Trabajo de Investigación “La Edad Media”

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Grandes Temas de la Historia
Primera Tarea
Tema: Edad Media
Trabajo de Investigación
“La Edad Media”
Gonzalo Alonso Guerrero Quiroz
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18-08-2003
Grandes Temas de la Historia
Primera Tarea
Tema: Edad Media
Introducción:
El hombre occidental ha llamado “Edad Media” al Siglo comprendido entre los años 500 DC y 1500 DC. La
Edad media se inicia con la Caída del Imperio Romano de Occidente y termina con el Inicio del
Renacimiento. Los más relevantes hechos históricos que marcan el inicio del Renacimiento (y Término de la
Edad Media) son la utilización de la Imprenta, La Reforma Protestante de Martín Lutero, El Florecimiento de
las Artes en Italia, y el Descubrimiento de América.
La Edad Media se divide en dos períodos: “La Alta Edad Media” y la “Baja Edad media”, la primera de ellas
caracterizada por la hecatombe y “Barbarización” del Imperio Romano (poco se sabe de esta época debido a
la escasez de documentos históricos escritos) .La Baja Edad Media se caracteriza por la ruptura de Europa y la
sustitución de la cultura Romana por las Tribus Germánicas.
Es Importante destacar que este período de grandes cambios solo se vivió en Occidente con toda su intensidad
y se adapta también a la historia de Oriente Medio en contraste con la historia del Lejano Oriente, donde la
evolución fue paulatina y sin cambios bruscos (China y Japón). Todo el concepto es un cause con dos orillas
diferentes: en la cultura Occidental Antigua, la idea de saber tiene el fin de interpretar el pasado clásico, pero
atribuyéndole cierto contenido religioso hasta conseguir la unión perfecta entre ambos, mientras que en la otra
orilla se encuentra el saber que le pertenece a la cultura árabe-islámica caracterizada por la división tajante
que realiza entre las ciencias religiosas y las profanas.
El presente trabajo hace mayor referencia al concepto occidental de edad media presentándolo en enfoques
temáticos y retoma el problema conceptual de “medioevo”, finalizando con una rápida pincelada a la cultura
de la época y los remanentes culturales presentes hoy en día.
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Primera Tarea
Tema: Edad Media
La Alta Edad Media
Estados Romano-Germanos de Occidente:
Cuando en enero del 395 falleció el emperador Teodosio pocos provinciales del Occidente podían pensar que
de hecho iban a dejar de pertenecer al Imperio poco más de medio siglo después. El Imperio Romano había
pasado por invasiones externas y guerras civiles terribles en el pasado, y de todas se había recuperado. Hacía
escaso tiempo que Teodosio había logrado nuevamente unificar bajo un solo cetro ambas mitades del Imperio,
y el triunfo de la nueva religión de Estado, el Cristianismo niceno, parecía apoyar desde los Cielos a un
Imperium Romanum Christianum y a una dinastía que venía ejerciendo el poder desde hacia más de treinta
años. Desde el punto de vista de los grupos dirigentes de Occidente la dinastía de Teodosio parecía colmar las
aspiraciones de los más, ya que se basaba en un complejo conglomerado de alianzas familiares y políticas con
los grupos senatoriales más poderosos de las Españas, las Galias e Italia. El gobierno de Teodosio había
sabido encauzar los afanes de protagonismo político de bastantes de los más ricos e influyentes senadores
romanos y de las provincias occidentales, que de nuevo se aprestaban a ocupar puestos de gobierno en las
provincias pero también en la administración central. Además, la dinastía había sabido encauzar acuerdos con
la poderosa aristocracia militar, en la que se enrolaban nobles germanos que acudían al servicio del Imperio al
frente de soldados bárbaros unidos por lazos de fidelidad hacia ellos. Al morir Teodosio confió el gobierno de
Occidente y la protección de su joven heredero Honorio al general Estilicón, hijo de un noble oficial vándalo
que había contraído matrimonio con Serena, sobrina del propio Teodosio. Sin embargo, cuando en el 455
murió asesinado Valentiniano III, nieto del gran Teodosio, una buena parte de los descendientes de aquellos
nobles occidentales que tanto habían confiado en los destinos del Imperio parecieron ya desconfiar del
mismo. Máxime cuando en el curso de dos decenios pudieron darse cuenta de que el gobierno imperial
recluido en Ravena era cada vez más presa de los exclusivos intereses e intrigas de un pequeño grupo de altos
oficiales del ejército itálico. Además, muchos de muchos de éstos eran de origen bárbaro y cada vez confiaban
más en las fuerzas de sus séquitos armados de soldados convencionales y en los pactos y alianzas familiares
que pudieran tener con otros jefes bárbaros instalados en suelo imperial junto con sus propios pueblos, que
desarrollaban cada vez más una política autónoma. Necesitados de mantener una posición de predominio
social y económico en sus regiones de origen, reducidos sus patrimonios fundiarios a dimensiones
provinciales, y ambicionando un protagonismo político propio de su linaje y de su cultura, estos
representantes de las aristocracias tardorromanas occidentales habrían acabado por aceptar las ventajas de
admitir la legitimidad del gobierno de dichos reyes bárbaros, ya muy romanizados, asentados en sus
provincias. Al fin y al cabo, éstos, al frente de sus soldados, podían ofrecerles bastante mayor seguridad que
el ejército de los emperadores de Ravena.
Además, el avituallamiento de dichas tropas resultaba bastante menos gravoso que el de las imperiales, por
basarse en buena medida en séquitos armados dependientes de la nobleza bárbara y alimentados con cargo al
patrimonio fundiario provincial de la que ésta ya hacía tiempo se había apropiado. Menos gravoso para los
aristócratas provinciales pero también para los grupos de humildes que se agrupaban jerárquicamente en torno
a dichos aristócratas, y que, en definitiva, eran los que habían venido soportando el máximo peso de la dura
fiscalidad tardorromana. Unas monarquías bárbaras, en definitiva, que, como más débiles y descentralizadas
que el viejo poder imperial, estaban también más dispuestas a compartir el poder con dichas aristocracias
provinciales, máxime cuando en el seno mismo de sus gentes tales monarcas desde siempre habían visto su
poder muy limitado por una nobleza basada en sus séquitos armados. Pero para llegar a esta situación, a esta
auténtica acomodación, a esta metamorfosis del Occidente romano en romano-germano, no se había seguido
una línea recta; por el contrario, el camino había sido duro, zigzagueante, con ensayos de otras soluciones, y
con momentos en que parecía que todo podía volver a ser como antes. Esta será en lo fundamental la historia
del siglo V, que en algunas regiones pudo incluso prolongarse hasta bien entrado el VI como consecuencia,
entre otras cosas, de la llamada Reconquista de Justiniano.
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La Alta Edad Media
Economía y sociedad en Occidente:
No cabe duda de que es en el plano de las estructuras socioeconómicas, y de sus fundamentales mutaciones,
en el que se ha situado uno de los debates esenciales de la moderna historiografía; y ello tanto en una
perspectiva de matiz marxista como weberiana. Sustituida para la época que nos ocupa la vieja concepción
decadentista por otra que acentúa el carácter propio del periodo, concretado en la particular estructuración de
elementos de la Antigüedad clásica con otros de los tiempos plenamente medievales, es evidente que el
análisis de las realidades socioeconómicas deberá centrarse en las transformaciones sufridas por el campo y la
ciudad, con el telón de fondo de los diversos factores demográficos. Especial interés tiene el estudio del
medio rural, dada la supremacía indiscutible de lo agrario en las sociedades occidentales de estos siglos. Si
partimos del predominio significativo de la gran propiedad senatorial durante el llamado Bajo Imperio, tendrá
particular importancia el análisis de los posibles cambios introducidos en tal statu quo por el asentamiento de
grupos de invasores germánicos y el establecimiento de las nuevas formaciones estatales romano-germánicas;
máxime si se tiene en cuenta que ambos fenómenos se produjeron bajo modalidades y tiempos muy diversos,
y sobre zonas del antiguo Imperio romano dotadas de particularidades específicas por la geografía y la
densidad demográfica y por su misma tradición histórica anterior. Tampoco puede olvidarse que el punto final
de la evolución socioeconómica de estos siglos sería la plena afirmación de dos grandes clases sociales bien
definidas horizontalmente: la aristocracia feudal latifundista, con una funcionalidad en su mayor parte militar,
y un amplio campesinado dependiente (servidumbre de la gleba). Polarización social, realizada en base a
criterios económicos y político-ideológicos, que se vería unida a la generalización, aunque con variedades y
excepciones regionales, del denominado régimen señorial en la explotación de la gran propiedad. En el
ámbito urbano, el análisis también debería centrarse en torno a la problemática planteada por las
continuidades y discontinuidades con respecto a la Antigüedad clásica.
Una tal problemática abarca tanto a la ciudad en su mero aspecto físico -en sí mismo o en relación a todo un
territorio centrado en ella- como en su contenido social y a su función económica.
La Alta Edad Media
El Imperio Proto-Bizantino:
La historia del Imperio Bizantino -o más propiamente del Imperio Romano (en la pars Orientis)- en los algo
más de tres siglos que van desde la muerte de Teodosio el Grande (395) hasta el desgraciado final de
Justiniano II, el de la nariz cortada (711), constituye el llamado periodo Protobizantino según una feliz
periodización que de la historia bizantina hizo Ernest Stein. Dicho periodo se señalaría por mantener los
rasgos esenciales de los tiempos anteriores, los propios del Imperio Romano universal del siglo IV, pero por
poner las bases y las condiciones propias del Bizancio clásico de la Alta Edad Media. Entre dichas
características heredadas cabría señalar en primer lugar la decidida vocación de la clase dirigente bizantina
por conservar el Imperio de los romanos en su prístina extensión tricontinental, tal y como expresaría el
emperador Justiniano en su famosa proclama poco antes de iniciar su obra reconquistadora en África e Italia.
Dicha vocación no sólo impulsó éste y otros intentos reconquistadores y un costosísimo esfuerzo bélico por
mantener las posiciones adquiridas en Occidente, sino también una política intervencionista en los territorios
y Cortes romano-germánicas de la Península Ibérica y las Galias. Intervencionismo que se basaba en una
querida, y en gran parte reconocida por los otros interlocutores, posición de hegemonía o preeminencia
política del Imperio, que en los usos diplomáticos establecidos por éste suponía imaginar al Imperio y a los
diversos Reinos como constituyendo una gran familia en la que el emperador constantinopolitano era el padre
y los reyes germanos sus hijos. Esta vocación hegemónica en todo el ámbito mediterráneo se basaba, y a su
vez favorecía, en el mantenimiento de una cierta unidad económica del Mediterráneo, donde todavía existía
un importante comercio, especialmente impulsado por el transporte estatal de bienes fiscales que unía los
puertos principales del mismo. Y desde el punto de vista cultural supuso un constante reto para el gobierno
imperial de crear y sostener una ideología unitaria, expresada en lenguaje religioso, que mantuviera
cohesionados a los grupos dirigentes de las diversas regiones que lo componían, evitando la consolidación y
diferenciación ideológico-cultural de las mismas. De tal forma que sería en el terreno de las grandes disputas
religiosas de la época -Arrianismo, Nestorianismo, Monofisismo y Monotelismo- en el que mejor se
reflejaron esas tensiones entre centro y periferia que caracterizaron la época protobizantina. Pero estos siglos
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también pusieron las bases del posterior Bizancio altomedieval. Dichas tensiones entre centro y periferia al fin
supusieron una nueva toma de identidad cultural y étnica por parte del núcleo balcánico-anatólico del
Imperio, lo que se expresada en su monolingüismo helénico y en su ortodoxia cristiana. El paulatino colapso
del transporte y comercio estatal y mediterráneo de bienes fiscales también constituye otro síntoma y
consecuencia de dichas tensiones entre centro y periferia; y, además de explicar la rápida dislocación del
Imperio en el Oriente de mayoría no helénica ni ortodoxa y el incontenible avance de la conquista islámica en
la segunda mitad del siglo VII, dicha ruptura era síntoma de la culminación de un proceso de cambio
socioeconómico que a su vez precipitó. La disminución drástica de los intercambios comerciales y de la fácil
provisión de alimentos condujo a la disminución del tamaño de las ciudades, y hasta a la desaparición de
varias de ellas.
La unión de los intereses de los grandes propietarios y los campesinos frente a las exacciones fiscales del
Estado habría supuesto una recreación de las economías campesinas autónomas de subsistencia, a lo que
también contribuyeron los asentamientos de eslavos en los Balcanes. Recreación campesina que ciertamente
sería la base para un cambio fundamental en el reclutamiento militar, propio del régimen Temático clásico. Al
mismo establecimiento de éste contribuyó muy fundamentalmente el cambio en la administración pública
exigido por la contracción del Imperio y la constitución de casi todo su territorio en una posible frontera en
profundidad, y por la necesidad de dotar a los mandos militares de atribuciones fiscales y civiles para el
aprovisionamiento directo de sus unidades ante el mismo fracaso de la Hacienda centralizada. Caracterizados
así estos tres siglos del Imperio Bizantino por las tensiones entre el centro y la periferia, por su vocación
mediterránea universalista y su fracaso, por la continuidad de rasgos propios del Imperio Romano del siglo IV
y la aparición de otros típicos del Bizancio clásico de los emperadores isaurios y macedonios, no cabe duda
que se dibujarían con nitidez en el plano de los acontecimientos -pero también de las mismas estructuras
profundas- tres períodos. El primero de ellos iría de la muerte de Teodosio el Grande (495) a la subida al
trono de Justino I (518). El segundo estaría constituido por los sucesores de Justiniano, hasta la crisis de Focas
y la sublevación de Heraclio (610). Mientras, el tercer periodo correspondería a la dinastía fundada por este
último (610-711).
La Alta Edad Media
El Mundo Islámico
En vísperas de la aparición del Islam, el Próximo Oriente mediterráneo y su entorno vivían totalmente ajenos
a aquella posibilidad, que nadie habría podido prever, pero se hallaban en tal situación de debilidad defensiva
y en tan difíciles circunstancias políticas que es relativamente comprensible el que la expansión islámica
obtuviera unos resultados tan rápidos y contundentes. Sus principales víctimas fueron los imperios persa,
sasánida y bizantino. Bizancio atravesaba por malos momentos desde el último tercio del siglo VI: la obra
conquistadora de Justiniano se venía abajo por completo en Hispania, parcialmente en Italia, ante la entrada
de los lombardos en la península, y, sobre todo, se derrumbaba la frontera del Danubio ante la agresividad de
los ávaros y las migraciones de pueblos eslavos, que se consolidaron en los años finales del siglo VI y
primeros del VII. La rivalidad con el imperio persa, el gran enemigo desde el siglo III, acababa de provocar
momentos de máxima confrontación: Cosroes II (590-628) había conquistado Siria, Palestina y Egipto entre
los años 613 y 619 sin encontrar grandes resistencias, y había llegado a asediar Constantinopla, en
combinación con los ávaros, en el año 626. Pero tales éxitos agotaron la capacidad militar y financiera del
Gran Rey persa y el emperador Heraclio recuperó todos los territorios perdidos, entre los años 627 y 630.
Armenia, como era habitual, había padecido la expansión persa en su propio territorio, pero lo había
recuperado después, manteniéndose fiel a su identidad y a su cristianismo, que la aproximaba a Bizancio
aunque estuviere fuera de su órbita política, lo que evitaba reacciones antiimperiales semejantes a las que se
daban entre los monofisitas de Egipto o Siria. Porque, si el imperio sasánida estaba en proceso de
descomposición política, como parece mostrarlo el hecho de que se sucedieran ocho emperadores entre los
anos 629 y 632, el bizantino tampoco era lo que parecía: "La realidad del imperio -escribe A. Ducellier- no se
corresponde con su extensión geográfica oficial. En torno a un reducto sólido, Anatolia, zona del Egeo,
Tracia, litoral griego oriental, grandes islas desde Slcilia a Chipre, provincias de Italia meridional, gravita un
enorme conjunto territorial trabajado por las disidencias internas, nacionales y religiosas en Siria y Egipto,
étnicas y culturales en Africa, culturales y políticas en Italia, sin contar con el peso eslavo sobre los Balcanes
y la amenaza lombarda sobre el Exarcado, Apulia e incluso Cerdeña". La expansión del Islam transformaría
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radicalmente los anteriores equilibrios de poder y escenarios de enfrentamientos: el imperio persa desapareció
mientras que Bizancio se veía privado de sus provincias africanas y de Palestina y Siria; como consecuencia,
se aceleró su transformación hacia un nuevo orden de cosas medieval basada en su raíz y componente griega
y en la relación e influencia con los eslavos, a menudo en términos defensivos y muy conservadores, sin
renunciar por ello ni a la universalidad de la idea imperial ni a su peculiar conjunción con la defensa del
cristianismo ortodoxo. Al cabo, el nacimiento y apogeo de la civilización bizantina entre los siglos VII y IX
permitió la irradiación de influencias religiosas y culturales que contribuyeron decisivamente a establecer la
identidad histórica de los pueblos de la Europa balcánica y oriental. En la expansión del Islam hay que valorar
lo nuevo, que es el nacimiento de un espacio de civilización aglutinado en torno a una religión original y al
poder que emana de ella, y las inmensas consecuencias históricas que se han derivado de aquellos hechos,
ocurridos en tan breve tiempo. Pero, también, es preciso valorar cómo refundió una inmensa y heterogénea
herencia cultural, convirtiéndose, segué expresión de F. Braudel, en "nueva forma del Próximo Oriente". Una
forma no inmóvil sino en construcción y con fuertes diferencias regionales: a menudo se tiende a dar una
imagen demasiado estática y cerrada de la historia islámica, y este peligro se acentúa en síntesis breves como
lo es ésta.
La Alta Edad Media
El Imperio Bizantino
Entre los siglos VII y XI el Imperio Bizantino conjugará momentos de crisis con épocas de esplendor. A la
dinastía inaugurada por Justiniano le seguirá la que Heraclio inició en el año 610. Durante esta dinastía el
Imperio atravesará graves crisis internas, provocadas especialmente por la corrupción del aparato
administrativo y las continuas querellas religiosas con Roma. Pero la crisis alcanzará su momento culminante
con la dinastía Isaúrica iniciada por León III. En esta época se produce la Querella Iconoclasta donde la
controversia por el culto a las imágenes centra toda la vida bizantina. Al mismo tiempo que se producen estos
intensos debates teológicos, eslavos, musulmanes y búlgaros presionan las fronteras, provocándose continuos
enfrentamientos. La dinastía de los emperadores macedonios, inaugurada por Basilio I, restaurará el esplendor
al Imperio Bizantino al consolidarse la estructura administrativa interna y producirse una expansión en la
política exterior. El año 1000 traerá la decadencia del Imperio Bizantino.
La Alta Edad Media
Restauración Politica Occidental
El empuje árabe que provocó a comienzos del siglo VIII el hundimiento de la España visigoda, coincidió con
firmes intentos de reagrupación territorial en otras partes de la Cristiandad: en el Oriente bizantino; en la Italia
lombarda gracias a la labor del rey Luitprando; en la Inglaterra anglosajona y, sobre todo, en la Galia Franca.
No fueron aquí los monarcas (los peyorativamente designados como reyes holgazanes) los protagonistas del
proceso sino las familias que, desde algunas generaciones, ostentaban el titulo de Mayordomos de Palacio. De
entre todas ellas, una había de adquirir especial fama: los pipínidas o carolingios. Uno de sus más cualificados
representantes -Pipino de Heristal, mayordomo de Austrasia- se impondría a sus rivales en la batalla de Tertry
(687) implantando su autoridad también sobre Neustria y Borgoña. Sin embargo, las reunificaciones
territoriales en el mundo franco amenazaban siempre con no sobrepasar la vida de quienes las habían
promovido. Así, cuando en el 714 Pipino de Heristal muere, la anarquía retoña en la Galia.
La Alta Edad Media
Economía y Sociedad Altomedieval
La restauración imperial de la Navidad del 800 se convirtió en el gran mito político de la Europa Medieval.
Un mito que contrastaba brutalmente con las limitaciones entre las que se desenvolvieron Carlomagno y sus
sucesores. Limitaciones que alcanzaban no solo al aparato institucional carolingio sino también -y esto es lo
más importante- a sus recursos humanos y económicos. Se seguirá discutiendo si la época de Carlomagno
supuso una ruptura económica con el mundo antiguo, tal y como pensó H. Pirenne hace ya setenta años o si,
por el contrario, la sociedad franca -como recientemente ha insistido G. Bos- fue una sociedad esclavista
perfectamente ubicable en el marco de las sociedades antiguas. ¿Ruptura en torno al 700? ¿Mutación en torno
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Tema: Edad Media
al año Mil? En cualquiera de los dos casos, la Europa de los carolingios y de sus epígonos otónidas se nos
presenta dotada de una cierta unidad.
La Alta Edad Media
La Iglesia en el Occidente Altomedieval
La vida intelectual de la Europa de la Alta Edad Media es inseparable de ciertos proyectos de reforma
religiosa que habían de afectar a todos los sectores reconocidos de la sociedad del momento. Que los
resultados no hayan sido del todo satisfactorios no debe restar otro mérito: muchas de las medidas de
Carlomagno y sus colaboradores serán precedente y referencia obligada para ambiciosos programas de épocas
posteriores. J. Paul ha destacado recientemente que "el orden político e ideológico carolingio entrañaba una
estrecha imbricación entre Iglesia y sociedad incluso en los más mínimos detalles". Los afanes ordenancistas
de Carlomagno en los terrenos político o económico se extendieron también al ámbito religioso en el que con
frecuencia actuó de forma despótica. Si en el campo de la política Carlos era el restaurador del Imperio
Romano en el Occidente sobre pautas esencialmente cristianas y con la complicidad del Pontificado, en el
campo de la liturgia ocurrió otro tanto. Las reformas uniformizadoras de los rituales y su romanización frente
a los particularismos regionales fueron resultado de los deseos de Pipino el Breve y sobre todo de su sucesor
que contó para ello con la inapreciable colaboración del papa Adriano. El Hadrianum, elaborado hacia el 785
sobre libros anteriores, habría de convertirse en pieza básica para todas las reformas litúrgicas ulteriores.
¿Subordinación de los intereses eclesiásticos a los proyectos de reforma político-religiosa de los carolingios y
sus epígonos? La respuesta requiere múltiples matices acordes con la propia evolución de los
acontecimientos.
La Alta Edad Media
Asia en la Alta Edad Media
Acostumbrados los europeos a ser el centro de la civilización universal desde época clásica pero
especialmente a partir del siglo XVI, no es de extrañar que casi todas las Historias Universales realizadas en
el Viejo Continente tengan una óptica eurocéntrica, más incluso si se han realizado en Francia o algún país de
la Europa occidental, ya que entonces para esos autores Europa se limita única y exclusivamente a los
territorios que formaron en su momento el imperio carolingio, con algunas ligeras ampliaciones hacia el Norte
o el Este. Este grave error es todavía mucho mayor si nos referimos a los tiempos que hemos decidido de
manera totalmente aleatoria llamarlos medios. Ya que será precisamente a lo largo de la Edad Media cuando
en Asia y en menor grado en Africa se consolidaran unas organizaciones sociales que alcanzarán un más que
notable desarrollo económico, espiritual y material, que en nada tendrán que envidiar a nuestra civilización
occidental, seno más bien al contrario. En el gran Continente asiático a lo largo de la Edad Media fueron
surgiendo una serie de grandes civilizaciones, la mayoría de las cuales serán una pura evolución de etapas
históricas precedentes. Tal es el caso entre otros de los imperios del mundo indoiranio y la proyección de
algunos de ellos por la península de Indochina e Insulindia. El Asia oriental con la gran civilización china y
sus largos caminos de penetración, y el Japón siempre protegido por su situación insular. Como nexo de unión
entre el Asia mas occidental y la oriental el mundo de las estepas se convertirá en más de una ocasión en el
verdadero protagonista de la Historia continental, llegando incluso con su impulso a influir directa o
indirectamente en la Historia del Continente europeo. La irrupción del Islam en Asia occidental y central a
través de la India -a partir de meditados del siglo VII- cambió radicalmente la estructura política del
Continente, que a principios del siglo VIII estaba principalmente controlado en su mayor parte por aquél y el
imperio chino de los T'ang, ambos en pleno apogeo. Pero el Continente continuara siendo una gran reserva de
potenciales invasores que, entre los Urales y las murallas chinas, amenazaban constantemente a los pueblos
sedentarios de ambos extremos. Eran, entre otros, los turco-mongoles, los hunos, los yuán-yuán, los uigures,
los khitai, etc. Pero estos pueblos si pudieron ejercer en un determinado momento de verdaderos señores del
Continente fue debido fundamentalmente a la inestabilidad del mundo asiático medieval, que propició como
factor determinante una serie de crisis en los imperios tradicionalmente constituidos.
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La Alta Edad Media
Africa en la Alta Edad Media
El Continente africano será una inmensa plataforma en donde se desarrollen y evolucionen las mas diversas
culturas, por donde se extenderán en más de una ocasión unas civilizaciones extrañas a él, que lo condicionará
en los aspectos religioso, económico y social. Una de las cosas que mas llama la atención de este Continente
es su heterogeneidad, que se manifiesta principalmente en las áreas mas norteñas habitadas por gentes
blancas, y el resto del Continente poblado mayoritariamente por pueblos negros; si bien a excepción del color
de la piel, el tipo africano negro no puede definirse con mucha precisión, debido a la gran variedad de matices
en sus rasgos físicos, que de ningún modo revisten caracteres generales. E incluso muchas poblaciones como
los etíopes, somalíes y pueblos del Tibesti, en el Sahara oriental, que tienen una piel negra menos oscura,
presentan unos rasgos que apenas se diferencian de la llamada raza blanca. La historia de Africa en los
tiempos llamados Medios refleja claramente esta variedad en todos los aspectos, y con seguridad de una
manera mucho menos real de lo que fue debido a la falta de información histórica de todo tipo. Para un mejor
estudio podemos considerar tres ámbitos geográficos: Suprasahariano, Subsahariano y Oriental e Indico.
La Alta Edad Media
Vida Cotidiana en la Alta Edad Media Occidental
La vida privada en la Alta Edad Media estará caracterizada por el miedo al mundo exterior y en definitiva a la
muerte. Es una etapa de angustias y temores ante los todavía recientes ataques bárbaros en los que la violencia
ha sido la nota más significativa. Incluso la religión cristiana busca en el sufrimiento el sacrificio que
permitirá al creyente alcanzar la vida eterna. Pero también encontramos muestras de amor, especialmente en
la familia, ante las continuas amenazas procedentes del mundo exterior. Esa inseguridad, ese miedo a la
amenaza, conducirá al feudalismo en los últimos años de esta etapa que vamos a conocer. La ciudad ha sido
casi definitivamente abandonada para instalarse en el campo. La fragilidad de las rutas comerciales impiden la
mayoría de las transacciones y, por lo tanto, es más fácil encontrar alimentos en el campo, produciéndolos
uno mismo con absoluto sacrificio. Y como la preocupación por la defensa está presente, es preferible ceder
nuestras tierras a un señor a cambio de protección. Estamos en el germen del régimen señorial que conducirá
al feudalismo. Por desgracia no son numerosos los documentos y las fuentes que se refieren a esta vida
cotidiana que aquí pretendemos conocer, pero en la medida de lo posible nos acercaremos a ellos para hacer
más accesible al lector esta época que se nos antoja tan remota y que no es una etapa media entre el Mundo
Antiguo y el Renacimiento, sino un momento de máxima importancia en la Historia de la Humanidad.
Plena Edad Media y Baja Edad Media
Cristianos y Musulmanes
A lo largo de la Plena Edad Media se producirán continuos enfrentamientos entre musulmanes y cristianos,
siendo las cruzadas su máxima expresión. Pero a lo largo de este tiempo no sólo se producen enfrentamientos
en Tierra Santa -donde se creó de forma efímera el reino de Jerusalén- sino que será la Península Ibérica una
de las regiones donde se observen mayores encuentros entre ambos, encuentros que también se manifiestan en
el terreno cultural, político o social. La Reconquista española alcanzará a lo largo de los siglos XII y XIII su
máximo apogeo. También el Imperio Bizantino tendrá estrechos contactos con el mundo islámico a lo largo
de los siglos XI, XII y XIII, viviendo un periodo de decadencia que finalizará con la conquista otomana en
1453. A pesar de esta crisis se mantendrá como un excelente foco de cultura clasicista que seguirá siendo
fuente de referencia. El Mundo Islámico perderá el auge alcanzado con los omeyas y abassíes en centurias
pasadas e iniciará una descomposición interna que dará lugar a la creación de nuevos dominios islámicos
como los almorávides y almohades o los turcómanos de Asia Menor.
Plena Edad Media y Baja Edad Media
Pontificado e Imperio
Las relaciones entre el poder temporal -representado por el Emperador- y el poder espiritual -en manos del
Pontificado- serán intensas durante los siglos XI-XIII. La mayor parte de estas relaciones estarán
caracterizadas por el enfrentamiento, luchando por el dominium mundi, especialmente Federico Barbarroja y
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Tema: Edad Media
Alejandro III. El III Concilio de Letrán en 1179 se presentó como un gran triunfo de la perseverancia de
Alejandro III. El prestigio alcanzado por la institución conciliar tutelada por los Papas era incuestionable. Los
18 años de pontificado de Inocencio III supondrán el triunfo del pontificado -Plenitudo Potestatis- ante el
cúmulo de elementos negativos con los que se enfrentó. El triunfo de la política papal se pondrá de manifiesto
en la convocatoria del IV Concilio de Letrán, cuyos objetivos serán afianzar la reforma y promover la
cruzada. La primera mitad del siglo XIII conoce el último capítulo de la gran prueba de fuerza entre
Pontificado e Imperio. Tres Papas (Honorio III, Gregorio X e Inocencio IV) y un monarca (Federico II) serán
los principales protagonistas del drama, poniéndose de manifiesto el apogeo y la crisis de la política Staufen
cuya culminación será el Gran Interregno.
Plena Edad Media y Baja Edad Media
Monarquias Occidentales
Tras momentos de esplendor, el Sacro Imperio vivió un prolongado declive. El mayor beneficiario de él
serían los Estados situados en su flanco occidental: las llamadas "monarquías feudales" de las que Francia e
Inglaterra son modelos clásicos. Reyes, nobleza y organismos de carácter representativo (Cortes en la
Península Ibérica, Estados Generales en Francia, Parlamento en Inglaterra) constituyen el trípode político
sobre el que estas monarquías descansan. El que cada uno de ellos aspirara a extender su esfera de influencia
será causa de numerosas tensiones desde el siglo XIII hasta el ocaso del Medievo. Hacia el año 1000 las
relaciones exteriores de los príncipes europeos era cuestión de familia o de los intrincados lazos de naturaleza
feudovasallática. Tres siglos más tarde, puede hablarse ya de un verdadero esbozo de política internacional
que preside las relaciones entre los grandes poderes territoriales que han fraguado en Occidente.
Plena Edad Media y Baja Edad Media
Nuevas Fronteras Cristianas
Las condiciones creadas por las segundas invasiones y la desarticulación del Imperio carolingio dieron lugar a
un nuevo orden político, en el que se integraron definitivamente normandos, húngaros y eslavos. Estos
formarán sus Estados y fijarán sus límites a tenor de la expansión del cristianismo, bajo la atenta mirada de
los dos imperios. El germánico extendería su influencia religiosa, político, cultural... sobre los pueblos del
norte y centro de Europa. Con la formación de los nuevos reinos y principados, la Cristiandad occidental
alcanzaría los máximos limites de expansión. Por su parte, el Imperio Bizantino haría lo mismo sobre los
eslavos orientales y los asentados en los Balcanes. Los pueblos, que en el periodo anterior habían sido una
amenaza para la Cristiandad, se incorporaron a ella de forma permanente y constituyeron la barrera que
detuvo el golpe del asalto siguiente: la invasión mongola del siglo XIII.
Plena Edad Media y Baja Edad Media
Renacimiento Agrario Mercantil y Urbano.
A pesar de considerar tradicionalmente la época medieval como un momento de crisis, durante la Plena Edad
Media se pone de manifiesto un importante renacimiento agrario, mercantil y urbano. Se producirá una
expansión agraria -gracias a los avances tecnológicos, a las nuevas roturaciones y colonizaciones- que
afectará a la inflexión demográfica y al desarrollo de una nueva geografía agraria, aunque el crecimiento
también tenga sus contradicciones y su momento de fin. La aparición de nuevas fuerzas sociales y económicas
se manifiesta con fuerza en la importante revolución comercial que se llevará a cabo en esta época,
definiéndose nuevas áreas comerciales, abriéndose más ferias y mercados, poniendo en circulación nuevas y
más potentes monedas y activando un amplio mercado crediticio que afectará especialmente a las ciudades.
No en balde la Plena Edad Media será el momento de la renovación de las ciudades, adquiriendo la urbe
importantes funciones económicas, apareciendo nuevas estructuras sociales y produciéndose episodios de
solidaridad y conflictividad.
Plena Edad Media y Baja Edad Media
Religiosidad en la Plenitud Medieval
Gonzalo Alonso Guerrero Quiroz
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Grandes Temas de la Historia
Primera Tarea
Tema: Edad Media
En la Plena Edad Media se produce un significativo auge de la religiosidad. En las órdenes religiosas se viven
aires de reforma, en un principio en Cluny y posteriormente con San Bernardo y el Cister. También aparecen
órdenes militares y hospitalarias fruto de las Cruzadas que tienen su momento de esplendor en estas fechas. El
clero secular también manifiesta un importante proceso de renovación al igual que las órdenes mendicantes dominicos, franciscanos, espirituales y órdenes menores-. El espíritu religioso reformista afectará de igual
manera a los laicos, adquiriendo una gran importancia los sacramentos y nuevas formas de culto y piedad. Sin
embargo, estos aires reformistas en ocasiones se alejarán de la ortodoxia provocando diversas corrientes
heréticas -comunales, mesiánico-milenaristas, antijerárquicas, a favor de la pobreza- siendo la más conocida
el catarismo. La reacción eclesiástica no se hizo esperar y la represión del catarismo traerá consigo la creación
de la Inquisición.
Plena Edad Media y Baja Edad Media
Madurez de la Sociedad Feudal
La interpretación más convencional y clásica del feudalismo basa su explicación en: las relaciones entre
señores y vasallos en la sociedad rural poco evolucionada; la descentralización de las jurisdicciones, como
consecuencia del debilitamiento del poder civil; la aparición de los feudos, que absorben alodios de
campesinos libres, y el predicamento ideológico de una "sociedad trifuncional". La de los "milites" que
guerrean y defienden al cuerpo social, los "bellatores"; los "oratores" o clérigos, que atienden las necesidades
espirituales de la sociedad cuya salvación tiene encomendada; y los "laboratores", o trabajadores de la tierra,
que producen para alimentar y sostener materialmente a los otros dos grupos ociosos económicamente. Pero
el feudalismo es, además, o por encima de los aspectos jurídico-institucionales e ideológico-funcionales, un
"modo de producción" en una sociedad que, con un bajo nivel tecnológico, sólo se permite unidades reducidas
de producción agraria en las que la fuerza de trabajo tiene como base la familia campesina. Familia que, si es
acomodada, puede poseer pequeñas propiedades trabajadas en común o con ayuda de terceros, y si no es el
caso termina entregando sus bienes a un señor a cambio de protección y cobertura fiscal, pasando a depender
personal y jurídicamente del mismo. Pero si en el campo la unidad de producción se base en la fuerza de
trabajo familiar, en las ciudades es la familia menestral y el taller artesano lo que conforma dicha unidad de
producción, basada en la fuerza de trabajo familiar con sus aprendices y oficiales correspondientes; por lo que
al hablar de feudalismo no hay por que excluir, por sistema, al ámbito urbano del multiforme espacio europeo
de los siglos XI al XIII. En la sociedad feudal, las relaciones de producción son las fundamentadas entre los
grandes propietarios rurales y la masa de campesinos en diferentes grados de dependencia. Se trata de
relaciones de producción en las cuales el excedente de la renta campesina se extrae a través de exacciones,
multas, derechos jurisdiccionales y prestaciones de trabajo personal que constituyen la renta feudal de la clase
dominante. Clase dominante que conforma la superestructura política, ya sean señores, dignidades
eclesiásticas (señoríos laicos o clericales) o incluso las llamadas monarquías feudales, manifestando su poder
a través de las jurisdicciones Contrariamente a la clasificación de los tres órdenes, que tiene un soporte más
ideológico que práctico, entre los grandes señores se encuentran los de condición laica y también los obispos,
abades y establecimientos religiosos, que se integran en el estamento de los poderosos señores feudales, pues
tienen igualmente dominios con el mismo sistema de explotación. Interrelación que se extiende también al
poder monárquico y su vinculación con los nobles, como ha destacado Ch. Petit-Dutaillis en su clásico y
fundamental libro sobre "La monarquía feudal en Francia e Inglaterra". De ahí que, como señala R. Hilton, en
dicha sociedad feudal había latente un conflicto de clases que iba a aflorar a través de enfrentamientos,
revueltas y levantamientos campesinos. Pero en el caso de las ciudades la pregunta es si existe contradicción
entre el hecho urbano y la feudalidad, y si las clases urbanas no encajaban en el seno de la sociedad feudal.
Porque, por un lado, los artesanos iban a desarrollar unos esquemas sociales contrapuestos a los feudales y,
por otro, parece que fueron tanto los pobres y marginados como la burguesía mercantil quienes amenazaron
continuamente el sistema. Acaso la solución sea considerar que el feudalismo es un fenómeno múltiple,
poliforme y heterogéneo -pudiéndose hablar de variantes regionales y hasta de cultura y civilización,
excediendo la cronología medieval y la geografía europea-, pero con unos signos de identidad homologables
en toda circunstancia y condición, centrados en el secuestro de las libertades y de la autoridad civil, el
dominio del excedente de la renta campesina y la acaparación de poder territorial y jurisdiccional en
detrimento de la autoridad pública. Sin embargo, si antes del siglo X encontramos elementos prefeudales,
protofeudales e, incluso, para algunos autores, ya plenamente feudales, nadie duda de que los siglos de la
plena Edad Media fueron en Europa los de la madurez de la sociedad feudal. O más bien de las sociedades
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Primera Tarea
Tema: Edad Media
feudales, por el polimorfismo antes apuntado, sociedades que exigieron de los campesinos una parte cada vez
mayor del excedente, después de haber satisfecho los productores su inmediata necesidad, con idea de
asegurarse los señores una renta añadida a la propia y comerciar con ella en los mercados locales, algunos
controlados por los mismos señores, a cambio de la obtención de elementos propios de su estirpe y condición:
armas, tejidos, joyas o suelo urbano. Y si en principio los derechos campesinos fueron entregados en especie,
poco a poco se transformaron en renta en moneda que iba a sufrir con mayor desajuste los efectos de las
variaciones de los precios y la devaluación a partir del siglo XIII. En lo que respecta a la ciudad, la definición
de M. Postan como una isla en medio de un mar feudal, siguiendo en esta apreciación a Pirenne, debe
matizarse, pues hubo elementos importantes del feudalismo en las ciudades de esta época. Los historiadores
del fenómeno urbano han tendido a concentrar su atención en aspectos concretos -materiales y sociales- de las
ciudades, sin atender al reflejo que las estructuras de la sociedad feudal tuvieron en ellas, ya fuera desde el
punto de vista socio-económico o ideológico. Muchas ciudades de mercado y muchos burgos ofrecen en
alguna etapa de su evolución comercial componentes propios de la sociedad feudal. Así, pequeñas
concentraciones mercantiles se asemejan a los feudos sin dejar de ser urbanas, pues una parte de la población
se dedica permanentemente al intercambio de bienes y servicios, siendo modestos comerciantes los que
atienden a los campesinos que acuden al mercado para obtener dinero efectivo de sus productos, y
menestrales o artesanos quienes surten dicho mercado elaborando objetos que adquieren los campesinos.
Durante los siglos del crecimiento y la expansión muchos campesinos adquirieron mercancías ofrecidas por
los artesanos y productores urbanos y, antes de que en el siglo XIV las dificultades lo impidieran, compraron
y vendieron después de satisfacer rentas e impuestos al poder señorial y fiscal. Desde luego, la estructura
social de estas pequeñas urbes distaba mucho de la que presentaban ciudades de mayor envergadura, pues
disponían de artesanos de poca monta y albergaban en su recinto a campesinos humildes que vivían en ellas
con el trabajo de la tierra. En estas ciudades reducidas, ni el capital comercial era significativo ni existían
monopolios en manos de mercaderes poderosos ni los artesanos representaban un grupo social dominante en
el poder administrador de las mismas. De hecho ni los menestrales ni los comerciantes podían ser nombrados
magistrados porque el regimiento comunal lo ostentaban los señores laicos o eclesiásticos, o el príncipe en su
caso. Pero el fenómeno global del feudalismo es suficientemente complejo y requiere un tratamiento que
aborde la totalidad de la cuestión a través de los diversos elementos que lo componen, las diferentes
situaciones que lo animan y las formas que lo acompañan en su manifestación de poder y notoriedad.
Plena Edad Media y Baja Edad Media
Renacimiento Cultural del Siglo XII
A principios del siglo XI Occidente no presentaba en apariencia signos que pudieran hacer previsible la gran
eclosión cultural de las dos siguientes centurias. Los únicos centros descollantes, producto de la ya agotada
renovación otónida, eran una serie de monasterios y escuelas episcopales situadas casi siempre en el núcleo
central europeo. En el Imperio, abadías como Corvey, Saint Gall y Gandershein y obispados como Metz,
Verdún, Colonia, Worms y, sobre todo, Bamberg, eran sin excepción el resultado del patrocinio de las
dinastías sajona y sálica. En Italia destacaban los cenobios de Montecassino y Bobbio y las escuelas urbanas
de Pavía, Ravena, Novara, Parma y Roma. Aunque tímidamente, en otros centros situados más al sur Nápoles, Salerno, Amalfi-, comenzaban también a circular ciertas traducciones árabes y griegas. Dato éste
que se repetía en algunos puntos de la Península Ibérica, como los monasterios de Ripoll y Vich, centros de
recepción de obras matemáticas y astronómicas orientales. Respecto a Francia, merecen la pena destacarse los
monasterios de Fleury, San Marcial de Limoges y Bec, así como la sede episcopal de Reims, a cuya escuela
estuvieron ligados Gerberto de Aurillac -Silvestre II (muerto en 1003)-, una de las principales figuras del
renacimiento otoniano, y su discípulo Fulberto, sin duda el principal intelectual de su tiempo. Fulberto, que
llegaría a ser obispo de Chartres entre 1006 y 1028, es considerado con razón el creador de la prestigiosa
escuela catedralicia de dicha ciudad. La reforma monástica, lejos de modificar este mediocre panorama, no
hizo sino reforzarlo. Los nuevos cenobios, así como los de antigua fundación ganados al espíritu reformista,
se inclinaron abiertamente por el retorno a las ocupaciones estrictamente religiosas. Este comportamiento,
ejemplificado en Cluny, fue incluso superado por el Cister, que excluyó de manera explícita las labores de
enseñanza de sus monasterios. De este modo, aunque mantenidas con relativa vitalidad a lo largo del siglo XI,
las funciones docentes desaparecieron de los monasterios desde principios de la siguiente centuria, en lo que
fue también un verdadero traspaso de las actividades culturales desde el campo a la ciudad. El llamado
Renacimiento del siglo XII no fue en la práctica sino la expresión, en el plano de la cultura, de un cambio
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Tema: Edad Media
mucho más profundo acontecido en Occidente. La maduración del orden feudal, unida a un crecimiento
sostenido de la economía y de la población, permitió en efecto no ya solo consolidar el ámbito geográfico
europeo, sino ampliarlo incluso en un creciente contacto con las civilizaciones islámica y bizantina. Más en
concreto, esta pujanza se manifestó en el despertar de las ciudades, focos de desarrollo de una nueva clase
social -la burguesía- ligada a formas también novedosas en los campos artístico, intelectual, religioso y de las
mentalidades. Junto a las ciudades, la reforma gregoriana será otro de los elementos de referencia básicos para
entender el apogeo del siglo XII. Un resultado más de estos cambios fue el de la aparición del intelectual. Con
este término los hombres de la Edad Media no aludían tanto a una categoría profesional, que se designaba con
multitud de vocablos (litteratus, magister, professor, etc.), cuanto a una cualidad de tipo inmaterial. El
intelectual era, en efecto, un individuo que cultivaba y, al tiempo, vendía el producto de su saber. Aunque
comúnmente al servicio de la Iglesia y los poderes laicos, los intelectuales constituían una nueva categoría
sociológica y no eran por ello fácilmente clasificables en la condición tradicional de los "oratores", por más
que la mayoría de ellos fuesen jurídicamente clérigos. A diferencia de éstos el intelectual no consideraba el
oficio de pensar -ligado a otras actividades como la docencia y la escritura- como un simple medio de llegar a
Dios, sino como un fin en sí mismo. De hecho, el estudio de las diversas "auctoritates", a menudo imitadas
servilmente, perseguía un solo ideal: llegar más lejos que las anteriores generaciones. Por eso, en palabras de
Bernardo de Chartres (muerto en 1130), los intelectuales se consideraban "enanos subidos sobre hombros de
gigantes". Su ámbito natural era, por supuesto, la ciudad, centro de todas las inquietudes de renovación de la
época, e incluso lugar físico de asentamiento de las nuevas instituciones culturales. De ahí que haya podido
afirmarse, con razón, que "el intelectual de la Edad Media nace con las ciudades" (Le Goff).
Plena Edad Media y Baja Edad Media
La Crisis de la Baja Edad Media
La expresión "crisis de la Baja Edad Media", u otras similares, como "gran depresión", está firmemente
asentada en la historiografía contemporánea. Con ella se elude a la presencia, lógicamente en la época de
referencia, de una serie de manifestaciones de muy diversa naturaleza que trastocaron la evolución seguida
por la sociedad en el tiempo que le precedió. Tradicionalmente se ha puesto el acento en los aspectos
demográficos, económicos y sociales de la mencionada crisis. El retroceso experimentado por la población
europea, particularmente a consecuencia de la difusión de las epidemias de mortandad, la caída de la
producción, ante todo en el medio rural, las bruscas alteraciones de los precios y de los salarios y, finalmente,
la acentuación de las tensiones sociales, que alcanzaron cotas desconocidas, serían las manifestaciones más
llamativas de la crisis. En cuanto a su cronología, aunque varía lógicamente de unas regiones a otras, se sitúa
grosso modo en los siglos XIV y XV, con especial referencia a la primera de las centurias citadas. De ahí que
en ocasiones se haya hablado, sin más, de la crisis del siglo XIV. En todo caso parece un hecho comprobado
que la crisis ya estaba presente en el occidente de Europa, aunque de forma todavía incipiente, en el entorno
del año 1300. Pero fue en el transcurso de la decimocuarta centuria cuando la crisis se generalizó, lo que
explica que estuviera en su fase aguda alrededor del año 1400. De ahí, por ejemplo, que la obra colectiva,
editada hace unos años por los profesores alemanes Ferdinand Seibt y Winfried Eberhard, y que recoge las
ponencias presentadas por destacados especialistas en un seminario que trató sobre dicho tema, lleve por
título "Europa 1400. Die Krise des Spätmittelalters" (1984) (hay traducción castellana, con el titulo "Europa
1400. La crisis de la Baja Edad Media", en Edit. Crítica, del año 1993). La interpretación de la crisis es, no
obstante, un problema sumamente complejo. Como en tantas otras ocasiones, a propósito de cuestiones
históricas controvertidas, puede decirse que han corrido ríos de tinta y que ha habido opiniones para todos los
gustos, llegando algunos historiadores incluso a negar que hubiera crisis en la época final de la Edad Media.
Ahora bien, partiendo de lo que juzgamos un hecho incontrovertible, la realidad de la crisis bajomedieval, es
preciso destacar la existencia, como mínimo desde los años treinta del siglo XX, de un intenso debate
historiográfico sobre el particular. En el mismo se han utilizado, básicamente, dos modelos teóricos de
referencia, el "malthusiano", por una parte, y el "marxista", por otra. También se ha discutido si la crisis
revelaba la decadencia de un sistema o si, por el contrario, suponía el anuncio de la próxima génesis, por
supuesto difícil, de un nuevo mundo. En otras palabras, nos encontraríamos con la dialéctica entre una crisis
depresiva o una crisis de crecimiento. Mas lo cierto es que en los últimos años se ha puesto especial énfasis en
contemplar la mencionada crisis no sólo desde el prisma socio-económico, sin duda el privilegiado en la
tradición historiográfica, sino también desde otras perspectivas. Algunos historiadores han puesto de relieve el
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Primera Tarea
Tema: Edad Media
impacto ejercido por la gran depresión europea de los siglos XIV y XV en ámbitos de la actividad humana tan
variados como el político, el intelectual o el artístico.
Plena Edad Media y Baja Edad Media
Transformaciones Políticas:
Durante los siglos XIV y XV Europa occidental vivió lo que la historiografía ha llamado crisis de la Baja
Edad Media, una agitada etapa de transición entre el ocaso del Medievo y la génesis del Renacimiento que
puede ser considerada también una "época en sí misma" (B. Guennée). En líneas generales, este periodo se
caracterizó por la confluencia de la recesión demográfica, la crisis económica, las agitaciones sociales y las
convulsiones políticas en un contexto de guerra generalizada. La otra cara de este negativo panorama fue la
búsqueda de unas soluciones que permitieron superar estos problemas y abordar futuros retos. La crisis
agraria iniciada a finales del siglo XIII (descenso de producción y precios, empeoramiento climático,
incapacidad técnica...) preparó el camino a una Peste Negra que, desde 1347 y en oleadas sucesivas, fue
demoledora. El bloqueo económico y el retroceso demográfico repercutieron gravemente en una sociedad
cuyas principales fuerzas políticas eran la monarquía y la nobleza feudal. Ante el descenso de sus rentas y la
perdida de su predominio socio-económico, los nobles demostraron una enorme resistencia: incrementaron su
presión sobre el campesinado provocando su sobreexplotación, se unieron a las empresas bélicas de las
monarquías con la intención de convertir la guerra en el medio de asegurar su amenazada posición dominante
y, en última instancia, con este fin intentaron el asalto a las instituciones del Estado. Desde el primer tercio
del siglo XIV la guerra, consecuencia y agravante de la crisis, alcanzó una difusión e intensidad desconocidas
hasta entonces en el Occidente europeo, convirtiéndose en la característica más llamativa de la conflictividad
política de la Baja Edad Media. En esta época las monarquías occidentales combatieron entre sí en varios
escenarios. Francia e Inglaterra iniciaron el enfrentamiento bélico de dimensiones europeas que conocemos
como Guerra de los Cien Años. Los reinos ibéricos alternaron las luchas dinástico-territoriales en la Península
y el enfrentamiento contra los musulmanes en la Batalla del Estrecho con una decisiva participación en el
gran conflicto anglo-francés. Por último, la Corona de Aragón prosiguió su expansión marítima en el
Mediterráneo iniciada en el siglo XIII.
Plena Edad Media y Baja Edad Media
Pontificado y Cultura:
La Iglesia Occidental vive uno de los momentos de mayor tensión en la Baja Edad Media. Durante el siglo
XIV se vive el episodio del Pontificado de Aviñón -trasladado a esta ciudad francesa por diferenes razones
entre las que destaca la grave crisis que vivía Italia- y el Cisma de Occidente con la elección simultánea de
Urbano VI y Clemente VIII. La extinción del Cisma se conseguirá con la elección de Martín V ya en la
centuria siguiente pero los problemas no se resuelven, ya que surgirá con fuerza la vía conciliarista. El triunfo
del Pontificado se alcanza con Nicolás V ante el cansancio surgido en el seno del Concilio. Respecto a la
cultura y la espiritualidad, las convulsiones sociales, la presencia de la guerra como un hecho permanente y
las duras oleadas de peste que recorren Europa, causas y consecuencias de sí mismas, inducen a la toma de
posturas y sentimientos contrapuestos y extremos: el más absoluto idealismo y el realismo más desgarrado;
movimientos de rígido ascetismo junto a una escandalosa inmoralidad. Aunque la cultura sigue estando en
manos de los clérigos, se aprecia una cierta secularización: el laicismo humanista, cuyos primeros esbozos se
atisban ahora.
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Primera Tarea
Tema: Edad Media
Plena Edad Media y Baja Edad Media
Asia y África:
En el gran continente asiático a lo largo de la Edad Media fueron surgiendo una serie de grandes
civilizaciones, la mayoría de las cuales serán una pura evolución de etapas históricas precedentes. En el Asia
oriental con su gran civilización china y sus largos caminos de penetración, y el Japón siempre protegido por
su situación insular. Como nexo de unión entre el Asia más occidental y la oriental el mundo de las estepas se
convertirá en más de una ocasión en el verdadero protagonista de la Historia continental, llegando incluso con
su impulso a influir directa o indirectamente en la Historia del continente europeo. El continente africano será
una inmensa plataforma en donde se desarrollen y evolucionen las más diversas culturas, por donde se
extenderán en más de una ocasión unas civilizaciones extrañas a él, que le condicionarán en los aspectos
religioso, económico y social. Una de las cosas que más llama la atención de este continente es su
heterogeneidad, que se manifiesta principalmente en las áreas más norteñas habitadas por gentes blancas, y el
resto del continente poblado en su mayoría por pueblos negros; si bien a excepción del color de la piel, el tipo
africano negro no puede definirse con mucha precisión, debido a la gran variedad de matices en sus rasgos
físicos, que de ningún modo revisten caracteres generales. E incluso muchas poblaciones como los etíopes,
somalíes y pueblos del Tibesti, en el Sahara oriental, que tienen una piel negra menos oscura, presentan unos
rasgos que apenas se diferencian de la llamada raza blanca. La historia de África en los tiempos llamados
Medios refleja claramente esta variedad en todos los aspectos, y con seguridad de una manera mucho menos
real de lo que fue debido a la falta de información histórica de todo tipo.
Plena Edad Media y Baja Edad Media
Vida Cotidiana en la Plena y Baja Edad Media:
El mundo moderno debe numerosas señas de identidad a la Edad Media. Las universidades, nuestros idiomas,
las instituciones políticas y un largo etcétera hunden sus raíces en la época medieval que tan lejana parece al
ser humano moderno. Sin embargo, aún podemos encontrar en algunos ámbitos rurales comportamientos y
actitudes mentales más cercanas al mundo medieval que a la actualidad contemporánea. Por eso nos
acercaremos a la vida cotidiana de esa gente para conocerla algo mejor. Observaremos su relación con la
naturaleza y su dependencia del medio físico, el ritmo de vida -totalmente alejado del nuestro- y el día a día,
sus relaciones con el mundo exterior, sus hábitos alimentarios, cómo asumían la muerte y el más allá o la
importancia de la naciente vida urbana que se gesta en los nuevos espacios: las ciudades. La vida de los
campesinos y las mujeres también serán motivo de nuestro estudio, sin olvidar a los clérigos y monjes o la
existencia de las familias aristocráticas, sin renunciar a conocer el arte medieval. De esta manera, el recorrido
por la Plena Edad Media será más cercano al ser humano, conociendo las acciones y los pensamientos de los
hombres y las mujeres medievales.
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Concepto de Edad Media e Historia Universal
Una respuesta que va mas allá de un escrito, o una vida, una respuesta que tiene que ver con el ser en cuanto
a si mismo y con el mundo…
Opiniones:
Jacob Burckhardt, historiador alemán de tendencia eurocentrista, afirma :
"a la historia en alto sentido solamente pertenecen los pueblos culturales y no los pueblos naturales", "Nuestra
disciplina (la historia) no se ocupa de aquellos pueblos que no han desembocado en la cultura europea, por
ejemplo Japón y China" y "La humanidad en torno al mediterráneo y hasta el golfo pérsico es realmente un
ser vivo".
Oswald Spengler, historiador suizo y profesor de secundaria quién afirma que el occidente se encuentra en
decadencia y que no existe historia universal. Dice que:
"Una inteligencia verdadera, integral, de los términos antiguos, es para nosotros tan imposible como de los
términos rusos e indios cuyos intelectos son muy diferentes al nuestro la filosofía de Bacon o de Kant tiene el
valor de una simple curiosidad", "Pero esto justamente tendrá que hacerlo la filosofía del futuro si quiere
preciarse de integral. Esto es lo que significa comprender el lenguaje de las formas históricas, del mundo
viviente".
Leopoldo Zea, Filósofo e Historiador mexicano, de alto repertorio internacional, varios de sus escritos han
traspasado la barrera del idioma y han sentado precedentes en el mundo, sus ideas principales son:
"El mundo, se dice, debe a Europa, al mundo occidental, dos extraordinarios aportes en el campo de la
cultura: La Antropología y la Historia. Aportes que el mundo ha hecho suyos", "La aventura del hombre
europeo que se expandirá a lo largo del planeta", "Más allá de sus bellas ciudades, se alzaban otras no menos
fabulosas ciudades de las que nuevos aventureros serían testigos directos".
Un Enfoque Personal:
Creo que la respuesta está en el estudio exhaustivo y en la investigación, otorgando mayor importancia a los
sucesos que marcaron fuertemente a la humanidad.
Hoy en día debemos mucho a los pueblos europeos y a su historia, como sociedad chilena presentamos
muchos rasgos descendientes (algunos nombrados a continuación) y es una buena medida el hecho que
catalogue a la “Edad Media” como parte de la Historia Universal.
Gonzalo Alonso Guerrero Quiroz
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Tema: Edad Media
Algunos Remanentes Culturales:
Arrojar arroz a los novios:
Es una costumbre que en Europa se conserva desde la Edad Media. Simboliza el deseo a los novios de que
tengan muchos hijos. Últimamente se estila más el lanzar pétalos de rosa.
Manos Unidas Para la Plegaria: (Europa, siglo IX)
Para nuestros antepasados, uno de los gestos más antiguos y reverentes que acompañaban a la plegaria era
alzar brazos y manos hacia el cielo. Con el tiempo, los brazos se replegaron y se cruzaron ante el pecho,
colocando las dos muñecas sobre el corazón.
Cada una de estas posturas posee una lógica intrínseca y una intención obvia, puesto que Dios reside en el
cielo y se tiene la creencia de que el corazón es la sede de las emociones. La práctica, mucho más reciente, de
unir las manos formando una especie de triángulo parece menos obvia, e incluso resulta intrigante.
No se la menciona para nada en la Biblia y no apareció en la Iglesia cristiana hasta el siglo IX.
Posteriormente, escultores y pintores la incorporaron en escenas que representaban épocas muy anteriores a su
origen, el cual, al parecer, nada tiene que ver con la religión o la adoración, y sí mucho con la subyugación y
la servidumbre.
Los historiadores de la religión remontan este gesto al acto de atar las manos de un prisionero, y aunque los
juncos, las cuerdas o más tarde las esposas siguieron cumpliendo su función de defensa de la ley y el orden,
las manos unidas pasaron a simbolizar la sumisión del hombre respecto a su Creador.
Pruebas históricas contundentes indican que la unión de las manos se convirtió en un gesto corriente y
ampliamente practicado mucho antes de que se lo apropiara y lo formalizara la Iglesia cristiana. Antes de que
enarbolar una bandera blanca simbolizara la rendición, un romano capturado podía evitar la muerte inmediata
adoptando esta postura de las manos atadas.
Árbol de Navidad
Parece ser que la costumbre del árbol de Navidad nació en Alemania, en la primera mitad del siglo VIII.
Estando predicando el misionero británico San Bonifacio un sermón, el día de Navidad, a unos druidas
alemanes para convencerles de que el roble no era ni sagrado ni inviolable, el "Apóstol de los alemanes"
derribó uno. El árbol al caer fue destrozando todos los arbustos excepto un pequeño abeto. San Bonifacio,
interpretó la supervivencia del arbolito como un milagro, concluyendo su sermón: "Lamémosle el árbol del
Niño Dios". Los años siguientes los cristianos celebraron las Navidades plantando abetos. En el siglo XVI se
decoraban los abetos en Alemania para festejar la Navidad; en España no alcanzó popularidad hasta mediados
del presente siglo.
Nochevieja
Desde los inicios del Imperio Romano, enero estaba dedicado al dios bifronte Janus, que mira delante y
detrás: al año que se va y al principio del que viene, por eso le representaban con dos rostros, uno barbudo y
viejo y el otro jovencito. Los romanos invitaban a comer a los amigos y se intercambiaban miel con dátiles e
higos para que pasase el sabor de las cosas y que el año que empezase fuese dulce. Esta vieja costumbre
romana fue poco a poco entrando en Europa, donde con la misma finalidad venturosa comenzaron a ofrecerse
lentejas, de las que se dice que propician la prosperidad económica del año que empieza. En la Edad Media la
Iglesia trató de oponerse a las viejas costumbres, pero no consiguió extirpar la atmósfera disipada de, la noche
de San Silvestre, que se mantuvo como la última isla pagana de las doce noches navideñas (las comprendidas
entre la Navidad y la Epifanía), que la Iglesia consideraba como periodo de renovación para mejorar el año
venidero. En España, la tradición de despedir con uvas el año parece ser que data de 1909.
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Tema: Edad Media
Uso del Anillo:
Desde la edad media, el uso del anillo en el dedo anular se debe a la creencia de que existe una vena que
comunica directamente a éste con el corazón, la costumbre se ha difundido y conservado hasta nuestros días.
El entregar un anillo como muestra de amor y compromiso para con la novia se remonta a la edad media,
cuando se utilizaba como símbolo de la Santísima Trinidad: El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En algunos
países se acostumbra a dar un anillo con un diamante (o similar, según las posibilidades económicas).
Su forma de círculo significa el amor sin final. El material con que está elaborado (oro), simboliza belleza
duradera, pureza y fuerza.
La ceremonia de "pedir a la novia", oficializa el compromiso que el novio creó con la novia al entregarle el
anillo, en circunstancias muy particulares, por ejemplo, hay los más heterodoxos que invitan a la novia a una
cena formal para hacer entrega del anillo, o quienes en un arrebato de locura se lo entregan a la novia
acompañado de algún oso de peluche o un ramo de flores en el momento menos esperado.
En la época medieval, el novio tenía que pagar una dote para pedir la mano de su novia. Las piedras preciosas
se incluían a menudo en este pago como símbolo de su deseo de casarse y aunque esta práctica cesó
eventualmente, el regalo de una piedra preciosa como símbolo de ese deseo, permanece en nuestros días.
La luna de miel
Se le puso ese nombre a una costumbre teutónica en el que los cónyuges tomaban durante casi un mes o hasta
que la luna palideciera, una bebida fermentada de miel conocida como aguamiel, cuyo efecto era deshinibirse
sexualmente.
En la antigüedad, fueron los Teutones quienes comenzaron con la práctica de la Luna de Miel. Las bodas de
los Teutones solamente se celebraban bajo la Luna llena y después de la boda, los novios bebían licor de miel
durante 30 días.
Finalmente, el período inmediatamente posterior a la boda llegó a conocerse con el nombre de Luna de Miel.
Mientras el nombre sobrevivió, el propósito de la Luna de miel cambió, y después de la boda, los novios
dejaban su familia y sus amigos para hacer lo que tienen que hacer los recién casados. Hoy la tradición
sobrevive aunque se incorpora el concepto de vacaciones en un sitio aislado y romántico.
La liga de la novia
En la Francia del siglo XIV surgió una costumbre por la cual se consideraba que la liga de la novia traía buena
suerte para aquellos invitados que se quedaban con un pedazo de ésta al final. Los invitados corrían detrás de
la novia y le quitaban la liga como podían, así que para evitar esta práctica tan grosera, las novias comenzaron
a tirar la liga voluntariamente. El aspecto sensual de la liga se ha conservado hasta nuestros días aun cuando
hasta hace no mucho años, la liga tenia un uso práctico, dado que no se habían desarrollado la licra ni los
elásticos.
A lo largo del tiempo el ramo de flores se añadió como parte de esta costumbre de lanzar objetos. Hoy, la
costumbre ha sido dividida para que el "bouquet" se lance a las invitadas solteras y la liga sea troceada y
vendida a cachitos entre los invitados. En los Estados Unidos y algunas partes de Sur America el novio lanza
la liga a los solteros y el que la recibe es el que se casará próximamente.
Gonzalo Alonso Guerrero Quiroz
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18-08-2003
Grandes Temas de la Historia
Primera Tarea
Tema: Edad Media
El Velo de la Novia:
El origen del velo data de la edad media, las novias acostumbraban taparse el rostro como símbolo de
inocencia. Algunos pueblos de Europa pensaban que las novias no debían dejarse mirar el rostro para evitar
que alguien cruzara sus ojos con ella y le hiciera "mal de ojos".
Lista de Novios:
Siempre es un reto seleccionar un regalo y tal vez fue por ello que en la Edad Media se adoptó la tradición de
obsequiar en esas fechas según los parámetros de una lista que indicaba los materiales de las piezas a regalar.
Era así muy simple comprar un objeto, ya que solo se debía mirar la lista y contar los años de matrimonio.
Bueno, esta es nuestra especulación, pues no se sabe a ciencia cierta el origen de está costumbre.
Gonzalo Alonso Guerrero Quiroz
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Grandes Temas de la Historia
Primera Tarea
Tema: Edad Media
Índice:
Introducción………………………………………………………………………………………………2
Alta Edad Media
Estados Romano-Germanos de Occidente………………………………………………………………3
Economía y sociedad en Occidente …………………………………………………………….………4
El Imperio Proto-Bizantino………………………………………………...……………………………4
El mundo islámico………………………………………………………………………………………5
El Imperio Bizantino…………………………………………………………………………….………6
Restauración política occidental……………………………………………………………........………6
Economía y sociedad Altomedieval…………………………………………………………...…………6
La Iglesia en el Occidente Altomedieval ……………………………………………….………………7
Asia en la Alta Edad Media………………………………………………………………..……………7
África en la Alta Edad Media………………………………………………………………...…………8
Vida cotidiana en la Alta Edad Media Occidental………………………………………………………8
Plenitud Medieval y Baja Edad Media
Cristianos y Musulmanes ………………………………………………………………………………8
Pontificado e Imperio …………………………………………………………………………….……8
Monarquías Occidentales ………………………………………………………………………………9
Nuevas fronteras cristianas ……………………………………………………………………………9
Renacimiento agrario, mercantil y urbano …………………………….………………………………9
Religiosidad en la Plenitud Medieval …………………………………………………………………9
Madurez de la sociedad feudal ………………………………………….……………………………10
Renacimiento cultural del siglo XII …………………………………….……………………………11
La crisis de la Baja Edad Media …………………….…………………..……………………………12
Transformaciones políticas ………………………….…………………..……………………………13
Pontificado y cultura ……………………………………………………..……………………………13
Asia y África ………………………………………...…………………..…………………………… 14
Vida cotidiana en la Plena y Baja Edad Media…………….……………..……………………………14
Concepto de Edad Media e Historia Universal………………………………………………………...15
Algunos Remanentes Culturales…………………………………………………………………..……16
Indice……………………………………………………………………………………………………19
Fuentes……..……………………………………………………………………………………………19
Fuentes:
http://www.artehistoria.com
http://www.historialago.com
http://members.tripod.com/~Milton_A_L/
http://www.edadantigua.com/
Internet en General
Gonzalo Alonso Guerrero Quiroz
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