Sociología y ética del voluntariado. Marco teórico, Antonio Gutiérrez

Anuncio
Sociología y ética del voluntariado.
Marco teórico
ANTONIO GUTIÉRREZ RESA *
SOBRE LA NECESIDAD DE UN
MARCO TEÓRICO PARA EL
VOLUNTARIADO
L
a bibliografía actual sobre el voluntariado nos ofrece perspectivas diferentes que tratan de dar luz sobre lo que
es y debe ser el voluntariado, sobre su financiación, organización, opinión pública y opinión de los propios voluntarios, progreso o
regreso de la solidaridad, la diversidad de sus
rostros, tratamiento jurídico-administrativo,
ayuda al desarrollo, y tantos otras consideraciones que tienen que ver con variables sociológicas como la edad, género, formación,
creencias e ideologías y todo un sin fin de pormenores que no tratamos de agotar.
Un marco teórico en este caso entendemos
que sirve y es útil para ordenar lo que entendemos por voluntariado. Ahora bien como
cualquier amplia categoría ni podemos forzarla para entender lo estrictamente utópico,
ni podemos convertirla en un mero instrumento de corte alcance que apenas si ayuda a
entender lo que sucede ahora y que denominamos como voluntariado. La combinación de
lo que creemos conocer con la máxima objeti-
*
Catedrático de Servicios Sociales de la Universidad
de Zaragoza (Escuela Universitaria de Estudios Sociales).
El artículo es una síntesis, con nuevas aclaraciones y
aportaciones, parte de sus ideas pueden encontrarse
más desarrolladas en el libro Rostros de la Solidaridad
(2000). Publicado por el Centro Francisco Tomás y Valiente, UNED Alzira-Valencia.
vidad y aquella referencia o referencias conceptuales, pensamos que nos puede ayudar a
ir más allá de lo que comprobamos. Dicho en
otros términos: trataremos de explicar lo que
ocurre sobre el voluntariado, atreviéndonos a
prolongar lo que pueda suceder próximamente. No albergamos el propósito de ofrecer un
marco teórico capaz de permanecer por siempre. Sin embargo la experiencia adquirida
histórica y sociológicamente nos puede dar
luz sobre el porvenir si somos capaces de elevarla al nivel teórico-categorial. De este modo
tendremos ocasión de poner a prueba los diversos conceptos y depurar aquellos que por
falta de adaptación resultan inútiles. «El
científico no puede abandonar el suelo de la
realidad: su saber es concreto, casi impresionista, atado al detalle y a la singularidad e
inserto en una concepción general. Pero, de
un lado, persigue sorprender la forma plástica de un momento histórico de la sociedad.
De otro, y siempre, ha de discernir en el mismo las inflexiones que anuncian el futuro» 1.
Es la razón por la que nos atrevemos a diseñar un marco teórico del voluntariado.
Los procesos, los cambios, han generado
un voluntariado propio de nuestros días y por
ello mismo cargado de actualidad, de modernidad-postmodernidad, y apto para albergar
en su seno lo que se aproxima a la permanen-
1
MANUEL HERRERA GÓMEz (1999): Los orígenes de la
intervención estatal en los problemas sociales, Escuela Libre Editorial, Madrid, pág. 633.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
71
ESTUDIOS
cia y lo que es fruto de las circunstancias; lo
que supuestamente permanece y lo que cambia. No se trata de empeñarse en encontrar
algo permanente, inmutable, para decir a
continuación que ciertas manifestaciones son
fruto de las circunstancias cambiantes. Lo
que se aproxima a la permanencia sería sociológicamente lo que se mantiene de la tradición: voluntariado femenino, la idea de
ayudar a los demás se trate de quien se trate;
lo que entendemos como resultado de las circunstancias podría tener relación con la edad,
con el ejercicio del voluntariado los fines de semana, durante la semana o indistintamente.
En definitiva, los cambios y permanencias
del voluntariado los enfocamos sociológicamente, con cierta perdurabilidad, pero sin
pretensiones de fundar una ontología de la
solidaridad.
El conjunto de elementos o categorías que
utilizamos para enmarcar el voluntariado se
presenta en los nueve apartados que desarrollaremos a continuación. Se puede observar
que no hemos hecho mención de las leyes del
voluntariado porque delimitarían en exceso un
fenómeno social que sobrepasa el marco jurídico establecido. Pensemos, por ejemplo, en leyes
como la del voluntariado social en Aragón que
contempla a los objetores de conciencia. Ya en
su día equiparó la citada ley a los objetores con
los voluntarios, y en la actualidad existen ciertos problemas para la sustitución de aquellos
(31 de diciembre de 2001) en las 7.400 entidades que los utilizan para atender determinados servicios 2. El error conceptual que
equiparó a voluntarios con objetores ha quedado superado por el discurso de los acontecimientos y no ha lugar a más comentarios.
La necesidad del marco teórico como «Sociología y ética del voluntariado» se debe a la
atención que nos merecen los voluntarios, so2
EL PAIS, martes, 10 de abril de 2001: «El 24% de
las entidades que tienen objetores de conciencia ven peligrar sus servicios». (Estudio realizado por la Fundación
Autónoma Solidaria, dependiente de la Universidad de
Barcelona, y dirigido por Jordi TOLRÁ).
72
bre todo, ética y sociológicamente. Queremos
decir que los voluntarios actúan y lo hacen
por una serie de motivos-valores-principios,
además de que la propia acción se pueda
cuantificar y tipificar con arreglo a una serie
de condiciones observables. Es más, incluso los
motivos los hemos tratado de ejemplificar para
dejar constancia de que unos valores van quedando en desuso y otros cobran nueva actualidad. Es otra manera de decir que los supuestos
valores éticos o valores más objetivos, dependen de las circunstancias y se han relativizado.
Luego lo que es bueno o malo como principios
ideales lo entendemos según sea útil para nuestras vidas, incluida la solidaridad como expresión del voluntariado. Y si los voluntarios en
la actualidad se mueven por una serie de motivos-valores, sujetos en cierto modo a condiciones observables, en otras épocas y hasta
en siglos anteriores, las expresiones de solidaridad han sido diversas y las hemos tratado de ordenar con amplios y flexibles criterios
teórico-metodológicos, entre otros.
Antes de que existiera el Estado socio-protector y las políticas sociales actuales, las necesidades humanas y sociales se han venido
cubriendo por una serie de actores-servidores
entre los cuales podemos mencionar tanto la
Iglesia Católica, como la providencia de instancias estatales o la caridad de personas socialmente relevantes. Sin embargo se ha insistido
demasiado en un progreso de las políticas sociales de corte evolucionista que comienza por la
etapa de la caridad y sigue por la beneficencia,
la asistencia social, la seguridad social y finalmente el estado de bienestar. Más bien convendría considerar que «la descripción de los
cambios experimentados por la ayuda e intervención sociales debe referirse, antes que
nada, a dos modos básicos de acción: el mutual, fraternal, horizontal o solidario pleno y
el vertical, de heteroayuda, paternalista o de
solidaridad unidireccional» 3.
3
Demetrio CASADO, «Antecedentes históricos de la
política social en España», en Carmen Alemán y Jorge
Garcés (Coordinadores): Política social, MacGraw-Hill,
Madrid. P. 4-29.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
ANTONIO GUTIÉRREZ RESA
Diríamos, entonces que la tradición de lo
que entendemos ahora como voluntariado y
las circunstancias actuales que definen la sociedad y sus formas de solidaridad, son el
banco de pruebas para poder ensayar un
marco teórico del voluntariado.
SOCIEDAD CIVIL Y
VOLUNTARIADO-SOLIDARIDAD
DEL BIENESTAR
En la actualidad se ha venido hablando de
crisis de la modernidad por haberse producido la ruptura de la construcción histórica,
económica, social e ideológica que nace con la
Ilustración y las revoluciones de los siglos
XVIII y XIX. Los efectos de la citada crisis no
se han hecho esperar, y tras la caída del muro
de Berlín, tanto el Estado como El Mercado,
considerados pilares fundamentales, se han
visto completados y superados con la intervención de las asociaciones, con el denominado retorno de la sociedad civil, con la
«primacía» de las asociaciones e instituciones
públicas no estatales; en suma, sociedad civil
y voluntariado-solidaridad en la sociedad del
bienestar-malestar. La sociedad, sus individuos, se reorganizan para participar de múltiples formas en todos aquellos intereses que
les afectan. Y de entre los nuevos movimientos de la sociedad civil destacamos aquellos
de voluntariado-solidaridad de la sociedad
del bienestar, aunque ésta se cuestione y se
nombre más de una vez como sociedad del
bienestar para menos.
La crisis de la modernidad en la nueva sociedad ha hecho posible la emergencia de la
sociedad civil de aquellas entidades que se
presentan como protagonistas del cambio social, de posibilidades y alternativas para el
futuro, tratando de superar el principio dialéctico entre lo público y lo privado que en la
actualidad viene en parte integrado, y en parte sustituido, por el principio de esferas sociales que se organizan a partir de la solidaridad
como elemento referencial.
Alcanzados los límites del Estado como
proveedor de servicios, y también del mercado, las múltiples formas organizativas de
la sociedad civil ofrecen un amplio panorama de solidaridades que se estructura-desestructura, conformando un sector de gran
heterogeneidad. La heterogeneidad de los
nuevos espacios está ocupada por una gran
variedad de asociaciones y fundaciones, colegios profesionales, sindicatos, clubes sociales
o deportivos, o bien hermandades y cofradías, entre otras. La ocupación de esos espacios y las nuevas formas de hacerlo es lo
que entendemos hoy por sociedad civil, y por
voluntariado-solidaridad como una de sus
tantas expresiones.
La sociedad civil y el voluntariado intentan ofrecer soluciones a los múltiples problemas con los que vivimos, y trata de presentar
alternativas no siempre definidas que intentan abrirse camino. Citaremos algunos problemas y soluciones. La disgregación del
tejido social que ha llevado tras de sí la pérdida de control de nuestros mundos vitales
puede reconstruirse con espacios limitados
relacionales que, garantizados por una esfera
pública y progresivamente universal, permitan
actualizarlos como derechos en primera persona. En tal sentido se puede ir recobrando la dignidad perdida por tantos seres humanos que
han mecanizado su vida para poder sobrevivir.
Las restricciones o limitaciones del Estado Social basado en un sistema de seguridad centralizado y con base fiscal ha de garantizar
progresivamente el acceso, la exigencia y control
de los derechos referentes a intereses legítimos
y difundidos por parte de las comunidades menores y/o periféricas que no están representadas en las estructuras neocorporativas de
los sistemas fiscales y de seguridad social. La
crisis del Estado-nación que requiere de un reequilibrio de los desniveles territoriales de los
derechos de los ciudadanos, provoca desde las
organizaciones actuaciones de presión, de defensa y de promoción. Los nuevos riesgos y
patologías sociales como la exclusión social,
la soledad, que exigen servicios sociales más
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
73
ESTUDIOS
complejos y de atención personal, se han de
ensanchar y nutrir con aquellas experiencias
de ciudadanía y solidaridad que permiten y
acogen las diferencias (étnicas, religiosas,
culturales) y que no separan ni a los individuos ni a las comunidades. Los desastres que
provocan tanto la falta de control técnicocientífico como la misma naturaleza, han de
permitir gestionar solidariamente aquellos
riesgos sociales que constituyen abismos entre los desafíos que afrontan los individuos y
los recursos de que disponen ellos mismos, el
Estado, el Mercado y la propia sociedad civil
junto al sector del voluntariado. El pensamiento único y la «imposición de la imagen-espectáculo que practican los medios de comunicación,
puede compensarse con la elaboración de una
cultura de los nuevos derechos de la vida cotidiana que apunte a respetar el pensamientopalabra del otro, a humanizar el trabajo y los
servicios a las personas, de tal manera que se
armonicen tiempos y lugares de trabajo,
tiempos y lugares de familia, amigos, ocio y
tiempo libre.
La sociedad civil y el voluntariado como
expresión de solidaridad hemos querido plantearlo en el contexto de la llamada sociedad
del bienestar. Son componentes de su propia definición, sin los cuales posiblemente
no cabría tanto optimismo. Es un hecho el
bienestar alcanzado y desde luego indiscutible el creciente esfuerzo realizado de la
sociedad civil y el voluntariado. Precisamente cuando la sociedad civil y el voluntariado han de implicarse cada vez más para
detallar el bienestar por venir, se habla
abiertamente del Estado del Malestar. Es la
razón por la que la sociedad civil y el voluntariado aun siendo claros protagonistas del
bienestar de los ciudadanos, no pueden ni
deben ser los únicos en la tarea. El Estado
y el mercado habrán de reconducirse ante
la presencia del nuevo invitado, que de ausentarse no dejaría las cosas como antes.
Luego debemos dar algunas pistas del marco necesario para que exista el voluntariado, dentro de la sociedad civil, junto al
mercado y al Estado.
74
SOLIDARIDAD, ESTADO Y
MERCADO
La solidaridad es uno de los valores de que
dispone la cultura de la sociedad civil. Y junto
a la solidaridad el altruismo, el don, la reciprocidad, que construyen la cultura de la ciudadanía. Son valores que complementan y
superan aquellas reglas de juego que han
sustentado al Estado (poder político, obligaciones ciudadanas y redistribución de recursos) y el mercado (interés y beneficio). Valores
de la sociedad civil que son capaces de generar espacios donde se contempla y respeta la
dignidad e identidad de los individuos cuando la libertad y la igualdad uniforme no alcanza a todos ni abarca las diferencias 4.
La herencia de la Ilustración en la actualidad parece exigir de sus paradigmáticos
valores (libertad e igualdad) vivencias individuales que permitan corroborar un avance
sustancial para todos los individuos. Luego se
trata de experimentar el equilibrio más idóneo, según las circunstancias, para que entre
libertad e igualdad queden a salvo quienes
padecen desigualdades. Y aunque los principios susciten justificadas controversias, de lo
que se trata es de resolver la cuota de igualdad imprescindible para que cada persona
pueda disponer del propio futuro 5. Es evidente que algunas individuos requieren no
sólo de más apoyo que otros sino también de
más solidaridad; y eso sólo es posible sin
menguar la intervención del Estado y con el
ánimo de encontrar espacios claramente más
solidarios. En esos espacios es donde la nueva identidad combinaría diferencia con pertenencia, dando lugar a un sistema de
relaciones positivas que parece haber profesionalizado y mercantilizado el Estado y el
mercado. Luego la solidaridad aunque no va
4
Cfr. MANUEL HERRERA GÓMEZ (1999): «Voluntariado
cultural y sociedad civil», en IV Jornadas de Voluntariado
cultural, Ministerio de Educación y Cultura, Madrid.
5
¿Libertad ‘versus’ igualdad?, EL PAIS (Debate), 15
de abril de 2001: «Un falso dilema» de Gregorio PecesBarba, y «Ni tanto ni tan calvo» de Alvaro Delgado-Gal.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
ANTONIO GUTIÉRREZ RESA
a resolver, ni a corto ni a medio plazo, las desigualdades existentes, sí que puede introducir prácticas de voluntariado para evitar el
sufrimiento de quienes ocupan los últimos
peldaños.
na subraya los aspectos de la vida en sociedad tomando en consideración la totalidad
del trabajo concreto y no sólo el que es remunerado (Henry Desroche y las empresas cooperativas).
La solidaridad en la sociedad civil genera
bienes relacionales que no los puede ofrecer
ni el Estado ni el mercado al ser producidos y
disfrutados por quienes son al mismo tiempo
productores y usuarios. Es más, tales bienes
relacionales superan ideologías, estatus, permitiendo la concesión mutua de la igualdad y
la libertad a quienes se encuentran solidariamente. La solidaridad organizada (Voluntariado), intercambia con otras organizaciones
funciones educativas y formativas, de apoyo y
asistencia, relacionadas con el ocio y el tiempo libre, de ayuda para la integración profesional, y recuperación de personas desviadas
y excluidas. Luego parece que las relaciones
ciudadanas estén buscando zafarse del control estatal y de la tasación económica, para
reconstruir un espacio propio con referentes
que potencien la convivencia ciudadana y los
derechos sociales como sujetos individuales.
Se busca una nueva liberación gestionada por
las entidades de voluntariado, aunque siempre nos persigue la tradición como bagaje inseparable de cara al futuro 6.
La solidaridad tiene sus defensores y sus
detractores. Tanto unos como otros encuentran razones para mantener sus posiciones.
Los detractores son recelosos porque las organizaciones sociales pueden hacer disminuir la confianza en las instituciones del
Estado, o bien rebajar las responsabilidades
público-estatales. Una posición intermedia
hace mención de aquellas funciones que cumplen las organizaciones y no las desarrollan ni
el Estado ni el Mercado; sin embargo entendemos que deberían ser mínimas esas tareas.
Los defensores de la solidaridad organizada
ven en las entidades de voluntariado a un
conjunto de personas, una masa crítica de individuos, organizados y responsables que
además resuelven problemas sociales. Tampoco es que vayamos a añadir muchas más
cosas de las que nos han dicho algunos clásicos de la sociología.
Los valores citados de que dispone la sociedad civil tienen buena parte de su asiento
histórico, socioeconómico, en los socialistas
utópicos (Owen, Bouchez, Saint-Simon, Fourier), los cristianos social reformistas como
Le Play, los liberales que apuntan a la autoayuda como Charles Dunoyer (‘Nuevo tratado
de economía social’ de Charles Dunoyer en
1830), Leon Walras, John Stuart Mills y
Luiggi-Lazzatti, y la tradición solidaria de
Leon Bourgeois. En el siglo XX y desde los
años 70 el mundo anglosajón difunde la economía social (asociacionismo y cooperación e
intercambio), mientras la tradición francófo6
ANTONIO GUTIÉRREZ RESA (1993): «Reflexiones sobre
la solidaridad», Rev. Intervención Social, nº 2.
De vuelta a la tradición, una breve mirada
a algunos de los clásicos de la sociología y del
pensamiento social actual, nos permite recordar que Emile Durkheim en la ‘División del
trabajo social’ trata de determinar en qué
consiste la solidaridad social o unidad social
(solidaridad mecánica y orgánica) a pesar de
las diferencias de los individuos que componen la sociedad. Luego la solidaridad para
Durkheim es estructural y vinculadas con la
integración del sistema social Y Parsons
cuando se refiere a la sociedad moderna y
contemporánea indica la separación que existe entre las instituciones y las estructuras sociales; en otras palabras, la independencia
entre la gestión del poder y la solidaridad, sin
llegar a precisar los elementos claves de esta
última. Habermas distingue en su «Teoría del
obrar comunicativo» dos ámbitos relacionales
como son el sistema y el mundo vital, diferenciados a su vez en «economía y Estado de un
lado, y esfera pública y esfera privada del
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
75
ESTUDIOS
otro». Sin embargo la solidaridad no encuentra acomodo en su teoría por quedar fuera de
lo público y lo privado, es decir, por no poderse hablar de relación social a nivel sistémico.
N. Luhmann, para quien la sociedad funciona
por el dinero, el derecho, el poder, la verdad y
el amor, no precisa en qué consiste el rol social que corresponde al mundo vital. En todo
caso aprecia componentes organizativos, motivaciones de los individuos y normas. A. Ardigó
habla de un espacio público más autónomo y no
sistémico en donde se pueden encontrar desde
modalidades de economía sumergida, hasta
entidades de voluntariado y solidaridad interpersonal. Se desconfía del sistema social y
se buscan nuevas relaciones sociales capaces
de generar una nueva calidad de vida y en
donde se produzca la reciprocidad el don, el
altruismo, la solidaridad social o la cooperación entre otros códigos.
Creemos que la solidaridad intenta desarrollar una sociedad civil cuyo progreso se
mide por la aproximación a referentes éticos.
Sin embargo las reglas del Estado, del mercado y de la sociedad civil han generado un ranking de valores sociales que coloca a la
solidaridad en el tercer lugar, detrás del consumismo y del trabajo.
ENTRE EL EMPEÑO DE DON
QUIJOTE Y EL DETERMINISMO
DE DON MIGUEL DE CERVANTES
Pensamos que Don Quijote y sus reiterativos intentos de arreglar entuertos simbolizan
el retorno de la solidaridad o la «primacía» de
las entidades públicas no estatales, que está
posibilitando en la actualidad el ejercicio y el
desarrollo de la solidaridad para hacernos en
definitiva más libres. Los voluntarios que se
comprometen con las diversas entidades, no
alcanzan cifras desorbitantes, pero sí permiten hablar de un cierto retorno de la solidaridad a la sociedad civil. Una sociedad civil
siempre en movimiento y constituida por «un
entramado relativamente complejo de instituciones (mercados, asociaciones y esfera pú-
76
blica), y conectado con una tradición de varios siglos» 7. Ahora bien, la persistencia de
Don Quijote en alcanzar sus propósitos, nos
anima a pensar con insistencia sobre el peso
de la solidaridad en la sociedad civil de futuro. Posiblemente se consolide un sistema de
relaciones más solidario porque la sociedad
civil prefiera un progreso más igualitario. Tenemos experiencia y memoria histórica de
cómo se ha ejercitado el poder históricamente, de cómo ha evolucionado el estado de derecho, el ámbito público y lo que entendemos
por el tejido social o las redes sociales formales e informales. Y creemos el acerbo histórico
nos empuja a pensar en nuevos componentes
tanto racionales como sentimentales que hagan posible la transformación de la sociedad,
y en definitiva nos procuren entender la vida
con alternativas y sentirla más placentera.
Precisamente por lo que acabamos de plantear, y sobre una base real empírica (la existencia de voluntarios), coincidimos con lo que
expresa Víctor Pérez Díaz: «Lo cierto es que si
bien no hay, en lugar alguno fundamentos últimos o espacios privilegiados para la construcción de comunidades morales, la otra
cara de la moneda es que esa construcción
puede emprenderse casi en cualquier lugar
de una sociedad civil… aunque sea con muy
diversas probabilidades de éxito» 8.
Aunque resulte difícil de valorar el peso
específico que tiene el retorno de la solidaridad en la actualidad, seguimos basándonos
en los estudios empíricos que ya presentamos
con anterioridad 9. Luego no se trata de hacer
avanzar sin más una teoría sobre el retorno
7
VÍCTOR PÉREZ DÍAZ (1993): La primacía de la sociedad civil, Alianza, Madrid. P. 12.
8
VÍCTOR PÉREZ DÍAZ (1997): La esfera pública y la sociedad civil, Taurus, Madrid. P. 56.
9
ANTONIO GUTIÉRREZ RESA (2000): Rostros de la solidaridad, Centro Francisco Tomás y Valiente UNED de
Valencia. Pp. 17-28 y 29-40. Cfr. MARISA SETIÉN: «El individuo y los demás» en FRANCISCO ANDRÉS ORIZO y JAVIER
ELZO (Directores) (2000): España 2000, entre el localismo
y la globalidad, Fundación Santa María y Universidad de
Deusto, Madrid. P. 75-85.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
ANTONIO GUTIÉRREZ RESA
de la solidaridad que dé sentido a tantas
variables como las que intervienen en el
mantenimiento de la sociedad civil. Existen
aspectos sociales que por su objetividad nos
provocan una lectura positiva sobre el futuro
de la sociedad civil, cada vez más concienciada de las exigencias de la solidaridad y más
dispuesta que nunca a hacer valer sus organizaciones. Quizás por ello nos sumaremos a
quienes prefieren o se inclinan antes por Don
Quijote que por Cervantes, a pesar del peligro que señala Fernando Savater cuando refiriéndose al primero nos habla de un intento
personal que no cambia las cosas, además de
que «Don Quijote está vencido de antemano,
no corresponde a las posibilidades ni a las dificultades de su época, está ridículamente
solo» 10. Añadiremos, no obstante, que ya Ortega señala la valía de la lucha interna que
sostiene al personaje y eso nos hace inclinarnos por Don Quijote.
PROGRESO DE LA SOLIDARIDAD
PARA EVITAR EL SUFRIMIENTO
El núcleo básico de lo que denominamos
retorno de la solidaridad lo constituye el tejido social, y más específicamente el voluntariado con la dedicación de un número de
horas semanales y desempeñando diversas
funciones de modo voluntario y gratuitamente.
Aquí lo que planteamos es un progreso de
la solidaridad no trascendente, y por lo tanto
visible y medible de algún modo. Como certeramente nos indica el filósofo norteamericano
R. Rorty «Cuando una persona busca la solidaridad no se pregunta por la relación entre
las prácticas de una comunidad elegida y algo
que está fuera de esa comunidad. Cuando
busca la objetividad, se distancia de las personas reales que le rodean no concibiéndose a
sí misma como miembro de otro grupo real o
imaginario, sino vinculándose a algo que pue10
FERNANDO SAVATER (1995): Instrucciones para olvidar el Quijote, Taurus, Madrid. P. 19.
de describirse sin referencia a seres humanos
particulares» 11. Se trata por tanto de ceñirse
a quienes nos rodean y con los que deseamos
desarrollar una sociedad civilizada, donde no
se produzcan unos a otros humillaciones y sufrimiento. No es cuestión de plantearnos
cuestiones teóricas o de conocimiento alejadas de la acción. El citado filósofo norteamericano nos recuerda que «Whitman y Dewey
intentaron sustituir el conocimiento por la
esperanza. Deseaban que sus sueños utópicos
comunes –los sueños de una sociedad idealmente decente y civilizada- reemplazaran el
conocimiento de la voluntad de Dios, de la ley
moral, de las leyes de la historia, o de los hechos de la ciencia» 12.
El progreso de la solidaridad no trascendente tiene su base en lo que dice y practica
la gente y los propios voluntarios. Creemos
descubrir que la propia gente, la comunidad
de ciudadanos tienen una idea y expectativas
de solidaridad que comparten como un sentimiento común y que luego tiene su correspondencia en la práctica. Insistimos en la práctica
de la solidaridad por parte de la gente porque
es la que desea la comunidad, porque se siente
bien atendida, tratada con igualdad y afecto.
Luego, una vez más, nos referimos a la solidaridad en el sentido postmoderno que entiende Jean François Lyotard alejado de los
principios y las metanarrativas. Nos quedamos con los cotidianos relatos solidarios de
cientos y cientos de voluntarios, que apenas
si saben algo de la organización en la que
ejercitan su voluntariado, y que son fieles a la
tradición de la solidaridad practicada en
otros siglos por personas e instituciones. Lo
hacen porque por no sentirse indiferentes,
porque la acción les une a quienes están marginados, excluidos, a quienes padecen en mayor medida que otros el sufrimiento y la
humillación. Luego la solidaridad progresa,
11
RICHARD RORTY (1996): Objetividad, realismo y
verdad, Paidós Barcelona. P. 39.
12
RICHARD RORTY (1999): Forjar nuestro país, El pensamiento de izquierdas en los Estados Unidos del siglo XX.
Paidós, Barcelona. P. 95.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
77
ESTUDIOS
avanza con narrativas, no tanto con principios, dando muestras continuas de las posibilidades que tiene el ser humano de crear lo
que desea; un lenguaje que persuade y que no
se impone por la fuerza, que se inclina por las
transformaciones antes que por las revoluciones. Un lenguaje que no habla de la solidaridad como de una meta-palabra en la que
creemos como si se tratara de algo existente
independientemente de la realidad por tanto
pronunciarla.
«La solidaridad humana no es cosa que dependa de la participación en una verdad común o en una meta común, sino cuestión de
compartir una esperanza egoísta: la esperanza de que el mundo de uno —las pequeñas cosas en torno a las cuales uno ha tejido el
próximo léxico último— no será destruido» 13.
A partir de la experiencia señalada, disponemos de un enorme potencial para sentirnos
más solidarios que nunca con quienes han
perdido aquello de que disfrutamos nosotros.
En definitiva, nos sentimos unidos para evitar el sufrimiento, el dolor, la humillación, la
marginación, la exclusión…, sentimientos
que hacen sentirnos solidarios ante la posibilidad de nos pueda ocurrir a cualquiera de nosotros.
Sobre la solidaridad subrayaremos dos
cuestiones, aunque no olvidamos el componente de la acción y el de motivación: se trata
de un sentimiento y se describe de forma inacabada porque tal sentimiento aumenta y
progresa. Tal y como defiende Richard Rorty
«La concepción que estoy presentando sustenta que existe un progreso moral, y que ese
progreso se orienta en realidad en dirección
de una mayor solidaridad humana. Pero no
considera que esa solidaridad consista en el
reconocimiento de un yo nuclear —la esencia
humana— en todos los seres humanos. En lugar de eso, se la concibe como la capacidad de
percibir cada vez con mayor claridad que las
diferencias tradicionales (de tribu, de reli-
gión, raza, costumbres, y las demás de la misma especie) carecen de importancia cuando
se las compara con las similitudes referentes
al dolor y la humillación; se la concibe, pues,
como la capacidad de considerar a personas
muy diferentes a nosotros incluidas en la categoría de «nosotros» 14.
Existiendo como existen voluntarios organizados que desarrollan acciones solidarias y
producen efectos positivos en la sociedad, podemos decir que el retorno de la solidaridad a
la sociedad es positivo. Luego la calidad de
vida tiene algo que ver con ser menos individualista y con aceptar las diferencias dentro
y fuera de la comunidad a la que pertenecemos. «Si en verdad resulta imposible ser o
pertenecer a otras comunidades diferentes y
alejadas, no por eso debemos hacer desaparecer el compromiso de solidaridad con quienes
padecen la exclusión y la marginación. La ampliación de nuestras adhesiones supondría por
tanto irse transformando sentimentalmente;
transformación (basada en emociones,
amor, amistad, confianza, empatía o solidaridad) destinada a cortocircuitar las diferencias culturales mediante un trabajo paciente de
comprensión de lo extraño» 15. No obstante, debemos ser prudentemente esperanzados porque no por movernos así dejamos de depender
de nuestros intereses particulares. Los propios voluntarios hablan de la modestia de sus
intenciones y de aquello que más les satisface; así es como se construye la prudente utopía de acabar con el sufrimiento: con los
esfuerzos particulares y caseros aunque organizados. «Más que soñar con una renovación
espiritual, creo que haríamos mejor en asumir que, cualquiera que sean las mejoras que
tengan lugar en el próximo siglo, no serán
más drásticas que las que ocurrieron en el
nuestro y que lo mejor que podemos esperar
son más reformas experimentales, basadas
en pruebas y errores, en la estrategia de un
14
13
RICHARD RORTY (1991): Contingencia, ironía y solidaridad, Paidós, Barcelona. P. 110.
78
Cfr. nota anterior, p. 210.
RICHARD RORTY (1998): Pragmatismo y política. Introducción de Rafael del Aguila, Paidós, ICE/UAB. P. 23.
15
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
ANTONIO GUTIÉRREZ RESA
paso adelante y dos atrás, que han venido teniendo lugar en las democracias industrializadas desde la revolución francesa» 16.
RETORNO DEL SUJETO
VOLUNTARIO
En este apartado deseamos acentuar la
libre decisión de miles de ciudadanos que
dedican parte de su tiempo a entidades y organizaciones de muy diversa índole. Los voluntarios constituyen el activo fundamental
de las entidades voluntarias y el núcleo del
retorno de la solidaridad. Retorno de la solidaridad a la sociedad civil que no exige como
antaño un partido revolucionario, ni una clase trabajadora, ni tampoco una confederación
o plataforma de organizaciones de voluntariado, detentadoras de la solidaridad de
nuestros días. Frente a las plataformas o confederaciones como sujetos colectivos de tradición hegeliana, entendemos que en la
actualidad son los individuos los protagonistas de sus decisiones quienes deben participar en buena parte de las decisiones de las
organizaciones, y quienes con sus acciones y
crítica deben mantener la vitalidad y adaptación a lo real de las entidades en cuanto organizaciones, siendo los controladores del poder
de la solidaridad. Control de un poder real
que las entidades públicas quieren compartir
y contrarrestar.
Los individuos solidarios son quienes
constituyen el fundamento de la solidaridad,
y sin cuya presencia sería más difícil hablar
de posibilidades de cambio respecto del pasado. Las organizaciones, en cambio, constituyen el soporte estructural del voluntariado,
cuya capacidad de regeneración la detentan
fundamentalmente los individuos libres, responsables y críticos. No podemos olvidar que
junto al poder liberador y crítico de las organizaciones, debe existir siempre la posibilidad de que los individuos puedan defenderse
16
Cfr. nota anterior, p. 66.
de las mismas organizaciones y dejarlas
cuando decidan hacerlo.
Aunque en la actualidad el esquema de izquierdas y derechas ha sido superado por los
sujetos voluntarios, la mayoría de los mismos
se definen como de centro izquierda. Es más,
sabemos que las ideologías o las creencias no
constituyen entre ellos la más mínima dificultad para relacionarse y actuar, aunque de
hecho son los católicos practicantes los más
comprometidos y quienes se sienten más satisfechos. No obstante hay porcentajes, aunque
reducidos, de personas voluntarias que se definen como ateos o agnósticos. Luego podemos
estar seguros de haber superado esquemas tan
simples como derecha e izquierda política, así
como aquel otro binomio de católicos-solidarios frente a no católicos-insolidarios.
El gran discurso político se ha cambiado
entre los voluntarios por el pequeño relato
que cambia las cosas pequeñas de la vida cotidiana, sin proponerse ni utopías y eutopías.
Sin pretender lograr grandes y profundas
transformaciones, deciden actuar en lo más
próximo elegido por ellos. Los sujetos voluntarios combinan sus intereses particulares
con aquellos de los demás y sin llegar a la
abstracción general, experimentando que el
ejercicio diario de la solidaridad está al alcance de cualquiera, sin necesidad de alcanzar el
heroísmo o de ser héroes consagrados a los
valores puros y dispuestos al sacrificio por los
amigos y la comunidad, dando muestra de
compromisos morales individuales por pertenecer voluntariamente a una asociación o
asociaciones 17.
Los cuatro perfiles y rostros de la solidaridad que descubrimos entre los voluntarios
(anónimos, comprometidos-satisfechos, críticos y antiburócratas) 18 nos dan pié para no
creer en el individualismo que podría deducirse de un retorno del sujeto voluntario: los
17
MAX SCHELER (1971): El santo, el genio y el héroe,
Nova, Buenos Aires. P. 91-96.
18
Cfr. nota 9. P. 41-87.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
79
ESTUDIOS
propios voluntarios lo dicen claramente cuando
afirman ser conscientes de que deben estar organizados, de que debe existir una legislación;
pero añaden que pasan de casi todo y que prefieren vivir la experiencia propia de ayudar a
los demás como solidaridad que forma parte
del vivir de uno mismo. Tampoco creo en el
discurso liberal tradicional, porque no se acomoda a lo que están diciendo los propios voluntarios: sin ser excesivamente críticos,
existe por parte de ellos un claro rechazo a
que se rentabilice la solidaridad, no les preocupan los entresijos de la organización, y confían en ellas. El individuo voluntario no es
por tanto un derivado simple del proyecto
moderno. Se siente responsable como ciudadano, y manifiesta una responsabilidad cívica que apunta a la igualdad y al trato justo.
Insisto en que este individuo voluntario pasa
de religión, partidos políticos y sindicatos, y
trata de encontrar una solución personal a lo
que busca: posiblemente espacios donde descubre la libertad, la responsabilidad, experiencias en las que él se siente protagonista a
cambio de algo intangible y moral.
EL CAPITAL SOLIDARIO: LOS
VALORES INTANGIBLES Y EL
MARKETING CON CAUSA
Lo más tangible de las aportaciones de
las entidades de voluntariado son: los puestos de trabajo, porcentaje del PIB, número de
voluntarios, socios, los fondos de que disponen según su origen, conjunto de personas
atendidas, etc. Son los resultados propios de
la acción solidaria. No obstante, la solidaridad como valor es capaz de traducirse en algo
más próximo a los seres humanos, capaz de
admitir matizaciones y de mostrar la versatilidad propia de quien hace uso de la misma
según objetivos diferentes: tanto una entidad
no lucrativa que dispone de voluntarios y procura elevar el nivel de vida de sectores desfavorecidos, como aquella que añade a sus
productos una causa social para aumentar
las ventas sin atentar las reglas de mercado,
favoreciendo en mayor grado a los beneficia-
80
rios de la solidaridad directa 19. Es en esa dimensión tangible de la solidaridad en la que
incluimos el marketing con causa, donde situamos también las exigencias de su rendimiento eficaz, eficiente, del crecimiento y del
progreso, del reparto, de la redistribución
más equitativa y hasta del apoyo y la donación más incondicionados. Y es evidente que
se trata de dimensiones, de categorías, que se
pueden cuantificar y medir.
La solidaridad encierra valores intangibles, pero existentes, cuyas manifestaciones
son inequívocas, aunque más complejas de
poderse cuantificar. Así la solidaridad del voluntariado encierra un claro entusiasmo proveniente de vivir y colaborar en la solución de
los problemas por decisión de uno mismo. Se
trata del entusiasmo cuyo origen lo encontramos en vivir y colaborar en la solución de los
problemas de modo voluntario. Los voluntarios relatan inequívocamente el entusiasmo
sentido por haber vivido experiencias personales fuertes, en contacto con seres humanos
necesitados. Voluntarios que hablan con cierto lenguaje en desuso cuando mencionan la
responsabilidad, el compromiso, el autocontrol con el que atienden a las personas.
Los voluntarios no sienten la necesidad
de divulgar entre los demás lo que ellos
practican. Como si se tratara de preservar la
experiencia habida con otros sujetos (los beneficiarios de la ayuda), ante el peligro de traicionar lo que no es exclusivo de uno mismo, o de
destruirlo por propagarlo entre los demás.
Un sentimiento sublime, basado en la experiencia, y cuyo júbilo lo administran cuidadosamente únicamente entre los más allegados.
Lo que hacen los voluntarios lo consideran
como una actividad más de las muchas que se
suceden en la sociedad durante el día. Actividad que les enriquece y les ayuda a sentirse
de otro modo, a sentirse útiles porque comprueban que participan en la solución objeti19
MARIOLA GARCÍA UCEDA (2000): Las claves de la
publicidad, ESIC, Madrid. P. 127-128.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
ANTONIO GUTIÉRREZ RESA
va de determinados problemas. Luego combinan la responsabilidad con la autorrealización: asumir personalmente lo que uno desea
hacer y proyectar con su vida, no sintiéndose
mejor que los demás porque aquello que elige lo
hace porque «le conviene» para su proyecto personal durante una fase más o menos dilatada
de su vida. Tampoco son partidarios de imponer
nada a nadie, ni siquiera la solidaridad a través
de la educación primaria o universitaria. No
se trata de una entrega equivalente a la que
hace un religioso, un misionero en un hospital o en cualquier otro lugar; tampoco desean
ser admirados ni tenidos por héroes, así como
tampoco esperan sueldos ni promociones. Se
trata de una actividad generosa, voluntaria,
solidaria, que no agota todo el civismo altruista posible 20.
te frecuencia como para generar una dosis
módica de confianza en sus encuentros… Todas esas gentes suelen mostrar reverencia a
algunos textos sagrados, y cobran ánimo de
recuerdos que reordenan y revisan periódicamente, siempre con la esperanza de dejar algunas huellas de sí mismos que respeten, o al
menos recuerden, las personas que les sigan
en el camino» 21.
Los voluntarios son conscientes de que
pueden hacer algo más y lo hacen porque se
están jugando el ser o no ser ellos mismos.
Luego la diferencia es enorme con quien únicamente porta en la solapa el distintivo de
una campaña. Sin tratar de cambiar el mundo tratan de responder allí donde actúan en
un claro intercambio entre sujetos en donde
ni cabe fingir, ni es posible la distancia entre
voluntario y beneficiario. Posiblemente se
han cruzado dos relatos, dos vidas y eso produce y genera un intercambio sincero aunque
prudente. Actúan y a la menor sombra de rechazo o de posible intromisión se retiran porque son conscientes de que su acción solidaria
también puede ser fuente de conflictos.
La versatilidad de la solidaridad nos permite hablar, como anunciábamos al principio,
del marketing con causa o de lo que significa
la aplicación de técnicas en la comercialización de causas sociales. No olvidemos que el
segundo presidente de Cáritas D. Francisco
Guijarro Arrizabalaga ya abogaba por tecnificar la caridad planteando determinados programas de la época (1963-1970) con enfoque
de empresa 22.
Los voluntarios son conscientes de que sus
expresiones son limitadas, sin embargo no
las consideran residuales o sin apenas relevancia. Posiblemente haya que interpretarlas de modo positivo como constantes de la
incertidumbre humana. Se trata de constantes, posiblemente de hábitos del corazón, lo
que para muchas gentes de cualquier civilización significa hacer «lo que consideran que
son cosas decentes y sensatas con la suficien20
VICTORIA CAMPS y SALVADOR GINER (1998): Manual
de civismo, Ariel Barcelona. P. 116.
El entendimiento es habitual entre los voluntarios así como el respeto por sus propias
diferencias políticas y religiosas, además de
hacer lo mismo compartiendo críticamente
las reglas del juego (Estado y mercado), comprendiendo y respetando las diferencias externas pero sin fragmentar ni dividir la
sociedad.
La solidaridad genera beneficios a las empresas cuando se asocia a sus productos. Y semejante combinación recibe el nombre de
marketing social o con causa aunque no queden muy claros los límites o fronteras entre lo
que se considera patrocinio, mecenazgo, acción social o marketing con causa. Lo cierto es
que aumentan las ventas de tal o cual producto cuando se asocian con el apoyo solidario a proyectos que tratan de atender las
necesidades sociales. En consecuencia las
21
HELENA BÉJAR (2000): «Civismo y voluntariado»,
Rev. Claves, nº 100. P. 62-67. Cfr. ROBERT N. BELLAH y otros
(1989): Hábitos del corazón, Alianza Universidad.
22
MIGUEL ANGEL MOLINER TENA (1998): Marketing
Social. La gestión de las causas sociales, ESIC, Madrid.
P. 36 y ss. Cfr. ANTONIO GUTIÉRREZ RESA (1993): Cáritas española en la Sociedad del Bienestar (1942-1990), Hacer,
Barcelona. P. 139-147.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
81
ESTUDIOS
campañas de marketing se suceden porque
funcionan, porque producen los resultados
esperados aunque para ellos haya que hacer
uso de las necesidades sociales.
No se trata de argumentar sin más sobre
el concepto de solidaridad, ni de preservar
sus formas ortodoxas. Intentamos subrayar
que la gran variedad de manifestaciones solidarias existentes y las por venir, indican la
apertura de compromisos prácticos que pueden ayudar a disminuir las desigualdades, a
mejorar la vida y a reducir la distancia entre la
utopía y la realidad. Podemos hablar de solidaridad incluso, porque existe competencia, interés, entre quienes son sus técnicos y gestores,
aunque prevalezcan determinadas alianzas
dirigidas a colonizar espacios todavía no roturados de la solidaridad. No pocos de los propietarios de las tiendas del Comercio Justo
no renuncian a vivir del negocio y, sin embargo, también lo hacen para mantener vivos experiencias y recuerdos que los ligaron con
fuertes compromisos a gentes de otras culturas. Luego la competencia y el mercado
también pueden admitir ciertas dosis de solidaridad calculada, cuando se elige vivir haciendo determinadas cosas y no otras.
SOCIOLOGÍA Y ÉTICA DEL
VOLUNTARIADO
El propósito de establecer un marco teórico del voluntariado lo hemos querido cumplir
arrimándonos más a la sociología y a los hechos que tomamos por objetivos, que a la ética sin más. Incluso la ética del voluntariado
la sometemos al devenir del tiempo y las circunstancias para saber en la actualidad qué
formas adquiere la solidaridad como valor,
como expresión del voluntariado, y qué éxito
tiene por ayudar a sobrevivir a las personas.
Con el planteamiento que hacemos no tratamos de establecer lo que es bueno o malo, y
por añadidura si el voluntariado es bueno.
Hemos de tener en cuenta que para la mayoría de las personas son las circunstancias las
82
que definen o determinan lo que es bueno o
malo. Es más, admitimos que una correlación
de circunstancias o variables de tipo político,
económico y cultural son precisamente las
que definen los valores básicos o fundamentales en la sociedad. Y parece suceder de este
modo porque así los expresaba el 59% de la
gente a principios de los noventa en el siglo
pasado. Nos inclinamos entonces por buscar
aquellos valores que en definitiva nos sirven,
tienen éxito y nos ayudan a sobrevivir así
como a ser más felices. En cambio aquello de
cumplir con el deber, ser como hay que ser,
ser bueno o buena persona, arrastra menos
aunque se trate de ser voluntario en una organización.
Los valores, y desde luego el voluntariado
como manifestación inequívoca de solidaridad, tienen componentes muy personales y
con carácter de utilidad: «Un valor es lo importante para mí como ser humano. Es lo que
aprecio, lo que busco y lo que deseo en lo más
íntimo de mi persona. Tanto más lo deseo
cuanta más importancia le doy al valor» 23.
Podemos añadir que es lo que hay, nos guste
o no, aunque alcance poca altura ética y cívica según pareceres. Dicho más técnicamente,
se trata de «una ética del declinar. Acepte usted que el ser es tiempo: pasar, declinar, madurar, envejecer. En suma: caducidad. El ser va
a ritmo de tango: cuesta abajo en su rodada.
Afirmar otra cosa es violencia metafísica» 24.
«Etica para náufragos en cuyo océano cada
sujeto busca y afirma aquellas evidencias
morales que son para él las más claras y las
mejor justificadas. Así es como dejan de interesar ‘definitivamente’ los principios categóricos
independientes de todo espacio, lugar y circunstancias, porque no nos resuelven los complejos
problemas prácticos que vivimos» 25.
23
AGUSTÍN VELLOSO DE SANTISTEBAN (1999): Guía del
voluntariado en España, Espasa Práctico. Madrid. P. 52.
24
JOSÉ ANTONIO MARINA (1995): Etica para náufragos,
Anagrama, Barcelona. P. 55-56.
25
ENRIQUE BONETE PERALES (1990): Eticas contemporáneas, Tecnos, Madrid. P. 257 y ss.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
ANTONIO GUTIÉRREZ RESA
Lo que es bueno o malo lo entendemos según sea útil para nuestras vidas. De este
modo es como tratamos de comprobar científicamente la utilidad, lo útil, lo bueno, lo objetivo, constituyéndose en el principio básico de
la nueva ética, y hasta tal punto que personas y cosas las medimos por la utilidad. Junto al principio de lo científico-técnico como
útil, incorporamos cierto rebaje de la racionalidad que lo compensamos con la experimentación sensitivo-emotiva de la vida lo más
inmediata posible. No obstante la relatividad
de los valores sociales y «cierto declinar» de
los principios éticos» no significa ni que la sociedad sea menos solidaria que antes o que no
hay suficiente civismo.
La solidaridad y el voluntariado también
están estrechamente vinculados a lo presente
concreto, más que a lo universal y abstracto.
Es la razón de que nos sintamos más solidarios con la familia, con los amigos, vecinos, en
el barrio, la ciudad, comunidad, autonomía,
nación, etc. Se trata de un sentimiento positivo hacia alguien, acompañado del deseo de
ayudarle personalmente. Posiblemente una
cultura como la nuestra tan centrada en el individuo, en el yo, experimente sobre todo sentimientos, emociones centradas en el propio
sujeto: frustración, furia, orgullo. «En cambio, en las culturas de la solidaridad, se da
más importancia a los sentimientos de dependencia, simpatía y vergüenza» 26.
El voluntariado de hoy lo constituyen ciudadanos que adquieren un compromiso relativamente duradero y en condiciones que no
pongan en entredicho las obligaciones personales. Combinan, por tanto, su vida de trabajo con la actividad voluntaria sin ningún tipo
de drama. Es por lo que deciden actuar directamente, para atender necesidades de determinadas personas y también por satisfacción propia y
autorrealización. Se trata entonces de un compromiso con determinadas acciones, un com26
JOSÉ ANTONIO MARINA y MARISA LÓPEZ PENAS
(1999): Diccionario de los sentimientos, Anagrama, Barcelona.
promiso concreto y no genérico que ordenara el
conjunto de acciones de la persona voluntaria.
En consecuencia el compromiso de que hablamos tiene unos límites y no se trata de ejercitar
una solidaridad sin fronteras; más bien se ciñen
a las posibilidades reales de disponibilidad y de
horarios flexibles. Y tal y como hemos dicho la
práctica totalidad de los voluntarios se siente
satisfecho con lo que hacen y con los beneficios
que obtienen (disfrute personal, obtención de
resultados, adquirir experiencia).
Las circunstancias en las que se produce
la actuación de los voluntarios son perfectamente compatibles con la motivación de la solidaridad humana por las necesidades de la
comunidad, que es el motor de sus acciones,
lo que les mueve. Luego la motivación con los
incentivos (beneficios) que acabamos de mencionar nos muestran con cierta claridad por
qué deciden los voluntarios actuar como lo
hacen. En definitiva, los valores morales que
se ejercitan socialmente, y el voluntariadosolidaridad entre ellos, están vinculados a un
sin fin de variables que las filtra el propio voluntario y las hace propias como seguramente no lo hace nadie más que el propio sujeto.
No debe extrañarnos entonces que las motivaciones de los voluntarios, la decisión que
adoptan y el tiempo medio que permanecen
como tales en las organizaciones (dos años),
constituya un espacio de solidaridad permanentemente transitorio. Queremos decir que
se trata de un espacio relativamente duradero que se combina con otros espacios sin ordenarlos: laborales, de ocio y personales 27.
FUTURO DEL VOLUNTARIADO
El espacio solidario crece, y existen expectativas de que así suceda. Sin embargo no
27
PEDRO GONZÁLEZ BLASCO y ANTONIO GUTIÉRREZ RESA
(1997): La opinión pública ante el voluntariado, Dirección General de Cooperación al Desarrollo y Voluntariado, Consejería de Educación y Cultura, Comunidad de
Madrid, Madrid; PEDRO GONZÁLEZ BLASCO (1998): El voluntariado madrileño, Consejería de Educación y cultura,
Comunidad de Madrid.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
83
ESTUDIOS
prefiguramos un final al que se apunta y un
final que atrae y ordena lo que sucede. Lo que
ocurre puede cambiar sociológicamente en
función de variables que no podemos prever
ni controlar fácilmente. Sin embargo estamos
seguros de que el valor moral del acto voluntario sigue dándoselo el propio sujeto voluntario y no realidades a priori independientes
de los voluntarios concretos en las organizaciones en las que se encuentran.
Las «razones» que hemos intentado expresar, sean fuertes o débiles, intentan ser una
ayuda para cambiar las cosas que se pueden
cambiar y evitar las que son evitables. También hemos querido subrayar las infinitas posibilidades que tiene el ser humano, antes que
someterse a los tópicos y previsiones paralizantes para la acción humana. La autoconfianza en
el ser humano nos puede animar a provocar el
futuro que deseamos. Queremos decir que asumimos el riesgo de imaginar tal y como deseamos vivir en adelante: cómo aprenderemos,
disfrutaremos, nos relacionaremos, envejeceremos y moriremos. En definitiva, se trata de
llevar la iniciativa, de adelantarse a los riesgos sociales que detectamos, tomando decisiones y actuando.
Al no existir un orden establecido a seguir,
ni prioridades que mantener eternamente
podemos presentir como alcanzable el futuro
del voluntariado que deseamos. De momento
ya tenemos constancia de quienes necesitan y
piden ayuda: quieren encontrarse con gente
cálida y que les dedique tiempo sosegadamente, con profesionales y voluntarios sensibles, humanos y compasivos. Luego se trata
de extender y propagar la calidez, la sensibilidad, el compromiso y la compasión humanas. En definitiva, lo que convence tanto a la
gente de la calle como al científico.
Es alcanzable lo que decimos: en primer
lugar porque es un hecho la existencia de voluntarios que eligen hacer voluntariado; en
segundo lugar porque la opinión pública es
partidaria de que existan, les apoye el estado,
y porque son notablemente fiables; en tercer
84
lugar porque en la pasada Conferencia de
Seattle se tuvo ocasión de comprobar que miles de ONG detuvieron los programas sobre
liberación del comercio internacional que debía
aprobarse en la citada reunión; y finalmente
porque «Cuando veo a personas generosas (es
decir, que generan realidad) esforzándose por
cuidar a seres sin solución, devolviéndoles o
creando su dignidad sobre la marcha, me
parece asistir a una revelación. Casi a una
cosmogonía. Están afirmando con sus actos
su fe en lo imposible. Lo mismo que los muchachos del mayo francés se contentaron con
gritar» 28.
Si es alcanzable lo que decimos, también
apostamos por las acciones concretas antes
que por el conocimiento universal. Apostamos
por la esperanza sin que suponga esta expresión una clarificación de cómo se encuentran
las cosas, ni que vaya a suceder esto o lo otro
en el presente siglo XXI. «Parte del porqué de
que el próximo siglo se nos aparezca tan informe y como en blanco es que los intelectuales nos hemos ido acostumbrando a pensar en
términos escatológicos y de historia mundial.
Nos hemos vuelto impacientes hacia todo lo
que sea más pequeño que eso, molestos con
cualquier solución de parcheo y con cualquier
medida provisional» 29.
De momento se puede progresar en la relación entre las ONG y el Estado si se establecen
acuerdos para desarrollar la especialización y
la coordinación cada vez más estrecha entre
quienes tienen tradición y experiencia y quienes desean adquirirla mediante claros compromisos. También se puede avanzar en el
fomento de las diversas manifestaciones de
solidaridad, así como evitando la excesiva
concentración de poder entre las organizaciones voluntarias. Es positivo que las entidades
28
JOSÉ ANTONIO MARINA (2000): Crónicas de la ultramodernidad, Anagrama, Barcelona. P. 193.
29
RICHARD RORTY (2000): Verdad y Progreso, Paidós,
Barcelona. P. 289. El alcance más amplio de sus palabras
se puede encontrara en el cap. 11. : «El final del lenilismo», Havel y la Esperanza social. P. 277-296.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
ANTONIO GUTIÉRREZ RESA
mantengan y aumenten el talante crítico a
pesar de que la dependencia económica pueda mermar su autonomía. La transparencia,
puntualidad y claridad de detalles en los informes globales de las ONG puede mejorar
aunque es necesario subrayar la necesidad de
mayores inversiones en formación, apoyo y
seguimiento técnico para con los voluntarios.
— LÓPEZ PENAS, M. (1999): Diccionario de los sentimientos. Anagrama, Barcelona.
BIBLIOGRAFÍA
MARINA, J.A. (2000): Crónicas de la ultramodernidad. Anagrama, Barcelona.
BEJAR, H. (2000): «Civismo y voluntariado». Rev.
Claves, nº 100.
MOLINER TENA, M.A. (1998): Marketing Social. La
gestión de las causas sociales. ESIC, Madrid.
BONETE PERALES, E. (1990): Eticas contemporáneas. Tecnos, Madrid.
PÉREZ DÍAZ, V. (1993): La primacía de la sociedad
civil. Alianza, Madrid.
CAMPS, V. y GINER, S. (1998): Manual de civismo.
Ariel, Barcelona.
— (1997): La esfera pública y la sociedad civil.
Taurus, Madrid.
CASADO, D. (1997): «Antecedentes Históricos de la
política social en España», en Carmen Alemán y
Jorge Garcés (Coordinadores): Política social.
MacGraw-Hill, Madrid.
GARCÍA UCEDA, M. (2000): Las claves de la publicidad. ESIC, Madrid.
GONZÁLEZ BLASCO, P. y GUTIÉRREZ RESA, A. (1997):
La opinión pública ante el voluntariado. Dirección General de Cooperación al Desarrollo y Voluntariado, Consejería de Educación y Cultura,
Comunidad de Madrid, Madrid.
GONZÁLEZ BLASCO, P. (1998): El voluntariado madrileño. Consejería de Educación y cultura, Comunidad de Madrid.
— (1999): «Voluntariado cultural y sociedad civil».
En IV Jornadas de Voluntariado cultural. Ministerio de Educación y Cultura, Madrid.
MARINA, J.A. (1995): Etica para náufragos. Anagrama, Barcelona.
ROBERT, N. BELLAH y otros (1989): Hábitos del corazón. Alianza Universidad, Madrid.
RORTY, R. (1991): Contingencia, ironía y solidaridad. Paidós, Barcelona.
— (1996): Objetividad, realismo y verdad. Paidós
Barcelona.
— (1998): Pragmatismo y política. Introducción de
Rafael del Aguila. Paidós, ICE/UAB. Barcelona.
— (1999): Forjar nuestro país, El pensamiento de
izquierdas en los Estados Unidos del siglo XX.
Paidós. Barcelona.
— (2000): Verdad y Progreso. Paidós, Barcelona.
GUTIÉRREZ RESA, A. (1993): Cáritas española en la
Sociedad del Bienestar (1942-1990). Hacer, Barcelona.
SAVATER, F. (1995): Instrucciones para olvidar el
Quijote. Taurus, Madrid.
— (1993): «Reflexiones sobre la solidaridad». Rev.
Intervención Social. nº 2.
SCHELER, M. (1971): El santo, el genio y el héroe.
Nova, Buenos Aires.
— (1997): Acción Social No Gubernamental. Tirant Lo Blanch, Valencia.
— (2000): Rostros de la solidaridad. Centro Francisco Tomás y Valiente, UNED de Valencia.
HERRERA GÓMEZ, M. (1999): Los orígenes de la intervención estatal en los problemas sociales. Escuela Libre Editorial, Madrid.
SETIEN, M. (2000): «El individuo y los demás» en
Francisco Andrés Orizo y Javier Elzo (Directores): España 2000, entre el localismo y la globalidad. Fundación Santa María y Universidad de
Deusto, Madrid.
VELLOSO DE SANTISTEBAN, A. (1999): Guía del voluntariado en España. Espasa Práctico. Madrid.
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
85
ESTUDIOS
RESUMEN: La necesidad de un marco teórico como «Sociología y ética del voluntariado» se debe a la
atención que nos merecen los voluntarios, sobre todo, ética y sociológicamente. Queremos
decir que los voluntarios actúan y lo hacen por una serie de motivos-valores-principios, además de que la propia acción se pueda cuantificar y tipificar con arreglo a una serie de condiciones observables. Es más, incluso los motivos se pueden ejemplificar para dejar
constancia de que unos valores van quedando en desuso y otros cobran nueva actualidad. La
estructura del marco teórico que hemos elaborado parte de una sociedad civil y sociedad del
bienestar donde existe voluntariado-solidaridad; establece el nuevo equilibrio entre la solidaridad, Estado y mercado; toma partido por la persistencia de la solidaridad del voluntariado; fija el objetivo del voluntariado en evitar el sufrimiento y aumentar el bienestar;
subraya que los individuos solidarios constituyen el soporte de la solidaridad; evalúa el capital solidario que aportan los voluntarios, indicando el éxito del compromiso del voluntariado, y finalmente liga el futuro del voluntariado con la demanda de calidez, sensibilidad,
compromiso y compasión humanas, que tanto convence a la gente de la calle como al científico.
86
REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES
Descargar