Análisis de la “Ayuda Familiar” en la Encuesta de Población Activa

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Análisis de la “Ayuda Familiar” en la Encuesta de Población Activa
Análisis de la “Ayuda Familiar” en la Encuesta de Población Activa
Aznar Márquez, Juana1
Juárez Mulero, Juan Pablo2
Resumen
No resulta extraño en la literatura sobre la participación de la mujer rural en las actividades productivas el
hacer referencia a su situación laboral como “ayuda familiar” para reconocer su trabajo en las explotaciones
agrarias de la persona principal de la unidad familiar, normalmente el varón. Sin embargo, la adscripción
dentro de la categoría “ayuda familiar” no se puede limitar a las actividades vinculadas al sector primario
como así queda reflejada en la Encuesta de Población Activa. Utilizando esta fuente pretendemos caracterizar
el colectivo de individuos que definen su actividad laboral bajo este concepto para posteriormente ver las
implicaciones socioeconómicas y de género dentro de esta categoría estadística tan particular. También se
llevará a cabo un análisis comparado por sexo, por edad y sector económico, entre otros aspectos. En este
primer análisis ya se observa que en el año 2012 el porcentaje de mujeres en “ayuda familiar” entre 34 y 65
años estaba en torno al 60% mientras que en los hombres estaba en torno al 25%. Por otra parte, sorprende
que el porcentaje de hombres en ayuda familiar que se dedican a la agricultura sea mayor que el de mujeres.
Esto nos lleva a plantearnos un análisis comparado con respecto al colectivo global de ocupados, así como
hasta qué punto el trabajo oculto de la mujer rural sigue estando oculto en la EPA.
Palabras clave: Ayuda familiar, Género, Invisibilidad
Abstract
In the literature about participation of rural women in productive labour it is not difficult to find some
references to “family help” as a way of describing their labour in farms, where the male is usually the main
actor. However the adscription within “family help” cannot be limited to the primary sector, as it is shown by
the Spanish Labour Force Survey. Using this source we want to characterize the group of individuals that
define their labour activity under this heading, and then study the socioeconomic and genre implications of
being within this specific statistical category. We also carry out a comparative analysis by sex, age and also
economic sector, among other things. In this first analysis it is observed some difference with respect to age
between sex, as the percentage of women in “family help” between 40 and 60 years old en 2012 is slightly
below 60%, while that percentage for men was only 25%. It is also worth mentioning that around 60% of the
individuals in “family help” are in the service sector, being 25% in the agricultural sector. In this sense, it is
somewhat surprising that the percentage of men dedicated in the agricultural sector is larger than that of
women. This means that we have to perform a comparative analysis with respect to whole group of
employed, as well as to question up to what point the hidden work of rural women remains hidden in the
Labour Force Survey.
Key words: Family help, Genre, Invisibility
1
Universidad Miguel Hernández. Correo electrónico: [email protected]
Universidad Miguel Henández. Correo electrónico: [email protected]
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Análisis de la “Ayuda Familiar” en la Encuesta de Población Activa
1. Introducción
La Encuesta de Población Activa (EPA) es la principal fuente de información con la que contamos en España
para estudiar las variables relacionadas con el mercado de trabajo. Concretamente, y tal como se muestra
en la definición de esta encuesta3, ésta tiene como objetivo “obtener datos de la fuerza de trabajo y de sus
diversas categorías (ocupados, parados), así como de la población ajena al mercado laboral (inactivos)”.
Por lo que al propósito de este trabajo se refiere, es relevante que nos detengamos en la definición de
persona ocupada. Concretamente tenemos que las personas ocupadas son todas aquellas de 16 o más años
que durante la semana de referencia han estado trabajando durante al menos una hora, a cambio de una
retribución (salario, jornal, beneficio empresarial,…) en dinero o especie. Por lo tanto una característica
relevante a la hora de clasificar una persona en su vinculación con el mercado de trabajo es la remuneración
que percibe. De esta manera la existencia de una retribución (o la ausencia de la misma) permite diferenciar
el empleo de otros trabajos.
Sin embargo, estadísticamente aparece un concepto que merece especial atención: la ayuda familiar. El INE
se refiere a ayuda familiar como aquella situación profesional en la que se encuentran las personas que
trabajan sin remuneración pactada en la empresa de un familiar con el que conviven y del cual dependen. Se
trata de una situación estadística en la que a trabajadoras/es se les considera activas/os4pero sin retribución,
sin derechos laborales ni posibilidad de acceso a prestaciones de casi ningún tipo. Según Moreno (2003)
estaríamos ante productores que producen en muchos casos en el ámbito de la reproducción, y por lo tanto
su trabajo es subsidiario, dependiente y de menor importancia que el del trabajador principal; pero además
se vincula a una relación familiar y no tanto a una actividad profesional. Se trata de una manera de ejercer
un trabajo que en ocasiones estaría en el límite de ser considerada una actividad desarrollada en un
contexto de economía sumergida, ya que quienes la realizan no están dados de alta en la Seguridad Social
pero tampoco reciben una retribución pactada. Esta característica puede tener cierta trascendencia a la hora
de revelación de información en una encuesta oficial, pudiendo dar lugar a una subestimación de la realidad
por parte de las cifras oficiales.
De esta manera dentro del grupo de personas que quedan recogidas bajo el epígrafe de ayuda familiar
tenemos a los/as hijos/as y a las parejas que se encuentran integradas en una misma unidad familiar y en la
que el negocio familiar suele tiene un único titular. Esta circunstancia produce de facto una desigualdad
cuando la actividad se realiza en pareja, ya que de cara a la sociedad únicamente uno de ellos es el
responsable y representante legal de la actividad. La desigualdad que supone la titularidad única tiene
importantes consecuencias porque jerarquiza una relación compartida, transmitiendo desigualdades al
interior de la familia y también proyectando al conjunto de la comunidad una situación de menor
reconocimiento social de quien no es el titular, normalmente la mujer. De esta manera, y por lo comentado
anteriormente, la valoración del trabajo que han realizado históricamente las mujeres no siempre ha
quedado recogido por las estadísticas por lo que ha quedado no solo infravalorado sino también
invisibilizado.
La población que se agrupa en la ayuda familiar, y en especial las mujeres al ser el colectivo más numeroso,
han contribuido a sacar adelante la empresa familiar pero el no disponer de recursos propios, como
remuneración por la aportación al proceso productivo, ha llevado a que consideren que se encuentran con
una situación de invisibilidad igual a la que se tiene al realizar las tareas de la casa y de cuidado de personas
dependientes tal como tradicionalmente ha sido (y sigue siendo) la asignación de roles.
El camino a andar implica pasar desde la condición de ayuda familiar hacia la entrada en el mercado de
trabajo remunerado por cuenta ajena e incluso la posibilidad de acceder en condiciones de igualdad a la
3
Información
disponible
en
la
pagina
Web
del
Instituto
Nacional
de
Estadística.
http://www.ine.es/inebmenu/mnu_mercalab.htm#1
4
En este caso, y siguiendo lo mostrado por la Organización Internacional del Trabajo, podría aceptarse que fueran
admitidas como ocupadas las personas encargadas de la producción de bienes y servicios económicos para el consumo
propio del hogar cuando dicha producción constituye una aportación importante par el consumo total del mismo.
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empresa familiar o incluso crear un negocio propio. Por otra parte, las mujeres (y situación parecida tiene la
población más joven sean hombres o mujeres) presentan una menor tasa de actividad y una mayor de
desempleo junto con menores salarios mayor irregularidad y precariedad laboral y mayor presencia en
contratos a tiempo parcial. Todo ello lleva a que en muchas ocasiones quedarse en el negocio familiar es una
alternativa cuando no hay otra cosa.
2. La ayuda familiar
La primera conclusión que extraemos con la información disponible es que el número de personas que han
quedado recogidos bajo esta categoría ha ido disminuyendo a lo largo del tiempo tanto para hombres como
para mujeres (ver Tabla 1). La explicación que damos a este comportamiento es doble. Durante los años de
bonanza, y con la posibilidad de acceder a un empleo remunerado, es lógico pensar que sobre todo la
población más joven haya decidido labrarse un futuro profesional o aún cuando se haya permanecido en el
negocio familiar hayan recibido una retribución, hayan sido dados de alta en la Seguridad Social y se hayan
cumplido con todas las obligaciones fiscales de manera que estas personas quedarían fuera del concepto de
ayuda familiar. Por el contrario, la actual coyuntura económica recesiva ha llevado al cierre de múltiples
negocios y con ellos la posibilidad de que estos familiares tuvieran un vínculo laboral con la empresa.
Tabla 1: Evolución de la población integrada en el concepto de ayuda familiar
2005TIV 2006TIV 2007TIV 2008TIV 2009TIV 2010TIV 2011TIV 2012TIV 2013TII
Hombres
111
96.7
Mujeres
144.2
154.1
Fuente: INE
Datos en miles de personas
75.4
126.9
74.9
122.1
72.5
86.4
62
75.6
52.7
77.3
49.9
61.8
59.5
67
La cantidad de personas que quedan incluidos bajo el paraguas de ayuda familiar es mayoritariamente
femenina en todos los períodos analizados en una proporción que se ha mantenido en torno al 60% de
mujeres y 40% de hombres como puede apreciarse en el Gráfico 1.
Gráfico 1: Distribución porcentual por sexos de la población de ayuda familiar
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE
Merece especial atención la descomposición por edades y sexo de la ayuda familiar. Concretamente, las
mujeres que se dedican a la ayuda familiar se concentran en las edades entre 34-65 años. Son los años que
se corresponden con el período de crianza de hijos/as y nietos/as y de cuidado de familiares de mayor edad.
Las tareas de cuidados siguen asumiéndolas mayoritariamente las mujeres, y si además es requerida la
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ayuda en el negocio familiar se interrumpen posibles trayectorias profesionales para cumplir con los roles de
género establecidos. Entre la población más joven, la ayuda es de menor representatividad. García
Bartolomé (2004) muestra para la población rural que las madres emprendieron hace unos años unas
estrategias conducentes a la mayor formación sobre todo de sus hijas para que pudieran tener acceso a una
mejor vida gracias a la mejor preparación. La menor disponibilidad de tiempo por estar en períodos
formativos o por acceder a un puesto de trabajo remunerado llevaría a esta menor participación en los
negocios familiares.
Gráfico 2: Distribución por edad de las mujeres de ayuda familiar
Distribución por edad de mujeres (% sobre el total de mujeres)
100%
80%
60%
40%
De 35 a 64 a ños
2013TI
2012TIV
2012TIII
2012TI
2012TII
2011TIV
2011TIII
2011TI
2011TII
2010TIV
2010TIII
2010TI
2010TII
2009TIV
2009TIII
2009TI
2009TII
2008TIV
2008TIII
2008TI
De 16 a 34 años
2008TII
2007TIV
2007TIII
2007TI
2007TII
2006TIV
2006TIII
2006TI
2006TII
2005TIV
2005TIII
2005TI
0%
2005TII
20%
De 65 y má s a ños
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE
Por lo que respecta a los hombres la situación es bien distinta puesto que la mayoría se concentran en las
edades más tempranas. Se corresponden con los períodos en los que las responsabilidades familiares son
menores dada la tardía edad en que la población joven se emancipa y el retraso en la edad de paternidad
(ver Gráfico 3). Por otra parte, en las edades centrales los hombres se ocupan en puestos por los que reciben
una remuneración, siendo menos importante su participación en la ayuda familiar. La necesidad de contar
con recursos con los que mantener una familia y la persistencia de la idea de mayor relevancia del salario
masculino serían explicaciones de este comportamiento.
Gráfico 3: Distribución por edad de los hombres de ayuda familiar
Distribución de varones por edad (% sobre el total de varones)
100%
80%
60%
40%
De 16 a 34 a ños
De 35 a 64 a ños
2013TI
2012TIV
2012TIII
2012TII
2012TI
2011TIV
2011TIII
2011TII
2011TI
2010TIV
2010TIII
2010TII
2010TI
2009TIV
2009TIII
2009TII
2009TI
2008TIV
2008TIII
2008TII
2008TI
2007TIV
2007TIII
2007TII
2007TI
2006TIV
2006TIII
2006TII
2006TI
2005TIV
2005TIII
2005TI
0%
2005TII
20%
De 65 y má s a ños
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE
Destacar también que para la población de más de más de 65 años su participación en la ayuda familiar es
reducida, aun cuando la de los varones supera a las mujeres. Este comportamiento podría venir porque los
hombres que contaban con un negocio o explotación agropecuaria de los que se han hecho cargo sus
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descendientes siguen participando en la misma.
En otro orden de cosas, cabe destacar que los sectores productivos en los que se concentra la ayuda familiar
son el sector servicios y el sector primario. La economía española tiene una estructura productiva
terciarizada. Realidad que se hace extensiva también al medio rural donde el sector servicios es el que
aglutina un mayor número de trabajadores. Actividades como el comercio, los transportes, el turismo, el
ocio y la cultura y los denominados servicios públicos como sanidad, educación, etc, ha tenido en las últimas
décadas un protagonismo creciente en el mundo rural.
La mayor presencia de las mujeres como ayuda familiar en el sector servicios (ver Gráfico 4) permite
observar un comportamiento que se encuentra presente en el mercado de trabajo remunerado: la
segmentación horizontal de las ocupaciones entre sexos. Pese a que la inmensa mayoría de las mujeres
agricultoras comparten las tareas agrícolas de las explotaciones familiares con sus parejas, estas actividades
son vistas como una extensión de sus tareas domésticas y de cuidados (rol reproductivo)5 y en ocasiones ni
siquiera son consideradas ayuda familiar. Por otra parte, el descenso pronunciado de la agricultura de
carácter familiar, el aumento del tamaño de las explotaciones, la mayor mecanización y la utilización de
mejores técnicas productivas ha llevado a una disminución en el empleo generado en dicho sector al tiempo
que una mayor profesionalización del mismo.
Gráfico 4: Evolución de la población ocupada por sexo y sector económico
Ocupados por sexo y sector económico (% sobre
el total de cada sexo)
80,00
70,00
60,00
50,00
40,00
30,00
20,00
10,00
0,00
2008TI
2008TII
2008TIII
2008TI
2009TI
2009TII
2009TIII
2009TI
2010TI
2010TII
2010TIII
2010TI
2011TI
2011TII
2011TIII
2011TI
2012TI
2012TII
2012TIII
2012TI
2013TI
Agricultura Hombres
Servicios Hombres
Agricultura Mujeres
Servicios Mujeres
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE
Las mujeres de forma mayoritaria se incorporan como ayuda familiar en el sector servicios al ser este el que
mayor expansión ha tenido en las últimas décadas. Además las responsabilidades familiares hacen que las
mujeres prefieran trabajos que les permita tener cierta flexibilidad de horarios, que es más frecuente que
exista en el sector servicios6. La distribución de roles dentro del hogar apenas ha cambiado y las tareas
domésticas y las de cuidados de personas dependientes siguen estando en mayor medida a cargo de las
mujeres. Consideramos relevante, sobre todo en el contexto actual, el remarcar que la forma en que las
mujeres han organizado su tiempo tiene mucho que ver con una perspectiva familiar y no solo personal. De
5
La situación de las mujeres en las explotaciones puede verse positivamente alterada a partir de la aprobación de la Ley
35/2011 de Titularidad Compartida para las explotaciones agrarias (aprobada el 4 de octubre, BOE de cinco de octubre
de 2011) ya que en este texto se reconoce el trabajo de las mujeres en las explotaciones agrarias de “sus conyuges”.
Destacar también que en un intento del legislador por promover la cotitularidad de las explotaciones, y de en cierta
medida ir visibilizando la actividad de las mujeres, se considerarán prioritarias las explotaciones en las que los dos
miembros de la pareja se encuentren registrados como titulares de la explotación, de manera que tendrán ventajas por
ejemplo a la hora de recibir ayudas.
6
De hecho en el mercado de trabajo remunerado esta circunstancia también se mantiene, siendo muy frecuente que las
mujeres se concentren en sectores como la educación, la sanidad y la administración pública.
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manera que toman decisiones pensando en todos las personas que constituyen la unidad familiar (Aznar y
Belmonte, 2013).
Si analizamos ahora la distribución por ocupaciones de las personas consideradas como ayuda familiar, se
puede observar que los resultados son coherentes con los que hemos comentado para el caso de los
sectores económicos. En particular, las mujeres participan en los negocios familiares en comercios y
establecimientos de restauración así como en tareas administrativas (ver Gráfico 5). En el año 2012, más del
60% de las mujeres que presta ayuda familiar lo hacen en estas ocupaciones. Trabajos que han quedado
dentro de los que tradicionalmente tenían acceso las mujeres. Algunos como es el caso de la restauración
suponen una traslación de actividades desarrolladas en el entorno doméstico a actividades productivas.
Otros, como el caso de empleados contables y administrativos, pueden considerarse como una consecuencia
lógica del mayor nivel cultural alcanzado por las mujeres.
Por lo que se refiere a la ocupación de los hombres en la ayuda familiar cabe destacar que la ocupación
como trabajadores cualificados en el sector primario en 2012 alcanza el 21%, a diferencia de las mujeres que
se queda en el 9% (ver Gráfico 6). Por otra parte, la mayor parte de las empresas españolas son pequeñas o
incluso microempresas y utilizan un nivel tecnológico medio o medio bajo. Sin embargo la producción de
tipo familiar sigue presentando en muchos casos un componente artesanal que lo hace distintivo de la
producción en serie y que ha permitido el mantenimiento a lo largo del tiempo de estas actividades.
Es interesante reseñar también en la comparación por sexos de las ocupaciones, el hecho de que sólo el 8%
de los hombres se asimile a empleados contables y administrativos, porcentaje que sube hasta el 23% en el
caso de las mujeres. Dentro de la tradicional asignación de roles, podríamos interpretar que la mujer lleva a
cabo labores consideradas como subsidiarias, pero no por ello menos importantes, a la actividad productiva
principal.
Gráfico 5: Las mujeres en la ayuda familiar por tipo de ocupación (2012)
Ocupadas mujeres por ocupación (%
sobre el total de mujeres)
Empleados conta bles y
a dminis trativos
8%
23%
17%
4%
Servi ci os de res ta ura ci ón,
pers ona les , protección y
vendedores
Trabajadores cua l ifica dos en el
s ector pri mario
Artes a nos y traba jadores
cua l ifi cados de l a indus tri a
9%
39%
Ocupa ci ones elementa les
Otros
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE
En otro orden de cosas cabe destacar que si analizamos la dedicación en número de horas que destinan las
personas agrupadas en la ayuda familiar al negocio nos encontramos con muchas similitudes con respecto al
mercado de trabajo remunerado, y en concreto en lo referente a los contratos a tiempo parcial. Se puede
constatar que la proporción de mujeres que disponen de un contrato a tiempo parcial es mayor que la de
sus compañeros varones. Las mujeres prefieren trabajos a tiempo parcial porque les permite atender a otro
tipo de obligaciones. No debería obviarse que la elección por parte de las mujeres de trabajos a tiempo
parcial está condicionada previamente por factores atribuibles a la socialización recibida. Es decir, en la
medida que se les atribuye el peso de las responsabilidades familiares se terminan por asumir estrategias
que permitan desempeñar estas tareas (Tobío, Sampedro y Montero, 2000; Camarero y Oliva, 2005). A lo
largo de nuestro ciclo vital, las personas vamos interiorizando una serie de valores y pautas de
comportamiento que configuran nuestra forma de ser y actuar. Estas concepciones quedan arraigadas en las
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mentes de las mujeres, las cuales se muestran más dispuestas a aceptar ciertas condiciones de empleo como
salarios más bajos, contratos más precarios que los hombres, los cuales son conscientes que pueden tener
“mayores aspiraciones”.
Estas mismas pautas de comportamiento se observan para el caso de la ayuda familiar. Concretamente son
las mujeres las que optan por realizar esta ayuda a tiempo parcial (ver Gráfico 7) mientras que los hombres
están ocupados a tiempo completo
Gráfico 6: Los hombres en la ayuda familiar por tipo de ocupación (2012)
Ocupados hombres por ocupación (%
sobre el total de hombres)
Empl eados contabl es y
a dmi ni stra ti vos
10%
Servi ci os de resta uraci ón,
personal es , protecci ón y
vendedores
Traba jadores cual i fi cados en el
s ector pri ma ri o
8%
24%
30%
Artes a nos y tra baja dores
cua l i fi ca dos de l a i ndus tri a
7%
Ocupa ci ones el emental es
21%
Otros
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE
Gráfico 7: Evolución temporal de la jornada laboral a tiempo parcial por sexos
Jornada a tiempo parcial (% sobre el total de
cada sexo)
2005TI
2005TIII
2006TI
2006TIII
2007TI
2007TIII
2008TI
2008TIII
2009TI
2009TIII
2010TI
2010TIII
2011TI
2011TIII
2012TI
2012TIII
2013TI
80
70
60
50
40
30
20
100
Porcentaje
Hombres
Mujeres
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del INE
Las consecuencias para las personas que quedan recogidas dentro de la ayuda familiar y en especial las
mujeres, de quedar recluidas en el concepto estadístico de ayuda familiar han sido muy importantes a lo
largo de los años ya que este tipo de trabajo no supone ningún tipo de remuneración, y su contribución al
negocio familiar ha permanecido invisible a la vez que condicionado por la eventualidad y temporalidad
asociada. Estamos pues ante una situación diferenciada entre hombres y mujeres de edad, ya que la distinta
vinculación laboral provoca que una muy elevada proporción de mujeres no pueda considerarse por si
misma objeto de derechos frente a la Seguridad Social.
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3. Conclusiones
En este trabajo hemos querido caracterizar las diferencias por sexo que existen en el colectivo de “ayuda
familiar””. La proporción de mujeres es mayor y además estas están comprendidas mayoritariamente en el
grupo de edad de 34 a 65 años, a diferencia de los hombres, que lo están entre 16 y 34. Las mujeres de
dedican proporcionalmente más al sector servicios y menos al agrícola que los hombres, y lo hacen también
en mayor proporción a tiempo parcial.
Pero con independencia del sexo o la edad, el colectivo que queda incluido dentro del grupo de ayuda
familiar se caracteriza por un bajo poder de negociación, sin contrato o remuneración establecida y sin
derechos sociales o laborales propios. Además al realizar su actividad en el seno de un negocio en el que se
depende directamente de un familiar, ésta siempre tiene un carácter secundario como de complemento y
en algunos casos toma el apelativo de entretenimiento o aprendizaje en algunos segmentos sociales.
Sin embargo la aportación realizada a la producción ha sido y es importante. Consideramos relevante para
avanzar en el estudio el tener en cuenta a las familias y no solamente a los individuos. Siendo esto así podría
desarrollarse un nuevo modelo de cooperación y compromiso entre mujeres y hombres que permita un
reparto equilibrado de responsabilidades en la vida profesional y privada. Además si la familia pasase a ser la
unidad de negocio se podría visibilizar el trabajo aportado por cada uno de sus integrantes.
Bibliografía
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Sociales
y
Jurídicas.
nº
9.págs.
1-20
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Disponible
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http://revistasocialesyjuridicas.com/numero9/ [Consultado el 8 de septiembre de 2013 ]
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madrileñas: discursos y prácticas. Dirección General de la Mujer. Comunidad de Madrid. ISBN: 84-451-10411.
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