Matemáticas en el Far West

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Matemácas en el Far West
JOSÉ MARÍA SORANDO MUZÁS
SECCIONES
Marzo 2013
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pp. 7381
A
l lector de esta sección ya no le ha de extrañar
que encontremos escenas con matemáticas en
películas de cualquier tipo, no forzosamente en contextos académicos. Pero hay que reconocer que ciertos géneros cinematográficos parecen menos proclives a esa presencia. Así ocurre con los western
(para nosotros, películas del Oeste). Este género se
asocia con peleas, galopadas y tiroteos; no con
cálculo, análisis y reflexión. Y sin embargo, a veces
también los encontramos en ellas, aunque con connotaciones sui generis. Dado que cualquier persona
intenta resolver problemas, para que en una situación
aparezcan matemáticas no es necesaria la intervención de matemáticos; aunque algunos se resistan a
reconocerlo, como le pasa a Chris Adams (interpretado por Yul Brynner) en Los siete magníficos (John
Sturges. 1960), cuando dice:
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—Resolver problemas no es asunto nuestro. Lo nuestro
es el plomo.
Números
CineMateca
En el Oeste rige una aritmética de la supervivencia1,
empezando por la simple numeración. Así se muestra en la película citada, adaptación al Oeste de Los
Ar6culo solicitado por Suma en noviembre de 2012 y aceptado en enero de 2013
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Siete Samuráis (Akira Kurosawa. 1954). Unos campesinos contratan los servicios de siete pistoleros
para deshacerse de la extorsión de una banda de
forajidos. Los pistoleros hacen recuento de sus vidas,
dando especial importancia al cero:
—El revólver lo es todo. Te permite tutear a taberneros y
jugadores de ventaja, tal vez a 200 de ellos. Tienes 500 tu
gurios donde dormir y 1.000 fonduchos donde comer.
Pero hogar, esposa e hijos, no. Y porvenir, cero. ¿Me ol
vido algo?
—Sí. Sitios a los que estás ligado, ninguno. Personas con
derecho sobre ti ante las que has de inclinarte, ninguna.In
sultos tolerados, ninguno. Enemigos, ninguno.
—¿Ningún enemigo?
—… con vida.
—Ésta es la clase de Aritmética que me gusta.
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En Hasta que llegó su hora (Sergio Leone. 1968), «Armónica» (Charles Bronson) y «Cheyenne» (Jason
Robards) son dos tipos duros que al conocerse mantienen el siguiente diálogo. «Armónica» dice a su
interlocutor que ha visto a tres de sus hombres tiroteados y que los ha reconocido por unos característicos abrigos que los distinguen. «Cheyenne» no
lo admite:
—Eso no es más que un cuento, Armónica, por tres razo
nes: Primera, no hay nadie que se atreva a llevar esos abri
gos, excepto los hombres de Cheyenne. Segunda, los
hombres de Cheyenne no mueren. ¿Te sorprende?
—Sí, sabes contar hasta dos.
—Puedo llegar hasta seis, si me apuras (mientras lo dice,
hace rodar el tambor de su revólver). Más rápido que tú.
—Uno, dos, tres, cuatro, cinco y seis. Seis, el
número perfecto.
—¿No es tres el número perfecto?
—Hay seis tiros aquí dentro (señala su pis
tola).
Para los matemáticos, seis es el primer
número perfecto por otras razones; no de
armas, sino de divisibilidad. El anterior
diálogo, ¿es un «guiño matemático» de
Sergio Leone o es pura coincidencia?
Los forajidos de Los siete magníficos necesitan una numeración más amplia, habida
cuenta de las bajas que sufren:
—Andrés, Lorenzo y Felipe no regresaron.
—Y van tres.
—Armando cayó en el pueblo.
—Van cuatro.
—Jorge y Ramón en El Paso, donde quedaron
atrapados en la red.
—¡Malditos! Van seis.
—Luego, Emilio en el muro.
—Siete.
—José en el pajar.
—Ocho.
—Gregorio, junto a la fuente.
—Y van nueve.
—Fortunato, en la zanja de riego. Rico en el
campo, pasado a cuchillo.
—Entonces ya son once. Sí.
No esperemos sofisticación numérica en
ese mundo rudo y violento. La protagonista
de El Virginiano (Stuart Gilmore. 1946)2 es
una joven maestra, procedente de una refinada familia del Este, que se desplaza a
su primer trabajo en la escuela de un pueblecito del Salvaje Oeste. En el tren que la
lleva va escribiendo unas fracciones, según
podemos ver en el siguiente fotograma:
El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966)
El número seis es importante en el Oeste. También
se insiste sobre ello en El Bueno, el Feo y el Malo (Sergio Leone. 1966). El Bueno (Clint Eastwood) descubre que le sigue un grupo de pistoleros y, mientras
los cuenta, conversa con el jefe de la banda:
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Fracciones en El virginiano (Stuart Gilmore, 1946)
Se ve que la joven sabe dividir números
mixtos entre naturales, pero que tiene algunas dificultades con el paso de fracciones impropias a mixtos, con la simplificación y con el producto de fracciones. El
revisor que la ve le informa enseguida de
la baja exigencia cultural de la zona.
—No se esfuerce usted, señorita. Aquí nadie
sabrá si está bien o mal. Lo único que quieren
de un maestro es que sepa contar hasta cien.
La rareza de alguien con cultura en el lugar
reaparece en una conversación de cowboys en el «saloon».
menospreciada por Hollywood dando a estas películas esa denominación jocosa que era, en su intención, sinónimo de western de baja calidad. Sin embargo, las películas de Leone han ganado valoración
con el paso del tiempo. Les caracterizan: la crueldad
de los personajes; los diálogos escuetos y sentenciosos; y la genial música compuesta por Ennio
Morricone, que entonces comenzaba su fecunda y
exitosa carrera. Otras coproducciones latinas quisieron seguir esa senda, pero quedaron lejos de aquel
nivel.
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—¿Por qué no le invitamos a un trago?
—¡No! Es maestra.
—¿Y qué diferencia hay? Es humana, ¿no?
«Contar hasta cien»… en general, no les
hacían falta muchos más números. Aunque si la fortuna sonreía, tal vez sí. En
Hasta que llegó su hora, reencontramos a
«Armónica» y «Cheyenne» haciendo sus
estimaciones de las cuantiosas ganancias
que puede reportar la propiedad de los
terrenos por donde pasará el ferrocarril.
Su aritmética es escasa, pero no su ambición:
—Si construyes un pueblo junto a una esta
ción…, uy, uy, uy. Es una fábrica de dinero.
Centenares de miles de dólares. Incluso más,
miles de miles.
—A eso le llaman millones.
—¿Millones?¡Sí, millones! Eso es.
He aquí un ejemplo de cómo ante nuevas
necesidades, surgen nuevos conceptos…
La anterior película es una de las llamadas
«spaghetti western». Con ese nombre se
conoce a las películas del Oeste rodadas
bajo la dirección del italiano Sergio Leone
en escenarios españoles (Desierto de Tabernas en Almería y otros), aunque con
actores norteamericanos en los papeles
principales (de forma destacada, el debutante Clint Eastwood que saltaría a la
fama). La osadía de entrar en un género
que parecía patrimonio de los EE.UU. fue
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Los siete magníficos (John Sturges, 1960)
Cálculos
En las películas de Leone, hay varias escenas con
elementos matemáticos que, como todo en este
cine, contribuyen a realzar la tensión de las situaciones y la dureza de unos individuos a quienes sólo
les preocupa el botín en juego, sin concesión a los
sentimientos. Aunque a la vez, como veremos, no
estén exentas de humor.
Esos pistoleros además de numerar, también hacen
sus cálculos. Como los hace el protagonista de La
muerte tenía un precio (Sergio Leone, 1965): «El Manco»
(Clint Eastwood), un cazarecompensas. Es un pistolero frío e inexpresivo, siempre con su poncho y
su cigarro, lacónico e impávido ante las situaciones
límite. En la escena final, tras el tiroteo en que ha
sucumbido toda la banda perseguida, se separan el
Coronel Mortimer (Lee Van Cleef) y «El Manco»,
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quien se queda con los cuerpos. Los ha apilado en
su carreta para cobrar las recompensas. Y empieza
a hacer su particular recuento de caja, con algún
desajuste. Lo solucionará a su manera...
—Doce mil, quince, diecinueve, veintiuno, veinticinco…
(va sumando recompensas).
Se detiene pensativo; se da cuenta de que le falta
uno. Sin alterarse, se da la vuelta rápidamente y dispara a un miembro de la banda al que daba por
muerto, justo antes de que éste le dispare a él.
souri) y Sacramento (California). El proyecto chocaba con los intereses secesionistas californianos y por ello se intenta
hacer fracasar el viaje inaugural. Buffalo
Bill (Charlton Heston) y sus amigos intentarán evitarlo logrando que el Pony Express realice su trayecto con éxito.
—Y cuatro, veintinueve.
Desde lo lejos, el coronel pregunta:
—¿Qué te pasa muchacho?
—Nada, viejo. Que no me salía la cuenta. Ahora está bien.
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Y no sólo sumas, en Hasta que llegó su hora, estos
tipos duros ¡también hacen restas! En una solitaria
estación desciende del tren «Armónica» quien busca
a Franck (Henry Fonda). Le esperan tres malencarados pistoleros.
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—¿Y Franck?
—Nos ha mandado a nosotros.
—¿Hay un caballo para mí?
La muerte tenía un precio (Sergio Leone, 1965)
Los tres tipos miran hacia los caballos, que son tres,
mientras ríen.
—Parece ser que hay un caballo de menos.
—Yo diría que sobran dos.
Cesan las risas y empieza el tiroteo. Efectivamente,
sobraban dos.
Cuando, más adelante, «Armónica» conduce ante el
sheriff al que parecía su amigo, «Cheyenne», perseguido por la justicia, vuelven a restar:
—La recompensa por «Cheyenne» es de 5.000 dólares,
¿no?
—Judas se contentó con 4.970 dólares menos.
—Entonces no había dólares.
—Pero había mal nacidos.
Son más elaborados los cálculos que hace Buffalo
Bill en Pony Express (Jerry Hoper, 1953), titulada en
España como El triunfo de Buffalo Bill 3.
Se narra la aventura de la puesta en marcha del servicio de correo postal a través de relevos de jinetes
atravesando los EE.UU. entre Saint Joseph (MisJOSÉ MARÍA SORANDO MUZÁS
En la siguiente escena se explica la infraestructura del servicio:
—Necesitamos dos hombres en cada esta
ción: un jefe de estación y un vigilante.
—Necesitamos los mejores ponis indios.
—190 estaciones.
—Tres en cada estación: 570 ponis.
—80 jinetes. Ya están elegidos.
—Separadas por 10 ó 15 millas. Y agua en
cada estación.
—Cubrirán una media de 45 millas diarias,
cambiando tres veces de caballo. 12 segun
dos por cambio y el Pony Express cubrirá 250
millas diarias.
—¿Cuál es el tiempo récord de la diligencia
desde aquí hasta Sacramento?
—21 días.
—¿Cuánto nos llevará así?
—10 días, menos de la mitad.
Con todos estos datos, se puede proponer a los alumnos preguntas como las siguientes:
— ¿Cuál era la distancia total del trayecto?
— ¿Por qué las estaciones estarían separadas no
más de 15 millas?
— ¿Cuál era la distancia media de separación
entre estaciones?
— ¿Cuál es la velocidad media conseguida por
el Pony Express? ¿Y por la diligencia?
— ¿Cuántos jinetes y caballos intervenían en un
viaje del Pony Express?
Hay que señalar que las previsiones de Buffalo Bill son aceptables como aproximación,
salvo algún desajuste de redondeo, lo cual
no debiera ser algo a destacar, si no fuera
por el maltrato a las matemáticas a que
nos tiene acostumbrados Hollywood.
El truelo
parcial que cada uno tiene. Llegados al cementerio
(filmado en tierras burgalesas), el Bueno escribe el
nombre de la tumba del botín en una piedra que
deposita en el centro de un gran círculo empedrado
rodeado de tumbas. Propone entonces un duelo a
tres, lo que se ha dado en llamar un «truelo».
Dispuestos a desenfundar, cada uno valora la situación mirando a sus rivales. Son tres minutos de primeros planos, con miradas expresivas cuya tensión
es dramatizada una vez más por la música. La escena
es ya un clásico y ha sido replicada varias veces;
entre otros, por Quentin Tarantino, admirador declarado de Leone. Por ejemplo, en la escena final de
Reservoir Dogs (1992) y en la escena del bar de Malditos
bastardos (2009), aunque con diferentes desenlaces.
Con frecuencia es puesta como ejemplo de la Teoría
de Juegos. ¿Cuál es la mejor estrategia a seguir por
cada uno de los tres pistoleros?
La expresión «El bueno, el feo y el malo» se repite
Para muchos, El bueno, el feo y el malo es el
hasta 175 veces como metáfora en publicaciones
mejor spaghetti western, del cual se recuerda
científicas, según citan Bezuglyi y Handelman, quieuna y otra vez4 la magnífica escena del duelo
nes también la usan en el título de su reciente trabajo
en el cementerio. Los protagonistas son: el
sobre Medidas en Conjuntos de Cantor5. Los investigaBueno («Rubio», Clint Eastwood), un cadores españoles Armengual y Toral efectuaron el
zarecompensas; el Feo («Tuco», Eli Walach),
análisis matemático de los truelos en un trabajo que
un ladrón; y el Malo («Sentencia», Lee Van
está accesible en la red6. Se citan como ejemplos de
Cleef), un asesino a
truelos: la Guerra
sueldo y sargento
de la antigua Yunordista. La acción
goslavia, con el ense desarrolla sobre
frentamiento de
el fondo histórico
serbios, bosnios y
de la Guerra Civil
croatas; también, las
norteamericana, es«pinzas» de dos partableciendo una
tidos políticos conácida comparación
tra el más votado en
entre el goteo de
Clint Eastwood, Eli Walach y Lee Van Cleef a punto
una institución.
para el «truelo» de El bueno, el feo y el malo
muertes provocaPara poder hacer un
das por la violenta
análisis de estrategias con cálculo de probabilidades
avaricia de los pistoleros y las masacres con
se deben asumir algunas premisas.
justificación patriótica.
Los tres buscan un botín de 200 000 dólares en monedas de oro, que yace enterrado en una tumba de un perdido cementerio y, a su pesar, deben colaborar
hasta localizarla reuniendo la información
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Caso 1
Supongamos que B, F y M son tres expertos tiradores y que por lo tanto ninguno va a fallar el tiro,
acertando mortalmente al rival elegido. También,
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que los tres conseguirán disparar; apenas uno haga
ademán de hacerlo, instantáneamente los otros le
imitarán. Se puede considerar por lo tanto que habrá
tres disparos simultáneos y certeros. Por último, supondremos que la elección por cada uno de ellos
de uno u otro blanco entre sus dos oponentes es
equiprobable.
Desglosando los sucesos y calculando sus probabilidades, se concluye que la probabilidad de que se
salve uno cualquiera de los tres es de 1/4; que la
probabilidad de que perezcan los tres es también
de 1/4; y que, con esas premisas, es imposible que
se salven dos. Es un buen ejercicio de aula.
Caso 2
Supongamos que cada jugador dispone
de un único disparo. También, que F sólo
acierta la tercera parte de las veces que
dispara; M las dos terceras partes; y que
B acierta siempre (para eso es el Bueno).
Para compensar esa desigualdad, empezará por disparar F, luego lo hará M y
por último B. Por supuesto, esto presupone un respeto a las reglas difícil de esperar en esos truhanes. Pero, aceptándolo,
¿cuál es la mejor estrategia que debiera
seguir F?7
Si F elige disparar a B, al desarrollar el correspondiente diagrama en árbol obtenemos casos en que se salvan uno o dos
pistoleros. Haciendo recuento: F tiene
probabilidad 2/3 de salvarse, M tiene 8/9
y B tiene 2/9.
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Clint Eastwood, omnipresente en los «spaghetti» western
Ese truelo termina tras un único tiro por jugador y
la probabilidad de aniquilación de cada uno de ellos
es de 3/4, de modo que a ninguno le conviene empezar el «juego», lo cual deviene en una tensa espera.
Es un caso de equilibrio inestable, donde cualquier
factor no controlado puede desencadenar el fatal
desenlace.
Este tipo de situación en Teoría de Juegos es conocida, precisamente, como «Atasco de Pistoleros»,
cuando el enfoque racional lleva al bloqueo de las
acciones, dadas la baja probabilidad de éxito para
cada jugador y la posibilidad del desastre total. El
Equilibrio de Nash en Teoría de Juegos establece
que cuando un grupo de jugadores aceptan las reglas
y conocen la estrategia de los demás, suelen tender
a minimizar sus pérdidas. En este caso, no sale a
cuenta a nadie querer ser valiente. La estrategia óptima sería que los tres acordaran abandonar el juego.
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Si F comienza disparando a M, puede
acertar y acabar con él (con probabilidad
1/3), pero, en tal caso, luego será el turno
de B, que le matará con seguridad. Esto
nos advierte de que acertar el tiro no es
siempre lo más conveniente. Completando
el diagrama, concluimos que, dentro de
esta estrategia de F, todos tienen la misma
probabilidad de salvarse, 5/9.
La consideración anterior sugiere una tercera estrategia para F, que no consiste en
intentar abatir a alguno de sus oponentes,
sino en fallar el tiro premeditadamente,
tirando al aire por ejemplo. La situación
que luego queda es que empieza a tirar M
y, si sigue vivo, después tira B. Se deduce
que siempre se salvarán dos de ellos,
siendo la probabilidad de que se salve F
de 5/6; la de que se salve M, también de
5/6; y la de que se salve B, sólo de 1/3.
Al comparar esos resultados, se llega a
conclusiones paradójicas: la mejor estrategia de F es fallar su tiro. Y el mejor tirador, B, es quien tiene menor probabilidad
de sobrevivir.
El truelo de la película se parece más al
caso 1 ¿Cómo se resuelve? El Bueno abate
al Malo, que no llega siquiera a disparar;
es decir, no se cumple la primera premisa
de ese caso (en general, y no sólo en el
Oeste, va contra la racionalidad asumir la
infalibilidad de alguien). El Feo no consigue disparar porque su pistola no lleva
balas; se las quitó el Bueno la víspera. Con
esa información oculta, el Bueno tenía
una ventaja que había aprovechado; sólo
debía concentrarse en abatir al Malo.
Y una curiosidad: ¿Cuál sería el valor actual del botín en juego? Sabiendo que en
1862, cuando transcurre la acción (Guerra
de Secesión), la onza de oro valía 20,672$,
aquellos 200 000$ eran el valor de 9 633
onzas de oro. Al terminar 2012, la onza
de oro se compra a 1 655,80$. Así que el
Bueno, el Feo y el Malo hoy andarían a tiros por 15 950 321$. Esta breve escena,
comprensible sin conocer la película, ha
dado lugar a varias cuestiones que pueden
ser llevadas al aula.
clave de su relato es la batalla en la que el 7º Regimiento de Caballería, bajo el mando del General
Custer, es aniquilado por los indios sioux y cheyennes bajo las órdenes del jefe Caballo Loco.
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Esta película es la crónica de la traición de la nación
norteamericana a sus pobladores primigenios. Tras
desalojarlos paulatinamente de sus territorios, se prometió a los indios una tierra que sería suya «mientras
la hierba crezca, el viento sople y el cielo sea azul».
Confiados por esta promesa, fueron víctimas de sucesivas masacres. Su victoria sobre Custer fue el último acto de resistencia eficaz, al que siguieron sólo
derrotas frente a las armas avanzadas. Como veremos, según esta película, esa derrota fue fruto de la
enajenación megalómana de Custer, quien cercano
a su fin grita: «¡Soy invencible! ¡soy invencible!».
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Juegos de Lógica
Números, cálculos, estrategias… y también manipulación lógica. La encontramos en el anti-western Pequeño gran hombre
(Arthur Penn. 1970), donde se cambian
los tradicionales papeles de «buenos» y
«malos».
Jack Crabb, el único superviviente blanco
de la batalla de Little Big Horn (el título de
la película es un juego de palabras con
este nombre) relata su larga vida, ya con
121 años. Capturado por los indios siendo
un niño, fue criado entre ellos y apodado
«Pequeño Gran Hombre». Varias veces
transitó entre los dos modos de vida: unas
con los cheyennes (quienes se denominan
a si mismos los «seres humanos»); y otras,
con los hombres blancos. El momento
Pequeño gran hombre (Arthur Penn, 1970)
Polémica en su día (no olvidemos la coincidencia
nada casual con la Guerra de Vietnam), era una versión necesaria frente a anteriores décadas de cine
del Oeste donde John Wayne y sus secuaces aparecían como «los buenos» que liquidaban sin remordimientos a «esos salvajes». En la película se presentan tres juegos lógicos, situaciones paradójicas
basadas en negaciones y contradicciones.
El contrario
El primero de esos juegos es digno de Lewis Carroll.
Aparece un indio que monta a caballo de espaldas,
mirando hacia atrás.
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—Hola «Oso Joven».
—Adiós.
[Voz en off: Era el muchacho al que había salvado la vida
para vergüenza suya.]
—Atrapaste los conejos que fuiste a cazar?
Los coge y los tira.
—No.
—Entonces no le des los conejos que no has cazado a «Bú
falo que se revuelca».
[Voz en off: Oso Joven se había convertido en un «contra
rio», el más peligroso de los guerreros cheyennes, porque
su manera de vivir los vuelve medio locos. Excepto en el
combate, un «contrario» lo hace todo al revés. Dice
«adiós» para decir «hola»; «sí» cuando quiere decir «no»;
se lava con arena y se seca con agua; y así todo lo demás
sucesivamente.]
—Oh sí, los «blancos hombres negros». He
oído hablar de ellos. Se dice que no son tan
feos como los blancos, pero están tan locos
como ellos.
Las brutales matanzas cometidas bajo el
mando de Custer pronto harán cambiar
de opinión a «Pequeño Gran Hombre».
Se le ve arrojarse arena por encima y después meterse en el río.
Dustin Hoffman «pequeño gran hombre»
corriendo serio peligro
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Antes de la batalla
Custer habla sobre «Pequeño Gran Hombre»:
Fotograma de Hasta que llegó su hora (Sergio Leones, 1968)
Los blancos‐negros.
«Pequeño Gran Hombre» está en la tienda de su
abuelo el jefe de la tribu cheyenne.
—¿Sabes, abuelo? no todos los blancos están locos.
—Me alegra oír eso, hijo mío. Yo creía que sí.
—No. Conozco a uno que es tan valiente como cualquier
«ser humano».
—Me gustaría conocer a ese hombre y fumar con él.
¿Cómo se llama?
—Se llama General Custer.
—General Custer, ¿qué significa ese nombre, hijo mío?
—Significa «Cabello Largo».
—Buen nombre. ¿Cómo lo ganó?
—Lo ganó en la guerra que hicieron los blancos para libe
rar a los negros.
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—Ese hombre puede serme muy útil, coman
dante. Primero me pidió que lo hiciera explo
rador. Luego casi lo cuelgo por renegado. Su
juego está muy claro, alejarme de sus amigos
los indios. Todo lo que ese hombre me diga
será mentira. Por lo tanto, tendré un perfecto
barómetro al revés.
Se acerca a «Pequeño Gran Hombre» y le
dice:
—¿Qué crees tú que debo hacer? ¿Qué te pa
rece, debo avanzar o retirarme?
[Voz en off de «Pequeño Gran Hombre»:
Ahora estaba a mi merced. Lo que tenía en
mis manos no era un cuchillo, sino la verdad.]
—¿Qué respondes?
—General, debe avanzar.
—¿Me aconsejas salir a campo abierto?
—Sí señor.
—No habrá indios allí, supongo.
—Allí le aguardan miles de indios y cuando
terminen sólo quedará de vd. una grasienta
mancha. Esto no es Río Wachita, general.
No son niños indefensos ni mujeres los que
le están esperando, son guerreros cheyen
nes y sioux. Vaya a su encuentro, si tiene
valor.
—Sigues intentando engañarme, ¿eh? In
tentas hacerme creer que si ahora avanzo
estoy perdido. Pero la sutil verdad es que tú
realmente no quieres que dé la orden de
ataque.
del mentiroso («Yo siempre digo mentiras. Esto que
acabo de decir, es mentira. ¿Soy mentiroso? ¿Digo
mentiras?»).
«Pequeño Gran Hombre» sonríe al verle
avanzar hacia el desastre. Ha vencido a
Custer en una peculiar versión del dilema
Los enlaces para ver en Internet las escenas de éste
y anteriores artículos, se encuentran en:
MARZO
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De tiros, recompensas, masacres y emboscadas, las
del Far West con razón se pueden llamar «Matemáticas Especiales».
http://catedu.es/matematicas_mundo/Cinemateca.htm
JOSÉ MARÍA SORANDO MUZÁS
IES Elaios (Zaragoza)
<[email protected]>
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1 Expresión que como las escenas de Los Siete
Magníficos, he tomado del blog de Ángel Requena:
http://matedecine.wordpress.com/
2 Agradezco a Javier Pascual la información de
esta película.
3 Debo agradecer la pista de estas escenas y las
ideas para el aula a Yair Rodríguez.
4 Conocí esta escena por una conferencia en in
ternet de Alfonso J. Población.
5 S. Bezuglyi y D. Handelman, Measures on Cantor sets: the
good, the ugly, the bad, en línea:
arXiv:1201.1953v1 [math.DS] 10 jan 2012.
6 Armengual, Pau; y Toral, Raúl. Truels or the survival of the
weakest. En línea:
arXiv:math/0606181v1 [math.PR] 8 jun 2006.
7 Esta situación se enuncia en «Enemigos», episodio n.o 10 de
la 5.a temporada de Numb3rs.
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