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BOE núm. 303 Suplemento
Miércoles 20 diciembre 2006
2.º Declarar la nulidad de los Autos de la Sección
Sexta de la Audiencia Provincial de Cádiz, de 10 de mayo
y 9 de junio de 2004, respectivamente, recaídos en el rollo
de apelación 11-2001 dimanante del sumario 5-2002 procedente del Juzgado de Instrucción núm. 1 de los de
Ceuta.
Publíquese esta Sentencia en el «Boletín Oficial del
Estado».
Dada en Madrid, a veinte de noviembre de dos mil
seis.–María Emilia Casas Baamonde.–Javier Delgado
Barrio.–Roberto García-Calvo y Montiel.–Jorge RodríguezZapata Pérez.–Manuel Aragón Reyes.–Pablo Pérez Tremps.
Firmado y rubricado.
22255
Sala Segunda. Sentencia 334/2006, de 20 de
noviembre de 2006. Recurso de amparo 71972004. Promovido por don Benjamín Rodríguez
Álvarez frente a la Sentencia de la Audiencia
Provincial de León que, en grado de apelación,
desestimó su demanda contra Aperitivos Gus,
S. A., sobre reclamación de cantidad.
Vulneración del derecho a la tutela judicial
efectiva (resolución fundada en Derecho): sentencia de apelación civil que valora la prueba
irrazonablemente.
La Sala Segunda del Tribunal Constitucional, compuesta por don Guillermo Jiménez Sánchez, Presidente;
don Vicente Conde Martín de Hijas, doña Elisa Pérez Vera,
don Ramón Rodríguez Arribas y don Pascual Sala Sánchez, ha pronunciado
EN NOMBRE DEL REY
la siguiente
SENTENCIA
En el recurso de amparo núm. 7197-2004, promovido
por don Benjamín Rodríguez Álvarez, representado por el
Procurador de los Tribunales don Pablo Ron Martín y asistido por el Letrado don Rafael Nieto Martínez, contra la
Sentencia dictada por la Sección Primera de la Audiencia
Provincial de León, de fecha 15 de octubre de 2004, que
estimó el recurso de apelación núm. 283-2001, interpuesto por el demandado contra la Sentencia del Juzgado
de Primera Instancia núm. 2 de La Bañeza, de 6 de abril
de 2001, dictada en el juicio de menor cuantía núm. 183-2000.
Ha intervenido el Ministerio Fiscal y ha comparecido la
mercantil Aperitivos Gus, S.L., representada por la Procuradora doña Miriam Álvarez del Valle Lavesque y asistida
por el Abogado don Mario García Méndez. Ha sido
Ponente el Magistrado don Pascual Sala Sánchez, quien
expresa el parecer de la Sala.
I.
Antecedentes
1. Mediante escrito que tuvo entrada en el Registro
General de este Tribunal el 30 de noviembre de 2004, don
Pablo Ron Martín, Procurador de don Benjamín Rodríguez
Álvarez, interpuso recurso de amparo contra la Sentencia
indicada en el encabezamiento.
2. Los hechos en que se fundamenta el presente
recurso son, en síntesis, los siguientes:
a) El recurrente en amparo (profesional dedicado a
la compraventa de tubérculos y legumbres) interpuso
demanda contra la mercantil Migueles Carrizo, S.L.
(luego Aperitivos Gus, S. L.) por la que solicitaba el pago
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de 4.168.256 pesetas en concepto de precio insatisfecho
por suministro de diversas partidas que le fueron entregadas a la demandada en 1995, así como el abono de los
intereses legales y costas.
El Juzgado de Primera Instancia núm. 2 de La Bañeza
admitió la demanda de juicio de menor cuantía (núm.
183-2000) y emplazó a la demandada para que compareciera y contestara, como así hizo, oponiéndose a la misma
y solicitando se dictara Sentencia desestimatoria con condena en costas.
El citado Juzgado dictó Sentencia de 6 de abril de 2001
por la que estimaba totalmente la demanda y condenaba
a la entidad demandada al pago de 4.168.256 pesetas,
«más los intereses calculados al tipo de interés legal
incrementado en un cincuenta por ciento desde la fecha
de entrega de cada una de las distintas partidas de mercancía suministrada a la demandada por el actor y respecto del precio de cada una de tales partidas hasta la del
completo pago, condenando igualmente a la demandada
al pago de las costas procesales». El Juzgado a quo consideró acreditado el hecho constitutivo de la pretensión del
actor, consistente en la entrega a la demandada de diversas partidas de patatas, con base en la documental acompañada al escrito de demanda (doce albaranes de entrega)
y en la confesión de la Sra. Carrizo González (en su condición de administradora única y representante legal de la
entidad demandada), que dijo «que es cierto» haber recibido los suministros de bienes de consumo, por las cantidades e importes que constaban en los albaranes adjuntados con la demanda, firmados por don Abel Álvarez
como encargado del almacén de la demandada. Dado que
la demandada opuso como hecho extintivo el pago de
tales suministros, pero no lo acreditó, falló a favor del
actor.
b) La entidad demandada interpuso recurso de apelación, en el que interesaba la desestimación de la
demanda con imposición de costas al actor, impugnando
los albaranes presentados y las firmas obrantes en ellos,
manteniendo que eran documentos «confeccionados por
el actor para su presentación en la presente reclamación»
y que la Sentencia estaba fundamentada con base en la
confesión de la representante de la parte demandada y de
«dos testigos de los cuales uno es en la actualidad socio
del demandante y otro trabajador suyo», y atendiendo al
valor de la prueba pericial practicada en la segunda instancia en cuanto al valor de las firmas existentes en los
documentos aportados con el escrito rector que permite
restar fuerza probatoria otorgada asimismo en instancia.
La parte demandante se opuso al recurso de apelación y
solicitó la confirmación de la Sentencia impugnada.
La Sección Primera de la Audiencia Provincial de León,
mediante Sentencia de 15 de octubre de 2004, estimó el
recurso de apelación y absolvió a la parte demandada con
base en una diferente valoración de la prueba practicada
en la primera y en la segunda instancia por las siguientes
razones expuestas en su fundamento de derecho tercero:
«1. En septiembre del año 2000 el demandante
reclama la cantidad de 4.168.256 pesetas por impago de
suministro de diversas partidas que le fueron suministradas al demandado en el año 1995 sin que aporte ninguna
hoja de pedido, ni ninguna base documental en la que
constase la signatura de la llamada de teléfono solicitando dicho envío ni el cumplimiento del mismo con los
consecuentes datos: fechas, clase de patatas, kilogramos
e importes.
2. El demandante tampoco ha aportado con el
escrito rector ni siquiera a lo largo del procedimiento
mediante la correspondiente prueba documental a través
de sus libros comerciales la realidad de tal envío en relación a tales operaciones con los correspondientes asientos contables y mercantiles, carga máxima cuando preci-
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samente en el escrito de contestación a la demanda se
expone que corresponde al demandante.
3. En la carta que con fecha 3 de febrero del año 2000
le fue enviada a la entidad demandada con acuse de
recibo “emplazándole al pago de modo y amistoso y
extrajudicial y así poder evitar las costosas y molestas
actuaciones judiciales” –como se recoge en el hecho
cuarto de la demanda con la terminología de “requerimiento”– no se hace tampoco ninguna individualización
de las diversas operaciones, partidas, fechas, kilogramos
y cuantía económicas (f. 23).
4. En la prueba pericial tras dejar bien claro que las
firmas existentes como de recepción de la mercadería en
los albaranes de entrega son de Abel Álvarez Suárez (Doc.
n.º [1] a 20) a preguntas que le fueron formuladas en el
acto de la vista de segunda instancia manifiesta que es
posible que las firmas se hicieran en el año 2000 pero no
se puede determinar la fecha, pues lo cierto es que no hay
cambios de tinta; que no puede afirmar que categóricamente que se firmaran en el mismo momento, pero es
difícil que sean hechos con un intervalo de meses porque
tienen la misma inclinación.
5. D.ª María Concepción Carrizo que prestó declaración como confesión en su concepto de Administradora
de la entidad demandada reconoce que en 1995 se mantenía relaciones comerciales con el actor, que se le pagó, y
que Abel Álvarez, Máximo Álvarez y José Ambrosio eran
trabajadores suyos.
6. El testigo propuesto por la demandante Abel Álvarez (f. 167) manifiesta que la mercancía fue recibida de
total conformidad y “que mientras el declarante estuvo
allí trabajando se presentó en la empresa GUS a cobrar”.
En conclusión, que debiendo hacerse la valoración de
la prueba de un modo conjunto, y que debe de tenerse
asimismo presente las específicas circunstancias expuestas en los numerales precedentes –reclamación judicial
en el año 2000 de operación mercantil del año 1995,
características de la comunicación a quien se dice deudor,
contenido de la prueba pericial–, que el demandante formula su petición conforme al articulo 325 y concordantes
del C. Comercio de compraventa mercantil, el Tribunal
entiende que la parte actora no ha acreditado los hechos
constitutivos del mismo.»
3. El recurrente basa su demanda de amparo contra
la Sentencia dictada en apelación en diversos motivos
de impugnación, todos ellos fundados en la violación del
art. 24 CE.
En primer lugar se queja de la lesión del derecho fundamental a un proceso con todas las garantías (art. 24.2 CE),
«al omitir reflejar en los antecedentes de hecho de la resolución dictada en apelación y, en párrafos separados y
numerados, la relación de hechos probados de la causa,
infringiendo de modo grave las normas esenciales del juicio por ignorar las normas que rigen la forma y contenido
de la sentencia. Su falta no puede ser suplida pues genera
indefensión e impide revisar el juicio seguido por el tribunal para estimar si su discurso ha sido lógico, al impedir la
delimitación exacta de los hechos y circunstancias esenciales de la controversia y el consiguiente desacierto de la
resolución judicial dictada». En apoyo de estas afirmaciones cita los arts. 248.3 LOPJ y 209.2 LEC.
El segundo motivo denuncia la vulneración del derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE), tanto por el
error patente cometido por el Tribunal de apelación al
«considerar no acreditado el hecho de la entrega de las
mercaderías reclamadas cuando tal dato sí lo está de
modo concluyente e inequívoco por partida doble, a saber
prueba de confesión judicial y prueba documental …
[e]llo constituye un error patente por indebida apreciación de los datos de la realidad condicionantes de la resolución adoptada», como por la incongruencia omisiva,
«pues basta la lectura de la sentencia de apelación para
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cerciorarse de que tal tribunal dejó sin respuesta las pretensiones del actor… sin que de la fundamentación jurídica de la resolución dictada pueda inferirse lógica y
razonablemente que el órgano judicial que resolvió en 2.ª
instancia tuviese en cuenta las pruebas concluyentes de
por sí obrantes en autos a los efectos de entender acreditada la entrega de las mercaderías reclamadas».
Finalmente se duele de la falta de motivación de la
Sentencia ahora recurrida. Tras comparar lo afirmado por
la Sentencia dictada en primera instancia con lo sostenido
por el Tribunal ad quem, afirma que: «la resolución de
apelación nos demuestra que la motivación no se ha llevado a cabo porque difícilmente puede entenderse no
acreditada la entrega de las mercancías si lo que se
deduce de los autos es precisamente que el actor ha acreditado tal dato de modo concluyente e inequívoco… La
sentencia de apelación elude valorar los elementos probatorios decisivos para el conflicto que sí lo fueron en
primera instancia. Se trata de valorar la trascendencia de
la prueba propuesta y practicada pues atendiendo al sentido propio de las palabras (criterio interpretativo primario del art. 3.1 CC) es factible concluir que al afirmar el
órgano judicial que el recurrente ni siquiera acreditó el
hecho alegado de la entrega, ninguna valoración ha efectuado de la prueba practicada (interrogatorio de parte,
documental, testifical y pericial) y cuya relevancia fue
esgrimida por el recurrente para fundamentar la desestimación del recurso de apelación deducido de contrario…
el criterio judicial resulta injustificado e irracional pues
resulta absurdo que se llegue a una conclusión (a saber la
no acreditación del hecho clave en autos, repetimos la
tantas veces enunciada entrega de las mercancías)
cuando tal dato lo es por partida doble, a saber la confesión judicial de la demandada y la documental».
El recurrente finaliza su escrito solicitando la nulidad
de la Sentencia dictada por la Sala de León en apelación,
«mandando retrotraer entonces las actuaciones al efecto
de que el tribunal de apelación dicte una nueva resolución
que respete los derechos fundamentales vulnerados».
4. La Sala Segunda de este Tribunal, mediante providencia de 22 de noviembre de 2005, acordó la admisión a
trámite de la demanda de amparo y, a tenor de lo dispuesto en el art. 51 LOTC, dirigir atenta comunicación a
los órganos judiciales competentes para la remisión de
certificación o fotocopia adverada de las actuaciones de la
segunda y de la primera instancia, y para el emplazamiento a quienes hubieran sido parte en el procedimiento,
a excepción del demandante, para que, si lo desearen,
compareciesen, en el plazo de diez días, en el presente
recurso de amparo.
5. Por diligencia de ordenación del Secretario de
Justicia de la Sala Segunda de este Tribunal, de fecha 19
de enero de 2006, se acordó tener por personado y parte
en este recurso a la Procuradora doña Miriam Álvarez del
Valle Lavesque, en nombre y representación de la mercantil Aperitivos Gus, S.L., y dar vista de las actuaciones
recibidas a las partes personadas y al Ministerio Fiscal,
por plazo común de veinte días, para presentar las alegaciones que estimasen pertinentes, de conformidad con el
art. 52.1 LOTC.
6. El Ministerio Fiscal, mediante escrito de alegaciones registrado el 8 de febrero de 2006, interesó la estimación de la demanda. Tras el análisis de los hechos y del
contenido constitucional del recurso de amparo, considera que los diferentes motivos de impugnación se reconducen a la vulneración del derecho fundamental a la
tutela judicial efectiva sin indefensión (art. 24.1 CE) por
haber incurrido la Sentencia impugnada en error o arbitrariedad a la hora de seleccionar el fundamento de la
decisión que adopta, pues, de un lado, las alusiones que
se hacen a la incongruencia de la Sentencia carecen,
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obviamente de consistencia si se repara en que, además
de referirse a pretensiones planteadas por quien no es
demandante de amparo, la Audiencia da respuesta a la
pretensión planteada en el proceso al desestimar la
demanda por no haber acreditado el hecho constitutivo
de la misma; y, de otro, las eventuales infracciones de los
arts. 248.3 LOPJ y 209 LEC, además de manifestarse como
infracciones de legalidad ordinaria, si de las mismas
dimanase indefensión inconstitucional, ésta tendría el
mismo fundamento que el propuesto por el Fiscal como
objeto de la demanda de amparo.
Tras recordar la doctrina constitucional en relación
con el art. 24.1 CE en su vertiente del derecho a la motivación razonada y razonable de las resoluciones judiciales,
el Ministerio Fiscal interesa el otorgamiento del recurso
de amparo porque: «la decisión que adopta la Audiencia
no se muestra, sin entrar a valorar el resultado de los distintos medios de prueba practicados en el proceso, como
una expresión de la justicia, sino como una decisión que
es producto, ciertamente, de la voluntad del Tribunal, pero
sin que el mismo exprese cual es el proceso lógico que
conduce a la decisión que ha adoptado». A continuación
procede al análisis de los seis argumentos ofrecidos por
la Sala de León para estimar el recurso de apelación. Centrándonos en los dos últimos (la confesión bajo juramento
indecisorio prestada por la demandada y la testifical), sostiene que deducir de dichos medios de prueba que la
mercancía no fue servida es imposible atendiendo a las
reglas de la lógica, porque, aceptando, en la hipótesis
más favorable para la entidad demandada y, por tanto,
para sostener la Sentencia recurrida, que lo que el testigo
quiso decir es que el demandante, o alguien en su nombre, acudió al domicilio de la entidad demandada a
cobrar, y poniéndolo en relación con lo que la demandada
dijo en confesión, que fue que se hizo el pago y que el
testimonio del testigo era de sospechosa credibilidad por
haberse pasado a trabajar con el demandante, es imposible deducir, en primer lugar, que la mercancía no se
entregó, como se dice en la Sentencia, porque nadie dice
eso, y, en segundo lugar, que tal pago se hizo, porque
para ello habría sido necesario que se alegase el pago
como excepción y, además, que se acreditase por quien lo
alegaba, como pretendió inútilmente la parte demandante.
7. La mercantil Aperitivos Gus, S. L., parte demandada en la primera instancia y recurrente en la apelación,
presentó su escrito de alegaciones con fecha de entrada
en el Registro General de este Tribunal de 20 de febrero
de 2006 en el que se solicita la desestimación del recurso
de amparo. Considera que la resolución ahora cuestionada ha respetado el art. 24 CE, pues no ha colocado a la
recurrente en una situación de indefensión material, no
incurre en error patente ni en incongruencia y está debidamente motivada, pretendiendo convertir el recurso de
amparo ante este Tribunal en una nueva instancia en la
cual volver a valorar los medios de prueba practicados
en el proceso civil a quo y debidamente apreciados por
el Tribunal de apelación, si bien en un sentido contrario a
las expectativas procesales del actor, sin incurrir por ello
en una vulneración del derecho a la efectividad de la
tutela judicial.
8. La parte recurrente presentó sus alegaciones
mediante escrito registrado el 22 de febrero de 2006, en el
que resume y reitera lo ya afirmado en el recurso de
amparo.
9. Por providencia de 16 de noviembre de 2005 se
señaló para la deliberación y fallo el día 20 del mismo mes
y año.
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II.
Fundamentos jurídicos
1. El presente recurso de amparo se dirige contra la
Sentencia dictada por la Sección Primera de la Audiencia
Provincial de León en fecha 15 de octubre de 2004, que
estimó el recurso de apelación interpuesto por la parte
demandada, anuló la Sentencia condenatoria dictada por
el Juzgado de Primera Instancia y rechazó la demanda
interpuesta por el actor al considerar que éste no había
probado el hecho constitutivo de su pretensión. El recurrente considera, en suma, que dicha resolución ha vulnerado su derecho fundamental a la tutela judicial efectiva,
sin indefensión (art. 24.1 CE), al incurrir en una motivación manifiestamente errónea e irrazonable, dado que ha
acreditado el hecho jurídicamente relevante de su pretensión de condena al pago de una determinada cantidad de
dinero. La parte demandada en el proceso civil solicita la
confirmación de la Sentencia impugnada, pues, en su opinión, el Tribunal de apelación, al estimar el recurso y anular la Sentencia dictada por el Juzgador a quo, ha respetado en su totalidad el abanico de derechos fundamentales
consagrados en el art. 24 CE. Por último, el Ministerio Fiscal coincide con el recurrente e interesa la concesión del
amparo al considerar que la Sentencia impugnada no
supera el canon jurisprudencial fijado por este Tribunal en
relación con el grado de razonabilidad exigible a las resoluciones judiciales.
2. A pesar de que el recurrente invoca la práctica
totalidad de los derechos fundamentales reconocidos en
el art. 24 CE (en particular, el derecho a un proceso con
todas las garantías, defensa, tutela judicial efectiva sin
indefensión por incurrir la Sentencia impugnada en error
patente, en incongruencia omisiva y en motivación manifiestamente irrazonable), este Tribunal coincide con el
Ministerio Fiscal al considerar que el motivo central de la
demanda de amparo se funda en la invocada violación del
derecho a la tutela judicial efectiva, en su concreta vertiente del derecho a obtener una resolución judicial jurídicamente motivada.
Como recuerda la STC 29/2005, de 14 de febrero, FJ
4, el examen de la queja del recurrente en amparo
requiere traer a colación la reiterada doctrina de este
Tribunal, según la cual el derecho a la tutela judicial
efectiva (art. 24.1 CE), «que no garantiza el acierto judicial en la selección, interpretación y aplicación del
Derecho, sí exige, sin embargo, que la respuesta judicial a las pretensiones de las partes, o, en su caso, a la
decisión de inadmisión de las mismas, esté motivada
con un razonamiento congruente fundado en Derecho.
Y para entender que una resolución judicial está razonada es preciso que el razonamiento que en ella se
contiene no sea arbitrario, ni irrazonable, ni incurra en
error patente».
En este contexto resulta pertinente recordar, respecto
al vicio de irrazonabilidad susceptible de tutela a través del
recurso de amparo, que, como este Tribunal ha afirmado
repetidamente, «la validez de un razonamiento desde el
plano puramente lógico es independiente de la verdad o
falsedad de sus premisas y de su conclusión, pues, en
lógica, la noción fundamental es la coherencia y no la verdad del hecho, al no ocuparse esta rama del pensamiento
de verdades materiales, sino de las relaciones formales
existentes entre ellas. Ahora bien, dado que es imposible
construir el Derecho como un sistema lógico puro este Tribunal ha unido a la exigencia de coherencia formal del
razonamiento la exigencia de que el mismo, desde la perspectiva jurídica, no pueda ser tachado de irrazonable. A tal
efecto, es preciso señalar, como lo ha hecho este Tribunal,
que no pueden considerarse razonadas ni motivadas aquellas resoluciones que, a primera vista y sin necesidad de
mayor esfuerzo intelectual y argumental, se comprueban
que parten de premisas inexistentes o patentemente erró-
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neas o siguen un desarrollo argumental que incurre en
quiebras lógicas de tal magnitud que las conclusiones
alcanzadas no pueden basarse en ninguna de las razones
aducidas» (SSTC 164/2002, de 17 de septiembre, FJ 4;
186/2002, de 14 de octubre, FJ 5; 224/2003, de 15 de diciembre, FJ 4).
3. La aplicación de la indicada doctrina al presente
caso produce, como consecuencia, la estimación de la
demanda de amparo, pues la resolución recurrida no
supera el citado canon jurisprudencial de razonabilidad
jurídica.
Como ha quedado reflejado con mayor detenimiento
en los antecedentes, en el presente caso la Sentencia dictada por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de
León ha estimado el recurso de apelación interpuesto por
la parte demandada al afirmar, en contra del criterio del
Juzgador a quo, que el demandante no ha acreditado el
hecho constitutivo de su pretensión de condena al pago
de una concreta suma de dinero. En ese caso el citado
hecho jurídicamente relevante consistía en la entrega de
una determinada mercancía (casi doscientos mil kilos de
patatas de consumo a lo largo del año 1995) a la parte
demandada que, según afirma el recurrente y la Sentencia del Juzgado de Primera Instancia, fue entregada pero
no abonada por la parte demandada.
Tras la atenta la lectura de la Sentencia impugnada y
de las actuaciones recibidas por este Tribunal, se constatan los siguientes datos:
1) El actor, para probar el hecho constitutivo de su
pretensión (la entrega de la citada mercancía por un
importe de 4.168.256 pesetas), aportó como documentos
que acompañaban a su demanda civil 12 albaranes de
entrega al comprador de los distintos pedidos realizados
en las fechas que en ellos constan (folios 9 a 20 de las
actuaciones), otras tantas copias de las facturas emitidas
al respecto, en las que se detallan las mercaderías vendidas, su cantidad, precio e importe (folios 21 a 32), y una
carta de requerimiento de pago amistoso y extrajudicial
(folio 33).
2) La entidad Aperitivos Gus, S.L., contestó a la
demanda reconociendo, de un lado, la existencia de relaciones comerciales con la actora, pero advirtiendo que
éstas habían finalizado «hace ya más de cinco años, sin
que quedara ningún tipo de deuda pendiente entre las
partes» y, de otro, negando «rotundamente la entrega o
encargo de los pedidos que se le reclaman, no correspondiendo dichas entregas ni con las fechas, cantidades, conceptos e importes que se relacionan en el correlativo y en
los albaranes que se unen a la demanda… doña Concepción Carrizo, representante legal de Aperitivos Gus, S. L.,
hoy y en aquella época, no solicitó al demandante producto alguno en el año 1995, negando rotundamente que
los albaranes que se presentan fueran firmados a la
entrega del producto en esa fecha y por persona autorizada, poniendo de manifiesto que siempre aparece la
misma firma, sin nombre, ni ningún dato que permita
identificarla, lo que tampoco se hace en el escrito de
demanda». También se rechazaron las facturas aportadas
por la demandante, por tratarse de documentos elaborados unilateralmente por la misma, por lo que carecen de
valor probatorio alguno.
3) Una vez perfilado el thema probandi, la parte
demandante propuso, entre otros medios de prueba, para
acreditar el hecho controvertido de la entrega de la mercadería, la confesión en juicio de doña Concepción Carrizo
González, en su calidad de administradora única de la
mercantil demandada, y el testimonio de don Abel Álvarez (encargado de la empresa demandada en la fecha de
la supuesta entrega de los tubérculos) y de don Isidoro
González Morán (conductor del camión que transportó las
mercaderías en 1995).
BOE núm. 303 Suplemento
El actor, en el pliego de posiciones elaborado para el
interrogatorio de la citada Sra. Carrizo González, formuló
las siguientes preguntas: primera, «que sabe y le consta
que usted, como administradora, en todo momento estaba
al tanto de todo lo relativo al giro y tráfico de de la
empresa»; segunda, «que sabe y le consta que la mercantil
que representa, Aperitivos Gus, S. L., mantuvo relaciones
comerciales con don Benjamín Rodríguez durante 1994,
1995 e incluso antes»; tercera, con muestra de los albaranes, «que sabe y le consta que la empresa que administra
solicitó a don Benjamín Rodríguez Álvarez en 1995… y le
fueron entregados por éste, distintos suministros de patatas de consumo, por las cantidades, conceptos e importes
que constan en los albaranes adjuntados con la demanda»;
y cuarta, «que sabe y le consta que las mercaderías que
constan en los albaranes que se adjuntan… no fueron
pagadas en la fecha fijada expresamente de pago, e incluso
al tiempo presente».
En el folio 108 de las actuaciones consta que doña
Concepción Carrizo González, en su condición de administradora única y representante legal de la entidad
demandada, prestó juramento indecisorio, y «examinado convenientemente a tenor del pliego de posiciones presentado… manifiesta: a la primera que es cierto;
a la segunda, que es cierto; a la tercera, que es cierto; a
la cuarta, que no es cierto, que dicha cantidad sí está
pagada, habiéndose realizado el pago con talones bancarios a la otra parte, no pudiendo recordar la fecha en
que se realizaron tales pagos». Del mismo modo hizo
constar que tras el incendio sufrido por su empresa se
perdió la documentación acreditativa del mencionado
pago.
En el folio 167 consta la declaración testifical del
encargado de la empresa demandada (don Abel Álvarez
Suárez), en la que afirmó ser cierto que el actor entregó
la mercancía en el lugar de destino y que «fue recibida
de total conformidad según se muestra en los albaranes». También declaró ser el autor de las firmas que
constan en los albaranes aportados por el demandante.
Y, en el folio 175, que el conductor don Isidoro González
Morán declaró haber transportado las mercancías del
actor al almacén de la entidad demandada y que don
Abel Álvarez firmó los albaranes.
Por todas estas razones el Juzgador a quo dictó Sentencia totalmente estimatoria de la demanda interpuesta por el recurrente en amparo, dado que éste
había acreditado el hecho controvertido de la entrega
de la mercadería y que la demandada, que admitió
rotundamente los hechos, no pudo probar el pago de
las mismas.
4) La mercantil demandada recurrió la Sentencia dictada en primera instancia solicitando a la Sala de apelación la práctica del medio de prueba pericial caligráfico
que fue admitido pero no practicado respecto de la firma
incluida en los albaranes. Dicha prueba fue admitida y
practicada en la segunda instancia, habiendo declarado la
perito calígrafo en la vista que las firmas eran de don Abel
Álvarez Suárez «y es posible pensar que se hicieron en el
mismo momento… no puede afirmar categóricamente
que se firmara en el mismo momento, pero es difícil que
sean hechas en un intervalo de meses porque tienen la
misma inclinación».
De los datos indicados resulta manifiestamente irrazonable la conclusión alcanzada por la Sala de apelación
consistente en la tantas veces indicada falta de acreditación del hecho constitutivo de la pretensión del demandante. En especial si se tiene en cuenta que, no obstante
los categóricos términos con los que se pronunció la Sentencia de primera instancia, que analizó con toda precisión el resultado probatorio que condujo a la conclusión
de haber quedado acreditado el mencionado hecho constitutivo de la pretensión actora, la Sentencia de apelación
aquí impugnada, conforme aparece destacado en el ante-
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cedente 2 b) de la presente, no solo no contradice el valor
del referido resultado probatorio mediante un adecuado
razonamiento que guarde correspondencia con los de la
Sentencia apelada, sino que se extiende en consideraciones afectantes a aspectos del detalle manifiestamente
insuficientes para producir su desvirtuación, trastocando
con ello el criterio legal de distribución de la carga probatoria a que enseguida se hará mención. En consecuencia
no cabe racionalmente sostener que el ahora recurrente
en amparo no ha probado el hecho constitutivo de su pretensión a riesgo de situarlo en una proscrita situación de
indefensión, pues «los Tribunales no pueden exigir de
ninguna de las partes una prueba imposible o diabólica»
(inter allia, SSTC 98/1987, de 10 de junio, FJ 3; 14/1992, de
10 de febrero, FJ 2; y 7/1994, de 17 de enero, FJ 6).
Es evidente que sobre el actor no recae la carga de
la prueba de todos los hechos del litigio, sino tan solo
de las afirmaciones fácticas controvertidas que se subsumen en el supuesto de hecho de la norma jurídica
que invoca a su favor, siendo el demandado la parte
que ha de probar los hechos que «impidan, extingan o
enerven la eficacia jurídica de los hechos a que se
refiere el apartado anterior» (art. 217.3 de la Ley de
enjuiciamiento civil: LEC). Y, en este caso, fue la parte
demandada quien, en contra de lo afirmado en su
escrito de contestación a la demanda, libre y voluntariamente, confesó haber recibido la mercancía, reconoció la validez de los albaranes, pero opuso el pago de la
cantidad reclamada, sin haberlo acreditado de modo
alguno. No es, pues, razonable sostener que el demandante no ha acreditado el hecho fundamental de su
pretensión cuando ha aportado 12 albaranes de entrega
firmados por el encargado del almacén de la demandada, como así lo declaró al testificar, y cuando la
representante legal de la mercantil demandada, al
declarar en la vista probatoria, ha admitido expresamente el hecho constitutivo que le era totalmente perjudicial.
FALLO
En atención a todo lo expuesto, el Tribunal Constitucional, POR LA AUTORIDAD QUE LE CONFIERE LA CONSTITUCIÓN DE LA
NACIÓN ESPAÑOLA,
Ha decidido
Otorgar el amparo solicitado por don Benjamín Rodríguez Álvarez y, en consecuencia:
1.º Declarar que se ha vulnerado el derecho fundamental del recurrente a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE).
2.º Restablecerlo en la integridad de su derecho y,
a tal fin, anular la Sentencia dictada por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de León, de 15 de octubre de 2004, en el recurso de apelación núm. 283-2001,
retrotrayendo las actuaciones al momento inmediatamente anterior al de dictarse la mencionada Sentencia
para que, con plenitud de jurisdicción pero con respeto
al derecho fundamental reconocido, dicte la resolución
que proceda.
Publíquese esta Sentencia en el «Boletín Oficial del
Estado».
Dada en Madrid, a veinte de noviembre de dos mil
seis.–Guillermo Jiménez Sánchez.–Vicente Conde Martín
de Hijas.–Elisa Pérez Vera.–Ramón Rodríguez Arribas.–Pascual Sala Sánchez.
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Sala Segunda. Sentencia 335/2006, de 20 de
noviembre de 2006. Recurso de amparo
7287-2004. Promovido por Aurobel Proyectos
y Obras, S. L., frente a los Autos de un Juzgado
de lo Contencioso-Administrativo de Madrid
que inadmitieron su demanda contra el Delegado del Gobierno en Madrid sobre multa por
infracción de extranjería.
Vulneración del derecho a la tutela judicial
efectiva (acceso a la justicia): inadmisión de
demanda contencioso-administrativa por extemporánea, presentada en la mañana siguiente al
vencimiento del plazo a tenor de la nueva Ley de
enjuiciamiento civil (STC 64/2005).
La Sala Segunda del Tribunal Constitucional, compuesta por don Guillermo Jiménez Sánchez, Presidente,
don Vicente Conde Martín de Hijas, doña Elisa Pérez Vera,
don Ramón Rodríguez Arribas y don Pascual Sala Sánchez, Magistrados, ha pronunciado
EN NOMBRE DEL REY
la siguiente
SENTENCIA
En el recurso de amparo núm. 7287-2004, promovido
por Aurobel Proyectos y Obras, S. L., representada por el
Procurador de los Tribunales don Luis Pozas Osset y asistida por el Letrado don Pedro Javier Belda Calvo, contra el
Auto del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo
núm. 10 de Madrid, de 27 de julio de 2004, que desestimó
el recurso de súplica promovido contra el Auto de 24 de
junio de 2004, que inadmitió el recurso interpuesto contra
resolución sancionadora del Delegado del Gobierno en
Madrid (procedimiento abreviado núm. 146-2004). Ha
sido parte el Abogado del Estado y ha intervenido el
Ministerio Fiscal. Ha sido Ponente la Magistrada doña
Elisa Pérez Vera, quien expresa el parecer de la Sala.
I. Antecedentes
1. Mediante escrito presentado en el Registro General de este Tribunal el 2 de diciembre de 2004, el Procurador de los Tribunales don Luis Pozas Osset, en representación de la recurrente, formuló demanda de amparo,
impugnando la resolución mencionada en el encabezamiento de esta Sentencia.
2. Los hechos de los que trae causa la demanda de
amparo son, en síntesis, los siguientes:
a) Mediante Resolución de 30 de abril de 2003, el
Delegado del Gobierno en Madrid acordó imponer a la
actora una sanción de 6.010,13 euros, por la comisión de
una infracción muy grave de las previstas en la Ley Orgánica 4/2000, de 11 de enero, sobre derechos y libertades
de los extranjeros en España y su integración social, reformada por la Ley Orgánica 8/2000, de 22 de diciembre.
b) Frente a la anterior resolución interpuso la demandante recurso de reposición, que fue desestimado por
Resolución del Delegado del Gobierno en Madrid de 12 de
enero de 2004, que le fue notificada el 12 de febrero
siguiente.
c) El 13 de abril de 2004 la actora presentó demanda
promoviendo recurso contencioso-administrativo contra
las resoluciones sancionadoras.
d) Mediante providencia de 15 de abril de 2004, el
Juzgado de lo Contencioso-Administrativo núm. 10 de
Madrid acordó dar traslado a las partes por el plazo de
diez días para que alegaran lo que estimaran procedente
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