El Paraíso Burlado

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Eduardo Casanova
El Paraíso Burlado
(Venezuela desde 1498 hasta 2008)
I
El Paraíso Partido
(Venezuela antes de la Independencia)
El Tanteo por Oriente
Aquellos dioses barbudos, con piel y cabeza de metal, viajaron hacia el Occidente
para convertirse en señores, porque no lo eran en España, y los señores tenían no sólo
riquezas, sino trenes de servidumbre para satisfacer todas sus necesidades. Por lo
tanto, esos nuevos señores necesitaban esclavos, pero no sólo para satisfacer sus
caprichos, sino para hacer sus fortunas. Así nació en régimen de Encomienda de
Indios, copiado de los señoríos medioevales y cuyo fin era “proteger” a los pobres
indígenas, velar por su seguridad y buena vida y, de paso, servir militarmente a la
corona. A cambio de esa paternal protección los indios tenían que trabajar, desde
luego, sin salario, para sus “protectores”, dos o tres días a la semana. En la práctica
los ponían a trabajar siete días a la semana, cincuenta y dos semanas al año y hasta
que se reventaban, especialmente los que estaban “protegidos” en los ostrales de
oriente o en las minas. Fue por eso por lo que los buenos sacerdotes Bartolomé de las
Casas y Antonio de Montesinos clamaron al cielo e iniciaron una fuerte campaña en
contra de aquellas prácticas. La presencia de España en América era para evangelizar,
para llevar a Buena Nueva a aquellos inocentes seres que hasta entonces no habían
tenido oportunidad de conocer la Verdad, no para explotarlos y reventarlos como si
fuesen animales de tiro y aprovecharse de su inocencia para que los encomenderos se
enriquecieran como lo estaban haciendo. La campaña de los curas dio resultados, y en
1542 se dictaron nuevas leyes que prohibieron aquel régimen esclavista y lo
sustituyeron por la Encomienda de Tributo, que si bien asimilaba a los indígenas a la
condición de menores, no permitía que se les esclavizara. Aplicada en Venezuela en
1545 obligaba a que los “protegidos” pagaran los servicios de los “protectores” no con
trabajo forzado sino con frutos o dinero. Sólo se exceptuaron los indígenas que se
reventaban en las minas de sal. Los “protegidos” no se resignaron dócilmente, y
grandes encomenderos, como Garcí González de Silva, debieron enfrentar rebeliones
que hasta pusieron en peligro sus vidas. O se las quitaron en más de un caso, como a
Julián de Mendoza. El régimen, que además fue la causa de que se esclavizara a los
africanos, fue oficialmente abolido en 1687, pero en la práctica continuó utilizándose
hasta mediados del siglo XVIII. Fueron dos siglos y medio de brutalidad, que
empezaron en el Oriente del país, en ese primer tanteo que tuvo como centros a
Cubagua, Margarita y Cumaná.
A Cumaná, tierra de muchos de mis antepasados, suelen llamarla “la primogénita
del Continente”, lo que se presta a muchos equívocos. Cuando nació, ya El Cuzco o
Tenochticlán existían, tal como muchas otras ciudades y aldeas del continente. Es más,
hasta en el territorio venezolano había varios pueblos cuando llegaron los españoles.
De modo que no es en realidad la primogénita propiamente dicha, aunque sí fue la
primera ciudad fundada por los españoles en el continente americano, por lo que
habría que llamarla la primogénita española de América continental, lo cual, desde
luego, debe tener su atractivo turístico. Aun así, habría algún elemento para discutir
esa primogenitura, lo cual no dejaría de ser un planteamiento absolutamente inútil,
basado en el supuesto de que Alonso de Ojeda, nacido en Cuenca en 1470 y muerto en
Santo Domingo unos cuarenta años después, fundó en 1502 ó 1503, en la Península de
Paraguaná, el primer establecimiento español en el continente americano (Sucre, Luis
Alberto, Gobernadores y Capitanes Generales de Venezuela, Segunda Edición (reimpresión), Cuatricentenario de Caracas, Caracas, Venezuela, 1964. P. 8). Eso podría
dejar a Cumaná sin aquel slogan de publicidad turística, lo cual no creo que le quite el
sueño a ningún cumanés. Otros encantos tiene para ofrecer, aunque haya dudas sobre
la primogenitura. En cambio, sobre lo que no puede haber duda de ninguna especie es
en cuanto a que inauguró la costumbre, por lo menos en Venezuela, de haber sido
fundada varias veces. Trujillo, no sólo fue fundada varias veces sino que hasta en
repetidas oportunidades cambió de nombre: Inicialmente fue Trujillo, después Mirabel,
después Nueva Trujillo, Trujillo del Collado, Trujillo de Medellín, Trujillo de Salamanca
y Nuestra señora de la Paz de Trujillo. Barinas, en el piedemonte andino, se fundó en
donde hoy está Altamira de Cáceres, luego pasó a lo que hoy es Barinitas y finalmente
se estableció en el sitio que hoy ocupa. Mérida, ciudad andina, padeció un proceso muy
complicado para su fundación: El primer intento provino de Coro en 1534, cuando un
representante de los Welser llegó al páramo de Santo Domingo. El segundo fue por
órdenes de Juan Pérez de Tolosa, primer gobernador de la provincia de Venezuela, que
envió a su hermano Alonso a explorar las montañas nevadas. El tercero fue realizado
por Juan Rodríguez Suárez, "el Invencible Caballero de la Capa Roja”, que el 9 de
octubre de 1558 fundó, en donde hoy está San Juan de Lagunillas, una ciudad que
llamó Mérida en honor a su ciudad natal, Mérida de Extremadura. Días después, a
causa del calor y los insectos, resolvió mudar su ciudad aguas arriba del río Chama, a
la meseta formada por ese y otros dos ríos, a cuatro leguas de las lagunillas, en lo que
hoy es la Parroquia de Santiago de la Punta, a donde llegó el 1º de noviembre del
mismo año. Por último, Juan de Maldonado mudó la ciudad a su actual emplazamiento
frente a la Sierra Nevada, el 12 de julio de 1559, y le cambió el nombre por Santiago
de los Caballeros. Hoy se le conoce simplemente como Mérida.
El caso de Cumaná no fue menos enredado. La decisión de formar en ese sitio un
poblado se tomó por la necesidad de surtir de agua y de esclavos a los que explotaban
las perlas de Cubagua. Era indispensable para ellos que la desembocadura del río
Cumaná, la fuente de agua dulce más cercana al islote, estuviera protegida y segura.
En ese sitio se radicó una guarnición, encargada a la vez de cuidarlo, de llevar el agua
a Cubagua y de capturar los indios que servirían de mano de obra esclava. Desde
luego, los indígenas trataron de defenderse y lograron que las noticias de las
atrocidades llevadas a cabo por los españoles llegaran a Santo Domingo. Entre 1513 y
1515 los religiosos franciscanos y dominicos trataron de establecerse en la costa
cumanesa para adoctrinar a los indios y tratar de protegerlos de los soldados. Pero los
traficantes de esclavos arremetieron también contra los curas que trataban de arruinar
sus negocios. A fines de 1515 o comienzos de 1516 ya estaban los religiosos
establecidos, y había en el lugar un convento franciscano y una iglesia, que fue el sitio
en donde se hizo la primera misa en tierra firme sudamericana. Los dominicos se
establecieron un poco más al Oeste, en Santa Fe, que entonces se llamaba
Chichiribichí y hoy es apenas un pequeño balneario entre Puerto la Cruz y Cumaná. Por
cinco años vivieron los curas en paz, hasta que los esclavistas los asaltaron y se
llevaron a los nativos, que creyeron que los de sotana los habían vendido a los de
armadura y volvieron a alzarse en procura de su libertad. Casi todos los padres
murieron, y sólo unos pocos pudieron refugiarse en Cubagua. Gonzalo de Ocampo,
enviado por las autoridades de Santo Domingo, cayó como tromba sobre los indios y
los sometió, mató a la mayoría y a los sobrevivientes los llevó como esclavos a
Cubagua, en donde morirían con los pulmones reventados. Y de paso fundó en la
desembocadura un pueblo que llamó Nueva Toledo. De manera que habría que aceptar
que Cumaná se fundó en 1521. Fue entonces cuando apareció fray Bartolomé de Las
Casas. Luego de protestar por el genocidio de Ocampo, logró que se le autorizara a ir a
Cumaná y a reiniciar el proceso evangelizador. Pero en cuanto se descuidó, otro de
aquellos barbudos con cuerpo de hierro raptó a varios de los indios y los vendió como
esclavos en Cubagua, por lo cual los parientes y amigos de los secuestrados se alzaron
y le dieron pie a otro hombre de hierro, Jácome Castellón, para que se aplicara en las
artes de la represión. Castellón, que construyó en la desembocadura del río una torrefortaleza, impuso su ley durante siete años, hasta que un terremoto se ocupó de
tumbarlos a él y a su torre. En febrero de 1562 fray Francisco de Montesinos fundó por
tercera vez una villa, ahora con el nombre de Nueva Córdoba, cabildo y todo. Siete
años después, Diego Fernández de Serpa la funda por cuarta vez, con el primitivo
nombre de Cumaná, y el 2 de julio de 1591 el rey Felipe II le otorgó el título de ciudad
y un escudo de armas. Luego sería capital de una provincia, la Provincia de Nueva
Andalucía.
Hasta 1777 Cumaná y la provincia de Nueva Andalucía formaban una entidad
totalmente separada de la provincia de Venezuela, con sus propios gobernadores y
capitanes generales, dependiente de Santo Domingo, y no de Bogotá o de Caracas.
Entre sus gobernadores estuvieron Pedro Pérez de Almazán, Diego Núñez Lobo,
Francisco de Vides, Diego de Arroyo, Carlos de Sucre y Pardo (bisabuelo del Mariscal),
Gregorio Espinosa de los Monteros y don Mateo Gual y Pueyo, padre de Manuel Gual,
el que con José María España dirigió la rebelión republicana de 1797.
Ya integrada la provincia a Caracas, fueron gobernadores, entre otros, Vicente de
Emparan y Orbe (el que después sería gobernador y capitán general de Venezuela,
cuando la rebelión del 19 de abril de 1810) y Eusebio Escudero, que fue destituido el
27 de abril de 1810, cuando Cumaná se sumó con entusiasmo al movimiento que se
había iniciado en Caracas. Fue sustituido por un triunvirato que encabezaba Vicente de
Sucre y Urbaneja, padre del futuro Mariscal. Pero eso fue mucho después. Aquel tanteo
por Oriente duró lo que los ostrales de Cubagua y de Margarita, lo cual, en términos de
Historia, no es mucho más que un suspiro. En aquel territorio quedó una provincia
distinta a la de Venezuela o de Caracas, que nunca alcanzó la importancia de aquella a
la que se incorporaría en 1777. Hoy, salvo por el fantasma del petróleo que existe en
parte de ella, sigue siendo una región bastante más pobre que el Centro y el Occidente
de Venezuela, y tampoco se sabe bien por qué.
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