Iraq, 10 años después

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©JOANNE FARCHAKH BAJJALY
©JOANNE FARCHAKH BAJJALY
PATRIMONIO EN PELIGRO CONFLICTO ARMADO
Los muros del palacio de Umma destruidos (izquierda); saqueadores iraquíes se asientan en las zanjas de las excavaciones antiguas para estar cerca del
lugar del saqueo y recibir a comerciantes (derecha)
Iraq, 10 años después
El papel del ejército en la protección del patrimonio cultural en situaciones de conflicto
por Peter Stone, profesor de Estudios de Patrimonio, Universidad de Newcastle, Reino Unido
E
l 20 de marzo de 2013 marca el 10º
aniversario de la invasión de Iraq por
parte de la coalición liderada por
Estados Unidos y Reino Unido. Además
de la terrible tragedia humana que siguió al
conflicto, y que aún continúa, en estos 10 años
de intervención el patrimonio cultural de Iraq
ha sufrido una importante devastación.
Durante los meses que precedieron a la
invasión, arqueólogos y otros profesionales
museísticos y del patrimonio cultural
intentaron llamar la atención sobre el daño
que podría sufrir el patrimonio iraquí si su
protección no se incluía en los planes de
mitigación de la Coalición. Las horribles
imágenes del saqueo de museos, bibliotecas,
archivos, galerías de arte y yacimientos
arqueológicos por todo el país siguen
grabadas en las mentes de mucha gente. El
robo de objetos de museos y bibliotecas de
Iraq fue una pérdida terrible, pero la verdadera
catástrofe fue el saqueo de cantidades
desconocidas de material arqueológico y la
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LAS NOTICIAS DEL ICOM | N°1 2013
pérdida asociada de información contextual. educar al ejército para que consideraran este
Puede que nunca sepamos el alcance de esta asunto como algo importante.
pérdida y nunca sabremos cuánto podríamos
haber aprendido.
Diez años de actividad
Yo me encontré, de manera inesperada, El primer paso consistió en investigar qué era lo
involucrado en este tema cuando, varias que había fallado en Iraq. Como suele ocurrir,
semanas antes de la invasión, el ministro de la causa del daño cultural se debió a una
Defensa británico contactó conmigo para que combinación de varios factores, pero hay tres
le ayudara a identificar
resultan especialmente
los yacimientos
relevantes. En primer
La protección de los
arqueológicos y
lugar, las personas que
museos que debían ser
planificaron la invasión
bienes culturales estaba
protegidos. La propuesta
simplemente no veían
entre las últimas
llegó demasiado tarde
el patrimonio cultural
prioridades de la lista de
para que realmente
como algo importante.
sirviera de gran ayuda,
En segundo lugar, el
cosas que hacer
pero demostraba que
número de tropas de
el ejército empezaba a tomarse en serio la la Coalición era insuficiente para derrotar
protección de los bienes culturales (PBC). El de manera efectiva el régimen de Sadam
fracaso a la hora de proteger adecuadamente Husein y proporcionar un entorno seguro
el patrimonio cultural de Iraq hizo que algunos en el que desarrollar un nuevo gobierno. La
académicos y expertos en patrimonio cultural PBC estaba entre las últimas prioridades
dedicaran tiempo y esfuerzos a intentar de la lista de cosas que habría estado bien
hacer si hubiera habido recursos, pero
lamentablemente no los había. En tercer
lugar, y quizás lo más reprobable, es que la
comunidad del patrimonio cultural había
fracasado a la hora de mantener los estrechos
vínculos que tenía con el ejército y que tantos
bienes culturales europeos habían salvado
a finales de la Segunda Guerra Mundial. Si
no trabajamos con el ejército para que sepa
lo que es importante, ¿cómo podemos
criticarles por permitir la destrucción de los
bienes culturales?
Desde entonces se han organizado
numerosas conferencias y talleres y se han
publicado muchos artículos y libros a este
respecto. El principal elemento legislativo
internacional sobre la protección de bienes
culturales es la Convención de La Haya
de 1954 para la protección de los bienes
culturales en caso de conflicto armado y sus
dos protocolos de 1954 y 1999. En 2003, de
los tres principales países combatientes,
solo Iraq había ratificado la Convención,
aunque la ignoró. Estados Unidos ratificó la
Convención en 2009, pero no los protocolos.
Y, por desgracia, a pesar del número de
declaraciones públicas defendiendo el
compromiso con la ratificación, Reino Unido
aún no lo ha hecho.
A pesar de todo, la organización
internacional que debe liderar este trabajo,
el Escudo Azul, creado en 1996 se ha
fortalecido. En 2008 se formó la Asociación
de los Comités Nacionales del Escudo Azul
(ANCBS), que ha sido capaz de coordinar
la actividad en Alemania tras el colapso del
Archivo de Colonia; en Haití tras el terremoto;
y en Egipto y Libia tras las respectivas
revoluciones. Además, han surgido otros
grupos con mayor o menor influencia y
niveles de actividad, entre los que se incluyen:
el CHAMP, un grupo de enlace informal
entre militares interesados y el Instituto
Arqueológico de América; Saving Antiquities
for Everyone (SAFE); y World Association for the
Protection of Tangible and Intangible Cultural
Heritage (WATCH). En 2009, se estableció
el International Military Cultural Resources
Working Group (IMCuRWG) para mejorar
la capacidad militar de implementar la PBC
en todo tipo de operaciones, proporcionar
un foro para la cooperación internacional y
los contactos entre personas cuyo trabajo
se desarrolla dentro de un contexto militar,
identificar áreas de interés común, compartir
buenas prácticas y lecciones aprendidas y
concienciar sobre el compromiso militar con
la protección de los bienes culturales, tanto
materiales como inmateriales. Hasta la fecha,
los participantes del IMCuRWG proceden en
su mayoría de Europa, América del Norte y
Oriente Medio, pero el grupo quiere establecer
una red que llegue a todas las regiones del
mundo. Además, el ejército ya ha empezado
a aceptar que si protege los bienes culturales
ocurren dos cosas: en primer lugar, pueden
seguir contando con la buena disposición
de la población local; y en segundo lugar,
impiden el desarrollo del comercio ilícito de
antigüedades, cuyos beneficios suelen ser
reinvertidos por las partes combatientes en
la compra de armas y munición para luchar
contra las fuerzas de ocupación.
Los cambios en la doctrina militar de
la OTAN y los estados miembros desde
2003 han abierto la puerta para que los
expertos en bienes culturales trabajen más
estrechamente con el ejército. Ahora lo que
se necesita es un marco.
Una estrategia con cuatro niveles
La estrategia, basada en cuatro niveles, parte
de la premisa de que la protección de los
bienes culturales no se puede introducir en la
mente del ejército o de otras organizaciones
(como policiales o aduaneras) mientras
el conflicto se va desarrollando. En lugar
de ello, es necesario empezar por una
formación a largo plazo y adecuada a
los diferentes rangos. Esto debería estar
apoyado por el segundo nivel, una formación
inmediata previa al despliegue, que estaría
enfocada en los bienes culturales de la
región en cuestión. El tercer nivel es la PBC
durante el conflicto y el cuarto durante la
fase de estabilización posterior al conflicto.
Cada nivel requiere una experiencia y unas
capacidades diferentes por parte de los
expertos en patrimonio cultural, así como
una mayor o menor implicación militar
directa. La OTAN está interesada en adoptar
esta estrategia y proporciona un marco para
próximas colaboraciones con el propósito
de que en el futuro se integre como elemento
central de la planificación militar. En otras
palabras, no podemos sentarnos a esperar
a la próxima catástrofe, sino plantificar cómo
mitigar el impacto que pueda provocar la
próxima guerra. n
"The Destruction of Cultural Heritage in Iraq"
por Peter G. Stone y Joanne Farchakh Bajjaly (editores)
Editorial: Boydell Press, primera publicación en marzo de 2008 (tapa dura); y en agosto de 2009
(tapa blanda)
Los problemas relacionados con la
destrucción de los bienes culturales en
épocas de conflicto se han vuelto un tema
clave de debate en todo el mundo. Este
libro ofrece una declaración histórica, a
partir del 1 de marzo de 2006, en relación
con la destrucción del patrimonio cultural
en Iraq. A lo largo de varios capítulos el
libro relata las historias de personas que
estuvieron, y que en muchos casos siguen
estando, implicadas en el conflicto. Estas
personas están implicadas a todos los
niveles y pertenecen a diversos puntos
del espectro político, lo que aporta una
perspectiva ponderada y equilibrada de
la situación, algo que se suele perder con
facilidad en informes realizados por un
único autor. También aporta las primeras
opiniones escritas por iraquíes sobre la
situación de la arqueología del país bajo
el régimen de Sadam Husein, así como
una visión general y la contextualización
de los problemas en torno al saqueo, el
robo y la destrucción de los yacimientos
arqueológicos, el Museo Nacional Iraquí y
las bibliotecas de Bagdad desde el inicio
de la guerra en 2003. Asimismo, examina
nuestra actitud hacia la conservación
de recursos culturales y patrimoniales
y, de manera especial, la creciente
sensibilización política sobre la importancia
de dichos recursos. Aunque se refiere a un
conflicto en particular, que tuvo lugar en un
momento histórico concreto, la relevancia
de este trabajo sobrepasa estos límites
autoimpuestos.
Este libro fue el ganador en 2011 del
premio James R Wiseman Book Award
del Instituto Arqueológico de América, y
Eleanor Robson lo describió en su crítica
en el Times Higher Education Supplement
como “un extraordinario logro que
representará el testimonio definitivo de la
desesperada y evitable tragedia cultural de
Iraq durante los próximos años”.
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