Prueba de acceso para mayores de veinticinco años Historia General Manuel F. Fernández Chaves TEMA 7. EL ANTIGUO RÉGIMEN. REFORMA Y CONTRARREFORMA. LA MONARQUÍA ABSOLUTA. Palabras y conceptos clave: Reforma Protestante, Humanismo, Renacimiento, Lutero, 95 Tesis, Imprenta, Carlos I, anabaptismo, calvinismo, Contrarreforma Católica, San Ignacio de Loyola, Compañía de Jesús, Concilio de Trento. Antiguo Régimen, sociedad estamental, mercantilismo, Monarquía Absoluta, Thomas Hobbes, Jacques Bossuet, Cardenal Richelieu, Conde-Duque de Olivares. 1. REFORMA Y CONTRARREFORMA A. REFORMA PROTESTANTE Se puede considerar la Reforma Protestante iniciada por el monje agustino Martín Lutero como la consecuencia de una necesidad largo tiempo sentida por la cristiandad occidental, ante la situación de corrupción en la que estaba inmersa la Iglesia Católica. En un principio, el propósito de Lutero perseguía la reforma de la Iglesia, no un cisma, aunque ponía en duda muchas de sus instituciones y el enfoque de la salvación del hombre. Raíces y precedentes de la Reforma Durante la Edad Media la Iglesia conoció muchas disidencias, de diverso alcance según el momento. A las herejías cátara (siglo X) y valdense (siglo XII), siguió la reforma de la espiritualidad que en un principio inspiró a la orden franciscana, aunque más tarde fuera perdiendo su intención renovadora. En el siglo XIV nacieron otras herejías más extendidas y de un amplio alcance teológico: la de Wycleff (clérigo inglés) y la Jan Huss (rector de la Universidad de Praga, en Bohemia, hoy República Checa). Ambas tenían un propósito reformador, y surgieron en una época de amplia crisis en el papado, con la estancia de los pontífices en Aviñón y el subsiguiente Cisma de Occidente. Ambos intentos de reforma fueron calificados de herejías, sus aportaciones (positivas o no) fueron eludidas, y sus principales inspiradores castigados (el Concilio de Constanza -1414- que termina con el Cisma de Occidente, acaba condenando a la hoguera a Jan Huss). Pero la situación de la Iglesia Católica no había cambiado, y a los problemas de corrupción (nepotismo o elección para altos cargos eclesiásticos a parientes cercanos, y simonía o compraventa de cargos eclesiásticos), se añadía la práctica de una espiritualidad mecánica y alejada de las necesidades de muchos creyentes. La Iglesia no se adaptaba a los cambios que la sociedad iba demandando, y de ella iban surgiendo respuestas a las necesidades planteadas por una nueva espiritualidad. El movimiento conocido como Devotio Moderna, sin cuestionar los principios del cristianismo y de la misma Iglesia, propugnaba una religiosidad sencilla, alejada de la intermediación institucionalizada y favorecedora de un diálogo directo entre el creyente y Dios. El nacimiento del Humanismo en el siglo XIV en Italia marca en buena medida una renovación/ruptura con varias tradiciones anteriores. En primer lugar, con la tradición del conocimiento escolástico, propugnándose una renovación de las formas de acceder a la cultura y de su creación. En este sentido se produce un redescubrimiento de los escritores de la Antigüedad clásica, que conlleva una redefinición del canon del conocimiento, de la belleza, la política... resucitándose el idealismo platónico, y reclamándose una nueva antropología en la que el hombre ocupa el centro de la creación, sin romper con la religión. Se pone en valor la dignidad del ser humano en cuanto tal, la utilidad de la razón para mejorar la vida material, la filosofía como disciplina autónoma de la Teología (y no su “esclava” como defendía la escolástica). Todo ello se contraponía al teocentrismo medieval donde el hombre tenía un papel más limitado en los asuntos terrenales. 2 Prueba de acceso para mayores de veinticinco años Historia General Manuel F. Fernández Chaves Los principales centros del humanismo fueron en un primer momento, Florencia, Roma y Venecia y aunque fue una cultura que se expandió por toda la península italiana, no podemos olvidar que tenía un fuerte componente académico y que desde su inicio fue patrimonio de grandes élites, estando muy cercana al ejercicio del poder. El trabajo de los humanistas italianos fue valorado en el resto de Europa, y pronto surgieron escuelas de pensamiento que seguían sus postulados. Esta fue la época del llamado Renacimiento (siglos XV-XVI) en Italia y luego en el resto de Europa. En Flandes destacó la figura de Erasmo de Rotterdam, (1467-1536) que apoyándose en los clásicos escribió muchas obras muy polémicas por su crítica a los poderes establecidos y a la corrupción de la Iglesia, aunque siempre permaneció fiel al Papado. La implantación del humanismo en Europa trajo un nuevo modo de enfrentarse a la verdad revelada, pues el análisis filológico que los humanistas aplicaban a los textos clásicos fue también empleado con las fuentes bíblicas, valorándose el conocimiento directo de las mismas. La confianza de los humanistas en el hombre y en su capacidad de relacionarse con lo divino estaba en línea con la Devotio Moderna, en cuanto prefería una religiosidad más sencilla y más cercana al creyente y a los evangelios. Pero el humanismo y su religiosidad tenían una base intelectual, y sus ideas no llegaban claramente en un discurso dirigido a toda la población. Con un nacimiento también en ambientes intelectuales, aunque más antigua, la mística ponía el acento en la relación del hombre y su creador basada en la experiencia personal íntima con una base más cercana a la irracionalidad de las emociones, aunque los caminos del conocimiento místico fueron trazados en buena medida por clérigos y fueron objeto de tratados y profusos debates teológicos. Todo este ambiente espiritual se forjaba en un siglo, el XV, en el que la recuperación económica y política de Europa era ya un hecho, y en el que se perfilaban dos fenómenos de gran alcance: 1. En el campo político, la idea imperial ha quedado vacía de contenido, y reducida por la importancia real que han alcanzado los diferentes príncipes territoriales. El Papado va a conocer una consolidación de su autoridad y poderío en la península Italiana, pero a costa de reforzar su poder de forma autoritaria. Su figura había quedado en entredicho después de los acontecimientos políticos del siglo anterior, y el desprestigio de su papel rector en la Iglesia iba a ponerse en duda a lo largo del siglo. 2. En el ámbito cultural iba a darse la aparición de la imprenta, a mediados del siglo XV. Con ella se produciría una revolución que afectaba no sólo a la velocidad de transmisión cultural, sino a la multiplicación de las posibilidades para el acceso a los textos, amén de convertirse en un importante vector de difusión de ideas, y el consiguiente interés que despertará en el poder. De los cambios en estos dos ámbitos podemos deducir que el temprano éxito de la Reforma iba a estar relacionado precisamente con ellos pues, El Sacro Imperio, escenario del primer acto de la Reforma, constituía un mosaico de estados de diversa entidad (ducados, condados, ciudades libres, ciudades arzobispales y abaciales, un reino –Bohemia-, etc.) con escasa cohesión entre sí. Precisamente en torno a la división religiosa que se originó con la Reforma se ampararon varios de estos príncipes territoriales para enfrentarse al Emperador y ampliar su poder. También el antirromanismo de la población, basado en la larga tradición de lucha entre papas y emperadores alentaba la división. La debilidad política del Imperio iba a favorecer la causa de la Reforma, pero también el arte de la imprenta iba a dotar a Lutero y a sus seguidores de una muy amplia capacidad de difusión de sus ideas, no sólo en círculos intelectuales, sino también entre todos los segmentos de la población. Examinemos el tronco para luego observar las ramas del árbol: 3 Prueba de acceso para mayores de veinticinco años Historia General Manuel F. Fernández Chaves α. La Reforma Luterana. Martín Lutero (1483-1546), monje agustino, formó un eslabón más de la cadena de la jerarquía de la Iglesia desde su ordenamiento eclesiástico (monje en 1505). Lutero provenía de una familia media, siendo su padre un empresario minero. Su acceso al convento vino acompañado de un puesto como profesor en la universidad de la pequeña localidad sajona de Wittenberg (doctor en Teología en 1512). Lutero vivió mucho tiempo angustiado por la salvación de su alma y por la superación de muchas dudas espirituales que le atenazaban. Esto fue formando en él un espíritu crítico que se había reforzado con la lectura y buen conocimiento de los textos bíblicos como profesor de la Universidad. En 1510 realizó un viaje a la Roma del Papa León X para solucionar algunos asuntos concernientes a su orden, y como un peregrino más, realizó todas las estaciones de penitencia y adquirió todas las indulgencias que se ponían a su alcance. Como sabemos las indulgencias eran vendidas por la Iglesia para financiar sus necesidades materiales. Con su compra se obtenían una serie de gracias espirituales, que iban desde un permiso para comer carne en cuaresma, a la reducción de los días que iban a pasarse en el purgatorio, pasando por el perdón de algunos pecados, etc. Sin embargo Lutero no encontró ningún consuelo para su alma y continuó considerando cuáles serian las mejores condiciones para la salvación de su espíritu. En 1517 Lutero publicó una obrita, las 95 Tesis, en las que invitaba a una disputa abierta sobre el valor de las indulgencias. La base de su crítica se encontraba en la falta de autoridad moral y espiritual del Papa para otorgar seguridades espirituales a los creyentes, pues sólo Dios tiene capacidad para perdonar, y por supuesto, que el tesoro de la Iglesia había de estar en las enseñanzas de Cristo, los Evangelios, y no en las recaudaciones... amén de considerar que con la compra mecánica de las indulgencias los fieles se alejaban de la confesión de los pecados y el arrepentimiento sincero. Por tanto, la mediación papal creaba una situación artificial en la que se perdía el contacto directo del fiel con los Evangelios. La difusión del contenido de esta obra vía imprenta fue velocísima, y causó un gran revuelo en Alemania y Europa. Lutero, que pretendía reformar aspectos de la Iglesia pero no romper con ella, va a verse obligado a profundizar en sus ideas, primero porque caen en un ambiente propicio para recibirlas, y segundo porque tras alguna advertencia de la jerarquía alemana fue declarado hereje desde Roma (1520). Recibirá la protección de algunos príncipes alemanes y con ello podrá ir profundizando en su Teología Luterana, que se divide en varios aspectos fundamentales como, · La doctrina de la salvación por la fe: La Teología luterana preconiza una antropología pesimista: el hombre sólo puede salvarse a través de la fe, y de nada sirven las buenas obras como medio de “acelerar” el proceso de la salvación del alma. · Libre interpretación de los textos sagrados por todos los creyentes, en aras de favorecer el verdadero conocimiento de Dios. Con ello se ataca también a la jerarquía eclesiástica y la autoridad papal, y se favorece una Iglesia más igualitaria, guiada por aquellos que mejor conocían la Biblia por dedicarse a su estudio: los pastores. Con esta supresión de la jerarquía se facilita también la ausencia de centralización y se produce también la supresión de las órdenes monásticas. · Sacerdocio universal, los factores antedichos llevan de manera natural a considerar a todos los cristianos como sacerdotes que pueden acercarse al creador y los textos sagrados sin necesidad de una guía constante. · La supresión de varios sacramentos, reconociendo como válidos tan solo el bautismo y la eucaristía, ya que los otros se consideraban como superfluos y una fuente de ingresos para la Iglesia Católica. En este sentido, el culto a los santos y a la Virgen María, así como la creencia en el purgatorio (donde la estancia podía abreviarse se comprar la bula correspondiente) pasan a ser considerados como meras supersticiones que desviaban la atención del creyente de la fe en Cristo y en Dios Padre. 4 Prueba de acceso para mayores de veinticinco años Historia General Manuel F. Fernández Chaves · Simplificación de la liturgia. Uso del alemán. Lutero prefiere seguir un ritual más sencillo, más espontáneo, donde el uso de la lengua vernácula (en este caso el alemán) desplaza al latín, y donde se suprimen las obras de arte y la ostentación en los templos. Así pues, las ideas de Lutero se dieron en un cuerpo político desunido, de larga tradición de oposición al papado, en un momento de grandes revoluciones espirituales, que se cruzaban con descontento político (oposición de algunos príncipes al Emperador) y social (malas condiciones materiales de campesinos). A ello se unía el uso de la lengua alemana y la labor de la imprenta que catalizaron la difusión de las ideas de Lutero. Pero Lutero no estará solo. El apoyo de muchos príncipes (entre ellos Federico III de Sajonia, su gran valedor) y de otros intelectuales y grandes masas urbanas y campesinas respondía a las necesidades espirituales y a la crítica visión de la Curia romana, pero también podía esconder motivaciones menos confesables, como la codiciada secularización del patrimonio de la Iglesia (que pasaba a manos de los príncipes territoriales), la eliminación de molestos enemigos políticos y religiosos (en universidades, monasterios, cortes principescas) y la reivindicación de mejoras sociales por los más desfavorecidos, destacando especialmente los campesinos. Este amplísimo movimiento pronto escapó del control de Lutero, que si bien fue capaz de organizar una nueva Iglesia Reformada, no pudo controlar a otros grupos que realizaban su propia interpretación, más o menos radical, de los textos sagrados. Aquellos que fueron contra el poder establecido como los campesinos (rebelados contra sus señores en 1525) y reformadores de inspiración evangélica (Thomas Müntzer), o los anabaptistas no fueron apoyados por el reformador, que siempre estuvo del lado de las autoridades seculares, pues consideraba que cumplían una función rectora avalada por el Todopoderoso. Ello le llevó a acudir a las Dietas (reuniones de los príncipes y prelados más importantes del Imperio) que se convocaron por el nuevo emperador, Carlos V, para tratar el “problema”. La primera tuvo lugar en la ciudad de Worms en 1521, y en ella Lutero se negó a retractarse. Marchó a tierras sajonas, y Federico III lo protegió de las fuerzas imperiales, dándole tiempo para seguir escribiendo y realizar su traducción de la Biblia al alemán. En la subsiguiente Dieta de Spira (1529) se acabó reconociendo el principio de cuius regio eius religio es decir, los súbditos de cada príncipe seguirían la opción religiosa de su señor. Pese a la derrota protestante en Mühlberg de 1547, este principio acabaría prevaleciendo, y con la Paz de Augsburgo en 1555 se acababan reconociendo las diferentes confesiones religiosas en el Imperio. β. ANABAPTISMO De fuerte raigambre evangélica y directamente relacionado con la Reforma Luterana, sus practicantes niegan el valor del bautizo a los niños y prefieren esperar a la edad adulta para recibir a Cristo. El movimiento fue seguido por capas humildes de la población y por campesinos desfavorecidos. Son más radicales que Lutero en sus planteamientos sociales (comunitarismo, pobreza evangélica, cuestionamiento de los poderes establecidos) y por ello fueron duramente perseguidos, aunque sobrevivieron algunas comunidades en Europa y América entre las cuales también existían movimientos pacifistas. El milenarismo o advenimiento del Juicio Final, así como la creencia en profetas, etc., llevó al agotamiento del fuerte impulso inicial del movimiento, tras la espera infructuosa y los duros golpes propinados por ejércitos al servicio de los grandes señores católicos y protestantes. γ. CALVINISMO La doctrina que ahondó en varios de los presupuestos teológicos del luteranismo, prendiendo con fuerza en Suiza y Holanda, así como en varias zonas de Francia, Escocia e Inglaterra, recibe el nombre de su autor: Juan Calvino. Este sacerdote francés, profesor en la Universidad de la Sorbona en París, contactó pronto con luteranos convencidos que le hicieron volverse hacia la Reforma. Huido de París, encontró asilo en la ciudad Suiza de Ginebra (1536), y allí desarrolló su doctrina religiosa, que profundizaba en la de Lutero. 5 Prueba de acceso para mayores de veinticinco años Historia General Manuel F. Fernández Chaves Su eje fundamental lo constituía la doctrina de la predestinación, según la cual Dios ya sabe quienes se salvarán y quienes no desde la Creación del mundo. Los hombres no pueden rebelarse contra el designio divino ni pueden cambiarlo, por lo que también en el calvinismo las buenas obras no conducen a la salvación. Los elegidos han sido señalados por Dios como muestra de su bondad infinita, pues desde el Pecado Original toda la humanidad malvada habría de condenarse. Para Calvino, todo hombre debía considerarse como elegido por Dios, y trabajar y ahondar en su fe constantemente, evitando toda tentación y toda duda sobre la fe. Había que buscar las señales de la gracia divina, que se traslucían en unos hábitos de vida justos y muy estrictos, así como en el éxito en la vida. Aunque se ha señalado que este sistema de pensamiento favorecía el crecimiento y la estabilización de la mentalidad burguesa y capitalista del ahorro, disciplina y trabajo, lo cierto es que el capitalismo primitivo y la moral burguesa ya se habían dado y se seguirían dando en el orbe católico. Tras publicar su obra fundamental (Instituciones de la Religión Cristiana, 1535), Calvino hizo de Ginebra una república religiosa donde la influencia de los ministros de la iglesia fue muy grande, y donde también se produjeron muchos episodios de intolerancia religiosa, a la izquierda y derecha de Calvino (así el aragonés Miguel Servet, disidente religioso, fue quemado por los calvinistas en 1553). δ. LA REFORMA ANGLICANA El cisma inglés tuvo una base eminentemente política, al declarar el rey Enrique VIII la separación de las iglesias de Inglaterra de la obediencia papal. Enrique VIII llevó al extremo los deseos de independencia de las iglesias nacionales, constituyéndose el soberano en la cabeza de su iglesia. Ello vino propiciado por intereses dinásticos (poder divorciarse de Catalina de Aragón para esposar otra princesa que le diera hijos varones) y económicos (el apetitoso bocado de los bienes secularizados de la Iglesia). Mediante el Acta de Supremacía se independizaba la Iglesia anglicana, y el obispo de Canterbury concede el divorcio a Enrique VIII, que casó con Ana Bolena. Aunque Enrique VIII no fue nunca luterano, la separación adquirió pronto un sesgo filoprotestante que su hija María I se encargó de frenar, aunque a su muerte la nueva reina, su medio hermana Isabel I, iba a ahondar en las diferencias dogmáticas acercándose mucho más al protestantismo y persiguiendo tanto a católicos como a puritanos (calvinistas). B. CONTRARREFORMA CATÓLICA El concilio de la Iglesia que Carlos V deseaba reunir para enfrentar el problema protestante ya en la Dieta de Worms no se reuniría sino a partir de 1545, y sus sesiones se interrumpieron en varias ocasiones hasta terminar en 1563. Aunque fue una reacción ya tardía ante los hechos consumados, este concilio que tuvo lugar en Trento formó la doctrina y las nuevas directrices a seguir por la Iglesia Católica, sin ofrecer concesiones a los protestantes, que son considerados herejes en todo momento. Se trata de profundizar en la educación religiosa de los creyentes católicos, así como de recuperar para el catolicismo los espacios ganados por los protestantes. En el Concilio de Trento (1545-1563), se trató también de reformar la Iglesia Católica, siempre dentro de las ideas de Roma y de la obediencia al Papa. Sus principales reformas fueron, Una respuesta al desafío protestante con La reafirmación del dogma tradicional basado en el Concilio de Nicea (año 325), en el que se aprueba del dogma de la Trinidad, y se señalan los textos válidos para el conocimiento divino: la Sagrada Escritura y la Tradición. Esto era muy importante porque entre los cristianos existía una gran indefinición sobre qué creer y no, las formas de culto, etc. Asimismo, se produjo una reafirmación del valor de las buenas obras y de la necesidad de su práctica constante como medio de acercarse a la salvación y de mejorar la vida de los creyentes. La creencia en la intermediación de los santos y la Virgen, y el indiscutible valor de los sacramentos son otras tantas reivindicaciones de los católicos en Trento. En cuanto a la organización interna, 6 Prueba de acceso para mayores de veinticinco años Historia General Manuel F. Fernández Chaves La lucha contra la corrupción del clero y la elevación de su educación, otorgado más poder a los obispos para que desde sus diócesis controlasen mejor al clero secular y regular en su comportamiento moral, y fomentando la creación de seminarios o escuelas de sacerdotes donde los candidatos habían de alcanzar una más sólida formación académica. En este sentido, se declara obligatoria la anotación de partidas de bautismos y matrimonio en las parroquias, y más tarde, de defunción, creándose así una memoria publica de la vida sacramental de los creyentes. La residencia de los obispos y arzobispos se tornó obligatoria, prohibiéndose la acumulación de cargos eclesiales; además, se siguió más de cerca la vida de los ministros de la Iglesia a través de visitas pastorales e informes a Roma. Los papas, reacios a la convocatoria del concilio (temerosos de que su posición quedara en entredicho al dejar hablar a todas las voces de la Iglesia) quedaron más que reforzados en su autoridad, se reorganizó y afianzó la jerarquía centralizada en Roma, restaurándose su figura en el orbe católico. Entre las principales instituciones nacidas de la reacción católica puede contarse la Compañía de Jesús (fundada en 1540), cuyo creador fue San Ignacio de Loyola. Los Jesuitas fueron famosos por su “cuarto voto” por el que declaraban su fidelidad absoluta al Papa, llegando a preconizar en el siglo XVII la teoría del tiranicidio (cuando un rey se extralimitaba en el ejercicio de su poder). Su férrea disciplina y jerarquía internas se acompañaban de una cuidadosa preparación teológica y científica, que incluía el conocimiento de las doctrinas heréticas para su mejor comprensión y refutación, por lo que fueron una de las órdenes más modernas de su tiempo. Su programa contemplaba como punto muy importante la educación como medio de preparar a sus miembros y a las capas rectoras de la sociedad, por lo que se centraron especialmente en mejorar y modernizar la formación de las élites. Junto con la Inquisición, ligada tradicionalmente a los dominicos, la Compañía fue uno de los baluartes del catolicismo. B. LA MONARQUÍA ABSOLUTA La sociedad estamental La sociedad del Antiguo Régimen es la llamada Sociedad Estamental puesto que los diversos miembros del cuerpo social integran varios escalones de una pirámide en la que teóricamente la comunicación entre ellos es muy escasa. Su organización constituye la argamasa del todo el edificio social y político. La pertenencia a los diversos estamentos es una cuestión de nacimiento (salvo en la Iglesia) y la pertenencia a cada uno de ellos se define por la adscripción a una serie de privilegios. Rey. Fuente de Gracia y honor. Nobleza. Basa sus privilegios en su posición social y su labor política. Grupo cerrado. No paga impuestos. Privilegios fiscales y judiciales. Clero. Basa sus privilegios en el papel desempeñado en la sociedad. Grupo abierto. No paga impuestos. Privilegios fiscales y judiciales. División entre Alto y Bajo clero, con fuertes diferencias en cuanto a nivel de vida, participación política, etc. 7 Prueba de acceso para mayores de veinticinco años Historia General Manuel F. Fernández Chaves Tercer estado o Estado Llano, en el que se mezclaban tanto gentes de extracción humilde como adinerada, campesinos y ciudadanos. Pagan impuestos y poseen una limitada participación política. Pero esta división primaria no se correspondía exactamente con la realidad, pues los estamentos no eran compartimentos estancos. La carrera eclesiástica bien podía ser un medio de ascensión social, o al menos una posibilidad de medro en una sociedad profundamente enraizada en la religión. Asimismo, la alta burguesía comercial y financiera podía entrar en política al realizar las alianzas matrimoniales y de intereses con la Alta Nobleza, y no olvidemos que los cuerpos burocráticos del estado moderno están poblados por letrados y funcionarios que proceden no sólo del estamento eclesiástico, sino también de las capas ciudadanas medias. El ennoblecimiento de esa alta burguesía y de muchos letrados (el caso francés con la llamada “nobleza de toga” o funcionarios judiciales es manifiesto) llevaba a muchos a ascender peldaños en la escala social. No olvidemos tampoco que dentro de la nobleza existían muchos pequeños privilegiados (el hidalgo español es un prototipo) cuya capacidad económica era mucho más baja de la de algunos letrados y comerciantes que sí pagaban impuestos. El tercer estado, o los no privilegiados, mezclaba campesinos en su mayoría de escasos recursos (aunque algunos se habían enriquecido en la buena coyuntura del siglo XVI), los burgueses que ya hemos mencionado (banqueros, comerciantes, empresarios mineros, industriales, artesanos, intelectuales), las clases populares urbanas (oficiales, trabajadores por cuenta ajena, criados) y finalmente los marginados por su pobreza o condición religiosa. La monarquía absoluta Como ya hemos visto, a fines del siglo XV y durante todo el siglo XVI se fueron consolidando las monarquías y algunas repúblicas del occidente europeo, desembocándose en las primeras en una creciente autonomía del poder real, llegándose a definir como “monarquías autoritarias”. Este autoritarismo regio, producto del creciente control sobre capítulos tan importantes como la fiscalidad, el monopolio de la violencia institucionalizada, o la justicia tenía su correlato en la afirmación del monarca como principal referente político y rector del Estado, formando su entorno, la Corte como el único lugar válido para hacer política, donde las reglas para tal ejercicio y toda la política giraban en torno a su figura. Uno de los principales teóricos políticos de estos siglos, Nicolás de Maquiavelo, había definido en su obra El príncipe muchas de las características de estos monarcas autoritarios, aunque Maquiavelo fuera partidario de las repúblicas y del gobierno de los mejores ciudadanos. Pero en ambas obras, ya fuera el actor político el príncipe o la república, Maquiavelo estudia las condiciones de acceso al poder y lo que es más importante, su conservación, para lo que valora las aptitudes de pueblos y señores para aprovechar las circunstancias y aprovecharlas en su propio beneficio. En el siglo XVI los monarcas autoritarios más importantes son los Austrias españoles (Carlos I y Felipe II), que heredan una sólida obra política de sus abuelos (en el caso de Carlos I) los Reyes Católicos y conforman en torno a la corte todo un sistema de gobierno basado en múltiples consejos (de Guerra, de Estado, de Hacienda, según los territorios, como el de Italia, de Indias, etc.) llamado sistema polisinodial, en el que los letrados conforman una fuerza política muy importante. La figura real irá adquiriendo aún mayor importancia con los Borbones en Francia, y se irá ahondando en las prerrogativas políticas del rey autoritario para ir definiendo lo que será la monarquía absoluta de derecho divino, que será la forma de gobierno fundamental en casi toda Europa (salvo Inglaterra) en los siglos XVII y XVIII. Con la mayor preponderancia de los poderes del soberano surgirán por encima de los Consejos poderosos consejeros: serán los 8 Prueba de acceso para mayores de veinticinco años Historia General Manuel F. Fernández Chaves validos, de los que encontramos los ejemplos más sobresalientes en la España de Felipe IV (Conde-Duque de Olivares) y la Francia de Luís XIII (Cardenal Richelieu). Hablamos de Francia porque dos de los teóricos del absolutismo más importantes van a ser franceses: Juan Bodino y Jacques Bossuet. Su obra se complementa con la de un inglés, Thomas Hobbes. Juan Bodino (De Republica) preconizaba en sus escritos la necesidad de un poder real fuerte que rindiera cuentas sólo ante Dios, y estas ideas eran muy del agrado del monarca francés Luís XIII. Años más tarde, el predicador de la corte de Luís XIV Jacques Bossuet continuó trabajando sobre los postulados de Bodino y Hobbes para formular los postulados básicos del absolutismo: un rey, una fe, una ley. El monarca gobierna por derecho divino, es el representante de Dios y por tanto no es responsable de su actuación ni ante el pueblo ni ante los estamentos privilegiados. Bossuet bebe de las teorías políticas anteriores, entre las cuales hay que destacar a Thomas Hobbes, quien en su obra Leviatán postulaba la absoluta necesidad que todo grupo humano tiene de ser regido por un poder fuerte que ponga coto a las ambiciones y atropellos que algunos pueden cometer. Hobbes parte de un concepto pesimista de la naturaleza humana, donde el hombre se ve abocado siempre a estar en guardia frente a otros hombres, pues la naturaleza básica del ser humano es egoísta y destructiva. Todo ello se resume en el adagio homo homini lupus, “el hombre es un lobo para el hombre”. Sin embargo, el hombre tiene una tendencia innata a vivir en sociedad. En un tiempo primigenio, Hobbes indica que los hombres realizaron un contrato por el que sus derechos individuales eran transferidos al estado que en adelante se encargaría de regular la vida de los hombres. El contrato es irrevocable y la soberanía del Estado sobre sus súbditos es ya absoluta. Entre las diferentes formas de gobernar un Estado, es la monarquía representada en la persona del rey la más perfecta de todas. Y precisamente, Luís XIV iba a poner en práctica todos estos presupuestos, llevándolos a su extremo. En base a su poder “divino” realizó amplias reformas en el gobierno político y administrativo de Francia, concentrando mucho más poder que sus antecesores, centralizando la organización militar y fiscal, eliminando de manera violenta a la minoría protestante (llamados hugonotes), aplicando un mercantilismo intervencionista muy fuerte, y anexionando para Francia varios territorios fronterizos. La excepción en el continente será la monarquía parlamentaria inglesa. Pese a los intentos por aproximarse a gobernar como un rey absoluto, Carlos I tendrá que hacer frente a la oposición del Parlamento inglés liderado por el parlamentario Oliver Cromwell, y en la guerra civil subsiguiente el rey acabará derrotado por el Parlamento, que acabará condenándolo a muerte en 1649. Otra revolución en 1688 frente a los Estuardo terminó por situar la soberanía nacional, en manos del Parlamento, mientras que el rey adoptaba un rol mediador en el gobierno político del país. El mercantilismo La participación de las autoridades estatales en el comercio tiene una larga tradición en Europa. La escalada bélica en el siglo XVII y el desarrollo de la administración real, conllevan la necesidad de allegar más recursos, y en ese momento los mecanismos de gestión y fiscalidad han aumentado en eficacia. Juan Bautista Colbert (1619-1683) ministro de Luís XIV dio nombre al mercantilismo francés, que va a ser imitado por otras monarquías. Se crean nuevos ministros, los “Intendentes” que velan por el gobierno político y recaudación de impuestos y abastos militares de sus provincias, al tiempo que impulsan en desarrollo económico de la región sobre la que ejercen control. En general, el mercantilismo se caracteriza por impedir la salida de metales preciosos, ejerciendo un marcado proteccionismo, utilizando derechos de aduanas elevados para las importaciones, luchando contra los intermediarios extranjeros (se favorece el desarrollo de la marina mercante nacional) y estimulando el crecimiento de las manufacturas nacionales, 9 Prueba de acceso para mayores de veinticinco años Historia General Manuel F. Fernández Chaves aportando la corona el dinero si era necesario, y convirtiéndose en el caso de algunos productos lujosos (tapices, cristalería) o básicos (textil) en el empresario. Asimismo el estado impulsó la creación de compañías mercantiles de gran alcance, como las Compañías para aventurarse en el comercio colonial, y que tenían el apoyo militar, fiscal y económico del estado. Fueron las monarquías absolutas las que llevaron a cabo una política mercantilista más amplia, pues se necesitaba una gran cantidad de recursos y organización para poder llevar a cabo una intervención económica a tal escala. Pero en cada lugar se ponía el acento en diversos capítulos de la economía, y así el “colbertismo” que hemos viso fomentaba también la agricultura y la ampliación de sus rendimientos, la creación de industrias reales y legislando para aumentar las exportaciones. Por el contrario, el modelo español se basaba más bien en la acumulación de metales preciosos, sin una mayor generación de riqueza, al contrario que el inglés que busca el fomento del comercio y de la manufactura, o el holandés que prima con mucho el desarrollo de las profusas redes comerciales del país. Europa dividida tras la Reforma protestante. 10