Personalidad y obra de Juan Serra y Vilaró

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[Otra edición: M. Almagro Basch, Personalidad y obra de Juan Serra Vilaró, Cardona, Ayuntamiento, 1956, 22 págs. Versión digital por cortesía de los herederos del autor, como parte de
su Obra Completa y con la paginación original].
© Martín Almagro Basch
© De la versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
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Martín Almagro Basch: Personalidad y obra de Juan Serra Vilaró
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Personalidad y obra de Juan Serra Vilaró
Martín Almagro Basch
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En 15 de agosto de 1953 el Ayuntamiento de Cardona acordó, por aclamación,
nombrar HIJO PREDILECTO de esta ínclita e histórica Villa al Ilmo. y Rvdo. D. Juan Serra y Vilaró, concediéndole., a la vez oportunamente, la Medalla de Oro de la propia
Villa * en prueba de acendrado cariño hacia la persona y la meritoria obra del referido
sacerdote.
Debido a la delicada salud de Mn. Serra, hasta el 26 de agosto de 1956 no pudo el
Ayuntamiento rendir públicamente este homenaje a dicho benemérito cardonense.
Este emotivo acto tuvo lugar en el salón de sesiones de las Casas Consistoriales,
ocupando la presidencia el General-comandante militar de la Plaza de Manresa por
delegación expresa de S. E. el Capitán general de la IV Región militar, sentándose a su
derecha el que suscribe y el homenajeado, y figurando a la izquierda de la presidencia
el Itre. Diputado provincial D. José M.ª Vilardaga y D. Martín Almagro, catedrático de
la Universidad Central y director de los Museos Arqueológicos de Barcelona y Ampurias. En el estrado de la derecha figuraban la Corporación y autoridades locales y en
la izquierda representaciones de los Ayuntamientos de Tarragona, Bagá, Suria y Solsona, y el director del Museo y Archivo Diocesanos de esta última población. [-5→6-]
De entre las adhesiones recordaremos la del Eminentísimo y Rvdmo. Sr. CardenalArzobispo de Tarragona, de la Universidad de Barcelona, de la Facultad de Filosofía y
Letras, del Servicio de Investigaciones Arqueológicas de la Excma. Diputación Provincial, del Servicio de Excavaciones Arqueológicas del Ministerio de Educación Nacional, de los Museos Arqueológicos de Madrid y Barcelona, y del Deán y Cabildo de la
Catedral de Tarragona.
Hechas las presentaciones correspondientes, el Dr. Almagro hizo el elogio de la
personalidad y de la obra del homenajeado, discurso brillante y documentado que,
para memoria de esta solemnidad, el Ayuntamiento acordó, en Sesión del Pleno del 4
de septiembre de 1956, «interesar a don Martín Almagro, Catedrático de la Universidad
Central, la oportuna autorización para imprimir el discurso que pronunció haciendo la
presentación y la biografía de Mn. Serra y una vez obtenida, procédase a formalizar una
edición de 150 ejemplares a distribuir para difusión de la obra y merecimientos de dicho
Mn. Serra Vilaró».
Y esto es lo que presentamos con este folleto en memoria del acto con que nuestra
villa ha querido honrar a su HIJO PREDILECTO.
Cardona, 26 de octubre de 1956.
El Alcalde,
Juan Claret Sampons.
*
En la portada se reproduce el dibujo de esta medalla.
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La presidencia con el Dr. Almagro pronunciando su discurso.
Al recibir del Sr. Alcalde el título de HIJO PREDILECTO, Mn. Serra lo besa.
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Ilustre Mosén Serra Vilaró,
Autoridades, Señoras y Señores,
Amigos de Cardona.
INTRODUCCIÓN
Desde luego, es para mí una gran satisfacción y un honor el haber sido invitado y
poder asistir a este acto tan justo y simpático. En esta vida se presentan pocas ocasiones
en las que sea totalmente grato actuar en forma externa, de una manera sencilla y
cordial. Una de estas ocasiones es el presente acto en el que se rinde homenaje a una
figura excelsa, a una vida consagrada al trabajo honesto, y aún es agradable colaborar en
este homenaje justo cuando en estos tiempos tantas veces vemos florecer las adulaciones y las zarandajas. Por ello me ha sido grato acudir a un triunfo tan justo y tan merecido como el que hoy todos celebramos en torno a nuestro homenajeado. He de comenzar confesando que yo creo ser el menos indicado para hacer el elogio que se merece el
Doctor Juan Serra Vilaró, a quien yo llamaré con todos Vds. Mosén Serra; en primer
lugar porque soy un amigo y un admirador de él, un discípulo lejano que ya conocí indirectamente estudiando sus libros mientras yo era estudiante, hace ya algunos años,
cuando yo era alumno de la Universidad de Madrid.
Recuerdo cuando, con pasión joven, caía sobre sus estudios ávido de saber en
aquellos mis años mozos. Desde entonces, para [-7→8-] mí, ha sido Mosén Serra una
figura venerable. Yo le veía sin conocerle personalmente, aislado, heroico y valiente
trabajando en esta región por la ciencia, con fruto evidente, por una ciencia a la cual yo
personalmente me dedicaba cada vez con mayor afición. Aprendí, incluso entonces y
después no lo he olvidado, en esta figura señera a saber vencer y afianzar mi amor a la
ciencia, a pesar de que conocí de los injustos sinsabores de este buen investigador a
causa de algunos roces con otros colegas que oficialmente debían más premiar su pasión
que menospreciar su trabajo científico.
De aquellas disputas y de la eficaz tarea que Mosén Serra Vilaró fue matizando, yo
supe con nobleza admirarlo y obtener el provecho magnífico de saber cómo el triunfo,
la admiración y el verdadero respeto los gana sólo realmente toda obra y todo trabajo
asiduo como el que Mosén Serra realizó toda su vida. Yo quiero ahora proclamar para
orgullo de este venerable investigador que esa fue, al lado de su saber, la lección buena
que me brindó cuando yo comenzaba a querer ser, como él lo ha sido, un modesto pero
eficaz y honesto investigador.
Desde entonces tuve simpatía por este bueno e ilustre amigo Mn. Serra Vilaró. Por
ello he dicho que todo lo que yo diga aquí a Vds. de admiración justa hacia él, parecerá
un poco palabras de amigos. Menos mal que la tarea que yo debo hacer aquí es sencilla:
es sentir con Vds. la alegría de ver respetado y querido a Mosén Serra y no me será difícil, ni penoso, inclinarles a un afecto a su persona que ya todos profesan. Si alguno no la
tuviera quedaría lo que yo diga ante Vds. como intencionado y el sentido de mis palabras podría ser bastardeado, si es que se puede emplear esta palabra, cuando la admiración viene de una sincera amistad.
Pero, sobre todo, yo no soy el más indicado para celebrar y ensalzar a Mosén Serra
porque no soy orador; yo soy un maestro dedicado a dar lecciones, buenas o malas, pero
sencillamente he estado dedicado a enseñar todo lo que llevo de vida [-8→9-] y nunca he
ambicionado hacer discursos, ni lo ambiciono todavía. Ello no impide que yo sienta, sin
embargo, una noble admiración por la oratoria. Yo soy hombre de mi época y fiel a ella
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no soy orador, aunque creo que entre las muchas cosas que nuestra época ha perdido,
una y muy bella, ha sido aquella grandilocuencia, aquellas peroratas solemnes ¡oh
manes de Castelar, que con sus bellas oraciones entretuvo e hizo felices a todos cuantos
le escuchaban! ¡Oh manes de tantos otros famosos divos que oyeron nuestros antepasados del siglo XIX! Nosotros nos reímos de aquel Renán, de Pi y Margall o Moret, de
tantas otras figuras cuyo eco aún nos llega hasta nosotros con el calor de una admiración
noble, sólo venida de la elegancia de la oratoria. En un acto como éste, la oratoria sería
imprescindible, no para hacer de ella un elogio fácil como yo lo hago, sino realmente
para sentirse orador y empezar a cantar en aquellas cataratas de frases elegantes, todas
las cosas hermosas que un acto justo, que un acto bello en alabanza de una honesta vida
puede inspirar a un auténtico orador; pero nada de eso va a haber aquí. Simplemente voy
a ser un docente que explica a Vds. por obligación una obra realmente por sí laudable. La
obra de Mosén Serra, ella en sí, se defiende con la honesta verdad de quien ha sido ante
todo un gran trabajador, que esto fue siempre y sigue aún siendo Mn. Serra Vilaró.
MI AFECTO A CARDONA
Quiero antes aclarar a Vds. por qué para mí el venir aquí en esta ocasión era una
obligación. Ya saben que siempre que puedo vengo a Cardona, y me siento vinculado a
Cardona, y quiero decir ahora que ello es principalmente por obra de Mn. Serra Vilaró.
El no lo sabe y, tal vez, nadie sabe lo que voy a decir: Yo he hecho algo por Cardona; en
primer lugar, por el amor romántico a esta villa que atrae su nombre glorioso, ese
nombre que han llevado sus condes-duques por tantos [-9→10-] rincones del mundo; ese
nombre sonoro para todos los españoles, que sonaba siempre en mí y que, tal vez, me
atrajo en el momento que voy a relatar. Pues, tal vez, no hubiera pasado de ahí a no ser
por la circunstancia especial de que en el año 1939, tuve la ocasión de tomar contacto
directo con Cardona. Un día, en el Museo Arqueológico de la Diputación Provincial,
cuando yo acababa de posesionarme de la Dirección, se presentaron el arcipreste de
Cardona y Mn. Serra Vilaró. Para mí Mn. Serra Vilaró era, como he confesado antes, un
arqueólogo eminente, un pionero de la ciencia, un hombre ilustre, y al que yo no conocía, conforme tampoco había estado nunca en Cardona. Traían ambos sacerdotes un
problema local, pequeño en medio de todo para el Museo, que era restaurar lo que quedaba de la imagen de Ntra. Sra. del Patrocinio, patrona de esta villa, imagen que había
sido destrozada durante la revolución. Entonces, Mn. Serra Vilaró tomó contacto personal conmigo. Me fue simpática y atractiva su figura valiente y no encontré decepción
alguna entre lo que había pensado del prehistoriador que yo conocía por sus libros y la
figura de este sacerdote venerable. Mientras en los talleres del Museo de la Diputación
Provincial de Barcelona se restauraba la virgen de Cardona, yo tuve en mis manos el
libro de la Historia de Cardona que Mn. Serra me dedicó. Allí tropecé con la Iglesia
Colegiata de San Vicente del castillo de Cardona que yo conocía por referencias escolares, pues es el monumento románico más importante de los comienzos del siglo XI, bien
datado y, por ello y por su grandiosidad, una obra trascendental de toda la historia del
arte español. Y no tardé mucho en pasar por Cardona empujado, desde luego, por el encanto de su sonoro nombre y por mis lecturas de la Historia de Cardona con el que Mn.
Serra me brindó la ocasión de acercarme a comprender mejor el espíritu de esta tierra.
Desde entonces he pasado muchas otras veces, y aunque demasiado deprisa, de todas maneras, fui a ver, con permiso de la guardia militar, la Colegiata; la vi que [-10→11-] se
estaba hundiendo y de nuevo volví hasta aquí y anduve lo necesario en Barcelona y en
Madrid hasta que el Ministerio, por medio del arquitecto Alejandro Ferrant, la restauró.
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He aquí como está justificado un poco mi amor hacia esta tierra y mi vinculación a
través de Mn. Serra con esta obra que el Patrimonio Artístico Nacional está realizando
en nuestra villa, salvando uno de los monumentos más venerables, una de las obras de
primer orden que posee toda Cataluña.
Así, cuando se me invitó a este homenaje, me sentí obligado a aceptar el honor de
pronunciar unas palabras en este acto por esta serie de razones; pero, además, para mí es
un placer el venir por estas tierras tan románticas, todas ellas quebradas y bravías que
recuerdan mi sierra de Albarracín. Yo también soy serrano y el recuerdo de todos estos
pinares pronto me hicieron abandonar allá el ahora ya lejano Ampurdán blando y agradable, más fresco, tal vez, que este local. Dejé la molicie y la pereza veraniega y me
alegré de que el Sr. Alcalde se hubiera acordado de mí para pronunciar aquí unas palabras. Así, honestamente y descubriéndoos el lado sensible que me atrae hacia Cardona,
os he confesado como me veía, desde luego, obligado a venir. Mas, ya os he dicho
antes, como pocos actos más justos encontraba yo que se pudieran celebrar igual a éste
en el que se rinde un homenaje a Mn. Serra Vilaró en su ciudad natal.
En este sentido, ayudar a la justicia, coordinar con los que organizaban tan noble y
simpática acción la modestia de mi persona, colaborar con todos los que aquí estáis presentes en rendir homenaje a esta vida venerable de Mn. Serra Vilaró, aportando con mi
presencia un simple grano de arena más a la que vosotros podíais aportar, ser uno más
entre tantos, me pareció hacer y ayudar en un acto de justicia, porque un acto de justicia
es todo lo que hacemos hoy con el Ayuntamiento de Cardona todos los que aquí presentes estamos al rendir este homenaje a Mn. Serra. También, además, para verme obligado a venir [-11→12-] aquí a esta reunión había en mí la obligación de prehistoriador.
Yo soy Catedrático de Prehistoria; yo vivo profesionalmente de la Arqueología y yo
tenía el deber moral de acudir aquí a reconocer el esfuerzo que a mi ciencia supo aportar
Mn. Serra Vilaró. No solamente vengo yo, sino que traigo representación de muchos
ilustres compañeros, de muchas ilustres Instituciones que han querido que, a través de
mi modesta persona, se pudiera leer aquí su nombre de adhesión o de representación
concreta en el homenaje que ofrece el Ayuntamiento y el pueblo de Cardona a nuestro
ilustre arqueólogo.
MN. SERRA Y VILARÓ, INGENTE TRABAJADOR
Así por tantos motivos era difícil que yo me negara a venir a elogiar ante Vds.,
modesta y torpemente, la vida de un hombre que ante todo podríamos decir que ha sido
un honesto trabajador. En nuestra sociedad hay tan poca honestidad en el trabajo en
estos tiempos donde todo va siendo fácil a fuerza de los avances de la técnica y donde el
espíritu se relaja y quedan tan pocas voluntades ante el cotidiano esfuerzo, que cuando
se tropieza con un ingente trabajador como ha sido Mn. Serra Vilaró, uno cree que está
haciendo la mayor justicia de este mundo si dice algo favorable de su persona y de su
vida, y yo espero que algún día esta vida de infatigable obrero del espíritu que representa
Mn. Serra Vilaró, tendrá quien haga la justa Biografía de su aleccionadora existencia.
HOMBRE DE SU TIERRA
Ha sido, desde luego, un hombre de su tierra, un hombre que aún huele a este
campo, a estos pinares, al recio castillo de Cardona; a la tierra episcopal recoleta y grave
de Solsona donde se educó; un hombre que está vinculado con una raíz espiritual al
suelo que le hizo crecer y le formó en esta época en que [-12→13-] parece ser que la fruta
del tiempo es lo que llamamos el turista; esos andariegos entre los que predominan los
que nada saben de nada; esos ignorantes pretenciosos que exclusivamente les interesa lo
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que está más barato para comer. Ante esa estampa garrula y zafia del andariego presumido, es como se agiganta la valía de este hombre enraizado con su tiempo, enraizado
con su tierra, sirviéndola espiritualmente sin vacilaciones y a la que ha sabido consagrar
íntegra su vida, todo su caudal de fuerzas materiales y morales; a la que ha sabido rendir
cuanto más ha podido, aquello que es lo más noble en la vida de todos los hombres y
pueblos, aquello que se llama el espíritu.
ACTIVIDAD CULTURAL
Desde luego, amigos, en nuestros tiempos estamos habituados a respetar más al que
monta una fábrica que al que escribe un libro. Pero sabed que todas las fábricas pasarán
y los libros quedarán, porque los hombres siempre serán hombres, y lo que el hombre
lleva siempre dentro es el alma; el alma no se alimenta ni defiende con cosas materiales.
En esta dimensión espiritual Mn. Serra Vilaró ha defendido esta tierra y la ha servido,
no por el camino de las fábricas ni del comercio, que es lo que hoy se valora, sino por el
camino de los libros, de la espiritualidad, ensanchando el horizonte de los conocimientos, haciéndonos sentir más y mejor lo que Cardona es y representa, y esto es lo que más
honra y lo que más siente el alma humana. En este sentido es toda la vida de Mn. Serra
Vilaró, un continuo hacer, un continuo ensanchar y propagar el espíritu de su tierra,
cultivando la noble historia que late en estas montañas, el amor que exhalan todas sus
gentes que aún viven hijas del pasado espiritual que representan esa Historia y ese Arte
aquí guardados; en este sentido la vida de Mn. Serra no ha cesado de producir gozosamente y, además, con él nos ha hecho gozar a los demás. [-13→14-]
Producto de este goce fue mi contacto con Cardona, mi contacto con la Colegiata
de San Vicente hasta que me llevó a la restauración del monumento. Como este caso
mío, cuántos otros casos serán ejemplos que irán viniendo de la obra continua que Mn.
Serra ha hecho por Cardona, obra que yo quisiera aquí, para no fatigar a Vds., resumir.
a) PRIMERA ETAPA. Agruparemos los libros, los trabajos de Mn. Serra en tres partes
y veremos cómo su obra científica es su vida, cómo sus libros son su biografía; son
como si dijéramos los jalones de sus continuos aniversarios. El primer capítulo de su
vida, el primer período de su existencia, la primera parte de la futura biografía que se
escribirá de Mn. Serra va de 1902 al 1915. El año 1902 es el año en que este ilustre hijo
de la villa de Cardona se ha consagrado sacerdote y ha acabado su formación espiritual.
Desde aquel mismo año se dedica con fruto a estudiar la historia de su país. El primer
trabajo que publica en justo homenaje a su villa está dedicado al castillo de Cardona:
Noticies históriques del Castéll de Cardona publicado en 1903, al año siguiente de ser
consagrado sacerdote. De este libro, ampliado, saldrá la Historia de Cardona; la primera y única historia que por hoy anda de Cardona, conforme todos conocéis, publicada
en 1906. Estas no son las obras solas que produce en estos años: él publica en 1908 la
historia de Olius, notas histórico-etnográficas de Solsona, él recoge documentos sobre
los señores de Solsona y estudia el archivo de Bagá; pero aún son básicos sus trabajos
sobre el Señorío feudal de Malgrat y el origen de Fuliola, Castell de Frexa, CanaldaIsanta y Castell de Privá y algunos otros.
Constituyen estas obras un fajo de actividad magnífica, que va hasta el año 1915.
De esta etapa podríamos decir, como resumen, que Mn. Serra Vilaró es el historiador de
su comarca, entroncando su tierra esforzadamente en el ámbito de la historia de Cataluña y dando a conocer el espíritu de su patria chica [-14→15-] para gloria y honor de sus
conciudadanos, para lección permanente de los hijos de esta tierra.
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b) SEGUNDA ETAPA. En 1915 se abre una nueva época en la actividad de este continuo trabajador. Hay algunos precedentes: es del año 1910 la publicación de un trabajo
suyo de carácter muy diverso, titulado Restes Romans, al que sigue, en 1912, otro titulado Descoberta d'un forn de Terra sigillata. Aparecen entre toda esta obra histórica,
que va saliendo y que yo no puedo reseñar ahora a Vds. porque son muchos los trabajos
que entonces edita, artículos, libros, estudios diversos. Pero, como señalo a Vds., estos
dos estudios de Mn. Serra Vilaró nos abren un nuevo horizonte a su actividad, por el
cual se expansionará aquél como un río por su cauce. Se ve con claridad desde 1915 a
Mn. Serra tocado por este morbo de la Arqueología que, al mismo tiempo que es maldito, es bendito también, porque nos hace muchas veces ser felices entre los demás que
no comprenden nuestra felicidad. Al historiador apasionado de su labor, que es Mn.
Serra Vilaró, se le ve tropezar con una faceta de la Historia que es esta de la Arqueología y de la Prehistoria, a la cual poco a poco se va a entregar. Por ello constituye ese año
de 1915 una segunda etapa, un segundo capítulo de su actividad. Yo le llamaría el capítulo de Mn. Serra Vilaró prehistoriador y arqueólogo de las comarcas del interior de
Cataluña. Va de 1915 al 1925. Ahora me van a perdonar los que están aquí en representación de Tarragona y han honrado otras épocas de su ferviente laboriosidad, dejando que yo exponga libremente mis pensamientos; creo que es la época de juventud en
que Mn. Serra Vilaró abordó problemas esenciales que se quedarán por muchos años
donde él los dejó y donde están aún. Hizo libros fundamentales, que creo resistirán
muchos años para gloria de él, y de las comarcas catalanas y de la Prehistoria española,
trabajos que constituyen, desde luego, la etapa, para mi, más fecunda en el orden del
rendimiento científico [-15→16-] de la vida de Mn. Serra Vilaró. No basado en teorías previamente designadas, sino en la experiencia y estudio de los propios descubrimientos, anticipándose a sus coterráneos arqueólogos, nos ha demostrado la venida a España de una
raza braquicéfala importadora de la industria del metal; ha sentado la teoría de la labra del
vaso llamado campaniforme, precisando la manera de decorarlo con cardium. Ha estudiado maravillosamente los monumentos megalíticos y cuevas de estas comarcas; ha publicado los poblados ibéricos pre-romanos y, como ya he indicado, él ha sido el feliz descubridor del primer taller de Terra sigillata, con lo que ha echado por tierra la teoría de proceder de fuera toda esta cerámica, conforme sostenían tantos arqueólogos extranjeros.
Es esta etapa heroica y magnífica de Mn. Serra la etapa por la cual, yo estudiante,
le conocí y le quise, la etapa por la cual su figura me fue ya respetable antes de conocerla, y cuando me llegó al Museo tuve mucho interés en atenderle y servirle. Nos da
esta etapa una serie de nombres: Riner, Marlés, Llanera, Cueva del Segre, Castellvell,
Anseresa de Olius, San Miguel de Sorba, Can Maurí, etc., etc. Todo esto a muchos de
Vds. les dice poco, pero estos son nombres que andan de punta a punta del mundo. Su
libro Historia de Cardona, tan querido vuestro, seguramente lo leen muy pocas gentes, ni
siquiera estos turistas baratos o caros que suelen pasar por ahí. Sin embargo, estos libros
que yo cito ahora, son aportaciones preeminentes al conocimiento del pasado remoto de la
humanidad, que siempre es parecido al actual, pero mucho más desconocido; de aquí que
sean mucho más importantes para cuantos nos movemos en tales estudios y son sin duda
alguna trabajos de un ámbito e interés mucho más amplio, realmente internacional.
De entre todas estas investigaciones monográficas surgieron dos libros que siguen
siendo básicos para todos los que quieran dedicarse a estudiar Prehistoria en el Occidente europeo no solamente en España y en Cataluña; son libros de valor, [-16→17-] podríamos decir, universal. Uno es El vas campaniforme de Catalunya y el otro la Civilització megalítica a Catalunya. Para no cansar a Vds. no insistiré más sobre su valía,
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pero bastará recordar que el Dr. Pericot publicó entonces un libro que le consagró como
prehistoriador y que quedó viejo inmediatamente tras el de Mn. Serra y Vilaró, y ese
hombre sincero y grato, porque lo es nuestro colega Dr. Pericot, al publicar la 2.ª edición, incorporando todo lo escrito de Mn. Serra Vilaró, ha querido dedicar unas palabras
de elogio a esta obra de Mn. Serra que realmente son muy dignas de alabar, sobre todo
porque Mn. Serra fue un hombre independiente y chocó en algunas ocasiones, choques
un poco de chispas sin peligro de incendio, con la escuela de la Universidad de Barcelona y con las doctrinas oficiales de Barcelona. Ello le hizo trabajar airadamente solo,
porque airadamente solo mantenía mejor la verdad y es curioso que las doctrinas de la
escuela de Barcelona se han ido evaporando con sus dogmáticas exposiciones de los
hechos no habiendo quedado ya muchas en pie, mientras que el libro honesto del trabajador sincero y fecundo que es Mn. Serra Vilaró, sigue siendo una base esencial. Ahora
mismo la Prehistoria española se siente en él muy a gusto cimentada.
Tal es en líneas generales, después de la síntesis que rápidamente he de exponer, la
obra magnífica y estupenda que realiza en esta tierra del interior de Cataluña, al servicio
del mejor conocimiento del pasado de Cataluña y de España este prestigioso investigador. En esa etapa en que Mn. Serra fue prehistoriador y arqueólogo de las tierras interiores de Cataluña, sus investigaciones arqueológicas no impiden que alguna vez aparezcan, debidos a su pluma, algunos libros esenciales de historia. Aquella primera etapa
que él conservó inicialmente como recuerdo y en la que acarreó tantos materiales
gracias a su actividad, ahora se ordenan y publican. Por ejemplo, en estos tiempos aparece el famoso libro Les baronies de Pinós i Mataplana, uno de los estudios esenciales
para el conocimiento, no [-17→18-] solamente de esta tierra, sino que como siempre
ocurre en la ciencia, la luz que lanza una obra en un lugar aislado alumbra un poco
sobre todos los demás. Así este trabajo es básico para el conocimiento de una etapa de
la historia total de Cataluña.
c) TERCERA ETAPA. Así llega el tercer período de Mosén Serra. Es el período en
que, viendo su valor extraordinario, su honestidad de trabajo, su fuerza física para trabajar y espiritual para producir, el arzobispo de Tarragona, que había sido obispo de
Solsona y conocía de cerca a Mn. Serra Vilaró, lo lleva a la ciudad de Tarragona. Indudablemente, un gran trabajador, un hombre bien dotado, en un campo tan rico como el
que Tarragona le ofrecía, produjo lo que tenía que producir; un chorro enorme de bibliografía aún hoy capital para el conocimiento de nuestra Arqueología romana y un
montón de hallazgos trascendentales que enriquecieron grandemente el patrimonio artístico nacional. En este sentido la obra de Mn. Serra en Tarragona ha sido premiada y
valorada más que la de la época anterior, que, para mí, es más importante en el orden
científico y creo que será más permanente por lo muy honestamente que trabajó en esos
años desde 1915 hasta el 1925; pero, no por ello se puede ni mucho menos, menospreciar la fortuna que él obtuvo aportando riqueza arqueológica sin cesar en los años que
va a vivir en Tarragona.
Desde luego, el motivo principal que trasladó su actividad allí, abandonando estas
tierras, para desgracia de los que esperábamos tanto más de él, fue el descubrimiento de
la necrópolis de San Fructuoso y de sus compañeros Augurio y Eulogio. La necrópolis
paleocristiana de Tarragona ha sido y aún sigue siendo la más rica de toda España y la que
ha proporcionado materiales más importantes en todos sentidos. Mn. Serra la excavó y
además publicó los hallazgos, cosa que no suele ocurrir siempre. También construyó y
organizó un Museo magnífico, el Museo monográfico de las excavaciones de la
necrópolis [-18→19-] romana de Tarragona. En este sentido, la obra suya es aún patente,
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puesto que constituye uno de los jalones de mayor orgullo para aquella capital y para el
patrimonio arqueológico nacional, pues representa uno de los conjuntos más famosos
del mundo romano.
Después, Mn. Serra aportó a Tarragona el descubrimiento del foro de la plaza de
Corsini, que aún espera su adecentamiento —esto no estaba en su mano— mas a él debemos la aportación de uno de los grandes monumentos del mundo romano en todo el
Mediterráneo occidental. Lo excava, lo estudia y lo publica con dignidad. Al mismo
tiempo descubre la Catedral de la época visigótica, aportando, desde luego, datos interesantísimos sobre la vida eclesiástica de aquella época. Este monumento representa la
Tarragona de los siglos VI hasta la invasión árabe. Aborda el problema de la cronología
de las murallas ciclópeas de Tarragona, uno de los monumentos más famosos, no solamente de Tarragona y Cataluña, sino de toda España y que, además, habían dado lugar a
tantas leyendas, a tantos entredichos, a tantas valoraciones histórico-culturales falsas: si
eran etruscas, si sus aparejos eran ciclópeos... Al menos habían permitido muchas leyendas desde los tiempos del Renacimiento hasta nuestros días. y Mn. Serra esclarece
esto de una manera magnífica, ayudado por otros arqueólogos de Tarragona, que defendieron y fiaron de su actividad. Hoy todos creemos que se ha aclarado perfectamente
que de la frase famosa de que Escipión creó Tarragona, como los cartagineses habían
creado Cartagena, debe pasar por cierta, y que las murallas más o menos han debido
hacerse sobre los fines del siglo III o en el siglo II.
Aún debo señalaros cómo Mn. Serra Vilaró ha aportado a Tarragona un capítulo
nuevo de su Historia que nos muestra hasta qué punto la enfermedad del trabajo, de trabajar siempre en cualquier sitio, en cualquier circunstancia, está metida dentro de la
sangre de Mn. Serra Vilaró, como hijo preclaro de este país de buenos trabajadores,
campesinos o artesanos. En 1936 [-19→20-] Mn. Serra tiene que salir, huyendo de la revolución, como tantos otros sacerdotes. Se escapa como puede, y va para Italia. De este
obligado destierro de su patria española trae Mn. Serra nuevos conocimientos para
nuestra historia; una faceta nueva que enriquece a la mitra tarraconense con la vida de
los Santos Próspero y sus compañeros Procopio, Marcial, Pantaleón, Jorge y Justino:
unos heroicos tarraconenses que, en tiempos muy anteriores a Mn. Serra, también salieron huyendo de los moros, como él salió huyendo de los rojos, y como él se fueron a
Italia llevándose las tumbas, las reliquias y el tesoro catedralicio. Próspero era obispo de
Tarragona, tierra de los mártires que hemos citado anteriormente. En este sentido, el
culto de San Fructuoso, llevado a la Riviera italiana, concretamente a Camogli, se convierte allí por el ejemplo dado por el obispo de Tarragona y sus acompañantes, en un
motivo nuevo de culto pues los del país amaron y veneraron a este tarraconense ilustre y
a sus acompañantes hasta canonizarlos y todos ellos tienen culto en aquellas tierras de
Italia. De este capítulo, poco conocido en Italia y sobre todo desconocido en Tarragona,
Mn. Serra Vilaró encuentra de nuevo argumento para trabajar unos cuantos años en el
destierro y trae para su tierra de Tarragona la magnífica aportación que yo sé hasta qué
punto se ha valorado en Italia, porque tengo bastante vinculación de tipo arqueológico
con los centros intelectuales de la Riviera. Desde la Spezia hasta Bordighera estos libros
se han vendido y se han leído con afán y creo que mucho más que en España. Puedo
confesar que a mí mismo me han proporcionado intercambios para así adquirir libros
científicos italianos con destino a la Biblioteca del Museo Arqueológico.
En este sentido, Mn. Serra trabaja siempre. Vuelto ya después de la guerra a España, ha reanudado su trabajo en medio de dificultades diversas que no son del caso
enumerar. Mn. Serra Vilaró no ha dejado de cumplir siempre con este deber de su espí© Martín Almagro Basch
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ritu de aportar continuamente nuevos libros, nuevos [-20→21-] artículos, nuevos motivos
de trabajo para el futuro a cuantos nos dedicamos a esta ciencia. Mn. Serra Vilaró ha
tenido la fortuna de saber y poder enriquecer todo el panorama y todo el horizonte espiritual del lugar donde él esté asentado.
TROFEOS CIENTÍFICOS
Así es hoy hombre honrado no solamente en esta Cardona sino que también ha sido
honrado en tantos centros científicos nacionales e internacionales: él es Presidente de la
Comisión de Monumentos de Tarragona; es miembro de la Real Academia de Bellas
Artes de Barcelona; miembro de la Real Academia de Historia de Madrid; miembro del
Instituto Imperial de Arqueología de Berlín, que es la gran institución arqueológica internacional, la primera del mundo, fundada ya en el siglo XVIII y que constituye, desde
luego, el mayor galardón que puede un arqueólogo presentar en cualquier parte de la
tierra; es miembro de la Pontificia Academia de Arqueología de Roma; de la Asociación
de Arqueólogos Portugueses; y es, también, Hijo Adoptivo de Tarragona. Y justamente
yo aquí puedo aplaudir a los concejales de Tarragona que asisten al acto, por el hecho
generoso de haber ellos comprendido que debían este homenaje a quien tanto hizo por la
espiritualidad de su tierra. En ese sentido, saludo también a los representantes de Bagá,
cuyo Ayuntamiento ha querido honrar con su presencia en este acto, del que es también
su Hijo Adoptivo.
CONCLUSIÓN
No quisiera cansaros más: la vida de este fecundo trabajador merece, como digo,
un aplauso sincero y yo no me alargo más para no daros más fatiga; desde luego el elogio continuo que aquí se podría producir y pronunciar en torno a cada uno de los análisis que haríamos de sus obras alargaría sin cesar y [-21→22-] entretendría desde luego a
todos Vds. Yo espero que un día habrá, corno él lo hizo con las piedras ilustres, una
biografía de este ilustre hijo de Cardona. Desde luego, creo que es un acto de justicia
todo lo que hacemos por él, y yo me he adherido muy cordialmente.
También merece un aplauso el Ayuntamiento de esta Villa que se ha acordado de él
en estos tiempos en que, como digo, estas cosas del espíritu a menudo se menosprecian
o se olvidan, y también todos los que han hecho posible el que hayamos podido rendir
este acto de justicia que a mí me produce una honda satisfacción, la cual quiero interpretar también en todos los que asisten a este acto. Sus organizadores han hecho con
ello un bien a la justicia, un bien al espíritu de todos los que aquí nos reunimos y han
hecho un bien a la villa de Cardona. Han honrado a Mn. Serra Vilaró, han andado el
camino que, indudablemente, más honra a las personas y se han honrado a sí mismos.
En este sentido debemos valorar este acto y desde luego en estos tiempos en que, como
ya he dicho, se menosprecian estas cosas, en estos tiempos en que, a veces, tenemos que
asistir a tantos actos poco simpáticos, un poco forzados, en que la adulación u otras debilidades parecidas intervienen, rindámosles a ellos el reconocimiento que se merecen por
todo lo que han sabido hacer hasta ver coronada su recta y justa intención con este acto,
en este magnífico salón del Ayuntamiento lleno de tantas personas que se adhieren a lo
que ellos han querido hacer para venerar y honrar la ilustre figura de este hijo de Cardona.
(Copiado de la grabación en cinta magnetofónica, realizada durante el acto)
© Martín Almagro Basch
© De la versión digital, Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia
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