C13-12355.ANE CASO CLINICO 11/12/07 18:10 (Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. 2007; 54: 621-625) Página 621 CASO CLÍNICO Neuropatía óptica isquémica en el postoperatorio de cirugía de raquis lumbar M. A. Bermejo-Álvarez*, M. Carpintero*, G. García-Carro**, G. Acebal***, P. Fervienza*, F. Cosío* Servicios de *Anestesiología y Reanimación, **Oftalmología ***Unidad de Raquis. Hospital de Cabueñes. Gijón (Asturias). Resumen La causa más frecuente de complicaciones visuales en el postoperatorio de cirugía no oftalmológica es la neuropatía óptica isquémica. La incidencia es variable dependiendo de las series publicadas, en la mayoría de ellas, la cirugía de raquis realizada en decúbito prono aparece implicada. Exponemos el caso de una mujer de 47 años que tras una artrodesis lumbar, con unas pérdidas hemáticas de unos 900 mL, desarrolló una ceguera prácticamente total en el ojo izquierdo. En el examen oftalmológico realizado, fondo de ojo, angiofluoresceingrafía, campimetría y potenciales evocados visuales se diagnosticó una neuropatía óptica retrolaminar, que evolucionó desfavorablemente. Palabras clave: Neuropatía óptica isquémica. Pérdida visual postoperatoria. Cirugía de raquis. Introducción Las complicaciones visuales en la cirugía no ocular son poco frecuentes, pero con una gran trascendencia, debido a su mala evolución y a la tendencia a la cronificación. Además, implican una indudable repercusión médico-legal1. Resulta difícil establecer su incidencia; Stevens et al.2 en un estudio retrospectivo, en 3.450 cirugías en 3 hospitales de EEUU durante 9 años, identificaron 7 casos (0,20%). Chang et al3 del John Hopkins Hospital revisaron 14.102 intervenciones de raquis realizadas en 20 años, encontraron 4 casos de pérdida de visión (0,028%). Myers et al.4 por su parte, tras realizar una encuesta a 400 cirujanos de raquis, detectaron 37 casos, concluyendo que pueden existir aproximadamente un caso por cada 100 ciruja- Correspondencia: Miguel Ángel Bermejo Álvarez Camino de los Quiñones, 175-211 33203 Gijón (Asturias) E-mail: [email protected] Aceptado para su publicación en mayo de 2007. 51 Ischemic optic neuropathy after lumbar spine surgery Summary Ischemic optic neuropathy is the most common cause of visual complications after non-ophthalmic surgery. The incidence has varied in different case series, but prone-position spine surgery appears to be involved in most of the reports. We present the case of a 47-year-old woman who developed near total blindness in the left eye following lumbar spine fusion surgery involving the loss of 900 mL of blood. An ophthalmic examination including inspection of the ocular fundus, fluorescein angiography, and visual evoked potentials returned a diagnosis of retrolaminar optic neuropathy. Outcome was poor. Key words: Ischemic optic neuropathy. Postoperative vision loss. Spinal surgery. nos al año. En términos generales, se calcula que la incidencia global de afectación visual postoperatoria podría oscilar entre 1/60.000 y 1/125.000 de todas las anestesia realizadas5. La causa más frecuente de pérdida visual en el postoperatorio es la Neuropatía Óptica Isquémica (NOI), que representa más del 80% de los casos publicados, de los cuales la gran mayoría son secundarios a cirugía de la columna vertebral realizada en decúbito prono1. El mecanismo de producción de la NOI permanece aún mal comprendido, habiéndose implicado numerosos factores predisponentes 6. Exponemos a continuación un caso de NOI unilateral en el postoperatorio inmediato de una artrodesis vertebral lumbar, que evolucionó de forma desfavorable a pesar de su diagnóstico precoz. Caso clínico Se trataba de una mujer de 47 años, programada para artrodesis vertebral lumbar L4-L5 y L5-S1. Entre sus antecedentes personales destacaban: obesidad importante (IMC: 41,2 Kg m –2); hipotiroidismo en tratamiento sustitutivo 621 C13-12355.ANE CASO CLINICO 11/12/07 18:10 Página 622 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 54, Núm. 9, 2007 (eutiroidea en el momento de la cirugía); alergia a metamizol, y diversos antecedentes quirúrgicos (apendicectomía, epicondilitis y quiste tirogloso). Además, había recibido infiltraciones epidurales de corticoides y tratamiento médico con gabapentina por una lumbalgia crónica. El preoperatorio era normal con una cifra de hemoglobina de 12,8 g dL–1. La anestesia general llevada a cabo en la paciente fue realizada mediante inducción con propofol 2 mg Kg –1, remifentanilo 0,3 μg Kg–1min–1 y rocuronio 0,5 mg Kg–1 previa atropinización con 0,7 mg. Al colocar a la paciente en decúbito prono se utilizó un accesorio de gel de silicona para la protección facial (que permite situar la cabeza en posición neutra con las órbitas libres de presión), igualmente se protegieron crestas ilíacas, tórax y abdomen. El mantenimiento se realizó con remifentanilo (0,1-0,3 μg Kg–1min–1), sevoflurano 0,5-1% y rocuronio en perfusión continua (0,4 mg Kg –1h –1). Los parámetros respiratorios seleccionados fueron: volumen corriente (VT): 0,8 L, frecuencia respiratoria por minuto (FR) 14, FiO2: 0,4 y presión positiva espiratoria final (PEEP) 4 cm H2O. Monitorizamos la presión arterial no invasiva, el electrocardiograma, la capnografía, los gases anestésicos, la pulsioximetría y la diuresis horaria. Durante la intervención no se produjeron episodios de taqui o bradiarritmias y las cifras de presión arterial sistólica fueron superiores a 100 mmHg, excepto un periodo de tiempo, inmediatamente después de la inducción, de unos 10 minutos de duración en que estuvieron por debajo, llegando a valores mínimos de 82/43 mmHg, la recuperación fue rápida mediante infusión de cristaloides y reducción de la dosis de remifentanilo y sevoflurano. No se utilizaron fármacos vasodilatadores y la saturación de O2 se mantuvo siempre por encima de 96% con unos valores de CO2 espirado (Et CO2) entre 33 y 46 mmHg. Las pérdidas hemáticas estimadas fueron de 900 mL, y se perfundieron 4.500 mL de soluciones cristaloides, 1.000 mL de coloides y un concentrado de hematíes en un periodo de tiempo de casi 4 horas que duró la intervención. A las 3 horas de iniciada la cirugía, se constató una hemoglobina de 10 gdL–1 y un hematocrito de 31%. Se transfundió en ese momento el concentrado de hematíes y 30 minutos antes de la reversión de la anestesia se inyectaron 8 mg de cloruro mórfico IV. La paciente se extubó en quirófano sin problemas y se traslado a Reanimación, allí comenzó a referir una importante disminución de la agudeza visual de su ojo izquierdo. Inmediatamente fue cursada una petición de consulta al oftalmólogo de guardia, quien tras una primera exploración confirmó la afectación visual con discromatopsia, pulso venoso positivo, mácula normal, sin mancha “rojo cereza” y papila discretamente más pálida en relación al ojo derecho. No se apreciaba reflejo foveal compatible con embolización u obstrucción de la arteria oftálmica. A las 12 horas continuaba observándose una discreta palidez de papila, mínima percepción de luz, polo anterior normal y fondo de ojo con mácula y pulsos venosos normales. Durante esas primeras horas de estancia en Reanimación, no se produjeron incidencias cardiovasculares ni episodios de hipotensión. Los 622 valores de hemoglobina analizados fueron de 8,1 g dL–1; 8,7 g dL–1; y 7,8 g dL–1 a las 2, 6, y 12 horas respectivamente. Se transfundieron en ese periodo de tiempo 2 concentrados de hematíes. La clínica oftalmológica permaneció sin cambios los siguientes días, se realizó un fondo de ojo con angiofluoresceingrafía retiniana (Figura 1), descartándose el origen vascular isquémico u obstructivo de la lesión. En la campimetría inicial se apreciaba un gran escotoma periférico absoluto y central relativo (Figura 2). Cuando la evolución postoperatoria de la paciente lo permitió, se realizó una exploración electrofisiológica mediante potenciales evocados visuales. Se observaron ondas en ojo izquierdo con morfología irregular, asimetría en las latencias y significativa caída de amplitudes de más del 50%, lo cual permitía descartar el origen cortical de la lesión. Estos hallazgos orientaban el diagnóstico hacia una neuropatía óptica con componente axonal de probable etiología isquémica (Figura 3). En una nueva exploración realizada 6 meses después, la agudeza visual permanecía en una situación similar (inferior al 5%), así como la campimetría y los potenciales evocados visuales (persistencia de asimetría de latencias y severa caída de amplitud). Discusión Desde la primera descripción, en los años cincuenta, de pérdida visual tras una cirugía espinal el número de casos publicados se ha ido incrementando. Este hecho es debido, no sólo al mayor volumen de cirugía de raquis, sino también a la mayor agresividad de ésta. En este sentido, en 1995 Williams et al alertaron sobre el creciente número pacientes afectados7, lo que llevó en 1999 a la American Society of Anesthesiologists a crear el ASA Postoperative Visual Loss Registry (POVL Registry.) (www.asaclosedclaims.org). Los primeros resultados de 6 años de casos remitidos a este registro han sido publicados recientemente, concretamente de 131 casos enviados, 93 eran secundarios a cirugía de columna (70,99%), de ellos el 89% eran NOI y el 11% oclusiones de la arteria central de la retina. Entre los pacientes que desarrollaron NOI, el 96% habían tenido una pérdida hemática mayor de 1.000 mL y el tiempo quirúrgico había sido superior a 6 horas. En nuestro caso tanto las pérdidas hemáticas como la duración fueron sensiblemente inferiores Otras cirugías no oculares en las cuales puede producirse afectación visual, si bien con menor frecuencia, son cirugía cardiaca, cirugía vascular aórtica o carotídea y cirugía ortopédica8. Existen tres formas clínicas de afectación visual postoperatoria. Las dos menos frecuentes son la lesión en córtex occipital de origen embólico o isquémico y la oclusión en la microvasculatura retiniana. La exploración del fondo de ojo suele ser normal en la lesión 52 C13-12355.ANE CASO CLINICO 11/12/07 18:10 Página 623 M. A. BERMEJO-ÁLVAREZ ET AL– Neuropatía óptica isquémica en el postoperatorio de cirugía de raquis lumbar Fig. 1. Fondo de ojo con angiofluoresceingrafía retiniana. Columna de la izquierda ojo izquierdo. Columna de la derecha ojo derecho. Integridad vascular, mácula normal, sin mancha que descarta oclusión de la arteria central de la retina. Discreta palidez de la papila izquierda en relación con la derecha. cortical mientras que la semiología es muy descriptiva en la lesión vascular (hemorragias retinianas, manchas algodonosas, oclusiones vasculares etc.) especialmente evidentes en la angiofluoresceingrafía2,4. Desde el punto de vista clínico, en la afectación occipital es característica la aparición de una disociación estatocinética o fenómeno de Riddock: conservación de la capacidad de visión de los objetos en movimiento pero no de los objetos estáticos 2. Además en la cirugía extensa de raquis los pacientes con shunt intracardiaco tienen una mayor predisposición al embolismo cerebral o retiniano con afectación visual9. En ambos casos de complicaciones vasculares y corticales, el pronóstico de recuperación funcional es poco favorable con el tiempo1,2. La causa más frecuente de afectación de la función visual es la isquemia del nervio óptico o neuropatía 53 óptica isquémica secundaria a hipoperfusión de esta estructura nerviosa en el intraoperatorio2. Se sabe que la presión de perfusión del nervio óptico es directamente proporcional a la presión de las arterias ciliares posteriores e inversamente proporcional a la presión intraocular, además la región posterior de este nervio se irriga a partir de las arterias piales posteriores, ramas de la oftálmica que carecen de autorregulación, motivo por el cual esta zona es más vulnerable a la isquemia por hipoperfusión10. En nuestro caso la cabeza permaneció en posición neutra mediante un accesorio de gel de silicona, habitualmente utilizado para la cirugía en decúbito prono, que permite a los globos oculares quedar libres de presión al focalizar los puntos de presión en la frente y el mentón. La NOI puede aparecer en cualquier situación que se acompañe de hipotensión mantenida y súbita: cirugía 623 C13-12355.ANE CASO CLINICO 11/12/07 18:10 Página 624 Rev. Esp. Anestesiol. Reanim. Vol. 54, Núm. 9, 2007 Fig. 2. Campimetría visual. Ojo derecho normal (imagen derecha). Ojo izquierdo con gran escotoma absoluto a nivel periférico y relativo a nivel central (imagen izquierda). cardiaca con circulación extracorpórea, diálisis renal, corrección rápida de una hipertermia maligna, también se ha descrito como complicación de la arteritis de células gigantes11. Pero además cualquier causa que origine un incremento de la PIO puede favorecer la aparición del cuadro como: compresión extrínseca del globo ocular por el decúbito, aumento de la PVC, disminución del retorno venoso (excesiva lateralización de la cabeza con compresión de yugular, cabeza muy baja en relación al plano del tronco, malposición quirúrgica etc.)12. Está demostrado que el decúbito prono en pacientes anestesiados eleva la PIO a lo largo del tiempo, por lo tanto en estos pacientes a pesar de mantener la presión arterial dentro de valores normales podría verse reducida la perfusión13. No obstante, existe un caso publicado en el que la intervención se realizó en posición de decúbito lateral3. La clínica visual no permite distinguir la NOI anterior de la posterior, en ambas ésta es muy variable, de un ligero defecto campimétrico a la práctica abolición de la percepción lumínica. El diagnóstico diferencial deberá realizarse mediante potenciales evocados visuales y estudio del fondo de ojo. En la NOI posterior éste es normal al inicio del cuadro, mientras que se apreciará edema de papila en la NOI anterior desde el principio. Una vez evolucionado el cuadro, a los pocos días ambas formas pueden ser indistinguibles8. 624 Existen numerosas revisiones publicadas en relación con esta grave complicación. Ho et al.12 analizan los casos publicados de NOI tras cirugía de raquis, encontrando 17 casos de NOI posterior y 5 de NOI anterior. La mayoría de las intervenciones son sobre el raquis lumbar, aunque se han descrito casos a todos los niveles. Los síntomas aparecen generalmente en las primeras 24 horas, incluso en el 59% de las NOI posteriores el cuadro debuta ya en el momento de finalización de la anestesia. Un porcentaje importante de los pacientes son diabéticos o hipertensos de larga evolución (47% de las NOI anteriores y 80% de las NOI posteriores). Los tratamientos utilizados están orientados, bien a la optimización de la presión de perfusión (mantenimiento hemodinámico, perfusión de coloides, cristaloides etc.) o a la reducción de la PIO (manitol, acetazolamida, timolol tópico). A pesar de iniciarse un tratamiento precoz en la mayoría de los pacientes y de que en los pacientes tratados la evolución es generalmente más favorable en relación con los no tratados, esta mejoría suele ser mínima Es importante recordar que no se recomienda la utilización de agentes vasopresores para elevar la presión arterial, ya que pueden inducir vasoconstricción en la microcirculación retiniana2,14. La mayoría de los casos descritos reúnen una serie de características clínicas comunes como tratarse de cirugías prolongadas, en posición prona, con grandes 54 C13-12355.ANE CASO CLINICO 11/12/07 18:10 Página 625 M. A. BERMEJO-ÁLVAREZ ET AL– Neuropatía óptica isquémica en el postoperatorio de cirugía de raquis lumbar mente relacionada con el procedimiento quirúrgico con importante trascendencia clínica y médico-legal, con escasas expectativas de mejoría y, cuya etiopatogenia continúa aún sin aclarar. Se debe ser cauto en la utilización de hipotensión controlada en pacientes de riesgo (fundamentalmente diabéticos e hipertensos); tratar precozmente los desequilibrios hemodinámicos y hematológicos; evitar la sobrepresión en abdomen, tórax y órbitas (mediante los dispositivos adecuados) así como evitar situar la cabeza en un plano inferior al tórax. Además es importante la vigilancia de la función visual en el postoperatorio inmediato para un tratamiento precoz. Por último, y a pesar de su mínima incidencia, la mayoría de los autores recomiendan que en el consentimiento informado específico para la cirugía de raquis con instrumentación se recoja la posibilidad de su aparición y se discuta con el paciente, especialmente en aquellos con un mayor riesgo15. Fig. 3. Potenciales Evocados Visuales con estimulo luminosos por damero alternante a 2/segundo con registro en área occipital. Ojo izquierdo (3 ondas superiores): morfología irregular en la respuesta, con asimetría de latencias en relación al ojo derecho y significativa caída de amplitud superior al 50 % en relación al contralateral. Ojo derecho (3 ondas inferiores): configuración, morfología y latencias normales. pérdidas hemáticas, importantes cantidades de coloides y cristaloides perfundidos y generalmente con patologías asociadas como hipertensión y diabetes2,12. En nuestro caso se realizó la intervención en decúbito prono durante 4 horas, en una paciente con obesidad mórbida, pero la pérdida hemática no fue excesiva (900 mL, hemoglobina mínima 7,8 g dL–1) y no se produjeron grandes desequilibrios hemodinámicos. En muchos de los casos publicados, no existe ningún factor que pueda considerarse determinante, y se ha postulado que la infusión de grandes volúmenes de cristaloides y coloides, circunstancia que no se produce en esta paciente, en posición prona durante largo tiempo, puede hacer que se coleccionen éstos en la periferia del nervio óptico, y a lo largo del tiempo generar un incremento de presión venosa, que pueda llegar a diminuir la presión de perfusión de este nervio. Este hecho, combinado con los factores anteriormente expuestos, podría ser el elemento determinante en la aparición de la complicación visual12. Para otros autores, esta afección sería consecuencia de un “síndrome compartimental del nervio óptico” en el que el incremento del líquido intersticial y la presión venosa en un espacio relativamente no distensible como es el canal óseo óptico y la lámina cribosa del etmoides, produciría la afectación del nervio y la clínica oftalmológica8,12. En resumen, la NOI es una complicación directa55 BIBLIOGRAFÍA 1. Warner MA. Postoperative visual loss. Expert, data, and practice. Anesthesiology. 2006;105(4):641-2. 2. Stevens WR, Glazer PA, Kelley SD, Lietman TM, Bradford DS. Ophthalmic complications after spinal surgery. Spine. 1997;22(12):1319-24. 3. Chang SH, Miller N R. The incidence of vision loss due to perioperative ischemic optic neuropathy associated with spine surgery: the Johns Hopkins experience. Spine. 2005;30(11):1299-302. 4. Myers MA, Hamilton SR, Bogosian AJ, Smith CH Wagner TA. Visual loss as a complication of spine surgery. A review of 37 cases. Spine. 1997;22(12):1325-9. 5. 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