El paisaje físico y mental de Antonio Machado en Campos de Castilla

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El paisaje físico y mental de
Antonio Machado en Campos
de Castilla
Literatura Española
Isabel Cabot – Educación Primaria
ÍNDICE
1. INTRODUCCIÓN A LA ÉPOCA DEL AUTOR
1.1 Política y sociedad......................................................................Páginas 3-4
1.2 Arte y literatura..........................................................................Páginas 4-5
2. BIOGRAFÍA DEL AUTOR.............................................................Páginas 6-7
3. DESCRIPCIÓN DEL PAISAJE FÍSICO Y MENTAL EN CAMPOS DE CASTILLA
3.1 Introducción a la obra.................................................................Páginas 8-9
3.2 Análisis de la obra
3.2.1 Visión global................................................................Páginas 9-10
3.2.2 Los temas principales..................................................Páginas 10-13
4. CONCLUSIONES.............................................................................Página 14
5. BIBLIOGRAFÍA................................................................................Página 15
2
1.
INTRODUCCIÓN A LA ÉPOCA DEL AUTOR
1.1. POLÍTICA Y SOCIEDAD
En el año 1875 España era un país colonial que había perdido, casi por completo, su
antigua gloria. Se olía ya en el horizonte la pérdida de las últimas colonias (Cuba, Filipinas y
Puerto Rico) y, en cuanto a la política nacional, se había restablecido en el poder a los
borbones con la figura de Alfonso XII.
Las esperanzas depositadas en la Primera República Española pronto se disiparon
debido a los continuos enfrentamientos entre grupos de poder dentro del propio gobierno. El
experimento duró tan sólo once meses y dejó congeladas las esperanzas de la intelectualidad
afrancesada de la época (de la cual formaba parte la familia del poeta) de ver nacer y crecer
una nueva España que tuviera los pies anclados en la razón, el progreso y la fe en el hombre
libre.
Por el contrario, volvió a afianzarse la casta política más rancia y se dejaron atrás
posibles los avances pendientes que a nivel político, social y económico tanta falta hacían en el
país. España seguiría siendo la miserable y pobre en verdad disfrazada de gran señora, con
toda la incultura y la hipocresía que permitía la perpetuación en el poder de los de siempre.
La sociedad española estaba claramente dividida entre el campo y la ciudad, si bien es
cierto que tanto en un ámbito como en el otro se hallaba la misma división social en clases: la
clase
alta
(nobles,
banqueros,
grandes
empresarios,
latifundistas...),
la
clase
media
(agricultores pequeños propietarios, abogados, maestros, médicos, comerciantes...) y la clase
baja (formada por un ingente número de explotados: jornaleros, obreros y parias). Las
diferencias entre clases eran insalvables y España se mantenía, en gran medida, en un dibujo
social medieval.
El último cuarto del siglo XIX y el primero del siglo XX, fueron tiempos convulsos en los
que los oprimidos empezaban a crear sus organizaciones de clase para defender su derecho a
vivir dignamente. Miembros de clases sociales más altas les apoyaron en sus luchas e hicieron
suyas sus demandas. Tal era la situación de injusticia que se vivía.
En el campo, la buena vida de unos era el sufrimiento y la muerte de otros que dejaban
sus vidas en la tierra desde la más tierna infancia. En la ciudad, no era mejor la situación y, si
cabe, era más fácil visualizar el mundo que separaba unas clases de otras. Las clases
trabajadoras vivían hacinadas en barrios insalubres y pasaban los días en interminables
jornadas
de
trabajo
por
salarios
de
miseria;
mientras,
otros
vivían
cómoda
e
inconscientemente entre riquezas y comodidades.
En febrero de 1936, en marcha ya la Segunda República Española (desde 1931), el
Frente Popular se hace con una victoria fundamental que hará cambiar la historia de España.
Al fin, un conjunto de partidos progresistas de izquierdas logra movilizar el voto de las masas
oprimidas y hacerse con el gobierno utilizando las propias herramientas democráticas. Nada
3
parecía poder impedir un avance tan necesario como temido por algunos. El poeta vive esta
situación con la mayor de las ilusiones y se convierte en un firme defensor de la República y en
una figura cabezal dentro de la intelectualidad. Sin embargo, los rumores de golpe de Estado
(algo tan propio de la política española...) acaban tomando cuerpo el 18 de julio del mismo
año, acabando con la paz y con el gobierno elegido por el pueblo en decisión democrática.
Antonio Machado recibe este golpe político en carne propia y, en las primeras semanas
de la contienda, se traslada a Valencia. Desde allí no puede hacer más que ver como, paso a
paso, pierde fuelle el bando republicano y, poco a poco, va ganando terreno el fascismo al que
él tanto teme.
El final de la guerra coincide con el final de su vida. Pareciera que el poeta muere
abrazado al sueño republicano que, otra vez, no pudo ser.
1.2. ARTE Y LITERATURA
Machado nace en el inicio del último cuarto del siglo XIX cuando en España estaba en
voga el Realismo y el Naturalismo de autores como Varela, Galdós, Clarín o Blasco Ibáñez.
Este movimiento cultural había nacido y crecido como oposición al romanticismo que había
impregnado el arte hasta entonces.
Ahora ya no valía la belleza del “arte por el arte”; era
necesario trasladar la vida real al arte para que este cumpliera una nueva función social.
El Realismo, que tuvo su origen en Francia, había calado profundamente en España
proclamándose, en cierto modo, heredero de tradiciones como la novela picaresca. Los
géneros más trabajados y en los cuales se obtuvieron más importantes frutos fueron la novela
y el teatro produciéndose, en ese periodo, grandes obras como Marianela, Fortunata y Jacinta
y Miau de Galdós, o La Regenta de Clarín.
Sin embargo, estaba a punto de surgir una nueva corriente cultural que habría de
tomar el relevo: el Modernismo. Esta nueva visión nacía como un intento de renovación de lo
que algunos consideraban un estilo caduco. No se trataba tan sólo de cambiar de paradigma
literario o artístico; era un soplo de renovación que pretendían que barriera el antiguo modo
de hacer las cosas. El término modernista tuvo al principio una connotación negativa y estaba
tintado del desprecio que despertaba la nueva corriente en los que se oponían a las
novedades.
El máximo representante a nivel mundial del Modernismo fue Rubén Darío, poeta
nicaragüense. Esta corriente tuvo su origen no en Europa (como había ocurrido hasta
entonces), sino a América Latina. El propio Rubén Darío, que llegó a España en 1892, lo trajo
con él hasta tierras europeas. Puede afirmarse que el Modernismo nace hacia el año 1880 y se
alarga unos 35 años, hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial.
El Modernismo ha sido llamado la “rebeldía de los soñadores” y esta frase resume y
comprime muy acertadamente la naturaleza del movimiento. Se trataba de jóvenes autores
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que, frente al realismo imperante de la época, buscaron nuevas formas de escribir, nuevos
temas, nuevos sentimientos y formas de expresión acorde con sus inquietudes y malestares.
Efectivamente, estuvieron fuertemente influenciados por el Simbolismo, corriente de origen
francés nacida también como reacción al Realismo y el Naturalismo. Se trataba de volver a
situar en primera linea los sueños, la subjetividad y la visión personal frente a la limitada
narración de los hechos, las cosas y las gentes.
También a finales del siglo XIX apareció una de las hornadas de literatos más fructíferas
de la historia de la literatura española, la que se dió en llamar Generación del 98 y a la que, no
sin controversias, pertenece Antonio Machado (otros miembros de la misma son Miguel de
Unamuno, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu o Ramón del Valle-Inclán). Eran jóvenes que habían
crecido con la debacle de España (recordemos que 1898 fue precisamente el año de la pérdida
de las últimas colonias españolas) y que pretendían huir de ese país decrépito que vivía en una
realidad de gloria inexistente y sumido en una profunda crisis política, moral y económica. Su
intención era cambiar un contexto de país que les era ajeno y les avergonzaba y pretendían
hacerlo con el esfuerzo de un nuevo hombre (un modelo más humanista y digno, en cierto
modo). Los miembros de esta generación compartían ciertas ideas y sentimientos:
-
Constataron la casi insalvable distancia entre una España gloriosa y orgullosa ya
desaparecida y la España real, miserable, ignorante e indigna.
-
Comparten un gran interés y amor por la Castilla más humilde como si esta
encerrara la auténtica esencia de la nación y fuera a salir de ella la única esperanza
de cambio.
-
Tienen la intención de renovar y cambiar (y así lo hacen) los moldes clásicos de
géneros literarios.
-
Rechazan el realismo clásico y procuran acercarse al lenguaje de la calle,
reutilizando palabaras castizas cercanas al pueblo.
-
Reciben influencias del Irracionalismo europeo, representado por autores como
Nietschze, Schopenhauer o Kierkegaard.
-
Su actitud y sentir es pesimista y ese espíritu de derrota que impregna sus obras les
lleva a simpatizar con románticos como Larra.
-
Se oponen a las ideas de la restauracionistas dado que no ven la solución en la
vuelta a un pasado absurdo e inconsciente de la auténtica realidad del país y
defienden el Regeneracionismo de Joaquín Costa que pretende favorecer el
nacimiento de un nuevo modelo de entre las ruinas del pasado.
5
2.
BIOGRAFÍA DEL AUTOR
Antonio Machado Ruiz nació en Sevilla una tarde de verano de 1875. Fue el segundo de
cinco hermanos de una familia de tradición liberal que frecuentaba la compañía de
intelectuales como Joaquín Costa(1) y Francisco Giner de los Ríos(2). Su abuelo, un reconocido
catedrático de ciencias naturales, obtuvo en 1883 plaza como profesor en la Universidad
Central de Madrid y la familia al completo se trasladó a la capital. El poeta tuvo entonces la
oportunidad de terminar su formación en la progresista Institución Libre de Enseñanza en la
cual se trabajaba con un programa pedagógico que nada tenía que ver con el modelo del resto
de escuelas e institutos y que tuvo gran repercusión en la vida intelectual del país, en la que
desempeñó una importantísima labor de renovación.
En 1889 comienza el bachillerato y empieza a sentirse atraído por el teatro y a ser un
habitual de las tertulias intelectuales del Madrid de la época. En ese periodo fallecen su padre y
su abuelo quedando la familia en un precario estado económico. Por ese motivo, abandona
intermitentemente sus estudios trabajando como colaborador en la edición de algunos
diccionarios.
En 1899, en un viaje que será fundamental en el transcurrir de su vida, Machado viaja
a París (donde ya vivía su hermano Manuel) y realiza allí labores de traducción. Conocerá en la
capital francesa a Pío Baroja y a Oscar Wilde y asistirá a las clases del filósofo Henri Bergson(3)
que le dejarán una huella profunda. Pronto regresa a España donde trabaja como actor
mientras termina el bachillerato. En 1902 vuelve a París y comienza allí su relación con Pablo
Neruda. A su vuelta a España entabla amistad con Juan Ramón Jiménez y publica su primera
obra, Soledades (1907).
En 1907 gana las oposiciones al puesto de catedrático de francés y escoge una vacante
en el instituto de Soria. Este acontecimiento marcará su vida porque allí encontrará al amor
más importante de su vida Leonor Izquierdo, una joven de 16 años que le cautivará y acabará
siendo su esposa. Sin embargo, Leonor enferma de gravedad y muere en 1912. Justo antes de
su muerte, había publicado machado Campos de Castilla. La muerte de su amada hunde al
poeta en un pozo de tristeza que le empuja a marchar de Soria y pedir destino en Baeza, a
donde se traslada con su madre. Allí conocerá, en 1917, a Federico García Lorca, con quien
entablará una buena amistad.
En 1919 se traslada a vivir a Segovia, ciudad en la que encuentra un ambiente cultural
más acorde con su pensamiento y en la que sigue ejerciendo de profesor de francés. Allí
participará en las actividades de la Universidad Popular, que pretendía hacer llegar la
formación superior a los sectores más desfavorecidos de la sociedad.
En 1932 se traslada a Madrid, habiéndosele concedido una plaza de profesor en el
Instituto Calderón de la Barca. Es en esta época que establece una relación con una misteriosa
mujer casada (Pilar Valderrama) a la que él llama Guiomar en sus versos.
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El 18 de julio de 1936 estalla la guerra civil española y Machado se traslada a Rocafort,
un pueblo cercano a Valencia. La marcha de la contienda, cada vez más a favor de los alzados
fascistas, empuja al norte a Machado, trasladándose a Barcelona. Abandona esta ciudad en
enero de 1939, cuando ya todo se veía perdido y antes de la toma de la misma. Poco menos
de un mes lo separa de una muerte que le encuentra en Cotlliure, un pueblecito del sur de
Francia, el 22 de enero de 1939.
(1)Político, jurista, economista e historiador ferviente defensor del movimiento intelectual del Regeneracionismo que defendía el fín de una España
atrasada y anclada en un pasado infértil (su frase más popular fue: “Escuela, despensa y siete llaves para el sepulcro del Cid”).
(2)Filósofo, pedagogo y ensayista español, fundador de la Institución Libre de Enseñanza.
(3)Filósofo y pedagogo francés con una concepción muy personal de la Filosofía, con grades dosis de espiritualismo y vitalismo y lejos de las
abstracciones u generalizaciones que, según él, enturbiaban la visión de la verdad del hombre y del mundo.
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3. DESCRIPCIÓN DEL PAISAJE FÍSICO Y MENTAL
EN CAMPOS DE CASTILLA
3.1 INTRODUCCIÓN A LA OBRA
Campos de Castilla es la que se ha considerado obra cumbre de Antonio Machado. Es,
sin duda, la más estudiada a nivel académico y la más conocidad popularmente.
Como se ha dicho anteriormente, el poeta publicó por primera vez esta obra en el año
1912, unos meses antes de la muerte de su amada Leonor. Sin embargo, en años posteriores,
el autor habría de reeditarla en varias ocasiones añadiendo, cada vez, nuevos poemas.
Finalmente, hoy podemos decir que Campos de Castilla es una obra poética que contiene 56
poemas. Puede afirmarse que no es una obra uniforme; fue escrita a lo largo de once años
(1907-1917) durante los cuales ocurrieron hechos que marcaron la vida del poeta: la muerte
de Leonor, su vuelta a Andalucía.
Respecto a su anterior obra Soledades son muchos los cambios que podemos observar.
Algunos de los más importantes son:
-
Escasez de adornos técnicos en comparación con los adornos formales abundantes
en la obra anterior.
-
Métrica más sencilla; más realista que modernista.
-
Introducción de nuevos temas que ocupan un lugar capital: España, la existencia…
-
Utilización de un tono claramente patriótico y crítico.
-
Interpretación de paisajes reales, no imaginarios.
Para ilustrar la intención del autor cuando escribió Campos de Castilla, transcribo aquí
un prólogo escrito por el propio autor a una de las ediciones, convencida de que nada ilustrará
más fielmente su ánimo que sus propias palabras:
“Cinco años en la tierra de Soria, hoy para mí sagrada - allí me casé, allí perdí
a mi esposa, a quien adoraba -, orientaron mis ojos y mi corazón hacia lo esencial
castellano. Ya era, además, muy otra mi ideología. Somos víctimas - pensaba yo- de
un doble espejismo. Si miramos afuera y procuramos penetrar en las cosas, nuestro
mundo externo pierde en solidez, y acaba por disipársenos cuando llegamos a creer
que no existe por sí, sino por nosotros. Pero, si convencidos de la intima
realidad, miramos adentro, entonces todo nos parece venir de fuera, y es nuestro
mundo interior, nosotros mismos, lo que se desvanece. ¿Qué hacer entonces? Tejer
el hilo que nos dan, soñar nuestro sueño, vivir; sólo así podremos obrar el
milagro de la generación. Un hombre atento a sí mismo y procurando auscultarse,
ahoga la única voz que podría escuchar: la suya; pero le aturden los ruidos
8
extraños. ¿Seremos, pues, meros espectadores del mundo? Pero nuestros ojos están
cargados de razón y la razón analiza y disuelve. Pronto veremos el teatro en
ruinas, y, al cabo, nuestra sola sombra proyectada en la escena. Y pensé que la
misión
del
poeta
era
inventar
nuevos
poemas
de
lo
eterno
humano,
historias
animadas que, siendo suyas, viviesen, no obstante, por sí mismas. Me pareció el
romance la suprema expresión de la poesía y quise escribir un nuevo Romancero. A
este
propósito
responde
La
tierra
de
Alvargonzález.
Muy
lejos
estaba
yo
de
pretender resucitar el género en su sentido tradicional. La confección de nuevos
romances viejos - caballerescos o moriscos- no fue nunca de mi agrado, y toda la
simulación de arcaísmo me parece ridícula. Cierto que yo aprendí a leer en el
Romancero general que compiló mi buen tío don Agustín Durán; pero mis romances no
emanan de las heroicas gestas, sino del pueblo que las compuso y de la tierra
donde se cantaron; mis romances miran a lo elemental humano, al campo de Castilla
y al libro primero de Moisés, llamado Génesis. Muchas composiciones encontraréis
ajenas a estos propósitos que os declaro. A una preocupación patriótica responden
muchas
de
ellas;
otras,
al
simple
amor
a
la
Naturaleza,
que
en
mi
supera
infinitamente al del arte. Por último, algunas rimas revelan las muchas horas de
mi vida gastadas - alguien dirá: perdidas- en meditar sobre los enigmas del hombre
y del mundo".
3.2 ANÁLISIS DE LA OBRA
3.2.1 Visión global
Machado da en esta obra una visión extremadamente realista del paisaje
castellano. En algunos pasajes, incluso roza el naturalismo, como en el poema A un
olmo seco (“A un olmo seco, hendido por el rayo / y en su mitad podrido”).
Ahora no nos habla de los sentimientos y las emociones que el paisaje despierta
en su interior sino de las cualidades intrínsecas del mismo, de sus propias
características (tanto físicas como históricas) que influyen en sus habitantes a los que
también nos describe en numerosas ocasiones (“atónitos palurdos sin danzas ni
canciones”, A orillas del Duero; “Es hijo de una estirpe de rudos caminantes”, Por tierras
de España; “Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto”, Por tierras de España).
Castilla es para el autor una tierra dura y seca, un lugar castigado por un sol
implacable (“sobre los agrios campos caía un sol de fuego”, A orillas del Duero) que
contagia su alma a quienes en ella habitan. Nos habla de una Castilla noble, humilde y
heredera, en un presente miserable (“decrépitas ciudades, caminos sin mesones”, A
orillas del Duero) de un pasado glorioso y guerrero (“una redonda loma cual recamado
escudo”, “para formar la corva ballesta de un arquero”, A orillas del Duero).
9
En las pocas ocasiones en que concede algo al intimismo, Machado nos muestra,
casi siempre, una rabia generada por la situación actual y una profunda esperanza en el
futuro que ha de labrarse el “hombre nuevo” (“Mi corazón aguarda / al hombre ibero de
la recia mano / que tallará en el roble castellano / al Dios adusto de la tierra parda”, El
dios ibero).
No en la primera edición, pero sí en posteriores, observamos claramente el
Estado en que ha quedado el alma del poeta después de la muerte de su amada Leonor
y no resulta difícil determinar los poemas marcados con esta profunda pena. Son
muchos los versos que reflejan esta tristeza y soledad del poeta (“Tan pobre me estoy
quedando / que ya ni siquiera estoy / conmigo, ni sé si voy / conmigo a solas viajando”,
Otro viaje; “Por estos campos de la tierra mía, / bordados de olivares polvorientos, /
voy caminando solo, / triste, cansado, pensativo y viejo”, Caminos CXXI).
3.2.2 Los temas principales
Podemos distinguir dos grandes bloques temáticos dentro de esta obra. El
primero sería el problema España y, el segundo, la cuestión existencial. Vamos a
nalizarlos cada uno de ellos y sus temáticas más importantes por separado.
EL PROBLEMA DE ESPAÑA
Machado era un escrito español preocupado por su tiempo. La situación del país
distaba mucho de la que él hubiera considerado ideal y en muchos de sus poemas
queda patente su opinión.
Castilla como símbolo de España
No es esta una cuestión baladí; como hombre culto que era, machado sabía que
el resto de territorios del Estado tenían características nacionales propias y diversas y
no pertenecían del todo al concepto de la España histórica al que él hace referencia en
icontables ocasiones.
Se trata el paisaje castellano desde dos perspectivas distintas. La primera es una
perspectiva objetiva e histórica en la que el autor describe el paisaje al modo
naturalista y contempla su historia y su pasado como parte constitutiva del presente (“Y
otra vez roca y roca, pedregales / desnudos y pelados serrijones, / la tierra de las
águilas caudales / malezas y jarales, / hierbas monteses, zarzas y cambrones, Orillas
del Duero; “Es la tierra de Soria árida y fría. / Por las colinas y las sierras clavas, /
verdes pradillos, cerros cenicientos, / la primavera pasa / dejando entre las hierbas
olorosas / sus diminutas margaritas blancas, Campos de Soria). La segunda, una
perspectiva más intimista y subjetiva, sirve al poeta para ver plasmado en el paisaje
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sus emociones y estados de ánimo (“De la ciudad moruna / tras las murallas viejas, /
yo contemplo la tarde silenciosa, / a solas con mi sombra y con mi pena, Caminos).
Las gentes y el pueblo
Habla también el autor de las gentes de esas tierras, gente rudas y fuertes,
frutos de la ignorancia y la miseria. Utiliza a menudo un realismo total para describir a
esas gentes (“Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto, / hundidos, recelosos,
movibles; y trazadas / cual arco de ballesta, en el semblante enjuto / de pómulos
salientes, las cejas muy pobladas, Por tierras de España). Critica a aquellos que desde
el poder o la ignorancia potencian y perpetúan el Estado de las cosas (“Bajo el bigote
gris, labios de hastío, / y una triste expresión, que no es tristeza; / sino algo más y
menos: el vacío / del mundo en la oquedad de su cabeza”, Del pasado efímero).
En algunos poemas utiliza la sátira más mordaz para retratar a personajes
habituales de su tiempo, burgueses altaneros y caducos, panacea de la hipocresía
(“Gran pagano, / se hizo hermano / de una santa cofradía; / el Jueves Santo salía, /
llevando un cirio en la mano / -!aquel trueno!-, / vestido de nazareno”, Llanto de las
virtudes y coplas por la muerte de Don Guido).
La denuncia política
El poeta aprovecha su pluma, no en pocas ocasiones, para atacar esa España
que odia y que le avergüenza. Habla de la España ignorante y miserable y de la España
arrogante, despectiva e hipócrita. Habla de un poder que idea y cincela un pueblo a su
medida para mantener su poder (“...Fue un tempo de mentira, de infamia. A España
toda, / la malherida España, de Carnaval vestida / nos la pusieron, pobre y escuálida y
beoda, / para que no acertara la mano con la herida”, Una España joven).
Su crítica viene, sin embargo, perlada de esperanzas, esperanzas en un hombre
y un mundo nuevo que traigan la luz y la razón (“Tú, juventud más joven, si de más
alta cumbre / la voluntad te llega, irás a tu aventura / despierta y transparente a la
divina lumbre, / como el diamante clara, como el diamante pura”, Una España joven;
“Más otra España nace, / la España del cincel y de la maza, / con esa eterna juventud
que se hace / del pasado macizo de la raza. / Una España implacable y redentora,
España que alborea / con un hacha en la mano vengadora, / España de la raza y de la
idea”, El mañana efímero).
Llegan sus puyas a ser muy contundentes; sin miedo, llegaron a sonar violentas
sus palabras en más de un ataque a la España que, con su existencia, impedía la
existencia de la que él deseaba (“La España de charanga y pandereta, / cerrado y
sacristía, / devota de Frascuelo y de María, / de espíritu burlón y de alma inquieta, / ha
de tener su mármol y su día, / su infalible mañana y su poeta”, “Esa España inferior
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que ora y bosteza, / vieja y tahúr, zaragatera y triste; / esa España inferior que ora y
embiste, / cuando se digan usar de la cabeza”, El mañana efímero).
Pareció entender España como una tierra en lucha, en constante guerra consigo
misma. En la superficie, un país decrépito y ominoso; bajo ella, latente, los que
albergan la esperanza del cambio y el progres. Una o la otra, él estaba convencido que
todos acabamos decidiéndonos alguna de ellas (“Españolito que vienes / al mundo, te
guarde Dios. / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón”, Proverbios y
cantares LIII).
LA CUESTIÓN EXISTENCIAL
La muerte
Este es un tema recurrente en los poemas de Campos de Castilla. El alma de
Machado queda rota por la muerte de Leonor y el estado anímico en que queda el poeta
le hace dar vueltas sobre este tema una y otra vez (“Late, corazón... No todo / se lo ha
tragado la tierra”, Caminos CXX).
A excepción del poema A un olmo seco, todos los poemas de esta obra referidos
a Leonor los escribe machado durante su estancia de Baeza. Dicen quienes tuvieron
contacto con él en esa época que el recuerdo de su mujer fue constante y obsesivo
(“Caminos de los campos... / !Ay, ya no puedo caminar con ella!”, Caminos CXVIII).
El recuerdo de Leonor parace ir irremediablemente unido al recuerdo del paisaje
soriano y, por ello, la mezcla entre una y otro es de tal embergadura que, en ocasiones,
se hace difícil distinguir a qué se está refiriendo; tal vez las dos referencias se dieran al
mismo tempo (“álamos del amor cerca del agua / que corre y pasa y sueña, / álamos
de las márgenes del Duero, / conmigo váis, mi corazón os lleva”, Campos de Soria
VIII).
La religión
Muy al estilo de Unamuno, Machado era un hombre heterodoxamente religioso.
Es fácil describirle como un agnóstico de moral cristiana (“De lo que llaman los hombres
/ virtud, justicis y bondad, / una mitad es envidia, / y la otra no es caridad”, Proverbios
y cantares VI). Efectivamente, en muchos de sus poemas más que hablar de Dios, se le
busca. Dios es tratado en un estilo muy filosófico y humanista; todo hombre ha de
buscar a ese Dios que, si está en algún lado, es dentro del alma del individuo (“Yo he
de hacerte, mi Dios, cual tú me hiciste, / y para darte el alma que me diste / en mí te
he de crear. Que el puro río / de caridad que fluye eternamente, / fluya en mi corazón”
; “El Dios que todos llevamos, / el Dios que todos hacemos, / el Dios que todos
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buscamos / y que nunca encontraremos. / Tres dioses o tres personas / del solo Dios
verdadero”, Profesión de fe).
Tiene el poeta una visión muy crítica de la religión católica que, para él, es uno
de los caminos de la hipocresía y del cinismo en España. Aboga por un Dios positivo,
fuerte, justiciero que represente para el hombre la esperanza del progreso; reniega del
Dios del sufrimiento y la pena, de la derrota y la sumisión (“!Oh, no eres tú mi cantar /
!No puedo cantar, ni quiero / a ese Jesús del madero, / sino al que anduvo en el mar!,
La saeta).
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4.
CONCLUSIONES
En este trabajo he tratado de acercarme a una figura dentro de la literatura española
que va más allá de su trabajo como poeta y de su persona. Estamos ante un hombre que se
ha convertido en un símbolo de la poesía popular y comprometida, en un ejemplo de humildad
y valentía.
Personalmente estoy concenvida de que la fuerza de la evocación de su nombre surge
de su capacidad de crítica y esperanza y de su terrible final: el hombre justo y honesto que, en
el más triste de los exilios, halla un presente sin esperanza y una muerte temprana e injusta.
Antonio Machado fue un hombre de su tiempo y se dejó influir por distintas corrientes
de la época pero marcó con un sello inconfundible todas sus obras. Su marca es la belleza que
subyace bajo su melancólico intimismo y la rabia ferviente con la que, una vez tras otra, ataca
a esa España indigna de su nombre.
Sin duda, el hecho de que su talento haya sido recogido por cantautores de la talla de
Joan Manuel Serrat o Paco Ibáñez, ha hecho más profundo su calado en nuestra sociedad.
Antonio Machado es el poeta que todo el mundo conoce y su popularidad en sólo comparable a
la de algunos grandes como Lorca o Miguel Hernández.
Estudiar y conocer su poesía no sólo nos permite acercarnos al arte sino también poner
en marcha un mecanismo mágico en nuestro interior: el del amor a la literatura y, en especial,
a la poesía.
Antonio Machado fue un hombre de corazón revolucionario que siempre usó maneras
pacíficas. Así se define él mismo en su poema Retrato: “Hay en mis venas gotas de sangre
jacobina / pero mi verso brota de manantial sereno”. Su rabia y sus deseos de un mundo
distinto y mejor afloran en su obra aquí y allá. Luchó con su pluma y su palabra por la justicia
y la dignidad de los hombres haciéndose, él mismo, más que digno de nuestro respeto y
admiración.
Sirvan mis palabras como un sincero homenaje.
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5.
BIBLIOGRAFÍA
► A, Machado, Antonio Machado - Poesías Completas, Espasa- Calpe, 1991
► A, Machado, Campos de Castilla, Cátedra, 2000
► I, Gibson, Ligero de equipaje, Aguilar, 2006
► A, González, Antonio Machado, Alfaguara, 1999
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