Es cierto que el tema de la tiranía y dictadura de Trujillo es un tema sobresaturado, pero el dominicano Junot Díaz quiso ofrecer su propia mirada sobre este período a través del humor, la ironía y el sarcasmo. En su primera novela La maravillosa vida breve de Óscar Wao, retoma el tema de la diáspora, reinventa la tradicional saga familiar, crea un mundo de fantasía y narra los horrores de la dictadura de Trujillo como no se había contado antes en la literatura dominicana, a través del demoledor poder del humor. La novela presenta una prosa vertiginosa en donde se unen distintos géneros literarios, ficción y realidad documentada, diferentes puntos de vista, saltos en el tiempo, extensas citas a pie de página, y cantidad de giros y modismos propios del español. Al narrar la historia de Óscar, Junot Díaz relata la historia de su propia familia y de su país, de alguna manera está realizando una crónica familiar pero sin alejarse del género principal que es la novela. Presente y pasado se entrelazan a través de las notas sobre Rafael Trujillo que van dando cuenta de los aspectos históricos cuando considera necesario aclararlos, ya que los mismos atraviesan y atravesaron durante generaciones a la familia de Óscar. Con la creativa combinación de información y de crítica descarada que caracterizan a todas las notas que atañen al trujillato y con el uso de diversas estrategias discursivas, presenta un tema que todavía sigue siendo muy sensible para los dominicanos, pero de una manera innovadora, diferente y original. Si bien en sólo dos capítulos de los ocho que conforman la novela se narran las vivencias directas bajo el régimen del tirano, a lo largo de toda la narración aparecen alusiones tanto de Trujillo, sus subordinados y su familia, las hermanas Mirabal, como del devastador período en cuestión. El destino de Óscar, que jamás conoció a Trujillo, está marcado por la crueldad del régimen. Las historias de su hermana, madre y abuelo y demás relatos con protagonistas diferentes que se dan en distintas épocas, reflejan y muestran la maldición que los acompaña: “Pero en aquellos días de antaño, el fukú la pasaba bien: incluso tenía lo que se podría llamar un promotor, un sumo sacerdote. Nuestro dictador de una vez y para siempre, Rafael Leónidas Trujillo Molina. Nadie sabía si Trujillo era subordinado o amo de la Maldición, pero estaba claro que entre ellos había un acuerdo, que eran panas.” (Díaz, 2007: pág.16) Junot Díaz en la primera nota a pie de página de la novela hace una suerte de síntesis del trujillato: “Para aquellos a los que les faltan los dos segundos obligatorios de historia dominicana: Trujillo, uno de los dictadores más infames del siglo XX, gobernó la República Dominicana entre 1930 y 1961 con una brutalidad despiadada e implacable.” (Díaz, 2007: pág.16) En esta misma nota ya se presenta a Trujillo de manera sumamente irónica y también se evocan de manera risueña y jocosa algunas de las características asociadas a su persona tales como su brutalidad, su interés por las apariencias, su dirección del país como si fuese su propiedad privada, su mulatez, su blanqueamiento de piel y su fascinación por los sombreros al estilo Napoleón. Se lo denigra con apodos tales como “El Cuatrero Fracasado” y “Fuckface”, en lugar de mencionar a los más conocidos tales como “El Benefactor”, “El Jefe” o “El Sumo Sacerdote”. También se utilizan términos de música moderna o nombres de personajes de comics para hacer referencia a su persona: “El Cuatrero Fracasado se convirtió en una especie de Dr. Gull de From Hell.” (Díaz, 2007: pág.211) El segundo capítulo se centra básicamente en la madre de Óscar. La sombra del trujillato está presente en su segundo amor, un matón al servicio de Trujillo que resulta estar casado con una de las hermanas del dictador. La cruel venganza de la esposa despechada que ordena asesinar a Beli, madre de Óscar, se fusiona con el contexto político. Se subraya este nexo entre el trujillato y el intento de matanza de Beli quien casi por milagro escapa de la muerte, ya que lo ocurrido coincide con el asesinato de Trujillo el 30 de mayo de 1961: “Cómo sobrevivió nunca lo sabré. La batieron como a una esclava. Como a una perra… Fue la clase de paliza que destroza a la gente, que la destroza por completo.” (Díaz, 2007: pág. 143) “Le dispararon veintisiete veces- qué número tan dominicano- y se dice que a pesar de sus cuatrocientos puntos de impactos, Rafael Leónidas Trujillo Molina, herido mortalmente, dio dos pasos hacia el lugar donde nació…” (Díaz, 2007: pág.150) En el capítulo quinto se narra la historia de Abelard, abuelo de Óscar, y especialmente se relata la tortura y su encarcelamiento por haber insultado al dictador al no querer entregar a su hija tan codiciada por Trujillo. Pero en la novela se desmitifican y relativizan las aberraciones de este régimen ya que el mismo narrador no se decide sobre la causa de la caída de Abelard. Una razón probable puede haber sido la protección de su hija, otra, la supuesta redacción de un libro que menciona las raíces sobrenaturales del tirano. Estos fragmentos de tortura y violencia se relacionan también con el intento de asesinato en un cañaveral de Óscar por parte de los matones al servicio del novio de Ybón, capitán muy temido bajo las órdenes de Balaguer. Claro ejemplo éste de cómo la violencia pública se mezcla y se relaciona con la privada. Julia Álvarez al igual que Junot Díaz tuvo que exiliarse con sus padres a los Estados Unidos faltando sólo tres meses para el asesinato de las hermanas Mirabal, protagonistas de su novela. Su padre conspira contra el régimen de Trujillo y cuando la policía secreta lo descubre tiene que huir con toda su familia. Se instalan en New York para rehacer su vida lejos de su patria pero conservan siempre los lazos con la cultura dominicana. En un medio cultural diferente y haciendo uso de otra lengua, esta autora reescribe la historia de su país y del patriarcado trujillista como trama literaria. Al igual que muchos escritores latinos residentes en los Estados Unidos, recoge a través de su literatura la historia de su país natal, su pasado, sus vivencias, sus luchas y el desarraigo que se siente desde el exilio. En el tiempo de las mariposas Patria, Minerva y Teresa, tres de las hermanas Mirabal, asumen un compromiso político para tratar de derrocar el régimen tiránico y dictatorial de Trujillo. Las hermanas y la familia Mirabal son perseguidas, encarceladas, torturadas junto a tantos otros opositores a la dictadura, hasta que el 25 de noviembre de 1960 son asesinadas brutalmente, sólo unos meses antes del derrocamiento de Trujillo. Esta novela se basa en un hecho real que además de marcar la vida de la familia Mirabal en particular, marcó la política y el destino de todo un pueblo. La autora se vale de la ficción histórica para recrear e inventar ciertos aspectos de su propia historia, pero nunca pierde su objetivo, poder darles voz a y hacer justicia con todos aquellos personajes que protagonizaron este hecho histórico y fueron de alguna u otra manera olvidados o silenciados por la historia oficial. Al igual que la gringa dominicana que aparece en la novela, Álvarez no habla muy bien el español y es precisamente el hecho de que publicara su novela en inglés y en un contexto norteamericano lo que le permite romper con la tradición masculina del trujillato que se venía produciendo. Julia Álvarez construye el sujeto femenino latinoamericano desde su propia posición de latina y como mujer dominicana exiliada, bicultural y bilingüe logra desarticular algunos de los estereotipos establecidos en un mundo tiránico machista. Así presenta a estas cuatro hermanas como seres humanos reales que viven como cualquier otra mujer y explora sus experiencias diarias humanizándolas en vez de presentar solamente una serie de hechos y sucesos sobre sus vidas. Bernardo Vega en el artículo “El Caribe” lo explica de esta manera: “En la novela, las hermanas Mirabal abandonan el espacio sagrado en que las sitúa la memoria colectiva para crecer como personajes de la ficción, como hijas de la imaginación de una novelista que ha hecho suya, las vidas, pasiones, esposos, hijos y demás seres queridos.” (Vega, 1996: pág.3) Julia Álvarez comienza a escribir la historia de las Mirabal para entender ella misma el valor de estas mujeres, y dirige además la novela para todos aquellos lectores ajenos a la historia dominicana para que entiendan el sufrimiento que padeció su pueblo en tiempos de Rafael Trujillo. Humanizar a las hermanas Mirabal es desde el principio su objetivo y lo logra creando cuatro personajes que relatan su infancia y juventud en medio de este cruel régimen. En la parte final de En el tiempo de las mariposas que denomina Posdata revela lo siguiente: “…Pues yo quería sumergir a mis lectores en una época de la vida de la República Dominicana que creo que, en última instancia, solo puede ser aprehendida por la ficción, para ser redimida por la imaginación. Una novela después de todo, no es un documento histórico, sino una manera de viajar por el corazón humano.” (Álvarez, 1994: págs.170-1) El historiador e investigador dominicano Frank Moya Pons en muchos de sus escritos sostiene que hay que revalorizar y desentrañar la “otra historia”, aquella de los que nunca tuvieron voz, las minorías, los grupos étnicos que integraron la identidad del dominicano, el aporte histórico de la juventud, las mujeres, los marginados y excluidos del disfrute de los bienes de producción, así como la historia de los pueblos, barrios y provincias: “Estamos en creencia de que no hay mejor maestra para los pueblos que la historia misma. Ella nos enseña lo que debemos hacer y lo que deberemos no hacer en el futuro. Los pueblos no deben olvidar jamás sus errores; los caminos son los que nos indican el camino contrario a ellos, que es la verdad.” (Moya Pons, 1962: pág.10) En ambas novelas estudiadas se da una clara reevaluación de la historia dominicana. Se recuperan y se llenan varios vacíos de la memoria oficial y los acontecimientos narrados son protagonizados por personajes, en general débiles, sometidos, dolientes o mujeres, personajes habitualmente excluidos de la literatura de este país. Tanto Díaz como Álvarez recuperan la intención de comprender la realidad dominicana a partir de visiones caleidoscópicas y desacralizadoras de la escritura de registros comprometidos con el pasado histórico. En muchos casos lo hacen, como ya se mencionó, a través de la ironía, la intertextualidad o la intromisión de ciertos intersticios de la conciencia o de lo habitualmente no dicho, volviendo familiar aquello que en otros tiempos hubiese resultado impensable. Es así como estos dos autores pueden repensar o reevaluar esa historia oficial, única y hegemónica que no les fue permitido cuestionar durante años para de esta manera poder revelar esa otra verdad, esa “otra historia”, como sugiere e insta Moya Pons, que no es otra más que la de los silenciados u olvidados. La escritura actual de la historia dominicana y la narrativa de autores como Junot Díaz y Julia Álvarez intentan entender ese pasado vivido para poder aprender de él y comprender todos los procesos que contribuyeron a formar la sociedad que es en la actualidad República Dominicana. Los escritores de la nueva novela del trujillato y estos dos autores en particular, no tienen la actitud de muchos otros, quienes no quieren recordar o cuestionar los hechos históricos, sino que insisten en la reconstrucción de ese pasado dictatorial para poder construir y dejar un mejor futuro para todos los dominicanos. De las novelas totales o enciclopédicas se pasa a la experiencia de lo fragmentario, lo particular, lo privado y lo íntimo. Muchas veces resulta difícil calificar la producción literaria de los escritores caribeños ya que personajes históricos como el mismo dictador Trujillo conviven con artistas pop, adolescentes en fuga, prostitutas, gringos racistas, nerds de los guetos, narcotraficantes, policías, asesinos. En el caso que nos ocupa, se interrelaciona lo biográfico, lo anecdótico, lo ficcional y lo histórico a partir de documentos, cartas, recuerdos, diarios personales y la propia memoria individual y social de los dos escritores y del propio pueblo dominicano. Junot Díaz como Julia Álvarez desde su condición de híbridos culturales caribeños, escribiendo en inglés y desde el exilio, revisan, reinterpretan y dan a conocer una mirada, muy personal por cierto, sobre la dictadura de Rafael Trujillo, las hermanas Mirabal y la cultura dominicana. Bibliografía Álvarez, Julia. 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