Poder Judicial de la Nación Neuquén, 30 de diciembre de 2009. Y VISTOS: Para dictar sentencia en los presentes caratulados: “TAPIA, JOSÉ GABINO C/ LAMUNIERE, DANIEL A. Y OTROS S/ ORDINARIO”, Expte. Nº 80, Folio 22, Año 2005, de los que RESULTA: 1) Que a fs. 6/19 comparece el Sr. José Gabino Tapia, Primera a iniciar, Instancia ordinaria de de por San daños y ante Carlos el de perjuicios Juzgado Federal Bariloche, contra la de acción Universidad Nacional del Comahue y contra el Sr. Andrés Daniel Lamuniere persiguiendo el cobro de la suma de $ 500.000 derivados del fallecimiento de su hijo Mario Sebastián Tapia acaecido el 1º de septiembre de 2002 en el Cerro Ventana de la localidad de Bariloche. Citan en garantía a Sancor Cooperativa de Seguros USO OFICIAL Ltda. en los términos del art. 118 de la ley 17.418. Relata el actor que su hijo inició en marzo de 2002 el cursado de la carrera de Profesorado Nacional de Educación Física en el Centro Regional Universitario Bariloche de la Universidad Nacional del Comahue, que en su primer año incluía la materia denominada “Caminatas de Montaña”. Expresa que durante una clase práctica que consistió en una salida a la montaña, el grupo se dividió en comisiones, quedando diversos docentes a cargo de cada una de ellas. Su descendiente, agrega, fue incluido en la Comisión B, en una división -de las tres en que se separó- a cargo del Sr. Andrés Lamuniere. Relata comisiones Horrible” que partieron ubicado el 31 hacia en las de un agosto lugar de 2002 conocido naciente del río al siguiente, todas como las “Villa Ñireco, donde realizaron prácticas. Manifiesta que día de mañana, iniciaron el regreso produciéndose aproximadamente alrededor de las 16 horas un desprendimiento violento de nieve que alcanzó a un grupo de quince alumnos conducidos por el Profesor Lamuniere, como consecuencia del cual fallece Mario Sebastián. En alumnos, demandado. el hecho, se indica, sobreviviendo en cambio fallecieron al evento otros el ocho Profesor Expone que se instruyó una causa penal de oficio por ante el Juzgado Federal de San Carlos de Bariloche, en la cual se ordenó practicar la autopsia sobre el cuerpo de las víctimas fatales. La demanda apunta a obtener el resarcimiento de los daños y perjuicios sufridos, entendiendo la actora que el Sr. Andrés Lamuniere debe responder extracontractualmente en el marco del art. 1109 del C.C. mientras que el deber indemnizatorio de la Casa de Altos Estudios tendría su causa en el art. 1113 del C.C. en virtud de la responsabilidad indirecta del principal por los hechos de sus dependientes. Integró su reclamo el resarcimiento de la pérdida de la chance, configurada por la colaboración futura y asistencia en la vejez que el actor aspiraba a lograr de su hijo, que valuó en $ 150.000. También se reclama la suma de $ 350.000 en concepto de daño moral. Ofrece prueba y pide que oportunamente se haga lugar a la demanda interpuesta, con intereses y costas. 2) A fs. 26 el Tribunal de origen declaró habilitada la instancia judicial y dispuso correr traslado de la demanda, lo que motivó a fs. 33/36 la interposición de una revocatoria por cuestionando aquélla rechazado la -tras actuaciones en Universidad decisión, ser este Nacional recurso sustanciado, Juzgado- a y fs. del Comahue que fue ya radicadas 168/172, finalmente en las decisión confirmada por la Alzada a fs. 210/211. 3) Habiéndose corrido traslado de la acción, la Universidad Nacional del Comahue contesta la demanda en su contra instaurada a fs. 66/74, por medio de sus apoderados. Tras habilitación instituto reeditar de de la la la cuestión instancia judicial, excepción de atinente esta vez incompetencia, a la bajo el negó haber incumplido obligación de seguridad alguna a su cargo. Negó asimismo que el Sr. Lamuniere se hubiese conducido con culpa en el evento dañoso, así como la relación de éste último con la Casa de Estudios encuadre bajo el concepto jurídico de “dependencia”, pese a admitir que era docente de la Universidad. Negó igualmente la entidad de los daños reclamados. Reconoció en cambio que el fallecido era alumno del establecimiento educativo, y que la actividad que estaba Poder Judicial de la Nación desarrollando al momento de sufrir el infortunio correspondía a una práctica de la currícula de la carrera de Profesorado de Educación Física, admitiendo que los hechos sucedieron con las salvedades apuntadas- del modo relatado en el escrito inicial. Alegó como eximente el caso fortuito, señalando que el accidente constituyó una fatalidad imposible de evitar como consecuencia de un fenómeno natural, sin que hubiese mediado acto alguno de imprudencia que hubiese desencadenado el hecho dañoso. Impugna la indemnización pretendida en concepto de pérdida de la chance, cuestionando que ella haya sido calculada en forma directa sin ninguna base de cálculo que justifique el importe, sugiriendo que ella fue tal vez calculada en función de una operación matemática no expresada USO OFICIAL de multiplicación de haberes que hubiere percibido víctima, en la que posiblemente no se haya computado la el componente financiero, y en la cual también posiblemente, se haya considerado la ayuda del hijo como si se hermanos-. hubiese tratase Asegura percibido residencia de un hijo único por lo demás que la habitual fallecido hacia su padre víctima (ciudad del de -cuando la hecho San tenía dos retribución que en Carlos su de lugar de Bariloche, Provincia de Río Negro), hubiese rondado los $ 800, que es el salario mensual promedio de un Profesor de Educación Física. En cuanto al daño moral, opina que el monto del resarcimiento no puede ser superior al que se otorgue por el daño emergente, considerando desproporcionado el importe reclamado. Finalmente, pide que se morigere el monto de la indemnización o que se lo autorice eventualmente a abonarla en cuotas o en un plazo extendido, 1069 del Código Civil, por en el tratarse la marco del art. demandada de una institución de educación pública y gratuita. Ofrece prueba, cita en garantía a Sancor Cooperativa de Seguros Ltda., funda su derecho y pide que oportunamente se rechace la demanda en todas sus partes, con costas. 4) Por su lado, a fs. 57/63 se hace parte la compañía aseguradora a contestar la citación en garantía que se le dirigiera, lo que hace por medio de su apoderado. Reconoció entre la existencia del contrato de seguro Nacional del Comahue y Sancor Universidad Cooperativa 60570 la de Seguros referencia Ltda., 53892, instrumentado aseverando que su en póliza nº responsabilidad queda limitada a los términos del contrato, que contempla franquicias y límites que deben ser soportados por la asegurada. Asegura que esa limitación de su responsabilidad es oponible no sólo a la cocontratante sino también a la víctima del hecho, citando jurisprudencia que así lo decidiera. Señala que la póliza en cuestión tenía contratada una suma asegurada para este hecho específico (actividades académicas desarrolladas en el profesorado de educación física) de $ 200.000 por acontecimiento, con un sublímite de $ 50.000 por persona y por evento. Además, agrega, se convino una franquicia a cargo de la asegurada de $ 1.000 por persona para cada pago indemnizatorio que tenga su origen en reclamos efectuados por terceros físicas, muerte o incapacidad. con motivo de lesiones Sostiene así que en el caso, el límite máximo de la cobertura es de $ 196.000, suma que asegura haber depositado en los autos caratulados: “LÓPEZ, JULIO OSCAR Y OTRA C/ UNIVERSIDAD NACIONAL DEL COMAHUE Y OTRO S/ ORDINARIO” (Expte. Nº 11, Folio 308, Año 2003), a los que solicita se acumulen los presentes. Cedió además a la asegurada la dirección del proceso, solicitando que se la exima de las costas en el marco del art. 110 de la Ley de Seguros. Destaca que no corresponde a su parte afrontar los gastos del proceso sino a la Universidad demandada, que fue quien con su conducta dio lugar al proceso. Pone de resalto que en la cláusula tercera de las Condiciones Generales del contrato de seguro se dejó asentado que la suma Particulares asegurada del estipulada contrato en representa las el Condiciones límite de la responsabilidad que asume el asegurador por evento, e incluye los honorarios, costos, intereses y otros. Ofrece conformidad con prueba el y pide depósito que dado en en caso de brindarse consignación, se desvincule a la aseguradora del proceso, y en caso contrario, se dicte sentencia haciendo lugar al pago por consignación, Poder Judicial de la Nación con costas -pese a que, según certifica en este estado la Actuaria, a fs. 237 de los autos “LÓPEZ, JULIO OSCAR Y OTRA C/ UNIVERSIDAD NACIONAL DEL COMAHUE Y OTRO S/ ORDINARIO” (Expte. Nº 11, Folio 308, Año 2003), que tengo a la vista, Sancor Cooperativa de Seguros Ltda. aclaró, a Tribunal que no ejerció acción de pago por pedido del consignación alguna a la que pudiere hacerse lugar, desvirtuando de tal manera la solicitud formulada en el petitorio-. 5) A su turno, a fs. 136/143 comparece el Sr. Andrés Daniel Lamuniere a contestar la demanda, negando su responsabilidad en las causas que originaron el accidente protagonizado en el Cerro Ventana el 1º de septiembre de 2002 a las 16 horas, durante la salida práctica de la Cátedra “Caminatas de Montaña” del Centro Regional Universitario Bariloche. USO OFICIAL Negó haber actuado con culpa o imprudencia en tal ocasión, negando igualmente que un alud de barro y nieve pueda ser evitado por persona alguna. Negó la existencia de los daños reclamados. Se explayó sobre el concepto de culpa, explicando que ella se configura cuando se omite el cumplimiento de los deberes jurídicos de cuidado, sin que la ley exija de las personas actitudes más allá de lo prudente, tal como resultaría, por caso, la metodología del análisis del sondeo por golpe y del perfil estratégico para dictaminar por dicho método el estado del manto níveo, que fue considerado en la causa penal como un elemento indispensable para el análisis de la estabilidad de la nieve acumulada. Entendió desmesurado que se pretenda del guía una conducta semejante, pues ello excede a su juicio el marco normativo de lo que es prudente. Analizó luego las conclusiones a las que arribaron los peritos ténicos criticándolas y expertos sí, en antecedentes intervinientes objetando de para igualmente traer accidentes a en la la idoneidad colación ocurridos en causa luego penal, de los diversos actividades de montaña en la zona de San Carlos de Bariloche, para destacar la diferencia del trato dado judicialmente a uno y otro supuesto. Destacó que las actividades de montaña conllevan un riesgo propio que es aceptado por quienes libremente eligen la carrera que las incluyen, por lo que el deber de seguridad del establecimiento educativo circustancias. Señaló necesariamente es que debe el exacta acotarse riesgo la es a tales variable apreciación previa y no de su magnitud. Sostuvo que el guía no crea el riesgo, sino que éste surge del ambiente, tratándose de un riesgo consentido por el alumno. Alegó finalmente que el nexo causal entre el hecho y el daño fue interrumpido por el caso fortuito o de fuerza mayor constituido por la avalancha de nieve y agua, negando en definitiva que el hecho pudiese haber sido previsto, y que no lo hubiese sido por haber actuado con culpa, elemento éste que juzga ausente 6) A en su conducta. fs. 162/163 el Juzgado de origen acumular las presentses actuaciones a los autos “LÓPEZ, JULIO OSCAR Y OTRA C/ UNIVERSIDAD dispuso caratulados NACIONAL DEL COMAHUE Y OTRO S/ ORDINARIO” (Expte. Nº 11, Folio 308, Año 2003), Primera que tramitaban Instancia radicación de la Nº causa por 1 ante de en este Juzgado Neuquén, este lo Tribunal que Federal de motivó la (cfr. fs. 167), mantenida por la Alzada luego de la posterior desacumulación que de aquella causa ella misma dispusiera (ver fs. 349/354 y 371). 7) A fs. 244/246 se celebró la audiencia prelimiar fijada por el art. 360 del CPCyC, y fracasada la instancia conciliatoria, se declaró allí mismo la apertura del período probatorio, habiéndose producido las siguientes medidas: agregación de documental en poder de la Universidad Nacional del Comahue (fs. 256/268); pericia socio ambiental (fs. 278/279); informativa al Correo Argentino (fs. 292/293), al Consejo Provincial de Educación de la Provincia de Río Negro (fs. 301/303) y al Centro Regional Universitario Bariloche de la UNCo (fs. 324); confesional del demandado Lamuniere (fs. 313) y la testimonial de la Sra. Ilda Alicia Nieto (fs. 314), clausurándose el período respectivo a fs. 327. Agregado a fs. 334/335 el alegato producido por Sancor Cooperativa de Seguros Ltda., a fs. 342/343 el de la Universidad Nacional del Comahue, a fs. 339/340 el de la actora, sin que el demandado Lamuniere hiciera lo propio, a fs. 381 se llamó AUTOS para dictar sentencia; y CONSIDERANDO: I. Que el Sr. José Gabino Tapia reclama los daños y perjuicios ocasionados por la muerte de Poder Judicial de la Nación su hijo Mario Sebastián Tapia como consecuencia del accidente sufrido el 1º de septiembre de 2002 en el Cerro Ventana, en ocasión de asistir el difunto a una práctica de la materia “Caminatas de Montaña” dirigida por el demandado Andrés Daniel Lamuniere, quien se encontraba a cargo del grupo de alumnos en su condición de docente de la Universidad Nacional del Comahue, oportunidad en la cual se produjo una avalancha que produjo la muerte del nombrado así como de otros ocho alumnos del centro educativo. Atribuye la responsabilidad del evento al Sr. Lamuniere, en el marco del art. 1109 del Código Civil -por considerar que obró con culpa en el evento al incumplir con los deberes de cuidado que le hubiesen permitido evitar el hecho- y a la Universidad Nacional del Comahue, en su condición de empleadora de aquél (art. 1113 del C.C.). USO OFICIAL Asimismo, citó en garantía a la aseguradora del establecimiento educativo. Al contestar demanda, el Sr. Lamuniere negó haber obrado con culpa en la producción del evento, alegando la existencia de un caso fortuito (avalancha) que no pudo ser previsto. Negó la existencia de los daños reclamados. La Universidad negó igualmente la presencia de culpa en el obrar del Sr. Lamuniere, invocando también la configuración del caso fortuito, negando -sin dar mayores explicaciones- que el Sr. Lamuniere fuere su dependiente en términos jurídicos Casa de -pese a reconocer que era docente de la Estudios-. Cuestionó igualmente la existencia y extensión de los perjuicios invocados. La aseguradora, por su parte, aceptó la vigencia del contrato de seguro celebrado con la Universidad, invocando en su defensa la limitación de la responabilidad pactada en la suma de $ 200.000 por evento (con un sublímite de $ 50.000 por persona), depositando dicha suma en los autos “LÓPEZ, JULIO OSCAR Y OTRA C/ UNIVERSIDAD NACIONAL DEL COMAHUE Y OTRO S/ ORDINARIO” (Expte. Nº 11, Folio 308, Año 2003) -menos asegurada- en la franquicia pago a quien de $ 4.000 corresponda, a cargo de solicitando la ser eximida del pago de las costas en atención a lo establecido por el art. 110 de la Ley de Seguros. Este ha sido el modo en que la litis ha quedado trabada, sintéticamente reseñado. II. Al resolver la cuestión atinente a la habilitación de la instancia, a fs. 168/172, tuve ocasión de sostener -en opinión que en esta instancia se mantiene- que el actor, padre del menor Mario Sebastián Tapia fallecido en el accidente ocurrido el 1º de septiembre de 2002 en el Cerro Ventana (ubicado en las inmediaciones de la ciudad de San Carlos de Bariloche), fue ajeno a la relación contractual que vinculó al difunto alumno con la Universidad Nacional del Comahue, y que por eso, ningún incumplimiento convencional podía atribuirle a ésta, pues se los impedía el art. 1199 del Código Civil. Por ello, se estimó en aquélla oportunidad que el reclamo entablado debía ser encuadrado en el sistema de responsabilidad aquiliano -tal como fuera planteado en la demanda, y contrariamente a lo sostenido por la Universidad Nacional del Comahue-, conclusión que permitió que en esa resolución, se considerase habilitada la instacia judicial por aplicación del art. 32 inc. b) de la ley 19.549. En efecto, se mencionó allí que si se caracterizaba la oferta educativa que brinda la Universidad Nacional como un servicio público no “obligatorio” existe monopolio-, establecimiento el nexo educativo -en la medida en que no entre tendría el estudiante naturaleza y el contractual (Cfr. Marienhoff, Miguel, Tratado de Derecho Administrativo, Tomo III-B, citado por Administrativo”, Tomo Agustín Gordillo, “Tratado de Derecho 2, 2da. Edición, según la doctrina que allí se citó, alumno y el establecimiento se debe pág. VI-27), pues el vínculo entre el ubicar en la órbita convencional, tanto si es oneroso como gratuito, tanto si es con un ente estatal como privado. (“Código Civil” dirigido por Alberto Bueres y coordinado por Elena Highton, Tomo 3-B, pág. 46, Editorial Hammurabi). Pero en el caso, se recordó, la demanda no es incoada por el alumno contratante sino por su padre, por lo que se entendió necesario examinar si él integró el negocio jurídico mediante el cual la Universidad se obligó a brindar servicios educativos a su hijo. Teniendo presente que en el caso nos encontrábamos con un menor adulto (tenía 18 años al momento de su fallecimiento, según surge de fs. 1 y 3) que tenía capacidad relativa (art. 55 C.C.) -bien que para realizar los actos autorizados por la ley, entre los que no se encuentra la Poder Judicial de la Nación contratación de servicios educativos- y habiéndose mencionado en la demanda que el contrato había sido celebrado por su hijo, concluí entonces que el progenitor del menor no participó del acuerdo de voluntades que determinó que su hijo cursara sus estudios en la Universidad Nacional del Comahue. Así, habiéndose intentado la demanda por iure propio y no por iure hereditatis, se juzgó que la obligación reclamada la constituye causa fuente de la el hecho ilícito acaecido el 1º de septiembre de 2002 en la ciudad de San Carlos de Bariloche -y no en el contrato frustrado-. Éste será entonces el marco legal en el que se juzgará la responsabilidad de los demandados, que requerirá de la presencia Lamuniere), como de la culpa en el autor del condición necesaria para hecho (Sr. que nazca la responsabilidad indirecta o refleja -esta sí, fundada en un USO OFICIAL factor de atribución objetivo, la garantía- de su empleador, Universidad Nacional del Comahue (art. 1113, primer párrafo del Código Civil). Y en el punto, tal como lo admiten las partes en sus alegatos, el asunto ha quedado definitivamente zanjado por el pronunciamiento recaído en sede penal en la causa caratulada “LAMUNIERE, ANDRÉS DANIEL S/ DELITO CONTRA LAS PERSONAS”, Expte. Nº 444/148/2003 del Tribunal Oral en lo Criminal Federal de la ciudad de General Roca, Provincia de Río Negro, agregada por cuerda a los autos “LÓPEZ, JULIO OSCAR Y OTRA C/ UNIVERSIDAD NACIONAL DEL COMAHUE Y OTRO S/ ORDINARIO” (Expte. Nº 11, Folio 308, Año 2003), según constancias de fs. 589/591 de dicho legajo que tengo a la vista en este estado. En efecto, allí se condenó al Sr. Andrés Daniel Lamuniere como autor penalmente responsable del delito de homicidio culposo agravado por el número de víctimas fatales y lesiones culposas a la pena de tres años de prisión en suspenso e inhabilitación especial para desempeñarse como docente y como guía de montaña por el término de diez años, considerando nombrado obró los tres magistrados culpablemente en la intervinientes producción que del el evento dañoso. El primer votante, Dr. Norberto Ferrando, sostuvo que por un lado, el Profesor Lamuniere había “elevado innecesariamente el peligro de las personas que tenía bajo su cuidado, al conducir al grupo hasta la cima de dos montañas cercanas a los dos mil metros de altura sin motivo que lo justifique”, pues los objetivos pedagógicos para los que se había proyectado la salida ya habían quedado satisfechos con la práctica cumplimentada en el refugio de “Villa Horrible” el día anterior, teniendo en cuenta además que se trataba de “45 alumnos cansados, mal alimentados, sin experiencia y carentes del equipo necesario” (fs. 480 vta. de la causa “López”). Por el otro, cuestionó que no haya elegido para el descenso el camino “de las pircas”, señalado en los mapas recomendados por el Club Andino Bariloche y por la Asociación de Guías de Montaña como la única ruta que se debe utilizar para el ascenso y descenso del Cerro Ventana, optando en cambio por un camino por el cual admitió no haber transitado con anterioridad (fs. 482, siempre de aquélla causa), ignorando la existencia de “cornisas” indicadoras de placas de nieve sobre esa ladera. Destacó que en la pericia practicada en dicha sede se indicó que la presencia de cornisas, la acumulación de nieve, la pendiente del terreno, la elevación de la temperatura ambiente, las precipitaciones ocurridas los días anteriores y el último pronóstico meteorológico de ese día, constituían elementos de importancia posibilidad de una avalancha, para considerar la señalando los expertos que era siempre aconsejable transitar por los filos de la montaña pr ser la zona más segura, evitando en lo posible la zona de los valles por la posibilidad de una avalancha. Pese a ello, señala el Dr. Ferrando en su voto, el Sr. Lamuniere, al observar desde la cima la presencia de los micros que esperaban al grupo en la base del cerro, decidió cortar camino y emprendió el descenso vertical conduciendo al grupo sobre la placa de nieve, desatendiendo además otra señal de alerta que se presentó -un ruido que anunciaba la avalancha y el demandado confundió con un disparo proveniente de un polígono de tiro-, provocando con el peso del grupo al pasar sobre la placa de nieve, su ruptura. En síntesis, el Dr. Ferrando consideró que el Sr. Lamuniere obró con culpa por cuanto “Frente a los indicios que le advertían...de la probabilidad de avalanchas, a saber, las condiciones meteorológicas existentes, la pendiente, los Poder Judicial de la Nación ruidos característicos de hundimiento o rotura de placas de nieve y la presencia de cornisas,...los desatendió e incrementando injustificadamente el riesgo de las personas a su cargo toda vez que había un camino alternativo, dispuso el paso de los alumnos en forma conjunta sobre la placa nívea.” (fs. 483 vta. del expediente civil que tengo a la vista). Sus conclusiones fueron compartida por el segundo votante, Dr. De la Rosa. El Magistrado coincidiendo con la que opinó conclusión en de último ambos, término, agregó aún alguna reflexiones en torno a la alegada asunción de riesgos por parte de la víctima, que por su pertinencia a la materia debatida en el ámbito civil, estimo de utilidad rescatar. En efecto, señaló el Dr. Oscar Albrieu en su voto que si bien “...existen riesgos en la práctica de este tipo USO OFICIAL de caminatas, como en todos los espacios en que se desenvuelve el hombre...Sólo las conductas que exponen al bien jurídico protegido a un peligro superior al autorizado adquieren relevancia para la imputación penal.Es decir que la comunidad acepta ciertos riesgos por razones de valoración de intereses...”. (fs. campos vida de la 502). en Recordó sociedad además el que riesgo “En algunos permitido se encuentra reglamentado por disposiciones legales”, citando como ejemplo el del tránsito en automotores. Pero destaca que “...los límites de peligro que se consideran permitidos no siempre surgen de una norma legislativa, ya que existen múltiples actividades que no están regladas de esta forma y que, sin embargo, encuentran su regulación en otro tipo de normas sociales”, (fs. 502 vta.), como en el caso, en que los cuidados a seguir surgen de recomendaciones de expertos. Y en este marco, concluyó que el Sr. Lamuniere “...excedió los límites del riesgo permitido, ya que el cruce por la ladera este y este noreste del Cerro Ventana desconoció las normas técnica que indican claramente que se daban en ese sector las condicones para que se produjera un alud. También se produjo una violación de las normas de cuidado al transitar en forma conjunta sobre la placa, sin tomar ningún tipo de recaudo.” (fs. 503). Opinó que el resultado mortal se produjo como consecuecia de la elevación de ese riesgo, y que Lamuniere, que tenía los elementos para advertirlos, minimizó la importancia de los signos del riesgo que se le evidenciaron, o no prestó la debida atención. Acotó además que sus alumnos no se encontraban en posición de revisar críticamente sus decisiones, no sólo por falta de relación conocimientos, nacida de la sino por debida la desigualdad obediencia que en debían la los alumnos a su profesor. Por las razones apuntadas, los tres integrantes ded tribunal juzgador en sede penal concluyeron que el Sr. Lamuniere obró con culpa en el evento dañoso que culminó con la muerte del Sr. Mario Sebastián Tapia y de otros ocho alumnos de la Universidad Nacional del Comahue. Juzgué oportuno traer a colación las reflexiones vertidas por el Dr. Albrieu en cuanto a los riesgos permitidos y los no autorizados, pues la Universidad Nacional del Comahue sugirió en sus responde -Capítulo III- que nos encontramos frente a un caso de riesgo consentido. Sabido es que hay hipótesis de daños a terceros que no engendran responsabilidad civil por estar legalmente justificados. La doctrina ha sistematizado los casos de daño justificado señalando que puede estarlo por la ley o por el consentimiento de la víctima. Autorizado por la ley es el daño infrigido en estado de defensa, o en el caso de la necesidad, o por legítima autoayuda o en el del ejercicio regular de un derecho. Por su lado, el daño es consentido por la víctima de manera expresa, cuando suscribe cláusulas de irresponsabilidad o de dispensa del dolo o de la culpa, o de manera tácita, a través de la aceptación de riesgos. (Cfr. Jorge Bustamante Responsabilidad Alsina, Civil”, pág. “Teoría 146 y General siguientes, de la Editorial Abeledo Perrot, Séptima Edición Ampliada). Explica el autor citado que se habla de “aceptación de riesgos” para aludir al consentimiento tácito que la víctima parece prestar en todos aquellos casos en que, con pleno conocimiento, asume el riesgo de sufrir un daño. Los casos más corrientes son los de los actos de abnegación o altruismo (el que ejecuta una persona en ausencia de toda obligación jurídica al deliberadamente poner en peligro su vida para competencia auxiliar riesgosa, a y otro), el la caso participación del transporte en una benévolo Poder Judicial de la Nación (cuando el conductor invita o consiente en llevar a otra persona por acto de mera cortesía). En nuestro supuesto, la similitud se presentaría con el de la participación en una competencia riesgosa. Al respecto, aclara la doctrina que cuando los daños provienen de riesgos propios de la actividad que la víctima comparte, no hay derecho a la reparación. Cuando en cambio, el perjuicio proviene de un riesgo extraordinario, que no se produce normalmente en la actividad de que se trata, porque el autor del daño excedió los límites de lo que constituye la ley del juego, probada la culpa del autor, la víctima tendrá derecho a la indemnización (cfr. autor y obra citada, pág. 153). En definitiva, los daños causados por los riesgos propios de la USO OFICIAL voluntariamente actividad, decide deben ser soportados participar en por ella, pero quien los provocados por los riesgos que se agreguen o adicionen por sobre los normales como consecuencia de la actuación culpable de un tercero, serán indemnizados por éste. A tenor de lo decidido en sede penal, conforme surge claramente del voto del Dr. Albrieu, la situación que se juzga encaja en la última de las hipótesis propuestas, esto es, en nuestro supuesto, el Profesor Lamuniere incrementó los riesgos propios de la actividad (los riesgos permitidos, en el léxico adoptado en la sentencia dictada en sede penal), al omitir, de manera imprudente, cumplir con los deberes de cuidado que la ocasión le exigía, tales como elegir el camino del filo de la montaña en lugar del que atravesaba la placa de nieve, y el de omitir hacer transitar de a uno a los alumnos por sobre lo hicieran ella, permitiendo que todos simultáneamente, lo que fue considerado por los peritos acuantes en aquél ámbito como el desencadenante de la avalancha. Con un razonamiento similar, la Corte Suprema de Justicia de la Nación sostuvo el 30/04/1996 en “Tettamanti, Raúl O. y otros c. Baccino, Orlando A. y otros. • LA LEY 1996-D, 274 - DJ 1996-2, 198” que el riesgo que asume el transportado benévolamente son los propios del automotor cuya utilización consiente, los derivados de la cosa riesgosa (desperfecto mecánico que ocasione un accidente, etc.) pero no alcanza a eliminar la responsabilidad culposa del conductor. En efecto, sotuvo que “En el encuadre jurídico de la responsabilidad contemplada por el art. 1109 del Cód. Civil, la aceptación de los riesgos normales del transporte benévolo no es causal de supresión ni disminución de la responsabilidad, por aplicación de los principios que emanan de los arts. 1109 y 1111 de ese Código”, y que “El riesgo que asume el transportado benévolamente ... no alcanza al de perder la integridad física o la vida, a menos que, debido a las particulares circunstancias de hecho del caso concreto, dicha consecuencia haya podido habitual y razonablemente sobrevenir, caso en el cual es posible una asimilación de culpa.” Sólo resultando previsible el resultado final, puede considerarse aceptado el riesgo. Y en el caso, entiendo que el alumno Mario Sebastián Tapia, que se encontraba en el Cerro Ventana a las órdenes de un Profesor de la carrera universitaria que cursaba, cuya idoneidad para resguardar su seguridad se presuponía, no pudo preveer que el nombrado ignoraría las reglas de su actividad para conducirlo por la montaña por zonas que debió evitar, según se juzgara en sede penal, ocasionando la avalancha al promover el paso conjunto de dieciseis personas sobre la placa de nieve. Así las cosas, habiéndose concluido en sede penal que el Sr. Lamuniere obró con culpa, en sentencia que se encuentra firme, Código Civil y teniendo presente que impide “contestar en el el art. 1102 del juicio civil la existencia del hecho principal que constituya el delito, ni impugnar la culpa del condenado” después de su condenación en el juicio criminal, cabe concluir que el Sr. Andrés Daniel Lamuniere es reponsable, en el marco del art. 1109 del Código Civil, por los daños y perjuicios sufridos por el progenitor del menor Mario Sebastián Tapia, sin que se trate de un daño justificado por el consentimiento tácito de la víctima. En relación al art. 1102 citado, la doctrina explica que mediando sentencia condenatoria en sede penal, el juez civil no puede prescindir de este componente subjetivo del factor de atribución en la pretensa responsabilidad civil del demandado, quedando por tanto la actora exenta de la respectiva carga probatoria (así como de la atinente a la Poder Judicial de la Nación prueba del hecho principal). Pero quedan al margen del precepto, y por ende el juez civil mantiene aptitud funcional para evaluarlos libremente, otros magnitud del daño sufrido, la aspectos tales como la concurrencia culposa de la víctima o de un tercero, y la relación causal entre el hecho y el daño. (Cfr. Edgardo I. Saux en “Código Civil” comentado, dirigido por Alberto Bueres, Editorial Hammurabi, Tomo 3A, pág. 314 y siguientes). Por menester tipología lo demás, distinguir incluye explica entre un el autor los delitos resultado dañoso- citado que materiales de los es -cuya meramente formales o de peligro, en los que el daño no conforma el tipo penal, pues en el primer caso, cuando el tipo penal juzgado integra en él al resultado dañoso, las conclusiones a las que arribe el sentenciante penal sobre su existencia y extensión USO OFICIAL así como sobre la relación de causalidad que media entre el hecho delictivo y el resultado lesivo para la víctima integran la noción de “hecho principal” que vinculará al sentenciante civil (pág. 320/321, obra detallada). Éste es el supuesto que nos ocupa, donde no sólo la culpa, sino omisiones Lamuniere Sebastián también la antijurídicas relación y de culpables causalidad en que entre las incurriera y el resultado dañoso (muerte del alumno Mario Tapia) ha quedado establecida por la sentencia penal y no puede ser controvertida, lo que impide evaluar la existencia del caso fortuito invocado como eximente tanto por el Sr. Andrés Lamuniere como por la Universidad Nacional del Comahue. III. Decidido el punto, tenemos que la Universidad Nacional del Comahue será responsable concurrentemente con el Sr. Lamuniere, por las consecuencias dañosas del evento, en el marco del art. 1113 primera parte del Código Civil, pues ella misma admitió que el nombrado se encontraba el día del accidente y al momento de producirse el mismo, en ejercicio de sus funciones como docente de esa Casa de Estudios. Acreditado designado como que docente el por Profesor la Lamuniere Universidad había Nacional sido del Comahue -lo que no fue negada por ésta última y surge además de la documental obrante a fs. 245/254 de la causa “López”-, no se advierte cuál es el fundamento en virtud del cual la Casa de Estudios niega en su responde “Que la relación entre la Universidad Andrés Nacional del Comahue y el Profesor Daniel (sic) Lamuniere encuadre dentro del concepto de ´dependencia jurídica, de control, dirección o fiscalización´ con los efectos y alcances que le pretende otorgar actora” (fs. doctrina, 68 el dependencia vta., punto criterio es i). para amplio, Es que como aprehender aceptándose que explica la noción de la se la parte configura aún cuando no exista contrato de trabajo ni de ningún otro tipo, siempre que exista un encargo individual o una dependencia transitoria, sin que tampoco sea necesario que concurra la subordinación económica. Tampoco se exige que la dependencia sea de larga duración ni permanente, pudiendo recaer sobre personas de existencia visible o ideal, siendo lo esencial que se confiera al auxiliar una autorización para obrar, considerando algunos autores necesario que quien imparte la autorización haya elección y un órdenes. (Cfr. tenido virtual al menos poder Roberto de Vázquez un ocasional control y Ferreyra, poder para de impartir “Código Civil” comentado, dirigido por Alberto Bueres, Tomo 3 A, pág. 480 y siguientes). Es evidente que pese a la libertad de cátedra que otorga al docente organizar el enseñanza, un relativo contenido existe y entre ámbito de metodología de el mismo y el autonomía su para programa de establecimiento educativo una relación de sujeción en virtud de la cual aquél debe subordinarse a pautas de trabajo dispuestas por los órganos de dirección de la Universidad, que son en definitiva quienes aprueban los planes de estudio, fijan el calendario académico, organizan los turnos de exámenes y los horarios de clase, establecen las exigencias mínimas que debe cumplir el docente y fijan en definitiva sus condiciones de trabajo. Siendo a mi juicio indudable que el Profesor Lamuniere actuó como dependiente de la Universidad en ocasión de producirse el evento dañoso, y en ejercicio propio de las funciones encomendadas por aquélla, surge en cabeza de la Casa de Estudios la responsabilidad refleja o indirecta regulada por el primer párrafo del art. 1113 citado, la que como se señalara, es concurrente (“in solidum”) con la del agente involucrado. IV. Queda pues por realizar la valuación y cuantificación de los daños sufridos por el Sr. José Gabino Poder Judicial de la Nación Tapia para luego analizar la procedencia del pedido de la Universidad tendiente a que se atenúe la indemnización en el marco del alcance art. de la 1069 del C.C. responsabilidad y por último, examinar de la compañía el aseguradora citada en garantía. La actora ha incluido en la pretensión dos rubros distintos: la pérdida de la chance y el daño moral, los que serán evaluados separadamente. IV-a) En lo atinente al primero de ellos, el demandante se limitó a solicitar la suma de $ 150.000 sin explicar el modo por el cual arribó a la misma, metodología que fue cuestionada por la Universidad Nacional del Comahue, que consideró necesario partir del salario que el hijo fallecido hubiese percibido, deducir de allí el porcentaje que hubiese destinado a la manutención del hogar paterno, USO OFICIAL calcular el período temporal durante el cual la asistencia financiera se hubiese prolongado -teniendo en cuenta la fecha en que su progenitor jubilatorio hubiese accedido al beneficio y la expectativa de vida que para el mismo se estableciera-. Además, tenerse en cuenta la Universidad sostuvo que debía el componente financiero que actuará sobre el capital, y que el occiso tenía dos hermanos que también hubiesen contribuido al hogar paterno (proponiendo por ello que se adopte como porcentaje del salario que el difunto hubiese destinado a tal fin, uno no superior al 15%). Propuso, como suma estimada en concepto de ingreso mensualm, la de $ 800, asegurando que ella se corresponde con la retribución que hubiese percibido la víctima del hecho en su lugar de residencia habitual (ciudad de San Carlos de Bariloche, Provincia de Río Negro). Puesta a decidir, estimo útil recordar en primer lugar que admitido la Corte la Suprema procedencia, doctrinario citado de Justicia cuestionada por la de la por Universidad Nación algún ha sector demandada, del resarcimiento de la pérdida de la chance sufrida por los padres de hijos menores de edad -aún improductivos- fallecidos, en función de la pérdida de la expectativa de obtener una ayuda económica de ellos para su vejez. Así lo ha resuelto el 07/04/1999 en “Villalba, Julio Martín y otra c. Provincia de Santiago del Estero y otro”, Fallos 322:621, ocasión en la cual sostuvo que “Cuando se trata de resarcir la "chance" que —por su propia naturaleza— es sólo una posibilidad, no puede denegarse la indemnización con el argumento de que es imposible asegurar que de la muerte de un menor vaya a resultar perjuicio, pues ello importa exigir una certidumbre extraña al concepto mismo de "chance", de cuya reparación se trata.” Añadió concretamente que “La menor edad del fallecido no permite excluir la posibilidad de otorgar una indemnización a sus padres, pues es dable admitir la frustración de una posibilidad de futura ayuda y sostén para los progenitores, expectativa legítima de acuerdo con lo dispuesto por el art. 367 del Cód. Civil, y verosímil según el curso ordinario de las cosas, particularmente en medios familiares de condición humilde.” El 10/04/2003 el Alto Tribunal reiteró su doctrina en “V. R. E. c. Provincia de Buenos Aires y otro”, Fallos 326:1299, en un supuesto en que el menor fallecido era de corta edad -en el caso, niña de siete años que murió luego de que la bicicleta en la que era transportada por un familiar fuera embestida por un móvil policial-. En tal ocasión, se sostuvo que si bien la niña obviamente no era el sostén de sus padres sino una carga en lo patrimonial, el daño causado por el deceso debía resarcirse en cuanto al perjuicio patrimonial que se concreta en la pérdida de las esperanzas de que algún día pudiera prestarles auxilio o ayuda personal y económica. En el caso, el grupo familiar del actor sería de condición humilde, a juzgar por el resultado -no impugnadode la pericia socio ambiental practicada a fs. 278/279, de la que se desprende que el padre del difunto es de profesión pintor y dibujante, trabaja por cuenta propia dictando talleres de dibujo y pintura, percibiendo aproximadamente $ 700 mensuales por ello, así como un subsidio municipal de $ 200. Ello demuestra a la claras que la ayuda adicional hubiese sido necesaria, considerando además que la vivienda que habitan es alquilada. Por tal motivo, entiendo procedente el resarcimiento de este rubro. Para cuantificarlo, será menester tener en cuenta que según el informe proveniente del Consejo Provincial de Educación de la Provincia de Río Negro, en la cual la víctima del hecho se domiciliaba, obrante a fs. 301/303, un profesor Poder Judicial de la Nación de Educación Física con carga horaria máxima -considerándose tal al que cumple 30 horas cátedra, con 15 años de antigüedad percibiría al mes de septiembre de 2007 un salario neto de $ 1.892,31. La información armoniza con la emitida por el mismo organismo en los autos “López” que tengo a la vista, pues allí se consideró, a fs. 666/668, para un máximo de carga horaria de 30 horas, con quince años de antigüedad en el cargo de nivel medio, un salario de $ 1.458,58 netos en forma mensual al mes de mayo de 2006. Aprecio aceptable por otro lado, fijar en el 20% el porcentaje con que el hijo mayor hubiese contribuido a la manutención de su padre, sin que obste a ello que aquél hubiese tenido dos hermanos. En primer lugar, es menester tener en cuenta que el fallecido era el hijo mayor del matrimonio, sobre la cual generalmente recae el mayor peso de USO OFICIAL las responsabilidades familiares -más allá de que el actor tendría dos hijos mayores de alguna anterior pareja, a tenor de lo informado a fs. 278, aspecto que no constituyó un hecho constitutivo de la pretensión ni de la defensa ni quedó debidamente esclarecido). En segundo término, es útil también tener en cuenta que los padres del difunto se encontraban separados, lo que implicaba que aún contando con hermanas menores que podrían igualmente haber contribuido a la manutención de sus padres, el esfuerzo hubiese debido ser mayor para afrontar el costo de dos hogares. Además, teniendo en cuenta el bajo nivel salarial del sector docente, un porcentaje inferior al 20% propuesto no redundaría en una cifra lo suficientemente significativa para quien recibiría la ayuda. Queda por decidir sobre la procedencia de realizar un cálculo lineal de la indemnización, en el que no se deduzca el interés financiero que devengará el capital de condena. Conocido es el debate doctrinario y jurisprudencial existente sobre la procedencia de aplicar fórmulas para el cálculo de la indemnización de los daños derivados de la muerte de una persona. Es que una de las críticas que reiteradamente se formulan al sistema de la cuantificación judicial del daño, atiende a la poca previsibilidad de los criterios judiciales sobre los montos indemnizatorios; “se habla de una verdadera ´lotería forense´, agravada por la dificultad de la unificación, desde que como toda cuestión fáctica, no es revisable en casación.” “Evaluación del daño (Cfr. Aída Kemelmajer de Carlucci en a la persona: ¿Libre apreciación judicial o sistema de baremos?”, en Revista de Derecho de Daños, Tomo 2001-1, Editorial Rubinzal Culzoni, pág. 308 con cita de Ramón Daniel Pizarro, señala Julio César (“Cuantificación pág. 309). Del mismo modo Rivera legal y en la judicial”, revista pág. citada 15) que la insatisfacción que causa la cuantificación judicial deriva de la comprobada atribuidas disparidad por los que reflejan tribunales en las indemnizaciones casos sustancialmente análogos, ya que en la siempre relativa homogeneidad de las indemnizaciones está en juego la seguridad jurídica. Una de las causas de tales disparidades, apunta, es el alto grado de subjetividad con que se fijan ante la carencia de reglas preestablecidas a las cuales deban estar sometidos los jueces al tiempo de valuar el daño y cuantificar la indemnización. También Ramón Daniel Pizarro, con cita de Iribarne destaca que el sistema argentino en materia de indemnización de daños a anarquía, las personas suscitada tiene por por las notas graves indemnizatorias que lo caracterizan. de la indemnización del daño esenciales la desigualdades (Cfr. “Cuantificación moral en el Código Civil”, Revista de Derecho de Daños, Tomo 2001-1, pág. 340). Para eludir, o al menos, limitar al mínimo tales subjetividades, he adoptado en el pasado la fórmula adoptada para calcular el rubro tomada de la obra de Antonio Vázquez Vialard en su “Tratado de Derecho del Trabajo”, Editorial Astrea, Tomo 4, pág. 437 siguientes, que sustancialmente reitera los elementos de la difundida fórmula utilizada por la Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo desde antiguo, creada en "Vuotto, Dalmero S. y otro c. AEG Telefunken Argentina S.A." (Sentencia No. 36010 del 16 de junio de 1978, TSS, 1978-611). Ello, por considerarla apropiada pese a la doctrina de la Alzada fijada en "Correas, Jacinto David c/ Estado Nacional s/Daños y Perjuicios", sentencia Definitiva Nº 05 del adecuado año la 1994, sujeción donde entendió estricta a que "..no cálculos resulta puramente Poder Judicial de la Nación matemáticos, sino que corresponde acudir al prudente arbitrio judicial, a fin prevenir la de determinar cristalización esencialmente contingente, aquella de suma, variables tales como una de de modo de naturaleza tasa actual de interés que necesariamente fluctúa en el curso del tiempo" , por cuanto su utilización contribuye en mi opinión a limitar al mínimo la posibilidad de incurrir en subjetividades arbitrarias, pudiendo por lo demás compensarse el eventual exceso de la tasa de interés actual con los también eventuales aumentos que en los ingresos pudiere haber obtenido el occiso. Se trata tan sólo de acudir a un método que contribuya a fijar un monto indemnizatorio sobre bases objetivas, aún cuando variables. Y si bien la misma Sala III de la Cámara Nacional USO OFICIAL de Apelaciones del Trabajo revisó en “Méndez, Alejandro D. v. Mylba S.A y otro” (28/4/2008, Documento los parámetros utilizados en dicha Lexis Nº 70e044346) fórmula cuestionamiento que hacia la misma formulara Corte Suprema de Justicia de la a Nación en Aseguradora de Trabajo y y Pametal Plus Compañía del el 8/4/2008, la "Aróstegui, Pablo M. v. Omega S.A raíz la causa Riesgos del S.R.L" (Fallos 331:570), donde dejó sin efecto el fallo correspondiente de esa sala en un tema tangencialmente vinculado con aquella fórmula, lo cierto es que tanto en un caso como en el otro, la fórmula preveía la deducción del capital de una suma equivalente a la que la actora podría percibir en concepto de intereses de aplicar el dinero al sistema financiero. Estimo en suma procedente el planteo en este sentido formulado por la Universidad. De acuerdo con las explicaciones y modificaciones efectuadas por la Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo a su fórmula original en “Méndez...” el de monto deberá del resarcimiento por la pérdida la chance consistir en una suma de dinero tal que, puesta a un interés de 4% anual, permita -si el titular lo desea- un retiro periódico y similar al que hubiese recibido de su hijo fallecido durante el lapso de tiempo estimado, que en el caso, se calcula en 14 años -considerando que el difunto cursaba el primer año de su carrera al momento del hecho, de modo que sólo hubiese producido ingresos a partir del año 2010 aproximadamente, época para la cual el actor (nacido el 14/2/44 según fs. 278) contaría con 66 años de edad; si a ello agregamos una expectativa de vida de 80 años, arribamos a los 14 años calculados-. La indemnización por este rubro ascenderá así a $ 40.757,50 ($ 1.892,31 x 20% = $ 378,46 x 12 4.541,52 x 14 años = $ 63.581,28 // $ 40.757,50 $ 1.630,27 x 14 años = $ 22.823,78 meses = $ x 4% anual = + $ 40.757,50 = $ 63.581,28). Cabe aclarar, previo a finalizar, que si bien el salario base tomado en cuenta puede haber sufrido variaciones desde la época en que se emitió el informe de fs. 301 a la fecha, encontrándose en vigencia los arts. 7 y 10 de la ley 23.928, no es procedente realizar ningún tipo de actualización, teniendo presente además que como lo señalara la Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones de Trabajo en “Méndez”, si bien la fórmula congela el ingreso de la víctima, para el objetivo de calcular la indemnización -sin tomar en cuenta la chance o perspectiva de mejora del ingreso futuro-, lo cierto es que no es ésa la única circunstancia, más o menos aleatoria, que puede incidir en la correspondencia entre el resarcimiento y el verdadero lucro cesante. También es posible que dicho ingreso disminuya o aun desaparezca. No puede dejar de considerarse además que no se puede conocer a ciencia cierta la cuantía del ingreso que hubiese obtenido el menor en el ámbito profesional, pues así como era posible que regular, también lo triunfara y obtuviese un ingreso es que en algún momento perdiera su empleo o disminuyeran sus ingresos y le resultase difícil o aun imposible conseguir otro, según las variables propias del mercado de trabajo, cuya evolución es imposible prever. Cualquier especulación es puramente conjetural, y por eso, no entiendo tampoco procedente modificar el salario base adoptado. IV-b) En cuanto al daño moral, el actor reclama se le abone la suma de $ 350.000. El resarcimiento de este rubro tiende a compensar de alguna manera las angustias, aflicciones y sufrimientos que el hecho disvaliosas damnificado. que ilícito se produjo; proyectan hacia son la las consecuencias vida interior del Poder Judicial de la Nación Resultando nalmente su facultad incidencia del Juez económica, apreciar conocida es discreciotambién la dificultad que tal tarea acarrea, en atención a la naturaleza del interés afectado. Como parámetro para hacerlo, debe recordarse que como señala Jorge Mosset Iturraspe en su obra "Responsabilidad por daños", Tomo IV, pa 'g. 72 y siguientes, el criterio central que ha de presidir el intento, según el autor citado, será el de evaluar la intensidad del reparación debe cuanti 'a, en "dolor" padecido. La guardar relación adecuada, en su experimentado, opinión, con proponiendo la punto a su intensidad otros del autores dolor que su cuantificación tenga relación con los placeres con los que se tratará, a modo de consuelo, de combatir el sufrimiento (Cfr. Héctor Pedro Iribarne, “La cuantificación del Daño moral”, en USO OFICIAL Revista de Derecho de Daños, Editorial Rubinzal Culzoni, Tomo 6, pág. 185 y siguientes). En el caso que nos ocupa, el monto indemnizatorio solicitado es de $ 350.000, superando ampliamente el importe reclamado en concepto de daño emergente, lo que fue remarcado por la Universidad, que en su responde opinó que el monto del resarcimiento por este rubro no puede ser superior al que se otorgue por aquél, considerando desproporcionado el reclamado. La autoridad del argumento esgrimido fue descartada por la Corte Suprema de Justicia de la Nación el 12/06/2007 en “Serradilla, Raúl A. c. Provincia de Mendoza y otro” (Publicado en: LA LEY 05/07/2007, 7, con nota de Alfonso Buteler; LA LEY 2007-D, 321, con nota de Alfonso Buteler; DJ 2007-II, 767 - LA LEY 11/07/2007, 11/07/2007, 11, Fallos 330:2748) donde señaló que “A fin de la fijación del quantum debe tenerse en cuenta el carácter resarcitorio de este rubro, la índole del hecho generador de la responsabilidad y la entidad del sufrimiento causado, que no tienen necesariamente material, pues no se que guardar trata de un relación daño con accesorio el daño a éste (Fallos: 308:698; 318:1598; 321:1117, entre otros)”. Sostuvo además allí el Alto Tribunal que la procedencia del resarcimiento del daño moral sufrido, surgía, en las circunstancias del caso, por la sola realización del hecho dañoso de que se trataba y su particular naturaleza, así como la índole de los derechos comprometidos (en el caso, se trataba de la imposibilidad de tener cuentas corrientes y tarjetas de crédito ocasionadas por la inhabilitación del actor por el uso ilegal que terceros no identificados hicieron de un DNI hurtado). También -aunque en minoría-, los doctores Nazareno, Moliné O'Connor y López opinaron el 15/07/1997 en “Silveyra, Alberto y otros c. Empresa Ferrocarriles Argentinos y otros” ( LA LEY 1997-E, 753 - DJ 1997-3, 731, Fallos 320:1546) que “el dolor generado por la muerte de un hijo” es el “daño moral por antonomasia según la valoración de nuestra sociedad” , en concepción que se comparte. Tanto es ello así, que en un supuesto en el que se cuestionaba el proceder de la Policía de Córdoba que impidió a una mujer conocer en tiempo oportuno el fallecimiento de su hijo -muerte no imputable a esa fuerza de seguridad-, la Corte Suprema de Justicia de la Nación, actuando en instancia originaria, decidió el 28/06/2005 otorgarle a aquélla una indemnización de $ 10.000 en concepto de daño moral. (R., G. P. c. Provincia de Córdoba, Publicado en: DJ 22/02/2006, 429 - LA LEY 21/12/2005, 21/12/2005, 12 - LA LEY 2006-A, 829 - DJ 2005-3, 485, Fallos Corte: 328:2520). En “G., C. M. c. Provincia de Santa Fe”, 10/4/03, Fallos 326:1269, del en el que la esposa e hijos de un hombre asesinado en una unidad carcelaria de la ciudad de Coronda, Provincia de Santa Fé, al ser apuñalado por otros internos dentro de una celda, demandaron a la Provincia de Santa Fe atribuyéndole responsabilidad por la falta de servicio, la Corte, juzgando también en instancia originaria fijó a favor de la cónyuge supérstite la suma de $87.500 en concepto de daño moral, e indemnizó con igual monto a cada uno de los hijos, salvo al menor que contaba con 11 años al momento del deceso de su padre, respecto de quien se la aumentó a $125.500 considerando para ello la significación remitiendo que para a ello esa al edad tuvo precedente el de particular trágico Fallos hecho, 318:2002, consid. 14 y su cita. No puedo a estar altura dejar de recordar que en los autos “López” citados, como en el precedente emiteido en “VACCARI, OSCAR EDUARDO Y OTRA C/ UNIVERSIDAD NACIONAL DEL COMAHUE Y OTRO S/ ORDINARIO”, Expte. Nº 348, Folio 334, Año Poder Judicial de la Nación 2003 se otorgó una indemnización, a cada uno de los progenitores de los menores fallecidos en igual hecho, de $ 80.000 y $ 75.000 respectivamente ($ 160.000 y $ 150.000 en conjunto) para resarcir el sufrimiento espiritual sufrido por la muerte de su hijo, suma que era en aquéllos supuestos, la demandada. Pese a la similitud de la situación fáctica, no entiendo que aquéllos importes configuren un tope máximo al cual atenerme, porque reitero, en aquéllos supuestos las propias víctimas habían tasado en dicha suma su reclamo. Aún así, estimo elevado el que en la ocasión se reclama. Atendiendo al vio sorprendido por marco familiar en el que el actor se el hecho ilícito luctuoso, y a la circunstancia de tener que enfrentar el dolor en soledad, ante la contemporánea pérdida de la madre del menor (fs. 2) - USO OFICIAL con quien, sin importar la disolución de la pareja, hubiese seguramente compartido y aliviado su dolor, o tal vez hallado consuelo-, entiendo justo estimar en $ 150.000 el daño moral a resarcir. La demanda prosperará entonces por la suma de $ 190.757.50. V. En este estado, corresponde analizar la petición formulada por la Universidad Nacional del Comahue en su responde tendiente a que, en el marco del art. 1069 del Código Civil, se atenúe el resarcimiento en razones de equidad, o bien, se flexibilicen las condiciones para el cumplimiento del deber de resarcir, solicitud que funda esencialmente en su calidad de institución pública dedicada a la enseñanza gratuita. El art. 1069 del Código Civil dispone en su segundo párrafo que “Los jueces, al fijar las indemnizaciones por daños, podrán considerar la situación patrimonial del deudor, atenuándola si fuere equitativo; pero no será aplicable esta facultad si el dolo fuere imputable a dolo del responsable”. Según explica Jorge Bustamante Alsina en “Extensión de la reparación en la responsabilidad objetiva” (LA LEY 1979-C, 1024-Responsabilidad Civil Doctrinas Esenciales Tomo II, 909), como el Código Civil no contiene ninguna norma que específicamente objetiva, las reglas regule los efectos de la responsabilidad la reparación del daño en este caso se rige por propias de los cuasidelitos en cuanto a la extensión del resarcimiento -es decir, las de los hechos ilícitos en los que el autor obró con culpa y no con dolo-. Por citado, las es atenuación mismas aplicable de la razones, a la expone el responsabilidad obligación resarcitoria doctrinario objetiva que legisla la con criterio de equidad en caso de cuasidelito el art. 1069 no habiendo razón alguna para excluirla en el supuesto de riesgo o garantía. Similar opinión expresa Roberto M. López Cabana en “Limitaciones cualitativas indemnización” (LA LEY y 2000-F, cuantitativas de 1325-Responsabilidad la Civil Doctrinas Esenciales Tomo III, 723), donde señala que como regla general, la reparación debe ser plena en todos los ordenamientos jurídicos, pero su plenitud está condicionada en cada uno de ellos. Explica que la jurisprudencia argentina anterior a prudencia cuantía y de la reforma de 1968 la posibilidad moderación, la indemnización, había para vislumbrado, de impedir morigerar la ruina con la del responsable de escasos recursos. Refiere el autor que las II Jornadas (Nacionales) de Derecho Civil (Corrientes, 1965) habían recomendado que "excepcionalmente, y tratándose de hechos culposos, el juez podrá limitar la reparación atendiendo a la situación patrimonial de las partes", destacando que la doctrina, en particular, también había aceptado que se atenuaran las indemnizaciones que resultaran desmesuradas con relación a la capacidad económica del deudor. Señaló además que el actual art. 1069 "es aplicable a la responsabilidad objetiva", en interpretación recomendada por las VII Jornadas (Nacionales) de Derecho Civil, Buenos Aires, 1979 (Rec. 4, Com. N° 2, 2°). Consideró el autor que la reforma al art. 1069 tuvo buena repercusión toda vez que no es justo dar a todos lo mismo, sino que hay que dar lo suyo según la obra del autor, y según sus necesidades, al computarse su patrimonio. Y destacó que la ley argentina toma en cuenta exclusivamente la situación del victimario no doloso, pero no las necesidades de la víctima que, en principio, no se computan para la ponderación del monto indemnizatorio. En cuando a los requisitos legales de aplicación del artículo 1069 in fine, señalan José N. Taraborrelli y Poder Judicial de la Nación Silvia Noemí Bianchi, en “Cuantificación de la indemnización por la pérdida de la vida humana” (LA LEY 2008-A, 882) que en opinión de Félix A. Trigo Represas y López Mesa (TRIGO REPRESAS, y LÓPEZ Responsabilidad MESA, Civil", Marcelo Ed. La J., Ley, "Tratado Bs. As. de 2004, la págs. 832/833.12) para el funcionamiento de la facultad judicial de "atenuación" del monto indemnizatorio de los daños causados se requiere el concurso de los siguientes requisitos: a) ello Si "fuere equitativo". Aparece así, con evidencia, el influjo de la "equidad". Se la considera tradicionalmente como la justicia del caso particular, cuyo fin es atemperar el excesivo rigorismo de las leyes. La función de la equidad es pues corregir la injusticia que puede derivar de la aplicación de una ley a un caso concreto, aunque la ley en su esquema genérico pueda ser justa. b) Atendiendo a la USO OFICIAL "situación patrimonial del deudor". El reajuste sólo opera en función de la concreta capacidad pecuniaria del responsable para hacer frente a esa erogación; c) que el daño no fuere imputable a título de dolo del deudor. En suma, de las opiniones doctrinarias transcriptas cabe extraer como conclusión que por un lado, el instituto opera no sólo en el caso de que la responsabilidad sea atribuida subjetivamente a título de culpa, sino también en el caso de las responsabilidades objetivas, en las que está ausente el elemento subjetivo. Y por el otro, que el fundamento de la autorización para atenuar la indemnización en el modo permitido por la norma es el de mantener la equidad cuando en función de la situación patrimonial del deudor, le resulte extremadamente gravoso satisfacer el interés del acreedor. Este ausente en último el recaudo supuesto en se encuentra examen, pues a mi juicio tratándose la Universidad Nacional del Comahue de un ente autárquico del Estado Nacional, sobre de la carga el cual recaerá en definitiva el peso económica de dar respuesta al reclamo resarcitorio, su solvencia para hacer frente a la obligación se encuentra en principio asegurada, sin que por otro lado, se haya producido ninguna prueba que demuestre lo contrario (extremo que responde). además, no fue ni siquiera invocado en el En este sentido, juzgo ajeno al tema y por ende irrelevante la calidad de institución pública de la entidad demandada, como también que la enseñanza que imparte sea gratuita, pues ninguna influencia tienen tales extremos, en el marco de la normativa citada, para morigerar su deber de resarcir los daños que ocasiona. El pedido de atenuación de la responsabilidad será así rechazado. VI. Queda por dilucidar cuál será el alcance de la condena contra la compañía aseguradora, la que si bien reconoció la existencia del contrato de seguro que la unía con la Universidad Nacional del Comahue, opuso la limitación de su responsabilidad derivada de la Póliza nº 60570. El instrumento original fue agregado a fs. 707/710 de la causa “López” que tengo a la vista, por la asegurada, y de él surge que la Universidad Nacional del Comahue contrató con Sancor Cooperativa de Seguros Ltda. cobertura con vigencia desde las 12 horas del 29/8/2002 hasta las 12 horas del 31/10/2002 para cubrir la responsabilidad civil emergente de las “actividades desarrolladas por alumnos que concurran a la Universidad participación Nacional del Comahue, como así de éstos durante excursiones y también la viajes de estudio, eventos deportivos y educativos en representación de la referida Universidad...”, estableciéndose que “Con el alcance indicado en la cláusula Nº 3...de las Condiciones Generales...la obligación del asegurador será de hasta un máximo de $ 400.000 por acontecimiento (con una reposición), con un Sublímite de indemnización por persona de hasta $ 100.000, con excepción de los daños que resulten causados o provengan de los riesgos que a continuación se mencionan, respecto de los cuales queda establecido un sublímite máximo de hasta $ 200.000 por acontecimiento y por todo el período de cobertura y un sublímite máximo de hasta $ 50.000 por persona, cobertura, también por excepción evento ésta y por comprensiva todo de el los período de siguientes riesgos: ...Actividades académicas desarrolladas conforme a programa educativo aprobado por el Ministerio de Educación, en la carrera de profesorado de educación física, en práctica de gimnasio, natación, caminatas, escalada en hielo y roca, siempre que estén supervisadas por personal jerarquizado de la Universidad...”. Poder Judicial de la Nación Asimismo, según se lee a fs. 708 de la causa “López”, se pactó un “Deducible por persona de $ 2.000 para cada pago indemnizatorio que tenga su origen efectuados por terceros con motivo de en reclamos lesiones físicas, muerte e incapacidad”, aunque en la copia adjuntada por la aseguradora a fs. 100 de aquél legajo, dicho importe figura como fijado en $ 1.000 (y por eso, al realizar el depósito en causa “López”, la aseguradora dedujo de los $ 200.000 al que admitió que ascendía la cobertura por evento, la suma de $ 4.000 en lugar de los $ 8.000 que hubiesen correspondido según fs. 708). Siendo mayor la responsabilidad asumida por la aseguradora y reconocida en el responde, que la que parecería surgir del corresponderá contrato de extender su seguro adjuntado responsabilidad a la causa, hasta el límite para el evento USO OFICIAL admitido por aquélla. Ahora bien: la cobertura total dañoso contratada por el establecimiento educativo asciende a la suma de $ 196.000 ($ 200.000 menos la suma deducible por persona de $ 1.000 -que se transforman en $ 4.000 si se tiene en cuenta que se admite un sublímite máximo de $ 50.000 por persona, con lo cual se completa la suma asegurada de $ 200.000-). Sin embargo, la lectura de la sentencia dictada en sede penal permite advertir que las víctimas accidente fatales del fueron nueve, a las que cabe adicionar todavía las seis personas que sufrieron lesiones físicas. Es decir que nos encontramos con que el acontecimiento produjo quince víctimas de lesiones físicas, algunas como se dijo, mortales. La póliza no indica el modo en que el dinero será distribuido entre todas ellas. A tenor de la decisión adoptada por la Alzada a fs. 791/794 de la causa “López” -que obra en copia glosada a estos autos a fs. 349/352-, tampoco es posible conocer en este estado -por haber permitido aquélla que los reclamos se sentenciaran en forma independiente unos de otros- si todas las personas que sufrieron las lesiones iniciaron acciones para perseguir el resarcimiento de los daños y perjuicios. También como consecuencia de aquélla decisión del Superior, se ignora en este estado si todas las pretensiones indemnizatorias ejercidas por las demás víctimas del hecho prosperarán y en qué medida -pues a la fecha, sólo se ha dictado sentencia en “López” y en “Vaccari”, sin que se la haya emitido en las demás que continúan su trámite en este juzgado, según certifica en este estado la Actuaria-. Ello así, se torna absolutamente imposible adoptar otro criterio de distribución, en relación a la suma depositada por la aseguradora, distinto del que propicia la repartición a prorrata, es decir, por partes iguales, entre las quince víctimas conocidas del hecho. Se reitera, ello es efecto de la decisión de la Alzada, promovida por la actora y no compartida por este Tribunal, de autorizar la desacumulación de las causas que fuera originalmente consentida por las partes de este proceso -y solicitada De además por la aseguradora en su responde-. modo tal que la condena alcanzará a la aseguradora, en relación al Sr. Tapia, únicamente hasta la quinceava parte de la suma depositada por la aseguradora y puesta a plazo fijo por orden judicial dispuesta en la causa “López...”, según constancia de fs. 239/240 de dicho legajo que tengo a la vista. En el punto, es menester detenerse sobre el planteo que formulara la actora al alegar, vinculado con la inoponibilidad de la franquicia pactada entre las partes del contrato de seguro a la víctima, declarada por un fallo plenario de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (“Obarrio María c/ Microómnibus Norte S.A.”, 13/12/2006, LA LEY 20/12/2006, 3 LA LEY 2007-A, 1689), para señalar que la Corte Suprema de Justicia de la Nación revocó esa decisión y admitió “que la franquicia prevista en el contrato de seguro celebrado entre la compañía de seguros y el asegurado es oponible al tercero damnificado y que la sentencia no podrá ser ejecutada contra la aseguradora sino en los límites de la contratación”. Se basó para ello en la doctrina de Fallos: 329:3054 y 3488, emitida en las causas C.724.XLI "Cuello Patricia Dorotea c/ Lucena Pedro Antonio" y V.389.XLIII. "Villareal, Daniel Alberto c/ Fernández, Andrés Alejandro", donde sostuvo que debía “dejarse sin efecto, por arbitraria, la sentencia que incluyó en la condena por daños y perjuicios a la aseguradora citada en garantía, por considerar inoponible al damnificado Poder Judicial de la Nación la franquicia acordada entre aquélla y el tomador del seguro, pues, al decidir de ese modo, el a quo prescindió de lo dispuesto por el art. 118 tercera parte de la ley 17.418 en cuanto establece que la sentencia de condena contra el responsable civil será ejecutable contra el asegurador "en la medida del seguro" y, se apartó de la Resolución 25.429/97 de la Superintendencia de Seguros de la Nación que prevé como cobertura básica del seguro de responsabilidad civil de vehículos destinados al transporte público de pasajeros una franquicia de $40.000.” (De la sentencia de la Corte según la doctrina sentada en "Villareal", 29/08/2006 —LA LEY 2006-F, 3—, a la cual remite). El criterio del Alto Tribunal fue ratificado el 04/03/2008 en “Gauna, Agustín y su acumulado c. La Economía Comercial S.A. de Seguros Generales y otro” (Publicado en: LA USO OFICIAL LEY 27/03/2008, 4, con nota de Domingo M. López Saavedra; LA LEY 2008-B, 404, con nota de Domingo M. López Saavedra; DJ 21/05/2008, 168 - DJ 2008-II, 168). En consecuencia, estimo que el planteo de la actora en este sentido no podrá prosperar. No obsta a ello que luego, el Suprema de Justicia de la 20/10/2009, la Corte Nación decidiera, en “Berdichevsky, Eva Clara c. Transportes Metropolitanos San Martín S.A.” (RCyS 2009-XI, 115 - LA LEY 18/11/2009, 18/11/2009, 11) y en “Ortega, Diego Nicolás c. Transporte Metropolitano General Roca S.A.” (RCyS 2009-XI, 112 - LA LEY 12/11/2009, 12/11/2009, 6 - DJ 30/12/2009, 3707) confirmar la sentencia que declaró la nulidad absoluta de la cláusula que establecía la franquicia deducible, por no observar que la decisión recurrida careciera de fundamentación o prescindiera de la solución normativa prevista para el caso, entendiendo que “aun cuando la ley considera que la oponibilidad de la franquicia es la regla —art. 109 de la ley 17.418—, ello no impide discriminar entre la diversidad de situaciones que puedan plantearse y reconocer que, cuando que cuando se ha estipulado una franquicia se afecta el acceso a la reparación de los daños sufridos por la víctima del accidente, principio de raíz constitucional por cuya tutela corresponde velar a los magistrados” (De la sentencia de la Corte según la doctrina sentada en "Ortega" —20/10/2009, La Ley Online— a la cual remite). Es que en el caso, se trataba de un contrato de seguro en el cual se había pactado una franquicia de un monto tan elevado ($ 300.000) que desnaturalizaba el contrato, pues en la mayoría de los siniestros no se activaba la cobertura. Por lo demás, en el caso la actora pretende no sólo eludir la aplicación de la franquicia -de tan sólo $ 4.000 en conjunto-, sino la limitación de la cobertura ($ 200.000 por evento), pretendiendo extender la cobertura más allá de lo pactado. Admitir su reclamo importaría desconocer la estructura misma del contrato de seguro, pues se impondría a la aseguradora la obligación de mantener indemne el patrimonio de la asegurada por un importe por el cual no percibió la pertinente prima, distorsionando todos los cálculos actuariales en los que se sustenta el sistema. VII. En definitiva, la demanda interpuesta por el Sr. José Gabino Tapia prosperará contra la Universidad Nacional del Comahue por la suma de $ 190.757,50, la que devengará desde la mora, configurada el 1/9/02, y hasta el efectivo pago, un interés a la tasa activa que utiliza el Banco de la Nación Argentina en sus operaciones habituales de descuento, condena que se hará extensiva a la aseguradora Sancor Cooperativa de Seguros Ltda. hasta la quinceava parte del importe depositado en la cuenta de los autos “López”. Las costas del proceso serán soportadas concurrentemente por las demandadas Universidad Nacional del Comahue y Andrés Daniel Lamuniere. Quedan excluidas únicamente las originadas en la defensa de su aseguradora, que serán a cargo de ésta. Conforme lo solicitado por Sancor Cooperativa de Seguros Ltda. y de acuerdo a lo dispuesto por el art. 110 de la ley 17.418, habiendo la aseguradora depositado en pago en la causa “López” la suma total asegurada -que incluía los gastos y costas- y dejado al asegurado la dirección exclusiva del proceso, la aseguradora quedará liberada del pago de las costas del proceso con excepción de las generadas por su intervención. Sin acreditada Impuesto Resolución perjuicio la al de condición Valor General advertir de Agregado 689/99 de cada en la que no se profesional el modo AFIP y encuentra frente exigido por al por la razones de economía procesal, se procederá igualmente en este estado a regular los honorarios de los profesionales intervinientes Poder Judicial de la Nación según la actuación cumplida por cada uno, dejando aclarado que sólo corresponderá adicionar el 21% del Impuesto al Valor Agregado de aquellos profesionales que acrediten su condición de Responsables Inscriptos ante aquél Tributo. Por lo expuesto, RESUELVO: 1) HACER LUGAR a la demanda intentada por el Sr. JOSÉ GABINO TAPIA contra el Sr. ANDRÉS DANIEL LAMUNIERE y la UNIVERSIDAD NACIONAL DEL COMAHUE, condenando a las dos últimas a abonar concurrentemente (in solidum) al actor en el plazo de DIEZ (10) días de quedar firme la presente el primero, y en el plazo previsto por el art. 22 de la ley 23.982 la segunda, la suma de pesos CIENTO NOVENTA MIL SETECIENTOS CINCUENTA Y SIETE CON CINCUENTA CENTAVOS ($ 190.757,50) la que devengará desde la mora, configurada el 1/9/02, y hasta el efectivo pago, un interés a la tasa activa USO OFICIAL que utiliza operaciones extensiva el Banco habituales a la de de la Nación descuento, aseguradora Sancor Argentina condena que Cooperativa en se de sus hará Seguros Ltda. hasta la quinceava parte del importe depositado en la cuenta de los autos “LÓPEZ, JULIO OSCAR Y OTRA C/ UNIVERSIDAD NACIONAL DEL COMAHUE Y OTRO S/ ORDINARIO” (Expte. Nº 11, Folio 308, Año 2003), según constancias de fs. 97 de dicho legajo y colocado a plazo fijo por oficio nº 1835/04 (fs. 239 de aquélla pieza que tengo a la vista), RECHAZANDO el pedido de atenuación de la responsabilidad formulado por la Universidad Nacional del Comahue en el marco del art. 1069 del Código Civil. 2) Con costas a la Universidad Nacional del Comahue y al Sr. Andrés Daniel Lamuniere concurrentemente, salvo en lo atinente a las generadas por la participación de la aseguradora, que serán soportadas en el orden causado (art. 68 del CPCyC y art. 110 ley 17.418). Tomando como base el monto de la condena de $ 190.757,50, regulo los honorarios de las Dras. SUSANA CAPOBIANCO y LAURA WAINER, actuando ambas como patrocinantes primero y luego en doble carácter por la actora durante la primera de las tres etapas en las que se divide el proceso ordinario a los fines arancelarios (art. 38 de la ley 21.839) en la suma de pesos SIETE MIL ($ 7.000) (3,67%) para cada una de ellas; los del Dr. HERNÁN E. ETCHEVERRY, apoderado de la misma parte durante la segunda y tercera etapa del proceso, en la suma de pesos SIETE MIL SEISCIENTOS TREINTA ($ 7.630) (4%) y los del Dr. IVAN JESÚS BOSCO, patrocinante de la misma parte durante idéntico tramo, en la de pesos DIECINUEVE MIL SETENTA Y CINCO ($ 19.075) (10%). Regulo asimismo los honorarios del Dr. HUGO EDUARDO FRARE, actuando en doble carácter por la Universidad Nacional del Comahue durante la primera etapa arancelaria, en la suma de pesos SEIS MIL CINCUENTA ($ 6.050) (3,17%) y los del Dr. PABLO A. carácter GUTIÉRREZ por la COLANTUONO, misma parte actuando durante las también tres en doble etapas del proceso en la de pesos TREINTA MIL DOSCIENTOS ($ 30.200) (15,83%). Del mismo modo, regulo los honorarios del Dr. CARLOS MANUEL FERNÁNDEZ, apoderado de la aseguradora durante la primera etapa del proceso, en la suma de pesos UN MIL SETECIENTOS QUINCE ($ 1.715) (0,9%), los de los Dres. MARIANO ERNESTO FERNÁNDEZ SZAMA y JUAN PABLO ALVAREZ GUERRERO, actuando ambos como patrocinantes de la compañía aseguradora durante la primera etapa del proceso en la suma de pesos DOS MIL OCHOCIENTOS SESENTA ($ 2.860) (1,5%) para cada uno de ellos, los del Dr. LUIS MARÍA FOCACCIA, apoderado de la misma parte durante la segunda y tercera etapa del proceso en la suma de pesos TRES MIL CUATROCIENTOS TREINTA ($ 3.430) (1,8%) y los de los Dres. CARLOS ALBERTO FAZZOLARI y FACUNDO ANIBAL MARTIN, ambos patrocinantes de la misma parte durante idéntico tramo en la suma de pesos CINCO MIL SETECIENTOS VEINTE ($ 5.720) (3%) para cada uno de ellos. No corresponde regular emolumento alguno al Dr. Rodolfo Paulo Formaro, quien actúa como apoderado de la aseguradora a partir de fs. 347, por cuanto no ha realizado gestión útil alguna a su favor. Asimismo, regulo los honorarios de las Dras. DÉBORA BIETTI y PAULA FAGIOLI, actuando en doble carácter por el demandado Lamuniere únicamente durante la primera etapa del proceso pues en las dos restantes no realizaron actividad profesional alguna- en la suma de pesos TRES MIL SETECIENTOS VEINTE ($ 3.720) (1,95%) para cada una de ellas. Todo de conformidad con lo establecido por los arts. 6,7,9, 11 y 38 de la ley 21.839. Por la incidencia resuelta a fs. 168/172 -en la que las costas fueron impuestas a la Universidad Nacional del Comahue-, regulo los honorarios de la Dra. SUSANA CAPOBIANCO, actuando en doble carácter por la actora, en la suma de pesos SETECIENTOS SESENTA ($ 760) y los de los Dres. HUGO EDUARDO Poder Judicial de la Nación FRARE y carácter PABLO por GUTIÉRREZ la Casa COLANTUONO, de Estudios, actuando en la en suma similar de pesos TRESCIENTOS ($ 300) para cada uno. En cuanto a la incidencia resuelta a fs. 162/163 donde la actora resultó vencida, y en consecuencia, a tenor del criterio sentado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en “Las Varillas Gas S.A. c/ E.N.- M. de Economía O. y S.P.- Sec. de Energía - Resols. 124 y 148/01 s/ amparo ley 16986" (emitido el 20/12/05 y publicado en ED-8/3/06 y en LL9/3/06), debería soportar las costas pese a la ausencia de todo pronunciamiento al respecto-, regulo los honorarios de las Dras. SUSANA CAPOBIANCO y LAURA WAINER, actuando ambas en doble carácter por la actora en la suma de pesos TRESCIENTOS ($ 300) para cada una, quedando comprendidos los emolumentos de los profesionales que asistieron a la aseguradora en el USO OFICIAL pedido de acumulación, dentro de la regulación realizada en los párrafos anteriores. Por último, en lo que atañe a la incidencia resuelta a fs. 201 -donde la actora también resultó vencida, y en consecuencia, a tenor del criterio sentado por la Corte Suprema de Justicia de la Nación en “Las Varillas Gas S.A. c/ E.N.- M. de Economía O. y S.P.- Sec. de Energía - Resols. 124 y 148/01 s/ amparo ley 16986" (emitido el 20/12/05 y publicado en soportar las ED-8/3/06 costas y en pese LL-9/3/06), a la también ausencia debería de todo pronunciamiento al respecto-, regulo los honorarios del Dr. HERNÁN E. ETCHEVERRY, por su actuación como apoderado de la actora, en la suma de pesos CIENTO SETENTA ($ 170) y los del Dr. IVÁN JESUS BOSCO, patrocinante de la misma parte, en la de pesos CUATROCIENTOS TREINTA ($ 430). Por su lado, regulo los honorarios del Dr. PABLO A. GUTIÉRREZ COLANTUONO, por su actuación en doble carácter por la Universidad Nacional del Comahue en dicha incidencia, en la suma de pesos SETECIENTOS SESENTA ($ 760). (Art. 33 ley 21.839). Los honorarios regulados precedentemente devengarán, en caso de mora, un interés a la tasa pasiva promedio que publica mensualmente el Banco Central de la República Argentina, hasta el efectivo pago. 3) Fíjase la tasa judicial en la suma de $ 5.722,73 que deberán abonar los demandados condenados en costas (Universidad Nacional del Comahue y Lamuniere) en el plazo de cinco días desde que la presente quede firme, bajo apercibimiento previsto por el art. 11 de la ley 23.898. Regístrese y notifíquese. el