El juglar y el pescador. Homenaje al maestro

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www.mincultura.gov.co
MARIANA GARCÉS CÓRDOBA
Ministra de Cultura
MARIA CLAUDIA LÓPEZ SORZANO
Viceministra de Cultura
ENZO RAFAEL ARIZA AYALA
Secretario General
GUIOMAR ACEVEDO GÓMEZ
Directora de Artes
ALEJANDRO MANTILLA PULIDO
Coordinador Área de Música
MARYSABEL TOLOSA ESCOBAR
Coordinadora Año José Barros
GUADALUPE GIL PABÓN
Coordinadora Proyecto Editorial PNMC
El juglar y el pescador
Homenaje al maestro José Benito Barros Palomino (1915- 2007)
RAFAEL BASSI LABARRERA
JOSÉ ROSERO NAVARRETE
Autores
El juglar
y el pescador
Homenaje al maestro
José Benito Barros Palomino (1915 - 2007)
Rafael Bassi • José Rosero
JOSÉ ROSERO NAVARRETE / www.joserosero.com
Ilustraciones y Edición
ANDREA CASTRO / JUAN FELIPE SANMIGUEL / MIGUEL BUSTOS
Asistencia gráfica
CASATINTA / www.casatinta.com
Diseño y Diagramación
TORRE BLANCA S.A.
Impresión
Impreso en Colombia
Material impreso de distribución gratuita con fines didácticos y culturales.
Queda estrictamente prohibida su reproducción total o parcial con ánimo de lucro,
por cualquier sistema o método electrónico sin la autorización expresa para ello.
Dirección de Artes
Plan Nacional de Música para la Convivencia
Carrera 8 # 8-43 Bogotá, D.C., Colombia
Teléfonos: (+1) 342 41 00 Línea gratuita: 018000 938081
[email protected] / www.mincultura.gov.co
Primera edición 2015
© 2015, Ministerio de Cultura
ISBN Versión Impresa: 978-958-753-206-7
ISBN Versión Digital: 978-958-753-207-4
También léelo en www.eljuglarpescador.com
DÉJAME CONTARTE...
sobre este libro
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algo de El gallo tuerto
8
acerca de Las Pilanderas
12
una cosita de El Pescador
16
una anécdota de Pesares
20
lo que es la Navidad Negra
24
de la vida de José Barros
32
M
AQUÍ SE VERÁ UNA TOMA MÁS CERCANA DEL PUERTO, la barca
sale desde aquí.
uchas veces la historia y la literatura adquieren forma de canción; así
la música cumple la misión ineludible de expresar ideas, sentimientos y asombros: en un sentido amplio, la música consigue educar.
En Colombia coexisten manifestaciones musicales que se corresponden con la diversidad racial, cultural y geográfica del territorio. La memoria
individual y colectiva de los habitantes de nuestras regiones está colmada de
ritmos y sonidos de múltiples orígenes. Este patrimonio sonoro necesita mostrarse de manera que pueda permanecer como un referente cultural colectivo.
Al cumplirse el primer centenario del nacimiento del maestro José
Benito Barros Palomino, el Ministerio de Cultura mediante la Resolución 345
honra su memoria, al declarar 2015 como el “Año José Barros”, rindiendo un
homenaje a su vida y su fecunda creación. Para ello el Ministerio estableció
una agenda de eventos y emprendió la edición e impresión de publicaciones
dedicadas a su obra, entre las cuales se cuenta esta propuesta de cuentos
inspirados en sus canciones.
Los relatos alrededor de las canciones El Gallo Tuerto, Las Pilanderas,
El Pescador (El alegre pescador), Pesares y Navidad Negra -que fueron elegidas por el público a través de la convocatoria realizada en la página web del
Ministerio-, permitirán que niños y jóvenes colombianos y de otros países,
conozcan, apropien e interpreten parte de la obra musical y del legado creativo del maestro José Benito Barros Palomino.
El Ministerio de Cultura entrega al país esta publicación realizada desde
el Plan Nacional de Música para la Convivencia –PNMC–, puesto en marcha
en todo el territorio colombiano, desde hace doce años, para fortalecer la
riqueza musical del país y promover su conocimiento, divulgación, apropiación y valoración.
Agradecemos la colaboración de Peermusic Colombia —
editora encargada de la gestión de los derechos de autor de
estas cinco obras del maestro Barros— , su aprobación
para incluir en la publicación los textos de las canciones aportados por los herederos del maestro. El
diálogo entre Peermusic, los herederos del
maestro Barros y el Ministerio de Cultura
permite entregar al país versiones originales de las hermosas obras que aquí
publicamos.
¡Bienvenidos a este homenaje!
6
7
L
a historia que te voy a contar es pura verdad. Cuentan los abuelos
que en el siglo pasado nació un domingo de marzo en El Banco,
Magdalena, el cantor del río José Benito Barros Palomino —a quien
todos le decían Benito—, hijo de un emigrante brasileño y una descendiente de indígena pocabuyana. Fue el quinto hijo de la pareja. Su padre
murió cuando el niño tenía tres años. Desde muy pequeño trabajó en multitud
de oficios para ayudar en su casa: fue mandadero, vendedor de dulces, frutas, pescado y refrescos, ayudante de carga en el viejo muelle y, en compañía
de su amigo Nicanor Parra y de su hermano mayor Adrián Barros, creó una
sociedad de lustradores de botas.
En el territorio de los pocabuyes, en cuyo dominio floreció el pujante
poblado Sampayón, hoy El Banco, germinaban leyendas sobre las aventuras
de hombres color majagua que tenían en sus brazos fornidos la responsabilidad de la boga en el río Magdalena, transportando mercancías y gentes de
todos los confines.
8
En ese mundo mágico, el joven José Barros conoció un
gallo tuerto, triunfador en muchísimas riñas, que se convirtió
en su compañero de andanzas. Muchos años después, en
1945, cuando llegó por primera vez a Bogotá, por solicitud
de una casa disquera compuso varias canciones de música
bailable y entonces le hizo honores a su gallo tuerto, recordando que alguna vez un borracho irreverente respondió
al cántico entonado por el cura del pueblo Dominus vobiscum (El Señor esté con vosotros), en lugar del esperado
Et cum spiritu tuo (Y con tu espíritu), un espontáneo
COCOROYÓ, COCOROYÓ.
El Gallo Tuerto se hizo famoso en toda América,
fue interpretado en películas mexicanas y grabado por
orquestas extranjeras, a tal punto que hasta el sol de
hoy su estribillo resuena todavía en nuestras mentes.
9
Se murió mi gallo tuerto
que será de mi gallina (bis)
a las cuatro ‘e la mañana
le cantaba en la cocina (bis)
Cocoroyó cantaba el gallo
Cocoroyó a la gallina
Cocoroyó cantaba el gallo
Cocoroyó en la cocina
Lo traje de Chimichagua
y en El Banco se murió (bis)
pobre mi gallito tuerto
la peste me lo mató (bis)
Cocoroyó cantaba el gallo
Cocoroyó a la gallina
Cocoroyó cantaba el gallo
Cocoroyó en la cocina
Chimichagua con El Banco
se parecen dos hermanos (bis)
porque cuando el uno cae
el otro le da la mano (bis)
Cocoroyó cantaba el gallo
Cocoroyó a la gallina
Cocoroyó cantaba el gallo
Cocoroyó en la cocina
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11
E
n su andar infantil por las polvorientas calles pueblerinas, a José
Barros le picó el bicho de la música y desde los diez años comenzó a
cantar, cuando hombres mayores en su bohemia ribereña lo subían
a una mesa para que lo hiciera, mientras lo acompañaban con
guitarra y tiple. Así empezó su vida de cantante y más tarde de compositor:
haciendo canciones para enamorar.
En su adolescencia escuchó muchas canciones en las fiestas patronales
y siempre le gustó aquella cuyo coro decía: Pilá, pilá, pilandera. Con ella se
recreaba el ritual de pilar el maíz o el arroz en un pilón de madera heredado
de los abuelos indígenas, para
preparar la apetecida chicha de
mamo con maíz y panela, tan propia de la Depresión Momposina.
Cuando empezó a gestar versos para enaltecer a las mujeres
12
que ejercían el sacrificado oficio de triturar las doradas pepitas, se acordó de
Juana María, una mujer madura de enjuta figura que además de las labores
domésticas planchaba por días; y recordó que los señores al llegar el mes de
febrero estaban ansiosos por disfrutar de la fiesta banqueña de la Virgen de
La Candelaria. Allí todos bailaban y participaban en la rueda de cumbiones, en
el desfile de las danzas, las varas de premio, las bolas de candela, las mesas
de ruleta y la infaltable pólvora que teñía la noche de colores y explosiones
festivas en los castillos donde brillaba la imagen de la Virgen, enmarcada en el
fuego. Estas celebraciones atraían gente de todas partes, inclusive a las autoridades de Santa Marta, quienes acudían a divertirse al pueblo que resplandecía de orgullo y entusiasmo.
Así fue como Las Pilanderas se convirtió en un himno
a las mujeres trabajadoras y, por su carácter festivo,
trascendió en todo el país y el exterior.
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Señora Juana María
mire que me coge el día
arregle mi pantalón.
Mire que quiero llegar
para poder festejar
el cumpleaños de la virgen
de mi pueblo tropical
Que vengan de Santa Marta
que vengan para bailar
al son de las pilanderas
de mi Banco tropical.
Ay pilá pilá pilanderas
que llega la noche buena
Díganle a las pilanderas
que traigan maíz panela
para hacer la chicha ‘e mamo.
Y manden por el pilón
donde el compa Pantaleón,
y cuatro cajas de velas
pa’ quemarlas en el cumbión
Que vengan de Santa Marta
que vengan para bailar
al son de las pilanderas
de mi Banco tropical.
Ay pilá pilá pilanderas
que llega la noche buena
14
15
D
éjame decirte que no hay otro compositor en Colombia que haya
incursionado con tanto éxito en ritmos tan diversos: cumbia, porro,
pasillo, paseo, tango, ranchera, vals, bolero. José Barros entendió
muy pronto que su misión era componer y, aunque al principio grabó
con numerosas agrupaciones —entre ellas Los Trovadores de Barú—, se retiró
pronto de los escenarios para dedicarse a tejer finos versos y melodías que
interpretarían importantes orquestas del continente. Fue un verdadero trotamundos que recorrió con su guitarra terciada varios países de América, especialmente los que descollaban en la industria fonográfica, después de haber
trasegado en Bogotá y Medellín cantando para sobrevivir en bares y cantinas.
A pesar de que José Barros apenas alcanzó cuarto de primaria, su amor
por la lectura y su capacidad de observación lo convirtieron en uno de los
compositores más prolíficos e importantes de Colombia.
Al asomarnos a su producción encontramos a un conocedor de los secretos del romancero español, de las tamboras del río Magdalena, de los legendarios cantadores de décimas de su tierra, lo que le permitió expresarse
en una poesía festiva o romántica, de acuerdo con el estado de su alma.
Él era un escritor de fina pluma, capaz de poner diestramente una
palabra detrás de la otra y cantar por ejemplo, aquello de que la
luna espera sonriente / con su mágico esplendor / la llegada del
valiente / del alegre pescador.
La canción El Pescador (El alegre pescador) recrea
poéticamente las duras jornadas de trabajo de esos
hombres de río y mar, que se dedican a la pesca
y conocen y aman a la naturaleza; por eso su
aceptación popular, como un homenaje al
hombre del río.
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I
Va subiendo la corriente
con chinchorro y atarraya
la canoa de barenca
para llegar a la playa.
La luna espera sonriente
con su mágico esplendor
la llegada del valiente
del alegre pescador.
El pescador... habla con la luna
El pescador... habla con la playa
El pescador... no tiene fortuna
Sólo su atarraya.
II
Regresan los pescadores
con la carga pa’ vender
al puerto de sus amores
donde tienen su querer.
Esta cumbia que se llama
el alegre pescador
la compuse una mañana
una mañana de sol
El pescador... habla con la luna
El pescador... habla con la playa
El pescador... no tiene fortuna
Sólo su atarraya.
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habla con la playa. El pescador
El pescador habla con la luna. El pescador
no tien
e
Q
uiero contarte que José Barros fue un hombre apasionado, un
enamorado de la vida, del río, de la música y de las mujeres. Fue un
hombre de mujeres. A casi todas las encantaba y conquistaba con
su canto.
Largas noches de serenatas y bohemia enriquecieron la inspiración del
enamoradizo compositor que en su juventud recorrió medio mundo. Sensible
y soñador, en su peregrinaje aprendió a expresar sus sentimientos amorosos
en tangos, rancheras, valses, pasillos y boleros, que nada tienen que envidiar
a los mejores cultores de estos géneros musicales.
En sus canciones plasmaba sus amores furtivos y las decepciones más
descorazonadas que tuvo en sus andanzas. Sus cantos a la mujer amada
20
fortun
a.
Solo
su
atar
raya
.. .
procedían del universo lírico de un hombre ardiente que supo moldear en
versos y melodías, el cortejo implacable a la mujer que soñaba.
Sus amores y desamores lo llevaron a producir temas de mucha acogida por los corazones despechados y emparentados en el dolor. Su música
romántica es una biografía de su vida sentimental.
Escribió muchas canciones dedicadas a su segunda esposa, Amelia Caraballo, entre las cuales se encuentra el pasillo Pesares, que compuso muchos
años después de haberse separado, al recordar pasajes de la vida matrimonial.
Pesares es una canción muy apreciada por los cantantes de música
andina y hace parte del repertorio de sus serenatas, quizás porque deja siempre ese tinte agridulce de los amores cuando se van.
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¿Qué me dejó tu amor,
que no fueran pesares?
¿Acaso tú me diste
tan sólo un momento de felicidad?
¿Qué me dejó tu amor?
mi vida se pregunta
y el corazón responde,
pesares, pesares (bis)
La primavera de mi corazón
contigo no tuvo perfume,
y hasta la propia vida
se me fue llenando de desilusión
¿Qué me dejó tu amor?
mi vida se pregunta
y el corazón responde,
pesares, pesares (bis)
22
23
I
magínate que para 1970 José Barros era una celebridad nacional e internacional. Su cumbia La Piragua se escuchaba en todos los rincones.
Agobiado por la agitada cotidianidad y el frío capitalinos, aceptó la invitación de un grupo de jóvenes banqueños a regresar a su tierra natal. Y
luego de ser recibido por un gran cortejo de pescadores que lo condujeron
hasta el viejo puerto, el maestro decidió quedarse a vivir en su pueblo y fundar con sus amigos el Festival Nacional de la Cumbia. Quiso darle a El Banco
unas fiestas a la altura de sus tradiciones culturales.
El trashumante aventurero había vuelto a su patria chica para vivir de nuevo
la sensación pegajosa del sudor, el imperio del trópico agreste sobre su piel, que
como anfibio de tierra caliente siempre añoraba en su periplo trasandino.
En El Banco volvió a encontrar el amor y vio nacer a sus hijos,
Katiuschka, Veruschka y Boris, a los que crió amorosamente supliendo en
cuanto pudo la ausencia de la madre en el hogar. Dedicó buena parte de sus
últimos años a escribir cuentos y novelas, inéditas la mayoría, legado que
viene a sumarse a las cerca de 600 canciones que compuso.
Allí reencontró el rumor de cumbia y el calor de las velas en las
celebraciones navideñas de los pescadores, cuando la tambora, el alegre,
el pechiche y el guache se adueñaban de la noche y la gaita exhalaba su
eterna queja de añoranza indígena. Era la navidad de la gente del pueblo,
donde se veían los rostros y los brazos morenos —acostumbrados al remo
y la atarraya— dedicarse a cortejar también con los pies, acompasados en
contorsiones y requiebros solemnes, a las mujeres que reinaban con el
fuego en sus manos.
La magistral Navidad Negra es para los ribereños el
regreso jubiloso a la tierra, a la vida que no es un soplo
sino el ventarrón de verano que invita a vivir con
la intensidad del trópico, a bailar con el
llamado imperioso de los tambores.
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En la playa blanca
de arena caliente (bis)
hay rumor de cumbia
y olor de aguardiente
La noche en su traje negro
estrellas tiene a millares
y con rayitos de luna
van naciendo los cantares
Del pescador de mi tierra
del pescador de mi tierra
(bis)
Bailan las canoas
formando una fila (bis)
mientras canta el boga
su canción sencilla
En toda la ranchería
se ven bonitos altares
y entre millos y tambores
van naciendo los cantares
Del pescador de mi tierra
del pescador de mi tierra
(bis)
La gaita se queja
suenan los tambores (bis)
en la noche buena
de los pescadores.
La noche en su traje (...)
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28
29
C
omo te habrás dado cuenta, después de
disfrutar y aprender de la parábola vital de
José Barros, podrás decir que el maestro
banqueño tenía una excepcional sensibilidad para interpretar la imponencia de los paisajes
de su río, o enaltecer el ritmo y el baile de la cumbia
mestiza de nuestra tierra, o componer al amor, inspirado en el encanto de las mujeres ribereñas.
Por eso hay que resaltar la trascendencia de su
legado y recordarlo como un vocero de su pueblo.
Fue un hombre con una vocación crítica inclaudicable ante las luces y sombras de su sociedad; es así
que con la misma pasión de enamorado empedernido cantaba a su rosa momposina, también podía
exaltar al minero, al pescador sin fortuna, al gallo
tuerto o a los bogas de la piragua.
José Barros fue el juglar de los oficios sencillos
de su pueblo, el incansable defensor de nuestra
música vernácula y el pescador de la luna.
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LA VIDA DE JOSE BARROS
1945
Regresa a Colombia. Vive
una temporada en Bogotá
y graba el Gallo Tuerto, su
primer éxito internacional.
1915
El domingo 21 de marzo,
dos meses después de
terminadas las fiestas
de la Virgen de la
Candelaria— patrona del
viejo puerto sobre el rio
Magdalena—, nace José
Benito Barros Palomino
en El Banco, donde pasa
su infancia y vive su
adolescencia, siempre con
ansias de conocer mundo
y buscar fortuna.
32
1935
1940
Después de prestar el
servicio militar, Barros
deja su tierra natal y
empieza a recorrer el
país. Vive una temporada
en Medellín, donde se
encuentra el 24 de junio
de 1935 cuando ocurre el
accidente en que muere
Carlos Gardel. De allí se
traslada a Cali y, desde el
Puerto de Buenaventura,
empieza su travesía
internacional.
Llega a Guayaquil (Ecuador),
sale para Panamá con
rumbo a México y conoce
allí a uno de sus ídolos:
Agustín Lara.
En esta década recorre
Suramérica: Argentina,
Brasil, Perú. En Lima
graba su primera canción
Cantinero sirva tanda.
1948
1949
Se casa por primera vez con
Tulia Molano, con quien tiene
dos hijos: José y Sonia.
Vuelve al Caribe. Se
establece en Cartagena
y se une como cantante
a Los Trovadores de Barú:
graban para Discos Fuentes
alrededor de 40 temas.
33
1951
Se traslada a Barranquilla,
en donde vive 9 años. Allí
nacen sus hijos Adolfo,
Alberto, Alfredo y Abel,
cuya madre Amelia
Caraballo es la inspiración
de las canciones
románticas que compone
en este período.
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1954
1960
Deja su actividad de
cantante para dedicarse
solamente a la composición.
Se establece nuevamente
en Bogotá. En este
período compone una
de sus más bellas
canciones, La Piragua,
que se convierte en su
mayor éxito internacional.
1971
1984
En compañía de un grupo
de amigos, En El Banco
crea el Festival Nacional
de la Cumbia, buscando
rescatar los valores
culturales de su región.
En la década de
los ochenta recibe
numerosos homenajes,
entre ellos la Orden
Nacional al Mérito de
manos del Presidente
Belisario Betancur.
2002
Recibe el Premio Nacional
Vida y Obra del Ministerio
de Cultura de Colombia.
1970
Regresa a El Banco en
busca de tranquilidad
y vuelve a encontrar el
amor con la joven Dorita
Manzano, con quien tiene
tres hijos: Katiushka,
Verushka y Boris.
2007
Muere en Santa Marta
a los 92 años.
35
Este libro se terminó de imprimir en
Bogotá el primer día de diciembre
en el año 2015, como homenaje al juglar del río,
que en la sencillez de sus canciones dignificó
nuestra naturaleza tropical y nos enseñó que el
amor, como los discos, tiene dos caras:
la del afecto y la del dolor.
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