POLITICA EXTERIOR Y DIPLOMACIA DE LA SEGUNDA REPUBLICA 1813-1814 Fermín Toro Jiménez SISTEMA INTERNACIONAL ERUPEO En el mundo eurocéntrico de 1813 ha desaparecido la estrella de la Francia napoleónica. De las llanuras del este, por las orillas del Báñtico, en unidades desorganizadas, la “ Grande Armeé “, cruza el Niemen sin rumbo cierto, para formar apresuradamente una línea de defesa. En reiterada, desde Danzig, desciende unas veces el Vístula hasta Thorn, y otras, las riberas del Oder. Tras de él, en ofensiva, un nuevo poder. Un millón cien mil hombres, divididos en cuatro ejércitos, dirigidos por Wittgenstein desde la prusia oriental, Tshitshagoff desde el centro apuntando al corazón de Polonia, y hacia la fortaleza de Thorn, Kutusoff, desde el sur hacia la cuidad de Plock, sobre el Vístula y, finalmente, Miloradovich, desde el extremo sur, irrumpe todos en el Gran Ducado de Varsovia, haciendo de las guerras napoleónicas, una contienda eurpea global. Cruzado el Vístula, el 13 de enero de 1913, Alejandro I, se instala en las inmediaciones de Breslau, dodne acude el Rey de Prusia, Federico Guillermo II. Allí celebra con el Zac, el tratado de Kalish, el 28 de febrero de 1913, el rpimer episodio firme del epílogo napoleónico en el continente. Al oeste, más allá de las llanuras costeras de Bretaña y de Normandía y las tierras bajas de las Provincias Unidas, la Gran Bretaña, se afirma desde la victoria del Cabo Trafalgar en 1805, como soberana de los mares conocidos. Dominio sobre el Atlántico Norte y Sur y mar de Norte, portera del Mediterráneo y del Báltico, y dueña de un inmenso imperio colonial. Apoyada en la América canadiense y en la riqueza azucarera de sus islas caribeñas, se hacen presentes en el continente. Pero salvo el reducido Cuerpo Expedicionario del Duque de Wellington en la Península Obérixa, el poder británico en Europa radica en la “diplomacia de los subsidios” que invisible y “subliminar” penetra los intersticios y cisuras de la fortaleza continental de la Francia napoleónica. Apunta coronas, finalmente resuelta contra las fuerzas de ocupación en las Repúblicas y principados satélites de Europa y arma avitualla y apertrecha los ejércitos de la coalición antifrancesa. Dos poderes. En los confines geográficos del escenario internacional europeo, Rusia y la Gran bretaña, comparten el centro de gravedad del poder y, como tales, participan del propósito común de reducir la supremacía francesa del sistema. No obstante, diferentes intereses mueven a ambas potencias en su actuación. Rusia en Europa Central se propone el control de Polonia, granero de occidente guardián del Báltico y escudo protector contra la expansión “Nach Osten” del Imperio de los Habsburgos y del Reino de Prusia. También aspira el acceso al Mediterráneo a través de los Estrechos y el control del Imperio Otomano, donde el adversario es la Gran Bretaña, con intereses en el Mediterráneo Oriental y en la ruta de Suez, de Egipto hacia la India. La Gran Bretaña se propone el control de los Estados allende el Canal de la Mancha, Provincias Unidas y Países Bajos Austríaticos, donde se halla ahora la “frontera británica”; el control del acceso al Mediterráneo de la fachada marítima ibérica sobre las rutas del Atlántico, Norte hacia el Caribe y el Canadá, la preservación del Imperio Otomano, como centinela dócil del Bósforo y de los Dardanelos, y de las rutas terrestres que penetran el Asia Central; aspira también al libre acceso al Báltico para la flota mercante británica. No obstante, por el momento, nada de eso es una evidencia; presenciamos apenas al enfrentamiento final del poderío francés declinante con la coalición, cuyo eje central y protagónico en la alianza ruso-británica y los poderes menores de Australia y Prusia, que se desenvuelven simultáneamente sobre el plano militar y diplomático en el territorio de los Hansburgos y de los Hohhenzollern en la margen derecha de Rhin y del Ellba. El 7 de mayo de 1813 reanuda la marcha el ejército ruso, coligado ahora con el prusiano y el 18 de marzo está en territorio de Silesia, al noreste de Praga y en Sajonia. Napoleón por su parte, sale de París el 16 de abril de 1815 y el 25 del mismo mes se pone a la cabeza del ejército francés en Erfrt, Turingia apuntando a Leipzip y Dresde. Sus efectivos alcanzan a pesar de la derrota invernal, a 145.000 hombres. El 3 de mayo de 1813 se enfrentan la Armada Francesa y el ejército coligado. El resultado es el abandono de Dresden donde se instala Napoleón. Y permanece hasta el 17 de mayo de 1813, para reorganizar fuerzas. No obstante, el 1° de junio de 1813 interviene Austria en escena operando como mediadora. Napoleón, en vez de consolidar su contraofensiva que amenaza arrojar al ejército coligado hasta Polonia, acepta inesperadamente el armisticio de Plaswitz el día 4 del mismo mes. Decisión que parece obedecer al rápido avance de los británicos y españoles en España que culmina el 21 de junio de 1813 con la derrota del ejército francés en Victoria. Este, poco después atraviesa en desbandada los Pirineos hacia su lugar de origen, conjurando así una guerra en dos frentes. El armisticio es convenido hasta el 10 de junio de 1813, pero se prorroga por cuatro semanas más hasta comienzos de agosto de 1813. En esta pausa diplomática el hombre clase es el desarrollo de los acontecimientos parece ser el príncipe Metternich. Este celebra con el Zar y el Rey de Prusia el tratado de Reichenbacha el 24 de junio del mismo año, para construir una nueva coalición a tres y ofrecer su mediación armada a Napoleón. Dos días después, el 26 de junio, Napoleón en Dresden acepta reunirse en Praga con los rusos, los prusianos y los austríacos, suspendiendo entre tanto todas las operaciones militares. La conferencia de Praga Fracasa a mediados de agosto de 1813 por la ausencia de la Gran Bretaña y por tratarse de una mediación armada, difícil de aceptar por Napoleón. La nueva correlación de fuerzas, es netamente desfavorable a Francia. La coalición rusa, prusiana , sueca, austríaca y mecklenburguesa, alcanza al número formidable de 860.000 hombres. Ante ella todos los recursos humanos de Francia y de la Confederación del Rhin, suman 700.000 hombres. Para el 6 de septiembre de 1813 la sangría de efectivos del ejército francés, en encuentros no decisivos, en territorio imperial, asciende a 150.00 hombres. En septiembre, Lord Aderdeen logra que Austria acepté la participación británica de la Coalición, a cambio de un subsidio de 1.000.000 de libras. El 19 de octubre la derrota de Leipzig constituye el fin del poder militar francés. Napoleón con el ejército reducido a 70.000 efectivos llega a Maguncia el 2 de noviembre de 1813 y se retira al otrao lado de Rhi. Anunciada la paz como inminente Gran Bretaña se hace presente en el seno de la Coalición apoyada por Australia. Castelreagh se reúne en Basilea entre el 10y 23 de enero de 1814 con Metternich, para conciliar puntos de vista y luego ambos conciertan con el Zar el 23 de enero de 1814. a partir del 1° de febrero de 1814 se desarrolla la campaña en Francia que culmina con la entrada de los aliados en París el 18 de marzo. El 31 del mismo mes, se produce la capitulación de Francia y el 11 de abril abdica Napoleón. De esta campaña queda como expresión diplomática el Tratado de Chaumont de 1° de marzo de 1814, que consagra la Cuádruple Alianza contra Francia. El 10 de mayo de 1814 termina oficialmente la guerra entre la Coalición y Francia, dirigida ahora por la dinastía borbónica restaurada. Entre el 13 de septiembre de 1814 y el 1 ° de octubre llegan a Viena, sede del Congreso General Europeo, los agentes diplomáticos de la coalición antifrancesa: Metternich, Hardenberg; Castelreagh y Nesselrode. De ellos, el hombre clave es Castelreagh. Los hilos de la diplomacia europea y allende los mares llegan todos a sus manos formando un haz concentrado. La Gran Bretaña, que él representa, es una realidad la gran triunfadora de las guerras de napoleónicas. Su imperio colonial se expande por la redondez del globo terráqueo y desde tierras todavía remotas hombres de tez oscura uncidas a la tierra, en bosques campos y minas, transformaban sangre y sudor en mercancías y en lingotes que acumulaba la City de Londres. La derrota de Francia napoleónica no es para ella un episodio de conflictos dinásticos ni comporta problemas de legitimidad. Se trata pura y simplemente de la fractura del bloque continental y la apertura de los puertos de Europa, desde el Egeo pasando por Sicilia y Gibraltar hasta los fiordos noruegos sobre el mar del Norte, a las exportaciones del noreste fabril de las islas británicas, exótico muestrario de materias primas y productos que la “gentry” reclama como sinónimo de refinamiento y buen gusto; mercaderías que convergen a los puertos británicos a través de las rutas del mundo para su reexportación desde los depósitos del puerto del Canal de la Mancha hasta las profundidades del continente. En la periferia colonial la “Pax británica, que es supremacía marítima absoluta cadena un solo imperio, donde la graduación del dominio distingue desde las colonias de la corona, sin rastros de autogobierno, pasando por diversas formas de autonomía hasta las zonas de influencia, donde la presencia extranjera se ejerce por un funcionario proconsular permanente o las visitas periódicas del jefe de un escuadrón naval. SISTEMA INTERNACIONAL MUNDIAL El universo extraerupeo, desde la Asia Central hasta la India y los contornos del África, América y Oceanía, están formados por abigarradas y heterogéneas multitudes, agrupadas desigualmente sobre extensos territorios, donde coexisten formas políticas, todavía autóctonas con el yugo colonial de las Provincias Unidas, Francia, de Portugal o de España. Toda esa compleja humanidad sus actividades materiales, condicionadas por las protoformas del capitalismo fabril, tiene como marco de referencia, es decir, de ordenación, el proceso de transición de la estructura del Primero al Segundo Imperio Británico, discontinuo y múltiple, Sus fronteras y confines invaden o penetran todo con su presencia activa o dejan de sentir por doquier una influencia residual anglosajona de mayor o menor intensidad. "Britannia" es un factor omnipresente, permanente e imprescindible en el mundo de la economía, de la vida material de la cultura y de la política doméstica o extranjera del mundo de los pueblos morenos, negros y asiáticos. En el seno de esta periferia, la rebelión de las colonias hispanoamericanas anuncia nuevas fuerzas sociales sustentadas en economías autónomas y núcleos, incipientes de identidad nacional que debilitan o quebrantan los lazos del pacto colonial con la metrópoli. Culmina así un proceso económico determinado por la expansión británica de la segunda mitad del siglo XVIII y la prolongada orfandad de algunas colonias, generada por la decadencia de España. Esta contradicción, que enfrenta la metrópoli imperial a sus colonias, maduradas al calor del influjo británico, parece acomodar a los designios anglosajones, aun cuando los compromisos europeos de Inglaterra con España, Portugal con las Provincias Unidas hasta con la nueva Francia, en otra contradicción cuya vía de salida, en la coyuntura, no aparece todavía definida. Por otra parte, el conflicto de Inglaterra con los Estados Unidos de América, aliado natural, parece una aberración. Se trata de un enfrentamiento entre la ex colonia y la Madre Patria, en que la joven republica norteamericana volviendo las espadas a aquella, sirve de peón estrategia global de Napoleón, para aislar a la Gran Bretaña y desposeerla de fuentes de abastecimiento ultramar. Marca la primera eclosión del expansionismo norteamericano, orientado por los “halcones de la guerra” hacia los establecimientos británicos del Canadá y las pretensiones inglesas sobre las vastas planicies Medio Oriente hacia donde, por vías fluviales y senderos indígenas comienza a penetrar los alucinados pobladores de la Nueva Orleans. En el seno de esta estructura internacional de conflicto, adquieren forma y consistencia orgánica, las primeras piezas de la constelación del Imperio británico de las cuales para el momento la única es el Canadá, pues la India y Australia son apenas perspectivas de futuro. Colonia de población, ungido por la predestinación racista de las iglesias protestantes y dotadas oportunamente de autogobierno para frenar iniciativas posibles similares a las de las trece provincias americanas, que en 1776 fracturaron los moldes rígidos del coloniaje. Junto a ellas, yacen las colonias de explotación de las Indias Occidentales, en la cuenta del caribe, que son el centro de gravedad de este primer Imperio colonial. En mar de las Antillas, la presencia fundamental de la Gran Bretaña en Jamaica desde 1660, apunta hacia la Tierra Firme en el continente suramericano, a América Central y cierra el paso del Atlántico Norte hacia el mar de las Antillas a través de Cuba y la española. Se extiende en 1799 a Trinidad, masa insular de significativa proporción, que sirve además de portero a la Amazonia, a través del Delta del Orinoco y controla el paso del Atlántico hacia la costa norte del continente suramericano, en el Caribe sur oriental. El eje estratégico Jamaica-Trinidad-Jamaica, constituye la clave principal de la defensa del Imperio Colonial de las Indias Occidentales, y de control de la navegación ,mercante y de guerra no solo en Europa hacia el litoral de la Nueva Granada y de las Provincias de Venezuela, sino también de las comunicaciones entre los enclaves militares y navales de España, en Cuba, Puerto Rico y Santa Domingo, hacia los puertos de Cartagena, Maracaibo, La Guaira, Barcelona y Cumaná, en las cabeceras del continente. Mas hacia el suroeste, fuera del Caribe, pero en sus proximidades, la alianza secular de la Gran Bretaña con la dinastía portuguesa ha establecido en 1807 la sede de los Braganza en Brasil, quienes, además de facilitar el comercio inglés con la Banda Oriental y su “ hinterland, sirve a los intereses estratégicos de Inglaterra, al ocupar la Guyana Francesa desde el 12 de enero de 1809 hasta el año de 1815. Las guerras napoleónicas consolidan el poder insular británico pues a partir de 1800, las posiciones coloniales de las Provincias Unidas convertidas en República Satélite Bátava y las colonias de explotación de la Francia Napoleónica, Martinica y Guadalupe, son ocupadas por las fuerzas navales que consolidan así el poder de Inglaterra en la cuenca. El 1° de enero de 1807 las fuerzas británicas ocupan a Curazao, Aruba y Bonaire, poniéndose directamente al alcance de las costas occidentales venezolanas, que otean el amanecer de los años 1,813 y 1814; Martinica es ocupada también el 25 de febrero de 1809 y Guadalupe el 5 de febrero de 1810; a ellos se agregan las Antillas Menores, Antigua, posesión británica reconocida por el Tratado de Breda en 1667, las Bhamas, posesión británica reconocida por el Tratado de París de 1783, Bermudas, ocupada por la Virginia Company desde 1612, Dominica cedida a Inglaterra por el Tratado de París en 1783, conjuntamente con Grenada, Monserrat y San Vicente, islas Caimán cedidas en 1670 a Inglaterra, islas Turcos y Caicos, que disponen de un Residente británico desde 1766, Islas Vírgenes ocupadas por colonos ingleses, en 1680, San Cristóbal Nevis-Anguila, cedidas a Inglaterra por el Tratado de Utrech en 1713 y Santa Lucía, cedida en 1814 a Inglaterra. Decir que el Caribe es un lago británico en 1813 y 1814, es una apreciación de toda exactitud. Esta presencia británica tiene su apoyo en el poder naval cuya hegemonía ha consagrado en 1805 la batalla del Cabo Trafalgar. A través de las rutas oceánicas, entre Europa y las tierras de los nuevos mundos, se pasea una flota sin rival de 600 buques, en ser, vicio activo, que ostenta 120 navíos de línea y 116 fragatas. Cerca de la costa de los Estados Unidos, entre Halifax y Bermuda en el Atlántico Occidental, están ubicados hacia 1813, un navío de línea y 7 fragatas. Incluyendo los escuadrones de Nueva Foundland y de las Indias Occidentales, creados hacia 1808. Había en aguas del continente americano aproximadamente 100 naves inglesas. Hacia febrero de 1813 las fuerzas británicas en el teatro de guerra norteamericano bajo el comando del Almirante John Borlase Warren alcanzaban a 17 navíos de línea, de 50 cañones, 27 fragatas y 50 buques menores. El escuadrón de las Indias Occidentales denominado a veces como Estación o como Fuerzas Navales Británicas, Indias Occidentales, tenía su base principal en Port Royal en Jamaica, Bases logísticas del escuadrón, eran las Bermudas, las Islas de Barlovento, Trinidad, Tobago y Santa Lucía. Operaba bajo el comando de un Vicealmirante. El primero de ellos fue Donald Campbell que fue sucedido por el Comodoro Charles Fahie, ascendido en 1821 a Vicealmirante. Entre las naves inglesas que navegan el Caribe en los años de 1813 y 1814, se recuerdan los nombres de la fragata “ Rosamond” y las corbetas “Brazen”, “Merop”, “Subtle”,”Scorpion”, “ Orpheus”, “ Wellington”, “Sapphire”, “Avon”, “Salisbury”, “ Tirbune”, “ Falmouth”, “ Wasp” y “Liberty”. Frente a este poder decisivo, el único factor capaz de amenazar momentáneamente los buques de la armada inglesa en el Caribe, era la pequeña flota de los Estados unidos dividida en dos escuadrones, ambos con base en Nueva York. Formada por las 7 fragatas, la “Estados Unidos “,“Constitución”, “Presidente”, “ Constelación”, “ Congreso”, “Chesapeake”, “Essex”, la coberta “Adams” y los bergatines “Hornet”, “Wasp”, “Argus”, “Syren”, “ Nautilus”, “Vixien”, “ Enterprise” y “ Viper”. La escuadra española, con base en Cuba y Puerto Rico, estaba formaba apenas por dos corbetas, dos bergantines y urna goleta. En las provincias venezolanas, salvo el bergatín de guerra “Celoso”, que abajo el comando de Juan B. Martinena se pasó al bando patriota en Cumaná el 18 de junio de 1810, y sirvió luego a Simón Bolívar para salir de la Guira en 1812, no existía durante la Primera República, marina de guerra. Valga al respecto como testimonio la comunicación que el 10 de junio de 1810 envió el gobernador de Curazao J.J. Layard, al Conde de Liverpool donde le expresaba: “ Fui informado por los diputados de la junta Suprema que se pensaba eliminar el Decreto Naval de Venezuela tan pronto se pudiera obtener suficiente protección naval de la Gran Bretaña, Por haber sido aquel Departamento sumamente costoso y hasta ahora ineficiente”. Lo expuesto confirma la hegemonía del poder naval de Inglaterra, en el Mar Caribe. Si las unidades de la minúscula escuadra española surcan o atraviesan las rutas marítimas de las provincias de Venezuela y la Nueva Granada hacia el Atlántico y viceversa o desde Cuba y Puerto Rico en navegación interior, lo hacen con la tolerancia benevolente de la voluntad británica. De no haber mediado desde 1810 este consentimiento, no habría sido posible la llegada de Monteverde a nuestras costas y se habrían debilitado las provincias de Maracaibo y Guayana, que fieles a la Regencia alimentaba su resistencia de la comunicación con Cuba y Puerto Rico; si, por contrario, hubiere habido, de veras, protección naval británica a la Primera República, se habría fortalecido si no consolidado la ida, contradictoria y vacilante voluntad de autodeterminación el 5 de julio de 1811. Basta con recordar y sirva de ejemplo elocuente la efectividad del rígido bloqueo inglés impuesto sobre las costas norteamericanas en mayo de 1813 desde Long Island hasta el Missisipi, extendido al año siguiente a todos los puertos, bahías y puertos costeros de los Estados Unidos. Las importaciones norteamericanas que eran de 130 millones de dólares en 1807 bajaron a 25 millones en 1813 y a 7 millones en 1814. Como resultado de este descenso radical de las importaciones, los impuestos de aduana descendieron abruptamente de 13 millones de dólares en 1811 a metros de la mitad en el ario 1814. Además, los precias del azúcar y del arroz producido en el sur y exportado hacia Nueva Orleans, Charlestor y Savanah, se triplicaron o duplicaron en el lugar de consumo a consecuencia de la disminución sustancial de la oferta. ¿Qué papel desempeñó, entonces, el poder naval inglés en los años de la Campaña Admirable y de! aciago año de 1814 en la guerra de independencia? El uso de este instrumento de Política exterior, único factor externo, que, en lo militar, habría podido coadyuvar a la empresa libertadora, estuvo determinado por la llamada "política de mediación" de Inglaterra iniciada el 4 de mayo de 1811, como línea de conducta a seguir en el conflicto surgido entre España y sus colonias rebeldes y que se definió, con toda consistencia, entre los años 1813 y 1814. La “política de mediación” se expresó en el planteamiento de un cese de hostilidades entre los insurgentes hispanoamericano y la metrópoli española, amnistía general para los insurrectos, confirmación de todas las concesiones comerciales otorgadas por España hasta el momento a Inglaterra en relación con sus colonias y libre comercio anglo-hispanoamericano, con preferencia para los productos de procedencia hispánica. Iniciada, como dijimos, por Lord Arthur Wellssley en 1811, fue confirmada el 1° de abril de 1812 por Castelreagh. Su propósito múltiple consistió, por una parte, en aplacar a los insurgentes americanos y estimular su reconciliación con la metrópoli; pero al mismo tiempo alimentar en ellos la ilusión falsa de una ayuda, que dependería supuestamente de la constatación pragmática, de la fuerza interna del movimiento de autodeterminación; por otra parte, sirvió para ayudar a España, en la preservación de la integridad del imperio de ultramar, pero sin comprometer en este objetivo la fuerza militar naval británica para sofocar ,la rebelión americana ni tampoco las fuerzas españolas, que pudiera utilizarse en la guerra en Europa. Esta mediación, o interposición ante una España, que necesitaba más de Inglaterra que ésta de ella, obedecía a la percepción de que el fenómeno de la subversión americana era un proceso irreversible y favorable a los intereses comerciales británicos, que había que proteger. Por consiguiente, malquistarse los movimientos insurgentes hispanoamericanos, además de ser contradictorio con los señalados intereses del comercio inglés podía por lo menos hasta el año de 1812, orientar hacia Francia intentos o, al menos, las elites radicales visibles que los dirigían. Ello amenazaría aislar al Imperio británico en todo el mundo conocido, con excepción de Brasil, pues en guerra con los Estados Unidos de 1812 a 1814 y la América hispana en manos de Napoleón la hegemonía europea de Francia asentada en el "Bloqueo Continental", habría podido transformarse en hegemonía mundial. Por otra parte conquistarse la mala voluntad de los hispanoamericanos, ofreciendo un apoyo abierto y directo a la reconquista española de sus colonias habría favorecido los intereses de los Estados Unidos, a quienes la guerra podría mover a ocupar las regiones de la Florida, donde todavía flameaba el pabellón hispánico. Hasta 1813, en que todavía existe un poder napoleónico extendido en Europa y afincado en España, peligroso por lo tanto en cualquier latitud y en que la acción norteamericana se insinúa en la Florida española, el tono de la interposición inglesa es negativa en los hechos para los patriotas de ultramar, pero está disfraza con astucia, bajo la apariencia de promesas, declaraciones de simpatía, protestas de buenas intenciones y toda suerte de expresiones de esperanza de una acción positiva para las pretensiones de los dirigentes del Nuevo Mundo. Sin embargo, al morder el polvo el poder napoleónico, a manos de Kutusov y de la resistencia española, al declinar al mismo tiempo el poder de las fuerzas de la independencia en América Hispana y sufrir los Estados Unidos las inclemencias del bloquea naval británico, la interposición anglo sajona para los patriotas casi se desvanece. Más que negativa, se transforma en indiferencia sin oropel, descarnada y glacial. Este es el contenido y el tono de la "meditación", manipulada luego por el temperamento analítico de Castelreagh, durante los años 1813 y 1814. EL SISTEMA POLITICO VENEZOLANO La Segunda República, es un proyecto que se constituye al igual que la primera, sobre severas contradicciones y por tanto, más allá de su forma política, es una construcción endeble por la precaria base social que la sustenta. La primera de esas contradicciones es la que divide, separa y orienta de manera distinta, a los propios dirigentes de la elite mantuana, terrateniente y blanca en el Oriente y Occidente, que representa por el momento la única voluntad de auto terminación. Dos realidades geográficas, dos formaciones sociales y económicas y dos concepciones políticas, oponen desde 1811 a los patriotas de Oriente, con sede principal en Cumaná, Barcelona, Margarita y Maturín, a los patriotas de Occidente, con sede en la Provincia de Caracas, Valencia, San Carlos, Barinas, Trujillo y Mérida. Dos realidades geográficas; por una parte las provincias occidentales ordenadas en el marco natural de los Andes y sus estribaciones hasta la costa del Caribe, conexas con el sistema ortográfico del Virreinato y unidas a él por caminos, carreteras y vías fluviales de tradición y empleo secular. Allí donde la fertilidad de los pequeños valles y faldas de las serranías es propicia al cultivo del cacao, el tabaco y el café, florece la agricultura de plantación esclava, construida, sobre mano de obra esclava, sistema productivo en proceso de expansión hacia y los llanos occidentales. En los albores del siglo el sistema dé Plantación ha generado progresivamente un excedente exportado hacia las Antillas Holandesas y México, que ha Producido una reiterada acumulación de capital. Reinvertido en un proceso de expansión ha generado desde mediados del siglo XVIII las castas dominantes de los mantuanos nacidos en el país, dueños de las unidades de explotación que definen la economía de la región y su estructura social. Rígidos, orgullosos y cerrados, pero cultos en la amplitud del vocablo, constituyen la cúspide de la ordenación social, Tanto los esclavos, que recogen y desgranan el café en las cuencas y laderas del sistema montañoso de la costa o en los verdes placeres de Barlovento, hasta los límites de Unare, como los pardos de las ciudades que asumen oficios menores, están excluidos, salvo excepciones del sistema sociopolítico, también rígidamente estratificado, de donde sólo una minoría, en reiterado esfuerzo, ha ido accediendo a distintas posiciones en la burocracia local, Capitanía, Intendencia Real Consulado, y demás funciones publicas coloniales. Una sociedad política oligárquica y excluye de toda participación de las mayorías, en cuyo seno las aspiraciones a la igualdad predominan sobre los propósitos de libertad. La producción agrícola y el comercio occidental están conectados básicamente con el Virreinato, Curazao y México. Por otra parte, una región mas amplia y menos montañosas, que el Occidente comienza en las riberas del Unare y al Oriente termina en las costas que separan al golfo de Paria de la Isla de Trinidad , al Norte el mar Caribe, al Sur, grandes planicies y zonas selváticas que asoman a las márgenes del Orinoco. El paisaje más natural, mas propicio a la agricultura de plantación, es de las llanuras donde nace y se hace salvaje el ganado, y que hay que seguirlo en su nomadismo secular pastoreado donde se encuentre, en planicies sin límites. Allí el hato de ganado origina una población trashumante de hombres libres que la cría absorbe y disemina en extensas lejanías de los hombres que describe Tasta García, cuando dice: Marchaban al Paso, de dos en fondo, conteniendo con la mano izquierda los indomables potros que montaban, y llevando en la diestra la lanza con el extremo del asta apoyado en el pie derecho. Unos llevaban los pies descalzos, otros con alpargatas, con las puntas metidas en los enjutos estribos de madera, y todos iban vestidos de pantalón corto o garrasi, camisa suelta con el pecho abierto, cotona y sombrero de palma, de anchas alas. Las monturas no podrían ser ni más sencillas ni más prácticas: sillas de las llamadas vaqueras con pellón o escuetas, acciones de soga, riendas de cerdas y cabezadas y baticolas de cuero crudo. .. tanto los oficiales como los soldados, cargaban sobre las monturas todos los enseres indispensables para la vida nómada: en el pico de la silla la cobija para dormir y para las lluvias, la carabina recortada para la defensa extrema, y el cacho pendiente de una cabulla para coger agua sin desmontarse de los ríos y de los caños; en la grupera, el chinchorro para colgarse de los árboles o dormir cuando el piso estaba húmedo, la soga para enlazar las reses, el porsiacaso para llevar la sal, el papelón, el cazabe y demás provisiones, y la cacerola para cocinar. La producción ganadera y el comercio de la región están encaminados hacia las Antillas Inglesas y francesas a través de Trinidad. Asimismo el intercambio de hombres, cultura e ideas. Las formas de la producción y sus peculiaridades, generan extractos sociales también diferenciaos. Sin embargo, la permeabilidad es más acusada y el orden sociopolítico es más democrático, igualitario y participativo. Dentro de la sociedad oriental reina mayor equilibrio entre las aspiraciones de igualdad y libertar, pues la primera, más lograda, permite que la libertad haya florecido a todos los niveles para dar mayor cohesión a la dinámica política. Sustentados y nutridos por las respectivas sociedades, occidental y oriental, se originan dentro del territorio de Venezuela, a principios de 1813, dos núcleos de poder insurgente patriota y republicano que armas en mano adquieren y consolidar, posiciones en breve lapso, en Cumaná y Barcelona, uno y en Caracas, el otro. Uno de ellos dirigidos por Simón Bolívar y José Félix Ribas, penetra por la Villa de San José de Cúcuta al territorio venezolano a mediados de abril de 1813, al frente de un reducido contingente de apenas 500 hombres cuyas armas, provisiones y oficialidad y hombres de tropa son originarios de la Nueva Granada y de las mesetas de los Andes venezolanos. Si recordamos a la oficialidad, formada por Atanasio Girardot, Luciano D`Elhuyar, Antonio Ricaurte, entre los más conocidos y algunos españoles, posiblemente liberales y republicanos, como Vicente Campo Frías, los venezolanos son una minoría. Apenas Bolívar, los hermanos Tomás Y Mariano Montilla, Antonio Nicolás Briceño, Martín Tovar Ponte, Cristóbal Mendoza, José Félix Ribas, Carlos Soublette, y Rafael Urdaneta natural de Maracaibo. La presencia de este grupo en territorio venezolano y sus progresos militares no pueden entenderse sino como producto de un acto de audacia y de sorpresa de una reducida minoría republicana. A su paso encuentra un país sumiso a la corona española, convencido de que quienes enarbolan la bandera de la independencia, sos mantuanos y enemigos en términos sociales. El otro núcleo conocido, con raíces en las provincias orientales, es el grupo que penetra desde Trinidad el 13 de enero en el extremo de la Península de Güiria, desde la Posesión de doña Concepción, en el islote de Chacachacare. Captura a Güiria, Irapa, Cumaná, Barcelona y luego se hace fuerte en la ciudad de Maturín, a orillas del Guarapiche, enclavada en el centro de los llamados llanos orientales, ricos en hatos y ganados. El propio Santiago Mariño en carta girigida al Teniente C. D. Jeremy, Comandante del bergantín británico "Liberty" el 9 de abril de 1813, se encarga de suministrar la información del poder económico de la región cuando le dice: Somos ahora dueños de las llanuras donde se levanta el ganado, nada puede exportarse sin nuestro permiso; y podríamos fácilmente llegar a algún arreglo que beneficiaría por igual a ambas partes. Proponemos suministrar al gobierno británico tantas cabezas de ganado como pueden desearse. Este grupo es, también como el otro, parcialmente extranjero. Además del curazoleño Manuel Piar, del guadalupense Juan Bautista Bideau, los soldados son en su mayoría mulatos y negros de las Antillas francesas, en especial de aquella Guadalupe donde la semilla jacobina de la igualdad penetró y sacudió la negritud esclava y se diseminó desde allí hacia la tierra Firme de chalupa en chalupa o de peñero en peñero, en saltos insulares hacia el sur; los demás oficiales y soldados, son venezolanos orientales en cuyas filas alternan mantuanos terratenientes como José Francisco y Bernardo Bermúdez, Francisco Azcue, Vicente y Antonio José de Sucre, Manuel y Casimiro Isaba, con hombres de otra procedencia como son el mismo Mariño, Manuel Valdez, Juan Sotillo, Andrés Rojas, José Tadeo y José Gregorio Monagas. ¿Cuáles son los proyectos políticos de ambos grupos insurgentes en territorio venezolano? EI primero de los grupos, el dirigido por Simón Bolívar, los Montilla, Soublette, Urdaneta y otros, el Occidente está comprometido políticamente; es el más débil de los dos, Pues prácticamente no encuentra arraigo en el pueblo venezolano que ya comienza a ser organizado en armas contra ellos, por oficiales leales a la Corona. Tampoco tiene ascendiente sobre el mantuanaje de las Provincias centrales ni de Caracas, cuyas dudas y reservas frente a la República de 1811 han quedado cómodamente sepultadas por las protestas de lealtad al Rey ya restaurado, incrementadas por el temor inmediato a la represión de las fuerzas de Domingo Monteverde, y a las confiscaciones de sus haciendas de los valles del Tuy, de Aragua y Barlovento. La debilidad de este grupo se hace patente también en la propia actuación, subordinada de Simón Bolívar, a un mandato de la Confederación Neogranadina y sometida al aparato militar de la Unión y a las instrucciones políticas de su Poder Ejecutivo; No obstante, el mandato lleva consigo, en lo político, dos objetivos, que son en sustancia los elementos políticos originales de este núcleo dirigente patriota; a saber: uno el proyecto nacional implícito de establecer en Venezuela una república federal cuya matriz sería la estructura administrativo-burocrática y territorial del Virreinato de la Nueva Granada; propósito donde debe verse expresado, parte la necesidad de crear una institución política sin desestimo, la organización preestablecida del pasado colonial con el cual se quería romper; y por la otra, restaurar la legitimidad de 1811, en su estructura confederativa, plausible en un territorio de vasta proporciones, donde las formaciones sociopolíticas seculares estaban de por sí fragmentadas y débilmente conectadas por un sistema rudimentario de comunicación y participación. Lo dicho se evidencia de las precisas instrucciones que recibió el brigadier Simón Bolívar quien, como afirma Baralt: Debía estar siempre a las órdenes del gobierno de la Unión, no adelantar en sus marchas sin formar un consejo de guerra en que se examine la posibilidad de la empresa; el ejército no tendría otro carácter que el de Libertador de Venezuela; el gobierno de ésta sería restablecido bajo el mismo pie que tenía al tiempo de la invasión de Monteverde y finalmente prestaría juramento de obediencia y fidelidad al Congreso de la Nueva Granada y al Poder Ejecutivo de la Unión. El otro núcleo patriota, originado en la misma tierra venezolana y en el contexto sociopolítico más igualitario y libertario, es mas fuerte y consistente que el Occidental y tiene mayor arraigo en todos los estratos sociales. Mientras Simón Bolívar en 1813 es el líder de una selecta minoría de filiación virreinal, apenas conocido más allá de los aledaños de Caracas en sus tertulias y conspiraciones jacobinas o en los medios dirigentes de la libertad, en la distante Cartagena o Santa Fé de Bogotá, Santiago Mariño y quienes lo secundan, además de avezados y pragmáticos militares son genuinos líderes populares. Como tales ya quienes los siguen, la Venezuela de “tierra adentro” es consustancial. El proyecto político nacional de los patriotas orientales, celosos en la salvaguardia de su identidad regional es también una república federal, cuyo nombre es Colombia. De ella los orientales se sienten apenas una parte, que hay que integrar a otras, sin menoscabo de la fisonomía particular de cada región, único modelo político viable para las provincias venezolanas. No es por azar que Santiago Mariño al desembarcar en Guiria escribe en dos ocasiones, la primera a Pablo Pietri el 16 de enero de 1813 y la segunda el día 19 en Manifiesto que se distribuiría después en las Antillas, fechando al pie de la primera: "Año 1° de la Independencia de Colombia".' Y en el otro: "Año Primero del restablecimiento de la Independencia de Colombia . .' ." Evidentemente " Colombia era la patria de Francisco de Miranda, que desde aquel rincón de Güiría nacía como proyecto de Estado en simultaneidad cronológica con la organización política de los líderes de Occidente. Dentro de aquella, a juicio de los libertadores de Oriente, tenía cabida la República Federal de 1821, cuya legitimidad destruida por la Capitulación de La Victoria, había que restablecer. Pero a diferencia de la estructura de la Primera República y del proyecto centralista y clasista de Simón Bolívar y la concepción de "Colombia" federativa es igualitaria y democrática. Contra él se había manifestado Simón Bolívar en acerba crítica en el Manifiesto de Cartagena en diciembre de 1812, lo que más tarde confirma los proyectos constitucionales de la II República. Pero dejemos hablar a Caracciolo Parra Pérez, quien nos persuade de que: no cabe entonces, ni cabrá durante mucho tiempo en cabezas orientales, más lazo que el federativo entre las provincias venezolanas; pero esta concepción política, que se basa en la tradición colonia¡ y cuya importancia es harto conocida en la vida republicana de nuestro país, no excluye en modo alguno, como tendremos ocasión de verlo, en el espíritu y en el corazón de Mariño el sentido de la unidad nacional venezolana, ni la conciencia de la estrecha e indisoluble solidaridad que junta a nuestras regiones ...Para Mariño no hay Segunda República: continúa la Primer, la única, la federal, la del gran Congreso que la capitulación rindió a la felonía de Monteverde, pero que él, Mariño, viene a arrancar de su tumba y a revivir por la gloria de sus armas. De los dos proyectos políticos, el occidental y el orienta, uno se ejecuta tal como ha sido concebido. Tal es el formulado por los patriotas orientales. El propio Parra Pérez nos refiere que: Mariño había creado en sus provincias un régimen político, militar y administrativo que parecía adecuado a las circunstancias. El gobierno se concentro en manos del general en jefe, quien consultaba los negocios grandes o importantes con un consejo privado compuesto de pocas personas competentes en los diferentes ramos. La administración civil y los asuntos policiales quedaron a cargo de los alcaldes y municipalidades. Y es de observar, que al juzgar por los documentos la primera cosa en que se ocupó Mariño, al tomar Cumaná y Barcelona, fue la de garantizar el ejercicio del poder público, pues aquel hombre de quien se ha querido hacer un simple general amante del mando militar, era, al contrario, prócer a quien le interesaba ante todo la libertad humana y el liberalismo de las instituciones. La organización que dio al Oriente en plena campaña era, en efecto y en cuanto a lo civil, mucho más liberal y articulada que la que habría podido esperarse dadas las circunstancias. Por otra parte, el general insistía en que se trataba de un régimen provisional sujeto a expresa revisión cuando concluyese la guerra y, lo que es de suma importancia porque responde decisivamente a determinados cargos formulados contra el héroe, sujeto sobre todo al acuerdo que se celebraría con las provincias occidentales sobre la constitución de la República de Venezuela toda entera. En cambio, el proyecto que trae Bolívar en misión política, sufre una modificación radical al llegar a Caracas y entrar en contacto con los líderes del mantuanaje de su misma casta. Bolívar se deshace de la investidura que le ha encomendado el Congreso de la Unión Granadina arrojando por la borda el proyecto de Confederación que le estaba encomendado restaurar para el momento. Pareciera, q pesar de que está prácticamente pacificado el territorio del Centro y Occidente, que hubiera querido asumir directamente el legado de la Dictadura mirandina, que solo fue en su oportunidad fórmula de salvación de última hora. Sin embargo, da la impresión de que para los dos mantuanos caraqueños, a quienes se rinde Bolívar, la legitimidad, que había que restaurar, era la que conducía a la corona española, aun cuando, asumiera por el momento un disfraz republicano. ESTADO DE OCCIDENTE, Y EL ESTADO DE ORIENTE La Segunda República venezolana se origina en agosto de 1813 como dualidad, producto de la interacción entre los conglomerados sociopolíticos diferentes geográficamente, deslindados por la naturaleza, la economía y la distancia y las personalidades de sus jefes políticos y militares. Cumaná y Barcelona caen en poder de Mariño el 3 y el 19 de agosto, respectivamente y Caracas, en manos de Bolívar, el 7 de agosto. En efecto esa dualidad se define por la formación de dos Estados, que se constituyen separadamente, dotados de una dinámica propia e independiente, provista de recursos y medios, también distintos. El Estado de Occidente tributario o subordinado, al menos formalmente, de la Unión Granadina y el Estado de Oriente, autónomo, asentado sobre sus propias bases sociales y económicas. Uno, al mando de Simón Bolívar y una reducida elite de terratenientes caraqueños y andinos, sin mayor arraigo social en las castas; el otro, Santiago Mariño, también secundado por una elite heterogénea de Cumaná, Barcelona, Maturín y Margarita, con ascendiente sobre las castas y los hombres libres de los de Maturín que desbordan sobre el Orinoco, y en cuyas mentes la libertad política constituye el objetivo de mayor significación. Prueba de ello es que liberadas las provincias orientales por los patriotas con la ocupación de Barcelona en agosto de 1813, desaparece de ellas todo rastro realista. Esto es tan cierto que muy pronto los oficiales republicanos deciden envainar sus espadas y volver a sus ocupaciones habituales en la vida civil. La existencia de ambos Estados está probada históricamente por el proyecto constitucional común que Negocian Bolívar y Mariño que no fraguan, por las vicisitudes de la guerra, como se ha dicho, sino por la divergencia entre las legitimidades que aquellos pretenden representar e instaurar. El conocido es el siguiente: Proyecto la Ley determinando las facultades de los Jefes Supremos del Estado. Artículo 1° Reconocidos ya los generales Mariño y Bolívar, en las provincias de Oriente y Occidente, como Jefes Supremos en todos los ramos de la administración, cada cual respectivamente en la suya, y siendo necesario en las actuales circunstancias que la Republica estreche los vínculos de su nación, haciendo causa común en la actual guerra contra sus enemigos, serán ahora reconocidos uno y otros como tales Jefes Supremos de todas las provincias en general, tomando el mando en cualquiera parte donde se hallen; más cuando ambos concurran en un mismo lugar, tendrá la preferencia aquel de quien sea el territorio. 2° Esta suprema autoridad no podrá ser delegada, ni ejercida por otro en ningún caso. Quien pretenda ejercerla, bajo cualquier pretexto. Será tenido por un usurpador y enemigo de la República y castigado como tal. 3° Residiendo la suprema autoridad en los generales solamente, y mereciendo más alta consideración los derechos de seguridad y propiedad del ciudadano, no podrá ejecutarse la pena de muerte, azotes ni confiscación de bienes, aun cuando sea impuesta, por los tribunales competentes, sin la expresa aprobación del Jefe Supremo de la provincia. Queda facultado sin embargo para condenar o remitir la misma pena según lo estime conveniente. 4° Para que se guarde, en todo lo posible, la justicia y seguridad de los procedimientos, quedarán privados los Jefes Supremos de condenar por sí, por sola su voluntad, a la pena de muerte, azotes y confiscación. Por el contrario, velarán cuidadosamente que no se prive al delincuente de la defensa que le es permitida por todos (los) derechos. Podrán, sí, mandar abreviar los tramites y emitir las formalidades no esenciales, cuando el caso y las circunstancias lo exijan. 5° Se nombrará un Presidente del Estado, en cada una de las dos principales provincias, que será presidente nato de todas las municipalidades. 6° Este Presidente, con dos municipalidades, conocerá en grado de apelación de todos los tribunales, jueces y magistrados políticos y criminales, La suerte decidirá quiénes sean estos municipales, después de haber dado una nómina de todos ellos al reo y al actor, para que recusen a los que tengan a bien, sin necesidad de expresar causa; a fin de que no entren en suerte, pues después del sorteo, sólo se admitirá recusación probada que texto sea una justa causa, O bien ignorada por la parte, o posterior a aquel acto. El Presidente por lo tanto no podrá conocer en primera instancia de causa alguna y quedará por ahora toda la administración, en primera instancia, en los alcaldes o corregidores. 7° Se observará con los militantes lo que previene la ordenanza. 8° Ningún jefe puramente militar podrá conocer de las causas que susciten entre paisano mas a menos que el reo o demandado sea militar. 9° Ningún empleo político, de rentas o militar podrá conferirse en propiedad, sin anuencia y confirmación de los Jefes Supremos. 10° En el preciso término de ocho días, después de libertadas las provincias que componen la República de Venezuela, se tratará de establecer un gobierno. 11°- No se celebrara pacto alguno ni se establecerá relaciones con ninguna provincia ni gobierno, así de nuestro continente como del antiguo, en que se comprometa la libertad de la República, sin la precisa anuencia de los dos Generales Libertadores y de seis sujetos de inteligencia y probidad que representen las provincias de Oriente y Occidente, tres por cada una. Sin este requisito no estará obligada la República a su cumplimiento. 12° En caso de por muerte, o por cualquier otro accidente, falte uno de los dos, recaerá en el otro todo el mando. Si faltasen los dos a un mismo tiempo, recaerá provisoriamente el mando militar en el oficial de mayor graduación, y si hubiere o más oficiales de igual graduación, deberá tomarlo el más antiguo. Mas de ningún modo recaerá en él, ni la suprema autoridad, ni las facultades dictatoriales de que se encuentran revestidos los dos actuales Libertadores. En este caso los Presidentes del Estados, con las respectivas municipalidades, convocarán a una asamblea popular y deliberarán lo que tengan a bien. La contradicción entre ambos Estados y la debilidad congénita del Estado de Occidente, que resulta de la aguda contradicción que se genera entre su casta dirigente y las castas oprimidas, para quienes la libertad política que pregona la elite patriota grariadino-andinocaraqueña, carece de sentido frente a la aspiración primordial de una igualdad frustrada, son las dos coordenadas que determinan la inexistencia de una identidad y una voluntad nacionales y apuntan al destino de una temprana destrucción de la unidad patronacional. El Estado de Occidente, autoritario, aristocrático y enemigo de toda forma de poder popular y local, nace convulsionado como producto de tres contradicciones primordiales a saber: la primera es la contradicción entre la voluntad política republicana de las provincias neogranadinas y la voluntad política realista de la mayoría de la elite venezolana. Esta mayoría, se habia cobijado de nuevo desde julio de 1812 bajo las banderas de España en la convicción de que los congéneres de España podían ya enfrentar exitosamente a la Regencia y al yugo francés. No obstante evitaban pronunciarse todavía públicamente sobre la fidelidad al Rey, cuya autoridad política, a pesar de no haber sido restaurada, seguía orientando el rumbo político de aquélla. De este enfrentamiento, la salida era, por un lado, la ruptura de los vínculos con los rebeldes de la Nueva Granada, y el rechazo a su proyecto político republicano; por la otra; la búsqueda de un sucedáneo para reconstruir sobre las bases más estrechas, pero reconstruir al fin, un símil, en territorio venezolano, de la autoridad real ausente. Dicho sucedáneo fue la Dictadura de Bolívar y el Estado nacido en Caracas en enero de 1814. De manera que esta autoridad bolivariana no era en realidad causa habiente de la Miranda de de 1812, rechazada sin ambigüedades por Simón Bolívar en el Manifiesto de Cartagena. Era más bien simbiosis provisional o coyuntural de una contradicción existencial aguda entre independencia y dependencia. Por ella, los dirigentes venezolanos, en Occidente, vivían dentro de su propio estamento, divididos entre una mayoría realista y una ostensible minoría republicana. El proyecto de organización del Estado que formula Francisco Javier Ustáriz, constituye así la expresión teórica de esta contradicción y de la pretensión de cortar, de la manera sugerida por el jurista mantuano, los vínculos con la Nueva Granada. La segunda contradicción, que coadyuva a la definición de este perfil autoritario, aristocrático, antipopular del Estado de Occidente, a principios de 1814, es el conocido conflicto entre las castas y esclavos y la aristocracia mantuana, que adquiere rasgos dramáticos a mediados de 1813 y que caracteriza muy bien el Licenciado Miguel José Sanz en sus “Bases para un gobierno Provincial en Venezuela” cuando dice: ¿Cómo exponerse al resultado de ocurrencias populares en un país infestado de enemigos declarados y ocultos, que por todas partes promueven insurrecciones insensatas para que se derrame la sangre americana? ¿Cómo entregarse sin desconfianza y temor al influjo de los que sordamente minan el sistema, haciendo concebir al pueblo vanas y lisonjeras esperanzas de imaginarios beneficios? ¿Cómo debilitar con importunos recursos la autoridad y celeridad de las armas con las intrigas de semejantes concursos, más inextricables en la situación presente? ¿Cómo, en fin, abandonar el principal y único objeto de expeler a los enemigos de la patria, por ocurrir a la reposición dudosa de autoridades que contribuyeron, miraron con diferencia, o no pudieron impedir el exterminio de la libertad. La tercera y última contradicción que también define el nuevo Estado de Occidente, como Híbrido, confuso y débil, de una confrontación existencial irresoluta, es el conflicto con los patriotas de Oriente, cuyo Estado reposa, desde agosto de 1813, libre de amenaza, y del conflicto, sobre las bases de una soberanía, auténtica, amplia y de una voluntad republicana y democrática más consistente, bajo la voluntad, popularmente consagrada de Santiago Mariño. Ante la libertad que señorea hasta los márgenes occidentales del Unare donde existe un Estado venezolano en Oriente, desde mediados del año 1813, dotado de capacidad Militar para ampliar territorialmente sus miras de restablecer la República Federal de 1811, la escuálida elite patriota caraqueña y andina manifiesta una reacción de franca competencia. Prueba de dicho antagonismo es la carta de Simón Bolívar de 25 de julio de 1813, dirigida al Presidente de la Nueva Granada donde dice: Temo que nuestros ilustres compañeros de armas, los de Cumaná y de Barcelona, liberten nuestra capital antes que nosotros lleguemos, a dividir con ellos esta gloria; pero nosotros volaremos, y espero que ningún libertador pise las ruinas de Caracas primero que yo. La acción de los tres componentes principales del Estado, instaurado en Caracas, como forma política del poder centro occidental, son resumidas por Francisco Tosta García en términos felices, cuando describe la jornada del 2 de enero de 1814 en el Convento de San Francisco, como: ... ambiciones y adulaciones en bastardo maridaje, egoísmo, engaño y falsedad, puestos en juego para producir ostentosos alardes de entusiasmo, y simulado desprendimiento todo con el fin de matar tres pájaros con la misma pedrada y producir lógicamente tríplices efectos: romper los débiles hilos que puedan sujetarnos aún á la dependencia del Congreso granadino, imponerse a Mariño procurando atraérselo, y darle el golpe de gracia, ó sea la puntilla, como dicen los toreras españoles, tanto al sistema federal como á las instituciones republicanas, Esto significa para mí la tal caricatura de asamblea popular, así me explico esta albarda sobre albarda este insensato prurito de consagrar dictador al esforzado caudillo, que lo es de hecho, desde que se ocupó á Caracas, y se declaró jefe Supremo. EI Estado de Oriente se crea en cambio con mayor facilidad y expedición. Liberada la última posición realista, en la ciudad de Barcelona parecía que, casi por encantamiento, cesa toda resistencia desde las costas bajas y despejadas que se abren al mar Caribe desde la Laguna de Unare, hasta las riberas del Orinoco. El espíritu libertario es tan sólido que la insurgencia no encuentra obstáculo ni plantea dificultades ni problemas de constancia al restablecer los cuerpos deliberantes municipales y las autoridades regionales y, locales que la tradición hispánica había establecido siglos atrás. De allí que la arquitectura del Estado del Oriente se edifica desde las bases mismas del poder político de los ayuntamientos coloniales, consubstanciados con la empresa de independencia, hasta la cúpula del jefe supremo, autoridad superior que a pesar de su apariencia impersonal es producto espontáneo del consenso colectivo, construido por la arcilla popular. Por esto el poder central político militar que corona el macizo estatal, responde a un federalismo regional que la armonía popular reinante entre las regiones de Nueva Andalucía y de Margarita ha formado, en siglos de articulación e interacción económica y un mismo fermento de prácticas, hábitos y visiones colectivas. Mientras el Estado de Occidente nace del imperio de la desconfianza y del recelo, y de la devastación de los recursos productivos, alimentados por una feroz lucha de castas, como forma de poder patriota de los débiles, el Estado de Oriente se yergue tranquilo y sosegado, alimentado por la confianza interna de un conglomerado social más avenido o menos conflictivo, sin crisis ni urgencias económicas y dotado de los recursos y de una conciencia de identidad nacional y autodeterminación desde el vértice hasta las bases de la pirámide sociopolítica. Nuevamente, Francisco Tosta García, hace hincapié en: ... Mariño el bizarro caudillo oriental... ha dado el ejemplo revistiendo de poderes y facultades superabundantes a los Consejos Municipales que son los verdaderos representantes de la soberanía nacional; mejor dicho de la autonomía regional que es la base de la federación del gobierno de todos..” “ no habiendo ni un solo enemigo con quien combatir desde el Guarapiche hasta el Unare, no ha querido aceptar la investidura de Jefe Supremo y ha dejado todo el poder y todas sus autonomías a los Consejos Municipales de las provincias... El proyecto de Gobierno del Estado de Occidente fundado en estudios y opiniones de Francisco Javier Ustáriz, Miguel José Sanz y Miguel Peña atribuye las funciones del Ejecutivo, y en el Legislativo, al Dictador. Lo confirma en la práctica la llamada Asamblea de Notables del 2 de Enero de 1814, que sanciona la Dictadura de Simón Bolívar. En efecto, los artículos 1° y 2° del Plan de Gobierno Provisional para Venezuela de Ustáriz, que resume el 18 de agosto de 1813, la opinión, no solo de éste y de Bolívar, sino de los “notables”, caraqueños y andinos dispone: 1° El Supremo Poder Legislativo residirá en el General en jefe del Ejército Libertador, sin otras restricciones que las que provengan del Congreso General de la Nueva Granada su comitente, hasta la paz; 2° El Poder Ejecutivo residirá igualmente en el bajo las mismas restricciones con especialidad en todo lo que respecta a la fuerza armada de mar y tierra. Bolívar organiza la Administración Pública apenas ocupada la capital. El 10 de agosto de 1813, participa a la Suprema autoridad eclesiástica, Arzobispo Narciso Coll y Prat, que para el despacho de los asuntos del Estado ha creado tres Secretarías. La Secretaría de Estado, Relaciones Exteriores y Hacienda Pública, La Secretaría de Guerra y Marina y la Secretaría de Gracia y Justicia y Policía. En cuanto a las funciones de ellas, dice el Libertador que: ...he resuelto por punto general que todas las representaciones, oficios, partes pretensiones y otras cualesquiera instancias que se me dirijan como depositario del Poder Supremo de estos Estados, vengan por mano de las referidas Secretarias según su calidad; y que cuando ellos de mi orden y bajo su firma contestaren, previnieren o mandaren, se le dé entera fe y crédito, se cumpla y ejecute en todas sus partes sin excusa ni pretexto alguno, lo mismo que si fuesen autorizados por mi... Posteriormente para el 1° de enero de 1814, la Secretaría de Guerra y Marina parecía haberse desdoblado en la Secretaría de Guerra y en la Marina, cuando se hizo patente la necesidad de atender a la creación de una marina de guerra venezolana, dada la posición de negativa de ayuda militar y naval asumida por la Gran Bretaña. Es el primer indicio que aparece en las filas patriotas de Occidente, obsesionados por la ilusión de una supuesta ayuda o apoyo británico de la necesidad de valerse de los propios recursos del país para enfrentar la amenaza hispana del bloqueo y la expediciones que se hacían a la vela desde Puerto Rico por orden de la Regencia hacia las provincias y ciudades ocupadas por los realistas. Se infiere de un Informe de 1° de Enero de 1814 dirigido a Simón Bolívar por Tomás Montilla actuando como Secretario de Estado y del Despacho Universal y de Marina. En cambio, la Secretaría de Estado, Relaciones Exteriores y Hacienda fue desempeñada por Antonio Muñoz Tébar, después por Montilla, provisionalmente, en ausencia de aquél, a principios de 1814. Luego, a la muerte de Antonio Muñoz Tébar, en la batalla de la Puerta, el 15 de junio de 1814, la Secretaría fue desempeñada por Pedro Briceño Méndez, simultáneamente con la Guerra y Marina, desde el 19 de junio de 1814 hasta la pérdida de la Segunda República. La Secretaría de Gracia, Justicia y Policía fue a su vez desempeñada por Rafael Diego Mérida. La política exterior del Estado de Occidente, fue sin duda alguna obra colectiva del equipo de políticos y juristas que rodeaban a Simón Bolívar, desde su llegada a Caracas: Ustáriz, Sanz y Peña, entre otros. Pero constituyó un ingrediente importante en su elaboración y en las ideas que la prescindieron y orientaron la importa de la personalidad de Antonio Muñoz Tébar, titular de la funciones del Despacho de Relaciones Exteriores, apenas culminada la “Campaña Admirable”. ¿Quién fue ese personaje? No era un recién llegado, ni tampoco un inexperto, a pesar de su corta edad, ya que apenas alcanzaba a los veinte años en el momento de la insurgencia política de 1810. Nació en Caracas en 1792, de familia mantuana. Miembro de la Sociedad Patriótica, del ala jacobina, además de periodistas que escriben en el Seminario de Caracas a fines de 1810 y funda El Patriota Venezolano de 1811, es de los allegados a Francisco de Miranda desde su llegada a Venezuela. Discípulo de éste, enérgico y lúcido, su carrera en la Administración Pública se inicia durante la Primera República, como Segundo Oficial de la Secretaría de Estado, bajo la dirección de Francisco Iznardi, luego continúa como Primer Oficial, ejerciendo las funciones de Andrés Bello, mientras dura la ausencia de éste, en Londres, bajo la dirección de Miguel Sanz. Finalmente, Muñoz Tébar es actor y testigo del fin de la República, ejerciendo las funciones de Secretario de Gracia y Justicia desde marzo de 1812 hasta el 17 de mayo, en que es designado Secretario Interino de Estado, Hacienda y Relaciones Exteriores a cargo que desempeña hasta la capitulación de San Mateo; poco tiempo después es reducido a prisión en las bóvedas de La Guaira, junto con Francisco de Miranda. Mientras Miranda es detenido, Antonio Muñoz Tébar permanece prisionero hasta ser liberado en agosto de 1813 al momento en que las fuerzas realistas abandonan a Caracas ante la inminente culminación de la "Campaña Admirable". Su ideario político, forjado por la tutoría de hombres como Iznardi, Sanz y Miranda, se traduce en un liberalismo republicano, centralista, antifederal y colombiano. Hacia 1811 declara, en una reunión pública conmemorativa del primer año de independencia. Desde ahora adivino que mañana habré de estar por una República poderosa y central, que represente la nacionalidad y la fuerza, y no por pequeños Estados, tanto más débiles y turbulentos cuanto más pequeños, inútiles el día del peligro, enojosos al buen sentido, expresión del egoísmo y, arena de la ambición si en vez de la Asamblea que nos represente, única e imponente, eco de mil voces, punto donde convergen todos los radios, faro centellante para el uso de Venezuela. De lo contrario hubiese ocho o más Congresos esparcidos, oscuros, deliberando en un rincón, sin debate entre uno y otro, sin cambio posible entre ellos y el momento exterior, yo no vería sino tronos para la anarquía un caos sangriento y el naufragio y vergüenza de nuestros planes. Según el texto .Interior, Antonio Muñoz Tébar consideraba que la autoridad de la República debía concentrarse como un solo núcleo de poder. Con ello parecía identificado en lo concreto con la necesidad de la Dictadura de Miranda, de cuyos poderes es partidario. Más tarde, secunda también la Dictadura que asume Simón Bolívar desde el 7 de agosto de 1813; en lo teórico coincidía con el pensamiento de Miguel José Sanz y Francisco Javier de Uztáriz, tal como lo expresa en sus proyectos de 1813 ya mencionados sobre organización del Estado. Muñoz Tébar se manifestaba también coma anticlerical, cuando abogó por la expulsión del Arzobispo Colly Prat, junto con José Félix Ribas, Francisco Javier Yanes y Cortés de Madariaga en 1812, en ocasión de los conflictos de la naciente República. En abril de 1810, Muñoz Tébar había abandonado súbitamente la carrera eclesiástica hacia la cual parecía encaminado en la orden de Oratoristas misioneros de San Felipe Neri. El joven político fue partidario también de la fusión de Venezuela y la Nueva Granada, es decir, la unión que será en el futuro el punto de partida de la República de Colombia. Un su Informe de 31 de diciembre de 1813 para Simón Bolívar sobre la actuación del Despacho a su cargo de Secretario de Relaciones Exteriores expresa que: Si en esos siglos de ignominia en que un continente mas poblado y más rico que España, fue la víctima de las miras pérfidas del Gabinete de Madrid; si este Pudo desde dos mil leguas de distancia, sin enormes fuerzas mantener la América, desde el Nuevo México hasta Magallanes, bajo su duro despotismo. ¿Por qué entre la Nueva Granada y Venezuela no podrá hacerse una sólida reunión? ¿y aun por qué toda la América meridional no se reuniría bajo un Gobierno único central? ... POLITICA Y LA DIPLOMACIA DEL ESTADO DE OCCIDENTE En la formulación de la política exterior de un Estado no explicitado, existe subyacente como factor de decisión, entre otros, el juicio que merece a los autores de la decisión política el contexto internacional y los diversos elementos, constantes y perecederos, que definen el momento. Hasta ahora hemos delineado el marco internacional en que se produjo la Segunda República. Ahora se trata de examinar cómo concebían los patriotas de Occidente y de Oriente, respectivamente, ese mismo mundo exterior, al momento de decidir el rumbo de su conducta, fuera de nuestros confines. Por lo se refiere al Estado de Occidente, tres documentos del período retienen nuestras atención, pues parecen dibujar el panorama internacional que sirve de pauta a la acción de la política exterior. Para la visión del Período, que transcurre del 7 de agosto de 1813, disponemos del Informe que, como Secretario de Relaciones Exteriores del Estado de Occidente, con sede en Caracas, elabora y entrega públicamente Antonio Muñoz Tébar a Simón Bolívar y a la Asamblea de "notables” que pretende legitimar el nuevo poder en el convento de San Francisco en enero de 1814. Aun cuando el documento emana del Secretario del Estado del jefe Supremo, no es menos cierto que la identidad de pareceres y de propósitos políticos entre ambos hombres, permitiría afirmar que se trata también del punto de vista de Simón Bolívar. No obstante, apreciaremos algunas diferencias que parecen tener ambos dirigenente es su percepción del Sistema internacional. Sobre el período que media entre enero y julio de 1814, trágico semestre, en que el balbucearte Estado de Occidente es devorado por las mesnadas de José Tomás Boyes en guerra civil desigual, existen tres textos donde aparece la cosmovisión de nuestro Libertador, apenas en la tercera década de su existencia, mantuano todavía, apenas líder de su casta social, provincial y virreina, republicano, ferviente centralista y trasunto fiel, todavía, aun cuando no consciente, de la personalidad carismática y avasallante de Francisco de Miranda. El primero de ellos, es la carta dirigida a Richard Wellesley, desde el Cuartel General de Maracay, el 14 de enero de 1814, la segunda, es un artículo publicado en el número 62 de la Gaceta de Caracas, el 28 de abril de 1814, bajo el titulo de "Reflexiones sobre el Estado actual de Europa y América" atribuido a Simón Bolívar por el Dr. Vicente Lecuna: la tercera es el conocido artículo, sin firma, también atribuida al Libertador por Vicente Lecuna, titulado "Reflexiones Gaceta de Caracas, el 28 de abril de 1814, bajo el titulo de "Reflexiones sobre el Estado actual de Europa, con relación ala América” que vio la luz en la Gaceta de Caracas N°74 el día 9 de junio de 1814, cuando ya un ejército de lanzas remontaba los frescos valles de Aragua, Rumbo a Santiago de León de Caracas. El primero de los documentos, a saber, el Informe de Muñoz Tébar, es un texto oficial producido para los interlocutores políticos y, por tanto, una obra meditada y elaborada. Las ideas centrales que definen el sistema internacional son el "equilibrio continental europeo" y el "desequilibrio del universo”. El primero obedece a la existencia de Estados nacionales y a las miras de expansión de éstos, que se traducen en la "guerra” que produce el desequilibrio y tiende a corregirlo. El segundo obedece a la dominación o subyugación colonial que todo el sistema europeo impone a los pueblos que viven en la periferia. A partir de estos dos presupuesto parecen resultar de una visión lúcida y objetiva de las piezas y relaciones permanentes de los dos sistemas internacionales fundamentales para el momento, el europeo y el mundial, propone el analista dos políticas a saber: la de establecer el equilibrio del universo, destruyendo la preponderancia de Europa y el yugo de la esclavitud que la sustenta, lo que parece una proposición razonable y congruente con la praxis militar que vienen de cumplir los patriotas y que están en vías de cumplir los patriotas y que están en vías de proseguir. Además, parecería interesante retener, que Muñoz Tébar, al considerar en Europa un solo bloque de poder frente a América, no cree en la ayuda Británica a América y plantea un esfuerzo de redención independiente y regional. La otra política que propone Muñoz Tébar, consiste en preservar a América meridional del contagio nefasto del sistema del equilibrio europeo. Pero a diferencia de lo que propone Washington en su Discurso de Despedida, “que es el alejamiento de Europa y de todo el compromiso con ella”, el novel Secretario de Relaciones Exteriores del Estado de Occidente concibe que es necesario prescindir de las "nacionalidades" y con ello de las particularidades sociopolíticas del subcontiente, para hacer de toda la América colonial hispana en insurgencia, una sola nación y sola nacionalidad. EI desarrollo de esta visión abstracta, generalizante y, en fin utópica, constituye un motor poderoso de la empresa libertadora y una modalidad original que supone la creación de un solo Estado nacional o multinacional americano. Pero reposa para el momento sobre un subjetivismo idealista que no guarda conexión real con una situación políticomilitar tan comprometida como la de fines de 1813 en que Coro, Guayana y Maracaibo, el Occidente de Caracas y Barinas están en poder de fuerzas leales al Rey. Es decir, la República de Occidente es apenas una ciudadela sitiada, que al Oeste lega a Puerto Cabello v al Sur a los Valles del Tuy, por lo demás en efervescencia realista. Parecía de lo que dice el joven canciller que seguimos en la misma atmósfera etérea e irreal de la Primera República. En efecto, retomando el juicio de Bolívar sobre aquella, parece aplicable a la Segunda República las mismas criticas que meses antes en Cartagena hiciera Bolívar a la entelequia de 1812. En efecto, ahora, al igual que antes, es igualmente válido afirmar, que: Los códigos que consultaban nuestros magistrados, no eran los que podrían enseñarles la ciencia práctica del gobierno, sino los que han formado ciertos buenos visionarios que imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la perfección política presupiniendo la perfectibilidad del lenguaje humano... De manera que en 1813, también teníamos todavía: .. Filósofos por jefes, filantropías por legislación, dialéctica por táctica y sofistas por soldados... Lo que ocurre es que la disyuntiva, a pesar de la “Guerra a Muerte”, no es centralismo versus federalismo, fórmulas que en Occidente están aquejadas por igual de superficialidad ya que provienen del juicio político todavía bisoño de una reducida célula matriz del proceso de independencia, formada por Bolívar y sus allegados. La clave está en las masas populares todavía ajenas al brillo de un “momento nacional”, que en la coyuntura, apenas ilumina la consciencia de una minúscula vanguardia política. Es también importante observar también que Muñoz Tébar en su concepción del sistema mundial y en la elaboración del “equilibrio” como panacea política, omite a la Gran Bretaña como actor diferenciado del continente europeo. Es decir, implícitamente asimila el poder británico al sistema europeo, considerándolo también en contraposición antagónica a la América Meridional. Como veremos, el novel Secretario de Relaciones Exteriores, parece discrepar de Bolívar. Además de prescindir de la Gran Bretaña hecho que demuestra su falta de simpatía por lo que ella representa, parece querer hacer gravitar todo el proyecto de la emancipación y del “equilibrio del universo" sobre las fuerzas propias de la América Hispana, cuyo poder parece reposar única y exclusivamente sobre la posibilidad de la integración de sus partes, para hacer un solo Estado, la República de Colombia. Nada de esto último está dicho expresamente, pero se puede inferir, sin mayores contratiempos del texto a que aludimos. Se deduce también del Informe en análisis que la información sobre las políticas exteriores de España, la Gran Bretaña y Francia es exacta y está razonablemente al día. En efecto, la política de la Regencia, todavía en vigor para 1813, está encaminada a la supresión de la revuelta venezolana, sin otro miramiento, a través de dos medidas fundamentales, a saber: el bloqueo de las costas venezolanas, impuesto por los Decretos de 30 de julio y 12 de agosto de 1811, y el envío de una expedición punitiva que llegó desde Cádix a las costas de La Guaira el 13 de septiembre de 1813. Por otra parte, conoce también el Secretario de Relaciones, que la Gran Bretaña mantiene su política de “meditación” en el conflicto entre España y sus colonias, que se traduce,según Muñoz Tébar, en que: La Gran Bretaña, aunque aliada a la España e instigada por ella no se unió a sus consejos ambiciosos para auxiliarla en esta guerra. El Misterio, al contrario observó principios constantes de neutralidad y prescribió estrictamente a todos los jefes de las fuerzas británica, en circular del mismo año (1814) que no se mezclaran en las desavenencias de uno u otro partido... Solo cabría observar que existe una cierta alteración de la verdad en el texto, ya que la expresión “neutralidad” tiene una connotación eufemística, pues para el momento, la actitud de las autoridades británicas de las Antillas es más bien abiertamente desfavorable para los patriotas y simultáneamente de cooperación con las fuerzas realistas. Claro está, se trata de términos de un documento oficial que trasluce la esperanza renovada de una ayuda de la Gran Bretaña en el terreno militar. De la política francesa, la información de que Napoleón ha reconocido el pabellón venezolano y ofreció auxilios (obtenidos posiblemente de comunicaciones de Manuel Palacios Fajardo, a la sazón, representante oficioso de los insurgentes en París, desde 1812), es extemporánea. En el mes de diciembre de 1813 la derrota de Bonaparte es un hecho irreversible. Las huestes del “terror” de la escápela blanca”, han perdido ya la partida frente a la burguesía francesa, opulenta y poderosa en todos los frentes, a pesar de la restauración de los Borbones con Luís XVIII. Los otros dos documentos a que hemos aludido, son la obra directa de Simón Bolívar según de ha dicho y tienen la particularidad de ser anónimos. Esto significaría, aparentemente, que se trataba a través de ellos de opiniones que no podrían calzarse con la firma del Dictador de Occidente, sin generar dificultades políticas. Las ideas claves o primordiales del Libertador acerca del sistema internacional son particularmente coincidentes con los de Muñoz Tébar su Secretario de Relaciones Exteriores. En efecto coincide Bolívar con su subalterno político cuando enfoca la estructura del sistema internacional europeo, como una dinámica de equilibrio-desequilibrio, o de balanza de poder, que con la victoria de la coalición continental ha quedado de nuevo restablecido dentro del sistema. Por el contrario, se diferencia Bolívar de Muñoz Tébar en el que analítico del sistema mundial. Europa no es apreciada como un bloque monolítico de poder, frente al cual solo existe el Nuevo Mundo, tal como lo mira su Secretario. La preponderancia de la Gran Bretaña dentro del sistema mundial o universal, fundada su poder marítimo, insuperable, constituye un factor nuevo que asegura la imposibilidad de cualquier proyecto de los Borbones, que ascienda del estrecho de Gibraltar, sin el consentimiento del Gabinete inglés. El contrapunto del poder continental europeo que empuña la coalición, cuyo eje es el poder del Zar Alejandro I, no afecta el poderío británico más allá de los accesos a la Sublime Puerta. Considerada la intromisión del sistema continental europeo en los vastos confines del dominio británico, como un atentado a la hegemonía mundial de la corona inglesa, para Bolívar la consecuencia es que: la emancipación de América ha estado siempre en los cálculos del Gabinete Británico. De manera que para el Libertador el propósito de la política británica es favorecer la independencia de la América Hispana para preservar, consolidar y extender la propia hegemonía inglesa. Lo que aquel llama el "equilibrio del universo'", no es sino un equilibrio fugaz, de un solo instante, es decir, el de la independencia suramericana; pasado este momento, la preponderancia británica, afirmada también frente a la América independiente, significaría un desequilibrio permanente, pues esta última sería no una pieza de poder independiente sino una fuerza bajo protección británica limitada en consecuencia por una nueva sumisión. En efecto, la visión determinista y pesimista de las potencialidades americanas que asume el Libertador en este momento, asigna ni continente, en una concepción filobritánica, precisamente el papel que los dirigentes de la City de Londres le quieren atribuir en la división internacional del trabajo del mundo capitalista; basta con ello citar aquí lo que a nuestro juicio es el párrafo central del artículo de 9 de junio de 1814, donde Simón Bolívar ofrecía el rol subsidiario que debería según el, desempeñar América Latina independiente: La América se halla además por fortuna en circunstancias de no poder inspirar recelos a los que viven del comercio y la industria. Nosotros por mucho tiempo no podemos ser otra cosa que un pueblo agricultor y un pueblo agricultor capaz de suministrar las materias más provisoras a los mercados de Europa, es el más calculado para fomentar conexiones con el negociante y el manufacturero. Reconocida nuestra independencia, y abiertos estos países indistintamente a los extranjeros, no podemos imaginar cuánto aumentará la demanda pública todos los años. Los artículos de exportación se multiplicarán hasta lo infinito y las importaciones irán siempre buscando el equilibrio comercial con nuestras producciones... Este “equilibrio del universo”, a tres, que comenta el Libertador ¿es solo una idea táctica, la expresión de la necesidad perentoria de ayuda extranjera para un proceso que sucumbe en 1814?, ¿se trata acaso de una visión ingenua y generalizante donde se idealizan los intereses británicos o expresa quizás una visión superficial, de clase, presupuesto de una decisión, política que se propone trocar una apariencia de independencia política por la integración subordinada al proceso de la Gran Bretaña en el mundo? Si el libertador no hubiera escrito el párrafo que venimos de citar, seríamos proclives a compartir la primera de las opiniones expresadas en el sentido de que el cálculo elaborado por él sería semejante al que hicieran los patriotas norteamericanos y que resultó exitosa, de explotar las profundas contradicciones entre la metrópoli colonial anglosajona y el poder de Francia, para poder fundar la independencia e los Estado unidos. Pero, a nuestro juicio, por ¿desesperación? ¿por la grave coyuntura en que se hallaba la República en junio de 1814?; o simplemente por convencimiento íntimo, Bolívar parecía dispuesto en este momento a conceder, a la Gran Bretaña, a cambio de una ayuda a nuestra independencia, las bases de una alianza, profunda y prolongada. Es decir, una alianza económica, que remplazaría el antiguo Pacto Colonial por una suerte de dominio neocolonial, tal como ocurrió durante el siglo XIX. No olvidemos que Simón Bolívar para esta fecha es apenas un líder en formación y por el momento sigue siendo un aristócrata leal a su estamento social, para el que las masas populares todavía son: los estólidos pueblos internos... o...pueblos estúpidos que desconocen el valor de sus derechos... Resulta también interesante observar que, si bien la idea mirandina de Colombia ha tomado arraigo ya en la mente y en los cálculos políticos de Bolívar, todavía no pasa de ser expresión confusa de la visión de un ámbito territorial o cultural. A ello se refiere en el Manifiesto de Cartagena, cuando habla: del árbol de la libertad de Colombia... o en sus artículos de 28 de abril y 9 de junio de 1813, donde reitera la existencia del: territorio de Colombia... o suelo colombiano. El primer esbozo o destello de la idea de Colombia como Nación y como Estado, parecería deberse a Antonio Muñoz Tébar, su Secretario de Relaciones Exteriores. Para Bolívar, por el contrario, más importante, por el momento, que cualquier unión hispanoamericana, formada por identidad de principios y sentimientos es: una liga formidable, incapaz de ser destruida... Una alianza o entendimiento con Inglaterra. Esta afirmación puede parecer polémica, pero apunta a una visión desmitificadora de la personalidad de Simón Bolívar. Por lo que respecta a la información que tiene el Libertador de Europa, los artículos en estudio ofrecen una visión fresca y al día. En efecto, se sabe ya en Caracas con el retardo natural de unos tres meses por la travesía marítima de las noticias, la entrada en París el 18 de marzo de 1814 del ejército coligado y las preliminares de la restauración borbónica. Lo que permite al Libertador conjugar, válidamente, que el restablecimiento de los Borbones en Francia, y en España, traerá consigo como secuela una política de Francia y España que será nueva amenaza al movimiento de independencia, ya que: ... este prurito de restablece todo lo antiguo, viene a anonadar en su cuna nuestra existencia política. Los Borbones, dicen algunos, vuelven a recuperar la influencia que habían perdido, sus conexiones de familia a multiplicar nuestros enemigos, y acabar con cuanto hemos hecho... Por otra parte, Bolívar a partir de la información recibida concibe una hipótesis de lo que será la política de la Gran Bretaña. Destruido el poder de Bonaparte, tiene entre sus miras la de la emancipación de América, pues: ¿querrá la Inglaterra que la América permaneciendo bajo la dependencia de alguna potencia continental, vaya con sus riquezas y población inmensa a aumentar la masa del poder qeu puede resistirle...? además, ... el interés bien entendido... de la Nación inglesa, es poner expeditos los canales del comercio impidiendo que la guerra consuma todos los materiales con su industria recibiría un fomento considerable... Sin embargo, adivinamos que la hipótesis planteada, más que juicio de realidad constituye expresión de los deseos del joven estadista. Ya que la reconquista por parte de España de Venezuela se producirá cuando la mayoría de venezolanos, han decidido ya por sí mismos la suerte del país en favor de la restauración colonial. Como sabemos, la ayuda efectiva de la Gran Bretaña a la causa patriota sólo se producirá más tarde cuando esta aparece escaparse del control de quienes la dirigían hasta el momento de adquirir contenido de cambio social y de fuerza nacional, en el interés primordial de los británicos de mantener el control de la dinámica sociopolítica venezolana dentro del cauce geopolítico imperial. La conducta exterior de la Segunda República de Occidente no varía socialmente de la trazada por la Primera República. Es muy posible, además, que muchos, si no todos los que elaboren los objetivos de la acción exterior de la República Federal de 1811, sean los autores de la política externa de la lI República. Nos referimos, en particular, al Licenciado Miguel José Sanz, quien tuvo una participación muy activa en la definición de la estructura del Estado. En todo caso, las líneas maestras de la política del Estado de Occidente hacia el mundo exterior, consisten: en primer lugar, en obtener el reconocimiento y los auxilios financieros, militares y navales de la Gran Bretaña, el reconocimiento y ayuda financiera y militar de los Estados Unidos de América y, el reconocimiento de las naciones del norte de Europa, a saber: Prusia, Austria, los Países Bajos y Rusia. Especial interés se orienta hacia la Corte del Zar Alejandro I, primer factor de poder en el continente. En segundo lugar, respecto de España, política enunciada en Trujillo a comienzos de la "Campaña Admirable", se expresa en la "Guerra a Muerte", contra españoles y canarios. En tercer lugar, también frente a España, data le este período la gestación de una política destinada a crear un poder naval republicano a través del sistema de patentes de corzo, sobre lo cual volveremos más adelante. En cuarto lugar, merece la atención el hecho de que la concepción de la diplomacia de la República plantea por primera vez la existencia de una sola nación entre Venezuela de Occidente y la Nueva Granada y de la necesidad de construir un solo Estado sobre las dos naciones. Es en este momento histórico y a partir de la política exterior, que podemos situar la primera formulación, efímera pero génesis al fin, de la República de Colombia. En efecto, en las Instrucciones diplomáticas dadas en Caracas el 4 de mayo de 1814 a Lino de Cemente y Robertson, como agentes extraordinarios cerca del gobierno británico, se hacen afirmaciones que no dejan lugar a dudas. En el aparte 4° se dice que: 4a. Por los conocimientos que tienen estos Agentes de la extensión de la Nueva Granada y Venezuela; de la población de ambas regiones en hombres libres y esclavos; de lo que percibe periódicamente su Erario público; de sus gastos; en una palabra, de su estadística, harán conocer los recursos de la nueva nación, las ventajas que ofrece al comercio inglés; recursos y ventajas que la libertad debe multiplicar hasta el infinito. En efecto, la Nueva Granada, en una extensión casi, inaveriguable, tiene provincias, litorales y puertos magníficos en el Océano y en el Pacífico, entre los cuales uno es puerto de Cartagena en el Océano. Las provincias interiores de Venezuela, son las de Barinas, Mérida y Trujillo; las litorales son las de Maracaibo, la de Caracas, la de Barcelona, la de Cumaná y la de Guayana; tiene además la isla de Margarita, Maracaibo y Guayana, aunque no han adoptado el sistema de independencia, deben verificarlos muy pronto, y no falta mas que las capitales ... Además del propósito de conformación de un solo Estado se confirma en el aparte 9°, donde se instruye que: 9° Harán sentir al Gobierno inglés que este instante se lleva a efecto la reunión de todas las provincias de la Nueva Granada y Venezuela, bajo una sola autoridad soberana, y representando una sola nación, a cuyo efecto podrá presentar los documentos números 1 y 2. En la comunicación enviada por Simón Bolívar a Camilo Torres el 2 de febrero de 1814, se insinúa por primera vez el deseo de construir un nuevo Estado, al proponer al neogranadino que: ... Un diputado de la Nueva Granada unido a otro de Venezuela, que representando estas dos regiones, pararán a Londres, y reclamarán vigorosamente los auxilios de la Nación” Es precisamente en el intervalo entre ambos textos, es decir, entre febrero y mayo de 1814 a medida que la situación para los patriotas se hace crítica y hasta desesperada, cuando parece cristalizar el primer prototipo de la Unión colombiana, diseñada con los rasgos de una confederación laca y amplia. Parece deducirse de las Instrucciones adicionales de fecha 9 de mayo de 1814 dadas a Lino de Clemente y Juan Robertson donde expresa Bolívar que: NOTA: El Estado de Cartagena de Indias, con respecto a la unión de la Nueva Granada y Venezuela no han hecho más que interponer sus buenos oficios para con el Gobierno de Venezuela, a fin de establecer de hechos, y consolidar esta unión. Cuando la Legislatura de Cartagena accedió a esta reunión por una declaratoria solemne, fue invitad a por ello por el Congreso General de la Nueva Granada, que no creyéndose con poderes bastantes para hacerlos por sí sólo, consultó a los gobiernos particulares de las Provincias solicitando su aprobación. Casi todas las provincias de la Nueva Granada han seguido el ejemplo de Cartagena. Por consiguiente, ya la unión de ambas regiones en un solo cuerpo político, se halla sancionada, no solamente por el consentimiento táctico de aquellos pueblos, sino también por el voto explicito de sus respectivos Gobiernos. No obstante, cabría preguntarse: ¿era un hecho consistente la propuesta unión neogranadina y venezolana, o era una simple fachada? A juicio, se trataba por el momento de una apariencia. Pero ¿a qué fines? La diplomacia de la República del Occidente no se planteó la posibilidad de acción concertada entro los patriotas de aquí y de allá. Se trata mas bien de la concepción propia de nuestro líder de la empresa libertadora, Simón Bolívar o de la de su Secretario de Relaciones Exteriores, que por su prematuro fallecimiento no pudo revelarnos la medida de su influencia sobre el también llamado joven Bolívar. Ambos parecen haber desarrollado la dicción de una unión colombiana. Se trata de comprender con esto, una parte, al Congreso neogranadino en la iniciativa diplomática ante la Gran Bretaña, pero también de un medio de disfrazar la ruptura política que ha decidido en Caracas, la Asamblea de Notables reunidas en enero del mismo año, mediante la apariencia de que el ejército libertador de Venezuela mantiene su fidelidad política como mandatario del Congreso neogranadino. Se trataba también de esta manera, de concentrar en la persona el propio Libertador de manera rápida y fácil la función de liderazgo y centro de gravedad del proceso político insurgente, en sus relaciones con la Gran Bretaña; igualmente de aglutinar poder por vía de una ficción, tanto sobre la Nueva Granda como del Estado de oriente en Venezuela, que era la realidad, totalmente ajenos y actuaban de modo independiente para el momento. Señaladas las líneas principales de la política exterior del Estado de Occidente, es importante destacar cuáles son las necesidades apremiante que generan la búsqueda de reconocimiento y auxilio exterior de la más diversa índole por parte del recién nacido ente político. En el primer lugar, el estado de las finanzas públicas es simplemente catastrófico y las disponibilidades apenas alcanzan para atender las urgencias más inmediatas. Testimonio de ello lo ofrece, en forma dramática y veraz, el Secretario de Hacienda También Antonio Muñoz Tébar, quien en su informe de 31 de diciembre de 1813 sobre la actuación de su Despacho afirma que: Nunca Venezuela ha estado más exhausta de fondos, nunca ha tenido más gastos y nunca el poder de las circunstancias ha atrasado de tanto sus rentas, coma en la presente guerra. La rapiña de las tropas españolas había destruido los frutos de toda clases, consumido los ganados de toda especie; el despótico gobierno había prohibido las manufacturas, añada a esto V.E. que los propietarios, sobre todo los más ricos, no cuidaron más de sus posesiones... Vea aquí V.E. como la agricultura base de la prosperidad de todos los Estados se aniquiló en aquellos tiempos de furor y de demencia. Nosotros somos lo que hemos venido a recoger el daño. Han faltado frutos para el comercio extranjero e interior, y han faltado en consecuencia los derechos de alcabala, de importación y exportación no habiendo manufacturas indígenas, que hubieran suministrado a nuestras necesidades a precios cómodos, hemos debido comprar a precios exorbitantes los extranjeros; y como en todos los gobiernos paternales, han sufrido tanto el Erario Público, como las fortunas privadas... Reflejo patente de la penuria económica del Estado, en la conducción de las relaciones externas, es que Juan Rodríguez de Toro, agente diplomático designado para una misión extraordinaria en los Estados Unidos, se le proveyó por orden de Antonio Muñoz Tébar de 5 de enero de 1814, dirigida al director General de Rentas del Estado, de: ...treinta zurrones de añil, para los gastos de la comisión que S.R. le ha confiado a los Estados Unidos del Norte de América.. Se tomaron medidas fiscales de emergencia para proveer a los gastos del Estado como fueron la reducción del precio del tabaco que se disminuyo de cinco a cuatro reales para desestimular las ventas clandestinas y el cultivo secreto del producto, actividades ilícitas, que fueron además sancionadas con pena de muerte por ley de 11 de septiembre. Por otra parte, se disminuyeron los impuestos de importación para alentar la entrada de mercancías del extranjero. Además de la renta fiscal del tabaco, única productiva, a pesar de la languidez de sus ingresos, ya que las rentas de alcabala y de importación y exportación eran menguadas, fue necesario crear nuevos recursos, a saber: la acuñación de moneda macuquina el 24 de agosto de 1813; la capitación del 15 de septiembre del mismo año y el préstamo de un "soldado" para los propietarios de hacienda o comercio el 20 de octubre de 1813. Estas medidas se aplicaron hasta fines de año solo a la región norte costera de la Provincia de Caracas, es decir, la capital, los Valles de Aragua, del Tuy, de Barlovento, única zona sobre la cual ejercía con efectividad el Estado su poder fiscal. Sobre el resto del Estado de Occidente no había control fiscal alguno. Si damos una ojeada al ejército o fuerza militar terrestre el cambio en la correlación de fuerzas, desfavorable a la causa patriota, se revela en comunicación de Simón Bolívar al Presidente del Congreso de la Nueva Granada, el 20 de septiembre de 1814 donde se dice: La sublevación general de todo el interior de Caracas da al enemigo un número de tropas incomparable con las pocas que la capital y sus pueblos vecinos podrán constituir para oponerle... Así los pocos pueblos que combatían conmigo por la libertad desmayaron, cuando el enemigo se aumentaba prodigiosamente y se conciliaba el efecto de sus tropas. " Si apreciamos el estado de la marina de guerra necesaria para la defensa del comercio y las comunicaciones con el exterior frente al bloqueo decretado por la Regencia, el desembarco de las tropas frescas de la metrópoli o de Puerto Rico, y las actividades de los corsarios españoles desde Barlovento hasta Occidente, la conclusión exacta era también negativa para los patriotas. El poder naval del Estado de Occidente no existía para el momento. El informe de 1° de enero de 1814 del Secretario de Marina Tomás Montilla, no puede ser menos revelador: ... La ruina de Venezuela, extensiva a cada una de sus ramas, no perdonó tampoco el de Marina. Los buques existentes a la gloriosa entrada de V.E. en esta capital, apenas fueron bastantes para transportar los peninsulares y canarios y nuestras costas y puertos quedaron sin una falúa... Los esfuerzos requeridos para enfrentar el 13 de septiembre de 1813 una expedición enviada de Cádiz, formada por la fragata “^Venganza" de 40 cañones, una goleta de guerra y 5 transportes con 1.200 hombres de desembarco, producen el irrisorio resultado de equipar y armar: ...tres goletas y dos lanchas cañoneras... Más tarde, el 9 de abril de 1814, Antonio Muñoz Tébar se dirige desde Valencia al Director General de Rentas expresándoles: ... S.E., el Libertador enterado del oficio de V.S., de 22 de marzo y del ciudadano Comandante de La Guaira relativos a la necesidad de comprar uno o dos bergantines para reforzar nuestra escuadrilla, ha tenido a bien S.E., acordar que por ahora no puede verificarse por la escasez en que se halla el Erario. Era obvio, pues, la urgencia de crear una Marina de Guerra. Rasgo característico de la política exterior de la República de Occidente, es que las actuaciones están dirigidas a las capitales de las potencias europeas y a los Estados Unidos. El Caribe, la República negra de Haití y las posesiones coloniales británicas y francesas próximas a nuestras costas no parecen, de acuerdo con el Estado actual de las investigaciones, estar dentro del foco de interés principal de los autores de la política exterior. Solo, en caso de emergencia se piensa en Jamaica, Guadalupe, Martinica, Barbados, Trinidad o Curazao, como fuente de recursos. Pero lo fundamenta de la política exterior de la República de Occidente consiste en que es propia y exclusiva de un estrato social y del cenáculo que lo representa, la aristocracia terrateniente esclavista, en sus dos segmentos, el realista y reformador y colonial y el republicano y radical, representado este último por Simón Bolívar y sus allegados. El carácter puramente clasista que hasta el momento reviste la política exterior venezolana se pone de relieve en las Instrucciones del Libertador de 19 de junio de 1814, para la Misión de Pedro Gual en la Isla de Barbados, donde dice: 3°... El gobierno de Venezuela no empleará de modo alguno socorros contra los españoles, sino contra los bandidos y esclavos fugitivos que llevan el pillaje, la muerte y la desolación por muchas de nuestras más bellas poblaciones... Pero además, lo revela Bolívar al año siguiente en medio de crisis que vive en Jamaica, en el nadir de su carrera y de su liderazgo, cuando confiesa a Luís Brión el 16 de julio de 1815, quien a sazón se halla en Haití, en busca de armas: yo mismo no voy a esa isla, porque no quiero perder la confianza que hacen de mi estos señores, pues, como V. sabe, las manías aristocráticas son terribles... Las direcciones de la política exterior de la República de Occidente se traducen en cuatro misiones diplomáticas, dos de ellas aparentemente de última hora, una a la Gran Bretaña, otra a los Estados Unidos y las dos últimas, una a la isla de Barbados y la otra, genéricamente, a cualesquiera de las colonias inglesas del Caribe. De las cuatro la enviada a Gran Bretaña parece haber sido la de mayor significación y prioridad para Simón Bolívar aun cuando cronológicamente haya sido precedida por la plenipotencia concebida para los Estados Unidos de América. Todas, menos la encomendada a Pedro Gual, fueron confiados a personas muy allegadas o familiares de Simón Bolívar; así ocurrió con Lino de Clemente, sobrino del Libertador, a Juan Rodríguez de Toro y a Martín Tovar Ponte. En cambio, la dotada de mayor sentido político fue la encargada a Pedro Gual, que no era próximo a Bolívar y quien solo estaba de paso en Caracas como representante de la Legislatura del poderoso Estado de Cartagena. De allí que la investidura, de Gual, venezolano al servicio de Cartagena, como agente diplomático ante el Comandante en Jefe de las Fuerzas de Tierra de S.M.B., en la isla de Barbados anunciada en acción diplomática conjunta de Venezuela y la Nueva Granada la gestación de la República de Colombia. La precedencia cronológica de la Misión ante el gobierno norteamericano parece razonable atribuirlo al hecho de que para enero de 1814, fecha en que aquella se inicia, se creía más fácil, por el estado de guerra en el continente europeo, obtener socorro de la Nación del Norte; la Misión a la Gran Bretañan solo se plantea cuando llegan a Caracas noticias ciertas del fin de la guerra en Europa, de la abdicación de Napoleón y de la restauración de los Borbones en Francia Y España. Por último, encomendada a merece destacarse la Misión de última hora Martín Tovar Ponte, producida desde Barcelona, actuación que conecta la política del Estado de Occidente con la del Estado de Oriente. La Misión de Tovar parece llevar la impronta concepción, mas pragmática y directa, que tenían de la diplomacia los patriotas del Estado de Oriente, cuyo alcance inmediato era de las colonias inglesas y francesas del Caribe. Vale la pena recordar también que, a diferencia de las números iniciativas diplomáticas que hizo vale la Primera República ante las autoridades inglesas de Curazao, no se reconoce en cambio ninguna que se haya producido en este sentido bajo la Segunda República. La hostilidad abierta del Gobernados británico de esa isla hacia los patriotas, parece la explicación más plausible de este hecho. En el mes de mayo de 1814 se constituye el cuerpo de dos plenipotenciarios para representar a la República en Londres. Los agentes diplomáticos abordan la fragata británica "La Palma" en la Guaira, posiblemente el 7 y el 10 de mayo, llevando consigo una comunicación dirigida por Simón Bolívar al Contralmirante P.C., Durham, Comandante en Jefe la escuadra británica con sede en Barbados, de 5 de mayo, donde manifiesta que: ... Habiéndose, pues prestado el Comandante de la fragata de S.M.B. La palma a conducir a su bordo las personas que en calidad de comisionados de Venezuela van a tratar con el Gobierno de S.M.B., se han embarcado en ella para esa isla, esos comisionados son el Inspector de la Artillería Lino de Clemente y el Coronel Juan Robertson que yo me tomo la libertad de recomendar a V.E. principalmente para que V.E. se sirva permitirles que pasen a Londres, si es posible en uno de los buques de guerra que deban primero ir para aquella gran capital... Las credenciales de los plenipotenciarios de fecha de 6 de mayp de 1814, firmadas por Simón Bolívar y Antonio Muñoz Tébar, expresan lo siguiente: Simón Bolívar, Libertador de Venezuela. General en jefe de sus Ejércitos, etc., etc., Restablecida por la suerte de las armas la República de Venezuela y sancionada ya su integridad Nacional con la Nueva Granada, debiendo formar ambas regiones un solo cuerpo de Nación; y siendo del interés de la Nación Británica, por su comercio, reconocer nuestra independencia, y auxiliarla, he venido en constituir Agentes Extraordinarios por Venezuela cerca del Gobierno de S.M.B. Y en efecto elijo y nombro por tales Agentes Extraordinarios, al general de brigada Lino de Clemente y al general de brigada Juan Robertson, para que participándolo al Gobierno de S.M.B. cuya amistad desea Venezuela, obtengan que sea reconocida tal Nación como libre dependiente y pueda restablecer las negociaciones más ventajosa o ambas potencias, para lo cual se hallan bastante autorizados con plenos e ilimitados poderes. Dada en el Despacho ale Gobierno de Caracas, a seis de mayo de 1814. 4°, firmada de mi mano, sellada con el provisional de la República y refrendada por el Secretario de Estado. Pero lo que reviste mayor trascendencia son las Instrucciones dadas a los Comisionados fechada las principales u originales el 4 de mayo de 1814, y las Adicionales el 9 de mayo del mismo año, cuyos textos reproducimos íntegramente, porque sustancian los propósitos de gestión diplomática. 4° Por los conocimientos que tienen estos Agentes de la extensión de la Nueva Granada y Venezuela: de la población de ambas regiones en hombres libres y esclavos, de lo que percibe periódicamente su Erario Público; de sus gastos: en una palabra, de su estadística, harán conocer los recurso de la nueva nación, las ventajas que ofrece al comercio inglés recursos y ventajas que la libertad debe multiplicar hasta el infinito. En efecto, la Nueva Granada, en una extensión casi inaveriguable, tiene provincias, litorales y puertos magníficos en el Océano y en el Pacífico, entre los cuales uno es el soberbio puerto de Cartagena en el Océano. Las provincias interiores de Venezuela son las de Barinas, Mérida y Trujillo; las litorales son la de Maracaibo, la de Caracas, la de Barcelona, la de Cumaná y la de Guayana; tiene además la isla de Margarita, Maracaibo y Guayana, aunque no han adoptado el sistema de independencia, deben verificarlo muy pronto y no faltan más que las capitales. NOTA: El Estado de Cartagena de Indias, con respecto a la unión de la Nueva Granada y Venezuela, no ha hecho más que interponer sus buenos oficios para con el Gobierno de Venezuela, a fin de establecer de hecho, y consolidar esta unión. Cuando la Legislatura de Cartagena accedió a esta unión por una declaratoria solemne, fue invitada a ello por el Congreso General de la Nueva Granada, que no creyéndose con poderes bastantes para hacerlo por sí solo, consultó a los gobiernos particulares de las Provincias solicitando su aprobación. Casi todas las provincias de la Nueva Granada, han seguido el ejemplo de Cartagena Por consiguiente, ya la unión de ambas regiones en un solo cuerpo político, se halla sancionada, no solamente por el consentimiento tácito de aquellos pueblos, sino también por el voto explicito de sus respectivos Gobiernos. El primer comentario que merecen las disposiciones del jefe del Estado de Occidente es que anuncian las génesis de Colombia en virtud de un acto diplomático, como expresamos en páginas anteriores. Una visión en grande cuando falte todavía la organización política del norte de la América meridional. A estas alturas del proceso de Independencia, parece más bien un recurso táctico frente a la Gran Bretaña, es decir, un señuelo para interesarla en el comercio con Venezuela y la Nueva Granada y a cambio, el reconocimiento y la ayuda requerida. De allí la significación principal del aparte 4° del texto. El otro atractivo que contienen las Instrucciones, es el aparte 10° donde al exponer los motivos de la "Guerra a Muerte", se alerta indirectamente a la Gran Bretaña contra la insurrección general de los esclavos de sus colonias en el Caribe para así obtener el apoyo solicitado. Por otra parte, las Instrucciones traducen que la gestión diplomática está dirigida a suplir las carencias o necesidades que anteriormente mostramos: anticipo de sumas de dinero, buques armados para la protección de las costas, fusiles, municiones, vestuarios y toda especie de armamentos y auxilio militar británico o bien la imposición a los realistas de un cese a las hostilidades. Merece ser resaltada la aspiración, por lo demás irreal de la dirigencia política de Venezuela y la Nueva Granada de tener representación en el futuro Congreso de Viena, a lo que se refiere el aparte 11°. Por último, vale la pena retener también entre el 4 y 9 de mayo de 1814, lapso transcurrido entre las Instrucciones fundamentales y las Adicionales parece haberse recibido en Caracas información y haberse forjado en base a ésta, la convicción de que no es posible en el momento la ayuda de la Gran Bretaña. Por esto se hace hincapié en las Instrucciones Adicionales en la posibilidad especial de obtener algún auxilio de Rusia, primera potencia del continente, hecho por lo demás, casi improbable." En todo caso Clemente y Robertson, al llegar a Saint Thomas en las Islas Vírgenes, en busca de un buque que los conduzca a Inglaterra, son expulsados y vejados por el Gobernador británico Brigadier General Fitzroy of Grafton Meclean. Acontecimiento que no constituye excepción, pues demuestra el hecho generalizado de que las autoridades británicas son hostiles al proceso de independencia. El destino posterior inmediato de ambos parece haber sido el regreso a Caracas, pues el 19 de junio Robertson aparece como acompañante de Pedro Gual en su Misión a Barbados. La precedencia en el tiempo de esta iniciativa diplomática a la misión dirigida a Londres y luego, las instrucciones a Clemente y Robertson encaminadas a lograr el reconocimiento a las Cortes del norte de Europa, particularmente la de Rusia, pareciera evidencia de que la única esperanza de ayuda y reconocimiento exterior que alimentaban los patriotas del Estado de Occidente, dado el conflicto, todavía no resulto entre los Estado Unidos e Inglaterra, era el reconocimiento y el apoyo norteamericano. De allí que desde enero de 1814, aun cuando no sabemos en que fecha exactamente marcha el Coronel Juan Rodríguez de Toro, hermano de Marqués y amigo personal de Simón Bolívar, a los Estados Unidos, vía San Thomas. Lo expresado parecería confirmarse en el texto de la comunicación de 4 de mayo de 1814 dirigida al Comisario venezolano en San Thomas por Antonio Muñoz Tébar, donde dice que: Nunca ha importado más a Venezuela la realización de las negociaciones que S.E. el Libertador confió a V.S. como en las circunstancias actuales. El presente estado de Europa ofrece una crisis la más favorable para nuestro continente. Esta gestión también fracasa, ya no por la abierta enemistad inglesa hacia la causa patriota, que podía además ser un factor de agravación eventual de la guerra con los Estados Unidos en el teatro de operaciones del Caribe, sino por la inconsistencia del diplomático venezolano. Este no solo permanece en San Thomas, inexplicablemente, a pesar de las comunicaciones de 4 y 9 de mayo de 1814, en que se insta desde Caracas a que se lleve a cabo su gestión y se traslade a los Estados Unidos, sino que al ocupar las fuerzas realista en la cuidad de Caracas en julio de 1814, regresa a Venezuela y abraza la causa realista. La decisión de encomendar a Pedro Gual la representación venezolana ante una de las dos estaciones británicas mejor dotada en el Caribe, en fuerza militar y naval, parece significar, por una parte, como ya expresamos el propósito de persuadir a los ingleses de la realidad de unión de los patriotas de Venezuela y de la Nueva Granada; pero además, esta gestión, en las instrucciones que se dan a Gual y en la comunicación enviada por su intermedio al Comandante en jefe de las fuerzas terrestres, con asiento en la isla, son el testimonio más elocuente y dramático del aislamiento y de la falta de sustentación sociopolítica del Estado de Occidente. Este está próximo a derrumbarse políticamente y militarmente por la guerra social desatada desde dentro y posiblemente estimulada desde afuera no solo por España, sino también por las autoridades británicas de las Antilla. Esta última es una hipótesis todavía no demostrada, que había que someter al rigor de la investigación. Demuestra también claramente el perfil y contenido clasista que tiene al momento la conducta exterior de los patriotas del Estado de Occidente. En efecto, dice Bolívar al jefe británico: Nuestros enemigos no han perdonado medio alguno por infame y horrible que sea para llevar a cabo su empresa favorita. Han dado la libertad de nuestros pacíficos esclavos y puesto en fermentación las clases menos cultas de nuestros pueblos para que asesinen indistintamente a nuestras mujeres y a nuestros tiernos hijos, al anciano respetable y al niño que aún no sabe hablar. Tantas desgracias que afligen la humanidad en estos países deben llamar por su propia conveniencia la atención del Gobierno de S.M.H. El ejemplo fatal de los esclavos y el odio del hombre de color contra el blanco, promovido y fomentado por nuestros enemigos, van a contagiar todas las Colonias inglesas, si con tiempo no torna la parte que corresponde para atajar semejantes desórdenes. V.E. no violará de modo alguno la neutralidad de su Gobierno si en un caso tan extraordinario toma el partido, de favorecernos con algunos socorros militares, no para auxiliar la Causa Americana o la española, sino para contener los excesos que puedan tener una tendencia directa a perturbar la tranquilidad y sosiego de las Colonias de S.M.B. Es con este importante objeto que yo tengo el honor de comisionar cerca de la persona de V.E. al Dr. Pedro Gual, Presidente de la Legislatura del Estado de Cartagena de Indias, y su actual Representante cerca de este gobierno, a fin de que de sus conferencias con V.E. resulten los bienes recíprocos que me han propuesto. Por otra parte, copiarnos textualmente las Instrucciones dadas al Comisionado y Presidente de la Legislatura de Cartagena, donde se le pide que solicite la intervención militar británica en Venezuela, calificando la guerra, que hasta el momento se había definido en términos de conflicto entre venezolanos y españoles, como un conflicto entre terratenientes y esclavos o entre blancos y hombres de color. Si se pudiere probar alguna actuación británica, en colusión con las autoridades españolas, en favor del partido de los "hombres de color" contra los "blancos", aristócratas de la República de Occidente, la angustiosa apelación venezolana a la aristocracia terrateniente y colonial británica en las Antillas, para evitar el contagio o la exportación de la lucha de castas a las islas caribeñas, parecería haber sido una palmaria demostración de ingenuidad política. Instrucción para el Comisionado de Venezuela cerca de S.E. el Comandante en Jefe de las Fuerzas de Tierras de S.M.B. y S.E. el Almirante de la estación de Barbados. 1° Para contener los excesos de las facciones intestinas fomentados del modo mas escandaloso por nuestros enemigos, el Comisionado solicitará el auxilio de algunos fusiles hasta el número de dos mil con su correspondiente repuesto de municiones de guerra. También dos cajas de medicina y dos juegos completos de instrumentos quirúrgicos. 2° A fin de inclinar el ánimo de los Jefes Británicos a franquearnos estos socorros les hará ver cuánto es el interés de la Gran Bretaña con impedir que las facciones intestinas consuman y aniquilen unos países como éstos tan importantes a su comercio e industria. 3° El gobierno de Venezuela no empleará de modo alguno estos socorros contra los españoles, sino contra los bandidos y esclavos fugitivos que llevan el pillaje, la muerte y la desolación por muchas de nuestras más bellas poblaciones y haciendas. 4° Para garantizar a los jefes S.M.B el buen uso que este Gobierno desea hacer de estos socorros militares admitirá en su territorio hasta mil hombres de tropas inglesas, y un destacamento de ciento o menos hombres de artillería con sus componentes piezas de campaña, que observen su conducta en esta parte. 5° Siendo igualmente provechoso a los americanos o a los españoles por quienes últimamente la suerte de la guerra decidida la actual disputa y mucho más al comercio británico la conservación y el fomento de estos Estados, el Comisionado solicitará que las tropas de S.M.B. cooperen también con las nuestras a destruir los bandidos y reducir los esclavos a sus deber. 6° En caso de que la suerte de guerra dicte proponer armisticio por una u otra parte, las tropas de S.M.B contribuirán a hacerlo respetar y observar inviolablemente desde que las partes contenedoras hayan convenido en ello. 7° El gobierno de Venezuela suministrará generosamente a dichas tropas, provisiones, cuarteles cómodos, hospitales y cuanto sea necesario a su socorro según convenga el Comisionado que se autoriza ampliamente al efecto. 8° La tropas inglesas o sus comandantes no se mezclarán de modo alguno en el Gobierno Civil y Militar de Venezuela, excepto en los casos de arriba indicados, para los que su jefe de pondrá de acuerdo con este Gobierno . 9° El Gobierno de Venezuela tampoco se mezclará en la economía de las tropas británicas durante su residencia en el país. 10° Las tropas de S,M.B evaluarán el territorio de Venezuela luego que este gobierno conceptúe no ser necesarias para los objetos antes dichos. 11° El Comisionado, sin pérdida de tiempo dará cuenta de los resultados de esta Misión y en caso de no tener el suceso favorable que nos proponemos, podrá permanecer en Barbados hasta nuevas órdenes y obrar libremente según se lo dictare su prudencia. Cuartel General de Caracas, junio 19 de 1814, 4° de la República (firmado) Simón Bolívar. Nada conocemos de las vicisitudes y resultados de esta Misión. Sabemos que la dialéctica entre el Estado de Occidente y el Estado de Oriente, el primero, osado y temerario enclave en tierra del enemigo, reflactorio, al cambio, ampuloso, soberbio, y débil, el segundo prudente y seguro, plantado en la tierra de amigos, pragmático, realista y concreto, humilde y fuerte. De allí el naufragio del primero, cuyos restos llegaban a las playas de Oriente en agosto de 1814. El proceso sociopolítico y económico de la independencia, desplaza irrevocablemente en 1814 su centro de gravedad de Mérida y sus aledaños virreinales, hacia Maturín del Estado de Oriente donde la luz que se extingue en Occidente es encendida de nuevo por el justiciero e indómito pueblo oriental como fuego perenne que sobrevive hasta nuestros días. Atrás y olvidada queda Caracas y sus aledaños, cuna de la libertas y enemiga de ella, y de la cual, con acertado juicio de realidad y registro de tristeza, dice Bolívar el 21 de septiembre de 1813. Departamento de Caracas que por todos respectos ha debido hacer mayores que otro alguno para exterminar a los tiranos, y conservar el gran concepto que se merece en todos tiempos por la liberalidad de sus sentimientos, ha sido desgracia el que menos ha contribuido a sostener nuestra gloriosa lucha. Sin embargo el primer contacto entre el Occidente y el Oriente no es auspicioso. La composición multirracial y policlasista de las fuerzas de oriente, el liderazgo popular de Santiago Mariño, inconmovible por su naturaleza misma, hacen cortocircuito por la arrogancia y las maneras aristocráticas y dominantes de los líderes caraqueños, que además vienen derrotados. Pero éstos traen consigo también la visión universal y la formación teórica de las elites virreinales y el temple ya aprobado de un segmento de la aristocracia que está consubstanciada con su tierra. En la contradicción y en la simbiosis, se allana, sin embargo el camino que conduce a Santiago Mariño a embarcar junto con Simón Bolívar para reemprender la lucha en los confines del Oriente de Colombia. LA POLITICA Y LA DIPLOMACIA DEL ESTADO DE ORIENTE La conducta exterior y la diplomacia de los libertadores de Oriente, contrasta como sustancialmente diferente de la del Estado de Occidente tanto en su concepción como en sus objetivos y estilo. No existe, sin embargo, hasta el momento testimonio alguno de Santiago Mariño o de Juan Bautista Bideau, protagonistas principales y descollantes de la independencia oriental en 1813 y 1814, que nos permita saber a ciencia cierta cuál pudo ser la visión o enfoque particular que los dirigentes nombrados tuvieron del estado del sistema europeo y de la coyuntura del sistema político mundial. Sin embargo, de los documentos diplomáticos que nos ha legado la investigación hasta el momento podría inferirse que para los patriotas de Oriente no parece revestir mayor interés lo que acontece más allá de las fronteras del mar Caribe aguas y tierras bajo dominio británico. Por esto, la visión oriental del mundo exterior podría definirse como localista o regionalista, a diferencia de la visión virreinal y amplia de los patriotas occidentales. Por otra parte, los grandes designios de la política exterior están ausentes de los propósitos del Estado de Oriente, y más que eso, las relaciones con el exterior no parecen tener la urgencia y la prioridad que tienen para el Estado de 0ccidente. Parecería que la elite dirigente de la causa patriota de Oriente tiene arraigo en las masas populares; se trata de una revolución en tierra amiga, donde los españoles y catalanes establecidos y las autoridades reales son extranjeras, espontáneamente repudiados y desplazados de sus posiciones directivas. Por otra parte, el “hinterland" del Estado de Oriente es lo suficientemente importante en términos económicos y disponibles para la causa patriota. De manera que esta requiere muy poco del mundo exterior para sobrevivir. En cambio, aparece como una evidencia que el “hinterland” de Occidente hasta los Valles del Tuy y Ios llanos del Guárico está comprometidos y disputado por guerra social, potenciadas por los realistas. Por consiguiente, la necesidad que tiene este Estado de las relaciones con el exterior, es mayor en la medida en que su base territorial es fundamentalmente la estrecha franja costera que existe entre Puerto Cabello y los puertos de Barlovento; pero, además, la elite dirigente de este Estado, como ya hemos dicho antes, parece un enclave en tierra enemiga, un grupo invasor y perturbador, extranjero, a los ojos de las poblaciones y de las masas populares. Prueba de ello parecería ser que las fuerza militares realistas que combaten y son expulsados de Oriente, en 1813, en 1814, provienen de Occidente; no hay fuerzas realistas orientales, propiamente dichas; en cambio, las fuerzas realistas que operan en la Provincia de Caracas, asiento del Estado de Occidente, se forman, organizan y actúan dentro de los propios confines de éste, semillero de esclavos libertos, enemigos de sus antiguos amos y de pardos libres que pueblan las llanuras de Guárico. Lo mismo ocurre al año siguiente, cuando el Estado de Occidente sucumbe, a pesar del auxilio oriental. Oriente en cambio, es el regazo, la matriz, segura y fuerte donde es posible encontrar refugio y mantener encendida la fuerza del cambio. Pero, asimismo, para las colonias inglesas del Caribe, la necesidad del intercambio exterior en Occidente no es tan perentoria como lo es para los habitantes del Estado de Occidente. Esto, porque Coro y Maracaibo permanecen siendo realistas y garantizan el acceso incondicional del comercio británico a Tierra Firme desde la avanzadilla y factoría de Curazao; además, no existe un poder naval republicano en Occidente que pueda impedir el comercio británico con las provincias realistas. Por el contrario, la situación parece de Oriente. La proximidad de Trinidad y Tobago de las costas orientales y la existencia de una infraestructura comercial, industrial v cultural común entre los pueblos de Oriente y las islas nombradas, no afectada por la reciente incorporación de estas al dominio español, la vocación y el poder naval republicano de los orientales, que está en capacidad de modificar o interrumpir el intercambio de Trinidad con Cumaná, Margarita a Maturín; y finalmente, el interés primordial de la colonia británica en abastecimiento del ganado que se cría en los llanos de Maturín, hacen que sea más importante para Trinidad el comercio con los patriotas de Oriente que viceversa. Lo que constituye un factor favorable a la política exterior más consistente, y realista, menos ambiciosa pero más efectiva en el logro de resultados concretos. De acuerdo con los documentos que a la fecha revelan el estado actual de la investigación histórica, la dirección de la actividad exterior del Estado de Oriente está en manos, al igual que en el de Occidente, el líder máximo Santiago Mariño, quien en ausencia por sus operaciones militares, parecería compartirlas, que no delegarlas, con Juan Bautista Bideau. De este ú último poco sabernos. ¿Cuáles son las líneas principales de la política exterior del Estado de Oriente? En primer lugar, la búsqueda de auxilios y recursos militares en las colonias británicas del arco orográfico de las islas de Barlovento, en particular en Trinidad y Granada; en segundo lugar la recluta de voluntarios en las islas de Margarita y Guadalupe, dispuestos a comprometerse en la causa independiente, en tercer lugar, la formulación y operación de un poder naval propio, para enfrentar el bloqueo de la marina española y perseguir los corsarios armados por esta en las costas orientales, que operan en especial en el Golfo de Paria, para asegurar la continuidad del comercio entre Trinidad y Cumaná, Barcelona, Güiria, Irapa, Carúpano y pueblos de Margarita; en cuarto lugar, la guerra defensiva contra la intrusión realista en las provincias orientales, con todos los miramientos, consideraciones usos y normas de la guerra en el trato humano de los prisioneros y en quinto, y último lugar, la extradición de los esclavos fugitivos de las colonias británicas. Como puede observarse, a diferencia de lo que ocurre en el Estado de Occidente, no existe en el Estado de Oriente la necesidad apremiante del reconocimiento por parte de la Gran Bretaña, de ninguna otra de las grandes potencias; tampoco la necesidad de ayuda financiera. Además, la contienda no reviste las características de violencia y dramatismo de una guerra existencial o de exterminio. En efecto, puede decirse que en Oriente se desarrolla la antítesis de política de Guerra a Muerte, es decir, una guerra con rasgos de tolerancia, magnanimidad y clemencia; por último, la tradición marinera y la vocación marítima del Estado de Oriente facilita la construcción de un poder naval republicano, que le permite prescindir del concurso y ayuda de la marina británica. Pero, además de ser diferente, la política oriental tiene un acento pragmático, sí la comparamos con las iniciativas y expectativas de los patriotas de Occidente. Basta citar la comunicación de Santiago Mariño al Teniente de Navío C. D. Jeremy, Comandante del Bergantín británico "Liberty", surto en el puerto de Güiria, donde dice respecto al gobierno de S.M.B. que: ...los presentes compromisos de este con España no pueden permitirnos esperar ninguna ayuda efectiva de su parte... ... la actual situación política de la Gran Bretaña no permitirá tal vez a su gobierno intervenir tan efectivamente como desearíamos... Al final se despide Mariño, reiterando que: Si bien las circunstancias no permiten en el presente la intimidad de las relaciones que desearíamos cultivar con la Gran Bretaña, esperamos sin embargo, que al menos un amistoso intercambio no sea imposible. Sobre la base de este presupuesto político, lo que interesa a los patriotas del Estado de Oriente, como objetivo fundamental a lograr de la Gran Bretaña, para garantizar la fluidez del próspero comercio privado que existe desde hace años entre las provincias de la Nueva Andalucía y las Antillas bajo dominio británico, es que la autoridad inglesa, ... ensaye limpiar el golfo de los corsarios que bloquean ahora nuestras costas Pensamos solo en el Golfo de Paria y no en otras partes del continente." y también plantean Si el gobierno británico quisiera intervenir a fin de que el comercio sea respetado apropiadamente, nos complacería ver restablecidos nuestras relaciones entre este continente y las varias colonias inglesas. ¡Qué diferencia con el estilo solemne y formal del lenguaje de las comunicaciones oficiales del Estado de Occidente en su correspondencia diplomática con la Gran Bretaña¡ Logrado el fin perseguido de mantener el intercambio trinitariovenezolano en el Golfo de Paria, vendrán naturalmente las armas y las municiones desde Martinica, Guadalupe, San Vicente Granada o Trinidad, pasarán sin dificultad las lanchas, fusiles y cañones ingleses de marina, los vestuarios, los bergantines y las goletas y a cambio, las cabezas de ganado de los hatos de Maturín se apiñarán en los buques fletados en Puerto España. El ganado es la riqueza que poseen en abundancia los patriotas y Mariño lo afirma sin vacilaciones y seguro: ...somos dueños de las llanuras donde se levanta el ganado; nada puede exportarse sin nuestro permiso y podríamos fácilmente llegar a un arreglo que beneficiaría a ambas partes. Proponemos suministrar al Gobierno británico tantas cabezas de ganado como puedan desearse. Juan Bautista Bideau lo ratifica en carta de 17 de junio de 1813, enviada al Gobernador de Trinidad, Sir Ralph Woodford: Estamos bastante bien informados de las actuales relaciones de la Gran Bretaña con España para darnos cuenta de que, en el presente estado de cosas, vuestra Excelencia no puede tomar medidas decisivas en nuestro favor. . Nos ¿podríamos, sin embargo esperar que, bajo los auspicios de Vuestra Excelencia se restableciera entre Trinidad y este país el comercio provechoso que existió durante largo tiempo y que últimamente sufrió temporal interrupción la importancia de ese comercio para las vecinas colonias de su Majestad Británica era tal que varios predecesores de Vuestra Excelencia permitieron que continuara aun cuando la Gran Bretaña y España estuviesen en guerra abierta. .. El feliz éxito de nuestras armas en varios distritos promete que pronto seremos dueños de la totalidad de estas Provincias y, en consecuencia, del comercio entero de este ganado: un artículo tan esencial para el ejército y la flota de su Majestad, merecen creemos, seria consideración por parte de Vuestra Excelencia. Vuestros almacenes están además repletos de productos, dedicados al mercado británico, y nuestras haciendas abundan en todas aquellas provisiones que tanto había antes en Puerto España; sus habitantes no pueden menos que sentir la necesidad de sus acostumbradas mercaderías: podrían, entonces unos cuantos despreciables corsarios privados de los beneficios efectivos que pueden reportar del comercio con nosotros... El despliegue de una activa propaganda en favor de la causa patriota en las islas del Caribe, para formar contingentes militares es otro de los fines perseguidos por la diplomacia del Estado de Oriente. En los conciliábulos y reuniones de Martinica y posiblemente en las plantaciones de caña y tabaco, entre esclavos y libertos, en ensenadas y bahías verdes rutilantes de agua y follaje, de otras Antillas menores, de tránsito obligado para llegar desde Venezuela a la isla francesa, circulan las Proclamas y Mensajes de Mariño y Bideau invitado a los extranjeros oprimidos, libres y esclavos a hacer causa común con la revolución. Extranjeros Amigos de la Independencia: la seducción, la intriga y astucia de una capitulación pérfida habían volcado el edificio de la Independencia a estos países que la naturaleza nos ha dado en patrimonio. Pero la experiencia de cuatro meses de esclavitud mostró con evidencia a la Costa Firme el precio inestimable de la Libertad. La violación de la capitulación, los arrestos, secuestros y, finalmente, las vejaciones sin número han abierto los ojos a los habitantes de muchas ciudades que gemían bajo el yugo. Esta fue la primera en sacudirlo. ¿Quién mejor que vosotros, Extranjeros, conocen la franqueza de los Americanos? Vosotros no ignoráis que la falta de energía de algunos en quienes habíamos puesto nuestra confianza ha sido la sola causa de nuestras desgracias. Os llamamos para comerciar con nosotros y para que nos ayudéis en una causa tan justa. Os ofrecemos tierras gratis y un domicilio que asegurará el bienestar de vuestros nietos. Extranjeros: ¿qué hacéis? ¿No volaréis a uniros a nosotros, a los hombres que os quieren como hermanos y que os conjuran para que vengáis bajo sus banderas? Venid, Extranjeros, al Cuartel General lo más pronto posible compartir nuestra gloria y persuadíos de que seremos invencibles. Cuartel General de la Reunión de Güiria, 19 de enero de 1813. Año Primero del restablecimiento de la Independencia de Colombia. SANTIAGO MARIÑO, J. Bta. BIDEAU. El fuego se enciende en las playas coralinas y en las selvas tropicales de las vertientes volcánicas del mar Caribe haciendo causa común con los arreboles antillanos; y de noche el sigioso potear de los remos y los crujidos de los jarcios y el batir de los velámenes, anuncian nombres franceses, ingleses, suizos y nórdicos que de incógnito unos y mosquetes en mano otros, desciende la escalera insular desde Martinica y Guadalupe en correría presurosa desembarcando en Güiria, Carúpano e Irapa para engrosar contingente de Chacachacare, a defender los muros de Maturín, donde resuena la primera diana de la libertad. ¡Qué diferencia con los políticos del Estado de Occidente, para quienes por estas calendas el llamado a las gentes de color en las islas producía espanto y repudio inconfesable! La formación del poder naval no se hace esperar. De los cálculos políticos surge una fuerza operativa para "limpiar" el golfo y el mar de Margarita, Cubagua y Coche de los corsario realistas que los británicos dejan asolar impunemente las costas venezolanas. Dicha fuerza, a medio camino entre el embrión de una marina de guerra y una corsaria, se forma de la integración de una flotilla margariteña compuesta de tres goletas y catorce buques menores organizada por Juan Bautista Arismendi y de una flotilla corsaria, propiedad de los hermanos genoveses Giovanni y Giuseppe Bianchi, compuesta de tres goletas y tres buques menores. La formación de este poder naval, desde tempranas horas en el Estado de Oriente y su actuación eficaz en el bloqueo de una flotilla realista en Cumaná en julio de 1813 y en el bloqueo y asedio de Puerto Cabello en Estado de Occidente, semanas más tarde, hacen de esta decisión de política exterior un propósito exitoso. También la política de conducción de la guerra adquiere en el Estado de Oriente connotaciones específicas que la diferencia de la el Estado de Occidente. F.1 conflicto militar es puramente defensivo, pues para hacer frente a la acción libertadora que cohesiona sin dificultad los pueblos de Oriente, los comerciantes catalanes de Barcelona y Cumaná, en minoría, deben recurrir a las tropas realistas de Occidente que irrumpen atravesando el Unare como una fuerza invasora que hay que repeler. Por otra parte, con buen trato de las autoridades realistas de Oriente hacia los núcleos patriotas obliga la reciprocidad. De allí que la actitud hacia el adversario, varias derrotado v expulsado hacia Occidente por tierra y por mar, sea la condescendencia y la magnanimidad que distingue al fuerte y seguro frente al débil. No es pues extraño que esta política de contemplaciones con el adversario, que constituye la negación de la 'Guerra a Muerte" y de sus atrocidades, que los patriotas practican en el Estado de Occidente , se manifestaba entre otros ejemplos, en la libertad bajo la palabra concedida al ex Gobernador realista de Maturín, Don Vicente González, para que se embarcara a Trinidad con una misiva patriota para el Gobernador de la isla, el 28 de junio de 1813.