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Trabajos y
ensayos
Número 1 (enero de 2005)
Publicación de los alumnos del programa de doctorado
Cooperación, Integración y Conflicto en la Sociedad
Internacional Contemporánea
La politización de la ayuda humanitaria
Iker Zirion
“Lo humanitario no puede convertirse en la continuación de la política por otros medios
o en su sustitución, pero mucho menos en la continuación de la guerra por otros medios”. 1
1.
INTRODUCCIÓN
Desde la década de los 90 nuevos aires recorren el terreno humanitario. Los cambios
acaecidos en la Comunidad Internacional desde la caída del muro de Berlín han provocado
una transformación mundial que ha tenido notables repercusiones también en la forma de ver
la acción humanitaria.
El “nuevo humanitarismo”, derivado de esta introspección a la que se ha visto sometida
la ayuda humanitaria, trae nuevos interrogantes e inquietudes, pero también nuevas y
necesarias reflexiones y aportaciones para la difícil tarea de la mejora continua de la labor
humanitaria.
Entre las diferentes transformaciones a las que se ha visto sometido este ámbito, destaca
el radical cuestionamiento que los principios clásicos de la ayuda humanitaria están sufriendo
en la actualidad. Entre estos principios, el de independencia política de la ayuda humanitaria
es uno de los que resulta especialmente dañado en la práctica, crecientemente politizada, de la
actuación humanitaria de los Estados y las organizaciones internacionales.
¿Hasta qué punto es deseable que los Estados o las organizaciones internacionales basen
su actuación humanitaria, directa o indirecta, fundamentalmente en criterios políticos?
¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de esta actuación politizada de los Estados en el
ámbito humanitario? Y lo que es más importante, ¿Puede cambiarse esta realidad? ¿Pueden
hacerse las cosas de otro modo? Intentaremos responder a estas preguntas a lo largo de este
breve análisis.
1
F, Rey, “La ayuda humanitaria en 1996. Debates y realidades desde la Unión Europea”, Anuario CIP 1997,
Icaria, 1997, pp. 284, parafraseando una célebre sentencia de Clausewitz.
1
TRABAJOS Y ENSAYOS
Número 1, enero de 2005
Iker Zirion
2.
La politización de la ayuda humanitaria
INDEPENDENCIA POLÍTICA COMO PRINCIPIO FUNDAMENTAL DE LA
AYUDA HUMANITARIA
Ante la nueva realidad política internacional surgida con el final de la guerra fría, y la
consecuente redefinición de los actores, los objetivos y las prioridades en el ámbito
internacional, la ayuda humanitaria se vio inmersa, en la década de los 90, en un profundo
análisis y replanteamiento de su actuación.
Producto de esta concienzuda crítica, los principios humanitarios tradicionales
(humanidad, neutralidad, imparcialidad, independencia y universalidad)2, que habían dirigido
la labor humanitaria hasta entonces3, empezaron a ser cuestionados irremediablemente por la
nueva realidad internacional (especialmente, por la transformación de la actual conflictividad
internacional)4, supeditando su cumplimiento a dilemas éticos, posicionamientos morales y
valoraciones políticas5.
Asimismo, se fue manifestando un creciente “activismo humanitario”6 por parte de los
Estados y de determinadas organizaciones internacionales. La nueva percepción del ámbito
humanitario, derivada de los profundos cambios acaecidos en la realidad internacional, fue
respondida con la creación de nuevos organismos con un mandato específico en acción
humanitaria7, y con un cada vez mayor protagonismo de la actividad estatal en este ámbito.
Con la creciente importancia de los donantes bilaterales y de los organismos específicos
de ayuda humanitaria (especialmente ECHO), ha variado la estructuración de la ayuda y se ha
producido un progresivo desplazamiento de la misma hacia estos nuevos actores, con la
2
Basado en K. Pérez de Armiño, “La vinculación emergencia-desarrollo en el marco del nuevo humanitarismo.
Reflexiones y propuestas”, Temas de Cooperación, nº 13, 2002, pp. 17.
3
Estos principios, fueron recogidos en diferentes instrumentos jurídicos de Derecho Internacional Humanitario
y, en concreto, en los cuatro Convenios de Ginebra de 1949 y sus dos Protocolos Adicionales de 1977: Ibidem,
pp. 16.
4
De una conflictividad básicamente interestatal se ha pasado, a partir del final de la Guerra Fría, a la
proliferación de conflictos armados internos: Ibidem, pp. 13.
5
J. A. Sanahuja, Guerras, desastres y ayuda de emergencia. El nuevo humanitarismo internacional y la
respuesta española, Barcelona, Oxfam-Intermón, 2002, pp. 44.
6
Ibidem, pp. 48.
7
En la década de los 90 se crearon los primeros organismos de carácter multilateral dedicados exclusivamente a
la acción humanitaria. Concretamente en 1992 dos Organismos Internacionales crearon oficinas específicas:
ECHO (Oficina Humanitaria de la Comisión Europea) en la Unión Europea; y el DHA (Departamento para los
Asuntos Humanitarios), sustituido en 1997 por la OCHA (Oficina para la Coordinación de los Asuntos
humanitarios), en Naciones Unidas: F. Rey, “Nueve reflexiones y algunas tesis sobre acción humanitaria en el
siglo XXI”, Revista Española de Desarrollo y Cooperación, nº 8, 2001, pp. 17 y ss.
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La politización de la ayuda humanitaria
consiguiente pérdida de relevancia de las organizaciones internacionales, actores que gozaban
de una mayor protagonismo anteriormente8.
Esta transformación del sistema internacional de ayuda ha traído consigo determinadas
consecuencias perniciosas. Para empezar, la gestión de la ayuda se ha vuelto más
fragmentada9 lo que, en contra de lo que pudiese esperarse con la creación de organismos
especializados, ha creado problemas de coordinación y ha planteado importantes dudas sobre
las funciones, responsabilidades, límites éticos, políticos y operacionales de cada uno de los
actores10.
Del mismo modo, esta fragmentación de la ayuda ha animado la creciente politización
de la misma, que ha pasado a gestionarse sobre la base de intereses políticos, económicos o de
seguridad, especialmente, por parte de los actores estatales11. Al mismo tiempo, además de los
beneficios económicos, geoestratégicos y políticos que de esta actuación pudieran derivarse,
los gobiernos y las organizaciones han descubierto el potencial mediático de la acción
humanitaria12.
Este proceso, de fundamental importancia y de reciente13 aparición en el ámbito de la
ayuda humanitaria, vulnera el principio de independencia que, con respecto a las
organizaciones
humanitarias,
persigue
una
actuación
autónoma
y
apartada
de
condicionamientos políticos o de otro tipo tanto en los países de origen como en los que
actúan14.
Asimismo, si a la creciente importancia de los actores estatales y de determinados
organismos especializados de las organizaciones internacionales, le añadimos la constatación
de que los intereses estratégicos, militares o de política exterior y el juego político nacional se
han situado (junto con la influencia de los medios de comunicación) entre los factores
8
Mientras que a finales de los 80, el 46% de la ayuda humanitaria otorgada por los donantes se canalizaba a
través de Naciones Unidas, el 50% era bilateral y la Unión Europea canalizaba el 5%, a finales de los años 90, la
ayuda bilateral alcanzó un 60%, la de Naciones Unidas descendió al 25% y la de la UE (a través de ECHO)
había ascendido al 15%: J. A. SANAHUJA, op. cit, pp. 29.
9
K. Pérez de Armiño, op. cit., pp. 15.
10
J. A. Sanahuja, op. cit, pp. 48.
11
K. Pérez de Armiño, op. cit., pp. 15
12
Como demuestran los desplazamientos de personalidades políticas a Sarajevo hace unos años, o la propia
creación de la Oficina Humanitaria de la Comisión Europea (ECHO) en 1992, que se ha convertido en uno de los
elementos de mayor visibilidad de la Unión Europea en el mundo: Ibidem, pp. 19.
13
Aunque esta subordinación de la acción humanitaria se inició hace años en Estados Unidos, está siendo
introducida en la actualidad tanto en el ámbito de la Unión Europea como en el ámbito español: F. REY, “Nueve
reflexiones ....”, pp. 20.
14
K. Pérez de Armiño, op. cit., pp. 17.
3
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La politización de la ayuda humanitaria
determinantes de la cuantía de las aportaciones y el tipo de respuesta15, lo cierto es que se
plantean comprometedores interrogantes sobre el futuro de la ayuda humanitaria.
La muerte de la “inocencia política”16 ha provocado que los donantes, en la búsqueda de
una mayor coherencia, hayan empezado a combinar diferentes mecanismos de actuación:
potenciación de la acción diplomática, creación de vínculos comerciales, establecimiento de
políticas de seguridad y de cooperación para el desarrollo, así como la ayuda humanitaria17.
Además de la introducción de estos enfoques más integrados se ha producido un desvío de la
clásica orientación humanitaria de apoyo a las personas necesitadas hacia un nuevo
humanitarismo que apoya, principalmente, procesos sociales y resultados políticos18.
En este sentido, por ejemplo, las prioridades de política exterior y de cooperación al
desarrollo de determinados Estados (en mayor medida los occidentales) han sufrido una
drástica reorientación a partir de una fecha ya tristemente célebre en todo el mundo. Desde
que el 11 de septiembre de 2001, la seguridad pasase a convertirse en la preocupación
fundamental de muchos de estos países, las cosas también han cambiado en el espectro
humanitario.
La politización de la ayuda humanitaria no es un fenómeno novedoso19 –no en vano se
convirtió en una más de las armas utilizadas por Estados Unidos y la URSS durante la época
de la guerra fría- y aunque no desapareció (sino todo lo contrario)20 con la caída del Muro de
Berlín, la politización ha sufrido un desarrollo sin precedentes gracias a la respuesta de la
Administración Bush y del resto de los países occidentales a los atentados del 11 de
septiembre de 200121. En este nuevo contexto, se ha dificultado enormemente el respeto del
principio que afirma que todo el mundo tiene derecho a la asistencia humanitaria con
independencia de donde se encuentre o de su afiliación política22.
15
J. A. Sanahuja, op. cit, pp. 29.
K. Pérez de Armiño, op. cit., pp. 23.
17
Ibidem.
18
Ibidem.
19
World Vision, CARE, SAVE US, MERCY CORPS, OXFAM USA, OXFAM GB y Catholic Relief Services,
Ambiguity and Change. Humanitarian NGOs Prepare for the Future, Feinstein International Famine Center,
Tufts University, 2004, pp. 49.
20
K. Pérez de Armiño, op. cit., pp. 24.
21
World Vision, CARE, SAVE US, MERCY CORPS, OXFAM USA, OXFAM GB y Catholic Relief Services,
op. cit., pp. 49.
22
Ibidem.
16
4
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La politización de la ayuda humanitaria
La posición hegemónica del país norteamericano y su papel de “arquitecto y promotor”
de la lucha contra el terrorismo ha dominado la política internacional desde entonces. La
Unión Europea también ha ido dando pasos en este sentido y se ha dotado, en el marco del
nuevo Tratado por el que se instituye una Constitución Europea, así como de su Política
Exterior y de Seguridad Común de instrumentos que convierten a la ayuda humanitaria y la
cooperación al desarrollo en “herramientas” que les permitan dirigirse hacia la consecución de
sus propios intereses23.
Como señala Duffield24, los Estados occidentales promueven, también a través de su
comportamiento humanitario, la “paz liberal”, es decir, la resolución de conflictos y la
instauración de regímenes basados en los principios del liberalismo político y económico25.
Del mismo modo, podría añadirse que también se potencia la “paz democrática”, esto es, la
instauración de regímenes democráticos, en la convicción de que la conflictividad
desaparecerá con la presencia de dichos regímenes ya que los Estados democráticos
mantienen relaciones pacíficas entre sí.
Esta pretendida labor democratizadora no es más que una encubierta imposición de
valores, esta vez en el plano político-normativo, que se desprende de la curiosa vocación
occidental de exportar determinados principios y valores políticos. La peculiar misión
democratizadora del mundo, que el país más poderoso del planeta asume y occidente acepta
calladamente, presupone, por ejemplo, que la democracia es un bien tan exportable como las
nueces de California.
Por ello, el hecho de que los gobiernos hayan recuperado el control de la agenda
humanitaria puede traer consigo consecuencias negativas, siempre que se convierta en una
maniobra que esconda una forma de neocolonialismo en la cual el papel de las ONG
disminuye (al aumentar el control gubernamental sobre éstas y sus decisiones operativas),
limitándose éstas a canalizar la ayuda controlada, de forma creciente, por los gobiernos.
El análisis de la actuación de los Estados y de determinadas organizaciones
internacionales ante las crisis humanitarias de la década de los 90 nos presenta, como señala
Sanahuja, un desagradable elemento común26: la constatación de que lo humanitario se ha
utilizado como un argumento para legitimar las actuaciones escondiendo los intereses reales
23
Ibidem, pp. 50.
M. Duffield, Global Governance and the new wars. The merging of development and security, Zed Books,
Londres y Nueva York, 2001, citado en K. PÉREZ DE ARMIÑO, op. cit., pp. 23
25
K. Pérez de Armiño, op. cit., pp. 23.
26
J. A. Sanahuja, op. cit, pp. 49.
24
5
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La politización de la ayuda humanitaria
tras una cortina de humo. Con la entrada del nuevo siglo, y los acontecimientos que en él se
han producido, las cosas no han variado sino a peor. Los principios humanitarios, incluido el
de independencia, siguen siendo ignorados por la actuación de algunos actores humanitarios.
Esta realidad puede tener, como afirma el informe “Ambigüedad y Cambio” del
Feinstein Internacional Famine Center, varias interpretaciones. Según algunos, no es más que
la lección que se deriva de una expansión humanitaria sin escrúpulos y de los flirteos de la
actuación humanitaria con la política. Según otros, esta realidad revela la inutilidad
contemporánea de los principios humanitarios y la necesidad de su uso “únicamente como
referencia”. Finalmente, una última opinión pone el acento en que la subordinación de los
principios humanitarios frente a otros intereses coloca a las agencias, ONGs y demás actores
humanitarios en una “ambigua y peligrosa situación”27.
Muchos de los receptores de la ayuda no entienden que la comunidad internacional
hable de la universalidad de los derechos humanos, más aún cuando cada vez más parece
reconocerse una similitud entre los valores de los actores humanitarios y los valores políticos
occidentales. Estos actores se presentan, en determinados países, como la imposición de
valores, prácticas o estilos de vida determinados, “casualmente” coincidentes con los
occidentales, lo que provoca una “crisis de legitimidad”, con lo que el mayor reto es, en
ocasiones, no ser considerados como parte del enemigo por los destinatarios de la ayuda28.
Por otro lado, si la actuación en el ámbito humanitario se ve, cada vez más,
notablemente determinada por los particulares y, más aún, volubles intereses de los Estados o
de las organizaciones internacionales en las que éstos se asocian, la ayuda humanitaria no
responderá adecuadamente a su propósito, esto es, la necesidad objetiva y el derecho de todo
ser humano a recibir asistencia y protección29.
Con respecto a los destinatarios de la ayuda humanitaria, la politización, en cuanto basa
la toma de decisiones en los intereses de los Estados y las organizaciones internacionales,
ningunea la voluntad de “los eslabones finales de la cadena humanitaria” e invisibiliza sus
27
World Vision, CARE, SAVE US, MERCY CORPS, OXFAM USA, OXFAM GB y Catholic Relief Services,
op. cit, pp. 54.
28
Recordemos, por ejemplo, el ataque a la oficina principal de Naciones Unidas en Bagdad que causó decenas
de víctimas, el secuestro de personal de esta organización en este mismo país, o el ataque a personal de Médicos
Sin Fronteras en Afganistán que motivó que, después de más de veinte años en este país, esta organización
decidiese abandonarlo.
29
J. A. Sanahuja, op. cit, pp. 33.
6
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La politización de la ayuda humanitaria
necesidades, ya que centra la toma de decisiones en el “primer eslabón de la cadena” (en este
caso, las políticas exteriores de dichos gobiernos u organismos internacionales)30.
Otra pregunta que cabría realizarse es hasta qué punto la politización de la ayuda y su
consecuente concentración en determinados conflictos y zonas de interés de un Estado pueden
acelerar la aparición de “síndromes de dependencia”, esto es, pueden desincentivar los
esfuerzos de la población por valerse por sí misma, potenciando su vulnerabilidad y
dificultando su recuperación31. Este efecto pernicioso de la ayuda humanitaria puede ser
todavía mayor en los casos en los que ésta, por efecto de la politización, se concentra siempre
en los mismos lugares y bajo las mismas circunstancias.
Más aún, ante la falta de exigencia de responsabilidades por la actuación humanitaria,
especialmente en el caso de los Estados, la ayuda puede convertirse en una verdadera
sustitución de la voluntad política necesaria para la resolución del conflicto que dio lugar a la
crisis humanitaria. Es decir, la ayuda constituiría un parche ante la imposibilidad o la falta de
voluntad de los donantes en la búsqueda de una solución duradera y definitiva al problema32.
Sin embargo, debe existir la conciencia de que lo humanitario no puede sustituir a la
política. No hay una “solución humanitaria” a los problemas políticos o militares. Por lo
tanto, deben ser los gobiernos, a través de decisiones políticas y no de la ayuda humanitaria,
los que solucionen los problemas.
Por otro lado, ¿quién nos asegura que el argumento que defiende el derecho (¿deber?)
de injerencia humanitaria33, no puede ser interpretado de forma interesada por los Estados o
las organizaciones internacionales con el objeto de intentar legitimar determinada acción? Lo
cierto es que ejemplos cercanos en el tiempo no nos faltan, caso de la OTAN en la antigua
Yugoslavia o de Estados Unidos en Irak, pero la respuesta a esta pregunta puede ser lo
suficientemente desagradable como para no querer oírla.
30
D. Sogge, “Los subalternos en la cadena de la ayuda”, en Unidad de Estudios Humanitarios, Los desafíos de la
acción humanitaria. Un balance, Barcelona, Icaria, 1999, pp. 154.
31
J. A. Sanahuja, op. cit, pp. 39.
32
Esta forma de actuación, denominada “política de sustitución”, puede deberse a la inexistencia de “intereses
nacionales vitales” en juego, a la falta de acuerdo con otros Estados respecto a la acción apropiada, o a razones
de prudencia política: Ibidem, pp. 51.
33
Desde los años 60 se defiende, desde algunas posturas, como derecho (y como deber) la posibilidad de que la
Comunidad Internacional intervenga, de forma directa, en determinada situación interna de un Estado (sin que el
Estado pueda alegar el principio de no intervención en sus asuntos internos), con el uso de la fuerza si fuese
necesario, para detener la violencia y las violaciones de derechos humanos, y permitir a los trabajadores
humanitarios prestar la debida asistencia: Ibidem, pp. 44.
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3.
La politización de la ayuda humanitaria
CONCLUSIÓN
Parece incontestable el hecho de que los Estados, cada vez más, desarrollan su política
exterior a través de la ayuda humanitaria. Esta actitud, no sólo vulnera los principios
humanitarios, sino que desarrolla la acción humanitaria a través de instrumentos y
mecanismos indeseables, alejándola de sus verdaderos objetivos.
Debemos ser realistas ante la dificultad de que no existan determinados intereses detrás
de una intervención humanitaria, pero dicha constatación no puede callar la exigencia de un
mínimo de coherencia entre los argumentos legitimadores de la intervención y las verdaderas
razones que la provocan, ni debe impedir que se cumplan las obligaciones derivadas del
derecho internacional humanitario34, derecho por el que, en todo caso, debe regirse la
actuación.
Por otro lado, como afirma Christoplos, ante la constatación de que la vida humana y el
sufrimiento dejan de ser las prioridades de la acción humanitaria y ésta se convierte en un
negocio, se debe acudir al imperativo humanitario para retar a los actores que de este modo
actúen a comportarse de acuerdo con sus objetivos declarados35. Siguiendo esta línea
argumental no parece que se deba actuar de otro modo con aquellos actores que se escuden en
la acción humanitaria para desarrollar sus intereses no sólo económicos, sino también
políticos, geoestratégicos o militares.
Intentos en este sentido no han faltado. Las ONG, a través de algunos de los
instrumentos destinados a regular su acción humanitaria, han tratado también de concienciar
la actitud de los Estados. En un intento por recuperar cierta capacidad de maniobra en
contextos frecuentemente definidos por los Estados, las ONG reclamaron, a través del
“Código de Conducta”36, un cambio de actitud por parte de los Estados y de las
organizaciones internacionales.
34
J. A. Sanahuja, op. cit, pp. 50.
I. Chrisroplos, “Humanitarianism and public service integrity. How do we get form here to there?”, Journal of
Humanitarian Assistance, 1998.
36
El Código de Conducta de 1994 es el resultado de una iniciativa de las principales ONG humanitarias que se
inscribe en un proceso más amplio de autorregulación en el que participaron ONG a escala nacional y europea.
Su objetivo es comprometer a los firmantes con los principios humanitarios tradicionales, y con estándares éticos
y profesionales elevados. Cuenta con el apoyo de más de 150 organizaciones y de 142 gobiernos: Ibidem, pp.57.
35
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A través de la firma de la “Declaración de Madrid” de 1995, determinados Estados y
organizaciones internacionales (entre los que se encuentran los principales donantes)37
afirmaron el carácter humanitario y no político de la ayuda, recordaron los principios por los
que ésta debía regirse (humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia), e
identificaron sus objetivos (atención inmediata y protección de todas las víctimas,
especialmente las más vulnerables)38.
Desgraciadamente, aunque como era previsible, esta Declaración no ha conllevado un
cambio efectivo en la actitud de los Estados y las organizaciones internacionales. Los
donantes siguen aplicando los criterios de asignación que consideran más adecuados según
sus intereses, dando prioridad a las áreas preferentes de su política exterior, y sin cuestionarse
si su acción supone o no la vulneración de determinados principios, principalmente el de
independencia política de la ayuda39.
Al margen de esta movilización de las ONGs, otro aspecto que puede beneficiar un
cambio de actitud en los Estados es la propia globalización. En cuanto determinados aspectos
de la globalización (por ejemplo, la forma en que la revolución tecnológica dificulta a las
autoridades gubernamentales el control y la interpretación interesada de los acontecimientos)
pueden erosionar la soberanía y la autoridad de los Estados, esto puede permitir la apertura de
un nuevo espacio humanitario más global y menos controlado por éstos40.
Las perspectivas futuras, sin embargo, no son halagüeñas. Ya desde Kosovo se
adivinaban los problemas que la falta de consenso global sobre los principios y valores
humanitarios podía crear41. El desarrollo que esta realidad ha tenido con las recientes
intervenciones de Estados Unidos en Afganistán e Irak parece asegurar un futuro donde
primen las intervenciones interesadas y unilaterales, vacías de principios que las sustenten, de
objetivos humanitarios y de contenido.
37
Comisión Europea (a través de ECHO), Gobierno de Estados Unidos (a través de OFDA-USAID) y los
organismos de Naciones Unidas que prestan ayuda de emergencia (UNICEF, ACNUR, DHA, PMA): Ibidem, pp.
58 y ss.
38
J. A. Sanahuja, op. cit, pp. 59.
39
Ibidem.
40
World Vision, CARE, SAVE US, MERCY CORPS, OXFAM USA, OXFAM GB y Catholic Relief Services,
op. cit, pp. 50.
41
J. A. Sanahuja, op. cit, pp. 53.
9
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BIBLIOGRAFÍA
CHRISTOPLOS, I., “Humanitarianism and public service integrity. How do we get form here to
there?”,
Journal
of
Humanitarian
Assistance,
1998.
Disponible
en
Internet:
http://www.jha.ac/articles/a041.htm
SOGGE, D., “Los subalternos en la cadena de la ayuda”, en Unidad de Estudios Humanitarios, Los
desafíos de la acción humanitaria. Un balance, Barcelona, Icaria, 1999, pp. 153-182.
REY, F., “La ayuda humanitaria en 1996. Debates y realidades desde la Unión Europea”, Anuario CIP
1997, Icaria, 1997, pp. 279-299.
REY, F., “Nueve reflexiones y algunas tesis sobre acción humanitaria en el siglo XXI”, Revista
Española de Desarrollo y Cooperación, nº 8, 2001, pp. 9-23.
SANAHUJA. J. A., Guerras, desastres y ayuda de emergencia. El nuevo humanitarismo internacional
y la respuesta española, Barcelona, Oxfam-Intermón, 2002.
PÉREZ DE ARMIÑO, K, “La vinculación emergencia-desarrollo en el marco del nuevo
humanitarismo. Reflexiones y propuestas”, Temas de Cooperación, nº 13, 2002, pp. 11-29.
WORLD VISION, CARE, SAVE US, MERCY CORPS, OXFAM USA, OXFAM GB y CATHOLIC
RELIEF SERVICES, Ambiguity and Change. Humanitarian NGOs Prepare for the Future,
Feinstein International Famine Center, Tufts University, 2004. Disponible en Internet:
http://www.famine.tufts.edu/pdf/ambiguity_and_change.pdf
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