25/09/2016 PAÍS: España FRECUENCIA: Diario PÁGINAS: 9 O.J.D.: 4194 TARIFA: 4944 € E.G.M.: 37000 ÁREA: 875 CM² - 100% SECCIÓN: SEVILLA / SEVILLA / 25ElSeptiembre, Correo de Andalucía 2016 Domingo, 25 de septiembre de 2016 9 La memoria del olvido Antonio Zoido Fugacidad y permanencia del tiempo En los años 90, la Bienal de Flamenco de Sevilla luchó contra quienes pensaban que el tiempo estaba inmóvil, o que no existía {Se vivía febrilmente; cada día se celebraba una efeméride de altura inmarcesible pero, por debajo de aquella actividad inusitada, la cotidianidad dejaba estampas que podrían haber pasado a la Historia si sus cronistas las hubieran visto y anotado. En 1991, año del IV centenario de la muerte de San Juan de la Cruz, se inauguraban las nuevas salas del Pabellón Mudéjar, en la Plaza de América, con una exposición de alusiva al místico de José Manuel Broto, José María Sicilia y Miquel Barceló. La tarde anterior a su apertura, cuando el recinto era aún una sala de pasos perdidos y cajas de embalaje resonaron unos aldabonazos en la puerta lejana del museo que, al abrirla un conserje, enmarcaron las figuras de Curro Romero y Camarón: venían a abrazar al pintor mallorquín que, poco antes, había ilustrado el disco Potro de rabia y miel del de la Isla. Aquel año no había Bienal pero el triángulo formado por aquellos personajes, unidos por San Juan de la Cruz (poco después Enrique Morente convertiría en jondo su hondo Cántico Espiritual) era una señal de por dónde iban a ir las cosas. La Bienal del 92 pasó, envuelta en la nube del universalismo del año, metió el Giraldillo en el baúl de los recuerdos, o sea, perdió su condición de concurso y ganó el de muestrario de un arte que ya andaba de compadreo –igual que Camarón, Curro Romero y Miquel Barceló– con las demás. Si Sevilla había cambiado de pies a cabeza, el evento flamenco de otoño y el mismo flamenco habían ido adquiriendo nuevos valores y matices. Pero el divorcio existente entre la ciudad nacida de los jirones de la Exposición Iberoamericana de 1929 y la que había emergido de las celebraciones del V Centenario del Descubrimiento de América tenía su paralelo en los territorios del cante, el baile El apunte (Creció)... Seguramente impulsada por el ejemplo que le daban cientos y más cientos de aficionados extranjeros... Fueron ellos, desde la primera hora, constantes y generosos testigos de pasión y cargo, mecenas más incluso que los naturales del país. De modo que por ellos y por la energía que levantó entonces la Vietnam –como la llamaban los gitanos de las Tres Mil– alcanzó el respeto y la consideración... y el toque. La Sevilla y la afición tradicionales seguían ensimismadas en cánones inamovibles a pesar de que un huracán lo hubiera movido todo. De la misma manera que unos no se daban cuenta de la posición privilegiada que la ciudad había ocupado en el mundo durante varios años y de que las nuevas infraestructuras entre las urbes más modernas, los otros no veían ni los puestos que el flamenco subía en el ranking internacional de las músicas, ni que existían artistas que, partiendo de su acervo clásico, ensayaban nuevas formas de expresar la potencialidad que contenía, ni, por supuesto, lo que ello significaba en el panorama de la industria cultural. También dispuso signos arrebatados por la polémica, la controversia y el escándalo, por la admiración, por la envidia y por los celos; y se encendían lo mismo candelas de júbilo que hogueras para quemar herejes. Cada vez llegaban más foráneos para asistir a los espectáculos Por eso –lo mismo que Sevilla– la Bienal comenzó a cubrir una etapa desvaída en la que, aparte de la endémica falta de presupuesto y de un equipo estable de organización, estuvo presente el cansancio. Seguramente el dolor de cabeza de la resaca postexpo no dejaba pensar porque, por un lado, la capital de Andalucía ya tenía, además del Lope de Vega, el Teatro de la Maestranza, el Central y el Alameda de propiedad pública y, por otro, como si respondieran a la llamada de un axioma del materialismo histórico, muchos artistas habían comenzado a crear espectáculos de gran formato o de formas y contenido que se adaptaban a espacios que podrían ser considerados «de arte y ensayo»; ambos venían como anillo al dedo a los nuevos espacios escénicos. Los carteles de cada una de las ediciones se quedaban algo cortos aunque, en el de 1996, Tato Olivas diseñara el nombre del evento partiendo José Luis Ortiz Nuevo Érase una vez una ciudad... Pregón del XXV Aniversario de la Bienal. Espectáculo de Israel Galván en la Bienal de Flamenco. / José Luis Montero de la imagen del teclado de un piano: los antiguos esquemas de Pepe Romero se habían abierto en flor para hacer del instrumento que, según Manuel Torre –escuchando tocarlo a su tocayo Falla– emitía «soníos negros», un elemento imprescindible de ahí en adelante. La Bienal de Flamenco, encontrando por sí sola el camino, estaba a las puertas del palacio platónico habitado por los arquetipos, las Ideas de cuya imagen nacen las imitaciones. Sevilla fue desde antiguo una ciudad de arquetipos: la Giralda, con cientos de hijas en todo el mundo, la Casa de Pilatos, prototipo de tantos edificios, la Semana Santa, la Feria... El nuevo siglo le regaló otro porque, a partir de entonces, y con un equipo a cuyo frente estaba Manuel Herrera, el evento otoñal (que ya con anterioridad había inspirado algunos, como el Festival de Arte Flamenco de Mont de Marsan, en Francia) fue viendo nacer muchos de corte parecido aquende y allende Despeñaperros, los Pirineos y la Mar Océana. Cada vez eran más los foráneos que arribaban durante esos días para asistir a los espectáculos y en cada edición se percibía la eclosión en todas sus vertientes de un arte que, nacido como el jazz en la infamia, asimilaba cuanto de las demás se ponía a su alcance pero eso no lograba romper la inercia de gente incapaz de comprenderlo ni embeber a la clase empresarial en la muleta de un negocio prometedor por más que estuviera ante la vista que aquello tenía las mismas posibilidades que la eclosión primaveral de cien años antes, cuando el comercio y la industria contribuyeron a su realce. Se buscó –como siempre– la mejor programación, se intentó encontrar fórmulas que permitieran la producción de espectáculos, se siguió encargando los carteles a autores de renombre internacional como Luis Gordillo o Tapies, se los desplegó en forma de banderolas por la ciudad, se creó –por primera vez– un equipo estable, se cuadraron las cuentas del debe y el haber, se conectó con las universidades y se dieron becas de investigación... Fueron aquellos años en los que la Bienal luchó contra la fugacidad del tiempo y contra quienes pensaban que el tiempo estaba inmóvil. O, simplemente, que no existía. ~ P.7 URL: UUM: - PAÍS: España UUD: - TARIFA: - TVD: TMV: - 24 Septiembre, 2016 Pulse aquí para acceder a la versión online LO QUE DICE LA CRÍTICA DE LA XIX BIENAL DE FLAMENCO DE SEVILLA EN LA PRENSA SEVILLANA (12) Normal 0 21 false false false ES X-NONE X-NONE /* Style Definitions */ table.MsoNormalTable {mso-style-name:"Tabla normal"; mso-tstyle-rowband-size:0; mso-tstyle-colband-size:0; mso-style-noshow:yes; mso-style-priority:99; mso-style-qformat:yes; mso-style-parent:""; mso-padding-alt:0cm 5.4pt 0cm 5.4pt; mso-para-margin-top:0cm; mso-para-margin-right:0cm; mso-para-margin-bottom:10.0pt; mso-para-margin-left:0cm; line-height:115%; mso-pagination:widow-orphan; font-size:11.0pt; font-family:"Arial","sans-serif"; mso-ascii-font-family:Arial; mso-ascii-theme-font:minor-latin; mso-hansi-font-family:Arial; mso-hansi-theme-font:minor-latin; mso-bidi-font-family:"Times New Roman"; mso-bidi-theme-font:minor-bidi; mso-fareast-language:EN-US;} Cuando la guitarra se agiganta Gerardo Núñez y Dani de Morón lideran dos distintas aproximaciones a la sonanta Fermín Lobatón Sevila 22 SEP 2016 La programación de la Bienal, bien poblada de guitarras en esta edición, ha propiciado que en dos noches seguidas se sucedan aproximaciones muy distintas al instrumento de seis cuerdas provenientes de dos artistas que pertenecen a generaciones consecutivas. Ambos casos representan el cambio de rol que la sonanta ha experimentado en las últimas décadas abandonando su antiguo papel secundario para convertirse en líder de su propio espectáculo. Han sido casos en los que la guitarra se ha agigantado, adquiriendo unas dimensiones colosales por razones bien dispares.Las composiciones de Gerardo Núñez han marcado época y pueden llegar a ser bien conocidas por el aficionado que sigue sus conciertos. Sus falsetas, sus melodías han tenido siempre un gancho especial y una peculiar calidez. Por eso resultaba atractivo escuchar el resultado de su traslado a la rica sonoridad de una big band. El vehículo tradicional del swingpuesto al servicio del compás y las armonías flamencas. Existen muy pocos ejemplos de esta asociación, aunque en nuestro país no se puede olvidar el trabajo del saxofonista Perico Sambeat, en el que, no por casualidad, participó Núñez, que probablemente ha sido el guitarrista de su generación que ha optado por un formato más jazzero.Y, definitivamente, su música se engrandeció multiplicada por el cromatismo y la contundencia de los metales y el soporte de una sección de ritmo espectacular que iba del piano de Moisés Sánchez a las palmas de Carmen Cortés, la batería de Marc Miralta, el cajón de Cepillo y el contrabajo de Toño de Miguel. En total veintidós músicos en escena, porque esta era una big bandtradicional con sus líneas de saxos, trombones y trompetas al completo y un director, Kike Perdomo, que ha compuesto unos arreglos sobrios y eficaces que no oscurecen el protagonismo de la guitarra, que siempre manda y señala el camino.Tangos, tanguillos, soleares y bulerías y también martinete en la voz de Carbonell. Más baile, que Carmen Cortés se desplegó con generosidad en diversos apuntes y en una soleá bien completa con el acompañamiento casi exclusivo de la sección de ritmo. Los formatos fueron cambiando de uno a otro tema –Templo del lucero, Calima, Sevilla…- para terminar en la apoteosis de La Habana a oscuras.De la casi madrugada del Teatro Central a la fresca noche del miércoles en el Real Alcázar. Otra guitarra y también líder, porque Dani de Morón decidió que, tras dos discos de concierto, iba, en el tercero, que se llamará 21, a poner su toque al servicio del cante en una llamativa inversión del rol tradicional, porque es el guitarrista el que invita a los cantaores a los que quiere acompañar y en los que quiere inspirarse para tocar. Cada uno con su estilo, su metal y su acento. Cuatro de las voces que estarán en su disco –Rocío Márquez, Jesús Méndez, Duquende y Arcángel- acompañaron al guitarrista en su gran noche.Antes de acompañar, Dani se presentó de forma apabullante, condensando en un solo estilo todos los recursos que caracterizan su toque. Armonías rítmicas y contratiempos frenéticos a la velocidad de una bulería de vértigo. Una guitarra que también parecía multiplicada de tanta música como salía de ella. Pero tras esa tarjeta de presentación llegaría el reto de la noche y de su disco: un sucesivo cambio de registro para los timbres de cada uno de los invitados. Pasar del toque discreto, casi secundario, como tradicionalmente se entendía, para dejar en un apunte o en una falseta su ya reconocible firma como un brochazo de genialidad: una reconocible melodía apenas insinuada en una fina síncopa como muestra de tantos ejemplos.Crea la atmósfera para la granaína de Márquez y le teje un tapiz de la calidad del mosaico árabe que tenía a su espalda para su milonga marchenera. Con Jesús Méndez abandona la dulzura y baja a la tierra con un toque vigoroso y grueso para su cante torrencial. Vuelve a la delicadeza de un finísimo trémolo para acompañar los aires levantinos de Duquende y se templa más si cabe para ilustrar el ralentizado y muy ligado discurso por tientos de Arcángel. En la parte central, el reto superlativo de Israel Galván. Su baile, que con un toque de aparente burla esconde su alta exigencia, se asoció con a la música del guitarrista con pasmosa naturalidad.La exigencia artística de la coplaEl reparto vocal ofreció un pobre interés con un resultado nada satisfactorioDestacaron el dominio de la partitura de Gallardo y la brillantez de Sánchez· MANUEL MARTÍN MARTÍN· Sevilla· @LaAzagaya23/09/2016 'Can andaluza'Espectáculo: 'Canción andaluza de Paco de Lucía' / Dirección musical y guitarrista solista: Jose María Gallardo / Piano: Moisés Sánchez / Guitarras: Juan José Suárez 'Paquete' y José del Tomate / Percusión: Israel Suárez 'Piraña' / Colaboración especial: Lole Montoya y Parrita / Lugar y fecha: Real Alcázar. 22 de septiembre de 2016 (Dos estrellas) P.12 URL: UUM: - PAÍS: España UUD: - TARIFA: - TVD: TMV: - 24 Septiembre, 2016 Pulse aquí para acceder a la versión online El segundo de los conciertos previsto en el Real Alcázar ha desembocado enun homenaje a la copla a través de las ocho canciones populares que conforman el disco póstumo de Paco de Lucia, 'Canción Andaluza',a más de un fugaz recorrido por aquellos paisajes del algecireño que formaron parte de su infancia, teniendo como colores las tonalidades creadas por Quintero, León y Quiroga y como referente la voz que para él fue el símbolo de la copla: Marifé de Triana. Ha sido José María Gallardo el que ha representado el sueño no cumplido de Paco de Lucía, escenificar la obra y dar "vida a esas composiciones y recordar al maestro de Algeciras" a través de una producción de las que no se estilan en estos tiempos flamencos, aunque sí hicieron historia en aquellas Quincena de Flamenco y Música Andaluza del Teatro Lope de Vega que precedieron a la Bienal. Sin embargo, el reparto vocal ha ofrecido un pobre interés, con un resultado nada satisfactorio. El espectáculo contó con una producción que funcionó bien al principio por ser muy actual, lejos de relecturas ni aspectos conceptuales de ningún tipo, lo que, a través de la guitarra de Gallardo, respiramos el encanto y seducción del pasodoble 'Romance de valentía', las ausencias 'En tierra extraña' o el papel vital que cumplió el pianista de jazz Moisés Sánchez a partir del 'Pena, penita, pena', en el que Gallardo introdujo el fraseo de 'Entre dos aguas'. Hubo, mismamente, embeleso y ensoñación en las bulerías 'María de la O' con la incorporación del percusionista Piraña al dúo anterior, y los tres entregaron el tema 'Ojos verdes', con el que quedaron pintados muchos sentidos a los pies de la Giralda, pero a partir de ahí el espectáculo descendió con las idas y venidas de los músicos, los tiempos muertos y, sobre todo, con los invitados, Lole Montoya y Parrita, que no estuvieron a la altura de las exigencias de una Bienal de Flamenco. A Lole la vimos fuera de sitio en las bulerías 'Te he de querer mientras viva', de León y Quiroga, e incluso en una serie de tangos para los que tampoco encontró mucha ayuda en las guitarras de Jesus de Rosario y José de Tomate, enmendando la plana estos dos en la interpretación de la 'Chiquita piconera', de León, Callejón y Quiroga. Urgía estimular, por tanto, la acción escénica y llegó el prodigio de la noche, el 'Adagio' del 'Concierto de Aranjuez, que Gallardo dedicó a Paco de Lucía para, junto a Moisés Sánchez, ser capaces de despedazar el corazón del más impasible en grandes sonetos, o hacer de poeta a quienes sueñan con los anhelos del algecireño. Todo prometía a retomar la escalada al éxito. Pero nuestro gozo en un pozo, porque a partir de aquí de nuevo contabilizamos los minutos con el reloj de las eternidades, pues el 'Romance de Juan Osuna' que cantaba Caracol se durmió en la garganta reducida de Parrita, así como sus pobres tangos o el tema 'Señorita', de León y Solano, y que encumbrara el utrerano Enrique Montoya. Menos mal que de nuevo Moisés Sánchez y Piraña agitaron la música que naufragaba en las olas del recuerdo. Sólo algunas canciones andaluzas de Paco de Lucía han cobrado vida y contadas emociones percibimos en la propuesta de José María Gallardo, que al menos ha conseguido que todo estuviera en su sitio y en su época, pues resultaba coherente y de bella factura. Pero la exigencia artística de la copla es irrefutable y no admite que la tensión decaiga a lo largo del concierto o que las armas de la propuesta se basen en dos voces inoperantes, una perdida en la visualización de la letra y la otra seriamente agotada, por lo que la lectura positiva del espectáculo se bifurca entre la brillantez del virtuoso Sánchez y el gran dominio de la partitura de las coplas de Gallardo. Tributo al maestro en tono menorEl nuevo homenaje que le dedicó la Bienal a Paco de Lucía anoche en el Alcázar estuvo en tono menor. La idea de llevar al directo por primera vez su obra póstuma, ‘Canción andaluza’, desafinó como una guitarra de tómbolaManuel Bohórquez / Sevilla / 23 sep 2016 / 07:38 h. Paco de Lucía no tiene suerte en la Bienal. En vida tampoco, aunque le recordamos grandes conciertos. Recuerdo un titular de una de esas veces: “Paco de Lucía, en tono menor”. Creo que era así. Le temía a la Bienal como a una vara verde, según él, porque se le ponían en primera fila del teatro algunos guitarristas o aficionados a la sonanta de Ricardo o Melchor, y lo crujían con la mirada cuando se desviaba lo más mínimo de los cánones. Pues anoche, en el nuevo tributo que le dedicó el festival sevillano, la cosa estuvo también en tono menor. La idea no era desdeñable, llevar al directo, por primera vez, su obra póstuma, Canción andaluza, el homenaje que el genio de la Isla Verde dedicara a la copla a través de ocho piezas fundamentales del género. Una joya del joyero de su discografía. El escenario era el mejor, el Patio de la Montería del Real Alcázar, con lleno absoluto. No era para menos. Sin embargo, la noche no dio de sí lo que se esperaba, desafinó como una guitarra de tómbola. Incluso hubo un momento, cuando el guitarrista José María Gallardo estaba interpretando el adagio del Concierto de Aranjuez, que el pianista, Moisés Sánchez, confundió la partitura con la lista de la compra de Mercadona. Fue solo un accidente, vale, se le pusieron flamencos los papeles, pero qué mala pata. Menos mal que el guitarrista sevillano nos había deleitado ya con varias maravillas de Quintero, León, Quiroga, Penella, Álvarez y Valverde, con su elegancia y enorme sensibilidad, sin que se le fuera ni una sola nota. Todas se le fueron a una columna del equipo de sonido, que tuvo un inoportuno resfriado. Ojos verdes, En tierra extraña, Pena, penita, pena, Romance de valentía... La historia de la copla. No es la copla el fuerte de Lole Montoya, porque hasta tuvo que leer en un atril su canción, haciendo luego unos tangos con la voz tan floja como una almohada de plumas. La voz más angelical del cante sevillano estuvo también en tono menor, aunque sea siempre un dulce para los paladares más nostálgicos. A ver si el valenciano Parrita nos araña el alma, como acostumbra, pensamos, y lo intentó zambreando por Caracol, con un metal de voz tan gitano P.13 URL: UUM: - PAÍS: España UUD: - TARIFA: - TVD: TMV: - 24 Septiembre, 2016 Pulse aquí para acceder a la versión online que, bueno, como la noche estaba cortita, nos supo a gloria. También recordando, que no emulando, porque eso es imposible, al gran Enrique Montoya en Señorita, de León y Solano. Y poco más que contar. Lo mejor, que la noche no se hizo eterna, aunque la música de Paco lo sea. Hay que seguir intentándolo, en la Bienal o fuera de ella, porque el maestro tenía mucho de Sevilla en su toque, parte del alma del Niño Ricardo, el señor Serrapí. Y por muchas más cosas, entre otras, porque una ciudad como Sevilla, una de las cunas del flamenco, y un festival de la categoría de la Bienal, no pueden pinchar siempre en hueso cada vez que intentan homenajear al artista flamenco más grande de todos los tiempos. Hay que rendirle honores, pero que sea en tono mayor. Y si no es mucho pedir, con siete bemoles. Famenco / Canción Andaluza de Paco de Lucía / Calificación: * *XIX Bienal de Flamenco. Tributo a Paco de Lucía. Dirección musical y guitarrista solista: José María Gallardo. Piano: Moisés Sánchez. Guitarras: Jesús de Rosario y José del Tomate. Percusión: Piraña. Artistas invitados: Lole Montoya y Parrita. Real Alcázar, 22 de septiembre de 2016. No hay vencedor sino Paco de LucíaLa interpretación de la obra póstuma del genio de Algeciras, «Canción Andaluza», ha sido un homenaje digno, pero no emocionante Alberto García Reyes Sevilla22/09/2016 Lo de José María Gallardo en el Alcázar ha sido un verdadero romance de valentía. Sus formas clásicas le restan a la «Canción Andaluza» de Paco de Lucía, obra celestial del dios de la guitarra, ese tempo flamenco que el de Algeciras le metía incluso a su respiración. El sevillano no tiene ese juego del elástico rítmico ni de pulsación trepidante que tenía el genio de todos los genios. Pero se ha empapado las composiciones de su obra póstuma en apenas un mes. Y salió al escenario más puñetero del mundo a tocar por Quintero, León y Quiroga siguiendo el patrón paquero, pero proponiendo su propio latido, algo más rígido que en la anarquía jonda. El héroe de la noche estaba anunciado en la inscripción de la fachada del Palacio de Pedro I: «No hay vencedor sino Paco de Lucía». Y Gallardo ha tirado de esa pena, penita, pena de su ausencia para darle enjundia a las coplas que el hijo de la portuguesa había escuchado en su casa de la Bajadilla cuando era un chavea. Fue una interpretación seria, muy seria. Honradísima. Digna de un artista que merece mucho más reconocimiento del que tiene en su tierra. Todo sonó impoluto y siguiendo con exactitud las composiciones originales. Con arreglos más simples y claqueta. Pero con todas las notas. Sin excepción. Y con todos los cambios rítmicos en su sitio. La entrada de María de la O por bulerías. Sólo con piano y cajón. Algo metálico el sonido. El viraje a los tangos-rumbas de Ojos Verdes. Todo estaba rigurosamente encajado según había sido concebido por su autor. Aunque la realidad es que la pátina de flamencura tuvo que ponerla Jesús de Rosario con José del Tomate para la voz lunera de Lole Montoya.Me duele hasta la sangre de lo mucho que me gusta esa gitana, de la clase con la que canta, pero esta vez estaba enconsertada porque no se sabía la letra y en la afinación bordeó varias veces el precipicio mientras consultaba con el atril. Lole ya no es la que fue por tangos morunos, pero evoca una época que sólo puede traer felicidad a la memoria. Hasta rozada, que lo estaba y mucho, suena a un tiempo mejor. Aunque quizás tendría que dosificarse a partir de ahora. Pero yo la he de querer mientras viva. Como a Paco, el Mambrú, que vio pasar entre las manos del Rosario su versión de Chiquita Piconera...Lo que había sobre el escenario era dignidad. Pero para acercarse al de Algeciras hay que emocionar. Él tenía toda la técnica del mundo y se la pasó por el arco del triunfo en busca del ole. No quería cosas imposibles. Quería música invencible. Por eso no morirá nunca. Porque incluso en las fatigas de los guitarristas que han tenido el valor y el buen gusto de homenajearlo aparece por detrás imponiendo su ley. Que es la ley. La única ley que tendrá ya para siempre la guitarra flamenca. La carta magna del toque. Gallardo lo buscó en alguna estrella de las que rondan la Giralda para recordar el Concierto de Aranjuez que montaron juntos. El sonido fallaba. El recuerdo no. Aquella forma de meterle mano a la obra de Rodrigo volvió locos a todos los clásicos. «Maestro, que Dios te bendiga», le dijo el sevillano. Dios bendiciendo a un dios. Y luego Parrita le cantó las zambras caracoleras poniendo la mano en el evangelio. Ese gitano tiene clavito y canela, incluso cuando los desconchones le impiden llegar a la cima del tono. Es tan personal por tangos que siempre merece la pena, hasta cuando se acuerda de otro monstruo como Pansequito y canta como un péndulo en el aire. Paco, que le tocó a los más grandes, lo adoraba. Algo tiene el agua cuando la bendicen. Y el flamenco, como decía Enrique Montoya, lleva casi un siglo con un nombre en la boca y nunca lo pronuncia delante de la gente. Anoche estuvo en Sevilla, su señorita y su pena infinita. Venciendo otra vez al tiempo hasta en la ausencia de pellizco. Francisco Sánchez Gómez. «No hay vencedor sino Paco de Lucía», escribieron los moros en el Alcázar hace 700 años. Canción andaluza de GallardoJuan Vergillos Actualizado 23.09.2016 canción andaluza de paco de lucía. Guitarra y dirección: José María Gallardo.Cante: Parrita, Lole Montoya. Guitarras: Jesús del Rosario, José del Tomate. Piano: Moisés Sánchez. Percusión: Israel Suárez 'Piraña'.Lugar: Real Alcázar. Fecha: Jueves 22 de septiembre. Aforo: Casi lleno. Fue una chapuza. No en la ejecución artística sino en la producción. En la comunicación. La idea es excelente: homenajear a Paco de Lucía haciendo su última obra y contando para ello con su grupo y colaboradores. Y también con su familia, ya que José María Bandera, que era sobre quien inicialmente recayó el peso de la propuesta, es, además de miembro de su grupo durante años, sobrino del de Algeciras. Pero el elenco inicial se cayó. No vino el sobrino ni tampoco Josemi y Juan Carmona, como estaba previsto. Hace unos días en la página web de la bienal apareció, no como noticia sino en el apartado del programa dedicado a este recital, el grupo que finalmente vino anoche y también la P.14 URL: UUM: - PAÍS: España UUD: - TARIFA: - TVD: TMV: - 24 Septiembre, 2016 Pulse aquí para acceder a la versión online leyenda de que "el elenco del espectáculo ha sufrido una modificación sin verse afectado el contenido artístico del mismo". Esto no es cierto. Porque José María Gallardo no es un guitarrista de flamenco sino clásico. Al tratarse de un intérprete de otro género, evidentemente el contenido artístico sufrió una alteración drástica. Aunque se haya mantenido el programa original, cosa que no sé con exactitud. La copla andaluza tiene la ventaja de que está en la memoria sentimental de todos nosotros y el inconveniente de que ha sufrido tantas versiones que es una música manida. Eso es lo que pudimos escuchar anoche, una música manida y familiar. En la versión de un guitarrista clásico. Así que este cambio tan fundamental en el programa inicial tendría que haberse comunicado abierta y claramente a los aficionados. Este repertorio tan familiar y manido se puede convertir en música exquisita gracias al genio de Paco de Lucía. O gracias al bellísimo timbre y la entrega emocional de Parrita, que ha dedicado su último disco al género y que salvó los muebles anoche con sus zambras caracoleras y el Señorita de Montoya. Aunque fueron los tangos que cantó el valenciano lo único vivo que escuchamos en el Alcázar en un deslavazado concierto que, para que no faltara nada, acogió incluso el Adagio del Concierto de Aranjuez en versión para guitarra y piano. Lole estuvo fría, rígida, tanto en la versión de Te he de querer mientras viva como en sus tangos. P.15 @ elCorreoweb.es URL: www.elcorreoweb.es UUM: 98000 PAÍS: España UUD: 16000 TARIFA: 187 € TVD: 18700 TMV: 2.27 min 24 Septiembre, 2016 Pulse aquí para acceder a la versión online P.24 @ elCorreoweb.es URL: www.elcorreoweb.es UUM: 98000 PAÍS: España UUD: 16000 TARIFA: 187 € TVD: 18700 TMV: 2.27 min 24 Septiembre, 2016 Pulse aquí para acceder a la versión online P.25 @ elCorreoweb.es URL: www.elcorreoweb.es UUM: 98000 PAÍS: España UUD: 16000 TARIFA: 187 € TVD: 18700 TMV: 2.27 min 24 Septiembre, 2016 Pulse aquí para acceder a la versión online P.26