Mensaje para los jóvenes

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Capítulo 86
Mensaje para los jóvenes
Los jóvenes observadores del sábado se
encuentran entregados a la búsqueda del placer. Vi
que no hay uno en veinte que conozca el
significado de la religión experimental. Anhelan
continuamente lo que satisfaga su deseo de cambio
y diversión. A menos que salgan de su engaño y se
despierte su sensibilidad de modo que puedan
decir: “Estimo todas las cosas como pérdida por la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi
Señor” (Filipenses 3:8), no son dignos de él ni
alcanzarán la vida eterna. Los jóvenes en general se
encuentran atrapados en un engaño terrible, y sin
embargo pretenden ser piadosos. Sus vidas sin
consagración constituyen un reproche para el
nombre de cristiano, y su ejemplo es una trampa
para otros. Ponen obstáculos a los pecadores,
porque casi en todo sentido no son mejores que los
incrédulos. Tienen la Palabra de Dios, pero no
prestan atención a sus advertencias, reproches,
amonestaciones y correcciones; ni tampoco a las
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palabras de ánimo ni a las promesas hechas para
los que son obedientes y fieles. Todas las promesas
de Dios dependen de la obediencia con humildad.
Se ha dado un solo Modelo a los jóvenes; pero
¿cómo se comparan sus vidas con la vida de
Cristo? Me siento alarmada cuando contemplo en
todas partes la frivolidad de jóvenes y señoritas que
pretenden creer en la verdad. Causan la impresión
de no tener a Dios en sus pensamientos. Tienen la
mente llena de necedad. Su conversación es sólo
vacía plática. Sienten gran afición por la música, y
Satanás sabe qué órganos estimular para incitar,
monopolizar y cautivar la mente para que no
sientan la necesidad de Cristo. El anhelo espiritual
del alma que busca el conocimiento divino y el
crecimiento en la gracia es inexistente.
Se me mostró que los jóvenes deben situarse en
un plano más elevado y convertir la Palabra de
Dios en su consejera y guía. Descansan sobre los
jóvenes responsabilidades solemnes que ellos
consideran con liviandad. La música que escuchan
en sus hogares en vez de inducirlos a la santidad y
la espiritualidad, ha sido el medio de apartar sus
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mentes de la verdad. Los cantos frívolos y la
música popular del momento satisfacen su gusto.
Los instrumentos musicales han insumido tiempo
que debieran haber dedicado a la oración. La
música, cuando no se abusa de ella, es una gran
bendición; pero cuando se la emplea
equivocadamente se convierte en una terrible
maldición. Estimula, pero no imparte el poder ni el
valor que el cristiano puede encontrar sólo en el
trono de la gracia mientras expresa humildemente
sus necesidades y pide vehementemente y con
lágrimas la fortaleza celestial para resistir las
tentaciones del maligno. Satanás está llevando
cautivos a los jóvenes. ¡Qué podría decirles para
inducirlos a romper su poder ofuscador! El diablo
es un hábil engañador que los atrae hacia la
perdición. Escuchad las instrucciones del Libro
Inspirado de Dios. Vi que Satanás había ofuscado
las mentes de los jóvenes para que no pudieran
comprender las verdades de la Palabra de Dios. La
sensibilidad de su conciencia se encuentra de tal
manera entorpecida que ésta no consigue captar los
requerimientos del santo apóstol:
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“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres,
porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre,
que es el primer mandamiento con promesa; para
que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra
[nueva]” Efesios 6:1-3. “Hijos, obedeced a
vuestros padres en todo, porque esto agrada al
Señor”. Colosenses 3:20. Los hijos que deshonran
y desobedecen a sus padres, y se desentienden de
sus consejos e instrucciones, no pueden tener parte
en la tierra nue- va. La tierra nueva purificada no
será un lugar para hijos o hijas rebeldes,
desobedientes e ingratos. A menos que los tales
aprendan a ser obedientes y sumisos aquí, nunca lo
aprenderán. La paz de los redimidos no será
perturbada por hijos desobedientes, indisciplinados
e ingobernables. Nadie que desobedezca los
mandamientos heredará el reino de los cielos.
¿Quisieran todos los jóvenes leer el mandamiento
de la Ley pronunciado por Jehová en el Sinaí y
grabado con su propio dedo sobre tablas de piedra?
“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se
alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da”.
Éxodo 20:11.
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Se me llamó la atención a numerosos pasajes
de las Escrituras que muestran claramente a los
jóvenes la voluntad de Dios con respecto a ellos.
En el juicio tendrán que enfrentarse con estas
sencillas verdades. Sin embargo no hay un solo
joven o señorita entre veinte que profesan la verdad
presente, que obedezca estas enseñanzas bíblicas.
Los jóvenes no leen suficientemente la Palabra de
Dios para conocer sus derechos sobre ellos; pero
esas verdades los juzgarán en el gran día de Dios,
cuando los jóvenes y los ancianos serán
recompensados de acuerdo con sus obras.
El apóstol Juan dice: “Os escribo a vosotros,
jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios
permanece en vosotros, y habéis vencido al
maligno. No améis el mundo, ni las cosas que están
en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del
Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el
mundo, los deseos de la carne, los deseos de los
ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del
Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus
deseos; pero el que hace la voluntad de Dios
permanece para siempre”. 1 Juan 2:14-17.
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Esta exhortación presentada a los jóvenes
también se extiende a las señoritas. Su juventud no
los excusa de las responsabilidades que les son
inherentes. Son fuertes y no han sido fatigados por
las preocupaciones y el peso de los años; sus
afectos son ardientes, y si los retiran del mundo y
los colocan sobre Cristo y el cielo, y si hacen la
voluntad de Dios, permanecerán para siempre y
vivirán eternamente coronados de gloria, honra,
inmortalidad y vida eterna. Si los jóvenes viven
para gratificar la concupiscencia de la carne y de
los ojos, y el orgullo de la vida, están buscando las
cosas del mundo, complaciendo a su gran
adversario y apartándose del Padre. Y cuando estas
cosas anheladas desaparecen, sus esperanzas quedan desbaratadas y perecen sus expectativas.
Separados de Dios, se arrepentirán entonces
amargamente de su locura manifestada en el
servicio de su placer personal, en la gratificación
de sus deseos individuales, y por haber vendido por
unos momentos de frívolo goce, una vida de
bienaventuranza de la cual hubieran podido
disfrutar eternamente.
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“No améis al mundo, ni las cosas que están en
el mundo”, dice el apóstol inspirado. Luego añade
esta advertencia: “Si alguno ama al mundo, el amor
del Padre no está en él”. Resulta alarmante
comprobar que el amor al mundo predomina en las
mentes de los jóvenes. Ellos aman definidamente el
mundo y las cosas que están en él, y por esta
misma razón no existe lugar para el amor de Dios
en sus corazones. Encuentran placer en el mundo y
en las cosas del mundo, pero no conocen al Padre
ni los dones de su Espíritu. Dios es deshonrado por
la frivolidad y la moda, por las conversaciones y
risas insubstanciales e insensatas que caracterizan
la vida de la juventud en general. El apóstol Pablo
exhorta a los jóvenes a ser prudentes: “Exhorta
asimismo a los jóvenes a que sean prudentes;
presentándote tú en todo como ejemplo de buenas
obras; en la enseñanza mostrando integridad,
seriedad, palabra sana e irreprochable, de modo
que el adversario se avergüence, y no tenga nada
malo que decir de vosotros”. Tito 2:6-8.
Ruego a los jóvenes que por amor a sus almas
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presten atención a la exhortación del apóstol
inspirado.
Todas
estas
misericordiosas
instrucciones, advertencias y reproches tendrán
sabor de vida para vida, o de muerte para muerte.
Muchos jóvenes son descuidados en sus
conversaciones. Prefieren olvidar que por sus
palabras serán justificados o condenados. Todos
debieran prestar atención a las palabras de nuestro
Salvador: “El hombre bueno, del buen tesoro del
corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del
mal tesoro saca malas cosas. Mas yo os digo que de
toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella
darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus
palabras serás justificado, y por tus palabras serás
condenado”. Mateo 12:35-37. ¡Cuán poco respeto
se muestra aun a las instrucciones del Maestro
celestial! Muchos no estudian la Palabra de Dios o
no toman en cuenta sus verdades solemnes, y estas
claras verdades se alzarán en el juicio y los
condenarán.
Las palabras y las acciones dan un claro
testimonio de lo que hay en el corazón. Si éste está
lleno de vanidad y orgullo, de amor al yo y amor a
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los vestidos y a la apariencia personal, las
conversaciones girarán alrededor de las modas, los
vestidos y la apariencia personal, pero no se
referirán a Cristo ni al reino de los cielos. Si el
corazón está lleno de envidia, ésta se manifestará
en las palabras y las acciones. Los que se comparan
con otras personas, que hacen lo mismo que ellas,
que no se esfuerzan por alcanzar niveles más
elevados, y que luego se excusan mencionando los
errores y las faltas de los demás, se están
alimentando de basura, por lo que seguirán siendo
enanos espirituales mientras satisfagan a Satanás,
al complacer sus sentimientos personales no
santificados. Algunos se explayan en el tema de la
comida, la bebida y el vestido. Esos pensamientos
fluyen de lo que abunda en el corazón, como si las
cosas temporales fueran el objetivo principal de la
vida y su mayor realización. Esas personas olvidan
las palabras de Cristo: “Buscad primeramente el
reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas”. Mateo 6:33.
Los jóvenes y las señoritas tienen sus corazones
llenos de amor a sí mismos. Esto se manifiesta en
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su deseo de ser fotografiados; y no se conforman
con hacerlo una vez, sino que posan repetidamente
para que les tomen fotos, cada vez con la esperanza
de que la última exceda en calidad a las anteriores
y los muestre más hermosos que el original. Así
malgastan el dinero del Señor, ¿pero qué ganan?
Nada más que su pobre imagen sobre el papel. Las
horas que debieron dedicar a la oración las ocupan
egoístamente en la atención de sí mismos; así
malgastan preciosas horas del tiempo de prueba.
A Satanás le complace cuando la atención de
los jóvenes es atraída por cualquier cosa que
distraiga su mente de Dios, lo que el enemigo
aprovecha para atacarlos solapadamente sin que
ellos estén preparados para defenderse, de modo
que caen en la trampa. No están conscientes de que
el gran Artista celestial capta y registra todo acto y
palabra, y que su comportamiento y hasta sus
pensamientos y las intenciones del corazón, quedan
cuidadosamente registrados. Cada defecto de su
carácter moral resalta ante la vista de los ángeles, y
esos jóvenes podrán contemplar el cuadro
completo de su persona en toda su deformidad
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cuando se ejecute el juicio. Todas esas palabras
vanas y frívolas están escritas en el libro. También
lo están las palabras falsas. Están registradas
asimismo con caracteres indelebles, aquellas
acciones engañosas cuyos motivos estuvieron
ocultos para los ojos humanos, pero que fueron
discernidos por el ojo de Jehová que todo lo ve.
Todo acto egoísta queda expuesto.
Los jóvenes generalmente se comportan como
si las preciosas horas del tiempo de prueba,
mientras dura la misericordia, fueran una sola
grandiosa fiesta, y como si ellos hubieran sido
puestos en el mundo con el único fin de conseguir
diversión personal, para ser satisfechos por una
ininterrumpida sucesión de actividades que
entusiasman y estimulan. Satanás ha estado
realizando esfuerzos especiales para inducirlos a
encontrar felicidad en las diversiones mundanas, y
para que se justifiquen procurando demostrar que
esas diversiones son inofensivas, inocentes y hasta
valiosas para la salud. Esto complace al adversario
de las almas.
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Hay personas que tienen una imaginación
enfermiza, que no representan correctamente la
religión de Cristo; los tales no tienen la religión
pura de la Biblia. Algunos se mortifican durante
toda la vida por sus pecados; lo único que pueden
ver es a un Dios de justicia que está ofendido. Pero
no logran ver a Cristo y su poder redentor ejercido
por los méritos de su sangre. Esta clase de personas
no tienen fe, y piensan así porque no tienen mentes
bien equilibradas. Debido a enfermedades
transmitidas por sus padres y a causa de una
educación equivocada recibida en su niñez, han
contraído hábitos erróneos que perjudican el
organismo y el cerebro, y deterioran las facultades
morales hasta el punto de que les resulta imposible
pensar y actuar racionalmente en todas las cosas.
Carecen de mentes bien equilibradas.
La santidad y la justicia no destruyen la salud,
sino que son salud para el cuerpo y fortaleza para
el alma. El apóstol Pedro dice: “El que quiere amar
la vida y ver días buenos... apártese del mal, y haga
el bien; busque la paz, y sígala, porque los ojos del
Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos a
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sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra
aquellos que hacen el mal”. 1 Pedro 3:10-12. “Mas
también si alguna cosa padecéis por causa de la
justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os
amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis”. 1
Pedro 3:14.
El conocimiento de que se está obrando
correctamente es la mejor medicina para las mentes
y los cuerpos enfermos. La bendición especial de
Dios que descansa sobre quienes la reciben, es
salud y fortaleza. El que tiene una mente serena y
satisfecha en Dios se encuentra en el camino de la
salud. El conocimiento de que los ojos del Señor
nos contemplan y de que sus oídos escuchan
nuestras oraciones, constituye una inmensa
satisfacción. Saber que tenemos un Amigo que
nunca falla, a quien podemos confiar todos los
secretos del alma, es un privilegio inenarrable.
Aquellos cuyas facultades morales se encuentran
oscurecidas por la enfermedad, no son las personas
apropiadas para representar correctamente la vida
cristiana o la hermosura de la santidad. Con mucha
frecuencia se encuentran en el fuego del fanatismo,
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en el agua de la fría indiferencia o en la necia
melancolía. Las palabras de Cristo tienen más valor
que las opiniones de todos los médicos del
universo: “Buscad primeramente el reino de Dios y
su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”.
Mateo 6:33. Este es el primer gran objetivo: el
reino de los cielos, la justicia de Cristo. Cualquier
otro objetivo debe ocupar un lugar secundario.
Satanás presenta el camino de la santidad como
una senda difícil, mientras que los caminos de los
placeres mundanos los hace aparecer sembrados de
flores. El tentador adorna el mundo con colores
falsos pero halagadores y complacientes, y así
presenta sus placeres a la juventud. La vanidad es
uno de los rasgos más fuertes de la naturaleza
humana depravada, y el enemigo sabe que puede
estimularla con éxito. Halaga por medio de sus
instrumentos. Los jóvenes pueden recibir
expresiones de alabanza, lo cual complacerá su
vanidad y aumentará su orgullo y autoestima. Esto
puede inducirlos a pensar que con tales ventajas y
atractivos en realidad es lamentable tener que salir
del mundo y alejarse de él para hacerse cristiano y
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tener que olvidar a sus compañeros y fingirse
muertos a sus alabanzas o censuras. Satanás os dice
que con las ventajas que poseéis podríais en gran
medida disfrutar de los placeres mundanos. Pero
considerad que los placeres del mundo tendrán que
terminar y que lo que sembréis, eso es lo que
segaréis. ¿Son los atractivos personales, la
habilidad o los talentos personales demasiado
valiosos para dedicarlos a Dios, al Autor de vuestro
ser, al que vela por vosotros a cada instante? ¿Son
vuestras capacidades demasiado preciosas para
dedicarlas a Dios?
Los jóvenes insisten en que necesitan algo para
avivar y divertir la mente. Vi que había placer en el
trabajo, y satisfacción en la búsqueda de una vida
de utilidad. Pero algunos porfían en que necesitan
algo que interese a la mente después de las horas
de trabajo o el estudio, alguna clase de ocupación o
entretenimiento mental que alivie y refresque la
mente en medio de las preocupaciones y trabajos
fatigantes. Lo que necesitan es la esperanza del
cristiano. La religión será reconfortante para el
creyente y una guía segura que lo conducirá a la
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Fuente de la verdadera felicidad. Los jóvenes
debieran estudiar la Palabra de Dios y dedicarse a
la meditación y la oración, porque así encontrarán
que sus momentos de ocio no podrían ser
aprovechados en forma mejor. Jóvenes amigos,
debiérais dedicar tiempo a probaros a vosotros
mismos, para ver si estáis en el amor de Dios. Sed
diligentes en asegurar vuestro llamamiento y
elección. De vuestro comportamiento personal
depende si aseguraréis para vosotros la vida mejor.
Hablando de la sabiduría, se dice que “sus
caminos son caminos deleitosos, y todas sus
veredas paz”. Proverbios 3:17. La morada futura de
los justos y su recompensa eterna son temas
elevados y ennoblecedores para la contemplación
de los jóvenes. Deben reflexionar acerca del
admirable plan de salvación, el inconmensurable
sacrificio realizado por el Rey de gloria para que
pudiéseis ser elevados por los méritos de su sangre
y mediante la obediencia finalmente ser exaltados
al trono de Cristo. Este tema debiera suscitar las
reflexiones más nobles de la mente. ¡Qué inmenso
privilegio es ser reintegrados al favor de Dios!
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¿Qué otra cosa, fuera de la comunión con él, podría
elevarnos, refinarnos y exaltarnos por encima de
los frívolos placeres mundanos? Obtener la
renovación por la gracia de nuestras naturalezas
corrompidas, poner en sujeción nuestros apetitos
concupiscentes y tendencias animales, mantenerse
con noble independencia moral, obteniendo
victorias todos los días, proporcionará una paz
mental que se produce únicamente cuando se obra
correctamente.
Apreciados jóvenes, vi que con un empleo y un
entretenimiento como éste podríais ser felices. Pero
la razón por la que estáis inquietos es porque no
buscáis la única fuente verdadera de felicidad.
Siempre estáis tratando de encontrar fuera de
Cristo el gozo que se encuentra únicamente en él.
En él no hay esperanzas frustradas. ¡Qué privilegio
descuidado es la oración! La lectura de la Palabra
de Dios prepara la mente para la oración. Una de
las principales razones por la que tenéis tan poca
disposición a acercaros a Dios mediante la oración,
es que os habéis incapacitado para esta sagrada
tarea por dedicaros a la lectura de historias
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fascinantes que han estimulado la imaginación y
despertado pasiones pecaminosas. Así es como la
Palabra de Dios resulta desagradable, la hora de la
oración cae en el olvido. La oración es la fortaleza
del cristiano. Cuando está solo, en realidad no lo
está; siente la presencia de Aquel que dijo: “He
aquí estoy con vosotros todos los días, hasta el fin
del mundo”. Mateo 28:20.
Los jóvenes necesitan aquello que no tienen, es
decir, religión. Nada puede tomar el lugar de esto.
Profesar tenerla carece de valor. Los nombres
quedan registrados en los libros de la iglesia en la
tierra, pero no en el libro de la vida. Vi que no hay
uno en veinte jóvenes que sepa en qué consiste la
religión experimental. Se sirven a sí mismos, pero
profesan ser siervos de Cristo; pero a menos que se
rompa el ensalmo que pesa sobre ellos, no tardarán
en comprender que la parte de los transgresores es
la suya. En lo que concierne a la abnegación o al
sacrificio por amor a la verdad, han encontrado
algo que es más fácil. En lo que se refiere al ruego
ferviente con lágrimas y clamor a Dios por su
gracia perdonadora y fuerza de su parte para
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resistir a las tentaciones de Satanás, han
descubierto que es innecesario ser tan fervorosos y
celosos; pueden pasarlo bien sin eso. Cristo, el Rey
de gloria, con frecuencia fue solo a las montañas y
a los lugares desiertos para derramar el pedido de
su alma ante su Padre; pero el hombre pecador que
carece de fortaleza, piensa que puede vivir sin tanta
oración.
Cristo es nuestro modelo; su vida fue un
ejemplo de buenas obras. Fue varón de dolores y
experimentado en quebranto. Oró por Jerusalén
porque sus habitantes no quisieron ser salvos
aceptando la redención que él les ofreció. No
quisieron ir a él para tener vida. Comparad vuestro
estilo de vida con el del Maestro, quien realizó un
sacrificio tan grande para que pudiérais ser salvos.
Pasó con frecuencia toda la noche sobre el suelo
húmedo en oración con intenso sufrimiento.
Buscáis vuestro placer personal. Escuchad las
conversaciones vanas y frívolas; oíd la risa, los
chistes, las bromas. ¿Es así como se imita al
Modelo? Continuad escuchando: ¿Se menciona a
Jesús? ¿Constituye la verdad el tema de
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conversación? ¿Se glorían los participantes en la
cruz de Cristo? En cambio, es esta moda, aquel
sombrero, ese vestido, lo que dijo aquel joven o
aquella señorita o las diversiones en las que están
planeando participar. ¡Cuánta alegría! ¿Se sienten
atraídos los ángeles y se acercan alrededor de ellos
para dispersar las tinieblas con las que Satanás los
rodea? De ninguna manera. Ved cómo se alejan
con tristeza. Veo lágrimas en el rostro de esos
ángeles. ¿Será posible que se haga llorar a los
ángeles de Dios? Eso es lo que sucede.
La juventud no considera seriamente los
valores eternos. Los ángeles de Dios lloran cuando
escriben en los libros celestiales las palabras y los
actos de los que pretenden ser cristianos. Los
ángeles se ciernen sobre un hogar. Hay allí una
reunión juvenil y se oyen sonidos de música vocal
e instrumental. Es una reunión de cristianos, ¿pero
qué es lo que se oye? Es una canción frívola propia
de los salones de baile. Entonces los santos ángeles
retraen su luz hacia ellos y la oscuridad rodea a los
que se encuentran en ese hogar. Ahora los ángeles
se alejan de ese lugar con rostros tristes y llorosos.
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Vi repetirse numerosas veces esta escena en todas
las filas de observadores del sábado, y
especialmente en la localidad de _____. La música
ha ocupado el tiempo que debiera haberse dedicado
a la oración. La música es el ídolo que adoran
muchos cristianos que profesan ser observadores
del sábado. Satanás no tiene ninguna objeción
contra la música cuando puede convertirla en canal
para tener acceso a las mentes de la juventud.
Servirá a su propósito cualquier cosa que sirva para
apartar la mente de Dios y ocupar el tiempo que
debiera dedicarse a su servicio. Trabaja con los
medios que ejercerán la influencia más poderosa
para mantener al mayor número de personas
sometidas a una agradable infatuación, mientras
ellas quedan paralizadas por su poder. La música es
una bendición cuando se la emplea en forma
apropiada; pero con frecuencia se la convierte en
uno de los instrumentos más atractivos de Satanás
para entrampar a las almas. Cuando se abusa de
ella, conduce a los que carecen de consagración al
orgullo, la vanidad y la insensatez. Cuando se le
permite que tome el lugar de la devoción y la
oración, se convierte en una terrible maldición. La
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gente joven se reúne para cantar, y aunque declaran
ser cristianos, con frecuencia deshonran a Dios y su
fe con sus conversaciones frívolas y su elección de
música. La música sagrada no conviene a su gusto.
Se me llamó la atención a las claras enseñanzas de
la Palabra de Dios, que han sido descuidadas. En el
juicio, todas esas palabras inspiradas condenarán a
los que no las tomaron en cuenta.
El apóstol Pablo exhorta a Timoteo “por
mandamiento de Dios nuestro Salvador, y del
Señor Jesucristo nuestra esperanza”: “Quiero, pues,
que los hombres oren en todo lugar, levantando
manos santas, sin ira ni contienda. Asimismo que
las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor
y modestia; no con peinado ostentoso, ni oro, ni
perlas, ni vestidos costosos, sino con buenas obras,
como corresponde a mujeres que profesan piedad”.
1 Timoteo 2:2-10.
El apóstol Pedro escribe a la iglesia: “Por tanto
ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed
sobrios, y esperad por completo en la gracia que se
os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; como
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hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que
antes teníais estando en vuestra ignorancia sino,
como aquel que os llamó es santo, sed también
vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
porque escrito está; sed santos, porque yo soy
santo”. 1 Pedro 1:13-16.
El inspirado apóstol Pablo pide a Tito que dé
instrucciones especiales a la iglesia de Cristo, “para
que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro
Salvador”. Dice: “Enseñándonos que, renunciando
a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en
este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando
la esperanza bienaventurada y la manifestación
gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador
Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros
para redimirnos de toda iniquidad y purificar para
sí un pueblo propio, celoso de buenas obras”. Tito
2:12-14.
El apóstol Pedro exhorta a la iglesia: “Sed
sobrios, y velad; porque vuestro adversario el
diablo, como león rugiente, anda alrededor
buscando a quien devorar” 1 Pedro 5:8”. “Mas el
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fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios,
y velad en oración” 1 Pedro 4:7. Y además dice:
“Sino santificad a Dios el Señor en vuestros
corazones, y estad siempre preparados para
presentar defensa con mansedumbre y reverencia
ante todo el que os demande razón de la esperanza
que hay en vosotros; teniendo buena conciencia,
para que en lo que murmuran de vosotros como de
malhechores, sean avergonzados los que calumnian
vuestra buena conducta en Cristo. Porque mejor es
que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de
Dios así lo quiere, que haciendo el mal”. 1 Pedro
3:15-17.
¿Se encuentran los jóvenes en una posición
desde la cual con mansedumbre y temor puedan
dar una respuesta a toda persona que les pida razón
de su esperanza? Vi que los jóvenes no
comprenden nuestra posición. Ante ellos se
acumulan escenas terribles, un tiempo de angustia
que probará el valor del carácter. Aquellos en
quienes mora la verdad, para entonces estarán
desarrollados. En cambio los que hayan rechazado
la cruz, descuidado la palabra de vida y adorado su
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propio yo miserable, serán encontrados faltos.
Están entrampados por Satanás, y aprenderán
demasiado tarde que han cometido un grave error.
Los placeres que habían buscado serán amargos al
final. El ángel dijo: “Sacrificadlo todo por Dios. El
yo tiene que morir. Los deseos naturales y las
tendencias del corazón no renovado tienen que ser
subyugados”. Corred en busca de la descuidada
Biblia; las palabras inspiradas han sido escritas
para vosotros, de modo que no las descuidéis
livianamente. Volveréis a encontrar cada palabra
pronunciada y tendréis que rendir cuenta de si
habéis participado en la obra y conformado vuestra
vida de acuerdo con las santas enseñanzas de la
Palabra de Dios. Es necesario que haya santidad de
corazón y de vida. Los que han tomado el nombre
de Cristo y participado en su servicio debieran ser
buenos soldados de la cruz. Deben mostrar que
están muertos para el mundo, y que su vida está
oculta con Cristo en Dios.
El apóstol Pablo escribe a sus hermanos
colosenses: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba, donde está Cristo
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sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las
cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis
muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en
Dios”. Colosenses 3:1-3. “Y sobre todas estas
cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. Y
la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la
que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo;
y sed agradecidos. La palabra de Cristo more en
abundancia en vosotros, enseñándoos y
exhortándoos unos a otros en toda sabiduría,
cantando con gracia en vuestros corazones al Señor
con salmos e himnos y cánticos espirituales. Y todo
lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo
todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a
Dios Padre por medio de él”. Colosenses 3:14-17.
El apóstol exhortó a los efesios de esta manera:
“Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como
necios sino como sabios, aprovechando bien el
tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no
seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la
voluntad del Señor. No os embriaguéis con vino,
en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del
Espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con
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himnos y cánticos espirituales, cantando y
alabando al Señor en vuestros corazones; dando
siempre gracias por todo a Dios y Padre, en el
nombre de nuestro Señor Jesucristo”. Efesios 5:1520.
Dios es glorificado con cantos de alabanza que
proceden de un corazón puro, lleno de amor y
devoción a él. Cuando los creyentes consagrados se
reúnen, su conversación no debe versar sobre las
imperfecciones de la gente, ni tener sabor a
murmuraciones o quejas; la caridad, o amor, que es
el vínculo de la perfección, los rodeará. El amor a
Dios y los semejantes fluye naturalmente en las
palabras de afecto, simpatía y estima por sus
hermanos. La paz de Dios impera en sus corazones;
sus palabras no son vanas, vacías ni frívolas, sino
que tienden al consuelo y la edificación mutuos. Si
los cristianos obedecen las instrucciones dejadas
para ellos por Cristo y sus apóstoles inspirados,
adornarán la religión de la Biblia y se ahorrarán
severas pruebas y abundante confusión, que
atribuyen a aflicciones que experimentan por creer
en una verdad que no es popular. Este es un error
27
lamentable. Muchas de sus pruebas son creadas por
ellos mismos porque se alejan de la Palabra de
Dios. Ceden al mundo, se colocan en el campo de
batalla del enemigo y tientan al diablo a que los
tiente a ellos. Los que se adhieren estrictamente a
las amonestaciones e instrucciones de la Palabra de
Dios, y buscan con oración conocer y practicar su
justa voluntad, no sienten las pequeñas cosas
desagradables que ocurren todos los días. La
gratitud que los llena y la paz de Dios que impera
en ellos, los induce a entonar en sus corazones
alabanzas al Señor, y hablar de la deuda de amor y
agradecimiento que tienen con su amado Salvador,
quien los amó tanto que murió para que pudieran
vivir. Nadie en cuyo interior more el Salvador lo
deshonrará ante otras personas interpretando
música instrumental que aparte la mente de Dios y
el cielo para fijarla en cosas livianas e
insubstanciales.
Se requiere que cualquier cosa que hagan los
jóvenes, ya sea de palabra o acción, lo hagan todo
en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios
y Padre por él. Vi que sólo pocos jóvenes
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comprenden lo que significa ser cristianos, ser
como Cristo. Tendrán que aprender las verdades de
la Palabra de Dios antes de que puedan ajustar sus
vidas al Modelo. No hay un solo joven en veinte
que haya experimentado en su vida la separación
del mundo que el Señor requiere de todos los que
se convierten en miembros de su familia, en hijos
del Rey celestial. “Por lo cual, salid de en medio de
ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo
inmundo; y yo os recibiré. Y seré para vosotros por
Padre y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el
Señor Todopoderoso”. 2 Corintios 6:17-18.
¡Qué promesa grandiosa se hace aquí basada en
la obediencia! ¿Tenéis que separaros de vuestros
amigos y parientes cuando decidís obedecer las
exaltadas verdades de la Palabra de Dios? Animaos
porque Dios ha hecho provisión para vosotros y sus
brazos están abiertos para recibiros. Salid de en
medio de ellos y separaos, y no toquéis lo
inmundo, y él os recibirá. El promete ser un Padre
para vosotros. ¡Qué admirable relación es ésta! Es
más elevada y santa que cualquier vínculo terrenal.
Si hacéis el sacrificio, si tenéis que olvidar padre,
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madre, hermanas, hermanos, esposa e hijos por
amor de Cristo, no quedaréis sin amigos. Dios os
adopta en su familia; llegáis a ser miembros de la
familia real, hijos e hijas del Rey que gobierna los
cielos de los cielos. ¿Podéis desear una posición
más elevada que la que aquí se promete? ¿No basta
esto? El ángel dijo: “¿Qué más podría hacer Dios
por los hijos de los hombres que lo que ya ha
hecho? Si tal amor, si tales promesas tan exaltadas
no son apreciados, ¿podría él concebir alguna otra
cosa más excelente, más preciosa y admirable?
Todo lo que Dios podía hacer fue hecho para la
salvación de los seres humanos, y a pesar de ello
los corazones de los hijos de los hombres se han
endurecido. Debido a la multiplicidad de
bendiciones con las que Dios los ha rodeado, las
reciben como si fueran cosas comunes y olvidan a
su bondadoso Benefactor”.
Vi que Satanás es un enemigo vigilante que
está resuelto a llevar a la juventud a
comportamientos totalmente contrarios a los que
Dios aprobaría. El sabe perfectamente bien que no
hay otro grupo de personas que puede hace tanto
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bien como los jóvenes y señoritas que se han
consagrado a Dios. Los jóvenes, si obran
correctamente, pueden ejercer una poderosa
influencia. Los predicadores, o laicos avanzados en
años, no pueden tener sobre la juventud ni la mitad
de la influencia que otros jóvenes dedicados a Dios
pueden ejercer sobre sus compañeros. Debieran
sentir que pesa sobre ellos la responsabilidad de
hacer todo lo que puedan para salvar a sus
compañeros mortales, aunque tengan que sacrificar
sus placeres y deseos naturales. El tiempo, y hasta
los recursos económicos, debieran consagrarse a
Dios cuando ello sea necesario. Todos los que
profesan santidad debieran sentir el peligro que
corren los que no pertenecen a Cristo. Pronto su
tiempo de prueba concluirá. Los que habrían
podido ejercer influencia para salvar a la gente si
hubieran seguido el consejo de Dios, pero no
cumplieron su deber a causa del egoísmo, la
indolencia o porque se avergonzaban de la cruz de
Cristo, no sólo perderán sus propias almas, sino
que tendrán sobre sí la sangre de algunos pobres
pecadores. Tendrán que rendir cuenta del bien que
hubieran podido hacer si se hubieran consagrado a
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Dios, pero no lo hicieron debido a su infidelidad.
Los que de veras han gustado la dulzura del amor
redentor no descansarán hasta que todas las
personas con quienes se asocian conozcan el plan
de salvación. Los jóvenes debieran preguntar:
“¿Qué quieres que haga, Señor? ¿Cómo puedo
honrar y glorificar tu nombre aquí en la tierra?” La
gente perece a nuestro alrededor, ¿pero qué
preocupación sienten los jóvenes por ganar almas
para Cristo? Los que asisten al colegio pueden
poner su influencia del lado de Cristo; ¿pero quién
pronuncia el nombre de Cristo? ¿Y a quién se ve
abogando con tierno fervor con sus compañeros
para que olviden las sendas del pecado y elijan el
camino de la santidad?
Se me mostró que ésta es la manera de proceder
que deben adoptar los jóvenes, pero no lo hacen; es
más agradable para sus sentimientos unirse con los
pecadores en la práctica de deportes y en la
búsqueda de placeres. Los jóvenes tienen una
amplia esfera de utilidad, pero no se dan cuenta de
ello. ¡Ojalá que en adelante dediquen sus
facultades mentales a la búsqueda de medios para
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acercarse a los pecadores que perecen a fin de
darles a conocer el camino de la santidad, y
mediante oración y ruegos ganar aunque fuera a
uno de ellos para Cristo! ¡Qué empresa más noble!
¡Un alma para que alabe a Dios durante toda la
eternidad! ¡Un alma que disfrute de felicidad y
vida eterna! Pero puede conseguirse que más de
una persona se aparte del error y acepte la verdad,
que pase del pecado a la santidad. Dios dice por
medio del profeta: “Los que enseñan la justicia a la
multitud [brillarán] como las estrellas a perpetua
eternidad”. Daniel 12:3.
Los que participen con Cristo y los ángeles en
la obra de salvar a las almas que perecen serán
ricamente recompensados en el reino de los cielos.
Vi que muchas personas podrían salvarse si los
jóvenes se encontraran en el lugar donde deben
estar, dedicados a Dios y a la verdad; pero
generalmente ocupan una posición en la que es
necesario dedicarles a ellos atención constante,
porque si no se hace eso, ellos mismos se volverían
al mundo. Son una fuente de constante
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preocupación y aflicción. Se derraman lágrimas y
se elevan fervorosas oraciones por ellos en los
corazones de los afligidos padres. Sin embargo
siguen adelante sin preocuparse del dolor causado
por su comportamiento. Clavan espinas en el pecho
de quienes estarían dispuestos a morir para
salvarlos y conseguir que lleguen a ser lo que Dios
intenta que sean por medio de los méritos de la
sangre de Cristo.
Los jóvenes ejercen su habilidad de llevar a
cabo esta o aquella obra de arte, pero no sienten
que Dios requiere que ocupen sus talentos en algo
mejor, es decir, en adornar su profesión de fe y en
tratar de salvar las almas por quienes Cristo murió.
Una sola de esas almas salvada tiene más valor que
mundos enteros. El oro y las riquezas terrenales no
pueden compararse con la salvación de una sola
alma desvalida.
Jóvenes y señoritas, vi que Dios tiene una obra
que vosotros debéis realizar; tomad vuestra cruz y
seguid a Cristo, porque si no lo hacéis no sois
dignos de él. Mientras permanecéis en descuidada
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indiferencia, ¿cómo podéis decir cuál es la
voluntad de Dios acerca de vosotros? ¿Y cómo
esperáis ser salvados, a menos que, como siervos
fieles, hagáis la voluntad de vuestro Señor? Todos
los que hereden la vida eterna habrán recibido el
reconocimiento, bien hecho. El Rey de gloria los
exaltará colocándolos a su mano derecha mientras
les dice: “Bien hecho, buen siervo fiel”. ¿Cómo
podéis saber cuántas almas podríais salvar de la
ruina si en lugar de buscar vuestro placer personal
buscarais qué obra podríais hacer en la viña de
vuestro Maestro? ¿Cuántas almas se han salvado en
esas reuniones realizadas con fines de conversación
y con las ejecuciones musicales? Si no podéis
señalar una sola alma salvada, os ruego que
adoptéis un comportamiento diferente. Comenzad a
orar por las almas; aproximaos a Cristo, colocaos
más cerca de su costado sangrante. Permitid que un
espíritu humilde y sereno adorne vuestras vidas, y
haced que vuestras peticiones fervientes, sinceras y
humildes asciendan hacia Dios en busca de
sabiduría para tener éxito en la salvación no sólo de
vuestra propia alma, sino también de otras almas.
Orad más que lo que cantáis. ¿Acaso no tenéis más
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necesidad de orar que de cantar? Jóvenes y
señoritas, Dios os pide que salgáis a trabajar para
él. Cambiad radicalmente vuestro comportamiento.
Podéis realizar una obra que no pueden hacer los
que ministran en palabra y doctrina. Podéis
alcanzar a una clase de personas sobre la que el
ministro no puede ejercer influencia.
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