Anomalías meteorológicas

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En
la
sección
D I V U L G A C I Ó N
Anomalías
por
C I E N T Í F I C A :
meteorológicas
ornas
(En Historia, l e y e n d a y
t r a d i c i ó n : «La Mujer
e n lo H i s t o r i a » , p o r
E m i l i a n o M. A g u i l e r a ) .
El número de LECTURAS
CL
diario íntimo d e Beethoven, por V¡cente Vega; De sobremesa, por Jacinto
Benavente; La otra esmeralda, por Augustus
Muir; Historia romántica, por Luis Capdevila; Las flores y sus leyendaí, por Víctor
Gabirondo; De perfil, por André Bireibeau;
Libertad, por Frederic Boutet; Mi paraguas
número 77, por Doménec de Beilmunt; La
mantilla d e blondas, rasgo d e EspaSa y p o derosa tentación d e loi pintores, por Emiliano M. Aguilera; En este mayo se cumplen setenta y cinco aRos del estreno d e
«El tanto por ciento», biografía de López
d e Ayala, argumento y escenas d e la obra.
Todos estos y otros notables trabajos se
publican en el número de LECTURAS c o rrespondiente al presente mes de mayo.
Y, aden^ás, las tres «secciones encuadernables».
NOVELAS CORTAS DE «LEaURAS». Campana la d e la Vela.., por Concepción Castellá.
PAGINAS DE CINE. Simone Simón; De
ffarold • Chariot pasando por Pamplinas,
por Gabriel Greiner; Lo histórico en el cinematógrafo, por fwlariano Tomás; Yo vivo
mi vida (película); Los q u e vamos ai cine,
por J. B. Valero, y Del álbum d e un aficionado al cine.
LECTURAS BIOGRÁFICAS. Sartsate, biografía anecdótica (conclusión), por Augusto
Martínez Olmedilla, y empieza Echegaray,
primer premio Nobel español, por Ismael
Sánchez Estovan.
SOLUCIÓN A
P U B L I C A D O S E N N U E S T R O NÚMERO ANTERIOR
Frases hechas: Atar cabos, — Andar
cuatro patas. — Armarse la gorda.
hemos ya anunciado, el día 4 de junio.
Acerca d e esto nos han escrito algunos
lectores, extrañándose d e que demos plazos
tan largos en éste como en los demás concursos.
Los lectores habituales d e ALGO saben
ya a qué o b e d e c e esto.
Para los no enterados, repetiremos que
nuestra revista, afortunadamente, circula con
profusión fuera d e España, yendo ejemplares d e ella a países muy distantes del nuestro, y, a fin d e que los lectores d e esos
países puedan, sí así lo desean, intervenir
en nuestros concursos, fiemos de dar plazos
durante los cuales puedan llegar a nuestro
poder los trabajos o las soluciones qus nos
envíen.
en
Charada comprimida: Sincero.
Jeroglírico
Los plazos de los coocarsos
plazo pa a enviar soluciones a nuestro
E L«Concurso
de gerundios» termina, según
ios
Pasatiempos d e MECACHIS
comprimido;
Pisapapeles.
Apellidos en acción: EspantaleóTi. — Canseco y Perrín.
Charadas en acción: Núm. 1. — Romanoríes. = Núm. 2. — Camuesa. = Núm. 3 . —
Catarro. = Núm. 4. — Cafetero.
El país v a l e n c i a n o
/ ^ O N este título ha escrito tres ' artículos
nuestro colaboiador Almela y Vives, con
los que continuaremos la serie «Regiones e s pañolas», que hemos iniciado en la sección
Cosas d e España.
El primero d e estos artículos se publicará
en nuestro próximo número del 9 del corriente mes.
Su hijo crecerá normalmente
con los elementos vitales
contenidos en este frasco
El niño consume diariamente gran parte de sus fuerzas y
hay que reponerlas con una buena nutrición. Pero si el
niño se cría débil e inapetente, su desarrollo será difícil
y el raquitismo enervará sus energías.
Un buen consejo para los madres es el que ofrece la lectura del siguiente certificado:
«Receto el Jorobe Klipofosfitos Salud en
m i clientela desde hace mucho tiempo y
siempre con maravillosos resultados en todos los casos en que está indicado ei fósforo, el hierro y la coi, los cuales van contenidos en este célebre Jorobe en uno forma
asimilable jamos superada por ningiín otro
especifico similor.»-Enrique R. Gorcio, médico titular de Montuengo (Soria).
El activo tónico-reconstituyente J o r o b o d o
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está aprobado por lo Academia
de Medicina.
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P O R
E S O S
AVUÍÍPOS
es uno
A LEMANIA
de l o s p a í s e s
donde más extendido está el amor a
los animales. Asi ha
sido siempre. Hace
ua muchos años qne
funcionan alli sociedades protectoras de
animales p e r f e c t a mente organizadas y
que invierten importantes sumas en el
cumplimiento de su
misión. En la actualidad, esas sociedades han alcanzado
un desarrollo Inusit a d o . Cuentan con
un personal numeroso que cuida de que
no se maltrate a los
anímales, a s í c o m o
la policia u r b a n a
vela por el mantenimiento del orden
público. Otros se encargan de divulgar
el amor a los animales por todos los
medios que la propaganda pone a su
alcance y. al mismo
tiempo, hacen llegar
a conocimiento del
público, con toda
clase de detalles, el
trato que se del>e
dar a los animales,
no sólo por sentimiento, sino por
conveniencia, porque
un animal bien tratado da mucho más \
rendimiento que un
a n i m a l tratado inadecuadamente.
Esto cs muy Importante. Los animales de carga y tiro
se vuelven, con el
palo, tozudos y torpes. En cambio, s i
el amo sabe a t r a e r - .
V e n d a n d o la p a t a a u n c a b a l l o
que ha sufrido u n a herida.
se su afecto y su gratitud, podrá contar en
todo momento con su docilidad y. además,
encontrará siempre una mayor inteligencia
para comprender y obedecer sus órdenes.
Esto está perfectamente probado.
l>os agentes de la sociedad protectora
vigilan en todas partes.
Si ven que un hombre maltrata a uri
animal de su propiedad creyendo que porque cs suyo puede hacer con él lo que l€
venga en gana, intervienen, reprochan su
P a r a q u e l o s p e r r o s s o m e t i d o ! al e x a m e n m i >
d i c o no se a s u s t e n , <e les s u e l e p o n e r u n a
m a s c a r i l l a d e h o j a de l a t a q u * l e s I m p i d e v e r .
P O R E S O S
Utm cntermera ambulante de la tociedad protectora de anlmalet cnseAa • un cochero el modo de curar Us heridas por roaadura*.
cxHiducta al exaltado
dueño y le hacen ver
oon buenas razones el
perjuicio que para los
dos, para él y para
cl animal, representa
el inhumano sistema.
Entonces pueden ocurrir dos cosas: que cl
chieño domprenda su
error y prometa enmendarse o que insista en usar del palo
diciendo que el animal es suyo puesto
que su dinero le costó. En el primer caso,
todo se arregla satisfactoriamente ; en cl
segundo, el agente de
la sociedad llamará a
un polida y hará detener al dueño del
animal maltratado, cl
cual pagará con una
buena multa su dcsolKdicncia, porque en
Alemania la ley está
de parte de las socied a d e s protectoras y
castiga a los que maltratan á los animales.
Pero lo más interesante y lo más nuevo de esa fundación
es su parle sanitaria.
Asi como hay hospitales y clínicas para
p o b r e s , la sociedad
ha instalado varios de
e s o s establecimientos
en puntos estratégicos
de la ciudad, destinados a curar gratuitamente a los animales
enfermos y heridos y,
especialmente, a los
Un caballo sometido a
I t acción
de los rayos
X.
perros y caballos. Veterinarios especializados en la medicina y
drugia relativas a estos animales, ayudados por expertos enfermeros, atienden con
la mayor solidtud a
c u a n t o s enfermos o
heridos se les llevan.
I-as clínicas e s t á n
perfectamente montadas. Disponen de un
instrumental completo
y moderno y de todos
los elementos que exige la terapéutica más
avanzada. Alli se aplican los rayos X, se
hacen operaciones de
alta drugia, se desintectan y vendan herid a s , s e administran
medicamentos y vacunas, se imponen tratamientos, y allí, en
fin, liay depcndendas
p a r a hospitalizar a
los enfermos graves
y a los que han sufrido o han de sufrir
operaciwies delicadas.
Además —y esto c s
muy importante— se
enseña a los propietarios de animales a
curar ellos mismos las
lesiones leves de sus
caballos, perros, gatos, etcétera.
He aquí a lo que
ha llegado el amor y
la protecdón a los
animales e n A l e m a
nia. Es un ejemplo
que todo ser de senil
mientos humanitarios,
sea del país que fue
re, ha de desear ver
imitado en su patria
D I V U L G A C I Ó N
CIENTÍFICA
ANOMALÍAS
t:i
iiiiit'ii
ll.ivn :i/
anomalías debieran llamarse e ^
MAStadosquenomiales
d e la atmósfera, por la
frecuencia con que s e repiten las faltas d e
continuidad y las diferenciaciorves d e los
términos medios. El invierno que acaba
d e transcurrir e s ya un ejemplo d e ello.
En nuestros climas, este invierno ha sido
excepcionalmente templado, hasta el extremo d e que el mes d e enero ha suministrado temperaturas medias propias del
mes d e marzo. En cétmbio, los tríos han sid o extremos en los Estados Unidos (litoral
atlántico) y en el Japón. En estas manifestaciones térmicas d e b e m o s ver indudablemente la influencia d e las corrientes p o lares y la del Gulf Stream que procede del
golfo d e f^éjico. Basta, en efecto, que por
causas fortuitas se desprendan d e los grand e s glaciares polares moles flotantes d e
hielo en mayor o menor cantidad para que
varíe durante una fxjrción d e rT>eses el clima d e una extensa región continental. Recuérdese que estos hielos flotantes están
constituidos, en general, por masas enorm e s que, p>ara fundirse, absorben cantidad e s inmensas d e calor. Como consecuencia
d e estos fenómenos, la corriente cálida del
U n a c a s a de A s n l é r e s d e s p u t s d e l« t r o m b a d e
Golfo d e Méjico puede e x p e rimentar también cambios conside'ables d e temperatura y
que no serán simultáneos con
los que ocurran en las c o rrientes polares, a consecuencia d e que esas corrientes d e
agua marítima tardan hasta un
año en atravesar el Atlántico,
intervalo que podrá ser muy
diferente del que tardan las
corrientes polares, d e origen
ártico, en llegar a las costas
del Japón o d e los Estados
Unidos.
Para hacernos carqo d e e s tas anomalías meteorológicas
o, si se quiere, climatológicas,
consideremos, en primer lugar, que la Tierra da una vuelta entera alrededor del Sol
en un año. Es sabido también
que, además d e e s e grandioso
nwvimiento cíclico, p o s e e la
Tierra un movimiento d e rotación alrededor d e un eje
ideal, movimiento que s e e f e c túa en veinticuatro horas y
£iue da lugar a la sucesión d e
los días y d e las noches. Pues
bien, la circunstancia d e que
este eje ideal d e rotación no
e s perpendicular al plano d e
1897.
la órbita descrita por la
Tierra alrededor del Sol,
da origen a !as estacior>es con SU'J correspondientes variaciones climatológicas. Esta falta
d e perpendicularidad e s
muy sensible, pues el
ángulo que forma el eje
d e rotación terrestre con
la normal del plano d e
la órbita terrestre es, en
la achialidad, d e 23a
27'. Como dicho eje d e
rotación perma.-vece durante tocio el año serrsibtemenfe paralelo a sí
mismo, el Sol ocupará
respecto al horizonte d e
cada lugar, una posición
distinta cada día, lo que
origina una mayor o m e nor oblicuidad d e los
rayos solares y ur>a variación continua en
la duración d e la noche y del día d e luz
para todos los rxintos que no estén situados e n el ecuador. Da ahí esas variaciones
térmicas anuales y que tanta influencia tienen en nuestra vida y en nuestra salud.
N o hay que decir que todos desearíamos
que la primavera fuese perpetua y que no
estuviésemos sujetos a cambios violentos d e
temperatura. Esto lo lograríamos si el eje
d e rotación terrestre fuese perpendicular al
plarK) d e la órbita d e niiestro planeta. En
tal caso, durante todo el año los días serían
iguales a las noches, como CKurre en los
puntos situados en el ecuador, y la temperatura media diurna seria sensiblemente
constante en las diferentes zonas d e latitud
terrestre. El caso d e perpendicularidad ocurre en algunos planetas. En efecto, el eje
d e rotación del planeta Júpiter, por ejemplo, forma un ángulo p o c o diferente d e 3Q
con la normal del plano d e su órbita.
Por lo que s e refiere a los planetas Mer^
N a v i o s a r r o j a d o s a la c o s t a de S a i n t - P i e r r e ( M a r t i n i c a ) por el c i c l ú n de
1891.
D I V U L G A C I Ó N
CIENTÍFICA
curio y Venus, ignoramos
todavía cuál es la inclinación de sus ejes de rotación. En cambio, Marte
está sujeto a intennitencias térmicas parecidas a
las de la Tierra y que
se manifiestan claramente en la extensión
de sus nieves polares y en otros aspectos
de su disco. El eje de Saturno está también
muy inclinado. Los piártelas Urano y Neptuno constituyen casos excepcionales por el
hecho de que sus ejes fonnan un ángulo
también de las irregularidades topográficas de la superficie
de la Tierra.
Lluvias, v i e n t o * ,
grandes cambios de
temperatura, que con
demasiada frecuencia
dan lugar a inundcicior.es ifcomo las que
tantos perjuicios fian
causado en España
du'ante el pasado in-
NImbus c o n I n i c i a c i o n e s de t r o m b a s .
vi«rno), huracanes
y olas de frío y de
calor, que originan
a su vez no pocas
enfermedades, son el
resultado de esas variaciones incesantes
en la distribución del
calor solar. Como se
ha indicado al principio de este escito,
las anon-alías atmosféricas constituyen el
estado normal de los
fenómenos meteorológicos.
M ent as du ante el
invierno de hace dos
años Uks olas de frío
se sucedieron unas
tras otras, dando lugar a considerables
P o s i c i ó n de ia Tierra en l a : c u a t r o
cambios de temperatura, con gran detrimento de la salud pública, el invierno pasado se ha caacterizado por manifestaciones
completamente opuestas.
Nos hallamos ahora en la estación primaveral y es muy posible que ocurra lo que
se observa en muchas otras primaveras, es decir, oue son cortas o apenas
existentes, pasándose rápidamente de la primavera al verano. Esta ap)arente anomalía
obedece, en realidad, a una ley astronómica. Se da, en efecto, el caso fatal, irremediable, de que en los solsticios, es decir, en verano y en invierno, el Sol pasa
por las máximas declinaciones boreales y
australes, hecho que obliga, por la conocida
ley de los máximos y mínimos, a que durante un tiempo prolongado la variación de
las declinaciones del Sol sea escasa y, por
consiguiente, a que sea considerable la duración de las temperaturas extremas, precisamente las más desagradables para nos-
cataclonef.
mayor de 90a con la perpendicular a su órbita. En tales condiciones, cada uno de los
polos recibe las radiaciones solares durante
la mitad del periodo de su traslación alrededor del Sol. Las temperaturas de esos lejanos planetas deben de ser sumamente
bajas, impropias para la vida, tal como la
concebimos nosotros. Más terrible es todavía el clima de la Luna, cuyo suelo pasa,
en el intervalo de un mes, desde la terrvperatura del agua en ebullición fiasta más
de 100B bajo cero.
Los cambios térmicos debidos a las estaciones, cambios que desde el punto de
vista astronómico debieran ser lentos y corvtinuados, son, en realidad, bruscos e irregulares, como resultado de la complicada
influencia que la radiación solar ejerce sobre el dinamismo atmosférico, asi como
H i e l o s e n la o o s t a s e p t e n t r i o n a l de S p i t z b e r g .
U n Iceberg. La f u s i d n de e^tas m a s a s h e l a d a s
origina considerables cambios climatológicos.
otros. En cambio, los equinoccios, es decir,
la primavera y el otoño, corresponden al
paso rápido del Sol por el ecuador celeste.
Este es el motivo de que las temperaturas
medias o primaverales sean de tan poca
duración para los que vivimos distanciados
de las regiones ecuatoriales. Aquí tenemos
el caso curioso de oue el término medio de
una multitud de valores resulta ser el menos frecuente.
Por instinto natural, la humanidad tiende
a agruparse hacia las zonas terrestres en
que las oscilaciones térmicas no son exageradas y en que los meteoros son lo menos violentos posible, ya que tanta importancia tiene todo ello para nuestra vida.
Bien podemos decir que el grado de civilización de un pueblo depende de unos
cuantos grados más o menos de temperatura o de humedad. En nuestras latitudes
estamos obligados a sufrir las inclemencias
propias de ese océano de gases y vapores
que forma nuestra atmósfera, sujeto a una
incesante agitación adiabática; pero tengc^
mos en consideración, como consuelo relativo, que el clima de España y, sobre todo,
el de nuestro litoral mediterráneo, no sólo
es incomparablemente mejor que el de los
países nórdicos o ecuatoriales, sino oue bien
puede considerarse como uno de los mejores del mundo. — J. COMAS SOLA
HISTORIA
LEYENDAY
TRADJCIÓTN
y/kc/ek en /a
De m a
piensa d e
H OYmuy sedistinto
mo-
d o que ayer y que anteayer. Y ello aqui, en
España, como fue a d e '
nuestro solar, al otro
lado d e nuestras fronteras y de nuestros
ma es. El pensamiento
humano ha evolucionado mucho d e s d e el
siglo XVlll a esta parte. El hombre arrastra
cada dia menos errores, menos prejuicios.
Y dijérase, con Laurent, que «todo l o q u e
hay antes d e la Revolución francesa pertenece a la historia
antigua y todo lo posterior, a la historia moderna», y s e d i r i a b i e n ;
algo muy cié to y, sobre todo, más hondo,
más profundo d e lo que
paiece a prime a vista.
Por e s o , a p o c o que
hubiese tardado en publicar su «Defensa d e
las m u j e r e s » aquel
buen benedictino que
'^•í*:.
fué el padre Feijóo
—cuya celda en el monasterio d e San Julián
d e Samos tenía, ciertamente, una amplia
ventana abierta a Europa— habrían resultado ociosos sus temores acerca d e la
acogida que se dispensara a tal tratado.
lEvaí^ por R o m e r o d e T o r r e s .
De entrar, por su tesis favorable a la mujer, en contienda con
ceso». Y ahí, a la mano d e
un vulgo ignorante, según sospechaba Feicualquie-a, esperan mil ejemjóo, e s e vu g o hubiera sido mucho más replos para reafirmar lo que Casducido que el supuesto en 1730. Y, d e s d e
telar afirmó.
luego, significaría injusticia el afimnar que
La virtud y la sabiduría d e
«defender a las mujeres viene a ser lo misSan Agustín e s obra d e Santa
mo que ofender a casi todos los hombres,
Mónica, la madre del santo. N o
pues raro es el que no se interese en la
pocos errores y, asimismo, n o
precedencia d e su sexo con desestimación
pocos aciertos d e Napoleón
del otro».
se deben a la inspiración d e
«El prejuicio d e los sexos», d e Juan Fíuna d e sus hermanas: Paulina.
not, me parece, consecuentemente, un liLas afrentas gritadas por Flobro tardío, rezagado, casi inútil. Como s e
rinda o «La Cava», cuyo home antojan iodos los libros y folletos que,
nor mancillara el rey don Rocon el mismo designio, han aparecido en
drigo, determinan la trajción del
nuestro siglo. Porque la mujer.no precisa
conde don Julián, padre d e la
ya d e defensas ni d e panegíricos. Y si ha
joven y gobernador d e Ceuta,
d e hacer aún algunas conquistas civiles
y desencadena la invasión d e
o políticas, no tiene que ganar la conciencia
España por los árabes. Cuanto
d e todos los hombres y d e todas las mishay de juicioso gobierno en el
mas mujeres para imponer la convicción
reinado d e Luis XIV, monarca
d e cuántas son sus derechos, por muchos
más afortunado que otra cosa,
y muy minuciosos que éstos sean.
e s sugerencia d e madame Mainlenon, al cabo esposa d e aquel
Ahora bien: asombra un poco, tan pronsoberano. Como casi toda la
to como se recapacita sobre el particular,
politica, fasta o nefasta, d e
que la humanidad haya tardado tanto tiemLuis XV es «soplada» por las
po en apercibirse del valor d e la mujer.
amantes, por las favoritas reaMáxime por ser tantas las grandezas y las
les: madame Pompadour, mamiserias, las venturas y las desdichas en
dam.e Du Barry... Y mucho d e
que hay que reconocer como agente prolo que admiramos en la obra
motor a la mujer. Si e s que todo lo bueno
d e Goya, ¿no e s infundio enio malo d e que g o z ó o que padeció la
tusiasta d e la más famosa d e
manidad, respectivamente, no responde
las duquesas d e Alba, duquea la inte-vención más o menos directa d e
sa-maja o maja-duquesa a la
las mujeres. Hasta lo que, juzgando por
que hay que tener por amada
apariencias, se nos antoja más ajeno a las
más que amante del genial pinmismas.
tor?
Porque, como dijera Castelar, «detrás d e
todo acontecimiento extraordinario o d e toCon harta razón, y aire gc>d o hombre insigne hay una mujer, sea o
lante, escribe Boileau que «teno fácil d e descubrir; madre, hermana o
nían que ser mujeres quienes
hija, esposa, amante o sólo amada d e tal
encarnasen dentro del mundo
hombre o del caudillo, del héroe que enmitológico de los griegos la
carna al principal protagonista d e tal suinspiración d e tos artistas». Y
con razón, también, pudiera haber ido, por este
camino, mucho más lejos.
En verdad, y por encima d e todo lo que,
aparte d e esto, veamos en ella, Eva e s
un símbolo, un magnífico símbolo d e lo
que es, y, mejor aún, d e lo que fué la
mujer. Torciendo los destinos d e la humanidad en el mismo punto en que ésta,
representada por la primera pareja, surge
sobre la Tierra, Eva, o, si se quiere, la
mujer, se hace eje del mundo. Y, no bastándole el bello pero pasivo papel d e
musa, influye en la política, quía o trunca los destinos d e los pueblos. El área
d e las artes es área muy limitada para la
mujer. No le basta con cultivar aquéllas;
con ser una Safo, la exquisita poetisa d e
Myielene, o una... Isabel Vigée, b célebre pintora más conocida por «Madame
Lebrón». Ni ceder la integridad d e su
belleza a la interpretación artística, como
la maravillosa Friné a Apeles y a Praxíteles
o la dulce Simona Cattanea al florentino
Botticelli; cual «La Fornarina» a Rafael, la
entil Lavinia Tiziano a su padre o Elena
ourment a Rubens. Ni alentar líricos suePños,
al modo d e Beatriz Portinari, musa
L
, < Juana
de Arco.»
HISTORIA
IVEYENDAY
TRAOICIOIN
tifíelos de tocador a los más aguerridos
capitanes romanos. Primero, a César; luego,
a Marco Antonio. Y no es de olvidar, destacándola entre otras mucfvas mujeres esforzadas de entonces, a Oripetina, hija del gran
Mitrídates, que, tras haber acompañado, incansable, a su padre en la guerra y luego
de verle derrotado por Pompeyo, no duda
en enfrentarse con las fuerzcis del general
Manilo Prisco, segundo de aquél.
Los siglos medievales, los menos propicios a Ta iniciativa de la mujer y los más
contrarios a la influencia que las féminas
pudieran ejercer en nombre de la galantería, también brindan, no obstante, buen golpe de nombres de mujer, representativos
de otras tantas figuras señeras y esforzadas. Evóquese la gesta y el martirio de
Juana de Arco, «La doncella de Or^
leans», auténtica encarnación de la Providencia para Francia. Y a Marqarita de Dinanríarca, que en el siglo XÍV conquista
«por su persona propia», según dice Feijóo,
e reino de Suecia, haciendo prisionero al
rey Alt)erto. Y piénsese en Marulla, que, como defensora de la plaza de Cochín, del
archipiélago de Lemrws, impone condiciones al t>ajá Solimán, sitiador frustrado. Y
en la paduana Blanca de Rossi, igualmente
defensora de la plaza de Basano. Y en la
gallega Maria Pita, defensora de la Coruña
contra los ingleses. Y en otra gran española, lsak>el la Católica, que cierra la edad
media amparando la aventura de Colón,
que había de dar a la humanidad civilizada
todo un nuevo mundo.
del Danfe, o la condesa de Cjelves, mosa de nuestro Herrera.
La mujer ansia, y
logra, más dilatados
campos para ejercer
su imperio. Necesita
los ámbitos de la tiistoria. Acaudillar a los
pueblos por si misma,
como heroína; goberw
narbs, terciando en el
ajedrez político al colocarse a la vera da
éste o aquel jugador;
complicarles (a ruta,
para bien o para mal,
enarbolando un amor,
un agravio, una renunciación o... un capricho.
Y ahí la tenéis, acreditando sus formidables poderes.
¿Qué hubiera sido
del pueblo judío, arv
tes de su dispersi^r^
Allori. ijudlt.»
( I s a b e l la C a t ó l i c a í , c u a dro de pintor a n ó n i m o .
P i n t o r anónimo.
(Teresa
Cabarrús, m a d a m e Talllen.»
sin sus heroínas? Ellas son, principalmente, las que lo guían y lo salvan en los
trances más comprometidos. Ellas aparecen ante rrasofros muchas veces como el
brazo de Dios, como el brazo de Jehová...
Piense el lector en Débora, en Judit, en
Ester...
La historia de O t e c \ a responde en gran
trecho a la pugnada posesión de la hermosa Helena. Por la infiel arde Troya, gran
pira en el Asia Menor. Y de la misma suer-
te, la historia de Roma. El suicidio de la
honrada Lucrecia truecc
la monarquía en república; abate la tiranía
de los Tarquinos e inaugura la soberanía popular. Y una mujer, la «varr>piresa» Cleopatra, rinde
con las solas annas de
la belleza y de los ar-
Ante la «Reforma», ¿cómo no pensar en
la religiosa que, por el amor que atina a
encender en el corazón de Lulero, hizo
casi tanto como las peligrosas elucubraciones
del reformador? Y luego, ¿cómo olvidarse
de la buena María Estuardo y de la mala
Isabel de Inglaterra? O de Catalina de
Módicis, que salvó la paz interior de Francia manteniendo el equilibrio de los partidos rivales «con la ciestreza de esos volatineros que, en alta y delicada cuerda, con
el pronto ntanejo de dos pesos opuestos-
se aseguran la buena ntarcha por aquélla
y deleitan a los espectadores ostentando e l
riesgo y evitarKio el d a ñ o » .
Y e n la historia d e la colonización d e
América, ¿es posible prescindir d e las h a zañas d e Maria Estrada, esposa d e uno d e
los soldados d e Hernán Cortés, exaltadas
tan singularmente por fray Juan d e Torquem a d a en su «Monarquía indiana»?
l A h l Es excesivo e l tema para u n b r e v e
artículo. Lo q u e exige muchos volúmenes
rx> p u e d e ni siquiera sugerirse aquí. Y frente
al apelotoramiento d e sombras d e mujeres
insignes q u e nos traen, como e n tumultuoso
nublado, los últimos siglos, n o cabe otra
cosa sino fiar e n la memoria d e l lector. El
talento d e Catalina d e Rusia se prodiga e n
otras muchas mujeres. C o m o las dotes d i plomáticas d e lady Hámilton. Y soleínente
nuestra guerra d e la Independencia, {cuántas heroínas hizo!
Pero, puesto a dar punto final a estas
líneas, ninguna mujer, seguramente, m e r e ce cerrar esta evocación c o n más títulos
q u e la madrileña Teresita Cabarrús, una
mujer frivola para muchos y una mujer q u e ,
ganarxlo con toda justicia e l título d e « N o -
Fii g u r a i
L
i
y leyendat
Las bacantes
D
tre Dame d e Thermidor», imprimió trascendentales giros a la revolución francesa. En
1794 y e n plena tiranía d e Rob>espierre, ella
provoca la reacción a u e d e b í a ser fatal para
el sanguinario repúblico y d e suma importancia para Francia.
N a d a importa q u e se encuentre e n e l
fondo d e (a más terrible d e las prisiones
d e París; e n la «Petit Forcé», a d o n d e iban
a parar los criminales más abyectos. N i
q u e haya sido condenada a muerte. Le basta q u e su imagen llene e l corazón y el c e rebro d e otro caudillo d e la revolución y
el propio y singular talento. Y la carta d e
despedida q u e dirige a Tallien le proporciona a Teresa la libertad, al mismo tiempo
q u e libra d e l «terror» a Francia.
Cuando se cree más cerca d e l v e r d u g o
se encuentra, precisamente, a unas horas
d e su máxima gloria. « M e dicen q u e d e
un momento a otro voy a ser guillotinada.
Tu cobardía m e mata», lee Tallien e n aquel
billete, o u e d e b í a ser histórico y q u e saliera d e la «Petit Forcé» quién sabe cómo,
no aguarda a más. La conjura contra R o spierre d e b e estallar inmediatamente. O t r o
d í a y, acaso, la catástrofe no tendría r e m » -
E S G R A C I A D A M E N T E , estos buenos c o n sejos n o fueron seguidos siempre. Las
«bacantes», como eran llamadas las ninfas
q u e formaban parte d e su séquito, se l i braban algunas veces a locas excentricidades, olvidando tal ntedida y bailando y g r i tando grotescamente.
Esos excesos continuaron produciéndose,
sobre todo, en ocasión d e tas fiestas c e lebradas e n Atenas y Roma e n honor d e
Baco. Estas fiestas resultaban verdaderas
orgias, q u e tomaron e l nombre d e «t>acanales».
La más loca d e estas
solemnidades
tenia lugar e n febrero y parece ser q u e ,
por tradición, ha ido continuándose, q u e d a n d o convertida, aunque muy atenuada, e n
nuestro Carnaval o Carnestolendas.
Aunque fuera el dios d e l vino, Baco e s taba lejos d e aprobar semejantes exagerad o r e s . Incluso había llegado a arrepentirse
d e haber d a d o al mundo la viña oienhechora. Refugiado e n la isla d e Naxos, e n contró allí a Ariadna sollozando por la i n gratitud y e l abandono d e Teseo; Baco la
HÉRCULES
N F I T R I Ó N , hijo d e Atceo y nieto d e
Perseo, era rey d e Tebas. Acababa d e
casarse con la hermosa Alcmena, hija d e
Electrión, rey d e Micenas, cuando sus v e cinos los telebeanos recibieron d e parte
d e l recién casado una declaración d e guerra
fulminante. Su fama d e gran conocedor d e
la estrategia y la absoluta confianza con
a u e le distinguían sus conciudadanos • le
designaron como jefe d e l ejército. Partió,
pues, lleno d e ánimo y valor, abandonando
a su casta esposa, después d e una e m o cionante despedida. Júpiter tuvo noticia d e
los sucesos d e Tebas y creyó oportuno h a cer la corte a Alcmena, como dijo u n
poeta:
Bacanal.
dio. C a b e z a por cabeza,
q u e ruede al siniestro
cesto ta d e Robespierre.
«Alea jacta est!» Y Tallien corre a la C o n v e n ción, d o n d e rompe e l ataq u e contra e l primer d i putado d e París. En la
tribuna le sigue Villaud,
q u e combate con inusitada f e ' o c i d a d a éste. Y...
la batalla está ganada.
Inútilmente, e l a n t i g u o
a b o g a d o d e Arras trata
d e defenderse. Grita y la asamblea le a h o g a la v o z .
Poco fiempo después es detenido. Y,
mientras Robespierre v a hacia la guillotina,
Teresa Cabarrús, ya saludada por Francia
como « N o t r e D a m e d e Thermidor», a b a n dona la prisión...
¿Quién d i j o q u e la mujer es un ser, o
a l g o peor, d e cabellos largos e ideas cortas...? ¿Schopenhauer...? Bien. ¡Pues no b a gamos caso d e l huraño filósofol
Emiliano M .
AGUILERA
toL
mitológica»
consoló y al final, después d e haberla corv
vertido e n su sacerdotisa, acabó por desposarla.
Baco pasa por haber creado la primera
escuela d e música y se pretende q u e las
representaciones teatrales nacieron d e las
fiestas q u e se organizaban e n su honor.
A
HISTORIA
EEYENDAY
TRASUCIOIS
«Olvidar sus grandezas celestiales
era un placer para aquel dios audaz
q u e amaba las bellezas terrenales...»
Por eso no dudó un soto instante
«...y descendió d e lo alto d e su gloria
con la ilusión ingenua
d e buscar e l amor d e una gentil mortal.»
Juno, siempre al acecho, temía q u e la
aventura acaoase como las precedentes. Y
supo, e n efecto, q u e e n e l palacio d e A r v
fitrión
«...debe nacer un hijo qjue bajo e l n o m bre d e Hércules llenará e l universo d e su
f a n » y poder.»
N o pudierKJo combatir e l destino implen
cable, la esposa d e Júpiter obtuvo, como
último consuelo, q u e el niño q u e d e b í a
nacer fuese puesto bajo la autoridad a b soluta d e su hemiano mayor, Euristeo, p r í n cipe cruel, a ctiya voluntad sería sometida
Id indefensa criatura. O b l i g a d o a ejecutar
sus órdenes, por despiadadas q u e fueran.
Hércules pagaría cara la gloria y la c e l e bridad.
HISTORIA,
IVEYENDAY
TRADICIÓN
A los primeros gemi-
dos del recién nacido,
Juno, impaciente por dar
salida a su extremada cólera, introduce en la cuna
del niño dos serpientes
con el excelente propósito d e hacer inútil la
intervención de Euristeo.
Pero el destino seguirá
su marcha, a pesar d e
todas las intrigas d e Juno.
Hércules anuncia ya su
futura reputación de fuerza, y, cosa increíble, estrangula a los dos
reptiles con sus nerviosas manos.
Euristeo, pues, después del fracaso d e
Juno, se encarga del papel que se asignó
e impone una serie d e pruebas, llamadas
"Los doce trabajos de hlércules», al hijo
de Júpiter y Alcmena.
L — Los trabajos d a
Hércules
1. El león d e Nen»eo. — Un vastísimo
bosque de Argólida, llamado el bosque
«Ñemeo», servia de refugio a un enorme
león que devoraba todos los rebaños de
los contornos. Euristeo, con la intención
que el lector adivinará, impuso a Hércules
Id obligación de matar la terrible fiera,
azote de la comarca.
Hércules, con su arco y con su carcaj, dispúsose a tiuscar el indeseable monstruo. En
cuanto lo descubrió, disparó su arco con
oío certero contra la fiera; pero sus fleerías se rompían y caían sin haber siquiera
señalado d e un rasguño la piel del león.
Hércules se armó entonces con una maza
imponente y acercándose a la fiera le asestó un territ)le golpe en la cabeza. La maza se hizo añicos y el león continuó indemne. No le quedaba, pues, otro recurso que la lucha cuerpo a cuerpo contra
la bestia feroz que rugía rabiosamente.
La lucha comienza: Hércules, con fuerza
ir>explicable, al cat>o de unos momentos
habia vencido al famoso león d e í*4emeo,
el cual yacía inanimado, con los ojos desorbitados y con la lengua fuera; Hércules
lo despedazó con las uñas y se vistió con la
pie! del animal protegiéndose con
como si fuera un verdadero escudo.
ella
2. La hidra d e Lerna. — Esta primera hazaña d e Hércules no satisfizo nada a Euristeo, a quien empezaba a inspirar más
miedo que alegría la presencia de un
bennnanito tan vigoroso. I'or esta razón le
obligó a salir inmediatamente d e la corte,
avisándole aue no regresara antes d e haber terminado todos los peligrosos trabajos
cuya lista habíale entregado.
Hablal>a la impresionante nota en cuestión, de una serpiente nx)nstruosa que vivía en el fondo de las lagunas de «Lerna», en el país d e Argos. La hidra, dotada d e numerosas cabezas, presentaba la
grave particularidad d e que era preciso
cortarlas todas a la vez, pues de lo contrario reaparecían más numerosas todavía. Hércules hizo la experiencia y viendo
oue no acabaría nunca recurrió 'al auxilio •
ae su compañero lolas, hijo d e Ificles. Este se cuidaba de ir quemando las cabezas d e la hidra a medida que el héroe
iba cortándolas; d e esta manera no podían
reproducirse.
La sangre que manaba d e las heridas
contenía un sutil ver>eno: Hércules mojó
con él las flechas que desde aauel momento produjeron heridas incurables; este
veneno resultó fatal al mismo Hércules,
según veremos más adelante.
3. El jabalí d e Enmanto. — Vamos a
trasladarnos a las tierras de Arcadia, dond e encontraremos, errando por la montaña
de Erimanto, un jabalí colosal, terror d e
los rebaños y terror de los pastores. Confesenros que este paquidermo no era fácil d e
cazar: se refugiaba entre los matorrales y
sabía hacerse invisible entre los arbustos.
Hércules resolvió cazarlo, persiguiéndolo v e lozmente y extenuárxfolo de fatiga. Y lo
consiguió. Muerto de cansancio, el jabalí
cayó en un barranco nevado. Hércules se
lo carga a la espalda y lo transporta al palacio de Euristeo, quien estuvo a punto d e
morir de espanto en verlo solamente.
4. La cierva con patas d e bronce. — Vier»do que era tan excelente corredor, Euris-
H é r c u l e s y la m o r a
ae
Lerna.
feo pensó exigir a Hércules que le llevara, viva, una cierva que corría por las
lorrtas y por los valles de Ménalos, en Arcadia. Realmente, por numerosos detalles,
la cierva en cuestión resultaba extrañametnte original y distinta de las demás; por
ejemplo, tenía grandes cuernos, adornos g e neralmente reservados a los ciervos; además, estos cuernos eran de oro. Para colmo d e originalidad, sus patas eran de brorv
ce. La fama de su carrera velocísima era
justificada, pues nadie había conseguido
alcanzarla. Sabiéndola consagrada a [Jiana,
Hércules no quiso matarla, pero emprendió su persecución, que duró un año entero. Al final consiguió rendirla; arrancó sus
cuernos de oro, cargó con la bestia en
su espalda y la depositó a los pies de
Euristeo.
5. Los pájaros da Eslinfalo. — Erase en
el Peloponeso un lago inmundo que despedía un olor putrefacto. Unos pajarracos
de extraordinaria talla lo infectaban con sus
inmundos detritus. No contentos aún de viciar el aire con aquellas horribles pestilencias, valíanse d e poseer el pico, las alas
y los terribles garfios de puro bronce, para atacar a los hombres y a los anímales,
matándolos, devorando su carne y dejando
al azar los restos da sus horripilantes festines.
Era indispensable conjurar la situación
y Hércules se encargó de ello. Con unos
grandes címbalos, don de la diosa Minerva, llegó a hacer un ruido tal que
consiguió aterrorizar a los pajarracos, los
cuales huyeron alzando el vuelo a la desbandada; a merced de las certeras flechas de Hércules, quedaron exterminados,
en pocos momentos, desde el primero al
último.
El lago de Estínfalo quedó limpio y purificado; los rebaños volvieron nuevamente a establecerse en aquellos prados bajo
el cayado de los pastores y al son de los
caramillos campestres.
i . El toro d e Creta. — Minos, rey de
Creta, deseoso de merecer las simpstias
d e l^eptuno, habia formulado un voto:
ofrecerle en sacrificio lo oue el dios de
los mares haría surgir da las ondas marinas. Neptuno hizo salir de ellas un magnífico toro, bellísimo, tan bello, que nadie
había visto nunca otro semejante. Minos
se lo guardó, substituyéndolo en el altar
de la divinidad por un rumiante enfermizo y raquítico. Neptuno consideró qua la
acción de Minos era de mal qusto y no toleró la impostura. Para vengarse, comunicó al precioso toro unos furiosos impulsos que sembraron el terror en todo Creta. Fué entonces que Euristeo encargó a
Hércules que domara el animal. El hijo d e
Alcmena atraviesa el mar, llega a la isla
d e Creta, coge el toro por los cuernos,
le obliga a arrodillarse, lo ata, se lo carga a sus espaldas, y, atravesando nuevamente las aguas, lo pone entre las manos
de su henmano y señor.
7, Las yeguas d e Diómedet. — Un rey
de Tracia, Diómedes, hijo de Marte y de
Cirene, poseía unas famosas yeguas, salvajes e indomables, que echaban fuego
por las fosas nasales. Para alimentarlas, les
ofiecia, como pasto, los extrewijeros náufragos que llegaban a la costa.
Euristeo encargó a Hércules la misión
d e afxxferarse de aquellas tjestias salvajes y de llevárselas a Micenas. Siempre
dispuesto a observar, hasts el final, el
deber que le había sido impuesto, Hércules reúne algunos amigos qua le aconv
pañarán en su nueva empresa, se hace a
la vela y desembarca en las costas de la
Tracia.
Tan pronto como descubre los establos,
mata criados y palafreneros, se apodera de
Diómedes y lo coloca en el comedero de
bronce, dor>de sus propias yeguas lo devoran con avidez. Las feroces bestias, sólidamente atadas, son embarcadas en el
navio de Hércules; un viento favorable
llevó la embarcación en poco tiempo al
reino d e Argos, de acuerdo con la orden
de Euristeo.
D I V U L G A C I Ó N
CIENTÍFICA
Nuevo m é í o d o d e registro í o n o g r á í í c o
y d e í r a n s m í s í ó n radíofóntea
car una solución mixta o de circunstancias. Se puede ya obt e n e r una sensación
de relieve sonoro más
o m e n o s acentuado
efectuando una separación bastante limpia
de los sonidos de los
diferentes instrumentos de música o de
las palabras de los
d i v e r s o s actores o
cantantes. De e s t e m o R e g u l a d o r para las diverC u r v a de v i b r a c i ó n de u n a s a l a
do se suprime de lá
de e s p e t á c u l o s b i e n a c o n d i c i o n a d a .
sas frecuencias musicales.
audición su carácter
monótono. En los aparatos ordinarios de
llevar a efecto algunas vibraciones artifiregistro o de transmisión las ondas sonociales, no empíricas, sino graduablcs a voras actúan sobre el micrófono, y este úlluntad.
timo, a su vez, da lugar a las corrientes
Una solución consiste en utilizar cierto
que son enviadas a potentes amplificadores
número de micrófonos que actúen sobre ei
antes de ser transmitidas, sea a las lineas
mismo número de altavoces dispuestos d e
de transmisión, sea a las estaciones emimodo que se logre obtener un efecto disoras radiofónicas.
rectivo particular. Ya e s sabido que este
un interesante artículo de M. P.
DEHemardinquer,
publicado en «La Nature», reproducimos los siguientes párrafos:
La calidad de las audiciones radiofónicas
u de reproducciones musicales en fonografia y cinematografía sonora depende tanto
de las características de los aparatos reproductores o receptores como de las del
registro y de la transmisión. Los problemas
'»<V/-o'í>„o
"•''•'"*•'•'
^•«ií**»''
"oat,/**.
E s q u e m a del s i s t e m a a n t i g u o d e
t o m a de s o n i d o s e n r a d i o f o n í a .
medio, puesto en práctica en los Estados
Unidos, ha permitido transmitir por cable.
que se plantean para la transmisión de las
corrientes microfónicas en los auditoriums
de registro para la fonografía y cinematografía sonora o en los estudios de emisión
radiofónica son de orden algo diferente.
En radiofonía se sabe, por ejemplo, que
la calidad misma de la audición está sujeta a cuestiones radioeléctricas.
El relieve sonoro y la acústica de las
salas. — En la actualidad se logra registrar fielmente una gama de notas musicales muy extensa. Pero este resultado no
se considera suficiente por si solo, pues s e
trata de obtener en la práctica audiciones
que presenten un carácter verdaderamente
natural y que tengan la cualidad que podría llamarse «relieve sonoro».
En los instrumentos ordinarios de música mecánica, cl foco sonoro está constituido por un solo altavoz de acentuado
poder directivo, dispuesto de una manera
fija y de superficie reducida. La sensación
del relieve acústico se hace entonces muy
dificil de obtener.
Se pudiera creer que para alcanzar este
resultado bastaría utilizar dos altavoces
convenientemente dispuestos con relación
a los oyentes, y aun, si hubiese necesidad,
se podria recurrir a un conjunto de altavoces, cada uno de los cuales estaría dispuesto en el mismo sitio que le correspondería en la orquesta.
En realidad, el problema es muctio más
dificil. Una parte del relieve musical e s
debida a las resonancias más o menos
acentuadas y a las repercusiones del estudio o de la sala de conciertos. Son precisamente estos fenómenos los que dan al
oyente la sensación del «volumen» de la
sa'a.
En los primeros estudios de registros fonográficos o de emisiones radiofónicas s e
suprimían, con excesiva frecuencia, por med b de materiales insonoros los efectos d e
vibración. De este modo, se disminuían
los peligros de arrastres sonoros susceptibles de perjudicar la limpieza de las palabras, pero la audición resultaba sin relieve. Poco a poco, los
'
interesados se convencic^
ron de la necesidad de
fettiititmefrO
ftifif
En el circuito se intercalan dos dispositivos que tienen por objeto permitir la rec-
^
•A l a e m i s o f c t
ámplificódcr de
Tre.
\fticróforto
ainpfíficádor
>1
.0.
K
s i s t e m a de r e s o n a n c i a
en condiciones de fidelidad hasta ahora
no igua'ada, un concierto sinfónico desde
Fi'a&lfia a Washington. Esta transmisión
exige numerosos circuitos eléctricos, haciéndose indispensable una cantidad de cables
telefónicos que, a su vez. requieren
numerosos conductores.
En radiofonía el problema seria
más complicado aún, porque serian
necesarias diversas longitudes de onda para la transmisión de un mismo
radioconcierto. Para la emisión serían también necesarios varios micrófonos dispuestos racionalmente y
altavoces combinados de un modo
apropiado. El empleo de ondas muy
cortas seria igualmente útil para una
transmisión verdaderamente musical.
Un sistema perfeccionado
para la
toma del sonido original. — En el
caso de no atreverse a vencer las
dificultades de la realización de una
solución completa, es necesario bus-
Cámara
de
resonancii
eléctrica.
tificadón de la intensidad y la tonalidad
de los sonidos, los cuales deben, finalmente, ser reproducidos en el altavoz del
receptor (figura 1).
El primer aparato se reduce a un po-
t¡*H»>-^
•AmpliftrHlor
dt
frtcutncii
foltnciómttroi
El t i m b r a d o r
corriente
act ú a sobre toda la g a m a de
frecuencias
transmitidas,
reforzando las notas a g u d a s
y debilitando las graves.
esptcitUí
E s q u e m a de u n s i s t e m a de t o m a de s o n i d o s por s e p a r a d o .
P u p i t r e para l a t o m a de s o n i d o s ,
con resonancia eléctrica graduabic.
D I V ü t G A C I Ó N
CIENTÍFICA
tencióüKtro con un botón
de mando que, a voluntad, permite debilitar o
reforzar la intensidad sonora. El segundo es un
«timbrador», que permite
especialmente
disminuir
las frecuencias agudas, pero únicamente
debilitando los sonidos graves, es decir, los
sonidos fundamentales. En realidad, en este
sistema rudimentario, los timbres se modifican y no corresponden ya a los de los
sonidos complejos naturales (figura 2).
Para remediar este grave inconveniente,
un músico francés bien conocido, M. Eric
Samette, y dos técnicos especializados,
MM. R. Gamzon y Sollima, han tenido la
idea de emplear un solo micrófono y un
solo preamplificador, pero tratando separadamente tres gamas de frecuencias musicales (medio, grave y agudo) y de filtrarlas y amplificarlas separadamente.
La rectificación de la intensidad sonora
es, pues, la misma para todo el conjunto;
pero existiendo un sistema de rectificación
separack) para cada gama, ft la salida, la
síntesis de los sonidos se efectúa de nuevo
en el modulador, no habiendo necesidad
de utilizar el «timbrador». Es lo que se
llama «la toma de sonidos separados» (figura 3 ) .
flsí se puede actuar con precisión y sepiaradamente sotn-e la intensidad de los
sonidos correspondiendo exactamente a la
gama considerada. Para reforzar o debilitar los sonidos agudos, medios y graves
basta actuar sobre el potenciómetro correspondiente, lo cual refuerza o debilita la
gama sin accionar sobre las otras.
Se tiene asi un medio eléctrico de acentuar los contrastes entre los instrumentos
de música de la orquesta. Es inútil entonces, para la emisión, recurrir a sistemas
de orquestación diferentes de los clásicos,
en la condición, por supuesto, de mantener
la rectificación bajo el control de un técnico que sea al mismo tiempo músico.
Los componentes graves de los sonidos
tienen, como sabemos, un mal rendimiento
fisiológico, fll contrario, en el momento
de un fortísimo de "la orquesta, pueden
producirse distorsiones de modulación que
obliguen al director a reducir la misma.
El procedimiento de toma de los sonidos permite, cn el momento de un fortísimo, atenuar las notas graves, si bien dejando toda la amplitud de la modulación
disponible para las componentes medias y
agudas. Las diferencias de nivel fisiológicas entre el pianísimo y el fortísimo aumentan asi considerablemente en la audición, lo que evita la monotonía de las reproducciones.
Esta atenuación de los sonidos graves no
se continúa sin inconveniente, pues con intensidades elevadas las propiedades del
oido son del mismo orden para todas las
frecuencias.
Las atenuaciones provisionales de las notas graves cuando se ejecuta un fortísimo
da por resultado el restablecimiento de las
proporciones normales determinadas por el
director de orquesta, evitando el efecto
desagradable indicado. La toma de sonidos
repartida parece, pues, que ofrece considerables ventajas.
La resonancia eléctrica rectificable. — El
efecto de vibración no es el mismo para
todas las frecuencias. Existe un fenómeno
selectivo que determina, hasta cierto punto,
la tonalidad más o menos agradable de la
sala.
Las buenas salas de concierto deben
presentar también curvas características de
vibración y de forma bien determinada,
elevándose en las notas muy graves y muy
agudas, como muestra la figura 5.
Para un estudio grande son tanto más
necesarias estas precauciones cuanto más
reducido es el altavoz; pero la construcción de una sala en tales condiciones exige
largos trabajos, difíciles y costosos. Los
estudios de este género son aún muy raros
en Europa.
Él procedimiento señalado más arriba
permite, no sólo aumentar el período de
la vibración sin introducir ecos, sino también modificar a voluntad las características de la vibración cn función de la frecuencia, hasta obtener lo cual es muy importante una curva característica óptima.
fl este efecto, una parte d e la corriente
modulada procedente del altavoz principal
se envía hacia amplificadores alimentados
por tres filtros con debilitación rectificable
y tres amplificadores separados. Estos amplificadores, a su vez, accionan sobre tres
altavoces ciispuestos respectivamente para
la reproducción de notas graves, medias y
agudas y colocados en una pequeña habitación de prolongada vibración, con las
paredes desnudas, lisas y duras (figura 6 ) .
Un micrófono colocado en esta cámara
recoge los sonidos, así modificados por un
efecto de vibración auxl lar, y los devuelve hacia el amplificador principal. Esta
cámara vibratoria auxiliar es conocida y
ulilizada cn los estudias extranjeros.
Este sistema de rectificación permite obtener, a vohantad, todos los -colores acústicos» de las salas y obtener, sin modificaciones arquitectónicas, cn una pequeña
sala muy amortiguada, todos los efectos que
se podrían realizar en las salas de concierto, en los teatros, en las iglesias, etcétera,
y sin temor a introducir ecos.
Con la resonancia eléctrica se puede hacer más perceptible la orquesta de acompañamiento y la voz del cantante o la música del solista; la resonancia de las notas
graves proporciona, por otra parte, un me)or efecto musical sin aumento de amplitud.
En otro orden de ideas, el director de
orquesta puede modificar a voluntad, hasta cierto punto, la?*aracterísticas acústicas de los estudios según la obra que se
emite.
Este sivtcma de toma fraccionada de los
sonidos se ha puesto en práctica en varios
esludios franceses. En cuanto a los dispositivos de resonancia eléctrica rectificable
presentan ventajas no menos originales y
que prometen perfeccionamientos próximos
de la técnica de las emisiones radiofónicas.
DOS MIL AEROPLANOS
PARTICULARES
N 188V circulaban dos
mil carruajes con caballerías por las calles d e
A m é r i c a . En la actualidad, hay registrados veirv
ticuatro millones d e v e hículos. Y también se cuervfan dos mil aeroplanos particulares destinados a los
locios o a simples via-
jes d e recreo. Estos artefactos cuestan, aproximadamente, unos siefe mil quinientos d ó lares, aparte da los gastos d e garage, d e seguros, d e amodización, etcétera. El objeto
principal d e estos aeroplanos consiste, c o mo es natural, en el transporte rápido. G e neralnnente van provistos de una cabina
cerrada para cuatro asientos, si bien los
hay completamente abiertos.
Se calcula que, por término medio, en
un período d e cinco años, uno d e estos
aeroplanos vuela durante unas tres mil
horas.
Este período representa toda la vida del
aparato, si bien e s conveniente cambiar el
motor al cabo d e mil quinientas horas d e
vuelo.
Existen d e seis a d o c e aeropuertos
particulares en América para los dos mil
aeroplanos particulares, pagándose de veirvticinco a treinta y cinco dólares mensuales por el garage. Los aeroplanos van provistos d e aparatos d e radio.
P O R
E S O S
AVUáípOS
CHINA VISTA D E S D E AVIÓN
VIontaña» J e tierra amarilla
I
JUNTO a la Gran Muralla de China, de la
) que aquí vemos la parle que forma
la frontera con Mogolla, se alzan estas imponentes montañas de «tierra amarilla». Este
es el nombre que dan los chinos a lo que
técnicamente se denomina «loess» y es una
especie de tierra muy calcárea, de color
amarillento, que se caracteriza por su gran
porosidad, lo que le permite absorber las
aguas de lluvia por abundantes que sean,
S ñ P O S
llegamos
A PENAS
bajo a r g e n t i n o
al campo
—cuenta E.
Schuhmacher a los lectores de
«Koralle», d e vuelta de una expedición a Sudamérica— tral)amos conocimiento con estos poderosos anfibios.
El campo bajo está Inundado,
lo que indica que es el tiempo
de los sapos y de las ranas, pues,
durante el período de sequía,
permanecen ocultos en cualquier
escondrijo que conserve un resto de humedad de anteriores
inundaciones.
Es imposible que estas grar>des y extrañas ranas y estos voluminosos sapos nos pasen inadvertidos. Cuando los vemos por
sin que nunca se encuentren manantiales en
esos terrenos. Hay una curiosa opinión sobre
la formación del «loess». Según ella, esta, tierra procede del polvo resultante de la descomposición de las rocas, acarreado por los
vientos fuertes y depositado en terrenos
desprovistos de desagüe. El relieve caprichoso de algunas llanuras de «loess» se
debería entonces a que la tierra amarilla,
al ir cubriendo y recubrierxjp terrenos pro-
vistos de vegetación, se habría adaptado a
la forma de ésta, conservándola en (jarte
en sus capas superiores.
Aunque el «loess» se encuentra en diversos países, es en China donde alcanza
su máximo desarrollo, pues allí loS depósitos son tan importantes que forman incluso
grandes montañas como las que constituyen
esta cordillera, formidable muralla natural
tendida a lo largo de la Gran Muralla china.
GIBüTlTEa
La r a n a c o r n u d a g i m e c o m o u n n i ñ o y s e
h i n c h a c u a n d o a l g ú n peligro l a a m e n a z a .
primera vez, experimentamos la
impresión d a que nos hallamos
ante gigantes de su especie. Además, la especie d e las cornudas
es b>elicosa y feroz.
Sumamente curiosas son las ranas de los zarzales. Nos acercamos a ellas y no |Se mueven. Nos
miran con curiosidad. ¿Confianza? ¿Audacia? Seguridad en sus
medios de defensa.
Una noche nos acercamos a
los zarzales con una luz de acetileno. En las ramas, tranquilas
e inmóviles, sin demostrar la menor inquietud ante nuestra presencia, vimos varias ranas. Algunas estaban al alcance de nuestra mano mirando con descarada
P O R E S O S
AVUNPOS
fijeza la
acetileno.
Cogimos una y en seguida advertimos que empezaba a cambiar de c o lor adquiriendo una tone»Pig''"^
verdosoazulada.
136
"
De pronto, sentimos como si tuviéramos en la
mano una: ardiente brasa y nos apresuranxjs a soltar al diabólico animalito, que se
alejó dando saltos. Entonces comprendimos
por qué le inquietaba tan poco nuestra presencia. ¿Qué puede temer un animal que
despide fuego? Y digo «despide» porque
el color verdeazulado que adquiere no
se limita a revestir su piel, sino que s e
desprer>de de ella como una emanación.
A la noche siguiente encontramos otra rana
singular: la cornuda. Su tamaño es considerable; abulta tanto como dos puños d e
hombre juntos. En la cabeza, entre los ojos,
tiene un cuerno. La estamos contemplando
con curiosidad y ésta se convierte en asonrvbro cuando vemos que se va hinchando,
hinchando... Parece que va a estallar. Pero,
de pronto, lanza un grito quejumbroso semejante al llanto de un niño, da un gran
salto y queda en el suelo inmóvil y d e s hinchada. Así manifiesta el miedo la rana
cornuda.
Mi compañero Kiefer c o g e al animal para
guardarlo en un saquito y la rana vuelve
a hincharse. Un gaucho que nos acompaña
lanza un grrto de horror. Dice a Kiefer que
suelte a la rana porque si ésta le muerde,
morirá sin remisión. Y e s que la rana cor-
c^/tW'
El s a p o g i g a n t e q u e v i v l 6 e n n u e s t r a t e t e r a y tui
nuestro
huésped.
mundo científico con el nombre d e «Bufo
inofensivo y confiado. Por la noche se inacque». Es tan grande como un plato y tieterna en los ranchos en busca de marir>e una fuerza enorme en sus patas cíelarv
posas que, por haberse quennado las alas
teras, a pesar de que éstas son muy cortas.
en alguna luz, están indefensas. Durante
Con ellas se agarra a la muñeca del que
el día permanece en los rincones frescos.
lo c o g e y cuesta Dios y ayuda abrir las
En nuestro campamento tuvimos como
poderosas tenazas. Su piel es áspera como
huésped uno d e esos sapos gigantes. Pael papel de lija y, detrás d e la cabeza, ' saba el día en el interior d e nuestra tetetiene dos glándulas que segregan un líra, desde donde nos miraba sin inquietud
quido espeso y mal oliente. Cuando por la
ni malicia cuando nos acercábamos. Al
noche vamos por el campo y pisamos una
ponerse el sol, abandonaba su refugio y
cosa blanda, poderrws tener la seguridad de
se paseaba tranquilamente entre nuestras
que hemos puesto el pie sobre un sapo
piernas a la caza de insectos. Fuimos buegigante. Nuestro pisotón no le causa el
nos amigos y, cuando nos marchamos, tumenor daño. La elasticidad d e su cuerpo
vimos para él un adiós cariñoso.
es tan sorprendente, que soporta grandes
Un adiós que hicimos extensivo a toda
pesos sin sufrir lesión alguna,
la nutrida y ruidosa sociedad de sapos que
tslo hay que temer al sapo gigante. Es
poblaba aquellos parajes.
Un sapo gigante avanzando lenta y pesadamente.
La r a n a c o r n u d a t i e n e m a l g e n i o . El q u e l a
m o l e s t a s e e x p o n e a recibir u n m o r d i s c o .
nuda tiene fama de ser muy venenosa entre aquellas gentes.
Sin embargo, ICiefer no suelta la rana y
ésta acaba por clavarle sus cuatro dientecillos en el pulgar, con tanta fuerza, que e s
difícil obligarla a soltar su presa. Por fin, lo
conseguimos, mientras el gaucho huye aterrado.
Ya da por muerto a Kiefer.
En el campamento maíannos la rana y la
ponemos en alcohol. A la semana siguiente
volvemos al campo bajo y nos encontramos con el gaucho. Cuando éste ve que
Kiefer está vivo, no quiere dar crédito a
sus ojos.
—Sin duda no le mordió bien— dice,
buscarnlo u^^a explicación a io que para él
e s un prodigio.
Seis meses después, en el Parciguay superior, volverr>os a encontrarrws con las ranas, que dan señales de vida en las noches
insoportablemente bochornosas. El concierto de ranas y sapos que oímos todas las
noches es algo que sobrepasa todo lo que
se pueda imaginar. Tan atronadora es la
algaabía, que entenderse hablarKJo e s p o co menos que imposible.
El ejemplar más notable d e esa gritona
sociedad es el sapo gigante, conocido en el
( ú e
icdcs
Demandas
1 1 6 . — A. C. P. «lesf.iríii r o n o r e r la d i r e c c i ó n d e
la r e v i s t a f r a n o e s a t i t u l a d a Je sais Inui y a i«oder
s e r p r e r i o d«' s u s c r i p c i ó n e n m o n e d a esfwn'iola. y ia
dirección d e l i n s t i t u t u Geográfico y Estadistico d e
Hspai'ia. M u y a s r a d e c i d o .
1 1 7 . — E. S. G. r e c u r r * a l o s a m a b l e s l e c t o r e s d e
ALGO |»ara v e r s i e n l r o e l l o s h a y a l f ^ i n o q u e p u e d a
lacilitarle los folletines 2 3 v 2 7 . y desde e l 3 4 i n c l u s i v e h a s t a e l f i n a l ¡ l o d o s d e l t o m o I I ) d e La
Tierra y sus pobladores,
primer folletín g u e publicó
e s t a r e v i s t a . A p o d e r ser, tamhii^ii m e i n t e r e s a n l a s
ta|>as p a r a e n c u . i d e r n a r la o b r a . T e n t i o para d a r a
c a m b i o l o s p r i m e r o s n ú m e r o s d e la r e v i í l a y a l g u n o s f o l l e t i n e s d e l o s qije e n t o n c e s s e p u l t l l c a b a n ,
a u n q u e t a m b i é n paRarla, s i a s i l o d e s e a e l f a v o r e c e d o r . F.scriljid a t e n i e n t e K I o m e s l a , n . " 2 2 , 2 . » ,
4.', ( S a n t s ) , IJarcelona.
1 1 8 . — ¿ P o d r í a alijún a m a b l e l e c t o r p r o p o r c i o n a r m e
0 s i n o d á r m e l a s e n la r e v i s t a l a s b i o g r a f í a s d e l o s
s i g u i e n t e s e x p l o r a d o r e s [lolares?
A n d r é , A n i u n d s e n , P i r d , C a p n i . C o o k , C.harchl e t ó n , Cliarcot, D a v i s , D n m o n t . D ' U r v i l l e , D i s c o very, D e I.oug. Ellwort, F r a n c k l i n , Gaut, Gerlaciie,
M a c - D o n a i d , Mac-Clure, N a n s e n , Nobile. N o r d e n s k j o l d , P r a r y , R o s s , R a s m u s e n t . S r o t t , W'ilkes y VVilk i n s . D e m a n d a r l o s pi.r r o r r e o , m i s s e f l a s s o n J o a q u í n D u c o b a , Santa l.ucla, IS, S a n t a n d e r .
1 1 9 . — . / . fl. F. a g r a d e c e r á a l a m a b l e l e c t o r q u e
s e t o m e la m o l e s t i a d e i n f o r m a r l e s o b r e l o s e s t u d i o s q n e s e n e c e s i t a n para deseni|)eftar e l c a r g o d e
secretario d e a>'untaniienlo, y si e s índis{ieusable
t e n e r a p r o b a d o e l bai b i l l e r a l o .
120..—Jo.sé García.
F u e n c a r r a l , G3. r e l o j e r í a , M a d r i d , p a g a r l a a p r e c i o r a z o n a b l e la l á m i n a tituliada
Fauna
Oriental
d e l primer t o m o d e la
Historia
Natural
de la
Creación.
121.—Si algún lector d e A l e o posee los n ú m e r o s
1 a 8 8 , ambos inclusives, d e esta re\ista. y desea
d e s p r e n d e r s e d e e l l o s , y o s e l o s conifirarla o c a m biarla por n o v e l a s . T a m b i é n m e interesa líacer una
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1 2 4 . — J . L. Jiménez
s o l i c i t a le i n f o r m e n d e l o
del ramo, puede nu obstante reemplazarlos por
que son ondas largas y corlas y e n q u é se diferencian
otros d e capacidad apro-\iniada.'
i a s p r i m e r a s d e l a s o n d a s d e larga d i s t a n c i a ( p u e s
P o r lo q u e s e r e f i e r e a l o s t e l é f o n o s , j m e d e v a creo que son dos cosas d i s t i n t a s ) . T a m b i é n deseari,i
r i a r s e e n a l g o la resi>tenci¿i; s i u t i l i z a d o s a u r i c u l a q u e m e d i j e s e n q u é s o n y [tara qtié f i n e s e s t á n
r e s , p u e d e n s e r d e loOO o h m i o s c o d a u n o y u t i l i z a n d e s t i n a d a s L-is s i g u i e n t e s c o s a s d e r a d i o : s e l e c t i v i d a d
d o t r e s p u e d e n s e r d e 5(iO.
variable, liobinas d e |)anal. bobinas d e fondo d e
Para más detalles, disponga de
Tanarro.
cesta, tulios de chelacite, tubos bakelizados, induc7 6 . — Jaime
Pons,
maestro nacional de Capctancia, variómetros y condensadores variabks.
lladea ( I l a r c e l o n a ) , c o n U ' s t a a Antonio
Valles, m a e s Gracias anticipadas.
t r o nacional d e Faiumns (Hii.
' m d a 87):
1 2 5 . — J o s é Atarean,
m a e s t r o d e la e s c u e l a n ú P a r a c o n s t r u i r u n a c o m e t a si i
necesidad
mero 3 d e J a v a l i N u e v o (Murcia), agradecerla a
de recurrir a complicaciones •
•. c o m e t a
algi'in c o m p a ñ e r o la l e t r a y la m ú s i c a d e c a n t o s d e
que por s u sencillez pueda ser construida por l o s
palmr p u r a m e n t e r e g i o n a l , a p t o s para la e s c u e l a .
niños m á s pequeños, se emplean dos elementos:
Los aceptarla a cambio d o alguna fotografía d e t i papel y bramante.
Iios. m o n u m e n t o s , e t c . . d e e s t a r e g i ó n .
N. de la I-. — L a s o t r o s p e t i c i o n e s p u e d e e l s e ñ o r
A l a r c ó n d i r i g i r l a s a la A d m i n i s t r a c i ó n d e U r e v i s t a ,
e n la s e g u r i d a d d e q u e s e r á a t e n d i d o e n lo p o s i b l e .
1 2 6 . — Un amigo
de todos a g r a d e c e r l a a q u i e n le
p u d i e s e i n d i c a r la m a n e r a d e c o n s t r u i r b o b i n a s p a r a
lo? a p a r a t o s d e g a l e n a .
1 2 7 . — Un lector
de ALGO d e s e a s a l i e r q u é s o
podría hacer e n u n a p a r a t o d e radio a n t i g u o , ruaría
Philips, modelo n ú m e r o 2 5 1 4 , para poder e l i m i n a r
la e s t a c i ó n l o c a l .
1 2 8 . — L . A. de S. d e s e a r l a q u e a l g ú n a m a b l e
lector d e esta a m e n a e instructiva revista, le diera
t o d o s l o s d a t o s r e f e r e n t e s a l c u l t i v o d e la n a r a n j a
e n n u e s t r o p a i s , a s i c o m o piroducción a n u a l , ' c o n s u m o n a c i o n a l , imiHjrtnción a l e x t r a n j e r o , e t c .
1 2 9 . — José Castro
Corberó
(Alfredo Perefia, 5 5 ,
Lérida), saluda afectuosamente a los lectores d e
ALGO, y p r e g u n t a s i a l g u n o d e é s t o s q u e n o t e n g a
i n t e r é s c n c o l e c c i o n a r e l Teatro
clásico
extranjero,
p u b l i c a d o p o r ALGO,, le p u e d e p r o p o r c i o n a r l o s d i e z
n u e v e primeros folletines d e diclia obra, o s e a
s t a la t r a g e d i a Británico.
S i algún lector miiere
c o r r e s p o n d e r a m i d e m a n d a , p u e d e l i a c e r l o a la d i rección m á s arrilm i n d i c a d a . Muy a g r a d e c i d o .
13<). — Fernando
Calalrava.
domiciliado en D u S e t o m a una hoja d e papel d e barba, d e l t a m a ñ o
q u e s a d e la V i c t o r i a , 2 5 , L o g r o ñ o , d e s e a r l a a d q u i q u e s e c r e a m á s c o n v e n i e n t e , s e c u a d r a (fig. A ) y
rir l o s f o l l e t i n e s d e Historia
Natural
siguientes:
s
e
doblan dos d e sus lados, haciendo que l a s dobleT o m o I, d e l n ú m e r o 1 a l 6 , d e l 9 a l 1 3 , 1 5 . 1 6 , 1 8 ,
ces coincidan e n u n o de los á n g u l o s d e l paiiel, e o
24. 2 5 . 2 9 , 3 8 , 3 9 y 4 8 a l fin. T o m o I I . d e l n ú m e la f o n r w q u e i n d i c a la figura l i .
r o 1 a l a. d e l 5 a l 10, 12. 1 3 . 1.5, 17 y 1 8 .
E n e l p u n t o m e d i o d e c a d a u n o dfi e s o s l a d o »
Si a l g ú n lector pudiera farfullármelos, pagarla
d o b l a d o s (a y í> d e la f i g . I!) a t a r e m o s d o s h i l o s ,
su importe y gastos q u e originara.
de u n o s 2 0 c m . d e l a r g o , q u e u n i r e m o s d e s p u é s a
1 3 1 . — Tomás
Pellicer
d e s e a r l a q u e Tanarro t u u n tercero, que e s e l que s u j e t a r e m o s c u a n d o b a g a viera a bien mandar d e t a l l a d a m e n t e su e s q u e m a
m o s volar la c o m e t a .
(contestación n ú m e r o 3 7 ) , e s decir, describir e l
La c o l a s e c o n s t r u y e a t a n d o c o n b r a m a n t e d i v e r g r u e s o d e l h i l o , p o s i c i ó n d e l a s iKibinas e n t r e s i , e t c .
sos trocitos d e papel c o n v e n i e n t e m e n t e seiiaradoi
Y decir si tendría suficiente con sesenta metros d e
el uno del otro.
a n t e n a para o í r sus o c h o e m i s o r a s .
Para que e l hilo n o desgarre e l papel es c o n v e 1 3 2 . — Manuel
Hacionero,
encontrando dificultan i e n t e reforzar, p e g a n d o t r o c i t o s d e papel, los orifid e s para la c o n s t r u c c i ó n d e l e s q u e m a p u b l i c a d o
c i o s d e s u j e c i ó n y e l d e la c o l a d e la c o m e t a ( t a l
e n e l n ú m e r o 3 3 9 d e ALGO, d e s e a s e le d e t a l l e e n
c o m o i n d i c a e l d i b u j o e n la f i g . I t ) .
q u é forma v a n las t o m a s d e las liobinas, si unidas
las d e o n d a larga y onda corta o separadas.
Creo q u e l o s d i b u j o s s e r á n }'a s u f i c i e n t e s p a r a
a h o r r a r in¿t_fifyBUt*S*W>**»
L
Contestaciones
POPDIIIR
7 4 . — Tanarro
c o n t e s t a a fl. M. P. ( d e m a n da 102): ¿Etiopia o A b i s i n i a ? D e a m b o s mudos t e
d e s i g n a e l país gol>ernado por e l «I^ón d e Judá> o
r e y d e r e y e s . C u i d a d o s a m e n t e h e b u s c a d o la e t i n t o logla d e l o s dos n o m b r e s : e n c u a n t o a E t i o p i a , e n cuentro bastante confusión, pues unos pretenden
es u n nombre egipcio, otros dicen e s c o p i o ; s o n
n m c b p s i o s q u e o p i n a n e s n o m b r e á r a l ) e . |>ero s o n
a ú n m á s n u m e r o s o s los que aseguran v i e n e directam e n t e d e l griego, d e las v o c e s que significan «quemar», «rostro»; p o r c o n s i g u i e n t e , h o m b r e s d e r o s t r o
tostado. Abisinia es u n vocablo de significado c o m p l e l a n i e n t e d e f i n i d o ; v i e n e d e llaliescii, Ilal>ex o
H a b a x a ; s e trata de u n a pabibra d e l lenguaje n a cional del país — e l a m a r i c o — y quiere decir chusma, n m c h e d u m b r e , razas m e z c l a d a s , y c o m o e s u n
término desiieclivo, aunque sea m u y empleado por
los e x t r a n j e r o s , e s r e c h a z a d o |)or l o s i n d í g e n a s d e
t o d a s clases, q u e prefieren s e r ello|)es y q u e s u
país sea conocido c o n e l nombre de Etiopia.
Remitido por M. Moreno
DE HEDICIHi
quo deseen encuadernar
• obras úllimamenterapáro n l o s confeccionado unas
y r o s i i t e n l e í lapas, con
d i b u j o s e n color,
cuya prosentoción,
de elegante aspecto, f o r m a ¡ u e g o c o n
la d e o t r o s o b r a s
anteriormente publicadas a n ALOO.
Proejo d a l a s t a p a s ;
Espaii Hiitirica,
3 ptaw.
Tntade Popolar
dt Hedidga,
3 ptas.
Podidos a los c o r r e s p o n s o l e s d e A l G O
y o lo Administración d e e s t o revista
Mpalacléa.211
•ABCBLeíA
vai*er«c, 28
N « D1 I B
que, previo recibo del correspondiente importe
por g i r o p o s t a l o s e l l o s da c o r r e o , r e m i t e l o s e n c a r g o s , libras da g a s t o s , p o r c o r r e o c e r t i f i c a d o .
R o c o r d a m o s a n u e s t r o s l e c t o r e s q u e q u e d a n lod o v í a t o p o s , muy p o c a s , de l o PeqocAa E n c i c l o p e d i a Columbua, al p r e c i o de S'Sa ptaa.
E l i m p e r i o d e la r e i n a d e S a b a n o s e r e f i e r e p r e c i s a m e n t e a E t i o p i a , p u e s e s u n a c i u d a d d e la A r a bia, e n e l Y e m e n , a l o t r o lado d e l m a r R o j o , c u y a
r e i n a l l e l k i s fué a v i s i t a r a S a l o m ó n , a t r a í d a p o r l a .
faina d e s u sabiduría. H o y S h e b a - M a r e b .
El a c t u a l e m p e r a d o r d e E t i o p i a . Haile Sclassie I
( n o m b r e q u e s i g n i l i c a « P o d e r d e la T r i n i d a d » ) , s e g ú n
las crónicas d e s u pais, e s e l 334 monarca que g o bierna Etiopia.
7 5 . — C o n t e s t a c i ó n a la d e m a n d a n ú m e r o 1 0 1 ,
d e Palmerln:
P o r la c o n t e s t a c i ó n q u e d o y a la d e m a n d a n ú m e r o 9 8 h a b r á p o d i d o o b s e r v a r la d i s p o sición de las bobinas. ( * n u n buen variómetro c o n s e g u i r á b u e n o s r e s u l t a d o s , i>ero s i s ó l o s a b e c o n s t r u i r e l d e la c o n t e s t a c i ó n n ú m e r o 2 9 . e s p r e f e r i b l e
a d o p t e e l s i s t e m a «nido d e a b e j a m ó v i l » , p o r s e r d e
n m c h o m a y o r r e n d i m i e n t o , i>ues. a u n q u e a u m e n t a
u n poco las m a n i o b r a s a realizar, queda c o m p e n s a d o p o r la b o n d a d d e s i n t o n i z a c i ó n y i>or s e r é s t e
u n p r o c e d i m i e n t o s i m i l a r a l «tesla», c o n e l q u e s e
obtiene el máximo.
C o n e l n ú i n e r o d e e s p i r a s para o n d a larga p u e d e n
c a p t a r s e a l g u n a s e m i s o r a s d e o n d a m e d i a , pero
t e n g a e n c u e n t a q u e e n EspafUi n o h a y n i n g u n a
— P a p i , el t e r m ó m e t r o n o h a c e m á s q u e s u b i r y
bajar.
— N o puede ser. ¿ Dónde l o h a s puesto?
— E n el a s c e n s o r . -
tliftnor
— ¿ P e r o n o t i e n e s el m e l r o ?
— S I , pero e s m u y c o r t o para medir
esta tabla t a n larga.—
(De
— A h o r a q u t h a perdido el c o n o c i m i e n t o , la p u e d e
relevar t s t a . —
( D e «Pearton'*».)
Historietas
MT p a p a
portero
c a m p o
d e l
d e
del concurso
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modo cuando u n o está pescando?—
' D e • l.ectures pour tous>.)
NUM.
11.
Por
LARRUNY
ANGARÓN
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