Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris /LEURGHOD6HULH9DPSLURV6XUHËRV 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD1&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Este libro esta dedicado a toda la gente que me han dicho que disfrutaron con³0XHUWR+DVWDHO$QRFKHFHU´ Gracias por el est’mulo. Mi agradecimiento va para Patsy Asher por el Recuerdo de Coartada en San Antonio, Texas; Chloe Green de Dallas; y toda la ayuda de mis cyber-amigos que hice en DorothyL, quiŽnes respondieron a todas mis preguntas de manera r‡pida y entusiasta. Tengo el mejor trabajo del mundo. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD2&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris &DSÇWXOR Andy Bellefleur estaba borracho como una mofeta. Esto no era normal para Andy crŽanme, conozco a todos los borrachos en Bon Temps. Trabajar durante varios a–os en el bar de Sam Merlotte me los ha presentando m‡s o menos a todos. Pero Andy Bellefleur, hijo nativo y detective de la peque–a fuerza policial de Bon Temps, nunca antes hab’a estado borracho en 0HUORWWHV. Ten’a mucha curiosidad del porque esta noche ser’a la excepci—n. Andy y yo no somos amigos ni siquiera en la imaginaci—n, as’ que no pod’a ir y preguntarle por quŽ. Pero ten’a otra manera de averiguarlo, y decid’ hacer uso de ella. Aunque intento limitar el uso de mi discapacidad, o regalo, o como sea que le quieran llamar, para saber cosas que pueden afectarme a m’ o los m’os, algunas veces la curiosidad pura y dura gana. Deje bajar mi guardia mental y le’ la mente de Andy. Me puso triste. Andy hab’a tenido que arrestar a un hombre esa ma–ana por secuestro. ƒl se hab’a llevado a su vecina de diez a–os a los bosques y la hab’a violado. La ni–a estaba en el hospital, y Žl hombre en la c‡rcel, pero el da–o que hab’a causado era irreparable. Me sent’ deprimidona y triste. Era un crimen que tocaba muy de cerca mi propio pasado. Andy me agrad— un poquito m‡s por su depresi—n. -Andy Bellefleur, dame tus llaves, -le dije. Su cara ancha giro hacia m’, mostrando falta de comprensi—n. DespuŽs de una larga pausa mientras mi informaci—n se abr’a paso en su cerebro, Andy busco la llaves en el bolsillo de sus caquis y me dio un pesado anillo con la llave. Puse otro Bourbon con Coca en la barra en frente a Žl. ±Mi convite, -le dije, y me dirig’ hacia el telŽfono al final de la barra para llamar a Portia, la hermana de Andy. Los hermanos Bellefleur viv’an en un arruinado y grande edificio hist—rico, antiguamente un lugar de verdadero valor, sobre la calle mas bonita y el ‡rea mas agradable de Bon Temps. En la calle de Magnolia Creek, todas las casas tienen vista hacia un parque por donde pasa un riachuelo, enmarcado por decorativos puentes para peatones, una carretera pasa a ambos lados. Hab’a otras cuantas casas antiguas en Magnolia Creek, pero todas estaban en mejores condiciones que el lugar de los Bellefleur, Belle Rive. Belle Rive era demasiado caro de mantener para Portia, abogada, y Andy, polic’a, desde que el dinero que se necesitaba para su mantenimiento se hab’a esfumado hac’a mucho tiempo. Pero su abuela, Caroline, tercamente se rehusaba a vender. Portia contesto despuŽs del segundo timbrazo. -Portia, soy Sookie Stackhouse, -le dije, teniendo que elevar mi voz por el ruido del bar. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD3&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Debes de estar en el trabajo. -S’. Andy esta aqu’, y Žl esta cant‡ndole al viento. Ya tengo sus llaves. ¢3XHGHVYHQLU por Žl? -¢$QG\EHELyPXFKR"Eso es muy raro. Seguro, estarŽ all’ en diez minutos, -prometi—, y colg—. -Eres una chica dulce, Sookie, -dijo Andy de manera inesperada. ƒl termin— la bebida que le hab’a preparado. Puse el vaso fuera de su vista y espere que Žl no pidiera m‡s. -Gracias, Andy, -le dije. ±Tœ estas bien, tambiŽn. -¢'RQGH«pOQRYLR" -Justo aqu’, -dijo una voz fr’a, y Bill Compton apareci— junto a Andy. Le sonre’ sobre la cabeza ca’da de Andy. Bill media como un metro ochenta, con cabellos y ojos casta–o oscuro. ƒl ten’a hombros y brazos muy fuertes, del tipo de hombre que ha trabajado f’sicamente durante a–os. Bill hab’a trabajado en la granja con su padre, y luego por s’ mismo antes de irse como soldado a la guerra. Me refiero a la Guerra Civil. -£(K9%±llam— Micah, el esposo de Charlsie Tooten. Bill agit— una mano de manera casual para regresar el saludo, luego mi hermano, Jason, dijo: Vampiro Bill, -con perfecta cortes’a. Jason, quiŽn no hab’a acogido precisamente a Bill en nuestro peque–o circulo familiar, parec’a estar d‡ndole vuelta al cap’tulo. Contuve mentalmente el aliento, esperando que esta nueva actitud en Žl fuera permanente. -Buenas, -Bill, para ser un chupasangre estas bien, -Andy dijo juiciosamente, girando su taburete de la barra para ver a Bill. Esto confirm— mi opini—n acerca de lo borracho que estaba Andy, Žl nunca hab’a sido un entusiasta del asentamiento de los vampiros dentro de la Sociedad Americana. -Gracias, -dijo Bill, seco. ±Tœ no eres tan malo para ser un Bellefleur. ±ƒl se inclin— a travŽs de la barra para darme un beso. Sus labios eran fr’os como su voz. Uno tiene que acostumbrarse a eso. Como cuando descansaba mi cabeza sobre su pecho, y no escuchaba latir su coraz—n dentro. ±Buenas noches, amor, -dijo en voz baja. DeslicŽ a travŽs de la barra un vaso con sangre sintŽtica desarrollada por los japoneses B negativo, Žl lo atrap— y se lami— los labios. Se vio rozagante casi de inmediato. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD4&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas -¢&RPRIXHW~UHXQLyQFDULxR"±le Charlaine Harris preguntŽ. Bill hab’a estado en Shreveport la mayor parte de la noche. -Te lo dirŽ m‡s tarde. Esperaba que esa historia del trabajo fuera menos penosa que la de Andy. -Bien. Apreciar’a si puedes ayudar a Andy a llegar al auto de Portia. Ella esta llegando, -le dije se–alando hacia puerta. Por una vez, Portia no estaba usando blusa, falda o pantal—n, con chaqueta y zapatos de tac—n bajo que constitu’an su uniforme profesional. Se hab’a cambiado por unos jeans azules y una vieja sudadera Sophie Newcomb. Portia ten’a una constituci—n igual de fuerte que su hermano, s—lo que ella ten’a largo y grueso cabello casta–o. Lo manten’a hermosamente cuidado, una se–al de que Portia no se hab’a dado por vencida. Ella caminaba sola entre la ruidosa multitud del bar. -Bueno, Žl esta bien ahogado, -dijo ella, evaluando a su hermano. Portia estaba tratando de ignorar a Bill, quiŽn la pon’a muy inc—moda. ±No lo hace muy seguido, pero cuando decide hacerlo, hace un buen trabajo. -Portia, Bill puede llevarlo a tu auto, -le dije. Andy era mas alto y grueso que Portia, claramente mas pesado que su hermana. -Creo que puedo con Žl, -dijo firme, todav’a sin mirar hacia Bill, quiŽn elev— las cejas hacia m’. As’ que deje que le pasara un brazo alrededor e intentara levantarlo. Andy ni siquiera se movi—. Portia miro alrededor buscando a Sam Merlotte, el due–o del bar, quiŽn era bajo y delgaducho en apariencia pero muy fuerte. -Sam esta atendiendo una fiesta de aniversario en el Club Social, -le dije. ±Mejor deja que Bill te ayude. -Esta bien, -dijo la abogada r’gidamente, sus ojos en la pulida barra de madera del bar. ±Te lo agradezco mucho. Bill levant— a Andy y se movi— hacia la puerta en segundos, a pesar de que las piernas de Andy parec’an de gelatina. Micah Tooten salt— para abrir la puerta, as’ Bill pudo sacar arrastrando Andy directo al estacionamiento. -Gracias, Sookie, -dijo Portia. ±¢(VWDSDJDGDVXFXHQWD" Asent’. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD5&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris bien, -dijo, azotando su mano en se–al de que se iba. Tuvo que o’r el coro de buenos consejos mientras segu’a a Bill hacia la puerta principal de 0HUORWWHV. -Esta As’ fue como el viejo Buick del detective Andy Bellefleur se quedo en el estacionamiento de 0HUORWWHV durante toda la noche hasta el d’a siguiente. El Buick seguramente estaba vac’o cuando Andy entr— al bar, Žl jurar’a mas tarde. ƒl incluso testificar’a que hab’a estado tan preocupado por su confusi—n interna que se hab’a olvidado de cerrar el auto. En algœn momento entre las ocho, cuando Andy llego a 0HUORWWHV, y la siguiente ma–ana, cuando yo lleguŽ para ayudar a abrir el bar, el auto de Andy hab’a adquirido un nuevo pasajero. Uno que le caus— un desconcierto considerable a la polic’a. Uno que estaba muerto. *** No se supon’a que yo estuviera all’. Hab’a trabajado el turno pasado en la noche, y deber’a trabajar esa noche en el mismo turno. Pero Bill me hab’a pedido si pod’a cambiar mi turno con alguna compa–era, porque necesitaba que fuŽramos a Shreveport, y Sam no hab’a puesto objeci—n. Le ped’ a mi amiga Arlene si pod’a trabajar mi turno. Ella ten’a d’a libre, pero siempre estaba dispuesta a obtener las propinas mas jugosas que daban en la noche, as’ que estuvo de acuerdo en venir a las cinco de la tarde. Si todo hubiera ido bien, Andy deber’a haber ido a recoger su auto en la ma–ana, pero Žl se sent’a todav’a atontado, as’ que Portia lo llev— a su trabajo en la estaci—n de polic’a. Ella le dijo que lo recoger’a en la tarde, y que tomar’an el almuerzo en el bar. As’ Žl podr’a recoger el auto. As’ el Buick, con su pasajero silencioso, dilat— mas en ser descubierto de lo que deber’a haber sido. Yo hab’a tenido mis seis horas de sue–o la noche anterior, as’ que me sent’a bien bonita. Salir con un vampiro puede ser duro para el equilibrio si uno es verdaderamente una persona de d’a, como yo. Hab’a ayudado a cerrar el bar e ido a la casa de Bill como a la una. Nos hab’amos metido en la tina caliente de Bill, e hicimos otras cosas, pero me fui a la cama como a las dos, y no me levante hasta las casi las nueve. Bill desde hacia mucho rato estaba bajo tierra. Beb’ un mont—n de agua y jugo de naranja, tome mis multivitaminas con el complemento de hierro en el desayuno, lo que era mi rŽgimen normal desde que Bill hab’a entrado en mi vida y trajo (junto con el amor, aventura y excitaci—n) la amenaza constante de anemia. El clima se estaba volviendo mas fr’o, gracias a Dios, y me sentŽ en el porche de Bill vistiendo un c‡rdigan con los pantalones que usamos para trabajar 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD6&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris en 0HUORWWHV cuando el tiempo se hace mas fr’o para los pantaloncillos. Mi playera blanca dec’a MERLOTTE BAR bordado en el pecho izquierdo. Mientras desenrollaba el periodico matutino, la otra parte de m’ mente estaba registrando el hecho de que el pasto no estaba creciendo muy aprisa. Algunas parte comenzaban a cambiar de color. El estadio de fœtbol en la escuela aguantar’a nada m‡s para el viernes en la noche. El verano odiaba dejar a Luisiana, incluso a la Luisiana del Norte. La ca’da comienza de mala gana, y se podr’a pensar que en cualquier minuto se revertir‡ y volver‡ el ahogante calor de Julio. Pero yo estaba alerta, y pude empezar a detectar cambios de estaci—n esa ma–ana. Oto–o e Invierno significaban noches m‡s largas, m‡s tiempo con Bill, m‡s horas para dormir. As’ que estaba alegre cuando fui a trabajar. Cuando vi el Buick estacionado de manera solitaria en frente del bar, me acordŽ de la buena borrachera de Andy la noche anterior. Tengo que confesarlo, sonre’ cuando imagine como se estar’a sintiendo esa ma–ana. Iba a conducir alrededor para estacionarme en la parte de atr‡s del bar junto con los otros empleados, cuando notŽ que la puerta del pasajero en el auto de Andy estaba un poquito DELHUWD (VR KDUtD TXH VX ODPSDULWD HQ HO WHFKR VH TXHGDUD HQFHQGLGD ¢FLHUWR" < VX bater’a se iba a morir. Y Žl se iba a enojar, y tendr’a que entrar en el bar para llamar a la JU~D R SHGLU XQ DYHQWyQ« DVt TXH PH HVWDFLRQH VDO’, y deje andando el auto. Lo que demostr— ser un error optimista. EmpujŽ la puerta, pero no quer’a cerrarse. As’ que presione mi cuerpo contra ella, pensando que con eso bastar’a y yo podr’a seguir mi camino. De nuevo, la puerta no cerraba. Impaciente, la abr’ toda para ver que era lo que estorbaba. Una r‡faga de olor inundo el estacionamiento, un olor terrible. Consternada agarre mi garganta, porque ese olor no me era desconocido. AtisbŽ hacia el asiento trasero del auto, mi mano tap‡ndome la boca, aunque apenas ayudaba con ese olor. -Oh, cielos, -susurrŽ. ±Oh, mierda. Lafayette, el cocinero del primer turno en 0HUORWWHV, hab’a sido aventado en el asiento trasero. Estaba desnudo. Era el peque–o pie cafe de Lafayette, con sus pintadas u–as de intenso carmes’, lo que hab’a impedido a la puerta cerrarse, y era el cuerpo de Lafayette lo que apestaba hasta el cielo. Me echŽ hacia atr‡s de manera apresurada, revolv’ todo dentro de mi auto y conduje a la parte trasera del bar, import‡ndome un cuerno el como. Sam vino corriendo fuera de la puerta de empleados, con un mandil atado en su cintura. Apague mi auto y sal’ fuera tan r‡pido que ni siquiera me di cuenta, y me envolv’ alrededor de Sam como si fuera un calcet’n con est‡tica. -¢4XpRFXUUH"±escuche la voz de Sam en mi o’do. Me apartŽ para mirarlo, no tuve que alzar mucho la vista porque Sam es un hombre bajito. Su cabello rubio±rojizo brillaba bajo el sol de la ma–ana. El tiene verdaderos ojos azules, y estaban llenos de preocupaci—n. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD7&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Es Lafayette, -dije, y empecŽ a llorar. Eso era rid’culo, tonto y no ayudaba en nada, pero no pude evitarlo. ±Esta muerto, en el auto de Andy Bellefleur. Los brazos de Sam me abrazaron sobre mi espalda y me atrajeron hacia su cuerpo una vez m‡s. lamento que lo hayas visto, -dijo. ±Tenemos que llamar a la polic’a. Pobre Lafayette. -Sookie, Ser un cocinero en 0HUORWWHV no es exactamente un llamado para alguna extraordinaria habilidad culinaria, desde que Sam s—lo ofrec’a unos cuantos emparedados con patatas, as’ que hab’a muchos que entraban y sal’an en esta posici—n. Pero Lafayette hab’a durado mas que los dem‡s, para mi sorpresa. Lafayette hab’a sido gay, un gay extravagante, un gay con maquillaje y u–as largas. La gente en el norte de Luisiana son menos tolerantes que la gente de Nueva Orle‡ns, y supon’a que Lafayette, un hombre de color, debi— haber pasado tiempos duros por esto. A pesar de±o a causa de±sus dificultades, Žl era muy alegre, entretenido y malicioso, listo, y un buen cocinero. ƒl ten’a una salsa especial con la que empapaba a las hamburguesas, que hacia que la gente pidiera muy seguido las hamburguesas de Lafayette. -¢7HQtDIDPLOLDDTXt"±preguntŽ a Sam. Nos separamos muy conscientes el uno del otro y nos dirigimos al edificio, hacia la oficina de Sam. -Ten’a un primo, -dijo Sam, sus dedos marcaban el 9±1±1. ±Por favor vengan a 0HUORWWHV en Hummingbird Road, -le dijo al operador. ±Aqu’ hay un hombre muerto en un auto. S’, en el estacionamiento, de frente al bar. Ah, ser’a mejor que alertara a Andy Bellefleur. Esta en su auto. Pude o’r desde donde estaba parada el graznido al otro lado de la l’nea. Danielle Gray y Holly Cleary, las dos camareras del turno de la ma–ana, entraron riendo a travŽs de la puerta. Ambas mujeres divorciadas en la mitad de los veintes, Danielle y Holly eran amigas de toda la vida y parec’an estar muy contentas trabajando siempre y cuando lo hicieran juntas. Holly ten’a un hijo de cinco a–os que iba al jard’n de ni–os, y Danielle ten’a una ni–a de siete a–os y un bebŽ muy chico para ir a la escuela, Žl se quedaba con la mam‡ de Danielle, cuando ella trabajaba en 0HUORWWHV. Nunca hab’a estado muy cerca de ellas-que, despuŽs de todo eran de mi edad±porque ellas estaban muy satisfechas solamente con su amistad. -¢4XpRFXUUH"±Danielle pregunt— cuando vio mi cara. Su propio rostro pecoso, se puso al instante preocupado. -¢4Xp KDFH HO DXWR GH $QG\ DOOi IXHUD" ±pregunt— Holly. Ella hab’a salido con Andy Bellefleur por un tiempo, recordŽ. Holly ten’a pelo rubio corto que colgaba alrededor su cara como pŽtalos de margarita marchita, y la piel m‡s bonita que jam‡s haya visto. ¢eOSDVyODQRFKHDKtQRHVFLHUWR" 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD8&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -No, -dije, -pero alguien m‡s lo hizo. -¢QuiŽn? -Lafayette est‡ dentro. -¢$QG\GHMyTXHXQQHJURPDULFDGXUPLHUDHQVXDXWR"±Esta era Holly, quiŽn no ten’a mucho cerebro. -¢QuŽ le pas—? ±Esta era Danielle, que era la m‡s lista de las dos. -No sabemos, -dijo Sam. ±La polic’a esta en camino. -Quieres decir, -Danielle dijo, lenta y cuidadosamente, -que est‡ muerto. -S’, -le dije a ella. ±Eso es exactamente lo que significa. -Bueno, no podremos abrir en una hora. ±Dijo Holly con las manos en sus redondeadas caderas. -¢4Xp YDPRV D KDFHU" 6L OD SROLFtD QRV GHMD DEULU ¢TXLpQ YD D FRFLQDU" /D gente va a venir, y ellos van a querer almorzar. -Nosotros nos prepararemos, s—lo por s’ acaso, -Sam dijo. -A pesar de que no creo que podamos abrir antes de la tarde. ±ƒl se dirigi— ha su oficina para llamar al cocinero sustituto. Me sent’ extra–a al seguir la rutina para abrir, como si Lafayette fuera a aparecer en cualquier momento para desmenuzarme en detalle alguna fiesta a la que hab’a asistido, del mismo modo que lo hab’a hecho hacia unos d’as. Las sirenas ven’an urlando bajo la carretera del condado que pasaba en frente de 0HUORWWHV. Se escucho el crujido de los autos cuando se detuvieron en el estacionamiento de grava en 0HUORWWHV. Mientras nosotros ya ten’amos las sillas bajadas, el conjunto de mesas, y los servilleteros repletos de servilletas, la polic’a entr—. 0HUORWWHV esta fuera de los limites de ciudad, as’ que el Sheriff de la regi—n, Bud Dearborn, estar’a a cargo. Bud Dearborn, hab’a sido un buen amigo de mi padre, y ahora ten’a el pelo canoso. ƒl ten’a una cara maciza, como un Pequines humano con opacos ojos cafŽs. Cuando entr— por la puerta principal, me di cuenta que Bud vest’a una botas pesadas y su Santa gorra. Deb’a de haber recibido la llamada cuando estaba trabajando en su granja. Con Bud venia Alcee Beck, el œnico detective Afroamericano que exist’a en la polic’a regional. Alcee era tan negro que su camisa blanca reluc’a en contraste. Su corbata estaba anudada de manera apropiada, y su traje era absolutamente correcto. Sus zapatos estaban limpios y pulidos. %XG \ $OFHH HQWUH HOORV FRUUtD OD UHJLyQ« DO PHQRV ORV HOHPentos mas importantes para mantenerla funcional. Mike Spencer, el director funeral y coronel de la regi—n, 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD9&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris ten’a una mano pesada en asuntos locales, demasiada, y era un buen amigo de Bud. Casi pod’a apostar que Mike estaba afuera pronunciando muerto al pobre Lafayette. Bud Spencer dijo: -¢4XLpQHQFRQWUyHOFXHUSR" -Fui yo. ±Bud y Alcee intercambiaron un mirada, y se voltearon a verme. -¢Sam, podemos usar tœ oficina? ±pregunt— Bud. Sin esperar la respuesta de Sam, me indic— con la cabeza que lo siguiera. -Seguro, esta derecho a ti, -dijo mi jefe seco. -¢6RRNLHHVWiVELHQ" -Excelente, Sam. No estaba segura de que fuera verdad, pero no hab’a nada que Sam pudiera hacer sin tener problemas, y todo sin provecho. Aunque Bud gesticul— para que me sentara, yo mov’ la cabeza, Žl y Alcee se sentaron en las sillas de la oficina. Bud, por supuesto, tomo la silla grande de Sam, mientras que Alcee se acomod— en la m‡s chica que estaba acolchada. -H‡blanos de la œltima vez que viste a Lafayette con vida, -sugiri— Bud. PensŽ acerca de eso. -ƒl no estaba trabajando anoche, -dije. ±Anthony era quiŽn trabajaba, Anthony Bol’var. -¢4XLpQHVHVH"±La ancha frente de Alcee se arrug—. ±No reconozco el nombre. un amigo de Bill. ƒl esta de paso, y necesitaba un empleo. Tiene experiencia. ± Hab’a trabajado en un merendero durante la Gran Depresi—n. -Es -£(VWDVGLFLHQGRTXHHOFRFLQHURWHPSRUDOHQ0HUORWWHV es un vampiro! -6t¢\"±preguntŽ. Pude sentir como m’ boca hacia una mueca terca, mientras mis cejas se enarcaban, sab’a que m’ cara se estaba poniendo muy molesta. Estaba tratando muy duro de no leer sus mentes, tratando de mantenerme fuera, pero no era f‡cil. Bud Dearborn era promedio, pero Alcee proyectaba sus pensamientos como un faro env’a una se–al. Ahora mismo Žl exudaba disgusto y miedo. En los meses anteriores de conocer a Bill, y descubrir que el atesoraba esta incapacidad m’a±m’ regalo, como Žl lo ve’a±hab’a hecho lo posible para pretender ante m’ misma y ORV GHPiV TXH QR SRGtD HQ UHDOLGDG ©OHHUª PHQWHV 3HUo desde entonces Bill me hab’a 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD10&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris liberado de la peque–a prisi—n que yo misma me hab’a construido, hab’a estado practicando y experimentando, con el apoyo de Bill. Con Žl, yo hab’a puesto en palabras las cosas que hab’a sentido durante a–os. Algunas personas enviaban un mensaje claro y fuerte, como Alcee. La mayor’a de la gente eran mas de prender y apagar, como Bud Dearnborn. Depend’a mucho de lo fuerte que fueran sus emociones, que tan clara tuvieran la cabeza, que tal estaba el clima, y otros factores por lo que sab’a. Algunas personas eran negras como el infierno, y eran los m‡s dif’ciles para leer lo que pensaban. Pod’a leer el humor que ten’an pero era todo. Ya hab’a admitido que si tocaba a la gente mientras trataba de leer sus pensamientos, me daba una imagen mas clara±como obtener un cable, despuŽs de tener s—lo una DQWHQD < KDEtD GHVFXELHUWR TXH VL ³HQYLDED´ D OD SHUVRQD LPiJHQHV UHODMDQWHV SRGtD fluir a travŽs de su cerebro como agua. No hab’a nada que deseara menos que fluir a travŽs de la mente de Alcee Beck. Pero de manera absolutamente involuntaria tuve un cuadro de la profunda reacci—n supersticiosa de Alcee al saber que un vampiro trabajaba en 0HUORWWHV, su impacto al descubrir que yo era la mujer que Žl hab’a o’do salia con un vampiro, su profunda convicci—n de que la abierta homosexualidad de Lafayette hab’a sido una deshonra para la comunidad negra. Alcee se figuraba que alguien la tendr’a contra Andy Bellefleur, para haberle estacionado un marica negro en su auto. Alcee estaba pregunt‡ndose si Lafayette habr’a tenido SIDA, si el virus pod’a haberse quedado en el asiento del auto de Andy y de algœn modo sobrevivido all’. ƒl vender’a el auto, si fuera suyo. Si tocaba a Alcee, podr’a saber su nœmero de telŽfono y la talla de sostŽn de su esposa. Bud Dearborn me miraba de manera chistosa. -¢'LMLVWHDOJR"±preguntŽ. -$Ki 0H SUHJXQWDED VL W~ KDEtDV YLVWR D /DID\HWWH DTXt GXUDQWH OD WDUGH ¢eO YLQR D tomar algo? -Nunca lo vi aqu’. Puestos a pensar nunca hab’a visto a Lafayette tomar. Por primera vez, me di cuenta que la bola de gente en el almuerzo era mezclada, pero los parroquianos en la noche eran casi exclusivamente blancos. -¢'RQGHUHDOL]DEDVXYLGDVRFLDO" tengo ni idea. ±Todo las historias que Lafayette me cont— hab’a cambiado los nombres para proteger a los inocentes. Bueno, actualmente, los culpables. -No -¢&XDQGRORYLVWHOD~OWLPDYH]" -Muerto, en el auto. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD11&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Bud sacudi— la cabeza con exasperaci—n. -Vivo, Sookie. -Hmmm. &UHRTXH«KDFHWUHVGtDVƒl todav’a estaba trabajando cuando llegue para m’ turno, nos dijimos hola el uno al otro. Ah, Žl me cont— que hab’a estado en una fiesta. ± TratŽ de recordar las palabras exactas. ±ƒl dijo que hab’a estado en una casa donde hab’a toda clase de juergas y jolgorios con sexo. Los dos hombres me miraron. -£%XHQRHVRIXHORTXHpOGLMR1RVpTXHWDQWRGHYHUGDGKD\DVLGR±Pod’a ver la cara de Lafayette cont‡ndome, el t’mido gesto cuando hab’a puesto sus dedos sobre sus labios para indicar que Žl no me iba a decir ningœn nombre o lugar. -¢7~FUHHVTXHDOJXLHQVDEUiDFHUFDGHHVWR"±Bud Dearborn lucia aturdido. -(UDXQDILHVWDSULYDGD¢3RUTXpDOJXLHQGLUtDDOJR" Pero esa clase de fiestas no deber’an de existir en nuestra regi—n. Ambos hombres me miraron. DespuŽs de apretar los labios, Bud dijo: -¢7HFRPHQWy/DID\HWWHDOJRDFHUFDGHGURJDVXVDGDVHQHVWDVFRVDVGHWRGRVMXQWRV" -No recuerdo nada de eso. -¢(UDHVWDILHVWDHQODFDVDGHDOJ~QEODQFRRGHDOJ~QXQQHJUR" -Blanco, -le dije, y despuŽs desee haber alegado ignorancia. Pero Lafayette hab’a estado muy impresionado por la casa±aunque no fuera grande o lujosa. ¢Por quŽ habr’a estado impresionado? No estaba muy segura que era algo impresionante para Lafayette, quiŽn hab’a crecido pobre y permanecido as’, pero estaba segura que hab’a estado hablando de la casa de algœn blanco, porque Žl hab’a dicho: ³7RGDV ORV FXDGURV HQ OD SDUHGHV VRQ EODQFRV FRPR D]XFHQDV \ VRQUtHQ FRPR FDLPDQHV´ No ofrec’ este comentario a los polic’as, y ellos no preguntaron m‡s. Cuando deje la oficina de Sam, despuŽs de explicar en primer lugar porque el auto de Andy hab’a estado en el estacionamiento, regrese para ponerme detr‡s de la barra. No quer’a ver la actividad fuera en el estacionamiento, y no hab’a ningœn cliente esperando porque la polic’a hab’a bloqueado las entradas. Sam estaba reorganizando las botellas detr‡s de la barra, desempolvando, y Holly y Danielle se hab’a aplastado en una mesa de la secci—n de fumar para que Danielle se echara un cigarro. -¢&RPRIXH"±pregunt— Sam. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD12&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -No hay mucho que decir. A ellos no les agrado escuchar acerca de que Anthony est‡ trabajando aqu’, y no les gust— lo que les dije sobre la fiesta de la que Lafayette se HVWDEDMDFWDQGRHORWURGtD¢2tVWHORTXHHVWDEDGLFLpQGRPH"¢/DFRVDGHODRUJtD" -Ah‡, Žl me dijo algo de eso, tambiŽn. Debi— de haber sido una noche grande para Žl. Si en realidad pas—. -¢Tœ crees que Lafayette se lo invent—? -No creo que hayan tantas fiestas biraciales y bisexuales en Bon Temps, -Žl dijo. -Pero eso es sol— porque nadie te ha invitado a una, -le se–ale concreta. Me preguntaba si yo sab’a realmente todo lo que pasaba en nuestro pueblito. De toda la gente en Bon Temps, yo sab’a el punto y las enes, desde el momento que esa informaci—n estaba m‡s o menos disponible para m’, si me decid’a a recogerla. ±Al menos, ¢DVXPRTXHHVHHO caso? -Ese es el caso, -dijo Sam, sonriŽndome mientras desempolvaba una botella de whisky. -Supongo que m’ invitaci—n tambiŽn se perdi— en el correo. -¢7~ FUHHV TXH /DID\HWWH YLQR DQRFKH SDUD GHFLUQRV PDV D WL o a m’ acerca de esta fiesta? Me encog’ de hombros. -ƒl quiz‡s se hab’a citado con alguien en el estacionamiento. Al fin y al cabo, todos saben donde queda 0HUORWWHV ¢5HFRJLy VX SDJD" ±Era fin de semana, cuando Sam normalmente nos pagaba. -No. Quiz‡s Žl vino por eso, pero se la habr’a dado en el trabajo al d’a siguiente. Hoy. -Me pregunt— quiŽn invitar’a a Lafayette a la fiesta. -Buena pregunta. -¢1RFUHHVTXHKDEUiVLGRWDQWRQWRFRPRSDUDFKDQWDMHDUDOJXLHQ" Sam frotaba la imitaci—n de madera con un trapo limpio. La barra ya estaba brillando, pero me di cuenta que Žl quer’a tener las manos ocupadas. lo creo, -dijo, despuŽs de pensarlo un momento. ±No, seguro que ellos seleccionaron a la persona equivocada. Sabes lo indiscreto que era Lafayette. No s—lo -No 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD13&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris nos dijo que hab’a asistido a este tipo de fiesta±y apuesto que existi—±Žl quiz‡s haya querido hacer algo m‡s que hizo sentir a los participantes, eh, inc—modos. -¢&RPRPDQWHQHUVHHQFRQWDFWRFRQODJHQWHGHODILHVWD"¢'DUOHVXQJXLxRFyPSOLce en pœblico? -Algo como eso. -Supongo que si uno tiene sexo con alguien, o mira tener sexo al otro, uno siente que todos son iguales. ±Dije dudosa, m’ experiencia era limitada en esta ‡rea, pero Sam asent’a. -Lafayette quer’a ser aceptado m‡s que nada en el mundo, -Žl dijo, y yo estuve de acuerdo. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD14&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris &DSÇWXOR Reabrimos a las cuatro treinta, para ese tiempo todos est‡bamos lo m‡s aburridos que pod’amos haber estado. Estaba avergonzada por esto, despuŽs de todo, est‡bamos all’ por un hombre asesinado al que todos conoc’amos, pero era innegable que despuŽs de ordenar la despensa, limpiar la oficina de Sam, y jugar varias manos de bourrŽ (Sam gan— cinco dolares con cambio) est‡bamos todo listos para ver a alguien nuevo. Cuando Terry Bellefleur, el primo de Andy, frecuente cantinero o cocinero en 0HUORWWHV, entr— a travŽs de la puerta trasera, fue una vista bienvenida. Adivino que Terry esta al final de los cincuenta. Un veterano de Vietnam, que hab’a sido hecho prisionero durante un a–o y medio. Terry ten’a una cicatriz sobresaliente en la cara, y mi amiga Arlene me hab’a comentado que las cicatrices en su cuerpo eran mas dr‡sticas. Terry era pelirrojo, aunque encanec’a un poco mas cada mes, o as’ me lo parec’a. Siempre le hab’a tenido cari–o a Terry, quiŽn parec’a apreciarme tambiŽn±exceptuando cuando ten’a un periodo de humor negro. Nadie se pod’a cruzar con Terry Bellefluer con ese humor. Los d’as oscuros de Terry eran precedidos por pesadillas de la peor clase, como atestiguaban sus vecinos cercanos. Ellos pod’an o’r a Terry pegar de alaridos en sus noches de pesadilla. Nunca hab’a le’do la mente de Terry. Terry se ve’a bien ese d’a. Sus hombros estaban relajados, y sus ojos no iban de un lado a otro. -¢(VWDVELHQGXlzura? ±me pregunt—, palme‡ndome el brazo compasivo. -Gracias, Terry, estoy bien. S—lo muy triste por lo de Lafayette. Žl no era tan malo. -Viniendo de Terry eso era un halago. ±Hac’a su trabajo, siempre a tiempo. Manten’a la cocina limpia. Nunca dijo una mala palabra. ± Funcionalidad era la ambici—n m‡s grande de Terry. ±Y luego va y se muere en el Buick de Andy. -Ah‡, -0HWHPRTXHHODXWRGH$QG\HVXQDHVSHFLHGH«-busquŽ el termino mas suave. -Limpiador, -dijo Terry ansioso por cerrar el tema.-¢7H Kan dicho que le pas— a Lafayette? -Andy dice que parece que le rompieron el cuello. Y hab’a cierta, ah, evidencia que Žl KDEtDVLGR«XVDGR±Los ojos cafes de Terry parpadearon, revelando su incomodidad. ±Usado. ±Significaba algo violento y sexual para Terry. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD15&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Dios, que espantoso. ±Danielle y Holly hab’an venido detr‡s de m’ y, Sam, con otro saco de basura que llevaba al basurero, estaba limpiando su oficina, se detuvo un momento. -Oh. -eOQRVHYHtD«TXLHURGHFLUHODXWRQRVHYHtD« -¢0DQFKDGR" -Cierto. -Andy piensa que lo mataron en otro lado. -Aggg, -dijo Holly. ±No hablen de eso. Es demasiado para m’. Terry miro sobre mi hombro a las dos mujeres. No sent’a muchas simpat’a por ninguna Holly o Danielle, aunque yo no sab’a porque y no ten’a ninguna intenci—n de averiguarlo. Trato de respetar la privacidad de la gente, especialmente ahora que controlo mejor mi propia habilidad. Escuche a las dos retirarse, despuŽs de que Terry se hab’a quedado mir‡ndolas por espacio de unos segundos. -¢9LQR3RUWLa por Andy anoche? ±pregunt—. -S’, yo la llamŽ. ƒl no pod’a manejar. Aunque apuesto a que Žl desear’a que lo hubiera dejado en paz, ahora. ±Nunca ser’a la numero uno en la lista de popularidad para Andy Bellefleur. -¢7XYRSUREOHPDVSDUDPHWHUORHQHODXWo? -Bill la ayud—. -¢9DPSLUR%LOO"¢7~QRYLR" -Ah‡. -Espero que no la haya asustado, -dijo Terry, como si no recordara que yo segu’a all’. Pude sentir el bizqueo que hice como m’ cara. -No existe ninguna raz—n sobre la tierra para que Bill asuste a Portia Bellefleur, -dije, y algo del estilo como lo dije penetr— en la niebla privada de los pensamientos de Terry. no es tan dura como todos creen, -me dijo Terry. ±Por otro lado, tœ eres tan dulce como un peque–o Žclair por fuera y un pit bull por dentro. -Portia 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD16&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -No sŽ si debo sentirme halagada, o mejor darte un golpe en la nariz. -All‡ vas. ¢&XDQWDVPXMHUHV±u hombres, para lo que me importa±le dir’an esas cosas a un hombre loco como yo? ±Y Terry sonri—, como sonreir’a un fantasma. Nunca hab’a sabido lo consciente que era Terry de su reputaci—n, hasta ahora. Me puse de puntillas para darle un beso en su mejilla marcada, para demostrarle que no estaba asustada de Žl. Cuando me pare de nuevo en sobre mis tacones, me di cuenta que no era del todo cierto. Bajo ciertas circunstancias, no s—lo ser’a cautelosa con este hombre tan da–ado, si no que podr’a asustarme en serio. Terry se at— los lazos del mandil blanco de cocinero y comenz— abrir la cocina. El resto de nosotros regresamos a trabajar. No iba a tener mucho tiempo para atender mesas, porque me iba a la seis para estar lista cuando Bill pasara por m’ para irnos a Shreveport. Odiaba que Sam me pagara por un tiempo que hab’a gastado tonteando alrededor de 0HUORWWHV ese d’a, esperando para trabajar; pero reacomodar la despensa y limpiar la oficina de Sam deb’a contar para algo. Tan pronto como la polic’a abri— el estacionamiento, el gent’o comenz— a fluir, de una manera tan pesada como s—lo ocurre en un pueblo peque–o como Bon Temps. Andy y Portia estaban a la cabeza, mire a Terry observar a sus primos desde la trampilla de la cocina. Ellos le hicieron un gesto, y el alzo la esp‡tula en respuesta a sus saludos. Me preguntaba cuan cerca estar’a Terry de sus primos. No era primo en primer grado, estaba segura. Por supuesto, aqu’ uno pod’a llamar primo o t’o o t’a se tuviera relaci—n de sangre o no. DespuŽs de que mi madre y padre murieran sobre un puente que se inundo, la mejor amiga de mi madre intento venir donde m’ Abue cada semana o dos con un peque–o regalo para m’; y la llame T’a Patty durante toda la vida. Respond’ a todas las preguntas de los clientes mientras tuve tiempo, y serv’ hamburguesas, ensaladas y tiras de pollo±y cerveza±hasta que me sent’ aturdida. Cuando mire el reloj, era tiempo de irme. En el tocador de damas encontrŽ a mi reemplazo, mi amiga Arlene. El flam’gero pelo rojo (dos tonos mas rojo este mes) de Arlene estaba arreglado en un complicado racimo de rizos en la parte trasera de su cabeza, y sus ce–idos pantalones le permit’an saber al mundo entero que hab’a perdido siete libras. Arlene se hab’a casado cuatro veces, y estaba a la caza del numero cinco. Hablamos acerca del asesinato durante unos minutos, le informe del estado de mis mesas, antes de agarrar m’ bolso de la oficina de Sam y salir por la puerta trasera. No estaba tan oscuro cuando llegue a mi casa, que esta enterrada como a una milla dentro de los bosques que le sirven de escudo. Es una casa vieja, parte de ella tiene casi ciento cuarenta a–os, pero se le a a–adido y alterado tanto que no se puede considerar una casa hist—rica. Es solamente una vieja casa de granja, con todo. Mi abuela, Adele Hale Stackhouse, me la dej—, y yo la atesoraba. Bill me hab’a hablado de mudarme a su casa, que estaba situada en una colina cruzando el cementerio desde mi casa, pero yo era reacia a dejar mi propio cŽsped. BotŽ mi uniforme de camarera y abr’ mi armario. Si ’bamos a asistir a Shreveport para negocios de vampiros, Bill querr’a que me esmerara un poquito en mi apariencia. No pod’a imaginarme por quŽ, desde que Žl no quer’a que algœn otro intentara un pase 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD17&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris conmigo, pero Žl siempre quer’a que luciera extra-linda cuando ’bamos a Fangtasia, un bar manejado por vampiros que abastec’a principalmente a los turistas. Hombres. Como no pod’a detener mi mente, saltŽ dentro de la ducha. Pensar en Fangtasia siempre me pon’a tensa. Los vampiros a quiŽnes les pertenec’a el bar eran parte de la poderosa estructura del mundo vampiro, y una vez que hab’an descubierto m’ talento œnico, me convert’ en una adquisici—n muy deseable para ellos. S—lo la determinaci—n de Bill para entrar en el propio sistema vampiro me hab’a mantenido a salvo; esto era, vivir donde yo quer’a vivir, trabajar en el empleo de m’ elecci—n. Pero a cambio de esta seguridad, estaba obligada a verlos cuando me convocaban, y poner a su disposici—n mi telepat’a. Medidas mas suaves que sus selecciones anteriores (terror y tortura) eran lo que ahora QHFHVLWDEDQ ORV YDPSLURV ©DVHQWDGRVª (O DJXD FDOLHQWH GH LQPHGLDWR PH KL]R VHQWLU mejor, y me relaj— la espalda. -¢3XHGRDFRPSDxDUWH" -£0LHUGD %LOO ±M’ coraz—n lat’a a mil por hora, me recargue contra la pared de la ducha para sostenerme. -'LVF~OSDPHDPRU¢1RHVFXFKDVWHFXDQGRDEUtODSXHUWDGHOEDxR" -1RPDOGLFLyQ¢3RUTXpQRSXHGHVVLPSOHPHQWHGHFLU³&DULxRHVWR\HQFDVD´RDOJR as’? siento, -dijo de nuevo, pero no sonaba muy sincero. -¢1HFHVLWDV DOJXLHQ TXH WH friegue la espalda? -Lo -No, gracias, -sisŽ. ±No tengo humor para fregadazos de espalda. Bill sonri— (as’ pude ver que sus colmillos estaban retra’dos) y corri— la cortina de la ducha. Cuando sal’ del ba–o, envuelta en una toalla m‡s o menos modesta, Žl estaba recostado en mi cama, sus zapatos pulcramente alineados en el peque–o tapete junto a la mesa de noche. Bill vest’a una camisa azul marina de manga larga y caquis, con calcetines que combinaban con la camisa y unos mocasines pulidos. Su oscuro pelo casta–o estaba cepillado hacia atr‡s, y sus patillas lucian muy retro. Bueno, lo eran, pero mas retro de lo que la mayor’a de la gente se puede imaginar. El tiene cejas arqueadas y una nariz pronunciada. Su boca es del tipo que se ven en las estatuas griegas, al menos las que he visto en fotos. ƒl muri— unos a–os despuŽs del fin de la Guerra Civil (o la Guerra de la Agresi—n N—rdica, como la llamaba mi abuela). -¢QuŽ tenemos en la agenda de hoy? ±preguntŽ. -¢Negocios o placer? 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD18&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Estando contigo es siempre placer, -dijo Bill. -¢3DUDTXHYDPRVDShreveport? ±Le preguntŽ, reconozco una respuesta evasiva cuando la oigo. -Hemos sido convocados. -¢3RU" -Eric, naturalmente. $KRUDTXH%LOOKDEtDFRUULGRSRU\DFHSWDGRODSRVLFLyQGHLQYHVWLJDGRUGHOÈUHDHO estaba bajo las ordenes±y bajo protecci—n±de Eric. Eso significaba, segœn me explic— Bill, que cualquiera que atacar‡ a Bill tendr’a que vŽrselas con Eric, y significaba que las posesiones de Bill eran sagradas para Eric. Lo que me inclu’a a m’. No estaba fascinada con ser numerada entre las posesiones de Bill, pero era mejor que otras alternativas. Hice una cara en el espejo. -Sookie, hiciste un trato con Eric. -Ah‡, -admit’, -lo hice. -As’ que debes apegarte a el. -Eso es lo que intento. -Ponte los jeans azules que se ci–en a tus caderas, -sugiri— Bill. No se me pegaban del todo, pero estaban hechos de alguna clase de material adherente. A Bill le encantaba verme con esos jeans, que me ca’an suavemente. Mas de una vez, me hab’a preguntado si Bill tendr’a alguna clase de fantas’a con Britney Spears o cosa por el estilo. Como sab’a que me ve’a muy bien con jeans, me met’ en ellos, junto con una playera de manga corta azul marino y blanco que se abotonaba enfrente deje sin cerrar los botones hasta la altura de mi sostŽn. S—lo para demostrar un poquito de independencia (despuŽs de todo, era mejor que Žl recordara que yo me pertenec’a a m’ misma) peine mi cabello en una alta cola de caballo. Me prend’ un broche azul sobre la banda el‡stica y me espalmŽ algo de maquillaje. Bill mir— una o dos veces su reloj, pero me tome mi tiempo. Si Žl estaba deseoso de que impresionara a sus amigos vampiros, bien pod’a esperar por m’. Una vez que estuvimos en el auto en direcci—n oeste camino a Shreveport, Bill dijo: -Hoy comencŽ una nueva inversi—n. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD19&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Francamente, me hab’a estado preguntando de donde vendr’a el dinero de Bill. ƒl no parec’a rico; Žl no parec’a pobre. Pero Žl nunca trabajaba, tampoco; a menos que lo hiciera en las noches que no pas‡bamos juntos. Era desagradablemente consciente de que cualquier vampiro pod’a volverse adinerado; despuŽs de todo, cuando uno puede controlar las mentes humanas (con algunas excepciones), no es dif’cil persuadirlas de darles dinero o consejos de bolsa u oportunidades para invertir. Y hasta que los vampiros ganaron el derecho legal de existir, ellos no tuvieron que pagar impuestos. Incluso el gobierno estadounidense tuvo que admitir que no pod’an gravar con impuestos a un muerto. Pero si se les otorgaban derechos, se habr‡n imaginado en el Congreso, y se les daba derecho a votar, entonces podr’an obligarlos a pagar impuestos. Cuando los japoneses peUIHFFLRQDURQODVDQJUHVLQWpWLFDTXHDFWXDOPHQWHSHUPLWH³YLYLU´ a los vampiros sin tomar sangre humana, fue posible para los vampiros salir del ataœd. ©0LUHQ QR WHQHPRVTXHYLFWLPL]DUDODKXPDQLGDGSDUDH[LVWLU-ellos podr’an decir.± No somos una amenazDª Pero yo sab’a que la emoci—n mas grande de Bill era cuando beb’a de m’. ƒl podr’a tener una preciosa dieta de Flujo de Vida (la marca mas popular de sangre sintŽtica) pero perforarme el cuello era incomparablemente mejor. ƒl podr’a tomar algunas botellas de A positivo en frente de un bar lleno de gente, pero si planeaba tener un EXFKH GH 6RRNLH 6WDFNKRXVH £SRU GLRVLWR OLQGR HUD PHMRU HQ SULYDGR HO HIHFWR HUDOD diferencia. Bill no obten’a ninguna clase de emoci—n er—tica desde una copa de vino de Flujo de Vida. -¢$VtTXpFXDOHVHOQXHYRQHJRFLR"±PreguntŽ. -Compre la franja comercial junto a la carretera, esa donde esta /D/DXULHV -¢$TXLpQOHSHUWHQHFtD" los Bellefleur ten’an la tierra. Ellos dejaron que Sid Matt Lancaster hiciera un negocio de desarrollo para ellos. -Originalmente Sid Matt Lancaster hab’a actuado una vez como el abogado de m’ hermano. ƒl hab’a trabajado por a–os como burro y era mas contundente que Portia. -Eso es bueno para los Bellefleur. Ellos hab’an tratado de vender por algunos a–os. Les hace falta el efectivo. ¢7~FRPSUDVWHODWLHUUD\ODIUDQMDFRPHUFLDO "¢4XpWDQJUDQGHHV el terreno? -S—lo un acre, pero esta en muy buena posici—n, -dijo Bill, con una voz de negocios que nunca le hab’a escuchado antes. -¢(QODPLVma franja esta /D/DXULHV, un sal—n de belleza y 7DUDV7RJV? 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD20&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Junto al Club Social, /D/DXULHVera el unico restaurante con algo de pretensiones en el ‡rea de Bon Temps. Era el t’pico sitio donde uno llevar’a a su esposa para celebrar el veinticinco aniversario de bodas, o a su jefe cuando uno buscaba una promoci—n, o a una cita que de verdad, de verdad se quer’a impresionar. Pero por lo que hab’a escuchado no hac’an mucho dinero. No tengo ningœn indicio de como administrar un negocio, o llevar tratos de negocios, siempre he estado s—lo a un paso o dos de la pobreza en mi vida. Si mis padres no hubieran tenido la suerte de encontrar un peque–o yacimiento de petroleo en su tierra y haber ahorrado el dinero cuando el petroleo se agot—, Jason, Abue y yo hubiŽramos tenido que apretarnos muy seguido el cintur—n. Al menos dos veces, estuvimos muy cerca de vender la casa de mis padres, para poder mantener la casa de Abue y los impuestos, porque ella nos cri— a los dos. -(QWRQFHV¢FRPRIXQFLRQD"¢7~HUHVHOGXHxo del edificio que aloja los tres negocios, y ellos te pagan renta ? Bill asinti—. -As’ que, de ahora en adelante s’ quieres hacerte algo en el pelo, ve a Clip and Curl. Hab’a estado en el peluquero s—lo una vez en mi vida. Si las puntas se me da–aban, normalmente iba al remolque de Arlene y ella me lo recortaba de manera uniforme. -¢&UHHUTXHQHFHVLWRKDFHUOHDOJRDPtSHOR"±preguntŽ incierta. es hermoso. ±Me aseguro Bill positivo. ±Pero si tœ quieres ir, ellos tienen, ah, manicura, y productos para el cuidado del cabello. ±eOGLMR³SURGXFWRVSDUDHOFXLGDGR GHOFDEHOOR´FRPRVLIXHUDXQOHQJXDMHH[WUDQMHUR6RIRTXHXQDVRQULVD -No, -Y, -continu—, -come lo que quieras en /D/DXULHV, no tendr‡s que pagar. Gire sobre mi asiento para verlo. -Y Tara ya sabe que si tœ vienes, ella debe poner la ropa que compres en m’ cuenta. Yo pod’a sentir en camino la explosi—n de mi temperamento. Bill, desafortunadamente, no pudo. -As’ que, en otras palabras, -le dije, orgullosa de la uniformidad de mi voz, -ellos saben que tienen que consentir los caprichitos de la mujer del jefe. Bill pareci— percatarse que hab’a cometido una equivocaci—n. -2K6RRNLH«-comenz—, pero ya hab’a escuchado suficiente. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD21&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Mi orgullo se hab’a despertado y levantado. No pierdo muy seguido la paciencia, pero cuando pasa, hago un buen trabajo. -¢Por quŽ no puedes enviarme simplemente unas malditas flores, como cualquier novio? O algo dulce. Me gustan los dulces. S—lo c—mprame una tarjeta de Hallmark, ¢SRUTXpQRORKDFHV"£2XQJDWLWRRXna bufanda! -Me refer’a a darte algo, -dijo cautelosamente. -Me has hecho sentir como una mujer mantenida. Y tu ciertamente les has dado a la gente que trabaja en esos negocios la impresi—n que lo soy. Podr’a decir bajo la dŽbil luz del tablero, que Bill parec’a intentar imaginarse cual era la diferencia. Est‡bamos pasando la desviaci—n hacia Lago Mimosa, yo pod’a ver el espeso bosque junto al lago bajo las luces del auto de Bill. Para mi completa sorpresa, el auto tosi— y se detuvo como muerto. Lo tome como una se–al. Bill quiz‡s habr’a asegurado las puertas si hubiera sabido lo que iba a hacer, porque Žl se vio incrŽdulo cuando me lancŽ fuera del auto y marche hac’a el bosque de la carretera. -£Sookie, regresa aqu’ inmediatamente! ±Bill ya estaba molesto, por Dios. Bueno, le tomo su tiempo. Lo mande a fre’r esp‡rragos mientras me met’a dentro del bosque. Sab’a que si Bill me hubiera querido en el auto, estar’a en el auto, desde el momento que Bill es unas veinte veces mas fuerte y r‡pido que yo. DespuŽs de unos segundos en la oscuridad, casi desee que me hubiera cachado. Pero entonces mi orgullo se rebel—, y supe que hab’a hecho lo correcto. Bill parec’a estar un poquito confundido acerca de la naturaleza de nuestra relaci—n, y yo quer’a estrellarle la cabeza. Ya pod’a tomar su lamentable culo a Shreveport y explicar mi ausencia a su superior, Eric. Por diosito santo, que esto le ense–ar’a. Bill desde la carretera, -Voy a buscar la estaci—n de servicio mas cercana para traer un mecanico. -Sookie, -llam— suerte, -PXUPXUH VLQ DOLHQWR ¢8QD HVWDFLyQ GH VHUYLFLR FRQ XQ PHFDQLFR GH tiempo completo abierta durante la noche? Bill estaba pensando en los cincuentas, o en otra era. -Buena -Estas actuando como una ni–a, Sookie, -dijo Bill. ±Puedo ir y traerte, pero no voy a desperdiciar el tiempo. Cuando te calmes, regresa al auto y cierra con seguro. Me voy ahora. ±Bill tambiŽn ten’a su orgullo. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD22&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Con una mezcla de alivio y preocupaci—n, escuche los dŽbiles sonidos de pasos alej‡ndose por la carretera, lo que significaba que Bill estaba corriendo con la velocidad de vampiro. ƒl de verdad me dej—. Probablemente pens— que Žl me estaba ense–ando una lecci—n a m’. Cuando era lo contrario. Me repet’ varias veces. DespuŽs de todo, Žl volver’a dentro de unos minutos. Estaba segura. Todo lo que ten’a quŽ hacer era fijarme de no tropezarme en el bosque y caerme al lago. Estaba realmente oscuro entre los pinos. Aunque no era luna llena, era una noche despejada y las sombras en los ‡rboles eran muy negras en contraste con la fresca incandescencia de los espacios abiertos. Dirig’ mi camino de regreso a la carretera, tome aliento y comencŽ mi marcha de regreso a Bon Temps, en direcci—n opuesta de Bill. Me preguntŽ cuantas millas hab’amos recorrido antes de que Bill comenzara nuestra conversaci—n. No muchas, me anime, y me palmee a mi misma en la espalda por haberme puesto mocasines, en lugar de sandalias con tacones altos. No hab’a tra’do suŽter, y la piel expuesta entre mi peque–a playera y mis jeans acinturados me hicieron sentir una gansa alcahueta. Empece a correr balanceando mis hombros en un trote ritmico. No hab’a luces en la carretera, habr’a tenido problemas de no ser por la luz de la luna. DespuŽs de un tiempo me acordŽ que hab’a alguien afuera que hab’a asesinado a Lafayette, escuche pasos en el bosque de manera paralela a mi propio paso. Cuando me detuve, el movimiento en los ‡rboles se detuvo. Quer’a saberlo ya. -%LHQ¢TXLpQHVWDDOOt"±LlamŽ. ±Si va a comerme, veamos lo que obtiene. Una mujer sali— fuera del bosque. Con ella ven’a un jabal’, un cerdo salvaje. Sus colmillos destellaban desde las sombras. En su mano izquierda ella llevaba una especie de palo o vara con un mech—n de algo al final. -Grandioso, -me susurre. ±Simplemente grandioso. La mujer era tan aterradora como el jabal’. Estuve segura de que ella no era una vampira, porque pude sentir actividad en su mente; pero seguro era alguna cosa sobrenatural, porque no enviaba una se–al clara. Pod’a interpretar el tenor de sus pensamientos. Ella estaba divertida. Lo que no pod’a ser bueno. Esperaba que el jabal’ fuera amistoso. Eran muy raros de ver alrededor de Bon Temps, aunque cada cazador hubiera deseado hacerse de uno; pero era aœn mas raro darle a uno. Esa muy ocasionales. Este cerdo ten’a un espantoso y distintivo olor. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD23&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris No estuve segura a que atribuirlo. DespuŽs de todo, el jabal’ podr’a no ser un verdadero animal, sino un adaptoformas. Una de las cosas que hab’a aprendido en los meses pasados. Era que s’ los vampiros antes eran una ficci—n, ahora exist’an, as’ que habr’a otras cosas que exist’an aunque nosotros las creyŽramos ficci—n. Estaba muy nerviosa, as’ que sonre’. Ella ten’a el pelo largo enmara–ado de una manera indeterminada entre lo oscuro y la luz, y ella vest’a casi nada. Ten’a una especie de completo puesto, pero era corto y estaba manchado y andrajoso. Estaba descalza. Ella me sonri— de vuelta. En lugar de gritar, le sonre’ mas brillante. -No tengo intenci—n de comerte, -me dijo. -Me alegro de o’rlo. ¢4XHKD\GHVXDPLJR" -Ah, el cerdo. ±Como si apenas se hubiera dado cuenta la mujer lo alcanz— y rasc— el cuello del jabal’, como si fuera una amigable perrito. Los feroces colmillos se movieron hacia arriba y hacia abajo. ±Ella har‡ lo que yo le diga, -dijo casualmente. No necesitaba un traductor para entender la amenaza. Intente verme igual de casual mientras miraba alrededor, esperando encontrar un ‡rbol donde poder treparme en caso de necesidad. Pero los troncos cercanos a mi eran simples ramas desnudas; eran una pelotonera de pinos adultos crecidos por millones en el cuello de nuestros bosques, por su madera. Las ramas empezaban como a quince pies. Me di cuenta lo que quiz‡s deb’ pensar antes; el auto de Bill no se hab’a detenido por accidente y quiz‡s nuestras pelea no hab’a sido una coincidencia. -¢Quiere hablarme acerca de algo? ±le preguntŽ, y cuando voltee me encontrŽ con que ella hab’a avanzado muchos pasos cerca de mi. Pod’a ver su cara un poquito mejor ahora, y no me sent’ tranquila. Hab’a una mancha alrededor de su boca, y cuando ella la abri— para hablar, pude ver que sus dientes ten’an negras machas: la Se–orita Misterio se hab’a estado comiendo un mam’fero crudo. ±Me doy cuenta que ya cen—, -dije nerviosa, y luego desee abofetearme a m’ misma. -Mmmm, -dijo ella. -¢(UHVHODQLPal de compa–’a de Bill? -S’, -dije. No me gustaba la terminolog’a, pero no estaba en posici—n de protestar. ±El se enojar’a espantosamente si me pasa algo. -Como s’ la c—lera de un vampiro significara algo para m’, -dijo despreocupada. -¢Discœlpeme, se–ora, pero quiŽn es usted? Si no le importa que le preguntŽ. Ella sonri— de nuevo, y yo me estremec’. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD24&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -En absoluto. Yo soy una mŽnade. Eso era algo griego. No sab’a exactamente quŽ, pero era algo salvaje, femenino, y que viv’a en la naturaleza, si mi impresi—n era correcta. -Eso es muy interesante, -le dije, sonriendo por lo que sab’a. -¢<XVWHGHVWDDIXHUDHVWD QRFKHSRUTXH«" -Necesito que se le lleve un mensaje a Eric Northman, -dijo, mientras se acercaba. Esta vez puede ve lo que hac’a. El cerdo se ventoseo junto a la mujer como si estuviera atado a ella. El olor fue indescriptible. Pod’a ver moverse el rabito del jabal’-era como si estuviera enchufado a una corriente, y se mov’a impaciente. -¢Cual es el mensaje? ±le dije mir‡ndola±al tiempo que giraba para correr lo mas r‡pido posible. Si no hubiera tomado algo de sangre de vampiro a principios de verano, no podr’a haber girado a tiempo, y hubiera recibido el golpe en la cara y el pecho en lugar de la espalda. Sent’ como si alguien muy fuerte me hubiera pasado un rastrillo sobre la piel, de manera profunda, y rasgado toda mi espalda. No pude mantenerme en pie, pero me aventŽ de manera que aterrice sobre mi estomago. La escuche riŽndose detr‡s de mi, y al cerdo resoplando, y luego me di cuenta que se hab’a ido. Estuve ah’ durante uno o dos minutos llorando. Estaba tratando de no chillar, y me encontrŽ a m’ misma jadeando como una mujer en labor, tratando de dominar el dolor. M’ espalda dol’a como el infierno. Estaba desquiciada, tambiŽn, con la poca energ’a que me quedaba. Yo era un mensaje viviente de esa puta, la mŽnade, o lo que fregados fuera ella. Mientras gateaba sobre las ramitas, el suelo duro, agujas de pino y polvo, me empece a poner mas y mas enojada. Estaba temblando de dolor y rabia, dej‡ndome llevar a mi misma, hasta que sent’ que no merec’a morirme, a pesar de ser un revoltijo. ComencŽ a arrastrarme de regreso al auto, tratando de permanecer como una mancha para que le fuera mas f‡cil a Bill encontrarme, pero cuando ya estaba casi all’, tuve un segundo pensamiento acerca de permanecer en el abierto. Estaba asumiendo que la carretera significaba ayuda-pero por supuesto, no necesariamente. Me encontraba fuera unos minutos y no cualquiera podr’a tener el DQLPRGHD\XGDUPH¢4XHRFXUUtDVL me encontraba con algo mas, algo hambriento? El olor de mi sangre quiz‡s podr’a atraer un predador en este momento; un tibur—n pod’a detectar las part’culas de sangre en el agua, y un vampiro era el equivalente de un tibur—n en la tierra. As’ que me arrastre hacia la linea de los ‡rboles, en lugar de quedarme afuera del camino donde hubiera sido visible. Esto no luc’a como un lugar digno o apacible para PRULU1RHUDHOÈODPRRThermopylae. Era s—lo una mancha en la vegetaci—n en una carretera en el norte de Luisiana. Estaba descansando probablemente en hiedra venenosa. No vivir’a lo suficiente para curarme de esta, pensŽ. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD25&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Estaba esperando que en cualquier momento el dolor comenzar’a a disminuir, pero s—lo se incrementaba. No pude impedir las lagrimas que corrieron por mis mejillas. Me las arregle para no sollozar en voz alta, as’ habr’a atra’do mas atenci—n, pero me fue imposible mantenerme en silencio. Estaba tan desesperadamente concentrada en mantenerme en silencio que Bill casi me paso de largo. ƒl pas— junto a la carretera mirando al bosque, y podr’a decir que Žl caminaba como si estuviera alerta contra el peligro. Bill sab’a que algo no andaba bien. -Bill, -susurrŽ, pero con su audici—n de vampiro, era como un grito. ƒl se quedo inm—vil de inmediato, sus ojos examinaban las sombras. -Aqu’ estoy, -le dije, y trague para contener el sollozo. ±Ten cuidado. ±Quiz‡s yo fuera una trampa para bobos. A la luz de la luna, pude ver que su cara era inexpresiva, pero yo sab’a que Žl estaba pensando en las posibilidades de como estar’a. Uno de nosotros ten’a que moverse, y me di cuenta que si yo ven’a hacia el brillo de la luna, al menos Bill podr’a ver m‡s claramente si algo atacaba. Saque mis manos fuera agarre la hierba y me impulse. No pude siquiera ponerme sobre mis rodillas, as’ que este paso era mi m‡xima velocidad. Me empujaba un poco con mi pie, aunque el dolor en los mœsculos de mi espalda era un tormento. No quer’a ver a Bill mientras me mov’a hacia Žl, porque no quer’a ablandarme ante su ira. Que era una cosa casi palpable. -¢4XLpQWHKL]RHVWR6RRNLH"±pregunt— suavemente. -LlŽvame al auto. Por favor, s‡came de aqu’, -le dije, tratando de mantenerme calmada. ±Si hago mucho ruido, quiz‡s ella regrese. ±TemblŽ al pensar en esto. ±LlŽvame con Eric, -dije, tratando de amortiguar mi voz. ±Ella dijo que esto era un mensaje para Eric Northman. Bill se hinc— junto a mi. -Tengo que levantarte, -me dijo. Oh, no. Lo mire. -Tiene que haber otra manera, -pero sab’a que no la hab’a. Bill lo sab’a mejor para vacilar. Antes de que pudiera anticiparlo el dolor se extendi— de manera completa, el paso un brazo debajo de m’ y puso su otra mano en mi entrepierna, y en un instante Žl me ten’a colgando de su hombro. GritŽ muy fuerte. Trate de no sollozar despuŽs, as’ Bill podr’a escuchar si alguien atacaba, pero no lo pude impedir del todo. Bill comenz— a correr a lo largo de la 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD26&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris carretera, de regreso al auto. Que estaba encendido, el motor ronroneaba suavemente. Bill abri— la puerta trasera y trato de depositarme gentil pero r‡pidamente en el asiento trasero del Cadillac. Fue imposible no causarme mas dolor, pero Žl lo intent—. -Fue ella, -le dije, cuando pude pronunciar algo coherente. ±Fue ella quiŽn hizo que el auto se detuviera y me hizo salir. ±Trataba de mantener una mente abierta acerca de que ella hab’a causado nuestra pelea. -Hablaremos acerca de eso en un momento, -dijo. El acelero rumbo a Shreveport, a la velocidad mas r‡pida que pudo, mientras yo me agarraba a la tapicer’a en un intento de mantener el equilibrio. Recuerdo que ese viaje me pareci— que duraba por lo menos dos a–os. De alguna manera Bill me llevo a la puerta trasera de Fangtasia, la pate— para obtener atenci—n. -¢4Xp"±Pam sonaba hostil. Ella era una hermosa vampira rubia que hab’a conocido en otras visitas anteriores, una especie de individuo sensato con una considerable perspicacia para los negocios. ±2K%LOO¢4XHSDVy"2K\XPHOODHVWDVDQJUDQGR -Consigue a Eric, -dijo Bill. -ƒl esta esperando aqu’, -comenz—, pero Bill paso junto ella conmigo botando sobre su hombro como si yo fuera un ensangrentado saco. Estaba tan desvanecida para ese momento que no me hubiera importado que Žl me llevara hacia la pista de baile en frente del bar, pero en lugar de eso, Bill entr— con grandes zancadas en la oficina de Eric carg‡ndome con rabia. esta en tu cuenta, -Bill gru–o, y yo gem’ cuando Žl me sacudi— supongo intentando atraer la atenci—n de Eric sobre m’. Apenas vi como Eric podr’a estar mirando a otro lado, desde que yo era la œnica hembra±adulta y probablemente la œnica mujer sangrando en su oficina. -Esto Me hubiera gustado conservar el estilo. Pero no pude. Me combe sobre el hombro de Bill y vaya que doli—. -Vete al infierno, -mascullŽ. -¢4XpFRVDPLYLGD" -£9HWHDOinfierno! -Tenemos que ponerla sobre su estomago en el sof‡, -dijo Eric. ±$YHUGpMDPH« 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD27&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Sent’ que otro par de manos me tomaban por las piernas, Bill giro debajo m’o, y juntos me depositaron con cuidado en el ancho sof‡ que Eric acababa de comprar para su oficina. Ten’a olor a nuevo, y era de piel. Estuve contenta de ver, desde la distancia de media pulgada, que no ten’a tapicer’a estampada. ±Pam, llama al doctor. ±Escuche pasos que dejaban el cuarto, y Eric se agach— para verme la cara. Se tuvo que agachar por completo, porque Eric es muy alto y musculoso, se ve exactamente como lo que es, un verdadero Vikingo. -¢4XHKDVXFHGLGRFRQWLJR"±pregunt—. Lo mire, estaba tan adolorida que me era muy dif’cil hablar. -Soy un mensaje para ti, -le dije, casi en un suspiro. ±Esta mujer en el bosque hizo que el auto de Bill se detuviera, y quiz‡s incluso que discutiŽramos, entonces ella se acerco a m’ junto con un marrano. -¢8Qpuerco? ±Eric no podr’a haber estado mas sorprendido si le hubiera dicho que ella ten’a un canario en la nariz. oink. Jabal’. Puerco salvaje. Y ella dijo que quer’a enviarte un mensaje, gire justo a tiempo para proteger mi cara de tomarlo, pero ella uso mi espalda, y luego se fue. -Oink, -Tœ cara. Ella pudo haber usado tu cara, -dijo Bill. Vi como sus manos se tensaban, y comenz— a pasearse por la oficina. ±Eric, sus cortes no son tan profundos. ¢4Xp HVOR que le pasa? -Sookie, -dijo gentil Eric, -¢TXHDVSHFWRWHQtDHVWDPXMHU" Su cara estaba justo enfrente de la m’a, su grueso pelo dorado casi tocaba mi cara. se ve’a como maniaca, mas por la manera en que miraba. Y ella te llam— Eric Northman. -Ella es el œltimo nombre que uso para tratos con humanos, -dijo. ±Como maniaca, TXLHUHVGHFLU« ¢FRPR" -Ese -Sus ropas estaban desgarradas y ten’a sangre alrededor de su boca y entre sus dientes, como si hubiera estado comiendo algo crudo. Ella llevaba una clase de vara con algo al ILQDO 6X SHOR HUD ODUJR \ HQPDUDxDGR« PLUD KDEODQGR GH SHOR Pt SHOR VH PH HVWD pegando a la espalda. ±Dije jadeando. -S’, ya lo veo. ±Eric comenz— a intentar separar mi largo cabello de mis heridas, donde la sangre estaba actuando como un adhesivo mientras mas se espesaba. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD28&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Pam llego entonces, con el doctor. Si hab’a esperado que Eric se refer’a a un doctor regular, con estetoscopio y malet’n, estuve de nuevo condenada a la decepci—n. Este doctor era una gnomo, que apenas me llegaba a los ojos. Bill revoloteaba, vibrando de tensi—n, mientras la peque–a mujer examinaba mis heridas. Ella vest’a un par de pantalones blancos con una especie de tunica, como los doctores en los hospitales; bueno, como sol’an usar los doctores, antes de que lo cambiaran por ese verde,o azul, el horrible color que salia de esa mezcla. Su cara era mas una nariz, y su piel era oliv‡cea. Su cabello era rubio cenizo y abundante, incre’blemente grueso y ondulado. Ella lo llevaba muy corto. Ella me trajo a la mente un hobbit. Quizas ella era un hobbit. Mi concepci—n de la realidad hab’a recibido varios golpes en los meses pasados. -¢4XpFODVHGHGRFWRUDHVXsted? ±preguntŽ, aunque me tomo tiempo hablar. -De la clase sanadora, -dijo con una voz sorprendentemente profunda. ±Usted ha sido envenenada. -As’ que por eso siento que me estoy muriendo, -murmure. -Usted morir‡, muy pronto, -ella dijo. -Se lo agrade]FRXQPRQWyQ'RF¢4XHSXHGHKDFHUDOUHVSHFWR" -1RWHQHPRVWDQWDVDOWHUQDWLYDV8VWHGKDVLGRHQYHQHQDGD¢$HVFXFKDGRKDEODUGHORV dragones Komodo? Su boca esta llena de bacterias. Bueno, las heridas de una mŽnade tienen el mismo nivel t—xico. DespuŽs que un drag—n muerde, la criatura la rastrea por horas, esperando que las bacterias la maten. Para las mŽnades, la demora de la muerte a–ade diversi—n. Para los dragones Komodo,¢TXLpQORVDEH" Gracias por el viaje a travŽs de National Geographic, Doc. -¢4XHSXHGHKDFHUXVWHG"±PreguntŽ, rechinando los dientes. -Puedo cerrar la heridas externas. Pero su sistema sangu’neo ha sido comprometido, y ser‡ necesario sacarle la sangre y reemplazarla. Ese es un trabajo para los vampiros. ±La buena mujer se ve’a alegre ante la perspectiva de todos trabajando juntos. En m’. Ella giro hacia el grupo de vampiros. -S’ s—lo uno de ustedes toma la sangre envenenada, ese uno se sentir’a muy mal. Ese es el elemento m‡gico que agrega la mŽnade. Pero entre todos la mordida del drag—n Komodo no ser‡ un problema, chicos. ±Ella se ri— cordialmente La odie. Lagrimas de dolor corr’an por mi cara. -As’ que, -ella continuo, -cuando yo haya terminado, cada uno de ustedes tomara turno, chupando un poco. DespuŽs le daremos una transfusi—n. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD29&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -De sangre humana, -dije, esperando dejarlo claro. Tuve que tomar la sangre de Bill una vez para sobrevivir heridas masivas y otra vez para sobrevivir la entrevista con los dem‡s vampiros, y ten’a la sangre de otro vampiro por accidente, aunque suene improbable. Hab’a notado los cambios en mi despuŽs de la ingesti—n de sangre, cambios que no quer’a ampliar con otra dosis de sangre. La sangre de vampiro era la droga de la salud, y por lo que me concern’a a m’, se la pod’an quedar. -Si Eric puede mover algunos contactos y obtener la sangre humana, -la gnomo dijo. ± Al menos la mitad de la transfusi—n puede ser sintŽtica. Soy la Dra. Ludwig, por cierto. -Puedo obtener la sangre, y le debemos la curaci—n, -escuche decir a Eric, para mi alivio. Hubiera dado lo que fuera por haber visto la cara de Bill, en ese momento. ¢Cual es tu tipo, Sookie? ±Eric me pregunt—. - -O positivo, -dije, contenta de que mi sangre fuera comœn. -No ser‡ problema, -Eric dijo. -¢3XHGHVHQFDUJDUWH3DP" De nuevo, sent’ movimiento en el cuarto. Dra. Ludwig se curvo sobre m’ y comenz— a lamer. Yo chillŽ. -Ella es el doctora, Sookie, -dijo Bill. ±Es su manera de curar. se envenenara, -dije, tratando de pensar en alguna objeci—n que no sonara homofobica o racista. En serio, no quer’a a nadie lamiŽndome la espalda, mujer gnomo o vampiro grande. -Pero -Ella es la sanadora, tratamiento. -dijo Eric, cerr‡ndome los caminos. ±Tœ debes aceptar su -Oh, esta bien, -dije, sin importarme lo hosca que sonaba. ±Por cierto, no he escuchado WRGDYtDQLQJ~Q³/RVLHQWR´GHSDUWHWX\D -Mi deseo de quejarme hab’a arrollado a mi instinto de conservaci—n. -Lamento que la mŽnade te haya escogido. Lo mire. -No es suficiente, -le dije. Estaba tratando de colgarme en esta conversaci—n. -Angelical Sookie, visi—n del amor y belleza, estoy postrado por el dolor de ver que la diab—lica mŽnade haya violado tu suave y voluptuoso cuerpo, en un intento de entregarme un mensaje. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD30&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Eso me gust— mas. ±Me habr’a sentido mas satisfecha con las palabras de Eric si s—lo no hubiera sentido un ramalazo de dolor. (El tratamiento de la doctora no era exactamente c—modo). Si las disculpas eran de coraz—n o elaboradas, no pod’a saberlo desde que Eric no ten’a coraz—n para sentir (o al menos yo no me hab’a dado cuenta) Žl bien pod’a distraerme con palabras. -¢(OPHQVDMHVLJQLILFDTXHHOODYDKDFHUWHODJXHUUD" -preguntŽ, tratando de ignorar las actividades de la Dra. Ludwig. Estaba sudando por todos lados. El dolor de la espalda era muy intenso. Pude sentir las lagrimas corriendo por mi cara. El cuarto parec’a haber adquirido una neblina amarilla; todo empezaba a lucir enfermo. Eric parec’a sorprendido. -No exactamente, -dijo cautelosamente. -¢3DP" -Esta en camino, -dijo ella. ±Esto se ve mal. -Empieza, -dijo Bill de manera urgente. ±Esta cambiando color. Me preguntŽ, casi ociosamente, de que color estar’a. No pude sujetar mi cabeza fuera del sof‡ mas tiempo como hab’a estado tratando de hacer para estar alerta. Descanse mi mejilla sobre el cuero, e inmediatamente moje toda la superficie. La sensaci—n de ardor que irradiaba mi cuerpo a travŽs de las marcas de garras en mi espalda se volvi— mas intensa, y chille porque no pod’a ayudarme. La gnomo se bajo del sof‡ y vino a examinarme los ojos. Ella movi— la cabeza. -S’, parece que todav’a queda esperanza, -dijo, pero sonaba muy lejos. Ella ten’a una jeringuilla en la mano. La œltima cosa que registre fue la cara de Eric acerc‡ndose, y pareci— que me gui–aba un ojo. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD31&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris &DSÇWXOR Abr’ los ojos con mucha desgana. Sent’a que hab’a estado durmiendo en un auto, o quŽ me hab’a echado una cabezada en una silla de asiento recto; definitivamente algœn lugar inapropiado e inadecuado. Me sent’a grogui, me dol’a todo. Pam estaba sentada en el suelo a una yarda de distancia, sus grandes ojos azules estaban fijos en m’. -Funcion—, -coment—. ±La Dra. Ludwig ten’a raz—n. -Grandioso. -S’, hubiera sido una lastima perderte antes de que saquemos ganancia de ti, -dijo con una chocante practicidad. ±Hay muchos otros humanos asociados con nosotros que la mŽnade pudo escoger, y todos esos humanos son mucho mas desechables. -Gracias por tan c‡lidas babosadas, Pam, -mascullŽ. Me sent’a en el œltimo grado de la suciedad, como si me hubiera revolcado en sudor con polvo. Incluso mis dientes se sent’an cubiertos de espuma. -Eres bienvenida, -ella dijo, y casi sonri—. As’ que Pam ten’a sentido del humor, algo por lo que no se distingu’an los vampiros. Uno nunca ve’a un vampiro en un escenario de c—micos, y las bromas humanas dejaban a los vampiros fr’os, ha±ha. (Algo de su humor pod’a crear pesadillas durante una semana). -¢4XpSDVy" Pam solt— sus dedos alrededor de su rodilla. -Hicimos lo que la Dra. Ludwig dijo. Bill, Eric, Chow y yo tomamos turno, y cuando casi estabas seca comenzamos la transfusi—n. PensŽ acerca de eso durante un minuto, contenta de haber estado inconsciente antes de haber experimentado ese procedimiento. Bill siempre tomaba sangre cuando hac’amos el amor, as’ que lo asociaba con una actividad altamente er—tLFD +DEHU ³GRQDGR´ D tantas personas habr’a sido extremadamente traum‡tico si hubiera estado consciente, para hablar, dije: -¢4XLpQHV&KRZ"±PreguntŽ. -Mira si puedes sentarte, -aconsej— Pam. ±Chow es nuestro nuevo cantinero. Es un cromo. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD32&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -¢(K" Pam, sonando casi humana durante un momento. ±Es alto para ser DVLiWLFR\WLHQHXQPDJQLILFRFRQMXQWRGH«WDWXDMHV -Tatuajes, -dijo TratŽ de mirarme interesada. Me enderece, sintiendo cierta fragilidad que me hizo estar muy atenta. Era como si mi espalda estuviera cubierta con heridas ya curadas, heridas que podr’an abrirse de nuevo si no era cuidadosa. Y ese era, segœn dijo Pam, exactamente el caso. TambiŽn, no ten’a puesta camisa. O algo m‡s, encima de mi cintura. Debajo, mis jeans estaban intactos, aunque extraordinariamente sucios. playera estaba tan da–ada que tuvimos que rasgarla, -dijo Pam, sonriendo abiertamente. ±Tomamos turnos para sostenerte en nuestro regazo. Fuiste muy admirada. Bill estaba furioso. -Tœ -Vete al infierno, -fue lo unico que me sali— decirle. -%XHQR¢TXLpQWHHQWLHQGH"±Pam se encogi— de hombros. ±Intentaba halagarte. Debes de ser una mujer muy modesta. Ella se dirigi— hacia un armario. Dentro hab’a camisas colgadas; un almacŽn extra para Eric, supuse. Pam saco una del gancho y me la tir—. Me estire para cogerla y tuve que admitir que el movimiento fue relativamente f‡cil. -3DP ¢KD\ DOJXQD GXFKD DTXt" ±Odiaba tener que ponerme la pr’stina camisa blanca sobre mi ser mugriento. -S’, en el cuarto de la despensa. Junto al ba–o de empleados. Era extremadamente basico, pero era una ducha con jab—n y una toalla. Uno ten’a que meterse directamente en el cuarto de la despensa, lo cual probablemente estaba bien para los vampiros, desde que la modestia no era una cualidad en ellos. Cuando Pam estuvo de acuerdo en cuidar la puerta, le ped’ ayuda para sacarme los jeans y botarme los zapatos y los calcetines. Ella disfruto el proceso un poquito demasiado. Fue la mejor ducha que jam‡s he tenido. Ten’a que moverme lenta y cuidadosamente. Me encontrŽ con que estaba dŽbil como si hubiera pasado a travŽs de una grave enfermedad, algo como neumon’a o un ataque virulento de gripe. Y supongo que lo fue. Pam abri— la puerta lo suficiente para pasarme algo de ropa interior, lo que fue una agradable sorpresa, al menos hasta que me seque y me prepare para embutirme dentro de ella. La parte de abajo era una tira tan diminuta que apenas merec’a llamarse braga. Al menos eran blancas. Supe que me sentir’a mejor si pudiera verme en un espejo. La parte de abajo y la camisa eran las unicas prendas que soportaba. Sal’ fuera descalza, para encontrarme con que Pam hab’a enrollado mis jeans junto con lo dem‡s y metido todo en una bolsa de pl‡stico, as’ podr’a llev‡rmelos a casa 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD33&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris para lavarlos. Mi bronceado resaltaba contra la n’vea camisa blanca. Camine muy lento de regreso a la oficina de Eric y de paso pesque de mi bolso un cepillo. Cuando empece a tratar de desenredar las mara–as, Bill vino y tomo el cepillo de mi mano. hacerlo, querida, -me dijo tiernamente. -¢&RPR WH VLHQWHV" 'HVOL]D OD camisa, as’ puede checar tu espalda. ±Lo hice de manera ansiosa esperando que no hubiera c‡maras en la oficina-aunque desde el punto de vista de Pam, har’a bien en relajarme. -Perm’teme -¢&RPRVHYH"±le preguntŽ sobre mi hombro. Bill dijo de manera breve: -Quedaran marcas. -Me lo imagine.-Mejor en mi espalda que en mi cara. Y ser marcada era mejor que ser muerta. Volv’ a ponerme la camisa, y Bill comenz— a trabajar en mi pelo, una de sus cosas favoritas. Me canse muy r‡pido as’ que me sentŽ en la silla de Eric mientras Bill se coloco detr‡s m’o. -$VtTXp¢SRUTXHPHHVFRJLyDPtODmŽnade? -Ella debi— de haber estado esperando al primer vampiro que pasara. Que te tuviera conmigo-que eres mas f‡cil de lastimar-fue un bono. -¢Caus— ella nuestra pelea? -No, creo que fue una coincidencia. Todav’a no entiendo porque te enojaste. -(VWR\PX\FDQVDGDSDUDH[SOLFDUPH%LOO/RKDEODPRVPDxDQD¢HVWDELHQ" Eric ven’a junto con otro vampiro que yo sab’a ser’a Chow. Me di cuenta que Chow deb’a atraer clientes. ƒl era el primer vampiro Asi‡tico que hab’a visto, y era extremadamente guapo. Estaba cubierto±al menos la parte que vi±con intrincados tatuajes que hab’a o’do pertenec’an a los miembros del Yakuza. Si Chow hab’a sido un mafioso cuando era humano o no, Žl ciertamente ahora era siniestro. Pam se deslizo por la puerta despuŽs de que paso un minuto, diciendo: -Ya esta todo cerrado. La Dra. Ludwig se fue tambiŽn. As’ que Fangtasia hab’a cerrado sus puertas por esa noche. Deb’an de ser las dos de la ma–ana, entonces. Bill continuaba cepillando mi pelo, y yo me sentŽ en la silla de la oficina con mis brazos cruzados, agudamente consciente de mi ropa inadecuada. Aunque, puestos a pensar, Eric era tan alto que su camisa me tapaba mas que algunos de 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD34&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris mis conjuntos mas cortos. Imagino que eran las bragas±biquini de corte francŽs que llevaba debajo lo que me avergonzaba. TambiŽn, no hab’a sostŽn. Desde que Dios fue tan generoso conmigo en el departamento del seno, no pasaba desapercibido cuando dejaba el sostŽn. Pero no importaba si mis ropas mostraban m‡s de lo que hubiera deseado, no importaba que toda esta gente hubieran visto incluso m‡s de m’ pechuga de lo que se ve’a ahora, no hab’a olvidado mi educaci—n. a todos por salvarme la vida, -dije. No tuve Žxito en sonar c‡lida, pero esperaba que al menos ellos pudieran decir que fui sincera. -Gracias -Fue verdaderamente mi placer, -dijo Chow, con un nota incofundiblemente maliciosa en su voz. ƒl ten’a trazas de acento, pero no ten’a suficiente experiencia para reconocer las diferentes entonaciones de los lenguajes asi‡ticos para saber de donde era originario. (VWDED VHJXUD TXH ³&KRZ´ QR HUD VX QRPEUH FRPSOHWR GH WRGD PDQHUDV SHUR DVt HUD como los dem‡s vampiros le llamaban. ±Hubiera sido perfecto, sin el veneno. Pude sentir como se tensaba Bill detr‡s de mi. ƒl descanso sus manos sobre mis hombros, y yo puse mis dedos sobre ellas. Eric dijo: -Vali— la pena ingerir el veneno. ±Sostuvo sus dedos en sus labios y los beso uno a uno, como si estuviera apreciando en bouquet de m’ sangre. Puaj. Pam sonri—. -No hay problema, Sookie. Oh, simplemente fantastico. -Tœ tambiŽn, Bill, -le dije, descansando mi cabeza contra Žl. -Era mi privilegio, -Žl dijo, controlando su temperamento con esfuerzo. -¢8VWHGHVGRVWXYLHURQXQDSHOHDDQWHVGHTXH6RRNLHVHHQFRQWUDUDFRQODmŽnade? ± pregunt— Eric. -¢(VRIXHORTXHRtGHFLUD6RRNLH" -Ese es nuestro asunto, -espetŽ, y los tres vampiros se sonrieron los unos a los otros. No me gusto ni un poquito. -¢3Rr cierto, para que nos pediste venir aqu’ esta noche? ± preguntŽ, esperando desviar el tema de Bill y yo. -¢5HFXHUGDVODSURPHVDTXHPHKLFLVWH6RRNLH"¢4XHSRQGUtDVWXKDELOLGDGPHQWDOSDUD ayudarme, mientras se les permita vivir a los humanos implicados? 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD35&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Claro que lo recuerdo. ±Yo no soy de las que olvida una promesa, especialmente una hecha a un vampiro. -'HVGH TXH %LOO IXH QRPEUDGR LQYHVWLJDGRU GHO ÈUHD QR KHPRV WHQLGR PXFKRV PLVWHULRV 3HUR ÈUHD HQ Texas, necesita tu habilidad especial. As’ que te hemos alquilado. Me percate de que hab’a sido rentada, como una sierra o un azad—n. Me preguntŽ si los vampiros de Dallas hab’an tenido que darles un deposito en caso de deterioro o da–o. -No irŽ sin Bill. ±Mire firmemente a los ojos de Eric. Los dedos de Bill me dieron un peque–o apret—n, as’ supe que hab’a dicho lo correcto. -ƒl estar‡ all’. Nos aventamos un regateo muy duro, -dijo Eric con una ancha sonrisa. El efecto era realmente desconcertante, porque Žl deb’a estar feliz acerca de algo, sus colmillos estaban fuera. ±Ten’amos miedo que te retuvieran o te mataran, as’ que una escolta fue parte del trato. < ¢TXLpQ PHMRU TXH %LOO" Si algo le pasara a Bill que lo volviera incapaz de cuidarte, enviar’amos otra escolta inmediatamente. Y los vampiros de Dallas estuvieron de acuerdo en proveer un auto con chofer, alojamiento y comida, y por supuesto, una buena paga. Bill obtendr‡ un porcentaje de esto. ¢&XDQGR\RGHEHUpKDFHUHOWUDEDMR" -Tœ debes arreglar su acuerdo financiero con Bill, -dijo Eric suavemente. ±Estoy seguro que al menos Žl recompensar‡ el tiempo que pierdas de tœ trabajo en el bar. ¢+DEUtDHVFULWR$QQ/DQGHUV³&XDQGRVX&LWDVH&RQYLHUWHHQVX$GPLQLVWUDGRU´" XQD mŽnade? ±preguntŽ, mir‡ndolos a todos. Esperaba que hubiera pronunciado la palabra correctamente. ±Naiads es agua y dryads son arboles, mainas es DOJRDVtFRPRGHOLULRRORFD¢FLHUWR"$VtTXH¢SRUTXpXQDmŽnade, anda fuera all’ en ORVERVTXHV"¢1RIXHURQODVmŽnades las que volvieron loco al Dios Dionisio? -¢3RUTXp -Sookie, tienes profundidades inesperadas, -dijo Eric, despuŽs de una apreciable pausa. No le dije que hab’a aprendido todo eso de leerlo en una novela de misterio. Permit‡mosle que piense que le’ la antigua literatura Griega en su lenguaje original. No es algo que duela. Chow dijo: dios entr— de manera tan completa en algunas mujeres que ellas se volvieron inmortales, o muy cerca de eso. Dionisio era el dios de la uva, por supuesto, los bares son muy interesantes para las mŽnades. De hecho, tan interesantes que no les gusta que otras criaturas de la oscuridad se vean envueltas en ellos. MŽnades consideran que la -El 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD36&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris violencia que genera el alcohol les pertenece; de all’ se alimentan, ahora que no pueden adorar formalmente a su dios. Y ellas se sienten atra’das por el orgullo. 8QD FDPSDQD VRQy HQ PL FDEH]D ¢1R KDEtDPRV VLGR %LOO \ \R YLFWLPDV GH QXHVWUR orgullo esta noche? -Ten’amos s—lo rumores de que una estaba en el ‡rea, -dijo Eric. ±Hasta que Bill te trajo. -¢$VtTXHWHHVWDEDDYLVDQGR"¢4XHFRVDTXiere? -Tributo, -dijo Pam. ±Eso pensamos. -¢QuŽ clase? Pam se encogi— de hombros. Parec’a que iba a ser la unica respuesta que iba a tener. -¢O quŽ? ±preguntŽ. De nuevo miradas fijas. Di un profundo suspiro de exasperaci—n. ¢4XHSDVDVLQRSDJDVVXWULEuto? -Enviara su locura. ±Bill sonaba preocupado. -¢Dentro de un bar? ¢0HUORWWHV? ±Aunque hab’a abundantes bares en el ‡rea. Los vampiros se miraron los unos a los otros. -O en uno de nosotros, -dijo Chow. ±Ya ocurri—. La masacre de Halloween en 1876, en St. Petersburgo. Todos asintieron solemnemente. estuve all’, -dijo Eric. ±Nos tomo a veinte de nosotros limpiar. Y tuvimos que enterrarle entre todos una estaca a Gregory. La mŽnade, Phryne, recibi— tributo despuŽs de eso, pueden estar seguros. -Yo Para los vampiros enterrarle una estaca a otro de su especie, deb’a ser algo muy serio. Eric hab’a estacado a un vampiro que le hab’a robado, y Bill me cont— que Eric hab’a tenido que pagar una severa pena. Que cosa, Bill no me dijo, y yo no preguntŽ. Hab’a algunas cosas con las que pod’a vivir muy bien sin saberlas. -¢As’ que le dar‡s tributo a la mŽnade? Ellos estaban intercambiando pensamientos, podr’a decir. -S’, -dijo Eric. ±Es mejor que lo hagamos. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD37&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Supongo que las mŽnades son muy dif’ciles de matar, -dijo Bill, con una pregunta en su voz. Eric se estremeci—. -Oh, s’, -dijo. -Oh, s’. *** Durante nuestro viaje de regreso a Bon Temps, Bill y yo ’bamos en silencio. Ten’a un mont—n de preguntas acerca de esa noche, pero estaba cansada desde los huesos hasta la piel. -Sam debe saber acerca de esto, -le dije, cuando nos detuvimos en mi casa. Bill vino alrededor para abrirme la puerta. -¢3RU TXp 6RRNLH" ±Žl pod’a caminar. tom— mi mano y me jal— fuera del auto, sabiendo que apenas -3RUTXH« -y me detuve en seco. Bill sab’a que Sam era un ser sobrenatural, pero no quer’a que lo recordara. Sam era due–o de un bar, y hab’amos estado mas cerca de Bon Temps que de Shreveport cuando la mŽnade hab’a intervenido. tiene un bar, pero deber‡ de estar bien, -dijo Bill razonable. ±Por otro lado, la mŽnade dijo que el mensaje era para Eric. -El Eso era cierto. -Piensas demasiado en Sam para que me agrade, -Bill dijo, y me hizo mirarlo. -¢Estas celoso? ±Bill se pon’a muy, muy molesto cuando otros vampiros parec’an admirarme, pero yo asum’a que esto era s—lo territorial. No sab’a como sentirme acerca de este nuevo descubrimiento. Nunca hab’a tenido a nadie que se sintiera celoso de mis atenciones antes. Bill no contesto, se le ve’a encrespado. -Hmmm, -dije pensativa. ±Bueno, bueno, bueno. Estaba sonriendo para mi misma cuando Bill me ayudo de los escalones a travŽs de la vieja casa, hasta mi cuarto; el cuarto donde mi abuela hab’a dormido tantos a–os. Ahora las paredes estaban pintadas en amarillo p‡lido, la madera era blanca, las cortinas eran blancas con brillantes flores por todos lados. La cama ten’a una colcha a juego. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD38&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Fui un momento al ba–o para cepillarme los dientes y atender mis necesidades, regrese todav’a vistiendo la camisa de Eric. -Qu’tatela, -dijo Bill. -0LUD%LOOQRUPDOPHQWHHVWDUtDFDOLHQWHSDUDHOWURWHSHURHVWDQRFKH« -Es s—lo que odio verte en su camisa. Bueno, bueno, bueno. Yo pod’a hacer uso de esto. Por otro lado, si Žl lo llevaba a los extremos, podr’a ser un fastidio. -Oh, esta bien, -le dije, haciendo una suspiro que Žl pudo o’r desde muchas yardas. ± Supongo, que tendrŽ que quitarme esta camisota. La desabotone muy lentamente, sabiendo que los ojos de Bill miraban mis manos mientras se mov’an sobre los botones, deslizando la camisa un poco cada vez. Finalmente deje caer la camisa y me quede en la ropa interior blanca de Pam. -Oh, -el aliento contenido de Bill fue suficiente tributo para mi. Las mŽnades estaban condenadas, ver la cara de Bill me hizo sentir una diosa invencible. Quiz‡s ir’a a Foxy Femme Lingerie en Ruston en mi siguiente d’a libre. 2 ¢TXL]iV OD nueva tienda que Bill adquiri— vend’a ropa interior? *** Explicarle a Sam que necesitaba ir a Dallas no fue f‡cil. Sam se hab’a portado incre’ble cuando perd’ a mi abuela, y lo contaba como uno de mis mejores amigos, un jefe grandioso y (ahora y antes) una fantas’a sexual. S—lo le dije a Sam que me iba a tomar unas vacacioncitas. Dios sabe, que nunca se las hab’a pedido antes. Pero Žl se imagino lo que hab’a detr‡s. A Sam no le gust—. Sus brillantes ojos azules lucian enojados y su cara era de piedra, e incluso su pelo rubio±rojizo parec’a chisporrotear. El pr‡cticamente cerro el pico para no decirme lo que pensaba, obviamente Sam cre’a que Bill tampoco estar’a de acuerdo con mi partida. Pero Sam no conoc’a todas las circunstancias de mis tratos con los vampiros, ya que de los vampiros, s—lo Bill se hab’a percatado de que Sam era un adaptoformas. Y yo intentaba que Bill no lo recordara. No quer’a que Bill pensara acerca de Sam m‡s de lo que ya lo hacia. Bill podr’a decidir que Sam era un enemigo, y definitivamente no quer’a que Bill pensara eso. Bill es un enemigo de cuidado. Soy buena guardando secretos, y manteniendo mi cara en blanco, gracias a los a–os que tengo leyendo la ropa sucia en la mente de la gente. Pero tengo que confesar que confraternizar a Bill y Sam tomaba un mont—n de energ’a. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD39&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Sam se inclin— en el respaldo de su silla despuŽs que acord— darme el tiempo libre, su nervuda constituci—n oculta bajo una enorme playera azul pescador de Bar 0HUORWWHV. Sus jeans estaban viejos pero limpios, y sus botas eran solidas y con suelas gastadas. Estaba sentada en la orilla de la silla para visitas en frente del escritorio de Sam, la puerta de la oficina se cerro tras de m’. No cre’a que alguien estuviera escuchando fuera de ella; despuŽs de todo, el bar estaba igual de ruidoso que siempre, con el tocadiscos lanzando lamentos en un tono zydeco y los bramidos de la gente que ya ten’an sus copas. Pero, aun as’, cuando se habla de algo como una mŽnade, uno quiere decirlo en la voz mas baja, me incline a travŽs del escritorio. Sam de manera automatica adopto mi misma postura, puse mi mano en su brazo y dije en un susurro: -Sam, hay una mŽnade fuera por la carretera a Shreveport. ±La cara de Sam se vio vac’a durante un segundo antes de que explotara en una carcajada. Sam se parti— de la risa por lo menos durante tres minutos, tiempo en el cual me puse muy enojada. -Lo siento, -VHPDQWHQtDGLFLpQGRPH\YROYtDDHPSH]DU¢6DEHn lo irritante que puede ser eso? El rodeo su escritorio, todav’a tratando de sofocar sus risitas. Me pare porque Žl estaba de pie, pero yo echaba humo. ƒl me agarr— los hombros. ±Lo siento, Sookie, repiti—. ±Nunca he visto una, pero he o’do que son horroURVDV¢&RPRVDEHV"/RGHOD mŽnade, quiero decir. -PorquŽ ella no estaba contenta, como lo sabr’as si vieras las cicatrices en mi espalda, espetŽ, y su cara cambio, £bravo!. -¢Tu fuiste herida? ¢Como sucedi— esto? As’ que le contŽ, intentando dejar algo del drama fuera, y un mont—n del proceso de sanaci—n que hab’an empleado los vampiros de Shreveport. Aun as’, el quiso ver las cicatrices. Me di la vuelta, y sub’ mi playera, sin llegar al el‡stico de mi sostŽn. El no hizo ningœn sonido, pero lo sent’ tocando mi espalda, y despuŽs de un segundo me di cuenta que Sam hab’a besado mi piel. ƒl bajo mi playera sobre las cicatrices y me giro hacia Žl. -Lo siento mucho, -dijo, con absoluta sinceridad. ƒl no estaba riendo ahora, ni siquiera estaba cercano. ƒl estaba dolorosamente cerca de m’. Pod’a sentir pr‡cticamente el calor que irradiaba su piel, la electricidad crujiendo a travŽs del fino vello de sus brazos Respire de manera profunda. -Estoy preocupada de que ella desv’e su atenci—n a ti, -le explique. -¢4XpFRVDTXLHUHQ como tributo las mŽnades, Sam? 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD40&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Mi madre sol’a decirle a mi padre que ellas amaban a los hombres orgullosos, -Žl dijo, y por un momento cre’ que el estaba bromeando. Pero lo mire a la cara, y no, no lo estaba. ±MŽnades aman por sobre todo rasgar en dos a un hombre orgulloso. Literalmente. -Aggh, -le dije. -¢+D\DOJXQDRWUDFRVDTXHODVVDWLVIDJD" -Juegan a lo grande. Osos, tigres, cosas por el estilo. -9HRGXURHQFRQWUDUXQWLJUHHQ/XLVLDQD4XL]iVSRGUtDVHQFRQWUDUXQRVRSHUR¢FRPR lo llevar’as al territorio de la mŽnade? ±pondere esto por un momento, pero no encontrŽ ninguna respuesta. ±Asumo que ella lo quiere vivo, -dije, con una pregunta en mi voz. Sam, quiŽn parec’a haberme estado mirando en lugar de pensando en el problema, cabeceo, y entonces se inclino hacia adelante y me bes—. Deb’ haberlo visto venir. El era tan c‡lido despuŽs de Bill, cuyo cuerpo nunca estaba caliente. Tibio, quiz‡s. Los labios de Sam actualmente se sent’a calientes, y su lengua tambiŽn. El beso fue profundo, intenso, inesperado, comparable a la excitaci—n que se siente cuando alguien te da un regalo que tœ no sab’as deseabas. Sus brazos me rodearon, los m’os tambiŽn lo rodearon, y nos estuvimos dando todo lo que ten’amos, hasta que regrese a la tierra. Lo empujŽ un poquito, y Žl lentamente levanto su cabeza de la m’a. -Necesito estar fuera del pueblo por un tiempo, -le dije. -Lo siento, Sookie, pero estado queriendo hacer esto por a–os. Hab’a un mont—n de caminos sobre los que pod’a guiar esta declaraci—n, pero atrinchere mi decisi—n y tome el camino alto. -6DPW~VDEHVTXH\R« -«HVWDVHQDPRUDGDGH%LOO-Žl termino la frase. No estaba completamente segura de estar enamorada de Bill, pero lo amaba, y me hab’a comprometido a mi misma con Žl. As’ que para simplificar la cuesti—n, asent’ de acuerdo. No pod’a leer claramente los pensamientos de Sam, porque Žl era un ser sobrenatural. Pero yo habr’a tenido que ser una burra, un cero telep‡tico, si no hubiera podido sentir las ondas de frustraci—n y a–oranza que Žl desped’a. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD41&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas -El Charlaine Harris punto que quer’a comentarte, -le dije, despuŽs de un minuto, durante el cual nos desenred‡bamos y separ‡bamos el uno del otro,-es que a esta mŽnade le interesan especialmente los bares, este es un bar que esta manejado por alguien que no es exactamente humano, como el bar de Eric en Shreveport. As’ que mejor esta alerta. Sam pareci— atesorar en el coraz—n que lo estuviera previniendo, parec’a que le daba esperanzas. -Gracias por dec’rmelo, Sookie. La siguiente vez que cambie, serŽ cuidadoso en el bosque. No se me hab’a ocurrido que Sam pudiera encontrar a la mŽnade en sus aventuras ³FDPELDQWHV´\WXYHTXHVHQWDUPHDEUXSWDPHQWHFXDQGRPHORLPDJLQH -Oh, no, -le dije enf‡ticamente. ±No cambies para nada. -En cuatro d’as en luna llena, -Sam dijo, despuŽs de echarle un vistazo al calendario. ± TendrŽ que hacerlo. Ya arregle con Terry que venga a trabajar esa noche. -¢4XHFRVDOHGLMLVWH" -Le dije que ten’a una cita. Nunca se ha fijado en el calendario que cada vez que le pido venir a trabajar es luna llena. -Eso es algo. ¢+DDYHULJXDGRDOJRPiVODSROLFtDDFHUFDGH/DID\HWWH" -No. ±Sam movi— la cabeza. ±Y contrate a un amigo de Lafayette, Khan. -¢Como Sher Khan? -Como Chaka Khan. -%XHQRSHUR¢SXHGHFRFLQDU" -Lo despidieron del Shrimp Boat. -¢3RUTXp" -Temperamento art’stico, presumo. ±La voz de Sam era seca. -No necesitara mucho de eso por aqu’,-observe con mi mano en la manija de la puerta. Estaba contenta de que Sam y yo hubiŽramos mantenido una conversaci—n, para relajar la tensi—n de nuestra improcedente situaci—n. Nunca nos hab’amos abrazado en el 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD42&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris trabajo. De hecho, s—lo nos hab’amos besado una vez, cuando Sam me llev— a casa despuŽs de nuestra œnica cita hacia algunos meses. Sam era mi jefe, y comenzar algo con tœ jefe es siempre una mala idea. Comenzar algo con tœ jefe cuando tœ novio es un vampiro es otra mala idea, posiblemente una idea fatal. Sam necesitaba encontrar una mujer. R‡pido. Cuando estoy nerviosa, sonri—. Sonre’ deslumbrante cuando dije: regreso al trabajo, -y saltŽ a travŽs de la puerta, cerr‡ndola tras de mi. Ten’a un nudo de sentimientos acerca de todo lo que hab’a pasado en la oficina de Sam, pero los aventŽ lejos, y me prepare de prisa para servir algunas bebidas. -De No hab’a nada inusual en la multitud de 0HUORWWHV esa noche. El amigo de mi hermano Hoyt Fortenberry estaba bebiendo con algunos de sus amigotes. Kevin Prior, a quiŽn estaba mas acostumbrada a verlo con uniforme, estaba sentado con Hoyt, pero Kevin no ten’a una noche buena. El parec’a pensar que estar’a mejor en el auto-patrulla con su pareja, Kenya. Mi hermano, Jason, lleg— con su cada vez mas frecuente decoraci—n en el brazo, Liz Barrett. Liz siempre actuaba contenta de verme, pero nunca trato de congraciarse conmigo, lo que le vali— buenos puntos en mi libro. Mi abuela habr’a estado encantada de saber que Jason salia tan seguido con Liz. Jason hab’a estado jugando en escena por a–os, hasta que la escena estuvo muy gastada para Jason. DespuŽs de todo, la piscina de mujeres en Bon Temps y alrededores se hab’a secado, porque Jason hab’a pescado por a–os en ella. Necesitaba reabastecerse. Ademas, Liz parec’a desear ignorar los peque–os roces de Jason con la ley. -£3HTXHxD KHUPDQLWD ±dijo a modo de saludo. ±Tr‡enos a Liz y a mi un Siete y Siete FRQSLTXHWHDFDGDXQR¢ORKDUtDV" -Con gusto, -le dije sonriendo. Emitiendo una ola de optimismo, escuche dentro de Liz por un momento; ella esperaba que muy pronto Jason se animara a hacer la pregunta. Mas pronto mejor, ella pens—, por que estaba bastante segura de estar embarazada. Lo bueno que durante a–os he aprendido a ocultar lo que pienso. Les traje sus bebidas, cuidadosamente protegiŽndome a mi misma de otros pensamientos extraviados que pod’a coger, e intentado pensar que har’a. Que es de las peores cosas sobre ser una telŽpata; saber cosas que la gente esta pensando, pero no hablando de ellas, son cosas que otra gente (como yo) no queremos saber. O no deber’amos saber. Hab’a escuchado suficientes secretos para desinflarle las jorobas a un camello, y crŽanme, ninguno de ellos fue provechoso para mi camino. Si Liz estaba embarazada, la œltima cosa que ella necesitaba era beber, sin importar quiŽn fuera el papi del bebŽ. La observe con cuidado, y ella tomo un sorbito de su vaso. Ella envolvi— su mano alrededor de el ocult‡ndolo de manera parcial de la vista publica. Ella y Jason charlaron por un minuto, luego Hoyt llam— a Jason, y el gir— su taburete de la barra para mirar a su compa–ero de escuela. Liz se quedo mirando su bebida, como si tuviera deseo de 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD43&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris tom‡rsela de un golpe. Le acerque un vaso similar con puro 7UP y le quite la bebida alcoh—lica. Los grandes ojos cafes de Liz me miraron sorprendidos. -No para ti, -le dije tranquila. La tez oliv‡cea de Liz se puso lo mas p‡lida posible. ±Tœ eres sensata, -le dije. Estaba luchando para intentar explicarle por quŽ hab’a intervenido, cuando iba contra mi pol’tica personal actuar sobre lo que descubr’a de un modo tan subrepticio. ±Tœ eres sensata, y puedes hacerlo de la manera directa. Jason se gir— de nuevo hacia nosotras, y yo recib’ un pedido de una jarra con cerveza de una de mis mesas. Cuando sal’ fuera de la barra para tomar la orden, me di cuenta que Portia Bellefleur estaba en la puerta. Portia mir— detenidamente alrededor del bar oscuro como si buscara a alguien. Para mi asombro, ese alguien resulte ser yo. -¢6RRNLHWLHQHVXQPLQXWR"-ella pregunt—. Podr’a contar las conversaciones personales que he tenido con Portia a solas, casi con un dedo, no me pod’a imaginar que tra’a en mente. -SiŽntate all‡,-dije, indicando con la cabeza una mesa vac’a en mi ‡rea. -EstarŽ contigo en un minuto. -Oh, esta bien. Y ser‡ mejor que ordene una copa de vino, supongo. Merlote. -Te lo traerŽ de inmediato all’. Serv’ su copa con cuidado, y la puse sobre mi bandeja. DespuŽs de checar de manera visual que todos mis clientes estuvieran bien, llevŽ la bandeja a la mesa de Portia y me sentŽ frente a ella. Me puse en el borde de la silla, as’ cualquiera que se quedara sin bebida podr’a ver que estaba lista para saltar en un segundo solamente. -¢4Xp SXHGR KDFHU SRU WL" ±Cheque sonre’ a Portia. que mi cola de caballo estuviera en orden y le Ella pareci— muy concentrada en su copa de vino. Le dio vueltas, tom— un sorbo, y la puso exactamente en el centro del protector. -Tengo un favor que pedirte, -dijo ella. Ninguna mierda, Sherlock. Ya que nunca hab’a sostenido una conversaci—n casual con Portia m‡s larga de dos oraciones, era obvio que ella necesitaba algo de m’. adivinar. Fuiste enviada aqu’ por tu hermano para pedirme escuchar los pensamientos de la gente cuando ellos est‡n aqu’ en la bar, entonces puedo averiguar sobre esta cosa de la org’a a la que fue Lafayette. ±Como si no hubiera visto que esto era lo que ven’a. -DŽjame 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD44&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Portia pareci— avergonzada, pero determinada. -ƒl nunca te lo hubiera pedido si Žl no estuviera en serios problemas, Sookie. -ƒl nunca me lo hubiera pedido porque no le agrado. £$XQTXH VROR KH VLGR PiV TXH agradable con Žl en toda su vida entera! Pero ahora, esta bien pedirme ayuda, porque Žl realmente me necesita. La cara de Portia se puso de un rojo profundo muy impropio. Sab’a que no era muy agradable de mi parte sacar los problemas de su hermano contra ella, pero ella hab’a estado de acuerdo, despuŽs de todo, ella era el mensajero. Y ya saben lo que les pasa a los mensajeros. Esto me hizo pensar en mi propio papel de mensajero la noche anterior, y me preguntŽ si yo deber’a sentirme afortunada hoy. -Yo no estaba por esto, -refunfu–— ella. Esto da–aba su orgullo, pedirle un favor a una camarera; una Stackhouse, para acabarla. $QDGLHOHJXVWDTXHWHQJDXQ³UHJDOR´1DGLHTXLHUHTXHORXVHVREUHHOORV3HURFDGD XQR TXLHUH TXH DYHULJp DOJR SDUD VX SURYHFKR QR LPSRUWD FRPR PH VLHQWD DFHUFD GH examinar meticulosamente los pensamientos (la mayor’a desagradables e irrelevantes) de los parroquianos del bar para obtener la informaci—n pertinente. -¢+DV ROYLGDGR SUREDEOHPHQWH TXH UHFLHQWHPHQWH $QG\ DUUHVWy D PL KHUPDQR SRU asesinato? -Desde luego Žl hab’a tenido que dejar ir a Jason, pero aœn as’. Si Portia se hubiera puesto un poco m‡s roja ella habr’a encendido un fuego. -Solamente olv’dalo, esta bien,-dijo ella, reuniendo toda su dignidad a duras penas. -No necesitamos la ayuda de un fen—meno como tœ, de todos modos. Yo la hab’a tocado en algo, por que Portia era siempre cortŽs, m‡s no visceral. -Escœchame, Portia Bellefleur. EscucharŽ un poco. No para ti o tu hermano, si no por que me gustaba Lafayette. ƒl era mi amigo, y Žl fue siempre m‡s lindo conmigo que tœ o Andy. -No me gustas. -No me importa. -¢4XHULGDDKtDOJ~QSUREOHPD"-pregunt— una voz tras de m’. Bill. Lo busquŽ con mi mente, y sent’ el espacio vaci— relajante directamente detr‡s de m’. Otras mentes solamente zumbaban como abejas en un tarro, pero la mente de Bill parec’a un globo lleno del aire. Era maravilloso. Portia se levant— tan repentinamente 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD45&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris que su silla casi se cay—. Ella estaba asustada de estar cerca de Bill, como si Žl fuera una serpiente venenosa o algo as’. -Portia me estaba pidiendo solamente un favor,-dije despacio, consciente por primera vez que nuestro peque–o tr’o atra’a cierta cantidad de atenci—n de la muchedumbre. -¢$ FDPELR GH ODV PXFKDV FRVDV DPDEOHV TXH ORV %HOOHIOHXU KDQ KHFKR SRU WL" -Bill pregunt—. Portia mascull—. Ella gir— para salir andando con paso majestuoso del bar. Bill la mir— irse con una expresi—n de rara satisfacci—n. -Ahora tengo que descifrar que pas— aqu’, -dije, mientras me recargaba contra Žl. Sus brazos me rodearon y me atrajeron mas cerca de Žl. Era como abrazar un ‡rbol. -Los vampiros en Dallas han hecho los arreglos,-dijo Bill. -¢3XHGHVPDUFKDUWHPDxDQD por la tarde? -¢<W~" viajar en mi ataœd, si tu te aseguras que sea descargado en el aeropuerto. Entonces tendremos que averiguar durante la noche lo que los vampiros de Dallas quieren que hagamos. -Puedo -¢(QWRQFHVWHQGUpTXHOOHYDUWHDODHURSXHUWRHQXQDXWRI~QHEUH" -No, amor. Solamente llega all’. Hay un servicio de transporte que hace esta clase de cosas. -¢6RODPHQWHOOHYDQDORVYDPSLURVGXUDQWHHOG’a? -S’, ellos tienen licencia y est‡n vinculados con nosotros. Ten’a que pensar acerca de eso un ratito. -¢4XLHUDXQDERWHOOD"6DPWLHQHXQDVVREUHHOFDOHQWDGRU -S’, por favor, me gustar’a una O positivo. Mi grupo sangu’neo. Que tierno. Le sonre’ a Bill, no con mi sonrisa estirada, si no con una sonrisa de coraz—n. Ten’a tanta suerte de tenerlo, no importa cuantos problemas tuviŽramos como pareja. No pude creer que hubiera besado a alguien m‡s, y borrŽ aquella idea tan pronto como esta pas— rozando a travŽs de mi mente. Bill me sonri— de vuelta, quiz‡s no era lo mas tranquilizador, ya que Žl estaba feliz de verme. -¢&XiQGRWHSXHGHVLU"-Žl pregunt—, acerc‡ndose. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD46&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris EchŽ un vistazo a mi reloj. -Treinta minutos, -promet’. -Te esperarŽ. -ƒl se sent— en la mesa que Portia hab’a desocupado, y le traje la sangre, tout de suite. Kevin camino cerca para dirigirse a Žl, termin— por sentarse en la mesa. No estaba lo bastante cerca m‡s que para agarrar fragmentos de la conversaci—n; ellos hablaban de los tipos de delitos que ten’amos en nuestra peque–a ciudad, y el precio de la gasolina, y TXLpQ JDQDUtD OD HOHFFLyQ GHO VLJXLHQWH VKHULII £(UD WDQ QRUPDO 0H GLMH FRQ RUJXOOR Cuando Bill hab’a comenzado al principio a entrar en 0HUORWWHV, la atm—sfera hab’a estado muy tensa. Ahora, la gente se acercaba por casualidad, hablaban con Bill o s—lo lo saludaban con la cabeza, pero no hac’an ningœn alboroto. Ya hab’a bastantes cuestiones legales que afrontaban los vampiros sin contar con las complicaciones sociales, tambiŽn. Cuando Bill me condujo a casa esa noche, Žl parec’a estar de humor excitado. Yo no pod’a explicarme esto hasta que entend’ que Žl estaba contento por su visita a Dallas. -¢&RQVHJXLVWHEXHQRVOXJDUHV"-PreguntŽ, curiosa y no muy contenta sobre su repentino caso de lujuria viajera. -He viajado durante a–os. La permanencia en Bon Temps estos meses ha sido maravillosa,-Žl dijo cuando acaricio mi mano, -pero naturalmente me gusta verme con otros de mi propia clase, y los vampiros de Shreveport tienen demasiado poder sobre m’. No puedo relajarme cuando estoy con ellos. -¢(VWDEDQORVYDPSLURVRUJDQL]DGRVDVtDQWHVGHTXHWXUHFLELHUDHVWHSXHVWR" -Trataba de no hacer preguntas sobre la sociedad de los vampiros, porque no estaba nunca segura como reaccionar’a Bill, pero ten’a mucha curiosidad. -No del mismo modo,-dijo Žl evasivamente. Sab’a que era la mejor respuesta que conseguir’a de Žl, pero suspirŽ un poco de todos modos. Sr. Misterio. Los vampiros todav’a guardaban l’mites claramente dibujados. Ningœn doctor pod’a examinarlos, ningunos vampiros pod’an ser requeridos para unirse a las fuerzas armadas. Como devoluci—n para estas concesiones legales, los americanos hab’an exigido que los vampiros que eran doctores y enfermeras±y no hab’a m‡s que unos pocos±colgaran sus estetoscopios, porque la gente sospechaba demasiado de un profesional de la asistencia mŽdica que beb’a sangre. Incluso aunque, por lo que la gente sab’a, el vampirismo era una reacci—n extremadamente alŽrgica a una combinaci—n de varias cosas, incluso al ajo y la luz del sol. Aunque yo fuera humana±una locochona±lo sab’a muy bien. Hab’a sido mucho m‡s feliz cuando cre’a que Bill ten’a una enfermedad clasificable. Ahora, yo sab’a que las criaturas de las que hab’amos le’do dentro del reino de mito y leyenda ten’an el h‡bito 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD47&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris repugnante de mostrase reales.Tomen la mŽnade¢4XLpQKDEUtDFUHtGRTXHXQDOH\HQGD antigua griega pasear’a por los bosques de Luisiana del Norte? Tal vez realmente hab’a hadas en el fondo del jard’n, una frase que recordŽ de una canci—n que mi abuela hab’a cantado cuando colgaba la ropa en el tendero.. -¢6RRNLH"-La voz de la Bill era suavemente persistente. -¢4Xp" -Estabas pensando muy concienzudamente acerca de algo. -S’, solamente pregunt‡ndose sobre el futuro,-dije vagamente. -Y el vuelo. Tendr‡s que informarme sobre todos los arreglos, y cuando tengo que estar en el aeropuerto. ¢<TXp ropa debo llevar? Bill comenz— a darle vueltas en su cabeza a esto mientras entrabamos en la calzada delante de mi vieja casa, y sab’a que Žl tomar’a mi petici—n en serio. Esta era una de las muchas cosas buenas sobre Žl. -Sin embargo, antes de que hagas las maletas, -dijo Žl, sus ojos oscuros solemnes bajo el arco de sus cejas, -hay algo m‡s que tenemos que hablar. -¢4Xp" -Yo estaba de pie en medio de mi dormitorio, mirando fijamente la puerta del armario abierta, cuando registre sus palabras. -TŽcnicas de relajaci—n. Me balanceŽ alrededor para mirarlo con las manos sobre mis caderas. -¢'HTXpHVWDVKDEODQGR" -Esto. ƒl me carg— en el cl‡sico estilo de Rhett Butler, y aunque yo llevaba puestos pantalones en lugar de un rojo y largo±¢QHJOLJp"¢YHVWLGR"±Bill logr— hacerme sentir tan hermosa, tan inolvidable, como Scarlett O'Hara. ƒl no tuvo que recorrerse a pie ninguna escalera, tampoco; la cama estaba muy cerca. La mayor’a de nuestras noches, Bill tomaba las cosas muy lento, tan lento que yo pensaba que comenzar’a a gritar antes de que lleg‡ramos al punto, por decirlo as’. Pero esta noche, excitado por el viaje, por la excursi—n inminente, la velocidad de Bill se hab’a acelerado enormemente. Alcanzamos el final del tœnel juntos, y cuando descansamos juntos durante las peque–as sacudidas que siguen del amor, me preguntŽ lo que los vampiros de Dallas le har’an a nuestra relaci—n. Hab’a estado s—lo una vez en Dallas, para un viaje largo a Six Flags, y no hab’a sido un buen tiempo para m’. Hab’a sido torpe en la protecci—n de mi mente de los 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD48&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris pensamientos que eternamente transmiten otros sesos, y no estaba preparada para el inesperado apareamiento de mi mejor amiga, Marianne, con un compa–ero de clase llamado Dennis Engelbright, y nunca antes hab’a estado lejos de casa. Esto ser’a diferente, me dije severamente. Yo iba a petici—n de los vampiros de Dallas; HUD PDUDYLOORVR ¢D quŽ no? Era necesaria debido a mis habilidades œnicas. Deber’a fijarme en no llamar a mis peculiaridades una discapacidad. Hab’a aprendido a controlar mi telepat’a, al menos a tener mucha m‡s precisi—n y previsibilidad. Ten’a mi propio hombre. Nadie me abandonar’a. De todos modos, tengo que confesar que antes de que me durmiera, tire unas cuantas lagrimas por la miseria que hab’a existido en mi vida. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD49&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris &DSÇWXOR Estaba tan caliente como si el infierno estuviera en Dallas, sobre todo en el pavimento del aeropuerto. Fue un ligero alivio cuando hab’an ca’do las temperaturas, ahora el calor del verano hab’a regresado. Las r‡fagas de aire caliente eran como antorchas que tra’an todos los sonidos y los olores del aeropuerto de Dallas-Fort Worth±el ruido de los peque–os veh’culos y aviones, su combustible y su carga±parec’an acumularse alrededor del pie de la rampa de carga del avi—n donde yo estaba esperando. Yo hab’a volado en un vuelo comercial, pero Bill hab’a tenido que ser embarcado de manera especial. Estaba abanicando la chaqueta del traje, tratando de mantener mis axilas secas, cuando el sacerdote Cat—lico se acerc— a m’. Al principio, estaba tan respetuosa de su cuello que no me opuse a su acercamiento, aunque no quer’a realmente dirigirme a alguien. Acababa de pasar por una experiencia totalmente nueva, y todav’a ten’a varias barreras m‡s delante de m’. -¢3XHGRD\XGDUHQDOJR"1RKHSRGLGRPHQRVTXHQRWDUVXVLWXDFLyQ -dijo el peque–o hombre. Estaba sobriamente vestido de negro clerical, y Žl sonaba hasta el tope de compasivo. Adem‡s, Žl ten’a la confianza de alguien acostumbrado a acercarse a desconocidos y ser recibido cortŽsmente. Aunque pensŽ que llevaba un corte de pelo ins—lito para un sacerdote; su pelo casta–o era bastante largo, y enredado, y ten’a un bigote, tambiŽn. NotŽ vagamente. -¢0LVLWXDFLyQ"-PreguntŽ, sin prestar realmente atenci—n a sus palabras. Acababa de vislumbrar el pulido ataœd de madera en el borde de la cinta de carga. Bill era tan tradicionalista; el metal habr’a sido m‡s pr‡ctico para el viaje. Los asistentes uniformados lo hac’an rodar al principio de la rampa, ellos deben de haberle puesto ruedas bajo el de alguna manera. Ellos hab’an prometido que Bill llegar’a a su destino sin un rasgu–o. Y los guardias armados detr‡s de m’ aseguraban que ningœn fan‡tico se apresurar’a para arrancar la tapa. Era uno de los suplementos extras que Anubis Air hab’a enchufado a su anuncio. Por instrucciones de Bill, yo hab’a especificado tambiŽn que Žl deb’a ser el primero en salir del avi—n. Hasta ahora, todo bien. EchŽ una mirada al cielo oscuro. Las luces alrededor de la pista se hab’an prendido hac’a unos minutos. La negra cabeza de chacal sobre la cola del aeroplano pareci— salvaje contra la luz ‡spera, que cre— sombras profundas donde antes no hab’a existido. ChequŽ mi reloj otra vez. -S’. Lo siento mucho. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD50&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris EchŽ un vistazo hac’a mi compa–ero no deseado. ¢+DEtD VXELGR pO DO DYLyQ HQ Baton Rouge? Yo no pod’a recordar su cara, pero yo hab’a estado bastante nerviosa durante el vuelo entero. -Lo siente, -dije. -¢3RUTXp"¢+D\DOJ~QSUREOHPD" ƒl se mir— elaboradamente sorprendido. -Bueno, -Žl dijo, se–alando con la cabeza hacia el ataœd, que descend’a ahora sobre la rampa sobre un sistema de rodillos. -6XSpUGLGD¢(UDDOJXLHQDTXLpQDPDED"-ƒl se me acerco un poco m‡s. seguro, -GLMH HTXLOLEUDGR PL SHUSOHMLGDG \ DJUDYLR¢3RU TXp HVWDED pO DTXt IXHUD"¢6HJXUDPHQWHODOtQHDDpUHDQRSDJDEDDXQVDFHUGRWHSDUDHQFRQWUDUVHFRQFDGD persona que viajaba con un ataœd? Sobre todo uno descargado por Anubis Air. -¢3RU quŽ otra cosa estar’a de pie aqu’? -Bueno, ComencŽ a preocuparme. Despacio, con cuidado, baje mi guardia mental y comencŽ a examinar al hombre al lado de m’. Ya sŽ, ya sŽ: era invadir su privacidad. Pero yo era responsable no s—lo por mi propia seguridad, si no tambiŽn por la Bill. El sacerdote, que result— ser un fuerte emisor, pensaba en que el anochecer se aproximaba de la misma manera que lo hac’a yo, s—lo que con mucho miedo. ƒl esperaba que sus amigos estuvieran donde se supon’a que deb’an estar. Tratando de no mostrar mi creciente ansiedad, mire hacia arriba de nuevo. Profundamente dentro de la oscuridad quedaba s—lo un rastro dŽbil de luz que aœn permanec’a en el cielo de Texas. -¢6XPDULGRWDOYH]"-ƒl curvo sus dedos alrededor de mi brazo. (VWHWLSRHUDHVFDORIULDQWH¢RTXp"(FKpXQYLVWD]RKDFLDpOSus ojos estaban fijos en los ayudantes de equipaje que eran claramente visibles en el extremo del avi—n. Ellos llevaban puestos monos negros con el logotipo Anubis bordado en color plateado sobre el pecho izquierdo. Entonces su mirada parpadeo hacia el empleado de la l’nea aŽrea sobre el final de la banda, que se dispon’a a llevar el ataœd en el auto de equipaje acolchado. El sacerdote quiso... ¢TXp TXHUtD pO" eO WUDWDED GH ILMDUVH TXH ORV KRPEUHV estuvieran ocupados. ƒl estaba preocupado. ƒl no quer’a que ellos vieran. Mientras Žl... ¢TXp" -Nah, es mi novio,-dije, decid’ seguir fingiendo. Mi abuela me hab’a educado para ser cortes, pero ella no me hab’a educado para ser estœpida. Subrepticiamente, abr’ mi bolso y con una mano extraje el bote de roc’o de pimienta que Bill me hab’a dado para emergencias. Sostuve el peque–o cilindro bajo mi 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD51&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris muslo. Me aleje poco a poco del falso sacerdote y sus intenciones tan poco claras, su mano apret— mi brazo, cuando la tapa del ataœd se abri— de golpe. Los dos encargados del equipaje del avi—n saltaron a la pista. Ambos se inclinaron profundamente. El que hab’a guiado el ataœd al auto dijo: -£0LHUGD -antes de que Žl se inclinara, tambiŽn (tipo nuevo, supuse). Este pedacito de comportamiento servil era tambiŽn un extra de la l’nea aŽrea, pero lo considerŽ excesivo. El sacerdote dijo: -£$\~GDPH-HV~V -Pero en vez de caer sobre sus rodillas, Žl brinc— a mi derecha, me agarr— el brazo que sosten’a el roc’o, y comenz— a jalarme. Al principio, pensŽ que Žl trataba de quitarme del peligro que pod’a representar el ataœd abierto, llev‡ndome al seguro. Y supongo que esto fue lo que les pareci— tambiŽn a los encargados del equipaje, que estaban envueltos en su papel servil como asistentes de Anubis Air. El resultado fue que ellos no me ayudaron, aunque yo gritara: -£'pMHPHLU±todo lo alto que me permit’an mis pulmones tan bien desarrollados. (O ©VDFHUGRWHª VLJXLy MDODQGR PL EUD]R \ WUDWDQGR GH FRUUHU \ \R VHJXtD FDYDQGR FRQ mis tacones de dos pulgadas mientras me arrastraba. Agite sobre Žl mi mano libre. No dejo que nadie me arrastre de algœn sitio si yo no me quiero ir, no sin una buena lucha. -£%LOO±Estaba realmente asustada. El sacerdote no era un hombre grande, pero era m‡s alto y m‡s pesado que yo, y casi igual de determinado. Aunque yo hice el camino tan dif’cil con me fue posible, pulgada a pulgada Žl me acercaba m‡s hacia una puerta para el personal en la terminal. Un viento hab’a aparecido de la nada, un viento caliente seco, as’ que si le rociaba el producto qu’mico me volar’an derechito a mi cara. El hombre dentro del ataœd se sent— despacio, sus grandes ojos oscuros registrando la escena alrededor de Žl. Medio lo vi pas‡ndose una mano sobre su suave pelo casta–o. La puerta de personal se abri— y podr’a decir que hab’a alguien dentro, refuerzos para el sacerdote. -£%LOO Hubo un movimiento en el aire alrededor de m’, y de repente el sacerdote me dejo ir y se lanzo por la puerta como un conejo que es perseguido por un galgo. Yo me tambaleŽ y habr’a aterrizado sobre mi culo si Bill no hubiera reducido la marcha para atraparme. -£(K EHEp- dije, incre’blemente aliviada. Yo tironee la chaqueta de mi nuevo traje gris, y me sent’ contenta de haberme puesto algo de l‡piz labial cuando el avi—n 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD52&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris aterriz—. MirŽ en la direcci—n que el sacerdote se hab’a ido. -Eso fue bastante extra–o. Met’ el roc’o de pimienta dentro de mi bolso. -Sookie, -dijo Bill, -¢HVWDVELHQ" ƒl se inclin— para darme un beso, sin hacer caso de los susurros intimidados de los encargados del equipaje que trabajan preparando el siguiente avi—n de Anubis. Aunque el mundo hubiera aprendido hace dos a–os que los vampiros no eran s—lo material de leyendas y pel’culas de horror, que realmente condujeron una larga existencia durante siglos entre nosotros, mucha gente jamas hab’a visto a un vampiro de carne. Bill los ignor—. Bill es bueno para ignorar cosas que Žl no cree merecen su atenci—n. -S’, estoy bien,-dije, un poco aturdida. -No sŽ por quŽ Žl trato de agarrarme. -¢0DOLQWHUSUHWyQXHVWUDUHODFLyQ" -No lo creo. Creo que Žl sab’a que te estaba esperado y trat— de llevarme antes de que te despertaras. -Tendremos que pensar sobre eso, -dijo Bill, el maestro de la subestimaci—n. -¢)XHUDGH este incidente extra–o, c—mo estuvo la tarde? -El vuelo estuvo bien,-dije, tratando de no sacar mi labio inferior. -¢3DVyDOJRGHVDIRUWXQDGR" -Bill son— un tantito seco. ƒl era muy consciente de como me sent’a. -No sŽ lo que sea normal en los viajes de avi—n, porque nunca lo hab’a hecho antes,-dije de manera cortante, -pero hasta que apareci— el sacerdote, yo dir’a que las cosas m‡s o menos fueron bien. -Bill levant— una ceja de aquel modo superior que Žl tiene, entonces tuve que explicarme. -1R PH FUHR TXH HO KRPEUH IXHUD UHDOPHQWH XQ VDFHUGRWH ¢3DUD TXp EXVFR HO DYLyQ" ¢3RU TXp VH GLULJLy D Pt" eO HVWDED HVSHUDQGR VRODPHQWH TXH ORV que trabajaban sobre el avi—n mirara en otra direcci—n. -Hablaremos de ello en un lugar m‡s privado,-dijo mi vampiro, echando un vistazo a los hombres y mujeres que hab’an comenzado a juntarse alrededor del avi—n para comprobar el esc‡ndalo. ƒl se dirigi— a los empleados uniformados de Anubis, y con una voz tranquila los reprendi— por no acudir en mi ayuda. Al menos, asum’ que era el giro de su conversaci—n, por el modo que ellos se pusieron blancos y comenzaron a balbucear. Bill desliz— un brazo alrededor de mi cintura y comenzamos a dirigirnos a la puerta de la terminal. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD53&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Env’e el ataœd a la direcci—n sobre la tapa, -ordeno Bill sobre su hombro. -Al Hotel The Silent Shore. The Silent Shore era el œnico hotel en el ‡rea de Dallas que hab’a realizado una intensiva renovaci—n de acuerdo a los patrones que se necesitaba para acomodar vampiros. Era uno de los magn’ficos hoteles antiguos del centro de la cuidad, como dec’a el folleto, no que antes yo hubiera visto alguna vez el centro de la cuidad Dallas o cualquiera de sus magn’ficos hoteles antiguos. Nos paramos en el hueco de la escalera de un peque–o vuelo mugriento, separ‡ndonos de la confluencia principal de pasajeros. -Ahora, dime, -exigi— Žl. Le echŽ un vistazo mientras le relataba el incidente rarito de principio a fin. ƒl estaba muy blanco. Yo sab’a que Žl deb’a tener hambre. Sus cejas se ve’an mas negras contra la palidez de su piel, y sus ojos marrones aœn m‡s oscuros de lo que realmente eran. ƒl sostuvo abierta la puerta para que entrara a la terminal y yo pasŽ al andar ajetreado y confuso de uno de los aeropuertos m‡s grandes en el mundo. -¢7~QRORHVFXFKDVWH"-Podr’a decir que Bill no se refer’a a mis o’dos. estaba todav’a espesa por el viaje en avi—n, -dije. -Y en el momento que me preocupe y comencŽ a tratar de leerlo, tœ saliste de tu ataœd y Žl corri—. Yo tuve un sentimiento chistoso, antes de que Žl corriera... -VacilŽ, sabiendo que sonaba rebuscado. -Yo Bill solamente esper—. ƒl no esta por gastar palabras. ƒl me deja terminar lo que digo. Dejamos de andar durante un segundo, par‡ndonos cerca de la pared. -Parec’a Žl estaba all’ para secuestrarme, -dije. -SŽ que suena absurdo. ¢4XLpQ VDEUtD quiŽn soy, aqu’ en Dallas"¢4XLpQVDEUtDGHQXHVWURDYLyQ"3HURHVRHVGHILQLWLYDPHQWH la impresi—n que consegu’. -Bill tom— mis manos calientes con las suyas frescas. AlcŽ la vista a los ojos de Bill. No soy tan baja, y Žl no es tan alto, pero aun as’ tengo que mirarlo hacia arriba. Es una peque–a cuesti—n de orgullo el que yo pueda ver sus ojos sin ser encantada. A veces deseo que Bill pudiera darme un conjunto diferente de memorias±por ejemplo, no me importar’a olvidarme de la mŽnade±pero Žl no puede. Bill meditaba sobre lo que yo hab’a dicho, archiv‡ndolo para futura referencia. -¢(QWRQFHVHOYXHORHQVtIXHDEXUULGR"-Žl pregunt—. -En realidad fue muy emocionante,-confesŽ. -DespuŽs de que me asegurŽ que la gente de Anubis te hab’a guardado dentro de su avi—n, y yo abordŽ el m’o, la mujer nos mostr— quŽ hacer si nos estrellamos. Yo me sentŽ en la fila junto a la salida de emergencia. Ella dijo que cambi‡ramos de lugar si no pens‡bamos que podr’amos manejar eso. Pero yo 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD54&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris FUHR TXH SXHGR ¢YHUGDG" ¢0DQHMDU XQD HPHUJHQFLD" (OOD PH WUDMR XQD EHELGD \ XQD revista. -Raras veces yo esperaba eso para m’, siendo una camarera de profesi—n, se podr’a decir entonces, que realmente disfrutŽ siendo servida. -(VWR\VHJXURTXHW~SXHGHVPDQHMDUPiVTXHVyORDOJR6RRNLH¢7HDVXVWDVWHFXiQGR el avi—n despeg—? -No. Estaba s—lo un poco preocupada sobre esta tarde. Fuera de eso, todo fue bien. que no pude estar contigo,-murmur— Žl, su voz fresca y l’quida fluy— alrededor m’o. ƒl me presion— contra su pecho. -Lamento bien,-dije en su camisa, en serio. ±La primera vez volando, ya sabes, es una especie de sacudida para los nervios. Pero fue bien. Hasta que aterrizamos. -Esta Yo podr’a estar refunfu–ando y gimiendo, pero estaba realmente contenta de que Bill se hab’a levantado a tiempo para conducirme por el aeropuerto. Yo me sent’a cada vez m‡s y m‡s como el primo pobre del campo. No hablamos m‡s del sacerdote, pero yo sab’a que Bill no lo hab’a olvidado. ƒl anduvo conmigo recogiendo nuestro equipaje y organizando el transporte. ƒl me habr’a aparcado en algœn sitio y habr’a arreglado todo, excepto, que como Žl me recordaba frecuentemente, yo tendr’a quŽ hacer esto sola algœn d’a, si nuestro negocio exigiera que aterriz‡ramos en algœn sitio en plena luz de d’a. A pesar de que el aeropuerto parec’a incre’blemente atestado, lleno de gente que parec’an pesadamente cargados e infelices, logrŽ seguir los signos con un peque–o codazo de Bill, despuŽs de reforzar mis escudos mentales. Ya era bastante malo, contemplar la miseria de los viajeros, sin tener que escuchar sus lamentos espec’ficos. Dirig’ al portero con nuestro equipaje (que Bill podr’a haber llevado f‡cilmente bajo un brazo) a la parada de taxis. Bill y yo estuvimos camino a nuestro hotel cuarenta minutos despuŽs de la aparici—n de Bill. La gente de Anubis hab’a jurado vehementemente que su ataœd ser’a entregado dentro de tres horas. Ya ver’amos. Si no lo hac’an, consegu’amos un vuelo gratis. Ya se me hab’a olvidado lo impactante que era Dallas, en los siete a–os que hab’an pasado desde que me hab’a graduado de la escuela secundaria. Las luces de la ciudad y la actividad eran asombrosas. MirŽ fijamente por la ventana todo lo que pasamos, y Bill me sonri— con una indulgencia irritante. -Te ves muy bonita, Sookie. Tu ropa es simplemente correcta. -Gracias, -dije, aliviada y complacida. %LOO KDEtD LQVLVWLGR TXH \R WHQtD TXH YHUPH ©SURIHVLRQDOª \ GHVSXpV GH TXH \R KDEtD GLFKR ©¢3URIHVLRQDO GH TXp"ª pO PH KDEtD GLULJLGR XQD GH DTXHOODV PLUDGDV $Vt TXH llevaba puesto un traje gris sobre una blusa blanca, con pendientes de perla y un bolso 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD55&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris negro y tacones. Hasta hab’a alisado mi pelo hac’a atr‡s en una forma enroscada detr‡s de mi cabeza con uno de aquellos Hairagamis que hab’a ordenado por TV. Mi amiga Arlene me hab’a ayudado. Bajo mi punto de vista, parec’a una profesional, muy bien± una asistente profesional de una casa de pompas fœnebres±pero Bill pareci— aprobarlo. Y como yo le hab’a cobrado el traje entero a Žl en 7DUDV7RJV, ya que esto era un gasto profesional leg’timo. No pod’a quejarme del costo. Yo habr’a estado m‡s c—moda en mi uniforme de camarera. Denme unos pantaloncillos y unDFDPLVHWDVREUHXQYHVWLGR\«DOLPSLDUFRQXQWUDSRFRPRVLIXHUDFXDOTXLHUGtD Y podr’a haber estado usando mis Adidas con mi uniforme de camarera, en lugar de esos malditos tacones. SuspirŽ. El taxi llego al hotel, y el conductor sali— para sacar nuestro equipaje. Hab’a bastante para tres d’as. Si los vampiros de Dallas hab’an seguido mis instrucciones, yo podr’a terminar con todo esto y volvernos a Bon Temps ma–ana por la noche, vivir all’ inmolestados e inimplicados en la pol’tica de los vampiros±al menos hasta que Bill recibiera la siguiente llamada telef—nica. Pero era mejor traer ropa extra que contar con esto. Me escabull’ a travŽs del asiento para salir despuŽs de Bill, quiŽn le pagaba al conductor. Un botones uniformado del hotel cargaba el equipaje en un carro rodante. ƒl gir— su cara delgada hac’a Bill y dijo: -£%LHQYHQLGRVDO+RWHO Silent Shore, se–or! Mi nombre es Barry, y voy a... - Entonces Bill avanz— hacia la luz de la puerta del vest’bulo que se derram— en su cara. -SerŽ su portero,-termin— Barry dŽbilmente. para darle al chico, que no pod’a tener m‡s de dieciocho, un segundo para controlarse. Sus manos estaban un poco temblorosas. Le echŽ una red mental para conocer la fuente de su angustia. -Gracias,-dije, Para mi asombrado placer, me di cuenta (despuŽs de hurgar en la cabeza de Barry) que pOHUDWHOpSDWD£FRPR\R3HURpOHVWDEDHQHOQLYHOGHRUJDQL]DFLyQ\GHVDUUROORTXH\R hab’a tenido cuando ten’a, tal vez, doce a–os. Aquel chico, estaba hecho un l’o. ƒl no pod’a controlarse en absoluto, y sus escudos eran un desorden. ƒl ten’a problemas para protegerse mentalmente. Yo no sab’a si agarrarlo y abrazarlo, o besuquearlo a travŽs de la cabeza. Entonces pensŽ que descubrir su secreto no me correspond’a a m’. EchŽ un vistazo en otra direcci—n, y cambiŽ de un pie al otro, como si me aburriera. -Los seguirŽ con su equipaje,-Barry murmur—, y Bill le sonri— amablemente. Barry sonri— tentativamente en respuesta, y luego se ocup— trayendo el carrito. Tuvo que ser el aspecto de Bill lo que acobard— a Barry, ya que Žl no pod’a leer la mente de Bill, la gran atracci—n de los no±muertos por gente como yo. Barry iba a tener que aprender a relajarse alrededor de los vampiros, ya que Žl trabajaba en un hotel que los atend’a. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD56&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Algunas personas piensan que todos los vampiros parecen aterradores. Para m’, esto depende del vampiro. Me acuerdo que cuando conoc’ a Bill, Žl me pareci— incre’blemente diferente; pero no me hab’a sentido asustada. La que ahora nos esperaba en el vest’bulo del hotel, esa si me asust—. Apuesto que si HOOD GHFtD ©ROHpª %DUU\ PRMDED ORV SDQWDORQHV (OOD VH DFHUFy GHVSXpV GH TXH QRV registramos, cuando Bill pon’a su tarjeta de crŽdito en su cartera (prueben a tratar de solicitar una tarjeta de crŽdito cuando tengan ciento sesenta a–os; aquel proceso hab’a sido un oso) me mov’ sigilosamente un poco m‡s cerca de Žl cuando le estaba dando la propina a Barry, esperando que ella no me notara. -¢%LOO&RPSWRQ"¢(OGHWHFWLYHGH/XLVLDQD"-Su voz era tranquila y fresca como la Bill, aunque con bastante menos inflexi—n. Ella ten’a mucho tiempo muerta. Era tan blanca como el papel y tan plana como una tabla, y su pegado y largo vestido azul±y±oro hasta el delgado tobillo no hac’a mas que acentuar ambas cosas: su blancura y su planura. Pelo casta–o claro (trenzado y bastante largo para cubrir su culo) y relucientes ojos verdes que s—lo enfatizaban su condici—n diferente. -S’. -Los vampiros no se dan la mano, pero ambos hicieron contacto visual y se dieron una cabeceadita. -¢(VWD HV OD Pujer? -Ella probablemente gesticulo hacia m’ con uno de aquellos movimientos rel‡mpagos, por que agarrŽ un aspecto borroso con la esquina de mi ojo. -Esta es mi pareja y compa–era de trabajo, Sookie Stackhouse,-dijo Bill. Al momento siguiente, ella me salud— con la cabeza para mostrar que capt— la indirecta. Isabel Beaumont,-dijo ella, -y despuŽs de que lleve su equipaje a su cuarto y atienda sus necesidades, usted debe venir conmigo. -Soy Bill dijo: -Tengo que alimentarme. Isabel gir— un ojo hacia m’ pensativamente, sin duda pregunt‡ndose por quŽ yo no suministraba la sangre para mi escolta, pero no era su asunto. Ella dijo: -Solamente presione el bot—n para el servicio de cuarto. *** 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD57&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Una miserable mortal como yo tendr’a que ordenar del menœ. Pero cuando considerŽ el tiempo, pensŽ que me sentir’a mucho mejor si me esperaba para comer despuŽs de que el negocio de esta noche hubiera terminado. DespuŽs de que nuestros bolsos hab’an sido puestos en el dormitorio (lo suficientemente grande para un ataœd y una cama), el silencio en la peque–a sala de estar se hizo inc—modo. Hab’a un peque–o refrigerador bien abastecido de PureBlood, pero esa noche Bill querr’a la cosa real. -Tengo que llamar, Sookie,-dijo Bill. Hab’amos hablado de esto antes del viaje. -Desde luego. -Sin verlo, me retirŽ al dormitorio y cerrŽ la puerta. ƒl tendr’a que obtener la comida de alguien m‡s as’ yo podr’a guardar mi fuerza para los futuros acontecimientos que se aproximaban, pero no ten’a porque mirarlo o algo as’. DespuŽs de unos minutos, o’ un toquido en la puerta del pasillo y o’ a Bill admitir alguien-su Comida sobre Ruedas. Hubo un peque–o murmullo de voces y luego un gemido bajo. Lamentablemente para mi nivel de tensi—n, tengo demasiado sentido comœn para hacer algo como aventar mi cepillo o uno de los malditos tacones altos a travŽs del cuarto. Supuse, que tal vez ten’a que ver con retener algo de dignidad, tambiŽn, y un sano sentido de cu‡nto afectar’a eso al temperamento de Bill. Entonces desempaquetŽ mi maleta y puse mi maquillaje en el cuarto de ba–o, usando la instalaci—n aunque yo no me sintiera necesitada. Los servicios eran opcionales en el mundo de los vampiros, hab’a aprendido, y aun si la instalaci—n funcional estuviera disponible en una casa ocupada por vampiros, de vez en cuando ellos olvidaban abastecerla con papel higiŽnico. Pronto o’ la puerta externa abrirse y cerrarse otra vez, Bill toc— ligeramente antes de entrar en el dormitorio. ƒl se ve’a rozagante y su cara estaba m‡s llena. -¢(VWiVOLVWD"-Žl pregunt—. De repente, el hecho de que yo iba hac’a mi primer trabajo real para los vampiros me golpe—, y me sent’ asustada una vez m‡s. Si no ten’a Žxito, mi vida estar’a absolutamente en peligro, y Bill podr’a estar mas muerto de lo que Žl estaba ahora. Asent’ con la cabeza, mi garganta seca con el miedo. -No traigas bolso. -¢3RUTXpQR"±$TXHOORPHVRUSUHQGLy¢4XLpQSRGUtDRSRQHUVH" -Las cosas pueden ser escondidas en bolsos. -Cosas como estacas, asum’. -Solamente resbala una llave del cuarto HQ¢ODIDOGDWLHQHEROVLOORV" -No. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD58&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Bien, resbala la llave en tu ropa interior. LevantŽ mi falda as’ Bill podr’a ver exactamente en que ropa interior ten’a que meter algo. DisfrutŽ de la expresi—n en su cara m‡s de lo que puedo decir. -Aquellos soQHVRHVXQD¢FRUUHD"-Bill pareci— un poco preocupado de repente. -Lo es. No vi la necesidad de ser profesional debajo en la piel. -Y que piel es, -Bill murmur—. -Tan bronceada, tan... suave. -S’, calculŽ que no ten’a que llevar puesto ningœn pantal—n. -Met’ el rect‡ngulo pl‡stico ©ODOODYHªEDMRXQDGHODVFRUUHDVGHORVODGRV no creo que se quedar‡ all’,-dijo Žl, con ojos grandes y luminosos. -Podr’amos separarnos, necesitas tenerla contigo definitivamente. Intenta otro punto. -Ah, La mov’ en otra parte. -Ah, Sookie. Nunca llegar‡s a ella si tienes prisa. Tenemos... ah, tenemos que irnos. Bill pareci— sacudirse de su trance. -Bien, si insistes,-GLMHDOLVDQGRODIDOGDGHOWUDMHVREUHPL³URSDLQWHULRU´ ƒl me dirigi— una oscura mirada, palme— sus bolsillos como hacen los hombres, para asegurarse que llevan todo. Esto fue un gesto meramente humano y de una manera extra–a me toc— en un modo que ni yo misma podr’a describirme. Nos dimos el uno al otro una cabezada aguda y anduvimos hacia el pasillo del elevador. Isabel Beaumont estar’a esperando, y yo present’a que ella no estaba acostumbrada a eso. La antigua vampira, que luc’a de no m‡s de treinta y cinco, estaba de pie exactamente donde la hab’amos dejado. Aqu’ en el Hotel Silent Shore, Isabel se sinti— libre de H[SUHVDUVH FRPR XQD YDPSLUD OR TXH LQFOX\y SRQHUVH HQ HVWDGR GH ³LQGLVSRQLELOLGDG LQPyYLO´/DJHQWHVHDJLWD6HREOLJDSDUDSDUHFHUGHQWURGHXQDDFWLYLGDGRUHVXHOWRV para hacer algo. Los vampiros pueden ocupar solamente el espacio sin sentir la obligaci—n de justificarlo. Cuando salimos del elevador, Isabel parec’a exactamente una estatua. Uno podr’a haber colgado su sombrero sobre ella, aunque uno lo habr’a lamentado, seguramente. Algœn sistema de advertencia debi— de haberla pateado en cuanto estuvimos a seis pies de la vampira. Los ojos de Isabel rodaron en nuestra direcci—n y su mano derecha se movi—, como si alguien le hubiera±prendido±el interruptor. -Vengan conmigo,-ella dijo, y se desliz— hacia fuera por la puerta principal. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD59&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris A Barry le cost— abrirla lo bastante r‡pido para que ella pasara. NotŽ que Žl ten’a bastante entrenamiento para evitar mirarla a los ojos cuando ella pas—. Todo lo que han o’do sobre mirar a los ojos de los vampiros es cierto. Como era de esperar, el auto de Isabel era un Lexus negro con todos los extras. Los vampiros no andan en ningœn Geo. Isabel esper— hasta que yo hubiera abrochado mi cintur—n de seguridad (ella y Bill no se molestaron en usarlos) antes de quitar el freno, lo que me sorprendi—. Entonces nos fuimos a travŽs de Dallas, bajo una carretera principal. Isabel pareci— ser del tipo fuerte y silenciosa, pero despuŽs de que hab’amos estado en el auto durante, tal vez cinco minutos, ella pareci— sacudirse, como si hubiera recordado que ten’a —rdenes. Tomamos una curva a la izquierda. Pude distinguir una clase de ‡rea cubierta con pasto, y una forma vaga que ser’a una especie de mercado hist—rico, tal vez. Isabel se–al— a su derecha con un dedo largo y huesudo. Escuela de Texas el Depositario de Libros,-ella dijo, y entend’ que ella se sinti— obligada a informarme. -La Esto signific— que le hab’an ordenado hacerlo as’, lo que era muy interesante. Segu’ su dedo con impaciencia, mirando lo m‡s que pude de la construcci—n de ladrillo. Estuve sorprendida de que no se viera m‡s notable. -¢(VRHVHORWHURFXELHUWRGHKLHUED"-RespirŽ, excitada e impresionada. Era como si me hubiera encontrado con el Hindenburg o algœn otro artefacto fabuloso. Isabel asinti—, un movimiento apenas perceptible que s—lo cache porque su trenza se sacudi—. -Hay un museo en el viejo depositario,-dijo ella. Eso era algo que me gustar’a ver en el d’a. Si nos qued‡bamos lo suficiente, ir’a andando o tal vez averiguar’a como agarrar un taxi mientras Bill estaba en su ataœd. Bill me sonri— sobre su hombro. ƒl podr’a registrar mi m‡s leve humor, lo que era maravilloso aproximadamente el ochenta por ciento del tiempo. Condujimos durante m‡s de veinte minutos, dejando ‡reas comerciales y entrando en las residenciales. Al principio las estructuras eran modestas y cuadradas; pero gradualmente, aunque los terrenos no parecieran mucho m‡s grandes, las casas comenzaron a crecer como si hubieran tomado esteroides. Nuestro destino final era una enorme casa hormada en una peque–o terreno. Con su peque–o tiesto de tierra alrededor de la cuadrada casa, se ve’a rid’culo, incluso en la oscuridad. Seguro que si hubiera sido por m’, habr’a sido un paseo m‡s largo y m‡s tardado. Aparcamos sobre la calle delante de la casa grande, fue lo que me pareci—. Bill abri— la puerta para m’. Me detuve un momento, poco dispuesta a comenzar el-proyecto. Yo sab’a que dentro hab’a vampiros, muchos de ellos. Yo lo sab’a del mismo modo que soy capaz de discernir cuando los humanos me esperaban. Pero en vez de oleadas 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD60&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris positivas de pensamientos, la clase que conseguir’a indicarme que hab’a gente, consegu’ cuadros mentales de... ¢FyPR SXHGR SRQHUOR" Hab’a agujeros en el aire dentro de la casa. Cada agujero representaba a un vampiro. AvancŽ unos pies por el caminito hac’a la puerta principal, y all’, finalmente, agarrŽ un olorcillo mental de humano. La luz sobre la puerta estaba prendida, as’ supe que la casa era de ladrillo color crema con blanco. La luz, tambiŽn, era para m’ una ventaja; cualquier vampiro pod’a ver mucho mejor que el humano con la vista m‡s aguda. Isabel nos se–al— el camino a la puerta sobre la puerta principal, que estaba enmarcado con arcos de ladrillo. Hab’a una corona de buen gusto con vides y flores secas sobre la puerta, que casi disfrazaba la mirilla: Esto era asentarse inteligentemente. Me di cuenta que no hab’a nada aparente en el aspecto de esta casa para indicar que era diferente de cualquiera de las otras casas de gran tama–o que hab’amos pasado, ninguna indicaci—n externa que dentro viv’an vampiros. Pero ellos estaban all’, en bola. Cuando segu’ a Isabel dentro, contŽ cuatro en un cuarto que ten’a la puerta abierta, y hab’a dos en el pasillo y al menos seis en la enorme cocina, que parec’a dise–ada para producir comida para veinte personas a la vez. Supe inmediatamente que la casa hab’a sido comprada, no construida, por un vampiro, porque los vampiros siempre planean cocinas diminutas, o excluyen la cocina completamente. Todo lo que ellos necesitan es un refrigerador, para la sangre sintŽtica, y un microondas, SDUDFDOHQWDUOD¢3DUDTXpYDQHOORVDFRFLQDU" En el fregadero, un humano alto, larguirucho lavaba unos platos, as’ que quiz‡s algœn humano viv’a realmente aqu’. ƒl medio se volte— cuando pasamos, y me salud— con la cabeza. ƒl llevaba puestas gafas y las mangas de su camisa estaban enrolladas. Yo no tuve posibilidad para hablarle, porque Isabel nos urgi— a aparecer en lo que parec’a ser el comedor. Bill estaba tenso. Quiz‡s no fuera capaz de leer su mente, pero lo conoc’a bastante bien como para interpretar la posici—n de sus hombros. Ningœn vampiro se siente c—modo entrando en el territorio de otro vampiro. Los vampiros tienen tantas reglas y regulaciones como cualquier otra sociedad; ellos solamente tratan de guardarlo en secreto. Pero yo empezaba a entender las cosas. Entre todos los vampiros en la casa, r‡pidamente distingu’ al l’der. ƒl era uno de los que estaban sentados en la mesa larga en el comedor grande. ƒl era un completo nerd. Esa fue mi primera impresi—n. Entonces me di cuenta que Žl estaba cuidadosamente disfrazado como un pazguato: Žl era m‡s... otro. Su arenoso pelo estaba alisado hacia atr‡s, su f’sico era delgado y poco impresionante, sus gafas negras de bordes anchos eran el camuflaje perfecto, y su camisa Oxford de tela con diplom‡ticas rayas estaba metida en pantalones de mezcla de poliŽster con algod—n. ƒl era p‡lido±y pues, uhmpecoso, con pesta–as invisibles y cejas m’nimas. -Bill Compton,-el pazguato dijo. -Stan Davis,-Bill dijo. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD61&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -S’, bienvenidos a la ciudad. -Hab’a un rastro dŽbil de acento extranjero en la voz del pazguato. ƒl sol’a ser Stanislaus Davidowitz, pensŽ, y luego limpiŽ mi mente como si fuera una pizarra. Si cualquiera de ellos averiguara que de tanto en tanto agarraba un pensamiento vago del silencio de sus mentes, yo estar’a sin sangre antes de que golpeara contra el suelo. Incluso Bill no sab’a esto. EmbalŽ el miedo en el s—tano de mi mente cuando los p‡lidos ojos se fijaron en m’ y me escudri–aron rasgo por rasgo. -Ella viene en un paquete agradable,-le dijo a Bill, y supuse que deb’a ser un elogio, una cari–osa palmadita en la espalda, para Bill. Bill inclin— su cabeza. Los vampiros no gastaron el tiempo diciendo las cosas que muchos humanos dir’an en circunstancias similares. Un ejecutivo humano le preguntar’a a Bill como le iba a Eric, su jefe; amenazar’a un poco a Bill si yo no rend’a; introducir’a tal vez a Bill y m’ al menos con la gente m‡s importante en el cuarto. Pero, no Stan Davis, l’der vampiro. ƒl levant— su mano, y un vampiro joven hispano con el pelo negro e hirsuto dej— el cuarto y volvi— con una chica humana en el cuarto. Cuando ella me vio, dio un chillido a todo pulm—n, tratando de liberarse del apret—n que el vampiro ten’a en su brazo superior. -Ayœdeme, -chill— ella. -£8VWHGWLHQHTXHD\XGDUPH Supe enseguida que era una estœpida. 'HVSXpVGHWRGR¢TXpSRGUtDKDFHU\RFRQWUDXQ cuarto lleno de vampiros? Su petici—n era rid’cula. Me dije varias veces, muy r‡pido, as’ podr’a llevar a cabo lo que tuviera quŽ hacer. La vi en los ojos, y sostuve mi dedo para decirle que se estuviera en silencio. Una vez que ella me mir—, obedeci—. No tengo los ojos hipn—ticos de una vampira, y no me miro m‡s amenazante. Me parezco exactamente a la chica que uno ver’a en un trabajo mal pagado de cualquier lugar, en cualquier ciudad del Sur: rubia y pechugona, bronceada y joven. Posiblemente, no parezco muy brillante. Pero pienso que es m‡s que nada que la gente (y los vampiros) asumen que si una es bonita y rubia y tiene un trabajo mal pagado, una es ipso facto tonta. GirŽ hac’a Stan Davis, agradecidis’ma de que Bill estuviera detr‡s de m’. -Sr. Davis, usted entiende que necesito m‡s privacidad para preguntarle a esta chica. Y tengo que saber lo que necesito preguntarle. La chica comenz— a sollozar. De manera lenta y angustiada, y bajo las actuales circunstancias era incre’blemente irritante. Los p‡lidos y duros ojos de Davis se posaron en los m’os. ƒl no intent— encantarme, o someterme; Žl solamente me examinaba. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD62&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris entendido que su escolta sab’a los tŽrminos de mi acuerdo con su l’der,-dijo Stan Davis. -Tengo Bien, entend’ el punto. Yo era despreciada por el s—lo hecho de ser una humana. Mi charla con Stan se parec’a a la de un pollo que se dirige al mostrador de KFC. Pero de todos modos, ten’a que saber nuestro objetivo. -6R\ FRQVFLHQWH TXH XVWHG VDWLVIL]R ODV FRQGLFLRQHV GHO ÈUHD -dije, manteniendo mi voz tan estable como pod’a, -y voy a hacerlo lo mejor que pueda. Pero sin un objetivo, no puedo comenzar. -Tenemos que saber donde esta nuestro hermano,-dijo Žl, despuŽs de una pausa. TratŽ de no mostrar lo sorprendida que me sent’a. Ya he dicho, que algunos vampiros, como Bill, viven solos, por ellos mismos. Otros se sienten m‡s seguros bajo una jerarqu’a, llamada nido. Ellos se llaman el uno al otro; hermano y hermana, cuando han estado en el mismo nido por un ratito, y algunas nidos han durado dŽcadas. (Uno en Nuevo Orle‡ns hab’a durado dos siglos.) yo sab’a, por la sesi—n informativa de Bill antes de que dej‡ramos Luisiana, que los vampiros de Dallas viv’an en un nido particularmente grande. No soy ningœn cirujano del cerebro, pero hasta yo me di cuenta que para un vampiro tan poderoso como Stan extraviar a uno de sus hermanos del nido no era s—lo ins—lito, si no muy humillante. A los vampiros les gusta ser humillados tanto como la gente normal. -Expl’queme las circunstancias, por favor,-dije con mi voz m‡s neutra. -Mi hermano Farrell no ha vuelto a su nido durante cinco noches, -dijo Stan Davis. Sab’a que ellos habr’an comprobado los lugares favoritos para cazar de Farrell, preguntado a cada vampiro en el nido de Dallas para averiguar si Farrell hab’a sido visto. Sin embargo, abr’ mi boca para preguntar, como humana estaba obligada a hacerlo. Pero Bill toc— mi hombro, y echŽ un vistazo detr‡s de m’ para ver su disimulado y diminuto movimiento negativo de cabeza. Mis preguntas ser’an tomadas como un serio insulto. -¢(VWD FKLFD" -PreguntŽ en cambio. Ella estaba todav’a tranquila, pero temblaba y se sacud’a. El vampiro hispano parec’a ser la œnica cosa que la sosten’a. -Trabaja en el club donde Žl fue visto por œltima vez. Es uno de los que poseemos, The Bat's Wing. Los bares eran los negocios favoritos de los vampiros, naturalmente, porque su tr‡fico m‡s pesado era por la noche. De alguna manera, colmillar en seco encargados de 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD63&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris limpieza durante toda la noche no ejerc’a el mismo atractivo que un bar tachonado de vampiros ten’a. En los pasados dos a–os, los bares de vampiros se hab’an hecho la forma m‡s caliente de vida nocturna de la que una ciudad podr’a alardear. Los patŽticos humanos que se obsesionaban con los vampiros±colmilleros±se colgaban fuera de los bares de vampiros, a menudo con disfraces, con la esperanza de llamar la atenci—n de las cosas verdaderas. Los turistas entraban para ojear a los no±muertos y los colmilleros. Estos bares no eran el lugar mas seguro para trabajar. Mire al vampiro hispano, e indiquŽ una silla a mi lado en la mesa larga. ƒl acerco a la chica. Vi dentro de ella, disponiŽndome a deslizarme en sus pensamientos. Su mente no ten’a en absoluto ninguna protecci—n. CerrŽ mis ojos. Su nombre era Bethany. Ella ten’a veintiœn a–os, y ella se ve’a a s’ misma como una ni–a salvaje, una verdadera chica mala. Ella no hab’a tenido ni idea de los problemas que podr’a tener, hasta ahora. La adquisici—n de un trabajo en el Bat's Wing hab’a sido el gesto rebelde de su vida, y podr’a resultarle fatal. GirŽ mis ojos hacia Stan Davis. -Usted entiende,-dije, tomando un gran riesgo,-que si ella proporciona la informaci—n que usted quiere, ella se va libre, ilesa. -ƒl hab’a dicho que Žl entend’a los tŽrminos, pero ten’a que estar segura. Bill dio un suspiro detr‡s de m’. No precisamente un gesto feliz. Los ojos de Stan Davis realmente brillaron durante un segundo, de tan enojado que estaba. -S’, -Žl dijo, mordiendo cada palabras, sus colmillos medio salidos, -estuve de acuerdo. Nuestros ojos se encontraron por un segundo. Ambos sab’amos que hasta hac’a dos a–os, los vampiros de Dallas habr’an secuestrado Bethany y la habr’an torturado hasta que obtuvieran cada pizca de informaci—n que ella hubiera almacenado en su cerebro, y todo lo que hab’a hecho. El Asentamiento Pœblico, como el hecho de su existencia, ten’a muchas ventajas±pero tambiŽn ten’a su precio. En este caso, el precio era mi servicio. -¢&RPROXFtD)DUUHOO" -Como un vaquero. -Stan dijo sin rastros de humor. -ƒl llevaba puesto una de aquellas corbatas de lazo, jeans, y camisas con broches a presi—n de perla falsos. Los vampiros de Dallas no parec’an estar al tanto de la alta costura. Tal vez yo podr’a haber llevado puesto mi uniforme de camarera despuŽs de todo. -¢4XpFRORUGHSHOR\RMRV" 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD64&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Pelo casta–o torn‡ndose gris. Ojos negros. Una mand’bula grande. Sobre... cinco pies, once pulgadas. -Stan estaba traduciendo desde algœn otro sistema de medida. -ƒl se mirar’a para usted de alrededor de unos treinta y ocho,-dijo Stan. -ƒl estaba bien afeitado, y delgado. -¢4XLVLHUDTXHOOHYDUDD%HWKDQ\DRWUROXJDU"¢8VWHGFRQVLJXL— un cuarto m‡s peque–o, menos atestado? -TratŽ de parecer agradable, porque me pareci— una buena idea. Stan hizo un movimiento con su mano, casi tan r‡pido para ser detectado por m’, y en un segundo±literalmente±cada vampiro, excepto Žl mismo Stan y Bill, hab’a dejado la cocina. Sin siquiera mirar, yo sab’a que Bill estaba de pie contra la pared, listo para todo. SuspirŽ. Tiempo de comenzar esta empresa. -%HWKDQ\¢FyPRHVWiV"-Dije, haciendo voz bondadosa. -¢&RPRVXSRPLQRPEUH"-ella pregunt—, hundiŽndose sobre su asiento. Era una silla con ruedas para esquinas, la hice rodar fuera de la mesa y la girŽ para mirar la que yo tome. Stan estaba sentado todav’a en la cabecera de la mesa, detr‡s de m’, ligeramente a mi izquierda. decir muchas cosas sobre ti,-dije, tratando de parecer c‡lida y omnisciente. ComencŽ a escoger pensamientos al aire, como manzanas de un ‡rbol cargado. ±Tœ ten’as un perro llam— Ladrido cuando eras chica, y tœ madre hace el mejor pastel de coco del mundo. Tœ pap‡ perdi— demasiado dinero en un juego de cartas una vez, y tœ tuviste que empe–ar tœ videograbadora para ayudarlo a pagar, as’ tœ mami no lo averiguar’a. -Puedo Su boca colgaba abierta. Tanto como era posible, ella hab’a olvidado el hecho que estaba en un peligro terrible. -£(VWRHVDVRPEURVRXVWHGHVWDQEXHQDFRPRpOSVtTXLFRGHOD79pOGHORVDQXQFLRV -Bueno, Bethany, no soy una ps’quica,-dije, un poco brusca. -Soy un telŽpata, y lo que hago es leer tus pensamientos, hasta aquellos que tœ tal vez no sab’as que ten’as. Voy a relajarte, primero, y luego vamos a recordar la tarde que trabajaste en el bar±no esta noche, si no hace cinco noches. -EchŽ un vistazo hac’a Stan, quiŽn asinti— con la cabeza. -£3HUR\RQRHVWDEDSHQVDQGRHQHOSDVWHOGHPLPDGUH -Bethany dijo, pegado sobre lo que la hab’a golpeado. TratŽ de evitar un suspiro. no eras consciente de ello, pero lo hiciste. Esto se desliz— a travŽs de tœ mente cuando viste a la p‡lida vampira±Isabel±porque su cara era tan blanca como el glaseado -Tœ 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD65&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris para el pastel. Y tœ pensaste en cuanto extra–abas a tœ perro cuando tœ pensabas cuanto te echar‡n de menos tus padres. Supe que hab’a sido un error tan pronto como las palabras salieron de mi boca, y por supuesto, ella comenz— a gritar otra vez, recordado sus circunstancias presentes. -¢$VtTXpSDUDTXHHVWiXVWHGDTXt"-ella pregunt— entre sollozos. -Debo ayudarte a recordar. -Pero usted dijo que no es una ps’quica. -Y no lo soy. -¢2 OR HUD" $OJXQDV YHFHV SHQVDED TXH WHQtD XQD PH]FOD MXQWR FRQ PL RWUR ³UHJDOR´ TXH HUD OR TXH ORV YDPSLURV SHQVDEDQ TXH HUD <R SHQVDED VLHPSUH HQ ello m‡s como una maldici—n, hasta que hab’a encontrado a Bill. -Los ps’quicos pueden tocar objetos y conseguir la informaci—n sobre lo que trasportan. Algunos ps’quicos ven visiones de acontecimientos pasados o futuros. Algunos ps’quicos pueden comunicarse con los muertos. Yo soy un telŽpata. Puedo leer los pensamientos de algunas gentes. Supuestamente, puedo enviar pensamientos, tambiŽn, pero nunca he intentado esto. Ahora que hab’a encontrado otro telŽpata, el intentarlo era una posibilidad emocionante, pero guardŽ aquella idea para explorarla cuando estuviera de ociosa. Ten’a que concentrarme en el negocio que ten’a en la mano. Me sentŽ rodilla con rodilla junto a Bethany, mientras tomaba una serie de decisiones. (UDQXHYDFRQODLGHDGHXVDUPL³HVFXFKDGHQWURGH´HQDOJ~QREMHWLYR/DPD\RUSDUWH de mi vida hab’a estado luchando para no o’r. Ahora, o’r era mi trabajo, y la vida de Bethany probablemente depend’a de ello. La m’a seguramente s’. -Escucha, Bethany, Žsto es lo que vamos a hacer. Tœ vas a recordar esa tarde, y voy a pasar por ello contigo. En tœ mente. -¢0HGROHUiHVWR" -No, nada. -¢<GHVSXpVGHHVWR" -Bueno, tœ te ir‡s. -¢$FDVD" -Seguro. -Con una memoria remendada que no incluir’a esta noche o a m’, cortes’a de un vampiro. -¢(OORVQRPHPDWDUiQ" 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD66&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -De ninguna manera. -¢8VWHGORSURPHWH" -Lo prometo. -LogrŽ sonre’rle. -Bien,-ella dijo, vacilante. La mov’ un poco, as’ ella no pod’a ver a Stan sobre mi hombro. No tuve ni idea de lo que Žl hac’a. Pero ella no ten’a por que ver esa cara blanca mientras intentaba conseguir que se relajara. -Usted es bonita,-dijo ella de repente. -Gracias, tœ tambiŽn. -Al menos, ella podr’a ser bonita en mejores circunstancias. Bethany ten’a una boca que era demasiado peque–a para su cara, pero era un rasgo que algunos hombres encontrar’an atractivo, ya que esto le hac’a boca de puchero. Ella ten’a una gran cantidad del pelo casta–o, grueso y parecido a un arbusto, y un cuerpo delgado con peque–os pechos. Ahora que otra mujer la ve’a, Bethany estaba preocupada sobre su ropa arrugada y maquillaje a–ejo. -Te ves bien,-dije tranquilamente, tomando sus manos con las m’as. -Ahora, vamos solamente a sostenernos las manos aqu’ durante un minuto±te juro que no hago un pase. -Ella se ri— tontamente, y sus dedos se relajaron un poco m‡s. Entonces comencŽ mi actuaci—n. Esto era una nueva arruga para m’. En vez de tratar de evitar usar mi telepat’a, yo hab’a estado tratando de desarrollarla, con el est’mulo de Bill. El personal humano en Fangtasia hab’an actuado como conejillos de indias. Yo hab’a averiguado, casi por casualidad, que pod’a hipnotizar a la gente en un parpadeo. Esto no los pon’a bajo mi encanto o algo as’, pero me dejaba entrar en sus mentes con una facilidad pasmosa. Cuando uno puede decir lo que realmente relaja alguien, leyendo su mente, es relativamente f‡cil relajar aquella persona directamente en un estado parecido a un trance. -¢4Xp HV OR TXH GLVIUXWDV PiV %HWKany? -PreguntŽ. -¢7H GDV XQ PDVDMH GH WDQWR HQ tanto? ¢2 WDO YH] WH JXVWD TXH WH DUUHJOHQ ODV XxDV" -MirŽ en la mente de Bethany delicadamente. SeleccionŽ el mejor canal para mi objetivo. -Te estas arreglando tu pelo, -dije, manteniendo siempre mi voz suave, -con tu peluquero favorito... Jerry. ƒl lo ha peinado y lo ha peinado, no ha dejado ni un s—lo nudo. ƒl esta trabajando por secciones, con mucho cuidado, porque tu pelo es tan grueso. Va a tomarle mucho tiempo cortarlo, pero Žl piensa con mucha ilusi—n en ello, porque tu pelo es sano y brillante. Jerry saca unas tijeras y las prepara cuidadosamente... 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD67&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris las tijeras dan un peque–o corte. Un poquito de pelo se cae sobre la bata de pl‡stico y al suelo. Tœ siente sus dedos en tu pelo otra vez. Repetidas veces, su movimiento de dedos en tu pelo, toma una guedeja, tijeretea. A veces Žl lo peina otra vez, para ver hasta donde esta quedando. Te sientes tan bien, solamente sent‡ndote y teniendo alguien trabajando sobre tu pelo. No hay nadie m‡s... -No, un momento. Hab’a sentido crecer cierta inquietud. -Hay s—lo unas personas en la tienda, y ellos est‡n tan ocupados como Jerry. Alguien esta usando un secador de pelo. Tœ puedes o’r apenas voces que murmuran en el cub’culo siguiente. Sus dedos corren, levantan, tijeretean, peinan, una y otra vez, repetidas veces... Yo no sab’a lo que un hipnotizador entrenado dir’a sobre mi tŽcnica, pero esto me serv’a y funcionaba para m’, al menos esta vez. El cerebro de Bethany estaba en un estado relajado, en barbecho, solamente esperando a ser puesto sobre una tarea. Con la misma voz dije: -Mientras Žl trabaja sobre tu pelo, vamos a recordar aquella noche en el trabajo. ƒl no GHMDUiGHFRUWDU¢HVWDELHQ"(PSLH]DFRQWXSUHSDUDFLyQSDUDLUDOEDU1RKDJDVFDVRGH m’, soy solamente un soplo de aire directamente detr‡s de tu hombro. Tœ podr‡s o’r mi voz, pero esta viene de otro cub’culo de aquel sal—n de belleza. Tu no ser‡s capaz de o’r lo que digo a menos que yo use tu nombre. ±As’ yo informaba a Stan mientras tranquilizaba a Bethany. Entonces me sumerg’ m‡s profundo en la memoria de la chica. Bethany ve’a su apartamento. Estaba muy peque–o, bastante ordenado, y ella lo compart’a con otra empleada del Bat's Wing, de nombre Desiree Dumas. Desiree Dumas, vista por Bethany, se parec’a exactamente a su nombre pre±hecho: una sirena autodesignada, un tanto rechoncha, un tanto rubia, y convencida de su propio erotismo. Guiar a la camarera por esta experiencia se parec’a a ver una pel’cula, una realmente embotadora. La memoria de Bethany era demasiado buena. Salt‡ndome las partes aburridas, como la charla de Bethany con Desiree sobre los relativos mŽritos de dos marcas de rimel, lo que Bethany recordaba era esto: ella se hab’a preparado para el trabajo como siempre lo hac’a, y ella y Desiree hab’an montado a caballo juntas saliendo del trabajo. Desiree trabajaba en la secci—n de tienda de regalos del Bat's Wing. Vestida con bustier rojo y botas negras, ella vend’a recuerdos de vampiros por una buena pasta. Llevaba puestos colmillos artificiales, ella pos— para una fotograf’a con turistas despuŽs de una buena propina. Bethany era huesuda y t’mida era una camarera humilde; durante un a–o ella hab’a estado esperando la apertura de la tienda de regalos con ansia, donde ella no tendr’a propinas pero su sueldo base ser’a m‡s alto, y ella podr’a sentarse cuando no estuviera ocupada. Bethany no hab’a sido puesta all’ aœn. El rencor tan grande contra Desiree, all’, departe de Bethany; era irrelevante, pero me o’ diciŽndoselo a Stan como si esto fuera informaci—n crucial. Nunca hab’a estado tan profundamente en la mente de alguien m‡s. Intente mantenerme separada, pero no estaba funcionando. Finalmente, solamente dejŽ todo aquello venir. Bethany estaba completamente relajada, todav’a haciŽndose aquel corte de pelo. Ella ten’a una memoria visual excelente, y ella estaba tan profundamente metida como yo en esa noche que hab’a pasado en el trabajo. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD68&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris En su mente, Bethany sirvi— la sangre sintŽtica a s—lo cuatro vampiros: una mujer pelirroja; una mujer baja, achaparrada hispana con ojos tan negros como la noche; un adolescente rubio con tatuajes antiguos; y un hombre casta–o con una mand’bula que VREUHVDOtD \ XQ OD]R FRPR FRUEDWD £$OOt )DUUHOO IXH HPSRWUDGR HQ OD PHPRULD GH Bethany. Yo tuve que suprimir mi sorpresa y reconocimiento, y tratar de conducir a Bethany con m‡s autoridad. -Ese es, Bethany,-susurrŽ. -¢4XpUHFXHUGDVVREUHpO" -Ah, Žl,-dijo Bethany en voz alta, asust‡ndome tanto que casi saltŽ de mi silla. En su mente, ella dio vuelta para ver a Farrell, pensando en Žl. ƒl hab’a tenido dos sangres sintŽticas, O positivo, y le hab’a dejado propina. Hab’a un pliegue entre las cejas de Bethany cuando ella se enfocada hac’a mi petici—n. Ella lo intentaba con fuerza ahora, buscando en su memoria. Los trozos de la noche comenzaron a comprimirse, as’ podr’a alcanzar las partes que conten’a la memoria del vampiro casta–o. -ƒl se fue al ba–o con el rubio,-ella dijo, y vi en su mente la imagen del rubio vampiro tatuado, se ve’a muy joven. Si yo hubiera sido un artista, podr’a haberlo dibujado. joven, tal vez diecisŽis. Rubio con tatuajes,-murmurŽ a Stan, y Žl pareci— sorprendido. Apenas agarrŽ esto, ten’a demasiado en que concentrarme±esto se parec’a a tratar de hacer juegos de malabares±pero pensŽ que fue sorpresa el destello de sentimiento en la cara de Stan. Pero era desconcierto. -Vampiro -¢6HJXUDTXHpOHUDXQYDPSLUR"-PreguntŽ a Bethany. -ƒl bebi— sangre,-dijo ella rotundamente. escalofr’os. S’, estoy segura. -Ten’a aquella piel p‡lida. Y me dio Y Žl hab’a entrado en el ba–o con Farrell. Esto me molest—. La œnica raz—n por la que un vampiro entrar’a en un ba–o era si hubiera un humano dentro para tener sexo con Žl, o beber de Žl, o (lo favorito de cualquier vampiro) hacer ambos simult‡neamente. SumergiŽndome otra vez en los recuerdos de Bethany, la mirŽ servir a unos clientes m‡s, no reconoc’ a nadie, aunque les eche una buena mirada a todos los parroquianos. La mayor parte de ellos parec’an de tipos inocuo; turistas. Uno de ellos, un hombre moreno con un bigote parecido a un arbusto, me pareci— familiar, entonces tratŽ de fijarme en sus compa–eros: un hombre alto, delgado con el pelo rubio hasta el hombro y una mujer chaparra con uno de los peores cortes de pelo que jamas haya visto. Yo ten’a algunas preguntas que hacerle a Stan, pero quise terminar con Bethany primero. -¢6DOLyGHOEDxRHOYDPSLURTXHSDUHFtDYDTXHUR%HWKDQ\" 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD69&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris dijo despuŽs de una pausa perceptible. -No lo vi otra vez. ±La revisŽ con cuidado para ver los puntos en blanco de su mente; yo nunca podr’a sustituir lo que hab’a sido borrado, pero pod’a saber si su memoria hab’a sido manipulada. No encontrŽ nada. Y ella trataba de recordar, podr’a decirlo. Yo pod’a sentir su esfuerzo por recordar otro vistazo de Farrell. Me di cuenta, por el tipo de esfuerzo, que yo perd’a el control de los pensamientos de Bethany y sus memorias. -No,-ella -¢4XpKD\GHOMRYHQUXELR"¢eOGHORVWDWXDMHV" Bethany consider— esto. Ella estaba casi fuera del trance. -No lo vi tampoco,-dijo ella. Un nombre se desliz— por su cabeza. -¢4XpHVHVR"-PreguntŽ, guardando mi voz muy tranquila y calmada. -£1DGD£1DGD -Los ojos de Bethany estaban abiertos de par en par ahora. Su corte de pelo hab’a terminado: la hab’a perdido. Mi control estaba lejos de ser perfecto. Ella quiso proteger a alguien; ella no quer’a que Žl pasara por lo mismo por lo que ella estaba pasando. Pero ella no pod’a parar de pensar el nombre, y lo agarrŽ. No pod’a entender por quŽ ella pensaba que este hombre sabr’a algo m‡s, pero ella lo hizo. Sab’a que no ten’a sentido decirle que conoc’a su secreto, entonces le sonre’ y le dije a Stan, sin darme la vuelta para verlo: -Ella puede irse. He conseguido todo. Absorb’ la mirada de alivio sobre la cara de Bethany antes de que yo diera vuelta para ver a Stan. Yo estaba segura que Žl se hab’a dado cuenta que ten’a algo bajo mi manga, \ QR TXLVH TXH pO GLMHUD DOJR¢4XLpQSXHGHGHFLUORTXpXQYDPSLURSLHQVDFXiQGRHO murciŽlago est‡ siendo vigilado? Pero tuve el presentimiento de que Stan me entendi—. ƒl no habl— en voz alta, pero otro vampiro entr—, una chica que debi— haber sido de la HGDGGH%HWKDQ\FXDQGR³HOODUHJUHVRVREUH´6WDQKDEtDKHFKRXQDEXHQDHOHFFLyQ/D chica se inclin— hac’a Bethany, tom— su mano, sonri— con colmillos totalmente retra’dos, y dijo. -$KRUDWHOOHYDUHPRVDFDVD¢HVWiELHQ" -£*UDQGLRVR -El alivio de Bethany estaba escrito con ne—n sobre su frente. -Oh, genial,-dijo ella otra vez, menos segura. -$K¢UHDOPHQWHYR\DPLFDVD"Usted... Pero la vampira hab’a mirado directamente en los ojos de Bethany y ella dijo: -No recordar‡s nada sobre hoy o esta tarde excepto la fiesta. -¢)LHVWD"-La voz de Bethany se torn— lenta. S—lo un poco curiosa. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD70&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Fuiste a una fiesta,-la vampira dijo cuando ella condujo a Bethany por el cuarto. -A una gran fiesta, y encontraste a un tipo mono all’. Estuviste con Žl. -Ella murmuraba todav’a a Bethany cuando salieron. EsperŽ que ella le diera una bonita memoria. -¢4Xp"-Stan pregunt—, cuando la puerta se cerr— detr‡s de las dos. -Bethany pens— que el gorila del club sabr’a m‡s. Ella lo mir— entrar en los servicios de caballeros directamente sobre los talones de su amigo Farrell y el vampiro que usted no conoc’a. Lo que yo no sab’a, y apenas me gustaba pregunt‡rselo a Stan, era si los vampiros alguna vez ten’an sexo el uno con el otro. El sexo y el alimento estaban tan entrelazados en el sistema de vida de un vampiro que no pod’a imaginarme a un vampiro teniendo sexo con alguien no±humano, es decir, alguien del que no pod’a conseguir sangre. ¢7RPDUtDQDOJXQDYH]ORVYDPSLURVVDQJUHHOXQRGHORWURHQVLWXDFLRQHVGHQR±crisis? Yo sab’a que si la vida de un vampiro estuviera en juego (estaca) otro vampiro donar’a sangre para reanimar al da–ado, pero yo no hab’a o’do nunca de otra situaci—n que implicara el intercambio de sangre. Dif’cilmente quer’a pregunt‡rselo a Stan. Tal vez abordara el tema con Bill, cuando saliŽramos de esa casa. -Lo que usted destap— en su mente, era que Farrell estaba en el bar, y que Žl entr— en el cuarto de servicios con otro vampiro, un macho joven con el pelo largo rubio y muchos tatuajes,-resumi— Stan. -El gorila entr— en el servicio mientras los dos estaban all’. -Correcto. Hubo una pausa importante mientras Stan decid’a quŽ hacer despuŽs. EsperŽ, fascinada de no o’r una palabra de su debate interior. Ningœn destello, ningœn vistazo. Al menos los chispazos moment‡neos en la mente de un vampiro eran sumamente raros. Nunca hab’a tenido uno de Bill; durante algœn tiempo, yo no sab’a que esto era posible despuŽs de haber sido presentada en el mundo vampirico. As’ que su compa–’a me proporcionaba s—lo puro placer. Me era posible, por primera vez en mi vida, tener una relaci—n normal con un hombre. Desde luego, Žl no era un hombre vivo, pero una no pod’a tenerlo todo. Como si Žl supiera que hab’a estado pensando en Žl, sent’ la mano de Bill sobre mi hombro. Puse la m’a propia sobre ella, deseando poder darle un abrazo de cuerpo entero. No era una buena idea en frente de Stan. Pod’a ponerlo hambriento. conocemos al vampiro que entr— con Farrell,-dijo Stan, lo que me pareci— muy poquita respuesta despuŽs de pensar tanto. -No Tal vez Žl hab’a pensado darme una explicaci—n m‡s larga, pero hab’a decidido que no era lo bastante lista para entender la respuesta. Prefiero ser subestimada que 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD71&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris sobreestimada cualquier d’a. ¢$GHPiVTXpGLIHUHQFLDUHDOKDFtD"ArchivŽ mi pregunta bajo hechos que ten’a que saber. -$VtTXp¢TXLpQHVHOJRULODHQHO Bat's Wing? -Un hombre llamado Re±Bar,-dijo Stan. Hab’a un rastro despectivo por la manera como lo dijo. -ƒl es un colmillero. Entonces Re±Bar ten’a su trabajo de ensue–o. Trabajando con vampiros, trabajando para vampiros, y estando alrededor de ellos cada noche. Para alguien fascinado por los no±muertos, Re±Bar hab’a sido afortunado. -¢4XpSXHGHKDFHUpOVLXQYDPSLURHFKDFDPRUUD"-PreguntŽ, curiosidad pura y dura. -ƒl esta s—lo all’ para los borrachos humanos. Descubrimos que un vampiro de gorila tiende abusar de su fuerza. No quise pensar mucho acerca de eso. -¢(VWi5H±Bar aqu’? -Eso tomar‡ un poco de tiempo,-dijo Stan, sin consultar a nadie de su sŽquito. Casi seguro que ten’a una especie de contacto mental con ellos. Yo no hab’a visto nunca eso antes, y estaba segura que Eric no pod’a acercarse a Bill mentalmente. Este deb’a ser el regalo especial de Stan. Mientras esper‡bamos, Bill se sent— en la silla al lado m’o. ƒl alcanz— y tom— mi mano. Lo encontrŽ muy consolador, y amŽ a Bill por ello. Mantuve mi mente relajada, tratando de mantener la energ’a para el siguiente interrogatorio. Pero comenzaba a tener algunas preocupaciones, preocupaciones muy serias, sobre la situaci—n de los vampiros de Dallas. Y estuve preocupada por el vistazo que hab’a dado a los parroquianos del bar, sobre todo el hombre que hab’a cre’do reconocer. -Oh, no,-dije bruscamente, de repente recordando donde lo hab’a visto. Esto disparo la alarma en pleno de los vampiros. -¢4Xp 6RRNLH" -Bill pregunt—. Stan pareci— esculpido en hielo. Sus ojos actualmente brillando verdes, y no me lo imaginŽ. TropecŽ por todas partes con mis palabras por mi prisa para explicar lo que yo pensaba. -El sacerdote,-dije a Bill. -El hombre que se escap— en el aeropuerto, el que trat— de agarrarme. ƒl estaba en la bar. -La ropa diferente y el peinado me hab’an enga–ado cuando yo estaba en lo profundo de la memoria de Bethany, pero ahora estaba segura. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD72&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Ya veo,-dijo Bill despacio. Bill parece tener una capacidad enorme de memoria, y yo pod’a confiar que Žl habr’a retenido la cara del hombre en su memoria. -No pensŽ que Žl era realmente un sacerdote entonces, y ahora sŽ que Žl estaba en el bar la noche que Farrell desapareci—, -dije. -Vestido en ropa regular. No, ah, con el cuello blanco y la camisa negra. Hubo una embarazosa pausa. Stan dijo, delicadamente: -Pero este hombre, este sacerdote fingido en el bar, hasta con dos compa–eros humanos, Žl no pod’a haberse llevado a Farrell, si Farrell no quer’a ir. Vi directamente bajo mis manos y no dije una palabra. No quer’a ser la que lo dijera en voz alta. Bill, sabiamente, tampoco habl—. Por fin, Stan Davis, l’der de los vampiro de Dallas, dijo: -Alguien entr— en el cuarto de ba–o con Farrell, Bethany record—. Un vampiro que yo no conozco. Asent’ con la cabeza, manteniendo mi vista dirigida a otra parte. -Entonces este vampiro debe haber ayudado a secuestrar Farrell. -¢)DUUHOO HV JD\" -PreguntŽ, tratando de sonar como si la pregunta acabara de filtrarse por las paredes. -ƒl prefiere los hombres, s’. 8VWHGSLHQVD« -Yo no pienso nada. -Sacud’ mi cabeza enŽrgicamente, para darle a entender cu‡nto yo no pensaba. Bill apret— mis dedos. Ouch. El silencio fue tenso hasta que la vampira adolescente estuvo de vuelta con un humano corpulento, uno que yo hab’a visto en las memorias de Bethany. ƒl no se miraba como Bethany lo ve’a, a travŽs de sus ojos, Žl era m‡s robusto, menos gordo; m‡s encantador, menos descuidado. Pero Žl era reconocible como Re±Bar. Fue inmediatamente visible para m’ que algo iba mal con este hombre. ƒl sigui— a la chica vampira muy f‡cilmente, y Žl sonri— a cada uno en el cuarto; pero eso estaba fuera GH OXJDU ¢YHUGDG" &XDOTXLHU KXPDQR TXH VLQWLHUD SUREOHPDV FRQ ORV YDPSLURV HVWDUtD preocupado, no importa lo limpia que estuviera su conciencia. Me levantŽ y me acerquŽ a Žl. ƒl me mir— acercarme con alegre anticipaci—n. -Hola, compa–ero, -dije suavemente, y Žl sacudi— su mano. La dejŽ caer tan pronto fue decente hacerlo. Retroced’ un par de pasos. Quise tomarme algœn Advil y acostarme. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD73&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Bien,-dije a Stan, -Žl seguramente tiene un agujero en su cabeza. Stan examin— el cr‡neo de Re±Bar con un ojo escŽptico. -Expl’quese, -Žl dijo. -¢&yPRWD 6U 6WDQ" -Re±Bar pregunt—. Podr’a apostar que nadie le hab’a hablado alguna vez a Stan Davis de esa manera, al menos no en los pasados quinientos a–os, m‡s o menos. -Estoy bien, Re±Bar. ¢&yPRHVWiVW~"±Le di crŽdito a Stan por mantener su calma y su nivel. -Usted sabe, solamente me siento grandioso, -Re±Bar dijo, sacudiendo su cabeza admirado.-Soy el cabr—n m‡s afortunado sobre la tierra±'scuse m’, se–ora. -Usted esta disculpado. -Tuve que arrancarme a la fuerza las palabras. Bill dijo: -¢4XpOHKDVLGRKHFKR6RRNLH" han hecho quemar un agujero en su cabeza, -dije. -No sŽ como explicarlo, exactamente. No puedo contar como fue hecho, porque no lo he visto nunca antes, pero cuando miro en sus pensamientos, sus memorias, hay solamente un viejo agujero grande y desigual. Parece como si Re±Bar necesit— que le quitaran un tumorcito, pero el cirujano tom— su bazo y tal vez su apŽndice, tambiŽn, solamente para estar seguro. Ya VDEHV FRPR FXiQGR W~ WH OOHYDV WRGDV ODV PHPRULDV GH DOJXLHQ ¢W~ ODV VXVWLWX\HV SRU otras? -AgitŽ una mano para mostrar lo que significaba a todos los vampiros. -Bien, alguien tom— un cacho de la mente de Re±Bar, y no lo sustituy— por nada. Como una lobotom’a,-a–ad’, inspirada. Le’a mucho. La escuela era dura para m’ con mi peque–o problema, pero leer me dio un medio de fuga de mi situaci—n. Supongo que soy autodidacta. -Le -As’ que cualquier cosa que Re±Bar supiera sobre la desaparici—n de Farrell esta perdido, -dijo Stan. -Ah‡, junto con algunos componentes de la personalidad de Re±Bar y un mont—n de sus otras memorias. -¢eOHVWRGDYtDIXQFLRQDO" 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD74&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Bueno, ah‡, supongo. -Yo nunca hab’a encontrado nada como esto, ni siquiera sab’a que fuera posible. -Pero no sŽ que tan eficaz ser‡ como gorila,-dije, tratando de ser honesta. -ƒl fue lastimado mientras trabajaba para nosotros. Cuidaremos de Žl. Tal vez Žl pueda limpiar el club despuŽs de que este cierre,-dijo Stan. Yo podr’a decir por la voz de Stan que Žl quiso estar seguro que registraba esto; estos vampiros pod’an ser compasivos, o al menos justos. -£0L'LRV£VHUtDJUDQGH-Re±Bar miraba radiante a su jefe. -Gracias, Sr. Stan. -LlŽvatelo a casa, -Sr. Stan dijo a su subordinada. Ella se march— directamente, con el hombre lobotomizado a cuestas. -¢4XLpQSRGUtDKDEHUKHFKRXQWUDEDMRWDQFUXGRVREUHpO"-Stan se pregunt—. Bill no contest—, ya que Žl no deb’a meter su nariz all’, si no cuidarme y dar su propia opini—n cuando se requiriera. Una alta vampira pelirroja entr—, la que hab’a estado en el bar la noche que Farrell fue llevado. -¢4Xp QRWy XVWHG OD QRFKH TXH )DUUHOO GHVDSDUHFLy" -Le preguntŽ, sin pensar en el protocolo. Ella me gru–—, sus dientes blancos se destacaban contra su lengua oscura y su brillante l‡piz labial. Stan dijo: -Coopera.-Inmediatamente su cara se puso lisa, como las arrugas que desaparecen en una colcha cuando uno pasa su mano sobre ella. -No recuerdo,-dijo ella finalmente. Entonces la capacidad de Bill de recordar lo que Žl hab’a visto en peque–os detalles era un regalo personal. -No me acuerdo de haber visto a Farrell m‡s de uno o dos minutos. -¢3XHGHXVWHGKDFHUODPLVPDFRVDD5DFKHOTXpOHKL]RDODFDPDUHUD"-Stan pregunt—. -No,-dije inmediatamente, mi voz tal vez un pel’n demasiado enf‡tica. -No puedo leer mentes de vampiros en absoluto. Son libros cerrados. Bill dijo: -¢3XHGHV UHFRUGDU D UXELR±uno de nosotros±que se miraba alrededor diecisŽis a–os? ¢&RQXQDQWLJXRWDWXDGRD]XO en sus brazos y torso? 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD75&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Ah, s’,-dijo la pelirroja Rachel al instante. -Los tatuajes eran del tiempo de los romanos, creo. Ellos eran ordinarios, pero interesantes. Me preguntŽ acerca de Žl, porque no lo hab’a visto venir aqu’ a la casa para pedir a Stan privilegios de caza. Entonces los vampiros que pasan por el territorio de alguien m‡s eran requerido para firmar en el libro de visitas, por decirlo as’. ArchivŽ esto para futura referencia. -ƒl estaba con un humano, o al menos tuvo un poco de conversaci—n con Žl,-sigui— la vampira pelirroja. Ella llevaba puestos jeans y un suŽter verde que me pareci— incre’blemente caliente para m’. Pero las vampiras no se preocupan de la temperatura actual. Ella vio a Stan, luego a Bill, quiŽn hizo un gesto a secas para indicar que Žl quer’a o’r cualesquiera memorias que ella tuviera. -El humano era de cabellos oscuros, y ten’a un bigote, si recuerdo correctamente. -Ella hizo un gesto con las manos, una EDUULGDDELHUWDTXHSDUHFLyGHFLU³£(OORVVRQWRGRVLJXDOHV´ DespuŽs de que Rachel se march—, Bill pregunt— si hab’a una computadora en la casa. Stan dijo que hab’a una, y lo vio con mas curiosidad cuando Bill pregunt— si Žl pod’a usarla durante un momento, disculp‡ndose por no tener consigo su computadora port‡til. Stan asinti—. Bill estuvo a punto de dejar el cuarto cuando Žl vacil— y mir— hacia m’. -¢7HVHQWLUiVELHQ6RRNLH"-Žl pregunt—. -Seguro. -TratŽ de sonar confidente. Stan dijo: -Ella estar‡ bien. Hay m‡s personas que ella tiene que ver. Asent’, y Bill se fue. Le sonre’ a Stan, que es lo que hago cuando estoy estresada. No era una sonrisa feliz, pero era mejor que un grito. -¢8VWHG\%LOOKDQHVWDGRMXQWRVGHVGHKDFHFXiQWR"-Stan pregunt—. -Durante unos meses. ±Lo menos que Stan supiera sobre nosotros, m‡s feliz me sentir’a. -¢8VWHGHVWDFRQWHQWDFRQpO" -S’. -¢8VWHGORDPD"-Stan sonaba divertido. -Ese no es asunto suyo, -dije, sonriendo abiertamente. -¢0HQFLRQyXVWHGTXHKDEtDPiV personas que yo ten’a que checar? 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD76&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Siguiendo el mismo procedimiento que con Bethany, sostuve una variedad de manos y comprobŽ un manojo de aburridos sesos. Bethany hab’a sido definitivamente la persona m‡s observadora en el bar. Esta gente±otra camarera, el cantinero humano, y un parroquiano frecuente (un colmillero) quiŽn se hab’a ofrecido voluntariamente para esto±ten’an pensamientos mon—tonamente aburridos y poderes limitados de recuerdo. $YHULJpTXHHOFDQWLQHURYHQGtDELHQHVUREDGRVGHRWUDVFDVDV\GHVSXpVGHTXHHOWLSR se hab’a marchado, recomendŽ a Stan que Žl se consiguiera otro empleado detr‡s de la barra, o Žl ser’a embarrado en cualquier investigaci—n de polic’a. Stan pareci— m‡s impresionado de lo que yo esperaba que estuviera. No quer’a que Žl se enamorara demasiado de mis servicios. Bill regres— cuando terminŽ con el œltimo empleado del bar, y se ve’a un poquito FRPSODFLGR HQWRQFHV GHFLGt TXH pO KDEtD WHQLGR p[LWR ÒOWLPDPHQWH %LOO KDEtD HVWDGR gastando la mayor parte de sus horas levantado sobre la computadora, lo que no hab’a sido una idea demasiado popular conmigo. -El vampiro tatuado, -Bill dijo cuando Stan y yo Žramos los œnicos dos en el cuarto, -es llamado Godric, aunque durante el siglo pasado Žl fue conocido como Godfrey. ƒl es un renunciador. -No sŽ Stan, pero yo estaba impresionada. Unos minutos sobre la computadora, y Bill hab’an hecho un buen pedazo de investigaci—n. Stan pareci— horrorizado, y supongo que yo me ver’a perpleja. -ƒl se ha aliado con humanos radicales. ƒl planea suicidarse, -Bill me dijo con una voz suave, ya que Stan estaba ensimismado con el pensamiento. -Este Godfrey planea encontrar el sol. Su existencia se ha vuelto muy pesada y contra Žl. -¢(QWRQFHVpOYDDOOHYDUVHDDOJXLHQFRQpO"-¢*RGIUH\H[SRQGUtD)DUUHOOMXQWRFRQpO" -ƒl nos ha traicionado por los Camaradas,-dijo Stan. Traici—n es una palabra que contiene mucho melodrama, pero ni so–Ž con sonre’rme cuando Stan la dijo. Yo hab’a o’do de los Camaradas, aunque no hubiera conocido nunca a nadie que dijera pertenecer a ellos realmente. Lo que el Klan eran para los Afroamericanos, Los Camaradas del Sol eran para los vampiros. Este era un culto que se estaba expandiendo de manera muy r‡pida en AmŽrica. Otra vez, me encontraba en aguas m‡s profundas de las que pod’a nadar. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD77&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris &DSÇWXOR Hab’a muchos humanos a quiŽnes no les hab’a gustado descubrir que compart’an el planeta con vampiros. A pesar de que ellos siempre lo hab’an hecho±sin que nadie lo supiera±una vez que los humanos creyeron que los vampiros eran verdaderos, esta gente se inclin— por la destrucci—n de los vampiros. Ellos no eran m‡s exigentes sobre sus mŽtodos de asesinato de lo que ser’a un vampiro granuja. Los vampiros granuja eran los no±muertos mas atrasados que hab’a; ellos no hab’an querido ser conocidos por los humanos m‡s de lo que los humanos quer’an conocer sobre ellos. Los granujas rechazaban beber la sangre sintŽtica que era el pilar de las dietas de la mayor parte de los vampiros en estos d’as. Los granujas cre’an que el œnico futuro para los vampiros era regresar de nuevo al secreto e invisibilidad. Los vampiros granuja mataban a los humanos por diversi—n, mas que nada, porque ellos realmente daban la bienvenida a una vuelta de la persecuci—n de los de su propia clase. Los granujas lo ve’an como un medio de persuadir a los vampiros asentados que el secreto era lo mejor para el futuro de su clase; y luego, tambiŽn, la persecuci—n era una forma del control demogr‡fico. Ahora bien, yo aprend’ por Bill que hab’a vampiros que se sent’an aquejados por un remordimiento terrible, o quiz‡s tedio, despuŽs de una vida larga. Estos renunciadores planeaban "encontrar el alba," el termino vampiro para cometer suicidio permaneciendo fuera durante el amanecer. Una vez m‡s, mi selecci—n de novio me hab’a conducido bajo caminos que nunca habr’a pisado de otra manera. No tendr’a porquŽ haber sabido nada de esto, nunca hubiera so–ado siquiera que saldr’a con alguien que estaba definitivamente fallecido, si no hubiera nacido con la incapacidad de la telepat’a. Yo era una especie de paria para los tipos humanos. No pueden imaginar lo dif’cil que es salir con alguien que les puede leer la mente. Cuando encontrŽ a Bill, comenz— el periodo m‡s feliz de mi vida. Pero indudablemente he encontrado m‡s problemas en los meses desde que lo conozco que en mis veinticinco a–os enteros. -¢'H PRGR TXH XVWHG SLHQVD TXH )DUUHOO HVWi \D PXHUWR" -PreguntŽ, oblig‡ndome a concentrarme en la crisis actual. Odiaba preguntarlo, pero ten’a que saberlo. -Tal vez, -Stan dijo despuŽs de una pausa larga. -Posiblemente ellos lo tengan en algœn sitio, -dijo Bill. -Sabes como les gusta invitar a la prensa a estas... ceremonias. Stan mir— fijamente en el espacio durante un largo momento. Entonces se puso de pie. -El mismo hombre estaba en el bar y en el aeropuerto,-dijo Žl, casi para s’ mismo. Stan, el nerd que encabezaba a los vampiros de Dallas, caminaba ahora, de arriba abajo por el cuarto. Me puso loca, aunque dec’rselo era inadmisible. Esta era la casa de Stan, y 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD78&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris IDOWDED VX ³KHUPDQR´ 3HUR QR VR\ GH ODV TXH HVWD SRU ORV Vilencios meditabundos. Estaba cansada, y quer’a acostarme. -As’ que,-dije, haciendo todo lo posible por sonar enŽrgica, -¢FRPR VDEUtDQ HOORV TXH yo iba a estar all’? Si hay algo peor que tener un vampiro viŽndote, es tener a dos vampiros viŽndote. que ven’an antes de tiempo... hay un traidor, -dijo Stan. El aire en el cuarto comenz— a temblar y chisporrotear con la tensi—n que Žl produc’a. -Saber Pero yo ten’a una idea menos dram‡tica. Recog’ una libreta que estaba sobre la mesa y escrib’: TAL VEZ USTE'(67È,17(59(1,'2. Ambos me fulminaron con la mirada como si yo les hubiera ofrecido una Big Mac. Los vampiros, que individualmente tienen poderes incre’bles y variados, est‡n a veces inconscientes del hecho que los humanos han desarrollado algunos poderes por s’ mismos. Los dos hombres se miraron el uno al otro especulando, pero ninguno de ellos ofreci— ninguna sugerencia pr‡ctica. Bien, al diablo con ellos. Yo hab’a visto s—lo esto en pel’culas, pero supuse que si alguien hab’a plantado un micro en este cuarto, lo habr’a hecho apresuradamente y muerto de miedo. Entonces el micro estar’a cerca y no muy bien escondido. Me sacud’ de la chaqueta gris y patee fuera mis zapatos. Como era humana, no ten’a ninguna dignidad que perder ante los ojos de Stan, me lancŽ debajo de la mesa y comencŽ a gatear lentamente bajo su longitud, apartando las sillas rodantes cuando pasaba. Por millonŽsima vez, desee haber llevado puestos pantalones. Estaba aproximadamente a dos yardas de las piernas de Stan cuando vi algo raro. Hab’a una cosa oscura adherida a la parte oculta de la mesa clara de madera. Lo vi tan atentamente como se podr’a sin una linterna. No era un chicle viejo. Habiendo encontrado el peque–o dispositivo mec‡nico, no sab’a quŽ hacer. Gatee lentamente hacia fuera, algo m‡s polvorienta por la experiencia, y me encontrŽ directamente en los pies de Stan. ƒl sostuvo hacia fuera su mano y la tomŽ de mala gana. Stan tir— suavemente, o pareci— suavemente, pero de repente yo estaba sobre mis pies encar‡ndolo. ƒl no era muy alto, y mirŽ m‡s en sus ojos de lo que realmente quer’a. Sostuve mi dedo delante de mi cara para estar segura que Žl prestaba la atenci—n. Se–alŽ bajo la mesa. Bill dej— el cuarto en un parpadeo. La cara de Stan se puso mas blancuzca, y sus ojos ardieron. MirŽ hac’a todas partes, pero directamente sobre Žl. No quer’a ser vista de lleno por sus ojos mientras Žl diger’a el hecho que alguien hab’a plantado un micro en su c‡mara de audiencias. ƒl hab’a sido en efecto traicionado, solamente no de la manera que Žl hab’a esperado. GirŽ alrededor de mi mente para hacer algo que ayudara. Intente omitir a Stan. Alcanzando de manera autom‡tica mi cola de caballo para enderezarla, me di cuenta que mi pelo estaba todav’a en el rodete atr‡s de mi cabeza, aunque bastante menos ordenado. De todas formas aquello me dio una buena excusa para mirar abajo. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD79&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Estuve bastante aliviada cuando Bill reapareci— con Isabel y el hombre que lavaba los platos llevaba un taz—n con agua. -Lo siento, Stan,-dijo Bill. ±Me temo que Farrell est‡ ya muerto, si te gu’as por lo que hemos descubierto esta tarde. Sookie y yo volveremos a Luisiana ma–ana, a menos que nos necesites m‡s adelante. -Isabel se–al— a la mesa, y el hombre dej— el taz—n. podr’as como m’nimo,-Stan contest— con una voz tan fr’a como el hielo. Env’enme su cuenta. Su maestro, Eric, fue bastante firme sobre esto. TendrŽ que encontrarlo un d’a. -Su tono indic— que la reuni—n no ser’a agradable para Eric. -Tœ Isabel dijo repentinamente: -£7~KXPDQRHVW~SLGR£+DVGHUUDPDGo mi bebida! -Bill pas— junto a m’ para arrancar el micro de la mesa y dejarlo caer en el agua, e Isabel, andando aœn m‡s suavemente para impedir al agua derramarse sobre los lados del taz—n, dej— el cuarto. Su compa–ero permaneci— detr‡s. Eso hab’a sido eliminado bastante simple. Y muy posiblemente que quienquiera que hubiera estado escuchando hubiera sido enga–ado por lo poquito del di‡logo. Nos relajamos, ahora que el micro se hab’a ido. Incluso Stan pareci— menos espantoso. -Isabel dice que usted tiene raz—n al pensar que Farrell podr’a haber sido secuestrado por Los Camaradas, -dijo el hombre humano. -Tal vez esta se–orita y yo podr’amos ir al Centro de Los Camaradas ma–ana, y tratar de averiguar si hay proyectos para cualquier clase de ceremonias pronto. Bill y Stan lo consideraron pensativamente. -Eso es una buena idea,-dijo Stan. -Un pareja ser’a menos notable. -¢6RRNLH"-Bill pregunt—. -Seguramente ninguno de ustedes puede ir,-dije. -Pienso que tal vez podr’amos conseguir al menos la disposici—n del lugar. Si de verdad crees que hay una posibilidad de que Farrell este detenido all’. Si yo pudiera averiguar m‡s sobre la situaci—n en el Centro Camarada, tal vez yo podr’a impedir a los vampiros atacar. Ellos seguro que no iban a bajar a la comisar’a para llenar un informe de desaparecidos para pinchar a la polic’a en una bœsqueda del Centro. No importaba cuanto los vampiros de Dallas quisieran permanecer dentro de los l’mites de la ley humana para poder cosechar con Žxito las ventajas del asentamiento, yo sab’a que si un vampiro de Dallas estaba siendo retenido como cautivo en el Centro, los humanos morir’an a la derecha, a la izquierda, y de reojo. Quiz‡s podr’a impedir que eso pasara, y localizar al ausente Farrell, tambiŽn. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD80&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Si este vampiro tatuado es un renunciador y planea encontrar el sol, tomando a Farrell con Žl, y si esto ha sido arreglado por Los Camaradas, entonces este sacerdote fingido que trat— de agarrarte en el aeropuerto debe trabajar para ellos. Ellos te conocen ahora,- Bill indic—.-Tendr‡s que llevar puesta una peluca.-ƒl sonri— con satisfacci—n. La peluca hab’a sido su idea. Una peluca con este calor. Oh, mierda. TratŽ de no parecer petulante. DespuŽs de todo, ser’a mejor tener una cabeza picante y caliente que ser identificado como una mujer que se asociaba con vampiros, mientras visitaba a Los Camaradas en su Centro del Sol. mejor si hubiera otro humano conmigo,-confesŽ, lamentaba cuando deb’a implicar a alguien m‡s en el peligro. -Ser’a -Este es el actual hombre de Isabel,-dijo Stan. ƒl guard— silencio durante un minuto, y DGLYLQpTXHpOHVWDUtD³UDGLiQGROD´RFRPRIXHUDTXHHOFRQWDFWDUDDVXVVXERUGLQDGRV Bastante segura, Isabel se desliz— dentro. Debe ser pr‡ctico, el ser capaz de convocar a la gente as’. Uno no necesita un intercomunicador, o un telŽfono. Me preguntŽ a que distancia pod’an estar otros vampiros y todav’a recibir su mensaje. Yo estaba agradecida de que Bill no pudiera encontrarme sin palabras, porque me sentir’a un poco como su esclava. ¢3RGUtD6WDQFRnvocar a los humanos de la misma manera que Žl llamaba a sus vampiros? Quiz‡s, realmente no lo quer’a saber. El hombre reaccion— a la presencia de Isabel de la manera que un perro de ave hace cuando Žl siente a la codorniz. O quiz‡s era m‡s bien como un hombre hambriento que es servido con un filete grande, y luego tiene que esperar la gracia. Uno pod’a ver casi como se le hac’a agua la boca. Esperaba que no me viera as’ cuando estaba alrededor de Bill. -Isabel, tu hombre se ha ofrecido para ir con Sookie a la Camarader’a del Centro Solar. ¢3XHGHpOVHUFRQYLQFHQWHFRPRSRWHQFLDOFRQYHUVR" -S’, pienso que Žl puede,-dijo Isabel, mirando fijamente en los ojos del hombre. -$QWHVGHTXHWHYD\DV¢KD\LQYLWDGRVHVWDQRFKH" -S’, uno de California. -¢'yQGe est‡ Žl? -En la casa. -¢+D HVWDGR pO HQ HVWH FXDUWR" -Naturalmente, a Stan le gustar’a que el plantador del micro fuera una vampiro o humano que Žl no conoc’a. -S’. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD81&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Tr‡elo. Unos cinco minutos m‡s tarde, Isabel volvi— con un vampiro alto y rubio a cuestas. ƒl deb’a haber tenido unos seis pies cuatro, o tal vez hasta m‡s. Era musculoso, bien afeitado, y ten’a una melena de trigo coloreado. Mire hac’a mis pies inmediatamente, tal como sent’ que Bill se inmovilizaba. Isabel dijo: -Este es Leif. -Leif, -Stan dijo suavemente,-bienvenido a mi nido. Esta noche tenemos aqu’ un problema. ContemplŽ los dedos de mi pie, deseando como jam‡s hab’a deseado nada que pudiera estar completamente a solas con Bill durante dos minutos y averiguar que demonios paVDEDSRUTXHHVWHYDPSLURQRHUDQLQJ~Q³/HLI´\QRHUDGH&DOLIRUQLD Era Eric. La mano de Bill entr— en mi l’nea de visi—n y se cerr— alrededor m’o. ƒl dio a mis dedos un apretoncito muy cuidadoso, y yo se lo devolv’. Bill desliz— su brazo alrededor de m’, y me apoyŽ contra Žl. Yo ten’a que relajarme, por diosito. -¢&yPRSXHGRD\XGDUWH"(ULF±no, Leif, por el momento±pregunt— cortŽsmente. -Parece que alguien ha entrado en este cuarto y ha realizado un acto de espionaje. Parec’a una manera agradable de ponerlo. Stan quiso guardar la implantaci—n de micr—fonos ocultos como un secreto por ahora, y en vista del hecho que aqu’ hab’a un traidor, era probablemente una gran idea. -Soy un visitante de tu nido, y no tengo ningœn problema contigo o alguien tuyo. La tranquila y sincera negaci—n de Leif era bastante impresionante, dado que yo sab’a de hecho que su entera presencia era una impostura hac’a algœn insondable objetivo de vampiros. -Perd—neme,-dije, sonando lo mas que pude tan fr‡gil y humana. Stan pareci— muy irritado con la interrupci—n, pues que se joda, pensŽ. -El, uh, art’culo, habr’a tenido que ser puesto aqu’ antes de hoy,-dije, tratando de sonar como si yo estuviera segura que Stan ya hab’a pensado en este hecho. -Para conseguir los detalles de nuestra llegada a Dallas. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD82&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Stan me contempl— inexpresivo. Doy un penique, doy una libra por su pensar. -<SHUGyQHPHSHURHVWR\UHDOPHQWHGHVJDVWDGD¢3RGUtD%LOOOOHYDUPHGHYXHOWDDOKRWHO ahora? -Haremos que Isabel la lleve a usted, -dijo Stan desde–osamente. -No, se–or. Detr‡s de las gafas falsas, las cejas p‡lidas de Stan se elevaron. -¢1R"-ƒl son— como si nunca hubiera o’do la palabra. -De acuerdo a los tŽrminos de mi contrato, no voy en ninguna parte sin un vampiro de mi ‡rea. Bill es ese vampiro. No voy a ninguna parte sin Žl, por la noche. Stan me dio otra mirada fija bien larga. Me alegrŽ de haber encontrado el micro y demostrado ser œtil por otra parte, o no durar’a mucho tiempo en la proximidad de Stan. -V‡yanse,-Žl dijo. Bill y yo no desperdiciamos el tiempo. No pod’amos ayudar a Eric si Stan comenzara a sospechar de Žl, y posiblemente podr’amos delatarlo. Probablemente yo lo har’a mediante alguna palabra o gesto, que Stan me viera. Los vampiros han estudiado a los humanos durante siglos, en el mismo modo que los depredadores aprenden tanto como pueden sobre su presas. Isabel sali— con nosotros, y regresamos en su Lexus para el paseo de vuelta al Hotel Silent Shore. Las calles de Dallas, aunque no vac’as, estaban mas quietas que cuando hab’amos llegado hac’a unas horas al nido. EstimŽ que faltaban al menos dos horas antes del alba. -Gracias,-dije cortŽsmente cuando nos dirig’amos hacia el porte cochere del hotel. -Mi humano vendr‡ por usted a las tres de la tarde,-Isabel me dijo. 5HSULPLHQGRHOLPSXOVRGHGHFLU©£6tVHxRUDª\FKRFDUPLVWDORQHVMXQWRVVRODPHQWH le dije que estaba bien. -¢&XiOHVVXQRPEUH"-PreguntŽ. -Su nombre es Hugo Ayres, -dijo ella. -Bien. -Yo ya sab’a que Žl era un hombre r‡pido para tener una idea. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD83&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris EntrŽ en el vest’bulo y esperŽ a Bill. ƒl era s—lo segundos detr‡s de m’, y subimos en el elevador en el silencio. -¢7LHQHVWXOODYH"-Žl me pregunt— en la puerta del cuarto. Yo ya estaba medio dormida. -¢'yQGHHVWiODWX\D"-PreguntŽ, no muy graciosamente. -Es que quiero ver como recuperas la tuya, -dijo Žl. De repente estuve de mejor humor. -Tal vez te gustar’a encontrarla,-suger’. Un vampiro con una larga melena negra hasta la cintura pase— bajo el pasillo, su brazo alrededor de una chica rechoncha con una cabeza de rojo pelo rizado. Cuando ellos hab’an entrado en el cuarto m‡s lejano del pasillo, Bill comenz— a buscar la llave. ƒl la encontr— bastante r‡pido. Una vez que entramos, Bill me alz— y me bes— con mucho detalle. Ten’amos que hablar, de lo mucho que hab’a pasado durante esa noche tan larga, pero yo no estaba de humor y Žl tampoco. La cosa agradable sobre las faldas, descubr’, consist’a en que ellas solamente se deslizan, y si una llevaba puesta s—lo una correa debajo, eso pod’a desaparecer en un segundo. La chaqueta gris estaba sobre el suelo, la blusa blanca fue desechada, y mis EUD]RVVHFHUUDGDVDOUHGHGRUGHOFXHOORGH%LOODQWHVGHTXHDOJXLHQSXGLHUDGHFLU³-RGH FRQHOYDPSLUR´ Bill se apoyaba contra la pared de sala mientras trataba de abrirse sus pantalones conmigo todav’a pegada alrededor de Žl cuando hubo un golpe en la puerta. -Maldito,-Žl susurr— en mi o’do. -M‡rchese,-Žl dijo, algo m‡s fuerte. Me mov’ contra Žl y su respiraci—n se corto en su garganta. ƒl sac— las horquillas y el Hairagami de mi pelo para dejarlo rodar bajo mi espalda. -Tengo que hablar contigo,-dijo una voz familiar, algo amortiguada por la puerta gruesa. -No,-gem’. -dime que este no es Eric. -La œnica criatura en el mundo que ten’amos que admitir. -Es Eric,-dijo la voz. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD84&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris DestrabŽ mis piernas alrededor de la cintura de Bill, y Žl suavemente me baj— al suelo. Verdaderamente encrespada, trote muy fuerte hacia el dormitorio para ponerme mi bata. Al diablo con abrocharme de nuevo toda aquella ropa. Sal’ fuera cuando Eric le dec’a a Bill que lo hab’a hecho bien esa noche. desde luego, tœ estuviste maravillosa, Sookie,-dijo Eric, abarcando la corta bata rosada, con un vistazo completo. Yo lo mirŽ hacia arriba±y arriba, y arriba±y lo deseŽ en el fondo del Red River , con sonrisa espectacular, pelo dorado, y todo. -Y, -Ah,-dije malignamente, -muchas gracias por pasar para decirnos esto. No pod’amos habernos ido a la cama sin una cari–osa palmadita departe tuya. Eric pareci— tan suavemente deleitado como probablemente lo estaba. -Oh, querida, -dijo Žl. -¢,QWHUUXPStDOJR"¢Quizas estos±bien, este±son tuyos, Sookie? -ƒl sostuvo la cuerda negra que hab’a sido anteriormente un lado de mi correa. Bill dijo: -(Q SRFDV SDODEUDV Vt ¢+D\ DOJR PiV que te gustar’a hablar con nosotros, Eric? -El hielo habr’a estado sorprendido por lo fr’o que Bill pod’a sonar. -No tenemos tiempo esta noche,-dijo Eric con pesar, -ya que la luz del d’a esta cercana, y hay cosas que tengo que ver a antes de que duerma. Pero ma–ana por la noche GHEHPRVHQFRQWUDUQRV&XDQGRDYHULJHVORTXH6WDQTXLHUHTXHKDJDVGHMDXQDQRWDHQ el escritorio, y haremos un arreglo. Bill asinti—. -£$GLyVHQWRQFHV-dijo Žl. -¢1R TXLHUHV OD ~OWLPD GH OD QRFKH" -¢(VSHUDED pO VHU RIUHFido con una botella de sangre? Los ojos de Eric fueron al refrigerador, entonces a m’. Lamente llevar puesto un traje de nil—n delgado en vez de algo abultado y lanudo.-¢&DOLHQWH GH OD YDVLMD" -Bill mantuvo un silencio de piedra. Su mirada estuvo fija en m’ hasta el œltimo minuto, Eric anduvo por la puerta y Bill la cerr— detr‡s de Žl. -¢7~SLHQVDVTXHpOHVFXFKDUDIXHUD" -PreguntŽ a Bill, cuando Žl desat— el cintur—n de mi bata. -No me importa,-dijo Bill, y curv— su cabeza a otras cosas. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD85&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris *** Cuando me levantŽ, a la una de la tarde, el hotel ten’a un curioso silencio. Desde luego, la mayor parte de los huŽspedes dorm’an. Las gentes del aseo no entrar’an en un cuarto durante el d’a. Hab’a notado la seguridad la noche anterior±guardias vampiros. En el d’a ser’a diferente, ya que pasar el d’a protegidos era por lo quŽ los invitados pagaban tan pesadamente. LlamŽ al servicio de cuarto por primera vez en mi vida y ordenŽ el desayuno. Ten’a un hambre de caballo, ya que no hab’a comido nada la noche anterior. Me di una ducha y estaba metiŽndome en mi ropa cuando el camarero llam— en la puerta, y despuŽs de que me asegure que Žl era quiŽn dijo ser quiŽn era, lo dejŽ entrar. DespuŽs de mi intento de rapto en el aeropuerto el d’a anterior, no daba nada por supuesto. Deje de lado el roc’o de pimienta cuando el hombre joven deposit— el alimento y la cafetera. Si Žl hac’a un paso hacia la puerta detr‡s de la cual Bill dorm’a en su ataœd, yo lo liquidar’a. Pero este fulano, Arturo, hab’a sido bien entrenado, y sus ojos nunca se dirigieron hacia el dormitorio. ƒl nunca me vio directamente, tampoco. ƒl pensaba en m’, sin embargo, y lamente no haberme puesto un sostŽn antes de dejarlo entrar. Cuando Žl se hab’a ido±y como Bill me hab’a instruido, a–ad’ la propina en el boleto del cuarto y firmŽ±me com’ todo que Žl hab’a tra’do: salchicha, tortitas y un taz—n de bolitas de mel—n. 2K £SRU 'LRV TXH VXSR ELHQ El jarabe era verdadero jarabe de arce, y la fruta estaba bastante madura. La salchicha estaba deliciosa. Me alegrŽ que Bill no estuviera alrededor para mirarme y hacerme sentirse inc—moda. No le gustaba realmente verme comer, y lo odiaba si com’a ajo. CepillŽ mis dientes y pelo y me puse maquillaje. Era tiempo de prepararme para mi visita al Centro Camarada. Seccione mi pelo y lo fije, y saque la peluca de su caja. Era corta, marr—n y realmente mediocre. Hab’a pensado que Bill estaba chiflado cuando Žl hab’a sugerido que consiguiera una peluca, y todav’a me preguntaba por quŽ se le hab’a ocurrido que yo podr’a necesitar una, pero me alegrŽ de tenerlo. Ten’a un par de gafas como Stan, sirviendo al mismo objetivo de camuflaje, y me las puse. Hab’a un peque–o aumento en la parte de abajo, as’ podr’a reclamar leg’timamente que eran gafas de lectura. ¢4Xp OOHYDQ SXHVWRV los fan‡ticos para ir a un lugar de junta fan‡tico? En mi limitada experiencia, los fan‡ticos eran por lo general conservadores en el vestir, porque ellos estaban demasiado preocupados por otras cosas para pensar en ello o porque ellos ver’an algo mal en vestir elegantemente. Si yo hubiera estado en casa habr’a corrido a Wal-Mart y ahorrado dinero, pero estaba aqu’ en un cuarto caro y sin ventanas del Silent Shores. Como sea, Bill me hab’a dicho llamar a la recepci—n para lo que me hiciera falta. As’ que lo hice. -Recepci—n,-dijo un humano que trataba de copiar la voz lisa y chula de un vampiro m‡s viejo. -¢&yPR SXHGR D\XGDUOH" -7XYHJDQDVGHPDQGDUORDSDVHR¢4XLpQTXLHUH una imitaci—n cu‡ndo la verdadera cosa est‡ bajo el tejado? 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD86&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Esta es Sookie Stackhouse en el tres±catorce. Necesito una falda larga de dril de algod—n, talla ocho, y una blusa pastel floreada o enterizo, mismo tama–o. -S’, se–ora,-dijo Žl, despuŽs de una pausa bastante larga. -¢&XiQGRGHERWHQHUHVWRSDUD usted? -Pronto. -Caramba, que divertido. -De hecho, mientras m‡s pronto mejor. ±Yo disfrute con esto. Me gust— pedir y que alguien m‡s pagara. MirŽ las noticias mientras esperaba. Eran las noticias t’picas de cualquier ciudad americana: problemas de tr‡fico, zonas problema, problemas de homicidio. ³8QD PXMHU TXH VH HQFRQWUy PXHUWD DQRFKH HQ XQ FRQWHQHGRU GH KRWHO KD VLGR identificada,-dijo un locutor, su voz apropiadamente grave. ƒl torci— hacia abajo las esquinas de su boca para demostrar preocupaci—n seria. -El cuerpo de Bethany Rogers de veintiuno a–o fue encontrado detr‡s del Hotel Silent Shore, famoso por ser el primer hotel de Dallas que satisface a los no-muertos. Una herida de bala a la cabeza ser’a lo que mato a Rogers. La polic’a describi— el asesinato como 'el estilo de ejecuci—n'. Detective Tawny Kelner dijo a nuestro reportero que la polic’a sigue varias pistas para averiguar a donde conducen. -La imagen de pantalla cambi— de la cara artificialmente severa a una realmente severa. La detective era una cuarentona, pensŽ, una mujer muy corta con una trenza larga bajo su espalda. La c‡mara giro para incluir al reportero, un peque–o hombre oscuro con un traje adaptado. -¢'HWHFWLYH .HOQHU HV FLHUWR TXH Bethany Rogers trabaj— en un bar de vampiros? El ce–o fruncido del detective se puso aœn m‡s formidable. -S’, es verdad,-dijo ella. -Sin embargo, ella fue empleada como camarera, no como animadora. -¢8QD DQLPDGRUD" ¢4Xp KDFtDQ ORV DQLPDGRUHV HQ HO Bat's Wing? -Ella hab’a estado trabajando s—lo all’ un par de meses. -¢(OVLWio donde botaron su cuerpo indica que hay una especie de participaci—n de los vampiros? -El reportero era m‡s persistente de lo que yo habr’a sido. -Al contrario, creo que el sitio fue elegido para enviar un mensaje a los vampiros,Kelner espet—, y luego se mir— como si ella lamentara haber hablado. -Ahora, si usted me disculpa... -Desde luego, detective,-dijo el reportero, un poco aturdido. -De este modo, Tom,- y Žl dio vuelta para afrontar a la c‡mara, como si Žl pudiera ver al locutor en el estudio, HVWRHVXQDFXHVWLyQGHSURYRFDWLYD´ - ¢£(K" El locutor se dio cuenta que lo que dijo el reportero no hac’a ningœn sentido, tambiŽn, y r‡pidamente se movi— a otro tema. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD87&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Pobre Bethany estaba muerta, y no hab’a nadie con quiŽn yo podr’a hablar de esto. EmpujŽ para atr‡s mis lagrimas; dif’cilmente sent’a que ten’a derecho de llorar por la chica. No pod’a menos que preguntarme lo que le hab’a pasado a Bethany Rogers anoche despuŽs de que ella hab’a sido conducida fuera del cuarto en el nido de los vampiros. Si no hab’a ningunas se–al de colmillos, seguramente no fue un vampiro quiŽn la mat—. Ser’a un vampiro muy raro quiŽn pasara de largo la sangre. SorbiŽndome los mocos por las lagrimas reprimidas y miserablemente consternada, me sentŽ sobre el sill—n y cacŽ mi bolso para encontrar un l‡piz. Por fin, desenterrŽ una pluma. La usŽ para rascarme bajo la peluca. Incluso en el oscuro hotel con aire acondicionado, ya me picaba. En treinta minutos, hubo un golpe en la puerta. Otra vez, mirŽ la mirilla. Ah’ estaba Arturo otra vez, con ropas cubiertas a travŽs de su brazo. lo que usted no quiera,-dijo Žl, d‡ndome el bulto. ƒl trat— de no contemplar mi pelo. -Devolveremos -Gracias,-dije, y le di propina. Podr’a acostumbrarme r‡pidamente a esto. No faltaba tanto para que, como se supon’a, me encontrara al tipo Ayres, el pastelito de Isabel. Avente las ropas donde estaba parada, viendo lo que Arturo me trajo. La blusa p‡lida estupenda con flores blancas, que har’an juego, y la falda... hmmm. ƒl no hab’a sido capaz de encontrar el dril de algod—n, por lo visto, y las dos que Žl hab’a tra’do eran caqui. Estar’an bien, supuse, y me met’ dentro de una. Pareci— demasiado apretada para el efecto que necesitaba, y me alegrŽ que Žl hubiera tra’do otro modelo. Era lo justo para la imagen. DeslicŽ mis pies en sandalias planas, me puse unos pendientes diminutos en mis o’dos perforados, y estuve lista para irme. Hasta ten’a un maltratado bolso de paja para llevar con el conjunto. Lamentablemente, este era mi bolso regular. Pero combinaba bien con esto. BotŽ fuera mis objetos de identificaci—n, y deseŽ que hubiera pensado en esto antes en vez de en el œltimo momento. Me preguntŽ que otras cosas de seguridad crucial podr’a haber olvidado. Sal’ en el pasillo silencioso. Estaba exactamente como hab’a sido la noche anterior. No hab’a ningœn espejo y ninguna ventana, y el sentimiento de encierro era completo. El rojo oscuro de la alfombra y el azul federal, rojo, y el color crema del empapelado no ayudaba. El elevador se abri— sigilosamente cuando toquŽ el bot—n de llamada, y montŽ hacia abajo por mi misma. Ninguna mœsica dentro del elevador. The Silent Shore (La Orilla Silenciosa) hacia honor a su nombre. Hab’a guardias armados a cada lado del elevador, cuando llegue el vest’bulo. Ellos ve’an hacia las puertas principales del hotel. Aquellas puertas estaban obviamente cerradas. Hab’a un televisor montado por las puertas, y este mostr— la acera fuera de las puertas. Otro televisor mostr— una vista m‡s amplia. Pensado que un ataque terrible deb’a ser inminente me congelŽ, mi coraz—n corr’a a la carrera, pero despuŽs de unos segundos de calma entend’ que ellos deb’an estar all’ todo el tiempo. Esto era por lo quŽ los vampiros se quedaban aqu’, y en otros hoteles de especialidad similares. Nadie pasar’a estos guardias a los elevadores. Nadie lo har’a en los cuartos del hotel donde dorm’an los vampiros indefensos como se ponen. Esto era el 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD88&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris por quŽ los honorarios del hotel eran exorbitantes. Las dos guardias en deber en ese momento eran enormes, vistiendo la ropa con la librea negra del hotel. (Oh, agghh. Todo mundo parec’a pensar que los vampiros estaban obsesionados con el negro.) las armas de los guardias me parecieron gigantescas, pero tampoco estoy demasiado familiarizada con pistolas. Los hombres me echaron un vistazo y luego volvieron a su aburrida posici—n de mirar fijamente. Incluso los recepcionistas estaban armados. Hab’a escopetas sobre estantes detr‡s del mostrador. Me preguntŽ que tan lejos ir’an para proteger a sus huŽspedes. ¢Le pegar’an XQWLURUHDOPHQWHDRWURKXPDQRLQWUXVR"¢&yPRORPDQHMDUtDODOH\" Un hombre que lleva puesta gafas estaba sentado en una de las sillas acolchadas que hab’a en el vest’bulo con suelo de m‡rmol. ƒl tendr’a unos treinta, alto y desgarbado, con el pelo color arena. ƒl llevaba puesto un traje, un traje ligero caqui de verano, con una corbata conservadora y mocasines de un dolar. El lava±platos, casi seguro. -¢+XJR$\UHV"-PreguntŽ. ƒl se incorporo para tomar mi mano. -¢7~GHEHVVHU6RRNLH"3HURWXSHOR¢DQRFKHW~HUDVUXELD" -Lo soy. Llevo puesta una peluca. -Parece muy natural. -%XHQR¢(VWiVOLVWR" -Mi auto esta afuera. ƒl toc— mi espalda brevemente para ense–arme la direcci—n correcta, como si yo no pudiera ver las puertas de otra manera. ApreciŽ la cortes’a, m‡s no la implicaci—n. Yo intente obtener alguna sensaci—n de Hugo Ayres. ƒl no era un emisor. -¢'HVGH FXiQGR KDV HVWDGR VDOLHQGR FRQ ,VDEHO" -PreguntŽ cuando nos metimos en su Caprice. um, creo que aproximadamente once meses, -dijo Hugo Ayres. ƒl ten’a manos grandes, con pecas sobre ellas. Estuve sorprendida que Žl no viviera en los barrios residenciales con una esposa con el pelo recogido y dos ni–os revoltosos. -Ah, -¢(UHVGLYRUFLDGR"-PreguntŽ por impulso. Lo lamente cuando vi la pena cruzar su cara. -S’,- Žl dijo. -Muy recientemente. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD89&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Que mal. -ComencŽ a preguntar sobre los ni–os, decid’ que lo otro no era mi asunto. Yo podr’a leerlo bastante bien para saber que Žl ten’a una ni–a, pero no pude descubrir su nombre y edad. -¢(VYHUGDGTXHSXHGHVOHHUPHQWHV"-Žl pregunt—. -S’, es verdad. -No es asombroso que seas tan atractiva para ellos. Bueno, ouch, Hugo. -Probablemente tienes buena parte de raz—n, -dije, guardando mi voz inexpresiva. ¢&XiOHVWXWUDEDMRGHd’a? - -Soy abogado, -dijo Hugo. es asombroso que seas tan atractivo para ellos,-dije, con la voz m‡s neutra que pude manejar. -No DespuŽs de un largo silencio, Hugo dijo: -Supongo que merec’a esto. -Pasemos por alto eso. Y vayamos a conseguir el tema de portada. -¢3RGUtDPRVVHUKHUPDQR\KHUPDQD" -Eso esta fuera de cuesti—n. No he visto un hermana y hermano que se parecieran menos el uno al otro que nosotros. Pero pienso que novia±novio explicar’a m‡s los huecos en nuestro conocimiento el uno del otro, si nos separan para preguntarnos. No digo que vaya a pasar, y estar’a asombrada si pasara, pero como hermano y hermana tendr’amos que saber todo el uno del otro. -7LHQHVUD]yQ¢3RUTXpQRGHFLPRVTXHQRVHQFRQWUDPRVHQODLJOHVLD"7~WHDFDEDVGH mudar a Dallas, y te conoc’ en la escuela Dominical en la Metodista de Glen Craigie. Que realmente es mi iglesia. -%LHQ < VR\ HO JHUHQWH GH D¢UHVWDXUDQWH" -Por trabajar en 0HUORWWHV, pensŽ que yo podr’a ser convincente en el papel si se me preguntara intensivamente. ƒl pareci— un poco sorprendido. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD90&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Es solamente lo bastante diferente para sonar bien. No soy muy buena como actriz, as’ TXH VL VRODPHQWH PH DWHQJR D VHU \R OR KDUp ELHQ ¢&yPR FRQRFLVWH D ,VDEHO" ±Por supuesto que ten’a curiosidad. -RepresentŽ a Stan en el tribunal. Sus vecinos demandaron para expulsar a los vampiros del vecindario. Ellos perdieron. -Hugo ten’a sentimientos mezclado sobre su relaci—n con una mujer vampiro, y no estaba completamente seguro si debi— ganar el caso en el tribunal, tampoco. De hecho, Hugo era profundamente ambivalente sobre Isabel. Ah, bueno, lo que hac’a esta diligencia mucho m‡s espantosa. -¢6HUHJLVWURHQORVSDSHOHV"¢(OKHFKRTXHW~UHSUHVHQWDVWHD6WDQ'DYLV" ƒl pareci— disgustado. se registro. £&DUD\ DOJXLHQ HQ HO &HQWUR SRGUtD UHFRQRFHU PL QRPEUH O mi fotograf’a que est‡ en los papeles. -S’, -Pero podr’a ser aœn mejor. Tœ puedes decirles que viste el error que cometiste, despuŽs de conocer a los vampiros. Hugo medit— sobre esto, sus grandes manos pecosas se mov’an agitadamente sobre el volante. -Bien, -dijo Žl finalmente. -Como te dije, no soy la mejor actriz, pero pienso que puedo hacer esto. Actuaba todo el tiempo, as’ no pod’a estar preocupada por m’. Tomar la orden de bebida a un tipo fingiendo que no sabes que Žl especula si una es rubia tambiŽn en la parte de abajo es el mejor entrenamiento para actuar. No se puede culpar a la gente± mayoritariamente±sobre lo que ellos piensan en su interior. Una tiene que aprender a pasar encima de ello. ComencŽ a sugerir al abogado que si las cosas se pon’an tensas hoy, enviarme pensamientos que yo podr’a actuar. Pero su ambivalencia, la ambivalencia que flotaba por el aire como una colonia barata, me dio la pauta. ƒl podr’a ser esclavo de la sexualidad de Isabel, hasta Žl podr’a amarla y el peligro que ello representaba, pero no pensŽ que su coraz—n y mente estuvieran totalmente comprometidos. En un momento desagradable de introspecci—n, me preguntŽ si lo mismo podr’a decirse de Bill y yo. Pero ahora no eran, ni el momento, ni el lugar para considerar esto. Estaba obteniendo lo suficiente de la mente de Hugo para preguntarme si Žl era de completa confianza para los tŽrminos de esta nuestra peque–a misi—n. Estaba a un paso de preguntarme que tan segura estaba en su compa–’a. TambiŽn me preguntŽ cu‡nto sabr’a realmente Hugo Ayres sobre m’. ƒl no hab’a estado en el cuarto cuando yo hab’a estado 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD91&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris trabajando la noche anterior. Isabel no me hab’a parecido del tipo parlanch’n. Era posible que Žl no supiera mucho sobre m’. La carretera de cuatro carriles, corr’a a travŽs de un enorme barrio residencial, con todos los sitios de comida r‡pida habituales y las tiendas en cadena de todas las clases. Pero gradualmente, la zona comercial cedi— paso a la residencias, y el hormig—n a la vegetaci—n. El tr‡fico pareci— implacable. Yo nunca podr’a vivir en un lugar de este tama–o, enfrentarme con esto cada d’a. Hugo redujo la marcha y puso su intermitente cuando llegamos a una intersecci—n principal. Entramos en el estacionamiento de una iglesia grande; al menos, esto hab’a sido anteriormente una iglesia. El santuario era enorme, para Bon Temps est‡ndares. S—lo los Bautistas podr’an contar con aquella clase de construcci—n, en el cuello de los bosques, y esto s—lo si todos sus fieles se unieran juntos. El santuario era de dos niveles bordeado por largos espacios. El edificio entero de ladrillos fue pintado en blanco, y todas las ventanas fueron matizadas. Hab’a un cŽsped crecido por medios qu’micos que rodeaba todo, y un enorme estacionamiento. El signo sobre el cŽsped bien cuidado dec’a: CENTRO DE LOS CAMARADAS DEL SOL-ÒQLFDPHQWH-HV~V5HVXFLWyGHHQWUHORVPXHUWRV ResoplŽ cuando abr’ mi puerta y sal’ del auto de Hugo. -Aquello all’ es falso, -indiquŽ a mi compa–ero. -L‡zaro resucit— de entre los muertos, tambiŽn. Los imbŽciles no pueden acertar ni en su escritura. -Mejor destierras esta actitud de tœ cabeza,-Hugo me advirti—, cuando Žl sali— y presiono el bot—n de la cerradura. -Te har‡ descuidada. Esta gente es peligrosa. Ellos han aceptado la responsabilidad, pœblicamente, por pasar a m‡s de dos vampiros a los Desangradores, diciendo al menos que la humanidad puede beneficiarse de la muerte de un vampiro de algœn modo. -¢(OORV WUDWDQ FRQ 'HVDQJUDGRUHV" -Me sent’ enferma. Los desangradores ten’an una profesi—n sumamente arriesgada. Ellos atrapaban vampiros, los amarraban alrededor con cadenas de plata, y drenaban la sangre de ellos para la venta en el mercado negro. ¢(VWDJHQWHDTXtKDSDVDGRYDPSLURVDORs Desangradores? -Esto es lo que uno de sus miembros dijo en una entrevista de peri—dico. Desde luego, el cabecilla estaba en las noticias al d’a siguiente, negando el informe vehementemente, pero pienso que era solamente una cortina de humo. Los Camaradas matan vampiros de cualquier manera que ellos pueden, piensan que ellos son profanos y una abominaci—n, y que ellos son capaces cualquier cosa. Si uno es el mejor amigo de un vampiro, ellos pueden ser una presi—n tremenda. Solamente recuerda esto, siempre que abras tœ boca aqu’. -Tœ, tambiŽn, Sr. Aviso Siniestro. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD92&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Anduvimos al edificio despacio, revis‡ndolo mientras tanto. Hab’a aproximadamente diez autos en el estacionamiento, de todo tipo desde los l’mites de envejecido y abollado hasta flamante y de alta calidad. Mi favorito era un Lexus blanco nacarado, tan agradable que podr’a haber pertenecido casi a un vampiro. -A alguien le va bien el negocio del odio, -observ— Hugo. -¢4XLpQHVODFDEH]DGHHVWHOXJDU" -Guy nombr— a Steve Newlin. -Apuesto a que ese es su auto. -Esto explicar’a la etiqueta adhesiva del parachoques. Asent’. Entonces le’: QUITEMOS FUERA A LOS NO-MUERTOS. Colgando del espejo dentro hab’a una reproducci—n±bien, a lo mejor era una reproducci—n±de una estaca. Este era un lugar ocupado, para una tarde del s‡bado. Hab’a ni–os que usaban los columpios y una piscina de bolas en una ‡rea cercada al lado del edificio. Los ni–os estaban siendo mirados por una adolescente aburrida, que alzaba la vista de tanto en tanto de sus u–as. Hoy no hac’a tanto calor como el d’a anterior±el verano perd’a su œltimo condenado soporte, gracias a Dios por esto±y la puerta del edificio estaba abierta para aprovechar el d’a hermoso y moderar la temperatura. Hugo tom— mi mano, lo que me hizo brincar hasta que me di cuenta que Žl trataba de hacernos parecer amantes. ƒl ten’a cero interŽs personal en m’, lo que estaba bien para m’. DespuŽs de un segundo ajuste logramos parecer bastante naturales. El contacto hizo la mente de Hugo m‡s abierta para m’, y podr’a decir que Žl estaba preocupado, pero resuelto. ƒl encontr— desagradable tocarme, lo que fue un pel’n fuerte para m’ para sentirme c—moda; la carencia de atracci—n era estupenda, pero esta repugnancia actual me hizo sentir intranquila. Hab’a algo detr‡s de aquel sentimiento, un poco de actitud b‡sica... pero hab’a gente delante de nosotros, y puse mi mente en el trabajo. Pude sentir mi tir—n de labios formando una sonrisa. Bill hab’a procurado dejar mi cuello en paz anoche, as’ que no tuve que preocuparme de ocultar ninguna se–al de colmillo, y as’ con mi nuevo traje y durante este d’a encantador era m‡s f‡cil parecer despreocupada cuando saludamos con la cabeza a una pareja de mediana edad quiŽnes iban de salida. Pasamos a la penumbra del edificio, en lo que debi— ser el ala de la escuela Dominical de la iglesia. Hab’a placas frescas fuera de los cuartos de arriba y abajo del pasillo, SODFDVTXHGHFtDQ(/$%25$&,Ï135(6838(6726<),1$1=$638%/,&,'$' y el m‡s siniestro; RELACIONES DE MEDIOS. Una mujer en sus cuarenta sali— de la puerta m‡s lejana bajo el pasillo, y dio vuelta para vernos. Ella se ve’a agradable, hasta dulce, con el pelo casta–o corto y una piel encantadora. Su l‡piz labial definitivamente rosado emparejaba sus u–as 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD93&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris definitivamente rosadas, y su labio inferior era ligeramente sobresalido, lo que le daba un inesperado aire sensual; parec’a una rara provocaci—n sobre su cuerpo agradablemente redondeado. Una falda dril de algod—n y una camisa tejida metida con esmero, eran el eco de mi propio equipo, y me palmee la espalda mentalmente. -¢3XHGRD\XGDUOHV"-ella pregunt—, pareciendo esperanzada. -Queremos averiguar m‡s sobre la Camarader’a, -Hugo dijo, y Žl pareci— tan agradable y sincero como nuestra nueva amiga. Ella llevaba un gafete, notŽ, que dec’a: S. NEWLIN. -Nos alegramos que estŽn aqu’, -dijo ella. -Soy la esposa del director, Steve Newlin. Soy Sarah -Ella dio la mano a Hugo, pero no a m’. Algunas mujeres no creen en el apret—n de manos a otra mujer, as’ que no me preocupŽ de ello. Cambiamos el encantados±de±conocerla, y ella agit— una manicurada mano hacia dos puertas batientes al final de pasillo. ±Si vienen conmigo, le mostrarŽ donde hacemos las cosas. -Ella se ri— un poco, como si la idea de encontrar objetivos fuera un toque absurdo. Todas las puertas en el pasillo estaban abiertas, y dentro de los cuartos hab’a pruebas de la actividad absolutamente abierta. Si la organizaci—n de Newlins guardara a presos o condujera operaciones encubiertas, llevaba a cabo sus objetivos en alguna otra parte del edificio. Mire todo lo mas que pude, determinada de llenarme con la informaci—n. Pero hasta ahora el interior de Los Camaradas del Sol era tan deslumbrantemente limpio como el exterior, y la gente apenas parec’a siniestra o desviada. Sarah avanzaba delante de nosotros con un paso f‡cil. Ella agarr— un mont—n de carpetas de archivo a su pecho y charl— sobre su hombro cuando ella reinicio su paso parec’a relajada, pero un tanto desafiante. Hugo y yo, tuvimos que dejar la manita sudada para seguirle el paso y el paseo hac’a fuera. Este edificio resultaba ser mucho m‡s grande de lo que hab’a cre’do. Hab’amos llegado al final mas apartado del ala. Cruzamos el santuario grande de la antigua iglesia, establecida para reuniones como cualquier distribuidor grande, y pasamos en la otra ala. Esta ala estaba dividida con menos oficinas pero m‡s grandes; la m‡s cercana al santuario era claramente la oficina del antiguo pastor. Ahora esta ten’a un placa sobre la puerta que dec’a G. STEVEN NEWLIN, DIRECTOR. Este era la œnica puerta cerrada que hab’a visto en el edificio. Sarah llam— y, habiendo esperado un momento, entr—. El hombre alto, desgarbado detr‡s del escritorio estuvo de pie para recibirnos con un aire de alegre expectativa. Su cabeza no parec’a lo suficiente grande para su cuerpo. Sus ojos eran de un azul nebuloso, su nariz parec’a un garfio, y su pelo era casi del mismo marr—n oscuro de su esposa, con trazas de color gris. No sŽ lo que yo hab’a estado esperando en un fan‡tico, pero este hombre no lo era. ƒl parec’a un poco divertido con su propia vida. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD94&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris ƒl hab’a estado hablando con una mujer alta con el pelo gris acerado. Ella llevaba puesto un par de pantalones y una blusa, pero parec’a como si hubiera estado m‡s c—moda en un traje formal. Ella iba formidablemente arreglada, y estuvo menos que contenta sobre algo±tal vez nuestra interrupci—n. -¢4XpSXHGRKDFHUSRUXVWHGHVKR\" -Steve Newlin pregunt—, indic‡ndonos a Hugo y a m’ que nos sent‡ramos. Tomamos asiento en sillones verdes de cuero puestos frente a su escritorio, y Sarah, sin preguntar, se aplast— en una silla m‡s peque–a que estaba contra la pared a un lado. -Perd—name, Steve,-dijo ella a su marido. -¢(VFXFKHQSXHGRWUDHUOHVXQSRFRGHFDIp" ¢6RGD" Hugo y yo nos vimos el uno al otro y sacudimos nuestras cabezas. -4XHULGR HVWRV VRQ D\ ¢QL VLTXLHUD SUHJXQWp VXV QRPEUHV" -Ella nos vio con encantador pesar. -Soy Hugo Ayres, y esta es mi novia, Marigold. ¢Marigold FDOpQGXOD"¢(VWDEDchiflado? Mantuve mi sonrisa pegada sobre mi cara con esfuerzo. Entonces vi el pote de calŽndulas sobre la mesa al lado de Sarah, y pude al menos entender su selecci—n. Seguramente fue un grave error el no haber hablado antes de esto; deber’amos haber hablado en el camino. Me pare a pensar que si el Camaraderismo era responsable del micro, el Camaraderismo sabr’a el nombre de Sookie Stackhouse. Gracias a Dios Hugo hab’a previsto esto. -¢&RQRFHPRV D +XJR $\UHV 6DUDK" -La cara de Steve Newlin ten’a la perfecta expresi—n interrogante±ce–o ligeramente arrugado, cejas alzadas inquisitivamente, cabeza inclinada a un lado. -¢$\UHV"-dijo la mujer canosa. -A prop—sito, soy Polly Blythe, el oficial de ceremonias de la Camarader’a. -Ah, Polly, siento, haber interrumpido. -Sarah inclin— su cabeza hac’a atr‡s. Su frente arrugada, tambiŽn. Entonces se alis— y ella emiti— un gritito hac’a su marido. -¢1RHUD un Ayres el abogado que represent— a los vampiros en el University Park? -As’ fue,-dijo Steve, apoy‡ndose en su silla y cruzando sus largas piernas. ƒl salud— a alguien quŽ pas— por el pasillo y se agarr— sus dedos alrededor de su rodilla. -Bueno, es PX\ LQWHUHVDQWH TXH XVWHG QRV GHYXHOYD XQD OODPDGD +XJR ¢3RGHPRV HVSHUDU TXH usted haya visto el otro lado en la cuesti—n de los vampiros? -La satisfacci—n eman— de Steve Newlin como el olor de una mofeta. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD95&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -(V DSURSLDGR SRQHUOR GH HVD PDQHUD« -Hugo comenz—, pero la voz de Steve sigui— girando sobre: -¢(OODGRFKXSDVDQJUHHOODGRRVFXURGHODH[LVWHQFLDYDPSLUR"¢+DHQFRQWUDGRXVWHG que ellos quieren matarnos a todos nosotros, dominarnos con sus asquerosos caminos y promesas vac’as? Yo sab’a que mis ojos estaban redondos como platos. Sarah asent’a con la cabeza pensativamente, todav’a pareciendo tan dulce y suave como un bud’n de vainilla. Polly se mir— como si estuviera sufriendo una clase severa de orgasmo. Steve dijo±y Žl todav’a sonre’a: sabe, la vida eterna sobre esta tierra puede sonar bien, pero usted perder‡ su alma y finalmente, cuando lo tengamos a usted±tal vez, yo no, si no mi hijo, o quiz‡s mi nieta±le estacaremos y le quemaremos y luego usted estar‡ en el verdadero infierno. Y no ser‡ mejor por haber sido aplazado. Dios tiene una esquina especial para los vampiros que han consumido a los humanos como el papel higiŽnico y luego han jalado... -Usted Bien, agghh. Esto iba cuesta abajo muy deprisa. Y lo que yo percib’a de Steve era solamente una satisfacci—n interminable, de regocijo maligno, junto con una pesada inteligencia. Nada concreto o informativo. -Discœlpame, Steve,-dijo una voz profunda. Me girŽ en mi silla para ver a un hermoso hombre negro con pelo al rape y los mœsculos de un fisicoculturista. ƒl sonri— a todos nosotros en el cuarto con la misma benevolencia que mostraban todos. Esto me hab’a impresionado antes. Ahora, pensŽ que era escalofriante. -Nuestro invitado pregunta por ti. -¢'HYHUDV"(VWDUpDOOtHQXQPLQXWR -Desear’a que vinieras ahora. ¢(VWR\ VHJXUR TXH D WXV LQYLWDGRV QR OHV LPSRUWDUtD esperar?-Corte±al rape±negro nos ech— un vistazo de manera suplicante. Hugo pensaba en algœn lugar profundo, un destello del pensamiento que me pareci— muy peculiar. estarŽ all’ cuando haya terminado con nuestros invitados,-dijo Steve firmemente. -Gabe, -Bien, Steve... -Gabe no quer’a dejarlo tan f‡cilmente, pero Žl distingui— un destello en los ojos de Steve y Steve se sent— y descruz— sus piernas, Gabe capt— el mensaje. Le peg— un tiro a Steve una mirada que no era nada adoradora, pero se march—. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD96&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Aquel intercambio promet’a. Me preguntŽ si Farrell estar’a detr‡s de alguna puerta cerrada, y casi pod’a imaginarme volviendo al nido de Dallas, diciŽndole a Stan exactamente donde estaba atrapado su hermano de jerarqu’a. Y luego... Uh±oh. Y luego Stan vendr’a y atacar’a a Los Camaradas del Sol y matar’a a todos los miembros y liberar’a Farrell, y luego... Oh, Dios. *** -Solamente quer’amos saber si usted tiene algunos evento pr—ximo al que podemos asistir, algo que nos diera una idea del alcance de los programas aqu’. -La voz de Hugo son— suavemente interrogante, nada m‡s. -Ya que la se–orita Blythe est‡ aqu’, tal vez ella pueda contestar esto. NotŽ que Polly Blythe ech— un vistazo a Steve antes de hablar, y notŽ que la cara de este se quedo viendo la contraventana. Polly Blythe estaba encantada de ser requerida para dar informaci—n, y ella estaba muy contenta acerca de Hugo y yo estando ah’ en la Camarader’a. -Tenemos algunos eventos pr—ximos, -dijo la mujer canosa. -Esta noche, tenemos una clausura especial; y siguiendo con esto, tenemos el domingo el ritual del alba. -Eso suena interesante,-dije. -¢/LWHUDOPHQWHDODPDQHFHU" -Oh, s’, exactamente. Llamamos el servicio meteorol—gico y todo, -dijo Sarah, riŽndose. Steve dijo: -Usted nunca olvidar‡ uno de nuestros servicios del alba. Es inspirador m‡s all‡ de la creencia. -QupFODVHGH«EXHQRSXHV¢TXpSDVD"-Hugo pregunt—. -Usted ver‡ pruebas del poder de Dios directamente antes usted,-dijo Steve, sonriendo. Sonaba realmente, realmente siniestro. -Oh, Hugo,-dije. -¢1RVXHQDH[FLWDQWH" -6HJXURTXpVt¢$TXpKRUDFRPLHQ]a la clausura? 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD97&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris las seis treinta. Queremos que nuestros miembros estŽn aqu’ antes de que ellos eleven. -A Durante un segundo imagine una bandeja de rollos en algœn lugar caliente. Entonces me di cuenta que Steve quer’a decir que los miembros llegar‡n aqu’ antes de que los vampiros se elevaran para la noche. -¢3HURTXHVXFHGHFXDQGRVXVILHOHVVHYDQDFDVD"-No pude abstenerme de preguntar. -£$KXVWHGQRGHELyHVWDUHQHQ±cerraduras cuando era adolescente! -Sarah dijo. -Traen un mont—n de diversi—n. Cada uno viene, trae su saco de dormir, comemos y tenemos juegos con lecturas de Biblia y un serm—n, pasamos la noche realmente en la iglesia. NotŽ que el Camaraderismo era una iglesia, a los ojos de Sarah, y estaba bastante segura que reflejaba el punto de vista de la mayor’a de la direcci—n. Si esto pareciera una iglesia, y funcionara como una iglesia, entonces esto era una iglesia, sin importar lo que pasara, bajo su estado fiscal lo era. Yo hab’a ido a un par de en±cerraduras cuando era una adolescente, y hab’a sido apenas capaz de soportar la experiencia. Un manojo de ni–os se encerraba en un edificio toda la noche, estrechamente acompa–ados, prove’dos de una corriente interminable de pel’culas y comida basura, actividades y sodas. Yo hab’a sufrido por el bombardeo mental de ideas adolescentes abastecidas de combustible de hormona e impulsos, el chillido y las rabietas. Este ser’a diferente, me dije. Estos eran adultos, y adultos resueltos, en esto. Probablemente no habr’a un mill—n de bolsos de patatas fritas alrededor, y podr’a haber arreglos decentes para dormir. Si Hugo y yo viniŽramos, tal vez tendr’amos una posibilidad para buscar alrededor del edificio y rescatar Farrell, porque estaba segura que Žl era quiŽn iba buscar el alba el Domingo, lo quisiera o no. Polly dijo: -Ser’an bienvenidos. Tenemos mucho alimento y camastros. Hugo y yo nos vimos el uno al otro con cierta incertidumbre. -¢3RUTXpQRKDFHPRVDKRUDVRODPHQWHXQYLDMHDOUHGHGRUGHOHGLILFLR\DVtSXHGHQYHU todo lo que hay que ver? Entonces pueden decidir, -sugiri— Sarah. TomŽ la mano de Hugo, sintiendo una fuerte ambivalencia. Estuve llena de consternaci—n por las emociones encontradas de Hugo. ƒl pens—, vayamos de aqu’. DesechŽ mis planes anteriores. Si Hugo ten’a tal confusi—n, no pod’amos estar aqu’. Las preguntas podr’an esperar hasta m‡s tarde. -Nosotros tenemos volver a mi casa y embalar nuestros sacos de dormir y almohadas,dije alegremente. -¢&LHUWRFRUD]yQ" 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD98&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Y tengo que alimentar al gato, -dijo Hugo. -Pero estaremos de vuelta aqu’ a las... ¢VHLV treinta, usted dijo? -£'LRV 0tR 6WHYH ¢QR WHQHPRV DOJXQRV VDFRV GH GRUPLU GHMDGRV HQ HO FXDUWR GH suministro? ¢'HFXiQGRDTXHOODRWUDSDUHMDYLQRSDUDTXHGDUVHDTXtXQUDWLWR" gustar’a que ustedes se quedaran aqu’ hasta que los dem‡s llegaran,-Steve nos apremi—, su sonrisa tan radiante como siempre. -Nos Yo sab’a que est‡bamos siendo amenazados, y sab’a que ten’amos que escaparnos, pero todo lo que yo recib’a de Newlin ps’quicamente era una pared de determinaci—n. Polly Blythe pareci— estar casi±regode‡ndose. LamentŽ empujar y sondear, sobre todo ahora que era consciente que sospechaban un poco de nosotros. Si pudiŽramos salir solamente de all’ en ese momento, me promet’ que no volver’a nunca. Dejar’a este descubrimiento para los vampiros, yo atender’a solamente el bar y dormir’a con Bill. -Realmente tenemos que irnos,-dije con la firme cortes’a.-Estamos tan impresionados por todos ustedes aqu’, y queremos venir a la encerradura±esta noche, pero hay todav’a bastante tiempo antes de que nosotros realicemos y hagamos nuestras diligencias. Usted sabe como es cuando se trabaja toda la semana. Todas aquellas peque–as cosas que se amontonan. -££(K HVWDUiQ WRGDYtD DOOt FXiQGR OD HQ±cerradura finalice ma–ana! -Steve dijo. - Usted tiene que quedarse, ustedes dos. No hab’a ningœn modo de salir sin descubrir el pastel. Y yo no iba a ser la primera en hacer esto, no mientras hubiera cualquier esperanza de marcharnos y poder escaparnos. Hab’a mucha gente alrededor. Dimos vuelta a la izquierda cuando salimos de la oficina de Steve Newlin, y con Steve que iba detr‡s de nosotros, y Polly a nuestra derecha, y Sarah delante de nosotros, bajamos el pasillo. Cada vez que pasamos una puerta abierta, DOJXLHQ GHQWUR OODPDED ³6WHYH ¢SXHGR YHUWH GXUDQWH XQ PLQXWR"´ R ³6WHYH £Ed dice TXH WHQHPRV TXH FDPELDU OD H[SUHVLyQ VREUH HVWR´ 3HUR DSDUWH GH XQ SDUSDGHR R XQ temblor menor en su sonrisa, no pod’a ver mucha reacci—n de Steve Newlin a estas demandas constantes. Me preguntŽ cuanto durar’a este movimiento si Steve fuera quitado. Entonces me avergoncŽ de m’ misma por pensar esto, porque que eso significaba, que mataran a Steve. Yo comenzaba a pensar que Sarah o Polly ser’an capaces de seguir sus pasos, si se les permitiera, porque ambas parec’an hechas de acero. Todas las oficinas eran perfectamente inocentes y abiertas, si uno consideraba que la SUHPLVD VREUH OD FXDO OD RUJDQL]DFLyQ IXH IXQGDGD«HUDQ LQRFHQWHV (VWR VH PLUDED promedio, limpios Americanos de corte normal, y hab’a hasta unas personas que eran no cauc‡sicas. Y un no±humano. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD99&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Pasamos a una mujer hispana diminuta y delgada en el pasillo, y cuando sus ojos parpadearon, agarrŽ una firma mental que s—lo hab’a sentido antes una vez. Entonces, vino de Sam Merlotte. Esta mujer, como Sam, era una adaptoformas, y sus grandes ojos VHHQVDQFKDURQFXDQGRHOODDJDUUyHODLUH©GLIHUHQWHªHQPtTratŽ de agarrar su mirada, y durante un minuto nos contemplamos la una a la otra, yo tratando de enviarle un mensaje, y ella tratando de no recibirlo. -¢/HVGLMHTXHODSULPHUDLJOHVLDHQRFXSDUHVWHVLWLRIXHFRQVWUXLGDDSULQFLSLRVGHORV a–os sesenta? -Sarah dec’a, cuando la mujer diminuta continu— bajo el pasillo en un clip r‡pido. Ella ech— un vistazo sobre su hombro, y encontrŽ sus ojos otra vez. Los suyos HVWDEDQDVXVWDGRV/RVPtRVGHFtDQ©$\XGDª -No,-dije, asustada por la vuelta repentina en la conversaci—n -Solamente un poquito m‡s,-lisonje— Sarah. ±Y habremos visto la iglesia entera. Hab’amos llegado a la œltima puerta al final del pasillo. La puerta correspondiente sobre la otra ala habr’a conducido al exterior. Las alas hab’an parecido ser exactamente equilibradas desde el exterior de la iglesia. Mis observaciones hab’an sido obviamente defectuosas, pero aun as’... -Esto es seguramente un lugar grande, -dijo Hugo agradablemente. Todas las emociones ambivalentes de las que hab’a estado plagando parec’an haberse subsanado. De hecho, Žl no parec’a en absoluto preocupado. S—lo alguien sin sentido ps’quico en absoluto podr’a dejar de estar preocupado sobre esta situaci—n. Ser’a Hugo. Ningœn sentido ps’quico en absoluto. Parec’a s—lo interesado cuando Polly abri— la œltima puerta, la puerta en el piso al final del pasillo. La que deber’a haber conducido hac’a fuera. En cambio, conduc’a hac’a abajo. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD100&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris &DSÇWXOR saben, tengo un poco de claustrofobia, -dije al instante. -Yo no sab’a que muchos edificios de Dallas ten’an un s—tano, pero tengo que decirlo, simplemente no creo que quiera verlo. -Me adher’ al brazo de Hugo y tratŽ de sonre’r de un modo encantador pero humilde. -Ustedes El coraz—n de Hugo golpeaba como un tambor porque estaba cagado del susto±jurar’a que lo estaba. Encarar aquella escalera, de alguna manera hizo que su calma se HURVLRQDUD RWUD YH] ¢4Xp SDVDED con Hugo? A pesar de su miedo, Žl juguetonamente acarici— mi hombro y sonri— disculp‡ndose con nuestros compa–eros. -Tal vez deber’amos irnos,-murmur— Žl. -Pero realmente pienso que usted deber’a ver lo que tenemos debajo. Realmente tenemos un refugio anti±bombas, equipado, no es as’, Steve? -dijo Sarah, casi risue–a. -¢< HVWD WRWDOPHQWH -Hay todas clases de cosas all’ abajo, -estuvo de acuerdo Steve. ƒl todav’a parec’a relajado, cordial, y responsable, pero no vi m‡s aquello como caracter’sticas benignas. ƒl avanz—, y ya que Žl estaba detr‡s de nosotros, tuve que avanzar o arriesgarme a tocarlo, lo que realmente no deseaba. -Vengan, -dijo Sarah con entusiasmo. -Apuesto a Gabe esta aqu’ abajo, y Steve puede continuar y ver lo que Gabe quer’a mientras vemos el resto de la instalaci—n. Ella trot— bajo la escalera tan r‡pidamente como se hab’a movido en el vest’bulo, su redondo culo se balanceaba en un modo que probablemente habr’a considerado mono si no hubiera estado al borde del terror. Polly nos inst— abajo delante de ella, y abajo fuimos. ContinuŽ con esto porque Hugo parec’a absolutamente confiado que ningœn da–o le ocurrir’a. Recog’ esto claramente. Su miedo anterior hab’a sido completamente abatido. Era como si Žl se hubiera resignado a alguna clase de programa, y su ambivalencia se hubiera desvanecido. Vanamente, yo lamentaba que Žl no fuera m‡s f‡cil para leer. GirŽ mi foco sobre Steve Newlin, pero lo que consegu’ de Žl era una pared gruesa de autosatisfacci—n. Nos adentramos mas abajo por la escalera, a pesar de que mis pasos hab’an reducido la marcha, y luego se hicieron m‡s lentos otra vez. Podr’a decir que Hugo estaba convencido que Žl regresar’a de nuevo por esa escalera: despuŽs de todo, Žl era una persona civilizada. Todos aqu’ eramos personas civilizadas. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD101&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Hugo realmente no pod’a imaginar que algo irreparable podr’a pasarle, porque Žl era un americano blanco de la clase media con una educaci—n universitaria, como eran toda la gente en la escalera con nosotros. Yo no ten’a tal convicci—n. Yo no era una persona totalmente civilizada. Era un pensamiento nuevo e interesante, pero como muchas de mis ideas esa tarde, tuvo que ser guardado, para ser explorado cuando estuviera ociosa. Si alguna vez pudiera estar ociosa otra vez. En la base de la escalera hab’a otra puerta, y Sarah golpe— sobre ella en clave. Tres r‡pidos, espacio, dos r‡pidos, mi cerebro registr—. O’ la cerradura abrirse. Negro, pelo al rape±Gabe±abri— la puerta. -£(KPHWUDMHURQDOJXQRVLQYLWDGRV-dijo Žl con entusiasmo. -£*HQLDO Su camisa de golf estaba metida con esmero en sus Dockers con pinzas, sus Nikes eran nuevos e impecables, y Žl estaba afeitado tan limpiamente como una navaja de afeitar pod’a hacerlo. Casi pod’a apostar que Žl hac’a cincuenta alzadas cada ma–ana. Hab’a una corriente subterr‡nea de entusiasmo en cada uno de sus movimiento y gestos; Gabe realmente se tra’a algo entre manos. 7UDWpGH³OHHU´HOiUHDSRUPLYLGDSHURHVWDEDGHPDVLDGRDJLWDGDSDUDFRQFHQWUDUPH -Me alegro que estŽs aqu’, Steve, -dijo Gabe.-Mientras Sarah muestra a nuestros invitados el refugio, tal vez puedes darle a nuestro cuarto de huŽspedes una mirada. -ƒl indico con su cabeza la puerta en la derecha del estrecho pasillo de concreto. Hab’a otra puerta al final de el, y una puerta a la izquierda. OdiŽ estar aqu’ abajo. Hab’a abogado a la claustrofobia para salir de esto. Ahora que me hab’a sido impuesta la bajada de la escalera, encontrŽ que esto hab’a sido una verdadera equivocaci—n de mi parte. El olor mohoso, el brillo de la luz artificial, y la sensaci—n de encierro... OdiŽ todo ello. No quer’a quedarme aqu’. Mis palmas rompieron a sudar. Mis pies se sintieron anclados a la tierra. -Hugo, -susurrŽ. -No quiero hacer esto. -Hab’a muy peque–o tono de desesperaci—n en mi voz. No me gust— o’rlo, pero all’ estaba. -Ella realmente tiene que regresar arriba,- dijo Hugo disculp‡ndose. -Si no les importa, volveremos solamente y los esperaremos all’. GirŽ, esperando que esto funcionara, pero me encontrŽ alzando la vista en la cara de Steve. ƒl no sonre’a m‡s. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD102&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Yo creo que los dos deben esperar en aquel cuarto, hasta que yo termine mi asunto. Entonces hablaremos. -Su voz no admit’a ninguna discusi—n, y Sarah abri— la puerta para revelar un peque–o cuarto desnudo con dos sillas y dos camastros. -No, -dije, -no puedo hacer esto,-y empujŽ a Steve tan fuerte como pude. Soy muy fuerte, muy fuerte en efecto, ya que he tenido sangre de vampiro, y a pesar de su tama–o, Žl se tambale—. Trastabille hac’a las escaleras lo mas r‡pido que pude, pero una mano se cerr— alrededor de mi tobillo, y ca’ dolorosamente. Los bordes de la escalera me golpearon en todas partes, a travŽs de mi p—mulo izquierdo, mis pechos, mi cadera, mi rodilla izquierda. Me doli— tanto que casi vomite. -Aqu’, damita, -dijo Gabe, arrastr‡ndome a mis pies. -4Xp KD«¢FyPR SXHGHV KDFHUOH GDxR DVt" -Hugo echaba chispas, genuinamente molesto. -¢9HQLPRV DTXt SHQVDQGR XQLUQRV D VX JUXSR \ HVWH HV HO PRGR TXHXVWHGHV nos tratan? -Deja de actuar, -Gabe aconsej—, y Žl enrosc— mi brazo detr‡s de mi espalda antes de que yo hubiera recuperado mi aliento de la ca’da. JadeŽ con el nuevo dolor, y Žl me avent— en el cuarto, en el œltimo momento agarrando mi peluca y hal‡ndola fuera de mi cabeza. Hugo anduvo detr‡s de m’, aunque yo MDGHDUD³£1R´\OXHJRHOORVFHUUDURQODSXHUWDGHWUiVGHpO Y la o’mos cerrarse. Y eso fue todo. *** -Sookie,-Hugo dijo, -hay una fisura a travŽs de tu p—mulo. -No jodas, -refunfu–Ž dŽbilmente. -¢(VWDVPX\ODVWLPDGD" -¢4XpFUHHVW~" ƒl me lo tom— literalmente. que tœ tienes contusiones y tal vez una conmoci—n cerebral. No te rompiste QLQJ~QKXHVR¢YHUGDG" -Pienso 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD103&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -No, s—lo uno o dos,-dije. -Obviamente no te has hecho demasiado da–o para cortar el sarcasmo, -dijo Hugo. Si Žl pudiera estar enojado conmigo, lo har’a sentirse mejor, podr’a decir, y me preguntŽ por quŽ. Pero no me preguntŽ con demasiada con fuerza. Estaba bastante segura que ya lo sab’a. Me recostŽ sobre uno de los camastros, con un brazo a travŽs de mi cara, tratando de quedarme en privado y pensar un poco. No hab’amos sido capaces de o’r mucho en el pasillo afuera. Una vez que pensŽ que hab’a o’do abrirse una puerta, y hab’amos o’do voces amortiguadas, pero era todo. Estas paredes fueron construidas para soportar una r‡faga nuclear, as’ que supongo que la tranquilidad deb’a ser esperada. -¢7LHQHVUHORM"-PreguntŽ a Hugo. -S’. Son las cinco treinta. Unas buenas dos horas hasta que los vampiros se levantaran. DejŽ continuar la tranquilidad. Aunque yo sab’a lo dif’cil de leer que era Hugo, Žl hab’a reca’do en un estado meditabundo, abr’ mi mente y escuchŽ con concentraci—n completa. No se supon’a que pasara as’, no me gusta esto, seguramente todo estar‡ bien, y que pasa cuando tengamos que ir al cuarto de ba–o, no puedo arrastrarlo fuera delante de ella, tal vez Isabel no lo sabr‡ alguna vez, yo deber’a haberlo sabido despuŽs de aquella muchacha anoche, como puedo salir de esto y todav’a ejercer la abogac’a, si comienzo a distanciarme despuŽs de ma–ana tal vez pueda salir de manera f‡cil de ello... PresionŽ mi brazo contra mis ojos con tanta fuerza que me doli—, quer’a pararme de un salto y agarrar una silla para golpear al insensato de Hugo Ayres. Hasta ahora, Žl no entend’a totalmente mi telepat’a, y tampoco los Camaradas, o ellos no me habr’an abandonado aqu’ con Žl. O tal vez Hugo era tan prescindible para ellos como lo era para m’. Y Žl seguramente lo ser’a para los vampiros; me costaba esperar para decirle a Isabel que su chico juguete era un traidor. Esto aniquil— mi sed de sangre. Cuando me di cuenta de lo que Isabel le har’a a Hugo, supe que no obtendr’a ninguna satisfacci—n verdadera de ello si lo presenciara. De hecho, esto me aterrorizar’a y me pondr’a enferma. Pero parte de m’ pensamiento Žl lujosamente se lo mereci—. ¢$ TXLpQ GHEtD HVWH abogado haber entrado en conflicto de lealtades? S—lo hab’a un modo de averiguarlo. Me sentŽ dolorosamente, presionando mi espalda contra la pared. Me curar’a bastante r‡pido±la sangre de vampiro, otra vez±pero todav’a era humana, y todav’a me sent’a 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD104&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris horrible. Yo sab’a que mi cara estaba magullada, y pod’a creer que mi p—mulo estaba fracturado. La parte izquierda de mi cara punzaba ferozmente. Pero mis piernas no estaban rotas, y pod’a correr todav’a, considerando las posibilidades; era el asunto principal. Una vez que estuve abrazada y tan c—moda como pod’a estar, dije: -¢+XJRFXiQWRKDFHTXHKDVVLGRXQWUDLGRU" ƒl se puso de un rojo incre’ble. -¢$TXLpQ"¢$,VDEHORDODUD]DKXPDQD" -Escoge tœ. -Traicione a la raza humana cuando tomŽ el lado de los vampiros en el tribunal. Si yo hubiera tenido alguna idea de lo que ellos eran... TomŽ el caso de manera invisible, porque pensŽ que esto ser’a un interesante desaf’o legal. Yo hab’a sido siempre un abogado de derechos civiles, y estaba convencido que los vampiros ten’an los mismos derechos civiles que otra gente. Sr. Idealismo. -Seguro, -dije. -Negarles el derecho de vivir en donde ellos quisieran, era anti±americano, pensŽ,sigui— Hugo. ƒl son— amargado y cansado de la vida. ƒl no hab’a visto amargura, aœn. -¢3HUR VDEHV TXp 6RRNLH" Los vampiros no son americanos. Ellos no son ni siquiera negros o asi‡ticos o indios. Ellos no son Rotarios o Bautistas. Ellos son solamente vampiros claros. Este es su color, su religi—n y su nacionalidad. Bien, esto era lo que pasa cuando una minor’a esta en la clandestinidad durante miles de a–os. Menso. -As’ que, pensŽ que si Stan Davis quisiera vivir en Green Valley Road, o en HundredAcre Wood, estaba en su derecho como americano. Lo defend’ contra la asociaci—n de vecindad, y ganŽ. Estaba verdaderamente orgulloso de m’ mismo. Entonces conoc’ a Isabel, y la tomŽ para acostarme una noche, sintiŽndome verdaderamente audaz, realmente el hombre grande, el pensador emancipado. Lo contemplŽ, no parpadeando o diciendo una palabra. -Como tœ lo sabes, el sexo es grandioso, lo mejor. Me sent’ esclavizado, no pod’a tener bastante. Mi pr‡ctica sufri—. ComencŽ a ver a los clientes s—lo por la tarde, porque no 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD105&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris pod’a levantarme por la ma–ana. No pod’a cumplir mis fechas del tribunal por la ma–ana. No pod’a abandonar a Isabel despuŽs del anochecer. ƒsto me son— al cuento de un alcoh—lico. Hugo se hab’a vuelto adicto al sexo vampirico. EncontrŽ el concepto fascinante y repelente. a hacer unos pocos empleos que ella encontr— para m’. El mes pasado, he estado yendo ah’ y haciendo las tareas del cuidado de la casa, solamente as’ puedo dar vueltas alrededor de Isabel. Cuando ella quiso que yo trajera el taz—n del agua en el comedor, estuve excitado. No en hacer una tarea tan servil±soy un abogado£SRU'LRV Si no porque el Camaraderismo me hab’a llamado, me pregunt— si podr’as darles cualquier informaci—n de lo que los vampiros de Dallas tuvieran la intenci—n de hacer. En el tiempo que ellos llamaron, estaba enojado con Isabel. Hab’amos tenido una pelea sobre el modo que ella me trataba. Entonces estuve abierto para escucharlos. Hab’a o’do tœ nombre pasar entre Stan e Isabel, entonces se lo pasŽ al Camaraderismo. Ellos tienen a un tipo que trabaja para el Air Anubis. ƒl averigu— cuando llegaba el avi—n de Bill, y ellos trataron de agarrarte en el aeropuerto, as’ podr’an averiguar lo que los vampiros quer’an de ti. Lo que ellos har’an por recuperarte. Cuando entrŽ con el taz—n del agua, o’ que Stan o Bill te llamaban por tœ nombre, entonces supe que ellos te hab’an perdido en el aeropuerto. Sent’ que ten’a algo para contarles, para compensar la perdida del micro que hab’a puesto en la sala de conferencias. -ComencŽ -Tœ traicionaste a Isabel,-dije. -Y tœ me traicionaste, aunque yo sea humana, como tœ. -S’,-Žl dijo. ƒl no me mir— en los ojos. -¢4XpKD\FRQ%HWKDQ\5RJHUV" -¢/DFDPDUHUD" ƒl se puso de pie. -La camarera muerta,-dije. -Ellos se la llevaron, -dijo Žl, sacudiendo su cabeza de un lado al otro, como si no lo creyera realmente, No, ellos no pod’an haber hecho lo que ellos hicieron. -Ellos la tomaron, yo no sab’a lo que ellos iban a hacerle. Yo sab’a que ella era la œnica quŽ hab’a visto a Farrell con Godfrey, y les dije esto. Cuando me levantŽ hoy y o’ que ella hab’a sido encontrada muerta, simplemente no pod’a creerlo. la secuestraron despuŽs de que tœ les dijiste que ella hab’a estado con Stan. DespuŽs de que tœ les dijiste que ella era el œnico testigo verdadero. -Ellos -S’, ellos deb’an saberlo. -Les llamaste anoche. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD106&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -S’, tengo un telŽfono celular. Sal’ al patio de atr‡s y llamŽ. Realmente me arriesgue, por que tœ sabes lo bien que los vampiros pueden o’r, pero llamŽ. -ƒl trataba de convencerse que hab’a sido una cosa valiente, algo atrevido de hacer. Hacer una llamada telef—nica de la oficina central vampirica para poner el dedo sobre la pobre, patŽtica Bethany, quiŽn termin— con un tiro en un callej—n. -Ella recibi— un tiro despuŽs de que tœ la traicionaste. -S’, yo... o’ esto sobre las noticias. -Adivina quiŽn hizo esto, Hugo. -Yo... sencillamente no lo sŽ. -Seguro que lo sabes, Hugo. Ella hab’a sido un testigo ocular. Y ella fue una lecci—n, XQD OHFFLyQ SDUD ORV YDPSLURV ³(VWR HV OR TXH KDUHPRV D OD JHQWH que trabaja para XVWHGHV R KDFH VX YLGD FRQ XVWHGHV VL HOORV YDQ HQ FRQWUD GHO &DPDUDGHULVPR´ ¢4Xp piensa que ellos van a hacer contigo, Hugo? -He estado ayud‡ndoles,-dijo Žl, sorprendido. -¢4XLpQPiVVDEHHVWR" -Nadie. -¢(QWRQFHVTXLpQPRULUtD"(l abogado que ayud— a Stan Davis a vivir donde Žl quiso. Hugo estaba mudo. -¢6L HUHV WDQ HQGLDEODGDPHQWH LPSRUWDQWH SDUD HOORV FyPR HV TXH HVWiV HQHVWHFXDUWR conmigo? -Porque hasta ahora, tœ no sab’a lo que hab’a hecho,-indic— Žl. -Hasta ahora, era posible que tu me dieras otra informaci—n que podr’amos usar contra ellos. -As’ que ahora, que sŽ quiŽn eres tœ, ellos te soltar‡n. ¢&LHUWR"¢3RUTXpQRORLQWHQWDV\ vemos? Prefiero estar sola. En ese momento se abri— una peque–a abertura en la puerta. No sab’a que estaba all’, habiendo estado preocupada mientras estaba fuera en el pasillo. Una cara apareci— en la apertura, que medir’a aproximadamente diez pulgadas por diez pulgadas, era una cara familiar. Gabe, sonre’a abiertamente. -¢&yPROHVHVWa yendo a ustedes dos all’? 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD107&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Sookie necesita un doctor, -dijo Hugo. -Ella no se queja, pero pienso que su p—mulo est‡ roto. -ƒl son— reprobador. -Y ella sabe sobre mi alianza con el Camaraderismo, entonces podr’as soltarme tambiŽn. No sab’a lo que Hugo pens— que hac’a, pero tratŽ de lucir lo m‡s golpeada posible. Era bastante f‡cil. -Tengo una idea, -dijo Gabe. -Me he puesto muy aburrido aqu’ abajo, y no espero que Steve o Sarah±o hasta la vieja Polly±vuelvan aqu’ abajo de momento. Tenemos a otro preso DTXt+XJRTXHSRGUtDDOHJUDUVHGHYHUWH¢)DUUHOO"¢7~ORFRQRFLVWHHQODRILFLQD central de los Malvados? -S’,- dijo Hugo. ƒl pareci— muy infeliz sobre el giro de la conversaci—n. -¢6DEHV OR WLHUQR TXH VH YD VHQWLU )DUUHOO FRQWLJR" < pO HV JD\ WDPELŽn, es un chupasangre extra–o. Estamos tan profundo que Žl ha estado despert‡ndose temprano. Entonces pensŽ que podr’a ponerte solamente all’ con Žl, mientras obtengo un poco de diversi—n con la traidora, aqu’. -Y Gabe me sonri— de una manera que hizo que se me encogiera el estomago. La cara de Hugo era un cuadro. Un verdadero cuadro. Varias cosas cruzaron por mi mente, cosas pertinentes de decir. RenunciŽ a este placer dudoso. Yo ten’a que ahorrar mi energ’a. Uno de los adagios favoritos de mi Abue revent— en mi mente irremediablemente cuando vi la hermosa cara de Gabe. ³0DVERQLWRHVFXDQGRPDVVHKDFH´ refunfu–Ž, y comencŽ el proceso doloroso de pararme para conseguir defenderme con mis pies. Mis piernas podr’an no estar rotas, pero mi rodilla izquierda estaba seguramente lastimada. Ya estaba descolorada e hinchada. Me preguntŽ si juntos Hugo y yo podr’amos dominar a Gabe cuando Žl abr’a la puerta, pero tan pronto como este se balance— al interno, vi que Žl se hab’a armado con una pistola y un objeto negro, amenazante que decid’ ser’a una arma aturdidora. -£)DUUHOO-LlamŽ. Si Žl estaba despierto, me oir’a; era un vampiro. Gabe brinc—, viŽndome con recelo. -¢6t" -vino una voz profunda del cuarto m‡s lejos bajo el pasillo. O’ el tintineo de cadenas cuando el vampiro se movi—. Desde luego, ellos tendr’an que encadenarlo con plata. De otro manera Žl podr’a arrancar la puerta de sus goznes. -£6WDQ QRV HQYLy -GritŽ, y luego Gabe me dio un revŽs con la mano que sosten’a el arma. Como estaba contra la pared, mi cabeza bot— contra ella. Hice un sonido horrible, no exactamente un grito, pero demasiado alto para un gemido. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD108&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -£&iOODWHSHUUD-Gabe grit—. ƒl apuntaba el arma a Hugo y sosten’a el aturdidor ya listo a unas pulgadas de m’. -Ahora, Abogado, usted se pone fuera de aqu’ en el pasillo. 0DQWHQWHOHMRVGHPt¢RtVWH" Hugo, sudaba en la cara, molesto paso junto a Gabe rumbo al pasillo. Yo ten’a dificultades rastreando lo que pasaba, pero notŽ que en la anchura estrecha Gabe tuvo que maniobrar, Žl se acerco mucho a Hugo por su modo de abrir la celda de Farrell. Solamente cuando pensŽ que Žl estaba bastante lejos en el pasillo y que podr’a hacer algo, Žl dijo a Hugo cerrar mi puerta de la celda, y aunque sacud’ frenŽticamente mi cabeza hac’a Hugo, Žl lo hizo. No pienso siquiera que Hugo me vio. ƒl estaba completamente trastornado. Todo dentro de Žl sufr’a un colapso, sus pensamientos estaban en caos. Hab’a hecho lo m‡s posible por Žl diciŽndole a Farrell que Žramos de Stan, que en caso de Hugo lo ayudaba bastante, pero Hugo estaba demasiado asustado o desilusionado o avergonzado para mostrar cualquier linea. Considerando su profunda traici—n, estuve muy sorprendida de haberme molestado en ayudarle. Si no hubiera sostenido su mano y hubiera visto las im‡genes de sus ni–os, no lo habr’a hecho. -Aqu’ no queda nada para ti, Hugo,-dije. Su cara reapareci— en la ventana moment‡neamente abierta, su blanca cara con todo tipo de angustias, pero entonces Žl desapareci—. O’ una puerta abrirse, o’ el tintineo de cadenas, y o’ una puerta cerrarse. Gabe hab’a forzado a Hugo dentro de la celda de Farrell. TomŽ alientos profundos, uno detr‡s del otro, hasta que me sent’ Hiperventilada. Recog’ una de las sillas, una de pl‡stico con cuatro piernas met‡licas, la clase en la que uno se ha sentado durante un mill—n de veces en la iglesias y reuniones de aulas. La sostuve estilo domador de le—n, con las piernas hacia el exterior. Era todo que pod’a pensar para hacer. PensŽ en Bill, pero era demasiado doloroso. PensŽ en mi hermano, Jason, y lamente que Žl no estuviera all’ conmigo. Hab’a pasado mucho tiempo desde que hab’a deseado esto sobre Jason. La puerta se abri—. Gabe sonre’a cuando Žl entr—. Era una sonrisa repugnante, dejando en relieve el agujero de fealdad de su alma por su boca y ojos. Esto realmente era su idea de pasar un buen rato. -¢3LHQVDVTXHHVDVLOOLWDYDDPDQWHQHUWHDVDOYR"-Žl pregunt—. Yo no estaba de humor para conversar, y no quise escuchar a las serpientes de su mente. Me cerrŽ, me contuve fuertemente, vigoriz‡ndome. ƒl guardo la pistola, pero hab’a dejado el aturdidor en su mano. Tal era su confianza, que lo puso en una peque–a bolsa de cuero sobre su cintur—n, en el lado izquierdo. ƒl agarr— las piernas de la silla y comenz— a jalar la silla de un lado al otro. CarguŽ. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD109&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Casi lo tuve fuera de la puerta, tan inesperadamente fuerte fue mi contraataque, pero en el œltimo momento Žl logr— sostenerse con las piernas, de modo que no pudiera pasar por la entrada estrecha. ƒl estuvo de pie contra la pared del otro lado del pasillo, jadeando, su cara roja. -Perra,-Žl siseo, y vino por m’ otra vez, y esta vez Žl trat— de quitarme la silla de mis manos totalmente. Pero como he dicho antes, he tenido sangre de vampiro, no se lo dejŽ saber. Y no le dejŽ tenerme. Sin percatarme, Žl hab’a sacado el arma aturdidora y, r‡pido como una serpiente, me alcanz— sobre la silla y toc— mi hombro. No sufr’ un colapso, como Žl esperaba, pero ca’ sobre mis rodillas, todav’a sosteniendo la silla. Mientras yo trataba todav’a de entender lo que me hab’a pasado, Žl jal— la silla de mis manos, y me golpe— hacia atr‡s. Me costaba moverme, pero pod’a gritar y cerrar mis piernas a la vez, y lo hice. -£&iOODWH -Žl grit—, y ya que Žl me estaba tocando, pod’a decir que Žl realmente me quer’a inconsciente, Žl disfrutar’a viol‡ndome mientras yo estaba inconsciente; de hecho, era su ideal. te gustan tus mujeres despiertas, -jadeŽ, -¢FLHUWR" -ƒl peg— una mano entre nosotros y de un tir—n abri— mi blusa. -No O’ la voz de Hugo, gritando, como si esto sirviera. Yo mord’ el hombro de Gabe. ƒl me llam— perra otra vez, lo que se volv’a repetitivo. ƒl hab’a abierto sus propios pantalones, ahora Žl trataba de levantar mi falda. Estuve fugazmente contenta que hab’a comprado una larga. -¢7LHQHV PLHdo que ellos se quejen, si los despiertas? -GritŽ. -£'pMDPH LU TXtWDWH GH encima! £4XtWDWHTXtWDWHqu’tate! Finalmente, hab’a vuelto a sentir mis brazos. En un momento, ellos se hab’an recuperado de la sacudida elŽctrica para funcionar. FormŽ dos tazas con mis manos. Cuando le gritŽ a Žl, aplaud’ mis manos sobre sus o’dos. ƒl rugi—, y se echo hac’a atr‡s, sus propias manos se dirigieron a su cabeza. ƒl estaba tan lleno de rabia que la sudaba y la lav— sobre m’; se sent’a como un ba–o de furia. Supe que Žl me matar’a si pudiera, sin importar las represalias que enfrentara. TratŽ de rodar a un lado, pero Žl me fijo con sus piernas. MirŽ cuando su mano derecha form— un pu–o, que me pareci— tan grande como una roca de cantera. Y con un sentimiento fatalista, mirŽ el arco de aquel pu–o cuando este descend’a sobre mi cara, sabiendo que pVWRPHGHMDUtDIXHUDGHDFFLyQ\pOHVWDUtDSRUWRGDVSDUWHV« Y no pas—. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD110&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Gabe estaba en el aire con los pantalones abiertos y su polla colgando, su pu–o aterriz— sobre el aire, sus zapatos pataleaban sobre mis piernas. Un hombre corto sosten’a a Gabe en el aire; no un hombre, realicŽ al segundo vistazo, un adolescente. Un antiguo adolescente. ƒl era rubio y bajito, y sus brazos y pecho estaban cubiertos de tatuajes azules. Gabe gritaba y gimoteaba, pero el chico sigui— de pie tranquilamente, su cara inexpresiva, hasta que Gabe se agot—. Cuando Gabe permaneci— silencioso, el chico cambio su apret—n a una especie de abrazo de oso que rodeo la cintura de Gabe, y Gabe colg— hacia adelante. El chico miro hac’a m’ desapasionadamente. Mi blusa hab’a sido rasgada, y mi sostŽn estaba roto en el medio. -¢(VWDVPX\ODVWLPDGD"-el chico pregunt—, casi de mala gana. Yo ten’a a un salvador, pero no uno muy entusiasta. Me levantŽ, que era m‡s haza–a de lo que se oye. Esto me tom— un buen rato. Yo temblaba violentamente por el choque emocional. Cuando estuve parada, estuve al mismo nivel de los ojos del chico. En a–os humanos, Žl habr’a tenido aproximadamente diecisŽis cuando Žl hab’a sido hecho al vampiro. No hab’a manera de saber hac’a cuantos a–os de esto. ƒl deb’a ser m‡s viejo que Stan, m‡s viejo que Isabel. Su inglŽs era claro, pero pesadamente acentuado. No tuve ni idea que tipo de acento era. Tal vez su lengua original no se hablara m‡s. QuŽ sentimiento tan solitario deb’a ser. -Me repondrŽ, -dije. -Gracias. TratŽ de abrochar de nuevo mi blusa±all’ donde quedaban unos botones restantes±pero mis manos temblaban demasiado. ƒl no estuvo interesado en la vista de mi piel, de todos modos. Esto no hizo gran cosa para Žl. Sus ojos eran bastante desapasionados. -Godfrey, -Gabe dijo. Su voz era ahogada. -Godfrey, ella trataba de escaparse. Godfrey lo sacudi—, y Gabe se call—. As’ que, Godfrey era el vampiro que yo hab’a visto por los ojos de Bethany±los œnicos ojos que podr’an acordarse de verlo en el Bat's Wing esa noche. Los ojos que no ve’an nada m‡s. -¢4XpSODQHDKDFHU"-Le preguntŽ, guardando mi voz tranquila. Los claros ojos azules de Godfrey vacilaron. ƒl no sab’a. ƒl hab’a conseguido los tatuajes mientras Žl estaba vivo, y eran muy extra–os, s’mbolos cuyo sentido se habr’a perdido hace siglos, quise apostar. Probablemente algœn erudito dar’a su ojo derecho para echar un vistazo a aquellos tatuajes. Afortunada de m’, yo consegu’ verlos por nada. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD111&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Por favor dŽjeme ir, -dije con tanta dignidad como pude reunir. -Ellos me matar‡n. -Pero usted se asocia con vampiros,-dijo Žl. Mis ojos se lanzaron de un lado al otro, cuando tratŽ de entender Žsto. -Ah,- dije vacilante. -Usted HVXQYDPSLUR¢YHUGDG" -Ma–ana exp’o mi pecado pœblicamente, -dijo Godfrey. -Ma–ana saludare el alba. Por primera vez en mil a–os, verŽ el sol. Entonces verŽ la cara de Dios. Bien. -Usted eligi—, -dije. -S’. -Pero yo no lo hice. No quiero morir. Prescind’ de echarle un vistazo a la cara de Gabe, que era bastante azul. En su agitaci—n, Godfrey estrujaba a Gabe mucho m‡s apretado de lo que Žl deber’a. Me preguntŽ si deber’a decirle algo. hace al consorte con vampiros, -Godfrey me acus—, y cambiŽ mi mirada fija sobre su cara. Sab’a que no deb’a dejar mi concentraci—n vagar otra vez. -Usted -Estoy enamorada, -dije. -De un vampiro. -S’. Bill Compton. los vampiros son condenados, y todos deber’an encontrar el sol. Somos una abominaci—n, una mancha sobre la cara de la tierra. -Todos -¢<HVWDJHQWH«-se–ale hacia arriba para indicar que me refer’a al Camaraderismo, «HVWDJHQWHHVPHMRU*RGIUH\" El vampiro pareci— intranquilo e infeliz. ƒl pasaba hambre, notŽ; sus mejillas eran casi c—ncavas, y estaban tan blancas como el papel. Su pelo rubio casi flot— alrededor de su cabeza, era tan elŽctrico, y sus ojos parec’an m‡rmoles azules contra su palidez. al menos, son humanos, parte del plan de Dios, -dijo Žl tranquilamente. -Los vampiros son una abominaci—n. -Ellos, 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD112&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Ahora bien, usted ha sido m‡s agradable conmigo que este humano. -QuiŽn ya estaba muerto, me di cuenta, cuando le echŽ un vistazo a su cara. TratŽ de no estremecerme, y enfocarme sobre Godfrey, quiŽn era mucho m‡s importante para mi futuro. -Pero tomamos la sangre del inocentes. -Los claros ojos azules de Godfrey se fijaron en los m’os. -¢4XLpQ HV LQRFHQWH" -PreguntŽ ret—ricamente, esperando que no sonara demasiado FRPR3RQFLR3LODWRVSUHJXQWDQGR¢&XiOHVODYHUGDG"FXDQGRpOORVDb’a malditamente bien. -Bueno, los ni–os, -dijo Godfrey. -$KXVWHG¢VHDOLPHQWyGHQLxRV"-Puse mi mano sobre mi boca. -MatŽ a ni–os. Yo no pude pensar en ninguna cosa que decir durante mucho tiempo. Godfrey estuvo de pie all’, viŽndome tristemente, sosteniendo el cuerpo de Gabe en sus brazos, olvidado. -¢4XpORGHWXYR"-PreguntŽ. -Nada me detendr‡. Nada m‡s que mi muerte. siento tanto, -dije inadecuadamente. ƒl sufr’a, y sent’a realmente esto. Pero si Žl hubiera sido humano, yo habr’a dicho que Žl merec’a la silla elŽctrica sin pensarlo dos veces. -Lo -¢4XHWDQWRIDOWDSDUDHODQRFKHFHU"-PreguntŽ, no sabiendo que m‡s decir. Godfrey no ten’a ningœn reloj, desde luego. Asum’ que Žl s—lo se levant— porque Žl estaba subterr‡neo y era muy antiguo. Godfrey dijo: -Una hora. -Por favor dŽjeme ir. Si usted me ayuda, puedo salir aqu’. -Pero usted le dir‡ a los vampiros. Ellos atacar‡n. SerŽ impedido de encontrar el alba. -¢3RU TXp HVSHUDU KDVWD PDxDQD" -PreguntŽ, H‡galo ahora. de repente irritada. ±Camine afuera. ƒl se qued— asombrado. Dej— caer a Gabe, quiŽn aterriz— con un ruido sordo. Godfrey ni siquiera le ech— un vistazo. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD113&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -La ceremonia esta planeada para el alba, con muchos creyentes all’ para atestiguarlo,explic— Žl. -Farrell ser‡ tambiŽn tra’do para dar la cara al sol. -¢4XpSDUWHKDEUtDMXJDGR\RHQHVWR" ƒl se encogi— de hombros. -Sarah quiso ver si los vampiros cambiaban uno de sus propios por usted. Steve ten’a otros proyectos. Su idea era pegarla a usted con Farrell, de modo que cuando Žl se quemara, usted tambiŽn . Estaba aturdida. No, de que Steve Newlin hubiera tenido esa idea, pero de que pensara que esto apelar’a a su congregaci—n, ya que esto eran ellos tal cual. Newlin estaba yendo m‡s lejos de lo que hab’a imaginado. -¢<XVWHGSLHQVDTXHPXFKDJHQWHGLVIUXWDUtDYLHQGRTXHXQDPXMHUMRYHQIXHHMHFXWDGD VLQDOJXQDFODVHGHSURFHVR"¢4XHHOORVSHQVDUDQTXHHVWRHUDXQDFHUHPRQLDUHOLJLRVD YiOLGD" ¢8VWHG SLHQVD TXH OD JHQWH TXH SODQHy HVWD WHUULEOH PXHUWH SDUD Pt VRQ realmente religiosos? Por primera vez, apareci— una sombra de duda en Žl. -Incluso para los humanos parece un poco extremo, -estuvo de acuerdo Žl. -Pero Steve pens— que esto ser’a una declaraci—n poderosa. -Bien, seguro esto ser’a una declaraci—n poderRVD(VWRGLUtD³6R\XQFKLIODGR´6pTXH este mundo tiene mucha gente mala y vampiros malos, pero no creo que la mayor’a de la gente en este pa’s, o en realidad solamente de aqu’ en Texas, ser’a edificados por la vista de una mujer gritona que se quema hasta la muerte. Godfrey pareci— dudoso. Pod’a ser que yo expresaba pensamientos que se le hab’an ocurrido, pensamientos que Žl hab’a negado en que se entreten’a. -Ellos han llamado a los medios, -dijo Žl. Parec’a la protesta de una novia criticada por casarse con un novio del que ella de repente dudaba. Pero han enviado las invitaciones, la Madre. segura que lo han hecho. Pero esto ser‡ el final de su organizaci—n, puedo decirlo de manera escueta. Repito, si usted realmente quiere hacer una declaraci—n de HVD PDQHUD XQ JUDQGH ³/R VLHQWR´ HQWRQFHV XVWHG DQGD IXHUD GH HVWD LJOHVLD DKRUD mismo y se queda sobre el cŽsped. Dios estar‡ mirando, se lo prometo. ƒl es por quiŽn usted deber’a preocuparse. -Estoy ƒl medit— sobre ello; le concederŽ eso. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD114&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Ellos tienen un traje especial blanco para que yo lo use,-dijo Žl. (Pero he comprado ya el vestido y he reservado la iglesia.) -Jodido trato. Si argumentamos por lo de la ropa, usted no quiere realmente hacerlo. Apuesto a que usted se vuelve una gallina all‡ fuera. Yo hab’a perdido de vista definitivamente mi objetivo. Cuando las palabras salieron de mi boca, las lamentŽ. -Usted ver‡, -dijo Žl firmemente. -No quiero ver, si al mismo tiempo estoy atada a Farrell. No soy mala, y no quiero morir. -¢&XiQGRIue la œltima vez que usted estuvo en la iglesia? -ƒl me lanz— un desaf’o. aproximadamente una semana. Y tomŽ la Comuni—n, tambiŽn. -Nunca estuve m‡s feliz ser una practicante, porque yo no pod’a haber mentido sobre esto. -Hace -Oh. -Godfrey pareci— confuso. -¢9H" 6HQWtTXHOHUREDEDVXKHULGDPDMHVWXRVLGDGFRQHVWHDUJXPHQWRSHUR£FDUD\QRTXHUtD morir por incineraci—n. Quer’a a Bill, lo quer’a con un deseo tan intenso que esperŽ que esto hiciera reventar su ataœd abierto. Si s—lo pudiera saber lo qXHVHJXLUtD« -Venga, -dijo Godfrey, sosteniendo hacia fuera su mano. No quise darle una posibilidad para repensar su posici—n, no despuŽs tanto tiempo hacer±si±hacer±no, entonces tomŽ su mano y atravesŽ la forma prona de Gabe hacia fuera en el pasillo. Hab’a una siniestra falta de conversaci—n entre Farrell y Hugo, y a decir verdad, estaba demasiado asustada para investigar que pasaba con ellos. Supuse que si yo pudiera escaparme, podr’a rescatarlos a ambos, de todos modos. Godfrey oli— la sangre en m’, y su cara fue barrida por el deseo. Yo conoc’a aquella mirada. Pero esta carec’a de lujuria. ƒl no se preocupaba para nada de mi cuerpo. El eslab—n entre sangre y sexo es muy fuerte para todos los vampiros, entonces me considerŽ afortunada de ser definitivamente un adulto en forma. Le inclinŽ mi cara sin cortes’a. DespuŽs de una vacilaci—n larga, Žl lami— el chorrito de sangre del corte sobre mi p—mulo. ƒl cerr— sus ojos durante un segundo, saboreando el gusto, y luego comenzamos la escalera. Con mucha ayuda de Godfrey, sub’ el empinado vuelo. ƒl us— su brazo libre para golpear una puerta con combinaci—n, que se balanceo al abrirse. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD115&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -He estado qued‡ndome aqu’ abajo, en el cuarto al final,-explic— Žl, de una voz que era apenas m‡s que una perturbaci—n del aire. El pasillo estaba libre, pero en cualquier segundo alguien podr’a salir de una de las oficinas. Godfrey no pareci— temer en absoluto, pero yo lo hice, yo era cuya libertad estaba en juego. No o’ ninguna voz; por lo visto el personal se hab’a ido a casa para prepararse para la en±cerradura, y los invitados para la en±cerradura no hab’a comenzado aœn a llegar. Algunas puertas de oficina estaban cerradas, y las ventanas en las oficinas eran los œnicos medios de la luz del sol que daban al pasillo. Era bastante oscuro para que Godfrey estuviera c—modo, asum’, ya que Žl no se estremeci—. Hab’a una luz brillante artificial que ven’a de la puerta de la oficina central. Nos apresuramos, o al menos lo intentamos, pero mi pierna izquierda no era muy cooperativa. No estaba segura hac’a que puerta se dirig’a Godfrey, quiz‡s las puertas batientes que yo hab’a visto antes detr‡s del santuario. Si pudiera llegar hac’a ellas, no tendr’a que cruzar la otra ala. No sab’a lo que har’a cuando estuviera fuera. Pero estar fuera ser’a definitivamente mejor que estar dentro. Cuando alcanzamos la entrada abierta a la penœltima oficina de la izquierda, de la cual sali— la diminuta mujer hispana, la puerta de la oficina de Steve estaba abierta. Nos congelamos. El brazo de Godfrey alrededor de m’ pareci— una cinta de hierro. Polly sali—, todav’a viendo hac’a el cuarto. Est‡bamos s—lo a un par de yardas de distancia. -... hoguera, -dec’a ella. -Oh, pienso que tenemos bastante, -dijo la dulce voz de Sarah. -Si cada uno devolviera sus tarjetas de asistencia, seguro lo sabr’amos. No puedo creer lo mala que es la gente VREUHQRFRQWHVWDU£(VWDQGHVFRQVLGHUDGRGHVSXpVGHTXHKLFLPRVORPDVIiFLOSRVLEOH para ellos decirnos si estar’an aqu’! Un argumento sobre etiqueta. £0L'LRVdeseaba que Se–orita Maneras pudiera darme un consejo sobre esta situaci—n. Yo era un invitado no invitado de una peque–a iglesia, \ PH PDUFKp VLQ GHFLU £DGLyV ¢0H REOLJD HVWR D HVFULELU XQD QRWD FRQ SDODEUDV GH agradecimiento, o puedo simplemente enviar flores? La cabeza de Polly comenz— a dar vuelta, y sab’a que de un momento a otro ella nos ver’a. Incluso cuando el pensamiento se form—, Godfrey me empuj— en la oficina oscura vac’a. -£*RGIUH\ ¢4Xp KDFH XVWHG DTXt" -Polly no son— asustada, pero tampoco son— feliz. Era m‡s bien como si ella se hubiera encontrado al jardinero en la sala de estar, sintiŽndose como en su casa. -Vine para ver si hay algo m‡s que tengo quŽ hacer. -¢1RHVHVSDQWRVDPHQWHWHPSUDQRSDUDTXHXVWHGHVWHGHVSLHUWR" -Soy muy viejo, -dijo Žl cortŽsmente. -El viejo no necesita tanto sue–o como el joven. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD116&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Polly se ri—. -Sarah,-ella dijo alegremente, -£*RGIUH\HVWDOHYDQWDGR La voz de Sarah son— m‡s cercana, cuando ella habl—. -£%LHQ £HK *RGIUH\ -ella dijo, en un tono idŽntico brillante. -¢(VWi H[FLWDGR XVWHG" £$SXHVWRDTXHXVWHGORHVWi Ellas se dirig’an al vampiro de mil a–os como si fuera un ni–o en v’speras de su cumplea–os. -Su traje esta listo, -dijo Sarah. -£7RGRVORVVLVWHPDV\DHVWiQ -¢<VL\RFDPELDUDGH opini—n? -Godfrey pregunt—. Hubo un silencio largo. TratŽ de respirar muy despacio y silenciosamente. M‡s cercano estaba el anochecer m‡s pod’a imaginar que ten’a una posibilidad de salir de esta. Si pudiera llamar por telŽfono... EchŽ un vistazo al escritorio de la oficina. Hab’a un WHOpIRQRVREUHHO¢3HURQRVHHQFHQGHUtDQORVERWRQHVHQODVRILFLQDVORVERWRQHVSDUD aquella l’nea, si usara el telŽfono? En este momento, har’a demasiado ruido. -¢8VWHG FDPELy GH RSLQLyQ" ¢3XHGH HVWR VHU SRVLEOH" -Polly pregunt—. Ella estaba claramente exasperada. -8VWHGYLQRDQRVRWURV¢UHFXHUGD"8VWHGQRVGLMRVREUHVXYLGD GH SHFDGR \ OD YHUJHQ]D TXH XVWHG VLQWLy FXDQGR XVWHG PDWy D QLxRV \ KL]R RWUDV FRVDV¢+DFDPELDGRFXDOTXLHUDGHHVWR" -No, -Godfrey dijo, sonando m‡s pensativo que nunca. -Nada de eso ha cambiado. Pero no veo ninguna necesidad de incluir a ningœn humano en este sacrificio m’o. De hecho, creo que Farrell deber’a ser dejado para hacer su propia paz con Dios. No deber’amos forzarlo a una inmolaci—n. -Tenemos que traer a Steve aqu’,-dijo Polly a Sarah en un matiz. DespuŽs de esto, solamente o’ a Polly, entonces asum’ que Sarah hab’a vuelto en la oficina para llamar a Steve. Una de las luces en el telŽfono se encendi—. S’, era lo que ella hac’a. Ella sabr’a si yo tratara de usar una de las otras l’neas. Tal vez en un minuto. Polly intentaba razonar dulcemente con Godfrey. ƒl mismo Godfrey no hablaba mucho, y no tuve ni idea de lo que pasaba por su cabeza. Estaba de pie indefensa, presionada contra la pared, esperando que nadie entrara en la oficina, esperando que nadie fuera abajo y diera la alarma, Godfrey que esperaba no tendr’a aœn otro cambio de opini—n. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD117&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Ayuda GLMH HQPLPHQWH£6LVyOR\RSXGLHUDSHGLUD\XGDGHHVWDPDQHUDFRQPLRWUR sentido! Un parpadeo de una idea cruz— por mi mente. Me obligue a mi misma a permanecer tranquila, aunque mis piernas temblaban todav’a por el choque, y mi rodilla y cara da–adas dol’an como las seis sombras del infierno. Tal vez podr’a llamar alguien: Barry, el botones. ƒl era un telŽpata, como yo. ƒl podr’a ser capaz de o’rme. No, que yo hubiera hecho alguna vez antes tal tentativa±bueno, pues yo nunca hab’a encontrado DQWHVRWURWHOpSDWD¢YHUGDG"WUDWpGHVHVSHUDGDPHQWHGHORFDOL]DUPHHQUHODFLyQD%DUUy, asumiendo que Žl estaba en el trabajo. Esta era m‡s o menos la misma hora que hab’amos llegado de Shreveport, entonces Žl podr’a estar. ImaginŽ mi posici—n sobre el mapa, el cual por suerte yo hab’a visto con Hugo±aunque ahora sab’a que Žl hab’a estado pretendiendo no saber donde estaba el Centro de Camarada±y calculŽ que est‡bamos al sudoeste del Hotel Silent Shore. Yo estaba en un nuevo territorio mental. Recog’ la energ’a que ten’a y tratŽ de hacerla rodar como una pelota, en mi mente. Durante un segundo, me sent’ absolutamente rid’cula, pero cuando pensŽ ponerme fuera de este lugar y esta gente, hab’a muy poco que perder en no ser rid’cula. PensŽ en Barry. Es dif’cil sujetar exactamente como lo hice, pero proyectŽ. Saber su nombre ayudo, y saber su posici—n ayudada. Decid’ comenzar f‡cil. -Barry Barry Barry Barry... -¢4Xp TXLHUH XVWHG" ƒl estaba absolutamente aterrado. Esto no le hab’a pasado nunca antes. -Nunca he hecho esto tampoco. EsperŽ que yo sonara tranquilizadora. Necesito ayuda. Estoy en graves problemas. -¢4XLpQHVXVWHG" Bueno, eso ayudar’a. Estœpida de m’. -Soy Sookie, la rubia que lleg— la noche pasada con el vampiro casta–o. Suite del tercer piso. -¢/DGHODVWHWD]DV"Oh, lo siento. Al menos Žl hab’a pedido perd—n. -S’. La de las tetazas. Con el novio. -¢QuŽ ocurre? Ahora bien, todo esto sonaba muy claro y organizado, pero estas no eran palabras. Era como si nos envi‡ramos el uno al otro telegramas emocionales y cuadros. TratŽ de pensar como explicar mi apuro. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD118&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Consigue a mi vampiro tan pronto como Žl despierte. -¢<OXHJR" -Dile que estoy en el peligro. 3HOLJURSHOLJURSHOLJUR« -%LHQWHQJRODLGHD¢'yQGH" -Iglesia. CalculŽ que ser’a la taquigraf’a para el Centro del Camaraderismo. No pod’a pensar como comunicar esto a Barry. -¢eOVDEHGyQGH" -ƒl sabe donde. Dile, que baje la escalera. -¢(VHQVHULR"Yo no sab’a que hab’a alguien m‡s... -Soy seria. Por favor, ayœdame. Pod’a sentir un bulto complicado de emociones que corr’an por la mente de Barry. Lo asustaba dirigirse a un vampiro, estaba asustado que sus patrones descubrir’an que Žl WHQtD³XQDFRVDH[WUDxDFHUHEUDO´HVWDEDH[FLWDGRTXHKDEtDDOJXLHQFRPRpOPero sobre todo lo asustaba esta parte de Žl que lo hab’a dejado perplejo y lo hab’a asustado durante tanto tiempo. Conoc’a todos aquellos sentimientos. -Esta bien, lo entiendo, le dije. Yo no te lo pedir’a si no fuera a ser asesinada. El miedo lo golpe— otra vez, el miedo de su propia responsabilidad en esto. No deb’ haber a–adido eso. Y luego, de alguna manera, Žl erigi— una barrera dŽbil entre nosotros, y no estuve segura de lo que Barry iba a hacer. *** Mientras yo hab’a estado concentr‡ndome en Barry, las cosas hab’an estado moviŽndose directamente a lo largo en el pasillo. Cuando comencŽ a escuchar otra vez, Steve hab’a vuelto. ƒl, tambiŽn, trataba de ser razonable y positivo con Godfrey. Godfrey, -dec’a Žl, -si tœ no quer’as hacer esto, todo que lo que ten’as quŽ hacer era decirlo.Tœ te comprometiste, como nosotros lo hicimos, y hemos avanzado con la expectativa de que tœ guardar’as tœ palabra. Mucha gente va a estar muy decepcionada si tœ renuncias a tœ compromiso durante la ceremonia. -Ahora, 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD119&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -¢4XpKDUiVFRQ)DUUHOO"¢&RQHOKRPEUH+XJR\ODPXMHUUXELD" -Farrell es un vampiro, -dijo Steve, con la voz chorreando caramelo. -Hugo y la mujer son las criaturas de los vampiros. Ellos deber’an ir al sol, tambiŽn, atados a un vampiro. Es la parte que ellos eligieron en sus vidas, y esto deber‡ ser su parte en la muerte. -Soy un pecador, y lo sŽ, as’ que cuando muera mi alma ir‡ a Dios,-dijo Godfrey. -Pero Farrell no sabe esto. Cuando Žl muera, Žl no tendr‡ una posibilidad. El hombre y la mujer, tampoco, no han tenido una posibilidad para arrepentirse de sus actos¢(VMXVWR matarlos y condenarlos al infierno? -Tenemos que entrar en mi oficina, -dijo Steve con decisi—n. Y realicŽ, finalmente, que era lo que Godfrey hab’a estado deseando desde el principio. Hubo una cierta cantidad de pies arrastr‡ndose, y o’ el murmullo de Godfrey: -DespuŽs de ti,-con gran cortes’a. ƒl quiso ser el œltimo as’ Žl podr’a cerrar la puerta detr‡s de Žl. Mi pelo finalmente se sinti— seco, liberado de la peluca que lo hab’a empapado en sudor. Este colgaba alrededor de mis hombros en dos partes, porque yo hab’a estado acomod‡ndolo silenciosamente durante la conversaci—n. Parec’a una cosa casual para hacer, escuchando como mi destino era decidido, pero ten’a que estar ocupada. Ahora de manera cauta me met’ en el bolsillo las horquillas, recorr’ con mis dedos el l’o enredado, y me dispuse a pirarme de la iglesia. AtisbŽ cautelosamente desde la entrada. S’, la puerta de Steve estaba cerrada. Sal’ de puntillas de la oficina oscura, tome a la izquierda, y continuŽ a la puerta que conduc’a al santuario. GirŽ la perilla muy silenciosamente y para mi alivio se abri—. Anduve en el santuario, que estaba muy oscuro. Solamente ten’a la luz de las enormes vidrieras de colores para ayudarme a vislumbrar el pasillo sin caerme sobre los bancos. Entonces o’ voces haciŽndose mas fuertes que ven’an del ala lejana. Las luces en el santuario se prendieron. Me zambull’ dentro de una fila y rodŽ bajo el banco. Un grupo de familia entr—, hablando en voz alta, la ni–ita que se quejaba sobre perderse su programa favorito por televisi—n porque ella ten’a que venir a una apestosa y vieja en± cerradura. Esto le vali— una palmada sobre el culo, as’ me son—, y su padre le dijo que ella ten’a mucha suerte porque iba a conseguir ver pruebas asombrosas del poder de Dios. Ella iba a ver la salvaci—n en acci—n. Incluso dadas las circunstancias, tomŽ la cuesti—n con esto. Me preguntŽ si este padre realmente entender’a que su l’der planeaba que los fieles miraran dos vampiros quemarse hasta la muerte, y al menos uno de ellos agarrando a un humano el cual se 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD120&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris quemar’a tambiŽn. Me preguntŽ como quedar’a la salud mental de la ni–ita despuŽs de DTXHOODV©SUXHEDVDVRPEURVDVGHOSRGHUGH'LRVª Para m’ consternaci—n, ellos procedieron a poner sus sacos de dormir contra una pared sobre el lado opuesto del santuario, todav’a conversando. Al menos esta era una familia que se comunicaba. Adem‡s de la ni–a gimoteando, hab’a dos ni–os m‡s grandes, un chico y una chica, y como verdaderos hermanos ellos luchaban como perros y gatos. Un par de zapatitos de piso rojos trotaron hacia el final de mi banco y desaparecieron por la puerta en el ala de Steve. Me preguntŽ si el grupo en su oficina seguir’a debatiendo. Los pies regresaron otra vez despuŽs de unos segundos, esta vez yendo mas r‡pido. Me preguntŽ sobre esto, tambiŽn. EsperŽ aproximadamente cinco minutos, pero no pas— nada. De aqu’ en adelante, habr’a m‡s personas entrando. Era ahora o nunca. RodŽ de abajo del banco y me levantŽ. Para mi fortuna, todos ellos hac’an sus tareas cuando me levantŽ, y comencŽ a andar enŽrgicamente a las puertas de batientes detr‡s de la iglesia. Por su repentino silencio, supe que me hab’a detectado. -£+ROD -llam— la madre. Ella se levant— al lado de su saco de dormir de un brillante azul. Su ins’pida cara estaba llena de la curiosidad. -Usted debe ser nueva en el Camaraderismo. Soy Francie Polk. -S’,-llamŽ, tratando de sonar alegre. -£7HQJRTXHLUPH£+DEODUHPRVPiVWDUGH Ella se acerc— m‡s. -¢6H KD KHFKR GDxR XVWHG" -ella pregunt—. -8VWHG«SHUGyQHPH«XVWHG VH YH KRUULEOH ¢(VHso sangre? EchŽ un vistazo abajo a mi blusa. Hab’a algunas peque–as manchas sobre mi pecho. -Yo tuve una ca’da,-dije, tratando de sonar pesarosa. -Tengo que irme a casa y darme unos pocos primeros auxilios, cambiarme de ropa. £(VWDUpGHYXHOWD Yo pod’a ver la duda en la cara de Francie Folk. -¢+D\ XQ ERWLTXtQ HQ OD RILFLQD SRU TXp QR HFKR XQD FDUUHULWD \ YHR VL OR SXHGR conseguir? -ella pregunt—. Porque no quiero que lo hagas. -Usted sabe, tengo que conseguir una blusa fresca, tambiŽn,-dije. Arrugado mi nariz para mostrar mi opini—n sobre ir alrededor con una blusa manchada toda la tarde. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD121&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Otra mujer hab’a llegado a las mismas puertas a las que yo esperaba ir, y ella se puso a la escucha de la conversaci—n, sus ojos oscuros ve’an de ac‡ para all‡ de m’ a la decidida Francie. -££(KFKLFD-ella dijo con una voz ligeramente acentuada, y la peque–a mujer hispana, la adaptoformas, me dio un abrazo. Vengo de una cultura de abrazo, y fue autom‡tico para m’ abrazarla de regreso. Ella me dio un significativo pellizco mientras nos apret‡bamos. -¢&yPRHVWiV"-PreguntŽ alegremente. ±Ha pasado tanto tiempo. -Ah, ya sabes, lo mismo de siempre, -dijo ella. Ella radi— sobre m’, pero hab’a precauci—n en sus ojos. Su pelo era de un marr—n muy oscuro, m‡s que negro, era grueso y abundante. Su piel era del color de un caramelo de leche, y ten’a pecas oscuras. Los labios generosos estaban pintados de un fucsia chill—n. Ella ten’a grandes dientes blancos, que destellaban hac’a m’ en una amplia sonrisa. EchŽ un vistazo hac’a sus pies. Zapatos rojos de piso. -£(KYHQDIXHUDFRQPLJRPLHQWUDVPHIXPyXQFLJDUULOOR-dijo ella. Francie Polk parec’a m‡s satisfecha. -¢/XQDQRYHVTXHWXDPLJDWLHQHTXHLUDOGRFWRU"-dijo francamente. -De verdad que tienes unos golpes y contusiones,-dijo Luna, examin‡ndome. -¢7HKDV ca’do otra vez, chica? -Ya sabeVORTXHPLPDPiGLFHVLHPSUH³0DULJROG, HUHVWDQWRUSHFRPRXQHOHIDQWH´ -Aquella madre tuya,-dijo Luna, sacudiendo su cabeza con disgusto. -£&RPRVLFRQHVR te hicieras menos torpe! -¢4XpSXHGRKDFHU"-Dije, encogiŽndome de hombros. -¢6LQRVGLVFXOSD)UDQFLH" -Bueno, seguro,-dijo ella. ±Te verŽ luego, supongo. -Seguro que s’, -dijo Luna. ±No me lo perder’a por nada. Y con Luna, sal’ hac’a el vest’bulo del Camaraderismo del Sol. Me concentrŽ ferozmente en cuidar mi paso, entonces Francie no me ver’a cojear y ponerse aœn m‡s sospechosa. -Gracias a Dios, -dije, cuando est‡bamos fuera. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD122&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Tœ me reconociste tal cual soy, -dijo ella r‡pidamente. -¢&yPRORVXSLVWH" -Tengo un amigo que es un adaptoformas. -¢4XLpQHVpO" -ƒl no es local. Y no te lo dirŽ sin su consentimiento. Ella me contempl—, todo el fingimiento de amistad se esfum—. -Bien, respeto eso,-dijo ella. -¢3RUTXpHVWiVDTXt" -¢4XpPDVWHGDDWL" -Solamente salvŽ tu culo. Ella ten’a un punto, un punto muy bueno. -Bien. Soy un telŽpata, y fui alquilada por su l’der del ‡rea vampiro para averiguar lo que hab’a pasado con un vampiro ausente. esta mejor. Pero no es mi l’der de ‡rea. Soy una supe, pero no soy ningœn PRQVWUXRVRYDPSLUR¢&RQTXpYDPSLURWUDWDVWH" -Eso -No tengo que decirte esto. Ella levant— sus cejas. -No lo hagas. Ella abri— su boca como si fuera a gritar. -*ULWDIXHUWH+D\DOJXQDVFRVDVTXHVLPSOHPHQWHQRGLUp¢4XpHVXn supe? -Un ser sobrenatural. Ahora, escœchame,-dijo Luna. Ahora and‡bamos hac’a el estacionamiento, y los autos comenzaban a entrar con regularidad al camino. Ella hizo muchas sonrisas y agitaciones, y tratŽ de parecer al menos contenta. Pero la cojera no me era posible ocultarla m‡s, y mi cara se hinchaba como una perra, como dir’a Arlene. £0L 'LRV PH SXVH QRVWiOJLFD GH UHSHQWH 3HUR HPSXMp DTXHO VHQWLPLHQWR OHMRV SDUD prestarle atenci—n a Luna, que claramente ten’a cosas que decirme. -Tœ dile a los vampiros que nosotros tenemos este lugar bajo vigilancia. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD123&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -¢³1RVRWURV´VHUtDQTXLpQHV" -³1RVRWURV´VRQORVDGDSWRIRUPDVGHOiUHDPD\RUGHDallas. -¢8VWHGHVFKLFRVHVWiQRUJDQL]DGRV"££(KHVWRHVJUDQGLRVRTendrŽ que cont‡rselo a... mi amigo. Ella puso los ojos en blanco, claramente poco impresionada por mi intelecto. -Escucha bien, nenita, tœ le dices a los vampiros que tan pronto como el Camaraderismo conozca sobre nosotros, ellos estar‡n sobre nosotros, tambiŽn. Y nosotros no nos vamos a asentar. Continuaremos subterr‡neos por buenas razones. Estœpida adicta±vampiros. As’ que mantenemos un ojo sobre el Camaraderismo. -¢6LPDQWLHQHVWDQEXHQRMRFyPRHVTXHQROODPDVWHDORVYDPSLURV\OHVGLMLVWHTXH Farrell estaba en el s—tano? ¢<VREUH*Rdfrey? -£(K *RGIUH\ TXLHUH PDWDUVH pO PLVPR QR HV FDUQH SDUD QXHVWURV GLHQWHV eO YLQR DO Camaraderismo; ellos no fueron a Žl. Ellos casi se hicieron pis en los pantalones, de lo contentos que estaban de tenerlo, despuŽs de que ellos superaron el choque de estar sentados en el mismo cuarto con uno de los malditos. -¢4XHSDVDFRQ)DUUHOO" -Yo no sab’a quiŽn estaba all’ abajo, -confes— Luna. -Sab’a que ellos hab’an capturado a alguien, pero aœn no estoy exactamente en el c’rculo interno, y no pude averiguar quiŽn era. Hasta tratŽ de untarme al imbŽcil de Gabe, pero no ayud—. -Estar‡s contenta de saber que Gabe est‡ muerto. -££(K-Ella sonri— sinceramente por primera vez. ±Esas son buenas noticias. -Aqu’ est‡ el resto. Tan pronto como me ponga en contacto con los vampiros, ellos van a estar aqu’ para conseguir a Farrell. En tu lugar, yo no volver’a al Camaraderismo esta noche. Ella mordisqueo su labio inferior durante un minuto. Est‡bamos al final del estacionamiento. -De hecho, -dije, -ser’a perfecto si me llevaras a m’ al hotel. -Bien, no estoy en el negocio de hacer tœ vida perfecta, -gru–— ella, recordado su personaje de galleta dura.-Consegu’ regresar en aquella iglesia antes de que la mierda golpee el abanico, y sacar algunos papeles.3LHQVDHQHVRFKLFD¢4XpYDQDKDFHUORV 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD124&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris vampiros con Godfrey? ¢3XHGHQ HOORV GHMDUOH YLYLU" eO HV XQ PROHVWDGRU LQIDQWLO \ XQ asesino mœltiple; tantas veces que no podr’as contarlas. ƒl no puede parar, y Žl lo sabe. As’ que hab’a un lado bueno en la LJOHVLD¢HOODOHVSURSRUFLRQDEDDORVYDPSLURVFRPR Godfrey un local para suicidarse siendo observados? -Tal vez ellos deber’an transmitirlo solamente por±pago±por±ver, -dije. har’an si pudieran. -Luna lo dec’a en serio. -Aquellos vampiros que intentan asentarse, son bastante ‡speros con cualquiera que pueda trastornar su plan. Godfrey no es ningœn chico de cartel. -Lo puedo solucionar cada problema, Luna. A prop—sito, mi verdadero nombre es Sookie. Sookie Stackhouse. De todos modos, he hecho lo que pod’a. Hice el trabajo para el que el que fui alquilada, y ahora yo tengo que regresar y dar un informe. Godfrey vive o Godfrey muere. Pienso que Godfrey morir‡. -No -Ojala tengas raz—n, -dijo ella siniestramente. No pod’a entender por quŽ ser’a mi culpa si Godfrey cambiaba de opini—n. Yo s—lo acababa de cuestionar su mŽtodo elegido. Pero tal vez ella ten’a raz—n. Quiz‡s podr’a tener un poco de responsabilidad, ah’. Era demasiado para m’. -£$GLyV-dije, y comencŽ a cojear a lo largo del estacionamiento rumbo al camino. No me hab’a alejado demasiado cuando o’ una fuerte protesta provenir de la iglesia, y todas las luces exteriores se prendieron. La deslumbrante luz tan de repente me ceg—. -Tal vez no volverŽ al Centro de Camarader’a despuŽs de todo. No es una buena idea,- dijo Luna desde la ventanilla de un Subaru Outback. TrepŽ en el asiento del pasajero, y nos apresuramos hacia la salida m‡s cercana para la carretera de cuatro carriles. AbrochŽ mi cintur—n de seguridad de manera autom‡tica. Pero tan r‡pidamente como nos hab’amos movido, los otros se hab’an movido aœn m‡s r‡pido. Varios veh’culos familiares estaban siendo colocados para bloquear las salidas del estacionamiento. -Me cag—,-dijo Luna. Nos detuvimos en el vac’o durante un minuto mientras ella pensaba. -Ellos no me soltar‡n nunca, aœn si te escondemos de alguna manera. No puedo Luna mordisqueo su labio aœn m‡s.-Oh, a la fregada con este trabajo, de todos modos, regresarte en la iglesia. Ellos pueden buscar en el estacionamiento demasiado f‡cil. ella dijo, y puso el Outback en marcha. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD125&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Condujo de manera conservadora al principio, tratando de no llamar la atenci—n lo m‡s posible. -Esta gente no sabr’a lo que es la religi—n aunque est‡ los mordiera en el culo,-dijo ella. Por la iglesia, Luna condujo sobre el bordillo que separaba el estacionamiento del cŽsped. Entonces entramos al cŽsped, que rodeaba al campo de recreo cercado, y me descubr’ sonriendo de oreja a oreja, aunque esto me doliera. -£<HH±hah! -GritŽ, cuando golpeamos en el cŽsped una cabeza de aspersor del sistema riego. Volamos a travŽs de la yarda delantera de la iglesia, y, por la repentina impresi—n, nadie nos persegu’a. Los reaccionarios se organizar’an en un minuto. Sin embargo, aquella gente que no apoyaba las medidas m‡s extremas de este Camaraderismo iban a conseguir un verdadero despertar esta noche. Bastante segura, Luna mir— en su retrovisor y dijo: -Ellos han desbloqueado las salidas, y alguien viene por nosotros. Nos metimos en el tr‡fico sobre la carretera que corr’a delante de la iglesia, otra carretera principal de cuatro carriles, y todo los claxon tocaron alrededor por nuestra entrada repentina en el flujo de tr‡fico. -Bendita mierda, -dijo Luna. Ella redujo la velocidad a un nivel razonable y sigui— mirando en su retrovisor. -Esta demasiado oscuro ahora, no puedo saber quŽ faros son de ellos. Me preguntŽ si Barry habr’a alertado a Bill. -¢&RQVHJXLVWHXQWHOpIRQRFHOXODU"-Le preguntŽ. -Est‡ en mi bolso, junto con mi permiso de conducir, que esta todav’a en mi oficina de la iglesia. As’ fue como supe que andabas suelta. EntrŽ en mi oficina, olfatee tœ olor. Sab’a que te hab’a sido hecho da–o. Entonces fui afuera y explorŽ alrededor, y cuando no pude encontrarte, regrese dentro. Somos malditamente afortunadas que yo ten’a mis llaves en mi bolsillo. Dios bendiga a los adaptoformas. Me sent’ desanimada sobre el telŽfono, por no poder ser ayudada. De repente me preguntŽ donde estar’a mi bolso. Probablemente atr‡s en las oficinas del Camaraderismo del Sol. Al menos yo hab’a sacado todas mis identificaciones de Žl. -¢'HEHUtDPRVSDUDUQRVHQXQWHOpIRQRS~EOLFRRODFRPLVDUtD" 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD126&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -¢6LOODPDVDODSROLFtDTXpYDQDKDFHUHOORV"-pregunt— Luna, con la voz alentadora de alguien guiando a un ni–o peque–o a la sabidur’a. -¢,UDODLJOHVLD" -¢<TXpSDVDUiHQWRQFHVFKLFD" -¢$KHOORVOHSUHJXQWDUiQD6WHYHSRUTXpPDQWHQtDSUHVRDXQKXPDQR" -$Ki¢<TXpGLUipO" -No sŽ. -eO GLUi ³1XQFD OD WXYLPRV SULVLRQHUD (OOD HQWUy HQ XQD HVSHFLH GH GLVFXVLyQ FRQ QXHVWURHPSOHDGR*DEH\pOWHUPLQyPXHUWR£'HWpQJDQOD´ -2K¢7~FUHHV" -Ah‡, lo creo. -¢<TXHKD\FRQ)DUUHOO" -Si la polic’a comienza a entrar, puedes creer que ellos se apresuraran para ir abajo del s—tano y estacarlo. Cuando la polic’a llegue all’, no m‡s Farrell. Ellos podr’an hacerle lo mismo a Godfrey, si Žl no los detuviera. Pero probablemente no se mover’a. Godfrey quiere morir. -¢%LHQ\+XJR" -¢7~SLHQVDVTXH+XJRYDDH[SOLFDUFyPRHVTXHpOIXHFHUUDGRHQXQVyWDQRDOOt"No sŽ lo que aquel imbŽcil dir’a, pero no dir‡ la verdad. Hasta ahora, ha conducido una doble vida durante meses, y Žl no puede decidir si su cabeza est‡ en juego o no. -(QWRQFHVQRSRGHPRVOODPDUDODSROLFtD¢$TXLpQSRGHPRVOODPDU" llevarte con tœ gente. Tœ no tienes que encontrarte con la m’a. Ellos no TXLHUHQVHUFRQRFLGRV¢ORHQWLHQGHV" -ConseguirŽ -Seguro. -7XPLVPDWLHQHVTXHVHUDOJRH[WUDxD"¢£HK"3DUDUHFRQRFHUQRV -S’. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD127&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -¢4XpHUHVW~"1RXQDYDPSLUDVHJXUR7DPSRFRXQDGHQRVRWURV -Soy un telŽpata. -£/RHUHV£1RMRGDV%LHQERRRRERRRR-dijo Luna, imitando el sonido tradicional de fantasmas. -No m‡s boo boo que tœ,-dije, sintiendo que podr’a ser disculpada por sonar un poco irritable. -Lo siento, -ella dijo, sin sentirlo. -Bien, aqu’HVWiHOSODQ« Pero no consegu’ o’r cual era el plan, porque en aquel momento fuimos golpeados al reverso. *** La siguiente cosa que yo supe, era que colgaba al revŽs de mi cintur—n de seguridad. Una mano intentaba alcanzarme para sacarme. Reconoc’ las u–as; era Sarah. La mord’. Con un chillido, la mano se retir—. esta obviamente fuera de s’,-o’ la voz dulce de Sarah que hablaba atropelladamente alguien m‡s, alguien no conectado con la iglesia, me di cuenta, y sab’a que ten’a que actuar. -Ella -No escuche lo que dice. Fue su auto el que nos golpe—, -llamŽ. -No la deje tocarme. Mire hac’a Luna, cuyo pelo ahora tocaba el techo. Ella estaba despierta, pero no hablaba. Ella se mov’a alrededor, y calculŽ que ella trataba de quitarse su cintur—n de seguridad. Hab’a mucha conversaci—n fuera de la ventana, la mayor parte de ella discutible. -Le digo, que soy su hermana, y ella esta solamente borracha, -Polly le dec’a a alguien. -No lo estoy. Exijo tener una prueba de sobriedad ahora mismo, -dije, con una voz tan solemne como pude, considerando que estaba atontada y colgando al revŽs, -Llame a la polic’a inmediatamente, por favor, y una ambulancia. Aunque Sarah comenz— a balbucear, una pesada voz masculina dijo: no suena como si ella las quisiera alrededor. Suena como si ella tuviera algunos buenos motivos para eso. -Se–ora, 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD128&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris La cara de un hombre apareci— en la ventana. ƒl se arrodill— y se dobl— de reojo para verme. -He llamado al nueve±uno±uno, -la voz pesada dijo. ƒl estaba despeinado y sin afeitar y yo pensŽ que Žl era bell’simo. -Por favor quŽdese aqu’ antes que ellos vengan, -ped’. -Lo harŽ, -Žl prometi—, y su cara desapareci—. Hab’a m‡s voces ahora. Sarah y Polly se hac’an las chillonas. Ellas hab’an golpeado nuestro auto. Varias personas lo hab’an atestiguado. El reclamo de ser hermanas o lo que sea, no funcion— bien con esta muchedumbre. TambiŽn, me percatŽ, que ten’an a dos hombres del Camaraderismo con ellas lo que eran menos que simp‡tico. -Entonces solamente nos iremos, -dijo Polly, hab’a furia en su voz. -No, usted no se va, -dijo mi maravilloso macho beligerante. -Usted tiene que cambiar el nœmero del seguro con ellas, de todos modos. -As’ es, -dijo una masculina voz mucho m‡s joven. -Usted no quiere pagar para evitar que su auto quede fichado. ¢<VLHOODVVHDQKDQKHFKRGDxR"¢1RWLHQHXVWHGTXHSDJDU el hospital? Luna hab’a logrado desabrocharse, y ella se giro cuando cay— al techo que era ahora el suelo del auto. Con una flexibilidad que s—lo pude envidiar, ella movi— su cabeza de la ventana abierta, y luego comenz— a mover sus pies contra cualquier cu–a que ella pudo encontrar. Gradualmente, ella comenz— a moverse para salir por la ventana. Una de las cu–as result— ser mi hombro, pero ni parpadeŽ. Uno de nosotras ten’a que estar libre. Hubo exclamaciones afuera cuando Luna hizo su aparici—n, y luego la o’ decir: -%LHQ¢TXLpQGHXVWHGHVFRQGXFtD" Varias voces intervinieron, algunas diciendo esto, otras diciendo aquello, pero todos ellas reconoc’an a Sarah, Polly y sus secuaces como los perpetradores y a Luna como una v’ctima. Hab’a tantas personas alrededor que cuando llego otro auto de hombres del Camaraderismo, no hubo ningœn modo de que pudieran arrastrarnos solamente. Dios Bendiga al espectador Americano, pensŽ. Estaba de humor sentimental. El paramŽdico que termin— de desincrustarme del auto era el tipo mas mono que yo hab’a visto jam‡s. Su nombre era Salazar, segœn su alfiler de barra, y dije: -Salazar,-solamente para estar segura que pod’a pronunciarlo. Tuve que deletrearlo con cuidado. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD129&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris ese soy yo, -dijo Žl levantando mi p‡rpado para ver mi ojo. -Usted esta bien golpeada, se–ora. -Ah‡, ComencŽ a decirle que hab’a tenido algunas de estas heridas antes del accidente de auto, pero entonces o’ a Luna decir: -Mi calendario se vol— el tablero de instrumentos y la golpe— en la cara. -Es mucho mas seguro si usted mantiene el tablero despejado, se–ora,-le dijo una nueva voz con un sonido vibrantemente seco. -Entiendo, Oficial. ¢2ILFLDO"7UDWpGHJLUDUPLFDEH]D\IXL reprendida por Salazar. se mantiene tranquila todav’a hasta que yo termine de revisarle,-dijo Žl severamente. -Usted -Bien. -DespuŽs de un segundo dije, -¢/DSROLFtDHVWiDTXt" -6tVHxRUD$KRUD¢TXpOHGXHOH" Pasamos por una lista entera de preguntas, la mayor parte de las cuales fui capaz de contestar. -Pienso que va a estar bien, se–ora, pero tenemos que llevarle a usted y su amiga al hospital solamente para comprobar. -Salazar y su compa–ero, una pesada mujer de Angloamericana, eran concretos sobre esta necesidad. -Oh,-dije con inquietud, -QRWHQHPRVTXHLUDOKRVSLWDO¢QRHVFLHUWR/XQD" -Seguramente -dijo, tan sorprendida como ella pod’a estarlo.-Tenemos que conseguirte rayos X, coraz—n. Quiero decir, aquella mejilla tuya se mira muy mal. -Ah. ±Estaba poco aturdida por esta vuelta de acontecimientos. -Bien, si tu lo crees. -Oh, s’. Entonces Luna anduvo a la ambulancia, y fui cargada sobre una camilla, y con la estridente sirena, comenzamos. Mi œltima vista antes de que Salazar cerrara las puertas era de Polly y Sarah hablando con un polic’a muy alto. Ambas se ve’an muy disturbadas. Que bueno. El hospital se parec’a a todos los hospitales. Luna se pego a m’ como blanco al arroz, y cuando est‡bamos en el mismo cub’culo y una enfermera entr— a tomar todav’a m‡s detalles. Luna dijo: 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD130&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Diga al doctor Josephus que Luna Garza y su hermana est‡n aqu’. La enfermera, una j—ven mujer Afroamericana, dirigi— a Luna una mirada dudosa, pero dijo: -Bien, -y se march— inmediatamente. -¢&RPRKLciste eso? -PreguntŽ. -¢&RQVHJXLU TXH XQD HQIHUPHUD SDUH GH UHOOHQDU LQIRUPHV" 3HGt HVWH KRVSLWDO D proposito. Tenemos a alguien en cada hospital de la ciudad, pero conozco mejor a nuestro hombre aqu’. -¢1XHVWUR" -Nosotros. Los Doble±Naturaleza. -Ah. ±Los adaptoformas. Me costaba esperar para decirle a Sam sobre esto. -Soy el doctor Josephus, -dijo una voz tranquila. LevantŽ mi cabeza para ver que un hombre de cabellos plateados hab’a entrado en nuestra ‡rea encortinada. Su pelo escaseaba y Žl ten’a una nariz afiliada sobre la cual hab’a un par de gafas de alambre bordeadas colocadas hacia arriba. ƒl ten’a ojos azules, ampliados por sus gafas. -Soy Luna Garza, y esta es mi amiga, ah, Marigold. -Luna dijo este como si ella era una persona diferente. De hecho, echŽ un vistazo para ver si era la misma Luna. -Nos encontramos con la desgracia esta noche en la l’nea del deber. El doctor me vio con un poco de desconfianza. -Ella es de confianza,-dijo Luna con gran solemnidad. No quise arruinar el momento riŽndome tontamente, pero tuve que morderme el interior de mi boca. -Usted necesita rayos X,-dijo el doctor despuŽs de ver mi cara y examinar mi rodilla grotescamente aumentada. Yo ten’a varias abrasiones y contusiones, pero aquellas eran mi œnicas heridas realmente significativas. -Entonces los necesitamos r‡pidamente, y luego necesitamos salir de aqu’ de un modo seguro, -dijo Luna con una voz que no soportar’a ninguna negativa. Ningœn hospital se hab’a movido alguna vez tan r‡pido. Yo s—lo supuse el que doctor Josephus estaba en la junta directiva. O tal vez Žl era el Jefe del Equipo. El Aparato de 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD131&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris radiograf’a port‡til fue girado, los rayos X fueron tomados, y en unos minutos el doctor Josephus me dijo que yo ten’a una fractura peque–a en el p—mulo que se repondr’a sola. O yo podr’a ver a un cirujano estŽtico cuando la hinchaz—n hubiera bajado. ƒl me dio una receta para p’ldoras de dolor, muchos consejos, y una compresa de hielo para mi FDUD\RWUDSDUDPLURGLOODTXHpOOODPy³GHVJDUUDGD´ Diez minutos despuŽs est‡bamos rumbo a la salida del hospital. Luna me empujaba en una silla de ruedas, y el doctor Josephus nos conduc’a por una especie de tœnel de servicio. Pasamos a un par de empleados por el camino. Ellos parec’an ser la gente pobre, la clase quiŽnes toman los empleos mal±pagados como portero de hospital y cocinero. Yo no pod’a creer que el doctor Josephus tan s—lidamente seguro de s’ mismo hubiera bajado alguna vez este tœnel antes, pero Žl parec’a saber el camino, y el personal no actu— asustado cuando lo vieron. Al final del tœnel, Žl empuj— para abrir una pesada puerta met‡lica. Luna Garza asinti— regiamente hacia Žl, y dijo: -Muchas gracias, -y me hizo rodar hacia fuera en la noche. Hab’a un viejo auto grande aparcado ah’. Era rojo oscuro o marr—n oscuro. Cuando mirŽ alrededor un poco m‡s, realicŽ que est‡bamos en un callej—n. Hab’a recipientes de basura grandes recargados contra la pared, y vi que un gato se echaba encima de algo± no quise saber que±entre dos de los recipientes. DespuŽs de que la puerta ondeo y cerr— de manera automatica detr‡s de nosotros, el callej—n se qued— tranquilo. ComencŽ a sentir miedo otra vez. Estuve incre’blemente cansada de estar asustada. Luna se acerc— al auto, abri— la puerta trasera, y dijo algo a quienquiera que estaba dentro. Cualesquiera que fue la respuesta que obtuvo, la hizo enojarse. Ella protest— en otra lengua. Hubo un argumento adicional. Luna regreso bruscamente donde estaba yo. -Tienes que ser vendada,-dijo ella, obviamente segura que lo tomar’a como una grave ofensa. -Ningœn problema,-dije, con un gesto de la mano para indicar que lo insignificante que era esto. -¢1RWHLPSRUWD" -No. Lo entiendo, Luna. Cada uno gusta de su privacidad. -Bien, entonces. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD132&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Ella se apresur— atr‡s del auto y volvi— con una bufanda de seda en sus manos, color verde y azul pavo real. Ella la dobl— como si fuŽramos a jugar al ponle±la±cola, y lo at— bien por detr‡s de mi cabeza. -Escœchame, -dijo ella en mi o’do, -estos dos son rudos. Esta atenta. Bueno. Y yo que quer’a estar m‡s asustada. Ella me condujo al auto y me ayud— a entrar. Adivino que ella hizo girar el respaldo del asiento y mantuvo la puerta para esperar que entrara; de todos modos, despuŽs de un minuto ella entr— al otro lado del auto. Hab’a dos presencias en el asiento delantero. Los sent’ mentalmente, muy delicadamente, y descubr’ que ambos eran adaptoformas; al menos, ellos ten’an la sensaci—n de adaptoformas en sus sesos, el mismo enredo de masculleos semiopacos que consegu’ de Sam y Luna. Mi jefe, Sam, por lo general se cambia en un collie. Me preguntŽ lo que Luna preferir’a. Hab’a una diferencia sobre estos dos, una clase que palpita por el peso. El contorno de sus cabezas parec’a de manera sutilmente diferente, no exactamente humana. Hubo s—lo silencio durante unos minutos, mientras el auto botaba por el callej—n y se introdujo a travŽs de la noche. -Hotel Silent Shore¢FLHUWR"-dijo el conductor. Ella son— del tipo gru–—n. Entonces me di cuenta que casi era luna llena. Ah, demonios. Ellos ten’an que cambiar en la luna llena. Quiz‡s por eso Luna hab’a chutado tan de buena gana el Camaraderismo esta noche, una vez que oscureci—. Ella se hab’a mareado con la aparici—n de la luna. -S’, por favor, -dije cortŽsmente. -Comida que habla, -dijo el pasajero. Su voz era aœn m‡s cercana a un gru–ido. Seguramente no me gust— eso, pero no tuve ni idea como responder. Hab’a tanto que deb’a aprender acerca de los adaptoformas como sobre los vampiros, por lo visto. -Usted dos no pueden,-dijo Luna. -Esta es mi invitada. -Luna se cuelga con comida de cachorro, -dijo el pasajero. Este tipo comenzaba a desagradarme seriamente. m’, huele m‡s bien como hamburguesa, -dijo el conductor. -¢(OOD WLHQH XQ raspado o dos, no es cierto, Luna? -Para -Ambos le dan una gran impresi—n de que civilizado somos, -espet— Luna. -Muestren un poco de control. Ella ha tenido ya una noche mala. Tiene un hueso roto, tambiŽn. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD133&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Y la noche no iba ni a la mitad todav’a. CambiŽ la compresa de hielo que sosten’a contra mi cara. Uno puede ponerse tanto fr’o solamente sobre la cavidad nasal -¢3RUTXH -RVHSKXV WXYR TXH HQYLDUQRV FRQ KRPEUHV±lobo maniacos? -Luna refunfu–— en mi o’do. Pero yo sab’a que ellos hab’an o’do; Sam o’a todo, y Žl no era de ningœn modo tan poderoso como un verdadero hombre±lobo. O al menos, esa era mi evaluaci—n. Para decir la verdad, hasta este momento, yo no hab’a estado segura que los hombres±lobo realmente exist’an. -Adivino, -dije discretamente y audiblemente, defendernos mejor si somos atacadas otra vez. -que Žl pens— que ellos podr’an Yo pod’a sentir a las criaturas del asiento delantero girar sus o’dos. Tal vez literalmente. -Lo estuvimos haciendo bien,-dijo Luna indignadamente. Ella se movi— nerviosamente y se agit— sobre el asiento al lado m’o como si ella hubiera bebido diecisŽis tazas de cafŽ. -Luna, fuimos chocadas y tu auto fue recogido. Estuvimos en el cuarto de emergencias. ©ELHQª¢HQTXpVHQWLGR" Entonces tuve que contestar mi propia pregunta. -£(KORVLHQWR/XQD7~PHVacaste de all’ cuando ellos me habr’an matado. No es tœ culpa que ellos nos hayan chocado. -¢8VWHGHV GRV WXYLHURQ XQ SHTXHxR MDOHR HVWD QRFKH" -pregunt— al pasajero, m‡s cortŽsmente. ƒl se sent’a impulsado para una lucha. Yo no sab’a si todos los hombres± lobo fueran tan batalladores como este tipo, o si esta fuera solamente su naturaleza. -S’, con el jodido Camaraderismo de mierda, -dijo Luna, con m‡s que un rastro de orgullo en su voz. -Ellos le pegaron a este pollito en una celda. En un calabozo. -¢1R jodas? -pregunt— al conductor. Ella ten’a mismo hyper pulsante en ella±bueno, pues solamente pude llamarle su aura, a falta de una mejor palabra. -No jodo, -dije firmemente. -Trabajo para un adaptoformas, en casa, -a–ad’, para hacer conversaci—n. -¢%URPHDV"¢&XiOHVHOQHJRFLR" -Un bar. ƒl posee un bar. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD134&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -¢$VtTXpHVWiVPX\OHMRVGHFDVD" -Demasiado lejos, -dije. -(VWDSHTXHxDPXUFLpODJRVDOYyWXYLGDHVWDQRFKH¢HQVHULR" -S’. -Fui absolutamente sincera sobre esto. -Luna salv— mi vida. ¢3RGU’an ellos significar esto literalmente? Luna cambiaba en un... ay, diosito. manera de hacerlo, Luna. -Hab’a una fracci—n m‡s de respeto en la voz m‡s gru–oncita y profunda. -Que Luna encontr— la alabanza agradable, como deber’a ser, y ella acarici— mi mano. En un silencio m‡s agradable, condujimos tal vez cinco minutos m‡s, y luego el conductor dijo: -El Silent Shore, llegando. Sent’ salir un largo suspiro de alivio. -Hay un vampiro afuera, esperando. Casi me arranquŽ la venda de los ojos, antes de darme cuenta que ser’a una cosa realmente patosa de hacer. -¢&RPRVHYHpO" -0X\DOWRUXELR0HOHQXGR¢$PLJRRHQHPLJR" Tuve que pensar en esto. -Amigo, -dije, tratando de no sonar dudosa. -Yum, yum, -dijo el conductor. -¢eOWLHQHFLWDV" -No Vp¢4XLHUHVTXHOHSUHJXQWp" Luna y el pasajero ambos hicieron sonidos de n‡useas. -£1RSXHGHVDOLUFRQXQWLHVR-Luna protest—. -£9HQJD'HE«HKFKLFD -Ah, esta bien, -dijo el conductor. -Algunos de ellos no son tan malos. Estoy llegando a la banqueta, huesito de leche. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD135&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Esa eres tœ, -dijo Luna en mi o’do. Nos detuvimos, y Luna se inclin— para abrir mi puerta. Cuando sal’, guiada y empujada por sus manos, o’ una exclamaci—n de la acera. R‡pido como un parpadeo Luna cerr— de golpe la puerta detr‡s de m’. El auto lleno de adaptoformas arranc— con un chirrido de neum‡ticos. Un aullido surgi— detr‡s de ellos en el aire grueso de la noche. -¢6RRNLH"-dijo una voz familiar. -¢(ULF" Yo estaba vacilando con la venda de los ojos, pero Eric solamente la agarr— detr‡s y jal—. Hab’a adquirido una hermosa, aunque algo manchada, bufanda. El frente del hotel, con sus puertas pesadas en blanco, brillaba intensamente en la noche oscura, y Eric lucia notablemente p‡lido. ƒl llevaba puesto un traje a rayas azul marino absolutamente convencional, de todas las cosas. Yo estaba realmente contenta de verlo. ƒl agarr— mi brazo para impedirme tambalearme y me contempl— con una cara ilegible. Los vampiros eran buenos en esto. -¢4XpWHKDSDVDGR"-Žl dijo. -Me puse... bien, es dif’cil de explicar en un segundo. ¢'yQGHHVWi%LOO" -Primero Žl fue al Camaraderismo del Sol a sacarte. Pero o’mos a lo largo del camino, de uno de nosotros que es un polic’a, que tœ hab’as estado implicada en un accidente e ido a un hospital. Entonces Žl fue al hospital. En el hospital, Žl averigu— que tœ te hab’as marchado fuera de los canales apropiados. Nadie le dir’a nada, y Žl no pudo amenazarlos correctamente. -Eric pareci— sumamente frustrado. El hecho que tuviera que vivir dentro de leyes humanas era una irritante constante para Eric, aunque Žl disfrutara enormemente de las ventajas. -Y luego no hab’a ningœn rastro tuyo. El portero hab’a o’do s—lo una vez de ti, mentalmente. -3REUH%DUU\¢(VWDELHQ" -El esta mas rico con varios cientos de d—lares, y bastante feliz por ello, -Eric dijo con voz seca. -Ahora solamente necesitamos a Bill. QuŽ mont—n de problemas eres, Sookie. -ƒl sac— un telŽfono celular de su bolsillo y presiono un nœmero. DespuŽs de lo que pareci— mucho tiempo, le contestaron. -Bill, ella est‡ aqu’. Algunos adaptoformas la trajeron. -ƒl me revis—. -Maltratada, pero andando. -ƒl escuch— algo m‡s. -¢6RRNLHWLHQHVW~OODYH" -Žl pregunt—. Manosee en el bolsillo de mi falda donde hab’a metido el rect‡ngulo pl‡stico aproximadamente hac’a un mill—n de a–os. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD136&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris dije, y simplemente no pod’a creer que algo hubiera ido bien. -£$K HVSHUD ¢&RQVLJXLHURQD)DUUHOO" -S’, -le Eric alz— su mano para indicar que Žl me atender’a en un minuto. -Bill, la llevarŽ arriba y comenzarŽ la medicaci—n. ±Eric resopl— r’gido. -Bill-, Žl dijo y hab’a un mundo de amenaza en su voz. -%LHQHQWRQFHV£$GLyV -ƒl se volvi— hac’a mi como si no hubiera existido ninguna interrupci—n. -S’, Farrell esta a salvo. Ellos asaltaron el Camaraderismo. -Se hL]R¢PXFKDVSHUVRQDVVHKLFLHURQGDxR" -La mayor parte de ellos estaban demasiado asustados para acercarse. Ellos se dispersaron y se fueron a casa. Farrell estaba en una celda subterr‡nea con Hugo. -$KVt+XJR¢4XpSDVyFRQ+XJR" Mi voz debe haber sido muy curiosa, porque Eric me vio de reojo mientras avanz‡bamos hacia el elevador. ƒl emparejaba mi paso, y yo cojeaba muy mal. -¢3XHGROOHYDUWH"-Žl pregunt—. -Ah, no creo que no. Ya casi llego. -Yo habr’a tomado la oferta de Bill al instante. Barry, en el mostrador de los botones, me envi— una onda chiquita. ƒl habr’a corrido hac’a m’ si yo no hubiera estado con Eric. Le di lo que esperŽ fue una mirada significativa, para decirle que me dirigir’a a Žl m‡s tarde, y luego la puerta de elevador hizo til’n y se abri— para que nos metiŽramos. Eric presiono el bot—n y se apoy— contra la pared de espejos que me reflejaba. Cuando lo vi, consegu’ una mirada de mi propia imagen. -Oh, no, -dije, absolutamente horrorizada. -Oh, no. Mi pelo hab’a sido aplanado por la peluca, y luego peinado con mis dedos, por lo que era un desastre. Mis manos se le acercaron, inœtil y dolorosamente, y mi boca tembl— para suprimir las lagrimas. Y mi pelo era la menor parte de esto. Ten’a contusiones visibles en los l’mites de suave a severo sobre la mayor parte de mi cuerpo, y era solamente la parte que uno podr’a ver. Mi cara estaba hinchada y descolorada sobre un lado. Hab’a un corte en medio del moret—n sobre mi p—mulo. A mi blusa le faltaban la mitad de los botones, y mi falda estaba rasgada y asquerosa. Mi brazo derecho estaba lleno de plastas sangrientas. ComencŽ a llorar. Me ve’a tan horrible; esto solamente quebr— lo que quedaba de mi esp’ritu. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD137&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Para su crŽdito, Eric no se ri—, aunque Žl pudo haberlo deseado. -Sookie, un ba–o con ropa limpia y te sentir‡s como nueva, -Žl dijo como si se dirigiera a una ni–a. A decir verdad, no me sent’a mucho m‡s vieja en ese momento. -La mujer±lobo pens— que eras mono, -dije, y sollocŽ algo m‡s. Salimos del elevador. -¢/DPXMHU±lobo? Sookie, vaya que has tenido aventuras esta noche. -Me atrajo como una brazada de ropa y me sostuvo contra Žl. Consegu’ que su adorable chaqueta quedara moquiŽnta, mojada y pegajosa, y su pr’stina camisa blanca ya no estaba inmaculada. -£2KORVLHQWo tanto! -Me contuve y contemple su conjunto. Lo frotŽ con la bufanda. llores otra vez, -dijo Žl apresuradamente. -Solamente no comiences a llorar otra vez, y no me importar‡ tomar esto a los encargados de limpieza. No me importar‡ hasta conseguir un entero traje nuevo. -No PensŽ que era bastante divertido que Eric, el vampiro maestro del temor, tuviera miedo de las mujeres moquiŽntas y llorosas. Me re’ disimuladamente a travŽs de los sollozos residuales. -¢$OJRJUDFLRVR"-Žl pregunt—. Sacud’ mi cabeza. DeslicŽ mi llave en la puerta y entramos. -Te ayudarŽ en la tina si quieres, Sookie, -ofreci— Eric. -Oh, creo que no. -Un ba–o era lo que mas quer’a en el mundo, esto y jam‡s volver a ponerme esta ropa otra vez, pero seguramente no me ba–ar’a con Eric alrededor. -Apostar’a que eres un fest’n, desnuda, -dijo Eric, justo para presionar mi esp’ritu. -Ya lo sabes. Soy tan sabrosa como un Žclair grande, -dije, y con cuidado me coloquŽ en una silla. -Aunque en este momento me siento m‡s bien un boudain. - El Boudain es la salchicha Cajœn, hecha de toda clase de cosas, ninguna de ellas elegantes. Eric empuj— una silla y levant— mi pierna para mantener en alto mi rodilla. Restablec’ la compresa de hielo sobre ella y cerrŽ mis ojos. Eric llam— a la recepci—n por algunas SLQ]DV XQ WD]yQ \ DOJ~Q XQJHQWR DQWLVpSWLFR PiV XQD VLOOD URGDQWH /RV DUWtFXORV llegaron dentro de diez minutos. El personal era realmente bueno. Hab’a un peque–o escritorio en una pared. Eric lo movi— al lado derecho de mi silla, levant— mi brazo, y lo puso por encima del escritorio. ƒl encendi— la l‡mpara. DespuŽs de limpiar mi brazo con una manopla mojada, Eric comenz— a quitar las plastas. Eran pedazos diminutos del cristal de la ventana del Outback de Luna. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD138&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas -Si Charlaine Harris tœ fueras una chica ordinaria, pondr’a mi encanto sobre ti y no sentir’as esto, - coment— Žl. -Se valiente. -Esto doli— un mont—n, y las lagrimas se deslizaron por mi cara todo el tiempo que Žl trabaj—. Me esforcŽ mucho guardando silencio. Por fin, o’ otra llave en la puerta, y abr’ mis ojos. Bill ech— un vistazo a mi cara, se estremeci—, y luego examin— lo que Eric hac’a. ƒl asinti— aprobadoramente a Eric. -¢&yPR SDVy HVWR" -Žl pregunt—, procurando tocar con cuidado mi cara. ƒl empuj— la silla restante m‡s cerca y se sent— en ella. Eric sigui— con su trabajo. ComencŽ a explicar. Estaba tan cansada que mi voz vacil— de vez en cuando. Cuando llegue a la parte sobre Gabe, ya no ten’a suficiente ingenio para atenuar el episodio, y pude ver que Bill mantuvo su temperamento con control de hierro. ƒl abri— suavemente mi blusa para mirar detenidamente el sostŽn rasgado y las contusiones sobre mi pecho, aœn con Eric all’. (ƒl mir—, desde luego.) -¢4XpSDVyFRQHVWH*DEH"-Bill pregunt—, muy tranquilo. -Bueno, Žl est‡ muerto, -dije. -Godfrey lo mat—. -¢9LVWHD*RGIUH\" Eric se inclin— hac’a adelante. ƒl no hab’a dicho una sola cosa hasta este punto. ƒl hab’a WHUPLQDGR GH DWHQGHU PL EUD]R 0H KDEtD SXHVWR HO XQJHQWR GH DQWLELyWLFR SRU WRGDV partes como s’ protegiera a un bebŽ de la erupci—n de pa–al. -Ten’as raz—n, Bill. ƒl fue Žl que secuestr— a Farrell, aunque no consegu’ ningœn detalle. Y Godfrey detuvo a Gabe de violarme. Aunque podr’a decir, que yo lo habr’a logrado despuŽs de unas buenas trompadas por mi misma. -No alardees, -dijo Bill con una peque–a sonrisa. ±As’ quŽ, el hombre est‡ muerto. Pero no parec’a satisfecho. -Godfrey fue muy bueno parando a Gabe y ayud‡ndome a escapar. Especialmente por que Žl solamente quiere pensar en su reuni—n del alba. ¢'yQGHHVWipO" -ƒl corri— entre la noche durante nuestro ataque contra el Camaraderismo, -explic— Bill. -Ninguno de nosotros pudo agarrarlo. -¢4XpSDVyFRQHQ&DPDUDGHULVPR" -Te lo dirŽ, Sookie. Pero digamos buenas noches a Eric, y te lo dirŽ mientras te ba–o. -Bien, -estuve de acuerdo. ±Buenas noches, Eric. Gracias por los primeros auxilios. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD139&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris que estos son los puntos principales, -dijo Bill a Eric. -Si hay m‡s, irŽ a tu cuarto m‡s tarde. -Pienso -Bueno. -Eric vio hac’a m’, sus ojos entrecerrados. ƒl hab’a tenido una lamida o dos de mi brazo sangriento mientras Žl lo medicaba y el sabor parec’a haberlo intoxicado. ±Que descanses bien, Sookie. -Ah, -dije, mis ojos se abrieron de repente.-Saben, estamos en deuda con los adaptoformas.-Ambos vampiros me contemplaron.-Bien, tal vez ustedes no chicos, pero seguro que yo s’. -Ah, ellos pondr‡n una reclamaci—n, -predijo Eric. ±Los adaptoformas nunca realizan ningœn servicio gratis. Buenas noches, Sookie. Me alegro que no fueras violada y asesinada. -ƒl me dirigi— su centelleante sonrisa intermitente, y se mir— m‡s como Žl. -Caramba, te lo agradezco mucho, -dije, mis ojos cerr‡ndose nuevamente. -Buenas. Cuando la puerta se cerro detr‡s de Eric, Bill me carg— de la silla y me llev— en el cuarto de ba–o. Era tan grande como la mayor parte de los cuartos de ba–o de hotel, pero la tina era adecuada. Bill la puso llena de agua caliente y con mucho cuidado me quit— la ropa. -S—lo t’ralas, Bill, -dije. -Quiz‡s luego lo haga. -ƒl miraba las contusiones otra vez, sus labios presionados en una l’nea recta. -Algunos de estos son de la ca’da por la escalera, y otros son del accidente de auto, expliquŽ. -Si Gabe no estuviera muerto, lo encontrar’a y lo matar’a,-dijo Bill, mayormente para si mismo. -Yo me tomar’a mi tiempo. -ƒl me levant— tan f‡cilmente como si yo fuera un bebŽ y me puso en la tina, comencŽ a lavarme con una toallita y una pastilla de jab—n. -Mi pelo esta horroroso. -S’, lo esta, pero cuidaremos de tœ pelo por la ma–ana. Tœ necesitas dormir. Comenzando con mi cara, Bill suavemente me restreg— por todos lados. El agua se coloreo con suciedad y sangre vieja. ƒl checo mi brazo a fondo, para asegurarse que Eric hab’a quitado todo el cristal. Entonces vaci— la tina y la rellen— otra vez, mientras yo temblaba. Esta vez, quede limpia. DespuŽs de que gimotee sobre mi pelo una segunda vez, Žl renunci—. Mojo mi cabeza y me lavo con champœ el pelo, aclar‡ndolo laboriosamente. No hay nada m‡s maravilloso que la sensaci—n de una cabeza limpia 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD140&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris despuŽs de que una la ha tenido asquerosa, tener esperando una c—moda cama con sabanas limpias, y poder dormir en ella sintiŽndose segura. -Dime lo que pas— en el Camaraderismo, -dije cuando Žl me llev— a la cama. ±Hazme compa–’a. Bill me insert— bajo la sabana y gateo al otro lado. ƒl desliz— su brazo bajo mi cabeza y se arrimo mas cerca. Con cuidado puse mi frente en su pecho y la frotŽ. llegamos all’, pareci— un hormiguero interrumpido,-dijo Žl. -El estacionamiento estaba lleno de autos y gente, y llegaron m‡s para quedarse toda la QRFKHHQXQD¢HQ±casillada? -Cuando -En±cerradura,-murmurŽ, contra Žl. girando con cuidado mi lado derecho para acurrucarme -Hubo cierta cantidad de confusi—n cuando llegamos. Casi todos ellos se amontonaron en sus autos y se fueron tan r‡pido como el tr‡fico se los permiti—. Su l’der, Newlin, intento negarnos la entrada al vest’bulo del Camaraderismo±¢VHJXURTXHIXHXQDLJOHVLD en un tiempo? ±y nos dijo que arder’amos en llamas si entr‡bamos, porque Žramos los malditos. -Bill resopl—.-Stan lo levanto y lo puso aparte. Y en la iglesia fuimos, Newlin y su mujer se arrastraron directamente detr‡s de nosotros. Ninguno de nosotros empez— a arder en llamas, lo que pareci— sacudir a la gente duramente. -Apuesto a que s’, -mascullŽ en su pecho. nos dijo que cuando Žl se comunic— contigo, ten’a la sensaci—n que estabas ©DEDMRª±GHQWURGHODWLHUUDeOSHQVyTXHUHFRJLyODSDODEUD³HVFDOHUD´GHWL+DEtDVHLV de nosotros±Stan, Joseph Velasquez, Isabel, y otros±y nos tom— quiz‡s seis minutos para eliminar todas las posibilidades y encontrar la escalera. -Barry -¢4XpKLFLVWHFRQODSXHUWD"-Hab’a tenido cerraduras fuertes, recordŽ. -La rasgamos de sus goznes. -Ah. -Bueno, esto proporcionar’a un acceso r‡pido, seguramente. -PensŽ que tœ estabas todav’a all’ abajo, desde luego. Cuando encontrŽ el cuarto con el muerto, que ten’a sus pantalones abiertos... -ƒl hizo una pausa un momento largo. -Yo estaba seguro que tœ hab’as estado all’. Pod’a olerte en el aire todav’a. Hab’a una mancha de sangre sobre Žl, tœ sangre, y encontrŽ otros rastros de ella alrededor. Estuve muy preocupado. Lo acariciŽ. Me sent’a demasiado cansada y dŽbil para acariciar muy enŽrgicamente, pero esto era el œnico consuelo que pod’a ofrecer en este momento. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD141&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Sookie, -Žl dijo muy cuidadosamente, -¢QRKD\DOJRPiVTXHTXLHUDVGHFLUPH" Yo estaba demasiado so–olienta para descifrar esto. -No, -dije y bostecŽ. -Pienso que m‡s o menos describ’ mis aventuras de hoy. -PensŽ que tal vez como Eric estaba en el cuarto antes, tœ no querr’a decirlR«¢WRGR" Finalmente me cay— el veinte. BesŽ su pecho, sobre su coraz—n. -Godfrey realmente lleg— a tiempo. Hubo un silencio largo. AlcŽ la vista para verle la cara a Bill, Žl estaba tan r’gido que parec’a una estatua. Sus pesta–as oscuras se destacaban contra su palidez con una claridad asombrosa. Sus ojos oscuros parec’an vac’os. -Dime el resto,-dije. -Entonces fuimos m‡s dentro en el refugio anti±bombas y encontramos el cuarto m‡s grande, junto con un ‡rea llena de alimento±provisiones y armas±donde era obvio que otro vampiro hab’a estado qued‡ndose. Yo no hab’a visto esa parte del refugio de bomba, y seguramente no ten’a ningœn intenci—n de visitarlo de nuevo para ver lo que me hab’a faltado de ver. -En la segunda celda encontramos a Farrell y Hugo. -¢+XJRHVWDEDYLYR" bes— mi frente. -Por suerte para Hugo, a Farrell le gusta el sexo con hombres m‡s j—venes. -Apenas. -Bill vez por eso Godfrey eligi— Farrell para secuestrar, cuando Žl decidi— hacer un ejemplo de otro pecador. -Tal Bill asinti—. -Es lo que Farrell dijo. Pero Žl hab’a estado sin sexo y sangre durante mucho tiempo, y Žl ten’a hambre en cada sentido. Sin las esposas de plata, Hugo habr’a... tenido un mal rato. Incluso con la plata sobre sus mu–ecas y tobillos, Farrell fue capaz de alimentarse de Hugo. -¢6DEtDs que Hugo era el traidor? -Farrell oy— tœ conversaci—n con Žl. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD142&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -&RPR«DKFLHUWRDXGLFLyQYDPSLUREstœpida de m’. -A Farrell le gustar’a saber tambiŽn lo que tœ le hiciste a Gabe para hacerlo gritar. -Aplaud’ sobre sus o’dos. -Ahueque una mano para mostrarle. -Farrell estaba encantado. Este Gabe era uno de aquellos hombres que disfrutaba del poder sobre otros. ƒl expuso a Farrell a muchas indignidades. -Farrell fue afortunado de que Žl no era una mujer, -dije. -¢'yQGHHVWi+XJRDKRUD" -ƒl est‡ en algœn sitio seguro. -¢6HJXURSDUDTXLpQ" para los vampiros. Lejos de los medios. Ellos disfrutar’an de la historia de Hugo demasiado. -Seguro -¢4XpYDQKDFHUHOORVFRQpO" -Eso lo decidir‡ Stan. -¢5HFXHUGas el trato que ten’amos con Stan? Si los humanos son encontrados culpables por pruebas m’as, ellos no ser‡n matados. Bill obviamente no quiso debatirme sobre esto ahora. Su cara se cerr—. -Sookie, tienes que ir a dormir ahora. Hablaremos de ello cuando estŽs levantada. -Pero para entonces Žl puede estar muerto. -¢3RUTXpGHEHUtDSUHRFXSDUWH" -£3RU TXp HVH HUD HO WUDWR 6p TXH +XJR HV XQD PLHUGD \ OR RGLR WDPELpQ SHUR OR compadezco; y no pienso que pueda ser implicada en su muerte y vivir con una conciencia clara. -Sookie, Žl estar‡ todav’a vivo cuando tœ te levantes. Hablaremos de ello entonces. Sent’ el sue–o que me tiraba abajo parecido la resaca del oleaje. Era dif’cil creerlo era s—lo las dos por la ma–ana. -Gracias por venir a buscarme. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD143&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Bill dijo, despuŽs de una pausa: tœ no estabas en el Camaraderismo, solamente los rastros de tœ sangre y un violador muerto. Cuando encontrŽ que no estabas en el hospital, del cual tœ hab’as sido sacada de all’ de alguna manera... -Primero -¢0PPPK" muy, muy asustado. Nadie ten’a la menor idea donde estabas. De hecho, mientras estaba all’ dirigiendo a la enfermera que te admiti—, tu nombre se borr— de la pantalla de la computadora. -Estaba Estaba impresionada. Estos adaptoformas estaban organizados a un nivel asombroso. -Tal vez deber’a enviar algunas flores a Luna, -dije, apenas capaz de conseguir decir las palabras con mi boca. Bill me bes—, un beso muy satisfactorio, y fue la œltima cosa que recordŽ. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD144&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris &DSÇWXOR7 Voltee trabajosamente y atisbe el reloj iluminado sobre la mesita de noche. No hab’a llegado aœn el alba, pero el alba vendr’a pronto. Bill ya estaba en su ataœd: la tapa estaba FHUUDGD¢3RUTXpHVWDEDGHVSLHUWD"/RPHGLWp Hab’a algo que ten’a quŽ hacer. Una parte de m’ estaba asombrada de mi propia estupidez cuando me puse unos pantaloncillos con una camiseta y deslicŽ mis pies en unas sandalias. Me ve’a aœn peor en el espejo, en el cual me di s—lo un vistazo lateral. Me detuve de espaldas para cepillar mi pelo. Para mi asombro y placer, mi bolso estaba apoyado sobre la mesa en la sala. Alguien lo hab’a recuperado de la oficina central del Camaraderismo la noche anterior. Met’ mi llave pl‡stica en el e inicie mi doloroso camino a travŽs de los pasillos silenciosos. Barry no estaba de turno, y su reemplazo estaba demasiado bien entrenado para preguntarme que demonios hac’a yo alrededor de Žl pareciŽndome a algo que un tren hab’a arrastrado por los cabellos. ƒl me consigui— un taxi y le dije conductor donde ten’a que ir. El conductor me vio por el retrovisor. -¢1RSUHILHUHLUDXQKRVSLWDO"-Žl sugiri— inquietamente. -No. Ya he ido. -Apenas pareci— tranquilizarle. -¢(VRVYDPSLURVODWUDWDQGHYHUDVPDOSRUTXpVHFXHOJDDOUHGHGRUGHHOORV" -La gente me hizo esto, -dije. -No los vampiros. Nos fuimos. El tr‡fico era ligero, siendo casi una alborea ma–ana de domingo.Tom— s—lo quince minutos llegar al mismo lugar en el que hab’a estado la noche anterior, el estacionamiento del Camaraderismo. -¢3RGr’a esperarme? -PreguntŽ al conductor. ƒl era un hombre alrededor de los sesenta, encanecido y le faltaba un diente de frente. Llevaba puesta una camisa con broches a presi—n en vez de botones. -Calculo que puedo hacer eso,-dijo Žl. ƒl sac— una Louis L'Amour de vaqueros de bajo del asiento y encendi— la luz del techo para leer. Bajo las deslumbrantes luces de sodio, el estacionamiento no mostr— ninguno rastro visibles de los acontecimientos de la noche anterior. Hab’a s—lo un par de veh’culos restantes, y supuse que hab’an sido abandonados la noche anterior. Uno de esos autos era probablemente de Gabe. Me preguntŽ si Gabe habr’a tenido una familia; esperaba que no. En primer lugar, Žl era tan s‡dico que deb’a haber hecho sus vidas miserables, y en segundo lugar, por el resto de sus vidas ellos tendr’an que preguntarse como y por TXp pO KDEtD PXHUWR ¢4Xp KDUtDQ 6WHYH \ 6DUDK 1HZOLQ DKRUD" ¢+DEUtDQ DEDQGRQDGR bastantes miembros su Camaraderismo para poder continuarlo? Por lo visto las armas y 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD145&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris las provisiones estaban todav’a en la iglesia. Tal vez ellos hab’an estado almacen‡ndolos contra el Apocalipsis. De las sombras oscuras al lado de la iglesia emergi— una figura. Godfrey. ƒl iba todav’a con el torso desnudo, y todav’a parec’a un fresco adolescente de diecisŽis. S—lo el car‡cter extranjero de los tatuajes y sus ojos desment’a a su cuerpo. -Vine para mirar, -dije, cuando Žl estaba cerca de m’, aunque tal vez±atestiguar±habr’a sido m‡s exacto. -¢3RUTXp" -Te lo debo. -Soy una criatura diab—lica. -S’, lo eres. ±Acerca de eso no exist’a cuestionamiento. -Pero hiciste una cosa buena, salv‡ndome de Gabe. -¢0DWDQGR D XQ KRPEUH PiV" 0L FRQFLHQFLD DSHQDV VDEH OD GLIHUHQFLD +D KDELGR tantos. Al menos te ahorrŽ un poco de humillaci—n. Su voz me destroz— el coraz—n. La luz creciente en el cielo era todav’a tan tenue que las luces de seguridad del estacionamiento aœn permanec’an, y por su incandescencia H[DPLQpHVDFDUDWDQMyYHQ«WDQMyYHQ De repente, absurdamente, comencŽ a llorar. -Esto es agradable, -dijo Godfrey. Su voz ya era muy remota. -Alguien que llora por m’ al final. Apenas hab’a esperado esto. -ƒl retrocedi— a una distancia segura. Y luego el sol se elev—. *** Cuando regresŽ al taxi, el conductor guard— su libro. -¢(OORVWLHQHQXQIXHJRah’? -Žl pregunt—. -Creo que vi un poco de humo. Casi fui para ver lo que pasaba. -ƒl ha terminado, -dije. *** 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD146&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Enjugue mi cara durante una milla m‡s o menos, y luego mirŽ fijamente hacia fuera de la ventanilla como las construcciones de la ciudad emerg’an desde la noche. De vuelta en el hotel, me fui a nuestro cuarto otra vez. Me saque los pantaloncillos, tir‡ndome sobre la cama, y como si me estuviera preparando para un per’odo largo de desvelo, ca’ profundamente dormida. Bill me despert— en el ocaso, de su modo favorito. Mi camiseta hab’a sido alzada, y su pelo oscuro acarici— mi pecho. Era como despertarse con medio camino re±corrida mientras bajaba a la carretera, por as’ decirlo; su boca chupaba tiernamente sobre la mitad de lo que Žl me dijo eran el par m‡s hermosos de pechos en el mundo. ƒl tuvo mucho cuidado con sus colmillos, que estaban totalmente abajo. Era s—lo una prueba de su excitaci—n. -¢7H VLHQWHV TXH SXHGHV GLVIUXWDU GH HVWR VL VR\ PX\ PX\ FXLGDGRVR" -Žl susurr— contra mi o’do. -Si me tratas como si estuviera hecha de cristal, -murmurŽ, sabiendo que Žl podr’a. -Pero esto no se parece al cristal,-dijo Žl, su mano se mov’a muy suavemente. ±Esto se siente caliente. Y mojado. JadeŽ. -¢(VPXFKR"¢7HKDJRGDxR"-Su mano se movi— m‡s enŽrgicamente. -Bill -era todo que yo pod’a decir. Puse mis labios sobre lo suyos, y su lengua comenz— un ritmo familiar. -Descansa sobre tu lado, -Žl susurr—. ±Yo me harŽ cargo de todo. Y Žl lo hizo. -¢3RUTXpHVWDEDVPHGLRYHVWLGD"-Žl pregunt—, m‡s tarde. Hab’a ido por una botella de sangre en el refrigerador del cuarto, y la hab’a calentado en el microondas. ƒl no hab’a tomado nada de mi sangre, por consideraci—n a mi debilitado estado. -Fui a ver a Godfrey morir. Sus ojos brillaron. -¢4Xp" 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD147&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris encontr— el alba. -La frase que alguna vez hab’a considerado desconcertantemente melodram‡tica fluy— bastante natural de mi boca. -Godfrey Hubo un silencio largo. -¢&yPRVDEtDVTXHpOORKDUtD"¢&yPRVDEtDVGRQGH" Me encog’ de hombros tanto como uno puede hacerlo estando tendida en una cama. -S—lo supuse que Žl se apegar’a a su plan original. Parec’a muy decidido. Y Žl salvo mi vida. Era lo menos que yo pod’a hacer. -¢0RVWUyFRUDMH" EncontrŽ los ojos de Bill. -ƒl muri— con mucha valent’a. Estaba impaciente por irse. No tuve ni idea de lo que Bill pensaba. -Tenemos que ver a Stan, -dijo Žl. ±Se lo diremos. -¢3RUTXpWHQHPRVTXHLUDYHUD6WDQRWUDYH]" -Si yo no hubiera sido una mujer tan madura, habr’a puesto mala cara. Como si no lo fuera, Bill me dio una de aquellas miradas. que decirle tœ parte, entonces Žl podr‡ estar convencido que hemos realizado nuestro servicio. TambiŽn, esta el asunto de Hugo. -Tiene Eso fue suficiente para ponerme sombr’a. Estaba tan adolorida que la idea de m‡s ropa de la necesaria tocando mi piel me hizo sentir enferma, as’ que me puse un vestido largo cafŽ parduzco sin mangas hecho de un suave tejido y deslicŽ mis pies con cuidado en unas sandalias, y ese fue todo mi atuendo. Bill cepill— mi pelo y me puso los pendientes por m’, hasta el alzar mis brazos era inc—modo, Žl decidi— que necesitaba una cadena de oro. Parec’a que iba a una fiesta en el centro de consulta externa para mujeres golpeadas. Bill llam— abajo para que nos trajeran el auto de alquiler. Como lleg— el auto al garaje subterr‡neo, ni idea. Yo no sab’a ni quiŽn lo hab’a organizado. Bill condujo. No mirŽ la ventana m‡s. Estaba enferma de Dallas. Cuando llegamos a la casa sobre Green Valley Road parec’a tan tranquila como hac’a dos noches. Pero despuŽs de que hab’amos sido admitidos, descubr’ que hab’a varios rumores de vampiros. Hab’amos llegado en medio de una fiesta de bienvenida para Farrell, que estaba de pie en la sala de estar con su brazo alrededor de un hermoso hombre j—ven que podr’a tener dieciocho. Farrell ten’a una botella de TrueBlood O negativo en una mano, y su cita ten’a una Coca-Cola. El vampiro parec’a casi tan atractivo como el chico. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD148&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Farrell no me hab’a visto nunca realmente, as’ que estuvo encantado de conocerme. ƒl iba vestido de la cabeza a los pies con ropas vaqueras, y cuando Žl se dobl— sobre mi mano, esperŽ o’r el tintineo de espuelas. -Usted es tan encantadora, -dijo Žl de manera extravagante, agitando la botella de la sangre sintŽtica, -si yo durmiera con mujeres, usted recibir’a mi completa atenci—n durante una semana. SŽ que usted es consciente sobre sus contusiones, pero ellas s—lo resaltan su belleza. No pod’a re’rme. No s—lo caminaba como si tuviera aproximadamente ochenta, si no que mi cara estaba amoratada sobre el lado izquierdo. -Bill Compton, eres un vampiro afortunado, -Farrell dijo a Bill. -Soy bien consciente de esto, -dijo Bill, sonriendo, aunque algo seco. -£(OODHVYDOLHQWH\KHUPRVD -6HORDJUDGH]FR)DUUHOO¢'yQGHHVWi6WDQ"-Decid’ romper esta corriente de alabanza. No s—lo puso inquieto a Bill, si no que el compa–ero j—ven de Farrell se estaba poniendo muy curioso. Mi intenci—n era relatar la historia otra vez m‡s, y ya. -ƒl est‡ en el comedor, -dijo un j—ven vampiro, el que hab’a tra’do a la pobre Bethany al comedor cuando hab’amos estado aqu’ antes. Este deb’a ser Joseph Velasquez. ƒl era tal vez cinco pies ocho, y su ascendencia hispana le dio un cutis de un tono tostado y los ojos oscuros de un Don, mientras que su estado de vampiro le dio una mirada fija de inparpadeo y la inmediata buena voluntad de hacer da–o. ƒl exploraba el cuarto, esperando problema. Decid’ que Žl era un tipo de sargento de orden en el nido.-ƒl se alegrar‡ de verlos a los dos. EchŽ un vistazo alrededor de todos los vampiros y la pocos humanos en los cuartos grandes de la casa. No vi a Eric. Me preguntŽ si Žl habr’a vuelto a Shreveport. -¢'yQGHHVWi,VDEHO"-PreguntŽ a Bill, manteniendo mi voz tranquila. -Isabel est‡ siendo castigada, -dijo Žl, casi demasiado suave para ser escuchado. ƒl no quer’a hablar de esto un poco m‡s fuerte, y cuando Bill pensaba que era una idea sabia, yo sab’a que mejor cerraba el pico. -Ella trajo a un traidor al nido, y ella tiene que pagar un precio por esto. -3HUR« -Shhh. Entramos en el comedor para encontrarnos que estaba igual de api–ado como la sala de estar. Stan estaba en la misma silla, llevando puesto pr‡cticamente el mismo atuendo 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD149&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris que hab’a llevado puesto la vez pasada que lo vi. Se levant— cuando entramos, y del modo que Žl hizo eso, entend’ que con esto se supon’a marcaba nuestra condici—n como importante. -Se–orita Stackhouse,-Žl dijo formalmente, sacudiendo mi mano con gran cuidado. - Bill. Stan me examin— con sus deslavados ojos azules que no se perdieron ni un detalle de mis heridas. Sus lentes hab’an sido reparados con la cinta adhesiva Scotch. Stan era muy cuidadoso con su disfraz. PensŽ que le enviar’a un protector de bolsillo durante la Navidad. -Por favor d’game lo que le pas— ayer, sin omitir nada, -dijo Stan. Este me record— irremediablemente a Archie Goodwin que le da su informe a Nero Wolfe. -Bill se va aburrir, -dije, esperando salir de esta recitaci—n. -A Bill no le importar‡ aburrirse un poquito. No hab’a manera de saltarme esto. SuspirŽ, y comencŽ con Hugo que me recogi— del Hotel Silent Shore. TratŽ de dejar fuera el nombre de Barry de mi narrativa, ya que no sab’a como se sentir’a sobre ser conocido por los vampiros de Dallas. Solamente le OODPp ³XQ ERWRQHV GHO KRWHO´ 3RU VXSXHVWR HOORV SRGUtan saber quiŽn era Žl si ellos quisieran. Cuando lleguŽ a la parte donde Gabe envi— a Hugo en la celda de Farrell y luego trat— de violarme, mis labios se estiraron en una sonrisa apretada. Mi cara se sinti— tan tensa que pensŽ que podr’a quebrarse. -¢3or quŽ hace eso ella? -Stan pregunt— a Bill, como si yo no estuviera all’. -Cuando ella esta tensa... -Bill dijo. -Ah. -Stan me vio aœn m‡s pensativamente. AlcancŽ y comencŽ a jalar mi pelo en una cola de caballo. Bill me dio una goma el‡stica de su bolsillo, y con considerable dificultad, sostuve el pelo en una madeja apretada as’ podr’a enroscar la banda alrededor de ella tres veces. Cuando dije a Stan sobre la ayuda que los adaptoformas me hab’an dado, Žl se inclin— hac’a adelante. ƒl quer’a saber m‡s de lo que contŽ, pero yo no dar’a ningœn nombre. ƒl estaba sumamente pensativo despuŽs de que le dije que hab’a sido dejada en el hotel. Yo no sab’a si ten’a que incluir a Eric o no; lo exclu’, completamente. ƒl se supon’a que era de California. EnmendŽ mi narrativa diciendo que yo hab’a subido a nuestro cuarto para esperar a Bill. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD150&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Y luego le dije sobre Godfrey. Para mi asombro, Stan parec’a no poder absorber la muerte de Godfrey. ƒl me hizo repetir la historia. Se gir— en su silla para ver hacia el otro lado mientras hablŽ. Detr‡s de su espalda, Bill me dio una caricia de aseguramiento. Cuando Stan se volvi—, Žl limpiaba sus ojos con un pa–uelo manchado de rojo. Entonces era verdad que los vampiros pod’an llorar. Y era verdad que las lagrimas de los vampiros eran sangrientas. LlorŽ directamente junto con Žl. Por sus siglos de molestar y matar a ni–os, Godfrey hab’a merecido morir. Me preguntŽ cuantos humanos estaban en la c‡rcel por delitos que Godfrey hab’a cometido. Pero Godfrey me hab’a ayudado, y Godfrey hab’a llevado con Žl la carga m‡s tremenda de culpa y pena que yo hab’a encontrado alguna vez. -Que resoluci—n y coraje, -Stan dijo admirativamente. -Me hace llorar. -ƒl dijo esto de tal modo que yo sab’a que se propuso ser un gran tributo.-DespuŽs de que Bill identific— a Godfrey la otra noche, hice algunas preguntas y encontrŽ que Žl hab’a pertenecido a un nido en San Francisco. Sus compa–eros de nido estar‡n doloridos por o’r esto. Y de su traici—n a Farrell. £3HUR VX FRUDMH HQ PDQWHQHU VX SDODEUa, y llevar a realizaci—n su plan! ±Esto pareci— abrumar a Stan. Estaba dolorida por todas partes. Revolv’ en mi bolso para buscar una peque–a botella de Tylenol, y puse dos en mi palma. A un gesto de Stan, el vampiro j—ven me trajo un vaso con agua, y dije: -Gracias, -para su sorpresa. -Gracias por sus esfuerzos, -dijo Stan repentinamente, como si Žl hubiera recordado de improviso sus maneras. -Usted ha hecho el trabajo que le alquilamos para hacer, y m‡s. Gracias a usted descubrimos y liberamos Farrell a tiempo, y siento que usted sufriera tanto da–o en el proceso. Esto son— como una despedida. desliz‡ndome fuera de la silla. Bill hizo un movimiento repentino detr‡s de m’, pero lo desatend’. -Perd—neme, -dije, Stan levant— sus delgadas cejas por mi temeridad. -¢6t"6XFKHTXHVHUiHQYLDGRDVXUHSUHVHQWDQWHHQShreveport, segœn nuestro acuerdo. Por favor quŽdese con nosotros esta noche que celebramos la vuelta de Farrell. -Nuestro acuerdo era que si lo que descubr’a causaba a un ser humano ser encontrado en falta, que el humano no ser’a castigado por los vampiros, si no ser’a volcado a la SROLFtD3DUDTXHHOVLVWHPDWULEXQDOORWUDWDUD¢'yQGHHVWi+XJR" 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD151&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Los ojos de Stan se deslizaron de mi cara para concentrarse en Bill detr‡s de m’. Pareci— preguntarle silenciosamente a Bill por quŽ no pod’a controlar mejor a su humana. -Hugo e Isabel est‡n juntos, -dijo Stan enigm‡ticamente. Yo desde luego que no quer’a saber lo que esto signific—. Pero estaba atada a travŽs del honor a esto. -¢(QWRQFHV XVted desaf’o a Stan. no va a honrar su acuerdo? -Dije, sabiendo que era un verdadero Deber’a haber un adagio, orgulloso como un vampiro. Todos ellos lo son, y yo roce a Stan en su orgullo. La implicaci—n que Žl era deshonroso enfureci— al vampiro. Casi me echŽ para atr‡s, cuando su cara se volvi— aterradora. Realmente no hab’a quedado nada humano olvidado sobre Žl despuŽs de unos segundos. Sus labios se apartaron de sus dientes, sus colmillos salieron, y su cuerpo encorvado pareci— que se alargaba. DespuŽs de un momento Žl se levant—, y con un peque–o tir—n conciso de su mano, indic— que yo deber’a seguirlo. Bill me ayud—, y seguimos a Stan cuando Žl anduvo m‡s profundo dentro de la casa. Debe haber habido seis dormitorios en el lugar, y todas las puertas a ellos estaban cerradas. De una puerta ven’an los sonidos inequ’vocos del sexo. Para mi alivio, pasamos aquella puerta. Fuimos arriba, que era bastante inc—modo para m’. Stan nunca mir— hacia atr‡s y nunca redujo la velocidad. ƒl subi— las escaleras exactamente en el mismo paso en el cual hab’a andado. ƒl se par— en una puerta que se parec’a a todas las dem‡s. La abri—. Se hizo a un lado y gesticulo hac’a m’ para que entrara. (UDDOJRTXHQRTXHUtDKDFHU«DKWDQWR3HURWHQtDTXHKDFHUORAvance y mirŽ hac’a adentro. Excepto por las paredes azul oscuro, el cuarto estaba desnudo. Isabel estaba encadenada a la pared sobre un lado del cuarto±con la plata, desde luego. Hugo estaba sobre la otra. ƒl tambiŽn estaba encadenado. Ambos estaban despiertos, y ambos vieron hac’a la puerta de entrada, naturalmente. Isabel salud— con la cabeza como si nos hubiŽramos encontrado en la alameda, a pesar que ella estuviera desnuda. Vi que sus mu–ecas y tobillos estaban protegidos para impedir a la plata quemarla, aunque las cadenas la manten’an todav’a dŽbil. Hugo estaba desnudo, tambiŽn. ƒl no pod’a quitar sus ojos de Isabel. ƒl apenas ech— un vistazo hac’a m’, para ver quiŽn era yo, antes de que su fija mirada regresara a ella. TratŽ de no avergonzarme, porque me pareci— una peque–a consideraci—n; pero creo que esta era la primera vez que hab’a visto a otro adulto desnudo en mi vida, adem‡s de Bill. Stan dijo: 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD152&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Ella no puede alimentarse de Žl, aunque tenga hambre. ƒl no puede tener sexo con ella, aunque sea adicto. Este es su castigo, durante meses. ¢4Xp OH SDVDUtD D +XJR HQ ORV tribunales humanos? /RFRQVLGHUp¢4XpKDEtDKHFKRUHDOPHQWH+XJRTXHIXHUDSURFHVDEOH" ƒl hab’a enga–ado a los vampiros con los cuales hab’a estado en el nido de Dallas bajo pretextos falsos. Es decir, Žl actualmente amaba a Isabel, pero Žl hab’a enga–ado a sus compadres. Hmmm. Ninguna ley sobre esto. -ƒl intervino el comedor,-dije. Era ilegal. Al menos, pensŽ que lo era. -¢4XpWDQWROHGDUtDQHQODFiUFHODpOSRUHVR"-Stan pregunt—. Buena pregunta. No mucho, supuse. Un jurado humano podr’a sentir que la implantaci—n de micr—fonos ocultos en una guarida vampiro era hasta justificado. SuspirŽ, respuesta suficiente para Stan. -¢4XpRWURWLHPSRVHUYLUtD+XJR"-Žl pregunt—. -ƒl me llev— al Camaraderismo bajo pretextos falsos... no es ilegal. ƒl... bien, Žl... -Exactamente. La mirada fija y encaprichada de Hugo nunca cambi— de Isabel. Hugo hab’a causado y hab’a instigado el mal, tan seguramente como Godfrey hab’a cometido el mal. -¢'XUDQWe cuanto los guardar‡ usted aqu’? -PreguntŽ. Stan se encogi— de hombros. -Tres o cuatro meses. Alimentaremos a Hugo, desde luego. A Isabel, no. -¢<OXHJR" -Lo desencadenaremos primero. ƒl conseguir‡ la ventaja de un d’a. La mano de Bill agarr— mi mu–eca. ƒl no quer’a que yo hiciera m‡s preguntas. Isabel me vio y salud— con la cabeza. Parec’a que a ella esto le parec’a justo, segœn dec’a. -Bien, -GLMHVRVWHQLHQGRPLVSDOPDVHQSRVLFLyQGH³$OWR´-Bien. -Me di vuelta e hice mi camino despacio y con cuidado para bajar la escalera. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD153&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Hab’a perdido un poco de integridad, pero por m’ vida, no pude imaginarme lo que yo podr’a haber hecho diferente. M‡s trataba de pensar en ello, m‡s confusa me pon’a. No estoy acostumbrada a estudiar detenidamente cuestiones morales. Las cosas son malas para hacer, o no lo son. Bien, hab’a un ‡rea gris. Esta era donde algunas cosas ca’an, como dormir con Bill aunque no estuviŽramos casados o decirle a Arlene que su vestido la hac’a verse incre’ble, cuando de hecho la hac’a verse de la fregada. Actualmente, yo no pod’a casarme con Bill. No era legal. Pero tampoco Žl me lo hab’a preguntado. Mis pensamientos vagaron en un enervante c’rculo alrededor de la miserable pareja en el dormitorio de arriba. Para mi asombro, sent’ mucho mas pena por Isabel que por Hugo. Hugo, despuŽs de todo, era culpable del mal activo. Isabel era s—lo culpable de negligencia. Yo ten’a mucho tiempo para seguir divagando por diversos modelos de pensamiento de callej—n sin salida similares, ya que Bill estaba disfrutando la fiesta de muerte. Yo hab’a estado solamente una o dos veces en una fiesta mezclada, o sea vampiros y humanos, y esto era una mezcla dif’cil a pesar de que hacia dos a–os que el vampirismo hab’a sido legalmente aprobado. Abierta bebida±es decir, abiertamente chupar sangre±de los humanos era absolutamente ilegal, y debo decir que aqu’ en la oficina central de vampiros de Dallas, la ley fue estrictamente observada. De vez en cuando, vi a una pareja desaparecer un ratito arriba, pero toda la gente pareci— volver en buen estado de salud. SŽ, porque contŽ y observŽ. Bill ten’a asentado tantos meses que por lo visto esto era un verdadero convite para Žl, reunirse con otros vampiros. As’ que Žl estaba inmerso en la conversaci—n con esa vampira o algo, rememorando Chicago en los a–os veinte u oportunidades de inversi—n en varias posesiones vampiro en el mundo entero. Yo estaba tan dŽbil f’sicamente que estuve contenta de sentarme sobre un sill—n suave y mirar, bebiendo a sorbos de vez en cuando un Destornillador. El camarero era un hombre agradable j—ven, y hablamos en la barra un ratito. Yo deber’a haber estado disfrutando de la pausa de no tener que servir mesas en 0HUORWWHV, pero me habr’a vestido de buena gana con mi uniforme y habr’a tomado —rdenes. No estaba acostumbrada a grandes cambios en mi rutina. Entonces una mujer (tal vez un poco m‡s j—ven que yo) hizo plaf sobre el sill—n al lado m’o. Result— que ella sal’a con el vampiro que actuaba como el oficial de orden, Joseph Velasquez, que hab’a ido al Centro de Camaraderismo con Bill la noche anterior. Su nombre era Trudi Pfeiffer. Trudi ten’a alzado el pelo en profundas pœas rojas, una nariz y lengua perforadas, y un maquillaje macabro, incluso el l‡piz labial era negro. Ella me dijo orgullosamente que el color se llamaba Putrefacci—n de Tumba. Sus jeans eran tan bajos que me preguntŽ como se meti— dentro de ellos. Tal vez ella los llevaba puestos as’ corte bajo para lucir su anillo del ombligo. La parte tejida de arriba era muy corta. El atuendo que yo hab’a llevado puesto la noche de la mŽnade me hab’a atacado palideci— en comparaci—n. As’ que, hab’a mucha Trudi para ver. Cuando una se dirig’a a ella, no era tan extra–a como su aspecto conduc’a a creer. Trudi era un estudiante de colegio. Descubr’, escuch‡ndola absoluta y leg’timamente, que ella cre’a que agitaba la bandera roja en el toro, viendo a Joseph. El toro eran sus padres, adivinŽ. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD154&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Ellos hasta quisieran que saliera con alguien negro, -ella me dijo orgullosamente. TratŽ de parecer apropiadamente impresionada. -(OORVUHDOPHQWHRGLDQODHVFHQDPXHUWD¢£HK" -Ah, quiŽn los entiende. -Ella salud— con la cabeza varias veces y agit— sus u–as negras de manera extravagante. Ella beb’a una Dos Equis. -0L PDPi VLHPSUH GLFH ³¢QR pXHGHVVDOLUFRQDOJXLHQYLYR"´-Ambas nos re’mos. -2\H ¢FyPR VRQ W~ \ %LOO" -Ella mene— sus cejas de arriba abajo para indicar que significativa era la pregunta. -¢6LJQLILFD" -¢&yPRHVpOHQODFDPD"-RVHSKMRGLHQGRHVLQROYLGDEOH No puedo decir que estuve sorprendida, pero si consternada. PensŽ la respuesta en mi mente durante un minuto. -Me alegro para ti,- finalmente dije. Si ella hubiera sido mi buena amiga Arlene, yo podr’a haber gui–ado y sonre’do, pero no estaba por hablar de mi vida sexual con una total extra–a, y realmente no quer’a saber sobre ella y Joseph. Trudi dio tumbos para irse a conseguir otra cerveza, y permaneci— conversando con el cantinero. CerrŽ mis ojos con alivio y cansancio, y sent’ que el sill—n se hund’a al lado m’o. Eche una mirada al lado derecho para ver a que nuevo compa–ero ten’a. Eric. Oh, grandioso. -¢&yPRHVWiV"-Žl pregunt—. -Mejor de lo que me veo. ±Lo que no era verdad. -¢+DVYLVWRD+XJRH,VDEHO" -S’. -Vi hac’a mis manos dobladas en mi regazo. -ApropLDGR¢QRFUHHV" PensŽ que Eric trataba de provocarme. -De cierta manera, s’, -dije. -Asumiendo que Stan se atenga a su palabra. -Espero que no se lo hayas dicho. -Pero Eric parec’a solamente divertido. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD155&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -No, no hice. No con tantas palabras. Todos ustedes son condenadamente orgullosos. ƒl pareci— sorprendido. -S’, adivino que esto es cierto. -¢9LQLVWHVROySDUDFKHFDUPH" -¢$Dallas? Asent’. -S’. -ƒl se encogi— de hombros. ƒl llevaba puesta una camisa tejida en un modelo muy mono tostado±y±azul, y el encogimiento hizo aparecer sus hombros mas macizos. -Te prestamos fuera por primera vez. Quise ver que las cosas fueran suavemente sin estar aqu’ en mi capacidad oficial. -¢3LHQVDVTXH6WDQVDEHTXLpQHUHV" ƒl pareci— interesado en la idea. -No es tan rebuscado, -dijo Žl por fin. -ƒl habr’a hecho probablemente la misma cosa en mi lugar. -¢3LHQVDV TXH GH DTXt HQ DGHODQWH SRGUtDV SHUPLWLUPH SHUPDQHFHUHQFDVD\GHMDUQRV en paz a Bill y a m’? -PreguntŽ. -No. Eres demasiado œtil, -dijo Žl. -Adem‡s, quiz‡s espero que mientras m‡s me veas, m‡s crecerŽ sobre ti. -¢&RPRXQKRQJR" ƒl se ri—, pero sus ojos estaban fijos en m’ de una manera que significaba que hablaba en serio. Ah, demonios. -Te miras especialmente exquisita con este vestido tejido sin nada debajo, -dijo Eric. Si tœ dejaras a Bill y viniera a m’ por tœ propio libre albedr’o, Žl aceptar’a esto. -Pero no voy a hacer algo as’, -dije, y luego algo agarr— los bordes de mi consciente. Eric comenz— a decirme algo m‡s, pero puse mi mano a travŽs de su boca. Mov’ mi cabeza de un lado al otro, tratando de conseguir la mejor recepci—n; este es el mejor modo que puedo explicarlo. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD156&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Ayœdame, -dije. Sin una palabra, Eric se par— y gentilmente me puso de pie. Yo pod’a sentir como mis cejas se unieron. Todos ellos estaban alrededor de nosotros. Ellos hab’an rodeando la casa. Sus cerebros corr’an enfebrecidos. Si Trudi no hubiera estado balbuceando antes, yo podr’a haberlos o’do cuando ellos se acercaron para rodear la casa. -£(ULF -dije, tratando de agarrar tantos pensamientos como pod’a, oyendo una cuenta UHJUHVLYDRK£'LRV -£7RGRVDOVXHOR-GritŽ a lo m‡ximo de mis pulmones. Cada vampiro obedeci—. As’ que cuando el Camaraderismo abri— fuego, fueron los humanos quiŽnes murieron. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD157&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris &DSÇWXOR A una yarda de distancia, Trudi fue cortada por una explosi—n de escopeta. El rojo oscuro de su pelo te–ido gir— a otra sombra de rojo y sus ojos abiertos me contemplar’an por siempre. Chuck, el cantinero, fue s—lo herido, ya que la estructura de la barra por s’ misma le ofreci— un poco de protecci—n. Eric estaba encima de m’. Considerando mi maltratada condici—n, era muy doloroso, y comencŽ a empujarlo. Entonces me di cuenta que si fuese golpeado con balas, Žl probablemente sobrevivir’a. Pero yo no. As’ que, aceptŽ su refugio agradecida durante los horribles minutos que dur— la primera r‡faga del ataque, cuando los rifles, las escopetas y las pistolas fueron disparados repetidas veces contra la gran casa suburbana. Instintivamente, cerrŽ mis ojos mientras las explosiones continuaban. El cristal se rompi—, los vampiros rugieron, los humanos gritaron. El ruido me golpeaba, tal y como la ola gigantesca de tanteos de cerebros en el nivel mas alto de producci—n se lavaban sobre m’. Cuando comenz— a disminuir, alcŽ la vista a los ojos de Eric. Incre’blemente, Žl estaba excitado. Me sonri—. -Ya sab’a yo que me pondr’a encima de ti de algœn modo, -dijo Žl. -¢,QWHQWDVSRQHUPHPROHVWD\DVtROYLGDUpORDVXVWDGDTXpHVWRy? -No, soy sol— un oportunista. Me meneŽ, tratando de salirme de bajo de Žl, y dijo: -Ah, haz eso otra vez. Se sinti— realmente bien. -Eric, aquella chica con la que hablŽ esta aproximadamente a tres pies de distancia de nosotros con la parte delantera de su cabeza extraviada. -Sookie, -Žl dijo, de repente serio, -he estado muerto durante unos cientos de a–os. Estoy acostumbrado a ello. Pero ella no esta exactamente ida. Hay una chispa. ¢4XLHUHV que la traiga sobre? Me quede muda por la impresi—n¢&yPRSRGUtD\RWRPDUDTXHOODGHFLVLyQ" Y mientras pensaba en ello, Žl dijo: -Ella se ha ido. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD158&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Cuando mirŽ arriba en Žl, el silencio se hizo completo. El œnico ruido en la casa era los sollozos de la cita herida de Farrell, quiŽn presionaba ambas manos a su muslo enrojecido. Desde fuera llegaron los sonidos remotos de veh’culos que arrancaban apresurados escapando por la tranquila calle suburbana. El ataque hab’a terminado. Parec’a tener problemas con la respiraci—n, y el entendimiento de lo que deber’a pasar GHVSXpV¢6HJXUDPHQWHKDEtDDOJRXQSRFRGHDFFLyQTXHGHEHUtDVHJXLU" Esto era tan cerca de la guerra de cuanto yo estar’a alguna vez. El cuarto estaba lleno de gritos de los sobrevivientes y aullidos de rabia de los vampiros. Los trozos del relleno del sill—n y sillas flotaron en el aire como la nieve. Hab’a cristal roto por doquier y el calor de la noche se verti— en el cuarto. Varios de los vampiros se hab’an ya dado a la persecuci—n, Joseph Velasquez entre ellos, notŽ. -Ninguna excusa para retardarme, -dijo Eric con un suspiro fingido, y se despeg— de m’. ƒl miro hac’a abajo de Žl mismo. -Mis camisas siempre se arruinan cuando estoy a tœ alrededor. -£2K PLHUGD (ULF ±Ca’ sobre mis rodillas con la prisa torpe. ±Estas sangrando. Tœ fuiste JROSHDGR£%LOO£%LOO Mi pelo resbal— alrededor de mis hombros cuando girŽ de un lado al otro busc‡ndolo en el cuarto. La vez pasada que lo hab’a notado Žl hab’a estado dirigiŽndose a una vampira con pelo negro. Ella se hab’a mirado como Blancanieves, para m’. Ahora medio de pie buscando el suelo, la vi tumbada cerca de una ventana. Algo sobresal’a de su pecho. La ventana hab’a sido golpeada por una r‡faga de escopeta, y algunas astillas hab’an volado en el cuarto. Una de ellas hab’a perforado su pecho y la hab’a matado. Bill no estaba a la vista, ni entre los vivos, ni entre los muertos. Eric se quit— su camisa empapada y vio abajo su hombro. -La bala esta dentro de la herida, Sookie, -dijo Eric, con los dientes apretados. -Chœpala hacia fuera. -¢4XŽ? ±Dije con la boca abierta. -Si no la chupas hacia fuera, esto se curar‡ dentro de mi carne. Si eres tan delicada, ve y consigue un cuchillo para cortar. -Pero no puedo hacer eso. -Mi diminuto bolso de fiesta ten’a una navaja dentro, pero no ten’a ni idea de donde lo hab’a dejado, y no pod’a coordinar mis pensamientos para buscarlo. ƒl me ense–— los dientes. -TomŽ esta bala por ti. Tœ puedes sacarla por m’. No eres ninguna cobarde. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD159&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Me obliguŽ a serenarme. UsŽ su camisa desechada como esponja. El sangrado reduc’a su marcha, y mirando detenidamente en la carne rasgada, pod’a verse solamente la bala. Si hubiera tenido u–as largas como Trudi, habr’a sido capaz de sacarla, pero mis dedos son cortos y embotados, y mis u–as se parecen mucho. SuspirŽ con resignaci—n. /D IUDVH ³PRUGLHQGR OD EDOD´ WRPy XQ QXHYR VLJQLILFDGR FXDQGR PH FXUYp VREUH HO hombro de Eric. (ULFGLRXQODUJRJHPLGRFXDQGRFKXSp\VHQWtXQ³SRS´FXDQGRODEDODVDOLyUXPERD mi boca. ƒl hab’a tenido raz—n. La alfombra dif’cilmente podr’a estar mas manchada de lo que ya estaba, y aunque esto me hiciera parecer un verdadera pagana, escup’ la bala en el suelo junto con la mayor parte de la sangre en mi boca. Pero un poco de ella, inevitablemente, la traguŽ. Su hombro se estaba curando ya. -Este cuarto tiene hedor a sangre, -Žl susurr—. -Bueno, all’, -dije, y alcŽ la vista. ±(VWRKDVLGRORPDVJURWHVFR« -Tus labios son sangrientos. -ƒl agarr— mi cara con ambas manos y me bes—. Es dif’cil no responder cuando un maestro del arte de besar se pone sobre una. Y podr’a haberme dejado disfrutar de ello±bueno, disfrutado m‡s±si no hubiera estado tan preocupada por Bill; porque hay que afrontarlo, los roces con la muerte tienen aquel efecto. Una quiere reafirmar el hecho de estar viva. Aunque los vampiros realmente no lo estŽn, parece que ellos no son m‡s inmunes aquel s’ndrome que los humanos, y el libido de Eric aument— debido a la sangre en el cuarto. Pero estaba preocupada por Bill, y muy impresionada por la violencia, as’ que despuŽs un largo momento candente que me hizo olvidar el horror alrededor de m’, me empujŽ hac’a atr‡s. Los labios de Eric estaban sangrientos ahora. ƒl los lami— despacio. -Ve a buscar a Bill, -dijo Žl con una voz gruesa. EchŽ un vistazo a su hombro otra vez, vi que el agujero hab’a comenzado a cerrarse. Recog’ la bala de la alfombra, pegajosa como estaba por la sangre, y la envolv’ en un trozo de la camisa de Eric. Entonces me pareci— un buen recuerdo. Realmente no sŽ lo que pensaba. Hab’a todav’a heridos y muertos sobre el suelo en el cuarto, pero la mayor parte de aquellos que estaban todav’a vivos recib’an la ayuda de otra gente o de dos vampiros que no hab’an participado en la persecuci—n. Las sirenas sonaban en la distancia. La hermosa puerta de calle estaba astillada y picada. Me parŽ a un lado para abrirla, por si acaso quedaba un vigilante solitario en la yarda, pero no pas—. MirŽ detenidamente alrededor del marco de la puerta. -¢%LOO"-LlamŽ. -¢(VWDVELHQ" 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD160&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris En ese mismo momento Žl brinco de atr‡s de la yarda mir‡ndose muy rozagante. sintiŽndome vieja, severa y gris. Un horror embotado, realmente era solamente una profunda desilusi—n, llen— el hoyo de mi est—mago. -Bill, -dije, ƒl se par— sobre sus pistas. -Ellos nos dispararon a nosotros y mataron algunos de nosotros, -dijo Žl. Sus colmillos brillaron, y Žl estaba resplandeciendo excitado. -Tœ ya mataste a alguien. -Para defendernos. -Para conseguir venganza. Hab’a una clara diferencia entre los dos, en mi mente, en aquel momento. ƒl pareci— confundido. -Ni siquiera esperaste para ver si yo estaba bien, -dije. Una vez vampiro, siempre vampiro. Los tigres no pueden cambiar sus rayas. Una no puede ense–ar a un perro viejo nuevas bromas. O’ cada advertencia que todos me hab’an alimentado alguna vez, en la voz cansina y c‡lida de casa. Di vuelta y volv’ a la casa, andando inconscientemente por las manchas de sangre, el caos y l’o como si viera tales cosas cada d’a. Algunas cosas que vi ni siquiera las registrŽ de momento, hasta la siguiente semana cuando mi cerebro botar’a de repente un cuadro para mi inspecci—n: tal vez un primer plano de un cr‡neo machacado, o una arteria que sal’a a chorros. Lo que era importante para m’ en este momento era encontrar mi bolso. EncontrŽ el bolso en el segundo lugar que mirŽ. Mientras Bill transportaba a un herido as’ Žl no tendr’a que dirigirse a m’, caminŽ fuera de aquella casa y entrŽ en el auto de alquiler y, a pesar de mi ansiedad, conduje. Estar en esa casa era peor que el miedo al tr‡fico de esa grande ciudad. ArranquŽ de la casa directamente antes de que la polic’a llegara all’. DespuŽs de que hab’a conducido unos bloques, me estacione delante de una biblioteca y desdoblŽ el mapa de la guantera. Me tom— dos veces m‡s de lo normal entenderlo, ya que mi cerebro estaba tan sobresaturado que casi no funcionaba, entend’ como ponerme camino al aeropuerto. Y ah’ es a donde fui. Segu’ los signos que dec’an AUTOS DE ALQUILER, estacione el auto, dejŽ las llaves en Žl y me alejŽ. Consegu’ un asiento en el siguiente vuelo a Shreveport, que marchaba dentro de una hora. Agradec’ a Dios tener mi propia tarjeta de crŽdito. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD161&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Ya que no lo hab’a usado nunca antes, me tom— unos minutos entender el telŽfono pœblico. Fui bastante afortunada por encontrar a Jason, quiŽn dijo que Žl me encontrar’a en el aeropuerto. Estuve en la cama de casa antes de la primera hora de la ma–ana. No comencŽ a llorar hasta el d’a siguiente. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD162&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris &DSÇWXOR Ya antes nos hab’amos peleado, Bill y yo. Ya antes me hab’a indigestado, cansada de material vampirico que tuve que aprender a acomodar, asustada de entrar m‡s profundo. A veces, solamente quer’a ver a la gente un ratito. As’ que durante m‡s de tres semanas, fue lo que hice. No llamŽ Bill; Žl no me llam—. Sab’a que Žl estaba de vuelta de Dallas porque dej— mi maleta sobre mi porche delantero. Cuando la desempaquetŽ, encontrŽ la aterciopelada caja negra de una joyer’a metida dentro del bolsillo de lado. Lamento no haber tenido la fuerza de voluntad para impedir abrirlo, pero lo hice. Dentro hab’a un par de pendientes de topacio, y una nota que dec’a, ³3DUD LU FRQ WX YHVWLGR PDUUyQ´. Lo que significaba la cosa tejida de cafŽ parduzco que hab’a llevado puesta a la oficina central de los vampiros. Le saquŽ la lengua a la caja, y conduje a su casa esa tarde para dejarlo en su buz—n. Finalmente Žl KDEtDVDOLGR\PHKDEtDLGRDFRPSUDUXQSUHVHQWH\DTXtHVWDED\R«GHYROYLpQGROR 1L VLTXLHUD WUDWp GH ©SHQVDU ODV FRVDV GHWHQLGDPHQWHª &DOFXOp TXH PL FHUHEUR VH aclarar’a en un rato, y luego yo sabr’a quŽ hacer. Lo que hice fue leer los periodicos. Los vampiros de Dallas y sus amigos humanos eran ahora m‡rtires, lo que probablemente trajo a Stan bajo la tierra. La Masacre de Medianoche de Dallas estaba siendo ofrecida en todas las revistas como el ejemplo perfecto de un delito de odio. Las legislaturas estaban siendo presionadas para pasar todas las clases de leyes que nunca llegar’an a los libros, pero hizo a la gente sentirse mejor al pensar que se podr’a; leyes que proveer’an a los edificios pose’dos por vampiros protecci—n federal, leyes que permitir’an a los vampiros sostener ciertas posiciones decididas (aunque nadie aœn propusiera que un vampiro podr’an correr por el Senado estadounidense o servir como un representante). Hab’a hasta un movimiento en la legislatura de Texas para designar a un vampiro como el verdugo legal del estado. DespuŽs de todo, un Senador Garza fue citado diciendo que; ³/D PXHUWH SRU OD mordedura de vampiro, como se supone al menos, es indolora, y el vampiro recibe QXWULFLyQGHHOOR´ Yo ten’a noticias para el Senador Garza. Los mordiscos de los vampiros eran s—lo agradables por voluntad del vampiro. Si el vampiro no hiciera el encanto en uno primero, una mordida de vampiro realmente (a diferencia de un chupete de amor) dol’a como el infierno. Me preguntŽ si el Senador Garza estar’a relacionado con Luna, pero Sam me dijo que ³*DU]D´HUDWDQFRP~QHQWUHDPHULFDQRVFRQDVFHQGHQFLDPHMLFDQDFRPR³6PLWK´ORHUD entre americanos de la reserva inglesa. Sam no pregunt— por quŽ quise saberlo. Esto me hizo sentirme un poco abandonada, porque estaba acostumbrada al sentimiento de ser importante para Sam. Pero Žl estaba preocupado estos d’as, en el trabajo y fuera tambiŽn. Arlene dijo que ella pensaba que Žl sal’a con alguien, lo que ser’a la primera vez que cualquiera de nosotras pod’a recordar. Quienquiera que ella fuera, ninguna de nosotras consigui— verla, lo que era extra–o por 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD163&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris s’ mismo. TratŽ de decirle sobre los adaptoformas de Dallas, pero Žl solamente sonri— y se encontr— una excusa para ir hacer algo m‡s. Mi hermano, Jason, cay— en la casa para el almuerzo un d’a. No fue como hubiera sido cuando mi abuela viv’a. Abue tendr’a una comida completa sobre la mesa a la hora de comer, y luego solamente cenar’amos emparedados por la noche. Jason hab’a venido con bastante frecuencia entonces; Abue hab’a sido una cocinera excelente. LogrŽ servirle emparedados con carne y ensalada de patatas (aunque no le dije que eran de la tienda), y quedaba un poco de tŽ de durazno, tuve suerte. -¢4Xp SDVD FRQWLJR \ %LOO" -pregunt— sin rodeos, cuando normalmente Žl era dado a ellos. ƒl hab’a estado verdaderamente bien acerca de no preguntar cuando me recogi— del aeropuerto. -Me enojŽ con Žl,-dije. -¢3RUTXp" -ƒl me rompi— una promesa, -dije. Jason estaba intentando con ganas hacer el papel de hermano mayor, y yo deber’a tratar de aceptar su preocupaci—n en vez de molestarme. No era la primera vez que me ocurr’a esto, posiblemente yo ten’a un car‡cter bastante irascible. Bajo ciertas circunstancias. CerrŽ mi sexto sentido firmemente, as’ s—lo oir’a lo que Jason dec’a realmente. -ƒl ha sido visto en Monroe. SuspirŽ. -¢&RQDOJXLHQPiV" -S’. -¢4XLpQ" -No vas a creer esto. Portia Bellefleur. No pod’a haber estado m‡s sorprendido si Jason me hubiera dicho que Bill hab’a estado saliendo con Hillary Clinton (aunque Bill era Dem—crata). ContemplŽ a mi hermano como si me hubiera dicho de repente que Žl era Satan‡s. Las œnicas cosas que Portia Bellefleur y yo ten’amos en comœn eran: nuestro lugar de nacimiento, —rganos femeninos, y el pelo largo. -Bien, -dije sin expresi—n. -No sŽ si me lanzo un arrebato o tœ de esto? una carcajada. ¢4XpFUHHV 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD164&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Por que si alguien sab’a sobre la materia mujer±hombre, ese era Jason. Al menos, Žl sab’a sobre ello desde el punto de vista masculino. es tu opuesta, -dijo Žl, con excesiva prudencia. ±En todo sentido. Ella es verdaderamente educada, ella viene de un, supongo que tœ lo llamar’as, fondo aristocr‡tico, y ella es abogada. M‡s, su hermano polic’a. Y ellos van a sinfon’as y esas mierdas. -Ella Las lagrimas hormiguearon en mis ojos. Habr’a ido a una sinfon’a con Bill, si Žl me lo hubiera preguntado alguna vez. -Por otra parte, tœ eres simp‡tica, eres bonita, y estas en condiciones de lidiar con los peque–os caminos que Žl toma. -Yo no estuve segura de lo que Jason quiso decir con esto, y pensŽ que mejor no preguntaba. -Pero seguro que no somos de la aristocracia. Tœ trabajas en un bar, y tœ hermano supervisa un equipo de la carretera. -Jason me dedic— una sonrisa ladeada. estado aqu’ el mismo tiempo que los Bellefleurs, -dije, tratando de no sonar malhumorada. -Hemos lo sŽ, y tœ tambiŽn. Y Bill seguro que tambiŽn lo sabe, porque Žl estaba vivo entonces. ±Muy cierto. -Ya -¢QuŽ pasa sobre el caso contra Andy? -PreguntŽ. -Ninguno cargo contra Žl aœn, pero los rumores que circulan alrededor de la ciudad son bien gordos acerca de esta cosa del club sexual. Lafayette estaba tan contento de haber sido invitado; que claramente Žl se lo mencion— a varias personas. Ellos dicen que ya que la primera regla del club es Guardar Silencio, Lafayette fue golpeado por su entusiasmo. -¢4XpSLHQVDV" -Pienso que si alguien formara un club sexual alrededor de Bon Temps, ellos me habr’an llamado, -dijo serio de morir. raz—n, -dije, retrocediendo por lo sensible que Jason pod’a ser. -Tœ ser’as el nœmero uno de la lista. -Tienes ¢3RUTXpQRKDEtDSHQVDGRHQHVRDQWHV"1RVyOR-DVRQWHQtDXQDUHSXWDFLyQFRPRXQ tipo que hab’a calentado muchas camas, si no que Žl tambiŽn era muy atractivo y soltero. -La œnica cosa que puedo pensar, -dije despacio, -es que Lafayette era gay, como bien sabes. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD165&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -¢<" -Y tal vez este club, si existe, s—lo acepta a la gente que es buena con esto tambiŽn. -Podr’as tener un punto all’, -dijo Jason. -S’, Sr. Homofobia. Jason sonri— y se encogi— de hombros. quiŽn tenemos nuestro punto dŽbil, -dijo Žl. -Adem‡s, como sabes, he estado saliendo con Liz bastante estable. Pienso que cualquiera con cerebro ver’a que Liz no esta por compartir una servilleta, mucho menos el novio. -Cada eO WHQtD UD]yQ /D IDPD GH /L] HUD QRWRULD ³1L D SUHVWDU QL D\XGDU´ FRPSOHWDPHQWH extrema. -Vaya ficha que eres, hermano, -dije, concentr‡ndome en sus defectos, m‡s que aquellos de Liz. -Hay tantas cosas peores que ser gay. -¢&RPRTXH" -Ladr—n, traidor, asesino, violador... -Bien, bien, capto la idea. -Espero que lo hagas, -dije. Nuestras diferencias me dolieron. Pero amaba a Jason de todos modos; Žl era todo lo que me quedaba. Vi a Bill con Portia esa misma noche. Los vislumbrŽ juntos en el auto de Bill, conduciendo por la calle Claiborne. Portia ten’a vuelta la cabeza hac’a Bill, conversando; Žl ve’a hac’a el frente, inexpresivo, por lo que pude ver. Ellos no me vieron. Yo ven’a del cajero autom‡tico en el banco, camino al trabajo. El o’rlo y el verlo directamente eran dos cosas muy diferentes. Sent’ una oleada aplastante de rabia; y entend’ como se hab’a sentido Bill, cuando Žl hab’a visto a sus amigos muriendo. Quise matar a alguien. Solamente que yo no estaba segura de a quiŽn quer’a matar. Andy estaba en el bar esa noche, sentado en la secci—n de Arlene. Me alegrŽ, porque Andy tra’a mala cara. No iba bien afeitado, y su ropa estaba arrugada. ƒl se me acerc— cuando se marchaba, y pude oler el tufo del alcohol. de regreso, -dijo Žl. Su voz estaba enronquecida por la c—lera. -Toma al maldito vampiro de regreso as’ dejar‡ a mi hermana en paz. -T—malo 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD166&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris No supe que decirle a Andy Bellefleur. Solamente lo contemplŽ mientras se tropezaba para salir del bar. Entonces cruz— por mi mente que la gente no estar’a tan sorprendida al o’r del muerto en su auto, ahora que Žl se ve’a as’, que como ellos lo hab’an estado hac’a unas semanas. La siguiente noche la tuve libre, y la temperatura cay—. Era un viernes, y de repente estuve cansada de estar sola. Decid’ ir al juego de fœtbol de la escuela secundaria. Este era el pasatiempo preferido en Bon Temps, y los juegos eran discutidos a profundidad el lunes por la ma–ana en cada tienda de la ciudad. El juego se transmit’a dos veces sobre un canal de acceso local, y las j—venes promesas con el uniforme de piel de cerdo eran una realeza menor, penoso. Pero una no se mostraba en el juego toda despeinada. RetirŽ mi pelo de mi frente con una banda el‡stica y usŽ mi rizador para hacerme chinos sobre el resto, as’ ten’a rizos gruesos que daban vueltas alrededor de mis hombros. Mis contusiones se hab’an desvanecido. Me maquille por completo, hasta use delineador de labios. Me puse pantalones negros y un suŽter negro±y±rojo. Me enchufŽ mis botas negras de cuero, y mis pendientes de aro en oro, y fijŽ un adorno rojo±y±negro para esconder la banda el‡stica en mi pelo. (Adivinen cuales son nuestros colores escolares.) bonita, -dije, viendo el resultado en mi espejo. ±£Condenadamente bonita!. Recog’ mi chaqueta negra con mi bolso y conduje a la ciudad. -Bien - Las gradas estaban llenas de gente que yo conoc’a. Una docena de voces me llamaba, una docena de personas me dijo lo bonita que me ve’a, y el problema era... me sent’a miserable. Tan pronto como realicŽ esto, peguŽ una sonrisa sobre mi cara y busquŽ a alguien con quiŽn sentarme. -£6RRNLH£6RRNLH Tara Thornton, una de mis pocas buenas amigas de la escuela secundaria, me llamaba desde el alto de las gradas. Ella hac’a frenŽticos gestos que me llamaban, sonre’ de vuelta y comencŽ a escalar, hablando con m‡s personas a lo largo del camino. Mike Spencer, el director de casa de pompas fœnebres, estaba all’, con su atuendo favorito al estilo vaquero, y la buena amiga de mi abuela Maxine Fortenberry, y su nieto Hoyt, que era un amigo de Jason. Vi a Sid Matt Lancaster, el anciano abogado, atado al lado de su esposa. Tara estaba sentaba con su novio, Benedict Tallie, al que inevitablemente y desgraciadamHQWHOODPDEDQ³+XHYRV´&RQHOORVHVWDEDHOPHMRUDPLJRGH%HQHGLFW-% du Rone. Cuando vi a JB, mi esp’ritu comenz— a elevarse, y tambiŽn lo hizo mi libido reprimido. JB podr’a haber estado sobre la cubierta de una novela rom‡ntica, Žl era adorable. Desafortunadamente, Žl no ten’a sesos dentro de su cabeza, como hab’a descubierto en nuestro pu–ado de citas. A menudo pensaba que apenas hacia falta una guardia mental para estar con JB, porque Žl no ten’a pensamientos para leer. -¢£(K"FyPRYDPRV" 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD167&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -£*Uandioso! -Tara dijo, con su cara de chica de partido. -¢<W~"£1RWHKHYLVWRGHVGH la edad del mapache! Su pelo oscuro estaba recortado en mechones cortos, y su l‡piz labial podr’a haber encendido un fuego, de tan caliente. Ella llevaba un enterizo blanco y negro con una bufanda roja para mostrar su esp’ritu de equipo. Y ella y Huevos estaban compartiendo una bebida en una de las tazas de papel que vend’an en el estadio. Me quede clavada; se pod’a oler el bourbon desde donde estaba de pie. ±MuŽvete un poco, JB, y dŽjame sentar junto a ti, -dije con una sonrisa. -Seguro, Sookie, -Žl dijo, parec’a muy feliz de verme. Era uno de los encantos del JB. Los dem‡s inclu’an perfectos dientes blancos, una nariz absolutamente recta, una cara muy masculina y tan hermosa que te hac’a querer extender la mano y acariciar sus mejillas, y su amplio pecho con cintura estrecha. Tal vez no exactamente tan estrecha como sol’a ser, pero bueno, JB era humano, y eso era una Cosa Buena. Me coloquŽ entre Huevos y JB. Huevos se giro a m’ con una sonrisa desarticulada. -¢4XLHUHVXQDEHELGD6RRNLH" Soy de las que no bebe mucho, ya que veo los resultados cada d’a. -No, gracias, -dije. -¢&yPRWHKDLGR+XHYRV" -Bien, -Žl dijo, despuŽs de considerarlo. ƒl hab’a bebido mas que Tara. ƒl hab’a bebido demasiado. Hablamos de amigos y conocidos mutuos hasta el saque inicial, despuŽs del cual el juego fue el œnico tema de conversaci—n. El Juego, ampliamente, porque cada juego durante los pasados cincuenta a–os esta grabado en la memoria colectiva de Bon Temps, y este juego fue comparado a todos los otros juegos, estos jugadores a todos los otros. Estaba disfrutando realmente de esta ocasi—n un poco, ya que hab’a desarrollado mi guardia mental hasta tal punto que pod’a pretender que la gente estaba diciendo exactamente lo que ellos dec’an, ya que no escuchaba absolutamente nada. JB se arrim— m‡s cerca y m‡s cerca, despuŽs de una lluvia de elogios sobre mi pelo y mi figura. La madre de JB le hab’a ense–ado desde chico que las mujeres apreciadas son mujeres felices, y esto era una filosof’a simple que hab’a guardado la cabeza de JB encima del agua durante algœn tiempo. -¢7H DFXHUGDV GH OD GRFWRUD HQ DTXHO KRVSLWDO 6RRNLH" -Žl me pregunt— de repente, durante el segundo cuarto. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD168&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -S’. Doctora Sonntag. Viuda. -Ella hab’a sido joven para ser viuda, y m‡s j—ven para ser una doctora. Yo la hab’a presentado con JB. -Salimos por un tiempo. Yo y una doctora, -dijo Žl asombrado. -£(KHVRHVJUDQGLRVR -Yo lo hab’a deseado tanto. Me hab’a parecido que la doctora Sonntag podr’a seguro usar lo que JB ten’a que ofrecer, y JB necesitaba... bien, Žl necesitaba a alguien que cuidara de Žl. -Pero entonces ella fue rotada hac’a Baton Rouge, -Žl me dijo. ƒl pareci— un poco golpeado. -Supongo que la echo de menos. -Un sistema de asistencia mŽdica hab’a comprado nuestro peque–o hospital, y los doctores de la sala de emergencias fueron hechos entrar durante cuatro meses en una extensi—n. Su brazo se apret— alrededor de mis hombros. -Pero es horrorosamente bueno poder verte,- Žl me tranquiliz—. Bendije su coraz—n. -JB, tœ podr’a ir a Baton Rouge a verla, -suger’. -¢3RUTXpQRORKDFHV" -Ella es una doctora. No tiene mucho tiempo libre. -Ella har’a el tiempo para ti. -¢7~FUHHV" -A menos que ella sea una absoluta idiota, -le dije. -Podr’a hacer eso. HablŽ con ella por telŽfono la otra noche. Ella dijo que desear’a que yo estuviera all’. -Era una indirecta bastante grande, JB. -¢7~FUHHV" -Seguro que s’. ƒl se mir— animado. -Muy bien, fijo que conduzco a Baton Rouge ma–ana, -dijo Žl otra vez. ƒl bes— mi mejilla. -Tœ me haces sentir bien, Sookie. -Bueno, JB, cuando quieras. -Le di un picorete sobre los labios, solamente uno r‡pido. Entonces vi a Bill perfor‡ndome con la mirada. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD169&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris ƒl y Portia estaban en la siguiente secci—n de asientos, cerca del fondo. ƒl casi se hab’a torcido para poder alzar la vista hac’a m’. Si yo lo hubiera planeado, no podr’a haberme resultado mejor. Este era un magn’fico momento que±se±joda. Y estaba arruinado. Yo solamente lo quer’a. GirŽ mis ojos lejos y le sonre’ a JB, y todo el tiempo lo œnico que quer’a era encontrarme con Bill bajo las gradas y tener sexo con Žl, ah’ mismo en ese mismo instante. Desee que Žl arrancara mis pantalones y se pusiera detr‡s de m’. Quer’a que Žl me hiciera gemir. Estaba tan impresionada conmigo misma que no sab’a quŽ hacer. Pod’a sentir como mi cara se tornaba de un rojo embotado. Ni siquiera pod’a pretender que sonre’a. DespuŽs de un minuto, pude apreciar que esto era casi gracioso. Yo hab’a sido criada tan convencionalmente como fue posible, considerando mi ins—lita incapacidad. Naturalmente, hab’a aprendido los hechos de la vida bastante temprano ya que pod’a leer mentes (y, como era una ni–a, no tuve ningœn control acerca de lo que absorb’). Y siempre pensŽ que la idea del sexo era bastante interesante, aunque la misma incapacidad que me hab’a conducido a saber tanto sobre eso, te—ricamente me hubiera impedido poner en pr‡ctica la teor’a. DespuŽs de todo, es dif’cil estar realmente implicada en el sexo cuando una sabe que su compa–ero lamenta que no eres Tara Thornton (por ejemplo), o cuando Žl espera que una se acuerde de traer el cond—n, o cuando Žl critica tus partes del cuerpo. Para tener sexo placentero, se tiene que conservar la concentraci—n fija en lo que tu compa–ero hace, no distraerte con lo que Žl piensa. Con Bill, yo no pod’a o’r una sola cosa. Y Žl era tan experimentado, tan suave, tan absolutamente dedicado a acertar en todo. Parec’a que era una adicta como Hugo. Me sentŽ durante el resto del juego, sonriendo y cabeceando cuando parec’a indicado, intentando no mirar abajo a mi izquierda, y encontrando que despuŽs de que el espect‡culo de media tiempo hab’a terminado no hab’a escuchado una sola canci—n que la banda hab’a tocado. Tampoco hab’a notado las cabriolas del primo de Tara. Nos movimos despacio junto a la multitud rumbo al estacionamiento despuŽs de que los Halcones de Bon Temps hab’an ganado, 28±18, acordŽ llevar a JB a su casa. Huevos se hab’a recompuesto para entonces, estuve segura que Žl y Tara estar’an bien; pero me sent’ aliviada cuando Tara tomo el volante. JB vive cerca del centro de la cuidad en un dœplex. ƒl me pidi— dulcemente entrar, pero le dije que ten’a que llegar a casa. Le di un gran abrazo, y le aconsejŽ que llamara a la doctora Sonntag. Todav’a no sab’a su nombre. ƒl dijo que lo har’a, pero con JB, realmente no se pod’a saber. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD170&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Entonces tuve que pararme a poner gas en la œnica gasolinera nocturna, donde mantuve una larga conversaci—n con el primo de Arlene, Derrick (quiŽn era muy valiente por tomar el turno nocturno), por lo quŽ llegue a casa un poco m‡s tarde de lo que hab’a planeado. Cuando abr’ la puerta de en frente, Bill sali— de la oscuridad. Sin una palabra, agarr— mi brazo, me gir— hac’a Žl, y luego me bes—. En un minuto est‡bamos presionados contra la puerta con su cuerpo que se mov’a r’tmicamente contra el m’o. AlcancŽ con la mano detr‡s de m’ a hurgar en la cerradura, y la llave finalmente gir—. Tropezamos dentro la casa, y Žl me volteo para caer en el sof‡. Lo agarrŽ con mis manos y, tal como lo hab’a imaginado, Žl bajo mis pantalones, y luego estuvo dentro de m’. Hice un ruido ronco que nunca hab’a o’do salir de mi garganta antes. Bill hac’a ruidos igualmente primitivos. No pensŽ que podr’a formar una sola palabra. Sus manos estaban bajo mi suŽter, y mi sostŽn estuvo en dos pedazos. ƒl era implacable. Casi sufr’ un colapso despuŽs de la primera vez que me vine. -No, -Žl gru–— cuando yo deca’a, y Žl sigui— bombeando. Entonces Žl aument— el ritmo hasta que casi sollocŽ, y luego mi suŽter se rasg—, y sus dientes encontraron mi hombro. ƒl hizo un sonido profundo, espantoso, y luego, despuŽs de unos largos segundos, termino. Estaba jadeando como si hubiera corrido una milla, y Žl temblaba, tambiŽn. Sin molestarse en sujetar de nuevo su ropa, Žl me gir— para afrontarlo, y curvo su cabeza en mi hombro otra vez para lamer la peque–a herida. Cuando dej— de sangrar y hab’a comenzado a curarse, Žl me quit— todo lo que ten’a encima, muy despacio. ƒl me limpi— debajo; Žl me bes— encima. como Žl -fue la œnica cosa que dijo. ƒl se puso a borrar aquel olor y reemplazarlo por el propio. -Hueles De repente estuvimos en el dormitorio, y tuve un momento para alegrarme porque hab’a cambiado las sabanas esa ma–ana antes de que su boca se posesionara de la m’a otra vez. Si hasta entonces hab’a tenido dudas, ya no las ten’a m‡s. ƒl no dorm’a con Portia Bellefleur. Yo no sab’a que hab’a sido, pero Žl no ten’a una relaci—n verdadera con ella. ƒl desliz— sus brazos debajo de m’ y me sostuvo tan fuertemente como era posible; Žl hociqueo mi cuello, amas— mis caderas, control— sus dedos abajo mis muslos, y bes— el trasero de mis rodillas. ƒl se ba–— de m’. -Extiende tus piernas para m’, Sookie,- susurr— Žl, con su oscura y fresca voz, y lo hice. ƒl estaba listo otra vez, y hab’a cierta aspereza en ello, como si tratara de demostrar algo. -Se tierno, -dije, era la primera vez que hablaba. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD171&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris puedo. Ha sido demasiado largo, la pr—xima vez serŽ dulce, lo juro, -dijo Žl, recorriendo con su lengua la l’nea de mi mand’bula. Sus colmillos paladearon mi cuello. Colmillos, lengua, boca, dedos, virilidad; se pareci— a hacer el amor con el Demonio de Tasmania. ƒl estaba en todas partes, y en todas partes apresurado. -No Cuando Žl se derrumbo encima de m’, estaba agotada. ƒl se movi— para quedar a mi lado, una pierna cubriendo la m’a, un brazo atravesando mi pecho. ƒl podr’a haber sacado tambiŽn un hierro para marcar y hacerlo, pero esto no habr’a sido muy divertido para m’. -¢(VWiVELHQ"-Žl mascull—. -Excepto por haber estado corriendo contra una pared de ladrillo algunas veces,- dije vagamente. Ambos nos adormecimos por un rato, aunque Bill despert— primero, como siempre lo hac’a por la noche. -Sookie, -Žl dijo quedamente. -Querida. Despierta. -Ooum, -dije, despacio retornando a la conciencia. Por primera vez en semanas, despertŽ con la nebulosa convicci—n que todo estaba bien con el mundo. Con lenta consternaci—n, realicŽ que las cosas estaban lejanas de estar bien. Abr’ mis ojos. Bill estaba justo encima de m’. -Tenemos que hablar, -dijo Žl, quitando el pelo de mi cara. pues. ±Ya estaba despierta. Lo que yo lamentaba no era el sexo, si no la necesidad de hablar de las cuestiones entre nosotros. -Habla, -Me deje llevar en Dallas, -dijo Žl inmediatamente. -Los vampiros lo hacen, cuando la posibilidad para cazar se presenta a si misma tan obviamente. Fuimos atacados. Tenemos el derecho de perseguir aquellos que quieren matarnos. -Eso es volver a los d’as de la anarqu’a, -dije. -Pero los vampiros cazamos, Sookie. Es nuestra naturaleza, -dijo Žl muy seriamente. Como los leopardos; como los lobos. No somos humanos. Podemos pretender serlo, cuando tratamos de vivir con la gente... en tœ sociedad. Podemos recordar a veces lo que era estar entre ustedes, ser uno de ustedes. Pero no somos la misma raza. No somos m‡s de la misma arcilla. MeditŽ esto. ƒl me hab’a dicho eso, repetidas veces, con palabras diferentes, desde que hab’amos comenzado a vernos el uno al otro. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD172&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris O tal vez, Žl hab’a estado viŽndome, pero yo no hab’a estado viŽndolo: claramente, realmente. No importa con que frecuencia pensŽ que hab’a hecho mi paz con su condici—n diferente, me di cuenta que todav’a esperaba que Žl reaccionara como si Žl fuera JB du Rone, o Jason, o mi pastor de iglesia. -Pienso que finalmente consigo captarlo, -dije. -Pero tœ tienes que captar, que a veces no va ha gustarme esta diferencia. A veces tengo que escaparme y enfriarme. Realmente voy a intentarlo. Realmente te amo. Haber hecho todo lo posible prometiendo encontrarlo a mitad del camino, me record— mi propio agravio. AgarrŽ su pelo y rodŽ sobre Žl, as’ yo lo ve’a abajo. Mire directamente a sus ojos. -Ahora, tœ me dice lo que hac’as con Portia. Las manos grandes de Bill descansaron sobre mis caderas cuando Žl explic—. -Ella vino a m’ despuŽs que regresŽ de Dallas, la primera noche. Ella hab’a le’do sobre lo que pas— all’, se pregunt— si conocer’a a alguien que hab’a estado all’ ese d’a. Cuando le dije que yo mismo hab’a estado all’±no te mencione±Portia dijo que ten’a informaci—n de que algunas armas usadas en el ataque hab’an venido de un lugar en Bon Temps, la Tienda de Deportes de Sheridan. Le preguntŽ como hab’a o’do esto; ella dijo que como abogada, no pod’a decirlo. Le preguntŽ por quŽ estaba tan preocupada, si no hab’a nada mas que pod’a decirme sobre esto; dijo que ella era un buen ciudadano y odiaba ver que se persiguiera a otros ciudadanos. Le preguntŽ por quŽ vino a m’; dijo que yo era el œnico vampiro que ella conoc’a. Cre’ esto, tanto como cre’a que Portia era en secreto una bailarina del vientre. EstrechŽ mis ojos mientras trabajaba este pensamiento. -Portia no se preocupa una maldita cosa por los derechos del vampiro, -dije. -Ella podr‡ querer meterse en tus pantalones, pero no se preocupa por las cuestiones legales del vampiro. -¢³0HWHUVHHQPLVSDQWDORQHV´"4XpJLURGHIUDVHVWLHQHV -Ah, ya lo has o’do antes, -dije, un poco avergonzada. ƒl sacudi— su cabeza, la diversi—n centelleaba en su cara. -Meterse en mis pantalones, -repiti— pantalones, si tuvieras alguno encima. demostrarlo. Žl, tanteando despacio. -ƒl -Yo estar’a en tus frot— sus manos de arriba abajo para -Deja eso, -dije. -Trato de pensar. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD173&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Sus manos presionaban mis caderas, entonces me deje, moviŽndome de aqu’ para all‡ sobre Žl. ComencŽ a tener dificultad para formar pensamientos. Bill, -dije. -Escucha, creo que Portia quiere ser vista contigo as’ podr’a ser invitada a unirse al supuesto club sexual aqu’ en Bon Temps. -P‡rate, -¢&OXEVH[XDO"-Bill dijo con interŽs, no par‡ndose en lo m‡s m’nimo. -S’, no te lo dije... ah, Bill, no... Bill, todav’a me estoy reponiendo del œltimo... Ah. Oh, Dios. -Sus manos me hab’an agarrado con su gran fuerza, y me hab’an movido resueltamente, directamente sobre su rigidez. ƒl comenz— a mecerme otra vez, de ac‡ para all‡. -Ah, -dije, perdida en el momento. ComencŽ a ver colores flotar delante de mis ojos, y luego estaba siendo mecida tan r‡pido que no pude guardar la pista de mi movimiento. El final vino al mismo tiempo para ambos, y nos enroscamos jadeando durante varios minutos. -Nunca deber’amos separarnos otra vez, -dijo Bill. -No sŽ, esto lo hace casi digno ello. Una peque–a sacudida riz— su cuerpo. -No, -Žl dijo. -Esto es maravilloso, pero prefiero irme de la ciudad durante unos d’as, a pelear contigo otra vez. -ƒl abri— sus ojos amplios. -¢&KXSDVWHUHDOPHQWHXQDEDODGHO hombro de Eric? -Ah‡, Žl dijo que ten’a que sacarla antes de que su carne se cerrara sobre ella. -¢7Hdijo que Žl ten’a una navaja en su bolsillo? Fui tomada en curva. -1R¢eOWHQtD"¢3RUTXpKDUtDpOHVWR" Bill levant— sus cejas, como si yo hubiera dicho algo bastante rid’culo. -Adivina, -Žl dijo. -¢(QWRQFHV\RFKXSDUtDVREUHVXKRPEUR"1RSXHGHVignificar esto. Bill solamente mantuvo su mirada escŽptica. Bill. Ca’ en ello. (VSHUD XQ PLQXWR«£pO REWXYR XQ WLUR $TXHOOD EDOD SRGUtD haberme golpeado, pero en cambio lo golpe—. ƒl me proteg’a. -Ay, 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD174&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -¢&yPR" -Bueno, estaba encima de m’... -Descanso mi caso. -No hab’a nada pasado de moda sobre Bill en este momento. Por otra parte, hab’a una mirada bastante pasada de moda sobre su cara. -3HUR%LOO¢TXLHUHVGHFLUTXHpOHVWDQGHVYLDGR" Otra vez con las cejas levantadas. encima de m’ no es un convite tan grande, -protestŽ, -que alguien deba tomar XQDEDODSDUDHOOR£&DUD\£(VFKLIODGR -Estar -Con esto consigui— que un poco de su sangre este dentro tuyo. -S—lo una gota o dos. Escup’ el resto, -dije. -Una gota o dos es suficiente cuando se es tan viejo como Eric. -¢6XILFLHQWHSDUDTXp" -ƒl sabr‡ algunas cosas sobre ti, ahora. -4Xp¢FRPRPLWDOODGHYHVWLGR" Bill sonri—, no siempre un signo relajante. -No, como te sientes. Enojada, cachonda, cari–osa. Me encog’ de hombros. -No le servir‡ de nada. -Probablemente no es muy importante, pero ten cuidado de aqu’ en adelante, -Bill me advirti—. ƒl parec’a bastante serio. -Todav’a no puedo creer que alguien se pondr’a en posici—n para tomar una bala por m’ solamente con la esperanza de que yo ingerir’a una gota de sangre al sacar la bala. Eso es rid’culo. Tœ lo sabes, me parece que introdujiste esto para que yo deje de molestarte sobre Portia, pero no voy hacerlo. Pienso que Portia cree que si sale contigo, alguien le pedir‡ ir a este club sexual, por que si ella quiere ser la pelota de un vampiro, ella esta dispuesta a hacer todo. Ellos pensaran, -dijo a toda prisa despuŽs de ver la cara de Bill. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD175&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Entonces Portia calcula que ella ir‡, aprender‡ la materia, y averiguar‡ quiŽn realmente mat— Lafayette, Andy estar‡ fuera del gancho. -Eso es un complot complicado. -¢3XHGHV UHIXWDUOR" -Estaba orgullosa por usar refutar, que hab’a sido mi D’a en el calendario. Palabra del -De hecho, no puedo. -ƒl se puso inm—vil. Sus ojos quedaron fijos y sin parpadear, y sus manos relajadas. Ya que Bill no respira, Žl estaba absolutamente quieto. Finalmente Žl parpade—. -Habr’a sido mejor si ella me hubiera dicho la verdad para empezar. mejor que no hayas tenido sexo con ella, -dije, finalmente confes‡ndome a m’ misma que la posibilidad desnuda casi me cegaba por los celos. -Es -Ten’a curiosidad en ver cuanto dilatabas para preguntarme, -dijo Žl tranquilamente. - Como si yo me acostara alguna vez con una Bellefleur. No, ella no tiene el m‡s m’nimo deseo de tener sexo conmigo. Hasta tuvo un tiempo duro fingiendo que quer’a en alguna fecha posterior. Portia no es una buena actriz. La mayor parte del tiempo que estamos juntos, me lleva a intentos totalmente inœtiles de encontrar ese escondite de armas que el Camaradersimo ha guardado aqu’, diciendo que todos los simpatizantes del Camaradersimo las esconden. -¢$VtTXHSRUHVRVHJXLVWHFRQHVR" -Hay algo sobre ella que es honorable. Y quise ver si te pon’as celosa. -Ah, ya veo. ¢%LHQTXpSLHQVDV" -Pienso, -dijo Žl, -que mejor no te vuelvo a ver nunca cerca de aquel apuesto tarado otra vez. -¢-%"6R\FRPRVXKHUPDQD-dije. -Te olvidas, que has tenido mi sangre, y puedo decir lo que sientes, -dijo Bill. -No pienso que te sientas exactamente como una hermana con Žl. -¢4XHH[SOLFDUtDSRUTXpHVWR\DTXtHQODFDPDFRQWLJR" -Tœ me amas. Me re’, contra su garganta. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD176&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Est‡ cerca el alba, -dijo Žl. -Tengo que irme. -Bien, bebŽ. -Sonre’ hac’a Žl cuando recogi— su ropa. -£(K PH GHEHV XQ VXpWHU \ un sostŽn. Dos sostenes. Gabe rasg— uno, de modo que fue una lesi—n de ropa relacionada con el trabajo. Y tœ rasgaste uno en la noche, m‡s mi suŽter. eso comprŽ una tienda de ropa para mujer, -dijo Žl suavemente. -As’ podr’a desgarrar si el esp’ritu me mueve. -Por Me re’ y me acomode en la cama. Pod’a dormir un par de horas m‡s. Todav’a sonre’a cuando Žl dej— mi casa, y me despertŽ a media ma–ana con una ligereza en mi coraz—n que no hab’a estado all’ durante mucho tiempo. (Bien, me pareci— mucho tiempo.) Anduve, algo cautelosamente en el cuarto de ba–o para penetrar en una tina llena de agua caliente. Cuando comencŽ a lavarme, sent’ algo en mis l—bulos de las orejas. Me levantŽ de la tina y revisŽ en el espejo encima del lavamanos. ƒl me hab’a puesto los pendientes de topacio mientras estaba dormida. 6UÒOWLPD3DODEUD *** Ya que nuestro reencuentro hab’a sido secreto, fui yo a quien invitaron al club primero. Esto nunca se me ocurri— que podr’a pasar; pero despuŽs de que esto paso, realicŽ que si Portia hab’a calculado que ella podr’a ser invitada despuŽs salir con un vampiro, yo tambiŽn era carne a quien invitar. Para mi sorpresa y repugnancia, el que menciono el tema fue Mike Spencer. Mike era el director de casa de pompas fœnebres y el juez de primera instancia en Bon Temps, no siempre ten’amos una relaci—n completamente cordial. Sin embargo, lo conoc’a de toda mi vida y estuve acostumbrada a tratarlo con respeto, un h‡bito dif’cil de romper. Mike llevaba puesta su atuendo de casa de pompas fœnebres cuando entr— a 0HUORWWHV esa tarde, porque ven’a del velorio de la Sra. Cassidy. Un traje oscuro, camisa blanca, corbata rayada, y pulidos zapatos. Aunque Mike Spencer era un tipo que realmente prefer’a corbatas de lazos y botas de vaquero con puntera de metal. Ya que Mike era al menos veinte a–os m‡s viejos que yo, siempre lo relacionaba como un mayor, por eso me escandalice tan a lo tonto cuando se me acerc—. ƒl se sent— s—lo, que ya era bastante ins—lito para hacerlo merecedor de nota. Le traje una hamburguesa y una cerveza. Cuando me pag—, me dijo por causalidad: -Sookie, algunos de nosotros nos reunimos en la casa del lago de Jan Fowler ma–ana por la noche y nos preguntamos si pudiŽramos conseguir que vinieras. Soy afortunada por tener una cara bien ense–ada. Sent’ como si se hubiera abierto un pozo bajo mis pies, realmente estaba algo asqueada. Entend’ inmediatamente, pero me costaba bastante creerlo. Abr’ mi mente, mientras mi boca dec’a: 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD177&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -8VWHGGLMR¢³DOJXQRVGHQRVRWURV´"¢4XLpQHVVHUtDQ Sr. Spencer? -¢3RU TXp QR PH OODPDV 0LNH 6RRNLH" -Asent’, mirando dentro de su cabeza todo el rato. Oh, caray, Louise. Aggh. -Bien, algunos de tus amigos estar‡n all’. Huevos, Portia, y Tara. Los Hardaways. Tara y Huevos... esto realmente me impresion—. -¢$VtTXHGHTXHYDQHVWDVILHVWDV"¢(VVRODPHQWHGHOWLSREHELGD\EDLOH" Esto no era una pregunta irrazonable. No importa cuanta gente sab’a que yo, supuestamente, era capaz de leer mentes, ellos casi nunca lo cre’an, no importa cuantas pruebas de lo contrario ellos hab’an atestiguado. Mike simplemente no pod’a creer que yo pudiera recibir las im‡genes y conceptos que flotaban en su mente. -Bien, nos descontrolamos algo salvaje. Pensamos que desde que has roto con tu novio, podr’as querer venir a soltarte el pelo un poco. -Tal vez vendrŽ, -dije, sin entusiasmo. No har’a parecer que estaba ansiosa. -¢&XiQGR" -Ah, ma–ana a las diez de la noche. por la invitaci—n, -dije, record‡ndome mis maneras, y luego se larg— sin dejarme propina. PensŽ furiosamente, en los raros momentos que tuve para m’ durante el resto de mi turno. -Gracias ¢4XpGHEXHQRSRGUtDKDEHUVLLED"¢3RGUtDUHDOPHQWHDSUHQGHUDOJRTXHVROXFLRQDUtDHO misterio de la muerte de Lafayette? No me gustaba Andy Bellefleur mucho, y ahora hasta me gustaba menos Portia, pero no era justo que Andy pudiera ser procesado, su reputaci—n arruinada, por algo que no era su culpa. Por otra parte, me detuve para razonar que ningœn presente en la fiesta de la casa del lago me confiar’a cualquier secreto oscuro y profundo hasta que me hubiera hecho una regular, y simplemente yo no ten’a estomago para eso. Ni siquiera estaba segura que pudiera pasar esta reuni—n. La ~OWLPD FRVD HQ HO PXQGR TXH TXLVH YHUHUDDPLVDPLJRV\PLVYHFLQRV³VROWiQGRVHHO pelo´1RTXHUtDYHUORVVROWiUVHORRDOJRPiV -¢4XpSDVD6RRNLH"-Sam pregunt—, tan cerca de m’ que brinquŽ. Lo vi, deseando poder preguntarle que pensaba. Sam era fuerte y nervudo, y era inteligente, tambiŽn. La contabilidad, el orden, el mantenimiento y planificaci—n, Žl nunca pareci— ser sobrepasado con ninguno de ellos. Sam era un hombre autosuficiente, me gustaba y confiaba en Žl. -Estoy justo en un peque–o dilema, -dije. -¢4XpSDVDFRQWLJR6DP" 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD178&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Recib’ una interesante llamada telef—nica anoche, Sookie. -¢'HTXLpQ" -Una chirriante mujer en Dallas. -¢(QVHULR" -Me encontrŽ sonriendo, realmente, no la mueca que sol’a usar para cubrir mis nervios. -¢6HUtDXQDVHxRUDGHDVFHQGLHQWHPHMLFDQD" -As’ lo creo. Ella habl— de ti. -Ella es batalladora,-dije. -Ella tiene muchos amigos. -¢/DFODVHGHDPLJRVTXHTXHUUtDVWHQHU" -Ya tengo algunos buenos amigos, -dijo Sam, apretando mi mano brevemente. -Pero es siempre agradable conocer a gente que comparte tus intereses. -'HPRGRTXH¢LUiVDDallas? ser. Mientras tanto, ella me ha puesto en contacto con algunas personas en Ruston quienes tambiŽn... -Podr’a Cambian su aspecto cuando la luna llena, terminŽ mentalmente. -¢&yPR WH ORFDOL]y HOOD" 1R OH GL WX QRPEUH D SURSyVLWR SRUTXH QR VDEtD VL tœ lo quisieras. -Ella te localiz— a ti, -dijo Sam. -Y averigu— quiŽn era tœ jefe por los... la gente local. -¢&yPRHVTXHQXQFDORVKDEtDVFRQWDFWDGRSRUFXHQWDSURSLD" -Hasta que tœ me dijiste sobre la mŽnade, -dijo Sam, -nunca realicŽ que hab’a tantas cosas m‡s que deb’a aprender. -¢6DPQRHVWDUiVSHUGLHQGRHOWLHPSRFRQHOOD" -He pasado algunas tardes en los bosques con ella, s’. Como Sam, y en m’ otra piel. -Pero ella es tan perversa, -yo soltŽ. El culo de Sam se puso r’gido. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD179&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris es una criatura sobrenatural como yo, -dijo Žl uniformemente. -Ella no es, ni mala, ni buena, ella solamente es. -Ella -Oh, tonter’as. -No pod’a creer que estuviera oyendo eso de Sam. -Si ella te alimenta esta l’nea, entonces ella quiere algo de ti. -RecordŽ que hermosa hab’a sido la mŽnade, si a uno no le importaban las manchas de sangre. Y a Sam, como adaptoformas, quiz‡s no le importar’an. -Oh, -dije, cuando la comprensi—n lleg—. No, que yo pudiera leer la mente de Sam claramente, ya que Žl era una criatura sobrenatural, pero yo pod’a conseguir una aproximaci—n sobre su estado emocional, que era±avergonzado, cachondo, resentido, y cachondo. otra vez, algo r’gidamente.-Perd—name, Sam. No quer’a hablar mal de alguien con quien tœ... tœ, ah... ±Dif’cilmeQWHSRGUtDGHFLU³HVWDVMRGLHQGR´DSHVDUGH lo acertado que ser’a.-«SDVDVHOWLHPSR-terminŽ sin convicci—n.-Estoy segura que ella es encantadora una vez que la llegas a conocer. Desde luego, el hecho que ella cort— mi espalda en tiras sangrientas puede tener algo que ver con mi prejuicio contra ella. TratarŽ de ser m‡s de mente abierta. -Ah, -dije Y anduve con paso majestuoso a tomar una orden, dejando a Sam con la boca abierta detr‡s m’o. *** DejŽ un mensaje en el contestador autom‡tico de Bill. No sab’a lo que Bill tuviera intenci—n de hacer sobre Portia, y adivinŽ que hab’a una posibilidad que alguien m‡s estuviera all’ cuando Žl escuchara sus mensajes, entonces dije: -Bill, me invitaron aquella fiesta ma–ana por la noche. Av’same si crees que yo deber’a ir. -No me identifiquŽ, ya que Žl conoc’a mi voz. Posiblemente, Portia hab’a dejado un mensaje idŽntico, una idea que solamente me puso furiosa. Cuando conduje a casa esa noche, medio esperŽ que Bill estuviera para emboscarme otra vez de modo er—tico, pero la casa y la yarda estaban silenciosas. Me reanimŽ cuando notŽ que la luz sobre mi contestador autom‡tico parpadeaba. -Sookie, -dijo la voz sedosa de Bill,-quŽdate lejos del bosque. La mŽnade estuvo descontenta con nuestro tributo. Eric estar‡ en Bon Temps ma–ana por la noche para negociar con ella, y Žl quiz‡s te llamŽ. Los-otra gente-de Dallas, quiŽnes te ayudaron, piden una recompensa escandalosa de los vampiros de Dallas, as’ que voy all‡ por Anubis a encontrarme con ellos, con Stan. Ya sabes donde me quedarŽ. Caramba. Bill no estar’a en Bon Temps para ayudarme, y Žl estaba fuera de mi alcance. ¢2 OR HVWDUtD pO" Era la una de la ma–ana. LlamŽ al nœmero que hab’a puesto en mi 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD180&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris libreta de direcciones, para el Silent Shore. Bill no se hab’a registrado aœn, aunque su DWD~GTXHHOSRUWHURUHILULyFRPRVX³HTXLSDMH´KDEtDVLGRSXHVWRHQVXFXDUWRDejŽ un mensaje, que frasee tan cautelosamente que podr’a ser incomprensible. Estaba realmente cansada, ya que no hab’a dormido mucho la noche anterior, pero no ten’a ninguna intenci—n de ir a la fiesta de la pr—xima noche sola. SuspirŽ profundamente, y llamŽ Fangtasia, el bar de vampiro en Shreveport. -Usted ha alcanzado la Fantas’a, donde los no±muertos viven otra vez cada noche,dijo una grabaci—n con la voz de Pam. Pam era un codue–o. ±Para los horarios del bar, presione el uno. Para hacer una reservaci—n de fiesta, presione el dos. Para dirigirse a una persona viva o un vampiro muerto, presione el tres. O, si usted ten’a la intenci—n de dejar un simp‡tico mensaje de travesura en nuestro contestador autom‡tico, sepa esto: lo encontraremos. ApretŽ el tres. -Fangtasia, -Pam dijo, como si ella estuviera en el limite de lo aburrido que alguien se hubiera aburrido alguna vez. -Hola,-dije, interviniendo con voz alegre para contrarestar el tedio.-Soy Sookie, Pam. ¢(VWi(ULFDOUHGHGRU" -ƒsta cautivando a los bichos, -dijo Pam. Supuse que eso significaba que Eric estaba tumbado en alguna silla sobre el ‡rea principal de la barra, luciendo magn’fico y peligroso. Bill me hab’a dicho que algunos vampiros estaban bajo contrato en Fangtasia, apareciendo una o dos veces por semana por cierto tiempo, as’ los turistas seguir’an viniendo. Eric, como uno de los due–os, estaba all’ casi cada noche. Hab’a otro bar donde los vampiros iban por propio acuerdo, un bar donde un turista nunca entrar’a. No hab’a estado nunca ah’, porque francamente, tengo suficiente de bares mientras estoy en el trabajo. -¢3RGUtDVpasarle el telŽfono, por favor, se–ora? -Ah, est‡ bien, -dijo ella de mala gana. -O’ que tuviste un buen tiempo en Dallas, -ella dijo mientras andaba. No, que yo pudiera o’r sus pasos, pero el ruido en el fondo baj— y fluy—. -Inolvidable. -¢4XpSHQVDVWHGH6WDQ'DYLV" Hmmm. -ƒl es de una clase. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD181&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Me gusta su estilo timorato±pazguato con que se mira. Me alegrŽ que ella no pudiera ver la mirada sorprendida que le di al telŽfono. Yo nunca hab’a visto que a Pam le gustaron los tipos, tambiŽn. -ƒl no parec’a estar saliendo con alguien, -dije, esperŽ de manera casual. -Ah. Tal vez tome unas vacaciones en Dallas pronto. TambiŽn eran nuevas noticias para m’ que los vampiros estuvieron interesados el uno en el otro. Nunca hab’a visto realmente a dos vampiros juntos. -Estoy aqu’, -dijo Eric. -Y yo estoy ac‡. ±Estuve un poco divertida con la tŽcnica para contestar de Eric. -Sookie, mi peque–a chupa±balas, -Žl dijo, sonando tierno y c‡lido. -Eric, mi gran escudo contra balas. -¢4XLHUHVDOJRPLTXHULGD" -No soy tu querida, y tœ lo sabes, en primer lugar. PorRWURODGR«%LOOGLMRTXHYHQtDV DTXt¢PDxDQDSRUODQRFKH" -S’, a trotar por los bosques en busca de la mŽnade. Ella encuentra que nuestros ofrecimientos de vino de solera y un toro j—ven son inadecuados. -¢/HOOHYDVWHXQWRURYLYR" Fui moment‡neamente desviada por la visi—n de Eric conduciendo con una vaca dentro de un remolque por la interestatal y ech‡ndosela al hombro para sacarla y despuŽs azuzarla dentro los ‡rboles. -S’, en efecto lo hicimos. Pam, Indira y yo. -¢)XHGLYHUWLGR" -S’,-Žl dijo, sonando dŽbilmente sorprendido. ±Han pasado varios siglos desde que tratŽ con el ganado. Pam es una chica de ciudad. Indira ten’a demasiado miedo del toro para ser de mucha ayuda. Pero si te gusta, la pr—xima vez que tenga que transportar animales te harŽ una llamada, y puedes venir. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD182&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas -Gracias, Charlaine Harris eso ser’a delicioso, -dije, sintiŽndome bastante confiada que esa era una llamada que nunca recibir’a. -La raz—n por la que te llam— es que te necesito para ir a un fiesta conmigo ma–ana por la noche. Un largo silencio. -¢%LOOQRHVPiVWXFRPSDxHURGHFDPD"¢/DVGLIHUHQFLDVTXHGHVDUUROODVWHHQ'DOODV son permanentes? -/R TXH \R GHEHUtD KDEHU GLFKR HV ³QHFHVLWR XQ JXDUGDHVSDOGDV SDUD PDxDQD SRU OD QRFKH´%LOOHVWDHQDallas. ± dije mientras me golpeaba sobre la frente con la mano. Mira, existe una larga explicaci—n, pero la situaci—n consiste en que tengo que ir a una fiesta ma–ana por la noche que es realmente bueno a... bien, esto es a... ¢XQ WLSR GH org’a? Y necesito a alguien conmigo por si... por si acaso. -Esto es fascinante, -dijo Eric, sonando fascinado.-¢< \D TXH YR\ D HVWDU HQ OD YHFLQGDGW~SHQVDVWHTXH\RSRGUtDKDFHUWHFRPRGHHVFROWD"¢$XQDRUJtD" -Tœ puedes parecer casi humano, -dije. -¢(VXQDRUJtDKXPDQD"¢8QDTXHH[FOX\HYDPSLURV" -Es una org’a humana que no sabe que viene un vampiro. -$VtTXH¢PiVKXPDQRPHYHDPHQRVDWHPRUL]DQWHVHUp" -S’, tengo que leer sus pensamientos. Escoger cerebros. Y si los atrap— pensando en una cierta cosa, cuando escoja sus cerebros, entonces podemos salir de all’. Acababa de tener una gran idea sobre como conseguir que pensaran en Lafayette. Dec’rselo a Eric iba a ser el problema. -¢(QWRQFHVW~TXLHUHVTXH\RYD\DDXQDRUJtDKXPDQDGyQGHQRVHUpELHQYHQLGR\W~ quieres que nosotros nos marchemos antes de que yo consiga divertirme? -S’,-dije, casi chillando en mi ansiedad. -Y... ¢SLHQVDVTXHSRGUtDVSUHWHQGHUVHUJD\" Hubo un silencio muy largo. -¢$TXpKRUDWHQJRTXHHVWDUDOOt"-Eric pregunt— suavemente. -8P¢1XHYHWUHLQWD"¢(QWRQFHV puedo contarte? -Nueve treinta en tœ casa. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD183&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Llevo el telŽfono de vuelta, -Pam me inform—.-¢4Xp OH GLMLVWH D (ULF" eO VDFXGH VX cabeza de ac‡ para all‡ con sus ojos cerrados. -¢6HHVWDULHQGRDXQTXHVHDXQSRTXLWR" -No, que yo pueda ver, -dijo Pam. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD184&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris &DSÇWXOR Bill no volvi— a llamar esa noche, y me fui para el trabajo antes de la puesta del sol al d’a siguiente. ƒl hab’a dejado un mensaje sobre el contestador autom‡tico cuando vine a casa para vestirme pDUD³ODILHVWD´ -Sookie, necesite un mont—n de tiempo para descifrar cual era la situaci—n de tœ mensaje tan protegido,-Žl dijo. Su voz generalmente calmada estaba definitivamente en el lado infeliz. Disgustado. -Si vas a esta fiesta, no vas sola, sea como sea. No vale la pena. Consigue a tœ hermano o Sam para ir contigo. Bueno, hab’a obtenido alguien aœn m‡s fuerte para ir conmigo, as’ que ya pod’a estar sintiŽndome muy virtuosa. Pero, de algœn modo, no pensŽ que teniendo a Eric conmigo tranquilizar’a a Bill. -Stan Davis y Joseph Velasquez mandan sus respetos, y Barry el botones. Sonre’. Estaba sentada con las piernas cruzadas en mi cama, llevaba s—lo una bata de ba–o vieja de felpilla, cepillaba mi pelo mientras escuchaba mis mensajes. -No he olvidado el viernes por la noche, -Bill dijo, en la voz que siempre me hac’a temblar. -Nunca lo olvidarŽ. -¢4XpVXFHGLyHOYLHUQHVSRUODQRFKH"-Eric pregunt—. ChillŽ. Una vez que pude sentir que mi coraz—n permanecer’a en mi cavidad del pecho, gatee fuera de la cama y anduve a zancadas sobre Žl con mis pu–os cerrados. -Eres lo suficiente viejo para saber que no se entra a la casa de alguien sin llamar a la SXHUWD \ HVSHUDU UHVSXHVWD ¢$GHPiV FXiQGR WH LQYLWp DOJXQD YH] GHQWUR" -Tuve que haber extendido la invitaci—n, o Eric no podr’a haber cruzado el umbral. -Cuando parŽ el mes pasado para ver a Bill. Yo golpeŽ realmente, -Eric dijo, tratando de parecer herido. -Tœ no contestaste, y pensŽ o’r voces, as’ que entrŽ. Incluso dije tœ nombre. -Tœ puedes haber susurrado mi nombre. -Estaba todav’a furiosa. -£3HURDFWXDVWHPDO\ lo sabes! -¢4XpYDVDOOHYDUDODILHVWD"-Eric pregunt—, cambiando el tema eficazmente. -¢6LHVWR deber‡ ser una org’a, quŽ lleva una chica buena como tœ? 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD185&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Apenas lo sŽ, -dije, desinflada por el recordatorio. -Estoy segura que se supone que deb— parecerme a la clase de chica que va a org’as, pero yo nunca he estado en una y no tengo la menor idea de c—mo empezar, aunque tengo un bonita idea de c—mo acabar. -He estado a org’as, -Žl ofreci—. -¢3RUTXpQRPHVRUSUHQGHHVWR"¢4XpOOHYDEDV" -La œltima vez llevŽ una piel de animal; pero esta vez me decid’ por esto. -Eric hab’a estado llevando un abrigo largo y estrecho. Ahora Žl lo lanz— lejos dram‡ticamente, y s—lo pude qued‡rmelo viendo fijamente. Normalmente, Eric era el tipo de jeans±azules y±playeras. Esta noche, Žl llevaba un camiseta rosada y leggins de Lycra. Yo no sŽ donde los obtuvo; no conoc’a ninguna compa–’a que hiciera Lycra leggins para hombres altos talla eXtra±Grande. Eran rosados y aqua, como los remolinos a los lados de la camioneta de Jason. -Wow, -dije, desde que era todo lo que pod’a pensar en decir.-Wow. Eso es todo un equipo. Eso ocurre cu‡ndo una ha obtenido un tipo grande que lleva Lycras que no dejan terreno para la imaginaci—n. Resist’ la tentaci—n de pedirle a Eric darse una vueltecita. -No creo que pueda convencer como una reina, -Eric dijo,-pero decid’ que esto env’a una se–al mezclada, as’ casi todo era posible. -El revolote— sus pesta–as para m’. Eric estaba gozando definitivamente esto. -Ah, s’, -dije, tratando de encontrar otra parte donde mirar. -¢4XLHUHVTXHPH]DPEXOODDWUDYpVGHWXVFDMRQHV\WHHQFXHQWUHDOJRSDUDOOHYDU"-Eric sugiri—. ƒl hab’a abierto realmente el caj—n superior de mi comoda antes de que yo dijera: -£1RQR£(QFRQWUDUpDOJR Pero no pude encontrar nada m‡s informalmente sexy que pantaloncillos y una camiseta. Sin embargo, los pantaloncillos eran los que hab’a usado en mis d’as de secundaria, y se me pegaban: ³&RPR XQD RUXJD DEUD]D XQD PDULSRVD´, Eric dijo poŽticamente. -M‡s bien como Daisy Dukes, -refunfu–Ž, pregunt‡ndome si la pauta de encaje de mi ropa interior de biquini se quedar’a impreso sobre mi culo para el resto de mi vida. LlevŽ puesto un sostŽn azul acero que hac’a juego con la camiseta blanca baja que expon’a mucha decoraci—n del sostŽn. Este era uno de mis sostenes de reemplazo, y Bill 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD186&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris no hab’a conseguido verlo aœn, as’ que seguro esperaba que nada le pasara. Mi bronceado se manten’a firme todav’a, y deje mi pelo suelto. -£(KQXHVWURSHORHVGHOPLVPRFRORU-dije, mir‡ndonos lado al lado en el espejo. -Seguro que lo es, novia. -Eric sonri— abiertamente hac’a m’. -¢3HUR W~ HUHV UXELD HQ todo lo de abajo? -¢1RGHVHDUtDVVDEHUOR" -S’, -Žl dijo simplemente. -Bien, tendr‡s que pregunt‡rtelo solamente. -Yo soy, -dijo Žl. -Rubio en todas partes. -Yo podr’a decirlo por tœ pelo del pecho. ƒl levant— mi brazo para comprobar mi axila. -Ustedes mujeres tontas, afeit‡ndose su pelo del cuerpo, -dijo Žl, dejando caer mi brazo. Abr’ mi boca para decir algo m‡s sobre el tema, me di cuenta que conducir’a al desastre, y en cambio dije; -Tenemos que irnos. -¢1R YDV D OOHYDU SXHVWR SHUIXPH" -ƒl estaba oliendo todas las botellas encima de mi tocador. -£$K Oleva este! -ƒl me tir— una botella y yo la agarrŽ sin pensar. Sus cejas volaron.-Usted ha tenido m‡s sangre de vampiro de lo que pensŽ, se–orita Sookie. -Obsession, -dije, viendo la botella. -Oh, esta bien. -Con cuidado de no responder a su observaci—n, frotŽ ligeramente un poquito de Obssesion entre mis pechos y detr‡s de mis rodillas. CalculŽ que as’ estar’a cubierta de la cabeza hasta la punta del pie. -¢&XiO HV QXHVWUD DJHQGD 6RRNLH" -Eric pregunt—, mirando este procedimiento con interŽs. -Lo que vamos hacer es ir a esta estœpida llamada fiesta sexual y hacer todo lo posible en aquella l’nea mientras reœno la informaci—n de las mentes de las personas all’. -¢&RQFHUQLHQWHD" -Concerniente al asesinato de Lafayette Reynold, el cocinero del Bar MerORWWHV. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD187&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -¢<SRUTXpKDFHPRVHVWR" -Porque me gustaba Lafayette. Y para limpiar a Andy Bellefleur de la sospecha que Žl asesin— Lafayette. -¢%LOOVDEHTXHWUDWDVGHVDOYDUXQ%HOOHIOHXU" -¢3RUTXpSUHJXQWDVHVWR" -Ya sabes que Bill odia a los Bellefleur, -dijo Eric, como si fuera el hecho m‡s conocido en toda Luisiana. -No, -dije. -No, yo no sab’a esto en absoluto. -Me sentŽ en la silla cercana a mi cama, mis ojos se fijaron en la cara de Eric. -¢3RUTXp" tendr‡s que preguntarle a Bill esto, 6RRNLH ¢< HVWD HV OD ~QLFD UD]yQ SRU OD TXH YDPRV"¢1RXVDVKiELOPHQWHHVWRFRPRXQDH[FXVDSDUDVDOLUIXHUDFRQPLJR" -Tœ -No soy tan h‡bil, Eric. -Pienso que te enga–as, Sookie, -dijo Eric con una sonrisa brillante. RecordŽ que Žl podr’a sentir ahora mis humores, segœn Bill. Me preguntŽ lo que Eric sab’a sobre m’ que yo ni sab’a. -Escucha, Eric, -comencŽ, cuando salimos por la puerta a travŽs del porche. Entonces tuve que pararme y buscar alrededor de mi mente para como decir lo que quer’a decir. ƒl esper—. La tarde hab’a sido nublada, y los bosques se sintieron m‡s cercanos alrededor de la casa. Yo sab’a que la noche solamente parec’a opresiva porque iba a ir a un acontecimiento personalmente desagradable. Yo iba a aprender cosas sobre la gente que conoc’a y no quer’a saber. Parec’a estœpido buscar la clase de informaci—n que hab’a gastado mi vida entera para aprender como bloquear hacia fuera. Pero sent’a una especie de obligaci—n de servicio pœblico hac’a Andy Bellefleur por descubrir la verdad; y respetaba a Portia, de un modo raro, por su buena voluntad de sujetarse a algo desagradable a fin de salvar a su hermano. Como Portia pod’a sentir genuina aversi—n por Bill era simplemente incomprensible para m’, pero si Bill dec’a que ella estaba asustada de Žl, era verdad. En esta pr—xima velada, la idea de ver la verdadera cara secreta de la gente que conoc’a de siempre me asustaba. -1RGHMHVTXHQDGDPHSDVH¢HVWDELHQ" -Dije a Eric directamente.-No tengo ninguna intenci—n de hacerme ’ntima con cualquiera de aquellas gentes. Adivino que me asusta que algo pasar‡, alguien ir‡ demasiado lejos. Incluso por vengar el asesinato de Lafayette, no tendrŽ de buen grado sexo con ninguna de aquella gente. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD188&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Era mi verdadero miedo, uno que no me hab’a confesado ni a m’ misma hasta ese momento: aquello de que algœn diente resbalar’a, alguna salvaguarda fallar’a, y yo ser’a una v’ctima. Cuando hab’a sido una ni–a, me hab’a pasado algo, que no pude prevenir, ni controlar, algo incre’blemente vil. Casi prefer’a morir a dejarme abusar as’ otra vez. Por eso hab’a luchado con tanta fuerza contra Gabe y estuve tan aliviada cuando Godfrey lo hab’a matado. -¢7~FRQItDVHQPt"-Eric son— sorprendido. -S’. -Eso es... loco, Sookie. -No lo creo. -De donde aquella seguridad hab’a venido, no lo sab’a, pero estaba all’. Me puse un suŽter pesado hasta el muslo que hab’a tra’do conmigo. Sacudiendo su cabeza rubia, su ce–ido abrigo se dibujo alrededor de Žl, Eric abri— la puerta de su Corvette rojo. Yo llegar’a a la org’a con estilo. Le di a Eric las direcciones hac’a el Lago Mimosa, y lo llenŽ tanto como pude sobre el fondo de esta serie de acontecimientos cuando condujimos (volamos) bajo el camino estrecho de dos veredas. Eric manejaba con gran entusiasmo y br’o±y la temeridad de alguien extremadamente dif’cil de matar. soy mortal, -dije, despuŽs de pasar alrededor de una curva con una velocidad que me hizo lamentar que mis u–as no fueran bastante largas para morderlas. -Recuerda, -Pienso en esto a menudo, -dijo Eric, sus ojos se fijaron en el camino delante de Žl. No sab’a quŽ hacer con esto, entonces dejŽ que mi mente pensara en cosas relajantes. La tina caliente de Bill. El agradable cheque que recibir’a de Eric cuando el cheque de los vampiros de Dallas se aclarara. El hecho que Jason hab’a estado saliendo con la misma mujer varios meses seguidos, lo que podr’a significar que Žl era serio sobre ella, o podr’a significar que Žl ya hab’a recorrido a todas las mujeres disponibles (y unas cuantas quiŽnes no deber’an haberlo sido) en la Regi—n. Que esta era una hermosa y fresca noche, y yo montaba en un maravilloso auto. -Tœ eres feliz, -dijo Eric. -S’. Lo soy. -Estar‡s segura. -Gracias. SŽ que voy a estarlo. Se–alŽ la peque–a placa que marcaba FOWLER que indic— una calzada casi escondida por un soporte de mirto y espino. Bajamos una corta calzada de grava, alineada con 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD189&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris ‡rboles. Que se inclin— bruscamente cuesta abajo. Eric frunci— el ce–o cuando el Corvette dio tumbos a lo largo de los profundos surcos. Cuando el paseo se nivel— llegamos al claro donde estaba la caba–a, la cuesta era suficiente para dejar ver s—lo un poco del techo a travŽs del camino alrededor del lago. Hab’a cuatro autos aparcado sobre la golpeada tierra delante de la caba–a. Las ventanas estaban abiertas para admitir la fresca brisa de la noche, pero algunas sombras se dibujaban. Pude o’r voces que sal’an hac’a fuera, aunque no pude distinguir palabras. De repente, estaba profundamente reacia a entrar en la caba–a de Jan Fowler. -¢3RGUtD VHU ELVH[XDO" -Eric pregunt—. No parec’a molesto, Žl parec’a algo; divertido. Nos apoyamos en el auto de Eric, viŽndonos el uno al otro, mis manos metidas en los bolsillos del suŽter. -Esta bien. -Me encog’ de hombros. ¢$TXLpQOHLPSRUWDED"6HWUDWDEDGHILQJLU$JDUUp un movimiento con la esquina de mi ojo. Alguien nos miraba por una cortina parcialmente levantada.-Estamos siendo observados. -Entonces actuarŽ amistoso. Est‡bamos fuera del auto para ese momento. Eric se dobl—, y sin jalarme hac’a Žl, puso su boca sobre la m’a. ƒl no me agarr—, as’ me sent’ justamente relajada. Ya sab’a que como m’nimo tendr’a que besar a otra gente. Entonces puse mi mente en eso. Tal vez ten’a un talento natural, que hab’a sido nutrido por un gran profesor. Bill me hab’a pronunciado una besadora excelente, y quise hacerlo sentir orgulloso. Juzgando por el estado de la Lycra de Eric, tuve Žxito. -¢/LVWRSDUDHQWUDU"-PreguntŽ, haciendo todo lo posible por mantener mis ojos sobre su pecho. -Realmente, no, -dijo Eric. -Pero supongo que tenemos que. Al menos me miro con el humor necesario. Aunque estaba consternada al pensar que esta era la segunda vez que yo hab’a besado a Eric y que hab’a disfrutado con ello m‡s de lo que deber’a, pod’a sentir que una sonrisa tiraba las esquinas de mi boca cuando cruzamos la tierra desigual del claro. Subimos los escalones a una cubierta grande de madera, esparcida con las sillas plegables habituales de aluminio y una parrilla grande de gas. La puerta mosquitera chirri— cuando Eric la jal— para abrir, llamŽ ligeramente sobre la puerta interior. -¢4XLpQHV"-La voz de Jan dijo. -Es Sookie y un amigo, -contestŽ. -£2KV~SHU£3DVHQ-ella llam—. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD190&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Cuando empujŽ para abrir la puerta, todas las caras en el cuarto se giraron hacia nosotros. Las sonrisas de bienvenida se tornaron en miradas asustadas cuando Eric entr— detr‡s de m’. Eric anduvo a mi lado, su abrigo sobre su brazo, y casi silbŽ ante la variedad de expresiones. DespuŽs del choque de realizar que Eric era un vampiro, lo que cada uno en el cuarto hizo despuŽs de un minuto m‡s o menos, los ojos parpadearon mirando de arriba abajo la longitud del cuerpo de Eric, que abarcaba todo el panorama. -£(K 6RRNLH ¢TXLpQ HV WX DPLJR" -Jan Fowler, mœltiple divorciado en sus treinta, llevaba puesto lo que me pareci— un salto de encaje. El pelo de Jan estaba iluminado y profesionalmente peinado, y su maquillaje habr’a parecido mas adecuado para un escenario, que para una caba–a del Lago Mimosa el efecto estaba un poco de m‡s. Pero como anfitriona, supongo que ella sinti— que podr’a OOHYDUSXHVWRORTXHTXLVLHUDDVXSURSLDRUJtD'HVOLFpPLVXpWHU\VRSRUWpODYHUJHQ]D de recibir el mismo escrutinio que le hab’an dado a Eric. -Este es Eric, -dije. -¢(VSHURTXHQROHVLPSRUWHTXHKD\DWUDtGRDXQDPLJR" -Oh, m‡s es mejorrr, -dijo ella con indudable sinceridad. Sus ojos nunca se elevaron a la cara de Eric. -¢(ULFTXpSXHGRFRQVHJXLUWHSDUDEHEHU" -¢6DQJUH"-Eric pregunt— esperanzado. -Ah‡, pienso que tengo alguna O aqu’, -dijo ella, incapaz de arrancar su mirada fija de la Lycra.-A veces nosotros... fingimos. -Ella levant— sus cejas considerablemente, y le lanz— una clase de mirada lasciva a Eric. necesidad de fingir m‡s,-Žl dijo, devolviŽndole la mirada. Camino al refrigerador, Žl logr— acariciar el hombro de Huevos, y la cara de Huevos se ilumin—. -Ninguna Oh. Bueno, ya sab’a que aprender’a algunas cosas. Tara, al lado de Žl, se enfurru–o, sus cejas oscuras se dibujadas sobre sus ojos oscuros. Tara llevaba puesto un sostŽn y bragas de un rojo chill—n, que le quedaban bastante bien. Sus u–as de los dedos y de los pies estaban pintadas para que hicieran juego, y su l‡piz labial tambiŽn. Ella hab’a venido preparada. EncontrŽ sus ojos, y ella desvi— la mirada. No se necesitaba a un adivinador del pensDPLHQWRSDUDUHFRQRFHUODYHUJHQ]D Mike Spencer y Cleo Hardaway estaban sobre un sof‡ desvencijado contra la pared izquierda. La casita entera era b‡sicamente un cuarto grande con un fregadero y estufa contra la pared derecha y un amurallado±era el cuarto de ba–o en la esquina mas apartada, estaba amueblada con los desechos, porque en Bon Temps eso era lo que uno hac’a con su viejo mobiliario. Sin embargo, la mayor parte de las caba–as del lago no habr’an destacado una manta gruesa y suave con tantas almohadas esparcidas alrededor al azar, y no habr’a tenido esas sombras gruesas dibujadas en todas las ventanas. M‡s, 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD191&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris las chucher’as regadas alrededor de esa manta suave eran simplemente repugnantes. Yo ni sab’a lo que algunos de ellos eran. Pero peguŽ una sonrisa alegre sobre mi cara, y abracŽ a Cleo Hardaway, como por lo general hac’a cuando la ve’a. Concedido, ella siempre hab’a llevado puesta m‡s ropa cuando manejaba la cafeter’a de la escuela secundaria. Pero bragas eran m‡s de lo que Mike llevaba, y no es una puntada. Bien, sab’a que ser’a malo, pero adivino que uno simplemente no puede prepararse para algunas visiones. Las enormes tetazas de color cafe chocolate con leche de Cleo reluc’an con una especie de aceite, y las partes privadas de Mike eran igualmente brillantes. No quise ni pensar en esto. Mike trat— de agarrar mi mano, probablemente para asistirlo con el aceite, pero me deslicŽ lejos y me acerquŽ a Huevos y Tara. -Nunca hubiera pensado que ibas a venir, -Tara dijo. Ella sonre’a, tambiŽn, pero no realmente feliz. De hecho, parec’a malditamente miserable. Tal vez el hecho que Tom Hardaway se arrodillaba delante de ella y que le besuqueaba el interior de su pierna tuvo algo que ver con esto. Tal vez era el obvio interŽs de Huevos por Eric. TratŽ de encontrar los ojos de Tara, pero me sent’ enferma. Hab’a estado aqu’ s—lo cinco minutos, pero podr’a apostar que estos eran los cinco minutos m‡s largos de mi vida. -¢'HYHUGDGKDFHVHVWRDPHQXGR"-PreguntŽ a Tara, absurdamente. Huevos, ten’a sus ojos sobre el trasero de Eric, mientras Eric estaba parado conversando en el refrigerador con Jan, comenz— a hurgar sobre el bot—n de mis pantaloncillos. Huevos hab’a estado bebiendo otra vez. Pod’a olerlo. Sus ojos eran vidriosos y su mand’bula estaba floja. -Tu amigo es realmente grande,-dijo Žl, como si su boca se hiciera agua, y tal vez se le hac’a. -Las partes m‡s grandes que Lafayette, -susurrŽ, y su mirada de un tir—n se encontr— con la m’a.-Calcul— que Žl ser’a bienvenido. -Ah, s’,-Huevos dijo, decidiendo no encarar mi declaraci—n.-S’, Eric es... muy grande. Est‡ bien tener alguna diversidad. -Esto es como el arco iris cuando se pone en Bon Temps, -dije, tratando con fuerza de sonar vivaz. SoportŽ la continua lucha de Huevos con el bot—n. Esto hab’a sido un gran error. Huevos pensaban solamente en el culo de Eric. Y otras cosas acerca de Eric. Hablando del diablo, Žl se arrim— detr‡s m’o y deslizo sus brazos alrededor de m’, tir‡ndome y quit‡ndome de los torpes dedos de Huevos. Me recostŽ en Eric, realmente 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD192&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris contenta que Žl estaba all’. Me di cuenta de que era porque yo esperaba que Eric se comportara mal. Pero viendo gente que una conoc’a de toda la vida actuando as’, bueno, pues era profundamente asqueroso. No estaba demasiado segura de poder impedir a mi cara mostrar esto, entonces me meneŽ contra Eric, y cuando Žl hizo un sonido feliz, me di vuelta en sus brazos para afrontarlo. Puse mis brazos alrededor de su cuello y levantŽ mi cara. ƒl felizmente obedeci— mi sugerencia silenciosa. Con mi cara oculta, mi mente era libre de vagar. Me abr’ mentalmente, justo como Eric separ— mis labios con su OHQJXD HQWRQFHV PH VHQWt FRPSOHWDPHQWH LQGHIHQVD +DEtD DOJXQRV ³HPLVRUHV´IXHUWHV en aquel cuarto, y no me sent’ como yo mi misma, si no como una tuber’a para las necesidades aplastantes de otra gente. Pod’a probar el sabor de los pensamientos de Huevos. ƒl recordaba a Lafayette, su cuerpo delgado marr—n, dedos talentosos, y ojos pesadamente entrecerrados. ƒl recordaba las sugerencias susurradas de Lafayette. Entonces Žl ahogaba aquellas memorias felices con otras m‡s desagradables, Lafayette que protestaba violentamente, de modo estridente... -Sookie, -Eric dijo en mi o’do, tan bajo que no pienso que otra persona en el cuarto podr’a haberlo o’do.-Sookie, rel‡jate. Te tengo. Lo acaricie con mi mano en su cuello. EncontrŽ que alguien m‡s estaba detr‡s de Eric, intentando hacerlo con Žl por detr‡s. La mano de Jan me alcanz— alrededor de Eric y comenz— a frotar mi trasero. Ya que ella me tocaba, VXV SHQVDPLHQWRV HVWDEDQ DEVROXWDPHQWH FODURV HOOD HUD ©XQD HPLVRUDª excepcional. HojeŽ su mente como las p‡ginas de un libro, y no le’ nada de interŽs. Ella pensaba s—lo en la anatom’a de Eric, y se preocupaba de su propia fascinaci—n con el pecho de Cleo. Nada ah’ para m’. AlcancŽ otra direcci—n, me deslice en la cabeza de Mike Spencer, encontrŽ el enredo repugnante que hab’a esperado, hab’a encontrado que cuando Žl hac’a girar sus manos sobre los pechos de Cleo Žl ve’a otra carne marr—n, floja y sin vida. Su propia carne se elev— cuando Žl record— esto. Por sus memorias vi a Jan dormida sobre el sof‡ lleno de bultos, la protesta de Lafayette que si ellos no paraban de lastimarlo dir’a todo lo que Žl hab’a hecho y con quien, entonces los pu–os de Mike que descienden, Tom Hardaway TXHVHDUURGLOODHQHOSHFKRRVFXURGHOJDGR« Ten’a que salir de aqu’. No pod’a aguantarlo, aun si no hab’a acabado de aprender lo que ten’a que saber. No vi como Portia podr’a haberlo soportado, tampoco, sobre todo ya que ella hDEUtDWHQLGRTXHTXHGDUVHSDUDDSUHQGHUDOJRQRWHQLHQGR³HOUHJDOR´TXH yo ten’a. Sent’ la mano de Jan masajear mi culo. Este era la excusa m‡s triste para el sexo que yo hab’a visto jam‡s: el sexo separado de la mente y el esp’ritu, del amor o el cari–o. Incluso del simple gustar. Segœn mis cuatro veces casada amiga Arlene, los hombres no ten’an ningœn problema con esto. Evidentemente, algunas mujeres tampoco. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD193&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Tengo que salir de aqu’, -respirŽ en la boca de Eric. Supe que Žl me podr’a o’r. -Ven junto conmigo,-Žl contest—, y fue casi como si lo oyera en mi cabeza. ƒl me levant— y me arrojo sobre su hombro. Mi pelo cayo sobre casi medio de su muslo. -Vamos afuera durante un minuto,-Žl dijo a Jan, y o’ un gran ruido de palmada hœmeda. ƒl le hab’a dado un beso. -¢3XHGRYHQLUWDPELpQ"-ella pregunt—, en una voz jadeante de Marlene Dietrich. Ten’a suerte que mi cara no se viera. -Danos un minuto. Sookie es todav’a un poco t’mida,-Eric dijo con una voz llena de promesas como una tina con un sabor nuevo de helado. -CaliŽntala bien,-dijo Mike Spencer con una voz amortiguada.-Queremos ver a nuestra Sookie encendida. -Ella estar‡ caliente,-prometi— Eric. -Malditamente caliente, -dijo Tom Hardaway, de entre las piernas de Tara. Entonces, bendito Eric, nosotros estuvimos fuera por la puerta y Žl me coloc— sobre el cofre del Corvette. ƒl se coloco encima de m’, pero la mayor parte de su peso estaba sostenido por sus manos que descansaban sobre el cofre a ambos lados de mis hombros. ƒl miraba hacia abajo en m’, su cara se sujet— hacia abajo como una plataforma de barco durante una tempestad. Sus colmillos estaban fuera. Sus ojos eran amplios. Y como lo blanco eran tan puramente blanco, pod’a verlos. Estaba demasiado oscuro para ver lo azul de sus ojos, aun si hubiera querido. No quer’a. -Eso fue...-ComencŽ, y tuve que pararme. SuspirŽ.-Me puedes llamar un beatuca en dos zapatos si quieres, y no te culpar’a, a fin de cuentas esto fue mi idea. ¢3HURVDEHVORTXH pienso? 3LHQVR TXH HVR HV KRUULEOH ¢4XLHUHQ UHDOPHQWH ORV KRPEUHV HVWR" ¢$ ODV PXMHUHVQROHVLPSRUWD"¢(VGLYHUWLGRWHQHUVH[RFRQDOJXLHQTXHQLWHJXVWD" -¢7HJXVWR6RRNLH"-Eric pregunt—. ƒl descans— m‡s pesadamente sobre m’ y se movi— un poco. Uh±oh. -(ULF¢UHFXHUGDVSRUTXpHVWDPRVaqu’? -Ellos miran. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD194&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -,QFOXVRVLHOORVORKDFHQ¢UHFXHUGDV" -S’, recuerdo. -Entonces tenemos que irnos. -¢7LHQHVDOJXQDSUXHED"¢<DVDEHVORTXpTXHUtDVDYHULJXDU" -No tengo m‡s pruebas que ten’a antes de esta noche, no la clase de evidencias que puedes manejar en el tribunal. -Me hice poner mis brazos alrededor de sus costillas. Pero sŽ quiŽn lo hizo. Fue Mike, Tom, y tal vez Cleo. - -Eso es interesante, -dijo Eric, con una falta completa de sinceridad. Su lengua chasque— en mi o’do. Acto en particular, que me hizo sentir como mi respiraci—n se aceleraba. Tal vez no era tan inmune al sexo incomplicado como hab’a pensado. Pero, por otro lado, me gustaba Eric, cuando no ten’a miedo de Žl. -No, solamente odio esto,-dije, llegando alguna conclusi—n interior.-No me gusta ninguna parte de esto.-EmpujŽ duro a Eric, aunque no hizo diferencia-Eric, escœchame. He hecho todo lo que pude por Lafayette y Andy Bellefleur, aunque sea muy poco. ƒl tendr‡ que ir s—lo de aqu’ en adelante sobre las peque–as cosas que agarrŽ. ƒl es polic’a. ƒl puede encontrar pruebas de tribunal. No soy lo suficientemente generosa para llevar m‡s lejos esto. -Sookie,-Eric dijo. No creo que Žl hubiera o’do una sola palabra.-R’ndete a m’. Bien, eso fue bastante directo. -No,-dije, con la voz m‡s definitiva que pude invocar.-No. -Te protegerŽ de Bill. -£7~HUHVpOTXHYDDQHFHVLWDUSURWHFFLyQ-Cuando reflexionŽ sobre aquella oraci—n, no me sent’ orgullosa de ella. -¢3LHQVDVTXH%LOOHVPiVIXHUWHTXH\R" -No estoy teniendo esta conversaci—n. -Entonces me puse a tenerla. -Eric, aprecio tu ofrecimiento para ayudarme, y aprecio tu buena voluntad de venir a un lugar horrible como este. Sookie, este peque–a reuni—n de basura no es nada, nada, comparado con algunos sitios donde he estado. -CrŽeme, 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD195&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Y le cre’ completamente. pero es horrible para m’. Ahora, me doy cuenta que deb’ saber que esto despertar’a, ah, tus expectativas, pero tœ sabes que no vine aqu’ afuera esta noche para tener sexo con nadie. Bill es mi novio.-Aunque la palabra novio y Bill sonar‡n rid’culas HQODPLVPDRUDFLyQ³QRYLR´HUDODIXQFLyQGH%LOOHQPLPXQGRGHWRGRVPRGRV -Bien, -Me alegro de o’rlo,-dijo una voz fresca, familiar.-De otro modo, esta escena me har’a pregunt‡rmelo. Oh, grandioso. Eric se elev— de m’, y yo trepŽ para bajarme del cofre y tropecŽ en direcci—n de la voz de Bill. -Sookie, -Žl dijo, cuando me acerquŽ,-estamos llegando al punto que apenas puedo permitir que salgas sola. Por lo que pude distinguir a travŽs de la pobre iluminaci—n, Žl no parec’a muy contento de verme. Pero no pod’a culparlo por esto. -Seguro que comet’ un gran error, -dije, desde el fondo de mi coraz—n. Lo abracŽ. -Hueles como Eric, -dijo Žl en mi pelo. Bien, demonios, yo estaba oliendo siempre como otros hombres para Bill. Sent’ una LQXQGDFLyQGHPLVHULD\YHUJHQ]D\PHSHUFDWpGHODVFRVDVTXHHVWXYLHURQDSXQWRGH pasar. Pero lo que pas— no era lo que esperaba. Andy Bellefleur apareci— fuera de los arbustos con un arma en su mano. Su ropa aparec’a rasgada y manchada, y el arma parec’a enorme. -Sookie, un paso lejos del vampiro, -Žl dijo. -No. -Me envolv’ alrededor de Bill. No supe si yo lo proteg’a o Žl me proteg’a. Pero si Andy nos quer’a separados, yo nos quer’a unidos. Hubo una oleada repentina de voces en el porche de la caba–a. Alguien hab’a estado mirando claramente por la ventana±me preguntŽ si de alguna manera Eric hab’a arreglado esto±porque, aunque ninguna de las voces se hab’a alzado, la contienda en el claro hab’a atra’do la atenci—n de los juerguistas adentro. Mientras Eric y yo hab’amos estado en la yarda, la org’a hab’a progresado. Tom Hardaway estaba desnudo, y Jan, tambiŽn. Huevos Tallie parec’a m‡s borracho. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD196&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Tœ hueles como Eric, -Bill repiti—, con una voz siseante. Me ergu’ hac’a Žl, olvidando completamente a Andy y su arma. Y explot— mi temperamento. Esto es una cosa rara, pero no tan rara como sol’a serlo. Era algo estimulante. -£6tDKi±ah‡! £<\RQLVLTXLHUDGLJRDTXHKXHOHVW~£3RUWRGRORTXHVpW~KDVHVWDGR con seis mujeres! $SHQDVMXVWR¢YHUGDG" Bill se quedo boquiabierto, aturdido. Detr‡s de m’, Eric comenz— a re’rse. La multitud sobre la cubierta superior fue silenciosamente cautivada. Andy no pens— que todos deber’amos ignorar al hombre con el arma. -£3yQJDQVHjuntos en un grupo! -Žl bram—. Andy hab’a tenido mucho de beber. Eric se encogi— de hombros. -¢+DWUDWDGRDOJXQDYH]FRQYDPSLURV%HOOHIOHXU"-Žl pregunt—. -No, -Andy dijo.-Pero puedo matarle a tiros. Tengo balas de plata. -(VRQRHV«-comencŽ a decir, pero la mano de Bill cubri— mi boca. Las balas de plata eran s—lo fatales de manera definitiva para los hombre±lobo, pero los vampiros tambiŽn ten’an una reacci—n terrible a la plata, y un golpe al vampiro en un lugar vital lo har’a sufrir seguramente. Eric levant— una ceja y se pas— junto a los orgi‡sticos sobre el porche. Bill tom— mi mano, y los alcanzamos. Por una vez, habr’a adorado saber lo que Bill pensaba. -¢4XLHQGHXVWHGHVIXHRIXHURQWRGRVXVWHGHV"-Andy bram—. Todos guardamos silencio. Yo estaba junto a Tara, quiŽn temblaba en su ropa interior roja. Tara estaba asustada, nada sorprendente. Me preguntŽ si conocer los pensamientos de Andy ayudar’a en algo, y comencŽ a concentrarme en Žl. Los borrachos no dan una lectura buena, puedo decir, porque ellos s—lo piensan en cosas estœpidas, y sus ideas no son bastante fiables. Sus memorias son inestables, tambiŽn. Andy no ten’a demasiados pensamientos en este momento. No le gustaba nadie en el claro, ni Žl mismo, y estaba determinado a conseguir la verdad de alguien. -Sookie, ven aqu’, -grit— Žl. -No, -Bill dijo muy definitivo. -£7HQJRTXHWHQHUODDTXtPLVPRDPtODGRHQWUHLQWDVHJXQGRVROHGLVSDURD«HOOD Andy dijo, apuntando su arma directamente a m’. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD197&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -No vivir‡s treinta segundos despuŽs, si lo haces, -Bill dijo. Yo le cre’. Evidentemente Andy, tambiŽn. -No me importa, -dijo Andy. -Ella no es mucha pŽrdida para el mundo. Bien, eso me enloqueci— de nuevo. Mi genio hab’a empezado a apagarse, pero esto lo hizo llamear de una manera impresionante. TirŽ libre mi mano de Bill y pisŽ muy fuerte los escalones para bajar a la yarda. No estaba tan ciega de c—lera para ignorar el arma, aunque estaba tentada dolorosamente de agarrar a Andy por sus pelotas y exprim’rselas. El todav’a me disparar’a, pero estar’a adolorido, tambiŽn. Sin embargo, eso era tan contraproducente como lo era la bebida. ¢9DOGUtDODSHQDHOPRPHQWRGHVDWLVIDFFLyQ" Sookie, tœ lees las mentes de aquellas personas y me dices quien lo hizo, orden— Andy. -Ahora, - ƒl agarr— la base de mi cuello con sus manos grandes, como si yo fuera un cachorro inexperto, y me gir— alrededor para afrontar el porche. -¢4XpGHPRQLRVSLHQVDVTXHKDFtDDTXtHVW~SLGDPLHUGD"¢3LHQVDVTXHHVWHHVHOPRGR que me gusta gastar mi tiempo, con tarados como estos? Andy me sacudi— por mi cuello. Soy muy fuerte, y hab’a una buena posibilidad que yo pudiera liberarme de Žl y agarrar su arma, pero no estaba bastante cercana a una cosa segura para sentirme c—moda. Decid’ esperar durante un minuto. Bill trataba de decirme algo con su cara, pero no estaba segura que ser’a. Eric trataba de asegurarse alguna sensaci—n de Tara. O Huevos. Era dif’cil saber. Un perro gimote— en la orilla de los bosques. Hice girar mis ojos en aquella direcci—n, incapaz de girar mi cabeza. Bien, grandioso. Simplemente grandioso. -Ese es mi collie, -dije a Andy. -'HDQ¢UHFXHUGDV" Yo podr’a haber usado un poco de ayuda en forma de humano, pero ya que Sam hab’a llegado sobre la escena en su personaje de collie, Žl tendr’a que quedarse de esa manera o correr el riesgo de exponerse. -$Ki¢4XpKDFHWXSHUURDTXtIXHUD" -1RVp1ROHSHJXHVXQWLURDpO¢HVWiELHQ" -Nunca le pegar’a un tiro a un perro, -dijo Žl, sonando genuinamente impresionado. -Ah, pero a m’, esta bien, -dije amargamente. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD198&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris El collie se acerc— a donde est‡bamos de pie. Me preguntŽ lo que habr’a en la mente de Sam. Me preguntŽ si Žl retendr’a mucho de humano pensante mientras estaba en su forma favorita. GirŽ mis ojos hacia el arma, y los ojos de Sam/Dean siguieron los m’os, pero cu‡nta comprensi—n hab’a all’, no lo pod’a estimar. El collie comenz— a gru–ir. Sus dientes fueron expuestos y fulminaba con la mirada el arma. -Atr‡s, perro, -dijo Andy, enojado. Si pudiera entretener a Andy todav’a un minuto, los vampiros lo podr’an conseguir. TratŽ de calcular dentro de mi mente los movimientos a seguir. Tendr’a que agarrar su mano con el arma con ambas de mis manos y forzarla arriba. Pero como Andy me sosten’a fuera de Žl as’, no ser’a f‡cil. -No, amor, -dijo Bill. Mis ojos destellaron. Estuve considerablemente sorprendida. Los ojos de Bill se movieron de mi cara a detr‡s de Andy. Pod’a entender una indirecta. -¢2KTXLpQHVWiVLHQGRVRVWHQLGDFRPRXQSHTXHxRFDFKRUUR"-pregunt— una voz detr‡s de Andy. Ah, esto era sencillamente estupendo. -£(VPLPHQVDMHUD La mŽnade pase— alrededor de Andy en un amplio c’rculo y vino a pararse a su derecha, unos cuantos pies antes de Žl. Ella no estaba entre Andy y el grupo del porche. Iba limpia esa noche, y vistiendo nada de nada. AdivinŽ que ella y Sam hab’an estado fuera en el bosque haciendo hurras, antes de que oyeran a la multitud. Su pelo negro ca’a en una masa enredada sobre sus caderas. No parec’a tener fr’o. El resto de nosotros (menos los vampiros) nos sent’amos definitivamente al pellizco del aire. Ven’amos vestidos para una org’a, no para un fiesta al aire libre. -£+ROD PHQVDMHUD -la mŽnade me dijo.-OlvidŽ presentarme la vez pasada, mi amigo canino me lo record—. Soy Callisto. -Se–orita Callisto, -dije, ya que no tuve ni idea como llamarle. La habr’a saludado con la cabeza, pero Andy me ten’a asida del cuello. Este ya me empezaba a doler. -¢4XLpQHVHVWHYDOLHQWHIRUWDFKyQTXHWHDJDUUD"-Callisto se acerc— un poco. No tuve ni idea por quŽ Andy le pareci— esto, pero cada uno sobre el porche estaba cautivado y aterrorizado, exceptuando a Eric y Bill. Ellos retroced’an, lejos de los humanos. Esto no era bueno. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD199&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Este es Andy Bellefleur, -graznŽ. -ƒl tiene un problema. Podr’a decir por la manera que mi piel se eriz— que la mŽnade se hab’a acercado hacia adelante un poco. -1XQFDKDVYLVWRQDGDFRPR\R¢YHUGDG"-ella dijo a Andy. -No, -Andy admiti—. ƒl son— aturdido. -¢6R\KHUPRVD" -S’, -Žl dijo, sin vacilar. -¢0HUH]FRWULEXWR" -S’, -Žl dijo. la embriaguez, y tœ estas muy bebido, -dijo Callisto felizmente. -Adoro los placeres de la carne, y esta gente esta llena de lujuria. Este es mi tipo de lugar. -Adoro -Oh, bueno, -dijo Andy inciertamente. -Pero una de estas gentes es un asesino, y tengo que saber quien. -No solamente uno, -refunfu–Ž. Record‡ndole que estaba al final de su brazo, Andy me sacudi— otra vez. Ya me hab’a cansado realmente de esto. La mŽnade se hab’a acercado ahora lo suficiente para tocarme. Ella suavemente acarici— mi cara, y ol’ la tierra y el vino entre sus dedos. -Tœ no has bebido, -observ— ella. -No, se–ora. -Y no has tenido los placeres de la carne esta noche. -Ah, solamente deme tiempo, -dije. Ella se ri—. Era una risa alta, chillona. Sigui— sin cesar. El apret—n de Andy se solt—, cuando Žl se puso cada vez m‡s desconcertado por la proximidad de la mŽnade. No sŽ lo que la gente sobre el porche pensar’a que ellos ve’an. Pero Andy supo que Žl ve’a una criatura de la noche. Me solt—, bastante de repente. -Ven aqu’ arriba, chica nueva, -llam— Mike Spencer. ±DŽjanos echarte un vistazo. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD200&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Yo estaba echada en un mont—n de tierra cercana a Dean, que lam’a mi cara con entusiasmo. De ese punto de vista, pude ver el brazo de la mŽnade que se enroscaba como serpiente alrededor de la cintura de Andy. Andy transfiri— su arma a su mano izquierda as’ Žl podr’a devolver el cumplido. -$KRUD¢TXpTXLHUHVVDEHU"-ella pregunt— a Andy. Su voz era tranquila y razonable. Ella ociosamente agit— la varita larga con el penacho durante al final. Le llamaban un thyrsis; yo hab’a mirado mŽnade en la enciclopedia. Ahora pod’a morir educada. de aquellas gentes mat— a un hombre llam— Lafayette, y quiero saber quien, Andy dijo con la beligerancia del borracho. -Una - -Por supuesto que quieres, mi vida, -la mŽnade canturre—. -¢3XHGRDYHULJXDUORSDUDWL" -Por favor, -Žl pidi—. -Bien. Ella examino a la gente, y torci— su dedo a Huevos. Tara se agarr— a su brazo para tratar de retenerlo con ella, pero Žl dio tumbos hac’a abajo y la mŽnade, sonriendo tontamente todo el tiempo. -¢8VWHGHVXQDFKLFD"-Huevos pregunt—. -No para cualquier estrecho de imaginaci—n, -dijo Callisto. ±Tœ has tenido mucho vino.-Ella lo toc— con el thyrsis. -Oh, ah‡, -estuvo de acuerdo Žl. ƒl no sonre’a m‡s. ƒl examin— los ojos de Callisto, tembl— y se sacudi—. Sus ojos brillaban. Mire hac’a Bill, y vi que Žl enfocaba sus propios ojos en la tierra. Eric ve’a el cofre de su auto. Ignorada por todos, comencŽ arrastrarme lentamente hacia Bill. Esto era una buena cazuela de pescado. El perro marc— el paso al lado m’o, olisque‡ndome con inquietud. Sent’ que Žl quer’a que me moviera m‡s r‡pido. AlcancŽ las piernas de Bill y las agarrŽ. Sent’ su mano sobre mi pelo. Estaba tan asustada como para hacer el movimiento tan grande de ponerme de pie. Callisto envolvi— sus delgados brazos alrededor de Huevos y empez— a susurrarle a Žl. ƒl asinti— y le susurr— de vuelta. Ella lo bes—, y Žl se puso r’gido. Cuando ella lo abandon— para deslizarse al porche, Žl se quedo de pie absolutamente quieto, mirando fijamente a los bosques. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD201&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Ella se par— donde Eric, que era el m‡s cercano al porche donde est‡bamos. Ella lo mir— de arriba abajo, y sonri— con esa sonrisa aterradora otra vez. Eric vio su pecho fijamente, cuidando de no encontrarse sus ojos. -Adorable, -ella dijo, -simplemente adorable. Pero no para m’, tœ pedazo hermoso de carne muerta. Entonces ella se levant— entre la gente sobre el porche. Ella suspir—, inhalando los olores de bebida y sexo. Ella oli— como si siguiera un rastro, y luego se balance— para afrontar a Mike Spencer. Su cuerpo de mediana edad no se las entend’a bien en el aire fr’o, pero Callisto pareci— deleitada por Žl. -£$K-ella dijo tan contenta como si acabara de recibir un regalo, -£7~ HUHV WDQ orgulloso! ¢(UHVXQ rey? ¢(UHVXQJUDQVROGDGR" -No,-Mike dijo.-Poseo una casa de pompas fœnebres.-ƒl no son— ¢4XpHVXVWHGVHxRUD" demasiado seguro.- -¢+DVYLVWRDOJXQDYH]DOJRFRPR\RDQWHV" -No, -Žl dijo, y todo los dem‡s sacudieron sus cabezas. -¢1RUHFXHUGDVPL primera visita? -No, se–ora. -Pero tœ me has hecho un ofrecimiento antes. -¢/RKLFH"¢8QRIUHFLPLHQWR" -Ah, s’, cuando tœ mataste al peque–o hombre negro. El bonito. ƒl era un ni–o menor m’o, y un tributo apropiado para m’. Te agradezco por abandonarlo fuera del lugar de EHELGDORVEDUHVVRQPLSODFHUSDUWLFXODU¢1RSXGLVWHHQFRQWUDUPHHQORVERVTXHV" no hicimos ningœn ofrecimiento, -dijo Tom Hardaway, su piel oscura por todas partes como si fuera de gallina y su pene mirando al sur. -Se–ora, -Yo te vi, -dijo ella. Todo se call— entonces. Los bosques alrededor del lago, siempre repletos de ruidos peque–os y movimientos diminutos, se quedaron quietos. Cuidadosamente me levantŽ sobre mis pies al lado de Bill. -Yo amo la violencia del sexo, me gusta el tufo de la bebida,-dijo ella so–adoramente. Puedo correr millas con tal de estar all’ para el final. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD202&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris El miedo que flu’a de sus cabezas comenz— a llenarse con el m’o, y agotarse. Cubr’ mi cara con mis manos. ElevŽ los escudos m‡s fuertes que pude formar, pero apenas pod’a contener todav’a el terror. Mi espalda se arque—, y mord’ mi lengua para impedirme hacer un sonido. Pude sentir el movimiento de Bill girando hac’a m’, y luego Eric estaba por el otro lado y ambos me trituraban entre ellos. No hay ninguna cosa er—tica sobre ser presionada entre dos vampiros en aquellas circunstancias. Su propio deseo urgente SRUPLVLOHQFLRDOLPHQWyPLPLHGR¢SRUTXHTXpVHDVXVWDUtDQORVYDPSLURV"(OSHUURVH apret— contra nuestras piernas como si Žl nos ofreciera su protecci—n. -Tœ lo golpeaste durante el sexo, ±la mŽnade dijo a Tom. ±Tœ lo golpeaste, porque tu eres orgulloso, y su servilismo te repugno y te excit—. ±Ella estir— su mano huesuda para magrear la cara oscura de Tom. Yo pod’a ver lo blancos de sus ojos. ±< W~«±ella acarici— a Mike con la otra mano±«W~ORJROSHDVWHWDPELpQSRUTXHW~IXLVWHDJDUUDGR por la locura. Entonces Žl amenaz— con contar. ±Su mano abandon— a Tom y frot— a su esposa, Cleo. Cleo hab’a puesto encima un suŽter antes de salir, pero no se lo hab’a abrochado. Ya que ella hab’a evitado el aviso, Tara comenz— a dirigirse hac’a arriba. Ella era la œnica quiŽn no estaba paralizada por el miedo. Pod’a sentir la chispa diminuta de esperanza en ella, el deseo de sobrevivir. Tara se puso en cuclillas bajo una mesa de hierro forjado sobre la cubierta, se hizo una peque–a pelota, y apret— sus ojos cerrados. Ella hac’a muchas promesas a Dios sobre su futuro comportamiento, si Žl la sacaba de esta. Esto se verti— en mi mente, tambiŽn. El tufo de miedo de los dem‡s llego a lo m‡ximo, y pude sentir que mi cuerpo entraba en temblores porque ellos transmit’an tan pesadamente que esto se abri— camino sobre todas mis barreras. Yo no ten’a nada m‡s para m’. Ten’a s—lo el miedo. Eric y Bill cerraron sus brazos el uno con el otro, sosteniŽndome toda derecha e inm—vil entre ellos. Jan, en su desnudez, fue completamente ignorada por la mŽnade. Puedo s—lo suponer que no hab’a nada en Jan que apel— a la criatura; Jan no estaba orgullosa, ella era patŽtica, y ella no hab’a bebido esa noche. Ella se abrazaba al sexo mas que nada para olvidarse de s’ misma±autonecesidades que no ten’an nada que ver con irse de la mente de alguien y cuerpo durante un momento de maravillosa locura. Tratando, como siempre, ser el centro del grupo, Jan extendi— la mano con una sonrisa ligona y tom— la mano de la mŽnade. Repentinamente ella comenz— a convulsionarse, y los ruidos que ven’an de su garganta eran horribles. La espuma sali— de su boca, y sus ojos giraron. Ella sufri— un colapso en el porche, y pude o’r sus tacones que golpeteaban en la madera. Entonces el silencio se reasumi—. Pero algo se coc’a a unas pocas yardas lejos del peque–o grupo del porche: algo terrible y fino, algo puro y horrible. Su temor bajaba, y mi cuerpo comenz— a calmarse otra vez.. La espantosa presi—n se alivi— en mi cabeza. Pero cuando baj—, una fuerza nueva empez— a construirse, y era indescriptiblemente hermosa y absolutamente malvada. Esto era la locura pura, esto era la locura sin mente. La mŽnade verti— la rabia mas loca, la lujuria de pillaje, la arrogancia del orgullo. Fui agobiada cuando la gente sobre el porche fue abrumada, sacud’ y me azotŽ cuando la locura hecha rodar por Callisto 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD203&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris arroll— sus cerebros, y s—lo la mano de Eric a travŽs de mi boca me impidi— gritar como ellos hicieron. Lo mord’, probŽ su sangre, y lo o’ gru–ir por el dolor. Esto continu— sin cesar y m‡s, el griter’o, luego hubo sonidos mojados atroces. El perro, apretado contra nuestras piernas, llorique—. De repente, termin—. Me sent’ como una marioneta de baile cuyas cuerdas se han cortado repentinamente. Estaba coja. Bill me puso hacia abajo en el cofre del auto de Eric otra vez. Abr’ mis ojos. La mŽnade mir— hacia abajo en m’. Ella sonre’a otra vez, y estaba empapada en sangre. Estaba como alguien que se hubiera vertido un cubo de pintura roja sobre la cabeza; el pelo empapado, como lo estaba cada trozo de su cuerpo desnudo, y ella apestaba con el olor de cobre, suficiente para ponerte los dientes en la orilla. estuviste cerca, ±me dijo ella, su voz tan dulce y alta como una flauta. Ella se movi— un poco m‡s deliberadamente, como si ella hubiera ingerido una comida pesada. ±Tu estuviste muy cerca. Tal vez tan cerca de cuanto tœ vendr‡s alguna vez, tal vez no. Nunca he visto a nadie enfurecido por la locura de otros. Un pensamiento entretenido. -Tœ -Entretenido para usted, tal vez, -jadeŽ. El misma. Ella vio abajo Žl. perro mordi— mi pierna para traerme a m’ -Mi estimado Sam, -ella murmur—. -Querido, debo abandonarte. El perro alz— la vista hac’a ella con ojos inteligentes. ±Hemos tenido algunas buenas noches corriendo por el bosque, ±ella dijo, y acarici— su cabeza. -Agarrando a peque–os conejos, peque–os mapaches. El perro mene— su cola. -Haciendo otras cosas. El perro sonri— y jade—. ±Pero es tiempo para m’ de irme, querido. El mundo est‡ repleto de bosques y personas que necesitan aprender su lecci—n. Debo ser pagada con tributo. Ellos no deben olvidarme. Me lo deben, ±dijo ella, su voz saciada, ±se lo deben a la locura y la muerte. Ella comenz— a dirigirse a la orilla al borde de los bosques. ±A fin de cuentas, ±dijo sobre su hombro, ±no siempre puede ser temporada de caza. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD204&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris &DSÇWXOR Incluso si hubiera querido, no pod’a haber caminado para ver lo que estaba sobre el porche. Bill y Eric parecieron sometidos, y cuando los vampiros parecen sometidos, esto significa que una no quiere realmente ir a investigar. -Tendremos que quemar la caba–a, -dijo Eric a unas cuantas yardas de distancia. Lamento que Callisto no hubiera recogido su propio revoltijo. - -Ella nunca lo hace, -dijo Bill, -SRUORTXpKHRtGR(OODHVODORFXUD¢4XpOHSUHRFXSDD la verdadera locura el descubrimiento? -Ah, no sŽ, -dijo Eric descuidadamente. ƒl son— como si levantara algo. Luego o’ un ruido sordo, pesado. -He visto a unas personas que estar’an definitivamente locas y bastante desquiciadas con esto. -Es verdad, -dijo Bill. -¢'HMDPRVXQSDUGHHOORVVREUHHOSRUFKH" -¢&yPRSXHGHVGLVWLQJXLUORV" verdad, tambiŽn. En esta rara noche puedo estar de acuerdo contigo en muchas cosas. -Es me llam— y me pidi— ayudarla. declaraci—n. -Ella -Eric respond’a al subtexto m‡s que a la -Entonces, bien. Pero recuerda nuestro acuerdo. -¢&yPRSXHGRROYLGDUOR" -Sabes que Sookie puede o’rnos. -Todo bien conmigo, -Eric dijo, y se ri—. MirŽ hac’a el cielo nocturno pregunt‡ndome, no demasiado curiosa, de que demonios hablaban ellos. No es que yo fuera Rusia, para ser tomada por el dictador m‡s fuerte. Sam descansaba a mi lado, de vuelta a su forma humana, y completamente desnudo. En ese momento, no pod’a haberme importado menos. El fr’o no molest— a Sam, ya que Žl era un adaptoformas. -££2RSSVV$TXtDKtXQRYLYR-llam— Eric. -Tara, -Sam llam—. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD205&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Tara gate— abajo los escalones del porche hac’a nosotros. Ella arroj— sus brazos alrededor de m’ y comenz— a sollozar. Con tremendo cansancio, la sostuve y deje que lloriqueara. Yo estaba todav’a en mi atuendo de Daisy Duke, y ella estaba con su lencer’a de cami—n de bomberos. Nosotras parec’amos blancas y grandes azucenas de agua en un estanque fr’o, ambas. Me hice enderezarme y sostener Tara. -¢&UHHVTXHKDEUiXQDPDQWDHQODFDEDxD"-PreguntŽ a Sam. ƒl trot— sobre los pasos, y notŽ que el efecto era interesante por detr‡s. DespuŽs de un minuto, Žl trot— de regreso±wow, esta vista era aœn m‡s interesante±y puso una manta alrededor de nosotras dos. -Debo sobrevivir, -refunfu–Ž. -¢3RU TXp GLFHV HVWR" -Sam era curioso. ƒl no pareci— excesivamente sorprendido por los eventos de la noche. Dif’cilmente pod’a decirle que era porque lo hab’a mirado saltar alrededor, entonces dije: -¢&yPRHVWiQ+XHYRV\$QG\" -Suena como un programa de radio,-dijo Tara de repente, y se ri— tontamente. No me gust— el sonido de ello. est‡n de pie todav’a donde ella los abandon—, contemplando. -Ellos -report— Sam.-Todav’a -(VWR\«WRGDYtD« FRQWHPSODQGR -7DUD FDQWy DO HVWLOR GH OD PHORGtD GH (OWRQ ³I'm Still Standing(VWR\WRGDYtDSDUDGR´ Eric se ri—. ƒl y Bill iban a comenzar el fuego. Ellos pasearon entre nosotros para un control de œltimo minuto. -¢(QTXpDXWRYLQLVWH"-Bill pregunt— a Tara. un vampiro, -ella dijo. -¢7~ HUHV HO FDUDPHOLWR GH 6RRNLH YHUGDG" ¢3RU TXp estabas en el juego la otra noche con una caballona como Portia Bellefleur? -Ooo, es simp‡tica, tambiŽn, -dijo Eric. ƒl vio a Tara con una especie de sonrisa caritativa pero decepcionada, como har’a un criador de perros en frente de un cachorrito mono, pero inferior. -Ella 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD206&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas -¢(Q TXp DXWR YLQLVWH" -Bill Charlaine Harris pregunt— otra vez. -Si hay un lado sensato en ti, quiero verlo ahora. -Vine en un Camaro blanco, -dijo ella, muy sobriamente. -Lo conducirŽ a casa. O tal YH]PHMRU\RQR¢6DP" -6HJXURWHFRQGXFLUpDFDVD¢%LOOQHFHVLWDVPLD\XGDDTXt" -Pienso que Eric y yo podemos adaptarlo. ¢3XHGHVWRPar al flaco? -¢+XHYRV"9HUp Tara me dio un beso sobre la mejilla y comenz— el empinado camino a travŽs de la yarda rumbo a su auto. -DejŽ las llaves dentro, -llam— ella. -¢<WXEROVR" -La polic’a seguramente har’a preguntas si ellos encontraban el bolso de Tara en una caba–a con un mont—n de cuerpos. -Ah... est‡ all’. Mire a Bill silenciosamente, y Žl entr— para traer su bolso. ƒl volvi— con un bolso de hombro, bastante grande para contener no s—lo maquillaje y art’culos diarios, sino tambiŽn un cambio de ropa. -¢(VWHHVHOWX\R" -S’, gracias, -dijo Tara, tomando el bolso de Žl como si tuviera miedo que sus dedos pudieran tocar los suyos. Ella no hab’a sido tan exigente mas temprano en la noche, pensŽ. Eric llevaba Huevos a su auto. -ƒl no recordar‡ nada de esto, -Eric dijo a Tara cuando Sam abri— la puerta de atr‡s del Camaro para que Eric pudiera meter a Huevos dentro. -Lamento no poder decir lo mismo. -Su cara pareci— combarse sobre sus huesos bajo el peso del conocimiento de lo que hab’a pasado esa noche. ±Desear’a que nunca hubiera visto esa cosa, independientemente de lo que ella sea. Desear’a nunca haber venido aqu’, comenzando por eso. OdiŽ hacer esto. Solamente pensŽ que Huevos lo val’a. ±Ella mir— a la forma inerte en el asiento trasero de su auto. ±ƒl no lo vale. Nadie lo vale. -Puedo quitar tœ memoria, tambiŽn. -Eric hizo la oferta desenvueltamente. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD207&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -No, ±ella dijo.±Tengo que recordar un poco de esto, y vale la pena llevar la carga por el resto. Tara son— veinte a–os m‡s vieja. A veces podemos madurar en un minuto; yo lo hab’a hecho cuando ten’a aproximadamente siete y mis padres murieron. Tara lo hab’a hecho esta noche. ellos est‡n todos muertos, todos excepto yo, Huevos y Andy. ¢1R HVWiQ FRQ miedo de que hablaremos? ¢9an a venir despuŽs por nosotros? -Pero Eric y Bill intercambiaron una mirada. Eric se acerc— un poco a Tara. -Escucha, Tara, -comenz— Žl, con una voz muy razonable, y ella cometi— el error de mirarlo. Entonces, una vez que su mirada fue fijada, Eric comenz— a borrar la memoria de la noche. Estaba demasiado cansada para protestar, como si esto sirviera de algo. Si Tara hubiera podido ser preguntada, ella no querr’a ser cargada con el conocimiento. EsperŽ que no repitiera sus errores, que hab’an sido separados del conocimiento de lo que ellos le hab’an costado; pero no se le pod’a permitir que fuera por ah’ diciendo cuentos. Tara y Huevos, conducidos por Sam (quiŽn hab’a tomado prestados los pantalones de Huevos), estaban sobre su camino a la ciudad cuando Bill comenz— a arreglar el fuego± de manera natural±que pareci— consumir la caba–a. Eric aparentemente contaba los huesos sobre el porche, asegur‡ndose de que los cuerpos all’ estuvieran lo bastante completos para tranquilizar a los investigadores. ƒl fue a travŽs de la yarda para checar a Andy. -¢3RUTXp%LOORGLDDORV%HOOHIOHXUVWDQWR"-Le preguntŽ otra vez. es una vieja historia, -dijo Eric. ±De mucho antes de que Bill cambiara. -ƒl pareci— satisfecho por la condici—n de Andy y regreso para trabajar. -Ah, O’ acercarse un auto, Bill y Eric aparecieron en la yarda al instante. Pude o’r un dŽbil crujido del lado opuesto de la caba–a. -No podemos comenzar el fuego de m‡s de un lugar, o ellos podr’an ser capaces de decir que no fue natural, -dijo Bill a Eric. -Odio estos avances en la ciencia de la polic’a. -Si no hubiŽramos decidido recibir publicidad, ellos tendr’an que culparse los unos a los otros, -dijo Eric. -Pero ahora somos unos cabeza de turco muy atractivos...es humillante, cuando piensas cu‡ntas veces m‡s fuerte somos. -£(K FKLFRV QR VR\ XQD 0DUFLDQD VR\ XQD KXPDQD \ SXHGR RtUORV PX\ ELHQ -dije. Los fulmine con la mirada, y ellos se miraron quiz‡s una quincuagŽsima parte avergonzados, cuando Portia Bellefleur sali— de su auto y corri— a su hermano. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD208&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -¢4Xp OH KDQ KHFKR XVWHGHV D $QG\" -ella dijo, su voz ‡spera y quebrada. -Ustedes condenados vampiros. -Ella tir— el cuello de la camisa de Andy, buscando se–ales de punturas. -Ellos salvaron su vida, -le dije. Eric vio a Portia durante un momento largo, evalu‡ndola, y luego comenz— a buscar los autos de los juerguistas muertos. Como hab’a conseguido las llaves de los autos, no me lo quise ni imaginar. Bill se acerc— a Andy y dijo: -DespiŽrtate, -con una voz muy calmada, tan suave que apenas podr’a ser o’da a unos pies lejos. Andy parpade—. ƒl miraba hac’a m’, tan confundido que supongo que no asimilaba donde estaba. Vio a Bill, tan cerca de Žl, que retrocedi— esperando venganza. ƒl registr— que Portia estaba a su lado. Entonces miro sobre Bill hac’a la caba–a. -Esta ardiendo, -observ— Žl, despacio. -S’, -Bill dijo. -Todos ellos est‡n muertos, a excepci—n de dos quiŽnes han vuelto a la ciudad. Ellos no sab’an nada. -(QWRQFHV¢HVDJHQWHPDWyUHDOPHQWH/DID\HWWH" -S’, -dije. -Mike, y los Hardaways, supongo que quiz‡s Jan sab’a sobre ello. -Pero no tengo ninguna prueba. yo creo que s’, -llam— Eric. ƒl miraba abajo en la cajuela del Lincoln de Mike Spencer. -Ah, Todos nos movimos al auto para ver. La visi—n superior de Bill y Eric hizo f‡cil para ellos decir que hab’a sangre en la cajuela, sangre, alguna ropa manchada y una cartera. Eric la alcanz— y cuidadosamente abri— la cartera. -¢3XHGHXVWHGOHHUGHTXLpQHV"-Andy pregunt—. -Lafayette Reynold, -Eric dijo. quŽ, si solamente dejamos los autos como est‡n, y nos marchamos, la polic’a encontrar‡ lo que est‡ en la cajuela y todo habr‡ acabado. EstarŽ limpio. -As’ 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD209&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -£2K JUDFLDV D 'LRV ±Portia dijo, y dio una especie de grito ahogado en sollozos. Su lacia cara y grueso pelo casta–o destellaron por la filtraci—n de luz de luna entre los ‡rboles. ±Oh, Andy, vamos a casa. -Portia, -Bill dijo, -m’rame. Ella le ech— un vistazo, y mir— hac’a otro lado. -Lamento haberte conducido a esto, ±dijo ella r‡pidamente. Ella se avergonz— de pedir perd—n a un vampiro, podr’a decir. ±Yo trataba solamente de conseguir que una de las gentes que ven’a aqu’ me invitaran, entonces podr’a averiguar por m’ misma que pasaba. -Sookie hizo eso por ti, -dijo Bill suavemente. La mirada de Portia se clav— sobre m’. -Espero que no fuera demasiado espantoso, Sookie, -dijo ella, sorprendiŽndome. -Fue realmente horrible,-dije. Portia se agach—. -Pero ha terminado. -Gracias por ayudar a Andy, -dijo Portia con valent’a. -No ayudaba a Andy. Ayudaba a Lafayette, -espetŽ. Ella suspir—. -Desde luego, -ella dijo, con alguna dignidad. -ƒl era tu compa–ero de trabajo. -ƒl era m’ amigo, -correg’. Su espalda se enderez—. -Tœ amigo, -ella dijo. El fuego estaba lamiendo la caba–a ahora, y pronto habr’a polic’a y bomberos. Era definitivamente tiempo de marcharse. NotŽ, que ni Eric ni Bill ofrecieron remover ninguna memoria de Andy. -Mejor sal de aqu’, -le dije. -Mejor vuelve a tu casa, con Portia, y dile a tu abuelita que jure que tœ estuviste all’ toda la noche. Sin una palabra, hermano y hermana se apilaron en el Audi de Portia y se marcharon. Eric se dobl— dentro de su Corvette para manejar de regreso a Shreveport, y Bill y yo fuimos a travŽs del bosque al auto de Bill, oculto entre los ‡rboles a travŽs del camino. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD210&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris ƒl me carg—, y disfrut— haciŽndolo. Tengo que decirlo, tambiŽn disfruto con ello, en ocasiones. Y esta era definitivamente una de esas ocasiones. No estaba lejana el alba. Una de las noches m‡s largas de mi vida estaba a punto de terminar. Me recargue contra el asiento del auto, cansada m‡s all‡ de todo c‡lculo. -¢'yQGHLUD&DOOLVWR"-PreguntŽ a Bill. -No tengo ni idea. Ella se mueve de un lugar a otro. No muchas mŽnades sobrevivieron la pŽrdida de su dios, y las que lo hicieron se encuentran en los bosques, y vagando por ellos. Ellas se mueven antes de que su presencia sea descubierta. As’ de ma–osas son. Les gusta la guerra y su locura. Nunca las encontrar‡s lejos de un campo de batalla. Pienso que todas ellas se mover’an al Medio Oriente si hubiera m‡s bosques. -Callisto estaba aqu’ porque...? de paso. Ella se qued— tal vez dos meses, ahora ella dirigir‡ su camino... ¢TXLpQVDEH"$ORVEverglades, o r’o arriba al Ozarks. -Solamente -No puedo entender como Sam, ah, amigueaba alrededor con ella. -¢(VDVtFRPROHOODPDV"¢(VORTXpQRVRWURVKDFHPRVDPLJXHDPRVDOUHGHGRU" Lo alcancŽ y le di un golpecito en el brazo, me pareci— como si presionara madera. -Tœ, -dije. -Tal vez Žl solamente quiso andar por el lado salvaje, -dijo Bill. -DespuŽs de todo, es dif’cil para Sam encontrar alguien que pueda aceptar su verdadera naturaleza. -Bill hizo una pausa significativa. -Bueno, es duro de hacer, -dije. RecordŽ a Bill cuando volvi— a la mansi—n en Dallas, todo ros‡ceo, y traguŽ saliva. -Pero la gente enamorada es dif’cil de mantenerse lejos. PensŽ como me hab’a sentido cuando hab’a o’do que Žl hab’a estado viendo a Portia, y pensŽ como hab’a reaccionado cuando lo hab’a visto en el juego de fœtbol. EstirŽ mi mano para descansarla sobre su muslo y le di un apret—n suave. Con sus ojos sobre el camino, Žl sonri—. Sus colmillos salieron un poco. -¢$UUHJODVWHWRGRFRQORVDGDSWRIRUPDVHQDallas? -PreguntŽ despuŽs de un momento. arregle en una hora, o m‡s bien Stan lo hizo. ƒl les ofreci— su rancho para las noches de luna llena, durante los pr—ximos cuatro meses. -Lo 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD211&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Ah, eso fue lindo departe de Žl. -Bien, esto no le cuesta nada exactamente. Y Žl no puede cazar, a cierto animal, aunque HO³FLHUYR´QHFHVLWHVHUFD]DGRGHWRGRVPRGRVFRPRpOindic—. -Oh, -dije entendiendo, y despuŽs de un segundo, -ooooh. Ellos si pueden cazarlo. -Cierto. Lo has captado. *** Cuando regresamos a mi casa, no faltaba mucho para el alba. Eric ya estar’a en Shreveport, me imaginŽ. Mientras Bill se duch—, com’ algo de mantequilla de man’ con jalea, ya que no hab’a tenido nada durante m‡s horas de las que me acordaba. Entonces fui y cepillŽ mis dientes. Al menos Žl no ten’a que irse corriendo. Bill hab’a gastado varias noches el mes pasado para crear un lugar para Žl en mi casa. ƒl hab’a recortado el fondo del armario en mi viejo dormitorio, el que yo hab’a usado durante a–os antes de que mi abuela muriera y comenzara a usar el suyo. Hab’a hecho en el suelo entero del armario una puerta secreta, as’ Žl podr’a abrirla, meterse, y cerrarla despuŽs de Žl, y nadie lo sabr’a, solo yo. Si todav’a yo estaba despierta cuando Žl se iba a la tierra, pon’a una vieja maleta en el armario y un algunos pares de zapatos para hacerlo parecer m‡s natural. Bill guardaba una caja en el espacio para dormir, porque estaba muy feo all’ abajo. ƒl no se quedaba muy a menudo all’, pero hab’a resultado pr‡ctico de vez en cuando. -Sookie, -Bill llam— desde mi cuarto de ba–o. -Ven, tengo tiempo para frotarte. -Pero si tu me frotas, me va a costar trabajo dormirme. -¢3RUTXp" -Por que estarŽ frustrada. -¢)UXVWUDGD" -Por que estarŽ limpia, pero... no amada. cerca el alba, -Bill admiti—, con la cabeza fuera de la cortina de ducha. -Pero tendremos nuestro tiempo ma–ana por la noche. -Est‡ -Si Eric no nos hace ir a otra parte, -refunfu–Ž, cuando su cabeza estaba seguramente bajo la cascada del agua. Como de costumbre, Žl consum’a la mayor parte de mi agua caliente. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD212&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Me quite los malditos pantaloncillos y resolv’ tirarlos al d’a siguiente. AventŽ la camiseta sobre mi cabeza y me estirŽ sobre mi cama para esperar a Bill. Al menos mi nuevo sostŽn estaba intacto. Me voltee de lado, y cerrŽ mis ojos contra la luz que llegaba de la puerta del cuarto de ba–o entreabierta. -¢4XHULGD" -¢7erminaste tu ducha? ±PreguntŽ so–olienta. -S’, hace doce horas. -¢4Xp" -Mis ojos se abrieron. Vi las ventanas. No estaban negras como boca de lobo, pero si muy oscuras. -Te quedaste dormida. Ten’a una manta sobre m’, y llevaba puesto todav’a el sostŽn azul acero a juego con la braga. Me sent’ como un pan mohoso. Mire hac’a Bill. ƒl no llevaba puesto nada en absoluto. -Mantente pensado eso, -dije y pegue una visita al cuarto de ba–o. Cuando volv’, Bill me esperaba sobre la cama, apoyado sobre un codo. -¢1RWDVWHHOHTXLSRTXHPHFRQVHJXLVWH" -Yo girŽ para darle el beneficio completo de su generosidad. -Es adorable, pero puedes estar ligeramente sobrevestida para la ocasi—n. -¢4XpRFDVLyQVHUtDHVD" -El mejor sexo de tu vida. Sent’ una sacudida de pura lujuria recorriŽndome por todo abajo. Pero mantuve mi cara quieta. -¢<SXHGHVHVWDUVHJXURTXHHVWHVHUiHOPHMRU" -Oh, s’, -dijo Žl, su voz que se volvi— sedosa y fr’a, se pareci— al agua corriendo sobre las piedras. -Puedo estar seguro, y tœ tambiŽn. -PruŽbalo, -dije, sonriendo ligeramente. Sus ojos estaban en las sombras, pero pod’a ver la curva de sus labios cuando Žl sonri— en respuesta. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD213&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Ser‡ un placer, -Žl dijo. DespuŽs de un rato, trataba de recuperar mi fuerza, Žl estaba enredado sobre m’, un brazo a travŽs de mi est—mago, una pierna a travŽs de la m’a. Mi boca estaba tan cansada que apenas pod’a fruncirla para besar su hombro. La lengua de Bill lam’a gentilmente las se–ales de punturas diminutas sobre mi hombro. -¢6DEHVTXpWHQHPRV quŽ hacer? -Dije, sintiŽndome demasiado perezosa para moverme alguna vez. -¢8P" -Tenemos que conseguir el peri—dico. DespuŽs de una pausa larga, Bill despacio se desenred— de m’ y fue a la puerta de en frente. Mi repartidora se avienta los tumbos dentro de mi camino en direcci—n del porche porque le pago una buena propina por este arreglo. -Mira,-dijo Bill, y abr’ mis ojos. ƒl sosten’a un plato de aluminio tapado. El periodico estaba bajo su brazo. RodŽ de la cama y fuimos autom‡ticamente a la cocina. Me puse mi bata rosada mientras segu’a a Bill. ƒl iba todav’a al natural, y admirŽ el efecto. -Hay un mensaje sobre el contestador autom‡tico, -dije, cuando puse un poco de cafŽ. La cosa m‡s importante quŽ hacer, quitŽ el aluminio domŽstico y vi un pastel de dos capas con chocolate glaseado, esparcido con nueces haciendo un modelo de estrella sobre la cumbre. -Este es el pastel de chocolate de la vieja Sra. Bellefleur,-dije, con horror en mi voz. -¢7~SXHGHVVDEHUGHTXLpQHVVRORPLUiQGROR" -Ah, este es un pastel famoso. Es una leyenda. Nada es tan bueno como el pastel de la Sra. Bellefleur. Si ella entra con Žl en la feria del condado, gana siempre el list—n. Y ella lo trae cuando alguien muere. Jason dice que merece que alguien muera, solamente para conseguir un pedazo del pastel de la Sra. Bellefleur. -QuŽ maravilloso olor, -dijo Bill, para mi asombro. ƒl se inclin— y oli—. Bill no respira, as’ que no he entendido exactamente como huele, pero Žl lo hace. -Si tu pudieras llevar puesto esto como perfume, te comer’a por completo. -Ya lo hiciste. -Lo har’a por segunda vez. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD214&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -No pienso como podr’a ponŽrmelo. -Me serv’ una taza de cafŽ. ContemplŽ el pastel, llena de admiraci—n. -Yo ni siquiera sab’a que ella sabe donde vivo. Bill presion— el bot—n de mensajes sobre mi contestador autom‡tico. -Se–orita Stackhouse, -dijo la voz de una muy vieja y muy arist—crata del sur. -LlamŽ a su puerta, pero usted debe haber estado ocupada. Deje un pastel de chocolate para usted, ya que no sab’a que m‡s hacer para agradecerle por lo que Portia me dice que usted ha hecho por mi nieto Andrew. Algunas personas han sido bastante amables para decirme que el pastel est‡ bien. Espero que usted disfrute de ello. Si puedo servirle alguna vez, solamente h‡game una llamada. -No dijo su nombre. -Caroline Holliday Bellefleur espera que cada uno sepa quiŽn ella es. -¢4XLpQ" AlcŽ la vista hac’a Bill, quiŽn se apoyaba contra la ventana. Yo estaba sentaba en la mesa de la cocina, bebiendo cafŽ de una de las floreadas tazas de mi abuela. -Caroline Holliday Bellefleur. Bill no pod’a ponerse un poco m‡s p‡lido, pero Žl estaba indudablemente aturdido. Se sent— repentinamente en la silla en frente de m’. -Sookie, hazme un favor. -6HJXUREHEp¢4XpFRVD" -AcŽrcate a mi casa y consigue la Biblia que est‡ en el librero con encristalado en el vest’bulo. ƒl parec’a tan trastornado, que agarrŽ mis llaves y conduje con mi bata, esperando que no me encontrar‡ a nadie a lo largo del camino. No hab’a muchas personas que vivieran sobre nuestro camino del cementerio, y ninguno de ellos estar’a fuera a las cuatro de la ma–ana. LleguŽ a la casa de Bill y encontrŽ la Biblia exactamente donde Žl hab’a dicho. La saquŽ de la librer’a con mucho cuidado. Obviamente era bastante vieja. Iba muy nerviosa mientras la transportaba por los escalones de m’ casa que casi tropecŽ. Bill segu’a sentado donde lo hab’a dejado. Cuando puse la Biblia delante de Žl, Žl la contempl— durante un largo minuto. ComencŽ a preguntarme si podr’a tocarla. Pero no pidi— ayuda, as’ que esperŽ. Su mano se extendi— y los blancos dedos acariciaron la cubierta de cuero. El libro era solido, y la rotulaci—n de oro sobre la tapa era ornamentada. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD215&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Bill abri— el libro con dedos suaves y gir— una p‡gina. ƒl ve’a una p‡gina de familia, con entradas con tinta descolorida, hecha en varias escrituras diferentes. -Yo hice estos, -dijo Žl en un susurro.-Estos aqu’. -ƒl se–al— unas l’neas de la escritura. Mi coraz—n estaba en mi garganta cuando di la vuelta por la mesa para ver por sobre su hombro. Puse mi propia mano sobre su hombro, para unirlo al aqu’ y ahora. Apenas pod’a distinguir la escritura. William Thomas Compton, su madre hab’a escrito, o quiz‡s su padre. Nacido el 9 de abril de 1840. Otra mano hab’a escrito Muri— el 25 de noviembre de 1868. un cumplea–os, -dije, de todas las cosas estœpidas para decir. Nunca hab’a pensado en que Bill tuviera cumplea–os. -Tienes -Yo fui el segundo hijo, -dijo Bill. -El œnico hijo que creci—. RecordŽ que Robert, el hermano mayor de Bill, hab’a muerto cuando Žl ten’a doce a–os m‡s o menos, y otros dos bebŽs hab’an muerto en la infancia. All’ todos estos nacimientos y muertes fueron registrados, en la p‡gina bajo los dedos de Bill. mi hermana, muri— sin hijos. -RecordŽ esto. -Su hombre muri— j—ven por la guerra. Todos los hombres j—venes murieron con la guerra. Pero yo sobreviv’, s—lo para morir m‡s tarde. Esta es la fecha de mi muerte, por lo que mi familia se preocup— por registrarla. Esta en la letra de Sarah. -Sarah, Sostuve mis labios apretado, as’ no har’a un sonido. Hab’a algo sobre la voz de Bill, el modo que toc— la Biblia que era casi insoportable. Pude sentir que mis ojos se llenaron con lagrimas. -Aqu’ est‡ el nombre de mi esposa,-dijo Žl, su voz quieta, muy quieta. Me inclinŽ otra vez para leer, Caroline Isabelle Holliday. Durante un segundo, el cuarto se balanceo de reojo, hasta que me di cuenta que no pod’a ser. -Y ten’amos ni–os, -dijo Žl. -Ten’amos tres ni–os. Sus nombres estaban all’, tambiŽn. Thomas Charles Compton, n. 1859. Ella se hab’a embarazado despuŽs de que ellos se hab’an casado, entonces. Yo nunca tendr’a al bebŽ de Bill. Sarah Isabelle Compton, n. 1861. Nombrada as’ por su t’a (la hermana de Bill) y su madre. Ella hab’a nacido alrededor del tiempo cuando Bill se hab’a ido para la guerra. Lee Davis Compton, b. 1866. Un bebŽ a su regreso. Muerto 1867, una mano diferente hab’a a–adido. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD216&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris -Los bebŽs mor’an como moscas entonces,-Bill susurr—.-ƒramos tan pobres despuŽs de la guerra, y no hab’a ninguna medicina. Estuve a punto de tomar mi triste y llorona persona fuera de la cocina, pero entonces supe que si Bill pod’a pasar esto, m‡s o menos yo ten’a que hacerlo tambiŽn. -¢/RVRWURVGRVQLxRV"-PreguntŽ. -Ellos vivieron, -dijo Žl, la tensi—n en su cara se alivi— un poco.-Yo me hab’a marchado entonces, desde luego. Tom ten’a s—lo nueve a–os cuando mor’, y Sarah ten’a siete a–os. Ella era cabesota, como su madre.-Bill sonri— un poco, una sonrisa que yo nunca hab’a visto sobre su cara antes. ƒl parec’a bastante humano. Pareci— la vista de alguien diferente sentado aqu’ en mi cocina, no la misma persona con la que yo hab’a hecho el amor tan a fondo casi una hora antes. SaquŽ un Kleenex de la caja sobre el estante de la fresquera y frotŽ ligeramente mi cara. Bill lloraba, tambiŽn, y le di uno. ƒl lo vio con sorpresa, como si hubiera esperado ver algo diferente, tal vez un pa–uelo personalizado de algod—n. ƒl acarici— sus propias mejillas. El Kleenex se volvi— rosado. -Ni siquiera hab’a mirado alguna vez para ver lo que pas— con ellos,-dijo Žl con asombro.-Me cortŽ tan a fondo. Nunca volv’, desde luego, mientras existiera alguna posibilidad de que cualquiera de ellos estuviera vivo. Ser’a demasiado cruel.-ƒl ley— abajo la p‡gina. -Mi descendiente Jessie Compton, de quien recib’ mi casa, era el œltimo de mi l’nea directa, -Bill me dijo.-La l’nea de mi madre, tambiŽn, se extingui—, los Loudermilks restantes me est‡n s—lo distantemente relacionados. Pero Jessie descendi— realmente de mi hijo Tom, y por lo visto, mi hiMD 6DUDK VH FDVy HQ £(OOD WXYR XQ EHEp HQ« 6DUDKWXYRDXQEHEp£(OODWXYRFXDWUREHEpV3HURXQRGHHOORVQDFLyPXHUWR No pod’a ver hac’a Bill. En cambio, vi hac’a la ventana. Hab’a comenzado a llover. A mi abuela le hab’a gustado su tejado de hojalata, tanto que cuando hab’a tenido que ser sustituido, nos hab’amos hecho de hojalata otra vez, y el tamborileo de la lluvia sobre el era normalmente el mejor sonido relajante que conoc’a. Pero, esta noche no. -Mira, Sookie,-dijo Bill, se–alando.-£0LUa! La hija de Mi Sarah, llam— a Caroline por su abuela, se cas— con un primo suyo, Matthew Phillips Holliday. Y su segundo ni–o era Caroline Holliday. -Su cara resplandec’a. -As’ que la vieja Sra. Bellefleur es tu bisnieta. -S’, -Žl dijo con incredulidad. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD217&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Andy, -segu’, antes de que yo pudiera pensar dos veces en ello,-es tu, ah, gran±bisnieto. Y Portia... -Entonces -S’, -Žl dijo, menos feliz. No tuve ni idea que decir, y por una vez, no dije nada. DespuŽs de un minuto, tuve el presentimiento que podr’a ser mejor si yo desaparec’a, entonces tratŽ de resbalar por Žl para salir de la peque–a cocina. -¢4XpQHFHVLWDQHOORV"-Žl me pregunt—, agarrando mi mu–eca. Bien. -Ellos necesitan dinero, -dije al instante. ±Tœ no puedes ayudarlos con sus problemas de personalidad, pero ellos son en efectivo pobres del peor modo posible. La vieja Sra. Bellefleur no dejar‡ aquella casa, y esta devora cada cŽntimo. -¢(OODHVRUJXOORVD" -Pienso que podr’as saberlo de su mensaje telef—nico. Si no supiera que su segundo DSHOOLGRHV+ROOLGD\\RKDEUtDSHQVDGRTXHHUD³2UJXOORVD´-MirŽ a Bill.-Adivino que le viene natural. De alguna manera, ahora que Bill sab’a que podr’a hacer algo por sus descendientes, Žl pareci— sentirse mucho mejor. Yo sab’a que Žl rememorar’a durante unos d’as, y no lo envidiaba por esto. Pero si Žl decid’a tomar a Portia y Andy como causas permanentes, esto podr’a ser un problema. -No te gustaba el nombre Bellefleur antes de esto, -dije, sorprendiŽndome. -¢3RUTXp" -Cu‡ndo hablŽ para el club dHWXDEXHOD¢ORUHFXHUGDVLos Descendientes de la Muerte Gloriosa? -S’, claro. -¢< FRQWp OD KLVWRULD OD KLVWRULD GHO VROGDGR KHULGR IXHUD HQ HO FDPSR HO TXH VLJXLy SLGLHQGRD\XGD"¢<FyPRPLDPLJR7ROOLYHU+XPSKULHVWUDWyGHUHVFDWDUOR" Asent’. -Tolliver muri— en la tentativa, -dijo Bill tristemente. -Y el soldado herido reanud— a pedir ayuda despuŽs de su muerte. Logramos recuperarlo durante la noche. Su nombre era Jebediah Bellefleur. ƒl ten’a diecisiete a–os. -$K£Pt'LRVDe modo que eso era todo lo que tœ sab’as de los Bellefleurs hasta hoy. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD218&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris Bill asinti—. TratŽ de pensar en algo significativo que decir. Algo sobre planes c—smicos. Algo sobre lanzar tu pan sobre las aguas. ¢7RGRORTXHYDWLHQHTXHYHQLU" TratŽ de marcharme otra vez. Pero Bill agarr— mi brazo, y me jal— hac’a Žl. -Gracias, Sookie. Era la œltima cosa que hab’a esperado que Žl dijera. -¢3RUTXp" -Tœ me ayudas a hacer la cosa correcta sin ninguna idea de eventual recompensa. -Bill, no puedo hacerte hacer algo. -Tœ me haces pensar como un humano, como cuando estaba todav’a vivo. -Todo lo bueno que tœ haces est‡ en ti, no en m’. -Soy un vampiro, Sookie. He sido un vampiro mucho m‡s tiempo de lo que fui humano. Te he molestado muchas veces. A decir verdad, algunas veces no puedo entender por quŽ haces lo que tœ haces a veces, porque ha pasado tanto desde que fui una persona. No siempre es c—modo recordar lo que era ser un hombre. A veces no quiero ser recordado. Estas eran aguas profundas para m’. -No sŽ si tengo raz—n o no, pero no sŽ ser diferente, -dije. -Yo ser’a miserable si no fuera por ti. -Si algo me pasa, -Bill dijo, -deber‡s ir con Eric. -Ya me has dicho eso antes, -le dije. -Si algo te pasa, no tengo que ir con nadie. Soy mi propia persona. Consigo decidir lo que quiero hacer. Tœ tienes que asegurarte que nada te pase. -Tendremos m‡s problema con el Camaraderismo en los a–os venideros,-dijo Bill. -Las acciones que tendr‡n que ser tomadas pueden ser repugnante para ti como humana. Y hay peligros atado a tu trabajo. -ƒl no se refer’a a servir mesas. -Cruzaremos aquel puente cuando nos pongamos sobre Žl. La sesi—n sobre el regazo de Bill era un verdadero convite, sobre todo ya que Žl estaba todav’a desnudo. Mi vida no hab’a estado exactamente llena de convites hasta que encontrŽ a Bill. Ahora cada d’a sosten’a un convite, o dos. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD219&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR Viviendo Muerto en Dallas Charlaine Harris En la poco iluminada cocina, con el cafŽ que ol’a tan maravilloso (en su propio modo) como el pastel de chocolate lo hac’a, y la lluvia que tamborileaba sobre el tejado, yo ten’a un momento hermoso con mi vampiro, lo que uno podr’a llamar un c‡lido momento humano. Pero tal vez no deber’a llamarlo as’, reflexionŽ, frotando mi mejilla contra Bill. Esta madrugada, Bill hab’a parecido un completo humano. Y yo±bueno, yo hab’a notado mientras hac’amos el amor sobre nuestras sabanas limpias, que en la oscuridad la piel de Bill hab’a estado brillando de ese bell’simo modo tan desapegado del mundo. Y la m’a ORKDEtDKHFKR«WDPELpQ Fin del segundo libro. 7UDGXFLGRSRU/LHEH3»JLQD220&RSLDJUDWXLWDVLQDI»QGHOXFUR