Ministerios y roles en nuestras misas comunitarias RECOMENDACIONES A LOS LECTORES PARA UNA DIGNA PROCLAMACIÓN DE LA PALABRA DE DIOS (Anexo Leccionarios, Conferencia Episcopal Argentina) Adaptaciones y normativas en nuestra Parroquia Acerca del REFERENTE: El referente o coordinador de la misa es la persona delegada por la Parroquia para atender lo necesario en el horario de su responsabilidad, en cuanto: 1. a la selección y delegación de los ministerios y roles, respetando las normativas de la Parroquia; 2. a estar atento a la ambientación de la iglesia (frío o calor, ventiladores, banderolas abiertas o cerradas, iluminación, etc.) en cercano contacto con sacristía; 3. a la distribución de material de papelería, de ser necesario (cancioneros, folletos, volantes, etc.) en cercano contacto con sacristía. El referente deberá estar siempre unos 30’ antes del horario de misa para realizar las tareas pertinentes a su rol. Es preferible que el coordinador no desempeñe ningún ministerio. Primera y segunda lecturas 1) Para proclamar un texto bíblico en la celebración, se debe utilizar el Evitaremos SIEMPRE el uso de la hojita “El domingo”, cuya función no es Leccionario. Nunca se utilice una hoja. Esto es por la dignidad de la Palabra ni remotamente la de Leccionario. de Dios en la misma celebración: “Cristo está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es Él quien habla” (SC 7). 2) Por respeto a la Palabra de Dios y a la Asamblea, nunca se llamará a último Criterios para la selección de lectores y guías: 1. Idoneidad (capacidad): el lector seleccionado debe saber proclamar momento, a cualquier persona para “leer”. El lector debe ser designado con BIEN la Palabra de Dios, no debe ser un improvisado. anterioridad y debe preparar el texto que va a proclamar, por lo menos 2. Variedad y novedad: se deberán buscar lectores variados y nuevos. leyéndolo previamente. EVITAR SIEMPRE la cansadora repetición. Nadie tiene el ministerio asegurado en alguna misa de horario. 3. Segunda lectura: se privilegiará un varón para esta lectura, cuando sea una de las cartas apostólicas. 1 La preparación del texto se realizará siempre, con el leccionario, en el mueble del pasillo a sacristía, NUNCA en el ambón. 3) Después del Amén de la oración-colecta, el lector avanza pausadamente Idem. hacia el ambón, saluda el altar con una inclinación (sin hacer la genuflexión, ni la señal de la cruz). 4) No debe iniciar la proclamación diciendo: “Primera lectura”, sino “Lectura Idem. de…”, sin dar la referencia bíblica de capítulo y versículo, ni tampoco leer el versículo en cursiva que encabeza el texto. De aquí que la preparación del texto a leer sea fundamental. RESPÉTESE 5) El lector estará atento a la diagramación y a los párrafos (pausa más larga siempre los signos de puntuación: dan cadencia y sentido al texto, entre los párrafos). separándolos en tiempos e ideas a transmitir. No puede leerse de la misma manera cualquier relato histórico de los libros de 6) Es importante, para la proclamación, saber distinguir: los Reyes que el himno triunfal de Moisés, cruzado el mar Rojo (Ex 15, 1-18). Un relato histórico; Una exhortación moral; Una enseñanza doctrinal; Un texto profético; Un poema (con estrofas o dísticos -composición usual en la poesía griega y latina que consta de dos versos, por lo común un hexámetro seguido de un pentámetro-); Una oración o doxología Cada género literario necesita una proclamación distinta; un texto poético tiene un ritmo propio que hay que respetar. 7) Al final, se dice: “Palabra de Dios”, sin levantar el libro del Leccionario (el Idem. Leccionario es Escritura, y no Palabra). Salmo responsorial 1) El Salmista debe ser una persona distinta de la del lector de la primera Idem. lectura, porque el salmo es de un género literario diferente de los otros textos 2 del Antiguo Testamento (o Hechos y Apocalipsis en tiempo pascual). Además favorece una mayor participación de la asamblea al confiar este ministerio a otra persona. 2) El Salmo es parte integrante de la Palabra de Dios y es Palabra de Dios. Si Así y todo, no se prohíbe, existe la posibilidad de utilizar un canto adecuado. no se canta, se recita. Sustituirlo por un canto cualquiera que no corresponde a la lectura, es empobrecer la respuesta a la palabra de Dios. Por razones bíblicas y litúrgicas aconsejan mantener el salmo señalado en el Leccionario. El Salmo no necesita ninguna monición para explicar o introducirlo de parte de un guía o monitor. 3) Al iniciar, no se debe decir: “Salmo responsorial. ¡Repitamos todos!”. Idem. Después de una pausa, al finalizar la primera lectura, el salmista inicia directamente el estribillo, cantado o rezado, que la asamblea repite. Tampoco hay que decir: “¡Todos!”, para invitar a la respuesta. 4) El Salmo requiere un tono de voz adecuado al tema del mismo: Idem. contemplación, meditación, acción de gracias, súplica, invitación a la alabanza… Idem. 5) Es de máxima importancia que el Salmo sea rezado por otra voz que la del lector de la primera lectura y con otro tono de voz. El Salmo no es una proclamación, sino una respuesta a la Palabra de Dios. Evangelio 1) El diácono pide siempre la bendición al Obispo o al Presbítero que preside. También en la concelebración, el Presbítero pide siempre la bendición al Obispo (Cer. Episc. 74 y 140). Significa que la Palabra del Evangelio viene de Cristo-Cabeza representado por el Presidente-Icono de Cristo. 2) En la Asamblea Dominical en Ausencia del Presbítero (ADAP), un laico inicia diciendo: “Escuchen, hermanos, la palabra del santo Evangelio según san…”. 3) El presbítero o el diácono inicia la proclamación del Evangelio diciendo: 3 “Evangelio de NSJC según San…”, mucho más solemne y significativo que: “Lectura del santo Evangelio”, y al mismo tiempo se persigna en la frente, en los labios y el pecho, sin hacer la señal de la cruz sobre sí mismo. Se evitará toda redundancia, por ejemplo: “Hermanos y hermanas, les anuncio con alegría la Buena Nueva del Evangelio…” (Tautología). 4) Al finalizar, se besa el Libro (no un pequeño folleto), se dice o se canta: “¡Palabra del Señor!” (o bien: “¡Aclamen la Palabra del Señor!”); y se puede elevar el Libro cerrado (no abierto, no la Escritura) mientras la asamblea aclama con la respuesta: “¡Gloria y honor a Ti, Señor Jesús!”: y se deposita respetuosamente el Libro sobre el ambón o eventualmente sobre el altar. 5) En una concelebración, el mismo diácono puede besar el Libro, o llevarlo al Obispo (Cer. Episc. 141). 6) Hay distintos géneros literarios en el Evangelio: Relatos con o sin diálogo, enseñanza, meditación, consejos, o a veces invectivas, o advertencias severas. En este último caso, se marcará con una pausa más prolongada antes de decir: “¡Palabra del Señor!”. El referente o coordinador deberá aplicar aquí los “Criterios para la selección de lectores y guías” (pg. 2). 1) Antes de la Misa, el guía acordará con el organista o el coro qué cantos se entonarán en la misa, para que puedan USTEDES avisar el número de página en el cual se encuentran. Lograremos así una adecuada utilización del cancionero y mayor participación en el canto. 2) La monición de entrada concluirá siempre con “Nos ponemos de pie para comenzar la Santa Misa y cantamos…”. NUNCA “nos ponemos de pie para recibir al Padre XX…”. 3) Implementaremos SIEMPRE una sola monición a todas las lecturas. 4) Antes del Evangelio la monición será solamente la indicación de la postura corporal y el anuncio el Aleluia (si no es cuaresma): “Nos ponemos de pie para escuchar el Santo Evangelio y cantamos el Aleluia”. 5) Recuerden los pasos propios para el momento del ofertorio: Terminó la oración de los fieles. Sentados. Guía (o monitor o comentador) 1) Su rol es hacer algunas breves moniciones. Puede hacer una breve introducción (escrita) a las dos primeras lecturas (IGMR 68), pero no antes del Salmo ni del Evangelio. No siempre es necesaria, sobre todo si el texto bíblico es breve. No se trata de resumir el texto. Por ejemplo: “San Pablo nos va a decir que…” (¡Dejemos a San Pablo decirnos él mismo lo que quiere decirnos!). Para la Liturgia de la Palabra, puede ayudar una sola monición antes de la primera lectura, que advierte a la Asamblea sobre la importancia del momento y la necesidad de estar atento. 4 Las colectoras pasan la colecta. Mientras tanto, el organista o el coro ejecuta algo melódico. Estando atentos a lo que pasa en el fondo, cuando ya se encuentra armada la procesión de ofrendas (pan y vino y colectas), recién ahí se lee el guión propio del ofertorio, anunciando el canto adecuado y recordando que “permanecemos sentados”. 6) Terminado el ofertorio, cuando el celebrante concluye las oraciones en secreto sobre las ofrendas y se yergue sobre el altar para hacer el lavabo, y antes de que éste diga “Recen –o recemos- hermanos…” el guía anunciará la postura corporal: “Nos ponemos de pie”. 7) Para la comunión cuando el celebrante esté comulgando con el Cuerpo, ahí comenzar a leer el guión de comunión. 8) El animador (o guía) deberá SIEMPRE pronunciar las respuestas de la asamblea POR EL MICRÓFONO. 2) El guía o monitor, no debe nunca utilizar el ambón (IGMR 68), es el lugar Idem. de la Palabra de Dios. 3) No debe ser el mismo lector del texto bíblico el que introduzca el texto que Idem. va a proclamar. 5) Un laico (varón o mujer, o a veces un niño) llamado a prestar servicio de la Según usos y costumbres del lugar. proclamación de la Palabra de Dios, tendrá una vestimenta que condiga con la dignidad de este ministerio. 5