San Pablo en la Retórica Eclesiástica (definitivo)

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San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis
de Granada
Manuel López-Muñoz – Área de Filología Latina
UNIVERSIDAD DE ALMERÍA
AGRADECIMIENTOS Y DISCULPAS
[En portugués]
Primero de todo, debo agradecerle al profesor Pereira su amable
invitación a acudir a Oporto, una ciudad a la que siempre es un placer
venir. Mi agradecimiento también a la Universidad de Oporto y a su
Facultad de Letras por la organización de estas jornadas.
Mis disculpas son evidentes. No me siento capacitado para exponer este
trabajo en el poco portugués que manejo: lejos queda 1990, cuando fui
Erasmus en Coimbra. Intentaré hablar español despacio y confiar en su
amabilidad, no para mí, sino para fray Luis.
LA OBRA
Siendo la segunda obra más difundida de fray Luis de Granada, se trata
de un manual predominantemente técnico, de instrucción para futuros
predicadores, publicado por Antonius Riberius1 en Lisboa, en 1576, y
titulado Ecclesiasticæ Rhetoricæ, sive De Ratione Concionandi, libri sex.
Siguen ediciones en 1578 (Colonia y Venecia), 1582 (Colonia, revisión
de la anterior), 1585 (Milán), 1588 (Milán), 1594 (Colonia, con revisión
crítica del texto, reimpresa en 1611), 1594 (París), 1628 (Colonia), 1635
(París), 1685 (París), 17322 (Verona), 17513 (Pamplona), 1752 (Nápoles y
Venecia), 1762 (Lisboa), 1768 (Valencia, dos ediciones), 17694 (Palma de
Mallorca), 1780 y, por último, 1870 (Roma).
Fue traducida ocho veces al español5, entre 1770 y 1884, y doce al
francés, entre 1673 y 1850. Actualmente, la traducción española más
La información que nos dan Quetif-Echard no es incorrecta, en lo que se refiere a la
editio princeps, salvo que dicen que el editor fue Lázaro Ribero.
2
Encuadernada junto con De acolytorum disciplina, de Agustín Valerio y el De modo
concionandi, de Diego de Estella. Sobre el De modo concionandi, vid. Sagüez Azcona,
P, Fray Diego de Estella. Modo de Predicar y Modus Concionandi. Estudio doctrinal y
edición crítica, Madrid, 1951.
3
Afirma el pie de imprenta ser ésta una refundición de una edición de 1577 (Lisboa)
que no hemos localizado.
4
Se le cambia el título por el de Summa Artis Rhetoricae ex insigni Opere, Rhetorica
Ecclesiastica… y se le añaden unos Progymnasmata.
5
vid. R. Mansberger Amorós, (1992), "Un capítulo de la lucha y reforma de la
predicación en el siglo XVIII", Anthropos (Documentos A) 4, (1992), pp. 62 ss, y G.
Zayas de Lille, "Luis de Granada y la reforma de la predicación en el siglo XVIII"
1
2
moderna es la de 1850 -y es una reedición de la del siglo anterior-, y la
edición más reciente es la decimonónica romana. En 19996, se publicó
una edición bilingüe de la obra, basada en la traducción de 1850 y en
las ediciones primeras, pero no se ha hecho hasta ahora un trabajo de
versión, edición y comentario realmente modernos.
LA ECCLESIASTICA RHETORICA EN PORTUGAL
De los datos con los que contamos, podemos deducir que el tratado del
dominico granadino se convirtió desde su publicación en el manual de
Retórica eclesiástica por excelencia en todo el territorio lusitano, como
reconoce Castro (1973: 83) al trazar un bosquejo de la importancia de
las Retóricas de Cipriano Suárez y de fray Luis de Granada:
"Varios anos hâo de correr sobre o início do século XVIII até que surja entre
nós um conjunto de obras de teorizaçâo, capaz de construir un sistema com
visível projeçâo na eloquência do púlpito. O ensino, em colégios e
conventos, continuava a fazer-se pelos compêndios de Cipriano Soares e Fr.
Luís de Granada, embora, com o andar do tempo, os professores passassem
a adoptar cada vez mais o Ariadne Rhetorum do jesuíta italiano Luís
Giuglaris [publicada en 1651], ou o Candidatus Rhetoricae [publicada en
1659] do francês François-Antoine Pomey, também da Companhia de Jesus."
Fray Luis y su preceptiva campan, pues, a su antojo por la actividad
oratoria de los siglos XVII y XVIII casi sin problemas y produciendo no
pocos brillantes predicadores -incluso antes de la publicación de la
Ecclesiastica Rhetorica, no olvidemos que fray Bartolomé de los
Mártires, una de las cimas de la espiritualidad y la homilética episcopal
portuguesas del XVI, puede perfectamente ser considerado discípulo del
granadino7-, entre los que podemos destacar al jesuita Antonio Vieira
(fallecido en 1697), del que leemos (Soria 1991: 38) que era:
"considerado como el máximo orador en lengua portuguesa" y que
aprovechó en buena medida las teorías de nuestro dominico (Castro
1973: 94): "É evidente que a sua ciência em materia retórica nâo
provinha apenas das leituras assim confessadas; para além destas,
outras haveria, em especial a Rhetorica ecclesiastica de Fr. Luís de
Granada...", y no sólo en lo referente a técnica retórica sin más, sino
también en la preceptiva sobre cómo debe ser el predicador, en la que
(Castro 1973: 96) se adivina la mano de nuestro dominico:
"As palavras entram pelos ouvidos mas as obras ferem os olhos. Por isso as
obras do pregador deviam ser intimamente coerentes com as palabras. Na
sequência da doutrina exposta por Fr. Luís de Granada em vários pasos do
Livro I da Rhetorica Ecclesiastica, sobretudo no capítulo VI, consagrado "de
probitate, et moribus concionatoris", Vieira insiste repetidas vezes na
Anthropos (Documentos A) 4 (1992), pp. 71 ss., para unas reflexiones sobre la
relación de fray Luis y los reformistas ilustrados del siglo XVIII, el obispo José Climent
entre ellos.
6
Á. Huerga, (ed.), Obras completas de fray Luis de Granada, Madrid, Fundación
Universitaria Española, 1999, vol. 22.
7
Para una interesante comparación entre fray Luis de Granada, fray Bartolomé de los
Mártires y fray Luis de Sousa, vid. Rodrigues (1987).
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
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importância das virtudes e da exemplaridade de vida do pregador para, pela
palavra, tocar o coraçâo dos ouvintes",
hasta el punto de convertirse (Castro 1973: 673) en "o grande modelo
que consagra definitivamente o «método português» como expressâo
perfeita do sermâo barroco".
Es, pues, concebible postular una influencia, no precisamente pequeña,
de fray Luis de Granada y su Ecclesiastica Rhetorica en la conformación
del estilo predicatorio portugués, a través del jesuita Vieira8 y sus
seguidores, e incluso en la delimitación del propio barroco de aquel
país. En palabras de Castro (1973: 673):
"...devidamente interpretada em funçâo da teoria que lhe deu existência, a
literatura parenética desse período em muito contribuirá para melhor definir
os caracteres e os limites do barroco português."
Pero nuestro granadino sigue vivo más allá del barroco, y condiciona en
parte la teorización retórica del XVIII, como se nos dice (Castro 1973:
222) a propósito de Lourenço Botelho Sotomaior (1671-1738) y su
Systema Rhetorico9:
"Entre os manuais por ele compulsados, citados ou aduzidos contamse
principalmente os De arte Rhetorica libri III, de Cipriano Soares..., os
Eloquentiae Sacrae et humanae parallela libri XVI de Nicolau Caussin..., o
Candidatus Rhetoricae e o Novus candidatus Rhetoricae de Francisco
Pomey... e os Ecclesiasticae Rhetoricae, sive de ratione concionandi libri sex,
de Fr. Luís de Granada, usado sobretudo nas implicaçôes da Retórica como
a eloquência sacra, embora apareça citado a propósito de outros pontos
mais gerais."
Uno de esos "puntos más generales" bien puede ser, por ejemplo, la
inclusión del genus didascalicum entre los géneros oratorios, que
atribuye Castro (1973: 232) a una relectura aristotélica:
"Talvez a leitura do segundo [i.e. Manuel Tesauro y su Cannochiale
aristotelico], provàvelmente suscitada pelo uso que dele fizera leitâo
Ferreira nas liçôes ministradas por esse tempo aos Anonymos, lhe tenha
fornecido uma reinterpretaçâo moderna de Aristóteles, dentro das
orientaçôes da neo-escolástica seiscentista, tâo ìntimamente ligada à
floresçência do barroco, mas o certo é que dele apenas colhe elementos
para o establecimento das causas da Retórica e para incluir, entre os
géneros oratórios, o didascálico",
Si aceptamos como válida la teoría de Castro (1973: 86 ss.), el libro intitulado
Rhetorica Sagrada, ou Arte de Prégar Novamente descoberta entre outros fragmentos
Literarios do grande P. Antonio Vieira da Companhia de Jesus, dedicada ao muito
Reverendo Doutor Jozé Caldeyra... e dada à luz para utilidade do Tyrocinio dos
Pregadores por Guilherme Jozé de Carvalho Bandeira, Notario Apostòlico, e Tabaliâo
publico de Sua Santidade (Lisboa, Luiz Jozé Correa Lemos, 1745), sería una falsa
atribución, de donde que no lo incluyamos como obra recipiendaria del influjo luisiano
sobre un hipotético Vieira preceptista retórico.
9
Sotomaior, Lourenço Botelho, Systema rhetorico. Causas da Eloquencia, dictadas e
dedicadas á Academia dos Anonymos de Lisboa por hum Anonymo seu Academico,
Lisboa, Mathyas Pereyra da Silva & Joâo Antunes Pedrozo, 1719.
8
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
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pero que consideramos bastante más sencillo hacer proceder de una
simple lectura del libro cuarto de la Ecclesiastica Rhetorica.
También dentro del XVIII, encontramos una posible huella en fray José
Caetano y su Theo-Rhetoris simulacrum10, entre cuyas fuentes cita
Castro (1973: 291-292) como principal a Nicolás Causino y como
secundarias a san Agustín, Cipriano Suárez, el propio fray Luis de
Granada, Rafael María de Filamundo, Alfonso Salmerón, Gérard Pelletier,
Melchor Cano y Escalígero.
Cuatro años más tarde, publicará Joâo Baptista de Castro su Espelho da
eloquência portugueza illustrada pelas exemplares luzes do verdadeiro
Sol da elegancia, o Veneravel Padre Antonio Vieira da Companhia de
Jesu (Lisboa, Antonio Pedrozo Galrâo, 1734), obra en la que se cita a
fray Luis, a Ameyugo y a Jiménez Patón como rétores españoles
consultados (Castro 1973: 345 n.) y que nos ofrece una doble utilidad,
en tanto que testimonio de la pervivencia de la retórica luisiana en el
setecientos y en cuanto que reafirma la relación ideológica entre el
jesuita Vieira y nuestro dominico.
Pero ejemplo concreto de influjo luisiano vemos en Castro (1971: 371),
todavía hablando del Espelho:
"A verdadeira funçâo do adorno obtido pelas figuras era estabelecer a
diferença entre o estilo da fala normal e o estilo literário, e para que essa
funçâo fosse perfeitamente realizada impunha-se que a diferença nâo se
alagasse pelos domínios da fantasía.
A ideia nâo era nova, pois encontramo-la com frequência nas teorias acerca
do estilo formuladas pelos humanistas do século XVI. Por isso Castro vai
corroborá-la através de uma comparaçâo entre as figuras e o vestuário, já
usada na Rhetorica ecclesiastica [i.e. eccl.rhet. V,7] de Fr. Luís de Granada."
En 1739 se publica un manual de retórica eclesiástica, redactado por el
francés Luis Abelly, obispo de Rodas, traducido al español en 1724 por
fray Manuel José de Medrano y al portugués por Miguel Joaquín de
Freitas -en realidad, fray Jacinto de San Miguel- con el título de Arte de
Prégar, ou o Verdadeiro modo de Prégar, segundo o espírito do
Evangelho. Traduzido de Francez em Portuguez por Miguel Iachino de
Freitas. E dada á luz para utilidade publica (Lisboa, Officina de Musica e
da Sagrada Religiâo de Malta, 1739). De esta obra dice Castro (1973:
517):
"Embora de autor estrangeiro, cremos que desempenhou um papel de certo
relevo na difusâo da nova teoria concionatória em Portugal.
As suas fontes principais sâo Cicero e Fr. Luís de Granada, mas cita com
relativa frequência, em notas de roda-pé, textos de Quintiliano, Aristóteles e
Longino. Todos estes autores, já tâo largamente aproveitados pelo barroco,
Caetano, José, Theo-Rhetoris simulacrum, seu vera effigies Concionatoris Evangelici,
opusculum praevium ad Divini Verbi hierologiam, sive artem theorico-practicam
ponderandi Sacram Scripturam per conceptus (ut vocant) praedicabiles, Coimbra,
1730.
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San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
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sâo, porém, reinterpretados agora à luz de um gosto novo, fundamentado
na valorizaçâo do simples e do natural."
Nueve años más tarde se nos testimonia otra obra que aprovechó a fray
Luis directa e indirectamente11 al citarlo en apoyo de la teoría de que la
Retórica debe decir sólo cosas verdaderas revistiéndolas de un
persuasivo ornato retórico; por su parte, la influencia indirecta está en
hablar del Padre Rapin en términos elogiosos porque (Castro 1973:
453): "apontava como os melhores os preceitos deste último", esto es,
del granadino.
En 1763 se publicará una traducción12 de la preceptiva retórica de Carlos
Borromeo, obra que volverá a aparecer en 1788 como apéndice a la
Rhetorica Sagrada de fray Joâo da Madre de Deus13, de la que dice
Castro (1973: 570):
"É que, através desta obra, a teorizaçâo setecentista procurava remontar ao
ideal de elegância, regulada pelo decoro, pela sobriedade de ornato e
naturalidade da forma que, com base na Rhetorica ecclesiastica de Fr. Luís
de Granada, o santo Arcebispo de Milâo procurara incutir no espírito dos
seus sacerdotes quando, após o Concílio de Trento, fizera da pregaçâo uma
forte barreira contra o avanço do protestantismo."
En cuanto a la presencia de fray Luis en el sistema educativo de los
religiosos del siglo XVIII, era recomendado por fray Manuel do
Cenáculo14 que se le estudiara como complemento a Quintiliano (Castro
1973: 595) y, ya a finales de la centura, por José Caetano de Mesquita e
Quadros, aun cuando éste especificaba que la Retórica de fray Luis
debía ser reservada para gente de inteligencia madura y estudios
avanzados.
En resumen, podemos decir que fray Luis será reelaborado en Portugal
durante los dos siglos siguiente, que verán en él el espectáculo barroco
de la predicación ya prefigurado y teorizado, pero también el refugio
Piedade, fr. Arsénio de [= Araújo, José de, S.I.], Reflexoens Apologeticas á obra
intitulada Verdadeiro Methodo de Estudar dirigida a persuadir hum novo methodo para
em Portugal se ensinarem, e aprenderem as sciencias, e refutar o que neste Reino se
pratica; expendidas para desagravo dos Portuguezes em huma carta, que em reposta
de outra escreveo da Cidade de Lisboa para a de Coimbra o P.Frey Arsenio da Piedade
Religioso da Provincia dos Capchos..., Lisboa, Francisco Luiz Ameno, 1748.
12
Encarnaçâo, Joaquim da, Instruçôes da Pregaçâo da Palavra de Deos, dadas aos
Prégadores, por S.Carlos Borromeo, Presbytero Cardeal da S.R.I. do Tit. de S.Práxedes,
Arcebispo de Milâo. Às quaes se adjunta hum Appendix, conforma a mente de s.Autor,
de quanto parece servir ao continuio emprego dos Parocos, e Ministros do Evangelho,
reduzindo a breve compendio a Retórica, erudiçâo sagrada, Arte de prégar com noticia
de Theologia, Escritura, e Historia ecclesiastica, Coimbra, 1763.
13
Madre de Deus, fr. Joâo de, Rhetorica Sagrada, e Evangelica, ou Eloquencia do
Pulpito, Em quese expôem com brevidade os preceitos, e as regras mais necessarias
para a recta administraçâo da Divina Palabra, tiradas dos melhores Authores, Lisboa,
José Aquino Bulhoens, 1788.
14
Cenáculo, fr. Manuel do, Disposiçôes do Superior Provincial para a observancia
regular e literaria da Congregaçâo da Ordem Terceira de S.Francisco... Lisboa, Regia
Officina Typographica, 1776.
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San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
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doctrinal en el que basar la vuelta a la contención clásica renacentista
que caracterizará a la estética neoclásica.
CÓMO ANALIZAR LA PRESENCIA DE PABLO EN LA RETÓRICA ECLESIÁSTICA
Cuando nos planteamos la cuestión de cómo desentrañar la presencia
de San Pablo en la Ecclesiastica Rhetorica, la primera idea que nos vino a
la cabeza fue la de hacer un análisis de fuentes en bruto, y ver de qué
manera los contextos paulinos aparecen en fray Luis. Desde luego, no
puede dejarse de lado este proceder ni subestimarse por el mero hecho
de ser un acopio de números, frecuencias y porcentajes. Están en juego
el propio método de nuestra disciplina, pero también la fiabilidad de
nuestras afirmaciones.
La constante depuración de los aparatos metodológicos, el progresivo
afinamiento de los sistemas de estudio e identificación de los orígenes
de los textos literarios, serán la urdimbre sobre la que se tejerá el lienzo
de la Historia de la Literatura al modo positivista.
Derrumbada momentáneamente la posibilidad científica de la intuición
genial, y enfrentada la Literatura latina a la minusvaloración conceptual,
quedan el catálogo, la erudición, la clasificación de fuentes y
pervivencias, el acopio de materiales que, sin ser propios ni
característicos de lo literario, ayudan a entender la periferia del hecho
literario mismo.
Historicismo y Positivismo no son hoy el ideal metodológico de los
estudios literarios, pero debemos reconocer la magnitud del corpus de
datos (y la precisión de las técnicas de trabajo) que, sin ser Literatura,
todavía siguen ayudándonos a entenderla.
Quizá, la mayor crítica que se le puede hacer hoy a la Historia literaria
positivista es que se centró con demasía en el problema de las fuentes
literarias, y que la casi obsesiva dedicación a la Quellenforschung no
dejó espacio para la valoración de los textos por sí mismos. La otra
crítica posible es que se fija como patrón de trabajo de estas Historias
de la Literatura, además, el interés en la enumeración de datos
cronológicos, realia históricos y, en general, un acopio de erudición
acerca de la obra y de su autor que la delimitan desde fuera, pero no
por dentro.
Curiosamente, todavía hoy seguimos dependiendo del método
historicista en nuestra materia, a buen seguro porque, en pleno
comienzo de los ataques contra la utilidad de los saberes humanísticos,
la Filología evolucionó demasiado rápidamente hacia el Positivismo,
hacia el intento desesperado de demostración de su capacidad para
proporcionar un conocimiento tangible, demostrable y cuantificable.
Con todo, las críticas no nos deben hacer apartar, como horrorizados,
de algo que constituye la fuente de nuestro trabajo. Lo que debemos
hacer es ver cómo aplicar lo mejor de la tradición a nuestras nuevas
finalidades. Está claro que no es igual analizar un poema épico, un
tratado filosófico o un manual de Retórica: al fin y al cabo, son
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
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productos literarios dominados por distintas finalidades que provocan la
aparición de diferentes métodos de composición.
MODELOS DE ANÁLISIS
A lo largo de estos minutos que vamos a compartir, les propondré un
modelo de análisis que creo que nos permitirá hacer dos cosas
interesantes, a saber, obtener datos y darles una interpretación. Para
mí, limitarse a las cifras es algo que puede hacer cualquier máquina;
quedarse en las meras intuiciones es un ejercicio de metaliteratura;
tomar los números, observarlos y obtener conclusiones que vayan más
allá de ellos, pero que se basen en ellos para defender su legitimidad,
es la base del trabajo de la Filología.
Desde luego, nos encontramos ante un tratado técnico: fray Luis escribe
su Ecclesiastica Rhetorica con el declarado objetivo de formar
predicadores, y se la dedica a la Universidad de Évora, recién fundada
con el objetivo de mejorar la preparación de quienes deben andar por
los pueblos predicando la palabra de Dios. Dentro de estas coordenadas
de análisis, debemos considerar que las citas que se introducen en el
texto no son meramente eruditas ni ornamentales, sino que tienen una
funcionalidad clara y explicable.
Para estudiar los textos que fray Luis nos va a ir dejando por todas
partes, bien estará que miremos cómo han actuado otros estudiosos en
ocasiones anteriores. Hay un trabajo muy interesante de Félix Herrero
Salgado (2002)15 en el que, precisamente, describe cómo abordar el
tratamiento de las citas textuales desde un punto de vista teórico. Para
ello, empieza por analizar el esquema de trabajo de Díaz Lavado16, que
sigue muy de cerca la sistematización de Stefan Morawski, y lo acopla a
sus propias necesidades de estudio. Viendo esos marcos de análisis,
nos resultará más fácil centrarnos.
F. Herrero Salgado, “Las citas de los sermones del Siglo de Oro”, Criticón 84-85
(2002), pp. 63-79.
16
J.M. Díaz Lavado, "Tipología y funciones de las citas", en M. García Valdés, Estudios
sobre Plutarco: ideas religiosas, Madrid, Ediciones Clásicas, 1994, pp. 681-696.
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San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
8
Según Stefan Morawski, las citas pueden tener una función lógica u
ornamental, entendiendo por función lógica la que hace que sirvan
como argumentos de autoridad, alardes de erudición o reafirmaciones
de algo ya dicho; por su parte, la función ornamental hace referencia a
aquellas citas que, o bien se apegan al texto para darle más belleza, o
bien se integran en él como si fueran parte del propio pensamiento del
autor.
Herrero Salgado (2002: 69-70) parte de ese esquema para proponer
otroque nos resulta harto más interesante, toda vez que guarda una
relación más directa con el tipo y época de los textos que aquí vamos a
manejar.
Para él, las citas escriturarias proporcionan la materia principal del
sermón, o son el eje vertebrador del discurso, entendiendo por tal que,
o bien prueban un argumento, o bien son fuente de historias y
ejemplos, o bien son un modelo estilístico que se propone o se usa. De
su análisis deduce que, al menos en los textos que estudia, el Antiguo
Testamento sirve para aducir citas de autoridad, ejemplos o historias,
mientras que el Nuevo Testamento suele ser la base misma del sermón,
sea proporcionando el argumento, sea proporcionando la materia.
Para nuestros propósitos, ninguno de los modelos que aquí citamos es
perfectamente aplicable, seguramente porque su objetivo es la
aplicación a textos artísticos, pues por igual lo son Plutarco y un sermón
del Siglo de Oro. Encontramos que, en un texto técnico, la función
ornamental queda bastante reducida, ya que las citas que aparecen no
buscan embellecer la expresión sino, más bien, apoyar la doctrina que
en cada momento se vierte. Esto nos llevaría a defender que, del
esquema de Morawski y Díaz Lavado, sólo nos resulta útil la función
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
9
lógica o, en otras palabras, deberíamos limitarnos a ver si los textos
aducidos lo son para demostrar que el autor tiene amplios
conocimientos (erudición), busca una sanción externa a sus teorías
(autoridad) o los aduce para mostrar que otras personas de su misma
validez han llegado a la misma conclusión (reafirmación).
Es, creo yo, interesante señalar la diferencia que se establece entre los
componentes de autoridad y de reafirmación, ya que implica una
valoración de las fuentes manejadas. Parece claro que autoridad remite
al uso de un tratadista necesariamente anterior y dotado de una
especial prevalencia; por su lado, reafirmación es un componente que
nos lleva a pensar en tratadistas no necesariamente anteriores ni más
importantes que el autor mismo, conque la aparición de sus opiniones
no las valida por el peso de su nombre, sino por acumulación de
pareceres semejantes.
El problema que tenemos para adecuarnos a esta división es que no
encontramos manera fácil de distinguir cuándo está usado un retórico a
modo de erudición, de argumento de autoridad o de reafirmación.
Quizá, una manera de salir del paso sea proponer la calificación de
autoridad cuando se trata de citar a los transmisores antiguos de la
doctrina retórica; la de erudición cuando se aducen testimonios de
autores o textos no técnicos para ejemplificar un aspecto de la teoría
retórica; la de reafirmación cuando se citan autores contemporáneos o
casi en apoyo de las tesis centrales, no de los extremos ejemplificados.
De esta manera, las obras retóricas de Cicerón, o Quintiliano, o el De
doctrina Christiana, serán autoridades; Virgilio, Tácito, o San Pablo (y
éste no siempre), serán erudición; y Erasmo o Melanchthon (a los que no
se cita, pero se usa muy visiblemente en algunas ocasiones), pero
también Arias Montano, Jerónimo Vida o Jerónimo Osorio, serán
reafirmaciones.
Observaciones parecidas cabe hacer a propósito del esquema de
Herrero Salgado, que también se nos antoja de difícil aplicación a
nuestra obra, ya que sigue manteniendo en la base la misma división de
función lógica y ornamental. Por supuesto, hemos intentado aplicar
estos esquema,s pero los resultados no nos sirven para estudiar a San
Pablo en la Retórica Eclesiástica, ya que tiende a cien el porcentaje de
uso como erudición, y todos sabemos bien que una clasificación con
todos sus elementos en un mismo grupo no lo es. Llegamos, pues, a la
conclusión de que el análisis de una obra técnica requiere de sistemas
diferentes de los de una obra estética, cosa que tampoco es como para
maravillarse, en realidad.
NUESTRA PROPUESTA DE ANÁLISIS
A falta de un esquema más elaborado, hemos optado por tratar los
datos y analizarlos desde diferentes puntos de vista hasta llegar a
obtener conclusiones apreciables. Ya sabemos que, como dice el
profesor Iso Echegoyen, de la Universidad de Zaragoza, cualquier
ejemplo, convenientemente torturado, acaba por confesarlo todo, razón
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
10
por la cual intentaremos no hacer extrapolaciones y ceñirnos a la
realidad. Al fin y al cabo, podemos querer ver unas cosas u otras, pero
tiene la realidad esa peculiar característica de ser tozuda: los hechos
son como son, no como nos apetecería que fueran.
Distribución de las citas en la obra
Para empezar, hemos identificado los contextos paulinos en la
Ecclesiastica Rhetorica y los hemos clasificado por libros y capítulos,
incluso por epígrafes cuando éstos funcionan como unidades de rango
inferior pero autónomo. Esto nos permite llegar a una propuesta de
distribución de las distintas epístolas paulinas a lo largo de la obra, lo
que también nos proporciona una primera imagen de qué obras no le
interesan a fray Luis y cuáles sí.
Debo, eso sí, hacer una pequeña precisión metodológica, ya que he
distinguido citas y menciones, que de los dos tipos hay. Considero citas
las que reproducen más o menos exactamente una fuente textual,
mientras que reservo el término menciones a aquellas partes del texto
en las que se alude a San Pablo o a alguna de sus obras, aunque sin
proporcionar las palabras exactas.
Las citas paulinas no están aisladas de las del resto de los autores,
conque necesitamos confrontar su frecuencia y distribución con la de
otros. Para esto, hemos recurrido a un pequeño estudio de hace unos
años, en los que se ve cómo le presta atención nuestro autor a los
antiguos y los contemporáneos, tanto para la base de la teoría retórica
cuanto para ejemplos o lucimiento. Si decidiéramos hacer un análisis
completo de las fuentes de fray Luis, aquí tendríamos el campo perfecto
para aplicar los modelos de Morawski, Díaz Lavado o Herrero Salgado.
Estudio frecuencial de las citas
En una segunda fase de trabajo, he estudiado la frecuencia de aparición
de las citas paulinas por libros y por temas con el objetivo de establecer
una prelación de preferencias de fray Luis, pero también para ver qué
textos están repetidos, en qué porcentaje y para qué contextos. De esta
manera, se puede llegar a ver hasta qué punto las epístolas de San
Pablo le son más o menos queridas al Granatense, e incluso cómo un
mismo texto puede recibir distintas utilidades en función de la altura
del texto a la que se le cite.
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
11
Estudio temático de las citas
En la tercera fase del trabajo, he hecho un recorrido temático por las
citas paulinas, de modo que su acumulación me ha permitido identificar
la imagen que nos transmiten de San Pablo. Este retrato que
reconstruyo a partir de la utilización del de Tarso en la Ecclesiastica
Rhetorica me permite, además, confrontar sus características con las
que fray Luis va diseminando a propósito del orador ideal, cosa que va a
permitirnos ver con datos, con base y con criterio hasta qué punto es o
no San Pablo el perfecto orador cristiano. Aquí, es posible que le
hagamos al pobre Luis de Granada afirmar cosas que no ha escrito, pero
que corresponden a un pensamiento subterráneo que el trabajo de
nuestro laboratorio filológico hace aflorar.
FUENTES DE LA ECCLESIASTICA RHETORICA
En este apartado, y por mor de no fatigar al amable lector, nos
limitaremos a hacer una sucinta descripción de cómo fray Luis acude a
distintos autores para fundamentar sus opiniones, doctrinas y
ejemplos17.
De los más de ciento setenta pasajes usados por fray Luis para describir
algún aspecto de la técnica retórica, menos de treinta proceden del De
doctrina Christiana agustiniano, frente a noventa y nueve de las
Institutiones Oratoriæ, treinta y dos de los tratados retóricos de
Cicerón, dieciséis de la Rhetorica ad Herennium y dos de la Rhetorica de
Aristóteles18.
Para los textos no técnicos, entre Escrituras y Patrística, suman cerca de
quinientos de los casi ochocientos que hay. El motivo es claro: para
cristianizar la Retórica, bien vienen ejemplos que sean buenos para
predicar o, simplemente, edificantes19.
Autores romanos
De los rétores antiguos, destaca Quintiliano, sobre todo los libros VIII
(más de cuarenta pasajes citados) y XI (más de treinta pasajes citados);
en segundo lugar, utiliza el De doctrina Christiana IV (unos treinta
pasajes citados), al que siguen en importancia el De Oratore (unos
Para unas atinadas reflexiones acerca de la utilidad del estudio de fuentes en los
textos neolatinos, vid. J. Mª Maestre Maestre, “El estudio de fuentes como instrumento
metodológico imprescindible en la edición de textos latinos renacentistas”, en R.
Lorenzo Vázquez (coord.), Actas do XIX Congreso Internacional de Lingüística e
Filoloxía Románicas, 1994, vol. 7, pp. 315-330.
18
Fray Luis no maneja la doctrina griega -ni la retórica ni la patrística- en su idioma
original, sino en traducciones al latín o en recitas de otros autores que se expresaron
en latín o en lengua romance.
19
Una descripción más amplia de estos aspectos puede verse en J. González Vázquez –
M. López Muñoz, “Pervivencia…”, op.cit., y en el capítulo correspondiente de M. López
Muñoz, Fray Luis de Granada y la Retórica, op.cit. Interesante es, también, la
contribución de J. Heras Sánchez, “La Retórica eclesiástica…”, op.cit., así como las de J.
González Vázquez, “Influencia de Séneca…”, op.cit.; J. González Vázquez, “Influencia
de Quintiliano…”, op.cit.; J. González Vázquez, “El senequismo...”, op.cit.
17
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
12
veinte pasajes), los libros III (cuatro pasajes) y IV de la Rhetorica ad
Herennium (doce pasajes), el De inuentione (siete pasajes), el Orator
(seis pasajes), la Rhetorica de Aristóteles (dos pasajes, ninguno de ellos
directo), y los Topica ciceronianos (un pasaje).
Entre los autores clásicos usados como ejemplo, prefiere sobre todo a
Cicerón (cerca de sesenta pasajes) y a Virgilio (cerca de cuarenta
pasajes), lo que nos habla de sus modelos recomendables para la prosa
y para el verso; de Cicerón, claro está, prefiere sus discursos, mientras
que, en lo que a Virgilio respecta, se inclina claramente por la Eneida.
De los demás autores romanos, cita menos de diez veces a Ennio,
Lucano, Ovidio, Horacio y, curiosidad de curiosidades, a Séneca, autor al
que, en su Collectanea Moralis Philosophiae, demuestra conocer muy
bien, pero que no tiene un reflejo tan claro en la doctrina retórica
luisiana, salvo cuando se trata de ejemplificar el uso de las sententiae20.
Autores eclesiásticos
Hay casi cuatrocientos ejemplos de las Sagradas Escrituras, con
predominio del Nuevo Testamento (más de doscientos pasajes) sobre el
Antiguo (alrededor de ciento ochenta pasajes); en el primer caso,
abundan las cartas de san Pablo (unos cien pasajes), mientras que en el
segundo hay una distribución más equilibrada entre los libros de los
Profetas y el conjunto formado por los Salmos y los Proverbios; entre los
Profetas, Isaías y Jeremías centrarán su atención en la mayor parte de
los casos. Entre los Padres de la Iglesia, prefiere nuestro dominico sin
duda alguna a san Cipriano, al que nos remite en más de cincuenta
pasajes y, en un segundo y muy distante lugar, a san Jerónimo.
Autores neolatinos
Los autores neolatinos aparecerán muy poco en la obra, hasta el punto
de que encontramos sólo esporádicas remisiones a Jerónimo Osorio y
Arias Montano, alude una vez a las Institutiones Dialecticae de Pedro de
Fonseca, en el Epílogo de la obra parece en un momento estarse
refiriendo al De Accolytorum Disciplina de Agustín Valerio... y poco más,
aunque se pueda ver una cierta huella de Alfonso Zorrilla -¿y de Philip
Melanchthon a su través?- en la inclusión del genus didascalicum como
género retórico, y algún que otro eco de conocimiento de la obra de
Melanchthon cuando habla de la alegoría, cuestión que hemos tratado
en otro lugar.21 Por entrar en algo más de detalle, citaremos los autores
neolatinos que hemos localizado en la Ecclesiastica Rhetorica.
En el libro I, aparece citado Marco Girolamo Vida (1485?-1566), con sus
Christiados libri sex (1535); encontramos una referencia difícil de seguir
Sobre la cuestión del uso de sentencias y apotegmas en fray Luis, vid. Á.L. Soriano
Venzal – J. González Vázquez, “Sententiae et Apophthegmata…”, op.cit.
21
M. López Muñoz, “Quntiliano, Agustín y fray Luis de Granada ante la doctrina de la
alegoría”, op.cit., ampliación y reelaboración de M. López Muñoz, “La alegoría en la
teoría retórica…”, op.cit.
20
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
13
a un tal Ioannes Anglus, que debe de ser el John Christopherson
(†1558) que fue obispo de Chichester (1557-1558), Rector del Trinity
College de Cambridge (1553-1558), Deán de Norwich (1554-1557) y
capellán y confesor de la reina María de Inglaterra, y entre cuyas
encontramos una traducción de la Historia Ecclesiastica de Eusebio de
Cesarea al latín (Lovaina, 1569); se hace también una velada alusión al
Stimulus Pastorum (Roma, 1564), de fray Bartolomé de los Mártires
(1514-1590), buen amigo y sucesor de fray Luis en el cargo de
Provincial de los Dominicos de Portugal.
En el libro II, nos topamos al principio con Rudolphus Agricola (Rölof
Huysman, 1444-1485), discípulo de Johann Reuchlin y autor del De
inventione dialectica (1479), texto que aparece citado en los Adagia de
Erasmo de Rotterdam; el siguiente autor será Benito Arias Montano
(1527-1598), con un fragmento de los Monumenta Humanae Salutis; el
capítulo noveno nos trae a Jerónimo Osorio (1506-1580), el llamado
Cicerón portugués; hay un adagio erasmiano (crambe bis posita mors)
en el capítulo noveno; en el capítulo décimotercero, parece estar citando
fray Luis el conocido Actes and Monuments of Matters Most Speciall and
Memorable (1570), de John Foxe (1516-1587), obra en la que se hace
una encendida apología de la causa protestante y se ataca con furia la
conducta de España y de la Inquisición, un texto claramente herético
(John Foxe aparece en el Index librorum prohibitorum de 1559).
En el libro III, vuelve a aparecer un adagio de Erasmo (4,1,1: Exhaustum
in barbaros milites ærarium…); fray Luis se hace una autocita de la
Dedicatoria de su Vida del Padre Maestro Juan de Ávila y las partes que
ha de tener un predicador del Evangelio, dirigida a Juan de Ribera,
arzobispo de Valencia y patriarca de Antioquía; a ella le sigue otra de
Frans Titelmans, (1502-1537), teólogo, exegeta y profesor en la
Universidad de Lovaina y, más tarde, capuchino.
El libro IV contiene, básicamente, una serie de referencias no explícitas
a la doctrina de Melanchthon sobre el genus didascalicum, que ya
hemos analizado en otros trabajos.
En el libro V, vuelve fray Luis a hacerse una autocita, o algo parecido, ya
que se refiere a la traducción que él mismo hizo de la Escala Espiritual
de San Juan Clímaco.
En el libro VI, vuelve a aparecer Erasmo veladamente con una referencia
a la filaucía (φιλαυτἰα) o amor de sí mismo, término que se encuentra en
Cic. att. 13, 13, 1 pero que remite con mayor claridad a una de las
variantes de la necedad en Stultitiae laus 42. Al final de la obra, se hace
una referencia no explícita a las directrices de Carlos Borromeo y, acaso,
al tratado De Accolytorum Disciplina de Agustín Valerio.
Distribución general de las fuentes
En el libro I, las fuentes se reparten equilibradamente entre Agustín,
Cicerón (inv., de or., orat.) y Quint. inst. 2 y 6; en el libro II, predomina
Quintiliano (inst. 8, 5, 6 y 9) sobre Cicerón (inv., de or., top.), Agustín y
el libro cuarto de la Rhetorica ad Herennium; en el libro III, dominan
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
14
claramente los libros octavo y sexto de las Institutiones Oratoriae, con
presencias casi testimoniales de Rhet. Her. y del de inventione; el libro
IV muestra pocas fuentes clásicas (lógico, ya que habla de los géneros
de la predicación), salvo un par de citas del de inventione y otra de
Quint. inst. 6, frente a las cuatro veces que aparece Agustín; el libro V,
dedicado a la teoría de la elocutio, sigue a Agustín, del que se toman
más de quince pasajes, a veces bastante largos, a Quintiliano (casi
treinta pasajes del libro octavo, dentro y fuera de las citas agustinianas)
y a la Rhetorica ad Herennium (casi veinte pasajes, también dentro y
fuera de esas citas), aunque los dos antiguos aparecen, sobre todo,
cuando se trata de dar definiciones y ejemplos de figuras y tropos; el
libro VI está dominado por la presencia de Quint. inst. 11 (casi treinta
pasajes) y de Quint. inst. 10 (diez pasajes). La conclusión es evidente:
fray Luis prefiere, de todos los tratadistas antiguos, a Quintiliano con
diferencia sobre los demás.
Autores
Obras
I
II
III
IV
V
VI
Total
Agustín
doc.chr. IV
3,00
4,00
0,00
4,00
16,00
0,00
27,00
Cicerón
de or.
1,00
1,00
0,00
0,00
7,00
9,00
18,00
inv.
1,00
3,00
1,00
2,00
0,00
0,00
7,00
orat.
1,00
0,00
0,00
0,00
4,00
0,00
5,00
top.
0,00
1,00
0,00
0,00
0,00
0,00
1,00
Ps.Cicerón rhet.her. III 0,00
0,00
0,00
0,00
0,00
5,00
5,00
rhet.her. IV 0,00
2,00
2,00
0,00
8,00
2,00
14,00
Quintiliano inst. I
0,00
0,00
0,00
0,00
0,00
3,00
3,00
inst. II
2,00
0,00
0,00
0,00
0,00
0,00
2,00
inst. III
0,00
0,00
0,00
0,00
0,00
1,00
1,00
inst. IV
0,00
0,00
0,00
0,00
0,00
0,00
0,00
inst. V
0,00
1,00
0,00
0,00
0,00
0,00
1,00
inst. VI
1,00
1,00
2,00
1,00
1,00
0,00
6,00
inst. VII
0,00
0,00
0,00
0,00
0,00
0,00
0,00
inst. VIII
0,00
3,00
12,00
0,00
28,00
0,00
43,00
Analizando la relación de las fuentes con los elementos retóricos
presentados, vemos que la preceptiva de las partes del discurso está
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
15
tomada de la Rhetorica ad Herennium y del De inventione - dos obras no
muy citadas en la Ecclesiastica Rhetorica-; la teoría de los loci y de los
argumenta responde a una gran diversidad de fuentes; y Quintiliano es
la fuente directa de la amplificatio, los affectus y la actio, así como la
indirecta de la elocutio, ya que nos aparece citado en pasajes de
Agustín.
En resumen, el núcleo teórico del tratado está compuesto
fundamentalmente por referencias a las doctrinas de Quintiliano y a la
Rhetorica ad Herennium; la periferia de la teoría retórica, esto es, la
caracterización general del orador cristiano, sus cualidades,
preparación, disposición de ánimo y demás, son en esencia las que
proporciona san Agustín, cristianización del ideal clásico del vir bonus
dicendi peritus. Los paradigmas estilísticos serán, entre los clásicos,
Cicerón y Virgilio y, entre los cristianos, las cartas de san Pablo, los
libros de los Proverbios, Salmos y Profetas, y los tratados de san
Cipriano. Los autores contemporáneos no tienen gran presencia
numérica, y suelen aparecer, da la impresión de que para pagar deudas
de amistad o para introducir alguna demostración de que la
Ecclesiastica Rhetorica tiene relación con las teorías retóricas de su
momento.
LAS EPÍSTOLAS PAULINAS EN LA ECCLESIASTICA RHETORICA
Distribución de los contextos paulinos
En un primer acercamiento, notamos que fray Luis no cita las epístolas a
los Colosenses, la segunda a los Tesalonicenses, ni la epístola a
Filemón. Dicho sea de paso, hoy se duda de que las dos primeras
mencionadas sean auténticas.
De otro lado, vemos que la primera a los Corintios es la que más le
gusta, seguida a una cierta distancia por la epístola a los Romanos y la
segunda a los Corintios. Las demás, a los Efesios (autoría dudosa), a los
Filipenses, a los Gálatas, a los Hebreos (no es de San Pablo), a Timoteo
(primera y segunda, ambas de autoría dudosa), a los Tesalonicenses (se
duda de la autoría de la segunda) y a Tito (se duda también de su
autoría), son claramente marginales dentro de su aprovechamiento para
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
16
la doctrina retórica. De hecho, sólo 1 CO, RM y 2 CO (las tres claramente
más frecuentes) abarcan 84 casos de los 112 contextos identificados, lo
que nos habla de una preferencia muy clara.
En cuanto a la relación entre menciones y citas, vemos que son 21 las
alusiones, frente a 112 citas. Si preferimos verlo en porcentajes,
diremos que el 84% del total son citas, y que el 16% son menciones.
Si atendemos a la distribución por libros, vemos que el que contiene
más elementos es el quinto (39), y los menos prolijos son el segundo
(11) y el cuarto (11). No obstante, la situación cambia cuando
observamos las citas y las menciones por separado: así, la distribución
de las citas viene a ser más o menos consistente con los porcentajes
generales: el libro quinto es el más poblado (32), frente a los libros
segundo (8) y cuarto (10), menos llenos de textos paulinos; por su lado,
encontramos que el libro con más menciones a San Pablo es el primero
(9), seguido del quinto (7), ambos a gran distancia de los demás.
El motivo de esta abundancia de citas en el libro quinto es bastante
evidente, ya que se trata del más largo de toda la obra; el hecho de que
sea el que contiene la preceptiva de las figuras estilísticas ya nos va
dando una idea de la funcionalidad de las citas paulinas en fray Luis. El
caso del libro primero es interesante también, ya que ahí se nos habla
de la caracterización del buen predicador y de la importancia de su
misión. El libro sexto contiene la preceptiva de la actio, una curiosa
serie de ejercicios de pronuntatio y una nueva caracterización del buen
predicador: visto esto, se explica la abundancia como aparición conjunta
de los dos elementos para los que nuestro Granatense utiliza al de
Tarso, verbigracia, para dar preceptos estilísticos (no olvidemos que,
siguiendo a Cicerón, defiende que la actio es la elocutio del cuerpo) y
para caracterizar al buen orador sagrado.
Preferencias paulinas de fray Luis
Si ahora nos fijamos en la distribución de las citas por libros, o sea,
eliminando de nuestro análisis las menciones, vemos que:
•
•
•
•
•
•
El primero está dominado por las dos epístolas a los Corintios (68%).
El segundo no tiene un patrón claro de dominancia
El tercero mantiene la preponderancia de las epístolas a los Corintios
(53%).
El cuarto no tiene un patrón claro de dominancia.
El quinto está muy claramente copado por la epístola a los Romanos
(50%).
El sexto está muy claramente copado por la primera epístola a los
Corintios (72%).
Conviene señalar, cuando estudiamos este patrón de frecuencias, que
buena parte de las ocurrencias del libro quinto se localizan en la parte
en la que fray Luis reproduce fragmentos enteros del De doctrina
Christiana, esto es, en el capítulo 18, el dedicado a tratar en qué
asuntos se deben usar los tres tipos de figuras.
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
17
Por lo que se refiere al libro sexto, la primera a los Corintios aparece
todas las veces en el capítulo noveno, en el que se dan ejemplos de
sentencias to
Estudio de las repeticiones
Observando en abstracto las citas paulinas, esto es, sin mirar la
ordenación natural de los libros, sino agrupando los datos por contexto
citado, notamos que hay cerca de un 40 % de textos repetidos, lo cual
es bastante y algo nos tiene que indicar de los métodos de trabajo de
nuestro autor.
Ya sabemos que la primera a los Corintios es, con diferencia, su epístola
favorita, pero también podemos advertir que en ella hay partes que le
gustan especialmente. Así, 1 CO 15 aparece utilizado dos veces (una
para ejemplificar la ironía y otra para la asseveratio), como dos son
también las que se repite 1 CO 4,11 (una, hablando de la pobreza de
Pablo y, otra, del sinatrismo), 1 CO 9,22 (una, sobre el ardor apostólico
de Pablo y otra, sobre la necesidad de tener las emociones que se
quiere infundir) y 1 CO 9,7-8 (una, sobre la inductio y, otra, sobre la
interrogationis repetitio).
El caso de la secuencia de 1 CO 6,5-6-9 es especial, ya que se trata de
un intento de ejercicio de pronuntiatio y, en consecuencia, repite
contextos muy prósimos.
La segunda a los Corintios tiene sólo dos textos repetidos, a saber, 2
CO 10,1 (ambas, para hablar de la obsecratio) y 2, CO 11,29 (cuatro
veces, para hablar de la amplificatio, del ardor apostólico de Pablo, de la
necesidad de tener las emociones que se quiere infundir y de la
interrogationis repetitio).
Como podemos ver, hay un buen número de casos en los que las
repeticiones de la primera y la segunda a los Corintios tienen, a su vez,
elementos repetidos, de modo tal que componen una especie de bloque
homogéneo dedicado a hablar de Pablo, las emociones, la amplificatio y
la interrogationis repetitio, figuras ambas especialmente útiles para la
moción de los espíritus.
La segunda a Timoteo aparece con una sola repetición (2 TM 4,1-2), y es
para hablar de la adiuratio y de la commoratio, esto es, con un valor
claramente preceptivo.
La epístola a los Gálatas tiene dos reiteraciones: una (GA 3,1) en la que
se ponen ejemplos de exclamatio y de apostrophe combinado con
exclamatio, y otra (GA 4,19) que habla del ardor apostólico de Pablo y
de la necesidad de tener las emociones que se quiere infundir, igual que
los contextos antes citados de la primera y segunda a los Corintios.
Sin duda alguna, la epístola con mayor número de repeticiones
(dieciséis veces) es la que se encabeza a los Romanos. Son cinco textos
los que aparecen en distintos lugares de la Ecclesiastica Rhetorica: RM
5,5 (para la gradatio); RM 8,29-30 (para la gradatio); RM 8,35 (para la
interrogationis repetitio y las emociones); RM 12,1 (para hablar de la
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
18
accommodatio, de la obsecratio y del estilo medio que define San
Agustín); RM 13,8 (para la preceptiva de San Agustín sobre el estilo
medio), y RM 28 (para la preceptiva augustiniana sobre el estilo
elevado).
A poco que nos fijemos, bien podremos observar que hay un patrón
común de aparición de textos repetidos, que obedecen a una de estas
causas:
1.
2.
3.
Tratamiento de figuras estilísticas adecuadas para suscitar
emociones: interrogationis repetitio, obsecratio, apostrophe,
amplificatio.
Encarecimiento de la necesidad de sentir las emociones que se
quiere provocar en el auditorio.
Retrato de San Pablo como orador fogoso.
Deberíamos buscar, lógicamente, alguna explicación para el hecho de
que nuestro dominico haga algo así. Podemos pensar que sus fichas no
dan para más, pero esto andaría en contra de obras como la Collectanea
Moralis Philosophiae –una monumental recopilación de citas para uso
del predicador–, en las que nos muestra, no ya escasez de acervo
erudito, sino más bien todo lo contrario.
Apoya esta idea un texto del libro segundo, capítulo séptimo
(Necessariam esse concionatori absolutam earum rerum scientiam de
quibus est dicturus quo supradictis locis uti possit), de la Ecclesiastica
Rhetorica en el que nos dice, ni más ni menos:
Neque sola lectione contentus esse
debet, sed quæcumque ab aliis, sive
concionatoribus, sive cuiusvis ordinis
hominibus, graviter et sententiose
dicta fuerint, vel ipsi aliud etiam
agenti in mentem venerint, quæ vim
et pondus aliquod ad munus suum
habeant, nullo modo negligenda
putet, sed protinus schedulis breviter
commitat, ut opportunitatem nactus
ea in supradictis locis reponat. Quæ
enim nostra sunt, multo et copiosius
et vehementius (tamquam arma viribus et corpori nostro accommodata)
tractamus. Hac enim cura atque
diligentia sit ut thesaurus noster
paulatim augeatur et post aliquot
annos ingens deinde selectarum
rerum
cumulus
tam
multis
accessionibus surgat.
Y no sólo debe contentarse con la
lectura, sino que cualesquiera
cosas
que
por
otros,
sean
predicadores, sean hombres de
otra condición, hubieran sido
dichas
de
forma
severa
y
sentenciosa, o bien que le haya
venido a la mente al que está
hablando algo que tenga un cierto
peso y una cierta fuerza para su
tarea, en modo alguno piense que
deben dejarse descuidadas, sino
más bien anótelas de inmediato en
un pedazo de papel para a la
primera oportunidad colocarlas en
los lugares mencionados, porque
tratamos lo que es nuestro mucho
más copiosa y vehementemente,
cual si se tratara de armas
adecuadas a nuestras fuerzas y
complexión. Y tengamos este
cuidado y diligencia de que nuestro
tesoro vaya poco a poco creciendo
y, tras unos cuantos años, se eleve
al fin un montón de cuestiones
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
19
selectas
con
tantas
y
tantas
añadiduras.
Parece, pues, bastante claro que no es nuestro autor hombre de pocas
lecturas y menos aprovechamiento, y eso lo vemos tanto en sus
declaraciones de principios cuanto en su propia praxis literaria, ajena al
menester del remendón intelectual.
Podemos, entonces, plantearnos otra posibilidad, y es que el Granatense
no está demasiado concentrado en su tarea cuando llega el momento de
emprender la limae labor de su manual. No es una hipótesis gratuita,
sino más o menos demostrable, la de su estado de agitación y nervios
que le impiden centrarse en la Ecclesiastica Rhetorica todo lo que
debería. Es un asunto que hemos tratado en otro trabajo aún en
prensa22 y que podemos resumir para hacernos una idea.
En la fe de erratas hay una serie de afirmaciones que nos hablan de que
la corrección de las galeradas no son, en el momento de su remisión a
fray Luis, el asunto más importante de su existencia, cosa extraña si
tenemos en cuenta que comienza la obra hablando de la Ecclesiastica
Rhetorica como de la culminación de un trabajo de diez años de andar
por los senderos de la publicación de sermonarios y repertorios de
lugares comunes y especiales que llevan a la conclusión esperable de la
aparición de un manual que compendie todo eso. Pues bien, todo eso le
resulta sorprendentemente ajeno, pasa por alto las pruebas que se le
remiten y eso hace que aparezcan demasiados fallos en la edición:
Cum primum hic liber, candide Lector, prelo commissus esset et eius ego
correctioni praeesse deberem, coactus sum nova quadam et insperata
occassione alio commigrare. Quo factus est ut non modo mihi correctioni
interesse, sed nec ea quae typis exprimenda erant relegere et ultimam illis
manum apponere licuerit. Sic evenit ut prima haec editio aliquot mendis
vitiata prodiret et nonnullis in locis quaedam etiam desiderentur. Utrique
autem incommodo hoc unum quod supererat remedium adhibuimus vitiata
castigantes et quae erant truncata resarcientes.
Querido Lector, aunque antes de enviar este libro a la imprenta debiera yo
haber estado presente en su corrección, me vi forzado por un nuevo e
inesperado acontecimiento a desplazarme a otro sitio. Por tal razón, ha
ocurrido que no sólo no me entretuviera en la corrección sino que ni
siquiera repasara lo que estaba a punto de ser impreso ni me viera en
ocasión de darle una última mano. Así acaeció que esta primera edición
apareciera perjudicada por unas cuantas erratas y que incluso falten cosas
en algunos lugares. A un problema y otro le hemos dado el único remedio
que nos cabía: tachar los fallos y volver a introducir lo truncado.
Según Álvaro Huerga23, la situación de fray Luis en 1575 es delicada: el
dominico fray Alonso de la Fuente lo ha denunciado por alumbradismo y
M. López-Muñoz (2010), “Algunas observaciones para datar la Retórica Eclesiástica
de fray Luis de Granada”, Calamus Renascens. En prensa.
22
A. Huerga, Fray Luis de Granada, una vida…, pp. 202-203; Historia de los
Alumbrados, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1978, vol. 1, pp. 162 ss. para
el episodio.
23
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
20
fray Luis debe acudir presuroso (coactus … commigrare dice) a dar
explicaciones y defender su ortodoxia y buen proceder. En esta
situación, se comprende que unas galeradas pasen a segundo término.
La cuestión es si acaso también le falta calma para poder repasar algo
tan evidente como que repite mucho a San Pablo, incluso demasiado.
Por honestidad intelectual, no obstante, debo señalar que, para que esto
sea demostrable, hace falta estudiar si los demás autores citados
también se ven aquejados por esta práctica de la repetición de textos.
Una ojeada inicial me indica que no es así, lo que nos puede llevar a
pensar en que, o bien fray Luis se despista (y tiene motivos para ello), o
bien ha decidido hacer uso dúplice y tríplice de San Pablo en su obra,
con la consecuencia de caer en la repetición y de empobrecer la
perspectiva que nos da del Apóstol. Debo dejar, pues, la cuestión
abierta y señalar la existencia de distintas posibilidades.
Distribución latitudinal de las citas paulinas
Si ahora nos fijamos en los contextos asociados a las citas paulinas,
veremos una clara distinción entre las ocasiones en las que San Pablo
aparece vinculado a la figura del buen orador cristiano y aquellas otras
en las que sus palabras aparecen como ejemplo de algún extremo
retórico determinado.
De acuerdo con lo dicho, tendremos un doble nivel de utilización de la
cita paulina, según que a fray Luis le interese poner ejemplos de uso o
de autor. En el primer caso, los textos de Pablo concurren en un mismo
nivel de importancia que los de cualquier otro autor, de modo y manera
que vienen a ser, básicamente, un apoyo de los ejemplos ya aducidos o,
si preferimos recuperar la terminología de Morawski, citas con función
ornamental. En el segundo caso, se trata de citas que apoyan un
argumento principal, de donde que debamos considerar que tienen una
función lógica reafirmativa.
LIBRO I
Si hacemos un recorrido por las distintas citas, encontramos que las del
libro I aparecen en la dedicatoria a la Universidad de Évora (cuando
habla de Pablo como predicador, no orador, y persona que vive en la
pobreza, dedicado sólo a predicar a Cristo y rodeado de peligros) y en
los capítulos que hablan de la predicación y su dignidad (cuando
menciona que el predicador debe ser como un heraldo de Dios), y de la
honradez y buenas costumbres del predicador (que recibe la inspiración
celestial, para lo cual toma a Pablo y sus buenas intenciones como
modelo) y del afán de caridad que debe impregnarlo. Este último
extremo es el que contiene más apariciones de San Pablo, cuando se
habla hasta cinco veces de su ardor apostólico, del dolor y las lágrimas
que él vertía pensando en sus fieles, y de cómo la predicación está
vinculada a la transmisión de la Palabra de Dios, no a un premio en la
Tierra, sino en el Cielo.
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
21
LIBRO II
Recordemos que es a esta altura de la obra cuando realmente da
comienzo el tratado de Retórica, con la clásica apertura en forma de
definición, materia, funciones y división del arte. Muy pronto, fray Luis
orientará su interés hacia los elementos de la argumentación, sobre
todo a aquellos que conectan con mayor eficacia a ésta con la
generación de emociones. San Pablo va a aparecer en algún caso de
selección de fuentes de los argumentos, pero su función principal es la
de estar vinculado a la defensa de las emociones en la predicación y a
recursos como la accommodatio, uno de los de mayor rendimiento
cuando de buscar argumentos emocionales se trata.
LIBRO III
Aquí, la tendencia que acabamos de señalar se intensifica. Pablo va a ir
apareciendo en función de apoyo estilístico para hablar de la
amplificatio y de figuras como la obsecratio, la cognatio, la exclamatio,
la interrogatio y la adiuratio, todas ellas especialmente adecuadas para
provocar las emociones.
No deberá extrañarnos una conducta así, ya que es, precisamente, uno
de los más claros postulados del Granatense el de la preeminencia de la
persuasión emocional24. Es casi una característica común a las Retóricas
católicas de los entornos del Concilio de Trento el énfasis que se pone
en el uso de los adornos del estilo, y no se hace por mero prurito de
elegancia, sino porque, desde el punto de vista de la comunicación, son
el canal a través del que se transmite la finalidad básica de la prédica,
no otra que emocionar.
Para fray Luis, la forma de provocar las emociones es competencia de la
inventio, mientras que el medio por el que esto se consigue pertenece al
campo de la elocutio. Esto explica que nuestro autor coloque la
suscitación de emociones, no en el libro quinto, el dedicado a la
elocutio, sino en el segundo y el tercero, los que hablan de la inventio y
la dispositio. Piensa él que el trabajo del predicador está en adoctrinar
mediante apelaciones no argumentativas (nada que ver con la
teorización protestante), conque las emociones no son adornos, sino la
base del sermón.
LIBRO IV
Uno de los más cortos, pero también de los más interesantes de fray
Luis, ya que se dedica prácticamente en exclusiva a hablar de los
géneros de la predicación, entre los que le añade a los clásicos uno
cuarto, denominado didascálico con claras resonancias de Alfonso
Zorrilla y, por medio de él, de autores menos aceptables para la censura
M. López-Muñoz (2005), “La elocutio en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de
Granada”, en P.P. Conde Parrado et al. (eds.), La Filología Latina. Mil años más, Madrid,
Sociedad de Estudios Latinos, pp. 1404-1417 para un tratamiento de la diferencia
entre las figuras meramente estilísticas y las que se refieren a la suscitación de
emociones.
24
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
22
eclesiástica, como Philipp Melanchthon. Pero sobre eso ya hemos
hablado en otras ocasiones25.
Nos interesa especialmente señalar que Pablo aparece en el capítulo
introductorio, cuando habla de las seis partes del discurso; en el
segundo, para introducir, dentro del genus suasorium, las persuasiones
ab utili y a tuto; en el tercero, para volver a mencionar el fenómeno de
la amplificatio, esta vez, como parte del genus demonstrativum, el de
las loas de fiestas y santos, introduciendo la amplificación de la persona
y su efecto colateral, el asombro o, como se diría en la España de fray
Luis, el espanto; y en el capítulo séptimo, en la única parte del tratado
que se dedica a la dispositio, cuando pone un ejemplo de buena
organización.
LIBRO V
Una curiosa circunstancia se da aquí, y alguna que otra vez la hemos
comentado a lo largo de nuestra exposición: buena parte de las veces
que aparecen las citas de San Pablo es en el capítulo 18, no otra cosa
sino una colección de fragmentos del De doctrina Christiana
agustiniano. En este capítulo, fray Luis se declara implícitamente de
acuerdo con la división de los estilos en llano, medio y elevado,
entendiendo por llano el que otros26 denominan simple, reservando para
el estilo medio el que hace uso abundante de las figuras y definiendo el
estilo elevado como aquél en el que se utilizan con especial intensidad
las emociones. Pablo se vincula una vez a la preceptiva del estilo simple,
seis a la del medio y cinco a la del elevado. La distribución, vista así, nos
indica que el de Tarso, modelo de los predicadores de la
Contrarreforma, no es modelo del estilo típicamente protestante, el
simple, sino de los otros dos, más propios del Catolicismo romano.
Aparte esto, vemos sus textos citados al hablar de la obscuritas o,
mejor dicho, como ejemplo de orador no oscuro y al hablar de la
interrogatio (ya había aparecido esto en el libro segundo también), la
conversio, la gradatio (seis veces en el mismo capítulo, aunque son sólo
tres los contextos paulinos citados), los contrarios, la παραδιαστολή, el
συναθροισμός, la subiectio, la commoratio, la distributio, la inductio y la
ἔμφασις.
LIBRO VI
Si recordamos, aquí se contiene la preceptiva de la actio y, en una
interesantísima especie de Ringkomposition, se vuelven a dar consejos y
preceptos sobre el predicador, no sobre su arte, de modo que se le
proponen actividades que hacer antes de predicar, se habla sobre su
M. López-Muñoz (2000), “Nos ex rhetorica quaedam concionum genera mutuatos
esse: genera causarum y concionandi genera en el XVI español”, Latomus 59.1, pp.
126-146.
26
P. Auksi (1995), Christian Plain Style: The Evolution of a Spiritual Ideal, McGill –
Montreal hace una buena descripción de cómo se entrelazan una cuestión meramente
estilística y una postura básicamente religiosa.
25
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
23
temperamento, se le pide que sepa bien definir a quién se va a dirigir...
Salvo en dos ocasiones, Pablo aparece aquí como ejemplo de uso de
figuras estilísticas (ironía, obsecratio, asseveratio, exclamatio,
ἀποστροφή y conversio, todas en el capítulo 9) o incurso en los
ejercicios de pronunciación que varias veces hemos traído a colación,
sea para practicar la hipérbole, la ironía y el dramatismo con apoyos
vocales, sea para simplemente ejercitar la vox y las entonaciones.
El retrato de San Pablo en la Ecclesiastica Rhetorica
Hasta ahora, hemos ido diseccionando la Ecclesiastica Rhetorica en
busca de cómo fray Luis utiliza a Pablo de Tarso en apoyo de sus
propias tesis o como ejemplo de los elementos de Retórica que va
desgranando con una paciencia y enjundia más que notables. Ahora,
vamos a ver cómo construyen estas citas un retrato del Apóstol de los
Gentiles que nos va a indicar cómo lo ve fray Luis, pero también cuál es
su valoración de los recursos retóricos que pone en marcha. Al fin y al
cabo, no tendría sentido limitarse a dar series de datos si no llegamos a
conclusiones que nos ayuden a entender a las personas. Pienso yo que
lo bueno de los estudios de las Humanidades es, precisamente, su
capacidad para hablar de los seres humanos.
Cuando observamos los testimonios que nos ofrece el Granatense,
vemos que construye una imagen paulina muy definida: no es un orador
(eb.ac., 2 CO 11,6)
[2 Co 11,6] etsi imperitus sermone nec pecunias possidens nam hoc
quoque ipse testatur,
lo que significa que no hace discursos (eb.ac., 1 CO 2,1-4),
[1 Co 2,1-4]: Et ego veni ad vos, non in sublimitate sermonis aut
sapientiæ annuntians vobis testimonium Christi. Non enim iudicavi me
scire aliquid inter vos, nisi Iesum Christum, et hunc crucifixum. Et sermo
meus, et prædicatio mea non in persuasibilibus humanæ sapientiæ
verbis.
sino que, llevado de su misión de heraldo de Dios (eccl.rhet. I,3 2 CO
5,20)
[2 Co 5,20]: Pro Christo legatione fungimur, tamquam Deo exhortante
per nos,
toda su intención es predicar a Cristo (eb.ac., 1 CO 1,22-23)
[1 Co 1,22-23]: Quoniam -inquit-, Iudæi signa petunt et Græci
sapientiam quærunt, nos autem prædicamus Christum crucifixum, Iudæis
quidem scandalum, Græcis autem stultitiam,
predicar el Evangelio y transmitir el alma (eccl.rhet. 1,7 1 TS 2,8)
[1 Ts 2,8] Volebamus vobis tradere non solum Evangelium sed etiam
animas nostras quoniam carissimi nobis facti estis,
todo ello con una clara inspiración divina (eccl.rhet. I,6 2 CO 12,3)
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
24
[2 Co 12,3] Hoc autem, ut ceteros eius officii consortes præteram, ita
præstabat Paulus ut se ipsum in imitationis exemplum, fidelibus quibus
verbum vitæ tradebat non semel proponeret,
y pletórico de buenas intenciones (eccl.rhet. I,6 2 CO 7,2)
[2 Co 7,2]: Capite nos, neminem læsimus, neminem corrupimus,
neminem circumvenimus.
En cuanto a su vida personal, afanes y circunstancias, se destaca la
pobreza (eccl.rhet. 1 CO 4,11)
[1 Co 4,11]: Usque ad hanc, inquit, horam et esurimus et sitimus et nudi
sumus et colaphis cædimur.
su ardor apostólico (eccl.rhet. I,7 2 CO 11,29; GA 4,19; GA 4,20; 2 TM
2,10; 1 CO 9,22)
[2 Co 11,29] Quis infirmatur et ego non infirmor? Quis scandalizatur et
ego non uror?
[Ga 4,19]: Filioli mei, quos iterum magno perditionis vestræ dolore
saucius magnoque studio atque conatu iterum eniti et Christo reddere
paro.
[Ga 4,20]: Vellem esse apud vos modo et commutare vocem meam -id
est, in omnes me dicendi figuras transformare- quoniam confundor in
vobis.
[2 Tm 2,10]: Omnia sustineo propter electos ut et ipsi salutem
consequantur?
[1 Co 9,22]: omnibus omnia factus sum ut omnes facerem salvos,
que lo lleva a prorrumpir en muestras de exacerbado sufrimiento
(eccl.rhet. I,7 2 CO 1,24-3-4; 2 CO 2,4)
[2 Co 1,24,3-4]: Et hoc ipsum scripsi vobis, ut non, cum venero,
tristitiam super tristitiam habeam de quibus oportuerat me gaudere;
confidens in omnibus vobis, quia metum gaudium omnium vestrum est.
Nam ex multa tribulatione et angustia cordis scripsi vobis per multas
lacrimas, non ut contristemini, sed ut sciatis, quam caritatem habeam
abundantius in vobis.
Ad Corinthios vero quo dolore, quibus lacrimis se priorem epistolam
scripsisse profitetur quod eos ab Evangelica simplicitate descivisse
intelligeret? [2 Co 2,4]
Su tarea no es fácil tampoco, si tenemos en cuenta que se desarrolla en
un contexto de peligros que lo achechan por doquier (eb.ac. 1 CO 2,3)
[1 Co 2,3]: Et ego -inquit- in infirmitate ac timore et tremore multo fui
apud vos,
pero es grande el premio que recibirá en el Cielo (eccl.rhet. I,7 1 TS
2,19).
[1 Ts 2,19]: Quæ est enim nostra spes aut gaudium aut corona gloriæ?
Nonne vos ante Dominum nostrum Iesum Christum estis in adventu eius?
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
25
En suma, Pablo es un modelo para los predicadores, tal y como lo
propone fray Luis.
(eccl.rhet. I,6 1 CO 4,16; FLP 4,8-9)
[1 Co 4,16]: Imitatores mei estote fratres sicut et ego Christi.
[Flp.4,8-9] rursum: De cetero -inquit- fratres, quæcumque sunt vera,
quæcumque pudica, quæcumque iusta, quæcumque sancta, quæcumque
amabilia, quæcumque bonæ famæ, hæc cogitate, quæ et didicistis et
accepistis et audistis et vidistis in me.
Este compendio de virtudes está formulado casi exclusivamente en el
libro I de la Ecclesiastica Rhetorica (hay un par de alusiones más en los
finales del libro VI, pero añaden poca cosa nueva) y, como vemos, se
centra en la epístola dedicatoria a la Universidad de Évora y en los
capítulos tercero, sexto y séptimo, cosa lógica si tenemos en cuenta que
en ellos se habla, respectivamente, Del oficio de predicar y su señera
dignidad (eccl.rhet. I,3), De la honradez y buenas costumbres del
predicador (eccl.rhet. I,6) y Del afán de caridad del eclesiástico
(eccl.rhet. I,7). Si volvemos la relación del revés, notaremos que no se
menciona al Apóstol en el Prefacio, ni en los capítulos primero (Origen
de la Retórica), segundo (Utilidad y necesidad de la Retórica), cuarto
(Dificultad de la tarea), quinto (Pureza y rectitud de intenciones del
eclesiástico), y octavo (Del afán de santa oración y meditación que debe
tener el eclesiástico).
Como orador, San Pablo tiene una caracterización acorde con el perfil de
persona entregada y hasta visceral que nos transmite su retrato. Así,
vemos que se le vincula constantemente al uso de las emociones en la
argumentación (eccl.rhet. II,11 2 CO 5,14; RM 8-35-38; eccl.rhet. II,12,
necesidad de sentir las emociones que se desea infundir en los demás 1
CO 9,22-23; RM 15,4; eccl.rhet. III,10 2 CO 11,29; GA 4,19).
También vemos que, entre las figuras del libro segundo, se le hace
figurar como ejemplo de uso de la accommodatio (eccl.rhet. II,12 RM
12,1; EF 2, 11-12) y, entre las del libro tercero, de la obsecratio
(eccl.rhet. III,11 2 CO 10,1; RM 12,1; 2 CO 10,1; EF 4,1), la cognatio
(eccl.rhet. III,11 EF 3,15), la exclamatio (eccl.rhet. III,11 GA 3,1), la
interrogationis repetitio (eccl.rhet. III,11 1 CO 9,1; 1 CO 9,7-8) y la
adiuratio (eccl.rhet. III,11 2 TM 4,1-2).
Naturalmente, aparecerá también vinculado a la que es, muy
probablemente, la figura favorita (el recurso, más que figura,
deberíamos decir si queremos ser exactos) de nuestro rétor, a saber, la
amplificatio, a la que le dedica buena parte del libro tercero, tanto
diferenciándola de la mera argumentación (eccl.rhet. III,1 2 CO 11,29)
como, ya en el libro cuarto, para adjudicarle como lugar preferente el
género demostrativo, el de las fiestas y loas de santos. La amplificatio
tiene una gran utilidad, en sí misma (eccl.rhet. IV,3 1 CO 2,12) y para
hacer vívidas descripciones de personas (eccl.rhet. IV,3 RM 4,19-22). En
cualquier caso, siempre busca un efecto claro, a saber, el asombro,
arrobo o espanto (eccl.rhet. IV,3 RM 4,19-22).
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
26
Recordemos que son todos estos recursos especialmente adecuados
para infundir determinados estados de ánimo en el auditorio y, merced
a su utilización, conseguir la conversión o el refuerzo de la fé.
Desde el punto de vista de la dispositio y el ordo, Pablo aparece como
ejemplo de organización correcta, que empieza hablando de lo
necesario, va descenciendo de lo mayor a lo menor y expone las
relaciones de causa y efecto con elegancia y adecuación (eccl.rhet. IV,7
RM 1,20).
La elocutio es fundamental para fray Luis, ya lo hemos dicho antes, ya
que es la manera que tiene el predicador de conseguir que penetren en
los ánimos de los oyentes aquellas cosas que ha diseñado en la fase de
la inventio para subvenir a sus objetivos de predicar la virtud. Desde
este punto de vista, el catálogo de figuras y tropos que encontramos no
es un adorno ni un expediente que se debe cubrir sin más
preocupaciones sino, antes bien, un elemento fundamental de la
predicación. Su enumeración es amplia y prolija, pero merece la pena
que nos fijemos en qué utiliza su prototipo de buen orador sagrado.
Básicamente, nos encontramos con que Pablo aparece como ejemplo de
perífrasis (eccl.rhet. V,6 RM 6,12; RM 3,28), interrogationis repetitio
(eccl.rhet. V,7 2 CO 11,29; RM 8,35; RM 10,14-15), conversio (eccl.rhet.
V,8 2 CO 11,22-23), gradatio (eccl.rhet. V,8 RM 5,5; RM 8,29-30; RM 1014; RM 5,5; RM 8,29-30; RM 10,14), uso de los contrarios (eccl.rhet.
V,10 1 CO 4, 12-13), de la paradiástole (eccl.rhet. V,10 2 CO 4,8-9), el
sinatrismo (eccl.rhet. V,11 1 CO 4,11-12), la subiectio (eccl.rhet. V,13
RM 8,18), la commoratio (eccl.rhet. V,13 2 TM 4,2), la distributio
(eccl.rhet. V,13 EF 5; EF 6), la inductio (eccl.rhet. V,14 1 CO 9,7-8) y el
énfasis (eccl.rhet. V,14 1 TM 4,15; 2 TM 1,18).
Esto es lo que justifica que fray Luis, declarado seguidor de San Agustín,
utilice al de Tarso para apoyar los contextos en los que se le declara
modelo de uso de las figuras (eccl.rhet IV,18 1 TM 5,1-2; RM 12,1; RM
12,1,6-16; RM 12,1,17; RM 13,8; RM 13,8) y las emociones (eccl.rhet.
IV,18 2 CO 6,2-11; RM 8,28; RM 8,28,39; GA 4,10-20; 1 CO 5,7).
Este uso de los recursos estilísticos se verá asentado por los contextos
en los que el libro sexto, el dedicado a la actio, propone ejemplos
paulinos de uso de la ironía (eccl.rhet. VI,9 1 CO 15), la obsecratio
(eccl.rhet. VI,9 2 CO 10,1-2), la asseveratio (eccl.rhet. VI,9 GA 5,2-3; 1
CO 15,19; 1 CO 6,9-10), la exclamatio y el apóstrofe (eccl.rhet. VI,9 GA
3,1), la conversio (eccl.rhet. VI,9 1 CO 13,11), la hipérbole y la ironía
(eccl.rhet. VI,10 1 CO 6,5), a lo que se debe unírsele la batería de
ejercicios para poder practicar el dramatismo de la voz (eccl.rhet. VI,10
1 CO 6,1; 1 CO 6,4; 1 CO 6,5; 1 CO 6,6; 1 CO 6,7; 1 CO 6,8; 1 CO 6,9).
Todo esto nos transmite una clara visión de qué se considera que puede
el aprendiz de predicador aprovechar de una lectura de San Pablo para
desarrollar en óptimas condiciones su tarea. Ahora bien, no son todos
los recursos importantes en la misma medida. De los hasta ahora
citados, conviene que nos detengamos a ver que, en realidad, fray Luis
está dándole una especial primacía a la obsecratio, la gradatio, la
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
27
interrogationis repetitio, la asseveratio y la amplificatio (todas ellas se
invocan tres o más veces), a las que se le unen con una frecuencia de
aparición menor (citadas dos veces) la perífrasis, el énfasis, la hipérbole
y la ironía, la distributio y la accommodatio.
CONCLUSIONES
En esta intervención he intentado mostrar cómo la Ecclesiastica
Rhetorica, una obra de indudable importancia para el devenir de la
oratoria sagrada (y de la teoría retórica también) en los siglos XVI, XVII y
XVIII, puede ser analizada de manera más o menos positiva, esto es,
mediante la recopilación de datos que nos lleven a contemplar nuevas
realidades.
Un ejemplo de aplicación del método de trabajo ha sido la que aquí he
intentado trasladar: el análisis de la distribución, frecuencia y
agrupación de las citas y menciones de San Pablo en la Ecclesiastica
Rhetorica para intentar comprender con mayor claridad quién es el
Pablo de Tarso que Luis de Granada nos quiere comunicar.
Hemos, pues, trabajado con tablas, gráficos, estadísticas y demás
parafernalia aparentemente positivista para poder fundamentar nuestras
opiniones en bases sólidas que, pudiendo o no ser discutidas, al menos
parten de una base objetivable que nos permite seguir trabajando y
saber de qué hablamos. La ventaja de este método es que hemos
podido prescindir de la intuición, al menos, hasta que hemos superado
la fase numérica de nuestro trabajo y nos hemos encontrado ante la
necesidad de obtener conclusiones.
Cuando cruzamos los datos del retrato de la persona y del orador, nos
aparece, de repente, la caracterización de un Pablo de Tarso
profundamente humano, cercano y deseoso de cumplir su tarea. Nos
habla fray Luis en sus ejemplos, citas y menciones de una persona
totalmente entregada a su tarea, descuidada de su propio bienestar,
necesitada de desarrollar una misión divina.
Esta persona no tiene reparos en utilizar todo lo necesario para
conseguir sus objetivos, aun cuando ese todo lo necesario implique el
despliegue de todo el arsenal de recursos de persuasión emocional que,
saltando las barreras de la mera convicción, transformen la predicación
en un acto de amor correspondido. Acto de amor correspondido o, si lo
preferimos de otro modo, en una manifestación de empatía, ese extraño
estado de ánimo en el que, por considerar que el otro es nosotros,
asumimos sus ideas y propuestas con más facilidad que si nos
paráramos sólo a meditarlas, sopesarlas y valorarlas.
Desprendimiento, ardor, celo apostólico, adecuación al auditorio,
persuasión emocional... Viendo el retrato de San Pablo, está claro que el
paradigma del orador postridentino que tan claramente encarnaba el
propio fray Luis de Granada está ya prefigurado en esas líneas. Nuestro
Granatense traslada, bajo toda la prolijidad de su erudición, cómo debe
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
28
actuar el buen eclesiástico para predicar de acuerdo con los nuevos
tiempos y con las directrices de la Iglesia Católica.
Su propuesta no es la de un nuevo orador sagrado, sino la de un
predicador que, tomando ejemplo del Apóstol de los Gentiles, va a
dedicar su vida a recorrer las villas de España y Portugal, no
convirtiendo, pero sí haciendo volver a las personas al redil de la
ortodoxia. No olvidemos que los focos alumbradistas están cercanos en
el tiempo y en el espacio; que los focos protestantes andan perseguidos
pero no extinguidos; que la renovación de la oratoria sagrada es una
necesidad de la nueva espiritualidad.
En la transmisión de Pablo como modelo, vemos a nuestro fray Luis, de
la Orden de Predicadores, entregarle su obra a la Universidad de Évora,
encomendada por el Cardenal Infante don Enrique a la Compañía de
Jesús, la encargada de luchar a las órdenes de la ortodoxia romana. Casi
es como si estuviéramos asistiendo a un acto de relevo: los jesuitas
como renovación de un ideal dominico; el padre Vieira como nueva
generación que bebe de las enseñanzas de fray Luis. Y San Pablo, a
modo de elemento que garantiza la correcta transmisión de los saberes
de la oratoria sagrada.
Muchas gracias.
San Pablo en la Retórica Eclesiástica de fray Luis de Granada
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