Sociología y ética del voluntariado. Marco teórico ANTONIO GUTIÉRREZ RESA * SOBRE LA NECESIDAD DE UN MARCO TEÓRICO PARA EL VOLUNTARIADO L a bibliografía actual sobre el voluntariado nos ofrece perspectivas diferentes que tratan de dar luz sobre lo que es y debe ser el voluntariado, sobre su financiación, organización, opinión pública y opinión de los propios voluntarios, progreso o regreso de la solidaridad, la diversidad de sus rostros, tratamiento jurídico-administrativo, ayuda al desarrollo, y tantos otras consideraciones que tienen que ver con variables sociológicas como la edad, género, formación, creencias e ideologías y todo un sin fin de pormenores que no tratamos de agotar. Un marco teórico en este caso entendemos que sirve y es útil para ordenar lo que entendemos por voluntariado. Ahora bien como cualquier amplia categoría ni podemos forzarla para entender lo estrictamente utópico, ni podemos convertirla en un mero instrumento de corte alcance que apenas si ayuda a entender lo que sucede ahora y que denominamos como voluntariado. La combinación de lo que creemos conocer con la máxima objeti- * Catedrático de Servicios Sociales de la Universidad de Zaragoza (Escuela Universitaria de Estudios Sociales). El artículo es una síntesis, con nuevas aclaraciones y aportaciones, parte de sus ideas pueden encontrarse más desarrolladas en el libro Rostros de la Solidaridad (2000). Publicado por el Centro Francisco Tomás y Valiente, UNED Alzira-Valencia. vidad y aquella referencia o referencias conceptuales, pensamos que nos puede ayudar a ir más allá de lo que comprobamos. Dicho en otros términos: trataremos de explicar lo que ocurre sobre el voluntariado, atreviéndonos a prolongar lo que pueda suceder próximamente. No albergamos el propósito de ofrecer un marco teórico capaz de permanecer por siempre. Sin embargo la experiencia adquirida histórica y sociológicamente nos puede dar luz sobre el porvenir si somos capaces de elevarla al nivel teórico-categorial. De este modo tendremos ocasión de poner a prueba los diversos conceptos y depurar aquellos que por falta de adaptación resultan inútiles. «El científico no puede abandonar el suelo de la realidad: su saber es concreto, casi impresionista, atado al detalle y a la singularidad e inserto en una concepción general. Pero, de un lado, persigue sorprender la forma plástica de un momento histórico de la sociedad. De otro, y siempre, ha de discernir en el mismo las inflexiones que anuncian el futuro» 1. Es la razón por la que nos atrevemos a diseñar un marco teórico del voluntariado. Los procesos, los cambios, han generado un voluntariado propio de nuestros días y por ello mismo cargado de actualidad, de modernidad-postmodernidad, y apto para albergar en su seno lo que se aproxima a la permanen- 1 MANUEL HERRERA GÓMEz (1999): Los orígenes de la intervención estatal en los problemas sociales, Escuela Libre Editorial, Madrid, pág. 633. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 71 ESTUDIOS cia y lo que es fruto de las circunstancias; lo que supuestamente permanece y lo que cambia. No se trata de empeñarse en encontrar algo permanente, inmutable, para decir a continuación que ciertas manifestaciones son fruto de las circunstancias cambiantes. Lo que se aproxima a la permanencia sería sociológicamente lo que se mantiene de la tradición: voluntariado femenino, la idea de ayudar a los demás se trate de quien se trate; lo que entendemos como resultado de las circunstancias podría tener relación con la edad, con el ejercicio del voluntariado los fines de semana, durante la semana o indistintamente. En definitiva, los cambios y permanencias del voluntariado los enfocamos sociológicamente, con cierta perdurabilidad, pero sin pretensiones de fundar una ontología de la solidaridad. El conjunto de elementos o categorías que utilizamos para enmarcar el voluntariado se presenta en los nueve apartados que desarrollaremos a continuación. Se puede observar que no hemos hecho mención de las leyes del voluntariado porque delimitarían en exceso un fenómeno social que sobrepasa el marco jurídico establecido. Pensemos, por ejemplo, en leyes como la del voluntariado social en Aragón que contempla a los objetores de conciencia. Ya en su día equiparó la citada ley a los objetores con los voluntarios, y en la actualidad existen ciertos problemas para la sustitución de aquellos (31 de diciembre de 2001) en las 7.400 entidades que los utilizan para atender determinados servicios 2. El error conceptual que equiparó a voluntarios con objetores ha quedado superado por el discurso de los acontecimientos y no ha lugar a más comentarios. La necesidad del marco teórico como «Sociología y ética del voluntariado» se debe a la atención que nos merecen los voluntarios, so2 EL PAIS, martes, 10 de abril de 2001: «El 24% de las entidades que tienen objetores de conciencia ven peligrar sus servicios». (Estudio realizado por la Fundación Autónoma Solidaria, dependiente de la Universidad de Barcelona, y dirigido por Jordi TOLRÁ). 72 bre todo, ética y sociológicamente. Queremos decir que los voluntarios actúan y lo hacen por una serie de motivos-valores-principios, además de que la propia acción se pueda cuantificar y tipificar con arreglo a una serie de condiciones observables. Es más, incluso los motivos los hemos tratado de ejemplificar para dejar constancia de que unos valores van quedando en desuso y otros cobran nueva actualidad. Es otra manera de decir que los supuestos valores éticos o valores más objetivos, dependen de las circunstancias y se han relativizado. Luego lo que es bueno o malo como principios ideales lo entendemos según sea útil para nuestras vidas, incluida la solidaridad como expresión del voluntariado. Y si los voluntarios en la actualidad se mueven por una serie de motivos-valores, sujetos en cierto modo a condiciones observables, en otras épocas y hasta en siglos anteriores, las expresiones de solidaridad han sido diversas y las hemos tratado de ordenar con amplios y flexibles criterios teórico-metodológicos, entre otros. Antes de que existiera el Estado socio-protector y las políticas sociales actuales, las necesidades humanas y sociales se han venido cubriendo por una serie de actores-servidores entre los cuales podemos mencionar tanto la Iglesia Católica, como la providencia de instancias estatales o la caridad de personas socialmente relevantes. Sin embargo se ha insistido demasiado en un progreso de las políticas sociales de corte evolucionista que comienza por la etapa de la caridad y sigue por la beneficencia, la asistencia social, la seguridad social y finalmente el estado de bienestar. Más bien convendría considerar que «la descripción de los cambios experimentados por la ayuda e intervención sociales debe referirse, antes que nada, a dos modos básicos de acción: el mutual, fraternal, horizontal o solidario pleno y el vertical, de heteroayuda, paternalista o de solidaridad unidireccional» 3. 3 Demetrio CASADO, «Antecedentes históricos de la política social en España», en Carmen Alemán y Jorge Garcés (Coordinadores): Política social, MacGraw-Hill, Madrid. P. 4-29. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES ANTONIO GUTIÉRREZ RESA Diríamos, entonces que la tradición de lo que entendemos ahora como voluntariado y las circunstancias actuales que definen la sociedad y sus formas de solidaridad, son el banco de pruebas para poder ensayar un marco teórico del voluntariado. SOCIEDAD CIVIL Y VOLUNTARIADO-SOLIDARIDAD DEL BIENESTAR En la actualidad se ha venido hablando de crisis de la modernidad por haberse producido la ruptura de la construcción histórica, económica, social e ideológica que nace con la Ilustración y las revoluciones de los siglos XVIII y XIX. Los efectos de la citada crisis no se han hecho esperar, y tras la caída del muro de Berlín, tanto el Estado como El Mercado, considerados pilares fundamentales, se han visto completados y superados con la intervención de las asociaciones, con el denominado retorno de la sociedad civil, con la «primacía» de las asociaciones e instituciones públicas no estatales; en suma, sociedad civil y voluntariado-solidaridad en la sociedad del bienestar-malestar. La sociedad, sus individuos, se reorganizan para participar de múltiples formas en todos aquellos intereses que les afectan. Y de entre los nuevos movimientos de la sociedad civil destacamos aquellos de voluntariado-solidaridad de la sociedad del bienestar, aunque ésta se cuestione y se nombre más de una vez como sociedad del bienestar para menos. La crisis de la modernidad en la nueva sociedad ha hecho posible la emergencia de la sociedad civil de aquellas entidades que se presentan como protagonistas del cambio social, de posibilidades y alternativas para el futuro, tratando de superar el principio dialéctico entre lo público y lo privado que en la actualidad viene en parte integrado, y en parte sustituido, por el principio de esferas sociales que se organizan a partir de la solidaridad como elemento referencial. Alcanzados los límites del Estado como proveedor de servicios, y también del mercado, las múltiples formas organizativas de la sociedad civil ofrecen un amplio panorama de solidaridades que se estructura-desestructura, conformando un sector de gran heterogeneidad. La heterogeneidad de los nuevos espacios está ocupada por una gran variedad de asociaciones y fundaciones, colegios profesionales, sindicatos, clubes sociales o deportivos, o bien hermandades y cofradías, entre otras. La ocupación de esos espacios y las nuevas formas de hacerlo es lo que entendemos hoy por sociedad civil, y por voluntariado-solidaridad como una de sus tantas expresiones. La sociedad civil y el voluntariado intentan ofrecer soluciones a los múltiples problemas con los que vivimos, y trata de presentar alternativas no siempre definidas que intentan abrirse camino. Citaremos algunos problemas y soluciones. La disgregación del tejido social que ha llevado tras de sí la pérdida de control de nuestros mundos vitales puede reconstruirse con espacios limitados relacionales que, garantizados por una esfera pública y progresivamente universal, permitan actualizarlos como derechos en primera persona. En tal sentido se puede ir recobrando la dignidad perdida por tantos seres humanos que han mecanizado su vida para poder sobrevivir. Las restricciones o limitaciones del Estado Social basado en un sistema de seguridad centralizado y con base fiscal ha de garantizar progresivamente el acceso, la exigencia y control de los derechos referentes a intereses legítimos y difundidos por parte de las comunidades menores y/o periféricas que no están representadas en las estructuras neocorporativas de los sistemas fiscales y de seguridad social. La crisis del Estado-nación que requiere de un reequilibrio de los desniveles territoriales de los derechos de los ciudadanos, provoca desde las organizaciones actuaciones de presión, de defensa y de promoción. Los nuevos riesgos y patologías sociales como la exclusión social, la soledad, que exigen servicios sociales más REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 73 ESTUDIOS complejos y de atención personal, se han de ensanchar y nutrir con aquellas experiencias de ciudadanía y solidaridad que permiten y acogen las diferencias (étnicas, religiosas, culturales) y que no separan ni a los individuos ni a las comunidades. Los desastres que provocan tanto la falta de control técnicocientífico como la misma naturaleza, han de permitir gestionar solidariamente aquellos riesgos sociales que constituyen abismos entre los desafíos que afrontan los individuos y los recursos de que disponen ellos mismos, el Estado, el Mercado y la propia sociedad civil junto al sector del voluntariado. El pensamiento único y la «imposición de la imagen-espectáculo que practican los medios de comunicación, puede compensarse con la elaboración de una cultura de los nuevos derechos de la vida cotidiana que apunte a respetar el pensamientopalabra del otro, a humanizar el trabajo y los servicios a las personas, de tal manera que se armonicen tiempos y lugares de trabajo, tiempos y lugares de familia, amigos, ocio y tiempo libre. La sociedad civil y el voluntariado como expresión de solidaridad hemos querido plantearlo en el contexto de la llamada sociedad del bienestar. Son componentes de su propia definición, sin los cuales posiblemente no cabría tanto optimismo. Es un hecho el bienestar alcanzado y desde luego indiscutible el creciente esfuerzo realizado de la sociedad civil y el voluntariado. Precisamente cuando la sociedad civil y el voluntariado han de implicarse cada vez más para detallar el bienestar por venir, se habla abiertamente del Estado del Malestar. Es la razón por la que la sociedad civil y el voluntariado aun siendo claros protagonistas del bienestar de los ciudadanos, no pueden ni deben ser los únicos en la tarea. El Estado y el mercado habrán de reconducirse ante la presencia del nuevo invitado, que de ausentarse no dejaría las cosas como antes. Luego debemos dar algunas pistas del marco necesario para que exista el voluntariado, dentro de la sociedad civil, junto al mercado y al Estado. 74 SOLIDARIDAD, ESTADO Y MERCADO La solidaridad es uno de los valores de que dispone la cultura de la sociedad civil. Y junto a la solidaridad el altruismo, el don, la reciprocidad, que construyen la cultura de la ciudadanía. Son valores que complementan y superan aquellas reglas de juego que han sustentado al Estado (poder político, obligaciones ciudadanas y redistribución de recursos) y el mercado (interés y beneficio). Valores de la sociedad civil que son capaces de generar espacios donde se contempla y respeta la dignidad e identidad de los individuos cuando la libertad y la igualdad uniforme no alcanza a todos ni abarca las diferencias 4. La herencia de la Ilustración en la actualidad parece exigir de sus paradigmáticos valores (libertad e igualdad) vivencias individuales que permitan corroborar un avance sustancial para todos los individuos. Luego se trata de experimentar el equilibrio más idóneo, según las circunstancias, para que entre libertad e igualdad queden a salvo quienes padecen desigualdades. Y aunque los principios susciten justificadas controversias, de lo que se trata es de resolver la cuota de igualdad imprescindible para que cada persona pueda disponer del propio futuro 5. Es evidente que algunas individuos requieren no sólo de más apoyo que otros sino también de más solidaridad; y eso sólo es posible sin menguar la intervención del Estado y con el ánimo de encontrar espacios claramente más solidarios. En esos espacios es donde la nueva identidad combinaría diferencia con pertenencia, dando lugar a un sistema de relaciones positivas que parece haber profesionalizado y mercantilizado el Estado y el mercado. Luego la solidaridad aunque no va 4 Cfr. MANUEL HERRERA GÓMEZ (1999): «Voluntariado cultural y sociedad civil», en IV Jornadas de Voluntariado cultural, Ministerio de Educación y Cultura, Madrid. 5 ¿Libertad versus igualdad?, EL PAIS (Debate), 15 de abril de 2001: «Un falso dilema» de Gregorio PecesBarba, y «Ni tanto ni tan calvo» de Alvaro Delgado-Gal. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES ANTONIO GUTIÉRREZ RESA a resolver, ni a corto ni a medio plazo, las desigualdades existentes, sí que puede introducir prácticas de voluntariado para evitar el sufrimiento de quienes ocupan los últimos peldaños. na subraya los aspectos de la vida en sociedad tomando en consideración la totalidad del trabajo concreto y no sólo el que es remunerado (Henry Desroche y las empresas cooperativas). La solidaridad en la sociedad civil genera bienes relacionales que no los puede ofrecer ni el Estado ni el mercado al ser producidos y disfrutados por quienes son al mismo tiempo productores y usuarios. Es más, tales bienes relacionales superan ideologías, estatus, permitiendo la concesión mutua de la igualdad y la libertad a quienes se encuentran solidariamente. La solidaridad organizada (Voluntariado), intercambia con otras organizaciones funciones educativas y formativas, de apoyo y asistencia, relacionadas con el ocio y el tiempo libre, de ayuda para la integración profesional, y recuperación de personas desviadas y excluidas. Luego parece que las relaciones ciudadanas estén buscando zafarse del control estatal y de la tasación económica, para reconstruir un espacio propio con referentes que potencien la convivencia ciudadana y los derechos sociales como sujetos individuales. Se busca una nueva liberación gestionada por las entidades de voluntariado, aunque siempre nos persigue la tradición como bagaje inseparable de cara al futuro 6. La solidaridad tiene sus defensores y sus detractores. Tanto unos como otros encuentran razones para mantener sus posiciones. Los detractores son recelosos porque las organizaciones sociales pueden hacer disminuir la confianza en las instituciones del Estado, o bien rebajar las responsabilidades público-estatales. Una posición intermedia hace mención de aquellas funciones que cumplen las organizaciones y no las desarrollan ni el Estado ni el Mercado; sin embargo entendemos que deberían ser mínimas esas tareas. Los defensores de la solidaridad organizada ven en las entidades de voluntariado a un conjunto de personas, una masa crítica de individuos, organizados y responsables que además resuelven problemas sociales. Tampoco es que vayamos a añadir muchas más cosas de las que nos han dicho algunos clásicos de la sociología. Los valores citados de que dispone la sociedad civil tienen buena parte de su asiento histórico, socioeconómico, en los socialistas utópicos (Owen, Bouchez, Saint-Simon, Fourier), los cristianos social reformistas como Le Play, los liberales que apuntan a la autoayuda como Charles Dunoyer (Nuevo tratado de economía social de Charles Dunoyer en 1830), Leon Walras, John Stuart Mills y Luiggi-Lazzatti, y la tradición solidaria de Leon Bourgeois. En el siglo XX y desde los años 70 el mundo anglosajón difunde la economía social (asociacionismo y cooperación e intercambio), mientras la tradición francófo6 ANTONIO GUTIÉRREZ RESA (1993): «Reflexiones sobre la solidaridad», Rev. Intervención Social, nº 2. De vuelta a la tradición, una breve mirada a algunos de los clásicos de la sociología y del pensamiento social actual, nos permite recordar que Emile Durkheim en la División del trabajo social trata de determinar en qué consiste la solidaridad social o unidad social (solidaridad mecánica y orgánica) a pesar de las diferencias de los individuos que componen la sociedad. Luego la solidaridad para Durkheim es estructural y vinculadas con la integración del sistema social Y Parsons cuando se refiere a la sociedad moderna y contemporánea indica la separación que existe entre las instituciones y las estructuras sociales; en otras palabras, la independencia entre la gestión del poder y la solidaridad, sin llegar a precisar los elementos claves de esta última. Habermas distingue en su «Teoría del obrar comunicativo» dos ámbitos relacionales como son el sistema y el mundo vital, diferenciados a su vez en «economía y Estado de un lado, y esfera pública y esfera privada del REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 75 ESTUDIOS otro». Sin embargo la solidaridad no encuentra acomodo en su teoría por quedar fuera de lo público y lo privado, es decir, por no poderse hablar de relación social a nivel sistémico. N. Luhmann, para quien la sociedad funciona por el dinero, el derecho, el poder, la verdad y el amor, no precisa en qué consiste el rol social que corresponde al mundo vital. En todo caso aprecia componentes organizativos, motivaciones de los individuos y normas. A. Ardigó habla de un espacio público más autónomo y no sistémico en donde se pueden encontrar desde modalidades de economía sumergida, hasta entidades de voluntariado y solidaridad interpersonal. Se desconfía del sistema social y se buscan nuevas relaciones sociales capaces de generar una nueva calidad de vida y en donde se produzca la reciprocidad el don, el altruismo, la solidaridad social o la cooperación entre otros códigos. Creemos que la solidaridad intenta desarrollar una sociedad civil cuyo progreso se mide por la aproximación a referentes éticos. Sin embargo las reglas del Estado, del mercado y de la sociedad civil han generado un ranking de valores sociales que coloca a la solidaridad en el tercer lugar, detrás del consumismo y del trabajo. ENTRE EL EMPEÑO DE DON QUIJOTE Y EL DETERMINISMO DE DON MIGUEL DE CERVANTES Pensamos que Don Quijote y sus reiterativos intentos de arreglar entuertos simbolizan el retorno de la solidaridad o la «primacía» de las entidades públicas no estatales, que está posibilitando en la actualidad el ejercicio y el desarrollo de la solidaridad para hacernos en definitiva más libres. Los voluntarios que se comprometen con las diversas entidades, no alcanzan cifras desorbitantes, pero sí permiten hablar de un cierto retorno de la solidaridad a la sociedad civil. Una sociedad civil siempre en movimiento y constituida por «un entramado relativamente complejo de instituciones (mercados, asociaciones y esfera pú- 76 blica), y conectado con una tradición de varios siglos» 7. Ahora bien, la persistencia de Don Quijote en alcanzar sus propósitos, nos anima a pensar con insistencia sobre el peso de la solidaridad en la sociedad civil de futuro. Posiblemente se consolide un sistema de relaciones más solidario porque la sociedad civil prefiera un progreso más igualitario. Tenemos experiencia y memoria histórica de cómo se ha ejercitado el poder históricamente, de cómo ha evolucionado el estado de derecho, el ámbito público y lo que entendemos por el tejido social o las redes sociales formales e informales. Y creemos el acerbo histórico nos empuja a pensar en nuevos componentes tanto racionales como sentimentales que hagan posible la transformación de la sociedad, y en definitiva nos procuren entender la vida con alternativas y sentirla más placentera. Precisamente por lo que acabamos de plantear, y sobre una base real empírica (la existencia de voluntarios), coincidimos con lo que expresa Víctor Pérez Díaz: «Lo cierto es que si bien no hay, en lugar alguno fundamentos últimos o espacios privilegiados para la construcción de comunidades morales, la otra cara de la moneda es que esa construcción puede emprenderse casi en cualquier lugar de una sociedad civil… aunque sea con muy diversas probabilidades de éxito» 8. Aunque resulte difícil de valorar el peso específico que tiene el retorno de la solidaridad en la actualidad, seguimos basándonos en los estudios empíricos que ya presentamos con anterioridad 9. Luego no se trata de hacer avanzar sin más una teoría sobre el retorno 7 VÍCTOR PÉREZ DÍAZ (1993): La primacía de la sociedad civil, Alianza, Madrid. P. 12. 8 VÍCTOR PÉREZ DÍAZ (1997): La esfera pública y la sociedad civil, Taurus, Madrid. P. 56. 9 ANTONIO GUTIÉRREZ RESA (2000): Rostros de la solidaridad, Centro Francisco Tomás y Valiente UNED de Valencia. Pp. 17-28 y 29-40. Cfr. MARISA SETIÉN: «El individuo y los demás» en FRANCISCO ANDRÉS ORIZO y JAVIER ELZO (Directores) (2000): España 2000, entre el localismo y la globalidad, Fundación Santa María y Universidad de Deusto, Madrid. P. 75-85. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES ANTONIO GUTIÉRREZ RESA de la solidaridad que dé sentido a tantas variables como las que intervienen en el mantenimiento de la sociedad civil. Existen aspectos sociales que por su objetividad nos provocan una lectura positiva sobre el futuro de la sociedad civil, cada vez más concienciada de las exigencias de la solidaridad y más dispuesta que nunca a hacer valer sus organizaciones. Quizás por ello nos sumaremos a quienes prefieren o se inclinan antes por Don Quijote que por Cervantes, a pesar del peligro que señala Fernando Savater cuando refiriéndose al primero nos habla de un intento personal que no cambia las cosas, además de que «Don Quijote está vencido de antemano, no corresponde a las posibilidades ni a las dificultades de su época, está ridículamente solo» 10. Añadiremos, no obstante, que ya Ortega señala la valía de la lucha interna que sostiene al personaje y eso nos hace inclinarnos por Don Quijote. PROGRESO DE LA SOLIDARIDAD PARA EVITAR EL SUFRIMIENTO El núcleo básico de lo que denominamos retorno de la solidaridad lo constituye el tejido social, y más específicamente el voluntariado con la dedicación de un número de horas semanales y desempeñando diversas funciones de modo voluntario y gratuitamente. Aquí lo que planteamos es un progreso de la solidaridad no trascendente, y por lo tanto visible y medible de algún modo. Como certeramente nos indica el filósofo norteamericano R. Rorty «Cuando una persona busca la solidaridad no se pregunta por la relación entre las prácticas de una comunidad elegida y algo que está fuera de esa comunidad. Cuando busca la objetividad, se distancia de las personas reales que le rodean no concibiéndose a sí misma como miembro de otro grupo real o imaginario, sino vinculándose a algo que pue10 FERNANDO SAVATER (1995): Instrucciones para olvidar el Quijote, Taurus, Madrid. P. 19. de describirse sin referencia a seres humanos particulares» 11. Se trata por tanto de ceñirse a quienes nos rodean y con los que deseamos desarrollar una sociedad civilizada, donde no se produzcan unos a otros humillaciones y sufrimiento. No es cuestión de plantearnos cuestiones teóricas o de conocimiento alejadas de la acción. El citado filósofo norteamericano nos recuerda que «Whitman y Dewey intentaron sustituir el conocimiento por la esperanza. Deseaban que sus sueños utópicos comunes los sueños de una sociedad idealmente decente y civilizada- reemplazaran el conocimiento de la voluntad de Dios, de la ley moral, de las leyes de la historia, o de los hechos de la ciencia» 12. El progreso de la solidaridad no trascendente tiene su base en lo que dice y practica la gente y los propios voluntarios. Creemos descubrir que la propia gente, la comunidad de ciudadanos tienen una idea y expectativas de solidaridad que comparten como un sentimiento común y que luego tiene su correspondencia en la práctica. Insistimos en la práctica de la solidaridad por parte de la gente porque es la que desea la comunidad, porque se siente bien atendida, tratada con igualdad y afecto. Luego, una vez más, nos referimos a la solidaridad en el sentido postmoderno que entiende Jean François Lyotard alejado de los principios y las metanarrativas. Nos quedamos con los cotidianos relatos solidarios de cientos y cientos de voluntarios, que apenas si saben algo de la organización en la que ejercitan su voluntariado, y que son fieles a la tradición de la solidaridad practicada en otros siglos por personas e instituciones. Lo hacen porque por no sentirse indiferentes, porque la acción les une a quienes están marginados, excluidos, a quienes padecen en mayor medida que otros el sufrimiento y la humillación. Luego la solidaridad progresa, 11 RICHARD RORTY (1996): Objetividad, realismo y verdad, Paidós Barcelona. P. 39. 12 RICHARD RORTY (1999): Forjar nuestro país, El pensamiento de izquierdas en los Estados Unidos del siglo XX. Paidós, Barcelona. P. 95. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 77 ESTUDIOS avanza con narrativas, no tanto con principios, dando muestras continuas de las posibilidades que tiene el ser humano de crear lo que desea; un lenguaje que persuade y que no se impone por la fuerza, que se inclina por las transformaciones antes que por las revoluciones. Un lenguaje que no habla de la solidaridad como de una meta-palabra en la que creemos como si se tratara de algo existente independientemente de la realidad por tanto pronunciarla. «La solidaridad humana no es cosa que dependa de la participación en una verdad común o en una meta común, sino cuestión de compartir una esperanza egoísta: la esperanza de que el mundo de uno las pequeñas cosas en torno a las cuales uno ha tejido el próximo léxico último no será destruido» 13. A partir de la experiencia señalada, disponemos de un enorme potencial para sentirnos más solidarios que nunca con quienes han perdido aquello de que disfrutamos nosotros. En definitiva, nos sentimos unidos para evitar el sufrimiento, el dolor, la humillación, la marginación, la exclusión…, sentimientos que hacen sentirnos solidarios ante la posibilidad de nos pueda ocurrir a cualquiera de nosotros. Sobre la solidaridad subrayaremos dos cuestiones, aunque no olvidamos el componente de la acción y el de motivación: se trata de un sentimiento y se describe de forma inacabada porque tal sentimiento aumenta y progresa. Tal y como defiende Richard Rorty «La concepción que estoy presentando sustenta que existe un progreso moral, y que ese progreso se orienta en realidad en dirección de una mayor solidaridad humana. Pero no considera que esa solidaridad consista en el reconocimiento de un yo nuclear la esencia humana en todos los seres humanos. En lugar de eso, se la concibe como la capacidad de percibir cada vez con mayor claridad que las diferencias tradicionales (de tribu, de reli- gión, raza, costumbres, y las demás de la misma especie) carecen de importancia cuando se las compara con las similitudes referentes al dolor y la humillación; se la concibe, pues, como la capacidad de considerar a personas muy diferentes a nosotros incluidas en la categoría de «nosotros» 14. Existiendo como existen voluntarios organizados que desarrollan acciones solidarias y producen efectos positivos en la sociedad, podemos decir que el retorno de la solidaridad a la sociedad es positivo. Luego la calidad de vida tiene algo que ver con ser menos individualista y con aceptar las diferencias dentro y fuera de la comunidad a la que pertenecemos. «Si en verdad resulta imposible ser o pertenecer a otras comunidades diferentes y alejadas, no por eso debemos hacer desaparecer el compromiso de solidaridad con quienes padecen la exclusión y la marginación. La ampliación de nuestras adhesiones supondría por tanto irse transformando sentimentalmente; transformación (basada en emociones, amor, amistad, confianza, empatía o solidaridad) destinada a cortocircuitar las diferencias culturales mediante un trabajo paciente de comprensión de lo extraño» 15. No obstante, debemos ser prudentemente esperanzados porque no por movernos así dejamos de depender de nuestros intereses particulares. Los propios voluntarios hablan de la modestia de sus intenciones y de aquello que más les satisface; así es como se construye la prudente utopía de acabar con el sufrimiento: con los esfuerzos particulares y caseros aunque organizados. «Más que soñar con una renovación espiritual, creo que haríamos mejor en asumir que, cualquiera que sean las mejoras que tengan lugar en el próximo siglo, no serán más drásticas que las que ocurrieron en el nuestro y que lo mejor que podemos esperar son más reformas experimentales, basadas en pruebas y errores, en la estrategia de un 14 13 RICHARD RORTY (1991): Contingencia, ironía y solidaridad, Paidós, Barcelona. P. 110. 78 Cfr. nota anterior, p. 210. RICHARD RORTY (1998): Pragmatismo y política. Introducción de Rafael del Aguila, Paidós, ICE/UAB. P. 23. 15 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES ANTONIO GUTIÉRREZ RESA paso adelante y dos atrás, que han venido teniendo lugar en las democracias industrializadas desde la revolución francesa» 16. RETORNO DEL SUJETO VOLUNTARIO En este apartado deseamos acentuar la libre decisión de miles de ciudadanos que dedican parte de su tiempo a entidades y organizaciones de muy diversa índole. Los voluntarios constituyen el activo fundamental de las entidades voluntarias y el núcleo del retorno de la solidaridad. Retorno de la solidaridad a la sociedad civil que no exige como antaño un partido revolucionario, ni una clase trabajadora, ni tampoco una confederación o plataforma de organizaciones de voluntariado, detentadoras de la solidaridad de nuestros días. Frente a las plataformas o confederaciones como sujetos colectivos de tradición hegeliana, entendemos que en la actualidad son los individuos los protagonistas de sus decisiones quienes deben participar en buena parte de las decisiones de las organizaciones, y quienes con sus acciones y crítica deben mantener la vitalidad y adaptación a lo real de las entidades en cuanto organizaciones, siendo los controladores del poder de la solidaridad. Control de un poder real que las entidades públicas quieren compartir y contrarrestar. Los individuos solidarios son quienes constituyen el fundamento de la solidaridad, y sin cuya presencia sería más difícil hablar de posibilidades de cambio respecto del pasado. Las organizaciones, en cambio, constituyen el soporte estructural del voluntariado, cuya capacidad de regeneración la detentan fundamentalmente los individuos libres, responsables y críticos. No podemos olvidar que junto al poder liberador y crítico de las organizaciones, debe existir siempre la posibilidad de que los individuos puedan defenderse 16 Cfr. nota anterior, p. 66. de las mismas organizaciones y dejarlas cuando decidan hacerlo. Aunque en la actualidad el esquema de izquierdas y derechas ha sido superado por los sujetos voluntarios, la mayoría de los mismos se definen como de centro izquierda. Es más, sabemos que las ideologías o las creencias no constituyen entre ellos la más mínima dificultad para relacionarse y actuar, aunque de hecho son los católicos practicantes los más comprometidos y quienes se sienten más satisfechos. No obstante hay porcentajes, aunque reducidos, de personas voluntarias que se definen como ateos o agnósticos. Luego podemos estar seguros de haber superado esquemas tan simples como derecha e izquierda política, así como aquel otro binomio de católicos-solidarios frente a no católicos-insolidarios. El gran discurso político se ha cambiado entre los voluntarios por el pequeño relato que cambia las cosas pequeñas de la vida cotidiana, sin proponerse ni utopías y eutopías. Sin pretender lograr grandes y profundas transformaciones, deciden actuar en lo más próximo elegido por ellos. Los sujetos voluntarios combinan sus intereses particulares con aquellos de los demás y sin llegar a la abstracción general, experimentando que el ejercicio diario de la solidaridad está al alcance de cualquiera, sin necesidad de alcanzar el heroísmo o de ser héroes consagrados a los valores puros y dispuestos al sacrificio por los amigos y la comunidad, dando muestra de compromisos morales individuales por pertenecer voluntariamente a una asociación o asociaciones 17. Los cuatro perfiles y rostros de la solidaridad que descubrimos entre los voluntarios (anónimos, comprometidos-satisfechos, críticos y antiburócratas) 18 nos dan pié para no creer en el individualismo que podría deducirse de un retorno del sujeto voluntario: los 17 MAX SCHELER (1971): El santo, el genio y el héroe, Nova, Buenos Aires. P. 91-96. 18 Cfr. nota 9. P. 41-87. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 79 ESTUDIOS propios voluntarios lo dicen claramente cuando afirman ser conscientes de que deben estar organizados, de que debe existir una legislación; pero añaden que pasan de casi todo y que prefieren vivir la experiencia propia de ayudar a los demás como solidaridad que forma parte del vivir de uno mismo. Tampoco creo en el discurso liberal tradicional, porque no se acomoda a lo que están diciendo los propios voluntarios: sin ser excesivamente críticos, existe por parte de ellos un claro rechazo a que se rentabilice la solidaridad, no les preocupan los entresijos de la organización, y confían en ellas. El individuo voluntario no es por tanto un derivado simple del proyecto moderno. Se siente responsable como ciudadano, y manifiesta una responsabilidad cívica que apunta a la igualdad y al trato justo. Insisto en que este individuo voluntario pasa de religión, partidos políticos y sindicatos, y trata de encontrar una solución personal a lo que busca: posiblemente espacios donde descubre la libertad, la responsabilidad, experiencias en las que él se siente protagonista a cambio de algo intangible y moral. EL CAPITAL SOLIDARIO: LOS VALORES INTANGIBLES Y EL MARKETING CON CAUSA Lo más tangible de las aportaciones de las entidades de voluntariado son: los puestos de trabajo, porcentaje del PIB, número de voluntarios, socios, los fondos de que disponen según su origen, conjunto de personas atendidas, etc. Son los resultados propios de la acción solidaria. No obstante, la solidaridad como valor es capaz de traducirse en algo más próximo a los seres humanos, capaz de admitir matizaciones y de mostrar la versatilidad propia de quien hace uso de la misma según objetivos diferentes: tanto una entidad no lucrativa que dispone de voluntarios y procura elevar el nivel de vida de sectores desfavorecidos, como aquella que añade a sus productos una causa social para aumentar las ventas sin atentar las reglas de mercado, favoreciendo en mayor grado a los beneficia- 80 rios de la solidaridad directa 19. Es en esa dimensión tangible de la solidaridad en la que incluimos el marketing con causa, donde situamos también las exigencias de su rendimiento eficaz, eficiente, del crecimiento y del progreso, del reparto, de la redistribución más equitativa y hasta del apoyo y la donación más incondicionados. Y es evidente que se trata de dimensiones, de categorías, que se pueden cuantificar y medir. La solidaridad encierra valores intangibles, pero existentes, cuyas manifestaciones son inequívocas, aunque más complejas de poderse cuantificar. Así la solidaridad del voluntariado encierra un claro entusiasmo proveniente de vivir y colaborar en la solución de los problemas por decisión de uno mismo. Se trata del entusiasmo cuyo origen lo encontramos en vivir y colaborar en la solución de los problemas de modo voluntario. Los voluntarios relatan inequívocamente el entusiasmo sentido por haber vivido experiencias personales fuertes, en contacto con seres humanos necesitados. Voluntarios que hablan con cierto lenguaje en desuso cuando mencionan la responsabilidad, el compromiso, el autocontrol con el que atienden a las personas. Los voluntarios no sienten la necesidad de divulgar entre los demás lo que ellos practican. Como si se tratara de preservar la experiencia habida con otros sujetos (los beneficiarios de la ayuda), ante el peligro de traicionar lo que no es exclusivo de uno mismo, o de destruirlo por propagarlo entre los demás. Un sentimiento sublime, basado en la experiencia, y cuyo júbilo lo administran cuidadosamente únicamente entre los más allegados. Lo que hacen los voluntarios lo consideran como una actividad más de las muchas que se suceden en la sociedad durante el día. Actividad que les enriquece y les ayuda a sentirse de otro modo, a sentirse útiles porque comprueban que participan en la solución objeti19 MARIOLA GARCÍA UCEDA (2000): Las claves de la publicidad, ESIC, Madrid. P. 127-128. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES ANTONIO GUTIÉRREZ RESA va de determinados problemas. Luego combinan la responsabilidad con la autorrealización: asumir personalmente lo que uno desea hacer y proyectar con su vida, no sintiéndose mejor que los demás porque aquello que elige lo hace porque «le conviene» para su proyecto personal durante una fase más o menos dilatada de su vida. Tampoco son partidarios de imponer nada a nadie, ni siquiera la solidaridad a través de la educación primaria o universitaria. No se trata de una entrega equivalente a la que hace un religioso, un misionero en un hospital o en cualquier otro lugar; tampoco desean ser admirados ni tenidos por héroes, así como tampoco esperan sueldos ni promociones. Se trata de una actividad generosa, voluntaria, solidaria, que no agota todo el civismo altruista posible 20. te frecuencia como para generar una dosis módica de confianza en sus encuentros… Todas esas gentes suelen mostrar reverencia a algunos textos sagrados, y cobran ánimo de recuerdos que reordenan y revisan periódicamente, siempre con la esperanza de dejar algunas huellas de sí mismos que respeten, o al menos recuerden, las personas que les sigan en el camino» 21. Los voluntarios son conscientes de que pueden hacer algo más y lo hacen porque se están jugando el ser o no ser ellos mismos. Luego la diferencia es enorme con quien únicamente porta en la solapa el distintivo de una campaña. Sin tratar de cambiar el mundo tratan de responder allí donde actúan en un claro intercambio entre sujetos en donde ni cabe fingir, ni es posible la distancia entre voluntario y beneficiario. Posiblemente se han cruzado dos relatos, dos vidas y eso produce y genera un intercambio sincero aunque prudente. Actúan y a la menor sombra de rechazo o de posible intromisión se retiran porque son conscientes de que su acción solidaria también puede ser fuente de conflictos. La versatilidad de la solidaridad nos permite hablar, como anunciábamos al principio, del marketing con causa o de lo que significa la aplicación de técnicas en la comercialización de causas sociales. No olvidemos que el segundo presidente de Cáritas D. Francisco Guijarro Arrizabalaga ya abogaba por tecnificar la caridad planteando determinados programas de la época (1963-1970) con enfoque de empresa 22. Los voluntarios son conscientes de que sus expresiones son limitadas, sin embargo no las consideran residuales o sin apenas relevancia. Posiblemente haya que interpretarlas de modo positivo como constantes de la incertidumbre humana. Se trata de constantes, posiblemente de hábitos del corazón, lo que para muchas gentes de cualquier civilización significa hacer «lo que consideran que son cosas decentes y sensatas con la suficien20 VICTORIA CAMPS y SALVADOR GINER (1998): Manual de civismo, Ariel Barcelona. P. 116. El entendimiento es habitual entre los voluntarios así como el respeto por sus propias diferencias políticas y religiosas, además de hacer lo mismo compartiendo críticamente las reglas del juego (Estado y mercado), comprendiendo y respetando las diferencias externas pero sin fragmentar ni dividir la sociedad. La solidaridad genera beneficios a las empresas cuando se asocia a sus productos. Y semejante combinación recibe el nombre de marketing social o con causa aunque no queden muy claros los límites o fronteras entre lo que se considera patrocinio, mecenazgo, acción social o marketing con causa. Lo cierto es que aumentan las ventas de tal o cual producto cuando se asocian con el apoyo solidario a proyectos que tratan de atender las necesidades sociales. En consecuencia las 21 HELENA BÉJAR (2000): «Civismo y voluntariado», Rev. Claves, nº 100. P. 62-67. Cfr. ROBERT N. BELLAH y otros (1989): Hábitos del corazón, Alianza Universidad. 22 MIGUEL ANGEL MOLINER TENA (1998): Marketing Social. La gestión de las causas sociales, ESIC, Madrid. P. 36 y ss. Cfr. ANTONIO GUTIÉRREZ RESA (1993): Cáritas española en la Sociedad del Bienestar (1942-1990), Hacer, Barcelona. P. 139-147. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 81 ESTUDIOS campañas de marketing se suceden porque funcionan, porque producen los resultados esperados aunque para ellos haya que hacer uso de las necesidades sociales. No se trata de argumentar sin más sobre el concepto de solidaridad, ni de preservar sus formas ortodoxas. Intentamos subrayar que la gran variedad de manifestaciones solidarias existentes y las por venir, indican la apertura de compromisos prácticos que pueden ayudar a disminuir las desigualdades, a mejorar la vida y a reducir la distancia entre la utopía y la realidad. Podemos hablar de solidaridad incluso, porque existe competencia, interés, entre quienes son sus técnicos y gestores, aunque prevalezcan determinadas alianzas dirigidas a colonizar espacios todavía no roturados de la solidaridad. No pocos de los propietarios de las tiendas del Comercio Justo no renuncian a vivir del negocio y, sin embargo, también lo hacen para mantener vivos experiencias y recuerdos que los ligaron con fuertes compromisos a gentes de otras culturas. Luego la competencia y el mercado también pueden admitir ciertas dosis de solidaridad calculada, cuando se elige vivir haciendo determinadas cosas y no otras. SOCIOLOGÍA Y ÉTICA DEL VOLUNTARIADO El propósito de establecer un marco teórico del voluntariado lo hemos querido cumplir arrimándonos más a la sociología y a los hechos que tomamos por objetivos, que a la ética sin más. Incluso la ética del voluntariado la sometemos al devenir del tiempo y las circunstancias para saber en la actualidad qué formas adquiere la solidaridad como valor, como expresión del voluntariado, y qué éxito tiene por ayudar a sobrevivir a las personas. Con el planteamiento que hacemos no tratamos de establecer lo que es bueno o malo, y por añadidura si el voluntariado es bueno. Hemos de tener en cuenta que para la mayoría de las personas son las circunstancias las 82 que definen o determinan lo que es bueno o malo. Es más, admitimos que una correlación de circunstancias o variables de tipo político, económico y cultural son precisamente las que definen los valores básicos o fundamentales en la sociedad. Y parece suceder de este modo porque así los expresaba el 59% de la gente a principios de los noventa en el siglo pasado. Nos inclinamos entonces por buscar aquellos valores que en definitiva nos sirven, tienen éxito y nos ayudan a sobrevivir así como a ser más felices. En cambio aquello de cumplir con el deber, ser como hay que ser, ser bueno o buena persona, arrastra menos aunque se trate de ser voluntario en una organización. Los valores, y desde luego el voluntariado como manifestación inequívoca de solidaridad, tienen componentes muy personales y con carácter de utilidad: «Un valor es lo importante para mí como ser humano. Es lo que aprecio, lo que busco y lo que deseo en lo más íntimo de mi persona. Tanto más lo deseo cuanta más importancia le doy al valor» 23. Podemos añadir que es lo que hay, nos guste o no, aunque alcance poca altura ética y cívica según pareceres. Dicho más técnicamente, se trata de «una ética del declinar. Acepte usted que el ser es tiempo: pasar, declinar, madurar, envejecer. En suma: caducidad. El ser va a ritmo de tango: cuesta abajo en su rodada. Afirmar otra cosa es violencia metafísica» 24. «Etica para náufragos en cuyo océano cada sujeto busca y afirma aquellas evidencias morales que son para él las más claras y las mejor justificadas. Así es como dejan de interesar definitivamente los principios categóricos independientes de todo espacio, lugar y circunstancias, porque no nos resuelven los complejos problemas prácticos que vivimos» 25. 23 AGUSTÍN VELLOSO DE SANTISTEBAN (1999): Guía del voluntariado en España, Espasa Práctico. Madrid. P. 52. 24 JOSÉ ANTONIO MARINA (1995): Etica para náufragos, Anagrama, Barcelona. P. 55-56. 25 ENRIQUE BONETE PERALES (1990): Eticas contemporáneas, Tecnos, Madrid. P. 257 y ss. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES ANTONIO GUTIÉRREZ RESA Lo que es bueno o malo lo entendemos según sea útil para nuestras vidas. De este modo es como tratamos de comprobar científicamente la utilidad, lo útil, lo bueno, lo objetivo, constituyéndose en el principio básico de la nueva ética, y hasta tal punto que personas y cosas las medimos por la utilidad. Junto al principio de lo científico-técnico como útil, incorporamos cierto rebaje de la racionalidad que lo compensamos con la experimentación sensitivo-emotiva de la vida lo más inmediata posible. No obstante la relatividad de los valores sociales y «cierto declinar» de los principios éticos» no significa ni que la sociedad sea menos solidaria que antes o que no hay suficiente civismo. La solidaridad y el voluntariado también están estrechamente vinculados a lo presente concreto, más que a lo universal y abstracto. Es la razón de que nos sintamos más solidarios con la familia, con los amigos, vecinos, en el barrio, la ciudad, comunidad, autonomía, nación, etc. Se trata de un sentimiento positivo hacia alguien, acompañado del deseo de ayudarle personalmente. Posiblemente una cultura como la nuestra tan centrada en el individuo, en el yo, experimente sobre todo sentimientos, emociones centradas en el propio sujeto: frustración, furia, orgullo. «En cambio, en las culturas de la solidaridad, se da más importancia a los sentimientos de dependencia, simpatía y vergüenza» 26. El voluntariado de hoy lo constituyen ciudadanos que adquieren un compromiso relativamente duradero y en condiciones que no pongan en entredicho las obligaciones personales. Combinan, por tanto, su vida de trabajo con la actividad voluntaria sin ningún tipo de drama. Es por lo que deciden actuar directamente, para atender necesidades de determinadas personas y también por satisfacción propia y autorrealización. Se trata entonces de un compromiso con determinadas acciones, un com26 JOSÉ ANTONIO MARINA y MARISA LÓPEZ PENAS (1999): Diccionario de los sentimientos, Anagrama, Barcelona. promiso concreto y no genérico que ordenara el conjunto de acciones de la persona voluntaria. En consecuencia el compromiso de que hablamos tiene unos límites y no se trata de ejercitar una solidaridad sin fronteras; más bien se ciñen a las posibilidades reales de disponibilidad y de horarios flexibles. Y tal y como hemos dicho la práctica totalidad de los voluntarios se siente satisfecho con lo que hacen y con los beneficios que obtienen (disfrute personal, obtención de resultados, adquirir experiencia). Las circunstancias en las que se produce la actuación de los voluntarios son perfectamente compatibles con la motivación de la solidaridad humana por las necesidades de la comunidad, que es el motor de sus acciones, lo que les mueve. Luego la motivación con los incentivos (beneficios) que acabamos de mencionar nos muestran con cierta claridad por qué deciden los voluntarios actuar como lo hacen. En definitiva, los valores morales que se ejercitan socialmente, y el voluntariadosolidaridad entre ellos, están vinculados a un sin fin de variables que las filtra el propio voluntario y las hace propias como seguramente no lo hace nadie más que el propio sujeto. No debe extrañarnos entonces que las motivaciones de los voluntarios, la decisión que adoptan y el tiempo medio que permanecen como tales en las organizaciones (dos años), constituya un espacio de solidaridad permanentemente transitorio. Queremos decir que se trata de un espacio relativamente duradero que se combina con otros espacios sin ordenarlos: laborales, de ocio y personales 27. FUTURO DEL VOLUNTARIADO El espacio solidario crece, y existen expectativas de que así suceda. Sin embargo no 27 PEDRO GONZÁLEZ BLASCO y ANTONIO GUTIÉRREZ RESA (1997): La opinión pública ante el voluntariado, Dirección General de Cooperación al Desarrollo y Voluntariado, Consejería de Educación y Cultura, Comunidad de Madrid, Madrid; PEDRO GONZÁLEZ BLASCO (1998): El voluntariado madrileño, Consejería de Educación y cultura, Comunidad de Madrid. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES 83 ESTUDIOS prefiguramos un final al que se apunta y un final que atrae y ordena lo que sucede. Lo que ocurre puede cambiar sociológicamente en función de variables que no podemos prever ni controlar fácilmente. Sin embargo estamos seguros de que el valor moral del acto voluntario sigue dándoselo el propio sujeto voluntario y no realidades a priori independientes de los voluntarios concretos en las organizaciones en las que se encuentran. Las «razones» que hemos intentado expresar, sean fuertes o débiles, intentan ser una ayuda para cambiar las cosas que se pueden cambiar y evitar las que son evitables. También hemos querido subrayar las infinitas posibilidades que tiene el ser humano, antes que someterse a los tópicos y previsiones paralizantes para la acción humana. La autoconfianza en el ser humano nos puede animar a provocar el futuro que deseamos. Queremos decir que asumimos el riesgo de imaginar tal y como deseamos vivir en adelante: cómo aprenderemos, disfrutaremos, nos relacionaremos, envejeceremos y moriremos. En definitiva, se trata de llevar la iniciativa, de adelantarse a los riesgos sociales que detectamos, tomando decisiones y actuando. Al no existir un orden establecido a seguir, ni prioridades que mantener eternamente podemos presentir como alcanzable el futuro del voluntariado que deseamos. De momento ya tenemos constancia de quienes necesitan y piden ayuda: quieren encontrarse con gente cálida y que les dedique tiempo sosegadamente, con profesionales y voluntarios sensibles, humanos y compasivos. Luego se trata de extender y propagar la calidez, la sensibilidad, el compromiso y la compasión humanas. En definitiva, lo que convence tanto a la gente de la calle como al científico. Es alcanzable lo que decimos: en primer lugar porque es un hecho la existencia de voluntarios que eligen hacer voluntariado; en segundo lugar porque la opinión pública es partidaria de que existan, les apoye el estado, y porque son notablemente fiables; en tercer 84 lugar porque en la pasada Conferencia de Seattle se tuvo ocasión de comprobar que miles de ONG detuvieron los programas sobre liberación del comercio internacional que debía aprobarse en la citada reunión; y finalmente porque «Cuando veo a personas generosas (es decir, que generan realidad) esforzándose por cuidar a seres sin solución, devolviéndoles o creando su dignidad sobre la marcha, me parece asistir a una revelación. Casi a una cosmogonía. Están afirmando con sus actos su fe en lo imposible. Lo mismo que los muchachos del mayo francés se contentaron con gritar» 28. Si es alcanzable lo que decimos, también apostamos por las acciones concretas antes que por el conocimiento universal. Apostamos por la esperanza sin que suponga esta expresión una clarificación de cómo se encuentran las cosas, ni que vaya a suceder esto o lo otro en el presente siglo XXI. «Parte del porqué de que el próximo siglo se nos aparezca tan informe y como en blanco es que los intelectuales nos hemos ido acostumbrando a pensar en términos escatológicos y de historia mundial. Nos hemos vuelto impacientes hacia todo lo que sea más pequeño que eso, molestos con cualquier solución de parcheo y con cualquier medida provisional» 29. De momento se puede progresar en la relación entre las ONG y el Estado si se establecen acuerdos para desarrollar la especialización y la coordinación cada vez más estrecha entre quienes tienen tradición y experiencia y quienes desean adquirirla mediante claros compromisos. También se puede avanzar en el fomento de las diversas manifestaciones de solidaridad, así como evitando la excesiva concentración de poder entre las organizaciones voluntarias. Es positivo que las entidades 28 JOSÉ ANTONIO MARINA (2000): Crónicas de la ultramodernidad, Anagrama, Barcelona. P. 193. 29 RICHARD RORTY (2000): Verdad y Progreso, Paidós, Barcelona. P. 289. El alcance más amplio de sus palabras se puede encontrara en el cap. 11. : «El final del lenilismo», Havel y la Esperanza social. P. 277-296. REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES ANTONIO GUTIÉRREZ RESA mantengan y aumenten el talante crítico a pesar de que la dependencia económica pueda mermar su autonomía. La transparencia, puntualidad y claridad de detalles en los informes globales de las ONG puede mejorar aunque es necesario subrayar la necesidad de mayores inversiones en formación, apoyo y seguimiento técnico para con los voluntarios. LÓPEZ PENAS, M. (1999): Diccionario de los sentimientos. Anagrama, Barcelona. BIBLIOGRAFÍA MARINA, J.A. (2000): Crónicas de la ultramodernidad. Anagrama, Barcelona. BEJAR, H. (2000): «Civismo y voluntariado». Rev. Claves, nº 100. 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Es más, incluso los motivos se pueden ejemplificar para dejar constancia de que unos valores van quedando en desuso y otros cobran nueva actualidad. La estructura del marco teórico que hemos elaborado parte de una sociedad civil y sociedad del bienestar donde existe voluntariado-solidaridad; establece el nuevo equilibrio entre la solidaridad, Estado y mercado; toma partido por la persistencia de la solidaridad del voluntariado; fija el objetivo del voluntariado en evitar el sufrimiento y aumentar el bienestar; subraya que los individuos solidarios constituyen el soporte de la solidaridad; evalúa el capital solidario que aportan los voluntarios, indicando el éxito del compromiso del voluntariado, y finalmente liga el futuro del voluntariado con la demanda de calidez, sensibilidad, compromiso y compasión humanas, que tanto convence a la gente de la calle como al científico. 86 REVISTA DEL MINISTERIO DE TRABAJO Y ASUNTOS SOCIALES