Miguel Delibes Setién, novelista español

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Prof. José Antonio García Fernández
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DPTO. LENGUA Y LITERATURA- IES Avempace
C/ Islas Canarias, 5 - 50015 ZARAGOZA - Telf.: 976 5186 66 - Fax: 976 73 01 69
MIGUEL DELIBES SETIÉN (1920-2010), NOVELISTA ESPAÑOL
ÍNDICE DEL DOCUMENTO
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1. BIOGRAFÍA MÍNIMA DE MIGUEL DELIBES SETIÉN ...................................................................................................................2
2. LA OBRA NARRATIVA DE MIGUEL DELIBES ............................................................................................................................4
2.1. Características de su narrativa ...........................................................................................................................4
2.2. Años cuarenta y cincuenta .................................................................................................................................6
2.3. Años sesenta .......................................................................................................................................................6
2.4. Años setenta .......................................................................................................................................................6
2.5. Años ochenta ......................................................................................................................................................6
2.6. Años noventa ......................................................................................................................................................7
3. LOS SANTOS INOCENTES (1981) ........................................................................................................................................8
3.1. Los personajes ..................................................................................................................................................10
3.2. Ética cristiana y educación ...............................................................................................................................12
3.3. La denuncia social en Los santos inocentes ......................................................................................................13
3.4. Las técnicas narrativas en Los santos inocentes...............................................................................................13
3.5. Estilo y estructura de Los santos inocentes ......................................................................................................14
3.6. El espacio y el tiempo en Los santos inocentes .................................................................................................15
3.6.1. El espacio .....................................................................................................................................................................15
3.6.2. El tiempo ......................................................................................................................................................................16
3.7. El habla popular en Los santos inocentes .........................................................................................................17
4. DELIBES, EL CINE, EL TEATRO Y LA TELEVISIÓN......................................................................................................................19
5. DELIBES: SUS OBRAS MAESTRAS .......................................................................................................................................19
6. ALGUNAS CITAS DE MIGUEL DELIBES.................................................................................................................................20
7. BIBLIOGRAFÍA ...............................................................................................................................................................21
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1. Biografía mínima de Miguel Delibes Setién
Hijo de Adolfo Delibes Cortés y María del Milagro Setién Echánove, tercero
de ocho hermanos, nació y murió en Valladolid. Su casa natal es el número
12 de la castiza Acera de Recoletos. Él mismo dijo:
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“Soy como un árbol, que crece donde lo plantan”.
Su padre era más bien liberal y su madre, más religiosa:
“Yo provengo de una familia muy común entonces. Una madre muy
religiosa, hija de carlistas, y un padre liberal, un padre “albista” [partidario de
Santiago Alba], de la Izquierda Liberal, que así creo que se llamaba el partido de
Santiago Alba. Mi padre, además de conmilitón de Alba, era cuñado suyo, pues Alba
estaba casado con la única hermana de mi padre, con quien tuvo siete hijos. Es
decir, que mi familia era la típica de entonces: El padre liberal, católico, pero mucho
más apartado de la Iglesia de lo que estaba su mujer”.
Fue catedrático de legislación mercantil en la Escuela de Comercio vallisoletana (de la que su
padre había sido anteriormente director y catedrático), periodista y novelista. Perteneció a la Real
Academia Española desde 1975, donde ocupó el sillón “e”. Intentó aportar sobre todo al Diccionario de la
R.A.E. nombres de pájaros y peces (aunque muchas de sus propuestas no fueron tenidas en cuenta con el
argumento de que el DRAE no es un diccionario ornitológico).
Una de sus grandes pasiones fue la caza. Él mismo se definía no como un novelista que caza, sino
como “un cazador que escribe”. De ahí que su obra literaria se impregne de amor por la naturaleza, que su
lenguaje al referirse al entorno natural sea preciso, y que el tema de la caza esté presente en buena parte
de su obra: El camino (1950), Diario de un cazador (1955), Las ratas (1962), Los santos inocentes (1981)…
Su discurso de ingreso en la Real Academia Española (El sentido del progreso desde mi obra), leído en
1975, resulta, siguiendo a Domingo Ródenas “fundamental para conocer el pensamiento ecologista del
autor, en el que alertaba del peligro que corre la naturaleza ante el progreso tecnológico incontrolado.”
Este discurso volverá a ser editado en 1979, con el título de Un mundo que agoniza.
Así lo evoca Pedro Laín Entralgo en su libro Más de cien españoles:
“Te veo poco, Miguel, sólo cuando alguna vez te decides a bajar del Pisuerga al Manzanares, para
asomarte a las sesiones de la Academia; y el carácter tonificante que para mí tiene esa esporádica aparición
tuya por la calle de Felipe IV es la primera de las razones del “poco” que acabo de escribir. Traes contigo una
fresca bocanada de aire campestre; vas regalando a todos jovialidad escéptica y zumbona, la ironía del
castellano viejo, cuando sabe ser cordial; insistes una vez más en que a las venas de aquella Casa hay que
llevar sangre joven, porque la edad media de los que allí nos congregamos, cualquiera que sea la lozanía de
nuestra mente, es hoy demasiado alta; sacas luego de tu bolsillo un puñadito de cédulas manuscritas, y
durante algunos minutos llenas de pájaros y peces, antigua y virginalmente nombrados, el aire penumbroso
de la sala de trabajo. Al margen de lo que la amistad pida, ¿no es suficiente todo esto para desear más
frecuentes tus escapadas hacia Madrid?”
Empezó en el periodismo como caricaturista, crítico de cine, redactor, columnista, subdirector y
finalmente director de El Norte de Castilla, el periódico de su vida, decano de la prensa española. “El
periodismo es el borrador de la literatura”, afirmó Delibes.
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En su tiempo de director tuvo problemas con
la censura y con el ministro de Información y
Turismo Manuel Fraga: “Empezaron a llamarme de
Madrid”, dijo alguna vez. Como director tenía que
inventar ardides para evitar la censura; por ejemplo, prohibieron al escritor José María Gironella que
publicara su entrevista, realizada en Estoril (Portugal), con don Juan de Borbón, y Delibes entrevistó a
Gironella para que este contara en su periódico, punto por punto, lo que don Juan le había dicho. Pero
como director de El Norte de Castilla, Delibes duró poco y pronto dimitió.
Heredó de su padre, “hombre campero”, como él mismo lo definió, la pasión por la caza, la pesca y
el mundo rural, lo que trasladó a su obra literaria. Es, con Cela y Torrente, uno de los mejores novelistas
de la segunda mitad del siglo XX (la posguerra). Retrató magníficamente el mundo de Castilla, donde
transcurren todas sus novelas, a excepción de Los santos inocentes, ambientada en Extremadura.
Su apellido es de origen francés (su abuelo, Frédéric Pierre Délibes Roux, era un carpintero de
Toulouse y vino a España para la construcción del ferrocarril de Reinosa, en Cantabria, donde se enamoró
de la abuela, Saturnina Cortés Villegas, y ya nunca abandonó España). Miguel está lejanísimamente
emparentado con el compositor galo Léo Délibes, del que su abuelo era sobrino.
Perteneció a una familia numerosa (eran ocho hermanos) y él mismo creó la suya a imagen de la
paterna. Con su mujer, Ángeles de Castro, con la que se casó en 1946, tuvo siete hijos (Miguel, Ángeles,
Germán, Elisa, Juan Domingo, Adolfo y Camino). Los dos mayores, Miguel y Ángeles Delibes Castro, más
el quinto y el sexto, Juan Domingo y Adolfo Delibes Castro, son biólogos y ecologistas. Miguel fue director
del Parque Nacional de Doñana.
Durante la Guerra Civil, en 1938, se enroló en la marina en el bando franquista. Pero siempre se
identificó con la España liberal y huyó del falangismo y el nacionalcatolicismo. La guerra siempre ha
funcionado como fondo o telón de sus obras, pero nunca como materia narrativa esencial. Él siempre
consideró la Guerra Civil como una lucha fratricida, el drama de Caín contra Abel, y en sus obras hay
muchas condenas explícitas de la guerra, por ejemplo en Las guerras de nuestros antepasados, Aún es de
día, La sombra del ciprés es alargada, Mi idolatrado hijo Sisí…
La muerte de su mujer, en 1974, que fue su gran amor y su mejor ayudante toda la vida, le marcó
tremendamente y a ella dedicó Señora de rojo sobre fondo gris, 1991, título inspirado en el cuadro de su
esposa que él tenía en su despacho y bajo cuya inspiración escribió todas sus obras.
Como escritor ganó el premio Nadal, el Nacional de Literatura, el Príncipe de Asturias, el
Cervantes…
Su primera novela fue La sombra del ciprés es alargada, y con ella surgió un joven desconocido en
el panorama literario nacional y ganó el premio Nadal. Él mismo recuerda el momento con estas palabras:
“yo caí en el mundo literario español como un meteorito, un pesado pedrusco con dos ojos ávidos,
grandes, abiertos como platos, para otear el horizonte.”
No obstante, La sombra del ciprés es alargada nunca satisfizo a su autor, quien, convertido en
lector de su propia obra, encontraba en ella ecos de la Generación del 98 (El árbol de la ciencia, de Pío
Baroja, o La voluntad, de Azorín), por su visión pesimista y su tono existencial (la obsesión por la muerte
está anunciada incluso en el título). Tampoco Aún es de día (1949), su siguiente novela, muy influida por el
tremendismo, le parecerá digna de aprecio al releerla y expresamente pide que se suprima de la relación
de sus obras completas
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Su última novela es El hereje, 1998, ambientada en su Valladolid
natal y acabada justo antes de que le detectaran un cáncer de colon, del
que nunca se recuperó completamente y que le llevó a la apatía y al silencio
en sus últimos años, hasta el momento de su muerte, en 2010.
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En 2009 fue nombrado hijo adoptivo de Molledo, en Cantabria, el
pueblo de su padre, donde él pasó de niño muchos veranos y en cuyos
paisajes ambientó una de sus novelas más famosas, El camino.
El periodista vallisoletano Manu Leguineche lo llamó “el Steinbeck
de Valaldolid”.
Delibes fue casi siempre fiel a la editorial que lo descubrió con el Nadal, la barcelonesa Destino, a
la colección de esta casa “Áncora y Delfín”, en la que publicó gran parte de su obra, y a su dueño, el editor
Josep Vergés, con el que mantuvo una larga amistad, a pesar de que no siempre atendió bien las
necesidades de su principal autor, del que se supone que llegó a suponer él solo el 25% de la facturación
total de la editora.
Murió en 2010, a los 89 años de edad, en su domicilio vallisoletano. Su capilla ardiente se instaló
en la Casa Consistorial, lo visitaron varios artistas (Lola Herrera, Concha Velasco) y numerosos políticos
(María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta del gobierno; Ángeles González-Sinde, ministra de
Cultura; el presidente de la Junta de Castilla y León, etc.). Su funeral fue oficiado en la catedral, su cuerpo
incinerado y enterradas sus cenizas en el panteón de Hombres Ilustres, junto a José Zorrilla y Rosa Chacel.
Las tres fechas principales que marcan su vida son:
 1947 (gana el Nadal),
 1974 (muere su mujer Ángeles de Castro),
 1990 (cumple setenta años, tope que él mismo se había puesto para finalizar su obra literaria).
Según él mismo dijo, con cierta retranca, su estilo conciso y pulcro, así como su misma vocación de
escritor, se debe al Manual de Derecho Mercantil, de Garrigues, que manejó durante la preparación de las
oposiciones a la cátedra de Derecho Mercantil (plaza que ganó sustituyendo a su padre en la Escuela de
Comercio).
2. La obra narrativa de Miguel Delibes
2.1. Características de su narrativa
Las principales características de la obra de Delibes son:
 su sentido ético, su concepción cristiana del mundo: “Yo creo que mi vida de escritor no sería
como es si no se apoyase en un fondo moral inalterable. Ética y estética se dan la mano en todos
los aspectos de mi vida”,
 la independencia de criterio: “Nuestra misión consiste en criticar, molestar, denunciar, aguijonear
al sistema de hoy y al de mañana, porque todos los sistemas son susceptibles de
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perfeccionamiento, y esto, a mi ver, sólo puede hacerse desde una conciencia libre, sin
vinculaciones políticas concretas”,
su estética coloquial y de la sencillez (su célebre “Yo escribo de oído”),
su defensa del mundo rural, la dimensión ecológica, el ruralismo,
su crítica al “progreso”, a la urbanización apresurada,
la defensa de Castilla y lo castellano, la Castilla postrada y marginada de los pueblos. El escritor
vallisoletano Francisco Umbral ha dicho que Delibes vino a “desnoventayochizar” Castilla.
el pesimismo y la presencia inexorable de la muerte. César Alonso de los Ríos ha calificado el
ideario de Delibes como “pesimismo verde”,
el ataque a la deshumanización de la vida moderna, al capitalismo materialista,
su defensa de los perdedores, los débiles, los desheredados y disminuidos, los viejos,
su canto a la solidaridad humana, al compañerismo, al sentido cristiano de la existencia
el mirar insólito de los niños, la mirada irónica, la piedad y comprensión al modo cervantino, la
compasión redentora…
su pasión por la caza y su conciencia ecológica.
Él mismo afirmó:
“Valladolid y Castilla serían el fondo y el motivo de mis libros en el futuro”.
“De Valladolid y Castilla he tomado no sólo los personajes, escenarios y argumentos de mis novelas,
sino también las palabras con que han sido escritas”.
“Yo considero que la universalidad del escritor debe conseguirse a través de un localismo sutilmente
visto y estéticamente interpretado”.
Según Delibes, el escritor no inventa, sino que recrea literariamente lo que ve, lo cercano, lo vivido
y sentido. El escritor ha puesto lo mejor de sí mismo en su obra. Para él, lo fundamental en la novela es la
creación del personaje. Por eso ha dicho Delibes, refiriéndose a los personajes por él creados en sus
novelas:
“Ellos son, en buena parte, mi biografía”.
“Yo traslado a mis personajes los problemas y las angustias que me atosigan: los expongo por sus
bocas. En definitiva, uno, si es sincero, se desdobla en ellos. Par mí, en el novelista, sobre el sentido de la
observación, debe prevalecer la facultad de desdoblamiento”.
En su ensayo España 1936-1950: Muerte y resurrección de la novela, habla Delibes de cinco
grupos o promociones de novelistas, y a todos ellos puede adscribirse su producción literaria.
1. El grupo autodidacta de “la inmediata posguerra”, marcado por
la experiencia de la Guerra civil. A este grupo pertenecen sus dos
primeras novelas La sombra del ciprés es alargada y Aún es de
día.
2. El de los “objetivistas”, que encauzan la novela hacia un
esteticismo formal. Su novela El camino pertenece a este grupo.
3. El grupo del “realismo social” de los años 60, corriente a la que
podemos adscribir sus novelas Las ratas y Los santos inocentes.
4. El de la “novela experimental”, más preocupado por la forma
que por la sustancia narrativa. A esta corriente podemos
adscribir su novela de 1969 Parábola del náufrago
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5. El de la vuelta a la “historia” o argumento, estéticamente desarrollado. A este grupo de la
“nueva narratividad”, tan alejado del viejo realismo como de la novela críptica, podemos
adscribir novelas delibeanas como El disputado voto del señor Cayo, El tesoro, El príncipe
destronado, Madera de héroe, Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso, El hereje…
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2.2. Años cuarenta y cincuenta
Su primera novela fue La sombra del ciprés es alargada, 1948, con la que ganó el premio Nadal.
Siguieron Aún es de día (1949, censurada por el
franquismo), El camino (1950), Mi idolatrado hijo Sisí
(1953), La partida (1954, relatos), Diario de un cazador
(1955, premio Nacional de Narrativa), Un novelista
descubre América (1956, viajes), Siestas con viento sur
(1957, relatos, premio Fastenrath de la R.A.E.), Diario de
un emigrante (1958), La hoja roja (1959, premio de la
Fundación Juan March).
2.3. Años sesenta
La década de los sesenta suponen el apogeo literario de Delibes, el momento en que viaja por
varias universidades extranjeras, europeas y americanas, y que tiene gran éxito profesional: Por esos
mundos: Sudamérica con parada en Canarias (1961, viajes), Las ratas (1962, premio de la Crítica), Europa:
parada y fonda (1963, viajes), La caza de la perdiz roja (1963, caza), El libro de la caza menor (1964, caza),
Viejas historias de Castilla la Vieja (1964, relatos), USA y yo (1966, viajes), Cinco horas con Mario (1966),
Vivir al día (1968, artículos), Parábola del náufrago (1969, novela, sobre la primavera de Praga).
2.4. Años setenta
En los setenta es elegido miembro de la R.A.E. y de la Hispanic Society of America, murió su
esposa Ángeles (1974), escribió varios libros de caza, además de La mortaja (1970, relatos), Con la
escopeta al hombro (1970, caza), Un año de mi vida (1972, diario), La caza en España (1972, caza),
Castilla en mi obra (1972, artículos), El príncipe destronado (1973), El sentido del progreso desde mi obra
(1975, discurso de ingreso en la R.A.E., luego editado como Un mundo que agoniza, 1979), Las guerras de
nuestros antepasados (1975), Vivir al día (1975, artículos), Alegrías de la caza (1977, caza), Mis amigas
las truchas (1977, pesca), Aventuras, venturas y desventuras de un cazador a rabo (1977, caza), El
disputado voto del señor Cayo (1978), Castilla, lo castellano y los castellanos (1979, antología narrativa).
En 1979, se adapta para el teatro su obra Cinco horas con Mario, interpretada magistralmente por la actriz
vallisoletana Lola Herrera.
2.5. Años ochenta
En los ochenta, aún escribe una obra maestra, Los santos inocentes (1981, donde critica el
caciquismo extremeño), Las perdices del domingo (1981, caza), Dos viajes en automóvil: Suecia y los
Países Bajos (1982, viajes), El otro fútbol (1982, artículos), Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso
(1983), La censura de prensa en los años cuarenta (1985, ensayo, allí cuenta sus problemas con el ministro
de Información franquista Manuel Fraga y sus relaciones difíciles con la censura, siempre “pisando la raya,
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sin saltármela del todo” cuando fue director de El Norte de Castilla), El
tesoro (1985, donde vuelve a aparecer esa constante oposición entre
entorno rural y urbano, esencial en su literatura, en obras como El camino,
Las ratas, El disputado voto del señor Cayo), Castilla habla (1986), 377A
Madera de héroe (1987, premio Ciudad de Barcelona), Tres pájaros de
cuenta (1987, caza), Dos días de caza (1988, caza), Mi querida bicicleta
(1988, artículos), Mi vida al aire libre (1989, artículos)…
Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso (1983) es una novela
rica en componentes autobiográficos. Su protagonista, Eugenio Sanz Vecilla,
parece émulo del autor, periodista jubilado que inicia una relación epistolar
con una mujer que lo enfrentará con sus propias inseguridades. El tema de la
vejez, al que suele ir unido el tema de la jubilación, ya aparecía en La hoja
roja y volverá a aparecer en la tercera parte de Diario de un cazador: Diario
de un jubilado (1995).
En la novela 377A Madera de héroe (1987) vuelve a introducir elementos biográficos, en esta
ocasión relacionados con su estancia en el buque Canarias durante la Guerra Civil.
También recibe galardones como el Príncipe de Asturias de las Letras (1982), el premio de las
Letras de la Junta de Castilla y León, el doctorado honoris causa de la universidad de Valladolid, el
nombramiento de hijo predilecto de Valladolid…
En 1983 la película Los santos inocentes, inspirada en su novela, gana la Palma de Oro en el
festival de Cannes (Francia).
Poco después, ve la adaptación teatral de sus obras La hoja roja y Las guerras de nuestros
antepasados…
2.6. Años noventa
En los noventa, siguen los homenajes: doctorados honoris causa, premio Nacional de las Letras
Españolas, creación de la cátedra Miguel Delibes, construcción del Centro Cultural Miguel Delibes en
Valladolid, propuesta para el premio Nobel de Literatura, visita de los reyes Juan Carlos I y Sofía de Grecia
en su domicilio, etc., y publica sus últimos títulos: Pegar la hebra (1990, artículos), Señora de rojo sobre
fondo gris (1991), La vida sobre ruedas (1992, artículos), El último coto (1992, caza), Un deporte de
caballeros (1993, caza), Diario de un jubilado (1995, tercera parte de Diario de un cazador), El fin de la
perdiz roja silvestre (1995, caza), Veinticinco años de escopeta y pluma (1995, caza), He dicho (1996,
artículos), El hereje (1998, premio Nacional de Literatura), Los estragos del tiempo (1999, artículos),
Castilla como problema (2001, artículos), España 1939-1950: Muerte y resurrección de la novela (2004,
artículos), La tierra herida. ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos? (2005, ecología, diálogo con su hijo
Miguel Delibes Castro), Viejas historias y cuentos completos (2006, relatos, recopilatorio), Delibes-Vergés.
Correspondencia, 1948-2986 (2006, cartas).
En 1998 aún fue capaz de publicar su única novela histórica: El hereje, magistral despedida para un
autor imprescindible donde homenajea una vez más a Castilla, concretamente a Valladolid, lugar donde
transcurre la acción, en el siglo XVI). En este texto que, con la Inquisición española como marco de fondo,
vuelve a tratar del conflicto entre el individuo, Cipriano Salcedo, y la sociedad.
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3. Los santos inocentes (1981)
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En septiembre de 1981 publica Delibes esta obra suya fundamental, novela
realista, poética y trágica a la vez, donde narra la existencia de unos seres
rudos y primitivos, explotados y humillados en un cortijo extremeño. Es la
primera vez que traslada la acción fuera de Castilla, y ello es así porque en
Castilla la tierra está muy dividida, no existe el latifundio de la misma
manera que en el Sur de España, principalmente en Andalucía y
Extremadura.
En 1963 Delibes había publicado un cuento en El Norte de Castilla
titulado “La Milana”, donde ya aparecían Azarías y el señorito y Régula (aún
sin ese nombre, como hermana del Azarías)... En 1965, en un homenaje de la
universidad de Valladolid al profesor Alarcos García, volvió a publicar el
cuento, casi sin modificaciones. Pero entonces no se dio cuenta del filón que
representaba este argumento. Tardó casi veinte años en volver a abordar este proyecto narrativo. En 1965
estaba metido en la redacción de una novela compleja, Cinco horas con Mario.
En 1970 Francisco Umbral, en su semblanza biográfica de Delibes, dice que el autor está
escribiendo una nueva novela, que es esta. Pero el escritor reconoció después que estuvo mucho tiempo
atascado en ella, por lo menos hasta después de 1975, tras escribir Las guerras de nuestros antepasados,
hasta que la pudo publicar en 1981. Según indica el propio autor, la interrupción de la escritura de la obra
se debió a un cambio de domicilio, al Paseo de Zorrilla, en su Valladolid natal:
“Fue trasladarme allí y disiparme, porque yo estaba hecho a juegos de niños, a risas y voces… Me
recuerdo luchando inútilmente con la novela y con un mal humor creciente. Porque nada irrita tanto a un
escritor como sentarse a escribir y no saber por dónde empezar aun teniendo todo a su favor.”
Fue mucho tiempo después (ya en la década de los 80) cuando Delibes retomó el texto, al parecer
con un compromiso adquirido con la editorial Planeta, de José Manuel Lara, terminando la versión que
hoy conocemos y logrando una de sus mejores creaciones. Desde que apareció, fue un gran éxito. Los
críticos hablan de que parece un largo poema en prosa, una salmodia o cantata; elogian sus innovaciones
formales como la inserción de los diálogos de los personajes sin el guión convencional, englobados en el
relato, o la supresión de los puntos al final de oración; admiran su tono poético o ritual, su simbolismo
intemporal sin que por ello pierda carga crítica. Es una novela a la vez vanguardista y de denuncia,
tremendista y poética, social pero bella; en cierta forma, significa un retroceso al tremendismo de los
cuarenta y, al tiempo, un avance hasta el experimentalismo de los sesenta. Está ambientada en pleno
franquismo, a finales de los cincuenta, casi frisando los sesenta. Y transcurre en tierras extremeñas
fronteras con Portugal, pues se dice en la obra que, al otro lado de los montes, se encuentra el vecino país
ibérico.
También ha sido comparada con el romance de Antonio Machado “La tierra de Alvargonzález”, un
largo poema que trata el tema del cainismo español (las luchas fratricidas, las guerras civiles que han
asolado nuestra historia), dividido en capítulos titulados:
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“El viajero”,
“El indiano”,
“La casa”,
“La tierra”,
“Los asesinos” y
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 “El castigo”,
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así como Los santos inocentes tiene seis capítulos
llamados…
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“Azarías”,
“Paco el Bajo”,
“La milana”,
“El secretario”,
“El accidente” y
“El crimen”.
Posiblemente Delibes publicó esta novela con Planeta porque estaba harto de las demoras y
frecuentes erratas de su editora de toda la vida, Destino, propiedad de Josep Vergés.
En 1983 el director Mario Camus llevó al cine la novela y tuvo gran éxito en el Festival de Cannes,
donde el público no paraba de repetir la frase de Azarías “Milana bonita, milana bonita”. Paco Rabal y
Alfredo Landa ganaron ex aequo el premio a mejores intérpretes masculinos (la Palma de Oro del
Festival). La película se estrenó en Madrid en 1984. Delibes siempre consideró esta como la mejor
adaptación al cine de sus novelas y elogió públicamente el talento de director y actores principales.
Los santos inocentes se inscribe en la corriente de realismo social que Cela iniciara en los cuarenta
con La familia de Pascual Duarte. Es un texto de un realismo sobrecogedor, radical, sin concesiones, de
obvia filiación tremendista. Sin embargo, la humillación como constante argumental y el original estilo,
ligado a la lírica, de Delibes, tiñen al texto de una belleza desoladora. Delibes siempre defendió la ética
cristiana (al respecto, obsérvese cómo la resignación es rasgo común de los personajes humillados) que
late en la novela, por encima de las lecturas políticas, de filiación marxista, que la novela ocasionó. El
autor declaró en 1985:
“La situación de sumisión e injusticia que el libro plantea, propia de los años sesenta, y la
subsiguiente” rebelión del inocente” han inducido a algunos a atribuir a la novela una motivación política,
cosa que no es cierta. No hay política en este libro. Sucede, simplemente, que este problema de vasallaje y
entrega resignada de los humildes subleva tanto –por no decir más- a una conciencia cristiana como a un
militante marxista. Afortunadamente, creo, estas reminiscencias feudales van poco a poco quedando atrás
en nuestra historia.”
Al margen de las intenciones del autor, la obvia carga crítica que se desprende de sus páginas
pudiera haber ocasionado problemas al autor en caso de haber publicado el texto antes de la década de
los ochenta. Pero, evidentemente, el momento histórico en que la publicó es el de nuestra recién nacida
democracia.
Los santos inocentes transcurre durante los primeros años sesenta en el deprimido entorno rural
de una España en vías de desarrollo, concretamente en un latifundio donde el campesinado, inculto, es
explotado hasta límites aberrantes por la clase dominante.
Si en obras como El camino Delibes había mostrado una mirada casi nostálgica sobre el campo, en
sus novelas Las ratas (1962), El disputado voto del señor Cayo (1978) y Los santos inocentes (1981),
vuelve en cierta manera a ese tremendismo del que había abjurado (recuérdese que consideraba indigna
de figurar en la relación de sus obras completas su segunda novela, Aún es de día, de 1949, precisamente
porque la consideraba tremendista y sórdida). Podría decirse que el “amoroso humanitarismo”, esa mirada
tierna que le había atribuido la crítica a Delibes, va aminorándose a partir de 1962, cambiada en una
narración que entra ahora de pleno en los terrenos de la crítica social.
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3.1. Los personajes
“Pero esos otros seres que el creador crea son seres inexistentes,
de pura invención, mas el escritor se esfuerza por hacerlos parecer reales.
De ahí que mientras dura el proceso de gestación y redacción de una novela,
el narrador procura identificarse con ellos, no abandonarlos un solo
instante. El problema del creador en ese momento es hacerlos pasar por
vivos a los ojos del lector y de ahí su desazón por identificarse con ellos. En
una palabra, el desdoblamiento del narrador lo conduce a asumir unas vidas
distintas a la suya, pero lo hace con tanta unción que su verdadera
existencia se diluye y en cierta medida deja de tener sentido para él. La
imaginación del novelista ha debe ser tan dúctil como para poder intuir lo
que hubiera sido su vida de haber encaminado sus pasos por senderos que
en la realidad desdeñó. En cada novela asume papeles diferentes para
terminar convirtiéndose en un visionario esquizofrénico. Paso a paso, el
novelista va dejando de ser él mismo para irse transformando en otros personajes. Y cuando éstos han
adquirido ya relieve y fuerza para vivir por su cuenta, otros entes, llamados a ocupar su puesto en diferentes
obras, bullen y alientan en su interior reclamando protagonismo. Éste ha sido, al menos, mi caso en tanto
que narrador. Pasé la vida disfrazándome de otros, imaginando, ingenuamente, que este juego de máscaras
ampliaba mi existencia, facilitaba nuevos horizontes, hacía aquélla más rica y variada.”
Fragmento del discurso de Miguel Delibes ante la recepción del Premio Cervantes en abril de 1994
La relación entre las dos clases sociales que protagonizan la narración (apenas aparecen
personajes de ámbito burgués) es la de amo y esclavo. Los derechos de los trabajadores e incluso la
dignidad de la persona no tienen cabida. Azarías, Paco el Bajo, Régula, Quirce, Rogelio, Nieves y la Niña
Chica son los desheredados, los pobres, los oprimidos; el señorito Iván o la señora Marquesa aparecen
como los opresores (característica que se exagera hasta la caricatura en el caso de Iván). De ahí que
algunos estudiosos de la obra hayan señalado el maniqueísmo como uno de los errores achacables al
texto.
Algunos personajes (Paco el Bajo, Azarías) están mucho mejor perfilados que otros (Rogelio). En el
grupo de alta clase destaca el señorito Iván (uno de los protagonistas del texto), alrededor del cual
encontramos a su madre y su hermana, Miriam, a la que interesa destacar por su tendencia al
humanitarismo y la compasión, tal y como puede deducirse de la conmovedora escena en la parte final del
libro cuarto, al descubrir las condiciones de vida de uno de los personajes más sórdidos de la novela: la
Niña Chica.
Así, Iván se encontraría al otro extremo de Miriam, caracterizándose por su impiedad y falta de
compasión, por su ética ausente, aplastada por su carácter egoísta. Sus caprichos son lo único que
importa, llegando a desestimar todo aquello que no satisfaga sus deseos, cosificando incluso a sus
empleados, a los que no ve como prójimos (uno de los motivos ligados a esa ética cristiana que contagia
todo el texto). De este comportamiento amoral procede el sentido sacrílego que, siguiendo la ética
cristiana, se puede dar al personaje: no hay mayor templo que un ser humano, mayor sacrilegio que
vilipendiar a un hermano.
Esa dinámica dual, entre opresores y oprimidos, humillados y ofendidos, propicia una curiosa
diversidad en los nombres con los que Delibes bautiza a sus personajes. El mundo de Paco el Bajo se plaga
de patronímicos tradicionales (Paco, Azarías, Régula, Rogelio…) mientras que los señores llevan nombres
extranjeros (Iván, Miriam) o compuestos (como es el caso de Carlos Alberto, el hijo mayor del señorito
Iván, tal y como se indica en la novela). Hay además que indicar que, en torno a ambos ámbitos, aparecen
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una serie de personajes sin tanto relieve (Dacio, Lupe, Facundo, Ceferino, en el caso de los oprimidos),
aunque, en el caso de los opresores, resultan muy significativos, pues encarnan los poderes fácticos del
Régimen: el Obispo es representante de la Iglesia, el Ministro y el Subsecretario del Gobierno
representan al Gobierno y el Conde, a la Aristocracia.
En otro ámbito, encontramos a Pedro y Purificación (obsérvese nuevamente la filiación cristiana
de sus nombres y, por el ámbito sacrílego en el que viven, bajo el mandato del señorito Iván, el sentido
irónico y corrupto que estos adquieren). Así las cosas, Purificación mantiene relaciones adúlteras con Iván,
bajo el disimulado consentimiento de Pedro (interesante personaje que es dominador y dominado a un
mismo tiempo). De hecho, la posición que ocupan en la estructura jerárquica del latifundio les otorga un
espacio vital (la Casa Grande) mayor que el cuchitril en el que Paco malvive con su familia.
Por otra parte, René, personaje de origen francés, va a señalar la diferencia cultural existente
entre España y Francia. René introduce un aspecto que parece remontar su origen al noventayochismo: el
atraso de nuestro país respecto a Europa. Las observaciones de René provocan la iracundia del señorito
Iván, quien, para demostrar lo que España ha avanzado, llamará a Paco, Régula y Ceferino para que
estampen su firma en un papel, ocasionando una de las escenas más vergonzantes de la novela.
Don Manuel, el doctor, es el único personaje (junto con don Joaquín) que aparece y que no
pertenece a los estratos sociales que articulan la dualidad de la novela. Afincado en Cordovilla, favorece la
introducción de un elemento espacial distinto del latifundio (y sus boscosos alrededores) en el que se
desarrolla la trama. Resulta esencial su resignación y su comentario ante la fractura que Paco debe curar:
“yo te digo lo que hay, Iván, luego tú haces lo que te dé la gana, tú eres el amo de la burra”.
Estamos ante una burguesía acomodada, muda ante la injusticia y la opresión, lo que sin duda
favorece el sistema de relación social en el que se sustenta el texto.
Interesa destacar al personaje de Nieves porque su deseo de comulgar linda con uno de los temas
fundamentales de la novela: la visión del acceso a la religión como un derecho exclusivo de la clase social
dominante. Los oprimidos, como los animales, no tienen derecho al sentimiento religioso. Ese proceso de
cosificación que sufren los empleados por parte del señorito Iván parece equipararlos a esos animales,
carentes de vida espiritual, que caza indistintamente; lo que terminará, irónicamente, provocando su justa
muerte.
Finalmente, Azarías y Charito, la Niña Chica, son
los dos disminuidos de la novela, los personajes más
desamparados, los santos inocentes (tal y como el
personaje de Régula dice en una línea de diálogo) que dan
título al libro. Su carácter, eternamente infantil, los liga a
ese concepto cristiano, presente en la Biblia, en los pasajes
que conciernen al infanticidio ordenado por Herodes. Ellos
logran los momentos más tiernos del texto (Azarías es el
único que parece dar calidez y amor a Charito, al igual que
lo hace con la milana), así como la resolución del mismo,
cuando Azarías, en un inesperado acto de justicia poética,
asesina al señorito Iván. El personaje de Iván, según el sentido religioso que Delibes imprime al texto
(presente en su mismo título), es quien comete sacrilegio constantemente, al ofender y humillar a sus
prójimos en diversos sentidos. Por ello, el castigo infligido por Azarías debe ser entendido como un castigo
divino, tal y como ocurría en otra novela de Delibes, Mi idolatrado hijo Sisí (si bien en tal caso el crimen
era sustituido por el suicidio).
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3.2. Ética cristiana y educación
“El hecho de que yo me incline por el hombre humilde y por el hombre víctima revela, imagino, mi
espíritu democrático, pero no menos mi espíritu cristiano”.
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Miguel Delibes.
La religión está presente desde el título de la obra. La hija de Paco y Régula, Nieves, quiere tomar
la Primera Comunión. Azarías y la Niña Chica son contemplados por Régula como dos santos inocentes…
En fin, son múltiples los detalles que permiten hablar de presencia continua de la religión en Los santos
inocentes.
En la versión primitiva de la novela (el cuento
titulado La Milana, de 1963), la Niña Chica no tenía
presencia. Es una creación posterior que Delibes integra en
el texto para dar más peso a ese ámbito del desamparo al
que también pertenece Azarías, duplicando la inocencia y
dando lugar a las escenas más cálidas, tiernas y humanas de
la desgarradora novela.
En el texto bíblico, los santos inocentes son los
niños menores de dos años a los que Herodes manda asesinar. Víctimas inocentes ajenas a las relaciones
sociales y conflictos del mundo en el que les ha tocado vivir. Por ello, uno de los mayores sacrilegios de la
novela es el que se comete contra su dignidad.
A lo largo de la novela, de la religión se hace ostentación por parte de la oligarquía dominante. No
es vista como un sentimiento de bondad, que comparte toda una comunidad, sino como un derecho al
que puede accederse por condición social. De ahí que el deseo de comulgar por parte de Nieves sea
motivo de burla e incomodidad por parte de la casta opresora. La religión es manipulada según los
intereses de la clase, lo que sin duda continúa en consonancia con esas constantes sacrílegas que se van
repitiendo a lo largo de la novela y que, finalmente, ocasionarán el asesinato de Iván por parte de Azarías.
Las sinceras muestras de cariño entre Azarías y la Niña Chica parecen retrotraernos a un primitivismo
cristiano, no condicionado por la jerarquía, no perturbado por sociedad alguna, como un angelical abrazo
entre dos niños.
Esta prohibición de acceder a una educación religiosa siguiendo patrones establecidos obedece al
celo profundo de no compartir similitud alguna con los desfavorecidos. Además, el conocimiento de la
religión forma parte del proceso educativo y, obviamente, ignorancia y desconocimiento son armas
infalibles para ejercer la más despótica de las opresiones. De hecho, el tema del analfabetismo tiene
cabida en la novela (recuérdense las escenas, de cierto toque humorístico, en las que el campesinado
acude a las pintorescas clases de gramática impartidas por don Joaquín; personaje que, junto con don
Manuel, procede de ese entorno burgués que tan escasa presencia tiene en la novela).
Le educación es una vía de escape del entorno oprimido. Ciertas esperanzas al respecto (mucho
más obvias en el tratamiento cinematográfico dado por Mario Camus) parecen tener los padres respecto
de los hijos (recuérdese la escena en la que, con amarga resignación, Paco y Régula consienten que Nieves
sea empleada en la Casa Grande. Puede entenderse que en Quirce, Rogelio y Nieves radica un germen de
inconformismo, de ambición por salir del estrato social en el que viven. Ellos suponen el necesario relevo a
una generación sumisa, ahogada en miseria e ignorancia (símbolo de cambios políticos y económicos que
harán de España un país diferente). Nieves, como antes hemos indicado, muestra deseos de recibir
formación religiosa, mientras que en las escuetas y ambiguas respuestas que Quirce da al señorito Iván
hay un principio de rebeldía, de impulso vital no resignado.
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3.3. La denuncia social en Los santos inocentes
La novela presenta una intención marcadamente social, aunque llena de descripciones líricas y
emotivas. Los elementos líricos no impiden la crítica y hacen que el lector se irrite frente a las
desigualdades, y sienta cariño hacia Azarías y su familia, porque se contrasta la lealtad sin límites y la
obediencia de los trabajadores con la arrogancia de los señores.
Delibes no se conforma con constatar una situación, sino que su objetivo es criticar. Esa mirada
crítica se proyecta sobre dos ejes principales:
 Crítica política:en esta obra no hay política, pero se hace alusión a la situación de España durante la
guerra civil, reflejado en el personaje de Ireneo, hermano de Azarías que sólo aparece en sus sueños y
que fue asesinado durante este periodo (“se murió, Franco lo mandó al cielo”). También se alude al
problema del vasallaje, con el que pretende denunciar los abusos de los señores frente a los humildes
campesinos. Esos abusos se pueden ver en el hecho de que los señores son explotadores, los
campesinos analfabetos, los salarios miserables y las viviendas inhabitables.
 Crítica social y ecológica: ambos aspectos podrían tratarse por separado, pero con frecuencia se
aúnan, ya que el paisaje sirve como intensificador de la crítica de la sociedad. Algo que se observa
también en otras obras de Delibes, como Las ratas, El disputado voto del señor Cayo.
En ésta, se refleja en el trato vejatorio por parte de los señores, tanto a la familia de Azarías, como
a la tierra, contrastado con el buen trato que éstos le dan. Los poderosos tienen en el cortijo un
espacio para el ocio, pero son los campesinos los que se ocupan de cuidar la naturaleza.
Aún con esta estrecha relación, la crítica social queda por encima de la ecológica, centrándose en
el desamparo social que sufren los campesinos.
Los santos inocentes es una novela que inspira compasión hacia los humildes y enfrenta dos
mundos antagónicos, simbolizados en tres de los personajes principales: el señorito Iván, que
representa la crueldad, el egoísmo y la inconsciencia; Azarías, que es el primitivismo, la marginación y
la debilidad. Y por último, Paco, que simboliza el servilismo sin límite, y como respuesta es tratado
como un perro, caricaturizado en su comportamiento.
El relato trata sobre la “rebelión” del inocente, que es Azarías, una persona irresponsable que se
presenta como no culpable, a pesar de haber cometido el crimen del señorito Iván, el lector lo concibe
como un acto de justicia poética. La sentencia es inapelable, ya que Iván fue advertido con antelación
“¡No tire señorito, es la milana!” y la venganza es definitiva porque el daño es irreparable.
En resumen, ha sido reconocida como una obra de emocionante fuerza dramática e intenso
lirismo, en la que Delibes se ve obligado a acentuar los contrastes para dejar clara la voz de denuncia.
3.4. Las técnicas narrativas en Los santos inocentes
Las técnicas narrativas de esta novela ponen en relieve la renovación estilística de la obra de
Delibes a lo largo de su producción.
En la técnica narrativa hay un proceso de liberación de la estructura clásica. Este proceso
comienza con La sombra del ciprés es alargada y llega a su máximo esplendor con Los santos inocentes,
pasando por la utilización de paréntesis, dando lugar a la técnica del monólogo interior, como podemos
verlo en Cinco horas con Mario.
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La novela contiene los elementos supraestructurales del género y su carácter episódico no
presenta especiales dificultades de comprensión. Pero algo hay en ella de renovador, algo que no se ajusta
a las normas tradicionales del discurso narrativo, y que se observa en la presentación de personajes o en
el fluir temporal. Tampoco se puede decir que sean convencionales las repeticiones, ni el habla
sentenciosa o extrañamente vulgar. Delibes evoluciona desde una técnica basada en la descripción hasta
otra técnica fundada en la expresión, en la que los personajes se presentan por su modo de hablar. Su
forma de expresarse se muestra por medio del estilo indirecto libre, que es la gran innovación de la
novela. Por medio de esta técnica, el narrador se contamina de la forma de hablar de los campesinos y
despliega todo el contenido de su léxico y de sus giros. Pero esto no resta elegancia ni comprensión a la
historia. La novela está llena de expresividad, de sabor popular, y de gran lirismo, conseguido por medio
de repeticiones como el ejemplo de “milana bonita”.
La presentación del tiempo y los personajes es asimismo innovadora. El tiempo lo retarda o
acelera el narrador de modo subjetivo narrando repetidamente los mismos hechos (en los tres primeros
libros) o bien contando de modo puntual y escueto (en los dos últimos libros). Los personajes se presentan
por su lenguaje y actividades, como ya hemos visto.
El narrador es otro elemento innovador. Encontramos un narrador testigo en 3ª persona que
presenta los hechos y muestra un conocimiento preciso de los detalles para convertirse después en
narrador acorde, algo habitual en Delibes. El narrador simpatiza con los débiles, y presenta los hechos
desde la perspectiva de aquellos, como se ve en que su discurso se contamina de lenguaje campesino.
La estructura es otro elemento renovador. Hay que destacar la diferencia entre estructura
externa, seis libros independientes con carácter episódico, y la interna, que responde a la clásica de
planteamiento (tres primeros libros), nudo (libro cuarto) y desenlace (libros quinto y sexto).
3.5. Estilo y estructura de Los santos inocentes
Debe tenerse en cuenta antes de atender a los rasgos formales de este clásico que la composición
de Los santos inocentes comenzó en 1963, cuando Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, acababa de
renovar el panorama literario hispánico por aunar magistralmente un sentido crítico hacia la decadente
sociedad española y una lograda originalidad formal. Así las cosas, el resultado final de esta novela de
Delibes casi parece, por su novedoso estilismo, un producto de los renovadores años 60 que de los 80
(década en la que, no obstante, vio la luz).
Sin embargo, lo que a simple vista se antoja novedoso tiene un poso de antigüedad, pues la
estética de Los santos inocentes recuerda al poema narrativo medieval (tanto por la irregularidad de sus
versos como por la concisión espartana de su estilo, por no hablar de usos lingüísticos que recuerdan al
epíteto épico y al estribillo). El texto de Delibes se aleja de los juegos florales de los Siglos de Oro,
apeteciendo la llaneza sincera de la narración oral del medioevo. No en vano, parece escrito para ser leído
ante auditorio, secuenciado en seis libros (que tienen sentido pleno tanto por sí mismos como en
conjunto) para facilitar la tarea del hipotético juglar (seis días de trabajo). Cada libro es como una unidad
poemática, con sentido en sí misma y también en relación a las demás
Esa tendencia a la oralidad se manifiesta también en la proliferación de diálogos, que caracterizan
a la perfección a cada uno de los personajes, pues tienen su forma peculiar de expresarse, incluidas
coletillas y usos vulgares (que a veces llegan a extenderse al discurso no directo).
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Además, la realidad de la que habla Delibes en 1981 no
es la inmediata al lector, se antoja propia de un pasado remoto,
feudal, lo que contribuye a acrecentar el aura legendaria tan
propia del poema épico castellano.
El narrador se coloca al mismo nivel que los personajes
de baja condición, de ahí que el texto sea rico en expresiones
coloquiales, en el empleo de un léxico apropiado, exacto, para
nombrar el entorno rural en el que se inscribe la acción. Son
frecuentes además las muletillas (“a ver”), el artículo antepuesto
(“el Azarías”), incluso errores ortográficos como “labajos” por
“lavajos”.
Podemos también indicar que parecen obvios los dos
momentos de gestación del texto, pues existe una cierta descompensación narrativa entre los cuatro
primeros libros y los dos últimos. El cuarteto inicial es rico en elementos descriptivos, relacionados con el
entorno de los personajes centrales (“Azarías”, “Paco, el Bajo”, “La Milana”, “El secretario”), dejando
apenas lugar para la anécdota; justo lo contrario a lo que ocurre en los dos últimos libros (“El accidente”,
“El crimen”), en los que Delibes imprime agilidad narrativa al texto, centrándose en el proceso de
humillación a Paco, el Bajo y los suyos, que concluirá con la venganza poética de Azarías matando al
señorito Iván.
Sin embargo, desde el punto de vista de la estructura interna, la obra tiene una tripartición clásica:
planteamiento (libros 1º a 3º, “Azarías”, “Paco, el Bajo”, “La Milana”,), nudo (libros 4º y 5º, “El
secretario”, “El accidente”), desenlace (libro 6º, “El crimen”).
Esta ambivalencia constante, ese discurso a medio camino entre la poesía y lo panfletario, entre lo
lírico y lo crítico, esa llana belleza de descuidada apariencia quizás fuera sintetizada de la mejor manera
por las propias palabras de Delibes, quien al referirse al texto decía que era una novela
“mitad poética, mitad tremenda”.
3.6. El espacio y el tiempo en Los santos inocentes
3.6.1. El espacio
El paisaje es fundamental en las novelas de Miguel Delibes, mucho más que marco o escenografía. Tiene
una gran relevancia temática y socializadora, ya que los personajes se reconocen en él. Aunque
normalmente Delibes sitúa sus novelas en Castilla, sobre todo en zonas rurales con predominio del
minifundio, en Los santos inocentes el paisaje es extremeño y la acción se sitúa en el cortijo y el
latifundio.
La concentración de la propiedad hace que la jerarquización social sea más radical y que los
vínculos que ligan a los personajes sean de dominador-dominado.
Por algunas alusiones de la novela, donde se dice que tras los montes estaba Portugal, sabemos
que el cortijo estaba situado cerca del país hermano. Además, estos latifundios y cortijos sólo existen en
las provincias limítrofes: Salamanca, Cáceres, Badajoz y Huelva. Pero Delibes prefiere no concretar más el
lugar de la acción.
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El latifundio está formado fundamentalmente por dos grandes espacios:
 Un gran espacio abierto, natural, con una parte dedicada a la agricultura y la ganadería (ovejas y
cerdos, principalmente), donde viven los guardas y los jornaleros, que interesa poco a los
caciques, y con otra gran parte dedicada a la caza, que disfrutan muy intensamente los señoritos y
sus invitados (políticos, jerarcas de la Iglesia, aristócratas). El léxico de Delibes, rico y preciso,
propio de un gran conocedor de la vida de los pueblos, describe muy bien todo el elemento
natural:
o la sierra, el monte bajo, los cerros, los rastrojos, la vaguada, la charca,
o la flora (encinares, alcornoques, madroños, sauces, chaparros, matas, jaras, retamas,
carrascas, tomillo, espliego, etc.);
o la fauna (aves de caza como perdices, palomas, codornices, estorninos, urracas; las dos
milanas -el búho o cárabo y la grajilla o grajeta-; la caza mayor -rebecos, venados-; los
animales domésticos -ovejas, cerdos, pavos-).
 Y un espacio cerrado, la vivienda, que está protegida por una tapia. La casucha de Paco el Bajo
está muy cerca del portón de entrada. Hay también una corrala o placeta, rodeada por las casas de
los sirvientes (pastores, gañanes, porqueros y guardas), donde se reúnen para celebrar la llegada
de la señora Marquesa. El edificio principal es la Casa Grande, donde viven los amos. También está
la Casa de Arriba, en la que viven el encargado, don Pedro, el Périto, y su esposa, doña Purita. Y
una Capilla, en la que el obispo celebra la misa de la Primera Comunión. entre las casas de los
poderosos y la de Paco hay un gran contraste.
El espacio del latifundio funciona, pues, como escenario de la historia y como indicador de la
jerarquía social. Los personajes establecen con él distintas relaciones: los amos abusan de la naturaleza, la
degradan; los humildes, los inocentes, se integran en ella y en ella viven sus momentos de mayor felicidad.
Incluso se animalizan en ella, pues Azarías es como un animal haciendo sus necesidades al aire libre y
Paco, el Bajo es presentado casi como un perro, poseedor de un olfato excepcional.
3.6.2. El tiempo
a) Ubicación temporal de la acción narrativa
En cuanto al tiempo, no existe en la novela ninguna fecha explícita que indique el año en que transcurre,
pero sí hay, sin embargo, en el libro segundo, una referencia al Concilio, que podría tratarse del Concilio
Vaticano II, celebrado en Roma de 1962 a 1965.
Otro detalle puede ser el uso del tractor en las labores agrícolas, inicio de la mecanización del
campo, que se produjo en los años iniciales de los sesenta. También se alude en la novela a la masiva
migración a las ciudades, que se produjo en esa época. Por tanto, se puede afirmar que la mayor parte de
los acontecimientos del relato se sitúa en torno a los primeros años de la década de los sesenta.
b) El tiempo interno o tempo narrativo
Desde el punto de vista textual, destaca el uso subjetivo del tiempo. La acción transcurre en un
tiempo breve, unas tres semanas, pues ocurre en el tiempo de caza de la paloma. La narración está
estructurada en dos grandes momentos:
 los cuatro primeros libros, descriptivos, morosos, de ritmo lento;
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 y los dos últimos, rápidos y dramáticos, en los que se acumulan los acontecimientos hasta
concluir con el crimen de Azarías.
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En Los santos inocentes se emplean mecanismos narrativos novedosos, aprendidos en la novela
moderna europea (Kafka, Joyce, Proust…) como la repetición y la multiperspectiva para narrar los
sucesos. Ello demora el ritmo narrativo, por la reiteración, la narración de anécdotas, los retrocesos
temporales, pero permite a cambio insistir en ciertos episodios y verlos interpretados desde diferentes
puntos de vista, así como perfilar mucho más perfectamente a los personajes principales.
En los cuatro primeros libros, lentos, abundan las expresiones que intensifican la idea de rutina: “y
así una vez tras otra, una primavera tras otra”; “y así fue corriendo el tiempo”; “y así día tras día”; “y así
siempre, cada vez que...”. Hay también analepsis o retrocesos temporales para informarnos de cómo había
sido la vida de Paco el Bajo y los suyos en los cinco años que habían vivido en la Raya, antes de ser
llamados al cortijo.
Sin embargo, en los dos últimos libros, el ritmo narrativo se acelera y la narración es lineal.
c) Tiempo histórico: el momento de la edición de la novela
Desde el punto de vista del momento o tiempo histórico, hay que considerar la larga gestación de
la novela, desde 1963, cuando aparece la primera versión, el cuento “La Milana”, publicado en El Norte de
Castilla, hasta 1981, cuando es definitivamente publicada en editorial Planeta. Los años ochenta son los
últimos de producción de Miguel Delibes, él ya está en plena madurez narrativa. Esta obra completa su
trilogía rural, formada por El camino y Las ratas, las dos primeras ambientadas en Castilla, y esta ubicada
en Extremadura, cerca de la raya de Portugal.
Su génesis en los años 60 explica el tono experimental, pues eran los años en que habían triunfado
en España este tipo de novelas, desde la aparición de Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, en 1962.
Y en cuanto a su edición en 1981, hay que recordar que fue el año del golpe de estado del teniente
coronel Tejero (el 23-F), que en 1982 el PSOE ganaría las elecciones generales y Felipe González se
convertía en el primer presidente socialista del Gobierno español desde la muerte de Franco y que en 1986
España (también Portugal) entraban en el Mercado Común Europeo (hoy Unión Europea). Es decir, había
un gran clamor de cambio en la sociedad española, por lo que novelas como esta de Delibes resultaron
especialmente útiles, ya que presentaban a una España feudal y atrasada, alejada de Europa, que los
españoles queríamos dejar atrás. Eso es lo que hizo que rápidamente la novela fuera adaptada al cine por
Mario Camus. El magnífico trabajo del director hizo que la película española ganara la Palma de Oro en el
Festival de Cine de Cannes de 1983.
3.7. El habla popular en Los santos inocentes
Uno de los aspectos en que la novela es renovadora y se convierte en representativa de la
maestría de Delibes es en el tratamiento de su lenguaje. La evolución novelística del autor se refleja en el
estilo. El escritor cede la palabra a los personajes para que cada uno encuentre su propia voz. De esta
forma se pasa de un lenguaje estilizado y literario a una adecuación entre registro y personaje.
Los santos inocentes es una novela rural que incorpora un léxico propio del campesinado y un
lenguaje denotativo con palabras de significado concreto. Dicho lenguaje se convierte en una
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reivindicación, porque la muerte del campo supone la muerte del lenguaje rico, que se destruye al igual
que las costumbres y toda esa sabiduría popular es la herencia perdida del hombre.
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Delibes es un maestro en introducir fragmentos de oralidad hasta en los dominios del narrador
como demuestra en esta obra. Aquí no se siguen las normas tradicionales del discurso narrativo. La
oralidad se muestra en distintos rasgos:
 Desde un punto de vista morfosintáctico, se ve reflejada en el uso de pronombres sin función
(expletivos o enfáticos, de relleno) ni significado que refuerzan el carácter coloquial del habla.("¡Qué
cosas se tiene el Señorito Iván!") Cabe destacar la presencia de la proforma léxica "a ver"con valor de
muletilla, al final de las frases, que cumple una función poética y es una muestra de estilo indirecto
libre del narrador. Es recurrente también el uso del artículo ante nombre propio ("El Azarías", "La
Régula"), así como el epíteto identificador o apodo como "Paco, el bajo", “Charito, la Niña Chica”, o el
uso de "me se" por "se me".
 Por otro lado, encontramos vocablos significativos de diferentes campos semánticos del mundo rural
y de la casa tales como: los oficios de la finca ("El cortijo", "jaula"), el mundo vegetal ("jara" ,"encina"),
la caza ("salto", "palomazo"), la naturaleza del monte ("jaral", "encinar"), aves y otros animales
("búho", "pavos"). Estos vocablos son muy usados por el narrador y los personajes, pronunciados con
familiaridad. Dicho léxico, propio de los campesinos, es desconocido por un ciudadano de cultura
media y de ámbito urbano.
El plano léxico recoge también manifestaciones de lo oral y en él, Delibes emplea la palabra
justa y precisa. Estas manifestaciones son las repeticiones anafóricas con valor lírico ("milana bonita"),
las interjecciones "ae" para rellenar el discurso con dilataciones, la presencia de vulgarismos como la
palabra "périto" incorrectamente acentuada; también son de importancia las reiteraciones de carácter
popular propias de hablantes con registro bajo pero que en boca del narrador se convierte en una
expresión intencionada y por último el lenguaje está lleno de onomatopeyas.
En lo referente a la cohesión discursiva, los discursos son desarticulados otorgando al autor un
gran mérito, debido a que esa desarticulación sintáctica del habla de los campesinos no está reñida con la
gracia y espontaneidad expresivas. Otro fenómeno importante es la omisión de los "verba dicendi", rasgo
propio de estilo indirecto.
Esta obra contiene una evidente revolución formal apreciable en la presentación de los personajes
y en el fluir del tiempo, así como en la tipografía, con solo 6 puntos en toda la novela, los que terminan
cada libro, y sin comillas. La originalidad lingüística no impide una lectura amena. La novela ha sido
considerada una obra de intenso lirismo, en la que Delibes se ve obligado a acentuar los contrastes para
que quede clara la voz de la denuncia y la historia se utiliza como un grito que pide justicia. De manera que
la obra es, a la vez, experimental y social. Téngase en cuenta que la redacción del primer borrador de la
novela, el cuento “La Milana”, publicado en 1963, se produjo en pleno auge del experimentalismo: en
1962, Luis Martín Santos acababa de publicar Tiempo de silencio, obra que abrió la narrativa española a
las nuevas técnicas novelísticas.
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4. Delibes, el cine, el teatro y la televisión
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Muchas de sus obras han sido adaptadas, al teatro (Cinco horas con Mario, La hoja roja, Las
guerras de nuestros antepasados), la televisión (El camino, cinco episodios dirigidos por Josefina Molina,
1978) y al cine:
 El camino (1964), de Ana Mariscal, con Julia Caba Alba, Joaquín Roa, Mary Delgado y Maruchi
Fresno;
 Retrato de familia (1976), adaptación de Mi idolatrado hijo Sisí, de Antonio Giménez-Rico., con
Antonio Ferrandis, Amparo Soler Leal, Mónica Randall y Miguel Bosé.
 La guerra de papá (1977), adaptación de la novela El príncipe destronado, de Antonio Mercero.
 Los santos inocentes (1984), de Mario Camus. Premio en Cannes a Francisco Rabal y Alfredo
Landa.
 El disputado voto del señor Cayo (1986), de Antonio Giménez-Rico, con Francisco Rabal y Juan
Luis Galiardo.
 El tesoro (1988), de Antonio Mercero; con José Coronado como protagonista.
 La sombra del ciprés es alargada (1990), de Luis Alcoriza.
 Las ratas (1998), de Antonio Giménez-Rico.
 Una pareja perfecta (1998), adaptación de Diario de un jubilado, de Francesc Betriú, con José
Sazatornil "Saza" y Antonio Resines.
5. Delibes: sus obras maestras
Sin duda, sus novelas más importantes son:
 La sombra del ciprés es alargada (1947), con la que ganó el Nadal y que le abrió el panorama
literario nacional. Fue la primera novela que escribió y esperaba con afán la resolución del jurado.
De no haber quedado ganador o en los primeros puestos, él mismo ha dicho que habría
abandonado la literatura. En la madurez renegó de esta novela y de la siguiente, Aún es de día
(1949), como novelas muy imperfectas.
 El camino (1950), su tercera novela, en ella encontró su propio “camino” como novelista: sencillez
expresiva, palabra exacta, falta de artificio, maestría en los diálogos, denuncia, ruralismo… Es una
de las favoritas del público, pronto se tradujo a otras lenguas. El camino es un texto sobre la
nostalgia. Daniel, el Mochuelo, un niño al que su padre va a enviar a estudiar el bachillerato a la
ciudad, recuerda, durante la noche antes de su partida, su vida en el pueblo que lo vio nacer. Una
dulce melancolía impregna una narración que trata, con sutil delicadeza, de ese paraíso perdido
que no es otro que la niñez. El texto fue compuesto en tan solo veinticinco días. El estilo del texto
es llano, espartanamente bello, de una inesperada hondura poética.
Con El camino inicia Delibes lo que la crítica ha señalado como “amoroso humanitarismo”,
una respuesta al tremendismo, donde los rasgos amargos de textos como La familia de Pascual
Duarte, de Cela, desaparecen. El ambiente rural de El camino no es ese ámbito desolador del
tremendismo, sino que parece impregnarse de costumbrismo, casi diríamos de bucolismo, aunque
sin la irrealidad de la novela pastoril renacentista, pero con una evidente atenuación de la
sordidez.
No obstante, en la novela sigue vigente un tema habitual en la novelística de Delibes: la
muerte (ya presente en su primera narración), además de otro de sus argumentos habituales: la
lucha entre el individuo y la sociedad.
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 Mi idolatrado hijo Sisí (1953), donde Delibes deja el ámbito rural (El camino, Las ratas, Los santos
inocentes) y centra la mirada en el ámbito urbano. El protagonista de la novela, Cecilio Rubes,
pertenece a la pequeña burguesía urbana (ámbito que también tratará en otros de sus textos, La
hoja roja, de 1959). Rubes, en palabras de Domingo Ródenas,
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“es un ser egoísta y mezquino que prefiere renunciar a la paternidad a cambio de conservar
su confortable vida de pequeño comerciante.”
Al igual que en La sombra del ciprés es alargada y El camino, la muerte tiñe las páginas
finales de la novela. Su protagonista se suicida. Según palabras del propio Delibes, este acto debe
ser entendido como un castigo de Dios (concepción cristiana del mundo, ética religiosa).
 Cinco horas con Mario (1966), para muchos su mejor novela. La viuda de Mario se queda a solas
con el cadáver de su marido, velándolo, y repasa su vida
conyugal haciendo un retrato perfecto de la España de
posguerra. La obra fue adaptada al teatro con gran
éxito, interpretado el magnífico monólogo de la viuda
por la actriz vallisoletana Lola Herrera.
Si Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos,
había supuesto una apertura a novedosos intentos de
renovación formal, Cinco horas con Mario consolida
con eficacia la corriente. La novela condensa en un
tiempo de cinco horas, a través del soliloquio de
Menchu, que se erige en voz narradora, una catarata de
temas. Las reflexiones de Menchu, los reproches a su
esposo difunto, sirven para contraponer el carácter de
éste a un país, España, anclado en la ignorancia. Mario,
muerto, parece cobrar vida a través de los
pensamientos de su esposa. En Cinco horas con Mario, Delibes se aleja del bucolismo de El camino
y continúa con esa postura de crítica hacia la sociedad e inscribe a la novela en un proceso de
reflexión crítica sustentado en la memoria, haciendo así del texto un producto novedoso, alejado
de las estructuras realistas decimonónicas.
 Las guerras de nuestros antepasados (1975), gran alegato contra las guerras. También adaptada al
teatro.
 Los santos inocentes (1981), tremenda denuncia contra el caciquismo rural. La adaptación
cinematográfica de Camus hizo triunfar a Delibes también en el extranjero.
 El hereje (1998), novela histórica ambientada en su ciudad natal, magnífico cierre de una gran
trayectoria literaria.
6. Algunas citas de Miguel Delibes

“El ideal cinegético es, incontestablemente, el ejercicio de la caza en libertad: hombre libre, sobre
tierra libre, contra pieza libre”.

“El periodismo es el borrador de la literatura”.
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
“Todo cuanto sea conservar el medio es progresar; todo lo que signifique alterarlo esencialmente es
retroceder”.

“Yo he sido siempre novelista de personajes”.

“Considero la erección de tipos vivos como un fundamental deber del novelista (…) El personaje es
para mí el eje de la narración y, en consecuencia, el resto de los elementos deben plegarse a sus
exigencias”.

“Yo escribo de oído”.

“A Ángeles de Castro de Delibes, el equilibrio; mi equilibrio” (Dedicatoria a su esposa en Diario de un
emigrante. De ella también dijo tras su muerte: “Ha muerto la mejor mitad de mí mismo”).

[Casarme con Ángeles fue] la decisión más acertada de mi vida”. Ella le regaló su primera máquina de
escribir y lo animó a presentarse al Nadal. “…y era ella la que sostenía las conversaciones, la que me
guiaba; yo me dejaba llevar, yo era el ciego y ella el lazarillo”, “era su fe lo que me animaba”, “en mi
caso concreto, la pérdida de mi mujer significó para mí la pérdida de la ilusión: de un salto pasé de la
juventud a la vejez; del afán creador al más puro escepticismo”, “Es curioso: Después de morir Ángeles
he vuelto a ser el hombre huraño y retraído que fui de niño, antes de conocerla”.

“Mis hijos y mis nietos han aliviado mi soledad”.
7. Bibliografía



Wikipedia, voz “Miguel Delibes”.
Miguel Delibes, Obras completas I. El novelista, I (1948-1954). Ed. de Ramón García Domínguez.
Barcelona, Círculo de Lectores, 2007. Col. “Galaxia Gutenberg”.
Juan Cano Conesa, Estudio de Los santos inocentes de Miguel Delibes, disponible en el enlace
http://www.avempace.com/file_download/4543/Estudio+de+Los+santos+inocentes-Juan+Cano+Conesa.pdf.


Ramón García Domínguez, El quiosco de los helados. Miguel Delibes de cerca. Barcelona, Destino,
2005. Col. “Imago Mundi”.
Alberto Jiménez Liste, “La novela española en el siglo XX”, disponible en la web del Avempace,
enlace http://www.avempace.com/file_download/2354/La+novela+espa%C3%B1ola+en+el+siglo+XX.docx.
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