LUDWIG WITTGENSTEIN. 1889: Nace en Viena, por entonces uno de los principales centros culturales europeos, en el seno de una rica y culta familia industrial de origen judío. Su casa era centro de reunión de los más ilustres representantes de las letras y de las artes de entonces. PRIMER WITTGENSTEIN. 1912: Su preocupación por la Lógica y la Filosofía han ido desplazando a la Ingeniería y acude a Cambridge a estudiar con Russell y G.E. Moore. Entra en el Trinity College. Muere su padre, hereda una rica fortuna y distribuye una parte de su dinero entre escritores y artistas pobres. 1915: De regreso en Viena entra a participar en la I Guerra Mundial como soldado voluntario del ejército austríaco. No obstante, todavía trató de dedicar a la Filosofía todo el tiempo que podía. En campaña sigue redactando su “Diario”, que va de 1914 a 1916, y el “Tractatus Logicophilosophicus”. 1918: Poco después de concluir la redacción del Tractatus es hecho prisionero por los italianos en Montecasino. 1919: Terminada la guerra es liberado. Vuelve a Viena, renuncia a su fortuna privada y, tras haber decidido, como consecuencia de las ideas expuestas en el “Tractatus”, no dedicarse más a la enseñanza de la Filosofía, se prepara como maestro de escuela primaria. 1920: Comienza su actividad como maestro de escuela primaria que desarrollará por varios pueblos austríacos hasta 1926. 1922: Se traduce el “Tractatus” al inglés y se publica con una introducción de B. Russell. Entra en contacto con M. Schlick y F. Waismann, futuros fundadores del “Círculo de Viena”, discutiendo con ellos de lógica, matemáticas y filosofía. Resultado de tales contactos será la influencia que las ideas del “Tractatus” ejercerán sobre las tesis del “Neopositivismo” o “Positivismo lógico”. El objetivo del Tractatus es trazar unos límites en la expresión del pensamiento, en el lenguaje; ver lo que podemos decir. Para ello, Wittgenstein analiza la función y la estructura del lenguaje teniendo en cuenta que la función esencial del lenguaje es representar el mundo y que la estructura del lenguaje la revela la lógica. En consecuencia, lógica y metafísica son los dos componentes de la filosofía entendida como explicación del orden del mundo, de su estructura fija a priori, según propia convicción de Wittgenstein que nunca pone en duda. Propiamente hablando, la filosofía no es una ciencia, una teoría, sino una actividad esclarecedora del significado de las proposiciones, del lenguaje. La doctrina central del “Tractatus” fundamentalmente consiste en la afirmación de que las proposiciones de que consta el lenguaje “retratan”, 1 “pintan”, “figuran” la realidad, el mundo, el estado de los hechos que representan. Es decir, que entre el lenguaje y la realidad, lo mismo que entre la figura y lo figurado, hay algo en común a pesar de que en el lenguaje ordinario sea con frecuencia difícil descubrirlo por quedar oculto. Wittgenstein trata los problemas filosóficos en relación con el lenguaje y su trasfondo lógico-metafísico. Esto supone una novedad, un cambio de perspectiva tan grande que no podía menos que suponer toda una nueva concepción de la filosofía, totalmente distinta de la que hasta entonces se venía cultivando. En la concepción tradicional la filosofía era una ciencia superior que aporta conocimientos acerca de la realidad no alcanzables por ninguna otra ciencia. Era, pues, un cuerpo doctrinal, una teoría, que se añadía al resto de conocimientos aportados por las ciencias particulares. Dentro de la filosofía la lógica presentaba un carácter meramente instrumental. Ahora, para Wittgenstein la filosofía ya no es una teoría, un cuerpo de proposiciones, sino una actividad, la actividad del análisis o del esclarecimiento de las proposiciones del lenguaje. Por tanto, la filosofía ya no es un saber que pueda añadirse al de las ciencias naturales, sino que como tal supone un intento de decir lo que sólo puede ser mostrado, por lo que sus signos carecen de significado, se salen de las límites del lenguaje, de los límites del mundo, se salen del campo de la lógica y “fuera de la lógica todo es casual”. El “Tractatus lógico-philosophicus” fue publicado en 1921 y obtuvo una rápida difusión. En 1922, Wittgenstein entró en contacto con M. Schlick y el ayudante de cátedra de éste F. Waismann, quienes precisamente para discutir las tesis del “Tractatus” reúnen en torno suyo a una serie de científicos interesados por la filosofía, constituyendo lo que se conocerá como “Círculo de Viena”. El Círculo de Viena fue agrupando a diversas escuelas europeas con unos puntos de vista comunes dando origen a la corriente filosófica denominada “Neopositivismo” o “Positivismo lógico” que alcanzó su máxima difusión en la década de los años treinta. Es una corriente filosófica integrada por científicos dedicados principalmente al campo de la filosofía de la ciencia se caracterizó sobre todo por su crítica y rechazo de lo que consideraba especulación filosófica: la metafísica, continúan la línea abierta por Wittgenstein de crítica de la filosofía, cuyas proposiciones carecen de sentido, y de afirmación de la ciencia natural, cuyas proposiciones son las únicas posibles con sentido. En concreto, para conseguir esa crítica y rechazo de la especulación filosófica, de la filosofía “a priori y trascendente” anterior, los positivistas lógicos se apoyan en primer lugar en la diferenciación que hace Hume entre enunciados que versan sobre relaciones entre ideas, caso de la lógica y de la matemática (su verdad se verifica por sí misma, es decir, son tautológicas puesto que no ofrecen información sobre hechos) y proposiciones que versan sobre hechos, caso de las ciencias empíricas tales como la física, la química, etc (su verdad solamente puede verificarse a través del testimonio de la 2 experiencia, de la comprobación empírica). Como los enunciados de la metafísica están más allá de la experiencia sensible, su verdad no puede verificarse de ningún modo, carecen, pues, de valor. En segundo lugar, retoman la tradición positivista en su convicción de que lo único que interesa es el conocimiento científico en cuanto que es el único capaz de proporcionar conocimientos ciertos y afirman que lo único interesante es el análisis de los métodos y resultados particulares de las ciencias en orden a alcanzar su mayor desarrollo y el de la humanidad. Esta afirmación absoluta del valor de la ciencia no deja lugar para el cultivo de la especulación filosófica, puesto que no cae bajo el ámbito de la ciencia. De esta forma, la actitud empirista anterior se convierte en actitud empirista científica o neopositivista, típica de los positivistas lógicos. La función de la filosofía estriba precisamente en enjuiciar el sentido de las proposiciones de las ciencias depurando las pseudo-proposiciones metafísicas como no científicas, como carentes de sentido, de estructura lógica. De este modo adquieren los neopositivistas su carácter logicista. Los positivistas lógicos consideran como tarea genuina de la filosofía la clarificación de los conceptos fundamentales de la ciencia así como la de sus principios metodológicos. Según la concepción del “Tractatus” la filosofía no era una “teoría”, un cuerpo de proposiciones, sino una actividad que consiste en el análisis de las proposiciones. Esta concepción está presente en los positivistas lógicos. La filosofía carece de “dominio de conocimiento”, su tarea “consiste en la aclaración de las proposiciones de la ciencia empírica por medio del análisis lógico”. La ciencia se basa en la experimentación u observación sistemática de objetos, de hechos físicos, que se expresa por medio de su sistema de proposiciones, las cuales responden en última instancia a la estructura lógica de esos hechos experimentados. Una proposición adquiere significado cuando podemos establecer su “método de verificación”, es decir, cuando conocemos cómo puede ser verificada, analizada en su verdad o falsedad, establecer una observación o experimento que la confirme o la niegue como tal, lo cual a su vez sólo es posible en las proposiciones que se refieren a hechos físicos, en las proposiciones empíricas, que son las de la ciencia. Lo que sí les parece claro es que las proposiciones metafísicas llevan consigo una serie de errores lógicos y no son verificables de ningún modo por estar más allá de toda experiencia. Las proposiciones metafísicas carecen de sentido, pertenecen a otro terreno distinto del científico, son expresiones de una “actitud emotiva ante la vida”. SEGUNDO WITTGENSTEIN. Wittgenstein es la moda. Wittgenstein es la paradoja. Es la moda porque gusta en su versión excéntrica, en su permanente antiacademicismo, en su reflexión solitaria. Es la paradoja porque se le hace padre del positivismo lógico, la filosofía analítica y al mismo tiempo el enterrador de ambos; se le coloca como modelo unidimensional y al mismo tiempo como el ingeniero-artista que de todo habla, a todo se dedica y en todo deja su impronta. 3 1939: Sucede a E.G. Moore en la cátedra de la Universidad de Cambridge. 1941: Comienza a escribir los parágrafos que constituyen la “Primera Parte” de las “Investigaciones filosóficas”, la obra más importante de toda esta segunda etapa. En 1945 acabará esta primera parte. 1942: Abandona la cátedra de la Universidad de Cambridge para participar como voluntario en la II Guerra Mundial, ejerciendo de ayudante de enfermero en un hospital de Londres. 1944: Regresa a Cambridge pero comienza a sentirse a disgusto dentro de la vida académica. 1945: Inicia lo que se conocen como “Apuntes”, escritos que llegan hasta 1948. 1947: Renuncia a su cátedra en la Universidad de Cambridge y se retira definitivamente a vivir en completa soledad. Comienza la “Segunda Parte” de las “Investigaciones filosóficas”, constituida por catorce capítulos, que termina en 1949. 1948: Vive en Irlanda. 1949: Vive en Oxford y comienza sus escritos “Sobre la certeza” en los que recoge sus discusiones con G.E. Moore acerca de la certeza y el escepticismo. Dos días antes de su muerte, todavía trabajaba en esta obra. 1951: Muere de cáncer en Cambridge. Como ya hemos indicado, a excepción del “Tractatus” y del artículo “Algunas observaciones sobre la forma lógica” que fueron publicados en vida, el resto de sus publicaciones son póstumas y se han hecho sobre escritos mecanografiados, manuscritos e incluso apuntes de sus alumnos recogidos en clase. Estas publicaciones carecen, por tanto, de la revisión del autor para su publicación, por lo que con frecuencia se repiten y su estructura es desordenada. Tras la publicación del “Tractatus”, Wittgenstein abandonó la filosofía y ejerció como maestro de escuela primaria. Consideró que el “Tractatus” suponía toda una estructura cerrada en la que todos los cabos habían quedado bien atados y todos los problemas filosóficos resueltos en la medida en que había demostrado que “de lo que no se puede hablar, mejor es callarse”. Sin embargo, las nuevas experiencias docentes y los sucesivos contactos y lecturas que mantuvo en Austria pronto le acarrearon nuevas dudas y su mente inquieta siguió trabajando. En 1929 vuelve a la Universidad de Cambridge y va madurando sus ideas a lo largo de un período que culmina en las “Investigaciones filosóficas” como una crítica y desarrollo de su etapa anterior expresada en el “Tractatus”. De este modo, los escritos que van de 1929 a las “Investigaciones filosóficas” suponen la transición o desmantelamiento de las teorías del lenguaje contenidas en el “Tractatus” y los escritos que siguen a las “Investigaciones filosóficas” suponen una mera ilustración de las mismas, sin que apenas añadan algo nuevo. 4 En el artículo “Algunas observaciones sobre la forma lógica” comienza la revisión de la teoría figurativa del lenguaje al afirmarse que en el lenguaje hay proposiciones que son vagas, imprecisas, pero que sin embargo, sirven para nuestros propósitos de comunicación. En las “Observaciones filosóficas” desarrolla la revisión iniciada anteriormente y critica la teoría de la función de verdad al estudiar el lenguaje de la expectativa, las proposiciones que apuntan al futuro, las cuales no tienen sentido porque sean verdaderas o falsas, sino porque desempeñan una función dentro de la vida humana, y tienen su propia lógica. Afirma que “el lenguaje es una entidad que consiste en partes heterogéneas cuyo modo de compenetración es infinitamente múltiple”, por tanto, para comprender su naturaleza tendremos que analizar cómo operan sus signos, las reglas que determinan su uso. En última instancia, éstas no son las reglas rígidas de la lógica, sino que son reglas arbitrarias, complejas. El cambio de perspectiva se consigue buscando el significado de las palabras, del lenguaje, en el uso que los hablantes hacen del mismo en sus diversos contextos, situaciones, puesto que antes que observadores de nuestro lenguaje somos sus usadores, antes de que el análisis revele el significado de nuestras palabras, sabemos lo que hemos querido decir. De este modo, el significado de una palabra es su uso en el lenguaje, no su verdad o falsedad lógica. El lenguaje ordinario prevalece ahora sobre el lenguaje lógico. De aquí saldrá la fórmula que continuamente repetirán los filósofos analíticos: “No preguntes por el significado, pregunta por el uso”. Hay palabras, para las cuales no es posible establecer una asociación directa con la cosa, con el objeto al que se refieren, necesitan para su comprensión de un contexto. Y, en general, el uso de las palabras lleva consigo un previo aprendizaje y un ejercicio, de modo que llegamos a conocer el significado de las palabras a través de la acción que desarrollamos con ellas. “Uso”, “juego” y “contexto” se convierten así en conceptos clave en la nueva concepción del lenguaje del “Segundo Wittgenstein” , considera que es necesario establecer que el dominio del lenguaje consiste en el uso que se hace de las palabras, el cual tiene siempre lugar dentro de un contexto, de una situación determinada, es decir, supone un “juego de lenguaje” y del mismo modo que en una caja de herramientas hay herramientas de diverso tipo y con funciones específicas, en el lenguaje hay muchas palabras cada una de las cuales tiene sus propias funciones y el hombre hace uso de ellas según la situación a la que tenga que responder. El lenguaje, lo mismo que el juego, supone una técnica, una habilidad que se adquiere y desarrolla con la práctica, respondiendo a las diversas actividades que diariamente nos ofrece la vida, es decir, jugando sus diversos juegos. La práctica del lenguaje, como la del juego, supone la observación de unas reglas más o menos convencionales, que la hacen posible. Pero tampoco estas reglas son fijas, sino que dependen del lenguaje, del juego, que haya que practicarse de acuerdo con la situación a la que se tenga que responder. En consecuencia, más que las reglas en sí mismas, lo que interesa es saber cómo hemos de usarlas. 5 En las “Investigaciones filosóficas” se sigue concibiendo la filosofía como una actividad cuya tarea consiste en trazar los límites del sentido, indicar lo que se puede y lo que no se puede decir, como en el “Tractatus”. La novedad está en que ahora los límites de dicho sentido se establecen de acuerdo con los criterios que marcan los diversos usos o juegos de lenguaje. Es decir, ya no existe un criterio de significado totalmente preciso como en el “Tractatus”, sino que los criterios se establecen según los usos del lenguaje, son problemas lingüísticos y se resuelven descubriendo las raíces de los mismos, es decir, desenmascarando el hechizo que nuestra inteligencia padece por causa del lenguaje, de la fuerza arrolladora de sus imágenes. La filosofía se convierte así en una terapia que trata de curar esa enfermedad desvelando el mal uso del lenguaje que hacía posible la existencia del presunto problema filosófico. TEXTO A COMENTAR: “¿Pero cuántos géneros de oraciones hay? ¿Acaso aserción, pregunta y orden? ─Hay innumerables géneros: innumerables géneros diferentes de empleo de todo lo que llamamos «signos», «palabras», «oraciones». Y esta multiplicidad no es algo fijo, dado de una vez por todas; sino que nuevos tipos de lenguaje, nuevos juegos de lenguaje, como podemos decir, nacen y otros envejecen y se olvidan. (Una figura aproximada de ello pueden dárnosla los cambios de la matemática). La expresión «juego de lenguaje» debe poner de relieve aquí que hablar el lenguaje forma parte de una actividad o de una forma de vida. Ten a la vista la multiplicidad de juegos de lenguaje en estos ejemplos y en otros: dar órdenes y actuar siguiendo órdenes, describir un objeto por su apariencia o por sus medidas, fabricar un objeto de acuerdo con una descripción (dibujo), relatar un suceso, hacer conjeturas sobre un suceso, formar y comprobar una hipótesis, presentar los resultados de un experimento mediante tablas y diagramas, inventar una historia y leerla, actuar en teatro, cantar a coro, adivinar acertijos, hacer un chiste y contarlo, resolver un problema de aritmética aplicada, traducir de un lenguaje a otro, suplicar, agradecer, maldecir, saludar, rezar”. (L. WITTGENSTEIN. Investigaciones filosóficas. § 23). 6