= (JN RPORTE R — LR MEMORIA DEL GENERRL MITRE POR LÜI5 BflRROS BORQOÑO Santiago de Chile IMPREMIR UMlVERSITñRIR Estado 63 1921 <Jn aporte a la Memoria del General Mitre, EN EL PRIMER CENTENARIO DE 5Ü NACIMIENTO 1821-1921 UN RPORTE R — Iñ MEMORIR DEL GENERAL MITRE POR LÜI5 BARROS BORGOÑO Santiago de Chile IMPREMIR UNIVERSITARIA Estado 63 1921 Un aporte a la Memoria de Mitre I.—JUSTICIA El pueblo argentino conmemora hoy HISTÓRICA alborozado el centenario del natalicio de un ilustre ciudadano que prestó a su patria los más señalados servicios en todas las actividades de la vida republicana, que alcanzó la más alta reputación en la intelectualidad argentina de la segunda mitad del siglo X I X y que ha legado a la posteridad, con otros numerosos trabajos de investigación histórica, dos obras que han bastado para inmortalizar su nombre en los anales de las letras americanas: la Historia de Belgrano y la Historia de San Martín. En Chile, no hay sino un sentimiento general y espontáneo de cariñosa adhesión al acto justiciero que los compatriotas del benemérito argentino don Bartolomé Mitre tributan hoy a su memoria, y la opinión entera de este país comparte complacida el reconocimiento de sus virtudes cívicas, el aprecio de sus relevantes cualidades de historiador de épocas memorables de la emancipación americana y la estimación de las dotes del político y del mandatario qoe labró la felicidad y la grandeza de la República Argentina sobre la base inconmovible de su unidad nacional. II.—BARROS Personalmente muévenos también a tributar un respetuoso y justiciero homeTRE naje al egregio escritor, el recuerdo de un muerto querido que mantuvo en vida con el general Mitre una sincera y afectuosa amistad, una común y generosa consagración al cultivo dé las letras y de la historia americana y la más abnegada y concordante dedicación al servicio y a la grandeza de sus respectivos países. La circunstancia de ser depositario del archivo del señor Barros Arana, nos permite, además, disponer en este momento de interesantes cartas, hasta hoy inéditas, que sirven para completar la personalidad intelectual y moral del general Mitre. Escritas con la naturalidad y expansión que existía entre hombres que se estimaban y conocían íntimamente y que juntos hacían la misma labor intelectual, esas cartas dan la nota más fresca y armoniosa de aquellos espíritus que en todo momento vivían laborando por el progreso y la tranquilidad de estas nuevas nacionalidades. ARANA Y M I - III.—CARTAS Entre las cartas que poseemos, cinco de ellas que llevan las fechas de 31 de octubre de 1863,18 de febrero de 1864, 7 de septiembre de 1864, 2 de marzo de 1865 y 20 de octubre de 1875, fueron publicadas en el tomo XX del Archivo Mitre, editado en Buenos Aires el año 1919. Escritas esas cartas por secretario, se ha podido disponer para sn publicación de las copias o borradores de ellas, ya que las cartas auténticas no han salido de nuestro poder. Las que ahora damos a luz están escritas de puño y letra del señor Mitre, y las estimamos como el más valioso aporte para el conocimiento íntimo de aquel noble espíritu e incansable obrero en la vasta labor de la construcción intelectual y política de su país. INÉDITAS - 7 - IV.—LA PER- Porque, en efecto, don Bartolomé Mitre fué soldado, literato, político, erudito hisDE M I T R E toriador y eminente hombre de Estado; fué más que todo eso, fué un gran luchador en las más ardientes campañas de su país, por el derecho y la libertad política; fué el denodado campeón en la prensa, en el Parlamento y en los campos de batalla, por la unidad de la nación argentina, por la solidaridad de intereses y de aspiraciones entre Buenos Aires y las provincias y por esa integridad política que ha sido el origen del progreso y de la grandeza del pueblo argentino; y fué todavía, infatigable propulsor del desarrollo intelectual y científico de su patria, levantando con su erudición y su vigorosa pluma un monumento a la historia de la nación argentina y a la obra de la emancipación americana. SONALIDAD V.—SOLDADO Su espada y su pluma estuvieron siempre al servicio de la causa de las libertades públicas, del derecho y del progreso de nuestras nacientes democracias. Periodista en Buenos Aires y en Chile, dió a la prensa diaria su importancia y su significación como directora culta e ilustrada de la opinión y como representante genuina de los intereses permanentes del Estado y de la vida pública de la nación. Su nombre ha quedado ligado a perpetuidad a la prensa de su patria, no sólo por la acción eficaz y constante que desarrolló durante toda su vida sino también por la fundación de La Nación, el gran diario de Buenos Aires, que en sus manos y en las de sus dignos sucesores ha estado siempre a la cabeza del movimiento de las ideas y de la evolución política de aquella progresista democracia. Y PERIODISTA VI.—ORADOR Orador parlamentario, su palabra tuvo siempre en las horas de las grandes crisis políticas todas las entonaciones del patriotismo y los acentos varoniles del espíritu cívico. Si en ocasiones la tribuna fué para el orador precursora del Y POETA - 8 - destierro, en definitiva, resultó siempre para el político la palanca más poderosa y eficiente de sus éxitos y de susconquistas. Con el título de Arengas publicó en 1875 una recopilación de sus discursos pronunciados desde 1849 hasta 1874. Como tantos de esos apóstoles de la idea y de la verdad, fué poeta; y sus sentimientos idealistas han quedado coleccionados en un volumen que denominó Rimas, publicado en 1854. Hay en esas poesías mucha pintura viva de los campos argentinos, y el espíritu del poeta se siente vagar en medio de las «armonías de la pampa»; contiene también numerosos cantos de guerra, elegías y diversas composiciones escritas durante la lucha contra la tiranía de Rosas. En el prefacio de este volumen, defiende Mitre la poesía contra el desdén con que pretenden mirarla los hombres prácticos. VII.—INVES- Como escritor, además de las dos importantes obras históricas que ya hemos HISTÓRICAS citado y de que nos ocuparemos más adelante, ha dejado otras que ponen de manifiesto su espíritu investigador, la solidez de sus conocimientos y la amplia cultura de su inteligencia. En el mismo año 1875, en que comienza la publicación de su Historia de San Martín, Mitre,dió a luz sus interesantes Episodios de la revolución o Narraciones históricas. Mitre se dedicó también a estudios de etnografía americana y de lingüística. En carta de 21 de febrero de 1880 dice al señor Barros Arana: «Por este correo le mando « mi última obra, que es un opúsculo titulado Las Rui« ñas de Tiahuanaco. Es un estudio arqueológico en que « encontrará usted de paso consignadas mis ideas sobre « la arqueología y la etnografía americanas, bosquejando « algunas de las grandes cuestiones que con estas mate« rias se ligan. Creo que esas ideas o puntos de vista « prehistóricos' merecerán su aprobación, como que TIGACIONES - 9 - « más de una vez nos hemos ocupado de ello, estando « siempre de acuerdo». VIII.—DES- En carta de 20 de octubre de 1875, publicada en el Archivo Mitre, Y de la cual DEL Río DE nos ocuparemos por separado, le comuniLA PLATA caba Mitre a su amigo Barros Arana que estaba reuniendo los materiales para un libro nuevo sobre antropología y etnografía que se proponía denominar «El hombre salvaje de la cuenca del Plata» (libro que no alcanzó a publicar), y le anunciaba a la vez el programa de un trabajo en preparación sobre el descubrimiento, conquista y colonización del Río de la Plata, el que tampoco pudo terminar. Pero relacionado con los viajes del descubrimiento del Plata escribió Mitre en la Revista de Buenos Aires, de 1865, un interesante artículo que fué motivado por una disertación histórica que sobre esta misma materia había hecho don Diego Barros Arana en el Círculo de Amigos de las Letras de Santiago, en 1861. En carta de 2 de marzo de 1865 dilucida este punto Mitre, refiriéndose en especial a una carta de Barros Arana de 13 de octubre de 1864, la que no se ha publicado, como tampoco la de 2 de marzo siguiente, que a ella se refiere. Se trata en aquella carta, como en el estudio histórico de 1861, de los viajes de descubrimiento de Vicente Yáñez Pinzón y Juan Díaz de Solís; Mitre, sin llegar a conclusiones tan perentorias como las que establece Barros Arana, está de acuerdo en que hay motivos para dudar de que esos navegantes hubiesen avanzado más al sur del Río de la Plata y menos todavía de que hubiesen llegado a los grados 40 ó 50 de latitud austral. El estudio del señor Barros Arana que motivó la carta y el artículo del señor Mitre, se publicó en la Revista del Pacífico, tomo IV, año 1861, con el título de El descubrimiento del Río de la Plata, y tuvo por objeto rectificar CUBRIMIENTO" — iodos errores y establecer la verdad histórica sobre ese descubrimiento. El primero de ellos correspondía a Antonio de Herrera y aparece consignado en la Década I, lib. VII, cap. IX de su Historia General de los hechos de los castellanos, en las islas y tierra firme del mar Océano. Dice allí Herrera que Juan Díaz de Solís y Vicente Yáñez Pinzón hicieron una exploración en 1508 y 1509 y reconocieron hasta los 40 grados de latitud austral, haciendo frecuentes desembarcos en la costa y tomando posesión de ellas en nombre del Rey Fernando. El segundo error es de López de Gómara y se refiere igualmente a las navegaciones de Solís, atribuyéndole en el cap. 58 de su Historia de las Indias un viaje al Río de la Plata en 1512, en el cual habría recogido muestras de ricos metales y dado, en seguida, vuelta a Europa. En cuanto al primer punto, afirmaba Barros Arana con la opinión del primer geógrafo español de aquel tiempo, Martín Fernández de Enciso, con la del más prolijo investigador de la historia americana, el cronista Muñoz, autor de la Historia del Nuevo Mundo, y con otros numerosos documentos, que en el viaje de 1509, Solís había recorrido la costa meridional del Nuevo Continente hasta mucho más adelante que ningún otro explorador, pero que no había pasado del Cabo Santa María, en los 35 grados. Establece que sólo después del viaje de Magallanes a la extremidad meridional del continente americano principiaron los geógrafos a hablar de la costa que se extiende al sur del Río de la Plata. En cuanto al segundo, le bastó para comprobar el error, recordar que Solís al volver a España de su viaje de 1509 fué procesado por desavenencias con sus camaradas y mantenido en prisión hasta 1512. El señor Barros Arana, después de referir el viaje de Solís de 1515, que dió por resultado el descubrimiento del Río de la Plata, a principios del siguiente año, llegó a las siguientes conclusiones: 1.° El Río de la Plata fué — 11 — descubierto por Juan Díaz de Solís; 2." Este fué el viaje de exploración más adelantado que habían hecho los europeos hacia la extremidad meridional de América hasta aquella época; y 3.° Solís tocó allí incidentalmente e inducido por un error, pero no porque llevase el proyecto de establecer un gobierno. Este estudio que modificaba algunas dé las noticias recibidas hasta entonces como verdaderas, dió origen a la interesante comunicación a que nos hemos referido, datada en 2 de marzo de 1865. El general Mitre desempeñaba entonces la Presidencia de la República Argentina, pero su pasión literaria le permitía encontrar en el estudio de sus manuscritos y de sus libros y en la correspondencia erudita con los amigos de su predilección, el descanso y el agrado para su espíritu. IX.—Соми- Esas relaciones íntimas eran cultivadas cariñosamente por estos dos hombres que SENTIMIEN- hicieron un culto del trabajo intelectual TOS. y de su consagración al servicio de la patria. En una de esas cartas inéditas, que tenemos a la vista, le dice Mitre a su amigo Barros Arana, con fecha 20 de octubre de 1880, que ella tiene por objeto «muy princi« pal de hacerme presente a su recuerdo como el de un « viejo y buen amigo que desea no interrumpir con usted « su correspondencia afectuosa y literaria, en que la « mutua simpatía y los gustos comunes hacen intervenir « a la vez el corazón y la cabeza». Eran esos días de prueba para la política de concordia entre los dos países, y de uno y otro lado sus hombres públicos más eminentes proponían soluciones de armonía y de inteligencia. En este orden de ¡deas había escrito Barros Arana una interesante carta al Dr. Wilde. Refiriéndose a esta comunicación, le dice Mitre en la misma carta de 20 de octubre, a que ya me he referido: «He visto en NIDAD DE — 12 — « « « < ; « « « « « « « estos días una carta que usted ha dirigido al Dr. Wilde y simpatizo con sus propósitos y sentimientos pacíficos, como siempre, aun cuando podemos discrepar en medios y puntos de detalle. La idea que usted apunta es la misma más o menos que la que le propuse, de someter a arbitraje la materia misma del arbitraje. Como último recurso, es mejor que la guerra; pero la prudencia y la previsión recíproca aconsejan remover una causa que mantiene alejados dos pueblos hermanos, y que pueden ir hasta donde ninguno de ellos quiere y que de ningún modo les conviene». X.—HISTO- Mitre es el biógrafo de San Martín Y de Belgrano; y el historiador brillante y GRANO Y DE erudito de las campañas inmortales de esos SAN M A R T Í N insignes capitanes de la Independencia americana. De ellos dice*el eminente historiador: «San Martín y « Belgrano fueron los dos hombres verdaderamente « grandes de la revolución argentina y que merecen el « título de fundadores de la independencia de su patria». Pero uno y otro tienen además títulos sobrados a la gratitud de los pueblos americanos. San Martín aportó a la causa de la independencia el valioso y en esos momentos inapreciable contingente de la táctica y la disciplina militar, y un espíritu político reflexivo, austero, penetrado de los deberes para con la patria y de las necesidades y aspiraciones de las nuevas nacionalidades. Manteniéndose extraño a las disidencias violentas de la política interna argentina, San Martín sólo quiso poner su espada al servicio de la emancipación americana, y se conquistó en todos los países que sirviera con desinterés y patriotismo la más alta situación moral: fué no sólo el organizador de la victoria, sino también el libertador de esos países. RÍAS DE B E L - - 13 - Belgrano aparece en los primeros días de la revolución y le toca actuar en graves momentos de la historia argentina; hombre de libros y de estudio, eminente patriota, corazón abierto a todás las grandes expansiones, la fuerza de los acontecimientos le llevó a la carrera militar y le hizo general. Hombre de principios definidos y de ideales, era inflexible en el cumplimiento del deber e «im« ponía a todos, según la expresión de uno de sus oficiales, « una abnegación, un desinterés y un patriotismo tan « sublime como el suyo». De Belgrano pudo decir con justicia el general Mitre, en el discurso pronunciado al inaugurar la estatua levantada en )a Plaza de Mayo de la ciudad de Buenos Aires «que podía asegurarse que jamáá una gloria más pura « ni más modesta se había modelado en el bronce de la « inmortalidad». Estos dos eminentes ciudadanos, San Martín y Belgrano, servidores de la independencia y de la libertad, lucharon siempre abnegadamente por esos principios, sin que jamás pusieran sus espadas al servicio de intereses personales y sin que jamás fueran una amenaza para los países que supieron emancipar. No fueron conquistadores ni dominadores de pueblos, tuvieron una gloria más pura y realizaron una obra más duradera: fueron libertadores de pueblos, creadores de las nuevas nacionalidades y fundadores de democracias americanas. El alma de Mitre, forjada en las luchas por la libertad y por la patria hubo de sentirse prontamente atraída por la vida de Belgrano, tipo ideal del héroe verdadero de las democracias, austero, leal y modesto, de altas virtudes cívicas y morales, nacido para el estudio y para el pensamiento y hecho soldado por deber y por abnegación, mezcla y contraste de una voluntad inflexible con una esquisita sensibilidad. Mitre principió su Historia de Belgrano a fines de 1858 y la dió a la publicidad, por entregas, desde enero de 1859. Fué escrita con la rapidez con que se redactan los — 14 — artículos de diarios y sólo alcanzó hasta mayo de 1812. Esta parte, corregida y aumentada, fué completada con todos los demás hechos históricos que ocurrieron hasta 1816 y forma la segunda edición de la obra publicada en dos volúmenes a fines de 1858 y en el año 1859. La tercera edición, mucho más completa y ya definitiva, se publicó en 1876; comprende tres volúmenes y abarca toda la vida de Belgrano, o sea, hasta su muerte, ocurrida el 20 de junio de 1820. Posteriormente se hizo una cuarta edición. Esta obra no sólo es el retrato completo de aquel tipo de virtudes republicanas, literato y soldado, político y legista, sino que, siguiendo los episodios de la vida de aquel ilustre ciudadano, su autor ha trazado en ella casi la historia completa de la revolución argentina. La Historia de San Martín y la Independencia Sud Americana tiene un marco mucho más amplio, como que comprende no sólo la vida del glorioso capitán de los estados del sur, sino también la Independencia de Chile y la campaña libertadora del Perú, obra esta última en que aparecen íntimamente asociados en la concepción de la empresa, en su preparación y en su afortunada ejecución la voluntad inquebrantable de O'Higgins y el genio previsor de San Martín. Como se expresa en el prólogo de este libro, la Historia de San Martín es el complemento necesario de la Historia de Belgrano y esas narraciones «encierran a grandes « rasgos el cuadro general de la revolución argentina en « sus dos fases: la una, con relación al orden nacional; la « otra, en sus relaciones externas con la emancipación « americana». Esta historia es particularmente interesante para Chile, porque de los cuatro volúmenes de que consta, la mitad del primero y otra mitad del segundo están destinadas a la historia de la revolución chilena, y la otra mitad del segundo volumen y una tercera parte del tercero abarcan la expedición libertadora del Perú, organizada y costeada - 15 - por el Gobierno de Chile y confiada a la espada victoriosa del general San Martín. Precisando Mitre esta acción común realizada por Chile y la Argentina, en obsequio de una empresa verdaderamente americana, se expresa en los siguientes términos: «La alianza chileno-argentina, la primera en el Nuevo « Mundo, y la única que tuvo un plan de intervención « emancipadora sin propósitos de anexión o sometimiento, « ее el hecho más trascendental y fecundo en la lucha de « la independencia sudamericana; porque hizo posible « su triunfo y determinó la norma y la regla según las « cuales las nuevas nacionalidades debían constituirse « en el futuro.» Después de referir con método y con abundante acopio de hechos y verdadero criterio histórico la obra libertadora del Capitán del Sur, dice: «San Martín concibió grandes planes políticos y mi« litares, que al principio parecieron una locura, y luego « se convirtieron en conciencia que él convirtió en hecho. « Tuvo el instinto de la moderación y del desinterés, y « antepuso siempre el bien público al interés personal. « Fundó repúblicas, no como pedestales de su engrande*' cimiento, sino para que vivieran y se perpetuaran por « sí, según su genialidad libre. Fué conquistador y liber« tador sin fatigar a los pueblos por él redimidos de la es« clavitud con su ambición o su orgullo. Abdicó concien« temente el mando supremo en medio de la plenitud « de su gloría, si no de su poder, sin debilidad, sin can« sancio y sin enojo, cuando comprendió que su tarea « había terminado, y que otro podía continuarla con más « provecho para la América. Se condenó deliberadamente « al ostracismo y al silencio, no por egoísmo ni cobardía, « sino en homenaje a sus principios morales y en holo« causto a su causa» (1). (1) Historia de San Martín, tomo IV, pág. 76. - 16 - Estas obras colocaron con justicia a Mitre en el más alto pedestal de la literatura histórica americana. Su pasión por el estudio, su espíritu investigador, su constancia en el trabajo intelectual, le hicieron escritor e historiador en medio de los azares e inquietudes de una agitada e intensa vida política y en medio de las campañas militares que le correspondió dirigir como general en jefe. XI.—NOTIMitre entró en la vida activa cuando CÍAS Bioapenas contaba diez y siete años, con escaso GRÁFICAS bagaje intelectual y sin ninguna preparación universitaria. Principió a esa edad su vida de soldado, y recorrió todo el escalafón militar desde alférez de artillería, en 1838, hasta teniente general en 1883. Fué alternativamente hombre de espada y hombre de pluma, y dedicaba al trabajo intelectual y al cultivo de su espíritu las horas en que sus deberes militares le permitían colgar la espada. En 1827, cuando sólo contaba seis años, tocóle presenciar un suceso que dejó una impresión indeleble en su mente y que aún en su edad provecta se complacía en referir en sus menores detalles: fué el desembarco de una escuadrilla brasileña intentado en Carmen de Patagones. Cursaba entonces el joven Mitre sus primeras letras en la escuela que en dicho pueblo regentaba su padre, y vió a éste tomar las armas y en unión con los principales vecinos batirse denodadamente hasta obtenér la derrota de los invasores y su reembarco. Este hecho influyó en sus actividades y en su patriotismo. Diez años después habían de comenzar sus correrías de emigrado y su iniciación en la vida militar. Acompañó a su padre el año 1837, cuando éste tuvo que salir precipitadamente para Montevideo a fin de sustraerse a las persecuciones de Rosas. Abandonaba para siempre los estudios y salía de Buenos Aires, su ciudad natal, a la cual sólo había de volver triunfante quince años después, — 17 — como jefe de artillería, en la batalla de Caseros, que derrumbó la tiranía de Rosas (3 de febrero de 1852). En Montevideo se alistó en el ejército de la República Oriental del Uruguay y recibió el grado de alférez de artillería (1838). Comenzó entonces su carrera militar, que continuó en aquel país durante ocho años, hasta obtener el grado de teniente coronel. Se batió casi día a día en la provincia argentina de Entre Ríos, contra los ejércitos de Rosas y contra los mandatarios que éste quería imponer a la República Oriental (2). (2) La República Oriental se hallaba constituida como independiente, a virtud del Tratardo ajustado con la República Argentina y con el Imperio del Brasil, de fecha de 4 de octubre de 1828. Dictada la Constitución de 18 de julio de 1830, se organizó un gobierno provisorio, hasta que fué elegido Primer Presidente de la República el general Fructuoso Rivera, por un período de seis años (1832— 1838). Terminado ese período, el general Rivera continuó al mando de las fuerzas en las campañas que t u v o que sostener en el territorio de la Banda Oriental y en la provincia argentina de Entre Ríos contra los generales de Rosas. En la batalla de Cagancha, cerca del pueblp de Santa Lucía, venció al general Echagüe. (29 de diciembre de 1839), y lo arrojó del territorio oriental. Echagüe se retiró a las provincias argentinas de Entre Ríos y Corrientes, y en el territorio de esta última sufrió una nueva derrota que le infligió el general Paz en Caaguazú (noviembre de 1841). En 1842 pasó el general Rivera a las provincias argentinas ya citadas y asumió el mando de todas las fuerzas, uniendo a su ejército las tropas de Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe. Alcanzó a reunir 6,000 hombres y 12 piezas de artillería; s.u ejército era heterogéneo, sin cohesión y falto de disciplina; áólo abundaba en valor y en intrepidez. El gobierno de Rosas había destacado en aquella región un ejército compacto, bien organizado, fuerte, de 9,000 hombres y 18 piezas de artillería, al mando del general don Manuel Oribe. En estas condiciones se dió la batalla del Arroyo Grande (6 de diciembre de 1842), que fué un desastre total del ejército de Rivera. Casi todas sus tropas quedaron en el campo y los prisioneros fueron fusilados allí mismo por los vencedores. Mitre, que se había batido en Cagancha, formaba parte también del ejército de Rivera, y alcanzó a escapar con vida, internándose al Aporte 2 - 18 - Mitre abandonó el Uruguay después de la revuelta «contra los porteños», ocurrida en Montevideo el 1.» de abril de 1846. Desengañado de las luchas en que había territorio oriental. Llegó a Montevideo y ocupó valerosamente su puesto en la denodada defensa de esa plaza, durante el asedio que le puso el general Oribe El artillero que iba a manejar de nuevo el cañón en el sitio de Montevideo, alentaba en vigorosas estrofas a sus compatriotas vencidos en Arroyo Grande: Alzaos del polvo inerte Vencidos, no domados, Cerniendo la melena Como potente león; Alzaos y ante los bustos De hermanos degollados Levante un pueblo libre Su ajado pabellón! Mitre era entonces capitán de artillería. Entre los defensores de Montevideo, uruguayos y argentinos, se formó una Asociación patriótica, a la que pertenecían los miembros del gobierno y los principales personajes políticos y militares de la defensa. Servía de órgano a esta Asociación el periódico La Nueva Éra. Era presidente de ella el distinguido ciudadano uruguayo y reputado escritor, don Andrés Lamas, Vice don Manuel Herrera y Obes, y secretario Mitre. La Asociación constituía en realidad el verdadero gobierno y era absolutamente contrario al general Rivera y a su par tido. Este asentimiento fué el origen de la revolución de 1.° de abril de 1846, promovida por los partidarios de Rivera, al grito de «mueran los porteños», a quienes el caudillo oriental atribuía sus desgracias. En efecto, el general Rivera había sido arrojado al Brasil por el general argentino Urquiza, después de vencerlo en Indio Muerto (28 de marzo de 1845). Estos sucesos y sus desgraciadas campañas le habían hecho perder completamente la confianza de su Gobierno; pero su partido atribuía a la influencia de los argentinos, que habían salvado la plaza de Montevideo, la desgracia en que había caído su jefé. Durante su permanencia en Montevideo, Mitre escribió una Instrucción Práctica de Artillería, para que sirviera a la Academia del ramo. Fué impresa en 1844 por cuenta del erario de Montevideo, y el gobierno recomendó «al aprecio del ejército el celo patriótico que revela en el sargento mayor Mitre ese trabajo». — 19 — actuado, partió a Bolivia, donde el Gobierno del general don José Ballivián le nombró director del Colegio Militar, reconociéndole el grado de teniente coronel. Tenía entonces, año 1847, veintiséis años, y era ya un literato y un oficial distinguido (3). La revolución de Belzu, que derribó el Gobierno de Ballivián, le obligó a emigrar al Perú, estableciéndose primeramente en Puno y en seguida en Tacna. En este viaje, al pasar el Desaguadero, le fué dado visitar las antiguas ruinas de Tiahuanaco y examinar aquellos restos informes, muestras reveladoras de una civilización indígena, que le dieron materia para la interesante disertación arqueológica sobre esas ruinas, que ya hemos citado. En 1849 vino Mitre a Chile, país que servía entonces de asilo cariñoso a muchos argentinos distinguidos, a quie(3) El general Ballivián fué elevado al Gobierno de Bolivia por el movimiento revolucionario de 1840 que derrocó al general Velasco. Vencedor de Ingaví contra las tropas peruanas de Gamarra, y de tendencias autoritarias, veía en la fuerza armada la única palanca de su gobierno y la base de la autoridad política. Supo rodearse, sin embargo, de hombres de saber y de probidad que introdujeron algunas reformas y establecieron buenas reglas de administración pública. Ballivián cultivó con esmero las relaciones exteriores de su país y proyectó una asamblea de diplomáticos americanos que no alcanzó a formalizarse. La rebelión del coronel Belzu en 1847 fué el principio de una serie de pronunciamientos en diversos pueblos que proclamaban el antiguo régimen y llamaban de nuevo al general Velasco. Si bien obtuvo contra los revolucionarios el triunfo en Vitiché (movimiento de 1847), se resolvió a dimitir cuando tuvo conocimiento de nuevas defecciones militares (diciembre de 1847). Abandonó el Gobierno y se retiró a Chile, dejando el poder en manos del general Guilante, que sólo alcanzó a ejercerlo por diez días. Volvió a asumir la presidencia el general Velasco. Este gobierno fué de corta duración: el mismo Belzu, que había iniciado el movimiento contra Ballivián, ya Ministro de Guerra de Velasco, y en realidad, verdadero dueño de la fuerza armada, no tardó en rebelarse y se apoderó del gobierno después de la batalla del Yamparaes (diciembre de 1848). Belzu entronizó en Bolivia la tiranía del populacho. - 20 - nes el despotismo de Rosas había obligado a emigrar (4). Redactó El Comercio de Valparaíso y El Progreso de Santiago, y se dedicó afanosamente al estudio y al cultivo de las letras (5). Obligado a salir del país, a consecuencia de la revolución de 20 de abril de 1851, se trasladó al Perú, donde permaneció muy corto tiempo, regresando de nuevo a Chile en junio de 1851. Su espíritu se hallaba entonces vivamente preocupado por la suerte del movimiento revolucionario de su país, que encabezaba el general don Justo Urquiza contra el gobierno de Rosas. Acompañado de Sarmiento y de otros emigrados, se embarcó Mitre en Valparaíso, a mediados de septiembre de 1851, y fué a ofrecer su espada a los que se habían levantado en armas para reconquistar la libertad de su patria (6). (4) Los emigrados argentinos se distinguieron en el periodismo, en el foro, en la enseñanza, en cargos administrativos y en la industria. Figuraban ventajosamente en la sociedad chilena al terminar la primera mitad del siglo X I X , don Domingo Faustino Sarmiento, don Juan Bautista Alberdi, don Bartolomé Mitre, don Juan María Gutiérrez, don Juan Carlos Gómez, don Gabriel Ocampo, don José Barros Pasos, don Carlos Tejedor, don Martín Zapata, don Federico Elguero, y otros más. Varios de ellos, de vuelta a su patria, después de la caída de Rosas, se ilustraron por grandes servicios prestados en los más altos puestos de la nación. (5) El Comercio de Valparaíso saludó con frases entusiastas la publicación del primer número de la Revista de Santiago, en Abril de 1848. En uno de los artículos que le dedicó su redactor don Bartolomé Mitre, se expresaba así: «No tenemos noticia de que la América del Sur posea en la actualidad un papel más interesante por su tono, redacción y tendencias, al mismo tiempo que por la respetabilidad de algunos,nombres que figuran en el personal de su redacción. Sólo la prensa chilena en esta parte del Continente ha conservado su dignidad, hasta el punto de dar honrosa intervención en sus trabajos a notabilidades literarias de primera línea. ¿Cuántos periódicos en efecto, se publican en la América Meridional con trabajos firmados por nombres como los de Bello y Lastarria? (6) Fueron siete los argentinos que se embarcaron en la Médicis para tomar parte en la campaña libertadora de su patria: los coro- — 21 — Se incorporó sin tardanza en el ejército de Urquiza y se batió en Caseros al mando de una de las dos divisiones de artillería. Mitre fué hecho coronel en el campo de batalla, y de él pudo decir el general Urquiza que «jefes « tan distinguidos como el comandante Mitre son los « verdaderos vencedores de Caseros». (3 de febrero de 1852). (7). neles Aquino y Paunero, el teniente coronel Mitre, el capitán retirado de coraceros Sarmiento, y los sargentos licenciados de granaderos Elgueta, Novoa y Garrido. De estos siete, el brillante coronel Aquino murió en los campos del Espinillo; y todoS ellos se batieron denodadamente en aquellas luchas, sin cesar renovadas, por la organización definitiva de la república. Mitre y Sarmiento fueron los dos primeros presidentes de la nacionalidad argentina ya reconstituida. (7) Don Justo José de Urquiza fué un gran estanciero de Entre Ríos, de carácter duro, violento, se hacía temer de todos sus subordinados. Improvisó tropas y se hizo caudillo militar; sin disciplina ni educación técnica alguna, esos soldados no reconocieron otra ley que la voluntad del jefe. La campaña en la Banda Oriental y el triunfo sobre Rivera en Indio Muerto le dieron gran autoridad. En 1846 fué elegido gobernador de Entre Ríos; era federal y reconoció el Gobierno de Rosas, pero se mantenía independiente. Esta circunstancia hizo que los unitarios se fijaran en él como el jefe capaz de derribar la tiranía de Rosas y se agruparon a su alrededor. Don Santiago Arcos, en su libro La Plata, de que nos ocupamos más adelante, hace un retrato vivo de aquel caudillo. Era un verdadero jefe de gauchos, dice; sus tropas le seguían a todas partes fieles porque recibían como premio los bienes de sus enemigos. Nadie se mostró en la guerra más implacable que él con los vencidos; no sólo quería derrotarlos, sino aniquilarlos. Explicando su separación de Rosas y la adhesión de los unitarios, dice que Urquiza, al levantarse contra Rosas, no fué movido por sentimientos de patriotismo o de dignidad política, que no era capaz de comprender, sino por instintos groseros y por interés' personal. Si los unitarios, agrega, se plegaron a él fué porque era el único militar capaz de derribar a aquel dictador. Su entrada a Buenos Aires, después de Caseros; quedó manchada por atroces fusilamientos de prisioneros, por orden verbal del vencedor y entre ellos el del coronel Martiniano Chilaverte, según lo refiere el señor Biedma en el interesante estudio que citaremos varias veces; y conforme a la misma relación fueron numerosos los objetos — 22 — En esos días volvió Mitre a Buenos Aires, después de quince años de ausencia. Tomó parte activa en las luchas de la prensa y perteneció a la Cámara legislativa de ese año 1852. En dicha asamblea sentó reputación de orador. Su resuelta actitud contra el régimen imperante y .la política que comenzaba a implantar Urquiza, le obligó a salir de nuevo al destierro, y se mantuvo en Montevideo hasta que la revolución de septiembre de 1852 libertó a Buenos Aires de la autoridad de Urquiza y le abrió de nuevo las puertas de su ciudad'natal. La revolución de 11 de septiembre de 1852 sacudió a Buenos Aires del gobierno dictatorial que había asumido Urquiza (8). que como botín de guerra extrajo de Buenos Aires para trasladar a Entre Ríos. Su actitud durante el período eleccionario y las atribuciones extraordinarias que se hizo conceder por el convenio de los gobernadores de provincias, denominado el acuerdo de San Nicolás, hizo comprender a "los patriotas de Buenos Aires que aparecía un nuevo Rosas en la persona del vencedor de Caseros. Mitre, en su calidad de representante de Buenos Aires, se irguió con altivez en la Asamblea legislativa y pronunció un memorable discurso contra el acuerdo de San Nicolás, colocándose así, decidida y abiertamente al frente de Ur" quiza. Al hacerlo expresó que «obedecía a la voz de su conciencia que le mandaba marchar hacia adelante por el camino de la libertad conquistada y tomando por guía una de esas estrellas que no se apagan nunca en el cielo: la justicia». Urquiza disolvió la cámara, mandó suspender los periódicos, sellar las imprentas e hizo apresar a Mitre, Vélez Sarsfield, Pórtela y otros, que fueron remitidos a bordo del buque de guerra Merced con orden de destierro. (8) «Se ha reprochado a los argentinos, dice Arcos, sus constantes revueltas, esta guerra civil incesante; pero esta lucha ha sido por el contrario, un título de gloria para ese pueblo; hombres que lucharon por tan largo tiempo contra las malas pasiones, hijas de la ignorancia producida por el régimen colonial, mostraron que eran dignos de un gobierno regular, dignos de esta libertad que supieron conquistar al precio de tantos sacrificios y de tanta sangre». Después de elegida la Cámara de Representantes, se designó gobernador a don Vicente López Planes, candidato de Urquiza y figu- — 23 — Mitre, campeón del movimiento, dirigió el 15 de septiembre una proclama llamando a las armas a la guardia nacional. Este documento inflamó el patriotismo del pueblo de Buenos Aires, y los batallones de patricios se engrosaron rápidamente, tomando una fuerza incontrastable. «Os llamo a tomar un fusil en defensa de lo más sagrado « que tiene el hombre, la libertad y el honor, decía esa « proclama. Los que desoigan este llamamiento, respon« derán ante la justicia de Dios con su conciencia y ante « la reprobación de todo un pueblo heroico y decidido, « con su ignominia y su vergüenza.» El manifiesto de la revolución, redactado asimismo por Mitre, detalla las causas que justificaban el movimiento, y proclama «los principios que en todas épocas « había sostenido Buenos Aires para fundar la libertad ró entre sus Ministros don Juan María Gutiérrez, distinguido literato, poeta, y uno de los emigrados que ha dejado en Chile más rastros de su labor intelectual. Tenemos a la mano un legajo de abundante correspondencia del señor Gutiérrez con don Diego Barros Arana que habrá de permitirnos más tarde agregar algunos datos al brillante estudio biográfico publicado por don Benjamín Vicuña Mackenna., Hoy deseamos aprovechar tan sólo algunos párrafos de esa correspondencia, que se relacionan íntimamente con la vida de Mitre. La siguiente carta fué escrita el día en qüe abandonaba el Ministerio del Gobierno que precede a la revolución de septiembre de 1852. Gutiérrez había sido en las campañas de prensa en Chile adversario de Mitre, y le tocó con don Vicente Fidel López, colega de Ministerio, defender contra Mitre en la Cámara de Representantes de 1852 el Gobierno de que formaba parte. En carta de 24 de Agosto de 1852, dice Gutiérrez: «Veo por los periódicos de Chile que la prosperidad de ese país no retrograda y que se lleva adelante la idea del camino de hierro. De bronce será la estatua que merecerá don Manuel Montt si lega esa obra a sus compatriotas; el camino ese hará de Chile la primera república sudamericana y servirá de modelo a las demás para que comprendan cómo es que Ja celeridad y perfección de las vías dan riquezas, moralidad, calma ел política y horror por los movimientos militares. Esta idea que ya es vulgar en Chile, todavía no la es aquí, y tienen por visionario al que habla de un ferrocarril entre Mendoza « sobre las condiciones del sistema representativo re« publicano». En octubre ocupó el Ministerio de Gobierno y de Relaciones Exteriores, en la administración del Dr. don Valentín AIsina, y accidentalmente, poco después, el Ministerio de Guerra. Pero dejó, esos puestos para tomar el mando del ejército y sofocar un movimiento que había estallado en Mercedes y que levantaba a su vez la bandera de Urquiza. La ciudad de Buenos Aires no tardó en ser asaltada por los revolucionarios y sitiada por las tropas de Urquiza. Mitre defendió con intrepidez la ciudad y fué el alma de esos'combates sostenidos a diario desde principios de .diciembre de 1852 hasta el 11 de julio de 1853, en que se disparó el último tiro. Fué herido a principios de junio, y Buenos Aires, cosa que nada tiene .de extraordinario para un ser racional, y dotado de un poco de mollera.» En la misma carta, refiriéndose a la situación política de Buenos Aires, después de Caseros y antes de la revolución de septiembre de 1852, que sacudió a Buenos Aires de la dependencia de Urquiza; •Aquí estamos bajo el manto o manta, si Ud. quiere, de un gobierno paternal, de esos cual convienen a pueblos primitivos y bisoños, y educados por el patrón Juan Manuel. Se acerca la reunión del Congreso Constituyente; ya hay nombrados algunos diputados. Su tío de Ud., don Felipe Berucio (don Felipe Arana, ex-Ministro de Rosas) con quien tanto embromo a Ud., acaba de ser nombrado Consejero de Estado. Nuestra divisa política es aquí fusión; pero Ud. se hará cargo que esto no va hasta abrazar a los oradores de Rosas, ni morirnos de amor por los mazorqueros. Vivimos como perros y gatos en una misma jaula sin mordernos ni arañarnos porque hay un garrote que pudiera aconsejar con eficacia la con-fra-ter-ni-dad, ¡qué palabra tan larga! Gutiérrez había sido nombrado Ministro del Gobierno de Buenos Aires constituido por Urquiza, después de Caseros, y en la fecha de la carta á que venimos refiriéndonos, acababa de retirarse de ese cargo. Se acercaba el movimiento que tenía por causa esas afinidades que mostraba Urquiza con los partidarios de Rosas y su rol ya no disimulado de jefe de los federales, contra Buenos Aires. - 25 - en la frente, en el combate de Langdon (hoy calle de Montes de Oca). El 12 de julio de 1853 Urquiza había abandonado el sitio, y Buenos Aires se podía declarar victorioso. El país quedaba dividido en dos: de un lado, trece provincias, que formaban la Confederación, obedecían a Urquiza, que había establecido la sede de su gobierno en Paraná, ciudad cabecera de la provincia de Entre Ríos; y del otro, la ciudad y provincia de Buenos Aires, que reconocía por jefes a sus gobernadores Alsina, Pinto y Obligado; aquí, los principios unitarios y los hombres que siempre habían luchado por ellos; y allá, los federales y la política que ellos representan. La imposibilidad en que se hallaban esos partidos para imponerse, y el agotamiento consiguiente al largo período de guerra civil en que desde años atrás estaba envuelto el país, suspendió de hecho las hostilidades por cerca de cinco años, acechando cada uno de los partidos rivales e irreconciliables el momento oportuno para concluir con su adversario. Este período de relativa tranquilidad fué favorable a la causa de los unitarios por el desarrollo e importancia que alcanzó Buenos Aires. El progreso moral y material de esta provincia, el régimen de libertad implantado por sus gobernadores y el buen orden de sus servicios administrativos, eran elementos de convicción que principiaban a imponerse a los habitantes d^ las provincias, las que se encontraban aisladas y privadas de los recursos de su gran metrópoli y de las ventajas que podían recibir de su aduana, llave del comercio general de todo el país. El coronel Mitre fué en esa época el centinela vigilante de la provincia de Buenos Aires, y en ocasiones se vió obligado a expedicionar fuera de sus límites en persecución de sus adversarios, o para contener a los- indios rebelados. — 26 — La situación de Urquiza se hacía, entre tanto, insostenible. Las rentas de las trece provincias de la Confederación apenas alcanzaban en 1857 a un millón de pesos y no tenían crédito alguno; en cambio, las reatas de Buenos Aires llegaban a veinte millones y tenia crédito exterior. Este estado de cosas indujo a Urquiza a romper las hostilidades y a buscar la solución de la crisis política porque atravesaba el país, en los campos de batalla. Sus tropas alcanzaban a 15,000 hombres y contaba a su lado con oficiales intrépidos y avezados en las campañas militares. Se levantó como consigna «la reconstitución de la integridad nacional», y el primer acto del Congreso de la Confederación, abierto en mayo de 1859, fué autorizar a Urquiza para resolver la integridad de la República por los medios pacíficos, si era posible, y en caso contrario por las armas, para lo cual se le autorizaba a poner todas sus fuerzas en estado de guerra y para contratar los créditos extraordinarios que fuesen necesarios. El gobernador de Buenos Aires recogió el guante y se aprestó a su vez a la lucha. «Buenos Aires, decía, no ha « provocado ni provoca la guerra, pero no la teme». Después de algunas tentativas de mediación extranjera, que no dieron resultado, las tropas de Urquiza tornaron la ofensiva y se acercaron al cuartel general unitario, que se hallaba bajo las órdenes de Mitre. Este jefe se encontraba inmovilizado en su campamento de Cepeda, en espera de refuerzos y de una concentración de las tropas de Buenos Aires, que no se realizaba. El ejército de su mando sólo alcanzaba a 6,500 hombres, y en esta situación se vió obligado a hacer frente a las tropas de Urquiza. El choque de vanguardia tuvo lugar en la mañana del 23 de octubre de 1859; a medio día, el combate se hizo general, pero desde el primer momento se pudo notar que el ejército de Mitre no podía resistir a. la desproporción enorme en que se hallaba. La caballería se puso en - 27 - fuga antes de combatir, y no tardaron en desbandarse las tropas milicianas. A las 4 de la tarde, Mitre sólo conservaba intacta su artillería, su infantería de línea y dos batallones de milicias de Buenos Aires, con unos pocos jinetes a las órdenes del general Flores; en todo, 1,800 hombres, aislados en la pampa y completamente cercados. Cualquiera flaqueza habría sido la causa de un desastre total; pero la entereza y el valor de Mitre se sobrepusieron a la gravísima situación en que se hallaba. La artillería se mantuvo firme en su puesto y sus tropas rechazaron denodadamente los furiosos ataques de los batallones de Urquiza. La noche suspendió el combate, y Urquiza hizo acampar su ejército en torno al pequeño grupo de valientes defensores que sostenía Mitre, en la seguridad de hacerlos prisioneros al venir el día. Mitre, no obstante, movió su campo en la noche, y con admirable serenidad y pericia emprendió la más feliz retirada, en condiciones, dice uno de sus biógrafos, que hacen «un cumplido honor a su presencia de ánimo, « pasmosa serenidad y dotes militares para el difícil « comando en jefe, en situación tan angustiosa como « aquella en que se hallaba» (9). En el parte de esa batalla podía decir con justicia el general Mitre: «Si la fortuna o la composición y número de los ele« mentos puestos bajo mis órdenes, no me han permitido « obtener un triunfo completo por la causa que sostiene « Buenos Aires, tengo la satisfacción de haber hecho ba« tirse heroicamente uno contra cuatro, y de haber sal« vado casi intactas las legiones que el pueblo me confió « en el día del peligro.» Mitre logró llegar a Buenos Aires con sus tropas y asumió en el acto la defensa de la ciudad, adoptando tales (9) JOSÉ JUAN BIEDMA, Bartolomé pág. 66. Mitre. Buenos Aires, 1900, - 28 - medidas, que Urquiza se vió obligado a terminar la contienda por medios pacíficosDe esta época datan tres de las interesantes cartas que hoy damos a la publicidad, escritas todas ellas de puño y letra del entonces coronel Mitre. PEDA La primera tiene fecha 19 de febrero de 1859, y fué dirigida al domicilio del señor Barros Arana, que a la sazón tenía en Buenos Aires. Si bien trata únicamente de libros, manifiesta cómo aún en medio de todas las preocupaciones de la política y de la lucha civil, mantenía Mitre siempre atento su espíritu al trato y comercio de las obras de interés. Dice la carta que signamos con el N.° 1: «Señor don Diego Barros Arana, casa de U., 19 de febrero de 1859.—Mi estimado amigo: Remito a Ud. los libros, folletos y periódicos que le había ofrecido. Va incluida la Gaceta de 1811 a 1818, que Ud. deseaba, y procuraré formarle la colección hasta 1821, en que terminó. La serie que le remito no es completa, y le servirá para completar su colección. También va el Censo de la primera época (1812). Le mandaré después el de 18151816, que creo es el que más le interesa. También va un Redactor de la Asamblea (que corresponde a 1813). Esta fué nuestra asamblea revolucionaria, la que verdaderamente estableció la independencia y fundó la democracia. Siento que a esta colección falten algunos números. Le mandaré después el Redactor del Congreso, que declaró la independencia (de 1816). En fin, procuraré que no lleve Ud. vacío el cajón que trajo tan bien ocupado.—Suyo siempre.—B. M I T R E . » La segunda, escrita un mes después, contiene algunos datos y apreciaciones de interés. Se hallaba Barros Arana en el país; pero fuera de Buenos Aires, en la ciudad del Rosario, y se preparaba para emprender viaje a Chile. Los acontecimientos le obligaron a dirigirse a Europa. XII.-CARTAS DE 1859 Y 1860.-BATALLA DE CE- — 29 — Dice esa carta, que signamos con el N.° 2: «Señor don Diego Barros Arana.—Buenos Aires, marzo 18 de 1859.—Mi estimado amigo: He recibido su estimada carta, en la que me anuncia su próximo regreso a Chile. Se sabía que le habían escrito llamándolo, y aunque me habría sido muy agradable que usted hubiese prolongado su mansión entre nosotros, no puedo menos que aplaudir su resolución. En materia de deberes políticos, no se dan ni se piden consejos, porque son casos de conciencia, y muchas veces se aprueban y aplauden las resoluciones de los amigos por la misma razón que no son dictadas por la conveniencia, sino por uri sentimiento más generoso y elevado. Las últimas cartas de Chile me anuncian la sublevación de la provincia de Aconcagua: habían salido tropas de Santiago para sofocar la insurrección y el Gobierno manifestaba tener confianza de conseguirlo. Es la noticia de más bulto que hay. Para cuando usted venga a ésta, ya le habré reunido algunos papeles más, ya que usted, como Camoens, quiere guardarlos en medio de la tempestad, y estoy seguro que aunque naufragase en sus empresas políticas, siempre saldría a la playa llevándolos en la cabeza. Los papeles son una gran reserva para el hombre en las revoluciones, sobre todo cuando se tiene la pasión de los estudios históricos, pues cuando no se puede gobernar a los hombres que viven, se consuela con gobernar a las generaciones que pasaron. Me dice usted que ha encontrado los apuntes históricos sobre el sitio de Montevideo. El segundo tomo de esta obra existe manuscrito y nunca ha sido publicado. Su autor, don Francisco Agustín Wright, hijo de Buenos Aires, es un hombre de notable buen sentido y lleno de bondad de corazón, que valía más hablando que escribiendo. Fué federal de principios y, comprometido, acompañó a Rosas hasta 1839, en que, siendo diputado, hizo en la Sala de Representantes una honrosa oposición — 30 — a la política del Dictador contra los extranjeros. A consecuencia de esto, emigró, y murió en Montevideo redactando El Nacional. Ha escrito además de aquel libro, unos apuntes sobre los sucesos de octubre de 1834, revolución de la que fué uno de los corifeos; examen sobre la condición de los extranjeros en el Río de la Plata, escrito que tiene una originalidad;, este es el único que lleva su nombre, los demás son anónimos, incluso su Bosquejo de la Biografía de Espora, distinguido jefe de mar de nuestra escuadra en la guerra del Brasil, y que sirvió también a Chile en la guerra de la independencia (10). Al ejemplar que tengo le falta la carátula y algunas páginas, por lo que no me vendría mal reemplazarlo, si usted encontrase algún ejemplar bueno. En cuanto a la colección de.Alsina y López, el ejemplar de que me sirvo es de la biblioteca de Alsina. López me ofreció un ejemplar cuando éramos amigos políticos y privados; pero después, separados como hemos sido por la ola de la revolución, no he tenido ocasión de reclamarle esa promesa. Si usted pudiese obtener de él algún ejemplar, me haría un verdadero servicio. Deseo verle cuanto antes por acá, para tener con usted algunas horas de sabrosa conversación, que aunque me hagan más sensible su ausencia, serán siempre un grato recuerdo para mí y me harán en todo tiempo desear volverle a ver. Mientras tanto, soy de usted, como siempre, su afmo. amigo y S. S.—BARTOLOMÉ M I T R E . » (10) El comandante Espora fué uno de los jefes que acompañó al almirante Brown en sus operaciones navales en el Río de la Plata y Paraná, en la guerra con el Brasil. A fines de diciembre de 1826, dejando fortificada la isla Martín García, la escuadrilla argentina de Brown remontó los ríos al encuentro de la brasileña y el día 9 de febrero de 1827 la batió en las inmediaciones de la isla del Juncal, y apresó casi todas sus náves, inclusive la goleta que mandaba el jefe brasileño don Jacinto de Sena Pereira. - 31 - La carta N.° 3 es de la mayor importancia. Tiene fecha 26 de julio de 1860 y en ella hace Mitre la relación de la batalla de Cepeda, del combate naval que en su retirada tuvo que dar en las aguas del Paraná y, también, de los sucesos políticos siguientes que le llevaron a la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Además de esas noticias, abundan los datos y referencias a libros que jamás faltaban en la correspondencia de esos verdaderos y apasionados hombres de letras. «Señor don Diego Barros Arana.—Buenos Aires, julio 26 de 1860.—Mi querido amigo: Con su apreciable de fecha 7 de junio, datada de París, van tres cartas que he recibido de usted, las que he apreciado doblemente, no sólo por venir de usted y darme con ellas noticias interesantes, sino también por haber tenido la bondad de seguirme escribiendo, a pesar de no haberle contestado como debía. Discúlpeme por ello y crea que no por esto lo recuerdo menos ni lo quiero menos. La vida agitada que he llevado explica mi silencio. Me dejó usted en campaña al frente de mi Ejército. El 29 de octubre, como usted sabe, tuvo lugar la batalla de Cepeda, que di con 6,500 hombres, contra 12 a 14 mil hombres. Toda mi caballería, con sus valientes generales a la cabeza, huyó sin combatir y quedé en el campo con 24 piezas de artillería y 7 batallones, los cuales se me dispersaron a la vez de la caballería. Con esta fuerza mantuve el campo, distraje la infantería enemiga y me mantuve formado hasta las 12 de la noche, hora en que emprendí mi retirada, hostilizado por el enemigo. Al día siguiente llegué a San Nicolás con un tercio de mi artillería y con sólo la pérdida de una docena de muertos y heridos. Me embarqué-a bordo de la Escuadra, que se componía de cuatro vapores y un buque de vela y ataqué la enemiga, compuesta de 7 vapores y 2 buques de vela, consiguiendo ponerla en retirada con graves pérdidas y averías, lo que me dejó franca la navegación del Paraná. A los dos días llegué a Buenos Aires con todas las fuerzas - 32 - del campo de batalla, aumentadas con la guarnición de San Nicolás, y conseguí levantar el espíritu público organizando la defensa. A estos sucesos se debió el tratado de 11 de noviembre que usted debe conocer. A consecuencia de estos sucesos, quedó mi partido algo disperso; pero para las elecciones de convencionales de Buenos Aires que deberán examinar la Constitución federal conseguiré reorganizarlo y ganar las elecciones por una inmensa mayoría, tanto en la ciudad como en la campaña. Este triunfo y los trabajos en la Convención Provincial me han traído al poder y me tiene usted hoy de gobernador del Estado. Apenas elevado al Gobierno, inicié una nueva política por medio del discurso que le adjunto, pues tal vez no ha llegado a sus manos. Mi programa recibió los aplausos de la República entera, desarmando todos los partidos y disipando todas las alarmas. Perseverando en él con la osadía y la seguridad que dan las convicciones profundas cuando uno tiene la conciencia de obrar el bien, he conseguido hacer la felicidad de mi país, salvar los hombres y los principios del partido que me elevó al poder, unir la nación, dar confianza en el presente y el porvenir, atraerme el concurso de todas las fuerzas sociales y la buena voluntad de todos los hombres influyentes, al punto de que ya se dignan proclamarme candidato para la tercera Presidencia de la República, y hoy, hace tres días que el Presidente de la República y el general Urquiza se han despedido de mí después de hacerme una visita de 15 días, en que todas las dificultades han quedado allanadas y todo nos promete días de paz y .de ventura. Tal es en compendio mi historia durante estos últimos meses, la que he relatado por dos razones: 1." para disculparme con usted por no haber contestado sus cartas; y 2.a para hacerle saber que creo no haber defraudado las esperanzas que respecto de mí me manifestaba en su — 33 — última carta, en la que me dice: Feliz usted, si, como lo espero, aprovecha su situación política para dar a esos países el impulso que necesitan». Por otra parte, he creído satisfacer sus deseos, dándole noticias mías, como me las pedía con repetición. He recibido el ejemplar de Restrepo que le agradecí mucho y espero saber si ha podido conseguirme el Azara de que me habló en una de sus anteriores. Ya tenía conocimiento por el señor Baudrix de la empresa literaria que ha acometido, y de la que espero mucho. Le deseo prosperidad en ella y le pido que cuente con mi posición aquí para impulsarla. En medio de las satisfacciones que me rodean, le envidio los tesoros que usted está explotando, siguiendo las tendencias de su espíritu investigador y de su amor a la verdad histórica, y sólo me consuela el pensar que es usted el favorecido, porque hará valer esos tesoros en bien de la América. Lo felicito por hallarse reunido con su familia, lo que le hará más agradable su mansión en Europa. Sírvase usted ponerme a los pies de la señora. No deje de hacer algunas adquisiciones de libros americanos por mi cuenta; pera por mi cuenta, que yo abonaré aquí su importe a Baudrix o se lo enviaré por Balcarcé. Asimismo le quedaré debiendo la comisión. Se acuerda siempre de usted su afmo. amigo.—BARTOLOMÉ MITRE». XIY.—CONGRA- Barros Arana contestó desde París esa importante comunicación, con fe• GOBERNANTE cha 8 de septiembre de 1860. «Había pensado, le dice, no escribirle, mientras usted se hallase al frente del Gobierno de Buenos Aires, en la pensuación de que sus ocupaciones no le habrían de dejar tiempo para leer las cartas de los amigos extraños al movimiento político que hoy encabeza usted. Su carta para mí muy apreciable, de 26 de julio, ha venido a probarme lo contrario; y a los pocos minutos TULACIÓ.N AL Aporte 3 — 34 — de habérmela entregado nuestro amigo el señor Balcarce, me siento a contestarle. «Ya por las cartas de Baudrix y su familia sabía las buenas noticias que usted me ratifica en la suya. Veo por todas ellas con el mayor placer que usted ha sabido elevarse sobre las pasiones rastreras del vulgo y hacerse superior a las debilidades de los partidos y de la mayor parte de sus jefes. Ya desde antes de subir usted al poder sabía lo que eso importa para gobernar bien, como tantas veces se lo oí decir; pero celebro que su cabeza y su corazón hayan resistido a las inclinaciones de orgullo y ceguedad que siempre pierden a los mandatarios. Tenga valor y constancia para gobernar como ha comenzado, sin odios y sin pasiones, sin ambiciones bastardas y sin hipocresía. La franqueza y la generosidad mantenidas siempre en el poder, le darán más prestigio y más apoyo que un ejército de 10,000 veteranos. Las cartas que recibo de Buenos Aires y en las que tantos elogios me hacen de usted personas que antes le fueron desafectas, me prueban que'usted ha comprendido su posición, y que ha Ifevado al poder sus ideas de libertad y de templanza y un corazón sano.» De esta carta que es muy extensa y trata además de la política de Chile, de los asuntos europeos y bastante de libros y de proyectos literarios, sólo hemos querido recordar en este momento, las apreciaciones justicieras sobre la política que había inaugurado Mitre en el Gobierno de Buenos Aires y que habría de implantar más tarde en la administración general del Estado. XV.—BATALLA DE LOS sucesos políticos a que se refiePAVÓN Y LA ren las precedentes comunicaciones no UNIDAD ARGENTI- tardaron en llevar a Mitre a la PresiNA dencia de la República, después de haber vencido definitivamente a Urquiza en la batalla de Pavón, el. 17 de septiembre de 1861. Esta jornada señala el derrumbamiento de la Con- - 35 - federación y el punto de partida de la organización nacional (11). El vencedor de Pavón ha calificado esa jornada corno « la gran victoria del gran partido de la libertad argen« tina. Del caos que quedó después de Pavón, agrega el « mismo Mitre, surgieron la unión y la nacionalidad a r « gentina, al amparo de una ley común, y a la sombra (11) Gutiérrez, ya Rector de la Universidad, recordando con el cariño de siempre a Chile, dice en carta dé 23 de enero de 1862, que «si no he olvidado a Ud. tampoco puedo quitar de la memoria a Chile. Cada día algo de él llega a mí, trayéndome saudades de sus hombres y sobre todo de su cultura intelectual tan aventajada ya». Hace elogios calurosos de la obra literaria de los hermanos Amunátegui y expresa que hombres de esta clase «hacen más por la gloria de su país despertándole simpatías en el exterior, que todos los políticos que empujan los soldados a los campos de la guerra civil». Preocupado de sus tareas de reorganización universitaria no oculta y par el contrario, lo reconoce con sentimiento que la Universidad d e que se ha recibido «es una pobrísima casa y menos aún que lo que era el Instituto de 1841, según la descripción que de él hacen los señores Amunátegui en el bello trabajo consagrado al digno autor del «Capipanario». Y como ellos lo observan con réspecto a Chile, aquí, esta,es la causa del completo mutismo de la prensa para toda otra palabra que no sea de política». La situación política le da materia para una pintura viva y exacta del estado en que se hallaban los federales después de la batalla de Pavón, batalla que señala como el triunfo de la brillante juventud de Buenos Aires. «Eso que se llamaba el gobierno nacional, dice Gutiérrez, que había sido Ministro de Urquiza hasta el 23 de agosto de 1852, había caído en manos del ebrio de Derqui a su mayor degradación, no conocía más que las vías de hecho, y usando y abusando de la debilidad criminosa de Urquiza, trajo de Santa Fe un ejército amenazándonos con el robo y la humillación. Fué preciso salirle al encuentro. Toda la juventud de Buenos Aires con fusiles a la francesa, con cañones de última perfección y con guantes de cabritilla, formaba la parte del ejército que venció en Pavón. Los gauchos, por fortuna, se mandaron marchar al primer amago del enemigo. Así quedó consagrado y demostrado que la chusma sin educación, sin ideas, no vale para nada, sino a condición de sujetarse por mucho tiempo al régimen de la tropa de línea. Los hombres de frac han triunfado a las órdenes del general Mitre, — 36 — < « « « « de la bandera victoriosa de la libertad pudimos afirmar el juramento de Ja Constitución nacional, único vínculo entre los pueblos, en vez de lanzarnos en la aventura de un nuevo período constituyente, que era una nueva guerra civil segura». Uno de sus biógrafos estima que el triunfo de Mitre, afirmado en Pavón, «es el más grande, el envidiable título al amor de sus conciudadanos; el que ha colocado a Mitre en la consideración del pueblo argentino en lugar hombre de pluma, de principios, honrado y digno; y es esta la primera vez que el poder material de este país está en manos de esta clase. T o d o el mundo está contento de él.» El alcance de la batalla de Pavón, que si no fué militarmente decisivo, fué sin embargo, trascendental en el sentido político, aparece trazado con claridad en breves párrafos de esa misma carta. «Una victoria sobre lo que acá llamamos el litoral, dice Gutiérrez, es inmediatamente decisivo en la suerte política del interior. Así es que una pequeña columna desprendida del ejército de Buenos Aires ha producido un carribio general y echado abajo a todos los gobernadores que servían la política personal y abusiva del bárbaro Derqui, que aquí es denominada federal o mazorquera. Así que aquel cambio se ha ido produciendo, los pueblos han autorizado al general Mitre para que convoque un Congreso legislativo, que funcione con arreglo a la Constitución que juró Buenos Aires, de manera que nada habrá cambiado en la máquina constitucional del país, sino el personal de su antigua administración. • Esta es la idea que ha perseguido Mitre desde que se puso en campaña, aunque no falta en esta ciudad quienes desean un período constituyente para crear un régimen unitario. Todo se presenta llano y fácil. La única dificultad que se siente nace de la persona misma de Urquiza en el gobierno de Entre Ríos, desde cuyo punto se teme que encabece a la larga una reacción federal con ayuda de los elementos dispersos de este partido que naturalmente buscará a su caudillo por más que haya caído en desprestigio ante él mismo. En este momento están aquí divididos los pareceres, y opinan muchos que es necesaria una invasión para arrojar fuera del país al capitán general vencido en Pavón. Creo que Mitre no está por esto, persuadido como está de que don Justo se prestará a cuanto se le exija por conservarse entre sus vacas y en el seno de sus grandes estancias a que, naturalmente se apega, por lo mismo que ya ha menguado en poder y aumenta en años». - 37 - prominente entre sus más ilustres servidores y benefactores» (12). Derrotada la Confederación, correspondió también a Mitre organizar el país después de la victoria y la tarea de dar una cabeza a la República que se hallaba falta de dirección y de asiento estable. Mitre, que fué designado gobernador de Buenos Aires, fué investido, además, por las provincias como su delegado encargado del Poder Ejecutivo, y con este título convocó el Congreso General que se reunió el 25 de Mayo de 1862. (13) Desde este momento pasaba a ser Buenos Aires la cabeza y el centro de la nación y no tardaba ésta en pronunciarse unánimemente por la designación de Mitre como Presidente de la República para el período de 18621868. «Mitre, ha dicho un distinguido escritor, no puede compararse a ninguno de los gobernantes que le prece(12) José Juan Biedma.—Bartolomé Mitre.—Buenos Aires.—1900. — P á g . 83. (13) En carta de 22 de agosto de 1862 se extiende Gutiérrez en una agradable charla literaria, felicita a Barros Arana por la publicación del «Purén Indómito» y le expresa que «es esa obra meritoria y una verdadera joya bibliográfica que deben agradecer a Ud. todos los amigos de la§ antigüedades americanas»; y refiriéndose al «Orlando» de Bello, agrega que «es una de esas producciones sabrosas por su madurez que de tiempo en tiempo se desprenden de ese árbol cargado de buenos frutos que tuvieron Uds. la fortuna de aclimatar en su hospitalario clima». Al concluir, dedica un acápite al desarrollo de los sucesos políticos en su patria. «Tenemos, dice, un Congreso Nacional, un Encargado provisorio del Ejecutivo General, y una sesión embrollada contraída hasta la fecha a buscar con linterna una capital para esta República tan mal conformada en su geografía como en sus costumbres políticas. Parece, sin embargo, que la paz no se alterará por ahora y que llegaremos a puerto. Hasta ahora conserva Mitre gran parte del prestigio que adquirió en su última campaña, y este prestigio es necesario para fundar algo en un país en donde se halla mucho de principios; pero en donde también éstos se encierran siempre en una personalidad.» . — 38 — dieron. Formado en la guerra civil, había luchado con infatigable ardor por asegurar a su país la verdad_en las instituciones republicanas; y como publicista, había comprometido muy solemnemente sus opiniones para que le pudiera ser posible desconocerlas. Había llegado el país a una época en que no le bastaba el buen sentido de sus gobernantes; el pueblo exigía hombres instruidos e íntegros. En una palabra, la inteligencia había reconquistado sus derechos; y Mitre encontraba en la aprobación de sus conciudadanos como en el sentimiento del deber, del cual se hallaba profundamente penetrado, los elementos indispensables, el bienestar moral y material del país» (14)'. (14) Santiago Arcos.—La Plata, Etude historique, Paris, 1865. Pág. 541. Don Santiago Arcos, chileno de nacimiento era hijo del español don Antonio Arcos que vino a Chile en el ejército de San Martín. Después de la batalla de Maipo don Antonio Arcos se dedicó al comercio. Fué proveedor de vestuario del ejército en la época de O'Higgins y se casó en Chile con una dama de las principales familias, doña Isabel Arlegui. Alejado de Chile en 1823, volvió al país a fines de 1848 con su mujer y cuatro hijos hombres, a quienes había dado en Ff&ncia una esmerada educación. Trató de fundar un Banco privilegiado, y no habiendo encontrado acogidá dicho proyecto en el Gobierno, organizó un establecimiento particular que fué mal recibido por el comercio y por el pueblo en general, por lo cual áe liquidó prontamente. Su hijo Santiago, autor del libro que hemos citado en el texto, nació en Santiago de Chile en 1822 y murió en París en septiembre de 1874. Cuando regresó a Chile con su padre el año 1848, no tomó parte eif las empresas bancarias a que nos hemos referido sino que se puso en contactó estrecho con los hombres que luchaban en la política por el triunfo de las ideas liberales, lo que se acrecía más con las dotes de su inteligencia y con sus instintos democráticos. Preocupado de remediar los males sociales, se propuso la formación de una sociedad que acercare los hombres dirigentes a la clase trabajadora y fundó la sociedad de la Igualdad. Al llamamiento que él hizo en nombre de los intereses del pueblo, acudieron Francisco Bilbao y otros jóvenes como éste impregnados de las mismas ideas de mejoramiento social. Obligado a salir de Chile a causa de la revolución de 1851, Residió algún tiempo en el Perú y en seguida pasó a la República — 39 — XVI.—MITRE EN LA PRESIDEN- CIA La notable carta de 1860, a que venimos refiriéndonos, relata los acontecimientos de esa época con la espontaneidad propia de esa íntima correspon- Argentina. En este país tomó parte en los movimientos revolucionarios de la época y sirvió en el ejército de Buenos Aires. Era oficial de artillería y acompañó a Mitre en la batalla de Cepeda. Era de ingenio vivo y chistoso, y atraía por la amenidad de su trato y su cultura general. Su permanencia en este país y el contacto con todos los hombres que actuaron en aquella activa lucha política, le permitieron conocer el país y reunir antecedentes para el libro que escribió más tarde y que le ha dado un puesto entre los escritores americanos. Esta obra está «escrita en lengua francesa y con una elegancia sostenida, ha dicho Barros Arana en un estudio bibliográfico; se lee con agrado y forma un compendio histórico tan interesante por la forma literaria como instructiva por el caudal de noticias que contiene. Se propuso Arcos con este libro, agrega el mismo escritor, desvanecer los errores y las falsas apreciaciones de los escritores superficiales del viejo mundo, que oyendo hablar de las revoluciones y de la anarquía de los pueblos americanos creen que éstos no progresan y aun que se encuentran más atrasados que los antiguos colonos de España. Don Santiago Arcos ha llegado a probar hasta la evidencia, que en medio de las guerras civiles la América española no sólo no ha retrocedido sino que ha avanzado considerablemente, que los principios de libertad y de democracia han hecho conquistas indiscutibles; la industria y la riqueza pública se desarrollan en una vasta escala y todo promete.un lisonjero porvenir a estos países que sólo necesitan poblarse para explotar la,s riquezas que encierran. En carta de 15 de marzo de 1862 decía desde París don Mariano Balcarce al señor Barros Arana: «En efecto, como Ud. lo observa, las noticias de mi patria son muy lisonjeras: los caudillos que oprimían las desgraciadas provincias argentinas han desaparecido y espero que la buena estrella que ha guiado los pasos del general Mitre le será fiel, y que con su conocido tacto y patriotismo, logrará en breve, reorganizar la República sobrtf bases sólidas y estables. Esto es tanto más necesario cuanto que necesitamos probar a la Europa que podemos y sabemos gobernarnos sin intervenciones europeas que hoy están a la moda, o al menos se habla mucho de ellas con motivo de los sucesos de Méjico, cuyo resultado me parece todavía muy dudoso, y cualquiera que él sea, creo ha de ofrecer poco o ningún aliciente a nuevas intervenciones.» — 40 — dencia entre dos hombres que se estimaban sinceramente y que se comprendían en sus grandes anhelos y en sus constantes esfuerzos por el bienestar de sus respectivas nacionalidades y por el régimen de libertad que luchaban por implantar en ellos. Mitre alude al programa que trazó al asumir el cargo de gobernador de Buenos Aires, y con justicia podía congratularse de la forma cómo en ese momento histórico de su acción pública lograba precisar las aspiraciones políticas que en breve había de realizar en el Gobierno de la República. «Profundamente penetrado de que el pueblo tiene el « derecho de esperar que sus destinos se fijen perma« nentemente por la adopción de una política definitiva, « que coseche los frutos de tantos sacrificios, marcharé « decididamente a la realización de la unión argentina, « a la más pronta incorporación de Buenos Aires al resto « de la familia argentina, como el mejor medio de ase« gurar su paz en lo presente y hacer su felicidad en lo « futuro; pero salvando siempre el decoro, los derechos « y los intereses de Buenos Aires, sin retroceder ante « nada ni ante nadie para que en ningún caso sean me« nospreciados.» Sintetizando el objetivo de todos sus esfuerzos y sacrificios, decía con profética visión de la obra que habría de realizar como gobernante, que era menester propender a «legar a nuestros hijos una patria grande, libre y fuerte, « cumpliendo así el testamento de nuestros padres». El reputado bibliógrafo argentino Zinny (15) ha trazado (15) Antonio Zinny. Erudito historiador que ha publicado importantes trabajos de bibliografía argentina. Entre sus diversas obras, del mayor interés para los que se dedican a investigaciones históricas, merecen recordarse su Monotíbliografia del Deán Funes; la versión castellana del proceso seguido en Londres al General Whitelock, y su Indice de la Gaceta de Buenos Aires—1810-1821—que contiene documentos valiosos para la historia de Chile: En 1875 publicó un trabajo — 41 — un hermoso retrato de ese joven político y militar que en esos momentos, cuando aún no contaba cuarenta años (1860), era una bandera y un emblema del gran movimiento que con paso seguro llevaba a su patria por las vías del orden político, de progreso moral e intelectual y de su futura grandeza. «Sus gloriosos antecedentes, su juventud, la especie « de aureola con que le rodea su siempre merecido pres« tigio en el apogeo como en el infortunio, como publi« cista, guerrero, orador, poeta, historiador, hábil po« lítico; su fisonomía suave y melancólica, que parece « conservar un dulce reflejo de los padecimientos de la « proscripción; su porte noble y digno, su circunspecta « franqueza, su discurso fácil y elevado, y hasta ese « recuerdo vivo de la guerra civil que el acaso hizo llevase « en la frente, tal vez, a fin de señalarlo a las multitudes, « como un predestinado a realizar las grandes cosas, « todo contribuye a que este personaje notable sea « acatado, despertando el más sincero entusiasmo donde « quiera que se presenta». En su gobierno se manifestó político avezado, y prudente y celoso administrador; dedicóse con el más patriótico empeño a cicatrizar las profundas heridas de la guerra civil y a la obra de reorganización constitucional y política del país; fué su política tarea de reparación, de orden y de libertad, de prescindencia absoluta en las cuestiones internas, de cordial amistad con sus vecinos .en las relaciones internacionales. Esta obra de pacificación y de cordialidad exterior, hubo de verse alterada por la guerra del Paraguay, a que se vió arrastrado el Gobierno argentino por los actos de provocación del dictador López. Tocóle a Mitre el comando de los Ejércitos aliados, reuniendo bajo su autode verdadera erudición titulado Bibliografía Histórica de las Provincias Unidas del Río de ¡.a Plata—1780-1821—En 1879 publicó Gobernadores de las Provincias Argentinas. — 42 — ridad militar los Ejércitos más fuertes que hasta entonces hubiera visto la América Española, y dándosele bajo su dirección las batallas más sangrientas que recuerdan sus anales. X V I I . — CARTAS A este período, en que Mitre desemDE 1863 a 1865 peña con sus elevadas funciones de mandatario de la nación argentina, la elevada misión de pacificador del país y restaurador de las tradiciones de buen gobierno de Pueyrredón, Rivadavia y demás fundadores de la gran democracia del Plata, pertenecen siete cartas de Mitre-; cuatro de ellas que llevan las fechas 31 de octubre de 1863, 18.de febrero de 1864, 7 de septiembre de 1864 y 2 de marzo de 1865, están publicadas en el Archivo Mitre, y las tres restantes, que se hallan inéditas, son las que insertamos a continuación: XVIII.—Sus DE- La carta que signamos con el número es interesante por el concepto políBERNANTE. — tico sobre sus tareas de gobernante, CARTA DE 4 DE dirigidas a dar a «mis compatriotas JUNIO DE 1 8 6 4 « bienestar y prosperidad, y a esta « tierra, la libertad y las instituciones « que son la base del rápido y creciente progreso en que «/ ha entrado». Se manifiesta muy interesado en la marcha próspera de Chile y agrega que «amando a esa tierra tanto como « a la mía, vería cumplido uno .de mis más ardientes « deseos, viéndola rivalizar con esta República de pro« greso, en libertad y en todo aquello que constituye « la felicidad de los pueblos». Mitre Contestó con esta carta la de 11 de abril de 1864, en que Barros Arana, refiriéndose a la acción de gobernante que estaba desarrollando, le decía: «Con placer « he leído las últimas noticias de Buenos Aires. Veo con « satisfacción que el régimen liberal, lealmente practi« cado por el Gobierno argentino, está surtiendo los meBERES COMO GO- 4 , — 43 — « « « « jores efectos. Lo supongo a usted muy contento con el desenlace de la cuestión electoral, que ha probado que el orden público está cimentado allí sobre bases muy sólidas». El texto de la carta a que venimos refiriéndonos es del siguiente tenor: «Buenos Aires, junio 4 de 1864.—Señor don Diego Barros Arana.—Mi querido amigo: Es en mi poder su apreciable carta fecha 11 del próximo pasado abril a que tengo el gusto de contestar, aunque no con la detención que deseara, pues el tiempo es corto, y el vapor zarpa, temprano. Anuncié a usted ya el recibo del cajón de libros que tuvo la bondad de enviarme en enero último, y le reitero mis agradecimientos por los interesantes libros que me mandó. En cuanto al cajón cuyo envío le participé no llegó a tiempo a Montevideo, y ésta es la causa de la demora que usted me observa en su recibo. A la fecha lo supongo ya en poder de usted, pues hace cerca de dofe meses que partió el buque que lo conducía. Me complace lo que me dice usted respecto de las impresiones que le habían causado las últimas noticias de Buenos Aires. Con perseverancia y prudencia vamos salvando los obstáculos que hallamos en el camino, y el régimen liberal que hemos logrado establecer, se consolida a medida que avanza el tiempo, abrigando la halagüeña esperanza de que he de llevar a término feliz la obra que tengo entre manos, dando a mis compatriotas bienestar y prosperidad, y a esta tierra la libertad y las instituciones que son la base del rápido y creciente progreso en que ha entrado. Me felicito de que Chile también haya entrado en el camino que usted me indica, siendo la prueba más elocuente de ello el modo y forma en que se han verificado las elecciones. Amando a esa tierra tanto como a la mía, vería cumplido uno de mis más ardientes deseos, viéndola rivalizar con esta República en progreso, en libertad y — и — en todo aquello que constituye la felicidad de los pueblos. Le agradezco sinceramente su amistoso ofrecimiento con motivo del diario que ha fundado con nuestro amigo Amun'átegui. Lo acepto con todo gusto, deseando larga vida y prosperidad al nuevo diario, y en oportunidad haré uso de su ofrecimiento ocupándome desde ahora, en la elección de la persona adecuada para la correspondencia noticiosa que desea para el mismo diario. Aquí tiene usted al pueblo preocupado con el atentado de Pinzón en el Perú, que ha sido mirado con la más viva indignación. Si lo que no es de esperar, la España no vuelve sobre sus pasos, y nos arroja el guante, el pueblo argentino no será de los últimos que concurran donde exista el peligro. (16) Le agradezco las benévolas atenciones que ha dispensado a mi hijo Bartolomé. Continúe usted favoreciéndolo con su valiosa amistad. (16) Don Mariano Casanova en carta datada en París» a 15 de abril de 1866 dice al señor Barros'Arana: • Es tristísima la situación doméstica de España y el torrente revolucionario no puede ya ser contenido, siendo lo más posible que arrastre en su curso no sólo al actual gabinete sino también las instituciones y el trono mismo. Me pareció que España era el Perú en grande, y todos los empleados son acusados de fraudes. La inquietud es extraordinaria, todos se agitan sin saber ni lo que quieren ni lo que esperan. El gabinete es aborrecido. Refiriéndose en seguida a la guerra en que se hallaba España con las repúblicas del Pacífico, expresa el señor Casanova lo que pudo apreciar durante su permanencia en España, del modo siguiente: • Respecto de nuestra guerra no encontré un solo español, fuera obispo o marqués, que supiese de un modo preciso la causa de la guerra, y en general, todos lamentan un conflicto que no puede traer a España ventaja alguna. Una persona de elevada posición me aseguró que el Gobierno estaba dispuesto a aprovechar la primera ocasión •que se le presentase para terminar el asunto. La unión de las demás repúblicas Ies ha causado una tristísima impresión. Con este motivo diré a Ud. que en Francia comienzan a celebrar la unión Sud-Americana porque de algún modo podrá oponerse al engrandecimiento de la América del Norte.» — 45 — Recibí la memoria de Varnhagen, que tuvo la bondad de enviarme y que es, en efecto, muy interesante. Con afectuosos recuerdos de mi familia, que agradece los de usted, me complazco en repetirme como siempre su afmo. amigo Y S . S.—BARTOLOMÉ M I T R E . » XIX.—SOBRE LA Otra de las comunicaciones de esa época se refiere a libros y contiene una RICA COMENZA- apreciación sobre la labor histórica en DA POR BARROS que le anunciaba Barros Arana hallarARANA. — C A R - se comprometido. Mitre estimula al TA DE 19 DE escritor chileno, diciéndole: «es usted AGOSTO DE 1864 « muy joven y tiene todavía un largo « camino que correr en la senda de la « vida y que aprovechará en aquellos estudios, con gloria « para usted y provecho para la literatura americana». En efecto, Barros Arana, tenía entonces sólo 34 años y era nueve años menor que Mitre. Esta carta signada con el número 5, dice como sigue: «Buenos Aires, agosto 19 de 1864.—Señor don Diego Barros Arana.—Mi querido amigo: Por su apreciable carta fecha 12 del próximo pasado julio, veo que se hallaba en poder de usted el cajón de libros argentinos que le remití, como asimismo los tres paquetes que le envié por conducto de nuestro amigo Beeche. Subsiguientemente y por los correos terrestres, le he enviado directamente todas las demás publicaciones de interés que aquí han' aparecido, de las que recuerdo el Mensaje del Gobierno, Memorias de los Ministerios (excepto del del Interior que está en prensa) y algunas otras más. Sin embargo, de ésto y en precaución de cualquier extravío, le duplicaré esta remisión, enviándosela en un cajón que preparo para Beeche, y al mismo tiempo le incluiré 4 ó 6 ejemplares del San Martín que usted me pide y otros tantos de los Estudios Históricos sobre la Revolución Argentina, colección de artículos que escriLABOR HISTÓ- — 46 — bí con motivo de las «Rectificaciones Históricas» del doctor Vélez Sarsfield, que me obligaron a salir a la defensa de mi Historia de Belgrano. Algún interés hallará usted en la lectura de este folleto. El librero Ure, editor de la primera edición de la referida Historia de Belgrano, ha enviado a Valparaíso al cargo de nuestro amigo Sarratea, creo que como cien ejemplares de este libro; como no tengo ya ejemplares de esta edición, y pronto se hará la segunda, que aumentaré algo, me reservo para entonces enviarle algunos ejempláres. Le agradezco el envío que me anuncia de los interesantes libros que me detalla. Procederé de acuerdo con sus deseos, en cuanto a los ejemplares de la Vida de Magallanes. Lo felicito por los importantes trabajos de que me anuncia ocuparse. Su Historia de América con el objeto que la escribe, además de la importancia que en sí tiene, va a llenar una necesidad urgente que se experimenta en todos estos países. Lo felicito cordialmente por este trabajo, y aguardo que como me lo ofrece, me envíe su libro por partes, a medida que vaya saliendo de la prensa. Aunque por ahora se desvíe de sus estudios favoritos, continúe sin desmayar en los trabajos de que se ocupa, hasta concluir el compendio de Historia de Chile, que es también muy importante. Es usted muy joven y tiene todavía un largo camino que recorrer en la senda de la vida, y que aprovechará en aquellos estudios, con gloria para usted y provecho para la literatura americana. Sin más por ahora, me repito como siempre de usted su affmo. amigo Y S. S.—BARTOLOMÉ M I T R E » . XX. — Damos el número 6 a esta carta, escrita en los momentos en que Mitre, DO DE LOS EJÉR- Presidente de la República, dejaba su CITOS ALIADOS, elevado cargo, para asumir personal— CARTA DE mente el mando en jefe de los ejércitos MITRE ASUME EL MAN- — 47 — 2 JUNIO 1865. aliados en la campaña contra el Paraguay. Dice así. «Buenos Aires, junio 2 de 1865.—Señor don Diego Barros Arana.—Mi querido amigo: Hé recibido su apreciable carta fecha 30 del próximo pasado mes de abril, a que tengo que contestar brevemente, pues en los momentos actuales pocas horas me es dado consagrar a mis amigos. Usted por sus tareas en provecho de la juventud de Chile, y yo por la necesidad en que me encuentro de volver a desenvainar la espada en defensa del honor nacional, tenemos que abandonar nuestros estudios y trabajos favoritos. Por mi parte, espero que no será muy larga esta interrupción, y que pronto volveré a mis trabajos con el ánimo más sereno y la cabeza más despejada. Me había apoltronado en demasía, y esta campaña me sentará bien en todos respectos. Aplaudo sinceramente la noble tarea a que está usted consagrado, y que confío sea no sólo de gran utilidad y conveniencia para la juventud chilena, sino también para la argentina. He recibido el primer tomo de su Historia de América y las dos primeras entregas de la misma reducida. Le doy las gracias por tal obsequio; y aunque todavía no me ha sido posible leer estos libros, estoy seguro de su mérito e interés. También recibí las Memorias de Cabot, que le agradezco tanto más cuanto que al enviármelo deja usted un vacío en su biblioteca. Sin más por ahora, y con afectuosos recuerdos de mi familia, que agradece los que usted le envía, me repito una vez más su antiguo y affmo. amigo.—BARTOLOMÉ MITRE». DE — 48 — XXI.—AGITADA Mitre terminó su período presidenc ; al el 12 de octubre de 1 8 6 8 y al enDE M I T R E 1 8 6 8 tregar el mando al nuevo Presidente, 1875.. don Domingo Faustino Sarmiento, dirigió a sus compatriotas una hermosa alocución, de la que extractamos los siguientes párrafos, que contribuyen a caracterizar la personalidad moral de aquel ilustre ciudadano: «La libertad ha sido una verdad, a pesar de los abusos « parciales que son consiguientes a un pueblo que no ha « completado su educación constitucional, pudiendo los « argentinos proclamar sin orgullo, pero sí con legítima « satisfacción, que hemos salido de una .revolución peli« grosa, hemos consolidado nuestra nacionalidad, hemos « hecho frente a la guerra más gigantesca que recuerdan « los anales de la América del Sur, sin comprometer nin« gún principio, sin violar ningún derecho, sin recurrir a « ninguna violencia y sin apelar a ninguna medida ex« traordinaria, usando con moderación hasta de las fa« cultades constitucionales.» Después de anotar que por primera vez se transmitía en^su patria «el poder en toda su integridad, política y « territorial y toda la plenitud de sus facultades mate« riales y constitucionales», añade: «Tenemos muchos dolores que aliviar, tenemos mu« chos abusos que desarraigar, muchos vicios que correa « gir, muchos trabajos perseverantes que llevar a cabo « para evitar la repetición de las desgracias pasadas y con« jurar los males que en lo futuro pueden poner nueva« mente a prueba la vida nacional y la vida constitucio« nal.» Hace el bosquejo de la labor realizada por su administración y concluye: «Con la conciencia de haber propendido al bien en la ' esfera de mis facultades constitucionales, de haber evitado el mal en cuanto de mí ha dependido, de haber < usado con moderación del poder y únicamente en el senVIDA POLÍTICA — 49 — « •« -« « tido de los intereses generales, volveré dentro de pocas horas al pueblo de que salí para vivir de su vida, gozar de sus esperanzas, participar de sus dolores y acompañarle en sus sacrificios el día que sea necesario.» Al volver a la vida privada recibió de sus conciudadanos las mayores muestras de consideración y de cariño. Le fué obsequiada la casa en que vivió el resto de sus días y a la que el pueblo se acostumbró a acudir en procesión cívica cada vez que los conflictos públicos o una desgracia nacional le llevaban oir la voz de aquel verdadero oráculo de la opinión pública. En 1868 volvió a sus tareas de periodista y fundó el diario La Nación, que ha ejercido una poderosa y constante influencia en la vida política de aquel país, y en la educación cívica del pueblo. En 1869 fué elegido senador por la provincia de Buenos Aires y poco después fué enviado en misión diplomática al Brasil y al Paraguay, para arreglar las cuestiones pendientes de límites y otros asuntos de importancia. A su vuelta al país, el alto comercio le ofreció un gran banquete el 22 de enero de 1873, que fué el preludio de la proclamación de su candidatura para el nuevo período presidencial que debía comenzar en 1874. La lucha eleccionaria fué muy ardiente y si bien la candidatura de Mitre contó con poderosos elementos populares, fué vencida, siguiéndose el movimiento revolucionario de 1874, que ensangrentó el país, pero que fué de corta duración. Terminada y dominada la revolución, Mitre, que asumió personalmente todas las responsabilidades del movimiento, fué desterrado después de haber sufrido el correspondiente proceso militar. Desde la cárcel de Luján, en que estuvo preso, fué datado el prólogo. de la Historia de San Martin. En carta dirigida desde esa prisión a su amigo el Dr. Angel Justiniano Carranza, le decía con fecha 27 de febrero de 1875, sobre esa publicación, lo siguiente: «Como usted habrá visto, voy a publicar la introducción Aporte 4 — 50 — « « « « a la Historia de San Martín en el folletín de La Nación. Sucesivamente publicaré tres o cuatro capítulos más que están ya del todo listos para la prensa, entre ellos el relativo a San Lorenzo.» Se ocupa, en seguida, en esa carta, de ese episodio de la vida de San Martín, y agrega en orden a los servicios profesionales que le ofrecía el Dr. Carranza: «Agradezco cordialmenté la oferta que usted se sirve « hacerme de sus servicios profesionales como defensor « y las amistosas palabras con que la acompaña. No pien« so nombrar asesor letrado, ni pienso hacer más defensa « que la de mis compañeros de causa y de fatigas.» El destierro impuesto a Mitre fué corto; la amnistía de 25 de mayo de 1875 le restituyó a su hogar, y el decreto expedido se fundó en los servicios prestados en la guerra extranjera y en la parte principal que tuvo en los acontecimientos que prepararon y consolidaron la unión nacional. X X I I . — REANÚDASE LA СО- RRESPONDENCIA. — CARTA La correspondencia interrumpida durante este período borrascoso fué reanudada por una amistosa comunicación de Barros Arana, fechada en 6 de DE 10 DE AGOS- julio de 1875. то DE 1875. «A pesar del tiempo que ha trans« currido, desde que por causas extra« ñas a nuestra voluntad se ha suspendido nuestra co« rrespondencia, le dide en esa ocasión a Mitre, «yo no « he echado en olvido su buena amistad; lo he seguido -< paso a paso en su carrera política, celebrando y sin« tiendo los accidentes prósperos o adversos, e interesán« dome vivamente por cuanto se relaciona con usted. « Créame que el transcurso de los años no ha enfriado « mis simpatías por usted, y que ahora como en 1859,. « soy su amigo de corazón.» En esa carta le recomienda, además, Barros Arana una petición de don Ignacio Zenteno, dirigida a obtener со- — 51 — pias de las cartas de su padre, el general Zenteno, a San Martín, que suponía debían existir en el archivo de Mitre, como parte de la correspondencia del Libertador, que se hallaba en su poder. Mitre contestó esa comunicación en los siguientes términos : «Señor don Diego Barros Arana.—Buenos Aires, agosto 10 de 1875.:—Mi viejo amigo: Recibí de manos del señor Lira su estimable del 6 del pasado. Inmediatamente, y para mostrarle mi deseo de llenar el suyo, saqué el legajo del Archivo de San Martín, que me había mandado el señor Balcarce. Juntos lo recorrimos, y no encontramos en él una sola carta del Ministro Zenteno, y apenas una firma suya, autorizando una resolución de la Logia en calidad se secretario, siendo O'Higgins presidente de ella en Chile, en 1819. Siento mucho no tener nada que ofrecerle para satisfacer su pedido, y contribuir en la parte que me fuese posible a la importante publicación que medita hacer el señor don Ignacio Zenteno en memoria de su ilustre padre. Coriozco aventajadamente a este señor, por la tremenda contestación documentada que dió a las Memorias de Cochrane, y no dudo que su nuevo libro vendrá a aumentar el tesoro de la historia americana. Ahora hablemos de nosotros. Por mi parte tampoco le he olvidado ni un día, aun cuando nuestra correspondencia se haya interrumpido. En las cartas que he escrito a Sarratea, Montt, Vicuña y Lastarria, siempre he tenido un recuerdo para usted. Hace tiempo que no le veo figurar en la escena política y literaria, y no sé lo que hace, ni si tiene algún nuevo trabajo histórico entre manos. Sólo sé que se ocupa de la educación en el Instituto, y que como valiente jornalero del progreso no levanta su cabeza del banco del trabajo. Dígame qué piensa, de qué se ocupa, qué proyectos literarios tiene en vista, hablemos de libros viejos y de ideas nuevas (cosas que casi siempre se hermanan), y renovemos así a la distancia las largas y sabrosas conversaciones — 52 — que teníamos aquí, cuando tuvimos—y tan particularmente—la felicidad de poseerlo en Buenos Aires. ¿Ha aumentado usted mucho su biblioteca americana? La mía pasa ya de cinco mil volúmenes, y estoy organizando su catálogo con notas históricas, biográficas, etc., que creo que algo adelantarán la bibliografía americana. ¿Tiene usted entre manos alguna obra histórica? Por mi parte continúo la Historia de San Martín, cuyos cuatro primeros capítulos publicados, supongo habrá usted visto. Desearía conocer su opinión sobre ella. A propósito de historia. Tengo incompleto su Compendio de la Historia de América. Me falta la tercera parte. Sírvase mandármela para completar sus obras, que poseo encuadernadas en mi biblioteca, casi todas ellas con su dedicatoria autógrafa, que anoto en el catálogo. Voy a publicar también dos vo'úmenes de Episodios de la Revolución argentina, de los cuales he publicado algunos specimen, que he visto reproducidos en la prensa de Chile. Se va a hacer una nueva edición de mi obra de Belgrano y de mis obras poéticas. Cuidaré de mandarle todo. No deje usted por su parte de mandarme lo que se publique en Chile, aunque sean folletos. Con un abrazo quedo como siempre su invariable a m i g o . — B A R T O L O M É M I T R E . » «Es el Compendio Elemental que sólo tengo hasta la página 160.» X X I I I . — CARTA SOCon fecha 28de agosto de 1875 в RE LITERATURA le dice Barros Arana en respuesta AMERICANA DE 20 DE a la carta de 10 del mismo mes: OCTUBRE DE 1875. «No puede usted imaginarse el DIVERSO TEXTO DEL « gusto que he tenido al recibir MISMO DOCUMENTO. « su cartitadel 10 del corriente, — CORRECCIÓN E s, .« porque si bien por ella vi que ADICIONES Y SUPRE- « mi amigo Zenteno no hallaba en SIONES. « la biblioteca de usted los docu« mentos que quería, esta circuns- - 53 - « tancia me.ofreció la ocasión de reanudar nuestras an« tiguas y amistosas comunicaciones. «Cada día que pasa, agrega, tomo más distancia por la « política americana, que hace el gravísimo mal de arras« trar a ese terreno a los pocos hombres que en nuestros « países se consagran al cultivo de las ciencias y de las « letras. «Así, pues, he visto con gran placer que usted vuelve « al trabajo y que prepara junto con la historia de San « Martín, la reimpresión de sus poesías, de la historia « de Belgrano y de sus fragmentos y estudios históricos. « Todos estos trabajos le proporcionarán, sin duda, más « goces que las empresas políticas; y por medio de ellos « usted prestará un servicio muy real y efectivo a la « gloria de la patria americana.» Le habla, en seguida, de los trabajos históricos que ha dado a la publicidad y de la Revista Chilena que tiene bajo su dirección. Esta carta mereció una larga contestación de Mitre, que por tratar diversas materias literarias y emitir juicios críticos de importancia estimó Barros Arana que debía ser publicada y pidió para ello la autorización de Mitre. Le decía sobre este particular Barros Arana, en carta de 5 dediciembre de 1875. «Recibí su apreciable y erudita « carta del 20 de octubre, cuyos diez y ocho pliegos me leí < de una sentada y con el más vivo interés. Mi primer « propósito fué darla a la prensa, convencido de que su « lectura debía ser agradable a los abonados a la «Revista < Chilena»; pero luego medité y comprendí que no con« venía dar publicidad a las opiniones desfavorables que « usted me da acerca de algunas obras argentinas, sobre « todo cuando esas opiniones están revestidas de la < crudeza que se usa en una conversación familiar». Mitre acogió sin vacilación estas atinadas observaciones y autorizó la publicación con las modificaciones y correcciones a que se alude en la siguiente carta: «N.° 8.—Buenos Aires, enero 25 de 1876.—Señor don — 54 — Diego Barros Arana.—Santiago de Chile.—Mi querido amigo: Tengo en mi poder su estimable del 5 de diciembre próximo pasado a que contesto. Le agradezco el juicio favorable qué ha formado acerca de la carta que le dirigí, y que usted considera digna de la publicidad. Esa carta, a la que no pensé dar la extensión que poco a poco fué tomando, no tenía otro carácter que el de una mera confidencia literaria, sin pensar que el público pudiese ser partícipe de ella. Por eso la escribí con el abandono del que habla con un amigo de confianza, siendo a veces demasiado crudo en mis juicios, al menos en la forma, sin hacer quizá la debida justicia en algunas cosas por no entrar en más desarrollos. A haber tenido en vista al público, habría sido menos ofensivo en algunas partes, pensando como usted que esto es lo que se aprende con los años. Así, pues, ha obrado usted discretamente, correspondiendo a mi confianza, no dándole publicidad. Pero, puesto que usted cree que esa carta puede ser agradable en alguna manera a los lectores de la Revista Chilena, no tengo inconveniente en que usted la inserte en sus páginas, con las adiciones, correcciones y supresiones que van señaladas en las hojas adjuntas y las demás que usted considere convenientes o necesarias. Esas correcciones se refieren a algunos juicios demasiado crudos, que impresos tendrían el carácter de una provocación sin correctivo y sería hasta inconveniente dadas las relaciones que median entre las personas. Así, conservando el fondo de ellos, y hablando con la misma franqueza, los he suavizado algo, derramando algunas gotas de bálsamo sobre las heridas que la pluma puede hacer. También he modificado lo relativo a la Historia de Belgrano, pues al ponerme al trabajo, ha sido tal la masa de documentos que ha caído bajo mi mano, que me he resuelto a utilizarlos, completando así mi libro y haciendo un servicio a la historia,.sin alterar el programa de mis trabajos futuros. A pesar de que trabajo siempre, no puedo dar todo mi — 55 — tiempo al estudio y la literatura, pues estoy condenado a ser todavía un hombre de acción que no puede ni debe desertar el puesto de la lucha y la labor común, y tiene al mismo tiempo que ser el jornalero del pan de cada día, sin contar con otra cosa más que sus diez dedos. Por eso es que si mis proyectos literarios no se realizan tan pronto como debían, no lo atribuya usted a pereza o flojedad, pues hoy más que nunca encuentro verdadero goce en el trabajo, el cual me produce una especie de embriaguez sagrada, que duplica las fuerzas intelectuales. He continuado recibiendo la Revista Chilena la que leo siempre con interés, proporcionándome horas muy agradables, sobre todo cuando me encuentro con algunas de sus revelaciones históricas. El boceto del Marqués de Bellina me ha entretenido muchísimo (1). He recibido por conducto de la Legación chilena los (1) Se refiere a un artículo publicado por el señor Barros Arana, con el título de Un general polaco al servicio de. Chile. Era éste uno de tantos aventureros que habían llegado a los Estados Unidos después de la caída del gobierno de Bonaparte. Se hacía llamar Antonio, barón de Bellina Skupieski y se había enrolado en la expedición que equipó en Estados Unidos don José Miguel Carrera y que fué desorganizada en Buenos Aires por el Gobierno Argentino. Aprovechándose de papeles que seguramente habían pertenecido a un militar distinguido del ejército francés, se hizo pasar ror Coronel de Estado Mayor francés y compañero de Napoleón en la isla de Elba. El gobierno Argentino lo reconoció с о т о Coronel Mayor, equivalente al título nuestro de general de Brigada y en este rango llegó a Chile pocos días después del triunfo de Chacabuco. Dice Barres Arana que «el Coronel Bellina sorprendía a las gentes por la desenvoltura de sus modales y por la arrogancia de su conversación, que en los primeros días de trato hacían creer que era un hombre de antecedentes distinguidos y de una inteligencia poco común». Pero no tardó mucho en quedar de manifiesto su nulidad y que no era sino un charlatán y un presuntuoso aventurero. Diversos incidentes grotescos permitieron al gobierno de Chile cancelarle su título y hacerlo salir violentamente del país. El 8 de abril de 1817 escribía desde Buenos Aires San Martín a O'Higgins en estos términos: «Saque Ud. con mil diablos al tal barón — 56 — libros que usted tuvo la bondad de enviarme, y que le agradezco. Entre ellos venía el Proceso de Valdivia. Como lo digo en mis apartes adjuntos, ese trabajo es un modelo que debe tener a la vista todo escritor que se proponga ilustrar antiguas obras americanas. A propósito, es entendido que al consentir en la publicación de mi carta, y dejarlo a usted juez de otras correcciones, es con la condición que no ha de alterar nada de cuanto en esa carta se contiene que pueda serle favorable a usted, pues son juicios de conciencia de que yo respondo ante el público. He recibido su biografía de Amunátegui. Este amigo no será Presidente, pero con motivo de su candidatura quedará su libro, y algo habrán ganado Amunátegui y las letras americanas. En ese libro veo que usted dice que se han publicado tres tomos de los Precursores. No conozco sino uno, el primero. de Bellina antes que se cierre la cordillera». Se había convencido del engaño en que había incurrido el gobierno de Buenos Aires e inducido al de Chile por el título que aquél le había otorgado, a recibirle con las consideraciones debidas a su rango militar. Tan pronto recibió esta comunicación, dispuso O'Higgins se comunicase al general Bellina su separación del ejército y la orden perentoria de salir del territorio chileno en el plazo de veinticuatro horas, lo que fué puntualmente ejecutado a pesar de estar la cordillera casi cerrada por las primeras nieves. Bellina había desempeñado en Chile el cargo de general durante dos meses y veintiséis días! En el citado artículo cuenta Barros Arana diversas peripecias de la vida de este aventurero y refiere que más tarde se presentó al Dictador Francia del Paraguay como doctor en medicina de la Facultad de París. Francia, que estaba seguramente informado de la capacidad médica del tal Bellina, le contestó señalándole el término de veinticuatro horas para salir del país bajo pena de horca. Se dedicó en seguida, a recorrer las ciudades de la pampa argentina administrando el panquimagogo del Dr. Leroy; y parece que se trasladó después al Ecuador donde continuó practicando la medicina. - 57 - Me falta también el catálogo de la Exposición Colonial de Chile, y el de la última Gran Exposición, así como algunas medallas de cobre que se haya podido acuñar. Por el correo pasado le mandé el volumen de mis Л rengas y un paquete con 21 volúmenes y folletos, en que iba la mayor parte de lo que usted me pedía. La obra de Burmeister aún no está en venta; pero voy a pedírsela a él para enviársela en primera oportunidad. Tenía usted razón: el Curso de Literatura está completo. Lo de 3. a edición que tomé por 3. a parte me indujo en error. He leído con gusto el tomo de retórica, en que usted ha utilizado los trabajos originales de Bello sobre Ortología y Métrica, completándolos a veces. Me parece que hay en él más trabajo que en la parte histórica, la cual lleva la doble condición de la buena crítica y de la claridad elemental. Pronto espero hacerle otro envío de libros argentinos. Adiós, mi querido amigo. Soy siempre de usted su invariable amigo.—BARTOLOMÉ M I T R E . » Cumpliendo fielmente el señor Barros Arana con el encargo, introdujo las modificaciones que se le indicaba y que constan de un anexo de 10 páginas que tenemos a la vista. En esta forma se publicó ese interesante estudio en la Revista Chilena de 1.° de abril de 1876, según puede verse a fojas 477 del tomo IV. Entre tanto, en la página 48 del Archivo Mitre a que hemos venido refiriéndonos, se insertó la carta primitiva sin las modificaciones y correcciones expresamente autorizadas por Mitre. Comparada una y otra publicación, se notan disconformidades numerosas que nadie podría explicarse sin conocer estos antecedentes. El anexo que hoy publicamos y la carta de 25 de enero que acabamos de insertar, dan la clave de estas diferencias entre las dos publicaciones de la misma carta. Pero en la carta publicada en la Revista Chilena, Barros Arana suprimió las primeras páginas relacionadas con su persona, contrariando en esto la voluntad del - 58 - autor. Esta supresión corresponde a las tres primeras páginas impresas de la carta publicada en el Archivo Mitre, tomo XX, o sea, las páginas 48, 49 y 50. 1.a En la parte que se habla de 25 DE ENERO DE la Revista Chilena, al párrafo 1876-—ADICIONES, que empieza: «Nada y muy poco MODIFICACIONES Y hemos adelantado», donde se haSUPRESIONES bla de Pauly, adicionar el período del modo siguiente: «Pauly, « viajero cosmopolita, es el que ilustra nuestra cli« matología con observaciones propias, y Mantegazza, « italiano, es el que estudia la República Argentina bajo « el punto de vista médico, materia de que se ocupa 'actual« mente nuestro doctor Rawson». (Lo de Mantegazza subrayado es la adición) (1). 2.a En la parte bibliográfica, el párrafo que empieza: a 4. «Hutchinson suprimirlo entero, porque es un amigo y no quiero murmurar en público de obra suya que no he leído. En consecuencia, poner el N.° 4.° al siguiente sobre don Florentino González, y así sucesivamente en los demás. 3. a La 6.a en la parte bibliográfica referente a la Colección ele Lamas, suprimir el 2.° período que dice así: «Este « silencio me manifiesta ..» hasta «no he querido cri« ticar» y continuar así: «Por mi parte, al dar confiden« cialmente mi opinión sobre ella, contestando a una « carta del autor que acompañaba el trabajo en cuestión, « lo hice con los debidos cumplimientos a la erudición del « escrito; pero salvando mi responsabilidad moral y « haciéndole en términos corteses algunas críticas explí« citas e implícitas. En honor de la sana crítica y en « descargo de mi conciencia, no pude dejar de decirle: A N E X O A LA CARTA DE (1) P. Ch. Pauly.—Autor de Climats et endémies. Esquisses de climatologie comparée.—Se ocupa especialmente en los libros segundo y tercero de la climatología del Brasil y de la República Argentina. - 59 - « 1.° que X. X... poniendo sin alteración lo demás tal « y cual hasta el fin del acápite que termine: «sin afirmar « nada absolutamente». Todo lo relativo a la Colección de Lamas que sigue, lo mismo, con excepción del párrafo que empieza: «Pero lo repito, Lamas» . . y concluye: «enmendando los borrones de la plana», que debe quedar en homenaje a las buenas relaciones sin dejar de decir la verdad, redactado del modo siguiente: «Me parece que Lamas no se había preparado « suficientemente para ilustrar la obra de Lozano; así « me lo hacen creer las generalidades de la Introducción, « y las faltas de las notas al texto, que ofrece dar en un « tomo complementario. El texto mismo adolece de « notables defectos, sobre todo en el primer volumen (1). « Cuando un hombre de letras se encarga de publicar y « de anotar una obra antigua, creo que debe hacerlo « como usted en su Proceso de Valdivia, trabajo de « erudición, de crítica, de concordancias históricas, de « biografía y de complementos necesarios bebidos en « documentos contemporáneos, que considero como un « modelo en su género». 4. a En el capítulo bibliográfico: «8.° Brasseur de Bourbourg», el párrafo 3.° de él, que empieza así: «En cuanto al Vocabulario de Raíces, etc... donde se habla de Vicente Fidel López, debe quedar como sigue: «En cuanto al « Vocabulario de Raíces de los dialectos guatemaltecos, « no puede considerarse con seriedad, aun poniendo la « mejor voluntad, cuando se nota lo violento y arbitra« rio de sus etimologías, la falta de encadenamiento « lógico y geográfico en las palabras descompuestas, y « el espíritu sistemático y preconcebido que todo lo -« falsea. En este mismo defecto ha incurrido el Dr. (1) Andrés Lamas, oriental, uno de los más ilustres eruditos de las repúblicas del Plata. Publicó en los años de 1873 y 1874 cuatro t o m o s correspondientes a la Colección Lamas, que forman la primera parte de la Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumdn, por el padre Pedro Lozano. « « « « « « « « « « « « « « « « « « « « < ' « « « * « « « 60 - Vicente Fidel López en su obra sobre Las Razas Aryanas del Perú, la cual, aparte de lo falso de su teoría y lo inconsistente de su prueba, tiene su mérito. En ella se pretende demostrar que los antiguos peruanos eran, nada menos que descendientes de los griegos o de sus progenitores los pelasgos y por lo tanto, de los Aryos. Como Brasseur de Bourbourg, López pretende reaccionar contra la escuela filológica alemana que ha establecido la filiación de las lenguas por la analogía de las formas gramaticales, y no por el sonido aislado de las sílabas radicales, ni aun de las mismas palabras. Incurre, además, lo mismo que su modelo, en el error de tomar por raíces partículas inertes, aisladas o unidas a vocales serviles, que no representan sino una modificación accidental del caso o una mera eufonía, usando para el efecto a discreción de todos los alfabetos y de todas las ortografías, según más cuadra a su teoría, esto es, cuando no corrige los diferentes textos fundándose en una hipótesis. En último grado, abusa por demás de la permutación de letras (que sólo es permitida cuando puede establecerse la filiación histórica) para encontrar al fin una mera relación metafórica fundada en ideas abstractas que los indios del Perú no pueden ni concebir, y que su idioma no ha expresado ni podrá expresar jamás, lo que prueba concluyentcmente, por el método inductivo y deductivo, que ni contenía el germen de la inteligencia aryana, ni fué, ni podría ser jamás el instrumento de una civilización progresiva». 5. a Donde hablo de mi Historia de Belgrano en el párrafo que empieza: «Me pregunta usted si la nueva edi~ « ción de Belgrano-» esta parte debe quedar arreglada, según un nuevo plan, del modo siguiente: «Me pregunta « usted si la nueva edición de la Historia de Belgrano « comprenderá la vida del héroe hasta su muerte, porque « le interesa conocer a fondo la revolución de Arequito. « Le diré, que en cuanto a lo ya publicado, no pienso « alterar el texto primitivo, limitándome a ligeras correc- - 61 - « « « « * « « « « « dones y adiciones de detalles. En cuanto a su complemento, había pensado terminarla, bosquejando a grandes rasgos la vida de Belgrano, desde el Congreso de Tucumán, en que lo dejé, terminándola con su muerte, sin dar a la parte histórica el desarrollo que tiene en lo ya impreso. Fundábame para ello en que, como lo decía allí, el gran papel histórico de Belgrano termina en 1816. En este plan, aunque la revolución de Arequito tenía que ser tratada necesariamente, no podría serlo tal vez por la extensión que usted desea. (1) «La masa de documentos inéditos y de un grande in•« terés histórico que he encontrado en los archivos públi« eos, me ha aconsejado modificar este plan, iluminando « con noticias desconocidas esta parte de mi cuadro. « Agregaré, pues, a mi obra ocho capítulos más, que com« prenderán las siguientes partes: Capítulo XXVI, Sipe« Sipe de 1816 a 1817, que conteniendo el retrospecto de los nuevos, para ligarla a los de la vida de Belgrano y « movimiento sobre el Alto Perú, los abrazaré desde ese « suceso hasta que Belgrano se recibe del mando del ejér« cito allí derrotado, historiando los hechos que forman « una cadena sucesiva. Capítulo XXVIII. El Inca, 1816. « Todo lo relativo a este proyecto de monarquía, de que « Belgrano es el protagonista, según nuevos documentos « que he encontrado en el archivo secreto del Congreso de Tucumán. Capítulo X X I X . Salta y Güemes. 1816 < a 1817. La famosa resistencia de Salta, históricamente « ligada a la del Alto Perú, hasta la memorable retirada « del ejército de Laserre después de Chacabuco, utili* zando muchos documentos nuevos. Capítulo XXX. « Las Republiquetas. 1816 a 1817. Cuadro nuevo y lle« no de interés, en que se bosqueja, o más bien dicho, se « historia, la resistencia del Alto Perú en sus relaciones « con la revolución argentina, comprendiendo la muerte « de Padilla y la expedición de La Madrid hasta la in(1) Este párrafo es agregado. — 62 — « « « « « « « « « « ' * * « * * * « * * * « « * « « vasión de Oloñete a Salta.Capítulo X X X I . 1816 a 1819. La Anarquía. La descomposición política y la guerra civil, bajo sus múltiples puntos de vista, incluso las. relaciones internacionales desde el paso de los Andes hasta el armisticio del Rosario, que puso un paréntesis a la guerra del litoral, que en el año siguiente debía desatarse con mayor furia. Capítulo X X X I I . Arequito. 1819. Las causas y sus efectos, hasta la revolución que separó a Belgrano, consumando la disolución política del interior de la República. Capítulo X X X I I L El año Veinte. 1820. La fisonomía, sus tendencias* sus acciones encontradas, la descomposición natural y la recomposición orgánica que opera, el papel histórico de Buenos Aires en esa época y el carácter dramático de la escena histórica que se desenvuelve .en el momento que Belgrano llega moribundo a Buenos Aires. Capítulo XXXIV. Epílogo. La agonía de Belgrano hasta su muerte, en medio de aquellas masas, hasta su resurrección histórica, su apoteosis y el juicio definitivo de la posteridad a su respecto. Tal es mi plan complementario, que espero poder desempeñar, merced a unos ocho mil documentos inéditos que he encontrado, de los cuales he extractado como cuatro mil, que he de utilizar en su mayor parte. Tal vez encuentre usted en esas páginas lo que usted desee respecto de la revolución de Arequito». El párrafo que sigue, y que empieza: «Puesto que a us« ted le interesa en adelantar sus noticias, debe ponerse « como sigue: Pero puesto que usted se interesa en ade« lantar desde luego sus noticias acerca de ese punto his« tórico, puede consultar por lo pronto, lo que dice el « Dr. Vicente Fidel López en sus estudios históricos « sobre la revolución argentina, publicados en la Revista .« del Río de la Plata. Aunque mis crónicas llevan cierto « sello de parcialidad preconcebida, debido, quizá a « impresiones propias o a las fuentes en que he bebido, « hay allí bastantes noticias nuevas tomadas oralmente — 63 — « « « « « « « « « « « « « « « « « « « « « « « « •« « « « « « « que pueden utilizarse ligándolas a otras más auténticas y comprobadas. Excuso decirle que este escritor debe tomarse con cautela, porque escribe la historia con tendencia filosófica, más bien, según una teoría basada en hipótesis, que con arreglo a un sistema metódico de comprobación. Fuera de los documentos impresos en los periódicos (que yo me he tomado el trabajo de comparar con los originales que existen, los cuales muchas veces los corrigen) el bagaje histórico de López es muy liviano. Guiándose por la brújula de su teoría, iluminándose en su camino por ideas preconcebidas, afirmando dogmáticamente en consecuencia (puede decirse que en cada página) lo contrario de lo que dicen los documentos inéditos que no ha consultado, incurre en errores gravísimos, no obstante la belleza literaria de muchas de sus páginas, lo animado de alguno de sus cuadros y lo acabado de varios de sus retratos, bien que no siempre ajustado a la verdad histórica. Así todo lo que se refiere a San Martín es falso o arbitrario (como puede comprobarse por documentos), como lo es parte de lo que se relaciona al paso de los Andes (en que hace de ústed su merecido elogio), lo mismo que cuanto concierne al regreso del Ejército de los Andes de Chile, al pretendido proyecto de entregar Pueyrredón el mando a San Martín, y acción de la Logia de Lautaro en todo ello, otro tanto digo de las relaciones diplomáticas del Río de la Plata con la corte del Brasil desde 1816 a 1819 y las relaciones del Director Supremo con el Congreso de Tucumán en esa época, según he podido convencerme estudiando los documentos originales». El párrafo que sigue y que empieza así: En el plan de mis trabajos históricos. .. debe ponerse así: «En el plan « de mis trabajos históricos había pensado prescindir « en la Historia de Belgrano del período de la guerra civil « comprendido entre 1816 a 1820, para hacerlo entrar « en el argumento de otro libro, que tengo en bo- — 64 — « « « « « •* « « « « « « « « « rrador, y cuyo título es Artigas. He visto después, estudiando los documentos, que ese período puede y debe complementarse en ambos libros. Así, después de lo que dejo dicho, el libro de Artigas será la historia revolucionaria interna y de la descomposición social y del régimen colonial, simbolizado por el caudillaje y explicado por la anarquía y la guerra civil, desde 1810 en que las masas se despiertan al soplo revolucionario hasta que el sistema cclonial se descompone y se disuelve, siendo reemplazado por una República orgánica en embrión, con las fuerzas sociales casi aniquiladas, en que el instinto popular obedeciendo a .fcu índole resuelve de hecho los problemas políticos con más acierto que los sabios, aunque comprometiendo en otro sentido la existencia de la comunidad, mientras la revolución americana (es decir, la independencia) triun« fa por las armas y por las ideas, en otro campo y por « otros medios. Será un libro nuevo, y aún pienso que « también original por su significado y alcance, estando « fundado en documentos completamente inéditos, estu« diados a la luz del criterio histórico que he indicado en « mis Estudios sobre la Revolución Argentina». (Todo lo demás sin alteraciones, salvo las que se crean convenientes, o la eliminación de lo que se considere innecesario). XXIV.—SOBRE LA De las supresiones que el señor Barros Arana introdujo de su TRE POR BARROS cuenta en la publicación de la carARANA—.REVISIÓN ta de 2 0 de octubre, informó a DE LA HISTORIA Mitre en los términos siguientes DE BELGRANO. con fecha 7 de febrero de 1876, desde San Bernardo. «En este lugar a donde he venido a pasar algunos días « de campo en una modesta casita que poseo, he recibido « su apreciable de 25 de enero, en que me faculta para « publicar su carta anterior, introduciendo en ella las BIOGRAFÍA DE M I - - 65 - « « * « « « « « modificaciones que usted me indica. A pesar de su encargo, suprimiré dos o tres pasajes que se refieren a mi persona y que son demasiado favorables para que yo mismo sea su editor. Le agradezco más a su buena amistad que al mérito del hombre de quien se trata, pero no daré a la imprenta más que lo que se refiere a mis libros y no lo que usted dice acerca de mi persona y de mis trabajos en materia de instrucción pública.» Mitre dió respuesta a ésta y a otra de 11 de marzo de 1876 por la suya de 29 de marzo de ese mismo año, del siguiente tenor: N.° 9—(Carta de 29 de marzo de 1876): «N.° 9.—Buenos Aires, marzo 29 de 1876.— Señor don Diego Barros Arana.—Santiago de Chile.—Mi estimado amigo: Tenía sin contestar su muy estimable de 27 de febrero, cuando llega a mis manos su última de 11 del corriente, datadas ambas de San Bernardo, donde se hallaba usted veraneando. El lugar en que usted escribe me ha traído a la memoria aquel delicioso llano de Maipo, en que se asienta el pintoresco pueblo de campo que usted habita. Recuerdo que cuando lo visité por la primera vez, se elevaba en medio de la plaza un álamo esbelto, que daba al paisaje una gracia singular. Es probable que este obelisco natural, haya sido substituido por alguna pirámide o mamarracho de mal gusto, coronado por algún mono. De todos modos, eso no quitará a San Bernardo su carácter risueño y pintoresco, que, sin duda, ha contribuido a dar al artículo que usted escribió sobre mí y mis obras, el carácter benévolo que lo distingue. Me ha tratado usted como a u n amigo y a un compañero de trabajo. Le quedo sumamente agradecido por ello, y aparte de lo que personalmente me favorece, pienso que ese espíritu benévolo, y más que benévolo, generoso, es la cooperación moral que nos debemos recíprocamente los trabajadores, que diseminados en este vastísimo continente americano estamos comprometidos en .una obra común, de que todos somos solidarios, y cuya unidad ha Aporte S - 66 - de revelar algún día la paternidad, sino por nuestro nombre, al menos por sus resultados. Su escrito ha sido reproducido aquí, con los elogios a que lo hace acreedor su reputación americana. Tiene' usted un secreto de hacerse leer con encanto, sin forzar la nota armónica, ni emplear colonches ni relumbrones. Es el secreto del agua que corre naturalmente por su pendiente, buscando sú nivel, y encontrándolo por las leyes de la gravitación y el equilibrio. Es la verdad natural, la verdad hija de la meditación y el estudio, que empieza caminando y hace su jornada caminando a pie, con el mismo paso seguro y con el mismo ritmo. Estos días he estado muy ocupado y por eso había descuidado completamente mi correspondencia, razón poj" la cual no había contestado su anterior. He terminado ya la revisión y adición de los dos tomos de Belgrano y sólo me falta completar los diez o doce capítulos complementarios que darán al libro su forma definitiva. Le he puesto al libro una extensa introducción, en que estudio la sociabilidad argentina desde su origen, del punto de vista de la individualidad nacional, que entrañaba la independencia. Creo que llevaré a la historia americana algún contingente nuevo. La colonización del río de la Plata, y las corrientes que concurrieron a ello desde su origen, el carácter de los primitivos conquistadores, su obra y sus consecuencias inmediatas, el desarrollo general de la riqueza y el comercio, la conexión de esa colonización con Chile y el Perú y sus afinidades con los primeros, su constitución social, política y económica, los elementos de una sociedad libre y espontánea que encerraba la colonización del río de la Plata y de Chile, una alianza comercial que presagiaba una alianza política y militar en la independencia, y otros tópicos, que, ligándole al asunto del libro, hacen conocer el medio y el teatro en que los sucesos tienen lugar, tal es la síntesis de mi Introducción. Se la mandaré en pruebas, antes que se publique — 67 — el primer tomo, por si usted, la considera digna de figurar en las páginas de la «Revista» y así ofreceré a usted en cambio de su benévolo juicio sobre mi obra, tal cual la conocía, las primicias de su.nueva edición. He completado los capítulos sobre la primera y segunda invasión inglesa, con presencia de nuevos documentos inéditos, así como los que se refieren a la revolución del 25 de mayo, y creo haber agotado los asuntos, sin embargo que he procurado no ahondar en pormenores que no concernen al plan general. Le agradezco el nuevo envío de libros que me anuncia, que todavía no he recibido, pues inmediatamente de recibir su carta me he puesto a escribirle. Muy agradable me será tener la medalla que usted me anuncia con su efigie, a la que daré en mi monedario el lugar que merece y que su original ha tenido y tendrá siempre en mi corazón y mi memoria. Por nuestro amigo Carrasco Albano envío a usted un ejemplar de mis Rimas. Ahora voy a ocuparme de hacerle un paquete de algunas publicaciones. Entre ellas remitiré para nuestro amigo Amunátegui las Arengas y las Rimas, y espero que al entregárselas usted le exprese que son el recuerdo de un buen amigo que le quiere como siempre y le desea felicidad. Zinny, manda para usted los libros que irán adjunto al paquete. Adiós, mi querido amigo, reciba un abrazo de su invariable.-^-BARTOLOMÉ MITRE.» XXV.—INTERRUPCIÓN Desde esta época hasta principios de 1879 se interrumpe la correspondencia. El señor Barros Arana, que fué nombrado Ministro Plenipotenciario en las Repúblicas del Plata y en el Brasil, llegó a Buenos Aires el 25 de mayo de 1876 y permaneció allí poco más de dos años, trasladándose, en DE LA CORRESPONDENCIA. 1876-1879 - 68 seguida a Río Janeiro, y terminada esta misión, se dirigió a Europa. Tocóle al señor Barros Arana iniciar sus tareas diplomáticas en los momentos de mayor tensión en las relaciones internacionales entre los dos países. Junto con su arribo habían llegado a Buencs Aires las noticias del apresamiento por la corbeta de guerra chilena Magallanes de la barca francesa Jéanne Amelie, que con autorización del cónsul argentino en Montevideo, cargaba guano un poco al sur del río Santa Cruz, en los últimos días de abril de 1876. La Legación chilena fué recibida en Buenos Aires con las manifestaciones de la mayor alarma y de ataques contra Chile. Se pedía a gritos por las calles el rechazo del representante chileno y parecía inminente un conflicto de las más graves consecuencias. Cúpole al señor Barros Arana con su espíritu templado y sus grandes vinculaciones personales con los hombres de mayor significación en la sociedad de Buencs Aires, calmar la tormenta y apartar el conflicto, si bien no podía escapársele que iniciaba sus negociaciones en las condiciones más desfavorables. No es éste el momento de ocuparnos de esas difíciles y delicadas negociaciones en que se repiten los acuerdos y los desacuerdos y en que, por fin, después de laboríosas gestiones se pactó el tratado de 18 de enero de 1878, que, si no mereció la aprobación del Gobierno de Chile, fué el primer paso efectivo en el camino de la inteligencia entre los dos países y al que se llegó algunos años más tarde. Tenemos acoplada una abundante documentación relacionada con esta negociación y con la participación posterior que el señor Barros Arana tuvo en el ajuste del Tratado definitivo que puso término al viejo y enojoso litigio de límites. La publicación completa de todos esos antecedentes, que ya en nuestra época podrán apreciarse con serenidad y con justicia, habrá de poner en transparencia el celo desplegado en todo momento por el — 69 — negociador chileno, su altura de miras y el concepto verdadero que siempre mantuvo sobre los intereses permanentes de la República. XXVI.—CARTA DE 22 • Las cartas que pasamos a inserDE ENERO DE 1879 tar, corresponden a los días ingra— E N VÍAS DE . IN tos en que el señor Barros Arana TELIGENCIA DIPLO- se había retirado de Buenos Aires, MÁTICA . sin haber logrado realizar la obra de inteligencia y de acuerdo con que se había halagado su patriotismo. Se retiraba de la lucha, con muchas molestias personales y desengañado de los hombres políticos y de los Gobiernos. Desde su residencia de Petrópolis había escrito a Mitre, y éste, en contestación, le dirigió la siguiente carta: N.° 10.—«Buenos Aires, enero 22 de 1879.—Señor don Diego Barros Arana.—Mi querido amigo: Sucesivamente y con muy corto intervalo recibí dos cartas suyas datadas en Petrópolis. Cuando me disponía a contestar la primera recibí la segunda, en que me anuncia su inmediato viaje a Europa, sin indicarme destino ni darme dirección. Hoy mismo no sé en qué parte del mundo se encuentra usted, así es que he resuelto recomendar ésta al señor Baudrix, quien supongo sepa algo de su paradero (1). Esta carta no tiene, por otra parte, más objeto que hacerme presente a su recuerdo, asegurándole que no le he echado en olvido, y que, por el contrario, siempre le guardo la antigua amistad y el mismo cariño. (1) Don Mariano Baudrix, que aparece citado en varias de estas cartas, era cuñado del señor Barros Arana, por estar casado con su hermana doña Juana Barros Arana. El señor Baudrix formó así ese jespetable y distinguido hogar que ha sido siempre en Buenos Aires un centro de cultura y de atracción para nacionales y extranjeros. Por sus grandes vinculaciones, su situación social y las condiciones intelectuales, la familia Baudrix ha ejercido en aquella gran metrópoli una justa y merecida influencia. Todos los chilenos han considerec'o esa casa con el cariño que corresponde al propio hogar. — 70 — Como usted lo sabe tan bien como yo, las relaciones internacionales entre nuestros respectivos países han mejorado mucho después de su partida. Sin que propiamente se haya dado solución a las cuestiones que nos dividen, estamos en vías de entendernos, estando ya de acuerdo sobre las bases fundamentales en que hasta hoy habían escollado las más laboriosas negociaciones. Sería de desear, sobre todo, que el sentimiento de la recíproca amistad y simpatía, renaciese entre ambos pueblos, porque ese sentimiento, más que la habilidad diplomática, nos daría la paz y el equilibrio que buscamos y de que tanto necesitamos. En materia de bibliografía, sólo una noticia tengo que darle por ahora. Meckern recibió un ejemplar de Feuillet que usted le había encargado. No sabiendo dónde dirigírselo, me hice cargo de él y lo tomé por mi cuenta, por ser más completo que el que yo tenía. Como usted se halla en el centro de los libros, fácil le será adquirir otro ejemplar tan completo como ese, con la ventaja de poderlo elegir a su gusto. Recibí el tomo de Montege, publicado por Varnaghen, por el cual le doy las gracias. Cuando me disponía a escribirle haciendo una crítica de la edición, supe su muerte y mis observaciones se quedaron en el tintero. Deme noticias de su paradero, aunque ésta todavía le encuentre viajando, y no deje de escribirme alguna vez sobre las cosas que forman el objeto de nuestros comunes estudios y que tan gratas horas de conversación me han hecho pasar. Sírvase hacerme presente al recuerdo de su amable señora, a cuyo lado le deseo felicidad, juntamente con su hija, y esté seguro que soy como siempre su antiguo y affmo. amigo, que 'lo recuerda siempre con cariño.— BARTOLOMÉ MitRE.» — 71 — XXVII.—NEUTRALI- Pertenecen al período de la guerra del Pacífico las otras cartas Y EL RECHAZO DEL que vamos a insertar. TRATADO SECRETO E S particularmente interesante CONTRA C H I L E . — la primera de éstas, por la opinión LIBROS Y TRABA- de Mitre sobre la neutralidad de JOS LITERARIOS. su patria en la contienda del Pacífico y por la revelación que hace de la negativa argentina a concurrir a la invitación que se le hizo para suscribir el Tratado secreto de alianza contra Chile, ajustado entre el Perú y Bolivia. Declara, además, Mitre que la existencia de ese pacto no podía ser un misterio para las Cancillerías cuando hasta en el Gabinete del Brasil se conocían sus estipulaciones. Dice esa carta: «N.° 11.—Buenos Aires, octubre 31 de 1879.—Señor don Diego Barros Arana.—París.—Mi querido amigo: No puede usted imaginarse o se lo imaginará sabiendo cuánto le quiero y me intereso por usted, el placer con que leí su carta de 9 de abril del corriente año, celebrando que la mía a que usted contestaba la hubiese salvado del auto de fe a que condena las epístolas de sospechosa procedencia. Este detalle de su carta me hace ver que ustec' se ha retirado un poco lastimado del combate diplomé rico en que le tocó tomar parte, y que procura apartar de su mente recuerdos ingratos que pudieran irritar к herida secreta que todavía le duele. Yo le he dicho otras veces que en la batalla de la vida, en que se dan y se reciben golpes, es necesario no dejarse dominar por el sentimiento enervante del desencanto o del indiferentismo sistemático. El contacto con los hombres y las cosas, como el contacto con el aire, es una condición de vida sana, y es la mejor higiene para la salud moral. No tema, pues, rozarse con las cosas, ni menos con (as cartas, que reposando como reposa usted en su conciencia, encontrará, su verdadero DAD DE ARGENTINA - 72 - equilibrio, en vez del equilibrio instable que proporciona el estado negativo que parece haber adoptado como método de curación. Pero dejemos testo y pasemos a cosas más agradables para ambos. Pero antes de hablar de cosas más agradables, no puedo prescindir de ocuparme de la gran mutación internacional que ha tenido lugar después que usted se fué. Creo que habrá usted deplorado como yo la guerra que se ha encendido en el Pacífico, guerra que considero una locura y un crimen, cualquiera que sea su resultado, y que será funesta, cualquiera que sea el vencedor. Yo, por mi parte, he aconsejado a mi país la neutralidad en ella, y con este motivo se ha visto que la República Argentina no quiso tomar parte en la alianza secreta de Bolivia y el Perú, que hace algunos años nos fué propuesta, y que no se concibe cómo ha sido un misterio para Chile, cuando hasta en el gabinete del Brasil se conocían sus estipulaciones. Esto muestra que Chile ha séguido una política que lo ha aislado en América, y que aun triunfando quedará más solo, con más enemigos y con menos fuerzas para el futuro. Si al fin, esto pudiera contribuir a resolver las cuestiones pendientes entre ambos países, a que usted quiso poner término, algo se habrá ganado. Y con esto demos por cerrado el capítulo político. Recordándole todos los días y ocurriéndome en cada uno de ellos algo que comunicarle, he dejado para el tiempo sin contestar su interesante carta, y al fin lo hago para renovar a la distancia nuestras gratas conversaciones literarias. Al mismo tiempo que su carta, leí en los periódicos las primeras que usted dirigía a Vicuña Mackenna, en que le hablaba precisamente del último catálogo de Leclerc, respecto del cual me daba algunas noticias, y que ya había recibido yo. Sus cartas han sido publicadas en la prensa argentina y chilena y leídas con mucho interés. Y a propósito de catálogos y de Vicuña Mackenna, ya habrá usted visto el que este amigo ha hecho de la biblio- — 73 — teca de Beeche. No se concibe cómo un hombre tan inteligente como Vicuña Mackenna y que sabe bastante de bibliografía americana, haya podido incurrir en errores tan garrafales como los que contiene su libro. Según me informan, esto es debido a que hizo el trabajo sobre las papeletas del mismo Beeche y lo hizo a la carrera, según su costumbre, por cuenta de la testamentaría, considerándolo simplemente como un negocio de escritor. En cuanto a la biblioteca de Beeche, ella ha perdido mucho de su fama tradicional, al ser catalogada. No hay allí los elementos para los estudios de un americanista, y el que se propusiera instruirse en la materia con los libros que la componen, saldría casi tan ignorante como al acometer la tarea. Rarísimas son las obras fundamentales que figuran en ella, y casi ningún libro curioso digno de la atención del bibliófilo. Esto prueba que las bibliotecas especiales no pueden formarse al acaso, y que para formar una colección de libros que tenga verdadera utilidad, se requiere ser algo más que bibliófilo o bibliómano, no bastando ser bibliógrafo muchas veces. Aun respecto de documentos de Chile, Perú y Bolivia, países en que fué formada, la colección de Beefche es pobrísima y trunca, y está recargada de muchas virutas, que ni aun para encender el fuego literario son útiles. Muchas veces, cuando aparece aquí algún libro nuevo sobre historia o geografía americana, se me ocurre enviárselo; pero temiendo recargar su equipaje, cuando por allá tiene tanto que leer, lo deposito en un legajo, con la intención de pasarlos más tarde a sus manos para que aumente con ellos su rica colección. Sin embargo, si usted tuviese interés en alguno, no tiene sino avisármelo, que irá por el correo. Entre los libros que le guardo con esa intención, hay dos folletos que pueden interesarle, y de que le daré noticia. El primero es un trabajo sobre Juan Díaz de Solís, del joven Frejeiro, a quien usted conoció. Es bastante bien — 74 — hecho, y adelanta algo dentro de los documentos publicados, aunque era susceptible de ser mejor. En carta privada le he hecho una crítica, señalando sus deficiencias y complementando sus noticias con los documentos inéditos que poseo, los cuales adelantan un poco más que los de Navarrete, que son muy incompletos como usted sabe. Es lástima que del viaje de Solís y Pinzón no hayan podido completarse las noticias, que indudablemente deben encontrarse en los archivos de España. A este respecto he hecho nuevos encargos, que tal vez nos den alguna luz más. El otro trabajo es un opúsculo de nuestro amigo Trelles sobre Diego García, aquel piloto portugués contemporáneo de Colón, con quien se encontró en 1527 en el Río de la Plata. Trelles, leyendo mal e interpretando peor la carta de éste, publicada por Varnaghen, sostiene que es el verdadero descubridor del RÍQ de la Plata y le da la prioridad sobre Solís. Si me hubiese consultado antes de publicar su opúsculo, le habría demostrado después privadamente—con documentos inéditos que poseo— que García vino en la expedición de Solís en 1515, con otros detalles más que él ignoraba y que le han hecho incurrir en los más graves errores (1). Le será agradable saber que Trelles es al presente, director de la Biblioteca de Buenos Aires y que ha empezado a publicar una revista de ella en forma de libro, bajo (1) Francisco Adolfo Varnhagen, distinguido historiador del Brasil y su representante diplomático en Chile, que dejó en la sociedad de Santiago los más gratos recuerdos por su cultura y sus vastos conocimientos. Publicó en los Anales de la Universidad de 1863 una interesante memoria histórica titulada La verdadera Guanahani de Colón. El objeto de esa monografía, es investigar cuál fué la primera tierra americana que pisó Colón en su viaje de descubrimiento de 1492 y cuál el derrotero que siguió en la memorable expedición. Como conclusión de su estudio el señor Varnhagen, señala como la primera tierra descubierta la pequeña isla de Mayaguana, una de las que forman el archipiélago de Bahamas. En nuestra Historia General, siguiendo la muy autorizada opinión del prolijo historiador don - 75 - el plan de la antigua «Revista del Archivo», de la que puede considerarse continuación (1). Muchos de nuestros literatos han publicado más o menos algún trabajo nuevo, algunos de los cuales le será agradable tener más adelante, siquiera sea para engrosar su colección argentina. La última novedad científico-literaria es un volumen del Dr. Ewald, nuestro sabio director del Observatorio de Córdoba, cuyo título es Uranografía Argentina. Es un catálogo de las estrellas visibles a la simple vista del hemisferio austral, que comprende más de 10,000 estrellas observadas, y que completa para los cielos la Uronometría de Argelanden y de Heis. Este libro, magníficamente impreso en Buenos Aires, con un Atlas de 14 mapas celestes grabados en Estados Unidos, ha de tener su repercusión en Europa, tanto más cuanto que en Europa, según he visto por el nuevo Atlas de Dehr, corregido por Flammarion, la última palabra del cielo austral es el catálogo de 8,300 estrellas que Brisbane formó en Australia en 1825. Si Ud. se interesa por esta obra, puedo mandársela. 'Yo prosigo siempre mis trabajos históricos y literarios, aun cuando respecto de los primeros, más me ocupo en estudiar documentos que en hacer libros. Los trabajos bibliográficos me atraen, y a veces les consagro semanas enteras, aún comprendiendo que es una obra más efímera Juan B. Muñoz, nos hemos inclinado a señalar como tal la isla llamada ahora Watling. El señor Varnhagen es autor de una historia muy recomendada del Brasil y de interesantes trabajos sobre los viajes de Colón y de Vespucio. Historia General do Brazil.—Madrid.—Domínguez.—1854. 2 volúmenes.—Opúsculos—Historia das lutas os holandeses.—Viena, 1871.—Amerigo Vespucci.—Lima—Mercurio—1865. (1) Manuel Ricardo Trelles, erudito escritor, encargado de la dirección del Archivo de Buenos Aires y de la Oficina de Estadística. Publicó el Registro Estadístico de esa ciudad y la Revista del Archivo General de Buenos Aires. 1869. 4 volúmenes. — 76 — y que tal vez no ha de acabar nunca en el vasto plan que me he trazado, el que Ud. conoce y que cada vez se agranda más. He terminado, sin embargo, un trabajo bibliográfico, que creía me ocupase más tiempo, y que pienso publicar, porque me parece podrá ser útil para el estudio de la geografía americana: es un catálogo de mi colección de mapas y planos. Su numero alcanza ya a 1,400 mapas—contando los de los Atlas especiales—empezando por las primeras cartas del descubrimiento de América, hasta las últimas que se han publicado sobre el teatro de la guerra del Pacífico. Cada mapa está estudiado bajo el punto de vista bibliográfico, histórico y geográfico, y algunos de ellos me han dado motivo para verdaderos artículos de revista, en ve? de simples notas bibliográficas. Me faltan, sin embargo, muchas piezas importantes para completar mi colección, y entre ellas una de que hablamos cuando Ud. estaba aquí, y que me dijo sería fácil proporcionarse en el Depósito Hidrográfico de Madrid. Es la siguiente: «Carta física de la parte interior de la América meridional, para manifestar el camino que conduce desde Valparaíso a Buenos Aires, en 1790, por José Espinosa y Bauzá. Año de 1810». Si a Ud. le fuese posible obtenerla, le agradecería me la enviara con toda seguridad, que se lo apuntaré en su cuenta corriente a título de reciprocidad. He tenido antes este mapa, pero lo perdí en un préstamo. Lo mismo me sucedió con el mapa de Cano y Olmedilla (edición de Madrid), que últimamente he tenido que comprar a Quericht en nueve libras esterlinas, aun cuando conservaba la edición de Londres. Espero que Ud., cuando me escriba, me dará algunas noticias y me hará algunas indicaciones para completar mi colección. Desde luego, le diré que me interesa completar la cartografía de la región del Amazonas. Entiendo que en estos últimos tiempos el Depot de la Marine ha publicado algo sobre esto, que adelanta sobre los traba- — 77 — jos de La Condamine, que hasta hoy hacen fe entre los geógrafos. Ya ve Ud. que yo también le escribo largo, diciéndole cuánto se me ocurre, tenga o no interés, para probarle que quiero que tampoco por su parte me olvide. Mi señora agradece sus recuerdos, y yo le ruego se sirva ofrecer los míos a su amable señora. Quedo siempre su affmo. amigo y S. S.—BARTOLOMÉ MITRE.» XXVIII.—ALGO SOBRE BIBLIOGRAFÍA Y ETNOGRAFÍA AMERICANA La segunda de esas cartas se refiere a los trabajos bibliográfieos Y de etnografía americana, de que entonces se ocupaba Mitre especialmente. Dice así: «N.° 12.—Buenos Aires, febrero 21 de 1880.—Señor •don Diego Barros Arana.—Santiago de Chile.—Mi querido amigo: Me preparaba a escribirle dándole la bienvenida por su feliz regreso a la patria, cuando recibí su estimable de 6 del corriente que me apresuro a contestar. Siento que por los motivos que me manifiesta haya tenido que interrumpir su permanencia en Europa, que tan agradable le era y que tan útil pudo ser a las letras americanas; pero al mismo tiempo lo felicito por el buen estado en que ha encontrado sus negocios y por las esperanzas con que se halaga. He recibido juntamente con una carta suya el libro de Vicuña Mackenna que Ud. me anuncia. No necesito leerlo para saber que será un alegato de paz, como se lo digo a él, en que a las galas del estilo se reunirán muchos hechos viejos y muchos argumentos nuevos. Es verdaderamente sorprendente la fecundidad de la brillante pluma de Vicuña Mackenna, aun cuando como se lo digo a él mismo, los frutos no sean sazonados, A pesar de esto, admira que en todas sus obras hay una - 78 - verdadera preparación, un fondo de saber sólido y sistemático y un vuelo de ideas que constituyen en cada uno de sus libros el material y la esencia de un verdadero libro, que no necesita sino un poco de más paciencia para ser completo. Le enviaré en primera oportunidad su ejemplar de Fouiliée, aun cuando había regalado el mío; pero/voy a recobrarlo y a encargar a Europa otro tan completo como el suyo: de todos modos cuente Ud. con su obra, que recibirá muy pronto. En un cajón de libros que preparo para Sarratea, le remitiré algunos libros y folletos que tenía destinados para Ud., entre ellos el Registro Oficial desde 1810, que es una obra histórica de inmensa labor y de gran importancia para la República Argentina. Por este correo le mando mi última obra, que es un opúsculo titulado Las Ruinas de Tiahuanaco. Es un estudio arqueológico, en que encontrará Ud. de paso, consignadas mis ideas sobre la arqueología y la etnografía americanas, bosquejando algunas de las grandes cuestiones con que estas materias se ligan. Creo que esas ideas o esos puntos de vista pre-históricos merecerán su aprobación, como que más de una vez nos hemos ocupado de ello, estando siempre de acuerdo (1). El esqueleto de mi catálogo geográfico está completo: (1) Mitre es autor de un trabajo sobre El Ollantay, estudio sobre el drama quichua que fué publicado en 1881 en un opúsculo de 42 páginas. Examina Mitre en este trabajo la pretendida existencia de una literatura dramática peruana anterior a la conquista, de la cual n o habría quedado más que una muestra completa, el Ollantay, drama ordenado y cabal representado en 1780 delante de Tupac Amaru. El señor Mitre estudia esta cuestión con perfecto conocimiento de la materia y con seguro criterio literario y llega a la conclusión de que ese supuesto drama quichua es la obra de un escritor versado en la literatura dramática española del siglo X V I I y que conocía el lenguaje indígena del Perú para componer en este idioma una pieza semejante a las comedias denominadas de capa y espada. - 79 - títulos exactos, proyecciones, medidas exactas, fechas y autores, filiación histórica y géográfica de los mapas, todo está ya arreglado en dos gruesos cuadernos en folio; pero esto no es sino el esqueleto. Necesito sujetar todo a una nueva comprobación, y al poner en limpio algunos artículos, he visto que el trabajo mayor está todavía por hacer, no decidiéndome a poner el punto final a algunos capítulos, que, como el de Amazonas, por ejemplo, exige tener a la vista los últimos documentos. Sigo, mientras tanto, otros trabajos bibliográficos, y estoy, a punto de terminar el de los libros sobre lenguas americanas, según el plan que Ud. ya conoce. Al llegar al P. Luis Valdivia, he encontrado que las noticias biográficas y bibliográficas a su respecto, son muy deficientes. En cuanto a lo último, lo más completo y exacto que he encontrado es su anotación en la historia de Olivares, página 22, aun cuando los títulos no están completos. Tengo el Arte y Gramática de 1606, en que se contiene también el Vocabulario y la Doctrina; pero, desgraciadamente le faltan algunas hojas. Si existiera en Santiago un ejemplar completo, le estimaría me enviase.una colación prolija de él con páginas y signaturas, así como de las demás obras del mismo autor, y especialmente de la que se refiere a las lenguas Allentrac y Milcocayac, de los Huarps, que por sus nombres sospecho sean más bien dialectos del araucano. Sírvase hacerme presente al recuerdo de su amable señora y felicitarla afectuosamente por su regreso al seno de la patria y de la familia, y Ud. reciba un abrazo de su invariable amigo que le desea felicidad.—BARTOLOMÉ M I T R E » . La tercera de ellas dice como sigue: «Buenos Aires, octubre 20 de 1880.—Señor D. Diego Barros Arana.—Mi querido amigo: Tuve el gusto de recibir oportunamente su última carta, contestando a la mía en que le pedía datos sobre el P. Valdivia, a la que, — 80 — por mi parte contesté casi inmediatamente. Desde entonces no he vuelto a recibir letra suya. Juntamente con mi carta le remití un cajón de libros, algunos de ellos bastante interesantes, conteniendo las últimas publicaciones argentinas, después que Ud. se ausentó de aquí. En él puse su ejemplar de Feuillet que, con insistencia me pedía, llenando con gusto su deseo, aun cuando yo me quedaré con un ejemplar incompleto, pues le falta una de las últimas piezas que el suyo tiene. A Sarratea le dirigí por la misma ocasión otro cajón de libros para él, recomendándole el que le iba destinado. Aun cuando Sarratea me ha escrito posteriormente varias veces, no me ha acusado recibo de este envío, y vuelvo a preguntarle si ha llegado a sus manos o no, temiendo haya sufrido algún retardo o extravío, aun cuando fué dirigido por la casa de D. Alejandro Maderna que tiene sucursal en Montevideo. Como Ud. tampoco me haya escrito desde entonces, ni acusándome recibo de esos libros, espero me diga lo que haya sobre el particular. Aun cuando por el momento ésta tenga por inmediato objeto un punto que a los dos interesa, tiene el muy principal de hacerme presente a su recuerdo, como el de un viejo y buen amigo que desea no interrumpir con Ud. su correspondencia afectuosa y literaria, en que la mutua simpatía y los gustos comunes hacen intervenir a la vez el corazón y la c'abeza. He cuidado de enviar a Ud. por el correo los pocos escritos que he publicado en esta última época. Creo que Ud. recibió mis Ruinas de Tiahuanaco, y supongo que también mi Oración en el Centenario de Rivadavia, que es mi última obra. Con motivo de la publicación de Trelles de que le hablé antes y que Ud. conocerá ya, relativa a Pedro García, de lo que sobre Salís ha publicado Frejeiro, tan errado lo creo y tan incompleto, bien que con mejor crítica el otro, voy a escribir un estudio sobre el primer — 81 — descubrimiento del Río, según nuevos documentos, dejando este punto fuera de cuestión, ilustrando de paso los primeros viajes de Solís, punto sobre el cual sostuvimos en tiempo pasado una amistosa correspondencia histórico-literaria. He visto en estos días una carta que Ud. ha dirigido al Dr. Wilde, y simpatizo con sus propósitos y sentimientos pacíficos como siempre, aun cuando podemos discrepar en medios y puntos de detalle. La idea que Ud. apunta es la misma más o menos que la que le propuse, de someter a arbitraje la materia del arbitraje. Como último recurso es mejor que la guerra, pero la prudencia y la previsión recíprocas aconsejan remover una causa que mantiene alejados dos pueblos hermanos, y que pueden ir hasta donde ninguno de ellos quiere y que de ningún modo les conviene. Deseándole toda felicidad lo mismo que a su amable señora, me es agradable repetirme de Ud. como siempre su Affmo. S . S . Y amigo.—BARTOLOMÉ M I T R E . » XXIX.—ARBITRAJE SOBRE LA MAJERÍA DEL ARBITRA- JE Otra de ellas es de fines del año 1880, y hemos tenido ocasión de referirnos a algunos de sus principales acápites. Se refiere la última de las cartas de que venimos ocupándonos GENCIA INTERNAa los momentos en que se inician CIONAL las nuevas negociaciones diplomáticas que llevaron al ajuste del Tratado de 23 de julio de 1881. Dice esta comunicación: «Buenos Aires, febrero 5 de 1881.—Mi querido amigo: Tengo en mi poder sus dos estimables de 28 de noviembre del año pasado y 10 de enero del presente, que me es agradable contestar. Empezando por los asuntos públicos de que usted me habla, excuso extenderme. Usted X X X . — E N FAVOR DE LA BUENA INTELI- Aporte 6 - 82 - conoce *mis ideas como yo las suyas, y, además, las mías están consignadas en los artículos que publico en los diarios, y que pienso en algo han contribuido a establecer entre ese país y éste esa inteligencia moral que puede ser precursora de una liquidación amistosa y definitiva de sus cuestiones. La prudencia y la mutua conveniencia así lo aconsejan, y es de esperarse que ambos 'gobiernos procedan en consecuencia. El desenlace de los sucesos del Pacífico estaba previsto, así es que 24 horas antes de que llegase la noticia del resultado de la expedición sobre Lima, escribí un artículo reabriendo las negociaciones pendientes entre ambos países, según los datos que en carta me suministró Lastarria. Por ese rumbo va la cuestión argentino-chilena, y debemos hacer votos por que continúe hasta su término. Como usted lo dice, antes que un rompimiento, cualquier arreglo que nos coloque en condiciones regulares y verdaderamente pacíficas. El cajón de libros de que usted me habla, me dice Sarratea haberlo recibido poco antes de la partida del último vapor de Valparaíso, razón por la cual no hubo tiempo de despacharlo; pero me anuncia que vendrá en el siguiente. Desde ahora le anticipo a usted mis agradecimientos, prometiéndole por mi parte, seguir enviándole los libros que por aquí se publiquen. Desde mi última remesa pocos libros que le puedan interesar, han visto la luz pública. En adelante cuando salga alguno se lo enviaré directamente por el correo, como lo hago con Sarratea. Por este conducto le he remitido las diversas obras de que usted me habla. Deseo mucho conocer su escrito sobre la guerra del Pacífico, de que me anuncia el envío de algunos ejemplares. Aquí no se conoce todavía, y algunos han venido a preguntarme si lo tenía. Lo leeré con gusto, y lo guardaré en mi biblioteca como un documento y como un recuerdo de su amistad. Me ha sido muy agradable leer las noticias que usted me da respecto de nuestro buen amigo Amunátegui. Guardo de él el más cariñoso recuerdo, aprecio como debo su bella in- — 83 — teligencia y laboriosidad, y le deseo toda felicidad. Su libro sobre la cuestión de límites, del cual hice una benévola crítica de un punto de vista extra-literario, tiene para mí el mérito histórico que usted le señala, y es un trabajo que tal vez utilizarán mejor los historiadores y los geógrafos que los políticos. Quiera darle mi afectuoso recuerdo, y manifestarle qstos sentimientos. Va a continuación la copia de la Real orden que usted me pide, la cual es tan breve, que bien cabe en una postdata. Va también otra que, con el mismo asunto se relaciona, por lo que respecta a Robertson. Sírvase presentar mis respetos a su amable señora, y crea que soy como siempre su viejo y affmo. a m i g o . — B . MITRE.» XXXI.—LA Al pie de la carta que acabamos de reproducir, se halla la COÓRDENES pia de dos reales órdenes, que Barros Arana le había encargado tomar del archivo de Buenos Aires. Se refiere la primera a la prohibición decretada por el Gobierno de Madrid en 1778 contra el libro de Robertson, sobre la historia de América, y la segunda al registro de las obras de la biblioteca que traía de Europa el eminente patricio chileno don José Antonio Rojas, y al secuestro de los pliegos de una edición castellana de dicha obrá, que había comenzado a hacerse en Madrid y que Rojas traía a Chile entre sus libros. El registro se hizo en Mendoza y los noventa y cinco pliegos encontrados fueron llevados a la secretaría del Virreinato. Esos curiosos documentos, copiados personalmente por Mitre y autorizados con su firma, son del siguiente tenor: Reales órdenes.—«1.a El doctor don Guillermo Robertson, rector de la Universidad de Edinburgo y cronista de Escocia, ha escrito y publicado en idioma inglés la «Historia del Descubrimiento de la América», y teniendo el Rey justos motivos para que dicha obra no se introduzca en España ni las Indias, ha resuelto S. M. que con el POSTDA- T A . — U N A S REALES — 84 — mayor rigor y vigilancia se impida su embarco para las Américas y Philipinas, ni en el idioma inglés, ni en ningún otro a que se ha traducido o se traduzca, y que si hubiese algunas partidas o ejemplares de dicha obra en los puertos de uno u otro dominio, o introducidos ya tierra adentro, se detengan y embarquen a disposición del Ministerio de mi cargo; y de su real orden le participo а V. S. para que, tomando las providencias más estrechas y convenientes en esa jurisdicción, tenga el debido cumplimiento esta resolución. Dios guarde а V. S.—Madrid, 23 de diciembre de 1778. — J O S E P H GÁLVEZ.—Señor Intendente de Buenos Aires». 2.a.—«Real orden.—Deberá V. E. remitir en primera ocasión a la secretaría de mi cargo los dos tomos en cuarto mayor de la Historia del Descubrimiento de América, que escribió el doctor Guillermo Robertson, y los noventa y cinco pliegos de su traducción al español, que dice V. E. en su carta de 22 de enero de este año existen en la secretaría de Cámara de ese Virreinato y se encontraron en la Biblioteca de don José Antonio Rojas, residente en Mendoza, por las órdenes que V. E. dió en virtud de la general de S. M., de 19 de diciembre de 78, para la prohibición y recogimiento de esta obra, y se lo participo а V. E. de su real orden para el debido cumplimiento y en lo sucesivo para la remisión también a mis manos de los demás ejemplares que se encuentren. Dios guarde а V. E.—Aranjuez, 1.° de junio de 1780.— J O S E P H DE GÁLVEZ.—Señor Virrey de Buenos Aires». «Es copia fiel.—(Firmado).—B. M I T R E . » XXXII.—NUEVAS Cuando Mitre cumplió sesenta años, le escribió Barros Arana una POLÍTICAS afectuosa carta en que recuerda los servicios prestados a las letras americanas, a su país y a la buena inteligencia entre Chile y la República Argentina. ACTIVIDADES PO- — 85 — «Lo felicito por haber cumplido sesenta años, le decía en aquel entonces, 1881. Cuando se ha llenado bien la misión sobre la tierra, prestado a la patria grandes servicios y cuando se llega a esa edad en buena salud y con la cabeza y el corazón jóvenes, los años no pesan, La edad le da derecho para retirarse un poco de las luchas ardientes de la política, y le permite consagrar más tiempo al cultivo de las letras que son el mejor amigo de toda la vida.» Como es sabido, Mitre siguió actuando en la vida política de su país y su nombre volvió a figurar como candidato a la Presidencia de la República en 1891. Mitre, que había prestado su nombre para una solución nacional, declinó el ofrecimiento desde que comprendió que no evitaba los grandes disentimientos políticos que se produjeron en esos días. En el manifiesto que dirigió a sus conciudadanos con fecha 15 de octubre de 1891, decía Mitre: «Dispuesto a consagrar al servicio de mi patria en el « puesto que se me asignaba, los últimos años que me « restan de vida, (tenía 70 años cumplidos), estaba igual« mente resuelto a aceptar la situación política y econó< mica que me tocase, cualquiera que ella fuése, pero < contando con medios apropiados para fundar un Go« bierno eficiente, que respondiese con hechos a las es« peranzas depositadas en mi candidatura.» Analiza en ese documento la situación política general, y expone que ha llegado a la convicción de que en las condiciones en que se presentan los partidos no le sería posible realizar una acción beneficiosa y útil al país, y agrega: «Por estas consideraciones que son de evidencia-, y « dándome cuenta de mi responsabilidad ante propios « y extraños, después de seria y tranquila meditación, « he adquirido la convicción profunda de que no corres« pondería como debo y quiero, a la confianza que han * depositado mis conciudadanos en mí, si mantuviese « « « « « « « « — 86 — « mi candidatura, y por lo tanto, la retiro indeclinable« mente, agradeciendo el alto honor que se han dignado « dispensarme.» Pasó más tarde a ocupar un asiento en el Senado de la nación y ejerció la presidencia de ese elevado cuerpo. SU actividad literaria no decayó en absoluto con los años, y su inteeligencia se mantuvo siempre fresca y vigorosa. Antes de terminar su valiosa Historia de San Martín, hizo en 1883 un viaje de estudio a Chile. Durante su permanencia en Valparaíso y entre las cariñosas manifestaciones de que fué objeto, recibió Mitre una que causó la más grata impresión en su espíritu. Fué el saludo que le hicieron los tipógrafos que habían trabajado con él en la imprenta y diario El Comercio, en los años de 1850 y 1852, cuando el joven proscripto había encontrado en Chile un asilo y un hogar político. A la vuelta a su país, después de un paseo verdaderamente triunfal, se consagró a sus cotidianas y queridas tareas literarias. En 1887 puso término a su obra histórica de San Martín y de la Independencia americana. XXXIII.—VIAJE A CHILE XXXIV.—Sus El 26 de junio de 1901, en el octogésimo aniversario del nacimiento de Mitre, el Gobierno argentino le decretó honores oficiales y la sociedad de Buenos Aires y el pueblo en masa, imprimieron a la celebración de ese acto, la mayor magnificencia. En ese día, dice uno de sus biógrafos, «se vió acudir a la casa que habitaba a todo el pueblo, miembros del Gobierno, delegaciones de las Universidades, academias y los más altos exponentes de la banca, del comercio, de la industria, los representantes de la Armada y del Ejército: todo, una inmensa caravana, en orden los unos, y los OCHENTA AÑOS — 87 — otros en el más emocionante y entusiasta de los desórdenes, haciendo sonar músicas y agitando enseñas, estandartes y banderas, que vitoreaban al prohombre que consideraban grande y ejemplar». Mitre pronuncia en ese momento una hermosa alocución, y sin referirse para nada a su persona, caracterizó esa manifestación como «un homenaje secular tributado « a la idea ingénita de la sociabilidad argentina, represen« tada por las generaciones que se han sucedido, de las « que tres se hallan ahora presentes, idea que se asocian « al sentimiento de la nacionalidad, a cuyo desenvolvi« miento orgánico estamos asistiendo». XXXV.—Su MUER- Mitre vivió cinco años más y su TE muerte, ocurrida el 19 de enero de 1906, fué un verdadero y justificado duelo general. El eminente hombre público argentino doctor Carlos Pellegrini, se expresó como sigue al depositar en su tumba los restos de Mitre: «De todos los hombres públicos que han aparecido en « la escena política argentina, el más completo fué el « general Mitre, pues poseía tal variedad de virtudes, de « aptitudes y de facultades, cual no conozco reunidas « en otro estadista propio o extraño; pues si alguno pudo « igualarlo en alguna especialidad, ninguno las reunió « en condiciones tales que le permitiesen actuar en pri« mera línea y con igual eficacia en todas las escenas, en « todos los momentos sobre todas las clases sociales». Después de enunciar las brillantes cualidades que le adornaban como político, literato, orador y militar, agrega: «Dominaba a los hombres de pensamiento y a las « masas populares por la doble influencia de la inteli« gencia y del carácter, ejerciendo sobre su pueblo una « autoridad moral que, lejos de debilitarse con el tiempo, « adquiría cada día mayor poder, a medida que las pa- — 88 — « « « « « síones se calmaban y se destacaban mejor, no sólo por la grandeza de la obra, y sobre todo, por su altura moral y la sinceridad de su patriotismo, que fué su guía constante en los días serenos como en los más obscuros y tormentosos de nuestra agitada historia.» Y concluye esa hermosa oración con la siguiente pincelada maestra: *Su grande ideal y su gran misión fué la organización « nacional: fué fiel a ella en todos los momentos de su « vida, asistió a sus comienzos, tuvo en su realización « la principal parte y ha tenido la inmensa satisfacción « de verla terminada. Donde el general Mitre deja in« menso e irreparable vacío es en el corazón de ese pueblo, * que se había habituado a contemplarlo con respetuosa * adoración, no sólo como el ídolo de sus amores, sino « como el genio tutelar de sus destinos.» Al asociarnos hoy a la celebración del natalicio del general Mitre, esatmos ciertos de interpretar fielmente los sentimientos de nuestros compatriotas, que aprecian con justicia las virtudes cívicas del egregio ciudadano, los merecimientos del estadista y la condición y sólidas cualidades del grande historiador americano. Santiago, 26 de junio de 1921. INDICE Págs. Justicia histórica . Barros Arana y Mitre C a r t a s inéditas La personalidad de Mitre. . S o l d a d o y periodista Orador y poeta Investigaciones históricas Descubrimiento del Río de la Plata Comunidad de sentimientos Historia de Belgrano y de S a n Martín Noticias biográficas Cartas de 1859 y 1860,—Batalla de Cepeda Congratulación al gobernante Batalla de Payón y la unidad argentina Mitre en la presidencia C a r t a s de 1863 a 1865 Sus deberes como gobernante.—Carta de 4 de junio de 1864. Sobre la labor histórica comenzada por Barros Arana.—Carta de 19 de agosto de 1864 Mitre asume el m a n d o de los ejércitos aliados.—Carta de 2 de junio de 1865 , A g i t a d a vida política de Mitre: 1868-1875 5 6 6 7 7 7 8 '9 11 12 16 28 33 34 39 42 42 45 46 48 - 90 Págs. Reanúdase la correspondencia.—Carta de 10 de agosto de 1875 ,... Carta sobre literatura americana de 20 de octubre de 1875. Anexo a la carta de 25 de enero de 1876 , Sobre la biografía de Mitre, por' Barros Arana.—Revisión de la Historia -de Belgrano Interrupción de la correspondencia: 1876-1879 Carta de 22 de enero de 1879.—En vías de inteligencia diplomática '. Neutralidad de Argentina y el rechazo del Tratado secreto del Perú y Bolivia contra Chile.—Libros y trabajos literarios. . Algo sobre bibliografía y etnografía americana Arbitraje sobre la materia del arbitraje E n favor de la buena inteligencia internacional U n a s reales órdenes N u e v a s actividades políticas . Viaje a Chile Sus ochenta años S u muerte 50 52 58 64 67 69 71 77 81. 81 83 84 86 86 87 INDICE DE NOMBRES CITADOS EN EL TEXTO. Págs. Alberdi, Juan Bautista Alsina, Valentín. . . . Amunátegui, Miguel Luis y Gregorio Víctor Amunátegui, Miguel Luis Aquino, Coronel. . . . Arana, Felipe Arcos, A n t o n i o Arcos, S a n t i a g o Argelanden 20 24-25-30 35 44-82 21 24 34 21-22-38 y 39 75 Págs. Arlegui, Isabel Artigas, José 38 64 Balcarce, Mariano. .. Ballivián, José Barros Arana, Diego. Barros Arana, J u a n a . Barros Borgoño, Luis Barros Pasos, José. .. Baudrix, Mariano. . . Beeche, G r e g o r i o . . . . Belgrano, M a n u e l . . . 33--39--51 19 69 74 20 33--34-69 45--72 12- 13--14 5 2 - 53- 61 y 62 — 91 — Páes. Bellina Skupieski, An tonio Bello, Andrés Belzú, ManueJ 1 Biedma, José J u a n . . . Bilbao, Francisco. . . Bonaparte, Napoleón Brasseur de Bourboury Brisbane, T o m á s Mac Dougall Brown, Guillermo . Burmeister, Doctcr . Cano y Olmedilla. .. Camoens, Luis d e . . . Casanova, Mariano. Carranza, Angel Justiniano Carrera, José Miguel. Carrasco, Albano. . . Colón, Cristóbal. . . . 55-56 20-37-57 19 21-27-37 38 55 59-60 76 29 44 48-50 55 67 74 21 D í a z de Solís, Juan. 9-10-74- 80 y 81 Fernández de Enciso, Martín Fernando el Católico Flammarion, Camilo Flores, General Francia, Gaspar Rodríguez de Frejeiro Gálvez, Joseph Gamarra, A g u s t í n . . . García de Moguer, Diego.... García Pedro. .'V... . Garrido, Victorino. .. Guilante, General. . . Gómez, Juan Carlos. González, Florentino Gutiérrez, Juan M a - 17 20 Herrera, Antonio de. Herrera y Obes", M a nuel Hutchinson......... La Condamine Carlos María La Madrid, Gregorio Araoz de la Lamas, Andrés La Serna José de la Lastarria, José Victorino Leclerc, J u a n . . . . . . . López, Francisco Solano López, Vicente Fidel. 76 30 75 López de G o m a r a . . . López Planes, Vicente Lozano, Pedro : 10 10 75 27 Maderna, Alejandro.. Magallanes, Hernando Mantegazza Mitre, Bartolomé (hijo) M o n t t . Manuel 56 73 84 19 74 y 80 80 21 19 20 58 20-23-24 35-36-37 75 30 Chilaverte, Maximiano Echagüe, G e n e r a l . . . Elguero, Federico. . . Espinoza y Bauzá, José Espora, C o m a n d a n t e Ewald, D o c t o r . . : . . . Pags. 10 18 58 77 61 18 y 59 61 20-51-82 72 41 23-30-59 60-62-63 10 22 59 80 10 58 44 -23 y 51 — 92 — Págs Muñoz, Juan Bautista 75 Navarrete, Martín Fernández d e . . . . . 74 Obligado, Rafael Ocampo, G a b r i e l . . . . O'Higgins, Bernardo. Olañeta, Pedro Antqnio Olivares, Miguel de. Oribe, Manuel Padilla, Manuel . . . . Pauly, P. C h . . . . . . . Paunero, Wenceslao. Paz, José María. . . . Pellegrini, Carlos. . . . Pinto, Manuel Guillermo Pinzón, Luis H Pueyrredón, J u a n Martín Rawson, Guillermo. . Restrepo, José M a nuel Rivadavia, Bernardino Rivera, F r u c t u o s o . . . Robertson, Guillermo Rojas, José A n t o n i o Rosas, Juan Manuel S a n Martín, José de 25 20 14-51-55 y 56 62 79 17 61 58 21 17 87 25 44 42 y 63 58 Sarmiento, D o m i n g o Faustino Sarratea, Mariano... Sena Pereira, t o de Jacin- Tejedor, Carlos Tréllez, Manuel cardo Urquiza, de Justo 30 20 Ri74 y 75 José Valdivia, Padre, Luis de Varnaghen, Francisco Adolfo Velasco, José Miguel Vélez Sarsfield, Dalmacio Vespucci, Américo. .. Vicuña Mackenna, Benjamín 33 42 17 y 18 83 y 84 83-84 16-17-20 21-22-24 y 29 12-13-14 15-50-51 5 3 - 5 5 y 63 2 0 y 48 46-51-78 8 0 y 82 Wilde, Doctor Whitelock, Juan. . . . Wright, Francisco Agustín Y á ñ e z Pinzón, Vicente Zapata, Martín Zenteno, Ignacio. . . . Zinny, A n t o n i o 18-20-21 22-24-25 26-27-28 32 y 35 79 45-70-74 У 75 19 22-46 75 23-51-72 73 y 77 11 y 81 40 29 9-50 74 y 20 50-51-52 40 y 67