Comunicado Provincial 16 ene 2014

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PROVINCIA ECLESIÁSTICA DE ACAPULCO
Comunicado de los obispos de la Provincia Eclesiástica de Acapulco
16 de enero de 2014.
A las comunidades diocesanas
A los agentes de pastoral
A las autoridades civiles
A los hombres y mujeres de buena voluntad
Nuestro saludo afectuoso como obispos de las Diócesis de Tlapa, Ciudad Altamirano,Chilpancingo-Chilapa y
Acapulco. Formamos la Provincia Eclesiástica de Acapulco y nos hemos reunido en Ciudad Altamirano para
celebrar nuestro XV Encuentro Provincial de Pastoral en el que han participado 174 agentes de pastoral. Nuestra
atención la hemos centrado en las víctimas de la violencia y las víctimas del desastre causado por la tormenta
tropical Manuel y el huracán Ingrid. Queremos reconocer que estos sectores merecen una atención especial de
parte de las autoridades y de la sociedad misma, de manera que puedan ser fortalecidos para que se conviertan
en sujetos de su propio desarrollo y contribuyan al bien común.
En nuestras diócesis hemos tenido ya acciones específicas enfocadas a la atención de estos sectores y estamos
dando seguimiento mediante procesos de pastoral. En relación a las víctimas del desastre ambiental realizamos
acciones de asistencia para atender a familias y comunidades afectadas en el momento de la emergencia y
estamos previendo formas de acompañamiento pastoral para atender algunas necesidades de la reconstrucción.
Entramos en colaboración con organizaciones civiles para el planteamiento de proyectos de reconstrucción de
las comunidades afectadas como en los casos de El Espinalillo y de las comunidades del Río Papagayo. También
estamos promoviendo el diseño de proyectos para generar empresas solidarias y autogestivas entre la población
afectada, sobre todo apoyando la producción, comercialización y procesamiento de sus principales productos
como el café, el mango, el coco, la miel, el melón….entre otras cosas. Al mismo tiempo, estamos atentos a los
programas gubernamentales de reconstrucción aportando nuestras sugerencias para que trasciendan la mera
reconstrucción de la infraestructura física y se aproveche la oportunidad para mejorar las condiciones de vida de
la gente afectada.
Por otra parte, las diócesis de la provincia hemos compartido nuestras experiencias relacionadas con el
acompañamiento integral a las víctimas de la violencia que incluyen a un amplio sector de la población, con
necesidades específicas que deben ser atendidas para que se reincorporen en mejores condiciones a la
comunidad. Estas víctimas, directas e indirectas, individuales y comunitarias, necesitan ser acompañadas y
fortalecidas. Desde hace mucho tiempo hemos acompañados a víctimas de violencias intrafamiliar e
intercomunitarias, pero el creciente crecimiento de las víctimas de la violencia generadas por el crimen
organizado requieren una atención más especializada para que sea eficaz, por lo que estamos previendo formas
para fortalecer las capacidades en los agentes de las diócesis para ofrecer desde nuestras estructuras pastorales
el apoyo especializado que requieren.
Percibimos algunos aspectos urgentes que necesitan ser atendidos. En cuanto a las víctimas de la violencia hay
que reconocer la importancia estratégica de su atención. Desgraciadamente son ya un sector muy amplio de la
sociedad que tiene necesidades de reconocimiento de su verdad, de justicia, de reparación de daños, de
fortalecimiento de capacidades para incidir positivamente al desarrollo y a la paz. Si no se atiende oportuna e
integralmente, hay riesgos de que las secuelas que se desprenden de su situación tengan efectos destructivos en
el futuro próximo. Y en el caso de las familias y comunidades afectadas por el desastre ambiental, necesitan una
información constante y fluida de los proyectos de reconstrucción para que se puedan incorporar a los mismos
con su propia contribución.
Después del estudio y el taller que hemos realizado invitamos a todos a continuar por el camino del diálogo y la
corresponsabilidad para tener una actitud de prevención y lograr protocolos y esquemas muy precisos de
organización, capacitación y vinculación interinstitucional ante los desastres y la violencia. Reconociendo que la
solidaridad y la comunión de apoyo en la reconstrucción y prevención para las emergencias y la violencia son en
este momento nuestras prioridades pastorales. Por lo mismo hacemos un llamado a los agentes de pastoral de
nuestras diócesis para que, como discípulos misioneros, desde el Encuentro con Cristo, asuman con una actitud
de misericordia sus diversos servicios pastorales con un enfoque de intervención en crisis ante las víctimas. La
mayoría confía en nosotros, en la presencia de la Iglesia en sus comunidades y busca nuestra atención y nuestra
solidaridad. No podemos responder con la indiferencia, pues estamos llamados a encarnar la figura del buen
samaritano que se hace cargo del herido que está tirado al lado del camino. Esta es una grave responsabilidad
de la que tenemos que responder al Señor que nos ha llamado a transmitir consuelo y esperanza a los
sufrientes. Como obispos y con nuestro pueblo nos comprometemos a promover programas de capacitación
para la prevención y la atención de las emergencias y para el acompañamiento a las víctimas de la violencia
entre nuestros agentes de pastoral para seguir afrontando los grandes desafíos que estos sectores representan.
Hacemos un llamado a las autoridades para que encabecen acciones específicas que atiendan de manera
integral a estos dos sectores tan vulnerables, mediante políticas públicas que contribuyan a prevenir el número
de víctimas. En el caso de las víctimas de la violencia, se requieren programas educativos que generen una
cultura de paz entre niños y jóvenes y programas de fortalecimiento de las familias y del tejido social. También
urge un enfoque del gobierno para atender las necesidades que estas víctimas tienen para incorporarse de
manera constructiva a la sociedad. Y en el caso de las víctimas del desastre ambiental, se requiere forjar una
cultura de prevención que incluya el respeto al medio ambiente y programas educativos para que el pueblo sepa
cómo atender cualquier situación de emergencia.
Finalmente, reconociendo las grandes potencialidades de la sociedad civil, que ha mostrado señales claras de
solidaridad con los afectados por las lluvias y que es capaz de generar iniciativas de apoyo a las víctimas de la
violencia, le hacemos un llamado para que como sociedad civil contribuya con sus grandes capacidades para que
los sectores vulnerables se sientan integrados a la sociedad y, antes que ser un fardo pesado, sean un apoyo
importante para el desarrollo de nuestros pueblos.
Que Nuestra Señora de Guadalupe nos acompañe y nos enseñe a permanecer cercanos de quienes sufren y que
el Espíritu Santo nos conceda sentimientos de misericordia y de servicio para ofrecer misericordia y solidaridad a
quienes están desprotegidos y necesitan de consuelo y de paz. Acudiendo a la intercesión de los santos
guerrerenses San David Uribe y San Margarito Flores, les hacemos llegar con cariño nuestra bendición.
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