Federico Rodrigo - Facultad de Periodismo y Comunicación Social

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PLAN DE TESIS
LA MAQUINARIA RESOCIALIZADORA
Análisis del dispositivo punitivo/terapéutico de la
Unidad 111, Cárcel de Claromeco
FEDERICO RODRIGO
1) Fecha estimada de presentación
Noviembre de 2008.
2) Director y/o co-director/es sugeridos
Director: Sergio Caggiano
Candidato a Doctor en Ciencias Sociales (IDES-UNGS), Magister en Sociología
de la Cultura y Análisis Cultural (UNSaM-IDAES), Licenciado en Comunicación Social,
(UNLP). Becario del CONICET, ha desarrollado tareas de investigación sobre
migraciones, interculturalidad, procesos identitarios y discriminación para el Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), CLASPO (University of Texas, Austin)
y la Universidad Nacional de La Plata. Integra el Grupo de Trabajo “Migración y
Cultura” de CLACSO. Profesor e investigador de la Universidad Nacional de La Plata y la
Universidad de Buenos Aires. Es autor de “Lo que no entra en el crisol. Inmigración
boliviana, comunicación intercultural y procesos identitarios (FORMA)” (Prometeo,
2005) y de “Lecturas desviadas sobre Cultura y Comunicación” (Edulp, 2007), y ha
publicado artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras.
Co-director: Ramiro Segura
Licenciado en Antropología por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).
Doctorando del Programa de Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional
de General Sarmiento (UNGS) y el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES).
Se desempeña como docente de grado en las facultades de Trabajo Social y
Periodismo y Comunicación Social de la UNLP y en la Escuela de Humanidades de la
Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), y como docente de posgrado en la
Maestría en Ciencias Sociales (UNGS-IDES). Durante el período 2000-2005 se
desempeñó como becario de investigación de la UNLP y actualmente es docenteinvestigador categoría IV en el sistema de incentivos y becario del Centro de
Investigaciones Etnográficas (UNSaM). Se ha especializado en el campo de la
antropología urbana, temática sobre la que ha publicado artículos en revistas
nacionales e internacionales.
3) Título
“La maquinaria resocializadora. Análisis del dispositivo punitivo/terapéutico de
la Unidad 111, Cárcel de Claromeco”1.
4) Breve descripción del proyecto
Tema
Configuración de los dispositivos a partir de los cuales se instauran los
parámetros de “normalidad” y “desviación” en instituciones de confinamiento.
Problema
Teniendo en cuenta que en Argentina, en el año 2003, a partir de la
inauguración de la Unidad Penal 111 de Claromeco se comienza a realizar una
experiencia penal sin antecedentes en América Latina vinculada al “tratamiento de
conductas y uso indebido de drogas”, nos preguntamos: ¿Cómo se actualizan estos
dispositivos en esta institución específica? ¿Existe un ideal de ciudadano, un ciudadano
deseado al que tributan estos mecanismos? En caso de existir ¿cómo se articula el
mismo a partir del rechazo a prácticas asociadas a la idea de “droga” y de
“delincuencia”?
Contexto del problema
La delincuencia, en las últimas décadas, ha ido ganando espacio en el
repertorio de las problemáticas socialmente reconocidas, se ha ido destacando en
tanto que asunto tematizado desde los más variados registros discursivos, se ha ido
configurando, por qué no, como un “significante vacío” articulado desde múltiples
discursos, nombrado como causa y consecuencia de un sin fin de procesos muchas
veces contradictorios entre sí.
Ejemplo de lo anterior encontramos, por citar uno de los más reconocidos, en la
agenda mediática. Ésta, estableciendo las siempre complejas relaciones con su público,
1
Advertencia: Ni el Servicio Penitenciario Bonaerense posee una Unidad 111, ni en la localidad de
Claromeco existe una cárcel. Elegimos ocultar el nombre real de la institución carcelaria analizada
(nuestro objeto empírico) para preservar la identidad de las fuentes.
relaciones de recíproca y múltiple influencia, ha concedido un lugar de privilegio a la
temática. Una magnitud cada vez mayor de las informaciones transmitidas se refieren,
directa o indirectamente, al delito y sus implicaciones. Se habla de la inseguridad como
sensación, de los delitos efectivamente cometidos, de la lucha contra el mismo y de
numerosas prácticas (desde “el consumo de estupefacientes” a la corrupción policial) a
las que se considera como variables influyentes en la consumación de lo anterior.
Por su parte, en el campo político, la preeminencia del debate en torno a la
“inseguridad” pone de relieve la configuración hegemónica a la que la temática
habilita, la estructuración de las relaciones de fuerza, la distribución de la legitimidad, a
partir de las posibilidades jugadas en torno a esta problemática. Durante las
“campañas”, pero también en época “ordinaria”, los políticos discuten y salen a discutir
causas y soluciones, dicen querer “resolver” la “principal preocupación de la gente”.
A su vez, estos relatos político/mediáticos han encontrado en el consumo de
sustancias prohibidas, en la “droga” o la “drogadicción”, uno de los principales socios
del delito. La ilegalidad de las prácticas las suma y las potencia, se las propone como
polos de un mismo fenómeno que lleva de la droga al delito y del delito a la droga
multiplicando sus efectos, acrecentándose mutuamente y delineando un entramado de
“marginalidad” que despide víctimas como una potente fuerza centrífuga, que
perjudica a la sociedad en general, pero también, a quienes la practican en particular.
En este contexto, hacia el año 2003, el Servicio Penitenciario Bonaerense
inaugura una Unidad Carcelaria destinada específicamente al “tratamiento de
conductas y uso indebido de drogas”, estableciendo, de esta manera, el primer
complejo en América Latina que encara a la droga y a la delincuencia como aspectos
vinculados, como lazos de un mismo nudo.
La especificidad de este penal se debe a que el servicio penitenciario decidió
cumplir con la Ley de Estupefacientes (Nº 23.737) que en su artículo 16 determina que
el Estado debe garantizar “una medida de seguridad curativa que consistirá en un
tratamiento de desintoxicación y rehabilitación” para quienes dependan física o
psíquicamente de la utilización de estupefacientes. Además, implantando como
modalidad psiquiátrica a la “Comunidad Terapéutica”, se pretendió “adecuar la
prestación hacia un abordaje mas incisivo en su intervención, mas dirigido a las
particularidades bio-picosociales y endoculturales de los internos, y mas recortado a las
exigencias jurídicas reglamentarias de la situación privativa de libertad”2.
2
Tríptico institucional.
Entonces, el Estado, o al menos una parte de él (la que constituye el Servicio
Penitenciario), enfrenta esta nueva problemática alimentada, en tanto que
problemática, desde numerosas afluencias. Así, el par droga/delincuencia encuentra un
abordaje específico, una modalidad punitiva/terapéutica particular para los tiempos
que corren.
Así las cosas, el análisis de esta propuesta estatal, de esta tecnología, permitiría
dilucidar las respuestas que se le dan a una problemática que empuja fuera del círculo
de lo tolerado a numerosos individuos, que configura prácticas que quedan por fuera
de lo esperado para el “ciudadano”. Poder y subjetividad, a partir de la producción de
ciudadanía, se encuentran generando una tensión. Esta tesis pretende utilizar a la
droga/delincuencia como terreno a partir del cual analizar el polo que se desarrolla de
manera institucionalizada.
Por último, es importante destacar que el objeto que convoca este trabajo
encuentra numerosos interlocutores hacia dentro del mundo académico. En medio de
esta polivalencia en relación con el par droga/delincuencia, de este exceso de sentido
que se construye y se utiliza con variedad de intenciones y consecuencias, se ha
despertado la curiosidad de numerosos científicos sociales. La dispersión con que
fueron abordados, las múltiples disciplinas y perspectivas que fueron movilizadas para
aprehenderlos, generaron, fundamentalmente, el reconocimiento generalizado del
objeto dentro del campo.
Gabriel Kessler en “Sociología del delito amateur” (Buenos Aires: Paidós. 2004) o
Alejandro Isla y Daniel Miguez en “Heridas Urbanas. Violencia delictiva y
transformaciones sociales en los noventa” (Buenos Aires: Editorial de las ciencias.
2003) marcan algunos de los antecedentes que han posibilitado concebir este
fenómeno como de interés a las ciencias sociales.
Estado del Arte
Se han podido encontrar algunas tesis de grado de la Facultad de Periodismo y
Comunicación Social que, tanto en lo relativo a la temática como al objeto a estudiar,
funcionan como antecedentes a considerar.
En primer lugar, se encontró un trabajo que data del año 2006 denominado “La
cárcel, mediadora del vínculo madre e hijo”. El mismo, que fue realizado en la Unidad
33 del Servicio Penitenciario Bonaerense (cuya característica saliente es la de brindar la
posibilidad de que las internas en temprana maternidad puedan convivir junto con sus
hijos hasta éstos cumplidos los 4 años de edad), se propuso como objetivo analizar el
lugar que ocupa la institución carcelaria en la constitución del lazo madre-hijo.
Las autoras encontraron que en el interior de la institución se establecen
múltiples relaciones que operan como mediaciones en esta trama vincular; muchas de
ellas, incluso, que escapan al control institucional. De esta manera, observaron una
diseminación de las relaciones de poder similar a las caracterizadas por Michael
Foucault bajo el nombre de “microfísica del poder”.
Sin embargo y a pesar de lo anterior, las tesistas le otorgan a la Unidad y a los
actores que la encarnan un rol protagónico. La conformación de las rutinas, la
imposibilidad de un espacio “intimo” o las normas que rigen las conductas son algunos
de los aspectos fundamentales en los que se reconoce la gestión institucional de la
vida de las internas.
Es en este sentido, a partir de la construcción teórica que les permite
desarrollar este análisis, que “La cárcel, mediadora del vínculo madre e hijo” aporta
elementos al trabajo que se pretende realizar. El concepto de “normas de la casa” que
las tesistas retomaron de “Internados”, trabajo de Irving Goffman, focaliza en las
reglas de funcionamiento que los internos de la institución deben aprehender cuando
ingresan en la misma. Considerando esto a la luz de la temática abordada en el
presente trabajo, y obviando lo referido a la producción normativa que efectúan los
propios internos del penal, creemos que el concepto resulta de gran utilidad para
encarar el análisis del dispositivo.
Siguiendo con el planteo de Goffman y directamente vinculado a lo anterior, la
caracterización de las “instituciones totales” presente en el trabajo considerado
también resulta de gran utilidad a la hora de analizar una unidad penitenciaria.
Por último, otro aspecto de esta tesis que resulta interesante destacar, viene
asociado a la apropiación de la noción foucaultiana de “disciplina” que efectúan las
realizadoras. Una de las dimensiones de la misma, la referida a la división del espacio
que posibilita la individualización, es concebida en “La cárcel, mediadora del vínculo
madre e hijo” de manera heterodoxa. Esto es así ya que consideran que el espacio
segmentado no debe ser entendido sólo en términos físicos; los sujetos también son
clasificados a partir del lugar que ocupan en la estratificación simbólica del lugar.
Otra de las tesis que se considerará como antecedente es “Los prejuicios hacia
las Personas Privadas de la Libertad desde los Discursos de los Medio Masivos de
Comunicación” que, como su nombre lo indica, versa sobre la referencia mediática a
quienes son internos de las instituciones carcelarias.
A partir de un corpus construido desde tres afluencias distintas (diario “El Día”,
diario “Clarín” y, también, entrevistas a internos), los realizadores establecen una serie
de “prejuicios” que delimitan el “estigma” que estos sujetos deben acarrear tanto
dentro como fuera de la institución. Para esto, además de los mencionados, utilizan el
concepto de “categoría acusatoria” de Gilberto Velho para referirse a la capacidad de
contaminación identitaria que ciertas acusaciones pueden generar. Entonces, con este
concepto se quiere dar cuenta de la puesta en cuestión de la humanidad de los
acusados que ciertas denuncias pueden generar. En nuestro caso, creemos que
observar el tratamiento de la droga/delincuencia a la luz de esta noción aportaría una
perspectiva interesante de la cuestión.
En este sentido y estrechamente ligado a lo anterior, también nos resulta útil
retomar el concepto de “estereotipo” que los tesistas recuperan del sociólogo francés
David Victoroff, a partir del cual es posible considerar la caracterización de los sujetos
por medio de pocos datos de su personalidad.
Para finalizar con este trabajo, un último aspecto que interesa destacar, es el
análisis introductorio de la “Ley de Ejecución Penal nº 12.256”. Esto servirá de
antecedente ya que un estudio de la misma Ley será necesario para la
conceptualización del dispositivo que se pretende realizar.
La última de las tesis relevadas al momento de realizar este plan es la
denominada “”Jóvenes, Drogas, un estandarte del Rock. Análisis Periodístico de los
mensajes relacionados con el consumo de drogas en las Canciones del Rock Nacional
(Período 1994-2005)”.
De ella, nos interesará la calificación de la “droga” como “tabú”, y posterior
definición freudiana del concepto. A partir de retomar los argumentos desarrollados
por el padre del psicoanálisis en “Tótem y tabú”, la prohibición encuentra justificativo
en la economía psíquica de la comunidad. De esta manera se explica por qué quien
viola una prohibición (aunque sea una norma que atañe exclusivamente al sujeto que
realiza la práctica sin consecuencias efectivas sobre el resto de los habitantes de la
comunidad) encuentra reprobación y rechazo en el seno de la sociedad. Así, la
dimensión moral de la norma cobra un mayor relieve.
Por otra parte, esta tesis presenta varias definiciones a cerca de la “droga” que
posibilitan vislumbrar la polivalencia que supone el término. En este sentido, indagar la
construcción específica que se efectúa en la Unidad 111 de Claromeco, puede resultar
interesante a los efectos de este trabajo.
Y por último, quizá el hallazgo más importante se vincule a la historización de
las sustancias calificadas como “drogas”, su consumo y su prohibición. Vislumbrar el
recorrido histórico de lo que, en la actualidad, encierra el concepto, dimensionar el
lugar que ocupaban estas prácticas (y las representaciones sobre las mismas) en
diferentes configuraciones culturales, en diversidad de espacios y tiempos, habilita un
marco, una referencia, para, a partir de esta, desagregar esta noción que ocupa un
lugar central en la constitución de los dispositivos disciplinares contemporáneos.
5) Área temática:
Teniendo en cuenta que esta tesis versará sobre los mecanismos que pone en
juego el Estado, a través de la institución carcelaria, para la producción de una
determinada subjetividad, creemos que se enmarca dentro del programa denominado
“Comunicación, Prácticas Socioculturales y Subjetividad”.
Si la cultura es un “campo sonde se libran distintas luchas por el significado de
la experiencia, de la vida y del mundo”3, las instituciones de encierro se muestran
como espacios en los que el agente institucional, el actor que formalmente controla su
funcionamiento, multiplica su capacidad para disminuir las posibles resistencias por
parte de los internos. Entonces la lógica del poder, que se cierne sobre los sujetos a
partir del control de la totalidad de su tiempo, se potencia en tanto que máquina
productora de subjetividad.
Analizar los mecanismos por medio de los cuales esto se intenta llevar a cabo
(más allá de su eficacia), tributará a una mejor comprensión de la relación
subjetividad/poder como proceso de comunicación.
6) Objetivo General:

Analizar la configuración del dispositivo carcelario orientado al par
delito/droga en tanto productor/normalizador de ciudadanos
Objetivos Específicos:
3
Página de la Dirección de Investigaciones Científicas y Grado de la Facultad de Periodismo y
Comunicación Social de la UNLP (http://www.perio.unlp.edu.ar/Tesis/programas.html).

Visualizar la interacción entre el relato psiquiátrico y el penal dentro de la
institución.

Identificar los valores a partir de los cuales se construye el prototipo de
ciudadano a seguir.

Establecer el tratamiento que realiza la institución de aquello que se
considera dentro del “sistema de la trasgresión” (nociones de “delincuente”
y “drogadicto” y su vinculación).

Visualizar el rol de las diferentes disciplinas que intervienen en la
“normalización” de los internos.

Determinar la existencia de diferentes dimensiones en la puesta en
funcionamiento del dispositivo.

Analizar las operaciones a las que habilita el marco legal existente.
7) Justificación
La pregunta por los mecanismos que impulsan la normalización de las
conductas y representaciones es una pregunta que apunta de lleno a esa misma
“normalidad”. El sistema de normas vigente, en su carácter de garante del orden,
entendido como productor de prácticas, puede interpelarse por medio de los aparatos
que pretenden establecer su reproducción.
A diferencia de lo que ocurre en el espacio social considerado como totalidad,
en las instituciones de confinamiento, al menos restringiendo la consideración a sus
declaraciones de principios, es posible remitir cada elemento, cada aspecto del
universo que conforma el ambiente de los internos a una intencionalidad subyacente.
El aspecto ideológico de estas instituciones se declara abiertamente, se muestra como
justificación tanto de la función punitiva como de la llamada “necesidad de
resocialización”.
Entonces, al reflexionar sobre estos dispositivos, al desnaturalizar los valores
que pretenden asegurar, es posible mostrarlos como antagonizando un repertorio de
conductas que se producen más allá del rechazo que las normativas establecen. Así,
cuando el espectro de conductas posibles se amplia, cuando lo socialmente reconocido
como válido se encuentra inmerso en un abanico mayor de posibilidades, aquello que
otorga y sustrae legitimidad se evidencia como contingente y, por esto mismo, como
articulado a través de relaciones de poder.
De esta manera, la “configuración de las normas”, en tanto que problema
teórico, se presenta como motor analítico de este trabajo.
8) Alcances y limitaciones
Dificultades

Son varios los aspectos que influyen negativamente en la posibilidad de
analizar la eficacia del dispositivo considerado:
Por un lado la necesidad de permisos de acceso al penal (del servicio
penitenciario y el poder judicial) demandarían una gestión específica, así
como también, en el caso de contar con la aprobación de los mismos, la
espera hasta acabado el circuito burocrático. Además, en el caso de acceder
a entrevistas con algún interno se correría el riesgo de que el servicio “elija”
discrecionalmente al entrevistado, lo que le quitaría veracidad al testimonio.
Aunque, por otra parte, aún confiando en el criterio de los encargados del
penal, otro problema relacionado a una posible entrevista sería la falta de
confianza del entrevistado para con el entrevistador. Teniendo en cuenta
que se trata de personas privadas de su libertad y de que la misma se
encuentra supeditada a la interpretación que las autoridades de la Unidad
tienen sobre su comportamiento, es posible que el interno prefiera no
“comprometerse” demasiado con su relato. Lo que, nuevamente, le quitaría
valor de verdad a sus respuestas.
Y si bien la situación de la entrevista es, en tanto que interacción
contextualizada, en sí misma productora de saber, más allá de lo registrado
en lo estrictamente oral, se ha preferido evitar estas circunstancias para no
complejizar demasiado con suposiciones la interpretación de las mismas.
Es por esto que se ha preferido dejar de lado lo relativo a lo efectivamente
acontecido, para centrar el análisis en los mecanismos y la intencionalidad
de los mismos.

Eliminadas las trabas que la consideración de los internos requería, aparece
como necesario, sin embargo, parte de lo mencionado anteriormente. Si al
reflexionar sobre el dispositivo se requiere abordar, por ejemplo, la
especificidad tratamental, sería pertinente tener algún tipo de encuentro
con quienes son los encargados de llevar esto a cabo y, también, la
situación ideal contemplaría una observación de la interacción de los
mismos con los internos. De esta manera, a pesar de haber descartado la
eficacia del dispositivo, sería indispensable la cooperación tanto de las
autoridades del penal, como de los profesionales que se desempeñan en la
“comunidad terapéutica”.

En relación con lo anterior, otra de las limitaciones probables gravita sobre
los posibles desfases temporales. A pesar de contar con el pleno apoyo de
quienes componen la Unidad 111 podría ocurrir que sus tiempos, las
ocasiones que disponen para brindarse a los pedidos realizados, no
encuentren un correlato en los tiempos académicos. Así, la demanda podría
encontrar respuestas negativas no por falta de voluntad, sino por motivos
objetivos (si por objetivo se entiende aquello que no esta sujeto a la
voluntad de los actores).

Por último, una posible dificultad es la relativa al objeto y su pertenencia a
la disciplina que contiene este trabajo. La media-manía, la compulsión al
objeto como medio de clasificación epistemológica, establece un margen
que expulsa hacia la periferia cualquier intento de concebir a la
comunicación más allá de su dimensión instrumental.
Entonces, al ser la cárcel la referencia empírica en la cual desarrollar el
análisis, se vuelve necesario establecer, a lo largo del trabajo, la pertinencia
del mismo en el campo de conocimiento que pretende enmarcarse.
Esto no sólo implica un esfuerzo de tipo “creativo”, sino también, la
necesidad de una búsqueda más extensa tanto de material teórico como de
antecedentes.
Alcances
Para la realización de esta investigación se efectuarán:

Análisis de las leyes pertinentes, de entre las cuales podemos destacar: ley
de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad nº 24.660; ley de Cuenta
Especial “Servicio Penitenciario de la Provincia, Trabajos Penitenciarios
Especiales nº 11046; ley de Ejecución Penal Bonaerense nº 12256; ley
11.92 del Código Procesal de la Provincia de Buenos Aires; ley de Seguridad
Pública 12.154 y el Plan Nacional de Drogas 2005-2007 entre otras.

Análisis de las reglamentaciones específicas relativas al trato de los
reclusos, de entre las que podemos destacar: Código de Ética de la función
pública; Modelos de expedientes disciplinarios; “Reglas Mínimas Para el
Tratamiento de los Reclusos” (Primer Congreso de Naciones Unidas sobre
Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, Ginebra 1955) y
“Principios básicos para el tratamiento de los reclusos” (documento del
Servicio Penitenciario Bonaerense) entre otras.

Análisis de las normativas específicas de la Unidad 111 (documento
fundacional y reglamentaciones de funcionamiento).

Entrevistas con actores clave (desde el punto de vista de la conformación
del dispositivo) dentro del Penal: director, encargados del “tratamiento”
(psicólogos, psiquiatras, médicos, etc.), guardia cárceles, etc.

Entrevistas con otros actores que componen el Penal que, a pesar de no ser
considerados “clave” (desde el punto de vista de la conformación del
dispositivo), pueden aportar un visión distinta relativa al funcionamiento de
la Unidad: personal de limpieza, de la cocina, etc.

Observación de las disposiciones espaciales.

Observación (en caso de ser posible) de las interacciones entre los distintos
actores y los internos.
9) Métodos y técnicas
Creemos que la perspectiva cualitativa resulta la más adecuada para abordar el
trabajo que nos planteamos. El punto de vista hermenéutico, la caracterización de lo
social como entramado de sentidos, habilita la utilización de numerosas técnicas que se
proponen su decodificación.
Así, en concordancia con la postura epistemológica mencionada más arriba,
enmarcaremos el desarrollo de esta tesis con las concepciones de quienes consideran
que “el mundo social no puede ser entendido en términos de relaciones causales o
mediante el encasillamiento de los eventos sociales bajo leyes universales”. Es decir,
que consideramos que “las acciones están basadas e incorporadas por significados
sociales: intenciones, motivos, actitudes y creencias”4.
Entonces, para el develamiento de esta semanticidad constitutiva de lo social,
inherente a su existencia, las “técnicas cualitativas” se muestran como las más
apropiadas, como las únicas construidas desde este paradigma gnoseológico.
Así, por ejemplo, utilizaremos entrevistas en profundidad, para tener acceso a
los sentidos puestos en juego por quienes dan vida al desarrollo institucional:
autoridades, terapeutas, guardia cárceles, etc.
Por otra parte, consideramos de mucha utilidad los aportes que pueden
adquirirse de la perspectiva etnográfica. Si bien las posibilidades de emplear “técnicas
antropológicas” estarán supeditadas a la gestión de distintos permisos, la observación
de las interacciones entre los internos y los distintos integrantes del esquema
institucional, así como de las disposiciones espaciales y sus actualizaciones por medio
de las prácticas que en dichos espacios se desarrollan, pueden aportar luz a la
consideración de una dimensión muchas veces ignorada en la caracterización del
dispositivo: la interaccional.
Por último, también se realizarán análisis de distintos tipos de documentación:
leyes nacionales y/o provinciales, acta fundacional de la institución, normativas
internas, etc. Es importante destacar que el análisis de documentos tiene por objetivo
“adquirir conocimientos sobre las personas que los redactan y mantienen al día”. Es
decir, que “estos materiales permiten comprender las perspectivas, los supuestos, las
preocupaciones y actividades de quienes los producen (…) las estadísticas oficiales
nos proporcionan información sobre los procesos organizacionales, más que sobre
criminales, desviados u otros tipos de personas a cerca de las que tratan”5.
10) Herramientas teórico-conceptuales
Si siguiendo a Giorgio Agamben consideramos a un dispositivo como “cualquier
cosa que tenga de algún modo la capacidad de capturar, orientar, determinar,
4
5
En “Etnografía”, Martín Hammersley y Paul Atkinson, Pág. 20-21.
En “Introducción a los métodos cualitativos de investigación”, Taylor y Bodgan, 1990, Pág. 149.
interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los
discursos de los seres vivientes”6, las “instituciones totales”7 emergen de entre la
totalidad de las configuraciones que componen y conforman lo social para mostrarse
como laboratorios micro-sociales, como espacios en los que la potencia de los
dispositivos allí establecidos se despliega en mayor medida. No es la gestión de las
rutinas y pasatiempos de los internos, la administración de la totalidad del tiempo del
que disponen lo que habilita esta fortaleza del control, sino que, fundamentalmente, es
la funcionalidad socialmente atribuida a estas instituciones la que les permite (y les
exige) apuntar sobre la “humanidad” de éstos para, de esta manera, modelarla (o
intentar hacerlo) de acuerdo a premisas previamente establecidas.
La cárcel como el hospital, entonces, se presentan como garantes de la
“normalidad”, como mecanismos de rehabilitación, de restitución, de recuperación, en
definitiva, de corrección de los individuos que por diversos motivos atravesaron el
perímetro que establece las fronteras entre lo aceptado y lo rechazado, que delimita un
más acá y un más allá de lo tolerado para cada sociedad. El tratamiento de la anomalía
disfuncional que por su no-concordancia amenaza el orden establecido y, junto con él,
el lugar que cada uno de los integrantes que lo compone ocupa, se vuelve generador
de certidumbre ante el peligro del caos. Así entendida, la posibilidad de cura que sobre
el mal se establece tributa a la confianza en la perdurabilidad del sistema.
Sin embargo, el orden de la cadena causal que esta “función manifiesta”
supone puede ser vislumbrada en sentido inverso. Así, en vez de asumir el accionar
institucional como motivado por un desorden ya existente, puede concebirse a este
desorden como generado por la propia existencia institucional. Es decir, que a través
de la instauración de un discurso que, apoyado en los saberes de las disciplinas
científicas, le otorga a ciertas prácticas la entidad de “anormales”, es decir, “delictivas”
o “patológicas” según el caso, se crea un campo de operaciones para la propia
institución, un terreno para su accionar. Entonces esta “máquina autopoiética”,
artefacto que se construye a sí mismo, posibilita al analista la percepción de lo que, en
“La vida de los hombres infames”, Foucault llamó el “sistema de la trasgresión”.
Este sistema es, en palabras del autor, “para todas las desviaciones y para
conferirles sentido, su condición misma de posibilidad y de aparición histórica”8, por lo
que “el conjunto de las dicotomías fundamentales que, en nuestra cultura [en cada
En “¿Qué es un dispositivo?”, Georgio Agamben, publicado en http://www.scribd.com/doc/101466/quees-un-dispositivo.
7
En “Internados”, Irvin Goffman, 2001.
8
En “La vida de los hombres infames”, Michael Foucault, 1996, Pág. 13.
6
cultura], distribuyen a ambos lados del límite las conformidades y las desviaciones,
encuentra así una justificación y la apariencia de un fundamento”9. Es así como se
estructura una normatividad que sostiene la frontera que posibilita percibir y
diferenciar el adentro y el afuera, el bien y el mal, en fin, lo civilizado de lo que no
respeta los parámetros que, según esta misma “normalidad”, fundan la “sociedad”.
En este sentido, consideramos junto con Howard Becker que “los grupos
sociales crean la desviación al hacer las reglas cuya infracción constituye la desviación
y al aplicar las reglas a ciertas personas en particular y calificarlas de marginales”10.
Así, si lo que determina el extrañamiento del acto en relación a la norma es la
“aplicación” de la misma, el proceso mediante el cual la conducta resulta reprobada se
erige como “interaccional” y, en consecuencia, político: “desde este punto de vista, la
desviación no es una cualidad del acto cometido por la persona, sino una consecuencia
de la aplicación que los otros hacen de las reglas y las sanciones para un «ofensor»”11.
Entonces, visualizando la trama institucional, reconociendo las relaciones de
poder que en y a partir de ella se establecen “los problemas de cuáles reglas deben
imponerse, qué conducta debe ser calificada desviada, y cuáles personas deben
calificarse de marginales, deben también considerarse cuestiones políticas”12,
directamente asociadas a las “metas” y “funciones” que cada organismo profesa y/o
dice profesar.
En consecuencia, focalizando en las instituciones de confinamiento, dos son los
tipos de operaciones que reconocemos en su funcionamiento: por un lado, a través del
ya mencionado “control de las conductas”, observamos la producción de una
determinada ética, de una física y una moral de los cuerpos que los moldea de
acuerdo a los requerimientos de la “civilidad”. Y por el otro, y como condición de
posibilidad de lo anterior, vemos como se antagonizan los valores propuestos con una
serie de prácticas que van a componer el repertorio de las “trasgresiones”. A partir de
esta doble labor y de la bifurcación de su funcionalidad, vemos como tan sólo una
institución puede dar cuenta del establecimiento de “una serie coherente de líneas
divisorias” que “desde el momento que señalan los límites abren el espacio a una
trasgresión siempre posible”13, como también, de los mecanismos encargados de
gestionar y corregir estas posibles “desviaciones”.
9
Ídem.
En “Los Extraños”, Howard Becker, 1971, Pág. 19.
11
Ídem.
12
Ídem, Pág. 18.
13
En “La vida de los hombres infames”, Michael Foucault, 1996, Pág. 13.
10
Es por esto que el análisis de la unidad 111 de Claromeco permitiría ver la
puesta en funcionamiento de esta máquina productora de subjetividad que encuentra
su fundamento en la conjunción del relato psiquiátrico y el penal. El punto de partida
para el análisis, la perspectiva epistemológica que sustenta al mismo, concibe que una
serie de valores, una “ética”, se materializa (de manera relativamente contingente) en
unas prácticas determinadas. Así, el andamiaje teórico/metodológico que, hermanado
a la “terapia” psíquica, se moviliza en este penal puede ser vislumbrado como
motorizando una determinada concepción (y construcción) de “ciudadanía”.
Encontramos en la obra de Max Weber, y principalmente en “La ética
protestante y el espíritu del capitalismo”, los antecedentes necesarios para establecer
nuestra hipótesis de trabajo. Allí el autor, en una explícita contraposición a la metáfora
“base/superestructura” como clave interpretativa para entender la cultura, concibe al
capitalismo como un “nuevo estilo de vida sujeto a ciertas normas, sometido a una
ética determinada”14. Esto le permitió afirmar que el capitalismo moderno no se
desarrolló, principalmente, a partir de un excedente monetario, sino que el mismo fue
posible gracias al “desarrollo del espíritu capitalista. Cuando éste despierta y logra
imponerse, él mismo crea las posibilidades dinerarias que le sirven de medio de acción,
y no a la inversa”15. De lo anterior, lo que nos interesa rescatar es cómo una específica
concepción del comportamiento deseado genera (obviamente que apoyado en una
coyuntura adecuada) las condiciones para que ese comportamiento tenga lugar.
La “modalidad tratamental” con sus fases constitutivas por un lado, así como
también la lógica punitiva propiamente dicha, se sustentan a partir de la delineación
imaginaria de un prototipo de ciudadano, establecen un repertorio de conductas y
representaciones esperadas, propuestas como deseables, para, de esta forma,
establecer un criterio con el cual valorar la totalidad de la vida y aspiraciones de los
internos. Un conjunto relativamente articulado de ideas, una ideología, que se realiza,
se materializa, por medio de diversos mecanismos: leyes que establecen derechos,
obligaciones y castigos; terapias que establecen conductas “sanas” y “enfermas” y
proponen medios de pasaje entre unas y otras; así como también gestiones sobre las
actividades del cuerpo, sobre la alimentación, las disposiciones del espacio, el lenguaje
verbal, el comportamiento sexual, la relación con los “otros”, etc.
11) Plan de Trabajo y Cronograma de actividades
14
15
En “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, Max Weber, 2006, Pág. 49.
Ídem, Pág. 59.
15/03/08 al 15/04/08: Obtención de la documentación legal nacional y provincial,
como también de la documentación específica de la Unidad 111. Comienzo del proceso
de revisión teórica.
15/04/08 al 15/05/08: Gestión de las entrevistas con actores institucionales y de la
observación de las interacciones y comienzo del análisis de las documentaciones
15/05/08 al 15/06/08: Entrevistas con actores institucionales y finalización del
análisis y sistematización de la documentación recabada.
15/06/08 al 15/07/08: Análisis de las entrevistas y realización (en caso de ser
posible) de las observaciones interaccionales.
15/07/08 al 15/08/08: Finalización y sistematización del análisis de las entrevistas
y análisis de las observaciones.
15/08/08 al 15/09/08: Finalización del proceso de revisión teórica y del análisis de
las observaciones, con posterior sistematización.
15/09/08 al 15/10/08: Comienzo del proceso conclusivo y de la revisión integral
final.
15/10/08 al 15/11/08: Finalización del proceso conclusivo y de la revisión integral
final. Entrega.
12) Bibliografía inicial
-Becker Howard, “Los extraños”, Tiempo Contemporáneo, 1971. Estado de lectura:
avanzado.
-Bourdieu Pierre, “Sociología y cultura”, Grijalbo, 1990. Estado de lectura: sin
comenzar.
-Bourdieu Pierre, “Cosas dichas”, Gedisa, 1987. Estado de lectura: sin comenzar.
-Foucault Michael, “Nacimiento de la clínica”, Siglo XXI Editores, 1995. Estado de
lectura: sin comenzar.
-Foucault Michael, “Los anormales”, FCE, 2000. Estado de lectura: primer
acercamiento.
-Foucault Michael, “La vida de los hombre infames”, Altamira, 1996. Estado de lectura:
avanzado.
-Foucault Michael, “La voluntad del saber”, Siglo XXI Editores, 1977. Estado de lectura:
sin comenzar.
-Foucault Michael, “La verdad y las formas jurídicas”, Gedisa, 1984. Estado de lectura:
sin comenzar.
-Foucault Michael, “Historia de la sexualidad”, Siglo XXI Editores, 1987. Estado de
lectura: sin comenzar.
-Goffman, Irvin, “Internados”, Amorrortu, 2001. Estado de lectura: primer
acercamiento.
-Goffman Irvin, “Estigma”, Amorrortu, 1970. Estado de lectura: primer acercamiento.
-Weber Max, “La ética Protestante y el espíritu del capitalismo”, Terramar, 2006.
Estado de lectura: avanzado.
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