El presente trabajo plantea una perspectiva de la industrialización latinoamericana en la década del '80. En tanto el mismo fuera realizado durante 1988 debe considerarse reflejo de la influencia que los ajustes comandados por el FMI tuvieron sobre América Latina y del impacto que plantearon, posteriormente, las propuestas de reforma estructural fundadas en los programas del Banco Mundial. Quedan fuera de la consideración de este material las experiencias que se abrieran en el continente sobre finales de la década y comienzos del '90. Concretamente no se analizan los efectos de las nuevas modalidades planteadas por ajustes que implicaron la progresiva eliminación de los niveles de valorización financiera (dolarización del endeudamiento interno) presentes durante toda la década del' 80 (ej.: Plan Bonex; Collor; etc.). Sin embargo creemos conveniente la publicación de este material en tanto busca evidenciar cómo la lógica del ajuste (respetada por los nuevos programas del '90) transforma en dilemas u opciones cuestiones que, bajo ningún concepto, deberían ser tales. El trabajo intenta mostrar que, además del efecto negativo en el balance de divisas de nuestros países impuesto por el endeudamiento, existen otro tipo de condicionamientos. La oposición mercado interno exportaciones; los límites para una política estatal activa y la imposibilidad de una política consistente en lo tecnológico aparecen como efecto de la inexistencia de política industrial. Más concretamente, en el marco del ajuste, este se transforma en "la política industrial" misma. Claudio Lozano Director 2 INTRODUCCION El desempeño del sector industrial latinoamericano fue afectado por la crisis de la deuda y las estrategias implementadas para administrarla. La modalidad que adoptó la política de ajuste frente a la restricción externa agravó los desequilibrios estructurales que presentaba el proceso de industrialización. Las debilidades presentes echan sombras sobre las perspectivas futuras, especialmente cuando las tendencias mundiales del cambio tecnológico, en ausencia de políticas sectoriales consistentes, provocan nuevas distorsiones. En la primera sección de este artículo se analiza el impacto reciente de las políticas económicas de ajuste sobre el comportamiento industrial y en la segunda se discute el tipo de inserción actual de la industria latinoamericana en el escenario tecnológico. Las conclusiones señalan la necesidad de un ajuste estructural completamente distinto al propuesto por las políticas actuales y el Banco Mundial. En caso contrario, se inhibirá aún más la capacidad del proceso de industrialización para dar respuesta a amplias demandas sociales crecientemente insatisfechas. 3 1. ESTANCAMIENTO INDUSTRIAL Y UN AJUSTE PERVERSO(*) En la década de 1970 el producto industrial de América Latina creció a una tasa anual promedio de 6,1%. Este dinamismo significó la duplicación del valor agregado manufacturero en 10 años, tal que su participación en los agregados económicos totales pasó del 20% al 25% entre los años extremos del período. El proceso de industrialización motorizó el crecimiento económico interno continuando las tendencias que habían emergido en la postguerra. En la segunda mitad de los '70 se revelan sustanciales diferencias en el ritmo que el proceso asumía en los diversos países de la región. Un conjunto de factores domésticos e internacionales, que afectaban de distinta manera a cada una de las economías, impulsaron resultados heterogéneos en el comportamiento industrial. Las tendencias de la economía mundial con mayor impacto inmediato en el escenario latinoamericano fueron los bruscos cambios en los precios relativos de las materias primas agropecuarias y energéticas, la hiperliquidez internacional y el proceso de endeudamiento externo y el desempeño recesivo de las economías centrales. El impacto de estos factores fue contradictorio: por una parte, la desaceleración del crecimiento de la demanda internacional condicionó desfavorablemente a la mayoría de los países de la región; por otra, la evolución de los precios de productos primarios tuvo influencias encontradas según la dotación natural de cada país; el acceso a masivos fondos internacionales, por último, permitió en esa etapa financiar los desequilibrios estructurales ya evidentes y aumentó la capacidad de compra de todas las economías. Los factores de orden interno de mayor ponderación residían en los muy diferentes grados de desarrollo, integración, maduración e inserción internacional de los aparatos industriales nacionales, lo que condicionaba la capacidad de respuesta de cada economía a la fluctuante situación externa. Adquirieron cada vez más relevancia las diferentes políticas económicas internas, de orden macroeconómico y sectorial, con que se regularon la aplicación de los recursos provenientes del endeudamiento internacional y la articulación entre el mercado interno y la apertura de la economía. Algunos países de la región lanzaron fuertes programas de expansión y diversificación de su base productiva industrial, con el doble objetivo de consolidar los avances y mitigar los desequilibrios derivados de una estrategia de sustitución de importaciones con excesiva protección. Otros, en cambio, iniciaron un proceso de regresión industrial, presuntamente basado en el aprovechamiento de ventajas comparativas estáticas y fundamentalmente dirigido a eliminar de la manera más espúrea los conflictos sociales derivados de la insatisfactoria pauta distributiva de ingresos asociada al modelo industrial en curso. Si, de todas maneras, el crecimiento acompañó durante los '70 a este escenario de situaciones y políticas heterogéneas, en la década del '80 el panorama de la región cambió abruptamente y, sin ninguna duda, en el peor sentido. La crisis de la llamada "economía de endeudamiento internacional" explotó y ello configuró un cuadro completamente adverso. Tres elementos expresaron a la crisis de la deuda y se han mantenido a lo largo de toda la década como la causa de desequilibrios básicos en las cuentas internas y externas de todos los países: los inéditos niveles en términos reales de la tasa de interés internacional, la drástica reducción en las transferencias de fondos financieros hacia la (*) Los cuadros y referencias estadísticas de esta sección están transcriptos o elaborados a partir de: CEPAL, Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe, 1987 y CEPAL, Economic Survey of Latin America and the Caribbean, 1987: Advance Summary, 1988. 4 región; y el deterioro permanente de los términos del intercambio. La conjugación de estas fuerzas implicó el peso creciente (y abrumador) del servicio de la deuda, el ingreso a una clásica (y agravada) espiral de endeudamiento y la continua reducción del poder de compra de las exportaciones. Las llamadas políticas de ajuste constituyeron la correa de transmisión entre la restricción externa y el desempeño del sector industrial latinoamericano. Se conocieron versiones "ortodoxas" centradas en la reducción del gasto interno al uso del FMI, y "heterodoxas", sólo en tanto adicionaban instrumentos de desindexación inflacionaria. Las hubo de objetivos estrictamente coyunturales, como la generación de la capacidad de pago inmediata y la reducción a corto plazo de los niveles inflacionarios, o de "ajuste estructural" guiadas por recomendaciones publicitadas por el Banco Mundial en el sentido de una apertura rápida e indiscriminada de la economía y de menor involucramiento del sector público, no sólo en la producción directa de bienes sino también en la regulación de la actividad económica. Esta configuración de factores de orden doméstico e internacional específica de la década de 1980 contribuye a explicar la evolución y las transformaciones del aparato industrial. Predominó el estancamiento, la recesión y la descapitalización cuando, paradójicamente, la región en su conjunto ha alcanzado los mayores superávits comerciales de su historia contemporánea y se ha convertido en un fuerte exportador neto de capitales. A efectos de avanzar en el registro y explicación de estas tendencias se incluye seguidamente un análisis descriptivo de la evolución de la industria latinoamericana y de algunas variables relacionadas. Las notas posteriores están organizadas en torno a dos cuestiones. La primera comprende la lógica del ajuste recesivo y la vinculación entre el esquema de transferencias financieras al exterior, el proceso de inversión y el nivel de actividad industrial. Se verá aquí que la política industrial queda sobredeterminada por la política macroeconómica de ajuste o, más aún, que la política macroeconómica es la verdadera política industrial. La segunda cuestión, derivada de la primera, se relaciona con las transformaciones productivas que tienden a desvincular la gestión y evolución de un sector exportador industrial y un sector para la demanda interna. El tipo de ajuste emprendido genera "la esquizofrenia" del aparato industrial y una falsa contradicción entre el mercado interno y las exportaciones. 1.1. El ciclo industrial de los ’80 y el quiebre del proceso de inversión Las estimaciones para 1987 del PBI del sector manufacturero señalan que la región tuvo un decrecimiento del 1% respecto de 1986. Finalizó un ciclo expansivo iniciado en 1984, que siguió a tres años consecutivos de fuerte caída del valor agregado industrial al principio de la década. Estadísticamente, el nivel industrial global a fines de 1987 resulta apenas superior al de 1980; si se lo considera en términos per cápita, dado el crecimiento poblacional promedio de 2,5% anual a lo largo de este período, la magnitud de su deterioro es aún más evidente. 5 Cuadro Nº 1 AMERICA LATINA(a) PBI INDUSTRIA MANUFACTURERA(b) Nº de índice 1980 = 100 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987 100.0 94.6 92.3 88.6 93.2 97.1 103.2 102.2 (a) No incluye islas del Caribe. (b) A costo de factores y precios constantes. El comportamiento del sector industrial en los '80 muestra, por lo tanto, dos fases claramente diferenciadas: el período 1981-1983, con un crecimiento negativo del orden del - 4% promedio por año, y el período 1984-86, con tasas de variación positiva de 5% anual. Los resultados de 1987 abren un interrogante: ¿se trata de una interrupción temporaria de un proceso de crecimiento sostenido o es el inicio de una nueva fase recesiva? Una breve caracterización de ambas fases puede ayudar a darle respuesta. La recesión en el sector industrial se inicia en 1981 con abruptas caídas del producto en Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Uruguay, Venezuela y la mayor parte de los países centroamericanos. México, Paraguay y la República Dominicana acompañan esta tendencia con un movimiento de desaceleración de su crecimiento anterior. En 1982 la recesión se generaliza en toda la región. Excepto Venezuela, que recupera una tasa modesta en torno al 3% después de cinco años de estancamiento, el resto de los países exhibe un crecimiento nulo o francamente negativo. Los países medianos lideran esta tendencia y los tres grandes (Argentina, Brasil y México) participan del mismo comportamiento. Cuando en 1983 Brasil y México registran otra caída y el resto de la región presenta valores relativos en torno de cero, el nivel de actividad industrial en América Latina retrocede casi al de mediados de la década anterior (ver cuadro Nº 2). La pérdida de dinamismo del sector industrial arrastra al conjunto de la economía: en 1982 y 1983 el PBI global registra tasas de variación negativas. Como la depresión en el sector industrial es estadísticamente más profunda, el grado de industrialización (la contribución del producto manufacturero al producto total) cae a valores inferiores a los de 1970. Quince años de esfuerzo industrializador aparecían fuertemente comprometidos. Aún con desigualdades en los ritmos y niveles de las variaciones absolutas entre los distintos países, es nítida la generalización de las tendencias recesivas y de decrecimiento industrial en todos ellos. El ajuste recesivo opera como una perversa fuerza igualadora de las muy diversas situaciones nacionales en términos de desarrollo y constitución de la base productiva industrial. Actúa en el mismo sentido la fuerte reducción del nivel de actividad en el complejo manufacturero metalmecánico de los países más desarrollados de la región, base de las producciones domésticas de bienes de capital y durables de consumo. La señal inequívoca de la profundidad de la recesión está en el proceso de inversión. Entre 1970 y 1975 el coeficiente de inversión (I/PBI) creció de 20.2 a 24%, con un alza significativa en el componente Maquinaria y Equipo de la inversión total, que pasó de 36 a casi 42%. A pesar de las inestabilidades del segundo lustro de 1970, este patrón de inversión se mantuvo hasta 1980 empujado parcialmente por el proceso de endeudamiento externo y por fuertes planes públicos en 6 algunos países. A partir de ahí, el deterioro es manifiesto. El proceso de acumulación de capital productivo se resiente al paso que el conjunto de la economía, orientado crecientemente por políticas tendientes a servir el pago de la deuda externa y sus intereses, entra en un movimiento de "financierización". En 1983, el coeficiente de inversión toca un piso de 15,3% y el componente Maquinaria y Equipo aterriza en 31,4%. Desde la crisis del '30 no aparecía un antecedente similar. Esta situación promedio también es general a nivel de la región. Con las únicas excepciones de Haití y Nicaragua, cada una a su modo no representativas de la coyuntura regional, no existe ningún país de América Latina que se haya sustraído a esta tendencia. Los tres grandes, particularmente afectados por el peso de la deuda, constituyen un ejemplo marcado. No menos evidente es la caída en el resto de países medianos y chicos. Colombia evita inicialmente esta situación, en parte por un mejor perfil de su estructura de endeudamiento, para seguir finalmente el mismo camino desde 1984. La reducción del coeficiente de inversión a valores ubicados en el entorno de la mitad a las dos terceras partes de sus niveles históricos en buena parte de los países analizados señala que se está cerca de los niveles de reposición. Las consecuencias implican un franco deterioro de la capacidad productiva, y los cambios producidos en el patrón de inversión indican que el debilitamiento mayor se produce en el aparato industrial. A diferencia de lo ocurrido durante la fase recesiva, la recuperación industrial del período 1984-86 esconde, detrás de promedios positivos para la región, niveles nacionales muy disímiles y bruscas oscilaciones anuales en la mayoría de los países. Sólo uno de los grandes –Brasil–, dos medianos –Colombia y Perú– y uno chico –Costa Rica–, registran crecimiento sostenido en los tres años y se convierten en soporte estadístico de los resultados globales. Sin considerar a Venezuela, que presenta tasas positivas pero claramente inferiores al promedio, en el resto de los países uno por lo menos de los tres años registra crecimiento nulo o negativo en su actividad industrial. En 1987, por fin, los niveles nacionales negativos vuelven a predominar. Ciertamente, no puede negarse la existencia en la mencionada segunda fase de los '80 de un relanzamiento de la actividad industrial. Sin embargo, un conjunto de indicios igualmente perceptibles señalan su debilidad. Se hizo ya mención de la varianza de los comportamientos por país, lo que tiende a quitarle representatividad a los promedios. Detrás del desempeño de cada uno de los países que registraron un crecimiento industrial relativamente alto y parejo aparece alguna causal predominante ausente en el resto de la región. En Brasil se combinó la madurez y diversificación del aparato industrial instalado con el adecuado aprovechamiento del boom importador norteamericano y con la explosión de demanda interna que siguió al shock antiinflacionario heterodoxo del Plan Cruzado en 1986. Colombia articuló eficazmente su situación más aliviada en el frente de deuda con un fuerte proceso de sustitución de importaciones en torno al complejo minero-industrial. Perú avanzó considerablemente en la producción de bienes-salario acompañando al plan de limitaciones unilaterales en el pago de servicios de la deuda y a la política redistributiva. Costa Rica, por último, se benefició de la aplicación masiva de fondos internacionales con preocupaciones geopolíticas. La naturaleza del proceso de inversión ofrece algunos indicios adicionales. La fuerte recesión de los tres primeros años determinó que en 1984 la mayoría de los países de la región presentaron serios niveles de capacidad ociosa en gran parte de las ramas industriales. El crecimiento que siguió a 1984 se basó en la utilización de la capacidad instalada. A su vez este crecimiento no fue acompañado de una recuperación del coeficiente de inversión, el que, por el contrario, se mantuvo 7 en niveles cercanos a los de 1983 y significativamente más bajos que en la década anterior. Lo mismo aconteció entre 1984 y 1986 con el componente Maquinarias y Equipo de la inversión (ver cuadro Nº 2). Esta debilidad del proceso de acumulación contribuye a sostener que la fase de recuperación 1984-86 tenía su límite en la capacidad industrial instalada, la que no se reproducía a niveles que aseguraran una capacidad de oferta creciente. Aún más, existen indicios de que la caída en la inversión y su comportamiento heterogéneo a nivel de ramas deterioró el parque tecnológico existente, y con ello los niveles de productividad, generando estrangulamientos latentes en la cadena productiva. Estos elementos llevan a sugerir que la reactivación 1984-86 se produjo sin la eliminación de los desequilibrios estructurales presentes a principios de los '80, tanto los viejos heredados del proceso sustitutivo, como los introducidos por la deuda externa y su condicionalidad política. Lo esencial del estancamiento de 1987 es que es mucho más un reflejo de esta situación de desequilibrio y desarticulación estructural que un respiro momentáneo en la carrera del crecimiento. 1.2. Las transferencias al exterior y la lógica del ajuste recesivo Este aparente "stop and go" industrial de los '80 tiene una condición dramática. Los límites del proceso de crecimiento aparecen a niveles positivos del saldo comercial notablemente más altos y a tasas de inversión notablemente más bajas que los de las décadas de 1950 a 1970. La baja integración del aparato industrial instalado, la debilidad del proceso de generación, adaptación y difusión tecnológica, la precaria inserción exportadora en los mercados internacionales y el carácter especulativo de los mercados financieros domésticos impiden sobrepasar esta restricción. Ahora bien, el velo de la restricción y su respuesta técnica encubre una opción política. Esta aparece al desentrañar la lógica del ajuste recesivo. Sin una política activa tendiente a modificar estos rasgos estructurales, aquella condición es cumplida de una manera espúrea: a través de la permanente sobredevaluación de las monedas locales y el deterioro continuo del nivel de salarios. La competitividad descansa en una caída sostenida de los niveles de ingreso real y en la retracción de la demanda interna y del aparato industrial a ella asociado. 8 Cuadro Nº 3 AMERICA LATINA Y EL CARIBE: INGRESO NETO DE CAPITALES Y TRANSFERENCIA DE RECURSOS (Miles de millones de dólares y porcentajes) 1973 1974 1975 1976 1977 1978 1979 1980 1981 1982 1983 1984 1985 1986 1987(b) Ingresos netos de capitales (1) Pagos netos de utilidades e intereses (2) Transferencia de recursos (3) = (1)-(2) (3) Exportaciones de bienes y servicios (4) Transferencias de recursos/ de bienes y servicios(a) (5) = (3) / (4) (5) 7.9 11.4 14.3 17.9 17.2 26.2 29.1 29.7 37.6 20.4 3.0 9.3 3.3 8.7 14.4 4.2 5.0 5.6 6.8 8.2 10.2 13.6 18.2 27.2 38.8 34.4 36.3 34.8 30.5 30.1 3.7 6.4 8.7 11.1 9.0 16.0 15.5 11.5 10.4 -18.4 -31.4 -27.0 -31.5 -21.8 -15.7 28.9 43.6 41.1 47.3 55.9 61.3 82.0 107.6 116.1 103.2 102.4 114.1 108.9 94.2 105.9 12.8 14.7 21.2 23.5 16.1 26.1 18.9 10.7 9.0 -17.8 -30.7 -23.7 -28.9 -23.1 -14.8 a) En porcentajes. (b) Estimaciones preliminares. A partir de 1982 la región en su conjunto realizó un espectacular ajuste en sus cuentas externas en respuesta a las transferencias implícitas en el pago del servicio de la deuda, cuyo peso fue notablemente incrementado por el alza en las tasas de interés internacionales y la reversión del flujo de ingreso de capital. A pesar de la buena performance exportadora, las transferencias financieras al exterior cubrieron una proporción significativamente creciente de las mismas. Al cambio de dirección de los flujos internacionales originados en los bancos se sumó la fuga de capitales de la región. El saldo comercial debió compensar anualmente el creciente peso de las transferencias. Si se considera el valor global de las exportaciones, tanto de bienes como de servicios, puede afirmarse que el salto cuantitativo importante se produce antes de 1982. Pero al desagregar este total para verificar el comportamiento de sus componentes valor unitario y volumen, es evidente que el quantum de exportaciones latinoamericanas creció también significativamente, por lo menos 32% entre 1987 y 1980. Al mismo tiempo, cayó su valor unitario en 25%. El deterioro permanente en los términos del intercambio a lo largo de estos años debilitó el poder de compra de las exportaciones. Esta tendencia no pudo ser revertida por un crecimiento más 9 que proporcional de las exportaciones manufactureras, de las que se esperaba un retorno unitario en divisas mayor al de las exportaciones primarias. Sobre este particular, caben algunas consideraciones. En primer lugar el grueso de las manufacturas exportadas por la región se sigue concentrando en los tres países grandes, especialmente en Brasil y México. En segundo lugar, se ha dado un proceso de reducción del valor agregado exportado, al predominar la exportación de "commodities" industriales originadas en la industria básica y de ventajas naturales de costo en productos de escasa elaboración. En tercer lugar, especialmente en México, la industria de maquila (subcontratación parcial de procesos) basada en bajo costo de la mano de obra ha sido otro generador importante de comercio. Finalmente, parte destacada de este desempeño se basa en la sobredevaluación de la moneda y en esquema de fuertes subsidios fiscales. Todos estos factores se combinan para explicar la escasa o nula contribución de las exportaciones manufactureras a la mejora de los términos del intercambio, al tiempo que agrava la situación fiscal y no dinamiza eslabonamientos internos. La responsabilidad principal del crecimiento del saldo comercial recayó entonces en la fuerte disminución de las importaciones. Su caída en 1982 y 1983 fue abrupta llevando el coeficiente de importaciones totales a un poco menos de 11%. La vinculación directa en las economías latinoamericanas entre el nivel de importaciones y el nivel de actividad industrial y, especialmente, con el nivel de inversión ha sido certera y repetidamente sostenido. La caída más que proporcional en las importaciones de bienes de capital, en paralelo con una reducción del nivel de actividad interno de este sector, refleja nítidamente aquella asociación. En estas condiciones, la opción política de ajuste fue la recesión interna, y el aparato industrial su localización principal. La política macroeconómica de pago del servicio de la deuda se orientó a conseguir de cualquier manera y en forma inmediata fuertes superavits comerciales. En el marco estructural de América Latina su consecuencia lógica fue primero la recesión industrial y posteriormente un mayor deterioro de las condiciones para iniciar cualquier proceso de reactivación. 10 Cuadro Nº 4 AMERICA LATINA: Balance de Bienes u$s miles de millones Año Exportaciones Importaciones Saldo 70 75 80 81 82 83 84 85 86 87 14.5 36.1 93.7 100.5 91.3 91.0 101.5 95.5 77.9 88.3 13.8 41.6 94.6 102.3 83.3 60.6 62.2 62.0 59.7 65.3 0.7 -5.5 –0.9 -1.8 8.0 30.4 39.3 33.5 18.2 23.0 Una segunda consecuencia derivó de la "internacionalización pasiva" de la política económica interna. El proceso de endeudamiento externo ató la gestión monetaria de una manera subordinada al mercado financiero internacional, "dolarizando" las economías y vinculando perversamente el tipo de cambio y las tasas de interés domésticas. En tanto el Estado se había convertido en un deudor importante, no sólo perdió capacidad de inversión y de creación de demanda interna sino que, para financiarse, cayó alternativamente en emisión de naturaleza inflacionaria o en creciente deuda interna nominada en dólares. En consecuencia, la inversión pública cayó, desplazada por la transferencia de recursos al exterior, la inversión privada también se redujo, afectada por un doble movimiento: en el caso de los endeudados (interna o externamente) por el alza de los costos financieros, en el caso de los excedentarios, por la mayor rentabilidad de las operaciones estrictamente financieras. En síntesis, la caída de la demanda interna, de las importaciones y de la inversión afectaron negativamente el desempeño industrial. La política macroeconómica de ajuste fue su principal responsable y su gestión subordinó cualquier política sectorial implementada. 1.3. Ajuste estructural y especialización precaria El predominio de la política económica de corto plazo tiene además un sesgo de importante influencia sobre el desempeño y, más en general, sobre la concepción y diseño del sector industrial. Dados la inflexibilidad a la baja adquirida por los costos financieros, el costo creciente de las divisas para importaciones, la restricción fiscal y la ausencia de una política tecnológica-industrial consistente, las ganancias de competitividad en el sector manufacturero descansan en una sobredevaluación permanente de la moneda local y en la depresión de la tasa de salarios. La modalidad del ajuste instala como verdadera en el debate industrialista y en la realidad del sector una contradicción falsa: la que opone el mercado interno a las estrategias exportadoras. Las recomendaciones de un "ajuste estructural" que pivotee sobre la liberalización amplia y general de la política y estructura comercial tienden a reforzar aquella concepción. Estas sugerencias 11 reconocen un doble origen: por un lado, el "ajuste positivo" reclamado por los países deudores, en el sentido de una estrategia de pago de la deuda que deje margen para el crecimiento interno. Por otro, un mayor consenso, entre los grandes bancos, los gobiernos de los países industrializados y el Banco Mundial como operador, en que el peso de la deuda, y la exposición de los acreedores, no podrán reducirse de manera significativa si no se obtiene un saldo comercial sostenido y creciente en los países deudores. Pero estas políticas tienen como condición necesaria (aunque para nada suficiente) que el mercado mundial crezca significativamente y se debiliten los recursos proteccionistas. Los escenarios oficiales diseñados por el Banco Mundial son cautos y hasta pesimistas al evaluar las tendencias en el mercado internacional. Sin embargo, las recomendaciones para una apertura indiscriminada no sólo persisten sino que cada vez más se convierten en la nueva condicionalidad de política económica que se establece en las negociaciones para el refinanciamiento y reescalonamiento de los pagos. Así, la lógica "mercantilista" de la política de corto plazo, preocupada por la magnitud del saldo comercial pero no por los niveles de comercio en los que se genera, y la lógica de un abrupto "free trade" desmentido por las prácticas corrientes, desplazan y subordinan las preocupaciones por una política industrial y tecnológica consistente. Su ausencia dificulta la reproducción del círculo virtuoso propio de las experiencias más exitosas de dinamismo industrial: el que genera una participación creciente en el mercado internacional a partir de un crecimiento autosostenido del grado de industrialización, de los niveles de productividad, de los ingresos reales y de la demanda interna. En cambio, tiende a generarse una dualidad estructural en el sector industrial, escindiendo un segmento específicamente exportador cuyo dinamismo se desvincula del mercado interno. En rigor, su desempeño depende fundamentalmente de un conjunto de factores que tienden a deprimir la demanda doméstica, porque la base de su competitividad internacional descansa mucho más sobre un esquema de subsidios directos o implícitos que en el incremento genuino de productividad. Así, el mercado interno subsidia al sector exportador a través de bajos salarios, incentivos fiscales, precios deprimidos de sectores eslabonados, exenciones arancelarias sobre importaciones y sobre devaluación del tipo de cambio. La política económica al privilegiar exclusivamente el aspecto comercial del segmento exportador y la descripta forma de integración con el sector doméstico, genera condiciones de rentabilidad diferenciales a favor de aquél y la depresión de las variables asociadas al mercado interno. Este modelo industrial tiene, pues, notorios efectos excluyentes. Asimismo contribuye a acentuar la centralización del capital y la oligopolización de los mercados. 12 2. CAMBIO TECNOLOGICO Y REESTRUCTURACION DEL PROCESO DE PRODUCCION En los últimos 10 años el ritmo y la dirección del cambio tecnológico a escala internacional han modificado significativamente no sólo los procesos y la oferta de productos predominantes, sino también las condiciones de la competencia en los mercados. La reconversión de la industria instalada, la emergencia de nuevas actividades de punta y la redistribución permanente de algunas actividades productivas se aceleran al ritmo de las innovaciones. En los países industrializados se concentra la configuración de un nuevo paradigma tecnológico que, renovando la organización social de la producción y el consumo, plantee una solución de largo plazo para la crisis internacional. Las modalidades que asume el proceso de cambio tecnológico obviamente afectan las condiciones de producción en los países subdesarrollados. En perspectiva, para la industria latinoamericana implica una alternativa de ensanchamiento de la brecha tecnológica que se aleja de los patrones internacionales, y al mismo tiempo un desafío para la adopción de una política sectorial coherente de captación de sus beneficios potenciales. 2.1. El nuevo patrón tecno-productivo Ya hacia 1970, en los países industrializados la oferta de mano de obra calificada (gestada por la crisis de 1930 y por la destrucción del aparato productivo en ocasión de la Segunda Guerra) presentaba escasez. La sustitución por mano de obra menos calificada pero disciplinada (con inversiones en los países subdesarrollados) no era suficiente. El incremento en la capacidad de negociación de los sindicatos potenciaba el alza en los costos de la fuerza de trabajo. El desarrollo y complejidad creciente que adoptaban los esquemas regulatorios propios del funcionamiento de posguerra planteó costos crecientes para los sistemas administrativos privados y en el crecimiento del gasto público. Los incrementos relativos en los precios de las materias primas, fundamentalmente en la energía, significaban una punción adicional sobre la ganancia y decretaban la caducidad de la base tecno-productiva de posguerra para viabilizar el proceso de acumulación. Las innovaciones tendientes a reestructurar los procesos de producción se multiplicaron. El desarrollo del complejo electrónico, la biotecnología y los nuevos materiales han constituido el trípode sobre el que se asienta el nuevo esquema tecnológico. La aplicación de la microelectrónica y el conjunto de tecnologías de este complejo reducen los requerimientos de la fuerza de trabajo y también la masa salarial insumida por el proceso de fabricación. En particular, reduce los requerimientos de mano de obra calificada. Esta es una consecuencia del salto en el proceso de automatización de las tareas vinculadas a la producción, desde el diseño (por vía del diseño asistido por computadora, CAD) hasta las funciones de control de stocks o de ventas (por vía de los llamados "integrated Business Systems", IBS). Se integran con los sistemas de Manufactura Asistida por computadora (CAM) que gobiernan sistemas de automación de tipo clásico (tales como la inserción automática de componentes, la soldadura por obra, los trenes de laminación, o las líneas de armado en las que se incluyen robots) y los flexibles (compuestos por robots y maq.-herramientas con control numérico computarizado). El nuevo patrón tecnológico genera una polarización en la situación del perfil de calificación de la fuerza de trabajo. La caída del empleo es mayor en los segmentos obreros y de personal 13 administrativo calificado y menor en el caso de los obreros no calificados y los profesionales de mayor nivel. Se crean las condiciones para la resolución de la doble restricción anterior en términos de la oferta y el costo de la mano de obra. Las nuevas tecnologías apuntan también a la reducción del requerimiento de materias primas por unidad de producto y a la sustitución de las materias primas tradicionales por nuevos materiales de mayor productividad. Caen también los requerimientos de energía. El contenido del cambio tecnológico opera, por lo tanto, simultáneamente y en el mismo sentido sobre los insumos básicos y la mano de obra: aumenta su disponibilidad efectiva y reduce su costo. La inversión en el ámbito científico y tecnológico se ha transformado en una de las respuestas fundamentales a la erosión en el dinamismo económico. El sector industrial revela por otra parte una alta densidad tecnológica. En tanto representa el 25% del producto en los países avanzados, concentra el 80% de los recursos que estos países asignan en materia de inversión y desarrollo. 2.2. Los efectos del cambio tecnológico en América Latina La creciente vinculación entre ventajas comparativas y actividad científica y tecnológica, refuerza políticas de proteccionismo tecnológico. El patentamiento y la tendencia a no transferir tecnologías desincorporadas de los bienes son las más claras. Por otra parte estas políticas acentúan su carácter excluyente respecto a los países en desarrollo en tanto la capacidad para copiar y adaptar tiene requerimientos científicos y tecnológicos crecientes. El aumento en la importancia de la ciencia como insumo promueve la concentración del proceso de generación en parte de los países avanzados. Mientras tanto, el predominio de ramas industriales con tecnología madura y escasa demanda de CyT en los países en desarrollo, el predominio de empresas transnacionales en los núcleos más dinámicos y la menor significación del sector de bienes de capital tienden a afectar la articulación entre actividad científica y sector industrial. Esta integración resulta vital en el actual contexto del desarrollo tecnológico. En su ausencia, priman los siguientes elementos: a) La disminución del peso relativo de los costos salariales con la introducción de las nuevas tecnologías afecta a los países de industrialización reciente fundados en producciones intensivas en mano de obra y con bajos requerimientos de calificación. b) Las inversiones de las ET tienden a concentrarse en actividades de baja densidad tecnológica. c) En los países desarrollados la expansión de la industria de bienes de capital ejerce una acción compensadora en la demanda de empleo. La debilidad de esta rama en los países latinoamericanos no reproduce este efecto. d) Los segmentos de industrias de punta que se instalan en los países periféricos lo hacen en general bajo la forma de enclaves, sin encadenamientos significativos hacia atrás. 14 e) Hay una mayor desadaptación de los bienes de capital a la infraestructura y la capacidad técnica disponible en los países menos desarrollados. Provoca una creciente subutilización del equipamiento y una caída en su eficacia marginal. f) La disminución que como efecto del cambio tecnológico se ha operado en la relación materia prima/producto y la sustitución de materiales, afecta particularmente a aquellos países con procesos de acumulación e industrialización basados en el complejo minero. Por otra parte, el desarrollo de la bioingeniería tiende a afectar las ventajas comparativas vigentes en la producción agropecuaria. Estas tendencias se consolidan con las propuestas de ajuste estructural al estilo Banco Mundial. Se tiende a asociar el núcleo exportador de las economías latinoamericanas con el exterior a través de la importación (automática y sin restricciones) de insumos y bienes de capital. Se fija un límite la posibilidad de eslabonamientos hacia adentro, debilita el potencial efecto multiplicador del dinamismo exportador y restringe la capacidad de incorporación tecnológica. Igualmente, ejercen una incidencia regresiva sobre la distribución del ingreso. 3. A MODO DE CONCLUSION El análisis del desempeño del sector industrial latinoamericano durante la década de 1980 y de sus perspectivas futuras debe enmarcarse en las tendencias de la fase actual del ciclo de endeudamiento internacional, con su correlato en los procesos internos de ajuste, y en las modalidades predominantes que ha adoptado el cambio tecnológico a escala internacional. En ambos casos, se trata de una sucesión de efectos y respuestas frente a la crisis que afectó al patrón de acumulación de posguerra en los países centrales. La condicionalidad propia de los procesos de ajuste y los efectos previsibles de las nuevas formas productivas avanzadas por el cambio tecnológico se superponen a los problemas presentes en la industrialización latinoamericana. Lejos de darles una solución efectiva, por el contrario los recrean, haciéndolos aún más complejos. La nota dominante de la década del '80 ha sido la aceptación pasiva, por parte de estos países, de las limitaciones que ambos procesos plantean. Se han agudizado, en consecuencia, sus tradicionales deficiencias estructurales al tiempo que incorporado nuevas señales y perspectivas futuras de distorsión. En este sentido, deben destacarse los siguientes aspectos: – A los tradicionales problemas que han presentado estos países en el balance de divisas, se agregan las graves consecuencias del endeudamiento y de la forma de implantación que de manera dominante caracteriza a las industrias ubicadas en la frontera tecnológica. – La propia lógica del ajuste acentúa los rasgos de heterogeneidad estructural al imponer la centralidad del desarrollo exportador relegando al sector productor vinculado al mercado interno. Los escasos eslabonamientos hacia adentro y el encadenamiento hacia afuera de las industrias de punta tienden a cuestionar las estrategias de dinamización del mercado interno. Se afirma así una incorporación pasiva y subordinada en el proceso de internacionalización productiva. El nivel de incorporación de las industrias dinámicas queda regulado por el dinamismo de las exportaciones. 15 Ambas propuestas fundamentan objetivamente el falso dilema entre promoción de exportaciones y sustitución de importaciones. Aparece como la consecuencia perversa de la lógica del ajuste y el patrón dominante de transferencia tecnológica. – La regresividad que impone el ajuste en materia de distribución de ingresos afirma la competitividad de la economía y de su sector industrial en la reducción del costo de la mano de obra. La lógica presente en el marco tecnológico actual señala la dudosa viabilidad de especializaciones de este carácter. Por otra parte, agudiza el escaso nivel remunerativo que pueden tener las actividades que las ET decidan incorporar (o no retirar) de este tipo de países. Este sesgo regresivo en la distribución fomenta el perfil de consumo de los sectores de altos ingresos. Considerando su carácter imitativo e internacionalizado, se afirman (al igual que en el pasado) patrones de consumo que tienen poco que ver con la efectiva capacidad de acumulación de estas economías. – El marco del ajuste limita el accionar estatal no sólo por la insuficiencia de recursos, sino también por la restricción que impone a su capacidad para fijar políticas. Se agudizan las dificultades para plasmar, desde estos países, una incorporación selectiva a las nuevas condiciones del desarrollo tecnológico. Es decir, se traba el desarrollo científico y tecnológico a escala local, sin que se articule el patrón de producción científico y técnico al aparato productivo. Estas limitaciones no hacen más que reproducir un esquema pasivo de incorporación al escenario tecnológico con las consecuencias referidas. Sólo en este marco adquiere legitimidad el falso dilema Estado/mercado o la perspectiva de la desregulación tan presente en el debate de estos países. Falso, en tanto lo que efectivamente está puesto a la discusión es justamente cuáles son las nuevas formas de regulación estatal ante el nuevo escenario planteado. La incorporación pasiva de los países latinoamericanos a las condicionalidades del ajuste y a las tendencias actuales del cambio tecnológico constituyeron el principal problema para plasmar criterios consistentes de política industrial. La recuperación de un esquema de inserción activa a las cambiantes condiciones del escenario internacional necesita forzar un mayor espacio de autonomía para la definición de las políticas. Esta es la única acción que puede reconciliar el ajuste estructural que reclaman las economías y el sector industrial latinoamericano con las viejas deudas que en materia de distribución de los ingresos y democratización del poder económico tiene pendiente este continente. 16