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POLITICA EXTERIOR Y DIPLOMACIA
DE LA SEGUNDA REPUBLICA 1813-1814
Fermín Toro Jiménez
SISTEMA INTERNACIONAL ERUPEO
En el mundo eurocéntrico de 1813 ha desaparecido la estrella de la
Francia napoleónica. De las llanuras del este, por las orillas del Báñtico, en
unidades desorganizadas, la “ Grande Armeé “, cruza el Niemen sin rumbo
cierto, para formar apresuradamente una línea de defesa. En reiterada, desde
Danzig, desciende unas veces el Vístula hasta Thorn, y otras, las riberas del
Oder. Tras de él, en ofensiva, un nuevo poder. Un millón cien mil hombres,
divididos en cuatro ejércitos, dirigidos por Wittgenstein desde la prusia oriental,
Tshitshagoff desde el centro apuntando al corazón de Polonia, y hacia la
fortaleza de Thorn, Kutusoff, desde el sur hacia la cuidad de Plock, sobre el
Vístula y, finalmente, Miloradovich, desde el extremo sur, irrumpe todos en el
Gran Ducado de Varsovia, haciendo de las guerras napoleónicas, una
contienda eurpea global.
Cruzado el Vístula, el 13 de enero de 1913, Alejandro I, se instala en las
inmediaciones de Breslau, dodne acude el Rey de Prusia, Federico Guillermo
II. Allí celebra con el Zac, el tratado de Kalish, el 28 de febrero de 1913, el
rpimer episodio firme del epílogo napoleónico en el continente.
Al oeste, más allá de las llanuras costeras de Bretaña y de Normandía y
las tierras bajas de las Provincias Unidas, la Gran Bretaña, se afirma desde la
victoria del Cabo Trafalgar en 1805, como soberana de los mares conocidos.
Dominio sobre el Atlántico Norte y Sur y mar de Norte, portera del Mediterráneo
y del Báltico, y dueña de un inmenso imperio colonial. Apoyada en la América
canadiense y en la riqueza azucarera de sus islas caribeñas, se hacen
presentes en el continente. Pero salvo el reducido Cuerpo Expedicionario del
Duque de Wellington en la Península Obérixa, el poder británico en Europa
radica en la “diplomacia de los subsidios” que invisible y “subliminar” penetra
los intersticios y cisuras de la fortaleza continental de la Francia napoleónica.
Apunta coronas, finalmente resuelta contra las fuerzas de ocupación en las
Repúblicas y principados satélites de Europa y arma avitualla y apertrecha los
ejércitos de la coalición antifrancesa.
Dos poderes. En los confines geográficos del escenario internacional
europeo, Rusia y la Gran bretaña, comparten el centro de gravedad del poder
y, como tales, participan del propósito común de reducir la supremacía
francesa del sistema. No obstante, diferentes intereses mueven a ambas
potencias en su actuación. Rusia en Europa Central se propone el control de
Polonia, granero de occidente guardián del Báltico y escudo protector contra la
expansión “Nach Osten” del Imperio de los Habsburgos y del Reino de Prusia.
También aspira el acceso al Mediterráneo a través de los Estrechos y el control
del Imperio Otomano, donde el adversario es la Gran Bretaña, con intereses en
el Mediterráneo Oriental y en la ruta de Suez, de Egipto hacia la India. La Gran
Bretaña se propone el control de los Estados allende el Canal de la Mancha,
Provincias Unidas y Países Bajos Austríaticos, donde se halla ahora la “frontera
británica”; el control del acceso al Mediterráneo de la fachada marítima ibérica
sobre las rutas del Atlántico, Norte hacia el Caribe y el Canadá, la preservación
del Imperio Otomano, como centinela dócil del Bósforo y de los Dardanelos, y
de las rutas terrestres que penetran el Asia Central; aspira también al libre
acceso al Báltico para la flota mercante británica.
No obstante, por el momento, nada de eso es una evidencia;
presenciamos apenas al enfrentamiento final del poderío francés declinante
con la coalición, cuyo eje central y protagónico en la alianza ruso-británica y los
poderes menores de Australia y Prusia, que se desenvuelven simultáneamente
sobre el plano militar y diplomático en el territorio de los Hansburgos y de los
Hohhenzollern en la margen derecha de Rhin y del Ellba.
El 7 de mayo de 1813 reanuda la marcha el ejército ruso, coligado ahora
con el prusiano y el 18 de marzo está en territorio de Silesia, al noreste de
Praga y en Sajonia.
Napoleón por su parte, sale de París el 16 de abril de 1815 y el 25 del
mismo mes se pone a la cabeza del ejército francés en Erfrt, Turingia
apuntando a Leipzip y Dresde. Sus efectivos alcanzan a pesar de la derrota
invernal, a 145.000 hombres.
El 3 de mayo de 1813 se enfrentan la Armada Francesa y el ejército
coligado. El resultado es el abandono de Dresden donde se instala Napoleón.
Y permanece hasta el 17 de mayo de 1813, para reorganizar fuerzas.
No obstante, el 1° de junio de 1813 interviene Austria en escena
operando como mediadora. Napoleón, en vez de consolidar su contraofensiva
que
amenaza
arrojar
al
ejército
coligado
hasta
Polonia,
acepta
inesperadamente el armisticio de Plaswitz el día 4 del mismo mes. Decisión
que parece obedecer al rápido avance de los británicos y españoles en España
que culmina el 21 de junio de 1813 con la derrota del ejército francés en
Victoria. Este, poco después atraviesa en desbandada los Pirineos hacia su
lugar de origen, conjurando así una guerra en dos frentes.
El armisticio es convenido hasta el 10 de junio de 1813, pero se prorroga
por cuatro semanas más hasta comienzos de agosto de 1813.
En esta pausa diplomática el hombre clase es el desarrollo de los
acontecimientos parece ser el príncipe Metternich. Este celebra con el Zar y el
Rey de Prusia el tratado de Reichenbacha el 24 de junio del mismo año, para
construir una nueva coalición a tres y ofrecer su mediación armada a Napoleón.
Dos días después, el 26 de junio, Napoleón en Dresden acepta reunirse en
Praga con los rusos, los prusianos y los austríacos, suspendiendo entre tanto
todas las operaciones militares. La conferencia de Praga Fracasa a mediados
de agosto de 1813 por la ausencia de la Gran Bretaña y por tratarse de una
mediación armada, difícil de aceptar por Napoleón.
La nueva correlación de fuerzas, es netamente desfavorable a Francia.
La coalición rusa, prusiana , sueca, austríaca y mecklenburguesa, alcanza al
número formidable de 860.000 hombres. Ante ella todos los recursos humanos
de Francia y de la Confederación del Rhin, suman 700.000 hombres. Para el 6
de septiembre de 1813 la sangría de efectivos del ejército francés, en
encuentros no decisivos, en territorio imperial, asciende a 150.00 hombres. En
septiembre, Lord Aderdeen logra que Austria acepté la participación británica
de la Coalición, a cambio de un subsidio de 1.000.000 de libras. El 19 de
octubre la derrota de Leipzig constituye el fin del poder militar francés.
Napoleón con el ejército reducido a 70.000 efectivos llega a Maguncia el 2 de
noviembre de 1813 y se retira al otrao lado de Rhi. Anunciada la paz como
inminente Gran Bretaña se hace presente en el seno de la Coalición apoyada
por Australia. Castelreagh se reúne en Basilea entre el 10y 23 de enero de
1814 con Metternich, para conciliar puntos de vista y luego ambos conciertan
con el Zar el 23 de enero de 1814. a partir del 1° de febrero de 1814 se
desarrolla la campaña en Francia que culmina con la entrada de los aliados en
París el 18 de marzo. El 31 del mismo mes, se produce la capitulación de
Francia y el 11 de abril abdica Napoleón. De esta campaña queda como
expresión diplomática el Tratado de Chaumont de 1° de marzo de 1814, que
consagra la Cuádruple Alianza contra Francia. El 10 de mayo de 1814 termina
oficialmente la guerra entre la Coalición y Francia, dirigida ahora por la dinastía
borbónica restaurada.
Entre el 13 de septiembre de 1814 y el 1 ° de octubre llegan a Viena,
sede del Congreso General Europeo, los agentes diplomáticos de la coalición
antifrancesa: Metternich, Hardenberg; Castelreagh y Nesselrode. De ellos, el
hombre clave es Castelreagh. Los hilos de la diplomacia europea y allende los
mares llegan todos a sus manos formando un haz concentrado. La Gran
Bretaña, que él representa, es una realidad la gran triunfadora de las guerras
de napoleónicas. Su imperio colonial se expande por la redondez del globo
terráqueo y desde tierras todavía remotas hombres de tez oscura uncidas a la
tierra, en bosques campos y minas, transformaban sangre y sudor en
mercancías y en lingotes que acumulaba la City de Londres. La derrota de
Francia napoleónica no es para ella un episodio de conflictos dinásticos ni
comporta problemas de legitimidad. Se trata pura y simplemente de la fractura
del bloque continental y la apertura de los puertos de Europa, desde el Egeo
pasando por Sicilia y Gibraltar hasta los fiordos noruegos sobre el mar del
Norte, a las exportaciones del noreste fabril de las islas británicas, exótico
muestrario de materias primas y productos que la “gentry” reclama como
sinónimo de refinamiento y buen gusto; mercaderías que convergen a los
puertos británicos a través de las rutas del mundo para su reexportación desde
los depósitos del puerto del Canal de la Mancha hasta las profundidades del
continente. En la periferia colonial la “Pax británica, que es supremacía
marítima absoluta cadena un solo imperio, donde la graduación del dominio
distingue desde las colonias de la corona, sin rastros de autogobierno, pasando
por diversas formas de autonomía hasta las zonas de influencia, donde la
presencia extranjera se ejerce por un funcionario proconsular permanente o las
visitas periódicas del jefe de un escuadrón naval.
SISTEMA INTERNACIONAL MUNDIAL
El universo extraerupeo, desde la Asia Central hasta la India y los contornos
del África, América y Oceanía, están formados por abigarradas y heterogéneas
multitudes, agrupadas desigualmente sobre extensos territorios, donde
coexisten formas políticas, todavía autóctonas con el yugo colonial de las
Provincias Unidas,
Francia, de Portugal o de España. Toda esa compleja
humanidad sus actividades materiales, condicionadas por las protoformas del
capitalismo fabril, tiene como marco de referencia, es decir, de ordenación, el
proceso de transición de la estructura del Primero al Segundo Imperio
Británico, discontinuo y múltiple, Sus fronteras y confines invaden o penetran
todo con su presencia activa o dejan de sentir por doquier una influencia
residual anglosajona de mayor o menor intensidad. "Britannia" es un factor
omnipresente, permanente e imprescindible en el mundo de la economía, de la
vida material de la cultura y de la política doméstica o extranjera del mundo de
los pueblos morenos, negros y asiáticos. En el seno de esta periferia, la
rebelión de las colonias hispanoamericanas anuncia nuevas fuerzas sociales
sustentadas en economías autónomas y núcleos, incipientes de identidad
nacional que debilitan o quebrantan los lazos del pacto colonial con la
metrópoli. Culmina así un proceso económico determinado por la expansión
británica de la segunda mitad del siglo XVIII y la prolongada orfandad de
algunas colonias, generada por la decadencia de España. Esta contradicción,
que enfrenta la metrópoli imperial a sus colonias, maduradas al calor del influjo
británico, parece acomodar a los designios anglosajones, aun cuando los
compromisos europeos de Inglaterra con España, Portugal con las Provincias
Unidas hasta con la nueva Francia, en otra contradicción cuya vía de salida, en
la coyuntura, no aparece todavía definida.
Por otra parte, el conflicto de Inglaterra con los Estados Unidos de
América, aliado natural, parece una aberración. Se trata de un enfrentamiento
entre la ex colonia y la Madre Patria, en que la joven republica norteamericana
volviendo las espadas a aquella, sirve de peón estrategia global de Napoleón,
para aislar a la Gran Bretaña y desposeerla de fuentes de abastecimiento
ultramar. Marca la primera eclosión del expansionismo norteamericano,
orientado por los “halcones de la guerra” hacia los establecimientos británicos
del Canadá y las pretensiones inglesas sobre las vastas planicies Medio
Oriente hacia donde, por vías fluviales y senderos indígenas comienza a
penetrar los alucinados pobladores de la Nueva Orleans.
En el seno de esta estructura internacional de conflicto, adquieren forma
y consistencia orgánica, las primeras piezas de la constelación del Imperio
británico de las cuales para el momento la única es el Canadá, pues la India y
Australia son apenas perspectivas de futuro. Colonia de población, ungido por
la predestinación racista de las iglesias protestantes y dotadas oportunamente
de autogobierno para frenar iniciativas posibles similares a las de las trece
provincias americanas, que en 1776 fracturaron los moldes rígidos del
coloniaje. Junto a ellas, yacen las colonias de explotación de las Indias
Occidentales, en la cuenta del caribe, que son el centro de gravedad de este
primer Imperio colonial.
En mar de las Antillas, la presencia fundamental de la Gran Bretaña en
Jamaica desde 1660, apunta hacia la Tierra Firme en el continente
suramericano, a América Central y cierra el paso del Atlántico Norte hacia el
mar de las Antillas a través de Cuba y la española. Se extiende en 1799 a
Trinidad, masa insular de significativa proporción, que sirve además de portero
a la Amazonia, a través del Delta del Orinoco y controla el paso del Atlántico
hacia la costa norte del continente suramericano, en el Caribe sur oriental. El
eje estratégico Jamaica-Trinidad-Jamaica, constituye la clave principal de la
defensa del Imperio Colonial de las Indias Occidentales, y de control de la
navegación ,mercante y de guerra no solo en Europa hacia el litoral de la
Nueva Granada y de las Provincias de Venezuela, sino también de las
comunicaciones entre los enclaves militares y navales de España, en Cuba,
Puerto Rico y Santa Domingo, hacia los puertos de Cartagena, Maracaibo, La
Guaira, Barcelona y Cumaná, en las cabeceras del continente. Mas hacia el
suroeste, fuera del Caribe, pero en sus proximidades, la alianza secular de la
Gran Bretaña con la dinastía portuguesa ha establecido en 1807 la sede de los
Braganza en Brasil, quienes, además de facilitar el comercio inglés con la
Banda Oriental y su “ hinterland, sirve a los intereses estratégicos de Inglaterra,
al ocupar la Guyana Francesa desde el 12 de enero de 1809 hasta el año de
1815.
Las guerras napoleónicas consolidan el poder insular británico pues a
partir de 1800, las posiciones coloniales de las Provincias Unidas convertidas
en República Satélite Bátava y las colonias de explotación de la Francia
Napoleónica, Martinica y Guadalupe, son ocupadas por las fuerzas navales
que consolidan así el poder de Inglaterra en la cuenca. El 1° de enero de 1807
las
fuerzas británicas ocupan a Curazao, Aruba y Bonaire, poniéndose
directamente al alcance de las costas occidentales venezolanas, que otean el
amanecer de los años 1,813 y 1814; Martinica es ocupada también el 25 de
febrero de 1809 y Guadalupe el 5 de febrero de 1810; a ellos se agregan las
Antillas Menores, Antigua, posesión británica reconocida por el Tratado de
Breda en 1667, las Bhamas, posesión británica reconocida por el Tratado de
París de 1783, Bermudas, ocupada por la Virginia Company desde 1612,
Dominica cedida a Inglaterra por el Tratado de París en 1783, conjuntamente
con Grenada, Monserrat y San Vicente, islas Caimán cedidas en 1670 a
Inglaterra, islas Turcos y Caicos, que disponen de un Residente británico desde
1766, Islas Vírgenes ocupadas por colonos ingleses, en 1680, San Cristóbal
Nevis-Anguila, cedidas a Inglaterra por el Tratado de Utrech en 1713 y Santa
Lucía, cedida en 1814 a Inglaterra. Decir que el Caribe es un lago británico en
1813 y 1814, es una apreciación de toda exactitud.
Esta presencia
británica tiene su apoyo en el poder naval cuya
hegemonía ha consagrado en 1805 la batalla del Cabo Trafalgar. A través de
las rutas oceánicas, entre Europa y las tierras de los nuevos mundos, se pasea
una flota sin rival de 600 buques, en ser, vicio activo, que ostenta 120 navíos
de línea y 116 fragatas. Cerca de la costa de los Estados Unidos, entre Halifax
y Bermuda en el Atlántico Occidental, están ubicados hacia 1813, un navío de
línea y 7 fragatas. Incluyendo los escuadrones de Nueva Foundland y de las
Indias Occidentales, creados hacia 1808. Había en aguas del continente
americano aproximadamente 100 naves inglesas. Hacia febrero de 1813 las
fuerzas británicas en el teatro de guerra norteamericano bajo el comando del
Almirante John Borlase Warren alcanzaban a 17 navíos de línea, de 50
cañones, 27 fragatas y 50 buques menores. El escuadrón de las Indias
Occidentales denominado a veces como Estación o como Fuerzas Navales
Británicas, Indias Occidentales, tenía su base principal en Port Royal en
Jamaica, Bases logísticas
del escuadrón, eran las Bermudas, las Islas de
Barlovento, Trinidad, Tobago y Santa Lucía. Operaba bajo el comando de un
Vicealmirante. El primero de ellos fue Donald Campbell que fue sucedido por el
Comodoro Charles Fahie, ascendido en 1821 a Vicealmirante. Entre las naves
inglesas que navegan el Caribe en los años de 1813 y 1814, se recuerdan los
nombres de la fragata “ Rosamond” y las corbetas “Brazen”, “Merop”,
“Subtle”,”Scorpion”, “ Orpheus”, “ Wellington”, “Sapphire”, “Avon”, “Salisbury”, “
Tirbune”, “ Falmouth”, “ Wasp” y “Liberty”.
Frente a este poder decisivo, el único factor capaz de amenazar
momentáneamente los buques de la armada inglesa en el Caribe, era la
pequeña flota de los Estados unidos dividida en dos escuadrones, ambos con
base en Nueva York. Formada por las 7 fragatas, la “Estados Unidos
“,“Constitución”, “Presidente”, “ Constelación”, “ Congreso”, “Chesapeake”,
“Essex”, la coberta “Adams” y los bergatines “Hornet”, “Wasp”, “Argus”, “Syren”,
“ Nautilus”, “Vixien”, “ Enterprise” y “ Viper”.
La escuadra española, con base en Cuba y Puerto Rico, estaba formaba
apenas por dos corbetas, dos bergantines y urna goleta.
En las provincias venezolanas, salvo el bergatín de guerra “Celoso”, que
abajo el comando de Juan B. Martinena se pasó al bando patriota en Cumaná
el 18 de junio de 1810, y sirvió luego a Simón Bolívar para salir de la Guira en
1812, no existía durante la Primera República, marina de guerra. Valga al
respecto como testimonio la comunicación que el 10 de junio de 1810 envió el
gobernador de Curazao J.J. Layard, al Conde de Liverpool donde le expresaba:
“ Fui informado por los diputados de la junta Suprema que se
pensaba eliminar el Decreto Naval de Venezuela tan pronto se
pudiera obtener suficiente protección naval de la Gran Bretaña,
Por haber sido aquel Departamento sumamente costoso y hasta
ahora ineficiente”.
Lo expuesto confirma la hegemonía del poder naval de Inglaterra, en el
Mar Caribe. Si las unidades de la minúscula escuadra española surcan o
atraviesan las rutas marítimas de las provincias de Venezuela y la Nueva
Granada hacia el Atlántico y viceversa o desde Cuba y Puerto Rico en
navegación interior, lo hacen con la tolerancia benevolente de la voluntad
británica. De no haber mediado desde 1810 este consentimiento, no habría
sido posible la llegada de Monteverde a nuestras costas y se habrían debilitado
las provincias de Maracaibo y Guayana, que fieles a la Regencia alimentaba su
resistencia de la comunicación con Cuba y Puerto Rico; si, por contrario,
hubiere habido, de veras, protección naval británica a la Primera República, se
habría fortalecido si no consolidado la ida, contradictoria y vacilante voluntad de
autodeterminación el 5 de julio de 1811. Basta con recordar y sirva de ejemplo
elocuente la efectividad del rígido bloqueo inglés impuesto sobre las costas
norteamericanas en mayo de 1813 desde Long Island hasta el Missisipi,
extendido al año siguiente a todos los puertos, bahías y puertos costeros de los
Estados Unidos. Las importaciones norteamericanas que eran de 130 millones
de dólares en 1807 bajaron a 25 millones en 1813 y a 7 millones en 1814.
Como resultado de este descenso radical de las importaciones, los impuestos
de aduana descendieron abruptamente de 13 millones de dólares en 1811 a
metros de la mitad en el ario 1814. Además, los precias del azúcar y del arroz
producido en el sur y exportado hacia Nueva Orleans, Charlestor y Savanah, se
triplicaron o duplicaron en el lugar de consumo a consecuencia de la
disminución sustancial de la oferta.
¿Qué papel desempeñó, entonces, el poder naval inglés en los años de
la Campaña Admirable y de! aciago año de 1814 en la guerra de
independencia? El uso de este instrumento de Política exterior, único factor
externo, que, en lo militar, habría podido coadyuvar a la empresa libertadora,
estuvo determinado por la llamada "política de mediación" de Inglaterra iniciada
el 4 de mayo de 1811, como línea de conducta a seguir en el conflicto surgido
entre España y sus colonias rebeldes y que se definió, con toda consistencia,
entre los años 1813 y 1814.
La “política de mediación” se expresó en el planteamiento de un cese de
hostilidades entre los insurgentes hispanoamericano y la metrópoli española,
amnistía general para los insurrectos, confirmación de todas las concesiones
comerciales otorgadas por España hasta el momento a Inglaterra en relación
con sus colonias y libre comercio anglo-hispanoamericano, con preferencia
para los productos de procedencia hispánica. Iniciada, como dijimos, por Lord
Arthur Wellssley en 1811, fue confirmada el 1° de abril de 1812 por
Castelreagh. Su propósito múltiple consistió, por una parte, en aplacar a los
insurgentes americanos y estimular su reconciliación con la metrópoli; pero al
mismo tiempo alimentar en ellos la ilusión falsa de una ayuda, que dependería
supuestamente de la constatación pragmática, de la fuerza interna del
movimiento de autodeterminación; por otra parte, sirvió para ayudar a España,
en la preservación de la integridad del imperio de ultramar, pero sin
comprometer en este objetivo la fuerza militar naval británica para sofocar ,la
rebelión americana ni tampoco las fuerzas españolas, que pudiera utilizarse en
la guerra en Europa. Esta mediación, o interposición ante una España, que
necesitaba más de Inglaterra que ésta de ella, obedecía a la percepción de que
el fenómeno de la subversión americana
era un proceso irreversible y
favorable a los intereses comerciales británicos, que había que proteger. Por
consiguiente, malquistarse los movimientos insurgentes hispanoamericanos,
además de ser contradictorio con los señalados intereses del comercio inglés
podía por lo menos hasta el año de 1812, orientar hacia Francia intentos o, al
menos, las elites radicales visibles que los dirigían. Ello amenazaría aislar al
Imperio británico en todo el mundo conocido, con excepción de Brasil, pues en
guerra con los Estados Unidos de 1812 a 1814 y la América hispana en manos
de Napoleón la hegemonía europea de Francia asentada en el "Bloqueo
Continental", habría podido transformarse en hegemonía mundial.
Por otra parte conquistarse la mala voluntad de los hispanoamericanos,
ofreciendo un apoyo abierto y directo a la reconquista española de sus colonias
habría favorecido los intereses de los Estados Unidos, a quienes la guerra
podría mover a ocupar las regiones de la Florida, donde todavía flameaba el
pabellón hispánico.
Hasta 1813, en que todavía existe un poder napoleónico extendido en
Europa y afincado en España, peligroso por lo tanto en cualquier latitud y en
que la acción norteamericana se insinúa en la Florida española, el tono de la
interposición inglesa es negativa en los hechos para los patriotas de ultramar,
pero está disfraza con astucia, bajo la apariencia de promesas, declaraciones
de simpatía, protestas de buenas intenciones y toda suerte de expresiones de
esperanza de una acción positiva para las pretensiones de los dirigentes del
Nuevo Mundo.
Sin embargo, al morder el polvo el poder napoleónico, a manos de
Kutusov y de la resistencia española, al declinar al mismo tiempo el poder de
las fuerzas de la independencia en América Hispana y sufrir los Estados
Unidos las inclemencias del bloquea naval británico, la interposición anglo
sajona para los patriotas casi se desvanece. Más que negativa, se transforma
en indiferencia sin oropel, descarnada y glacial. Este es el contenido y el tono
de la "meditación", manipulada luego por el temperamento analítico de
Castelreagh, durante los años 1813 y 1814.
EL SISTEMA POLITICO VENEZOLANO
La Segunda República, es un proyecto que se constituye al igual que la
primera, sobre severas contradicciones y por tanto, más allá de su forma
política, es una construcción endeble por la precaria base social que la
sustenta. La primera de esas contradicciones es la que divide, separa y orienta
de manera distinta, a los propios dirigentes de la elite mantuana, terrateniente y
blanca en el Oriente y Occidente, que representa por el momento la única
voluntad de auto terminación. Dos realidades geográficas, dos formaciones
sociales y económicas y dos concepciones políticas, oponen desde 1811 a los
patriotas de Oriente, con sede principal en Cumaná, Barcelona, Margarita y
Maturín, a los patriotas de Occidente, con sede en la Provincia de Caracas,
Valencia, San Carlos, Barinas, Trujillo y Mérida. Dos realidades geográficas;
por una parte las provincias occidentales ordenadas en el marco natural de los
Andes y sus estribaciones hasta la costa del Caribe, conexas con el sistema
ortográfico del Virreinato y unidas a él por caminos, carreteras y vías fluviales
de tradición y empleo secular. Allí donde la fertilidad de los pequeños valles y
faldas de las serranías es propicia al cultivo del cacao, el tabaco y el café,
florece la agricultura de plantación esclava, construida, sobre mano de obra
esclava, sistema productivo
en proceso de expansión hacia y los llanos
occidentales. En los albores del siglo el sistema dé Plantación ha generado
progresivamente un excedente exportado hacia las Antillas Holandesas y
México, que ha Producido una reiterada acumulación de capital. Reinvertido en
un proceso de expansión ha generado desde mediados del siglo XVIII las
castas dominantes de los mantuanos nacidos en el país, dueños de las
unidades de explotación que definen la economía de la región y su estructura
social. Rígidos, orgullosos y cerrados, pero cultos en la amplitud del vocablo,
constituyen la cúspide de la ordenación social, Tanto los esclavos, que recogen
y desgranan el café en las cuencas y laderas del sistema montañoso de la
costa o en los verdes placeres de Barlovento, hasta los límites de Unare, como
los pardos de las ciudades
que asumen oficios menores, están excluidos,
salvo excepciones del sistema sociopolítico, también rígidamente estratificado,
de donde sólo una minoría, en reiterado esfuerzo, ha ido
accediendo a
distintas posiciones en la burocracia local, Capitanía, Intendencia Real
Consulado, y demás funciones publicas coloniales. Una sociedad política
oligárquica y excluye de toda participación de las mayorías, en cuyo seno las
aspiraciones a la igualdad predominan sobre los propósitos de libertad. La
producción agrícola y el comercio occidental están conectados básicamente
con el Virreinato, Curazao y México.
Por otra parte, una región mas amplia y menos montañosas, que el
Occidente comienza en las riberas del Unare y al Oriente termina en las costas
que separan al golfo de Paria de la Isla de Trinidad , al Norte el mar Caribe, al
Sur, grandes planicies y zonas selváticas que asoman a las márgenes del
Orinoco. El paisaje más natural, mas propicio a la agricultura de plantación, es
de las llanuras donde nace y se hace salvaje el ganado, y que hay que seguirlo
en su nomadismo secular pastoreado donde se encuentre, en planicies sin
límites. Allí el hato de ganado origina una población trashumante de hombres
libres que la cría absorbe y disemina en extensas lejanías de los hombres que
describe Tasta García, cuando dice:
Marchaban al Paso, de dos en fondo, conteniendo con la mano
izquierda los indomables potros que montaban, y llevando en la
diestra la lanza con el extremo del asta apoyado en el pie
derecho. Unos llevaban los pies descalzos, otros con alpargatas,
con las puntas metidas en los enjutos estribos de madera, y
todos iban vestidos de pantalón corto o garrasi, camisa suelta con
el pecho abierto, cotona y sombrero de palma, de anchas alas.
Las monturas no podrían ser ni más sencillas ni más prácticas:
sillas de las llamadas vaqueras con pellón o escuetas, acciones
de soga, riendas de cerdas y cabezadas y baticolas de cuero
crudo. .. tanto los oficiales como los soldados, cargaban sobre las
monturas todos los enseres indispensables para la vida nómada:
en el pico de la silla la cobija para dormir y para las lluvias, la
carabina recortada para la defensa extrema, y el cacho pendiente
de una cabulla para coger agua sin desmontarse de los ríos y de
los caños; en la grupera, el chinchorro para colgarse de los
árboles o dormir cuando el piso estaba húmedo, la soga para
enlazar las reses, el porsiacaso para llevar la sal, el papelón, el
cazabe y demás provisiones, y la cacerola para cocinar.
La producción ganadera y el comercio de la región están encaminados
hacia las Antillas Inglesas y francesas a través de Trinidad. Asimismo el
intercambio de hombres, cultura e ideas. Las formas de la producción y sus
peculiaridades, generan extractos sociales también diferenciaos. Sin embargo,
la permeabilidad es más acusada y el orden sociopolítico es más democrático,
igualitario y participativo. Dentro de la sociedad oriental reina mayor equilibrio
entre las aspiraciones de igualdad y libertar, pues la primera, más lograda,
permite que la libertad haya florecido a todos los niveles para dar mayor
cohesión a la dinámica política.
Sustentados y nutridos por las respectivas sociedades, occidental y
oriental, se originan dentro del territorio de Venezuela, a principios de 1813,
dos núcleos de poder insurgente patriota y republicano que armas en mano
adquieren y consolidar, posiciones en breve lapso, en Cumaná y Barcelona,
uno y en Caracas, el otro. Uno de ellos dirigidos por Simón Bolívar y José Félix
Ribas, penetra por la Villa de San José de Cúcuta al territorio venezolano a
mediados de abril de 1813, al frente de un reducido contingente de apenas 500
hombres cuyas armas, provisiones y oficialidad y hombres de tropa son
originarios de la Nueva Granada y de las mesetas de los Andes venezolanos.
Si recordamos a la oficialidad, formada por Atanasio Girardot, Luciano
D`Elhuyar, Antonio Ricaurte, entre los más conocidos y algunos españoles,
posiblemente liberales y republicanos, como Vicente Campo Frías, los
venezolanos son una minoría. Apenas Bolívar, los hermanos Tomás Y Mariano
Montilla, Antonio Nicolás Briceño, Martín Tovar Ponte, Cristóbal Mendoza, José
Félix Ribas, Carlos Soublette, y Rafael Urdaneta natural de Maracaibo.
La presencia de este grupo en territorio venezolano y sus progresos
militares no pueden entenderse sino como producto de un acto de audacia y de
sorpresa de una reducida minoría republicana. A su paso encuentra un país
sumiso a la corona española, convencido de que quienes enarbolan la bandera
de la independencia, sos mantuanos y enemigos en términos sociales.
El otro núcleo conocido, con raíces en las provincias orientales, es el
grupo que penetra desde Trinidad el 13 de enero en el extremo de la Península
de Güiria, desde la Posesión de doña Concepción,
en el islote de
Chacachacare. Captura a Güiria, Irapa, Cumaná, Barcelona y luego se hace
fuerte en la ciudad de Maturín, a orillas del Guarapiche, enclavada en el centro
de los llamados llanos orientales, ricos en hatos y ganados. El propio Santiago
Mariño en carta girigida al Teniente C. D. Jeremy, Comandante del bergantín
británico "Liberty" el 9 de abril de 1813, se encarga de suministrar la
información del poder económico de la región cuando le dice:
Somos ahora dueños de las llanuras donde se levanta el ganado,
nada puede exportarse sin nuestro permiso; y podríamos
fácilmente llegar a algún arreglo que beneficiaría por igual a
ambas partes. Proponemos suministrar al gobierno británico
tantas cabezas de ganado como pueden desearse.
Este grupo es, también como el otro, parcialmente extranjero. Además
del curazoleño Manuel Piar, del guadalupense Juan Bautista Bideau, los
soldados son en su mayoría mulatos y negros de las Antillas francesas, en
especial de aquella Guadalupe donde la semilla jacobina de la igualdad penetró
y sacudió la negritud esclava y se diseminó desde allí hacia la tierra Firme de
chalupa en chalupa o de peñero en peñero, en saltos insulares hacia el sur; los
demás oficiales y soldados, son venezolanos orientales en cuyas filas alternan
mantuanos terratenientes como José Francisco y Bernardo Bermúdez,
Francisco Azcue, Vicente y Antonio José de Sucre, Manuel y Casimiro Isaba,
con hombres de otra procedencia como son el mismo Mariño, Manuel Valdez,
Juan Sotillo, Andrés Rojas, José Tadeo y José Gregorio Monagas.
¿Cuáles son los proyectos políticos de ambos grupos insurgentes en
territorio venezolano?
EI primero de los grupos, el dirigido por Simón Bolívar, los Montilla,
Soublette, Urdaneta y otros, el Occidente está comprometido políticamente; es
el más débil de los dos, Pues prácticamente no encuentra arraigo en el pueblo
venezolano que ya comienza a ser organizado en armas contra ellos, por
oficiales leales a la Corona. Tampoco tiene ascendiente sobre el mantuanaje
de las Provincias centrales ni de Caracas, cuyas dudas y reservas frente a la
República de 1811 han quedado cómodamente sepultadas por las protestas de
lealtad al Rey ya restaurado, incrementadas por el temor inmediato a la
represión de las fuerzas de Domingo Monteverde, y a las confiscaciones de sus
haciendas de los valles del Tuy, de Aragua y Barlovento.
La debilidad de este grupo se hace patente también en la propia
actuación, subordinada de Simón Bolívar, a un mandato de la Confederación
Neogranadina y sometida al aparato militar de la Unión y a las instrucciones
políticas de su Poder Ejecutivo; No obstante, el mandato lleva consigo, en lo
político, dos objetivos, que son en sustancia los elementos políticos originales
de este núcleo dirigente patriota; a saber: uno el proyecto nacional implícito de
establecer en Venezuela una república federal cuya matriz sería la estructura
administrativo-burocrática y territorial del Virreinato de la Nueva Granada;
propósito donde debe verse expresado, parte la necesidad de crear una
institución política sin desestimo, la organización preestablecida del pasado
colonial con el cual se quería romper; y por la otra, restaurar la legitimidad de
1811, en su estructura confederativa, plausible en un territorio de vasta
proporciones, donde las formaciones sociopolíticas seculares estaban de por sí
fragmentadas y débilmente conectadas por un sistema rudimentario de
comunicación y participación.
Lo dicho se evidencia de las precisas instrucciones que recibió el
brigadier Simón Bolívar quien, como afirma Baralt:
Debía estar siempre a las órdenes del gobierno de la
Unión, no adelantar en sus marchas sin formar un consejo de
guerra en que se examine la posibilidad de la empresa; el ejército
no tendría otro carácter que el de Libertador de Venezuela; el
gobierno de ésta sería restablecido bajo el mismo pie que tenía al
tiempo de la invasión de Monteverde y finalmente prestaría
juramento de obediencia y fidelidad al Congreso de la Nueva
Granada y al Poder Ejecutivo de la Unión.
El otro núcleo patriota, originado en la misma tierra venezolana y en el
contexto sociopolítico más igualitario y libertario, es mas fuerte y consistente
que el Occidental y tiene mayor arraigo en todos los estratos sociales. Mientras
Simón Bolívar en 1813 es el líder de una selecta minoría de filiación virreinal,
apenas conocido más allá de los aledaños de Caracas en sus tertulias y
conspiraciones jacobinas o en los medios dirigentes de la libertad, en la
distante Cartagena o Santa Fé de Bogotá, Santiago Mariño y quienes lo
secundan, además de avezados y pragmáticos militares son genuinos líderes
populares. Como tales ya quienes los siguen, la Venezuela de “tierra adentro”
es consustancial.
El proyecto político nacional de los patriotas orientales, celosos en la
salvaguardia de su identidad regional es también una república federal, cuyo
nombre es Colombia. De ella los orientales se sienten apenas una parte, que
hay que integrar a otras, sin menoscabo de la fisonomía particular de cada
región, único modelo político viable para las provincias venezolanas.
No es por azar que Santiago Mariño al desembarcar en Guiria escribe en
dos ocasiones, la primera a Pablo Pietri el 16 de enero de 1813 y la segunda el
día 19 en Manifiesto que se distribuiría después en las Antillas, fechando al pie
de la primera:
"Año 1° de la Independencia de Colombia".'
Y en el otro:
"Año Primero del restablecimiento de la Independencia de Colombia . .' ."
Evidentemente " Colombia era la patria de Francisco de Miranda, que
desde aquel rincón de Güiría nacía como proyecto de Estado en simultaneidad
cronológica con la organización política de los líderes de Occidente. Dentro de
aquella, a juicio de los libertadores de Oriente, tenía cabida la República
Federal de 1821, cuya legitimidad destruida por la Capitulación de La Victoria,
había que restablecer. Pero a diferencia de la estructura de la Primera
República y del proyecto centralista y clasista de Simón Bolívar y la concepción
de "Colombia" federativa es igualitaria y democrática. Contra él se había
manifestado Simón Bolívar en acerba crítica en el Manifiesto de Cartagena en
diciembre de 1812, lo que más tarde confirma los proyectos constitucionales de
la II República. Pero dejemos hablar a Caracciolo Parra Pérez, quien nos
persuade de que:
no cabe entonces, ni cabrá durante mucho tiempo en
cabezas orientales, más lazo que el federativo entre las provincias
venezolanas; pero esta concepción política, que se basa en la
tradición colonia¡ y cuya importancia es harto conocida en la vida
republicana de nuestro país, no excluye en modo alguno, como
tendremos ocasión de verlo, en el espíritu y en el corazón de
Mariño el sentido de la unidad nacional venezolana, ni la
conciencia de la estrecha e indisoluble solidaridad que junta a
nuestras regiones ...Para Mariño no hay Segunda República:
continúa la Primer, la única, la federal, la del gran Congreso que
la capitulación rindió a la felonía de Monteverde, pero que él,
Mariño, viene a arrancar de su tumba y a revivir por la gloria de
sus armas.
De los dos proyectos políticos, el occidental y el orienta, uno se ejecuta
tal como ha sido concebido. Tal es el formulado por los patriotas orientales. El
propio Parra Pérez nos refiere que:
Mariño había creado en sus provincias un régimen político,
militar y administrativo que parecía adecuado a las circunstancias.
El gobierno se concentro en manos del general en jefe, quien
consultaba los negocios grandes o importantes con un consejo
privado compuesto de pocas personas competentes en los
diferentes ramos. La administración civil y los asuntos policiales
quedaron a cargo de los alcaldes y municipalidades. Y es de
observar, que al juzgar por los documentos la primera cosa en
que se ocupó Mariño, al tomar Cumaná y Barcelona, fue la de
garantizar el ejercicio del poder público, pues aquel hombre de
quien se ha querido hacer un simple general amante del mando
militar, era, al contrario, prócer a quien le interesaba ante todo la
libertad humana y el liberalismo de las instituciones. La
organización que dio al Oriente en plena campaña era, en efecto y
en cuanto a lo civil, mucho más liberal y articulada que la que
habría podido esperarse dadas las circunstancias. Por otra parte,
el general insistía en que se trataba de un régimen provisional
sujeto a expresa revisión cuando concluyese la guerra y, lo que es
de suma importancia porque responde decisivamente a
determinados cargos formulados contra el héroe, sujeto sobre
todo al acuerdo que se celebraría con las provincias occidentales
sobre la constitución de la República de Venezuela toda entera.
En cambio, el proyecto que trae Bolívar en misión política, sufre una
modificación radical al llegar a Caracas y entrar en contacto con los líderes del
mantuanaje de su misma casta. Bolívar se deshace de la investidura que le ha
encomendado el Congreso de la Unión Granadina arrojando por la borda el
proyecto de Confederación que le estaba encomendado restaurar para el
momento. Pareciera, q pesar de que está prácticamente pacificado el territorio
del Centro y Occidente, que hubiera querido asumir directamente el legado de
la Dictadura mirandina, que solo fue en su oportunidad fórmula de salvación de
última hora. Sin embargo, da la impresión de que para los dos mantuanos
caraqueños, a quienes se rinde Bolívar, la legitimidad, que había que restaurar,
era la que conducía a la corona española, aun cuando, asumiera por el
momento un disfraz republicano.
ESTADO DE OCCIDENTE, Y EL ESTADO DE ORIENTE
La Segunda República venezolana se origina en agosto de 1813 como
dualidad, producto de la interacción entre los conglomerados sociopolíticos
diferentes geográficamente, deslindados por la naturaleza, la economía y la
distancia y las personalidades de sus jefes políticos y militares. Cumaná y
Barcelona caen en poder de Mariño el 3 y el 19 de agosto, respectivamente y
Caracas, en manos de Bolívar, el 7 de agosto. En efecto esa dualidad se define
por la formación de dos Estados, que se constituyen separadamente, dotados
de una dinámica propia e independiente, provista de recursos y medios,
también distintos. El Estado de Occidente tributario o subordinado, al menos
formalmente, de la Unión Granadina y el Estado de Oriente, autónomo,
asentado sobre sus propias bases sociales y económicas. Uno, al mando de
Simón Bolívar y una reducida elite de terratenientes caraqueños y andinos, sin
mayor arraigo social en las castas; el otro, Santiago Mariño, también
secundado por una elite heterogénea de Cumaná, Barcelona, Maturín y
Margarita, con ascendiente sobre las castas y los hombres libres de los de
Maturín que desbordan sobre el Orinoco, y en cuyas mentes la libertad política
constituye el objetivo de mayor significación. Prueba de ello es que liberadas
las provincias orientales por los patriotas con la ocupación de Barcelona en
agosto de 1813, desaparece de ellas todo rastro realista. Esto es tan cierto que
muy pronto los oficiales republicanos deciden envainar sus espadas y volver a
sus ocupaciones habituales en la vida civil.
La existencia de ambos Estados está probada históricamente por el
proyecto constitucional común que Negocian Bolívar y Mariño que no fraguan,
por las vicisitudes de la guerra, como se ha dicho, sino por la divergencia entre
las legitimidades que aquellos pretenden representar e instaurar. El
conocido es el siguiente:
Proyecto la Ley determinando las facultades de los Jefes
Supremos del Estado. Artículo 1° Reconocidos ya los generales
Mariño y Bolívar, en las provincias de Oriente y Occidente, como
Jefes Supremos en todos los ramos de la administración, cada
cual respectivamente en la suya, y siendo necesario en las
actuales circunstancias que la Republica estreche los vínculos de
su nación, haciendo causa común en la actual guerra contra sus
enemigos, serán ahora reconocidos uno y otros como tales Jefes
Supremos de todas las provincias en general, tomando el mando
en cualquiera parte donde se hallen; más cuando ambos
concurran en un mismo lugar, tendrá la preferencia aquel de quien
sea el territorio.
2° Esta suprema autoridad no podrá ser delegada, ni ejercida por
otro en ningún caso. Quien pretenda ejercerla, bajo cualquier
pretexto. Será tenido por un usurpador y enemigo de la República
y castigado como tal.
3° Residiendo la suprema autoridad en los generales solamente,
y mereciendo más alta consideración los derechos de seguridad y
propiedad del ciudadano, no podrá ejecutarse la pena de muerte,
azotes ni confiscación de bienes, aun cuando sea impuesta, por
los tribunales competentes, sin la expresa aprobación del Jefe
Supremo de la provincia. Queda facultado sin embargo para
condenar o remitir la misma pena según lo estime conveniente.
4° Para que se guarde, en todo lo posible, la justicia y seguridad
de los procedimientos, quedarán privados los Jefes Supremos de
condenar por sí, por sola su voluntad, a la pena de muerte, azotes
y confiscación. Por el contrario, velarán cuidadosamente que no
se prive al delincuente de la defensa que le es permitida por todos
(los) derechos. Podrán, sí, mandar abreviar los tramites y emitir
las formalidades no esenciales, cuando el caso y las
circunstancias lo exijan.
5° Se nombrará un Presidente del Estado, en cada una de las dos
principales provincias, que será presidente nato de todas las
municipalidades.
6° Este Presidente, con dos municipalidades, conocerá en grado
de apelación de todos los tribunales, jueces y magistrados
políticos y criminales, La suerte decidirá quiénes sean estos
municipales, después de haber dado una nómina de todos ellos al
reo y al actor, para que recusen a los que tengan a bien, sin
necesidad de expresar causa; a fin de que no entren en suerte,
pues después del sorteo, sólo se admitirá recusación probada que
texto
sea una justa causa, O bien ignorada por la parte, o posterior a
aquel acto. El Presidente por lo tanto no podrá conocer en primera
instancia de causa alguna y quedará por ahora toda la
administración, en primera instancia, en los alcaldes o
corregidores.
7° Se observará con los militantes lo que previene la ordenanza.
8° Ningún jefe puramente militar podrá conocer de las causas que
susciten entre paisano mas a menos que el reo o demandado sea
militar.
9° Ningún empleo político, de rentas o militar podrá conferirse en
propiedad, sin anuencia y confirmación de los Jefes Supremos.
10° En el preciso término de ocho días, después de libertadas las
provincias que componen la República de Venezuela, se tratará
de establecer un gobierno.
11°- No se celebrara pacto alguno ni se establecerá relaciones
con ninguna provincia ni gobierno, así de nuestro continente
como del antiguo, en que se comprometa la libertad de la
República, sin la precisa anuencia de los dos Generales
Libertadores y de seis sujetos de inteligencia y probidad que
representen las provincias de Oriente y Occidente, tres por cada
una. Sin este requisito no estará obligada la República a su
cumplimiento.
12° En caso de por muerte, o por cualquier otro accidente, falte
uno de los dos, recaerá en el otro todo el mando. Si faltasen los
dos a un mismo tiempo, recaerá provisoriamente el mando militar
en el oficial de mayor graduación, y si hubiere o más oficiales de
igual graduación, deberá tomarlo el más antiguo. Mas de ningún
modo recaerá en él, ni la suprema autoridad, ni las facultades
dictatoriales de que se encuentran revestidos los dos actuales
Libertadores. En este caso los Presidentes del Estados, con las
respectivas municipalidades, convocarán a una asamblea popular
y deliberarán lo que tengan a bien.
La contradicción entre ambos Estados y la debilidad congénita del
Estado de Occidente, que resulta de la aguda contradicción que se genera
entre su casta dirigente y las castas oprimidas, para quienes la libertad política
que pregona la elite patriota grariadino-andinocaraqueña, carece de sentido
frente a la aspiración primordial de una igualdad frustrada, son las dos
coordenadas que determinan la inexistencia de una identidad y una voluntad
nacionales y apuntan al destino de una temprana destrucción de la unidad
patronacional.
El Estado de Occidente, autoritario, aristocrático y enemigo de toda forma de
poder
popular
y
local,
nace
convulsionado
como
producto
de
tres
contradicciones primordiales a saber: la primera es la contradicción entre la
voluntad política republicana de las provincias neogranadinas y la voluntad
política realista de la mayoría de la elite venezolana. Esta mayoría, se habia
cobijado de nuevo desde julio de 1812 bajo las banderas de España en la
convicción de que los congéneres de España podían ya enfrentar exitosamente
a la Regencia y al yugo francés. No obstante evitaban pronunciarse todavía
públicamente sobre la fidelidad al Rey, cuya autoridad política, a pesar de no
haber sido restaurada, seguía orientando el rumbo político de aquélla. De este
enfrentamiento, la salida era, por un lado, la ruptura de los vínculos con los
rebeldes de la Nueva Granada, y el rechazo a su proyecto político republicano;
por la otra; la búsqueda de un sucedáneo para reconstruir sobre las bases más
estrechas, pero reconstruir al fin, un símil, en territorio venezolano, de la
autoridad real ausente. Dicho sucedáneo fue la Dictadura de Bolívar y el
Estado nacido en Caracas en enero de 1814. De manera que esta autoridad
bolivariana no era en realidad causa habiente de la Miranda de de 1812,
rechazada sin ambigüedades por Simón
Bolívar en
el Manifiesto de
Cartagena. Era más bien simbiosis provisional o coyuntural de una
contradicción existencial aguda entre independencia y dependencia. Por ella,
los dirigentes venezolanos, en Occidente, vivían dentro de su propio
estamento, divididos entre una mayoría realista
y una ostensible minoría
republicana. El proyecto de organización del Estado que formula Francisco
Javier Ustáriz, constituye así la expresión teórica de esta contradicción y de la
pretensión de cortar, de la manera sugerida por el jurista mantuano, los
vínculos con la Nueva Granada. La segunda contradicción, que coadyuva a la
definición de este perfil autoritario, aristocrático, antipopular del Estado de
Occidente, a principios de 1814, es el conocido conflicto entre las castas y
esclavos y la aristocracia mantuana, que adquiere rasgos dramáticos a
mediados de 1813 y que caracteriza muy bien el Licenciado Miguel José Sanz
en sus “Bases para un gobierno Provincial en Venezuela” cuando dice:
¿Cómo exponerse al resultado de ocurrencias populares en un
país infestado de enemigos declarados y ocultos, que por todas
partes promueven insurrecciones insensatas para que se derrame
la sangre americana? ¿Cómo entregarse sin desconfianza y
temor al influjo de los que sordamente minan el sistema, haciendo
concebir al pueblo vanas y lisonjeras esperanzas de imaginarios
beneficios? ¿Cómo debilitar con importunos recursos la autoridad
y celeridad de las armas con las intrigas de semejantes
concursos, más inextricables en la situación presente? ¿Cómo, en
fin, abandonar el principal y único objeto de expeler a los
enemigos de la patria, por ocurrir a la reposición dudosa de
autoridades que contribuyeron, miraron con diferencia, o no
pudieron impedir el exterminio de la libertad.
La tercera y última contradicción que también define el nuevo Estado de
Occidente, como Híbrido, confuso y débil, de una confrontación existencial
irresoluta, es el conflicto con los patriotas de Oriente, cuyo Estado reposa,
desde agosto de 1813, libre de amenaza, y del conflicto, sobre las bases de
una soberanía, auténtica, amplia y de una voluntad republicana y democrática
más consistente, bajo la voluntad, popularmente consagrada de Santiago
Mariño. Ante la libertad que señorea hasta los márgenes occidentales del
Unare donde existe un Estado venezolano en Oriente, desde mediados del año
1813, dotado de capacidad Militar para ampliar territorialmente sus miras de
restablecer la República Federal de 1811, la escuálida elite patriota caraqueña
y andina manifiesta una reacción de franca competencia. Prueba de dicho
antagonismo es la carta de Simón Bolívar de 25 de julio de 1813, dirigida al
Presidente de la Nueva Granada donde dice:
Temo que nuestros ilustres compañeros de armas, los de
Cumaná y de Barcelona, liberten nuestra capital antes que
nosotros lleguemos, a dividir con ellos esta gloria; pero nosotros
volaremos, y espero que ningún libertador pise las ruinas de
Caracas primero que yo.
La acción de los tres componentes principales del Estado, instaurado en
Caracas, como forma política del poder centro occidental, son resumidas por
Francisco Tosta García en términos felices, cuando describe la jornada del 2 de
enero de 1814 en el Convento de San Francisco, como:
... ambiciones y adulaciones en bastardo maridaje, egoísmo,
engaño y falsedad, puestos en juego para producir ostentosos
alardes de entusiasmo, y simulado desprendimiento todo con el
fin de matar tres pájaros con la misma pedrada y producir
lógicamente tríplices efectos: romper los débiles hilos que puedan
sujetarnos aún á la dependencia del Congreso granadino,
imponerse a Mariño procurando atraérselo, y darle el golpe de
gracia, ó sea la puntilla, como dicen los toreras españoles, tanto al
sistema federal como á las instituciones republicanas, Esto
significa para mí la tal caricatura de asamblea popular, así me
explico esta albarda sobre albarda este insensato prurito de
consagrar dictador al esforzado caudillo, que lo es de hecho,
desde que se ocupó á Caracas, y se declaró jefe Supremo.
EI Estado de Oriente se crea en cambio con mayor facilidad y
expedición. Liberada la última posición realista, en la ciudad de Barcelona
parecía que, casi por encantamiento, cesa toda resistencia desde las costas
bajas y despejadas que se abren al mar Caribe desde la Laguna de Unare,
hasta las riberas del Orinoco. El espíritu libertario es tan sólido que la
insurgencia no encuentra obstáculo ni plantea dificultades ni problemas de
constancia al restablecer los cuerpos deliberantes municipales y las
autoridades regionales y, locales que la tradición hispánica había establecido
siglos atrás. De allí que la arquitectura del Estado del Oriente se edifica desde
las bases mismas del poder político de los ayuntamientos coloniales,
consubstanciados con la empresa de independencia, hasta la cúpula del jefe
supremo, autoridad superior que a pesar de su apariencia impersonal es
producto espontáneo del consenso colectivo, construido por la arcilla popular.
Por esto el poder central político militar que corona el macizo estatal, responde
a un federalismo regional que la armonía popular reinante entre las regiones de
Nueva Andalucía y de Margarita ha formado, en siglos de articulación e
interacción económica y un mismo fermento de prácticas, hábitos y visiones
colectivas.
Mientras el Estado de Occidente nace del imperio de la desconfianza y
del recelo, y de la devastación de los recursos productivos, alimentados por
una feroz lucha de castas, como forma de poder patriota de los débiles, el
Estado de Oriente se yergue tranquilo y sosegado, alimentado por la confianza
interna de un conglomerado social más avenido o menos conflictivo, sin crisis
ni urgencias económicas y dotado de los recursos y de una conciencia de
identidad nacional y autodeterminación desde el vértice hasta las bases de la
pirámide sociopolítica. Nuevamente, Francisco Tosta García, hace hincapié en:
... Mariño el bizarro caudillo oriental... ha dado el ejemplo
revistiendo de poderes y facultades superabundantes a los
Consejos Municipales que son los verdaderos representantes de
la soberanía nacional; mejor dicho de la autonomía regional que
es la base de la federación del gobierno de todos..” “ no habiendo
ni un solo enemigo con quien combatir desde el Guarapiche hasta
el Unare, no ha querido aceptar la investidura de Jefe Supremo y
ha dejado todo el poder y todas sus autonomías a los Consejos
Municipales de las provincias...
El proyecto de Gobierno del Estado de Occidente fundado en estudios y
opiniones de Francisco Javier Ustáriz, Miguel José Sanz y Miguel Peña
atribuye las funciones del Ejecutivo, y en el Legislativo, al Dictador. Lo confirma
en la práctica la llamada Asamblea de Notables del 2 de Enero de 1814, que
sanciona la Dictadura de Simón Bolívar. En efecto, los artículos 1° y 2° del Plan
de Gobierno Provisional para Venezuela de Ustáriz, que resume el 18 de
agosto de 1813, la opinión, no solo de éste y de Bolívar, sino de los “notables”,
caraqueños y andinos dispone:
1° El Supremo Poder Legislativo residirá en el General en jefe del
Ejército Libertador, sin otras restricciones que las que provengan
del Congreso General de la Nueva Granada su comitente, hasta
la paz;
2° El Poder Ejecutivo residirá igualmente en el bajo las mismas
restricciones con especialidad en todo lo que respecta a la fuerza
armada de mar y tierra.
Bolívar organiza la Administración Pública apenas ocupada la capital. El
10 de agosto de 1813, participa a la Suprema autoridad eclesiástica, Arzobispo
Narciso Coll y Prat, que para el despacho de los asuntos del Estado ha creado
tres Secretarías. La Secretaría de Estado, Relaciones Exteriores y Hacienda
Pública, La Secretaría de Guerra y Marina y la Secretaría de Gracia y Justicia y
Policía. En cuanto a las funciones de ellas, dice el Libertador que:
...he resuelto por punto general que todas las representaciones,
oficios, partes pretensiones y otras cualesquiera instancias que se
me dirijan como depositario del Poder Supremo de estos Estados,
vengan por mano de las referidas Secretarias según su calidad; y
que cuando ellos de mi orden y bajo su firma contestaren,
previnieren o mandaren, se le dé entera fe y crédito, se cumpla y
ejecute en todas sus partes sin excusa ni pretexto alguno, lo
mismo que si fuesen autorizados por mi...
Posteriormente para el 1° de enero de 1814, la Secretaría de Guerra y
Marina parecía haberse desdoblado en la Secretaría de Guerra y en la Marina,
cuando se hizo patente la necesidad de atender a la creación de una marina de
guerra venezolana, dada la posición de negativa de ayuda militar y naval
asumida por la Gran Bretaña. Es el primer indicio que aparece en las filas
patriotas de Occidente, obsesionados por la ilusión de una supuesta ayuda o
apoyo británico de la necesidad de valerse de los propios recursos del país
para enfrentar la amenaza hispana del bloqueo y la expediciones que se
hacían a la vela desde Puerto Rico por orden de la Regencia hacia las
provincias y ciudades ocupadas por los realistas. Se infiere de un Informe de 1°
de Enero de 1814 dirigido a Simón Bolívar por Tomás Montilla actuando como
Secretario de Estado y del Despacho Universal y de Marina.
En cambio, la Secretaría de Estado, Relaciones Exteriores y Hacienda
fue
desempeñada
por
Antonio
Muñoz
Tébar,
después
por
Montilla,
provisionalmente, en ausencia de aquél, a principios de 1814. Luego, a la
muerte de Antonio Muñoz Tébar, en la batalla de la Puerta, el 15 de junio de
1814,
la
Secretaría
fue
desempeñada
por
Pedro
Briceño
Méndez,
simultáneamente con la Guerra y Marina, desde el 19 de junio de 1814 hasta la
pérdida de la Segunda República.
La Secretaría de Gracia, Justicia y Policía fue a su vez desempeñada
por Rafael Diego Mérida.
La política exterior del Estado de Occidente, fue sin duda alguna obra
colectiva del equipo de políticos y juristas que rodeaban a Simón Bolívar, desde
su llegada a Caracas: Ustáriz, Sanz y Peña, entre otros. Pero constituyó un
ingrediente importante en su elaboración y en las ideas que la prescindieron y
orientaron la importa de la personalidad de Antonio Muñoz Tébar, titular de la
funciones del Despacho de Relaciones Exteriores, apenas culminada la
“Campaña Admirable”. ¿Quién fue ese personaje? No era un recién llegado, ni
tampoco un inexperto, a pesar de su corta edad, ya que apenas alcanzaba a
los veinte años en el momento de la insurgencia política de 1810. Nació en
Caracas en 1792, de familia mantuana. Miembro de la Sociedad Patriótica, del
ala jacobina, además de periodistas que escriben en el Seminario de Caracas a
fines de 1810 y funda El Patriota Venezolano de 1811, es de los allegados a
Francisco de Miranda desde su llegada a Venezuela. Discípulo de éste,
enérgico y lúcido, su carrera en la Administración Pública se inicia durante la
Primera República, como Segundo Oficial de la Secretaría de Estado, bajo la
dirección de Francisco Iznardi, luego continúa como Primer Oficial, ejerciendo
las funciones de Andrés Bello, mientras dura la ausencia de éste, en Londres,
bajo la dirección de Miguel Sanz. Finalmente, Muñoz Tébar es actor y testigo
del fin de la República, ejerciendo las funciones de Secretario de Gracia y
Justicia desde marzo de 1812 hasta el 17 de mayo, en que es designado
Secretario Interino de Estado, Hacienda y Relaciones Exteriores a cargo que
desempeña hasta la capitulación de San Mateo; poco tiempo después es
reducido a prisión en las bóvedas de La Guaira, junto con Francisco de
Miranda. Mientras Miranda es detenido, Antonio Muñoz Tébar permanece
prisionero hasta ser liberado en agosto de 1813 al momento en que las fuerzas
realistas abandonan a Caracas ante la inminente culminación de la "Campaña
Admirable".
Su ideario político, forjado por la tutoría de hombres como Iznardi, Sanz
y Miranda, se traduce en un liberalismo republicano, centralista, antifederal y
colombiano. Hacia 1811 declara, en una reunión pública conmemorativa del
primer año de independencia.
Desde ahora adivino que mañana habré de estar por una
República poderosa y central, que represente la nacionalidad y la
fuerza, y no por pequeños Estados, tanto más débiles y
turbulentos cuanto más pequeños, inútiles el día del peligro,
enojosos al buen sentido, expresión del egoísmo y, arena de la
ambición si en vez de la Asamblea que nos represente, única e
imponente, eco de mil voces, punto donde convergen todos los
radios, faro centellante para el uso de Venezuela. De lo contrario
hubiese ocho o más Congresos esparcidos, oscuros, deliberando
en un rincón, sin debate entre uno y otro, sin cambio posible
entre ellos y el momento exterior, yo no vería sino tronos para la
anarquía un caos sangriento y el naufragio y vergüenza de
nuestros planes.
Según el texto .Interior, Antonio Muñoz Tébar consideraba que la
autoridad de la República debía concentrarse como un solo núcleo de poder.
Con ello parecía identificado en lo concreto con la necesidad de la Dictadura de
Miranda, de cuyos poderes es partidario. Más tarde, secunda también la
Dictadura que asume Simón Bolívar desde el 7 de agosto de 1813; en lo
teórico coincidía con el pensamiento de Miguel José Sanz y Francisco Javier
de Uztáriz, tal como lo expresa en sus proyectos de 1813 ya mencionados
sobre organización del Estado.
Muñoz Tébar se manifestaba también coma anticlerical, cuando abogó
por la expulsión del Arzobispo Colly Prat, junto con José Félix Ribas, Francisco
Javier Yanes y Cortés de Madariaga en 1812, en ocasión de los conflictos de la
naciente República. En abril de 1810, Muñoz Tébar había abandonado
súbitamente la carrera eclesiástica hacia la cual parecía encaminado en la
orden de Oratoristas misioneros de San Felipe Neri.
El joven político fue partidario también de la fusión de Venezuela y la
Nueva Granada, es decir, la unión que será en el futuro el punto de partida de
la República de Colombia. Un su Informe de 31 de diciembre de 1813 para
Simón Bolívar sobre la actuación del Despacho a su cargo de Secretario de
Relaciones Exteriores expresa que:
Si en esos siglos de ignominia en que un continente mas
poblado y más rico que España, fue la víctima de las miras
pérfidas del Gabinete de Madrid; si este Pudo desde dos mil
leguas de distancia, sin enormes fuerzas mantener la América,
desde el Nuevo México hasta Magallanes, bajo su duro
despotismo. ¿Por qué entre la Nueva Granada y Venezuela no
podrá hacerse una sólida reunión? ¿y aun por qué toda la
América meridional no se reuniría bajo un Gobierno único central?
...
POLITICA Y LA DIPLOMACIA DEL ESTADO DE OCCIDENTE
En la formulación de la política exterior de un Estado no explicitado,
existe subyacente como factor de decisión, entre otros, el juicio que merece a
los autores de la decisión política el contexto internacional y los diversos
elementos, constantes y perecederos, que definen el momento. Hasta ahora
hemos delineado el marco internacional en que se produjo la Segunda
República. Ahora se trata de examinar cómo concebían los patriotas de
Occidente y de Oriente, respectivamente, ese mismo mundo exterior, al
momento de decidir el rumbo de su conducta, fuera de nuestros confines.
Por lo se refiere al Estado de Occidente, tres documentos del período
retienen nuestras atención, pues parecen dibujar el panorama internacional que
sirve de pauta a la acción de la política exterior. Para la visión del Período, que
transcurre del 7 de agosto de 1813, disponemos del Informe que, como
Secretario de Relaciones Exteriores del Estado de Occidente, con sede en
Caracas, elabora y entrega públicamente Antonio Muñoz Tébar a Simón
Bolívar y a la Asamblea de "notables” que pretende legitimar el nuevo poder
en el convento de San Francisco en enero de 1814. Aun cuando el documento
emana del Secretario del Estado del jefe Supremo, no es menos cierto que la
identidad de pareceres y de propósitos políticos entre ambos hombres,
permitiría afirmar que se trata también del punto de vista de Simón Bolívar. No
obstante, apreciaremos algunas diferencias que parecen tener ambos
dirigenente es su percepción del Sistema internacional. Sobre el período que
media entre enero y julio de 1814, trágico semestre, en que el balbucearte
Estado de Occidente es devorado por las mesnadas de José Tomás Boyes en
guerra civil desigual, existen tres textos donde aparece la cosmovisión de
nuestro Libertador, apenas en la tercera década de su existencia, mantuano
todavía, apenas líder de su casta social, provincial y virreina, republicano,
ferviente centralista y trasunto fiel, todavía, aun cuando no consciente, de la
personalidad carismática y avasallante de Francisco de Miranda. El primero de
ellos, es la carta dirigida a Richard Wellesley, desde el Cuartel General de
Maracay, el 14 de enero de 1814, la segunda, es un artículo publicado en el
número 62 de la Gaceta de Caracas, el 28 de abril de 1814, bajo el titulo de
"Reflexiones sobre el Estado actual de Europa y América" atribuido a Simón
Bolívar por el Dr. Vicente Lecuna: la tercera es el conocido artículo, sin firma,
también atribuida al Libertador por Vicente Lecuna, titulado "Reflexiones
Gaceta de Caracas, el 28 de abril de 1814, bajo el titulo de "Reflexiones sobre
el Estado actual de Europa, con relación ala América” que vio la luz en la
Gaceta de Caracas N°74 el día 9 de junio de 1814, cuando ya un ejército de
lanzas remontaba los frescos valles de Aragua, Rumbo a Santiago de León de
Caracas.
El primero de los documentos, a saber, el Informe de Muñoz Tébar, es
un texto oficial producido para los interlocutores políticos y, por tanto, una obra
meditada y elaborada. Las ideas centrales que definen el sistema internacional
son el "equilibrio continental europeo" y el "desequilibrio del universo”. El
primero obedece a la existencia de Estados nacionales y a las miras de
expansión de éstos, que se traducen en la "guerra” que produce el
desequilibrio y tiende a corregirlo. El segundo obedece a la dominación o
subyugación colonial que todo el sistema europeo impone a los pueblos que
viven en la periferia.
A partir de estos dos presupuesto parecen resultar de una visión lúcida
y objetiva de las piezas y relaciones permanentes de los dos sistemas
internacionales fundamentales para el momento, el europeo y el mundial,
propone el analista dos políticas a saber: la de establecer el equilibrio del
universo, destruyendo la preponderancia de Europa y el yugo de la esclavitud
que la sustenta, lo que parece una proposición razonable y congruente con la
praxis militar que vienen de cumplir los patriotas y que están en vías de cumplir
los patriotas y que están en vías de proseguir. Además, parecería interesante
retener, que Muñoz Tébar, al considerar en Europa un solo bloque de poder
frente a América, no cree en la ayuda Británica a América y plantea un
esfuerzo de redención independiente y regional. La otra política que propone
Muñoz Tébar, consiste en preservar a América meridional del contagio nefasto
del sistema del equilibrio europeo. Pero a diferencia de lo que propone
Washington en su Discurso de Despedida, “que es el alejamiento de Europa y
de todo el compromiso con ella”, el novel Secretario de Relaciones Exteriores
del Estado de Occidente concibe que es necesario prescindir de las
"nacionalidades" y con ello de las particularidades sociopolíticas del
subcontiente, para hacer de toda la América colonial hispana en insurgencia,
una sola nación y sola nacionalidad. EI desarrollo de esta visión abstracta,
generalizante y, en fin utópica, constituye un motor poderoso de la empresa
libertadora y una modalidad original que supone la creación de un solo Estado
nacional o multinacional americano. Pero reposa para el momento sobre un
subjetivismo idealista que no guarda conexión real con una situación políticomilitar tan comprometida como la de fines de 1813 en que Coro, Guayana y
Maracaibo, el Occidente de Caracas y Barinas están en poder de fuerzas leales
al Rey. Es decir, la República de Occidente es apenas una ciudadela sitiada,
que al Oeste lega a Puerto Cabello v al Sur a los Valles del Tuy, por lo demás
en efervescencia realista. Parecía de lo que dice el joven canciller que
seguimos en la misma atmósfera etérea e irreal de la Primera República. En
efecto, retomando el juicio de Bolívar sobre aquella, parece aplicable a la
Segunda República las mismas criticas que meses antes en Cartagena hiciera
Bolívar a la entelequia de 1812. En efecto, ahora, al igual que antes, es
igualmente válido afirmar, que:
Los códigos que consultaban nuestros magistrados, no
eran los que podrían enseñarles la ciencia práctica del gobierno,
sino los que han formado ciertos buenos visionarios que
imaginándose repúblicas aéreas, han procurado alcanzar la
perfección política presupiniendo la perfectibilidad del lenguaje
humano...
De manera que en 1813, también teníamos todavía:
.. Filósofos por jefes, filantropías por legislación, dialéctica
por táctica y sofistas por soldados...
Lo que ocurre es que la disyuntiva, a pesar de la “Guerra a Muerte”, no
es centralismo versus federalismo, fórmulas que en Occidente están aquejadas
por igual de superficialidad ya que provienen del juicio político todavía bisoño
de una reducida célula matriz del proceso de independencia, formada por
Bolívar y sus allegados. La clave está en las masas populares todavía ajenas al
brillo de un “momento nacional”, que en la coyuntura, apenas ilumina la
consciencia de una minúscula vanguardia política.
Es también importante observar también que Muñoz Tébar en su
concepción del sistema mundial y en la elaboración
del “equilibrio” como
panacea política, omite a la Gran Bretaña como actor diferenciado del
continente europeo. Es decir, implícitamente asimila el poder británico al
sistema europeo, considerándolo también en contraposición antagónica a la
América Meridional. Como veremos, el novel Secretario de
Relaciones
Exteriores, parece discrepar de Bolívar. Además de prescindir de la Gran
Bretaña hecho que demuestra su falta de simpatía por lo que ella representa,
parece querer hacer gravitar todo el proyecto de la emancipación y del
“equilibrio del universo" sobre las fuerzas propias de la América Hispana, cuyo
poder parece reposar única y exclusivamente sobre la posibilidad de la
integración de sus partes, para hacer un solo Estado, la República de
Colombia. Nada de esto último está dicho expresamente, pero se puede inferir,
sin mayores contratiempos del texto a que aludimos.
Se deduce también del Informe en análisis que la información sobre las
políticas exteriores de España, la Gran Bretaña y Francia es exacta y está
razonablemente al día. En efecto, la política de la Regencia, todavía en vigor
para 1813, está encaminada a la supresión de la revuelta venezolana, sin otro
miramiento, a través de dos medidas fundamentales, a saber: el bloqueo de las
costas venezolanas, impuesto por los Decretos de 30 de julio y 12 de agosto de
1811, y el envío de una expedición punitiva que llegó desde Cádix a las costas
de La Guaira el 13 de septiembre de 1813. Por otra parte, conoce también el
Secretario de Relaciones, que la Gran Bretaña mantiene su política de
“meditación” en el conflicto entre España y sus colonias, que se traduce,según
Muñoz Tébar, en que:
La Gran Bretaña, aunque aliada a la España e instigada por ella
no se unió a sus consejos ambiciosos para auxiliarla en esta
guerra. El Misterio, al contrario observó principios constantes de
neutralidad y prescribió estrictamente a todos los jefes de las
fuerzas británica, en circular del mismo año (1814) que no se
mezclaran en las desavenencias de uno u otro partido...
Solo cabría observar que existe una cierta alteración de la verdad en el
texto, ya que la expresión “neutralidad” tiene una connotación eufemística,
pues para el momento, la actitud de las autoridades británicas de las Antillas es
más bien abiertamente desfavorable para los patriotas y simultáneamente de
cooperación con las fuerzas realistas. Claro está, se trata de términos de un
documento oficial que trasluce la esperanza renovada de una ayuda de la Gran
Bretaña en el terreno militar.
De la política francesa, la información de que Napoleón ha reconocido el
pabellón
venezolano
y
ofreció
auxilios
(obtenidos
posiblemente
de
comunicaciones de Manuel Palacios Fajardo, a la sazón, representante oficioso
de los insurgentes en París, desde 1812), es extemporánea. En el mes de
diciembre de 1813 la derrota de Bonaparte es un hecho irreversible. Las
huestes del “terror” de la escápela blanca”, han perdido ya la partida frente a la
burguesía francesa, opulenta y poderosa en todos los frentes, a pesar de la
restauración de los Borbones con Luís XVIII.
Los otros dos documentos a que hemos aludido, son la obra directa de
Simón Bolívar según de ha dicho y tienen la particularidad de ser anónimos.
Esto significaría, aparentemente, que se trataba a través de ellos de opiniones
que no podrían calzarse con la firma del Dictador de Occidente, sin generar
dificultades políticas.
Las ideas claves o primordiales del Libertador acerca del sistema
internacional son particularmente coincidentes con los
de Muñoz Tébar su
Secretario de Relaciones Exteriores. En efecto coincide Bolívar con su
subalterno político cuando enfoca la estructura del sistema internacional
europeo, como una dinámica de equilibrio-desequilibrio, o de balanza de poder,
que con la victoria de la coalición continental ha quedado de nuevo restablecido
dentro del sistema.
Por el contrario, se diferencia Bolívar de Muñoz Tébar en el que analítico
del sistema mundial. Europa no es apreciada como un bloque monolítico de
poder, frente al cual solo existe el Nuevo Mundo, tal como lo mira su
Secretario. La preponderancia de la Gran Bretaña dentro del sistema mundial o
universal, fundada su poder marítimo, insuperable, constituye un factor nuevo
que asegura la imposibilidad de cualquier proyecto de los Borbones, que
ascienda del estrecho de Gibraltar, sin el consentimiento del Gabinete inglés. El
contrapunto del poder continental europeo que empuña la coalición, cuyo eje
es el poder del Zar Alejandro I, no afecta el poderío británico más allá de los
accesos a la Sublime Puerta.
Considerada la intromisión del sistema continental europeo en los vastos
confines del dominio británico, como un atentado a la hegemonía mundial de la
corona inglesa, para Bolívar la consecuencia es que:
la emancipación de América ha estado siempre en los cálculos del
Gabinete Británico.
De manera que para el Libertador el propósito de la política británica es
favorecer la independencia de la América Hispana para preservar, consolidar y
extender la propia hegemonía inglesa. Lo que aquel llama el "equilibrio del
universo'", no es sino un equilibrio fugaz, de un solo instante, es decir, el de la
independencia suramericana; pasado este momento, la preponderancia
británica, afirmada también frente a la América independiente, significaría un
desequilibrio permanente, pues esta última sería no una pieza de poder
independiente
sino
una
fuerza
bajo
protección
británica
limitada
en
consecuencia por una nueva sumisión. En efecto, la visión determinista y
pesimista de las potencialidades americanas que asume el Libertador en este
momento, asigna ni continente, en una concepción filobritánica, precisamente
el papel que los dirigentes de la City de Londres le quieren atribuir en la división
internacional del trabajo del mundo capitalista; basta con ello citar aquí lo que a
nuestro juicio es el párrafo central del artículo de 9 de junio de 1814, donde
Simón Bolívar ofrecía el rol subsidiario que debería según el, desempeñar
América Latina independiente:
La América se halla además por fortuna en circunstancias de no
poder inspirar recelos a los que viven del comercio y la industria.
Nosotros por mucho tiempo no podemos ser otra cosa que un
pueblo agricultor y un pueblo agricultor capaz de suministrar las
materias más provisoras a los mercados de Europa, es el más
calculado para fomentar conexiones con el negociante y el
manufacturero. Reconocida nuestra independencia, y abiertos
estos países indistintamente a los extranjeros, no podemos
imaginar cuánto aumentará la demanda pública todos los años.
Los artículos de exportación se multiplicarán hasta lo infinito y las
importaciones irán siempre buscando el equilibrio comercial con
nuestras producciones...
Este “equilibrio del universo”, a tres, que comenta el Libertador ¿es solo
una idea táctica, la expresión de la necesidad perentoria de ayuda extranjera
para un proceso que sucumbe en 1814?, ¿se trata acaso de una visión ingenua
y generalizante donde se idealizan los intereses británicos o expresa quizás
una visión superficial, de clase, presupuesto de una decisión, política que se
propone trocar una apariencia de independencia política por la integración
subordinada al proceso de la Gran Bretaña en el mundo?
Si el libertador no hubiera escrito el párrafo que venimos de citar,
seríamos proclives a compartir la primera de las opiniones expresadas en el
sentido de que el cálculo elaborado por él sería semejante al que hicieran los
patriotas norteamericanos y que resultó exitosa, de explotar las profundas
contradicciones entre la metrópoli colonial anglosajona y el poder de Francia,
para poder fundar la independencia e los Estado unidos. Pero, a nuestro juicio,
por ¿desesperación? ¿por la grave coyuntura en que se hallaba la República
en junio de 1814?; o simplemente por convencimiento íntimo, Bolívar parecía
dispuesto en este momento a conceder, a la Gran Bretaña, a cambio de una
ayuda a nuestra independencia, las bases de una alianza, profunda y
prolongada. Es decir, una alianza económica, que remplazaría el antiguo Pacto
Colonial por una suerte de dominio neocolonial, tal como ocurrió durante el
siglo XIX.
No olvidemos que Simón Bolívar para esta fecha es apenas un líder en
formación y por el momento sigue siendo un aristócrata leal a su estamento
social, para el que las masas populares todavía son:
los estólidos pueblos internos... o...pueblos estúpidos que
desconocen el valor de sus derechos...
Resulta también interesante observar que, si bien la idea mirandina de
Colombia ha tomado arraigo ya en la mente y en los cálculos políticos de
Bolívar, todavía no pasa de ser expresión confusa de la visión de un ámbito
territorial o cultural. A ello se refiere en el Manifiesto de Cartagena, cuando
habla:
del árbol de la libertad de Colombia...
o en sus artículos de 28 de abril y 9 de junio de 1813, donde reitera la
existencia del:
territorio de Colombia... o suelo colombiano.
El primer esbozo o destello de la idea de Colombia como Nación y como
Estado, parecería deberse a Antonio Muñoz Tébar, su Secretario de
Relaciones Exteriores. Para Bolívar, por el contrario, más importante, por el
momento, que cualquier unión hispanoamericana, formada por identidad de
principios y sentimientos es:
una liga formidable, incapaz de ser destruida...
Una alianza o entendimiento con Inglaterra. Esta afirmación puede
parecer polémica, pero apunta a una visión desmitificadora de la personalidad
de Simón Bolívar.
Por lo que respecta a la información que tiene el Libertador de Europa,
los artículos en estudio ofrecen una visión fresca y al día. En efecto, se sabe ya
en Caracas con el retardo natural de unos tres meses por la travesía marítima
de las noticias, la entrada en París el 18 de marzo de 1814 del ejército coligado
y las preliminares de la restauración borbónica.
Lo
que
permite
al
Libertador
conjugar,
válidamente,
que
el
restablecimiento de los Borbones en Francia, y en España, traerá consigo
como secuela una política de Francia y España que será nueva amenaza al
movimiento de independencia, ya que:
... este prurito de restablece todo lo antiguo, viene a
anonadar en su cuna nuestra existencia política. Los Borbones,
dicen algunos, vuelven a recuperar la influencia que habían
perdido, sus conexiones de familia a multiplicar nuestros
enemigos, y acabar con cuanto hemos hecho...
Por otra parte, Bolívar a partir de la información recibida concibe una
hipótesis de lo que será la política de la Gran Bretaña. Destruido el poder de
Bonaparte, tiene entre sus miras la de la emancipación de América, pues:
¿querrá la Inglaterra que la América permaneciendo bajo la
dependencia de alguna potencia continental, vaya con sus
riquezas y población inmensa a aumentar la masa del poder qeu
puede resistirle...?
además,
... el interés bien entendido... de la Nación inglesa, es
poner expeditos los canales del comercio impidiendo que la
guerra consuma todos los materiales con su industria recibiría un
fomento considerable...
Sin embargo, adivinamos que la hipótesis planteada, más que juicio de
realidad constituye expresión de los deseos del joven estadista. Ya que la
reconquista por parte de España de Venezuela se producirá cuando la mayoría
de venezolanos, han decidido ya por sí mismos la suerte del país en favor de la
restauración colonial. Como sabemos, la ayuda efectiva de la Gran Bretaña a la
causa patriota sólo se producirá más tarde cuando esta aparece escaparse del
control de quienes la dirigían hasta el momento de adquirir contenido de
cambio social y de fuerza nacional, en el interés primordial de los británicos de
mantener el control de la dinámica sociopolítica venezolana dentro del cauce
geopolítico imperial.
La conducta exterior de la Segunda República de Occidente no varía
socialmente de la trazada por la Primera República. Es muy posible, además,
que muchos, si no todos los que elaboren los objetivos de la acción exterior de
la República Federal de 1811, sean los autores de la política externa de la lI
República. Nos referimos, en particular, al Licenciado Miguel José Sanz, quien
tuvo una participación muy activa en la definición de la estructura del Estado.
En todo caso, las líneas maestras de la política del Estado de Occidente hacia
el mundo exterior, consisten: en primer lugar, en obtener el reconocimiento y
los auxilios financieros, militares y navales de la Gran Bretaña, el
reconocimiento y ayuda financiera y militar de los Estados Unidos de América
y, el reconocimiento de las naciones del norte de Europa, a saber: Prusia,
Austria, los Países Bajos y Rusia. Especial interés se orienta hacia la Corte del
Zar Alejandro I, primer factor de poder en el continente. En segundo lugar,
respecto de España, política enunciada en Trujillo a comienzos de la "Campaña
Admirable", se expresa en la "Guerra a Muerte", contra españoles y canarios.
En tercer lugar, también frente a España, data le este período la gestación de
una política destinada a crear un poder naval republicano a través del sistema
de patentes de corzo, sobre lo cual volveremos más adelante. En cuarto lugar,
merece la atención el hecho de que la concepción de la diplomacia de la
República plantea por primera vez la existencia de una sola nación entre
Venezuela de Occidente y la Nueva Granada y de la necesidad de construir un
solo Estado sobre las dos naciones. Es en este momento histórico y a partir de
la política exterior, que podemos situar la primera formulación, efímera pero
génesis al fin, de la República de Colombia. En efecto, en las Instrucciones
diplomáticas dadas en Caracas el 4 de mayo de 1814 a Lino de Cemente y
Robertson, como agentes extraordinarios cerca del gobierno británico, se
hacen afirmaciones que no dejan lugar a dudas. En el aparte 4° se dice que:
4a. Por los conocimientos que tienen estos Agentes de la
extensión de la Nueva Granada y Venezuela; de la población de
ambas regiones en hombres libres y esclavos; de lo que percibe
periódicamente su Erario público; de sus gastos; en una palabra,
de su estadística, harán conocer los recursos de la nueva nación,
las ventajas que ofrece al comercio inglés; recursos y ventajas
que la libertad debe multiplicar hasta el infinito. En efecto, la
Nueva Granada, en una extensión casi, inaveriguable, tiene
provincias, litorales y puertos magníficos en el Océano y en el
Pacífico, entre los cuales uno es puerto de Cartagena en el
Océano. Las provincias interiores de Venezuela, son las de
Barinas, Mérida y Trujillo; las litorales son las de Maracaibo, la de
Caracas, la de Barcelona, la de Cumaná y la de Guayana; tiene
además la isla de Margarita, Maracaibo y Guayana, aunque no
han adoptado el sistema de independencia, deben verificarlos
muy pronto, y no falta mas que las capitales ...
Además del propósito de conformación de un solo Estado se confirma en
el aparte 9°, donde se instruye que:
9° Harán sentir al Gobierno inglés que este instante se
lleva a efecto la reunión de todas las provincias de la Nueva
Granada y Venezuela, bajo una sola autoridad soberana, y
representando una sola nación, a cuyo efecto podrá presentar los
documentos números 1 y 2.
En la comunicación enviada por Simón Bolívar a Camilo Torres el 2 de
febrero de 1814, se insinúa por primera vez el deseo de construir un nuevo
Estado, al proponer al neogranadino que:
... Un diputado de la Nueva Granada unido a otro de
Venezuela, que representando estas dos regiones, pararán a
Londres, y reclamarán vigorosamente los auxilios de la Nación”
Es precisamente en el intervalo entre ambos textos, es decir, entre
febrero y mayo de 1814 a medida que la situación para los patriotas se hace
crítica y hasta desesperada, cuando parece cristalizar el primer prototipo de la
Unión colombiana, diseñada con los rasgos de una confederación laca y
amplia. Parece deducirse de las Instrucciones adicionales de fecha 9 de mayo
de 1814 dadas a Lino de Clemente y Juan Robertson donde expresa Bolívar
que:
NOTA: El Estado de Cartagena de Indias, con respecto a la
unión de la Nueva Granada y Venezuela no han hecho más que
interponer sus buenos oficios para con el Gobierno de Venezuela,
a fin de establecer de hechos, y consolidar esta unión. Cuando la
Legislatura de Cartagena accedió a esta reunión por una
declaratoria solemne, fue invitad a por ello por el Congreso
General de la Nueva Granada, que no creyéndose con poderes
bastantes para hacerlos por sí sólo, consultó a los gobiernos
particulares de las Provincias solicitando su aprobación. Casi
todas las provincias de la Nueva Granada han seguido el ejemplo
de Cartagena. Por consiguiente, ya la unión de ambas regiones
en un solo cuerpo político, se halla sancionada, no solamente por
el consentimiento táctico de aquellos pueblos, sino también por el
voto explicito de sus respectivos Gobiernos.
No obstante, cabría preguntarse: ¿era un hecho consistente la propuesta
unión neogranadina y venezolana, o era una simple fachada? A juicio, se
trataba por el momento de una apariencia. Pero ¿a qué fines? La diplomacia de
la República del Occidente no se planteó la posibilidad de acción concertada
entro los patriotas de aquí y de allá. Se trata mas bien de la concepción propia
de nuestro líder de la empresa libertadora, Simón Bolívar o de la de su
Secretario de Relaciones Exteriores, que por su prematuro fallecimiento no
pudo revelarnos la medida de su influencia sobre el también llamado joven
Bolívar. Ambos parecen haber desarrollado la dicción de una unión
colombiana. Se trata de comprender con esto, una parte, al Congreso
neogranadino en la iniciativa diplomática ante la Gran Bretaña, pero también de
un medio de disfrazar la ruptura política que ha decidido en Caracas, la
Asamblea de Notables reunidas en enero del mismo año, mediante la
apariencia de que el ejército libertador de Venezuela mantiene su fidelidad
política como mandatario del Congreso neogranadino. Se trataba también de
esta manera, de concentrar en la persona el propio Libertador de manera
rápida y fácil la función de liderazgo y centro de gravedad del proceso político
insurgente, en sus relaciones con la Gran Bretaña; igualmente de aglutinar
poder por vía de una ficción, tanto sobre la Nueva Granda como del Estado de
oriente en Venezuela, que era la realidad, totalmente ajenos y actuaban de
modo independiente para el momento.
Señaladas las líneas principales de la política exterior del Estado de
Occidente, es importante destacar cuáles son las necesidades apremiante que
generan la búsqueda de reconocimiento y auxilio exterior de la más diversa
índole por parte del recién nacido ente político.
En el primer lugar, el estado de las finanzas públicas es simplemente
catastrófico y las disponibilidades apenas alcanzan para atender las urgencias
más inmediatas. Testimonio de ello lo ofrece, en forma dramática y veraz, el
Secretario de Hacienda También Antonio Muñoz Tébar, quien en su informe de
31 de diciembre de 1813 sobre la actuación de su Despacho afirma que:
Nunca Venezuela ha estado más exhausta de fondos, nunca ha
tenido más gastos y nunca el poder de las circunstancias ha
atrasado de tanto sus rentas, coma en la presente guerra.
La rapiña de las tropas españolas había destruido los frutos de
toda clases, consumido los ganados de toda especie; el despótico
gobierno había prohibido las manufacturas, añada a esto V.E. que
los propietarios, sobre todo los más ricos, no cuidaron más de sus
posesiones...
Vea aquí V.E. como la agricultura base de la prosperidad de
todos los Estados se aniquiló en aquellos tiempos de furor y de
demencia. Nosotros somos lo que hemos venido a recoger el
daño. Han faltado frutos para el comercio extranjero e interior, y
han faltado en consecuencia los derechos de alcabala, de
importación y exportación no habiendo manufacturas indígenas,
que hubieran suministrado a nuestras necesidades a precios
cómodos, hemos debido comprar a precios exorbitantes los
extranjeros; y como en todos los gobiernos paternales, han sufrido
tanto el Erario Público, como las fortunas privadas...
Reflejo patente de la penuria económica del Estado, en la conducción de
las relaciones externas, es que Juan Rodríguez de Toro, agente diplomático
designado para una misión extraordinaria en los Estados Unidos, se le proveyó
por orden de Antonio Muñoz Tébar de 5 de enero de 1814, dirigida al director
General de Rentas del Estado, de:
...treinta zurrones de añil, para los gastos de la comisión
que S.R. le ha confiado a los Estados Unidos del Norte de
América..
Se tomaron medidas fiscales de emergencia para proveer a los gastos
del Estado como fueron la reducción del precio del tabaco que se disminuyo de
cinco a cuatro reales para desestimular las ventas clandestinas y el cultivo
secreto del producto, actividades ilícitas, que fueron además sancionadas con
pena de muerte por ley de 11 de septiembre. Por otra parte, se disminuyeron
los impuestos de importación para alentar la entrada de mercancías del
extranjero. Además de la renta fiscal del tabaco, única productiva, a pesar de la
languidez de sus ingresos, ya que las rentas de alcabala y de importación y
exportación eran menguadas, fue necesario crear nuevos recursos, a saber: la
acuñación de moneda macuquina el 24 de agosto de 1813; la capitación del 15
de septiembre del mismo año y el préstamo de un "soldado" para los
propietarios de hacienda o comercio el 20 de octubre de 1813.
Estas medidas se aplicaron hasta fines de año solo a la región norte
costera de la Provincia de Caracas, es decir, la capital, los Valles de Aragua,
del Tuy, de Barlovento, única zona sobre la cual ejercía con efectividad el
Estado su poder fiscal. Sobre el resto del Estado de Occidente no había control
fiscal alguno.
Si damos una ojeada al ejército o fuerza militar terrestre el cambio en la
correlación de fuerzas, desfavorable a la causa patriota, se revela en
comunicación de Simón Bolívar al Presidente del Congreso de la Nueva
Granada, el 20 de septiembre de 1814 donde se dice:
La sublevación general de todo el interior de Caracas da al enemigo un
número de tropas incomparable con las pocas que la capital y sus pueblos
vecinos podrán constituir para oponerle... Así los pocos pueblos que combatían
conmigo por la libertad desmayaron, cuando el enemigo se aumentaba
prodigiosamente y se conciliaba el efecto de sus tropas. "
Si apreciamos el estado de la marina de guerra necesaria para la
defensa del comercio y las comunicaciones con el exterior frente al bloqueo
decretado por la Regencia, el desembarco de las tropas frescas de la metrópoli
o de Puerto Rico, y las actividades de los corsarios españoles desde
Barlovento hasta Occidente, la conclusión exacta era también negativa para los
patriotas. El poder naval del Estado de Occidente no existía para el momento.
El informe de 1° de enero de 1814 del Secretario de Marina Tomás Montilla, no
puede ser menos revelador:
... La ruina de Venezuela, extensiva a cada una de sus
ramas, no perdonó tampoco el de Marina. Los buques existentes
a la gloriosa entrada de V.E. en esta capital, apenas fueron
bastantes para transportar los peninsulares y canarios y nuestras
costas y puertos quedaron sin una falúa...
Los esfuerzos requeridos para enfrentar el 13 de septiembre de 1813
una expedición enviada de Cádiz, formada por la fragata “^Venganza" de 40
cañones, una goleta de guerra y 5 transportes con 1.200 hombres de
desembarco, producen el irrisorio resultado de equipar y armar:
...tres goletas y dos lanchas cañoneras...
Más tarde, el 9 de abril de 1814, Antonio Muñoz Tébar se dirige desde
Valencia al Director General de Rentas expresándoles:
... S.E., el Libertador enterado del oficio de V.S., de 22 de marzo y
del ciudadano Comandante de La Guaira relativos a la necesidad
de comprar uno o dos bergantines para reforzar nuestra
escuadrilla, ha tenido a bien S.E., acordar que por ahora no puede
verificarse por la escasez en que se halla el Erario.
Era obvio, pues, la urgencia de crear una Marina de Guerra.
Rasgo característico de la política exterior de la República de Occidente,
es que las actuaciones están dirigidas a las capitales de las potencias
europeas y a los Estados Unidos. El Caribe, la República negra de Haití y las
posesiones coloniales británicas y francesas próximas a nuestras costas no
parecen, de acuerdo con el Estado actual de las investigaciones, estar dentro
del foco de interés principal de los autores de la política exterior. Solo, en caso
de emergencia se piensa en Jamaica, Guadalupe, Martinica, Barbados,
Trinidad o Curazao, como fuente de recursos.
Pero lo fundamenta de la política exterior de la República de Occidente
consiste en que es propia y exclusiva de un estrato social y del cenáculo que lo
representa, la aristocracia terrateniente esclavista, en sus dos segmentos, el
realista y reformador y colonial y el republicano y radical, representado este
último por Simón Bolívar y sus allegados. El carácter puramente clasista que
hasta el momento reviste la política exterior venezolana se pone de relieve en
las Instrucciones del Libertador de 19 de junio de 1814, para la Misión de Pedro
Gual en la Isla de Barbados, donde dice:
3°... El gobierno de Venezuela no empleará de modo
alguno socorros contra los españoles, sino contra los bandidos y
esclavos fugitivos que llevan el pillaje, la muerte y la desolación
por muchas de nuestras más bellas poblaciones...
Pero además, lo revela Bolívar al año siguiente en medio de crisis que
vive en Jamaica, en el nadir de su carrera y de su liderazgo, cuando confiesa a
Luís Brión el 16 de julio de 1815, quien a sazón se halla en Haití, en busca de
armas:
yo mismo no voy a esa isla, porque no quiero perder la
confianza que hacen de mi estos señores, pues, como V. sabe,
las manías aristocráticas son terribles...
Las direcciones de la política exterior de la República de Occidente se
traducen en cuatro misiones diplomáticas, dos de ellas aparentemente de
última hora, una a la Gran Bretaña, otra a los Estados Unidos y las dos últimas,
una a la isla de Barbados y la otra, genéricamente, a cualesquiera de las
colonias inglesas del Caribe. De las cuatro la enviada a Gran Bretaña parece
haber sido la de mayor significación y prioridad para Simón Bolívar aun cuando
cronológicamente haya sido precedida por la plenipotencia concebida para los
Estados Unidos de América. Todas, menos la encomendada a Pedro Gual,
fueron confiados a personas muy allegadas o familiares de Simón Bolívar; así
ocurrió con Lino de Clemente, sobrino del Libertador, a Juan Rodríguez de
Toro y a Martín Tovar Ponte. En cambio, la dotada de mayor sentido político
fue la encargada a Pedro Gual, que no era próximo a Bolívar y quien solo
estaba de paso en Caracas como representante de la Legislatura del poderoso
Estado de Cartagena. De allí que la investidura, de Gual, venezolano al servicio
de Cartagena, como agente diplomático ante el Comandante en Jefe de las
Fuerzas de Tierra de S.M.B., en la isla de Barbados anunciada en acción
diplomática conjunta de Venezuela y la Nueva Granada la gestación de la
República de Colombia.
La
precedencia
cronológica
de
la
Misión
ante
el
gobierno
norteamericano parece razonable atribuirlo al hecho de que para enero de
1814, fecha en que aquella se inicia, se creía más fácil, por el estado de guerra
en el continente europeo, obtener socorro de la Nación del Norte; la Misión a la
Gran Bretañan solo se plantea cuando llegan a Caracas noticias ciertas del fin
de la guerra en Europa, de la abdicación de Napoleón y de la restauración de
los Borbones en Francia Y España.
Por último, encomendada a merece destacarse la Misión de última hora
Martín Tovar Ponte, producida desde Barcelona, actuación que conecta la
política del Estado de Occidente con la del Estado de Oriente. La Misión de
Tovar parece llevar la impronta concepción, mas pragmática y directa, que
tenían de la diplomacia los patriotas del Estado de Oriente, cuyo alcance
inmediato era de las colonias inglesas y francesas del Caribe. Vale la pena
recordar también que, a diferencia de las números iniciativas diplomáticas que
hizo vale la Primera República ante las autoridades inglesas de Curazao, no se
reconoce en cambio ninguna que se haya producido en este sentido bajo la
Segunda República. La hostilidad abierta del Gobernados británico de esa isla
hacia los patriotas, parece la explicación más plausible de este hecho.
En el mes de mayo de 1814 se constituye el cuerpo de dos
plenipotenciarios para representar a la República en Londres. Los agentes
diplomáticos abordan la fragata británica "La Palma" en la Guaira,
posiblemente el 7 y el 10 de mayo, llevando consigo una comunicación dirigida
por Simón Bolívar al Contralmirante P.C., Durham, Comandante en Jefe la
escuadra británica con sede en Barbados, de 5 de mayo, donde manifiesta
que:
... Habiéndose, pues prestado el Comandante de la fragata
de S.M.B. La palma a conducir a su bordo las personas que en
calidad de comisionados de Venezuela van a tratar con el
Gobierno de S.M.B., se han embarcado en ella para esa isla, esos
comisionados son el Inspector de la Artillería Lino de Clemente y
el Coronel Juan Robertson que yo me tomo la libertad de
recomendar a V.E. principalmente para que V.E. se sirva
permitirles que pasen a Londres, si es posible en uno de los
buques de guerra que deban primero ir para aquella gran capital...
Las credenciales de los plenipotenciarios de fecha de 6 de mayp de
1814, firmadas por Simón Bolívar y Antonio Muñoz Tébar, expresan lo
siguiente:
Simón Bolívar, Libertador de Venezuela. General en jefe de
sus Ejércitos, etc., etc., Restablecida por la suerte de las armas la
República de Venezuela y sancionada ya su integridad Nacional
con la Nueva Granada, debiendo formar ambas regiones un solo
cuerpo de Nación; y siendo del interés de la Nación Británica, por
su comercio, reconocer nuestra independencia, y auxiliarla, he
venido en constituir Agentes Extraordinarios por Venezuela cerca
del Gobierno de S.M.B. Y en efecto elijo y nombro por tales
Agentes Extraordinarios, al general de brigada Lino de Clemente y
al general de brigada Juan Robertson, para que participándolo al
Gobierno de S.M.B. cuya amistad desea Venezuela, obtengan
que sea reconocida tal Nación como libre dependiente y pueda
restablecer las negociaciones más ventajosa o ambas potencias,
para lo cual se hallan bastante autorizados con plenos e ilimitados
poderes. Dada en el Despacho ale Gobierno de Caracas, a seis
de mayo de 1814. 4°, firmada de mi mano, sellada con el
provisional de la República y refrendada por el Secretario de
Estado.
Pero lo que reviste mayor trascendencia son las Instrucciones dadas a
los Comisionados fechada las principales u originales el 4 de mayo de 1814, y
las Adicionales el 9 de mayo del mismo año, cuyos textos reproducimos
íntegramente, porque sustancian los propósitos de gestión diplomática.
4° Por los conocimientos que tienen estos Agentes de la
extensión de la Nueva Granada y Venezuela: de la población de
ambas regiones en hombres libres y esclavos, de lo que percibe
periódicamente su Erario Público; de sus gastos: en una palabra,
de su estadística, harán conocer los recurso de la nueva nación,
las ventajas que ofrece al comercio inglés recursos y ventajas que
la libertad debe multiplicar hasta el infinito. En efecto, la Nueva
Granada, en una extensión casi inaveriguable, tiene provincias,
litorales y puertos magníficos en el Océano y en el Pacífico, entre
los cuales uno es el soberbio puerto de Cartagena en el Océano.
Las provincias interiores de Venezuela son las de Barinas,
Mérida y Trujillo; las litorales son la de Maracaibo, la de Caracas,
la de Barcelona, la de Cumaná y la de Guayana; tiene además la
isla de Margarita, Maracaibo y Guayana, aunque no
han
adoptado el sistema de independencia, deben verificarlo muy
pronto y no faltan más que las capitales.
NOTA: El Estado de Cartagena de Indias, con respecto a la
unión de la Nueva Granada y Venezuela, no ha hecho más que
interponer sus buenos oficios para con el Gobierno de Venezuela,
a fin de establecer de hecho, y consolidar esta unión. Cuando la
Legislatura de Cartagena accedió a esta unión por una
declaratoria solemne, fue invitada a ello por el Congreso General
de la Nueva Granada, que no creyéndose con poderes bastantes
para hacerlo por sí solo, consultó a los gobiernos particulares de
las Provincias solicitando su aprobación. Casi todas las provincias
de la Nueva Granada, han seguido el ejemplo de Cartagena Por
consiguiente, ya la unión de ambas regiones en un solo cuerpo
político, se halla sancionada, no solamente por el consentimiento
tácito de aquellos pueblos, sino también por el voto explicito de
sus respectivos Gobiernos.
El primer comentario que merecen las disposiciones del jefe del Estado
de Occidente es que anuncian las génesis de Colombia en virtud de un acto
diplomático, como expresamos en páginas anteriores. Una visión en grande
cuando falte todavía la organización política del norte de la América meridional.
A estas alturas del proceso de Independencia, parece más bien un recurso
táctico frente a la Gran Bretaña, es decir, un señuelo para interesarla en el
comercio con Venezuela y la Nueva Granada y a cambio, el reconocimiento y
la ayuda requerida. De allí la significación principal del aparte 4° del texto. El
otro atractivo que contienen las Instrucciones, es el aparte 10° donde al
exponer los motivos de la "Guerra a Muerte", se alerta indirectamente a la Gran
Bretaña contra la insurrección general de los esclavos de sus colonias en el
Caribe para así obtener el apoyo solicitado. Por otra parte, las Instrucciones
traducen que la gestión diplomática está dirigida a suplir las carencias o
necesidades que anteriormente mostramos: anticipo de sumas de dinero,
buques armados para la protección de las costas, fusiles, municiones,
vestuarios y toda especie de armamentos y auxilio militar británico o bien la
imposición a los realistas de un cese a las hostilidades. Merece ser resaltada la
aspiración, por lo demás irreal de la dirigencia política de Venezuela y la Nueva
Granada de tener representación en el futuro Congreso de Viena, a lo que se
refiere el aparte 11°. Por último, vale la pena retener también entre el 4 y 9 de
mayo de 1814, lapso transcurrido entre las Instrucciones fundamentales y las
Adicionales parece haberse recibido en Caracas información y haberse forjado
en base a ésta, la convicción de que no es posible en el momento la ayuda de
la Gran Bretaña. Por esto se hace hincapié en las Instrucciones Adicionales en
la posibilidad especial de obtener algún auxilio de Rusia, primera potencia del
continente, hecho por lo demás, casi improbable." En todo caso Clemente y
Robertson, al llegar a Saint Thomas en las Islas Vírgenes, en busca de un
buque que los conduzca a Inglaterra, son expulsados y vejados por el
Gobernador
británico
Brigadier
General
Fitzroy
of
Grafton
Meclean.
Acontecimiento que no constituye excepción, pues demuestra el hecho
generalizado de que las autoridades británicas son hostiles al proceso de
independencia.
El destino posterior inmediato de ambos parece haber sido el regreso a
Caracas, pues el 19 de junio Robertson aparece como acompañante de Pedro
Gual en su Misión a Barbados.
La precedencia en el tiempo de esta iniciativa diplomática a la misión
dirigida a Londres y luego, las instrucciones a Clemente y Robertson
encaminadas a lograr el reconocimiento a las Cortes del norte de Europa,
particularmente la de Rusia, pareciera evidencia de que la única esperanza de
ayuda y reconocimiento exterior que alimentaban los patriotas del Estado de
Occidente, dado el conflicto, todavía no resulto entre los Estado Unidos e
Inglaterra, era el reconocimiento y el apoyo norteamericano. De allí que desde
enero de 1814, aun cuando no sabemos en que fecha exactamente marcha el
Coronel Juan Rodríguez de Toro, hermano de Marqués y amigo personal de
Simón Bolívar, a los Estados Unidos, vía San Thomas. Lo expresado parecería
confirmarse en el texto de la comunicación de 4 de mayo de 1814 dirigida al
Comisario venezolano en San Thomas por Antonio Muñoz Tébar, donde dice
que:
Nunca ha importado más a Venezuela la realización de las
negociaciones que S.E. el Libertador confió a V.S. como en las circunstancias
actuales. El presente estado de Europa ofrece una crisis la más favorable para
nuestro continente.
Esta gestión también fracasa, ya no por la abierta enemistad inglesa
hacia la causa patriota, que podía además ser un factor de agravación eventual
de la guerra con los Estados Unidos en el teatro de operaciones del Caribe,
sino por la inconsistencia del diplomático venezolano. Este no solo permanece
en San Thomas, inexplicablemente, a pesar de las comunicaciones de 4 y 9 de
mayo de 1814, en que se insta desde Caracas a que se lleve a cabo su gestión
y se traslade a los Estados Unidos, sino que al ocupar las fuerzas realista en la
cuidad de Caracas en julio de 1814, regresa a Venezuela y abraza la causa
realista.
La decisión de encomendar a Pedro Gual la representación venezolana
ante una de las dos estaciones británicas mejor dotada en el Caribe, en fuerza
militar y naval, parece significar, por una parte, como ya expresamos el
propósito de persuadir a los ingleses de la realidad de unión de los patriotas de
Venezuela y de la Nueva Granada; pero además, esta gestión, en las
instrucciones que se dan a Gual y en la comunicación enviada por su
intermedio al Comandante en jefe de las fuerzas terrestres, con asiento en la
isla, son el testimonio más elocuente y dramático del aislamiento y de la falta
de sustentación sociopolítica del Estado de Occidente. Este está próximo a
derrumbarse políticamente y militarmente por la guerra social desatada desde
dentro y posiblemente estimulada desde afuera no solo por España, sino
también por las autoridades británicas de las Antilla. Esta última es una
hipótesis todavía no demostrada, que había que someter al rigor de la
investigación. Demuestra también claramente el perfil y contenido clasista que
tiene al momento la conducta exterior de los patriotas del Estado de Occidente.
En efecto, dice Bolívar al jefe británico:
Nuestros enemigos no han perdonado medio alguno por
infame y horrible que sea para llevar a cabo su empresa favorita.
Han dado la libertad de nuestros pacíficos esclavos y puesto en
fermentación las clases menos cultas de nuestros pueblos para
que asesinen indistintamente a nuestras mujeres y a nuestros
tiernos hijos, al anciano respetable y al niño que aún no sabe
hablar. Tantas desgracias que afligen la humanidad en estos
países deben llamar por su propia conveniencia la atención del
Gobierno de S.M.H. El ejemplo fatal de los esclavos y el odio del
hombre de color contra el blanco, promovido y fomentado por
nuestros enemigos, van a contagiar todas las Colonias inglesas, si
con tiempo no torna la parte que corresponde para atajar
semejantes desórdenes. V.E. no violará de modo alguno la
neutralidad de su Gobierno si en un caso tan extraordinario toma
el partido, de favorecernos con algunos socorros militares, no
para auxiliar la Causa Americana o la española, sino para
contener los excesos que puedan tener una tendencia directa a
perturbar la tranquilidad y sosiego de las Colonias de S.M.B. Es
con este importante objeto que yo tengo el honor de comisionar
cerca de la persona de V.E. al Dr. Pedro Gual, Presidente de la
Legislatura del Estado de Cartagena de Indias, y su actual
Representante cerca de este gobierno, a fin de que de sus
conferencias con V.E. resulten los bienes recíprocos que me han
propuesto.
Por otra parte, copiarnos textualmente las Instrucciones dadas al
Comisionado y Presidente de la Legislatura de Cartagena, donde se le pide
que solicite la intervención militar británica en Venezuela, calificando la guerra,
que hasta el momento se había definido en términos de conflicto entre
venezolanos y españoles, como un conflicto entre terratenientes y esclavos o
entre blancos y hombres de color. Si se pudiere probar alguna actuación
británica, en colusión con las autoridades españolas, en favor del partido de los
"hombres de color" contra los "blancos", aristócratas de la República de
Occidente, la angustiosa apelación venezolana a la aristocracia terrateniente y
colonial británica en las Antillas, para evitar el contagio o la exportación de la
lucha de castas a las islas caribeñas, parecería haber sido una palmaria
demostración de ingenuidad política.
Instrucción para el Comisionado de Venezuela cerca de
S.E. el Comandante en Jefe de las Fuerzas de Tierras de S.M.B.
y S.E. el Almirante de la estación de Barbados.
1° Para contener los excesos de las facciones intestinas
fomentados del modo mas escandaloso por nuestros enemigos, el
Comisionado solicitará el auxilio de algunos fusiles hasta el
número de dos mil con su correspondiente repuesto de
municiones de guerra. También dos cajas de medicina y dos
juegos completos de instrumentos quirúrgicos.
2° A fin de inclinar el ánimo de los Jefes Británicos a
franquearnos estos socorros les hará ver cuánto es el interés de
la Gran Bretaña con impedir que las facciones intestinas
consuman y aniquilen unos países como éstos tan importantes a
su comercio e industria.
3° El gobierno de Venezuela no empleará de modo alguno
estos socorros contra los españoles, sino contra los bandidos y
esclavos fugitivos que llevan el pillaje, la muerte y la desolación
por muchas de nuestras más bellas poblaciones y haciendas.
4° Para garantizar a los jefes S.M.B el buen uso que este
Gobierno desea hacer de estos socorros militares admitirá en su
territorio hasta mil hombres de tropas inglesas, y un destacamento
de ciento o menos hombres de artillería con sus componentes
piezas de campaña, que observen su conducta en esta parte.
5° Siendo igualmente provechoso a los americanos o a los
españoles por quienes últimamente la suerte de la guerra decidida
la actual disputa y mucho más al comercio británico la
conservación y el fomento de estos Estados, el Comisionado
solicitará que las tropas de S.M.B. cooperen también con las
nuestras a destruir los bandidos y reducir los esclavos a sus
deber.
6° En caso de que la suerte de guerra dicte proponer
armisticio por una u otra parte, las tropas de S.M.B contribuirán a
hacerlo respetar y observar inviolablemente desde que las partes
contenedoras hayan convenido en ello.
7° El gobierno de Venezuela suministrará generosamente a
dichas tropas, provisiones, cuarteles cómodos, hospitales y
cuanto sea necesario a su socorro según convenga el
Comisionado que se autoriza ampliamente al efecto.
8° La tropas inglesas o sus comandantes no se mezclarán
de modo alguno en el Gobierno Civil y Militar de Venezuela,
excepto en los casos de arriba indicados, para los que su jefe de
pondrá de acuerdo con este Gobierno .
9° El Gobierno de Venezuela tampoco se mezclará en la
economía de las tropas británicas durante su residencia en el
país.
10° Las tropas de S,M.B evaluarán el territorio de
Venezuela luego que este gobierno conceptúe no ser necesarias
para los objetos antes dichos.
11° El Comisionado, sin pérdida de tiempo dará cuenta de
los resultados de esta Misión y en caso de no tener el suceso
favorable que nos proponemos, podrá permanecer en Barbados
hasta nuevas órdenes y obrar libremente según se lo dictare su
prudencia. Cuartel General de Caracas, junio 19 de 1814, 4° de la
República (firmado) Simón Bolívar.
Nada conocemos de las vicisitudes y resultados de esta Misión.
Sabemos que la dialéctica entre el Estado de Occidente y el Estado de Oriente,
el primero, osado y temerario enclave en tierra del enemigo, reflactorio, al
cambio, ampuloso, soberbio, y débil, el segundo prudente y seguro, plantado
en la tierra de amigos, pragmático, realista y concreto, humilde y fuerte. De allí
el naufragio del primero, cuyos restos llegaban a las playas de Oriente en
agosto de 1814. El proceso sociopolítico y económico de la independencia,
desplaza irrevocablemente en 1814 su centro de gravedad de Mérida y sus
aledaños virreinales, hacia Maturín del Estado de Oriente donde la luz que se
extingue en Occidente es encendida de nuevo por el justiciero e indómito
pueblo oriental como fuego perenne que sobrevive hasta nuestros días. Atrás y
olvidada queda Caracas y sus aledaños, cuna de la libertas y enemiga de ella,
y de la cual, con acertado juicio de realidad y registro de tristeza, dice Bolívar el
21 de septiembre de 1813.
Departamento de Caracas que por todos respectos ha
debido hacer mayores que otro alguno para exterminar a los
tiranos, y conservar el gran concepto que se merece en todos
tiempos por la liberalidad de sus sentimientos, ha sido desgracia
el que menos ha contribuido a sostener nuestra gloriosa lucha.
Sin embargo el primer contacto entre el Occidente y el Oriente no es
auspicioso. La composición multirracial y policlasista de las fuerzas de oriente,
el liderazgo popular de Santiago Mariño, inconmovible por su naturaleza
misma, hacen cortocircuito por la arrogancia y las maneras aristocráticas y
dominantes de los líderes caraqueños, que además vienen derrotados. Pero
éstos traen consigo también la visión universal y la formación teórica de las
elites virreinales y el temple ya aprobado de un segmento de la aristocracia que
está consubstanciada con su tierra. En la contradicción y en la simbiosis, se
allana, sin embargo el camino que conduce a Santiago Mariño a embarcar
junto con Simón Bolívar para reemprender la lucha en los confines del Oriente
de Colombia.
LA POLITICA Y LA DIPLOMACIA DEL ESTADO DE ORIENTE
La conducta exterior y la diplomacia de los libertadores de Oriente,
contrasta como sustancialmente diferente de la del Estado de Occidente tanto
en su concepción como en sus objetivos y estilo. No existe, sin embargo, hasta
el momento testimonio alguno de Santiago Mariño o de Juan Bautista Bideau,
protagonistas principales y descollantes de la independencia oriental en 1813 y
1814, que nos permita saber a ciencia cierta cuál pudo ser la visión o enfoque
particular que los dirigentes nombrados tuvieron del estado del sistema
europeo y de la coyuntura del sistema político mundial. Sin embargo, de los
documentos diplomáticos que nos ha legado la investigación hasta el momento
podría inferirse que para los patriotas de Oriente no parece revestir mayor
interés lo que acontece más allá de las fronteras del mar Caribe aguas y tierras
bajo dominio británico. Por esto, la visión oriental del mundo exterior podría
definirse como localista o regionalista, a diferencia de la visión virreinal y amplia
de los patriotas occidentales. Por otra parte, los grandes designios de la política
exterior están ausentes de los propósitos del Estado de Oriente, y más que
eso, las relaciones con el exterior no parecen tener la urgencia y la prioridad
que tienen para el Estado de 0ccidente. Parecería que la elite dirigente de la
causa patriota de Oriente tiene arraigo en las masas populares; se trata de una
revolución en tierra amiga, donde los españoles y catalanes establecidos y las
autoridades
reales
son
extranjeras,
espontáneamente
repudiados
y
desplazados de sus posiciones directivas. Por otra parte, el “hinterland" del
Estado de Oriente es lo suficientemente importante en términos económicos y
disponibles para la causa patriota. De manera que esta requiere muy poco del
mundo exterior para sobrevivir. En cambio, aparece como una evidencia que el
“hinterland” de Occidente hasta los Valles del Tuy y Ios llanos del Guárico está
comprometidos y disputado por guerra social, potenciadas por los realistas. Por
consiguiente, la necesidad que tiene este Estado de las relaciones con el
exterior, es mayor en la medida en que su base territorial es fundamentalmente
la estrecha franja costera que existe entre Puerto Cabello y los puertos de
Barlovento; pero, además, la elite dirigente de este Estado, como ya hemos
dicho antes, parece un enclave en tierra enemiga, un grupo invasor y
perturbador, extranjero, a los ojos de las poblaciones y de las masas populares.
Prueba de ello parecería ser que las fuerza militares realistas que combaten y
son expulsados de Oriente, en 1813, en 1814, provienen de Occidente; no hay
fuerzas realistas orientales, propiamente dichas; en cambio, las fuerzas
realistas que operan en la Provincia de Caracas, asiento del Estado de
Occidente, se forman, organizan y actúan dentro de los propios confines de
éste, semillero de esclavos libertos, enemigos de sus antiguos amos y de
pardos libres que pueblan las llanuras de Guárico. Lo mismo ocurre al año
siguiente, cuando el Estado de Occidente sucumbe, a pesar del auxilio oriental.
Oriente en cambio, es el regazo, la matriz, segura y fuerte donde es posible
encontrar refugio y mantener encendida la fuerza del cambio.
Pero, asimismo, para las colonias inglesas del Caribe, la necesidad del
intercambio exterior en Occidente no es tan perentoria como lo es para los
habitantes del Estado de Occidente. Esto, porque Coro y Maracaibo
permanecen siendo realistas y garantizan el acceso incondicional del comercio
británico a Tierra Firme desde la avanzadilla y factoría de Curazao; además,
no existe un poder naval republicano en Occidente que pueda impedir el
comercio británico con las provincias realistas. Por el contrario, la situación
parece de Oriente. La proximidad de Trinidad y Tobago de las costas orientales
y la existencia de una infraestructura comercial, industrial v cultural común
entre los pueblos de Oriente y las islas nombradas, no afectada por la reciente
incorporación de estas al
dominio español, la vocación y el poder naval
republicano de los orientales, que está en capacidad de modificar o interrumpir
el intercambio de Trinidad con Cumaná, Margarita a Maturín; y finalmente, el
interés primordial de la colonia británica en abastecimiento del ganado que se
cría en los llanos de Maturín, hacen que sea más importante para Trinidad el
comercio con los patriotas de Oriente que viceversa. Lo que constituye un
factor favorable a la política exterior más consistente, y realista, menos
ambiciosa pero más efectiva en el logro de resultados concretos.
De acuerdo con los documentos que a la fecha revelan el estado actual
de la investigación histórica, la dirección de la actividad exterior del Estado de
Oriente está en manos, al igual que en el de Occidente, el líder máximo
Santiago Mariño, quien en ausencia por sus operaciones militares, parecería
compartirlas, que no delegarlas, con Juan Bautista Bideau. De este ú último
poco sabernos. ¿Cuáles son las líneas principales de la política exterior del
Estado de Oriente?
En primer lugar, la búsqueda de auxilios y recursos militares en las
colonias británicas del arco orográfico de las islas de Barlovento, en particular
en Trinidad y Granada; en segundo lugar la recluta de voluntarios en las islas
de Margarita y Guadalupe,
dispuestos a comprometerse en la causa
independiente, en tercer lugar, la formulación y operación de un poder naval
propio, para enfrentar el bloqueo de la marina española y perseguir los
corsarios armados por esta en las costas orientales, que operan en especial en
el Golfo de Paria, para asegurar la continuidad del comercio entre Trinidad y
Cumaná, Barcelona, Güiria, Irapa, Carúpano y pueblos de Margarita; en cuarto
lugar, la guerra defensiva contra la intrusión realista en las provincias
orientales, con todos los miramientos, consideraciones usos y normas de la
guerra en el trato humano de los prisioneros y en quinto, y último lugar, la
extradición de los esclavos fugitivos de las colonias británicas.
Como puede observarse, a diferencia de lo que ocurre en el Estado de
Occidente, no existe en el Estado de Oriente la necesidad apremiante del
reconocimiento por parte de la Gran Bretaña, de ninguna otra de las grandes
potencias; tampoco la necesidad de ayuda financiera. Además, la contienda no
reviste las características de violencia y dramatismo de una guerra existencial o
de exterminio. En efecto, puede decirse que en Oriente se desarrolla la
antítesis de política de Guerra a Muerte, es decir, una guerra con rasgos de
tolerancia, magnanimidad y clemencia; por último, la tradición marinera y la
vocación marítima del Estado de Oriente facilita la construcción de un poder
naval republicano, que le permite prescindir del concurso y ayuda de la marina
británica.
Pero, además de ser diferente, la política oriental tiene un acento
pragmático, sí la comparamos con las iniciativas y expectativas de los patriotas
de Occidente. Basta citar la comunicación de Santiago Mariño al Teniente de
Navío C. D. Jeremy, Comandante del Bergantín británico "Liberty", surto en el
puerto de Güiria, donde dice respecto al gobierno de S.M.B. que:
...los presentes compromisos de este con España no pueden
permitirnos esperar ninguna ayuda efectiva de su parte...
... la actual situación política de la Gran Bretaña no permitirá tal
vez a su gobierno intervenir tan efectivamente como
desearíamos...
Al final se despide Mariño, reiterando que:
Si bien las circunstancias no permiten en el presente la intimidad
de las relaciones que desearíamos cultivar con la Gran Bretaña,
esperamos sin embargo, que al menos un amistoso intercambio
no sea imposible.
Sobre la base de este presupuesto político, lo que interesa a los
patriotas del Estado de Oriente, como objetivo fundamental a lograr de la Gran
Bretaña, para garantizar la fluidez del próspero comercio privado que existe
desde hace años entre las provincias de la Nueva Andalucía y las Antillas bajo
dominio británico, es que la autoridad inglesa,
... ensaye limpiar el golfo de los corsarios que bloquean ahora
nuestras costas Pensamos solo en el Golfo de Paria y no en otras
partes del continente."
y también plantean
Si el gobierno británico quisiera intervenir a fin de que el comercio
sea respetado apropiadamente,
nos
complacería ver
restablecidos nuestras relaciones entre este continente y las
varias colonias inglesas.
¡Qué diferencia con el estilo solemne y formal del lenguaje de las
comunicaciones oficiales del Estado de Occidente en su correspondencia
diplomática con la Gran Bretaña¡
Logrado el fin perseguido de mantener el intercambio trinitariovenezolano en el Golfo de Paria, vendrán naturalmente las armas y las
municiones desde Martinica, Guadalupe, San Vicente Granada o Trinidad,
pasarán sin dificultad las lanchas, fusiles y cañones ingleses de marina, los
vestuarios, los bergantines y las goletas y a cambio, las cabezas de ganado de
los hatos de Maturín se apiñarán en los buques fletados en Puerto España.
El ganado es la riqueza que poseen en abundancia los patriotas y
Mariño lo afirma sin vacilaciones y seguro:
...somos dueños de las llanuras donde se levanta el ganado; nada
puede exportarse sin nuestro permiso y podríamos fácilmente
llegar a un arreglo que beneficiaría a ambas partes. Proponemos
suministrar al Gobierno británico tantas cabezas de ganado como
puedan desearse.
Juan Bautista Bideau lo ratifica en carta de 17 de junio de 1813, enviada
al Gobernador de Trinidad, Sir Ralph Woodford:
Estamos bastante bien informados de las actuales
relaciones de la Gran Bretaña con España para darnos cuenta de
que, en el presente estado de cosas, vuestra Excelencia no puede
tomar medidas decisivas en nuestro favor. . Nos ¿podríamos, sin
embargo esperar que, bajo los auspicios de Vuestra Excelencia
se restableciera entre Trinidad y este país el comercio provechoso
que existió durante largo tiempo y que últimamente sufrió
temporal interrupción la importancia de ese comercio para las
vecinas colonias de su Majestad Británica era tal que varios
predecesores de Vuestra Excelencia permitieron que continuara
aun cuando la Gran Bretaña y España estuviesen en guerra
abierta. .. El feliz éxito de nuestras armas en varios distritos
promete que pronto seremos dueños de la totalidad de estas
Provincias y, en consecuencia, del comercio entero de este
ganado: un artículo tan esencial para el ejército y la flota de su
Majestad, merecen creemos, seria consideración por parte de
Vuestra Excelencia. Vuestros almacenes están además repletos
de productos, dedicados al mercado británico, y nuestras
haciendas abundan en todas aquellas provisiones que tanto había
antes en Puerto España; sus habitantes no pueden menos que
sentir la necesidad de sus acostumbradas mercaderías: podrían,
entonces unos cuantos despreciables corsarios privados de los
beneficios efectivos que pueden reportar del comercio con
nosotros...
El despliegue de una activa propaganda en favor de la causa patriota en
las islas del Caribe, para formar contingentes militares es otro de los fines
perseguidos por la diplomacia del Estado de Oriente.
En los conciliábulos y reuniones de Martinica y posiblemente en las
plantaciones de caña y tabaco, entre esclavos y libertos, en ensenadas y
bahías verdes rutilantes de agua y follaje, de otras Antillas menores, de tránsito
obligado para llegar desde Venezuela a la isla francesa, circulan las Proclamas
y Mensajes de Mariño y Bideau invitado a los extranjeros oprimidos, libres y
esclavos a hacer causa común con la revolución.
Extranjeros Amigos de la Independencia: la seducción, la
intriga y astucia de una capitulación pérfida habían volcado el
edificio de la Independencia a estos países que la naturaleza nos
ha dado en patrimonio. Pero la experiencia de cuatro meses de
esclavitud mostró con evidencia a la Costa Firme el precio
inestimable de la Libertad. La violación de la capitulación, los
arrestos, secuestros y, finalmente, las vejaciones sin número han
abierto los ojos a los habitantes de muchas ciudades que gemían
bajo el yugo. Esta fue la primera en sacudirlo. ¿Quién mejor que
vosotros, Extranjeros, conocen la franqueza de los Americanos?
Vosotros no ignoráis que la falta de energía de algunos en
quienes habíamos puesto nuestra confianza ha sido la sola causa
de nuestras desgracias. Os llamamos para comerciar con
nosotros y para que nos ayudéis en una causa tan justa. Os
ofrecemos tierras gratis y un domicilio que asegurará el bienestar
de vuestros nietos. Extranjeros: ¿qué hacéis? ¿No volaréis a
uniros a nosotros, a los hombres que os quieren como hermanos
y que os conjuran para que vengáis bajo sus banderas?
Venid, Extranjeros, al Cuartel General lo más pronto posible
compartir nuestra gloria y persuadíos de que seremos invencibles.
Cuartel General de la Reunión de Güiria, 19 de enero de 1813.
Año Primero del restablecimiento de la Independencia de
Colombia. SANTIAGO MARIÑO, J. Bta. BIDEAU.
El fuego se enciende en las playas coralinas y en las selvas tropicales
de las vertientes volcánicas del mar Caribe haciendo causa común con los
arreboles antillanos; y de noche el sigioso potear de los remos y los crujidos de
los jarcios y el batir de los velámenes, anuncian nombres franceses, ingleses,
suizos y nórdicos que de incógnito unos y mosquetes en mano otros,
desciende la escalera insular desde Martinica y Guadalupe en correría
presurosa desembarcando en Güiria, Carúpano e Irapa para engrosar
contingente
de Chacachacare, a defender los muros de Maturín, donde
resuena la primera diana de la libertad. ¡Qué diferencia con los políticos del
Estado de Occidente, para quienes por estas calendas el llamado a las gentes
de color en las islas producía espanto y repudio inconfesable!
La formación del poder naval no se hace esperar. De los cálculos
políticos surge una fuerza operativa para "limpiar" el golfo y el mar de
Margarita, Cubagua y Coche de los corsario realistas que los británicos dejan
asolar impunemente las costas venezolanas. Dicha fuerza, a medio camino
entre el embrión de una marina de guerra y una corsaria, se forma de la
integración de una flotilla margariteña compuesta de tres goletas y catorce
buques menores organizada por Juan Bautista Arismendi y de una flotilla
corsaria, propiedad de los hermanos genoveses Giovanni y Giuseppe Bianchi,
compuesta de tres goletas y tres buques menores. La formación de este poder
naval, desde tempranas horas en el Estado de Oriente y su actuación eficaz en
el bloqueo de una flotilla realista en Cumaná en julio de 1813 y en el bloqueo y
asedio de Puerto Cabello en Estado de Occidente, semanas más tarde, hacen
de esta decisión de política exterior un propósito exitoso.
También la política de conducción de la guerra adquiere en el Estado de
Oriente connotaciones específicas que la diferencia de la el Estado de
Occidente. F.1 conflicto militar es puramente defensivo, pues para hacer frente
a la acción libertadora que cohesiona sin dificultad los pueblos de Oriente, los
comerciantes catalanes de Barcelona y Cumaná, en minoría, deben recurrir a
las tropas realistas de Occidente que irrumpen atravesando el Unare como una
fuerza invasora que hay que repeler. Por otra parte, con buen trato de las
autoridades realistas de Oriente hacia los núcleos patriotas obliga la
reciprocidad. De allí que la actitud hacia el adversario, varias derrotado v
expulsado hacia Occidente por tierra y por mar, sea la condescendencia y la
magnanimidad que distingue al fuerte y seguro frente al débil. No es pues
extraño que esta política de contemplaciones con el adversario, que constituye
la negación de la 'Guerra a Muerte" y de sus atrocidades, que los patriotas
practican en el Estado de Occidente , se manifestaba entre otros ejemplos, en
la libertad bajo la palabra concedida al ex Gobernador realista de Maturín, Don
Vicente González, para que se embarcara a Trinidad con una misiva patriota
para el Gobernador de la isla, el 28 de junio de 1813.
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