Discurso Decano Davor Harasic.

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Coloquios de Derecho Internacional 2015
En estos días el mundo se ha visto remecido con noticias estremecedoras: 71 víctimas de
la trata de personas mueren en un camión frigorífico en Austria; destruyen uno de los más
hermosos templos de Siria, declarado Patrimonio de la Humanidad; evacúan a miles de
personas de la estación internacional de tren de Budapest por presencia masiva de
refugiados; se deportan a miles de personas de Venezuela, tras el cierre de la frontera
con Colombia. En este escenario no es baladí la pregunta por el rol que están cumpliendo
el Derecho y las Cortes Internacionales.
Ya a finales del año 2014, se auguraba que este año sería un año inédito. Efectivamente,
este año venció el plazo establecido por los Objetivos de Desarrollo del Milenio, que en
septiembre de 2000 reunieron al mundo en torno a un programa común: abordar la
indignidad de la pobreza. Además, se celebraron los 800 años de la Carta Magna,
considerada un precedente de la Declaración de Derechos Humanos; también durante
este año se espera la firma de un acuerdo histórico entre 195 países sobre cambio
climático y precisamente este mes se celebrará una “Reunión de líderes mundiales sobre
igualdad de género y empoderamiento de las mujeres: Un compromiso de acción” y,
esperamos el resultado de la Cumbre en que los líderes del mundo se reunirán en la Sede
de las Naciones Unidas en Nueva York para aprobar una agenda para el desarrollo
sostenible, fijando los objetivos para después del 2015.
Sin embargo, en este inédito año nos enfrentamos a estadísticas desconcertantes: Por
una parte, en el informe de las Naciones Unidas, se concluye que se han obtenido
resultados positivos en relación a los Objetivos de Desarrollo del Milenio: se ha reducido
el nivel de pobreza, muchas regiones han aumentado sustancialmente sus áreas
terrestres protegidas desde 1990, destacando América Latina y el Caribe, en donde la
cobertura de áreas terrestres protegidas aumentó de 8,8% a 23,4% entre 1990 y 2014.
Por otra parte, estas mejoras no se advierten en todos los países ni sectores. A pesar del
descenso de las tasas de pobreza en América Latina y el Caribe, la proporción de mujeres
a hombres en hogares pobres aumentó. En relación al cambio climático, el mismo informe
concluye que las emisiones de dióxido de carbono han aumentado en más de 50% desde
1990 en todo el mundo, presentando las mayores pérdidas netas de zonas forestales
América del Sur y África. A su vez, se ha aumentado la sobreexplotación de la pesca
marítima, lo que amenaza los ecosistemas y los medios de subsistencia. En regiones de
África no se alcanzó la meta del acceso a fuentes de agua potable ni tampoco a
instalaciones sanitarias.
Estos resultados nos dejan una sensación amarga. Volvemos a evidenciar que nuestros
esfuerzos no están siendo suficientes ni apuntan a los sectores más vulnerables, que en
muchos casos no sólo no están logrando los objetivos, sino que se alejan de los mismos,
dirigiéndose en sentido contrario al deseado.
Esto debe ser enfrentado con urgencia y el Derecho internacional tiene mucho que decir
al respecto. Con todo, el derecho internacional también ha contribuido a la solución de
grandes desafíos de la comunidad internacional. Por ejemplo, el derecho internacional ha
desarrollado reglas claras para la delimitación de las fronteras terrestres y marítimas. A su
vez, los derechos establecidos en tratados de derechos humanos se pueden reclamar
ante Cortes internacionales, siendo la más reciente la Corte Africana de DD.HH que
conoció su primera causa en el año 2009. Esto demuestra cómo se crean cada vez más
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tribunales y otras instancias para solucionar pacíficamente las controversias entre
Estados.
En esta línea es importante analizar toda la numerosa jurisprudencia internacional que
existe actualmente, en especial aquella referida a nuestra región. Recientemente la CIJ
resolvió la demanda que Perú presentó contra Chile relativa a la delimitación marítima
entre los dos estados. Ciertamente esta sentencia requiere de una discusión y análisis
crítico por los expertos.
A su vez, hay que reconocer los nuevos desafíos que nos presenta esta época de
globalización e intercambios constante: el número de refugiados e inmigrantes que
llegaron a Europa en los primeros seis meses del 2015 aumentó en más del 80 por ciento
respecto a igual periodo en el 2014 y la misma Organización de Naciones Unidas ha
reconocido que no tiene la capacidad ni los recursos para enfrentar el aumento de estos
refugiados. Estos refugiados requieren de una solución inmediata. Los derechos de los
inmigrantes, así como las limitaciones a la inmigración, es un tema de la mayor
actualidad. Precisamente ayer nos enteramos de la trágica muerte de 17 refugiados sirios,
entre ellos varios niños, que fallecieron ahogados intentando escapar a Grecia y dentro de
este mes, Francia y Alemania se comprometieron a dar a conocer un plan conjunto para
enfrentar el aumento de la inmigración que ha alcanzado límites históricos.
Por otra parte, el cambio climático es una cuestión que ya no podemos ignorar. Hemos
sido advertidos por todos los expertos y todavía no hemos tomado una decisión drástica
como comunidad internacional y me parece que el derecho internacional tiene un rol que
cumplir en la materia. La responsabilidad medio ambiental ha dejado de ser simplemente
ética, requiere de coercibilidad. Entiendo perfectamente que el Derecho no debe regular
todas las conductas y, especialmente, el Derecho Penal debe ser de última ratio. Sin
embargo, tenemos que determinar las actividades que deben ser reguladas y obligatorias
y, me parece, que determinar obligaciones en conductas que afectan el medio ambiente
es prioritario si queremos sobrevivir.
Quiero relevar la importancia que revisten las Cortes Internacionales e Interregionales en
el cumplimiento de estos objetivos. Para lograr dar eficacia a las obligaciones
internacionales requerimos de Cortes imparciales y cuyas sentencias sean cumplidas.
Muchas veces, estas Cortes son el único camino para lograr la justicia, en atención a las
debilidades de los ordenamientos internos. Y estoy convencido de que el trabajo
desplegado por estas Cortes ha sido fundamental para alcanzar los objetivos de
desarrollo que se ha propuesto la comunidad internacional y serán, sin duda, una
herramienta indispensable para los futuros desafíos que se planteen en la próxima
Cumbre para el desarrollo sostenible.
Es verdad que el derecho internacional juega un rol fundamental en la mantención de la
paz, el respeto de los derechos humanos y la cooperación internacional para tener un
mundo más próspero. Pero el derecho internacional no está exento de problemas en su
funcionamiento. En primer lugar, las normas internacionales a veces son impuestas por
los estados más fuertes sobre los más débiles. Los tribunales internacionales también
reflejan a veces esta disparidad en la distribución del poder. Se critica, por ejemplo, que la
Corte Penal internacional sólo haya conocido hasta ahora de casos relativos a países
africanos. En materia de derechos humanos se suele criticar que países importantes
como Estados Unidos y Canadá no reconozcan la jurisdicción de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos y pueden tener jueces de su nacionalidad que juzguen a los otros
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estados. En materia de protección de inversiones se critica a los tribunales arbitrales que
parecen no demostrar mucha deferencia por el derecho público de los estados a la hora
de evaluar leyes y medidas administrativas que afectan a los inversionistas extranjeros.
En este complejo escenario, comprender la interpretación y evolución de la jurisprudencia
internacional es crucial para entender cómo el derecho está enfrentando estos temas.
También nos permite comprobar las falencias que tenemos a nivel nacional y/o regional,
cuestión que es fundamental para trazar las políticas públicas y los proyectos de ley que
nos encaminen a lograr los objetivos que exige este mundo globalizado y que, de acuerdo
a los informes de Naciones Unidas, se siente preparado para dar solución a sus
demandas más acuciantes, que serán tema de estos Coloquios.
En atención a la relevancia del tema, esta Facultad de Derecho de la Universidad de Chile
se siente especialmente orgullosa y asume con gran responsabilidad el ser anfitriona de
esta V versión de los Coloquios de Derecho Internacional, que abordarán todas estas
discusiones y muchas otras, al centrarse en las “Nuevas interpretaciones
jurisprudenciales para el derecho internacional”. Estos Coloquios revisten especial
importancia en atención a que coinciden con el año que ha sido declarado por el
Secretario de las Naciones Unidas, como “una oportunidad histórica y sin precedentes
para unir a los países y las personas de todo el mundo para decidir y emprender nuevas
vías hacia el futuro, y para mejorar la vida de las personas en todo el mundo.”
No podemos desconocer las estadísticas, tanto las alentadoras como las que nos
sobrecogen porque la academia tiene un rol fundamental que cumplir que consiste no sólo
en educar e informar sobre la realidad, sino también en alertar sobre los problemas y
deficiencias que estamos enfrentando y proponer soluciones. En este sentido,
entendemos que la comunidad internacional no está de brazos cruzados. El mes pasado
se propusieron 17 objetivos de desarrollo sostenible que apuntan a completar aquello que
los Objetivos de Desarrollo del Milenio no lograron, considerando un plan de acción para
las personas, el planeta, la prosperidad, la paz y el trabajo conjunto. Nos hemos
propuesto acabar con la pobreza de aquí a 2030 y promover una prosperidad económica
compartida, el desarrollo social y la protección ambiental para todos los países. Chile
tiene que estar a la altura de este compromiso y tomar en cuenta también su propia
realidad. No podemos dejar de desconocer la deuda que tenemos con las mujeres, cuyos
salarios son 20% más bajos que los salarios de los de los hombres y que nos
encontramos por debajo de la media de los países latinoamericanos en temas de igualdad
de género. Tampoco podemos desconocer el aumento notable de la inmigración que
entre 2002 y 2012 creció nada menos que un 160%. ¿Y qué dice la jurisprudencia
internacional? ¿cómo debemos interpretar el derecho internacional en atención a las
demandas que estamos enfrentando como comunidad internacional?
Confío que las discusiones e intercambios de información que generarán estos Coloquios
estarán a la altura de las exigencias mundiales. Si este es el año para adoptar los
cambios trascendentales, esta es la instancia que tenemos como academia para
contribuir a que el derecho internacional se posicione y otorgue respuestas a los desafíos
actuales, con miras a lograr los objetivos que nos hemos propuesto como comunidad
internacional. Porque somos la generación llamada a comenzar cambios reales y tenemos
que hacerlo con responsabilidad, porque ya lo han advertido los expertos: esta no es sólo
una oportunidad histórica para mejorar nuestras condiciones de vida, también podría ser
la última. Confiemos en nuestras capacidades y en el trabajo conjunto, porque, como lo
dijo la premio nobel de la paz 2014, Malala Yousafzai:
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“Si se adoptan y mantienen las decisiones correctas, podríamos ver el
principio de un futuro mejor en 2015.”
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