EL LENGUAJE HUMANO. CÓDIGOS

Anuncio
EL LENGUAJE HUMANO. CÓDIGOS SISTEMÁTICOS Y ASISTEMÁTICOS. LENGUA Y HABLA.
El lenguaje verbal es la facultad o capacidad que tienen los seres humanos para
comunicarse con los demás mediante la palabra, es decir, mediante signos lingüísticos. Pero
no nos comunicamos únicamente con un código, sino que empleamos diversos tipos de
códigos. Podemos clasificar los códigos empleados según dos criterios: el empleo o no de
signos lingüísticos (códigos verbales y no verbales) o el empleo de códigos regidos por una
serie de reglas o que no están sometidos a reglas fijas (códigos sistemáticos y
asistemáticos).
Los códigos sistemáticos están constituidos por signos organizados según una serie de
reglas específicas. A este grupo pertenecen, por ejemplo, el código de la circulación, el
lenguaje de los sordomudos, el sistema braille o el lenguaje verbal humano.
Los códigos asistemáticos, en cambio, no están sometidos a una serie de reglas fijas
que se cumplen de forma constante y deliberada. Por ejemplo, la gestualidad espontánea,
rascarse la nariz, tocarse el cabello o sonreír son signos que se han relacionado con
determinadas intenciones o emociones, pero esa asociación no es fija.
Debemos diferenciar el concepto de lenguaje, del de lengua y habla.
La lengua es el idioma que los hablantes de una misma comunidad utilizan como
instrumento de comunicación, independientemente de las variedades que presente
(dialectos). Dicho código es un conjunto de signos y reglas que están a disposición de los
hablantes de la misma lengua. Son lenguas el castellano, el catalán, el gallego, el francés o el
inglés. La lengua es un modelo abstracto que se hace presente en el habla.
El habla es la realización individual y concreta que hace cada hablante de su lengua. Es
el uso particular del código por parte de cada uno de los hablantes en cada acto de habla. Se
denomina idiolecto a la forma particular que una persona tiene de hablar motivada por factores
educativos, familiares, sociales y económicos.
LENGUA ORAL Y ESCRITA
A la hora de comunicarnos empleamos la lengua de dos maneras diferentes: de
forma oral o de forma escrita.
La lengua oral se produce a través de la voz y es la forma más habitual de
comunicación, ya que se aprende de manera natural durante la infancia cuando se trata de la
lengua materna. Es más espontánea y relajada y se encuentra en constante evolución. Por
ello, suele reflejar las variedades diatópicas (geográficas) y diastráticas (sociales) del
hablante. Se suele producir con la presencia del emisor y el receptor en un mismo lugar y
momento (esto no sucede con las conversaciones telefónicas, donde solo comparten el
tiempo); por lo tanto, la comunicación es bilateral. La lengua oral se suele caracterizar por
los siguientes rasgos:
Abundan los recursos no verbales como la entonación, los gestos o las pausas, que
pueden cambiar el significado de aquello que se dice.
El empleo de interjecciones, frases hechas, muletillas o frases entrecortadas.
El empleo de vocativos y sufijos afectivos para fortalecer la proximidad entre los
interlocutores. Ej.: Isabel, ¿dónde está mi hermanita?
El orden de los elementos es subjetivo; es decir, el emisor ordena la oración según
lo que considere importante colocando en primer lugar lo más relevante. Ej.: A las
cinco nos vemos en la cafetería de siempre.
Es frecuente el uso de repeticiones para ayudar a transmitir mejor el mensaje. Ej.:
Eso está rico, rico.
El vocabulario suele ser sencillo.
El registro empleado en la lengua oral suele ser informal o coloquial, excepto en los
textos orales planificados. Es obvio que no se emplea la misma lengua en una charla (más
espontánea) que en una conferencia (menos espontánea), por eso debemos distinguir los
textos orales planificados de los espontáneos, que son los más usuales en nuestra vida
diaria. Los textos orales espontáneos suelen ser conversaciones y en ellos no hay
preparación previa. El habla es un proceso casi simultáneo al pensamiento, por eso en la
lengua oral está presente una serie de rasgos característicos de la lengua coloquial. En los
textos orales no espontáneos sí existe una planificación previa de lo que se va a decir
teniendo en cuenta el tema, el lugar, los interlocutores… Algunos de los textos orales
planificados más empleados en la sociedad actual son el coloquio, el debate, la entrevista, la
conferencia, el sermón o el mitin.
La lengua escrita, por el contrario, se aprende en la escuela y tarda más en
evolucionar. Se considera un sistema de comunicación sustitutivo del oral, que permite que
los mensajes perduren. La lengua escrita no suele reflejar las variedades diatópicas
(geográficas) ni las variedades diastráticas (sociales) que sí encontramos en la lengua oral.
Se trata por lo general de una lengua normativa. El receptor no está presente y el mensaje
no es inmediato, de ahí que los textos estén más elaborados y mejor organizados, porque
existe la posibilidad de planificarlos y modificarlos. La comunicación suele ser unilateral y el
registro empleado, formal; siempre dependiendo del tipo de emisor. Por lo tanto, el
vocabulario es más variado y preciso y la sintaxis, más compleja y ordenada; debido al mayor
tiempo de preparación del texto escrito y a la no improvisación de sus contenidos. La
utilización de los signos de puntuación nos permite expresar los distintos matices con los
que cuenta la lengua oral y que ayudan a una mejor comprensión del enunciado.
En los últimos años, es frecuente el uso de la lengua escrita en sistemas de
comunicación instantánea propios de las tecnologías de la información. La convivencia de
características de la lengua oral y escrita en dichos sistemas de comunicación ha provocado
un aumento de los errores ortográficos y gramaticales en los hablantes.
LOS NIVELES DE ORGANIZACIÓN DE LA LENGUA
La lengua es un sistema en el que intervienen distintos subsistemas que se
interrelacionan entre sí. En el estudio de la lengua se pueden distinguir cinco niveles o
subsistemas:
Nivel fonético-fonológico. Constituye el primer nivel en la descripción de una lengua y su
unidad mínima es el fonema y el sonido. También entran dentro de su campo de
estudio la sílaba, la acentuación y la entonación; en definitiva, estudia todo lo
relacionado con la oralidad de la lengua.
El fonema es la unidad lingüística mínima sin significado, pero que permite distinguir
significados. Por ejemplo, si cambiamos un fonema en las siguientes palabras, cambia
su significado: /pata/, /bata/, /gata/, /mata/, /rata/. El fonema es la representación ideal
de un sonido, siendo el sonido su realización oral.
Los sistemas fonológicos son cerrados: en castellano existen 24 fonemas (5 vocálicos
y 19 consonánticos). No hay que confundir fonema con letra, que sólo es la
representación gráfica de los sonidos. En español hay desajustes entre los sonidos y
su representación gráfica. Por ejemplo, con una sola letra se puede representar más
de un sonido [la letra "c" puede representar el sonido [θ] (cerilla) o el sonido [k]
(casa)], y dos letras distintas pueden representar el mismo sonido [la letra "j" y la
letra "g" se pronuncian igual en "joven" y "geranio"].
Nivel morfológico. Su unidad mínima es el monema, unidad lingüística mínima dotada de
significado (lexemas y morfemas). Este nivel estudia la palabra y su estructura
interna, así como los procedimientos de formación de palabras como la derivación, la
composición y la parasíntesis. Cada palabra está constituida por unidades con
significado léxico (lexema) o gramatical (morfemas). Podemos clasificar las palabras
atendiendo a su estructura (simples, derivadas, compuestas y parasintéticas) o
atendiendo a su forma, significado y función (sustantivo, adjetivo, pronombre,
determinante, verbo, adverbio, preposición y conjunción).
Nivel sintáctico. Su unidad mínima es el sintagma y su unidad máxima, la oración. Este nivel
estudia las combinaciones de las palabras, las cuales se agrupan formando sintagmas
y oraciones. También entra dentro de su campo de estudio las funciones que
desempeñan dentro de la oración (sujeto, predicado, atributo, CD...).
Nivel léxico-semántico. Se ocupa del significado de las palabras, de las relaciones de
significado que se establecen entre ellas (sinonimia, antonimia, polisemia,
homonimia…) y de los cambios de significado que experimentan algunas palabras.
También estudia el léxico de una lengua, es decir, las palabras que forman esa lengua
y su origen (palabras patrimoniales, cultismos, préstamos, neologismos, tecnicismos,
arcaísmos…).
Nivel textual. Estudia el texto y sus propiedades, así como su clasificación según la
modalidad discursiva y su temática.
La lengua es un código sistemático y sus diferentes subsistemas tienen sus propias
reglas, que permiten combinar entre sí unidades. Se puede formar de este modo un número
ilimitado de señales complejas. Dichos sistemas tienen dos rasgos que los diferencian de
otros códigos más simples: la composicionalidad y la recursividad.
La composicionalidad es la propiedad que permite descomponer una expresión
lingüística compleja (palabra, sintagma u oración) en unidades menores, de modo que la
interpretación del conjunto deriva de la suma del significado de las partes que la componen.
Del mismo modo, podemos producir significados complejos combinando significados más
simples de acuerdo con ciertas pautas establecidas.
La recursividad es la posibilidad de utilizar los elementos de un sistema lingüístico –
sean las unidades, sean las reglas – más de una vez o un número indefinido de veces. Esta
propiedad se da, sobre todo, en el nivel sintáctico; por ejemplo, en la posibilidad de generar
una infinita cantidad de construcciones sintácticas a partir de un número limitado de reglas y
unidades. Ej.: La casa de la calle de la ciudad del estado...
Las diferentes unidades de la lengua pueden presentar dos tipos de relaciones con
otras unidades de la lengua:
Relaciones sintagmáticas. Son las relaciones que se establecen entre unidades dentro
una misma secuencia. Por ejemplo, la relación de concordancia entre sujeto y verbo,
o entre artículo y nombre.
Relaciones paradigmáticas. Son las relaciones que se establecen entre unidades
alternantes, es decir, entre los signos que podrían aparecer en un mismo lugar de una
secuencia en lugar de otros. Por ejemplo, en el enunciado Mi hermano hoy está muy
alegre, la palabra “alegre” puede ser sustituida por su sinónimo “contento”, con el
que mantiene una relación paradigmática.
LA PRAGMÁTICA LINGÜÍSTICA. EL USO DE LA LENGUA EN SITUACIONES CONCRETAS.
La Pragmática es la disciplina de la lingüística que se interesa por el modo en que el
contexto influye en la interpretación del significado de cada acto de habla. Dependiendo del
contexto o situación un acto de habla se puede interpretar de maneras diferentes. El
contexto incluye cualquier circunstancia extralingüística que rodea el acto comunicativo
tales como el lugar y momento en el que se produce, la relación existente entre emisor y
receptor, el conocimiento compartido por los hablantes, la finalidad que se persigue…
Por ejemplo, una discusión entre dos personas puede tener diferentes
interpretaciones dependiendo del contexto en el que se produce:
- En el supermercado porque una de las personas se ha colado.
- En casa porque su hija ha llegado tarde.
- En la calle entre una pareja. Uno de ellos quiere ver el fútbol y el otro, una película.
- En el instituto entre un profesor y un alumno por la nota de un examen.
- En el portal del edificio con el vecino del quinto por los ladridos del perro.
Descargar