26 de noviembre de 1992,, la
generalización de dicha responsabilidad más allá del principio de
causalidad, aun en forma mediata, indirecta o concurrente, de manera
que, para que exista aquélla, es imprescindible la existencia de nexo causal
entre la actuación de la Administración y el resultado lesivo o dañoso
producido, que en este caso, como ha declarado la sentencia de instancia,
no puede apreciarse ya que la socialización de riesgos que justifica la
responsabilidad objetiva de la Administración cuando actúa al servicio de
los intereses generales no permite extender dicha responsabilidad hasta
cubrir cualquier evento por el mero hecho de que se produzca dentro de sus
instalaciones cuando ni éstas constituyen un riesgo en si mismas ni sus
características arquitectónicas implican la creación de tal situación de
riesgo ni, mucho menos, se ha acreditado que el accidente lesivo se haya
producido por un defecto en la conservación, cuidado o funcionamiento de
éstos, de tal manera que el hecho causal causante del accidente es ajeno por
completo al actuar de la Administración y en consecuencia ninguna
27
relación existe entre el resultado lesivo y el funcionamiento normal o
anormal del servicio público, ni de manera directa ni indirecta, inmediata
o mediata, exclusiva ni concurrente.
La prestación por la Administración de un determinado servicio
público y la titularidad por parte de aquélla de la infraestructura material
para su prestación no implica que el vigente sistema de responsabilidad
patrimonial objetiva de las Administraciones Públicas convierta a éstas en
aseguradoras universales de todos los riesgos con el fin de prevenir
cualquier eventualidad desfavorable o dañosa para los administrados que
pueda producirse con independencia del actuar administrativo, porque de
lo contrario, como pretende el recurrente, se transformaría aquél en un
sistema providencialista no contemplado en nuestro ordenamiento
jurídico”.
En el ámbito de la responsabilidad médico-sanitaria, el matiz que
presenta este instituto es que por las singularidades del servicio público de
que se trata, es que se ha introducido el concepto de la «lex artis ad hoc»
como parámetro de actuación de los profesionales sanitarios, siendo
fundamental para determinar la responsabilidad, no sólo la existencia de
lesión, en el sentido de daño antijurídico, sino también la infracción de ese
criterio básico, siendo obligación del profesional sanitario prestar la debida
asistencia y no garantizar, en todo caso, el resultado.
Además, en materia de daños causados como consecuencia de la
prestación de asistencia sanitaria, es también doctrina jurisprudencial
reiterada, por todas las sentencias de 20 de marzo de 2007 (recurso
6/7915/03), 7 de marzo de 2007 (recurso 6/5286/03), 16 de marzo de
2005 (recurso 6/3149/01) que "a la Administración no es exigible nada
más que la aplicación de las técnicas sanitarias en función del
conocimiento de la práctica médica, sin que pueda sostenerse una
responsabilidad basada en la simple producción del daño, puesto que en
28
definitiva lo que se sanciona en materia de responsabilidad sanitaria
una indebida aplicación de medios para la obtención del resultado, que
ningún caso puede exigirse que sea absolutamente beneficioso para
paciente", por lo que no cabe apreciar responsabilidad sólo por
producción de un resultado dañoso, debiendo éste reunir además
condición de antijurídico.
es
en
el
la
la
Como antes se dijo, en el caso de la responsabilidad patrimonial de la
Administración, nos hallamos en presencia de una responsabilidad objetiva,
en el ámbito de la cual la jurisprudencia se ha encargado de ir perfilando
los caracteres y requisitos que ha de reunir para poder apreciar o no su
concurrencia. Así, si la actuación de los servicios públicos sanitarios no
puede garantizar siempre un resultado favorable a la salud del paciente, por
razones obvias, se hace necesario establecer un requisito adicional que nos
permita diferenciar los casos en que debe responder la Administración
Sanitaria, de aquellos otros en los que se ha de considerar que el daño no es
antijurídico y que no procede de la actuación administrativa, sino de la
evolución de la propia patología del enfermo. Este requisito, que se debe a
la jurisprudencia y a la doctrina, sirve para establecer un límite razonable a
la aplicación rigurosa del carácter objetivo de la responsabilidad, evitando
así el riesgo de llegar a un estado providencialista que convierta a la
Administración Sanitaria en una especie de aseguradora universal de
cualquier resultado lesivo.
Pues bien, este requisito adicional y específico en materia sanitaria, no es
otro que la infracción de la «lex artis», basado en que la obligación del
profesional de la medicina es de medios y no de resultados, de tal forma que
los profesionales de la salud están obligados a prestar la atención sanitaria a
los enfermos mediante la adopción de cuantas medidas diagnósticas y
terapéuticas conozca la ciencia médica y se hallen a su alcance, no
comprometiéndose en ningún caso a la obtención de un resultado
satisfactorio, por ser contrario tanto a la naturaleza humana como a las
29
limitaciones de su arte y ciencia. Esto es, si la prestación sanitaria es
correcta y con arreglo a los conocimientos y prácticas de la ciencia médica,
se dirá que la actuación médica se ha ajustado a la «lex artis», sin que nazca
entonces responsabilidad alguna.
En este sentido, el Tribunal Supremo ha declarado que la
responsabilidad surge del carácter inadecuado de la prestación médica
dispensada, lo que ocurre cuando “no se realizan las funciones que las
técnicas de la salud aconsejan y emplean como usuales, en aplicación de la
deontología médica y del sentido común humanitario” (vid. SSTS de 14 de
diciembre de 1990, 5 y 8 de febrero de 1991, 10 de mayo y 27 de
noviembre de 1993, 9 de marzo de 1998, y 10 de octubre de 2000), a lo
que hay que añadir que ‘la violación de la «lex artis» es imprescindible
para decretar la responsabilidad de la Administración, no siendo
suficiente la relación de causa efecto entre la actividad médica y el
resultado dañoso, pues el perjuicio acaecido, pese al correcto empleo de la
lex artis, implica que el mismo no se ha podido prever o evitar según el
estado de los conocimientos de la ciencia o de la técnica existentes en el
momento” (STS de 14 de octubre de 2002).
Y a mayor abundamiento, la STS de 25 de abril de 2002 (Sala de lo
Contencioso- Administrativo), es concluyente al establecer que el posible
resultado dañoso no puede calificarse como antijurídico cuando la atención
médica es prestada con corrección desde el punto de vista técnicocientífico, añadiendo que “prestada la asistencia sanitaria con arreglo a la
regla de la buena praxis desde el punto de vista científico, la consecuencia
de la enfermedad o el padecimiento objeto de atención sanitaria no son
imputables a la actuación administrativa y por lo tanto no pueden tener la
consideración de antijurídicas”.
30
Conforme a las reglas generales aplicables en orden a la carga de la
prueba, es al reclamante a quien corresponde, de ordinario, probar tanto la
violación de la lex artis como la existencia de nexo causal.
QUINTA.- Como hemos visto en los antecedentes de hecho, la
reclamación que examinamos versa sobre dos asistencias médicas: la
prestada a la menor C.O.S., y la dispensada a su madre, y también
reclamante, E.S.R. Por seguir el mismo orden en que la reclamación está
planteada, comenzaremos tratando de la primera asistencia sanitaria puesta
en cuestión, que es la que tiene que ver con el tratamiento dispensado a la
recién nacida.
Los padres reprochan al personal sanitario del Hospital de Getafe, donde
nació su hija el 26 de junio de 2007, que no se percataran del grave estado
de salud en que se encontraba la niña el día 29, cuando acudieron a
visitarla (dado que la menor había quedado ingresada). Así, afirman que, al
llegar ese día al hospital a las 9 de la mañana, fueron informados por el
pediatra de que el estado de su hija era muy grave, considerando aquéllos
que para que la menor presentara neumoperitoneo (detectado en la
radiografía) tenía que haberse producido una perforación intestinal, y que
esto último “requiere un proceso previo de horas”. En concreto, afirman
que esa perforación se habría generado por una patología no detectada
consistente en necrosis intestinal, “posiblemente debido a una hipoxia por
el sufrimiento en el parto mal dirigido”. Por ello, entienden que
“sorprende que ni los facultativos ni las enfermeras se percataran de la
evolución tórpida de la niña antes de llegar a dicha situación clínica”.
A ello, añaden que, una vez se detectó el cuadro de abdomen agudo que
precisaba de cirugía de urgencia, no se trasladó a la menor hasta el Hospital
12 de Octubre –donde había unidad de cirugía neonatal y de intensivos
pediátricos- hasta las 12:30 horas, en vehículo medicalizado, y con el
diagnóstico de enterocolitis necrotizante. La pequeña no sería intervenida
31
en este hospital hasta las 17:00 horas, cuando, según señalan sus padres, ya
habían pasado 9 horas desde que se advirtió la gravedad del estado de salud
de la menor y la necesidad de la intervención quirúrgica.
De este breve resumen que se ha hecho de la reclamación, se desprende
que son dos los reproches que se dirigen frente a los médicos y demás
personal sanitario que atendieron a la pequeña en el Hospital de Getafe:
a)
de una parte, negligencia por no haber apreciado la evolución
negativa del estado de salud de la recién nacida, propiciando que se
precipitase la gravedad del cuadro; y,
b)
de otra, retraso en la instauración del tratamiento adecuado, una
vez se tuvo el diagnóstico de enterocolitis necrotizante que sufría la niña.
Antes de entrar en el análisis de la historia clínica e informes médicos
unidos al expediente, debemos rebatir una serie de afirmaciones interesadas
(y falsas) que se vierten en el escrito de reclamación, y que, según el
informe de la Inspección, no gozan de ningún sustento probatorio.
Según el escrito de reclamación, el parto fue muy traumático,
provocándole a la madre importante desgarro anal y vaginal, y
precisándose, además de espátulas, de realizar la maniobra de Kristeller
(ejerciendo presión sobre la tripa de la parturienta) para facilitar la
extracción del bebé.
Ciertamente, la menor nació prematuramente (en la semana 34+3 de
gestación), y en el parto se utilizaron espátulas para acelerar el expulsivo,
pero no se registraron incidencias significativas ni complicaciones
reseñables durante el parto ni tampoco durante la sutura de la episiotomía.
Así lo reflejan las anotaciones realizadas en la historia clínica de la
paciente, diciéndose expresamente a este respecto en el informe de la
Inspección (apartado 5 relativo a la “Valoración de los hechos y
32
consideraciones científicas”, subapartado a.6) que el ingreso de la menor en
la Unidad de Neonatología se pautó por prematuridad y riesgo infeccioso
(por amniorrexis –rotura de membranas- prolongada y por ser la madre
portadora de streptococus agalactiae), y no se prescribió porque el parto
fuera traumático –como se dice en la reclamación- que no lo fue.
La primera conclusión que cabe extraer de todo ello es que, por lo que
hace a esta primera decisión médica de ingresar a la niña a cargo de la
Unidad de Neonatología para tenerla sometida a un más estrecho control
en sus primeros días de vida, fue correcta y ajustada a la lex artis ad hoc,
por adecuarse a los protocolos existentes al efecto.
En cuanto al cuadro de enterocolitis necrotizante masiva que la niña
sufrió a partir del día 29 de junio, los padres sostienen que los médicos y
personal de enfermería deberían haberse apercibido de la gravedad del
cuadro, el cual suponía un proceso previo de horas, durante los cuales –se
entiende de su reclamación- la niña no estuvo adecuadamente vigilada ni
atendida.
Esta afirmación carece, como inmediatamente veremos, de ningún sostén
probatorio que la refrende.
Así, el informe del Servicio de Pediatría del Hospital de Getafe,
directamente implicado en la asistencia sanitaria puesta en entredicho,
manifiesta con rotundidad que el día 29 de junio de 2007, tras haber
realizado la niña las primeras tomas de alimentación de forma normal,
presentó a las 8:30 horas de forma súbita un cuadro de distensión
abdominal con restos biliosos y mal estado general sugerente de
enterocolitis necrosante. A partir de ese momento, se procedió a la
estabilización de la paciente, con intubación y ventilación mecánica,
perfusión intravenosa continua de analgesia y drogas inotrópicas (dopamina
y dobutamina) y antibioterapia. Una vez confirmado el diagnóstico de
enterocolitis y, dada la necesidad de cirugía pediátrica, se contactó con el
33
SUMMA para trasladar a la menor a un hospital con unidad de
neonatología (intensivos) y cirugía pediátrica, realizándose su traslado
medicalizado al Hospital 12 de Octubre.
También el informe de la Inspección coincide en que el cuadro de
abdomen agudo que presentó la pequeña tuvo un “debut hiperagudo”. A
este respecto, cita al final del informe bibliografía médica especializada a
propósito de esta patología, señalándose que la enterocolitis necrosante
“varía ampliamente en su forma de presentación, aunque
fundamentalmente tiene dos cursos clínicos bien diferenciados, según su
forma de presentación, pudiendo ser fulminante o insidiosa”.
En el caso de la niña C. es incuestionable, a la vista del informe del
Servicio, ratificado por el de la Inspección Médica y corroborado por la
literatura científica, que el inicio del cuadro tuvo lugar de forma súbita y
brusca (“inicio fulminante” o “debut hiperagudo” son las expresiones
empleadas en el informe de la Inspección), sin que ningún dato objetivo
hasta ese momento hubiera permitido presagiar la inminencia del mismo.
En concreto, sostiene la médico inspectora en la conclusión 6.i) que no se
detectó hasta entonces “ningún evento adverso ni situación comprometida
que hiciese dudar de la buena evolución de la lactante”. Por ello, “una vez
instaurado el cuadro, fue de tal gravedad que, a pesar de la diligencia en
la actuación sanitaria y exhaustividad de los medios diagnósticos y
terapéuticos empleados, que fue totalmente irresoluble”.
Descartado, pues, que el personal médico y de enfermería no tuvieran
adecuadamente controlada a la niña durante su estancia en la Unidad de
Neonatología del Hospital y que no se percataran del inicio del cuadro por
negligencia, debemos centrarnos en la adecuación a la normas de la lex artis
de los procedimientos terapéuticos seguidos para con la pequeña a partir de
la aparición súbita del cuadro de enterocolitis necrotizante.
34
Los padres de la menor sostienen que hubo un retraso en la instauración
del tratamiento quirúrgico que, añadido al tiempo en que la niña
permaneció desatendida –siempre según su reclamación-, provocó a la
postre la muerte de la misma. Así, refieren que, desde la aparición de los
primeros síntomas hasta la operación en el Hospital 12 de Octubre,
pasaron más de 9 horas. Este supuesto retraso habría tenido, según ellos,
una incidencia decisiva en el ulterior desarrollo de los acontecimientos y en
el fatal desenlace.
Esta afirmación, como la anterior, tampoco se sostiene.
Como ha quedado dicho, los médicos, una vez apreciada la severidad del
cuadro que presentó la pequeña a partir de las 8:30 horas del día 29 de
junio de 2007, se centraron en estabilizar a la menor, mediante su
intubación y ventilación mecánicas, así como mediante la perfusión
intravenosa de analgesia y drogas inotrópicas y antibioterapia. Asimismo,
procedieron a realizarle radiografía, que confirmó las sospechas de que se
trataba de una enterocolitis necrosante, que precisaba de intervención
quirúrgica de urgencia.
El traslado, en efecto, se realizó en vehículo medicalizado del SUMMA
a las 12:30 horas al Hospital 12 de Octubre. Por el Servicio de
Neonatología de este hospital, se afirma en su informe de 15 de diciembre
de 2008, que la niña llegó al hospital con el mismo tratamiento instaurado
en el Hospital de Getafe, presentando vasoconstricción cutánea y tensión
arterial en el límite alto de la normalidad, y pinzada. También presentaba
distensión abdominal con dolor y defensa a la palpación del abdomen (que
estaba a tensión). Se interpretó el cuadro clínico y radiológico como
compatible con abdomen agudo por enterocolitis necrosante con
neumoperitoneo, shock y dolor secundarios a dicho proceso.
La niña es valorada por Cirugía Infantil, que indica cirugía urgente,
previa estabilización. Hasta la subida a quirófano, se mantiene con el
35
mismo tratamiento precisando un bolo de analgesia extraordinario. Se
canalizó catéter epicutáneo central para la administración de seudoanalgesia
y drogas vasoactivas, subiendo a quirófano a la paciente a las 19:00 horas.
Respecto del supuesto retraso en la instauración del tratamiento médico
quirúrgico, queda desmentido en el informe de la Inspección. En la
conclusión 6.g), se dice que “No existió más demora en la intervención
quirúrgica realizada en el Hospital 12 de octubre, que la obligada por la
propia situación de la paciente, cuyo estado de shock seguía condicionando
su realización al incrementar los riesgos inherentes a la operación. En este
caso, se continuó actuando según la más estricta normopraxis”.
En la literatura médica especializada consultada por la autora del
informe de la Inspección Médica, se confirma la adecuación a la lex artis
de los procedimientos seguidos en el Hospital 12 de Octubre. Así, se
afirma en el último anexo del informe que “El momento adecuado para
llevar a un paciente a cirugía (por enterocolitis necrotizante) es cuando se
hace evidente la necrosis intestinal, previa a la perforación. (…) Antes de
llevar a cabo la cirugía debe hacer compensación de sus parámetros
hemodinámicas y metabólicos. La contraindicación para el manejo
quirúrgico son la coagulopatía severa, cardiopatías complejas o
descompensadas, falla respiratoria e inestabilidad hemodinámica”. Más
adelante, se dice que “En caso de no mejoría del cuadro abdominal debe
ser llevado a cirugía cuando las condiciones clínicas lo permitan”.
Así pues, no hubo tal supuesto retraso en el abordaje quirúrgico de la
enfermedad gravísima que presentó la recién nacida, sino que se hacía
preciso en primer término estabilizar a la pequeña, la cual, al encontrarse
en estado de shock según todos los informes médicos, no estaba en
condiciones de ser operada sin grave riesgo de su vida. Una vez estabilizada
la paciente, sería posible la intervención quirúrgica. La actuación médica se
puede considerar impecable, desde el punto de vista de la lex artis.
36
Dado que no se cuestiona la adecuación a la lex artis ad hoc de las
intervenciones quirúrgicas realizadas, no vamos a entrar en ellas.
En conclusión, y ciñéndonos a los términos en que aparece planteada la
reclamación, la asistencia sanitaria dispensada a C.O.S., desde la aparición
súbita de los primeros síntomas de su patología, fue del todo acorde a lo
que la ciencia prescribe en el momento actual, sin que hubiera retraso
alguno en la instauración del tratamiento adecuado. Pese a haberse puesto
todos los medios al alcance para lograr su curación, no se alcanzó el
resultado apetecido, por lo que, en consecuencia, el daño sufrido por la
muerte de la hija de los reclamantes no merece la consideración de
antijurídico.
Desde este punto de vista, se puede afirmar la falta de antijuridicidad del
daño moral sufrido por los padres derivados de la muerte de su hija. Este
carácter no antijurídico resulta del artículo 141.1 de la LRJAP-PAC, que
en su segundo inciso –cuya redacción se debe a la reforma operada por la
Ley 4/1999, de 13 de enero- establece: “No serán indemnizables los
daños que se deriven de hechos o circunstancias que no se hubiesen podido
prever o evitar según el estado de los conocimientos de la ciencia o de la
técnica existentes en el momento de producción de aquéllos (…)”.
La nueva redacción dada a este artículo ha supuesto la consagración
legal de la llamada “cláusula de los riesgos del progreso”, de la cual se hacía
eco, entre otras, la Sentencia del Tribunal Supremo (Sala 3ª) de 14 de
octubre de 2002 (RJ 2003\359): “La cláusula de los riesgos del progreso
fue incorporada a la Directiva 85/374/CEE, de 25 de julio de 1985,
y traspuesta a nuestro ordenamiento interno por los artículos 6.1.e) de la
Ley 22/1994, de 6 de julio, y 141.1 de la Ley 30/1992, de 26 de
noviembre, en la modificación introducida por la Ley 4/1999, de 13 de
enero, pero anteriormente venía siendo utilizada por la jurisprudencia
para definir el daño como no antijurídico cuando se había hecho un
37
correcto empleo de la «lex artis», entendiendo por tal el estado de los
conocimientos científicos o técnicos en el nivel más avanzado de las
investigaciones, que comprende todos los datos presentes en el circuito
informativo de la comunidad científica o técnica en su conjunto, teniendo
en cuenta las posibilidades concretas de circulación de la información”.
Del empleo de dicha cláusula dan cuenta numerosas sentencias de
nuestros Tribunales de Justicia que, a fin de evitar el recurso a los términos
en ocasiones de difícil caracterización del caso fortuito o la fuerza mayor,
recurren a esta terminología. Valga como ejemplo la Sentencia del Tribunal
Superior de Justicia de Madrid (Sala de lo Contencioso-Administrativo,
Sección 9ª) núm. 257/2008, de 24 de marzo (JUR 2008\284875), que
afirma que “Son daños indemnizables los que sean evitables con arreglo al
estado de los conocimientos de la ciencia médica al tiempo de los hechos”.
En el concreto caso de la menor C., ha quedado evidenciado del relato de
hechos que antecede, que el personal médico y de enfermería puso al
alcance de su curación todos los medios que la ciencia médica tiene a su
disposición en el momento actual, pese a lo cual no pudo lograrse que la
niña superara el grave cuadro de enterocolitis necrosante que la aquejaba, y
que acabó con su vida.
SEXTA.- Una vez examinada la asistencia médica prestada a la recién
nacida, y habiendo concluido en la adecuación a la lex artis de la actuación
sanitaria, debemos centrar nuestra atención en la madre de la menor, que
también recrimina a los profesionales sanitarios que la atendieron un
defectuoso tratamiento en el seguimiento inmediato de su parto. Así, alega
que, tras dar a luz, y pese a sus antecedentes personales de útero arcuato y
aborto que precisó legrado en dos ocasiones, no se le practicó ecografía para
comprobar que no quedaban restos puerperales. A los pocos días de recibir
el alta hospitalaria, la paciente, en efecto, hubo de volver al hospital por
fiebre, y el doppler que se le realizó puso de manifiesto la presencia de
38
restos de placenta en el útero, que precisarían para su extracción de legrado
y de dos histeroscopias.
Para comprobar la verdad de estas afirmaciones, debemos acudir a las
anotaciones realizadas en la historia clínica.
E.S.R., tras el parto de su hija C. en el Hospital de Getafe, fue dada de
alta el 28 de junio de 2007. El 1 de julio siguiente precisó acudir a
Urgencias del mismo hospital por presentar fiebre, revelando el ecodoppler que quedaban en el útero restos puerperales. Dada la situación
personal de la paciente, con su hija ingresada en el Hospital 12 de Octubre,
se pautó tratamiento antibiótico de forma ambulatoria (con methergin y
augmentine), programándose un eco-doppler para el 3 de julio siguiente.
La paciente no acudió a la cita.
El 4 de julio de 2007 la paciente acudió nuevamente al Servicio de
Urgencias, esta vez del Hospital 12 de Octubre, por presentar cuadro
febril. En la ecografía realizada, se visualizó un útero en anteversión, con
contenido eco-mixto compatible con restos puerperales de 34 mm. La
paciente quedó ingresada a cargo del Servicio de Ginecología y Obstetricia.
Resumiremos a continuación los hitos fundamentales de su proceso
asistencial: una vez ingresada, se le practicó legrado evacuador el 5 de julio,
existiendo la anotación en la historia de lo dificultoso de la extracción. El 6
de julio, ante la persistencia de picos febriles, se realizó interconsulta al
Servicio de Infecciosos para establecer que la pauta terapéutica era la
correcta. El 7 de julio, la paciente seguía con febrícula, continuándose con
el mismo tratamiento. Ese mismo día se le practicó también un TAC
abdomino-pélvico. Del 8 al 10 de julio, la situación clínica de la paciente se
mantuvo estabilizada, si bien persistía la febrícula ocasional. El 11 de julio,
al estar la enferma apirética (sin fiebre), y tras consulta con Infecciosos, se
volvió a pautar tratamiento con Augmentine Plus, y se le realizó una
ecografía abdominal. La paciente fue finalmente dada de alta el 13 de julio
39
de 2007, prescribiéndose el tratamiento antibiótico hasta el día 18 del
mismo mes. Finalmente, se le practicaría una histeroscopia el día 10 de
agosto de 2007, en la que se practicó limpieza parcial del útero,
determinando el informe de Anatomía Patológica la presencia de restos
deciduo-coriales abortivos. La histeroscopia habría de repetirse también el
día 2 de octubre de 2007 en el Hospital 12 de Octubre, por retención de
restos.
A la vista de lo expuesto, es evidente que el seguimiento de la paciente
tras el parto fue exhaustivo: se le practicaron todas las pruebas que se
consideraron precisas en cada momento, a medida que lo requería su
situación clínica. Asimismo, se le fue pautando el tratamiento
farmacológico adecuado, y que permitió que superara la infección por
presencia de residuos deciduo-coriales en el útero.
La propia morfología del útero de la paciente fue, en efecto, la que
condicionó la realización de legrado y de dos histeroscopias. Lo dificultoso
de la extracción de los restos placentarios se ve confirmado también por sus
antecedentes personales –había tenido aborto anterior en 2006 que precisó
de legrado y de histeroscopia-, y porque la misma tuvo un nuevo parto
eutócico en 2008 –según informe de la Inspección Médica- que precisó
igualmente de histeroscopia por retención de restos de material decidual
necrótico.
En definitiva, pues, la actuación de los servicios médicos se puede
considerar irreprochable desde el punto de vista de adecuación de los
procedimientos a la lex artis ad hoc, viniendo condicionado el tratamiento
dispensado a la paciente por las anomalías anatómicas de su útero (arcuato),
como lo pone de manifiesto el análisis de su historia clínica. No existe,
pues, relación de causalidad entre los daños que dice haber sufrido la
paciente –la cual, por otra parte, fue tratada con éxito de su patología,
40
como lo demuestra que tuvo un parto posterior en 2008- y la actuación de
los servicios sanitarios.
A la vista de todo lo anterior, el Consejo Consultivo formula la siguiente
CONCLUSIÓN
La reclamación de responsabilidad patrimonial presentada debe ser
desestimada.
A la vista de todo lo expuesto, el Órgano consultante resolverá según su
recto saber y entender, dando cuenta de lo actuado, en el plazo de quince
días, a este Consejo de conformidad con lo establecido en el artículo 3.7 del
Decreto 26/2008, de 10 de abril, por el que se aprueba el Reglamento
Orgánico del Consejo Consultivo.
Madrid, 23 de marzo de 2011
41
Descargar