Ambulantaje

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Cybergeo : Revue européenne de géographie, N° 373, 19 avril 2007
El ambulantaje en imágenes:
una historia de representaciones de la venta callejera en la Ciudad de
México (siglos XVIII-XX)1
Ambulantaje in images: A history of street commerce representations in
Mexico City (XVIIIth- XXth centuries)
L’ambulantage en images: une histoire des représentations du commerce
de rue à Mexico (XVIIIe-XXe siècles)
Martha DE ALBA
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa
Arnaud EXBALIN
Université Paris-X Nanterre/Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos
Georgina RODRÍGUEZ
Fototeca, Centro de la Imagen (CENART)
Resumen :
Este trabajo es un análisis de las representaciones del ambulantaje (comercio ambulante, trabajo
en la vía pública) en la Ciudad de México, a través de la pintura de castas del siglo XVIII, la
fotografía de finales del siglo XIX y principios del XX y la fotografía de prensa de finales del
siglo XX. Este ensayo observa las transformaciones que esta actividad ha tenido en las diferentes
épocas de desarrollo de la ciudad de México, a través del análisis de los productores de la imagen
y del imaginario alrededor de este tipo de comercio, transmitido por medio de la pintura de
castas o de la fotografía. Los tres artículos que conforman este ensayo, intentan indagar de forma
general cómo se ha representado el ambulantaje en cada época, qué rasgos de esta actividad se
modifican y cuáles se mantiene en el paso de un período a otro, de qué forma el análisis de las
representaciones de una temporalidad nos ayuda a entender las imágenes propagadas en los
siguientes periodos. Los autores abordaron principalmente tres dimensiones de la representación
del ambulantaje para cada periodo: la social, la territorial y la económica. A pesar de las
diferentes fuentes y perspectivas de análisis, logramos identificar aspectos que permanecen
constantes en este largo periodo y que nos permiten entender la dinámica del fenómeno social de
1
Este trabajo se realizó como una investigación colectiva, en el marco del Taller sobre Ambulantaje en México, dirigido por
J. Monnet (CEMCA), en 2004-2005, y presentado en el Seminario Internacional Comercio y Movilidades Urbanas en tiempos de
Metropolización, 11-13 de junio de 2005, México DF. Agradecemos a Olivia Domínguez su colaboración para la colección de
fotografías y artículos de prensa que sirvieron para la elaboración del análisis presentado en el tercer apartado de este trabajo.
Agradecemos a los dictaminadores de Cybergeo sus sugerencias para mejorar este trabajo.
NDR: Este articulo forma parte del Dossier de Cybergeo “Ambulantage et Métropolisation” coordinado por J. Monnet
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este tipo de comercio en la ciudad de México, dentro de un marco histórico y tradicional. Por otro
lado, es concluyente que el ambulantaje es una actividad que se adapta a las cambiantes
condiciones del espacio público, y que esta adaptabilidad hace posible su realización en los
diferentes momentos del desarrollo urbano de la ciudad.
Palabras clave : ambulantaje, espacios públicos, historia, representaciones, venta callejera,
ciudad de México.
Abstract :
This work is an analysis of the representations of street commerce (ambulantaje) in Mexico City
through its representations in the 18th Century Pintura de Castas, in photography from the late
19th Century through the beginning of the 20th Century, and in press photos from the turn of the
21st Century. This essay looks at the transformations that ambulantaje has had in the different
eras of the development of Mexico City through the analysis of the producers of the images and
the imaginarium of this type of commerce, through the use of the Pintura de Castas or of
photographs. The three articles that make up the essay look at how ambulantaje has been
represented in each era, what features of this activity have been modified and which ones have
been maintained from one period to another, and how the analysis of the representations of one
time period helps to understand the images propagated in the following periods. The authors
examine three dimensions of the representation of ambulantaje for each period: social, territorial
and economic dimensions. In spite of the different sources and analytic perspectives of each
author, we can identify aspects that remain constant throughout this long time period and allow
us to understand the dynamics of the social phenomenon of this type of commerce in Mexico
City, within an historical, as well as traditional, framework. We conclude that ambulantaje is an
activity which adapts to the changing conditions of public space, and this adaptability makes it
possible to continue throughout the different eras of urban development.
Key words : ambulantaje, street commerce, public spaces, history, representations, Mexico city
Résumé :
Ce travail est une analyse des représentations iconographiques des vendeurs de rue à Mexico.
Nous étudions les dimensions sociales, territoriales et économiques de ces représentations à
travers trois moments clés du développement urbain, à la fin des XVIIIe, XIXe et XXe siècles. Le
corpus d’images (peinture et photographie) de ces trois moments est varié et il implique
différents registres d’analyse. Malgré tout, sur la longue durée, nous pouvons percevoir des
changements et des continuités dans les perceptions de l’ambulantage, ce qui témoigne de la
profondeur historique du phénomène.
Mots clés : ambulantage, espaces publics, longue durée, représentations, vente de rue, ville de
Mexico.
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Introducción
La representación del ambulantaje (entendido como venta o servicio prestado en el espacio
público urbano) puede rastrearse a través de distintas expresiones plásticas que comprenden no
sólo las intencionalidades artísticas y los usos de un medio específico, sino las formas de
percepción de la venta y los servicios ambulantes predominantes en cada época. Una historia
visual del ambulantaje puede estructurarse según sus diferentes acercamientos al tema, desde lo
documental/descriptivo a lo expresivo/interpretativo. De manera correspondiente al motivo
representado --de la construcción de un personaje a su presencia en el paisaje urbano-- las
representaciones del ambulantaje son aquellas que, a través de la elección de un enfoque
determinado, permiten meditar sobre su función y percepción social. Es con este objetivo que el
presente trabajo analiza las representaciones que se expresan en imágenes (pintura y fotografía)
que han captado esta actividad callejera desde el siglo XVIII hasta nuestros días en el contexto de
la ciudad de México. Se pretende trazar una historia de representaciones en la que tanto el artista,
el actor y el espectador entretejen sus miradas para construir un imaginario sobre la venta y los
servicios ambulantes.
Para cubrir este objetivo se realizará un análisis de imágenes, producidas desde el siglo
XVIII hasta nuestros días, en las que el ambulantaje aparece representado en diversas formas. Las
fuentes pictóricas y fotográficas corresponden a las formas de expresión visual privilegiada en
cada época analizada: la pintura, el grabado y la litografía en los siglos XVIII y XIX, y la
fotografía en el siglo XX y principios del XXI. Cada temporalidad de las representaciones del
ambulantaje requiere un análisis propio, debido al contexto en que esta actividad económica se
inserta en cada período, al tipo de material utilizado y a la mirada particular que cada autor
imprime a su obra. Mirada que se encuentra anclada en el sistema de pensamiento dominante de
cada época; sin embargo persiste un hilo conductor que guía el estudio de estas representaciones:
analizar qué ha cambiado en la prestación de servicios y en el tipo de comercio que se ha ejercido
en la vía pública desde el siglo XVIII hasta nuestros días. Es decir, observar las transformaciones
que ha tenido esta actividad en las diferentes épocas de desarrollo de la ciudad, a través del
análisis de la mirada del productor de la imagen y del imaginario del ambulantaje que se
transmite por medio de la pintura de castas o de la fotografía.
El análisis de las imágenes de cada época permitirá observar cómo se han transformado
las representaciones del ambulantaje en tres siglos. El cambio de representaciones del
ambulantaje quizás coincide con los cambios urbanos producidos por la historia del desarrollo de
la ciudad de México. De suerte que la pintura del siglo XVIII presenta la venta callejera en el
contexto socio-territorial propio a la ciudad colonial, fenómeno que se prolonga en los personajes
fotografiados en la segunda mitad del siglo XIX, mientras que la fotografía del siglo XX la retrata
en una ciudad moderna. Sin embargo, la imagen actual de un ambulantaje desbordante y
problemático parece surgir al dispararse la explosión demográfica de la ciudad de México. A
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partir de este momento, esta actividad económica se convierte en un problema urbano masivo que
invade el espacio público y se expande hasta ocupar espacios de tránsito en toda la urbe. Más allá
de esta primera hipótesis, trataremos de indagar de forma general cómo se ha representado el
ambulantaje en cada época, qué rasgos de esta actividad se modifican y cuáles se mantiene en el
paso de un período a otro, de qué forma el análisis de las representaciones de una temporalidad
nos ayuda a entender las imágenes propagadas en los siguientes periodos. Responder a estas
interrogantes implica el análisis de las representaciones sociales del ambulantaje expresadas en la
pintura y fotografía de tres temporadas claves en la historia urbana: en la pintura de castas de la
época colonial, en la fotografía del siglo XIX y su atención a estos personajes en la ciudad
industrial; y en la época actual (1995-2005) a través de la fotografía de prensa con “mirada
estético-etnográfica” que a menudo ofrece el diario La Jornada.
Las imágenes en su conjunto, independientemente del periodo analizado, fueron
estudiadas conforme a tres grandes categorías temáticas: aspectos sociales de la representación
(pertenencia a grupos definidos por diferencias socio-económicas, raciales, de género, etc.),
territoriales (características del espacio o contexto en el que aparece representada la actividad) y
económicos (tipo de productos representados, posible mercado, etc.). En cada apartado de este
trabajo se presentará una descripción del material analizado para cada época, y a manera de
conclusión se realizará una discusión en la que se tratará de responder a las interrogantes que
dirigieron el estudio.
1. Las representaciones de los vendedores callejeros en la pintura de Castas
(México, siglo XVIII)
Los vendedores callejeros no son un fenómeno reciente. El fenómeno actual del ambulantaje en
la ciudad de México aparece más bien como el resurgimiento de un fenómeno mucho más
antiguo, pues las calles y las plazas de la ciudad han sido el principal lugar de venta desde la
época prehispánica; recordemos por ejemplo, el tianguis de la plaza de Tlatelolco de la capital
azteca. La ciudad de México era la más grande del nuevo mundo y generaba intensos flujos
comerciales. Las formas de venta callejera ya eran complejas desde los inicios de la época
colonial. Las vistas de la Plaza Mayor 2 – un género de la iconografía colonial – pintan esa
complejidad: desde el puesto fijo del baratillo hasta las fruteras indígenas sentadas alrededor de la
Picota, del zapatero del desembarcadero hasta el carnicero que andaba con su mula 3 . En esa
época, la ciudad de México aparecía como un inmenso mercado abierto.
Los vendedores callejeros surgen de manera masiva en los archivos de la administración colonial
a partir de la segunda mitad del siglo XVIII 4 . Este hecho se explica por la situación demográfica
2
La Plaza Mayor corresponde al centro de la ciudad colonial. Hoy Zócalo.
Para un estudio fino del comercio de la Plaza Mayor, ver Jorge Overa Ramos, Los mercados de la Plaza Mayor en la ciudad de
México (1530-1745), tesis de licenciatura, ENAH, 2001.
4
Ver el Archivo Histórico del Districto Federal (AHDF) y el Archivo General de la Nación (AGN).
3
4
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y socioeconómica de la ciudad. México conoció entonces el auge demográfico más fuerte desde
su fundación a pesar de las numerosas epidemias 5 .
Esa época corresponde también a un cambio en la concepción de los espacios públicos 6 . Los
hombres de la Ilustración trazaron la ciudad de las Luces, tomando como modelo a las capitales
europeas, Madrid, París o Londres: una ciudad higienista, fluida y segura 7 . Desde la fundación
de la ciudad colonial, la venta callejera era controlada por el ayuntamiento y tolerada por las
autoridades peninsulares. Sin embargo, a partir del final del siglo de las Luces la venta callejera
no concordó con la nueva visión de los Ilustrados, convirtiéndose en un tema de policía urbana,
lo cual explica la amplia información sobre el tema que se encuentra en los archivos
(reglamentos, mapas, pleitos judiciales...) de la época. Además de la información recabada en
estos archivos, las representaciones iconográficas de los vendedores callejeros constituyen otra
valiosa fuente para estudiar el tema de las percepciones del ambulantaje.
La pintura de Castas es un importante medio de información de las representaciones del
ambulantaje por varias razones. En primer lugar porque los vendedores aparecen de manera
masiva en el conjunto de series de este género artístico. La pintura de Castas funciona por series
compuestas de 16 cuadros, cada una de las series representa una declinación de todas las formas
de mestizaje posibles entre los Españoles, los Indios y los Negros. Según García Saíz (1989)
existen más de 50 series 8 , en cada una de las cuales se identifican entre cuatro y seis cuadros
donde los vendedores ambulantes aparecen, lo que significa que existen no menos de 250 casos 9 .
En segundo lugar, la pintura de Castas constituyó un vehículo importante en la creación de las
representaciones sociales no sólo del mestizaje latinoamericano sino también del ambulantaje,
pues tuvo una amplia difusión tanto en América como en Europa, principalmente en España.
Hecho que seguramente generó un impacto en las mentalidades de la época colonial.
En tercer lugar, estos cuadros arrojan información etnográfica valiosa sobre las formas en que se
desarrolló el ambulantaje durante el período representado (trajes, productos, gestos de la venta...),
así como sobre los orígenes étnicos y sociales de quienes ejercían este tipo de actividad
comercial. En estos cuadros llama la atención el realismo y el detalle con el que están
representados los personajes, normalmente familias, y el escenario en el que se encuentran
insertos. De manera sistemática, aparecen el padre, la madre y el niño de la pareja, ejerciendo la
actividad en el espacio urbano. Este género pictórico también nos interesa porque la escala de la
representación del paisaje urbano es fina: los vendedores aparecen siempre a escala de la calle.
5
1560 : 75 000 habitantes ; 1803 : 137 000 habitantes ; 1811 :169 000 habitantes. Ver Timothy E. Anna, La caída del gobierno
español en la ciudad de México, FCE, México, 1981.
6
Jérôme Monnet, La Ville et son double. La parabole de Mexico, Nathan, Paris, 1993.
7
Marcela Dávalos, Basura e Ilustracíon. La limpieza de la Ciudad de México a fines del siglo XVIII, INAH, México, 1997.
8
María Concepción García Saíz, Las Castas mexicanas. Un género pictórico americano, Olivetti, México, 1989.
9
El censo de esas pinturas es un trabajo que se está haciendo poco a poco. Pocos son las series completas (solo algunas); además,
los lienzos son geográficamente muy dispersos pues fueron comprados por particulares.
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La serie de 16 cuadros que será analizada en este trabajo proviene de la colección del Museo de
las Américas en Madrid, y tiene la particularidad de estar completa. Aunque es anónima sabemos
que el autor es novohispano y que la serie data del último cuarto del siglo XVIII. Enseguida se
presenta la serie completa, para posteriormente centrarnos en el análisis de aquéllos lienzos en los
que el ambulantaje aparece claramente [Imágenes 1 a 7].
Imagen 1
(1. de Español è Yndia: Mestizo / 2. de Mestiza y Español: Castizo)
6
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Imagen 2
(3. de Castizo y Española: Español / 4. de Español y Negra: Mulato)
7
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Imagen 3
(5. de Español i Mulata: Morisco / 6. de Español y Morisca: Alvino)
8
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Imagen 4
(7. de Español y Alvina: Negro Torna atrás / 8. de Yndio y Negra: Lovo / 9. de Lobo y Negra: Chino)
9
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Imagen 5
(10. de Chino è Yndia: Canbujo / 11. de Yndia y Cambujo: Tente en el Aire /
12. de Tente en el Aire y Mulata: Albarrasado)
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Imagen 6
(13. de Alvarrasado è Yndia: Barsino / 14. de Barsino è Yndia: Canpa Mulato)
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Imagen 7
(15. de Yndio y Mestiza: Coyote / 16. Yndios Apaches)
El orden de presentación de los cuadros permite observar que la referencia para la clasificación
de mestizaje son los españoles, pues a partir de ellos se comienza la categorización de castas. Por
los detalles de cada cuadro, como son las formas de vestir, los modales de los personajes, la
decoración, el mobiliario o el contexto donde se ubican, se puede deducir que existe una
diferenciación socio-económica que asocia a los españoles de los primeros cuadros con sectores
de la población más favorecidos, mientras que en los últimos se presentan personajes
pertenecientes a sectores desfavorecidos. El ambulantaje se observa en seis lienzos (números
ocho, diez, doce, trece, catorce, quince), aquellos en los que los personajes aparecen ofreciendo o
acomodando diversos productos, en su mayoría alimentos, en mesas o mantas en el espacio
público. Es una actividad estrechamente asociada con los indígenas (Yndios, en los lienzos)
representados en los cuadros, por lo que se deduce que el ambulantaje era en la sociedad colonial
de Nueva España una forma de ganarse la vida común para este grupo étnico. También aparece
asociada con sectores de la población económicamente desfavorecidos, pues los personajes
suelen representarse en su mayoría descalzos, con ropas modestas, sucias o rotas. Desde luego
que no podemos tomar estos lienzos como retratos fieles de las actividades económicas ni de la
sociedad de aquel tiempo, pero sí podemos afirmar que expresan representaciones sociales en dos
sentidos: en primer lugar, el artista o autor del cuadro plasma en su obra sus propias
representaciones de los grupos sociales de la época colonial, de sus formas de vida, entre las
cuales se encuentra la venta ambulante, así como de los espacios públicos y privados ocupados
por ellos. Al hacerlo, el artista no escapa de las representaciones dominantes de la sociedad de su
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tiempo, pues las encontramos en la pintura de castas de otros autores. En segundo, su obra se
convierte en un soporte gráfico que al hacer circular e inmortalizar estas representaciones, como
lo haría la fotografía más tarde, las refuerza y las convierte en estereotipos. Representaciones que
alimentaban un imaginario de la sociedad novohispana tanto en América como en Europa, pues
estos lienzos constituyeron fuentes de información para dar a conocer la vida de las colonias
americanas en el viejo continente 10 .
El hecho de que los consumidores nunca aparezcan en las imágenes nos obliga a reflexionar
sobre lo que era un servicio urbano en la ciudad colonial. ¿Cuáles son los elementos en el cuadro
que nos permiten identificar lo que se presenta como un servicio urbano? ¿Cómo saber quién es
el vendedor sin que los consumidores sean representados? Es precisamente unas de las
interrogantes en este análisis.
Cada lienzo fue estudiado sistemáticamente a partir de distintas categorías: la ubicación en el
espacio público (a escalas macro y micro, así como el paisaje urbano), la descripción de los
actores (de la venta o servicio), el tipo de actividad ambulante (fijo, semi-fijo, peatón / venta o
servicio / descripción del puesto / tipo de servicio o de mercancía). Cuando sea necesario,
haremos comparaciones con otros lienzos de otras series.
10
La mayoría de los lienzos fueron descubiertos en España mientras que fueron realizados en Nueva-España. Ver Ilona Katzew,
La pintura de Castas, Conaculta, México, 2004.
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1.1. Ejemplo primero: « 8. De Yndio y Negra, Lovo » [Imagen 8]
Imagen 8
(8. de Yndio y Negra: Lovo)
A escala macro, esta escena se sitúa en la zona central de la ciudad de México ya que los
edificios son de varios pisos; a escala micro, se ubica en la calle, en una esquina. Las paredes son
densas y las calles limpias. Se trata de un tipo de ambulantaje que actualmente sería catalogado
como “semi-fijo”, es decir que los personajes instalan la infraestructura para la venta (mesa,
mantel, platos, ollas) al comenzar la actividad y la quitan al terminar. Se observa que el puesto es
de venta de comida cocida (verduras, queso, tamales, salsa). Tratándose de una pintura de Castas,
se resalta la mezcla étnica de los personajes y el hecho de que es una familia mestiza. La madre
es una negra con un mandil blanco; está atrás de la mesa con un cuchillo en la mano: es la
cocinera. El padre es un Indio con el vestido manchado quien aparentemente participa en la
venta, ya que hace una seña con la mano y se encuentra también atrás de la mesa. El hijo, del lado
izquierdo de la imagen, está descalzo y haraposo. Lleva en sus manos un plato con comida. ¿Es
plato para él o para un cliente de la vecindad? No sabemos si el niño participa también en la venta
o sólo es acompañante.
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Esta forma de venta de comida en la calle de la ciudad colonial se encuentra también en el lienzo
no. 14 de la serie XL [Imagen 9]. En este cuadro (que fue el único ejemplo encontrado en esta
serie), tenemos la misma configuración con una mesa afuera. La mesa está cubierta de un mantel
blanco con platos de comida (pescado y mariscos). Aquí se observa claramente que todos los
miembros de la familia participan en la actividad: la madre cocina, el padre llena los platos,
mientras que la hija aparentemente lleva los platos a los clientes vecinos, tal vez el barbero que se
ve al fondo de la imagen. Estas imágenes nos invitan a preguntarnos si podemos hablar de una
venta de comida a domicilio en el contexto de la ciudad ilustrada, con el mismo mecanismo que
conocemos actualmente en la ciudad contemporánea.
Imagen 9
(Serie XL, lienzo n°14)
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1.2. Segundo ejemplo: « 10. De Chino e Yndia, Canbujo » [Imagen 10]
Imagen 10
(10. de Chino è Yndia: Cambujo)
Esta escena se puede ubicar en las zonas periféricas de la ciudad (“parcialidades” que son los
barrios indígenas) porque la densidad urbana no es fuerte, se ve vegetación, las paredes de la
construcción son irregulares, la calle no está empedrada, se ve sucia y mal arreglada. La familia
se encuentra igualmente en una esquina, en la entrada de una casa que no sabemos si es su hogar.
Por las características del hombre de pie y el jarrón que carga se puede deducir que se trata de un
“aguador”, es decir un vendedor ambulante de agua fresca. No es claro si la mujer que está
sentada también se dedica a vender comida o sólo está preparando comida para su familia (en la
entrada del hogar). No se sabe si es el momento de almuerzo o convivencia familiar o si se trata
del ejercicio de la actividad por parte de los dos adultos: ¿cómo explicar que la escena no se
ubique dentro del hogar? Hay elementos que demuestran que la mujer está en una posición de
venta: está detrás de la jarra, la cual parece demasiado grande para el consumo de la familia
únicamente, además la jarra está envuelta en un trapo que aparentemente facilita su
transportación, en fin, se ve basura tirada en el suelo, que son las hojas de tamales que indican
que eventualmente algún cliente hubiera consumido los tamales que cocinó la India. El hijo,
haraposo, parece beber algo (quizás atole).
El tema del aguador y de la tamalera es muy común en las pinturas de castas, pues se detectaron
varios casos en el catálogo hecho por María Concepción Ruiz Saíz. Un ejemplo se observa en el
lienzo no. 11 de la serie XV [Imagen 11].
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Imagen 11
(N°11. Chino ê India; nace Cambuxo)
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1.3. Tercer ejemplo: « 13. De Arvarrasado e Yndia, Barsino » [Imagen 12]
Imagen 12
(13. De Arvarrasado e Yndia, Barsino)
La escena se ubica en el centro de la capital porque al fondo se ven los arcos del acueducto (de la
Mariscala) que iba por la orilla de la Alameda, el parque de paseo de la ciudad. Aparentemente el
hombre se dedica a la venta de dulces y la mujer de aves. El hombre está vestido con buen gusto
pero anda descalzo. Tiene en su rodilla una canasta lo que le permite mostrar su mercancía
envuelta de un trapo blanco y lleno de dulces. La mujer lleva en la espalda un mantel con aves
vivas (guajolotes). Tiene en la mano dos pavos para venderlos.
El hecho de que éste sea también un tema clásico de la pintura de castas muestra que se trata de
representaciones colectivas socialmente construidas y comunicadas en la sociedad de la época.
Esta escena se repite en varias otras series; el vendedor de dulces estando usualmente junto a la
vendedora de aves [Imagen 13]. Sorprende la repetición de los detalles (el niño cargando a su
hermano en la espalda, el dulcero con un pie en una piedra, la disposición de las aves en la
espalda y mano de la vendedora) en los dos lienzos de autores distintos.
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Imagen 13
(Serie XV, lienzo°14)
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1.4. Cuarto ejemplo: « 14. De Varsino è Yndia, Canpa mulato » [Imagen 14]
Imagen 14
(14. De Varsino è Yndia, Canpa mulato)
Esta escena se desarrolla en la calle, en una esquina, en la entrada de un edificio aparentemente
ubicado en la parte central de la ciudad, ya que los edificios parecen densos y la calle está limpia
y bien empedrada. Los mecanismos para ejercer la venta callejera de frutas y verduras es similar
al de la época actual: se dispone la mercancía en los cajones y canastas que sirvieron para
transportarla, el puesto es desmontable y la disposición de los productos no difiere de la que
podríamos encontrar actualmente. Los vendedores callejeros están detrás de las canastas.
Lo que cambia, evidentemente, es el vestir de los personajes y el espacio público. El hombre
tiene el pecho desnudo y lleva un mantel en el hombro. Hace un gesto con la mano derecha que
es difícil interpretar: ¿está peleándose con su mujer? ¿O más bien, llama a los clientes? Parece
llevar algo en la mano derecha. La India, que se ve coqueta con su collar rojo, parece ayudar a su
hijo para que imite los gestos su padre. El niño, muy joven (tres o cuatro años), está sentado con
su madre y parece también tener algo en la mano. Es un tema igualmente clásico que se encuentra
en esta misma serie (lienzo número 11) y en otras como aquí abajo [Imagen 15]. Es la misma
escena pero en un cuadro más chico: se ve que el hombre tiene una fruta en la mano así como el
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hijo que tiene un cebollín. Tal vez los padres están enseñando a su hijo cómo llamar la atención
de los clientes en la calle (falta el sonido...).
Imagen 15
(Serie VIII, lienzo n°11)
El análisis de los cuadros de la pintura de castas que nos permitieron identificar a los vendedores
callejeros en la sociedad novohispana del siglo XVIII, muestra algunas permanencias en la
evolución de las representaciones del ambulantaje.
En primer lugar, su ubicación en el espacio público, principalmente en las esquinas (lugares
estratégicos de venta), calles y parques de la ciudad española o de la ciudad indígena de las
parcialidades. Su ejercicio en la calle, en el espacio de circulación, muestra que estaba asociado a
la movilidad urbana, como lo está actualmente por ejemplo en las salidas de las estaciones del
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metro o en los cruces viales. Es decir, la venta de productos, alimenticios en su mayoría, se
ofrecía al transeúnte, al cliente cautivo que deambulaba por las calles de la ciudad colonial.
En segundo lugar, estos lienzos permiten ubicar este servicio urbano dentro de la jerarquía
socioeconómica y racial de la Nueva España. La actividad de venta en la calle se refiere a grupos
marginados (aunque constituyen la mayoría de la población): los vendedores pertenecen a los
últimos lienzos de la serie. Son de las clases más bajas de la sociedad novohispana, descalzos,
trabajando en familia, fuera y lejos de su domicilio. El vendedor en la calle pertenecía a la plebe
urbana y mestiza de los suburbios. Se estima que en esa época la población flotante que llegaba a
la ciudad de México ascendía a más de 20 000 personas, la mayoría provenientes de los pueblos
del Valle de México, quienes arribaban por los canales para vender su mercancía. Fenómeno
migratorio que se mantiene hasta nuestros días, pues los últimos trabajos señalan que el origen
geográfico de los ambulantes es de la gran periferia del DF 11 .
Finalmente, se retrata en estos cuadros a los actores que ejercen la actividad con gestos
particulares que nos ayuda a rastrear quién está en posición de venta (gestos, ubicación del
cuerpo en relación al puesto, etc.). Se observa, asimismo, que la venta ambulante funcionaba
probablemente en equipo (en familia), cada uno con una función bien definida. Es interesante
notar que la participación de las mujeres y de los niños, como trabajadores, en el ejercicio del
ambulantaje ha sido una constante desde la época colonial.
Por fin, esas imágenes nos dan informaciones sobre las formas que tomaba el ambulantaje en
aquella época: venta de productos a pie, como el aguador, o el vendedor de dulces; venta de
productos o comida con ayuda de una infraestructura precaria (canastos, cajones, mantas,
jarrones) colocada en el piso; venta de comida sobre mesas dispuestas de forma atractiva en la
calle. Los productos: principalmente comestibles, como comida preparada, frutas y verduras,
aves, pescados, agua, dulces.
La pintura de castas nos ofrece una fuente inagotable de información sobre las
representaciones de las formas de vida, de las actividades asociadas a cada grupo social, de sus
formas de ocupar los espacios, sobre sus costumbres, formas de vestir y de deambular por la
ciudad colonial del siglo XVIII. La ciudad ilustrada fue marcada por una complejidad social que
llevó a crear una categorización del mestizaje que se expresa en el énfasis clasificatorio de la
pintura de castas. El ambulantaje aparece en ella asociada a ciertos grupos y comporta
características específicas, como las que fueron señaladas para cada lienzo. Enseguida
observaremos cómo se fue transformando el ambulantaje con el paso a la ciudad industrial, en el
contexto de la transición del siglo XIX al XX.
11
Ver los trabajos en curso de Caroline Stamm (Universidad de Marne-la-Vallée y CEMCA) sobre “ambulantaje y las políticas
públicas en México y Lima” in Trace n° 51, Ed. CEMCA, salida prevista en junio 2007.
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Cybergeo : Revue européenne de géographie, N° 373, 19 avril 2007
2. Representaciones del ambulantaje en la fotografía de finales del siglo XIX
y principios del XX
Numerosas son las fotografías que desde mediados del siglo XIX identifican a personajes que de
una forma u otra, tienen sus escenarios de venta en plazas, jardines, calles y esquinas de la
Ciudad de México. En las primeras tomas que tenemos de estos vendedores, los espacios urbanos
estuvieron ausentes —quizás por razones técnicas de realización— como en la serie de fotos
hechas en el estudio de François Aubert, fotógrafo activo durante el imperio de Maximiliano de
Habsburgo en México (1864-1867). Sin embargo, es notable la voluntad de Aubert por destacar
el “realismo” de sus personajes, al parecer tomados directamente de las calles, como es visible en
el ejemplo de la mujer que vende pescado seco, acompañada de su hijo [Imagen 16]. Sus ropas
sucias y prácticamente en jirones, así como la actitud protectora de la mujer hacia el niño, no
indican sino la veracidad de los personajes representados, pues aún el petate doblado frente a la
cesta de pescado y el sombrero a un lado de ambos, denota elementos para trabajar sentados en el
suelo y cubrirse de los rayos del sol. 12
Imagen 16
(François Aubert, 1864-1867)
Otras fotografías que dan cuenta del variado catálogo de actividades de venta callejera en la
capital mexicana es la serie que hicieran los socios Antíoco Cruces y Luis Campa [Imagen 17]. A
diferencia de Aubert, estos fotógrafos mexicanos sí utilizaron modelos, cuidadosamente
12
Para una interpretación reciente del significado de estas fotografías, véase: Deborah Dorotinsky, “Los tipos sociales desde la
austeridad del estudio”, Alquimia núm. 21, mayo-agosto del 2004, pp. 14-25.
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escogidos para representar a los personajes que ejercían los más variados oficios, posando en
minuciosas recreaciones escenográficas. 13
Imagen 17
(Antíoco Cruces y Luis Campa)
Más allá de su salida comercial, que los agrupaba en colecciones y que los convertía en souvenir
para satisfacer la curiosidad local y extranjera sobre quiénes eran los “tipos populares mexicanos”
—en estrecha relación con el género costumbrista iniciado con el grabado y la litografía— estos
registros tenían una intención clasificatoria de los oficios y trabajos de la sociedad mexicana, a
manera de los cuadros de castas; inclusive, como muchas de esas escenas que también ilustraban
las actividades familiares, algunas de las escenas recreadas por Cruces y Campa incluían a los
miembros de la familia.
Con el perfeccionamiento de la técnica, los fotógrafos salieron a las calles en busca de estos
personajes in-situ. Nuevamente percibimos una cierta tensión entre el costumbrismo que sitúa a
los vendedores ambulantes como parte del entorno mexicano y su insistente individualización
como personajes. Es decir, si en México el agua para el consumo era distribuida por “aguadores”,
es relativamente sencillo identificar si el aguador era de la Ciudad de México, por su uniforme y
peculiar recipiente, llamado chochocol, o era un aguador de provincia. El motivo de estas tomas y
su circulación seguía alimentando a un mercado de consumo fotográfico, que cada vez se
perfeccionaba, ya fuera a través del formato estereoscópico, que dotaba a la fotografía de una
13
Para un compendio de estas fotografías, véase: Cristina Barrios y Marcos Buenrostro, ¡Las Once y Serenooo!: tipos mexicanos,
del siglo XIX, México, Fondo de Cultura Económica-CONACULTA-Lotería Nacional, 1995.
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sensación de tridimensionalidad [Imagen 18], o a través de tarjetas postales, cuyos grandes tirajes
hacen posible encontrar algunos de estos ejemplares a más de un siglo de distancia.
Imagen 18
(Interior of an old convent, City of Mexico)
Será en los inicios del siglo XX con el impacto de la fotografía de prensa y el pleno ejercicio de
la fotografía como un trabajo de documentación, promovido por instituciones de carácter
educativo u oficial (como el antiguo Museo Nacional y la Dirección de Monumentos Coloniales),
que empezamos a ver otro tipo de tomas, ya no tan complacientes, ni tan orquestadas. Esto,
aunado a las simpatías de algunos fotógrafos hacía sus sujetos, y sin duda a la propia conciencia
de los vendedores al saberse motivo de una fotografía, resulta en una multiplicidad de situaciones
y personajes en donde la venta callejera es el motivo central de la toma [Imágenes 19 a 21].
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Imagen 19
Imagen 20
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Imagen 21
Sin embargo, la llegada de inmigrantes extranjeros, muchos de ellos dedicados al comercio
ambulante como única opción laboral, traerá nuevamente un registro fotográfico clasificatorio,
ligado otra vez al origen étnico [Imagen 22].
Imagen 22
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El personaje emblemático que devino en oficio por su forma de venta y que por su peculiar
acento al hablar representaba a los inmigrantes árabes y judíos, fue el abonero. Ante una
saturación en las calles para el ofrecimiento de sus mercancías, los aboneros acudían a los barrios
humildes o de clase media baja, para tocar a las puertas y vender a crédito diversidad de
mercancías, generalmente ropa para mujeres y niños, accesorios y afeites femeninos, vajillas y
electrodomésticos [Imagen 23].
Imagen 23
El abonero dejó una profunda huella en la cultura popular mexicana. De la fotografía pasó a las
tiras cómicas y en 1928, en el suplemento dominical del periódico El Universal aparecen
“Nagulás”, abonero turco que operaba en el mercado de La Lagunilla, su esposa “Tina” y su
empleado, Liborio, a quienes sus patrones llamaban “Laburio” [Imagen 24]. Sus aventuras
giraban en torno a su aculturización, pero a menudo mostraban ciertos “trucos” de venta, los más
que intentaban tomas ventaja de los mexicanos. El teatro y el cine nacional también tuvieron sus
versiones de estos personajes, que en un censo de la comunidad judía hecho en 1927, reportaba
150 aboneros, el doble del número reportado para sastres (75) y muy por encima de otros oficios
ejercidos por miembros de la comunidad. 14
14
Cuadro presentado en: Corinne A. Krause, Los judíos en México, México, Universidad Iberoamericana, 1987, p. 165.
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Cybergeo : Revue européenne de géographie, N° 373, 19 avril 2007
Imagen 24
Ciertos sectores utilizaron estas tipologías para ridiculizar e incluso estigmatizar a estos
inmigrantes y sus formas de venta; situación que se volvería muy tensa cuando la asociación
fascista “Los Dorados” encabezó una manifestación en contra de los extranjeros, particularmente
en contra de los judíos [Imagen 25]. 15
Imagen 25
Las representaciones del ambulantaje que ofrece la fotografía de los siglos XIX y principios del
XX indican las diversas formas que tomaban los oficios y la venta callejera, al adaptarse a la vida
de una gran ciudad. Si los transportes de tracción animal daban paso al automóvil, en una ciudad
moderna e industrializada la bicicleta fue adoptada y adaptada, como el vehículo que los
vendedores callejeros utilizarían para transportarse y llevar sus mercancías a los nuevos
consumidores. Como en la ciudad colonial, la venta de alimenticios continuó como la actividad
ambulante por excelencia en la ciudad del siglo XX y hasta la década de 1950, todavía era visible
15
Ibidem, pp. 167-168.
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en las fotografías de prensa, una fuerte asociación entre la actividad y el origen étnico del
vendedor. 16 Los vendedores de comida en canastos a pie, o en mesas y cajones instalados en la
vía pública, aparecen en las fotos con rasgos y ropas humildes, algunos hasta podrían reconocerse
indígenas como “las Marías”, pertenecientes a la etnia mazahua.
Por su parte, la venta en abonos trascendió y se perfeccionó, y si en sus inicios fue llevada a cabo
por personas de origen árabe o judío, con el tiempo su actividad dio lugar a sólidos comercios
establecidos y no pocos mantuvieron esa peculiar forma de venta, introduciendo productos
diversos y novedosos, destinados generalmente al consumo femenino. Una mirada a los registros
fotográficos a lo largo de estos años daría cuenta de las rupturas y las continuidades en la
representación. La coexistencia de formas tradicionales de ambulantaje, identificadas desde las
pinturas de castas, con formas nuevas, propias de la naciente sociedad. Y la sucesión de
personajes y permanencia de la venta callejera continúa hasta nuestros días. Promovidas en su
momento por personajes de origen europeo, con una mentalidad “mercantilista”, ejemplificados
por el personaje del abonero, a la apabullante masificación del comercio global, encarnado en el
siglo XXI por los chinos y los coreanos. Estas representaciones del ambulantaje, materializadas
en fotografías, e impresas en tarjetas postales o en la prensa de la época, cumplen una doble
intención: la documentación de los “tipos populares mexicanos” presentes en las calles
capitalinas, al tiempo que dan cuenta de la situación social de sus sectores más desfavorecidos,
aún si su intención original no fue la de denunciarla.
A lo largo del siglo XX, conforme se desarrollan los medios de comunicación masiva, las
representaciones del ambulantaje van siendo más complejas. Se deja de representar al personaje
popular típico de la urbe para representar el fenómeno, la masificación sin rostro, deshumanizada,
como un tema asociado a problemáticas políticas, económicas, sociales y urbanas propias de una
ciudad en plena expansión. En el siguiente apartado analizaremos las imágenes del ambulantaje
que circulan en la prensa escrita de gran tiraje en la época actual.
3. Las representaciones del ambulantaje en la prensa a finales del siglo XX y
principios del XXI.
Mientras que la pintura de castas del siglo XVIII muestra al ambulantaje en el contexto de la
ciudad colonial, y la fotografía de finales del siglo XIX en aquél de la ciudad moderna, la
fotografía de prensa del siglo XXI, muchas veces tan artística como las imágenes analizadas en
los apartados anteriores, retrata a esta actividad inserta en la mega urbe de cerca de 20 millones
de habitantes que es la ciudad de México hoy. La diferencia de este análisis con respecto a los
anteriores no sólo radica en las transformaciones urbanas que acompañan y rigen el desarrollo del
ambulantaje, sino en el hecho de que la fotografía de prensa tiene una difusión altamente masiva
y de alto impacto en cuanto a la creación o comunicación de representaciones de esta actividad
económica. La prensa de gran tiraje no tiene el poder de difusión de imágenes de los medios
16
Y aunque carecemos de estudios puntuales al respecto, sabemos que actualmente, en los primeros años del siglo XXI, la gran
mayoría de los vendedores ambulantes acuden a la Ciudad de México de lugares lejanos como Chalco y otros pueblos del Estado
de México.
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Cybergeo : Revue européenne de géographie, N° 373, 19 avril 2007
electrónicos, pero su poder de influencia radica en ser una forma de comunicación más
permanente y reflexiva. Existe un mayor tiempo y distanciamiento para la formación de una
opinión. Parece difícil dudar del poder de influencia de la prensa escrita en la formación de
opiniones y en la circulación de representaciones dominantes. Ello nos invita a realizar un
análisis de las representaciones sociales sobre el ambulantaje que transmite la prensa, tanto en
forma de imágenes como de discursos. Estudiaremos los temas dominantes con respecto al
ambulantaje y el contenido de los mismos reflejados en los encabezados y las imágenes
fotográficas que acompañan a los artículos. Para cubrir este objetivo se recabaron cien artículos
con fotografías publicados en el periódico La Jornada entre los años que van de 1996 al 2005.
En el periódico La Jornada, el fotógrafo presenta cada uno de los rostros del ambulantaje desde
su propia perspectiva estética, en la que frecuentemente se ve reflejada una cierta posición frente
al evento representado. Así, la fotografía es representación de una situación al mismo tiempo que
transmisora de la representación social del fotógrafo, como lo es el pintor de los cuadros de castas
o el fotógrafo profesional del México decimonónico. A menudo la sensibilidad artística del
fotógrafo choca con el contenido del artículo, escrito en un estilo menos sensible o estético.
3.1. El ambulantaje como folklore urbano
El fotógrafo-periodista transmite un mensaje social a través de una cierta estética de la desventura
o de escenas de la actividad de ambulantaje que podríamos calificar como “folklore urbano”, una
especie de cultura popular propia al contexto actual de la zona metropolitana de la ciudad de
México. Actividades que ya forman parte de nuestra cotidianidad en el paisaje urbano, algunas
son dolorosas, otras simpáticas o atractivas. El fotógrafo nos presenta al ambulantaje como un
espectáculo urbano al que debemos ser sensibles. Detrás de la imagen estética existe un dejo de
tristeza. La fotografía nos comunica un significado oculto detrás de la representación visible que
alimenta nuestro imaginario sobre el ambulantaje. A menudo la imagen va acompañada de notas
al calce que dan un sentido folklórico a la imagen, se trata de frases cargadas de humor o que
exageran algún rasgo de la imagen.
En la fotografía siguiente vemos a un niño vendiendo flores [Imagen 26]. Es la
representación explícita del fenómeno. Su significado segundo, su cara oculta, que podemos
adivinar sin dificultad, es la situación de carencia económica que lleva a ese niño a transformarse
en adulto antes de tiempo y a tomar la responsabilidad de ganarse la vida en la calle vendiendo
flores artificiales. Es la cara de la pobreza la que se asoma detrás de la imagen artística. Una
imagen que nos transporta a recrear en la imaginación la vida de ese niño y de muchos otros
como él.
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Imagen 26
Otras fotografías de prensa presentan las formas que toma la venta callejera de manera
graciosa, interesante o curiosa. En la siguiente imagen el texto da sentido a la fotografía del
boleador de zapatos [Imagen 27]. La nota llena de humor trata de minimizar la dureza de la
imagen del trabajo en la calle. Es una mirada que trata de comunicarnos algo más que la simple
presencia del ambulantaje en la vía pública. Nuevamente existe una mirada de curiosidad
antropológica o etnográfica, acompañada de una búsqueda estética.
Imagen 27
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Las faltas de ortografía de los anuncios de los productos comunican el nivel educativo de quienes
se dedican al ambulantaje, del mismo modo que la forma de los puestos y los instrumentos
utilizados para realizar la actividad dan muestras del ingenio práctico que genera la lucha por la
supervivencia. Son frecuentes las escenas que despiertan una mezcla de humor y de tristeza,
como el niño que vende “cuaderno profecional [sic] a $3.00” en las calles de la ciudad [Imagen
28].
Imagen 28
Es raro encontrar en la prensa el reconocimiento del ambulantaje como forma valorizada del
folklore urbano, como el producto de una ciudad excluyente de esta actividad, pero que termina
por imponerse en el deambular cotidiano por ella y que tiene características particulares que
quedan impresas en el contexto en el que se desarrolla. Un rescate del ambulantaje como
expresión cultural se muestra en el evento organizado por Liliana Felipe, “la prolífica y versátil
compositora e intérprete argentina y mexicana, quien estrenó el domingo 17 de abril de 2004 Los
Cacahuates, divertimento musical para banda sinfónica y vendedores ambulantes. Se trata de una
propuesta que mezcla las secciones de viento básicas de un conjunto de esta índole con los
pregones de los comerciantes, que a diario salen a nuestro paso en las calles de la ciudad.” Se
trata del rescate de los sonidos que genera el ambulantaje y que se integran a la acústica urbana
cotidiana [Imagen 29]. 17
17
Los sonidos del trabajo ambulante han sido integrados por otros músicos, por ejemplo Wakal (2003), Pop Street
Sound, México : Discos Konfort /idEA studios [www.wakal.com]
33
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Imagen 29
3.2. El mercado: el consumidor del comercio ambulante
Se ha dicho con insistencia que el ambulantaje se mantiene porque existe un mercado importante
de consumo. En efecto, en las fotografías de prensa analizadas aparece el consumidor de
productos y servicios ofrecidos en la vía pública. Es difícil determinar en ellas las características
del tipo de consumidores de los productos o servicios vendidos en la calle, sólo se alcanzan a ver
claramente tres enfoques del cliente. Algunas veces se trata del transeúnte aislado que curiosea
frente a un puesto [Imagen 30]. En ocasiones se trata de un flujo importante de transeúntes que se
ven atraídos por la variedad y la cantidad de mercancías que los interpela a su paso [Imagen 31].
Imagen 30
34
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Imagen 31
En otras fotografías se presenta a las muchedumbres que se lanzan desaforadamente a comprar
productos de temporada, como en la época navideña y de reyes magos o cuando los pequeños
empiezan un nuevo año escolar y requieren de útiles de papelería [Imágenes 32 y 33]. En estas
imágenes se observa que el cliente del ambulantaje es el transeúnte que en su paso por la ciudad
se convierte en comprador potencial, o bien es un cliente que sabe que en los puestos callejeros
encontrará los juguetes para los niños y los útiles escolares a un precio más accesible que en los
grandes almacenes. Es un cliente dispuesto a sufrir las incomodidades al hacer sus compras
(apretujones) y a arriesgarse a adquirir mercancía sin garantía.
Imagen 32
35
Cybergeo : Revue européenne de géographie, N° 373, 19 avril 2007
Imagen 33
Como se muestra en las fotografías precedentes, la tradición es rescatada y perpetuada a través
del comercio en la vía pública. Se traduce en la venta de temporada que corresponde a las
tradiciones religiosas como son el día de Reyes, el vestir y apadrinar a los Niños Dios en el mes
de febrero y la Navidad [Imagen 34]. Ello muestra que la oferta de mercancías en este tipo de
comercio es a menudo flexible y se adapta a las necesidades, creencias y gustos de un mercado
cautivo.
Imagen 34
La muchedumbre de gente que prefiere comprar en las calles y no en los negocios establecidos,
así como las ganancias calculadas, ayuda a comprender el descontento de los comerciantes
establecidos, que se presenta en la prensa en forma de manifestaciones públicas, de reportajes,
opiniones y desplegados presentados por sus congregaciones. Así, la Cámara Nacional de
Comercio se “pronuncia a favor de usar la fuerza pública contra ambulantes”. Las quejas
constantes son una competencia desleal, la invasión de la vía pública, la obstrucción del acceso a
sus negocios, la ilegalidad, una supuesta inseguridad generada por los puestos callejeros, el
aumento del número de comerciantes ambulantes que no pagan impuestos y falta de políticas
contra el comercio informal, entre otras.
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Cybergeo : Revue européenne de géographie, N° 373, 19 avril 2007
3.3. El ambulante: un asunto político y de gestión pública
La cantidad de ambulantes que se encuentran en las calles, así como el importante mercado que
representa, hace que esta actividad tienda a realizarse de manera organizada bajo los liderazgos
de dirigentes que movilizan a sus huestes para defender sus intereses. La fuerza de las
organizaciones de ambulantes queda claramente evidenciada por las imágenes que retratan las
multitudinarias y aguerridas manifestaciones de protesta de los contingentes de comerciantes
ambulantes que deciden realizar una marcha, un mitin o un plantón para hacerse escuchar y en los
cuales la presencia y participación de las mujeres 18 como vendedoras o lideresas es significativa
[Imagen 35]. Se trata de manifestaciones masivas cuyos contingentes son capaces de llenar la
plaza central del Zócalo19 , como se muestra en la fotografía que ilustra la marcha de ambulantes
priistas 20 en protesta ante un programa de reubicación iniciado por el gobierno de Cuauhtémoc
Cárdenas [Imagen 36]. “Jamás saldremos de la calle ni del Centro” era la consigna de la
dirigente. Estas escenas atestiguan el corporativismo ejercido por el PRI, así como las prácticas
clientelares que realizan las organizaciones de comerciantes ambulantes, quienes suelen
convertirse en verdaderos mercenarios del voto electoral.
Imagen 35
18
La actividad de las mujeres aparece como una evidencia fotográfica en todos los temas: como lideresas, como organizadoras de
la actividad, como madres necesitadas de un ingreso, como víctimas del sistema económico.
19
Esta plaza, oficialmente nominada Plaza de la Constitución, es un sitio con fuerte significado simbólico para la Ciudad de
México, pues se ubica en el emplazamiento que dio origen a la ciudad azteca y que se convirtió en el centro de la ciudad española.
Actualmente es uno de los principales sitios que simbolizan los poderes políticos y religiosos de la nación.
20
Simpatizantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), partido en el poder desde finales de los años veinte hasta el año
2000. Las organizaciones de ambulantes afiliadas al PRI protestan para no ser removidas de sus emplazamientos por la nueva
administración, dirigida por Cuauhtémoc Cárdenas, líder de la oposición (PRD, Partido de la Revolución Democrática).
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Imagen 36
38
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La fuerza de las organizaciones de comerciantes ambulantes, encabezadas por lideresas
aguerridas, no sólo se deja sentir a través de los mítines y las manifestaciones, sino a través de la
violencia y de la fuerza física desplegada en la lucha por el espacio público que se establece entre
ellas, como lo muestran los frecuentes enfrentamientos entre diferentes grupos de vendedores
ambulantes presentados en La Jornada. Por ejemplo, la balacera entre éstas que culminó con el
asesinato de uno de sus miembros y con el encarcelamiento de la líder Alejandra Barrios, o uno
de los tantos enfrentamientos en Tepito que dejan a su paso muertos y heridos.
Las imágenes de los operativos policíacos contra “la venta ilegal y la piratería” son también
frecuentes en la prensa. Muestran los enfrentamientos violentos entre los granaderos y los
comerciantes ambulantes que defienden aguerridamente su fuente de ingresos. Los
enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los comerciantes ambulantes se presentan con lujo
de violencia y terminan normalmente con heridos y detenidos. Los operativos están focalizados
en ciertos sectores de la ciudad donde el comercio en la vía pública se ha practicado desde
tiempos inmemoriales: el corazón de Tepito y el Centro Histórico [Imagen 37].
Imagen 37
Estas imágenes incitan a hacer una segunda lectura, nos invitan a ir más allá del acto aparente
para preguntarnos sobre el sentido de estas acciones policíacas en contra de una actividad
calificada oficialmente como ilegal, pero que en el fondo está más que establecida y formalizada
por vías administrativas alternas a las que regulan el comercio formalizado.
El discurso de las autoridades con respecto al comercio ambulante es conciliador. No se declara
abiertamente que es una actividad que debe desaparecer, a pesar de que los operativos así lo
muestran, sino que se habla frecuentemente de una necesidad de reubicación, reordenamiento,
reglamentación. Detrás de estos términos y de los programas que pretenden convertirlos en
acciones, existe una noción del ambulantaje como un problema urbano de grandes dimensiones
imposible de exterminar, pero sí de organizar y ordenar para realizar una suerte de “limpieza” de
las calles. Un doble discurso que tiene que conciliar los intereses del comercio establecido y
aquéllos de las grandes organizaciones de comerciantes ambulantes que han tomando fuerza
política a lo largo de las últimas décadas. Interesante también es que en las imágenes se observa
cuáles son los lugares privilegiados para desarrollar el ambulantaje: paraderos de autobuses y
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microbuses, terminales de metro, estaciones importantes de trasbordo o de cambio de transporte,
como la Glorieta de Insurgentes, Indios Verdes, La Raza, Tacubaya, etc.
A través de la mirada de los fotógrafos de La Jornada ha sido posible percibir cómo los
comerciantes ambulantes, en la implementación de diversas estrategias de supervivencia,
mantienen una lucha permanente por el espacio público. La prensa de gran tiraje se convierte en
un instrumento imprescindible para conocer las representaciones del comercio callejero en la
época actual. Los temas tratados en las fotografías de prensa nos permiten comprender un
fenómeno urbano complejo que involucra a diferentes actores como son los comerciantes en la
vía pública en sus distintas modalidades, la forma en que se encuentran organizados y sus
respectivos líderes, los comerciantes establecidos que dicen ver afectados sus intereses
particulares, el gobierno local que intenta reorganizar el comercio a través de programas de
reordenamiento y los consumidores de los diferentes servicios o productos que se ofrecen en la
calle. Dicho fenómeno se presenta como una alternativa para amplios sectores de la población
que han sido excluidos del sistema económico formal, aunque también obedece a una tradición de
la que desde hace varios siglos han participado los sectores más desprotegidos de la sociedad
mexicana, como se vio en los apartados anteriores de este trabajo.
Discusión
En este trabajo nos avocamos a la difícil tarea de abordar una historia de representaciones del
ambulantaje a lo largo de tres siglos, a través de las expresiones visuales que nos permitieran
observar el fenómeno en cada época. A pesar de los diferentes registros y perspectivas de
análisis, logramos identificar aspectos que permanecen constantes en este largo periodo y que nos
permiten entender su dinámica como fenómeno histórico y tradicional. En la pintura de castas,
como en la fotografía decimonónica y en el fotoperiodismo actual, el ambulantaje es representado
como un fenómeno en que se mezclan sus dimensiones social, territorial y económica. En cuanto
al aspecto social, en cada periodo analizado, el ambulantaje parece propio de sectores sociales
desfavorecidos y marginados. Hoy en día, como en la época colonial o del siglo XIX, la imagen
del ambulantaje sigue asociada con el tema de la pobreza y de la sobrevivencia. Otra constante es
la presencia de niños en las imágenes. En algunos casos el trabajo infantil se hace claramente
evidente y en otros sólo aparecen en la imagen sin ocupación precisa. También es notable la
presencia de mujeres, que hace pensar en el ambulantaje como una actividad con alta
participación femenina desde hace varios siglos. Sin embargo, las estadísticas actuales
contradicen a sus representaciones, pues de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de las
Mujeres, la venta callejera, denominada comúnmente ambulantaje, es una actividad realizada
principalmente por hombres (76.8% hombres y 23.2% mujeres en 1999). 21 Lo que sí podemos
deducir es que no obstante su representación social, el ambulantaje es una actividad en la que
tradicionalmente han participado los diferentes miembros de la familia.
21
Datos del INEGI (2001), presentados en la tesis de licenciatura de José Mena Gaytán, Representación social del trabajo
femenino, UAM-I, 2007.
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En los tres análisis aparecen también grupos definidos por su pertenencia étnica o por su
nacionalidad. Así, en la pintura de castas se observa que la venta callejera era principalmente
practicada por los indígenas o por los mestizos. Rasgo también característico en los ambulantes
representados en la fotografía de finales del siglo XIX y de principios del XX; aunque en este
periodo aparecen comerciantes de otras nacionalidades (griegos, árabes y judíos). En la fotografía
de prensa de fin de milenio es menos notoria la pertenencia racial de los ambulantes, aunque los
indígenas artesanos siguen manteniendo una presencia en las calles y se sabe que la gran mayoría
de las mercancías que se expenden en la vía pública son de origen chino o coreano, distribuidas
también por grupos de estas nacionalidades. Finalmente, el vendedor ambulante parece tener una
imagen poco favorable a lo largo de los tres períodos. Los tópicos de la opinión pública que
hacen del ambulante de hoy un individuo sucio, mal educado y que vende productos “piratas sin
pagar impuestos” se vinculan todavía con otra percepción despectiva de sus rasgos físicos
(“moreno y chaparrito”) o de sus comportamientos (grosero y gritón). Aunque los cuadros de
castas presentan una visión idealizada de los vendedores de la calle, las descripciones y
representaciones despectivas aparecen como rasgos permanentes desde el siglo XVIII, pues son
semejantes a aquellas presentadas en los escritos de los cronistas de la ciudad colonial.
La dimensión territorial o espacial del ambulantaje es determinante para el desarrollo de la
actividad en cada época. Es constante la ocupación de la vía pública para la instalación de puestos
más o menos móviles, flexibles y desarmables. En cada periodo se muestra el ingenio para
instalar una infraestructura mínima para el ejercicio de esta actividad comercial, para invitar al
transeúnte de la ciudad colonial, de aquélla del siglo XIX o bien de principios del XX, a consumir
una gran diversidad de productos. Las transformaciones del ambulantaje y de sus
representaciones evolucionan en armonía con las características que toma la ciudad en cada
época. No se trata de un fenómeno desvinculado del desarrollo urbano ni de las formas de vida o
de ocupación del espacio público propias a cada período. Se adapta a la movilidad urbana propia
a cada época, pues los puntos privilegiados de venta en las representaciones coinciden con los
espacio urbanos que dan lugar a la circulación. El ambulante actual ya no sólo se ubica en las
salidas de las iglesias, en las plazas o puntos de convivencia social propios de la ciudad colonial y
decimonónica, sino que ahora se encuentra principalmente en los puntos centrales del traslado
metropolitano, como son las salidas del metro, las terminales de autobuses y microbuses y demás
sitios por los que transita gran cantidad de usuarios del transporte público. También se ubica en
sectores que tradicionalmente han concentrado una actividad comercial y que por ello atraen a los
consumidores en forma masiva, como el Centro Histórico, Tepito y la Lagunilla.
El aspecto económico del ambulantaje en las imágenes estudiadas se encuentra constantemente
representado por la presencia de mercancías ofrecidas por los vendedores durante los tres
periodos. Mientras que en el caso de la ciudad colonial la venta ambulante parece centrarse en
productos comestibles (frutas, verduras, dulces, aves, comida preparada, etc.), en aquel de la
ciudad moderna de finales del siglo XIX, la gama de productos se diversifica al incluir artículos
para vestir o para el hogar. En la fotografía de prensa del siglo XXI las mercancías ofrecidas por
los comerciantes ambulantes parecen corresponder a una infinidad de productos, renovándose
según las temporadas: juguetes, arreglos navideños, productos religiosos, patrios, etc., además de
ser el medio de distribución de los llamados productos “piratas”.
41
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Conclusiones
A través de este recorrido por la pintura de castas del siglo XVIII, de la fotografía de mediados
del siglo XIX y principios del siglo XX y de la fotografía de prensa del fin de milenio, hemos
podido observar las transformaciones de las representaciones del ambulantaje en la ciudad de
México. Lo primero que salta a la vista es que no se trata de un fenómeno aislado, sino de una
actividad que está anclada en el contexto urbano de cada época. En la pintura de castas es
representado como una actividad que identifica a grupos sociales específicos: grupos de mestizos
ubicados en las bajas esferas de la escala social. En los lienzos del siglo XVIII, la venta de frutas,
verduras y comestibles de los personajes representados se convierte en dato, en un indicador que
define las prácticas de grupos étnicos claramente diferenciados en la pintura de castas. Esta forma
de arte cumple una función de clasificación y de ordenación social. Misma función que puede ser
atribuida a la fotografía de finales del siglo XIX, pero con una mirada distinta. Se trata de una
representación costumbrista que muestra a los tipos populares mexicanos que se adaptarán a la
ciudad moderna, donde el automóvil domina en el uso del espacio público. A través de la
fotografía la tradición y la modernidad se mezclan para caracterizar al espacio urbano. El
ambulantaje aparece en ella como la expresión de la vida cultural de la ciudad. Prima una mirada
antropológica que pretende describir las formas folklóricas que toman los oficios y la venta en la
calle, las cuales llaman la atención del fotógrafo por su colorido, por la variedad de productos y
por el ingenio popular que esta actividad requiere. Tanto en la ciudad colonial como en la ciudad
moderna el ambulantaje es representado como una forma de ganarse la vida de los sectores
desfavorecidos, como oficios callejeros que se ubican en un espacio urbano en el que el residente
y el vendedor conviven en cierta armonía, claramente asociados con personas de origen indígena.
Contrariamente, las imágenes de prensa del ambulantaje en la ciudad contemporánea presentan
esta actividad como uno de los principales problemas que aquejan a la megaurbe de fin de
milenio. El aspecto folklórico de los oficios de la calle pasa a segundo término para dejar lugar a
la complejidad económica, política y social del fenómeno. Lo que destaca en la fotografía de
prensa es una representación negativa que tiene varias dimensiones: su aspecto masivo, la
invasión excesiva del espacio público, la lucha agresiva por este espacio, que se establece entre
ambulantes, autoridades y el sector privado. Sin embargo, el ambulantaje en la ciudad actual
aparece como un mal necesario, pues existe un mercado de consumidores que adquiere los
productos de la calle por sus bajos costos. El ambulantaje de esta época se ancla en el sistema
económico, político y socio-cultural que define al México contemporáneo. El ambulante ya no es
más el vendedor aislado de frutas, verduras o comestibles que se erigía como personaje típico de
la ciudad de antaño, ahora se ha transformado en un actor inserto en organizaciones sociales
activas que cumplen una función política y económica importante en el contexto de la ciudad de
fin de milenio. La lucha por el espacio es la norma, es la lucha por la supervivencia de miles de
personas dispuestas a todo por defender su fuente de recursos. Ya no es sólo el vendedor de
productos tradicionales, sino el distribuidor de mercancías de importación que forma parte de una
cadena económica globalizada. El ambulantaje de hoy requiere una organización compleja que
contrasta con las formas rudimentarias de otras épocas.
Este estudio dio lugar a la reflexión sobre algunos aspectos metodológicos, principalmente sobre
nuestras fuentes de análisis. Como documento, la fotografía es una rica fuente de análisis, pero
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para una utilización que trascienda a la nostalgia y al anecdotario, deberá contextualizarse, tanto
como producto de una particularidad fotográfica (quien la tomó y para qué), en contraposición
con otros medios y fuentes visuales, como producto de un entorno político y social específico. Un
compendio de las representaciones visuales del ambulantaje en la ciudad de México, arrojarán luz
a muchas de las preguntas que hoy nos hacemos sobre este fenómeno social.
Archivos consultados:
Fototeca Nacional del INAH
Fototeca de la Coordinación Nacional de Monumentos Históricos del INAH
Histórico del Districto Federal (AHDF)
Archivo General de la Nación (AGN).
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Fotografía: Alfredo Estrella.
“Ambulantes exhiben ya la mercancía para el próximo regreso a clases”, La Jornada, 8 de agosto de 1998.
Fotografía: Ernesto Ramírez
“Comerciantes establecidos de Iztapalapa hicieron un mitin para exigir el retiro de tianguistas que merman sus
ganancias/Ambulantes rumbo a Gobernación”, La Jornada, 10 de agosto de 1996. Fotografía: Francisco Olvera y
Ernesto Ramírez.
“Otra Vez en el Barrio Bravo”, La Jornada, 29 de agosto del 2003, Fotos: Carlos Ramos Mamahua, Francisco
Olvera.
© CYBERGEO 2007
ALBA M. de, DOMINGUEZ O., EXBALIN A., RODRIGUEZ G., Cybergeo, n°373,
19/04/2007 : http://www.cybergeo.presse.fr
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