DE AQuí y DE ALLÁ Con un estilo desenfadado donde predomina el diálogo, Los guionistas es un cuadro realista actual, que nos acerca al porno más erótico que pornográfico y a todo el mundillo de la industria cinematográfica X: pornostars nacionales, secretarias fogosas, productores regordetes; y al lado opuesto: la vida cotidiana de los Los guionistas Autor: Roberto Malo Editorial: Eclipsados Lugar y año: Zaragoza, 2009 Páginas: 166 guionistas y el vuelco que en ellas produce el éxito de sus trabajos. Estos dos hombres (Gordillo-Chueca) están llamados a llevar a lo más alto El cuento de siempre acabar Autor: Medardo Fraile Editorial: Pre-textos Lugar y año: Valencia, 2009 Páginas: 610 TRAS LAS BAMBALlNAS DEL CINE X el cine X español con un guión extraordinario, no exento de elementos cómicos. Ésta es MEMORIAS DE UN ESCRITOR Detrás de una gran obra, siempre hay una gran idea; bien sea en el teatro, en la literatura, en el cine ... En el último caso, esa gran idea, genera un guión. En toda película hay un guión; hasta en el cine porno (aunque parezca mentira), y ésta es la historia del mejor guión de la mejor película porno española de todos los tiempos. ¿y al final, se casan?, como preguntó, ingenuamente, el otro. Roberto Malo (Zaragoza, 1970) nos transporta a través de un pseudo-guión de cine a las vidas y peripecias de Raimundo Chueca y Julián Gordillo, a la sazón, creadores de las mejores tramas de las películas X españolas. la primera obra del escritor zaragozano después de la publicación de sus novelas Maldita novela (2007) y La marea del despertar (2007). También ha publicado los libros de relatos Malos sueños (2006) y La luz del diablo (2008). ¿Habrá boda? ¿No habrá boda? Si es usted de los que se queda a ver el final de la peli porno por si los protagonistas se casan, no la vea; en este caso, léala. Jesús Murillo Como acaba en este humana no es nunca acabar, contrario. Tras todo se mundo, la vida el cuento de sino todo lo mucha vida vivida y 35 libros publicados, Medardo Fraile no había pensado nunca en escribir sus Memorias, pero un día le llamó José María Merino, compañero suyo en cursos de narrativa en Santander, Pontevedra y El Escorial y le dijo: "Medardo, vas a escribir tus Memorias". Le citó en el Café Gijón, se fraguó un contrato y así surgió El cuento de siempre acabar (Valencia, 2009), un libro de 610 páginas cuidadosamente editado por Pre-textos. Conocí a Medardo en el otoño de 1946 en la 87 DE AQuí y DE ALLÁ Facultad de Filosofía y Letras y, desde entonces, hemos seguido siempre en contacto. Al principio nos veíamos casi a diario en las aulas de la Complutense y en el Ateneo y, en años posteriores, nos escribíamos desde los países en que desarrollábamos nuestras labores universitarias: Medardo en Inglaterra y Escocia y yo en América o en China. Esta proximidad afectiva me ha llevado a leer casi todo lo que él ha escrito en sus muchos años de creador literario. Soy por tanto un lector cómplice de estas Memorias donde ha plasmado tanta vida en prosa admirable. En buena parte del libro, he sido un relector más que un lector, porque conocía muchas de las anécdotas que narra, como también a casi todos los que las motivaron. Narrador más o menos realista, Medardo ha transformado su circunstancia existencial en textos literarios. Esto puede documentarse en sus cuentos y ensayos, pero sobre todo en su novela accidentalmente titulada Autobiografía, en la que aparecen personajes inventados y refleja también, con otros nombres, la personalidad de personajes reales que gravitaron durante dos o tres años en los cinco primeros años de la vida de un niño. En las Memorias se narra 88 directamente y sus páginas abarcan más de media vida. y son entrañables en éstas las páginas dedicadas a su infancia en Madrid y en Úbeda, ciudad en que nació su madre. Sobre todo, los recuerdos de la bella ciudad andaluza le sugieren textos empapados de cariño y poesía. El lector se queda enamorado de la aristocrática señora que fue su madrina y amorosa reemplazante de su madre, a quien perdió muy niño. Continúan las páginas dedicadas a la guerra en Madrid, que el futuro escritor pasó en un piso, símbolo de aquella España, donde convivían personas de derechas y de izquierdas, todas ellas víctimas de la terrible conflagración fratricida. Vienen luego los textos dedicados a su primera adolescencia, donde Medardo asume valientemente sus años en el Frente de Juventudes. Otros muchos escritores los hubieran pasado por alto, pero él cuenta su entusiasmo patriótico por los campamentos de la sierra e incluso nos comunica el mando que tuvo en la famosa institución, que fue una especie de Boy Scout. Los muchachos de la posguerra, muchos de ellos hijos de republicanos represaliados por el franquismo, se apuntaban a la Falange por lo que ésta tenía de club juvenil con deportes, marchas y música. Cierto número de los políticos socialistas de hoy pertenecieron al Frente de Juventudes, o sus padres militaron en la famosa organización, donde ilusionaban a los muchachos con el cuento de la España, una, grande y libre que, desgraciadamente, estaba lejos de ser cualquiera de las tres cosas. Un ejemplo de lo que vamos diciendo es el caso del dramaturgo Alfonso Sastre, compañero mío en la Facultad y amigo íntimo de Medardo durante muchos años, pero, sobre todo, en la época de Arte Nuevo, grupo teatral, que fundaron juntos, del que hablaremos después. El que sería dirigente comunista y activo luchador contra el franquismo, le escribe a Medardo desde Alicante el 21 de agosto de 1944 una carta que no tiene desperdicio. De ella entresacamos los párrafos más significativos: Ayer estuve junto a la tapia que vio desplomarse, acribillada, la camisa azul de José Antonio Después visité el cementerio Junto a otras tumbas, una vacía. Cubierta por una plancha de hierro. En el centro, una cruz abierta, tapada por una cruz de cristal. Si acercas los ojos y miras en el fondo, ves ... una huella ... La DE AQuí huella que dejó en la huesa el cuerpo del Fundador. Sastre tenía a la sazón 18 años y Medardo, 19. La carta comprueba conmovedoramente la eficacia de la propaganda falangista. Una de las secciones más importantes del libro es, sin duda, la que trata de Arte Nuevo, una asociación de jóvenes aspirantes entonces a escritores y actores teatrales que durante ese período escribieron y estrenaron en teatros de Madrid obras que intentaban renovar la escena española. Se trataba de piezas en un acto de un solo autor o escritas en colaboración. Los autores principales fueron Alfonso Sastre, Alfonso Paso, José María Palacio y el propio Medardo. El estreno del grupo se llevó a cabo en el Teatro Infanta Beatriz el 31 de enero de 1946 con asistencia de Carmen Franco, que tendría 18 años, en el palco de autoridades. El teatro, como dice Medardo, estaba hasta la bandera y prestigiosos críticos teatrales de entonces, como Alfredo Marqueríe, Sánchez Camargo y Antonio Rodríguez de León "Sergio Nerva", tuvieron palabras elogiosas sobre el estreno. Arte Nuevo, como suele acontecer a casi todos esos grupos juveniles, terminó pronto, a los dos años, pero dejó a buenas actrices, como Encarna Paso y María Luisa Romero y actores, como Enrique Cerro, a un director de escena, José María de Quinto y a tres escritores de primera fila que volaron después por cuenta propia y siguieron caminos diversos. Medardo Fraile es hoy día el mejor cuentista de nuestra generación (la de los niños de la guerra), Alfonso Paso se dedicó a ganar dinero con un teatro de astrakán digno y de enorme éxito, y Alfonso Sastre, escritor comprometido, como su casi homólogo francés Jean Paul Sastre, ha sido un autor controvertido e interesante de nuestro siglo XX. Son entrañables para mí las páginas que Medardo dedica a los años universitarios en la Facultad de Filosofía y Letras de la hoy Universidad Complutense, adonde tanto él como otros escritores en ciernes acudían porque pensaban que en ella se impartían conocimientos conectados con su vocación de escritores. Pero cuando se encontraban con el Latín, con el Griego y las filologías, advertían que eso tenía poco que ver con su actividad creadora, de modo que andaban por los pasillos y el bar y entraban muy poco a clase. Eran los casos de Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio y DE ALLÁ Aldecoa y Jesús Fernández Santos; ninguno de ellos acabó la carrera. Medardo traza en su libro excelentes semblanzas de los tres. En estas páginas el escritor va dando cuenta de personajes importantes con los que tuvo poco o mucho contacto personal. Para quien vivió el ambiente literario de los años 40 y 50, son interesantes, entre otros, los recuerdos sobre Luis Rosales, que vivía en la calle de Altamirano, enfrente de la casa familiar de Fraile. En el libro se narra una velada en la que yo, con veinte años, estuve presente. El piso de Luis (La Casa Encendida) albergó aquella noche a varios autores ya famosos entonces: Guillermo Díaz-Plaja, Rafael Morales, José María Valverde y Luis Felipe Vivanco. Los invitados éramos cuatro jóvenes, Medardo, Aldecoa, que leyó poemas de su libro Todavía la vida, el dominicano Antonio Fernández Spencer, que acababa de obtener el Premio Adonáis y el que estas líneas escribe. Otro momento estelar del libro lo constituyen los años de la revista Ágora, que editaba la poeta cordobesa Concha Lagos a sus expensas y que logró sacar más de 60 números, loable hazaña que pocas revistas de poesía no subvencionadas 89 DE AQuí y DE ALLÁ consiguen igualar. Medardo Fraile fue el alma de tan prestigiosa publicación, en la que colaboraron gratis et amore las mejores firmas de la época. Aunque Medardo se había decantado ya por el cuento y los artículos literarios, su amor por el teatro persistía, como lo demuestra su exitosa sección Telón de Ágora, que salía en todos los números. También la vida familiar y la amorosa ocupa espacios interesantes en las Memorias. La figura del padre, a quien yo siempre llamaba don Medardo, está evocada por su hijo el escritor con el entrañable cariño que tan digno ser humano merecía. Natural de un pueblo de Toledo, llegó a Madrid a buscarse la vida. Durante muchos años fue conserje principal del Hotel Regina y, más tarde, dueño durante algunos años del Restaurante Capitol y fundador de las cafeterías Manila. Pero como muchas personas generosas y ayudadoras, fue traicionado por quienes él había ayudado más. A este feo asunto, Medardo dedica unas páginas justicieras. En la última parte del libro, Medardo hace un sucinto resumen de sus actividades públicas como conferenciante o lector de sus cuentos en España y en diversos países europeos 90 y americanos (en Estados Unidos y América Latina). Debo destacar entre estos periplos literarios los homenajes que se le rindieron en Caracas, organizado por el narrador José Balza y los poetas Joaquín Marta Sosa y Enrique Viloria Vera, y en La Zubia (Granada), en la Semana Internacional del Cuento, con motivo de sus 50 años de escritor de relatos. De sus muchos años en el Reino Unido, Medardo hubiera podido escribir mucho más, pero tal vez el libro hubiera sido demasiado extenso. No obstante, si alguien siente curiosidad por esa época tan dilatada del escritor, le recomendamos la lectura de La familia irreal inglesa, donde encontrará sabrosos y divertidos comentarios sobre el mundo anglosajón. El libro es tan rico en noticias interesantes que, al glosario, casi se podría escribir otro paralelo. Releyéndolo para este artículo, me doy cuenta de que tendré que releerlo. Y así lo haré sin duda alguna. José López Rueda La nueva tiranía Autor: Juan Manuel de Prada Lugar y año: Madrid, 2009 Editorial: Libroslibres REBELDE CON CAUSA El carácter prescindible de las dos secuelas de la trilogía cinematográfica de Matrix quizá haya empañado un poco el genial planteamiento de la primera parte: un mundo futuro en el que los humanos viven esclavizados y literalmente inertes, utilizados como meros combustibles de la poderosa tiranía de las máquinas, al tiempo que ésta evita cualquier conato de rebelión mediante la proyección continua de una dimensión virtual en las mentes de los sometidos, haciéndoles creer que llevan vidas libres y normales. Sólo unos pocos son conscientes del trágico engaño, y empeñan sus vidas para combatirlo. Pero a veces no es fácil soportar la cruda realidad, e incluso hay