elGoItiemo n a c i o n a l de C b i n a lia p r e s e n tada a l a Sociedad de las IN^acianesy en protesta j a s t í s i m a contra los actos y los procedintientos del d e s e n f r e n a d o iniperialisnio japones. e Incluímos en esUi página un extracto del informe que el Gobierno Naci(ynál chino ha presentado a la Sociedad de las Naciones, haciendo historia de los hechos que han determinado el actual estado de guerra—sin declaración previa—entre China y Japón. Los datos que este informe contiene bastan para formarse idea de la insinceridad de los argumentos con que el Gobierno japonés traia de justificar lo que no tiene justificación posible. jj Gobierno nacional chino, dándose cuenta de su responsabilidad ante el mundo civilizado, dispuesto a someter a una encuesta, a una apreciación imparcial e internacional la exactitud de su iniorme. presenta el siguiente resumen del conflicto chinojaponés y de sus orígenes: En ningún momento, después de la guerra rusojaponesa, el Gobierno chino ha dudado sobre la intención del Japón, orientada a intervenir en la Manehuria en cuanto que se le ofreciese ocasión oportuna. Después de la conclusión de la guerra rusojaponesa, cuyo escenario fué sobre todo—^pese a las protestas de Ghina;—su suelo nacional, el Japón ha ejercido sobre China una fuerte presión para completar las ventajas obtenidas de Rusia y conseguir privilegios suplementarios y especiales a su favor, con detrimento de la soberanía de China y con violación del Pacto internacional de la «política de puerta abierta» en Manchuria. En la medida de sus fuerzas, China se opuso a tales demandas. En los comienzos de la guerra mundial, el Japón, aprovechándose de las preocupaciones y titubeos de las potencias, asi como de la debilidad militar de China, presentó un memorándum de peticiones con veintiuna cláusulas, cuya aceptación hubiera destruído la soberanía de China, no solamente en la Manchuria, sino también en las otras regiones del país. Bajo la amenaza del ultimátum japonés. China se vio forzada a aceptar alguna de sus demandas; pero lo hizo con su protesta, y comunicó en este sentido su juieio a todas las potencias amigas. En la Conferencia de la Paz en París, en la Conferencia de Washington, así como ante la Sociedad de las Naciones, China ha reiterado sus protestas contra las exigencias del Japón y las ha repudiado en todas las ocasiones. En la Conferencia de Washington, China rehusó tratar las negociaciones aisladamente con el Japón e insistió para que los asuntos chinojaponeses fueran discutidos en el seno de la Conferencia general. Firmado el Tratado de las imeve potencias en Washington, China obtuvo la garantía, por todas las potencias signatarias, de su integridad temtorial y de su autonomía administrativa; fué explícitamente reconocida, al mismo tiempo que Manchuria constituía una parte integrante del territorio chino. El propio Tratado preveía igualmente la apelación ante las potencias signatarias en el caso de una divergencia de opiniones sobre la interpretación de lo pactado y referente a la violación de sus cláusulas. Después de la firma del Tratado de las nueve potencias, el Gobierno chino no ha desistido nunca; en sus relaciones con el Japón y con las otras potencias, de exigir fidelidad a las disjwsieiones y principios con- Este espectáculo de las multitudes bacinadas en las plazas públicas para escuchar a los oradores que predican la unión de todos los partidos y de todos los hombres en defensa de !a Patria invadida y ultrajada por d invasor, se ofrece ahora en China, todos los días y en todas las poblaciones. La incalificable agresión japonesa ha despertado en el inmenso pueblo chino el sentimiento patriótico, y olvidando sus disensiones internas, este pueblo lucha en defensa de su territorio con heroísmo que causa la admiración del mundo. (Fot Aseada Grifka) tenidos en dicho Tratado; pero merced a las tentativas del Japón por salirse de sus cláusidas y enajenar derechos especiales, particularmente en Manchuria, el Gobierno chino no pudo evitar una serie de roces y disputas con el Japón. Cuantas veces surgieron desavenencias amenazadoras. China se esforzó en someter el fallo del pleito a la Sociedad de las Naciones y al Tribunal permanente de Justicia Internacional. Se consideró dichosa China al intervenir como parte contratante del Pacto Briand-Kellogg. Pacto que repudia el empleo de la fuerza como m^dio para resolver los conflictos internacionales. Asimismo China manifestó repetidamente su complacencia a cuantos proyectos similares han surgido con el fin de asegurar la paz. En bastantes ocasiones. China, sin éxito, ha invocado las disiwjsiciones contenidas en el Pacto de la Sociedad de Naciones a fin de obtener la revisión de los Tratados considerados inaplicables y resolver situaciones internacionales que representaban un peligro para la paz. Esta era, a grandes rasgos, la situación en Septiembre último, y entonces, sin ninguna provocación que pueda justificarlo, las tropas japonesas atacaron a las tropas chinas en Mukden y usurparon la administración de esta ciudad. Un examen detenido de la situación permite ver que el golpe de fuerza dado en Septiembre por el Japón estaba, sin duda alguna, premeditado y cuidadosamente preparado. Los preparativos multares los inició el Japón machos días antes del 18 de Septiembre. Después de esta fecha casi es innecesario pasar la vista sobre los acontecimientos producidos en Manchuria. Con pretextos diferentes, el Ejército ja.ponés ha destrozad la auttmdad china en Manchuria, ha intervenido 1» administración de casi todas sus provincias, mientras que China, en vano, acudía a la Sociedad de Naciones e invocaba los Tratados de paz. A raíz del ataque a Mukden, el Japón ha querido inducir al Gobierno de China para establecer negociaciones separadas; pero éste, leal a los precedentes establecidos en París, Washington y Ginebra, rehusó toda negociación a la que no asistiesen o participasen las potencias neutrales, aunque sabía muy bien que solo no podría resistir la presión japonesa, apoyada en una fuerza militar que aspiraba nada mencs que a la anexión de la Manchuria. Como semejante táctica de negociaciones fué insistentemente rechazada por el Gobierno chino, el Gobierno japonés decidió Uevar al corazón de China la acción de las armas, manifestando así claramente sus intenciones, que no eran otras que las de convencer al Gobierno chino cuan inútil era, con llamadas al Extranjero, pretender ayudas. A lo largo de cuatro meses de agresiones militares ininterrumpidas por parte del Japón, el pueblo chino llega en su indignación al paroxismo, y su Gobierno, ya harto debiUtado, se encuentra con la doble tarea de hacer frente a la invasión y contener los sentimientos populares en el interior del país. Tras de enviar fuerzas navales a Shanghai con el pretexto de proteger la seguridad física de sus connacionales y de sus bienes, el Gobierno japonés, por crónica conducto de su cónsul general, presenta a las autoridades de China en Shanghai determinadas peticiones y exige una aquiescencia total en el plazo de diez y ocho horas. Ocurría esto el 28 de Enero. Antes de cumplirse el plazo, a las catorce horas, las autoridades chinas respondieron aceptando íntegramente las peticiones del Japón. El cónsul general japonés comunicó la respuesta satisfactoria. Sin embargo, durante la misma noche, las fuerzas navales del Japón penetraron en territorio, chino y atacaron a su PoU cía e incluso a las tropas. No duda el Gobierno chino que los extranjeros neutrales testigos de los acontecimientos desarrollados en Shanghai después del 28 de Enero los han reseñado imparcialmente; pero, sin embargo, le conviene insistir sobre los siguientes puntos: Las fuerzas navales y terrestres del Japón se han servido de la concesión internacional de Shanghai no sólo como base para sus ataques dirigidos contra la Policía y las tropas chinas, sino también como refugio cuantas veces fueron rechazados y para aprovisionarse. Las tropas chinas, defensoras de su suelo contra los invasores sin escrúpulos, han tenido buen cuidado en rechazar los ataques japoneses sin poner en peligro las vidas y los bienes de millares de extranjeros amigos y neutrales establecidos en la concesión internacional y én los barrios de los alrededores, absteniéndose de perseguir a las tropas japonesas con objeto de no provocar conflictos con las fuerzas de Policía neutral y con las tropas encargadas de la salvaguardia de la concesión internacional. Las fuerzas navales y miütares japonesas han utilizado las lindes de la concesión internacional para desembarco de sus tropas, de su artillería y de sus vituallas. Los navios de guerra japoneses, situados en la ribera del Wbangpoo, a lo largo de la concesión internacional, disparan por encim» de aquélla sobre las tropas chinas que se oponen a los ataques japoneses en su territorio situado fuera de la concesión, y la artillería china no puede responder eficazmente por este escrúpulo de fidelidad a los Tratados sin producir daños gravísimos a las docenas de buques neutrales anclados en el puerto. El navio insignia de la flota japonesa, a cuyo bordo se halla el almirante y el Estado Mayor que dirigen las operaciones, se encuentra anclado en el muelle de la concesión internacional. Los aviones jajwneses han bombardeado todos los sectores de las barriadas chinas de Shanghai. Han bombai'deado también las afueras de la concesiór internacional, retirándose luego al centro de dicha zona. Las fuerzas militares japonesas y los elementos civiles japoneses han matado y herido hasta el momento gian número de chinos pacíficos: hombres, mujeres y niños. Su número se eleva a cerca de dos mil. Numerosos chinos prisioneros han sido maltratados o ejecutados sin formación de causa. Los bombardeos de los japoneses han causado incendios cuyo valor asciende a varios centenares de millares de dólares. El Gobierno jax)onés excusa samejantes atrocida- |*es alegando el peligro militar de la proximid^ de las tropa» chinas. Solemnemente declara el Gobierno 3Íüno que esa excusa no es más que un pretexto. Se comprende que es así, porque hay que considerar que 'a presencia de las tropas japonesa» en China es precisamente la que establece el contacto con su pobla3ión y coa las tropas chinas destacadas en sus guarí^icionss regulares. Las tropas japonesas han intensificado su avance en el interior de China, excusándose siempre de que las tropas chinas, acampadas en su Vecindad, constituían una amenaza, y es evidente que con esta argumentación 83 llegaría a justificar la conquista completa de China por el Japón. Recientemente, los Estados Unidos y la Gran Bretaña, con la adhesión de Francia, Alemania e Italia, pressntaron una nota al Japón y a China, cuyos cmco puntos tendían a poner fin a las hostilidades y a liquidar una situación cargada de peligros. El Gobierno chino aceptó sin vacilación la propo«eión de las potencias. Japón, en cambio, rechaza las proposiciones de la Comisión Internacional de DefeíisA, de Shanghai, las otras de las potencias y el proyecto del almirante inglés Kelly, descartando toda posibilidad de arreglo, y no deja a China otro camino lúe el disponerse a su propia defensa según sus capacidades. El Gobierno chino pide al mundo reflexione acerca del contrasentido que entraña la conducta de los japoneses en China a partir de Septiembre, comparan<iola con la declaración que acaba de hacer su Cxobierno de que «la política invariable del Japón es asegurar la tranquilidad en el Extremó Oliente». Pide también se mjdite sobre el contraste que existe entre la declaración del Japón de que «sus tropas en China no tienen otra misión que cumplir un deber internacional», y loa esfuerzos de la Sociedad de las Naciones y de las potencias firmantes del Tratado de Washington, que tan conminado al Japón para que retire sus tropas de China y ponga fin a las hostilidades. Asegura el JaPón qué no siente ambiciones territoriales en China; pero rehuye someter a una Conferencia de las potencias firmantes del Tratado la cuestión de la Manchu" a y otros problemas chinojaponeses. Es preciso sub'•ayar también lo mal que se compafiinan los actos perPstrados por el Japón en Shanghai—destrozos iniftensos en la propiedad, muertes—y su afirmación de lue ha intervenido en Shanghai con el fin de proteger ^ d a s y bienes. Y aun hay más. Considérese lo absurda que resalta la excusa japonesa de que interviene en Shanghai requeridas sus tropas por las autoridades municipales extranjeras, cuando el Consejo Municipal Extranjero de Shanghai ha manifestado que «el Gobierno japonés, y no el Consejo Mumcipal, es únicamente responsable de la actuación de las tropas japonesas en Shanghai». , El Gobierno chino rechaza formalmente la acusación de que los chinos hayan violado el armisticio temporal convenido con fecha del 29 de Enero. Es cierto que durante la noche, en los puestos avanzados de ambas partes, se produjeron descargas de fusilería; pero se explica fácilmente teniendo en cuenta la rapidez con que se concertó el armisticio, rapidez que impidió hacer llegar las órdenes a todas las posiciones de vanguardia. El general jefe japones ordeno a sus tropas, en la madrugada del 30 de Enero, la vuelta a las hostilidades. , A partir de la escandalosa acción de los japoneses en Mukden en Septiembre último, el Gobierno chino lia hecho todo lo humanamente posible para continuar fiel a su política pacifista; ha rehuido por todos los medios el estado de guerra. La humillación protunda sufrida por China ha repercutido intensamente en los sentimientos populares; pero China, en este trance, espera medidas pacíficas de carácter universal que pongan término a las intervenciones poco escrupulosas realizadas por el Japón. Pese a las tribuaciones sufridas, el Gobierno chino continúa teniendo fe en la justicia universal; pero declara que no tolerará pasivamente la invasión japonesa de su territorio y el martirio de sus habitantes. El Gobierno chino asimismo declara solemnemente al mundo que se dispone a rechazar en defensa propia los ataques del Japón, y que lo hará con todos los reciu-sos de qne disponga. Asimismo el Gobierno de China declara su deseo de resolver este confhcto pacificamente mediante la colaboración de las potencias interesadas y conforme a principios que garanticen, junto con la paz del mundo, la soberanía, la independencia y la integridad territorial y administrativa de China. E n B aircclona, Campafia en favor de l a ^az «uiiverjial y del desarime de las itacioites. DEL P O l O y TflORIVÍ «OCA LIMPIA DÍENTES SA\OS A LIENTO HERin 'MA ÜO En la Rambla de los Estudios, de Barcelona se han instalado mesas para recoger firmas en pro dd desame de las naciones y de la pai tmÍYersal. Miüares y millares de personas cultas y conscímtes de su deb^ huí acudido a firmar en las hojas destinadas a este ob,eto._En estas fotografías se ven las mesas rodeadas depúbüco. un grupo de damas firmando y un militar que se suma a tan noble anhelo. ( F . ^ G«p« T itewa)