Retos de la Democracia en la actualidad…

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Retos de la Democracia en la actualidad…
Vivimos tiempos muy difíciles de gran inseguridad e impunidad; vemos a nuestro
alrededor y nos damos cuenta de una realidad en donde la vida humana vale muy poco
para algunos y lo que verdaderamente debería valer, parece estar muy lejos de lo que
idóneamente es un esquema de valores consolidado.
Sin embargo en la sociedad del México actual escuchamos la palabra Democracia con
mucha frecuencia y son pocos los que tienen una idea clara de lo que esto significa,
vivir en democracia tiene implicaciones en muchos ámbitos de la vida en sociedad, uno
de esos ámbitos comúnmente es el gobierno, escuchamos a personalidades de la
política y de la cultura mencionar el concepto de democracia con frecuencia y en
muchos de esos casos los ciudadanos relacionamos a la democracia con la elección
libre de nuestros gobernantes.
La sociedad de hoy requiere mucho más que una opción de elección, más que eso
requiere una gestión representativa que gane influencia y prestigio por sus propios
triunfos en materia social y de búsqueda del bien común.
Un ámbito en el cual debe hacerse presente la verdadera democracia es en la
conciencia de los ciudadanos que le confieren capacidad a los pueblos de auto
gobernarse. Por ahora lo más importante en la sociedad es encontrar soluciones a los
problemas que nos aquejan, quién pone sus esfuerzos al ser vicio de los demás y de
mejorar la vida en sociedad, contribuirá a la democracia que lucha contra la desigualdad
y restablece la certeza de una política clara y justa.
Las candidaturas independientes y la creciente participación de la ciudadanía pueden
significar un enorme avance en la búsqueda de una democracia verdadera, la sociedad
debe hacer conciencia en la importancia que tiene su compromiso y su colaboración.
Todos estamos inmersos y por ello comprometidos a servir en la sociedad democrática
que queremos ver manifestada.
Debemos dejar atrás el compromiso político que tanto ha rezagado el desarrollo social,
aprender de nuestra historia y continuar con una nueva conciencia de colaboración,
tomando del pasado aquello que ha enriquecido este proceso y rescatando ejemplos
como el del innovador espíritu de Rafael Nieto que nos inspira con la comprensión de
las necesidades de su pueblo.
Muchos otros personajes han inspirado grandes acontecimientos en nuestra historia,
con todo ello se integra el aprendizaje que alienta nuestro futuro; pero especialmente el
rescate de los valores nos garantiza una sociedad más justa, más equitativa y más
democrática. El principal reto de la democracia en la sociedad de hoy es fortalecer la
conciencia global en un mundo que requiere de esfuerzos unidos para encontrar
grandes avances.
Es por todo esto que necesitamos dejar atrás el desánimo y la desesperanza que en
nada contribuyen al proceso de democratización verdadero que todos deseamos ver en
la sociedad potosina, nuevamente el reto más grande de los que compartimos este
espacio social es reenfocar nuestros esfuerzos a la colaboración y a la búsqueda de
solucione con una conciencia de ser ciudadanos del mundo.
Quienes hoy día están a cargo de puestos públicos o de alguna manera sirven a la
sociedad tienen una gran responsabilidad, demostrar que la confianza se puede
recuperar y que la colaboración puede guiarnos a la prosperidad.
La participación
ciudadana pude generar grandes resultados y además restablecer la confianza en el
poder que tiene la unión.
Finalmente resaltar que la sociedad actual atraviesa un proceso de aprendizaje, el reto
más importante de los ciudadanos es que tomemos lo positivo de cada tropiezo y con
juntemos esfuerzos para que todos podamos vivir en una unidad social, económica y
cultural impregnada con una identidad democrática.
La democracia es ya una realidad política y electoral. En rigor, ya no discutimos las
formulas para restablecer un régimen de garantías política para los individuos y partidos
o sobre las vías para el desmantelamiento de los regímenes autoritarios; hace tiempo
que dejamos de debatir en torno a las formas que tomarían los procesos de transición a
la democracia o su restablecimiento. Al contrario, en el centro de las preocupaciones
se encuentra la deliberación sobre la calidad de los regímenes que hemos edificado, es
decir, en cómo resolver los problemas planteados por la consolidación del modelo que
permite que la pluralidad real de la sociedad pueda convivir y competir con apego a las
leyes y por un cauce pacífico. Nos enfrentamos a una compleja realidad: la democracia
tiene nuevos y distintos requerimientos y ello exige un esfuerzo de comprensión y
elaboración intelectual y política muy grande.
Ciertamente, en los últimos años hemos sido testigos de una mayor conciencia de la
importancia de la ley y de los derechos que en ella se consagran, que se ha
acompañado, también, por la creación de organismos autónomos de derechos
humanos y de una sensibilidad pública a flor de piel, frente a distintos atropellos de
derechos y libertades de los ciudadanos.
Pero la realidad nos dice, de manera
contundente, que aún estamos muy lejos de que el cumplimiento de la ley sea una
constante. Y no se trata de las debilidades de un código o de las equivocaciones que
puedan cometer los encargados de administrar la justicia, de la corrupción focalizada o
de la impunidad, sino de subrayar la mala situación general de lo que algunos llaman “el
estado de legalidad”.
Nuestras democracias afrontan tres nuevos retos: las crecientes desigualdades
sociales, la inseguridad laboral y la transformación tecnológica del trabajo.
Son
desafíos que demandan una reorganización de la democracia sobre la base de la
reformulación de las cuestiones públicas, la definición de un nuevo marco social y el
establecimiento de nuevos valores más acordes con la dimensión humana del progreso.
El funcionamiento actual de la democracia, y sus perspectivas de desarrollo futuro, se
encuentran condicionadas por la acentuación de las desigualdades y por las tendencias
de dualización que ese detectan en los perfiles de la estratificación de las sociedades
de nuestro tiempo, así como por la inseguridad laboral y las transformaciones en el
trabajo que están teniendo lugar en los nuevos sistemas tecnológicos de producción.
El futuro de nuestras sociedades va a depender de la manera en que se engarcen estas
tres dimensiones de la experiencia humana de vida en común. Si las desigualdades
aumentan, si el trabajo se precariza y, al mismo tiempo, las oportunidades de empleo
se deterioran, la democracia acabará viéndose afectada.
Y, de manera paralela, si la democracia se debilita y no es capaz de encontrar
soluciones para problemas vitales que conciernen a tantas personas, se agudizarán aún
más las tendencias de dualización social y la crisis del trabajo. Se trata, pues, de tres
cuestiones directamente interconectadas.
Lo que está ocurriendo en nuestras sociedades revela que se están produciendo fallos
en los procedimientos establecidos de representación política y que existen demandas
importantes para el futuro de la convivencia que no están siendo bien solucionadas.
Por ello hay que perfeccionar los sistemas democráticos, no sólo porque tal
perfeccionamiento forma parte de la lógica del progreso en la evolución histórica y el
avance de la civilización humana, sino también porque es necesario corregir
disfunciones y desajustes de representación.
Uno de los grandes retos de la democracia en México, ha sido considerar dentro de las
decisiones políticas al gran número d indígenas que existe en nuestro país.
El tema de la participación sin distinción de raza, religión, condición física y social, en
las elecciones federales, locales y municipales respecto a los procesos electorales ha
sido polémico y escasamente abordado.
Prácticamente es a partir de los años ochentas cuando lo relativo a las contiendas
electorales tiene gran auge en nuestro país, ya que los procesos electorales fueron
durante mucho tiempo no competitivos y presumiblemente fraudulentos.
Los estudios acerca de los indígenas habían ignorado el aspecto electoral.
Sin
embargo a raíz de diversos movimientos indígenas realizados, los problemas de los
grupos étnicos emergieron a la luz pública y adquirieron gran relevancia.
Si se toma en consideración a los indígenas como comunidad, el derecho es de orden
colectivo y por lo tanto la comunidad misma se convierte en titular de los derechos
reconocidos por las normas constitucionales y legales actuando por medio de sus
representantes,
quienes
tendrán
la
personalidad
reconocida
para
ejercer
la
representación.
Sin embargo, del propio precepto constitucional en cita se pueden desprender derechos
indígenas que pueden ser considerados de orden individual, dentro de los cuales se
encuentran el derecho a elegir a sus autoridades.
En México se han realizado adecuaciones al marco jurídico que regula lo concerniente
a la materia indígena, al reformarse la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos, para darle mayor participación en la vida política de nuestro país a los
grupos étnicos, considerando a sus integrantes en lo individual y en su conjunto. En
San Luis Potosí tenemos una gran comunidad de grupos indígenas en la huasteca.
El Estado mexicano ha sido colonizado por una pluralidad de partidos, todos ellos con
diagnósticos, programas, iniciativas e intereses legítimos.
Se trata de uno de los
resultados más vistosos y políticamente significativos de la transición democrática.
Todo ello supone una mayor y mejor representación de pluralidad política, de la
diversidad, una mejor sintonía entre representados y representantes, pero, sin duda,
genera problemas de gobernabilidad, es decir, dificulta la toma de decisiones, la
implementación de programas, la puesta en marcha de reformas y la atención a las
necesidades y reclamos sociales.
Tenemos que asumir que la democracia porta su propia agenda de problemas y no será
mirando hacia otra parte como podrán ser resueltos.
No será buscando reducir el
número de partidos o elevando el porcentaje d votación para refrendar el registro o
volviendo a un sistema electoral uninominal como se podrá exorcizar la presencia
contradictoria de fuerzas políticas distintas en las instituciones del Estado.
La pluralidad en las instituciones del estado llegó para quedarse.
Es necesario,
entonces, construir un formato que permita y estimule la formación de una mayoría
estable en el Congreso, capaz de acompañar la gestión presidencial. Y si esa mayoría
no surge de las urnas resulta conveniente que las normas induzcan a las fuerzas
políticas, con representación en el Congreso, a edificar esa mayoría.
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