“LOS `MAQUIS` SON EL AGUJERO NEGRO DE LA DEMOCRACIA”

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DE LA CULTURA Y LA CIENCIA / LIBROS
Raimundo Castro, periodista y autor de “Los
imprescindibles”
“LOS ‘MAQUIS’ SON
EL AGUJERO NEGRO DE LA
DEMOCRACIA”
Raimundo Castro, el periodista en activo más veterano del Congreso, publica “Los
imprescindibles. La novela de los últimos maquis” (La Esfera de los Libros). Lleva
15 años escribiendo esta novela, pero toda una vida investigando para, reuniendo
ficción y realidad, pasado y presente, homenajear a los guerrilleros antifranquistas,
sus héroes de infancia, los “olvidados” de la Transición y la democracia.
Por Eugenia García
cito: los guerrilleros del XIV cuerpo del Ejército Popular de la República, que son ya soluiénes eran los
maquis? dados organizados. Cuando termina la gue—Maquis es una expresión fran- rra y se disuelve todo porque nadie lo orgacesa que viene de maquisard, niza pasan a ser guerrilleros, cada uno salque es como decir “los que se vándose como puede.
En el 42 o 43, cuando han pasado los priecharon al monte”. Es un nombre que viene
después aquí y es adoptado por algunos gue- meros años duros de posguerra, se reorgarrilleros antifranquistas. Son los que luchan nizan y el Partido Comunista, que aprovedespués de perder la guerra en España, sol- cha la coyuntura, forma un ejército herededados de la República que han estado lu- ro del ejército guerrillero de la República
chando contra Franco y cuando pasan a Fran- contra Franco. Dentro de ese ejército, los
cia se organizan como guerrilleros contra los grupos de guerrilleros de León, de Extremanazis y forman parte del ejército de libera- dura, de Andalucía,…eran lo mismo anarción de De Gaulle.
quistas que socialistas o comunistas, se haLa ironía es que esa gente, héroes de Fran- bían unido todos los republicanos antifrancia en el ejército francés en el que llegaron quistas.
incluso al grado de coronel, cuando termiDespués, en Francia, están dentro del
na la Segunda Guerra Mundial y vuelven Ejército de Liberación hasta el punto de
aquí son considerados bandoleros por Fran- que tienen un papel fundamental en la hisco, hasta el punto de que les mandaba a la tórica liberación de París. La división IX, la
Guardia Civil y no al Ejército para decir, tan- Nueve, que tomó París, lo hizo con gueto dentro de España como fuera, que no eran rrilleros españoles, con maquis. Los primeros tanques que entraron en París se llasoldados de la República sino bandidos.
—¿Qué trayectoria siguen estos guerrille- maban el Guernica, el Guadalajara, todo
nombres españoles. Hace poco, el año paros?
—La evolución de la palabra maquis es sado, por fin el Rey Felipe les hizo un pemuy curiosa: en 1936, cuando estalla la gue- queño homenaje en París [inaugurando un
rra, los republicanos se echan al norte, y a pequeño jardín dedicado a los combatienesos primeros se les llama huidos; y en el 37 tes de la Nueve].
se hace un ejército guerrillero dentro del ejérPero aquí, cuando vuelven de Francia, les
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llaman maquis porque queda raro, extranjero; los fusilan por bandidos, por bandoleros
y por pillaje mientras en Francia son héroes
de la Legión de Honor. El ejemplo más importante es Cristino García Granda.
—¿Cómo es posible que mientras en Francia se les reconoce de esa manera, en España aún después de la Transición no se les ha
reivindicado?
—Este es el gran problema de la democracia, el agujero negro de la democracia.
Hay más, pero este es uno muy gordo. Han
reconocido a soldados republicanos pero a
ellos lo más que se llegó a reconocer fue en
mayo del año 2001, por una iniciativa de Izquierda Unida que incluso apoyó el PP, en
la que se se aceptó que eran soldados de la
República pero no que se les indemnizara
de algún modo para compensar.
Ese es un gran problema que tienen estos
guerrilleros: la mayor parte en la posguerra
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salían al monte y allí estaban 10, 11 años
(los que más duraban, si no les mataban) y
después estaban 10 años en la cárcel. Cuando salían no tenían pensión, a pesar de haber sido héroes. A los guerrilleros los dejaron tirados, y la democracia no les hace nada de la justicia que tenía que haberles hecho.
—¿Cuál fue su importancia?
—La guerrilla era el pueblo, parte del publo. Los guerrilleros eran adorados por el
pueblo, que los ayudó hasta que no pudo
hacerlo más porque les machacaban. Hubo
una esperanza, durante la Segunda Guerra
Mundial, que hizo que crecieran mucho, sobre todo al final. Cuando iba perdiendo Hitler hasta los guardias civiles intentaban negociar por si venían los aliados, acababan
con Franco y volvía la República.
Pero esto no pasa, y un año antes de que
termine la guerra 4.000 guerrilleros van a
tomar el Valle de Arán para forzar la entrada de los Aliados, pero Franco se da cuenta y manda a 40.000 militares de verdad.
Lo que hunde todo y destruye las posibilidades españolas es el telón de acero, y ya
el tercer elemento es cuando en Yalta los
“Los guerrilleros son el
símbolo del pueblo
español traicionado
por todos”
“Los ‘maquis’
se han ido muriendo y
nadie les ha hecho
justicia”
F. MORENO
vencedores deciden no entrar en España e
instaurar una democracia, y Stalin decide
dejarlo estar. Los guerrilleros son el símbolo del pueblo español traicionado por todos: por las democracias burguesas de Inglaterra, Francia y EEUU, e incluso por los
suyos.
—¿Por qué les deja de lado la izquierda?
—Ahí han flaqueado PSOE e Izquierda
Unida. Los guerrilleros siempre se sintieron
traicionados, abandonados incluso por el
Partido Comunista, que no les ayudó mucho
desde que Stalin da la orden de abandonar
la lucha armada y entrar en los sindicatos en
el 52. Desde el 48 al 52, cuando los están
masacrando, el Partido Comunista no les ayuda en España, salvo con batallas como la de
Santa Cruz de Moya en Cuenca. Salvo ahí,
los del Sur, los de Galicia, los de León; todos se quedaron tirados y siempre ha habido resquemor, ha habido grandes traiciones.
Como dentro del partido tampoco querían
contar la historia de que habían dejado abandonados a los suyos, en democracia no se
movía ni dios.
Mi explicación, y ellos también piensan
lo mismo, es el problema de ETA, que pesa
sobre los partidos de izquierdas por el tema
de las armas. Además, durante la Transición,
para evitar una confrontación, se hace una
concesión: “vamos a hablar poco de la Historia”, que la izquierda convirtió, y ese es el
drama, en renuncia. Como se convirtió en
renuncia nadie les ha hecho justicia. Cuando yo empecé a ayudar a estos hombres, a
través de la asociación Archivo, Guerra y Exilio, ésta reunía a los brigadistas internacionales vivos, a niños de la guerra y a unos 25
o 30 guerrilleros. De esos 25 que conocí sólo quedan dos, un hombre y una mujer: la
mujer que me presentó el libro, Esperanza
Martínez, y Francisco Martínez, Kiko. Se han
ido muriendo y nadie les ha hecho justicia.
—¿La novela pretende darles ese homenaje que no han sabido dar las instituciones?
—La novela es un homenaje a la gran dignidad humana, esa filosofía que tenían los
‘maquis’ y que hoy parece que se ha perdido. En el libro, le pregunta la joven al viejo:
“después de tanta traición, tantos muertos y
con ninguna perspectiva de futuro, ¿Por qué
seguíais luchando?” y él responde “Ah, pero ¿no te has enterado todavía? Lo hacían
porque hacían lo que creían que debían hanº 1162. 4–10 de julio de 2016
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cer, porque si no se sentían indignos de sí
mismos; lo hacían por dignidad”. Y añade:
“No como ahora, que todo el mundo dice
“por qué no voy a robar yo si roba todo el
mundo”, ellos son el ejemplo precisamente que hay que recuperar ahora, y por eso
simbólicamente es un viejo guerrillero quien
le cuenta con 94 años a una jovencita de 30
con la que se encuentra en la Puerta del Sol
el 15M la historia de los guerrilleros, porque
es la clave de lo que se suponía, se supone
y confiamos todavía que tiene que recuperar el 15M: el sentido de la dignidad, la ética.
—¿De dónde viene su interés por los guerrilleros antifranquistas?
—A los siete años me fui al país Vasco. Mis
padres eran extremeños, yo era extremeño,
mi mundo era de extremeños. Era muy difícil entrar en el mundo vasco; ellos tenían sus
héroes, y yo buscaba los míos. Con 15 o 16
años me empezaron a hablar de los guerrilleros españoles, aunque de aquella no teníamos ni puñetera idea; mis padres no decían nada por miedo, los padres de otros
tampoco, y para mi fue tener algo ahí, como un mito, como si existiera Superman y
supieras que algún día te puedes topar con
él, y vas y te topas con que, simbólicamente, hay un montón de supermanes. Son mis
símbolos, de los que no se sabía nada: por
eso me enganché.
—Ha dicho que su objetivo con el libro es
que los jóvenes conozcan el papel de los
maquis. ¿Cómo se debería hacer para lograrlo?
—Lo primero es enseñarlo en las escuelas. Además, de cara al futuro hay una cosa importante para la recuperación histórica: nosotros estamos ahora en una democracia y queremos educar a los jóvenes en
democracia. Y no hay nada peor que ponerle una plaza a toda la gente que odiaba
las urnas y la democracia, como Franco y
todos los franquistas. Es una cuestión de pedagogía, no ya porque duela, que también,
pero digamos que el dolor se puede superar todo con el tiempo (superar recordando, para no repetirlo). Una cosa es recordar y otra que a ese señor se le elogie tanto que tenga una calle, que un niño vaya
por ahí, pregunte, y tú le tengas que decir:
“ese señor fusiló a 7.000; o ese decía que
las urnas, en las que yo te digo a ti que tie38
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“Los ‘maquis’ son el
ejemplo de lo que hay
que recuperar ahora:
dignidad y ética”
Deuda saldada
con sus héroes
“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son
muy buenos. Pero hay los que luchan toda la
vida: esos son los imprescindibles”. La frase
de Bertol Brecht da pie a la novela de Raimundo Castro, en la que a través de la memoria de un exguerrillero que le cuenta a una
joven del 15M la historia de los últimos maquis, el periodista hace un viaje por la historia reciente de España y de sus “imprescindibles”. El libro, (que fue la primera novela en
ser presentada en el Congreso de los Diputados), salda, según dijo Julia Navarro en su
presentación, “una deuda interior con los héroes de su infancia”.
nes poder para cambiar las cosas, habían
nacido para destruirlas”.
Es en esa misma línea por lo que digo que
hay que recuperar a los maquis. Porque no
eran unos bandoleros, eran los héroes del
pueblo que defendían la dignidad humana.
Hay que decir a los españoles jóvenes, y eso
es lo que no ha hecho la democracia en treinta años, que los guerrilleros antifranquistas
son como aquellos que hicieron la guerra de
la Independencia, tienen que pasar a ser lo
mismo que los que luchaban por una España independiente de Napoleón en 1808 porque luchaban por una República que había
destruido Franco. Así de sencillo.
—¿Cuál sería el reconocimiento apropiado?
—Se les debe dar un reconocimiento moral, tienen 90 años y es increíble lo que
aguantan. Primero algún monumento, que
el Rey, aunque sean republicanos, les recibiese, que el Parlamento hiciera una declaración...Sobre todo queda pendiente una cosa gravísima: que se permita que se abran
los archivos, que haya acceso abierto a los
archivos de la Guardia Civil. Recuperar eso
y luego limpiar su memoria.
Lo que ha habido en España para el que
sabía, aunque antes en secreto, es mucha
simpatía por el guerrillero. No ha habido reconocimiento institucional, pero popularmuchísimo. El drama es que el reconocimiento popular es de una generación que se
va perdiendo. Ellos se han perdido, sólo quedan dos, pero nosotros… yo ya tengo 60 años
y no quiero que se pierda conmigo mi simpatía con ellos, y por eso he hecho muchos
reportajes con ellos, he hablado con partidos políticos para que les echaran una mano, pero lo que había pensado siempre es
que la clave era una novela, porque te mete en el espíritu, te hace que tú vivas dentro
de la situación.
Un libro de historia te dice lo que pasó,
pero es más frío. Además eran personajes extraordinarios, es el mundo metido en la guerrilla, el universo: la bondad y la maldad en
cada persona. Son personajes que no pueden ser olvidados, no sólo por ser guerrilleros sino que eran guerrilleros porque eran
piezas enteras, complejos, buena gente. Eran
tiempos duros y es una España, la otra España de Franco que Franco nunca quiso que
se supiera. l
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