información y democracia en tiempos de conflicto

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INFORMACIÓN Y DEMOCRACIA
EN TIEMPOS DE CONFLICTO
El actual descrédito y rechazo de los actores armados
ante la opinión pública nacional e internacional puede
ser punto de partida para iniciar el proceso de
fortalecimiento de la credibilidad de los medios de
comunicación de cara a la inmensa mayoría de
colombianos que condenan la guerra.
César Mauricio Velásquez Ossa
Decano de la Facultad de Comunicación Social y
Periodismo de la Universidad de La Sabana. Master en
Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense
de Madrid. Comunicador Social y Periodista de la
Universidad de La Sabana. Especializado en televisión. Ha
ejercido el periodismo en Colombia, Estados Unidos y
España. Profesor de Opinión Pública y Crítica de Medios.
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a comunicación ha sido fundamental para superar
antagonismos y en las sociedades democráticas los medios de
comunicación deberían ser actores privilegiados de la
pacificación. En Colombia la descomposición del conflicto
armado, el fortalecimiento del narcotráfico y la corrupción de la clase
política han impuesto nuevos escenarios a los periodistas y medios en
los que se coartan derechos básicos de los profesionales de la
información, las empresas y los ciudadanos en un régimen
democrático. La comunicación ha sido utilizada como un arma de
guerra con efectos devastadores.
En el año 2000 fueron asesinados 12 periodistas, 42 amenazados
de muerte y más de 30 tuvieron que salir del país, según informe del
Observatorio de Medios de La Universidad de La Sabana. Esta cruda
realidad no ha despertado la solidaridad del gremio, ni el rechazo
unánime de la sociedad, ni la acción eficaz del Estado para garantizar
los derechos básicos de los ciudadanos. Tal vez el miedo, los
personalismos, la polarización de la guerra y una actitud de "sálvese
quien pueda" han afectado la fortaleza de la prensa colombiana, tal
como ha ocurrido con otras profesiones.
En el caso de los ataques a la prensa algunos sectores han tratado
de justificar esas acciones. Mentalidades torcidas creen que las
equivocaciones, errores y actitudes de los periodistas se pagan con la
vida y, lo que es peor aún, la guerrilla y los paramilitares han
encasillado a los periodistas en grupos de "colaboradores" y "no
simpatizantes". Esta situación se constituye en un nuevo ingrediente
que viene polarizando a los medios y a las redacciones. A veces se
escucha que tal o cual reportero es amigo o enemigo de la guerrilla, de
los paramilitares o de los mandos de las Fuerzas Armadas, una
aseveración que de ser cierta constituiría un elemento enormemente
dañino para el ejercicio profesional, las empresas informativas, el
proceso de paz y la sociedad.
Es inevitable que la labor de los medios sirva de publicidad a la
guerra; que los ataques y asesinatos de los actores del conflicto sean
registrados, publicados y difundidos por los medios, esto tiene
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resultados positivos y negativos. Sin duda, la simple presencia de los
medios es capaz de contribuir decisivamente a la pacificación o a
evitar la escalada en la confrontación. Por ejemplo, las cámaras de la
CNN dispuestas a transmitir a todo el mundo los abusos, ataques y
muertes en las guerras del Golfo Pérsico y Kosovo, sirvieron para
remover la opinión pública a favor de la defensa de la vida y evitar
guerras de mayores proporciones. Así mismo, los dictadores de
derechas e izquierdas en muchos países se han visto obligados a
moderar sus instintos criminales ante la presencia de periodistas.
En el caso colombiano los líderes de los actores armados han
dispuesto de los medios de comunicación sin ninguna limitación. Los
jefes de esos grupos hablan durante horarios de máxima sintonía de la
televisión y de la radio, ¿bueno o malo? Depende. Y depende del
tratamiento, de la calidad profesional de los periodistas para
confrontar con argumentos a los protagonistas de la guerra y ponerlos
frente a la sociedad. Sin duda, cuenta mucho el grado de
independencia y procedimiento que el medio y el periodista utilizaron
para lograr la entrevista, esta circunstancia siempre es definitiva a la
hora de juzgar la conveniencia o no de darle pantalla o micrófono a
una persona que utiliza métodos violentos para vencer.
En general, la experiencia muestra que esa mayor transparencia y
publicidad de la guerra, de los actores, líderes y circunstancias es más
beneficiosa que perjudicial para la democracia y para la toda sociedad.
En los últimos meses los líderes de las guerrillas de Colombia y de los
grupos de autodefensa han agotado sus discursos y sus propuestas han
perdido credibilidad ante la opinión pública. Sobre esto es importante
distinguir entre la necesidad de informar sobre lo que ocurre, algo
válido y propio de la comunicación, y entre la irresponsabilidad para
inflar las noticias y generar morbodramas con el dolor y la tragedia de
la guerra. Una cosa es informar y otra es traficar con las noticias,
explotando el sufrimiento de las personas para alcanzar más sinfonía o
mayor circulación.
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La información no es una simple mercancía, es un derecho de la
libertad de los ciudadanos y el recto ejercicio de este derecho exige
que, en cuanto a su contenido, la comunicación sea siempre verdadera
e íntegra y en cuanto al modo, ha de ser honesta y conveniente, es
decir, debe respetar las leyes morales, los derechos legítimos y la
dignidad del hombre, tanto en la búsqueda de la noticia como en su
divulgación.
Los periodistas no pueden tomar parte en la guerra y menos
azuzarla. Inclinarse por uno de los bandos a cambio de tener "chivas"
altera la esencia de la información y servir de "idiota útil" a los
intereses de fuentes informativas que tienen un fusil en la mano; una
forma de entregar el medio a los violentos desconociendo su misión
frente a la sociedad.
Si algo se puede hacer desde las redacciones es recuperar el
equilibrio informativo, el compromiso con la verdad, eliminar toda
forma de discriminación y favoritismo, llamar a las cosas por su
nombre, sin eufemismos, y cerrar filas en defensa de la vida y la
libertad.
DISCRECIÓN EN EL MANEJO INFORMATIVO
El actual descrédito y rechazo de los actores armados ante la
opinión publica nacional e internacional puede ser punto de partida
para iniciar el proceso de fortalecimiento de la credibilidad de los
medios de comunicación de cara a la inmensa mayoría de
colombianos que condenan la guerra.
Hoy el común de los receptores asimila las mentiras de los líderes
del conflicto y sus desaciertos con la entidad misma de los medios de
comunicación. Piensan que las versiones, muchas veces mentirosas,
de los actores del conflicto son avaladas por los periodistas. Si acaso
es necesaria la publicación de las versiones de la guerrilla,
paramilitares, Ejército o Gobierno, no se comprende que la prensa se
quede en simples versiones, partes de guerra, recuentos de masacres y
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en el corre, ve y dile que poco ayuda a conocer la realidad que vive el
país.
La presencia constante de las escenas trágicas o catastróficas en los
medios pueden hacer pensar a los espectadores que la sociedad es
mucho más violenta de lo que es en realidad. Si sólo se difunden esas
escenas las personas tienen que hacer un esfuerzo adicional para
advertir que en la vida social hay otras cosas además de la violencia.
Los actores del conflicto colombiano han sabido aprovechar la
cobertura de los medios electrónicos para atemorizar a la opinión
pública y en distintas oportunidades han coaccionado a los periodistas
al cubrimiento y difusión de sus actos terroristas.
La ABC News prohibe la cobertura en directo de los actos
terroristas con rehenes, cuando peligra la vida de éstos: "Este tipo de
sucesos no se emitirá en directo, excepto en las circunstancias más
excepcionales y siempre con el permiso del director de la ABC News.
Las entrevistas telefónicas con los rehenes y/o terroristas deben
realizarse con extrema precaución y sólo tras asegurarse de que el uso
de las líneas telefónicas no interfiere con las comunicaciones de las
autoridades, ni agrava la situación de los rehenes" 1.
La presión de la competencia por la sintonía, el extra, lo exclusivo
y en fin, el síndrome de la chiva ha hecho que algunos periodistas
olviden toda norma. Cabe preguntarse acerca del sentido de las
entrevistas a rehenes y sus captores, sean guerrilleros o paramilitares.
Si la finalidad es mostrar que están vivos y en buen estado, los
instrumentos de la prensa, -una fotografía y un resumen de lo
sucedido- son enteramente adecuados. Pero esto no funciona en
televisión, donde sólo media un paso entre contar una historia de
forma atractiva y explotarla interesadamente. Y esta es la cuestión
central: en estas producciones se puede abusar de su enorme potencial
dramático, intrínsecamente unido al informativo.
La Cadena CBS News advierte en su Manual de Estándares que
"un componente esencial de la noticia son las exigencias del terrorista,
y debemos informar acerca de ellas. Pero al mismo tiempo, hemos de
1. Manual de Estándares. ABC News, cap. II, p.9.
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evitar convertirnos en un mero altavoz de sus exigencias. No hay que
facilitar acceso en directo al grupo terrorista, sin la autorización previa
del director de la CBS News, para evitar proporcionarles propaganda
en directo" 2, este criterio de las grandes cadenas de televisión de
Estados Unidos, sobre el cubrimiento de actos terroristas, se extiende
a los líderes de grupos alzados en armas que sólo buscan desestabilizar
a la sociedad.
La omnipresencia de las cámaras en los escenarios conflictivos
tiene también algunos efectos menos positivos. "El público, y aquí se
trata del conjunto de la humanidad, recibe a través de la radio y la
televisión una información puntual, casi en directo, del desarrollo de
esas tragedias. Y como el número de conflictos sobre los que es
preciso informar no es despreciable, al final el público se acaba
acostumbrando a esas escenas terribles, que se convierten en
ingrediente cotidiano y rutinario de nuestras sobremesas. Tenemos
una limitada capacidad de atención, de asombro y de respuesta, y en
cambio una casi ilimitada facilidad para acostumbrarnos aún a lo más
tremendo. Los medios pueden actuar así mismo a modo de narcótico"3
y esto también lo saben los actores de la confrontación en Colombia.
Mostrar los hechos de cada día en su verdadero contexto, explicar
la complejidad del conflicto, no presentar rumores como si fueran
hechos y comprender que la exactitud debe primar sobre la rapidez,
sería un buen esfuerzo de los medios para elevar la calidad de la
información y ofrecer nuevos insumos a sus receptores 4.
BIEN COMÚN Y JUSTICIA
Los profesionales de la comunicación han de estar guiados por la
búsqueda permanente del bien común. "Deberían distinguirse por una
viva sensibilidad respecto a los derechos de las personas; en especial
por el respeto de los más jóvenes. Si en todo trabajo profesional es
preciso servir, con mayor motivo en el ámbito informativo, en el que
se actúa de cara al público" 5.
2. Manual de Estándares. CBS News, p. 8B.
3. NAVAS, Alejandro. Periodistas ante conflictos, Eunsa, Pamplona, España, 1998.
4. Principios del Acuerdo por la Discreción firmado por los directores de los medios de comunicación de
Colombia en noviembre de 1999.
5. Ética en las comunicaciones sociales. Documento de la Jornada mundial de las comunicaciones. Jubileo
de los periodistas, Roma, junio de 2000.
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Darle al público lo que supuestamente quiere no es el primer
deber de los medios en una sociedad democrática. Su principal tarea
es informar de la mejor manera posible. Esto significa que en
situaciones de conflicto, los periodistas deben esforzarse más en
proporcionar los argumentos y opiniones de todas las partes, incluso
de aquellas en las que están en desacuerdo.
No es fácil comenzar a vivir estos criterios al interior de algunas
empresas de información, los intereses individualistas de índole
económico y político ocupan la atención, pero es importante iniciar,
antes de que la guerra llegue con toda su brutalidad a las redacciones y
la prensa pierda su fortaleza. Al fin y al cabo, es difícil pedir respeto
por la libertad de expresión cuando el derecho a la vida es conculcado
sin ninguna consideración.
Los medios constituyen una parte esencial del debate
democrático, de la expresión libre y pluralista de puntos de vista
contrarios. Al mismo tiempo, en el nombre de los mismos principios
democráticos que son el cimiento de la libertad de prensa, los medios
tienen el deber de contribuir a la resolución de los conflictos en
sociedad. En este sentido los periodistas no deben ser neutrales frente
a la destrucción social, es decir, el periodista debe defender valores
que son propios del ser humano, sin importar las ideologías, intereses
económicos, creencias, etc. El verdadero periodista debe mantener un
afán por defender lo justo, la vida humana, la libertad y el bien común.
El poder de los medios como instrumentos que configuran la
opinión pública es tal, que cualquier político que no sea visceralmente
demócrata se sentirá tentado a dominarlos directa o indirectamente. En
regímenes autoritarios o de cualquier especie, los gobernantes lo
hacen sin dificultad ni empacho alguno, y hasta invocando razones de
principio. En los países formalmente democráticos, pueden lograrlo
con medidas tales como, por ejemplo: la concesión arbitraria de
frecuencias, la filtración de información por fuentes del Estado a los
medios amigos, el cobro de impuestos al papel, el control indirecto del
capital de la empresa o las alianzas de media noche entre políticos y
empresarios de los medios de comunicación.
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Estos vicios han afectado el orden social en países de distintas
latitudes, peor en Colombia donde han coincidido tres circunstancias
peligrosas: crisis económica, conflicto guerrillero y dos nuevos
canales privados de televisión nacional. La mezcla ha desatado viejas
y nuevas amenazas sobre el llamado "cuarto poder". Los bandos en
conflicto han buscado con afán tomar posesiones en las redacciones de
los medios e intentan polarizar a los periodistas, al servicio de
intereses particulares y de espaldas al bien común.
Se suele considerar que la circulación, los índices de audiencia y
las taquillas, junto con el análisis de mercado, son los mejores
indicadores del sentimiento público; de hecho, son los únicos
necesarios para que funcione la ley del mercado. "No cabe duda de
que la voz del mercado puede oírse de esas maneras. Pero las
decisiones sobre los contenidos y la política de los medios de
comunicación no deberían depender sólo del mercado y de factores
económicos, puesto que éstos no contribuyen a salvaguardar el interés
público en su integridad ni tampoco los legítimos intereses de las
minorías" 6.
Conviene recordar que la función social de los medios de
comunicación es informar, y que su independencia depende sobre todo
de que obtengan beneficios suficientes. La dificultad está en conjugar
debidamente negocio y servicio. Pero una cosa es clara: los medios de
comunicación traicionarían su misión social si la subordinaran al afán
de lucro a cualquier precio, o si la información que realizaran
careciera de responsabilidad, veracidad, equilibrio o ignorara
cualquier otra exigencia de la ética profesional.
6. Ética en las comunicaciones sociales. Documento de la Jornada mundial de las comunicaciones.
Jubileo de los periodistas, Roma, junio de 2000.
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