PLAN DE TESIS LA MAQUINARIA RESOCIALIZADORA Análisis del dispositivo punitivo/terapéutico de la Unidad 111, Cárcel de Claromeco FEDERICO RODRIGO 1) Fecha estimada de presentación Noviembre de 2008. 2) Director y/o co-director/es sugeridos Director: Sergio Caggiano Candidato a Doctor en Ciencias Sociales (IDES-UNGS), Magister en Sociología de la Cultura y Análisis Cultural (UNSaM-IDAES), Licenciado en Comunicación Social, (UNLP). Becario del CONICET, ha desarrollado tareas de investigación sobre migraciones, interculturalidad, procesos identitarios y discriminación para el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), CLASPO (University of Texas, Austin) y la Universidad Nacional de La Plata. Integra el Grupo de Trabajo “Migración y Cultura” de CLACSO. Profesor e investigador de la Universidad Nacional de La Plata y la Universidad de Buenos Aires. Es autor de “Lo que no entra en el crisol. Inmigración boliviana, comunicación intercultural y procesos identitarios (FORMA)” (Prometeo, 2005) y de “Lecturas desviadas sobre Cultura y Comunicación” (Edulp, 2007), y ha publicado artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras. Co-director: Ramiro Segura Licenciado en Antropología por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Doctorando del Programa de Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS) y el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES). Se desempeña como docente de grado en las facultades de Trabajo Social y Periodismo y Comunicación Social de la UNLP y en la Escuela de Humanidades de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), y como docente de posgrado en la Maestría en Ciencias Sociales (UNGS-IDES). Durante el período 2000-2005 se desempeñó como becario de investigación de la UNLP y actualmente es docenteinvestigador categoría IV en el sistema de incentivos y becario del Centro de Investigaciones Etnográficas (UNSaM). Se ha especializado en el campo de la antropología urbana, temática sobre la que ha publicado artículos en revistas nacionales e internacionales. 3) Título “La maquinaria resocializadora. Análisis del dispositivo punitivo/terapéutico de la Unidad 111, Cárcel de Claromeco”1. 4) Breve descripción del proyecto Tema Configuración de los dispositivos a partir de los cuales se instauran los parámetros de “normalidad” y “desviación” en instituciones de confinamiento. Problema Teniendo en cuenta que en Argentina, en el año 2003, a partir de la inauguración de la Unidad Penal 111 de Claromeco se comienza a realizar una experiencia penal sin antecedentes en América Latina vinculada al “tratamiento de conductas y uso indebido de drogas”, nos preguntamos: ¿Cómo se actualizan estos dispositivos en esta institución específica? ¿Existe un ideal de ciudadano, un ciudadano deseado al que tributan estos mecanismos? En caso de existir ¿cómo se articula el mismo a partir del rechazo a prácticas asociadas a la idea de “droga” y de “delincuencia”? Contexto del problema La delincuencia, en las últimas décadas, ha ido ganando espacio en el repertorio de las problemáticas socialmente reconocidas, se ha ido destacando en tanto que asunto tematizado desde los más variados registros discursivos, se ha ido configurando, por qué no, como un “significante vacío” articulado desde múltiples discursos, nombrado como causa y consecuencia de un sin fin de procesos muchas veces contradictorios entre sí. Ejemplo de lo anterior encontramos, por citar uno de los más reconocidos, en la agenda mediática. Ésta, estableciendo las siempre complejas relaciones con su público, 1 Advertencia: Ni el Servicio Penitenciario Bonaerense posee una Unidad 111, ni en la localidad de Claromeco existe una cárcel. Elegimos ocultar el nombre real de la institución carcelaria analizada (nuestro objeto empírico) para preservar la identidad de las fuentes. relaciones de recíproca y múltiple influencia, ha concedido un lugar de privilegio a la temática. Una magnitud cada vez mayor de las informaciones transmitidas se refieren, directa o indirectamente, al delito y sus implicaciones. Se habla de la inseguridad como sensación, de los delitos efectivamente cometidos, de la lucha contra el mismo y de numerosas prácticas (desde “el consumo de estupefacientes” a la corrupción policial) a las que se considera como variables influyentes en la consumación de lo anterior. Por su parte, en el campo político, la preeminencia del debate en torno a la “inseguridad” pone de relieve la configuración hegemónica a la que la temática habilita, la estructuración de las relaciones de fuerza, la distribución de la legitimidad, a partir de las posibilidades jugadas en torno a esta problemática. Durante las “campañas”, pero también en época “ordinaria”, los políticos discuten y salen a discutir causas y soluciones, dicen querer “resolver” la “principal preocupación de la gente”. A su vez, estos relatos político/mediáticos han encontrado en el consumo de sustancias prohibidas, en la “droga” o la “drogadicción”, uno de los principales socios del delito. La ilegalidad de las prácticas las suma y las potencia, se las propone como polos de un mismo fenómeno que lleva de la droga al delito y del delito a la droga multiplicando sus efectos, acrecentándose mutuamente y delineando un entramado de “marginalidad” que despide víctimas como una potente fuerza centrífuga, que perjudica a la sociedad en general, pero también, a quienes la practican en particular. En este contexto, hacia el año 2003, el Servicio Penitenciario Bonaerense inaugura una Unidad Carcelaria destinada específicamente al “tratamiento de conductas y uso indebido de drogas”, estableciendo, de esta manera, el primer complejo en América Latina que encara a la droga y a la delincuencia como aspectos vinculados, como lazos de un mismo nudo. La especificidad de este penal se debe a que el servicio penitenciario decidió cumplir con la Ley de Estupefacientes (Nº 23.737) que en su artículo 16 determina que el Estado debe garantizar “una medida de seguridad curativa que consistirá en un tratamiento de desintoxicación y rehabilitación” para quienes dependan física o psíquicamente de la utilización de estupefacientes. Además, implantando como modalidad psiquiátrica a la “Comunidad Terapéutica”, se pretendió “adecuar la prestación hacia un abordaje mas incisivo en su intervención, mas dirigido a las particularidades bio-picosociales y endoculturales de los internos, y mas recortado a las exigencias jurídicas reglamentarias de la situación privativa de libertad”2. 2 Tríptico institucional. Entonces, el Estado, o al menos una parte de él (la que constituye el Servicio Penitenciario), enfrenta esta nueva problemática alimentada, en tanto que problemática, desde numerosas afluencias. Así, el par droga/delincuencia encuentra un abordaje específico, una modalidad punitiva/terapéutica particular para los tiempos que corren. Así las cosas, el análisis de esta propuesta estatal, de esta tecnología, permitiría dilucidar las respuestas que se le dan a una problemática que empuja fuera del círculo de lo tolerado a numerosos individuos, que configura prácticas que quedan por fuera de lo esperado para el “ciudadano”. Poder y subjetividad, a partir de la producción de ciudadanía, se encuentran generando una tensión. Esta tesis pretende utilizar a la droga/delincuencia como terreno a partir del cual analizar el polo que se desarrolla de manera institucionalizada. Por último, es importante destacar que el objeto que convoca este trabajo encuentra numerosos interlocutores hacia dentro del mundo académico. En medio de esta polivalencia en relación con el par droga/delincuencia, de este exceso de sentido que se construye y se utiliza con variedad de intenciones y consecuencias, se ha despertado la curiosidad de numerosos científicos sociales. La dispersión con que fueron abordados, las múltiples disciplinas y perspectivas que fueron movilizadas para aprehenderlos, generaron, fundamentalmente, el reconocimiento generalizado del objeto dentro del campo. Gabriel Kessler en “Sociología del delito amateur” (Buenos Aires: Paidós. 2004) o Alejandro Isla y Daniel Miguez en “Heridas Urbanas. Violencia delictiva y transformaciones sociales en los noventa” (Buenos Aires: Editorial de las ciencias. 2003) marcan algunos de los antecedentes que han posibilitado concebir este fenómeno como de interés a las ciencias sociales. Estado del Arte Se han podido encontrar algunas tesis de grado de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social que, tanto en lo relativo a la temática como al objeto a estudiar, funcionan como antecedentes a considerar. En primer lugar, se encontró un trabajo que data del año 2006 denominado “La cárcel, mediadora del vínculo madre e hijo”. El mismo, que fue realizado en la Unidad 33 del Servicio Penitenciario Bonaerense (cuya característica saliente es la de brindar la posibilidad de que las internas en temprana maternidad puedan convivir junto con sus hijos hasta éstos cumplidos los 4 años de edad), se propuso como objetivo analizar el lugar que ocupa la institución carcelaria en la constitución del lazo madre-hijo. Las autoras encontraron que en el interior de la institución se establecen múltiples relaciones que operan como mediaciones en esta trama vincular; muchas de ellas, incluso, que escapan al control institucional. De esta manera, observaron una diseminación de las relaciones de poder similar a las caracterizadas por Michael Foucault bajo el nombre de “microfísica del poder”. Sin embargo y a pesar de lo anterior, las tesistas le otorgan a la Unidad y a los actores que la encarnan un rol protagónico. La conformación de las rutinas, la imposibilidad de un espacio “intimo” o las normas que rigen las conductas son algunos de los aspectos fundamentales en los que se reconoce la gestión institucional de la vida de las internas. Es en este sentido, a partir de la construcción teórica que les permite desarrollar este análisis, que “La cárcel, mediadora del vínculo madre e hijo” aporta elementos al trabajo que se pretende realizar. El concepto de “normas de la casa” que las tesistas retomaron de “Internados”, trabajo de Irving Goffman, focaliza en las reglas de funcionamiento que los internos de la institución deben aprehender cuando ingresan en la misma. Considerando esto a la luz de la temática abordada en el presente trabajo, y obviando lo referido a la producción normativa que efectúan los propios internos del penal, creemos que el concepto resulta de gran utilidad para encarar el análisis del dispositivo. Siguiendo con el planteo de Goffman y directamente vinculado a lo anterior, la caracterización de las “instituciones totales” presente en el trabajo considerado también resulta de gran utilidad a la hora de analizar una unidad penitenciaria. Por último, otro aspecto de esta tesis que resulta interesante destacar, viene asociado a la apropiación de la noción foucaultiana de “disciplina” que efectúan las realizadoras. Una de las dimensiones de la misma, la referida a la división del espacio que posibilita la individualización, es concebida en “La cárcel, mediadora del vínculo madre e hijo” de manera heterodoxa. Esto es así ya que consideran que el espacio segmentado no debe ser entendido sólo en términos físicos; los sujetos también son clasificados a partir del lugar que ocupan en la estratificación simbólica del lugar. Otra de las tesis que se considerará como antecedente es “Los prejuicios hacia las Personas Privadas de la Libertad desde los Discursos de los Medio Masivos de Comunicación” que, como su nombre lo indica, versa sobre la referencia mediática a quienes son internos de las instituciones carcelarias. A partir de un corpus construido desde tres afluencias distintas (diario “El Día”, diario “Clarín” y, también, entrevistas a internos), los realizadores establecen una serie de “prejuicios” que delimitan el “estigma” que estos sujetos deben acarrear tanto dentro como fuera de la institución. Para esto, además de los mencionados, utilizan el concepto de “categoría acusatoria” de Gilberto Velho para referirse a la capacidad de contaminación identitaria que ciertas acusaciones pueden generar. Entonces, con este concepto se quiere dar cuenta de la puesta en cuestión de la humanidad de los acusados que ciertas denuncias pueden generar. En nuestro caso, creemos que observar el tratamiento de la droga/delincuencia a la luz de esta noción aportaría una perspectiva interesante de la cuestión. En este sentido y estrechamente ligado a lo anterior, también nos resulta útil retomar el concepto de “estereotipo” que los tesistas recuperan del sociólogo francés David Victoroff, a partir del cual es posible considerar la caracterización de los sujetos por medio de pocos datos de su personalidad. Para finalizar con este trabajo, un último aspecto que interesa destacar, es el análisis introductorio de la “Ley de Ejecución Penal nº 12.256”. Esto servirá de antecedente ya que un estudio de la misma Ley será necesario para la conceptualización del dispositivo que se pretende realizar. La última de las tesis relevadas al momento de realizar este plan es la denominada “”Jóvenes, Drogas, un estandarte del Rock. Análisis Periodístico de los mensajes relacionados con el consumo de drogas en las Canciones del Rock Nacional (Período 1994-2005)”. De ella, nos interesará la calificación de la “droga” como “tabú”, y posterior definición freudiana del concepto. A partir de retomar los argumentos desarrollados por el padre del psicoanálisis en “Tótem y tabú”, la prohibición encuentra justificativo en la economía psíquica de la comunidad. De esta manera se explica por qué quien viola una prohibición (aunque sea una norma que atañe exclusivamente al sujeto que realiza la práctica sin consecuencias efectivas sobre el resto de los habitantes de la comunidad) encuentra reprobación y rechazo en el seno de la sociedad. Así, la dimensión moral de la norma cobra un mayor relieve. Por otra parte, esta tesis presenta varias definiciones a cerca de la “droga” que posibilitan vislumbrar la polivalencia que supone el término. En este sentido, indagar la construcción específica que se efectúa en la Unidad 111 de Claromeco, puede resultar interesante a los efectos de este trabajo. Y por último, quizá el hallazgo más importante se vincule a la historización de las sustancias calificadas como “drogas”, su consumo y su prohibición. Vislumbrar el recorrido histórico de lo que, en la actualidad, encierra el concepto, dimensionar el lugar que ocupaban estas prácticas (y las representaciones sobre las mismas) en diferentes configuraciones culturales, en diversidad de espacios y tiempos, habilita un marco, una referencia, para, a partir de esta, desagregar esta noción que ocupa un lugar central en la constitución de los dispositivos disciplinares contemporáneos. 5) Área temática: Teniendo en cuenta que esta tesis versará sobre los mecanismos que pone en juego el Estado, a través de la institución carcelaria, para la producción de una determinada subjetividad, creemos que se enmarca dentro del programa denominado “Comunicación, Prácticas Socioculturales y Subjetividad”. Si la cultura es un “campo sonde se libran distintas luchas por el significado de la experiencia, de la vida y del mundo”3, las instituciones de encierro se muestran como espacios en los que el agente institucional, el actor que formalmente controla su funcionamiento, multiplica su capacidad para disminuir las posibles resistencias por parte de los internos. Entonces la lógica del poder, que se cierne sobre los sujetos a partir del control de la totalidad de su tiempo, se potencia en tanto que máquina productora de subjetividad. Analizar los mecanismos por medio de los cuales esto se intenta llevar a cabo (más allá de su eficacia), tributará a una mejor comprensión de la relación subjetividad/poder como proceso de comunicación. 6) Objetivo General: Analizar la configuración del dispositivo carcelario orientado al par delito/droga en tanto productor/normalizador de ciudadanos Objetivos Específicos: 3 Página de la Dirección de Investigaciones Científicas y Grado de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP (http://www.perio.unlp.edu.ar/Tesis/programas.html). Visualizar la interacción entre el relato psiquiátrico y el penal dentro de la institución. Identificar los valores a partir de los cuales se construye el prototipo de ciudadano a seguir. Establecer el tratamiento que realiza la institución de aquello que se considera dentro del “sistema de la trasgresión” (nociones de “delincuente” y “drogadicto” y su vinculación). Visualizar el rol de las diferentes disciplinas que intervienen en la “normalización” de los internos. Determinar la existencia de diferentes dimensiones en la puesta en funcionamiento del dispositivo. Analizar las operaciones a las que habilita el marco legal existente. 7) Justificación La pregunta por los mecanismos que impulsan la normalización de las conductas y representaciones es una pregunta que apunta de lleno a esa misma “normalidad”. El sistema de normas vigente, en su carácter de garante del orden, entendido como productor de prácticas, puede interpelarse por medio de los aparatos que pretenden establecer su reproducción. A diferencia de lo que ocurre en el espacio social considerado como totalidad, en las instituciones de confinamiento, al menos restringiendo la consideración a sus declaraciones de principios, es posible remitir cada elemento, cada aspecto del universo que conforma el ambiente de los internos a una intencionalidad subyacente. El aspecto ideológico de estas instituciones se declara abiertamente, se muestra como justificación tanto de la función punitiva como de la llamada “necesidad de resocialización”. Entonces, al reflexionar sobre estos dispositivos, al desnaturalizar los valores que pretenden asegurar, es posible mostrarlos como antagonizando un repertorio de conductas que se producen más allá del rechazo que las normativas establecen. Así, cuando el espectro de conductas posibles se amplia, cuando lo socialmente reconocido como válido se encuentra inmerso en un abanico mayor de posibilidades, aquello que otorga y sustrae legitimidad se evidencia como contingente y, por esto mismo, como articulado a través de relaciones de poder. De esta manera, la “configuración de las normas”, en tanto que problema teórico, se presenta como motor analítico de este trabajo. 8) Alcances y limitaciones Dificultades Son varios los aspectos que influyen negativamente en la posibilidad de analizar la eficacia del dispositivo considerado: Por un lado la necesidad de permisos de acceso al penal (del servicio penitenciario y el poder judicial) demandarían una gestión específica, así como también, en el caso de contar con la aprobación de los mismos, la espera hasta acabado el circuito burocrático. Además, en el caso de acceder a entrevistas con algún interno se correría el riesgo de que el servicio “elija” discrecionalmente al entrevistado, lo que le quitaría veracidad al testimonio. Aunque, por otra parte, aún confiando en el criterio de los encargados del penal, otro problema relacionado a una posible entrevista sería la falta de confianza del entrevistado para con el entrevistador. Teniendo en cuenta que se trata de personas privadas de su libertad y de que la misma se encuentra supeditada a la interpretación que las autoridades de la Unidad tienen sobre su comportamiento, es posible que el interno prefiera no “comprometerse” demasiado con su relato. Lo que, nuevamente, le quitaría valor de verdad a sus respuestas. Y si bien la situación de la entrevista es, en tanto que interacción contextualizada, en sí misma productora de saber, más allá de lo registrado en lo estrictamente oral, se ha preferido evitar estas circunstancias para no complejizar demasiado con suposiciones la interpretación de las mismas. Es por esto que se ha preferido dejar de lado lo relativo a lo efectivamente acontecido, para centrar el análisis en los mecanismos y la intencionalidad de los mismos. Eliminadas las trabas que la consideración de los internos requería, aparece como necesario, sin embargo, parte de lo mencionado anteriormente. Si al reflexionar sobre el dispositivo se requiere abordar, por ejemplo, la especificidad tratamental, sería pertinente tener algún tipo de encuentro con quienes son los encargados de llevar esto a cabo y, también, la situación ideal contemplaría una observación de la interacción de los mismos con los internos. De esta manera, a pesar de haber descartado la eficacia del dispositivo, sería indispensable la cooperación tanto de las autoridades del penal, como de los profesionales que se desempeñan en la “comunidad terapéutica”. En relación con lo anterior, otra de las limitaciones probables gravita sobre los posibles desfases temporales. A pesar de contar con el pleno apoyo de quienes componen la Unidad 111 podría ocurrir que sus tiempos, las ocasiones que disponen para brindarse a los pedidos realizados, no encuentren un correlato en los tiempos académicos. Así, la demanda podría encontrar respuestas negativas no por falta de voluntad, sino por motivos objetivos (si por objetivo se entiende aquello que no esta sujeto a la voluntad de los actores). Por último, una posible dificultad es la relativa al objeto y su pertenencia a la disciplina que contiene este trabajo. La media-manía, la compulsión al objeto como medio de clasificación epistemológica, establece un margen que expulsa hacia la periferia cualquier intento de concebir a la comunicación más allá de su dimensión instrumental. Entonces, al ser la cárcel la referencia empírica en la cual desarrollar el análisis, se vuelve necesario establecer, a lo largo del trabajo, la pertinencia del mismo en el campo de conocimiento que pretende enmarcarse. Esto no sólo implica un esfuerzo de tipo “creativo”, sino también, la necesidad de una búsqueda más extensa tanto de material teórico como de antecedentes. Alcances Para la realización de esta investigación se efectuarán: Análisis de las leyes pertinentes, de entre las cuales podemos destacar: ley de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad nº 24.660; ley de Cuenta Especial “Servicio Penitenciario de la Provincia, Trabajos Penitenciarios Especiales nº 11046; ley de Ejecución Penal Bonaerense nº 12256; ley 11.92 del Código Procesal de la Provincia de Buenos Aires; ley de Seguridad Pública 12.154 y el Plan Nacional de Drogas 2005-2007 entre otras. Análisis de las reglamentaciones específicas relativas al trato de los reclusos, de entre las que podemos destacar: Código de Ética de la función pública; Modelos de expedientes disciplinarios; “Reglas Mínimas Para el Tratamiento de los Reclusos” (Primer Congreso de Naciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, Ginebra 1955) y “Principios básicos para el tratamiento de los reclusos” (documento del Servicio Penitenciario Bonaerense) entre otras. Análisis de las normativas específicas de la Unidad 111 (documento fundacional y reglamentaciones de funcionamiento). Entrevistas con actores clave (desde el punto de vista de la conformación del dispositivo) dentro del Penal: director, encargados del “tratamiento” (psicólogos, psiquiatras, médicos, etc.), guardia cárceles, etc. Entrevistas con otros actores que componen el Penal que, a pesar de no ser considerados “clave” (desde el punto de vista de la conformación del dispositivo), pueden aportar un visión distinta relativa al funcionamiento de la Unidad: personal de limpieza, de la cocina, etc. Observación de las disposiciones espaciales. Observación (en caso de ser posible) de las interacciones entre los distintos actores y los internos. 9) Métodos y técnicas Creemos que la perspectiva cualitativa resulta la más adecuada para abordar el trabajo que nos planteamos. El punto de vista hermenéutico, la caracterización de lo social como entramado de sentidos, habilita la utilización de numerosas técnicas que se proponen su decodificación. Así, en concordancia con la postura epistemológica mencionada más arriba, enmarcaremos el desarrollo de esta tesis con las concepciones de quienes consideran que “el mundo social no puede ser entendido en términos de relaciones causales o mediante el encasillamiento de los eventos sociales bajo leyes universales”. Es decir, que consideramos que “las acciones están basadas e incorporadas por significados sociales: intenciones, motivos, actitudes y creencias”4. Entonces, para el develamiento de esta semanticidad constitutiva de lo social, inherente a su existencia, las “técnicas cualitativas” se muestran como las más apropiadas, como las únicas construidas desde este paradigma gnoseológico. Así, por ejemplo, utilizaremos entrevistas en profundidad, para tener acceso a los sentidos puestos en juego por quienes dan vida al desarrollo institucional: autoridades, terapeutas, guardia cárceles, etc. Por otra parte, consideramos de mucha utilidad los aportes que pueden adquirirse de la perspectiva etnográfica. Si bien las posibilidades de emplear “técnicas antropológicas” estarán supeditadas a la gestión de distintos permisos, la observación de las interacciones entre los internos y los distintos integrantes del esquema institucional, así como de las disposiciones espaciales y sus actualizaciones por medio de las prácticas que en dichos espacios se desarrollan, pueden aportar luz a la consideración de una dimensión muchas veces ignorada en la caracterización del dispositivo: la interaccional. Por último, también se realizarán análisis de distintos tipos de documentación: leyes nacionales y/o provinciales, acta fundacional de la institución, normativas internas, etc. Es importante destacar que el análisis de documentos tiene por objetivo “adquirir conocimientos sobre las personas que los redactan y mantienen al día”. Es decir, que “estos materiales permiten comprender las perspectivas, los supuestos, las preocupaciones y actividades de quienes los producen (…) las estadísticas oficiales nos proporcionan información sobre los procesos organizacionales, más que sobre criminales, desviados u otros tipos de personas a cerca de las que tratan”5. 10) Herramientas teórico-conceptuales Si siguiendo a Giorgio Agamben consideramos a un dispositivo como “cualquier cosa que tenga de algún modo la capacidad de capturar, orientar, determinar, 4 5 En “Etnografía”, Martín Hammersley y Paul Atkinson, Pág. 20-21. En “Introducción a los métodos cualitativos de investigación”, Taylor y Bodgan, 1990, Pág. 149. interceptar, modelar, controlar y asegurar los gestos, las conductas, las opiniones y los discursos de los seres vivientes”6, las “instituciones totales”7 emergen de entre la totalidad de las configuraciones que componen y conforman lo social para mostrarse como laboratorios micro-sociales, como espacios en los que la potencia de los dispositivos allí establecidos se despliega en mayor medida. No es la gestión de las rutinas y pasatiempos de los internos, la administración de la totalidad del tiempo del que disponen lo que habilita esta fortaleza del control, sino que, fundamentalmente, es la funcionalidad socialmente atribuida a estas instituciones la que les permite (y les exige) apuntar sobre la “humanidad” de éstos para, de esta manera, modelarla (o intentar hacerlo) de acuerdo a premisas previamente establecidas. La cárcel como el hospital, entonces, se presentan como garantes de la “normalidad”, como mecanismos de rehabilitación, de restitución, de recuperación, en definitiva, de corrección de los individuos que por diversos motivos atravesaron el perímetro que establece las fronteras entre lo aceptado y lo rechazado, que delimita un más acá y un más allá de lo tolerado para cada sociedad. El tratamiento de la anomalía disfuncional que por su no-concordancia amenaza el orden establecido y, junto con él, el lugar que cada uno de los integrantes que lo compone ocupa, se vuelve generador de certidumbre ante el peligro del caos. Así entendida, la posibilidad de cura que sobre el mal se establece tributa a la confianza en la perdurabilidad del sistema. Sin embargo, el orden de la cadena causal que esta “función manifiesta” supone puede ser vislumbrada en sentido inverso. Así, en vez de asumir el accionar institucional como motivado por un desorden ya existente, puede concebirse a este desorden como generado por la propia existencia institucional. Es decir, que a través de la instauración de un discurso que, apoyado en los saberes de las disciplinas científicas, le otorga a ciertas prácticas la entidad de “anormales”, es decir, “delictivas” o “patológicas” según el caso, se crea un campo de operaciones para la propia institución, un terreno para su accionar. Entonces esta “máquina autopoiética”, artefacto que se construye a sí mismo, posibilita al analista la percepción de lo que, en “La vida de los hombres infames”, Foucault llamó el “sistema de la trasgresión”. Este sistema es, en palabras del autor, “para todas las desviaciones y para conferirles sentido, su condición misma de posibilidad y de aparición histórica”8, por lo que “el conjunto de las dicotomías fundamentales que, en nuestra cultura [en cada En “¿Qué es un dispositivo?”, Georgio Agamben, publicado en http://www.scribd.com/doc/101466/quees-un-dispositivo. 7 En “Internados”, Irvin Goffman, 2001. 8 En “La vida de los hombres infames”, Michael Foucault, 1996, Pág. 13. 6 cultura], distribuyen a ambos lados del límite las conformidades y las desviaciones, encuentra así una justificación y la apariencia de un fundamento”9. Es así como se estructura una normatividad que sostiene la frontera que posibilita percibir y diferenciar el adentro y el afuera, el bien y el mal, en fin, lo civilizado de lo que no respeta los parámetros que, según esta misma “normalidad”, fundan la “sociedad”. En este sentido, consideramos junto con Howard Becker que “los grupos sociales crean la desviación al hacer las reglas cuya infracción constituye la desviación y al aplicar las reglas a ciertas personas en particular y calificarlas de marginales”10. Así, si lo que determina el extrañamiento del acto en relación a la norma es la “aplicación” de la misma, el proceso mediante el cual la conducta resulta reprobada se erige como “interaccional” y, en consecuencia, político: “desde este punto de vista, la desviación no es una cualidad del acto cometido por la persona, sino una consecuencia de la aplicación que los otros hacen de las reglas y las sanciones para un «ofensor»”11. Entonces, visualizando la trama institucional, reconociendo las relaciones de poder que en y a partir de ella se establecen “los problemas de cuáles reglas deben imponerse, qué conducta debe ser calificada desviada, y cuáles personas deben calificarse de marginales, deben también considerarse cuestiones políticas”12, directamente asociadas a las “metas” y “funciones” que cada organismo profesa y/o dice profesar. En consecuencia, focalizando en las instituciones de confinamiento, dos son los tipos de operaciones que reconocemos en su funcionamiento: por un lado, a través del ya mencionado “control de las conductas”, observamos la producción de una determinada ética, de una física y una moral de los cuerpos que los moldea de acuerdo a los requerimientos de la “civilidad”. Y por el otro, y como condición de posibilidad de lo anterior, vemos como se antagonizan los valores propuestos con una serie de prácticas que van a componer el repertorio de las “trasgresiones”. A partir de esta doble labor y de la bifurcación de su funcionalidad, vemos como tan sólo una institución puede dar cuenta del establecimiento de “una serie coherente de líneas divisorias” que “desde el momento que señalan los límites abren el espacio a una trasgresión siempre posible”13, como también, de los mecanismos encargados de gestionar y corregir estas posibles “desviaciones”. 9 Ídem. En “Los Extraños”, Howard Becker, 1971, Pág. 19. 11 Ídem. 12 Ídem, Pág. 18. 13 En “La vida de los hombres infames”, Michael Foucault, 1996, Pág. 13. 10 Es por esto que el análisis de la unidad 111 de Claromeco permitiría ver la puesta en funcionamiento de esta máquina productora de subjetividad que encuentra su fundamento en la conjunción del relato psiquiátrico y el penal. El punto de partida para el análisis, la perspectiva epistemológica que sustenta al mismo, concibe que una serie de valores, una “ética”, se materializa (de manera relativamente contingente) en unas prácticas determinadas. Así, el andamiaje teórico/metodológico que, hermanado a la “terapia” psíquica, se moviliza en este penal puede ser vislumbrado como motorizando una determinada concepción (y construcción) de “ciudadanía”. Encontramos en la obra de Max Weber, y principalmente en “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, los antecedentes necesarios para establecer nuestra hipótesis de trabajo. Allí el autor, en una explícita contraposición a la metáfora “base/superestructura” como clave interpretativa para entender la cultura, concibe al capitalismo como un “nuevo estilo de vida sujeto a ciertas normas, sometido a una ética determinada”14. Esto le permitió afirmar que el capitalismo moderno no se desarrolló, principalmente, a partir de un excedente monetario, sino que el mismo fue posible gracias al “desarrollo del espíritu capitalista. Cuando éste despierta y logra imponerse, él mismo crea las posibilidades dinerarias que le sirven de medio de acción, y no a la inversa”15. De lo anterior, lo que nos interesa rescatar es cómo una específica concepción del comportamiento deseado genera (obviamente que apoyado en una coyuntura adecuada) las condiciones para que ese comportamiento tenga lugar. La “modalidad tratamental” con sus fases constitutivas por un lado, así como también la lógica punitiva propiamente dicha, se sustentan a partir de la delineación imaginaria de un prototipo de ciudadano, establecen un repertorio de conductas y representaciones esperadas, propuestas como deseables, para, de esta forma, establecer un criterio con el cual valorar la totalidad de la vida y aspiraciones de los internos. Un conjunto relativamente articulado de ideas, una ideología, que se realiza, se materializa, por medio de diversos mecanismos: leyes que establecen derechos, obligaciones y castigos; terapias que establecen conductas “sanas” y “enfermas” y proponen medios de pasaje entre unas y otras; así como también gestiones sobre las actividades del cuerpo, sobre la alimentación, las disposiciones del espacio, el lenguaje verbal, el comportamiento sexual, la relación con los “otros”, etc. 11) Plan de Trabajo y Cronograma de actividades 14 15 En “La ética protestante y el espíritu del capitalismo”, Max Weber, 2006, Pág. 49. Ídem, Pág. 59. 15/03/08 al 15/04/08: Obtención de la documentación legal nacional y provincial, como también de la documentación específica de la Unidad 111. Comienzo del proceso de revisión teórica. 15/04/08 al 15/05/08: Gestión de las entrevistas con actores institucionales y de la observación de las interacciones y comienzo del análisis de las documentaciones 15/05/08 al 15/06/08: Entrevistas con actores institucionales y finalización del análisis y sistematización de la documentación recabada. 15/06/08 al 15/07/08: Análisis de las entrevistas y realización (en caso de ser posible) de las observaciones interaccionales. 15/07/08 al 15/08/08: Finalización y sistematización del análisis de las entrevistas y análisis de las observaciones. 15/08/08 al 15/09/08: Finalización del proceso de revisión teórica y del análisis de las observaciones, con posterior sistematización. 15/09/08 al 15/10/08: Comienzo del proceso conclusivo y de la revisión integral final. 15/10/08 al 15/11/08: Finalización del proceso conclusivo y de la revisión integral final. Entrega. 12) Bibliografía inicial -Becker Howard, “Los extraños”, Tiempo Contemporáneo, 1971. Estado de lectura: avanzado. -Bourdieu Pierre, “Sociología y cultura”, Grijalbo, 1990. Estado de lectura: sin comenzar. -Bourdieu Pierre, “Cosas dichas”, Gedisa, 1987. Estado de lectura: sin comenzar. -Foucault Michael, “Nacimiento de la clínica”, Siglo XXI Editores, 1995. Estado de lectura: sin comenzar. -Foucault Michael, “Los anormales”, FCE, 2000. Estado de lectura: primer acercamiento. -Foucault Michael, “La vida de los hombre infames”, Altamira, 1996. Estado de lectura: avanzado. -Foucault Michael, “La voluntad del saber”, Siglo XXI Editores, 1977. Estado de lectura: sin comenzar. -Foucault Michael, “La verdad y las formas jurídicas”, Gedisa, 1984. Estado de lectura: sin comenzar. -Foucault Michael, “Historia de la sexualidad”, Siglo XXI Editores, 1987. Estado de lectura: sin comenzar. -Goffman, Irvin, “Internados”, Amorrortu, 2001. Estado de lectura: primer acercamiento. -Goffman Irvin, “Estigma”, Amorrortu, 1970. Estado de lectura: primer acercamiento. -Weber Max, “La ética Protestante y el espíritu del capitalismo”, Terramar, 2006. Estado de lectura: avanzado.