En la sección D I V U L G A C I Ó N Anomalías por C I E N T Í F I C A : meteorológicas ornas (En Historia, l e y e n d a y t r a d i c i ó n : «La Mujer e n lo H i s t o r i a » , p o r E m i l i a n o M. A g u i l e r a ) . El número de LECTURAS CL diario íntimo d e Beethoven, por V¡cente Vega; De sobremesa, por Jacinto Benavente; La otra esmeralda, por Augustus Muir; Historia romántica, por Luis Capdevila; Las flores y sus leyendaí, por Víctor Gabirondo; De perfil, por André Bireibeau; Libertad, por Frederic Boutet; Mi paraguas número 77, por Doménec de Beilmunt; La mantilla d e blondas, rasgo d e EspaSa y p o derosa tentación d e loi pintores, por Emiliano M. Aguilera; En este mayo se cumplen setenta y cinco aRos del estreno d e «El tanto por ciento», biografía de López d e Ayala, argumento y escenas d e la obra. Todos estos y otros notables trabajos se publican en el número de LECTURAS c o rrespondiente al presente mes de mayo. Y, aden^ás, las tres «secciones encuadernables». NOVELAS CORTAS DE «LEaURAS». Campana la d e la Vela.., por Concepción Castellá. PAGINAS DE CINE. Simone Simón; De ffarold • Chariot pasando por Pamplinas, por Gabriel Greiner; Lo histórico en el cinematógrafo, por fwlariano Tomás; Yo vivo mi vida (película); Los q u e vamos ai cine, por J. B. Valero, y Del álbum d e un aficionado al cine. LECTURAS BIOGRÁFICAS. Sartsate, biografía anecdótica (conclusión), por Augusto Martínez Olmedilla, y empieza Echegaray, primer premio Nobel español, por Ismael Sánchez Estovan. SOLUCIÓN A P U B L I C A D O S E N N U E S T R O NÚMERO ANTERIOR Frases hechas: Atar cabos, — Andar cuatro patas. — Armarse la gorda. hemos ya anunciado, el día 4 de junio. Acerca d e esto nos han escrito algunos lectores, extrañándose d e que demos plazos tan largos en éste como en los demás concursos. Los lectores habituales d e ALGO saben ya a qué o b e d e c e esto. Para los no enterados, repetiremos que nuestra revista, afortunadamente, circula con profusión fuera d e España, yendo ejemplares d e ella a países muy distantes del nuestro, y, a fin d e que los lectores d e esos países puedan, sí así lo desean, intervenir en nuestros concursos, fiemos de dar plazos durante los cuales puedan llegar a nuestro poder los trabajos o las soluciones qus nos envíen. en Charada comprimida: Sincero. Jeroglírico Los plazos de los coocarsos plazo pa a enviar soluciones a nuestro E L«Concurso de gerundios» termina, según ios Pasatiempos d e MECACHIS comprimido; Pisapapeles. Apellidos en acción: EspantaleóTi. — Canseco y Perrín. Charadas en acción: Núm. 1. — Romanoríes. = Núm. 2. — Camuesa. = Núm. 3 . — Catarro. = Núm. 4. — Cafetero. El país v a l e n c i a n o / ^ O N este título ha escrito tres ' artículos nuestro colaboiador Almela y Vives, con los que continuaremos la serie «Regiones e s pañolas», que hemos iniciado en la sección Cosas d e España. El primero d e estos artículos se publicará en nuestro próximo número del 9 del corriente mes. Su hijo crecerá normalmente con los elementos vitales contenidos en este frasco El niño consume diariamente gran parte de sus fuerzas y hay que reponerlas con una buena nutrición. Pero si el niño se cría débil e inapetente, su desarrollo será difícil y el raquitismo enervará sus energías. Un buen consejo para los madres es el que ofrece la lectura del siguiente certificado: «Receto el Jorobe Klipofosfitos Salud en m i clientela desde hace mucho tiempo y siempre con maravillosos resultados en todos los casos en que está indicado ei fósforo, el hierro y la coi, los cuales van contenidos en este célebre Jorobe en uno forma asimilable jamos superada por ningiín otro especifico similor.»-Enrique R. Gorcio, médico titular de Montuengo (Soria). El activo tónico-reconstituyente J o r o b o d o HIPOFOSFITOS SALUD Frasco grande.- Ptas. 5 , 0 5 (timbra incluido) está aprobado por lo Academia de Medicina. Puede tomarse en todo tiempo. I AVAKITB CAÍ lin ^' s u a v e y eficaz contra el • K a M I p U E / estreñimiento y lo bilis. En c o j i t o s | ' d a 2 8 - 3 0 g r o g a a s . P t a s . 1,90 (tímbre incluido), a n farmocios.^ T o l U r a t Gráficos d o lo S o c i a d o d C o n t r o l d o P u b l i c o c i o n o s , S. A., c a l l o Borrail, n i n i . 2 4 3 - 2 4 9 , B o r c o l o n o . P O R E S O S AVUÍÍPOS es uno A LEMANIA de l o s p a í s e s donde más extendido está el amor a los animales. Asi ha sido siempre. Hace ua muchos años qne funcionan alli sociedades protectoras de animales p e r f e c t a mente organizadas y que invierten importantes sumas en el cumplimiento de su misión. En la actualidad, esas sociedades han alcanzado un desarrollo Inusit a d o . Cuentan con un personal numeroso que cuida de que no se maltrate a los anímales, a s í c o m o la policia u r b a n a vela por el mantenimiento del orden público. Otros se encargan de divulgar el amor a los animales por todos los medios que la propaganda pone a su alcance y. al mismo tiempo, hacen llegar a conocimiento del público, con toda clase de detalles, el trato que se del>e dar a los animales, no sólo por sentimiento, sino por conveniencia, porque un animal bien tratado da mucho más \ rendimiento que un a n i m a l tratado inadecuadamente. Esto cs muy Importante. Los animales de carga y tiro se vuelven, con el palo, tozudos y torpes. En cambio, s i el amo sabe a t r a e r - . V e n d a n d o la p a t a a u n c a b a l l o que ha sufrido u n a herida. se su afecto y su gratitud, podrá contar en todo momento con su docilidad y. además, encontrará siempre una mayor inteligencia para comprender y obedecer sus órdenes. Esto está perfectamente probado. l>os agentes de la sociedad protectora vigilan en todas partes. Si ven que un hombre maltrata a uri animal de su propiedad creyendo que porque cs suyo puede hacer con él lo que l€ venga en gana, intervienen, reprochan su P a r a q u e l o s p e r r o s s o m e t i d o ! al e x a m e n m i > d i c o no se a s u s t e n , <e les s u e l e p o n e r u n a m a s c a r i l l a d e h o j a de l a t a q u * l e s I m p i d e v e r . P O R E S O S Utm cntermera ambulante de la tociedad protectora de anlmalet cnseAa • un cochero el modo de curar Us heridas por roaadura*. cxHiducta al exaltado dueño y le hacen ver oon buenas razones el perjuicio que para los dos, para él y para cl animal, representa el inhumano sistema. Entonces pueden ocurrir dos cosas: que cl chieño domprenda su error y prometa enmendarse o que insista en usar del palo diciendo que el animal es suyo puesto que su dinero le costó. En el primer caso, todo se arregla satisfactoriamente ; en cl segundo, el agente de la sociedad llamará a un polida y hará detener al dueño del animal maltratado, cl cual pagará con una buena multa su dcsolKdicncia, porque en Alemania la ley está de parte de las socied a d e s protectoras y castiga a los que maltratan á los animales. Pero lo más interesante y lo más nuevo de esa fundación es su parle sanitaria. Asi como hay hospitales y clínicas para p o b r e s , la sociedad ha instalado varios de e s o s establecimientos en puntos estratégicos de la ciudad, destinados a curar gratuitamente a los animales enfermos y heridos y, especialmente, a los Un caballo sometido a I t acción de los rayos X. perros y caballos. Veterinarios especializados en la medicina y drugia relativas a estos animales, ayudados por expertos enfermeros, atienden con la mayor solidtud a c u a n t o s enfermos o heridos se les llevan. I-as clínicas e s t á n perfectamente montadas. Disponen de un instrumental completo y moderno y de todos los elementos que exige la terapéutica más avanzada. Alli se aplican los rayos X, se hacen operaciones de alta drugia, se desintectan y vendan herid a s , s e administran medicamentos y vacunas, se imponen tratamientos, y allí, en fin, liay depcndendas p a r a hospitalizar a los enfermos graves y a los que han sufrido o han de sufrir operaciwies delicadas. Además —y esto c s muy importante— se enseña a los propietarios de animales a curar ellos mismos las lesiones leves de sus caballos, perros, gatos, etcétera. He aquí a lo que ha llegado el amor y la protecdón a los animales e n A l e m a nia. Es un ejemplo que todo ser de senil mientos humanitarios, sea del país que fue re, ha de desear ver imitado en su patria D I V U L G A C I Ó N CIENTÍFICA ANOMALÍAS t:i iiiiit'ii ll.ivn :i/ anomalías debieran llamarse e ^ MAStadosquenomiales d e la atmósfera, por la frecuencia con que s e repiten las faltas d e continuidad y las diferenciaciorves d e los términos medios. El invierno que acaba d e transcurrir e s ya un ejemplo d e ello. En nuestros climas, este invierno ha sido excepcionalmente templado, hasta el extremo d e que el mes d e enero ha suministrado temperaturas medias propias del mes d e marzo. En cétmbio, los tríos han sid o extremos en los Estados Unidos (litoral atlántico) y en el Japón. En estas manifestaciones térmicas d e b e m o s ver indudablemente la influencia d e las corrientes p o lares y la del Gulf Stream que procede del golfo d e f^éjico. Basta, en efecto, que por causas fortuitas se desprendan d e los grand e s glaciares polares moles flotantes d e hielo en mayor o menor cantidad para que varíe durante una fxjrción d e rT>eses el clima d e una extensa región continental. Recuérdese que estos hielos flotantes están constituidos, en general, por masas enorm e s que, p>ara fundirse, absorben cantidad e s inmensas d e calor. Como consecuencia d e estos fenómenos, la corriente cálida del U n a c a s a de A s n l é r e s d e s p u t s d e l« t r o m b a d e Golfo d e Méjico puede e x p e rimentar también cambios conside'ables d e temperatura y que no serán simultáneos con los que ocurran en las c o rrientes polares, a consecuencia d e que esas corrientes d e agua marítima tardan hasta un año en atravesar el Atlántico, intervalo que podrá ser muy diferente del que tardan las corrientes polares, d e origen ártico, en llegar a las costas del Japón o d e los Estados Unidos. Para hacernos carqo d e e s tas anomalías meteorológicas o, si se quiere, climatológicas, consideremos, en primer lugar, que la Tierra da una vuelta entera alrededor del Sol en un año. Es sabido también que, además d e e s e grandioso nwvimiento cíclico, p o s e e la Tierra un movimiento d e rotación alrededor d e un eje ideal, movimiento que s e e f e c túa en veinticuatro horas y £iue da lugar a la sucesión d e los días y d e las noches. Pues bien, la circunstancia d e que este eje ideal d e rotación no e s perpendicular al plano d e 1897. la órbita descrita por la Tierra alrededor del Sol, da origen a !as estacior>es con SU'J correspondientes variaciones climatológicas. Esta falta d e perpendicularidad e s muy sensible, pues el ángulo que forma el eje d e rotación terrestre con la normal del plano d e la órbita terrestre es, en la achialidad, d e 23a 27'. Como dicho eje d e rotación perma.-vece durante tocio el año serrsibtemenfe paralelo a sí mismo, el Sol ocupará respecto al horizonte d e cada lugar, una posición distinta cada día, lo que origina una mayor o m e nor oblicuidad d e los rayos solares y ur>a variación continua en la duración d e la noche y del día d e luz para todos los rxintos que no estén situados e n el ecuador. Da ahí esas variaciones térmicas anuales y que tanta influencia tienen en nuestra vida y en nuestra salud. N o hay que decir que todos desearíamos que la primavera fuese perpetua y que no estuviésemos sujetos a cambios violentos d e temperatura. Esto lo lograríamos si el eje d e rotación terrestre fuese perpendicular al plarK) d e la órbita d e niiestro planeta. En tal caso, durante todo el año los días serían iguales a las noches, como CKurre en los puntos situados en el ecuador, y la temperatura media diurna seria sensiblemente constante en las diferentes zonas d e latitud terrestre. El caso d e perpendicularidad ocurre en algunos planetas. En efecto, el eje d e rotación del planeta Júpiter, por ejemplo, forma un ángulo p o c o diferente d e 3Q con la normal del plano d e su órbita. Por lo que s e refiere a los planetas Mer^ N a v i o s a r r o j a d o s a la c o s t a de S a i n t - P i e r r e ( M a r t i n i c a ) por el c i c l ú n de 1891. D I V U L G A C I Ó N CIENTÍFICA curio y Venus, ignoramos todavía cuál es la inclinación de sus ejes de rotación. En cambio, Marte está sujeto a intennitencias térmicas parecidas a las de la Tierra y que se manifiestan claramente en la extensión de sus nieves polares y en otros aspectos de su disco. El eje de Saturno está también muy inclinado. Los piártelas Urano y Neptuno constituyen casos excepcionales por el hecho de que sus ejes fonnan un ángulo también de las irregularidades topográficas de la superficie de la Tierra. Lluvias, v i e n t o * , grandes cambios de temperatura, que con demasiada frecuencia dan lugar a inundcicior.es ifcomo las que tantos perjuicios fian causado en España du'ante el pasado in- NImbus c o n I n i c i a c i o n e s de t r o m b a s . vi«rno), huracanes y olas de frío y de calor, que originan a su vez no pocas enfermedades, son el resultado de esas variaciones incesantes en la distribución del calor solar. Como se ha indicado al principio de este escito, las anon-alías atmosféricas constituyen el estado normal de los fenómenos meteorológicos. M ent as du ante el invierno de hace dos años Uks olas de frío se sucedieron unas tras otras, dando lugar a considerables P o s i c i ó n de ia Tierra en l a : c u a t r o cambios de temperatura, con gran detrimento de la salud pública, el invierno pasado se ha caacterizado por manifestaciones completamente opuestas. Nos hallamos ahora en la estación primaveral y es muy posible que ocurra lo que se observa en muchas otras primaveras, es decir, oue son cortas o apenas existentes, pasándose rápidamente de la primavera al verano. Esta ap)arente anomalía obedece, en realidad, a una ley astronómica. Se da, en efecto, el caso fatal, irremediable, de que en los solsticios, es decir, en verano y en invierno, el Sol pasa por las máximas declinaciones boreales y australes, hecho que obliga, por la conocida ley de los máximos y mínimos, a que durante un tiempo prolongado la variación de las declinaciones del Sol sea escasa y, por consiguiente, a que sea considerable la duración de las temperaturas extremas, precisamente las más desagradables para nos- cataclonef. mayor de 90a con la perpendicular a su órbita. En tales condiciones, cada uno de los polos recibe las radiaciones solares durante la mitad del periodo de su traslación alrededor del Sol. Las temperaturas de esos lejanos planetas deben de ser sumamente bajas, impropias para la vida, tal como la concebimos nosotros. Más terrible es todavía el clima de la Luna, cuyo suelo pasa, en el intervalo de un mes, desde la terrvperatura del agua en ebullición fiasta más de 100B bajo cero. Los cambios térmicos debidos a las estaciones, cambios que desde el punto de vista astronómico debieran ser lentos y corvtinuados, son, en realidad, bruscos e irregulares, como resultado de la complicada influencia que la radiación solar ejerce sobre el dinamismo atmosférico, asi como H i e l o s e n la o o s t a s e p t e n t r i o n a l de S p i t z b e r g . U n Iceberg. La f u s i d n de e^tas m a s a s h e l a d a s origina considerables cambios climatológicos. otros. En cambio, los equinoccios, es decir, la primavera y el otoño, corresponden al paso rápido del Sol por el ecuador celeste. Este es el motivo de que las temperaturas medias o primaverales sean de tan poca duración para los que vivimos distanciados de las regiones ecuatoriales. Aquí tenemos el caso curioso de oue el término medio de una multitud de valores resulta ser el menos frecuente. Por instinto natural, la humanidad tiende a agruparse hacia las zonas terrestres en que las oscilaciones térmicas no son exageradas y en que los meteoros son lo menos violentos posible, ya que tanta importancia tiene todo ello para nuestra vida. Bien podemos decir que el grado de civilización de un pueblo depende de unos cuantos grados más o menos de temperatura o de humedad. En nuestras latitudes estamos obligados a sufrir las inclemencias propias de ese océano de gases y vapores que forma nuestra atmósfera, sujeto a una incesante agitación adiabática; pero tengc^ mos en consideración, como consuelo relativo, que el clima de España y, sobre todo, el de nuestro litoral mediterráneo, no sólo es incomparablemente mejor que el de los países nórdicos o ecuatoriales, sino oue bien puede considerarse como uno de los mejores del mundo. — J. COMAS SOLA HISTORIA LEYENDAY TRADJCIÓTN y/kc/ek en /a De m a piensa d e H OYmuy sedistinto mo- d o que ayer y que anteayer. Y ello aqui, en España, como fue a d e ' nuestro solar, al otro lado d e nuestras fronteras y de nuestros ma es. El pensamiento humano ha evolucionado mucho d e s d e el siglo XVlll a esta parte. El hombre arrastra cada dia menos errores, menos prejuicios. Y dijérase, con Laurent, que «todo l o q u e hay antes d e la Revolución francesa pertenece a la historia antigua y todo lo posterior, a la historia moderna», y s e d i r i a b i e n ; algo muy cié to y, sobre todo, más hondo, más profundo d e lo que paiece a prime a vista. Por e s o , a p o c o que hubiese tardado en publicar su «Defensa d e las m u j e r e s » aquel buen benedictino que '^•í*:. fué el padre Feijóo —cuya celda en el monasterio d e San Julián d e Samos tenía, ciertamente, una amplia ventana abierta a Europa— habrían resultado ociosos sus temores acerca d e la acogida que se dispensara a tal tratado. lEvaí^ por R o m e r o d e T o r r e s . De entrar, por su tesis favorable a la mujer, en contienda con ceso». Y ahí, a la mano d e un vulgo ignorante, según sospechaba Feicualquie-a, esperan mil ejemjóo, e s e vu g o hubiera sido mucho más replos para reafirmar lo que Casducido que el supuesto en 1730. Y, d e s d e telar afirmó. luego, significaría injusticia el afimnar que La virtud y la sabiduría d e «defender a las mujeres viene a ser lo misSan Agustín e s obra d e Santa mo que ofender a casi todos los hombres, Mónica, la madre del santo. N o pues raro es el que no se interese en la pocos errores y, asimismo, n o precedencia d e su sexo con desestimación pocos aciertos d e Napoleón del otro». se deben a la inspiración d e «El prejuicio d e los sexos», d e Juan Fíuna d e sus hermanas: Paulina. not, me parece, consecuentemente, un liLas afrentas gritadas por Flobro tardío, rezagado, casi inútil. Como s e rinda o «La Cava», cuyo home antojan iodos los libros y folletos que, nor mancillara el rey don Rocon el mismo designio, han aparecido en drigo, determinan la trajción del nuestro siglo. Porque la mujer.no precisa conde don Julián, padre d e la ya d e defensas ni d e panegíricos. Y si ha joven y gobernador d e Ceuta, d e hacer aún algunas conquistas civiles y desencadena la invasión d e o políticas, no tiene que ganar la conciencia España por los árabes. Cuanto d e todos los hombres y d e todas las mishay de juicioso gobierno en el mas mujeres para imponer la convicción reinado d e Luis XIV, monarca d e cuántas son sus derechos, por muchos más afortunado que otra cosa, y muy minuciosos que éstos sean. e s sugerencia d e madame Mainlenon, al cabo esposa d e aquel Ahora bien: asombra un poco, tan pronsoberano. Como casi toda la to como se recapacita sobre el particular, politica, fasta o nefasta, d e que la humanidad haya tardado tanto tiemLuis XV es «soplada» por las po en apercibirse del valor d e la mujer. amantes, por las favoritas reaMáxime por ser tantas las grandezas y las les: madame Pompadour, mamiserias, las venturas y las desdichas en dam.e Du Barry... Y mucho d e que hay que reconocer como agente prolo que admiramos en la obra motor a la mujer. Si e s que todo lo bueno d e Goya, ¿no e s infundio enio malo d e que g o z ó o que padeció la tusiasta d e la más famosa d e manidad, respectivamente, no responde las duquesas d e Alba, duquea la inte-vención más o menos directa d e sa-maja o maja-duquesa a la las mujeres. Hasta lo que, juzgando por que hay que tener por amada apariencias, se nos antoja más ajeno a las más que amante del genial pinmismas. tor? Porque, como dijera Castelar, «detrás d e todo acontecimiento extraordinario o d e toCon harta razón, y aire gc>d o hombre insigne hay una mujer, sea o lante, escribe Boileau que «teno fácil d e descubrir; madre, hermana o nían que ser mujeres quienes hija, esposa, amante o sólo amada d e tal encarnasen dentro del mundo hombre o del caudillo, del héroe que enmitológico de los griegos la carna al principal protagonista d e tal suinspiración d e tos artistas». Y con razón, también, pudiera haber ido, por este camino, mucho más lejos. En verdad, y por encima d e todo lo que, aparte d e esto, veamos en ella, Eva e s un símbolo, un magnífico símbolo d e lo que es, y, mejor aún, d e lo que fué la mujer. Torciendo los destinos d e la humanidad en el mismo punto en que ésta, representada por la primera pareja, surge sobre la Tierra, Eva, o, si se quiere, la mujer, se hace eje del mundo. Y, no bastándole el bello pero pasivo papel d e musa, influye en la política, quía o trunca los destinos d e los pueblos. El área d e las artes es área muy limitada para la mujer. No le basta con cultivar aquéllas; con ser una Safo, la exquisita poetisa d e Myielene, o una... Isabel Vigée, b célebre pintora más conocida por «Madame Lebrón». Ni ceder la integridad d e su belleza a la interpretación artística, como la maravillosa Friné a Apeles y a Praxíteles o la dulce Simona Cattanea al florentino Botticelli; cual «La Fornarina» a Rafael, la entil Lavinia Tiziano a su padre o Elena ourment a Rubens. Ni alentar líricos suePños, al modo d e Beatriz Portinari, musa L , < Juana de Arco.» HISTORIA IVEYENDAY TRAOICIOIN tifíelos de tocador a los más aguerridos capitanes romanos. Primero, a César; luego, a Marco Antonio. Y no es de olvidar, destacándola entre otras mucfvas mujeres esforzadas de entonces, a Oripetina, hija del gran Mitrídates, que, tras haber acompañado, incansable, a su padre en la guerra y luego de verle derrotado por Pompeyo, no duda en enfrentarse con las fuerzcis del general Manilo Prisco, segundo de aquél. Los siglos medievales, los menos propicios a Ta iniciativa de la mujer y los más contrarios a la influencia que las féminas pudieran ejercer en nombre de la galantería, también brindan, no obstante, buen golpe de nombres de mujer, representativos de otras tantas figuras señeras y esforzadas. Evóquese la gesta y el martirio de Juana de Arco, «La doncella de Or^ leans», auténtica encarnación de la Providencia para Francia. Y a Marqarita de Dinanríarca, que en el siglo XÍV conquista «por su persona propia», según dice Feijóo, e reino de Suecia, haciendo prisionero al rey Alt)erto. Y piénsese en Marulla, que, como defensora de la plaza de Cochín, del archipiélago de Lemrws, impone condiciones al t>ajá Solimán, sitiador frustrado. Y en la paduana Blanca de Rossi, igualmente defensora de la plaza de Basano. Y en la gallega Maria Pita, defensora de la Coruña contra los ingleses. Y en otra gran española, lsak>el la Católica, que cierra la edad media amparando la aventura de Colón, que había de dar a la humanidad civilizada todo un nuevo mundo. del Danfe, o la condesa de Cjelves, mosa de nuestro Herrera. La mujer ansia, y logra, más dilatados campos para ejercer su imperio. Necesita los ámbitos de la tiistoria. Acaudillar a los pueblos por si misma, como heroína; goberw narbs, terciando en el ajedrez político al colocarse a la vera da éste o aquel jugador; complicarles (a ruta, para bien o para mal, enarbolando un amor, un agravio, una renunciación o... un capricho. Y ahí la tenéis, acreditando sus formidables poderes. ¿Qué hubiera sido del pueblo judío, arv tes de su dispersi^r^ Allori. ijudlt.» ( I s a b e l la C a t ó l i c a í , c u a dro de pintor a n ó n i m o . P i n t o r anónimo. (Teresa Cabarrús, m a d a m e Talllen.» sin sus heroínas? Ellas son, principalmente, las que lo guían y lo salvan en los trances más comprometidos. Ellas aparecen ante rrasofros muchas veces como el brazo de Dios, como el brazo de Jehová... Piense el lector en Débora, en Judit, en Ester... La historia de O t e c \ a responde en gran trecho a la pugnada posesión de la hermosa Helena. Por la infiel arde Troya, gran pira en el Asia Menor. Y de la misma suer- te, la historia de Roma. El suicidio de la honrada Lucrecia truecc la monarquía en república; abate la tiranía de los Tarquinos e inaugura la soberanía popular. Y una mujer, la «varr>piresa» Cleopatra, rinde con las solas annas de la belleza y de los ar- Ante la «Reforma», ¿cómo no pensar en la religiosa que, por el amor que atina a encender en el corazón de Lulero, hizo casi tanto como las peligrosas elucubraciones del reformador? Y luego, ¿cómo olvidarse de la buena María Estuardo y de la mala Isabel de Inglaterra? O de Catalina de Módicis, que salvó la paz interior de Francia manteniendo el equilibrio de los partidos rivales «con la ciestreza de esos volatineros que, en alta y delicada cuerda, con el pronto ntanejo de dos pesos opuestos- se aseguran la buena ntarcha por aquélla y deleitan a los espectadores ostentando e l riesgo y evitarKio el d a ñ o » . Y e n la historia d e la colonización d e América, ¿es posible prescindir d e las h a zañas d e Maria Estrada, esposa d e uno d e los soldados d e Hernán Cortés, exaltadas tan singularmente por fray Juan d e Torquem a d a en su «Monarquía indiana»? l A h l Es excesivo e l tema para u n b r e v e artículo. Lo q u e exige muchos volúmenes rx> p u e d e ni siquiera sugerirse aquí. Y frente al apelotoramiento d e sombras d e mujeres insignes q u e nos traen, como e n tumultuoso nublado, los últimos siglos, n o cabe otra cosa sino fiar e n la memoria d e l lector. El talento d e Catalina d e Rusia se prodiga e n otras muchas mujeres. C o m o las dotes d i plomáticas d e lady Hámilton. Y soleínente nuestra guerra d e la Independencia, {cuántas heroínas hizo! Pero, puesto a dar punto final a estas líneas, ninguna mujer, seguramente, m e r e ce cerrar esta evocación c o n más títulos q u e la madrileña Teresita Cabarrús, una mujer frivola para muchos y una mujer q u e , ganarxlo con toda justicia e l título d e « N o - Fii g u r a i L i y leyendat Las bacantes D tre Dame d e Thermidor», imprimió trascendentales giros a la revolución francesa. En 1794 y e n plena tiranía d e Rob>espierre, ella provoca la reacción a u e d e b í a ser fatal para el sanguinario repúblico y d e suma importancia para Francia. N a d a importa q u e se encuentre e n e l fondo d e (a más terrible d e las prisiones d e París; e n la «Petit Forcé», a d o n d e iban a parar los criminales más abyectos. N i q u e haya sido condenada a muerte. Le basta q u e su imagen llene e l corazón y el c e rebro d e otro caudillo d e la revolución y el propio y singular talento. Y la carta d e despedida q u e dirige a Tallien le proporciona a Teresa la libertad, al mismo tiempo q u e libra d e l «terror» a Francia. Cuando se cree más cerca d e l v e r d u g o se encuentra, precisamente, a unas horas d e su máxima gloria. « M e dicen q u e d e un momento a otro voy a ser guillotinada. Tu cobardía m e mata», lee Tallien e n aquel billete, o u e d e b í a ser histórico y q u e saliera d e la «Petit Forcé» quién sabe cómo, no aguarda a más. La conjura contra R o spierre d e b e estallar inmediatamente. O t r o d í a y, acaso, la catástrofe no tendría r e m » - E S G R A C I A D A M E N T E , estos buenos c o n sejos n o fueron seguidos siempre. Las «bacantes», como eran llamadas las ninfas q u e formaban parte d e su séquito, se l i braban algunas veces a locas excentricidades, olvidando tal ntedida y bailando y g r i tando grotescamente. Esos excesos continuaron produciéndose, sobre todo, en ocasión d e tas fiestas c e lebradas e n Atenas y Roma e n honor d e Baco. Estas fiestas resultaban verdaderas orgias, q u e tomaron e l nombre d e «t>acanales». La más loca d e estas solemnidades tenia lugar e n febrero y parece ser q u e , por tradición, ha ido continuándose, q u e d a n d o convertida, aunque muy atenuada, e n nuestro Carnaval o Carnestolendas. Aunque fuera el dios d e l vino, Baco e s taba lejos d e aprobar semejantes exagerad o r e s . Incluso había llegado a arrepentirse d e haber d a d o al mundo la viña oienhechora. Refugiado e n la isla d e Naxos, e n contró allí a Ariadna sollozando por la i n gratitud y e l abandono d e Teseo; Baco la HÉRCULES N F I T R I Ó N , hijo d e Atceo y nieto d e Perseo, era rey d e Tebas. Acababa d e casarse con la hermosa Alcmena, hija d e Electrión, rey d e Micenas, cuando sus v e cinos los telebeanos recibieron d e parte d e l recién casado una declaración d e guerra fulminante. Su fama d e gran conocedor d e la estrategia y la absoluta confianza con a u e le distinguían sus conciudadanos • le designaron como jefe d e l ejército. Partió, pues, lleno d e ánimo y valor, abandonando a su casta esposa, después d e una e m o cionante despedida. Júpiter tuvo noticia d e los sucesos d e Tebas y creyó oportuno h a cer la corte a Alcmena, como dijo u n poeta: Bacanal. dio. C a b e z a por cabeza, q u e ruede al siniestro cesto ta d e Robespierre. «Alea jacta est!» Y Tallien corre a la C o n v e n ción, d o n d e rompe e l ataq u e contra e l primer d i putado d e París. En la tribuna le sigue Villaud, q u e combate con inusitada f e ' o c i d a d a éste. Y... la batalla está ganada. Inútilmente, e l a n t i g u o a b o g a d o d e Arras trata d e defenderse. Grita y la asamblea le a h o g a la v o z . Poco fiempo después es detenido. Y, mientras Robespierre v a hacia la guillotina, Teresa Cabarrús, ya saludada por Francia como « N o t r e D a m e d e Thermidor», a b a n dona la prisión... ¿Quién d i j o q u e la mujer es un ser, o a l g o peor, d e cabellos largos e ideas cortas...? ¿Schopenhauer...? Bien. ¡Pues no b a gamos caso d e l huraño filósofol Emiliano M . AGUILERA toL mitológica» consoló y al final, después d e haberla corv vertido e n su sacerdotisa, acabó por desposarla. Baco pasa por haber creado la primera escuela d e música y se pretende q u e las representaciones teatrales nacieron d e las fiestas q u e se organizaban e n su honor. A HISTORIA EEYENDAY TRASUCIOIS «Olvidar sus grandezas celestiales era un placer para aquel dios audaz q u e amaba las bellezas terrenales...» Por eso no dudó un soto instante «...y descendió d e lo alto d e su gloria con la ilusión ingenua d e buscar e l amor d e una gentil mortal.» Juno, siempre al acecho, temía q u e la aventura acaoase como las precedentes. Y supo, e n efecto, q u e e n e l palacio d e A r v fitrión «...debe nacer un hijo qjue bajo e l n o m bre d e Hércules llenará e l universo d e su f a n » y poder.» N o pudierKJo combatir e l destino implen cable, la esposa d e Júpiter obtuvo, como último consuelo, q u e el niño q u e d e b í a nacer fuese puesto bajo la autoridad a b soluta d e su hemiano mayor, Euristeo, p r í n cipe cruel, a ctiya voluntad sería sometida Id indefensa criatura. O b l i g a d o a ejecutar sus órdenes, por despiadadas q u e fueran. Hércules pagaría cara la gloria y la c e l e bridad. HISTORIA, IVEYENDAY TRADICIÓN A los primeros gemi- dos del recién nacido, Juno, impaciente por dar salida a su extremada cólera, introduce en la cuna del niño dos serpientes con el excelente propósito d e hacer inútil la intervención de Euristeo. Pero el destino seguirá su marcha, a pesar d e todas las intrigas d e Juno. Hércules anuncia ya su futura reputación de fuerza, y, cosa increíble, estrangula a los dos reptiles con sus nerviosas manos. Euristeo, pues, después del fracaso d e Juno, se encarga del papel que se asignó e impone una serie d e pruebas, llamadas "Los doce trabajos de hlércules», al hijo de Júpiter y Alcmena. L — Los trabajos d a Hércules 1. El león d e Nen»eo. — Un vastísimo bosque de Argólida, llamado el bosque «Ñemeo», servia de refugio a un enorme león que devoraba todos los rebaños de los contornos. Euristeo, con la intención que el lector adivinará, impuso a Hércules Id obligación de matar la terrible fiera, azote de la comarca. Hércules, con su arco y con su carcaj, dispúsose a tiuscar el indeseable monstruo. En cuanto lo descubrió, disparó su arco con oío certero contra la fiera; pero sus fleerías se rompían y caían sin haber siquiera señalado d e un rasguño la piel del león. Hércules se armó entonces con una maza imponente y acercándose a la fiera le asestó un territ)le golpe en la cabeza. La maza se hizo añicos y el león continuó indemne. No le quedaba, pues, otro recurso que la lucha cuerpo a cuerpo contra la bestia feroz que rugía rabiosamente. La lucha comienza: Hércules, con fuerza ir>explicable, al cat>o de unos momentos habia vencido al famoso león d e í*4emeo, el cual yacía inanimado, con los ojos desorbitados y con la lengua fuera; Hércules lo despedazó con las uñas y se vistió con la pie! del animal protegiéndose con como si fuera un verdadero escudo. ella 2. La hidra d e Lerna. — Esta primera hazaña d e Hércules no satisfizo nada a Euristeo, a quien empezaba a inspirar más miedo que alegría la presencia de un bennnanito tan vigoroso. I'or esta razón le obligó a salir inmediatamente d e la corte, avisándole aue no regresara antes d e haber terminado todos los peligrosos trabajos cuya lista habíale entregado. Hablal>a la impresionante nota en cuestión, de una serpiente nx)nstruosa que vivía en el fondo de las lagunas de «Lerna», en el país d e Argos. La hidra, dotada d e numerosas cabezas, presentaba la grave particularidad d e que era preciso cortarlas todas a la vez, pues de lo contrario reaparecían más numerosas todavía. Hércules hizo la experiencia y viendo oue no acabaría nunca recurrió 'al auxilio • ae su compañero lolas, hijo d e Ificles. Este se cuidaba de ir quemando las cabezas d e la hidra a medida que el héroe iba cortándolas; d e esta manera no podían reproducirse. La sangre que manaba d e las heridas contenía un sutil ver>eno: Hércules mojó con él las flechas que desde aauel momento produjeron heridas incurables; este veneno resultó fatal al mismo Hércules, según veremos más adelante. 3. El jabalí d e Enmanto. — Vamos a trasladarnos a las tierras de Arcadia, dond e encontraremos, errando por la montaña de Erimanto, un jabalí colosal, terror d e los rebaños y terror de los pastores. Confesenros que este paquidermo no era fácil d e cazar: se refugiaba entre los matorrales y sabía hacerse invisible entre los arbustos. Hércules resolvió cazarlo, persiguiéndolo v e lozmente y extenuárxfolo de fatiga. Y lo consiguió. Muerto de cansancio, el jabalí cayó en un barranco nevado. Hércules se lo carga a la espalda y lo transporta al palacio de Euristeo, quien estuvo a punto d e morir de espanto en verlo solamente. 4. La cierva con patas d e bronce. — Vier»do que era tan excelente corredor, Euris- H é r c u l e s y la m o r a ae Lerna. feo pensó exigir a Hércules que le llevara, viva, una cierva que corría por las lorrtas y por los valles de Ménalos, en Arcadia. Realmente, por numerosos detalles, la cierva en cuestión resultaba extrañametnte original y distinta de las demás; por ejemplo, tenía grandes cuernos, adornos g e neralmente reservados a los ciervos; además, estos cuernos eran de oro. Para colmo d e originalidad, sus patas eran de brorv ce. La fama de su carrera velocísima era justificada, pues nadie había conseguido alcanzarla. Sabiéndola consagrada a [Jiana, Hércules no quiso matarla, pero emprendió su persecución, que duró un año entero. Al final consiguió rendirla; arrancó sus cuernos de oro, cargó con la bestia en su espalda y la depositó a los pies de Euristeo. 5. Los pájaros da Eslinfalo. — Erase en el Peloponeso un lago inmundo que despedía un olor putrefacto. Unos pajarracos de extraordinaria talla lo infectaban con sus inmundos detritus. No contentos aún de viciar el aire con aquellas horribles pestilencias, valíanse d e poseer el pico, las alas y los terribles garfios de puro bronce, para atacar a los hombres y a los anímales, matándolos, devorando su carne y dejando al azar los restos da sus horripilantes festines. Era indispensable conjurar la situación y Hércules se encargó de ello. Con unos grandes címbalos, don de la diosa Minerva, llegó a hacer un ruido tal que consiguió aterrorizar a los pajarracos, los cuales huyeron alzando el vuelo a la desbandada; a merced de las certeras flechas de Hércules, quedaron exterminados, en pocos momentos, desde el primero al último. El lago de Estínfalo quedó limpio y purificado; los rebaños volvieron nuevamente a establecerse en aquellos prados bajo el cayado de los pastores y al son de los caramillos campestres. i . El toro d e Creta. — Minos, rey de Creta, deseoso de merecer las simpstias d e l^eptuno, habia formulado un voto: ofrecerle en sacrificio lo oue el dios de los mares haría surgir da las ondas marinas. Neptuno hizo salir de ellas un magnífico toro, bellísimo, tan bello, que nadie había visto nunca otro semejante. Minos se lo guardó, substituyéndolo en el altar de la divinidad por un rumiante enfermizo y raquítico. Neptuno consideró qua la acción de Minos era de mal qusto y no toleró la impostura. Para vengarse, comunicó al precioso toro unos furiosos impulsos que sembraron el terror en todo Creta. Fué entonces que Euristeo encargó a Hércules que domara el animal. El hijo d e Alcmena atraviesa el mar, llega a la isla d e Creta, coge el toro por los cuernos, le obliga a arrodillarse, lo ata, se lo carga a sus espaldas, y, atravesando nuevamente las aguas, lo pone entre las manos de su henmano y señor. 7, Las yeguas d e Diómedet. — Un rey de Tracia, Diómedes, hijo de Marte y de Cirene, poseía unas famosas yeguas, salvajes e indomables, que echaban fuego por las fosas nasales. Para alimentarlas, les ofiecia, como pasto, los extrewijeros náufragos que llegaban a la costa. Euristeo encargó a Hércules la misión d e afxxferarse de aquellas tjestias salvajes y de llevárselas a Micenas. Siempre dispuesto a observar, hasts el final, el deber que le había sido impuesto, Hércules reúne algunos amigos qua le aconv pañarán en su nueva empresa, se hace a la vela y desembarca en las costas de la Tracia. Tan pronto como descubre los establos, mata criados y palafreneros, se apodera de Diómedes y lo coloca en el comedero de bronce, dor>de sus propias yeguas lo devoran con avidez. Las feroces bestias, sólidamente atadas, son embarcadas en el navio de Hércules; un viento favorable llevó la embarcación en poco tiempo al reino d e Argos, de acuerdo con la orden de Euristeo. D I V U L G A C I Ó N CIENTÍFICA Nuevo m é í o d o d e registro í o n o g r á í í c o y d e í r a n s m í s í ó n radíofóntea car una solución mixta o de circunstancias. Se puede ya obt e n e r una sensación de relieve sonoro más o m e n o s acentuado efectuando una separación bastante limpia de los sonidos de los diferentes instrumentos de música o de las palabras de los d i v e r s o s actores o cantantes. De e s t e m o R e g u l a d o r para las diverC u r v a de v i b r a c i ó n de u n a s a l a do se suprime de lá de e s p e t á c u l o s b i e n a c o n d i c i o n a d a . sas frecuencias musicales. audición su carácter monótono. En los aparatos ordinarios de llevar a efecto algunas vibraciones artifiregistro o de transmisión las ondas sonociales, no empíricas, sino graduablcs a voras actúan sobre el micrófono, y este úlluntad. timo, a su vez, da lugar a las corrientes Una solución consiste en utilizar cierto que son enviadas a potentes amplificadores número de micrófonos que actúen sobre ei antes de ser transmitidas, sea a las lineas mismo número de altavoces dispuestos d e de transmisión, sea a las estaciones emimodo que se logre obtener un efecto disoras radiofónicas. rectivo particular. Ya e s sabido que este un interesante artículo de M. P. DEHemardinquer, publicado en «La Nature», reproducimos los siguientes párrafos: La calidad de las audiciones radiofónicas u de reproducciones musicales en fonografia y cinematografía sonora depende tanto de las características de los aparatos reproductores o receptores como de las del registro y de la transmisión. Los problemas '»<V/-o'í>„o "•''•'"*•'•' ^•«ií**»'' "oat,/**. E s q u e m a del s i s t e m a a n t i g u o d e t o m a de s o n i d o s e n r a d i o f o n í a . medio, puesto en práctica en los Estados Unidos, ha permitido transmitir por cable. que se plantean para la transmisión de las corrientes microfónicas en los auditoriums de registro para la fonografía y cinematografía sonora o en los estudios de emisión radiofónica son de orden algo diferente. En radiofonía se sabe, por ejemplo, que la calidad misma de la audición está sujeta a cuestiones radioeléctricas. El relieve sonoro y la acústica de las salas. — En la actualidad se logra registrar fielmente una gama de notas musicales muy extensa. Pero este resultado no se considera suficiente por si solo, pues s e trata de obtener en la práctica audiciones que presenten un carácter verdaderamente natural y que tengan la cualidad que podría llamarse «relieve sonoro». En los instrumentos ordinarios de música mecánica, cl foco sonoro está constituido por un solo altavoz de acentuado poder directivo, dispuesto de una manera fija y de superficie reducida. La sensación del relieve acústico se hace entonces muy dificil de obtener. Se pudiera creer que para alcanzar este resultado bastaría utilizar dos altavoces convenientemente dispuestos con relación a los oyentes, y aun, si hubiese necesidad, se podria recurrir a un conjunto de altavoces, cada uno de los cuales estaría dispuesto en el mismo sitio que le correspondería en la orquesta. En realidad, el problema es muctio más dificil. Una parte del relieve musical e s debida a las resonancias más o menos acentuadas y a las repercusiones del estudio o de la sala de conciertos. Son precisamente estos fenómenos los que dan al oyente la sensación del «volumen» de la sa'a. En los primeros estudios de registros fonográficos o de emisiones radiofónicas s e suprimían, con excesiva frecuencia, por med b de materiales insonoros los efectos d e vibración. De este modo, se disminuían los peligros de arrastres sonoros susceptibles de perjudicar la limpieza de las palabras, pero la audición resultaba sin relieve. Poco a poco, los ' interesados se convencic^ ron de la necesidad de fettiititmefrO ftifif En el circuito se intercalan dos dispositivos que tienen por objeto permitir la rec- ^ •A l a e m i s o f c t ámplificódcr de Tre. \fticróforto ainpfíficádor >1 .0. K s i s t e m a de r e s o n a n c i a en condiciones de fidelidad hasta ahora no igua'ada, un concierto sinfónico desde Fi'a&lfia a Washington. Esta transmisión exige numerosos circuitos eléctricos, haciéndose indispensable una cantidad de cables telefónicos que, a su vez. requieren numerosos conductores. En radiofonía el problema seria más complicado aún, porque serian necesarias diversas longitudes de onda para la transmisión de un mismo radioconcierto. Para la emisión serían también necesarios varios micrófonos dispuestos racionalmente y altavoces combinados de un modo apropiado. El empleo de ondas muy cortas seria igualmente útil para una transmisión verdaderamente musical. Un sistema perfeccionado para la toma del sonido original. — En el caso de no atreverse a vencer las dificultades de la realización de una solución completa, es necesario bus- Cámara de resonancii eléctrica. tificadón de la intensidad y la tonalidad de los sonidos, los cuales deben, finalmente, ser reproducidos en el altavoz del receptor (figura 1). El primer aparato se reduce a un po- t¡*H»>-^ •AmpliftrHlor dt frtcutncii foltnciómttroi El t i m b r a d o r corriente act ú a sobre toda la g a m a de frecuencias transmitidas, reforzando las notas a g u d a s y debilitando las graves. esptcitUí E s q u e m a de u n s i s t e m a de t o m a de s o n i d o s por s e p a r a d o . P u p i t r e para l a t o m a de s o n i d o s , con resonancia eléctrica graduabic. D I V ü t G A C I Ó N CIENTÍFICA tencióüKtro con un botón de mando que, a voluntad, permite debilitar o reforzar la intensidad sonora. El segundo es un «timbrador», que permite especialmente disminuir las frecuencias agudas, pero únicamente debilitando los sonidos graves, es decir, los sonidos fundamentales. En realidad, en este sistema rudimentario, los timbres se modifican y no corresponden ya a los de los sonidos complejos naturales (figura 2). Para remediar este grave inconveniente, un músico francés bien conocido, M. Eric Samette, y dos técnicos especializados, MM. R. Gamzon y Sollima, han tenido la idea de emplear un solo micrófono y un solo preamplificador, pero tratando separadamente tres gamas de frecuencias musicales (medio, grave y agudo) y de filtrarlas y amplificarlas separadamente. La rectificación de la intensidad sonora es, pues, la misma para todo el conjunto; pero existiendo un sistema de rectificación separack) para cada gama, ft la salida, la síntesis de los sonidos se efectúa de nuevo en el modulador, no habiendo necesidad de utilizar el «timbrador». Es lo que se llama «la toma de sonidos separados» (figura 3 ) . flsí se puede actuar con precisión y sepiaradamente sotn-e la intensidad de los sonidos correspondiendo exactamente a la gama considerada. Para reforzar o debilitar los sonidos agudos, medios y graves basta actuar sobre el potenciómetro correspondiente, lo cual refuerza o debilita la gama sin accionar sobre las otras. Se tiene asi un medio eléctrico de acentuar los contrastes entre los instrumentos de música de la orquesta. Es inútil entonces, para la emisión, recurrir a sistemas de orquestación diferentes de los clásicos, en la condición, por supuesto, de mantener la rectificación bajo el control de un técnico que sea al mismo tiempo músico. Los componentes graves de los sonidos tienen, como sabemos, un mal rendimiento fisiológico, fll contrario, en el momento de un fortísimo de "la orquesta, pueden producirse distorsiones de modulación que obliguen al director a reducir la misma. El procedimiento de toma de los sonidos permite, cn el momento de un fortísimo, atenuar las notas graves, si bien dejando toda la amplitud de la modulación disponible para las componentes medias y agudas. Las diferencias de nivel fisiológicas entre el pianísimo y el fortísimo aumentan asi considerablemente en la audición, lo que evita la monotonía de las reproducciones. Esta atenuación de los sonidos graves no se continúa sin inconveniente, pues con intensidades elevadas las propiedades del oido son del mismo orden para todas las frecuencias. Las atenuaciones provisionales de las notas graves cuando se ejecuta un fortísimo da por resultado el restablecimiento de las proporciones normales determinadas por el director de orquesta, evitando el efecto desagradable indicado. La toma de sonidos repartida parece, pues, que ofrece considerables ventajas. La resonancia eléctrica rectificable. — El efecto de vibración no es el mismo para todas las frecuencias. Existe un fenómeno selectivo que determina, hasta cierto punto, la tonalidad más o menos agradable de la sala. Las buenas salas de concierto deben presentar también curvas características de vibración y de forma bien determinada, elevándose en las notas muy graves y muy agudas, como muestra la figura 5. Para un estudio grande son tanto más necesarias estas precauciones cuanto más reducido es el altavoz; pero la construcción de una sala en tales condiciones exige largos trabajos, difíciles y costosos. Los estudios de este género son aún muy raros en Europa. Él procedimiento señalado más arriba permite, no sólo aumentar el período de la vibración sin introducir ecos, sino también modificar a voluntad las características de la vibración cn función de la frecuencia, hasta obtener lo cual es muy importante una curva característica óptima. fl este efecto, una parte d e la corriente modulada procedente del altavoz principal se envía hacia amplificadores alimentados por tres filtros con debilitación rectificable y tres amplificadores separados. Estos amplificadores, a su vez, accionan sobre tres altavoces ciispuestos respectivamente para la reproducción de notas graves, medias y agudas y colocados en una pequeña habitación de prolongada vibración, con las paredes desnudas, lisas y duras (figura 6 ) . Un micrófono colocado en esta cámara recoge los sonidos, así modificados por un efecto de vibración auxl lar, y los devuelve hacia el amplificador principal. Esta cámara vibratoria auxiliar es conocida y ulilizada cn los estudias extranjeros. Este sistema de rectificación permite obtener, a vohantad, todos los -colores acústicos» de las salas y obtener, sin modificaciones arquitectónicas, cn una pequeña sala muy amortiguada, todos los efectos que se podrían realizar en las salas de concierto, en los teatros, en las iglesias, etcétera, y sin temor a introducir ecos. Con la resonancia eléctrica se puede hacer más perceptible la orquesta de acompañamiento y la voz del cantante o la música del solista; la resonancia de las notas graves proporciona, por otra parte, un me)or efecto musical sin aumento de amplitud. En otro orden de ideas, el director de orquesta puede modificar a voluntad, hasta cierto punto, la?*aracterísticas acústicas de los estudios según la obra que se emite. Este sivtcma de toma fraccionada de los sonidos se ha puesto en práctica en varios esludios franceses. En cuanto a los dispositivos de resonancia eléctrica rectificable presentan ventajas no menos originales y que prometen perfeccionamientos próximos de la técnica de las emisiones radiofónicas. DOS MIL AEROPLANOS PARTICULARES N 188V circulaban dos mil carruajes con caballerías por las calles d e A m é r i c a . En la actualidad, hay registrados veirv ticuatro millones d e v e hículos. Y también se cuervfan dos mil aeroplanos particulares destinados a los locios o a simples via- jes d e recreo. Estos artefactos cuestan, aproximadamente, unos siefe mil quinientos d ó lares, aparte da los gastos d e garage, d e seguros, d e amodización, etcétera. El objeto principal d e estos aeroplanos consiste, c o mo es natural, en el transporte rápido. G e neralnnente van provistos de una cabina cerrada para cuatro asientos, si bien los hay completamente abiertos. Se calcula que, por término medio, en un período d e cinco años, uno d e estos aeroplanos vuela durante unas tres mil horas. Este período representa toda la vida del aparato, si bien e s conveniente cambiar el motor al cabo d e mil quinientas horas d e vuelo. Existen d e seis a d o c e aeropuertos particulares en América para los dos mil aeroplanos particulares, pagándose de veirvticinco a treinta y cinco dólares mensuales por el garage. Los aeroplanos van provistos d e aparatos d e radio. P O R E S O S AVUáípOS CHINA VISTA D E S D E AVIÓN VIontaña» J e tierra amarilla I JUNTO a la Gran Muralla de China, de la ) que aquí vemos la parle que forma la frontera con Mogolla, se alzan estas imponentes montañas de «tierra amarilla». Este es el nombre que dan los chinos a lo que técnicamente se denomina «loess» y es una especie de tierra muy calcárea, de color amarillento, que se caracteriza por su gran porosidad, lo que le permite absorber las aguas de lluvia por abundantes que sean, S ñ P O S llegamos A PENAS bajo a r g e n t i n o al campo —cuenta E. Schuhmacher a los lectores de «Koralle», d e vuelta de una expedición a Sudamérica— tral)amos conocimiento con estos poderosos anfibios. El campo bajo está Inundado, lo que indica que es el tiempo de los sapos y de las ranas, pues, durante el período de sequía, permanecen ocultos en cualquier escondrijo que conserve un resto de humedad de anteriores inundaciones. Es imposible que estas grar>des y extrañas ranas y estos voluminosos sapos nos pasen inadvertidos. Cuando los vemos por sin que nunca se encuentren manantiales en esos terrenos. Hay una curiosa opinión sobre la formación del «loess». Según ella, esta, tierra procede del polvo resultante de la descomposición de las rocas, acarreado por los vientos fuertes y depositado en terrenos desprovistos de desagüe. El relieve caprichoso de algunas llanuras de «loess» se debería entonces a que la tierra amarilla, al ir cubriendo y recubrierxjp terrenos pro- vistos de vegetación, se habría adaptado a la forma de ésta, conservándola en (jarte en sus capas superiores. Aunque el «loess» se encuentra en diversos países, es en China donde alcanza su máximo desarrollo, pues allí loS depósitos son tan importantes que forman incluso grandes montañas como las que constituyen esta cordillera, formidable muralla natural tendida a lo largo de la Gran Muralla china. GIBüTlTEa La r a n a c o r n u d a g i m e c o m o u n n i ñ o y s e h i n c h a c u a n d o a l g ú n peligro l a a m e n a z a . primera vez, experimentamos la impresión d a que nos hallamos ante gigantes de su especie. Además, la especie d e las cornudas es b>elicosa y feroz. Sumamente curiosas son las ranas de los zarzales. Nos acercamos a ellas y no |Se mueven. Nos miran con curiosidad. ¿Confianza? ¿Audacia? Seguridad en sus medios de defensa. Una noche nos acercamos a los zarzales con una luz de acetileno. En las ramas, tranquilas e inmóviles, sin demostrar la menor inquietud ante nuestra presencia, vimos varias ranas. Algunas estaban al alcance de nuestra mano mirando con descarada P O R E S O S AVUNPOS fijeza la acetileno. Cogimos una y en seguida advertimos que empezaba a cambiar de c o lor adquiriendo una tone»Pig''"^ verdosoazulada. 136 " De pronto, sentimos como si tuviéramos en la mano una: ardiente brasa y nos apresuranxjs a soltar al diabólico animalito, que se alejó dando saltos. Entonces comprendimos por qué le inquietaba tan poco nuestra presencia. ¿Qué puede temer un animal que despide fuego? Y digo «despide» porque el color verdeazulado que adquiere no se limita a revestir su piel, sino que s e desprer>de de ella como una emanación. A la noche siguiente encontramos otra rana singular: la cornuda. Su tamaño es considerable; abulta tanto como dos puños d e hombre juntos. En la cabeza, entre los ojos, tiene un cuerno. La estamos contemplando con curiosidad y ésta se convierte en asonrvbro cuando vemos que se va hinchando, hinchando... Parece que va a estallar. Pero, de pronto, lanza un grito quejumbroso semejante al llanto de un niño, da un gran salto y queda en el suelo inmóvil y d e s hinchada. Así manifiesta el miedo la rana cornuda. Mi compañero Kiefer c o g e al animal para guardarlo en un saquito y la rana vuelve a hincharse. Un gaucho que nos acompaña lanza un grrto de horror. Dice a Kiefer que suelte a la rana porque si ésta le muerde, morirá sin remisión. Y e s que la rana cor- c^/tW' El s a p o g i g a n t e q u e v i v l 6 e n n u e s t r a t e t e r a y tui nuestro huésped. mundo científico con el nombre d e «Bufo inofensivo y confiado. Por la noche se inacque». Es tan grande como un plato y tieterna en los ranchos en busca de marir>e una fuerza enorme en sus patas cíelarv posas que, por haberse quennado las alas teras, a pesar de que éstas son muy cortas. en alguna luz, están indefensas. Durante Con ellas se agarra a la muñeca del que el día permanece en los rincones frescos. lo c o g e y cuesta Dios y ayuda abrir las En nuestro campamento tuvimos como poderosas tenazas. Su piel es áspera como huésped uno d e esos sapos gigantes. Pael papel de lija y, detrás d e la cabeza, ' saba el día en el interior d e nuestra tetetiene dos glándulas que segregan un líra, desde donde nos miraba sin inquietud quido espeso y mal oliente. Cuando por la ni malicia cuando nos acercábamos. Al noche vamos por el campo y pisamos una ponerse el sol, abandonaba su refugio y cosa blanda, poderrws tener la seguridad de se paseaba tranquilamente entre nuestras que hemos puesto el pie sobre un sapo piernas a la caza de insectos. Fuimos buegigante. Nuestro pisotón no le causa el nos amigos y, cuando nos marchamos, tumenor daño. La elasticidad d e su cuerpo vimos para él un adiós cariñoso. es tan sorprendente, que soporta grandes Un adiós que hicimos extensivo a toda pesos sin sufrir lesión alguna, la nutrida y ruidosa sociedad de sapos que tslo hay que temer al sapo gigante. Es poblaba aquellos parajes. Un sapo gigante avanzando lenta y pesadamente. La r a n a c o r n u d a t i e n e m a l g e n i o . El q u e l a m o l e s t a s e e x p o n e a recibir u n m o r d i s c o . nuda tiene fama de ser muy venenosa entre aquellas gentes. Sin embargo, ICiefer no suelta la rana y ésta acaba por clavarle sus cuatro dientecillos en el pulgar, con tanta fuerza, que e s difícil obligarla a soltar su presa. Por fin, lo conseguimos, mientras el gaucho huye aterrado. Ya da por muerto a Kiefer. En el campamento maíannos la rana y la ponemos en alcohol. A la semana siguiente volvemos al campo bajo y nos encontramos con el gaucho. Cuando éste ve que Kiefer está vivo, no quiere dar crédito a sus ojos. —Sin duda no le mordió bien— dice, buscarnlo u^^a explicación a io que para él e s un prodigio. Seis meses después, en el Parciguay superior, volverr>os a encontrarrws con las ranas, que dan señales de vida en las noches insoportablemente bochornosas. El concierto de ranas y sapos que oímos todas las noches es algo que sobrepasa todo lo que se pueda imaginar. Tan atronadora es la algaabía, que entenderse hablarKJo e s p o co menos que imposible. El ejemplar más notable d e esa gritona sociedad es el sapo gigante, conocido en el ( ú e icdcs Demandas 1 1 6 . — A. C. P. «lesf.iríii r o n o r e r la d i r e c c i ó n d e la r e v i s t a f r a n o e s a t i t u l a d a Je sais Inui y a i«oder s e r p r e r i o d«' s u s c r i p c i ó n e n m o n e d a esfwn'iola. y ia dirección d e l i n s t i t u t u Geográfico y Estadistico d e Hspai'ia. M u y a s r a d e c i d o . 1 1 7 . — E. S. G. r e c u r r * a l o s a m a b l e s l e c t o r e s d e ALGO |»ara v e r s i e n l r o e l l o s h a y a l f ^ i n o q u e p u e d a lacilitarle los folletines 2 3 v 2 7 . y desde e l 3 4 i n c l u s i v e h a s t a e l f i n a l ¡ l o d o s d e l t o m o I I ) d e La Tierra y sus pobladores, primer folletín g u e publicó e s t a r e v i s t a . A p o d e r ser, tamhii^ii m e i n t e r e s a n l a s ta|>as p a r a e n c u . i d e r n a r la o b r a . T e n t i o para d a r a c a m b i o l o s p r i m e r o s n ú m e r o s d e la r e v i í l a y a l g u n o s f o l l e t i n e s d e l o s qije e n t o n c e s s e p u l t l l c a b a n , a u n q u e t a m b i é n paRarla, s i a s i l o d e s e a e l f a v o r e c e d o r . F.scriljid a t e n i e n t e K I o m e s l a , n . " 2 2 , 2 . » , 4.', ( S a n t s ) , IJarcelona. 1 1 8 . — ¿ P o d r í a alijún a m a b l e l e c t o r p r o p o r c i o n a r m e 0 s i n o d á r m e l a s e n la r e v i s t a l a s b i o g r a f í a s d e l o s s i g u i e n t e s e x p l o r a d o r e s [lolares? A n d r é , A n i u n d s e n , P i r d , C a p n i . C o o k , C.harchl e t ó n , Cliarcot, D a v i s , D n m o n t . D ' U r v i l l e , D i s c o very, D e I.oug. Ellwort, F r a n c k l i n , Gaut, Gerlaciie, M a c - D o n a i d , Mac-Clure, N a n s e n , Nobile. N o r d e n s k j o l d , P r a r y , R o s s , R a s m u s e n t . S r o t t , W'ilkes y VVilk i n s . D e m a n d a r l o s pi.r r o r r e o , m i s s e f l a s s o n J o a q u í n D u c o b a , Santa l.ucla, IS, S a n t a n d e r . 1 1 9 . — . / . fl. F. a g r a d e c e r á a l a m a b l e l e c t o r q u e s e t o m e la m o l e s t i a d e i n f o r m a r l e s o b r e l o s e s t u d i o s q n e s e n e c e s i t a n para deseni|)eftar e l c a r g o d e secretario d e a>'untaniienlo, y si e s índis{ieusable t e n e r a p r o b a d o e l bai b i l l e r a l o . 120..—Jo.sé García. F u e n c a r r a l , G3. r e l o j e r í a , M a d r i d , p a g a r l a a p r e c i o r a z o n a b l e la l á m i n a tituliada Fauna Oriental d e l primer t o m o d e la Historia Natural de la Creación. 121.—Si algún lector d e A l e o posee los n ú m e r o s 1 a 8 8 , ambos inclusives, d e esta re\ista. y desea d e s p r e n d e r s e d e e l l o s , y o s e l o s conifirarla o c a m biarla por n o v e l a s . T a m b i é n m e interesa líacer una c o l e c c i ó n d e la r e v i s t a Films Seleelos, para l o c u a l me faltan bastantes números, q u e desearla adquirir e n la f o r m a m á s a r r i b a i n d i c a d a . S í r v a n s e d i r i g i r s e a l l o n i f a r i o F e r n á n d e z , p l a z a M a y o r , 7, T o rrelavega (Santander). 122.—Si a algún lector d e esta revista le interesa adquirir n ú m e r o s atrasados, le |)uedo ofrecer a prec i o r a z o n a b l e i o s n ú m e r o s 1 a 131 i n c l u s i v e s , m e n o s l o s n ú m e r o s 2 y 3 , y d e s d e e l n ú m e r o 171 l i a s t a el 2 8 2 inclusives, con e l bien e n t e n d i d o d e que todos ios n ú m e r o s s o n s i n folletines. N o m e d e s p r e n d e r é de ningún n ú m e r o suelto. Pueden escribir a m i d i - TAPAS EN TELA PARA ESPAÑA HISTÓRICA • ESPlRi BISTímCi a t o d recelen: José Mestres, calle Finlandia, 25 bis, tienda, e m i s o r a d e o n d a larga y e n E u r o p a s o n m u y e s S a n t s (IJarcelona). casas. 1 2 3 . — P o r s i a a l g u i e n i n t e r e s a , v e n d o los n ú m e r o s L o s c o n d e n s a d o r e s o c a p a c i d a d e s Ci y C , lian d e s i g u i e n t e s d e la r e v i s t a ALOO: d e i n ú m e r o 1 a l 2 5 í e r d e 1 0 0 era. (1/1000 infd.) cada u n o , e l C , d o i n c l u s i v e s y d e l 3 7 hasta e l 2 8 2 . Para ofertas dirí50 c m . (0,5/100(j mfd.) y e l C . d e 2 0 0 c m . (2/1000 j a n s e |K)r c o r r e o a S . G r i f o l s , c a l l e G a r d a H e r n á n m l d . ) , e s t e ú l t i n t o fijo. P o r s e r e s t o s a r t í c u l o s m u y d e z , 1 0 5 , 1.°, B a d a i n n a . c o m u n e s e n r a d i o , los e n c o n t r a r á e n cualquier casa 1 2 4 . — J . L. Jiménez s o l i c i t a le i n f o r m e n d e l o del ramo, puede nu obstante reemplazarlos por que son ondas largas y corlas y e n q u é se diferencian otros d e capacidad apro-\iniada.' i a s p r i m e r a s d e l a s o n d a s d e larga d i s t a n c i a ( p u e s P o r lo q u e s e r e f i e r e a l o s t e l é f o n o s , j m e d e v a creo que son dos cosas d i s t i n t a s ) . T a m b i é n deseari,i r i a r s e e n a l g o la resi>tenci¿i; s i u t i l i z a d o s a u r i c u l a q u e m e d i j e s e n q u é s o n y [tara qtié f i n e s e s t á n r e s , p u e d e n s e r d e loOO o h m i o s c o d a u n o y u t i l i z a n d e s t i n a d a s L-is s i g u i e n t e s c o s a s d e r a d i o : s e l e c t i v i d a d d o t r e s p u e d e n s e r d e 5(iO. variable, liobinas d e |)anal. bobinas d e fondo d e Para más detalles, disponga de Tanarro. cesta, tulios de chelacite, tubos bakelizados, induc7 6 . — Jaime Pons, maestro nacional de Capctancia, variómetros y condensadores variabks. lladea ( I l a r c e l o n a ) , c o n U ' s t a a Antonio Valles, m a e s Gracias anticipadas. t r o nacional d e Faiumns (Hii. ' m d a 87): 1 2 5 . — J o s é Atarean, m a e s t r o d e la e s c u e l a n ú P a r a c o n s t r u i r u n a c o m e t a si i necesidad mero 3 d e J a v a l i N u e v o (Murcia), agradecerla a de recurrir a complicaciones • •. c o m e t a algi'in c o m p a ñ e r o la l e t r a y la m ú s i c a d e c a n t o s d e que por s u sencillez pueda ser construida por l o s palmr p u r a m e n t e r e g i o n a l , a p t o s para la e s c u e l a . niños m á s pequeños, se emplean dos elementos: Los aceptarla a cambio d o alguna fotografía d e t i papel y bramante. Iios. m o n u m e n t o s , e t c . . d e e s t a r e g i ó n . N. de la I-. — L a s o t r o s p e t i c i o n e s p u e d e e l s e ñ o r A l a r c ó n d i r i g i r l a s a la A d m i n i s t r a c i ó n d e U r e v i s t a , e n la s e g u r i d a d d e q u e s e r á a t e n d i d o e n lo p o s i b l e . 1 2 6 . — Un amigo de todos a g r a d e c e r l a a q u i e n le p u d i e s e i n d i c a r la m a n e r a d e c o n s t r u i r b o b i n a s p a r a lo? a p a r a t o s d e g a l e n a . 1 2 7 . — Un lector de ALGO d e s e a s a l i e r q u é s o podría hacer e n u n a p a r a t o d e radio a n t i g u o , ruaría Philips, modelo n ú m e r o 2 5 1 4 , para poder e l i m i n a r la e s t a c i ó n l o c a l . 1 2 8 . — L . A. de S. d e s e a r l a q u e a l g ú n a m a b l e lector d e esta a m e n a e instructiva revista, le diera t o d o s l o s d a t o s r e f e r e n t e s a l c u l t i v o d e la n a r a n j a e n n u e s t r o p a i s , a s i c o m o piroducción a n u a l , ' c o n s u m o n a c i o n a l , imiHjrtnción a l e x t r a n j e r o , e t c . 1 2 9 . — José Castro Corberó (Alfredo Perefia, 5 5 , Lérida), saluda afectuosamente a los lectores d e ALGO, y p r e g u n t a s i a l g u n o d e é s t o s q u e n o t e n g a i n t e r é s c n c o l e c c i o n a r e l Teatro clásico extranjero, p u b l i c a d o p o r ALGO,, le p u e d e p r o p o r c i o n a r l o s d i e z n u e v e primeros folletines d e diclia obra, o s e a s t a la t r a g e d i a Británico. S i algún lector miiere c o r r e s p o n d e r a m i d e m a n d a , p u e d e l i a c e r l o a la d i rección m á s arrilm i n d i c a d a . Muy a g r a d e c i d o . 13<). — Fernando Calalrava. domiciliado en D u S e t o m a una hoja d e papel d e barba, d e l t a m a ñ o q u e s a d e la V i c t o r i a , 2 5 , L o g r o ñ o , d e s e a r l a a d q u i q u e s e c r e a m á s c o n v e n i e n t e , s e c u a d r a (fig. A ) y rir l o s f o l l e t i n e s d e Historia Natural siguientes: s e doblan dos d e sus lados, haciendo que l a s dobleT o m o I, d e l n ú m e r o 1 a l 6 , d e l 9 a l 1 3 , 1 5 . 1 6 , 1 8 , ces coincidan e n u n o de los á n g u l o s d e l paiiel, e o 24. 2 5 . 2 9 , 3 8 , 3 9 y 4 8 a l fin. T o m o I I . d e l n ú m e la f o n r w q u e i n d i c a la figura l i . r o 1 a l a. d e l 5 a l 10, 12. 1 3 . 1.5, 17 y 1 8 . E n e l p u n t o m e d i o d e c a d a u n o dfi e s o s l a d o » Si a l g ú n lector pudiera farfullármelos, pagarla d o b l a d o s (a y í> d e la f i g . I!) a t a r e m o s d o s h i l o s , su importe y gastos q u e originara. de u n o s 2 0 c m . d e l a r g o , q u e u n i r e m o s d e s p u é s a 1 3 1 . — Tomás Pellicer d e s e a r l a q u e Tanarro t u u n tercero, que e s e l que s u j e t a r e m o s c u a n d o b a g a viera a bien mandar d e t a l l a d a m e n t e su e s q u e m a m o s volar la c o m e t a . (contestación n ú m e r o 3 7 ) , e s decir, describir e l La c o l a s e c o n s t r u y e a t a n d o c o n b r a m a n t e d i v e r g r u e s o d e l h i l o , p o s i c i ó n d e l a s iKibinas e n t r e s i , e t c . sos trocitos d e papel c o n v e n i e n t e m e n t e seiiaradoi Y decir si tendría suficiente con sesenta metros d e el uno del otro. a n t e n a para o í r sus o c h o e m i s o r a s . Para que e l hilo n o desgarre e l papel es c o n v e 1 3 2 . — Manuel Hacionero, encontrando dificultan i e n t e reforzar, p e g a n d o t r o c i t o s d e papel, los orifid e s para la c o n s t r u c c i ó n d e l e s q u e m a p u b l i c a d o c i o s d e s u j e c i ó n y e l d e la c o l a d e la c o m e t a ( t a l e n e l n ú m e r o 3 3 9 d e ALGO, d e s e a s e le d e t a l l e e n c o m o i n d i c a e l d i b u j o e n la f i g . I t ) . q u é forma v a n las t o m a s d e las liobinas, si unidas las d e o n d a larga y onda corta o separadas. Creo q u e l o s d i b u j o s s e r á n }'a s u f i c i e n t e s p a r a a h o r r a r in¿t_fifyBUt*S*W>**» L Contestaciones POPDIIIR 7 4 . — Tanarro c o n t e s t a a fl. M. P. ( d e m a n da 102): ¿Etiopia o A b i s i n i a ? D e a m b o s mudos t e d e s i g n a e l país gol>ernado por e l «I^ón d e Judá> o r e y d e r e y e s . C u i d a d o s a m e n t e h e b u s c a d o la e t i n t o logla d e l o s dos n o m b r e s : e n c u a n t o a E t i o p i a , e n cuentro bastante confusión, pues unos pretenden es u n nombre egipcio, otros dicen e s c o p i o ; s o n n m c b p s i o s q u e o p i n a n e s n o m b r e á r a l ) e . |>ero s o n a ú n m á s n u m e r o s o s los que aseguran v i e n e directam e n t e d e l griego, d e las v o c e s que significan «quemar», «rostro»; p o r c o n s i g u i e n t e , h o m b r e s d e r o s t r o tostado. Abisinia es u n vocablo de significado c o m p l e l a n i e n t e d e f i n i d o ; v i e n e d e llaliescii, Ilal>ex o H a b a x a ; s e trata de u n a pabibra d e l lenguaje n a cional del país — e l a m a r i c o — y quiere decir chusma, n m c h e d u m b r e , razas m e z c l a d a s , y c o m o e s u n término desiieclivo, aunque sea m u y empleado por los e x t r a n j e r o s , e s r e c h a z a d o |)or l o s i n d í g e n a s d e t o d a s clases, q u e prefieren s e r ello|)es y q u e s u país sea conocido c o n e l nombre de Etiopia. Remitido por M. Moreno DE HEDICIHi quo deseen encuadernar • obras úllimamenterapáro n l o s confeccionado unas y r o s i i t e n l e í lapas, con d i b u j o s e n color, cuya prosentoción, de elegante aspecto, f o r m a ¡ u e g o c o n la d e o t r o s o b r a s anteriormente publicadas a n ALOO. Proejo d a l a s t a p a s ; Espaii Hiitirica, 3 ptaw. Tntade Popolar dt Hedidga, 3 ptas. Podidos a los c o r r e s p o n s o l e s d e A l G O y o lo Administración d e e s t o revista Mpalacléa.211 •ABCBLeíA vai*er«c, 28 N « D1 I B que, previo recibo del correspondiente importe por g i r o p o s t a l o s e l l o s da c o r r e o , r e m i t e l o s e n c a r g o s , libras da g a s t o s , p o r c o r r e o c e r t i f i c a d o . R o c o r d a m o s a n u e s t r o s l e c t o r e s q u e q u e d a n lod o v í a t o p o s , muy p o c a s , de l o PeqocAa E n c i c l o p e d i a Columbua, al p r e c i o de S'Sa ptaa. E l i m p e r i o d e la r e i n a d e S a b a n o s e r e f i e r e p r e c i s a m e n t e a E t i o p i a , p u e s e s u n a c i u d a d d e la A r a bia, e n e l Y e m e n , a l o t r o lado d e l m a r R o j o , c u y a r e i n a l l e l k i s fué a v i s i t a r a S a l o m ó n , a t r a í d a p o r l a . faina d e s u sabiduría. H o y S h e b a - M a r e b . El a c t u a l e m p e r a d o r d e E t i o p i a . Haile Sclassie I ( n o m b r e q u e s i g n i l i c a « P o d e r d e la T r i n i d a d » ) , s e g ú n las crónicas d e s u pais, e s e l 334 monarca que g o bierna Etiopia. 7 5 . — C o n t e s t a c i ó n a la d e m a n d a n ú m e r o 1 0 1 , d e Palmerln: P o r la c o n t e s t a c i ó n q u e d o y a la d e m a n d a n ú m e r o 9 8 h a b r á p o d i d o o b s e r v a r la d i s p o sición de las bobinas. ( * n u n buen variómetro c o n s e g u i r á b u e n o s r e s u l t a d o s , i>ero s i s ó l o s a b e c o n s t r u i r e l d e la c o n t e s t a c i ó n n ú m e r o 2 9 . e s p r e f e r i b l e a d o p t e e l s i s t e m a «nido d e a b e j a m ó v i l » , p o r s e r d e n m c h o m a y o r r e n d i m i e n t o , i>ues. a u n q u e a u m e n t a u n poco las m a n i o b r a s a realizar, queda c o m p e n s a d o p o r la b o n d a d d e s i n t o n i z a c i ó n y i>or s e r é s t e u n p r o c e d i m i e n t o s i m i l a r a l «tesla», c o n e l q u e s e obtiene el máximo. C o n e l n ú i n e r o d e e s p i r a s para o n d a larga p u e d e n c a p t a r s e a l g u n a s e m i s o r a s d e o n d a m e d i a , pero t e n g a e n c u e n t a q u e e n EspafUi n o h a y n i n g u n a — P a p i , el t e r m ó m e t r o n o h a c e m á s q u e s u b i r y bajar. — N o puede ser. ¿ Dónde l o h a s puesto? — E n el a s c e n s o r . - tliftnor — ¿ P e r o n o t i e n e s el m e l r o ? — S I , pero e s m u y c o r t o para medir esta tabla t a n larga.— (De — A h o r a q u t h a perdido el c o n o c i m i e n t o , la p u e d e relevar t s t a . — ( D e «Pearton'*».) Historietas MT p a p a portero c a m p o d e l d e del concurso POR NO ^ER NINOflKl: c s \ u * \ a m e n \ e \v\ voy es T. ai reai''o el — Ett e l \ e r i Q o el parqvje d e erítrada porrero iPearson's».) al'raccTorzes ffbre p o r q u e por<que p o r r e r o i Wañana V07 a l o s \'oro<5,sm nr?T p a p a ^ p B p l p o r t e r o ^ \La'^a — p a Q a r . c o n e<3 m \ m i F" q u e «-^ d e ^ ^ ^ ^ 1 — P e r o ¿ c r e é i s q u e e s t á bien q u e a l b o r o t é i s de e s e modo cuando u n o está pescando?— ' D e • l.ectures pour tous>.) NUM. 11. Por LARRUNY ANGARÓN