celebra el ande - Peruana

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El Peruano
Año 106 // 3ª etapa // 443 // Viernes 22 de enero de 2016
DIARIO OFICIAL
GANDHI PERUANO
EL ‘ALMA GRANDE’
DEL BARRIO CHINO
Orlando Espinoza, curandero, místico
y ambulante en la calle Capón. Pág. 2
LETRAS
EXPERIENCIAS
E
ALEXIÉVICH:
HONORES
PARA LA
NO FICCIÓN
Pág. 3
LOS PITILLO:
EL ARTE DE
HACER REÍR
Pág. 8
CARLOS LEZAMA
CARNAVAL EN AYACUCHO
CELEBRA EL ANDE
RITUAL Y COLORIDO DE UNA FIESTA POPULAR Págs. 4 y 5
2 PERSONAJES
Viernes 22 de enero de 2016. El Peruano
Variedades
desvistiendo para la sesión
de fotos.
FAMA Y ALMA
Místico. A Orlando Espinoza, el parecido físico con Gandhi le sirve para ganarse la vida. Ha concedido entrevistas a decenas de periodistas, tanto peruanos como foráneos.
CUESTIÓN
DE KARMA
!
Habla, Gandhi!, le grita
un muchacho desde la
otra orilla de la calle. En
el antiguo Barrio Chino
casi nadie lo conoce por
su nombre verdadero. Una
mujer, que no parece devota
de ningún santo, se acerca y le
pide que bendiga su negocio
de taxis. Orlando Espinoza
Yacila le hace una señal con
la mano y la mujer lo despide
con un efusivo abrazo.
“Algunos me han pedido
hasta milagros”, comenta.
Sin embargo, asegura que su
único milagro ha sido sobrevivir al desempleo durante la
crisis de la década de 1980, en
el gobierno de Alan García, y
después en los diez años de
Fujimori.
En realidad, todo empezó
con la lectura de las cartas
hace más de cuarenta años,
cuando llegó a Lima procedente de su querida Piura para
labrarse un futuro en la capital. Por entonces no llevaba
ni un centavo en el bolsillo y
tuvo que recurrir al esoterismo para ganarse los frejoles.
“Literalmente, tuve que hacer
magia para comer”, recuerda.
Había trabajado algunos años
en la empresa estatal de transportes Enatru Perú, pero tras
el proceso de privatización en
Los transeúntes que se aglomeran en la calle Capón en busca
de productos chinos y remedios para el alma, lo reconocen
de inmediato. Orlando Espinoza Yacila, el Gandhi peruano,
fue un combativo dirigente sindical y hoy se ha convertido
en una suerte de curandero con aspecto de monje budista.
TEXTO Y FOTO ALBERTO GONZALES
los años 90 no le quedó más
que retomar su trabajo de tarotista. Parecía predestinado
al esoterismo.
EL DOBLE
Desempleado y cada vez con
menos cabello, cuenta que se
hundió en una aguda depresión, hasta que un amigo suyo
le aconsejó raparse el poco cabello que tenía. Orlando pensó que le estaba tomando el
pelo y quiso ahorcarlo, pero su
amigo tenía razón. Con la cabeza rapada y lentes redondos
era el vivo retrato de Gandhi.
No lo pensó dos veces. Desde
ese momento decidió convertirse en la copia del líder
espiritual indio que hizo retroceder al ejército británico
con su protesta pacíica. Tres
años de estudio de medicina
natural lo prepararon para su
nueva vida.
A los 40 años, totalmente
calvo y sin trabajo, se instaló
en una esquina de la calle Capón, en el tugurizado Barrio
Chino. Allí empezó su revolución de vendedor ambulante.
Tras el
proceso de
privatización
en los años
90, a Orlando
Espinoza no
le quedó más
que retomar
su trabajo
de tarotista.
El Ghandi limeño nos conduce a la galería Capón, donde
alquila un pequeño stand.
Dentro del diminuto ambiente
emergen muñecos africanos
y otros objetos que le regalan las personas que lo visitan desde diferentes partes.
Sobre un altar decorado con
velas rojas se encuentra un
retrato suyo junto a la imagen
del Mahatma, escaneada e impresa en un banner. Mientras
señala la imagen de Ganesh,
pegado en uno de los muros
de su estudio, Orlando se va
“¿Para qué canal me dices
que trabajas?”, me pregunta
desconiado. Sentado en una
especie de camilla médica y
semidesnudo, el doble de Gandhi adopta la postura de rigor
para las cámaras: las piernas
dobladas en posición budista.
Orlando parece acostumbrado a las sesiones fotográicas.
Nunca imaginó ser tan famoso. De joven, cuando trabajaba
en la empresa de transportes,
formó parte del sindicato y se
caracterizó por ser un aguerrido dirigente que defendía
los derechos de sus compañeros. Como todo piurano
dicharachero, tiene fresco
en el recuerdo la frase de la
revolución de Velasco Alvarado: “Campesino, el patrón
no comerá más de tu pobreza”.
Nunca imaginó que terminaría convertido en un paciista, mucho menos en una
especie de santo. Siempre
fue un luchador social y hoy,
a sus 63 años, todavía expresa
sus puntos de vista políticos
con cierta vehemencia. “Supongo que es el karma”, dice,
resignado.
Pero la fama no le ha sido
esquiva. Hace un par de años
recibió la visita de unos reporteros de Univisión que
viajaron desde Miami hasta
su aposento curativo, ubicado
en Barrios Altos, para hacerle
un reportaje. Los periodistas
le prometieron regalarle unos
pasajes de avión para viajar a
la India, a la tierra del verdadero Gandhi. Orlando todavía
espera los boletos.
Su fama ha recorrido el
mundo y atrae a periodistas
nacionales y foráneos por su
parecido con el célebre líder
indio. Este parecido le ha permitido montar un modesto negocio en que ofrece servicios
de isioterapia y cartomancia.
Desde una esquina en la
calle Capón, Orlando observa
el paso del río de gente que
discurre como el Ganges y
sueña que es el Mahatma, reencarnado en el cuerpo de un
vendedor ambulante.
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Variedades
Viernes 22 de enero de 2016. El Peruano
PERIODISMO 3
LAS CRÓNICAS
CENTELLADAS
El Nobel de Literatura otorgado a la bielorrusa Svetlana
Alexiévich consagra a la escritura de la no ficción y aviva
el debate sobre si la razón del periodismo no es más que
transmitir noticias.
ESCRIBE ELOY JÁUREGUI
L
os vecinos de la
última nobel de
literatura Svetlana Alexiévich en
la gélida ciudad de
Minsk, capital de Bielorrusia,
aseguran que el departamento de la escritora ya no es el
mismo desde que ella obtuvo el premio a inales del año
pasado. Y nos les falta razón.
Alexiévich, quien vive hace
un lustro en esa casa forrada
en madera, desde donde observa el río Svisloch, no se niega a las entrevistas y visitas
y, de un tiempo a este parte,
aprendió a codearse con la
aureola de la fama. Aunque
no olvida que es solo una periodista.
Cuando el jueves 8 de octubre de 2015 el portavoz de la
Academia Sueca anunció que
Alexiévich ganaba el Nobel de
Literatura, solo hizo avivar las
brasas de una vieja discusión:
¿puede el periodismo llegar
a ser literatura? No obstante,
los académicos honraban una
vieja deuda pendiente. Era un
premio que se merecía, por ser
de justicia, el polaco Ryszard
Kapuscinski y que no se lo
dieron porque se murió en la
víspera. Cierto, era un galar-
dón que había sacado roncha
antes, cuando se lo otorgaron
a historiadores como Churchill y Mommsen, o a ilósofos
como Russell y Bergson. Harina de otro costal, para los
puristas.
El presidente del Comité
del Nobel de Literatura, Per
Wästberg, argumentó, por
ejemplo, que en el libro Voces
de Chernóbil la periodista desarrolla “la historia mental
de ciudadanos soviéticos que
ella asocia a una tumba, a un
baño de sangre y a un diálogo
interminable entre verdugos
y víctimas. Es como una taquígrafa en un alto tribunal que
enumera las injusticias más
atroces. Aquí están las palabras de cientos de testigos, por
primera y única vez. Sin ella,
nunca habrían visto la luz”.
Digo yo que el periodismo
no tiene la obligación de ser
una escritura brillante ni esplendorosa –me basta con que
cuente la noticia con verdad y
en su momento– pero si ella
misma es una exposición luminosa y centellante es mejor,
atrae más y tiene mucho más
lectores. En su discurso de
aceptación del premio, la periodista exhibió su reconocida
mirada ácida de la cultura de
su realidad, aunque aseguró
que era un tiempo de esperanza que “ha sido sustituido por
el momento del miedo, donde
es diícil hablar de amor”.
INVESTIGACIÓN
Alexiévich es periodista de
raza. De las duras, de aquellas
que trabajan en ese rubro que
aquí se llama “de investigación” y que debe ser obligatorio para todos los que hacemos prensa. Así, sus textos
demuestran un rigor extremo
de inmersión, acuciosidad y
detalle. Así parece cabalgar
en la perfección de la poesía
y así también en la geometría
de los cuentos exactos. Acaso
con la innegable inluencia de
Chejov, el maestro del relato
corto. Es bueno, entonces, recordar lo que Gabriel García
Márquez aseguraba hace un
tiempo: “El periodismo es un
género literario”. Sí, lo decía
pero también lo sustentaba
con su texto de más de 2,000
palabras que llamó “El mejor
oicio del mundo”.
En octubre de 2015, Masha
Gessen escribía en The New
Yorker un texto titulado “The
Memory Keeper”. Allí se en-
cuentran algunas pistas sobre
la vida y la vocación literaria
de Alexiévich. Que era hija de
maestros rurales y que había
estudiado periodismo en la
Universidad Estatal de Minsk
porque era lo más parecido
a una escuela de escritura.
Trabajaba en un periódico
y escribía poesía, teatro y
guiones. Escribía a borbo-
“Era un premio
que se merecía,
por ser de justicia, el polaco
Ryszard Kapuscinski y que
no se lo dieron
porque se murió
en la víspera”.
tones, digo yo otra vez. Los
críticos entonces, muy a su
pesar, cuando leyeron Voces
de Chernóbil, aceptaron que
se trataba de mucho más que
una crónica o un ensayo. Dijeron que Alexiévich, en aquel
modelo de polifonía textual,
había creado un nuevo género:
la novela de voces.
Esta nobel no es profusa. En español, Aleksiévich
apenas completó con El in
del Homo sovieticus su tercer
libro. Antes, había escrito La
guerra no tiene rostro de mujer.
Entonces uno la imagina en
un taller. Así pareciera que
utilizara un estilete, mejor
un bisturí, para diseccionar
ese cuerpo en el que habita
lo inverosímil, lo pavoroso,
lo inolvidable. En una reciente entrevista –ya de nobel–
cuenta que en 1980, cuando
empezó a escribir, sentía que
no podía tomar notas a mano,
la realidad y los testimonios
la ganaban.
Entonces se dijo que necesitaba conservar las palabras;
sobre todo, los silencios. Así,
se compró una grabadora que
le costó tres meses de sueldo.
Pero que unos amigos escritores le prestaron el dinero.
SOBRE LA TÉCNICA
Su técnica es como la de
cualquier periodista que se
respete. Ella ubica a los testigos, pregunta, escucha las
conversaciones, las trascribe, y ahí comienza su labor
como creadora. Cierto, a pesar
de que trabaja en cientos de
entrevistas, no utiliza todas.
Reconoce que, al inal, desecha
material y trabaja con ciertos
entrevistados. Así conforma
un tejido de voces. Así trabaja
y trabajó siempre, dando el
protagonismo a quien se lo
merece. Aquellas exclamaciones, los clamores, hilarán
los temas esenciales. Algunos
nombres son icticios, para
que estas personas no corran
riesgo.
Alexiévich siempre supo
que sus textos aspiran a una
perdurabilidad que pocas veces lo consigue el periodismo
informativo. Al respecto, leí
a la cronista argentina Leila
Guerriero argumentar: “Es
importante hacer esta diferencia, puesto que, cuando
se dice ‘literatura’, muchos
piensan inmediatamente en
icción, y el periodismo es un
género literario que trabaja
solo con materia prima obtenida de la realidad”. Por ello el
mérito es doble. Y no porque
la realidad, a veces, deslumbre más que la imaginación,
sino porque lo perdurable es
producto más de la brillantez
que del sudor.
4 CELEBRACIONES
Variedades
RITO TERRENAL
La intensidad de una celebración puede medirse en los rostros y los movimientos de sus
danzantes e invitados. El hatun tupanakuy, la fiesta grande del carnaval ayacuchano,
encarna el terco empeño de un pueblo por perdurar en sus costumbres.
TEXTO Y FOTOS CARLOS LEZAMA VILLANTOY
El Peruan
CELEBRACIONES 5
no. Viernes 22 de enero de 2016
Colorido. La costumbre se repite generación tras generación, como señal de la permanencia y la fortaleza de una cultura milenaria.
Fiesta. En enero y febrero, el corazón de Ayacucho late al ritmo del carnaval. Las comunidades rurales se reencuentran con la alegría.
D
omingo, dos de la
tarde en Ayacucho, este ‘rincón
de muertos’ que
bufa en el intento por quitarse de encima el
lastre del terror y el olvido.
Mucho tiempo, tanto dolor.
Y en medio de ese trance,
emerge intacto el carnaval, la
celebración y el reencuentro
con la Pachamama.
Medio centenar de comparsas –unas más, algunas
menos– han llegado desde
las comunidades rurales que
salpican el mapa de las once
provincias ayacuchanas. Las
convoca la Madre Tierra para
el hatun tupanakuy, la iesta
grande del carnaval que comienza en enero y se interna
hasta bien avanzado febrero. Percibo en este cónclave
alborotado un empeño por
perdurar en la costumbre.
Los danzantes llegan ataviados a la usanza del ande:
colores encendidos, sombreros de paño, serpentinas,
pantalones de bayeta, ojotas, pellejos de animales en
“Las convoca
la Madre Tierra
para el hatun
tupanakuy, la
fiesta grande
del carnaval
que comienza
en enero”.
señal del triunfo del hombre
sobre la iera. Los carnavales
ayacuchanos tienen algo de
desborde, de alud, de huaico,
de movimiento telúrico.
La ceremonia comienza
con el ancestral pago a la tierra, tal como los invitados
aprendieron de sus padres.
La cadena de transmisión de
saberes de una generación a
otra no va a romperse nunca
en Ayacucho. Aquí hay gente
de Vinchos, Pichari, Víctor
Fajardo, Concepción, Chiara,
Tambillo, Paccha.
A los costados de la cancha principal del barrio de
Canaan Bajo, las comparsas
ensayan sus coreograías
y desplazamientos. Niños,
adultos y ancianos entonan
cánticos en quechua, cada
cual más sonoro y sentido.
Nadie se niega a posar
para la foto, todos te regalan
una sonrisa. Y, entonces, los
dientes de oro con incrustaciones en forma de corazón y
estrella saltan a la vista. La
vida luye con energía en el
territorio de Ayacucho.
6 SONIDOS
N
o lo pensaron
dos veces cuando
hubo que bautizarse. Cocaína
calzaba perfecto. Sacaron la palabra del título de una de las primeras
canciones compuestas por su
voz principal, Ignacio Briceño,
sin connotaciones adicionales
ni ganas de hacerle apología a
nada. Si alguna analogía cabe
entre el nombre del grupo y
lo que este es, sería la de esa
tremenda sensación de euforia que sus cinco integrantes
generan desde los escenarios.
“Por una hora y media sales
de ti mismo, acompañado por
otras cuatro personas –reiere
Jorge Ramírez, baterista y segunda voz de la agrupación–.
En ese momento necesitas de
ellas para ser lo que quieres ser.
Y ellas necesitan también de ti”.
A diferencia de lo que suele
ocurrir en el rock independiente peruano, la intensidad que
Cocaína es capaz de lograr
sobre el escenario, se hizo
extensiva desde el comienzo
también a sus grabaciones.
Las pruebas están en los tres
discos que han editado desde
2012. El más reciente de estos,
Nadie enciende el mundo, sigue
mostrando su fuerza, pero
temperada por la experiencia
que dan los años y el amor a
la música.
MUTACIONES
“Lo que coagula a este disco, lo
que mantiene juntas a sus canciones es la chamba de mezcla
Viernes 22 de enero de 2016. El Peruano
ROCK,
POESÍA Y
EUFORIA
Pasión y sudor es lo que el grupo Cocaína deja
en el escenario en cada presentación, y esa
intensidad se refleja en cada disco que edita.
El tercero y más reciente no es la excepción,
y por eso figura en casi todos los recuentos especializados de 2015. Nos internamos en sus
entretelones para entenderlo mejor.
ESCRIBE FIDEL GUTIÉRREZ M. / FOTO MUSUK NOLTE
y posproducción que hemos
tenido en él”, reiere Ramírez,
quien recuerda además que
varias canciones pasaron por
una transformación en el estudio de grabación, incluso en
sus letras. Sucedió con ‘Estío’,
un tema que por su estructura,
algo psicodélica y por su aire
épico, marca la diferencia con
la visceralidad por la que el
grupo ha ido haciéndose conocido. “Esa sensación debe ser
porque lo que canta Ignacio allí
son haikus’, dice el baterista.
El tema inicialmente se iba a
llamar ‘CV’, por César Vallejo,
pero su mutación en la consola
de grabación llevó las cosas a
otra parte.
Haikus, Vallejo... Los referentes poéticos son recurrentes en el trabajo de Cocaína.
Este nuevo disco lleva por título Nadie incendia el mundo,
frase tomada del título de un
poemario de Victoria Guerrero, una de las poetas limeñas
más interesantes de la generación del 90. ‘Alabarda’, uno
de los temas en él incluidos, es
un poema de Jorge Pimentel,
luidamente musicalizado. De hecho, en su
anterior trabajo (14 ba-
ladas, entregas breves de amor
y desarraigo, 2014), el grupo
musicalizaba varios poemas
del libro Ave Soul, de Jorge Pimentel, uno de los pilares del
colectivo poético Hora Zero.
Antes, en su debut, el entonces trío se atrevía a hacer lo
mismo con Eielson y Brecht.
No por gusto Jorge e Ignacio,
sus miembros fundadores, se
conocieron estudiando Literatura en la universidad. Luego se les plegó el bajista Juan
Francisco Ortega.
“La unión entre el rock y
la poesía está en la actitud”,
argumenta Ramírez. “Si están hermanados es por una
cuestión primigenia, por un
grito primario; no tan posible
de deinir en palabras”.
NO A LAS ARGOLLAS
Adjetivos como primario y
visceral perseguían a Cocaína cuando había que deinir
a su música. Pero tras la explosión roquera inluenciada
por el punk y otras sonoridades
crudas, plasmada en su primer
disco, el grupo ha ido explorando otros ambientes.
El proceso de creación de
Nadie incendia el mundo se
inició en 2014, paralelamente
al del disco 14 baladas.... Pero
por razones logísticas, recién
pudo ver la luz un año después.
En ese lapso, el grupo creció de
trío a quinteto, y el aporte
de los dos nuevos miembros puede apreciarse
más directamente en
Variedades
“La unión entre el rock y la
poesía está en
la actitud. Si
están hermanados es por
una cuestión
primigenia”.
esta producción. De los cinco
integrantes del grupo, Gustavo
Villegas es el único músico con
formación académica, lo que
supone un aporte adicional
para el sonido colectivo. El guitarrista Erick Baltodano, por
su parte, aporta juventud (con
22 años es el menor de todos)
y también un fervor inusual
hacia la música de Cocaína,
pues pasó de ser seguidor a
miembro activo.
“Él es trujillano –explica
Jorge–. Lo más loco es que estuvo durante un año viniendo
a Lima dos ines de semana por
mes, para ensayar. ¡Se gastaba
la plata de su sueldo en pagar
los pasajes!”.
Ese tipo de gestos ilustran
la emoción que la música de Cocaína puede suscitar. De hecho,
esta tiene fuertes posibilidades
de ser apreciada fuera de las
fronteras peruanas. Hasta que
eso pase, el grupo busca llevar
su nueva producción –que se
presentará el 29 de enero en el
Salón Imperial, del Centro de
Lima– a Arequipa, Huancayo
y Trujillo, ciudades en las que
antes han tocado.
En la capital, mientras
tanto, “quisiéramos salir del
circuito Centro de Lima-Barranco-Miralores, y tocar en
los conos, pero las argollas son
bien duras”, reiere Ramírez.
Eso, felizmente, no desanima
al grupo.
“Tenemos en proyecto
grabar canciones escritas
por Allen Ginsberg”, señala.
“También hay un cancionero
de García Lorca, para niños,
que nos gustaría hacer”.
Con tanta poesía introducida en el rock, ¿no temen el riesgo de convertirse en un cliché
‘arty’ o culturoso? “No”, dice
Jorge, categórico. “Son cosas
que afrontaremos roqueramente y que también nos van
a nutrir, haciéndonos mejores
músicos”.
Variedades
Viernes 22 de enero de 2016. El Peruano
LETRAS 7
Eslava, conocido escritor y
poeta que alguna vez fue su
profesor de Literatura. Una
frase que rige en este taller:
“Una cosa es escribir bien y
otra cosa es escribir bien”.
“Él se refería a que escribir de forma correcta en
lo relacionado con lo ortográico, o lo gramatical, no
comunica necesariamente.
Lo que comunica es la emoción, lo que puedes poner a
la luz pública y que se sienta
verdadero. De ahí nace esa
fuente de placer y ese vicio
incontrolable que encontramos al escribir”.
Guevara, conocida en las
redes sociales por las columnas y textos que escribe con
el nombre de La Calata Culta,
subraya la importancia de enseñarle a la gente a no sentir
vergüenza por basarse en lo
real al momento de escribir.
MATERIA PRIMA
Impulso. Lo estimulante del trabajo literario con niños es la espontaneidad de sus creaciones, destacan Leslie Guevara y César Bedón, conductores de un taller de verano.
C
onversar con César
Bedón y Leslie Guevara, ambos autores en diferentes
plataformas, sobre
el placer de leer y de escribir
puede ser un ejercicio que se
extiende por horas. En una
cafetería de Miralores, con
libros y capuccinos helados
sobre la mesa, intentamos
resumir esa experiencia en
una entrevista de tiempo
moderado.
“Escribir es un proceso
misterioso porque hay guías
básicas que todos conocemos, pero siempre buscamos
saber más porque sabemos
que hay más para aprender”,
explica Bedón, autor del libro
Un sol en invierno, para introducir el concepto del taller
que brinda actualmente en
la Casa de la Cultura del distrito limeño de San Miguel.
TODAS LAS EDADES
“Trabajamos los principios
básicos de la escritura creativa con un público de todas
las edades, por lo que tenemos desde chicos de 12 años
hasta adultos. Y al trabajar
ESCRITURA
MISTERIOSA
César Bedón y Leslie Guevara, dos escritores jóvenes, de
esos que conocen las idas y venidas del trabajo literario en
tiempo de redes sociales, conducen los talleres creativos que
organiza un municipio local para fomentar la aparición y la
consolidación de los nuevos talentos de las letras.
TEXTO Y FOTOS LUIS M. SANTA CRUZ
con niños te das cuenta que
ellos tienen mucha espontaneidad y escriben de una
forma más desvergonzada.
Y al tener a cargo a grupos
de un margen etario más
abierto, te das cuenta también que hay mucha gente
que lee y escribe, a pesar de
la idea popular de que somos
un país alejado de esos hábitos. Lo notas, por ejemplo,
en el sentido de la narración
más allá de los detalles, que
se pueden ir corrigiendo en
el proceso”.
En esa línea, César cita
una frase irónica de Jorge
TALLER ABIERTO
L
as inscripciones para el taller de escritura creativa se realizan en la misma Casa de la Cultura
de San Miguel, ubicada en la avenida Federico
Gallese 420. Además, Bedón y Guevara organizan
talleres de forma independiente y de los cuales se
puede obtener mayor información en la página de
Facebook de su grupo, llamado Machucabotones.
“Es básico trabajar con los
propios recuerdos, con la
propia materia prima. No
debería haber tantas trabas para jugar con los sentimientos, y en el proceso
conocernos más. Escribir
es una forma de descubrir
por dónde sangras y dónde
te duele; usar eso a tu favor
para crear grandes cosas”.
Con casi dos meses de taller por delante, las expectativas son enormes, pero
al mismo tiempo pueden
resumirse en un párrafo,
ejempliicando, sin querer,
la magia de las letras de la
que tanto se ha hablado.
“El principal logro es
que, al inal, todos los participantes puedan decirme
que han encontrado cosas
que no conocían de ellos
mismos. Y esto queremos
lograrlo con base en la conianza y la buena onda que
permite que se suelten y se
liberen usando las palabras”,
airma Leslie, colocando el
punto inal a la conversación.
Aunque todos los que escribimos sabemos que nunca se
termina de hablar sobre la
literatura, porque siempre
quedará mucho por decir y,
sobre todo, por escribir. Así
que los tres dejamos, quizá
de manera inconsciente, que
esta historia se suspenda
temporalmente para continuar en otra ocasión.
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Viernes 22 de enero de 2016
2
El Peruan
Peruano
“
Pajarón, pajarón el que
no salta, el que no baila / Pajarón el que no
canta, el que no juega
/ el que no ríe es un
pajarón”. Así comenzaba una
de las canciones infantiles
del show
w de ‘Pitillo’ y ‘Piti
‘Piti-llín’ en La Perla, en los años
80. Yo, decididamente, no
quería ser un pajarón a los
cinco años; quería ser como
mi papá. Así que me puse a
saltar, a reír, a cantar, a jugar desde entonces y hasta
ahora.
Hugo Muñoz Olguín
tenía 14 años cuando lo
atrapó el circo y se convirtió en ‘Tony Pitillo’. ‘Tony’
se les llama a los payasos
en Chile. Pasarían muchos
años para que, en 1962, con
el circo peruano África de
Fieras, llegara desde el sur
y el amor lo hiciera quedarse con Silvia Luisa, o Lucha,
o ‘La China’, como la llama
Pitillo papá. La madrina no
solo es su mánager y entusiasta admiradora, sino
también la madre de una
dinastía de hijo, nietos,
ahijados y, pronto, bisnietos
amantes del circo, las luces
y las risas.
EVOLUCIÓN PROPIA
Hugo Muñoz Cisneros ha tenido una vida llena de pruebas, cada cual más dura que
la anterior, que han hecho
de él un hombre que dejó de
ser ‘Pitillín’ para convertirse
en el ‘Nuevo Pitillo’. No solo
lleva en sí las habilidades
del padre, sino que también
ahora ha incursionado con
su propio circo y con la escritura, aunque aún le falta
confeccionar marionetas,
como hace el papá. Hace
giras con César, el ‘Nuevo
Pitillín’, su sobrino, y acaba de publicar El maniiesto
del payaso (presentado en
la FIL Lima 2015), un libro
soñado por años, e Historia
de un payaso (que no quería
ser payaso), un cuento para
niños y adultos.
“Para el ‘Gran Pitillo’,
quien motivó mi vocación
circense desde épocas infantiles. Fernando Zevallos.
Lima 30/07/2010”. Así escribía el director de La Tarumba en la página interior
del libro por los 25 años del
circo. El que sí actuó en La
REYES
DE LA
ALEGRÍA
Padre e hijo llevan el mismo nombre –Hugo
Muñoz– y comparten el muy natural oficio
de hacer reír. Este es un trabajo que les ha
traído reconocimientos: Hugo padre fue
nombrado ‘Embajador del circo chileno’;
y el hijo es ‘Primer payaso del Perú’. Esta
es su historia.
ESCRIBE MARY ANN AGURTO
Tarumba fue
‘Pitillo’ hijo y,
luego de eso, le llegó la fama total con un
comercial que prácticamente dio la vuelta al mundo. Él
con su violín.
“Trabajé en los espectáculos de Varieté; la Bimbambum era una revista cómica;
en El club de los millonarios,
un programa infantil que se
emitía por canal 4 en 1963
y muchos otros”, reiere
‘Pitillo’ papá. En 1968 hice
el Tribunal de la risa y ahí
estaba ‘La China’, que de
espectadora pasó a ser mi
esposa y por la que no me
fui del Perú, sentencia.
En 1972 nace Hugo. En
los 90 enferma gravemente y se cura años después,
en lo que su madre llama
“un milagro”. Esta penosa
situación une a la familia y
hace que nazca el personaje de ‘La Pitilla’, con Marilú,
nieta de ‘La China’ e hija de
‘Mamu’, que era aicionada
al circo y por la que comenzó
toda esta historia.
TODOS AL CIRCO
‘Pitillo’ hijo estuvo once
años fuera del Perú, en Asia,
Norteamérica, Sudamérica, el Caribe y otros lares,
“Hugo Muñoz
Olguín tenía 14
años cuando lo
atrapó el circo
y se convirtió
en ‘Tony Pitillo’.
‘Tony’ se les llama a los payasos en Chile”.
creciendo y aprendiend
aprendiendo,
como muestra su madre en
un álbum de fotograías que
q
le enviaron unos amigos de
México, con fotos de Huguito
Hugu
sonriendo mientras se m
maquillaba. No solo están las
fotos, sino también la h
historia del hijo amado.
No quería ser paya
payaso,
dice Hugo, pero no le cr
creo.
Para quien creía que su papá
pa
era dos personas (el paya
payaso
y el papá; con maquillaj
maquillaje y
sin maquillaje) y que antes
an
de los seis años, ciertame
ciertamente, no quería ser payaso,
payaso el
amor por el circo lo ganó
ga
bajo el nombre de Blan
Blanca,
la novia del contorsionis
contorsionista.
Solo necesitaba un empuj
empujón,
eso es todo.
Los artistas le damos o
otra
profesión al hijo porque aq
aquí
no hay apoyo, dice Hugo p
padre. Una cuestión de siemp
siempre
para los artistas de este país.
A pesar de las vicisitudes,
ambos son payasos y nada
más, y nos otorgan un espectáculo sano, limpio y bonito.
Conocí el circo a través de
los padrinos, vi el ambiente
entre telas y lentejuelas, pinturas y murales, los animales y los artistas. Un espectáculo completo que podían
resumir en dos horas en casa
de cualquier niño o niña. Un
minicirco es lo que tenía en
casa cada 31 de enero. Piano
de botellas, violín y órgano,
trompeta y saxo, la lauta y el
acordeón, marionetas, animales amaestrados y mucho,
mucho más. Hoy ambos están en el Circo de la Alegría
que, en Lima, se presenta en
Fiestas Patrias con lleno total. Desde 2015, el padrino
acompaña a su hijo. Este año
también porque un payaso
nunca se jubila. Tenemos
‘Tony Pitillo’ para rato. Yo
recuerdo las iestas de Juan
Agurto, mi papá, y las tortas
de fresa con chantillí del tío
Edmundo. Por esa infancia
alegre… ¡este año todos al
circo!
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