RAE 1. TIPO DE DOCUMENTO: Trabajo de grado para optar por el título de MAGISTER EN TEOLOGÍA DE LA BIBLIA 2. TITULO: LA HUMILDAD, LA VERDAD, Y LA ORACIÓN COMO PROPICIADORES DE LA MISERICORDIA DE DIOS EN LA PARABOLA DEL FARISEO Y EL PUBLICANO EN EL EVANGELIO DE LUCAS. 3. AUTORES: Santiago Rodríguez Olivos 4. LUGAR: Bogotá, D.C. 5. FECHA: Febrero de 2014 6. PALABRAS CLAVE: Oración, Humildad, Fariseo, Publicano, Dios, Parábola, Misericordia, Justificación. 7. DESCRIPCION DEL TRABAJO: El objetivo principal de este proyecto es estudiar y analizar la parábola del fariseo y el publicano en Lc 18, 9-14 para descubrir como la humildad, la verdad y la oración pueden propiciar la Misericordia de Dios y alcanzar la justificación ante El. Se realiza el estudio de la teología del texto y como se puede aplicar la enseñanza del texto en la actualidad. 8. LINEAS DE INVESTIGACION: Línea de Investigación de la USB: Biblia, teología y educación. 9. FUENTES CONSULTADAS: Bailey, Kenneth. “Las parábolas de Lucas. Un acercamiento literario a través de la mirada de los campesinos de oriente medio”. Miami: Editorial Vida, 2009. Bovon, Francois. “El Evangelio Según San Lucas III”. Salamanca: Editorial Sígueme, 2002. Fitzmyer, Joseph. “El Evangelio según san Lucas III”. Madrid: editorial Cristiandad, 1986. George, Agustín. “El Evangelio según san Lucas”. Estella Navarra: editorial Verbo Divino, 1976. Jeremías, Joachim. “Las parábolas de Jesús”. Estella: Verbo Divino, 1981. Kasper Walter, “La Misericordia, clave del Evangelio y la vida cristiana”. Santander: editorial SalTerrae, 2012. López Vergara, Juan. “Señor, enséñanos a orar: las parábolas de la oración propias del tercer evangelio, contenidas en la “sección central” como paradigma de la relación con Dios”. Estella: Verbo Divino, 2011. Schmid, Josef. “El Evangelio según san Lucas”. Barcelona: Editorial Herder, 1968. 10. CONTENIDOS: Con el propósito de identificar nuevas directrices teológicas que sigan iluminando las actitudes necesarias para una efectiva relación con Dios, el presente trabajo se propone abordar científicamente, utilizando el método histórico-crítico con componentes sincrónicos, la parábola del fariseo y el publicano cuyo tema es la oración como elemento propio del fondo lucano que sobresale por presentar con más frecuencia a Jesús en oración que cualquier otro Evangelio. El texto de estudio se encuentra dentro del género de la “parábola”, teniendo en cuenta que el mismo texto nos informa que Jesús les dijo una parábola (Lc 18,9). Además de la importancia del tema, el género literario “parábola” constituye un factor relevante para conocer las intenciones del autor en temas teológicos como el de la perícopa del presente estudio. 11. METODOLOGIA: Es de carácter exegético, con un enfoque diacrónico y sincrónico. 12. CONCLUSIONES: Con referencia a los datos obtenidos en el análisis exegético, podemos afirmar que la perícopa estudiada sigue dando nuevas directrices teológicas que iluminan las actitudes necesarias para una efectiva relación con Dios. Dentro de las acciones comunes a ambos orantes: Subir y orar para hallar justificación ante el mismo destinatario (Dios). Se encuentran cargas semánticas fuertes que marcan la diferencia en el resultado obtenido. En primer lugar todo lo que hace o dice el fariseo denota auto-exaltación y rechazo a los demás. Mientras tanto, en el publicano todo expresa humillación, vergüenza, carencia, desconfianza de sí mismo, confianza en la misericordia de Dios. Estos parámetros sobre la oración, en la parábola del fariseo y el publicano, muestran que la oración debe ir acompañada de la humildad como su cualidad de fondo. Dado esto el Señor muestra con la parábola que hay que hacer la oración a Él, con una actitud de humildad, sencillez y verdadera confianza en Dios. 1 La humildad, la verdad y la oración como propiciadores de la Misericordia de Dios en la parábola del fariseo y el publicano en el Evangelio de Lucas. SANTIAGO RODRÌGUEZ OLIVOS UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA FACULTAD DE TEOLOGÍA MAESTRÍA EN TEOLOGÍA DE LA BIBLIA BOGOTÀ 2013 2 La humildad, la verdad y la oración como propiciadores de la Misericordia de Dios en la parábola del fariseo y el publicano en el evangelio de Lucas. SANTIAGO RODRÌGUEZ OLIVOS DIRECTOR DE TRABAJO DE GRADO: DR. GERARDO VANEGAS TRABAJO PRESENTADO COMO REQUISITO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE MAGISTER EN TEOLOGÍA DE LA BIBLIA UNIVERSIDAD DE SAN BUENAVENTURA FACULTAD DE TEOLOGÍA MAESTRÍA EN TEOLOGÍA DE LA BIBLIA BOGOTÀ 2013 3 Nota de aceptación: _____________________________________ _____________________________________ _____________________________________ _____________________________________ _____________________________________ _____________________________________ _____________________________________ Firma del presidente del jurado _____________________________________ Firma del jurado _____________________________________ Firma del jurado 4 Tabla de Contenido INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 7 I. Planteamiento del Problema ..................................................................................... 8 II. Justificación ............................................................................................................ 9 III. Objetivo general ................................................................................................... 10 IV. Objetivos específicos ............................................................................................ 10 V. Antecedentes ......................................................................................................... 10 VI. Marco teórico ....................................................................................................... 11 VII. Descripción de la metodología......................................................................... 14 1. TEXTO .......................................................................................................................... 15 1.1. Determinación del texto a ser estudiado ............................................................ 15 1.2. Crítica Textual ..................................................................................................... 16 2. UBICACIÓN DEL TEXTO. ......................................................................................... 18 2.1. Contexto literario: El Autor, su contexto y su obra. ......................................... 18 2.2. Aspectos Literarios del Evangelio. ..................................................................... 19 2.3. Contexto amplio. .................................................................................................. 20 2.4. Delimitación .......................................................................................................... 21 3. ANÁLISIS DEL TEXTO .............................................................................................. 24 3.1. Estructura interna del texto. ....................................................................................... 24 3.2. Análisis Sintáctico ................................................................................................ 30 3.3. Cohesión Textual.................................................................................................. 31 3.3.1. Relaciones Explícitas ........................................................................................ 31 3.3.2. Relaciones Implícitas........................................................................................ 32 3.3.3. Conexiones ........................................................................................................ 33 3.4. Análisis semántico y narrativo. ........................................................................... 33 3.4.1. Creerse justos gracias a ellos mismos: exaltación. ........................................ 34 3.4.2. Dos hombres suben al templo a orar. ............................................................. 37 3.4.3. Presentación del Fariseo. ................................................................................ 40 3.4.4. Presentación del publicano ............................................................................. 45 3.4.5. Conclusión de Jesús.......................................................................................... 48 3.4.6. El juicio de Jesús .............................................................................................. 48 3.4.7. La expresión de la máxima. ............................................................................. 50 3.5. Género Literario. ................................................................................................. 55 3.6. Función del texto .................................................................................................. 56 4. DESARROLLO TEMAS TEOLÓGICOS .................................................................... 57 4.1 La Oración ............................................................................................................ 57 4.2 La Humildad ........................................................................................................ 59 5 4.3 La Justificación .................................................................................................... 62 4.3.1 Antiguo Testamento ......................................................................................... 62 4.3.2 Nuevo Testamento ............................................................................................ 63 4.4 La Misericordia de Dios ...................................................................................... 65 5. APLICACIÓN ACTUAL ............................................................................................. 70 5.1 La Oración ............................................................................................................ 71 5.2 La Humildad ........................................................................................................ 76 6. CONCLUSIONES. ....................................................................................................... 79 7. Bibliografía.................................................................................................................... 81 7.1 Fuentes primarias ................................................................................................ 81 7.2 Fuentes Consultadas ............................................................................................ 81 7.3 Fuentes Secundarias ............................................................................................ 81 7.4 Fuentes Digitales .................................................................................................. 86 6 INTRODUCCIÓN. Con el propósito de identificar nuevas directrices teológicas que sigan iluminando las actitudes necesarias para una efectiva relación con Dios, el presente trabajo se propone abordar científicamente, utilizando el método histórico-crítico con componentes sincrónicos, la parábola del fariseo y el publicano cuyo tema es la oración como elemento propio del fondo lucano que sobresale por presentar con más frecuencia a Jesús en oración que cualquier otro Evangelio: Nueve en total (3,21; 5,16; 6,12; 9,18; 9,28-29; 10, 21-22; 11,1; 22, 41; 23,34.46), de las cuales solo dos tienen paralelo en los otros sinópticos (Lc 10,21-22//Mt 11,25-27; Lc 22,41//Mc 14,35; Mt 26,39). También es pertinente recordar que el libro de Hechos es la única narración neotestamentaria que relata los hábitos de oración de la Iglesia primitiva. El texto de estudio se encuentra dentro del género de la “parábola”, teniendo en cuenta que el mismo texto nos informa que Jesús les dijo una parábola (Lc 18,9). Además de la importancia del tema, el género literario “parábola” constituye un factor relevante para conocer las intenciones del autor en temas teológicos como el de la perícopa del presente estudio. Resulta interesante constatar que mientras Lucas refiere treinta y tres parábolas en su evangelio, en Marcos solo hay ocho y en Mateo veinticuatro; es decir, el evangelio lucano contiene más parábolas que la suma de las parábolas de los dos primeros sinópticos. Aunque es muy sabido que a Lucas se le conoce como el “evangelista de la oración” 1, hemos considerado que en tema tan relevante en la vida de fe, aún queda amplio rango para la investigación, pues relativamente, existen pocos trabajos monográficos y poco menos de una veintena de artículos publicados en revistas especializadas que abordan de forma específica el tema de la oración2. De esta parábola pueden surgir preguntas como: ¿Cuál es la intención del fariseo?, ¿Esta intención del fariseo es la misma que la del publicano?, ¿El publicano buscaba ser justificado?, ¿El publicano entendía la justificación como el perdón de sus pecados?, ¿Qué 1 Juan López Vergara, “Señor, enséñanos a orar: las parábolas de la oración propias del tercer evangelio, contenidas en la “sección central” como paradigma de la relación con Dios”, (Estella: Verbo Divino, 2011), 20. 2 Ibid., 22. 7 actitudes tienen cada uno?, ¿Por qué a Dios le agradaron las palabras de uno y no del otro?, ¿Qué nos quiere enseñar Jesús con esta parábola?, entre otras, ¿Qué nos permitirá descubrir su significado en su tiempo para poder traerlo a nuestro tiempo? I. Planteamiento del Problema La cultura y la sociedad actual hacen creer que el hombre de hoy no necesita de Dios 3, en donde poco a poco se le va sacando de todas partes pero sobre todo de su corazón . Esto trae como consecuencia que el hombre se empiece a cerrar a una experiencia de Dios4 lo que puede originar que él no experimente su Amor y su Misericordia. Ese desconocimiento de la Misericordia de Dios hace que el hombre viva una vida donde no se reconoce quien es el mismo y esa cultura lo invita a tener actitudes de superioridad 5 y de mostrar que se es autosuficiente. Esta situación influye también en los cristianos, en donde muchas veces se piensa que por creer en Dios y cumplir con ciertas normas y leyes son superiores a los demás6 o ya están salvados o justificados. Estas personas no sienten la necesidad de la Misericordia de Dios porque consideran que son buenas y que al cumplir con unos ritos (llámese eucaristía dominical entre otras) y normas, están bien delante de Dios y creen que por ello se pueden convertir en jueces de los demás, alabando su propia conducta y actitudes, y condenando la de los otros. Solo cuando una persona creyente abre su corazón a Dios para dejar que El obre en ella, se empieza a experimentar su Amor y ese Amor es el que permite al cristiano creyente empezar a reconocerse a si mismo como es y darse cuenta de la necesidad de Misericordia que tiene7. Esta situación abarca a cada uno de los creyentes y se tiene que empezar a analizar, a reflexionar como se es la relación de cada uno con Dios y con el prójimo, para entender que 3 Cf. Juan Antonio Estrada, “El futuro de Dios en una sociedad laica” (España: Ponencia de la XIII Semana Andaluza de Teología, 2006), 3. 4 Cf. Raul Berzosa Martínez, “10 desafíos al cristianismo desde la nueva cultura emergente” (EstellaNavarra: editorial Verbo Divino, 2004), 130-131 y 135. 5 Cf. Ibíd., 84. 6 Cf. Ibíd., 84. 7 Cf. Juan Palbo II, “Dives in Misericordia” (Bogotá: editorial Paulinas, 2003), 7. 8 uno solo es criatura delante del Creador y que Dios siendo misericordioso también es Justo y que algún día cada uno tendrá que estar delante de Dios para responder por nuestro amor en este mundo (Mt 25, 31-46). También se puede encontrar en el cristiano de hoy la dificultad que se tiene para la oración. Esta dificultad se puede entender de diferentes maneras: falta de tiempo (se pone por excusa donde los deberes humanos se colocan por encima de los deberes con Dios), no se sabe cómo orar, la oración solo en momentos de emergencia o necesidad (acá encontramos al Dios bombero), la forma de orar no es adecuada (se repiten frases u oraciones sin saber lo que se dice), la poca perseverancia en la oración, la oración sin conciencia de lo que se dice (distracción en la oración), la falta de humildad, la oración como una costumbre y no como un dialogo personal con Dios, en fin, se pueden enumerar varias situaciones que hacen que la oración no se vuelva eficaz ni tenga el sentido apropiado. II. Justificación Jesús, como enviado del Padre, quiere mostrarnos como nos ama ese Padre y como nos concede a todos su Misericordia. El evangelio de Lucas es, muy bien llamando, el Evangelio de la Misericordia8 porque nos revela como Jesús es misericordioso con todos los que están a su alrededor y como nos va enseñando, para que nosotros aprendamos a practicar esa misericordia. Lucas nos ilustra esto a través de varias parábolas que Jesús enseña y de la propia vida del Señor. El estudio que comprende este trabajo radica en la profundización del sentido de la parábola del fariseo y el publicano como una muestra del amor y la misericordia que tiene Dios con cada uno de nosotros y que El quiere que sea difundida a todo el mundo. De esta parábola pueden surgir preguntas como: ¿Cual es la intención del fariseo?, ¿Esta intención del fariseo es la misma de la del publicano?, ¿El publicano buscaba ser justificado?, ¿El publicano entendía la justificación como el perdón de sus pecados?, ¿Qué actitudes tienen cada uno?, ¿Por qué a Dios le agrado las palabras de uno y no del otro?, 8 Cf. Juan Palbo II, “Dives in Misericordia” (Bogotá: editorial Paulinas, 2003), 16. 9 ¿Qué nos quiere enseñar Jesús con esta parábola?, entre otras, que nos permitirán descubrir su significado en su tiempo para poder traerlo a nuestro tiempo. III. Objetivo general Estudiar y analizar la parábola del fariseo y el publicano en Lc 18, 10-14 para descubrir como la humildad, la verdad y la oración pueden propiciar la Misericordia de Dios y alcanzar la justificación ante El. IV. Objetivos específicos Realizar una aproximación exegética de la parábola para entender su contenido y sentido. Analizar como a través de la Misericordia de Dios se alcanza la justificación en la parábola del fariseo y el publicano. Hacer una reflexión hermenéutica y teológica a partir de la parábola del fariseo y el publicano para el cristiano de hoy. Analizar las características fundamentales que permiten propiciar la Misericordia de Dios que se encuentran en la parábola. V. Antecedentes Dentro del campo y los objetivos de la investigación no se encuentran estudios aplicados. Sin embargo sobre la parábola en particular se tienen los siguientes estudios: “El Desenmascaramiento de un despreciador prestigioso, lectura semiótica de la parábola del fariseo y el publicano - Lucas 18,9-14” de René Kruger donde, como dice el título, realiza una lectura semiótica de la parábola, comparando las formas de actuar del fariseo y el publicano. “Las parábolas de la oración propias del tercer Evangelio, contenidas en la ‘sección central’, como paradigma de una auténtica relación con Dios” de Juan López Vergara, donde hace un estudio de varias parábolas de Lucas (“El amigo 10 importuno” (11, 5-8); “El juez y la viuda” (18, 1-8); y “El fariseo y el publicano” (18, 9-14) ) desde el punto de vista solo de la oración, que se puede ver en varios pasajes del Evangelio. El fariseo y el publicano (Lc 18, 9-14). Escritura y tradición. Un ejemplo. Escrito por Juan Luis Caballero García donde realiza un análisis semiótico, un análisis narrativo, un análisis de la estética, y la recepción del texto en Orígenes. Teniendo en cuenta estos estudios anteriores se vuelve pertinente el estudio de esta parábola con otros enfoques adicionales relacionados con la humildad, la justificación y la misericordia de Dios para darle un sentido más completo al mensaje que Dios nos quiere dar a través de dicha parábola. VI. Marco teórico El Evangelio de Lucas conocido también como el Evangelio de la Misericordia, nos muestra de manera pedagógica, en forma de parábolas, la Misericordia del Padre y de Jesús mismo. El trabajo se enmarca en el género de la parábola como un texto corto y que deja alguna enseñanza. La parábola aunque narre hechos realistas no significa que hayan ocurrido realmente, es decir, son relatos ficticios con sucesos imaginables basados en atributos, acciones y actitudes propios de la realidad, y que son conocidos por el relator y los receptores. En el Evangelio de Lucas se encuentran el mayor número de parábolas dentro de los Evangelios Sinópticos, con un total de 33, mientras que Marcos tiene 8 y Mateo tiene 24. La parábola del fariseo y el publicano (18, 9-14) no es ajena a esta enseñanza y puede ubicarse dentro de un contexto específico y una temática que ofrece varias enseñanzas. Ésta contiene una introducción y conclusión de parte de Jesús que van a enmarcar su contenido propio y la enseñanza a tratar. Esta parábola no se encuentra en Marcos ni en Mateo por lo que es material propio de Lucas. 11 Se ha tratado de ubicar esta parábola dentro de las parábolas de la oración9, teniendo en cuenta sobre todo el pasaje anterior referente a la parábola de la viuda y el juez injusto (18, 1-8) y a que en el contenido de la parábola del fariseo y el publicano tiene la oración como modos de actuar de los personajes. Adicionalmente se debe tener en cuenta que Lucas tiene un gran interés en la oración 10 sobre todo mostrando a un Jesús orante mucho más que en los otros Evangelios11. Sin embargo la parábola no parece centrarse solo en la oración, sino que quiere mostrar más cosas, como por ejemplo las actitudes de cada personaje, de su forma de ver a Dios (dependiendo de su forma de verlo, así será su forma de relacionarse con El) y lo que cada uno de ellos es y buscaba por medio de la oración. En otras palabras la oración sirve aquí de medio y no de fin. Las actitudes, precisamente de cada personaje, son determinantes para percibir con más claridad el mensaje de la parábola teniendo en cuenta que son dos actitudes contrarias y no similares las que tienen los personajes12. Dichas actitudes hacen resaltar una pregunta importante: ¿Quién es Dios para cada uno? Y también la pregunta: ¿Quién soy yo delante de Dios?. Esto hace cuestionar sobre qué tipo de relación tiene el fariseo y el publicano con Dios para entender sus actitudes y comprender cuál es la relación que realmente quiere tener Dios con cada uno de nosotros, si como la del fariseo o como la del publicano. Es preciso destacar estas actitudes del publicano como la humildad y la verdad que hacen un llamado a que cada cristiano tenga esas mismas actitudes13. 9 Cf. Francois Bovon, “El Evangelio Según San Lucas III” (Salamanca: Editorial Sígueme, 2002), 253 Cf. Agustin George, “El Evangelio según san Lucas” (Estella Navarra: editorial Verbo Divino, 1976), 4243. 11 Cf. Juan Lopez Vergara, “Señor enséñanos a orar: Las parábolas de la oración propias del tercer evangelio, contenidas en la sección central, como paradigma de relación con Dios” (España: editorial Verbo Divino, 2011), 9. 12 Cf. Francois Bovon, “El Evangelio Según San Lucas III” (Salamanca: Editorial Sígueme, 2002), 256. 13 Cf. Ibid., 256. 10 12 También se debe tener presente el sentido de la justicia (llámese justificación) que plantea Lucas en la parábola, ya que en ella nos va a mostrar como actúa Dios en relación a cada personaje y a las actitudes de cada uno de ellos. Esta justificación se puede plantear como una consecuencia de una acción previa de Dios. Esta acción se relaciona directamente a su misericordia, es decir, que la justificación en el texto se obtiene mediante y exclusivamente de la misericordia de Dios. La parábola nos va a indicar el modo de obtener esa misericordia para alcanzar la justificación. En base a esto la parábola nos puede indicar que el cumplimiento estricto de la ley no garantiza que se alcanzará la justicia que viene de Dios.14 Se debe aclarar que esta justificación que se plantea en la parábola es propia de Lucas, en donde Jesús nos muestra de que se trata esta justificación con la sentencia final del versículo 14: “…los que se humillan serán enaltecidos y lo que se enaltecen serán humillados”. Otro punto importante del relato de la parábola está enmarcada en sus personajes: El fariseo y el publicano. • Fariseo: En los textos de los Evangelios sinópticos se habla de los fariseos como un grupo religioso que cumplía estrictamente la ley. Adicionalmente en varios pasajes de los Evangelios se denota un enfrentamiento entre ellos y Jesús debido a sus prácticas y actitudes. Los fariseos eran considerados en su época como una comunidad santa, debido a que eran aquellos que ponían en estricta practica los preceptos de la ley, sin embargo no tenían formación de escribas, aunque se relacionaban estrechamente con ellos15. En el contexto de la parábola el fariseo llega al templo de Jerusalén, estando de pie se puso a orar y luego bajo del templo. • Publicano: El publicano era aquel personaje encargado de ser recaudador de impuestos para el imperio romano. Eran considerados como pecadores ya que tenían fama de cobrar más de la cuenta. Era un oficio despreciado entre la sociedad, por lo que no era sorprendente que en la parábola se narre como el fariseo desprecia especialmente al publicano y además era una actitud propia de los fariseos. Sobre todo en el Evangelio de 14 Cf. Kenneth Bailey, “Las parábolas de Lucas. Un acercamiento literario a través de la mirada de los campesinos de Oriente Medio.” (Miami: Editorial Vida, 2009), 241. 15 Cf. Joaquim Jeremías, “Jerusalén en tiempos de Jesús” (Madrid: ediciones Cristiandad, 2000) , 321-322. 13 Lucas se hace mucho énfasis en los publicanos de manera muy particular con Zaqueo (Lc 19,2). En el contexto de la parábola el publicano llega también al templo, estando de pie, se puso a orar alejado de los demás y luego bajo del templo. El estudio de esta parábola va a permitir establecer claramente y más profundamente el sentido de la misma, su mensaje, su teología, su temática, que es lo que Jesús nos quiere trasmitir por medio de ella. El mensaje se hace actual para cada uno en esta época ya que, como se encontrará, el texto tiene un contenido teológico para el hombre de todos los tiempos, sobre todo mostrando como Dios quiere hacernos ver varios aspectos de la vida que nos permitirán estar más cerca o lejos de Él. VII. Descripción de la metodología. Con el propósito de hacer una aproximación teológica-sistemática del texto a estudiar, se hará uso del método histórico-crítico, con componentes sincrónicos, que ayuden a abordar y comprender con mayor profundidad el texto y su interpretación en el contexto en que se escribió, como punto de partida más certero. La primera parte contiene el texto y la crítica textual. La segunda parte identifica la ubicación del texto. A continuación se encuentra el análisis del texto acorde a la estructura interna definida. Posteriormente se encuentran los temas teológicos, seguido de la aplicación actual. Y como resultado, se encontrarán las conclusiones que de manera sintética y actualizada permitan identificar nuevas directrices teológicas que sigan iluminando las actitudes necesarias para una efectiva relación con Dios. 14 1. TEXTO 1.1. Determinación del texto a ser estudiado El texto a ser estudiado corresponde a la perícopa ubicada en Lucas 18, 9-14: Novum Testamentum Graece (NA27) Biblia de Jerusalén 9 Εἶπεν δὲ καὶ πρός τινας τοὺς πεποιθότας 9. Dijo también a algunos que se tenían ἐφ᾽ ἑαυτοῖς ὅτι εἰσὶν δίκαιοι καὶ por justos y despreciaban a los demás, esta ἐξουθενοῦντας τοὺς λοιποὺς τὴν παραβολὴν parábola: ταύτην· 10 Ἄνθρωποι δύο ἀνέβησαν εἰς τὸ ἱερὸν 10. «Dos hombres subieron al templo a προσεύξασθαι, ὁ εἷς Φαρισαῖος καὶ ὁ ἕτερος orar; uno fariseo, otro publicano. τελώνης. 11 ὁ Φαρισαῖος σταθεὶς πρὸς ἑαυτὸν ταῦτα προσηύχετο· ὁ θεός, εὐχαριστῶ σοι ὅτι οὐκ εἰμὶ ὥσπερ οἱ λοιποὶ τῶν ἀνθρώπων, ἅρπαγες, ἄδικοι, μοιχοί, ἢ καὶ ὡς οὗτος ὁ τελώνης· 11. El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. 15 12 νηστεύω δὶς τοῦ σαββάτου, ἀποδεκατῶ 12. Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias." πάντα ὅσα κτῶμαι. 13 ὁ δὲ τελώνης μακρόθεν ἑστὼς οὐκ ἤθελεν οὐδὲ τοὺς ὀφθαλμοὺς ἐπᾶραι εἰς τὸν οὐρανόν, ἀλλ᾽ ἔτυπτεν τὸ στῆθος αὐτοῦ λέγων· ὁ θεός, ἱλάσθητί μοι τῷ ἁμαρτωλῷ. 13. En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!" 14 λέγω ὑμῖν, κατέβη οὗτος δεδικαιωμένος εἰς τὸν οἶκον αὐτοῦ παρ᾽ ἐκεῖνον· ὅτι πᾶς ὁ ὑψῶν ἑαυτὸν ταπεινωθήσεται, ὁ δὲ ταπεινῶν ἑαυτὸν ὑψωθήσεται 14. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado.» 1.2. Crítica Textual El texto de la parábola del fariseo y el publicano presenta una dificultad o problema particular a nivel de la crítica textual en el v. 11: “ὁ Φαρισαῖος σταθεὶς πρὸς ἑαυτὸν ταῦτα προσηύχετο” (El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera). La dificultad radica en que en algunos manuscritos importantes como î75 y en códices como B, N, Q y Y aparecen algunos términos en otro orden: “ὁ Φαρισαῖος σταθεὶς ταῦτα πρὸς ἑαυτὸν προσηύχετο”. 16 Para efectos del estudio se utilizará la primera lectura que también es seleccionada por Nestle-Aland en su edición 2716 por considerarla la lectura más difícil y apoyada por otros autores17. 16 Nestle, E- Aland,K, “Novum Testamentum, Graece”. (Stuttgart: Gesamtherstellung C. H. beck, Nördlingen, 2001), 219 17 Juan Lopez Vergara, “Señor, enséñanos a orar: las parábolas de la oración propias del tercer evangelio, contenidas en la “sección central” como paradigma de la relación con Dios”. (Estella: Verbo Divino, 2011), 178. 17 2. UBICACIÓN DEL TEXTO. 2.1. Contexto literario: El Autor, su contexto y su obra. Al escritor del tercer Evangelio, es a quien la Carta a los colosense llama “el médico amado” (Col. 4:14), también aparece en 2Tim 4,11; Flm 1,24 y según se ve en el libro de los Hechos, Lucas parece un compañero frecuente de Pablo en sus actividades misioneras. (En el libro de los Hechos encontramos las llamadas secciones “nosotros”, es decir, parece que el escritor en estos pasajes se hallaba en compañía de Pablo. Hch 16,10-17; 20,5-21,18; 27,1-28,16). Lucas era posiblemente nacido fuera de Palestina, de origen gentil, teniendo en cuenta su correcto uso del griego, su conocimiento de la cultura helenista y su falta de conocimiento de la geografía de Palestina. No fue testigo inmediato de Jesús (cf. 1,1-4), posiblemente pertenecía a una generación cristiana posterior (70 – 100)18. El Evangelio de Lucas fue escrito probablemente entre los años 80 y 9019, posterior a Marcos ya que lo utiliza20. Lucas es un historiador, se infiere que así sea, pues como escritor metódico y excesivamente cuidadoso de las referencias históricas (cf. Lc 3:1-2). A Lucas le interesa la historia, no la profana, sino la que interviene Dios21. Los exégetas coinciden en que el autor del Evangelio de Lucas es el mismo de los Hechos de los Apóstoles. El autor mismo lo refiere en Hechos 1,1 al dirigirse al destinatario (Teófilo, Lc 1,3; Hch 1,1) aludiendo como “primer tratado” aquél en el cual narró las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar antes de su muerte; en su “segundo tratado” narraría las cosas que Jesús continuó haciendo y enseñando por medio del Espíritu Santo, después de su Resurrección. 18 R. Aguirre Monasterio y A. Rodríguez, “Evangelios Sinópticos y Hechos de los Apóstoles”, (EstellaNavarra: Editorial Verbo Divino, 2012), 434. 19 Fracois Bovon, “El evangelio según san Lucas I” (Salamanca: Editorial Sigueme, 1995), 40. 20 Daniel Marguerat, “Introducción al Nuevo Testamento”, (Bilbao:Editorial Desclée de Brouwer, S.A, 2008), 98. 21 Ibid., 98. 18 Se le considera el Evangelio del Cristo Humano-Divino, así como el de Juan es el Evangelio del Cristo Divino-Humano. El título de Jesús característico de este Evangelio es “el Hijo del hombre” y el autor destaca cuán completamente humano fue Jesús, lo cual se demuestra al trazar su genealogía (materna) desde Adán; es el evangelista que más tradiciones de la madre y niñez de Jesús ofrece en su narración; sus parábolas tienen una nota marcadamente humana con especial énfasis en la búsqueda de lo perdido. Por supuesto, también Lucas tiene cuidado de resguardar la deidad de Jesucristo y su carácter y derecho de Rey. Siguiendo la costumbre de algunos historiadores de su tiempo, Lucas nos entrega una introducción de su evangelio, en el cual aclara a Teófilo la manera en que realizó su actividad investigativa para escribir este documento. Teófilo puede ser una figura imaginaria del lector deseado, un personaje real o seudónimo22. Sin embargo puede tratarse de un personaje histórico y no un representante que simboliza los amigos y amigas de Dios23. Incluso si Lucas utilizó las costumbres socioculturales de la época, Teófilo puede ser una persona influyente que fuera capaz de asegurar la copia y difusión de la obra24. 2.2. Aspectos Literarios del Evangelio. El evangelio de Lucas es el más largo de los cuatro Evangelios canónicos. Es también el más cuidado lingüística y literariamente; su vocabulario es más rico que el de Mc y Mt; su autor es el más griego del Nuevo Testamento. Su prólogo, con la dedicatoria a Teófilo (Lc 1:1-4) manifiesta su intención de ofrecer un relato (διήγησις) de todo lo sucedido conforme a las normas de la historiografía antigua, sin excluir su perspectiva teológica de los hechos narrados25. El autor dotó a su relato de un marco biográfico que va desde el nacimiento del héroe hasta la separación de los suyos, conforme al modelo en que en la antigüedad se presentan las 22 Ibid., 95. Sin embargo, es difícil definir una comunidad propia de Lucas, ya que los exegetas no la nombran explícitamente, sino que pareciera que Lucas dirigiera su Evangelio a todo creyente. 23 Fracois Bovon, “El evangelio según san Lucas I”, (Salamanca : Editorial Sígueme, 1995), 64. 24 Daniel Marguerat, “Introducción al Nuevo Testamento”, (Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer, S.A, 2008), 95. 25 Ibid., 85. 19 vidas de los filósofos. El hecho de que Lucas se inspire en el modelo de las biografías antiguas, revela su intención de convencer más que de informar26. 2.3. Contexto amplio. La organización del evangelio de Lucas tiene una marcada influencia del Evangelio de Marcos (Galilea – Camino – Jerusalén). La actividad de Jesús en Galilea va de 4:14 a 9:50; La breve sección marcana del camino (Mc 8:27 – 10:52) es considerablemente ampliada por Lucas (9:51… “El se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén…” y termina en 19:28…”Y dicho esto, marchaba por delante subiendo a Jerusalén”. La entrada en Jerusalén (19:29-40) lo constituye un discurso escatológico antes de la Pasión y Resurrección 27. La estructura macro se esboza con facilidad, pero debido a la técnica narrativa lucana -que trata de expresar un sentido total mediante el encadenamiento de pequeñas unidades literarias- dificulta la identificación de estructuras internas menores28. El Evangelio de Lucas consta de siete secciones principales: • Introducción (1:1-4) • Relaciones humanas de Jesús infante (1:5 – 2:52) • El Bautismo (3:1 – 4:13) • Ministerio del Hijo del Hombre antes de su muerte. Galilea (4:14 – 9:50) • De Galilea a Jerusalén. El camino (9:51 – 19:28) • Ofrecimiento, rechazo y sacrificio del Hijo del Hombre. En Jerusalén (19:29 – 23:56) • Resurrección, ministerio después de la muerte y ascensión del Hijo del Hombre (24:1-53) El motivo literario del “viaje a Jerusalén” -ampliado considerablemente por este Evangelista y dentro del cual se ubica la perícopa objeto del presente análisis- registra la secuencia de la subida de Jesús hacia su “elevación” (αναλεμφις ) y orienta la atención de 26 Ibid., 85. Ibid., 86. 28 Ibid., 86. 27 20 los lectores hacia la existencia del creyente: ¿Qué significa hacerse discípulo? ¿Cómo vivir la condición de discípulo? De todos los evangelistas, Lucas es quien más insiste en las implicaciones éticas de la fe. Hacerse discípulo requiere un cambio de vida. La parábola del fariseo y el publicano ilustra muy bien lo que Lucas entiende por verdadera oración y humildad: Un reconocimiento activo de la gracia de Dios y un cambio de comportamiento a favor de la justicia29. 2.4. Delimitación La parábola del fariseo y el publicano se ubica en la sección central del Evangelio de Lucas: 18, 9-14, corazón mismo del tercer evangelio, que abarca una amplia extensión -casi diez capítulos- que comúnmente se conoce como “relato del viaje”30. El texto está estrechamente ligado con su contexto inmediato. Se refiere la importancia de la oración31 y la humildad para ser justificados y alcanzar el reino de Dios, pero hay señales introductorias y conclusivas que la distinguen. Anterior a la parábola del fariseo y el publicano se encuentra la parábola del juez injusto y la viuda (Lc 18, 1-8). En su último versículo (v. 8) encontramos el siguiente texto: “λέγω ὑμῖν ὅτι ποιήσει τὴν ἐκδίκησιν αὐτῶν ἐν τάχει. πλὴν ὁ υἱὸς τοῦ ἀνθρώπου ἐλθὼν ἆρα εὑρήσει τὴν πίστιν ἐπὶ τῆς γῆς;” “Os digo que les hará justicia pronto. Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe sobre la tierra?” Ahora, el v. 9, inicio del texto de la parábola del fariseo y el publicano, dice: 29 Ibid., 88 Juan Lopez Vergara, “Señor, enséñanos a orar: las parábolas de la oración propias del tercer evangelio, contenidas en la “sección central” como paradigma de la relación con Dios”, (Estella: Verbo Divino, 2011), 20. 31 Ibid., 170. 30 21 “Εἶπεν δὲ καὶ πρός τινας τοὺς πεποιθότας ἐφ᾽ ἑαυτοῖς ὅτι εἰσὶν δίκαιοι καὶ ἐξουθενοῦντας τοὺς λοιποὺς τὴν παραβολὴν ταύτην·” “Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola:” Teniendo en cuenta los dos versículos (8 y 9), no se evidencia un cambio de lugar, ya que el texto no explicita que Jesús se trasladara a un sitio diferente; tampoco se percibe cambio de tiempo (parece la continuación inmediata del relato de la parábola de la viuda y el juez injusto). Según 18,1, los oyentes de la parábola anterior son los discípulos; esta parábola la dirige Jesús a algunos que se tenían por justos (se puede hablar de una ampliación o de un público particular con respecto a la parábola anterior pero no de un cambio radical de personajes, sobre todo por el uso de la conjunción “καὶ - también”). Aunque se debe tener en cuenta que Lucas no nombra directamente los personajes, o mejor los destinatarios de la parábola por lo que puede ser una sutileza que el evangelista utiliza para interpelar a sus lectores32. Sin embargo se puede encontrar un cambio de tema a partir del contenido de todo el texto, comenzando con la introducción a la parábola que se encuentra en el v. 9, sobre todo por las palabras “Εἶπεν δὲ καὶ”, donde se puede evidenciar que aunque sea una continuación del pasaje anterior denota un cambio de tema. También se debe tener en cuenta que el v. 9 no nombra explícitamente a Jesús por lo que se puede entender como continuación del relato anterior. Después de la parábola, Jesús formula una conclusión en el v. 14: “λέγω ὑμῖν, κατέβη οὗτος δεδικαιωμένος εἰς τὸν οἶκον αὐτοῦ παρ᾽ ἐκεῖνον· ὅτι πᾶς ὁ ὑψῶν ἑαυτὸν ταπεινωθήσεται, ὁ δὲ ταπεινῶν ἑαυτὸν ὑψωθήσεται” “Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado”. 32 J. López Vergara, “Señor, enséñanos a orar: las parábolas de la oración propias del tercer evangelio, contenidas en la “sección central” como paradigma de la relación con Dios”, (Estella: Verbo Divino, 2011), 170. Aquí el autor también aclara que aunque no se nombre explícitamente a los personajes a quien se dirija la parábola, existen exegetas que creen que la mención del fariseo en la misma, en un evangelio que es bastante crítico con estos personajes, motiva a pensar que son ellos en particular a quienes se tiene como destinatarios de la parábola. 22 Ahora, el v. 15 dice: “Προσέφερον δὲ αὐτῷ καὶ τὰ βρέφη ἵνα αὐτῶν ἅπτηται· ἰδόντες δὲ οἱ μαθηταὶ ἐπετίμων αὐτοῖς” “Le presentaban también los niños pequeños para que los tocara, y al verlo los discípulos, les reñían.” Teniendo en cuenta los dos versículos (14 y 15), tampoco se evidencia un cambio de lugar, ya que no se dice que Jesús se trasladara a un sitio diferente después de narrar la parábola; ni de tiempo (parece la continuación inmediata del relato de la parábola del fariseo y el publicano); de personajes se incluyen ahora los niños; los discípulos vuelven a entrar en escena, que quieren apartar los niños de Jesús. Además hay un cambio de tema al inicio del v 15 con la frase “Προσέφερον δὲ αὐτῷ καὶ” (Y le presentaban también) donde el δὲ (y) y el καὶ (también) juegan un papel determinante. Sin embargo el cambio de tema se deduce no solo por su introducción sino por el contenido de todo el texto en v. 15ss. Se debe tener en cuenta que en el v 15 tampoco se nombra explícitamente a Jesús por lo que se puede entender como continuación del relato anterior. La parábola del fariseo y el publicano tiene una introducción y una conclusión propias que permiten delimitar el texto como unidad, diferenciándolo del relato de la parábola de la viuda y el juez injusto, y de la presentación de los niños a Jesús. El cambio de género literario (de parábola a narración) y la inclusión de nuevos personajes (niños) son señales que distinguen el texto de la perícopa siguiente. La parábola del fariseo y el publicano se relaciona con el pasaje de Jesús con los niños por la conclusión dada en el v. 14 respecto a la humildad, que concuerda con el concepto de hacerse “como” niño (declarar la dependencia del Padre) para entrar en el reino de Dios (v. 17). La estructura macro se esboza con facilidad, pero debido a la técnica narrativa lucana -que trata de expresar un sentido total mediante el encadenamiento de pequeñas unidades literarias- dificulta la identificación de estructuras internas menores. 23 3. ANÁLISIS DEL TEXTO 3.1. Estructura interna del texto. La escena se caracteriza por varias cosas: 1. El narrador solo aparece en la introducción del v.9. Luego, Jesús se convierte en narrador. 2. Existe un paralelismo antitético al mostrar al inicio de la parábola que los dos hombres subieron al templo y al final de la misma los dos hombres bajaron. Sin embargo cambia el orden de los personajes: En la subida se encuentra primero el fariseo pero en la bajada es el publicano. 3. La oración extensa del fariseo y la oración corta del publicano. Con base en las características de la escena, se propone la siguiente estructura: Partes Parte 1 Parte 2 Parte 3 Parte 4 Parte 5 Título Introducción del narrador Introducción de Jesús de la parábola - Presentación general del Fariseo y publicano. Presentación del fariseo - Actitud del fariseo - Intervención del fariseo Presentación del publicano: - Actitud del publicano - Intervención del publicano Conclusión de Jesús: - Valoración del publicano. - Sentencia final de Jesús. Ubicación (vv) 9 10 11a - b 11c - 12 13a - f 13g 14a - c 14d – g 24 Nota: Las letras que se encuentra en la columna de la ubicación corresponden al cuadro de segmentación que se encuentra posterior a la explicación de la estructura. La parte 1 es la única intervención del narrador en toda la perícopa, en ella introduce lo que Jesús va a exponer acerca de algunos que confiaban en sí mismos y se creían justos. La parte 2 es la introducción que hace Jesús de la parábola donde presenta a los personajes y el lugar donde se desarrolla la acción. La parte 3 es el desarrollo de la parábola en torno al fariseo, sus actitudes y su estilo de oración. La parte 4 es el desarrollo de la parábola en torno al publicano, sus actitudes y su estilo de oración. La parte 5 es la conclusión que hace Jesús referente a lo que sucedió con el fariseo y el publicano respecto a su justificación, y adicionalmente una sentencia final de Jesús relacionando actitudes de humillación y humildad. La siguiente tabla muestra el flujo de las partes mencionadas en la estructura anteriormente propuesta: 25 CONVENCIONES PARA LA SEGMENTACIÓN: Verbos, Sustantivos, Partículas. Vv Narrador 9 Εἶπεν δὲ καὶ πρός τινας a b τοὺς πεποιθότας ἐφ᾽ ἑαυτοῖς c ὅτι εἰσὶν δίκαιοι d καὶ ἐξουθενοῦντας τοὺς λοιποὺς τὴν παραβολὴν ταύτην Jesús Fariseo Publicano Traducción Pero dijo también a algunos de los que habiendo confiado en sí mismos como que son justos y despreciando a los demás, la parábola ésta: 10 a Ἄνθρωποι δύο ἀνέβησαν εἰς τὸ ἱερὸν Dos hombres subieron hacia el templo b προσεύξασθαι, ὁ εἷς Φαρισαῖος a orar: uno fariseo c καὶ ὁ ἕτερος τελώνης. y otro publicano 11 a ὁ Φαρισαῖος σταθεὶς : El fariseo de pie 26 b πρὸς ἑαυτὸν ταῦτα προσηύχετο´ ὁ θεός, εὐχαριστῶ σοι c ὅτι οὐκ εἰμὶ d ὥσπερ οἱ λοιποὶ τῶν ἀνθρώπων, ἅρπαγες, ἄδικοι, μοιχοί, e f ἢ καὶ ὡς οὗτος ὁ τελώνης· 12 a νηστεύω δὶς τοῦ σαββάτου, ἀποδεκατῶ πάντα ὅσα κτῶμαι. b 13 a para sí mismo oraba: ὁ δὲ τελώνης μακρόθεν Dios, gracias a ti porque no soy como los otros los hombres ladrones, injustos, adúlteros ni aún como este publicano yo ayuno dos veces en la semana yo diezmo de todo lo que adquiero para mí. Pero el publicano a distancia 27 ἑστὼς parado c οὐκ ἤθελεν οὐδὲ τοὺς ὀφθαλμοὺς no quería ni los ojos d ἐπᾶραι εἰς τὸν οὐρανόν, e ἀλλ᾽ ἔτυπτεν τὸ στῆθος αὐτοῦ sino que golpeaba el pecho de él λέγων diciendo: b alzar hacia el cielo f ὁ θεός, ἱλάσθητί μοι Dios, propíciate a τῷ ἁμαρτωλῷ. mí, un pecador g 14 a λέγω ὑμῖν, Yo digo a ustedes, bajó este b κατέβη οὗτος c δεδικαιωμένος εἰς τὸν οἶκον αὐτοῦ παρ᾽ ἐκεῖνον d ὅτι πᾶς ὁ ὑψῶν ἑαυτὸν habiendo sido justificado a la casa de él, antes que ese Porque todo el que exaltando a sí 28 mismo e f g ταπεινωθήσεται, ὁ δὲ ταπεινῶν ἑαυτὸν ὑψωθήσεται bajará pero el que bajando a sí mismo subirá 29 3.2. Análisis Sintáctico A continuación se muestra como está compuesto el texto a nivel sintáctico para tener una mejor comprensión del texto: 9 Εἶπεν δὲ καὶ πρός τινας τοὺς πεποιθότας ἐφ' ἑαυτοῖς ὅτι εἰσὶν δίκαιοι καὶ ἐξουθενοῦντας τοὺς λοιποὺς τὴν παραβολὴν ταύτην: Oración principal subrayada: Dijo también a algunos … esta parábola. Los participios τοὺς πεποιθότας que se tenían y καὶ ἐξουθενοῦντας y (que) despreciaban son atributivos33, califican a algunos; del primer participio depende la oración sustantiva ὅτι εἰσὶν δίκαιοι que son (eran) justos. El segundo tiene un complemento directo (ac.): τοὺς λοιποὺς a los demás. 10 Ἄνθρωποι δύο ἀνέβησαν εἰς τὸ ἱερὸν προσεύξασθαι, ὁ εἷς Φαρισαῖος καὶ ὁ ἕτερος τελώνης. προσεύξασθαι es infinitivo con significado final: a (para) orar. El uno … el otro, es correlación; las dos oraciones son nominales, verbo ser inexpreso. 11 ὁ Φαρισαῖος σταθεὶς πρὸς ἑαυτὸν ταῦτα προσηύχετο, σταθεὶς (estando) de pie es participium coniuctum34. πρὸς ἑαυτὸν ταῦτα προσηύχετο literalmente, oraba para sí mismo estas cosas: Ὁ θεός, εὐχαριστῶ σοι ὅτι οὐκ εἰμὶ ὥσπερ οἱ λοιποὶ τῶν ἀνθρώπων, ἅρπαγες, ἄδικοι, μοιχοί, ἢ καὶ ὡς οὗτος ὁ τελώνης: 12 νηστεύω δὶς τοῦ σαββάτου, ἀποδεκατῶ πάντα ὅσα κτῶμαι. En la oración compuesta causal la parte introducida por ὅτι porque no soy como los demás añade 3 elementos en aposición: ladrones, injustos, adúlteros. La siguiente oración es comparativa ὡς como y es nominal, verbo ser inexpreso. Las dos oraciones restantes. En esta lista de cualidades sobresale el asíndeton. 13 ὁ δὲ τελώνης μακρόθεν ἑστὼς οὐκ ἤθελεν οὐδὲ τοὺς ὀφθαλμοὺς ἐπᾶραι εἰς τὸν οὐρανόν, ἀλλ' ἔτυπτεν τὸ στῆθος αὐτοῦ λέγων, Ὁ θεός, ἱλάσθητί μοι τῷ ἁμαρτωλῷ. 33 Jaime Berenguer Amenós, “Gramática Griega”. (Barcelona: editorial Bosch, 2002), 227. Este participio va acompañado por el artículo que se une a un sustantivo con el valor y posición de un adjetivo atributivo y equivale a una oración relativa especificativa. 34 Ibid., 228. Este participio conocido también como “participio apositivo” corresponde a un participio que no tiene articulo predecesor que “se une a un sustantivo con el valor y posición de un adjetivo apositivo y equivale a una oración circunstancial cuyo sujeto es el sustantivo con que se concuerda el participio”. 30 Oración coordinada adversativa35 ἀλλ' sino. En la primera parte ἑστὼς (estando) de pie es participium conuictum, en la segunda, λέγων diciendo; en el primer miembro de la coordinación el complemento del verbo ἤθελεν se atrevía se puede construir en infinitivo. 14 λέγω ὑμῖν, κατέβη οὗτος δεδικαιωμένος εἰς τὸν οἶκον αὐτοῦ παρ' ἐκεῖνον: ὅτι πᾶς ὁ ὑψῶν ἑαυτὸν ταπεινωθήσεται, ὁ δὲ ταπεινῶν ἑαυτὸν ὑψωθήσεται. El juicio de Jesús se introduce sin ὅτι (asíndeton). El primer miembro de la oración subordinada es una comparación36: οὗτος … παρ' ἐκεῖνον este … en comparación con aquel. El segundo es, a su vez, una construcción adversativa (δὲ): el que se enaltece … pero el que se abaja …, que fundamenta el primer miembro de la oración. La construcción de 18,14 es quiástica. 3.3. Cohesión Textual 3.3.1. Relaciones Explícitas Personajes: Jesús: Está implícito. Los destinatarios de esta parábola: τινας algunos (v. 9); éstos se encuentran incluidos dentro del ὑμῖν vosotros del v. 14. Ἄνθρωποι δύο dos hombres (v. 10), que son εἷς Φαρισαῖος uno fariseo y ὁ ἕτερος τελώνης el otro publicano (v. 10); a ellos se refiere Jesús de nuevo en v.10.11.13. Inclusive se puede pensar que en v.14 al decir Jesús que los que se enaltecen serán humillados, puede referirse al fariseo y al decir que los que se humillan serán enaltecidos, al publicano. Dios. Esta dos veces (vv. 11 y 13). Tradiciones: el templo (v. 10), que se menciona sólo una vez. El diezmo y el ayuno, también se mencionan sólo una vez, pero no se emplean como sustantivos, sino la acciones verbales. 35 Ibid., 186. Las oraciones coordinadas son cuando dos o más oraciones, independientes la una de la otra, se unen por medio de una partícula o conjunción. Según la conjunción que las una, pueden ser copulativas, disyuntivas, adversativas (indica oposición), causales o consecutivas. 36 Ibid., 233. El autor referencia este tipo de oraciones como una oración subordinada circunstancial comparativa . 31 Conceptos: ἅρπαγες, ἄδικοι, μοιχοί, ladrones, injustos y adúlteros. Estos también se mencionan una sola vez (v.11). Se encuentra también ἁμαρτωλῷ, pecador donde se menciona una vez (v.13) Se encuentra la repetición en tres oportunidades de “τελώνης” (publicano) en 18,10.11.13, hace explicito la gran importancia que tiene el publicano en la parábola. Adicionalmente Jesús en 18,14 llama al publicano “οὗτος” (éste) haciendo referencia a que él bajo a la casa justificado. Por otra parte se encuentra en dos oportunidades “Φαρισαῖος” (fariseo) en 18,10.11. El fariseo es el otro personaje principal de la parábola pero parece que el autor quiere hacer más énfasis sobre el publicano. En 18,14 Jesús llama al fariseo “ἐκεῖνος” (aquel) en relación a que no bajo justificado contrario al publicano. El sustantivo “θεός” (Dios) se encuentra repetido en dos oportunidades haciendo referencia a la oración que dirige tanto el fariseo como el publicano. En la perícopa se debe anotar que Jesús no se nombra de manera explícita, pero por el contexto se sabe que es Él. En 18,9 se tiene “Εἶπεν” (Dijo), haciendo referencia a que Jesús era el que iba a hablar con la parábola. Posteriormente en 18,14 con la expresión “λέγω ὑμῖν” (Digo a vosotros) es Jesús quien realiza este inicio de la sentencia aunque no se nombre directamente a Él. 3.3.2. Relaciones Implícitas En 18,10 se encuentra que “Ανθρωποι δύο ἀνέβησαν εἰς τὸ ἱερὸν” (Dos hombres subieron al templo) donde para los oyentes era conocido que el templo se encontraba en una parte alta de Jerusalén. Posteriormente en 18,14 está escrito que “κατέβη οὗτος δεδικαιωμένος εἰς τὸν οἶκον” (bajó éste justificado a su casa) no se pone por explicito que bajó del templo ya que se había mencionado anteriormente que habían subido al templo. 32 3.3.3. Conexiones En 18,9 se encuentra “δὲ” (pero) que enlaza el texto anterior Lc 18,1-8, con este texto referente a la parábola del fariseo y el publicano En 18,13 “δὲ” (pero) hace referencia a la contraposición que se quiere poner de relieve entre la postura y oración del fariseo y las del publicano. En síntesis se encuentra que el elemento que más contribuye a la cohesión textual es “τελώνης” (publicano), Jesús lo quiere poner como centro de atención ya que en él se va a dirigir la valoración o conclusión que Jesús da de la parábola. 3.4. Análisis semántico y narrativo. La parábola del fariseo y el publicano se caracteriza por la clara contraposición que se puede establecer entre dos personajes antagónicos que la hacen particular37: La diferente identidad de los personajes. El fariseo permanece de pie solamente (v. 11), mientras el publicano (también de pie) se mantiene a distancia, no se atreve a levantar la mirada al cielo y se golpea el pecho (v. 13). El contenido de su oración: El fariseo da gracias a Dios por su estado de “justicia” y de “bondad” al no ser como los demás y por practicar lo que dice la ley sobre el diezmo y el ayuno (vv. 11-12). Mientras que el publicano invoca con una actitud de humildad a Dios reconociéndose como pecador que necesita de su misericordia (v. 13). 37 López Vergara, J., “Señor, enséñanos a orar: las parábolas de la oración propias del tercer evangelio, contenidas en la “sección central” como paradigma de la relación con Dios”, (Estella: Verbo Divino, 2011), 171. 33 La clara posición que indica que el publicano volvió a su casa justificado mientras que el fariseo no. Un estudio a profundidad de la parábola, de su contexto y de su mensaje, exige la consideración detallada de estas características, que sigue a continuación utilizando la estructura del texto propuesta. 3.4.1. Creerse justos gracias a ellos mismos: exaltación. 18, 9. Εἶπεν δὲ καὶ πρός τινας τοὺς πεποιθότας ἐφ᾽ ἑαυτοῖς ὅτι εἰσὶν δίκαιοι καὶ ἐξουθενοῦντας τοὺς λοιποὺς τὴν παραβολὴν ταύτην Dijo también a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás, esta parábola: La parte 1 de la perícopa corresponde a la introducción que hace el narrador38 con el objeto de mencionar a los personajes contra los que –aparentemente- se dirige la parábola. Lucas no explicita su nombre, sino que los alude con el pronombre indefinido “τινας”, pero los cataloga claramente mediante descripciones afirmativas que permiten identificarlos con facilidad: “confían en sí mismos”, “se creen justos”, “desprecian a los demás”. Como sabemos por el análisis histórico, el creerse justo y por ello confiar en sí mismo se encuentra encuadrado en la estructura mental de la teología farisaica39, aunque no se puede afirmar que todos los fariseos obraran de esta forma. Puede establecerse la siguiente relación: Los fariseos confían en sí mismos, creyéndose justos: son todo. Desprecian a los 38 Ibid., es característico de Lucas presentar algunas parábolas con una explicación previa para orientar e inducir al lector en la dirección que ha querido darle. 188. 39 Caballero García, Juan Luis. “El fariseo y el publicano (Lc 18, 9-14). Escritura y Tradición”, 39. 34 demás, teniéndolos por nada. Los demás (λοιποὺς), dentro de los cuales se incluye al publicano, son los despreciados40. Con la expresión en participio πεποιθότας ἐφ᾽ ἑαυτοῖς “considerándose” justos, Lucas quiere mostrar que los destinatarios han puesto su confianza más en sí mismos que en Dios41. El profeta Ezequiel (cf. 33,12-13) ya había realizado una amonestación a sus compatriotas por su autocomplacencia y por solo confiar en la propia justicia42. Al identificar a los fariseos como destinatarios directos, el narrador -que no interviene más para ceder la guianza de la narración pura a Jesús- anticipa el carácter exhortativo de la narración, que al igual que la parábola que le antecede (parábola del juez injusto) tiene como tema la oración, pero en esta situación -dados los destinatarios- enfatiza la honestidad y humildad como condiciones necesarias para establecer un diálogo con Dios. La introducción de la parábola de Lc 18, 1 revela la importancia de la constancia y perseverancia en la oración, en tanto que la introducción de la parábola objeto del presente trabajo refiere directamente la temática del desprecio al prójimo y la autojustificación. Lucas quiere dirigir esta perícopa a sus lectores que se pueden ver amenazados por otro peligro adicional, el orgullo espiritual43. En todo caso la imprecisión de los destinatarios “τινας” puede verse también como un artificio literario del que Lucas se vale para interpelar a sus lectores, porque el tercer evangelista previene frecuentemente a los discípulos del peligro constante que implica comportarse como los fariseos44 (11, 37-44; 12, 1-2; 14, 1-14; 15, 1-2; 16, 14-17); la parábola recuerda que hasta la persona más religiosa puede perder el propósito y la meta en su vida. Comenta A. Grun, que el evangelista conoce los peligros que acechan en la vida espiritual, pues se está siempre en peligro de compararse con otras personas45. En la frase “καὶ ἐξουθενοῦντας τοὺς λοιποὺς” y despreciaban a los demás, no se hace referencia a que 40 Ibid., 39. López Vergara, J., “Señor, enséñanos a orar: las parábolas de la oración propias del tercer evangelio, contenidas en la “sección central” como paradigma de la relación con Dios”, (Estella: Verbo Divino, 2011), 172 42 J. Fitzmyer, “El Evangelio según san Lucas III”. (Madrid: editorial Cristiandad, 1986), 859. 43 Cf. Francois Bovon,. “El Evangelio Según San Lucas”, (Salamanca : Editorial Sigueme, 2002), 255. 44 López Vergara, J., “Señor, enséñanos a orar: las parábolas de la oración propias del tercer evangelio, contenidas en la “sección central” como paradigma de la relación con Dios”, (Estella: Verbo Divino, 2011), 240. 45 A. Grun, “Jesús imagen de los hombres. El Evangelio de Lucas”, Estella, 2003, 71. 41 35 la frase predecesora pretenda poner como legítima la confianza en sí mismos, sino mostrar una “frágil arrogancia solo sobrevive criticando a los demás”46. La introducción a la parábola, además de mostrar a aquellas personas que confiaban en su propia justicia, también se complementa con el verbo ἐξουθενέω el desprecio a los demás. Este verbo solo aparece una vez más en el Evangelio de Lucas (Lc 23, 11) y otra en el libro de los Hechos de los Apostoles (Hch 4, 11). Tiene el significado propio de tratar a los demás con desdén, con desprecio47. De acuerdo al tiempo verbal (participio presente) en griego en que se utiliza este verbo en la parábola se puede inferir que este desdén y desprecio es constante, por lo que se podría afirmar que mediante este versículo introductorio el evangelista no pretende dirigirse a los fariseos únicamente, sino también plantear a la comunidad creyente una advertencia ante esta clase de comportamiento48. La palabra δίκαιοι, tiene en la parábola el sentido de practicar una conducta aceptable ante Dios, denotando básicamente vivir conforme a los requerimientos de la alianza (cf. Lc 1,6)49. Esta palabra parece que tiene un claro lazo de unión con el termino δεδικαιωμένος (v. 14) emitido por el juicio de Jesús50. El ambiente en el que se expresa la parábola puede ser hostil, dado que entre los oyentes podrían estar justamente los fariseos, cuya presencia es referida en Lc 17, 20 por lo cual pareciera, hacían parte del séquito que, por tramos, se adhería a Jesús en su camino de Galilea a Jerusalén (14, 25 “grandes multitudes iban con él…”); de ser así, no lo seguían genuinamente para atender sus enseñanzas sino para sorprenderlo en alguna transgresión a la Ley y tener argumentos para acusarlo. 46 Bovon, Francois. “El Evangelio Según San Lucas”, (Salamanca: Editorial Sigueme, 2002), 257. Ibid., 173 48 Ibid., 173. 49 J. López Vergara, Op. Cit., 172. 50 Ibid., 172. 47 36 3.4.2. Dos hombres suben al templo a orar. 18, 10 Ἄνθρωποι δύο ἀνέβησαν εἰς τὸ ἱερὸν προσεύξασθαι, ὁ εἷς Φαρισαῖος καὶ ὁ ἕτερος τελώνης. 18, 10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno fariseo, otro publicano El segundo nivel está compuesto por idéntica acción de dos hombres: Ambos suben simultáneamente- al templo a orar, pero tanto el orden de mención de los personajes (primero el fariseo) como la categorización socio-religiosa que de ellos hace Lucas, de entrada denota diferencia en la “calidad” de las oraciones que cada uno expresa según su posición ante la ley judía: uno fariseo y otro publicano. La estructura socio-cultural en los tiempos de los sinópticos, tenía una problemática de marcada estratificación discriminatoria, situación que se trasladaba al contexto religioso en una comunidad que no marcaba límites entre los aspectos religiosos y laicos de la vida51. Para Lucas es muy importante la oración, teniendo en cuenta que el verbo προσεύχομαι (orar) en el tercer Evangelio se utiliza frecuentemente (1, 10; 3, 21; 5, 16; 6, 12; 9, 18; 11, 1-2; 18, 1; 18, 10-11; 20, 47; 22, 40-41; 22, 44), en donde además de representar adoración hacia Dios, también le confiere un significado de vida religiosa completa, es decir, expresa la identidad humana frente a Dios52. Aquí, en la parábola, se encuentra en infinito aoristo denotando una acción singular, de donde se puede inferir que la oración es individual en los personajes, y que se pudo expresar en alguna hora en particular o pudo haber sido pronunciada en un marco comunitario como es el sacrificio expiatorio matutino o el vespertino53 . 51 Cf. Stegemann, E. W, Stegemann W. “Historia social del cristianismo primitivo”. (Navarra España: Editorial Verbo Divino, 1995), 101. 52 Bovon, Francois. “El Evangelio Según San Lucas”, (Salamanca Editorial Sigueme, 2002), 259. 53 Ibid., 259. 37 La introducción de Jesús es abrupta y sorprende al lector el hecho de que un publicano suba al templo a orar, puesto que era casi imposible tanto que un publicano tuviera la osadía de ir al templo como que pudiera obtener el perdón de Dios sin antes restaurar todo lo que había robado más una quinta parte, y sin desistir de su odiosa profesión. Los dos personajes son antagónicos: El fariseo es el prototipo de la entrega a la Ley como fundamento de la más alta norma de fe y moral judías. El publicano representa al más despreciado estrato de la sociedad judía, el más alejado de los ideales religiosos y éticos de la nación54. Sin embargo en la narración se coloca en un mismo momento lo que es común al fariseo y al publicano: el lugar, el tiempo y la intención55. El verbo ἀναβαίνω es una expresión técnica para señalar las visitas al templo, ya que en Jerusalén éste se ubica sobre una colina56. Subir al templo a orar significaba ponerse ante la mirada directa de Dios, dado que es el habitáculo de Su presencia (1 Re 8, 28-30). La oración del fariseo es sincera como la del publicano; no dice nada falso; representa el tipo de fariseo en general, pero la postura del fariseo refleja la religiosidad extrema que hubo de enfrentar Jesús57. El fariseo va al templo porque considera precisamente que es allí donde se encuentra de forma segura la presencia de Dios58. La mención del templo tiene una gran importancia para la comprensión del relato, pues no solo es el lugar de oración, centralizador del culto, sino que también desempeñaba un papel preponderante como “centro cultural”, pues era el lugar en la sociedad judía donde el mundo se clasificaba a través de espacios que segregaban a judíos y gentiles, hombres y mujeres, sacerdotes y no sacerdotes, puros e impuros. De este modo la legitimidad divina del centro se sostiene cuando se establecen las fronteras de las relaciones sociales59. 54 Schmid, Josef, “El Evangelio según san Lucas”, (Barcelona: Ed Herder, 1968), 402. Bovon, Francois. “El Evangelio Según San Lucas”, (Salamanca: Editorial Sigueme, 2002), 259. 56 J. López Vergara, Op. Cit., 173. 57 López Vergara, J., “Señor, enséñanos a orar: las parábolas de la oración propias del tercer evangelio, contenidas en la “sección central” como paradigma de la relación con Dios”, (Estella: Verbo Divino, 2011), 175. 58 Ibid., 175. 59 Ibid., 173 55 38 En la obra lucana el templo desempeña un destacado papel, en efecto, cuando el evangelista comienza el relato presenta el templo como el lugar habitual de revelación. El relato del tercer evangelio comienza y concluye en el templo de Jerusalén60. En el templo se practicaba, tanto por la mañana como por la tarde un ritual de sacrificio de expiación para una congregación de personas que normalmente estaba presente. Por eso el uso del verbo προσεύχομαι puede abarcar las dos opciones de interpretación, es decir, puede significar una comunitaria o una oración privada, aunque en la parábola se puede sugerir que se trata de la primera opción61. El v. 11 identifica a las tres personas que actúan en la narración de Jesús: Dios, un fariseo y un publicano. Sus acciones tienen un objetivo, un destinatario, y una actitud en búsqueda de su realización62: Sujetos: Objetivo: Remitente: Argumento: Fariseo Rezar para justificarse Dios Sus propias obras Posición: Se exalta a sí mismo Desprecia a los demás Publicano Rezar para justificarse Dios Declara su necesidad de Dios. Se humilla a sí mismo No se atreve a levantar sus ojos. En el paso del v. 9 al v. 10, se identifican dos niveles narrativos: Lucas y Jesús mismo. No existe, de hecho, una narración del evangelista, ya que se limita a mostrar algo que otro ha dicho. La verdadera narración es la que hace Jesús ya que también juzga las acciones de los personajes (v. 14)63. 60 J. López Vergara, Op. Cit., 175. Ibid., 175. El autor hace referencia acerca de la importancia que la oración pública tenía para el evangelista. 62 Caballero García, Juan Luis. “El fariseo y el publicano (Lc 18, 9-14). Escritura y tradición. Un ejemplo”, en Excerpta e dissertationibus in Sacra Theologia 38 (2000), 44. 63 Caballero García, Juan Luis. “El fariseo y el publicano (Lc 18, 9-14). Escritura y tradición. Un ejemplo”, en Excerpta e dissertationibus in Sacra Theologia 38 (2000), 47. 61 39 3.4.3. Presentación del Fariseo. 18, 11 ὁ Φαρισαῖος σταθεὶς πρὸς ἑαυτὸν ταῦτα προσηύχετο´ ὁ θεός, εὐχαριστῶ σοι ὅτι οὐκ εἰμὶ ὥσπερ οἱ λοιποὶ τῶν ἀνθρώπων, ἅρπαγες, ἄδικοι, μοιχοί, ἢ καὶ ὡς οὗτος ὁ τελώνης• 18, 12 νηστεύω δὶς τοῦ σαββάτου, ἀποδεκατῶ πάντα ὅσα κτῶμαι. 18,11 El fariseo, de pie, oraba en su interior de esta manera: "¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. 18,12 Ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias." Ahora, se aborda de acuerdo a la historia de Israel, quien es el fariseo. De la raíz hebrea “parash”, deriva la designación del grupo de los fariseos (“perushim” en hebreo), con el significado peyorativo de “separatistas o sectarios”. Flavio Josefo los define como un grupo político eminentemente laico en conflicto con los saduceos (provenientes de la aristocracia sacerdotal) bajo cuya influencia estuvieron sometidos siempre. Son dos los motivos esenciales que explican la conformación de este movimiento: Esmerada atención a tradiciones orales que no se encuentran en la Torá de Moisés y rígida observancia de las prescripciones relativas a la pureza ritual, a los alimentos y al pago de diezmos. Dadas sus excesivas manifestaciones de pureza que los hacían sentirse “más justos”, el movimiento se separó de la gente corriente -a quienes manifestaban su desprecio- y se fue transformado en un grupo político-religioso-sectario, con cierta influencia en los círculos dominantes64. El fariseo es una figura representativa del judío observante, escrupulosamente fiel a las prescripciones de la ley mosaica65. 64 Saulnier, C; Rolland B. “Palestina en tiempos de Jesús”. (Navarra-España: Ed. Verbo Divino, 1988), 52. Fariseos: Aunque surgen del pueblo, quieren separarse de él por considerarlo ignorante e impuro. Su excesiva atención a tradiciones orales no incluidas en la Torá –ley oral a la que confieren tanto o más valor que a la escrita-, y rígida observancia de las prescripciones relativas a la pureza ritual, a los alimentos y al pago de diezmos, los caracterizan. 65 J. López Vergara, Op. Cit., 175. 40 El fariseo es el primero a quien Jesús menciona; la actitud que de él describe es “puesto en pie” que denota seguridad, solidez; mientras que del publicano mencionado después del fariseo (como el rango social imperante lo determinaba), la actitud referida es opuesta a la del fariseo: “a distancia” refleja humillación, indignidad. Aunque el tercer evangelista es ambivalente en su presentación, ya que unas veces los describe como enemigos del propósito de Dios y en otras ocasiones los presenta como personas virtuosas66. La oposición de Jesús a los fariseos, se debe a la interpretación que ellos hacen sobre el cumplimiento de la Ley, pero sobre todo la crítica que hacen del acercamiento de Jesús hacia los publicanos y los pecadores67. Estar de pie no es señal de orgullo o presunción religiosa porque constituye la postura normal para la oración en el judaísmo68, de hecho, también el publicano ora de pie (v. 13). “Orar consigo mismo” (πρὸς ἑαυτὸν) es una voz polisémica. Puede expresar la costumbre judía de murmurar en voz baja las plegarias privadas o simplemente un monólogo autoelogiador, en este caso-. Al poner la confianza en sí mismo, el fariseo desplaza a Dios. La intención del evangelista es que el lector comprenda que el fariseo obrando de esa manera se aleja de las demás personas y de Dios69. La oración del fariseo comienza con acción de gracias por las obras meritorias que el mismo, por su propia mano, ha logrado llevar a cabo, expresión más de orgullosa complacencia de sí mismo que de reconocimiento a la misericordia de Dios. Al compararse con el publicano, solo encuentra cosas a su favor y se siente superior y más digno, lo que lo lleva a despreciar al otro. 66 Ibid., 177 J. López Vergara, Op. Cit., 177. 68 Schmid, Josef, “El Evangelio según san Lucas”, (Barcelona: Ed Herder, 1968), 403. 69 Francois Bovon, “El Evangelio Según San Lucas”, (Salamanca : Editorial Sigueme, 2002), 260. 67 41 La presentación que Jesús hace del fariseo es breve: 18, 11a ὁ Φαρισαῖος σταθεὶς 18, 11b πρὸς ἑαυτὸν ταῦτα προσηύχετο´ 18, 11a El fariseo de pie 18, 11b oraba en su interior de esta manera: En contraste con la larga y presuntuosa oración del fariseo: 18, 11c ὁ θεός, εὐχαριστῶ σοι ὅτι οὐκ εἰμὶ ὥσπερ οἱ λοιποὶ τῶν ἀνθρώπων, ἅρπαγες, ἄδικοι, μοιχοί, ἢ καὶ ὡς οὗτος ὁ τελώνης• 18, 12 νηστεύω δὶς τοῦ σαββάτου, ἀποδεκατῶ πάντα ὅσα κτῶμαι. 18, 11c Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres rapaces, injustos, adúlteros ni tampoco como este publicano; 18, 12 ayuno dos veces por semana, doy el diezmo de todas mis ganancias. Aunque su oración la dirige a Dios (relación vertical), después solamente hace un listado de sus virtudes y perfección, mantiene la atención en sí mismo: Cinco verbos en primera persona del singular (εὐχαριστῶ, εἰμὶ, νηστεύω, ἀποδεκατῶ, κτῶμαι) en clara dimensión horizontal. Primero el fariseo declara todo lo que “no es” (respecto a los demás que son “nada”) y luego todo lo bueno que sí es (él es “todo”). Renglón seguido, añade el desprecio por el publicano. La fórmula εὐχαριστῶ σοι dirigida a Dios en segunda persona del singular es la única que se encuentra en la obra de Lucas70. Con el “no soy como los demás”, el narrador identifica a este sujeto con aquellos a quienes dirige la parábola en el v. 9 “algunos que confiaban en sí mismos como justos y despreciaban a los demás” y lo refuerza con el λοιποὺς 70 J. López Vergara, Op. Cit., 179. 42 del mismo v. 9. El distanciamiento con “los demás” es muy evidente mediante la mención de pecados y profesiones despreciados, además de explícitamente negativo: “οὐκ”71. El “yo todo” es solo la otra cara de la moneda: “los demás nada”. Este tipo de oración tiene varios paralelos de la antigüedad: Una oración que se trasmite por el Talmud de Babilonia, en donde se realiza una bendición a Dios por parte del orante, debido a que no le permitió compartir la suerte de los impíos72. Una fábula de Esopo, donde se tiene una fórmula de oración autentica pero se deja entrever que la persona orante es un hipócrita73. Un diálogo titulado Alcibiades II de tipo pseudoplatónico, en donde se realiza una comparación de la oración que realizan los atenienses y los espartanos y se hace una exhortación a los lectores a que reflexionen sobre lo que se debe pedir a la divinidad74. Esto nos puede dar indicios sobre la tradición de la oración del fariseo. Cuando el fariseo, en su oración, le indica a Dios que tampoco es ἢ καὶ ὡς οὗτος ὁ τελώνης (como este publicano) la escena hace un giro hacia el publicano. Lo que puede llegar a ser más factible en este caso es que con la expresión ἢ καὶ el evangelista indique que el publicano no es peor que los demás (ἅρπαγες, ἄδικοι, μοιχοί) sino que es igual de despreciable que ellos75. Con relación al ayuno se debe tener en cuenta que la ley no prescribía más de un día en el año. El fariseo hace incluso más de lo que la ley dice, posiblemente por los pecados del pueblo76. Sin embargo aunque el ayuno se vea como una práctica buena y con un sentido penitencial, existe el problema de la motivación que lo explica, es decir, creer que por medio de su práctica se alcanza la justificación77. 71 Rene Kruger, “El Desenmascaramiento de un despreciador prestigioso- Lectura semiótica de la parábola del fariseo y el publicano - Lucas 18,9-14”, Revista Bíblica, año 49, 1987, 159. También J. López Vergara, Op. Cit., 180. 72 Francois Bovon, “El Evangelio Según San Lucas”, (Salamanca : Editorial Sígueme, 2002), 261. 73 Ibid., 261. 74 Ibid., 261. 75 J. López Vergara, Op. Cit., 181. 76 Ibid., 182. 77 Ibid., 183. 43 De igual manera sucede con el diezmo, ya que el fariseo da más de lo que expresa la Ley (cf. Lv 27, 30; Nm 18, 27; Dt 12, 17). Una razón de esta práctica por parte del fariseo es que no quería arriesgarse a la posibilidad de que el productor no hubiera podido cumplir con sus obligaciones78. Otro problema relacionado a la oración del fariseo es que Lucas en 11,42 ya había reprendido a los fariseos sobre su olvido de los mayores mandamientos, pero sí observaban muy detalladamente el diezmo. Esta es una queja que se manifiesta de forma implícita en la palabra πάντα (“todo”) y en donde κτῶμαι significa adquirir y no poseer79. Adicionalmente la parábola muestra en el fariseo una piedad, que puede llegar a ser obediencia pero en un mar de orgullo espiritual. Se nos muestra el lado negativo de la comparación de personajes y de oración, por lo que el fariseo se convierte en el personaje con el que nadie se quiere identificar80. Finalmente, con el quiasmo formado por la oración larga del fariseo respecto a la oración breve y suficiente del publicano, el autor busca llevar la simpatía del lector hacia el publicano (política, social y religiosamente incorrecto): A. Fariseo: presentación breve B. Fariseo: oración larga. B’. Publicano: presentación larga. A’. Publicano: oración breve. 81 78 Ibid., 183. Ibid., 263. 80 Ibid., 261. 81 Caballero García, Juan Luis. “El fariseo y el publicano (Lc 18, 9-14). Escritura y tradición. Un ejemplo”, en Excerpta e dissertationibus in Sacra Theologia 38 (2000), 39. 79 44 3.4.4. Presentación del publicano82 18, 13. ὁ δὲ τελώνης μακρόθεν ἑστὼς οὐκ ἤθελεν οὐδὲ τοὺς ὀφθαλμοὺς ἐπᾶραι εἰς τὸν οὐρανόν, ἀλλ᾽ ἔτυπτεν τὸ στῆθος αὐτοῦ λέγων· ὁ θεός, ἱλάσθητί μοι τῷ ἁμαρτωλῷ. 18, 13 En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "¡Oh Dios! ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!" Ahora, se aborda de acuerdo a la historia de Israel, quien es el publicano. Los publicanos eran funcionarios judíos, encargados de recaudar impuestos para el imperio romano. La concesión de “contratas”, es decir, la delegación de cobros de impuestos estatales a empresarios y financieros locales (publicani y procuradores), se hacía por subastas anuales al mejor postor de la región, quienes se comprometían a recaudar una suma pactada y en caso de recaudar más, se quedaban con la diferencia. Todo esto con la anuencia y participación directa de los sumos sacerdotes y la élite judía. Es así como Herodes -judío proveniente del séquito asmoneo- ostentaba el doble título de Procurador Romano y Rey de Judea. El sumo sacerdote y los miembros del sanedrín garantizaban con su patrimonio el cobro de los impuestos y por lo tanto tenían directo interés en hacerse cargo de su recaudación83. Por tanto, los publicanos eran repudiados por el pueblo y considerados traidores, porque oprimían a sus propios hermanos y exigían más de la cuenta porque ellos tomaban de los impuestos recaudados su propia ganancia. Incluso no solo eran desagradables para los judíos sino también para los romanos y los griegos, que mostraban una antipatía hacia esa clase de personas por su oficio y dudosa moralidad, ya que las consideraban ávidas de lucro e inflexibles84. 82 Saulnier, C; Rolland B. “Palestina en tiempos de Jesús”. (Navarra-España: Ed. Verbo Divino, 1982), 43; acota que los publicanos eran considerados traidores porque eran judíos que colaboraban con los poderes de ocupación romanos que oprimían al pueblo de Dios y continuamente estorbaban en el cumplimiento de sus deberes religiosos y además pertenecían a una profesión que fue considerada no mejor que la de estafador o prostituta. 83 Stegemann, E. W, Stegemann W. “Historia social del cristianismo primitivo”. (Navarra: Editorial Verbo Divino, 1995), 212-227 84 Cf. Francois Bovon, “El Evangelio Según San Lucas”, (Salamanca: Editorial Sígueme, 2002), 263. 45 La extensa presentación que se hace del publicano, contrasta con la corta que se hizo del fariseo (v. 11)85. Debe anotarse la posición del publicano, a distancia (μακρόθεν), aunque no es claro en el texto con relación a quien, sin embargo no se debe ver que el publicano esté lejos de las otras personas, sino que permanece alejado porque no se considera digno de estar junto al pueblo de Dios en el templo86. Se puede hablar que se mantiene distanciado del espacio sacratísimo87. Sin embargo también es probable que el publicano se encontrara fuera del templo88. De todas maneras como se expresó anteriormente el texto no dice con exactitud la distancia del publicano con relación a quien o a que se encontraba, no obstante si se debe tener en cuenta que el publicano se encuentra cercano al fariseo teniendo en cuenta que éste se refiere a él como οὗτος (este) y no como ἑκεῖνος (aquel) pero el publicano si se mantiene distante debido a que se considera indigno de estar cerca sabiendo muy bien quién es él delante de Dios89. La siguiente postura del publicano es no levantar los ojos al cielo. Él se esfuerza por mantener sus ojos abajo90. Sin embargo el Templo es lugar donde normalmente o por tradición se levantan los ojos para poder contemplar la presencia de Dios, el publicano no los quiere levantar, no se atreve91. Luego se encuentra al publicano golpeándose el pecho; este gesto tiene un significado que viene del Antiguo Testamento (Ecl 7,2) y es una “expresión de profundo arrepentimiento”92. Esta es la actitud que muestra el publicano93. En la antigüedad las mujeres se golpeaban el pecho como signo de duelo o arrepentimiento94. Esto también se 85 Ibid., 253. Kenneth Bailey, “Las parábolas de Lucas. Un acercamiento literario a través de la mirada de los campesinos de oriente medio”, (Miami : Editorial Vida, 2009), 237. 87 Bovon, Francois. Op. Cit., 264. 88 J. López Vergara, Op. Cit., 184. 89 Ibid., 184. 90 Francois Bovon, Op. Cit., 264.. 91 Ibid., 264. 92 Joachim Jeremías, “Las parábolas de Jesús”, (Estella: Verbo Divino, 1981), 160. También en Gerhard Kittel; Gerhard Friedrich, “Compendio del Diccionario Teológico del Nuevo Testamento”, (Michigan: Libros Desafíos, 2003), 939, se muestra que se trata de una expresión espontánea de convicción de pecado y de anhelo de la gracia, y que como tal es la única actitud que se puede mantener en pie ante Dios. 93 Kenneth Bailey, “Las parábolas de Lucas. Un acercamiento literario a través de la mirada de los campesinos de oriente medio”, (Miami: Editorial Vida, 2009), 237. 94 Francois Bovon, Op. Cit., 265. 86 46 encuentra en 23,27(las mujeres que se encuentran con Jesús en el camino de la cruz) y en 23,48(ya en la crucifixión la gente se golpea el pecho). “La expresión corporal del publicano es en sí misma una oración95”. En la parábola se utiliza la expresión “ἱλάσθητί μοι” varias veces confundida o traducida como “ten misericordia de mí” o “ten compasión de mí” pero no es una traducción acertada teniendo en cuenta que no se dice “ἐλέησόν με” como en Lc 18,38, que si sería más adecuado para la expresión “misericordia”96. La expresión “ἱλάσθητί μοι” se refiere más bien al sacrificio propiciatorio, es decir, el publicano solicita que se le concedan los beneficios de la propiciación97. Esta propiciación hace referencia a que en el templo, cada mañana y cada tarde se ofrecía un sacrificio de propiciación o expiación por los pecados del pueblo y normalmente se hacía en presencia de una congregación98. Una traducción más acorde sería “haz propiciación para mí, el pecador” o también “reconcíliate conmigo”99. La postura del publicano demuestra una confianza total en la misericordia de Dios100 y con la expresión “μοι τῷ ἁμαρτωλῷ” muestra su deseo de pedir perdón y de ser aceptado en la presencia de Dios101. Esta oración es súplica y no de acción de gracias como la del fariseo. Adicionalmente la oración del publicano pertenece a la súplica de una fe que ha espiritualizado su relación con Dios y en donde no existe la necesidad de un ritual como mediación102. Al lector que busca más profundamente el sentido del texto una nueva relación de amor que concluye con la rehabilitación de una persona, designada en la parábola como “justicia”, pero que en otros pasajes se le llama “perdón” o “salvación”103. 95 J. López Vergara, Op. Cit., 184. Francois Bovon, Op. Cit., 238. 97 Ibid., 239. 98 Kenneth Bailey, Op. Cit., 227. 99 Ibid., 265. Sin embargo Juan López Vergara en “Señor enséñanos a orar” considera que en la parábola, el verbo que se encuentra en aoristo voz pasiva, por el contexto, tenga el significado de “se misericordioso”. 100 “Compendio Diccionario Teológico del Nuevo Testamento”, (Michigan: Libros Desafíos, 2003), 285. El verbo lo que quiere expresar es un clamor a Dios pidiendo misericordia. 101 J. López Vergara, Op. Cit., 185. 102 Ibid., 266. 103 Ibid., 264. 96 47 3.4.5. Conclusión de Jesús 18, 14. λέγω ὑμῖν, κατέβη οὗτος δεδικαιωμένος εἰς τὸν οἶκον αὐτοῦ παρ᾽ ἐκεῖνον· ὅτι πᾶς ὁ ὑψῶν ἑαυτὸν ταπεινωθήσεται, ὁ δὲ ταπεινῶν ἑαυτὸν ὑψωθήσεται. 18, 14. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado. Después que el publicano realiza su oración de súplica, Jesús realiza la conclusión de la parábola. Esta conclusión tiene dos partes: el juicio que hace Jesús (14a) y la expresión de la máxima (14b). 3.4.6. El juicio de Jesús Cuando Jesús dice “λέγω ὑμῖν” su voz representa la divinidad104, dando a entender que lo que Él dice es el juicio propio de Dios105. El termino οὗτος se vuelve importante y decisivo ya que es “éste”, el publicano, el que vuelve justificado a su casa106 y no volverá a ella como era antes sino de una forma transformada en Dios107. El término δεδικαιωμένος (participio perfecto pasivo), es hapaxlegomenon en el Evangelio de Lucas (inclusive en los otros Evangelios no se utiliza), dando a entender que el publicano quedó justificado, es decir, que Dios le concedió lo que le pedía en su oración por misericordia misma de Dios ante su actitud humilde; fue propiciado por Él, lo que le permite bajar a su casa perdonado, justificado. Es una acción realizada por Dios, quien es el que justifica al publicano108. 104 Cf. Francois Bovon, “El Evangelio Según San Lucas”, (Salamanca: Editorial Sígueme, 2002), 267. J. López Vergara, Op. Cit., 185. 106 Ibid., 266. 107 Ibid., 266. 108 Kenneth Bailey, “Las parábolas de Lucas. Un acercamiento literario a través de la mirada de los campesinos de oriente medio”, (Miami: Editorial Vida, 2009), 240 105 48 La traducción común de la palabra δεδικαιωμένος es “justificado” sin embargo su significado se debe aclarar de acuerdo al campo semántico de la parábola, ya que se puede confundir con la enseñanza paulina de la justificación. En el contexto de la parábola se podría traducir como “con la gratuita aceptación de Dios” o algo similar109. El significado de la palabra en la enciclopedia Bíblica ISBE (BibleWorks) es la persona moral y éticamente justa, vertical, recta. Esta palabra es muy característica de san Pablo, quien la utiliza en el contexto de la justificación por la fe, a diferencia de Lucas en donde se relaciona con la propiciación por los pecados. Para los contemporáneos de Jesús parecía imposible que el publicano pudiese obtener la misericordia y el perdón de Dios pues se pensaba que él debía abandonar su profesión y devolver todo lo que había robado más una quinta parte110. Ahora el fariseo no queda justificado ciertamente por su actitud de confianza en sí mismo en su propia justicia, pero adicionalmente Lucas quiere hacernos ver que errores tiene el fariseo111: Tiene una idea o imagen falsa de Dios. Ora creyendo que con las obras es suficiente para agradar a Dios. Considera que se llega a Dios en la oración con el desprecio a los demás. 109 J. López Vergara, Op. Cit., 187. Ibid., 195. 111 Ibid., 196. 110 49 3.4.7. La expresión de la máxima. Esta expresión pronunciada por Jesús se encuentra también en 14,11 y en Mt 23,12. “Este dicho tiene el carácter de sentencia o declaración escueta de tipo general. Es difícil, entonces, precisar su contexto en la misión de Jesús. Dentro de la agrupación de dichos anteriores (del Reino de Dios), parece ser una advertencia para acoger el Reino de Dios desde la posición de los humildes, y no desde la posición de los poderosos, ya que el acontecimiento del Reino de Dios implica la inversión de las posiciones actuales.”112 Teniendo en cuenta que esta expresión aparece en Lucas y en Mateo y que la principal hipótesis sobre las tradiciones de Lucas son el Evangelio de Marcos y el documento Q, y que en Marcos no aparece se puede aducir que pertenece a Q y que Lucas la tomó de este documento113. Parece ser que su referencia veterotestamentaria se encuentra en Ez 21,31114. Aquí en la parábola se muestra una actitud humilde de parte del publicano, pues todos sus gestos y palabras expresan humildad a diferencia del fariseo que quiere impedir el derecho que tiene el publicano de acudir a Dios (cf. Sal 51)115. Esto muestra que la confianza en si mismo que mostraba el fariseo no conduce a la verdadera justicia que solo proviene de Dios116. No depende del hombre ser justificado; esto depende de Dios. Lo que depende del hombre es la actitud en la oración. ταπεινῶν ἑαυτὸν El que se humilla (v. activa, t. presente, m. participio) ὑψωθήσεται Sera ensalzado (v. pasiva, t. futuro, m. indicativo) ὑψῶν ἑαυτὸν El que se ensalza ταπεινωθήσεται Será humillado (v. activa, t. presente, m. participio) (v. pasiva, t. futuro, m. indicativo) 112 Senén Vidal, “El documento Q”, (España: Editorial Sal Terrae, 2011), 90. Ibid., 90. 114 J. López Vergara, Op. Cit., 187. 115 Ibid., 187. 116 Ibid., 187. 113 50 ὅτι πᾶς ὁ ὑψῶν ἑαυτὸν ταπεινωθήσεται, ὁ δὲ ταπεινῶν ἑαυτὸν ὑψωθήσεται (Porque todo el que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado). Esta frase es de vital importancia para entender toda la fuerza de la parábola. Hasta aquí Jesús nos ha presentado dos oraciones; ahora da una especie de veredicto, que va mucho más allá del mero decir que una acción ha sido mejor que la otra. Sin embargo, ¿cómo se sabe si uno está justificado? Basándonos en un sencillo análisis de la semántica del verbo que aquí se usa, el participio perfecto pasivo δεδικαιωμένος (justificado), podemos concluir que, ciertamente, el autor de esa justificación es alguien exterior a uno mismo: Dios. Este hecho narrativo, por el que Jesús se sitúa en el punto de vista de Dios, tiene una importancia transcendental pues es revelador del ser de Dios: nos dice cómo acoge Dios la oración. Por tanto, la voz importante es la de Jesús117. El publicano sin realizar obras buenas ha realizado lo que es agradable a Dios: su arrepentimiento, porque Dios no desea la muerte del pecador sino que viva118. La acción principal, el marco de la parábola, es la de ir a orar al templo los dos juntos. Sin embargo, es en las “acciones secundarias” es donde se forja la trama del relato: La actitud de las oraciones de los dos sujetos, cuyo objeto es, en principio, el mismo; ya sabemos que no es así gracias al análisis semántico. También parece que ambos tienen el mismo destinatario, Dios. La diferencia se fija entre los argumentos y la posición de cada orante. El publicano habla a Dios; el fariseo se habla a sí mismo con una actitud que, sin duda, mucho tiene de orgullosa. Así, podemos ver que las palabras más importantes de la perícopa son “exaltarse” y “rebajarse” porque contienen el mensaje central de la parábola y todas las demás acciones de la parábola se explican a partir de ellas. Aquí se reemplaza la acción δεδικαιωμένος (justificación presente) por una elevación que se espera se realizará en el futuro (ὑψωθήσεται)119. La recurrencia del término ὑψoῶ (exaltar, ensalzar) en el Evangelio de Lucas se presenta seis veces en las siguientes acepciones: 117 Caballero García, Juan Luis. “El fariseo y el publicano (Lc 18, 9-14). Escritura y tradición. Un ejemplo”, en Excerpta e dissertationibus in Sacra Theologia 38 (2000), 47. 118 Cf. Francois Bovon,“El Evangelio Según San Lucas”, (Salamanca: Editorial Sígueme, 2002), 267. 119 Ibid., 253. 51 ὑψoῶ: (ὑψῶν - ὑψωθήσεται) (exaltar, hacer grande) Pasaje Lc 1, 52 Notas semánticas Ser exaltado por otro (sentido positivo) Exaltarse a sí mismo (sentido negativo) X Lc 10, 15 X Lc 14, 11 Lc 18,14 X X X X Lucas 1:52 Derribó de los tronos a los poderosos y exaltó (ὕψωσεν: Activa, indicativo, aoristo, 3ª del singular, exaltó –en un momento- a otro, subió; sentido positivo ) a los humildes. Lucas 10:15 Y tú Cafarnaúm, acaso hasta el cielo serás levantada? ὑψωθήσῃ : (Pasiva, indicativo, futuro, 2da del singular, exaltada por otro, sentido positivo) Hasta el hades caerás (καταβήσῃ: voz media, indicativo, futuro, 2da singular, como consecuencia de sus propias acciones). Lucas 14:11 Cualquiera que se enaltece (ὑψῶν: Activa, presente, participio, , nominativo, masculino, singular, exaltarse a sí mismo; sentido negativo) será humillado, y el que se humilla será enaltecido". (ὑψωθήσεται: Pasiva, indicativo, futuro, 3ª persona, ser exaltado por otro; sentido positivo). Lucas 18:14 Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece (ὑψῶν: Activa, presente, participio, nominativo, masculino, singular, exaltarse a sí mismo; sentido negativo) será humillado y el que se humilla será 52 enaltecido” (ὑψωθήσεται: Pasiva, indicativo, futuro, 3ª persona, ser exaltado por otro; sentido positivo – Pasivo Divino). A su vez, la presencia del término ταπεινoῶ se registra cinco veces en el Evangelio de Lucas: ταπεινoῶ (ταπεινῶν- ταπεινωθήσεται) (rebajar, menguar, hacer pequeño) Pasaje Notas semánticas Sumisión voluntaria (sentido positivo) Ser rebajado involuntariamente, por otro (sentido negativo) Lc 3, 5 X Lc 14, 11 Lc 18,14 X X X X Lucas 3:5 Todo valle se rellenará y se bajará (ταπεινωθήσεται: voz pasiva, indicativo, futuro, 3ª singular) todo monte y collado; los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados. Lucas 14:11 Cualquiera que se enaltece será humillado (ταπεινωθήσεται: voz pasiva, indicativo, futuro, 3ª singular), y el que se humilla (ταπεινῶν voz activa, participio, presente, nominativa, masculino, singular) será enaltecido". Lucas 18:14 Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido". (ídem anterior) 53 En la perícopa los términos son usados en dos sentidos: Positivo, se refiere a “abajarse a sí mismo, voluntariamente” para ser exaltado (en futuro) por Dios (pasivo divino); y en sentido negativo, se refiere a abajarse o humillarse contra su voluntad o humillar a otro. Complementando lo anterior, Lucas quiere mostrar que si por un lado el que se humilla a sí mismo (en el presente) será exaltado (por otro (Dios120) en el futuro), por el otro el que se exalta a si mismo (en el presente) será humillado (por otro (Dios) en el futuro). Esta máxima de Jesús aparece exactamente dos veces iguales en Lucas, donde tiene el mismo mensaje dentro de dos parábolas diferentes. Del uso de las palabras en la perícopa se debe destacar que las acciones de exaltarse y humillarse (a sí mismo) en voz activa y tiempo presente tienen implicaciones contrarias en tiempo futuro: Ser humillado o exaltado por otro, respectivamente. Este futuro puede verse como un futuro escatológico y divino en cuanto a la acción de Dios hacia el hombre, pero también involucra un futuro inmediato que indica que la acción de Dios empieza desde el momento siguiente de la acción presente. Se puede tener una conclusión en la que la parábola tiene una función parenética donde se busca exponer cual debe ser la verdadera actitud que debe tener el hombre frente a Dios, dando a entender la razón por la que Lucas añadió esta expresión exhortativa121. 120 Kenneth Bailey, “Las parábolas de Lucas. Un acercamiento literario a través de la mirada de los campesinos de oriente medio”, (Miami: Editorial Vida, 2009), 240. Aquí el autor muestra que Dios es el único que puede enaltecer y exaltar al hombre. 121 J. López Vergara, Op. Cit., 189. 54 3.5. Género Literario. El texto analizado tiene como marco de referencia el género mayor “Evangelio”, propio del Nuevo Testamento, tipificado en el género menor “Parábola” como narración basada en la metáfora. El campo de actividad que puede suponer este tipo de texto es el comunitario, porque implica una enseñanza. El texto se enmarca en el género de la parábola como un texto corto y que deja una enseñanza. La parábola, aunque narre hechos realistas, no significa que hayan ocurrido realmente, es decir, son relatos ficticios con sucesos imaginables basados en atributos, acciones y actitudes propios de la realidad, y que son conocidos por el relator y los receptores122. Kenneth Bailey define las parábolas como “una forma de lenguaje teológico concreta y dramática que apremia al oyente a dar una respuesta. Las parábolas revelan la naturaleza del Reino de Dios o indican la forma en la que un hijo del Reino debería actuar”123. Las parábolas obligan a los oyentes a tomar una posición sobre su persona y su misión, ya que en ellas se encuentran llenas del misterio del Reino de Dios124. Se ha intentado clasificar las parábolas por categorías: metáfora, comparación, alegoría, ejemplo, entre otras. Pero tratar de dar categorías a las parábolas de acuerdo a la retórica griega no es adecuado porque cada una tiene un sentido y desarrollo propio 125. En el Evangelio de Lucas se encuentran el mayor número de parábolas dentro de los Evangelios Sinópticos, con un total de 33, mientras que Marcos tiene 8 y Mateo tiene 24. 122 Cf. Gerardo Vanegas, “Generalidades sobre las parábolas” tomado de ”www.ntvaria.com” (Consultada en julio de 2013). 123 Kenneth Bailey, “Las parábolas de Lucas. Un acercamiento literario a través de la mirada de los campesinos de oriente medio”, (Miami: Editorial Vida, 2009), 22. 124 Joachim Jeremías, “Las parábolas de Jesús”, (Estella: Verbo Divino, 1981), 259. 125 Cf. Ibid., 22. 55 La parábola del fariseo y el publicano no se encuentra en Marcos ni en Mateo por lo que es material propio de Lucas. 3.6. Función del texto La forma de desarrollo del texto es narrativa, en una parábola. Dentro de ésta se maneja la acción perlocucionaria; ésta acción designa los efectos que puede tener la acción ilocutiva en el receptor126. Esto quiere decir que, el texto por tratarse de una parábola, tendría una función apelativa, pero por la acción perlocucionaria que tiene, la función no se vería desde un principio sino que tiene un efecto posterior de apelativa. La función del texto, analizando lo anterior, es mostrar que la oración unida a la humildad la escucha Dios y El mismo cumple la petición que se le dirige con esta actitud. 126 Gerardo Vanegas, “Función del texto” tomado de ”www.ntvaria.com” (Consultada en noviembre de 2013). 56 4. DESARROLLO TEMAS TEOLÓGICOS Los aspectos teológicos que enmarcan la perícopa son: • La oración. • La humildad. • La justificación. • La misericordia de Dios. 4.1 La Oración La oración tiene un lugar muy importante en la Biblia. Ésta se acentúa más el Nuevo Testamento, sobre todo en los evangelios127. El Evangelio de Lucas se caracteriza por darle un relieve y profundidad más grande en comparación con los otros evangelistas. Se encuentra a un Jesús más orante (3,21; 5,16; 6,12; 9,18; 9, 28-29; 10,21; 11,1; 22,31-32; 22,39-46; 23,34) y una enseñanza suya muy particular sobre ella (11,5-13; 18,1-8; 18,9-14). La parábola del fariseo y el publicano (18,9-14) se enmarca dentro del viaje de Jesús a Jerusalén y más hacia el final de este viaje. El texto precedente es otra parábola: la de la viuda y el juez injusto, que tiene como temática central la oración, en la que se enseña a no desfallecer sino perseverar en la oración. 127 George Agustín. “El Evangelio según san Lucas”, (Estella-Navarra: editorial Verbo Divino, 1976, 42. 57 La parábola, objeto de nuestro estudio, muestra la importancia de la oración que se dirige a Dios, pero desde un punto de vista más particular, es decir, nos muestra cómo es la oración con base en las actitudes y tipos de oración de los personajes. El fariseo realiza una oración de acción de gracias, diciéndole a Dios todo lo bueno que hace (ayuno y pago del diezmo) y lo malo que no hace con respecto a otras personas128 (ladrones, adúlteros, y el publicano) que no son como él, y con otra característica evidente en la actitud del fariseo: el desprecio hacia los demás, sobre todo al publicano. En cambio el publicano hace una oración de súplica a Dios para que sea propicio a Él129. Se siente pecador y necesitado de la misericordia de Dios. El publicano no hace su oración comparándose ni despreciando a los demás; se siente avergonzado, le pesa su pecado, pero esto no le impide confiar plenamente en la misericordia de Dios130. Como a Dios le agradó su oración y no la del fariseo, por eso quedó justificado (v 14a). Estos estilos de oración, tanto la del fariseo como la del publicano, nos hacen ver otra característica importante que es la relación que cada uno de ellos tiene con Dios. El fariseo basa esta relación en el estricto cumplimiento de la Ley, de sus preceptos de la Ley y no existe un trato personal, cercano y de confianza. Al no tener una relación personal con Dios no lo conoce verdaderamente lo cual su actitud frente al publicano. Contrariamente el publicano parece conocer un poco más a Dios, pues aunque por sus pecados se haya alejado de Él, se mantiene distante, avergonzado, golpeándose el pecho e implorándole que se reconcilie con él, confiando en que Dios es misericordioso y lo acogerá nuevamente. Esta oración de súplica muestra que el publicano busca renovar su relación con Dios, y lo termina consiguiendo por la sentencia que hace Jesús (cf.14a). En la relación con Dios es necesaria, en primer lugar, la humildad como uno de sus fundamentos, y en segundo lugar, el amor. 128 Cf. Benito Acosta, “Lucas, Evangelio de la Misericordia”, (Málaga: Editorial Sepha, 2009), 572. Cf. Francois Bovon, “El Evangelio Según San Lucas”, (Salamanca: Editorial Sigueme, 2002), 265. 130 Cf. Benito Acosta, “Lucas, Evangelio de la Misericordia”, (Málaga: Editorial Sepha, 2009), 573. 129 58 Los anteriores parámetros sobre la oración, en la parábola del fariseo y el publicano, nos muestran que la oración debe ir acompañada de la humildad como su principal cualidad de fondo131 . El publicano que muestra esta actitud “…no hace, pues sino expresar su situación ontológica y la lucidez de su conciencia esclarecida por la luz de Dios, que lo acoge”132. 4.2 La Humildad La humildad se presenta como la virtud de reconocerse a sí mismo en lo que se es. Jesús mismo se declara manso y humilde de corazón (Mt 11,29). También Pablo en la Carta a los Filipenses muestra la humildad de Jesús (Flp 2, 5-11). De igual forma en la primera Carta de Pedro (1Pe 5,5) y en la Carta de Santiago (St 4,6). Él sabe quién es, sabe quién es el Padre y es consciente de su relación con Él. También Lucas nos muestra lo importante que es la humildad para Dios: “manifestó el poder de su brazo, dispersó a los soberbios de corazón. Derribó de su trono a los poderosos y ensalzó a los humildes” (1, 48; 51-52). Gioacchhino Pecci habla sobre la humildad de Jesús: “Ahora bien, este divino Salvador ha vivido la humildad hasta el extremo de hacerse el oprobio de la tierra, para abajar lo más elevado y curar la llaga de nuestro orgullo, enseñándonos con su ejemplo el único camino que lleva al cielo”133. Adicionalmente en el Evangelio se muestra en Jesús “de manera recurrente, la atención y el cariño que mostró por los pecadores que estaban arrepentidos. En contradicción con las actitudes de los fariseos Jesús comía con pecadores, perdonó a la mujer adúltera, visitó la casa de Zaqueo, elogió el ejemplo del publicano humilde en el templo. Tos estos ejemplos nos enseñan que él siempre mostró misericordia y compasión”134. En la parábola encontramos la humildad como una actitud del publicano, ya que él se muestra como lo que es delante de Dios: un pecador, necesitado de la infinita misericordia de Dios (18, 13). Se vacía de sí mismo. Esta actitud en la oración del publicano generó que Dios se la escuchara y le hiciera caso. No se comparó con nadie135 (bajó justificado). Y Dios escuchó esta oración, pues Él se complace en los humildes y los acoge siempre, (1, 48; 1, 52), porque se saben criaturas necesitadas de Dios y ponen su confianza en Él. En su juicio, Jesús resume su enseñanza sobre el tema: “El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido” (18, 14). 131 Cf. Silvano Fausti, “Una comunidad lee el Evangelio de Lucas”, (Bogotá: Editorial san Pablo, 2009), 599. A. Hamman. “La oración. El Nuevo Testamento. Los tres primeros siglos”, (Barcelona: Editorial Herder, 1967), 159. 133 Gioacchhino Pecci, “La práctica de la humildad”, (Guadalajara: Ediciones Populares, 2005), 17. 134 María Isabel Gil, “Conciencia de Pecado y Sentimiento de Culpa”, Cuestiones Teológicas, Vol. 36, No. 86 p. 303 – 326 Medellín - Colombia. Junio - Diciembre de 2009, 309. 135 Benito Acosta, “Lucas, Evangelio de la Misericordia”, (Málaga: Editorial Sepha, 2009), 573. 132 59 Parece que Lucas quiere mostrar una relación clara entre quien se humilla o tiene esta actitud y la exaltación causada por ella. Esta humillación se opone a la actitud que muestra el fariseo de autojustificarse, de exaltarse a sí mismo, y de despreciar a los demás. En el texto “enaltecer” se usa en los dos sentidos: positivo, cuando quien se ha humillado a sí mismo, voluntariamente, será exaltado (en futuro, por Dios. Verbo en pasivo-divino). Y en sentido negativo, cuando quien se exalta a sí mismo, será humillado (en futuro, por Dios. Verbo en pasivo-divino). Parece ser que en el Antiguo Testamento la humildad era entendida como ese paso de la humillación a la exaltación136. Esta máxima de Jesús aparece exactamente dos veces iguales en Lucas (14,11), con el mismo sentido, en dos parábolas diferentes. En el Evangelio de Mateo también se encuentra (23,12). La humildad puede hacer ver al hombre su condición de criatura, que no se encuentra solo, que vive con otros, y que como siervo de Dios y condición de pecador solo puede confiar en la gracia y en la misericordia de Dios137. San Agustín expresa con certeza sobre la humildad: “Dios se ha hecho humilde para salvarnos, avergüéncese el hombre de ser soberbio. Cuanto más se abaja el corazón por la humildad, más se levanta hacia la perfección; porque el humilde será exaltado en la gloria. El primer grado de la humildad es escuchar humildemente las palabras de la verdad, grabarlas en la memoria y ponerlas por obra. Es cierto que la verdad huye siempre de las mentes que no son humildes. Cuanto más humilde sea el hombre ante sí mismo, más grande será ante Dios; el soberbio, cuanto más glorioso aparece ante los hombres, más abyecto es delante de Dios… Además, la Escritura dice: «¿De qué te ensoberbeces, polvo y cenizas», si el viento de la soberbia disuelve y dispersa cuanto has reunido con ayunos y limosnas? No te gloríes por tus virtudes, porque no serás tú tu juez, sino otro, ante el cual procura humillarte en tu corazón, a fin de que Él te exalte en el tiempo de la retribución. Baja 136 Erich Przywara, “Humildad, Paciencia, Amor. Tres virtudes cristianas”, (Barcelona: Editorial Herder, 1964), 18. 137 Leonhard Gilen, “Amor propio y humildad. Aproximación psicológica a la personalidad religiosa”, (Barcelona: Editorial Herder, 1980), 68. 60 si quieres subir, humíllate si quieres ser exaltado, para que cuando seas exaltado no vengas a ser humillado, porque el que es deforme a sus propios ojos es hermoso delante de Dios”138. Se debe resaltar que “ninguna culpa o pecado es demasiado grande si se reconoce, se declara, y se echa a la misericordia de Dios como a un fuego. Pero la culpa no reconocida, no declarada, no confesada, tortura y pesa; es como el foco de una enfermedad que, sin verse, infecta todo”139. Esta reflexión se hace eco de las actitudes del publicano y el fariseo. Como diría Gioacchhino Pecci (León XIII): “Es una verdad incontrovertible que no habrá misericordia para los soberbios, que para ellos permanecerán cerradas las puertas de los cielos, y que el Señor sólo las abrirá a los humildes. Para convencerse, basta abrir las Sagradas Escrituras, que continuamente nos enseñan que Dios resiste a los orgullosos, que humilla a los que se ensalzan, que hay que hacerse semejantes a los niños para entrar en su gloria, que quien a ellos no se asemeje será excluido, y, por último, que Dios sólo otorga su gracia a los humildes”140. Con relación a la actitud que muestra el fariseo en la parábola, Pecci añade: “Si haces alguna mortificación extraordinaria, procura preservarte del veneno de la vanagloria, que destruye a menudo todo su mérito; hazla tan sólo porque desdeciría de un pecador que viviera según su propio capricho, y también por tantas deudas como tienes que saldar ante la justicia divina. Piensa que los actos de penitencia te son tan necesarios para detener la violencia de las pasiones y mantenerte dentro de los límites del deber, como la brida y el freno para domar un impetuoso caballo”141. Y continúa: “Si entre los que te rodean hay alguno que te parece despreciable, obrarás sabia y prudentemente si en vez de publicar y censurar sus defectos te fijas en las buenas cualidades naturales y sobrenaturales de que Dios le ha dotado, y que le hacen digno 138 Gioacchhino Pecci, “La práctica de la humildad”, (Guadalajara: Ediciones Populares, 2005), 61-62. Christoph Schonborn, “Hemos encontrado Misericordia”, (Madrid: Ediciones Palabra, 2011), 124. 140 Gioacchhino Pecci, “La práctica de la humildad”, (Guadalajara: Ediciones Populares, 2005),16. 141 Ibid., 34. 139 61 de respeto y honor”142. Adicionalmente con respecto a la oración afirma: “Acude a la oración persuadido de tu indignidad y bajeza y lleno de un temor sagrado por la presencia de la suprema Majestad, cuya protección te atreves a implorar. ¿Hablaré a mi Señor yo que soy polvo y ceniza? Si recibes algún favor extraordinario, júzgate indigno de él, y piensa que Dios te lo ha concedido por su largueza y misericordia. No 143 te complazcas vanamente atribuyéndolo a tus méritos” . 4.3 La Justificación La justificación es un acto de Dios por el cual Él declara que una persona pecadora es justa144. Sin embargo a través del tiempo este concepto fue evolucionando en el contexto bíblico, del Antiguo al Nuevo Testamento en los Evangelios, Pablo y la Carta de Santiago. 4.3.1 Antiguo Testamento En el Antiguo Testamento consiste en que alguien es declarado libre de culpa145. Además tiene unas implicaciones de tipo legal, ya que tenía su contraste frente a la condenación (Dt 25,1; Prov 17,15; Is 5,23)146. La justificación tenía su fundamento en el ser justo de la persona de acuerdo a su comportamiento correcto ante Dios. Solo Él podía juzgar perfectamente si una persona estaba cumpliendo y viviendo de acuerdo al criterio de relación dado por Él147. Esta medida de la relación con Dios tiene un fundamento comunitario donde el obrar justo de Dios se enmarca en la realización de la comunidad148. “Las acciones justas de Dios representan su acción salvífica, por lo cual su justicia es causa de salvación”149. 142 Ibid., 36. Ibid., 42. 144 David S. Dockery, “Comentario Biblico Conciso Holman: Un Comentario Claro y de Lectura Amena Sobre Cada Libro de la Biblia”, (Nashville: B&H Publishing Group, 2005), 547. 145 Ibid., 547. 146 Ibid., 547. 147 Ibid., 547, 143 62 4.3.2 Nuevo Testamento En los Evangelios se menciona y se manifiesta la justicia que viene de Dios, perosolamente en Lucas se encuentra la justificación con el significado específico que tiene en la parábola del fariseo y el publicano (cf. 3.5.1. El juicio de Jesús). Pablo elabora su doctrina de la justificación por la fe, que a diferencia del Antiguo Testamento, no se alcanza por el cumplimiento de la Ley sino por la fe en Jesucristo (Rom 3,22-24; 5,1; 5,17-18; 2 Cor 5,21; Fil 3,9; Gal 2,21; Tit 3,5). La justicia de Dios es creadora de salvación y va unida a la fe, en cuanto confianza incondicional que representa el modo de aceptación, donde la justicia divina justifica al hombre150. Para Pablo es muy importante resaltar que la justificación no se alcanza por realizar las obras de la Ley ya que éstas no pueden dar vida y no pueden ser causa de salvación en el hombre, en cambio por la fe en Jesucristo crucificado y resucitado se alcanza la justificación que trae la salvación (Gal 3, 17-22). Para Pablo: “La doctrina de la justificación es teológica. La revelación va unida a la persona e historia de Jesucristo, a su muerte y resurrección. Su muerte en cruz ha destruido el poder del pecado. La resurrección de Jesús otorga relevancia actual a la justificación del hombre (Rom 4,25). No es la Torah, sino este acto definitivo de Dios el que crea la salvación”151. Santiago en su carta va más adelante al afirmar que la justificación se da no solamente por la fe, sino también por las obras (St 2, 14 -26). Pero para Santiago las obras no son las de la Ley, sino las que nacen de la fe. Se debe señalar que “la justificación por parte de Dios y la 148 Fernand Hahn, “La justificación, aproximación bíblica”, Selecciones de Teología Vol 39 – Sumario 156 (2000), http://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol39/156/156_hahn.pdf (consultada en mayo 14 de 2013), 284. 149 Ibid., 284. 150 Ibid., 286. 151 Ibid., 288. 63 manera de entender la colaboración de la fe y de las obras presuponen una comprensión diferente de la de Pablo. Sin embargo, se da algo en común: al hablar de la justificación se trata de un acontecimiento relevante para la salvación, aunque no la fundamenta; además, para el autor de la carta está en juego la unión de fe y obras. Esto, sin ser idéntico, no está lejos de la genuina concepción paulina”152. La justificación mencionada en la parábola del fariseo y el publicano pareciera que difiere de alguna manera de la justificación por la fe que plantea Pablo. Sin embargo hay que considerar: El término “justificado” solo aparece en los evangelios en esta perícopa. Los siguientes argumentos indican que la doctrina de la justificación de Pablo puede estar basada en la tradición153: o La justificación en el sentido de ser aceptados y reconciliados por la misericordia de Dios y no por las propias obras, ya tiene sus esbozos veterotestamentarios (cf. Sal 24,3-5; 51). o La aceptación incondicional de Dios precede a las obras mismas. (Esto se encuentra en Lc 15, 20-24; 19,1-10 y en la misma parábola que se está estudiando). o Lo importante es la actitud presente y no los hechos del pasado. o Los personajes reconocen sus pecados y culpa. o Aunque no se nombre explícitamente la fe, como lo hace Pablo, ésta se manifiesta de dos maneras: en la actitud confiada en la misericordia de Dios y en los gestos de arrepentimiento que muestra el publicano. o Se aclara que los enunciados anteriores no implican negar un desarrollo teológico portentoso de Pablo. Como conclusión se puede decir que: “Existen tres componentes del mensaje salvífico se resumen en las afirmaciones sobre la justificación: la iniciativa de Dios, el carácter gratuito de su actuación y la confianza sin reservas por parte del hombre”154. 152 153 Ibid., 289. J. López Vergara, Op. Cit., 193. 64 4.4 La Misericordia de Dios La Escritura, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, da testimonio de que la misericordia es el atributo de Dios que ocupa el primer lugar en su autorrevelación en la historia de salvación155. Lucas en el Evangelio muestra en muchos pasajes la manifestación de la misericordia de Dios (cf. 7, 36-50; 10,29-35; 15, 1-32; 18,14 etc), por eso se le llama “Evangelio de la Misericordia”156. La parábola del fariseo y el publicano cuenta entre esas manifestaciones que muestran que Dios no quiere la muerte del pecador sino que viva y se convierta, que la misericordia se da sin medida de parte de Dios. La parábola nos enseña cómo se puede propiciar esa misericordia para el hombre. El relato mostraba que la oración del fariseo era de acción de gracias y no de súplica como la del publicano; el fariseo no buscaba perdón ni misericordia de parte de Dios. Esta acción de gracias de este personaje mostraba elementos contrarios a la misericordia que nos manifiesta Jesús en todo el Evangelio: El desprecio a los demás, incluyendo al publicano. Solo piensa y se expresa en lo bueno que él es. Por el contrario, el publicano no realiza una oración de acción de gracias sino de súplica y en ella, primero le pide a Dios que le sea propicio, que se le conceda la reconciliación, y segundo le hace esa solicitud sabiéndose pecador, es consciente de sus pecados y se sabe necesitado del perdón y de la misericordia de Dios. Lo importante en su petición es su actitud. Se puede decir inclusive que lo primero que el publicano tiene es una actitud interna que demuestra con su oración. 154 Fernand Hahn, “La justificación, aproximación bíblica”, Selecciones de Teología Vol 39 – Sumario 156 (2000), http://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol39/156/156_hahn.pdf (consultada en mayo 14 de 2013), 290. 155 Walter Kasper, “La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana”, (Santander: Editorial Sal Terrae, 2012), 71. 156 Cf. Juan Palbo II, “Dives in Misericordia” (Bogotá: editorial Paulinas, 2003), 16. 65 Solo aquel que se reconoce pecador alcanza la misericordia de Dios, que nunca desprecia un corazón arrepentido(Sal 51). Hay que destacar que la justificación del publicano no se puede desvincular de la misericordia de Dios, ya que ésta última es la que causa la justificación y lo hace acepto y justo ante los ojos de Dios. Por eso: “La justificación libera al hombre del pecado que contradice al amor de Dios, y purifica su corazón. La justificación es prolongación de la iniciativa misericordiosa de Dios que otorga el perdón. Reconcilia al hombre con Dios, libera de la servidumbre del pecado y sana157”. Se debe destacar que en la tradición la relación de Jesús con los pecadores es un punto central del Evangelio de Lucas. Ya que eran estos los que rechazaban a Dios y eran los necesitados de misericordia, aunque se consideraba que su arrepentimiento fuera imposible. Después de la destrucción del templo de Jerusalén, y con la probabilidad de la influencia de las comunidades cristianas, fue entonces cuando el pecador era para quien realmente tenía cabida la misericordia y el perdón de Dios158. Esto queda referenciado en el Evangelio donde los pecadores, por ejemplo, la mujer pecadora, Zaqueo, el hijo pródigo y el humilde publicano de la parábola. Lo que hace Lucas es reproducir la esencia del Evangelio, que es la Buena Nueva que el Señor Jesús vino a ofrecer a los más necesitados (cf 4,18) entre los que se encontraban los pecadores (cf 19, 10)159. Por lo tanto Dios se mueve en misericordia hacia aquel que pone su confianza, no en sí mismo, sino en Él. El fariseo no pone su confianza en Dios sino en él mismo, confía en su propia justicia y obras, por eso no alcanza la misericordia de Dios, por eso no queda justificado, a diferencia del publicano, según el juicio emitido por Jesús (cf. 18,14a). La parábola pudo haber sido considera en algún momento como una parábola de la misericordia donde se revelaría que la justificación proviene solamente de la misericordia 157 Catecismo de la Iglesia Católica, artículo 1990. J. López Vergara, Op. Cit., 189-190. 159 Ibid., 190. 158 66 de Dios160. Para Fitzmyer la condición de justo y el restablecimiento de la justicia del publicano se encuentra solamente en la confesión de su pecado 161. Sin embargo la justificación no es el resultado de solo confesar los pecados sino en la confianza que tiene el publicano en la misericordia de Dios162. En el Evangelio de Lucas, como vemos, Jesús anuncia el mensaje de la misericordia divina de forma definitiva y universal, no para unos cuantos, sino para todos. Jesús es quien nos abre el acceso al Padre, ya que en el Reino de Dios hay espacio para todos, nadie es excluido. El Padre definitivamente ha apaciguado su ira, concediendo un mayor espacio a su amor y su misericordia163. Lejos de condenar, Dios perdona, da y regala en una medida generosa su misericordia. Ella desborda toda medida164. La omnipotencia de Dios se manifiesta sobre todo en la indulgencia y el perdón165. El publicano experimentó con su oración la misericordia divina porque Dios no quiere la muerte del pecador sino que se convierta y que viva (Ez. 18, 23). La misericordia y la justicia (justificación) tienen una relación cercana, ya que como afirma el cardenal Walter Kasper: “la misericordia es la más perfecta realización de la justicia. La misericordia de Dios lleva al ser humano a regresar a la verdad sobre sí mismo. La compasión divina no humilla al hombre.166”. Dios fue entonces misericordioso con el publicano, no lo humilló, como hizo el fariseo, sino que lo exaltó y le restituyó su dignidad, porque él reconoció su verdad. “En su misericordia, Dios quiere satisfacer también la justicia167”. “La justicia de Dios es su misericordia y su misericordia es su justicia168”. Sin embargo esta relación no debe falsear la compresión de la enseñanza de Jesús sobre la misericordia divina prescindiendo o minimizando los discursos relativos al juicio (justicia). 160 J. López Vergara, Op. Cit., 196. J. Fitzmyer, “El Evangelio según san Lucas III”. (Madrid: editorial Cristiandad, 1986), 856. 162 J. López Vergara, Op. Cit., 196. 163 Walter Kasper, “La misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana”, (Santander: Editorial Sal Terrae, 2012), 71. 164 Ibid., 72. 165 Ibid., 93. 166 Ibid., 74. 167 Ibid., 78. 168 Ibid., 82 161 67 Estos discursos constituyen una reiterada y constante llamada a la conversión en vista de una última oportunidad concedida por la divina misericordia169. Continuando con esta relación, y teniendo en cuenta, como se expuso antes, que la Escritura da testimonio de la misericordia como el principal atributo de Dios, ésta no puede ser un caso de justicia divina, por el contrario la justicia ha de entenderse desde la perspectiva de la misericordia de divina170. “La misericordia aparece entonces como la justicia característica de Dios171”. La justicia que quiere mostrar Jesús no es una justicia condenatoria y castigadora sino una justicia que justifica, que nos hace justos172. Esta justicia se da, no por méritos propios sino por pura gracia de Dios, incluso a pesar de nuestros méritos. No nos es concedida en razón o virtud de nuestras obras sino en virtud de la fe173. El fariseo a pesar de sus obras (ayuno y diezmo) no alcanzo la justificación porque no consideraba que la necesitara, ya se creía justo. En este sentido, teniendo presente que la libertad nos libera de la presión de la Ley, donde su cumplimiento hace creer que se puede justificarse a sí mismo, aunque no se pueda llegar completamente a su altura. De ese modo se exige mucho de uno mismo para su cumplimiento174. Esto es algo que le ocurría al fariseo, el cumplimiento de la Ley lo hizo autojustificarse. La misericordia, testimoniada en la toda la Escritura y concretamente en el Evangelio de Lucas, es el mensaje bueno, consolador, alentador y esperanzador en el que se puede confiar en cualquier situación. Es para todos refugio, esperanza y consuelo175. Al publicano se le concedió y bajo justificado a su casa. 169 Ibid., 75. Ibid., 93. 171 Ibid., 93. 172 Ibid., 81. 173 Ibid., 81. 174 Ibid., 82 175 Ibid., 113 170 68 Finalmente se puede hacer la pregunta que realiza el cardenal Christoph Schonborn: “¿Hay misericordia también para nosotros, pecadores? Sí, la hay, una misericordia absoluta e inagotable. Pero plantea algunas exigencias: sinceridad y arrepentimiento176”. Estas exigencias se pueden encontrar claramente en el publicano. 176 Christoph Schonborn, “Hemos encontrado Misericordia”, (Madrid: Ediciones Palabra, 2011), 74. 69 5. APLICACIÓN ACTUAL La cultura y la sociedad actual hacen creer que el hombre de hoy no necesita de Dios 177, en donde poco a poco se le va sacando de todas partes pero sobre todo de su corazón. Esto trae como consecuencia que el hombre se empiece a cerrar a una experiencia de Dios 178 lo que puede ocasionar que él no experimente su Amor y su Misericordia. Ese desconocimiento de la Misericordia de Dios hace que el hombre viva una vida donde no se reconoce quien es él mismo y esa cultura lo invita a tener actitudes de superioridad179 y de mostrar que se es autosuficiente. Esta situación influye también en los cristianos, en donde muchas veces se piensa que por creer en Dios y cumplir con ciertas normas y leyes son superiores a los demás 180 o ya están salvados o justificados. Estas personas no sienten la necesidad de la Misericordia de Dios porque consideran que son buenas y que al cumplir con unos ritos (llámese eucaristía dominical, entre otras) y normas, están bien delante de Dios y creen que por ello se pueden convertir en jueces de los demás, alabando su propia conducta y actitudes, y condenando la de los otros. Solo cuando una persona creyente abre su corazón a Dios para dejar que El obre en ella, se empieza a experimentar su Amor y ese Amor es el que permite al cristiano creyente empezar a reconocerse a sí mismo como es y a darse cuenta de la necesidad de Misericordia que tiene181. Esta situación abarca a cada uno de los creyentes y se tiene que empezar a analizar, a reflexionar como es la relación de cada uno con Dios y con el prójimo, para entender que uno solo es criatura delante del Creador y que Dios siendo misericordioso también es Justo y que algún día cada uno tendrá que estar delante de Dios para responder por nuestro amor en este mundo (Mt 25, 31-46). 177 Cf. Juan Antonio Estrada, “El futuro de Dios en una sociedad laica” (España: Ponencia de la XIII Semana Andaluza de Teología, 2006), 3. 178 Cf. Raul Berzosa Martínez, “10 desafíos al cristianismo desde la nueva cultura emergente” (EstellaNavarra: editorial Verbo Divino, 2004), 130-131 y 135. 179 Cf. Ibíd., 84. 180 Cf. Ibíd., 84. 181 Cf. Juan Palbo II, “Dives in Misericordia” (Bogotá: editorial Paulinas, 2003), 7. 70 En la actualidad, los admirables logros de la humanidad quedan en buena parte ensombrecidos por la presencia de graves injusticias. Mientras unos viven en el bienestar, incluso hasta el derroche, otros sufren pobreza, miseria, hambre, indiferencia y desprecio. ¿Cómo elevar nuestro corazón a Dios desde este mundo tan injusto?182 5.1 La Oración La oración es la expresión de la fe, su aliento183. En esta expresión se encuentra una relación directa entre fe y oración. Por ese motivo si una entra en crisis la otra también. En esta época se puede detectar una crisis en la oración que abarca a todo el conjunto del pueblo cristiano184. Se puede hablar incluso de cristianos a los que se les está olvidando lo que es orar. Han ido abandonando aquellas oraciones que en otras épocas habían alimentado y fortalecido su fe, pero que hoy éstas no le dicen nada. Su relación con Dios actualmente está como bloqueada, se quedan sin saber cómo comunicarse con Él185. Teniendo como base lo anterior para algunos cristianos se vuelve complicado llamar Padre a Dios y más aún, invocarlo con confianza si les parece un ser lejano y difuso al considerarlo indiferente y ajeno a sus problemas y sufrimientos. A otros cristianos, la oración les parece algo falso, algo que debería de ser superado ya que una persona responsable no debe necesitar la oración para organizar su vida186. Hay otros que han ido abandonando la oración tratando de rehuir al encuentro con Dios, ya sea por su desorden moral o incluso por su propia mediocridad cristiana. No han aprendido 182 Obispos de Navarra y Euskadi, “La oración cristiana hoy”, (Barcelona: Centro de pastoral litúrgica, 1999), 37. 183 Ibid., 11. 184 Ibid., 11. 185 Ibid., 12. 186 Ibid., 12. 71 a encontrarse ni a relacionarse con Dios desde su pecado o infidelidad 187, a diferencia del publicano que reconoce como pecador delante de Dios y en su oración le pide confiadamente su compasión. La vida moderna parece querer imponer unas condiciones que son poco favorables para la oración: el ruido, la presión de los medios de comunicación, la movilidad, la competencia, el trabajo, la publicidad, la invasión del hogar, las prisas y las tensiones hacen casi imposible el ambiente propicio para la oración188. La oración, en la actualidad, también puede presentar dificultades por la propia experiencia del orante. Estas dificultades pueden aparecer antes y después de la oración189. Se puede encontrar en el cristiano de hoy esas dificultades que se tiene para la oración. Estas se pueden entender de diferentes maneras: Falta de tiempo (se pone por excusa donde los deberes humanos se colocan por encima de los deberes con Dios), no se sabe cómo orar, la oración solo en momentos de emergencia o necesidad (acá encontramos al Dios “bombero”), la forma de orar no es adecuada (se repiten frases u oraciones sin saber lo que se dice), la poca perseverancia en la oración, la oración sin conciencia de lo que se dice (distracción en la oración), la falta de humildad, confianza en las propias fuerzas y habilidades, la oración como una costumbre y no como un dialogo personal con Dios, en fin, se pueden enumerar varias situaciones que hacen que la oración no se vuelva eficaz ni tenga el sentido apropiado. La parábola muestra como los personajes suben al templo para dedicarle un tiempo a la oración con Dios y como el publicano sabe relacionarse con ese Dios que se hace cercano. Hoy se vive una fe débil y poco convencida dentro de un marco de indiferencia y despreocupación en varios sentidos donde la presencia de Dios parece diluirse. Esto se ve reflejado también en los hogares donde van desapareciendo aquellas oraciones de la mañana, de la noche, la bendición de los alimentos, el rosario en familia, entre otras. Los padres de familia ya no enseñan a sus hijos a orar, ya sea porque ellos mismos no saben o no les preocupa su enseñanza. Lo que trasmiten es silencio e indiferencia hacia la oración y 187 Ibid., 12. Ibid., 36. 189 Cf. José Caba. “Pedid y recibiréis”. (Madrid: La Editorial Católica), 1980. 188 72 a Dios190. Lucas con la parábola quiere mostrar la importancia de la oración como una forma efectiva de relacionarse con Dios. Lo anterior puede deberse a que nunca ha sido fácil relacionarse con aquel Dios invisible y oculto, y donde los hombres quieren ver y comprobar, captar y comprender. En este sentido empiezan a surgir preguntas como ¿Para qué sirve orar? ¿De qué sirve invocar a Dios? ¿Orar, no es hablar con uno mismo? La primera pregunta tiene un trasfondo cultural: se piensa que lo importante es la acción, el esfuerzo y el trabajo. En la segunda pregunta se advierte a un Dios que no parece preocuparse mucho por aquellos que acuden a Él o que no interviene para resolver las injusticias y desgracias. De esta forma clama el salmista (Sal 22 [21]). La tercera pregunta se relaciona con el debilitamiento de la oración, en la que se cree que la oración se dirige hacia alguien a quien no se ve y que no “contesta” y en la que parece que se habla es con uno mismo y no con Dios191. Jesús con la sentencia de la oración del publicano muestra que siempre hay una respuesta de Dios. Otros obstáculos que se encuentran en la actualidad es que en varias ocasiones se realiza oración de forma interesada, con actitudes que no son las adecuadas, una oración hecha con fórmulas repetidas pero de forma distraída, sin gran hondura; una oración modesta y deslucida. Esto sucede en aquellos que no se conocen bien y no saben hablar con Dios porque tampoco saben hablar consigo mismos ni con los demás sino que lo hace de forma torpe y con mucho trabajo192. Esto implica que no conozcan a Dios, por lo que en primer lugar tendrán una idea falsa o incompleta de Dios y en segundo lugar no van a tener una relación personal con Él. Esta es la actitud característica del fariseo en la parábola. Cuando el cristiano ora está siempre buscando como realidad última el Reinado de Dios entre los hombres193. Se toma como opción lo que Jesús dice: “Buscad primero el Reino de Dios y toda su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura” (Mt 6, 32-33). De aquí surge la pregunta a que Dios se ora, ¿si a un Dios indiferente ante el dolor y las injusticias humanas, o al Dios de amor que quiere la justicia y el bien para todos? O también: ¿En 190 Obispos de Navarra y Euskadi, “La oración cristiana hoy”, (Barcelona: Centro de pastoral litúrgica, 1999), 12-13. 191 Cf. Ibid., 14-15. 192 Ibid., 15. 193 Ibid., 23. 73 dónde inicia y hacia donde nos conduce nuestra oración?¿Nace del egoísmo del hombre o de su búsqueda del Reino de Dios y nos compromete en su realización?194 Con frecuencia el ser humano se siente culpable por sus actos. La vida también es culpabilidad, descontento de sí mismo, temor, indignidad, contradicción interior, necesidad de ser diferente. En estas circunstancias la persona puede huir de sí misma, pero también puede escuchar el anhelo más profundo de su corazón y de su ser, y buscar el perdón y la reconciliación. Es lo que hace un creyente cuando implora la misericordia de Dios, así como el publicano. Sin embargo no se trata de pedir perdón por pecados concretos. El creyente necesita vivir constantemente del perdón de Dios195. Existen actualmente pocas cosas que puedan alejar tanto de la verdadera oración como aquellas plegarias al Espíritu Santo y a la Virgen María que repetidas un número determinado de veces pretenden asegurar de forma casi automática toda clase de complacencias. Pero también existen otros modos de manipular la oración, tratando de “negociar” con Dios la obtención de un favor o buscando en ella un equilibrio emocional196. La oración se vuelve eficaz, no porque se cumplan nuestros deseos sino porque ella nos hace más humanos y más cristianos. El encuentro con Dios en la oración, abre nuestro corazón a la escucha de su Palabra. Libera del egoísmo desordenado que lleva al acaparamiento de cosas y de personas para someterlas al propio yo. La eficacia de la oración se concreta realmente en la propia conversión197. Esto fue lo que sucedió con el publicano. La oración es para que la gracia de Dios actúe en cada persona, para que a través de ella se transforme el corazón de quien ora. Es el creyente el que necesita cambiar, no Dios198. 194 Ibid., 23. Ibid., 25. 196 Ibid., 28. 197 Ibid., 28. 198 Ibid., 28. 195 74 Ante estas imágenes falsas de Dios, en las cuales la oración no es actitud de vida, sino recurso de emergencia o de altivez, la parábola da otra imagen de Dios y otra actitud de oración. Aquí surge la humildad como la actitud primordial que se debe tener en el momento de hacer oración a Dios. Después de hacer un balance sobre la situación actual relacionada con la oración, la parábola viene a mostrarnos un camino de luz para que ésta se convierta en dialogo y relación con Dios. Ante El basta presentarse con nuestro ser. Aquello que es parte de la vida puede ser punto de partida para una oración de súplica, de acción de gracias, alabanza, queja o petición de perdón199. La oración no debe constar de congratulaciones, ni de realizar alardes de prácticas de piedad, debe evitar el orgullo, ni debe juzgar y criticar a otras personas, sino de forma humilde, confesar los pecados y manifestar la necesidad de la misericordia de Dios y confiar en ella, para que por medio de esta misericordia se alcance la justificación 200, así como ocurrió con el publicano. A Dios se le debe buscar con humildad, sabiendo que es Él quien tiene la iniciativa del encuentro en la oración. Dicha iniciativa exige que se renuncie a toda actitud de soberbia, altivez, autojustificación, de importancia de uno mismo, con nuestras necesidades y deseos. Dios no se deja manipular ni poseer al antojo de uno201. 199 Obispos de Navarra y Euskadi, “La oración cristiana hoy”, (Barcelona: Centro de pastoral litúrgica, 1999), 24. 200 Cf. Kenneth Bailey, “Las parábolas de Lucas. Un acercamiento literario a través de la mirada de los campesinos de oriente medio”, (Miami: Editorial Vida, 2009), 241. 201 Ibid., 31. 75 5.2 La Humildad Los cristianos, en repetidas ocasiones, piensan que por creer en Dios y cumplir con los mandamientos se sienten primeros y superiores a los demás202 o simplemente no se preocupan más por tener una relación cercana con Dios. Estas personas no sienten la necesidad de Dios porque consideran que son buenas y que al cumplir con los mandamientos, están bien delante de Dios y creen que por ello se pueden convertir en jueces de los demás, alabando su propia conducta y actitudes, y condenando la de los otros. “…También en la Iglesia existe la propensión velada a presentar a Dios los propios méritos en el cumplimiento de la ley, a invocar las propias obras y a afirmar los propios derechos frente a Dios203”. Esto se muestra en los signos exteriores de humillación que el hombre quiere mostrar pero que son propios de la falsa humildad204. Se puede afirmar que la humildad no solamente es un estado que uno pueda comprobar en sí mismo, sino que la sola verdad del amor divino ha penetrado y absorbido totalmente a una persona205. Por eso es importante recordar lo que nos dice Ángel Rodríguez referente a la humildad: “El criterio según el cual la virtud cristiana de la humildad regula las tendencias humanas de que venimos hablando sigue siendo el de la verdad. La humildad no tolera la falsedad acerca de las propias cualidades positivas o negativas. Pero a la luz de las enseñanzas del Señor es posible comprender con mayor exactitud cuál es nuestra verdadera posición ante Dios y ante los demás. El cristiano es bien consciente de que todo lo ha recibido gratuitamente de Dios, tanto el ser y la vida como la justicia y la gracia... La humildad enseñada por el Señor es también la otra cara de la caridad hacia el prójimo. Quien es consciente de ser nada ante la majestad de Dios, evita el orgullo y el desprecio del prójimo, sabe comprender a los demás, incluidos 202 Cf. Ibíd., 84. Biblioteca Católica Digital, tomado de “http://bibliotecacatolicadigital.org/FICHAS/BIBLIA/Lc/LUCAS18.htm” (Consultada el 22 de julio de 2013). 204 Erich Przywara, “Humildad, Paciencia, Amor. Tres virtudes cristianas”, (Barcelona: Editorial Herder, 1964), 32. 205 Erich Przywara, “Humildad, Paciencia, Amor. Tres virtudes cristianas”, (Barcelona: Editorial Herder, 1964), 37. 203 76 sus errores. Sólo quien piensa que no se ha equivocado nunca se horroriza ante los errores de los demás”206. La humildad autentica solo es posible a la luz y en el seguimiento de Jesucristo y en la identificación con Él, con sus actitudes y sentimientos207. Gioacchhono Pecci muestra como debe ser una persona humilde: “Abre los ojos de tu alma, y considera que no tienes nada tuyo de que gloriarte. Tuyo sólo tienes el pecado, la debilidad y la miseria; y, en cuanto a los dones de naturaleza y de gracia que hay en tí, solamente a Dios, de quien los has recibido como principio de tu ser, pertenece la gloria”208. También aconseja: “Persuádete de que el pecado de soberbia es un mal tan abominable, que cualquier otro en la tierra y en el infierno es muy pequeño en comparación con él; este pecado fue el que hizo prevaricar a los ángeles en el cielo y los precipitó a los abismos”209. San Josemaría Escrivá nos enseña algunos aspectos importantes sobre la falta humildad que se deben meditar y reflexionar. “Déjame que te recuerde, entre otras, algunas señales evidentes de falta de humildad, y que algunas de éstas se encuentran en el fariseo de la parábola: Pensar que lo que haces o dices está mejor hecho o dicho que lo de los demás. Querer salirte siempre con la tuya. Disputar sin razón o —cuando la tienes— insistir con tozudez y de mala manera. Dar tu parecer sin que te lo pidan, ni lo exija la caridad. Despreciar el punto de vista de los demás. No mirar todos tus dones y cualidades como prestados. 206 Ángel Rodríguez, “Humildad personal”, tomado de “http://www.collationes.org/de-vitachristiana/quibusdam-spiritum-operis-dei/item/197-humildad-personal-%C3%A1ngel-rodr%C3%ADguezlu%C3%B1o#cita17” (Consultado en julio 18 de 2013) 207 Leonhard Gilen, “Amor propio y humildad. Aproximación psicológica a la personalidad religiosa”, (Barcelona: Editorial Herder, 1980), 68 208 Gioacchhino Pecci, “La práctica de la humildad”, (Guadalajara: Ediciones Populares, 2005), 17. 209 Ibid., 18. 77 No reconocer que eres indigno de toda honra y estima, incluso de la tierra que pisas y de las cosas que posees; Citarte a ti mismo como ejemplo en las conversaciones. Hablar mal de ti mismo, para que formen un buen juicio de ti o te contradigan. Excusarte cuando se te reprende. Encubrir al Director algunas faltas humillantes, para que no pierda el concepto que de ti tiene. Oír con complacencia que te alaben, o alegrarte de que hayan hablado bien de ti. Dolerte de que otros sean más estimados que tú. Negarte a desempeñar oficios inferiores. Buscar o desear singularizarte. Insinuar en la conversación palabras de alabanza propia o que dan a entender tu honradez, tu ingenio o destreza, tu prestigio profesional. Avergonzarte porque careces de ciertos bienes”210. Se puede concluir con lo que afirma san Agustín: “Sólo a pasos de humildad se sube a lo alto de los cielos; porque allí arriba, al Dios excelso, no se llega con la soberbia, sino con la humildad”211. Así lo logró el publicano. 210 211 San Josemaría Escrivá, Surco, n.263. Gioacchhino Pecci, “La práctica de la humildad”, (Guadalajara: Ediciones Populares, 2005), 60. 78 6. CONCLUSIONES. Con referencia a los datos obtenidos en el análisis exegético, podemos afirmar que la perícopa estudiada sigue dando nuevas directrices teológicas que iluminan las actitudes necesarias para una efectiva relación con Dios. Dentro de las acciones comunes a ambos orantes: Subir y orar para hallar justificación ante el mismo destinatario (Dios). Se encuentran cargas semánticas fuertes que marcan la diferencia en el resultado obtenido. En primer lugar todo lo que hace o dice el fariseo denota auto-exaltación y rechazo a los demás; asimila la perfección de sus obras a la perfección de Dios, pero de tajo, excluye y descalifica “al otro”; lo que debiera ser una relación vertical “tu-yo” se convierte solamente en una relación “yo-yo”. Mientras tanto, en el publicano todo expresa humillación, vergüenza, carencia, desconfianza de sí mismo, confianza en la misericordia de Dios, y sobre todo, no pretende hablarle a Dios de “tú a tú”; reconoce su inferioridad y dependencia (se mantiene lejos), como tampoco se compara ni descalifica a nadie; de la relación horizontal “yo-yo” se eleva a una oración vertical “tu-yo”212. Después viene la sentencia de Jesús, como la clave de interpretación de la parábola. Contrariamente a lo que se podría suponer, dice: “Yo os digo” que no es así. La justicia divina se revela y despliega con toda fuerza y esplendor. Al final del relato se produce un cambio de valores que refleja el actual rol mimetizado entre “ser y parecer ser”. El que parece justo queda sin justificación, mientras el que parece pecador, queda justificado. La parábola abre los ojos para que nadie limite la misericordia de Dios y advierte que no acoger a los hermanos, es hacerlo. Jesús compartía la mesa con publicanos y pecadores. Esta situación abarca a cada uno de los creyentes y se tiene que empezar a analizar, a reflexionar como es la relación de cada uno con Dios y con el prójimo, para entender que uno solo es criatura delante del Creador y que Dios, siendo misericordioso, también es Justo y que algún día cada uno tendrá que estar delante de Dios para responder por nuestro amor en este mundo (Mt 25, 31-46). Estos parámetros sobre la oración, en la parábola del fariseo y el publicano, muestran que la oración debe ir acompañada de la humildad como su cualidad de fondo213. El publicano que tuvo esta actitud “…no hace, pues sino expresar su situación ontológica y la lucidez de su conciencia esclarecida por la luz de Dios, que lo acoge.”214 212 Caballero García, Juan Luis. “El fariseo y el publicano (Lc 18, 9-14). Escritura y tradición. Un ejemplo”, en Excerpta e dissertationibus in Sacra Theologia 38 (2000), 40-43. 213 Cf. Fausti, Silvano. “Una comunidad lee el Evangelio de Lucas”, (Bogotá: Editorial san Pablo, 2009), 599. 214 A. Hamman. “La oración. El Nuevo Testamento. Los tres primeros siglos”, Editorial Herder, Barcelona, 1967, 159. 79 Con la concepción antropocéntrica prevalente desde la época renacentista en la cual Dios pasa a un segundo plano y es el hombre quien ocupa el lugar central de todo lo creado, hecho éste reflejado incluso en algunos púlpitos desde los cuales sólo se predica un humanismo inmediatista –no como concepción de un fin próximo, sino como propio del hombre preponderante y sin límite de tiempo-; con la tendencia postmodernista –relativista en la cual todos los hombres tienen todas las respuestas, de las cuales no se excluye a la sociedad religiosa de Colombia. La vida laica cada vez se aleja más de las expresiones teológicas de “oración” y “humildad” aunque en la sociedad hay un auge creciente de nuevas congregaciones cristianas romanas y extra-romanas que en algunos pocos casos buscan con sinceridad unirse, como coyunturas del mismo Cuerpo (Cristo), mediante la presencia del Espíritu Santo como fundamento, y encuentran en la oración un elemento cohesionador de su fe individual y comunitaria. Dado esto el Señor muestra con la parábola que hay que hacer la oración a Él, con una actitud de humildad, sencillez y verdadera confianza en Dios. Asimismo se visualiza en nuestro tiempo que existe un “lenguaje religioso falso, de los que ya se saben la parábola, que hace suya la oración del publicano pero solo en el sonido de las palabras”215. Esto demuestra una actitud errada que solo Dios puede ver, ya que Él es el único que escudriña los corazones. El Papa Francisco ha dicho: “En todos nosotros hay un pedacito de incredulidad. Es necesaria una plegaria fuerte y ese rezo humilde y fuerte hace que Jesús pueda hacer el milagro. La plegaria para pedir un milagro, para pedir una acción extraordinaria debe ser una plegaria comprometida, que nos abarque a todos”216 Esta palabra nos interpela a cada creyente y nos hace un llamado que en la parábola hace explícito: La oración debe hacerse con humildad para que tenga efecto, para que esa oración llegue hasta Dios, solo con un corazón que quiere abrirse completamente a la acción salvífica y misericordiosa del Señor, obtendrá lo que pide en su oración. Esta es la oración que agrada a Dios, la que se hace con humildad de corazón, necesitando y confiando en su misericordia. 215 Benito Acosta, “Lucas, Evangelio de la Misericordia”, Editorial Sepha, Malaga, 2009, 572. SS Papa Francisco, tomado de: http://www.elespectador.com/noticias/elmundo/articulo-422960-el-papaasegura-los-milagros-existen-hay-pedirlos-corazon (Consultado en mayo 20 de 2013) 216 80 7. 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