Capítulo 3: Enfermedades de transmisión sexual de la vulva N.C. Nwokolo y S.E. Barton Introducción La vulva puede ser el sitio de un número de infecciones de transmisión sexual. Estas infecciones pueden volverse manifiestas en el punto de entrada de los microorganismos causales en la piel vulvar, p. ej. el chancro primario de la sífilis, o posterior a la diseminación local como el herpes simple genital, el virus de papiloma humano genital (VPH) e infecciones del molusco contagioso. Los procesos patológicos que ocurren en la vagina tales como la candidiasis y tricomoniasis pueden tener un efecto secundario en la piel vulvar. Las infecciones de transmisión sexual (ITS) tales como herpes genital y verrugas genitales, además de las condiciones no transmitidas sexualmente tales como candidiasis y vaginosis bacteriana, pueden ser agravadas por la cópula sexual. La flora normal del tracto genital femenino En los adultos, la especie bacteriana predominante dentro de la vagina es el Lactobacillus, que constituye más del 95% de la flora normal. Sin embargo, una gran cantidad de otros organismos, anaerobios y aerobios, también colonizan la vagina, y las alteraciones en el prevalencia relativas a estos organismos pueden estar asociadas a síntomas vaginales. Antes de la pubertad, en ausencia de los niveles elevados de estrógenos asociados al inicio de la menarquía, la vagina está colonizada principalmente por las bacterias fecales y los comensales de la piel y el pH es alto (Hammerschlag y col. 1978). En el inicio de la menarquía, los niveles de elevación de los estrógenos causan la estratificación y el engrosamiento del epitelio escamoso de la vagina y del vestíbulo adolescente, y la caída del pH vaginal debido a la predominancia del aumento de los lactobacilos. También está presente un número pequeño de otras especies tales como Gardnerella vaginalis, Micoplasma hominis, peptoestreptococos y otras variedades estreptocócicas y especies de bacteroides. Se piensa que los lactobacilos productores de peróxido de hidrógeno son responsables de mantener el pH ácido necesario para controlar los números de bacterias endógenas dentro de la vagina Ridley’s The Vulva, 3rd edition. Edited by Sallie M. Neill y Fiona M. Lewis © 2009 Blackwell Publishing. ISBN: 978-1-4051-6813-7. 44 (Hawes y col. 1996). Después de la menopausia, la deprivación de estrógenos causa una caída en los lactobacilos y una reversión del estado similar al premenárquico. Las variaciones en la flora vaginal normal son consideradas en el curso de cada ciclo menstrual, y las influencias externas también hacen una parte en la determinación de la predominancia relativa de los diferentes organismos (Bartlett y col. 1977, Wilks y Tabaqchali 1987, Keane y col. 1997). Despistaje para las infecciones de transmisión sexual La mayor parte del despistaje para las ITS en el Reino Unido se realiza dentro de clínicas de medicina genitourinaria (MGU), el despistaje es limitado en ginecología y en clínicas de planificación familiar y práctica general. En la MGU, las solicitudes individuales de despistaje son evaluadas por un clínico y se le ofrece pruebas según los síntomas, tomando en cuenta los períodos de incubación de las diferentes infecciones. Un “despistaje de ITS total” involucra generalmente un examen genital en el cual se hace un hisopado para clamidia, gonorrea, tricomonas, candidiasis y vaginosis bacteriana. También se realizan pruebas serológicas para sífilis y VIH. Las pruebas para otras infecciones tales como hepatitis B y C y herpes se realizan según las necesidades clínicas. El advenimiento de las técnicas de prueba de amplificación de ácidos nucléicos (NAAT) significa que cada vez más a los individuos asintomáticos se les puede ofrecer investigaciones no invasivas usando orina o hisopados vulvovaginales autorecolectados. El examen genital se realiza con la paciente estando en supinación con las rodillas separadas o en la posición de litotomía. Es importante tener una fuente de luz fuerte, ajustable. Después de la inspección de los órganos genitales externos por los aumentos de volumen, las úlceras y los flujos, se palpa la región inguinal para la linfadenopatía, y se realiza el examen con espéculo. Un espéculo de tamaño apropiado y lubricado se inserta en la vagina para exponer la cérvix. Las paredes vaginales y la cérvix se examinan para los flujos y las lesiones. Se recogen las muestras usando un hisopo o un lazo de plástico. El hisopado vaginal es el elegido para la Candida, la vaginosis bacteriana y la tricomoniasis. Las muestras para la clamidia y la Enfermedades de transmisión sexual de la vulva gonorrea deben ser tomadas de la endocérvix. Los hisopados uretrales, rectales y orofaríngeos también pueden ser enviados para las pruebas de clamidia y gonorrea dependiendo de las circunstancias clínicas. En las clínicas de MGU, el examen microscópico de los flujos vaginales y cervicales se realiza al momento del examen para la candidiasis, la vaginosis bacteriana, la tricomoniasis y la gonorrea. Esto permite el diagnóstico y el tratamiento definitivo de estas condiciones en la consulta inicial y antes de que los resultados formales del laboratorio lleguen a estar disponibles. La muestra para la microscopia se extiende sobre un portaobjetos y se deja secar para la tinción de Gram (Candida, vaginosis bacteriana, gonorrea) o es examinado mientras las preparaciones están frescas – a la muestra se le aplica una gota de solución salina en un portaobjeto y se examina bajo un cubreobjeto (Tricomonas, sífilis; usando microscopia de campo oscuro). Las muestras para el cultivo se inoculan directamente sobre los medios de cultivo apropiados (medio de Sabouraud para la Candida, el medio New York City u otro específico para la gonorrea, y el medio de Diamond u otro apropiado para las tricomonas). Cuando no es posible inocular las muestras directamente sobre medios de cultivo, deben ser insertados en medios de transporte apropiados. Es importante tener en mente que ciertos organismos inoportunos tales como la Neisseria gonorrhoeae no sobreviven bien en la mayoría de los medios de transporte. Los medios tales como el medio de Amies con carbón pueden prolongar la supervivencia de la N. gonorrhoeae. Las muestras para las NAAT se envían generalmente como hisopados secos, no inoculadas en ningún medio. Si hay duda, se debe consultar el laboratorio de microbiología local en cuanto al método más apropiado de transportar las muestras. 45 Fig. 3.1 Tricomonas flagelados. Publicado en Wisdom, A. & Hawkins, D. (1997) Diagnosis in Color: Sexually Transmitted Diseases, 2nd edn. Mosby-Wolfe, London; slide 275, p. 159, © Elsevier 1997. Infección por protozoarios Tricomoniasis La Trichomonas vaginalis es un protozoario móvil, flagelado (Fig. 3.1) que coloniza el tracto genital inferior de los hombres y mujeres. Epidemiología La tricomoniasis es la infección de transmisión sexual noviral más común con más de 170 millones adultos infectados por todo el mundo. En el Reino Unido, la infección por T. vaginalis constituye aproximadamente el 2% de las asistencias de las clínicas de MGU. Es una causa significativa de parto prematuro y de bajo peso al nacer y parece facilitar la transmisión del VIH (Laga y col. 1993, Sorvillo y Kernott 1998, Bowden y Garnett 2000). Características clínicas Las T. vaginalis tienen un período de incubación de 4–28 días (Hesseltine 1942). Hasta el 50% de las mujeres infecta- Fig. 3.2 Flujo asociado a la infección por tricomonas. Publicado en Wisdom, A. & Hawkins, D. (1997) Diagnosis in Color: Sexually Transmitted Diseases, 2nd edn. Mosby-Wolfe, London; slide 276, p. 160, © Elsevier 1997. das son asintomáticas. Los síntomas varían desde leves a severos y principalmente se deben a la vulvovaginitis. El flujo es clásicamente espumoso, maloliente y purulento (Fig. 3.2). La infección de la uretra y de las glándulas parauretrales es común. La disuria puede ser una característica. El examen con espéculo puede revelar la “clásica cérvix en fresa” vista en aproximadamente 2% de las mujeres (Sherrard 2007), la cual se debe a las hemorragias puntiformes en la ectocérvix. 46 Capítulo 3 Diagnóstico La prueba diagnóstica más simple y la más comúnmente usada para la T. vaginalis es la microscopia de una preparación montada en fresco del líquido vaginal en solución salina. Esto permite la demostración de los protozoarios flagelados móviles característicos y debe ser realizada cuanto antes después de que se tome la muestra ya que los organismos se vuelvan menos móviles con el tiempo. La microscopia del montaje en fresco tiene una sensibilidad de 60–70% comparada con el cultivo en las mujeres (Krieger y col. 1988, Gelbart y col. 1989, Levi y col. 1997). Debido a la baja sensibilidad y especificidad de la preparación del montaje en fresco en comparación con el cultivo, las muestras vaginales deben ser enviadas idealmente para el cultivo cuando sea posible. Las técnicas más nuevas para la detección del ADN de las T. vaginalis en la orina o en las secreciones vaginales utilizan la tecnología de la reacción en cadena de polimerasa (PCR) y en algunos estudios tiene una mayor sensibilidad que el cultivo (Madico y col. 1998, Caliendo y col. 2005). Estas pruebas todavía no están disponibles ampliamente en el Reino Unido. Tratamiento El tratamiento recomendado para la tricomoniasis es el metronidazol oral 2 g como dosis única o 400–500 mg–dos veces al día por 5–7 días (Sherrard 2007). Tinidazol 2g oral como una sola dosis también puede ser utilizado. El metronidazol y el tinidazol tienen un índice de curación de aproximadamente 95% (Gülmezoglu y Garner 1998). La curación espontánea ocurre en el 20–25% (Sherrard 2007). Es importante asegurarse de tratar a las parejas masculinas de las mujeres con tricomoniasis. Falla en el tratamiento La falta de respuesta al tratamiento puede ser debido al pobre cumplimiento, a la falta de tratamiento de su pareja masculina, a la pobre absorción, por ejemplo debido al vómito, o a la resistencia antimicrobiana. La repetición de un curso de tratamiento estándar generalmente dará lugar a una respuesta en las primeras tres situaciones. Cuando se sospecha de resistencia, dosis más altas o cursos más largos de metronidazol o de tinidazol pueden ser considerados, al igual que los siguientes tratamientos para los cuales solamente hay evidencia anecdótica: supositorios de nonoxinol-9 en la noche por 2 semanas y luego una vez semanal hasta por 7 meses; supositorios de acetarsol 2 x 250 mg en la noche por 2 semanas; supositorios de sulfato de paromomicina de 250 mg una vez o dos veces al día por 2 semanas (Sherrard 2007). Infección por levaduras Candidiasis vulvovaginal La candidiasis vulvovaginal (CVV) es la segunda infección vaginal más común en el hemisferio occidental después de la Fig. 3.3 Esporas e hifas de la Cándida albicans. Publicado en Wisdom, A. & Hawkins, D. (1997) Diagnosis in Color: Sexually Transmitted Diseases, 2nd edn. Mosby-Wolfe, London; slide 251, p. 148, © Elsevier 1997. vaginosis bacteriana (Sobel 1990). Las especies de Candida son reconocidas como parte de la flora de levadura endógena normal de la vulva y la vagina en las mujeres en la edad de la maternidad, y pueden ser aisladas rutinariamente hasta en el 50% de las mujeres (Drake y Maibach 1973). De éstos, la Candida albicans es responsable de casi 90% de los episodios sintomáticos de la vulvovaginitis (Sobel 1997). Las C. albicans son levaduras ovoides, brotantes, las cuales, bajo el microscopio, puede ser vistas como esporas o hifas (filamentos alargados que se asemejan al micelio del moho) (Fig. 3.3). Otras especies de Candida tales como la C. glabrata, la C. tropicalis, la C. parapsilosis y la C. krusei también pueden causar síntomas y puede ser resistente a las preparaciones anti-Candidas convencionales. Epidemiología Aproximadamente 75% de las mujeres en edad reproductiva experimentarán por lo menos un episodio de vulvovaginitis por Candida en el curso de su vida (Sobel 1985). Sin embargo, 10–20% de las mujeres con cultivos vaginales positivas para Candida serán asintomáticas (Daniels y Forster 2002). Un número de condiciones pueden estar asociadas a la colonización creciente de la vagina por Candida. Éstos incluyen la diabetes mellitus no controlada, el embarazo y el uso de antibióticos sistémicos. La asociación entre la píldora de anticonceptivo oral y la CVV es materia de debate (Lapan 1970, el Spinillo y col. 1995, Geiger y Foxman 1996); sin embargo, las píldoras antiguas de altas dosis de estrógenos tienen mayor probabilidad de causar este problema que las preparaciones de bajas dosis disponibles actualmente. Hay poca evidencia que sugiere que la modificación de la ingesta de carbohidratos tiene algún impacto en la incidencia de la CVV en las mujeres no diabéticas (Foxman 1990, Weig y col. 1999). La CVV es rara antes de la menarquía y tiene su Enfermedades de transmisión sexual de la vulva 47 Tabla 3.1 Esquema de tratamiento para la medicación anti-candidiasis Droga Formulación Preparaciones tópicas Clotrimazol Supositorios Clotrimazol Supositorios Clotrimazol Supositorios Clotrimazol Crema vaginal (10%) Econazol Supositorios Econazol Supositorios Fenticonazol Supositorios Fenticonazol Supositorios Isoconazol Tableta Vaginal Miconazol Óvulos Miconazol Supositorios Nistatina Crema vaginal (100 000 U) Nistatina Supositorios (100 000 U) Preparaciones orales Fluconazol Cápsula Itraconazol Cápsula Régimen de dosificación 500 mg stat. 200 mg × 3 noches 100 mg × 6 noches 5 g stat. 150 mg stat. 150 mg × 3 noches 600 mg stat. 200 mg × 3 noches 300 mg × 2 stat. 1.2 g stat. 100 mg × 14 noches 4 g × 14 noches 1–2 × 14 noches 150 mg stat. 200 mg b.d. × 1 día Adaptado con el permiso de www.bashh.org/guidelines/2002/Candida_0601.pdf. Fig. 3.4 Flujo de la cándida parecido a la cuajada blanca. Publicado en Wisdom, A. & Hawkins, D. (1997) Diagnosis in Color: Sexually Transmitted Diseases, 2nd edn. Mosby-Wolfe, London; slide 256, p. 151, © Elsevier 1997. incidencia más alta en la tercera y cuarta década. Aunque la mayoría de las mujeres reportan un aumento en la frecuencia de CVV que coincide con el inicio de la actividad sexual, esto no se considera como una enfermedad de transmisión sexual. El tratamiento de las parejas masculinas de mujeres con CVV no previene la infección en las mujeres. Hay muy pocos datos sobre el prevalencia de CVV en las mujeres menopáusicas y postmenopáusicas; sin embargo, los estudios sugieren que la terapia de reemplazo hormonal pueda ser un factor predisponente (Sobel y col. 1998). Características clínicas El síntoma cardinal de la CVV es el prurito. Esto puede ser intenso y generalmente está acompañada por un flujo espeso, similar a la cuajada (Fig. 3.4). Típicamente, el flujo no es maloliente. El ardor, la disuria externa y la dispareunia superficial son comunes. En las mujeres con vulvovaginitis, los síntomas y los signos individuales de la vaginitis en ausencia de pruebas de laboratorio, son indicadores no fiables para el diagnóstico de la candidiasis (Anderson y col. 2004). Diferentes estudios han demostrado que un diagnóstico subjetivo de vulvovaginitis por Candida en mujeres con síntomas de prurito, ardor y flujo es inexacto en el 30% de las mujeres y conduce al tratamiento inadecuado (Ferris y col. 1996, 2002, Linhares y col. 2001). Puede haber eritema e inflamación de la vulva con excoriación y fisuras. Un flujo caseoso espeso puede ser visto en el introito. El examen con espéculo revela eritema de las paredes vaginales con placas adherentes de exudado blanco. El eritema puede extenderse hacia afuera e involucra el perineo y área perianal. Diagnóstico La medida del pH de las secreciones vaginales puede ser útil en la distinción de la CVV y de otras causas de vulvovaginitis. En la CVV el pH generalmente es normal, mientras que en la tricomoniasis, por ejemplo, el pH está elevado. La microscopia de luz de un frotis vaginal con tinción de Gram muestra la presencia de los blastosporos de la levadura o las pseudohifas en aproximadamente 65–68% de las pacientes con CVV sintomático (Emmerson y col. 1994, Sonnex y Lefort 1999). Cuando la microscopia es negativa o inasequible un hisopado vaginal debe ser enviado para el cultivo micótico con el medio de Sabouraud. Tratamiento El tratamiento debe ser reservado para la infección sintomática solamente. En ausencia de síntomas, no se requiere tratamiento. Varios antimicóticos tópicos y sistémicos están disponibles y son efectivos para el tratamiento de la CVV (Tabla 3.1). No hay diferencia en la eficacia de los regímenes de una sola dosis comparados con los regímenes de cursos cortos o largos (Reef y col. 1995). Las pacientes con vulvitis severa pueden beneficiarse de la aplicación adicional de una preparación de esteroide tópico de baja potencia. Candidiasis vulvovaginal recurrente La CVV recurrente se define como cuatro o más episodios de infección microbiológica demostrada en un año. Muchas mujeres con otras condiciones vulvares recurrentes o persistentes tales como herpes genital, eczema y dermatitis por contacto son erróneamente diagnosticadas como portado-