El consenso y la confrontación en el sistema político venezolano

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Revista Memoria Política. Nueva Etapa
Vol. 2, Nro. 1/2012: 51-83
El Consenso y la Confrontación en el
Sistema Político Venezolano.
(1958-2008)
José Aro*
Resumen
A partir de 1958, en Venezuela, con la caída del régimen
perezjimenista, se instauró, en el modo de gestión de la élite
gobernante, el consenso como herramienta para la resolución de
conflictos políticos, económicos, militares y sociales. A finales
de los 80´con “El Caracazo”, la quiebra del sistema bancario
del 94’ y los intentos de golpe de Estado, en los 90’, primero
en el 92’, y después en el 2002, han puesto en jaque el sistema
populista de conciliación de élites, y la confrontación inició su
ciclo, no ya para la garantizar la estabilidad, que se supone dada,
sino en la pugnacidad por el poder político.
Esa es la hipótesis que manejaremos en este ensayo, intentando
enmarcar, los distintos momentos en los que, la coyuntura
política, económica, militar y social, ha hecho mella en el
sistema político venezolano y ha llevado a la clase dirigente
a optar por el consenso o la confrontación para garantizar sus
cuotas de poder y las garantías sociales de paz y bienestar.
Palabras claves: Democracia,
confrontación, pugnacidad.
*
consenso,
conciliación,
Licenciado en Ciencias Políticas, egresado de la Universidad Central de Venezuela
(UCV) en 1994. Ha desarrollado estudios en filosofía, planificación y gestión locales,
gerencia para organizaciones sin fines de lucro y gobernabilidad democrática.
Actualmente está culminando su carga académica del Doctorado en Ciencias, Mención
Ciencias Políticas en la UCV, donde realiza Investigaciones en temas relacionados
con el poder, gobernabilidad, instituciones, conflicto social, negociaciones, teoría de
los juegos y toma de decisiones.
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Consensus and Confrontation in the
Venezuelan political system. (1958-2008)
Summary
Since 1958, Venezuela, with the fall of Pérez Jiménez, was
established in the administration of the ruling elite, consensus
as a tool for resolving political conflicts, economic, military and
social. In the late 80’ whit “The Caracazo” the bankruptcy of the
banking system 94 ‘and coup attempts in the 90’s, first in 92’
and then in 2002, have jeopardized the populist system of elites,
and the confrontation began its cycle, not to ensure stability,
which is given, but in the pugnacity for political power.
That is the hypothesis that handle in this essay, trying to frame, the
different times that, the political, economic, military and social
juncture, has taken a toll on the Venezuelan political system and
has led to the ruling class to opt for consensus or confrontation
to secure their share of power and social guarantees of peace
and prosperity.
Key words: Democracy, consensus, compromise, confrontation,
pugnacity.
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(1958-2008)
I.- A modo de presentación.
La contemporaneidad política en América Latina ha
puesto a los gobiernos, desde la década de los 50’ del siglo
pasado, en un péndulo entre democracias por un lado y
dictaduras por el otro.
A partir de 1958, en Venezuela, con la caída del régimen
perezjimenista, se instauró, en el modo de gestión de la élite
gobernante, el consenso como herramienta para la resolución
de conflictos políticos, económicos, militares y sociales. A
finales de los 80’ con “El Caracazo”, la quiebra del sistema
bancario del 94’ y los intentos de golpe de Estado, en los 90’,
primero en el 92’, y después en el 2002, han puesto en jaque el
sistema populista de conciliación de élites, y la confrontación
inició su ciclo, no ya para la garantizar la estabilidad, que se
supone dada, sino en la pugnacidad por el poder político.
Esa es la hipótesis que manejaremos en este ensayo,
intentando enmarcar, los distintos momentos en los que,
la coyuntura política, económica, militar y social, ha hecho
mella en el sistema político venezolano y ha llevado a la
clase dirigente a optar por el consenso o la confrontación para
asegurar sus cuotas de poder y las garantías sociales de paz
y bienestar. En el período que va desde 1958 hasta el 2008, a
propósito de los primeros 50 años de la democracia venezolana
contemporánea.
Vamos a basar nuestra argumentación, en los supuestos
teóricos de Juan Carlos Rey1, sobre la “conciliación de élites”
y el golpe de estado, y, en la revisión empírica y teórica sobre
el Sistema Político Venezolano (SPV), de Miriam Kornblith,
entre otros.
Finalmente presentaremos nuestras conclusiones sobre
el arribo de la hipótesis en la realidad venezolana del momento
político, intentando hilarlo con los autores presentados.
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II. Caracterización del Sistema Político Venezolano, entre
1958 y 2008
1. Introducción
La caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, el 23
de enero de 1958, marcó el comienzo de uno de los períodos más
interesantes e importantes de la historia política contemporánea
de Venezuela. Que parte con la formación de una Junta de
Gobierno que asume el poder y dirige el proceso político del
país hacia el establecimiento de un régimen constitucional
democrático. Durante este período provisional que va desde
1958 hasta 1960, asciende al primer plano la actividad política
de los partidos; se convocaron las elecciones y el país entró
en una etapa de democracia representativa, que devino en el
“sistema populista de conciliación de élites” 2 y fue el signo
dominante durante la vida política de Venezuela hasta 1998.
Luego del perezjimenismo3, la prioridad para los actores
políticos era la legitimación de la democracia y la estabilidad
política. Si a los inicios de la democracia, la amenaza venía de
sectores conservadores que veían con poco agrado el ascenso
del partido cabeza del gobierno Acción Democrática (AD),
durante los años 60 las amenazas vendrían del lado contrario: la
insurrección de la izquierda armada.
Con la llegada de Hugo Chávez a la Presidencia de la
República, se instaura un proceso de refundación de la República
y se instala, en 1999, la Asamblea Nacional Constituyente, la cual
redactó una nueva constitución, que fue aprobada en referendo
aprobatorio por la mayoría del pueblo venezolano en diciembre
de ese año. Dicho proceso devino primero en la “V República”,
dando al traste con el “Pacto de Punto Fijo” originando un
proceso de transformaciones y cambios democráticos, que
aunado al propio devenir de la sociedad y su conjunto está en
plena ebullición de un nuevo orden económico, social, militar
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y político, es decir, un nuevo sistema político, nuevas reglas y
modos de relacionamiento entre los actores y la canalización de
sus demandas e intereses.
Los cambios de la última década en el sistema político
venezolano y las manifestaciones de crisis de los años recientes
cobijan tendencias contradictorias. En la crítica al modelo que
se instauró desde 1958 hay indicios de maduración democrática
en la ciudadanía y ciertas organizaciones –nuevas y viejas– que
pugnaban en la búsqueda de un orden justo y pluralista. Diversos
intentos de reforma socioeconómica e institucional apuntan en
ese sentido, junto con la aparición de nuevas organizaciones
societales.
No obstante la critica a las reglas comportamientos y
estructuras que sirvieron de soporte al llamado “sistema populista
de conciliación de élites”, ha llevado al cuestionamiento de la
democracia per se y a la búsqueda, de manera más o menos
abierta, de opciones no democráticas. Los intentos golpistas
de 1.992 y del 2.002, junto a las expresiones de simpatía que
recibieron por parte de una parte de la población, con especial
énfasis de los medios privados de comunicación y algunos
personeros del liderazgo político y militar, forman parte de esta
tendencia, aunque, aún en tales casos, el discurso predominante
y la valoración de la mayoría de la población, reconoce a la
democracia como el régimen político más valioso y deseable4.
2. El asentamiento de las bases democráticas
Tras la muerte del dictador Juan Vicente Gómez,
acaecida en diciembre de 1936, comienza un nuevo proceso
de abanderamiento del acontecer político nacional. La llegada
al poder de los Generales Eleazar López Contreras (19351941), primero e Isaías Medina Angarita (1941-1945) después,
sobrevino a una visión común positivista de modernización y
democracia tutelada por el estamento militar, proveniente del
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Gomecismo. El auge y presencia de la intelectualidad de la
época en el gobierno, devino en un proceso dedicado a pensar
el país y estuvo en posiciones de poder específicas para poner
en práctica sus ideas5 modernizadoras en salud, educación,
economía, política, militar y cultura. Se amplían los espacios de
libertad, tolerancia y progreso social. Se sanearon las finanzas
públicas gracias al petróleo, lo cual dinamizó la economía. Y se
legalizaron los partidos políticos.
Mas la oposición política le objetaba a Isaías Medina
Angarita, una escasa confianza en la voluntad popular, por ende,
se le criticaba la ausencia de la reforma política fundamental: el
voto directo, universal y secreto para la elección del Presidente
de la República6. Situación esta que devino en el golpe
militar de 1.948, dada su renuencia a esta exigencia. Medina
Angarita sostuvo la tesis de la designación del Presidente por
el Congreso, como ya era recurrente en esos años. El ejército
se había convertido en la más importante institución del país
para conservar la estabilidad del Estado y el poder, pero no para
decidir sobre los destinos de la nación. Más temprano que tarde
el sector profesional anhelaría participar en las decisiones, sin
cambiar el papel en el poder de los hombres en armas; es decir,
sin permitir la participación de los civiles en el Estado7.
En resumidas cuentas y en un claro lenguaje:
“...el Estado y la sociedad habían tomado el
camino hacia la democracia. Con altibajos,
López Contreras, sorteó los obstáculos que
le fueron apareciendo, y a pesar de ser una
democracia restringida logró impulsarla hacia el
civilismo, aun cuando su sucesor fue un militar,
sólo que ese militar tenía una marcada vocación
democrática y hacia el desarrollo económico. De
hecho, el petróleo profundizó su presencia en la
vida nacional y ejerció influencia prácticamente
determinante en el hacer del país, la democracia
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se profundizó y la apertura permitió elevar la
beligerancia que había sido reprimida por López
Contreras., por lo que la conflictividad política
se deriva entonces de la profundización de
la participación del venezolano en ese hacer
político. Y aun cuando parece una paradoja, el
gobierno democrático de Medina es víctima de
la apertura y derribado por los jóvenes, que el
año 28 insurgieron contra Gómez, aliados con
la juventud militar enfrentada al medinismo. Y
si bien es cierto que este Golpe de Estado ha
sido calificado como revolución, lo que hubo
realmente fue una aceleración del proceso
dentro de la primera fase del postgomecismo.
Se ampliaron los derechos políticos, pero al
final fue víctima de confrontaciones internas
que culminaron, luego de unas elecciones
democráticas, en un nuevo Golpe de Estado que
devolvió el poder a los militares” (Suzzarini,
2005: 5)8.
3. La búsqueda del consenso9
La fragilidad de la experiencia democrática que se vivió
en el trienio adeco (1945-1948), junto a la insurrección armada,
colocó a los partidos políticos venezolanos frente al reto de
lograr, antes que cualquier cosa, un acuerdo para estabilizar la
democracia. El aprendizaje del trienio era que la conducción
sectaria y el enfrentamiento con los sectores conservadores no
era la vía para la estabilidad del régimen; sino todo lo contrario,
era la fórmula para generar enfrentamientos que terminarían por
debilitar todos los intentos.
No era posible gobernar a espaldas del resto de los
sectores de la sociedad, a pesar de contar electoralmente con
una base tan amplia como la de AD. Es así como la construcción
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de la estabilidad del programa democrático pasaba por la
obtención de consensos y de apoyos de los actores clave de la
vida venezolana.
En otras palabras, la democracia, debía dar rendimientos
positivos a los intereses de aquellos actores que, a finales de los
años 50, tenían sus dudas sobre este programa, y que habían
participado en el derrocamiento del régimen perezjimenista. Tal
es el caso de los trabajadores, estudiantes universitarios y las
autoridades universitarias, militares y la jerarquía de la Iglesia
Católica.
La agenda pública consistió en una serie de políticas y
programas que, si bien se dirigían a las múltiples necesidades
de la población venezolana, tenían por objetivo el logro de
estos apoyos hacia el sistema. La cuestión iba más allá de la
programación de políticas; el mismo modo de hacer política
debía convencer fácticamente al resto de la sociedad de que
la democracia era un sistema que rendía frutos, es decir, que
todos podían salir ganando o que salir del juego democrático
podía acarrear grandes costos. Es bajo esta filosofía que
puede entenderse el inicio de la insurgencia armada: el
Partido Comunista fue el único actor político que fue excluido
explícitamente de la firma del Pacto de Punto Fijo10, cerrando
así su posible participación política. Tal como lo describe
Urbaneja11, la consecución de apoyos para la democracia se
convierte luego en una búsqueda obsesiva de la estabilidad del
sistema. Se termina asociando la estabilidad con el consenso y,
finalmente, con la aversión al conflicto.
La construcción de todos estos apoyos tenía claramente
una fuente material: la renta petrolera. Por ello, el consenso se
logra prometiendo a unos actores que el Estado no sacrificará
sus intereses ni sus recursos y a otros que el Estado responderá
a sus demandas. Ya no se trataba entonces sólo de convencer a
los adversarios del sistema democrático, sino de hacer entrar en
el juego democrático a toda la sociedad, y como parte de ella, al
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pueblo. El elemento rentístico es importante a la hora de entender
el acoplamiento de intereses y las respuestas a las demandas
en la búsqueda del consenso. La renta petrolera permite, por
un lado, obtener abundantes recursos para la satisfacción de
las demandas y, por el otro lado, hacerlo sin tener que imponer
sacrificios materiales a otros sectores de la sociedad.
El punto de partida de esta búsqueda del consenso
y rechazo al conflicto es la firma del Pacto de Punto Fijo en
1958. Éste tiene, más que nada, orientaciones relacionadas
con las elecciones libres y la gobernabilidad fundada en la
unidad nacional, pero presenta también un programa mínimo
común de orientaciones de política. Para esto los candidatos
presidenciales acuerdan el respeto de los resultados electorales
y el reconocimiento del nuevo gobierno. El programa mínimo
común que se obtiene de este pacto contempla en sus aspectos
sociales el mejoramiento de las condiciones educativas y
sanitarias de la población a través del apoyo financiero del
Estado, con miras a establecer un mínimo de condiciones
igualitarias entre la población.
Dentro de la lógica de generación del consenso el
programa suavizaba asperezas que habían creado conflictos
durante el trienio adeco, dejando claro el respeto al orden
capitalista y la búsqueda de canales para el ascenso social
de las masas. Al parecer, uno de los temores de los sectores
conservadores durante el trienio adeco era el ascenso
descontrolado de las capas populares a los estilos y espacios
de vida de los sectores más acomodados. Por eso, para el
nuevo ensayo del programa democrático era importante que la
movilidad social no representase una amenaza a los sectores
sociales altos. Pero el programa mínimo común encerraba algo
más que el problema de la movilidad social. Las condiciones
sociales a la salida del perezjimenismo, dejaban una brecha
considerable entre el desarrollo industrial y el desarrollo social,
con un claro rezago de este último.
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En consecuencia, el descontento de las poblaciones
marginales en torno a las grandes ciudades, así como sucedió
con los sectores campesinos del postgomecismo, fue captado
por AD, que ya sus líderes venían dando la pelea desde ese
entonces.
El aumento de las necesidades sociales diferidas y la
ausencia de canales de participación social y política, eran las
principales emergencias sociales de la nueva democracia: la
primera, se resolvía por la acción del Estado, y la segunda, por
la acción de los partidos. A su vez eran elementos que podían
alimentar las filas de la izquierda insurgente que empezaba a
manifestarse en los primeros años de la década de los 60.
4. De las reglas de juego a la crisis del Pacto de Punto Fijo
Como evidenciamos, las reglas de juego fundamentales
de nuestra organización sociopolítica fueron propuestas a
mediados de los años 40 y ratificadas con modificaciones más
o menos significativas a partir de 1958. En el trienio 1945-48
se consolidó la idea de la centralidad del Estado en el moldeado
de la sociedad venezolana y en la definición de los principales
rasgos de nuestro desarrollo socioeconómico. Igualmente se
establecieron las bases para el funcionamiento de un orden
pluralista en lo político, consagrándose en la Constitución de
1947 los preceptos relativos a la ampliación y respeto de los
derechos políticos de los ciudadanos y las organizaciones;
siendo éste uno de los aspectos más problemáticos de ese lapso.
El retorno a la democracia, luego del decenio dictatorial,
significó retomar la senda del pluralismo político, pero
también supuso cuestionar la forma como el mismo había sido
comprendido y puesto en marcha entre 1945 y 1948. A partir
de 1958 se solidificó el acuerdo entre diversos sectores en
torno a algunas reglas fundamentales. La regla de la mayoría
como criterio absoluto para la toma de decisiones fue sustituida
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o complementada, según las circunstancias, por la regla de la
unanimidad para los casos en los cuales estaban involucrados
los intereses de los sectores minoritarios pero poderosos, con
capacidad para vetar decisiones o amenazar la estabilidad
del sistema. Se le atribuyó al Estado un papel central en la
estructuración de las principales coordenadas de la nación; la
economía tuvo como factor dinamizador la renta petrolera; al
sector privado se le asignó un papel secundario en la activación
de la vida económica.
Con el Pacto de Punto Fijo se garantizó la plena vigencia
del juego político electoral; los partidos políticos fungieron
como principales –y casi únicos– canales de agregación y
articulación de intereses societales, y como agentes privilegiados
de mediación entre el Estado y la sociedad. En la Constitución
de 1961 se consagraron muchos de estos principios y reglas, y
sobre esas bases se diseñó un proyecto sociopolítico de largo
alcance12.
Para Juan Carlos Rey, las transformaciones actuales
del sistema político venezolano radican en la crisis del sistema
populista de conciliación de élites:
“Debido a razones históricas y culturales
diversas, [ ] durante todo el siglo XX los
venezolanos pusieron grandes esperanzas en
la acción del gobierno como el medio capaz de
resolver muchos de sus problemas y necesidades.
Desde los orígenes del sistema democrático, en
1958, la mayoría de los ciudadanos creyeron
que el voto era la herramienta adecuada para
hacer que el gobierno se interesase en tales
problemas y pusieron sus esperanzas en tal
instrumento y en la competencia electoral entre
partidos, como los recursos idóneos para su
mejoramiento y progreso, tanto colectivo como
personal”. (Rey, 2002:5).
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Tanto que quedó en boca del venezolano y de los
estudiosos de la cultura política la frase de “el voto castigo”,
para precisamente caracterizar, cuando el partido en ejercicio
del gobierno, perdía el proceso electoral siguiente.
Pero, poco a poco, se fue generando un sentimiento
creciente de que los diferentes gobiernos eran incapaces
de responder a los deseos y demandas de los ciudadanos. Al
mismo tiempo se desarrolló sobre los partidos políticos, una
sensación de que eran impotentes para influir en las decisiones
gubernamentales, dando lugar a una progresiva frustración y
abstención electoral.
La crisis a la que acabamos de aludir, se inicio desde
finales de la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez y
se desarrolló al principio en gran parte en forma latente o
larvada, en los años siguientes. Decimos esto por las grandes
expectativas que le hiciera el gobernante a la población en el
mejoramiento de sus condiciones de vida, con el proceso de
endeudamiento público que se empezó confiando en los altos
ingresos petroleros.
En la presidencia de Luis Herrera Campíns (19791984), los recursos de la bonanza petrolera se emplearon para
el acrecentamiento de la burocracia gubernamental y poco
en la resolución de las necesidades de la población. El 18 de
febrero de 1983 se produjo el denominado “Viernes Negro”,
que consistió en la devaluación del Bolívar, pasando el Banco
Central de Venezuela a controlar la compra y venta del Dólar
Estadounidense, dando paso al “mercado negro” de la divisa,
donde se cotiza a precios más de libre mercado y especulación,
así como a la “fuga de capitales” al exterior. Caso que se repetirá
en las décadas de los 90’ y 2000. Situación esta que ha marcado
un hito en las controversias económicas del SPV, que aún hoy
se mantiene. El gobierno de Caldera II13, hizo intentos por
liberal la adquisición de la divisa norteamericana, utilizando
incluso sistemas de bandas. El control de divisas trajo como
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consecuencias entre otras, la corrupción de los funcionarios
para su venta. El caso emblemático se da en el gobierno de
Jaime Lusinchi (1984-1989) conocido como el famoso caso del
chinito de RECADI.
Con Jaime Lusinchi, al cierre de la década de los 80’, se
establece el Pacto social, como programa de gobierno que busca,
entre otras cosas, restablecer las ya deterioradas relaciones entre
el gobierno, los empresarios y los trabajadores. Se visualiza
ya, la crisis de la conciliación, y se crea, en 1984, la Comisión
Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE), desde
donde se empiezan a vislumbrar propuestas para adecentar el
Estado y ponerlo a tono con los cambios que está exigiendo la
sociedad venezolana. De esta manera se eligen por primera vez,
en 1988, alcaldes y gobernadores de estados, que venían siendo
designados “a dedo” desde los espacios de poder, básicamente,
la Presidencia de la República; los cuales sirvieron de bastión y
contención a los fenómenos sociales y políticos que devinieron
después.
La crisis estalló en forma espectacular al inicio del
período de Carlos Andrés Pérez (CAP II)14, con el Caracazo
del 27 de febrero de 1989 y las constantes movilizaciones de
protesta que le siguieron y que prepararon al ambiente para los
dos intentos de golpe de Estado de 1992 (febrero y noviembre).
El sentimiento de insatisfacción con el funcionamiento
de los mecanismos de la democracia representativa, que era
común en muchos ciudadanos, se concentró en un rechazo de los
partidos y de los políticos profesionales. Se acusó a los partidos
de estar controlados por políticos profesionales, que después de
ganar las elecciones actuaban exclusivamente en su provecho
personal, sin preocuparse por sus electores y se propusieron,
aunque con poco éxito, reformas electorales tendientes a corregir
o incluso a eliminar la mediatización de los partidos, por ejemplo,
mediante la personalización del sufragio y la eliminación de la
representación proporcional. Inclusive se elaboraron, aunque
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no fueron aprobadas, propuestas de reformas constitucionales
que incluían mecanismo de democracia directa, con una gran
variedad de referenda de todo tipo, que superaban en mucho
los conocidos en cualquier otro país. La introducción de un
referéndum revocatorio (recall) para el presidente en funciones,
fue uno de los instrumentos con los que se quiso superar la crisis
durante la segunda presidencia de Pérez. Inclusive se constituyó
un Consejo de Notables, constituido por la intelectualidad de la
época, que estructuró un plan consensuado sobre la situación del
país. Fracasado tal intento y habiendo sobrevivido el presidente
a los dos golpes de Estado de 1992, finalmente fue destituido
de su cargo mediante un procedimiento judicial, aparentemente
legal, que en realidad era un juicio político, aunque bajo la forma
de un proceso penal.
Tras el enjuiciamiento de Pérez, el país vivió momentos
de tensa calma política, sobrevenida por el proceso de transición
que marcaron los años 93 y 94, con la presidencia interina de
Ramón José Velásquez, político e intelectual venezolano, y
Senador para ese entonces, quien tomó las riendas del país,
designado por el congreso, para sustituir a Pérez. En su breve
mandato comenzó la crisis bancaria con la quiebra del Banco
Latino y se implantó el Impuesto al Valor Agregado. Su breve
período fue opacado por el indulto al Narco traficante, Larry
Tovar Acuña.
Las elecciones presidenciales de 1993, significaron la
ruptura definitiva del bipartidismo AD-COPEI, que ya venía
dándose con el advenimiento de nuevos partidos y liderazgos
a nivel regional y municipal, desde las elecciones del 88. De
hecho, marcó el ascenso al poder de uno de los más connotados
líderes del puntofijismo, Rafael Caldera, quien ya había sido
presidente, pero esta vez del partido Convergencia, el cual fue
una escisión del partido COPEI, que el mismo fundara, en los
albores de la democracia. De estas elecciones quedaron muchos
sin sabores en el imaginario político del venezolano por los
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resultados, según la cual dichas elecciones habrían sido ganadas
por Andrés Velásquez, del partido Caura Radical en ascenso
desde el sector laboral. Con ello se profundizó la crisis de los
partidos, que aún perdura hasta hoy, con otros matices.
En el gobierno de Caldera II, se forma una coalición
en el gabinete y el Congreso, con los partidos que apoyaron
su candidatura y algunos personeros independientes, lo cual le
dio además, mayoría parlamentaria y así aprobar planes y leyes
fundamentales. Por primera vez, se rompe el Pacto institucional
y el Presidente del Senado no pertenece al partido de gobierno,
como venía sucediendo desde 1961.
Caldera enfrenta la peor crisis financiera que haya
pasado por la economía nacional en el siglo XX, que empezó en
tiempos de J. Velásquez y culminó con la fuga de capitales de
los auxilios financieros que el Estado otorgó a la Banca Privada
y la quiebra de medianas y pequeñas empresas por el control
de cambio que dificultó la adquisición de divisas. Dado lo
extraordinario de la situación, las medidas fueron toleradas por
los medios de comunicación y la comunidad internacional, pero
no por el pueblo venezolano, que tuvo que enfrentar un férreo
control de precios y una híper inflación
“Aunque Caldera prometió durante su campaña
no acudir jamás ante el Fondo Monetario
Internacional (FMI), debió hacerlo ante la
crisis económica. El nulo efecto de la práctica
intervencionista en la economía del país, hace que
Caldera anuncie el programa llamado Agenda
Venezuela, en 1996, que prometía restablecer el
equilibrio macroeconómico y apalear la inflación.
Aplicando medidas tildadas por sus detractores
como “de corte neoliberal” de acuerdo con las
recomendaciones del FMI, que hasta entonces
se había resistido a adoptar. Así, se devaluó
el bolívar en un 70%, el control de cambio fue
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levantado, los combustibles se encarecieron en
un 800%, se liberalizaron los tipos de interés
(el IVA subió a 16,5%), se continuó el proceso
de privatización de los activos del Estado y se
avocó a la disciplina en el gasto público, que no
surtieron efectos debido a la crisis económica
mundial en ese momento. Está medidas fueron
bien acogidas en el exterior, pero no en el país,
en donde fueron frecuentes las manifestaciones
y disturbios de la población venezolana que se
sentía afectada negativamente.
En 1997, una comisión tripartita, conformada
por el sector empresarial, laboral y Gobierno,
asumieron la reforma del régimen de prestaciones
sociales, tras la revisión profunda de la Ley
Orgánica del Trabajo. La labor de la comisión
tripartita quedó plasmada en un sistema de
prestaciones sociales que preveía, entre otras
cosas, su pago anual y no al cese del desempeño
laboral como se hacía anteriormente; al mismo
tiempo, se establecieron cinco subsistemas de
seguridad social con la finalidad de mejorar
la actividad del Ejecutivo en la resolución de
los problemas básicos de los trabajadores
venezolanos.
También en el Gobierno de Caldera se inició
un proceso de apertura petrolera que muchos
catalogaron como el preludio a la privatización
del sector; sin embargo se llevó a cabo
aglutinando esfuerzos del sector privado,
nacional e internacional, para la explotación,
exploración y refinamiento de petróleo y gas
natural. La crisis mundial en los mercados del
crudo influyó negativamente en este proceso.
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Debido a diferencias con partidos de la
coalición gubernamental como el MAS, Caldera
buscó el apoyo de la principal fuerza legislativa
el partido AD, donde algunos de sus miembros
entraron en su gabinete.
Durante el gobierno de Caldera fueron
sobreseídos y salen en libertad los militares
responsables de los intentos golpistas de
1992, que se agruparon en el partido político
Movimiento V República (MVR), dirigido por
Hugo Chávez, para lograr el apoyo de los
grupos de izquierdas a su precario gobierno de
minoría parlamentaria.
El segundo período de gobierno de Caldera
sentó las bases del ascenso de Hugo Chávez
a la presidencia de la república. La caída de
los partidos tradicionales y el movimiento
populista iniciado por Caldera, dieron pie a
Chávez para iniciar su propio movimiento, el
cual se cristalizó al legalizar el partido MVR
proveniente del MBR-200, que logró una clara
victoria en las elecciones presidenciales de
1998”. (Wikipedia, Rafael Caldera)
En resumidas cuentas, y parafraseando a la profesora
Kornblith, pareciera que justamente aquellos rasgos que
permitieron que se consolidara el sistema de partidos y se
asegurara la representatividad y legitimidad de los mismos,
mostraron sus aristas más negativas y fueron motivo de rechazo
por parte de la población, que produjo el denominado voto
castigo, en las elecciones presidenciales de 1998, para llevar a la
primera magistratura nacional, a un candidato representante del
sector progresista y de izquierda, contra el cual se aglutinaron
los partidos del sistema que aún se niega a morir, pese a sus
defenestrados síntomas de decadencia.
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José Aro
Revista Memoria Política Nueva Etapa Vol. 2, Nro. 1/2012
5.- Del Proceso de Transformación y Cambios a la Revolución
Socialista.
A comienzos del siglo XXI, la crisis ha estado marcada
por vientos de cambio pero también por vientos de confrontación
que hasta el presente no han cesado, ni se disipan signos de
consenso, aún cuando la mayoría de la población está en
búsqueda de soluciones que permitan salir del conflicto político,
ideológico y económico; y enrumbar satisfactoriamente al país
hacia derroteros de paz social.
Con la llegada del Presidente Chávez al poder, en 1999,
se inicia el proceso de refundación de la república, tal cual lo
prometió en la campaña presidencial y convoca la realización de
la Asamblea Nacional Constituyente, para redactar una nueva
constitución, en cuyo proceso se recogieron propuestas de todos
los sectores y rincones del país, y la alianza política del gobierno
contó con la mayoría absoluta de los escaños. Como hecho
inédito, y como parte de los cambios, la población electoral votó
en un referendo aprobatorio la nueva constitución, conocida
como la Bolivariana15, y en un epíteto más popular, como “la
bicha”, signado por el propio presidente, como parte de una
estrategia comunicacional directa para vincularse más con el
pueblo llano, que hasta hoy le ha dado excelentes resultados en
la consolidación de su liderazgo personal.
La nueva constitución, amplió los poderes del Estado
de 3 a 5, reconociendo los poderes ciudadano y electoral. En
el Ejecutivo amplió el período presidencial de 5 a 6 años,
reconoció a las gobernaciones y municipios como ramas del
poder público nacional y estableció la promulgación de leyes
orgánicas para su establecimiento; en el Legislativo estableció
un régimen unicameral y cambio la denominación del Congreso
por Asamblea Nacional; en el Judicial, cambió la denominación
de la Corte Suprema de Justicia por el de Tribunal Supremo de
Justicia, ampliando las salas, los números de magistrados y su
temporalidad en el cargo.
68
El Consenso y la Confrontación en el Sistema Político Venezolano.
(1958-2008)
La nueva constitución estableció la relegitimación
de los poderes, por lo que en mayo del 2000 se convocaron
elecciones generales, conocidas como las “mega elecciones”,
de todos los cargos de elección popular. Estas elecciones fueron
suspendidas por el Tribunal Supremo de Justicia a solicitud de
una ONG, que demostró que el Consejo Nacional Electoral,
no estaba preparado para la realización de las mismas. Sin
embargo no se realizaron sino hasta julio del mismo año. Este
hecho marcó una pauta en la responsabilidad ciudadana en los
procesos electorales, que hasta hoy se mantiene, con veedores,
observadores y surgimiento de organizaciones de la sociedad
en torno al hecho electoral.
De igual manera, la Bolivariana16 amplió el
reconocimiento de derechos ciudadanos en lo civil, educación,
salud, social, político, cultural y económico entre otros;
y reconoció la beligerancia política del estamento militar,
manteniendo el sesgo en su filiación política partidista.
En lo económico, se desarrolló lo que algunos autores
denominan el Neopopulismo, cuyo sustento continuó siendo la
renta petrolera. Se impulsó el cooperativismo y se emplearon
términos como el desarrollo endógeno para marcar el inicio de
un nuevo ciclo económico. Tanto que, en la formulación del
presupuesto nacional, se estableció el régimen de presentación
de proyectos para acceder a los recursos, así como la
elaboración del presupuesto participativo, cuyo arranque aún
no se vislumbra, salvo excepciones como en el Municipio
Caroní, del estado Bolívar, que contaba ya, desde los noventa
con un proceso inédito en esa materia.
En el 2001, la nueva Asamblea Nacional, de mayoría
Chavista17, le otorgó, al Presidente de la República, plenos
poderes para que, en una Ley Habilitante, dictara leyes que
pusieran a tono al país con la nueva carta magna, incluyendo la
Ley de Tierras, que impulsaba una Reforma agraria, una nueva
Ley de Hidrocarburos y la Ley de Pesca. Si bien son aprobadas
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José Aro
Revista Memoria Política Nueva Etapa Vol. 2, Nro. 1/2012
unas 49 leyes, la oposición dirigida principalmente por la
patronal más importante del país, la Federación Venezolana
de Cámaras (FEDECÁMARAS) y la Confederación de
Trabajadores de Venezuela (CTV), se concentran en luchar
contra las tres leyes antes mencionadas e inician el paro de
diciembre 2001, para intentar frenar el paquete de leyes.
Ello trajo como consecuencia el inicio de la confrontación
beligerante en el país, que condujo al golpe de estado y al paro
petrolero del 2002, en abril y diciembre respectivamente.
Cabe destacar que después del paro del 2001, comienzan
las deserciones de personeros del gobierno y de la oficialidad
militar. La cúpula de la Iglesia católica, Fedecámaras y la
CTV, firman un pacto contra Chávez, en el 2002 y siguen
protestas, después del golpe de estado, en apoyo al despido
masivo de altos ejecutivos de la estatal petrolera, PDVSA y en
la continuidad de la búsqueda del derrocamiento del gobierno.
Durante el paro y antes, durante y después del golpe, los
medios de comunicación se comportaron de una forma atípica
en comparación con otros países: todas las televisoras privadas
de alcance nacional y los periódicos más importantes le dieron
apoyo irrestricto, sin disimulo. Los primeros suspendiendo toda
su programación de entretenimiento y sus anuncios comerciales
para dar paso a programación política e informativa durante 18 ó
20 horas al día. Situación que aún hoy se mantiene, en unos más
que en otros y no con la misma intensidad. Situación que llevó al
gobierno a no renovar la concesión a Radio Caracas Televisión
(RCTV), toda vez que feneció su tiempo, dando paso a la nueva
televisora estatal TEVES. No sin el debido acompañamiento de
protestas a favor y en contra de dicha medida.
Como alternativa para detener la crisis fue la promovida
por el Secretario General de la OEA, el colombiano César
Gaviria, en el marco de la Mesa de Negociación y Acuerdos
de Venezuela, establecida en el 2002, que permitía el diálogo
entre los sectores enfrentados. Dicha mesa estaba establecida
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El Consenso y la Confrontación en el Sistema Político Venezolano.
(1958-2008)
después del golpe y antes del paro petrolero, pero no pudo evitar
el inicio del mismo, y culminó semanas después con la firma de
un documento contra la violencia, pero no con la culminación
del paro debido a que la petición central del bando opositor
era la renuncia del Presidente, o la realización de un referendo
presidencial sobre la continuidad de Chávez, el cual se realizó
en la fecha que le correspondía, según la constitución y no en el
inmediatismo de la oposición. Ese referéndum fue ganado por
el Presidente Chávez y la oposición decretó un fraude que nunca
pudo comprobar.
En el 2003, siguen las protestas sociales conocidas
como “Guarimbas” y la oposición se monta, además, en un
sabotaje alimentario de quitar de los anaqueles, de abastos y
supermercados los alimentos básicos. Por su parte el gobierno
crea las misiones sociales, que es un programa social muy
activo de amplia cobertura y alternancia burocrática, en las
áreas de salud, educación, alimentación, producción de bienes y
servicios, vivienda, entre otras, que al día de hoy ya suman 33.
Cabe destacar que en este período, la observancia a las
leyes ha crecido por parte de la sociedad y en especial por quienes
se oponen al gobierno, lo cual ha redundado en la garantía de los
derechos consagrados en la constitución, por cuanto el gobierno
ha tenido, cuando no revisar y corregir leyes, desestimarlas
por la presión y contundencia de los criterios esbozados en su
contra. Situación esta que se pone de manifiesto, no solo en las
leyes de la habilitante del 2001, que ya mencionáramos arriba,
sino también en las promulgaciones de la Ley Resorte, que la
oposición llamó, mordaza, en el 2004 y la Ley de Inteligencia
y contrainteligencia, llamada sapo, del 2008, que hubo de ser
eliminada.
A partir de 2005, El Presidente Chávez ordenó, basándose
en la Ley de Tierras, aprobada en 2001 en la Ley Habilitante, la
expropiación de latifundios y tierras improductivas, para dársela
a quien la quiera trabajar, por la seguridad alimentaria y para
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José Aro
Revista Memoria Política Nueva Etapa Vol. 2, Nro. 1/2012
profundizar el proceso de transformación y cambios. Acción
que fue apoyada por los campesinos sin tierras y asalariados,
pero criticada por los empresarios, terratenientes y la oposición
venezolana en general, considerándolas como medidas de corte
comunista.
En ese mismo año la oposición decide retirarse de los
comicios electorales para elegir una nueva Asamblea Nacional,
como medida de desestimulo al gobierno, perdiendo su presencia
en ese órgano de representación popular, con lo cual le permite
al gobierno desarrollar, a través de una mayoría absoluta, que
sustituye el consenso, el marco de leyes necesarios para la
construcción del nuevo modelo socialista que se prefigura con
mayor rigor a partir de la presentación por parte del gobierno
en el 2007, del Plan Simón Bolívar, Primer Plan Socialista,
con el que se inicia el nuevo ciclo del proceso y se transforma
en la revolución socialista en la búsqueda del socialismo del
siglo XXI, cuyos detalles no fueron claramente expuestos al
país, puesto que como dice el presidente, está en proceso de
construcción, cuestión que aprovechó la oposición con una
campaña mediática intimadora, orientada a generar, miedo y
pánico en la población, logrando frenar la reforma constitucional
del 2007, que perdiera el gobierno por una “pírrica diferencia”,
como la llamara el propio presidente.
Podríamos resumir, parafraseando a la profesora
Kornblith, que en un contexto signado por las dificultades
socioeconómicas, políticas y militares, un marco jurídico
institucional débil, una creciente burocracia, una población
desencantada con el liderazgo tradicional y cuyas expectativas
de progreso socioeconómico se han visto sistemáticamente
frustradas a lo largo del proceso democrático, con un liderazgo
aferrado a sus viejos usos y costumbres y con un nuevo liderazgo
en definición y con proyección y arraigo popular en altibajos, la
opción democrática aún así se mantiene, aunque a la sombra del
militarismo, en construcción de nuevos derroteros18.
72
El Consenso y la Confrontación en el Sistema Político Venezolano.
(1958-2008)
IV. A modo de Conclusión
En los albores de la democracia venezolana se
establecieron los lineamientos del consenso y el rechazo al
conflicto, y las propuestas en materia social quedaron reflejadas
en la Constitución de 1961. Con esta Constitución se retoma en
parte el Estado social que había sido diseñado en la Constitución
del 47. El rescate constitucional que se realiza del modelo de
sociedad de 1947 se conservará y ampliará en gran medida
hasta la Constitución de 1999; en cuyas propuestas, la población
ha puesto su esperanza para el mejoramiento de su bienestar,
apostando a una justa y equitativa distribución de la renta
petrolera.
Mientras que en la cultura política del venezolano,
quedara, después del 58 el consenso como mecanismo de
la conciliación y la estabilidad democráticas. Hasta el 92, y
después en el 2002, fecha en la que se produce un nuevo golpe
de Estado contra el orden democrático, se introduce un punto
de inflexión en la estabilidad del régimen. En la cultura del
consenso, se produce, dada la situación polarizada política e
ideológicamente, no ya el rechazo al conflicto sino, la asunción
de la confrontación política como nuevo escenario para dirimir
las diferencias sociales y políticas, inaugurando un nuevo estadio
en el SPV, pasando de decisiones tomadas por unanimidad
durante el consenso, a la mayoría durante la confrontación.
En general, puede decirse que las elecciones relativamente
frecuentes, sobre todo en un sistema parlamentario en el que
existen las posibilidades de voto de censura, disolución del
parlamento y convocatoria a nuevas elecciones, pueden ser un
instrumento ideal para satisfacer a los electores, pues el propio
interés en ser reelegidos y conservar el cargo, impulsará a los
representantes a cumplir sus promesas electorales. Pero, en un
sistema presidencialista, como el venezolano, la cuestión es más
difícil, no solo por la imposibilidad de celebrar nuevas elecciones
hasta que no se haya cumplido el periodo para el que fue elegido
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José Aro
Revista Memoria Política Nueva Etapa Vol. 2, Nro. 1/2012
el Jefe de Estado, sino por la prohibición de reelección inmediata
del presidente, que existía en la Constitución de 1961; a lo que
había que unir la práctica habitual de los partidos de liberar de
la disciplina partidista a quienes eran elegidos como Presidente.
Así, el Jefe del Estado no respondía ante sus electores, pues no
podía presentarse a la reelección, pero tampoco respondía frente
a su partido, que lo había liberado de disciplina, de modo que, al
igual que los déspotas clásicos, solo respondía ante Dios, ante su
conciencia y ante la historia; o lo que es lo mismo: en la práctica
era irresponsable. De modo que, a falta de otros recursos, el
golpe de Estado puede parecer a algunos un remedio extremo,
pero tentador, para librarse de un presidente que no cumpla
con sus responsabilidades, manteniendo con ella una sombra
militarista sobre el régimen democrático.
Pero no solo fallaron los principales partidos, negándose
obstinadamente a introducir las reformas que corrigieran tales
aberraciones; sino que también fallaron la mayoría de los
ciudadanos que no pertenecían a partidos, pues en vez de estar
interesados en la mejora de los mismos, a lo que aspiraban, más
bien, era a que los partidos desaparecieran de la escena política.
Se creó, así, un ambiente político general hostil a los
partidos y a los políticos profesionales, en el que se realzaba el
papel de las personalidades sin partido, de los grandes grupos
de presión, de la Iglesia, de los mass media, ONG’s y de los
militares, creyendo que tales actores podían sustituir con ventaja
a los desprestigiados partidos y políticos profesionales. Pero el
tipo de democracia que cabe esperar, cuando esta clase de actores
sustituyen a los partidos y a los políticos profesionales, es la que
el país pudo apreciar con el gobierno provisional instaurado el
12 de abril”19, que encontró en la población civil una contención
que pugnó por la restitución del régimen constitucional.
En todo ello soplan vientos de civilidad y ciudadanía,
que, más por la tenacidad y pugnacidad que por la
institucionalidad, logran garantizar derechos constituidos en
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El Consenso y la Confrontación en el Sistema Político Venezolano.
(1958-2008)
la norma suprema y el marco legal, para adecentar el proceso
democrático.
Es precisamente, esa valoración y reconocimiento
de la población sobre el régimen democrático, que sostiene
la estabilidad del mismo. Creemos que los momentos de
consenso y de confrontación, como hemos titulado este ensayo,
se corresponden con la fenomenología típica de los procesos
democráticos latinoamericanos en general y venezolanos en
particular. Con la variante que el liderazgo venezolano deviene
de procesos históricos del caudillismo y militarismo, que aún
pululan en el ideario como salvaguardas de la institucionalidad,
lo cual hace que el militarismo y la autocracia se haga presente
como una sombra, sobre todo en los momentos de mayor
pugnacidad por el poder, en el seno del Sistema Político
Venezolano. Más aún hoy día, cuando un militar está al frente del
gobierno electo por votación popular, revive con más fuerza la
pugnacidad por el poder político en un ambiente de polarización
nunca antes vivido en el país tendiendo al conflicto por crear
una hegemonía política versus la vuelta a la democracia liberal
del consenso.
V. Referencias
Camero, Ysrrael, Historia personal del Partido del Pueblo.
Acción Democrática, eclipse de una vocación de poder.
Miércoles, 13 de septiembre de 2000.
Kornblith, Miriam, La crisis del sistema político venezolano.
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Nro.134 Noviembre-Diciembre. Caracas, 1994, Pp. 142157.
Manrique, Miguel. Las virtudes democráticas del sistema
político venezolano. 2005. En http://www.analitica.com/
va/politica/opinion/7836700.asp.
75
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Lacruz, Tito. Balance sociopolítico: Una ciudadanía social
inacabada. En “Balance y perspectiva de la política
social en Venezuela”. ILDIS. Caracas. 2006 (pag.111184).
Profeballa. http://venezuelaysuhistoria.blogspot.com/2008/05/
el-18-de-octubre-de-1945-el-mito_27.html
Rey, Juan Carlos. La democracia venezolana y la crisis del
sistema populista de conciliación. Revista de Estudios
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Rey, Juan Carlos. Consideraciones políticas sobre un insólito
golpe de Estado. Julio 2002. En http://www.analitica.
com/bitblio/juan_carlos_rey/insolito_golpe.asp
Segnini, Yolanda. Las luces del postgomecismo. Tesis Doctorado
de Historia, Facultad de Humanidades y Educación.
UCV, 1990.
Suzzarini Manuel y Ferrer Dilian, Para aproximarse al siglo XXI
venezolano. Revista ÁGORA -Trujillo. Venezuela. ISSN
1316-7790-AÑO 8- N° 15 -ENERO-JUNIO -2005.
http://es.wikipedia.org/wiki/Rafael_Caldera#Segundo_per.
C3.ADodo_presidencial
Notas:
1
Juan Carlos REY, 1991.
2
Término acuñado por el politólogo venezolano Juan Carlos Rey (v. Rey:
1991).
3
Dícese del período de gobierno del General Marcos Pérez Jiménez, 19521958, en lo formal. Autores aducen su influencia desde 1948, tras el golpe
de estado, y otros desde 1950, vinculándolo con la muerte de Delgado
Chalbaud, quien era el Jefe de la Junta de Gobierno. (v. Anexo 2)
76
El Consenso y la Confrontación en el Sistema Político Venezolano.
(1958-2008)
4
Miriam Kornblith, 1994 , Pág. 142.
5
Yolanda Segnini, Las luces del postgomecismo. 1990.
6
Ysrrael Camero, Historia personal del Partido del Pueblo. Acción Democrática, eclipse de una vocación de poder. Miércoles, 13 de septiembre
de 2000.
7
Profeballa, 2008.
8
Las negrillas son nuestras.
9
Aquí seguiremos, en principio, los planeamientos de Tito Lacruz en “Balance y perspectiva de la política social en Venezuela”. ILDIS. Caracas.2006 (pag.111-184) (v. Anexo 1)
10
Nombre devenido de la casa en la que se firmara el acuerdo, propiedad
de Rafael Caldera.
11
Citado por Tito Lacruz, op. cit. Pág. 130.
12
Miriam Kornblith, op. Cit.
13
Dícese del 2do período constitucional de Rafael Caldera entre 1994 y
1999.
14
Dícese del 2do período presidencial de Carlos Andrés Pérez, 1989-1993.
15
Por haber agregado la denominación Bolivariana al nombre de la República.
16
Dícese de la Constitución de 1999.
17
Dícese, en el argot popular, de los seguidores al Presidente Chávez.
18
Kornblith, Op. Cit, P. 153.
19
Rey, 2002:5
77
78
ANEXOS
CUADRO N°1
MATRIZ DEL CONSENSO Y LA CONFRONTACIÓN EN VENEZUELA
1936-2008
ANEXO 1
José Aro
Revista Memoria Política Nueva Etapa Vol. 2, Nro. 1/2012
El Consenso y la Confrontación en el Sistema Político Venezolano.
(1958-2008)
79
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80
El Consenso y la Confrontación en el Sistema Político Venezolano.
(1958-2008)
81
82
Económicas
Militares
Origen: Elaboración propia a partir de datos históricos.
Leyenda: Consensos y confrontaciones de tipo:
Políticas
Sociales
Julio 2010
José Aro
Revista Memoria Política Nueva Etapa Vol. 2, Nro. 1/2012
El Consenso y la Confrontación en el Sistema Político Venezolano.
(1958-2008)
ANEXO 2
Cuadro N° 2
Periodos de Gobierno en el Sistema Político Venezolano
1936-2012
Fuente: Elaboración propia a partir de la recopilación de datos históricos,
Julio 2010
83
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