CHINA: NADIE ESTÁ A SALVO Índice de AI: ASA 17/02/96/s Nueva

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CHINA: NADIE ESTÁ A SALVO
Índice de AI: ASA 17/02/96/s
Nueva economía, vieja represión
Una quinta parte de la población mundial está regida por un gobierno que trata los
derechos humanos fundamentales con desprecio. Pese a los importantes cambios económicos
ocurridos en China en la última década, siguen perpetrándose violaciones de derechos humanos
de forma generalizada. Muchos de estos abusos derivan de políticas oficiales y leyes represivas.
Otros se cometen quebrantando la propia legislación china, cuando las autoridades ejercen su
poder arbitrariamente y, a menudo, con absoluta impunidad.
La disidencia y cualquier actividad percibida como amenaza para el orden político
establecido se suprimen implacablemente. Millares de opositores políticos, defensores de los
derechos humanos e integrantes de grupos étnicos y religiosos están encarcelados, muchos de
ellos simplemente por expresar su opinión. Centenares de miles de personas, posiblemente
muchas más, se encuentran en detención administrativa, muchos en campos de trabajos forzados,
sin que nunca los hayan acusado de nada.
La tortura sigue siendo una práctica endémica y es causa de numerosas muertes al año.
La pena de muerte se aplica de forma generalizada y arbitraria para infundir el miedo. Cada año
se ejecuta a más personas en China que en la suma de los restantes países del mundo. Y la
aplicación de programas sociales como la política de control de la natalidad permite que se
inflijan malos tratos.
En varias regiones habitadas por algunas de las numerosísimas minorías que coexisten en
China, los que tratan de expresar convicciones nacionales, culturales o religiosas que se
consideran una amenaza para el Estado se exponen a sufrir medidas represivas y un trato brutal
por parte de las autoridades.
No es posible conocer el verdadero alcance de la represión en China; existen zonas
inmensas en que la población apenas mantiene contacto con el mundo exterior, y está prohibida
la observación de los derechos humanos tanto a grupos locales como internacionales. Lo que sí
está claro es que todo aquel que contraría a las autoridades por cualquier razón no está a salvo.
En los últimos años ha aumentado la calidad de vida para algunos, básicamente como
consecuencia del rápido desarrollo económico del país. Una clase empresarial cada vez más
nutrida disfruta de mayores riquezas y libertades. Las unidades de trabajo ya no ejercen el mismo
control sobre la vida cotidiana en algunas zonas. Se han ampliado las líneas de comunicación
tanto interiores como con el exterior, y hay más oportunidades para salir al extranjero. Pero el
desarrollo también ha originado problemas. La corrupción es una práctica común. El
desequilibrio entre las provincias costeras y las interiores, así como las diferencias entre ricos y
pobres, han aumentado y dado pie a nuevas tensiones sociales. Se calculan en setenta millones
─cifra que supera la población de muchos países─ las personas que componen la población
«flotante» de emigrantes rurales que buscan trabajo en las ciudades. A menudo las autoridades les
atribuyen la culpa de los males sociales de China, en particular de los cada vez más altos índices
de delincuencia, para después perseguirlos con duras medidas represivas antidelictivas.
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El programa de modernización económica apenas ha modificado las estructuras políticas
oficiales de China. El gobierno sigue estando dominado por el Partido Comunista Chino (PCC).
La Asamblea Nacional Popular, órgano legislativo del país, aún tiene escasa autoridad, y el
poder judicial continúa sometido a la influencia del PCC. Salvo algunas leyes de reciente
promulgación dirigidas a reparar las violaciones de derechos humanos, no hay ningún asomo de
cambios fundamentales en la política oficial respecto a los derechos humanos ni de intento de
modificar aquellos aspectos del régimen jurídico que favorecen los abusos.
La apertura cada vez mayor de China al mundo exterior a través de las relaciones
comerciales no se ha correspondido con un intento de cooperación internacional en materia de
derechos humanos. El gobierno chino mantiene que los asuntos de derechos humanos son
básicamente una cuestión de soberanía nacional, y argumenta que nadie tiene derecho a injerirse
en sus asuntos internos. Rechaza el principio esencial ─establecido tanto en el derecho
internacional como en la práctica jurídica de todos los Estados que actúan de común acuerdo en
la ONU─ de que la promoción y protección de los derechos humanos son asuntos que
competen a la comunidad internacional.
El mundo no puede dejar de lado a una quinta parte de su población. Lo que ocurre en
China es un fiel indicador de la situación de los derechos humanos en el plano internacional. La
comunidad de países debe insistir en que el gobierno chino tome medidas urgentes para proteger
los derechos humanos fundamentales de todos sus ciudadanos. Medidas que podrían significar la
diferencia entre la libertad y la cárcel, y hasta entre la vida y la muerte, para cualquiera de sus mil
doscientos millones de habitantes.
CITA
Los derechos humanos, que deberían estar al alcance de todos los seres humanos, siguen
siendo un lujo en la China actual...
Ding Zilin, activista de derechos humanos de China, 1993
El abuso de poder
Dun Jianwu cometió el error de preguntarle al hermano del secretario del Partido
Comunista en la aldea si podía cortejar a su hija. Poco después, el 30 de marzo de 1991, los dos
hermanos junto con tres policías sometieron a Dun Jianwu a una brutal paliza con un palo de
madera y una pistola eléctrica paralizante. Cuando perdió el conocimiento le arrojaron al borde
de una carretera. Más tarde moría en el hospital a consecuencia de graves lesiones en la cabeza.
Es uno de los muchísimos ejemplos de cómo las autoridades abusan de su poder en
China. Y lo habitual es que salgan bien paradas. La tragedia de Dun Jianwu fue uno de los
poquísimos casos de tortura en que los perpetradores comparecieron finalmente ante los
tribunales.
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La tortura es una práctica endémica en China, pese a la oposición declarada del gobierno
a su aplicación. El hecho de que las autoridades no hayan introducido garantías para prevenirla ni
hayan puesto en manos de la justicia a muchos de los perpetradores hace pensar que, en realidad,
la tortura casi siempre se deriva de prácticas institucionalizadas y normas oficiales.
Entre las formas más comunes de tortura se citan fuertes palizas, latigazos, patadas,
empleo de porras eléctricas que producen fuertes descargas eléctricas, uso prolongado de esposas
o grilletes colocados de tal forma que provocan dolor intenso y la práctica de colgar a la víctima
por los brazos, a menudo combinada con palizas.
Cualquiera corre peligro de sufrir ese trato si cae en manos de las autoridades, aunque no
sea sospechoso de ningún delito. Las víctimas proceden de todos los sectores sociales y pueden
ser hasta niños o ancianos. Los más vulnerables son los más desfavorecidos.
A los presuntos delincuentes suelen torturarlos para obligarlos a «confesar».
•
Cuatro muchachas menores de dieciséis años y dos chicos jóvenes fueron torturados a
principios de 1995 en Fuxin ─provincia de Liaoning─ por un jefe de distrito de la Seguridad
Pública que pretendía hacerles «confesar» una «conducta libertina y promiscua». Los golpeó
reiteradamente y les aplicó descargas con una porra eléctrica.
La tortura también se emplea como instrumento de represión política contra quienes se
salen de las normas. En tales casos, jamás se emprenden acciones para procesar a los
perpetradores.
•
Zheng Musheng, campesino y miembro de una congregación cristiana que celebra sus
reuniones en domicilios particulares en la comarca de Dongkou, provincia de Hunan, fue
torturado hasta morir, según informes, durante su detención en enero de 1994. A sus familiares
no les permitieron ver el cadáver hasta once días después. Según contaron, el cuerpo presentaba
quemaduras profundas en los tobillos causadas por cuerdas y múltiples heridas de arma blanca.
Estas lesiones no concordaban con la versión policial de que lo habían matado a golpes otros
reclusos. No hay noticia de que hayan prosperado las acciones legales emprendidas por la familia
para reclamar justicia.
•
A Li Dexian, cuarenta y tres años, evangélico protestante de Guangzhou, provincia de
Guangdong, la policía le golpeó y asestó patadas en la ingle tras irrumpir en una reunión de su
congregación en un domicilio de Beixing, en febrero de 1995. En la comisaría continuaron con la
paliza hasta que empezó a vomitar sangre, y le golpearon con una biblia en la cara. Ocho horas
después lo dejaron en libertad. No podía mover la cabeza y tenía varias costillas rotas y lesiones
en la espalda y las piernas. No parece que se haya emprendido ninguna investigación.
Los trabajos forzados y el «reconocimiento de la culpa» son elementos básicos de la
política china en materia penal. Los esfuerzos para imponer ambas cosas conducen casi
inexorablemente al maltrato de los presos. Los autores de abusos suelen ser «administradores»
del centro, presos a quienes las autoridades carcelarias confían la vigilancia de otros presos.
•
Tong Yi, presa política, fue golpeada reiteradamente por dos «administradores» en el
campo de trabajo de Hewan ─Wuhan, provincia de Hubei─ a comienzos de 1995, por haberse
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quejado del excesivo horario de trabajo. Después de quejarse nuevamente por la paliza recibida,
volvieron a golpearla entre más de diez presas.
En los últimos años se han comunicado oficialmente decenas de muertes como
consecuencia de tortura. El Henan Fazhi Ribao informaba en octubre de 1993 de que sólo en la
provincia de Henan habían muerto 41 individuos ─presos y detenidos «inocentes»─ entre 1990 y
1992 como consecuencia de tortura en su interrogatorio. El periódico señalaba que había
aumentado la crueldad de los métodos de tortura y citaba casos en que a las víctimas les
derramaban agua hirviendo por encima, las quemaban con cigarrillos y les aplicaban descargas
eléctricas en los órganos sexuales.
Las autoridades también emplean otros métodos para abusar de su poder. Acostumbran
a manipular o infringir la ley para encarcelar a quienes consideran sus enemigos o bien a quien
intenta dar a conocer información que les perjudica.
•
Wei Jingsheng, destacado crítico del gobierno, fue arrestado a comienzos de abril de
1994. Estuvo más de diecinueve meses recluido sin cargos, en virtud de las disposiciones de una
ley que permite la detención sin cargos por tiempo indefinido en concepto de «residencia
vigilada». Se creía que lo habían detenido por expresar su opinión sobre cuestiones políticas y de
derechos humanos, y por mantener contactos con personas extranjeras. Ex preso de conciencia,
había salido en libertad condicional en septiembre de 1993 tras permanecer más de catorce años
en prisión.
Otra táctica empleada por las autoridades consiste en procesar a personas en virtud de
una ley relativa al «secreto de Estado», incluso cuando la seguridad nacional no corre ningún
peligro.
•
Xi Yang, periodista, fue condenado en marzo de 1994 a doce años de cárcel por
«sustracción e intromisión en secretos de Estado». La acusación se refería a una información
bancaria que el periodista había publicado en un periódico de Hong Kong y que, según
afirmaban, había extraído de documentos que le había entregado un empleado de banco.
Por segunda vez
Yan Zhengxue, cincuenta años, de profesión pintor y ex diputado de una Asamblea Local
Popular de la provincia de Zhejiang, tuvo ocasión de conocer a fondo los abusos rampantes de
poder de las autoridades cuando, el 2 de julio, tuvo un altercado aparentemente inofensivo con
un conductor de autobús en Pekín.
El conductor llamó a la policía y esta aprehendió a Yan Zhengxue y lo condujo a la
comisaría del distrito de Haidian. Allí, sin más explicación, tres policías la emprendieron a golpes
con él. A última hora de la noche lo echaron a la calle sin poder moverse apenas. Un transeúnte
lo recogió y lo llevó al hospital, donde fue tratado de múltiples contusiones y cortes.
Yan Zhengxue emprendió acciones legales contra sus agresores ante el tribunal local.
Finalmente, con la ayuda de una intensa campaña pública, en abril de 1994 se juzgó a uno de sus
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torturadores y se le impuso una condena condicional de un año de cárcel; además, se le ordenó
el pago de una indemnización.
Unos días después, Yan Zhengxue fue detenido por el cargo infundado de haber robado
una bicicleta en 1993. En abril de 1994 lo condenaron sin juicio previo a dos años de
«reeducación por el trabajo». Actualmente se encuentra en un campo de trabajos forzados,
mientras sus torturadores continúan en libertad.
Comerciar con la tortura
La tortura mediante porras eléctricas (diangun) es una práctica muy extendida en China.
Se aplican en partes sensibles del cuerpo, tales como las axilas, las plantas de los pies, la boca, los
genitales y el interior de la vagina. Según el testimonio de las víctimas, causan dolor extremo,
convulsiones, vómitos y micción de sangre.
Hasta hace poco tiempo, muchos de estos instrumentos se suministraban a China desde
el exterior. El director de una empresa británica declaró en 1995 que habían vendido porras
eléctricas a China un año después de la matanza de 1989 en Pekín, al saber que las autoridades
pretendían copiarlas y fabricarlas. Según afirmó, su viaje de negocios a China lo había
patrocinado el Departamento de Industria y Comercio británico. Actualmente hay compañías
chinas dedicadas a la fabricación de porras eléctricas. Una empresa taiwanesa también ha
comercializado este tipo de porras en China, y empresas estadounidenses le han vendido material
de seguridad que podría incluir material para provocar descargas eléctricas.
Amnistía Internacional se opone a la transferencia de material militar, policial o de
seguridad que pueda servir para cometer violaciones de derechos humanos. Considera que, tanto
gobiernos como empresas, deben rehuir dichas transferencias a menos que se pueda demostrar
de un modo razonable que no van a fomentar la comisión de abusos contra los derechos
humanos. No debería suministrarse a China ningún instrumento de esta clase en tanto las
autoridades no pongan fin a la práctica de torturar mediante descargas eléctricas.
Legislación a medida
Las autoridades chinas han creado un cuerpo de legislación represiva en el cual se
amparan para detener o intimidar a opositores políticos, defensores de los derechos humanos y
miembros de grupos étnicos y religiosos, entre otros muchos. Y cuando estas leyes no bastan, con
frecuencia abusan de otros aspectos de la legislación para lograr los mismos fines.
Delitos «contrarrevolucionarios»
- El Código Penal de 1980 define el «delito de contrarrevolución» como «todo acto cometido con
el propósito de derrocar el poder político de la dictadura del proletariado y el sistema
socialista».
- Se sanciona con todas las penas posibles, incluida la de muerte.
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- Es frecuente que haya presos de conciencia encarcelados en aplicación de estas disposiciones, ya
que prohíben la existencia de prácticamente cualquier grupo de oposición y la expresión
de opiniones disidentes.
- En enero de 1995 había en torno a 2.678 personas en la cárcel condenadas por delitos
«contrarrevolucionarios», según datos ofrecidos por un representante del Ministerio de
Justicia, si bien el número real de presos políticos es muy superior.
Delitos contra la seguridad del Estado
- La Ley de Seguridad del Estado, de 1993, y sus normas de aplicación de 1994, coartan
libertades fundamentales como las de expresión, prensa, asociación y culto, y confiere
amplios poderes a los órganos de seguridad del Estado.
- La ambigüedad de su formulación permite que se penalice toda actividad percibida como
amenaza para el orden político establecido.
Delitos relativos al «secreto de Estado»
- La ley de «secretos de Estado» abarca asuntos que en la mayoría de los países se someterían al
escrutinio público, y supera con mucho de lo estrictamente necesario para proteger la
seguridad nacional.
- Desde 1992, un número cada vez mayor de individuos que Amnistía Internacional ha
considerado presos de conciencia han sido encarcelados por «filtrar secretos de Estado»,
en particular periodistas, lo cual indica que esta ley se emplea cada vez más para reprimir
la libertad de expresión y de prensa.
La detención administrativa
- La fórmula de «albergue e investigación» permite a la policía detener por propia iniciativa a
cualquiera sin presentar cargos en su contra y mantenerlo bajo custodia hasta un máximo
de tres meses, simplemente por sospechas de que pueda estar implicado en la comisión
de un delito.
- En aproximadamente un tercio de los casos que se conocen, las detenciones superan el plazo
establecido de tres meses.
- En la práctica, la policía utiliza la normativa de «albergue e investigación» para detener a quien le
parezca. La mayoría de las víctimas proceden de los sectores menos preparados cultos y
privilegiados, en particular los trabajadores emigrados.
- Desde principios de la década de los ochenta se ha venido deteniendo a una media anual de
varios cientos de miles de personas en concepto de «albergue e investigación». Los datos
oficiales eran de 930.000 casos en 1989 y 902.000 en 1990.
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- La pena de «reeducación por el trabajo» se impone sin cargos ni juicio previo, por un plazo de
hasta tres años prorrogable por un año.
- Se aplica a personas de quienes se sospecha que sostienen «opiniones antisocialistas» o que son
«gamberros» o delincuentes menores cuyos «delitos» son «demasiado leves» para que los
tribunales se ocupen de juzgarlos.
- En los últimos años, ambas formas de detención administrativa se han venido utilizando cada
vez más para silenciar y castigar a disidentes y miembros de grupos étnicos y religiosos.
CITAS
La República Popular China sigue siendo un lugar donde los abusos contra los derechos
humanos, en particular la detención arbitraria y la tortura, pueden sucederle a
quien sea y en cualquier momento.
Xiao Qiang, director ejecutivo de Human Rights in China
Suelen golpear a los reclusos hasta que están cubiertos de sangre, se derrumban o pierden
el conocimiento.
Preso político que escribía sobre las condiciones imperantes en el Campo de Trabajo
Núm. 1 de Guangzhou, provincia de Guangdong, 1994
Si no nos registramos, somos ilegales y nos exponemos a que presenten cargos contra
nosotros. Pero cuando lo intentamos, no hay modo de que nos dejen.
Disidente y activista de derechos humanos detenido en 1994, hablando de la solicitud de
registro de la Asociación de Derechos Humanos de Shanghai.
Hay que estar en guardia frente a esas organizaciones y elementos hostiles que, tanto dentro
como fuera del país, intentan por todos los medios hallar defectos en la legislación
con el propósito de utilizar formas pretendidamente legales para encubrir sus
actividades ilícitas.
Fazhi Ribao, junio de 1994
Acallar la disidencia
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En China, todo aquel que se sale de las normas se expone con toda probabilidad a sufrir
violaciones de sus derechos humanos básicos. A algunos los condenan en aplicación de una
legislación excesivamente ambigua que en la práctica prohíbe toda expresión de disidencia. Otros
son víctimas de funcionarios que ejercen su poder de manera arbitraria. Las autoridades han
demostrado una y otra vez que están dispuestas a emplear cualquier medio, legítimo o ilegítimo,
para acallar las críticas y proteger sus intereses políticos.
Disidentes políticos
En junio de 1989, las autoridades chinas mostraron al resto del mundo cuál era su
contestación a las protestas populares: enviaron tanques y soldados para «despejar» la Plaza de
Tiananmen, en Pekín, y aplastaron literalmente al grueso de un amplísimo movimiento en defensa
de la democracia. Mataron a multitud de personas. En las operaciones represivas que siguieron,
centenares de personas fueron condenadas a largos periodos de cárcel por delitos
«contrarrevolucionarios». Estaban entre los millares de individuos a quienes encarcelaron en la
década pasada por defender la implantación de reformas políticas o formar grupos políticos
reducidos.
•
Chen Lantao, biólogo marino de Qingdao, lleva desde 1989 cumpliendo una pena de
dieciocho años de cárcel en la provincia de Shandong por pronunciarse en contra de la represión
gubernamental de las protestas de Pekín.
La persecución de la oposición política no ha cesado desde entonces, y cada año se detiene
a un gran número de disidentes.
•
Chen Yanbin y Zhang Yafei, dos jóvenes desempleados, fueron condenados en 1991 en
Pekín a penas de quince y once años de prisión respectivamente por realizar «propaganda e
incitación contrarrevolucionarias» y fundar un «grupo contrarrevolucionario». Entre las acusaciones
que se les imputaban estaba la de formar un grupo político, el Frente Democrático Revolucionario
Chino.
•
Quince individuos que Amnistía Internacional consideró presos de conciencia fueron
detenidos en 1992 en Pekín y procesados conjuntamente a últimos de julio de 1993 por cargos
«contrarrevolucionarios». Los acusaban de formar grupos disidentes clandestinos y de redactar y
publicar folletos políticos. En diciembre de 1994, tras la celebración de un juicio manifiestamente
injusto, nueve de ellos fueron condenados a penas de entre tres y veinte años de cárcel. A cinco los
declararon culpables pero quedaron «exentos de sanción penal», y a otro le impusieron una condena
de dos años de «vigilancia», que conlleva restricciones a la libertad de circulación.
A partir de 1994, multitud de personas han sido detenidas arbitrariamente en Pekín y otras
partes cuando intentaban introducir cambios, a pesar de que actuaban dentro de los estrechos
márgenes legales.
Activistas sindicales
En la «dictadura del proletariado» vigente en China, los trabajadores sólo pueden afiliarse a
un sindicato oficial, la Federación de Sindicatos de Toda China. Quienes han tratado de organizar
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grupos sindicales independientes han sido encarcelados o detenidos sin que se presentaran cargos en
su contra, aun cuando actuaban dentro de la legalidad.
Con motivo del movimiento en favor de la democracia de 1989, grupos de trabajadores de
diversas ciudades constituyeron las llamadas Federaciones Autónomas de Trabajadores como
alternativa a la Federación oficial. Las autoridades no tardaron en prohibirlas tras la operación
represiva del 4 de junio de 1989, y sus organizadores fueron arrestados y procesados por delitos
«contrarrevolucionarios». También se detuvo a otros activistas sindicales.
•
A Cao Yingyuan, cuarenta y cuatro años, empleado de la Segunda Fábrica de Maquinaria
de Pekín, lo sentenciaron en 1989 a diez años de cárcel y tres años de suspensión de derechos
políticos. Se le declaró culpable de «propaganda e incitación contrarrevolucionarias» por tratar de
defender los intereses de los trabajadores.
A comienzos de 1992, el Comité Preparatorio de la Unión de Sindicatos Libres de China
distribuyó en Pekín folletos que alentaban a los trabajadores a constituir sindicatos libres. Los
organizadores fueron arrestados clandestinamente en mayo y junio de 1992.
•
Liu Jingsheng, operario de la Planta Química de Tongyi, en la comarca de Tong, a las
afueras de Pekín, fue uno de los detenidos. Se le acusó de «organizar y dirigir un grupo
contrarrevolucionario» y de «realizar propaganda e incitación contrarrevolucionarias». En
diciembre de 1994 lo condenaron a quince años de cárcel y cuatro años de suspensión de derechos
políticos.
En 1994, varias personas fueron arrestadas secretamente en Pekín cuando se disponían a
registrar legalmente la Liga para la Protección de los Derechos de los Trabajadores.
•
Entre ellas estaban Zhou Guoqiang y Zhang Lin, a quienes condenaron a tres años de
«reeducación por el trabajo», y Liu Huanwen, sentenciado a dos años de «reeducación por el
trabajo».
Defensores de los derechos humanos
Ya no tengo miedo. Ya he muerto una vez en prisión. Cuando has estado allí, nunca vuelves
a tener miedo.
Son palabras pronunciadas por Ren Wanding unas semanas antes de ser detenido en Pekín
en 1989. Veterano activista de derechos humanos, es uno de los muchos defensores de esta causa
que han tenido el valor de intentar hablar claro. Lo condenaron en 1991 a siete años de cárcel por
«hacer propaganda e incitación contrarrevolucionarias». La acusación se basaba en sus
llamamientos en defensa del respeto de los derechos humanos, la libertad de expresión y el Estado
de Derecho.
En el Tíbet, muchas personas han sido hostigadas o encarceladas desde la década de los
ochenta por reunir o divulgar datos sobre cuestiones de derechos humanos.
•
Gedun Rinchen fue detenido a comienzos de mayo de 1993 a raíz de unas cartas
encontradas en su poder en las que describía la situación de los derechos humanos en el Tíbet.
Tenía intención de entregarlas a una delegación de embajadores europeos que iban a visitar Lhasa.
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Le acusaron de «robar secretos de Estado» y participar en «actividades dirigidas a dividir el país»,
pero en enero de 1994 lo pusieron en libertad gracias a los llamamientos internacionales en su
favor.
•
Diez monjes del monasterio de Drepung y un tibetano laico fueron condenados en 1989 a
penas de entre cinco y diecinueve años de cárcel por distribuir folletos sobre cuestiones políticas y
de derechos humanos, entre los que había una traducción tibetana de la Declaración Universal de
Derechos Humanos.
Los activistas de derechos humanos han corrido una suerte parecida en otros lugares.
•
Al menos ocho personas que trataban de legalizar la Asociación de Derechos Humanos de
Shanghai fueron arrestadas. A algunas las condenaron a penas de «reeducación por el trabajo» sin
acusarlas ni juzgarlas previamente.
La intimidación no ha podido acallar las voces que reclaman el respeto de los derechos
humanos. Entre marzo y mayo de 1995, varios grupos de personas ─entre las que había intelectuales
reconocidos y ex presos de conciencia─ firmaron en Pekín numerosas peticiones a las autoridades
para reivindicar un mayor grado de democracia y más reformas en materia de derechos humanos.
La policía detuvo a más de cincuenta, principalmente en Pekín. Algunos quedaron en libertad
después del interrogatorio, pero los informes señalaban que un mínimo de diez continuaban
detenidos sin cargos en septiembre de 1995. Los excarcelados fueron sometidos a vigilancia y a
algunos les dieron instrucciones de abandonar Pekín.
Grupos religiosos
En China hay grupos religiosos con más privilegios que otros. Los cristianos, por ejemplo,
son libres de practicar su culto en iglesias reconocidas por el gobierno. Pero si se unen a alguno de
los cada vez más numerosos grupos religiosos que carecen de registro oficial, se exponen a ser
acosados, encarcelados e incluso a morir como consecuencia de tortura. Budistas y musulmanes
también sufren persecución si las autoridades estiman que su aspiración a la libertad religiosa se
asocia a movimientos nacionalistas, como ocurre en el Tíbet y en Xinjiang.
La represión de actividades religiosas no autorizadas ha aumentado en los dos últimos años.
En 1994 entraron en vigor dos nuevos reglamentos nacionales sobre actividades religiosas. La
policía realizó incursiones en numerosas congregaciones pacíficas no registradas, y los asistentes
fueron golpeados, amenazados y detenidos. A los miembros laicos normalmente los dejan en
libertad previo pago de una multa, pero a los presuntos «líderes» suelen condenarlos a penas de
prisión o recluirlos durante largos periodos en concepto de «detención administrativa».
•
Entre octubre de 1994 y junio de 1995 fueron detenidos más de doscientos cristianos en la
comarca de Xihua, provincia de Henan, en una nueva operación represiva contra congregaciones
protestantes no autorizadas en domicilios particulares.
•
Treinta católicos fueron arrestados en la provincia de Jiangxi en abril de 1995, en relación
con la celebración de la misa del Domingo de Pascua en la montaña Yi Jia Shan, en la comarca de
Chongren. A algunos los encarcelaron posteriormente, como a la joven de dieciocho años Rao
Yanping, condenada a cuatro años de prisión.
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Foto
Bao Ge, defensor de los derechos humanos de Shanghai, fue arrestado en junio de 1994 al
poco tiempo de enviar una carta abierta al gobierno de China en la que solicitaba permiso para crear
una organización llamada La Voz de los Derechos Humanos. En septiembre de 1994 fue condenado
sin juicio previo a tres años de «reeducación por el trabajo».
La política de control de la natalidad
La línea oficial
La planificación familiar es «voluntaria», si bien el control de la natalidad es preceptivo
desde 1979. Los demógrafos oficiales recomiendan como objetivo para la estabilización de la
población la cifra de 1.300 millones de habitantes para el año 2000, lo cual, según afirman, sólo
puede alcanzarse mediante la aplicación de «medidas estrictas». Por su parte, la Comisión Estatal
de Planificación Familiar afirma que «la coacción no está permitida».
Algunos datos
Mujeres cuyo embarazo superaba la cuota planificada han sido secuestradas y obligadas a
abortar o a someterse a una operación de esterilización.
Se ha detenido y amenazado a mujeres embarazadas hasta que accedían a que les
practicaran un aborto.
Personas que se negaban a acatar esta norma han sufrido hostigamiento y, en ocasiones,
malos tratos por parte de funcionarios del Estado.
Se han recibido informes sobre médicos que, presionados por funcionarios, han matado a
recién nacidos «por encima de la cuota».
-
Se han demolido viviendas de parejas que se negaban a cumplir la cuota de nacimientos.
Se ha tomado como rehenes a familiares de quienes no podían pagar las multas impuestas
por tener un número excesivo de hijos hasta que se efectuaba el pago.
Se ha sancionado duramente a quienes ayudaban a una familia a tener hijos «por encima de
la cuota».
Los responsables de violaciones de derechos humanos durante la implantación de la política
de control de la natalidad a menudo han salido impunes.
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Una víctima
Una mujer soltera de la provincia de Hebei que había adoptado a uno de los hijos de su
hermano fue detenida en varias ocasiones con el propósito de obligar a su hermano a pagar las
multas por el número excesivo de hijos. En noviembre de 1994 estuvo siete días detenida junto a
otras doce personas. Según indicaban los informes, le vendaron los ojos, la desnudaron, la ataron y
la golpearon con una porra eléctrica.
CITA
Parte de mi trabajo consistía en obligar a mujeres (...) a abortar. Por la noche, cuando era
más fácil que la pareja estuviera en casa, íbamos y nos llevábamos a la mujer. Si
ella no estaba, nos llevábamos al marido o a otro miembro de la familia y lo
manteníamos bajo custodia hasta que ella se entregaba.
Ex funcionario del servicio de planificación familiar, 1993
La represión por regiones
• En China conviven un total de 56 nacionalidades distintas, en total 81 millones de personas.
• Existen 157 autonomías nacionales, divididas en 5 regiones autónomas, 30 prefecturas
autónomas y 122 comarcas autónomas.
La discriminación y la opresión de cualquier nacionalidad están prohibidas...
Libro blanco del gobierno de 1991, titulado Los derechos humanos en China
Deberíamos utilizar el arma de la dictadura democrática del pueblo y, ateniéndonos a la
ley, aplastar sin contemplaciones a quienes (...) socavan la unidad de las
nacionalidades y fragmentan la patria amparándose en la religión.
Periódico oficial Xizang Ribao, marzo de 1995
En las diferentes regiones que componen China, los miembros de grupos étnicos
soportan leyes y reglamentos represivos que les niegan el derecho a expresar pacíficamente sus
aspiraciones nacionales, religiosas o culturales. Además, las directrices oficiales permiten a
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quienes ejercen la autoridad usar arbitrariamente su poder y cometer abusos flagrantes contra los
derechos humanos.
En la Región Autónoma del Tíbet, las autoridades han reprimido implacablemente todo
signo de oposición. Amnistía Internacional no se pronuncia respecto a la situación política del
Tíbet ni de cualquier otra región. Sus motivos de preocupación residen exclusivamente en las
persistentes y gravísimas violaciones de derechos humanos que se perpetran en estas zonas.
Millares de personas han sido detenidas arbitrariamente y a muchas las han torturado a
partir del resurgimiento de las manifestaciones en favor de la independencia del Tíbet en
septiembre de 1987. Las fuerzas de seguridad han abatido a tiros a decenas de manifestantes. A
otros los han encarcelado por actividades tan pacíficas como entonar eslóganes, desplegar la
bandera nacional tibetana o repartir folletos independentistas. Muchos niños y menores de edad
han sido encarcelados y torturados.
En los últimos años, la represión se ha intensificado en las zonas rurales como respuesta a
un aumento del descontento. Un número cada vez mayor de personas laicas han sido detenidas
arbitrariamente. En 1994 se aprobaron nuevos reglamentos para sofocar las manifestaciones
nacionalistas y, como resultado, se han realizado incursiones en numerosos monasterios y
conventos. A principios de 1995 había como mínimo seiscientos cincuenta detenidos políticos, la
mayoría monjes y monjas budistas detenidos exclusivamente por expresar de un modo pacífico
su apoyo a la independencia tibetana.
•
Lobsang Tsondru, monje y teólogo budista del Monasterio de Drepung, próximo a
Lhasa, tenía alrededor de ochenta años cuando lo arrestaron en 1990. Está cumpliendo una pena
de seis años de prisión por «participar en actividades ilícitas». En 1993 llegaron informes de que
padecía una enfermedad del corazón.
•
Jigme Sangpo, ex profesor de enseñanza primaria de más de sesenta años, habrá
permanecido veintiocho años sin interrupción entre rejas para cuando se ha fijado su
excarcelación, el año 2011. Primeramente le condenaron a quince años de prisión en 1983 por
«propaganda e incitación contrarrevolucionarias». Después se le ha elevado la pena en dos
ocasiones por gritar consignas independentistas en la cárcel.
•
Phuntsog Nyidron, monja de veintiocho años del Convento de Michungri, fue condenada
inicialmente en 1989 a nueve años de cárcel por participar en una breve y pacífica manifestación
independentista en Lhasa. Posteriormente le aumentaron la pena a diecisiete años por grabar
canciones nacionalistas dentro de la prisión.
Personas de otras regiones han sufrido igualmente violaciones muy graves de sus
derechos humanos en relación con reivindicaciones de independencia política o de respeto de la
identidad cultural. Los informes mejor documentados proceden de la Región Autónoma de
Xinjiang y, en menor grado, de Mongolia Interior.
En Xinjiang se ha detenido a un gran número de personas por motivos políticos a lo largo
de los años, y se ignora la suerte que han corrido. En Baren, comarca rural uigur situada en la
parte oriental de Xinjiang, varias semanas de protestas culminaron en abril de 1990 en
enfrentamientos violentos entre las fuerzas de seguridad y un grupo de uigures que se habían
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congregado en una mezquita. Varias personas resultaron muertas. A estos hechos sucedió una
campaña represiva que llevó a la detención, según informes, de varios miles de personas en toda
la región. Muchos fueron torturados. A tres los condenaron después a muerte y los ejecutaron.
•
A Kajikhumar Shabdan (Hajihumaer), escritor y poeta de etnia kazajia con más de setenta
años, lo detuvieron en julio de 1987 y posteriormente lo condenaron a quince años de prisión,
según informes por un delito de «espionaje». Podría haber sido encarcelado por escritos en los
que criticaba a las autoridades y, por tanto, ser preso de conciencia.
También se ha denunciado la represión de quienes defienden un mayor grado de
autonomía para Mongolia Interior, con la detención de un gran número de personas por motivos
políticos. Reunir datos procedentes de esta región ha sido sumamente difícil.
•
Ulaanshuvu (Wulan Shaobu) fue arrestado en julio de 1991 en Hohhot. Profesor
universitario de treinta y siete años, casado y con un hijo, pertenecía a la Alianza de Mongolia
Interior para la Defensa de los Derechos Humanos y al Movimiento Juvenil para el
Renacimiento Cultural de Mongolia. En abril de 1994 lo condenaron a cinco años de cárcel por
«incitación a la contrarrevolución y difusión de propaganda subversiva» a raíz de sus actividades
pacíficas. El juicio al que le sometieron no duró ni treinta minutos.
Muertes en masa
Obligan a arrodillarse a un hombre joven. Va atado de manos y pies y tiene agachada la
cabeza. Un soldado le ordena estarse quieto. Luego suena un disparo y el hombre se desploma
en el suelo. Un instante después suena otro disparo, y otro cuerpo cae. Y así sucesivamente, hasta
que han acabado con decenas de vidas a sangre fría.
Se trata de una ejecución en masa. No es algo excepcional en China; a diario se condena
a muerte a millares de personas. Algunas se realizan en público. La mayoría, en discretos patios
de ejecución después de haber exhibido a los condenados en actos públicos de imposición de
sentencias o por las calles en camiones.
Las autoridades chinas aplican la pena de muerte de forma generalizada para infundir el
miedo. Suponen que eso frenará la comisión de delitos. Pero no es así. Con todo, cada año se
ejecuta a más personas en China que en la suma de los restantes países del mundo. En muchos
casos, la pena de muerte se aplica arbitrariamente y sin ninguna clase de salvaguardia jurídica
frente a posibles errores judiciales.
China ha seguido ampliando el ámbito de aplicación de la pena de muerte. Se calcula que
actualmente existen 68 delitos punibles con la pena capital, y va en aumento el número de
personas ejecutadas por delitos no violentos. De acuerdo con las normas internacionales, la pena
de muerte sólo debería aplicarse a los delitos de mayor gravedad.
Prácticamente todos los aspectos de la aplicación de la pena de muerte en China están
manchados por prácticas que vulneran los derechos humanos más básicos.
15
•
Estas ejecuciones masivas se suelen realizar cada vez que va a celebrarse un festival o acto
internacional importante; también es frecuente que acompañen a los anuncios oficiales de
campañas antidelictivas.
•
La pena de muerte se ha aplicado extensivamente durante las campañas represivas contra
la oposición. En Pekín y otros lugares se ejecutó sumariamente a decenas de personas tras las
protestas de 1989 en favor de la democracia. En Xinjiang se ha ejecutado en los últimos años a
nacionalistas musulmanes por su presunta vinculación a grupos de oposición clandestinos o
participación en atentados con bomba.
•
Cada año se ejecuta a más personas por delitos económicos relativamente leves. Por
ejemplo, en 1994 fueron ejecutados dos campesinos en la provincia de Henan por el robo de 36
vacas y de maquinaria agrícola por valor de 9.300 dólares estadounidenses.
•
La legislación introducida en 1983 permite celebrar juicios excesivamente rápidos y
sumarios en casos de pena de muerte. Los juicios sumarios abundan especialmente durante las
campañas «de orden público». Por ejemplo, en los actos públicos de imposición de sentencias
celebrados en toda la provincia de Guangxi en junio de 1995, treinta y cuatro personas fueron
declaradas culpables de tráfico de drogas e inmediatamente ejecutadas.
•
Los acusados pueden ser juzgados sin contar con la asistencia de un abogado ni conocer
las acusaciones que se les imputan hasta llegar al tribunal. Los fallos suelen estar decididos de
antemano como consecuencia de injerencias políticas.
•
Hay a quien condenan exclusivamente en función de una confesión, que puede haberse
obtenido mediante tortura.
•
La ejecución puede llevarse a efecto a los pocos días de la imposición de la pena. Los
recursos son un mero formalismo y rara vez prosperan.
•
Los reos condenados a muerte soportan un trato cruel, inhumano y degradante. Los
mantienen encadenados desde el momento de dictarse la sentencia hasta que los ejecutan, y a
menudo los exhiben en público.
CITA
Si se corta una cabeza por error, ya no hay forma de rectificar, aunque se quiera.
Mao Tse Tung, 1956
Li Xiuwu fue indultado en 1995, siete años después de haber sido ejecutado por el
asesinato de un campesino.
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Trasplante de órganos
La línea oficial
Para extirpar los órganos de delincuentes convictos que han sido condenados a muerte se
requiere el consentimiento y la firma del propio delincuente o en su defecto de
sus familiares, así como la aprobación de los departamentos judiciales.
Wang Min, representante diplomático chino en la ONU, abril de 1995
Algunos datos
Los condenados permanecen encadenados todo el tiempo, no pueden ponerse en
contacto con abogados y su correspondencia está sometida a censura. Si se desestima su recurso,
no se les comunica hasta unas horas antes de la ejecución. En tales circunstancias, y suponiendo
que realmente se los consulte, resulta bastante improbable que den su consentimiento libremente
y con conocimiento de causa.
La exacta coordinación entre tribunales, departamentos de salud y hospitales, así como el
secreto que rodea todo el proceso y los ingresos que generan los trasplantes a los hospitales, tan
necesitados de ellos, son factores que parecen indicar que, en algunos casos, tanto la imposición
de sentencias de muerte como el momento de ejecutarlas podrían estar influidos por la demanda
de órganos.
En 1995 se ha ejecutado a personas en China por todos estos delitos: asesinato, tentativa
de asesinato, homicidio impremeditado, robo a mano armada, robo con violencia, violación,
causar lesiones, agresión, robo reincidente, robo con escalo, robo, secuestro, tráfico de mujeres y
niños, organizar redes de prostitución, proxenetismo, organizar redes pornográficas, publicar
pornografía, gamberrismo, alterar gravemente el orden público, provocar explosiones, destruir o
dañar propiedades públicas o privadas, «sabotaje contrarrevolucionario», incendio provocado,
envenenar ganado, narcotráfico, matar un tigre, corrupción, malversación de fondos, cobro de
sobornos, fraude, especulación y lucro inmoderado, falsificación, reventa de recibos del impuesto
sobre el valor añadido, evasión de impuestos, robo o fabricación ilícita de armas, posesión o venta
ilícita de armas de fuego y munición, robar o comerciar con tesoros o reliquias culturales
nacionales, vender dinero falso, chantaje.
Los derechos humanos nos interesan a todos
CITA
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Puesto que los derechos humanos atañen al conjunto de la humanidad y su valor es
universal, su defensa no puede considerarse una usurpación de la soberanía
nacional.
Declaración de Bangkok de las organizaciones no gubernamentales (ONG) sobre los
derechos humanos, 1993
El mundo contempló horrorizado cómo los tanques se desplazaban hacia la Plaza de
Tiananmen en junio de 1989, aplastando todo cuanto hallaban a su paso. Millones de personas
vieron imágenes televisadas de los disparos, el terror y el pánico. Muchos reaccionaron
levantándose de su sillón para unirse a las protestas espontáneas y masivas que se produjeron en
muchas ciudades importantes de todo el mundo.
Cuando casi han transcurrido siete años, Amnistía Internacional pide al mundo que
vuelva a reaccionar. En China siguen perpetrándose violaciones masivas de los derechos
humanos, y su pueblo necesita y merece nuestro apoyo constante.
El vertiginoso desarrollo económico que China está experimentando ofrece nuevas
oportunidades para concienciar a su población de la importancia de los derechos humanos. Cada
vez hay más personas allí que mantienen contactos con el mundo exterior. Existen nuevas líneas
de comunicación. Los ciudadanos extranjeros gozan de mayores facilidades para acceder al país,
concretamente a través del comercio, y tanto los estudiantes como otros ciudadanos pueden viajar
al extranjero. Todo esto entraña un potencial enorme para promover un entendimiento común
en las cuestiones de derechos humanos.
El gobierno de China ha demostrado que es sensible a la opinión mundial. Con todo,
quienes más relaciones mantienen con los dirigentes del país ─tanto gobiernos como empresas
extranjeras─ han preferido por lo general prescindir de las cuestiones de derechos humanos.
En foros internacionales como la ONU, los Estados han sucumbido a la presión política y
se han abstenido de criticar a China. La Comisión de Derechos Humanos de la ONU no ha
aprobado una sola resolución de condena sobre la matanza de civiles perpetrada durante la
represión de 1989 ni sobre las violaciones de derechos humanos perfectamente documentadas
que la sucedieron.
El gobierno ha hecho todo lo posible para eludir las críticas y evitar el escrutinio de su
trayectoria en materia de derechos humanos. Es necesario poner en evidencia sus tácticas y
refutar sus argumentos.
En la escena mundial, el gobierno dice reconocer la universalidad de las normas de
derechos humanos de la ONU. Sin embargo, también defiende con insistencia que los Estados
deben tener libertad para aplicar esas normas de acuerdo con sus circunstancias culturales,
históricas y políticas concretas. En la práctica, esa libertad equivale a una licencia para la comisión
de violaciones de los derechos humanos fundamentales por parte del Estado.
El gobierno chino afirma que el derecho a la subsistencia y al desarrollo es vital para el
pueblo chino. Pero la necesidad de saciar el hambre nunca puede servir de excusa a la tortura, y
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no se ha demostrado que el hecho de negar un derecho tan básico a las personas como es la
libertad de expresión conlleve una mejora de su bienestar económico.
En la práctica, las autoridades chinas rechazan el más notable de los logros de la ONU: el
reconocimiento de que existen unas salvaguardias mínimas universales de los derechos humanos
que todos los Estados deben respetar, y de que la comunidad internacional tiene el derecho y el
deber de pedir responsabilidades a todos los Estados que no los respetan.
China es uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU
y, como tal, tiene una influencia considerable y la responsabilidad de hacer respetar las normas
internacionales de derechos humanos. Si pretende ser un miembro de pleno derecho en la
comunidad internacional, debe aceptar el mayor grado de responsabilidad y apertura que
conlleva esa condición.
También la comunidad internacional debe asumir sus responsabilidades. Gobiernos de
todo el mundo, organizaciones regionales como el foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico
(APEC) y socios comerciales de China deben intentar a toda costa ejercer una presión constante
sobre las autoridades chinas para que respeten los derechos humanos. Lamentablemente, hasta
ahora ninguno ha demostrado voluntad ni imaginación para hacerlo.
Y aquí es donde pueden intervenir ustedes. Ustedes a quienes horrorizó la matanza de
Pekín en 1989 y les preocupa lo que le está sucediendo a una quinta parte de la humanidad.
Pueden ponerse en contacto con países y empresas que negocien con las autoridades chinas e
instarles a cooperar en cuestiones de los derechos humanos. Muchos magnates del mundo de los
negocios reconocen que una mejora en la situación de los derechos humanos y un mayor respeto
de la ley en China aumentarían las posibilidades económicas.
Pueden pedir a amigos, familiares y colegas de profesión que se sumen a Amnistía
Internacional y su campaña contra las violaciones de derechos humanos en China. Pueden enviar
cartas a las autoridades chinas, al gobierno de su propio país y a todo aquel que tenga contactos
en China para plantearles los motivos de preocupación en aquel país. Pueden demostrar al
pueblo chino y a su gobierno que personas de todo el mundo, ya vivan en Bangkok, Buenos
Aires, Bombay o Birmingham, se preocupan por lo que sucede en China y piensan hacer
campaña para acabar con los abusos que allí se cometen contra los derechos humanos. Su
solidaridad y sus esfuerzos pueden cambiar el rumbo de las cosas.
Mientras el gobierno chino no cumpla con sus obligaciones contraídas en virtud del
derecho internacional relativo a los derechos humanos, la única garantía de respeto de los
derechos humanos en China son ustedes. Amnistía Internacional les pide su ayuda: los derechos
de mil doscientos millones de personas dependen de ella.
Normas comerciales
Amnistía Internacional ha instado a todas las empresas que tratan comercialmente con
China a:
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•
Garantizar que sus métodos de actuación en China sientan un precedente para otros
respetando los derechos humanos de sus empleados, en particular el derecho a la libertad de
expresión y de asociación.
•
Ayudar siempre que haya ocasión a presionar a las autoridades chinas para que
introduzcan salvaguardias de protección de los derechos humanos y acaben con el ejercicio
arbitrario del poder por parte de sus funcionarios.
•
Aumentar la conciencia sobre las normas internacionales básicas de derechos humanos
divulgando información sobre los derechos humanos, promoviendo códigos éticos en las
relaciones comerciales y apoyando iniciativas de educación en derechos humanos.
Recomendaciones
Al gobierno chino:
• Establecer una comisión nacional de investigación que analice en profundidad las
circunstancias en que se producen violaciones de derechos humanos y los remedios jurídicos y
de otro tipo necesarios para erradicarlas.
• Acabar con la impunidad garantizando que todas las violaciones de derechos humanos se
investigan exhaustivamente y con prontitud e imparcialidad, y que se procesa a los
perpetradores.
• Acabar con la tortura y prevenir su práctica introduciendo salvaguardias para los presos y
prohibiendo todo acto de tortura y malos tratos, de conformidad con la Convención contra la
Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, de la que China es Estado
Parte.
• Acabar con las detenciones y encarcelaciones arbitrarias soltando inmediatamente y sin
condiciones a todos los presos de conciencia y garantizando que se excarcelará a todos los
presos políticos que no sean acusados de ningún delito tipificado como tal en las normas
internacionales y sometidos a un juicio justo en un plazo de tiempo razonable.
• Garantizar que los juicios cumplen las normas internacionales.
• Acabar con la aplicación de la pena de muerte.
• Acabar con los abusos resultantes de la política de control de la natalidad.
• Tomar medidas para proteger a los defensores de los derechos humanos.
• Ratificar los tratados internacionales de derechos humanos y colaborar con los mecanismos de
derechos humanos de la ONU.
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A la comunidad internacional y a todos los que tienen contactos en China:
• Alentar al gobierno chino a ratificar los tratados internacionales de derechos humanos e invitar
a expertos de la ONU sobre derechos humanos a visitar China para que investiguen la situación
de los derechos humanos.
• Si fuera posible, entablar un diálogo con las autoridades chinas sobre cuestiones de derechos
humanos, y presionarlas para que se atengan a las normas internacionales de derechos humanos.
• Aprovechar cualquier ocasión para promocionar sus vínculos culturales o económicos con el
pueblo chino y así crear un entendimiento común en materia de derechos humanos.
• Garantizar que no se realizan transferencias de material de seguridad a China cuando haya
motivos para creer que puede servir para realizar detenciones arbitrarias, cometer tortura o
someter a malos tratos.
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FOTOS
Portada (interior):
Un habitante de Xinjiang y un agente de policía
© Abbas/Magnum
Interior: Caligrafía china de un ex preso de conciencia.
Página 1.
Soldados montando guardia mientras una mujer tibetana recorre el circuito de Barkor, en el centro
de Lhasa.
© Springer-Liaison/Frank Spooner
Página 2.
Un oficial del ejército entre la multitud en la ciudad de Shenzen.
© Sinopix
Página 2.
Yan Zhengxue
Página 3.
Palden Gyatso, monje tibetano, muestra el tipo de instrumentos que emplearon para torturarlo en la
cárcel.
© David Hoffman
Página 3.
Campo de trabajo en el norte de China.
© SKRC/Katz Pictures
Página 4.
Iglesia católica de Shanghai. Todos los lugares de culto deben contar con la autorización oficial.
© Saturo Ohmori/Frank Spooner
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Página 4.
Bao Ge
Página 4-5.
Tras los muros de una prisión de Pekín.
© Xinhua/Frank Spooner
Página 5.
Cartel donde se ensalzan las virtudes de la política de un solo descendiente en China
© Sean Sprague/Panos
Página 6.
Budistas tibetanos en una sesión de oración en Lhasa.
© Catherine Platt/Panos
Página 6.
Mujeres de la provincia de Xinjiang.
© Furtner-Contrast/Frank Spooner
Página 7.
Acto público de imposición de sentencias en la prefectura de Dehong, provincia de Yunnan.
© Xinhua/Frank Spooner
Página 7.
Cadáveres de varios hombres tras su ejecución.
© Xinhua/Frank Spooner
Página 8.
Reos condenados por delitos económicos exhibidos en un camión por las calles de Guangzhou.
© Wishnetsky/SIPA/Rex Features
Página 8.
23
Los rascacielos se elevan sobre la antigua ciudad de Shenzhen.
© Colorific!
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