EL SENTIDO DE LA METAFICCIÓN De Woody Allen a Roberto Bolaño BOE_I_00_sentido_de_metaficcion.indd 3 29/07/15 09:39 BIBLIOTECA OTRAS EUTOPÏAS Colección interdisciplinar de estudios culturales dirigida por Sergio Sevilla Jenaro Talens Santos Zunzunegui BOE_I_00_sentido_de_metaficcion.indd 4 29/07/15 09:39 LUIS VERES EL SENTIDO DE LA METAFICCIÓN De Woody Allen a Roberto Bolaño BIBLIOTECA NUEVA BOE_I_00_sentido_de_metaficcion.indd 5 29/07/15 09:39 Veres Cortés, Luis El sentido de la metaficción : de Woody Allen a Roberto Bolaño. – Madrid : Biblioteca Nueva, 2015. 133 p. ; 21 cm. – (Colección Otras Eutopïas) ISBN: 978-84-9940-521-6 1. Cine 2. Literatura 3. Novela 4. Woody Allen 5. Santiago Roncagliolo 6. Javier Marías 7. Roberto Bolaño kntc apfb fxl fxz fq Cubierta: Disegraf Soluciones Gráficas, S. L. La edición de este libro ha sido posible gracias a la ayuda del departamento de Teoría de los Lenguajes de la Universidad de Valencia. © © Luis Veres, 2015 Editorial Biblioteca Nueva, S. L., Madrid, 2015 Almagro, 38 28010 Madrid www.bibliotecanueva.es [email protected] ISBN: 978-84-9940-521-6 Depósito legal: M-25.676-2015 Impreso en Viro Servicios Gráficos, S. L. Impreso en España - Unión Europea Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sigs., Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos. BOE_I_00_sentido_de_metaficcion.indd 6 29/07/15 09:39 Agradecimientos Cada libro es el resultado de la vertebración de un periplo vital a veces diáfano, a veces oscuro. Y este es el caso de las páginas que nos ocupan. Ese periplo se llena de rostros, palabras y personas que acompañaron de manera anónima la gestación de las páginas en unos momentos que no son sencillos ni de vivir ni de relatar, aunque en algún momento en el futuro lo haré. Sin la ayuda de muchas personas, mucho de lo dicho aquí nunca hubiera visto la luz en ese lienzo de negro sobre blanco que son los libros y que, en medio de la era electrónica, no sé qué siguen teniendo para que nos sigan fascinando. Por ello no sería honesto no acordarme hoy de la ayuda de Ángel López y Jenaro Talens, de los cuales ya se hablaba en mi casa cuando yo era pequeñito, ni tampoco de otros colegas como José María Bernardo con el que caminé varias noches en Rumanía; o Germán Llorca, Víctor Silva y Awatef El Ketiti, que hicieron los días más agradables. Tampoco quiero olvidar a Fernando Ros, a Miguel Catalán y a Maruja que estuvieron ahí en los meses verdaderamente negros ni a José Manuel Camacho o Stephano Tedeschi con los que tanto me reí en un taxi en Liverpool. Y por supuesto, es imposible olvidar a Pilar y a mi hijo Luis que, como siempre, estuvieron a mi lado. Es un verdadero placer hoy poder escribir esta dedicatoria y olvidar a los malos, que también estuvieron ahí, como en un mal sueño. BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 7 29/07/15 09:40 BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 8 29/07/15 09:40 Metaficción y narración en la cultura hispánica Mucho antes de meterse una sobredosis de morfina entre las venas en medio de algún lugar en los Pirineos, el teórico de la Escuela de Frankfurt Walter Benjamin imaginó una novela construida con fragmentos y citas de otras obras, una novela en donde no hubiera nada del propio autor, sino una recopilación fragmentaria de textos ajenos que construyesen una historia. Por su parte, Julia Kristeva en el primer volumen de su manual de Semiótica señalaba para hablar de la intertextualidad que la literatura no era otra cosa que una sucesión de citas1. Y Borges siempre presumió, más que de lo que había escrito, de todo aquello que había leído, lo cual es fácil de rastrear en esa prosa que parece susurrar los sonidos imperecederos que recorren los versos de Homero, los relatos fantásticos de Poe, la filosofía de Heráclito, de Schopenhauer e incluso los sonetos de Keats. Estas referencias, que no dejan de ser intertextualidad, ponen de manifiesto la insistencia que la teoría hermenéutica puso en esa encrucijada de textos, de señales, de rastros intertextuales que, como la marca del caracol en la piedra, han caracterizado el universo de la ficción inaugurado con la irrupción de las vanguardias históricas, intertextualidad que ha ido formando una especie de collage cubista a la manera de Juan Gris, intertextualidad que ha llenando el panorama literario de las últimas décadas fruto de una moda, de una situación del mercado, pero también de una respuesta a la sociedad en que vivimos y el contexto cultural al que nos enfrentamos. BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 9 29/07/15 09:40 10 Luis Veres La metaliteratura, sin embargo, es algo que viene de antiguo que a menudo se confunde con la intertextualidad: la utilización de relatos ajenos dentro del propio texto es algo que ya está presente en la Odisea de Homero. La cita de autoridad era una de las virtudes del discurso retórico clásico desde los filósofos griegos a Cicerón. La antigua autoritas remitía obligatoriamente a la sanción del pasado que enjuiciaba el presente. La referencia a la literatura ajena está presente en el género de los debates de la poesía provenzal, en los relatos orientales, en las novelas bizantinas, en las novelas de caballerías del ciclo de Bretaña y en la obra que inaugura la literatura moderna en Europa, El Quijote, pues Cervantes comenta, critica y cuestiona el género de la novela de caballerías y elogia unos pocos títulos que se salvan del expurgo de la biblioteca de Alonso Quijano. Incluso su obra se introduce en la segunda parte con comentarios críticos de los lectores que han disfrutado de la lectura de sus páginas. Por ello no es de extrañar consideraciones erróneas como que la metaficción es una porción más de la intertextualidad: La Eneida, la mayor aportación de Roma a la literatura, es, 800 años más tarde, la continuación de la Ilíada, y la Divina Comedia, de Dante, en la que se funda la literatura occidental, no puede comprenderse, mil años después, sino a partir de Virgilio y la Eneida2. A pesar de ello, muchos escritores rechazan la existencia de la metaficción: desde Piglia a Vila-Matas. No obstante, este último señala que es la respuesta a cierto antintelectualismo motivado, en cierto modo, por el mercado y las propuestas de los medios de comunicación3. Leonardo Padura, autor de Adiós Hemingway, apunta a que con la metaliteratura «nos vemos en otros escritores como en un espejo revelador de nuestras capacidades y temores»4. Por su parte, Jordi Llovet señala que ya la literatura antigua reproducía los mitos, personajes y temas de la Odisea y de la Biblia y luego la literatura de la modernidad ha reproducido personajes y temas de Cervantes, Shakespeare, Goethe o Kafka5. BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 10 29/07/15 09:40 El sentido de la metaficción 11 Normalmente el término metaliteratura o metaficción se refiere a la reflexión que puede aparecer sobre la obra literaria en la misma obra literaria, rasgo muy presente en multitud de novelas contemporáneas, desde la Rayuela de Cortázar, en la que la mitad de la obra es una reflexión sobre las circunstancias en las que se forja la otra mitad del relato, hasta Señas de identidad de Juan Goytisolo, pasando por La saga/fuga de JB o San Camilo 1936. Pero en los últimos tiempos se ha desarrollado, tanto en España como en Latinoamérica, un tipo de relato que reflexiona sobre la literatura en su sentido más amplio y que incluye en muchas ocasiones detalles de la historia literaria: desde vidas y anécdotas de escritores a la presencia de autores reales en los discursos ficticios en calidad de personajes. Ya Borges introducía a su amigo Bioy Casares o al escritor mexicano Alfonso Reyes o al crítico uruguayo Rodríguez Monegal como personajes de sus cuentos. Hay algo especialmente interesante en este fenómeno y que apunta a una de las características del panorama moderno. La metaficción se incluye dentro de un proceso semiótico más amplio: la metacultura. Más que hablar de metaliteratura se debe hablar de metahistoria o metacultura, es decir, de la reformulación discursiva propia de la posmodernidad y que incluiría la totalidad de los distintos metalenguajes, de la creación de un discurso a partir de otros discursos como consecuencia de una intensificación de las relaciones intertextuales que da lugar a lo metatextual: En cuanto a la función metalingüística, su extrapolación al ámbito literario —la metaliterariedad— implicaría efectivamente una relativa o considerable (según el caso) anulación de la referencia externa del signo en cuanto que se orienta hacia los objetos y al mundo, al mismo tiempo que genera unas estructuras formales capaces de referenciar el proceso mismo de la materialización de los signos en el tránsito de la escritura hacia el texto y de este a la lectura6. Ese carácter metatextual está muy presente en el universo de lo nuevo que se abre con la transformación del mundo BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 11 29/07/15 09:40 12 Luis Veres moderno, desde la pintura cubista de Picasso a la reformulación de los objetos de la sociedad de consumo de los cuadros de Andy Wharhol. Lo mismo se da en el discurso publicitario en donde lo kitsch desbanca la propuesta de originalidad cediendo paso a una recodificación de los elementos de la tradición7. Todo ello responde a un nuevo modo de percepción fundamentado en la dispersión, en la concepción borrosa del conocimiento del mundo, de una percepción basada en el fragmentarismo de la imagen, en el rechazo de la realidad, en el collage, en el mosaico cultural que afecta tanto al conocimiento como a la reproducción de lo percibido. De ese modo se explica el auge de la novela histórica en la que se utilizan signos del pasado con una nueva recodificación8 o la pintura pop que reutiliza los elementos icónicos estereotipados de la sociedad de consumo. En el terreno de la novela esta recodificación es consecuencia, en parte, de la sensación de agotamiento del propio género, agotamiento del discurso social de los 60, del discurso de la novela estructural y del discurso de la novela histórica tradicional. Agotamiento que en todas las épocas se ha experimentado en el momento de decadencia de un período. Ya se dio con Cervantes ante la literatura de caballerías que se consideraba decadente. La metaliteratura se inserta dentro de los discursos de crítica de la modernidad y del agotamiento de la etapa anterior, de una cierta sensación de cansancio propia del siglo xx ante la culminación progresiva del impacto de la experimentación y del cenit de las vanguardias artísticas, o como ha señalado Steiner: Sea como fuere, existe, así lo creo, un cansancio esencial en el clima espiritual del fin del siglo xx. La cronometría interior, los pactos con el tiempo que determinan tanto nuestra consciencia, apuntando hacia un mediodía tardío de maneras que son ontológicas, esto es, que conciernen a la esencia, al tejido del ser. Somos, o así nos sentimos a nosotros mismos, los que han llegado tarde; los platos ya se están retirando. «Señoras y caballeros, cerramos»; suena la despedida. Tal aprehensión es de lo más BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 12 29/07/15 09:40 El sentido de la metaficción 13 convincente, ya que se enfrenta al hecho evidente de que en las economías desarrolladas, el tiempo y la esperanza de vida aumenta. Pero aun así, las sombras se alargan: parece que nos doblamos hacia la tierra durante la noche, tal como los heliotropos9. La crisis de la literatura seria sería un nuevo factor que reconduce el discurso literario hacia la autorreflexión y la autorreferencia presente en la metaficción, aspectos muy presentes en autores como Vila-Matas o David Lodge. Para Alvin Kernan los valores impuestos por el Romanticismo y el Modernismo se han vuelto del revés. La noción de autor se ha venido abajo y la organicidad de la obra de arte ha dado lugar a textos inorgánicos a modo de collages o metatextos10. A ello se vincula la crisis del lector en un mundo en donde el libro es un objeto de consumo y en donde la buena literatura se convierte con frecuencia, no siempre, en objeto de culto de una minoría letrada, y en donde esta va cediendo terreno al universo cibernético y a los discursos audiovisuales, un mundo en donde la relevancia de lo inmediato cobra cada día mayor importancia y en donde los saberes tradicionales, como la historia o la literatura, claudican en medio de la vorágine de la crisis de las humanidades. Por ello, creo que hay detrás de la metaliteratura una visión intelectualista a la vez que posmoderna de la novela y no como señala Piglia un fenómeno de corte contrario: Me parece que la expresión metaliteratura, al menos como se utiliza hoy, no es nada productiva. Es como metalenguaje, que tampoco sirve para analizar nada. No hay metalenguaje, como dicen los lógicos. Tampoco existe la metaliteratura. Pero es un cliché crítico que ha servido para enfrentar lo que sería una tradición en un poco más compleja de construcción de historias con una supuesta tradición minimal o indirecta, que se remontan a Hemingway. Por un lado, ese cliché pues estereotipo no es muy productivo, y me parece que esconde un conflicto más profundo entre lo que yo llamo el neopopulismo profundamente BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 13 29/07/15 09:40 14 Luis Veres antintelectual de la cultura de masas, y ciertos escritores que se adaptan, que se someten a esa tentación antintelectual que la cultura de masas produce por su propia dinámica11. De ese modo, la memoria ha pasado a ser la principal víctima del horizonte posmoderno de finales del siglo xx y, ante esa carencia, la literatura en forma de parodia, en forma de recuperación, en forma de pastiche del pasado, recupera lo pretérito, como un síntoma de necesidad de dar sentido al presente. Por ello, no es extraño que la literatura sea vista por Volpi o Vila-Matas como una enfermedad propia de El mal de Montano: Unos más, esa reducida pero cada vez más poderosa secta de adoradores de los libros que hablan de otros libros, los enfermos de literatura, los autistas a quienes la realidad les tiene sin cuidado, los hinchas de la literatura de Vila-Matas, de la metaliteratura de Piglia, e incluso de la metaliteratura (que a mí me parece subliteratura) de Aira12. La literatura es vista, en tono de parodia, como un mal de la modernidad, pero a la vez es un referente para sostener al sujeto a un endeble asidero en donde la descreencia posmoderna cancela toda esperanza de redención. Se trata en parte de una reivindicación de la memoria en medio de esta descreencia. Es la necesidad de mantener un equilibrio entre el respeto a la tradición, a la identidad, ya sea en España o en Latinoamérica, y el deslumbramiento de las innovaciones en medio de una cultura global. La memoria es así reivindicada, explicada y justificada por escritores del Boom como Carlos Fuentes: Yo no sé si la memoria es una forma de la encarnación. En todo caso, ha de ser un estímulo para el espíritu que a través del recuerdo logra revivir. Aunque quizás la memoria solo consiste en retener un instante y devolverle, el momento, su movimiento. ¿Es la memoria apenas una cicatriz? ¿Es el pasado que yo mismo no reconozco? Aun- BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 14 29/07/15 09:40 El sentido de la metaficción 15 que, si no lo conozco, ¿cómo puedo recordarlo? ¿Es la memoria una mera simulación de que recordamos lo que ya olvidamos o, lo que es peor, lo que nunca vivimos?13. A estas circunstancias se les uniría la crisis de la intencionalidad narrativa característica de la novela del siglo xx. En un mundo en donde la lógica se había perdido, en donde se presentaba la crisis de la razón, el arte, de la mano de dadaístas y surrealistas carecía de fin, y por tanto de intención. El arte se ha transformado desde las primeras manifestaciones de la vanguardia en una instancia intransitiva. Al principio de nuestro siglo, una nueva visión del mundo, una reevaluación radical de la experiencia vital (p. ej. bajo el influjo de la psicología de Freud y Jung, o bajo el choque de las dos guerras mundiales), el desmoronamiento de las inveteradas incertidumbres religiosas y otros factores extraliterarios (económicos, políticos, tecnológicos, etc.) repercutían en un debilitamiento de la intencionalidad primordial del final novelesco que consiste en rematar la obra en todos los niveles, es decir, desenlazar por completo la trama, clausurar la obra como entidad artística y terminar el texto. Las dos tendencias discrepantes de la práctica narrativa suelen presumirse en la muy problemática dicotomía del final cerrado versus final abierto, considerándose el último, característico de la modernidad14. La falta de intencionalidad artística ha desembocado en una aceptación de la carencia de lógica del mundo. Es respuesta de esta misma carencia el desprecio por la trama tradicional, por la lógica causal del relato, por la anécdota y la aventura, por el orden, la temporalidad lineal. Como ha señalado Jorge Volpi, «la historia de la novela es la historia de esta lucha contra el tiempo lineal. Decididos a quebrar los límites previos, los novelistas contemporáneos desafiaron las convenciones que impiden atisbar esta complejidad»15. Y frente a este tipo de relato se sitúa un discurso que incluye fragmentos de aparente biografía, fragmentos de textos históricos, inclusión de personajes reales, de aconteci- BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 15 29/07/15 09:40 16 Luis Veres mientos del pasado histórico, textos de crítica literaria y todo ello observado en la distancia, con la óptica de quien, solo mediante la ironía, se aproxima levemente a una certeza que siempre se considera inconclusa. Es la mirada que apunta a las paradojas del presente y que ironiza con el pasado tanto desde el punto de vista histórico como en todo aquello que se refiere a la adscripción genérica del relato: a veces la novela está más cerca del ensayo que de la narración, como pasa en Negra espada del tiempo de Marías, en Respiración artificial de Piglia o en Baterbly y compañía de VilaMatas. Es un espacio en donde la verdad resulta inalcanzable, incluso en la trama policíaca de Río Fugitivo, de Edmundo Paz Soldán o en Plata quemada, de Piglia, en El pasado, de Alan Pauls, en Nocturno de Chile de Roberto Bolaño o en Memorias de una dama de Santiago Roncagliolo. El mismo Vila-Matas ha hablado de esta concepción borrosa de la realidad que supone una visión del mundo muy próxima a la ironía y la paradoja: Tal vez les lea a ustedes algunos fragmentos de ese borrador (Como puede verse, mi visión del mundo de la ironía es tan solo un borrador. Pero no creo que esto sea grave. A fin de cuentas, una visión provisional del mundo la tenemos todos, salvo los que carecen de ironía alguna), no sé, tal vez les lea esos fragmentos del borrador mezclados con notas en el reciente viaje a París, donde fui pobre muy feliz. (...) Cuando diga, por ejemplo, «París no se acaba nunca», tienen ustedes que pensar que lo estoy afirmando con cierta ironía. Pero aunque esta no ha de faltar en mi charla, espero no perder de vista en momento alguno los peligros de caer en la charlatanería que encierra toda conferencia y sobre todo olvidar que los alardes de un charlatán constituyen precisamente un blanco excelente para la ironía de quienes le escuchan16. Cabe preguntarse por las razones que inciden en el surgimiento de estas obras que poseen en común la presencia explícita de personajes, autores y obras de la historia litera- BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 16 29/07/15 09:40 El sentido de la metaficción 17 ria reciente. La metaliteratura surge como una respuesta a cierta sensación de agotamiento que se da en las letras hispánicas a finales de los años 90, incluso antes, a pesar de la presencia de autores de indudable calidad que siguen cultivando su obra al margen de modas y estilos ajenos, desde Marías o Luis Landero a Luis Mateo Díez; Juan José Millás o José María Merino. En segundo lugar la metaliteratura se ha desarrollado en un mundo caracterizado por el fenómeno de la globalización, un mundo en donde los saberes son propiedad de la aldea global y ya no quedan al resguardo de una élite intelectual. A su vez, en este universo globalizado, la literatura de calidad ha quedado cada vez más condicionada por el mercado y los grandes grupos de comunicación y en parte también ha quedado marginada de ese gran expendedor de libros de escasa calidad y de ventas más o menos masivas que han dado lugar a la aparición del fenómeno del best seller. En ese sentido, la narrativa de las últimas décadas se ha refugiado en un circuito de lectores más selectos, un público que no gusta del best seller, sino de relatos cultos, bien confeccionados, en donde se presenta la tradición revisada, en donde esta tradición aparece, no como una fuente de verdad, sino como algo valioso que también es, como los valores del mundo en que vivimos, algo relativo, perecedero, caduco, inconsistente. La tradición deja de ser ese rancio listado de nombres y títulos que suenan a manual de escuela de una dictadura y resulta ser el componente fundamental de la cultura en un mundo en el que la selección, ante lo que supone el mensaje disperso de los medios de comunicación de masas y la manipulación de la sociedad de consumo, se hace fundamental. Como ha señalado Paz Soldán: Las tradiciones que no se renuevan constantemente se anquilosan. No hay nada más saludable para una cultura que una actitud de reconocimiento hacia las grandes obras artísticas del pasado, y a la vez de juguetona descortesía, de parricidio constante hacia ese mismo pasado. Creo reconocer en este gesto la actitud de la mayo- BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 17 29/07/15 09:40 18 Luis Veres ría de los escritores latinoamericanos con que me ha tocado en suerte compartir este viaje. Nosotros somos profundos, declarados, agradecidos deudores de Jorge Luis Borges o Mario Vargas Llosa, y tenemos por ahí cariño especial por Cervantes y Quevedo. Son nuestros clásicos, y no dejamos que se acumule el polvo en ellos, pues los renovamos con cada lectura. A la vez, somos irreverentes, y los llevamos de paseo con compañías que los hubieran escandalizado, o quizás, por ahí, los admiramos como lectores pero nos negamos a seguirles la pista como escritores. Nos conocemos de memoria todos los trucos de Gabriel García Márquez y hemos caído en ellos de la mejor manera, con ingenuidad y maravilla. Pero hay flujos y reflujos, y a nosotros nos ha tocado darle la espalda a su modo de narrar, que de tan mágico ha terminado por saturarnos y por erotizar a un continente que tiene mucho de extraordinario pero en el que por desgracia, en palabras de un amigo escritor, los desaparecidos no vuelven. Flujos y reflujos. Estoy seguro que ahora mismo hay en algún país latinoamericano un niño, un adolescente, que acaban de leer Cien años de soledad y, todavía preso del influjo, garabatea unas líneas en un cuaderno, las de su primer cuento, y va preparando la insurrección a la insurrección, el paciente regreso de García Márquez17. En el ámbito latinoamericano hablar de tradición para un escritor del siglo xxi significa hacer referencia a sus maestros más inmediatos. Obviamente cualquier escritor contemporáneo ha sido admirador y profuso lector de los escritores que han llenado con sus títulos las librerías desde los años 60. Al calor del realismo mágico o del realismo urbano se dio un interés sin antecedentes sobre la realidad del continente latinoamericano que llega hasta el presente. Los nuevos narradores no dejan de interesarse por esta tradición inmediata, por sus maestros, pero esta tradición es revisitada de distinta forma. De la admiración se pasa a la exigencia de una narrativa que se divorcia de sus progenitores más próximos en el tiempo. Rafael Courtoise lo ha señalado con acierto: BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 18 29/07/15 09:40 El sentido de la metaficción 19 En mi adolescencia cayó en mis manos Cien años de soledad, del colombiano Gabriel García Márquez, publicado por la editorial Sudamericana de Buenos Aires. La leí de una vez, en una tarde, no me costó ningún esfuerzo. Jamás lo memoricé. Sin embargo, sus primeras palabras quedaron prendidas en mi memoria como extraños vegetales o abrojos: «muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendía habría de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo». Prendidas, como abrojos, como si algo de lo que hubiera sido yo en un tiempo remoto formará parte de esas palabras. Pero ahora ya es otro siglo, ya es otro milenio, y el hielo que conoció Aureliano Buendía está en parte derretido por el calor de la selva que se ha convertido en selva cibernética, informática18. Este discurso resulta muy acorde con la posmodernidad y con la crisis de los grandes metarrelatos, la muerte de las ideologías y con las creencias asociadas a la sociedad de consumo y a la sociedad del bienestar, una sociedad y una cultura en donde muchas de las grandes cuestiones prioritarias del pasado quedan aparcadas, cuestionadas o relativizadas con cierta ironía como consecuencia de la anulación de las fronteras, la aceleración de los intercambios culturales, la sobreinformación y el lanzamiento masivo de los mensajes de los medios de comunicación que ofrecen una perspectiva difusa y poco coherente del mundo contemporáneo. Ello da lugar a una nueva visión de la cultura que requiere incorporarse al relato de forma muy diferente al relato clásico: En este momento de fuerzas globalizadoras en tensión, los bordes del estado-nación se hallan más erosionados que nunca, y si bien algunos intentan recluirse en un defensivo culto de lo local algunos novelistas latinoamericanos han preferido acordarse de algo que dijo Borges hace más de medio siglo: nuestro patrimonio es el universo. Eso, por supuesto, no implica escapismo, una fuga de las crueles vicisitudes de nuestra historia o del presente de neoliberalismo salvaje, y tampoco significa darle la es- BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 19 29/07/15 09:40 20 Luis Veres palda a lo local. El viaje en busca de otras geografías y otros temas permite, más bien, el regreso a lo nuestro con una mirada más libre, menos atada a ciertas obsesiones de nuestra tradición literaria que con los años se han convertido en obligaciones. Flujos y reflujos. No es la primera vez que esto ocurre. La voluntad cosmopolita de los modernistas, la mirada excéntrica de las vanguardias, son algunos de los antecedentes de este nuevo movimiento del péndulo19. Del mismo modo en esta metaliteratura hay una necesidad de no dejar aparcado el culto, el homenaje a la propia literatura, un reconocimiento necesario en tiempos de duda e incertidumbre, en tiempos en donde se habla del final de la literatura, en donde se presagia una generación sin lectores y sin la sensibilidad y valores que en ella se presentan. El mundo será diferente sin literatura y esa conciencia de agotamiento del código literario —recuerdo que no hay ningún código eterno, desde la bacanal a la ópera— está presente en el reconocimiento del valor de lo literario que se incluye en estas novelas como una conciencia del pasado y del presente, de lo que nos hace humanos en un mundo inhumano caracterizado por el olvido o como ha señalado Volpi: Gracias a ella —la literatura— podemos contemplar el pasado desde nuestro sillón como si fuera parte del presente. Igual que la luz al rebotar en los objetos y viajar hacia nosotros, la ficción literaria nos permite creer que somos testigos de lo que ya ocurrió20. Quizás reafirmar todo lo dicho sea una especulación más en medio del mundo de inseguridades globales que hemos creado, una sentencia que sería un pecado propio de la osadía más desafortunada. Quizás por eso creo, como escribió Martín de Riquer, y ha repetido Volpi, que como no estoy muy seguro de lo que he escrito, yo también estoy dispuesto a retirar todo lo expuesto, «a fin de no estar inscrito en la larga lista de fantasiosos que llena uno de los capítulos más enigmáticos de nuestra historia literaria»21. BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 20 29/07/15 09:40 El sentido de la metaficción 21 Notas 1 Julia Kristeva, Semiótica, vol. I, Caracas, Fundamentos, 1978. Recogido en Winston Manrique Sabogal, «Novelas que se nutren de novelas», en The Secret Goldfish: Auge de la metaliteratura. http://recuerdos inventados.blogspot.com/2006/11/auge-de-la-metaliteratura-el-adn-dela-literatura. 3 Enrique Vila-Matas, «La metaliteratura no existe», en Letras Libres, marzo de 2002. http://www.letraslibres.com/index.php?art=7352. 4 Recogido en Winston Manrique Sabogal, «Novelas que se nutren de novelas», en The Secret Goldfish: Auge de la metaliteratura. http://recuerdos inventados.blogspot.com/2006/11/auge-de-la-metaliteratura-el-adn-dela-literatura. 5 Jordi Llovet, «El peso de un legado», en The Secret Goldfish: Auge de la metaliteratura. http://recuerdos inventados.blogspot.com/2006/11/ auge-de-la-metaliteratura-el-adn-de-la-literatura. 6 Jesús Camarero, Metaliteratura. Estructuras formales literarias, Barcelona, Anthropos, 2004, pág. 43. 7 Umberto Eco, La estructura ausente, Barcelona, Lumen, 1972, páginas 297-300. 8 Umberto Eco, «Apostillas a El nombre de la rosa», en El nombre de la rosa, Barcelona, Lumen, 1998. Véanse también dos interesantes estudios: Cecilia Fernández Prieto, Historia y novela: poética de la novela histórica, Pamplona, Eunsa, 2003; Mercedes Juliá, Las ruinas del pasado. Aproximaciones a la novela histórica postmoderna, Madrid, Ediciones de la Torre, 2006. Para Latinoamérica véase Seymour Menton, La nueva novela histórica de la América Latina, México D.F., FCE, 1993. También mi artículo «La novela histórica y el cuestionamiento de la historia», en República de las Letras. Revista de la Asociación Colegial de Escritores de España, Madrid, núm. 105, enerofebrero de 2008, págs. 54-59, presente en este volumen. 9 George Steiner, Gramáticas de la creación, Madrid, Siruela, 2001, pág. 12. 10 Kernan, Alvin, The Death of Literature, New Haven-Londres, Yale University Press, 1990, págs. 2-3. Véase también Talens, Jenaro, El sujeto vacío, Madrid, Cátedra, Universidad de Valencia, 2000, pág. 349. 11 Entrevista realizada por Ana Nuño, «Piglia: la metaliteratura y otras honduras». http://unheimlich.blogia.com/2007/112501-piglia-la-metaliteratura-y-otras-honduras.php. 12 Jorge Volpi, «Bolaño, epidemia», en Mentiras contagiosas, Madrid, Páginas de Espuma, 2008, pág. 247. 13 Carlos Fuentes, La voluntad y la fortuna, Madrid, Alfaguara, 2008, pág. 471. 14 Marco Kunz, El final de la novela. Teoría, técnica y análisis del cierre en la literatura moderna en lengua española, Madrid, Gredos, 1997, pág. 11. 2 BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 21 29/07/15 09:40 22 Luis Veres 15 Jorge Volpi, «El teorema de Fuentes», en Mentiras contagiosas, Madrid, Páginas de Espuma, 2008, pág. 180. 16 Enrique Vila-Matas, «La ironía en París», en AA.VV., La ironía en la narrativa hispánica contemporánea. Actas del X Simposio Internacional sobre Narrativa Hispánica Contemporánea, El Puerto de Santa María, Fundación Luis Goytisolo, 2002, pág. 24. 17 Edmundo Paz Soldán, «Entre la tradición y la innovación: globalismos locales y realidades virtuales en la nueva narrativa latinoamericana», en Eduardo Becerra, Desafíos de la ficción, Alicante, Centro de Estudios Mario Benedetti-Universidad de Alicante, 2002, págs. 61-62. 18 Rafael Courtoisie, «Crisis o vigencia de los géneros narrativos», en Eduardo Becerra, Desafíos de la ficción, Alicante, Centro de Estudios Mario Benedetti-Universidad de Alicante, 2002, pág. 74. 19 Edmundo Paz Soldán, «Entre la tradición y la innovación: globalismos locales y realidades virtuales en la nueva narrativa latinoamericana», en Eduardo Becerra, Desafíos de la ficción, Alicante, Centro de Estudios Mario Benedetti-Universidad de Alicante, 2002, pág. 64. 20 Jorge Volpi, «Pobladores de mundos extraños», en Mentiras contagiosas, Madrid, Páginas de Espuma, 2008, pág. 49. 21 Jorge Volpi, «Conjetura sobre Cide Hamete», en Mentiras contagiosas, Madrid, Páginas de Espuma, 2008, pág. 97. BOE_I_01_sentido_de_metaficcion.indd 22 29/07/15 09:40